jean laplace sj - el camino espiritual a la luz de los ejercicios ignacianos (1)

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  • 7/25/2019 Jean Laplace SJ - El Camino Espiritual a La Luz de Los Ejercicios Ignacianos (1)

    1/130

    C o l e c c i n

    P A S T O R A L

    36

  • 7/25/2019 Jean Laplace SJ - El Camino Espiritual a La Luz de Los Ejercicios Ignacianos (1)

    2/130

    JEAN LAPLACE S. J .

    EL CAMINO ESPIRITUAL

    A LA LUZ DE LOS

    EJERCICIOS IGNACIANOS

    4 7 3 3 7

    9

    F EB Q88

    Editorial S L TERR E

    Santander

  • 7/25/2019 Jean Laplace SJ - El Camino Espiritual a La Luz de Los Ejercicios Ignacianos (1)

    3/130

    Ttulo del original francs:

    Approche spirituelle du mystre

    de

    Dieu dans le Christ travers

    la prire et l exprience des

    xercices

    1984 by Centre de Spiritualit Ignatienne

    Sainte-Foy,

    Qubec

    Canada)

    Traduccin de

    Felipe

    Pardo, S. J.

    1988 by Editorial San Terrae

    Guevara,

    20

    3 9 0 0 1

    Santander

    Con las debidas licencias

    Impreso

    en Espaa. Printed in

    pain

    ISBN: 84-293-0793-1

    Depsito

    Legal: SA. 19 - 1988

    Impreso por:

    Artes

    Grficas Resma

    Prol.

    M. de la Hermida, s/n. 39011 Santander 1988

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    I N D I C E

    Pgs.

    PRESENTACIN, por Jean-Guy Saint-Arnaud, S.J. ... 7

    I.

    PONENCIAS 11

    1.

    La

    gracia

    del acompaante

    13

    2.

    El camino espiritual

    21

    1. Camino bblico 21

    2. Camino ignaciano 24

    3.

    Interaccin de los itinerarios bblico e ignaciano 37

    Conclusin 40

    3.

    La pedagoga espiritual

    43

    1. Pedagoga de la oracin 46

    2. Pedagoga de la libertad 63

    3 .

    Pedagoga de la durabilidad 73

    Conclusin 81

    II.

    MESA REDONDA 83

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    Presentacin

    Los das 15 y 16 de octubre de 1983 se celebraba

    en la sala

    Ges

    de Montral el VII Congreso anual de

    lo s Cahiers

    de

    Spiritualit Ignatienne (Cuadernos de

    Espiritualidad Ignaciana). Un tema realmente fecundo

    y

    una persona de excepcionales recursos atrajeron a ms

    de trescientos cincuenta asistentes, llegados de

    todos

    lo s

    puntos

    de la Provincia y de

    todo

    el Canad.

    Desde el I Congreso, celebrado en 1977, nunca ha

    bamos visto una concurrencia tan numerosa. Induda

    blemente, el renombre y la competencia del

    P. ]ean La-

    place

    tuvieron mucho que ver con el xito de este Con

    greso. El P. Laplace, efectivamente, es muy conocido

    en el

    mundo

    de los Ejercicios

    Espirituales,

    en el que

    l leva

    trabajando desde hace treinta aos.

    Natural de Rouen (Normanda), el P. Laplace in

    gres en 1927 en la Compaa de Jess, donde curs

    lo s

    habituales y largos aos de estudio junto a los PP.

    Jean Danilou y Jacques Guillet. Los comienzos de su

    vida apostlica tuvieron lugar en una casa de formacin

    de la Compaa de Jess, como prefecto de estudios y

    profesor de griego. Hay que ver en estas sus primeras

    actividades una de esas misteriosas preparaciones capa

    ces

    de explicar la singular competencia pedaggica del

    P. Laplace? Su contacto con los Padres Griegos le llev

    a

    colaborar en la coleccin Sources chrtiennes, en la

    que public en 1943 la edicin crtica de los escritos de

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    8

    PRESENT CIN

    san Gregorio de Nisa. Por fin, en 1952 deja el terreno

    de la enseanza y se dedica al ministerio de los

    Ejerci

    cios

    Espirituales y a la promocin de la espiritualidad

    ignaciana.

    Cuando se present en el Ges para pronunciar las

    conferencias que se recogen en estas pginas, el P. La-

    place acababa de concluir en

    Trois-Rivires

    su tanda

    nmero sesenta de Ejercicios de treinta d as . Pero son

    incontables sus restantes tandas de Ejercicios de todo

    tipo, sus retiros, sus conferencias...

    Este

    trabajo apos

    tlico le

    l leva

    a las cuatro partes del mundo y le pone

    en contacto con todo tipo de grupos de la icos,religiosos

    y

    religiosas. Y en medio de todas estas actividades, to

    dava encuentra el P. Laplace tiempo para escribir. Sus

    numerosas publicaciones vienen a completar de manera

    admirable su labor de conferenciante y de acompaan

    te espiritual, proporcionndole una permanencia y un

    radio de accin incalculables.

    Aparte de sus numerosos artculos, sealemos los t

    tulos de sus principales libros:

    Culture at

    Apostolat ,

    1 9 6 0 ; La f emme et la vie consacre,

    1963 (trad. cast.:

    La

    mujer

    y la

    vida consagrada, 1 9 6 6

    2

    ) ;

    La

    direction

    de

    conscience

    et la vie

    spirituelle, 1965;

    Le

    prtre

    la

    recherche de lui-mme,

    1969 (trad. cast.:

    El

    sacerdote,

    1 9 7 0 ) ;

    Une exprience de la vie dans l Esprit,

    1972

    (trad. cast.:

    Diez

    das

    de

    Ejercicios.

    Una

    experiencia

    de

    la

    vida

    en el

    Espri tu, 1 9 8 7 ) ; Discernem ent pour

    un

    temps de crise,

    1978;

    La

    prire,

    dsir et

    rencontre,

    1974

    (trad. cast..-

    La

    oracin:

    bsqueda y

    encuentro,

    197 8

    2

    ) . Actualmente, el P. Laplace ha publicado sus

    Ejercicios con san J u a n , con el ttulo de

    De la

    lumi

    re l amo ur.

    En su concepcin

    inic ial ,

    el Congreso de 1983 pre

    tenda centrarse en el tema de la oracin y los

    Ejercicios

    Espirituales.

    Se trataba de un tema eminentemente fe-

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    PRESENT CIN

    9

    cundo y que haba que preparar debidamente. Con este

    fin se contact con numerossimos ejercitadores a los

    que se invit a reflexionar acerca de

    todo

    cuanto con

    cierne a la oracin en su labor de acompaantes de

    Ejer

    cicios.

    Los frutos de todas estas reflexiones se pusieron

    en comn y fueron examinados durante la sesin de

    anlisis

    de Loretteville, en junio de 1983 (cf. el n. 29

    de Cahiers

    de Spiritualit Ignatienne).

    Por supuesto que

    muchos de los asistentes traan al Congreso preguntas

    concretas acerca de la oracin, sus modos, sus ritmos,

    su evolucin, su contenido, su relacin con la vida...

    Hemos de agradecer al P. Laplace el habernos dado, a

    travs de sus ponencias y de sus reflexiones en los ple

    nos, no slo respuestas precisas a cada una de las pre

    guntas, sino tambin, y sobre todo, lo que l mismo de

    nomina un sentido espiritual, los elementos de una

    sabidura

    que nos permite realizar por nosotros mismos

    lo s

    necesarios discernimientos en relacin con la expe

    riencia de oracin de las personas encomendadas a nues

    tro acompaamiento. A este fin, el P. Laplace

    opt

    por introducir ampliamente el tema inicial y situarlo en

    su obligado contexto del misterio cristiano, de la Escri

    tura y de la Iglesia. De ah la formulacin actual del

    tema del Congreso: Aproximacin espiritual al miste

    rio de Dios en Cristo a travs de la oracin y la expe

    riencia de los Ejercicios. De sabios es saber captar,

    dentro

    de la multiplicidad y complejidad de los elemen

    tos de una realidad, las lneas de fuerza que los agru

    pan y hacen de ellos un conjunto coherente. La flexi

    bilidad y el rigor con que el P. Laplace combina y ar

    moniza los diferentes elementos de la vida espiritual re

    velan, sin ningn gnero de dudas, una asombrosa sabi

    dura espiritual por su parte. Para convencerse de e l lo ,

    basta con leer sus ponencias.

    Tras la ponencia introductoria, vienen dos enjun-

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    10

    PRESENT CIN

    diosas

    disertaciones, seguidas de las reacciones de los

    asistentes en las sesiones plenarias. En su primera y

    breve ponencia, el P. Laplace introduce el tema pre

    sentando, en sus coordenadas esenciales, en qu con

    siste la

    grac ia

    del acompaante: hacer que emerjan

    lo s sentidos espirituales y tratar de poner al Cria

    dor con la criatura. La segunda ponencia se refiere al

    camino espiritual, el de la Biblia y el de los

    Ejercicios,

    as

    como a las relaciones y la interaccin entre ambos.

    Esta segunda ponencia sirve de teln de

    fondo

    a la ter

    cera, que trata de la pedagoga espiritual y aborda ms

    especficamente los problemas concretos de oracin,

    libertad y durabilidad.

    L as dos sesiones plenarias que siguieron a las dos

    ltimas

    ponencias se presentan como una especie de

    repeticiones, en el sentido ignaciano del trmino:

    permiten a los oyentes profundizar y entender mejor la

    abundante materia propuesta por el ponente. La canti

    dad y calidad de las preguntas dirigidas al P. Laplace

    permitirn adivinar al lector de estas pginas el gran ni

    vel de inters y de participacin a que elponente supo

    llevar a su auditorio.

    A l leer los textos, seguramente sorprender la sen

    sacin de flexibilidad, a la vez que de rigor, que de

    ellos

    se desprende. Esta impresin corresponde y remi

    te,

    indudablemente, a la sabidura y vivacidad que ema

    nan de la propia personalidad del P. Laplace y que re

    velan su singular juventud de espritu. Nos vienen ga

    nas de decir de l lo que se deca de Monsieur Pouget:

    Este

    hombre no envejece, sino que rejuvenece.

    JEAN-GUY SAINT-ARNAUD, S.J .

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    PONENCIAS

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    1

    L a

    gracia del acompaante

    Puede

    usted conseguir que en nuestro Congreso

    de 1983 nos beneficiemos de algn

    modo

    de sus treinta

    aos de experiencia?. Esta pregunta del P. Giles Cus-

    son era una invitacin a dar pblicamente cuenta de

    conciencia acerca de mi ministerio.

    Tanto

    ms cuanto

    que la pregunta precisaba: nuestros oyentes estn

    vi

    dos de or hablar de oracin y de experiencia de Dios.

    A s pues, les ofrezco el resultado de algunas reflexiones

    que he hecho en

    torno

    al siguiente

    punto:

    cmo expe

    rimento yo, a travs de la oracin y la experiencia de

    los Ejercicios, la aproximacin al misterio de Dios en

    Jesucristo.

    Presentar estas reflexiones siguiendo una divisin

    m uy sencilla. La materia o el objeto de esa experiencia

    de oracin el camino espiritual segn los Ejercicios

    ser nuestro primer tema. Y el segundo versar sobre

    la manera

    en que los

    Ejercicios

    disponen a esta expe

    riencia o, dicho de otro modo, la pedagoga espiritual

    de este acercamiento a Dios.

    Una constante referencia a la

    Biblia

    subyacer a to

    da nuestra reflexin. Y es que yo no veo cmo podra

    dar los Ejercicios sin referirme constantemente a ella.

    Creo que fue hacia 1958 cuando un sacerdote ejerci

    tante me dijo: Debera usted releer toda la

    Biblia

    con

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    14

    E L C A M I N O E S P I R I T U A L

    ojos de animador de Ejercicios de treinta d a s . As lo

    hice por entonces, y redact un centenar de pginas pa

    ra mi uso personal, en respuesta a una necesidad pro

    fundamente sentida. Y an sigo viviendo de aquellas

    pginas.

    Pero se me ha impuesto una reflexin previa que

    voy a presentaros en esta mi primera charla: entre tan

    ta diversidad de ministerios

    eclesiales ,

    y concretamente

    dentro del ministerio de la Palabra, cmo definir el

    que yo ejerzo por medio de los

    Ejercicios:

    la gracia del

    acompaante?

    A la luz de dos textos que voy a mencionar (uno de

    la 2.

    a

    Anotacin de los Ejercicios y otro, referido a la

    uncin, del captulo 2. de la Primera Carta de Ju a n ) ,yo

    definira la

    grac ia

    del acompaante diciendo que se

    trata de una gracia que ha recibido del Espritu Santo

    para hacer pasar de la cabeza al corazn la Palabra es

    cuchada con fe y producir en quien la recibe frutos de

    vida

    y de accin.

    Esto es lo^que pretende hacer ver la 2.

    a

    Anotacin

    de los Ejercicios. Hay una enseanza que dar: la ma

    teria

    de la meditacin o contemplacin; pero quien la

    transmite debe contentarse con dar una breve o sumaria

    declaracin.Todo lo que se le pide es que se mantenga

    objetivamente fiel a la Palabra. Y es que su finalidad

    ha de ser que esa Palabra recibida con fe se convierta

    en un manantial que brote a travs de la reflexin per

    sonal o la iluminacin de la gracia. El fin no es el mu

    cho saber, sino el sentir y gustar de las cosas inter

    namente,

    pues esto es lo que harta y satisface al ni

    m a y la l leva a cumplir gozosamente la voluntad de

    Dios.

    Y tenemos elotro texto, el de

    1 ]n 2, 20.27:

    E s

    tis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo

    sabis .

    Y ms adelante: La uncin que de El habis recibido

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    L A G R A C I A DEL ACOMPAANTE

    15'

    permanece en vosotros, y no necesitis que nadie os

    ensee... Su uncin os ensea acerca de todas las co

    sa s . Esta uncin no es una enseanza distinta de la de

    Cristo, sino que es esa misma Palabra interiorizada

    mediante la accin del Espritu. El cristiano que se ali

    menta de la Palabra no tiene necesidad de ninguna otra

    enseanza exterior. El Espritu, cuya obra se asemeja

    a la uncin con un aceite que produjera una mancha

    indeleble

    en un vestido, impregna el corazn del cre

    yente de tal manera que ste, por grandes que sean el

    escndalo o las divisiones de las que pueda ser testigo,

    conserva la paz y vive sin ningn temor en este mundo,

    cumpliendo la voluntad de Dios, de la que no se aparta

    un pice.

    De lo que aqu se trata, pues, es de ese sentido es

    piritual comunicado en el bautismo y que pone al cre

    yente en sintona con la Palabra de Dios. A ese sentido

    recurre el verdadero acompaante de los Ejercicios

    pata

    asegurarse de que las palabras que pronuncia son-

    comprendidas. Es conocido el comentario de san Agus

    tn: Repito la Palabra. La explico.Todos vosotros en

    tendis las palabras que utilizo. No obstante, si el

    maestro interior no os da el sentido de lo que os con

    el odo, cuntos de vosotros vais a salir de aqu sin

    haber comprendido nada.. . Tndocti'. Repetirn pa

    labras o ideas, pero no habrn penetrado en la realidad

    evocada por las mismas. No habrn desarrollado ese

    sentido interior que les permitira comprenderlas y vi

    vir de el las. Y, sin embargo, es preciso asimilarlas con

    la

    gracia del Espritu, la cual construye ese sensus fi-

    delium

    del que habla la tradicin teolgica y del que

    bebe el magisterio de la Iglesia para declarar su fe.

    Con ese s e n t i r y con esa uncin relaciono yo

    la

    gracia del acompaante cuando ste poneal ejercitan

    te frente al objeto de su fe. Es

    poco

    frecuente aludir a

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    16

    E L C A M I N O E S P I R I T U A L

    este sentido en el ejercicio del ministerio. Ms bien se

    recela

    de l, por temor a dar pbulo a la ilusin, tan

    fcil

    en este terreno.

    Este

    peligro real no debe, sin em

    bargo, enmascarar el peligro opuesto, igualmente real,

    de la desecacin del corazn ante la verdad revelada.

    En un informe destinado a defender los Ejercicios, que

    eran atacados por algunos telogos, Nadal tuvo en cuen

    ta este peligro, sin duda, cuando dijo que los Ejercicios,

    en aquellos tiempos en que la Escolstica se haba he

    cho

    nocional,

    haban devuelto a la Iglesia los

    sen

    tidos espirituales. La gracia del acompaante consiste,

    pues, en ayudar a que en el corazn de cada cual se

    desarrollen estos sentidos espirituales que permiten sen

    t ir y gustar la realidad divina en lo

    profundo

    del cora

    zn. Lo que fundamenta el valor de este sentido y pre

    serva de posibles excesos es precisamente la conformi

    dad con el objeto de la fe, conservada por las Escrituras

    y por la Iglesia.

    Este

    despertar de los sentidos espirituales est muy

    prximo al designio ms

    profundo

    de Ignacio al dar los

    Ejercicios: dejar inmediatamente obrar al Creador con

    la criatura (14.

    a

    Anotacin). Es indudable que hay que

    transmitir una enseanza. En los

    ejercicios leves

    (n. 18), como el propio Ignacio los denomina, que pue

    den darse a quienes no sean capaces de ms, esta ense

    anza ha de ser la que predomine. Nunca quiso Ignacio

    que sus hijos desatendieran la enseanza de la doctrina

    y del catecismo, sino que hizo de

    ella

    una de las ms

    importantes preocupaciones de la Compaa de Jess.

    Pero, tratndose de ejercitantes que desean entregarse

    en cuerpo y alma a la divina voluntad, en los tales

    Ejercicios Espirituales ms conveniente y mucho me

    jor es... que el mismo Criador y Seor se comunique

    a la su nima devota abrazndola en su amor y alaban

    za,

    y disponindola por la va que mejor podr servirle

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    L A G R A C I A

    DEL COMP NTE

    17

    adelante

    (n. 15). Aqu est el ideal secreto de Ignacio,

    que l experiment en s mismo y que deseara comu

    nicar

    a quienes dan

    Ejercicios:

    dejar al Criador entrar

    (en el a l m a ) ,

    sal ir ,

    hacer mocin en el la , trayndola toda

    en amor de la su divina Majestad (n. 330). Esta ma

    nera de concebir la accin de Dios en el corazn del

    hombre puede plantear mltiples problemas, de orden

    teolgico

    en tiempos pasados y de orden psicolgico en

    nuestros

    d as .

    Pero ello no obsta para que el horizonte

    ltimo de los Ejercicios siga constituyndolo este modo

    ignaciano

    de concebir la accin: Dios es libre para ac

    tuar a sus anchas en un corazn que se dispone a su

    accin.

    Y no hay duda de que lo mejor de cuanto se

    realiza

    en la Iglesia, empezando por la obra del propio

    Ignacio,procede de esas manifestaciones sbitas de Dios

    s in

    ningn previo sentimiento o conocimiento

    (n.

    330).

    En

    todo

    caso, esta forma de concebir los senti

    dos espirituales y la accin de Dios determina, ya desde

    su inicio, la manera de dar y de recibir los Ejercicios.

    Supone, de una parte y de otra, una comn fe en la gra

    cia del Espritu Santo, que acta en el corazn del hom

    bre para hacerle vivir de la vida y la luz de Cristo.

    Desde el comienzo, acompaante y acompaado com

    parten esta preocupacin: disponerse de tal modo que

    esa gracia personal del Espritu pueda ejercerse en am

    bos sin ningn tipo de obstculos. Habr que hacer

    dis

    cernimiento, pero ste deber ser espiritual, es decir,

    tendr que aplicarse a la bsqueda de ese conocimiento

    perfecto con el que como dice Pablo a los Filipenses

    ( 1 , 9 - 1 1 ) poder aquilatar lo mejor y estar l l enos de

    los frutos de justicia que vienen por Jesucristo, para

    gloria

    y alabanza de Dios.

    Esta comn fe en el Espritu que habita en ellos es

    la

    fuente de la confianza mutua que se establece entre

  • 7/25/2019 Jean Laplace SJ - El Camino Espiritual a La Luz de Los Ejercicios Ignacianos (1)

    15/130

    1 8

    EL

    C A M I N O E S P I R I T U A L

    ejercitante

    y acompaante. Ambos colaboran en una

    obra que les rebasa. Adems, como escribe Ignacio,

    p a r a

    que as el que da los Ejercicios

    Espirituales

    como

    el

    que los recibe, ms se ayuden y se aprovechen, se

    ha de presuponer que

    todo

    buen cristiano ha de ser

    m s pronto a salvar la proposicin del prjimo que a

    condenarla (n. 22). Mutuo esfuerzo de comprensin y

    de fe para captar lo que de mejor hay en el

    otro

    y le

    permite dar entrada en l al Espritu. El encuentro en

    tre ambas partes (ejercitante y acompaante) de los

    Ejercicios no debe llevarles a la discusin ni al recelo

    mutuo, sino a escuchar al verdadero soc io de ambos:

    el

    Espritu Santo.

    Esta

    gracia de comunicacin en el Espritu no pue

    de desarrollarse si no se da por parte de ambos, en es

    pecial

    por parte del acompaante, un gran esfuerzo de

    indiferencia ,

    incluso por lo que se refiere al xito

    de la empresa. Su

    propsito

    y su gozo consisten en lo

    grar que quien se ha confiado a l se abra a la libertad

    de l

    ser y, una vez logrado, retirarse y dejar, como el

    amigoal esposo, al Criador con la criatura (15.

    a

    Ano

    tacin).

    El acompaante revela a Cristo en la medida

    en que Cristo est en l, y

    pone

    al ejercitante en el ca

    mino en el que pueda encontrarlo y sentirlo segn su

    propia gracia. Las orientaciones particulares ya no son

    competencia del acompaante, desde el

    momento

    en

    que ha reconocido en

    ellas

    el sello del Espritu.

    El provecho personal que el acompaante obtiene

    de esa indiferencia a la que nos hemos referido consiste

    en que, en su accin, se hace contemplativo y coopera

    dor de la accin de la Trinidad en el corazn de los

    hombres: una especie de contemplacin para alcanzar

    el

    amor de Dios. Se

    halla

    presente a la accin de las

    tres Personas que realizan la salvacin del hombre. El

    Padre se manifiesta al

    hombre

    mediante el don de su

  • 7/25/2019 Jean Laplace SJ - El Camino Espiritual a La Luz de Los Ejercicios Ignacianos (1)

    16/130

    L A G R A C I A DEL COMP NTE

    19

    Hijo, que es para nosotros, como decan los antiguos,

    la imagen manifestada de Dios. Pero el hombre slo

    puede descubrir esta imagen en el Espritu, que nos la

    revela interiormente y que como decan tambin los

    antiguos

    es imagen manifestante. Abrir paso al Es

    pritu que conduce todas las cosas a su realizacin: he

    ah la gracia peculiar del acompaante. Una gracia que

    supone saber retirarse y grandes dosis de indiferencia,

    porque as es la gracia propia del Espritu (silen

    ciosa, invisible y penetrante), que no pretende dar

    se a conocer a s mismo, sino que tiene su gozo

    en hacer conocer a las otras dos Personas, de las

    que l es vnculo de unin y consumacin perfecta. No

    se trata ya del ministerio de la Palabra, que es propio

    del Hijo y de la Iglesia que es su prolongacin, sino

    que se trata del ministerio del Espritu, que busca per

    sonalizar

    esa Palabra de manera que, desde el corazn

    del hombre, se extienda hasta los confines del mundo.

    Vamos a hablar de la aproximacin al misterio de

    Dios mediante los Ejercicios; pero convendra conside

    rar cmo se realiza esa aproximacin en quien los da:

    slo en la fidelidad a su propia y peculiar gracia se hace

    apto para ayudar aotros en el doble aspecto del

    i t ine

    rario

    y de la p e d a gog a . Respetando la diversidad de

    ministerios en la Iglesia, y sin c o p i a r ni envidiar a na

    die, el que da los Ejercicios acepta ser l mismo con el

    don que Dios le ha hecho.

    Por eso, y para concluir con un ejemplo, si bien es

    cierto que tiene que transmitir la Palabra la ensean

    za es siempre necesaria, debe hacerlo de tal

    modo

    sea cual sea la modalidad de los Ejercicios (persona

    lizados o en grupo, en la vida ordinaria o en retiro)

    que quien la recibe se sienta llevado por dicha ense

    anza al silencio y a la oracin. Personalmente, creo

    haber logrado mi objetivo cuando oigo que un ejerc-

  • 7/25/2019 Jean Laplace SJ - El Camino Espiritual a La Luz de Los Ejercicios Ignacianos (1)

    17/130

    20

    E L C A M I N O E S P I R I T U A L

    tante me dice: Con sus palabras me ha puesto usted

    en estado de oracin. No es bueno que la enseanza

    impartida a lo largo de los

    Ejercicios

    produzca acalora

    miento de nimo o ganas de discutir. Si quisiramos

    prolongar dicha enseanza a base de discusiones o pues

    tas en comn, estaramos en

    otro

    registro: el de la inte

    ligencia,

    no el del corazn.

  • 7/25/2019 Jean Laplace SJ - El Camino Espiritual a La Luz de Los Ejercicios Ignacianos (1)

    18/130

    2

    El

    camino

    espiritual

    Todas las personas espirituales delmundo hablan

    del camino. Las personas espirituales, es decir, quie

    nes de una u otra manera buscan el sentido de la vida

    aproximndose a ese mundo que ellos barruntan ms

    all

    de ste. Platnicos, orientales y cristianos,

    todos

    ha

    blan de itinerario, de estadios, de recorrido,* de as

    censin... Cuando san Ignacio habla de

    Semanas ,

    durante las que se desarrollan los Ejercicios, no escapa

    a esta norma. Tampoco cuando multiplica los consejos

    de concentracin, de alejamiento de las cosas, de des

    prendimiento o indiferencia, con el fin de tener el cora

    zn libre para buscar lo que se desea.Nosotros mismos

    lo experimentamos: nuestro progreso espiritual requie

    re tiempo y exige una ascesis. En esto coincidimos con

    todas las personas espirituales del mundo. En espi

    ritualidad, la nocin de camino es una nocin uni

    versal.

    1 .

    C a m i n o b b li c o

    Sin embargo, hay una diferencia esencial entre el ca

    mino cristiano y los dems caminos: stos consisten en

    v

    Vas purgativa iluminativa y unitiva.

  • 7/25/2019 Jean Laplace SJ - El Camino Espiritual a La Luz de Los Ejercicios Ignacianos (1)

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    22

    E L C A M I N O E S P I R I T U A L

    una ascensin hacia un Dios o un

    m s al l

    que no

    miran o no descienden al hombre. Es ste quien, con

    sus

    propias fuerzas naturales, y con su esfuerzo inte

    lectual

    y moral a la vez, asciende hacia lo inaccesible.

    Para ello slo cuenta consigo mismo o con la ayuda de

    sus

    compaeros. No viene Dios a l; es l quien tiende

    hacia Dios. Camino de direccin nica.

    El camino bblico es un camino hacia un Dios que

    llama al hombre y sale a su encuentro. A la ascensin

    corresponde el descenso. Y, aun cuando parezca que el

    hombre

    va en busca de un

    mundo

    que desconoce, pero

    por el que se siente atrado, pronto reconoce que esa

    atraccin es causada en l por un Dios que le ha creado

    para comunicrsele. Este hecho cambia todo el sentido

    del esfuerzo espiritual: no se trata ya de subir y tomar;

    en esta ascensin se trata de recibir. La aventura espi

    ritual

    del hombre se convierte en una historia y un en

    cuentro. No vamos ahora a describir esta aventura, sino

    a

    decir de

    ella

    justamente lo preciso para entender cmo

    se inserta en ella la que Ignacio nos

    propone

    y de la

    que hablaremos ms detenidamente. Digamos, en pocas

    palabras, que esa aventura incluye tres aspectos: la ini

    ciativa de Dios, el encuentro con Dios en Jerusaln y la

    respuesta del

    hombre

    en la fe.

    a) Iniciativa

    de

    D i o s

    , ,

    En primer lugar, nos hallamos ante un Dios que

    se

    revela y que llama. Iniciativa de la creacin. Iniciati

    va

    de la reactivacin de esa creacin cuando el hombre

    ha puesto en peligro todo el plan. Llamamientos que se

    suceden en los momentos importantes de esa historia,

    a

    travs de tantas alianzas hechas, deshechas y renova

    das,

    hasta l legar a la alianza definitiva que todas las

    dems iban preparando y a las que sta hace prctica-

  • 7/25/2019 Jean Laplace SJ - El Camino Espiritual a La Luz de Los Ejercicios Ignacianos (1)

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    C A M I N O B I B L I C O

    23

    mente intiles. La alianza por la que Dios se une al

    hombre

    en

    Jess,

    el Verbo encarnado.

    b) Encuentro con D i o s en Jesucristo

    En el Verbo encarnado y slo en l tiene su

    consumacin este acercamiento de Dios al hombre. A

    Dios nadie le ha visto

    j a m s

    (Jn 1, 18).

    Todos

    los es

    pirituales

    coinciden en esto: Dios es el inmutable, el

    que est ms all de todo. Y as es; pero el Hijo

    nico,

    que est en el seno del Padre, nos lo ha desve

    l a d o . Y a raz de ese desvelamiento, slo en Jesucris

    to descubre el

    hombre

    a Dios y se une a l. La humani

    dad del Verbo encarnado se ha convertido en el lugar

    del encuentro perfecto. Algunos esp i r i tua les cristia

    nos han pretendido minusvalorar este

    momento

    como

    si se tratara de un grado inferior

    dentro

    de la ascensin

    mstica. La propia Teresa de Jess lleg a verse tentada

    en este sentido, pero en seguida cay en la cuenta de

    que,

    tanto

    para el principiante como para el ms consu

    mado mstico, no hay ms que un camino: la gloriosa

    humanidad del Seor, que vino y se entreg para que

    tuviramos la vida, esa

    v ida

    que es la luz de loshom

    bres.

    c) Respuesta del hombre por la fe

    A esta invitacin de Dios en

    Jess,

    su Hijo ama

    do, responde el

    hombre

    por medio de la fe: tercer as

    pecto de este camino bblico. El amor no se impone;

    el amor se

    propone

    y espera la respuesta. El hombre,

    convertido en compaero de Dios por la alianza en Je

    sucristo,

    entabla con su Creador un dilogo que se ex

    tiende desde Abraham hasta el final de los tiempos. La

    vida

    espiritual resulta ser un crecimiento incesante en

  • 7/25/2019 Jean Laplace SJ - El Camino Espiritual a La Luz de Los Ejercicios Ignacianos (1)

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    2 4

    E L C A M I N O E S P I R IT U A L

    la fe y una respuesta de amor a Aquel que nos invita

    a

    seguirle.

    Dilogo, asedio amoroso, bsqueda, encuentro fu

    gaz que da pie a nuevas bsquedas con acrecentado de

    seo... he ah lo que es la vida espiritual para el d is-

    cpulo de la B ib l i a . El arquetipo de todoello es el Can-

    tar

    de los Cantares,

    smbolo para Israel y para la Igle

    sia de ese mutuo acoso de amor entre Dios y su pueblo,

    entre Jesucristo y cada uno de nosotros, entre el Crea

    dor y su creatura. La perfeccin de esta fe, que abre al

    hombre a la unin que Dios le propone, la tenemos en

    Mara, cuya fe en la Palabra y en lo imposible fue tal

    que en su seno se encarn el Verbo y se consumaron los

    esponsales entre Dios y la humanidad. En ella se con

    densa la perfeccin, tanto de Israel como de la Iglesia.

    Para el cristiano, este proceso de acercamiento espi

    ritual, lejos de ser una ascensin mstica hacia unos ho

    rizontes que sustraen al hombre de su condicin terre

    na y le hacen difuminarse en la inmensidad de un

    todo

    que le absorbe, es un itinerario objetivo, con unas di

    mensiones perfectamente definidas y actuales, como las

    del propio Verbo encarnado; pero es en ese itinerario

    donde descubrimos la anchura y la longitud, la altura

    y la profundidad en el amor de Cristo, que excede

    a todo conocimiento Ef 3, 18-19). En esta andadura,

    que el hombre emprende con Jesucristo, lo que hace di

    cho hombre no es construirse a s mismo, autorreali-

    z a r s e , sino entregarse incesantemente, en la fe, a un

    Otroque le llama para hacerle ser l mismo en el amor.

    2 amino ignaciano

    Es en esta perspectiva bblica en la que hay que

    resituar el itinerario que Ignacio propone en los Ejer-

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    C A M I N O I G N A C I A N O

    25

    ciclos. Si no hubiese Escritura que nos ensease estas

    cosas de la fe, l se determinara a morir por el las so

    lamente por lo que ha visto {Autobiografa, n. 29).

    L a fuerza de la ilustracin que recibi a orillas del Car-

    doner acerca de una serie de verdades humanas y divi

    nas fue tal que la totalidad del misterio de Dios en

    Jess, tal como la Iglesia nos lo ensea y nos lo hace

    vivir, lleg a ser para l una realidad ntima de la que

    no poda dudar.

    Slo

    que esta experiencia tan profunda que le hizo

    revivir las grandes intuiciones de la Biblia la vivi Ig

    nacio de una manera personalsima. Y es esta impron

    ta lo que hay que descubrir. Cules son, en relacin

    al itinerario bblico, los rasgos peculiares que constitu

    yen la originalidad del itinerario ignaciano?

    a)

    La

    reverenc ia ante

    D i o s

    nuestro

    criador y Seor

    Un da recib una carta de un sacerdote que me fe

    licitaba

    por haber hablado de la trayectoria teocntrica

    de los Ejercicios. El sacerdote no firmaba la carta, lo

    cual

    me dispens de responderle. Pero he de confesar

    que no me gustan nada estos distingos: teocntrica?,

    cristocntrica? Ante lo que nos

    pone

    san Ignacio, y

    con infinito respeto, es ante el misterio grande y nico

    de Dios, del que l mismo haba tenido experiencia.

    Por supuesto que ah est el Principio y funda

    mento, sobre el que se ha discutido mucho acerca de

    si es un documento filosfico, o es teologa natural, o

    se trata de un texto cristiano. De hecho, nos hallamos

    ante elpunto de partida de todo ese proceso de acerca

    miento a Dios que son los Ejercicios. Es un prlogo

    que, al igual que el del evangelio de Juan, contiene en

    germen

    todo

    cuanto va a venir a continuacin. Lo im-

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    23/130

    2 6

    EL

    C A M I N O E S P I R I T U A L

    portante es hallarse desde el principio en la actitud que

    ha de hacer posible

    todo

    el resto: esa suma reverencia

    ante nuestro Criador y Seor, el cual est infinitamente

    m s all

    de

    todo

    cuanto podamos pensar sobre l y

    que, sin embargo, nos ha creado, en su designio de

    amor, para salvarnos. Lo dems vendr a continua

    cin. Pero lo importante es empezar debidamente. Al

    final, el corazn que haya aceptado centrar sus deseos

    en esa voluntad nica comprender lo que ha empren

    dido al principio: la libertad de hallar a Dios en todas

    las

    cosas. La Contemplacin para alcanzar amor res

    ponder al Principio y fundamento.

    Mientras tanto, hay que caminar en presencia del

    Dios que nos llama. Minuciosamente, casi con precisin

    matemtica, Ignacio establece al detalle esa trayectoria,

    con el fin de conservar en el corazn esa reverencia

    que nos pone en nuestro verdadero lugar delante de

    Dios. Es una especie de liturgia o ceremonial de la ora

    cin. Tan importantes son para Ignacio estos detalles

    que, si el que da los ejercicios constata que al que se

    ejercita no le vienen algunas mociones espirituales en

    su alma... mucho le debe interrogar acerca de los ejer

    cicios; asimismo de las adiciones, si con diligencia las

    hace, pidiendo particularmente [cuenta] de cada una

    de stas (n. 6) . Concretamente, al comienzo de cada

    ejercicio

    debe el ejercitante hacer la oracin preparato

    ria,

    pidiendo que en l todas su intenciones, acciones

    y

    operaciones sean puramente ordenadas en servicio y

    alabanza

    de su divina Majestad (n. 46). Es sta una

    prctica que jams debe abandonar, sobre todo en el

    momento cumbre de la e l ecc in , y ni siquiera al final

    del t r a y e c t o , cuando se supone que se ha hecho ca

    paz de reconocer y de entodoamar y servir a su di

    vina

    Majestad (n. 233).

  • 7/25/2019 Jean Laplace SJ - El Camino Espiritual a La Luz de Los Ejercicios Ignacianos (1)

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    C A M I N O I G N A C I A N O

    27

    En realidad, de lo que se trata es de sentir siempre

    presente el misterio inefable, ante el cual hasta el esp

    ritu ms amante de la precisin no puede hacer otra

    cosa que perderse en el respeto y la adoracin. El cora

    zn trata de adoptar la actitud exacta que la creatura

    debe adoptar ante su Creador: la de la mayor reve

    rencia

    (n. 3), la humildad amorosa (Diario Espir i

    tual,

    xx. 178), considerando cmo Dios nuestro Seor

    me mira, etctera, hacer una reverencia o humillacin

    (n. 75). Ya sea que contemple la creacin, el misterio

    de la Trinidad o los misterios de la vida de

    J e s s ,

    el

    hombre no puede por menos de sentirse un pobreci-

    to (n. 114) que se asombra del hecho de que se le

    admita a tan esplendorosas realidades.

    S i en este sentimiento va implcito un

    temor,

    tal

    temor no tiene nada que ver con el miedo a lo desco

    nocido. Se trata de un temor f i l ia l , el cual es cosa

    pa y santsima, (...) todo acepto y agradable a Dios

    nuestro Seor, por estar en uno con el amor divino

    (n. 370). Se trata de un temor, por lo tanto, que permi

    te vislumbrar el final: el amor perfecto (que) expulsa

    el temor (1 Jn 4, 18) y el se rv i r a Dios nuestro Se

    or por puro amor, que es lo que sobre

    todo

    se ha

    de estimar (n. 370).

    Lo que, por encima de todo,hay en esa reverencia

    amorosa es la bsqueda de la voluntad de Dios, que

    es para lo que se hacen los Ejercicios (n. 1), pues es

    gracias a ello como el hombre accede al misterio de

    Dios, a imitacin de Jess, el cual no tuvo ms preocu

    pacin en esta tierra que la de hacer la voluntad del

    Padre. En la trayectoria de los Ejercicios, todo est su

    peditado a este fin: proporcionar al o jo de nuestra

    intencin tal limpidez que pueda percibir el fin de to

    das las cosas, sin confundir el fin con los medios

    (n. 169).

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    E L C A M I N O E S P I R I T U A L

    Todo ello es sumamente preciso, como ese mucho

    examinar

    los pensamientos (n. 319) y esas notas que

    aconseja Ignacio tomar despus de la oracin para que

    la inteligencia no divague y pueda ms tarde volver so

    bre aquellos puntos en los que experiment mayor

    sentimiento espiritual (nn. 62 y 64). Quien se irrite

    ante este tipo de minuciosidad no debe olvidar que Ig

    nacio,

    en el momento mismo en que anota las gracias

    de Dios, est dispuesto a quemar los propios papeles

    en los que escribe. Con la vigorosa fe de su corazn,

    busca a Dios utilizando los medios a su alcance. Pero

    esa misma fe le mueve a abandonar todos esos medios

    ante Aquel que est por encima de todo y que se deja

    ya

    sentir en su corazn. Es a El a quien busca siempre,

    y para ello se deja arrastrar al abismo de Dios, ternura

    y misericordia infinitas, de donde regresa baado en

    lgrimas

    de amor, de luz y de paz.

    L a adoracin en la ms alta intimidad. S e r preci

    so evocar las encendidas conversaciones de Ignacio con

    la Trinidad? Ignacio es consciente de hallarse ante el

    Dios de Abraham y el Dios de nuestro Seor Jesucristo.

    Ante el Dios-por-encima-de-todas-las-cosas en quien re

    side

    la iniciativa de todo llamamiento a la vida. Esta

    actitud subyace a toda la trayectoria de Ignacio, el cual

    jams la abandonar, porque se sabe vinculado al amor

    con que es amado. Sus prcticas no son sino las de un

    nio que se deja educar Dios le trat, segn l, de

    la

    misma manera que trata un maestro de escuela a un

    nio, ensendole (Autobiografa, n. 27) y que en

    lo s momentos de ms intenso desaliento no se recata

    de proclamar a gritos su miseria, aunque para e l lo , a

    imitacin de la mujer cananea,

    sea

    menester ir en pos

    de un perrillo (Autobiografa, n. 23). Las prcticas de

    Ignacio brotan de la experiencia de un hombre a quien

    Dios se le ha revelado en todo su esplendor sin inter-

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    C A M I N O I G N A C I A N O

    9

    mediario

    alguno. Su actitud es la de un respeto infini

    to por el amor.

    b La unidad del recorrido

    A l sacerdote que me felicitaba por haber hablado

    del teocentrismo de Ignacio habra podido responderle

    que Ignacio es igualmente antropocntrico. Para l, lo

    primero es el hombre, ese hombre que es criado por

    Dios como el fin de la creacin. Pero, de hecho, tal

    desglose es artificial. Lo importante es comprender que

    a ese misterio de Dios, ante el que elhombrese abisma

    en la adoracin, estamos llamados a acceder a travs de

    la humanidad y el misterio del Verbo encarnado, en

    quien nicamente se produce el encuentro.

    Lo que ms me llama la atencin de este acerca

    miento de Dios en Cristo es la unidad de su recorrido.

    No se trata de la unidad de una sntesis hbilmente

    ela-

    borada por una mente poderosa, sino de la unidad del

    misterio de Dios vivido en Jesucristo. Del mismo modo

    q ue , en Dios, ninguna de las Personas distintas puede

    ser

    separada de las otras dos, y slo podemos recono

    cerla en la unin que mantiene con

    e l las ,

    lo mismo ocu

    rre con la unidad entre los misterios contemplados y la

    presencia viva y activa del Espritu, que

    realiza

    la uni

    dad de la persona de Cristo y le conduce de un acon

    tecimiento a

    otro,

    hasta el pleno cumplimiento de la vo

    luntad del Padre. Es a la luz de la fe como puedo vivir

    en Jess la unidad del misterio de Dios que se hace

    presente al hombre en Jesucristo.

    Indudablemente, cuando yo hago los Ejercicios, la

    naturaleza de mi mente me obliga a no considerar a la

    vez

    ms que un solo misterio y a no anticipar, por cu

    riosidad,

    nada de los misterios que ms tarde habrn

    de ser sometidos a mi contemplacin. Cada

    Semana

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    3 0

    E L C A M I N O E S P I R I T U A L

    tiene su objetivo concreto. En cada ejercicio hay que

    pedir una determinada gracia, y conviene persistir en

    dicha peticin mientras no se haya obtenido lo que se

    busca n. 4). Sucede en los Ejercicios lo mismo que en

    la liturgia: que hay unas estaciones o tiempos que

    es preciso respetar. No se puede

    vivir

    al mismo tiempo

    la Cuaresma y el tiempo pascual.

    Lo cual no impide que en esta andadura todo est

    ntimamente trabado. Es como el despliegue progresivo

    de un mismo y nico misterio. Segn el tiempo de que

    disponga o el provecho que haya sacado, puedo a l a r g a r

    o abreviar n. 162). Lo importante es ser introducido

    al misterio, pa r a despus mejor y ms cumplidamente

    contemplar ibid.). Misterio uno y siempre presente,

    en el que yo jams he acabado de penetrar. No puedo

    detenerme en un punto concreto sin que resuenen en

    l

    todos

    los dems a los que va unido por la fe. Tan es

    as que, a la postre, tras haber recorrido todo el miste

    rio de la obra de Dios para con el

    hombre

    en

    Jess,

    me veo incapacitado para privilegiar cualquier estadio o

    para detenerme en alguna devocin particular, vindo

    me constantemente arrastrado por la dinmica que me

    conduce de la Encarnacin a la Resurreccin, pasando

    por la Cruz.

    Veamos algunos ejemplos de esta unidad.

    El primero sera la manera en que los Ejercicios ha

    cen meditar en el pecado: ponindonos,

    tanto

    estructu

    ra l

    como dinmicamente, ante la inmensa historia de la

    salvacin, en la que Cristo, reconocido como el

    Sa lva-

    dor, nos alcanza en las profundidades mismas del mal

    para conducirnos al Padre. No se intenta que hagamos

    un

    anl i s i s

    detallado de nuestros pecados, una especie

    de introspeccin que nos deje abatidos y debilitados. Si

    hay que ponderar la gravedad del pecado, es con inde-

  • 7/25/2019 Jean Laplace SJ - El Camino Espiritual a La Luz de Los Ejercicios Ignacianos (1)

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    C A M I N O I G N A C I A N O

    31

    pendencia de toda perspectiva moral: dado que [aun

    q ue ] no fuese vedado (n. 57). En realidad, y a la luz

    de Jesucristo, el pecado es negarse a amar, es soledad,

    es esclerosis. Encerrado en s mismo, el hombre

    pierde el sentido de la vida, que slo puede recobrar en

    la cruz de Jess, la cual no es slo instrumento de sal

    vacin, sino tambin iniciacin al misterio de amor de

    Dios, que me ha amado al extremo de ir a buscarme

    a

    las puertas mismas del infierno. Porque la propia

    M e

    ditacin del Infierno, donde se considera el trmino

    absoluto de la dinmica de la libertad que dice

    n o

    al amor, es en s misma una iniciacin al amor univer

    sal.

    Al concluir dicha meditacin, Ignacio nos hace

    considerar a Cristo nuestro Seor en el centro mismo

    de la historia humana, llamando a la salvacin a todos

    cuantos le han precedido en estemundoy atodoscuan

    tos habrn de venir despus de l. En el fondo, toda

    esta meditacin desde el pecado hasta la visin del

    infierno carecera de

    todo

    inters si no se encuadrara

    en la perspectiva del amor creador que nos regenera

    en Jesucristo. Aislada del resto de los

    Ejercicios,

    esta

    meditacin tendra el peligro de no conducir ms que a

    la desesperacin, al desequilibrio mental y a la rebelin.

    A Teresa de Jess no se le revel el lugar que le estaba

    reservado en el infierno sino despus de haber recibido

    las

    grandes gracias del desposorio mstico y la transver

    beracin; y en esa revelacin descubri la santa una

    insistente llamada al amor y al servicio de los hom

    bres.

    El segundo ejemplo de la mencionada unidad podra

    ser la manera en que Ignacio nos invita a contemplar

    los

    misterios de la vida de Cristo. Lo que pretende es

    que logremos dar a dichos misterios toda su dimensin

    humana y divina. Por supuesto que Ignacio centra la

    atencin en el acontecimiento concreto de la Anuncia-

  • 7/25/2019 Jean Laplace SJ - El Camino Espiritual a La Luz de Los Ejercicios Ignacianos (1)

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    3 2 E L C A M I N O E S P I R I T U A L

    cin, la Natividad o lo que sea; pero introduce ese

    acontecimiento en el misterio de la Trinidad y extiende

    su alcance al universo entero. Son las tres Personas di

    vinas las que determinan en su eternidad la Encarna

    cin del Verbo y

    miran

    todas las gentes en tanta ce

    guedad (nn. 102 y 106). Y cuando nos hallamos con

    templando el nacimiento del Seor, se nos invita a in

    sertar este acontecimiento en esa dinmica general que

    conduce a Cristo del nacimiento a la muerte y que rea

    l iza la unidad de su vida: M i r a r y considerar lo que

    hacen, as como es el caminar y trabajar, para que el

    Seor sea nacido en suma pobreza y, a cabo de tantos

    trabajos... para morir en cruz (n. 116).

    Habra que rehacer

    todo

    el camino recorrido desde

    la

    Anunciacin hasta la Ascensin para advertir cmo,

    en el misterio de Cristo, todo est ntimamente unido

    y constituye un nico

    sacrificio:

    el que el propio Cristo

    ofrece en la Ultima Cena para reconciliar al mundo. A

    travs de este encadenamiento de hechos llegamos a co

    nocer la

    gloria

    y la alegra de la Resurreccin, con las

    que Ignacio nos hace sentir l o s verdaderos y santsi

    mos efectos de la divinidad (n. 223) que al fin se

    manifiesta

    en el cuerpo del Seor. De este modo nos

    acercamos a la profundidad del misterio de Dios en Je

    ss. Y cuando, a punto ya de concluir los Ejercicios,

    se

    nos invita a contemplar cmo Cristo desaparece de

    delante de nuestros ojos en la Ascensin, todava Igna

    cio nos anima a seguir penetrando en El. No hay que

    detenerse jams. Desaparecido Cristo, hemos de descu

    brirlo en la Iglesia, que ser donde, en adelante, poda

    mos encontrarlo en la tierra.

    El crculo se ha completado, y de nuevo me en

    cuentro con el Principio y fundamento. Gracias a

    Cristo, aquel germen ha revelado lo que llevaba den

    tro. Al concluir el recorrido de los

    Ejercicios,

    no me

  • 7/25/2019 Jean Laplace SJ - El Camino Espiritual a La Luz de Los Ejercicios Ignacianos (1)

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    C A M I N O I G N A C I A N O

    queda sino ampliar mis perspectivas a la medida de las

    que presentamos al comienzo: la del hombre creado

    para alabar y servir a su Creador. Merced al Espritu

    que nos deja Cristo al subir al Padre, podemos descu

    brir a Dios en todo el universo. El Principio y funda

    mento se dilata en Amor. El trmino es Dios-todo-en-

    todos. La Trinidad, en cuyo secreto me ha introducido

    Jess, le es comunicada al universo entero. El Creador

    se

    ha unido a su creatura. En adelante y tal como

    nos invita a contemplar el cuarto

    punto

    de la Contem

    placin para alcanzar amor, todos los bienes y do

    nes descienden de arriba (n. 237), y arriba han de re

    gresar. La Trinidad asp i ra el universo.

    c) La

    libertad

    en la

    gracia

    A este acercamiento de Dios al hombre en

    Jess,

    tal

    como Ignacio lo ha vivido en su propia experiencia y

    nos los hace

    vivir

    a nosotros en los

    Ejercicios,

    corres

    ponde, como a una invitacin, la respuesta del hombre.

    Se trata de la respuesta de la fe. Cmo la vive Ignacio

    y

    cmo nos la hace vivir a nosotros?

    Ignacio la vive desde el profundsimo sentido de la

    libertad humana que su contacto con Dios le ha hecho

    adquirir. Casi al final de las Reg l a s para sentir con la

    Ig l e s i a ,

    hace Ignacio la siguiente observacin: No

    debemos hablar tan largo, instando tanto en la gracia,

    que se engendre veneno para quitar la libertad (n. 369).

    L a

    libertad es el ms hermoso don que hace Dios al

    hombre para que ste pueda responderle. Un don que

    debe infundirnos tanto menos temor cuanto que se ejer

    cita en la gracia, y cuyo ejercicio y desarrollo conllevan

    la

    impronta del Espritu: la fuerza y la suavidad a un

    tiempo.

    Hacernos indiferentes (n. 23),

    q u

    debo hacer

  • 7/25/2019 Jean Laplace SJ - El Camino Espiritual a La Luz de Los Ejercicios Ignacianos (1)

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    34

    E L C A M I N O E S P I R I T U A L

    por Cristo (n. 5 3 ) . . . : son expresiones tpicas de la

    preocupacin espiritual de Ignacio. Elhombretiene algo

    que hacer; algo le ha sido confiado a su libertad. Aun

    estando herido por el pecado, no le conviene abandonar

    se y ceder a una afliccin que le reduzca a la inactividad.

    Est lo bastante seguro de Dios, que le ha creado y re

    generado en Jesucristo, como para emprender con l una

    vida nueva.

    Es, sobre todo, cuando ha reconocido a Cristo como

    el

    nico camino hacia el Padre cuando su decidida li

    bertad le permite a Ignacio pedir ser presto y diligen

    t e

    (n. 91).Esta respuesta es tanto ms firme cuanto

    que no deja al

    hombre

    abandonado a s mismo, sino

    que adquiere la forma de un dilogo en el que, sa

    biendo lo que quiere, no se fa ms que de la gracia

    para hacer realidad el deseo que se insina en l: pedir

    lo que quiero... (n. 48, e t c . ) . Esta peticin constituye

    el

    ejemplo tpico de ese equilibrio que vive Ignacio

    entre gracia y libertad, y en

    ella

    se refleja el rigor y la

    nitidez de su temperamento. La oblacin del Reino, el

    coloquio de las Banderas y el de los Binarios coinciden

    en un mismo ideal: seguir e imitar a Cristo pobre y

    humillado, luchar contra las tendencias de una natu

    raleza que querra encerrarse en s misma, y superar las

    repugnancias experimentadas en la bsqueda de este

    ideal. La rigurosa segunda Semana es la ms difcil de

    d a r

    de las cuatro que

    componen

    los

    Ejercicios,

    por

    que hace al hombre escudriar los ms recnditos re

    pliegues de su libertad para descubrir en ellos las ms

    secretas

    y complejas intenciones. Esta segunda Semana

    invita al ejercitante, sin ambages, a afectarse a la vera

    doctrina de Cristo nuestro Seor (n. 164) mediante

    la consideracin de las tres maneras de humildad

    (nn. 165-168). Las reg las de discernimiento, vividas

    en este tiempo de

    e l ecc in ,

    constituyen una ayuda

  • 7/25/2019 Jean Laplace SJ - El Camino Espiritual a La Luz de Los Ejercicios Ignacianos (1)

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    C A M I N O I G N A C I A N O

    35

    que le es ofrecida a la libertad que desee ser absoluta

    mente pura a la hora de cumplir la voluntad de Dios.

    Todo

    va encaminado a que el ejercitante se acerque lo

    ms

    posible a esa pureza de intencin que permite a la

    libertad ejercitarse sin ningn tipo de sombras.

    El hombre se quedara sin aliento en la prosecucin

    de ese ideal si no se viera incesantemente reconfortado

    y

    sostenido por la contemplacin de los misterios de

    Cristo, cuya constante presencia le invita a unirse a l,

    La

    conjuncin de fuerza y de suavidad constituye la

    prueba de que el Espritu acta en aquella libertad que

    se

    abre a l. La respuesta que Ignacio da a Cristo no es

    consecuencia de un voluntarismo engredo, sino que es

    su manera de confiar en ese Dios que le ha dado libertad

    para responder o no a su invitacin. Hay en esa confian

    za

    un perpetuo contrapunto sin el que resultara inso

    portable el proceso emprendido: es en la gracia donde

    la

    libertad se desarrolla. Es preciso, pues, que el ejer

    citante vuelva de continuo sobre aquello que Dios ha

    puesto en su voluntad (n. 155), a fin de no ir ms

    all de sus propias fuerzas y al objeto de tender a dicho

    ideal sin que se siga ofensa de su divina majestad ni

    escndalo por parte del prjimo. Si la repugnancia ha de

    ser superada y puede aspirarse a lo ms perfecto, habr

    de ser en la paz, seal definitiva de la presencia y la vo

    luntad de Dios.

    Se

    correra el peligro de

    t i r a r

    demasiado de la cuer

    da

    en semejante eleccin si a continuacin no se su

    miera

    el ejercitante en la consideracin de los grandes

    misterios de la Muerte y la Resurreccin. Las Semanas

    tercera y cuarta son una confirmacin que le es pro

    porcionada a la libertad por la gracia de Cristo. El

    hombre dbil y limitado que somos cada uno de noso

    tros, aun en sus decisiones aparentemente ms firmes,

    encuentra su fuerza y su certeza en el gran misterio del

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    3 6

    E L C A M I N O E S P I R I T U A L

    amor. Es en el misterio de Jess, que me hace sentir

    los

    verdaderos y santsimos efectos de su Resurrec

    cin (n. 223) y que desempea para conmigo el oficio

    de consolador (n. 224),donde mi libertad puede ejer

    cerse hasta las ltimas consecuencias. En adelante, y

    gracias a la Resurreccin de Jess, estoy lo bastante

    seguro de Dios como para confiar en la libertad que l

    me da. Llegado el momento, podr abandonarme a su

    poder, como sitododependiera de l y nada de m.

    Este acercamiento a Dios por parte del hombre es

    a

    la vez extenuante y apaciguador. Es el misterio de

    Dios vivido en el instante por una libertad que se

    abre a la gracia, esforzndose tan slo por crear las

    mejores condiciones para dicha apertura. Tal acerca

    miento supone una continua superacin del y o ; pero

    una superacin tal que me permite conocer la presencia

    activa

    de Jess en m. Es un acercamiento que toma al

    hombre tal como es, pero con la suficiente confianza en

    Dios como para no exigir ms de lo que cada cual pue

    de dar. Un acercamiento que estrecha, pero sin ence

    rrar, y que conserva su total independencia respecto de

    los

    medios que propone. La penitencia es buena; pero

    Ignacio, que la aconseja para buscar y hallar alguna

    gracia o don que la persona quiere y desea (n. 87), no

    ve

    en

    ella

    ms que un recurso que permite a Dios

    da r

    a

    sentir a cada uno lo que le conviene (n. 89), porque

    siente un soberano respeto por una libertad capaz de

    aceptar sus propias limitaciones y no ceder a la tenta

    cin de una perfeccin abstracta. No hay ms que una

    meta: la del Tomad, Seor, y recibid...,donde la li

    bertad purificada se da a Dios, con todo cuanto tiene,

    para que se manifieste en

    ella

    el amor.

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    INTER CCIN DE LOS I T I N E R A R I O S

    3 7

    3 nteraccin de los itinerarios bblico e ignaciano

    El acercamiento al misterio de Dios mediante los

    Ejercicios es, en el fondo, el mismo que puede vivirse

    a

    travs de la Biblia: sentido de Dios, sentido de Je

    sucristo y sentido del hombre. Sin embargo, el misterio

    de Dios tiene su propio

    sel lo:

    se verifica bajo el signo

    del amoroso rigor tpico de Ignacio. Puede todo el

    mundo

    soportar dicho rigor tal

    cua l?

    De antemano, Ig

    nacio

    responde que no, y aconseja que a algunos les

    sean

    nicamente propuestos algunos de estos ejercicios

    l eves (n. 18). Ahora bien, si ese rigor no se entiende

    debidamente, no corre el peligro de conducir a un

    cierto e l it i s m o ? No parecer que los

    Ejercicios

    es

    tn exclusivamente hechos para personas privilegiadas

    en el plano de la naturaleza o de la grac ia? Y de ah la

    subsiguiente pregunta: cmo

    proponer

    el itinerario ig

    naciano de tal suerte que, sin ser infiel al mismo ni ob

    viarlo

    en absoluto, pueda cada cual sentirse a gusto

    en l?

    A este respecto, recuerdo la invitacin que me ha

    ca

    el sacerdote al que me refera al principio: releer

    toda la Escritura con los ojos de un ejercitador de los

    Ejercicios de treinta d as . Esta ha sido mi constante

    preocupacin y me ha supuesto grandes ventajas.

    Ante

    todo,

    la facilidad para

    poner

    en prctica los

    mltiples

    consejos de Ignacio acerca de la oracin. En

    la Biblia encuentro los textos que me permiten orques

    tar de un

    modo

    humano, vivo y adaptado a cada cual

    lo

    que a primera vista puede no parecer ms que un

    esquema abstracto.

    Sigo

    paso a paso los

    Ejercicios

    y no

    dejo nunca de

    proponer

    su transposicin escriturstica.

    Este

    procedimiento se aplica, sobre

    todo,

    a las gran

    des

    meditaciones tpicas de los

    Ejercicios.

    Qu ejerci

    tador no se ha hecho infinidad de preguntas acerca de

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    3 8 E L C A M I N O E S P I R I T U A L

    la

    manera de presentar el Principio y fundamento, el

    R e i n o , lasBanderas o las maneras de humildad?

    Sobre estos temas, cada cual puede formarse, mediante

    el estudio y la exgesis, una opinin personal. Ahora

    bien, hay trabajos y estudios exegticos de inestimable

    valor, pero que no siempre resultan accesibles en la

    prctica.

    Sin embargo, hay textos bblicos como, por

    ejemplo, los Cantos del Siervo, de Isaas, el Prlogo

    del evangelio de Juan, o las Bienaventuranzas cumbre

    de toda la Escritura y de la enseanza de Cristo que

    son extraordinariamente tiles para dar carne y vida a

    tal o cual texto de los Ejercicios que a primera vista

    puede parecer a algunos excesivamente fro o abstracto.

    Y por encima de todo,naturalmente, tenemos la oracin

    de los Salmos , reflejo de la lucha del hombre contra los

    embates del mal, el sufrimiento y el pecado, y que re

    sultan inestimables para mantener al ejercitante en la

    actitud fundamental de la fe, que le mueve a desear ser

    pobre con Jess pobre, y humillado con Jess humi

    llado.

    Pero hay an otro aspecto en el que el empleo de

    la Escritura me parece sumamente til para darle toda

    su dimensin a la enseanza de Ignacio; me refiero al

    discernimiento. Antes de pasar a las aplicaciones perso

    nales, he de decir que la Biblia, desde la tentacin del

    Gnesis hasta la primera carta de Juan, es para m el

    gran libro del discernimiento objetivo y universal. En

    su propio desarrollo, la

    Biblia

    me ensea a discernir las

    verdaderas y las falsas salvaciones, y es el contexto en

    el que puedo insertar la grandiosa meditacin de las dos

    Banderas y el esfuerzo que he de realizar para descubrir

    en m las maquinaciones satnicas y la tentacin que

    se presenta bajo apariencia de bien.

    Y ahora, con mucho gusto, dir unas palabras sobre

    la manera en que yo trato de realizar esa unin entre

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    INTER CCIN DE LOS

    I T I N E R A R I O S

    39

    la Escritura y los Ejercicios. Voy a sealar nicamente

    dos puntos.

    Cada da le entrego al ejercitante una hoja en la que

    puede encontrar los textos que han de servirle de mate

    ria de oracin y de lectura, de acuerdo con las medita

    ciones que le corresponde hacer. De ese modo aprende

    a hacer de la Biblia un libro espiritual.

    Adems,

    doy mucha importancia a la homila de la

    Eucarista, que preferentemente se celebra a ltima hora

    de la tarde. Y para ello no escojo unas lecturas adapta

    das a la materia contemplada durante el da, sino que

    utilizo las que correspondan segn el Leccionario,por

    que me permiten ampliar las perspectivas abiertas en

    ese da, gustar la dulzura, la variedad y la unidad de

    la Palabra, y hacer que el objeto de la meditacin re

    suene en el misterio total de Cristo, vivido en la Eu

    carista.

    Con estos yotros muchos procedimientos que no es

    posible detallar aqu, espero que cada cual encuentre el

    alimento que necesita. Y tengo constatado que con este

    modo de proceder se familiarizan perfectamente o se

    preparan para ms adelante incluso aquellos para quie

    nes los Ejercicios resultan, a primera vista, un manjar

    demasiado fuerte.

    En suma, a m no me sorprende or a ejercitantes de

    todo tipo decirme que los Ejercicios hechos de este mo

    do les han hecho sentir el gusto por la Escritura.

    Y a la inversa y sta es la contrapartida de lo que

    acabamos de decir, los Ejercicios, con tal de que los

    mantengamos en todo su vigor, constituyen un perfecto

    hilo

    conductor que evita perderse en la inmensa selva

    de la Escritura y atenerse a lo esencial. Tienen la par

    ticularidad de que hacen revivir de manera compendia

    da el misterio total, en la perspectiva concreta de la

    eleccin que hacemos de Cristo y de su Reino. Con

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    E L C A M I N O E S P I R I T U A L

    Ignacio no hay manera de perderse en sentimentalis

    mos, en consideraciones piadosas o en divertimentos*

    espirituales. Cada palabra tiene su sentido, y cada con

    templacin conduce a alguna parte. Los

    Ejercicios,

    en

    contra de lo que piensan quienes no los conocen, no

    son exactamente un mes de oracin o de espiritualidad.

    Como me deca un ejercitante sacerdote, son algo que

    estara ms ac de toda espiritualidad, como si nos hi

    ciesen

    recuperar los fundamentos esenciales de toda

    vida

    cristiana. Y aada aquel sacerdote (y debo decir

    que, cuando me lo deca, estbamos atravesando un

    difcil

    perodo en la vida de la

    Igles ia) :

    Yo he adqui

    rido en los Ejercicios una cierta actitud de benignidad

    con respecto a determinadas medidas de la Iglesia que

    me resultaban intragables. No podra expresarse me

    jor: la austeridad del lenguaje y del ideal de Ignacio es

    sumamente til para prevenir las falsas ilusiones, pero

    no para detener el mpetu del amor.

    onclusin

    Gracias a la experiencia de los Ejercicios y a la pre

    cisin

    de sus consejos, el camino para mi acercamiento

    a Dios queda claro y expedito. Sin embargo, hay algo

    que se nos escapa; y es que con Ignacio ocurre lo mismo

    que con todos los santos: que son inclasificables. Des

    pus de haberle seguido, todava queda algo que nos

    resulta imposible de captar.

    Tal vez sea ah donde mejor advertimos el paso de

    Dios a un hombre. Lo mejor que un hombre concreto

    puede aportarnos a travs de lo que vive y comparte

    con nosotros es lo que nos arrastra ms all de las pa

    labras que emplea, de los modos de proceder que insi

    na y de las imgenes de que se sirve. Es en su mismo

  • 7/25/2019 Jean Laplace SJ - El Camino Espiritual a La Luz de Los Ejercicios Ignacianos (1)

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    C O N C L U S I O N

    41

    ser y en su modo de expresar su propio acercamiento a

    Dios donde verdaderamente sirve de cauce para ste,

    que est ms all de todo y no permite ser manipulado.

    As es como su experiencia personal adquiere valor uni

    versal,

    en la medida en que sin dejar de ser lo que

    es :

    una experienciavivida por una determinada persona

    y

    no por otra no hace de s misma ni de sus frmulas

    un absoluto, sino que invita a una incesante superacin,

    ensendonos a acceder a Dios y a recibir al hombre,

    sin

    rechazarlo, de Dios. Los Ejercicios constituyen un

    autntico acercamiento a Dios cuando, tras haber se

    guido su trayectoria, nos encontramos con Dios, y ni

    camente con Dios por encima de todo.

  • 7/25/2019 Jean Laplace SJ - El Camino Espiritual a La Luz de Los Ejercicios Ignacianos (1)

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    La

    pedagoga

    espiritual

    En toda experiencia espiritual, cualquiera que sea,

    siempre hace falta un maestro. Jams se accede en so

    litario a los caminos que conducen a Dios, y es absolu

    tamente preciso dejarse ayudar. Los

    Ejercicios

    no son

    una excepcin a esta norma. Sin embargo, es menester

    ponerse de acuerdo acerca de la naturaleza de esta pe

    dagoga cristiana, y en concreto la pedagoga de los

    Ejercicios.

    No se trata de una pedagoga puramente na

    tural, como las que se utilizan para tratar de formar

    a una persona. En la pedagoga de los Ejercicios hay

    siempre un encuentro, un dilogo: nunca estamos so

    los,

    sino que siempre se nosproponea Alguien, Alguien

    que es invisible y que est ms

    all

    de

    todo.

    Y en este

    encuentro tenemos el peligro de llamar Dios a lo que

    no lo es. Cada cual se crea su pequeo Dios, por no

    decir

    su pequeo

    J e s s ;

    vivimos inmersos en una at

    msfera ms o menos intelectual y ms o menos senti

    mental, y siempre tenemos a Dios en los labios; pero

    es realmente de Dios de quien vivimos? Cunta ne

    cesidad tenemos de que haya ante nosotros alguien que,

    de vez en cuando, destruya nuestras certezas y nos haga

    dudar de lo que somos, no para hacernos vivir en la

    duda, sino, por el contrario, para hacernos superar esa

    especie

    de equilibrio, siempre un tanto artificial, en el

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    que nos hemos instalado... Ir siempre ms al l, tras

    cendiendo cuanto hayamos podido realizar, para mejor

    ofrecernos a Aquel que viene: ste es el objeto de la ver

    dadera pedagoga cristiana, y no el de formar un hombre

    perfecto, dueo de s mismo y del universo, que tenga

    siempre y en cualquier circunstancia respuesta para to

    do, que ha hecho su propio discernimiento y est or

    gulloso

    de l, que ya est perfectamente formado y no

    tiene que recibir lecciones de nadie... Eso es justamente

    lo contrario del objetivo que nosotros nos proponemos.

    Porque lo que nosotros nos proponemos en la verdadera

    pedagoga

    cristiana (y con mayor razn en los Ejercicios)

    consiste en perderlo todo, en carecer de todo tipo de

    defensas, de suerte que podamos acceder a la verdadera

    libertad. A la verdadera libertad, que no es la de ha

    cer lo que a uno le d la gana, sino la de reaccionar

    en todo con paz, confianza y fe

    En todo ese orden pedaggico al que nos hemos re

    ferido anteriormente, siempre hay una dualidad que es

    preciso tener en consideracin: la de un hombre que

    desea

    darse por entero y que, al mismo tiempo, est

    llamado

    a desarrollarse en libertad; que quiere ser al

    guien, pero alguien para entregarse al Otro, que est

    ante nosotros y tiene sobre nosotros un maravilloso

    designio

    que slo podremos realizar en la medida en

    que seamos lo bastante flexibles para entregarnos a su

    accin.

    Esta es la paradoja de la verdadera formacin: que

    no se trata de imponer un camino a seguir, sino de po

    ner sobre un camino. El ejercitante que tenemos ante

    nosotros va a encontrar progresivamente su libertad y

    va a ser l mismo, pero lo va a ser para entregarse en

    teramente a Otro que le supera por completo. No se

    trata, pues, de una libertad para hacer cualquier cosa,

    ni siquiera para hacer realidad sus ideas ms piadosas,

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    sino que se trata de una libertad que va hacindose cada

    vez ms dcil al Espritu Santo. He ah la paradoja de

    la

    pedagoga a la que vamos a referirnos.

    Rasgos esenciales

    S iquisiramos individualizar los rasgos esenciales de

    esta pedagoga, podramos reducirlos a tres. Con frecuen

    cia, al cabo de varios aos de haberles dado Ejercicios,

    he tenido ocasin de preguntar a algunos sacerdotes:

    Qu

    recuerdo conserva usted de sus

    Ejercicios

    de

    mes? Qu es lo que le queda de los Ejercicios, que

    seguramente habr renovado usted a lo largo de estos

    aos? Y creo que las respuestas pueden clasificarse

    en tres

    a c p i t e s :

    en primer lugar, una educacin en

    la oracin, y muy especialmente en la oracin a base de

    la Escritura; he ah, pues, el primer efecto de esta pe

    dagoga: formacin en la oracin:

    La verdad es que

    desde entonces s lo que es orar. El segundo efecto

    es algo ms profundo: Ahora soy libre S igo siendo

    el de antes. Y tengo las mismas dificultades de antes...,

    pero soy

    l i b r e . Formacin

    en la libertad: he ah el se

    gundo aspecto, que es tal vez ms profundo que el pri

    mero, como enseguida veremos. Y, por ltimo, el tercer

    aspecto de esta pedagoga es la continuidad, la durabi

    lidad

    y la aceptacin del tiempo. He ah tres aspectos

    de la pedagoga en la que nos introducen los Ejercicios

    y

    que ahora vamos a considerar: oracin, libertad y du

    rabilidad.

    A medida que vaya desarrollando todos estos aspec

    tos, voy a seguir las inspiraciones que me vengan so

    bre la marcha para ofrecer los

    oportunos

    ejemplos.Por

    que cuanto aqu digamos slo valdr, efectivamente, en

    la medida en que sea an ms personalizado que lo

    anterior; el lector deber caer en la cuenta de que todo

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    esto no se basa en especulaciones ni en teoras, sino en

    los

    hechos, en la existencia. Una pedagoga hay que ve

    rificarla,

    y lo que voy a decir a continuacin lo he ex

    perimentado.

    1. Pedagoga de la oracin

    En qu sentido son los Ejercicios una escuela de

    oracin?

    Se habla de ellos como de un mtodo y, como

    es

    fcil

    suponer, a m no me gusta demasiado la palabra

    mtodo, como tampoco me gusta la palabra es

    c u e l a .Y es que, cuando se emplean estas palabras ( m

    todo o

    e s c u e l a ) ,

    tiene uno la impresin de que

    se

    trata de algo definitivo: Al fin he asistido a una

    escuela de oracin, he seguido un mtodo, y ahora es

    toy seguro de lograrlo Tal vez pueda decirse esto en

    el

    terreno de la industria; pero no se construye un ser

    humano del mismo modo que se construye una casa de

    piedra. Un ser humano es un ser vivo, y slo consigue

    ser l mismo cuando ha logrado responder a otro ser

    con el que se encuentra en la vida. No est formado por

    el

    hecho de ser capaz de ocupar en la sociedad un puesto

    que le permita ganarse la vida; si no fuera ms que eso,

    no pasara de ser un

    robot,

    por muy inteligente que sea

    y

    por muy grande que pueda ser el xito alcanzado.

    Slo

    habr llevado a buen puerto su vida el da en que

    tenga

    ante s a alguien a quien pueda amar con

    todo

    su

    ser. Recuerdo a una madre de cuatro hijos que se senta

    un poco decepcionada porque su marido, un hombre de

    val a, no haba alcanzado la situacin a la que ella

    pensaba que poda aspirar. Me contaba su decepcin

    durante unos Ejercicios: Es indudable que mi marido

    no ha alcanzado el xito humano al que poda aspirar,

    pero en lo que no hemos fracasado es en nuestro amor

    y

    en nuestros

    hi jos .

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    47'

    Una vida no resulta

    fallida

    cuando se ha descubier

    to el amor, aun cuando el xito, humanamente hablan

    do, no haya sido nada del otro mundo. Lo importante

    no es formar un ser a la perfeccin. Cuntos errores se

    han cometido en la vida religiosa por haber pretendi

    do formar seres perfectos, autnticas

    reg las

    vivien

    tes... Justamente esas reglas son las que no son vi

    vas, porque estn perfectamente acabadas Esos seres

    habrn de ser

    fieles

    a lo establecido hasta el fin de sus

    das ;

    pero hay que ver cmo puede ocultarse en esa

    fidelidad

    el

    profundo

    egosmo de un ser que jams ha

    salido

    de s mismo... Ha sido formado en unas prcti

    cas, pero no ha sido formado en la verdadera oracin,

    que consiste en la desposesin de s mismo para encon

    trar a otro. As pues, en lugar de hablar de mtodo,

    hablemos de evolucin.

    a)

    Evo luc in de la

    oracin

    en su

    objeto

    De lo que se trata, por tanto, es de formar en una

    evolucin,

    porque la oracin evoluciona incesantemen

    t e. Evoluciona, ante todo, en su objeto (que es el pri

    mer aspecto que vamos a desarrollar). Y evoluciona

    tambin en el sujeto que se somete a dicho objeto. Por

    lo dems, en la educacin siempre se encuentra este do

    ble aspecto. Cuando se trata de orar, yo me pongo

    delante de Dios... y espero. No tengo nada en contra,

    porque Dios es perfectamente libre. Pero cunto ms

    humilde y autntico es someterse primeramente a un

    dato, el dato de la fe, del misterio de Jess... Poner

    objetivamente a alguien frente a este dato de la Palabra

    de Dios es precisamente lo que hacen los

    Ejercicios

    al

    proponernos gradualmente las grandes verdades cristia

    nas, para que se hagan vivas en nosotros.

    Qu significa la divisin de los

    Ejercicios

    en Se-

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    manas sino ese deseo de hacer desfilar ante el ejerci

    tante los diferentes aspectos del misterio de Jess, a fin

    de que profundice en ellos y reciba sus particulares gra

    c ias? La Primera Semana, por ejemplo, nos

    pone

    ante

    el misterio de Jess-Salvador, hacindonos descender a

    las

    profundidades ms recnditas de nuestro ser.

    Este

    es el primer estadio de la evolucin: un descenso. Pero

    un descenso en el que, justamente para

    l legar

    a esas

    profundidades, tengo que pedir la gracia pertinente. Y

    una vez ms aparece la dualidad: me encuentro ante un

    misterio un

    tanto

    spero (meditar acerca de los pecados,

    acerca

    de lo que en m constituye un obstculo y me

    mantiene en mi egosmo) y, sin embargo, en ese des

    censo pido la paz y la consolacin. El primer momento

    de esa

    salida

    de m mismo que es la evolucin espiritual

    consiste en que, encontrndome conmigo mismo, des

    cubra en el

    y o

    pecador que soy a mi liberador. Des

    ciendo al infierno para encontrar en l a Jesucristo: he

    ah

    la gracia de la primera Semana.

    Es muy frecuente que quien comienza la meditacin

    sobre el pecado encuentre en

    ella

    ocasin para replegar

    se

    sobre s mismo, con lo cual, a poco masoquista que

    sea, se desespera y no avanza lo ms mnimo. Quin

    no recuerda aquellas meditaciones que solan

    proponer

    en la primera Semana ciertos predicadores? Por desgra

    cia,

    a pesar de su buena intencin, lo que hacan era de

    teriorar a sus oyentes causando a veces verdaderos

    estragos, sobre

    todo

    si se trataba de personas todava

    un poco infantiles que lo nico que pedan era que las

    destrozaran. En realidad, de lo que se trataba era jus

    tamente de descender con ellos al infierno para encon

    trar en l al Seor. Lo cual requiere tiempo. Unos irn

    m s

    deprisa que otros; pero lo de menos es el tiempo

    que transcurra. Lo importante es pasar en ello el tiempo

    suficiente

    para saber que lo esencial es eso, y no el

    a n a -

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    lisis psicolgico de sus respectivos estados interiores.

    Bien

    sabe Dios que la psicologa es algo francamente

    bueno y til; pero, en nuestro caso, puede ser perjudi

    cial si desemboca exclusivamente en una introversin,

    en un detallado

    anlisis

    de los propios pecados, sin re

    conocer cmo Jess nos libra de

    el los.

    Pero cmo hacer la confesin? Precisamente se

    trata de empezar la primera Semana evitando todo tipo

    de preocupaciones relativas a la confesin: Qu es

    lo que tengo que d e c i r . . . ? . Es como el ejercitante que

    se dice a s mismo: V o y a ir a ver al director..., pero

    qu voy a d e c i r l e ? .Y se pasa el da preocupado acer

    ca de lo que habr de decirle... y adis oracin No

    pienses

    en tu confesin; ya se te dar el

    modo

    de ha

    cerla

    si de verdad se trata de una obra espiritual, si es

    el Espritu quien trabaja tu interior. Puede ocurrir per

    fectamente que no llegues ms que a una simple formu

    lacin

    de ti mismo sumamente escueta, sencilla y sin

    detalles,

    pero que ser tan verdadera o ms que

    todos

    esos anlisis que se hacen a veces con ayuda de cuestio

    narios ad hoc. Por lo dems, es ste el camino en el

    que nos introduce Ignacio cuando nos sita frente a la

    realidad

    objetiva del pecado tal como nos lo revela la

    Escritura; es decir, cuando nos sita no frente a lo que

    nos hace culpables, sino frente a lo que nos hace peca

    dores, que es algo muy distinto. En efecto: lo que me

    hace

    pecador es precisamente lo que constituye mi espe

    ranza,

    porque en ello descubro a Jesucristo, que, desde

    el momento mismo en que me reconozco pecador, est

    ah para salvarme. M i ra los pecados que te son perdo

    nados.

    Supongo que

    todo

    el

    mundo

    conoce el maravi

    llosopensamiento de Pascal en

    El

    misterio

    de

    Jess:

    Si

    conocieras tus pecados, te descorazonaras. Me descora

    zonar, pues, Seor, porque creo en su

    malicia

    por vues

    tra palabra. Eres t quien me revela mi pecado; por eso

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    tengo en ti toda mi esperanza. Aprender a pasar, del

    conocimiento de m mismo, al conocimiento de Jess,

    que me restituye en lo que realmente soy, unido a l en

    el pecado y liberado por l para pasar a un estadio su

    perior: eso es en realidad la primera Semana.

    Superada esta etapa, puedo entonces acceder a la

    segunda Semana, la ms difcil de dar, en mi opinin.

    A l

    salir

    de la primera Semana experimentamos una es

    pecie de al ivio, de descanso. Hay algunos predicadores

    que,

    despus de la primera Semana,

    proponen

    meditar

    la

    acogida y el banquete que dispensa el padre al hijo

    prdigo. Y bien est, si les parece que deben hacerlo.

    Pero, a mi modo de ver, ello supone creer con excesiva

    precipitacin

    que todo est solucionado. Se ha hecho

    una buena confesin, se ha conocido uno un poco ms

    a s mismo y se han tomado algunas decisiones. Pero

    es preciso pasar a

    otro

    estadio. Tenemos que descubrir

    a

    la persona de Jess, no ya en cuanto Salvador, sino

    en cuanto luz de nuestra vida, como la luz de un faro

    que rastrea el ocano para descubrir a los navios perdi

    dos en medio del temporal. Ser menester aceptar que la

    luz

    del Seor proyecta su resplandor sobre toda nuestra

    existencia y que, poco a poco, llegamos a conocerlo en

    lo esencial, del mismo modo que hemos tenido que co

    nocer lo esencial del pecado, que no era la falta de la

    que nos acusamos, sino tal vez ese yo profundo que no

    conseguimos identificar para entregrselo al Seor. Aho

    ra

    hemos de descender a ese yo

    profundo

    que desea

    hacerse

    a s mismo.

    Lo que tenemos que aprender en la segunda Sema

    na es a desprendernos de nosotros mismos. El obstcu

    lo

    que nos impide responder a la llamada del Seor es,

    evidentemente, el pecado; pero el pecado que se rein

    troduce en nuestro deseo de perfeccin, de suerte que

    corremos el peligro de sucumbir a la tentacin que se

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    presenta bajo apariencia de bien. Lo primero que hay

    que meditar son los misterios de la infancia de

    Jess,

    a

    fin de aprender lo que es el Verbo encarnado, el cual no

    hizo como si fuera hombre, sino que lo fue de ver

    dad; y tambin para aprender la paciencia. Y luego, de

    pronto,

    como un relmpago en medio de un cielo sereno,

    surge la Meditacin de las Banderas.

    Singular

    meditacin esta de las Banderas, que nos

    sumerge de nuevo en el misterio de Cristo, pero ilumi

    nndolo inexorablemente. Si pretendemos seguir a Je

    ss, hemos de estar con l en la pobreza y en la humil

    dad. Una vez ms, aprendemos que, para hacer realidad

    semejante cosa, no hemos de fiarnos de nuestras pro

    pias fuerzas, sino que, por el contrario, debemos pedir

    humildemente

    se r

    recibidos (n. 98). Cuntos ejerci

    tantes olvidan esto Como me deca un sacerdote: La

    primera vez que hice los Ejercicios no me qued ms

    que con el

    id

    quod

    vol,

    'lo que quiero'; la segunda vez

    me qued con todo: petere

    id

    quod vol, 'demandar lo

    que quiero'. Por supuesto que debemos querer algo,

    aspirar

    efectivamente, con todo nuestro ser, a esa po

    breza y humildad con Jesucristo. Pero,

    ojo

    : no se

    remos nosotros quienes lo consigamos a fuerza de

    puos.

    U n

    coloquio (pidiendo)... para que yo sea recibi

    do , dice san Ignacio (n. 147). Se trata de una frmula

    realmente admirable, sobre todo si se pone en relacin

    con determinadas visiones que tuvo san Ignacio, concre

    tamente en La Storta