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Chichn Itz, emblemtica ciudad maya cercana a los hallazgos Muy cerca del famossimo sitio arqueolgico maya de Chichn Itz (recientemente elegido como una de las siete nuevas maravillas del mundo), arquelogos mexicanos han descubierto una caverna con pinturas rupestres de hace unos 5.000 aos, anteriores a la civilizacin maya. En esta gruta llamada Kab se han encontrado unas sesenta imgenes de figuras antropomorfas. Las pinturas en s constan de figuras de aves y perros, e impresiones de manos en negativo. Pero esto no es lo nico que se ha encontrado en esta gruta. Aqu tambin se han hallado algunos smbolos mayas, restos de vasijas y figuras de cruces, las cuales parecen dar la pauta de que la cueva fue ocupada durante el perodo de conquista. La importancia de este sitio es fundamental, puesto que la poca en la que parece haber existido slo haba cazadores recolectores en Mesoamrica, y la aparicin de estas pinturas da lugar a la especulacin respecto al pensamiento simblico de estos pobladores. El hallazgo de esta gruta pone varias cosas en cuestin. En primer lugar puede cuestionarse la labor de los arquelogos locales, quienes solamente se han concentrado en el estudio de los restos mayas que yacen en la superficie, olvidando la riqueza invaluable que los sitios inmersos dentro de grutas y cavernas poseen, no slo por sus hallazgos materiales, sino que tambin por su arte, la cual da una pauta bien del simbolismo de los grupos que ocupaban la gruta o de las pautas de caza que adoptaban (segn la teora al respecto de las pinturas rupestres que se elija contemplar). Pero en segundo lugar se debe poner en tela de juicio a las personas del lugar. Lamentablemente se han encontrado dentro de la gruta algunos graffitis contemporneos. Esto es muy triste, puesto que da la pauta de lo poco que valoran algunas personas la riqueza patrimonial que algunas civilizaciones les han legado y de que an siguen teniendo lugar casos de personas que encuentran yacimientos arqueolgicos pero no los reportan a las autoridades correspondientes
Resignificaciones del pensamiento mgico ancestral y del arte
rupestre mesoamericano. La obra de arte como fetiche contemporneo.
Fernando Antonio Rojo Betancur. [email protected] Magster en
Estudios de Arte, Universidad Iberoamericana, Mxico, D.F.La artista
Marta Palau y el arte rupestre de Baja California
Las primeras nociones, documentos y escritos descriptivos que se
tienen acerca del arte rupestre en Mxico datan del siglo XVIII, y
son anteriores a los planteamientos tericos sobre el arte
prehistrico, hechos a partir del descubrimiento, en 1879, de las
pinturas en las cuevas de Altamira, Santillana del Mar, Cantabria
(Espaa). Las evidencias de pobladores en Baja California, se
remontan a 10.000 aos a. C. La fecha ms antigua para la datacin de
la pintura rupestre de Baja California, es la de 5.500 a.C., misma
que fue definida a partir de una muestra tomada en la cueva de San
Borjitas. Los grupos humanos que elaboraron estas pinturas debieron
sortear grandes dificultades, pues ste era un terreno agreste, con
algunas reas estriles que hacan muy difcil la vida sedentaria;
situacin que haca propicio el nomadismo.La pennsula de Baja
California se ubica al noroeste de Mxico, y est rodeada por las
aguas del Golfo de California y por el Ocano Pacfico. Este brazo de
tierra se divide en dos segmentos polticos: al norte se localiza el
estado de Baja California, y al sur, el estado de Baja California
Sur. Es importante resaltar que no estuvo aislada de los colonos en
tiempos de la conquista y la colonia; quienes ejercieron, junto con
los misioneros, grandes cambios en la estructura social, poltica,
econmica, cultural, religiosa, e incluso demogrfica de los
pobladores originarios de esta regin.En las cuevas de Baja
California Sur, pudieron encontrarse entre variadas evidencias
arqueolgicas: los indicios de prcticas como el encendido de fuego,
el enterramiento humano, la elaboracin de ornamentos de concha, as
como otras actividades propias de cada grupo tnico. En contextos
funerarios se han localizado enterramientos secundarios pintados de
rojo ocre y envueltos en hojas, corteza de palma o piel de venado,
y evidencias de prcticas chamnicas y ceremoniales. Las complejas
ceremonias funerarias indicaban que exista un alto grado de
organizacin social. Las pinturas rupestres ms apreciadas son las
del Gran Mural en la Sierra de Guadalupe, Baja California Sur, con
sus impactantes representaciones antropomorfas y zoomorfas. Muchas
de ellas son imponentes por sus enormes dimensiones, adems gran
variedad de estas imgenes fueron silueteadas a casi diez metros de
suelo y hacan parte del sentido espiritual de centros ceremoniales,
son representaciones de escenas de cacera o de actividades
rituales.En los abrigos rocosos se han encontrado tanto figuras
humanas, mujeres y hombres, como diferentes especies animales,
principalmente venados, berrendos, borregos cimarrones, pumas,
liebres, as como fauna marina y motivos abstractos
(Representaciones simblico-geomtricas policromas). En estas
pinturas murales y petroglifos hallamos una riqueza simblica
importante, en la que se concentran evidencias de la fe, la magia,
la caza y la fecundidad. Estos son los primeros atisbos de
simbolizacin en el contexto rupestre mexicano; son imgenes que
perviven como antecedentes de una ilimitada produccin de smbolos y
de signos que en muchos casos fungieron como fetiches proyectivos
en la plstica y la produccin visual contempornea. Son imgenes
elocuentes que permanecen y encierran el misterio indevelable de lo
numinoso y lo sagrado, que inciden en la produccin e iconografa
plstica de innumerables artistas desde hace varias dcadas hasta
nuestros das. La cacera y la magia se conjuntan en estas
representaciones rupestres: el carcter simblico de sus imgenes
implica la materializacin del imaginario y del sentido ritual
mediante el cual el hombre se identificaba con el entorno natural.
Emulando fuerzas sobrenaturales, el hombre pugnaba por asumir un
poder sobre la realidad y as poda tambin conjurarla a partir de
pinturas elaboradas con una intencionalidad mgica. La magia
implicaba una caza propiciatoria que le imprima un poder especial
al cazador sobre la presa, al momento de intentar su cacera.Las
diferentes manifestaciones rupestres en Baja California nos dan un
panorama, no slo de las necesidades sociales y tribales, sino
tambin de las motivaciones espirituales y religiosas de los hombres
de antao; motivaciones que perviven y que testimonian todo el
potencial creador del ser humano. Emulando fuerzas sobrenaturales,
el hombre pugnaba por asumir un poder sobre la realidad y as poda
tambin conjurarla a partir de pinturas elaboradas con una
intencionalidad mgica. En las instalaciones de Marta Palau nos
encontramos algunos personajes a los que ella denomina Nauallis que
recuerdan la monumentalidad de algunas figuras rupestres en Baja
California. En especial podramos mencionar aquellas improntas de
pie, magnificadas por Marta en su instalacin Nmadas II, que hacen
referencia a los pies girados de algunas figuras humanas plasmadas
en los abrigos rocosos de Baja California. El juego con las
dimensiones que instaura Marta a partir de los pies, rompe con las
proporciones que los objetos tienen en dichas representaciones y
proyectan a la figura humana hacia lo desmesurado a partir de un
fragmento. Marta instaura as un mundo de gigantes que comparte sus
dimensiones con los animales monumentales que encontramos en
algunas representaciones del arte rupestre bajacaliforniano. El
juego con las dimensiones nos permite desarticular los cnones
establecidos y acceder al mundo de lo monstruoso y de lo terrible.
De este modo, la artista se permite la licencia de trascender los
lmites que le impone la materia, y abre muchas posibilidades
semnticas durante sus procesos creativos. Estas posibilidades
semnticas, permiten que obras del pasado cuyo contexto est perdido
para nosotros, puedan fungir como fetiches originarios o
primigenios.
Figura 1. Marta Palau: Instalacin Nmadas II, 1999. Centro Cultural
Tijuana CECUT. Tcnica Mixta.
Dimensiones variables. Pie grande de 120 x 280 x 80 cm. , 250 pies
chicos de 14 x 28 x 7 cm. Tomada del sitio Web: (ver fuente) El da
jueves 30 de marzo de 2006.
Figura 2. Marta Palau: Instalacin Nmadas II, 2002. Universitat
de Lleida, Doctorat Honoris
Causa al exili Catal, Nmadas II, Instalaci, Aula Magna-Sala Victor
Siurana. Tomada del sitio Web: (ver fuente) El da jueves 30 de
marzo de 2006.
(Fig. 3)
(Fig. 4)
(Fig. 5)
Figuras 3, 4 y 5: Detalle de los pies girados de las Figuras
Rupestres de Baja California, cortesa de Harry W. Crosby y Joanne
Haskel Crosby, publicadas en su libro The Cave paintings of Baja
California, Discovering the Great Murals of an Unknown People. Y
detalle de los pies en su Instalacin Nmadas II, 1999.
La obra de arte como fetiche: fetichismo y animismo
De la misma manera en la que los hombres prehistricos nombran el
universo, los artistas actuales se apoderan del mundo mediante
imgenes y objetos activando as el potencial de lo imaginario. Esto
les permite convertirse en mediadores entre el mundo real y sus
simulacros. Hay una predisposicin innata del ser humano a crear
objetos cargados de magia que adquieren facultades metafsicas y
funcionan como umbrales hacia lo inefable. Por ello existen
arquetipos universales que generan la creacin de formas
fetichistas(1) primordiales que perduran en el tiempo. Se trata de
formas que instauran un culto a objetos diversos entre los que
figuran los elementos de la Naturaleza: los astros, los animales y
los objetos inanimados a los que se diviniza. Estos elementos se
convierten en referentes de cultos populares y adquieren poderes
especiales que les permiten fungir como fetiches, dolos o
reliquias. El vnculo entre el fetichismo y el animismo radica en
que la imagen representacional del fetiche implica una proyeccin de
fuerzas metafsicas que rebasan el objeto que las asila. Incorpora a
dioses y demonios de diversa naturaleza que operan sobre la psique
del ser humano. Los fetiches son smbolos de las divinidades que
representan, encarnan sus valores, personifican potencias
superiores e invisibles pero semejantes a las potencias humanas. La
fuerza que ejerce el poder fetichista sobre los objetos rebasa la
materia y se independiza de ella; los dioses y demonios pueden
viajar de un objeto a otro sin perder su identidad. Por lo tanto,
un objeto-fetiche puede perder su valor mgico y regresar a su
materialidad fsica. Recupera entonces su potencial potico y se
convierte de nuevo en un posible depositario de valores otorgados
por la mirada de los seres humanos. El objeto fetiche devela en ese
momento su vnculo con la ausencia, delata que no es dios ni demonio
y pone en evidencia la insuficiencia de la materia. De este modo,
el fetiche se muestra como la gran mentira: simula, suplanta, es
impostor y permite la entrada del azar. El fetiche detenta adems de
diversas cargas emotivas, una psico-energa inmaterial inherente a
la materialidad de los objetos devocionales que, aunque
insuficiente, hace sentir su presencia. En la existencia callada de
los objetos fetiche percibimos su dinmica relacin con el mundo y su
permanencia en la ausencia. Ellos habitan un no espacio y un no
tiempo que les otorga cierta configuracin fantasmagrica pero que no
les exime de su materialidad concreta.
Tanto el espectador como el artista que interactan con una pieza u
objeto-fetiche celebran la instauracin de su dialctico juego que
muchas veces se inserta en una cotidianidad que permite incluso una
sacralidad indita en la que no hay distincin entre la experiencia
sensorial y la abstraccin. En este sentido la creacin de objetos
fetiche es excusa de muchos artistas actuales para definir, en la
narrativa potica de su obra, una visin del mundo que vincule
metafsicamente aquellos poderes invisibles que animaron el universo
del hombre primitivo(2). Dichos poderes se asocian, por lo tanto,
al pensamiento mgico, transgrediendo lmites otrora religiosos en
una bsqueda cosmognica, ontolgica y esttica de identidad
espiritual. En la obra de la artista Marta Palau podemos descubrir
una intencin de retomar la comunin con la Naturaleza a travs del
fetichismo. Por ello instaura un mtodo para comunicarse mgicamente
con las fuerzas telricas a travs de los smbolos y signos, puesto
que busca sintonizar su existencia con las fuerzas del Cosmos. Los
lugares en los que hace sus montajes se vuelven espacios
provocados, escenarios rituales que, a travs de lo simblico, abren
un umbral hacia lo mgico, lo tectnico y lo mtico. Marta Palau, en
su obra, se aboca a plasmar espacialmente, como en tiempos del
animismo, la representacin matrica de seres sobrenaturales, de
entidades mticas, de espacios y situaciones remotas mediante la
elaboracin de formas puras y objetos primigenios que fungen como
smbolos originarios. Las Nauallis adquieren una categora ritual y
operan mgicamente como pequeos altares u ofrendas votivas que
trascienden la problemtica cotidiana de las fronteras y proponen
una espiritualidad atemporal vinculada con lo primigenio. La
presencia de seres primigenios, muy a la usanza de su repertorio
plstico, nos remite a las experiencias mgico-rituales propias del
mundo de los chamanes. Mediante su obra, Marta no slo conjura, sino
que invoca y evoca a sus Nauallis, seres espirituales con los que
ella tiene una participacin mstica, una comunin y un vnculo
csmico.Nauallis: magia, poder, eros y pulsin de muerte El
fetichismo en la obra de Marta Palau puede interpretarse desde el
punto de vista psicoanaltico como una auto-satisfaccin pulsional y
una perversin que en este caso trasciende el vnculo con lo sexual y
se adhiere al Origen y al Espritu. Las Nauallis guerreras alteran
el rol femenino convencional y afectan con ello al eros encausndolo
hacia una actividad blica tradicionalmente atribuida a la condicin
de lo masculino. Con ello se observa una des-erotizacin parcial que
se canaliza hacia la violencia que alude a la parte destructiva de
la condicin humana en cuanto a su sentido andrgino. La inclusin de
lo masculino sacraliza a las Nauallis desde una perspectiva
distinta y las convierte en una especie de amazonas posmodernas.
Las Nauallis fungen no slo como presencia de una sexualidad
variable y fragmentada, sino que se nos presentan como fetiches
relacionados con una pulsin tantica, inversa al proceso creador
que, sin embargo, se vuelca hacia una escatologa que nuevamente la
rescata como potencial innovador. La reversin del potencial ertico,
expresado en la violencia, nutre la condicin mgica de las
instalaciones de Marta, pues las convierte en conjuros msticos que
sirven como continentes del ser y del crear. La artista utiliza el
poder fetichista de sus Nauallis para sublimar, a travs de la
esttica y del lenguaje plstico, sus ideas polticas. Marta instaura
un juego de sustituciones, analogas e imaginarios primigenios en el
mbito creativo del arte. La dualidad sexual de las Nauallis y sus
roles blicos son un sistema auto-ertico de perversin o recuperacin
de una energa narcisista vinculada con la propia artista. Las
Nauallis sirven como continentes proyectivos de la intencionalidad
ontolgica y creadora, pues a travs de ellasMarta ritualiza todo el
potencial generador del universo femenino. Su obra confluye en una
dialctica de conceptos opuestos y dismiles: el gesto blico, el
Origen, el erotismo, el tnathos, la violencia, el territorio, la
frontera, el nomadismo, las migraciones, la postura poltica y el
pensamiento mgico. Todos estos elementos contrastan y originan un
lenguaje heterogneo y un sentido para la obra de Marta Palau. En
este caso, el fetichismo se refiere tambin a la permanencia de lo
rupestre como gran fetiche primigenio.Figura 8. Marta Palau: Altar
de Naualli II, 1992. Premio Burger Prize, V Trienal de
Fellbach,
Alemania. Instalacin, dimensiones variables. Tcnica mixta..
Resignificacin del concepto de Pensamiento mgico:
Instalaciones Doble muro y Nmadas IIEn su instalacin Doble muro,
Marta Palau denuncia la problemtica transnacional de los
inmigrantes indocumentados y del muro fronterizo entre Mxico y
Estados Unidos. De esta manera hace alusin al doble muro que
quieren construir en toda la frontera de Mxico con Estados Unidos y
que en Tijuana ya existe en algunas reas de la frontera. El
recorrido entre un muro doble que propicia la instalacin, es un
recorrido de dos paredes levantadas a base de una serie de
estructuras de madera en forma de columnata que hace alusin
simblica a los dos muros que se estn erigiendo: uno de metal y el
otro de cemento. En Doble muro tenemos una silueta humana tejida en
fibras y tramas naturales, (hecha en Petate), ubicada en el suelo,
rodeada con los dos muros simblicos elaborados mediante estructuras
de trozos de madera. Esta figura nos recuerda las siluetas que
demarcan con gis en el suelo los policas o agentes de medicina
legal para establecer una huella del cadver y su posicin corporal.
Tiene en su cabeza una pequea abertura en forma de umbral. La
silueta hecha en petate est inspirada en una figura del arte
rupestre. Marta la retoma de las pinturas en las cuevas de Baja
California y bautiza a este personaje como el hombre de Baja,
(Marta establece un juego doble e irnico con el lenguaje,
refirindose a un hombre dado de baja, es decir, asesinado, y
vinculando esta idea con la del hombre rupestre de Baja
California). Logra, de esta manera, hacer alusin a un joven real
(no ficticio) muerto a manos de un polica norteamericano, en el
momento de saltar el muro. Este hecho acaeci a finales del ao 2005
y fue difundido ampliamente por la prensa que hizo hincapi en que
el sujeto haba sido asesinado con un balazo en la espalda, lo que
enfatiza la cobarda del perpetrador del acto y la alevosa con la
que actan las autoridades fronterizas norteamericanas en los casos
que involucran a inmigrantes ilegales. Marta evidencia la situacin
de racismo y discriminacin que han padecido aquellas personas,
quienes han perecido en el intento de saltar el muro y atravesar la
frontera. En este caso la artista se remite a la simbologa rupestre
y la actualiza como un instrumento de denuncia poltica hacindola
parte de su repertorio plstico. Los materiales que utiliza son
cuidadosamente seleccionados para ese fin: madera y lodo con
amarres de diferentes fibras para los elementos arquitectnicos, y
petate para el entramado de la figura humana. Con respecto a los
elementos arquitectnicos haremos nfasis en las columnatas dobles
(mencionadas algunos prrafos atrs), elaboradas a manera de
escaleras. Se trata de piezas alargadas y estilizadas, formadas por
estructuras de madera, que se erigen hacia el cielo y que nos
remiten al concepto de elevacin. Este tipo de elementos verticales
son recurrentes en la iconografa de Marta Palau, al grado de que se
convierten en verdaderos ideogramas. Las escaleras se consolidan
como un aporte semntico dentro de los lenguajes plsticos que ella
misma elabora. El petate, la metfora de la escalera, y las
alusiones al arte rupestre llevan implcito el tema de las
inmigraciones y se convierten en referencias plsticas
pre-determinadas. Aparecen en muchas de sus Nauallis en las que
simbolizan, al igual que en Doble muro, la esperanza y la
desesperacin. Las escaleras, en la obra de Marta, tienen la funcin
de ser puentes, pues permiten pasar de un lugar a otro, de un
estado a otro. Fungen como un umbral hacia lo metafsico que se
enfatiza a travs del artificio de una silueta que nombra una muerte
real: a travs del petate que emula la huella testimonial de la
muerte, Marta logra darle continuidad a una situacin de violencia
que en realidad es efmera, y permite que sta se convierta en
representativa y ejemplar de todas las situaciones similares a
ella.
Figura 6. Marta Palau: instalacin Doble Muro, presentada en la
Sala de
Arte Pblico Siqueiros- Polanco, Mxico, D.F., en marzo de
2006,
esta instalacin fue elaborada en madera y lodo, amarres de
diferentes fibras
y petate para la figura del hombre. Foto cortesa Pascual
Borzelli.El muro, conformado por mltiples escaleras, se vuelve
smbolo irnico y ambiguo de vida y muerte, de oportunidad, de
riesgo, y trgico umbral trascendente hacia la otra vida. El deceso
de un solo individuo se convierte, a travs del arte, en smbolo y
fetiche del momento de la muerte de todos los inmigrantes vctimas
de la violencia fronteriza. Dicho deceso adquiere con ello una
dimensin descomunal que lo convierte en monstruoso. Afecta la
simbologa misma de la escalera, por lo que el mensaje intrnseco al
sentido ascendente de la escalera se ve contaminado por la
frustracin propia de la violencia fronteriza a la que alude. Si
bien las escaleras en la obra de Marta comunican el mbito fsico con
el mbito espiritual, las vas de acceso hacia lo divino que propone
esta artista, tienen un sabor amargo. Por un lado son el reflejo
simblico de la necesidad del hombre de elevarse por encima de sus
limitaciones y configuran la posibilidad de rebasar el lmite ltimo,
por el otro, estas no dejan a un lado una irona que subvierte su
funcin de controlar tanto el mbito terrenal como el celestial. Los
elementos verticales en la obra de Marta, son, en consecuencia, una
paradoja: por un lado son va de acceso, y por el otro son
impedimento. Las escaleras instauran una metfora orgnica de las
posibilidades metafsicas, pero, a la vez, no se deslindan de su
materialidad por lo que no pueden ms que denunciar un hecho
concreto a travs de la plstica. En resumen, las escaleras de Palau
no son nicamente umbrales hacia la esperanza sino tambin testigos
de desesperacin e impotencia.
Figura 7. Marta Palau: Detalle, instalacin Doble Muro. Y Arte
Rupestre Mexicano de Baja California. Detalle del afiche
promocional de la exposicin Doble Muro, en Sala de Arte Pblico
Siqueiros, de Polanco, Mxico, D.F., del sitio Web: (ver fuente) El
da jueves 30 de marzo de 2006. La frontera como tpico. Las
inmigraciones y la transgresin del territorio:
representaciones de la frontera en la obra de la artista Marta
PalauLa obra de Palau recupera de un modo fragmentario y casi
delirante una pureza ancestral a travs de los remanentes culturales
de tiempos remotos. El Pasado que recupera Marta Palau, no es el
que comnmente conocemos como la Historia sino que se abisma en la
experiencia esttica casi a manera de los romnticos del siglo XVIII:
es una confluencia retrica de imaginarios, en la cual los rituales
y la magia, eminentemente politizados, se adaptan a las diferentes
problemticas sociales actuales. Tijuana, Baja California, y en
general la frontera Mxico-Estados Unidos, fungen como temas
recurrentes para reelaborar visiones de lo ancestral que permitan
instaurar un nuevo vnculo con el tiempo. Se trata de temas
cambiantes, lo que obliga al artista a relacionarse con lo
inconcluso y lo inacabado. La frontera en las instalaciones de
Marta Palau, ha estado referida histricamente al imaginario
inspirado en las pinturas rupestres de Baja California que ella
concibe como un Pasado inmortalizado en las imgenes inquietantes
que perviven en los abrigos rocosos. Las pinturas a su vez no se
conciben como obras acabadas sino tambin como fronteras cuyos
referentes simblicos, culturales y plsticos son posibilidades
expresivas para los artistas posmodernos en general. El espacio en
sus instalaciones emula y simula (y en algunos casos suplanta) de
manera simblica la pervivencia de culturas remotas.
Marta genera un mapa artificial a travs de materiales naturales que
aluden a una geografa que se convierte en ficticia a travs de una
esttica fetichista. Es aqu en donde su obra logra saltar de lo
concreto a lo indeterminado y dirige la atencin de sus espectadores
hacia el mundo de lo intangible. Su trabajo plstico alude a
fronteras invisibles y a migraciones potenciales, disociando as su
obra de la linealidad temporal determinada por la Historia. A travs
de una dramaturgia compositiva genera mbitos espirituales en donde
los escenarios artificiales sirven de teln a un sinnmero de
acontecimientos que, desde la metfora, denuncian las injusticias
sociales. Sus instalaciones son campos simblicos de rituales de
guerra, de movilizaciones masivas y de nomadismos que no pierden su
vnculo con la realidad. En su obra, Marta invoca un orden mtico
invisible que se inserta en un orden simblico visible; de ah
proviene, como hemos visto, su potencial polismico y sus
polaridades dialcticas. La energa de lo real vibra en la ilusin
evocadora de lo ancestral y en el mundo mtico del pensamiento
mgico. Su cosmogona genera un mundo ideal de ficcin, reflejado en
seres sobrenaturales o en situaciones mticas, en fronteras
espaciales o metafsicas. Dentro de este mundo la condicin de lo
imaginario alude a una realidad que hermana lo virtual con la
existencia fsica de la materia. En la instalacin Nmadas II Marta
nombra una masa humana a travs de innumerables pies rupestres que
van acompaados de un enorme pie primigenio o pie matriz que de algn
modo los gua. Con ello hace una referencia simblica al fenmeno
actual de la inmigracin hacia Estados Unidos desde Mxico. Marta
vincula el nomadismo de los pueblos primigenios de Baja California
con el actual desplazamiento humano hacia Norteamrica y conjuga de
esta manera un tiempo remoto imaginario con un presente real. Al
igual que en Doble muro, denuncia en Nmadas II el problema
fronterizo y alude al tema lgido de la migracin.(3) De este modo el
tema se convierte en un elemento recurrente en su obra. La obra de
Marta no defiende una ideologa especfica sino que instaura una
dialctica poltica que se opone al orden establecido. Combina
sistemas de representacin mticos y polticos para escapar a los
determinismos ideolgicos (los conceptos de Naualli, escalera y
frontera, por ejemplo, son abstrados para ese fin). A diferencia
del muralismo mexicano que heredan parte de los inmigrantes como
forma de expresin artstica, Marta rompe con la pica pictrica de
este movimiento y privilegia el aspecto ldico propio del arte, para
referirse a este fenmeno histrico, econmico y social. Sus objetos
se debaten entre ser sujetos reales o mticos, pero son entes
autnomos y dinmicos capaces de instaurar juegos con la imaginacin,
lo que atena su intencionalidad altamente poltica y la inserta
dentro de una dinmica polismica para la cual lo poltico se
convierte en un elemento ms de posibles interpretaciones. El
Pensamiento mgico es el principal ingrediente de este juego de
significaciones. Sus Nauallis son la idea inteligible del mito y la
abstraccin de la magia por lo que adquieren una plurivalencia
propia del fetiche que, como ya hemos dicho, se vincula al poder
evocativo de lo que est ausente. (El potencial de un sugerente
imaginario en Nmadas II, por ejemplo, podra concretizarse en la
denuncia y consigna de conflictos polticos nombrados a travs de los
xodos obligados y las inmigraciones, pero tambin en las cargas
emotivas propias de figuras mticas y ancestrales a las que aluden
los pies girados inspirados en la pintura rupestre). La obra de
Marta no se disocia de otras manifestaciones plsticas que se
inscriben en el contexto fronterizo, y va de acuerdo con las
propuestas del programa inSITE. Se trata de un proyecto cultural
que en los aos noventas organiz encuentros artsticos que trataban
de familiarizar a los inmigrantes y a los habitantes de las zonas
fronterizas, como Tijuana, con los diversos lenguajes plsticos
utilizados por artistas contemporneos para referirse a las
condiciones culturales particulares de la frontera. El arte de la
frontera ha sido un arte bandera de los marginados, de los otros,
que pretenden pasar al otro lado, tema que encontramos expresado de
manera similar en la obra de Marta.
Tijuana es un lugar de contrastes, cambios, economa informal y
crecimiento demogrfico desmedido; es lugar de paso para aquellos
que buscan oportunidades en Norteamrica. Est configurada por un
sincretismo de creencias y valores culturales, tambin por el choque
y crisis de identidades. Tijuana ha tenido la imagen de ciudad del
vicio, adems de lugar turstico y comercial; estas dos actividades
fueron decisivas en la primera mitad del siglo, sobre todo en los
aos en que las prohibiciones de juegos de azar y bebidas alcohlicas
en los Estados Unidos volvieron muy atractiva para los
norteamericanos la oferta de diversiones en la frontera
mexicana.(4) Pese a toda la diversidad cultural de Tijuana y a que
los contrastes econmicos y sociales son muy evidentes, hay una
cohesin social, dado que muchas personas relacionadas con Tijuana,
comparten objetivos comunes. La falta de sentido de pertenencia por
la ciudad se adjudica al hecho de que muchos inmigrantes slo estn
de paso.
La cultura y el desarrollo histrico de Tijuana se articulan con el
comercio, la poltica, las industrias y las clases sociales
contrastantes, pero tambin se relacionan estrechamente con las
transformaciones y los cambios en el arte y las industrias
culturales. El arte se acopla cotidianamente a los mbitos
ordinarios de la sociedad; a los mbitos de una comunidad diversa
que lo gesta, se lo apropia y lo comparte. Es un referente simblico
que reclama dimensiones identitarias y que precisa ser un bien comn
no elitizado. Esta regin genera la creacin de un arte sui-gneris,
que abstrae problemticas vigentes y ancestrales.
En el caso de la obra de Marta Palau, esto se ve expresado a travs
de sus imgenes mticas y primigenias que se integran a las
estructuras sociales, culturales y econmicas vigentes en la
actualidad. La apropiacin de los espacios urbanos de Tijuana en
Marta Palau se da a travs de la imaginacin. Su obra nos presenta un
territorio difuso y heterogneo, un territorio de todos y de nadie
capaz de instaurar, a travs de la apropiacin simblica, una
identidad y una memoria que trascienda los conflictos polticos,
geogrficos y econmicos propios de las zonas fronterizas.
Figura 9. Marta Palau: Todas las Guerras, 2003. Instalacin.
Fisher Gallery USC. Los Angeles, E.U. A., Dimensiones variables.
Figura 10. Marta Palau: Escaleras de Naualli, 2002. Escultura
pequeo formato. Small Works in fiber. Longhouse Gallery. East
Hampton, -N.Y.- E.U.A. Henequn, Madera, papel amatl.
20x20x20 cm.
El arte como estrategia de resistencia.
Durante los aos treinta y cuarenta del siglo veinte, el muralismo
mexicano asociaba la funcin del arte con una posicin claramente
poltica; pugnaba por un nacionalismo cultural exacerbado y por
fundamentar un inters hacia los movimientos sociales y proletarios,
como parte del proceso post-revolucionario y los movimientos
polticos internacionales radicalizados, ms an en poca del fascismo.
Pero ste se volvi un discurso maniqueo que se agotaba, al limitar
otros posibles caminos de exploracin expresiva en el arte, aquellos
caminos ajenos al sentido social que surgan o se hacan ms propicios
en las manifestaciones artsticas de vanguardia o en el modernismo
de ese entonces. En sus instalaciones Marta Palau aborda de un modo
crtico temas polticos y sociales mediante los que denuncia las
injusticias o los abusos del hombre contra la naturaleza y contra s
mismo; hace referencia a la indiferencia, la ignorancia o el
irrespeto de la sociedad y sus polticas culturales hacia un legado
ancestral de las culturas primitivas. Marta dialectiza plsticamente
situaciones sociales crticas y vigentes como el problema de la
inmigracin, la desterritorializacin, las guerras, las invasiones y
la violencia. Esto lo hace sin abandonar una postura ontolgica que
humaniza el arte y que no renuncia a su esencia esttica. La artista
tambin desarrolla un trabajo que est abierto a la problematizacin
plstica de temas como el erotismo, el rol de la mujer, y
especialmente de temas metafsicos, religiosos, mitolgicos y
antropolgicos. La obra de Marta surge como estrategia de
resistencia. La frontera ha operado como ncleo y como periferia,
como lugar de residencia y de viaje, es escenario ejemplar de la
condicin posmoderna de la economa y la poltica, adems de la
globalizacin. Y es tambin la frontera, (como en el caso de Tijuana)
un sugerente detonante para la creacin de arte, para el surgimiento
de culturas hbridas, de diversidad, de dilogos y transculturizacin
de clases, etnias o gneros, y para un sincretismo de ideas
estticas.
Figura 11. Marta Palau: Naualli, Crculo de sal, 2000. Tcnica mixta. Adobe, papel amatl, tierra, sal y flechas. Dimensiones variables. Figura 12. Marta Palau: Naualli, Las Cautivas, 1996. V Bienal Internacional de Cuenca, Ecuador. Ramas, caparazn de armadillo, papel amatl y tierra. Dimensiones variables.
Las figuras 8 a 12 fueron tomadas del catlogo: Eder, Rita; Gonzalez Mello, Renato; Medina, Cuauhtmoc; Reyes Palma, Francisco. De la propuesta al Premio Nacional de Ciencias y Artes. Catlogo de la Exposicin: Lo uno y lo mltiple y todas las guerras. Inauguracin: 17 de julio de 2004. Gobierno de Michoacn, Secretara de cultura, Museo de arte contemporneo Alfredo Zalce, CONACULTA. Mxico: Impresora Solart, S.A. de C.V., 2004. Pg. 32. pp. 13-27. Notas 1. El trmino fetiche es aplicable no slo a smbolos, dolos, amuletos, talismanes, objetos devocionales o de veneracin religiosa, sino tambin a la obra de arte como objeto artificial dotado de un poder mgico (o elemento propio de diversas operaciones mgicas), y tambin como objeto dotado de cargas emotivas y psquicas, o de valores estticos y espirituales. Como objeto artstico el fetiche extiende y expande el potencial expresivo y comunicativo de la obra plstica. El fetiche puede ser susceptible de un uso iconogrfico o conceptual. 2. El trmino primitivo se ha tornado bastante polmico durante las ltimas dcadas, ya que adquiere un carcter despectivo con relacin a las manifestaciones culturales del pasado. En el caso de esta tesis no tiene un cariz peyorativo, el trmino opera simplemente como una convencin cultural. En la obra de Marta Palau la magia y la religin (animismo) se manifiestan de manera simultnea y se funden dentro de una propuesta artstica en la que una lectura lineal del tiempo se vuelve imposible. Por esta razn el significado evolucionista de los trminos salvaje y primitivo no es aplicable a estas manifestaciones ya que el pasado en este caso, no se concibe como un fenmeno histrico, sino ritual. A travs de su iconografa, Marta Palau toma en cuenta los valores estticos y ontolgicos del arte rupestre de Baja California, para insertar, en una realidad concreta, una conjura metafsica que trastoque las convenciones del tiempo. Los objetos de sus instalaciones son objetos de intercesin simblica que median por el pasado y no simples testimonios materiales. Dicho pasado se concibe como ancestral y adquiere un valor ideolgico que lo actualiza. Lo primitivo y lo salvaje, por ende, deben de entenderse como fantasmagoras con una funcin primordialmente esttica y expresiva que reconfigura y no imita al Origen. 3. En ambos casos podemos ver una situacin en la que el nomadismo se opone al sedentarismo, y se concibe como un mal necesario. Los inmigrantes desean franquear un muro para acceder a una mejor calidad de vida y sufren una desterritorializacin al asumir un territorio ajeno como propio. Con ello ponen en entredicho el valor simblico de conceptos como Patria y Origen. Ven alterada su identidad y con ello se exponen a todo tipo de humillaciones ya que para poder defenderse de los abusos sera necesario tener consolidada una identidad alterna que permitiera la instauracin de un nuevo yo. No le resta al inmigrante mexicano, en caso de lograr pasar al otro lado, ms que guarecerse y tratar de progresar en un pas que lo esconde, lo necesita, lo explota, lo persigue y lo castiga. 4. Garca Canclini, Nstor y Safa, Patricia. Tijuana, La casa de toda la gente. Fotografas: Lourdes Grobet. INAH-ENAH / Programa Cultural de las Fronteras, UAM-Iztapalapa / CONACULTA, 1989, p. 13.
Preguntas, comentarios? escriba a:
[email protected] citar este artculo: Rojo Betancur,
Fernando Antonio. Resignificaciones del pensamiento mgico
ancestral
y del arte rupestre mesoamericano. La obra de arte como fetiche
contemporneo.
En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/artefetiche.html
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de Baja California (Historia y formas de vida, arqueologa, pinturas
rupestres). Vol. XI Nm. 62, julio-agosto 2003. Mxico D.F.:
Editorial Races/ Instituto Nacional de Antropologa e Historia., 92
pg., pp.
EL SIMBOLO MESOAMERICANO DE VENUS EN EL ARTE RUPESTRE DE
VENEZUELABy Domingo Snchez Piccone Post a comment Esta investigacin
trata de demostrar la existencia en algunas pinturas rupestres y
petroglifos hallados en Venezuela, cuya forma y distribucin
espacial, nos resulta equivalente a los smbolos atribuidos al
planeta Venus en Meso Amrica, y ms concretamente en el rea ocupada
ancestralmente por los Maya. Tal comparacin parece pertinente,
porque autoridades como la del antroplogo Dr. Miguel Acosta Saignes
(1954) quien haca referencia en un estudio acerca los rasgos
mesoamericanos en el Orinoco. En todo caso, planteamos esta
investigacin, como hiptesis de trabajo que podra extenderse a las
reas de Colombia, Panam, Brasil, las Guayanas y las Antillas
Mayores y Menores en el Caribe. Los anlisis los hemos realizado,
ayudados por elementos lingsticos de las etnias actuales que
habitan en Venezuela, la mayora de las cuales reconoce y designa
con nombre propio a Venus, as como a referencias arqueolgicas,
antropolgicas, etnogrficas y mitolgicas, sustentan de alguna manera
dicha hiptesis. [Show as slideshow] 65-TABLA1_gif 65-tabla2_gif
65-1_jpg 65-2_jpg 65-3_jpg 65-4_jpg 65-5_jpg IntroduccinEl estudio
del arte rupestre en Venezuela, sea el caso de los petroglifos o
las pinturas rupestres, en su posible vinculacin con el
conocimiento astronmico de las etnias aborgenes de Venezuela, ha
sido un tema que ha interesado al autor desde hace unos veinte aos.
Por tanto, la investigacin, ha estado dirigida a determinar con
alguna precisin, a travs de la bibliografa etnogrfica y luego,
confrontndola con los actuales descendientes de las etnias
antiguas, el grado de conocimientos del firmamento, las
concepciones cosmognicas y cosmolgicas de esas etnias a travs de su
extensa mitologa, y comparando, cuando ello ha sido posible, con
las investigaciones arqueolgicas y antropolgicas realizadas en
Venezuela desde fines del siglo XIX hasta la fecha. As mismo, hemos
consultado las fuentes bibliogrficas de los cronistas de los siglos
XVI y XVII. Finalmente, se han comparado las muestras de arte
rupestre, con posible contenido astronmico halladas, con los
descendientes de las etnias antiguas que posiblemente ocuparon los
actuales territorios donde existe arte rupestre.Baste recordar que
el planeta Venus posee un brillo aparente de -4.6 como ocurri el 27
de setiembre del ao 2002, solamente superado por la Luna y el Sol,
lo cual lo hace visible a simple vista, tanto en su aparicin
matutina como en la vespertina. Como resultado de estos estudios,
hemos hallado que varios petroglifos y pinturas rupestres hasta
ahora descubiertos (ao 2002) en Venezuela, hay smbolos que tienen
un innegable parecido con aquellos atribuidos a Venus por los
numerosos investigadores, dedicados al estudio de las culturas de
los Maya de Centroamrica y de los Azteca, as como de las culturas
del oeste de Norte Amrica. Sin embargo, hay un problema no resuelto
por las ciencias sociales y consiste en descifrar cmo y cundo se
produjo la difusin de estos elementos culturales, desde el centro
de Meso Amrica hacia Amrica del Sur y el Caribe, si fuese de ese
modo. Hay autores que proponen otros cursos para la difusin, es
decir, que bien pudo haber sido en sentido contrario, al menos en
el caso de algunas culturas aborgenes. Otro problema es la cuestin
de la interpretacin del arte rupestre en su posible relacin con los
cuerpos celestes, donde hay que establecer vnculos con los
hallazgos arqueolgicos, antropolgicos, con la lingstica y la
mitologa que correspondan al rea en estudio.En investigaciones del
autor (Snchez P, D 1994,1995, 1998, 1999, 2000, 2001 y 2002) en
relacin a la Astronoma en la cultura de a las siete etnias del
Grupo Caribe, de los Warao y Wotuja (en Venezuela), hemos hallado
una constante, en cuanto a los objetos celestes observados,
reconocidos y que poseen nombres propios y mitos relacionados, los
cuales son, en orden de importancia: Sol, Luna, estrellas, algunas
constelaciones, el cmulo estelar de Plyades y Venus, aparte de
algunos otros planetas, cometas y meteoros. Y es que el caso de
Venezuela no resulta nico en Amrica. Si comparamos con las culturas
aborgenes de alto desarrollo: Mayas, Incas y Chibchas, as como la
gran mayora de las dems tanto en Norte, Centro y Sur Amrica y el
Caribe, la constante antes mencionada, parece repetirse, una y otra
vez.Esta investigacin, est destinada a mostrar la existencia en
Venezuela, de smbolos equivalentes al de Venus en Meso Amrica,
reconocido como tal por arquelogos, antroplogos y estudiosos del
arte rupestre de las reas antes mencionadas. Estamos conscientes
que la interpretacin de tales atributos, requiere an ms evidencias
tanto lingsticas, como antropolgicas que prueben la hiptesis aqu
presentada.Por cuestiones metodolgicas, hemos preferido comenzar
por el estudio de las referencias al smbolo de Venus y a sus
numerosas citas etnogrficas que no pueden dejar lugar a la duda, en
cuanto a la importancia de este planeta del sistema solar, cuyas
apariciones, tanto matutina como vespertina, han llamado y llaman
la atencin de tantos pueblos de nuestra Amrica. Luego, mostraremos
los ejemplos del caso de Venezuela, por considerar que nos resulta
interesante hallar un rastro de esos posibles rasgos mesoamericanos
como los llamase el fundador de los estudios antropolgicos en
Venezuela, el Profesor Miguel Acosta Saignes (1961) en una obra
donde traza un parangn entre similitudes culturales de Meso Amrica
y algunas etnias de Venezuela, asentadas en los bordes del gran ro
Orinoco.Antes que el Prof. Acosta Saignes, otros investigadores
como Paul Kirchoff con un trabajo titulado Meso Amrica (1943) y
Julian Steward en The Circumcaribbean Tribes: An Intorduction en:
Handbook of South American Indians (1948), haban abordado el tema
de la difusin de varios rasgos mesoamericanos en reas
circundantes.Venus en Meso Amrica
Los estudios en relacin con Meso Amrica son numerosos, toda vez que
la cultura de los Maya, principalmente, despertaron el inters de
las ciencias del hombre, desde mediados del silgo XIX y en mayor
cantidad desde principios del siglo XX. As mismo, ha ocurrido con
las culturas de Mxico y en fechas ms recientes, en Amrica del
Norte, particularmente en el suroeste.Sin embargo, concentraremos
la investigacin, en las referencias al planeta Venus, cuyos
registros quedan en los distintos cdices que lograron salvarse del
exterminio del conquistador espaol, porque eran obras de infieles y
salvajes. Este planeta, de brillo aparente muy grande, destaca en
el firmamento, tanto en su aparicin matutina, como estrella de la
maana y en la vespertina, reconocido como lucero de la tarde.En el
caso concreto de la sociedad Maya, Venus no solamente fue
observado, como es el caso en las numerosas referencias a etnias
aborgenes del norte y sur de Amrica y el Caribe, as como en casi
todo el mundo, sino que fue objeto de estudio detallado de sus
desplazamientos orbitales. Uno de los cronistas espaoles Diego de
Landa, escriba acerca del inters de los Maya por Venus, afirmando
que: Reganse de noche para conocer la hora que era por el lucero y
las cabrillas (las Plyades) y los Astilejos (Castor y Plux) (citado
por Morley, S G 1972:274). Es decir, que los Maya, llegaron a
calcular con una precisin que todava asombra a los astrnomos, los
perodos de Venus. En efecto, por ser un planeta de los llamados
interiores, partiendo desde el Sol, despus de Mercurio, su rbita
alrededor de esa estrella, y por la posicin de la Tierra, se
producen momentos en los cuales no est visible (conjuncin
inferior), luego aparece al amanecer, desparece nuevamente
(conjuncin superior) y reaparece como cuerpo vespertino, al ponerse
el Sol.Uno de los clsicos investigadores de la cultura Maya,
Sylvanus G Morley ((1946) deca lo siguiente: Venus era uno de los
cuerpos celestes ms importantes que observaban los antiguos
astrnomos mayas. Parecen haber existido por lo menos dos nombres
para ella: Noh ek, la gran estrella, y Xux ek, la estrella avispa.
(Morley, S G 1972:274). Pues bien, la revolucin sindica del planeta
alrededor del Sol, fue calculada con precisin por los maya en 584
das. El clculo actual y exacto, segn los astrnomos, es de 583,920
das. Constancia de esos clculos de los maya, existe,
principalmente, en el Cdice que se conserva en Dresde.Otro autor de
vastas investigaciones en el rea de los Maya como Michael D Coe
(1975), refiere que el culto a Venus no era exclusivo de los Maya
sino que l lo considera como pan-mesoamericano. Venus fue de enorme
importancia en la religin y la mitologa Mesoamericana. Gran
cantidad de mitos se relaciona con la apoteosis de
Quetzalcoatl-Kukulcan, la Serpiente Emplumada, como la Estrella de
la Maana, y ste y la Estrella de la Tarde, fueron concebidas como
un par de Hroes Gemelos. (Coe, M D 1975:20 Traduccin del autor)).En
referencia a las designaciones utilizadas para distinguir a Venus,
Weldom W. Lamb (1981) menciona: Varios nombres designaban las
luminarias en los crepsculos, matutino y vespertino. Noh ek,
estrella grande, interpretado como luminaria y luminaria de la
maana. Chac ek, estrella grande o roja, luminaria del da. Y
luminaria o estrella matutina es Chac noh ek (Lamb, W W 1981:235
Traduccin del autor). De paso mencionaremos que Chaac, es el dios
maya de la lluvia y adems posea su propio smbolo.La influencia de
la cultura Maya se expandi desde el centro de su territorio, en una
regin ubicada al sur de la pennsula de Yucatn, hacia el sur este,
en lo que constituyen hoy Belice, Honduras, Guatemala, Nicaragua,
El Salvador y hacia el norte Mxico y segn investigaciones
recientes, hasta regiones remotas en el suroeste de los actuales
Estados Unidos. Por otra parte, el reconocimiento destacado del
planeta Venus, se halla en la cultura Inca, entre los Aymara,
Chibchas, en las etnias de la Patagonia, en las del Brasil, las
Guayanas y el Caribe.Como veremos, tambin en las etnias del
territorio venezolano, se reconoce al planeta, despus del Sol, la
Luna, el cmulo de las Plyades y las estrellas, segn la tabla
temtica siguiente.(v. Tabla 1)Es de advertir al lector que hemos
copiado, a ttulo ilustrativo, los nombres usados por las etnias de
Venezuela, conservando la ortografa del idioma espaol.La simbologa
de Venus en Meso Amrica.
Los Maya identificaron a Venus con un smbolo especfico, el cual se
halla repetidas veces en el Cdigo de Dresde y en algunas ocasiones
en los Cdices de Madrid, Pars, Borgia y ms recientemente en el
Grolier. A los efectos de esta investigacin, hemos optado por
reproducir el smbolo maya que identifica a Venus, como entidad
planetaria. (Ver figuras 1 y 2), a partir de los cuales hemos
establecido innegables parecidos con los cinco ejemplos hallados
hasta ahora en los registros de pinturas rupestres y petroglifos en
Venezuela. La identificacin del planeta Venus, tanto en los glifos
mayas como en las llamadas bandas celestiales por parte de los
estudiosos del tema, se apoyan en evidencias lingsticas. (Collea, B
A 1979).Como anotramos antes, Venus fue asociado por los Maya con
el dios de la lluvia Chaac y por ello, es que existen otras
representaciones asociadas al planeta. As mismo, Venus estuvo
vinculado por los Maya a Kukulcan, la serpiente emplumada. Por su
parte los azteca, que poseen un equivalente de esa serpiente
llamado Quetzalcotl, ste tambin se halla, a su vez, relacionado al
correspondiente dios de la lluvia Ehcatl. Como prueba que el mismo
smbolo maya, figura en el rea Azteca, se reproducen las figuras 3 a
5. Es bueno mencionar que, acerca de la serpiente emplumada existe
toda una mitologa extensa e interesante en gran parte de Amrica.El
caso de Venezuela
En un extenso trabajo titulado El diseo en los petroglifos
venezolanos de los autores Ruby de Valencia, Jeannine Sujo V y
otros (1987), el cual considera el autor como el primer catlogo de
arte rupestre de Venezuela, as como en investigaciones de Jos Mara
Cruxent (1960), Lezek Zawiza (1968), Edgardo Gonzlez Nio (1979),
Miguel A Perera y H A Moreno (1984) y Pablo Novoa (1985), hay
evidencias de pinturas rupestres y petroglifos, con un signo de
innegable parecido al utilizado por los Maya en Centroamrica. En el
ao 2002, a travs de una comunicacin personal con la Lic. Liliana
Abate, me inform del descubrimiento suyo en el rea de Nirgua,
Estado Carabobo de un yacimiento arqueolgico conteniendo
petroglifos. Gracias a su gentileza, reproducimos la foto donde
aparece el smbolo de Venus.En la tabla siguiente, se resume la
informacin a partir de la base de datos del autor. En ella se
indican adems, las referencias bibliogrficas al Catlogo Nacional ya
referido antes, o a la bibliografa de los autores de las fotos
sealada, los tipos: PR o P identificando pintura rupestre o
petroglifo, respectivamente, as como los datos del autor y las
fechas de las fotos.(v. tabla 2)Los ejemplos estudiados, cuyas
grficas (6 a 11) acompaan esta investigacin, existen en las reas de
los actuales Estados: Amazonas, ocupado por etnias de origen
Caribe, Arawak e Independientes; Vargas y Carabobo, con etnias
probablemente de origen Caribe. Sin embargo, en los casos de las
pinturas rupestres 180, 181 y 182 (Numeracin de nuestra base de
datos), corresponden al rea ocupada por la actual etnia Wotuja
(Piaroa), considerada lingsticamente vinculada con el tronco Sliva
y es la que habita principalmente esa zona. Este hecho reflejara
una cierta unidad de diseo a que nos referimos. Por cierto las
designaciones de los Wotuja para el planeta Venus son:
Maracirka(lucero de la maana) marayekuw (lucero de la tarde) donde
el vocablo cirikoa significa estrella (Krislogo, P 1976:54, 66). A
este propsito, creemos oportuno mencionar que en una investigacin
de campo, adelantada por el Dr. Pablo Anduze (1967), logr indagar
con miembros de esta etnia, el significado de un enorme panel con
petroglifos, que existe en el raudal Pereza del ro Autana (Anduze,
P 1998 (2):1112). Adems a esta etnia se le atribuye tambin otro
gran panel de petroglifos ubicado en el Cerro Pintado, cerca de la
Atures en el Estado Amazonas.Los petroglifos: 179 (El Cejal de
Pavn, cercano al ro Ventuari (Estado Amazonas) zona ocupada tambin
predominantemente por la etnia Wotuja (Piaroa) y algunas otras del
tronco Arawak y el 183 fue hallado en Loma de Maya, Colonia Tovar
(Estado Vargas) rea probablemente ocupada por etnias de origen
Caribe. Por ltimo el petroglifo 185 corresponde al sitio de Nirgua
(Estado Carabobo). En resumen los smbolos, hasta ahora hallados,
que asociamos al planeta Venus, se encuentran en reas habitadas por
etnias de los stocks Caribe, Arawak e Independientes. Y ello no es
de extraar, puesto que en los estudios del autor referidos a la
Astronoma en las culturas aborgenes de Venezuela, el planeta Venus,
es reconocido por la gran mayora, sino por todas, las etnias que
habitan el Pas.En cuanto a la forma del smbolo estudiado, en la
mayora de los casos en Venezuela, se aprecia una especie de equis o
cruz, rodeada por una forma continua. Al compararlos con el smbolo
aceptado para Venus en Meso Amrica, resultan parecidos
innegables.Conclusiones
A modo de conclusiones, diremos en primer lugar, que las evidencias
de la existencia del smbolo creado por la cultura Maya de
Centroamrica, referido al planeta Venus, suficientemente
documentado en la bibliografa consultada, y su hallazgo en
Venezuela, implicara algn otro vnculo o rasgo mesoamericano en
Venezuela, cuestin que confirmara de alguna manera, los estudios
iniciales del Profesor Acosta Saignes, ya mencionados. Sin embargo,
faltaran estudios multidisciplinarios que permitan confirmar o
negar tales propuestas.En segundo trmino, la identificacin del
smbolo en cuestin, confirmara en todo caso, los conocimientos que
del planeta Venus, en particular, poseen las diversas etnias que
ocupan actualmente el territorio venezolano, los Caribe, los Warao
y en este caso particular, los Wotuja, demostradas por la amplia
literatura etnogrfica y antropolgica, as como por los diferentes
mitos en que se hace explicita referencia a este planeta, en casi
la mayora de las etnias estudiadas.Por ltimo, sera necesario
completar tal estudio, investigando y comparando con el arte
rupestre y las etnias que sobreviven en los pases vecinos como
Colombia, Brasil, Guyana, Surinam y la Guayana Francesa, as como en
el Caribe, a fin de poder confirmar la hiptesis de la existencia de
algunos rasgos mesoamericanos, en sta rea de la Amrica del Sur y
del Caribe y, particularmente, el caso del smbolo de Venus ac
estudiado, puesto que en la Amrica del Norte, se ha comprobado
igualmente, la presencia de tal smbolo asociado a una estrella
importante (al planeta Venus?), en los extensos estudios
relacionados con el arte rupestre y la mitologa aborigen de Mxico y
Estados Unidos, principalmente.Agradecimientos
Al Lic. Vctor Mendoza F, por sus atinados comentarios, a la Lic.
Liliana Abate por facilitarnos la foto del smbolo de Venus, fruto
de sus investigaciones en curso, en el yacimiento de Nirgua, Estado
Carabobo y a la TSU Rosa Irene Snchez por su ayuda tcnica en el
ordenamiento de los grficos.Notas
La figura 1 ha sido autorizada por los editores del Fondo de
Cultura Econmica Mxico
Las figuras 2, 3, 4 y 5 han sido copiadas con el permiso de Jhonson
Books editors, Boulder, Colorado. La figura 11 se reproduce con
autorizacin de su autora Lic. Liliana Abate.
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penillanura del norte del Territorio Federal Amazonas y Distrito
Cedeo, Estado Bolvar Boletn Sociedad Venezolana de Espeleologa N
21:21-32 Caracas
Snchez P, Domingo
1994 Astronoma de la etnia Pemn Guri
1995 Astronoma de la etnia Karia Puerto Ordaz
1998 Astronoma de la etnia Eepa Puerto Ordaz
1999 Astronoma de la etnia Yekuana Puerto Ordaz
2000 Astronoma de la etnia Yavarana Puerto Ordaz
2000b Astronoma de la etnia Wana (Mapoyo) Puerto Ordaz
2000c Astronoma de la etnia Yupka Puerto Ordaz
2001 Astronoma de la etnia Warao Puerto Ordaz
2002a Astronoma de la etnia Wotuja (Piaroa) Puerto Ordaz
2002b Astronoma de las etnias Yanomami/Sanem Puerto Ordaz
Schaafsma, Polly
1980 Indian Rock Art of the Southwest School of American Research,
Santa Fe & Unversity of New Mxico Press Albuquerque
Steward, Julian H
1948 The Circumcaribbean Tribes: An Introduction In: Handbook of
South American Indians 4:1-4 Washington
Tosantos, Gonzalo
1977 Apuntes sobre el idioma Panare Editorial Universitaria de
Oriente CumanVegamin, P Flix Ma. De
1978 Diccionario ilustrado Yupa Espaol Espaol Yupa Padres
Capuchinos Talleres Formateca -Caracas
Young, M J & Ray A Williamson
1979 Etnhnoastroomy of the Hopi calendar In: Archaeoastronomy in
the Americas Ballena Press Santa Fe
Zawiza, Lezek
1987 En: El diseo en los petroglifos venezolanos pp 221 Fundacin
Pampero Caracas(DOMINGO SANCHEZ PICCONE)En este recorrido
visitaremos uno de los lugares que guarda entre sus vestigios
pintura rupestre, el Ocote a unos cuantos kilmetros de
Cienaguillas, encontraremos un pequeo acantilado con
representaciones antropomorfas, hombres con cabeza de cono y muchas
otras figuras ms, probable sitio de culto de los antiguos
habitantes de El Ocote. Posteriormente visitaremos La Quemada
vestigio de la frontera norte de Mesoamrica, que sobre una gran
meseta, majestuosa e imponente como una fortaleza se vigila el
valle y el paso de los habitantes, ciudad y centro ceremonial que
se desarrollo entre el 300 al 1200 de nuestra era y contempornea a
Chalchihuites. Sitio localizado en el rancho de Alta Vista, formado
por un cuarto cuadrangular en el cual se localizan 27 gruesas
columnas, vestigios de un recinto ceremonial que data del ao 200 al
1250 de nuestra era. Continuando con nuestro recorrido visitaremos
la Sierra de rganos parque natural conformado por extraas
formaciones rocosas originadas por una erupcin volcnica del mioceno
y que alcanzan alturas de hasta 40 metros de altura. En nuestro
recorrido nos tocara presenciar la fiesta de da de Muertos, una
tradicin antigua recin retomada como evento cultural en Ciudad
Zacatecas. Y finalmente conoceremos la poblacin de Asientos de
Ibarra en Aguascalientes, nombre que se le da al lugar por Diego de
Ibarra conquistador y fundador de Zacatecas, recorreremos la
capilla del cementerio y muros se localizan pinturas del siglo
XVIII alusivos a la muerte.
La pintura rupestre de la Pennsula de Baja California es la obra
de arte ms antigua del pas, ya que su temporalidad inicia en el
7,500 a.C. y se mantiene hasta el 1,054 d.C., adems evidencian que
las culturas nmadas se regan por un calendario lunar y no tenan una
preocupacin por permanecer despus de la muerte. sas son algunas de
las nuevas aportaciones que ofrece la historiadora Mara Teresa
Uriarte, en su reciente libro Historia y Arte de la Baja
California.
Durante la presentacin del libro hecha ayer por Vernica Hernndez
investigadora del Instituto de Investigaciones Estticas de la UNAM
en la XXXV Feria Internacional del Libro del Palacio de Minera, se
destac que estas culturas dividan el ao en seis breves estaciones
de dos meses cada una, relacionados con el cambio de la naturaleza
y en los cuales basaban sus ceremonias religiosas funerales.
Adems, mencion que el libro revela que en el noroccidente, las
personas no enterraban a sus muertos debajo de las casas, al
contrario, se esforzaban por borrar toda huella de su existencia.
Incineraban a sus difuntos, tambin quemaban la casa habitada con
todas sus pertinencias, dispersaban las cenizas y no volvan a
pronunciar su nombre, dijo Vernica Hernndez.
Como parte de este ritual funerario, aadi, los familiares ofrecan
una gran fiesta que incluso los dejaba en bancarrota durante siete
aos, lo cual no importaba, pues el objetivo era que el espritu del
difunto pudiera partir y no volviera a molestar a los vivos.
La tambin arqueloga de la UNAM seal que en el libro de la
coordinadora del seminario de pintura mural de Mxico, se analizan y
explican las representaciones plasmadas en los murales de gran
formato ubicados en Sierra de San Francisco, Sierra del Aguaje,
Sierra San Juan, Sierra de Guadalupe y la Sierra de San
Borja.
El arte rupestre describe varios lugares, una gran diversidad de
motivos que van desde figuras humana, fauna terrestre, martima y
area, as como los de tipo fantstico, tal es el caso de serpientes
con cuernos de venado y aves con cuerpo humano, indic.
FALTA INVESTIGACIN. Al final de la presentacin, Teresa Uriarte
dedic unas palabras sobre su obra expuesta y coment que el pasado
precolombino en Mxico se ha concentrado en lo mesoamericano y no se
ha hecho la suficiente investigacin en el occidente y norte del pas
debido a la geografa complicada y falta de acceso a la zona.
La tambin coordinadora de difusin cultural de la UNAM opin al igual
que las presentadoras de su obra Vernica Hernndez y Ana Carolina
Ibarra, directora del Instituto de Investigaciones Estticas, que la
concentracin de estudios prehispnicos hacia el centro del pas hace
pensar que en el norte no se desarrollaron culturas indgenas y de
ah, que sea una lnea de investigacin poco explotada.
Destac que es importante la conservacin de estas expresiones de
arte e indic que muchas veces se han valorado con el arte
mesoamericano, lo cual no coincide ni tiene punto de comparacin
pues son culturas distintas y que afortunadamente, la pintura
rupestre ya ocupa un lugar dentro del patrimonio cultural de la
humanidad.
La pintura rupestre nos permite conocer la ideologa de un pueblo, y
se si se logran hacer ms estudios arqueolgicos podemos conocer ms
sobre la vida cotidiana de estas culturas, aunque el problema es
que hay poca presencia de cermica, coment.
Sobre la cosmovisin, Teresa Uriarte destaca en su obra que los
nmadas crean que el origen del universo provena del cielo ya que ah
resida un gran seor creador del mar, de la tierra y una seora del
mar, puntos que marcan una cosmovisin radical a la
mesoamericana.
Adems, expres que durante sus rituales religiosos se pintaban los
cuerpos de negros y colores, que elaboraban tablas para representar
a los hombres ms destacados de la sociedad y que los chamanes
usaban tocados con cola de venado, evidencias que estn plasmadas en
las pinturas rupestres y de ah la importancia de su preservacin
yMesoamrica. De la prehistoria a los poblados agrcolasVasija
procedente de Tlatilco (Mxico) poca: Mesoamrica
Inicio: Ao 40000 A. C.
Fin: Ao 1500 D.C.
Siguientes:
La transicin hacia la vida del poblado(C) Andrs Ciudad y Mara
Josefa Iglesias
ComentarioLas investigaciones recientes definen un patrn
migratorio de contingentes mongoloides desde el Asia Central segn
el cual el hombre americano penetr desde Siberia por el Estrecho de
Bering durante los momentos finales del Pleistoceno. Existen
fuertes discrepancias en relacin con el momento de entrada al Nuevo
Continente: algunos estudiosos defienden una penetracin desde el
40.000 a. C., mientras que otros no la estiman ms all del 14.000 a.
C.
La discusin sobre las fechas no es balad, sino que se relaciona con
dos esquemas de comportamiento distinto: los que defienden las
fechas ms antiguas sostienen la existencia de pequeas bandas de
recolectores-cazadores, con una tecnologa de talla unifacial y sin
conocimiento de las puntas de proyectil; en este sentido, la
adquisicin de puntas que definen el Paleoltico Superior en el resto
del mundo es, en Amrica, un proceso autctono, independiente. La
segunda posibilidad implica que el hombre entr en Amrica como un
gran cazador, con una tecnologa de las puntas de proyectil ya
evolucionada. Sin que haya consenso entre ambas posiciones, las
evidencias que apuntan a la primera posibilidad son cada vez ms
abundantes.
Sea como fuere, es evidente que las realizaciones artsticas del
hombre primitivo americano son diferentes de aquellas definidas
para el Viejo Mundo. En primer lugar, son muy escasas; la tecnologa
es poco variada y, aunque se conocen industrias de hueso -un medio
muy comn de confeccionar obras artsticas en el Occidente- stas
resultan escasas. Por ltimo, el arte rupestre, de distribucin
irregular y an poco estudiado en la regin de nuestro inters, es
relativamente poco ilustrativo.
Al margen de puntas de proyectil, raederas, tajadores, navajas y
otros tiles elaborados en piedra y hueso, los nicos objetos de arte
hallados se encuentran en el altiplano mexicano. As en el hueso
sacro de un camlido extinto encontrado en Tequixquiac, al norte del
lago Texcoco, y asociado a fauna pleistocnica, se tall la cabeza de
un animal, tal vez un perro o un coyote. Tambin en Valsequillo
(Puebla, fechado antes del 20.000 a. C., se encontr un fragmento de
pelvis de proboscdeo en el que se realizaron toscas incisiones
hasta representar un bisonte, un tapir y varios mamuts; temas todos
ellos comunes en el arte del Paleoltico Superior.
En lo que se refiere al arte rupestre, cada vez son ms comunes los
descubrimientos en el Suroeste de los Estados Unidos y regiones
semiridas de Mxico. Sin embargo, presenta algunos problemas de
difcil solucin. En primer lugar, no incluye en sus escenas fauna
extinta, sino animales del Holoceno; por otra parte, aunque a veces
se hayan encontrado restos de grandes hervboros asociados, las
escenas son muy difciles de datar por el continuo uso de las cuevas
y abrigos rocosos. Es un arte naturalista, en que los motivos
esenciales reflejan la fauna y el medio ambiente: impresiones de
manos, hombres, escenas de caza, venados, guilas, alces y de pesca
con diseos de arpones y peces.
[MESOAMRICA] [LA ZONA ANDINA NORTE] [LA ZONA ANDINA SUR]
Los primeros pobladores de Amrica fueron los pueblos nmadas que vivan al aire libre o en cuevas y las primeras manifestaciones de un arte esttico provienen del arte rupestre de estos pueblos.
El arte rupestre de Amrica (5.000 a.C.)
Gran sala en el interior de la cueva de Callacpuma de la cual
parten tneles que llevan a otras salas
La cueva de Callacpuma,
(zona de Cajamarca, Per).Ubicada en un lugar llamado
Huayrapongo, esta cueva y otras
de la zona contienen una gran
cantidad de pinturas rupestres.
La mayora son representaciones simples
de animales (llamas y venados),
figuras humanas y formas geomtricas
pintadas en tonos rojos y naranja.
Figura humana
Figuras geomtricas
Las comunidades que lograron encontrar los recursos necesarios para sus industrias sin necesidad de moverse constantemente fueron los que sobrevivieron. El agua y la habilidad de usarla para nutrir la tierra era fundamental para la agricultura y la ganadera. El manejo de la piedra y de los metales ayud a algunas de las muchas culturas que existieron en Amrica a prosperar. A lo largo de casi tres milenios surgieron y florecieron varias civilizaciones, su supervivencia dependi de su habilidad para defenderse de la naturaleza (inundaciones, sequas y terremotos) y de los pueblos rivales. La religin politesta se bas en la veneracin de deidades que representaban a los elementos de la naturaleza que daban vida (el sol, la tierra, la lluvia, etctera) y las que les podan proteger. Tres zonas de Amrica resultaron ser las ms propicias para el desarrollo de civilizaciones avanzadas: Mesoamrica (el rea que se extenda desde el valle del actual Mxico hasta la zona norte de la Centroamrica contempornea), la zona andina del norte de Per y sur del Ecuador y la zona andina y la costa surea de Per y oeste de Bolivia. A pesar de su separacin geogrfica, sera un error ver a las culturas que se desarrollaron en las diferentes zonas como comunidades aisladas. Se influyeron unas a otras y sus logros colectivos serviran de base para la creacin y el florecimiento de las grandes civilizaciones americanas que apareceran antes de la llegada de los espaoles a finales del siglo XV.
MESOAMRICA
La cultura olmeca (1.200 a.C. - 400 a.C.)La cultura olmeca es
considerada por muchos "la cultura madre" y la primera civilizacin
de Mesoamrica. Se desarroll en la costa del Golfo de Mxico en
terrenos pantanosos y entrecruzados por ros. Los olmecas fueron
grandes artistas y arquitectos y supieron aprovechar los recursos
que tenan: principalmente el barro, el adobe y la piedra. Su centro
ceremonial ms importante, La Venta, se encontraba en una pequea
isla y consista de estructuras de barro dominadas por una gran
pirmide. Su legado es evidente en el estilo arquitectnico, el
sistema de agricultura, la escritura jeroglfica, el estilo artstico
y la religin de las culturas que le sucedieron.
Cabeza de guerrero
Parque-Museo de La Venta (Villahermosa)Las gigantescas "cabezas
olmecas" revelan que esta cultura tena los instrumentos necesarios
para esculpir la piedra y la capacidad de mover grandes megalitos.
Sin embargo, el realismo de estas esculturas sugiere que los rasgos
fsicos de los olmecas (caras redondas, facciones y labios gruesos)
eran muy diferentes de los de otros grupos mesoamericanos cuyo arte
representa a seres humanos de facciones finas y de tipo
asitico.
Figura humana tallada en piedra
Parque-Museo de La Venta (Villahermosa)
Panten funerario
Parque-Museo de La Venta (Villahermosa)
Adems de las figuras humanas, una imagen que se repite mucho en el arte olmeca es la del jaguar. Destaca sobre todo la imagen de la mezcla del hombre y del jaguar. La razn por la presencia de esta peculiar figura puede ser por el respeto que los olmecas le tenan al jaguar, un temible depredador nativo de la zona de que habitaban. Otra posibilidad es que representar el mito olmeca que dice que una mujer mantuvo relaciones con un jaguar y de stas naci un nio. Sea cual sea su origen, en el arte olmeca se encuentra numerosas figuras masculinas (de joven o adulto) con rasgos de este felino.
"Hombre jaguar"
American Museum of Natural History (Nueva York)
"Nio jaguar"
American Museum of Natural History (Nueva York)
LA ZONA ANDINA NORTE
La cultura chavn (900 a. C. - 400 a.C.)Las culturas de la zona
norte de la cordillera andina establecieron sus comunidades
principalmente en la costa del ocano Pacfico. Se aprovecharon de la
abundancia de adobe y barro para sus edificaciones y para la
produccin de cermica de alta calidad. Los pueblos que se
establecieron en la sierra se aprovecharon de la abundancia de la
piedra para edificar sus pueblos y templos. La cultura chavn surgi
de la unificacin de los varios pueblos que habitaban las montaas
del actual departamento de Cajamarca, Per. Adems de edificar
templos, fortalezas, plazas y tumbas, crearon petroglifos tanto en
sus edificaciones como en las grandes piedras de la zona.
El Bosque de Piedras y las rocas denominadas los "frailones" que se
parecen a unos frailes en procesin.
Cumbemayo es el complejo arqueolgico ms importante de la sierra peruana. Est ubicado en las faldas del cerro Cumbe a 3.400 metros (11.152 pies) sobre el nivel del mar y a 20 kilmetros (12,5 millas) de Cajamarca. En la zona se encuentran el famoso Bosque de Piedras con rocas en forma de varios personajes y objetos, el santuario y el acueducto.
Altar
Cara humana en el Bosque de Piedras
Acueducto La cultura chavn desarroll una extensa red de regado que
constaba de un acueducto de piedra construido al nivel de la tierra
y diseado para controlar la velocidad del flujo del agua. El
acueducto es considerado una de las ms importantes obras de
ingeniera de la Amrica precolombina y demuestra el avance de la
cultura chavn. Es un sistema hidrulico de transporte y canalizacin
de agua que ocupa un rea aproximada de 3 kilmetros cuadrados (1,8
millas cuadradas) y que se encuentra a una altura de 3.510 metros
sobre nivel de mar. Consiste de un canal abierto, labrado sobre la
roca volcnica y decorado con petroglifos.
El santuario consiste de una roca de unos 20 metros (66 pies) de altura en forma de cabeza humana. Su boca est formada por una gruta de 3,5 metros (13 pies) de dimetro cuyas paredes estn decoradas con grabados. Se cree que fue el sepulcro (o construccin funeraria) de un personaje importante.
La "boca" del Santuario
LA ZONA ANDINA SUR
La cultura paracas (700 a.C. - 200 a.C.) En la costa sur del actual
Per, donde se encontraron los restos humanos ms antiguos del pas
("el hombre de Santo Domingo" fechado en el 7.000 a.C.), la primera
cultura notable es la paracas. La peculiar forma de los crneos de
las personas enterradas revelan la costumbre de alargrselos a los
nobles y los sacerdotes. Los crneos tambin dan testimonio de la
prctica de la trepanacin (o ciruga del cerebro).
Detalle de un manto
American Museum of Natural History (Nueva York) En la cultura
Paracas, los mantos eran una seal de poder: cuanto ms poderoso era
un hombre, ms mantos tena. Y al ser enterado, los mantos eran una
parte importante de su ajuar. Por ende, en la necrpolis paracas se
hallaron varias muestras de la avanzada textilera de esta cultura.
Entre los ms interesantes fueron textiles de muchos colores hechos
con una tcnica muy avanzada y con diseos que incluan figuras
humanas y animales. Usaron lana de vicua y algodn en su elaboracin
y la calidad de los mantos paracas es la mejor de todas las
culturas pre-incaicas.
Poncho de lana
American Museum of Natural History (Nueva Yor
Arte rupestre del continente americanoI08 Domingo ene 2012 Publicado por Carolina P. en Amrica, prehistoria 1 Comentario Durante mucho tiempo se crey, de manera rotunda, que el Continente americano, no haba tenido Prehistoria, e incluso los especialistas ms avanzados que defendan que s la haba tenido, sealaban a continuacin que la Prehistoria americana haba sido una etapa de corta duracin sin ninguna trascendencia o repercusin artstica.En la actualidad estas ideas se han revelado como falsas y absurdas, justo en el preciso momento en que se empezaron a aplicar los mtodos modernos de datacin al arte rupestre americano, y se puede comprobar que los restos tienen antigedad contrastables. Sin embargo hay que sealar que esta disciplina es joven en Amrica, ya que los primeros estudios sobre prehistoria americana se remontan a los aos 50, es una disciplina que se encuentra en continuo desarrollo, porque los hallazgos no paran de sucederse. As y todo, en el momento presente existen sobre la prehistoria mesoamericana obras de divulgacin y de introduccin al tema, pero no una obra de conjunto y de referencia.Lo que en el Viejo Mundo denominamos Paleoltico, en el continente americano recibe el nombre de Periodo Ltico. Es un hecho constatable y verificable la presencia de seres humanos en el continente americano desde, al menos, la glaciacin wisconsiniana, es importante porque ello significa que la prehistoria americana tiene una antigedad constatable y real, y aunque no es comparable a al prehistoria del Viejo Mundo, que tiene como mnimo 1.000.000 de aos, la americana tiene una cronologa de entre 30.000 y 70.000 aos, lo que desde luego no es un periodo corto, como suponan los primeros estudios; en el cual se han descubierto y se estn descubriendo restos de arte rupestre correspondiente al periodo Ltico.A partir de esta glaciacin, los primeros pobladores que penetraron en continente americano a travs del estrecho de Bering, gracias a estos periodos interglaciares, se fueron expandiendo por el continente y fueron aumentando su nivel cultural y artstico.Periodo LticoAl igual que el paleoltico europeo, el periodo ltico en Amrica ha sido dividido por los arquelogos en dos grandes etapas:Periodo ltico inferior o paleoindio inferior. En esta poca los habitantes fabricaron ndulos y lascas mediante la tcnica de la percusin (se trabaja por golpes, sobre todo se emplea obsidiana negra), elaboraron tambin instrumentos de hueso, e incluso de madera, si bien, los de madera, dada su naturaleza perecedera, han llegado hasta nosotros en pequeas cantidades.
Ltico superior, paleoindio superior o periodo de los cazadores superior. Es una poca en la cual el utillaje evoluciona, desde el punto de vista de la ejecucin y nos encontramos con objetos que fueron fabricado tanto con la tcnica de la percusin , como de la tcnica de la presin (se trabaja mediante la frotacin de unas piedras con otras y en su ltima fase se utiliza el pulimentado con arena y agua, tambin se utiliza la obsidiana). Entre estos instrumentos hay un gran nmero de puntas de flecha y cuchillos de hoja bifacial. Son unos instrumentos ms elaborados y perfectos que los que se haban realizado en el ltico inferior y por ello la capacidad para cazar del hombre del ltico superior fue mucho mayor.
Hay que sealar que los habitantes, tanto del ltico inferior, como del superior, estn ya atestiguados en Amrica del Norte, pero tambin en Centroamrica y en Sudamrica, e incluso conviene apuntar que todava en la actualidad existen pueblos de Amrica que siguen inmersos dentro del periodo ltico, en especial tribus de la Selva de Colombia, Venezuela y Amazonas.Pintura rupestreRespecto al arte rupestre, y ms en concreto en Norteamrica, las pinturas mas importantes y prcticamente las nicas, se encuentran en la Baha de Kachemak y Cook Inlet de la costa de Alaska. Estas pinturas rupestres han sido estudiadas con todo detalle por la investigadora Frederica Laguna, quien, despus de cotejarlas, ha llegado a la conclusin de que son de fechas tardas, pudiendo enmarcarlas en el ltico superior, e incluso, ha indicado que existen conexiones formales entre estas pinturas y la cultura Denbigh, una cultura Mesoltico que se ubica en la costa meridional de Alaska.En estas pinturas aparecen representados seres humanos que estn mostrados, o bien individualmente, o bien en grupos, en embarcaciones que recuerdan por su forma los tpicos kayaks que todava hoy emplean los esquimales.Junto con estos seres humanos, aparecen tambin representaciones zoomorfas: focas, morsas, ballenas e incluso pinginos, es decir, representaciones de la fauna local, ya que el pintor o pintores, que realizaron estas muestras de arte rupestre, trasladaron sobre la pared todo el entorno natural que tenan delante de s, lo que vean: a sus congneres y fauna.La manera de realizarlas es elemental y esquemtica, casi ingenua, sencilla, infantil. Para su ejecucin se limitaron a aplicar los pigmentos a base de tintas planas, en ningn momento encontramos claroscuro, ni degradaciones tonales de ninguna clase.Se comprueba que el artista de estos momentos todava no sabe, o no se atreve a representar escenas colectivas (con alguna excepcin puntual) y, por supuesto, en sus pinturas no aparece la ms mnima representacin de dinamismo o moviendo.Estas pintura son las nicas en toda Norteamrica que pertenecen al periodo Ltico, porque los descubrimientos de pinturas rupestres que se han efectuado en la baja California o en Texas son de cronologas ms recientes y por lo tanto, se escapan al periodo ltico.Arte rupestre del continente americanoII09 Lunes ene 2012 Publicado por Carolina P. en Amrica, prehistoria Dejar un comentario En Sudamrica, los restos de pinturas rupestres ms importantes se encuentra en la Patagonia, siendo tambin los ms destacados del continente americano. Estas pinturas rupestres han sido estudiadas y catalogadas por un arquelogo, de origen austriaco, llamado Osvaldo Menghin, que lleva muchos aos afincado en Argentina, y a quin se debe la sistematizacin de estas pinturas rupestres de la Patagonia. Estableci siete grandes estilos en el Ltico, que adems pueden utilizarse para catalogar el resto de pintura rupestre de Sudamrica:Estilo de negativos de manos: Este estilo es el ms antiguo de todos y prolifera a los largo y ancho de toda la Patagonia. Recibe este nombre porque para su ejecucin el artista rupestre aplic sobre la superficie de la roca su mano izquierda para, con la derecha, pintar en negativo el contorno. La mano que aparece representada es mayoritariamente la izquierda porque en este momento el artista ya era diestro. La ms antiguas son las rojas, y las claras pertenecen a fechas ms recientes. Pese a llamarse estilo de negativo demanos, en ocasiones pueden encontrarse motivos de pies, tal y como sucede en la Cueva de la Piedra Pintada, en Patagonia,Indistintamente de si aparecen manos o pies la cronologa de estas pinturas se encontrar siempre entre el 9.000 y el 8.000 a.C. En cuanto a su interpretacin, la teora ms extendida es que estas pintura estaran relacionadas con los rituales de caza y con el culto a los muerto, algo dudable.
Estilo de Escenas:Se reproducen escenas de caza y de danza, resulta muy similar al estilo de escenas de nuestro arte rupestre levantino. La cronologa arranca a partir del 8.000 a.C. y est atestiguado, prcticamente en toda Sudamrica. El hallazgo ms sobresaliente se encuentra en la Cueva de Toquepala, en Per, estudiada por el arquelogo Jorge Muelle, quien las sita en el ao 7630 a. C. Al margen de esto las pinturas de Toquepala representan, en un tamao relativamente pequeo, a seres humanos cazando y a una serie de animales que son perseguidos, heridos o capturados por los cazadores. De ah que en esta ocasin se ha indicado que estas pinturas tendran un simbolismo mgico, de rito propiciatorio de la caza. Estas pinturas de Toquepala, analizadas tcnicamente, muestran ya una evolucin, un desarrollo en relacin con las pinturas de la costa de Alaska. Aqu se emplean dos procedimientos tcnicos, por un lado las figuras siguen las tcnicas, ya tradicionales, de aplicar directamente sobre la superficie de la roca la pintura, de manera monocroma y a base de tintas planas, y por otro lado, procedimientos consistentes en dejar que los pigmentossequen sobre la superficie de la roca y una vez secos, con instrumentos afilados realizaban incisiones o raspados. As pues hay un deseo de evolucionar tcnicamente. Desde un punto de vista artstico, tambin se han operado cambios: las figuras son ms detallistas y complejas que las de Alaska, son siluetas que gustan de formas con composiciones en grupo, e incluso en ellos se plasma muy bien la idea de dinamismo o movimiento. Se pone de manifiesto ese cambio que se est operando en estos primeros pobladores del continente americano, conforme pasa el tiempo.
Estilo de Pisadas:Sobre la superficie de la roca se observan huellas, pisadas, pintadas de animales de la fauna local como el guanaco, el and, el puma, e incluso surcos de serpientes. Este estilo combina estos elementos, con elementos geomtricos como las espirales, simples lneas rectas, cruces, rectngulos etc. Se ha sealado que el estilo de pisadas es un estilo mixto, porque en l se combinan las dos tcnicas del estilo anterior: pintura monocroma y las incisiones o raspados. La cronologa arranca a partir del 2.000 a.C.
Los restantes estilos de Osvaldo Menghin son el IV, V, VI y VII, que reciben los nombres deestilo paralelas, estilo de peces, estilo de miniaturas, y estilo de smbolos.Son estilos de cronologa recientes, todos ellos se enmarcan ya en nuestra era y por lo tanto, sobre pasan el marco cronolgico y cultural del periodo Ltico, de ah que no les vayamos a prestar atencin en esta ocasin
Arte rupestre del continente americanoIII10 Martes ene 2012 Publicado por Carolina P. en Amrica, prehistoria Dejar un comentario En Amrica es frecuente encontrar, a lo largo y ancho del continente, los llamados petroglifos, que son smbolos que han sido grabados en relieve sobre las superficie de abrigos, oquedades, cuevas etc. El problema de petroglifos radica en saber cules de ellos son de poca prehistrica (ltico) y cules son de fechas ms recientes, de ah que sea prcticamente imposible diferenciar uno ltico de otro del XIX, estilsticamente son iguales y la ptina del tiempo dificulta todava ms su catalogacin.Respecto a los restos escultricos, propiamente dichos, slo se han descubierto hasta el momento dos ejemplos relevantes. El primero de ellos que fue descubierto en una cueva,conocida comoCueva Jacob, en Missouri,consiste en un hueso en el que mediante incisiones se represent la figura de un mastodonte.El segundo ejemplo es otro hueso de un animal que fue retocado con la intencin de configurar loque parece ser la cabeza de un jabal. En este caso fue descubierto en el Valle de Mxico, en la localidad deTequixquiac. Hoy en da sabemos que este hueso puede datarse entorno alao 10.000 a.C.Se conserva en el Museo Nacional de Antropologa de Mxico.Este hueso se corresponde con un hueso sacro y parte de la columna de un camlido ya desaparecido (perteneciente a lafamilia de las actuales llamas). Fue encontrado en 1870, prcticamente por casualidad, en un lugar de Tequixquiac, a unos 12m de profundidad, acompaado por restos seos de otros animales, tambin desaparecidos, ypor toda una serie d