los abastecimientos militares

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LOS ABASTECIMIENTOS MILITARES EN LA GUERRA DEL PACIFICO ( 1879 - 1884 1 CCtPlTAN RAFAEL PlZARRO B.

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Los abastecimientos militares en la guerra del Pacífico (1879-1884). Rafael Pizarro. 1967.

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Page 1: Los abastecimientos militares

LOS ABASTECIMIENTOS

MILITARES

EN LA GUERRA DEL PACIFICO

( 1879 - 1884 1

CCtPlTAN RAFAEL PlZARRO B.

Page 2: Los abastecimientos militares

ESTADO MAYOR DEL EJERCITO

Jefe del Estado Mayor

General de División: Germán Valdivia Muro

Subjefe del Estado Mayor

General de Brigada: Félix Guerrero Salcedo

PUBLICACIONES MILITARES

Director Jefe de Redacción de Revistas Militares

Prof. Aux.: Carlos F. Alcaide Neat

Sección Historia

Prof. Aux. Edmundo González Salinas

Biblioteca

E. C.: Gonzalo Mendoza Aylwin

Page 3: Los abastecimientos militares

Capitán R A F A E L PIZARRO B A R A O N A

LOS ABASTECIMIENTOS MlllTARES EN LA

GUERRA DEL PACIFICO (1879-1884) -

MINISTERIO DE DEFENSA NACIONAL Biblioteca del Oficial Volumen XXXlV

Estado Mayor del Ejército Publicaciones Militares

1967

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I N D I C E

NOTA PRELIMINAR .............................................. PROLOGO ......................................................... DEL INFORME EVACUADO POR EL PROFESOR GUIA ....... INTRODUCCION ...................................................

CAPITULO I

LOS ABASTECIMIENTOS MILITARES A TRAVES DE LA HISTORIA .................................................... ! ....

Notas bibliográficas ...........................................

CAPITULO 11

LOS ABASTECIMIENTOS MILITARES EN LA GUERRA DEL PACIFICO ..........................................................

......................... 1 . Breve reseña de la Guerra del Pacífico 2. Orígenes de los servicios de abastecimientos en Chile .......

.......................................... 3 . Preparativos iniciales 4 . La movilización del ejército ................................... 5 . En la campaña del mar y del desierto ...................... 6 . En la expedición a Lima .....................................

................................ 7 . Durante la ocupación del Perú 8 . En la Campaña de la Sierra .................................. 9 . En la Campaña de Arequipa ..................................

Notas bibliográficas ........................................... Mapa histórico (entre las páginas 78 . 79) .

CONSIDERACIONES FINALES .................................. .................................................... Conclusiones

........................................... Notas bibliográficas

...................................................... BIOGRAFIAS ..................................................... Bibliografía

BREVE VOCABULARIO DE TECNICISMOS MILITARES ...... Bibliografía .....................................................

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N O T A P R E L I M I N A R

El presente trabajo sólo intenta dar una visión gentral al problema de los abastecimientos d i t a r e s en la Guerra del Pací- fico, sin pretender establecer un juicio definitivo sobre tan com- plejo tema.

Se han consultado veintiocho obras, que representan lo más serio y el mayor número de las que se han escrito sobre la Guerra del Pacífico. Asimismo, se han utilizado sólo fuentes impresas y obras escritas, que se citan en las notas bibliográficas. No se re- visó prensa, salvo los artículos de periódicos que se señalan.

Esperamos que trabajos sucesivos sobre temas de índole afín utilicen la valiosa e inexplorada publicación: Boletín de la Gue- rra del Pacífico.

Finalmente, cabe explicar que se ha enumerado cada cita, insertándose al final de cada capítulo una relación nominal y de- tallada de las notas bibliográficas con los números que le corres- ponden, de acuerdo con las citas que figuran en el texto.

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P R O L O G O

Cuando cogemos uii texto de listoria militar, estamos segu- ros de haflar en él inloriilación sobie la planificación estratégica, la conduccióil operativa o el relato de Ias acciones tácticas, pero sólo ocasionalmente podremos entresacar de en medio algo so- bre la planificación logística, y menos aún, acerca de sus técnicas de ejecución, tales como: Abastecimiento y Acarreo. A quienes, por lo especializado de su profesión, interesan especialmente las experiencias sobre la materia, obtenibles de la historia, les resulta punto menos que imposible la consecución de información ade- cuada. Es por eso que la lectura de la memoria para optar al tí- tulo de profesor de historia, geografía y educación cívica, del Ca- pitán de Intendencia don RAFAEL PIZARRO BARAONA, sobre "Los Abastecimientos Militares en la Guerra del Pacífico", nos resulta grata y de profundo interés profesional, y no sólo para quienes, por representar. una parte especializada del Ejér- cito, están directamente interesados en la materia, sino que tam- bién, para todos los integrantes de la Institución con inquietudes profesionales.

De su lectura, se desprende la importancia de una planifica- ción previsora del Apoyo Logístico y del flujo constante de los Abastecimientos. Del importante papel que le cupo al Servicio de Intendencia en el conflicto del Pacífico y de cómo actuó como

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un Servicio de Abastecimiento General. De cómo la Logística cons- tituye el sustento indispensable de toda operación y acción bélica. De cuánto cuesta planificarla sobre una base real y mantener la acción de abastecer en constante actividad y de cómo debe man- tener una actitud previsora y casi intuitiva para adelantarse a los acontecimientos, dado que el montaje de la maquinaria de apoyo es lento y pesado. De la importancia que un acucioso registro de las operaciones contables y financieras tuvo en las operaciones, ya que el desorden financiero-contable, especialmente durante las fases en que se consideró la explotación de la zona, conducía a una baja moral de las tropas y al descrédito del Ejército de ocupación.

A través de lo leído, vemos cómo los principios de abasteci- miento que sustentamos estuvieron siempre vigentes: "Los abas- tecimientos deben llegar a las tropas: oportunamente, en calidad adecuada y en cantidad suficiente".

He leído con mucha atención la memoria del Capitán Pizarro, a quien felicito, no sólo por el interesante documento histórico que nos entrega, hecho con seriedad, objetividad y esfuerzo per- sonal, sino que también porque creo ver en el tema tratado una doble lealtad: hacia el Ejército y hacia la Especialidad que pro- fesa. Con la presente obra, se integra a la brillante línea que tra- zaron otros historiadores del parche plomo, tales como los Gene- rales don Fabio Cruz Correa y don Maximiliano Bisquert.

Por el mérito de la obra es que me he empeñado en obtener del Jefe del Estado Mavor del Ejército, General don Germán Val- 'divia Muro, a quien debo agradecer su favorable acogida: la pu- blicación de ella en las ediciones de la "Biblioteca del Oficial".

Finalmente, una vez más. felicito al Capitán de Intendencia don RAFAEL PIZARRO BARAONA, por el valioso aporte que su trabajo significa para el Ejército. a - '

Santiago, octubre de 1967.

JOSE BADIA GIMEN0 General de Brigada

Director de Contraloría y Finanzas del Ejército

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DEL INFORME EVACUADO POR EL PROFESOR - GUIA, SR. ROBERTO HERNANDEZ PONCE, DEL CENTRO DE INVESTIGACIONES HISTORICAS DE LA UNIVERSIDAD CATOLICA DE CHILE, CON FECHA 3 DE MAYO DE 1967.

"1 . La investigación estuvo sometida a rigurosa disciplina, te- niendo como meta no afirmar nada sin fundamento en fuen- tes dignas de crédito.

2 . La redacción es sobria y en algunos casos casi esquemática. La naturaleza del tema estadístico y de datos escuetos hizo difícil una redacción amena e imaginativa.

3 . Su valor histórico reside en mostrar y desenterrar del anoni- mato un factor cuyo tratamiento siempre fue eclipsado por el heroíslno épico con que se ha presentado siempre la Gue- rra del Pacífico.

4. Aquí se olvidan los arabescos diplomáticos y los hechos es- pectaculares para narrar lo anónimo. Lo desconocido y que indudablemente ganó batallas. . .

5. Desde este particularísimo ángulo se corroboran característi- cas y conclusiones ya consagradas para juzgar este conflicto:

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La Intendencia y Comisaría General del Ejército significó institucionalizar los grandes factores que ganaron la guerra: a ) Abnegada e ilimitada colaboración de los civiles, b) Honestidad y orden gubernativo, C) Eficiente preparación técnica de los oficiales. d ) Elevada moral y sentido patriótico de la gran masa del

pueblo.

6. Señalamos el uso oportuno del testimonio del soldado Hipó- lito Gutiérrez, el mapa histórico, catorce Biografías y un Vocabulario de tecnicismos militares".

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Este trabajo fue realizado merced a la ines- timable ayuda y sugerencias prestadas por el Profesor señor ROBERTO HERNANDEZ PONCE, del Centro de Investigaciones Histó- ricas de la Universidad Católica de Chile y a la valiosa cooperación del SERVICIO DE IN- TENDENCIA DEL EJERCITO.

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I N T R O D U C C I O N

En todo ejército moderno se distinguen dos funciones pri- mordiales. Una, la de golpear al enemigo y que es ejecutada por las tropas de combate y otra, la de proporcionar todo el apoyo de vida y de combate para que aquéllas puedan cumplir con éxito sus objetivos. Esta última labor es desempeñada por las "tropas logísticas".

El concepto logístico abarca campos muy extensos. Se en- tiende por Logística la ciencia militar destinada a satisfacer las necesidades de vida y de combate de las tropas, a fin de mante- nerles la eficiencia de combate. La logística tiene que ver con la producción, adquisición, almacenamiento, transporte, distribución, In conservación y evacuación del personal, abastecimientos y equi- pos; con el reclutamiento, la clasificación, la asignación, el bienes- tar y el licenciamiento del personal; además, constituye la base de sustentación material de la táctica y de la estrategia.

Los elementos que agrupa un ejército para hacer producir un rendimiento específico en la guerra son los siguientes:

-Tropas de Comando. -Tropas de Informaciones. -Tropas de Combate. -Tropas de los Servicios.

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Los tres primeros elementos actúan directamente sobre e1 enemigo y el cuarto -tropas de los Servicios- proporciona apoyo no combatiente.

Los servicios logísticos o tropas de los Servicios, pueden clasificarse en cinco grupos:

l.-Intendencia: subsistencias, vestuario, equipo y útiles de escritorio.

2.Canidad: atención sanitaria, evacuación y recuperación de heridos y enfermos, higiene, abastecimiento sanitario y reem- plazo de personal.

3.-Veterinaria: atención veterinaria, evacuación y hospita- lización de ganado, higiene, reemplazo de ganado y reemplazo de personal.

4.-Material de guerra: reemplazo y recuperación de mate- riaI de guerra, abastecimiento de municiones y material fungible de ingenieros, abastecimiento de combustibles y lubricantes y reemplazo de personal.

5.-Transporte: transporte por ferrocarril, medios auto o hipomóviles, marítimo, lacustre, fluvial, aéreo y especiales.

Uno de lo; servicios lo~ísticos de mayor importancia es el de Intendencia, que tiene por misión general abastecer a las tro- pas de aquellos elementos que necesite para subsistir, tales como abastecimiento de víveres, forrajes, vestuarios, equipos y 6tiIes de escritorio. En la mayoría de los ejércitos actuales la función fondos ha siclo restada del servicio de Intendencia, ya que no constituye una labor dc abastecimiento y, por principio de organización. la administración de fondos debe ser un servicio especial, distinto e independiente.

Este servicio de Intendencia adquiere su verdadera impor- tancia en la guerra v debe amoldarse a la situación táctica de In unidad que sirve. Su empleo requiere un alto sentido de la pre- visión, m;itetjalizada por una prolija preparación de las tropas y medios.

La Intendencia desarrolIa dos funciones primordiales. Una. que es el apoyo logistico en todos 10s rubros que son propios del

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Servicio y que .requiere la Institución para el cumplimiento de sus actividades de paz. La otra, se refiere a la planificación del apoyo logístico en los rubros propios del Servicio para satisfacer las necesidades de la Institución en tiempo de guerra. Dicha pla- nificación la mantiene constantemente actualizada y en condicio- nes de realizarla tan pronto se ordene.

Los grandes conductores de las dos últimas guerras mundia- les han destacado la importancia de los abastecimientos en el buen éxito de las operaciones.

El mariscal Petain explicó, en el año 1932, que "los cuerpos armados en la trinchera, frente a la muerte, veían la enorme im- portancia de los apoyos materiales que recibían".

"La guerra relámpago -escribió el general Ravenstein- es el paraíso para el jefe táctico, pero el infierno para el Cuartel Maestre7'.

El general B. Somerwell, Comandante Army Service Force, afirmó que "hay muchos medios de perder una guerra. El más fácil es a través de un colapso de los servicios".

Son conocidas algunas reflexiones que establecen la impor- tancia de los abastecimientos: "Soldado que no come no com- bate", "El estómago mueve los pies", "Cuántas resistencias he- roicas, cuántos arranques sublimes dependen también de una alimentación corroborante y excitante", etc.

El recuerdo de las iilnumerables derrotas sufridas por defi- ciencias en los abastecimientos, contrastes que, en algunos casos, han desviado el curso de los acontecimientos de pueblos y hom- bres, hacen meditar y darle su justo valor al carácter e impor- tancia de la función de la Intendencia en los ejércitos.

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C A P I T U L O I

LOS ABASTECIMIENTOS MILITARES A TKAVES DE LA HISTORIA

Antes de comenzar el análisis de la actuación de la Inten- dencia militar en la Guerra del Pacífico, es de enorme utilidad conocer -a grandes rasgos- los procedimientos de abastecimien- tos adoptados por los ejércitos en el curso de la historia.

El Persa es uno de los primeros pueblos que mostró marca- das característicás en su servicio de Intendencia, debido a sus largas y dilatadas campañas. Los víveres eran llevados por hom- bres-portadores y por convoyes, que eran vehículos tirados por animales de carga. "Nadie podía decir con exactitud el número de los vehículos de bagaje, de los animales de carga y de los persas, que seguían al ejército" ( 1 ).

El ejército fue difícil de organizarse administrativamente, debido a que estaba formado por tropas de diferentes pueblos: medos, persas, asirios, babilonios, árabes, etíopes, etc.

Se destaca en esta época el período de las Guerras Médicas. Así -por ejemplo- la derrota de la expedición de Darío se debió a la interrupción de los abastecimientos, originada por una tormenta que destruyó-las naves portadoras de víveres.

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Posteriormente, en la movilización de Jerjes hacia Grecia existió una mayor preocupación en la conducción de los basti- mentos. "Se ordenó la construcción de un canal a través del istmo de esta península, de este modo la flota podía seguir con segu- ridad la marcha de los ejércitos y abastecerlos" (2) .

Se instalaron almacenes de víveres en los puertos que exhi- bían una mayor ubicación estratégica. Los fenicios y egipcios cooperaron en la función de avituallamiento con el ejército persa.

Pero esta organización primitiva tuvo que ser deficiente si se considera el gran número de efectivos que se debía abastecer. "Jerjes deja a Mardonio en Tesalia y se dirige hacia el Helespon- to. Llega en 45 días al sitio por donde había pasado el estrecho, no llevando ya, por decirlo así, ejército con él. Las tropas, que habían vivido apoderándose de cuantos granos y frutos encontra- ron en los pueblos atravesados, cuando faltaron estos recursos tu- vieron que recurrir a las hierbas que crecen en la superficie de la tierra, la corteza de los 'árboles, las hojas de las plantas culti- vadas o salvajes sin distinción, no dejando absolutamente nada, pues tanto les apremiaba el hambre. Bien pronto la disentería y las enfermedades contagiosas habían destrozado un ejército, que quedó enteramente destruido durante la marcha" ( 3 ) .

Grecia constituyó una gran potencia militar. Los ejércitos estaban constituidos por guardias reales y por mercenarios o guar- niciones. En el aspecto logístico su organización fue rudimentaria. Existió un servicio de Intendencia, compuesto por mercaderes y operarios no combatientes. Ambos grupos seguían al ejército y su trabajo era remunerado en el mismo terreno de acción. "Los ejércitos griegos iban acompañados de numeroso personal no com- batiente para el cuidado y conducción de las armas, víveres y equi- po necesario. Preparaban también la comida y atendían todos los mehesteres de su servicio" (4).

El Es~ado griego era pobre, por lo cual todo combatiente debía pagar su alimento y equipo. Así, al alistarse para una ex- pedición guerrera, cada ciudadano contraía la obligación de pre- sentar víveres para varios dias, generalmente compuesto de hari- na de cebada, queso, cebollas, carne salada y vino. Para el trsns-

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porte se utilizaron sacos de cueros, jarros y ánforas para los 1í- quidos. Además, las tropas poseían molinos de mano para la pre- paración de la polenta o la galleta.

No obstante, es indudable que se atribuyó poca importancia al servicio de Intendencia. En la retirada de los diez mil" una de las grandes dificultades fue la falta de víveres, como en algu- nas campañas de Alejandro. "Los soldados mataban las acémilas para comer su carne, diciendo en su disculpa que habían muerto de fatiga; nadie osaba comprobar estas faltas y el mismo Alejan- dro lo sabía, pero todos eran culpables y la necesidad obligaba a fingir ignorancia respecto a lo que podía permitirse. Se abandona- ba en el camino a los enfermos y cansados. Debilitados por las en- fermedades, las fatigas, el calor y la sed, un reguero de desgra- ciados quedaban sin socorro; el ejército continuaba precipitada- mente su marcha; el interés de la mayoría hacía olvidar el del menos número. Los que se dormían por consecuencia de las fa- tigas de la noche, se encontraban solos al despertar y cuando querían seguir la huella del ejército, perdidos en aquellos mares de arenas, perecían casi todos" (5).

En la guerra de Troya, los griegos resolvieron el procedi- miento alimenticio, recuiriendo a tomar lo que hallaban (rapiña) y a cultivar el suelo.

En cuanto a los Asirios, tenían su ejército compuesto de in- fantería de lanceros y arqueros, caballería ligera y carros de asaI- to. Se abastecían explotando el terreno ocupado, aunque se pre- sentaba la dificultad que los recursos del país no fuesen siem- pre suficientes para satisfacer sus mínimas necesidades. Luego contaron con parques móviles con camellos y asnos para proveer- se de comida y material.

( * ) La retirada de 10s diez mil es un hecho histórico ocurrido en la guerra entre espartanos y persas (401 A. C.). Las fuerzas de Ciro el joven constituidas por mercenarios griegos, espartanos en su mayoría, se aden- traron hasta el corazón de Mesopotamia, con el objeto de liberar las ciudades griegas del Asia. Se batieron con las tropas persas de Artajerjes siendo de- rrotados. Durante cuatro meses, cambatiendo con tribus hostiles, atravesando regiones inhóspitas, con hambre y sed, pudieron abrirse camino hacia su patria.

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En la Epoca Romana se advirtió ya una mayor dedicación por el abastecimiento de las tropas. "La legión primitiva estaba mandada por seis tribunos que se turnaban en el mando cada dos meses, aunque hay historiadores que fijan el plazo en seis. Los que ejercían el mando entendían todos los menesteres, servicios e incidentes de todo orden, y los francos se encargaban de los destacamentos, forrajes, comisiones, etc." ( 6 ) .

En el año 350 D.C., los soldados recibían remuneración por sus servicios prestados en la guerra. Anteriormente, cada uno de- bía costear su provisión en campaña o recibir víveres de la po- blación.

El sistema de aprovisionamiento consistió en contratos con personas que licitaban públicamente. Existían Comisarios de ví- veres que recorrían los lugares para estudiar las propuestas de tastimentos, su calidad, medios de transportes, etc.

Además, se implantaroli los primeros almacenes fijos de ví- veres a lo largo de la península y las fronteras del Imperio. En Roma, existían molinos de mano que las tropas utilizaban para la elaboración de harina, incluso algunos autores afirman que se emplearon hornos de campaña.

Existían funcionarios llamados Cuestores, que tenían varia- das atribuciones: encargados de la custodia y manejo de los fon- dos, dirección de las operacíones de avituallamiento, custodia de los valores depositados por los soldados, etc. Además, el Cuestor era el administrador supremo en el terreno de su jurisdicción. Debía pasar revistas periódicas que servían de base para la re- clamación y abono de sueldo de las tropas, requisar, comprar, conducir y distribuir alimentos y vestuario, crear almacenes, or- ganizar elementos de transporte y establecer la administración pro- visional de los países conquistados.

La ración del soldado romano en campaña estaba constitui- da por pan, carne, tocino, aceite, sal, queso, miel y vino. Las dis- tribuciones de alimentos se hacían mensualmente: 30 kilos de tri- go para el infante y 90 kilos de trigo y 315 de cebada para el jinete y criados. La conducción de estos víveres estaba a cargo

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de acémilas que transportaban los bagajes y otras que llevaban las tiendas y molinos de mano.

En general, en la Edad Media, el sistema de abastecimiento de los ejércitos fue vivir de la comarca, es decir, de la región ocupada por las tropas. Muchas veces las guerras tenían por úni- co objeto apoderarse de las riquezas de los pueblos vecinos.

Solamente en los Tiempos Modernos, después del siglo XV, se tomaron medidas tendientes a reemplazar por compras regula- res el saqueo que, generalmente, era brutal y despiadado.

Las guerras de la Revolución Francesa mostraron una inno- vación. Se crearon una serie de bases de abastecimientos consti- tuidos por líneas sucesivas de almacenes con depósitos interme- diarios de víveres cada tres o cuatro jornadas, de lo que se de- duce que en 1807 ya se había organizado un sistema de abaste- cimiento.

En las campañas de la Independencia ~rnericana se empleó casi siempre el aprovechamiento de los recursos locales, unido al abastecimiento que las tropas llevaban consigo. En el paso de los Andes, realizado en 1817, se recurrió a pequeñas columnas de subsistencias debido a la naturaleza misma del terreno.

El servicio de Intendencia, propiamente tal, data de las gue- rras de la unidad italiana (1859-1870). Los mecanismos genera- les de esta organización fueron los siguientes: "Puntos iniciales de etapas, que tienen la misión de reunir los elementos en la Patria y enviarlos a los puntos principales de etapas, en la proxi- midad de la zona de operaciones, los que se encargan de abaste- cer a las columnas de subsístencias y que éstas, a su vez, distri- buyen a las tropas en puntos de entregas designados de antema- no" (7) .

La guerra de 1870-71 entre Alemania y Francia demostró que el problema no sólo residía en la atención de reunir víveres, sino hacerlos llegar a las tropas combatientes. Alemania dispuso de almacenes de subsistencias en Colonia, Coblenza, Francfort, Maguncia y Sarrelouis, pero el transporte férreo no dio abasto y los víveres se descompusieron por el prolongado almacenamiento.

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Entonces el aprovechamiento de las fértiles comarcas francesas fue fundamental en el avance alemán.

En esas condiciones estaba el servicio de abastecimiento en los principales países de Europa, cuando estalló el conflicto de 1879. Fue indudable, entonces, que el éxito del abastecimiento en el ejército chileno dependió de grandes esfuerzos y sacrificios.

NOTAS BIBLIOGRAFICAS DEL CAPITULO 1

1. HERODOTO Los nueve libros de la Historia. Editorial J. Gil. BarceIona, 1917.

2. ESPANSAWIN, OTERO Grecia heroica y clásica. Editorial Ramón Sopena S. A. Barcelona, 1951.

3. HERODOTO Los nueve libros de la Historia. Editorial J. Gil. Barcelona, 1947.

4. CRUZ CORREA, FABIO Reseña histórica de la alimentación de las tropas. Artículo aparecido cn la Revista del Servicio Administrativo del Ejército. Santiago, 1926.

3. ARRIENS, DANIEL Expeditiori D. Aíexandre. Barcelona, 1937.

6. VERA, RICARDO Historia de la Civilización. Tomo 1. Editorial Ramón Sopcna S. A. Bar- celona, 1958.

7. BISQUERT, MAXIMILIANO .Resumen histórico dc1 desarrollo de los ser~icios de alimentación en cam- paña. Artículo aparecido en la Revista del Servicio Administrativo del Ejorcito. Santiago, 1926.

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C A P I T U L O Í I

LOS ABASTECIMIENTOS MILITARES EN LA GUERRA DEL PACIFICO

l. BREVE RESENA DE LA GUERRA DEL PACIFICO (1879-1884).

Desde la Conquista y hasta hoy, Chile ha limitado siempre al norte con el Perú por el Despoblado de Atacama, extensión aparentemente carente de interés económico. Durante el gobier- no del General Manuel Bulnes se descubrieron existencias de gua- nos, y por ley de la República el-31 de octubre de 1842 se decre- taroii propiedad nacioilal los depósitos situa6os al sur de Mejillo- nes. Así quedó establecido como territorio chileno todo el de- sierto que se extiende hasta el sur del paralelo 23. Bolivia pro- testó declarando que sus límites eran hasta el paralelo 25, basa- do en su pertenencia de Cobija, que en 1826 le concedió Bolívar.

Un tratado entre ambos países en 1866 arregló provisoria- mente el problema: el límite sería el paralelo 24, pero la zona coinprendida entre los paralelos 23 y 25 sería de condominio. En 1874 un segundo tratado perfeccionó el anterior: el límite sería el paralelo 24, Chile abandonaba el norte de dicho paralelo, pero Bolivia se comprometía a no gravar con nuevos impuestos a los

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industriales chilenos del guano y salitre de ese territorio por 25 años. Sin embargo, en 1878 Bolivia violó este tratado al cobrar nuevas contribuciones que las compañías salitreras se negaron a pagarlas. En represalia, Bolivia dispuso el remate de las salitreras.

En vista de esta actitud hostil del gobierno boliviano, Chile le advirtió enérgicamente que si ese gobierno violaba el Tratado de 1874, renacerían para Chile todos los derechos sobre territo- rio que legítimamente le pertenecían desde hacía siglos.

El gobierno de Perú ofreció una mediación, pero pronto se descubrió la existencia de una alianza secreta entre Perú y Boli- via y el gobierno chileno les declaró la guerra el 5 de abril de 1879.

El conflicto abarcó diversas etapas: a) Campaña de Antofagasta. El 14 de febrero de 1879, tro-

pas chilenas al mando del coronel Emilio Sotomayor desernbar- caron en Antofagasta con el propósito de evitar el remate de las salitreras por parte de Bolivia, ya que existía una tácita orden en ese sentido emanada del Presidente boliviano, General Hilarión Daza.

, b) Campaña marítima. Las acciones bélicas comenzaron en el mar. El 21 de mayo de 1879 se libró el Combate Naval de Iquique que alzó la figura de Arturo Prat, el más glorioso re- presentante del heroísmo. Meses más tarde, el 8 de octubre, fue capturado el temible acorazado peruano "Huáscar", que induda- blemente causaba serios estragos en las costas chilenas.

C ) Campaña de Tarapacá. A fines de octubre dé ese año, se embarcó el ejército expedicionario en Antofagasta rumbo al nor- te. La primera acción en tierra fue la toma de Pisagua, al norte del puerto de Iquique. El 19 de noviembre se produjo la furio- sa batalla de Dolores, que libraron las tropas del coronel Emilio Sotomayoi y las peruanas del general Juan Buendía. Posterior- mente se produjo la batalla de Tarapacá. En este encuentro mu- rió el valeroso comandante Eleuterio Ramírez. Buendía se retiró a Tacna y así Chile mantuvo la provincia de Tarapacá.

Estos acontecimientos produjeron duros impactos en los paí- ses aliados que culminaron con la destitución de los Presidentes

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Prado y Daza, quienes fueron reemplazados por Nicolás de Pié- rola y Narciso Campero, en Perú y Bolivia, respectivamente.

d ) Cainpaíía de Tacna y Arica. Al mando del ejército na. cional se encontraba el genera1 Manuel Baquedano. A principios de 1880, las tropas expedicionarias desembarcaron en Ilo y Paco- cha, al norte de Arica. El primer encuentro con las fuerzas alia- das se realizó en las alturas de Los Angeles (21-111-1880), situa- ción que favoreció a Baquedano. En la marcha al primer obje- tivo, que era la ciudad de Tacna, el ejército chileno tuvo que soportar serios padecimientos provocados por el clima y la falta de agua.

El día 26 de mayo de 1880 se libró la batalla de Tacna, en la extensa pampa cubierta de arena denominada "el campo de la alianza". Esta acción determinó el temprano y definitivo reti- ro de las tropas bolivianas, lo que significó el derrumbe de la alianza peruano-boliviana.

Pero faltaba ahora apoderarse de Arica, que deslumbraba por su posición estratégica de excelente base de operaciones pa- ra la armada chilena. El asalto y toma del morro de Arica, que determinó la conquista de ese puerto, representó uno de los epi- sodios más audaces de la Guerra del Pacífico (7-VI-1880).

e ) Campaña de Lima. La opinión pública y el Congreso pi- dieron el avance inmediato a la capital del Perú, mientras el Pre- sidente Aníbal Pinto vaciló en tomar una pronta resolución en el sentido de detener el avance y de entrar en conversaciones de paz favorables para Chile o seguir la expedición victoriosa a Li- ma. La falta de recursos de nuestro ejército era el motivo de la actitud del mandatario chileno. Por último, primó el deseo gene- ral del pueblo y el 13 de enero de 1881 las tropas nacionales barrieron las fortificaciones de Chorrillos y Miraflores, con lo cual el camino a Lima quedó expedito. Chorrillos y Miraflores seña- laron el término de la guerra. El 17 de enero de 1881 el ejér- cito chileno entró triunfante a Lima.

E ) Campaña de la Sierra. La ocupación del Perú se prolon- gó por más de tres años y medio, desde enero de 1881 a agosto de 1884. Ejercieron el mando, sucesivamente, los generales Cor-

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nelio Saavedra, Pedro Lagos y el contraalmirante Patricio Lynch. Sin embargo, este período fue confuso debido a que Perú man- tuvo una resistencia de montoneros durante dos años, dirigidos por el general Nicolás de Piérola y luego por el coronel Avelí- no Cáceres.

En una de estas campañas se produjo la sangrienta gesta de La Concepción ( 9-10-VII-1882 ) , donde quedaron inmortalizados los nombres de Ignacio Carrera Pinto, Julio Montt Sa!amanca, Luis Cruz Maitínez, junto a otros mártires nacionaIes.

La última acción fue el combate de Huamachuco (10-VII- 1883).

Tratados de Paz:

Tratado de Ancón. Se firmó en octubre de 1883 y puso fin definitivo al conflicto. Chile logró el dominio perpetuo de la pro- vincia de Tarapacá y la soberanía por diez años de Tacna y Ari- ca. Este último aspecto fue solucíonado en 1929, devolviéndose Tacna a Perú y quedando Arica bajo la soberanía de Chile.

Tratado de tregua. En abril de 1884 se firmó en Valparaí- so un tratado de tregua con Bolivia. Es'te pacto fue ratificado en 1904 por el tratado de paz chileno-boliviano.

2. ORIGENES DE LOS SERVICIOS DE ABASTECIMIEN- TOS EN CHILE.

Los comienzos de la Intendencia, encargada de 10s abasteci- mientos militares, se encuentran en la guerra de la Independencia. Existía el Comisario de guerra, que estaba encargado del pago de sueldos al personal del ejército. Este funcionario era civil, dedicado a labores exclusivas de contabilidad. De este modo, las funciones de Intendencia en las tropas eran realizadas por oficiales de armas.

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El 16 de marzo de 1817 se fundó la Academia Militar, actual Escuela Militar, y en su organización se incluyó un comisario particular del Instituto, "que sin revestir el carácter de Comisario de guerra, desempeñe funciones de administrador, lleve la co- rrespondiente cuenta y razón y corra con todos los intereses de ella, bajo la inspección de su director" (1).

Posteriormente, en el año 1839, en la Ordenanza General del Ejército se especificaron las funciones del Comisario general del ejército en campaña: "El Comisario general del ejército de cam- paña, de quien deben inmediatamente considerarse dependientes, como jefe principal de la hacienda del ejército, el proveedor de víveres con todos sus inferiores, contralores y demas empleados en servicio de hospitales, es la persona a cuyo cargo ha de correr la importancia de que el ejército tenga la puntual asistencia que conviene para su subsistencia y curación" (2 ) .

Además, la Ordenanza establecía que el proveedor general de aliinentos velaría por la calidad, el peso y las medidas de las raciones, siendo él el encargado de la ejecución y el transporte de los bastimentos. Como se advierte, el comisario gozaba de amplias atribuciones en caso de alguna movilización.

En el año 1843, se suprimió la Comisaría general del ejér- cito, creándose la Tesorería Fiscal con una sección llamada de < < guerra". Su duración fue muy breve.

Así, desde la Independencia hasta el año 1879, que señal6 el comienzo de la Guerra del Pacifico, los servicios de abasteci- mientos fueron rudimentarios. Existieron los Comisarios de Gue- rra y el servicio de alimentación se realizó -generalmente- por proveedores.

3. PREPARATIVOS INICIALES.

Al salir a campaña no había -prácticamente- servicio de Intendencia, bagajes ni sanidad. El Ejército estaba desprovisto de vestuario y equipo. El servicio de Comisaria resultaba ineficaz.

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El general de Iiltendetlcia MasitniIiano Bisqueit, ha escrito: "La campaiía contra el Perú y Bolivia la ei-ilprendimos sin tener nada preparado en materia de servicios de Intendeiicia y éstos se impiovisaron sobre la base de1 personal civil y proveedores" ( 3 ) .

En efecto, existían los proveedores de las Divisiones que eran -prácticamente- los oficiales de Intendencia.

"Como demostración -agrega el general Bisquert- de la ignorancia general que había respecto a estos servicios, puedo manifestar que cinco meses después de la declaraciói~ de guerra, no se había fijado la porción diaria de la tropa, ni tainpoco la ración del ganado" ( 4 ) .

El 5 de mayo de 1879 se organiz6 la Intendencia y Comi- saria General del Ejército y Armada en campaña, en cumpli- miento a las disposiciones dictadas por el Presidente de la Repú- blica, en uso de las atribuciones conferidas por las leyes del día 3 de abril de ese aiio. E! asiento principal será Valparaíso y en e1 transcurso de la suerra tendrá sucursales en Antofagasta, Iqui- que y Tacna.

El día 9 le fueron ampliadas las atribuciones a la Inteilden- cia y Comisaría general, ya que tendría a su cargo la provisión del ejército y armada de los rubros de víveres, vestuario, inedici- nas, forraje y carbón. '3

Se nombró Intendente General del ejército al Sr. Francisco Ecl~aurren Huidobro, que careció de jerarquía militar. "Pocos ciudadanos tenía el país inás patriotas, más probos, inás celosos. del bien público que Echaurren Huidobro" ( 5 ) . i

Se designó como delegados a los hermanos Diego y Baldo- mero Dublé Almeyda, con funciones de enlace entre la Inten- dencia y Comisaría general y el ejército en campaña.

La Intendencia y Comisaria general quedó constituida así:

-Sección de Marina. -Sección de Guerra. -Sección de Contabilidad de Valores. -Sección de Contabilidad de Especies.

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-Sección de Embarque, movimientos de cargas o inspec- ción de almacenes.

-Sección Liquidadora de Cuentas. -Comisaría del ejército expedicionario.

La Comisaría, oficina central de la Intendencia, debió cum- plir las siguientes funciones: fiscalización de todos los servicios económicos del ejército; embarque, traslado y desembarco de cargas a bordo de los buques conductores; pago de sueldos del personal del ejército, marina y guardia nacional; pensiones y montepíos del ejército y marina; abastecimientos de los buques de la armada y pago de sus reparaciones; pago de los gastos que originaron los cuerpos del ejército y los buques sueltos surtos en ei departamento; pago de primas de enganche de las fuerzas militares, recibo de sus cuentas y trasmisión de ellas a las sucur- sales de la Comisaria general, y por último, inspección de al- macenes. 2 . t '

En carta dirigida al general Erasmo Escala, el 10 de agosto de 1879, el Intendente Echaurren explicó los cargos de su servicio que recién nacía: "Según el decreto de organización de estas ofi- cinas, están a su cargo la provisión de víveres, medicinas, forrajes, vestuario y carbón y en estos ramos he procurado y procuro hacer cuanto esté de mi parte, como también atiendo todos los otros pedidos que se me hacen de artículos que no sean armamento, municiones, pertrechos, etc. los que atiendo, como lo he dicho a V. S. antes, por mera oficiosidad y por el deseo de que todo marche lo mejor posible" ( 6 ) . ' . J b ,

En lo que respecta al rancho de tropa, Echaurren se sor- prendía de que el Gobierno hubiese celebrado contratos para el arranchamiento del ejército.' "Sólo conozco por un incidente el contrato celebrado por el Gobierno, creo en tiempos del coronel Saavedra; de los otros contratos celebrados por el general Arteaga nada sé absolutamente" (7).

Efectivamente, en Antofagasta a la tropa se le suministró el rancho por intermedio de contratistas. Este consistió en dos comidas diarias y medio litro de café, al precio de 37 centavos.

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La marina, en cambio, pagó por la ración 40 centavos y recibió víveres frescos dos veces por semana.

Estos contratos con proveedores y contratistas civiles esta- blecían que el ejército debería proporciot~ar los calderos necesa- rios para el cocimiento de frejoles y aguz caliente, coino también el servicio y personal para la preparación y reparto del rancl~o. En caso de movilización, el proveedor estaba obligado a entregar víveres para un lapso de 15 días.

En la expedición a Calama del mes de marzo de 1879, el abastecimiento fue normal. "Respecto a los víveres -escribió J. M. Walker, ayudante de campo del coronel Emilio Sotomayor- la división ha sido perfectamente dotada. Después de una buena comida de carne, los soldados cargaron en sus mochilas víveres secos para dos días de marcha, y si no se llevó leña fue sencilla- mente por la razón de que no se llevaba carne ni ningiin apresto para comida cocinada. Lo que a mi juicio ha dado lugar a la queja de la falta de leña, es la'circunstancia de haber mandado el sub- delegado de Caracoles dos novillos de regalo, cuando la división iba ya en marcha y no era culpa de los jefes que los bueyes no llegasen con su parrilla en los lomos. Ahora en cuanto a que faltó hasta la sal en los manteles de algún señor oficial quejum- broso, es un cargo que se hace verdaderamente ridículo a orillas del salobre Loa. . . " (8).

Echaurren se preocupó, desde un comienzo, por la porción de la tropa y la ración del ganado. "Para tener una base para el aprovisionamiento de víveres, sometí al general Atteaga, con fecha 23 de mayo, un estudio que hice hacer en Santiago para la ración del soldado y del caballo; pero el general no le dio importancia, contestando a las requisiciones que le hice para que diera res- puesta, que prefería el rancho por contratista y sólo me indicó una porción para el soldado y una ración para el caballo en ino- mentos de marcha, haciéndome al efecto los pedidos necesarios que fueron llenados con oportunidad: la ración del soldado se componía de charqui, galleta, harina tostada, ají y cebolla en cier- tas proporciones y la ración para el animal de 20 libras de pasto y 5 de cebada triturada. Comprenderá Ud. que sin tener una

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base fija para las raciones en cantón y en marcha, no puedo colectar las provisiones necesarias para tenerlas listas a satisfacer los pedidos que se me hagan y hasta hoy marcho a ciegas en ese terreno, no teniendo más base que la que le he indicado para la tramitación de adquisiciones" ( 9 ) .

Por estas razones y, además, porque al Intendente General no se le dieron a conocer los planes de guerra, renunció a su puesto en el mes de agosto de 1879.

El Gobierno designó, entonces, a don Vicente Dávila La- rraín para que se hiciera cargo de la Intendencia General. Tan pronto asumió dichas funciones, tomó medidas de buen servicio, tales como la instalación de almacenes fijos y estableció la com- posición de la porción de campaña en cantón y en marcha, que- dando ésta compuesta de este modo:

"PORCION EN CANTON:

Carne ................ 460 gramos Papas ................ 150 " Arroz o frangollo ....... 120 "

................ Grasa 50 " Ají .................. 10 " Sal .................. 9 " Galletas .............. 200 " Harina tostada ......... 200 "

Cebollas .............. 100 " Azúcar ............... 25 " Café ................. 10 " 1.334 gramos

PORCION EN MARCI4A

Charqui .............. 460 gramos Harina tostada ......... 200 " Galletas .............. 460 " Ají .................. 10 " Cebollas .............. 120 " , 1.250 gramos" (10)

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Además de la porción en cantón existía la fresca de carn- pamento que, en cambio de carne, papas y frangollo, estaba cons- tituida por frejoles y charqui.

En las primeras operaciones de guerra, el ministro Rafael Sotomayor se preocupó de los servicios de abastecimientos, pues "inició una serie de preparativos tendientes a asegurar en todo momento el agua y víveres en la marcha a través del desierto y venciendo la presión que los altos jefes le hacían para que las tropas se pusieran luego en movimiento, no inició las operacio- nes sino cuando estimó suficientes los preparativos hechos y las precauciones tomadas" ( 11 ) .

Era inobjetable la resolución del ministro Sotomayor. Sin la debida preparación de provisión de víveres y agua en una cam- paña de desierto, era inminente una catástrofe. Al ministro Soto- mayor "le tocó la parte álgida de la guerra; la improvisación de un ejército numeroso; de dotarlo de armas que no había en el país; las duras y difíciles campañas del desierto que requerían una labor administrativa inmensa para que los soldados tuvieran' en sus vivaques el agua y los elementos de subsistencia? (12).

Se necesitaban bastiinentos para una expedición de tres meses y en un terreno más difícil que la guerra misma. Muchos com- batientes fueron vestidos y uniformados por donaciones del pue- blo, que vibró con sentimientos de1:más puro patriotismo. Así ocurrió en Santiago, Valparaíso, Copiapó, Coquimbo, Chillán y San Felipe. Además, la Intendencia ordenó la confección de ves- tuario y equipo en industrias privadas en Santiago, Valpaiaíso y Tomé.

El Intendente General Echaurren ya lo había dicho: "Sin exageración puedo decir que estoy sacando, con grandes esfuerzos,

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apenas unas cuantas gotas de leche de una vaca flaca y extenua- da" ( 13) , y tenía razón. Las arcas fiscales eran insuficientes para mantener al ejército en esas circunstancias.

Pero el ministro Sotomayor superó todas las dificultades y "ese papel de ranchero, de proveedor de forraje para ganado y agua para hombres, se lo reservó para sí Rafael Sotomayor y desde ese día le consagró virtudes de patriotismo que no han sido superadas en la Historia" (14).

Cooperó en forma extraordinaria en estas duras faenas, el delegado de la Intendencia General don Máximo Lira. Había que instruir a la tropa sobre la manera de economizar sus acopios de víveres durante la larga jornada que se avecinaba.

Desde Valparaíso, el Intendente Dávila ultimaba los prepa- rativos para dotar de bastimentos y-vestuario al convoy que zar- paría rumbo al norte.

En el mes de diciembre de 1879, el ministro de Guerra introdujo oportunas reformas en la organización del ejército. En su carta dirigida al General en jefe del ejército señaló algunas nuevas disposiciones para la Intendencia general: "Cree también el Gobierno que es necesario que la Intendencia General que acompaña al ejército se concrete exclusivamente a la provisión de víveres, forraje, agua y vestuario para el ejército, desligándola de todo otro servicio que en la actualidad tenga a su cargo. La expresada Intendencia designará empleados especiales que atien- dan a este servicio en cada una de las divisiones, consultando el mejor arreglo y la más oportuna provisión para el ejército" (15).

5. EN'LA CAMPANA DEL MAR Y DEL DESIERTO.

El primer objetivo militar debía ser Tarapacá, fuente de ina- gotables recursos de salitre, plata y guano.

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El 2 de noviembre de 1879, el convoy que conducía al ejér. cito chileno avistó Pisagua. Antes de entrar en combate, la tropa recibió rancho caliente y ración seca para 24 horas, con dos li- tros de agua. Además, el Ejército estaba provisto de buen ves- tuario. "En algunos diarios extranjeros se ha dicho que los chilenos que entraron en esta campaña estaban mal vestidos, y aun poco menos que desnudos. Nace esto de un error de lenguaje que conviene aclarar. Desde un tiempo inmemorial, las clases acau- daladas daban en Chile el apodo de rotos a las gentes del pueblo. El pueblo, por su parte, se habituó de tal modo a este nombre, que la p a l l r a roto dejó de ser ofensiva. La prensa del Perú, en el propósito de insultar a los chilenos, les prodigaba a todos, sol- dados, oficiales, diputados y gobernantes de Chile, este apodo con que creía insultarlos. Ciertos diarios extranjeros tradujeron esa palabra y dijeron que los soldados eran descamisados" (16).

Una vez en tierra, luego del deiembarco de los víveres, y- nado de servicio, forrajes e implementos de la Intendencia, surgió un nuevo contratiempo: falta de agua. "Entretanto la completa escasez de agua vino a agravar la situación pues no había sino la que, con gran trabajo, hacía resacar el señor Federico Stuven, que, en esta ocasión, fue el verdadero salvador del ejércitow( 1.7).

Luego de la posesión de Pisagua, se realizó en Dolores el encuentro con las tropas peruanas del general de división don Juan ~uendía; que alentaban las esperanzas de ver reforzadas sus filas con las bolivianas de HiIarión Daza, que inexplicablemente regresaron a Tacna. Los peruanos tuvieron gdndes padecimientos. Su retirada escalonada hacia Arica, recorriendo desiertos y cordi- lleras inaccesibles, se realizó sin alimentos ni agua. En las pobla- ciones vecinas no encontraron nada de comer, porque éstas fueron arrasadas por las tropas derrotadas de Dolores, que pasaron pri- mero. "Era un ejército falto de todo, con excepción tal vez de lo que fantástica vanagloria nacional, negábale con el mayor ahínco: el valor. Su personal, tomado en conjunto y como entidad militar, era digno de respeto; pero a diferencia del ejército de Chile, no tenía armas, ni municiones, ni víveres, ni dinero, ni movilidad, ni retirada" (18).

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Instaladas las tropas nacionales en Doloies, la alimentación les fue enviada desde los almacenes fijos de Pisagia. Este abaste- cimiento fue ejecutado por vía férrea que ponía en comunicación ambos puntos. "Si en este momento las tropas bolivianas que avanzaban por el norte hubiesen marchado sobre Pisagua, la ha- brían tomado sin un solo disparo; el ejército chileno acampado en Dolores, lejos de la costa, separado de la escuadra que lo apro- visionaba, se habría visto cercado y obligado a capitular, falto de víveres y municiones" ( 19 ) .

Un importante testimonio es el relato del combatiente Hipó- lito Gutiérrez: "En ese campamento era muy escaso todo, la agua, había una máquina resacadora de agua en un socavón que habían hecho para sacar agua, pero era salobre que no se podía tomar, pero los traían agua en las máquinas en unos estanqugs de Agua Santa; todos los días los pasaban a dejar un carro lleilo. Ai en ese campamento estuvimos mes 21 día. Todo ese tiempo lo emplearnos en estruirnos en los ejercicios de armas en gerrillas y en revoluciones tarde y- mañana que'no tenidamos alivio y no comidamos a rancho sino que la ración que nos daban en crudo que cosotros tenidamos que hacerla que de que llegábamos de los ejercicios en la mañana recebidamos la ración y nos ponidamos hacer de comer que llegábamos cansados, llenos de polvo y sudor y con hambre y sed" (20).

El coronel Emilio Sotomayor realizó una expedición de re- conocimiento entre Dolores e Iquique, al mando del Regimiento de Cazadores, a caballo recorrió el lugar, donde se suponía que podían permanecer las tropas derrotadas de Dolores. Pero lo que encontró fue aún más valioso: víveres. Luego comunicó al minis- tro: Arroz, frejoles y cebada en abundancia. Eran los variados recursos dejados, días atrás, por Buendía en la Noria, Pozo Al- monte y Peña Grande. "Cuando los soldados chilenos bajaron el cerro después del combate encontraron en todas las caramayolas del enemigo una mezcla de agua con aguardiente. En su campa- mento se encontró abundancia de víveres y carne fresca" (21).

El 1ntenden.te General Dávila ha escrito: "Actualmente, los cuerpos acantonados en Pisagua, Iquique y Antofagasta, reciben

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su alimento de contratistas particulares, en virtud de contratos bastante ventajosos para el Fisco. Se ha adoptado este sistema, porque los medios de transporte de que la Intendencia General dispone, no bastarían-para atender a los dos ejércitos en su tota- lidad, y porque, siendo éstos pequeñas guarniciones, no compen- ssría la existencia de empleados especiales para atender el recibo y custodia de las especies que se remitieran para ese scivisio" (22) .

Cabe destacar que se ensayó la distribución dr carne con- servada, es decir, preparada en tarros que bastaba calentarlos para ser consumida. Otros se conservaron crudos envasados, es- pecialmente destinados a la Marina.

En la expedición a la quebrada de Tarapacá, en noviembre de 1879, quedó en evidencia la mala organización en la provisión de víveres para la tropa: "Todas las Unidades no tenían útiles de rancho y se turnaban para usarlos: ciertos días, rancho en común y otros individualmente" (23 ) .

Eleuterio Rarnírez, el gran héroe de Tarapacá, escribió a su esposa Gabriela: "nada me ha hecho sufrir los rigores de este dima de fuego y en lugares donde la tierras se parte cono el cristal, por ser toda de salitre. El día 19 se dio la batalla en este lugar y las oficinas de Dolores. Hasta aquí tenemos ferrocarril en e! que se nos transportan los víveres y forraje para los aiiiinales y algunas veces agua, pues no siempre hay aquí buena y en abundancia" ( 24 ) .

Cuando se interrumpían las comunicacionesique abastecían a Ias tropas, se entregaba a los soldados una porción de emesgen- cia, compuesta de charqui y galleta, que llevaban en sus morrales y que sólo les servía para. dos días. . En el nies de enero de 1880, se reorganizaron los se;vicios administrativos. Se nombró delegado de la Intendencia al Te- niente Coronel Gregorio Urrutia.

Hasta esta altura de los acontecimientos "el servicio de Intendencia dejaba mucho que desear respecto al suministro y reparto de víveres, no por esto una y otra cosa era difícil de remediar, y de hecho se corrigieron ambas en gran manera por

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el noinbramiento de un delegado competente. Se acertó este nombramiento haciéndose en la persona del comandante don Gregorio Urrutia, hombre de hierro para el trabajo y se arregló el buen servicio mediante un viaje que en los 6ltimos días de dicimbre ejecutó el activo Intendente General don Vicente Dávila Larrain" (25).

.e rar La función del Comandante Urrutia consistió en- cel b contratos, efectuar los pagos y de él dependía la Comisaría Gene- ral del Norte, oficina creada en el año 1879, con residencia en Antoiagasta. En virtud de un Decreto Supremo de fecha 26 de octubre de 1880, la delegación de la Intendencia General en campaiía quedó constituida así:

-Sección Contabilidad. -Sección Almacenes de Depósitos. -Sección Proveedora. -Sección Marítima de Embarque y Desembarco. S e c c i ó n Correos.

Además, en la línea que unía Arica con Tacna se creó una Sección Provisión, con un proveedor de división y seis de regi- mientos; un Almacén en Arica, con un guardaalmacén;y cuatro ay~ldnntes y un Almacén en Tacna con igual dotación. ( -

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hlieiltras tanto, la Intendencia General "reunía caballos, mu- las, glnado en pie, racioiies para 14.000 hombres, vestuario,' equipo, atalajes, etc., incluso 8 lanchas planas para los embarques y desernbarcos, odres y barriles para el agua, todo con sus corres- pondientes bagajes. Además se reunían y contrataban transportes marítimos para conducir de un golpe 10.000 hombres" (26).

A mediados de febrero de 1880, la expedición partió rumbo a 110, donde se establecieron almacenes fijos para la entrega de V ~ ~ C T C S , por intermedio de los proveedores. Estos servicios rea- lizxios por contratistas particulares fueron deficientes y "quedó &e manifiesto su espíritu de lucro y su antipatriótica rapacidad, en scs entregas de charqui agusanado, de frejoles Wejos, de sali- tre en vez de sal, que ocasionaban enfermedades a las tropas" ( 2 7 ) .

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En marcha de 110 a Moquehua, en el mes de marzo, que "era el camino que corre al costado de la línea férrea, Iiubo de hacerla a pie a través de 87 kilómetros de desierto, porque no había material de máquinas ni vagones. Sólo se pudo conseguir una máquina que arrastró un vagón cisterna para el aprovisiona- miento de agua" (28).

Es interesante destacar un episodio de esta expedición n Moquehua, narrado por Antonio Urquieta en su obra Recuerdos de la vida de campaña en la Guerra del Pacífico: "La sed que se sentía en el campamento de Hospicio en la noche del 14, a pesar de una corta ración de agua que pudo repartirse a las 11, era tan desesperante que todos deseaban con ansias la inmediata marcha en dirección al valle, y pocos, muy pocos, pudieron con- ciliar el sueño. El coronel Muñoz, bajo el peso de la gran reipon- sabilidad que pesaba sobre él se irrita entonces -d ice la relación de un testigo- y se rebaja hasta dispersailos a huascazos. El mismo dice a la tropa que se espera una partida de inulas carga- das de agua y, efectivamente, dos horas después llegan las mu- las.. . con n~uniciones, charqui y galletas. De ahí el origen de un motín. ¡Al a s a ! ¡Al agua! gritaban los soldados. iVárnonos al valle! ¡Al agua! ¡Al agua! ¡Vamos! jVainos! repetían furiosos y dispersos, desesperados, se dirigen hacia el interior. bJu?ioz pro- cediG entonces militarmente y orden6 detenerlos; envía a dos aj7u- dantes y una pieza de artillería con orden de disparar sobre los amotinados. El jefe de la división ordenó entonces lei-antar el campamento y se puso en camino. A mediodía, por suerte, cuando el sol lanzaba más quemantes que nunca sus ardorosos rayos desde el zenit, el contento de la división ~ u d o ser irimenso, y con razón, pues percibimos a la distancia el humo de la 10coi110- tora que avanzaba rápida a su encuentro. iEstaban salvados! iElla conducía el agua! Los expedicionarios no habían caminado aún mucho desde Hospicio, dejando el trayecto sembrado de moribun- dos, cuando les llegó tan oportuno auxilio" (29).

Se designó al general Manuel Baquedano para el desempeño de la misión de ocupar hloquehua. En un reconocimiento efec- tuado por las tropas chilenas, utilizando la vía férrea hacia Mo-

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qíiehua, se apodeíaron de los víveres y luego regresaron a 110. El ripido movimiento so~prendid a la guarnición peruana que na alca~lzó siquiera a defenderse.

A medida que el avance nacional continuó, el proceso de abastecimiento mejoró paulatinamente. El corresponsal de El h4ercuri0, don Eduardo Caviedes, escribió desde Iquique el 26 de eriero dc 1880: "Han cesado, por otra parte, gran núiliero de las quejas causadas por la mala administrzción en la alimenta- cióil dc nuestros soldados y todos hacen grandes elogios de la nctividad, competencia y buena voluntad del nuevo delegado de la Intendencia, coronel Urrutia. Ya las tropas en los campameil- tcs no posan días de hambre, como sucedía antaño; ya hasta se dan cl lujo de tomar café con azúcar por la mañana; tienen pail caliente y buena provisión de sal; no carecen de víveres frescos, como cebo!!zs y papas y los cuerpos se fabrican su propio rancho, que no deja que desear por lo suculento y abundante" (30).

En el avance hacia Tacna, el ejército chileno tuvo que en- frentarse con las vicisitudes del desierto: el frío en las noches y el cnlor del día. Existió el grave problema del vestuario, ya que rio tuvieron otro para cambiarse. "Daba lástima ver a los pobres soldndos con los pies despedazados y envueltos en trapos, mien- trtls otros caían aletargados. Y luego, al llegar la rioche, aquella brusca traiisición de un frío que penetraba hasta los huesos; y tener que andar siempre con el arma al brazo, afiebrados, muertos de cansancio y de hambre, sin más ración que una carainayoln de agua, que con el calor parecían hervir coino tetera, y un poco dc harina y charqui" ( 3 1 ) .

Las circunstancias no se presentaron alentadoras en el ejér- cito aliado. "Estamos -escribió Narciso Campero " en su co- mirnicado oficial- desprovistos de todos los medios de trans-

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( + ) Poco después de la deposición del general Hilarióil Daza en el iiies de diciembre de 1879, ton16 el mando provisorio de Bolivia el general Narciso C~inpero. Este jefe despIegó una gran energía para reprimir las re- vueltas en el interior p esraba firmemente decidido a continuar la guerra contra Chile.

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porte, debido a la neg!igencia de una mala administración. No heiuos podido traer con nosotros los víveres y el aspa i~dispeil- sable para !a subsistencia de un ejército en el desierto en que todo falta" (32) .

Una vez en Tacna, los aliados se instalaron en una planicie elevada. El campanlento pretendía cubrir la ciudad. "El úcico inconveniente grave -agregó Campero- es la falta de agua y de víveres, pero salvé la situación haciendo traer a toda costa desde Tacna todo cuanto era necesario para el ejército: agua, ví- veres, carbón, etc." ( '33 ) .

El ejército chileno en Tacna fue abastecido por ferrocarril desde Aiica, donde estaba ubicada la Comisaría del cjército cs- pedicionario. "Anotemos el empleo juicioso del ferrocarril y de !a vía marítima usados por Chile para alimentar sus almacenes en hntofagasta, Tarapacií, Tacna y el Callao, durante la suerra" (34

Junto 81 ejército, rumbo a Tacna y Arica, marcharon los carros de bagajes y 13s recuas de mulas que transportaban los alimentos y forrajes, puo , en cantidades limitadas. Respecto a la entrada a esta región, el soldado Hipólito Gutiérrez escribió: "El día 27 de mayo el Batallón Chillán como a las diez de la noche aún cuartel regular, no muy malo, dentramos y al otro día arreglamos todas las piezas, pero sin ninguna cosa de comer y estábamos sin puerta franca. Afuera cerca de la puerta del cuartel vendian pan que pedían dos riales por un pancito y era de afrecho y del porte de un pan de los que se vendían en Chile a centavos ( 3 3 ) , y así los pasábamos a media vida hasta que se tomó Arica, entonces pasaiiios muy buena vía porque llegaron hartos víveres y lo pasamos muy bien. El día tres de diciembre caminamos por el puerto, por el pueblo, pueblo muy lindo, y salimos por unas quintas muy linda, hartas cl~acras y árboles y acequias de agua que corrían para todas partes, y llegamos aún olivar bien grande entre las once y las doce del día. Ai estaba el regimiento Guin y el regimiento Esmeralda en los olivos. Ai estu- vimos 10 días, estos dias los ocupamos en hacer ramadas y ejer- cicios, por la nlnlifina tenlainos que ir a buscar mridera como tres

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cciurtcc de legua y con toda regurridad de los calores el favor que había que (ha ) bían hartas caiias dulces y buenas aguas que coríian. Harto trabajamos ai, perc lo pasábamos muy bien de ccrnidss, harta carile y buen pan y grande que nos dzba ( n ) y café por la mafiana. Lo pasamos muy bien en ( e ) se caiilpa ( n ) to había una fkbricsi bien gande de ( a ) sucar y hartos camotes, eso c~ir,ít.,inos en abundancia" ( 3 5 ) .

Eil efecto, Arica estaba provista de víveres y vituaj!as: "E:: a!niccenes, en aduana y en el pueblo, csistían elementos sufi- cientes para haber sostenido un largo sitio. Ganado en pie nc faltaba en las vegas de Lluta y en el mismo valle de Arica. En Azapa adentro, se había podido tzmbién recoger mucho ganado mgyor, rnenor y cabrío. Arroz, Iíarina, azúcar, café, galletas, etc. existían en abundancia; y todo el mundo pudo imponerse de ello ei1 el día del asalto" ( 3 6 ) .

Arica estaba unida a Tacna por una línea férrea, que eil su trayecto recorrla 63 kilómetros, "uilos cuatro o cinco kilóine- tros al norte de Arica la via cruza el río Lluta o Azufre por el puente de Chacalluta, llainándose así desde el puente hacia arriba y con el de Lluta el mismo puente hacia el inar. El terreno que se extiende entre el Lluta, el mar, los cerros del oriente y la po- blacióil es fei-tilísimo; fertilidad que aumenta prodigiosamente cirando los años son de buenas camanchacas. Pero, si aquel te- rrcno es feraz, mucho más y fuera de toda ponderación, es el valle de Azapa, cuya quebrada desemboca en la misma ciudad. Azapa, es u11 oasis, que deja atrás todo lo imaginable; y si sus le- gumbres son magníficas, sus frutas son exquisitas: la palta, na- r:li?ja, tui?as o trigos chungos, camotes, plátanos, chirimoyas, etc., no dejan nada que desear al paIadar mds delicado. Lluta, es lugar de pastos nati:rales y también artificiales; cerca del lx~ente del ferrocarril u1 lado del poniente, en aquellos años, existían unas casitas y sus cuinpos vecinos un tanto vegosos dieron muy buen aiirnento a la caballada nuestra" (37) .

El día 3 de junio de 1880, es decir, cuatro días antes del asalto y toma del morro de Arica, el coronel Pedro Lagos envió al teniente Juan de Dios Quesada a reconocer el valle de Azapa

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con el objeto de recoger ganado para la tropa. Quesada cumplió su cometido y envió a su jefe detalladas noticias sobre aquel fértil y encantador oasis; había de todo y en abundancia: ganado lanar, cabrío, vacuno y mular, aves y frutas; buenas aguadas, pastos, casas; vecindario más o menos atento; en fin, al lado y árido y escaso Lluta, Azapa era un paraíso terrenal" (38).

Con fecha 9 de octubre de 1880 fue nombrado delegado de la Intendericia General don Hei-mógeiles Pérez de Arce. "Ha- biéndose determinado que el delegado en el teatro de operacio- nes, coi-onel Urrutia, ingresara a las filas del ejército después de haber desempeñado el cargo de la Intendencia con laboriosidad, fue noinlrsido en su reemplazo el distinguido funcionario pú- blico don Hermógenes Pérez de Arce, que reveló grandes con- diciones de inte!igencia y administración" (39) .

Con el objeto de continuar las operaciones en el norte re- sultó fundamental solucionar la falta de provisión de agua: "pre- senta 13s inayores dificultades por falta de estanques y vasijas; los veleros no tienen mis depósitos que los necesarios para sus re- ducidas tripulaciones. Los cálculos debían basarse sobre la can- tidad de agua necesaria para 25.000 hombres y 4.000 animales durante diez días. Estableciendo como base un consumo diario de tres litros por hombre, para su comida, bebida y aseo, y 30 por bestia, se :ellía un consumo diario de 275 toneladas métri- cas, o sea 2.750 para los diez días. En provisión,de contingen- cias, se eleva el consumo a cinco días más, lo que aumenta el total a 3.675 toneladas métricas, cantidad muy superior a todos los recursos de que puede echar mano la Intendencia" (40) .

La solución no tardó en Ilegar; se aprovecharon los grandzs estanques de los transportes de vapor, que saIían a Arica a re- molcar los buques de vela. Además, se compraron en Arica, Iquique, Pisagua y Tacna todas las pipas que se necesitsron en la expedición.

En Arica, la incióii diaria que se dio 31 soldado fue la si- guiente:

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"Carne ................. 120 gramos frejoles ................ 350 " frangollo . . . . . . . . . . . . . . . 120 "

> > papns . . . . . . . . . . . . . ;.... 150 > > galletas . . . . . . . . . . . . . . . . 200

harina tostada . . . . . . . . . . . 200 " > > cebolIas ................ 100

grasa . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50 "

aji . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 "

sal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 " > Y azúcar ................. 25

café . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 " " (41).

En Iquique y Antofagasta se instaló un Comisario con los empieados correspondientes y se situaron almacenes fijos en Tac- r_a, Aria , Pisagua, Iquique y Antofagasta. "El sistema de los almacenes fijos fue un fracaso para el ejército boliviano, en ra- zón de sólo haberse dictado medidas para llenarlos una sola vez y no para recompletarlos a medida de las necesidades" (42).

La oficina de la delegación en Arica fue el centro de la ac- tividad donde se preparó, organizó y proporcionó cuanto pudo necesitar el ejército. Pérez de Arce se preocupó, desde un prin- cipio, de los depósitos de víveres en Tacna, rica, Pacocha, Ica, Lurín, Miraflores, etc.". Proponía en su Memoria a1 Intendente General, entre otras cosas, que la planta de oficiales de Intenden- cia tuviera carácter militar con escalafón propio y comprendiera los grados desde general hasta subteniente; que la administracióil militar de un ejército, cuerpo de división, debía contar con inten- clentes y peisonal propio; que era indispensable que la Intenden- cia dispusiera de un batallón de obreros militares, destinado al embarque, desembarco, carguío y servicio de almacenes, pues los jornaleros contratados se embriagaban con frecuencia, cometían desórdenes y se fugaban continuamente. El mejor medio de apro- vechar las Iecciones que nos han dado los acontecimientos de la guerra actual sería ocuparnos, cuando todavía tenemos frescos los recuerdos, en dictar leyes y reglamentos para la completa organi-

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zación nditar, ya sea en paz o en campaña; es decir, la organi- zación del servicio de Intendencia del ejército" (43).

Consecuente con esta proposición, se reorganizó el sistema de aprovisionamiento y se dictó un reglamento de Administra- ción y de Contabilidad.

En efecto, con fecha 6 de noviembre se expidió un decreto por el cual "en cada sección territorial ocupada por nuestro ejér- cito se establecerá un depósito generaI, para proveer de víveres, equipo, vestuario a los cuerpos que están a su alcance. El a!ma- cén central tendrá sucursales en los campamentos que se alejen del centro y destinará uno especial a toda fuerza que se segregue del ejército; cnda cuerpo dispondrá de un proveedor para el pe- dido de las raciones. diarias, en el almacén más inmediato; los proveedores, además de recibir las raciones, vigilarán su zrnp:eo en las cociilas y repartición de rancho a la tropa. Para esto el proveedor residirá en su cuerpo y le seguirá en sus marchas; los pedidos de forrajes, vestuario, equipo se despacharán con e1 vis- to bueno del General en Jefe, del Jefe de Estado Mayor o del personal designado especialmente por ellos; queda suprimido el servicio de proveedores de división y los nombrados para este cargo prestarán sus servicios como inspectores, guardaalmacenes o en cualquiera otra comisión que la delegación determine" (44) .

El reglamento de Administración y de Contabilidad, en su acápite "A2macenes", disponía: "Los guardaalmacenes de !os al- macenes centrales recibirán artículos de los desembarcadores y da- rán un recibo a la delegación o a quien la represente, en vista de las guías de remesa de Valparaíso u otro lugar de que proceda, anotando las diferencias si las hubiera; darán estricto cumplimien- to en el sentido de dar recibo de los artículos que compren en p!aza; las entradas y salidas de aImacenes se comprobarán con 6rdenes recibidas giradas eil conformidad con el citado decreto y el recibo correspondiente; los proveedores dejarin recibo en los almacenes de las raciones recibidas y anotarán en un libro raya- do las raciones que reciban cada día. Semanalmente, pasarán a la delegación un resi;men de las raciones y especies recibidas" (45).

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Se formó, además, una compañía de cargadores, integrada por un capitán, dos ayudantesj setenta y dos lancheros y cincuen- ta y tres jornzleros. Esta dotación quedó encuadrada dentro del rc'gimc-11 militar, lo que constituyó una garantía en tales circuns- taiiciaa. J ~ i i t o a é s t ~ , se creó otra para el servicio de abasteci- miento, constituida por un deseinbarcador, seis ayudantes, un guardaaImacén y cuatro aJ-udzntes. Esta agrupación quedó a les órdenes de la Comisaría General.

Cabe señzlar 'que los empleados del servicio de Intendencia ~~31-011 en su sotnbrero una inscripción: "Intendencia del Ejér- cito".

6. EN LA EXPEDICION A LIMA.

El ejército chileno derrotó en Tacna y Arica al ejército alia- do y &te huyó en total desorganizzción hacia Arequipa. "Ea Li- ma no encontró la primera nueva de estos desastres inás que in- crédu!cs. No podía admitirse que un ejército atrincherado en una

aparentemente inexpugnable, parapetado detrás de for- tificaciones erizadas de artillería, hubiese caído al choque de tro- pas agotadas por una marcha de más de tres meses por desiertos zrenosos, diezmadas por las fiebres, obligadas a transportar sus víveres y el agua y a arrastrar ellas mismas su artillería. No se creía ni en tanta audacia ni en tanta fortuna. Pero fue necesario cede: a la evidencia" (46).

Eii tales circunstancias sólo quedaron dos alternativas: con- cede; la .paz o emprender la campaña a Lima.

La expedición sobre la capital del Perú requería una mayor dotación de tropas y recursos. "Chile necesitaba no sólo impro- visar gruesos batallones de reclutas para formar un grande ejér- cito, armarles, equiparlos y discipliilarlos, sino también condu-

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cirlos a través de los mares, para ponerlos sobre el lejano teatro de operaciones, provisto de todo lo que exige un buen servicio de guerra, en tales condiciones, de suerte que nada pudiera fal- tar para dar cumplida cima a la empresa" (47).

Aunque la casi totalidad de la opinión pública exigió la in- mediata marcha al norte, "otros pensaban que Chile debería que- darse eii las posiciones que había conquistado en las dos campa- ñas anteriores, hostigar al enemigo con el bloqueo de sus puer- tos, demostrarle su impotencia para moverse de sus atrinchera- mientos y para reconquistar las provincias que había perdido y obligarlo al fin a pedir la paz" (48).

Mientras tanto,: el gobierno de Aníbal Pinto, flernáticamen- te, a paso seguro, continuó-la tarea de oigrinizar prolijamente la operación, tomando en cuenta las verdaderas urgencias de la guerra. Se necesitaban millones de pesos y presentaba al Con- greso un proyecto de ley, con fecha 4 de junio de 1880, que, en su articulo único, disponía: "Se autoriza al presidente de la Re- pública para que, de fondos nacionales, invierta hasta seis millo- nes de pesos en la continuación de la guerra con las repúblicas de Perú y Bolivia, debiendo rendir cuenta de su inversión en las épocas en que deben presentarse las cuentas generales de la administración pública". ( 49).

E1 Ejecutivo deseó la expedición, pero sólo cuando se hubie- sen agotado todas las esperaiizas y esfuerzos de firmar la paz. Y de continuar la guerra, llevar a Lima un ejército 'aguerrido y Ile- no de recursos. Respecto a este problema, el Presidente Pinto ma- nifest6: "En esta tierra es preciso hacer la guerra sin las even- tualidades de la guerra. Aquí los Aninlos están tranquilos esperan- do el desenlace de 13 expediciól~ a Lima, con ciega confianza en su resultado. Nadie imagina que pueda haber algún entorpeci- miento. En los clubes y en las calles no se encuentra sino Césa- res que llegan, van y vencen. Yo no dudo del resultado de los combates que puede haber cerca de Lima; pero me preocupa mu- cho la traslación del ejército con animales, víveres y pertrechos, por los pocos elementos.-que tenemos para hacer esto debida- mente" (50). '

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El Congreso criticó al Presidente Pinto por su aparente va- cilación en decidir la conducción de la guerra. "Después de los rumores de- paz -sostuvo el diputado Isidoro Errázuriz- creo con franqueza que el Ejecutivo se ha hecho reo de una enorme inocentada al aceptar conversaciones de paz. Cuando treinta mil bayonetas brillan del norte al sur de Chile, empujadas por un viento irresistible hacia Lima, no caigamos en la puerilidad de es- tar preguntando al Ministerio a dónde va ese ejército" (51).

Luego, la Cámara de Diputados aprobó el proyecto de emi- tir seis millones, es decir, el gobierno obtuvo los recursos para continuar la guerra. "Tal era la actitud de la Cirnara de Diputa- dos netamente planteada por su voto. La sola idea de aplazar por una semana el suministro de recursos al gobierno' para proseguir con empeño la guerra, era rechazada por casi la totalidad de sus miembros" (52).

El 29 de septiembre de.1880, se-decretó la otganización df. finitiva del ejército expedicionario: General en Jefe Manuel Ba- quedano, al mando del ejército compuesto de tres divisiones: l? Di-risión a las órdenes del general José A. Villagrán, 2? División '

a cargo del general Emilio Soton~ayor y 33 División al mando del coronel Pedro Lagos. '

El general ~ a ~ u e d a n o sostuvo que para operar sobre Lima le bastsba el ejército que tenía 'a sus órdenes, es decir, algo más de 18.000 hombres y que la Intendencia General, por intermedio de su delegación y respectivos proveedores, estaba en condiciones de abistecer a la totalidad de la tropa. -

Entonces el ministro de Guerra "canalizó su iniciativa eii dos direcciones: mientras que por una parte adelantaba la formación del ejército y de los servicios, por otra parte discutía planes de operaciones inmediatos que, luego de repetidas consultas con el almirante y con el 'genera1,'se estrellaban fatalmente con las cor- tas fuerzas disponibles, los transportes, los abastecimientos' y la falta de munición" (53). "

El delegado de la ~ntendenci; General, don ~eimdgenks Pé- rez de Arce, manifestó que nada se había hecho en los últimos meses para proseguir la guerra: "Llegado a Arica, mi primer cui-

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.dado fue visitar los almacenes. No había nada de ellos. Ni víve- ECS, ni forraje, ni vestuario, ni equipo. Algunos de estos artículos se habian pedido poi telégrafo a Iquique, para que de allí se re- mitiera lo que pudiese reunir. En los transportes de vela no se .había puesto ni una tabla, ni un clavo, ni hecho una sola man- guera para ventilación. En una palabra, no había un solo prepa-

rativo para la expedición" (54). Pero con notable dinamismo el delegado logró superar to-

dos los inconvenientes: "Los priníeros materiales para trabaja: en los transportes los entregué a don Alberto Stuven, a fines de oc- tubre, por orden telegráfica del ministro de Guerra. Pocos días después, por orden del mismo ministro, proporcioné al Sr. Stu- ven todos los primeros materiales para la construcción de un es- tenso muelle que prestó importantísirnos servicios para el embar- que de la expedición. Se principiaron a hacer, por telégrafo a Valparaíso, pedidos de grandes cantidades de víveres, 20.000 ves- tuarios y otras tantas piezas de equipo, como tainlién ~~ivchzs municioiles que faltaban" (55).

Se'cumplió así lo que desde julio el general en jefe Manuel Baquedano había ordenado: hacer el muelle, reunir alimentos, acopiar forraje, juntar municiones, fabricar equipo, componer los trznspoites. De todo esto nada se hizo antes de la intervención de Pérez de Arce. Muchos culparon de este retraso a! gobierno de Dn. Aníbal Pinto. .

Por fin, en los últimos meses de 1880, el ejército chileno se embarcó en Arica, coi~stituido por 27.000 hombres. Ante esta osada travesía, la labor de la Intendencia serís extremadamente decisiva en el desarrollo posterior de la guerra. "El general no puede saberlo todo -ha cscrito el general Tillez-; si se trata de mulliciones debe haber u11 órgano encargado de decirle todo lo quc hay al respecto, otro si se trata de víveres, otro si se ne- cesitaban datos sobrc el territorio enemigo, etc. Sólo coiitando con todos estos elementos es dable dirigir, en buenas condiciones, .una campaña en que intervienen muchos miles de hombres que hay que mover, vestir, zmunicionar y llevar al combate" ( 56 1. : Al'rnovilizarse la l? División, cI 15 de noviembre, desde cl

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puerto de Arica, se tomaron prudentes medidas con el objeto de que los bastimentos durasen 15 días. Se solicitó a la Intendencia General gran cantidad de vestuario y equipo, se calculó la capa- cidad de los buques de carga con el objeto de proveer las ile- cesidades de la tropa. "El capitán Campillo efectúa el cálculo de víveres y forrajes que debe llevar cada nave, en conformidad ii la tropa y ganado a bordo. Cada buque tiene al costado un nU- mero de orden bastante visible. El capitán posee una tarjeta con la especificación de hombres, animales, víveres, forrajes y agua que conduce su barco; los jefes de cuerpo tienen otra tarjeta igurl, para evitar equivocaciones al dirigirse a bordo" (57).

La distribución de los elementos de subsistencia en los bu- ques se realizó así:

"1.-NORFOLK: 6 bueyes, 79 líos de charqui, 100 sacos de frejoles, 28 sacos de frangollo, 7 sacos de arroz, 60 s a m de galletas, 90 sacos de harina flor, 45 sacos de harina tos- tada y otros.

2.-ESCELSIOR: 1 buey, 5 líos de charqui, 5 sacos de fre- joles, 2 sacos de frangollo, 1 saco de arroz, 20 sacos de ga- lletas, 2 sacos de harina flor, 3 sacos de harina tostada, 10 sacos de ají, 2 sacos de sal y otros.

3.-ORCERO: 1 buey, 4 líos de charqui, 5 sacos de frangollo, 2 sacos de frejoles, 1 saco de arroz, 20 sacos de galletas, 2 sacos de harina flor, 3 sacos de harina tostada y otros-

4.-JULIA: 5 Iíos de charqui, 7 sacos de frejoles, 3 sacos de frangollo, 1 saco de arroz, 30 sacos de galletas, 2 sacos de harina flor, 4 sacos de harina tostada y otros.

5.-CARLOS ROBERTO: 8 Iíos de charqui, 12 sacos de frejo- les, 2 sacos de arroz, 4 sacos de frangollo, 15 sacos de ga- lletas, 4 sacos.de harina tostada,. 1 saco de ají y otros.

6.-HUMBERTO: 4 líos de charqui, 5 sacos de frejoles, 2 s a cos de frangollo, 1 saco de arroz, 20 sacos de galletas, 3 sacos de harina tostada, 2 sacos de harina flor y otros.

7.-LIMARI: 350 líos de charqui, 430 sacos de frejoles, 112 sacos de frangollo, 25 sacos de arroz, 350 sacos de galle- tas, 800 sacos de harina tostada, 170 sacos de harina flor,

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50 barriles de grasa, 13 sacos de ají, 25 sacos de sal, 30 sacos de azúcar, 30 sacos de café, 200 fardos de pacto y 350 sacos de cebada" (58).

Eil síntesis, el Limarí transportó víveres para alime~tar :I 10.000 hombres durante 13 días; en los buques de navegnción para seis días y en el Norfolk para dos días y para desembv ,.. car con facilidad el primer día. Todo dio un total de bastimentos pa- ra 15 días.

Además, la racióri diaria para cada individuo a bordo fuc la siguiente:

"Carne o charqui ......... 230 gramos frejoles ................ 350 - " frangollo ............... 120 "

> > galletas ................. 200 harina tostada 200 >> . . ......... grasa .................. 50 ají .................... 3

. . . . . . ............ sal . ' i 20 " ................. azúcar 25 "

................... café 10 " " (59)

Por ÚItimo, se impzrtieron instrucciones a los maestros de víveres, encargados de la custodia de los abastecimientos en los barcos, quienes debieron rendir cuenta a la Delegación de la 111- tendencia una vez terminada su misión. Estos fun5ionarios Ileva- ron coino distiiltivo en sus sombreros u11 ancla y los proveedores una estrella.

En el traslado al Perú, la distribución de víveres de la 2.1 División se realizó en medios similares, "todos los buques JIeva- van víveres casi para el dobIe de la tropa que conduce11 y para seis días de viaje. Además, bueyes para tener carne fresca dia- riamente. Se ha dado un fardo de tabaco para cada batallón y una rnarqueta grande de chancaca, sin cargo. Para el servicio de los oficiales, se ha distribuido a los buques de vela, cubicitos, platos, tazas para té, vasos, fuentes, soperas, azafates; y se paga a los capitanes un peso diario por la comida de cada oficial" (60).

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Los buques asignados para el traslado de las provisiones fue- ron el Elena, Chile, Pordreck, Huanay, Elvira Alvarez y el Ma- tías Cousiño. En total, se transportaron los siguientes víveres:

"Bueyes . . . . . . . . . . charqui . . . . . . . . . . frejoles . . . . . . . . . . frangollo . . . . . . . . .

. . . . . . . . . . . . arroz . galleta . . . . . . . . . . .

harina flor . . . . : ... harina tostada . . : . . papas . . . . . . . . . . . . grasa .. : .. i . . . . . . ají .............. sal . . . . . . . . . . . . . . azúcar ........... café . . . . . . . . . . . . . pasto y cebadas . . . .

16 1.043 líos 1.337 sacos

567 " S "

2.3.65 " 1.706 "

401 " 28 "

614 barriles 10 sacos 14 "

135 " 3 "

2.880 fardos" (61)

Finalmente, la 35 División expedicionaria se embarcó en diciembre de 1880; Los preparativos se realizaron dentro de la más absoluta previsión: "No deben preocuparse por las necesi- dades del ejército -escribió desde Arica J. F. Vergara- vamos bien en todo; la salud general buena; provisiones para más de dos meses; pertrechos en abundancia y lo que vale más que todo, Animo firme, contentos y llenos de fe" (62) .

Se utilizó el concurso de los barcos~NorfoIk, Julia, Excelsior, Orcero, Humberto 1, Lota, Juana, lvlurzi, Avestruz, Chile, Por- drech, Copiapó, quienes trasladaron en total los siguientes bas- timento~:

. . . . . . . . . . . "Bueyes 48 charqui . . . . . . . . . . , 141 líos frejoles . . . . . . . . . . . r 243 sacos frangollo ......... 73 " .

- . arroz ............ 11 "

galleta ........... 580 " harina tostada . . . . . 104 "

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harina fIor ........ 21 sacos grasa ............ 104 qq. ají . . . . . . . . . . . . . . 158 kilos sal .............. 45 qcl. azúcar ........... 30 sacos café . . . . . . . . . . . . . 17 c14. pasto y cebadas . . . . 2.400 fardos" (63) .

El delegado de la Intendencia viajó a bordo del transporte Anazonas y se ocupó de tener listas las lanchas para la provi- si611 de víveres y agua en el desembarco. Además, llegada la expedición al puerto entregó a la tropa una porción de víveres para la marcha, de duración de dos días, que consistió en dos panes y una abundante ración de carne cocida. Cabe señalar que en algunos grupos se utilizó carne de burro por la escasez de carne de vacuno.

Es evidente que la labor de la Intendencia fue brillante en estus circunstancias. "Improba y laboriosa tarea para la Inten- dencia fue 21 arreglo de los vapores y, principalmente, el de los buques de vela, destinados como son a la carga a granel, a fin de dejarlos aptos para el transporte de tropas, ganado y material pesado de artillería; asimismo fue trabajo abrumador el prepa- rar los elementos de desembarco en grandes partidas del mayor ejército que jamás había tenido la república" (64).

7. DURANTE LA OCUPACION DEL PERU.

En tierra, se atendió de preferencia el desembarco de los víveres. Los guardaalmacenes se ocuparon de ubicar lugares se- guros donde almacenar los bastimentos, ya que las dependencias de Resguardo y Capitanía del Puerto no dieron abasto. Muchos cajones y sacos tuvieron que quedar en la playa custodiados poi guardia miIitar. Desde estos sectores "se atendía al ejército alo-

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jado en el puerto, en Pisco y la caballería en la hacienda de Cau- caio. Esta, bajo la administración de empleados de la Intenden- cia, proporcionó abundantísimas frutas y verduras frescas" ( 65 ) .

Al día siguiente de la ocupación, se instalaron en Pisco los hornos, bateas y demás implementos necesarios para la elabora- ción de pan para el ejército. Y no sólo esto: ,"El señor Manuel J. Vicuña ideó un horno portátil, en carro, para fabricar pan du- rante la marcha, que dio buen resultado" (66).

La Intendencia General instaló su oficina principal en el Callao, estableciéndose almacenes fijos en ese puerto y en Lima. Los víveres acumulados, que abastecieron al ejército de 25.000 hcixbres durante un mes, fueron los siguientes:

. . . . . . . . . . . "Bueyes charqui .......... frejoles .......... frangollo ......... arroz ............ galleta ........... harina flor ........ harina to-stada ..... grasa ............ ají ..............

... ......... sal :. azúcar blanca ...... azúcar prieta . . . . . . café ............... pasto. .......... . cebada ...........

187 2.258 líos 6.673 sacos

510 " 644 "

1.571 " 10.035 "

419 " 1.695 Bles.

54 sacos 308 " 25 "

538 " 389 "

14.380 fardos 10.053 sacos" (67) .

Con respecto a1 vestuario y equipo, la Intendencia General disponía de:

........... "Blusas 66 caipnes ........ pantalones 112 "

botas . : .......... 97 " calzoncillos 25 Y > ........ camisas .......... 24 fardos quepús .......... 44 cajones

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morrales ......... 94 fardos . . . . . . . . . . mantas 91 "

caramayolas ....... 40 cajones ....... po ~tafusiles 3

portacapotes . . . . . . 10 "

equipos varios ..... 226 cajones" (68).

En el mismo teatro de operaciones, el ejército chileno abas- teció normalmente hasta su llegada a Lima, aunque con algunos tropiezos que la Intendencia General y los recursos locales pu- dieron subsanar.

A consecuencia de las dificultades del desembarco de víve- les y su posterior transporte, la alimentación no fue abundante, pero "nuestros soldados han sabido sacar provecho del teriitorio, comiendo camotes que es un contento. Esto no quiere decir que haya faltado alimento a la tropa; muy lejos de eso, pues, con excepción de dos o tres días, siempre se ha repartido carne, ha- rina y frejoles, algunas veces pan fresco y muchas café y azúcar, no habiendo faltado nunca la grasa" (69).

En los territorios cercanos a Chorrillos, el enemigo privó a los invasores de toda posible explotación de las plantaciones en los campos, dejando sólo siembras de camotes, papas y zapallos.

Pero en algunos puntos mucho se pudo lograr. En la bahía Paracas había una considerable abundancia de agua potable, con que se pudo llenar muchos barriles. En Pisco se encontró con grandes plantaciones de caña de azúcar, frejoles, dátiles, etc., era "excelente como punto de aprovisionamiento sobre.estas costas en que tanto escasea el agua potable y donde las zonas arenosas sólo tienen a largas distancias algunos raros pozos y oasis de verduras y de cultivo" (70). En el valle de Cañete existía una enorme producción de papas, camotes, frutas, era un terreno riquí- simo, hermoso, fértil y lleno de haciendas, de forraje. Otra locali- dad rica en cultivos de papas y frejoles era Chilca. En Lurín había gran cantidad y variedad de frutas, además, era una región de cuantiosa fortuna en ganado y aves: "El campamento se llamaba San Pedro Lurín -relata el soldado Hipólito ~utiéirez- y co- rría un rido y yabía un. puente elavadisímo de cimbra de fierro

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bien bonito. Ai tuvimos que hacer ramadas bien buenas todos los regimieritos y batallones en buena orden que sobre tarde y ma- ñana no se entendía, las bandas de músicas por una parte y de otra. Ai pasamos bastante necesidades por la mantención escasa, los daban media ración" (71).

Existían localidades sumidas en la más absoluta miseria y abandono. Por ejemplo, en Cerro Azul el comandante Tomás Yávar cedió trozos de carne fresca a cambio de unas cuantas bo- tellas de vino.

En Pisco, trataron de envenenar el agua a las huestes chi- lengs, pero se limpiaron y profundizaron pozos, con el objeto de obtener suficiente agua potable para el ejército. Los pozos pro- .ducían 20.000 litros en una hora.

Una situación singular ocurrió en Tambo de Mora. Los ve- dnos, propietarios de grandes tierras, se mostraron extremada- mente generosos con las tropas invasoras: "esos vecinos se inte- -resabnn por nuestra permanencia -escribió el corresponsal de La Patria el 20 de diciembre de 1880- y en más de un:i ocasión 110s indicaron la conveniencia de que el General dejase allí alguna guarnición para cuidar una provincia-que podía ser la despensa del ejército y enviarle por mar toda clase de víveres a Chilca, con pocas lloras de viaje" (72).

El valle de Cañete, como se ha anotado, era riquísimo. No había duda de que "en él puede mantenerse algunos días el ejér- cito de 30.000 hombres con todo desahogo" (73).

Mientras tanto, enorme optimismo reinó en 'el ejército de Reserva de Lima al comenzar la campaña. "Abundan y sobran -10s víveres -escribió el corresponsal de la Opinión Nacional de 'Lima- la carne es inmejorable y en cantidad satisfactoria para el más exizente. El torpedo, pan de grandes dimensiones, le sobra al soldado, lo mismo que la papa y demás víveres que se -reparten. La profusión de los campamentos forma contraste con esa severidad de precios en el expendio de Lima. Todos los que s e han venido a visitar estos lugares se habrán cerciorado de la -verdad de nuestras afhhaciones. En cuanto a cantidad y calidad. -se come, indudablemente, mejor que en esa capital. Y el. soldado

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no sólo tiene su ración diaria; recibe, además, su diario de 3 soles, con los que paga comodidades que hacen m;ís IIevadera la larga estada del vivac. El problema de subsistencia, uno de los objetivos preferentes del enemigo, está así resuelto por todo el ticinpo que dure la campaña" (74) .

Pese a esto, los acontecimientos posteriores demostraron que ese ejército tuvo, por concepto de falta de bastimentos, uno de los escollos que no pudo nunca franquear.

El 15 de diciembre de 1880 partió de Pisco, en dirección a Luiin, la 1- División. "La Intendencia General del Ejército y Armada, estnlleció sus depósitos en Curayaco, bajo carpas, a Ias órdenes del delegado don Herniógenes Pérez de Arce, depósitos de trátlsito para el traslado de los bultos desembarcados a Lurín. El señor Alberto Stuveii, que tan importantes servicios prestó en Arica trar-isformando buques de vela en transportes, y en Pisco, coiilo Superintendente del ferrocarril de Ica, recibe el riombra- miento de Inspector General de víveres, tanto para la alimenta- ción diaria del ejercito corno para la formación del stock quc debe acompaíiar a las tropas, por si las funciones de guerra se prolongan. No obstante, cada individuo lleva ración de fierro para dos días" (75).

Desde Curayaco se envió el aprovisionamiento al ejército en Lurín, durante el período comprendido entre el 22 de diciembre de 1880 y el 13 de enero de 1881. "En este penosísimo trabajo se distinguió poi un tcsón incansable, su buen orden eA,intcligen- cia, el comandante del Cuerpo de 13agajes don Francisco Bascu- ñán Alvarez: entre la tierra, la arena, sofocado dcbajo de las carpas que eran verdaderos hornos, bajo la acción de los ardien- tísiiiios rzyos de un sol abrasador, cubierto de sudor y de polvo y enredado entre mil aparejos, carretas, correas y patas dc mulas, se veía todo el día al comandante Bascuñán, sin descansar un solo mornrnto, despacliando personalmente las piaras de mulas que Ilcrab~n los vívcres y municiones a Lurin" ( 7 6 ) .

En Lurín, el ejército acampó algunos días. Corría un rja- chuelo que era indispensable para el mantenimiento de las tropas. "En cste país cs tan difícil encontrar agua, que el arro~uelo más

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. . ins~gnificante tiene una importancia excepcional estratégicamente h~blando". "Era tal la escasez, que hombres y bestias se dispu- taban frecuentemente unas gotas de pozos salobres. Los aparatos destilado~es a bordo funcionaban sin cesar, pero estaban lejos de dar abasto a las necesidades de todo un ejército y si las tropas chilenas hubieran encontrado en Lurín una resistencia seria, su situaciSn se habría hecho sumamente difícil" (77).

El 11 de enero de 1881, el ministro Vergara y el coronel T7slíísquez discutieron sobre la forma de llevar el ataque en Cho- rrillos. El militar argumentó que no se podía atacar por los Por- tezuelos de Rinconada y Ate, porque significaba exponer a 13 tropa 3 " U E ~ marcha previa de 40 kilómetros por caminos areno- sos, que opondrían serias dificultades al avance.de los bagajes y de !a artillería; que eso equivalía a perder la línea de comunica- ciones con Lurín, que se abandonaba el agua y que se renunciaba así al valioso concurso de la escuadra" (78).

Las tropas, no obstante, recibieron antes de su marcha de Lurín, algunas provisiones que consistieron en abiindante ración de carne y varios panes o teleras. Los proveedores de regimientos, que acompafiaron a sus cuerpos en las batallas, desplegaron gran actividad, suministrando en forma regular e1 rancho a Ias tropas.

La noche anterior a la batalla de Chorrillos, los soldados descansaron en la arena en espera del decisivo enciientro. Se les dio doble ración de carne a todos los cuerpos del ejército, con instrucción .que cocieran la ración para el día siguiente, a fin de que los soldados llevzscn carne cocida en sus morra'es. "El dzle- gado de la Intendencia, don Hermógenes Pérez de Arce, perma- nece a la espeaativa de la captura del puerto de Chorrillos, para conducír a él todos los vapores y buques fondeados en Curayaco. Al efecto, hace reembarcar las existencias acutnuladas en este puerto, e incendia los pocos restos que no merecen el trabajo de reembarque, para evitar que caigan en poder de los merodcad.orec, que pululan alrededor de los campamentos. Durante el día 13, el señor Pérez de Arce, cruza en el "Itata" frente a la playa, en espera de la decisión de la batalla. Obtenida la victoria, regresa a Curaynco a disponer la partida de todos los transportes, reinol-

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cados o a la vela, a Chorrillos, lugar designado por el General, para la concentración de los transportes y base táctica de opera- ciones para después de la batalla" (79).

Así la Intendencia debió desempeñar funciones que no le correspondían específicameilte, pero que dadas las circunstancias de la guerra, asumió las responsabilidades con entera eficacia y patriotismo. Así fue como tuvo a su cargo el embarque de pri- sioneros, atención de heridos, remisión de municiones, etc.

El 15 de enero de 1881, día de la batalla de Miraflores, tem- piano se dio de comer a la tropa, porque había carecido de ran- cho el día anterior, ya que los soldados arrojaron sus inori-ales para alivianar su equipo. "Estuvimos ái -escribió el soldado Hipólito Gutiérrez- desde el día 18 hasta el 25 de enero. Ai en ese campamento lo pasamos muy bien, comíamos harta carne y buen pan; el día 20 de enero se mataron nluchos animaIes va- cunos y ovejunos y también caubras, vacuilos se mataron siquiera coino cien aniinales. Qué comer tanta ca;ne que de comer tanta carne se enfermaron todo el regimiento de sintería j r d? arrea" (80).

Al término de esta dura jornada de Chorrillos y Miraflores se informó al ministro de Guerra: "Los servicios de la Intenden- cia General -manifestó el general Marcos Maturana- han es- tado a la altura de las circunstancias y de las necesidades de 1it

situación; habiendo tenido que vencer en inuchos casos verdade- ras dificultades para atender a las múltiples y extraordinarias exi- gencias de u11 ejército como el nuestro, que expedicio'naba a tan larga distancia de sus bases de operaciones y recursos" (81 ).

En lo que respecta a almacenes, se ocuparon los edificios de los baños de Chorrillos, desde allí se enviaron los víveres al ejér- cito. En Miraflores se estableció un almacén a cargo de don Luis Macaya, que recibió los Lastimentos desde el campamento de Lurin.

El día 16 de enero, los alnlacenes de Cl-iorrillos fueron con- sumidos por un feroz incendio. Afortunadamente, los víveres fue- ron rescatados casi en su totalidad. "Todos los jornaleros -relató Pérez de Arce- huyeron a buscar refugio en los buques. Pasa-

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das las primeras csplosioi~es, salté a tierra con el comaildante cle transporte. Era indispensabls cortar el fuego que se comunicab~ u1 muelle y a los edificios ocupados con víveres y municiones. Mientras unos se ocupaban de echar abajo una parte del edificio, otros trabajaban con la mayor actividad en acarrear las municio- nes 3 la orilla de la playa para cubrirlas allí con arena, si llrgabn el clso de que el fuego las pusiera en peligro. Después de traba- jar sin descanso hasta las 2 A. M. quedó completamente aislado el fuego" (52).

Veintidós transportes p 13 vapores trasladaron a el Callao los recursos necesarios pnra el ejército chileno. Se desembarcó el día 18. Los víveres, forrajes, vestuarios, equipos, parque, ú:i- les de anibulancia fueron almacenados en las bodegas de ferroca- rril. Nuevamente se presentó el problema de la falta de depeil- dencias para el depósito de los bastiinentos e implementos d: la Intendencia. "Tuvimos que hacer el depósito eil Ia playa y a cam- po raso. En pocos días se habían levantado allí verdaderas mon- tañas de sacos de arroz, frejoles, frangollo, charqui, grasa, ves- tuario, equipo, carretones, aparejos y camillas. Y todo esto era necssario desembarcar, porque todo era necesario y con urgencia" (83).

El genera! Manuel Bnquedailo, nl tonlar posesión de Lima, decretó que "los gastos de manutención del ejército no pesarían s o b r ~ el erario chileno. Los pagaría el territorio ocupado. Lima soportaría una contribución y otras medidas se adoptarían con idéntico fin" (84) . Con tal objeto, el general Baquedano dispuso que "el Comisario del ejército expedicionario procediera, inmedia- tamenrc, a formar una nómina de los vecinos de Lima, Callao y los alrededores que debían pagar un tributo de guerra, con es. pecificación de la suma que a cada uno correspondiera" ( 8 5 ) .

El 5 de marzo de 1881, el general Cornelio Sañvedra orga- ni26 la oficina recaudadora de contribuciones con variadas facul- tades, entre ellas "tenía la de proponer las contribuciones que debieran cobrarse y hacer efectivas las que se decretasen para de- positar su producto en la Comisaría del ejército; tomar a su car- go e inventariar los objetos de todo género que contuviesen los

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edificios y estab!ecin~ientos públicos de que sc 11abíl-i tomado po- sesión; averiguar y formar u11 estado fidedigno de las especies re- mitidas a Chile, con especificación de su destino y remitente y proponer las remesas que conviniera hacer bajo facturas de de- taIIes y valorización prudeilcial" (86 ).

En Lima, la ración diaiiz del soldado quedó establecida dc 12 siguiente forma:

"Cstiie . . . . . . . . . . . . . . . . . 230 gramos Írejoles . . . . . . . . . . . . . . . . 300 "

frangollo . . . . . . . . . . . . . . . 120 , > > > zrioz . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133

grasa . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50 " sal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 "

azúcar ................. 35 " harina flor 340 > > ............. ají ..................... 3 "

> Y papas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100 cebollas ................ 50 " café . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 " " (87).

Es de inteiés destacar el hecho que la comida qae sobró cn los ranchos de tropa, se destinaron a las familias pobres. En Li- ina, llegaron diariamente cientos de personas a recibir el sobran- te de la alimentación.

El 26 de marzo asumió el mando supremo, al, Lima, el gei~eral Pedro Lagos. Bravo militar, héroe de Arica y fvlii-allores, sin embargo, no tenía las dotes necesarias para administrar L I Z ~

ocupzcióri, "el gobierno de Chile creía sostener al ejército de ocu- pació11 con cupos de guerra impuestos al Perú, pero e! Cuartel Genera! a duras penas había percibido 200.000 pesos a cuenta del iriillón exigido a Lima y C a h o , como primera contriluci6i1" (88)

Pronto ~ a ~ o s ' fue reemplazado en su cargo por el contiani- mirante don Pztricio Lynch, quien desde un principio se aboco nl problema de la alimentación y bienestar de la tropa. "Los cuerpos ocupaban cuarteles insalubres, sin comodidad de niripiin

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gCyro. El gcneral ordena el cambio de ubicación, con lo cual mejora en gran parte el estado sanitario del ejército; y el ran- cho s2 confecciona en los mismos cuarteles de la guarnición; na- turalmciite, 110 se defraudarían los propios dolientes, encargados dz su preparación. La guarnición goza de un alimento sano y abucdante; los jefes de cuerpos y destacamentos lejanos tieile:l ordcn de exigir igual tratamiento para su gente y la conserva- ción de 12 caballada. Ordena a la Intendencia que provea a los cuarteles de colchones y abrigos de cama; hasta entonces el sol- dado dorn~ia en el suelo" (89).

Conjuntamente, Patricio Lynch se dedicó a reconstiuir la Ha- cienda Pública, tomando como primera medida los recargos a los derechos de aduana. Así pudo disponer la Comisaria del cjérci- to, clzsde mayo a diciembre de 1881, de los siguientes ingresos por concepto de importacibn y esportación:

"Mayo . . . . . . . . . . . . . Junio . . . . . . . . . . . . . Juiio . . . . . . . . . . . . . . A,oosto ............ Septiembre . . . . . . . . .

............ Octubre . . . . . . . . . lVovieimLre ......... Diciembre

142.667 soles plata 223.228 " > Y

402.000 " Y >

510.289 " 7,

508.749 " Y >

335.651 " > > ,

323.416 " 7 7

379.436 " " " ( 9 0 ) .

La Comisaría desempeñó u11 papel estelar en las funciones administrativas del ejército de ocupación: "Las operaciones de coiítabilidad, recaudación de fondos y pago de empleados y ciizn- tas han sido ejecutadas con toda regularidad por la Comisaria. Sus libros se mantienen al día y en un momento dado puede co- nocerse el total de entradas y gastos y el Debe y Haber de las diversas cuentas que corren a su cargo. Ella paga a todos los funcionarios civiles y militares, comprendidos en la Ley de 3 de abril de 1879, o sea, por gastos autorizados de guerra. Recibe los productos de la Caja Fiscal, de los Correos, de la venta de bienes nacionales, contribuciones y a veces de la Aduana en bi- lletes fiscales, para atender el pago de empleados. La Comisarís

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presta hasta la fecha muy buenos servicios y ninguna queja ha tenido respecto a sus procedimientos. La sección de la Intenden- cia general del ejército ha ejercido sus funciones con iildependen- cia del Cuartel General, en aquello que se refiere a contratación de artículos de consumo y uso de las naves de transporte" (91 ) .

En el año 1882 se registraron numerosos ingresos por con- cepto de impuesto de serenazgos, alumbrado, mojonazgo, merca- do, correos, renlates de naves, patentes industriales y comercia- les, predios, etc.

Además, se decretaron diversas contribuciones de azúcn; en el valle de Liiila, debido al alto consurno de este artículo por psrtz dc las fuerzas de ocupación. El 16 de enero de 1862 se cidenó: "Los propietarios de los fundos que a continuaciCn se expresan entregarán inensualrneiite a la Intelideilcia del ejército, para e1 consuino de la tropa, las siguieiltes cantidades de azúcar de buena clase:

Tai~~buei~ga, de don Pedro A. Pomar . . . . . . . 10 (49. Naranjd, de la Suc. Sancho Dávila ......... 12 "

. . . . . " Infantas, de los Sres. Althsus y Tenaud 40 San Agustín, de don Mariano Laos 25 ? > .........

............. Cocnilegra, del señor Denegri 30 " ...... . . . . . . Chacra-cerro, de Arrieta Hnos. 30 " ........... Villa, de los señores Goyeneche 60 "

San Juan, de don Fabricio Cáceres . . . . . . . . . 5 "

......... hlelgarejo, de la Soc. Riva-Agüero 5 "

........ L3, Molina, del seiior García Merino 15 ' 3

..... Monterico, de los Sres. López y Loayza 15 " .... Cl-iacra Grande, de don Federico Palacio 15 "

.......... Huachipa, del señor García Sacio 15 "

.......... San Pedro Lurín, del señor Silva 20 " Carampuilgo, de do11 Pedro Oliveira . . . . . . . 8 " " ( 9 2 ) .

Cada localidzd fue sometida a la contribución de guerra, de acueido al derecl~o .internacional, para mantener al ejército de ocupaci6n. Así, por ejemplo, en Moquehua se impuso una con- tribución de 60:000 pesos que fue pagada en plata sellada y en

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joyas. Cabe señalar que en Trujillo existió imposibilidad para CO!I-

tinuar haciendo frente a la subsistencia. de las fuerzas acantona- das. "Tal situación es una consecuencia del agotamiento de los recursos, provenientes de Ia .excepcional y extraordinaria contri- bución impuesta con tal objeto a los vecinos de este lugar, la cual ha llegado, por lo mismo, a ser impracticable".. (93). En Ca- jamarca, la contribución fue de 70.000 soles plata; en Huanca- yo, 25.000 soles, y en Lima, 100.000 soles plata. En Chin-ibote, al norte del Callao, Patricio 'Lynch exigi6 una contribución de 500.000 francos al acaudalado propietario de grandes plantacio- nes don Dionisio Desteano. Este se resistió a pagar lo exigido argumentando que existía un decreto de Nicolás Piérola en el cual se establecia: "que todo pago en dinero hecho al enemigo sería considerado y castigado como acto de alta traición y que todo dominio cuyo propietario hubiese cedido a las iinposiciones de !os invasores sería confiscado en beneficio del Estado" (94) . Ante la negativa del comerciante peruano, Lynch procedió a oi- denar la inmediata requisición de caballos, mulas, arroz, azúcar, etc.

Moquehua pasó por momentos-muy difíciles cuando se re- tiraron los chilenos. "El prefecto de Arequipa no había sabido defender esa cíudad en los días que había estado bajo el poder ciel enemigo, y cuando imposibilitado para toda resistencia te- nía que pagar a éste el impuesto de guerra. Cuando ya no ha- bía chilenos a quienes combatir, envió a Moquehua algunas tro- pas e impuso a la población otra contribución de 60.000 pesos en castigo de haber pagado anteriormente igual suma al enemi- go. Era aquello el colirio de la iiljusticia" (95).

Todas estas actividades produjeron la exasperacióil natural de los habitantes. Las necesidades de la guerra provocan estas si- tuaciones. Las tropas chilenas no vivieron del pillaje, sino de la requisición, medio admitido por todas las naciones del mundo. Cuando el ejército careció de los elementales recursos reclamó lo preciso, empleando la fuerza sólo para vencer resistencias y pa- gando siempre u otorgando los recibos correspondientes para su posterior cancelación.

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La percepción de las contribuciones estuvieron a cargo de las muilicipalidades, pero Lynch nombró a don Bernardo Irarrá- zabal con el objeto que controlara los ingresos y egresos de la Caja Fiscal, creada por decreto de fecha 15 de noviembre de 1881. "Esta oficina tiene a su cargo la supervigilancia de la Ca- ja Fiscal del Callao, del muelle Dársena de ese mismo puerto, de la administración de Correos; la dirección del Cobro de Con- tribuciones de Patentes y de Predios; el resello y distribución de los timbres de impuesto, papel sellado, estampillas de correos y papeles de aduana; la cobranza de arrendamientos y censos de propiedad fiscal y, finalmente, la custodia de los bienes naciona- les" (96).

Los gastos mensuales del mínisterío de Guerra en Lima que- daron encuadrados en 41.686,32 pesos, excluyendo los sueldos >?

gratificaciones del personal del ejército y marina. Dicha cantidd debió atender los gastos de la Secretaría del General en Jefe en Campaíía, Auditoría de Guerra, Comisaría del Ejército, Delega- ción de la Intendencia General, Servicio Sanitario y Comandan- cia de Bagajes.

La escala de sueldos anual, en el año 1882, era la siguiente:

................ "Coronel 3.600 pesos ........ Teniente-Coronel 2.800 "

> 7 . . .............. Mayor ; 2.000 Capitán 1.500 9 > . . ..............

> > Teniente ............... 1 .O00 . . ............ Subteniente 540 " (97 1

El General en Jefe del Ejército de Campaiia, don Patricio Lynch, ganaba 4.500 pesos anuales.

Era evidente que las contribuciones exigidas, la explotación de los recursos locales y el suministro de víveres enviado por la delegación de la Intendencia, no fueron suficientes para cubrir las necesidades de la alimentación del ejército de ocupación. Hay que indicar que la población indígena "se negaba a entregar apro- visionamiento, obligando así a la tropa a recurrir a la fuerza en algunas ocasiones" (98).

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Pero el General en Jefe Lynch sostuvo uila decidida Jucl-la por lograr una mejor alimentación, pese a las grandes dificulta- des que tuvo que vencer. Los problemas que por este concepto se le presentaron fueron variados y difíciles de resolver- "Dizriz- mente se presentan letras -le informó el Coronel Marcos Arria- nada- por fuertes sumas giradas contra este Cuartel General por la expedición del Centro y llama la ztención del infrascrito el que algunos vales sean al precio de animales comprados hasta por 500 soles papel, cuando en esa región no valen, se- gúii fehzcientes informaciones, !os de mejor clase, sino de 250 a 300 soles. El proveedor ni nadie debe comprar nada que no sea examinado, aprobado y autorizado por V.S." (99) .

Los elementos de transporte empeoraLon a medida que trans- currió la larga campaña. Así se perdieron caballos, mulas, apare- jos y sillas. No obstante, la actuación de la Comandancia Gene- ral de Equipajes fue encomiable. Esta instalación se estableció en Curayaco y abasteció a1 ejército expedicionario en Chorrillos, Miiaflores y Lima.

Una de las reformas importantes realizadas por Patricio Lynch fue la organización de la Intendencia General en campaña, con asiento en Lima. El delegado de la Intendencia General del Ejército, don Alvaro Alvsrado, escribió el 10 de febrero de 1882, al señor pro-secretario del General en Jefe, don Federico Cruzat: "La Intendencia ha sido coilstituida para sumiilistrar día a día a! ejército y armada los víveres, forrajes, combustibles, vestuario y cuanto pueda necesitar con la sola excepción de armas y inuni- ciones. La Intendencia es, pues, una sección especial del Ejército, con atribuciones y facultades propias y bien deslindadnc j 7 es muy natural que po: estudio y experiencia esté bien impuests del me- jor modo de proceder en la administración ecoiiómica de! Ejér- cito, de sus necesidades y de los medios más apropiados para satisfacerla. Además. es un centro de contabilidad y estadísticas de los consumos" ( 100).

Los servicios se descentralizaron y cada una de las divi- siones tuvo los suyos orgailizados y en proporción suficiente para satisfacer las necesidades. Se creó el puesto de proveedor de re-

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gimiento, a cargo de un oficial, que tuvo como misión entregar diariamente las raciones para la cocina de la tropa. El proveedor civil debió acompañar a la Unidad cuando ésta salía a campaña, es decir, su función se mantuvo fuera del campamento. El oficial- proveedor recibió 30 pesos mensuales como gratificación por estos extraordinarios servicios, que no guardaban relación con su calidad de oficial-combatiente.

Respecto al vestuario y equipo, el ejército acantonado en el Perú dispuso, en el año 1882, del siguiente número:

"Trajes de paño .............. ................ trajes de brin

camisas .................... calzonciiios . . . . . . . . . . . . . . . . . . capotes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . zapatos, .................... monturas ................... frazadas .................... caramayolas . . . . . . . . . . . . . . . .

S. EN LA CAMPANA DE LA SIERRA.

La etapa mas dura de la Guerra del Pacífico fue, sin duda, la Carnpsíía de la Sierra. Las trojpns debieron recorrer centenares de kilómetros, en medio de cordilleras, por terrenos inaccesibles y sufriendo toda clase de padecinlientos por falta de víveres, escasez de recursos de la zona y las hostilidades que encontraron, paso a paso, en sus reconocimientos.

Una de las primeras medidas del contraalmirante Patricio Lynch, fue enviar una expedición a Junín, departamento de ina- gotables recursos de abastecimientos, por ser un importante cen- tro agrícola, productor de trigo, cebadas y animales. Para el cumplimiento de esta misión se nombró al teniente coronel Am-

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brosio Letelier: "esa expedición nació mal. No recibió instruc- ciones ni se le anexó una sección de la Comisaría para qhe llevase la contabilidad, recibiese los fondos e inspeccionase los gastos" (102). Así Letelier cometió injusticias, porque utilizó el terri- torio como propio, logró los bastimentos para sus tropas dejando asolados los terrenos y localidades que invadió. Cuando Lynch ordenó su regreso, no pudo rendir cuenta de su expedición, por- que no trajo consigo comprobantes de entradas ni salidas. El desorden de su contabilidad fue la causa porque se l e instruyó proceso junto a algunos de sus oficiales.

Y así como sucede en todas las invasiones a los pueblos, los abusos cometidos por algunos elementos incontrolables arruí- naron los parajes de la sierra, dejando en la miseria a sus mo- radores. "La guerra, la dura guerra, puede autorizar la imposíción de sacrificios semejantes a los que soportó la sierra peruana. Puedc un gobierno ordenar que se impongan contribucibnes cx- traordiriarias, pero lo que es lícito cuando se háce bajo la res- ponsabilídad de un Estado, no lo es cuando un jefe las ejecuta por s í y ante sí, dejando a sus subordinados en libertad de pro- ceder como quisieran, interesando su avaricia y compartiendo con ellos el producto de sus exacciones" ( 103 ) .

Otro ejemplo se encuentra en la expedición de fiobles en Huancayo, que arrebató a los indígenas 10s últimos viveres que poseían: 700 vacunos, 8.000 ovejas, 21 cargas de azúcar, 10 car- gas de barriles de licor, 12 sacos de arroz y 6 bairiIes de cerveza.

Cierta justificación de estos atropellos podría encontrarse en el deplorable estado en que ss: encontraban algunos cuerpos del ejército expedicionario. "La guerra -según Charles de Va- iigily- tiene sus necesidades crueles que la lucha excusa" ( 104).

El día 4 julio ¿e 1882, el coronel Estanislao de1 Canto in- formó al Genetal en Jefe: "La situación en que se encuentra el ejircito de mi mahdo que ocupa el departamento de Huancayo, en el interior del Perfi, es a todas luces insostenible, si se ha de estar manteniendo de víveres a costa de las poblaciones". "En Huancayo la parte del ejército que lo ocupa es'imposille que pueda permanecer por más tiempo viviendo de los recursos que

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puedan encontrar en sus habitantes. En Concepci<jn, Jauja y Tar- ma sucede más o menos lo mismo que en Huancayo". "Lo ex- tenso de la línea de ocupación hace muy difícil el abastecimiento desde Lima, tanto por los elementos de conducción desde Chilca hasta el punto más avanzado, cuanto porque se ha establecido una cadena de forajidos que interceptan los caminos" (105).

La división del coronel Canto tuvo, además, que soportar las inclemencias del tiempo. En Oroya no tuvo donde guarnecer sus tropas porque las lluvias y el granizo todo lo destruyeron: "Hoy he llegado a ésta con la división de mi 'mando. Para su- plir la absoluta escasez de forraje se está dando a la caballada y mulas de artillería los techos de paja de las casas y la poca ma- dera que de ellas sale sirve de combustible para el rancho de la tropa". "En la actualidad no tengo más que reses y un quintal de sal que nie durará hasta mañana, no teniendo absolutamente otros víveres, pues la tropa se está manteniendo a pura carne asada o cocida con sal y agua" ( 106).

De esta forma, se desarrolló la vida en la niayoría de las tro- pas chilenas en la sierra peruana.

Muchas opiiiiones de jefes militares coincidieron con el aban- dono de la Campaiia de la Sierra. Fueron atendibles estas aseve- raciones considerando la escasez de los recursos. "Son tan pobres estas poblaciones de la sierra -informó Lynch al ministro de Guerra en el año 1883- que la división de mi mando se ve obligada a cambiar continuamente de sitio, después, de agotar los recursos y dejar a los pueblos una ración de hambre para el invierno prbsimo. Los víveres son por de más escssos y Ias medi- cinas no se encuentran ni en Cajamarca a donde se ha enviado por ellas; el al~rovisionamicnto por la costa es difícil y moroso por la falta de elementos de conducción y las grandes distancias que hay que recorrer. En toda esta sierra no se encuentra un valle o una ciudad capaz de soportar la estada continuada de nuestras fuerzas y llegada la estación de las lluvias sería imposible continuar la vida que llevamos. Con las marchas pesadas y pe-

qstante ndidades gue ha soportado la tropa, todos hail sufrido b,

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y se hace necesario reponer las fuerzas perdidas con una alimen- tación más sana y variada" (107).

En vísperas de la batalla de Huamachuco, que marcó d término de la guerra en la sierra, la división del general Alejandro Gorostiaga también hubo de soportar las penalidades de la falta absoluta de medios para sobrevivir. La tropa fue alimentada en mala forma, su comida consistió en carne asada a1 palo, sin nin- gún condimeilto. Esta carne era de los animales en pie que en- contraban en el campo. Tampoco, contaron con carros o animales para transportar los víveres y vestuario. De este modo el soldado no pudo cambiar de tenida y lo más insoportable fue que no tuvo un par de botas que reemplazara a las destruidas que llevaba. No obstante, "en medio de estas penalidades marchaba contento, orgulloso de sus padecimientos y sin perder su buen hurnoi co- inunic~tivo y confiado" ( 108).

9.' EN LA CLIMPAÑA DE AREQUIPA.

El Presidente Domingo Santa María, en el año 1883, ilamó al coronel José Velásquez para que organizara una expedición so- bre Arequipa, con el objeto de déstruir el gobierno del contra- almirante Lizardo Montero. El coronel Velásquez logró la ocupa- ción de dicha plaza el 29 de octubre de 1883 y permaneció aiií hasta el año 1884, fecha de la desocupación del Perú.

Con el objeto de abastecer al ejército, se aceptó la propue;ta de los señores José T. Peña y Ambrosio Olivos. De esta forma, el soldado fue inantenido con un gasto diario de 40 centavos. En ese tiempo, la gallina valía 3 pesos y la libra de carne costaba 30 ceiltavos.

Para el traslado de los bastimentos se utilizaron carretas fabricadas con cuatro maderos y dos ruedas. En Chile se llama-

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ban chanchas. Estos carros transportaron barriles para el agua, charqui, fardos de pasto seco, cebada, arroz, frejoles, azúcar, sal, harina, barriles de manteca, café, ají, etc.

La 11 División, al mando del coronel Estanislao del Canto, condujo víveres para 3.000 hombres y para un período de un mes. También forraje para 500 animales para igual tiempo. Si- milar acopio de víveres llevó la división del coronel Vicente Ruiz. Sin embargo, "los informes que obran en poder de Velásquez le dicen de la escasez de recursos en algunas partes del recorrido y, en consecuencia, resuelve avanzar por agrupaciones, de modo que todas éstas, al final de la jornada, lleguen a un campamento con que encuentian asegurado su abastecimiento" (109).

El 15 de octubre de 1883, escribió el' coronel Velásquez al Presidente Santa María desde Moquehua: "Creo de mi deber hslcer presente a V. S. algunas consideraciones respecto a la pro- visión del ejército que mi mando opera sobre Arequipa. Con fe- cha 14 del mes pasado prii~cipiaron su marcha camino a Moquehua algunos de los cuerpos que componían las guarniciones de Tacna y Arica, y coino esas guarniciones de Tacna, Arica y Sama, te- nían, por contrato de la Intendencia General del Ejército, pro- veedores a contrata, el Estado Mayor creyó de su deber acatar esta determinación para el suministro de articulos de los cuerpos en marcha hasta Moquehua. En efecto, llamé a los mismos pro- veedores a contrata de las guarniciones, quienes se comp:ome- tieron a seguir viniendo a la división bajo condiciones que estimé muy equitativas" ( 110). ,- ., I

En efecto, el 10 de ockbre de 1883, el Intendente General ofició a Manuel J. Soffía, jefe político de Tacna: "No compren- de esta Intendencia General cómo los proveedores puedan tener graíi acopio de víveres para el ejército, desde que la Intenden- cia ha tenido que proporcionárselos allá y aquí mismo ha tenido que mediar para que uno de ellos haga un envío insignificante e incompleto, como tal vez el fisco le ayudará en lo demás. Siendo el abastecimiento por proveedores particulares y comerciantes incompatible con el buen servicio de un ejército que expediciona, esta Intendencia General, en ejercicio de sus atribuciones, si-

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guiendo el sistema implantado desde el principio de la guerra, ha tomado las medidas del caso para establecer el rancho por ella misma a la brevedad posible" (1 11).

No obstante, el coronel Velásquez insistió que las tropas estaban perfectamente servidas y que los contratistas tenían ya su servicio establecido y gran reserva de subsistencia. Prefería que la Intendencia General no modificara el aprovisionamieilto de víveres, argumentando que "los proveedoreS tienen en Mo- quehua y Moromoro, donde se encuentra una importante divi- sión de vanguardia, víveres acopiados que pueden servir a todo el ejéí-cito por 24 días. He creído de necesidad exponer estos he- chos, porque se me avisa desde Pacocha que en estos momentos desembarca el persoilal de la Intendencia General para hacerse cargo de la provisión del ejército" ( 112 ).

Manuel Soffia fue el amigo personal del coronel Velásquez y estuvo siempre atento en acumular todo lo necesario para la expedicióri, como asimismo estudiar los recursos de los territo- rios y poblaciones, coi1 el objeto de que nada faltara una vez insta- lado el ejército. Y fue así como el abastecin-iiento se realizó con toda oportunidad.

Pero al final de la guerra, ya el territorio ocupado fue in- capaz de soportar mayores invasores, ya sea de chilenos o de rnontoneros, "el resultado de esa vida imposible de dos años y inedio era que las poblaciones estuviesen limpias de mercaderías; que se hubiese trasladado los ganados a las montaiías, a enormes distancias, que el suelo se encontrata inculto y no hubiesen gra- nos ni forrajes" ( 113).

Una vez firmado el tratado de Ancón, el ejército cl~ileno re- gresó a Chile, a fines de 1884. El General en Jefe, Patricio Lyilch logró organizar los abastecimientos de un ejército numeroso y lo hizo sin que los gastos produjeran un desastre para la economía general de Chile.

Page 69: Los abastecimientos militares

NOTAS BlELIOGidFICilS DEL CAPITULO II

1-2. ORDENANZA GENERAL DEL EJERCITO Edición publicaba por A1ber:o Lara. Santiago, 1923.

3-4. BISQUEXT, h l r Z X I h l I L I ~ T O Resumen histijrico clel desarrollo de los servicios de alimentación e11 campaña. Artículo aparecido m la Revista clel Servicio Admi- riistrativo del Ejército. Santiago, 1916.

5. BULNES, GOKZrlLO La Giicrin del Paciticu. \Tdpnraíso, 1912.

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8.. VICUÑA MACKENNA, BENJAMIN Guerra del Pacífico. klistoria de la campaña a Tarapac,í, desde la ocupación de Antofngasta hasta la proclainación de la dictadti- ra del Perú. Editor Rafael Jover. Santiago, 1880.

9. AHUMADA MORENO, PASCUAL Guerra del Pacifico. Recopilación conipleti.. . Tomo 11, pág. 43, Ciipítulo XXII. Carta del Intendente General del Ejercito, seiioi Fi~ncisco Echaurren H., al General Esala. Valparaíso, 10-VIII- 1879.

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MEMORIAS QUE EL CONTRAALhlIIRANTE DON PATRI- CIO LYNCH, GENERAL EN JEFE DEL EJERCITO DE OPK- RACIONES EN EL NORTE DEL PERU, PRESENTA AL S1J. PREMO GOBIERNO DE CHILE. Imprenta de la Merccd. Tu- rno 1. Limz, 1882-1884.

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Page 78: Los abastecimientos militares
Page 79: Los abastecimientos militares

CONSIDERACIONES FINALES

A través Jcl curso de la Historia, se ha establecido que los abastssimientos han desarrollado un papel prepoiiderante en las campañas y acciones bélicas. De su estado de organización y efi- ciencia ha dependido el éxito o el fracaso de los ejércitos.

En la expedición a Rusia en 1812 Napoleón no supo cal- cular que enfrentaría a un invierno tan riguroso, pero debió pre- venir e! hambre y el caos que inevitablemente destrozó a sus quí- nientos mil hombres. El emperador francés fue al encuentro de tropas y s6lo enfrentó a un clima de horror, donde las enferme- dades y 'la falta de víveres produjeron enormes pérdidas y estra- gos en las .tropas. Napoleón sólo atinaba a decir: "ImposiMe: soldados bien mandados jamás se mueren de hambre". -

Un documento impresionante es el relato de la retirada de los franceses de Rusia: "Los caminos se cubrían de nieve; los caballos de la caballería, de la artillería y de los bagajes morían cada noche, no 3 centenares, sino a millares, siendo los que en mayor número sumrnbían los de Francia y Alemania; En-pocos días' murieron 30.000 caballos; toda nuestra caballería vióse de repente desmontada; 'nuestros cañones y nuestros bagajes se en. contraron .sin atalajes, lo *cual nos obligó a dejar abandonada o a destruir r?ni grat; parte de .nuestras piezas y de nuestras pro- -visii;nes de boca y .guerra: El ejército- es nunieroso, pero' está in-

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disciplinado y desmoralizado de una manera terrible. El frío y el hambre lo han puesto desconocido" ( 1 ).

Cuando Napoleón orgullecía de sus tropas victoriosas, los rnarisca!es Oudiilot y Victor, que debían proteger la retirada, se percataron que el frío iba exterminando al ejército: "a uilos se les helaban las manos a otro los pies, a éstos la nariz, a aquéllos !as orejas, a consecuei~cia de lo cual las inundaciones de Smo- lensko quedaron cubiertas de cadáveres" (2 ) .

El ejército ruso pudo -entonces- dar el golpe mortal al invasor, pero "la sangre de sus soldados era demasiado preciosa para emplearla en una obra de destrucción que el frío y el ham- bie por sí solos se encargaban de consumar" (3 ) .

El invierno ruso, aliado a la imprevisión francesa, fue un escollo insalvable.

Ciento treinta años después de nada servía la dura lección. Otro ejército formidable, otro líder indiscutible, caían en la mor- tífera trampa. Otro atroz episodio que establece el testimonio más irrefutable de la importancia de los abastecimientos en las canlpaf i~ militares.

En efecto, las campañas hitleristas presentan el mismo fe- nómeno que la historia de las campañas napoleónicas. Ambas caen en un error irreparable: El ataque a Rusia sin sentido de la prudencia..

Hitler ordenó al ministro Backe la organización de los abas- tecimientos del ejército alemán en Rusia, para lo cual se dispu- so: " 1 .-La guerra sólo podrá continuar si nuestras' fuerzas ar- madas son alimentadas totalmente por Rusia &rante cuatrq años de hostilidades. 2.-Es indudable que millones de individuos mo- rirán de hambre si tQmamos, en este- país, todo lo que necesita- mos para nosotros" (4) . - -

Pero era una lucha absurda, sin objetivos, de hombres de- scspcrados que se enfrentaban a un enemigo superior: el hambre.

El General en Jefe de la Intendencia alemana, general TIX'ag- ner, había probado en un memorial que el abastecimienta no po- día scr suficiente. Insiniió la conveniencia de una retirada de Stalingads hacia el Donetz. "De no hacerse esto, las unidades

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situadas entre el Volga y el Don van al encuentro de una gran catástrofe que se producirá, a lo más tardar, este invierno y cu- yos comienzos empiezan ya a dibujarse" (5).

Wagner se lo había dicho personalmente a Hitler, quien se inclinó al aprovisionamiento aéreo de la Luftwaffe. ¡Abastecer por aire a trescientos mil hombres! Nada consideraron in~posible de realizar los mariscales alemanes, más aún Goeriilg garantizó el abastecimiento aéreo. Todo lo demás es conocido. Los aviones fueron fácil presa para el enemigo porque volaron sin protección. Las necesidades de 500 toneladas de víveres diarias se absorbían con la recepción de 93 toneladas de víveres. Empezó a racionar- se el alimento cada vez más. El pan de 200 gramos diarios llegó a 100. El hambre amenazó y ante su ataque no podía haber ar- ma alguna capaz de destruirlo. ¿Era posible que soldados alema- ces utilizaran las rótulas de cadáveres de caballos congelados pa- ra proporcionarse caldos?

Así dos dramas, dos hechos históricos fueron sirnilares en su error: El inenosprecio a la función primordial de los abaste- ciiiiientos.

CONCLUSIONES.

En Chile, es interesante analizar las angustiosas coritrarieda- des que se presentaron desde el comienzo de la Guerra del Pa- cífico por la falta. del servicio de Intendencia.

1 .-Durante el desarrollo del conflicto se organizó y perfec- cionó este servicio y al final se logró abastecer normalmente al numeroso ejército, pese a las dificultades que tuvo que vencer.

2 . C h i l e se alzó ante sus enemigos porque en los niomen- tos más graves fue previsor. Esta previsión fue el éxito. Demo- ró sus tropas 50 días en. atravesar 130 kms. de desierto, pero al final se llegó con las unidades frescas y bien abastecidas. Así se pudo enfrentar al ejbrcito aliado en el Campo de la Alianza, batalla que result6 decisiva y que repercutió hondamente en los acontecimientos posteriores.

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3.-E1 .ejército expedicionario fue lento, acantonó varias se- manas, pero en intensos preparativos, es decir, improvisando la previsión que es vencer cuando se lucha en esos desolados pa- rajes.

El capitán del ejército del Perú don Ismael Heredia, ha es- crito: "Mientras que sistemáticamente los aliados esperaban al enemigo e11 sus posiciones defensivas, el ejército chileno. sin in- tentar ninguna combinación maniobrera, avanza, rectamente, de frente; era suficiente. ¿Pero por qué avanzaba? Porque tras lar- gos días de trabajo una voluntad previsora se substituye, siem- pre, a un alto cotnando no preparado a su tarea. Generalmente deficiente, sus planes de abastecimientos valen sobre el terreno por una enérgica ejecución, que vela hasta los menores detalles" ( 6 )

I

Era indudable que los abastecimientos bien dirigidos y orien- tados impulsaron el avance del ejército nacional. Eran los vigi- lantes incansables para que el soldado no careciera sobre el de: sierto, ni de víveres ni de agua.

4.-Las operaciones del ejército chileno en el período 1879- 1881 "tienen cierta similitud con las campañas de Federico I J -

durante la guerra de 7 años, quien no se alejó nunca de sus al- macenes 1x3s de unas pocas jornadas" ( 7 ).

5.-A1 final de una larga y dura campaña se llegó con abun- danha de rec,ursos. Es difícil encontrar muchos ejemplos en el mundo de qué un ejército de 23.000 hombres, después de ha- ber atravesado desiertos abrazadores, miles de leguas en el Océa- no, haya llegado al término de la jornada con buena provisión de abastecimientos. Efectivamente, se cruzó el desierto desde An- tofagasta a Calarna; el de Pisagua a San Francisco; el de San Francisco a Tarapacá; el de 110 a Moquehua; el de Moquehiia y Pacocha a Tacna; el deePisco a Lurín. Por el océano se reali- zaron los embarcos y dssembarcos de Valparaíso a Antofagasta; de Antofagasta a Pisagua; de Pisagua a Pacocha, 110 y Moque- húa; de .Arica a Pisco y de Pisco a Tambo.de Mora, Curayncc y Callao.

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"La niovilización y abastecimiento de más de 23.000 hom- bres, el transporte de los pertrechos y bagajes a través de los desiertos y el tener que recorrer centenares de millas en el mar, sin que ocu~riera la pérdida de un hombre por culpa dcl servi- cio de Intendencia, honró altamente a los encargados de dirigir esas múltiples y complicadas labores" (8 ) .

6.-Fue decisivo para el buen desarrollo del proceso de abas- tecimiento, el sistema de almacenes fijos, que fue creado por las condicioiles mismas del teatro de operaciones, donde los recur- sos eran pobres y aún el agua y forraje hubo de ser transporta- do en los carros de bagajes.

7.-Durante la campaña a Lima y Iuego en la ocupación del Perú, se utilizaron preferentemente dos sistemas de abaste- cimientos :

a ) La explotación de la zona ha sido largamente discutida. Muchos historiadores han condenado la actuación de algunos je- fes que cometiero~i abusos en los territorios ocupados. Otros de- fienden el comportan-iieilto de las tropas, haciendo notar que en mucl-ias localidades las recepciones eran más brillantes que a las mismas tropas peruanas.

, b ) Las contribuciones impuestas a los vecinos del lugar tra- jo como consecuencia el agotamiento de los recursos locales, lle- gando luego a ser impracticables las exigencias de dinero o es- pecies. Los mejores fundos y terrenos pertenecían a extranjeros, quienes en su mayoría quedaron exentos de toda contribución de guerra. Así debió intervenir la Intendencia, remitiendo víveres en grandes cantidades a aquellos lugares más afectados por las circunstancias del conflicto.

8 . E n cambio, los aliados, sin servicio de abastecimiento, estuvieron condenados a morir de hambre y sed. La prueba de ello es que los generales Narciso Campero e Hilarión Daza ma- nifestaron que sus respectivas retiradas tuvieron por razón de- finitiva la falta de víveres, reafirmando que sin vestiiario, sin

fa estar municiones, sin bastimentos, el alto mando aliado debl preparado a la más categórica derrota. Es indudable que la ca- rencia dc recursos es el origen primario de todos los desastres.

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Todas estas circunstancias establecen el principio de que las tropas no deben carecer jamás de agua, víveres, calzado y ropa. El proporcionar estos elementos de vida y de combate debe ser la tenaz y obstinada preocupación de quienes dirigen las opera- ciones de guerra, darle al Servicio de Intendencia la eficiencia que la guerra exige para proporcionar el apoyo logístico con opor- tunidad.

Chile aseguró el éxito en el conflicto al realizar un proceso más lento. Esto casi le fue impuesto por la naturaleza del terre- no donde debía operar, con todas las características de un gran desierto, en cuyas regiones "la preparación de la guerra requie- re la inteligencia que fríamente analiza las circunstancias con pru- dente y sabia previsión para resolver, en definitiva, de acuerdo con un plan bien establecido" ( 9 ) .

Finalmente, todas las experiencias que puedan derivarse de este trabajo, demuestran cuán exacto es afirmar que "si es difí- cil mover las grandes masas de los ejércitos actuales y condu- cirlos al campo de batalla, es tal vez más difícil todavía proveer- los de todo lo que necesitan para vivir y combatir" (10).

Así, el Servicio de Intendencia del Ejército de Chile segui- rá su camino de progreso y superación con paso firme y deci- dido, lo cual prestigia y enaltece a una rama que es parte inte- grante de la fuerza armada y una de las bases fundamentales de la defensa nacional.

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NOTAS BIBLIOGRAFICAS A LAS CONSIDERACIONES FINALES

ONCKEN, GUILLERMO Historia Universal. Tono XI, págs. 606-608. Editorial Montanei y Simon. Barcelona. 1894.

CARTIER, RAYMOND Hitler y sus Generales. Editorial Siglo XX. Buenos Aires, 1963.

GERLACH, HEINRICH El ejército traicionado. Barcelona-Méjico, 1960.

H E E D I A , ISMAEL Abastecimientos en la guerra de 1879. Artículo aparccido en 13 Rc- vrstn Militar del Perú. Lima, febrero, 1942.

BENEDICTO, AGUSTIN Sexicio de aliinentación y ainunicionamiento en la guerra de 1879- 1884. Talleres Estado Mayor General. Santiago, 1918.

MOLINA, LUIS ADAN Guerra del Pacifico. El ejército chileno. Imprenta Universitaria. San- tiago, 1920.

VON KIESLING, HANS Operaciones en In alta montaña. Talleres Instituto Geográiico Mil:- tar. Santiago, 1934.

BISQUERT, MAXIMILIANO Resumen histórico del desarrollo de los servicios de alimentación cn campaña. Artículo aparecido en la Revista del Servicio Administra- tivo del Ejército. Santiago, 1926.

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Se ha insertado, 3 contii~uación, un capítulo que contiene biografías de los principales per- sonajes, civiles y militares, que tuvieroii una participación directa o indirecta en los asuntos de abastecimientos militares en la Guerra del Pacífico y que de los cuales se hace alguiia re- fefencia en el texto mismo del presente tra- bajo.

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B I O G R A F I A S

l.-Arteaga Cuevas, Justo. Nació en Santiago eil 1505. Ini- ció su cariera militar a los 8 años como cadete de "Granaderos de Infantería". Participó en las campaiias del bloqueo del Callao y de Chiloé contra los españoles (1823-25); contra los Pinchei- ras ( 1828) ; en las batallas de Ochagavía y Lircay ( 1829), en estas últimas subordiilado al general Joaquín Prieto, En lS66 concurrió en defensa de Valparaíso al ser bombardeado éste por las fuerzas navales españolas. Por ser el jefe más antiguo y tai vez el más capacitado, por su larga carrera, pzra organizar y con- ducir Jas tropas en la guerra, fue nombrado, el 8 de abril dc 1879, en el cargo de General en Jefe del Ejército de opcracio- nes. Su desempeño en el cumplimiento de estas funcjories fue Lri- Ilante, pero luego, en el mes de julio de ese año, renunció 3 SU

cargo, debido a que el Consejo de Ministros resolvió ejercer di- rectamente la autoridad en el teatro de operaciones, nombrando clelcgados a Domingo Santa María y Rafael Sotomayor.

2.-Baquedano GonzáIez, Manuel. Nació en Santiago en 1826. Hijo del general Fernando Baquedano, heredó de su pa- dre una profunda predilección p o ~ las armas. A los 12 se embar- có en la expedición contra la Confederación Perú-Boliviana (1838). ParticipO en Loncomil!a (1851 ) y luego en la revolucióri del año 1859, en defensa de la ley y del gobierno. Al estallar la Gue- rra del Pacífico partió al norte con el cargo de Comandante Ge-

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neral de Caballería. Con motivo del retiro del general Escala, fue nombrado interinamente General en Jefe del Ejército (marzo de 1880). La inteligencia y la audacia de Baquedano llevaron a Chi- le a la victoria final en el conflicto. Al finalizar el período cons- titucional de Aníbal Pinto fue proclamado candidato a la presi- dencia de la República, pero renunció a dicha postulación.

Falleció en Santiago el 30 de noviembre de 1897. 3.-Dávila Larraín, Vicente. Nació en 1837. Siguió la carre-

ra de leyes, recibiendo su título de abogado en 1868. Fue una g rm figura nacional, no tanto como diputado o ministro, sino co- mo Intendente General del Ejército en 1879. A él se debe la or- ganización interna y económica del ejército, y en ese car' acter su recuerdo perdura en la memoria pública. En aquel cargo reveló dotes de organizador, de economista y de gran patriota.

En 1890 figuró entre los dirigentes del partido liberal y fue colnisionado para arreglar las bases de la convención que de- bía proclamar el candidato liberal a la presidencia. Firmó el acta dc 13 deposición de Balmaceda. Fue ministro de Obras Públicas en dos ocasiones, en los años 1882 y i892.

4.-Echaurren Huidobro, Francisco. Se inició en la vida pú- blica en 1861, siendo parlamentario de Quillota. En 1865 fun- dó el diario "La República", que sostuvo-la fusión liberal-conser- vadora que apoyó a don José J. Pérez. Fue Intendente de San- tiago y Valparaíso y ministro de Guerra y Marina (1868-1870).

Al estallar la Guerra del Pacifico se creó la Intendencia y Comisaría General del Ejército y Marina en campaña y fue nom- brado para desempeñar esas funciones, las más importantes, sin duda, en los preliminares del conflicto. Ocupó este cargo con su habitual circunspección y activihd, realizando la movilización de todos los pertrechos que requería el ejército de ocupación en An- tofagasta. Renunció a su puesto en agosto de 1879; falleció en 1903 s la edad de 85 años.

5.-Escala Dávila, Erasmo. Siendo aún muy joven ingresó a la Escuela Militar. Participó en la revolución de 1851, en el grado de capitán, contra el sublevado Batallón Valdivia, recibien- do una medalla de oro por su heroísmo. Luego, siempre en de-

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feilsa de los principios autoritarios del gobierno, sc Latió cn 13 Sfitalla de Loncomilla ( 8-XII-185 1 ) , donde sufrió la pérdida del brazo derecho. En 1866 toinó parte en Valparaíso contra el bom- bvrdeo español.

En los camicnzos de la Guerra del Pacífico fue ilombradc Comandante General de Infantería del Ejército del Norte y a fi- ncs de julio de 1879, en coilsideiación a la renuncia del genera! Artenga, recibió la orden de hacerse cargo del Comando en Jefe del Ejército. Luego, serias dificultades con el ministro Sotoixayor ocasionaron la renuncia de Escala en marzo de 1880.

6.-Lagos Marchant, Pedro. Nació en Chillán en 1832. Des- de su niñez ambicionó abrazar la carrera de las armas, pero se encoiltró con el tropiezo que su fainilia carecía de recursos para afrontar los gastos de estudios. Fue por eso que sólo pudo en- rolarse eil la Escuela de Cabos eil 1846. Pero rápidamente 10grCi ascensos debido a su gran capacidad de estudios e intachable con- ducta. Fue nombrado subteniente a fines de 1850, destacSndose en las revo!uciones de los años 1851 y 1859 en defensa de la ley.

EII 1879 fue nombrado Comandante del Regimiento Santi2- SO, puesto en el que lo sorprendió el estallido de la Guerra del Padfico. 1-uego, en abril de 1880, ocupó el cargo de primer ayu- dante del general Manuel Baquedano, pero fue en el asalto al Morro de Arica donde culminó su brillante personalidad.

Ascendió a general en 1881, y más tarde fue elegido dipu- tado y Comandante General de Armas de Santiago. Murió el 18 de enero de 1884. - +

-/.-Lira, Másimo. Nació en Santiago en 1845. Fue diputa- do electo en 1873 y en 1879; al iniciarse el conflicto contra Pe- rú y Bolivia fue nombrado secretario del Intendente General del Ejército, don Francisco Echaurren, y luego pasó a servir la secre- taria del general Manuel Baquedano.

Escribió numerosas obras literarias: "Los jesuítas y sus de- tractores" (1870); "A orillas del Bío-Bío" (1870), y "Espía del mar" (1868).

S.-Pérez de Arce, Hermógenes. Comenzó siendo profesor d r escuela primaria en Castro, luego profesor secundario en el Liceo

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de Valdivia en 1865, para posteriormente asumir el cargo de Go- bernador de Castro.

Durante la Guerra del Pacífico desempeñó, en 1880, el puec- to de delegado de la Intendencia del Ejército y en su tarea or- ganizó el embarque de víveres, municiones y tropas que marchó desde Arica a Lurín y Pisco. Fue administrador de aduanas en el Callao y en Lima, jefe político. En las postrimerías del pobierno de Santa María desempeñó el cargo de ministro de Hacienda. Publicó en 1884 una notable obra titulada "El administrador pú- blico".

9.-Pinto Garnlendia, Anibal. Nació en Santiago en 1825 y fueron sus padres el ex presidente Francisco Antonio Pinto y do- ña Luisa Garmendia. Fue discípulo de Andrés Bdlo, de quien adquirió una vasta cultura. Desempeñó numerosos argos diplo- rnáticos. En 1876 fue elegido Presidente de la República para ciimplir un período constitucional de cinco años (1876-1881).

En su gobierno tuvo que afrontar duros problemas interna- cionales, por la Guerra del Pacifico y la cuestión de límites con Argentina. Murió en 1884.

10.-Saavedra Rodríguez, Cornelio. Nació en Santiago en 1521. Ingresó al ejército como subteniente en 1837. En 1848 se retiró, pero rolvió en 1857 como agregado al Estado Mayor y el mismo año fue nombrado Intendente y Comandante General de Armas de la provincia de Arauco. Participó en la guerra civil de 1551. Intervino en defensa del gobierno en la revolución del 3 cls abril de 1859, contra José Miguel Carrera y Fontecilla. Lile- go de sofocar un levantamiento eil Valparaíso, después de la muerte de Vidaurre Leal, fue Intendente y Comandante Geiler~l de Armas de ese puerto. En la guerra con España ( 1865-66) fue Coniandante General de Armas de Arauco y Lautaro. Fundó CU- raco, Collipulli, etc. Fue diputado desde 1861-70 por diversas provincias. Desde 1878-79 fue ministro de Guerra y Marina. Ac- tu6 como inspector delegado del Ejército (1880) e inspector ge- neral del Ejército (1881). Participó en las batallas de Miraflores y Chorrillos. Logró pacificar la Araucanía hasta Villairica ( 1882 ). Murió en Santiago el 7 de abril de 1891.

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11 .-Santa María González, Doiningo. Nació en Santiago en 1825 en el seno de una antigua familia colonial. Obtuvo su tí- tulo de abogado y luego ingresó al partido liberal, siendo un des- tacado militante de su grilpo político. En 1881 resultó elegido Presidente de la República, cargo que ocupó hasta 1886. Dio tér- mino a la Guerra del Pacífico en 1884, promulgó el tratado de !imites con Argentina ( 1881 ) e impulsó la pacificación dc !a Araucanía. Murió en 1888.

12.-Sotomayor Barra, Emilio. Nacido en 1826, manifestó desde su niñez sus deseos de servir a su patria en el ejército. En 1830 ingresó como subteniente al Regimiento de Artillería. Pnr- ticipó en 12 campaña de la provincis de Coquimbo, combate de Petorca y en el sitio de La Serena (1851-52).

En 1868 fue destinado a la dirección de la Escuela hlilitar, en dicho cargo lo encontró el estallido de la guerra contra Pciíi p Bolivia. En abril de 1879 el gobierno lo designó Con~andante General de Reservas. Luego el general Escala propuso su norn- bre CQIIIO Jefe de Estado Mayor del Ejército, cargo que decem- peñó con inusitado fervor hasta el triunfo de Dolores. En la cá~il- paña a Liina dirigió la 2? División en las gloriosas batallas cle Chorrillos y Miraflores. Fue el primer jefe político en Lima d:i- rante la ocupación de esa ciudad hasta que Baquedano regresó a Chile. Obtuvo su retiro absoluto con cuarenta años de brillantes servicios en 1888. Falleció en Santiago en 1894.

13 .-Sotomayor Barra, Rafael. Nació en Melipilla en 1822. Cursó leyes en el Instituto y en la Universidad, donde obtuvo su título en 1845. Graduado doctor en leyes,- se le nombró se- cretario de la Intendencia de Maule y luego juez de letras e11 Concepción. Participó en 1851 en la lucha contra la revuelta del sur. Fue Intendente de Maule y después de Concepción. Fue mi- nistro de Justicia en el gobierno de Manuel Montt, quien poste- riornlcnte lo desigiió Superintendente en la Casa de Moneda.

En 1877 asumió el Ministerio de Hacienda, y cuando se produjo la Guerra del Pacífico ocupó el puesto de secretario del contraalmirante Juan Williams Rebolledo. Al ser apresado el bu- que enemigo "Rímac" fue nombrado ministro en campaña. Tuvo

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ardua labor en el desembarco de Pisapua y en los preparativos de la campaña de Tacna.

En plena guerra, el 20 de marzo de 1880, falleció debido a un abrumador agotamiento físico por la brillante y patriótica labor cumplida.

14.-Vergara Echevers, José Francisco. Nació en Colina el 10 de octubre de 1833. Hijo de José María Vergara Albano y de Carmen Echevers. Se graduó de ingeniero en 1866. Hizo la Gue- rra del Pacífico y sostuvo el Combate de Germania. Fue nom- brado ministro de Guerra y Marina en campaña el 15 de julio de 1880. Participó en la campaña de Lima y en Chorrillos y Mi- raflores. A su regreso fue nombrado ministro del Interior el 18 de septiembre de 1881, por el presidente Domingo Santa María. Falleció en Viña del Mar el 15 de febrero de 1889.

BIBLIOGRAFIA PARA LAS "BIOGRAFIAS"

1. DE LA CUADRA, LUIS Album del Ejército Chileno. Valparaíso, 1877.

2. FIGUEROA, PEDRO PABLO Diccionario Biográfico de Chile. Santiago, 1897. 4 Tomos.

3. FTGUEROA, VIRGILIO Diccionario Histórico y Biográfico de Chile. Santiago, 1929. 1 Tomos.

3 FUENTES, JORDI Y CORTES, LTA Diccionario Histdrico de Cliile. Editorial del Pacífico. Saiitiago, 1966.

5. POBLETE M., RAFAEL Monografías de los generales que actuaron como Comandantes Superio- res del ejército y coino Jefes de Estado Mayor en la campaña de 1879. 1853. Santiago, 1920.

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BREVE VOCABULARIO DE TECNICISMOS MILITARES (Einpleados especialmente en la campaña 1879-1884)

ABASTECIMIENTOS: acción de abastecer o proveer de víveres, munición, material sanitario, etc. a un ejírcito de operaciones, es decir, dar todos los medios materiales necesarios al combatiente.

ACARREO: transportar los medios materiales a las tropas. ACOPIO: provisión. Reunión de víveres, forrajes, etc. para consumos im-

previstos que se mantienen en un3 instalación. ADMINISTRACION: dirección y cuidado de los bienes del ejército. ALMACENES DE VIVERES: instalaciones destinadas a acumular y cus-

todiar los víveres de las tropas. ARRANCHARSE: acudir a un casino para comer. BAGAJE: equipaje militar del soldado. BASTIhIENTOS: víveres para el abastecimiento del ej6rcito. Artículos,

elementos, etc. susceptibles de ser acarreados por las tropas. BATALLON: unidad táctica compuesta de elementos bélicos de una niism3

qma. Ej. Batallón de infantería, de Ingenieros, etc. CAMPARA: conjunto de operaciones que practica un ejército. EspediciGn

militar. CARL~MAYOLA: vasija de metal con que llevaban agua las tropas en

campaña. COMBATE: acción de guerra que se produce entre dos adversarios de pro-

porciones numéricas pequeñas. COMISARIO: empleado del ejercito que cumplía funciones administrativas. CONCENTRACION: reunión de todos los efectivos militares con el objeto

de iniciar una campaña. CONTRIBUCION DE GUERRA: recursos de todo orden que los habitan-

tes de un país ocupado están obligados a entregar para el sostenimiento del ejército de ocupación.

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DIVISION: unidad cperativa mayor cornpucsta ~ i c unidndes de diferentes armas.

DOTACION: el personal o material que le corresponde a una Unidad o Repartición del ejército.

EFECTIVOS: número de hombres que compone alguna Unidad del ejército. ESPLOTACION DE ZONA: aprovechamiento de los recursos de una rc-

gión con el objeto de atender lzs necesidades de la tropa, en lo relativo a locales, vehículos, productos, etc.

FORRAJES: alimento del ganado (grano, pasto, etc.) . GUARNICION: zona cuya jurisdicción depende de un jefe militar. Tropa

que defiende una plaza. INTENDENCIA: cargo o funciones de un oficial de Intendencia, que ges-

tiona o ejecuta la administración militar. LOGISTICA: ciencia militar que trata del abasteciinientio (Intendcncis, sa-

nidad, veterinaria, material de guerra, transportes, etc.) de las tropas combatientes, a fin de mantenerles la eficiencia de combate.

MOCHILA: caja que J le~a el soldado y que condiice sus útiles de campaña. MORRAL: saco de tela que compone el equipo del soldado. hlOVILIZACION: es el paso del estado de paz al de guerra. OPERACIONES: conjunto de los medios de guerra (maniobras, expedicio-

nes, combate, campamentos, etc.) que se ponen en juego para conse- guir el fin de una campaña o de un plan estratégico preexistente.

PARQUES: recinto donde se custodian las municiones y medios de com- bate.

PERTRECHOS: conjunto de municiones, armas y demás instninientos ne- cesiirios para el uso de las tropas.

PORCION: cantidad de alimento que se da diariamente al soldado. PORCION DE CAMPmA: cantidad diaria de víveres que debe recibir el

soldado en campaña. PORCION DE RESERVA: víveres secos que debr llevar coasigo el so!dado

y que consumirá sólo en casos de absoluta necesidad. PROVEER: abastecer o suniinistrar lo necesario. PROVISION: acción de proveer de víveres, forrajes, etc. RACION: cantidad de alimentos que se da diariamente al ganado. RACION DE CAMPARA: cantidad diaria de forraje que debe recibir el

gansdo en campañz.

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RACION DE RESERVA: aquella que se mantiene para cubrir las neccsi- dades imprevistas.

RANCHO: la comida de la tropa en el cuartel o en campaña. RECUA: conjunto de animales de carga. REQUISICION: petición hecha por la autorídad del ejercito de operacio-

nes, con el objeto de disponer de los recursos de la región invadida (caballos, ganado, carros, forrajes, etc.) para satisfacer Ias necesidades urgentes de la guerra.

SERVICIOS: organismo encargado de posibilitar el desarrollo de los opera- ciones, atendiendo a las necesidades materiales y al mantenimiento de la capacidad combativa de las tropas. No actúa coercitivamente contra el enemigo. ,

TROPAS DE COMBATE: unidades destinadas al choque con el adversario. Se diferencia de las tropas de los servicios en que -generalmente- nc combaten por tener éstas una misión de apoyo.

UNIDAD: nombre genérico con que se designa un completo orgánico mi- litar de organización estable.

VITUALLAS: víveres, bastimentos. VIVAC: campamento militar. Alojamiento de las tropas en campo abierto.

BIBLIOGRAFIA PARA EL' "BREVE VOCABULARIO DE TECNICISMOS MILITIIRES"

1. KAPLAN C., OSCAR Diccionario Militar. Imp. Instituto Geográfico Militar. Santiago, 194-1.

2. REGLAMENTO DE CONDUCCION DE OPERACIONES. R.I.C.1. Comando en Jefe del Ejército. Santiago, 1962.

3. REGLAMENTO DE INSTRUCCTON "OPERACIONES. SERVZ- CIOS'. Comando en Jefe del Ejército. Santiago, 1963.

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