desde siempre, nuestra señora de guadalupe ha estado...

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Desde siempre, Nuestra Señora de Guadalupe ha estado asociada con los momentos más trascendentales de nuestra historia. La gesta de Independencia no fue la excepción. Hidalgo y Morelos portaron estandartes guadalupanos, y el propio grito de Dolores proclamaba “Viva la Virgen de Guadalupe”.

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Desde siempre, Nuestra Señora de Guadalupe ha estado asociada con los momentos más trascendentales de nuestra historia. La gesta de Independencia no fue la excepción. Hidalgo y Morelos portaron estandartes guadalupanos, y el propio grito de Dolores proclamaba “Viva la Virgen de Guadalupe”.

En Portada

Portada:

Diseño de Portada:Arturo Pardo Ayala

Diseño de interiores:Lidia Binzhá, Ricardo Galindo,Arturo Rocha

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Lic. Arturo Rocha Cortés

www.virgendeguadalupe.org.mxVisita el sitio oficial de la Basílica de Guadalupe:

6 Editorial

Índice

GRUPO EDITOR

PresidenteMons. Diego Monroy Ponce

DirectorLic. Arturo Rocha Cortés

EditorialLic. Ángel Roa Hernández

Jefe de FormaciónRicardo Galindo Melchor

ColaboradoresP. Juan Ortiz Magos - P. Gabriel Rodríguez Martín del Campo - Diácono Mario Bustamante Rubio - Martha Reta Hernández - Lenice Rivera Hernández - Iván Martínez Huerta - Arturo Pardo Ayala - Lic. María de la Concepción M.C. de Jiménez Lic. Marcela Vallecillo Gómez - Lic. Samuel Jiménez Hernández - María Guadalupe Bustamante Rosas.

Boletín Guadalupano es una publicación mensual y gratuita de la Basílica de Guadalupe A.R. La distribución es realizada por la propia Basílica, con domicilio en Plaza de las Américas núm. 1, Col. Villa de Guadalupe, Deleg. Gustavo A. Madero, C.P. 07050, México, D.F. Tel.: 5577-60�� exts. �01 Redacción y 161; fax 5577-5038. Correo electrónico: [email protected]. web: www.virgendeguadalupe.org.mx.

Registro de SEPOMEX (en trámite). Certificado de Licitud de Contenido núm. 10545, expedido por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la SEGOB, el �6 de noviembre de �004. Certificado de Licitud de Título núm. 12972, expedido por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de SEGOB, expedido el �6 de noviembre de 2004. Certificado de Reserva de Derechos al Uso Exclusivo núm. 04-2006-112409391300-30, expedido por la Dirección de Reservas de Derechos del Instituto Nacional del Derecho de Autor, el �4 de noviembre de �006.

Diseño

Arturo Pardo, Arturo Rocha y Ricardo Galindo

Formación Editorial Arturo Rocha y Ricardo Galindo

ImpresiónLitográfica Delta S.A de C.V.

Pascual Orozco 47, Col. San Miguel Iztacalco, C.P. 08640, Deleg. Iztacalco, México D.F., con un tiraje de

10,000 ejemplares.

PUBLICACIÓN GRATUITA. PROHIBIDA SU VENTA

Los artículos y demás contribuciones publicadas en el Boletín Guadalupano no reflejan necesariamente el sentir de la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe.

Martha Reta Hernández

Lic. Samuel Homero Jiménez

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Lic. Marcela Vallecillo Gómez

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María Guadalupe Bustamante Rosas

Pbro. Juan Castillo Hernández

35 Actividades de Octubre de 2007

Mensaje deRector

Oraciones

Cultura y Arte Pastoral

Homilía

Retratos ySemblanzas

Mario Bustamante Rubio

AcontecimientoGuadalupano

Inin Huey Tlamahuiçoltzin

Notas sobre un lienzo guadalupano del pintor poblano Juan de Villegas en Madrid, España

Santa María de Guadalupe y nuestra Identidad Nacional

Peregrinaciones

Diócesis de EcatepecAsociación de Madereros Escuela de Pastoral

Homilía de su Excelencia Mons. Christophe Pierre, Nuncio Apostólico en México

Nuestra Señora de los Remediosdesde 1574 Patrona de la Imperial Ciudad de México

Tonantzin Guadalupey los indígenas

Tonantzin Guadalupe en el mes de la Patria

Teresa Núñez Lazo y Sebastián Mier

Homilía

V Aniversario de la Canonización de Juan Diego, homilía pronunciada porel M.I. Sr. Cango. Fidel González Fernández, mccj

Mons. Diego Monroy Ponce saluda a todos los peregrinos y lectores

Conociéndonos

Las carpas de evangelización y sus evangelizadores…

Mons. Jorge Palencia Ramírez de Arellano

ANÓNIMORecuerdos de la Época de la IndependenciaSiglo XIX - XXImpresión a color en papel de litografía39.5 x 29.3 cm.33.3 x �4.3 cm. (mancha del grabado)Col. Museo de la Basílica de Guadalupe

MENSAJE DEL RECTOR

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Queridos hermanos y hermanas: con cristiano y cordial afecto los saludo desde la Casita del Tepeyac, cuna de nuestra mexicanidad y alma de nuestra patria mestiza.

Este mes, en el que celebramos el 197 aniversario de nuestra Independencia y con ella nuestro amor por México, comparto con todos ustedes, queridos hermanos y hermanas, esta breve reflexión con matices históricos, con la cual los invito a descubrir la presencia maternal de santa María de Guadalupe en el acontecer diario de este gran país y su influjo transformador a través del mismo.

Deseo con ello que todos los nacidos en este suelo volvamos nuestros ojos a Ella, y descubriéndola como maternal y compasiva Madre, confiemos a su compasiva intercesión el destino de esta tierra mestiza, la que Ella escogió como suya, y en la que desde su llegada a nosotros, no hemos dejado de sentir su mano cariñosa y su mirada compasiva.

Cada página escrita de nuestra historia nacional tiene como testigo de su acontecer el Santuario del Tepeyac, lugar geográfico donde de manera genuina confluyen las aspiraciones de todos los hombres nacidos en esta tierra.

Si contemplamos la historia de nuestra patria, que corre a la par de la tradición guadalupana, comprenderemos claramente el papel de nuestra Muchachita Guadalupe en nuestras andadas nacionales, lo que le ha ganado ser la identidad, el pulso y el corazón de este pueblo. Desde entonces el culto mariano guadalupano está en la base de la historia cristiana de México.

Está comprobado que aun antes de que finalizará el siglo XVI, la Virgen de Guadalupe se hallaba en el ánimo y en el fervor de los habitantes de la Nueva España. Sus milagros fueron el primer paso para que comenzará a participar no sólo en los ámbitos privados e íntimos de los novohispanos, en sus necesidades particulares, sino para que ingresara con méritos propios en la vida social, cultural y política de la historia mexicana, tal y como afirma José Manuel Villalpando en su obra intitulada La Virgen de Guadalupe: una biografía (México: Editorial Planeta, �004).

La devoción a nuestra Señora de Guadalupe rebasó todo límite personal; su influencia llegó hasta el ámbito social, calándolo hondamente. Prueba de ello lo constatamos en su milagrosa intervención en la sequía de 1599 y en la inundación de 1629. Desde entonces Ella está en la conciencia nacional. A partir de 1648, el culto guadalupano dejó de ser un mero asunto de fe, para convertirse en el símbolo más representativo de las aspiraciones nacionales.

Mensaje del Rector

La peste del matlazáhuatl de 1737 llevó al reino de la Nueva España, a jurar a María santísima de Guadalupe como patrona principal de la ciudad de México, juramento que no sólo se suscribió a la ciudad sino que fue dispuesto para toda la Nueva España al ver que la peste no cesaba.

Mediante estos saltos de la historia, hemos podido contemplar cómo la protección de nuestra Señora de Guadalupe ha estado presente en todos los intereses del pueblo de México. Se ha constituido en su propia alma. Su sombra maternal nos ha dado abrigo.

La aparición de la Virgen de Guadalupe en el movimiento insurgente fue como la de una madre liberadora, protectora y defensora, cuidadosa y preocupada por sus hijos. Así, cuando el sacerdote y caudillo Miguel Hidalgo la tomó como estandarte, los insurgentes ya sentían hacia ella una gran confianza, dejándola de ver como mero símbolo religioso y convirtiéndola en una protagonista principal de la lucha de Independencia.

El cura Hidalgo llevaba siempre una imagen de Ella cosida a su ropa. El 16 de septiembre de 1810, la imagen de nuestra Señora de Guadalupe se convirtió en la bandera oficial del movimiento armado.

Al grito de ¡Viva nuestra Señora de Guadalupe, muera el mal gobierno, mueran los gachupines! , el cura Hidalgo comenzó la guerra de Independencia. Explicó que había enarbolado el estandarte guadalupano porque ella como bandera representaba la salvación de la patria. Ella nos ha de sostener y ayudar en este gran proyecto, dará fuerza a los débiles, esperanza a los tímidos y valor a los pusilánimes.

Muchos insurgentes fueron guadalupanos, como muchos hombres políticos de hoy lo son. Recordemos de los insurgentes a Mariano Matamoros, Ignacio Rayón, José María Morelos y Pavón, Vicente Guerrero, Agustín de Iturbide, Leona Vicario y por su puesto, Guadalupe Victoria.

Para reconocer el mérito militar se fundó en honor de nuestra de Guadalupe la Orden Imperial de Guadalupe, mientras que también se pactaron tratados con los nombres de Guadalupe Hidalgo, el Plan de Guadalupe firmado en Coahuila, etc.

Un hecho para recordar y que no puede quedar en el olvido, y al margen del llamado Estado Laico, es el del acuerdo del 3 de julio de 18�� en el que por unanimidad se determinó que la imagen de la Virgen de Guadalupe fuera colocada en el salón de sesiones del Congreso constituyente; era Ella quien presidía las sesiones.

Muchos otros acontecimientos de nuestra historia tienen a Guadalupe como referencia, por ejemplo la Revolución Mexicana y la Persecución Religiosa. En estos movimientos ha sido fundamental la presencia de la Virgen de Guadalupe. Nuestra historia se ha construido a su amparo; sin Ella no la podemos interpretar.

Mensaje del Rector

Mensaje del Rector

Es, como lo afirma don Ignacio Manuel Altamirano: tan nacional, que todas las diferencias que hay entre los mexicanos se apagan y lo único en que están todos de acuerdo es que en los casos desesperados, el culto a la Virgen mexicana, es el único vínculo que los une. Toda división desaparece, ante los altares de la Virgen. Allí todos son iguales, mestizos e indios, aristócratas y plebeyos, pobres y ricos, conservadores y liberales…

Queridos hermanos y hermanas: ojalá que la celebración de la Independencia de nuestro país nos permita abrigar auténticos sentimientos de justicia, de paz y de progreso, para que animados e inspirados en la “Generalísima” Santa María de Guadalupe, como se le llamará a mediados del siglo XIX, construyamos un México más humano y cristiano. No olvidando que Ella, Guadalupe, no es adorno sino destino de de este país.

Este mes patrio, recuerdo y saludo de manera muy especial, a los hombres y a las mujeres que por diversas razones tuvieron que dejar sus familias y sus casas en busca de nuevas y mejores oportunidades de vida.

Para ellos que están lejos de su patria, pido al Señor, por intercesión de nuestra Niña y Madrecita Santa María de Guadalupe, respeto a sus derechos humanos, que consigan un trabajo digno y bien remunerado, un lugar donde vivir, salud y educación, y una comunidad donde puedan dar testimonio de su ser cristiano.

Me despido, no sin recordarles e invitarles a participar en las conferencias del P. José Trinidad Marinez Solís, quien como cada día doce de mes, puntualmente a las 10:30 a.m.; nos acompaña para hablarnos de los mártires de Cristo Rey y Santa María de Guadalupe.

Los festejos guadalupanos de este mes estarán a cargo del M.I. Sr. Cango. Manuel Hernández. A las 8:30 de la mañana comenzaremos con el solemne canto de laudes y enseguida la Santa Misa. Durante esta jornada recibiremos a los hermanos peregrinos de Zacatecas. Por la tarde, a las 17:00 horas, tendrá lugar el Rosario Solemne y a las 19:00 horas concluiremos con un concierto – homenaje a nuestra Señora de Guadalupe– en la voz de la mezzosoprano Luz Vizcarra. Los invitamos a todos a participar de estos solemnes festejos.

Dios les bendiga.

Mons. Diego Monroy Ponce Vicario General y Episcopal de Guadalupe

Rector del Santuario

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En esta ocasión el Boletín nos presenta en el mensaje del Rector, una breve sínte

Editorial

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El mes patrio invita a todos los nacidos de esta tierra, no sólo a celebrar la Independencia, sino también a pugnar

por los valores fundamentales de cada uno de nosotros, como el bienestar, la preservación de los rasgos identitarios; la gloria y la lealtad a la patria. Lejos de pretender esta página editorial ser una clase cívica de los valores de nuestra mexicanidad, pretende más bien suscitar en el espíritu y en el deber cristiano de nuestros lectores, un mejor y entendido amor por México.

Quién no recuerda con vehemente nostalgia y cariño los días de escuela, cuando muy de mañana, todos los lunes, formados en el patio escolar, rendíamos honores a la Bandera y entonábamos fervorosamente el Himno Nacional Mexicano.

Dicha celebración cívica era, valga la redundancia, toda una celebración, pues en ella, a través de breves reseñas leídas o declamadas por los alumnos más destacados de la clase, comenzamos a conocer a los ilustres personajes que nos precursaron la libertad. Cómo no recordar a todos aquellos hombres y mujeres, que fieles a sus ideas y su amor a la patria comenzaron a gestar para todos nosotros un México nuevo, donde independientes, con una tierra y un credo, pudiéramos gozar del lugar donde hemos nacido.

Probablemente, el México que ahora vivimos no es precisamente el que idealizaron los héroes patrios ni el de todos aquellos que se sumaron a los diferentes movimientos históricos de este país, como lo fueron los revolucionarios y los cristeros; pues la corrupción y la violencia, el narcotráfico y el abuso de poder, sumado a las mentalidades sin escrúpulos y donde la vida de los inocentes se pone a merced de los poderosos, entre otros crímenes, vienen día con día lacerando el tejido social que tantos hombres y mujeres de buena voluntad han venido construyendo al paso de los años.

Nuestra celebración por México exige de cada uno de nosotros un mayor compromiso con la

verdad, la justicia y el respeto de las instituciones; premisas sin las cuales, el rumbo de este país estará desarticulado y cada vez más lejos de los ideales que lo vieron nacer y de constituirse como nación soberana e independiente. Su soberanía y su independencia debe manifestarse y expresarse en una conciencia clara de valores y solidaridad, de crecimiento y fortalecimiento de la propia identidad. Como parte de esta celebración, démonos a la tarea de rescatar para nuestros niños y jóvenes el amor a los símbolos patrios, emblemas de nuestra identidad nacional.

Como cristianos que somos, nuestra respuesta a estos desafíos debe ser cristiana y apegada a la realidad, amén de buscar el bien común que consiste en la defensa de los derechos y deberes de la persona humana, que se deben reconocer, respetar, armonizar, tutelar y promover.

Como Iglesia que somos, constituida con hombres y mujeres de valores, hagamos un esfuerzo generoso para lograr la unidad nacional y preservar la identidad histórica y cultural de nuestro pueblo. Sólo así podremos construir un México que mire confiadamente al mañana y con un horizonte más esperanzador para todos.

EDITORIAL

Acontecimiento Guadalupano

Inin huey tlamahuiçoltzin (ca. 1570)

Lic. Arturo Rocha CortésDirector del Boletín [email protected]

E n muchos aspectos, la retórica y el estilo del Inin huey tlamahuizoltzin se antoja hasta

más arcaica que la de su pariente el Nican mopohua, no obstante ser posterior en redacción.

El caracter hipocorístico o diminutivo de algunos de sus párrafos es más acentuado, como aquellos que describen al “hombrecillo” o “jovencillo” Juan Diego (in toquichtin... notelpotzin...) o a las “florecillas” (xochitzintli) que éste debía cortar.

Por otro lado, resulta interesante advertir cómo la narración se aparta a ratos de la “versión oficial”, como cuando nos presenta a Juan Diego aquella madrugada en el Tepeyac, “andando de acá para allá”, desenterrando racitas.

Creemos que aún no ha concluido el estudio crítico de este pequeño pero importante documento.

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Inin huey tlamahuiçoltzin (Ms. 1475 de la Biblioteca Nacional de México) f. 52 r.

Acontecimiento Guadalupano

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Acontecimiento Guadalupano

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Paleografía Traducción *

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�0

“Una vez más ------------------------------- †

-------------------------------------------------

-------------------------------------- se dignó

aparecerse, entonces cuando nuestro

hombrecito la vio, le dijo estimada Señora

ya fui allá [donde] tú me enviaste: y no

se dignó creerme el gobernante, sólo me

dijo que por ventura lo soñé, o quizá me

emborraché, además me dijo que para

creerlo, alguna señal me dieras, de esta

manera yo la llevaré, y la Gobernante

Señora [noble], Preciosa Madre de Dios,

en seguida le dijo no te compadezcas, mi

jovencito, ve a recoger, ve a cortar allí

donde permanecen en retoño las florecitas,

las flores que sólo milagrosamente allí

retoñaron, y entonces allí donde la tierra

estaba seca, en ningún lugar alguna flor se

abría, y cuando las cortó, nuestro hombre-

cito las llevó en su vestido, su tilma, allá

a México [entonces] le dijo al sacerdote-

gobernante:”

Occepa…………………………………†

……………………………………..........

....................................................… quimo-

ttititzino: auh intoquichtin yn oquimo-

ttilli, quimolhuili cihuapillé, ca oni-

huia yn ompa otinechmotitlani: auh

amonechmoneltoquitia in tlatoani, çan

nechmolhuilia aço onictemic, anoce oni-

huintic, yhuan onechmolhuili ynic qui-

moneltoquitiz ma ytla nezcayotl

xinechmomaquili ynic noconnotqui-

liliz, auh in tlatoca cihuapilli in Dios

y tlaçonantzin, niman quimolhuili ma-

ca ximotlaocolti notelpotzin, tla xo-

con mocuicuili xocon motetequili

yn oncan on cuecuepocatoc xochitzintli ynin

xochitl çan tlamahuiçoltica yn oncan

cuecuepon auh yniquac yn ca tlalli

huahuaqui acantlexochitl cueponia

yn ocontétec in toquichtin ic concue-

xano yn itilma ompa ya in mexico

quimolhuilito yn teopixca tlatoani:

† hual-mocuep intoquichtin tlatlaocoxti huitz: auh in tlatoca cihuapilli occeppa”

“vino a regre-sar nuestro / hombre-cito, venía muy triste, entonces una vez más / la Gobern-ante Señora (noble)

* Basada en: Xavier Noguez, Documentos Guadalupanos, México: El Colegio Mexiquense/FCE, 1995, [Sección de Obras de Historia], pp. 207-209.

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ORACIONES

Esta mi patria tan querida, que en los tiempos que corren y gracias a los medios de comunicación ha caído en la vorágine de las novedades, en

su curiosidad busca siempre la novedad, para saltar de nuevo a otra novedad. No olvidemos que lo novedoso puede inspirar repulsa en algunos casos, más aún suele ser un espectro, una ilusión que despierta la torpe curiosidad. Entremos de lleno a nuestro tema. En el caso que nos ocupa, nuestra devoción y fe mariana, no así la novedad, hacen surgir en todo su esplendor a la Santísima Virgen María que porta en su mano derecha el cetro de mando como atributo de potestad,

que la inviste como generala de los ejercitos de Hernán Cortés; el niño lleva el suyo propio y su manita izquerda sostiene el orbe, símbolo del mundo. Entre las diversas representaciones de la imagen, sobresale una en la que parece flotar sobre un maguey cuyas pencas dan la impresión de que la abrazan y cobijan. La Historia del principio y origen, progresos venidas a México y milagros de la santa imagen de Nuestra Señora de los Remedios, escrita en 16�1 por el fraile mercedario Luis de Cisneros, es la fuente principal de la que abrevan los escritos de autores antiguos y modernos.

Mario Bustamante Rubio Diácono Permanente

Anónimo NOVOHISPANO

El hallazgo de la imagen de Nuestra Señora de los RemediosSiglo XVIII, segunda mitadÓleo sobre tela141 x 67 cm.Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Dirección General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural, Acervo de la Pinacoteca de la Casa Profesa anexa al templo de San Felipe Neri

Nuestra Señora de los Remediosdesde 1574 Patrona de la Imperial Ciudad de México

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Oraciones

En ésta y otras obras se puede leer que, según la tradición, la devoción se originó con la llegada de los españoles en el siglo XVI. Hernán Cortés, a más de encargarse de la conquista “militar” de México Tenochtitlán, se empeñó en amparar la “conquista espiritual” colocando una cruz y una imagen de Nuestra Señora en el Templo Mayor, después de haber derrocado a los ídolos de lo alto del teocalli. Juan Rodríguez de Villafuerte se encargó, bajo expreso mandato de Cortés, de llevar a buen fin esta hazaña que ahuyentaba la idolatría. Allí permanecieron estos signos cristianos hasta el episodio conocido como “La Noche Triste”, en la cual el ejército español salió huyendo de la persecución de los indios a lo largo de la calzada de Tlacopan. En medio de la retirada y el desconcierto, algunos soldados se fueron dispersando, mientras otros resistían en medio de una batalla que hubiera costado la derrota total de los invasores. Fue entonces que en su auxilio intervino la Virgen conquistadora… Se cree que, en medio de la confusión, la pequeña imagen de la Virgen fue rescatada de entre los ídolos paganos, y se atribuye a Villafuerte el haberla ocultado “en el cue de Otoncapulco, debajo del maguey”.

Luego de diecinueve años de permanecer enterrada en aquel lugar, el indio cacique Juan Tovar, durante uno de sus recorridos por el cerro de Totoltepec, tuvo una visión en la cual la Virgen María se le mostró resplandeciente y lo exhortó para que rescatara su imagen de aquel olvido. Así, determinó comunicar lo ocurrido a los religiosos franciscanos, quienes juiciosos, no tomaron por cierta la noticia de aquel mensajero indígena.

Para enfatizar su voluntad, María Santísima intervino milagrosamente cuando el indio sufrió un accidente mortal, al momento de estar trabajando en la fábrica de la iglesia franciscana de Tacuba. Esta señal del cielo obligó al indio a hurgar en dicho paraje registrando cautelosamente el terreno, y así “halló [debajo de un maguey] todas las Aves en la Ave llena de gracia, María Virgen y Madre de Dios en su prodigiosa imagen de los Remedios”. Fue entonces que el agraciado cacique tomó con reverencia la pequeña talla y la colocó en su casa como objeto de su particular devoción. Desde un pricipio se manifestó como “La primera señal de posesión que aprehendía Dios de estos reinos”. De esta manera, María fue entendida como un estandarte real y quedó inextricablemente ligada a los hechos fundacionales, tanto del reino político como de la extensión del Evangelio. Asegura uno de sus

paneiristas que “la verdadera conquistadora, haciendo asiento y residencia en esta capital, [repartió] perennes e inagotables manantiales de singularísimos beneficios y favores a toda la vasta extensión del Continente”.Mateo de la Cruz, religioso del siglo XVIII, asegura en su obra que México tiene a la Santísima Virgen en su milagrosa imagen de los Remedios por patrona de sus inundaciones cuando crecen las aguas, llamando a aquella imagen conquistadora y la gachupina, porque vino con los conquistadores de España [...].

Hasta aquí la tradición y la historia.

Puestos en la presencia de Dios, musitemos nuestra oración: “Te pedimos, Señor, que por la poderosa intercesión de la siempre Virgen María en cualquiera de sus advocaciones, nos liberes de todo peligro, a fin de que podamos disfrutar de la paz que Tú nos ofreces”.

Anónimo NOVOHISPANO

Nuestra Señora de los RemediosSiglo XVIII-XIXÓleo sobre tela21.4 x 29.7 cm.Col. Museo de la Basílica de Guadalupe

* Fuente: Artículo de Martha Reta, investigadora del Museo de la Basílica de Guadalupe, publicado en el libro titulado Zódiaco Mariano.

TONANTZIN GUADALUPE

Durante septiembre acostumbramos los mexicanos celebrar nuestra Madre Patria desde hace muchos años. Ya sabemos que

en este mes se adornan las ciudades y los pueblos con los símbolos patrios: la bandera misma y también con sus colores en muchas iluminaciones. Aquí, en la Basílica de Tonantzin Guadalupe, se despliega una bandera mexicana de buen tamaño. Además, se realizan variados festejos entre los que destaca el “grito”, en el cual mucha gente se reúne en el centro de las poblaciones.

La fiesta es bonita..., pero para profundizar en su significado y en sus frutos es muy conveniente ayudarnos con unas preguntas como las siguientes: ¿qué significa verdaderamente la patria? Y más en concreto: ¿qué significa para ti ser mexicano? ¿Por qué es motivo de alegría y vale la pena festejarlo? Estamos muy acostumbrados a festejar; pero no tanto a reflexionar sobre ello. Sin embargo, es importante para que la celebración sea más provechosa.

Las respuestas a esas preguntas pueden ser muy variadas y esa variedad debería enriquecernos. Los invitamos a que cada quien haga la suya y después la comparta con quienes convive. Ofrecemos aquí algunos elementos desde la perspectiva de los indígenas, recordando que la gran mayoría de los mexicanos llevamos sangre indígena en nuestras venas.

El nombre mismo “mexicano” nos indica, por una parte, un elemento indígena y por otra, una manera española de decirlo: somos una nación mestiza. “México” es una palabra náhuatl: no hay un acuerdo unánime sobre su significado, pero una interpretación extendida opina que procede de las palabras meztli (luna), xictli (ombligo) y -co (en el lugar de): es decir: “en el centro, el ombligo de la luna”. El náhuatl nos remite a nuestras raíces indígenas con toda una manera cultural de ser y de vivir.

Tonantzin Guadalupe en el mes de la Patria

Teresa Núñez Lazo y Pbro. Sebastián Mier

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Tonantzin Guadalupe

Aquella cultura –con algunas variantes– continúa siendo vivida en la actualidad por millones de hermanos indígenas, con representantes en casi todos los estados de nuestro país, particularmente en el sur (Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Yucatán) y en el centro (Hidalgo, Puebla, México, Veracruz...)

Y también es vivida, con modificaciones debidas al cambio de lugar, por cientos de miles de indígenas que han migrado a muchas ciudades de nuestro país y, últimamente, también del extranjero. El mayor número de ellos se encuentra en la ciudad de México.

Entonces se hace necesaria otra pregunta: ¿cómo valoramos estas raíces y cultura? Desgraciadamente hay muchos mexicanos –incluso indígenas actuales– que no las toman en cuenta y que hasta se avergüenzan de ellas. Esto es explicable pues han sido objeto de discriminación y de burla durante siglos. Seguramente también nosotros hemos repetido alguna de las frases discriminatorias comunes en nuestro país. Y no es fácil resistir a esas presiones tan fuertes. Muchas veces se nos inculca a considerar valioso es lo que procede de Europa o de Estados Unidos. Y ahora ese influjo alcanza hasta los más alejados rincones por medio de la televisión y la internet. Pero muchos otros sentimos orgullo de nuestras raíces y cultura y se las agradecemos a nuestro Padre Dios. Y precisamente Tonantzin Guadalupe y San Juan Diego son una expresión viva de esa cultura. Empezando porque el diálogo entre ellos se realizó precisamente en idioma náhuatl. De ahí el nombre con el que se conoce el relato de sus encuentros: Nican Mopohua (“aquí se narra”).

El reciente documento de la CELAM de Aparecida reconoce dichos valores:

“Como discípulos de Jesucristo, encarnado en la vida de todos los pueblos, descubrimos y reconocemos desde la fe las ‘semillas del Verbo’ presentes en las tradiciones y culturas de los pueblos indígenas de América Latina. De ellos valoramos su profundo aprecio comunitario por la vida, presente en toda la creación, en la existencia cotidiana y en la milenaria experiencia religiosa, que dinamiza sus culturas...” (no. 548)

Y desde nuestra experiencia podemos señalar también: su sencillez de vida, una preocupación sincera por los más débiles, una solidaridad activa frente a las necesidades de los demás, un auténtico espíritu de servicio que no se queda en las promesas, sino que se realiza con los hechos. Valores sumamente grandes y opuestos al individualismo y afán de lucro y poder que caracteriza a muchas personas y grupos de nuestro país y de nuestro continente.

Y también Tonantzin Guadalupe y Juan Diego nos hacen ver que aquellos valores de la cultura indígena tienen una profunda correspondencia con la enseñanza de Jesús, pues los encontramos no sólo en sus palabras, sino sobre todo en su manera de actuar: cura a los enfermos, perdona a los pecadores, alimenta a los hambrientos, defiende a los débiles, lava los pies a sus discípulos, etc.

Ojalá que las fiestas patrias nos ayuden a recordar estos grandes valores de nuestra herencia indígena. Para ello no tenemos que renunciar a la alegría, la música, las luces brillantes y toda la algarabía... con tal que busquemos momentos de reflexión y de oración para que todo ello tenga un sentido cristiano y guadalupano.

Podemos hacerlo en cualquier lugar donde nos encontremos. Pero si tenemos oportunidad de visitar la teocaltzin (la casita sagrada) que Nuestra Madre le encargó a Juan Diego, en ello encontraremos más vigor y fortaleza.

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CULTURA Y ARTE

Martha Reta HernándezInvestigadora del Museo de la Basílica de Guadalupe

El Museo de América en Madrid1 (España) conserva, entre sus colecciones, un lienzo por demás interesante. Se trata de un óleo de

temática guadalupana firmado por el pintor Juan de Villegas.

Para los estudiosos, conocedores o simplemente para aquéllos que se encuentran familiarizados con la iconografía de la Virgen de Guadalupe, este cuadro, aparentemente, no contiene mayor novedad. Se trata de una imagen que presenta, en el centro de la composición, la figura de María en su advocación de Guadalupe de México, rodeada del tradicional ciclo narrativo –las llamadas “cuatro apariciones” –, mismas que se encuentran enmarcadas en perfilados octágonos en dorado. Completan la composición, el quinto recuadro que plasma una vista del santuario a los pies de la Imagen y cuatro ángeles volanderos que sostienen una rica variedad de coloridas flores

que ofrendan a la Patrona de México. Sin embargo, de entre todos los elementos de la pintura, un detalle merece ser destacado por ser el único ejemplo conocido entre las obras guadalupanas.

Se trata del templo que aparece en medio del paisaje. A diferencia del resto de las vistas que sobre el Tepeyac se han realizado y que han dejado constancia visual del santuario mariano, en ésta se mira el edificio en plena construcción.

El Museo de América tiene registrada la factura de este lienzo en la primera década del siglo XVIII; la base de esta datación es el propio proceso de construcción del santuario (1695-1709). Sabemos que se trata de éste y no del anterior (construido entre 1609-1622) porque se conoce, por documentación, su planta arquitectónica que fue realizada por José Durán� y las detalladas descripciones que sobre él escribieron sus contemporáneos.

Juan de VILLEGAS (firmado)Virgen de Guadalupeca. 1701-1710Óleo sobre telaCol. Museo de América, Madrid (España)

Notas sobre un lienzo guadalupanodel pintor poblano Juan de Villegas en Madrid, España

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Cultura y arte

El proyecto coincide con el alzado que se observa en esta pintura: un edificio de planta basilical, dividida en tres naves paralelas, de cinco tramos cada una, divididos por ocho machos de columnas.

Detalle curioso es la barda que circunda el templo y que se mira reproducida en muchas imágenes que plasman tanto el santuario del siglo XVII como el del XVIII. Sin embargo, ésta no aparece en el conocido cuadro del pintor Arellano titulado Traslado de la Imagen y estreno del santuario de Guadalupe (1709) y que es, por mucho, una de las imágenes que mejor describe visualmente el conjunto del Tepeyac. Esto nos hace pensar en qué tan fidedignas o apegadas a la realidad resultan estas imágenes. Se le llama vistas o vedute a los cuadros, estampas u otras formas artísticas en que se representa un lugar o monumento tomado del natural. Estas interpretaciones de los escenarios, durante el periodo virreinal, no tenían un sentido realista y una intencionalidad científica que buscaba alcanzar la fiel trascripción de lo representado.

Por lo tanto, y sin dudar que estos detalles deben valorarse como verdaderos documentos visuales, no podemos asegurar que Juan de Villegas pintó su cuadro justo en la etapa constructiva del templo que aparece ahí representado (aunque sigue resultando lo más lógico pensar que así fue). Estas dudas surgen también por el desconocimiento y las lagunas

que existen sobre este pintor en la historiografía del arte mexicano. En la mayoría de su obra conocida3 aparece su firma, pero sólo dos de ellas están fechadas: El tránsito de san José (1711) y San Cristóbal (17�7). El resto de ellas, simplemente, se han datado entre finales del XVII y principios del XVIII, por lo que en el caso que nos compete, el detalle del santuario mariano en plena construcción es lo que más nos acerca a una posible fecha de realización.

Por otro lado, vale la pena mencionar otro par de imágenes guadalupanas que se conocen de este pintor, quien trabajó en la región de Puebla, importante ciudad de la Nueva España, e incluso envió una serie de pinturas a Nueva Zamora de la Laguna de Maracaibo, provincia de Venezuela.

La noticia de una de ellas fue dada a conocer por el historiador del arte Francisco de la Maza en sus Cartas Barrocas cuando escribía una de ellas desde Segovia (España) el 15 de abril de 1956:

“A propósito de guadalupanas mexicanas... En la parva pero interesante pinacoteca de los padres escolapios hay dos, una de gran tamaño, anónima, y otra de Juan de Villegas, pintor no registrado, que recuerde, por los historiadores del arte colonial mexicano”.4

La otra se encuentra en la pequeña capilla de la Divina Pastora, en Huejotzingo, Puebla.5

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A diferencia de la que resguarda el museo español, en esta imagen se presenta la figura de la Virgen de Guadalupe solamente adornada con grandes ramos de flores en cada esquina del lienzo, mismos que semejan mucho aquéllos que sostienen los ángeles en la pintura que reseñamos.

Se pueden encontrar también otras similitudes estilísticas entre ambas, y no hay lugar a dudas de que un estudio formal detallado, no sólo entre éstas dos, sino con el resto de la obra de Juan de Villegas, arrojará luz sobre nuestro artista y sobre la historia del arte poblano. No está por demás señalar, que a pesar de que casi la totalidad de sus pinturas se encuentran en esta región, ninguna de ellas fue registrada en la reconocida Historia de la pintura en Puebla escrita por Francisco Pérez Salazar.6 A pesar de la importancia de la pintura poblana, hasta el momento no se ha escrito otro texto que supere o abarque el mismo tema estudiado por este autor.

En la actualidad se están llevando a cabo, solamente, estudios monográficos sobre algunos pintores poblanos pero aún falta mucho por aportar.

Juan de Villegas realizó, también, otras pinturas que presentan detalles o composiciones que las vuelven ejemplares y dignas de estudio, baste mencionar el rico cuadro de Santa Gertrudis la Magna rodeada de seis escenas de su hagiografía, a más de un par de ángeles que sostienen su báculo y birrete en medio de una rica decoración. Este lienzo, que se encuentra en el ex convento dieguino de San Martín Texmelucan, Puebla, sobresale del resto de la iconografía que sobre esta santa se realizó en la Nueva España y, por desgracia, pasó desapercibido para los estudiosos del tema.7

Es por ésta y otras muchas singularidades que presentan los cuadros de Villegas, que en esta ocasión le hemos puesto más atención al cuadro guadalupano del Museo de América, e intentamos restituirle, tan sólo un poco, de su justo valor dentro de la producción artística novohispana. Gracias a los expedientes de la institución que lo conserva, sabemos que ha formado parte de importantes exposiciones en Viena, Munich, Bogotá, Alicante, Murcia, Valladolid y la Ciudad de México. Esperemos que la próxima vez que lo podamos apreciar en una muestra museográfica fuera de su propio museo, los estudios sobre su autor y el resto de su obra ya hayan comenzado en forma.

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Cultura y arte

NoTA

1 Agradezco a Concepción García Sáiz por las facilidades para la reproducción del cuadro y a Carolina Notario por el envío de la imagen e información desde del Museo de América.2 Véase Heinrich Berlin, “Artífices de la Catedral de México” en Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, núm. 11, México: UNAM, 1944. Martha Fernández, “El Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. Una reconstrucción novohispana del Templo de Salomón” en Del libro de emblemas a la ciudad simbólica, Castellón de la Plana, Bancaixa, Universitat Jaume I, 2000. Martha reTA, “Las reubicaciones de la sillería de coro de Guadalupe (1749-1990) en Nelly SigAuT (coord.), Guadalupe arte y liturgia. La sillería de coro de la colegiata, México: Museo de la Basílica de Guadalupe / El Colegio de Michoacán, 2006.3 En estos momentos me encuentro trabajando en el catálogo de su obra conocida (más de 40 piezas registradas hasta el momento). 4 Francisco de la MAzA, Cartas barrocas desde Castilla y Andalucía, México, IIE, UNAM, 1963, (Estudios de Arte y Estética, 8), pp. 99-100. Para el momento de la redacción de este texto no pude verificar el dato de esta obra perteneciente a una colección española.5 Agradezco a Eduardo Limón su apoyo para localizar ésta y otras obras de Juan de Villegas.6 Francisco Pérez SAlAzAr, Historia de la Pintura en Puebla, edición, introducción y notas de Elisa Vargas Lugo, México, IIE, UNAM, 1963, 246 pp., ills., (Estudios y Fuentes del Arte en México, 13). 7 Esta variedad iconográfica no se registró en el estudio de Antonio ruBiAl gArcíA y Doris Bieñko, “La más amada de Cristo. Iconografía y culto de santa Gertrudis la Magna en la Nueva España” en Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, México: IIE, UNAM, núm. 83, 2003.

Juan de VILLEGAS (firmado)Virgen de GuadalupeSiglo XVIIIÓleo sobre telaAcervo del Templo de la Divina Pastora, Huejotzingo, Puebla

PASTORAL

¿Qué es la mexicanidad? ¿Cómo somos los mexicanos? ¿Cuál es nuestra verdadera identidad nacional?, tal parece que cada año

a la celebración de las Fiestas Patrias, en el mes de Septiembre, surgen estas o similares preguntas.

Muchos pensadores han intentado definir al hombre mexicano y a la mujer mexicana, bajo muchos parámetros. Algunos han afirmado que somos “un pueblo ritual, mítico y festivo”. Muchos escritores han descalificado el elemento religioso y católico, como parte de nuestra identidad. Muy conocidos son los autores que se gozan en ridiculizar nuestra fe y nuestra identidad nacional. Pocos son los pensadores que se han atrevido dar una a la reflexión objetiva el binomio: Santa María de Guadalupe y la Identidad Nacional.

Desde nuestros orígenes como pueblo indígena y luego mestizo, la vida de los mexicanos ha estado como suspendida entre el cielo y la tierra, entre la vida y la muerte, entre sus propias contradicciones internas y el fervor de las celebraciones religiosas. Un rasgo muy característico de la mexicanidad es la “fiesta”, ese maravilloso momento, donde parece que el tiempo queda suspendido y todo cambia y se enfoca a la alegría. En México el término de la fiesta se vincula profundamente con la religión y con el culto católico a los santos, desde donde emerge fulgurante el rostro moreno de Santa María de Guadalupe. Podemos decir que la mexicanidad significa: fiesta, religiosidad y todas las características de identidad inscritas en la nacionalidad por razones históricas, sociológicas, económicas, políticas y religiosas.

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Santa María de Guadalupe y nuestra Identidad Nacional

Mons. Jorge Palencia Ramírez de ArellanoVicerrector y Coordinador General de la Pastoral del Santuario

Jesús de la HELGUERA, HidalgoCalendario Popular (detalle)

Pastoral

Estos y otros elementos han contribuido a cimentar una identidad nacional católica, porque todos los mexicanos somos uno en nuestra devoción a la Virgen de Guadalupe. Aun cuando las versiones de lo que significa “unidad nacional” sean diferentes, la posibilidad de una Virgen Patrona de la Nación, siempre ha unido a los mexicanos por encima de sus diferencias y problemáticas. En nuestro contexto nacional Santa María de Guadalupe, es una fuerza fundamental para la unidad nacional, cuya devoción popular es independiente totalmente del estado mexicano. Intentar negar esta fuerza fundamental de nuestra unidad nacional, sería negar la idea de nación que se caracteriza por la misma “identidad del pueblo mexicano”. Muy importante es hacer notar al inicio de este III Milenio que la identidad nacional no se construye sobre el desierto, ni se inscribe en el comienzo de los tiempos. Tampoco es un proceso que se lleva a cabo y finaliza en un determinado momento histórico, sino que es un proceso permanente de construcción y reconstrucción histórico social.

“Ser mexicano es ser guadalupano”

Santa María de Guadalupe estuvo presente en el movimiento independentista del siglo XIX, se constituye como símbolo de identidad nacional mucho antes que se creara un Estado Mexicano. De hecho su imagen representada en el estandarte tomado por el cura Miguel Hidalgo de la Parroquia de Atotonilco, constituye la primera bandera de un nuevo México independiente. Desde 1810, dos sistemas simbólicos: el “cívico” y el “católico”, coexisten y fundamentan dos nociones de nacionalidad sin ser mutuamente excluyentes. Con la aparición del liberalismo a mediados del siglo XIX, estos dos sistemas se aíslan y se crea un abismo muy doloroso y sangriento que desemboca en el conflicto religioso de 1926 1929 y con secuelas que llegan hasta nuestros días. El Estado trata de imponerse como nación, pretendiendo identificar lo estatal con lo nacional. No se preocupa por construir un pueblo, ni lo ha reclamado como fundamento de su existencia legítima. El pueblo católico, se ha construido al margen del estado y no ha sido nunca invitado a la vida política mexicana. Desde hace mas de 150 años, se ha querido acallar la participación activa de Santa María de Guadalupe al nacimiento de un México nuevo e independiente. Es interesante anotar que México, cuyo estado prescinde y niega cualquier connotación católica para su proyecto de identidad, que la ecuación “identidad nacional = identidad católica” se exprese en la frase “ser mexicano es ser guadalupano”, reconociendo inmediatamente el título de patronazgo en la devoción popular.

Santa María de Guadalupe es un fundamento netamente nacional, cuya devoción popular es independiente del estado y se abre como una posibilidad de movilización social y participación en la esfera pública que no es posible dentro del espacio político. Hoy, nuestro país, contempla otro abismo, el liberalismo que nos llegó de Europa se ha transformado. Nuestra identidad sigue siendo, en términos de cultura fundante, “católica”. Pero, en nuestra cultura actual del III Milenio existe un abismo dentro del abismo sembrado por el liberalismo. Hoy el abismo entre la ciencia - técnica - tecnología y la religiosidad del mexicano parecen irreconciliables. Las palabras sagradas de la modernidad industrial: la experiencia, la verificabilidad, la utilidad, han sido encajadas en nuestra identidad nacional, por la cultura y el estado, pero con grave daño para la identidad nacional. Por tanto el nuevo paradigma del mexicano, se puede definir así: lo experimentable, lo verificable, lo útil es lo válido, el resto ya no es parte de nuestra identidad, solo un objeto observable en un museo. El pluralismo religioso en el México actual se ha ajustado a este paradigma: lo experimentable, lo verificable, lo útil. Pero cabe preguntarnos: ¿Y Santa María de Guadalupe, cabe dentro de este paradigma y a estas normas de conducta y gobernabilidad? ¿Dejará de ser Santa María de Guadalupe parte de la identidad nacional? ¿Podrá este nuevo paradigma cultural implantar una nueva identidad nacional y hacer desaparecer nuestra auténtica identidad nacional?

El intento de la cultura actual de crear implantar una religión pragmatista, hecha a la medida, o una vivencia funcional pragmática de la religión, sabemos que choca con el mensaje de Jesucristo mismo y con la profundidad del Mensaje de Santa María de Guadalupe. Esa religión funcional, fabricada al antojo y capricho humano, esa religiosidad aterrizada en la idea del liberalismo, que maneja bien la tecnociencia, las ideas de progreso económico parece irreconciliable en el seno familiar donde unos miembros son mexicanos y guadalupanos y los otros, no saben quién son. Esta religiosidad funcional, este pluralismo religioso conlleva, obviamente, un exagerado pragmatismo que puede ponerse en práctica, sin signos religiosos, sin imágenes, y conlleva en el fondo la negación de toda religión, norma moral o fundamento ético. Esto lleva al mexicano hacia la nada, al absurdo, a la soledad y la tiniebla más grande de su ser: no debemos tener nada, creer en nada, somos nada. Del “divorcio de la iglesia y el estado” postulado en el siglo XIX, le sigue “el divorcio de la religión y la sociedad”, postulado a inicios de este III Milenio.

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Pastoral

En este paisaje del hombre contemporaneo, que ya no tiene “creencias” que organicen su mundo, al no tener nada, surgen los fundamentalismos y los esoterismos esclavizantes, impuestos por la cultura de la religión funcional. Desafortunadamente este panorama ya circula en ciertos ambientes mexicanos. Hoy asistimos a una crisis de la cultura y de la religión. Muchos mexicanos viven un pragmatismo religioso eminentemente funcional predominando las concepciones religiosas fundamentalistas y los esoterismos, de magia y superstición, que van de la mano del consumismo-utilitarismo-hedonismo. En México, ya están presentes los perfiles de esa religiosidad pragmática, hedonista y funcional. Irrumpe así en la cultura de muchas clases sociales en México y fractura la “identidad nacional” hoy, en el núcleo de las familias y de los diversos grupos sociales y culturales.

Santa María de Guadalupe, forjadora de una Patria

México necesita volver a sus propias raíces culturales: aquéllas donde Santa María de Guadalupe nuevamente exprese a sus hijos, que se encuentran en las tinieblas en la nada, en la desolación, una esperanza: la unidad, todos bajo la mirada de una madre. Este es el gran tema del futuro inmediato, retomar a Santa María de Guadalupe, como relación personal fundante de un pueblo que nace al III Milenio. Pero que ahora no sólo se dirige a los mexicanos, sino a todos los habitantes del Continente y del Mundo. Es urgente preguntarnos: ¿cómo y dónde hemos nacido?,¿cómo Dios, en un acto de su infinito amor, nos entregó el rostro materno de su amor, en el rostro mestizo de Santa María de Guadalupe, que fundamenta nuestra identidad? Debemos con urgencia releer con atención los signos estampados milagrosamente en la tilma de nuestro hermano San Juan Diego Cuauhtlatoatzin. ¿Por qué Santa María esta ubicada en medio de la luna, en la profundidad de MÉXICO? ¿Por qué no ver en San Juan Diego al verdadero fundador de México, “Padre de la Patria”, de pleno derecho? Su fe, le dió el ser como nación mestiza, al aceptar cumplir fielmente ser portador de unas flores que estamparon una imagen. Mucho nos falta por integrar todos esos “humanismos” de nuestras culturas populares indígenas, urbanas y suburbanas, que se mezclan con sus diferentes “religiosidades y esoterismos”, aquellas visiones del mundo y del hombre que tienen que fundirse, purificarse y sintetizarse en Santa María de Guadalupe. Sabemos que los procesos históricos no pueden detenerse, y que debemos prepararnos a los inicios del III Milenio para anunciar a Jesucristo, a la manera que

nos enseñó Santa María de Guadalupe en los albores del siglo XVI. En el cruce de su manto, hablaremos no sólo de una identidad nacional, sino de “muchas identidades” que se coexisten en nuestro Continente Americano, que conforman un auténtico sentido de comunidad continental que sabe admitir y valorar sus diferencias culturales. Santa María de Guadalupe, se presenta nuevamente desde el Tepeyac, como signo palpable de unidad ante los pluralismos: como Madre nos llena los vacíos que el pluralismo religioso y pragmatismo religioso han sembrado en la interioridad de tantos mexicanos; con su mirada, expresión máxima del amor de Dios destierra de nuestras vidas el consumismo-utilitarismo-hedonismo que nos esclaviza. Desde el Tepeyac habrá de surgir esa unidad que inicie una síntesis cultural a nuestra tradición y con la modernidad, que Dios nuestro Padre nos invita a participar en este III Milenio. Dios escuchó la oración de intercesión del Obispo Fray Juan de Zumarraga quién escribió en 1529: “…si Dios no provee con remedio de su mano, está la tierra a punto de perderse totalmente”. El Todopoderoso desbordó su misericordia para con sus hijos, enviando a su propia Madre, discípula y misionera de su amor. Por lo que podemos decir que el hecho Guadalupano es amor de Dios, expresado de manera hermosísima en Santa María de Guadalupe, Madre de Dios. Ella muestra el amor de Dios presentándose a san Juan Diego con estas palabras dignas de una Madre amorosa y compasiva:

La maravillosa intervención de Dios en nuestra historia particular, a través del amor maternal de la “Madre del Dios por quien se vive y que se honra en ser Madre de todos los que en esta tierra estemos en uno y de las demás variadas estirpes de hombres…” (Nican Mopohua, 30-31), cumpliendo el mandamiento nuevo de “amarnos los unos a los otros, como Él nos amó” (Jn 13, 34).

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Eminentísimos Señores Cardenales Excelentísimo Señor Presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana

Excelentísimos Señores Arzobispos y Obispos Monseñores Reverendos Padres Hermanos y hermanas religiosos Hermanos todos en Cristo

1. Deseo expresar mi alegría por este primer encuentro con la Iglesia de México aquí representada por ustedes, en particular los pastores elegidos por el Señor para acompañarla y guiarla hacia Él. Agradezco a su Excelencia el Señor Carlos Aguiar Retes, Obispo de Texcoco y Presidente de la Conferencia Episcopal su gentil invitación a celebrar con todos ustedes el

inicio de mi ministerio de Nuncio Apostólico en su país en esta magnífica Basílica que es el corazón de la vida cristiana para cada uno de ustedes y también para mí desde el día de mi nombramiento por Su Santidad Benedicto XVI, el cual me ha hecho el honor de llamarme a servir a la Iglesia que se encuentra en este país como su representante. Es cierto que llego con una devoción impregnada de profundo sentido del misterio de este lugar marcado por una presencia tan fuerte de Nuestra Madre. Como tantos peregrinos estoy llegando en búsqueda de la paz, del perdón y sobre todo con el deseo de encontrar aquella que nos muestra a Jesús y nos invita a ser sus discípulos. Después de ocho años de servicio en Uganda, llegué hace algunas semanas a su tierra, y como ya he dicho, me considero un misionero enviado para servir.

HOMILÍA

Homilía de su Excelencia Mons. Christophe PierreNuncio Apostólico en México con ocasión de su recepción por la Conferencia Episcopal de México en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe

Por eso me siento en profunda comunión con ustedes, Obispos, Sacerdotes, religiosos y religiosas y laicos. Conociendo su celo apostólico y la inmensa obra de evangelización que sus predecesores y ustedes han conducido hasta ahora, no he tenido ningún miedo de tomar también yo mi bastón de peregrino para unirme a la misión de la Iglesia.

Bueno, no escondo que, como el profeta Jeremías, he pronunciado estas palabras: “Mira que soy muy corto de palabras, que soy muy joven”. Pero también me he sentido confortado por la Palabra de Dios que me dice: “Tienes que ir a donde te envíe y decir las cosas que yo te digo. No tengas miedo que en tus labios Yo hablaré”. Escuché además las Palabras de Cristo en el Evangelio “Quién reciba a un niño en mi nombre a mí me recibe”.

Homilía

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“El que no se haga como niño no entrará en el Reino de los cielos”. Es como un niño que me presento ante ustedes, hijo del mismo Padre que nos ha creado y que nos ama. En Él somos todos hermanos y hermanas.

Con profunda alegría he descubierto la frase que, según el Nican Mopohua, la Virgen ha dicho a Juan Diego: “¿De que te asustas? ¿No estoy yo aquí que soy tu madre?”.

Esta se encuentra en la fachada de la Basílica y expresa bien el mensaje de Guadalupe y la esperanza que ya he admirado en los ojos conmovidos de todos esos peregrinos que no dejan de llegar. Hoy gracias a ustedes soy uno de ellos.Como me gustan las palabras de la que se llama “la perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del verdaderísimo Dios…,” hablando a Juan Diego de su templecito: “Allí estaré siempre dispuesta a escuchar su llanto, su tristeza, para purificar, para curar todas sus diferentes miserias, sus penas, sus dolores”. En la segunda aparición, la Virgen confirma a Juan Diego en su misión y le ordena insistir con el Obispo: “Hijito mío, el más pequeño es indispensable que sea totalmente por tu intervención que se lleve a cabo mi deseo”.

�. Entrando en este santuario he sentido una grande emoción pensando en todos los que desde el inicio de la evangelización han dado testimonio de su fe encarnada en una vida iluminada por la presencia de Dios.

Muchos de ellos se transformaron, a veces hasta el martirio, en verdaderos testigos de la presencia de Cristo como su Salvador manifestando concretamente en su existencia el amor divino. Aceptaron ser inspirados por el Espíritu que hizo de ellos nuevas criaturas. Todos fueron verdaderos testimonios de la encarnación del Hijo de Dios en esta tierra haciendo nacer la Iglesia que hoy brilla como una luz capaz de indicar a todos los hombres y mujeres de buena voluntad el camino hacia Dios.

Como cada uno de ustedes, cristianos de México, he hecho esta misma experiencia de la mujer de Samaria en el pozo de Jacob. Primero hubo un encuentro: “Dame de beber”. Desde mi juventud Jesús se ha manifestado a mí de muchas maneras, dándome poco a poco a entender el sentido de la palabra: “Si conocieras el don de Dios y quien es el que te pide de beber, serías tú quien le pidiera de beber y el te daría de esa agua viva”.

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Esta es la razón por la cual he escogido como mi lema episcopal: “Si conocieras el don de Dios”. Como la samaritana he sido desbordado por la riqueza del don que Dios me ha dado en Jesús ofreciéndome agua que “brotará en mí como un manantial de vida eterna”.

He sido enviado a misión en medio de ustedes para beber de esta agua viva que brota en la Iglesia de México y en cada cristiano desde el día de su bautismo. Invitándonos a esta Eucaristía, Cristo el Señor de la Iglesia universal y de la Iglesia en México, quiere que permanezcamos en comunión con Él y entre nosotros. Desde el día de mi llegada, empecé a familiarizarme con toda la reflexión hecha durante los últimos años por ustedes, con el fin de que la Iglesia ayude a todos los cristianos a vivir su fe en el difícil contexto de la cultura actual. Con mucho interés he leído en particular la Carta Pastoral de los Obispos del año �000 y el reciente documento conclusivo de la V Conferencia del CELAM en Aparecida.

Varios aspectos son para mí fuente de profunda inspiración.

El primero es la insistencia sobre el encuentro con Jesucristo, que es la fuente de nuestras diferentes vocaciones y misiones dentro de la Iglesia, como Obispos y sacerdotes, religiosos y laicos. Las bellas palabras de su carta pastoral encuentran un eco en el documento de Aparecida, que me permito citar: El primero es la insistencia sobre el encuentro con Jesucristo, que es la fuente de nuestras diferentes vocaciones y misiones dentro de la Iglesia, como Obispos y sacerdotes, religiosos y laicos. Las bellas palabras de su carta pastoral encuentran un eco en el documento de Aparecida, que me permito citar: El acontecimiento de Jesucristo es el inicio de ese sujeto nuevo que surge en la historia y al que llamamos discípulo: No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran, o una idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”... La naturaleza misma del cristianismo consiste por lo tanto en reconocer la presencia de Jesucristo y seguirlo”. ( 6.1.1).

El segundo es la dimensión misionera. Los obispos son calificados justamente como discípulos misioneros de Jesús Sumo Sacerdote. Ellos con fe y esperanza han aceptado la vocación de servir al pueblo de Dios conforme al Corazón de Cristo Buen Pastor. Ellos ayudan a todos los miembros del pueblo de Dios a vivir, en su lugar y conforme a su vocación, esta dimensión misionera.

Yo también he venido para unirme a esa misión. El tercero es la presentación de la Iglesia como Sacramento de Cristo y signo vivo de su presencia en la realidad humana en la cual todos somos llamados a estar y actuar. La Iglesia es comunión de todos los bautizados viviendo en el mundo como seres nuevos transformados por su amistad con Cristo Hijo de Dios, siguiendo su palabra de vida y dejándose animar por su espíritu. Todos somos la Iglesia, cuerpo vivo de Cristo, haciéndolo presente en el mundo. Esta es nuestra vocación y misión que vivimos si nos dejamos transformar por su gracia. El cuarto es la importancia de la comunión entre nosotros discípulos misioneros. La Iglesia en el mundo, como nos ha dicho Jesús, será Luz del mundo y Sal de la tierra, si vivimos en comunión unos con otros. Los Obispos junto con los sacerdotes, han recibido esta inmensa responsabilidad de ser ministros de la comunión dentro de la Iglesia.

El Santo Padre también, como Sucesor del primero de los apóstoles, Pedro, recibió esta misión de unidad tan importante para nuestra Iglesia. Mi misión de representante del Santo Padre será de ser un fiel servidor de la unidad dentro de la Iglesia ayudando, con ustedes, a la Iglesia que se encuentra en México a mantenerse en comunión con el Santo Padre y a través de él con la Iglesia universal.

3. Por estas razones quiero alegrarme del modo como ustedes me recibieron. Desde el día de mi llegada he sentido el vínculo que me une con los Pastores escogidos por Dios para conducir, santificar y evangelizar el pueblo mexicano. Ustedes hermanos Obispos son llamados, escogidos y amados por Cristo, el cual espera de ustedes ser testigos de su amor ofreciendo su vida como Él por sus ovejas. Ustedes son llamados con sus sacerdotes a ser las columnas de la Iglesia sin olvidarse de que su fuerza no depende de su capacidad humana más de la fe, de la esperanza y del amor que Dios ha puesto en sus corazones. Les pido lleven mi saludo a sus sacerdotes. Mi profundo deseo es que ellos sean vistos por sus fieles como modelos ejemplares de vida cristiana y pastores celosos y llenos de amor.

Me siento también muy cerca de los religiosos hombres y mujeres. Conozco el valor de su vida que es motivada por la palabra del Padre Nuestro: “Que venga a nosotros tu reino”. Deseo también agradecer a los laicos aquí presentes y a través de ustedes saludar a todos los cristianos de México. Todos son llamados a ser discípulos de Jesús cualquiera que sea su ambiente y su responsabilidad en la comunidad.

Homilía

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Homilía

Todavía quiero dirigirme a todos los que en cualquier modo sufren en su cuerpo, en su espíritu y en su alma. Pienso en todos los que les falta un mínimo para vivir una vida digna de los hijos y de las hijas de Dios, y que no ven ninguna salida a una situación extrema de pobreza material o espiritual.

Mi profundo deseo es que la Iglesia sea para todos una señal fuerte de esperanza. Muchos laicos ocupan a diferentes niveles responsabilidades para el servicio de sus hermanos y el bien común de la sociedad. El ejercicio de este cargo es parte también de su misión de cristiano, en la medida en que trabajen con espíritu de servicio, animados por los valores del Evangelio.

Todos contribuyen así a construir la civilización del amor, según la magnifica expresión usada por vez primera por el Papa Paulo VI y muchas veces repetida por sus sucesores. Agradezco a esta Iglesia de recibir al representante del Santo Padre con tanto calor y expresando así su amor y filial adhesión hacia el sucesor de Pedro.

Eso da a la Iglesia local una oportunidad maravillosa de celebrar su relación con el Papa. La Iglesia es una porque profesa su fe en un sólo Señor y en un sólo bautismo. El Papa, junto con los obispos recibió la misión de conservar a la Iglesia en la unidad. La catolicidad de la Iglesia es su universalidad.

Esto no quiere decir que la Iglesia no esté enraizada en el corazón de la sociedad mexicana y de su cultura. Pero la Iglesia no es una secta o una organización exclusivamente humana. La Iglesia es universal porque el mensaje de Cristo es para todos y penetra en toda cultura.

Tiene que ser interpretado en cada lenguaje de modo que pueda ser comprendido. Pero no estará nunca encerrada en una cultura. Esto es el misterio de Pentecostés: Todos podían entender el único mensaje de los apóstoles en su propia lengua.

La santidad de la Iglesia y de sus miembros depende principalmente de su relación con el fundador, es decir Cristo mismo. La Iglesia tiene que ser el reflejo vivo de la santidad de Dios para el mundo de hoy.

La Iglesia será santa solamente si acoge el Evangelio con toda su pureza, y es la responsabilidad de los pastores, en comunión con el Papa, de ayudar a la Iglesia a permanecer fiel al Evangelio.

En fin cuando hablamos que la Iglesia es apostólica, no sólo nos referimos al hecho que cada Obispo es un sucesor de un apóstol, más también que todos

los obispos son sucesores de ese grupo de hombres que Jesús llamó a Él para ser la fundación de su Iglesia, con Pedro recibiendo la misión específica de confirmar a sus hermanos en su fe. 4. Hermanos Obispos, Hermanos y Hermanas en Cristo. La persona que ustedes reciben hoy fraternalmente, tiene sentimientos muy encontrados. Por estos sentimientos de indignidad, deseo abandonarme en el Señor, pidiéndole me guié en este ministerio.

Y les suplico por eso la ayuda de su oración. Al mismo tiempo tengo un gran deseo de ser aquí en medio de ustedes un testimonio del Dios vivo. Espero ser capaz con ustedes de anunciar el Evangelio en esta tierra de México. Es nueva para mí, pero les puedo decir ya que se ha convertido en mi tierra y mi país, gracias a ustedes.

Que el Señor les bendiga y nos ayude a hacer su voluntad. Y que la mirada de la morenita tan cariñosa hacia cada uno de nosotros nos ayude a nunca perder de vista la dirección justa.

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La reforma conciliar del Vaticano II, trajo para la Iglesia abundantes frutos espirituales, entre ellos, el nacimiento de numerosos grupos

apostólicos, en los cuales los laicos, comenzaron a jugar un papel importante en la misión apostólica de la Iglesia.

Los laicos, según la Constitución Lumen Gentium del Concilio Vaticano Segundo, están llamados particularmente a hacer presente y operante a la Iglesia en los lugares y condiciones donde ella no puede ser sal de la tierra si no es a través de los laicos. (no. 33) Así es como los laicos, en virtud de su bautismo, se convierten en testigos e

instrumentos vivos de la misión de la Iglesia “en la medida del don de Cristo” (Ef 4, 7).

Continúa el documento diciendo: Además de este apostolado, que incumbe absolutamente a todos los fieles, los laicos también pueden ser llamados de diversos modos a una cooperación más inmediata con el apostolado de la jerarquía, como aquellos hombres y mujeres que ayudaban al apóstol Pablo, en la evangelización, trabajando mucho en el Señor (Flp 4, 3; Rom 16, 3 ss) Por lo demás, son aptos para que la jerarquía les confíe el ejercicio de determinados cargos eclesiásticos, ordenados a un fin espiritual.

CONOCIÉNDONOS

Las carpas de evangelización y sus evangelizadores

Lic. Samuel Homero Jiménez Hernández

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Conociéndonos

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Bajo esta premisa, podemos presentar a todos ustedes al equipo de laicos voluntarios y Evangelizadores de Tiempo Completo, quienes desde hace siete años, por iniciativa de Mons. Diego Monroy Ponce, colaboran con la pastoral profética de este Santuario. Están coordinados por el E. T. C. Fernando Otañez González.

La acción pastoral de quienes conforman este grupo apostólico de evangelización, tiene lugar en las carpas que se encuentran en el Atrio de la Basílica. Son dos carpas, una llamada “del Encuentro” y otra de “Las Rosas”. En ellas se anuncia el Kerigma Apostólico y Guadalupano a la multitud de fieles, que a diario concurren a este recinto. Desde que el sol aparece hasta que se oculta se trabaja incansablemente, queriendo que en cada proclamación hecha se descubra el inmenso amor de Dios y de la Dulce Señora del Cielo.

Son las carpas, además de punto de reunión y de confluencia de muchos peregrinos, espacios donde se suscitan, día con día, actividades pastorales, culturales y artísticas, así como lugar de convivencia entre miembros de diócesis, parroquias, mercados, fabricas o cualquier otro tipo de gremio.

La tarea evangelizadora de las carpas se realiza de dos maneras, cada una consiste en lo siguiente: predicación masiva del Kerigma Apostólico y Guadalupano; explicación de los múltiples símbolos de la Tilma Guadalupana, interpretados desde la cosmovisión náhuatl; encuentros de oración y

alabanza; presentación de obras de teatro; rezo del Santo Rosario, con meditaciones; rezo del Angelus; durante la Cuaresma, rezo del Vía Crucis; las posadas y la proyección de audiovisuales con contenido guadalupano.

Otras de las actividades de los Evangelizadores de Tiempo Completo y de los laicos voluntarios son las visitas guiadas, que consisten en el conocimiento del espacio físico de las apariciones y las historias de los templos construidos en las inmediaciones del recinto guadalupano, etc.

El horario de las actividades es lunes a domingo, de nueve de la mañana a seis de la tarde. En ellas participan un grupo de �0 laicos voluntarios, quienes brindan un tiempo de servicio de acuerdo a sus posibilidades, pero con la conciencia y el deber de su vocación bautismal, firmes de propósitos y con pronta y humilde obediencia.

Si te interesa recibir una visita guiada o integrarte a este grupo, dirígete con el ETC Fernando Otañez González y vive la experiencia de ser como Juan Diego, un nuevo mensajero de nuestra Señora de Guadalupe, en este Tercer Milenio Cristiano. Aquí aprenderás a profundizar tu fe, a través del estudio de las Sagradas Escrituras, del conocimiento de Cristo y a dar razón de tu ser guadalupano, conociendo las fuentes históricas de dicho acontecimiento y el significado de los elementos que visten la Sagrada imagen de nuestra Señora de Guadalupe.

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RETRATOS Y SEMBLANZAS

Lic. Marcela Vallecillo GómezComunicación Social de la INBG

Nació en Calnalli, Hidalgo, el 21 de enero de 1965, del matrimonio formado por la Sra. Gloria Hernández Cruz y el Sr. Simón Castillo Hernández (+ octubre �006).

Siendo un niño, su familia se trasladó al Distrito Federal y pocos años más tarde inició el Curso Introductorio en el Seminario Conciliar de México, al que ingresó como seminarista en 1985. El cinco de mayo de 1993 fue ordenado presbítero a manos del Excmo. Sr. Obispo Mons. Luis Mena Arroyo.

De 1993 a 1995 fue enviado a Roma a estudiar la Licenciatura en Derecho Canónico en la Universidad Gregoriana. Cabe señalar que regularmente las carreras eclesiásticas después de la ordenación presbiteral, duran dos o tres años porque ya tienen la base filosófica y teológica.

Al regresar de Roma, en julio de 1995, le enviaron como formador en el Seminario Conciliar de México, servicio que ejerció hasta el pasado mes de julio del presente año. De 1996 a 2001 fue integrante del Colegio de Consultores y del Senado presbiteral, dos grupos de sacerdotes que asesoran al Arzobispo Primado de México, en el gobierno de la Arquidiócesis y en cuestiones pastorales, respectivamente. En febrero del año �000 fue designado Vicerrector de la Casa Tlalpan del Seminario Conciliar de México, coordinando las actividades y el personal, tanto de sacerdotes como de trabajadores, cargo que ejerció hasta julo de este año.

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Pbro. Juan Castillo HernándezCapellán de Coro

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Retratos y Semblanzas

En breve charla que amablemente aceptó, nos comparte su experiencia sacerdotal.

P.- ¿Qué fue lo que lo hizo decidir ser sacerdote?

R.- Cuando era niño vivía en un pueblo y lo que me llamaba mucho la atención era la religiosidad popular, las procesiones, el rosario. Mi familia siempre ha sido muy piadosa, muy cercanos a la Iglesia. Cuando llegué a México empecé a perder un poco esta dimensión religiosa, pero la reencontré cuando inicié la preparatoria con los hermanos lasallistas y realicé el servicio social impartiendo catequesis en la parroquia de la Colonia Barrio Norte. Mi párroco me ayudó mucho a integrarme con los grupos parroquiales y a la vida de la parroquia. Ahí fue cuando me llamó la atención ser sacerdote. Tenía entonces unos 16 años, y en la Pascua de 1984, después de varios años de trabajar ahí y de estudiar la preparatoria. Le dije al Párroco que quería ser sacerdote y entrar al seminario.

P.- Cuéntenos cómo fue su experiencia en el Colegio de Consultores y en el Senado.

R.- Fue una experiencia muy importante en el Colegio de Consultores y en el Senado. Ver cómo va caminando la Arquidiócesis; sacerdotes, laicos, religiosas, que trabajan y se esmeran por lograr que la Arquidiócesis vaya hacia delante.

Es una iglesia viva que está siendo como una luz que ilumina a otras iglesias particulares […] Concluyendo el Sínodo en 1992, comienza a proyectarse una Iglesia que está en misión permanente. Antes se hablaba de misiones fuera o lejos. Ahora vemos que la misión está aquí mismo en la ciudad, hay lugares donde el mensaje de Cristo no ha llegado o está muy distorsionado con tantas ideologías o supersticiones.

Después del Sínodo, las Asambleas Diocesanas han ayudado a dar continuidad al trabajo pastoral de esta Arquidiócesis; nos fortalece en el compromiso. Claro, falta mucho por caminar y que muchos nos involucremos más responsablemente en esta acción misionera, pero creo que el paso ha sido muy grande. El Señor Cardenal nos comentaba que lo que se ha reflexionado en Aparecida del Brasil en la pasada Conferencia Episcopal Latinoamericana, ha sido algo que nosotros ya estamos viviendo, que ya hemos trabajado y ya hemos caminado por muchos años.

P.- Cuéntenos de su experiencia como formador, situaciones positivas y negativas…

R.- Fue una experiencia muy bella trabajar con los jóvenes, con personas que de verdad son gente de buena voluntad, que se ha sentido llamada por Dios y que quiere crecer, ser mejor. Hay mucha calidad humana en esas personas que están en el Seminario. Algo que es muy satisfactorio es ver cuando se ordenan y llegan aquí a la basílica y reciben la imposición de las manos, y luego verlos trabajando en su parroquia. En cuanto a lo negativo, quizá es tener que decidir que un muchacho se vaya por alguna razón o circunstancia que hace que no sea idóneo para el sacerdocio.

P.- ¿Es decir que la Iglesia sí está alerta en llevar un control, una formación recta de los seminaristas?

R.- Son ocho años donde lo primordial es acompañar, ayudar a que se desarrolle el muchacho y también a que él mismo descubra si es el candidato idóneo o su vocación está en otro lado. Cada año, al final, el equipo de formadores, alrededor de �3 escrutadores, realizaba una evaluación del candidato. Se busca que el joven que llega al ministerio del diaconado y del prebiterado, sea una persona que ha madurado su vocación, que ha madurado como persona, y que ha descubierto que la opción es por Cristo. Hay posibilidad de que alguno no tenga esa recta intención, pero es poco probable. Son más los que están trabajando bien, son buenos sacerdotes y buenos pastores. P.- ¿Cómo recibió la noticia de que venía a la Basílica?

R.- Cuando salí del Seminario había muchas expectativas y elucubraciones en torno a dónde iba a ejercer mi ministerio. Cuando el Sr. Cardenal habló conmigo yo le manifesté mi disponibilidad para apoyarle en cualquier ministerio que considerara oportuno para mí. El día en que me citó en la Curia me dio un nombramiento como juez en el Tribunal Eclesiástico. Me habló de algunas posibilidades de apoyar en la cancillería de la Arquidiócesis de México y vivir aquí en la Basílica de Guadalupe. Y yo me he sentido muy contento. En la voz de mis pastores descubro la voz de Dios. Yo me ordené para servir y será donde Dios me pida el servicio.

PEREGRINACIONES

El pueblo de Dios que peregrina desde la Diócesis de Ecatepec a la Basílica de Guadalupe, se congregará para participar en

la Celebración Eucarística que presidira por Mons. Onésimo Cepeda Silva, Obispo de esta diócesis, con motivo de su peregrinación anual el próximo dos de septiembre.

Acuden a rendirle homenaje y devoto amor a la Virgen de Guadalupe, Madre nuestra, quien desde pequeños está con ellos, a la que les enseñaron a amar y venerar, la que ha caminado con ellos a lo largo de su vida y especialmente a lo largo de su vida diocesana.

Le agradecen, no porque no haya pecado entre ellos, sino porque habiendo pecado, hay voluntad de cambiar, de concretar y de unirse para mejorar su comunidad en la Diócesis de Ecatepec.

También le piden a la Santísima Virgen de Guadalupe que toque los corazones de aquellos que los mantienen angustiados, para que admitiendo las instituciones, admitiendo el derecho

y la justicia, puedan en un momento determinado hermanarse y caminar juntos. Como pueblo diocesano se comprometen con su Madre a ser promotores firmes y alegres; promotores de justicia y de paz, como lo han aprendido de Jesucristo, quien murió en la Cruz y se entregó por completo para obtener para todos la salvación.

La diócesis de Ecatepec se erigió el 1� de agosto de 1995, teniendo como primer Obispo a Monseñor Onésimo Cepeda Silva.

Esta diócesis se formó tomando parte del territorio de lo que era la diócesis de Texcoco, quien por muchos años fue pastoreada por el recordado y querido Obispo Mons. Magín C. Torreblanca Reyes (q.e.p.d.) Mucho del territorio perteneciente a la diócesis de Texcoco, ahora es presidido por el obispo de Ecatepec.

La Arquidiócesis de Tlalnepantla, cuyo arzobispo era Mons. Manuel Pérez Gil González (+), cedió una pequeña porción de su territorio a lo que sería la nueva diócesis.

María Guadalupe Bustamante RosasComunicación Social de la INBG

XII Peregrinación de la Diócesis de Ecatepec

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Peregrinaciones

XXIII Peregrinación de la Asociación de Madereros de Michoacán

El próximo dos de septiembre, miembros de la Asociación de Madereros de Michoacán, realizarán su peregrinación a este Santuario

mariano.

Como cada año ellos son llamados por el amor maternal de Santa María de Guadalupe y estarán aquí postrados a sus pies, para agradecerle todo el trabajo que les ha permitido tener y realizar durante este año.

En esta peregrinación como en los años anteriores, portan una imagen de la Virgen de Guadalupe, labrada en caoba, que los acompaña en su caminar desde la exglorieta de Peralvillo hasta la Basílica.

Esta imagen es custodiada durante dos años por uno de sus miembros que es nombrado “mayordomo”, y quien tiene la encomienda de resguardarla y cuidarla en su hogar junto con su

familia. Esta asociación comenzó siendo muy pequeña. Es por eso que al principio sólo asistían unos 150 peregrinos.

Con el paso del tiempo ha crecido en número, pues no sólo proceden de Michoacán, sino también de los estados de Morelos y Puebla, y del Distrito Federal. En esta ocasión acuden alrededor de mil peregrinos.

Cada uno de los miembros de esta asociación desarrolla diferentes labores dentro de esta actividad. Algunos son dueños de locales donde venden sus productos; otros laboran en los aserraderos donde construyen y dan forma a los muebles y artículos de madera. Otros, en fin, se dedican a la transportación de los mismos a los comercios.

María Guadalupe Bustamante RosasComunicación Social de la INBG

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Peregrinaciones

Los miembros de la Escuela de Pastoral que realizan actividades en las ocho Vicarias Territoriales pertenecientes a la Arquidiócesis

de México, acudirán el primero de septiembre a la Basílica de Guadalupe en peregrinación.

En esta celebración se hacen presentes para pedirle a la Santísima Virgen de Guadalupe su intercesión y ayuda para que su apostolado dé los frutos para los que Cristo los ha llamado y cumplan fielmente con su espiritualidad, principios y propósitos con los que se comprometen cada año, al renovar sus promesas.

La Escuela de Pastoral comenzó sus actividades formalmente el 21 de mayo de 1972, Domingo de Pentecostés, definiéndose como una organización de laicos asistidos por la jerarquía que se comprometen a colaborar con sentido de servicio en la Misión Pastoral de la Iglesia.

Pero desde 1975 se vio la necesidad de dar formación a todos los miembros en materia de piedad, estudio y acción apostólica. Por ello, el primer domingo de septiembre de ese año, comenzó a funcionar el “Instituto de Formación para Laicos al Servicio de la Pastoral Parroquial”, conocida comúnmente y en forma abreviada como “Escuela de Pastoral”.

El Equipo Laico al Servicio de la Pastoral fue aprobado por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), el seis de octubre de 1991.

Desde 1983, el primer sábado de septiembre, se realiza la primera peregrinación a la Basílica de Santa María de Guadalupe. Su fundador y primer coordinador general fue el señor Vicente Martínez Vázquez (+).

En la actualidad, la coordinación general es el señor Javier Albarrán.

María Guadalupe Bustamante RosasComunicación Social de la INBG

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XXIV Peregrinación de la Escuela de Pastoral

Hace hoy cinco años, en este mismo lugar y ante la Sagrada Tilma donde se encuentra estampada la imagen de Nuestra Madre

Santa María de Guadalupe, Su Santidad el Siervo de Dios Juan Pablo II canonizaba al humilde servidor y embajador de Santa María de Guadalupe, Juan Diego Cuauhtlatoatzin.

Lo hacía ante toda la Iglesia universal con uno de los gestos más altos del magisterio pontificio: el de la canonización. No se elevan a los altares o se canonizan ideas o mitos, sino personas históricas, afirmando que han entrado ciertamente en la comunión celestial de los santos y que por ello los podemos tener como nuestros hermanos, que participando de la gloria eterna de Cristo Resucitado han alcanzado en plenitud el destino para el que hemos sido creados y redimidos, y que por ello

mismo pueden ser ante Cristo Señor, intercesores nuestros, abogados y apoyo en nuestro camino de peregrinos en el tiempo y en el espacio de este mundo. Pero además, el hecho de la canonización de Juan Diego Cuauhtlatoatzin nos hace entrar de lleno en el significado histórico y actual del Acontecimiento Guadalupano.

El Acontecimiento Guadalupano y su protagonista principal indígena, Juan Diego Cuauhtlatoatzin nos llevan a medir el pulso y a entrar en el corazón del pueblo mexicano y de toda América.

Nos encontramos ante un acontecimiento histórico que ha dado vida y sentido al catolicismo mexicano y latinoamericano y que, contra todo lo que se pudiera imaginar, hizo posible un encuentro de dos mundos y el nacimiento del pueblo católico en el Nuevo Mundo.

HOMILÍA

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V Aniversario de la Canonización de Juan Diego Homilía pronunciada por el M.I. Sr. Cango. Fidel González Fernández, mccj

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Nos encontramos ante una historia de carne y hueso y no ante un mito, convertido en símbolo querido y respetado. El proceso de canonización de Juan Diego con las numerosas investigaciones históricas y otros estudios que la han precedido o seguido lo han dejado claramente demostrado. El Acontecimiento Guadalupano es un hecho histórico que se encuentra “en los orígenes de la nueva historia del continente americano”, es decir, de la historia de sus raíces católicas en lo que siglos más adelante se comenzó a llamar América Latina, y de la clave de su inteligencia y que ha tenido un influjo fundamental y lo sigue teniendo hasta hoy en todo el Nuevo Mundo y más allá de sus fronteras.

Los hechos guadalupanos de México y la persona del indio Juan Diego Cuauhtlatoatzin nos llevan a la demostración de la relevancia de este gran Acontecimiento que se injerta en la historia de la Iglesia como una profecía, un milagro (= signo de gracia) y un hecho evangelizador, y por lo tanto como una gracia salvífica para quienes a él se acercan con un corazón abierto a la gracia.

Es significativo que los testimonios sobre el Hecho Guadalupano no se puedan catalogar siguiendo las mismas pautas o bajo los mismos cánones comunes a otros hechos. Ello demuestra que los testimonios no fueron fabricados para crear un mito; son testimonios de algo que ya había acontecido y que los diversos documentos reflejan según las circunstancias que les han dado origen y con los límites impuestos por las mismas en su finalidad y en su dimensión. Para embellecerlo, el Hecho Guadalupano no necesita ser mitificado. Tampoco necesita que se imaginen datos históricamente indemostrables. Esto pertenecería al ámbito de la novela, pero no a la historia en cuanto tal. Guadalupe ni es un mito ni es una novela.

Las personas que pasaron por el Tepeyac, que dejaron sus huellas escritas en crónicas, en documentos de vario género o en composiciones poéticas y en obras pictóricas o plásticas, tenían en los siglos XVI y XVII una sensibilidad y un espíritu crítico como lo podemos tener también nosotros hoy.

La diferencia entre historia y mito la tenían ya muy clara las personas de aquellos tiempos, como lo demuestran las Informaciones Jurídicas de 1666, que quieren dejar bien asentadas las bases históricas de lo sucedido y no se conforman con relatar simples historias o fábulas para edificar al oyente. Los

testimonios guadalupanos, desde sus comienzos, son sobrios, y a excepción de algunos documentos encuadrados en un contexto poético como el Nican Mopohua o afines, se distancian de toda ampulosidad poética o de todo embellecimiento artístico rebuscado. Los datos que todos los documentos presentan son escuetos y descarnados al máximo; son puro hueso y basta. Ciertamente no poseemos una crónica detallada, notarial de los acontecimientos de Guadalupe, si se salva la composición poética del Nican Mopohua.

Más adelante también tenemos las llamadas Informaciones Jurídicas de 1666, que recogen los testimonios directos de indios, criollos y españoles que escucharon y trasmitieron sobre los hechos. En la historia guadalupana nos encontramos con varios protagonistas claves: ante todo la Virgen María, Madre de Dios, Madre del Verbo encarnado que lleva en su seno y que presenta como centro de su mensaje. De hecho el “corazón” de la Imagen guadalupana es el “seno virginal” de María que lleva como tabernáculo el Verbo Hecho allí carne, Jesucristo Señor. Cristo es el Centro del Mensaje. Por ello el icono de María de Guadalupe es misteriosamente un icono cristocéntrico. Es el personaje clave.

Luego está Juan Diego Cuauhtlatoatzin, el indígena misteriosamente elegido por Dios como receptor y mensajero o embajador del mensaje. Después está el neoelecto y primer obispo de México, el misionero español franciscano fray Juan de Zumárraga. Él es el destinatario del mensaje. Es decir, aquel que representa a la Iglesia que debe poner en marcha el mandato de la Virgen: la construcción de una morada, de una casita o una ermita, lugar de encuentro, de acogida y de misericordia para todos, indistintamente de su pertenencia étnica, social e incluso religiosa.

En estos dos personajes humanos pueden verse representados los dos mundos hasta entonces enfrentados y el significado del encuentro guadalupano come sentido del acontecimiento de gracia que se estaba llevando a cabo en el Tepeyac de manos de María. En la historia guadalupana ante todo sale a la luz con fuerza el imán irresistible del Hecho, la transformación que trajo consigo, la apertura de mentes y corazones, los “milagros” que operó en la gente y los ríos de peregrinos encaminados hacia la pequeña ermita del Tepeyac.

Homilía

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Éstos fueron los aspectos principales que llamaron la atención de la gente, de los testigos, de cuantos dejaron algo escrito sobre el asunto, aunque fuese de pasada. Otros aspectos que hoy nos gustaría saber, como la personalidad misma del vidente Juan Diego, quedan allí, en pie, delante del hecho, pero en la penumbra; no es el indio Juan Diego el centro de los hechos; es sólo el enviado, el altavoz. El centro es Santa María de Guadalupe, el Niño que lleva en su seno, y lo que dice o mejor, lo que quiere: que en el lugar de las apariciones se edifique o construya una iglesia, una casa en honor de Aquel Hijo Divino que lleva en sus entrañas, y que es el Centro de todo; que el Tepeyac sea el corazón, la morada de Cristo y por lo tanto la morada de todos, sin distinción

de lengua, raza y nación. Que sea un lugar donde todo platique, hable, refleje la misericordia de Dios. La imagen misma guadalupana es la fotografía más sublime de esta misericordia divina. Santa María de Guadalupe puede ostentar por ello el título de “Madre de la Misericordia” por ser Ella Madre de Dios. Todo aquí habla de misericordia, de acogida, de perdón, de reconciliación. Y aquí Juan Diego, el indito Juan Diego, es el embajador, el enviado, el evangelista de tal Misterio de Misericordia.

La personalidad de Juan Diego Cuauhtlatoatzin hay que descubrirla limpiando los cristales de los tiempos históricos. Los indicios que tenemos, sobre todo de quienes han estado más cercanos a él, los indios sus paisanos, son claros y conmovedores. Ellos lo conocieron y lo estimaron por lo que él era. Supieron colocarlo en su justo marco y en la importancia que ha tenido. Los documentos que nos describen los pormenores de las apariciones son precisamente las fuentes indígenas.

Y en ellos aparece la figura de Juan Diego enmarcada en su gran sencillez, humildad y total disponibilidad a la obediencia al Misterio. Los lectores de hoy esperan una biografía detallada de personajes como Juan Diego. Las preocupaciones de los antiguos eran muy distintas. Por ello es necesario prestar toda la atención a cualquier detalle documental, por mínimo que aparezca a la hora de escribir sobre Juan Diego, sobretodo si como en el caso de Juan Diego en su tiempo pertenecía a un grupo social que ya no contaba nada en la sociedad. Sin embargo, las informaciones guadalupanas y las referencias a Juan Diego abundan de una manera progresiva.

Es a partir de estas afirmaciones que podemos reconstruir la historia inicial guadalupana y de sus protagonistas. No poseemos una descripción, por ejemplo, del aspecto físico de Juan Diego o de su familia, como tampoco la tenemos de otros personajes importantes contemporáneos suyos del mundo indígena. Y sin embargo podemos, con los pocos elementos que la variada documentación nos ofrece, reconstruir algunos datos fundamentales de su vida. Si Juan Diego era un personaje del pueblo, habrá vivido, trabajado y vestido como su gente. Si Juan Diego es uno de los primeros indios bautizados se habrá comportado en este proceso de cambio de su vida como la casi totalidad de sus paisanos.

Homilía

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María Luisa GONZÁLEZ TORRES

San Juan Diego, mensajero del reino de Dios, 2002Óleo sobre tela250.4 x 180.7 cm.Col. Museo de la Basílica de Guadalupe

Además, los acontecimientos se dan en los momentos más trágicos del pasaje de un mundo a otro. No hay nada de pacífico ni de tranquilo. La violencia predomina y corren ríos de sangre. Sería absurdo pretender encontrar los datos anagráficos de un indio sumergido en este mundo de contradicciones. Lo que hay que buscar son los indicios que constituyan pruebas históricas. En el caso del culto guadalupano, estos indicios escritos, los figurativos (estampas, imágenes, pinturas, medallas u objetos relativos al culto guadalupano), los llamados “archivos orales” (tradiciones trasmitidas fielmente por el mundo indígena e incluso español y criollo mexicano), y los hallazgos arqueológicos sobreabundan. Pero también tenemos estos indicios en tres lugares explícitamente unidos a su vida: Cuautitlan, Tulpetlac y San Juanico. No poseer pruebas notariales sobre los lugares o movimientos de Juan Diego no quiere decir que estos lugares no estén unidos a la vida de Juan Diego.

Los documentos históricos, aunque aparentemente se presenten como aislados, en realidad forman parte de un proceso histórico unitario cuyas consecuencias están a la vista de todos hoy: la formación de una conciencia católica en el continente americano. Casi 500 años después de aquel 1531 fecha del “encuentro de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego”, el Acontecimiento Guadalupano continúa siendo un hecho eficaz hoy, en cada uno de sus elementos y de sus personajes, incluso con la fuerza y debilidades de los antiguos personajes.

Muchos, empezando por el Nican Mopohua, han llamado al indio Juan Diego “el mensajero de Santa María”; él, a pesar de haber estado en la penumbra de los documentos históricos, continua cumpliendo con su misión. Por ello el Papa Juan Pablo II reconoce su culto con la beatificación del 6 de mayo de 1990 y lo canoniza el 31 de julio del �00�, proponiéndolo así a toda la Iglesia con su autoridad apostólica, no sólo como modelo sino como “evangelista y profeta” de aquel acontecimiento, el Guadalupano, que está al origen del proceso histórico evangelizador del Nuevo Mundo.

Hay otro dato que no se puede olvidar: este “mensajero de Santa María” era un indio; su mensaje fue dado ante todo a los indios; y serán los indios quienes lo entenderán y se beneficiarán ante todo. Su mundo cultural y sus expresiones no se pueden soslayar para entender el acontecimiento y su

mensaje. Pero el mensaje guadalupano mandado a través del indio Juan Diego Cuautlatoatzin fue para todos: indios y españoles, mestizos y criollos. Tampoco esto se puede olvidar a la hora de interpretar mensajes y subrayados. Los personajes del mundo mexicano y guadalupano vivían y actuaban en un mundo poblado por gente real, de indios, españoles, criollos, mestizos… Se trata de una realidad multiétnica y cosmopolita que lentamente se va amalgamando y de la que nacerá la experiencia nacional mexicana, latinoamericana y americana continental. No se puede pasar por alto este proceso fundamental. Santa María se aparece a Juan Diego en un momento dramático, pero las apariciones van dirigidas al obispo de México, Fray Juan de Zumárraga. Él es el destinatario de las mismas.

Así explícitamente se lo dice la Virgen a Juan Diego: el obispo debe certificarlas, debe seguir la indicación de la Virgen construyendo una ermita en el Tepeyac en honor de Cristo Señor, fruto bendito del vientre santísimo de María Virgen, para que aquí acudan todos a encontrarse con el misterio de la misericordia y de la reconciliación divina, derramada a raudales por la Madre de Dios y nuestra. Juan de Zumárraga, el obispo de México, representa a la Iglesia de Dios, Santa y Peregrina al mismo tiempo, y a los apóstoles, que son los escogidos por Cristo para ser testigos de su resurrección.

Juan Diego, el indígena, y Juan de Zumárraga, el obispo misionero español, representan fuertemente a los destinatarios del encuentro y la modalidad del mismo. En Guadalupe se vive y se toca el misterio insondable de la Iglesia de Cristo, de su misioneridad y de su catolicidad apostólica.

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ACTIVIDADES PASTORALES

Oración Matutina de Laudes. Todos los días a las 8:30 hrs.

Misa Solemne Capitular. Todos los días a las 9:00 hrs.

Misa para “Etnias”. Todos los domingos a las 16:00 hrs.

Misa Vocacional. Todos los domingos a las 15:00 hrs.

Rito Penitencial Comunitario Todos los viernes de 11:00 -13:00 hrs,

Exposición del Santísimo Jueves 10:00 -17:00, en su capilla:

Santo Rosario: Lunes a jueves en el Altar Mayor 17:00 hrs. Viernes, sábado y domingo, 17:30 hrs., Antigua Basílica.

Talleres Anuncio del “Acontecimiento Guadalupano”, todos los días de 1�:00 a 15:00 hrs. Tienda del Encuentro, atrio.

Taller de Pastoral Indígena Sábados de 10:00 a 14:00 hrs.

MISA POR RADIO, TELEVISIÓN E INTERNET

Cadena RASA, 620 AMTodos los Domingos, 9:00 hrs.

XHTV, Canal 4 TV�3 de septiembre de �007

a las 9:00 hrs.

DÍA HORA

01 09:00 Hospital 1 de Octubre ISSSTE

0� 16:00 San Francisco de Asís

03 10:00 Colegio Liceo del Valle de Toluca

04 �0:00 Regio Gas, S.A. de C.V.

06 09:00 Centro Universitario México

07 11:00 Caballeros de Colón

08 06:00 Diócesis de Irapuato

09 21:00 Adoración Nocturna de la

Diócesis de Celaya

10 06:00 Femenil de Zitácuaro, Michoacán

07:00 Masculina de la Diócesis de Celaya (Capilla Abierta)

11 07:00 Diócesis de Morelia

09:00 Misa Purepecha

10:30 Ciclistas de Morelia

17:00 Vísperas Solemnes

12 12:00 Misa Solemne de las Rosas

13 07:45 Instituto México de Toluca, A.C.

17 10:00 Diócesis de Ciudad Valle, San Luis Potosí

18 12:00 Diócesis de Colima

15:00 Ciclistas de la Diócesis de Atlacomulco, Edo. de México

19 11:00 Diócesis de Atlacomulco

�0 1�:00 Instituto Politécnico Nacional

21 10:00 Arquidiócesis de León, Guanajuato

22 09:00 El Universal, XCI Aniversario

�7 10:00 Instituto Mier y Pesado

�8 11:00 Prelatura de los Mixes

29 10:00 Mercado Adolfo López Mateos de San Lucas Patoni

MISAS Y PEREGRINACIONES DE OCTUBRE 2007

www.virgendeguadalupe.org.mxTodos los Domingos, 9:00 hrs.

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