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UNMSM 207 No hay noche ni día en Lima. Entre la niebla es difícil saber quién te habla, quién te ama, quién te escupe Cesáreo Martínez 1 A rrastrando penosamente sus 464 años de existencia y con una carga humana, según el INEI, de 7 millones 350 mil habitantes, la ciu- dad de Lima llega al año 2000 converti- da en un verdadero monstruo urbano, con todos los males y padecimientos de una urbe que surgió y se desarrolló de espaldas al país, pero que, paradójica- mente, hoy resume en su existencia to- dos los problemas económicos y socia- les del Perú realmente existente. Como Valdelomar, en la época de oro del «Palais Concert», ahora pode- mos exclamar que «El Perú es Lima» 2 ; pero, como Salazar Bondy, podríamos también decir que Lima no ha dejado de ser «la horrible» 3 , porque la «bestia de un millón de cabezas», como la sentía el personaje central de un olvidado cuen- to de Congrains 4 , ha seguido creciendo, sin orden ni concierto, aunque siga lle- vando un nombre «con sabor a mujer» 5 y para algunos, en su forma y desde le- jos, evoque «las nalgas de una donce- lla» 6 . Que el Centro Histórico de la ciu- dad ya no semeje «un gigantesco me- rendero» 7 o que en su interior, muy cerca LIMA: UN MONSTRUO CON NOMBRE DE MUJER ALBERTO MOSQUERA MOQUILLAZA* CULTURA PERUANA * Antropólogo, con estudios de Maestría en Historia de la Filosofía. Profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNMSM, miembro del Instituto de Investigaciones Económicas. E-mail: [email protected] RESUMEN El autor presenta observaciones y reflexiones sobre los cambios en el ambiente económico, social y cultural de Lima.

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No hay noche ni día en Lima.Entre la niebla es difícil saberquién te habla, quién te ama,quién te escupe

Cesáreo Martínez1

Arrastrando penosamente sus 464años de existencia y con unacarga humana, según el INEI,

de 7 millones 350 mil habitantes, la ciu-dad de Lima llega al año 2000 converti-da en un verdadero monstruo urbano,con todos los males y padecimientos deuna urbe que surgió y se desarrolló deespaldas al país, pero que, paradójica-mente, hoy resume en su existencia to-dos los problemas económicos y socia-les del Perú realmente existente.

Como Valdelomar, en la época deoro del «Palais Concert», ahora pode-mos exclamar que «El Perú es Lima»2 ;pero, como Salazar Bondy, podríamostambién decir que Lima no ha dejado deser «la horrible»3 , porque la «bestia deun millón de cabezas», como la sentíael personaje central de un olvidado cuen-to de Congrains4 , ha seguido creciendo,sin orden ni concierto, aunque siga lle-vando un nombre «con sabor a mujer»5

y para algunos, en su forma y desde le-jos, evoque «las nalgas de una donce-lla»6 .

Que el Centro Histórico de la ciu-dad ya no semeje «un gigantesco me-rendero»7 o que en su interior, muy cerca

LIMA: UN MONSTRUOCON NOMBRE DE MUJER

ALBERTO MOSQUERA MOQUILLAZA*

CULTURA PERUANA

* Antropólogo, con estudios de Maestría en Historia de la Filosofía. Profesor dela Facultad de Ciencias Económicas de la UNMSM, miembro del Instituto deInvestigaciones Económicas. E-mail: [email protected]

RESUMENEl autor presenta observaciones y reflexiones sobre los cambios

en el ambiente económico, social y cultural de Lima.

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de la Plaza Mayor, se hayan instaladoalgunos cafés y librerías de estirpemiraflorina como expresión concreta dela recuperación de espacios físicos has-ta hace poco anarquizados por la ventaambulatoria, significa bastante para elornato y el turismo, pero muy poco parala hipertrofiada ciudad, cuyos principa-les latidos hoy se ubican en los conos.Claro está, sin desmerecer las vivenciasy problemas de los tradicionales y

tugurizados barrios limeños, en cu-yos infrahumanos ambientes coha-bitan humildes trabajadores contodas las variedades de delincuen-tes, prostitutas, drogadictos ypandilleros juveniles.

Lo ha dicho un veterano es-tudioso de la ciudad: la nueva Limaestá en los Pueblos Jóvenes8 ; enlos millones de hombres y muje-res, migrantes o hijos de migrantesque los habitan, que desde sus po-brezas y estrecheces materiales hanpintado de mil colores la tradicio-nal ciudad gris, de valsecitos plañi-deros, añoranzas y cursilerías pe-queño burguesas. Sólo para refe-rencia: los distritos de San Juan deLurigancho, Comas y Villa El Sal-vador, con sus más de 690 000,446 000 y 326 000 habitantes res-pectivamente, son algo así como losverdaderos pulmones de la gran ciu-dad provinciana en que se ha con-vertido la capital de la República.

Algo más, en Lima Metropolita-na, que incluye el Callao, ninguno de sus49 distritos tiene menos de 100 000 ha-bitantes y en ellos, hacia 1997, se ubica-ban mil 980 asentamientos humanos, 637de los cuales estaban en el Cono Sur,549 en el Norte, 573 en el Este, mien-tras que los restantes 221 se situaban enel resto de la ciudad. En estos conos, aligual que en los hacinados barrioslimeños se refugian la pobreza y la mi-seria, y también toda la gama lumpe-

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P.J. Mi Perú, Ventanilla. Foto: Elba Vásquez Vargas

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nesca que caracteriza hoy a Lima y quela ha convertido en una de las ciudadesmás peligrosas del Continente. De ahíque en la lucha por la sobrevivencia di-chas poblaciones hayan sido las impul-soras de los Clubes de Madres, Comitésde Vasos de Leche, Comedores Popula-res, Wawa Wasi y otras entidades simi-lares, de las cuales 17 358 están regis-tradas como beneficiarias de laayuda brindada por los Munici-pios capitalinos y el GobiernoCentral.9 Como también, en de-fensa de su seguridad, hayanpromovido la autodefensa veci-nal y los linchamientos de los de-lincuentes.

CONTRASTES HISTÓRI-COS

Porque si socialmenteLima puede mostrar un sectorA, con un nivel de ingresos fa-miliar mensual, en 1999, de3 319 dólares, del mismo modopuede mostrar el recientementecreado sector E, donde en elmejor de los casos se puede con-tabilizar un ingreso diario de 10soles, a ser compartidos por cua-tro o cinco personas. Son los mi-serables, desempleados y sub-empleados, que viven entre car-tones, maderas y latas en loscerros alejados de los PueblosJóvenes, sin luz ni agua, ni bañoy donde la yerba luisa o el agua

con azúcar reemplazan cotidianamentea la leche.1 0

Por esas ironías de la vida, sólocomprensibles en el marco del desen-volvimiento del capitalismo en el Perú,esas poblaciones pauperizadas no gozan

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Pasaje St. Rosa, Lima. Foto: Elba Vásquez Vargas

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de los beneficios que aporta la concen-tración del capital, el trabajo y los servi-cios en los espacios limeños. SegúnEfraín Gonzáles de Olarte, en 1997, enLima se generaba el 55% del ingresonacional, la banca comercial colocaba el75% de sus préstamos, se producía el48% del PBI nacional y el 70% del PBIindustrial y se localizaban el 60% de losservicios.1 1 Nada de esto tiene sentidopara quienes viven hundidos en la po-breza o en la miseria, como tampoco lotiene la pregonada modernidad, que lessuena simplemente a lata.

Aunque debemos anotar que des-de su fundación Lima ha sido una ciu-dad de agudas oposiciones. De Tauli-chuscu, el curaca comarcano que reci-bió a Pizarro y discutió con él sobre lasuerte de sus súbditos, hoy sólo quedauna mole de piedra para el recuerdo. Losconquistadores que se hicieron vecinosde Lima, despojando a los indios de suscampos y riegos, se convirtieron tem-pranamente en prósperos y ricosencomenderos, mientras que las hues-tes del curaca tuvieron poco margen demaniobra: o la encomienda, o la fuga,para ser posteriormente reducidas en «ElCercado» de Lima, en tanto que los ne-gros iban a dar con sus huesos a lo queahora es el Rímac.

Y así ha sido siempre, aunque alas diferencias en el tiempo tengamos queañadir las del espacio físico ocupado porlos sectores sociales enfrentados. En elsiglo XX, conforme el centro de Lima

iba tugurizándose por la creciente pre-sencia provinciana, los grandes propie-tarios fueron marchando hacia el Sur,dejando la impronta de su afran-cesamiento en los procesos de moderni-zación urbanística que impulsaron. Apesar del tiempo transcurrido y de unvisible deterioro, vías como La Colme-na, el Paseo Colón, las Plazas 2 de Mayoy Bolognesi o el propio Jirón de la Unión,presentan todavía las huellas del faustoy boato de una clase de costumbres in-glesas y francesas, pero que en esencia,económica, mental y espiritualmente,seguía anclada en el pasado colonial his-pano, por ende, negándose tercamentea aceptar que el Perú era mucho másque los jirones, alamedas y huertas pordonde cotidianamente retozaban.1 2

San Isidro y Barranco se consti-tuyeron en los primeros refugios de estaaristocracia en fuga, para finalmente serLas Casuarinas, La Molina, Cieneguillao La Planicie, los reductos urbanos dela burguesía que emergió en las últimasdécadas; en tanto que barrios como LaVictoria, Barrios Altos o el Rímac, ensus callejones y caserones venidos a me-nos, mantuvieron y recrearon sus oríge-nes populares, de tintes indígenas, ne-gros o mestizos, como la empleocraciaemergente y blanca fue dando vida aMiraflores o Lince. La urbe creció así acosta de las áreas rurales de Lima: don-de antes hubieron fundos se fue sem-brando aceleradamente cemento. No envano, entre 1940 y el presente, la pobla-ción limeña se ha multiplicado en 11 ve-

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ces mientras que las fronteras de la urbehan rebasado los valles de los ríos Chi-llón y Lurín.

LA LIMA QUE SE FUE

El drástico cambio de Lima, pro-cesado en las últimas décadas, ha veni-do principalmente de los sectores popu-lares de origen provinciano, que han to-mado prácticamente la ciudad por asal-to, construyéndola, ordenándola yreordenándola a su modo, desde lostugurios y caserones limeños hasta losarenales, cerros, sembríos de pan llevar,lechos secos de ríos, ladrilleras abando-nadas y todo cuanto espacio fuera nece-sario para habitar.

Vinieron para cambiar de vida,huyendo de la crisis del agro y de lamarginación social. Y lo hicieron a cos-ta del conservadurismo de la poblacióncriolla de Lima, que hasta los años 50 y60 del presente siglo no dejó de mirar elpasado, bajo el criterio de «que todotiempo pasado fue mejor». Aristocraciay plebe se confundían de este modo ensus añoranzas, gustos y sueños de gran-deza, a pesar de que ya había sonado lahora de la vieja oligarquía, golpeada porla crisis, la emergencia de nuevas capasburguesas y la radicalidad de los jóve-nes e intelectuales progresistas que exi-gían el cambio de las reglas de juegoimpuestas por la economía primario-exportadora. Corriente renovadora que

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P.J.Los Eucaliptos, Puente Piedra. Foto: Elba Vásquez Vargas

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en el contexto de un mayor desarrollode las actividades capitalistas, producti-vas y de servicios1 3, iba modificandolentamente el casco urbano de Lima.

El paternalismo, el clientelaje y elcaudillismo de los primeros tiempos dela República, seguía campeando en lasrelaciones entre los de arriba y los deabajo en una democracia de ficción,siempre bendecida por el culto religiosooficial al son de guitarras y castañuelas,en actos donde no podía faltar el pisco yel cebiche, los anticuchos y picarones,para ser verdaderamente limeños y crio-llos. En la percepción de los de arriba,en su búsqueda de clientelas, esto últi-mo era sumamente importante. Habíaque demostrar, aunque sea hipó-critamente, gusto por la canción criolla,por los potajes, bebidas y cultos delmismo signo. Y así se hizo. Finalmente,con la institucionalización de la limosnadominical, el té de caridad, o la ayudaasistencial a los menesterosos limeños,a cargo de las esposas y amigas de losmandatarios, la conciencia individual yla «responsabilidad» de los gobernantesde turno quedaba totalmente zanjada.

Eran los tiempos de la radio, delos programas en vivo, y de los publi-citados concursos de belleza, que nospermitieron contar, en la segunda mitadde los años 50, con una Miss Universoque alborotaría el cotarro limeño, alimen-tando el imaginario popular, que teníaen las radionovelas, el cine mejicano, losboleros y guarachas de la época, o en

los futbolistas de los clubes Alianza Limay Universitario de Deportes, sus mejo-res fuentes de ensueño. Aunque de cuan-do en cuando, especialmente en los ca-llejones de los Barrios Altos, los robosde «El Guta», «Tatán» y «La Rayo»,célebres delincuentes de esos lares en-grosaran el imaginario de esa pobla-ción.1 4

Lo más atrevido que Lima teníaentonces eran sus noches. Bares, boitesy prostíbulos violentaban la tradicionalcucufatería limeña y los hechos que ahíocurrían nutrían las primeras planas delos periódicos capitalinos, que crearonsecciones especializadas para satisfacerla creciente demanda de lectores ávidosde saber los secretos de las nochesputañeras y de sus protagonistas: can-tantes, striptiseras demoniacas, bohemiosempedernidos, play boys enamorados dealguna copetinera de nota, etcétera. Enestos escenarios, Mario Vargas Llosa,colegial aún, hizo sus primeras armasperiodísticas, experiencias visibles, a pe-sar de «los inevitables maquillajes y aña-didos», en la laureada «Conversaciónen la Catedral»1 5; en tanto que AlfredoBryce Echenique, en el «Negro Negro»no se cansaba de imitar a Daniel Santosy Nat King Cole, mientras hacía bailaral pintor Sérvulo Gutierrez.1 6

La noche fue también la grancómplice de los pandilleros clase-medieros de los años 60, que bajo el in-flujo del rock norteamericano y de pelí-culas del tipo de “Nido de Ratas” y “Re-

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belde Sin Causa” hacían de las suyas encalles y plazas de la capital, caminandosiempre al filo del bien y del mal.Oswaldo Reynoso, en “Los Inocentes”y en “Octubre no hay milagros” ha ca-racterizado bien a esos jóvenes que es-candalizaron la todavía pacata sociedadlimeña.

LA NUEVA LIMA

Con la presencia de los migrantesLima fue refundada. Sin ningún tipo devinculación ideológica con el pasado co-lonial limeño, los nuevos conquistado-res fueron implacables, no sólo inva-dieron, para vivir, los alrededores de la

capital, comenzando con los cerros SanCristóbal o San Cosme y las márgenesdel río Rímac, sino que el mismo centrolimeño, símbolo de la vieja y añoradaLima, fue irrespetuosamente capturadopara subsistir, ante el espanto de los co-merciantes y defensores del ornato mu-nicipal.

Es ahora intrascendente que, lue-go de largos años, el Centro Históricohaya sido recuperado por el MunicipioProvincial. Los comerciantes que mejoraprovecharon la capitalización informallucen ahora sus banderas triunfales engalerías, corralones adaptados para elmercadeo y campos feriales organizados

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Puente Piedra. Foto: Elba Vásquez Vargas

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por los municipios. Gamarra es el gransímbolo de su progreso y la mejor de-mostración de su capacidad paraadecuarse a las reglas del mercado y delmarketing, sin dejar de ser provincianos,con la suficiente audacia para combinaren esos espacios sus carnavales, inclui-do el cortamonte, o el culto a los santospatrones de sus comarcas, con los es-pectáculos de artistas y modelos de lafarándula capitalina.

Lo mismo puede decirse de losempresarios de los conos de la gran ca-pital. Surgieron desde abajo, pero con laintermediación financiera de las ONG,Cajas de Crédito Municipal, Cooperati-vas de Ahorro y Crédito y otros orga-nismos financieros no bancarios, han lo-grado salir adelante. Quedaron atrás lostiempos del mero asistencialismo; hoy,para hacerse beneficiarios del apoyo cre-diticio tienen que demostrar capacidadempresarial y lo están logrando, comoque están multiplicando y diversificandosus intereses, instalando centros de ex-posiciones y venta de sus productos, fe-rias artesanales, etcétera, habiendo in-cluso ingresado al campo de la exporta-ción no tradicional y de la recreaciónnoctámbula, al mejor estilo de las no-ches barranquinas o miraflorinas. Larecesión es ahora su peor enemigo, yano lo es la desconfianza que había enellos.

Por esto es que podemos afirmar,sin temor a equivocarnos, que losmigrantes han vencido todos y cada uno

de los escollos que la vieja sociedadlimeña les puso al frente. Unos son yaempresarios de gran horizonte, otros vancamino de serlo, los terceros están pe-leando aún con municipales y policías,mientras que los últimos, a pesar de supobreza se sienten felices porque hanvencido al cerro, como literalmente lodice una exitosa canción de “LosMojarra”: con voz de piedra, comba,fuerza y sudor/van doblegando el gigan-te piedrón/golpe a golpe en un solo lu-gar/con la certeza que será su hogar(Sarita Colonia).

Unos y otros se han enseñoreadoen la capital, al tomarla desde adentro,cual modernos caballos de troya, ypigmentarla material y espiritualmente,teniendo como transfondo sus relacio-nes y experiencias andinas, aclimatadascreativamente a las necesidades y retosde la agreste urbe, a las exigencias delmercado y de la tecnología, sin cerrarsea otras vivencias de modernización in-cluyendo las foráneas, todas ellas en-cuadradas en sus propios marcosreferenciales.

Es la cultura chicha, lo más inno-vador que se haya dado en la vetusta yconservadora Lima, con cuyas armas,particularmente las musicales, los prota-gonistas de este proceso de cambio hancopado radioemisoras, ganado espaciostelevisivos y periodísticos y lo que esmás importante, se han irradiado comouna gigantesca mancha de aceite a lo lar-go y ancho de la capital y de las princi-

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pales ciudades del país, arrastrando ver-daderas multitudes de adeptos. La reno-vación constante es su bandera, con lasque se han infiltrado incluso en ambien-tes de los sectores A y B, de Monterrico,La Planicie y La Molina.1 7

LA FUERZA POLÍTICA

Observando este proceso desdeotra perspectiva, podemos decir que sibien la potencialidad económica, socialy cultural de los nuevos limeños ya nopuede discutirse, políticamente constitu-yen un caudal apetecible, sobre todo porla dirección que éste pueda tomar enlas próximas jornadas electorales. Ya nose trata, aunque los objetivos sean losmismos, de que los candidatos vayanúnicamente a un callejón limeño, a can-tar, bailar o tomarse un pisco paraganarse la clientela política como anta-ño se hacía. Ahora, con la sofisticaciónalcanzada por los sistemas informativosy de comunicación, es posible diseñarestrategias que perfilen mejor esas visi-tas a pueblos, mercados y asentamientoshumanos garantizando su difusión, en elinstante, a todo el territorio nacional. Loque interesa es el marketing, la alternati-va programática es lo de menos.

Aquí se explotan todas las posibi-lidades. No es casual, por ejemplo, quela llamada reina de la technocumbia(leáse música chicha) haya estado ani-mando el cumpleaños del Presidente dela República, o que éste mismo hayapaseado en bicicleta con dos reinas de

belleza: una negra y otra rubia, o tam-bién que en la última semana el mismoPresidente se dedicara a enderezar losentuertos del fútbol profesional, apare-ciendo al lado de un famoso futbolista ydel máximo dirigente de un club depor-tivo de gran arraigo de masas. En cadauno de esos casos se manipula el imagi-nario popular, que hace de los artistas,futbolistas y reinas de belleza símbolosde sus vivencias y aspiraciones cotidia-nas. El aparecer al lado de esos ídoloses ganancia electoral neta, mejor toda-vía si los interesados cantan, bailan, son-ríen bien, acarician criaturas sudorosas,se ensucian manos y pies en el barro olucen las indumentarias de sus potencia-les electores.

En esa estrategia, sin cortapisasde ningún tipo, se manipulan los senti-mientos y afectividades de toda natura-leza. La televisión es el vehículo ideal.No hay comedor popular, por ejemplo,que no tenga un televisor. El resto loponen los talk-show, con truculentas his-torias domésticas, reales o ficticias, y loshumoristas de la calle que han llevado ala pantalla lo que durante muchos añosfueron escenificaciones de calles, plazasy de Pueblos Jóvenes, de cómicos am-bulantes para vendedores ambulantes.Con un rating de muchos puntos el men-saje político, abierto o subliminal, llega-rá sin ningún problema a su público ob-jetivo: los sectores C y D de la pobla-ción capitalina. No debe entonces llamarla atención que el Ministerio de la Presi-dencia se haya constituido en el anun-

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ciante líder de la televisión peruana1 8 oque connotados políticos desfilen regu-larmente por algunos de esos programas,cocinando, contando chistes, imitando omostrando dotes histriónicas.

LA CULTURA LIGHT

Mientras esto ha ocurrido en losespacios creados por los invasores deayer, en otros confines de la capital, alamparo del liberalismo y la globalización,la burguesía y pequeña burguesía emer-gentes, beneficiarias con buenas o ma-las artes - no hay que perder de vista elverdadero origen de fortunas de últimahora- de las nuevas reglas de juego im-puestas por el capital, también están cam-biando a Lima, desde sus singulares ma-neras de concebir el mundo, la sociedady las relaciones con sus semejantes.

En ese sentido, en distritos comoLa Molina, Surco o San Borja, se ob-serva la innovación, aunque en este casolos referentes simbólicos para el cambiosean foráneos. Salvo honrosas excepcio-nes, sus pobladores, particularmente losmás jóvenes, son los patrocinadores dela llamada macdonalización cultural por-que los ejemplos principales vienen deNorteamérica, como la comida chatarra.Casas y edificios, centros comerciales yde distracción, entidades bancarias y fi-nancieras, restaurantes y lugares de ex-pendio de comida rápida, potajes, bebi-das, dietas, vestidos, usos y costumbresetcétera, todo ello lleva la marca de unanueva manera de ser: la llamada cultura

light, signada por la frivolidad y la su-perficialidad, por el momento que sevive, por la virtualidad de un mundo aje-no a nuestra realidad.

Para estos sectores sociales, atra-pados en las redes del consumo aultranza, el río, el puente y la alameda,de la Lima de antaño, no tienen signifi-cado alguno, salvo el efectismo socialde asistir a la Plaza de Acho en algunatarde de toros. Curiosamente y aunquepor snob, esos sectores hoy están máscerca de los Andes. Ya pasó así la modade casarse en el Convento de los Des-calzos porque ahora se prefieren las bo-das costumbristas en algún pueblocusqueño, degustando una pachamancaelaborada al estilo novoandino, vesti-dos a la usanza del lugar, contando conla presencia de los pobladores trajeadoscon sus mejores prendas y el coloridode los fuegos artificiales tan empleadosen las celebraciones provincianas.

Para sus vacaciones, prefierenMiami o alguna isla paradisiaca centro-americana, aunque también acostumbranveranear en las playas del sur de Lima ypara vivir aceleradamente las noches tie-nen ante sí un menú de posibilidades,que se caracterizan por su variedad, cos-mopolitismo, precios y niveles de capri-cho y audacia, circulando entre Mira-flores, Barranco y las discotecas del Surde Lima, aunque de cuando en cuandosuelen darse su vuelta por los conos-donde han surgido establecimientos paravivir a todo dar la juerga nocturna1 9-

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como si se repitiera, al filodel año 2000, las explosi-vas incursiones de los ni-ños engreídos de la Limaseñorial en los callejones deAbajo el Puente.

Estos patrones devida, que en los sectoresarriba descritos aparecencomo singulares, en lossectores medios menosacomodados o empobreci-dos, son máscara, disfraz,de una situación materialno acorde con las costum-bres asumidas como pro-pias. La huachafería de losjóvenes cursi de ayer, havuelto a recrearse bajo elimperio de una sociedad deconsumo, que impele aconsumir para ser, aunqueno se tenga los medios paraello. Y si por ejemplo ayer,como escribía jocosamen-te Héctor Velarde, existíala psicología del super-market, expresada enaquellos que entraban a es-tos establecimientos ha-blando en inglés, con pan-talones sexy en el caso delas mujeres, y guayaberascubanas en el caso de los hombres2 0,hoy podríamos hablar de la psicologíadel celular. Para ser alguien en esta Limade fines de siglo se necesita contar con

un celular, aunque no tengamos a quienllamar, ni el dinero para renovar la tarje-ta de llamadas.

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Puente Piedra. Foto: Elba Vásquez Vargas

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NOTAS

1 MARTINEZ, Cesáreo: El Sordo Cantar deLima, Lima, Ediciones de los lunes, p.103

2 El «Palais Concert» fue una enorme confi-tería que se inauguró en Lima en 1913 yque estaba ubicada en el cruce del Jirónde la Unión y de la hoy avenida Emancipa-ción. Ahí se concentraba lo mejor de laintelectualidad limeña, entre ellos AbrahamValdelomar quien en ese lugar acuñó sucélebre expresión: «El Perú es Lima; Limaes el Jirón de la Unión; el Jirón de la Uniónes el Palais Concert, luego el Perú es elPalais Concert». En la actualidad, como unsigno de nuestros tiempos, en parte de losambientes que ocupara la confitería, fun-ciona la discoteca «Cerebro».

3 SALAZAR BONDY, Sebastián: Lima la Ho-rrible, Lima, Populibros Peruanos, 1964.

4 CONGRAINS, Enrique: El Niño del Junto alCielo. En: Cisneros, Luis Jaime, CuentistasModernos y Contemporáneos, Lima, Patro-nato del Libro Peruano, 1957.

5 PORRAS, Raúl: El Río, El Puente y La Ala-meda, Lima, Munilibros/16, 1987, p.57.

6 AMPUERO, Fernando: Miraflores Melody,Lima, Serconsa Editores, 1979, p.13.

7 En el cuento «Una nueva Era», escrito porCarlos Eduardo Zavaleta el relato se des-envuelve en el centro de la ciudad invadi-da por los vendedores de comida de origenprovinciano, que en su trajinar cotidianovan creando una nueva etapa en el desen-volvimiento de la vieja capital. En: Zava-leta, Carlos, El cielo sin cielo de Lima, Lima,Ed. Munilibros/7, 1986.

8 Para Juan Gunther, la nueva sociedadlimeña no nace en Miraflores ni en San Isi-dro. En: El Comercio, 17 de julio de 1999,A6.

9 Las últimas informaciones sobre la evolu-ción demográfica limeña pueden verse enlas notas de prensa del INEI correspondien-tes al mes de enero de 1999. También pue-de revisarse el Anuario Estadístico de Cuan-to del mismo año.

10 LEVANO, César: Los Nuevos Pobres deLima. En: Caretas Nº 1583, 2 de Setiembrede 1999, p. 14.

11 GONZALES DE OLARTE, Efraín: La Des-centralización en el Perú. En: GONZALESDE OLARTE y otros: Ajuste Estructural enel Perú, Lima, Concytec/IEP, 1997. P. 226.

12 «...el cinematógrafo, los salones de té, losrestaurantes, los courts de tennis y las tem-poradas en Ancón y Chosica han ensan-chado el horizonte social», le decía JuanAntonio Jáuregui y Jaramillo a su madre,connotada matrona limeña en el primercapítulo de una novela escrita al alimón porJosé Gálvez y otros autores de los años 20.Dicha matrona se negaba a aceptar loscambios, añorando las costumbres del pa-sado y a pesar de que «habían dejado deser ricos para ser simplemente acomoda-dos». En: GÁLVEZ, José y otros: Una No-vela Limeña, Lima, UNMSM, p. 16.

13 En un pasaje de «Un Mundo para Julius»se lee: Julius «...llevaba un buen rato de-dicado a mirar como cambia Lima cuandose avanza desde San Isidro hacia laFlorida...todas las Limas que el Mercedesiba atravesando, la Lima de hoy, la de ayer,la que se fue, la que debió irse, la que yaes hora de que se vaya, en fin Lima» En:BRYCE, Alfredo: Un Mundo para Julius,Lima, Mosca Azul/Francisco Campodónico,1987, p. 170.

14 Un ejemplo de lo que afirmamos lo pode-mos encontrar en la declaración de un tes-tigo de la época: «Tatán era de tez clara yojos acaramelados, cabellos ondulados yde estatura promedio 1.70. Gustaba usarbigotes y era bondadoso y dadivoso contodos los vecinos pobres de su barrio, ayu-dando a algunos hasta a pagar su alquilerde vivienda». En: Municipalidad Metropo-litana de Lima, Barrios Altos TradicionesOrales, Lima, 1998, p. 176.

15 VARGAS LLOSA, Mario: El Pez en el agua,Santa Fe de Bogotá, 1993, p.141.

16 «...eran noches de bohemia integrada per-fectamente a mi vida universitaria...yo po-día pasar una noche en blanco y llegar a

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clases a las 8 de la mañana». En Somos Nº605, 11 de Setiembre de 1999, p. 16.

17 Si se lee con atención el mensaje de los pio-neros de la chicha se encontrará una claradiferencia con las letras de las cancionesque hoy están en boga. Ya no hay el himnoa la estera, hoy se canta al amor. Asimismo,la tecnología y la escenografía han cam-biado. Entre el extinto «Chacalón y la nue-va crema» y Rossy War hay diferencias sig-nificativas.

18 El comentarista de televisión, Fernando Vi-vas ha escrito: « En realidad la Tv ya estácontrolada por el Estado y éste la quierecomo la vemos: periodísticamente impoten-te, populistamente tramposa, con cómicosmuertos de hambre y una Laura rabiosa y

campante». En Caretas, Nº 1574, 1 de Ju-lio de 1999, p. 82

19 En la revista de una aerolínea nacional re-cientemente liquidada, se decía que «Unade las cosas que más llama la atención enla vida nocturna limeña es su variada ofer-ta. Para todos hay, como se dice aquí. Ba-rrios, zonas, centros de diversión, estilos yprecios se distribuyen en una gama que in-cluye desde una cena convencional ymodosa para jóvenes yuppies hasta el másdescarnado descenso grunge a los infier-nos». En: Volando, revista de Aeroperú, Nº8, Setiembre/Cctubre de 1995, p.11.

20 VELARDE, Héctor: Antología Humorística,Lima, Ed. Peisa, 1973, p.65

LIMA: UN MONTRUO CON NOMBRE DE MUJER

Puente Piedra. Foto: Elba Vásquez Vargas