maría en el concilio vaticano ii - seminario

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Asignatura: Mariología Noviembre de 2009 María en el Concilio Vaticano II El Concilio Vaticano II, sin duda el acontecimiento eclesial de mayor importacia del s. XX, en el documento principal sobre la Iglesia, la constitución dogmática Lumen Gentium, contiene una presentación orgánica y suficientemente completa sobre la doctrina sobre María confesada por la Iglesia. Puede decirse que el nombre de María y el misterio de su persona están inscritos en el corazón de la confesión de fe de la comunidad eclesial, como nos lo recuerda el número 52 de dicha constitución, el primer número del capítulo dedicado a la Virgen María: Dios, en su gran bondad y sabiduría, queriendo realizar la redención del mundo, cuando se cumplió el plazo, envió a su Hijo, nacido de mujer, para que recibiéramos la adopción de hijos (Gál 4,4-5). “El cuál, por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajó del cielo y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen” 1 . De este modo, podemos observar que María ocupa un lugar muy significativo en la fe de la Iglesia. Sin embargo, es preciso decir que el capítulo mariano de Lumen Gentium tiene una historia que le antecede 2 . A nosotros nos basta señalar algunos elementos relevantes de dicha historia: en primer lugar, el valor histórico de las definiciones dogmáticas de la Inmaculada Concepción (1854) y de la Asunción (1950); en segundo lugar, el desarrollo del tratado teológico sobre María de forma autónoma; y, por último, el Congreso mariológico- mariano de 1958 en el que se determina la que más tarde será llamada cuestión mariana, que dividirá a los teólogos en dos direcciones diversas: la cristotípica y la eclesiotípica. Éstas diferían en el modo de concebir la cooperación de María a la obra de la redención y en la forma de sistematizar la mariología. La tendencia cristológica o cristotípica insistía en la Maternidad divina como principio fundamental del cual se derivan todos los restantes privilegios marianos, los cuales explican un cierto paralelismo a los privilegios de Cristo, al que María está intimamente asociada; la tendencia eclesiológica 1 CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Lumen gentium, 52, B.A.C, Madrid, 2004, pág. 143. 2 MEO, S., “Concilio Vaticano II”, en STEFANO DE FIORES – SALVATORE MEO, Nuevo diccionario de Mariología, Paulinas, Madrid, 1988, pág. 445-460. 1

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Page 1: María en El Concilio Vaticano II - Seminario

Asignatura: Mariología Noviembre de 2009

María en el Concilio Vaticano II

El Concilio Vaticano II, sin duda el acontecimiento eclesial de mayor importacia del s. XX, en el documento principal sobre la Iglesia, la constitución dogmática Lumen Gentium, contiene una presentación orgánica y suficientemente completa sobre la doctrina sobre María confesada por la Iglesia. Puede decirse que el nombre de María y el misterio de su persona están inscritos en el corazón de la confesión de fe de la comunidad eclesial, como nos lo recuerda el número 52 de dicha constitución, el primer número del capítulo dedicado a la Virgen María: Dios, en su gran bondad y sabiduría, queriendo realizar la redención del mundo, cuando se cumplió el plazo, envió a su Hijo, nacido de mujer, para que recibiéramos la adopción de hijos (Gál 4,4-5). “El cuál, por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajó del cielo y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen”1. De este modo, podemos observar que María ocupa un lugar muy significativo en la fe de la Iglesia.

Sin embargo, es preciso decir que el capítulo mariano de Lumen Gentium tiene una historia que le antecede2. A nosotros nos basta señalar algunos elementos relevantes de dicha historia: en primer lugar, el valor histórico de las definiciones dogmáticas de la Inmaculada Concepción (1854) y de la Asunción (1950); en segundo lugar, el desarrollo del tratado teológico sobre María de forma autónoma; y, por último, el Congreso mariológico-mariano de 1958 en el que se determina la que más tarde será llamada cuestión mariana, que dividirá a los teólogos en dos direcciones diversas: la cristotípica y la eclesiotípica. Éstas diferían en el modo de concebir la cooperación de María a la obra de la redención y en la forma de sistematizar la mariología. La tendencia cristológica o cristotípica insistía en la Maternidad divina como principio fundamental del cual se derivan todos los restantes privilegios marianos, los cuales explican un cierto paralelismo a los privilegios de Cristo, al que María está intimamente asociada; la tendencia eclesiológica sostiene que el primer principio es que María es tipo de la Iglesia, que existe un paralelismo entre María y la Iglesia, por lo que ese paralelismo exigía que esos privilegios deban entenderse en analogía con las notas o propiedades de la Iglesia3. E. Jhonson, tal vez simplificando mucho las cosas, ve en estas corrientes la mejor expresión del desarrollo de la mariología a lo largo de la historia: en dos mil años de cristiandad occidental, dos han sido los modelos a los que se ha atenido el pensamiento teológico sobre María. Durante el primer milenio, especialmente en los primeros siglos, la teología, si prestó atención a María, consideró que su significado se hallaba en gran medida en el marco de la economía de la salvación, centrada en la misericordia de Dios llegada en Cristo por el Espíritu. En cambio, el segundo milenio, especialmente en los siglos últimos, conoció una tendencia creciente a separar a María del contexto, dando como resultado reflexiones cada vez más extrañas sobre sus perrogativas, poderes y glorias4.

De todos modos, en seno del Concilio mismo fue donde se dio la coalisión de las dos tendencias. Antes del Concilio se había preparado un documento o esquema mariano separado. Pero en el marco de la segunda sesión conciliar, los partidarios de la tendecia eclesiotípica o “minimalista”, pidieron que el esquema mariano fuera unido al esquema eclesiológico. En

1 CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Lumen gentium, 52, B.A.C, Madrid, 2004, pág. 143.2 MEO, S., “Concilio Vaticano II”, en STEFANO DE FIORES – SALVATORE MEO, Nuevo diccionario de Mariología, Paulinas, Madrid, 1988, pág. 445-460.3 POZO, C., María en la obra de la salvación, B.A.C, Madrid, 1974, pág. 19-64; 105-108.4 JOHNSON, E. A., Verdadera hermana nuestra. Teología de María en la comunión de los santos, Herder, Barcelona, 2005, pág. 143-164.

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Asignatura: Mariología Noviembre de 2009

definitiva, la discusión se suscitó ante el siguiente interrogante: ¿debería la doctrina sobre María tratarse dentro del esquema sobre la Iglesia o, más bien, fuera y de forma separada? Esta cuestión, aparentemente sencilla y simple, fue la ocasión para una reñida disputa. Sin embargo, en el marco de la segunda sesión conciliar la votación determinó la inclusión del esquema mariano en el esquema sobre la Iglesia. La tarea posterior de los padres conciliares, fue la de lograr un documento en el que se vieran reflejadas ambas corrientes y, por sobre todas las cosas, la fe de la Iglesia.

Por otra parte, las opiniones al respecto del capítulo mariano resultante varían al respecto. E. Jhonson, por ejemplo, ve en él el claro triunfo de una corriente sobre la otra. Se trata de la victoria de un modelo mariológico sobre el otro: el capítulo VIII de Lumen Gentium es la clara imposición del modelo mariológico eclesiotípico o minimalista. Sin embargo, otros autores más bien se inclinan a pensar que se trata de un texto de compromiso 5, en el que se ha intentado esbozar el núcleo de la doctrina católica sobre María respetando las líneas fundamentales de ambas tendencias mariológicas: ante estas dos tendencias, más que una superación, el Concilio ofreció un mínimo común denominador. El nº 54 y el mismo título del cap. VIII de LG, nos permiten ilustrar lo que decimos: “Sobre la Santísima Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia”6. El texto que tenemos en LG VIII –afirma el eclesiólogo O’Donnel- no va en realidad más allá de las reflexiones teológicas de 1958; de hecho pueden verse las dos posiciones dicurrir paralelas, aunque a veces con cierta superposición: LG 55-59 es principalmente cristológico y LG 60-65 principalmente eclesiológico7.

Por úiltimo, podemos decir que el Concilio Vaticano II, acogiendo los aportes de los movimientos bíblico, patrístico, litúrgico y ecuménico, ha presentado la figura de María a la luz de la historia de la salvación en el misterio de Cristo y de la Iglesia. Sin duda, el Concilio ha seguido los criterios bíblico, antropológico, ecuménico y pastoral. En el marco de la historia de la mariología se trata de un hito: “el c. VIII de la LG presenta una estructura nueva. En armonía con el título, integra el misterio de la madre de Dios en el misterio de Cristo y de la iglesia. En particular, pone de relieve los fundamentos bíblicos y tradicionales de la doctrna mariana, teniendo en cuenta los resultados de la exégesis, del estudio de los padres y de los teólogos posteriores. Presenta la doctrina clásica en términos modernos: la madre de Dios, tipo de la iglesia, es vista como una persona que se ofrece libre y conscientemente a la gracia de Dios. La verdadera devoción a María se presenta como promoción de la fe y del amor a Jesús, único mediador”8.

Bruno N. D’Andrea

5 MEO, S., “Concilio Vaticano II”, en STEFANO DE FIORES – SALVATORE MEO, Nuevo diccionario…, pág. 445-460.6 POZO, C., María en la obra…, págs. 19-64; 105-108.7 O’DONNEL, C., Diccionario de Eclesiología, Paulinas, Madrid, 2001, pág. 694-700.8 KOEHLER, TH., “Historia de la mariología”, en STEFANO DE FIORES – SALVATORE MEO, Nuevo diccionario de Mariología, Paulinas, Madrid, 1988, pág. 834-856.

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