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MEMORIA MUJERES INDÍGENAS: DESAFÍOS EN EL ACCESO A LA JUSTICIA Y LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir

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MEMORIAMUJERES INDÍGENAS:

DESAFÍOS EN EL ACCESO A LA JUSTICIA Y

LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA

Instituto de LiderazgoSimone de Beauvoir

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MUJERES INDÍGENAS: DESAFÍOS EN EL ACCESO

A LA JUSTICIA Y LA PARTICIPACIÓN

POLÍTICA

MMXIII

MEMORIA

Créditos:

Ximena Andión IbañezDirectora del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir A.C.

Liliana Vianney Vargas VásquezElaboración de la memoria

Martha Sánchez Néstor, Christian Aurora Mendoza, Denisse Casas OrtizCoordinación de la publicación

Manuel Alejandro Martínez TorresDiseño

Juan Pablo Almorin (Instituto Nacional de Lenguas Indígenas) & Andrea Pérez Molina Hernández

Fotografías

PRÓLOGOCon la finalidad de seguir impulsando los liderazgos de las mujeres indígenas el Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir (ILSB). tuvo la iniciativa de llevar a cabo la Mesa Redonda Mujeres Indígenas: Desafíos en el acceso a la justicia y la participación política como un evento innovador para contribuir a la reflexión seria sobre las realidades de discriminación y desigualdad en el país que viven las mujeres indígenas en el ejercicio de sus derechos humanos.

Para este propósito el Instituto, se asoció con la Alianza de Mujeres Indígenas de Centroamérica y México, como una de las instancias más comprometidas con la promoción de políticas públicas con perspectiva de género y pueblos indí-genas, y con Iniciativa SUMA, que promueve decididamente la participación política de las mujeres mexicanas. Estas instancias coinciden en la convicción de que son las mismas mujeres indígenas quienes tienen que tomar la palabra y el espacio público para desde ahí impulsar los cambios que se requieren para transformar las desigualdades estructurales para que el ejercicio pleno de su ciudadanía sea una realidad.

Reconocemos el aporte de la Alianza de Mujeres Indígenas de Centro América y México quien a través de Liliana Vargas recopiló la información e hizo un minucioso trabajo de sistematización para que podamos compartir este documento. De esta forma, como Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir retomamos el camino de la edición de publicaciones con este material que contiene tanto la voz como la escritura de mujeres indígenas.

Esta mesa de discusión y los contenidos que en esta memoria se plasman, representan una reflexión importante sobre los desafíos actuales que enfrentan las mujeres indígenas en la participación política y el acceso a la justicia, desde la visión de las líderes indígenas que se han abierto brecha en la adversidad y han posicionado esta agenda a nivel nacio-nal, latinoamericano e internacional. Estos contenidos se entretejieron con una reflexión más personal por parte de las líderes sobre los costos personales de ser mujeres que transgrediendo roles, espacios y normas culturales han llegado a ser un referente en la vida política y social de sus países. Nos parece que fue un gran acierto haber podido lograr que la subjetividad de estas mujeres, así como su identidad, fueran parte central de las discusiones políticas sobre estos temas. El intercambio de las expertas con las personas in-vitadas a esta mesa fue también muy enriquecedor y aportó elementos de reflexión importantes sobre el liderazgo de las mujeres indígenas, sobre la labor que realizamos las organizaciones e instituciones que trabajamos por avanzar la agenda de derechos e igualdad de las mujeres indígenas, y sobre cómo construir nuevos paradigmas de igualdad sus-tentados en una visión democrática, intercultural y plural.

Esperamos que éste sea un material vivo y dinámico que pueda seguir enriqueciéndose con otros diálogos y espacios de discusión sobre acceso a la justicia y participación política desde una perspectiva de género e interculturalidad. Enriquecer esa y otras discusiones es parte de nuestro compromiso.

Ximena Andión IbañezDirectora del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir,

Martha Sánchez NéstorCoordinadora del Programa de Mujeres Indígenas del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir A.C. y Coordinadora de la Alianza de Mujeres Indígenas de Centroamérica y México.

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Esta memoria es fruto de un diálogo de mujeres indíge-

nas de América Latina que piensan y repiensan sus lider-

azgos. Ellas nos comparten sus experiencias, visiones ,

así como las rutas críticas que han trazado a lo largo

de sus activismos políticos en materia de defensa de los

derechos de los pueblos y mujeres indígenas. Además,

nos brindan un panorama de los desafíos pendientes

que presentan respecto a la participación política y el

acceso a la justicia para las mujeres indígenas en Améri-

ca Latina.

Las voces que aquí se recogen son las de tres lideresas

indígenas de reconocida trayectoria de nivel nacional

e internacional: Natalia Sarapura, de Jujuy, Argentina;

Hazel Law, miskita de Nicaragua; y Otilia Lux de Cotí,

maya quiché de Guatemala. En conversación con estas

lideresas se encuentran representantes de organizacio-

nes, fundaciones e instancias gubernamentales que

tienen entre sus acciones vigilar, acompañar y diseñar

la implementación de las políticas para la atención a la

población indígena de México. Guadalupe Martínez

Pérez, nahua del estado de Hidalgo, México, estuvo a

cargo de la moderación de esta mesa.

El promover el ejercicio de la escucha y el intercam-bio activos entre esas diversas voces forma parte de los esfuerzos encaminados a abrir nuevas puertas al diálogo y más ámbitos de reflexión para compartir experiencias sobre los desafíos y avances a nivel regional en materia de derechos de las mujeres indígenas. En este sentido hay que reconocer la labor conjunta realizada por el In-stituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, la Alianza de Mujeres Indígenas de Centroamérica y México e Inicia-tiva SUMA Democracia es Igualdad, que están dando un paso adelante en la búsqueda de la promoción, res-peto y ejercicio de sus derechos y liderazgos en toda la región.

Para finalizar esta nota introductoria y como aclara-ción metodológica, debe mencionarse que la estructura, tanto de la mesa como de la memoria, está dada a par-tir de tres bloques temáticos, que han sido los pilares de las reflexiones. En el primer bloque se ahonda en el ámbito personal de las lideresas, específicamente, en lo relacionado a su campo de acción público. En el se-gundo se aborda la participación política de las mujeres indígenas. En el tercero se toca el tema del acceso a la justicia. Y, por último, hay un breve apartado donde se exponen algunas de las preguntas y respuestas que se discutieron en la mesa.

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MOTIVACIONES PERSONALES DE LAS LÍDERES EN LA MILITANCIA INDÍGENA Y SU CAMPO

DE ACCIÓN PÚBLICO

En este primer bloque se abordan los costos personales que les ha implicado el activismo político a las lide-resas indígenas a lo largo de su trayectoria. Las preguntas que se formularon fueron en el sentido de conocer sus motivaciones para involucrarse en la participación política y ahondar en los desafíos personales que han encontrado para sostener su liderazgo en la defensa de los derechos de las mujeres indígenas.

La primera en participar es Hazel Law, mujer miskita, nacida en 1958 en la comunidad de Santa Fe, mu-nicipio de Waspán en la actual Región Autónoma del Atlántico Norte de Nicaragua. Law trabajó durante su juventud en la cruzada de alfabetización en lenguas indígenas en la Costa Atlántica. Fue diputada en la Asamblea Nacional por la Costa Atlántica Norte en el periodo 1985-19902 y fundadora del Parlamento Indí-gena de las Américas en 1989. En 1995 fue asesora de la Comisión de la Demarcación del Consejo Regional Autónomo y formó parte de la negociación de convenios con el gobierno de Managua para la delimitación de la Región Autónoma. Asimismo ha sido coordinadora del Centro de Investigación de Documentación de la Costa Atlántica. En el 2005 fue nominada entre mil mujeres como candidata al Premio Nobel de la Paz, y en agosto del 2008 es nombrada magistrada del Tribunal de Planeación de la Región Atlántida del Norte donde ejerce hasta la fecha. En el 2012 la UNESCO le otorgó un reconocimiento en el marco de la celebración por los 25 años de la Región Autónoma y los Consejos Regionales. Es abogada, y actualmente ejerce la docencia en la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense (URACCAN) en Derecho y Constitución. De forma reciente, visitó México con el fin de dar recomendaciones al sistema de justicia mexicano en su calidad de magistrada.

Hazel Law señala que ha forjado su liderazgo como mujer indígena y latinoamericana a partir de un ac-tivismo político que ha construido con base en análisis y cuestionamientos permanentes sobre las realidades concretas de la vida de las mujeres indígenas de América Latina. Su experiencia de vida, marcada por un contexto de discriminación, racismo y exclusión en los espacios de formación, fue un motor para buscar y abrir espacios de fortalecimiento para sí misma y para sus compañeras.

Law reconoce que el liderazgo de las mujeres indígenas en Nicaragua fue impulsado gracias a la fuerza que proyectaba el movimiento indígena en las últimas décadas del siglo pasado. Para los años en los que ell

1 Época de las políticas asimilacioncitas de Estados Unidos de Norteamérica y de los Institutos Lingüisticos de Verano. (www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/nuant/cont/9/doc/doc12.pdf )

PRESENTACIÓN

1 Iniciativa SUMA impulsa la participación política y una agenda de empoderamiento económico de las mujeres, mediante la alianza entre cinco organizaciones de la sociedad civil, ONU Mujeres, el Instituto Nacional de las Mujeres y los mecanismos es-tatales para el adelanto de las mujeres. Las cinco organizaciones de la sociedad civil son: Equidad de Género Ciudadanía, Trabajo y Familia A.C; Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir A.C; Mujeres Trabajadoras Unidas A.C; Inclusión ciudadana A.C. y Liderazgo, Gestión y Nueva Política S.C.

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comenzaba su militancia, las principales demandas de este movimiento giraban en torno a la titulación de las tierras y la educación en lenguas indígenas, demandas que los indígenas exigían a lo largo y ancho en la América Latina de ese momento. Ella relata cómo en aquel tiempo los líderes veteranos, los ancianos, fueron delegando su liderazgo a la nueva generación de jóvenes indígenas, de la cual ella formaba parte. Desde en-tonces, Hazel Law ha hecho un largo recorrido como defensora de los derechos de los pueblos indígenas, alternando su participación en espacios parlamentarios, judiciales y académicos.

Para la lideresa, la exclusión y marginación de los pueblos indígenas fueron motivos por los que se invo-lucró en la política, y desde los esfuerzos por combatirlos orientó su participación para la consolidación del movimiento indígena nicaragüense de la Costa Atlántica. Un asunto que particularmente la ocupó fue la ex-clusión de los pueblos indígenas de la educación. Dicha exclusión, cuenta, estaba dada desde el analfabetismo de las y los ancianos indígenas hasta la falta de espacios educativos de los diversos niveles. Para ella, también el hecho de que estos espacios se ubicaran lejos de las comunidades, representaba en sí mismo un primer ob-stáculo para las y los indígenas.

Desde los tiempos de su formación universitaria en Managua se involucró igualmente en el movimiento social más amplio, pero siempre portando la bandera del movimiento indígena3. El contexto de la guerra civil nicaragüense y la confrontación con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN)4 fueron aspectos que la lideresa habría de vivir para seguir en la lucha. De hecho, un momento clave en su militancia fue en 1976, fecha en que el movimiento indígena, mediante la organización ALPROMISO, generó una plataforma que habría de conjuntar las demandas más sentidas de la población indígena.

Una determinante para la formación y empoderamiento político de Hazel Law fue su acceso a la edu-cación formal. Law señala que tanto ella como otros jóvenes indígenas, tomaron la decisión de escoger car-reras universitarias que permitieran empoderar a la juventud y ser útiles al movimiento. Por ejemplo, para su generación lograr una licenciatura en Ciencias de la Educación era una manera para llegar a la dirección de los institutos de la educación y desde ahí generar conciencia en la población, sobre todo en la población juvenil. El papel activo y comprometido de esta generación de la década del 70 los llevó a tomar la dirección del movimiento indígena y a cuestionar y a cambiar la forma en como estaban haciendo política. Al respecto

3 Entre tres a cinco universitarios coincidieron en Managua, la mayoría eran hombres y sólo una mujer. Hazel, la lideresa nica-ragüense junto con el resto de las activistas decidieron sumarse a la lucha de los ancianos indígenas.

4 El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) es una organización política de izquierda revolucionaria creada en 1961 en Nicaragua por Carlos Fonseca Amador, Santos López, Tomás Borge, Germán Pomares Ordóñez y Silvio Mayorga. Se proclamó seguidor del movimiento emprendido por el líder nicaragüense Augusto C. Sandino (del que tomó el nombre de sandinista), el cual sostuvo una guerra de guerrillas contra la intervención estadounidense en su país durante los años de 1927 - 1933.

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comenta: “esa directiva era muy apagada, que no hacía nada, se había dejado cooptar con el gobierno de Somoza”5.

Por su parte, Natalia Sapura, lideresa indígena de Argentina, desde muy joven participó en el Consejo de Organizaciones Aborígenes de Jujuy (COAJ). Inició su actividad en la política nacional al ser electa diputada de la provincia de Jujuy para el período 2001-2005. Desde ese papel pudo incidir en el encuentro de pueblos indígenas y en la Reforma de la Constitución de la Nación de Argentina, así como en la aprobación del artí-culo 75 de la Constitución Nacional que consagra los derechos de los pueblos indígenas en ese país.

Ha participado en numerosas sesiones del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de la ONU. También formó parte en el proyecto de Jurisprudencia de la Mujer Indígena, impulsado por el COAJ junto con otras organizaciones de mujeres indígenas del continente americano. Participó en una audiencia temática en la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, en la sede de Washington, sobre la situación múltiple de la discriminación de las mujeres indígenas en el continente. Es fundadora y actual rectora del Instituto de Educación Superior Intercultural Gloria Pérez, institución educativa promovida por el COAJ, cuyo objetivo es el de fortalecer las capacidades de los técnicos indígenas para gestionar el desarrollo con iden-tidad de los pueblos indígenas con el enfoque del Buen Vivir. El liderazgo de Sarapura ha sido reconocido en la octava y novena Asamblea General del Fondo Indígena de América Latina y el Caribe (Fondo Indígena), además de ser nombrada integrante del Consejo Directivo en la décima asamblea de dicho organismo, donde fue elegida como primera vicepresidenta en el período 2012-2014.

Natalia Sarapura cuenta que su liderazgo surge como parte de una “venganza por una batalla perdida que tuvo”6, pues en su infancia vivió un cambio radical en su vida al ser trasladada de una comunidad indígena a la ciudad para estudiar y alejarse del campo. Esa transición habría de colocarla en situaciones difíciles, situa-ciones de violencia que la llevaron a enfermarse, que hoy todavía la marcan.

A sus 14 años entró paulatinamente a la militancia como un medio de denuncia y acción para evitar que otras personas vivieran las mismas situaciones. Al inicio no participó directamente con el tema de mujeres indígenas, ya que su interés principal estaba encaminado a la reflexión de los procesos de luchas de los pueb-los. El trabajo que realizó como ayudante administrativa y redactora de notas para los dirigentes le permitió conocer más a fondo esas problemáticas y la alentó hacia el camino de la miltancia política. Ésta, nos relata, fue la escuela que formó su liderazgo.

5 Transcripción textual de la intervención de la ponente.

6 Palabras de Natalia Sarapura.

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Sarapura lleva militando 24 años, un trabajo que, señala, demanda tiempo completo. Admite que en esas responsabilidades adquiridas a lo largo del tiempo le queda una deuda: el de no haber sido “toda la madre que debería de ser” y no haber tenido un equilibrio entre el proceso de militancia y la maternidad. Cuenta que muchos hijos de compañeros suyos, también reconocidados líderes indígenas, “odian la causa indígena […] porque creen que les robamos a los padres”. Esta situación ha hecho que Sarapura inculque en su hija la importancia de lo que hace, lo que siente y lo que quiere, con el pleno convencimiento de que los trabajos y procesos que lleva a cabo en la militancia son para beneficio personal y colectivo.

Por otro lado, Otilia Lux de Coti, Maya Quiché de Guatemala, estudió la licenciatura en Administración Educativa. Ha ejercido diversos cargos de decisión a nivel nacional, como el de Ministra de Cultura y De-portes y diputada en el Congreso de la República de Guatemala por el Movimiento Político WINAQ. Ha participado en las Comisiones de la Mujer, Extraordinaria Nacional por la Transparencia y Pueblos Indígenas. Fue vicepresidenta del Foro Permanente de las Cuestiones Indígenas de la ONU, asi como representante de Guatemala ante el Consejo Ejecutivo de la UNESCO para el período 2004-2007. Además, de 1997 a 1999 formó parte de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico sobre la Violación de los Derechos Humanos y Hechos de Violencia en Guatemala. Cabe mencionar que ha recibido premios tales como el Bartolomé de las Casas (España), la Legión de Honor (Francia), y el Francisco Marroquín (Guatemala). Actualmente se desempeña como Directora Ejecutiva del Foro Internacional de las Mujeres Indígenas (FIMI).

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Lux de Coti narra que el carácter familiar fue uno de los grandes fuentes de su liderazgo, sobre todo se reconoce heredera de los cono-cimientos y el carácter de su abuela y su madre. Recuerda que su abuela la impulsaba para que se educara fuera de casa, pero advirtiéndole siem-pre que había que tener cuidado: “Ese cuídate lo entendí después, ob-viamente los cuidados que tenían las madres era para que no fuéramos atropelladas sexualmente hablando. Entonces yo lo entendí, pero no nos lo explicaron con mucha claridad, pero siempre nos decían, nunca se dejen, jamás se dejen de alguna agresión, contesten rápidamente. Esa misma formación nos hacen tener prácticamente este carácter.”7 Los recurrentes casos de ataque sexual a las mujeres indígenas fueron una de las razones que debieron de ser consideradas por las mujeres de su familia antes de tomar una decisión al salir a los espacios públicos. Esto propició en ella una conciencia de la violencia física y sexual ejercida hacia las mujeres y la formó en un carácter contestatario.

Otro espacio que permitió a la lideresa tener una formación crítica fue la iglesia católica, de la cual presencia dos facetas: primero, en su niñez, una iglesia discriminadora y racista, que hacía distinciones entre los ladinos e indígenas; y luego, en su juventud, una iglesia más cercana a su pueblo desarrollada por una nueva de curas católicos que cultiva-ron la idea de la igualdad de todas las personas. Ese tipo de incidencia permeó en ella misma y en su comunidad.

Cuestión también relevante dentro de su experiencia, fue la presen-cia en su educación formal de maestras mestizas comprometidas con su labor docente. La influencia de estas maestras, según refiere, per-mitió a la lideresa levantar su autoestima como niña, y entender que las niñas y los niños valían por igual. La educación en las artes, poesía, declamación y cine fueron elementos que constituyeron una formación primaria que posiblemente como apunta “me llevó a aceptar el cargo de Ministra de Cultura y Deporte […] Todo eso hace que uno se vaya for-mando, entonces a mí se me quita un velo en los ojos y en el cerebro.”8

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« La identidad asumida ha permitido que las mujeres in-dígenas tomen una trinchera política y, desde ahí, coloquen sus demandas y luchas »

7 Palabras de Otilia Lux de Coti.

8 Ibídem.

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La resignificación de la historia familiar y comunitaria, así como la conciencia de la identidad han sido el-ementos clave que le permitieron ver desde otro punto de vista sus circunstancias, tal como lo comparte Lux de Coti: “Yo escuché de mi padre,- es decir mi abuelo- que fue uno de los que tuvo que cargar quince días a una mujer mestiza en la espalda para trasladarla de mi pueblo a la capital, y quince días de regreso. Eso me indignó demasiado, como que me marcó realmente. Yo no sabía cómo definirlo y después fuimos entrando a la conceptualización y dijimos que no cabe duda que esta es la opresión y discriminación racista. Vimos la situación de los pueblos indígenas y entonces es cuando digo primero me defino como maya y como indí-gena.”9 La identidad asumida ha permitido que las mujeres indígenas tomen una trinchera política y, desde ahí, coloquen sus demandas y luchas, como el caso de Otilia Lux.

El trabajo de la conceptualización de las cosas y realidades desde las mujeres indígenas de Guatemala ha per-mitido en gran medida evidenciar la colonización del pensamiento y las actitudes racistas hacia los pueblos indígenas, en este sentido, ella ha sido una de las pioneras. Por esta razón, el liderazgo femenino en Guatemala ha buscado y abierto espacios que resignificaron las actitudes con las herramientas que dotaban las escuelas. Comenta la liderasa, por ejemplo, que parte de su trabajo inicial estuvo enfocado a la “educación de la niña rural” que tenía entre sus objetivos elevar la autoestima para que no abandonaran sus escuelas.

9 Ibídem.

8 9

PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE LAS

MUJERES INDÍGENAS

En este bloque se aborda el tema de la participación política de las mujeres indígenas. Aquí las preguntas que sirven de motor para la reflexión giran en torno a los principales desafíos y avances que se han tenido en los países latinoamericanos para garantizar los derechos políticos de las mujeres indígenas, así como los mecanismos que las lideresas reconocen en América Latina y en México, que permiten avanzar en la partici-pación política de las mujeres indígenas.

Hazel Law parte de la reflexión de que el sistema de elección mediante usos y costumbres en México, espe-cíficamente en el estado de Oaxaca, no necesariamente significa que las mujeres indígenas tengan acceso a la participación social y política, aunque ello haya sido una conquista de la lucha autonómica para los pueblos indígenas. Considera que las organizaciones han hecho un fuerte papel de incidencia, y ello ha permitido la generación de espacios en las municipalidades como en el caso de Sofía Robles, quien fue alcaldesa en el municipio de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca.

En lo que respecta a su país, Nicaragua, menciona que gracias al trabajo de las organizaciones como MISURASATA10 (iniciada en 1980) en la Costa Atlántica de Nicaragua, las mujeres se fueron organizando para generar sus propios espacios de reunión. Precisamente por el contexto de guerra, los liderazgos femeni-nos en ese país han estado marcados por los trabajos de paz. Este es el momento en el que se fundó el mov-imiento de mujeres Nidia White11 que buscó empoderar a las mujeres de cara a la formulación de la Ley de Autonomía.

Las décadas de los 80 y 90 fueron años de negociaciones para Law y sus compañeras, ya que ellas colabo-raron en los diálogos para la paz entre la guerrilla indígena y el gobierno sandinista. Sin embargo, la dinámica

10 Organización indígena fundada para luchar por los derechos de las minorías étnicas, antecedente de Yatama. En orden cro-nológico ALPROMISO 1974, MISURASATA 1979, MISURA 1982, SICC 1976, SUKAWALA 1974, KISAN 1985, YATA-MA 1986 y el F.S.L.N.

11 La Asociación Movimiento de Mujeres Nidia White, con sede en Puerto Cabezas, nace en los años 1980 producto de las nece-sidades sociopolíticas de ese período, a iniciativa de un grupo de mujeres dispuestas a contribuir al proceso de participación social y la reunificación de las familias de la Costa Caribe Nicaragüense. El nombre que lleva la Asociación –Nidia White- fue dado en honor a su defensa y lucha por los derechos de los habitantes costeños y en particular los derechos de las mujeres.

« El trabajo de la conceptualización de las cosas y realidades desde las mujeres indígenas de Guatemala ha permitido en gran medida evidenciar la colonización del pensamiento y las actitudes racistas hacia los pueblos indígenas »

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de las organizaciones indígenas durante los diálogos no estuvo libre de tensiones internas, sobre todo, en lo concerniente a la formación, empoderamiento y participación de las mujeres líderes. Trabas en su desarrollo político dentro del movimiento e impedimentos para la ocupación de ciertos cargos, fueron cuestiones que vivenció la propia Hazel Law. Pero a pesar de estas dificultades impuestas, la lideresa apunta que se siente orgullosa del trabajo realizado por el movimiento, como por ejemplo, de la labor de apertura de los primeros albergues para mujeres víctimas y sobrevivientes de la violencia, fundadas por las propias mujeres indígenas y por el movimiento Nidia White.

Por otra parte, Law también señala que los partidos políticos en tiempos de guerra priorizaron los pro-cesos de autonomía en las regiones, relegando a un segundo plano las agendas y necesidades más sentidas de las mujeres indígenas, tales como: la erradicación de la violencia, el acceso a la tierra y la represent-ación política. Estableciendo una comparación, destaca en cambio que México ha tenido procesos diferentes. Específicamente se refirió a la experiencia zapatista, en la que sobresale la Ley Revolucionaria de Mu-jeres12, que reconoce a las zapatistas el derecho a decidir sobre sus cuerpos y sobre la salud sexual y reproductiva. Law celebra el movimiento zapatista, pues manifiesta que se ha mostrado solidario con las mujeres y porque también puede ser una muestra de que puede haber un retorno a la complementariedad.

Asimismo explica que en Nicaragua, expresamente en la región de la Costa Atlántica, el machismo se ha acentuado al evitar que las mujeres participen en los diversos espacios, como fue en el proceso de transición de las organizaciones indígenas a partidos políticos. En este caso, el movimiento colegiado en MISURASATA se vio mermado muchas veces por el protagonismo individual que permitió que una sola per-sona decidiera, negociara y usufructuara la lucha indígena. Lo anterior, ha tenido riesgos y grandes desafíos, sobre todo, cuando el portavoz del movimiento margina a las mujeres en esos espacios.

Reconoce que hay una diferencia abismal entre el movimiento indígena representativo de la Costa Atlántica de la década de los 80, con las diversas organizaciones de mujeres indígenas, organizaciones mixtas, de afrodescendientes y de los partidos políticos en la actualidad. Aunque hoy, observa Law, hay un proceso de restauración iniciado desde el 2012, en el que existe una clara distinción entre el partido político actual y el movimiento indígena de Nicaragua.

12 La ley tiene un preámbulo que contextualiza la generación de la ley. “En su justa lucha por la liberación de nuestro pueblo, el EZLN incorpora a las mujeres en la lucha revolucionaria sin importar su raza, credo, color o filiación política, con el único requisito de hacer suyas las demandas del pueblo explotado y su compromiso a cumplir y hacer cumplir las leyes y reglamentos de la revolución. Además, tomando en cuenta la situación de la mujer trabajadora en México, se incorporan sus justas demandas de igualdad y justicia en la siguiente LEY REVOLUCIONARIA DE MUJERES” esta ley revolucionaria tiene diez demandas puntuales entre las que se lee que Las mujeres tienen derecho a decidir el número de hijos que pueden tener y cuidar; Las mujeres tienen derecho a participar en los asuntos de la comunidad y tener cargo si son elegidas libre y democráticamente entre otros.

10

A pesar de los avances, de treinta años en los que líderes indígenas de su generación han permane-cido militando, a pesar de la Ley de Igualdad de Derechos y Oportunidades y de la reforma de la Ley municipal, referente a la participación paritaria entre hombres y mujeres, la realidad sigue sien-do otra. La lideresa pone de muestra lo que sucede en la Costa Atlántica, donde se ha procurado apli-car esta norma en los municipios que administra el partido indígena; sin embargo, en los hechos siguen encontrando que los puestos de alcaldes son ocupados exclusivamente por varones y los de vice-presidencia por mujeres, pero nunca al revés, y eso comenta la lideresa, es porque el machismo perdura.

Finalmente Hazel Law reconoce que es un gran desafío el empoderamiento de las mujeres. En este sen-tido, apuesta al trabajo en el fortalecimiento de sus capacidades, de convicción sobre sus derechos, pero sobre todo, apuesta a la redistribución de las obligaciones y trabajos del hogar, ya que para ella mientras exista la triple carga de trabajo de las mujeres indígenas, existirá el problema de la desigualdad de oportunidades y de condiciones.

Por su parte, Natalia Sarapura considera que en los últimos años las mujeres indígenas han logra-do fortalecer alianzas con instituciones propias del movimiento indígena, pero también con aquel-las que comparten agendas comunes a nivel nacional e internacional. Recalca que los liderazgos que ellas construyen se encuentran en permanente tironeo entre las múltiples responsabilidades de facto y la participación política. Es decir, sus responsabilidades cotidianas como mujeres no les de-jan mucho tiempo para dedicarse a otras actividades. Por ejemplo, señala que en la región andina el rol tradicional de las mujeres (impuesto durante el proceso del colonialismo) sigue vigente, y esto les implica ser las responsables directas de la trasmisión de la cosmovisión y filosofías de sus pueblos. Transmisión que es una labor constante a través de la convivencia territorial, espiritual y del quehacer comunitario.

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Para Sarapura fue durante el proceso colonizador cuando se diluyó el equilibrio que existía en las respon-sabilidades de la convivencia cultural, y se dejó prioritariamente como responsable de la transmisión cultural a la mujer. Esa condición de ser transmisora de la cultura13 tiene, por un lado, un sentido positivo de valori-zación de la mujer en la vida comunitaria y en la vida cultural, no obstante señala, ese rol tradicional asumido y heredado, no se sustenta del todo en la cosmovisión. Y por otro, considera la lideresa, es una de las dificul-tades en los procesos de liderazgos asumidos por las mujeres, puesto que no pueden satisfacer totalmente sus roles en la vida familiar (cuestión que exige la comunidad), ni tampoco ser lideresas de tiempo completo. Por esta razón, considera que el ejercicio de los liderazgos de las mujeres implica una agenda complicada, porque pende entre esas responsabilidades familiares y las comunitarias, que van desde cubrir las necesidades en la familia hasta otras más amplias como la defensa del territorio y de los recursos naturales.

En esta línea, indica que es necesario que se discuta y redefina continuamente el rol de la mujer indígena en la región andina. Para la lideresa es una cuestión de primer orden reflexionar sobre el lugar que ésta debe de ocupar en las comunidades, en la vida cultural y la espiritual; así como también la cuestión de cómo realizar un cambio para que la trasmisión de la cultura sea una responsabilidad del pueblo en conjunto y no solamente asumida por las mujeres. Además apunta que en los análisis y los resultados que se realicen sobre dicha situ-ación debe de incluirse la participación del Estado, en el sentido de exigirle mayores responsabilidades en la elaboración de políticas públicas que acompañen este cambio que se pretende generar.

Natalia Sarapura refiere al caso boliviano, en el que sobresale la figura del chacha-warmi, que es el prin-cipio de la dualidad. La lideresa asegura que esa dualidad no es sólo para el hombre y la mujer, como se ha malentendido, sino que es una dualidad en el sentido de las relaciones entre los seres humanos y los seres de la naturaleza. Por lo tanto, al reducirlo a hombres y mujeres se estaría sometiendo a principios de dualidad que impiden que estas últimas participen plenamente en otros espacios más allá del ámbito familiar. Esta dualidad reduccionista puede llegar a reflejarse cuando una mujer con vocación de participación política no cuenta con un respaldo y acompañamiento desde la familia, antes bien, lo que observa Sarapura es que a la participación comunitaria de las mujeres indígenas se le suman los quehaceres cotidianos de la crianza y de los trabajos del hogar. De ahí la diferencia entre un liderazgo femenino y masculino, pues este último tiene el camino libre para su fortalecimiento y desarrollo político.

Sin embargo, comenta Sarapura hay mujeres indígenas organizadas que sostienen acciones y reflexiones al respecto y sus avances se reconocen. Uno de ellos, por ejemplo, es que en Argentina han hecho sistematizacio-nes que les han permitido observar y entender las dinámicas de participación de las mujeres lideresas. Han encontrado que de una década de no tener registro de mujeres comuneras o caciques, se pasó a contar con la presencia de casi setenta mujeres con roles de liderazgo.

13 Como llevar el traje tradicional y enseñar las lenguas maternas.

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En una escala mayor, habla de que el movimiento de mujeres indíge-nas en toda América Latina ha tenido un crecimiento evidente. Los procesos organizativos, de capacitación y formación generalizada les han permitido recuperar voz propia y, junto con el fortalecimiento de su potencial, dejar de lado la subrepresentatividad, sobre todo en las discusiones y debates con el Estado. Además han logrado fortalecer sus capacidades de propuesta con una mayor contundencia política para la generación de políticas públicas con adecuación cultural, así como el ejercicio de los derechos humanos. Esto no ha significado, enfatiza la li-deresa, que sus compañeras de lucha dejen de cuestionar al Estado en su estructura política institucional, sino que también le exigen garantizar la participación directa a la hora de elaboración de las políticas públicas.

En lo concerniente al escenario actual, nos comparte que ahora las mujeres lideresas se encuentran trabajando en las comunidades con otras mujeres y con grupos de técnicos y académicos, discutiendo en un mismo nivel y escenarios, lo que abre mayores posibilidades de for-talecimiento a sus liderazgos políticos. Otro escenario vital corresponde al de los espacios de participación partidaria y al sistema de cuotas, los cuales, asegura Sarapura, han ayudado a las mujeres en general pero no así a las indígenas, quienes siguen estando invisibilizadas en ese ámbito, razón por la cual se convierte en un desafío para las activistas.

Reconoce que las alianzas con las mujeres indígenas que están in-mersas en los procesos partidarios son fundamentales, ya que que a partir del tipo de ciudadanía que construyen, las mujeres indígenas también han logrado cuestionarse y replantear nuevos modelos de ciu-dadanías que apelen a los derechos de los pueblos y las mujeres indí-genas; ciudadanías que buscan la participación desde su identidad y cosmovisión. Asimismo recalca que hay una diferenciación notable en el ejercicio ciudadano de las mujeres cuando ocupan cargos públicos (sean estas concejalas, jueces, presidentas o caciques), pues han con-statado que a los varones en esos puestos se les trata de manera más condescendiente en comparación con ellas. Sarapura manifiesta que a esas lideresas se les exige mucho más, además de demostrar que hacen una gestión distinta, no sólo desde la base de su cultura e identidad, sino desde las agendas que enarbolen preocupaciones y priorizaciones de las mujeres indígenas.

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« Mientras exis-ta la triple carga de trabajo de las mujeres indí-genas, existirá el problema de la desigual-dad de opor-tunidades y de condiciones. »

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En esos ejercicios, apunta Sapura que hay vacíos que requieren ser atendidos con un sólido acompaña-miento a las funcionarias indígenas, mediante programas de apoyo, ya que si bien, han logrado conquistar espacios en cargos públicos lo cierto también es que hay una carencia significativa de conocimiento sobre la estructura del Estado, es decir, hay un vacío de conocimiento sobre la manera en que ellas puedan generar y formular leyes y programas en el ámbito legislativo: cómo negociar, qué herramientas técnicas requieren para desarrollar e incidir en el ámbito público.

La lideresa considera que el movimiento de mujeres indígenas es muy esperanzador en América Latina no sólo por los procesos de organización política, sino también porque se han generado especializaciones temáticas, como por ejemplo la red de mujeres por la biodiversidad. Hay también espacios como la Red del Abya Yala, donde se reúnen las principales organizaciones indígenas de la región, la CICA, CAOI, COICA y también otras redes de mujeres.

Señala que en las relaciones con el movimiento indígena, siempre existen negociaciones y tensiones per-manentes. Esto es así porque, como mujeres indígenas, necesitan garantizar los espacios ya ganados en los escenarios nacionales y locales mediante una clara contundencia política. A parte de ello observa que hay una construcción de alianzas con el movimiento feminista, aunque sea una articulación más de carácter nacional que regional. Destaca que hay países en los cuales hay agendas comunes, como México y Brasil, donde las mujeres indígenas mantienen una relación con las feministas para realizar actividades en conjunto. Esto a diferencia de Argentina, donde apenas se inician relaciones de fortalecimiento que requieren profundizar ac-ciones con los movimientos sociales en general, por la diversidad y cruce de temas.

Apunta que particularmente en México las dinámicas de los movimientos sociales e indígena deben ser vistas desde dos contextos: desde la articulación indígena y desde la complejidad de la dinámica nacional. Para ella, el país tiene una riqueza de actores y de organizaciones que requieren profundizar una agenda más sólida. Esto se ha traducido en una división en todo el movimiento indígena, que ha hecho que la construcción de la agenda nacional sea más compleja y complicada. Con todo esto, considera que se requiere lograr un grado mayor de articulación, pues México tiene a muchas mujeres indígenas empoderadas con agendas sólidas y con amplias trayectorias que no están en los espacios de decisiones políticas.14

En la región andina (Bolivia, Ecuador, Argentina y otros), hay un permanente cuestionamiento a la es-tructura del Estado. Hoy, señala Sarapura, existe una Constitución de un Estado Plurinacional, pero no se ha resuelto cómo se traduce la constitución en lo político y en lo jurídico. Por último, puntualiza que la dinámica

14 Textual de la intervención de Natalia Sarapura “mis hermanas tiene mil años luz de capacidad y de contundencia política, de visión, de estadistas tienen mil años luz y están en los procesos organizativos, la capacidad política indígena de México es muy referencial para nosotras los otros países, no sólo de mujeres, acá hay hermanas que honran la causa indígena a nivel continental y claramente podrían ser senadoras, ministras y superan lo que hay, pero creo que esas son las dificultades que tenemos.”

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del movimiento indígena es la que hace que la estructura de gobierno se vea obligada a poner en ciertos cargos a algunas representantes indígenas porque existen demandas permanentes.

Por otra parte, la experiencia de participación política de la lideresa guatemalteca Otilia Lux de Cotí despunta en la década de los 70 con el movimiento maya. En aquellos tiempos, comenta Lux de Cotí, el mov-imiento perseguía una agenda política en la que la educación, la salud, el acceso y el título a la tierra fueran los puntos claves. Para lograr la incidencia en las políticas de Estado y en los candidatos presidenciales, el mov-imiento requirió un trabajo sostenido de cabildeo con los candidatos, de ahí que muchas mujeres lideresas se involucraran en la política de manera más sólida. Este es el caso de la propia Lux de Coti, quien participó a la par en el movimiento indígena y en el de mujeres, en un contexto en la década de los 80 donde la categoría de género vendría a replantear las miradas.

En este período, tanto Otilia Lux como la Premio Nobel, Rigoberta Menchú, inician su participación política partidaria. La instauración de un nuevo partido político emergió sobre una situación real: en ningún partido político había mujeres mayas como candidatas o contaban con ninguna posibilidad real de ser electas. Este instrumento político que comenzaron a generar las lideresas guatemaltecas incorporó los principios y pensamientos mayas como el aspecto colectivo y solidario, lo equitativo y reivindicativo, y el uso del lenguaje cosmogónico. En la estructura interna, también establecieron postulados de equidad, diversidad, intercultur-alidad e intergeneracionalidad con principios rectores de la paridad.

Reconoce la lideresa que las cuotas de paridad para ellas han sido complicadas aunque existan muchos liderazgos femeninos. Observa que, contradictoriamente, no hay una participación en esas esferas porque las organizaciones en las que están inmersas las mujeres no quieren ligarse con partidos políticos. A eso se le suma las secuelas del rompimiento del tejido social y el aspecto financiero como factores que limitan a las mujeres a participar en el ámbito político. A pesar de ello, con el nuevo partido que han formado alcanzaron una diputación ocupada por Otilia Lux, gracias a su reconocida trayectoria como ministra e integrante de la Comisión de la Verdad15 de Guatemala sobre los hechos ocurridos en el país durante los 36 años de guerra.16

15 La Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) fue la comisión de la verdad y reconciliación de Guatemala. La creación de la CEH fue acordada a partir de la suscripción del Acuerdo para el Establecimiento de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico de las Violaciones a los Derechos Humanos y los Hechos de Violencia que han Causado Sufrimiento a la Población Guatemalteca, el 23 de junio de 1993. La Comisión tenía el mandato de “Elaborar un informe que contenga los resultados de las investigaciones realizadas y ofrezca elementos objetivos de juicio sobre lo acontecido durante este período abarcando a todos los factores, internos y externos. Dicho informe estableció que durante a la guerra civil de tres décadas en la nación centroamericana, se estima que más 200 mil personas perdieron la vida.

16 En el trabajo de la comisión de la verdad elaboraron 12 tomos de informe, lo que en mayo del 2013 llevó a dictar la sentencia al genocida Ríos Montt dictada por las jueces Yassmín Barrios, Patricia Bustamante y Pablo Xitumul.

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Desde la política, lideresas como Lux de Cotí, han tomado decisiones para erradicar desigualdades, problemas de discriminación y racismo, con incidencia en aparatos estatales. Empero, cuando las mujeres indígenas hablan de participación política, abunda Lux de Cotí, existe una mirada cuesta arriba, porque el sistema político les significa una odisea para que lleguen a un puesto, teniendo que vencer una serie de restric-ciones comunitarias, como la falta de acceso a procesos de empoderamientos personales y económicos. Para la lideresa, esto requiere que las mujeres estén empoderadas por el mismo sistema como ejercicio de su plena ciudadanía, de sus derechos y obligaciones.

A nivel comunitario, señala que las comunidades deben realizar una reflexión interna, ya que las autori-dades indígenas han sido en su mayoría varones. Aunque en Guatemala, reconoce Lux de Cotí, se han logrado cambios paulatinos como la posibilidad actual de que una mujer pueda ser presidenta, como la contienda del 2007, en la que 43 mujeres ocuparon espacios de concejalas. Además apunta que todas las acciones de las lideresas se han dado en el marco de los derechos humanos y los derechos de los pueblos indígenas. Esto les representa un desafío pues han tenido que generar una intersección entre los derechos humanos, los de los pueblos indígenas y los derechos específicos de las mujeres. Otro desafío que menciona es la lucha por la igualdad y equidad entre las mujeres en general, entre mujeres y hombres, así como una comunicación y negociación con sus parejas para participar activamente con una mutua corresponsabilidad.

Finalmente reconoce que uno de los avances significativos que existen actualmente es que las mujeres indígenas están organizadas a nivel regional en América Latina, en instancias como el Foro Internacional de Mujeres Indígenas, el Enlace Continental, la Alianza de Mujeres Indígenas de Centroamérica y México y la Red de Mujeres Indígenas por la Biodiversidad.

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MUJERES INDÍGENAS Y ACCESO A LA JUSTICIA

En este apartado se recogen las percepciones de las lideresas sobre los principales desafíos que los países latinoamericanos enfrentan para garantizar el acceso a la justicia de las mujeres indígenas, así como los avances que existen en esta materia.

Hazel Law opina que en este tema es complicado hablar en general de toda América Latina. Ella ubica expe-riencias concretas en que las mujeres indígenas van de avanzada en el acceso a la justicia, como el caso del mov-imiento de mujeres bolivianas Bartolina Sisa, que con la nacionalización llevada a cabo por la Ley de Hidrocarbu-ros lograron beneficiarse ellas junto con sus comunidades. También ubica al caso guatemalteco, en el que se ha promulgado una ley contra la violencia hacia las mujeres similar a la que se tiene Nicaragua, en la que se explici-tan los tipos de violencias como la patrimonial, la familiar, hasta la violencia en el espacio público, entre otras.

Para el caso de Nicaragua, Law explica que esta ley que sanciona la violencia contra las mujeres pasó por un largo proceso de consulta con todos los movimientos de mujeres, incluyendo los movimientos indígenas de la Costa Atlántica. Y considera que contar con el régimen autonómico las ha favorecido, en el sentido de que el Consejo Regional puede establecer políticas de género; sobre todo, retomando una perspectiva basada en un enfoque intercultural impulsado por organizaciones como Nidia White y Wangki Tangni17.

La formulación de política de género de la Costa Atlántica busca incidir en la puesta en práctica de la Ley de violencia contra las mujeres. De hecho, como materialización de esa ley, ya cuentan con el primer cen-tro de atención integral en las ciudades de Bilwi y Managua. Estos centros de atención integral incorporan el enfoque de género intercultural, que opera tomando en cuenta el origen étnico de la víctima, e integra algunos principios puntuales como el respeto a la dignidad de la víctima, la celeridad en la atención, la no

17 El Centro de Mujeres Wangki Tangni (“Centro de Mujeres Flores del Río” en Misquito) es una organización para el desarrollo comunitario dirigida por y para los Pueblos Indígenas de la costa del Atlántico norte de Nicaragua. La misión de Wangki Tangni es promover el desarrollo sustentable, proteger la cultura tradicional y mejorar la salud entre los Pueblos Indígenas a lo largo de la costa, donde la pobreza, la marginalidad y la explotación de los recursos naturales amenazan las economías y culturas locales y la biodiversidad de la que dependen los Pueblos Indígenas. La participación de las mujeres y la promoción de la igualdad de género son centrales en el trabajo de Wangki Tangni.

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re-victimización y la transparencia. Expone que para la atención de la víctima se tiene trazada una ruta, que involucra a la policía mediante la Comisaría de la Mujer, la Fiscal del Género, las forenses, el ministerio pú-blico y el juez. Parte de tener un enfoque intercultural implica que una parte de las y los funcionarios deben de hablar en el idioma de las mujeres que atienden (en este caso el miskito) y pertenecer a un pueblo indígena. Hazel Law recomienda, como parte de su experiencia, que las víctimas estén acompañadas por una psicóloga, su guía espiritual, la curandera o con un acompañante de confianza para estabilizarlas y contrarrestar la re-victimización, anteponiendo un trato digno conforme a su pertenencia cultural y de identidad.

Finalmente, la lideresa considera que en materia de aplicación de la ley, es importante mencionar que el enfoque del peritaje antropológico es insensible a la diferencia cultural de las mujeres indígenas, y por eso para ella es necesario un peritaje antropológico cultural, para que no se le siga violentando a la víctima durante el proceso de denuncia y obtenga el acompañamiento debido.

Por otra parte, la lideresa jujeña Natalia Sarapura comparte algunas consideraciones generales de su ex-periencia en la ejecución del proyecto denominado Jurisprudencia Mujer Indígena en las Américas, imple-mentado en tres países18. Indica que uno de los problemas fundamentales que se ha detectado durante la realización de este proyecto es la naturalización de las múltiples situaciones de vulnerabilidad, que se traduce en un no ejercicio y acceso al derecho, por ejemplo, en la educación, la formación y la justicia. La lideresa ob-serva con preocupación que a nivel comunitario hay colectividades donde esa naturalización muestra mayor contundencia, con lo que se invisibilizan muchos tipos de violencia contra las mujeres, como es el caso de la violencia espiritual.

Otro problema que ha observado, es que las mujeres indígenas no tienen acceso a sus sistemas jurídicos ni a los sistemas de justicia ordinario, esto significa que la participación y el protagonismo no son igualitarios. Los procesos de administración de justicia son dirigidos en su mayoría son hombres. Y en ese escenario, los problemas de las mujeres indígenas no son temas a tratar dentro las comunidades, más bien, han priorizado temas de la defensa del territorio y la exigencia del consentimiento libre, previo e informado, pero no la situ-ación de las mujeres.

Con lo anterior, puntualiza la lideresa, no se pretende hacer ver que el compromiso en ese sentido corre-sponde sólo a los pueblos indígenas. Esta percepción despojaría de las responsabilidades que tienen los estados latinoamericanos como garantes de derechos, y conduce a la interpretación de que la situación de las mujeres en las comunidades indígenas es producto de los usos y costumbres. De entenderlo así se responsabilizaría de la situación de las mujeres únicamente a las comunidades indígenas, haciendo caso omiso de los Estados actúan en los procesos de opresión contra las mujeres indígenas, opresión que sigue siendo consecuencia del colonialismo.

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18 México, Colombia y Canadá.

De ahí que la lideresa observa que la mirada condescendiente y al mismo tiempo racista de diversos actores y de las leyes implica que las usuarias no sean vistas como sujetas de derechos colectivos e individuales. Para ella no existe una mirada en toda la institucionalidad jurídica que permita ver a las mujeres indígenas como portadoras de derechos colectivos sin que se les niegue sus derechos individuales como la salud, a la vida digna, a la participación política, al acceso de la justicia, etc.

En lo referente al acceso a la justicia ordinaria, menciona que las mujeres indígenas no sólo tienen difi-cultades de acceso geográfico o económico, sino que tampoco hay buenas prácticas ni sentencias que vayan dilucidando la impartición y acceso a la justicia (las mujeres no conocen sus derechos y tienen dificultades a la hora de denuncias). En ese sentido, observa que hay una revictimización constante durante los procesos jurídicos de las mujeres indígenas que denuncian, ya que no son tratadas como sujetos de derechos colectivos e individuales. Por ello considera que mientras los sistemas judiciales no estén adecuados culturalmente y no estén sensibilizados con la perspectiva de las mujeres indígenas, existen pocas expectativas de que la aplicabi-lidad y el ejercicio de los derechos de las mujeres indígenas sean expeditos. Lo que se requiere, afirma, es un salto de la visión victimista a una visión de derechos colectivos e individuales.

La lideresa expresa finalmente que cuando se habla del acceso a la justicia se está comprendiendo la vida de miles de mujeres en toda América Latina, y se está hablando también de la responsabilidad del Estado de garantizar sus derechos. Pero señala que siguen habiendo violaciones sexuales y explotaciones laborales que permanecen impunes. Asimismo reconoce que el acceso a la justicia debe de tener una adecuación cultural que implique la contención y la sanación de las mujeres, pues para el mundo indígena no sólo se persigue el castigo hacia el otro, sino que se busca recuperar la armonía de un ser dañado, recuperando el equilibrio espiritual, la relación de su “yo interno”, con su energía, con la Pachamama y luego con todo el entorno, de ahí que considera que las víctimas requieren un marco de protección.

Para la lideresa Lux de Cotí, a nivel latinoamericano, hay avances en materia legislativa respecto al recono-cimiento de los derechos individuales y colectivos de los pueblos indígenas y a los derechos específicos de las mujeres. Sin embargo, existen grandes vacíos en la aplicabilidad, es decir, ¿hasta qué punto esos artículos se traducen en acción, en políticas públicas, en programas y presupuesto para llegar a las mujeres rurales e indí-genas y mujeres mestizas pobres?

En el caso guatemalteco, abunda, se han articulado la normatividad indígena y la oficial. Las mujeres han demostrado que es posible resolver problemas muy agudos como el tema de las tierras, homicidios o de una violación sexual. Por ejemplo, en casos de agresión sexual, en el sistema indígena es la comadrona quien in-terviene y son las mujeres autoridades quienes abordan el tema de violencia sexual. Al igual que Sarapura, la lideresa guatemalteca considera que el peritaje antropológico y cultural tiene que abordar la interculturalidad

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y en todo proceso judicial se deben de tomar en cuenta la parte económica del proceso, porque existen pro-cesos costosos en tiempo y dinero.

Lux de Cotí menciona que el cambio y la transformación de la mentalidad de los jueces es también un reto para el acceso a la justicia plena. Es por ello que para la lideresa es satisfactorio que en México existan oportunidades de abrir diálogos importantes con los académicos, administradores de justicia, jueces, juezas y defensores de derechos humanos.

Por otra parte, señala que las agendas de las mujeres indígenas están enfocadas a hacer transformaciones sociales, pues ellas están luchando por su propio desarrollo y por el bienestar de la colectividad. En esta línea, se han planteado un tipo de desarrollo diferente al reproductor de pobreza y de desigualdades; un desarrollo más solidarioy armónico, en donde todas las personas tengan las oportunidades necesarias. Para que esto sea posible se requiere un trabajo político a largo plazo de las propias mujeres. Por lo tanto, para ellas es un reto lograr una incidencia política que exija cambio de las constituciones, pero también mayor participación política partidaria, así como un cambio a las leyes electorales y de los partidos políticos.

Finaliza reconociendo que las mujeres tienen como prioridad trabajar en la soberanía alimentaria, con la niñez y la juventud, pero sobre todo, buscar mecanismos para lograr nuevas relaciones entre hombres y mu-jeres con una mirada más incluyente y humana. La lideresa reconoce también que las mujeres mayas requieren de mayor educación y formación en materia de salud sexual y reproductiva, y de violencia pública y privada, involucrando en ese proceso a varones y autoridades. Todo lo anterior, con el fin de prevenir y combatir la violencia que sufren las mujeres empleadas del hogar, las indígenas adolescentes que son raptadas para la trata, así como las niñas y niños indígenas sometidos a la pedofilia.

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PREGUNTAS Y RESPUESTAS

Dentro de las preguntas que hicieron las y los asistentes a este evento a las lideresas, destacaron quienes quisieron ahondar en cómo desde los sistemas propios se ha resuelto el problema de la violencia contra las mujeres; además de cómo se ha dado la triple articulación entre los derechos humanos, los derechos de las mujeres y los derechos de los pueblos indígenas; y también en cómo se han apropiado del derecho a un desar-rollo propio.

Respecto a la violencia contra las mujeres indígenas, Hazel Law señala que la violencia es un problema de salud pública, pues desde 1995 los gobiernos hicieron el compromiso de erradicarla. Pero además, apunta Law es una pandemia social, ya que rompe con la armonía en las comunidades. Por ejemplo, se cuestiona, ¿qué pasa cuando las mujeres mueren, cuando se da un feminicidio, los hijos con quiénes se quedan? Apunta que hay una serie de consecuencias que se tienen que parar.

En lo tocante al desarrollo propio, Law habla que desde su papel como administradora, está trabajando por una justicia con perspectiva intercultural. Trata desde esa posición de interrelacionarse con las organizaciones de mujeres y con juristas tradicionales. El desarrollo propio también va en el sentido de que no debe de ser sólo de élite del partido indígena, sino que la voz del pueblo se tiene que escuchar. Explica que no se puede lograr la equidad de las mujeres que estén en desventaja sino se proporciona una inversión en la educación, pues finalmente es una pauta para el desarrollo. Por eso se busca una educación indígena con calidad para hombres y mujeres con valores colectivos, que sea bilingüe e intercultural.

También respecto al desarrollo propio, Natalia Sarapura menciona que el paradigma del buen vivir le da un marco ideológico. Pero también advierte que no se puede hablar del buen vivir y del desarrollo con iden-tidad cuando existen mujeres en situación de desigualdad. En ese punto, el trabajo de las lideresas es buscar la solución a los propios problemas, visibilizar su particular situación y haciendo incidencia. De forma con-tundente recalca: “creo que las mujeres estamos haciendo más que algunos actores del movimeinto indígena ahí donde voy veo a las mujeres que están con su casa de salud, las mujeres que están haciendo procesos de documentación, mujeres que están haciendo procesos de formación y creo que eso nos permite no sólo exi-gir, sino estar dando muestra de las formas de gerencia de nuestra problemática nosotras mismas a pesar de nuestra situación.”19

Para Lux de Cotí, las mujeres indígenas luchan por un desarrollo propio, que viene de una visión propia. Y señala que este tipo de desarrollo siempre está vinculado con el bienestar de la colectividad, no es individuali-dad. Ellas se plantean un desarrollo contrario al desarrollo que reproduce la pobreza y las desigualdades, aquel

« No existe una mirada en toda la institu-cionalidad jurídica que permita ver a las mujeres indígenas como portadoras de derechos colectivos sin que se les niegue sus derechos individuales como la salud, a la vida digna, a la participación política, al acceso de la justicia »

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que inspiran los ideólogos del neoliberalismo. Desde su punto de vista el desarrollo tiene que ser fraterno y armónico, un desarrollo en donde todas las personas tengan las oportunidades educativas, de salud, entre otras, para poder crecer con dignidad. Por eso, dice, se habla de la plenitud de la vida en Centroamérica y en México, los andinos hablan del buen vivir, y en Guatemala se llama el relak caslemal.

Respecto a la articulación de los tres derechos, Hazel Law dice que hablar de los derechos colectivos tam-bién implica otra visión sobre las problemática. Por ejemplo, en el caso de que una mujer sufra violencia sexual o violación, aparte de atender a la mujer es necesario abordar a su familia y ver, en qué medida ha sido también afectada.

En la experiencia de trabajo de Sarapura, ese análisis de unir los tres derechos lo denomina ente de triple fondo. Para ella no se puede analizar a las mujeres indígenas sin analizar los derechos humanos (que nos re-miten a las obligaciones de los Estados en sus dos dimensiones de derechos individuales y derechos colectivos) y los derechos de mujeres, pero de las mujeres de pueblos indígenas, es decir, los derechos propios. Apunta que el problema de las mujeres indígenas también es mejorar la institucionalidad jurídica de sus comunidades, haciendo ver que el derecho a la autonomía es una cuestión que implica tanto a hombres y a mujeres como garantes del bienestar de la comunidad (lo que implica el bienestar de todas las mujeres). En ese sentido, el derecho de las mujeres indígenas a un análisis propio es necesario; preguntarse por los roles que sostienen las mujeres y los hombres, por la complementariedad, por la filosofía propia, por la relación espiritual con la tierra, por el territorio, por la vida comunitaria, son todas reflexiones necesarias.

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19 El Centro de Mujeres Wangki Tangni (“Centro de Mujeres Flores del Río” en Misquito) es una organización para el desarrollo comunitario dirigida por y para los Pueblos Indígenas de la costa del Atlántico norte de Nicaragua. La misión de Wangki Tangni es promover el desarrollo sustentable, proteger la cultura tradicional y mejorar la salud entre los Pueblos Indígenas a lo largo de la costa, donde la pobreza, la marginalidad y la explotación de los recursos naturales amenazan las economías y culturas locales y la biodiversidad de la que dependen los Pueblos Indígenas. La participación de las mujeres y la promoción de la igualdad de género son centrales en el trabajo de Wangki Tangni.

ÚLTIMAS REFLEXIONESEl movimiento de las mujeres indígenas a lo largo y ancho de América Latina, no puede ser comprendido si antes no se entiende el fenómeno amplio del movimiento indígena a lo largo del continente; particularmente la manera en cómo el movimiento de mujeres indígenas fue surgiendo paulatinamente a partir de demandas más sentidas de género en vías de abrir no sólo canales de lucha, sino de autorreflexión y acción que les per-mitiera tejer puentes de diálogo desde al interior del movimiento indígena, con los movimientos estudiantiles, con los puntos de encuentros de las luchas feministas y de otros movimientos de base que al igual que ellas demandan una mayor inclusión social.

Si bien, el documento recoge las voces y pensamientos de las tres lideresas con trayectorias que penden entre lo local y lo internacional, es importante reconocer que estas trayectorias han develado contextos concretos de formación de esos liderazgos y que vale la pena puntualizar: Las acciones primarias de luchas de las lideresas surgieron al interior de un movimiento mixto amplio; la necesaria reflexión de las condiciones de desigualdad marcadas por la discriminación sexista, clasista, racista y de pertenencia étnica siempre han estado presentes en los procesos de reflexión de las líderes, los contextos políticos nacionales de discriminación y de despojo a los pueblos, han hecho que las mujeres logren tejer redes más amplios de luchas para obtener mayor eco, logrando con ello conseguir aliadas y aliados desde las comunidades indígenas hasta espacios internacionales.

Las lideresas han tenido una participación política fuerte en sus países, logrando colocar fracciones, párrafos o reformas constitucionales de cada país y/o abriendo espacios concretos de atención mediante oficinas, pro-gramas y proyectos. La educación formal cumple un papel preponderante –aunque no es el único- para la formación de los liderazgos de las mujeres indígenas; las agendas actuales no pueden desligarse de la necesaria erradicación de la violencia de género y la promoción de la participación política de las mujeres indígenas con procesos de acompañamiento a sus liderazgos; finalmente la pluralidad de los liderazgos femeninos rep-resentan una riqueza y oportunidades para seguir reflexionando que las demandas de las mujeres indígenas atraviesa los diversos campos de acción asociado por la enorme inequidad que se vive con las asimetrías de poder clasista, sexista y clasista.

Por último, este diálogo también nos comparte que las herramientas y trayectorias con las que cuentan hoy es-tas mujeres - y otras-, han sido aprovechadas por el movimiento de mujeres pese a los cuestionamientos. Estos liderazgos con los costos personales que han implicado, asientan en principio, la resistencia a la dominación político-colonial de los Estados Naciones y del sistema patriarcal en las relaciones y vivencias concretas de las mujeres indígenas, no por nada para las lideresas, nuevos paradigmas o marcos ideológicos como el “buen vivir y del desarrollo con identidad” sólo serán posibles si se piensa y trabaja en una sociedad sin desigualdad entre hombres y mujeres, lo que significa grandes retos para el movimiento indígena.

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SEMBLANZASHazel Law, (Wangki comunidad Santa Fé, 26 de julio de 1958) es dirigente indí-gena, docente universitaria y Abogada, pertenece al pueblo mískitu de la costa Atlántica de Nicaragua. Estudió la carrera de Ciencias de la Educación mención Español en la Universidad Autónoma de Nicaragua, en Managua y se incorpora al movimiento in-dígena “ALPROMISU” en 1976. Posteriormente entre 1988-1993 estudia la carrera de Derecho. En 1979 Hazel Law pasa a ser miembro del directorio colegiado de MI-SURASATA. En 1980 Coordinó la Cruzada de Alfabetización en Lenguas de la Costa Atlántica(ALFALEN). Fue Diputada ante la Asamblea Nacional por la Costa Atlántica Norte, invitada por el FSLN(1985- 1990), cargo desde el cual fortaleció el Diálogo por la Paz entre la guerrilla indígena y el gobierno sandinista, promovió la Consulta a la Ley de Autonomía aprobada en 1987. Es la primera mujer indígena que ocupó el cargo de legisladora, incluyendo en la Constitución Política de 1987, el reconocimiento a los derechos indígenas.

Natalia Sarapura, (Jujuy comunidad Mira Flores, Pueblo Kolla,1975) es la joven Vi-cepresidenta del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y El Caribe. En el año 2000 fue designada como Directora de Cultura y Turismo de la Municipalidad de San Salvador de Jujuy. Un año más tarde (2001) inicia su actividad política federal, al ser electa Diputada de la Provincia de Jujuy en la República Argen-tina, responsabilidad que desempeñó con liderazgo en el periodo 2001-2005.Desde ese rol, pudo incidir en el Encuentro de Pueblos Indígenas en la Reforma de la Consti-tución de la Nación Argentina, donde se logró la aprobación del Articulo 75 Inc. 17 de la Constitución Nacional que consagra los derechos de los pueblos indígenas en Argen-tina. En 2001 fue nombrada Coordinadora General del C.O.A.J. En 2007 se graduó del Diplomado “Experto en derechos humanos de los pueblos indígenas, gobernabilidad y cooperación internacional”, en la Universidad Carlos III de Madrid, España. Es Rectora del Instituto de Educación Superior Intercultural “Campinta Guazu Gloria Pérez”.

Otilia Lux de Coti, Lideresa indígena Maya Quiche de Guatemala, licenciada en Ad-ministración Educativa. Ha ejercido cargos de decisión a nivel nacional tales como Ministra de Cultura y Deportes de Guatemala y ha sido diputada en el Congreso de la República de Guatemala del Movimiento Político WINAQ. Ha participado en las comisiones de la Mujer, Extraordinaria Nacional por la Transparencia y Pueblos Indíge-nas. Fue Vicepresidenta del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de las Na-ciones Unidas del 2001 al 2007 y Representante de Guatemala ante el Consejo Ejecu-tivo de la UNESCO en el periodo 2004-2007. Del 1997 al 1999 fue comisionada de la Comisión del Esclarecimiento Histórico sobre la violación de los Derechos Humanos y Hechos de violencia en Guatemala. Ha recibido los premios Bartolomé de las Casas, (España) Legión de Honor (Francia) Francisco Marroquín (Guatemala).Actualmente, es Directora Ejecutiva del Foro Internacional de Mujeres Indígenas (FIMI/IIWF).

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Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir A.C. (ILSB)

Es una organización feminista de la sociedad civil fundada en el año 2000 con la misión de contribuir a la construcción de una sociedad democrática de derechos y libertades, a través del conocimiento, la innovación y la formación de liderazgos con compromiso social y perspectiva de género e interculturalidad.

El Instituto cuenta con un Programa de Mujeres Indígenas (PROMUI) que tiene como objetivo potenciar el liderazgo de las mujeres de pueblos originarios que den seguimiento a las agendas impulsadas por el movimiento de mujeres indígenas y afromexi-canas, así como contribuir a la formación de una masa crítica de mujeres que dé soporte y sea el relevo generacional de los liderazgos actuales.

Alianza de Mujeres Indígenas de Centroamérica y México (ALIANZA)

Fue creada en el 2004 como un espacio de articulación en-tre 40 organizaciones e instituciones de mujeres indígenas de diferentes países de la subregión, con el objetivo de potenciar acciones conjuntas de incidencia, enmarcadas en el Plan de Acción Regional. . Entre sus planes de acciones se encuentra el fortalecimiento institucional de las organizaciones miembros, promoción de políticas públicas con perspectiva de género y de pueblos indígenas, formación y capacitación de las mujeres indígenas jóvenes entre otros.