estudios arqueoastronómicos sobre la pintura rupestre esquemática

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| ARKEOS 37 | 615 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 | RESUMEN: El objeto de estudio de este trabajo comprende cuatro estaciones de pintura esquemática típica del occidente de la provincia de León. A partir de un análisis estadístico de las frecuencias relativas de aparición de los alineamientos astronómicos que producen efectos de luz y sombra en las pinturas rupestres, hemos reconocido algunos máximos significativos cuya explicación revela una posible función consistente en señalar el acontecimiento de las fiestas principales del primer calendario de los agricultores y ganaderos europeos, así como la coincidencia de la luna llena en los solsticios. La identificación de uno de estos máximos como alineamiento estelar nos permite asimismo proponer una datación para una de las estaciones próxima al 2000 a.C. Esta nueva información puede ayudar a aproximarnos un poco más al significado que tuvo el arte rupestre para sus autores. PALABRAS CLAVE: arte rupestre, pintura esquemática típica, arqueoastronomía. ABSTRACT: The object of this research is four schematic painting sites situated in the western province of León. After performing the relative frequencies statistics of the measured astronomical alignments which produce light and shadow effects on the rock paintings, we recognise some meaningful peaks whose feasible purpose could be to mark the occurrence of the major festivals which structure the first European farmer’s calendar, as well as the coincidence of full moon at the solstices. On the other hand, the explanation of one of these peaks also allows us to propose a 2000 BC dating for one the sites. This new information can help us to obtain a better approach to the original meaning of rock art. KEYWORDS: rock art, schematic painting, archaeoastronomy Estudios arqueoastronómicos sobre la pintura rupestre esquemática ¿posible indicador de épocas de frecuentación?, a propósito de Peña Piñera, Librán y San Pedro Mallo MIGUEL ÁNGEL GONZÁLEZ GONZÁLEZ FELICIANO CADIERNO GUERRA

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Estudios arqueoastronómicos sobre la pintura rupestre esquemática ¿posible indicador de épocas de frecuentación?, a propósito de Peña Piñera, Librán y San Pedro Mallo MIGUEL ÁNGEL GONZÁLEZ GONZÁLEZ FELICIANO CADIERNO GUERRA

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RESUMEN: El objeto de estudio de este trabajo comprende cuatro estaciones depintura esquemática típica del occidente de la provincia de León. A partir de unanálisis estadístico de las frecuencias relativas de aparición de los alineamientosastronómicos que producen efectos de luz y sombra en las pinturas rupestres,hemos reconocido algunos máximos significativos cuya explicación revela unaposible función consistente en señalar el acontecimiento de las fiestas principalesdel primer calendario de los agricultores y ganaderos europeos, así como lacoincidencia de la luna llena en los solsticios. La identificación de uno de estosmáximos como alineamiento estelar nos permite asimismo proponer una dataciónpara una de las estaciones próxima al 2000 a.C. Esta nueva información puedeayudar a aproximarnos un poco más al significado que tuvo el arte rupestre para susautores.

PALABRAS CLAVE: arte rupestre, pintura esquemática típica, arqueoastronomía.

ABSTRACT: The object of this research is four schematic painting sites situated inthe western province of León. After performing the relative frequencies statistics ofthe measured astronomical alignments which produce light and shadow effects onthe rock paintings, we recognise some meaningful peaks whose feasible purposecould be to mark the occurrence of the major festivals which structure the firstEuropean farmer’s calendar, as well as the coincidence of full moon at the solstices.On the other hand, the explanation of one of these peaks also allows us to propose a2000 BC dating for one the sites. This new information can help us to obtain abetter approach to the original meaning of rock art.

KEYWORDS: rock art, schematic painting, archaeoastronomy

Estudios arqueoastronómicos sobre lapintura rupestre esquemática ¿posibleindicador de épocas de frecuentación?, a propósito de Peña Piñera, Librán y San Pedro Mallo

MIGUEL ÁNGEL GONZÁLEZ GONZÁLEZFELICIANO CADIERNO GUERRA

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Marco, preliminares y objetivo de este estudio

Consideramos dos enfoques principales en la tarea de reconocer el sig-nificado o función desempeñada por estas manifestaciones culturales pre-históricas (Whitley 1992, 1998). Por una parte, aquel que considera queesta empresa es un desperdicio por la imposibilidad de desarrollar teoríasverificables que expliquen su funcionalidad prefiriendo labores descripti-vas y taxonómicas de las distintas manifestaciones, y aquel que, aunqueadmite su incapacidad de descubrir un pasado cierto y objetivo, planteaaproximarse a éste adhiriéndose a la mejor entre una serie de hipótesis encompetencia. Nuestra propuesta, que entendemos no excluye otras, integraAstronomía, Arqueología y tradición popular, o por decirlo de una formamás clara, considera un uso práctico y simbólico de los ciclos del cielopara realizar el seguimiento de un calendario.

El astrónomo y arqueólogo británico Clive Ruggles define Arqueoas-tronomía como “el estudio de creencias y prácticas relativas al cielo en elpasado, y especialmente en la prehistoria, y los usos a los cuales el conoci-miento de los cielos de la gente eran aplicados” (Ruggles 2005:19-27). Unejemplo del uso astronómico de los grabados o pinturas rupestres lo encon-tramos en Fajada Butte, Nuevo México, EE. UU., donde dos petroglifos conforma de espiral exhiben fenómenos de luz y sombra singulares en los sols-ticios y equinoccios. Otro, más próximo, es el considerado por Guy Tamainpara la Cueva de la Diosa Madre de Jaén (Tamain 1986:435-455). El pro-blema principal es que, como señala Ruggles, no podemos superar la dudasobre si estos fenómenos eran deliberados y condicionaron la localizacióny diseño del grabado, o es simple casualidad (Ruggles 1999: 19, 68-78).

Las pinturas rupestres objeto de nuestro estudio son las de Peña Piñeraen Sésamo, las del cañón del río Primou en Librán y las de la Cuevona deSan Pedro Mallo, todas ellas en El Bierzo, León. Las primeras fueron pub-licadas en 1986 por José Avelino Gutiérrez González y José Luis AvelloÁlvarez (Gutiérrez y Avello 1986), mientras que las de Librán y San PedroMallo lo fueron por Felipe San Román en el 2006 (San Román 2006), tam-bién tratadas de manera literaria y artística por Casimiro Martínferre (Mar-tinferre 2011). En la actualidad, Feliciano Cadierno (Cadierno 2013) estárealizando una necesaria catalogación completa de estas y otras pinturasasistido por herramientas de procesamiento de imágenes, que incluirá enuna tesis doctoral para el departamento de Prehistoria y Arqueología de laUniversidad de Valencia y que lleva por título La Pintura Esquemática enel Bierzo. Como precedente en lo relativo a estudios arqueoastronómicosaplicados al arte rupestre podemos citar nuestra investigación dedicada alos petroglifos de los valles altos del Duerna y Turienzo (González 2011a),también en la provincia de León.

El contexto cultural arqueológico de esta manifestación de arterupestre es la Pintura Esquemática Típica (Sanchidrián 2001:439-484). Lasfiguras son simples, formadas con trazos lineales y sin relieve, alejadas delnaturalismo de expresiones artísticas propias del Paleolítico e incluso delArte Levantino concentrado en el oriente peninsular. Comparte con este laelección de soportes para las pinturas a la intemperie, en oquedades y abri-gos iluminados por el Sol, cerca de cursos de agua, en contraste con lascuevas profundas de las obras paleolíticas. Sin embargo, a diferencia del

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Arte Levantino, también utiliza farallones rocosos verticales. En cuanto asu distribución geográfica y cronología, generalmente se considera sunacimiento en el Sudeste en el Neolítico y su expansión por toda la Penín-sula Ibérica y Sur de Francia durante el Calcolítico, sobre el III milenio a.C. si bien Avello se inclina por una adscripción temporal a la Edad de Hier-ro para las pinturas de Peña Piñera (Gutiérrez y Avello 1986:24-25, 89-91).

Sobre el uso particular de los paneles o abrigos con pintura esquemáti-ca típica se observa que no todos aquellos disponibles en una zona estándecorados, por lo que cabe suponer que su elección obedece a algún tipo decriterio cultural. Su utilización continuada y las escenas representadas:escenas de pastoreo y caza, ídolos, danzas, enfrentamientos y la presenciade figuras de carácter simbólico apuntan a un sentido sagrado, y a los abri-gos pintados como algún tipo de santuario, si bien su emplazamiento tam-bién ha sido relacionado con estrategias de control territorial y de acceso arecursos naturales (Jordá 1983; Grande y González-Tablas 1983; Gómez-Barrera 1991; Martínez-García 1998).

Para el enfoque interpretativo que seguimos en este trabajo, la mani-festación de lo sagrado en las pinturas rupestres podría producirse medi-ante fenómenos celestes así que, a manera de preámbulo, exploramos laexistencia de montes sobre los que la salida o puesta del Sol o de la Lunase correspondiera con acontecimientos astronómicos que fueron reconoci-dos en nuestro trabajo sobre los petroglifos de Maragatería, pero los resul-tados obtenidos fueron insuficientes. Sin embargo, en el Buracón de losMouros nos llamó la atención la existencia de una ventana al exteriorenfrentada a uno de sus motivos más carismáticos, el soliforme, que es ilu-minado a través de la oquedad por el Sol naciente en las fechas de mediaestación de primeros de febrero/noviembre (González 2013; Figura 1).

FIG. 1.

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Estos datos aconsejaban prestar atención a los fenómenos de luz ysombra producidas en ciertas fechas singulares del ciclo solar. Sin embar-go, se puede objetar arbitrariedad al considerar solo ciertas fechas del añoo que, a pesar de su espectacularidad, estos efectos podrían ser fruto de lacasualidad y que no fueron tenidas en consideración por aquellos que mar-caron estas paredes con pinturas rupestres. Consiguientemente, definire-mos en términos de declinación astronómica los fenómenos de luz y som-bra que vamos a medir. A continuación, realizaremos las medidas de decli-nación correspondientes a las pinturas y paneles objeto de nuestro estudioy realizaremos análisis estadísticos que muestren su frecuencia relativa conel fin de comprobar si la repetición de algunos alineamientos se presenta de

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Este fenómeno es comparable a las orientaciones, en las mismas fechas, deLa Albarda (subrayada por dos hendiduras grabadas en su parte superior)en el santuario rupestre de Peñafaciel, en Lucillo o del megalito del santu-ario rupestre de San Salvador en Quintanilla de Somoza (González2011a:221-236, 2012), a los que debemos añadir la mayoría de losdólmenes del occidente europeo según señala un trabajo del astrónomobritánico Michael Hoskin (Hoskin 2008a, 2008b, 2010). Además, en elpanel principal de San Pedro Mallo también constatamos que durante elatardecer de las fechas de media estación de primeros de febrero/noviem-bre se producía en la pared una línea de luz y sombra que afectaba a tres delas cuatro figuras principales del panel (Figs. 2 y 3), o que el plano de unpequeño panel con pinturas, localizado en La Cuevona de San Pedro Mallomuy cerca de las pinturas anteriormente mencionadas, intersectaba en unpunto del horizonte donde se producía la puesta del Sol en las fechas demedia estación de primeros de mayo/agosto.

FIG. 2.

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FIG. 3.

forma especialmente acusada. Finalizaremos con una discusión e inter-pretación de los resultados obtenidos.

Metodología

A continuación abordaremos la definición en clave de declinaciónastronómica de los fenómenos de luz y sombra en las pinturas rupestres, elprocedimiento de medida de las declinaciones y la expresión de función dedensidad de probabilidad que utilizaremos en el análisis estadístico.

Definición de fenómenos de luz y sombra en pinturas rupestres

La posición de salida del Sol en el horizonte oscila entre dos extremos,Noreste y Sureste, que se producen en los solsticios cuando la declinaciónsolar adquiere sus valores extremos. Imaginemos un panel vertical con pin-turas orientado hacia el Sur, pero cuyo plano intersecte el horizonte entreestos extremos: habrá un par de fechas (o una si coincide con un solsticio),en las cuales el Sol que nace en esta intersección coincidirá con el planodel panel; entre estas dos fechas, el Sol naciente iluminará las pinturas per-maneciendo en la sombra el resto del año. La explicación es análoga en elcaso de la puesta del Sol. Vamos a denominar a este tipo “lateral” (L) y ladirección que debemos medir es la línea que une la pintura con la intersec-ción así definida.

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Puede que un saliente próximo se interponga en el camino del Solhacia la pintura proyectando sombra. En este caso las fechas se obtienenmediante un plano vertical que incluya la pintura y sea tangente al saliente,y su intersección con el horizonte. Este será el tipo “saliente” (S).

El tipo “obstáculo” (O) se producirá cuando un gran obstáculo lejanose interponga entre la superficie de la pintura y el Sol en el horizonte. Eneste caso las fechas y dirección se obtendrán por la intersección de esteobstáculo con el horizonte, visto desde la situación de la pintura.

Por último, el tipo “ventana” (V) corresponderá a la situación en laque, visto desde la situación de la pintura, el ascenso o descenso del Solpermanece oculto excepto en una ventana en la que ilumina las pinturasdurante un corto lapso del tiempo. Existirá una fecha en la que el caminodel Sol alcanzará un límite a partir del cual la ventana dejará de tener efec-to en la iluminación de la pintura, y otra en la que lo recupere.

Procedimientos de medida

Cada uno de los tipos de fenómenos de luz y sombra sobre una pinturarupestre se traduce en una medida de dirección expresada en dos coordena-das esféricas: las coordenadas horizontales acimut (A) y elevación (h).Para obtenerlos vamos a seguir el siguiente procedimiento.

Tomamos una fotografía que muestra el punto del horizonte correspon-diente a la proyección del plano de la pintura, saliente u obstáculo, señala-do con un listón de madera, y obtenemos sus coordenadas mediante aplica-ciones de información geográfica virtual como Google Earth. Como tam-bién tenemos las coordenadas del origen del alineamiento, podemos obte-ner el acimut mediante trigonometría esférica. La elevación puede ser cal-culada por trigonometría considerando que origen y referencia en el paisajecorresponden a dos puntos de una esfera con radio igual al de la Tierra ycon distancias sobre la superficie de la esfera iguales a su altitud sobre elnivel del mar. La elevación será el ángulo formado por la recta que uneambos puntos con el plano tangente a la esfera terrestre en el punto origen.Alternativamente podemos tomar como referencia el Sol o cualquier otroastro anotando la hora y utilizando una aplicación de planetario virtualcomo Cartes du Ciel, o medir el acimut con una brújula magnética y obte-ner la elevación mediante un inclinómetro, corrigiendo la deriva magnéticaque depende de nuestra localización.

Si las posiciones del punto de observación y del punto de ocultaciónvienen dados respectivamente por las ternas (φ1, λ1, a1) y (φ2, λ2, a2),donde φi es la latitud, λi la longitud y ai la altitud expresada en metros,podemos calcular la distancia angular (d) y acimut geográfico (A) entreambos mediante la expresión:

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El cálculo del ángulo de elevación aparente h’, considerando la esferi-cidad de la Tierra y la altura del observador, puede obtenerse a partir de laexpresión:

Por último, para obtener la elevación astronómica a partir de la aparen-te le restamos el efecto de la refracción atmosférica R (Bennet 1982).

Función de densidad de probabilidad de declinaciones astronómicas

Ahora necesitamos transformar las coordenadas horizontales al sistemade coordenadas ecuatorial dado por la declinación (δ) y la ascensión recta(α). La declinación astronómica, o ángulo formado con el plano del ecua-dor, nos va a permitir identificar el astro al que corresponden el acimut (A)y elevación (h) medidos.

Finalmente, debemos realizar un análisis estadístico que muestre la fre-cuencia de aparición de cada declinación astronómica medida. De la decli-nación astronómica, como variable aleatoria, tenemos un conjunto n demuestras δ1, …, δn. Vamos a estimar la densidad de probabilidad con unestimador de núcleo gaussiano con una desviación típica σ:

Descartaremos de nuestro análisis aquellas medidas de pinturas opaneles que por su simple proximidad producen alineamientos idénticos.Así evitaremos que se produzcan picos de frecuencia para una declinaciónpor la simple razón de concentrar varias pinturas para un mismo alinea-miento. Utilizaremos un núcleo gaussiano con desviación típica igual a 1.

En este punto es importante advertir sobre los riesgos de este procedi-miento. Una selección arbitraria de las medidas que van a constituir lapoblación del análisis estadístico, deliberada o inconsciente, van a produciruna distorsión importante de los resultados obtenidos. También el rigor a lahora de establecer un criterio de selección de los datos tiene el peligro deque, por otra parte, estamos siendo subjetivos al establecerlo, cerrando laspuertas a otras posibilidades como consecuencia de nuestros prejuicios(Ruggles 1999:124).

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Resultados

Hemos dividido las pinturas en tres grupos: San Pedro Mallo, Librán yPeña Piñera. Las Figuras 4, 5 y 6 muestran la función de densidad de pro-babilidad de declinaciones astronómicas de los efectos de luz y sombra co-rrespondientes a las pinturas rupestres de cada uno de estos grupos mientrasque la Figura 7 las agrupa todas. Las medidas de declinación están en laTabla 1.

Tanto en el caso de San Pedro Mallo como el de Librán, y a diferenciade Peña Piñera, la población no es lo suficientemente grande como paraextraer conclusiones fiables. Sin embargo, hemos mantenido en un primeranálisis los resultados individuales de los dos primeros con el fin de com-probar si se repiten ciertas declinaciones, de lo que podríamos concluir quesu frecuencia destacada no obedece a una razón topográfica. Así, reconoce-mos la repetición de los picos próximos a 24° y -16°.

El análisis de declinaciones correspondientes a efectos de luz y sombradel conjunto de las pinturas estudiado en este trabajo evidencia picos de fre-cuencia de declinación muy marcados, con valores -16,2, 29,5°, 23,5°, -24,6°, -29,5° y 16,5°, en orden de importancia. Vamos a considerar tambiénel pico de declinación 43° por su elevado peso específico en Peña Piñera.

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FIG. 4.

FIG. 5.

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FIG. 6.

FIG. 7.

Observación Tipo A h’ h δ

Peña Piñera, Figura I L 50,3 1,66 1,32 28,99

Peña Piñera, Figura I V 110,7 0,00 -0,58 -15,47

Peña Piñera, Conjunto A, Figura 2 O 326,6 4,72 4,55 41,68

Peña Piñera, Conjunto A, Figura 3 O 329,8 4,59 4,41 43,25

Peña Piñera, Conjunto A, Figura 1 L 27,9 2,36 2,08 42,33

Peña Piñera, Conjunto A, Figura 3 L 24,2 1,66 1,33 43,29

Peña Piñera, Conjunto B, Figura 1 L 50,3 1,62 1,28 28,98

Peña Piñera, Conjunto B, Figura 1 O 127,1 1,15 0,76 -25,74

Peña Piñera, Conjunto B, Figura 2 L 50,3 1,62 1,28 28,98

Peña Piñera, Conjunto B, Figura 2 O 143,3 11,83 11,75 -25,98

Peña Piñera, Conjunto B, Figura 4 S 68,9 2,27 1,99 16,73

Peña Piñera, Conjunto B, Figura 4 S 133,1 0,79 0,35 -29,83

Peña Piñera, Conjunto B, Figura 5 O 38,3 2,27 1,99 36,83

Tabla 1. Cálculo de declinaciones correspondientes a efectos de luz y sombra de los paneles ypinturas de San Pedro Mallo, Librán y Peña Piñera.

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Peña Piñera, Conjunto B, Figura 5 L 125,5 0,97 0,56 -24,81

Peña Piñera, Conjunto B, Figura 6 L 59,6 2,02 1,72 23,08

Peña Piñera, Conjunto B, Figura 6 O 144,3 11,98 11,90 -26,34

Peña Piñera, Conjunto B, Figura 8 L 131,3 0,87 0,45 -28,67

Peña Piñera, Conjunto B, Figura 8 S 12,9 4,40 4,21 49,81

Peña Piñera, Conjunto B, Figura 9 L 112,8 0,39 -0,10 -16,61

Peña Piñera, Conjunto B, Figura 9 S 9,4 3,27 3,04 49,43

Peña Piñera, Conjunto B, Figura 10 L 49,8 1,64 1,30 29,29

Peña Piñera, Conjunto B, Figura 10 O 145,7 8,50 8,40 -30,05

Peña Piñera, Conjunto B, Figura 11 L 59,5 1,99 1,68 23,12

Peña Piñera, Conjunto B, Figura 11 O 143,1 7,77 7,66 -29,45

Peña Piñera, Conjunto B, Figura 13 L 57,8 1,79 1,46 24,14

Peña Piñera, Conjunto B, Figura 13 O 139,5 5,83 5,68 -29,23

Peña Piñera, Conjunto B, Figura 18 L 51,5 1,28 0,91 27,93

Peña Piñera, Conjunto B, Figura 20 L 132,9 0,83 0,40 -29,70

Peña Piñera, Conjunto B, Panel A, Figuras a3 y a4 S 69,4 2,20 1,91 16,31

Peña Piñera, Conjunto B, Panel A, Figura a2 S 88,8 2,41 2,14 2,36

Peña Piñera, Conjunto B, Panel A, Figura a1 S 112,8 0,39 -0,10 -16,61

Peña Piñera, Conjunto B, Panel A O 1,3 3,86 3,66 50,91

Peña Piñera, Conjunto B, Panel B L 58,2 1,74 1,42 23,83

Peña Piñera, Conjunto B, Panel B O 137,8 10,13 10,04 -24,67

Peña Piñera, Conjunto B, Panel C, Figura c1 L 50,3 1,62 1,28 28,98

Peña Piñera, Conjunto B, Panel C, Figuras c2 y c3 L 55,5 1,01 0,60 25,04

Peña Piñera, Conjunto B, Panel C, O 135,0 6,92 6,79 -25,78

Peña Piñera, Conjunto B, Panel D L 117,8 1,13 0,74 -19,53

Peña Piñera, Conjunto B, Panel D, figura 17 O 343,9 2,58 2,31 47,10

Peña Piñera, Figura 17 L 117,8 1,13 0,74 -19,53

Peña Piñera, Figura II O 345,1 2,52 2,26 47,39

Peña Piñera, Figura II O 118,2 1,14 0,75 -19,77

Peña Piñera, Figura IV L 25,8 2,39 2,12 43,32

Peña Piñera, Figura IV O 143,7 4,28 4,09 -32,82

Peña Piñera, Conjunto C, Panel A L 59,3 2,02 1,72 23,29

Peña Piñera, Conjunto C, Panel B L 38,0 2,27 1,99 37,01

Peña Piñera, Conjunto C, Paneles B y C O 154,1 2,42 2,15 -39,39

Peña Piñera, Conjunto C, Panel C L 59,3 2,02 1,72 23,27

Peña Piñera, Conjunto C, Panel D S 134,1 1,07 0,67 -30,20

Peña Piñera, Conjunto C, Panel E L 133,8 0,65 0,20 -30,42

Peña Piñera, Conjunto C, Panel D y E O 355,0 3,72 3,51 50,52

Peña Piñera, Conjunto C, Figura 1 S 44,6 1,97 1,67 32,83

Peña Piñera, Conjunto C, Figura 1 O 175,6 0,62 0,16 -46,92

Peña Piñera, Conjunto C, Figura 3 S 59,4 2,02 1,72 23,19

Peña Piñera, Conjunto C, Figura 3 O 172,1 1,43 1,07 -45,63

Peña Piñera, Conjunto C, Figura 5 L 88,0 2,36 2,08 2,85

Peña Piñera, Conjunto C, Figura 5 O 169,4 1,73 1,41 -44,84

Peña Piñera, Conjunto D, Figura 3, 4, 5 y 6 O 19,5 2,27 1,99 45,69

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Peña Piñera, Conjunto D, Figura 3 L 64,0 1,71 1,39 19,76

Peña Piñera, Conjunto D, Figura 3 S 96,0 5,96 5,82 -0,40

Peña Piñera, Conjunto D, Figura 4 S 94,9 4,55 4,37 -0,65

Peña Piñera, Conjunto D, Figura 6 L 132,2 0,78 0,35 -29,28

Peña Piñera, Conjunto E, Figura 6 L 18,5 2,45 2,18 46,20

Peña Piñera, Conjunto E, Figura 6 O 159,6 2,05 1,75 -41,85

Peña Piñera, Conjunto E, Figura 8 L 25,7 2,40 2,12 43,34

Peña Piñera, Conjunto E, Figura 8 S 132,1 0,79 0,35 -29,23

Peña Piñera, Conjunto F, Figura 1 L 18,0 2,56 2,30 46,50

Peña Piñera, Conjunto F, Figura 2 L 19,0 2,37 2,09 45,95

Peña Piñera, Conjunto F, Figura 2 L 147,6 2,13 1,83 -36,72

Peña Piñera, Conjunto F, Figura 3 S 21,0 2,15 1,85 45,00

Peña Piñera, Conjunto F, Figura 5 S 58,9 1,99 1,68 23,50

Peña Piñera, Conjunto F, Figura 5 O 174,5 2,34 2,06 -44,93

Peña Piñera, Figura IXn L 38,9 2,13 1,84 36,39

Peña Piñera, Figura IXn O 158,3 1,73 1,40 -41,72

Peña Piñera, Figura VI O 72,4 1,93 1,62 13,96

Peña Piñera, Conjunto G, Panel A, Figura 1 S 46,1 1,82 1,50 31,78

Peña Piñera, Conjunto G, Panel A, Figura 2 S 41,0 1,71 1,38 34,76

Peña Piñera, Conjunto G, Figura 3 S 49,2 1,58 1,24 29,66

Peña Piñera, Conjunto G, Figura 4 L 42,5 1,79 1,46 33,99

Peña Piñera, Conjunto G, Panel B, Figura 5 S 101,9 0,31 -0,20 -8,86

Peña Piñera, Conjunto G, Panel B, Figura 6 S 84,5 2,38 2,10 5,45

Peña Piñera, Conjunto G, Panel B, Figura 7 S 77,2 2,46 2,19 10,87

Peña Piñera, Conjunto G, Panel B, Figura 1 S 83,4 2,16 1,87 6,10

Peña Piñera, Conjunto G, Panel B, Figura 3 S 76,3 2,11 1,81 11,24

Peña Piñera, Conjunto G, Figura 5 L 49,5 1,57 1,22 29,42

Peña Piñera, Conjunto G, Figura 6 L 48,2 1,64 1,30 30,34

Peña Piñera, Conjunto G, Figura 7 S 68,0 2,14 1,85 17,26

Peña Piñera, Conjunto G, Figura 8 S 68,5 2,23 1,95 16,97

Peña Piñera, Conjunto G, Figura 9 S 59,2 1,98 1,68 23,33

Peña Piñera, Conjunto G, Figura 10 S 48,6 1,26 0,89 29,73

Peña Piñera, Conjunto G, Figura 11 L 31,2 2,37 2,09 40,73

Peña Piñera, Conjunto G, Figura 12 L 40,8 1,72 1,39 34,91

Peña Piñera, Conjunto G, Figura 13 S 49,2 1,58 1,24 29,66

Peña Piñera, Conjunto G, Figura 14 L 49,5 1,56 1,22 29,44

Peña Piñera, Conjunto G, O 165,8 1,66 1,32 -44,12

Peña Piñera, Panel In O 28,4 2,45 2,17 42,18

Peña Piñera, Panel Jn O 60,1 1,90 1,59 22,62

Peña Piñera, Panel Jn, Figura 1 O 49,7 1,45 1,10 29,23

Peña Piñera, Panel Jn, Figuras 3 y 4 O 28,6 2,40 2,13 42,06

Peña Piñera, Panel H, Figura 1 L 124,8 0,31 -0,20 -24,91

Peña Piñera, Panel H, Figura 1 y 2 O 259,1 19,87 19,82 5,68

Peña Piñera, Panel H, Figura 2 S 112,2 0,29 -0,23 -16,29

Peña Piñera, Panel H, Figura 3 S 87,5 2,16 1,87 3,11

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Peña Piñera, Panel H, Figura 5 O 79,4 2,22 1,94 9,12

Peña Piñera, Panel H, Figura 7 L 86,8 1,88 1,57 3,40

Peña Piñera, Panel H, Figura 9 S 86,8 1,88 1,57 3,40

Peña Piñera, Panel H, Panel A O 74,3 2,04 1,74 12,69

Peña Piñera, Panel H, Panel B O 71,3 1,70 1,37 14,57

Peña Piñera, Panel H, Panel C O 71,3 1,70 1,37 14,57

Peña Piñera, Panel H, Panel D, Figura 3 O 70,5 1,56 1,22 15,02

Peña Piñera, Panel H, Panel D, Figura 2 O 70,3 1,74 1,42 15,36

Peña Piñera, Panel H, Panel D, Figura 1 O 68,2 2,09 1,79 17,11

Peña Piñera, Panel H, Panel E O 68,2 2,09 1,79 17,11

Peña Piñera, Panel H, Figura 12 L 112,2 0,29 -0,23 -16,29

Peña Piñera, Panel H, Figura 10 L 124,8 0,31 -0,20 -24,91

Peña Piñera, Conjunto Kn L 195,7 7,90 7,79 -37,49

Peña Piñera, Conjunto Kn O 68,9 2,08 1,79 16,57

Los Corralones, Figura 9 O 238,2 5,47 5,32 -18,78

Los Corralones, Figura 2 O 241,1 7,66 7,55 -15,20

Los Corralones, Figura 4 O 244,6 7,81 7,70 -12,76

Los Corralones, Figura 1 O 245,5 8,07 7,96 -11,99

Los Corralones, Figura 8 O 238,2 5,47 5,32 -18,78

Los Corralones, Figura 9 V 223,0 19,23 19,18 -16,51

Los Corralones, Figura 8 V 223,0 22,23 22,19 -13,94

Los Corralones, Figura 2 V 224,5 19,23 19,18 -15,76

Los Corralones, Figura 4 V 225,0 19,23 19,18 -15,51

Los Corralones, Figura 1 V 226,0 24,00 23,96 -10,98

Buracón de los Mouros, Conjunto A, Panel A O 116,5 3,70 3,49 -16,59

Buracón de los Mouros, Conjunto A, Panel B O 125,0 1,73 1,40 -23,89

Buracón de los Mouros, Conjunto A, Panel C, Gr. 2, Fig. 11 O 125,0 1,73 1,40 -23,89

Buracón de los Mouros, Conjunto A, Panel C, Grupo 2 O 125,0 1,73 1,40 -23,89

Buracón de los Mouros, Conjunto A, Panel C, Grupo 1 O 125,0 1,73 1,40 -23,89

Buracón de los Mouros, Conjunto B, Figura 1 O 150,2 0,14 -0,40 -39,93

Buracón de los Mouros, Conjunto B, Panel A O 139,2 1,55 1,21 -32,81

Buracón de los Mouros, Conjunto B, Panel B O 155,5 0,91 0,49 -41,50

Buracón de los Mouros, Conjunto B, Panel C, Fig. 1, 2, 8 V 118.7 6,00 5,86 -16,36

Buracón de los Mouros, Conjunto B, Panel C, Fig. 3-7 L 118.7 6,00 5,86 -16,36

Buracón de los Mouros, Conjuntos A y B O 200,8 0,84 0,41 -42,97

Buracón de los Mouros, Conjunto A, Panel C, Grupo 1 O 180,9 0,60 0,14 -47,12

Escondida, Panel A V 86,7 19,87 19,83 15,65

Escondida, Panel B, Figuras 1, 2, 3, 4 V 98,8 18,22 18,17 6,01

Escondida, Panel B, Figuras 5, 6, 7, 9, 9, 10 V 107,0 15,36 15,30 -1,63

Escondida O 194,4 1,38 1,02 -44,35

Escondida, Panel A O 124,1 11,06 10,98 -15,95

Escondida, Panel B, Figuras 1, 2, 3, 4 O 130,9 9,23 9,14 -21,56

Escondida, Panel B, Figuras 5, 6, 7, 9, 9, 10 O 133,6 8,47 8,36 -23,71

Boubela, Conjuntos A y B O 215 25 24,96 -14,95

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Análisis de los resultados

Los resultados obtenidos confirman algunos alineamientos que yahabíamos observado en el estudio arqueoastronómico que realizamos enMaragatería, León (González 2011a): las declinaciones -29,5° y 29,5° pue-den relacionarse con los lunasticios mayores al Sur y al Norte respectiva-mente; -24,6° y 23,5° con los solsticios de invierno y verano; y -16,2° y16,5° con las fiestas de media estación de primeros de febrero/noviembre,y de primeros de mayo/agosto, respectivamente.

En los próximos apartados explicaremos, en primer lugar, el papeldesempeñado por los alineamientos solares anteriores en la génesis de uncalendario solar prehistórico que presumimos extendido por el centro yoccidente europeo. A continuación explicaremos lo que son los lunasticiosy su aplicación en las comunidades humanas que construyeron los monu-mentos megalíticos. Exploraremos la posibilidad de alineamientos estela-res que permitan datar las pinturas y finalizaremos detallando el cálculopreciso de las declinaciones solares y lunares correspondientes al calenda-rio solar prehistórico y a los lunasticios, estudiando su correspondenciacon los picos de declinaciones obtenidos en el estudio estadístico.

La génesis del calendario

Varias evidencias apuntan a que el ciclo sinódico de la Luna fue uno delos sistemas más antiguos para medir el transcurso del tiempo. La raízindoeuropea me- significa “luna” y “medir” (Pokorny 1959:702-704; Balg1889:278; Pott 1857:105). Además se conocen artefactos con incisionescuyo objeto parece ser el de contar lunaciones, como el hueso de ala deáguila descubierto en la cueva de Abri Blanchard en el valle de Dordogne,Francia datado, en el 30.000 a. C. (Marshack 1991:336).

Sin embargo, cuando el hombre comienza a explotar los recursos ani-males y vegetales queda sometido al ciclo productivo de la Naturaleza quesigue el ritmo del ciclo anual del Sol. Los solsticios son fenómenos sensi-bles que permiten conocer los focos centrales de la estación fría y de la fér-til, de modo que las posiciones de salida y puesta del Sol en el horizonteconstituyen un indicador inmejorable para realizar el seguimiento deltranscurso del ciclo anual. Este procedimiento ha sido documentado envarios pueblos contemporáneos. El etnógrafo Alexander Stephen (Stephen1936) registró que los Hopi de Arizona, en los Estados Unidos de América,utilizaban observaciones solares en el horizonte para regular sus activida-des de siembra y cosecha así como para señalar el acontecimiento de susfiestas principales. También los Mursi de Etiopía realizan observaciones enel horizonte para reconocer las dos “casas” del Sol en las que nace en suviaje a lo largo del horizonte en el momento de los solsticios (Ruggles yTurton 2005); o los Zuni que tienen estaciones de observación solar que lespermiten conocer los solsticios al ocupar la puesta o salida del Sol determi-nadas posiciones destacadas del horizonte (Ruggles 2005:xxiv-xxv; Aveni2001:266-267; McKim y Putnam 1989:22-23; Hamilton Cushing 1979;Parsons 1929); o los polinesios de la isla de Mangareva, que a pesar detener un calendario lunar, determinan el solsticio cuando el Sol nace entredos piedras visto desde un punto localizado en el centro del poblado (Rug-

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gles 2005: 241-243: Esteban 2008; Laval 1938: 213-215; Buck 1938;Kirch 2004).

La tradición popular festiva europea revela la celebración de fiestas nosólo en relación con los solsticios, como San Juan y Navidad, sino tambiénen el entorno de primeros de febrero, mayo, agosto y noviembre (González2011a:105-195). En la tradición popular irlandesa, así como en sus textosmitológicos compilados en la Edad Media por monjes cristianos, son lasfiestas de Imbolc, Beltaine, Lugnasad y Samain; en la germánica el Distingo Disablot, el Día del Verano, Lammas y los Días del Invierno. Inclusoencuentran expresión arqueológica, tardía, en el Calendario de Coligny, enlos días Rivros, Cutios, Equos y Cantlos (MacCluskey 1998:59-60). LaPenínsula Ibérica no es ajena a esta división. En el Libro de Buen Amor delArcipreste de Hita, el invierno cuenta con los meses de noviembre, diciem-bre y enero; el verano, con febrero, marzo y abril; el estío, con mayo, junioy julio; por último, otoño, con agosto, septiembre y octubre (Caro Baroja1986a:161). Las pervivencias de la celebración de primeros de febreroestarían en festividades de los Santos del Invierno (San Antón, Las Cande-las, San Blas,...) y los Carnavales (Caro Baroja 1986a); la de primeros demayo en los mayos y rogativas (Caro Baroja 1986b); la de primeros deagosto en las fiestas de la cosecha (Caro Baroja 1986c); y las de primerosde noviembre en las de Todos los Santos y San Martín. La circunstancia deque estas cuatro fiestas se encuentren a medio camino entre los solsticios ylos equinoccios ha llevado a algunos autores a postular la existencia de unantiguo calendario solar europeo vertebrado por estas fechas de primerosde febrero, mayo, agosto y noviembre que, a su vez, corresponden a lospuntos medios entre solsticios y equinoccios. Incluso, autores como elastrónomo británico Joseph Norman Lockyer o el ingeniero escocés Ale-xander Thom reconocen alineamientos astronómicos en algunos monu-mentos megalíticos en estas antiguas fiestas (McCluskey 1998: x-xi; Rug-gles, Hoskin 1999; Lockyer 1906; Thom 1967).

Sin embargo, Clive Ruggles (Ruggles 2005:249) se muestra escépticoante la existencia de estos marcadores megalíticos de las fiestas de mediaestación por la simple razón de que mientras los solsticios son fenómenossensibles en los que la posición de salida o puesta del Sol en el horizonte sedetiene por unos pocos días, los equinoccios no lo son. Para resolver estacuestión hemos implementado los algoritmos astronómicos de Meeus(Meeus 1991) y realizado un programa que buscaba los años en los que,debido a la vigencia del calendario Juliano, los puntos medios entre solsti-cios y equinoccios se producían con una diferencia máxima de 1 día res-pecto a las fechas de 1 de febrero, 1 de mayo, 1 de agosto y 1 de noviem-bre, que son las fechas tradicionales consideradas para estas fiestas. Hemostomado dos criterios: el equinoccio como fecha en la declinación solar esnula o la fecha como punto medio, en días, entre los solsticios. Los resul-tados obtenidos de esta prueba muestran que solo 7 años verificaron el pri-mer criterio mientras que 94 años, entre el año 840 y el 1020, confirmaronel segundo. Es decir, ante la necesidad de crear un calendario que regularacelebraciones y tareas agrícolas y ganaderas, se definieron unas fiestas queen realidad no se corresponden con los puntos medios entre solsticios yequinoccios sino, entre los solsticios y los equinoccios aparentes que, avez, son los puntos medios entre los solsticios. La Tabla 2 recoge las decli-

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naciones calculadas para solsticios, equinoccios aparentes y FME para dis-tintas épocas.

-2999 -2499 -1999 -1499 -999 -499 0 500 1000 1500 2000

SV 24,03 23,98 23,93 23,87 23,81 23,75 23,70 23,63 23,57 23,51 23,44

SI -24,03 -23,98 -23,93 -23,87 -23,81 -23,75 -23,70 -23,63 -23,57 -23,51 -23,44

EP 0,27 0,38 0,48 0,57 0,65 0,71 0,75 0,77 0,78 0,77 0,74

EO 0,27 0,38 0,48 0,57 0,65 0,71 0,75 0,77 0,78 0,77 0,74

F1F -16,46 -16,38 -16,30 -16,26 -16,16 -16,11 -16,06 -16,03 -16,00 -15,98 -15,97

F1M 16,75 16,78 16,81 16,83 16,84 16,85 16,85 16,84 16,81 16,78 16,74

F1A 17,00 17,01 17,02 17,01 17,00 16,97 16,93 16,89 16,83 16,76 16,69

F1N -16,72 -16,62 -16,52 -16,42 -16,32 -16,23 -16,15 -16,08 -16,02 -15,96 -15,91

Tabla 2. Declinaciones calculadas para solsticios, equinoccios aparentes y fiestas de mediaestación para distintas épocas

donde SV es solsticio de verano, SI solsticio de invierno, EP equinoccio aparente de primavera, EOequinoccio aparente de otorño, F1F fiesta de media estación de primeros de febrero, F1M fiesta de mediaestación de primeros de mayo, F1A fiesta de media estación de primeros de agosto y F1N fiesta de mediaestación de primeros de noviembre.

Los lunasticios mayores y menores

Henry Boyle Townshend Somerville (Somerville 1912) fue el primeroen evidenciar orientaciones lunares en monumentos prehistóricos como enel círculo de piedras de Callanish, Escocia. Después vino Stonehenge, de lamano del astrónomo inglés Gerald S. Hawkins (Hawkins 1965), así comocírculos y alineamientos megalíticos británicos, de acuerdo al riguroso tra-bajo de Alexander Thom (Thom 1967, 1971). Con el tiempo, el estudio deluso astronómico de monumentos megalíticos se ha ido sistematizando yganando en rigor, y la constatación de alineamientos lunares se ha consoli-dado notablemente: círculos de piedra yacente escoceses, túmulos de pie-dras con tumba de cámara tipo Clava o Clava cairns, filas de piedras delOeste de Escocia y del Suroeste de Irlanda, el círculo de piedras de Ave-bury y las fases 1, 2 y 3 de Stonehenge (Ruggles 1999; Burl 1981, 1995,2010; North 1996). Contamos también con alguna noticia literaria, como laque aporta Diodoro Sículo acerca de un recinto sagrado y templo circularconsagrado a Apolo localizado en una gran isla habitada por los hiperbó-reos y de su visita por el dios cada 19 años (Diodoro Siculo, BibliothecaHistorica II, 47). También nuestro trabajo anterior revelaba una estrecharelación de los santuarios rupestres de Maragatería (León), con los lunasti-cios, especialmente al Sur y en algunas ocasiones significativamente refe-ridos al Monte Teleno (González 2011a:221-282).

Las posiciones de salida y puesta de la luna oscilan entre dos extremosen un ciclo con un periodo conocido como mes tropical que dura 27,33días. Sin embargo, y a diferencia de lo que sucede con el Sol, estos dosextremos varían a su vez entre dos valores límite que siguen a su vez unciclo conocido como ciclo de regresión de los nodos de la Luna que dura18,6 años.

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donde i es el ángulo de inclinación de la órbita de la luna respecto a laeclíptica con valor igual a 5,15°.

Consiguientemente, tenemos 4 extremos de declinación lunar: (-ε-i), (-ε+i), (ε-i) y (ε+i). Habrá una lunación cada 18,6 años en la que la Lunanacerá y se pondrá en sus posiciones más extremas al Norte, más allá de laposiciones correspondientes al solsticio de verano y, en la misma lunación,aproximadamente quince días después, la Luna nacerá y se pondrá en susposiciones más extremas al Sur, más allá de la posiciones del solsticio deinvierno. Esta lunación será el lunasticio mayor, siendo cada uno de susextremos los lunasticios mayores Norte y Sur, respectivamente. Aproxi-madamente 9 años después los extremos de declinación de la lunacióntomarán sus valores mínimos e interiores a los correspondientes a los sol-sticios en los lunasticios menores, al Norte y al Sur.

El significado que tuvo para el hombre europeo prehistórico es contro-vertido. Según Alexander Thom “el hombre megalítico” sería capaz dereconocer el ciclo de perturbación de la órbita de la Luna con amplitudaproximada de 9’ y periodo de 173 días superpuesto al ciclo de los nodosde la luna de 18,6 años cuyos máximos se producen cada vez que la lunacruza el plano de la eclíptica, y por tanto cuando se pueden producireclipses (Thom y Thom 1975, 1980). Sin embargo, parece más plausibleque el interés por este fenómeno se deba a otra circunstancia que lo acom-paña. Los lunasticios Norte, tanto mayores como menores, siempre presen-tan una luna llena en el solsticio de invierno y una luna nueva en el solsti-cio de verano. Por otra parte, con los lunasticios al Sur la luna nueva coin-cide con el solsticio invernal y la llena con el de verano (Sims 2006; Rug-gles 2005:272-273). De alguna manera, se produce la sincronización de losciclos lunar y solar que regían respectivamente el calendario lunar de lassociedades cazadoras matriarcales preneolíticas y el calendario solar de lassociedades patriarcales que comienzan la explotación agrícola y ganaderade la Naturaleza.

Alineamientos estelares

Vamos a eliminar de nuestra lista de declinaciones aquellos paneles opinturas que presenten algún alineamiento en lunasticios, solsticios, equi-noccios o fiestas de media estación para poder determinar si en este residuoaún se revela alguna declinación preferente diferente. Su función de densi-dad de probabilidad está representada en la Figura 8 y presenta un picomuy acentuado en el valor 43°. Este valor de declinación solo es posiblepara una estrella para la que no podemos esperar que produzca efectos deluz y sombra sensibles en las pinturas. Sin embargo, también es cierto quelos paneles con declinación 43° son del tipo “obstáculo”, es decir, el ele-mento limitante de la iluminación celeste incidente es un obstáculo distanteque producirá aproximadamente la misma intersección con el horizontepara un observador cercano al panel.

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FIG. 8.

En nuestro trabajo ya citado relativo a los santuarios rupestres deMaragatería también reconocimos alineamientos con declinaciones entrelos 43° a los 47° que allí relacionamos con α Coronae Borealis (González2011a:226-232), identificación que posteriormente revisamos (González2011b, 2013, 2014a, 214b). Arturo o α Bootis es la segunda estrella másbrillante desde nuestra localización y tuvo una declinación igual a 42,7° enel 2000 a. C. Su interés práctico radica en que en esta época su orto helia-co señalaba el acontecimiento de la fiesta intermedia entre el equinoccio deotoño y el solsticio de verano y su ocaso acrónico, el solsticio de verano(Lockyer 1906:117).

Entendemos que la acusada frecuencia de medidas de declinacionespróximas a los 45° en intersecciones con el horizonte vistas desde variospaneles de pinturas rupestres de Peña Piñera puede explicarse mediante ali-neamientos con la puesta y salida de Arturo. Estos aportan además un valorpráctico en cuanto al seguimiento del calendario prehistórico que defende-mos y cuyo uso deliberado está apoyado por otros alineamientos conside-rados para la misma estrella en lugares con arte rupestre inciso próximos,como en Maragatería.

Valoración de los alineamientos en lunasticios, solsticios, equinoccios yfiestas de media estación

En coherencia con el resultado anteriormente expuesto, vamos a acep-tar de manera convencional la época del 2000 a. C. para el cálculo de lasdeclinaciones astronómicas de lunasticios, solsticios, equinoccios y fiestasde media estación. El cambio en la declinación solar o lunar en otra épocano depende del fenómeno de precesión de los equinoccios sino de la derivalenta en la oblicuidad de la eclíptica (Wittman 1979).

De acuerdo a la Tabla 2, consideraremos que las declinaciones de sols-ticio de verano, de invierno, equinoccios, fiestas de primeros defebrero/noviembre, y fiestas de primeros de mayo/agosto son respectiva-mente 23,93°, -23,93°, 0,48°, -16,4° y 16,90°. Con una oblicuidad de laeclíptica de 23,93°, los extremos de declinación geocéntricos del ciclo deregresión de los nodos lunares son ±29,08° y ±18,78°.

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Sin embargo, estas no son las declinaciones del Sol o la luna que seránobservados desde la superficie de la Tierra. Es necesaria una primeracorrección dependiendo de si la parte significativa del astro en el horizontees la parte inferior o la superior del disco celeste, lo que supone el decre-mento o incremento de la elevación astronómica, respectivamente. En elcaso de la Luna, y debido a su proximidad a nuestro planeta, debemoscorregir también el paralaje lo que se traduce en la reducción de 0,95° en laelevación.

La ecuación que vimos anteriormente para el cálculo de la declinaciónpuede convertirse en:

La variación en la declinación vendrá dada por la expresión de la difer-encial total

Consideramos que la única variación se produce en la elevación, esdecir, ∆A=0

Como la elevación es muy próxima al horizonte

Calcularemos el rango en la declinación considerando ambos extremosdel disco celeste, que tanto para el Sol como para la luna tienen undiámetro aparente de 30 minutos de arco y una latitud de aproximadamente42,73°. Así, los intervalos de las declinaciones astronómicas relativas a lossolsticios de verano, invierno, equinoccios, fiestas de febrero/noviembre,fiestas de mayo/agosto, lunasticio mayor Norte y lunasticio mayor Sur son,respectivamente, 23,93°±0,19, -23,93°±0,19, 0,48°±0,17, -16,40°±0,18,16,90°±0,18, 28,34°±0,20 y -29,82°±0,20. Estos valores, exceptuando elrelativo a los equinoccios, son muy próximos a sus equivalentes en la fun-ción de densidad de probabilidad que agrupa las pinturas de Peña Piñera,Librán y San Pedro Mallo que, son 23,5°, -24,6°, 3,4°, -16,2°, 16,5°, 29,5°y -29,5°.

Una vez más constatamos la escasa importancia debida a los alin-eamientos en los equinoccios ya observada en nuestro trabajo previo(González 2011a:272) o por Clive Ruggles en sus trabajos arqueastronómi-cos en las Islas Británicas (Ruggles 1999:148-151; Ruggles 2005:xxii-xxi-ii). También nos llama la atención la mayor anchura de las campanas de lospicos relativos a las fiestas de media estación a causa de varios alineamien-tos producidos en fechas de un entorno amplio del punto medio entre sol-

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sticios y equinoccios. Además, el correspondiente a las fiestas de primerosde febrero/noviembre parece estar ocultando parcialmente el del lunasticiomenor Sur, con valor teórico calculado de -19,45±0,18.

Conclusiones

Comenzamos este estudio con la hipótesis de que los soportes pétreosde las pinturas rupestres incluidas en este trabajo manifestaban fenómenosde luz y sombra en fechas claves de un calendario prehistórico vertebradopor solsticios, equinoccios y fiestas de media estación y hemos realizado unanálisis estadístico que muestra frecuencias extraordinarias de alineamientos,no sólo en estas fechas, sino también en los lunasticios mayores, probable-mente producidos durante la luna llena. Además hemos reconocido una acu-sada frecuencia de alineamientos producidos por obstáculos distantes conun valor de declinación próximo a los 43° que nos invita a interpretar comopropio de la brillante estrella Arturo y a arriesgar una datación de las pinturasde Peña Piñera sobre el 2000 a. C. La relación, que se hace patente con esteestudio, entre las pinturas rupestres con fiestas y el hecho de que algunos delos lugares con pinturas presenten suelos muy pulidos, incluso en abrigospoco conocidos y frecuentados, es indicativo de cierta participación colectivaque no contradice, en principio, actividades rituales chamánicas.

Somos conscientes del escaso peso específico que tiene el estudio deluso potencial astronómico en el conjunto de informaciones que utilizan losarqueólogos para caracterizar el registro arqueológico (Belmonte 2009;Cerdeño et al. 2006; Esteban 2004). Sin embargo, consideramos que losmétodos y propuestas que hemos presentado en este artículo se pueden in-corporar con éxito a los métodos arqueológicos, y por esta razón hemosprocurado una exposición ordenada, razonada, meticulosa, con abundantesreferencias y con voluntad didáctica para facilitar a cualquier lector con in-terés su comprensión y la posibilidad de reproducir las medidas y análisis.

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