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1 Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia Hist� �ia de las mu�eres y el género Mesa 5 Coordinadores Ruth López Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, Colombia Alba David Bravo Universidad de Antioquia, Colombia 10-13/octubre/2017, Medellín Memorias. ISSN: 2500-851X, Vol. XVIII, Nro. 5, 2017-2019

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Page 1: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

1Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Hist��ia de las mu�eres y

el género

Mesa 5

Coordinadores

Ruth López

Universidad Nacional de Colombia

Sede Medellín, Colombia

Alba David Bravo

Universidad de Antioquia, Colombia

10-13/octubre/2017, Medellín

Memorias. ISSN: 2500-851X, Vol. XVIII, Nro. 5, 2017-2019

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2Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

C�ntenido

Ima Esther Poveda Núñez

Nancy Motta González

Isabel Corpas de Posada

16 / Adán ¿y Eva?: feminidad y masculinidad según una revista de moda masculina colombiana, 1955-1958

3 / Jóvenes que protestan, masculinidades no convencionales en Medellín en los albores del decenio de 1970

33 / Poética del cuerpo. Historia oral y etnografías de la construcción de identidades de género e identidades sexuales

48 / La primera historiadora colombiana: Soledad Acosta de Samper (1833-1913)

Daniel Arias Osorio

María Angélica Salazar Rodríguez

71 / Una lectura del ejercicio performativo y de la distinción social de las mujeres de la élite bogotana (1890-1900)

María Isabel Delgado López

85 / Del dicho al hecho, las laboriosas y las mal entretenidas. Contrastes entre el ideal mariano y la experiencia de vida de las mujeres de la primera mitad del siglo XIX en popayán

95 / La educacion para las niñas en el Yucatán del porfiriatoDiana Crucelly González Rey

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Jóvenes que protestan,

masculinidades no convencionales

en Medellín enlos albores del

decenio de 1970

Historiador- Universidad Nacional de ColombiaMagíster en Políticas Públicas y Género- Flacso Uruguay-México

Contratista Universidad Nacional de [email protected]

Daniel Arias Osorio

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4Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Jóvenes que protestan,

masculinidades no

convencionales en Medellín en

los albores del decenio de 1970

Daniel Arias Osorio

Historiador- Universidad Nacional de Colombia

Magíster en Políticas Públicas y

Género- Flacso Uruguay-México

Contratista Universidad Nacional de Colombia

[email protected]

ResumenEste trabajo analizará los discursos que hacen referencia a las prácticas masculinas que vul-

neraron el orden social y moral en la ciudad de Medellín y sus municipios aledaños en la dé-

cada de 1970, estudiaré las prácticas socio-sexuales masculinas que no obedecían al orden

hegemónico, abarcando ámbitos económicos, culturales y sociales. En algunas revistas juve-

niles aparecen discursos que cuestionan abiertamente los órdenes de género establecidos

hasta el momento, reflexionando sobre otras formas de ser hombres; por otra parte, el surgi-

miento de algunos movimientos sociales en la ciudad, como el movimiento universitario y el

movimiento de sacerdotes católicos, permitieron el cuestionamiento a algunas demostracio-

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5Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

nes masculinas antes exaltadas, teniendo presente la crisis económica que se dio en 1975,

cuando los valores y situaciones familiares pusieron a los hombres en otros escenarios. De

acuerdo a lo anterior, disertaré sobre aquellos hombres que irrumpieron con otras formas de

ser y que pusieron en evidencia las falencias del sistema heteronormativo tradicional. Para

realizar esta disertación se analizaron diferentes revistas y periódicos que circularon en la

época y que hicieron referencias a otras formas de ser hombres.

Palabras claves: Género, masculinidades, familia, hippie, protesta, matrimonio.

“Para ser un hombre de manera cabal, no es suficiente que el organismo

físico esté dotado de las características fisiológicas propias del sexo mas-

culino […] es indispensable que las cualidades corporales sean acompaña-

das de las correspondientes cualidades intelectuales y morales”1

Tal como lo expone la cita anterior y que fue acuñada para la época en la revista Alborada,

las configuraciones de género2 de los hombres, como lo expone Nuñez3 son inherentemente

históricas, se transforman y modifican con el tiempo. Las demostraciones de hombría son un

terreno en disputa, que obedecen a intereses de diferente índole, en aspectos tanto econó-

micos, como políticos, sociales, culturales, etc.

La década de 1970 es un momento de cambios y transformaciones en la ciudad, lo que

sin duda no será ajeno a las configuraciones de masculinidades, éste será un terreno de dis-

putas entre los diferentes intereses y preocupaciones de la sociedad del momento. Este texto

es una pincelada a una gran variedad de tópicos que fueron objeto de objeciones y disputas

en cuanto a la configuración de masculinidades en la ciudad y que constituyen una apertu-

ra a futuras investigaciones que desde una perspectiva histórica aborden asuntos como la

1 Sin autor, “Lo que es y lo que se debe ser”, Alborada. Obra de reeducación de menores. La Revista de los Padres y los Educadores, número 150, Noviembre-Diciembre de 1969, P.4622 En este caso utilizaré la definición de género que aparece en los estudios de la Antropóloga Marta Lamas quien lo define como: “El conjunto de creencias, prescripciones y atribuciones que se construyen socialmente tomando la diferencia sexual como base. Esta construcción social funciona como una especie de “filtro” cultural con el cual se interpreta al mundo, y también como una especie de armadura con la que se constriñen las de-cisiones y oportunidades de las personas dependiendo de si tienen cuerpo de mujer o cuerpo de hombre. Lamas, Marta, “El género es cultura”, en: Memorias V Campus de cooperación cultural, Almada, 2007, p.13 NUÑEZ NORIEGA, Guillermo, “Los hombres y el conocimiento. Reflexiones epistemológicas para el estudio de los hombres como sujetos genéricos”, Desacatos, número 16, 2004.

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6Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

construcción de las paternidades, la sexualidades, las relaciones familiares, etc., desde la

configuración de género de los hombres.

Un modelo perdidoEl decenio de 1970 es un momento de apertura en tendencias y movimientos sociales. En

este sentido es pertinente señalar que en el ámbito de relaciones sociales y de género irrum-

pieron algunos discursos que plantearon nuevas formas de relacionarse. En esta reestructu-

ración se van a realizar ciertas críticas a algunas prácticas masculinas antes predominantes.

En una encuesta que realizó la Revista Alborada de la comunidad religiosa Los Terciarios

Capuchinos acerca de la familia, un joven al que encuestaron respondió:

“En la mayoría de los hogares existe lo que podría llamarse la dictadura paternal, por medio de la cual se pretende imponer a los hijos una serie de ideas y procedi-mientos que ya no están de moda. Los padres en general son demasiado celosos de su privilegio frente a los hijos, y olvidan que la juventud moderna hay que dejarla actuar, en vez de cerrarle todos los caminos de la autenticidad y la espontaneidad”4

Temas como la paternidad, la educación sexual, el divorcio, entre otros, son discursos que

empiezan a tener una participación activa en el decenio de 1970. En este caso se evidencia

como la configuración de género de los hombres en espacios privados con prácticas que tie-

nen que ver con ejercicios de poder, empiezan a hacer cuestionados, probablemente los hijos

comienzan a reclamar otro tipo de paternidades, que no estén sólo relacionadas con el uso

de la autoridad y el control.

Estos puntos en discusión están relacionados con la posición política y social de las muje-

res, con la participación de los hombres en algunos aspectos antes vetados para ellos, como

la intervención en la educación de sus hijas/os, y la crítica hacía ciertas prácticas masculinas

como la promiscuidad, el carácter fuerte, entre otros. En la revista Alborada se empiezan a

publicar unos artículos donde el tema de la educación sexual es debatido, y donde se expre-

sa la necesidad de la misma, teniendo en cuenta una clara diferencia entre una educación

sexual masculina y otra femenina:

4 LÓPEZ Marco Fidel, “Lo mejor y lo peor de la familia Colombiana”, en: Alborada. Obra de reeducación de menores. La revista de los padres y edu-cadores, Número 151, Enero-Febrero 1970, P.38

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7Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

“La primera educación sexual es la orientación hacía el desarrollo total de la per-sonalidad correctamente formada, hacía el logro de un ser normalmente equilibra-do, sano, capaz de realizarse según el papel del varón o de mujer que le impone su sexo, orientación que se inicia desde el momento mismo del nacimiento”5

Es evidente la necesidad que existe de una regulación de esas formas de ser hombres, enten-

diendo que un hombre “sexualmente equilibrado” era heterosexual y no tenía ningún tipo de

práctica que se considerara femenina, pues era el papel que le correspondería de acuerdo a

su sexo. Estas ideas muestran como para la época había una necesidad de nombrar y hacer

referencia a conductas, formas de comportamiento y demostraciones masculinas “equilibra-

das” para instituciones como la Iglesia Católica, y como se dio una condena a todo aquello

que se alejó de estos ideales.

Empezar a criticar estas prácticas socio-sexuales masculinas también produjo temores y

miedos en la sociedad antioqueña, que se había consolidado como una de las regiones más

conservadoras del país, y que veía en estos cambios y en la juventud una pérdida de sus

costumbres y sus valores culturales más preciados, en la revista Símbolo del instituto de edu-

cación privada Jorge Robledo, uno de los estudiantes del primer año de bachillero expresa lo

siguiente con respecto a los jóvenes:

“Se han sumido en un grado de incultura, de drogas y de falta de higiene. En esta degradación es en la que cae la mayoría de los jóvenes. Debemos ser conscien-tes de estos problemas y de esta degradación a la que ha llegado la humanidad. ¿Por qué no copiar si queremos volver a los ojos del pasado, a aquella época en que la cortesía se practicaba y a los hombres se les podía llamar caballeros?”6

Es importante resaltar que tal como lo exponen los estudios de Connel que en los espacios

y círculos de sociabilidad masculina es necesario demostrar la hombría, a través de ciertas

prácticas y destrezas físicas, económicas y sexuales, el uso de drogas puede ser una forma

de demostración de valentía y virilidad7. Por otra parte existe una exaltación a aquellas prác-

ticas que realizaban los hombres de épocas anteriores, donde se glorificaban exhibiciones

masculinas como la cortesía, el artículo expresa un rechazo a la transformación que se está

presentado en el momento.

5 CÓRDOBA PALACIO Ramón, “Educación sexual”, en: Alborada. Obra de reeducación de menores. La revista de los padres y educadores, Número 147, Mayo-Junio de 1969, P.2126 PALACIO Mauricio, “La urbanidad”, en: Símbolo. Instituto Jorge Robledo, Medellín, número 28, 1976, P.457 Connel Robert W., Masculinidades, México D.F. Universidad Nacional Autónoma de México, 2003.

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8Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Las configuraciones de masculinidades para este momento se encuentran en constante

contradicción, por una parte hay unos jóvenes que reclaman la transformación de ciertas

prácticas masculinas, pero también hay otros que se revelan y rechazan esas transformacio-

nes, pues genera temor la pérdida de aquel ideal de hombre antioqueño, cortés, económica-

mente próspero, con la autoridad en la casa.

Protestamos, pero nos reprimenEn la década de 1970 existieron diversos movimientos sociales, políticos y culturales, que

desde diferentes sectores de la sociedad levantaron su voz de protesta frente algunas de las

problemáticas más hondas de sus sectores en particular y de la sociedad en general. Desde

los intereses sociales, morales, económicos, políticos y culturales del decenio, estos movi-

mientos además de visualizar ciertas problemáticas socioeconómicas que vivió la ciudad,

irrumpieron con nuevas estéticas y nuevas formas de concebir el mundo.

Festival Hippi (1971)Horacio Gil Ochoa

Biblioteca Pública Piloto/Archivo Fotográfico.

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9Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

La necesidad de ser diferentes en una ciudad conservadora, de proponer y defender políticas que

velaran por los intereses socioeconómicos de los sectores más pobres de la población, en pro de

unas mejores condiciones para las/os estudiantes universitarias/os, la idea de plantear nuevas

estéticas y comportamientos, hizo que en esta época irrumpieran varios movimientos sociales, po-

líticos y culturales como los hippies, el movimiento universitario y movimientos anclados a la Iglesia

Católica, que también reclamaron otras formas de ser hombres, diferentes a las institucionalizadas.

Hippies y movimientos musicalesEl decenio de 1970 se asocia con la incursión de un grupo de jóvenes denominados hippies,

que según lo resume la prensa del momento fueron unos peludos, sucios, promiscuos y adic-

tos, que fueron fuertemente criticados por la iglesia Católica y las elites más conservadoras

de la ciudad, que los consideraron una amenaza contra la moral y las buenas costumbres.

El festival del Ancón, que se realizó en el parque metropolitano Ancón Sur el tercer fin de

semana de junio de 1971, un festival de música pop y rock que convocó a los Hippies de toda

la ciudad y el país, enseñó el movimiento juvenil que se estaba empezando a gestar en la

ciudad, donde la ansiedad por vivir una vida diferente fue compartida por cientos de jóvenes

de Medellín y su área circundante8, aunque las protestas por parte de la Iglesia Católica y

algunos sectores de la ciudad no se hicieron esperar:

“Muchos han enviado sus protestas a los diferentes órganos de prensa. Pero a pesar del ambiente pesado, en algunos círculos en contra del festival, la gente está sobretodo curiosa. Ir al ancón Sur es casi de obligación para muchas perso-nas a pesar del invierno. A ello se junta lo insólito, pues nadie hubiera creído así no más que esta ciudad, tradicionalmente conservadora, admitiera la manifes-tación musical de los hippies, la manifestación de la paz, y la manifestación del amor, a la que más miedo se le tiene”9

Las ideas que se tejieron sobre los hippies fueron muchas, la población del común especula-

ba acerca de su sexualidad, sus actividades económicas, sus gustos musicales, sus prácticas

higiénicas etc. La curiosidad que produjo este festival, hizo que los principales periódicos de

8 HINCAPIÉ CORREA Héctor de Jesús, Análisis histórico del movimiento Hippie en Medellín 1970-1980, Trabajo para optar el título de Historiador, Facultad de Ciencias Humanas y Económicas, Universidad Nacional, Medellín, 2002,P.139 9 El Colombiano, Junio 18 de 1971, P.1

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10Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

la ciudad dedicaran algunas de sus páginas de ese fin de semana a este evento. En especial

el que realizó el periódico El Colombiano el 18 de junio, entrevistaron a un hippie peludo, de

pelo en el pecho y de sandalias, que expresó:

“Uno no alcanza a entender por qué la gente lo considera a uno loco. Ellos siem-pre están dependiendo de un trabajo, de un patrón, de un sueldo y de una fa-milia, lo que hace que sus preocupaciones se centren todas las veces sobre el mismo tema. Cuando alguien rompe ese esquema, esa actitud, entonces ese alguien está por fuera de la cordura. Pero se preguntarán quién estableció la diferencia entre una cosa y la otra”10

Existe una crítica a prácticas masculinas hegemónicas que se habían constituido histórica-

mente en Medellín, donde los hombres demostraban su virilidad a través de la obtención de

un buen trabajo que les concediera un sueldo y la capacidad de ser proveedores, al igual que

la constitución de un hogar heterosexual era muestra de hombría. Este movimiento social rei-

vindicó otras maneras de ser hombres y propuso otras formas de masculinidad, lo que generó

el repudio de algunos sectores de la sociedad medellinense.

Las actividades económicas de este grupo hacen parte de una protesta hacía aquella

sociedad que ve en la fábrica, la tienda, la oficina, su lugar de trabajo. La venta de collares

o accesorios, o pedir dinero fueron algunas de las actividades económicas con las que se

asociaron a los hippies,11 estando claramente en contra de las actividades económicas im-

puestas por la sociedad medellinense.

En relaciones de género, se puede anotar que si bien tanto las masculinidades como las

femineidades se vieron fuertemente criticadas con la rebeldía de estos jóvenes, para el caso

que nos interesa, las prácticas socio-sexuales masculinas asociadas tradicionalmente a los

hombres antioqueños, fueron resquebrajadas con el surgimiento de hombres que vieron

otras posibilidades de existencia, que no estaban ancladas a los ideales familiares, económi-

cos, políticos tradicionales paisas. La prensa oficial veía en este grupo de jóvenes unos seres

diferentes, lo que producía en ellos una curiosidad por saber más acerca de sus costumbres:

“Los hippies permanecen como un letargo que más bien parece un equilibrio emo-cional. Se ríen poco. Sonríen muy pocas veces. Pero tampoco lloran ni hacen mue-cas de descontento. Ni aprueban ni desaprueban las cosas comunes y corrientes. Ya escogieron un camino, extraño, difícil para nosotros, insoportable, para los que

10 HINCAPIÉ CORREA Héctor de Jesús, Óp. Cit. 2411 I El Colombiano, Junio 18 de 1971, P.1

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11Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

acostumbramos a vivir rodeados de aparatos, de noticias, de alegrías y sinsabo-res. Ellos no sufren ni gozan. Simplemente buscan por su lado una liberación de todos esos valores que nosotros en cambio tenemos muy arraigados.”12

Finalmente lo que expone la tesis de Hincapié Correa es que, si bien estos movimientos se

visualizaron en la ciudad, lo que hicieron las autoridades civiles y eclesiásticas después del

festival y la destitución del alcalde del momento, fue una campaña mucho más fuerte contra

éstos, incluso violenta, contra aquellos hombres mechudos de ropas anchas. Estos fueron

marginados a lo largo de la década y segregados por la sociedad a lo largo de los setenta.13

Sacerdotes disidentes La iglesia católica estaba pasando por un momento de crisis debido a una serie de movimientos

sociales que se habían empezado a gestar desde 1965, corrientes filosóficas como la teología

de la liberación comenzaron a penetrar los seminarios e iglesias. La necesidad de plantear una

iglesia católica con unos intereses y políticas sociales más activas, hizo que dentro de la misma

se creara un movimiento social que muchas veces estuvo en contra de los intereses de las au-

toridades eclesiásticas. En este orden de ideas, las potestades laicas se encontraban bastante

preocupadas, ya que una porción de sus sacerdotes estaban desertando de la vida religiosa. En

la Revista Alborada de la comunidad religiosa Los Terciarios Capuchinos señalan que:

“El tema del sacerdote está de moda. Hay muchos que se casan. Dejan en un mo-mento determinado el camino bordado de espinas y buscan otra vida. La opinión pública, no muy bien informada se comienza a preocupar a fondo por el asunto […]Los problemas en los cuales está inmerso el sacerdote le hacen interesante a los ojos de muchos; el dinamismo con que los jóvenes irrumpen en la historia, la conciencia de clase de la juventud universitaria, la reivindicación de los pobres marginados, el problema del amor y del ocio, del disco y de los ídolos, de la reno-vación de la liturgia y de la presencia Ministerial en el pueblo de Dios”14

Es evidente que existe un descontento hacia ciertas prácticas de género a las que se ven enfrentados

los hombres que deciden pertenecer a la Iglesia Católica, donde hay fuertes críticas a los dictámenes

de género impuestos por dicha institución; el surgimiento de otras formas de ser hombres en opo-

sición a aquellas que había exaltado la iglesia católica de la mano de otras instituciones y discursos

12 El Colombiano, Junio 19 de 1971, P. 413 HINCAPIÉ CORREA Héctor de Jesús, Óp. Cit.180 14 SERRER Vicente, “Exigencias de la vida sacerdotal”, en: Alborada. Obra de reeducación de menores. La revista de los padres y educadores, Nú-mero 147, Mayo-Junio de 1969, P.182

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12Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

sociales, donde los hombres dedicados a predicar debían cumplir con una gran variedad de reglas

morales y sociales, fueron objeto de gran preocupación por parte de dicha institución eclesiástica.

Dentro de las principales causas de deserción que se mencionan en el texto se destacan

la realización personal, el descontento frente a los ideales católicos, la soledad, la frustración

humano-sacerdotal, la poca estima del público hacía ellos, la atracción hacía otras posibilida-

des de existencia, como casarse, tener hijas/os, la falta de fe.15

Los sacerdotes que renunciaban a su vida religiosa lo debían hacer de una manera “hu-

milde”, admitiendo que se habían equivocado de vocación, y que ahora deseaban tomar

otro camino; aquellos hombres que renunciaron al sacerdocio sin arrepentimiento, fueron

excomulgados por la Iglesia Católica y señalados por la misma comunidad, ya que habían

desertado de una vida apostólica y no se habían arrepentido de tal pecado.

Los hombres que pertenecieron a la Iglesia Católica que irrumpieron y protestaron en

contra de los órdenes de género establecidos por esta institución, en algunos casos fueron

sometidos al escarnio público y de la misma Iglesia, pues fue la forma que la institución en-

contró para frenar y controlar dicho fenómeno.

Las ideologías que acogieron algunos sacerdotes católicos, la crisis vocacional y la de-

serción sacerdotal que se evidenció en la década de 1970, en una ciudad conservadora

donde antes eran impensables estas acciones, hizo que dentro de la misma se empezara a

reestructurar la idea de la vocación sacerdotal como un ideal masculino antioqueño, ya que

la población empezó a dudar del prestigio de dicha vocación.

Falsos MachismosLa idea de poner en discusión ciertas prácticas masculinas antioqueñas, también llevó a replantear

algunos estereotipos masculinos difundidos por el cine y algunos medios de comunicación audiovi-

suales, es así como en La Revista Alborada se publicó un artículo escrito por el Padre Benigno. Éste

realiza una crítica a algunos atributos masculinos que se exaltaban en las películas mejicanas más

taquilleras del momento, el texto es reiterativo en expresar que los argumentos y facetas desarrolla-

das por los hombres en estas películas hacen parte de una falsa personalidad.

15 SERRER Vicente Óp. Cit. P.185

Page 13: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

13Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Dentro de los atributos masculinos que más se critican en el texto, están las ideas relacio-

nas con un carácter dominador, agresivo y fuerte, en cuanto a la sexualidad las representa-

ciones asociadas al “macho muy macho, porque muy mujeriego, capaz de cometer toda clase

de desórdenes sexuales, como si fueran la mayor de las valentías y prueba evidente de su

machismo”16, y a las prácticas masculinas relacionadas con el alcoholismo.

“El falso machismo se manifiesta en atrevimientos sexuales: Hay que tener ex-periencias sexuales… si eres hombre, pruébalo con prostitutas, la moda debe imperar, los tiempos cambiaron… Todos somos conscientes que lo más fácil es dar rienda suelta a los instintos sexuales, que el instinto nos torna más anima-les, que la sexualidad controlada da equilibrio y personalidad”17

Algunas demostraciones masculinas antioqueñas estaban asociadas con prácticas como

consumir alcohol, “conquistar” la mayor cantidad de mujeres posibles, con rituales de inicia-

ción sexual en prostíbulos, etc., tema que para esta época es criticado por la iglesia católica,

pero que pone de relieve la confrontación de intereses en las configuraciones de masculinida-

des, pues algunos hombres ven en dichas prácticas la exhibición de su virilidad pero la Iglesia

Católica, refuta y condena las mismas.

¿El matrimonio como un ideal de los hombres antioqueños?El matrimonio es unos de los temas que logró generar cierta relevancia y fue objeto de algu-

nas modificaciones en la época. Las presiones morales y sociales del decenio de 1970 se

concentraban en rescatar la indisolubilidad del mismo:

“Una de las condiciones inherentes al matrimonio en todos los tiempos ha sido la indisolubilidad, por la cual el vínculo contraído cuando se realizó la unión de esposos no se puede destruir por ninguna causa emanada del capricho de las per-sonas, ni por ninguna circunstancia impuesta por los acontecimientos, muchos de los cuales, hay que reconocer honradamente, pueden ser imprevistos y graves”18

16 Padre Benigno (seudónimo) “La película Mejicana”, en: Alborada. Obra de reeducación de menores. La revista de los padres y los educadores, número 150, Noviembre-Diciembre 1969, P. 47417 Ibíd. P. 47418 Sin autor “Lo que es y lo que se debe ser”, en: Alborada. Obra de reeducación de menores. La revista de los padres y los educadores, número 152, Abril-Mayo de 1970, P. 129

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14Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

La iglesia católica fue renuente frente a los cambios que se adelantaron en la época en cuan-

to a las configuraciones de género, en asuntos como las paternidades, las sexualidades, las

modificaciones a los referentes de masculinidad, donde empiezan a surgir hombres y muje-

res divorciados, sacerdotes disidentes, y la propuesta a otras masculinidades en oposición a

formas de ser hombres institucionalizadas en la región.

Finalmente la ley primera de 1976 dio nacimiento al divorcio civil por causales aprobadas,

pero en discrepancia a esto el matrimonio católico sólo quedo predispuesto a la separación

de cuerpos, pues como se mencionó anteriormente para estos era indisoluble19. En este sen-

tido es interesante señalar que en contraste con el contexto social de principios del siglo XX

hacía el matrimonio, que se concentró en presionar a los hombres para que se casarán y

tuvieran una familia, en la década de 1970 obedeció a otros discursos donde se evidenció el

principio de un quiebre con estas obligaciones masculinas.

Consideraciones finalesLa construcción de masculinidades no convencionales está relacionada con las protestas de

hombres que se atrevieron a vivir de una manera diferente, pero esta rebeldía muchas veces

fue parte de las exhibiciones viriles y en otros casos, fue una lucha consciente en contra de la

cultura y los estereotipos masculinos institucionalizados en la ciudad y la región.

La iglesia católica fue una de las instituciones que más se rehusó a los cambios y transforma-

ciones a las que se apeló en la época, donde antes que modificar algunas prácticas masculinas,

la invitación que hicieron fue a la exaltación de los ideales del hombre antioqueño “trabajador y

humilde” y a rechazar todas aquellas ideas que fueron en contra de estos ideales.

Las configuraciones de género de los hombres en sus entornos familiares y en la vida

privada cambió de una manera considerable durante el siglo XX, en el decenio de 1970 la

juventud exigió una relación diferente con sus padres y sus ambientes familiares, al igual que

algunas formas de masculinidad corrientemente aceptadas por la sociedad antioqueña em-

pezaron a ser refutadas y debatidas, como en el caso del sacerdocio.

El matrimonio como un ideal de la masculinidad y la feminidad empezó a hacer discutido y

19 CANOSA TORRADO Fernando, Divorcio de matrimonio civil y cesación de los efectos civiles del matrimonio religioso, Bogotá, Ediciones Doctrina y Ley, 2007, P.12

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15Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

finalmente se dieron algunas modificaciones para la época, igualmente sucedió con el sacer-

docio que comenzó a hacer cuestionado como un ideal de la masculinidad antioqueña. Este

texto constituye una gran variedad de temas que fueron centro de objeción para el momento

y que son una apertura al estudio sobre configuraciones de masculinidad durante la década

de 1970 en Medellín desde una perspectiva histórica.

Fuentes primarias Revistas

Revista Alborada

Revista Símbolo del Instituto Jorge Robledo

Prensa

El Colombiano

Bibliografía generalCONNEL Robert W, Masculinidades, México D.F. Universidad Nacional Autónoma de México, 2003.

HINCAPIÉ CORREA Héctor de Jesús, Análisis histórico del movimiento Hippie en Medellín

1970-1980, Trabajo para optar el título de Historiador, Facultad de Ciencias Humanas y

Económicas, Universidad Nacional, Medellín, 2002

LAMAS, Marta, “El género es cultura”, en: Memorias V Campus de cooperación cultural, Al-

mada, 2007.

NUÑEZ NORIEGA, Guillermo, “Los hombres y el conocimiento. Reflexiones epistemológicas

para el estudio de los hombres como sujetos genéricos”, Desacatos, número 16, 2004.

Page 16: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

Adán ¿y Eva?: feminidad y

masculinidad según una revista de moda

masculina colombiana, 1955-1958

Estudiante de Maestría en HistoriaPontificia Universidad Javeriana

[email protected]

Ima Esther Poveda Núñez

Page 17: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

17Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Adán ¿y Eva?: feminidad

y masculinidad según una

revista de moda masculina

colombiana, 1955-1958

Ima Esther Poveda Núñez

Estudiante de Maestría en Historia

Pontificia Universidad Javeriana

[email protected]

ResumenAdán: Revista de Moda Masculina fue una publicación que circuló en Bogotá, Medellín, Cali,

Caldas, Santander, Santander del Norte y la Costa entre los años 1955 y 1958, editada por la

empresa textil antioqueña Confecciones Colombia S.A., en su filial Indulana- Everfit. Participa-

ron en ella figuras como Enrique Santos (conocido como Calibán), Juan Lozano y Lozano, entre

otros. Teniendo en cuenta que uno de los postulados de los Estudios de Género es que este es

una construcción social creada a partir de relaciones de poder entre los sexos, es decir, que

tanto la masculinidad y la feminidad se construyen una a otra, esta ponencia indagará, ade-

más de las intenciones de publicar una revista de moda masculina en la década de 1950, las

representaciones de lo femenino a partir de los postulados de lo masculino para esta época

Page 18: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

18Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

dados por esta revista. A partir del análisis crítico del discurso y de las imágenes que contienen

la publicación, se entenderá estas representaciones comprendiendo que este era un periodo

en que las mujeres ya venían ingresando al campo laboral y que conseguirían su estatus de

ciudadanas con la conquista del derecho al voto y la expedición de cédulas de ciudadanía.

Palabras clave: feminidad, masculinidad, publicaciones, siglo XX, buen vestir, moda.

Una revista de moda masculina en ColombiaEl 21 de agosto de 1940 Roberto Uribe Escobar y los hermanos Luis y Roberto Posada Pérez

(dueños de Indulana1) fundaron Everfit en asocio con Aureliano Posada, Luis Mariano Uribe,

Jaime Moreno y Jorge Aristizábal2. Su lema desde era “listo y a su medida”3. Posteriormente, sa-

caron al mercado una nueva marca conocida como Aberdeen. En 1955, la compañía comenzó

a editar una publicación como forma no solo de promocionar sus colecciones sino la moda mas-

culina en sí, su principal producto. Su director era Luis Lalinde Botero, un reconocido escritor y

publicista y también estaba bajo la edición del español republicano Fernando Martínez Dorrién.

Adán: Revista de moda masculina vio la luz en marzo de 1955. De la mano de reconocidos

intelectuales lanzó, en su primera edición, su propósito: “la elegancia masculina tendrá en

sus páginas el más decidido defensor”4. Alcanzó un número de 32 ediciones5, cada una de

50 a 53 páginas por revista. Sus temas son muy variados y sus artículos son profusamente

ilustrados, siempre con el tema transversal de la moda, el buen vestir. El esfuerzo se concen-

tró en “hacer una revista que despierte en el público masculino la conciencia de la ‘moda’ y

el deseo de ir bien vestido”6. Su objetivo era promocionar la elegancia que proporcionaba el

nuevo traje que proponía Everfit para la época, el cual era, según la revista, el más conocido y

aceptado: “Lo llevan los gerentes, los altos empleados, el ingeniero, el médico, el arquitecto,

1 Indulana fue una empresa que hasta ese momento solo elaboraban textiles, especialmente paños. Ver María Luz de Noguera, Vestido, Modas y Confecciones (Bogotá: Canal Ramírez – Antares, 1974)2 Como razón social se legalizaron con el nombre de Confecciones Colombia S.A. Ver en: María Luz de Noguera, Vestido, Modas y Confecciones (Bogotá: Canal Ramírez – Antares, 1974)3 Juan Esteban Posada Morales, El laberinto de una promesa. Cartografías del capitalismo en Medellín, 1939-1962 (Tesis para optar al título Magis-ter en Historia, Universidad Nacional de Colombia, 2014), p. 624 “Editorial”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 1, año 1, julio (1955) Solo una o dos páginas de las revistas están numeradas, y ya que tocaría contarlas manualmente, se omitirá, por ahora, este dato.5 Aunque pudiera ser más porque la revista número 32 no indica que sea la última edición de esta publicación.6 “Editorial”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 2, año 1, septiembre (1955)

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19Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

el abogado y, en general, todo aquel que se sienta elegante”7. Es decir, que el que se quería

sentirse elegante, debía vestir un Everfit o un Aberdeen. Expresaban que el buen vestir se

relacionaba directamente con el éxito, por lo cual “No es, pues, una cosa superflua hablar del

aspecto exterior de un hombre, sino cuestión de personalidad”8. El hombre de éxito es una

imagen muy presente en la revista.

Por lo anterior, se veían a sí mismos como una revista especializada que, sin embargo, “pre-

tende ser todo tiempo una publicación de interés para todo tipo de lector”. Son muy reiterativos

en tener como objetivo “la moda del hombre, el registro de la evolución de la hoja de parra de

los primeros tiempos: el traje, en los tiempos actuales”. En definitiva, la revista indica que hace

un gran “esfuerzo para conciliar la publicidad y la cultura”9. En cuanto a su visión de cultura, es

necesario tener en cuenta que los colaboradores de esta revista, en muchos casos, superaban

los 60 años. Tanto el editor, el director y los periodistas venían de una recia tradicional religiosa

católica, y que era reflejada en esta, al punto que el nombre de la misma publicación lo ma-

nifiesta. Si su tema central era la moda masculina, qué mejor representante de lo masculino

que el primer hombre que existió en la Tierra (según la tradición cristiana): Adán. Siguiendo esa

lógica, para Adán, Eva representaría a las mujeres en conjunto, que, para este caso, sería la

mujer10. En este sentido, el interés de esta ponencia es indagar qué pensaba Adán de esa Eva

ya que en esta revista se verá que lo masculino se afirma a partir de lo no femenino.

GéneroSiguiendo lo anteriormente planteado, es decir, de entender lo masculino como la negación de

lo femenino, la categoría de Género será fundamental para lograr analizar esto al interior de la

publicación en cuestión, por lo cual se explicará brevemente. Esta categoría de análisis surgió

como una forma de abarcar el estudio de la relación femenino–masculino (y no solo centrarse

en lo femenino, como había ocurrido hasta la década de los años 1960 con el movimiento femi-

nista). El Género significa la forma de “organización social de las relaciones entre los sexos”11.

Hay una idea relacional, es decir, “mujeres y hombres se definían los unos con respecto a los

7 “Editorial”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 7, SA, SF8 “Editorial”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 2, año 1 (1955) 9 “Editorial”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 12, año 2, septiembre (1956)10 Adán: revista de moda masculina, poco se refiere a las mujeres (en plural), lo mencionan como un conjunto en singular: la mujer11 Joan Wallach Scott, Género e historia (México: Fondo de Cultura Económica, 2008), p. 49

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20Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

otros”12. De esta manera pretendía alejarse del determinismo biológico (que hasta mediados

del siglo XX era la explicación imperante). Sin embargo, no se podía descartar del todo puesto

que “el género es una categoría social impuesta a un cuerpo sexuado”13 que, según el sexo, las

sociedades designan diferentes roles dentro de un contexto social y cultural.

Siendo nuestra sociedad una sociedad sexuada, a partir del género se estratifican activi-

dades, formas de ser y estar en el mundo. Según Marta Lamas, citada por Suzy Bermúdez:

“la dicotomía masculino-femenino, que condicionan los roles, (se presenta) limitando las po-

tencialidades de las personas al potenciar o reprimir los comportamientos según si son ade-

cuados al género”14. En la asignación de roles se limitan o potencian ciertas formas de ser y

actuar. Precisamente, una de las grandes preguntas de los estudios de género es cómo y por

qué se ha configurado el papel de ambos sexos, a partir de sus relaciones. En esta división,

en occidente, entre masculino y femenino “no está claro es de dónde provienen tales arreglos

y por qué se han articulado en términos de división sexual del trabajo”15. En relación con esto,

es importante lo que dice Natalie Davis y que es citada por Scott:

“Creo que deberíamos interesarnos en la historia de ambos, mujeres y hombres, que no deberíamos trabajar sobre el sexo sometido más de lo que un historiador de las clases sociales se limita a únicamente al estudio del campesinado. Nuestro objetivo es comprender la significación de los sexos, de los grupos de género en el pasado histórico. Nuestro objetivo es descubrir toda la gama de símbolos y de roles sexuales en las distintas sociedades y periodos, encontrar los significados que tienen y cómo funcionaron para mantener el orden social para promover el cambio del mismo””16

Por lo tanto, lo masculino y lo femenino son “estructuras subjetivas (o ficticias)”17, es decir,

“el sujeto está en una constante construcción”18 y esta construcción no es antagónica sino

relacional. El Género es visto, así como un “elemento constitutivo de las relaciones sociales”

y “como forma primaria de las relaciones simbólicas de poder”19 donde una identidad se

construye a partir de la otra.

12 Joan W Scott, Género e historia, p, 4913 Joan W Scott, Género e historia, p.5314 Suzy Bermúdez, Hijas, esposas y amantes: Género, clase, etnia y edad en la historia de América Latina (Bogotá: Ediciones Uniandes, 1992), p. 2315 Joan Scott, Género e historia, p. 6016 Joan Scott, Género e historia, p. 4917 Joan Scott, Género e historia, p. 6118 Joan Scott, Género e historia, p. 6119 Joan Scott, Género e historia, p. 65

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21Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

¿Por qué una revista de Moda Masculina?Siendo que esta revista pretendía publicitar un producto textil, la moda, como fenómeno, le

venía al pelo. Intentaban involucrar al hombre en este mercado sin negar las diferencias de

género que se concebían en ese momento: “Lo que pasa es que el hombre, con la lógica re-

serva de su sexo, acepta la moda con aire displicente, como quien no quiere la cosa, mientras

que las mujeres hacen una cuestión de Estado por los tres centímetros de más o de menos

de su falda”20. Parecería de avanzada que quisieran que el hombre colombiano entrara en la

onda de estar a la moda, como ese despertar de conciencia de vestirse bien y que “dentro

de las necesarias limitaciones que le impone su sexo, puede dar rienda suelta a su fantasía y

lanzarla a detalles audaces”21. Además de lo anterior, ellos resaltaban el vestido como “Una

de las causas profundas del desequilibrio social en Colombia”22. Es decir que se refiere a la

apariencia de los ciudadanos es uno de los elementos principales para tener acceso a una

buena economía. Es por esto, en palabras de la revista, que “la moda no es un mero capri-

cho, sino resultado del momento que viven las industrias textiles, del estado climático, de

las exigencias funcionales”23. A eso se suma un interés por el cuidado personal “Hace poco

descubrió que podía disfrutarlos sin temor a parecer afeminado, e invierte un presupuesto

muchas veces más importante que el de la mujer para su bienestar físico”24. Tanto la moda

como la apariencia son fundamentales para ser exitoso.

El hombre elegante de Adán25

20 “Editorial”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 1, año 1, julio (1955)21 “Revista 1, Fantasía adelante! Cruza la meta”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 1, año 1, julio (1955)22 Juan Lozano y Lozano, “Divagaciones sobre la moda y la filosofía”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 2, año 1 (1955)23 Enrique Pérez Arbeláez, “Instantes de la moda”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 3, año 1, noviembre (1955) 24 “Si, Institutos de belleza para caballeros”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 16, año 3, enero (1957)25 Publicidad que aparece en varios números de la revista

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22Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Para la revista es indispensable distinguir un hombre elegante de uno que no lo es, y qué se

necesita para llegar a serlo. Un hombre elegante es, principalmente, un hombre maduro y que

demuestra ser varonil en el hecho de ser capaz de sostener una familia. Es ese hombre apto

para brindar protección. Y es a partir de esta cualidad masculina que la mujer es principalmente

definida. Ser mujer, por natura, es aquel ser que busca a ese buen proveedor. Por consiguiente,

su papel fundamental será el de ser esposa, y como consecuencia natural, ser madre. A conti-

nuación, se presentará como es concebida la mujer a partir de su leit motiv: ser esposa.

Mujer y Matrimonio: fin últimoUno de los temas transversales en los diferentes números de Adán: revista de moda masculi-

na era el que se consideraba el fin último en la vida del hombre y la mujer y, por ende, un fin

natural, irrenunciable: el matrimonio como institución social. Es de resaltar que una de las

temáticas que más se relacionan con las mujeres, tanto en Adán como en la prensa en gene-

ral para la década en cuestión, es, precisamente, el hecho de buscar y encontrar marido. Es

notorio como es inimaginable, para esta publicación, estaba fuera de duda ese deseo innato

de las mujeres por casarse (encontrar seguridad a todo nivel) y los hombres por instituir el

vínculo del matrimonio y desarrollar plenamente su papel de proveedor (de esa seguridad a

todo nivel que las mujeres ansiaban desde lo más profundo de su ser). El matrimonio es una

institución primordial en la vida de los seres humanos, al punto que indican que “Un hombre

casado tiene mejor economía familiar y puede vivir en orden, pues este es el papel de la mu-

jer”26. Sin embargo, podemos encontrar críticas que no nacen precisamente de ellas en esta

revista, sino son ellos los que alzan la voz. Uno de ellos es Lucio Duzán quien en un cuento

suyo critica que aún se consideraba el matrimonio por interés, sea económico o social. Era

sabido por los hombres que había mujeres para presentar en sociedad y otras no. Muchas

de ellas, efectivamente, después del tiempo, se sentían solo un trofeo. Se puede encontrar

recriminaciones como esta que hace una esposa a su esposo: “Me lanzaste a satisfacer tu

vanidad y tu cálculo. Yo fui para ti eso que llamas con tanta complacencia una buena inver-

sión”27. También describen cierta desidia dentro de esta institución social: “Eva se hizo trajes,

26 “Vacaciones, primas, veraneo”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 9, año 2, junio (1956)27 Lucio Duzán, “Un hogar feliz (comedia en un acto)”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 5, año 1, febrero (1956)

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23Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

pero no tenía ante quien lucirlos. Su marido no le prestaba atención porque sabía de sobra

cuánto habían costado y pensaba más en la cuenta del sastre, que en la moda y demás

cualidades modisteriles”28. Sin embargo, resaltan que hasta las mujeres con fama tenían el

objetivo central de conformar un hogar.

La administradora de la economía familiar29

Sumado a lo anterior, la mujer era pensada como ese ser que necesita agradar físicamente y

lograr producir las condiciones para hacer creer al hombre, a su hombre, que él es el guía de

su vida, cuando, en realidad (al interior del hogar) podría ocurrir todo lo contrario.

Mujer bonita y ¿sumisa?Siguiendo con este patrón, es común en la revista que sean mujeres las que den consejos a

otras mujeres de cómo conseguir marido y qué comportamiento se espera dentro de esta ins-

titución ya que el matrimonio, aunque es importante para ellos en cuanto a encontrar a una

buena administradora, para la mujer es mucho más importante pues era obtener el cuidado,

protección y seguridad que le era fundamentalmente necesario. La manipulación es, entonces,

un medio válido durante el cortejo. Otra cosa es cuando ya se llega a la convivencia y se pueden

encontrar declaraciones alusivas: “Al fin, un día - ese inevitable, que llega siempre - me llamó

28 Paradoxo, “Adán y sus paradojas”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 9, año 2, junio (1956)29 Humor, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 13, año 2, octubre (1956)

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24Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

“estúpida” porque cogí distraída su peine, en vez del mío, en el cuarto de baño. Aquella misma

noche roncó libre y sonoramente” (que nunca sucedió durante la luna de miel). Pero este es un

pequeño precio a pagar. Con el tiempo se entenderá como puede surtir efecto esa manipula-

ción en el matrimonio. Por ejemplo, en este mismo artículo aconseja que la mujer se muestre

como aquella que necesita que le expliquen lo que ocurre o lo que ve (como puede ser una obra

de teatro) y así lograr que su marido la acompañe donde ella quiere30

Son constantes los consejos para las mujeres de cómo conseguir marido: “Para una mujer

siempre es peligroso brillar por su ingenio. Los hombres, estos cobardes, se desaparecen al

oír chispazos a los cuales no saben cómo contestar. En cambio, las que parezcan más sosas

podrán atraer las miradas en sociedad, si resplandecen con la más linda quemada”31. Y efec-

tivamente, en esa búsqueda de consorte oficial, en esa búsqueda de seguridad que implica el

matrimonio se encuentran artículos que advierten que con tal de lograr esto, las mujeres son

“todas son unas tramposas”, pero esto es culpa de la naturaleza que las hizo “mujeres física-

mente deliciosas, pero mentalmente fraudulentas”. Esa mujer que se presenta como inocente

y con rubor en sus mejillas, que sigue a su potencial esposo, es en realidad una cazadora que

deja a un lado la honradez en una máscara que esconde su verdadero ser: “no existe, en Broad-

way o Hollywood, estrella dramática capaz de representar tan brillantemente como una chica

con proyectos matrimoniales”. El autor de este texto siente que es su deber destapar esta frau-

dulencia femenina. Aconseja tener en cuenta no tanto los defectos sino el exceso de virtudes,

es decir, “defectos tales como: risa idiota, afición al trago, epilepsia y paranoia leve, saltan más

o menos a la vista y hombre prevenido vale por dos”. Pero el autor indica que la peor virtud es

el de mujer “seria” o recatada o la que se muestra como una perfecta ama de casa32

Sabiendo lo anterior, estas escritoras publicadas en la revista, extranjeras en su totalidad,

aconsejan desarrollar “cualidades para retener un marido”33 ya que lo que principalmente

buscan, según encuestas y estudios científicos, es que “cuando llegan a casa después de

un día de trabajo, esperan encontrar una atmósfera de paz y tranquilidad que les haga grato

el hogar”34. Esto no es objetivar a la mujer, como lo denunciaba Simone de Beauvoir, sino

30 José María Peman (traductor), “Páginas femeninas: Llorar en el teatro”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 13, año 2, octubre (1956)31 Marie Laurence, “El sol es salud”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 14, año 2, noviembre (1956)32 “¿Todas son tramposas?”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 15, año 2, diciembre (1956)33 Muriel Reed, “Los franceses y las mujeres”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 17, año 3, febrero (1957)34 “Si, Institutos de belleza para caballeros”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 16, año 3, enero (1957)

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25Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

entender que la mujer es el complemento del hombre. Pero advierten que pescar marido se

vuelve un problema cuando no solo se contenta con haberlo logrado, sino que, además, quie-

re amoldarlo a su imagen. Por lo tanto, la inteligencia de una mujer está en dominar sin que

él se dé cuenta “Es la única habilidad que el hombre reconoce y respeta en la mujer, mien-

tras considera con cierta condescendencia las cualidades que proporcionan a su compañera

sus éxitos profesionales o sociales”. Continúa explicando que “Por tanto, señoras, si quieren

amaestrar a los hombres, empiecen por estudiar cuidadosamente todo lo que reprochan al

sexo débil, y suscriban - en apariencia - sus exigencias” Una de ellas es que hablemos poco o

simplemente nos dediquemos a escuchar. Si seguimos estos simples consejos harán ellos lo

que USTED QUIERE35. Adularlos es la mejor forma: “La mujer absolutamente perfecta no exis-

te, pero con un poco de astucia, no le costará ningún trabajo hacer creer al hombre que usted

corresponde exactamente a su ideal. Solamente las tontas dejan transparentar sus defectos.

Es tan fácil camuflarlos!”36. En eso radica la astucia de las mujeres.

La mujer atenta a su marido37

35 La mayúscula sostenida se puede encontrar en el artículo “El arte de manejar al hombre”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 18, año 3, marzo (1957)36 “El arte de manejar al hombre”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 18, año 3, marzo (1957)37 Publicidad publicada en El Tiempo, abril (1955)

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26Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

En este sentido, es común que se muestre a la mujer como algo inmaculado. Un escritor

español critica la ópera de Carmen, pues considera que tergiversa lo que es realmente una

mujer y más una mujer española. No entiende cómo se puede concebir que una mujer crea

que hacer lo que quiere le dará libertad, al contrario, esa mujer que considera rebelde, fatalis-

ta, con visos viriles, no va acorde con lo que debe considerarse una mujer. Y así “Nada, pues,

tan lejos de la mujer española: maternal, honesta, religiosa sin fatalismo, sino aceptando la

voluntad de Dios, hogareña y sometida de buena o mala gana a la autoridad del marido”38.

Esto se explicaba en que la mujer no puede resistir su propia existencia por lo que antepone

la felicidad de los demás porque eso significa su propia felicidad.

En este panorama el tema del feminismo no queda atrás. Es visto como el abandono a los

ancestrales deberes de las mujeres de cuidar a su marido y su hogar. Lo que Enrique Santos

denomina la esclavitud femenina lo ve como una exageración y toma como ejemplo nuestras

antiguas matronas que, según él, ellas podían divertirse un rato, sin descuidar un deber

milenario “Nuestras mujeres de antaño se dedicaban al hogar, porque esa era la costumbre

y además encontraban allí gratísimos placeres. Que ni el cine, ni el bridge, ni los partys de-

masiado frecuentes, remplazarán jamás”. Ellas fumaban, apostaban lo del mercado (en los

juegos que eran permitidos para ellas como el juego de los dados) “pero eso no les quitaba

su feminidad. Pasadas las fiestas volvían al hogar sin mancha ni reproche”. Para Santos esto

era libertad. No entendía como ellas se sentían libres en la arena pública pisando los talones

de los hombres o como el bien lo decía “invadiendo los terrenos de la política y el periodismo;

dando conferencias, ofreciendo homenajes y haciéndole competencia a los hombres en to-

das sus actividades”. A este intelectual no le cabe en la cabeza que una mujer quiera perder

una posición tan privilegiada como es ser ama de su casa por ir a buscar desdichas y lágri-

mas en los espacios públicos y políticos. Como ejemplo trae a colación a las norteamericanas

y las nórdicas que, según él, se han liberado de toda responsabilidad casera y solo atina a

expresar que sí, son libres, pero ¿Son felices? 39

38 C Blanco Soler, “Un tópico más, “Carmen””, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 11, año 2, agosto (1956)39 Enrique Santos, “Elegancia masculina y femenina: matices de feminidad y hombría”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 11, año 2, agosto (1956)

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27Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

La contradicción de la cuestión de ser ama de casa40

Las feministas, según Santos, habían avanzado poco en la intervención de la vida política,

pero si había grandes progresos en el “abandono del hogar”: ellas jugando bridge y los niños

con las sirvientas. Pero les reconoce que han “obrado en forma benéfica” dentro de las clases

populares ya que estas mujeres estaban condenadas a matrimonios sumidos en la pobreza.

Son mujeres que han asumido, mejor que los hombres de su clase, el trabajo: son más efi-

cientes en las oficinas y en las fábricas con las máquinas, además no derrochan el dinero en

vicios. Ellas son las “redentoras de sus hogares”, es decir, que a pesar de que están fuera de

sus viviendas, aun así, siguen ejerciendo su papel de cuidadoras y sostén (ya no solo moral

sino económico) de sus familias, trabajando con “abnegación y decoro”. Este es el feminis-

mo que para Santos vale la pena41. Pero muy a pesar de estas críticas, la mujer empezaba a

destacarse en ciertos campos y logros como el voto tuvieron gran cabida en las páginas de

las revistas y la prensa nacional. Sin embargo, cuando se habla de sus logros vemos como

la mujer es descrita, primero, por su belleza física, luego su belleza moral, y si se destaca en

algún campo, dan luego un calificativo de su trabajo.

A pesar de estos avances, ellos no renuncian a la imagen de las mujeres virtuosas que, por

ejemplo, nunca deberían andar en la noche42 y mucho menos solas. Un caso es el cuento que

se refiere a un muchacho que extrañamente se encuentra con una mujer (que él conoce) preci-

40 Joseph Whitney, El espejo del alma ¿Odian el trabajo doméstico las mujeres demasiado ilustradas”, El Siglo, Bogotá, 13 de julio (1957)41 Enrique Santos, “Elegancia masculina y femenina: matices de feminidad y hombría”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 11, año 2, agosto (1956)42 Enrique Santos, Vacaciones de antaño y hogaño, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 14, año 2, noviembre (1956)

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28Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

samente caminando en la noche y peor aún, con un vestido ligero que le transparenta en algo

su figura. El protagonista del cuento intrigado por esta situación la sigue “¡Una señorita hones-

ta, sensata vagando solitaria por la Villa y Corte en la fría oscuridad de una noche de febrero,

vestida apenas y negándose a decir el motivo de su salida nocturna y el lugar exacto a donde

se encaminaba!”43. Pero luego se da cuenta que es un alma en pena, ya que hace poco había

muerto por una fiebre y le iba a hacer la última visita a su amado. Eso explica el por qué andaba

en vestidos inadecuados y a horas que no son de una jovencita decente: era un fantasma.

Las mujeres de la clase popular o proletarias son tratadas un poco diferente sin restarles el

eterno femenino de abnegadas y cuidadoras. Son puestas como ejemplo. En unas vacaciones

lejos del mundanal ruido, en las montañas de Suiza, es más valioso que las mujeres de élite

tengan la posibilidad de atender a su propia familia sin esperar que, por ejemplo, la lavadora de

un hotel destroce su ropa. Así ella tendrá el placer de decir “nadie lava más blanco que yo””44.

Pero ¿y él? Era una discusión no solamente en la revista sino en los periódicos de circulación

nacional el hecho de si un esposo debía o no colaborar en las tareas del hogar, esto algunas lo

ven como otro aliciente más para emprender la aventura del matrimonio: “También el inglés -

como el americano- es un buen marido. Es un soporte verdadero de la mujer. No solo le entrega

su dinero sino también le ofrece su ayuda: friega platos o lava y plancha si es necesario; saca

a pasear al hijo o lo entretiene en casa, si la mujer está haciendo otra cosa o está cansada. Es

difícil encontrar un esposo así en la Europa de hoy”45. Aquí tuvo críticas

“Aquí tenemos un sistema: Jorge lava y “No disimules querido, veo que estás

Jorge seca”46 lavando los platos de mala gana”47

43 M Bonnell Gómez, “Ánima en pena”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 12, año 2, septiembre (1956)44 “Vacaciones en Suiza: arriba, en la montaña”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 14, año 2, noviembre (1956) 45 “Cómo los prefieren las inglesas”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 20, año 3, junio (1957) 46 Humor. Sección Dominical, El Espectador, abril 10, (1955), p. 2447 Editoriales, El Espectador, octubre 19 (1955), p. 4

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29Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Sin embargo, encontramos la otra cara de la moneda. Se puede leer de mujeres liberadas,

hasta en lo sexual, pero este comportamiento se debe a que no han encontrado al indicado.

O en cuanto a mujeres desdichadas en sus matrimonios. Pero esto se explica a partir del error

de haberse involucrado en un matrimonio por interés. Esta el caso interesante de una mujer

casada que conoce al amor de su vida y este, por decencia y respeto, y con el visto bueno de

la mujer, pide la mano de su amante a su esposo48

Y la revista muestra ejemplos de cómo, sea la mujer que sea, o qué tan liberada se con-

sidere, todas tienen el anhelo de encontrar a su protector. Una norteamericana, aquellas

mujeres liberadas, declara en un artículo:

“Y he llegado a esta conclusión: Casada o soltera, ella es disciplinada por los hombres que intervienen en su vida. Ella será siempre la Reina de la Familia. Ella puede manejar a su esposo o a su novio de diversas maneras, pero nunca le permitirá a él darse cuenta, ni ella lo admitirá para sí misma. El hombre será siempre quien lleve el mando, y así lo quieren los dos sexos. La mujer america-na sería, en mi opinión, mucho más feliz si su hombre la tratara no como a una igual (o como en algunos casos, como a una superior), sino como a quien él ama y que está bajo su dominio y protección”49.

Es de resaltar que por más que se compruebe que es la mujer la que manda al interior de la

relación marital, es impensable que use esas cualidades para ser independiente, ya que su

naturaleza es servir a otro y sin esto, sería un ser incompleto, por lo tanto, infeliz.

ConclusiónComo se dijo en un principio, es evidente a lo largo de los diferentes números de la publicación

aquí analizada, que lo masculino se define a partir de la exclusión de lo femenino. Ser hombre

es no ser ni hacer lo que se supone es esencia, cualidad, naturaleza de la mujer. Las abne-

gadas, las serviciales, las sentimentales, las manipuladoras, las interesadas, las débiles, son

ellas. Ellos son los racionales, los que proveen protección y seguridad, los que no entienden qué

es administrar un hogar, pero si son capaces de resisten los avatares de la vida pública.

Pero finalmente se debe tener en cuenta que esta revista es principalmente de moda, por lo

que desde aquí se insinuaba lo que sería el futuro en cuando a ser mujer “La figura esbelta para

48 Carole Epple, “Torre de Babel. Petición de mano”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 20, año 3, junio (1957) 49 “Norteamericana por los latinos”, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 12, año 2, septiembre (1956)

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30Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

la mujer será la norma” y aunque la moda puede cambiar “hay algo que no cambiará en el futuro:

la voluntad en las mujeres de ser lindas”50. Ser agradables y encantadoras será su eterno anhelo.

Ingenios51

Bibliografía

Fuentes primarias:

El Espectador, abril 10, 1955, microfilm, Biblioteca Nacional de Colombia

El Espectador, octubre 11, 1955, microfilm, Biblioteca Nacional de Colombia

El Espectador, octubre 19, 1955, microfilm, Biblioteca Nacional de Colombia

El Siglo, Bogotá, julio 13, 1957, microfilm, Biblioteca Nacional de Colombia

El Tiempo, abril, 1955, microfilm, Biblioteca Nacional de Colombia

Revista Adán: revista de la moda masculina, número 1, año 1, julio, 1955, Biblioteca Nacional

de Colombia

Revista Adán: revista de la moda masculina, número 7, SA, SF, Biblioteca Nacional de Colombia

Revista Adán: revista de la moda masculina, número 3, año 1, noviembre, 1955, Biblioteca

Nacional de Colombia

Revista Adán: revista de la moda masculina, número 9, año 2, junio, 1956, Biblioteca Nacio-

nal de Colombia

50 Enrique Santos, Las maravillas del futuro al alcance de la mano, Revista Adán: revista de la moda masculina, número 6, año 2, marzo (1956)51 Editoriales, El Espectador, octubre 11 (1955), p. 4

Page 31: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

31Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Revista Adán: revista de la moda masculina, número 5, año 1, febrero, 1956, Biblioteca Na-

cional de Colombia

Revista Adán: revista de la moda masculina, número 18, año 3, marzo, 1957, Biblioteca Na-

cional de Colombia

Revista Adán: revista de la moda masculina, número 20, año 3, junio, 1957, Biblioteca Nacio-

nal de Colombia

Revista Adán: revista de la moda masculina, número 11, año 2, agosto, 1956, Biblioteca Na-

cional de Colombia

Revista Adán: revista de la moda masculina, número 2, año 1, septiembre, 1955, Biblioteca

Nacional de Colombia

Revista Adán: revista de la moda masculina, número 12, año 2, septiembre, 1956, Biblioteca

Nacional de Colombia

Revista Adán: revista de la moda masculina, número 13, año 2, octubre, 1956, Biblioteca

Nacional de Colombia

Revista Adán: revista de la moda masculina, número 14, año 2, noviembre, 1956, Biblioteca

Nacional de Colombia

Revista Adán: revista de la moda masculina, número 15, año 2, diciembre, 1956, Biblioteca

Nacional de Colombia

Revista Adán: revista de la moda masculina, número 16, año 3, enero, 1957, Biblioteca Na-

cional de Colombia

Revista Adán: revista de la moda masculina, número 17, año 3, febrero, 1957, Biblioteca Na-

cional de Colombia

Revista Adán: revista de la moda masculina, número 18, año 3, marzo, 1957, Biblioteca Na-

cional de Colombia

Revista Adán: revista de la moda masculina, número 20, año 3, junio, 1957, Biblioteca Nacio-

nal de Colombia

Fuentes secundarias:

Bermúdez, Suzy, Hijas, esposas y amantes: Género, clase, etnia y edad en la historia de Amé-

rica Latina, Bogotá: Ediciones Uniandes, 1992

Noguera, María Luz de, Vestido, Modas y Confecciones, Bogotá: Canal Ramírez – Antares, 1974

Page 32: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

32Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Posada Morales, Juan Esteban, “El laberinto de una promesa. Cartografías del capitalismo en

Medellín, 1939-1962”, Tesis para optar al título Magister en Historia, Universidad Nacional

de Colombia, 2014

Scott, Joan Wallach, Género e historia, México: Fondo de Cultura Económica, 2008

Page 33: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

Poética del cuerpo. Historia oral y

etnografías de la construcción de

identidades de género e identidades sexuales

Antropóloga. MsC Desarrollo ruralDocente e investigadora del Depto de Historia.

Universidad del [email protected]

Nancy Motta González

Page 34: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

34Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Poética del cuerpo. Historia

oral y etnografías de la

construcción de identidades de

género e identidades sexuales1

Nancy Motta González

Antropóloga. MsC Desarrollo rural

Docente e investigadora del Depto de Historia.

Universidad del Valle

[email protected]

Resumen

Se analizan los cambios y continuidades que se presentan en las construcciones identitarias

femeninas contemporáneas, desde el ámbito de las sexualidades, de mujeres negras e indí-

genas y mestizas-blancas, pertenecientes a clases medias, clases populares y clase obrera;

de sectores campesinos e indígenas de resguardo en el sur occidente colombiano.

El principal objetivo apunta a registrar la transformación de las distintas feminidades con-

temporáneas dentro del sistema heterosexual, trabajando conceptualmente la interseccio-

nalidad, tales como raza, etnicidad, sexualidad, género, clase social, edad y generación. Me-

todológicamente el eje central del artículo constituyen los relatos orales y biográficos sobre

1 El presente artículo recoge los principales resultados del proyecto de investigación Colciencias-Cidse/Universidad del Valle, “Sexualidades y femin-idades contemporáneas de mujeres negras e indígenas: un análisis de cohorte generacional y étnico – racial”.

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35Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

la vida sexual de las mujeres, la trayectoria familiar educativa, laboral y la concepción del

cuerpo. Las fuentes primarias como secundarias se basan en la oralidad de los actores/as

entrevistadas y en marcos teóricos sobre identidad y etnicidad y género.

Palabras clave: sexualidad, identidad de género, cuerpo, historia oral, identidades étnicas.

AbstractChange and continuity in the contemporary woman identity building processes are analysed

within the field of sexualities of black, transgender, indigenous and mixed-race women in the

middle and working class, in peasant areas and indigenous resguardos, as well as indigenous

migrants to the cities of the Colombian southwest.

The main objective is to register the transformation of various contemporary womanhoods, by wor-

king conceptually the intersection of race, ethnicity, sexuality, gender, social class, age and generation.

Methodologically, the central axis in the interviews has been the sexual life of women; re-

port on educational and working family processes a body.

Key words: sexuality, gender identity body, oral history, identities etnics.

INTRODUCCIÓNEn este artículo se examinan a partir de la etnografía interpretativa y de la historia oral,

las construcciones corporales e identitarias de grupos étnicos como los indígenas nasa y

misaks del departamento del Cauca, afrocolombianas localizados en Puerto Tejada (Cauca) y

Buenaventura (Valle), transexuales y travestis – de masculino a femenino2 - en Cali y Jamun-

dí, con el fin de dar cuenta como se ha asumido el cuerpo desde diversas manifestaciones

en una poética de la erótica que si bien continúa con los esquemas binarios y de la hetero-

norma, también las rompen y asumen otras formas de dominación sexual.

2 En español se emplea la denominación “de hombre a mujer” , tomada del inglés “Male To Female” —MTF—. Sin embargo, como no todas las transex-uales y travestis parten de una identidad como hombre para llegar a otra como mujer, la denominación “de masculino a femenino”. se empleara aquí como la forma más adecuada. Aunque la identidad de género sigue siendo binaria, no reduce las posibilidades exclusivamente a las dos categorías dominantes —hombre-mujer—, y permite otras formas y categorías identitarias configuradas en los tránsitos o en las fronteras. En el caso contrario se habla “de mujer a hombre”, “de femenino a masculino” o “Female To Male” —FTM— en tanto el fenómeno transexual no se agota en una experiencia particular.(Andres García, 2009:119)

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36Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

El sistema sexo-género impone culturalmente en los cuerpos identidades diferenciales,

con base en unas características genitales, insertas en dos categorías mutuamente exclu-

yentes, pero que establece la estricta coincidencia entre el género, el sexo y el placer para la

configuración de identidades de género legible, legítimo y con derechos formales. La historia

de la cultura occidental ha implementado verdades legales al decir de Portelli (1991)3 en el

sentido de que la verdad legal constituye el poder sobre el dominio de los cuerpos humanos

y puede convertirse en verdad histórica. Así pues, los esencialismos identitarios, la binarie-

dad sexual y la heterosexualidad como verdades legales se han constituido también en ver-

dades históricas, cuando la realidad histórica y antropológica establece el reconocimiento de

las diferencias de género, raza y clase, y el carácter móvil de la identidad.

El examen que se presenta en esta ponencia se apoya en las referencias etnográficas que

se vinculan con los relatos autobiográficos, los estudios de género, las teorías feministas y

el corpus teórico de la oralidad y la memoria, para analizar la intervención y construcción del

cuerpo como identidades.

La investigaciónel trabajo de investigación “Sexualidades y feminidades contemporáneas de mujeres negras

e indígenas: un análisis de cohorte generacional y étnico – racial”4, se trabajaron etnografías

adecuadas a cada contexto específico, con una guía de entrevista en profundidad5. En la in-

vestigación, se enfatizó la categoría de sexualidad como la organización social del deseo y el

placer, siguiendo las perspectivas teóricas de las ciencias sociales construccionistas.

En este sentido, la sexualidad se enfatiza no solamente lo que García Canal6 plantea como

“la producción de formas de vida: nuevas, inéditas, fuera de todo código o programa”, sino

3 Citada por Joanne Rappaport La política de la memoria: Interpretación indígena de la historia en los Andes colombianos. (Editorial Universidad del Cauca. Popayán.2000) p.214 Proyecto Universidad del Valle-Colciencias 2012.5 Se realizaron 82 entrevistas distribuidas así: 69 mujeres, 9 hombres y 4 transgeneristas; de las cuales hay 45 mujeres negras y mestizas/blancas; 4 hombres negros y mestizos/blancos; 4 trans negras; 24 mujeres indígenas y 5 hombres indígenas. Entre las mujeres negras y mestizas/blancas de clases medias altas, medias y clases populares se incluyeron 8 mujeres cuya sexualidad es no normativa (vivencias homosexuales y bisexuales). De las 29 entrevistas con indígenas, 13 corresponden a indígenas residentes en Cali. Las entrevistas con los 9 hombres se centraron en sus per-cepciones sobre las mujeres de su entorno (compañera, esposa, amante, hermana-s, hija-s, madre, tía, abuela) y la forma como ellas percibían sus masculinidades. Para las 4 trans se elaboró una guía de entrevista diferente pero a partir de temas relacionados con el conjunto del estudio.6 Maria Ines Garcia Canal “El señor Foucault y eso que se dio en llamar sexualidad”. En Tramas, Subjetividad y procesos sociales Nro. 32 (Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, División de Ciencias Sociales y Humanidades, Departamento de Educación y Comunicación, México D.F.2009) p. 60

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37Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

también las que se enmarcan “en el sistema de la ley, del orden simbólico y la soberanía”7 o

sea, las que caen en el registro de la “normalidad”.

En este trabajo se emplea la historia oral para evidenciar a través de la sexualidad del

mundo actual o del tiempo presente como ha sido denominada por la historiografía francesa.

La historia oral nos sirve para recuperar los testimonios de los de sin historia; es la posibi-

lidad de recuperar el testimonio de aquellos que viven o vivieron, protagonizan o protagoniza-

ron un hecho social que es histórico, entrevistas realizadas a personas que protagonizaron

un momento o hecho relevante de la historia8

La construcción de identidades de género e identidades sexuales son construcciones his-

tóricas como lo afirma Bento 9 en el campo de la sexualidad, y estos testimonios en las voces

de los sin historia como los transgeneristas y aquellos que se encuentran en el terreno de

los grupos étnicos como los y las indígenas y afrocolombianos/as no heterosexuales son de

gran significado con relación a los protagonistas que han tenido siempre voz en la estructura

social colombiana como las/los blancos-mestizos.

Los resultadosLa memoria de los y las entrevistadas consiste en dar sentido a acontecimientos del pasa-

do, sea del pasado vivido por una persona o grupo, o transmitido por otros como parte de la

tradición o de las creencias compartidas. La memoria se entiende aquí como una narración

estructurada vivida por las y los sujetos sociales, pero haciendo parte de un sentido político

y cultural compartido, depositaria de una manera de recordar anclada en la subjetividad del

presente, siempre construida dentro de un marco social, que organiza y redefine el recuerdo,

para así poder operar sobre el presente10.

Los relatos orales dan cuenta del estilo de vida realizado en el tiempo y en el espacio con

relación a la construcción del cuerpo y de sus identidades sexuales y de género y de la lucha

de los diversos discursos que sobre el pasado, presente y futuro explican sobre sus identi-

7 Ibid, 568 Pilar Folguera Como se hace historia oral (Eudema, Madrid, 1994) p.7 y 8.9 Bento, Berenice (2006) A reivenção do corpo. Sexualidade e gênero na experiência transsexual. Editora Garamond. Pp 133-139.10 MOLANO, CAMARGO, Frank. (2009) “Reflexiones metodológicas de segundo orden en la reconstrucción colectiva de las memorias de y con las víc-timas de crímenes de estado” En SERNA, Adrian. (Comp) Memorias en crisoles. Propuestas teóricas, metodológicas y estratégicas para los estudios de la memoria. Universidad Distrital Francisco José de Caldas e Instituto para la Pedagogía, la paz y el conflicto urbano (IPAZAUD). Bogota. pág. 29

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38Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

dades. En el proceso de rememoración de los y las entrevistadas que de acuerdo a la teoría

de la memoria compuesto de recuerdos y olvidos está constituido de marcas simbólicas y

materiales11 . Las marcas simbólicas relatan las maneras de cómo se sintieron las mujeres

y los hombres en la iniciación sexual, la misma relación sexual, o en el advenimiento de la

menarquía. Las marcas materiales constituyen los procesos de socialización en ser mujeres

u hombres, siguiendo la tradición esencialista del sexo y una construcción de la poética del

cuerpo según el género, la raza, la clase social y la identidad étnica.

Los estudios contemporáneos sobre la memoria y el recuerdo no marcan exclusivamente

cambios en los modos de construcción y representación del saber, significan más una muta-

ción cultural12, por eso aquí vamos a encontrar representaciones sociales que nuestros/as

protagonistas realizan sobre su conocimiento sobre la sexualidad.

1. Percepciones sobre el cuerpo femenino1.1. Las mujeres indígenas andinas (Nasa y Misak)13

La sexualidad en las poblaciones indígenas andinas en su conjunto aún está articulada a la

función reproductiva. Es difícil observar todavía un comportamiento de procesos de individua-

ción alrededor del placer en mujeres y hombres separado de la dinámica reproductiva. No

aparece claramente visible la vivencia de la heterosexualidad explorando distintas alternati-

vas de placer entre el hombre y la mujer en las áreas de resguardo. Según Cortés et. al14 los

hombres y mujeres nasa no se besan, “excepto entre los jóvenes más expuestos a la influen-

cia externa”, como lo anota Martha:

Ahora que yo me pongo a recordar,/ cuando yo veo a los muchachos abrazados/ besándose, yo me pongo a pensar/ que antes no era así/ uno nunca sabía esa palabra/ de “mi amor/, nada de eso/ si no que era como si fuéramos dos ami-gos/ que se entendieran/ no más/ y cuando no peleábamos/ era hablar bien/ (Martha, mujer Nasa, 38 años, en unión libre, ocho hijos, estudios de primaria, reside en resguardo de Toribío- Cauca).

11 Ibid.12 RINCÓN, Carlos. (2010) “Memoria y nación: Una Introducción” en RINCÓN, Carlos, DE MOJICA, Sarah y GOMEZ, Liliana. Entre el olvido y el recuer-do. Iconos, lugares de memoria y cánones de la historia y la literatura en Colombia. Pontifica Universidad Javeriana. Bogotá, pág. 2513 Las entrevistas son tomadas del informe de la Ant. Nancy Motta G, tanto en percepciones sobre el cuerpo femenino como en la vivencia de la maternidad en Urrea, Fernando y Posso, Jeanny (Ed.). Feminidades, sexualidades y colores de piel.: mujeres negras, indígenas, blanca-mestizas y transgeneristas negras en el sur occidente colombiano. Programa Editorial Universidad del Valle. Cali, 2015 14 CORTÉS, P.; SUAREZ, T.; PRADO, N.; y GARCÍA, W. (1989). Socialización del niño indígena. Popayán: Universidad del Cauca, Centro de Investigacio-nes y Servicios, pág., 39

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39Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

La desnudez en el acto sexual entre las mujeres y hombres nasa de resguardo no es aceptado.

Durante la relación sexual las mujeres de más de 50 años comentan que no se quitaban la

pollera y demás prendas, y la penetración por el hombre se aceptaba de una manera resignada

en medio de la ropa, sin que ella comportase una gratificación placentera, porque quien decidía

la relación sexual era el marido sin mediar en ningún momento la decisión de la mujer.

Hablar de la sexualidad con mujeres y hombres misak, a diferencia de los nasa, fue más

difícil, pues si bien no presentaban rechazo, las respuestas ofrecen un “silencio” tácito que

no era viable modificar porque se abordaba una esfera tabú, en el sentido de que sobre ese

mundo de la vida personal y colectiva no es permisible pasar al campo del lenguaje.

Las migraciones femeninas hacia los centros urbanos han sido otro elemento importante

en las transformaciones de las subjetividades de las mujeres indígenas, que han posibilitado

la expresión de otras formas de vivencia de la sexualidad femenina indígena en un contexto

urbano. El relato de Rosa, mujer indígena misak ilustra como la ruta migratoria puede po-

sibilitar transformaciones de una serie de prácticas tradicionales en los controles sobre la

sexualidad y en su capacidad de sujeto económicamente más autónomo.

Yo conviví como diez años, pero desde antes de tener el primer niño me pegaba (…). Hasta que una vez borracho me pegó, me lastimó la nariz, yo de ahí dije, ‘no, yo no voy a seguir más’, y un domingo por la tarde me fui para donde mi mamá. En eso Eduardo era pequeño, tendría por ahí un añito, y yo cogí y me fui para Cali a trabajar en el servicio doméstico, y mi mamá se quedó con el niño y los hermanos dijeron que se quedaban con el papá (…). Cuando yo subía de Cali les traía ropita, les traía remesita, los bañaba, los vestía bien y me iba otra vez, hasta ahora. Por ejemplo, ahorita el estudio lo estoy costeando yo, porque él ¿de a dónde?” (Rosa, misak, 38 años, en unión libre, ocho hijos, estudios de primaria, residente en Melendez, Cali).

Los y las jóvenes misak y nasa de fines del siglo XX que han estudiado o se encuentran en

permanente contacto con ciudades, han podido desarrollar una erótica del cuerpo. El siguien-

te relato muestran las relaciones entre la tradición y la modernidad frente a los imaginarios

de la sexualidad y los afectos:

…me gusta que me bese, me acaricie, que ella se sienta bien feliz con uno que se siente conforme con uno lo que está haciendo y entonces eso lo hace sentir a uno también feliz. (Hernán, hombre Nasa, agricultor, soltero, 30 años, primaria completa, Resguardo de Pioya- Municipio de Caldono, Cauca),

Page 40: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

40Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Esta historia oral sobre la poética del cuerpo construido en el mundo indígena es según Alice

Kessler Harris15, una historia útil para entender las creencias y valores que sobre la sexua-

lidad y su estilo de vida se tienen, y por ende constituyen un recurso determinante para la

historia de las mujeres y la historia de la familia.

Las etnografías recogidas dan cuenta que los indígenas del sur de Colombia (nasa y guam-

bianos) en sus estructuras sociales se rigen por el sistema heterosexual, que se fundamenta

en la idea de que existe diferencia sexual. En nuestras/os entrevistados aducen que en la he-

terosexualidad existe la complementariedad, (como sistema dual en las comunidades ameri-

canas), que les permite ayudarse en las actividades domésticas y económicas y no visionan

que este régimen heterosexual es de carácter patriarcal.

1.2. Mujeres Trans16

Las identidades transexuales no están definidas por unas características corporales inmutables

y constitutivas por naturaleza, sino que, por el contrario, se encuentran en tránsito y en construc-

ción permanente. El abordaje de las experiencias transexuales y travestis se evidencian como una

serie de posibilidades en el cuerpo, el sexo y el género. Las personas trans (transgéneros, transe-

xuales, trasvetis) rompen los esquemas binarios y transitan del sexo al género de variadas formas,

combinan de manera no esperada los elementos de la dualidad genérica mediante la experiencia

de su cuerpo vivido, crean estilos de vida y modelos culturales donde el cuerpo y la identidad se

convierten en escenarios vividos que son fuente de múltiples discursos por parte de las personas

heteronormativas. Las entrevistas realizadas a transexuales negras de clases populares de Cali y

Jamundí, han construido sus feminidades dentro de las distintas formas simbólicas y materiales

de dominación masculina, en el sentido de reafirmar y construirse como mujeres, en una situa-

ción social de subalternidad, con bajo niveles escolares, situaciones económicas precarias, etc.

Nuestras entrevistadas transexuales se autodefinen, no como mujeres en estricto sentido de la

palabra, sino como travestis que sería el tránsito de género entre hombre y mujer.

El siguiente relato oral da cuenta de la autodefinición como travesti con respecto a la va-

riable sexo/género:

15 Tomado de Folguera, Op.Cit. pág 17.16 Las entrevistas son tomadas de Fernando Urrea, Sociólogo, y José Ignacio Reyes Serna sociólogo y miembro de LGTBI, tanto en percepciones sobre el cuerpo femenino como en la vivencia de la maternidad, en Urrea, y Posso. (Ed.) Ibid,

Page 41: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

41Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Yo me siento un tercer sexo, ni hombre ni mujer, porque ser mujer para mí es otra cosa, y ser hombre es otra cosa. Yo vivo mi vida a plenitud, y me gusta respetar las dos opciones. Para nosotros el ser travesti es un tercer sexo, no es que el hombre sólo puede venir hombre y la mujer, mujer, no, ya se formó una nueva generación y es un tercer sexo (…) Yo no tengo senos, pero yo me siento mujer, demasiado mujer, aunque yo no soy ni una cosa ni la otra, yo he sido muy clara con todo el mundo, yo no soy ni un hombre ni una mujer, yo soy un travesti, porque decir que soy una mujer, sería engañarme yo misma porque no soy una mujer. Decir que soy hombre, igual, porque no lo soy, y yo creo que eso es algo que nace con uno (…) Yo reconozco mi identidad y yo sé quién soy y sé lo que quiero en la vida (…) Yo creo que hombre o mujer sería ser 100% heterosexual, yo no soy hombre porque no me gustan las mujeres, y no soy mujer porque, aunque me gustan los hombres, tengo un pene (...) (Casandra, travesti negra, 26 años, soltera, asume como hijas a dos sobrinas, secundaria completa, estilista y ocasionalmente ejerce la prostitución, municipio de Jamundí).

Esta autodefinición como travesti de nuestra entrevistada conlleva a nuevas categorías como

la planteada por Andrés (Andrea) Garcia17 como cimarronas de la masculinidad siguiendo a

Monique Wittig18 sobre el cimarronaje en la heterosexualidad. El relato de Casandra no la

identifica ni con la categoría hombre, ni con la categoría mujer, aunque se construye en la

identidad femenina y asume las violencias y discriminaciones que ello le significa. Casandra

se inserta en una categoría que llamo ‘frontera sexual y de tránsito’, o en términos de Vás-

quez García19 de sexo cromático.

Para las trans sus primeras experiencias sexuales con penetración anal se iniciaron a

temprana edad, pero en consentimiento entre ellas y sus parejas. Los roles desempeñados

por estas actoras sociales dentro de su vida conyugal, muestra por una parte cierta libertad

sexual, parecida a la que goza un hombre, pero por otra parte se tiene el deseo de vivir, como

ellas creen, debe vivir una mujer; en un hogar estable con una división del trabajo en la cual la

mujer desempeña los quehaceres domésticos, mientras que el hombre sale de la casa para

conseguir el sustento diario. Aunque las feminidades transgénero parezcan totalmente trans-

gresoras de los patrones de conducta normativos, sus trayectorias sexuales y afectivas repro-

ducen el orden social patriarcal con relación a las feminidades en situación de subordinación.

Esta situación es lo que puede denominarse “hacer el género” que se entiende como “los

mecanismos mediante los cuales se reproducen los esquemas genéricos masculino y feme-

17 GARCIA, BECERRA, Andrés (2009).” Tacones, siliconas, hormonas y otras críticas al sistema sexo-género. Feminismos y experiencias de transe-xuales y travestis. En Revista Colombiana de Antropología Vol 45 Nro 1. Enero-junio pps 119-146. Instituto Colombiano de Antropología e Historia.18 WITTIG, Monique. (2006) El pensamiento heterosexual. Editorial Egales. Madrid.19 VASQUEZ GARCÍA, Francisco (2009). “Del sexo dicotómico al sexo cromático. La subjetividad transgenérica y los límites del construccionismo”, en Sexualidad, Salud y Sociedad - Revista Latinoamericana, N°1, pp.63-88 / www.sexualidadsaludysociedad.org pag, 63-88

Page 42: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

42Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

nino, que implican tanto las interacciones sociales cotidianas como las concepciones norma-

tivas de los géneros”20 . Los testimonios orales de las mujeres trans develan un continuum

en el sistema tradicional binario del sexo/género. Las prácticas de la afectividad y sexualidad

muestran cómo las relaciones en las que ellas han estado involucradas manifiestan la cons-

trucción de una subjetividad, una identidad de género que no se desliga totalmente de los

valores de comportamiento socialmente aceptables, siguiendo los principios heteronormales.

Se salieron de las normas binarias en lo biológico, pero las asumieron de manera simbólica y

se han involucrado en los procesos de desigualdad y poder de la estructura patriarcal. Tanto

las mujeres como las trans aceptan el rol culturalmente conferido, por el peso de la memo-

ria, por la gratificaciones psicológicas reconfortantes que emana el sistema sexo-género y por

la aridez de una perspectiva emancipadora21

1.3. Mujeres negras no heterosexuales22

En esta ponencia se plantea la institución de la heterosexualidad como opción obligatoria en

términos de Rich 23 para la existencia y reproducción del patriarcado. Históricamente el cuer-

po femenino ha estado subordinado a los hombres en las diversas culturas, tanto en términos

físicos, económicos y emocionales, por lo cual la existencia de mujeres no heterosexuales es

rechazada y vista como anormal y peligrosa.

Las lesbianas según Cameron y Kulick24 “ son vistas como una amenaza, no solo por sus

prácticas eróticas, sino fundamentalmente porque ellas no se subordinan al dominio mas-

culino que se supone corresponde a la totalidad de las mujeres” En tanto Bunch, identifica

el lesbianismo no solo como una preferencia sexual sino como una elección política. Según

Bunch, “las lesbianas rechazan activamente esas relaciones y elecciones de las mujeres,

porque ellas desafían el sistema político heterosexual establecido”25

Las etnografías aquí planteadas nos remiten al conflicto de asumir una identidad de

20 GAROSI, Eleonora (2012). “Hacer” lo trans. Estrategias y procesos de transición de género en Turín (Italia)” en Cuicuilco Nieva época, Volumen 19, Numero 54 Mayo-Agosto Revista de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Pag.145.21 VILANOVA, Mercedes. (2008) “Identidad, género y transformación social” En BERAMENDI, Justo y BAZ, María Jesús. (Eds) Identidades y memoria imaginada. Universitat de Valencia. Pág 112.22 Extractos del informe de Fernando Urrea (Director del proyecto) Consuelo Malatesta (socióloga y líder del colectivo LGTB), Jairo Alexander Castaño y Oswaldo Viera (sociólogos que fueron monitores del proyecto), tanto en percepciones sobre el cuerpo femenino como en la vivencia de la materni-dad. En Urrea, Posso.(Ed.) Ibid. 23 RICH, Adriene. (1980) “Compulsory heterosexuality and Lesbian existence” Signs:Journal of women un culture and society. Vol 5, Nro 4 diciembre.24 CAMERON, Debora y KULUCK, Don (2009) “Que tiene que ver el lenguaje con el sexo? Lenguaje, heterosexualidad y heteronormatividad.” Revista La Manzana de la Discordia. Vol 4, Nro 2. Centro de Estudios de género, mujer y sociedad. Universidad del Valle. Pag -95 25 Ibid, pag 98.

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43Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

género y una identidad sexual. Si el lesbianismo se identifica con la mujer, entonces exis-

ten muchas formas de ser mujer en el sentido político y social y no solo desde lo biológico

y de la heteronormatividad.

En el grupo de nuestras entrevistadas que declararon establecer relaciones sexuales no

heterosexuales o no normativas, todas tuvieron algún tipo de conocimiento sobre la sexuali-

dad y sus cuidados antes de los 15 años, y sus iniciaciones sexuales se realizaron entre los

14 y los 25 años. No todas ellas tuvieron una iniciación sexual en una relación homosexual,

pero muchas de ellas manifestaron una negación del deseo fálico y el placer vaginal por pe-

netración, sin embargo su mayor preocupación se centra en la dificultad que representa la

transgresión de la norma heterosexual frente al grupo familiar y al grupo social en general.

María Isabel señala cómo el proceso de reconocimiento del cuerpo como mujer negra les-

biana, presenta un conjunto de tensiones entre el proceso de construcción de su identidad

social, de género, racial y sexual:

“… Yo salía a jugar y entraba sin camiseta, y mi mamá me decía “usted es una niña, y tiene que ponerse camiseta porque cuando le crezcan los senos no puede andar así”, “usted no puede jugar tan brusca (...) Cuando mi mamá me decía por ejemplo, que me tenía que poner la camiseta, porque los senos (...) yo decía, qué pereza, por qué me tienen que crecer senos, si yo quiero andar como ellos, cuando me quiera quitar la camiseta, normal (…) pero claro, mi mamá vio mis tendencias ya desde pequeñita. Entonces ella ya me preguntó, ni siquiera mi papá, mi mamá fue primero la que empezó la charla. Yo tenía como 11 años, y me dijo “¿a usted no le gustan los hombres?”, y yo le dije “no”. Yo le dije de una vez que no. Entonces ella me dijo “¿Y usted anda con esa muchacha?”, y yo le dije “no, ella es mi mejor amiga”. Entonces ya mi papá dijo “en el barrio están diciendo (…) Me dijo que pusiera cuidado con eso. Entonces para mí lo que él dijera era nada, yo era lo que decía mi mamá, y mi mamá me dio todo su apoyo, ella no me reprendió ni nada. Ya otra charla que tuvimos me dijo “mija, si usted se siente bien siendo un niño entonces por qué no se opera”. Ya tenía como 14 años. Entonces yo le dije “no, porque si yo me opero ya no sería lesbiana, ya sería un hombre, y yo no quiero ser un hombre” eso fue lo que yo le contesté (…) como a los 8 años ya yo no quería que me pusieran vestidos...[¿y cuál fue el primer momento en que sospechaste que ya te gustaban las mujeres? O que no eras una niña como las otras niñas.] Como por ahí nueve o 10 años que yo mi-raba a las peladitas y yo sentía cosas toda raras. [¿Pero no pensabas todavía en que era qué...?] Sí, que era lesbiana, no? De pronto quién sabe, esto qué será. [y ya a los 14, ya te preguntaste eso] sí, como yo empecé a jugar basquetbol con gente tan mayor en la liga. Entonces ya yo empecé a ver a las peladas... entre el grupo de hombres que entrenaba y las mujeres, pues a mí me gustaba más las viejas.”(Maria Isabel, mujer negra, 38 años, soltera y sin hijos orientación sexual lesbiana, clase media baja, secundaria completa y estudios técnicos, reside en un barrio al Nororiente de Cali).

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44Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

La cuestión del vestido siempre aparece como fundamental en la construcción simbólica del

cuerpo. Vestirse –o que las vistan- como una mujer o como un hombre es una experiencia

que marca la biografía social de las mujeres, un proceso que se manifiesta como “natural” en

aquellas historias de vida que se relatan bajo la premisa de una heterosexualidad normativa,

pero que encuentra en las mujeres lesbianas un elemento decisorio del reconocimiento de

un cuerpo que no acepta todos los cánones impuestos y establecidos para la feminidad por

la dominación masculina.

A manera de cierreDe manera sucinta se ha mostrado como los mecanismos de transmisión para hacer que

los acontecimientos recordados se vuelvan significativos en el campo de la memoria y de la

historia oral develando el papel del género, el patriarcado y la construcción de las identidades

partiendo del sistema heterosexual.

La categoría género ha sido útil en el sentido de analizar como las identidades sexuales se

han ido construyendo y organizando socialmente a través de la configuración de un sistema

de sexo/género.

Por ejemplo, para los y las entrevistadas la vivencia del placer sexual es una cuestión

que adquiere mucha relevancia al momento de entablar una relación con otra mujer (en el

caso de las lesbianas) o con hombres para el caso de las trans y las mujeres construidas en

una feminidad en relación mujer.- erotismo- madre.

Kristeva26 ha dicho todo tipo de mujer ha de inventar en su intimidad un sexo específico.

Ha de crear espacios y debe ser genio para elaborar identidades siempre en construcción,

identidades de frontera al decir de Segato27, identidades de frontera sexual en mi caso.

Las identidades aquí dibujadas expresan cuerpos transformados, pero también contradic-

toriamente cuerpos sujetos a las normas binarias de género. La voz y las palabras de estas

mujeres precisan encontrar sus ecos, sus fantasías28, su propia historia dentro de las cultu-

ras, entre las culturas y a través del tiempo.

26 KRISTEVA, Julia. (2004) “El genio femenino” En Colette, vol 3.Gallimard27 SEGATO, Rita Laura. (1999) “Identidades políticas /alteridades históricas: una crítica a las certezas del pluralismo global” Revista Maguaré Nro 14. Departamento de Antropología. Universidad Nacional .Bogotá28 Categorías planteada por SCOTT, Joan. (2009) “El Eco de fantasía: la historia y la construcción de la identidad” Revista Manzana de la Discordia. Vol 4, Nro 1. Enero-Junio. Centro de Estudios de Género, mujer y sociedad. Universidad del Valle.Traducción Monica Dorado/ Gabriela Castellanos

Page 45: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

45Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

La observación de Eric Hobsbawm29 de que la tradición es una invención, ha permitido histo-

rizar la categoría mujeres que siempre se la ha considerado desde lo biológico, para inventar

desde lo cultural, que las identidades femeninas no han sido continuas, ni homogéneas, sino

discontinuas y móviles y esa invención ha permitido legitimar las nuevas acciones políticas que

sobre el cuerpo, la sexualidad y las identidades de género demandan nuestras protagonistas.

La poética del cuerpo necesita ser explorada en el tiempo y en el espacio, encontrar la historia

de sus identidades y, tomar conciencia e información del acto político que constituye el cuerpo.

Referencias bibliográficasFuentes orales- Entrevistas

Indigenas

MARTHA, mujer nasa, 38 años, primaria completa, unión libre, 8 hijos, ama de casa. Vereda

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HERNAN, nasa, 30 años, primaria completa, soltero, agricultor Resguardo de Pioyá- Caldono

Mujeres negras Trans

CASANDRA, 26 años, travesti, bachiller, estilista y ocasionalmente ejerce la prostitución. Sol-

tera, Asume la maternidad con 2 sobrinas. Jamundí

Mujeres negras no heterosexuales

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lesbiana, clase media baja.

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29 HOBSBAWM, Erik (1983) “inventando las tradiciones” En HOBSBAWM, Eric, RANGER, Terence (eds) The invention of tradition.Cambridge, Cam-bridge University Press.

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La primera historiadora colombiana: Soledad

Acosta de Samper (1833-1913)

Doctora en TeologíaInvestigadora independiente

[email protected]

Isabel Corpas de Posada

Page 49: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

49Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

La primera historiadora

colombiana: Soledad Acosta

de Samper (1833-1913)

Isabel Corpas de Posada

Doctora en Teología

Investigadora independiente

[email protected]

ResumenDesde mi formación de teóloga comencé por abordar los escritos religiosos de la periodista,

novelista e historiadora del siglo XIX Soledad Acosta de Samper (1833-1913), enmarcándo-

los en el conjunto de su obra, en su contexto histórico –particularmente el entorno político y

religioso– y en sus circunstancias familiares. Al mismo tiempo, la lectura con ojos de mujer

de textos escritos por otra mujer implicaba la mirada de género, desde la cual surgió la pre-

gunta que es transversal al estudio de su obra: ¿por qué el nombre de Soledad Acosta de

Samper desapareció de los anales literarios e historiográficos del siglo XX?

Este acercamiento me condujo a interesarme en sus escritos históricos –género al que

dedicó los últimos años de su vida y por el que fue reconocida por sus contemporáneos des-

pués de su muerte– y a preguntarme: ¿por qué la ignoran los historiadores colombianos en

sus investigaciones?

Page 50: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

50Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

La teoría de género sirve de marco conceptual al presente trabajo en el que me propongo

esbozar la obra de Soledad Acosta de Samper enmarcada en sus circunstancias familiares y

presentar sus escritos históricos como campo hermenéutico enmarcado, a su vez, en el con-

texto histórico, con el propósito de visibilizar el nombre de la primera historiadora colombia-

na, haciendo eco al redescubrimiento en buena hora realizado desde los estudios literarios a

nivel nacional e internacional.

Palabras clave: Soledad Acosta de Samper, teoría de género, escritoras siglo XIX, primera

historiadora colombiana

Escribía en la prensa desde 1859, publicaba novelas desde 1864 y había fundado y dirigido

una de sus cinco revistas entre 1879 y 1881, cuando Soledad Acosta de Samper (1833-1913)

decidió hacerse historiadora, concretando una vocación heredada de su padre, el historiador

Joaquín Acosta (1800-1852)1, y compartida con su esposo y cómplice de sus primeros pro-

yectos escriturales, José María Samper (1828-1888)2.

Era el entorno familiar de Acosta de Samper y por él perteneció a las élites letradas neograna-

dinas si bien su condición de mujer limitara su acción. Porque que una mujer sea corresponsal

de prensa, escriba novelas, dirija revistas, investigue en temas de historia, opine sobre temas re-

ligiosos, publique sus explicaciones del evangelio y edite sus libros es normal en el siglo XXI. No lo

era en el siglo XIX, cuando la palabra y al saber pertenecían al ámbito exclusivamente masculino,

escenario en el que Soledad Acosta de Samper se arriesgó a tomar la palabra y en el que trans-

gredió el tratado de límites entre espacios públicos y privados del entorno patriarcal, invadiendo

el espacio de quienes podían opinar en público, los varones, para propiciar un cambio de menta-

lidad respecto al lugar de las mujeres con mirada de mujer. Por esta transgresión la baronesa de

Wilson en 1902 se refirió a ella como “insigne novelista, historiadora y publicista [que] invadió el

campo de las letras”3: un título transgresor al darle la misma identidad de los “hombres públicos”

cuando las mujeres debían permanecer en el ámbito privado del hogar o del convento.

1 Autor de Compendio histórico del descubrimiento y colonización de la Nueva Granada en el siglo decimosexto (1848)2 Autor de escritos históricos como Apuntamientos para la historia política y social de la Nueva Granada desde 1810 y especialmente de la adminis-tración del 7 de marzo (1853) y Ensayo sobre las revoluciones políticas y la condición social de las Repúblicas Colombianas (Hispano-americanas) con un apéndice sobre la orografía y la población de la Confederación Granadina (1861).3 Emilia Serrano, baronesa de Wilson, “Soledad Acosta de Samper”. Mujeres ilustres de América. Bosquejos biográficos (Barcelona: Maucci, 1904), 71-73. En: Carolina Alzate y Montserrat Ordóñez, comp., Soledad Acosta de Samper: Escritura, género y nación en el siglo XIX (Madrid / Frankfurt: Iberoamericana / Vervuert, 2005), 117-118.

Page 51: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

51Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Pero para no perder el uso de la palabra y contribuir a la formación de valores patrios y con-

ductas morales en las mujeres, sus propuestas subvertían discretamente el tratado de límites

y los imaginarios acerca del deber ser de las mujeres como hijas, esposas y madres, rol que el

entorno patriarcal les encomendaba como participación en la construcción de la nacionalidad.

Así lo reconoció su esposo en el prólogo que escribió para el libro Novelas y cuadros de la

vida suramericana (1869), autorizándola a participar en la construcción de nación:

... ya que su sexo no le permitía prestar otro género de servicio a esa patria, buscó en la literatura, hace más de catorce años, un medio de cooperación y actividad.

He querido, por mi parte, que mi esposa contribuya con sus esfuerzos, siquiera sean humildes, a la obra común de la literatura que nuestra joven república está formando ...4.

Voy a ocuparme en esta intervención de los escritos históricos de Soledad Acosta de Samper

escogidos como campo hermenéutico, desde tres abordajes: cómo se hizo historiadora, el

género de las biografías que cultivó y el proyecto editorial alrededor de la historia patria, para

concluir preguntándome acerca de la desaparición de su nombre del canon patriarcal. Por

razones de espacio y tiempo no puedo referirme al entorno familiar y al contexto histórico en

el que tomaron forma sus escritos y que en otras oportunidades he podido presentar5.

De la novela histórica a los escritos históricos¿Cómo pasó Acosta de Samper de crónicas periodísticas y escritos de ficción a escribir histo-

ria? Descubrió “que la vida, desnuda de toda trama novelesca […] bastaba para interesar al

lector y surtía todos los efectos de un cuadro histórico novelesco”6.

Este paso lo dio después de la muerte de sus dos hijas en 1872 y seis años antes de la pu-

4 José María Samper, “Dos palabras al lector”, en: Soledad Acosta de Samper, Novelas y cuadros de la vida suramericana. (Gante: Imprenta de E. Vanderhaeghen, 1869), s. p. 5 Isabel Corpas de Posada, “Cuando las mujeres callaban: Apuntes para una relectura de la vida y la obra de Soledad Acosta de Samper”, Boletín de la Academia de Historia de Cundinamarca Año 36. 10/ 27 (dic/2007): 87-97; “Los escritos religiosos de Soledad Acosta de Samper: Nuevos apuntes para una relectura de su obra” (ponencia, XV Congreso Colombiano de Historia, Bogotá, 26 a 30 de julio de 2010); “Escritos religiosos de Soledad Acosta de Samper (1833-1913): Lectura teológica y en perspectiva de género”, Revista de Estudios Colombianos [Asociación de Colombianistas y University of San Diego] 43 (2014): 22-33; “En busca de una escritora invisibilizada por el canon patriarcal”, En otras palabras [Grupo Mujer y Socie-dad - Universidad Nacional de Colombia] 21/22 (2014): 66-84; “Doble transgresión del espacio masculino y clerical: los escritos religiosos de Soledad Acosta de Samper”, en Carolina Alzate e Isabel Corpas de Posada, comp., Soledad Acosta de Samper (1833-1913). Voces diversas: nuevas lecturas de Soledad Acosta de Samper (Bogotá: Instituto Caro y Cuervo / Universidad de los Andes, 2016), 295-317.6 Soledad Acosta de Samper, Biografías de hombres ilustres o notables relativas a la época del Descubrimiento, Conquista y Colonización de la parte de América denominada actualmente EE. UU. de Colombia (Bogotá: Imprenta de La Luz, 1883), 2.

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52Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

blicación de Biografías de hombres ilustres en 1883. Dos referentes permiten este cálculo: una

carta a la escritora peruana Mercedes Cabello de Carbonera en la que le contaba que “para

alcanzar olvido a mi pena me entregué por completo al estudio de la Historia y escribí las Biogra-

fías de los conquistadores”7; y el prólogo de Samper al libro publicado en 1883, “fruto de más

de seis años de pacientísimos estudios, de constante trabajo y minuciosas investigaciones”8.

Resumió este proceso en la “Introducción” a la biografía de su padre escrita a mediados

de la década de los 80. Evocando el amor de su padre y su deseo de que ella se dedicara

“a estudios serios que no son generalmente del resorte de la educación de la mujer, sobre

todo en Colombia”, reconoce el apoyo del esposo, “el cual se ha complacido en guiarme por

la senda de la literatura y alentarme en ello, empezando por convidarme a que le ayudase

en las empresas periodísticas que le han ocupado siempre”, completando su trayectoria vital

con su trayectoria escritural: “Empecé por escribir revistas, artículos de viajes, novelas y cua-

dros de costumbres para los periódicos, pero no estaba satisfecha porque mi deseo era hacer

algo que hubiera aprobado mi padre y deseaba emprender obras más serias e importantes.

La historia fue siempre mi estudio favorito pero no me atrevía a abordarla de lleno porque no

me creía con fuerzas para ello. Sin embargo, al cabo de años, sintiéndome con más valor,

emprendí una obra histórica, ‘La influencia de la mujer en la civilización’ y publiqué la primera

parte en un periódico que redactaba, en ‘La Mujer’. Después me propuse escribir otra obra

histórica, ‘Biografías de los conquistadores de mi patria’. Aquello me acercaba más a mi pa-

dre, a cuya memoria dirigía siempre mis trabajos. Hecho esto me resolví ya con más ánimo a

emprender con amore la presente obra en la cual siempre había pensado”9, refiriéndose a la

biografía de su padre que estaba escribiendo.

Aunque se había iniciado en el campo de la historia investigando para escribir “José Anto-

nio Galán: Episodios de la guerra de los comuneros”, el primero de muchos relatos y cuadros

histórico-novelescos en los que mezclaba ficción e historia. Pero su primer escrito histórico

es la serie de cincuenta y ocho entregas “Estudios históricos sobre la mujer en la civilización”

publicada en La Mujer, cuyas protagonistas son mujeres de la antigüedad del mundo occi-

dental. Y deduzco que su interés estaba en la historia europea, tema de otros dos escritos

7 Mercedes Cabello de Carbonera, “Soledad Acosta de Samper”, El Perú Ilustrado [Lima] III/142 (ene 25/1890): 1.309-1.310. En: Alzate y Ordóñez, Soledad Acosta ..., 110.8 Acosta, Biografías ..., xvi.9 Soledad Acosta de Samper, “Biografía de Joaquín Acosta. Escrita por su hija Soledad Acosta de Samper” (ms. sin catalogación en Archivo de la familia Samper en Centro de Documentación del Gimnasio Moderno), /f9-/f10.

Page 53: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

53Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

que clasificó en la sección “Historia” de la revista y de los treinta y un escritos históricos cor-

tos que publicó en El Domingo de la Familia Cristiana entre 1889 y 1890.

El interés por la historia colombiana aparece inicialmente en las biografías publicadas en

1883, a las que me refiero más adelante. También se manifiesta en “La mujer española en

Santafé de Bogotá”, publicado en 1890 en Revista Literaria. Un “cuadro histórico” –como ella lo

denomina– que incluyo entre sus escritos históricos porque evidencia su pensamiento respecto

al pasado español y a los valores heredados, uno y otros como componentes de la nacionalidad:

... las primeras mujeres que colonizaron a Bogotá no eran despreciables, sino dignas de nuestro respeto; y si vinieron algunas malas y aventureras, la mayor parte de ellas se comportaban como matronas honradas y dignas de todo elo-gio: eran buenas madres de familia y abnegadísimas esposas, puesto que acom-pañaban a los colonos en sus trabajos y penalidades, y a quienes debemos estar muy agradecidos por la saludable y cristiana influencia que tuvieron en la marcha de la civilización en nuestra patria10.

Volvió a publicar este escrito en 1892 en La España Moderna. Y El Centenario publicó cuatro

artículos en los que también destacaba el legado civilizador de los conquistadores españoles:

“Descripción del Istmo de Panamá en el siglo XVI”, que desarrollando el discurso racial de la

época elaborado desde el paradigma civilización / barbarie aplaudía “la eliminación de los

aborígenes de América a la llegada del hombre civilizado”11; “Las esposas de los conquista-

dores”, que subrayaba “la misión de la mujer europea como civilizadora de los territorios con-

quistados por sus esposos en el Nuevo Mundo”12; “Los contemporáneos de Cristóbal Colón”

y “Dos gobernantes ejemplares”.

Los cinco artículos forman parte de los trabajos que escribió para el Cuarto Centenario del

Descubrimiento de América. Otros dos13, que presentaría en los congresos en los que iba a

participar, los llevó cuando viajó a España en 1892 para asistir a las celebraciones.

El nuevo siglo fue particularmente fecundo para Acosta de Samper. Además de las biografías

y los manuales de historia que junto con la Colección “Biblioteca Histórica” forman parte de un

proyecto editorial, de los cuales me ocuparé más adelante, con el título “Historia Patria” publicó

10 Soledad Acosta de Samper, “La mujer española en Santafé de Bogotá. (Cuadro histórico)”, Revista Literaria I/1 (may/1890): 49.11 Soledad Acosta de Samper, “Descripción del Istmo de Panamá en el siglo XVI”, El Centenario Tomo I (1892): 416.12 Soledad Acosta de Samper, “Las esposas de los conquistadores”, El Centenario Tomo II (1892): 240.13 Las memorias “Los aborígenes que poblaron los territorios que hoy forman la República de Colombia, en la época del descubrimiento” y “Memoria sobre el establecimiento de hebreos en el Departamento de Antioquia”.

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54Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

en el periódico Sur América, en 1904, la “Introducción” que había escrito para “una obra his-

tórica inédita”14, refiriéndose a Lecciones de Historia de Colombia, cuya publicación preparaba

por estas fechas. Y para Lecturas para el hogar, en 1905, preparó seis escritos bajo el título

“Historia”15, de los cuales destaco dos, cuyas protagonistas son mujeres: “Las santafereñas de

la época de la Colonia. Cuadro histórico”; y “Las mujeres de la Gran Colombia en la época de

la Independencia”, en el que asume una perspectiva de género cuando plantea en el párrafo

inicial: “Toca, por cierto, a una mujer revivir ante Colombia a estos grandes también y olvidados

actores en el gran drama patrio, olvidados, no voluntariamente, sino descuidada su memoria”16.

También publicó en la Revista del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, en 1910 y

1911, la serie “Monografías historiales”17, anunciando al final de la última entrega: “las cam-

pañas definitivas contra los pijaos serán motivo de otro artículo”18. Que probablemente no

alcanzó a escribir, comoquiera que estos fueron, según Otero, los “últimos estudios históricos

de la señora Acosta publicados”19.

Y quedaron inéditos otros escritos que preparaba cuando la muerte truncó sus proyectos

el 18 de marzo de 1913, poco antes de cumplir 80 años. Digo truncó, porque continuaba

investigando para escribir nuevas obras que no alcanzó a publicar.

Uno de tales proyectos fue “Manual del Estudiante de Historia”, de cinco tomos de 250

páginas cada uno. Planteaba en el “Prólogo” la intencionalidad moralizante del estudio de

la historia: “todos los miembros de la sociedad deben conocer la misión que han tenido las

diferentes civilizaciones que se han sucedido sobre la tierra con el objeto de aprender de los

sucesos pasados, las faltas en que los hombres han incurrido, los motivos de la decadencia

y ruina de las naciones, y lo que debemos presagiar de lo porvenir, si nuestra conducta con

respecto a nuestros deberes para con Dios y con nuestros hermanos ha sido errónea”20.

Tampoco cristalizó otro proyecto –“Cuatrocientos años de la Historia de la América españo-

la”– que había contemplado en el cambio de siglo como parte de un gran proyecto editorial21.

14 Soledad Acosta de Samper, “Historia Patria”, Sur América I/33 (jun 1/1904): 2.15 Ver “Fuentes primarias”. 16 Soledad Acosta de Samper, “Las mujeres de la Gran Colombia en la época de la Independencia”, Lecturas para el hogar 1/3 (may 1/1905): 129.17 La serie está conformada por cuatro artículos: “El Cabo de la Vela”, “La conquista de los pijaos”, “Los primeros conquistadores de los indios pijaos” y “Pacificación de los pijaos”.18 Soledad Acosta de Samper, “Monografías historiales. IV. Pacificación de los pijaos”, Revista del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario VII/67 (ago 1/1911): 419. 19 Gustavo Otero Muñoz, “Soledad Acosta de Samper”, Boletín de Historia y Antigüedades 24/271 (1937): 283.20 Soledad Acosta de Samper, “Manual del Estudiante de Historia”, (FSAS [Fondo Soledad Acosta de Samper, Biblioteca José Manuel Rivas Sacconi del Instituto Caro y Cuervo] -013, 269 f., s. f.), /f0221 “Obras completas de Soledad A. de Samper”, (FSAS-037, 83 f., s. f.), /f30-/f31.

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55Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Le comentó a Ricardo Palma que preparaba “una obra de grande aliento, en seis tomos,

llamarase ‘Historia de la América latina’, por medio de biografías más o menos cortas de los

hombres célebres que fundaron cada colonia o República actual. Arranca desde el descubri-

miento de América hasta el siglo XIX. Los dos primeros tomos, cada uno de unas 500 páginas

ya están escritos y preparados. Me falta escribir, o más bien edificar los otros cuatro. Para

esto tengo mucho material preparado y me faltan muchos datos que me ha sido difícil conse-

guir, pues historias y geografías de las Repúblicas hermanas escasean mucho en Colombia.

De Europa hay mucho, de las hermanas colonias o Repúblicas poquísimo. ¿Cree usted que

este libro tendría acogida en el Perú? Se irá publicando por tomos si encuentro un editor que

no tema demasiado el gasto pues no tengo recursos para hacerlo personalmente”. Posible-

mente completó la redacción, según dos cartas de noviembre de 1910: la del Nuncio en Co-

lombia, monseñor Ragonessi, agradecía la dedicatoria del libro y la de la Academia Nacional

de Historia calificaba su manuscrito como “digno de todo aplauso y especial recomendación”

y le informaba que “la Corporación acordó que su presidente lo pusiera en manos del señor

ministro de Instrucción Pública”. Otro indicio de los adelantos del proyecto es un cartel de un

cuarto de pliego que dice en su encabezamiento: “Historia de la América Latina por medio de

biografías más o menos cortas de los hombres celebres que fundaron cada colonia o repúbli-

ca actual. La obra constará de 4 tomos o partes formando cada una de ellas una época en la

Historia de la América Latina”22.

Y no publicó el Ensayo sobre la influencia de la mujer en la historia de la humanidad que

su biógrafo Otero reseñó: “Este libro quedó listo para la publicación el 20 de julio de 1912,

pero la muerte de la autora lo hizo permanecer inédito”23.

El género biográfico Una de las voces más frecuentes en la producción escritural de Acosta de Samper fue el

género biográfico: vidas ilustres, vidas de próceres, vidas ejemplares, que conforman lo que

podría llamarse una “hagiografía patriótica”. También vidas de mujeres con las que proponía

modelos de comportamiento a sus lectoras.

22 El cartel se encuentra en un sobre de manila en el Fondo Soledad Acosta de Samper, Biblioteca José Manuel Rivas Sacconi del Instituto Caro y Cuervo.23 Otero, “Soledad Acosta”, 273.

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56Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Su inclinación por la historia colombiana y su vocación de historiadora se concretaron en la

“Biografía del general Joaquín París”, publicada en 1883 en Repertorio Colombiano y editada

ese mismo año como libro en la Imprenta de Medardo Rivas con el título Biografía del general

Joaquín París, fue la primera de las muchas biografías colombianas que escribió y fue premiada

en el concurso histórico literario con ocasión del primer centenario del Libertador Simón Bolívar.

su primer libro de historia. También en 1883 publicó “Gonzalo Suárez Rondón. Fundador de

Tunja” en Papel Periódico Ilustrado como primicia del libro Biografías de hombres ilustres24 que

su autora llevaba seis años preparando y publicó ese mismo año la Imprenta de La Luz.

Para La Familia escribió en 1884 unas notas biográficas de su padre y la colección “Biografías

contemporáneas. Historia de Colombia” con cuatro biografías25. Y en 1886, para el Papel Periódico

Ilustrado, escribió “Estudios biográficos: Biografía del general Joaquín Acosta (Fragmentos)”. De la

década de los años 90 es su trabajo sobre Sucre con el que participó en un concurso en Caracas

convocado por la Academia Nacional de la Historia, a la que había ingresado ese año y cuyo presi-

dente le informó en diciembre de 1890 que, a través del “ministro plenipotenciario de los Estados

Unidos de Venezuela cerca del Gobierno de la República de Colombia” recibiría “la medalla y la

cantidad correspondientes al 2º de los premios adjudicados en Certamen que esta Academia abrió

en honor de Sucre y con que fue usted favorecida por el Jurado que de su seno eligió la misma

Academia”. Acerca de este certamen y del premio obtenido, encontré en las fuentes consultadas

una nota de pie de página en la biografía de Sucre publicada en la colección “Biblioteca Histórica”:

“Escribimos en aquellos momentos una monografía acerca de Sucre, la cual enviamos a Caracas,

en donde tenía lugar un Concurso histórico en la Academia Nacional de Historia de Venezuela. Este

trabajo histórico obtuvo uno de los premios que se adjudicaron el 28 de octubre de aquel año de

1890”26; la reseña “Sucre. Trabajo histórico escrito por la señora Soledad Acosta de Samper, el cual

fue favorecido con el 2º de los premios adjudicados en el mismo certamen”27; y que el trabajo fue

editado en el Boletín de la Academia Nacional de la Historia [Venezuela] en 1980.

En estas biografías Soledad se fue haciendo historiadora, hasta consagrarse como tal en

la primera década del siglo XX con la Biografía del general Joaquín Acosta. Prócer de la Inde-

24 El título completo es Biografías de hombres ilustres o notables relativas a la época del Descubrimiento, Conquista y Colonización de la parte de América denominada actualmente EE UU de Colombia. Según la portadilla, se trataba de una “Obra destinada al servicio de la instrucción pública. Publicada con los auspicios del gobierno nacional y de la Dirección de Instrucción Pública del Estado de Cundinamarca”.25 Ver “Fuentes primarias”.26 Soledad Acosta de Samper, Biblioteca Histórica: Época de la Independencia, (Bogotá: Imprenta Moderna. 1909), Tomo 1, 140.27 Catálogo de la exposición de libros bolivarianos (CELB), (Caracas: C.A. Artes Gráficali, 1943), referenciado en la Bibliografía de la página web de la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz [Bolivia].

Page 57: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

57Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

pendencia, historiador, geógrafo, hombre científico y filántropo. Venía preparando la biografía

de su padre desde años atrás. Al menos desde 1884, cuando publicó apartes del diario de

Acosta en La Familia y se refirió a una “extensa biografía que tenemos escrita”28. A ella volvió

a referirse en 1886, cuando para “acceder a las instancias que nos ha hecho el señor director

del Papel Periódico Ilustrado”29, entregó una biografía de Joaquín Acosta “entresacándola de

una obra extensa sobre el mismo asunto que tenemos escrita”. Comenzó a publicarla en El

Domingo en 1898. Pero debido a la guerra la revista dejó de circular y solo se publicaron doce

capítulos, con los cuales hizo una primera edición en la Tipografía de La Luz. Le contó a Ru-

fino Cuervo, en mayo de 1902, que como “no se publicó sino la primera parte de la Biografía

de mi padre. Yo cedí el resto a los Camachos para que ellos la publicaran por su cuenta”. Que

es la edición hecha en 1901 por Librería Colombiana de Camacho Roldán & Tamayo.

Una nueva serie de seis biografías publicó en Lecturas para el hogar, en 1905, con el título

“Biografías de hombres ilustres de Hispanoamérica”30. Y con las trece biografías que escribió

para la Colección “Biblioteca Histórica” y la Biografía del general Antonio Nariño, cuya pu-

blicación se hizo en 1910 en la Imprenta Departamental de Pasto, cerró Soledad Acosta de

Samper su producción escritural en el género biográfico.

La historia patria como proyecto editorial En la primera década del siglo XX la historia patria fue el proyecto editorial de Acosta de Sam-

per en dos textos de historia patria que fueron publicados por el Ministerio de Instrucción

Pública en la Imprenta Nacional –Catecismo de Historia de Colombia, que tuvo dos ediciones,

la primera en 1905 y la segunda en 1908; y Lecciones de Historia de Colombia, en 1908– y

la Colección “Biblioteca Histórica” en 1910.

En carta dirigida a Ricardo Palma con fecha 7 de julio de 1898 le contaba: “He estado muy

ocupada escribiendo el compendio histórico que me encargó el ministro de Instrucción Pública

–del cual creo haber hablado a usted– porque deseaba presentarlo antes de que saliera Caro

de la Presidencia. Pero ya creo que no alcanzaré porque se me han presentado tantos tropiezos

28 Soledad Acosta de Samper, “Estudios biográficos: Biografía del general Joaquín Acosta (Fragmentos)”, La Familia I/1 (may/1884): 1.29 Soledad Acosta de Samper, “Joaquín Acosta”, Papel Periódico Ilustrado V/105 (dic 4/1886): 130.30 Ver “Fuentes primarias”.

Page 58: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

58Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

que no lo acabaré antes del 7 de agosto en que tomará posesión del Poder Ejecutivo el señor

Sanclemente (que ha cumplido 87 años) o el señor Marroquín –cuyas obras usted conoce–,

que es el vicepresidente, ¡que no baja de 73 años! Como nadie cree en que dure Sanclemente,

y se teme por la salud de Marroquín, lo importante es el nombramiento del Designado. ¡Ya com-

prenderá cómo serán las intrigas, etc., etc., para cuando se reúna el Congreso el 20 de julio!”.

Pero una carta del Ministerio de Instrucción Pública, de octubre 24 de 1900, le comunicó

“la imposibilidad de dar curso al contrato celebrado por usted con el ministro de Instrucción

Pública el 17 de junio de 1897 sobre adquisición de un texto intitulado ‘Lecciones de Historia

de Colombia’. La Comisión de cuentas de la Cámara de Representantes glosó el pago de $

2.500 hecho a usted por anticipación y a buena cuenta del contrato referido por considerar

que el pago era ilegal”, lo que debió afectar las finanzas de la historiadora que contaba con la

suma adeudada. Pero pasada la guerra, se publicó Lecciones de la Historia de Colombia de

cuya distribución en las escuelas del país se encargaría el Ministerio de Instrucción.

En la “Introducción”, que ya había sido publicada con el título “Historia Patria, la autora del libro

expone su propósito y los destinatarios, que eran las escuelas normales de enseñanza secundaria;

el marco teórico de su interpretación de la historia, la intencionalidad y, en cierta forma, la metodo-

logía, justificando su pertinencia desde los avances de la antropología, por entonces en plena eclo-

sión, por lo cual “las historias escritas hace un cuarto de siglo se encuentran en extremo atrasadas, y

sus conceptos acerca de aborígenes americanos son ya errados”, y planteaba que dada la influencia

de los antepasados “en la marcha de una nación” convenía “estudiar la índole y costumbres de las

razas que componen la nación”, que a su juicio eran dos, considerando “que el pueblo obedece a

los impulsos ya de la índole salvaje o servil que distinguía a las diferentes tribus aborígenes, o se

deja llevar otras veces por el carácter caballeroso o despótico de los conquistadores españoles, los

cuales ellos también llevaban en sus venas un conjunto de diferentes razas”31. Que era la interpre-

tación de la historia como un proceso civilizatorio que hacían sus contemporáneos, asumiendo el

binomio barbarie / civilización del discurso facundiano: los pueblos indígenas y los descendientes de

los esclavos africanos representaban la barbarie; Europa significaba civilización.

Para el catecismo de historia patria que venía preparando contaba con las investigaciones

adelantadas para sus narraciones histórico novelescas y biografías que había escrito y publi-

31 Soledad Acosta de Samper, Lecciones de Historia de Colombia (Bogotá: Imprenta Nacional, 1908), 3-5.

Page 59: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

59Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

cado en años anteriores. Se proponía, ahora, que sus destinatarios, los niños colombianos,

conocieran y amaran la historia de su patria, utilizando para ello el método de preguntas y

respuestas propio de los catecismos para facilitar la memorización de la información según

los métodos pedagógicos de la época.

Buscando apoyo del gobierno para su publicación, acudió al Ministerio de Instrucción Pú-

blica, que era la instancia que ella confiaba prestaría interés a su obra. “Se me ha autorizado

ampliamente por el Consejo de Ministros para celebrar con usted un contrato reformatorio

del que existe con usted y este Ministerio sobre compra de una obra de historia destinada a

las escuelas de Colombia y del Catecismo de Historia Patria. En tal virtud me es grato mani-

festar a usted que este Despacho está dispuesto a celebrar el contrato en referencia, sobre

las bases y condiciones fijadas por usted en el citado memorial”, le escribió el ministro de Ins-

trucción Pública, Carlos Cuervo, el 5 de noviembre de 1904. Una segunda carta del ministro

no traía buenas noticias: le informaba que era imposible publicar sus dos obras históricas en

la Imprenta Nacional, debido al gran recargo de trabajo que había en ese establecimiento. El

dato siguiente es otra carta del ministro, del 5 de octubre, comunicándole que “ya está ter-

minada la edición de 4.000 ejemplares de la preciosa obrita de usted, ‘Catecismo de Historia

de Colombia’ que el gobierno se propone distribuir en todas las escuelas de la república para

la buena enseñanza de la juventud”. Y el 7 de noviembre le agradecía “la valiosa donación

que usted ha hecho al gobierno de la citada obra, la cual será de grandísima utilidad para la

instrucción pública del país”. ¿Y el contrato?

“Un año falta para que celebremos con toda la pompa posible en esta República, el primer

Centenario de nuestra independencia de la madre España”32, escribió en uno de los veinti-

cuatro cuadernos que conforman la Colección “Biblioteca Histórica”, otro proyecto editorial,

en asocio con la Imprenta Moderna, en 1909, quizá el último de su trayectoria editorial.

Circularon quincenalmente veinticuatro cuadernos33, pero se suspendió la publicación sin

que la editorial ni la coordinadora ofrecieran explicación. Los cuadernos publicados fueron

compilados por la Imprenta Moderna, socia en este proyecto, en dos volúmenes –Época de

la Independencia, el Tomo 1, y Época de la Independencia y Presidentes de la república de la

Nueva Granada, el Tomo 2– que permiten, hoy, acceder a esta colección.

32 Soledad Acosta de Samper, Biblioteca Histórica: Época de la Independencia (Bogotá: Imprenta Moderna. 1909), Tomo 1, 283-284.33 Ver “Fuentes primarias”.

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60Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

¿Por qué fue silenciada por el canon patriarcal? No me cabe duda que Soledad Acosta de Samper fue reconocida por sus contemporáneos

como historiadora. Y lo confirma que en 1902, fue recibida como miembro honorario de la que

por entonces se llamaba Sociedad de Historia Nacional34. “Fue aclamada”35, reconoció Bernar-

do J. Caycedo al rendir homenaje a su memoria en la colocación del retrato de la primera mujer

que tuvo asiento en la Academia, aunque, por ser mujer, fue recibida como miembro honorario.

Agregó este título a su pertenencia a otras corporaciones, entre ellas la Academia de la Histo-

ria de Venezuela, en la que fue nombrada en 1890 y a la que se refería siempre como Academia

de Historia de Caracas, y el Instituto de Colombia, en el que había sido recibida en 1901 según

comunicación de su nombramiento como “miembro del Instituto en la Academia de la Lengua”

También la inclusión de su nombre en la “Galería de notabilidades colombianas” con mo-

tivo de las celebraciones del Centenario de la Independencia, en 1910, da fe del reconoci-

miento de sus contemporáneos, no solo por sus escritos, sino también por su liderazgo en

causas cívicas, como el manifiesto dirigido al vicepresidente Marroquín en 1903, cuando la

separación de Panamá, o su intervención con motivo del Centenario de la Independencia en

el homenaje a Antonio Nariño, entre las causas recientes, porque en 1854 convocó a las “va-

lientes bogotanas” a tomar las armas para derrocar la dictadura de Melo y en 1876 defendió

la libertad de prensa en carta dirigida al presidente Santiago Pérez.

Y la reconocieron sus contemporáneos como escritora y como historiadora en las notas

necrológicas publicadas en la prensa a raíz de su muerte: como “historiógrafa”36; “escritora

de episodios nacionales”37 según reza el Acuerdo de la Academia de Historia; “insigne histo-

riadora”38, al decir de Agripina Montes del Valle y. según el Acuerdo de la Academia Nacional

de Historia, “la señora Acosta de Samper, miembro de esta Corporación, fue asidua y cons-

tante escritora de episodios nacionales”39. El Tiempo de Caracas recordó que con su biografía

de Sucre había sido “laureada por la Academia Nacional de Historia en la justa literaria que

se celebró en el centenario del ínclito cumanés”40 y, según La Gaceta Republicana, “desde

34 Posteriormente se denominaría Academia Nacional de Historia y Academia Colombiana de Historia.35 Caycedo, Bernardo. “Semblanza de doña Soledad Acosta de Samper”. Discurso ofrecido con motivo de la colocación del retrato de doña Soledad Acosta de Samper en la Galería de Historiadores de la Academia Colombiana de Historia. Boletín de Historia y Antigüedades 452 (1952): 356-379; Bolívar 15 (1952): 984.36 Soledad Acosta de Samper. Recuerdos y homenajes a su memoria (Bogotá: Arboleda y Valencia, 1914), 45.37 Ibídem 7.38 Ibídem 31-3239 Ibídem 7.40 Ibídem 66.

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61Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

hace treinta años la señora Soledad Acosta de Samper se dedicaba especialmente a investi-

gaciones y estudios históricos”41. Por su parte El Mercurio de Chile informó que “la muerte la

sorprendió en plena actividad cuando daba la última mano a la Historia de América que será

sin duda la de mayor aliento de sus producciones que pasan de medio centenar”42.

Tras los reconocimientos de sus contemporáneos, los escritos de Soledad Acosta de Sam-

per quedaron silenciados y su nombre poco a poco se fue borrando de los anales de la litera-

tura, la historiografía y el periodismo nacionales: los manuales de literatura no mencionan su

nombre y los historiadores no citan sus trabajos históricos. Por ejemplo, la conocida biografía

de Sucre de Alfonso Rumazo no cita en la bibliografía los escritos sobre Sucre de Acosta de

Samper; otros biógrafos de Núñez (Tamayo, Liévano, Otero, Del Castillo, Serrano43) tampoco

reseñan su biografía de Núñez, ni Jorge Ricardo Bejarano menciona en su biografía de Na-

riño la que ella escribió, y así podría seguir citando autores que desconocen a su colega del

siglo XIX; más aún, el libro de Alexander Betancourt (2007) desconoce a Soledad Acosta de

Samper al referirse a los historiadores que en el siglo XIX definieron los relatos fundacionales

–Restrepo, Joaquín Acosta, De Plaza y Quijano–, entre quienes ella debería ocupar un lugar.

En las dos últimas décadas del siglo XX se despertó el interés académico por esta escri-

tora desde los estudios literarios, enmarcado en la perspectiva de género y la construcción

de nacionalidad, haciendo posible la reaparición de su nombre en el escenario colombiano

e internacional de los estudios literarios, que es el escenario en el que es actualmente más

conocido, mientras muy poco se reconoce su voz de historiadora y periodista, que fue como

la consagraron sus contemporáneos.

El “Año Soledad Acosta de Samper”, declarado por el Ministerio de Cultura con motivo del

centenario de su muerte, en marzo de 2013, hizo eco a investigadoras e investigadores que

han conseguido rescatar del olvido los libros y los artículos que publicó; las revistas que fun-

dó, dirigió y redactó; sus voces de periodista, novelista, historiadora y “protofeminista” con

las que defendió la condición de las mujeres de su generación. Justo homenaje que pretendió

devolver la voz que había sido silenciada y visibilizar el nombre de la escritora del siglo XIX

invisibilizado por el canon patriarcal.

41 Ibídem 13.42 Ibídem 67.43 Rafael Serrano Camargo cita en la bibliografía la Biografía del general Joaquín Acosta de Soledad Acosta de Samper.

Page 62: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

62Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Fuentes consultadasFuentes primarias: escritos históricos de Soledad Acosta de Samper

Escritos en publicaciones periódicas

“Apuntes históricos. Juana de Flandes, condesa de Hainault”. La Mujer 31 (feb 1/1880): 165-

168. Reproducido con el título: “Juana de Flandes, condesa de Hainault”. El Domingo de

la Familia Cristiana I/30 (oct 13/1889): 61-64.

“Biografía del general Joaquín Acosta. Prócer de la Independencia, historiador, geógrafo,

hombre científico y filántropo”. El Domingo I/1 (oct 2/1898): 1-6; I/2 (oct 9/1898): 33-38;

I/3 (oct 16/1898): 65-72; I/4 (oct 23/1898): 105-112; I/5 (oct 30/1898): 133-141; I/6

(nov 6/1898): 169-176; I/7 (nov 13/1898): 209-216; I/8 (nov 20/1898): 253-256; I/9

(nov 27/1898): 283-288; I/10 (dic 4/1898): 313-318; I/11 (dic 11/1898): 346-352; I/12

(dic 18/1898): 371-376; II/13 (mar 19/1899): 13-21; II/14 (abr 2/1899):49-78; II/15 (abr

16/1899): 112-126; II/16 (abr 30/1899): 151-161; II/17 (may 14/1899): 220-234; II/18

(may 28/1899): 262-269; II/19 (jun 11/1899): 316-328; II/20 (jun 25/1899): 350-374;

II/21 (jul 9/1899): 385-393; II/22-23 (jul 30/1899): 437-446. Anuncia que “Continuará”

pero la publicación se suspende.

“Biografía del general Joaquín París”: “Bolívar y su siglo. Biografía del general Joaquín París”.

Repertorio Colombiano III (nov/1883): 193-215; IV (dic/1883): 273-295. En nota de pie de

página: “En el número anterior se publicó esta biografía, por descuido, con el título Bolívar

y su siglo” (273). Reproducido como: Biografía del general Joaquín París. Bogotá: Imprenta

de Medardo Rivas, 1883. 45 p.

“Biografías contemporáneas. Historia de Colombia”: “Introducción”. La Familia I/2 (jun/1884):

65-66; “Andrés Noguera. Rasgos de la vida de un guerrillero pastuso”. I/2 (jun/1884):

66-88; “El general José Sardá”. I/3 (jul/1884): 129-137; I/4 (ago/1884): 197-207; I/5

(sep/1884): 261-266; “Don Alejandro Vélez”. II/9 (ene/1885): 513-525; “El general Ma-

nuel Serviez”. II/10-12 (nov/1885): 577-590.

“Biografías de hombres ilustres de Hispanoamérica”: “El general Miranda”. Lecturas para el

hogar 1/5 (jul 1/1905): 305-316; “Hombres ilustres del Perú y el Ecuador. Atahualpa, el úl-

timo de los Incas”. 1/6 (ago 1/1905): 369-372; “Los Pizarros y los Almagros. Conquistado-

res del Perú y Ecuador”. 1/7 (sep/1905): 26-38; “El general Francisco de Paula Santander.

Prócer de la Independencia y Presidente de la Nueva Granada”. 1/8 (oct 1/1905): 69-84;

Page 63: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

63Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

“El general José Antonio Páez (El héroe de Apure)”. 1/11 (feb 1/1906): 281-287; “Hom-

bres notables de Hispanoamérica. I. El general Manuel Belgrano (Guerrero argentino). II.

Don José Miguel Sanz (Llamado el Licurgo venezolano)”. 1/12 (mar/1905): 338-344.

“Bocetos biográficos. Don Alejandro Vélez”. Boletín de Historia y Antigüedades II/23 (1904): 675-683.

“Bolívar y los incas”. La Familia I/4 (ago/1884): 192-208. Cartas cruzadas en 1884 entre

Don Pedro Antonio de Alarcón y Soledad Acosta de Samper a propósito de un artículo pu-

blicado en España y América.

“Breve diccionario de mujeres célebres. Antigüedad”. La Mujer IV/37 (may 15/1881): 27; IV/39

(jun 15/1881): 76; IV/40 (jul 1/1881): 100; IV/43 (may 15/1881): 171; IV/45 (sep 15/1881):

219-220; IV/46 (oct 1/1881): 243-244; IV/47 (oct 15/1881): 268; V/53 (feb 1/1881): 124;

V/54 (feb 15/1881): 148; V/55 (mar 1/1881): 172; V/56 (mar 15/1881): 195-196.

“Descripción del Istmo de Panamá en el siglo XVI”. El Centenario [Madrid] Tomo I (1892): 256-

261; 414-419; 444-449.

“Dos gobernantes ejemplares”. El Centenario [Madrid] Tomo IV (1892): 337-343.

“Dos hombres públicos colombianos. I-II. El general Tomás Cipriano de Mosquera (Presidente

y Revolucionario). III. El doctor Rafael Núñez (Presidente de Colombia)”. Lecturas para el

hogar II/10 (dic 1/1905): 197-221.

“Doctor don José Ignacio de Márquez. Segundo Presidente de la República de la Nueva Gra-

nada. 1793-1880”. Colección “Biblioteca Histórica” 21 (feb/1910): 266-288.

“El asesinato del mariscal Antonio José de Sucre”. Colección “Biblioteca Histórica” 4

(mar/1909): 91-122.

“El general Joaquín Acosta”. Colección “Biblioteca Histórica” 19 (dic/1909): 199-224.

“El general Juan José Flórez (Fundador de la República del Ecuador)”. Colección “Biblioteca

Histórica” 5 (mar/1909): 147-154.

“El general Pedro Alcántara Herrán. Tercer Presidente de la Nueva Granada. 1800-1872”.

Colección “Biblioteca Histórica” 22 (mar/1910): 289-320; 23 (mar/1910): 321-328.

“El general Tomás C. de Mosquera. Cuarto Presidente de la República de la Nueva Granada.

Primera parte. 1796-1854”. “Segunda parte. 1860-1878”. Colección “Biblioteca Históri-

ca” 23 (mar/1910): 329-348; 24 (dic/1910): 353-362.

“El Libertador Simón Bolívar. Libertador de Venezuela, Nueva Granada, Ecuador, Perú y Bo-

livia, creador de Colombia la Grande. Primera parte: 1783-1821”. Colección “Biblioteca

Page 64: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

64Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Histórica” 6 (abr/1909): 155-186; “Segunda parte: 1821-1830”. 7 (abr/1909): 187-218;

“Tercera parte: 1830”. 8 (may/1909): 219-231.

“El Libertador y los recuerdos de su familia”. Colección “Biblioteca Histórica” 9 (may/1909): 272-282.

“Época de la Independencia”: “Los Precursores: I. El general Antonio Nariño”. Colección “Bi-

blioteca Histórica” 1 (ene/1909): 1-26; II. El general Francisco Miranda”. 2 (feb/ 1909):

27-45; “El general Manuel de Serviez”. 15 (sep/1909): 65-96; “El general José Sardá”. 16

(sep/1909): 98-128; 17 (oct/1909): 129-140; “General Joaquín París”. 17 (oct/1909):

141-160; 18 (nov/1909): 161-192; 19 (dic/1909): 193-198.

“Estudios biográficos: Biografía del general Joaquín Acosta (Fragmentos)”. La Familia I/1

(may/1884): 1-8.

“Estudios históricos sobre la mujer en la civilización”. La Mujer I/1 (sep 1/1878): 2-4; I/2 (sep

18/1878): 25-27; I/3 (oct 3/1878): 49-52; I/4 (oct 17/1878): 73-77; I/5 (nov 5/1878): 97-

99; I/6 (nov 25/1878): 121-123; I/7 (dic 15/1878): 144-148; I/8 (ene 5/1879): 169-171; I/9

(ene 22/1879): 193-195; I/10 (feb 5/1879): 217-227; I/11 (feb 21/1879): 241-243; I/12 (mar

15/1879): 265-267; II/13 (abr 5/1879): 5-9; II/14 (abr 20/1879): 29-30; II/15 (may 5/1879):

53-55; II/16 (may 20/1879): 77-79; II/17 (jun 5/1879): 101-102; II/18 (jun 20/1879): 125-127;

II/19 (jul 5/1879): 149-151; II/20 (jul 20/1879): 173-175; II/21 (ago 5/1879): 197-198; II/22

(ago 20/1879): 220-222; II/24 (sep 20/1879): 269-270; III/25 (oct 1/1879): 5-7; III/26 (oct

15/1879): 29-30; III/27 (nov 1/1879): 54-55; III/28 (nov 15/1879): 77-79; III/29 (dic 1/1879):

101-103; III/30 (dic 15/1879): 125-127; III/31 (feb 1/1880): 149-151; III/32 (feb 15/1880):

173-175; III/33 (mar 1/1880): 197-199; III/34 (mar 24/1880): 221-223; III/35 (abr 15/1880):

245-248; III/36 (may 1/1880): 270-272; IV/37 (may 15/1880): 5-7; IV/38 (jun 1/1880): 29-31;

IV/39 (jun 15/1880): 53-55; IV/40 (jul 1/1880): 77-79; IV/41 (jul 15/1880): 101-103; IV/42 (ago

1/1880): 125-126; IV/43 (ago 15/1880): 149-150; IV/44 (sep 1/1880): 173-175; IV/45 (sep

15/1880): 197-198; IV/46 (oct 1/1880): 221-222; IV/47 (oct 15/1880): 245-247; IV/48 (nov

1/1880): 269-270; V/49 (nov 15/1880): 5-8; V/50 (dic 1/1880): 29-31; V/51 (dic 15/1880):

53-55; V/52 (ene 15/1881): 77-79; V/53 (ene 15/1881): 101-103; V/54 (feb 15/1881): 125-

126; V/55 (mar 1/1881): 149-151; V/56 (mar 15/1881): 173-174; V/57 (abr 1/1881): 197-198.

“Generales ilustres de la época de la Independencia. El general Antonio José de Sucre Ma-

riscal de Ayacucho y primer Presidente de Bolivia”. Colección “Biblioteca Histórica” 3

(feb/1909): 61-80.

Page 65: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

65Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

“Gonzalo Suárez Rondón. Fundador de Tunja. I-III”. Papel Periódico Ilustrado II/33 (ene

31/883): 136-139; II/34 (feb 15/883): 158-161.

“Historia Patria”. Sur América I/33 (jun 1/1904): 2.

“Historia. Los contemporáneos de Cristóbal Colón”. Lecturas para el hogar I/1 (mar 1/1905): 36-49.

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“Historia Universal Abreviada. Desde la formación del mundo hasta nuestros días por Soledad Acosta

de Samper. Estudios propios para las escuelas y colegios. 1885. Dedicada a los maestros”. Archivo

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“Influencia de los monasterios cristianos en la civilización”. La Mujer V/57 (abr 1/1881): 198-200.

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“José Antonio Galán. Episodios de la guerra de los comuneros”. El Bien Público I/1-7. (jul

29/1870-ago 23/1870). Firmado: “Por Aldebarán”.

“La conspiración del 25 de septiembre de 1828 contra Bolívar. I”. Colección “Biblioteca His-

tórica 8 (may/1909): 232-250; 9 (may/1909): 251-271.

“La mujer española en Santafé de Bogotá. (Cuadro histórico)”. Revista Literaria. Biografía,

historia, viajes, geografía, estadística, crítica, cuadros de costumbres, poesías, variedades

I/1 (may/1890): 41-49. Reproducido en: “La mujer española en Santafé de Bogotá”. La

España Moderna [Madrid] IV/XL (abr/1892): 161-168.

“La revolución de la independencia en las colonias españolas de América”. Colección “Biblio-

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“La suerte de los asesinos del Gran Mariscal Sucre”. Colección “Biblioteca Histórica” 5

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“Las esposas de los conquistadores”. El Centenario [Madrid] Tomo II (1892): 228-240.

“Las mujeres de la Gran Colombia en la época de la Independencia”. Lecturas para el hogar

1/3 (may 1/1905): 129-150. Reproducido en: “Las mujeres de la época de la independen-

cia”. Colección “Biblioteca Histórica” 14 (ago/1909): 41-64.

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“Los contemporáneos de Cristóbal Colón”. El Centenario [Madrid] Tomo III (1892): 20-28.

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Page 66: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

66Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

15/1880): 112-115; IV/42 (ago 1/1880): 138-140; IV/43 (ago 15/1880): 157-161; IV/44

(sep 1/1880): 180-183; IV/45 (sep 15/1880): 202-208.

“Monografías historiales”: “Introducción” y “El Cabo de la Vela”. Revista del Colegio Mayor de

Nuestra Señora del Rosario VI/53 (may 1/1910): 149-160; VI/54 (jul 1/1910): 212-220;

“La conquista de los pijaos”. VI/60 (nov 1/1910): 365-369; “Los primeros conquistadores

de los indios pijaos”. VII/62 (mar 1/1911): 99-110; VII/63 (abr 1/1911): 173-186; “Pacifi-

cación de los pijaos”. VII/67 (ago 1/1911): 413-419.

“Preliminares de la guerra de la independencia en Colombia”. Colección “Biblioteca Histórica”

10 (jun/1909): 284-314; 11 (jun/1909): 315-346; 12 (jul/1909): 347-373.

“Presidentes de la República de la Nueva Granada. El general Francisco de Paula Santander 1792-

1840”. Colección “Biblioteca Histórica” 20 (ene/1910): 225-256; 21 (feb/1910): 257-265.

“Sucre. Trabajo histórico escrito por la señora Soledad Acosta de Samper, el cual fue favore-

cido con el 2º de los premios adjudicados en el mismo certamen”. Reseñado en: Catálogo

de la exposición de libros bolivarianos. Caracas: C.A. Artes Graficali. 1943.

“Tres sabios sudamericanos: I. Juan Ignacio Molina (Naturalista y sabio chileno). II. Fray Vicen-

te Solano (Sabio naturalista y teólogo ecuatoriano). III. Francisco José de Caldas (sabio, pa-

triota y mártir de la independencia)”. Lecturas para el hogar II/9 (nov 1/1905): 153-163.

Libros

Biografía del general Antonio Nariño. Pasto: Imprenta Departamental, 1910. 220 p.

Biografía del general Joaquín Acosta. Prócer de la independencia, historiador, geógrafo, hom-

bre científico y filántropo. Por S. Acosta de Samper. Bogotá: Tipografía de La Luz, 1898.

Biografía del general Joaquín Acosta, prócer de la independencia, historiador, geógrafo, hombre

científico y filántropo. Bogotá: Librería Colombiana de Camacho Roldán & Tamayo, 1901. 502 p.

Biografía del general Joaquín París. Bogotá: Imprenta de Medardo Rivas, 1883. 45 p. Obra

premiada en el concurso histórico literario con ocasión del primer centenario del Liberta-

dor Simón Bolívar.

Biografías de hombres ilustres o notables relativas a la época del Descubrimiento, Conquista

y Colonización de la parte de América denominada actualmente EE. UU. de Colombia. Bo-

gotá: Imprenta de La Luz, 1883. 447 p.

Page 67: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

67Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Catecismo de Historia de Colombia. Bogotá: Imprenta Nacional, 1905. 120 p. Segunda edi-

ción: Bogotá: Imprenta Nacional, 1908. 115 p.

Lecciones de Historia de Colombia. Bogotá: Imprenta Nacional, 1908. Edición del Ministerio

de Instrucción Pública.

Memorias presentadas en congresos

“Los aborígenes que poblaron los territorios que hoy forman la República de Colombia, en la

época del descubrimiento”. En Memorias presentadas en congresos internacionales que

se reunieron en España durante las fiestas del IV centenario del descubrimiento de Amé-

rica en 1892, 1-49. Chartres: Durand, 1893.

“Memoria sobre el establecimiento de hebreos en el Departamento de Antioquia”. En Memorias

presentadas en congresos internacionales que se reunieron en España durante las fiestas

del IV centenario del descubrimiento de América en 1892, 51-72. Chartres: Durand, 1893.

Compilaciones

Biblioteca Histórica: Época de la Independencia. Bogotá: Imprenta Moderna. 1909. Colección

“Biblioteca Histórica”. Tomo 1. 373 p.

Biblioteca Histórica: Época de la Independencia y Presidentes de la República de la Nueva

Granada. Bogotá: Imprenta Moderna. 1910. Colección Biblioteca Histórica. Tomo 2. 382 p.

Memorias presentadas en congresos internacionales que se reunieron en España durante las fies-

tas del IV centenario del descubrimiento de América en 1892, 1-49. Chartres: Durand, 1893.

Manuscritos

“Biografía de Joaquín Acosta. Escrita por su hija Soledad Acosta de Samper”. Archivo de la

familia Samper en Centro de Documentación del Gimnasio Moderno. Sin catalogación.

“Catecismo de historia patria por Soledad Acosta de Samper. Primera parte”, FSAS-044, 141 f., s. f.

“Conquistadores. Gonzalo Jiménez de Quesada y sus compañeros”, FSAS-036, 110 f., s. f.

“Esposas de los conquistadores”, FSAS-046,. 42 f., s. f.

“Estudios históricos sobre la mujer en la civilización”. 29 f. En maqueta de publicación “Es-

tudios históricos”. Biblioteca de la Academia Colombiana de la Lengua. Sin catalogación.

“Estudios y monografías historiales. V. Preliminares de la guerra de independencia en Colom-

bia. 1ª parte: Los Comuneros y la conspiración de Vidalle en 1784”, FSAS-016, 104 f., s. f.

Page 68: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

68Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

“Historia del Istmo de Panamá”, FSAS-017, 60 f., fechado 1888.

“Historia Universal Abreviada. Desde la formación del mundo hasta nuestros días por Soledad Acosta

de Samper. Estudios propios para las escuelas y colegios. 1885. Dedicada a los maestros”. Archivo

de la familia Samper en Centro de Documentación del Gimnasio Moderno. Sin catalogación.

“Los conquistadores. Los compañeros de Federmann y de Belalcázar”, FSAS-039, 76 f., s. f.;

Tercera parte”, FSAS-031, 173 f., s. f.

“Los misioneros en el Nuevo Reino de Granada”. 42 f. En maqueta de publicación: “Los mi-

sioneros”. Biblioteca de la Academia Colombiana de la Lengua. Sin catalogación.

“Manual del Estudiante de Historia”, FSAS-013, 269 f., s. f.

“Obras completas de Soledad A. de Samper”, FSAS-037, 83 f., s. f.

“Planes para escribir novelas históricas. No. 2”, FSAS-032, 63 f., s. f.

“Preliminares de la guerra de independencia en Colombia. Segunda parte: Los conspiradores

de don Antonio Nariño. 1797-1798”, FSAS-025, 123 f., s. f.

“Quinta Parte. Asesinato del Gran Mariscal Ayacucho en la Montaña de Berruecos”, FSAS-

021, 25 f., fechado “Bogotá, 20 de julio de 1890. Juan de los Pinos”.

“Soledad Acosta a las valientes bogotanas”, FSAS-001-1, 1 f., fechado “Junio, 1854.

[Serie sin título]: “Parte primera. Santa Marta”. FSAS-047-1, 84 f., s. f.; “Segunda parte. De

Santa Marta a Coro”. FSAS-047-2, 74 f., s. f.; “Parte tercera. Federmann”. FSAS-047-3, s.

f.; [Sin título. Continuación de tercera parte. Cuarta parte.]. FSAS-019, 107 f., s. f.; “Parte

cuarta. Del Pauto a Santa Fe”. FSAS-047-4, 95 f., s. f.

[Sin título. Notas sobre historia de Ecuador, Chile y Brasil y de “Los historias primitivos de

Indias”], FSAS-038, 23 f., s. f.

Reediciones de artículos o capítulos de libro

“Antonio José de Sucre (Mariscal de Ayacucho y primer Presidente de Bolivia) 1795-1830”. Bo-

letín de la Academia Nacional de la Historia [Venezuela] LXIII/ 250 (abr-jun/1980): 268 ss.

“Bocetos biográficos”. Boletín de Historia y Antigüedades 2/23 (1964): 675-683.

“El Doctor Rafael Núñez”. Prólogo de Los mejores artículos políticos por Rafael Núñez, vi-xxxi.

Bogotá: Editorial Minerva, 1936. Reeditado en: Bogotá: Editorial Minerva, 1937.

“Las esposas de los conquistadores: ensayo histórico”. Boletín de la Academia de la Historia

del Valle del Cauca 25/108 (1957): 140-154.

Page 69: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

69Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Otras fuentes primarias

Acosta, Joaquín. Compendio histórico del descubrimiento y colonización de la Nueva Granada

en el siglo decimosexto. Paris: Imprenta de Beau, en San German en Laye, 1848. Reproduci-

do: Compendio histórico del descubrimiento y colonización de la Nueva Granada en el siglo

XVI. Bogotá: Librería Colombiana Camacho Roldán y Tamayo, 1901; Compendio histórico del

descubrimiento y colonización de la Nueva Granada en el siglo decimosexto. Bogotá: Presi-

dencia de la República, 1996. Con el título: Historia del descubrimiento y colonización de la

Nueva Granada. Bogotá: Ministerio de Educación Nacional - Biblioteca Popular de Cultura

Colombiana, 1942; y con el título Historia de la Nueva Granada. Medellín: Bedout, 1971.

Samper, José María. Apuntamientos para la historia política y social de la Nueva Granada desde 1810

y especialmente de la administración del 7 de marzo. Bogotá: Imprenta de El Neogranadino, 1853.

_____ Ensayo sobre las revoluciones políticas y la condición social de las Repúblicas Co-

lombianas (Hispano-americanas) con un apéndice sobre la orografía y la población de la

Confederación Granadina. Paris: Imprenta Thunot, 1861. Reeditado en: Bogotá: Editorial

Incunables, 1984. 3ª edición.

Fuentes secundarias citadas

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Betancourt Mendieta, Alexander. Historia y Nación. Tentativas de la escritura de la historia

en Colombia. Medellín / México: La Carreta Editores / Coordinación de Ciencias Sociales y

Humanidades Universidad Autónoma de San Luis Potosí, 2007.

Cabello de Carbonera, Mercedes. “Soledad Acosta de Samper”. El Perú Ilustrado [Lima]

III/142 (ene 25/1890): 1.309-1.310. Reproducido en: Carolina Alzate y Montserrat Ordó-

ñez, comp., Soledad Acosta de Samper: Escritura, género y nación en el siglo XIX, 109-

112. Madrid / Frankfurt: Iberoamericana / Vervuert, 2005.

Caycedo, Bernardo. “Semblanza de doña Soledad Acosta de Samper”. Discurso ofrecido con

motivo de la colocación del retrato de doña Soledad Acosta de Samper en la Galería de His-

toriadores de la Academia Colombiana de Historia. Boletín de Historia y Antigüedades 452

(1952): 356-379; Bolívar 15 (1952): 961-984. Reproducido en: Carolina Alzate y Montse-

rrat Ordóñez, comp., Soledad Acosta de Samper: Escritura, género y nación en el siglo XIX,

139-158. Madrid / Frankfurt: Iberoamericana / Vervuert, 2005.

Del Castillo, Nicolás. El primer Núñez. Bogotá: Tercer Mundo, 1971.

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Otero Muñoz, Gustavo. “Soledad Acosta de Samper”. Boletín de Historia y Antigüedades 24/271

(1937): 256-283. Reproducido en: “Soledad Acosta de Samper. Escribe: Gustavo Otero Muñoz”.

Boletín Cultural y Bibliográfico 7/6 (1964): 1063-1069; Los piratas en Cartagena, vii-xx. Bogotá:

Ministerio de Educación de Colombia, 1946; Los piratas en Cartagena. “Prólogo”, 7-18. Medellín:

Bedout, 1972; Carolina Alzate y Montserrat Ordóñez, comp., Soledad Acosta de Samper: Escritura,

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Wilson, Emilia Serrano, baronesa de. “Soledad Acosta de Samper”. Mujeres ilustres de Amé-

rica. Bosquejos biográficos, 71-73. Barcelona: Maucci, 1904. Reproducido en: Carolina

Alzate y Montserrat Ordóñez, comp., Soledad Acosta de Samper: Escritura, género y nación

en el siglo XIX, 117-118. Madrid / Frankfurt: Iberoamericana / Vervuert, 2005.

Hoja de vida de Isabel Corpas de Posada

Licenciada (1975), Magíster ( (1977) y Doctora (1984) en Teología por la Pontificia Universi-

dad Javeriana de Bogotá. Fue profesora en la Facultad de Teología de la Pontificia Univer-

sidad Javeriana (1977-1997) y de la Universidad de San Buenaventura (2000-2010) de

Bogotá. Es autora de libros y artículos publicados sobre temas especializados de teología

y estudios del hecho religioso. Actualmente es investigadora independiente. Es miembro

fundadora de la Asociación Colombiana de Teólogas y de la Red de Teólogas y Teólogos

Javerianos; miembro de Amerindia y del Instituto Colombiano para el Estudio de las Reli-

giones ICER. Es madre de cinco hijos y abuela de doce nietos.

Page 71: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

Historiadora – Universidad del RosarioUniversidad de los Andes

[email protected]

María Angélica Salazar Rodríguez

Una lectura del ejercicio performativo y de la distinción social de

las mujeres de la élite bogotana (1890-1900)

Page 72: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

72Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Una lectura del ejercicio

performativo y de la distinción

social de las mujeres de la

élite bogotana (1890-1900)

María Angélica Salazar Rodríguez

Historiadora – Universidad del Rosario

Universidad de los Andes

[email protected]

ResumenEntre 1890 y 1900 Bogotá empezó a transformarse físicamente para dar cabida a la ciudad

burguesa. Así, nuevos lugares empezaron a aparecer en la ciudad; mientras que otros, que ya

existían desde tiempos coloniales, cambiaron su función social. Estos cambios promovieron

prácticas de consumo de bienes simbólicos entre la élite bogotana, que les permitió ejecutar

prácticas de distinción social y de autodefinición. El objetivo de esta investigación es conocer

los lugares públicos que la élite femenina habitó en esta nueva ciudad y el papel que la indu-

mentaria jugó en la construcción de género. Este trabajó se vale de la propuesta teórica, por

un lado, de Judith Butler para analizar la indumentaria femenina como una marca de género, y

para estudiar las prácticas de las féminas a partir de la construcción discursiva del performan-

ce burgués. Y por el otro, la teoría sociológica de Pierre Bourdieu permitió comprender a este

Page 73: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

73Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

sector social de una manera más dinámica y enmarcar sus prácticas en ejercicios de distancia-

miento y diferenciación social. El acercamiento a diferentes fuentes primarias, como por ejem-

plo diarios de viajeros, directorios de la época, registros fotográficos, manuales de urbanidad,

entre otros, permitirá responder la pregunta de esta reflexión: ¿de qué manera la indumentaria

ayudó a construir el género de las mujeres de la élite bogotana entre 1890 y 1900?

Palabras claves: indumentaria, mujer, género, Bogotá, distinción social, performance.

En 1895 el diario femenino La Mujer elevaba a la sociedad bogotana una queja sobre la ma-

nera en que las damas se vestían:

Las Mujeres (sic) sufren todas las tiranías de la moda sin quejarse; consisten gustosas en estar incómodas, en afearse, en convertirse en esclavas de sus innumerables transformaciones; de esas mil fantasías que envejecen el mismo día que nacen: se avergonzarían de que se les sorprendiese una falta: de llevar, por ejemplo, un sombrero de primera cuando el almanaque, en abierta contra-dicción con la naturaleza, ha hecho comenzar el estío veinticuatro horas antes. Todo lo que se diga ó se escriba sobre este tema será insuficiente para cambiar ó modificar esa servidumbre general aceptada casi siempre con gusto1.

Esta “tiranía” ilustra que las mujeres se valían de un sinnúmero de accesorios para que

quien las viera pudiera identificar un cuerpo con género; es decir que “afearse”, utilizando

las palabras del artículo, era una transformación cotidiana por la que tenían que atravesar

las féminas sin importar la edad que tuvieran. Debido a lo anterior, es posible asegurar que

la moda y el sufrimiento que conllevaba, eran elementos a los que las damas recurrían, al

parecer gustosas, para convertir su cuerpo biológico en un cuerpo de mujer. Este proceso es

denominado por Judith Butler como performance2, y es un elemento clave para visualizar la

indumentaria como un vehículo de configuración el género.

Además de ser una marca de género, noción comprendida como aquellas herramientas

que permiten la incorporación del género en un cuerpo3, la indumentaria también fue un

1 La mujer. “La mujer y la moda”, n°. 3, noviembre 9 de 1895, p. 31. 2 Judith Butler, El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Barcelona: Paidós, 20073 Judith Butler, El género en disputa…

Page 74: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

74Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

elemento de distinción social4 entre dicho sector, ya que jugó un papel relevante entre las

mujeres que deseaban distanciarse de aquellos habitantes bogotanos denominados “clases

pobres”5. Por esta razón, es posible asegurar que el traje y sus accesorios, además de conver-

tir en esclavas a las féminas, son documentos que les permiten a los historiadores acercarse

y leer procesos culturales que hasta el momento no han sido estudiados con ímpetu.

El objetivo central de esta ponencia es conocer los lugares públicos que la élite femenina habi-

tó en Bogotá entre 1890 y 1900, y el papel que la indumentaria jugó en la construcción de género.

El acercamiento a diversas fuentes permitió comprender que las mujeres habitaron espacios pú-

blicos y privados de esta ciudad. Allí, las damas, por un lado, ejecutaron ejercicios performativos

de feminidad; y por el otro, se valieron del traje para realizar prácticas de distinción social.

Esta ponencia se inscribe entre 1890 y 1900, época de desarrollo de Bogotá como una

ciudad burguesa. Esta se caracterizó por la aparición de nuevos edificios, cafés, hoteles, res-

taurantes, parques, paseos, teatros y vitrinas que exponían lujosos artículos traídos de Euro-

pa y Estados Unidos6. Vale la pena asegurar que, la noción de “ciudad burguesa” ha sido uti-

lizada por varios investigadores para denotar que allí se transformaron los ritmos de vida de

los bogotanos y ciertas prácticas y representaciones culturales entre las élites se alteraron7.

Una de las características más importantes de Bogotá como una ciudad burguesa, son

los usos que las mujeres y hombres de las élites capitalinas les dieron a diferentes espacios

públicos. Si bien, desde tiempos coloniales la ciudad contaba con plazuelas y plazas, desde

finales del siglo XIX estos lugares fueron usados por las élites para transitar y ser reconocidos

socialmente como un grupo distinguido y notable entre los bogotanos. De acuerdo a Heinz

Paetzol una de las particularidades de los proyectos urbanísticos es el arte de caminar por

la calles y pasajes que están conectados con tiendas que exhiben mercancías suntuarias8.

Para el caso bogotano, las damas capitalinas ejecutaban el arte de caminar no solo por la

Calle Real, sino también por las plazas y parques republicanos que se inauguraron desde finales

del siglo XIX, como por ejemplo el parque Santander. En la época de estudio, este lugar público

se caracterizó por ser concebido por las élites capitalinas como un sitio de distanciamiento so-

4 Pierre Bourdieu, La distinción: Criterios y bases sociales del gusto. Madrid: Taurus, 2002.5 El Tren, “Situación alarmante de la capital”, 7 de febrero 1891, p. 10 6 Germán Mejía, “En busca de la intimidad (Bogotá 1880-1910)”. En Historia de la vida privada en Colombia, dirigido por Jaime Borja y Pablo Rodríguez Tomo II. Bogotá: Taurus, 2011. 7 Miguel Ángel Urrego, Sexualidad, matrimonio y familia en Bogotá 1880-1930. Bogotá: Ariel, 1997. Pablo Páramo y Mónica Cuervo. Historia social situada en el espacio público de Bogotá. Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional, 2006.8 Heinz Paetzold, “The Aesthetics of City Strolling”. Contemporary Aesthetics 3 (2013).

Page 75: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

75Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

cial, en donde solo ellas deberían transitar para ser observados por los otros, mientras camina-

ban9. Sin embargo, esta refinada práctica que conllevaba el conocimiento de comportamientos

específicos y rígidos, se veía interrumpida por una de las realidades que más incomodaban a

las élites: los pordioseros. En una nota periodística de La Mujer se expresaba que:

[…] hacía también mucho tiempo que no se veía en esta ciudad la multitud de muchachos de ambos sexos que pernoctan en las plazas y en los umbrales de las puertas de los almacenes y casas en las principales calles, dando así mues-tra de una ciudad sin policía, sucia é inhospitalaria10.

A pesar de que Bogotá presenció la incorporación de una nueva arquitectura o de servicios

públicos, los lamentos elevados en la prensa capitalina por la suciedad y las malas condicio-

nes de higiene, son un común en los diarios. Esto muestra que la transformación a ciudad

burguesa fue un proceso complejo y pausado, que se desarrollará con mayor ímpetu en las

primeras décadas del siglo XX. Es decir que, después de 1900 se presentaron cambios mayo-

res que modificaron aún más las prácticas culturales de los bogotanos, sus ritmos de vida y

sus representaciones. Un claro ejemplo de lo anterior es el teléfono, el cual alteró considera-

blemente la concepción de distancia e intimidad entre las clases adineradas11.

Las principales transformaciones que tuvo Bogotá en la época de estudio fueron: canaliza-

ción de los caños, adoquinamiento de las calles, aparición de la luz eléctrica, construcción del

servicio de transporte público, proceso de construcción de edificios de arquitectura clásica y

republicana, cambio interno de las viviendas, creación de monumentos a los héroes de la inde-

pendencia y a hombres notables y modificación de antiguos espacios públicos12. Lo anterior tra-

jo para algunos bogotanos una serie de ventajas que antes no existían. Por ejemplo, el tranvía

acortó la distancia y el tiempo de viaje que existía al atravesar el centro de la ciudad hasta las

quintas ubicadas en el barrio Chapinero. El diario El Tren aseguraba que: “La locomotora hace

frecuentísimos viajes que duran cinco minutos y cuestan al pasajero á cinco centavos”13

En síntesis, desde 1890 Bogotá empezó a transformarse lentamente en una ciudad bur-

guesa. En algunas partes de la ciudad, como por ejemplo el centro o el barrio Chapinero, la

9 Pablo Páramo y Mónica Cuervo, Historia social…10 La Mujer, “Pordioseros”, n.° 21, febrero 1 de 1896.11 Pablo Páramo y Mónica Cuervo, Historia social…, p. 102.12 Germán Mejía Pavony, Los años del cambio: historia urbana de Bogotá, 1820-1910. Bogotá: PUJA, Instituto Colombiano de Cultura Hispánica, 2000.13 El Tren, “Notas editoriales”, 7 de febrero de 1891, p.10.

Page 76: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

76Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

fisionomía cambió, lo que conllevó a que se dieran cambios en las prácticas culturales entre

las élites. Además de la incorporación de servicios, la creación de lugares de ocio en el espa-

cio público, fue otra de las características de esta ciudad. Así, Bogotá presenció la inaugura-

ción de lugares, como por ejemplo el Teatro Colón, el Velódromo e Hipódromo la Magdalena,

el Bolívar Skating-Rink, entre otros, que les permitieron a las damas de las élites configurar

su género a partir de la indumentaria y habitar el espacio público bogotano.

Ahora bien, las investigaciones que han analizado los modelos de feminidad del siglo XIX,

aseguran que el bello sexo fue el estereotipo hegemónico de las mujeres de las élites14. Sus

raíces ideológicas pueden llegar a ser rastreadas en nociones del patriarcado, el catolicismo

y el romanticismo15. Según Olga Sánchez, este ideal aseguraba que las damas debían ser

sencillas, modestas, útiles, leales, moderadas, mártires, discretas, dignas, nobles, amables,

tiernas, obedientes, encantadoras, comprensivas, atentas, ordenadas, con severas costum-

bres, recato, pureza, tiernos sentimientos, bondad, piedad, suaves modales, decencia, lujo

bien dirigido, elegancia, talento, educación, entre otros16. Es relevante preguntarse si dicho

estereotipo fue el mismo para todo el siglo XIX. Por esta razón, aseguro que, si bien el este-

reotipo del bello sexo fue imponente durante esta época, las transformaciones urbanas mo-

dificaron las prácticas y las concepciones entre las mujeres de las élites, por lo que el modelo

comportamental del bello sexo cambió.

Complementando el trabajo desarrollado de los investigadores17, pretendo mostrar que las

prácticas de las mujer de las élites no necesariamente se ajustaban al modelo del bello sexo. Por

ejemplo, uno de los cambios urbanos que se dio en la época de estudio fue el aumento en el con-

sumo de lo que Pierre Bourdieu denomina como el mercado de la apariencia, el cual se opone a

las ideas católicas del ahorro y se basa en prácticas del disfrute, el deleite y el gasto18. Este merca-

14 Juanita Barreto Gama, “Estereotipos sobre la feminidad: mantenimiento y cambio”, en Las mujeres en la historia de Colombia editado por Magda Velásquez Toro. Bogotá: Norma, 1995. Suzy Bermúdez. El Bello Sexo. La mujer y la familia durante el Olimpo radical. Bogotá: Uniandes, 1993. Luz Hincapié. “Virgen, ángel y debilidad: Paradigmas de la imagen de la mujer en la literatura colombiana de finales del siglo XIX”. Tabla Rasa n.°6 (2007): 287-307 Patricia Londoño. “El ideal femenino del siglo XIX en Colombia: entre flores, lágrimas y ángeles”, en Las mujeres en la historia de Colombia editado por Magdalena Velásquez, Tomo III. Bogotá: Norma, 1995. Patricia Londoño, “La mujer santafereña en el siglo XIX”. Boletín cultural y Bibliográfico XXI, n.° 1: (1984). Olga Sánchez Moncada. Representación de la mujer en Bogotá 1880-1920. Bogotá: Fundación para la promoción de la investigación y la tecnología, Banco de la República, 1999.15 Johanna Mora Ramos. “El lugar de lo femenino en la Regeneración. Una mirada crítica a la situación de las mujeres en la educación en Bogotá entre 1886 y 1910”, en La Regeneración revistada editado por Leopoldo Múnera y Edwin Cruz Rodríguez. Medellín: La Carreta Editores: 2011. Patricia Londoño, “El ideal femenino…”. Montserrat Galí. Historias del bello sexo: la introducción del romanticismo en México. México: UNAM, 2002.Olga Sánchez Moncada. Representación de la mujer…, p.32.16 Olga Sánchez Moncada. Representación de la mujer…, p.32.17 Juanita Barreto Gama, “Estereotipos sobre la feminidad… Suzy Bermúdez. El Bello Sexo… Luz Hincapié. “Virgen, ángel y debilidad…” Patricia Londoño. “El ideal femenino…” Patricia Londoño, “La mujer santafereña…” Olga Sánchez Moncada. Representación de la mujer… Johanna Mora Ramos. “El lugar de los femenino…”18 Pierre Bourdieu. La distinción…

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77Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

do modificó la manera de comportarse de las mujeres, ya que permitió que sus prácticas apunta-

ran a la interpretación y ejecución ecléctica entre ideales del bello sexo y nuevas ideas burguesas.

Entonces, el performance burgués debe ser comprendido como la teatralización y ejecu-

ción repetida de ciertas nociones comportamentales que evocaran algunas veces valores del

bello sexo. Esta teatralización es un conjunto de “acciones públicas” que manifiestan com-

portamientos como: el porte, leer a las personas con las que están para saber cómo actuar

frente a ellas, la etiqueta, el tacto social y la dedicación de parte del tiempo libre a las bene-

ficencias. Estas normativas fueron escogidas no solamente porque presentan una educación

corporal y espiritual, sino porque también reproducen distinción social.

Ahora bien, los anteriores comportamientos del peformance burgués debían estar acom-

pañados por el adecuado uso de la indumentaria, que les permitía a las mujeres ser admira-

das cuando se exhibían en el espacio público. Seguir cuidadosamente las recomendaciones

dadas en las secciones de moda de La Mujer, que reproducía información del periódico ma-

drileño La Moda Elegante, les permitió a las féminas cumplir las expectativas que la sociedad

tenía sobre ellas y les ayudó a ejecutar el performance burgués.

Como se mencionó, la ciudad burguesa trajo consigo el aumento en el consumo de objetos

del mercado de las apariencias. En 1888 existían en Bogotá 485 costureras y 35 modistas19;

mientras que en 1893 había 394 costureras y 97 modistas20. Siguiendo la diferencia planteada

por Diana Triana entre modistas y costureras, se puede asegurar que las damas de las élites con-

sumieron indumentaria elaborada por las primeras, debido a que estas tenían mayor distinción

social entre los oficios mujeriles, porque contaban su conocimiento de confección de las prendas

era mayor21. Por esta razón, en 1893 el número de modistas aumentó considerablemente.

Para la época de estudio el disfrute que conllevaba consumir indumentaria suntuaria, fue

más importante que el gasto que esta tuvieran. Bourdieu denomina lo anterior como moral

hedonista, y es una de las principales características de los sectores burgueses22. No obstan-

te, ciertos bogotanos veían con recelo el lujo, por lo que fue un foco de crítica por parte de la

prensa. En 1896 el diario La Mujer alzaba la siguiente queja:

19 Jorge Pombo y Carlos Obregón. Directorio General de Bogotá. Bogotá: Imprenta La Luz, 1888.20 Anónimo, 1893. Directorio General de Bogotá. Bogotá: Imprenta La Luz, 189321 Diana Triana. Entre artesanos e hijas del pueblo: costureras y modistas bogotanas 1870-1910 (monografía de grado) Bogotá: Universidad Colegio Mayor Nuestra Señora del Rosario, 2012, p.60.22 Pierre Bourdieu. La distinción…, p.312

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78Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

¡El lujo de las mujeres! horrible (sic) abominación. Todos los hombres debemos reunirnos y armarnos para caer juntos sobre - ¿sobre quién? ¿Sobre el enemigo de nuestro reposo, sobre el enemigo de nuestra honra, ó sobre el enemigo de nuestro dinero? Arrojémonos con violento empuje sobre ese ejército que nos sa-quea; lancémonos contra esas nubes de langostas que devoran nuestras cose-chas; rasguemos los encajes, despedacemos las blondas; abajo los diamantes, fuéra el terciopelo, muera la seda […]. ¿Contra quién nos dirigimos? Contra las mujeres. ¿Qué han hecho las mujeres para ser repentinamente blanco de nues-tra indignación y objeto de nuestras iras? Gastar mucho, gastar más de lo que tiene el padre, gastar más de lo que tiene el marido […]23.

¿Qué tanto consumían las mujeres las telas suntuarias que se mencionan? Se sabe que a

Colombia llegaban textiles importados desde Alemania, Inglaterra, Francia y Estados Unidos24

y que la importación de telas suntuarias aumentó significativamente a medida que avanza

el siglo XIX. Los registros de aduanas25 permitieron conocer que al país entraban materiales

suntuarios, como seda, lana, encaje o casimir, y que estos les permitieron a las damas de las

élites reproducir prácticas de distinción social, debido a que la confección de su indumentaria

se hacía con materiales costosos que no estaban al alcance de todos los bogotanos.

Además de la confección por parte de modistas, las mujeres podían consultar la Revista

ilustrada que retrataba los sombreros y vestuarios que Madame Poirier elaboraba y que la

Casa Víctor Huard y Compañía vendía. Esta última fue fundada en 1889 por Víctor Huard hijo

y Jorge Lagos Mendoza, se encontraba situada en la 1ª. Calle Real No. 448 y es descrita de

la siguiente manera:

[…] [esta] casa importa artículos de lujo, y sus especialidades son la perfumería y artículos de tocador de las grandes casas francesas, así como también ador-nos para peinados; sedería, ropa hecha, calzado, etc. Anexo al almacén está el gran salón de peluquería, que es el mejor de la ciudad, por su confort y lujo […]26.

Las mujeres que deseaban ser reconocidas como distinguidas, adquirían su indumentaria en

casas de moda como por ejemplo la de Víctor Huard, entre otras que existían en la ciudad.

Vale la pena mencionar que, los parámetros que forjaban una apariencia distinguida reque-

23 La mujer, “El lujo de las mujeres”, n.°17, enero 15 1896, p. 130. 24 Muriel Laurent. Contrabando en Colombia en el siglo XIX: prácticas y discursos de resistencia y reproducción. Bogotá: Uniandes, 2008. 25 Archivo General de la Nación (AGN). Fondo República. Aduanas Cartagena. Tomo 18, 21, 23. AGN. Fondo República. Aduanas Barranquilla. Tomo 17, 21. AGN. Fondo Anexo II. Administración de aduanas. Manifiesto de importaciones. Caja 022. Carpeta 001 (grande). 26 Anónimo, Libro azul de Colombia = Blue book of Colombia: bosquejos biográficos de los personajes más eminentes = biographical sketches of the most prominent personages: historia condensada de la República = abridged history of the Republic; artículos especiales sobre el comercio, agricultura y riqueza mineral, basados en las estadísticas oficiales = special articles relative to commerce, agriculture and mineral wealth, based on official statistics. [New York: The J. J. Little & Ives Comp. 1918, p.359.

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79Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

rían el uso de un tipo de indumentaria específica para cada lugar y actividad de ocio que

tenían las élites. La principal dificultad por la atravesaban las mujeres era estar al tanto de

los vertiginosos cambios que existían. Por ejemplo, en 1894 la moda dictaba usar mangas de

alto volumen, pero en 1897 esto entró en desuso.

A partir de un estudio de los figurines de moda, se pudieron ubicar más de diez tipos de

indumentaria para damas. Esto demuestra que las mujeres mantenían una agenda diaria

ocupada, ya que debían cambiar su indumentaria constantemente. Además, dedicaban mu-

chas horas al arreglo físico, el cual implicaba tener una sirvienta o ayuda de cámara, debido

a que el acomodo y el cuidado de la indumentaria ostentosa era complejo, especialmente por

el uso del corsé y de la crinolina. Por esta razón, las damas de las élites gastaban una gran

cantidad de dinero en su cuidado personal27.

La clasificación de los trajes femeninos demuestra que las damas de las élites se ubicaron en

el espacio público de la ciudad, por ejemplo existían trajes para calle, de baile, de paseo, entre

otros. Tomemos la siguiente queja enviada al diario El Salón en donde se habla del traje de calle:

Vuelve la cola y como por nuestras calles no podemos dejarlas sueltas á menos de convertirlas en escoba que vaya arrastrando lodo, cortezas de frutas, cabos de cigarros y tantas otras materias poco agradables, nos veremos en la nece-sidad de emplear una mano para recogernos el traje […] La cola […] cuando se suelta […] es la pieza más incomoda (sic) y menos elegante que pueda uno imaginarse […]. Acepto la moda para los trajes de recibo; pero para los de calle nó y mil veces nó […]” 28

La usanza de estas prendas hizo que las mujeres de las élites adquirieran una gran destreza

corporal que les permitía recorrer las calles sin ensuciar excesivamente sus vestidos, no caer-

se mientras atravesaban una vía o subían a un carruaje con sus enormes faldas, o a sentarse

adecuadamente sin dañar los tocados que adornaban sus cinturas o sin que la crinolina se

pudiera ver. Todo esto, generaba una destreza corporal y comportamental en los cuerpos de

las féminas, y de esta manera reprodujeron el performance burgués.

27 Monserrat Galí, Historias del bello sexo…, p.25.28 El Salón, “Modas”, septiembre 21 de 1890, p.99.

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80Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Imagen no. 1 “Trajes de calle”. Fuente: La Moda Elegante. Año L, n.° 15. Abril 22 de 1890. pp. 181

Pero, entonces ¿por qué las mujeres no hacían caso a la queja y dejaban de usar este tipo de

indumentaria? Las damas que se vestían y hacían un uso constante del corsé y de la crinolina,

se encontraban predeterminadas por el mundo social que las rodeaba, por lo que las féminas

recreaban las descripciones de moda. Las mujeres sabían que si no acudían a este tipo de in-

dumentaria no solo trasgredían las normas, sino que no iban a ser consideradas como damas

distinguidas y no podrían ejecutar el performance burgués. Entonces, se puede asegurar que a

partir de la indumentaria las damas teatralizaron su cuerpo y le asignaron nociones de género29.

Sin embargo, las damas no solo habitaron el espacio público, sino también el privado, más

específicamente en los salones, que eran reuniones en donde las élites socializaban y las mu-

jeres eran sacerdotisas y diosas. Tal fue el caso de doña Leonor Tanco de Putnam, esposa de

29 Sara Salih, “On Judith Bulter and Performativity”, en Sexualities and Communication in Everyday Life: A Reader compilado por Karen Lovaas y Mercilee Jenkins. Londres: Sage, 2007, p. 56

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81Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

uno de los hombres más importantes en la medicina colombiana: el doctor Carlos E. Putnam

Grice. Doña Leonor murió a los 30 años en 1896, y una de sus principales virtudes era la

manera en que desarrollaba su performance burgués cuando era anfitriona en los salones.

Después de su muerte se escribió un libro en su honor, donde describen sus agraciados, ele-

gantes y finos comportamientos en estos eventos:

Allí sus gracias se multiplicaban, se realzaban sus hechizos, y la mujer se con-vertía en astro de donde emanaba la luz, el calor y el canto. Para Leonor el salón era un Templo en donde ella era al mismo tiempo la Diosa y la Sacerdotisa. La Diosa, por los homenajes que se les atribuían; la Sacerdotisa, porque ella era la primera y sobresaliente en el desempeño de los ritos sociales. La corrección y elegancia de sus vestidos y prendidos, siempre sencillos y adecuados; sus airosos y acompasados movimientos en el paseo y en el baile; las simpáticas notas de su voz cuando cantaba, su amena, chispeante y variada conversación; […] las frases amables, galantes y oportunas que para todos gastaba; la gracia y distinción de sus maneras; su atinado tacto social; la dulzura invariable de su trato; […] su exquisita cortesía

[…] hacían de Leonor el modelo perfecto de la nada de salón30

Este fragmento permite observar que las mujeres no eran seres lánguidos y estáticos como lo

planteaba el estereotipo del bello sexo, sino cuerpos activos; Leonor bailaba, paseaba, cantaba

y habla con sus invitados. Este tipo de eventos no sólo permitieron a las damas un lugar perfecto

para ejecutar el performance burgués, sino que también las ayudó a involucrarse en el mundo po-

lítico; en este último elemento es que radica la importancia del salón. Los vestidos que se usaban

para estas ocasiones son descritos por el diario La moda elegante de la siguiente forma:

Este vestido, de forma princesa, es de raso brochado azul pálido y oro, y va es-cotado en cuadro con una tira ancha de guipur rebordada de oro que sigue el borde del cuerpo. Un drapeado de tul crema forma fichú por delante. Mangas cubiertas de guipur rebordado de oro y abiertas por encima de los brazos con globos muy ligeros de tu crema. Un ramo de flores adorna el cuerpo en el lado izquierdo del escote31.

30 Anónimo. Homenaje a la memoria de la Señora Doña Leonor Tranco de Putnam. Bogotá: Imprenta Samper Matiz, 1896, p. 18-19).31 La moda elegante, “vestido de baile”, n.° 46 año LV, diciembre 14 de 1896, p. 544.

Page 82: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

82Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Imagen no. 2 “Trajes de baile”. Fuente: La Moda Elegante. No. 46. Año: LX. Diciembre 14 de 1896, pp. 541.

No existen registros fotográficos de alguno de los salones de Leonor, pero la anterior descrip-

ción brinda una idea muy cerca del tipo de indumentaria que esta mujer utilizaba. También

permite conocer, por un lado, cómo su traje le ayudó a ser sacerdotisa de los salones que or-

ganizó; y por el otro, identificar por qué su indumentaria le permitió adquirir distinción social.

Para terminar, esta ponencia demostró que la indumentaria es una herramienta que per-

mite comprender de una manera analítica procesos de configuración de género. Del mismo

modo, propuso una lectura diferente del ideal del bello sexo a partir del performance bur-

gués, el cual se adecuó más a las prácticas que las mujeres ejecutaron en una nueva ciudad

que les permitió ubicarse en el espacio público. Vale la pena mencionar, que el tema de la

indumentaria como herramienta analítica está empezando a ser explorada en Colombia, pero

todavía existe un camino largo por recorrer en la investigación histórica; por ejemplo, falta

explorar la indumentaria masculina y su materialidad, entre otros temas.

Page 83: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

83Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

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Page 85: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

María Isabel Delgado López

Del dicho al hecho, las laboriosas y las mal

entretenidas. Contrastes entre el ideal mariano

y la experiencia de vida de las mujeres de

la primera mitad del siglo XIX en Popayán

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86Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Del dicho al hecho, las

laboriosas y las mal entretenidas.

Contrastes entre el ideal mariano

y la experiencia de vida de las

mujeres de la primera mitad

del siglo XIX en Popayán

María Isabel Delgado López1

ResumenLa representación historiográfica antes de la historia social acerca de las mujeres decimonóni-

cas, fue la imagen de señoras participando sólo en las labores propias de su sexo, a partir de

dicha representación, el hogar fue visto como único referente de búsqueda y escenario posible

de actividad femenina. No obstante, gracias a movimientos políticos como el feminismo, cuyo

pilar teórico es el género, se impulsaron investigaciones enfocadas en la imagen diferencial del

1 Historiadora de la Universidad del Cauca, miembro del grupo de investigación Estado y Nación de la Universidad anteriormente citada, auxiliar de investigación del autor Luis Ervin Prado. Actualmente coordinadora de la Oficina de Educación en la administración municipal de Bolívar Cauca. En el año 2014, la revista Reflexión Política de la Universidad Autónoma de Bucaramanga en su Vol.16 N° 32, publicó una reseña de mi autoría, a su vez en el 2016 publiqué en la revista Historia Caribe Vol. 11 N° 28, otra reseña. En calidad de ponente, en el mes de noviembre de 2015, presenté un estudio sobre discursos femeninos en la Guerra de los Supremos, en el VII Coloquio de Estudios Históricos Regionales, realizado por la Universidad Industrial de Santander, en la ciudad de Bucaramanga, así mismo en el mes abril del corriente, participé en el Congreso Internacional de Historia de las Mujeres “Mujeres expresión y vida pública: narraciones y acciones en la historia latinoamericana de los siglos XIX y XX”, organizado por la Universidad de los Andes, en la ciudad de Bogotá, con un estudio denominado: “Entre chispas y chisperas, de las culpas a las disculpas, mujeres en la Guerra de Los Supremos, Popayán 1841-1842”.

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87Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

comportamiento de los sexos, matizando la imagen de la mujer, sus actitudes y actividades. De

esta manera, se descentró la mujer del hogar, para ser investigada en diversos ámbitos sociales.

Con base a lo anterior, e intentando ver a las mujeres no solo desde su rol reproductivo,

sino también en el productivo, la presente ponencia se propone contrastar el ideal que tenía

la sociedad del momento sobre la mujer decimonónica que se expresó en los periódicos, con

su realidad a partir de algunos testamentos y procesos judiciales que nos dan información de

su experiencia de vida en Popayán en la primera mitad del siglo XIX.

Palabras claves: Género, Labores, oficios.

Las representaciones oficiales de la mujer en el siglo XIX, estuvieron modeladas por el peso

de la iglesia católica. Hasta la época de la reforma protestante, en los escritos de los padres

de la Iglesia se consideró que la oposición masculino/femenino expresaba la división cuerpo

y alma, en el cual las mujeres son semejantes al cuerpo en su relación con la mente dominan-

te; o son un cuerpo sumiso y obediente (como el de la esposa) o son la corporalidad sensual,

que se rebela contra el gobierno de la razón (la prostituta)”2. Dichas posturas, de acuerdo con

los planteamientos de Isabel Cristina Bermúdez, llegaron al continente americano influen-

ciando en gran medida la construcción de la imagen femenina.

Magdala Velásquez señala que en el siglo XIX, existieron dos formas de relacionarse los

varones hegemónicos con la población femenina: una, la de mujer sagrada y otra, la de mujer

placer, en el primer caso, se la visualizó como seguidora del modelo religioso, Virgen-madre;

el segundo, se la vio como objeto de placer, situación que se dio especialmente con la po-

blación femenina que no pertenecía a la condición social ni étnica de los grupos dirigentes.3

A inicios del siglo XIX, la mujer relacionada con la Eva pecadora debía pagar el peso de la

desobediencia viviendo en condición de inferioridad, dicha comprensión de la naturaleza fe-

menina, cambió a mediados de siglo y la justificación de inferioridad femenina ya no se basó

en la voluntad divina, sino en argumentaciones científicas, donde el determinismo biológico,

2 María Griselda Gómez. Representaciones y discursos acerca de la inferioridad y peligrosidad de lo femenino. Europa Cristiana, siglos XVI-XIX”. En: Gabriela Castellanos; Simone Accorsi; Gloria Velasco. Discurso Género y Mujer. (Cali: Universidad del Valle. Centro de estudios de género, mujer y sociedad, 1994) 97-127.3 Susy Bermudez. El bello sexo y la familia durante el siglo XIX en Colombia”. Bogotá: Historia Critica No 8, 1993) 36

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88Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

enmarcado por el desarrollo de las ciencias positivas, llevó a que el cuerpo de las mujeres

fuera ubicado en determinadas funciones sociales y culturales. La Eva maldita, empezó a ser

remplazada por el ideal de “ángel del hogar”, a razón de su capacidad de cuidado y abne-

gación4. Por lo que, las autoridades esperaban que las mujeres cumplieran con un modelo

traído de Francia, donde el culto a la Virgen María renovó la imagen modélica de la mujer,

proponiendo que las mujeres debían llevar una vida semejante a la de la madre de Jesús.5

Mónica Martini sostiene que los periódicos y el teatro, eran dos cauces de divulgación impor-

tantes en la difusión de imágenes modélicas y anti modélicas de las mujeres desde el siglo XVIII,

conservando su importancia en el siglo XIX. Por medio de ellos se dio a conocer lo que se esperaba

de las mujeres como lo evidenció el Papel Periódico Ilustrado de Santa fe de Bogotá, que en 1796

planteaba la necesidad de que ellas a cierta edad y con el consenso de sus padres, tomaran la

única opción para la que habían sido educadas, debiendo elegir entre el matrimonio y el convento,

porque la soltería, era sinónimo de fracaso. Las mujeres que optaron por el matrimonio, debían

seguir ciertos parámetros, ellas debían someterse al señorío del varón. Así mismo, la paciencia,

la moderación inalterable y la dulzura, eran los medios para que cumplieran con las obligaciones

que la naturaleza les había conferido, es decir, ser madres y administradoras del fruto del trabajo

de sus maridos. La casada modélica debía generar espacios a su cónyugue para que él pudiera

serle útil a la sociedad. Además debía asumir entre sus responsabilidades: la formación de sus

hijos, sus requerimientos físicos y las primeras nociones religiosas y morales6.

No obstante, el ideal de mujer, fue eso, un ideal. Las mujeres no pueden tomarse como un grupo

homogéneo y es necesario partir del hecho de que la experiencia de vida de todas las mujeres deci-

monónicas no fue la misma. Pues según su condición social ellas vivieron situaciones diametralmen-

te distintas, este fenómeno es mundial como lo afirma Ghulam Murshid7 y también Patricia Londoño:

El caso de Popayán ya ha sido estudiado desde dicha óptica por María Teresa Pérez, quien por

medio del padrón poblacional de 1807, señaló que en la ciudad predominó la figura del madre-sol-

4 Isabel Cristina Bermudez. El ángel del hogar: una aplicación de la semántica liberal a las mujeres en el siglo XIX andino. (Cali: Historia y Espacio. No 30, 2008) p. 1.5 Patricia Londoño. Las colombianas durante el siglo XIX. (Bogotá: Credencial Historia. No 68, 1995) p. 2. 6 Mónica Martini. Las mujeres al final del periodo colonial, el discurso sobre la mujer en los periódicos de América del sur (Bogotá: Credencial Historia. No 163, 2003) p. 2. 7 Citado por: Partha CHATTERJEE. La Nación y sus mujeres, Pasados Poscoloniales Centro de Estudios de Asia y África. México: (Colegio de México, 1999). p. 14. Frente al caso Hindú, el autor muestra que el nuevo patriarcado, propuso en la India un nuevo modelo de mujer, que se distinguía mar-cadamente de la condición inmediata, social y cultural, en la que vivía la mayor parte del pueblo, pues la “nueva” mujer era totalmente lo opuesto de la mujer “común”, la cual era tosca, vulgar, altisonante, pendenciera, privada del sentido moral superior, sexualmente promiscua, sometida a la brutal opresión física de los hombres. Junto a la parodia de la mujer occidentalizada.

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89Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

terismo. En un total de 1.094 jefes de casa, 51% eran mujeres y 49% eran hombres8. Del 51%

de mujeres jefes de hogar sólo el 6% declaraba tener pareja, aunque abandonadas o separadas

eventualmente, el 19% eran viudas y el 13% solteras; 12% aparecía sin identificación sobre su es-

tado marital. En síntesis, la mayoría de las mujeres jefes de hogar eran solteras representando el

60%, otras vivían acompañadas por parientes o agregados, con quienes hacían un común oficio9.

La información anteriormente referida, confronta las nociones ideales que las autoridades

de Popayán intentaban difundir sobre las mujeres. En este sentido en octubre de 1808, en

medio de la conmoción suscitada por los eventos en la Península, los miembros del cabildo

y el gobernador de Popayán consideraron pertinente que el doctor Ignacio Castro realizara

una proclama para exhortar a la población la fidelidad al rey, dicha consigna fue leída en la

plaza por el pregonero, en ella Castro de forma poética argumentó que Popayán solo había

visto: “en su recinto almas llenas de respeto, y veneración: vírgenes cándidas, que preparan

ofrendas, y cantan alabanzas con lenguas tan puras como el corazón.”10

No obstante, el ideal de mujer promovido por el Estado y sus representantes al ser contrastado

con los empadronamientos generales, los registros parroquiales parciales y las investigaciones

previas sobre el tema, hacen evidente un contexto de contrastes en el que se cumple el adagio,

de que del “dicho al hecho hay mucho trecho”. Las vírgenes cándidas que cantaban alabanzas,

descritas por la pluma del doctor Ignacio Castro, contrastan con los índices de madre solterísimo.

Madre solterísimo que generó otro tipo de hechos, uno de ellos la irrupción de las mujeres

fuera de las labores propias de su sexo, según las investigaciones de Cecilia López y Magdalena

León, desde la colonia, la mujer del pueblo se vio en la necesidad de trabajar y por ende salir de

las paredes de su hogar. Pues las uniones consensuales, que dieron inicio al mestizaje, crearon

un tipo de familia en el cual no se pudo implementar el patrón español de familia.11

En este sentido, el entender el contexto estudiado desde la heterogeneidad de las mujeres,

permite evidenciar todo un crisol de experiencias disímiles dentro del modelo patriarcal domi-

nante de la época. En relación con lo señalado, la información documental recabada muestra

que en Popayán un número importante de mujeres estuvo en el mercado local, ya en activida-

8 María Teresa Pérez. Prácticas y representaciones en torno a la familia, el género y la raza. (Valencia: Convergencia Revista de Ciencias Sociales. No 37. 2005) p. 2279 Ibíd., p.22910 Citado por David Prado. Tensiones en la ciudad. Popayán 1808-1822. (Tesis para recibir el título de Historiador, Universidad del Cauca, Popayán. 2008) p. 42. 11 Cecilia López; Magdalena León. El trabajo de la mujer. En (La mujer y el desarrollo en Colombia, Asociación colombiana para el estudio de la po-blación. Bogotá: 1997) p.191

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90Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

des legales o ilegales; como también hubo mujeres en condición de vagancia. Por lo que se

puede afirmar que estamos frente a un entramado social rico en experiencias vividas y por ello

es preciso iniciar mostrando el contexto y los matices de dichas experiencias femeninas.

Respecto a las mujeres de los grupos dirigentes de la sociedad12, en general su rol estaba

determinado: a convertirse en esposas y madres, o en su defecto dedicarse a la vida religiosa.

Bajo estos parámetros muchas de ellas se dedicaron al rol de esposas y madres, no obstante,

en ciertas circunstancias debieron asumir otros papeles, cuando quedaban viudas, por ejem-

plo, asumieron la administración de los bienes de sus esposos13. Ese era el caso de Doña

Cayetana Muñoz de Ayala, quien el 8 de abril de 1809 declaró que su marido había muerto

intestado, y que había dejado algunos bienes de los cuales recibió en el Valle del Patía tres

derechos de tierra nombrados “Llanos de Cosme, las Tierras del Salado, […] y otro derecho

de tierras, que antes de casar a su hija había vendido a el negro Félix Ibarra en la cantidad

de seiscientos pesos, que fue el avalúo que le dieron los avaladores [Sic]”14.

Así mismo algunas mujeres testificaron ser administradoras de las haciendas de sus es-

posos. Doña Francisca Baca de Ortega, declaró en 1812 haber sido casada y velada como

lo exigía la iglesia con don Domingo Malo, vecino y natural de Castilla la Vieja en los Reinos

de España, con quien tuvo siete hijos, en su segundo matrimonio introdujo por vía de dote la

cantidad de dos mil quinientos pesos y su marido introdujo seis mil pesos en dinero y ropas.

Pese a ser una mujer casada, Doña Francisca se dedicó a los negocios. En su testamento de-

claró tener unas tierras que le compró a Manuela Santacruz y en dichas tierras le había dado

permiso al negro Agustín esclavo […] para que hiciese una rosa de maíz, que partiesen de por

mitad de ella, como igualmente de todos los demás sembrados. Al parecer estuvo involucra-

da directamente en los negocios de su esposo, pues manifestó:

12 Se entiende como mujeres de los grupos dirigentes de Popayán a las mujeres que en sus testamentos usaron el apelativo de doñas y que en la mayoría de los casos hicieron mención de su procedencia y la de su familia. Por ejemplo doña María Ignacia Mesa y Sánchez, quien declaró ser hija legítima de don Juan de Mesa, natural de los reinos de España y de doña Micaela de Sánchez Arellano, que le fue natural y vecina de esta ciudad. (Popayán). O Doña María Josefa Rodríguez vecina de Popayán, que el 14 de septiembre 1817, declaró ser Hija legitima de don José Rodríguez vecino de los reinos de España y doña Antonia Victoria de Popayán. A.C.C. Archivos notariales. Índice #1.Folios 122v-124rEn su mayoría las doñas declararon estar casadas y haber tenido sus hijos dentro de la legitimidad. María Ignacia declaro ser casada y velada con don Gabriel Espinosa de los Monteros natural de los reinos de España, en el de Sevilla y durante el matrimonio procrearon sus hijos legítimos: doña María Francisca, don Cayetano, doña Micaela, doña Ana, don Gabriel, don Luis Antonio, doña Margarita, doña María Josefa y doña María Dolores Espinosa y Mesa que están vivos, habiendo muerto de tierna edad otro llamado don Gabriel, doña Trinidad, otro que nació muerto y dos gemelos de un mal parto., Orián Jimenez. El mundo de la vida en la revolución neogranadina testamentos de la época de la independencia. (Bicentenario, Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2012). 278-281. 13 Uno de los casos más notables del periodo es el de Josefa Pombo O´Donell viuda de Rafael Mosquera y madre de Julio y Sergio Arboleda Pombo, que cuando su esposo falleció en Pisa, Italia en 1831 desempeñando una comisión diplomática, ella debió encargarse de la administración de los bienes que iban desde haciendas en Caloto y Puracé, hasta minas y cuadrillas mineras en el Pacífico.14 Orián Jimenez,. Op cit., pp. 205-209

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91Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Tengo pleito pendiente con don Marcos Bermúdez, sobre cantidad considerable de pesos que me debe y cogió de todas las ropas existentes que había en la tien-da de mi difunto marido don Domingo Malo, cuyos autos están en apelación por parte de dicho Bermúdez en el Tribunal de la sala de Justicia, para sentencia, así mismo tengo otro pleito pendiente con el dicho don Marcos Bermúdez sobre intereses que cogió de la testamentaria de don Ángel López15.

También hubo varias mujeres que declararon en sus testamentos poseer esclavos que dejaron

de herencia a sus hijos o en otros casos, les concedieron la libertad a razón de ser buenos sir-

vientes16. Como Doña María Josefa quien en 1808, le otorgó la libertad a su esclava Simona,

que la había heredado de su padre, encargándole “vivir con temor de Dios y arreglada conduc-

ta”17. Así mismo hay casos donde se infiere que estuvieron involucradas en el tráfico esclavista

regional, por ejemplo Doña Antonia de Rebolledo, declaró en su testamento de 1810, haber

dejado en poder de su hermano don Francisco Antonio 575 pesos procedentes de unas ropas

que le mandaron de Quito por el valor de un mulato que vendió allá y que por lo que respectaba

a la venta de otras criadas que vendió por mano de su yerno el doctor don Cristóbal, aclarando

que: “tanto dichos esclavos vendidos, como los que existían en su servicio, eran propios y no

tenían dependencia alguna con lo que dejó su marido”18. Por lo visto, Antonia sostuvo buenas

relaciones comerciales con su yerno, pues ella ratifica la honradez y la confianza que le tenía.

La gran mayoría de las mujeres que testaron estaban casadas, algunas se casaron dos

veces, como doña Alfonsa Baca y Mosquera que en agosto de 1812 declaró que se casó en

segundas nupcias con don Miguel Santolaria19. Pero no todas las mujeres de la élite se casa-

ron, por ejemplo doña Joaquina Castrillón natural de Popayán, hija legítima de don Manuel

Castrillón y de doña Francisca Rivera, declaró el 6 de mayo de 1809, que siempre se había

mantenido soltera y que no tenía descendiente alguno, habiendo heredado de sus padres

15 Ibíd., pp. 493-50016 Doña Ana Joaquina Hurtado Arboleda, natural de Popayán, hija legítima del Doctor Don Martín Hurtado y de Doña María Josefa Arboleda, casada con Don Manuel Sancha Varona el 30 de octubre 1815, declaró que tenía 4 esclavos: la negra Dominga, Catalina, María, María Santos y su hija Lorenza. A.C.C. Notaria. Índice 3 Folios: 24-33 Tomo: 1817-1818.El 24 de Noviembre de 1818, Doña Joaquina Castrillón, vecina de Popayán, hija legitima de Don Martín Castrillón y de Doña Francisca de Rivera. De-claró ser propietaria de un negro y una negra. Notaria. Índice 3. Folios: 81-87 Tomo: 1817 – 1818. Y el 29 de julio de 1817 doña Baltazara Rodallega de Valencia, vecina de Popayán esposa de don Martín de Maisterrena y Vergar, declaró entre sus propiedades 5 esclavos y parte de la mina de Gelina, que le dejó su madre de herencia. A.C.C. Notaria. Tomo77. Índice 1 Folios: 100v-104rEl 4 de octubre de 1821, Doña Ignacia, Doña María Josefa, Doña Mª Manuela, Doña María Teresa, Doña Paula de Valencia Sáenz del Pontón y Hurtado, hijas de Don Pedro Agustín de Valencia y Castillo y Doña Jerónima Rosa Sáenz del Pontón y Hurtado difuntos vecinos que fueron de esta ciudad de Popa-yán. Declararon ser propietarias de La mina de Yurumanguy y de una cuadrilla de esclavos en el Raposo, además de La salina y la hacienda de Avirama en la provincia de Páez (Caloto) y la hacienda de la pedregosa con ingenio de trapiche en Cajibio. A.C.C. Notaria. Tomo: 78. Índice: 2 Folios: 44r – 47v. Así mismo Doña María Ignacia Montenegro. Hija legitima de don José Montenegro y doña barbará tenorio. Declaró en Popayán el 3 de diciembre de 1819, tener el derecho de minas de las botas con toda la cuadrilla de esclavos, herramientas y demás cosas. Además de otros inmuebles como Tierras de calichares, gueleito, mazamorras, y rio sucio en el distrito del tambo y Julumito. Índice 3. Folio 6v-8r17 Orián Jiménez. Ibíd., pp. 195-19818 Ibíd., pp. 319-32919 Ibíd., pp. 479-482

Page 92: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

92Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

junto con su hermana María Manuela Castrillón la casa en la que habitaban, y en algunas

ocasiones arrendaba para tiendas la parte baja del inmueble20. Su situación de soltería la

condujo a trabajar para su sostenimiento, pese a que no específica ni da indicios del oficio

que realizaba, declaró que los demás bienes los había adquirido con su trabajo personal.

Lo anterior de ninguna manera niega el peso del patriarcado, este se hizo evidente en la

forma como generalmente consiguieron los inmuebles las mujeres de la elite, pues ellas here-

daron en la mayoría de los casos de sus padres las casas que habitaron, así mismo heredaron

derechos de tierra, dote, y recibieron de sus esposos alhajas, muebles, entre otras cosas.

A través de la información recolectada fue posible identificar un grupo de mujeres del pueblo

que pese a no ser doñas declararon poseer bienes muebles, inmuebles, y hasta esclavos21. Las

condiciones de vida de dichas mujeres difirieron de las de los grupos dirigentes, en las formas de

obtención de los bienes, pues mientras las doñas testificaron que la casa en que habitaban había

sido heredada de sus padres, las mujeres del común que testaron, declararon que cuando con-

trajeron matrimonio no introdujeron capital alguno por vía de dote, así lo manifestaron María Mos-

quera22, Juana Valverde23, Casimira Sabogal24, entre otras, quienes consiguieron la casa de habi-

tación en compañía de sus esposos por medio del trabajo conjunto, aunque el caso de Magdalena

de Tovar25, nos muestra que excepcionalmente las mujeres aportaron casas a su matrimonio.

Pese a que pocas mujeres testadoras declararon estar solteras, hubo casos en los que la au-

sencia de sus maridos, llevó a las mujeres a trabajar incesantemente como lo declara Isabel Ruiz,

quien manifestó haber trabajado para comprar una casa en el barrio San Camilo que le costó

534 pesos26; Juliana Caldas, manifestó que algunos bienes, como la casa de su habitación, fue-

ron comprados con su dinero27. Ya fuera que estuvieran casadas o no, las mujeres mencionadas

anteriormente eran propietarias de bienes muebles o inmuebles. Algunas mujeres en compañía

de sus esposos lograron acumular el capital suficiente para tener en su poder varios de ellos. En

20 Ibíd., pp. 214-21721 Se asume como testadoras a las mujeres del pueblo que pese a no ser doñas, declararon en sus testamentos ser propietarias de bienes muebles, inmuebles, derechos de tierras, entre otras pertenencias, dichas mujeres en la mayoría de los casos declararon ser hijas de relaciones legítimas y que estaban casadas y te-nían hijos legítimos con sus esposos, no obstante entre ellas también se presentaron casos de madre solterísimo. María Dominga Pastrana. hija legítima de don Antonio Pastrana y Manuela de Betancurt, declaró estar casada y con Manuel José de la Peña. Pero Francisca de Escobar, era la hija natural de Lucía Trujillo, Es-cobar se había casado con Mariano de Mosquera, con quien procreó diez y seis hijos, de los cuales diez perecieron. JIMENEZ, Orián. Op cit., pp. 471-174. 476-47822 Ibíd., pp. 174-177 23 Ibíd., pp. 179-18324 Ibíd., pp. 330-33425 Ibíd., pp. 373-37626 Ibíd., pp. 361-36827 ACC (Popayán) Archivo Muerto. En adelante A.C.C. (A.M). Paquete 33, legajo 4. 23 de octubre de 1843

Page 93: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

93Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

1810 Manuela Salamanca notificó tener tres esclavos: Manuela negra, y sus dos hijos llamados

Joaquín y Manuel28. Otras como María Josefa Valenzuela29 y María de Vergara30 de estado solte-

ras, testificaron tener a su haber algunos esclavos, aunque el número no era mayor de cuatro31.

Algunas mujeres vendieron, compraron, arrendaron y empeñaron32. El 8 de junio de 1808, Jo-

sefa Chávez en su testamento informó a su albacea que había empeñado una gargantilla de oro

con un peso de cinco castellanos, por cuatro pesos a don Joaquín Pacheco. Además declaró tener

en su poder varios trastes de Ignacio Cortés, por concepto de una deuda por arrendamiento de

diez y ocho años a nueve reales mensuales; así mismo había vendido a la negra Isabel Lemos una

casa por doscientos sesenta pesos, de los cuales solo había recibido sesenta pesos33.

Las relaciones económicas en las que estuvieron involucradas las mujeres, nos muestran

un entramado social complejo, que involucra solidaridades, cadenas de dependencia, entre

otros., ya que algunas de ellas pignoraron sus propiedades a terceros para que solventaran sus

necesidades. Lucía Otálora, natural de La Plata y residente en Popayán, viuda de Isidro Hurtado,

en su testamento declaró haberle prestado a Rafaela Pasos una gargantilla de oro para que la

diera en empeño a Fernando Sánchez por 6 pesos. En el mismo caso podemos observar las

dinámicas de arrendamiento de las viviendas o tiendas, pues Lucia Otálora, declaró que Ange-

lita Chaparrala y María Aragona le debían cada una cuatro pesos, María Ignacia “la tambeña” y

Joaquina Castillo 9 reales, todas a razón de arrendamientos que le debían34.

Lo anterior nos permite contrastar el ideal femenino decimonónico, con las experiencias

de vida de las mujeres de la época, quienes inmersas en el entramado social fueron actores

activos cuyos roles tejieron la historia de la Popayán del siglo XIX.

28 Orian Jimenez. Op cit., pp. 340-34329 Ibíd., pp. 195-19830 Ibíd., pp. 316-31931 El 15 de abril de 1825, María Delgado. Vecina de Popayán. Hija legitima de Vicente Delgado y Josefa Martínez. Declaró tener una esclava de nombre Isabel que compro en 70 pesos. A.C.C. Notaria. Índice 4. Folios: 71r-74r. El 30 de enero de 1819, Joaquina de ante hija de Agustín de ante y de Agustina, declaró ser la propietaria de una negra como mulata con un hijo. A.C.C. Notarial. Tomo 78, folio: 8 R al 10 R Índice 2.María Manuela Ylaria Castrillón, vecina de la ciudad de Popayán, hija legítima de Don Manuel Castrillón y de Doña Francisca Olivera, el 27 de Noviem-bre de 1820, dijo que tenía una negrita llamada Custodia. A.C.C. Notarial. Tomo 78. Índice 3. Folio 76 – 77v El 25 de julio de 1824, Barbará Ruiz hija de D. Pedro Ruiz y D. María bueno, Vecina de Popayán, también declaró tener una esclava negra, unos mu-latos de nombre: Adriano, Juana María y Tomás a los que dejó libres. C.C.C. Notaria. Índice 1. 1824. FOL 100-101V.32 María Francisca López Salinas, natural y vecina de Popayán, hija legitima de Lázaro López y María Josefa Salinas, casada con Juan Manuel Paredes, vivía en el barrio el empedrado, además de tener casas, tenía un matrimonio de esclavos ( Luis y Barbará y su hijo Miguel), 4 piezas más de esclavos llamados: Rafael, Mariano, Gertrudis y Teresa y otro Mulatico llamado Francisco Antonio en poder de su hijo Gerónimo Antonio, ella declaró en febrero de 1821 que Antonia Arboleda viuda de Mariano Yorobó le debía 19 patacones, Julián Correa 10 patacones un real del arrendamiento de una tienda, Camilo López la cantidad de 70 patacones en efectos mercantiles y algún pico en dinero. A.C.C. Notarial Tomo 78, Folio 6-9v. Índice 2Mariana Correa, hija de Rosalía Correa Mañosca, vecina de Popayán, que pudo haber sido costurera, el 6 de mayo de 1820 declaró tener una mulata llamada María, y que Juan Orozco le era deudor de 15 pesos, Tomasa Santa Elir, le debía 7 patacones, de los que sólo le había dado 4. Tomás Figueroa le adeudaba 10 patacones. Además Mariana Manuela le debía el alquiler de 2 años de una tienda. María le debía los paños de un follado. A.C.C. Notarial. Tomo 78. Folio 16 r, 23r 33 Orian Jimenez. Op cit., pp.128-13334 Ibíd., pp. 355-360

Page 94: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

94Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

BibliografíaCecilia López; Magdalena León. El trabajo de la mujer. En (La mujer y el desarrollo en Colom-

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David Prado. Tensiones en la ciudad. Popayán 1808-1822. (Tesis para recibir el título de His-

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género, mujer y sociedad, 1994)

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mujeres en el siglo XIX andino. (Cali: Historia y Espacio. No 30, 2008)

FUENTES PRIMARIAS

ACC (Popayán) Archivo Muerto. En adelante A.C.C. (A.M). Paquete 33, legajo 4. 23 de octubre

de 1843

A.C.C. Notarial. Tomo 78, folio: 8 R al 10 R Índice 2.

A.C.C. Notarial. Tomo 78. Índice 3. Folio 76 – 77v

A.C.C. Notarial Tomo 78, Folio 6-9v. Índice 2

Notarial. Tomo 78. Folio 16 r, 23r

Page 95: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

Candidata a Doctora en Historia por el CIESAS, Unidad Peninsular. México

[email protected]

Mtra. Diana Crucelly González Rey

La educacion para las niñas en el Yucatán

del porfiriato

Page 96: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

96Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

La educacion para las niñas

en el Yucatán del porfiriato

Mtra. Diana Crucelly González Rey1

Candidata a Doctora en Historia por el

CIESAS, Unidad Peninsular. México

[email protected]

ResumenDurante el porfiriato en México, el proceso educativo optó por integrar los principios aso-

ciados a una tendencia educativa de corte liberal, basados en los ideales de universalidad,

gratuidad, obligatoriedad y laicidad en la educación pública. Estos principios buscaron prin-

cipalmente la modernización del aparato formativo con los que México enfrentaría las obliga-

ciones y los retos de una nación moderna emulando a aquellas consideradas como las más

civilizadas en Europa y Norte América, a la vez que se aspiraba a formar una pedagogía de

corte nacional. La tendencia positivista y universal del siglo XIX, incluyó formalmente la edu-

cación para las mujeres que con contenciones y desacuerdos, se experimentó de diversas

formas en el complejo sistema político federal mexicano.

En ese sentido, la presente ponencia examina el proceso educativo en la región de Yuca-

tán, al indagar por ¿Cómo y en qué forma, fue posible la educación de las niñas yucatecas

durante el porfiriato? Se pretende comprender y analizar la política regional que comportó la

1 La presente ponencia hace parte del trabajo en extenso de mi autoría: “La Educación de Las Niñas en el Yucatán del Porfiriato, 1870-1911” Tesis para obtener el grado de maestra en historia en el CIESAS en el año de 2014. Los preceptos de esta investigación son la base fundamental del pro-yecto doctoral en curso intitulado: “Maestras y Educación en el Caribe: Colombia y México entre 1870 y 1911”. Agradezco principalmente a Centre for Latin American Research and Documentation (CEDLA) de la University of Amsterdam, que a través del fondo Slicher Van Bath de Jong me proporcionó la financiación necesaria para completar la consulta de archivos competentes a la investigación.

Page 97: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

97Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

enseñanza de las niñas, que incluyó las legislaciones, los presupuestos, las instituciones, la

regulación de los contenidos educativos y la disposición de algunos de los textos escolares

escritos en la época. Se presentan los corolarios de una exploración documental, que se rea-

lizó en los fondos almacenados el Archivo General del Estado de Yucatán, la Casa de la His-

toria de la Educación de Mérida, el Archivo General de la Nación y en la Biblioteca Francisco

Xavier Clavijero de la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México.

Palabras Clave: Educación, niñas, Yucatán, XIX, caribe, porfiriato.

IntroducciónAl ser un territorio lejano del centro de México y relativamente aislado por límites naturales, la penín-

sula de Yucatán alberga una larga historia de “secesión, con renuencia de adherirse a la federación,

y un constante sentimiento de particularidad, aunque ya no expresado en forma de separación polí-

tica”2.A finales del siglo XIX, la región políticamente se encontró sub-dividida en diecisiete Partidos3:

Hunucmá, Progreso, Acanceh, Tixkokob, Motul, Temax, Izamal, Sotuta, Valladolid, Espita, Tizimín,

Mérida, Tekax, Ticul, Maxcanú, Peto e Islas, cuyas cabeceras tenían el mismo nombre.

Aunque no se cuenta con yacimientos de metales preciosos importantes, desde tiempos

coloniales los caudales económicos en el territorio se ordenaron por el binomio de la conquis-

ta española y la resistencia indígena, que con la sumisión aborigen y el valor de su trabajo

adquirieron protagonismo esencial, al ser entre sus gentes “la fuente de su riqueza princi-

pal”.4Las vicisitudes laborales presentes por más de tres siglos en la vida cotidiana, y en los

fenómenos políticos relevantes de la península la determinan respecto a procesos similares

ocurridos en otras regiones de la república mexicana. La llegada de los españoles dividió de

facto a los habitantes en tres categorías etno-raciales: blancos, indios mayas y mestizos, cu-

yas relaciones en principio fueron mediadas por la institución de la encomienda indiana que

aún en 1810, gozó de un tratamiento especial, que junto a las obvenciones religiosas pesaron

de forma considerable en la subsistencia de las sociedades indígenas5.

2 Sherburne F Cook y Woodrow Borah, Ensayos Sobre Historia de la Población: México y El Caribe (México: Siglo XXI, 1977) 15.3 En éste texto “Partidos” hace referencia a una demarcación territorial y se escribe con mayúscula.4 Gabriela Solís Robleda, Bajo el signo de la compulsión. El trabajo forzoso indígena en el sistema colonial yucateco 1540-1730 (México: INAH - CIE-SAS -Instituto Cultural del Yucatán - Porrúa, 2003) 13.5 Pedro Bracamonte. Amos y Sirvientes: Las haciendas de Yucatán 1789-1860, (México: Universidad Autónoma de Yucatán, 1993) 22 y 25.

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98Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

En el Yucatán porfiriano, las incidencias entre mayas, mestizos y blancos se percibían de

forma violenta y variable. Por un lado se registraba el sustancial auge económico del cultivo y

beneficio del henequén producido en haciendas, fincas y ranchos que dominaban el paisaje

de buena parte del norte de la península. Por otro lado, en el sur y oriente los indígenas se

encontraban en rebelión contra el gobierno yucateco en la denominada Guerra de Castas, la

cual inició hacia 1847 y se extendió hasta por lo menos 1901. Para 1902, Porfirio Díaz dividió

el estado en dos, creando así en la zona con mayor conflicto el Territorio de Quintana Roo, con

la intención de consolidar el poder político del Estado mexicano sobre los nativos sublevados

y a su vez detener los intereses expansionistas de los británicos instalados en Belice.6

En el plan del porfiriato a nivel nacional, la educación representaba la posibilidad de garantizar

la unidad del país y para esto fue fundamental el diseño de un proyecto educativo tendiente a lo-

grar este ideal manifiesta en la enseñanza objetiva. La tendencia educativa que fue inspirada en

el positivismo y estribó del espíritu liberal de la Constitución de 1857, involucró los principios de

laicidad, uniformidad, universalidad y obligatoriedad en la enseñanza. La universalidad se enten-

dió como la idea de instrucción extendida a toda la población en todos los rincones de la república,

la uniformidad referida a la unidad de programas y los contenidos educativos y la obligatoriedad,

que normaba legislativamente para que todos los niños y las niñas asistieran a la escuela7.

Hasta hace pocas décadas la separación de sexos en las escuelas se consideró algo nece-

sario y por lo menos hasta el siglo XVIII no se concebía una educación femenina separada de

los conventos. Las ideas de la Ilustración abrieron la posibilidad de formar mujeres ilustradas,

aunque siempre vinculadas a su papel de madres y esposas, pero que con la instrucción

recibida estarían mejor capacitadas para cumplir con su importante función en la sociedad

como formadoras de ciudadanos. Igualmente incidió la progresiva incorporación de la fuerza

de trabajo femenina en diversas actividades, lo que llevó a pensar en la educación a la mujer

más allá del espacio hogareño, e incluso permitió la inauguración de escuelas de artes y ofi-

cios a las que asistían jóvenes mujeres a realizar su formación secundaria.

En este contexto, esta ponencia busca exponer algunas de las acciones que en materia le-

gislativa orientaron la política regional para la educación de las niñas en la Yucatán del porfi-

riato. Para ello se analiza el marco legal que comportó la instrucción y la creación de escuelas

primarias dedicadas a la instrucción de las pequeñas y su sostenimiento.

6 Martín, Ramos. Niños Mayas, Maestros Criollos (Chetumal: Universidad de Quintana Roo, 2001) 7.7 Ernesto Meneses. Tendencias educativas oficiales en México 1821-1911(México: Universidad Iberoamericana, 1998) 73 y 466.

Page 99: Mesa 5 Hist ia de las mu eres y el género

99Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

2. Marco legislativo de la educación para las niñas en YucatánEl proyecto nacional educativo del porfiriato tuvo importantes promotores maestros y peda-

gogos que tuvieron por interés modernizar los métodos de instrucción y específicamente con-

seguir que en cada escuela del territorio mexicano se aplicara la denominada enseñanza

objetiva. Esta idea se vería circunscrita con la publicación de los primeros reglamentos elabo-

rados por Potasio Pérez de Tagle para la educación primaria de niñas en 1878 y de niños en

1879, a través de los cuales se prescribió oficialmente las nuevas pedagogías, en oposición

a pretéritas técnicas librescas y memorísticas8.

Con respecto a la educación de las niñas, se estableció un sistema que retira el énfasis en

la formación moral y de urbanidad, transfiriendo su interés a asignaturas como dibujo, mú-

sica, nociones de ciencias físicas e historia natural aplicadas a los usos de la vida, e inglés.

Así mismo presta especial atención al método de educación intuitiva basada en el uso lógico

de los sentidos,9 especialmente en las áreas de español y de nociones de ciencias físicas.10

Las sucesivas reformas modificaron la educación secundaria de niñas, misma que fue semille-

ro de las profesoras de primaria antes de la conformación de las normales en el Distrito Federal.

Estos cambios, según Ernesto Meneses, implicaron un “impulso decisivo de progreso”, tanto por

una ampliación del tiempo de formación a seis años como por la inclusión de nuevas asignaturas,

por lo que este “era un plan que buscaba la excelencia y amplitud en la preparación magisterial”.11

En las escuelas municipales, la infancia empezaba sus estudios a los seis años y la escue-

la preparatoria a los doce, cuya duración era de dos años. En el primer año se desarrollaban

las clases de moral, ejercicios de lenguaje (vocabulario), trabajos manuales, lectura, ejerci-

cios de escritura, cuatro operaciones con ábaco y gimnasia; en el segundo año verían moral,

escritura cursiva, cuatro operaciones (enteros, quebrados y decimales), lectura, ejercicios de

lenguaje y nociones de geometría. Después de este tiempo podían pasar a la escuela com-

plementaria de cuatro años, la cual contenía los mismos cursos que aquellos estipulados en

la reforma de 1878. En las escuelas del ámbito federal, en cambio, solamente se establecían

8 Meneses, Ernesto. Tendencias…, 323.9 El método intuitivo ante todo se basaba en un sistema de visualización y repetición donde se les enseña a los niños a distinguir las formas ele-mentales de los objetos, mediante la observación, la medición, el dibujo y la escritura. Así mismo su método comprendía las relaciones métricas y numéricas enseñando a los niños a considerar cada objeto como unidad. El tercer componente del método correspondía a la familiarización de los niños con los nombres de los objetos. Según Pestalozzi, esta forma era la manera más básica y primitiva de aprendizaje, pero así mismo la más efectiva para la comprensión del mundo. Ver: Pestalozzi, Johann Heinrich. El A.B.C. de la visión intuitiva o principios de la visión relativamente a los tamaños. (Madrid: Imprenta Real, 1807).10 Meneses, Tendencias educativas…, 324-325.11 Meneses, Tendencias educativas…,328.

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100Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

tres secciones, sin tiempo fijo, a partir de los siete años, con un currículo menos detallado y,

en cierta medida, confuso.12

Poco después, el 23 de mayo de 1888 se promulgó la ley sobre instrucción primaria, un

proyecto que iría nuevamente enfocado hacia la obligatoriedad de la educación, así mismo

sería el vértice para una educación más uniforme como una herramienta ideológica para

construir y reforzar la identidad nacional. Según Rosalía Meníndez, además de la obligatorie-

dad de la enseñanza elemental en el Distrito Federal y Territorios para varones y niñas de 6

a 12 años, “de fondo estaba nuevamente el plan para impulsar una educación unitaria, que

ofreciera los mismos conocimientos en todas las escuelas públicas; al ser obligatoria la ense-

ñanza, el discurso liberal podía fluir más fácilmente”.13

Posterior a esta reforma se vería una especie de edad de oro de la escuela primaria, no sólo

por un aumento sustantivo en la asistencia a los establecimientos, sino además por la cele-

bración de dos Congresos de Instrucción que habrían constituido un “vehículo importante de

unificación” al haber contado con delegados de los diferentes estados, “propagadores en sus

respectivas entidades de los proyectos del ejecutivo federal”.14 En ambos congresos se buscó

la cohesión y uniformidad educativa de la nación impulsando un sistema nacional de formación

popular que permitiera superar la heterogeneidad en las legislaciones y prácticas educativas

estatales y sobre todo municipales, pues se advertía que “las disposiciones tomadas respecto a

la instrucción dependían en la mayoría de los casos de los ayuntamientos y sus consejeros, ello

ocasionó que cada vez que se renovaba esta institución, se modificaran también los acuerdos

para la instrucción, dificultando la continuidad y la organización de la educación”.15

Para el caso concreto de Yucatán, en el primer año del porfiriato y antes de la promulga-

ción de los reglamentos para las escuelas de niños y niñas, la Legislatura Constitucional de

Yucatán promulgó el Decreto número 13 del 16 de julio de 1877, que se tituló: “Ley sobre

instrucción primaria obligatoria en todo el Estado para los niños de ambos sexos”. Dicha ley

contempló entre otras cosas que la educación primaria en el estado fuera “uniforme y obli-

gatoria”, determinando que la responsabilidad en el cumplimiento de la ley quedaría a cargo

de las autoridades políticas, ayuntamientos, juntas municipales e inspector de escuelas. Así

12 Meneses, Tendencias educativas…,419-421.13 Rosalía Meníndez. . “Los proyectos educativos del siglo XIX: México y la construcción de la nación”. Estudios X, no. 101 (2012): 202.14 Meneses, Tendencias educativas…,432.15 Rebeca Ballin. El Congreso Nacional de Instrucción Pública de 1889›› (Ponencia : IX Congreso Nacional de Investigación Educativa. Mérida, Yucatán: Consejo Mexicano de Investigación Educativa - Universidad Autónoma de Yucatán, 5 al 9 de noviembre de 2007) 4.

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101Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

mismo, establecía que la educación sería gratuita en todas aquellas escuelas que fueran

sostenidas por fondos públicos.16

Mediante la reglamentación de la ley de instrucción pública de 1877 se formalizaron los ro-

les específicos, deberes, compromisos, derechos y funciones a todos los partícipes de la educa-

ción pública de Yucatán, desde la dirección general de instrucción pública, que a partir de allí se

denominó Consejo de Enseñanza Primaria, hasta las tareas de la junta general de profesores, el

papel de los ayuntamientos y las juntas municipales, los directores y profesores de la escuelas

municipales, los alumnos, sus faltas, los premios y los castigos, los textos y la enseñanza17.

No obstante, la obligatoriedad de la educación primaria no fue una creación de la ley de 1877

ya en el año de 1876 “la Sociedad de Instrucción Primaria de Izamal y otras corporaciones”, soli-

citaron a la legislatura del estado el establecimiento de la educación obligatoria para los niños de

ocho a catorce años a nivel estatal, “como que es la base fundamental de la ciencia y de cuyas

consecuencias resultarían buenos ciudadanos, sacando de la ignorancia a muchísimos indivi-

duos que por apatía o por otras causas, consideran de poca importancia este ramo”.18 A esta pe-

tición se adhirieron posteriormente otras poblaciones como Cenotillo, Espita, Maxcanú y Halachó,

cuyos vecinos consideraron evidentes los beneficios que resultarían con la adopción del sistema

de enseñanza obligatoria, como se había hecho ya en “la mayoría de los estados de la nación”.19

En consonancia con la política nacional y contando con el acuerdo de diferentes ayunta-

mientos del estado yucateco, el decreto de 1877 determinó que la enseñanza obligatoria debía

implementarse para los niños desde los siete años en adelante hasta los dieciséis años para los

varones y los doce años para las niñas. Las únicas excepciones que tenían los padres o tutores

para no incurrir en el castigo de multa20 por incumplir la regla eran alguna enfermedad física del

niño o niña o “incapacidad intelectual absoluta”, el que no hubiese una escuela pública o par-

ticular en al menos un cuarto de legua de distancia del lugar de residencia o, aunque existiese,

el padre de familia no estuviese en condiciones de pagar la pensión exigida.21

El decreto especificó que la instrucción primaria obligatoria se suponía cumplida “luego que

el niño la haya adquirido en los ramos siguientes: Lectura, Escritura, Gramática, Aritmética

16 Colección de Leyes de Instrucción Pública Mandada a Formar por el Gobierno del Estado, (Mérida: Imprenta de Manuel Heredia Argüelles, 1877) 3.17 Colección de leyes de instrucción pública…, 6.18 AGEY, PE, Jefatura política de Espita, Educación, Caja 195, Manifestación de obligatoriedad de la educación por la Junta Municipal de Cenotillo, Espita a septiembre 5 de 1876.19 AGEY, PE, Jefatura Política de Maxcanú, Educación, Caja 195, Solicitud de obligatoriedad de la enseñanza primaria, Maxcanú a 8 de septiembre de 1876.20 “Veinticinco centavos por la primera falta, cincuenta por la segunda y cien centavos por la tercera”. Colección de leyes de instrucción pública…, 3.21 Colección de leyes de instrucción pública…, 4.

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102Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

hasta sistema métrico decimal y Dibujo lineal, habiendo recibido en el tiempo que ha durado

esta enseñanza lecciones de Urbanidad y Moral práctica, así como de Geografía particular de

Yucatán y Derecho público constitucional.” A la instrucción de las niñas se añadían los ramos

de costuras en blanco, bordados y economía doméstica. También se hizo la salvedad que, en

caso de no poder llevar a cabo todo el plan de estudios, los niños solamente se consideraban

absolutamente obligados a ver las clases de lectura, escritura y elementos de aritmética.22

La reglamentación del decreto de 1877, publicada en agosto 16 del mismo año, determinaba

el organigrama de la instrucción primaria, encabezado por el Consejo de enseñanza primaria,

el cual debía encargarse de vigilar todos los establecimientos de enseñanza primaria, así como

a los profesores que incurrieran en faltas disciplinarias. Dicho consejo además cumplía labores

de seguimiento a los exámenes anuales, elaboraba los libros de texto, promovía la creación de

nuevas escuelas y asistía a las premiaciones en los establecimientos de enseñanza primaria.23

El plan de estudios planteado para escuelas de niños y niñas consistía en un programa de

cuatro años en los que se verían los siguientes cursos:

“Primer año: Principio de Ortología, de Caligrafía práctica y de Aritmética práctica. Segundo año: Ortología y principios de Lectura, Caligrafía grueso y mediano, Arit-mética, las cuatro reglas de entero, Gramática, Ortografía y Prosodia y principios de Dibujo lineal. Tercer año: Lectura, Escritura entrefino y fino, Aritmética, quebrados comunes y decimales, Gramática, Analogía, Dibujo lineal hasta el conocimiento de los polígo-nos inclusive, Geografía de Yucatán hasta el conocimiento de Yucatán inclusive. Cuarto Año: Lectura correcta, Caligrafía, Escritura al dictado, Aritmética hasta el sistema métrico decimal, Gramática, Sintaxis, Dibujo lineal por completo, Geo-grafía de Yucatán, conocimiento de la Península”.24

Ese mismo año se expide el decreto que fundó el Instituto Literario de Niñas y determina el

reglamento para su funcionamiento. Este Instituto fue una escuela pública que dedicó su aten-

ción en la enseñanza primaria y secundaria de las niñas de Mérida. El reglamento del Instituto

constó de 102 artículos, que especificaban las funciones necesarias para la buena marcha del

establecimiento. Según el reglamento, la entidad estaría regentada por una “Junta General del

Instituto”, conformada por la “directora y todas las profesoras del establecimiento”.25

22 Colección de leyes de instrucción pública…, 3.23 Colección de leyes de instrucción pública…,8.24 Colección de leyes de instrucción pública…, 17-18.25 Colección de leyes de instrucción pública…,22-23.

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103Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

También se reglamentaron las condiciones especiales de vigilancia a que estaba sometido el

instituto, así como las funciones de la junta general, las juntas examinadoras de los exámenes,

las funciones de la directora y de la vicedirectora, la secretaria, el conserje, las sirvientas, las

alumnas, estímulos a la educación, los castigos, los textos, el plan de estudios, las inscripciones,

las matrículas, el año escolar, las vacaciones, los diplomas y los fondos para el sostenimiento. El

reglamento fue sancionado, al igual que la ley de instrucción pública, por el gobernador José Ma-

ría Iturralde y actuó como oficial mayor Ramón Arizmendi, el 31 de agosto de 1877.

Diez años después de su promulgación, la ley general de Instrucción Pública sufrió sus pri-

meras modificaciones. En 1887 se introdujeron ocho artículos, los dos primeros relacionados

con la vigilancia de la educación, que se ampliaba al consejo de instrucción pública; el siguiente

artículo determinó la clasificación de las escuelas en rudimentales, primarias elementales o de

ascenso y primarias superiores; en otro artículo se decretaba que “en cualquier pueblo, aldea

o ranchería del estado, se establezca cuando menos una Escuela rudimental mixta”, a estas

escuelas asistirían los sirvientes de las haciendas y sus hijos o pupilos y se prometía un incen-

tivo para aquellos propietarios que cumplieran con el propósito de la ley. De igual manera se

estableció la creación de por lo menos una escuela de adultos por cada cabecera de partido, lo

cual significaría un avance en el propósito de la alfabetización del estado.26

La ley de 1877 vino a ser reemplazada finalmente en el año de 1909, cuando surgió una

nueva reglamentación en materia educativa. Se trató de la Ley de Instrucción promulgada por

el entonces gobernador interino Enrique Muñoz Aristegui, publicada mediante decreto núme-

ro 96 del 9 de julio. Dentro de las disposiciones presentes en esta ley, se pueden señalar “la

supresión de los cuatro años de instrucción primaria inferior que se impartían en el instituto

literario del Estado”, el establecimiento de la “Escuela Central Municipal de Mérida” y el artí-

culo 3 que autorizó al poder ejecutivo a abrir “nuevas escuelas e instrucción primaria inferior

tanto de niños como de niñas”.27

En lo que concierne a la educación rural en pueblos y en haciendas, sólo a finales del porfi-

riato, el 25 de agosto del año de 1911 el Gobernador Interino del Estado de Yucatán, Jesús L.

González, promulgó la Ley que crea Escuelas Rurales. Con este estatuto conformado por vein-

ticinco artículos se estipuló que la educación primaria rudimental era “obligatoria y gratuita en

26 BVY- “Nueva Ley de Instrucción Pública”, en La Escuela Primaria, Año 1, No. 23, Mérida a 15 de agosto de 1887, pp. 330-331.27 Freddy Espadas. Política educativa y revolución. Yucatán 1910-1918 (Mérida: Secretaría de Educación, Universidad Pedagógica Nacional, 2008) 28 y 29.

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104Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

las fincas rústicas del Estado”, acordando impartir en dichos establecimientos la enseñanza del

idioma español, las sencillas operaciones de la aritmética, complementando con:

(..) Breves nociones de higiene, de moral y de urbanidad e instrucción cívica por medio de explicaciones orales y ejemplos prácticos, ejercicios corporales, consistentes en juegos y deportes infantiles, trabajos agrícolas para los niños y trabajos domésticos para las niñas, incluyendo el cultivo de plantas y el cuidado de animales y cantos corales.28

3. Creación de Escuelas para NiñasLa creciente población del porfiriato junto al mandato de obligatoriedad, demandó la apertura

de nuevos establecimientos educativos. Es así, como se pasó en 1878 de un total de 222

escuelas29 a 300 para el año del 1900 distribuidas por los todos Partidos y que se concen-

traron especialmente en las cabeceras municipales. En el año de 1906 la cifra alcanzó 37430

planteles de los cuales 220 corresponden a escuelas para niños y 154 para niñas31. En las

voluntades por la enseñanza de primeras letras en ambos sexos, se configuran un accionar

entre el estado y las comunidades, el primero actuando como normatizador, delegando la

tarea de vigilancia y acatamiento a la sociedad.

Federico Lazarín afirmó que el crecimiento de la educación estuvo apuntalado al auge de

la economía en los respectivos estados, más aún en los municipios en los que se concen-

traba la producción de riqueza32que en el caso de Yucatán, estuvo asociada a la producción

del Henequén. Si esta tesis es admitida, debería observarse un crecimiento importante, no

sólo en la cantidad de escuelas, sino además en los rubros destinados a su funcionamiento.

La gratuidad de la educación como principio de la universalidad de la instrucción implicó

una inversión presupuestal bastante fuerte para cada estado. Según la Ley sobre Instrucción

28 Colección de leyes, Decretos y Acuerdos Relativos a Educación pública vigentes en el estado de Yucatán. (Mérida: Imprenta Oficial del Gobierno del Estado, 1913) 49.29 Moisés, González Navarro. Estadísticas Sociales del porfiriato 1877-1910 (México: Dirección General de Estadística, 1956) 44.30 AGEY, PE, Sección Instrucción Pública, Museos, Caja: 547, Relación de escuelas primarias que funcionan en el Estado, datos estadísticos sobre instrucción pública, Mérida 1906.31 Cálculo realizado a partir de la información disponible en: AGEY, PE, Educación, correspondencia, preceptores, liceos y universidades, Caja 338, Relación de escuelas primarias que funcionan en el Estado, datos estadísticos sobre Instrucción pública, Mérida 1900. Este cálculo difiere con el presentado en las estadísticas sociales del porfiriato que relacionan un total de 379 escuelas en el mismo año. 32 Federico Lazarín, ¿Leer y Escribir para el Progreso? El Proceso de la Alfabetización y la Economía mexicana (1891-1982). (México: Biblioteca de Signos, 2013)60-64.

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105Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Primaria de 1877, el gobierno estatal debía incluir en la partida anual de gastos los dineros

necesarios para el establecimiento y organización de las escuelas.33

Uno de las quejas reiterativas manifestadas al poder ejecutivo tenía relación con los luga-

res para realizar las labores educativas. Por lo general las escuelas recién creadas carecían

de edificio propio, por lo que las actividades se llevaban a cabo en la casa municipal o en

otros espacios originalmente diseñados para otro fin. Un ejemplo de lo anterior se dio en el

partido de Motul donde los dos liceos de niñas que funcionaban en la cabecera de Partido

para 1887 tenían locales en alquiler, el primer liceo pagaba ocho pesos y el segundo dos

pesos. El Liceo de Niñas de Cacalchén, en cambio, funcionaba en un local proporcionado por

los mismos padres de familia, en Dzemul el local costaba dos pesos mensuales y en Telchac

el Liceo de Niñas funcionaba en la casa de la directora, la señora Bárbara Cervantes.34

El importe básicamente se destinaba al pago de los maestros, al abono de la renta de

los establecimientos y a la dotación de mobiliario y textos escolares. El presupuesto para las

escuelas correspondía a la suma de lo aportado por el gobierno del estado y lo que daba el

partido respectivo, la cual no incluía los gastos extraordinarios producto de arreglos a locales

u órdenes extraordinarias de dotación de muebles y útiles escolares.35

En el caso de Motul los Liceos de Niñas funcionaban en locales ex profeso, pero las escue-

las de niños lo hacían en la casa de la escuela municipal, en una pieza anexa a la iglesia o

en una “casita de paja en mal estado”.36 En otros Partidos la situación de los liceos de niñas

no era ni siquiera cercana a los establecimientos de Motul. La directora del cuarto Liceo de

Niñas de Ticul manifestó en 1895 su preocupación por el deterioro en el que se encontraba

el salón del ayuntamiento donde impartía sus clases.37 En Izamal, el Liceo de Niñas tuvo que

trasladarse a la planta baja de un edificio particular, pues la casa que ocupaban previamen-

te tuvo que ser cedida al gobernador Francisco Cantón en 1897.38 La situación del Liceo de

Niñas de Río Lagartos en Tizimín era aún peor ya que las condiciones del local carecían en

absoluto de condiciones higiénicas, por lo cual se requería una asignación mensual de cuatro

pesos para poder alquilar una casa más apropiada.39

33 Colección de leyes de instrucción pública…, 5.34 BVY, “Partido de Motul”, en La Escuela Primaria, Año I, No. 14, Mérida a 1º de abril de 1887, p. 197.35 AGEY, PE, Educación, Preceptores, liceos y correspondencia, Caja 661, Hunucmá a 30 de noviembre de 1909.36 AGEY, PE, Educación, Preceptores, liceos y correspondencia, Caja 661, Hunucmá a 30 de noviembre de 1909.37 AGEY, PE, Educación, Preceptores, liceos y correspondencia, Caja 292, Mérida a 15 de mayo de 1895. 38 AGEY, PE, Educación, Preceptores, liceos y correspondencia, Caja 323, Mérida a 23 de septiembre de 1898.39 AGEY, PE, Educación, Preceptores, liceos y correspondencia, Caja 316, Tizimín a 15 de agosto de 1898.

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106Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

Pero incluso el Instituto Literario de Niñas, que contaba con local propio, tenía problemas

con goteras, falta de higiene en los inodoros y humedad.40 A estas dificultades se les sumaría

los ocasionados por el alquiler de las casas, como el señalado por el presidente de la junta

municipal de Chapab. Al cumplirse el plazo del contrato de la casa que ocupaba la escuela

de niñas del lugar, el propietario pretendió subir el precio del alquiler de seis pesos a diez,

obligando a la junta municipal del pueblo a solicitar que de la partida extraordinaria de los

gastos de instrucción pública se dispusieran los cuatro pesos restantes pues no había otra

casa que reuniera las condiciones higiénicas, de ubicación y de amplitud para la instalación

de la escuela de niñas en dicho pueblo41. Caso especial fue la cabecera de partido de Maxca-

nú donde la escuela de niñas pudo ocupar una casa-escuela en 1896 que se construyó con

el fin de dotar de local al Liceo de Niñas de la localidad.42 Este edificio fue la excepción a la

regla ya que contaba con un espacio suficiente no sólo para las alumnas, sino incluso para

las dos escuelas de niños que se consideró trasladar a ese lugar en 1906.43

En un informe relacionado con los exámenes realizados para el año escolar de 1894-1895 en

Mérida, se resaltaba que las escuelas de varones y niñas de la capital garantizaban los requerimien-

tos básicos de higiene y espacio e incluso se presentó un aumento generalizado en la dotación de

mobiliario, aunque llamó la atención sobre la necesidad de solventar las necesidades de materiales

de las alumnas más pobres. Otra situación era la de las escuelas rudimentales de los pueblos, por

ejemplo, la escuela de Molas funcionaba en un local en el que se daban clases cuando el tiempo lo

permitía, ya que había sufrido un incendio que deterioró la edificación que aún seguía funcionando

por el esfuerzo de los vecinos del poblado; allí asistían regularmente 26 alumnas.44

A pesar de los inconvenientes, las escuelas podían funcionar y aun con dificultades reci-

bían del gobierno municipal, estatal o de la propia comunidad, los materiales necesarios para

llevar a cabo sus actividades educativas. En las haciendas el establecimiento de escuelas

estaba a cargo de los propietarios, lo que derivó en una situación de permanente escasez,

tanto en mobiliario como en edificios y maestros, a diferencia de los municipios en los que el

auge económico podía redundar en la posibilidad de afrontar las necesidades cada vez ma-

yores de los establecimientos.

40 AGEY, PE, Educación, Preceptores, liceos y correspondencia, Caja 323, Mérida a 14 de septiembre de 1898.41 AGEY, PE, Educación, Preceptores, liceos y correspondencia, Caja 710, Ticúl a 17 de febrero de 1910.42 AGEY, PE, Educación: Preceptores, liceos y correspondencia, Caja 197, Mérida a 25 de diciembre de 1896.43 AGEY, PE, Educación, Preceptores, liceos y correspondencia, Caja 547, Maxcanú a 23 de junio de 1906.44 ACHE, Fondo Mérida, Libreta de documentos escolares y leyes de la escuela primaria, 1895-1902, pp. 21 y 23.

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107Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

3. EpílogoEn breves líneas, esta ponencia buscó exponer parte de los avatares en el estado de Yuca-

tán por la educación de las niñas en el porfiriato. La legislación emitida a nivel nacional que

comportó la enseñanza objetiva, tuvo trascendentes semejanzas con las leyes expedidas en

el plano regional, captando de cierta manera la integración del Estado liberal mexicano con

regiones apartadas del centro de la república.

El mandato de obligatoriedad amplió la cobertura para ambos sexos en las escuelas de

primeras letras, que se precisó por la legislación en la asistencia de las niñas, las escuelas

que junto a los niños tomarían el mismo currículo escolar para la educación primaria. No

obstante, las diversas leyes expeditas a lo largo del porfiriato, indicaron un proceso disímil

determinado por la clasificación de las escuelas en rudimentales, primarias elementales o de

ascenso y primarias superiores en las que se asumió una formación diferenciada. Añadido a

esto, los ramos de costuras en blanco, bordados y economía doméstica fueron una obligación

para la enseñanza de las niñas, que difícilmente las separó de su tradicional rol social en el

espacio hogareño, pero que las preparaba para enfrentar mejor las tareas que demandaba la

modernidad con la instrucción inicial de los propios hijos.

A pesar del aumento paulatino de escuelas dedicadas a la educación de las niñas, ésta fue

circunstancial respecto a los establecimientos creados para los varones, púes nunca tuvieron

igual proporción a su colocación. Fue evidente en algunos la participación de la voluntad de

los mismos maestros y directores de los establecimientos y de los vecinos para posibilitar que

los liceos se pudieran establecer era fundamental, con lo que parece indicar que una parte

del crecimiento de las escuelas de niñas se debió al esfuerzo aunado de algunos bríos priva-

dos que promovieron la educación primaria femenina. La situación más compleja se presen-

taba en las escuelas de los pueblos, lugares en los que además de lidiar con un permanente

ausentismo de sus alumnas se tuvo que trabajar en medio de la precariedad en mobiliario,

útiles y edificios competentes para labor educativa.

Sin embargo, a pesar de las contrariedades, los esfuerzos por la educación de las niñas fue-

ron regulados por el Estado, que junto a las voluntades expresas a nivel regional, las comunida-

des y las maestras sembrarían el largo camino recorrido durante el siglo XX en el que la educa-

ción de las niñas fue una realidad en todos los rincones de Yucatán y de la república mexicana.

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108Memorias. XVIII Congreso Colombiano de Historia

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