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12 BOLETÍN 2014 EL NICAN MOPOHUA SOBRE EL ACONTECIMIENTO GUADALUPANO ES EL DOCUMENTO MÁS EXACTO, PLENO, BELLO, EVANGELIZADOR E HISTÓRICO Cango. Eduardo Chávez Sánchez FORMACIÓN Y ESPIRITUALIDAD U no de los documentos históricos más destaca- dos es el llamado Nican Mopohua, que significa: “Aquí se narra” o “Aquí se relata”. En este documento se describe de la manera más bella, más plena y mejor lograda, este maravilloso en- cuentro entre Dios y el ser huma- no por medio de su propia Madre, Santa María de Guadalupe. El Nican Mopohua está escrito en la lengua náhuatl noble, que es una lengua bella y elegante, como decía fray Rodrigo de la Cruz: “lengua elegantísima, tanto como cuantas hay en el mundo...”; 1 o como afir- maba fray Alonso de Molina: “es tan copiosa, tan elegante, y de tan- to artificio y primor en sus metáfo- ras y manera de decir.” 2 El náhuatl no necesita muchas palabras para expresar los hechos con fuerza y profundidad, conjuntando amor, ternura y delicadeza, con majes- tuosidad y solemnidad; además, el náhuatl puede conjuntar varias pa- labras en una sola para así expresar, de manera profunda, nuevos con- ceptos. Asimismo, con facilidad y elegancia se pueden articular todos los matices de las relaciones hu- manas. También de esto nos hace referencia Miguel León-Portilla,

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12 • BOLETÍN • 2014

EL NICAN MOPOHUASOBRE EL ACONTECIMIENTO GUADALUPANO

ES EL DOCUMENTO MÁS EXACTO, PLENO, BELLO, EVANGELIZADOR E HISTÓRICO

Cango. Eduardo Chávez Sánchez

FORMACIÓN Y ESPIRITUALIDAD

Uno de los documentos históricos más destaca-dos es el llamado Nican Mopohua, que significa:

“Aquí se narra” o “Aquí se relata”. En este documento se describe de la manera más bella, más plena y mejor lograda, este maravilloso en-cuentro entre Dios y el ser huma-no por medio de su propia Madre, Santa María de Guadalupe.

El Nican Mopohua está escrito en la lengua náhuatl noble, que es una lengua bella y elegante, como decía fray Rodrigo de la Cruz: “lengua elegantísima, tanto como cuantas hay en el mundo...”;1 o como afir-maba fray Alonso de Molina: “es tan copiosa, tan elegante, y de tan-to artificio y primor en sus metáfo-ras y manera de decir.”2 El náhuatl no necesita muchas palabras para expresar los hechos con fuerza y profundidad, conjuntando amor, ternura y delicadeza, con majes-tuosidad y solemnidad; además, el náhuatl puede conjuntar varias pa-labras en una sola para así expresar, de manera profunda, nuevos con-ceptos. Asimismo, con facilidad y elegancia se pueden articular todos los matices de las relaciones hu-manas. También de esto nos hace referencia Miguel León-Portilla,

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quien dice: “el náhuatl, así como el griego y el alemán, son lenguas que no oponen resistencia a la forma-ción de largos compuestos a base de la yuxtaposición de varios radi-cales, de prefijos, sufijos e infijos, para expresar así una compleja re-lación conceptual con una sola pa-labra, que llega a ser con frecuencia verdadero prodigio de «ingeniería lingüística»” 3

Carlos de Sigüenza y Góngora, uno de los hombres más sabios de México en el siglo XVII, nos con-firmó que Antonio Valeriano era el autor del Nican Mopohua, una de las más importantes y maravillosas obras indígenas, tesoro de la len-gua náhuatl, como ahora dice Mi-guel León-Portilla: “joya de la lite-ratura náhuatl digna de conocerse y disfrutarse en los cuatro rumbos

del mundo”.4 El Nican Mopohua fue escrito entre 1545-1548.

Antonio Valeriano fue un indígena noble y sabio que se educó en el Colegio de la Santa Cruz en Tla-telolco, fundado en 1536 por los franciscanos, entre los que destaca también el obispo fray Juan de Zu-márraga. Fue un instituto contem-poráneo de San Juan Diego.

Sin embargo, hay que aclarar que poquísimos pudieron leer y en-tender el Nican Mopohua, ya que está escrito en caracteres latinos, sólo unos cuantos indígenas po-dían leer en este tipo de caracteres, y está escrito con sonido náhuatl, por lo que también eran poquísi-mos los españoles que entendían este idioma; por lo tanto, fueron poquísimos indígenas y españo-

Uno de los documentos

históricos más destacados es el llamado Nican Mopohua, que

significa: “Aquí se narra” o “Aquí se

relata”.

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les que podían leer y entender el Nican Mopohua; además era un manuscrito, que si bien se escri-bieron algunas copias, es obvio que poquísimos tuvieron acceso al original o a algunas de estas copias manuscritas. Así que el Nican Mo-pohua, si bien es el documento más exacto, pleno, bello, evangelizador e histórico; no es la fuente por la cual, de manera masiva, los indí-genas y los españoles conocieron los pormenores del impresionante suceso, sino que las fuentes princi-

pales son tres. Una es la tradición oral, cuya fuente es el mismo San Juan Diego, quien no se cansaba en divulgarlo de viva voz, como lo decía la señora María Pacheco quien lo transmitía a sus familia-res: “que todo lo que lleva dicho se lo contaba a él y a sus hermanos, la dicha su tía con toda distinción, porque lo sabía de boca del dicho Juan Diego y era público en aque-lla ocasión en todo este pueblo y fuera de él”. 5

Después de la aparición de la Vir-gen de Guadalupe, Juan Diego vi-vió cerca de 16 años en una chocita que se le hizo pegada a la ermita y ahí hacía una vida contemplativa, sin dejar de manifestar todos los detalles del maravilloso suceso.

Por el otro lado, la segunda fuente es la misma Imagen plasmada en la humilde tilma de Juan Diego, que es todo un códice y encierra un gran cúmulo de portentos, como su misma preservación; es una ver-dadera carta abierta, un mensaje para todos los seres humanos, por medio de una cultura ancestral y que trasciende tiempos y espacios. Y finalmente, una tercera manera es por los tiempos, o signos de los tiempos, en donde se da el Acon-tecimiento Guadalupano, el hecho que haya sido en el tiempo de la Octava de la Inmaculada Concep-ción, en el tiempo litúrgico de Ad-viento, asimismo, desde el ángulo indígena, el hecho de que haya tenido lugar en solsticio de invier-no de aquel año de 1531, que era reconocido como 13 caña, es de-cir, Tlahuiscalpan, que significa: “rumbo de la casa de la luz”, “algo

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nuevo inicia, un nuevo día, una nueva era, llena de la sabiduría de Dios”, y en lugar en donde el am-biente maternal del Tepeyac era ya de siglos, el que la Virgen de Gua-dalupe hubiera pedido su templo, su “casita sagrada” en el llano del Tepeyac, que significa en la raíz de lo sagrado, es decir en lo verdade-ro y bien sustentado de lo divino, que todo esto se diera en la fiesta más importante que era llamada: Panquetzaliztli, que el fraile del si-glo XVI, fray Toribio de Benaven-te, Motolinia, declarara que era la “Fiesta Principal” entre los indíge-nas, ya que era como la “Pascua in-dígena”, etc. Tantos elementos que los indígenas supieron interpretar, y esto también les “hablaba” de la importancia y lo gozoso del Even-to Guadalupano, una verdadera y perfecta inculturación.

1 «Carta de fray Rodrigo de la Cruz, O. F. M. al Emperador Carlos V», Ahuacatlán, 4 de mayo de 1550, en MARIANO CUEVAS, S.J., Documentos inéditos del siglo XVI para la historia de México, Editorial Porrúa (=Col. Biblioteca Porrúa, N° 62), México 21975, Documento 230, p. 156.2 FRAY ALONSO DE MOLINA, Vocabulario en lengua Castellana y Mexicana y Mexicana y Castellana, México 1571, Ed. Porrúa (=Col. Biblioteca Porrúa, Nº 44), edición facsímil, México 1970, Prólogo al lector, s. p.3 MIGUEL LEÓN-PORTILLA, La Filosofía Nahuatl, estudiada en sus fuentes, prólogo de Ángel Ma. Garibay K., UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, México 1983, p. 56.4 MIGUEL LEÓN-PORTILLA, Tonantzin Guadalupe. Pensamiento náhuatl y mensaje cristiano en el “Nican Mopohua”, Eds. FCE y El Colegio Nacional, México 2000, p. 69.5 MARCOS PACHECO, «Testimonio», en EDUARDO CHÁVEZ, La Virgen de Guadalupe y Juan Diego en las Informaciones Jurídicas de 1666, Eds. INBG, PJD, México 2001, f. 14v.

Don Carlos de Siguenza y Góngora, historiador y literato novohispano.

El año de 1531, para la visión indígena, era

reconocido como 13 caña. Tlahuiscalpan,

que significa: “rumbo de la casa de la luz”