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Dise�o Pedro Landaur

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CRÓNICAS INSUCANAS EN PANDEMIA

“Todo fluye, nada permanece.”

Heráclito

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PRESENTACIÓN

Escribir siempre resulta un ejercicio dificultoso, hacerlo en tiempos de pandemia lo es aún más: invadidos por sentimientos inquietantes, aplastados por la rutina o sobrepasados por el trabajo doméstico y profesional. Sin embargo, hemos vencido estas barreras y estudiantes, profesores y apoderados acogieron la invitación del departamento de Lenguaje para escribir crónicas de cómo han vivido esta pandemia.

Agradecemos a cada uno de los participantes por compartir con la comunidad Insucana su sentir en estos tiempos tan inciertos que nos ha tocado vivir. Hay relatos de todo tipo: poéticos, catárticos, desoladores e inspiradores. Todos ellos contribuyen a acercarnos y conocernos mejor, fortaleciendo así los lazos con nuestra comunidad educativa.

Gracias a todos y a todas.

Ximena Vera Concha Profesora de Lenguaje. Noviembre, 2020

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ÍNDICE

AUTOR (A) PÁGINA

Alejandro Almonacid 5-6

Andrea Ricio 7-8

Juan Pablo Burgos 9-10

Santiago Espinoza 11-12

Kierkegaard 13-14

María José Necochea 15-16

Andrea Tejada Aguilar 17-18

Masi G. 19-20

Limarí 21-22

Esteban Ramírez 23-24

Paulina Toledo Cortés 25-26

Zeck 27-28

Iris Dabdub 29-30

Caren Toro 31-32

Martín Andrés Aracena Guzmán 33-34

Javier Fica 35-36

Mónica 37-38

Scarlette Ramírez 39-40

Esteban Ramírez 41-42

Nax 43-44

María S. 45-46

Chuchuca 47-48

Diego Marcano 49-50

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Alejandro Almonacid

Estudiante, 4°D.

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Hola, me presento, soy Alejandro Almonacid y quiero escribir mi experiencia en esta pandemia.

Bueno, para empezar, nunca pensé que el coronavirus llegara a Chile, por eso cuando lo hizo, fue una gran sorpresa para mí, pero como llegó a Talca nunca creí que me afectaría, ya que hasta entonces había clases presenciales y todo era relativamente normal. Me levantaba a las 7:30 para poder llegar al colegio, sin la necesidad de usar todo el tiempo mascarilla, llegaba al liceo y saludaba a mis compañeros de la mano y estábamos en una sala uno al lado del otro lo cual ahora está sumamente prohibido. Bueno, esa era mi realidad, mi día a día, hasta que una mañana mi madre me despierta y me dice que cerraron el liceo por una semana de lo cual todo estudiante se alegra, pero el problema no era que el liceo cerrara una semana, sino que permaneciera así todo el año. Ahí empezó todo.

El principio de la pandemia y del cierre del liceo no fue tan malo, porque yo seguía pensando que lo abrirían a la brevedad, pero su apertura se seguía posponiendo y ahí comenzaron los primeros problemas. Para empezar, dejé todos mis libros en el liceo, pensando que volvería por ellos, pero eso nunca pasó. Después de un tiempo, de un día para otro, el grupo del curso se llenó de guías por hacer. En ese momento sentí mucha ansiedad por todos los trabajos que tendría que realizar, además de que era un sistema totalmente nuevo para mí. Me sentí acorralado, además también era un nuevo sistema para todos, al principio no funcionó muy bien. Mandaron muchas guías, algunas no se entendían, otras se confundían con el plazo de entrega. En fin, un enredo bastante grande. También decir que como somos cuarto medio muchos de nuestros planes se vinieron abajo y no tan solo eso, también estaba el problema de la P.T.U. y la práctica, porque en esos momentos todo era incierto, nadie sabía lo que pasaría lo cual te deja mucha desesperación a cerca de lo que va a pasar.

Bueno, así fueron mis primeros meses con mucha angustia y ansiedad, además el encierro no ayudó mucho. Lo bueno que con el paso de los meses me he podido adaptar de una manera u otra. Al final, sí pude mandar todas las guías y también el sistema ha ido mejorando como, por ejemplo, la plataforma del liceo que ha sido muy útil con la organización de las guías, con el material de apoyo, pero aún le faltan cosas por mejorar como el tiempo límite y que no se caiga como pasó a mediados de septiembre que hubo algunos problemas con eso, pero aun así sirve. Además, en el último tiempo ha habido clases virtuales para apoyar la materia, es decir, ahora más que antes, ya que se ha establecido un horario. En los primeros meses había clases virtuales, pero pocas, en ese punto se agradece mucho a los profesores que también se han tenido que adaptar a las circunstancias igual que los alumnos.

Además, he aprendido a usar mi tiempo libre en cosas productivas como, por ejemplo, en el período de vacaciones de invierno me he estado preparando para la P.T.U. Por mi cuenta he tomado el hábito de hacer ejercicios y leer libros como el de inteligencia verbal el cual me ayudó a expresarme mejor delante de la cámara. También he estado aprendiendo a manejar, ya puedo conducir en una autopista. Todo lo anterior ha sido un verdadero logro para mí.

En conclusión, esta pandemia ha sido un gran cambio, un desafío en donde hay altos y bajos, lo bueno de esto es que me ha ayudado a reconocerme, a saber, que tengo mucha fuerza de voluntad, que puedo sobreponerme a la adversidad y enfrentar los problemas.

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Andra Ricio

Apoderada, 7°A.

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Una canción de Silvio Rodríguez dice: “lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida”.

Claramente este año tendrá un significado especial para cada uno: un año fome, un año difícil, un año perdido, un mal año, un año triste y para mí, ¿qué significado tendrá?

Digo que es un año para aprender porque nos guste o no, sacaremos algo en limpio.

Mi aprendizaje empezó a fines de febrero cuando mi hermano, que vive en Italia, a través de un mensaje de WhatsApp, nos alertaba de lo horroroso que se había convertido la vida con el virus. Nos detallaba la cantidad de contagios y muertos diarios. Nos decía: “compren muchos fideos, porque se hacen filas en los supermercados, no hagan vida social, no saluden de beso y lávense las manos”.

Debo reconocer que el miedo de apoderó de mí y fue una orden que seguí a cabalidad.

Cuando decretaron la cuarentena empecé a ir cada dos días a la oficina. Cada vez había menos personas, pues había empezado el “éxodo al domicilio” y mi grupo de trabajo se redujo a la mitad y así sucesivamente hasta que sólo quedé yo. El día 29 de abril llegué con mi puesto de trabajo al departamento donde vivimos. Sentí alivio y agradecimiento por el hecho de poder estar en casa, segura y con trabajo, situación con la que no todos podían contar. Poco a poco la vida laboral y familiar se unía, ya que era mamá, profesora, dueña de casa, colaboradora, cocinera, y compañera de oficina de mi esposo, todo a un tiempo y en un mismo espacio.

Comprendí que la paciencia, tolerancia y organización eran vitales para mantener ese momento de vida. He trabajado desde siempre y dejé a mi hija en una sala cuna desde los siete meses, no había almorzado con ella en la semana y nuestra vida familiar, como la de muchos, se reducía a la hora de once, los fines de semana y vacaciones. Ahora todo era diferente y sabía que esto acabaría algún día, por lo tanto, sólo teníamos que aprovechar esta instancia familiar.

Soy una persona muy casera y debo reconocer que este tiempo ha traído sólo ganancias para mí como madre y esposa, sin embargo, como hija estoy triste, pues para cuidar a mis padres he decidido no visitarlos para no arriesgarlos.

No sé cuándo terminará esto, pero tengo claro que mis prioridades se ordenaron y que espero ser una mejor persona el día que vuelva con mi puesto de trabajo a la oficina. Sé que será difícil volver a esos horarios reducidos con mi familia, pero lo que tengo claro es que este tiempo hasta hoy lo he estrujado y que he sido feliz en mi “refugio” con mis amadas personas. ¡Gracias a Dios!

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PANDÉMICO

Juan Pablo Burgos Trujillo

Profesor de Lenguaje.

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Feliz, idiota, encerrado, nostálgico, relajado, triste, insensible, Netfliadicto, creyente acérrimo, ateo gracias a Dios, solo, estresado, feliz de nuevo, idiota de nuevo, encerrado de nuevo, aterrado, arrogante, aventurero, Magdaleno, emocionado, procrastinador, horrible, sexy, neurótico, importante, receloso, bondadoso, nomófobo (¡¡dónde está el celular!!), iracundo, castrado, acomplejado, A-F-O-R-T-U-N-A-D-O, calilo, mojojojo, Esperancito, terrible hardcore, terrible nerd, qué terrible es sentirse terrible y sigamos con los adjetivos: guerrero, invisible, invencible, inservible, votante orgulloso, colapsado, prepotente, mentiroso, amoroso, muy amoroso, terrible amoroso. Ogro.

Sano, sucio, simio. Altivo, atolondrado, apesadumbrado. Cerdo, divertido, miedoso. Loco. Muy loco.

Loco lindo. Terrible loco. Profeta en un desierto virtual (alumnes, ¿me escuchan? ¿están ahí? ¿hoooolaaaaa?), santo de mi exclusiva y más completa devoción, Masterchef en una final, gris en una infinita gama de grises… Inútil cibernauta, mal hijo, peor pareja, amigo ausente, impotente profesor. Y aclaro el término impotente porque es uno de los que más duele: que tiene falta de potencia, fuerza, poder o competencia ante la realidad que lo circunda. Una masa en fila.

Narciso, Cupido, Penélope, Sísifo… Principito, Quijote y El niño que enloqueció de amor. Casi.

El hablante lírico que nadie reconoce, una antítesis, un antihéroe. El narrador testigo que clama

protagonismo. La tilde que la Real Academia eliminó. La coma olvidada en un borrador... El personaje secundario de una mala novela, de un chiste que no causa risa. Una fábula sin enseñanza. El verso de un antipoema, un actor en el clímax mismo. Un texto sin título. La hoja del libro que espera ser descubierta, saboreada, subrayada. Un drama inverosímil. Un cuento a medio leer. A medio escribir.

Así me he sentido en este encierro: pandémico. Embargado de emociones, lleno de dudas, de verbos,

de adjetivos, de arremolinados y virales pensares. Y así me siento aún.

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DIOS ERA UN TEMA APARTE

Santiago Espinosa

Estudiante.

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Dios es un tema muy aparte de mi vida familiar, sé que estoy bautizado por la iglesia católica e incluso hice mi primera comunión, pero mis padres dicen que no somos católicos, que los católicos son los que van a misa y son devotos, nosotros solo pensamos que existe una figura divina ayudando, pero que no nos desviviremos por ella.

O eso era antes de que el mundo estuviera en crisis. Cuando todo comenzó, mis padres estaban tranquilos y serenos, no podía perturbarlos nada como esto, para ellos esto no sería problemático. Con mis hermanos comprendimos que si mis padres estaban tan calmados, nosotros también, porque si no podíamos confiar en nuestros padres ¿en quién? Pero esa calma desapareció cuando a la hora de tomar once, mis padres juntaron sus manos y agacharon sus cabezas y comenzaron a rezar. Mis hermanos han crecido lejos de la religión, a diferencia mía, que la he tenido en clases desde la escuela básica e incluso parte de mi enseñanza media, por eso ese día se asustaron, pues no entendían qué hacían nuestros padres, pero yo sí sabía. Ellos solo lo hacían en ocasiones especiales como navidad, ahora estaban pidiendo por nuestra familia y aquellos que estaban mal. Debemos entender que si ellos que creen que Dios los ayudará y ya, sin pedir nada a cambio, estaban rezando, era porque deseaban toda la atención de esa figura divina. Cuando pasó eso sentí miedo, toda mi vida se basa en hacer todo por mí y que Dios solo presta su ayuda si lo desea, pero ahora tenía que pedirle ayuda, porque al parecer no saldríamos solos.

Supongo que Dios sí comprendió esa desesperación, aunque creo que no es difícil entenderla. Es como cuando ves a alguien todo el año sin hacer nada, pero apenas sabe que está en riesgo comienza a trabajar sin parar, es lo mismo. Toda la vida ignorando a Dios, pero ahora que sentimos que no podremos solos, le rezamos y oramos para que nos ayude.

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DE REPENTE TODO SE VOLVIÓ DOMINGO

Kierkegaard

Profesor.

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Recuerdo que la última vez que salí con Delfina fuimos al Persa, a buscar una polera, la cual me dijeron que no había llegado. De repente, un perrito nos llamó la atención y entramos a un local, en donde nos encontramos con un sinfín de mates, de todas formas y de todos colores.

Yo buscaba el más grande, el imperial, ese que puedes echarle casi medio kilo de mate y tomar por horas. Ese lo había buscado en Argentina y no lo había encontrado. En mi compulsividad, compré un termo, una bombilla y un bolsito, para poder llevarlo conmigo a todas partes. En una de esas, iría al colegio con mi bolso matero y tomaría mate en el recreo.

De pronto, llegó la noticia del arribo del Coronavirus. Fue en Talca, no tan lejos de aquí, pero lejos, al fin y al cabo. Recuerdo que, en el mismo día del mate, íbamos a celebrar el cumpleaños de una amiga. No fuimos, porque ya con el anuncio de que llegaba esta enfermedad, nos asustamos y mucho. Aunque estuviese en Talca, me dijo Delfina, no tardará nada en llegar acá. Y tuvo toda la razón.

Con el pasar de los días, tuvimos Covid psicológico como diez veces. Ni siquiera salíamos a comprar el pan. Ante el anuncio de cuarentenas y de posibilidad de teletrabajar, sentimos un alivio enorme. Total, estaremos unidos y podremos salir de esta.

Meses y meses han pasado y las crisis son aún más grandes. Mis alumnos y alumnas no tienen internet, no comen, no duermen, no se concentran. Y es ahí donde decido que lo primordial es tratar de que ellas y ellos estén bien. De mí, me puedo preocupar más adelante.

Ha transcurrido el tiempo y he usado mi mate nuevo como nunca. Aproveché una salida al supermercado para comprar toda la yerba del mundo. Ahora se ha ido agotando, al igual que las ganas de querer trabajar, al igual que la esperanza de superar esto, porque al ver a mis vecinos que actúan como si nada, me baja una angustia y una pena enorme. Y es que, para mí, el campeonato mundial de la solidaridad que presumía la sociedad chilena se acabó; era una mentira de la tele, esa tele que me dice que vamos mejorando, cuando en realidad en mi barrio mis vecinos enferman y en algunos casos mueren.

Ahora bien, me pregunto si esta es la “nueva era” que predecían los brujos. Yo pienso que sí. Se han derribado muchos mitos y se han afirmado verdades, como que en las situaciones difíciles uno puede darse cuenta en quién puede confiar. Me he llevado muchas decepciones, así como también muchas sorpresas. Nunca pensé que un día domingo, un eterno domingo, iba a darme tanto por aprender.

Y mi mate sigue ahí, al pie. El termo se quebró, pero nada que la sabiduría de la tetera no remedie. A veces, estar en un domingo no es tan malo, al parecer.

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EPIZOOTIA AFECTIVA

María José Necochea

Estudiante, 4°A.

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Cuántas veces logramos preguntarnos: “¿Será que el amor es tan lindo como lo relatan? “¿Me he enamorado realmente? ¿Qué es el amor? Y un sinfín de cuestionamientos pandémicos que nos ha arrojado nuestra mente.

Pues el amor lamentablemente no es algo que se pueda describir, ha sido objeto de estudio a lo largo de toda nuestra historia y en millones de siglos. Si bien se ha buscado la manera de definirlo científica y teóricamente, aún no se sabe exactamente por qué es la fuerza más grande que existe, y lo digo de esta manera, ya que por el amor se han generado hasta guerras.

Debido a esta cuarentena nos hemos enfrentado con nosotros mismos, con nuestros monstruos, con los miedos que arropábamos dulcemente en nuestro corazón y que por culpa de lo rápida de nuestra existencia no reflexionábamos, no nos dábamos cuenta que algo se consumía, se consumía nuestra propia vida.

Nos envolvíamos en un dulce pero letal envoltorio, tipo como la relación tóxica que mantuvimos alguna vez con alguna persona, cabe destacar que es válido para amigos, pareja, familia, e inclusive nosotros mismos. Sabíamos el daño que esto nos generaba, sin embargo, nos quedábamos pensando que algún día podía cambiar o no nos daba la fuerza para hacerlo, y cuando ese día llegó, nos invadió el miedo, la incertidumbre del mañana nos carcomía, nos colocó en pánico y tratamos de seguir corriendo, evadíamos como siempre que teníamos temas que resolver en nuestra cabeza. Algunos cocinamos, otros nos dedicamos a hacer ejercicio, a leer, a ver maratones enormes de películas y series; no nos cansábamos de esa vida, hasta que llegó el momento de colapsar y darse cuenta de que sí, estábamos huyendo.

Tengo la romántica idea de que todo ocurre con un propósito, creo que el universo nos mandó una señal de que estamos siendo poco empáticos, de que el amor antes lo veíamos como algo fugaz, como algo utópico. Se nos olvidó la forma hermosa que tenía un abrazo, una mirada sincera, un “Te amo” expresado en diferentes formas, un beso con cariño, el observar los sentimientos de nuestra familia. Y no hay que olvidar de que los amigos quizá no eran tan amigos como pensábamos, y que logramos conocerlos, conectarnos de una forma que no veíamos por lo apresurados que vivíamos, nos faltaba tiempo.

Pero el amor, a mi parecer, no solo se trata de lo que expresamos ni de lo que sentimos por los demás, sino de lo que logramos ver y encariñarnos, amar de nosotros mismos. Espero que cada persona logre visualizar qué es valioso, que no solo se trata del físico, sino que también de cuidar nuestros sentimientos y emociones, que, al fin y al cabo, la única persona que nos acompañará a lo largo de todos nuestros años somos nosotros. Nuestra existencia tiene un propósito.

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HÁBITOS DE HIGIENE EN PANDEMIA

Andrea Tejada Aguilar

Estudiante, 7°A.

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Lo que mi familia y yo estamos haciendo en esta pandemia es cuidarnos. Limpiamos todo lo que comemos. Cada día pasamos un trapo con cloro por nuestros zapatos para que el virus no entre a casa. También desinfectamos nuestras manos, botamos a la basura la mascarilla o la lavamos, nos cambiamos de ropa cuando llegamos a la casa. Siempre realizamos este proceso.

También he extrañado a personas como a mis abuelos, primos y tíos que los tengo en otro país. Además,

extraño a mis compañeros de mi antiguo colegio. A veces no puedo dormir, porque me siento aburrida por no poder salir de casa.

Con mi familia estamos muy bien, la parte mala de todo esto es que no podemos salir. Yo no puedo ir a la escuela. La parte buena es que pasamos tiempo hablando, riendo; comemos helado, galletas; celebramos los cumpleaños, hacemos asados.

Eso es todo lo que he experimentado en esta pandemia.

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UN VIAJE CON EL OLVIDO

Una flor marchita

Masi G.

Estudiante, 2°G.

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Viajé, sí, pero con las precauciones y todo.

Olvidé, olvidé, porque soy olvidadiza, pero me alegro de haberlo hecho. Porque olvidé mi mal, mi ansiedad. Olvidé mi tristeza, mi soledad.

Al olvidar también recordé, recordé con lucidez el antes, no el antes del virus, sino el antes del comienzo.

Antes de que comenzara a cambiar, antes de que comenzara a cambiar, antes de que empezara a llorar sin razón alguna, cuando me emocionaban los viajes, cuando ese río llevaba agua.

Ese día pude ver como los cerros retomaban sus verdosos colores a través de la ventana, después de ese incendio de hace un par de años. Caballos, vacas, terneros y ovejas, era lo que podía vislumbrar en cada lado del camino. Aunque todo se veía cambiado, todo se sentía familiar.

Carreteras y caminos desnudos de personas y vehículos, solo éramos nosotros, solo una familia por la carretera.

Qué refrescante fue sentir la brisa golpeando mis párpados adormilados, enredando mis cabellos, helando mis mejillas y ver, ver ese hermoso cielo azul con nubes que alivian, que tranquilizan.

Después de este viaje, después de detener el auto, salir y ver esa casa, esa casa que tanto extrañaba, mi corazón se llenó de amor, ya que ahí, en esa casa, vive mi abuela quien nos esperaba en la puerta con los brazos abiertos y una sonrisa en su cara, amo a mi abuela y la extrañaba más que nada. Siendo ese el mejor destino que pude querer para mi viaje.

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¿EN QUIÉN CONFIAR EN PANDEMIA?

LIMARI

Profesora.

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22 de abril: estoy sentada en el sillón, chequeo mi cuerpo. El malestar parte por mi cabeza enorme y pesada, recorre mi cuello y se concentra en mis hombros, estos están caídos en una actitud poco animada. El dolor llega a todas las articulaciones, manos y tobillos. Me paro con esfuerzo y me recuesto en la cama ¡qué extraño! mi corazón se está acelerando como si hubiera corrido.

23 de abril: despierto con la garganta inflamada. Doctor: “es una bronquitis atípica”, porque no tiene tos, ni fiebre, solo inflamación de garganta.

24 de abril: en la urgencia de una clínica. Médico: “tranquila tiene buen ánimo, esa elevada presión puede ser el susto de pensar en el Coronavirus, pero no tiene de qué preocuparse, no tiene ningún síntoma característico y la radiografía señala que es una bronquitis y no una neumonía, aíslese por siete días hasta que se le informe el resultado del PCR.

26 de abril: su PCR es positivo… (“Señor, en el día que temo, yo en ti confío”) ¿Cómo se siente? Muy bien gracias, no siento ningún malestar, los antibióticos desinflamaron la garganta.

30 días después: me duele las articulaciones, tengo mi segunda bronquitis, insomnio, taquicardias nocturnas, me canso, y sudo mucho, demasiado, día y noche, he bajado 6 kilos en una semana. Doc. : “¿me contagie de nuevo?” el IMG es negativo. Imposible, le sugiero que tome vitamina D y Bion 3, inhálese tarde y mañana. Dos semanas después, nuevamente mi cuerpo está adolorido, la cabeza me pesa, me fatigo me cuesta respirar… Hospital: TAC pulmonar, se activó su enfermedad basal, sus pulmones están inflamados. Corticoides, inhaladores, antialérgicos. TAC pulmonar de control.

¡Señor te ruego por mi salud! ¡Por tu infinito amor, restáurala!

Dos meses después, disminuí los remedios, quitaron los corticoides, inhaladores y estoy ¡bien!

“No son los médicos, la tecnología ni los remedios los que agregan un día más a nuestras vivas. Es la misericordia de Dios.”

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MI EXPERIENCIA DURANTE LA PANDEMIA

Esteban Ramírez

Estudiante, 4°D.

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Empezar diciendo que todo esto ocurrió de un día para otro, la verdad yo no me esperaba que fuera tan grave como para durar ya más de siete meses. Al principio no me costaba tanto estar en mi casa realizando los trabajos que enviaban del liceo, hasta que me empecé a desesperar por no poder salir durante un mes y a la vez el estrés de que alguno de mis familiares llegara a estar contagiado, todo esto me llevó a tener una parálisis facial que por suerte no fue tan grave y me pude recuperar en una semana.

Iban pasando los días y cada vez había más contagiados y más dificultades para salir, lo cual no ayudó mucho a mi familia, ya que solo uno salía a trabajar y mi mamá lo hacía desde casa, entonces se nos dificultó la situación económica: pagar todos los gastos durante los primeros meses de pandemia.

Una de las cosas que más me dolía era solo poder hablar con mis amigos a través de pantallas y no estar con ellos físicamente, ya que en estos tiempos de estrés y desesperación lo único que uno quiere es, por lo menos, tener un tiempo para estar tranquilos y felices, pues en mi caso mis amigos me tranquilizan y me hacen feliz, haciéndome olvidar por un momento todos los problemas que estamos pasando.

En estos meses, en las horas que tenía libre, aprendí nuevas cosas sobre mí que antes ni me imaginaba que podía hacer, aprendí cosas como cocinar, adquirí nuevos gustos, tuve más relación con mi familia y conmigo mismo.

Para finalizar, debo decir que no he salido tantas veces como quisiera y las veces que salí solo fueron para acompañar a mi mamá a la feria o a la esquina para poder ver otra cosa que no sea mi casa.

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CAMBIOS PANDÉMICOS

Paulina Toledo Cortés

Profesora T.P.

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El mundo, las estaciones del año, la vida, la naturaleza, la codicia, la maldad, la bondad, la soberbia, la humildad, son estados propios del ser humano; matamos la naturaleza, los animales, nos enojamos con las personas, nos angustiamos porque no nos alcanza para el consumismo al cual estamos acostumbrados, y para el cual estamos tristemente entrenados.

La TV nos muestra solo perfeccionismo, poca tolerancia, racismo, clasismo, discriminación en la más cruel realidad que podemos ver, y ahí estamos insertos, cada día peleando con nuestros fantasmas por tratar de lograr ser mejores que los demás… ¿el precio? No importa, sólo importa que corras en esta carrera cruel y sangrienta, ¿lo que pienses y lo que sientas? No interesa, solo lucha por ganar y lograr la mayor cantidad de cosas materiales, que de esa manera te respetarán.

¡ERROR! Este año nos dimos cuenta que un simple virus, nos dejó paralizados, nos asustó, nos descolocó, nos hizo vulnerables y todo aquello que creíamos que manejábamos a la perfección quedó en el olvido, ahora solo se trata de salvar nuestras vidas y la de los que amamos que pocas veces veíamos por todo lo relatado anteriormente, ahora pensamos que es mejor poder aprovechar todos nuestros sentidos, ver lo que nunca vemos, escuchar a quien solo oíamos, oler más allá de un auto, una casa, una billetera, ahora queríamos oler una flor, una brisa marina y tal vez algo que siempre tenemos, oler la piel de aquellos a los que amamos, pero siempre creyendo estar seguros de tenerlos, no nos damos el tiempo de mirar a los ojos, tocar su piel hasta sentir el más mínimo correr de su sangre, el poder descubrir que hay sabores nuevos como el del desayuno compartido con la familia, ¡ufff! son tantas cosas las que hemos descubierto en este mundo que no vemos, pero que destruimos cada día.

Este año llovió con más fuerza, en el invierno nos pudimos refugiar en nuestros hogares que pocas veces disfrutamos, la primavera llegó con más verdes, más aves, más insectos y hoy simplemente ya no seremos los que éramos ayer, porque nos dimos cuenta que la fragilidad humana es tan grande como la fragilidad de este mundo, que nos ha permitido poder rodar entre sus paralelos y meridianos.

Hoy simplemente estamos más felices por el solo hecho de saber que aún podemos seguir girando con este mundo, pero desde otra perspectiva, una más humana, más empática, más noble, más inclusiva.

Eso es para mí, lo sucedido este año; ¿Pandemia? Creo que la verdadera Pandemia es en la que estábamos acostumbrados a vivir, lo que hoy ha sucedido en el mundo es una inmunidad a todo lo creado por el hombre para destruir al hombre.

Mejor cerrar los ojos, inspirar, exhalar y volver a reconstruirnos pero desde el “Yo” para ser capaces de ver el mundo desde una perspectiva más constructiva.

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UNA MIERDA, UN CAOS Y UNA VICTORIA

Zeck, estudiante.

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Quizás esta sea una de muchas historias que he escrito a lo largo de mi corta vida. En resumen hoy; un día antes de que termine el plazo, acostado en mi cama tipo 11 de la noche, horario en que recién mi alma de joven productivo comienza a despertar sin saber por dónde partir, qué hacer; ya es de noche, no se puede hacer mucho, me dice mi conciencia. A esta hora no puedes meter ruido, no puedes hacer deporte, tampoco puedes estudiar, porque te desconcentras fácilmente, mucho menos puedes prepararte algo para comer, porque justamente recién te has lavado los dientes y no puedes ensuciarlos. Te levantas, te sientas al borde de tu cama y planificas el día de mañana. A eso me refiero con un caos, porque al referirme de una mierda es que el día no me alcanza para nada y te quedas estancado viendo como en Instagram hay personas haciendo justamente lo que habías planificado, tu cuerpo perfecto se estanca en el tiempo y no sabes de donde sacar impulsos; es como si estuvieses detenido en el espacio en la gravedad cero. Así me he sentido; pero aun así he sido victorioso, porque sigo con vida, mi familia ha estado sana, me ha ido excelente en los estudios y no sé cómo lo he logrado; mérito propio ¿tal vez?, el karma, vivir de deseos, de metas, de planes.

Quizás en el caos es donde uno sale más victorioso de lo que piensas.

Me gusta escribir, cantar, la música, los estudios, ver series, sociabilizar; tanto así que al estar encerrado

he coqueteado con más personas que en la vida real. Creo que la pandemia me ha hecho reflexionar mucho, he pasado por cambios en mi identidad, por

filtros de mis cercanos, he tomado una postura política independiente y me he enamorado de alguien que ya tiene otra pareja a distancia, pero nada seguro.

Yo siempre he dicho: no tengo corazón para el amor, soy frio. Pero esa persona me ha hecho ilusionarme, pero cuando pienso y escribo me doy cuenta y reafirmo mi postura, seré soltero liberal y sin sentimientos en el amor de pareja. Especifico que es en esa área de mi vida, ya que amo mucho a mis cercanos, existen distintos tipos de amor y mucha variedad, pero en mi caso el único amor que me falta es el de pareja y el amor por la arañas.

Las arañas son una mierda, las ves y te asustas un poco, te sacas el zapato y las matas por el simple

hecho que no te agradan, quizás he matado tantas arañas que es una señal. La señal a la que me refiero es que vivo en una tela de arañas atrapando metas, sueños, amores no

correspondidos, caos y no saber por qué punto debe partir la tela de araña que recién he construido.

Existen tantas suposiciones o comparaciones que puedo hacer, pero solo diré que soy único y yo soy yo, y lo que te acabo de contar es solo una parte de mi vida en pandemia, de encierro, de victorias, de caos y de mierda.

Quiero terminar este texto diciendo que mi vida es una maravilla, no es una mierda como se pudo mal

interpretar, mierda es la mala onda que te tiran, mierda son los estereotipos y los prejuicios, mierda son los planes que no puedes realizar por falta de tiempo, mierda es la envidia que pueden llegar a tenerte y mierda es simplemente mierda.

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RELATO EN LA PANDEMIA

Iris Dabdub,

Estudiante, 4°C.

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Al comienzo de la pandemia, cuando dejamos de ir a clases, en mi casa todos estábamos bien. Mi hermano dejó su departamento y pasó la cuarentena con nosotros. Un día se empezó a sentir mal, mi mamá lo cuidaba, pero notamos que no mejoraba. Un viernes de abril, en la noche le dio una crisis: no podía respirar, tenía fiebre, dolor de pecho. Fuimos al consultorio, le hicieron el examen para detectar el COVID-19, ante la sospecha de la enfermedad. No podía salir de la casa y debía estar aislado hasta que le dieran los resultados del examen. Al día siguiente, me empecé a sentir mal, con dolor de cabeza, de cuerpo, de estómago, de pecho y me cansaba mucho. Me llevaron al doctor, me hicieron el examen de COVID, así que tampoco podía salir de la casa, debía estar aislada hasta recibir los resultados.

Mi hermano estuvo peor que yo. Mi mamá se desvelaba, estaba preocupada. La veía llorar, yo no quería preocuparla más de lo que estaba, a pesar de que me costaba respirar y sentía mucha presión en el pecho. Así que no dije nada para que no se inquietara más. Una noche, no sabíamos qué hacer, porque mi hermano no podía respirar. Llamamos al número que nos dieron, pero no respondían. Así que lo llevamos al consultorio, porque mi hermano se estaba colocando morado, pero nos echaron de ese lugar. Llegamos a la casa y mi mamá le hizo “respirar agua” y le echó algo. Después, poco a poco, se empezó a sentir mejor y yo también. Cuando nos recuperamos, recién nos llamaron, diciendo que teníamos COVID.

Pasaron dos semanas y mi papá que trabaja en una lavandería se enfermó. Estaba muy preocupada, ya que no comía nada. Días después, mi mamá también cae enferma, así que los tenía que cuidar. Los llevé al doctor, les hicieron hartos exámenes, pero no tenían los síntomas de COVID. Les dieron remedios. Yo les preparaba la comida, pero estaba demasiado preocupada, ya que ninguno tenía apetito ni fuerzas para nada. Como estaba ocupada haciendo los quehaceres de la casa y las tareas del liceo, mi prima nos venía a dejar cosas para comer. Estuvimos así más de dos semanas.

Luego nos enteramos que mi otro hermano estaba mal, junto con mi sobrina de tres años. Ella estuvo muy delicada, ya que una noche dejó de respirar y le tuvieron que hacer reanimación. Pasaron los meses y todos nos mejoramos, sin embargo, mi cuñada se hizo una operación en la que casi pierde la vida. Estuvo dos meses hospitalizada. Como mi hermano tenía que salir a trabajar, yo me tenía que quedar en su casa para cuidar a mi sobrina, ya que seguía delicada de salud. Estuve esos dos meses quedándome allá, pero, gracias a Dios, mi cuñada salió hace dos semanas, está en la casa.

Yo estoy con mi papá y mi mamá.

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Caren Toro

Estudiante, 8°A.

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Desde que comenzó la pandemia he colaborado más en la casa, comparto más con mi familia. No me gusta mucho esta situación, porque todo está cerrado no hay dónde compartir y eso hace que todo sea malo.

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Martín Andrés Aracena Guzmán

Estudiante, 7°A.

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Yo he pasado la pandemia un poco aburrido, me fastidia estar en mi casa, porque no puedo salir tanto a la calle, pero si salgo, tengo que usar mascarilla, alcohol gel y cuando llego a mi casa me desinfecto: me saco toda la ropa, me baño (la ropa y la mascarilla la tengo que meter en la lavadora) y a las zapatillas les echo Lysoform.

Me divierto paseando a mi perro y no me puedo ver con mis familiares por el coronavirus (covid-19), también me entretengo mirando películas, pero las he visto todas en Netflix, también veo el Instagram y juego en el celular Play 4 con mis amigos y amigas, Fornite y Call of Duty GTA 5; online. Cuando me quedo en la casa de mi papá también me divierto, porque juego con mi hermana, hacemos pizza, porque mi papá vende pizzas, también me entretengo con mis primos, andamos en bicicleta, jugamos pin pon y fútbol. Además, hacemos retos con la pelota a ver quién es mejor y jugamos con el celular al Among Us y Free Fire, vemos películas, videos chistosos y escuchamos música, nos contamos chistes. Eso hago.

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Javier Fica

Estudiante, 4°C.

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En estos tiempos, desde que hemos estado en pandemia, mi forma de ver las cosas ha cambiado bastante, muchas angustias y dudas han surgido a través de los días como por ejemplo, ¿qué pasará mañana?, ¿qué iba a ocurrir con el final del año?, ¿nos harían volver al liceo? Creo que al no tener el conocimiento de saber que todos los días pasarían determinadas actividades tanto académicas como de la vida cotidiana, me hacían dudar demasiado, en varias partes del año, sobre todo al principio, pensaba “me habría gustado que todo fuera como antes” por muchas razones: el fin de mi enseñanza media, la graduación, las actividades con mi curso, el poder ver a mis amigos, pero luego pensaba, no todo es tan malo, claro, no podremos hacer todo eso, pero hemos tenido la posibilidad de realizar otras actividades que anteriormente no nos daba tiempo, hemos hablado mucho con nuestros familiares por llamada para saber cómo están, tenemos tiempo para estar en casa que, en mi opinión, es uno de los lugares en los que menos estamos o compartimos en el día a día habitual que existía antes de la pandemia.

Al haber cerrado la rutina que teníamos antes de todo lo acontecido, he cambiado, he ocupado mi tiempo en cosas más productivas y que quizá no sabía que me interesaban tanto, he realizado ejercicio, me he dedicado a leer en mayor cantidad. A pesar de no ver físicamente a mis seres queridos y amigos, hemos hablado mucho y más que antes con la mayoría, he podido compartir una película de vez en cuando con mi padre en casa o un almuerzo juntos. Al ver todo esto uno piensa no todo es tan malo, no podemos hacer ciertas cosas que realizábamos antes, pero ha cambio. Disfrutamos de otro punto de vista en nuestra vida, siempre hay que ver el vaso medio lleno, no medio vacío.

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SÍ, PODEMOS

Mónica Estudiante.

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Soy estudiante y es difícil escribir esto, lo admito. Mi año no ha sido muy bueno que dijera, estar escribiendo esto me podría desahogar. Para mi este año no ha sido el más lindo o el más fácil, pero hemos podido salir adelante, después de todo, al principio creí que esto iba a pasar muy rápido, pero ha durado mucho más de lo llegué a pensar, pero también me permitió estar en casa con mi familia para compartir con ellos y disfrutar, pero acepto que también ha habido muchos más conflictos, eso si no falta nunca.

Últimamente, me siento muy cansada, estresada, agobiada y deprimida, cosas que nunca me habían pasado tan seguido. A veces siento que me tengo que dar un tiempo para recuperar mi salud mental, pero creo que tiempo es lo que ahora no sobra, solo hay que organizarse de un modo diferente, pero mi preocupación es qué tal si me enfermo por estar tan estresada y preocupada por todo lo nuevo que está pasando y que no estamos acostumbrados.

Con mi estudios me encuentro muy comprometida, pero en muchas ocasiones me he puesto a llorar por no entender, se me ha hecho muy difícil adaptarme a esta forma de estudio, es muy difícil en realidad, pero no es imposible, en estos momentos me siento muy preocupada, ya que falta muy poco para terminar, pero, según mi opinión, no creo que termine de una buena manera, no es por mi notas, en realidad, en ese tema estoy bien, pero en mi salud mental estoy mal. A veces quiero ser fuerte para que mi madre no me vea tan mal, no quiero que se preocupe, ya que ella tiene tantas cosas en su cabecita y no quiero ponerle otra cosa más. En muchos momentos me siento tan débil, pero ella es la que me da esa fuerza de nunca rendirme.

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SOLO DOS SEMANAS

Scarlette Vásquez Cortés

Estudiante.

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Escribo este relato a mis 17 años de edad, soy una estudiante del instituto superior Eduardo Frei Montalva y mi nombre es Scarlette, quiero que sepan que lo hago con la intención de transmitir mi experiencia de como he vivido estos meses en pandemia.

Todo comenzó el día 13 de marzo, justo ese día estaba de cumpleaños y estaba súper feliz porque habían dado dos semanas de receso por el covid-19, por lo tanto estaba contenta, ya que iba a pasar más tiempo en mi casa y no iba a tener que levantarme tan temprano para ir al liceo.

Cuando empezó todo esto, no le vi la mayor importancia, ya que eran solo dos semanas, pero a medida que iban pasando los días y nadie podía salir, había toque de queda y teníamos que estar prácticamente todo el día en la casa. Comencé a entrar en una etapa de desesperación debido a que quería salir y no podía, era muy frustrante, el estrés y la tensión dentro de la casa era terrible. Bueno, así fueron los primeros meses con trabajos y estudio para la prueba de transición. Pero a la vez con mucha tristeza, porque antes de que ocurriera todo, pensaba que estar en la casa no era tan agobiante que estar fuera y poder transportarse libremente.

Incluso antes de que ocurriera semejante fenómeno pensaba que apartarse o estar sola un tiempo no me iba afectar en lo absoluto, pero con la pandemia me di cuenta que estar sin el apoyo de los amigos sin poder verlos es triste, ya que los extrañaba.

Una de mis grandes inquietudes dentro de la pandemia fue que no sabía qué iba a suceder con mi año escolar, ya que hubo un lapso de tiempo que no sabíamos si íbamos a pasar de curso o no. Además de eso, las relaciones familiares eran tensas.

Pero sin duda una de las peores angustias que pude tener durante esta pandemia fue la muerte de una amiga de la familia, ya que no pude despedirme de ella de la forma en que se lo merecía. Sin embargo, tuve que seguir, y hoy me siento mejor ya que son problemas que uno tiene que saber sobrellevarlos, porque si uno no los controla provocan más desolación y tristeza en nuestro corazón. Además, que esta pandemia en cierta forma me ha ayudado a poder prepararme de mejor forma para la prueba de transición universitaria.

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MI EXPERIENCIA DURANTE LA PANDEMIA

Esteban Ramírez

Estudiante, 4°D.

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Empezar diciendo que todo esto ocurrió de un día para otro, la verdad yo no me esperaba que fuera tan grave como para durar ya más de siete meses. Al principio no me costaba tanto estar en mi casa realizando los trabajos que enviaban del liceo, hasta que me empecé a desesperar por no poder salir durante un mes y a la vez el estrés de que alguno de mis familiares llegara a estar contagiado, todo esto me llevó a tener una parálisis facial que por suerte no fue tan grave y me pude recuperar en una semana.

Iban pasando los días y cada vez había más contagiados y más dificultades para salir, lo cual no ayudó mucho a mi familia, ya que solo uno salía a trabajar y mi mamá lo hacía desde casa, entonces se nos dificultó la situación económica: pagar todos los gastos durante los primeros meses de pandemia.

Una de las cosas que más me dolía era solo poder hablar con mis amigos a través de pantallas y no estar con ellos físicamente, ya que en estos tiempos de estrés y desesperación lo único que uno quiere es, por lo menos, tener un tiempo para estar tranquilos y felices, pues en mi caso mis amigos me tranquilizan y me hacen feliz, haciéndome olvidar por un momento todos los problemas que estamos pasando.

En estos meses, en las horas que tenía libre, aprendí nuevas cosas sobre mí que antes ni me imaginaba que podía hacer, aprendí cosas como cocinar, adquirí nuevos gustos, tuve más relación con mi familia y conmigo mismo.

Para finalizar, debo decir que no he salido tantas veces como quisiera y las veces que salí solo fueron para acompañar a mi mamá a la feria o a la esquina para poder ver otra cosa que no sea mi casa.

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LA IMPORTANCIA DE LO INVISIBLE

Nax

Estudiante.

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¿Qué está pasando? Eso era lo que me preguntaba en marzo cuando empezaron a hablar sobre el Covid-19, luego dijeron que iba a haber un receso de dos semanas. Todos estábamos tan felices y festejábamos diciendo:- “aaaaah que bacán vacaciones de nuevo”. ¿Quién diría que esas dos semanas se convertirían en siete meses de confinamiento? Pues nadie.

Durante estos meses he vivido con mucho miedo, no por mí, sino por mi familia, mi mamá nunca paró de trabajar, tampoco podía estar en modalidad online, porque es guardia de seguridad y yo pensaba: es morirnos por coronavirus o morirnos de hambre, ¡qué terrible es esto! ¿Cuándo terminará? Aún me hago esta pregunta todos los días, esperando que anuncien en la televisión que han encontrado una cura y que pronto nos la empezaran a aplicar.

Los primeros meses solo sentía un poco de tristeza, porque no veía a ninguno de mis amigos y no sería un cuarto medio común, tampoco podría disfrutarlo al máximo como lo habría querido, luego ya empezó lo peor para mí; porque empecé a luchar con mis voces interiores que antes no había tomado en cuenta. La ansiedad fue lo primero, se manifestó en la comida, comía, comía, comía aunque no tuviera hambre y era lo peor, porque anteriormente ya había tenido estos problemas, pero con ayuda de especialistas había logrado superar esto, luego vino el descontento con mi físico, esto ha sido persistente a lo largo de mi vida, pero lo tenía más o menos controlado y al haber subido de peso me hacía sentirme mal constantemente, no me gusta compartir como me siento, porque todos ya tienen sus problemas y hacerlos escuchar los míos siento que es algo egoísta, así que fue bastante duro este tiempo.

Con mi familia, en general, antes de la pandemia no compartía mucho, cada uno estaba en su lado y los momentos para estar juntos eran pocos, la verdad, luego de que empezó la pandemia logré compartir con la persona más importante para mí y eso lo agradezco, ya que me di cuenta que las personas no son eternas, aunque en este momento estén con nosotros, eso no quiere decir que siempre lo estarán. La relación con mi madre empeoró, empezamos a tener disputas por todo, hasta el día de hoy, no logramos superar nuestras diferencias y es bastante triste, porque siento que este tiempo definirá nuestra relación en el futuro.

Extraño tanto a mis amigos, verlos todos los días era costumbre y el colegio era el único lugar que me sentía bien, porque estaba con ellos, creo que eso ha afectado mucho mi salud mental, ese es otro tema, nunca le tomé peso a la salud mental y hoy me doy cuenta de lo importante que es, no solo la salud física es necesaria para estar bien, sino que la mental es un factor mucho más importante, a mi parecer.

Sigo luchando con mis pensamientos y comencé a escuchar a muchos grupos musicales que me han hecho sentir mejor, siento que es lo único que me mantiene bien estos días.

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GENERACIÓN 2020 EN PANDEMIA

María S.

Estudiante.

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No iba a volver a clases por unos meses, sin embargo, no fue así. Debido a que eran demasiado los contagios en el país, no se pudo regresar y ya estamos terminando el año escolar.

Entonces no hubo otra opción que estudiar on line. Creo que la mayoría pensaba que era lo mejor estudiar desde casa: algo más cómodo, más relajado, no estresarse, pero fue todo lo contrario. Pasaban los días y me di cuenta que no era entretenido. Los estados de ánimo variaban cada día, no solo en mí, sino en todos. También no estábamos aprendiendo como corresponde, pero no nos quedaba de otra. El aprendizaje virtual no es lo mismo que el presencial, yo creo que todos piensan así. No poder tener a un profesor al cual consultar las dudas o inquietudes. También me he dado cuenta que a algunos no les motiva realizar las guías. En cuanto a lo “material”, no todos tienen internet ni computadores ni espacio ni tiempo ni tranquilidad.

Esto complica mucho más la situación. También saber que no podría ver ni compartir con nuestros amigos.

Un cambio rotundo para todos es empezar una vida dentro de casa. Lo único que hacía era levantarme y estar todo el día en pijama, no tenía ánimo de arreglarme, porque no podía salir. Entonces pensaba en estar cómoda. Después hacía ejercicios para no estar todo el día sentada frente al computador o al teléfono.

Pensaba que tendría un lindo término de cuarto medio, ya que es el último año, pero nos tocó vivir de otra manera la salida de cuarto. Todos dicen siempre: “es su último año, aprovéchenlo”. Bueno, aquí estamos viviendo una pandemia que nos sorprendió a todos. Por lo tanto, realicé un curso de computación básico, uno de inglés que después abandoné para preparar la PTU. Ahí pasaba las tardes.

Desde marzo, los primeros dos meses, iba a entrenar con unos vecinos a la casa de uno de ellos, pero dejamos de juntarnos para prevenir. Después solo realizaba las guías del liceo o estaba en redes sociales. Estuve varios meses encerrada. En agosto, pude salir a visitar a mi amiga que vive cerca, aunque me invitaba, me daba miedo ir, uno nunca sabe. Así que quise esperar para juntarnos más seguido.

Por lo vivido en esta pandemia, es muy difícil armar una vida dentro de una casa; porque no sabes qué hacer y qué pensar, siempre seguir la misma rutina. Por otra parte, a veces me sentía estresada de estar tanto tiempo encerrada. Ahora nos toca vivir con este virus. Hasta que tengan la vacuna, solo nos queda cuidarnos.

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MESES SIN SALIR

Chuchuca

Estudiante.

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Hola, me llamo Chuchuca y soy un estudiante del Instituto Superior de Comercio Eduardo Frei Montalva, les comentaré mi historia durante esta cuarentena.

Todo comenzó por un virus llamado “Covid-19” el cual no creía que duraría tanto tiempo, al comienzo yo estaba feliz, porque dije: “no habrá clases debido a la pandemia y podré pasar todo el tiempo en casa flojeando”, pero esto se volvió eterno, llegó un momento en el cual se volvió repetitivo, ya que era la misma rutina de todos los días: levantarse, desayunar, ver videos, estudiar, almorzar, tomar once e ir a dormir, y esto sucesivamente durante cinco meses.

Cada día era más aburrido, sin pasar tiempo con mis amigos, aislado de ellos y pasando demasiado tiempo con mi familia, uno pensaría qué genial, pero si vivieras rodeado de cinco personas, tu pensamiento o idea cambiaría totalmente, debido a que no todos pensamos de la misma forma y se producen conflictos a diario, llega a ser muy estresante y junto a los estudios a veces uno solamente desea desaparecer, pero también hay que verle el lado positivo a esto, he logrado enfocarme más en mis estudios y poder generar un hábito el cual me ha servido para aprender muchas cosas nuevas, como tener un orden, ser más eficiente con lo que hago, comer más saludable y realizar más ejercicio.

Aparte prepararme de una mejor forma para la Prueba de Transición Universitaria, gracias a esto he tenido bastantes complicaciones, he llegado a tener problemas de ansiedad leves, estrés, tristeza, felicidad, entusiasmo y desesperación, preguntas que te provocan cierta incomodidad por lo que estás haciendo y si estás en lo correcto, pero aún si, no pierdo la esperanza y me esfuerzo cada día para poder ingresar a la educación superior a estudiar lo que más me gusta.

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MI EXPERIENCIA EN LA CUARENTENA

Diego Marcano

Estudiante, 8°B.

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Ha sido un año muy raro.

La convivencia con mi familia: la verdad ha sido normal, como siempre, lo que ha cambiado un poco es que mis familiares al estar trabajando desde la casa hay mucho desorden y estrés entre todos.

Expectativas: salir muy bien en mis estudios y hacer algo productivo.

Inquietudes: debido a que soy nuevo en mi colegio no pude socializar con mis compañeros.

Angustias: una de mis mayores angustias es que mi mamá quede desempleada.

He extrañado mucho ir a la casa de mi amigo, ya que en mi casa me la pasaba solo porque mis familiares salían a trabajar yo iba a la casa de mi amigo a pasar el día

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diseo pedro landaur - insucoefm.cl

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