mundo, demonio y fausto 9

8/9/2019 Mundo, Demonio y Fausto 9

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ANTONIO PRIANTE

MUNDODEMONIO

Y

FAUSTO

TRAGICOMEDIA FANTSTICA

EN

TRES ACTOS

Y

NUEVE JORNADAS

ENTREGA 9


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JORNADA SEXTA

ABRIL EN ROMA

Mientras Fausto y Mefisto practican el turismo arqueolgico, el Papa muere

y Roma se conmociona. Catherine y Bernat presencian una procesin decardenales y se llevan un susto. Primero en guisa de cardenal y luego dedoctor germnico, Mefisto visita al Cardenal Primado para proponerle unnegocio.


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Aprite le finestre al nuovo sole, primavera, primavera...

Cancin italiana

Abril en Roma. Fausto y Mefisto caminan entre las ruinas del Foro.

FAUSTO.- Pero dnde estn? Los hemos perdido?

MEFISTO.- Quiz. O quiz es que prefieren algo ms divertido que visitar viejasruinas acompaados de dos personajes no menos ruinosos...Me permites una

pregunta? Qu ves en estas piedras?

FAUSTO.- El poder. El poder de un pueblo que lleg a lo ms alto y leg a la

humanidad la frmula bsica de toda sociedad ordenada.

MEFISTO.- Me sorprende tanta admiracin por los antiguos romanos. Piensa que

no tenan nada de fusticos: nunca les interes la ciencia, ni siquiera la filosofa.FAUSTO.- Y su afn constructor? Y aquel impulso irrefrenable que les llev a

conquistar todo el mundo conocido?

MEFISTO.- El afn constructor se da igual en cualquier burgus o en cualquier edil

municipal y espeso. En cuanto a la conquista del mundo, si hubieses ledo a Tito

Livio sabras que Roma fue ensanchando sus fronteras a base de defenderse de los

ataques de los vecinos, de manera que, sin apenas darse cuenta, slo ejerciendo ellegtimo derecho de defensa, se vio convertida en duea del mundo.

FAUSTO.- He ledo a Tito Livio y no recuerdo esa argumentacin.

MEFISTO.- Bueno, yo tampoco estoy muy seguro.

Se acercan dos mujeres, al parecer espaolas, quiz de Valencia, de cumplidos

sesenta. A una de ellas le cuelgan de las orejas los cordones de un walkman.


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MUJER 1.- Seores, saben ustedes por dnde se va al circo... ah, donde

martirizaban a los cristianos?

FAUSTO.- Se refiere al anfiteatro Flavio?

MEFISTO.- S, claro, sin duda se refiere al Coliseo.

MUJER 1.- S, s, donde Nern...

FAUSTO.- Permtame que le diga, seora, que en tiempos de Nern...

MEFISTO.- (Olvdalo, aqu no cabe citar a Livio, sino a Cecil B. De Mille). Ese

mismo, seora, ese mismo. Pero no le recomiendo que vaya ahora. En este momento

est podrido de cristianos prosternados ante una gran pantalla.

MUJER 1.- Cmo dice?

MUJER 2.- (se arranca los cordones de los odos y agarra con fuerza el brazo de

la otra) Ha muerto! Ha muerto!

MUJER 1.- Ha muerto! El Papa ha muerto! Pobrecito. Dios bendito lo acoja en su

gloria...

Las dos mujeres lloran desconsoladamente.

FAUSTO.- Tranquilcense, seoras, que no hay para tanto.

MEFISTO.- Cierto. Ms que nada, que la cosa se vea venir...

MUJER 1.- Ustedes no son catlicos, no es verdad? Ustedes no son cristianos. No

es cierto que no son cristianos? (Irritada) Contesten!

Fausto y Mefisto se miran, entre perplejos y divertidos.

FAUSTO.- Contesta t.

MEFISTO.- Bueno, mi amigo...no, ms bien no. Mi amigo es un ex cristiano que,

desde hace mucho tiempo, practica un paganismo sui generis... aunque bastante

alocado, todo hay que decirlo. Y yo... bueno, yo tampoco soy cristiano, aunque he

de confesar que me interesa mucho el tema, muchsimo.MUJER 1. - Vamos, Amparo, vamos a rezar por el Papa.


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Se van a paso ligero, mientras Mefisto les dice a voz en grito...

MEFISTO.- Oigan, recen tambin por el nuevo Papa, por el nuevo, me oyen? Es

importante, muy importante.

Das despus en la plaza de San Pedro. Bernat y Catherine, entre la multitud de

devotos y curiosos.

BERNAT.- Haca tiempo que no disfrutaba tanto. Qu ambiente, qu colorido, y esa

emocin que se palpa en el aire...

CATHERINE.- Espectculo, trucos, montaje. Conjuncin de intereses entre los

modernos medios y la ms negra reaccin.

BERNAT. - Ests muy negativa, Cati. Aunque haya algo de eso que dices, yo creo

que la mayora de esta gente vive el momento con una actitud ingenua y espontnea,

entregada. De verdad, creo que hay algo muy sano, muy autntico y adems muy

espiritual en todo esto.

CATHERINE.- Espiritual? En qu sentido? Los franceses tenemos un problema

con esta palabra.

BERNAT.- Ya me entiendes.

CATHERINE.- S, creo que s. Pero, qu quieres que te diga, siempre he

desconfiado de esa espiritualidad. Normalmente se edifica sobre la miseria, propia

o, sobre todo, ajena.BERNAT.- Recibiste una formacin muy materialista no?

CATHERINE.- Realista... Vale, materialista, y si quieres precisar ms, marxista...en

una poca en que ya no se llevaba. Pero la universidad donde estudi era un

reducto...Era, claro. Hasta que fue arrasado por los vientos del posmodernismo. Y

por otra parte, hemos vuelto a la Edad Media. Ya ves, hbitos, crucifijos,

procesiones...Mira, mira esos...BERNAT.- No me digas que no es vistoso, y colorido...


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CATHERINE.- S, sobre todo colorido. Esa combinacin de rojos y blancos...Claro,

son los cardenales.

BERNAT.- S, esta maana lo explicaban en la tele. Ahora van a la Domus Sanctae

Martae, la residencia donde descansarn y pasarn la noche.

CATHERINE.- Y no pueden retirarse como cualquier turista o cualquier hombre de

negocios normal? Es necesario montar este espectculo?

BERNAT.- En esto te doy la razn. Todo es espectculo aqu. Pero, que quieres que

te diga, no s por qu, intuyo que ha de ser as.

CATHERINE.- Y fjate qu pintas, qu fachas.

BERNAT.- Qu empaque, querrs decir. Algunos son realmente majestuosos.

CATHERINE.- Yo dira que soberbios. Yo slo veo soberbia, apenas disimulada por

falsa modestia.

BERNAT.- T siempre tan negativa. Mira, mira se...se...

De repente, Bernat palidece.

CATHERINE.- se de rostro anguloso, ojos negros, mirada profunda...? Es...l?

No, no puede ser.

BERNAT.- (cada vez ms plido) S, s lo es.

CATHERINE.- Es imposible. Fijmonos bien. Ahora pasarn por aqu.

BERNAT.- S, s lo es...Oh, qu mareo, la cabeza me da vueltas, todo es irreal, el

mundo es una nube...

CATHERINE.- No es para menos...Sabatini...Bernat! Nos est mirando.

Al pasar cerca de Catherine y Bernat, el Cardenal-Sabatini-Mefisto los mira y, por

una fraccin de segundo, el severo rostro cardenalicio sonre maliciosamente y

dedica un guio a los dos jvenes. Bernat cae desvanecido.

Apartamento en Roma, sobre la Piazza Spagna. Bernat, tendido en un sof; Fausto


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contempla el exterior a travs del amplio ventanal; Catherine se acerca a Bernat

con una taza humeante.

CATHERINE.- Toma, seguro que te sentar bien.

BERNAT.- Qu es?

CATHERINE.- No lo s. Lo ha preparado Enrique.

FAUSTO.- Bbelo, es un remedio infalible contra los extravos de la realidad.

BERNAT.- (a Catherine) Qu ha dicho?

CATHERINE.- Que va bien contra los trastornos psquicos, supongo.

BERNAT.- Trastornos? T lo has visto como yo. Era l. No es verdad que era l?

CATHERINE.- S, s, lo era. O lo pareca...

BERNAT.- Lo pareca? Entonces, por qu nos mir de aquella manera? por qu

nos gui el ojo?

CATHERINE.- No s...quiz... Tengo la impresin de que nuestro amigo Enrique

tiene las respuestas. (a Fausto) Enrique, hace tiempo que me debes una explicacin.

FAUSTO.- Qu te pasa, Catherine? Ests tensa, agresiva...Parece que el incidente

no slo ha afectado a Bernat.

CATEHRINE.- Es que, para m, no se trata de un incidente aislado. Quieres que los

recordemos? La escena en la taberna de Deux-aspects, con toda aquella humareda

asfixiante, la curacin milagrosa de mi padre, la actuacin estelar en el show de

Pars, el folln del congreso de Barcelona y ahora, su aparicin solemne entre los

cardenales electores...Enrique, por favor, quieres decirme de una vez quin es

Sabatini? qu es?FAUSTO.- El Diablo.

CATHERINE.- Eso ya lo supuse desde el primer momento. Pero hay un problema.

Que el Diablo no existe.

FAUSTO.- S que es un problema. Porque si tienes una pared por en medio, no

puedes ver lo que hay al otro lado.

CATHERINE.- Yo tengo una pared? A qu te refieres?BERNAT.- Una vez tuve un sueo...


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CATHERINE.- Qu lo pasa a nuestro nio ahora?

FAUSTO.- Est como sonmbulo. Parece que habla dormido.

BERNAT.- Una vez tuve un sueo...

CATHERINE.- Y qu viste en ese sueo, criatura?

BERNAT.- Era llevado por los aires por un gran pjaro sin alas...y el poder oscuro

me soplaba por detrs...

CATHERINE.- Delira...

FAUSTO.- Es el sueo tpico de ncubos y scubos.

CATHERINE.- Se puede saber de qu ests hablando? ncubos, scubos,

demonios...Os habis vuelto locos todos?

FAUSTO.- Te equivocas, Catherine, todo esto no es locura. Es el estado normal de

la humanidad. Lo que t conoces como cordura o razn es slo un breve parntesis

que se abre cuando Kant enciende la luz y se cierra cuando la apaga el primer

posmoderno.

CATHERINE.- Nietzsche, por ejemplo?

FAUSTO.- Por ejemplo.

CATHERINE.- Seguro que tienes razn... Basta con ver el espectculo de hoy. Es

posible que despus de tantos siglos de lucha por la cultura y el progreso, la

humanidad vuelva a hundirse en el irracionalismo?

FAUSTO.- La humanidad se halla en una situacin tal que no se puede permitir

cerrarse ninguna va. En m tienes un ejemplo. O acaso piensas que toda la gente

ah reunida han decidido renunciar a la cultura y al progreso? No, ni siquiera a la

razn. Simplemente llaman a todas las puertas.CATHERINE.- Tu amigo Sabatini tambin?

FAUSTO.- l es un caso aparte. Y no es amigo. Es socio.

CATHERINE.- Y qu clase de negocio tenis entre manos que le obliga a

disfrazarse de cardenal?

FAUSTO.- En eso yo no tengo nada que ver. Es un asunto exclusivamente suyo...

Est preocupado...y se comprende.CATHERINE.- Preocupado?


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FAUSTO.- S, precisamente por lo contrario que t. Porque un exceso de luz podra

ponerle en un grave aprieto.

CATHERINE.- No s qu dara por ver qu est haciendo en este momento.

Domus Sanctae Marthae. Noche. Por un largo corredor, escasamente iluminado,

avanza sigilosamente el Cardenal Sabatini-Mefisto, detenindose un instante ante

cada uno de los pequeos rtulos que ostentan las puertas de uno y otro lado, hasta

que, ante determinado rtulo, lanza un suspiro de satisfaccin. Al otro lado de la

puerta, el Cardenal Primado, de rodillas en un lujoso reclinatorio de posarrodillas

y posabrazos de terciopelo, est orando.

CARDENAL PR.- Seor, aparta de m este cliz, pero no se haga mi voluntad, sino

la tuya.

Toc, toc, toc. Tres golpes acompasados suenan en la puerta.

CARDENAL PR.- Quin es?

VOZ MEFISTO.- El cardenal Przisgnimezcwiwc, hermano.

CARDENAL PR.- Quin?

VOZ MEFISTO.- El cardenal Przisgnimezcwiwc, hermano.

CARDENAL PR.- No hay ningn cardenal con ese nombre. Es media noche y estoy

rezando. Quin podra interrumpir la plegaria de un prncipe de la Iglesia a estas

horas? Quin sino t, Satans? Vade retro, te he descubierto!VOZ MEFISTO.- Vale, de acuerdo. Pero breme y hablaremos. Lo que te tengo que

decir es muy importante...para los dos.

CARDENAL PR.- Que te abra? Necesitas que te abra? Los demonios se filtran

por las paredes!

VOZ MEFISTO.- Como quieras. (Olvidaba que a la Iglesia le encanta la gran

escenografa barroca).


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Breve resplandor con el reglamentario olor a azufre y aparece Mefisto en su

aspecto ms tradicional: cuernos, cola, pezuas y tridente.

MEFISTO.- Hteme aqu! (Qu aspecto tan ridculo debo tener! Hace siglos que

no me presento as. Pero...es lo que requiere la ocasin, creo. En fin, todo sea por la

causa.)

El Cardenal primado se levanta de un salto, descuelga un crucifijo y lo muestra a

Mefisto alargando el brazo al mximo y apartando el rostro con gesto

melodramtico.

MEFISTO.- Bueno, bueno... No empecemos con bravuconadas ni con poses

histricas de cine mudo.

CARDENAL PR.- Me repugnas, Satans. Tu asquerosa apariencia es espejo del

abismo de maldad y de horror de donde has surgido.

El Cardenal Primado cierra los ojos, y los mantiene cerrados unos instantes, como

sumido en profunda oracin.

MEFISTO.- Ah, si es por eso...Perdone, pero yo crea que era la apariencia debida

en este caso... No se preocupe. No hay problema.

Mefisto se transforma en una especie de profesional germnico, con americana y

pajarita. El Cardenal Primado abre los ojos.

CARDENAL PR.- Eh... Quin es usted?...He tenido una alucinacin, una visin

espantosa...Pero usted no es mi mdico. Por qu no han llamado al doctor Freund?

Cunto rato he estado sin sentido?

MEFISTO.- Slo el justo y necesario. El doctor Freund est muy ocupado y me haenviado a m, doctor Listig, para servirle. Veamos, qu ha sido eso de la


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alucinacin?

CARDENAL PR.- He visto al Diablo.

MEFISTO.- Y...?

CARDENAL PR.- Al Diablo en persona.

MEFISTO.- Bueno, a ver, dnde est el problema?

CARDENAL.- Le parece normal?

MEFISTO.- Depende. Si el Diablo existe, me parece lo ms normal del mundo que

se aparezca de vez en cuando. Al menos, cuando algn asunto le interesa

especialmente y no puede intervenir de otra manera. Ahora bien, si el Diablo no

existe, entonces su aparicin no slo sera algo sumamente anormal, sino que

resultara tcnicamente imposible...digo yo. Pero usted... usted cree que el Diablo

existe, no es cierto, Eminencia?

CARDENAL PR.- S... claro... por supuesto. Forma parte no slo de la Tradicin,

sino tambin de la Revelacin. En el captulo tercero del Gnesis...

MEFISTO.- Vale, vale. Slo quera aclarar este pequeo detalle, (estaramos buenos,

si no). Mire, lo que ocurre es que estos das est sometido a una tensin muy fuerte.

Usted es vctima del estrs, si es que puedo expresarme as entre los muros de esta

santa casa. Porque sin duda usted piensa que ser el elegido...

CARDENAL PR.- Yo? Yo soy el ms humilde...

MEFISTO.- Da lo mismo (no despistes, que te he odo cuando rezabas). Por mucha

modestia y humildad que uno lleve a cuestas, es inevitable pensarlo. Hasta cuando

compras un nmero de lotera piensas que te tocar... Pero, Eminencia, el problema

es que usted no slo lo piensa, sino que est seguro, demasiado seguro...CARDENAL PR.- Pero qu dice? Cmo se atreve?

MEFISTO.- Mire, Eminencia, lo digo por su bien. No confe tanto y pngase manos

a la obra.

CARDENAL PR.- No le entiendo, no le entiendo nada. Todo est en manos del

Espritu Santo.

MEFISTO.- Ya, pero siempre se puede ayudar un poco. Ha visto el resultado de lavotacin: slo cinco votos de ventaja le lleva al Cardenal Cinzano. Y se prepara un


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vuelco espectacular.

CARDENAL PR.- Un vuelco?

MEFISTO.- S, los dos grupos de indecisos...bueno, usted ya sabe a quines me

refiero, estn siendo ganados en este momento para la causa de Cinzano.

CARDENAL PR.- No es posible!

MEFISTO.- De manera que, si Dios (o algn poder subsidiario) no lo remedia, en

dos o tres votaciones ms se habr decidido la partida.

CARDENAL PR.- A favor de Cinzano?

MEFISTO.-A favor de Cinzano, naturalmente.

CARDENAL PR.- No es posible, no es posible. Mire, doctor Listig, el cardenal

Cinzano representa todo lo que yo ms aborrezco: el relativismo apenas confesado,

la tolerancia interesada, el ecumenismo sin fronteras, la relajacin de los principios,

tanto morales como dogmticos, los guios indecentes al mundo laico y ateo. No,

no, no es posible. Sabe qu significara su eleccin? Algo espantoso. Cinzano sera

el Gorbachov de la Iglesia Catlica, puede estar seguro.

MEFISTO.- Lo estoy (por qu crees que estoy aqu, gilipollas?), y eso es algo que

no podemos permitir.

CARDENAL PR.- Pero, qu se puede hacer para contrarrestar...?

MEFISTO.- Yo le dir lo que se puede hacer.

CARDENAL PR.- Doctor Listig, perdone que sea brusco, pero...Qu pinta usted en

todo esto? Cmo ha sabido...?

MEFISTO.- Eminencia, le interesa o no solucionar el problema?...Porque si le

interesa, ms vale que se calle un ratito y que escuche con atencin. En realidad, yopodra actuar solo, sin darle explicaciones a nadie. Pero se las dar. Y por dos

motivos. El primero, para que usted sea plenamente consciente de su complicidad en

este plan; el segundo, para que no se extrae de lo que maana ha de ver en la

votacin de la tarde, y es que slo usted, el Cardenal Primado, es capaz de hacer

cuadrar la cara y el nombre de cada unos de los cardenales electores. Y maana ver

que la cara del Cardenal Escrutador Primero guarda un extraordinario parecido conla ma...No dice nada, se ha quedado mudo...eso est bien. Contino. Ese Cardenal


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Escrutador Primero tendr una misin especial: cada papeleta que abra, cualquiera

que sea su contenido inicial y hasta alcanzar un nmero razonable, transmutar su

contenido en el nombre del Cardenal Primado. Y as pasar la papeleta al Escrutador

Segundo, y luego al Tercero... en fin, usted ya conoce el procedimiento del artculo

69 de la Universi Dominici Gregis.

CARDENAL PR.- Pero...eso...es magia!

MEFISTO.- Vaya, por Zeus! Con qu me sale ahora! Le ofrezco el papado

universal y me hace aspavientos ante un detalle de procedimiento. No tiene alguna

objecin de hondo contenido moral o dogmtico que oponer?

CARDENAL PRI.- Eso es magia! Y la magia es siempre obra del Diablo. Slo l

puede desencadenar esos poderes que son parodia de lo divino, perversas ironas

dirigidas contra Dios.

MEFISTO.- No le digo que no. Slo que en este caso no habr magia en absoluto,

sino prestidigitacin. Ha visto usted algo ms inocente que ese pobre hombre

vestido de frac que se saca una paloma del bolsillo del pantaln? Pues en algo as

consistir el juego de las papeletas.

CARDENAL PR.- Pero...pero no se pueden violentar los designios del Espritu

Santo.

MEFISTO.- Muy bien dicho, no se puede. Lo que significa que, si nuestro plan

prospera felizmente, es que cuenta con la aprobacin del espritu se, y si acaso no

es de su agrado, ya se encargar l de hacrnoslo saber. Dnde est el problema?

CARDENAL PR.- A ver si lo entiendo. Usted me est diciendo que, con un simple

juego de manos, va a poner el papado a mi disposicin. Increble, increble...esto escosa de locos. Pero es que...aunque fuese cierto, por qu lo habra de hacer? Qu

gana usted con ello?

MEFISTO.- No gano, sino que me evito perder. Pero tampoco hay que precipitarse.

Quiero decir que no d todava la cosa por hecha, que el trato an no se ha cerrado.

Y es que...para saber si efectivamente merece mi ayuda, antes he de someterle a un

pequeo examen.CARDENAL PR.- Un examen! Usted est loco, doctor Listig, rematadamente loco.


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MEFISTO.- No se preocupe. Ser muy breve y elemental. Veamos (Mefisto se saca

de un bolsillo una especie de agenda y un lpiz: ir leyendo las preguntas y

haciendo una seal a cada respuesta), qu es la Iglesia?

CARDENAL.- Vaya pregunta. La Iglesia es el cuerpo mstico de Cristo, fundada por

l mismo y encomendada a Pedro y sus sucesores.

MEFISTO.- Es la Iglesia depositaria de la verdad?

CARDENAL PR.- S, la Iglesia Catlica es la nica depositaria de la verdad.

MEFISTO.- Pero existe una verdad absoluta o es todo relativo?

CARDENAL PR.- Existe una verdad absoluta, que no puede cambiar con el paso de

los tiempos. Nuestra poca vive una dictadura del relativismo, que lo pone todo en

cuestin menos a s mismo.

MEFISTO.- Muy bien, muy bien. A ver, quin recibe en el Nuevo Testamento el

nombre de Prncipe de este mundo?

CARDENAL PR.- El Diablo es el prncipe de este mundo.

MEFISTO.- Pero, qu es el Diablo?

CARDENAL PR.- El Diablo es una presencia misteriosa, pero real, personal, no

simblica. Es una realidad poderosa, una malfica libertad sobrehumana opuesta a la

de Dios.

MEFISTO.- Muy bien, muy bien. Conseguir que me emocione... Y qu me dice

de todos esos, algunos incluso cristianos, que argumentan que el Diablo no es un ser

real?

CARDENAL.- Que sus argumentos no tienen ningn valor. Porque no se basan ni

en las Escrituras, ni en la Tradicin, ni en la Doctrina, ni siquiera en unrazonamiento riguroso, sino que se basan en la mentalidad del hombre

contemporneo. Es decir, que obedecen a la corriente general que ha decidido que

todo lo que resulta incomprensible para el hombre medio de hoy ha de ser

suprimido. Y ya me dir qu clase de mundo nos quedara si as fuese...pura

chatarra.

MEFISTO.- Eminencia, le felicito. He de decirle que ha superado todas misexpectativas. Nadie ms digno que usted para ocupar la silla del apstol Pedro.


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Maana, con la fumata bianca, se airear su nombre hasta los confines del universo.

CARDENAL PR.- (alzando al cielo los ojos en blanco) Fiat voluntas tua.

Tarde del da siguiente. En el apartamento romano, Fausto contempla la agitacin

de la calle a travs del ventanal. Ruido de la puerta que se abre y se cierra con un

golpe. Aparecen Catherine y Bernat, cargados de paquetes. Dejan los paquetes por

el suelo y caen derrumbados en sendas butacas.

FAUSTO.- De dnde vens?

CATHERINE.- De compras.

FAUSTO.- Todo eso, son libros?

CATHERINE.- Quin ha hablado de libros? He dicho de compras: zapatos,

camisas, pantalones...esas cosas.

BERNAT.- Y un par de cinturones monsimos.

FAUSTO.- No os conoca ese aspecto tan frvolo.

CATHERINE.- Terapia, terapia para el chico. Uno de los pocos hallazgos de la

sociedad de consumo: si ests deprimido, vete de compras. Funciona, no?

BERNAT.- A m, me ha ido de coa.

CATHERINE.- Y t, qu has hecho? No te has movido de aqu todo el da? Te

crea un hombre activo.

FAUSTO.- La actividad no se mide por la cantidad de movimiento fsico. Pero...

CATHERINE.- Pero sin tu socio no sabes qu hacer, no es eso? No ha dado

seales de vida?

De repente...taido de campanas, torrentes de campanas sobre la ciudad entera...

BERNAT.- Qu es eso?

CATHERINE.- Parece que se han vuelto locas todas las campanas de Roma.

Bernat toma el mando distancia y enciende la tele. En la pantalla, con el sonido


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muy bajo, diversas escenas en torno al Vaticano.

FAUSTO.- No soporto el sonido de las campanas....siempre subrayando el paso de

lo inevitable...

CATHERINE.- Eso sera en otra poca...claro que... todava estamos en otra poca.

Mira, mira esa gente...an veremos a nuestro amigo. Qu pasa, Bernat?

BERNAT.- Habemus papam.

CATHERINE .- Bueno, eso significa que se acaban los espectculos extras, no?

BERNAT.- Mira, ah estn los cardenales.

CATHERINE.- Es una toma de archivo. Me gustara verlos en directo...a ver si hay

alguna cara conocida.

Suena el timbre de la puerta.

CATHERINE.- Quin ser? Quiz...l. Ve a abrir, Bernat.

BERNAT.- l?... No, yo no abro...os juro que yo no abro.

FAUSTO.- No me lo imagino llamando al timbre de la puerta para entrar.

CATHERINE.- Bien. Salgamos de dudas.

Cuando Catherine abre, entran uno, dos, tres ,cuatro camareros con sendos carritos

repletos de delicados manjares y botellas de champagne en sus recipientes con

hielo.

CATHERINE.- Eh... Se equivocan...

CAMARERO.- Est todo pagado. No hay equivocacin posible. Seor Sabatini,

no? Pues aqu est todo.

CATHERINE.- Pero...

CAMARERO.- No hay pero. Buenas tardes.

Los camareros se vany entra Mefisto, todava vestido con americana y pajarita.


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MEFISTO.- Todo est en orden?

CATHERINE.- Qu se celebra, profesor Sabatini?

MEFISTO.- Digamos que el feliz trmino de un negocio.

CATHERINE.- Feliz, para quin?

MEFISTO.- Para las dos partes, naturalmente.

CATHERINE.- Entonces, recibir un tercero. En todo negocio, siempre hay alguien

que pierde.

MEFISTO.- sa es una visin muy precapitalista del tema... Pero basta de razones...

champagne y alegra! Eso es lo que necesita el mundo.

Mefisto descorcha una botella y empieza a servir a Fausto y Catherine, que se

acercan a l, mientras que Bernat no se mueve de su butaca, con el mando en la

mano y la vista fija en la pantalladel televisor.

MEFISTO.- Bernat, ven a brindar con nosotros. Qu esperas ver ah?

BERNAT.- Una aparicin...

MEFISTO.- Lo nico que puede aparecer es el nuevo papa, y ya me dirs qu

inters puede tener eso para un joven como t....Mralo ah est.

El ex Cardenal Primado, ahora Sumo Pontfice de la Iglesia Catlica, est

hablando, pero en el aparato no es ms que un murmullo.

MEFISTO.- Sube eso, Bernat.

Bernat obedece.

IMAGEN TELEVISIVA DEL PAPA.- ...los cardenales me han elegido, a m, un

sencillo y humilde trabajador de la via del Seor...CATHERINE.- Odio esa falsa modestia...


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MEFISTO.- Chist!

IMAGEN TELEVISIVA DEL PAPA.- ...el hecho de que el Seor sabe cmo trabajar

y actuar incluso con instrumentos inadecuados me conforta, y sobre todo confo en

vuestras plegarias...

MEFISTO.- Por m, ya podis cerrar. (No ser tan estpido como para esperar unas

palabras de agradecimiento...aunque reconozco que sera bonito) Quiero hacer un

brindis!

Mefisto se acerca al ventanal y los dems le siguen, todos con la copa en la mano.

FAUSTO.- Un brindis supone un voto por la felicidad de un grupo de personas, por

lo menos. Eres capaz de algo as?

MEFISTO.- Un grupo de personas, dices? Por la humanidad entera voy a brindar...

(alza la copa)...por que mantenga siempre viva la ilusin, por que nunca pierda la fe

en sus dioses y en sus demonios, por que la despiadada luz no acabe pulverizando

los decorados de la sagrada farsa...(dirigindose muy seriamente a los tres) porque

en verdad en verdad os digo que fuera de la farsa no hay salvacin.

FIN DE LA JORNADA SEXTA

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