operación fenix

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Operación Fénix: dos años después Por Javier Andrés Flórez Henao (*) La historia le está dando la razón a Colombia. Ante la evidencia encontrada, Colombia no tenía otra opción. La Operación Fénix era necesaria en las condiciones específicas en las que se llevó a cabo. No es posible creer que un gobierno infiltrado por tentáculos de las FARC, como lo era “en aquel momento” el gobierno ecuatoriano, accedería a realizar una operación combinada entra las Fuerzas Militares de ambas naciones para atacar un blanco protegido desde Quito. La disyuntiva era clara: o se llevaba a cabo la operación o Colombia y su Fuerza Pública seguiría siendo el blanco predilecto de las FARC en la frontera. Cualquier mandatario que entienda el complejo panorama colombiano, habría tomado la decisión de atacar aquel campamento en Sucumbíos, aún sabiendo que desde el exterior recibiría arduas críticas, sobretodo desde gobiernos con compromisos ideológicos preocupantes y parcializados. Es esa la responsabilidad de un Presidente, actuar de otra forma sería prácticamente una traición al pueblo que representa. Hoy la decisión es recordada, por la mayoría de colombianos, como la decisión correcta. Muy pocos en Colombia defienden la tesis de la violación de la soberanía ecuatoriana, que aunque cierta y aceptada por unos y otros, parece más una excusa de algunos para desconocer la necesidad del golpe militar y la realidad coyuntural que marcó la decisión del 1 de marzo de 2008. Ante todo, es perentorio decir que Colombia hizo uso de su derecho a la defensa de una amenaza terrorista que se resguardaba, y lo sigue haciendo aún hoy, en las fronteras inhóspitas del país(es) vecino(s), con el fin de impedir que las Fuerzas Militares cumplan su misión en el marco de la constitución y la ley. La alusión a la violación de la soberanía ecuatoriana deja de lado un aspecto fundamental del concepto y es, precisamente, la noción de legitimidad en contraste al uso arbitrario del poder por parte de los actores ilegales que se amparan en la fuerza y en la coerción para imponerse sobre los demás. Implica entonces la transformación de la fuerza en poder legítimo. El paso del poder de hecho al poder de derecho. Adicional a ello, la evolución del concepto ha traído consigo unos límites adicionales, justificados por la necesidad de respetar valores protegidos por el propio derecho internacional, como lo pueden ser la dignidad del ser humano y la conservación de la especie humana. Es defendible y comprensible entonces la decisión de Colombia, en la medida en que el grupo ilegítimo de las FARC, violando los límites del concepto contemporáneo de soberanía, utilizan la fuerza para atacar la propia soberanía colombiana desde territorio adyacentes. Adicional ello, los canales de comunicación entre ambos Gobiernos se habían convertido en un diálogo de sordos, ya que la respuesta ecuatoriana estaba minada por intereses específicos a favor del grupo terrorista, comprobados luego de investigaciones profundas y académicas, como el Informe de Angostura, pedido por el propio presidente Correa; en éste se confirman las alianzas subrepticias entre Chauvín, Larrea y otros funcionarios del alto gobierno ecuatoriano con las FARC. Ello, sin duda, le da la razón al gobierno colombiano que en su momento insistió en la falta de cooperación binacional frente al tema del combate al grupo terrorista en la frontera. Ante esas evidencias y la realidad de atentados, reiterados y sistemáticos, contra la población civil y la Fuerza Pública en zona limítrofe, una decisión distinta habría sido menos polémica, pero trascendentalmente más problemática para la nación colombiana y su lucha frontal contra el flagelo de la

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  • Operacin Fnix: dos aos despus Por Javier Andrs Flrez Henao (*) La historia le est dando la razn a Colombia. Ante la evidencia encontrada, Colombia no tena otra opcin. La Operacin Fnix era necesaria en las condiciones especficas en las que se llev a cabo. No es posible creer que un gobierno infiltrado por tentculos de las FARC, como lo era en aquel momento el gobierno ecuatoriano, accedera a realizar una operacin combinada entra las Fuerzas Militares de ambas naciones para atacar un blanco protegido desde Quito. La disyuntiva era clara: o se llevaba a cabo la operacin o Colombia y su Fuerza Pblica seguira siendo el blanco predilecto de las FARC en la frontera. Cualquier mandatario que entienda el complejo panorama colombiano, habra tomado la decisin de atacar aquel campamento en Sucumbos, an sabiendo que desde el exterior recibira arduas crticas, sobretodo desde gobiernos con compromisos ideolgicos preocupantes y parcializados. Es esa la responsabilidad de un Presidente, actuar de otra forma sera prcticamente una traicin al pueblo que representa. Hoy la decisin es recordada, por la mayora de colombianos, como la decisin correcta. Muy pocos en Colombia defienden la tesis de la violacin de la soberana ecuatoriana, que aunque cierta y aceptada por unos y otros, parece ms una excusa de algunos para desconocer la necesidad del golpe militar y la realidad coyuntural que marc la decisin del 1 de marzo de 2008. Ante todo, es perentorio decir que Colombia hizo uso de su derecho a la defensa de una amenaza terrorista que se resguardaba, y lo sigue haciendo an hoy, en las fronteras inhspitas del pas(es) vecino(s), con el fin de impedir que las Fuerzas Militares cumplan su misin en el marco de la constitucin y la ley. La alusin a la violacin de la soberana ecuatoriana deja de lado un aspecto fundamental del concepto y es, precisamente, la nocin de legitimidad en contraste al uso arbitrario del poder por parte de los actores ilegales que se amparan en la fuerza y en la coercin para imponerse sobre los dems. Implica entonces la transformacin de la fuerza en poder legtimo. El paso del poder de hecho al poder de derecho. Adicional a ello, la evolucin del concepto ha trado consigo unos lmites adicionales, justificados por la necesidad de respetar valores protegidos por el propio derecho internacional, como lo pueden ser la dignidad del ser humano y la conservacin de la especie humana. Es defendible y comprensible entonces la decisin de Colombia, en la medida en que el grupo ilegtimo de las FARC, violando los lmites del concepto contemporneo de soberana, utilizan la fuerza para atacar la propia soberana colombiana desde territorio adyacentes. Adicional ello, los canales de comunicacin entre ambos Gobiernos se haban convertido en un dilogo de sordos, ya que la respuesta ecuatoriana estaba minada por intereses especficos a favor del grupo terrorista, comprobados luego de investigaciones profundas y acadmicas, como el Informe de Angostura, pedido por el propio presidente Correa; en ste se confirman las alianzas subrepticias entre Chauvn, Larrea y otros funcionarios del alto gobierno ecuatoriano con las FARC. Ello, sin duda, le da la razn al gobierno colombiano que en su momento insisti en la falta de cooperacin binacional frente al tema del combate al grupo terrorista en la frontera. Ante esas evidencias y la realidad de atentados, reiterados y sistemticos, contra la poblacin civil y la Fuerza Pblica en zona limtrofe, una decisin distinta habra sido menos polmica, pero trascendentalmente ms problemtica para la nacin colombiana y su lucha frontal contra el flagelo de la

  • violencia. Recordemos que Colombia pidi perdn al hermano pueblo de Ecuador, pero tambin insisti en la necesidad de la cooperacin internacional en la lucha contra esta organizacin terrorista, ya que sin ella el esfuerzo nunca ser suficiente. Ahora bien, existen algunas conclusiones del episodio que vale la pena comentar: a. La Operacin Fnix demostr la capacidad y profesionalismo de las Fuerzas Militares, mas tarde ratificada con la Operacin Jaque. Estos dos hitos ponen en evidencia que la inteligencia dominante permite operaciones decisivas y precisas, con un alto valor agregado para el futuro de Colombia; las ltimas operaciones militares en vastas regiones del pas confirman con creces esta afirmacin; b. Lo ocurrido trajo consigo una reaccin diplomtica agresiva de Ecuador hacia Colombia, patrocinada desde Caracas y La Paz, pero tambin algunas decisiones importantes en materia de defensa por parte de Quito, como lo fueron el aument de tropas en la frontera con Colombia y el desarrollo de una operacin sin precedentes para detectar posibles campamentos mviles o permanentes de las FARC en su territorio; en otras palabras accedieron, posiblemente ms por una posicin de realpolitik que por convicciones profundas, a prestar atencin en la frontera; c. Se desarticul de forma importante y estratgica las relaciones polticas internacionales de las FARC con el mundo entero, ya que se neutraliz a Lus Edgar Devia, alas Ral Reyes, encargado de su manejo, fortalecimiento y efectividad. Adems se obtuvo evidencia probatoria que ha servido para investigaciones jurdicas de trascendencia nacional e internacional; y d. El mito de la invencibilidad de las FARC qued completamente controvertido. Las Fuerzas Militares comprobaron su superioridad y gran parte de la opinin pblica as lo considera. Por todo lo anterior, el 1 de Marzo de 2008 ser siempre recordado por la capacidad y profesionalismo de las Fuerzas Militares, pero tambin por la valenta y decisin de un gobierno que prefiere enfrentar miradas fras en los foros internacionales, a permitir que los terroristas, sea cual sea su origen, sigan minando las posibilidades de crecimiento y desarrollo del pueblo colombiano. (*) Profesor e investigador. Miembro Asociado del Observatorio de Procesos Electorales (OPE)de la Facultad de Ciencia Poltica de la Universidad del Rosario.