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    Agustn Salvia

    De marginalidades sociales en transicin a marginalidades econmicas

    asistidasLo que se ve y lo que no se ve forman una unidadque debe ser explicada como tal.

    Sergio Bag

    El objetivo de este trabajo es examinar algunas de las implicancias que sobre laintegracin social tienen la creciente marginacin econmica que en clave deheterogeneidad estructural 1 parece dominar el proceso de subdesarrollo argentinodurante la actual etapa de globalizacin. Segn las investigaciones que sustentan estasnotas, la dinmica de exclusin social se habra profundizado con el proceso deliberalizacin econmica generado por las reformas neoliberales de los aos noventa,

    pero dado el carcter estructural del problema, las brechas de desigualdad y los nivelesde pobreza extrema no habran registrado cambios cualitativos a pesar de las mejorescondiciones macro econmicas y sociales introducidas por las polticas post-reformas(Salvia 2009; Salvia et al, 2008).

    En este contexto, resulta relevante descifrar la trama que hace posible que losexcedentes de poblacin marginados participen de manera relativamente integrada delos procesos de reproduccin social; es decir, sin que infrinjan alteracionessignificativas al rgimen poltico-institucional ni sobre el pacto de intereses quesostienen el patrn de concentracin econmica. Segn el enfoque crtico que aqusostiene, ni el giro post-reformas expresado en el discurso poltico-ideolgico ni lasmejores condiciones post-crisis logradas en materia de crecimiento y de empleo,constituiran explicaciones suficientes para entender la actual detente social.

    Lejos de este tipo de simplificaciones, el presente trabajo procura ofrecer una lnea de

    explicacin alternativa fundada en la tesis de que el actual orden social no esindependiente -al menos, en el caso argentino- del tipo de relacin que se establecientre los procesos de apertura comercial, liberalizacin econmica e integracinmundial, la dinmica de destruccin de sectores intermedios y de concentracin degrandes capitales y el aumento de actividades informales de muy baja productividadasociados a la subsistencia de los nuevos excedentes de poblacin generados por losfactores anteriores.

    Investigador CONICET, director del Programa Cambio Estructural y Desigualdad Social con sede en el Instituto deInvestigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires //

    http://www.catedras.fsoc.uba.ar/salvia1De acuerdo a la literatura estructuralista latinoamericana, el desarrollo insuficiente de la densidad tecnolgica en undeterminado pas no permite que el progreso tcnico de algunas ramas se derrame en forma homognea a todo elaparato productivo. Prebisch (1949, 1976), Singer (1950) y Pinto (1976) destacaron el dualismo del modelo decrecimiento regional, subrayando la existencia de un sector de alta productividad, fuertemente vinculado al mercadoexterior, y otras actividades de muy baja productividad, vinculadas al mercado interno o a la simple subsistencia. Deacuerdo con este enfoque, las actividades de subsistencia tienden a perdurar dado que se forma de una amplia ofertade mano de obra redundante, frente a las cuales las condiciones de desarrollo perifrico no brindan solucin(Prebisch, 1970: 69-70). La tesis de la heterogeneidad estructural fue profundizada por Anbal Pinto con el fin dedestacar los efectos regresivos de la concentracin del progreso tcnico sobre la integracin productiva, los mercadosde trabajo y, por ende, sobre la capacidad de integrar al desarrollo a los excedentes de poblacin (Pinto, 1976: 33).

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    A lo que cabe agregar, como una pieza no menos importante, la introduccin por partedel Estado de formas ms eficientes de control social2en funcin de descomprimir laconflictividad generada por la dinmica de acumulacin, dados sus efectos regresivossobre la desigualdad y la exclusin. Es en este marco donde resulta de inters examinaralgunos de los rasgos que ha asumido la produccin de excedentes de poblacin enclave a la vieja tesis de la masa marginal (Nun, Marn y Murmis, 1968; Nun, 1969;

    2001); la cual parece fortalecerse en el contexto de un sistema capitalista cada vez msglobalizado y de economas nacionales cada vez ms heterogneas (Salvia, 2007).

    Sin duda, la cohesin social o, al menos, un control social naturalizado- en un contextocomo el descrito, constituye un desafo poltico-institucional ms complejo y difcil deconcretar que hace cincuenta, cuarenta o, incluso, treinta aos atrs. En principio, lostradicionales procesos de modernizacin industrial experimentaron profundos fracasosque, entre otros efectos, profundizaron el atraso, la pobreza relativa y la desigualdaddistributiva, incumplindose de este modo la prometida transicin hacia la modernidad.Por otra parte, aquellos aspectos estructurales que ponan lmites a la integracin social

    la dependencia al mercado mundial y la heterogeneidad estructural interna- se habranprofundizado bajo el modelo de economa abierta surgido a partir de los procesos deexpansin financiera y de las reformas estructurales ampliamente difundidas en laRegin durante las ltimas dcadas del siglo XX.

    De ah que la marginalidad econmica ya no adopte la forma piadosa de excedentessociales eventualmente necesarios para el programa de modernizacin, sino que seconstituya, ms clara y abiertamente, en la expresin de sectores sobrantes, a los que atravs de polticas sociales eficientes, aunque costosas- es necesario recluir, controlar,auto-reproducir y coaptar con el objeto de evitar que emerja su potencial fuerzadestructiva del orden poltico-econmico. Para ello, incluso, cabe servirse de los propiosrecursos de subsistencia que en condiciones de pobreza ofrece la economa informal atravs de las estrategias domstico-comunitarias3. De tal modo que la nueva modernidad

    parece haber dado a luz al menos en el caso argentino- una nueva matriz social demarginalidad econmica y control social institucionalizado con amplia capacidad de

    auto reproduccin y legitimacin.Siempre una misma marginalidad referenciada? Marginalidad social versus

    marginalidad econmica

    Antes de ahondar en el tratamiento de los temas planteados cabe hacer una pregunta derigor: en qu medida la nocin de marginalidad que aos atrs daba cuenta de los

    problemas de integracin social asociados a los procesos de modernizacin industrial

    2 El concepto de control social aborda la compleja cuestin del orden social sobre el que est conformada unacomunidad poltica. En este caso, bajo la nocin de control social haremos referencia a los diversos procesos queintervienen en la naturalizacin de un tipo constituido de organizacin social. Estos procesos son conflictivos,complejos e inestables, implicando ordenamientos provisorios en constante re-definicin (Pitch 1996; Pegoraro1995).3Se sigue aqu la tradicin acadmica de significar bajo el concepto de estrategias domsticas-familiares el campo delas relaciones y estrategias de tipo econmico que tienen como agente al hogar o a algunos de sus miembros enfuncin de proveer recursos para la reproduccin del grupo (lo cual incluye actividades realizadas con medios de

    produccin propios, empleos asalariados o autoempleos remunerados e, incluso, las tareas domsticas). Si bien estatradicin tiene amplios antecedentes, cabe al menos mencionar los trabajos inspiradores de Lomnitz, (1975); Torrado(1978); Margulis (1980); Jeln (1980); Arguello (1981); Barsotti (1981); Garca, Muoz y Oliveira (1982); Oliveira ySalles (1986); Corts y Cullar (1990); y Gonzlez de la Rocha (1987); entre otros.

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    sigue siendo vlida para comprender los efectos de exclusin que se generan bajo laactual expansin global del capitalismo financiero?4

    La vinculacin entre los cambios estructurales de fines del siglo XX, el quiebreregresivo de las oportunidades de movilidad social de amplios sectores y el aumento dela desigualdad econmica que deja afuera de la nueva ola modernizadora adeterminados sectores sociales, constituye una evidencia emprica ampliamente

    aceptada en la literatura especializada. En este marco, el concepto de marginalidad mucho ms que el de pobreza- adquiere una relevancia creciente. Sin embargo, cabeadvertir que por mucho que lo mencionados cambios se correspondan conconsecuencias sociales no previstas, esto no implica la elaboracin de una descripcinacertada, ni una comprensin adecuada de la problemtica a la que se pretende hacerreferencia con dicho concepto. De ah que sea fundamental aclarar a qu universo de

    problemas hacemos referencia cundo hablamos de marginalidad.

    En este sentido, cabe recordar que el trmino marginalidad no es nuevo en laliteratura de las ciencias sociales latinoamericanas, y que desde su origen su significadono estuvo ajeno a controversias. En principio, hace ms de cincuenta aos destacadosinvestigadores como Gino Germani se preocuparon por estudiar a aquellos sectores

    tradicionales, psicolgicamente resistentes a lo que se crea era una desordenada perovaliente transicin hacia la modernidad. Desde esta perspectiva, el fenmeno de lamarginalidad se explicaba por la resistencia cultural de dichos sectores a incorporar las

    pautas fundamentales de la vida moderna5.

    Es justo reconocer que esta particular tradicin acadmica descubri el problema de lamarginalidad en el marco del discurso poltico-institucional del Estado desarrollista.A mediados del siglo XX se denominaban marginales a los asentamientos urbanos

    perifricos generados a partir de las masivas migraciones internas e internacionales a lasciudades industriales. Los referentes ecolgicos del trmino eran claros, dado quehacan referencia a las viviendas situadas al borde de las ciudades, carentes decondiciones mnimas de habitabilidad. Sin embargo, muy pronto este significado se

    extendi a toda vivienda precaria o asentada sobre terrenos ocupados ilegalmente,relegando a un segundo plano la localizacin fsica de la misma. A partir de aqu eltrmino se ampli a las condiciones de trabajo y al nivel de vida de los habitantes deviviendas precarias o a residentes en espacios segregados, advirtindose que tal estadode marginalidad alcanzaba otros aspectos esenciales, tales como la participacin

    poltica, sindical, comunitaria, as como en el orden de las instituciones y estructurasms amplias. Del mismo modo, se advirti que estos patrones se correspondan a formas

    particulares de organizacin familiar, valores, normas y costumbres de vida, con la

    4Esta pregunta es importante debido a que muchas veces no es claro el alcance y significado de los conceptos que seutilizan para describir la realidad social, y, en otros casos, a que la emergencia de nuevos fenmenos hace que viejosconceptos ya no se ajusten a las nuevas realidades sociales. Este el caso del concepto de marginalidad, el cual

    parece estar afectado por ambos problemas, a pesar de su relevancia terica y emprica se mantiene en alto e, incluso,parece crecer con el tiempo.

    5La primera conceptualizacin que en Amrica Latina intent dar cuenta del variado mundo econmico, social ycultural de los sectores marginados fue la desarrollada por Centro de Desarrollo Social de Amrica Latina creado enSantiago de Chile en 1965 (DESAL, 1965). En este caso, el concepto de marginalidad procur ajustarse a lossupuestos de la denominada teora de la modernizacin. Los argumentos de esta perspectiva presentaban un fuertecomponente rostowiano. A partir del mismo resultaba lgico entender que la marginalidad constitua una expresinestructural del subdesarrollo, cuyo crculo vicioso podra ser superado siempre y cuando se difundieran a nivelindividual y colectivo las instituciones y los valores de la modernidad: mayor divisin social del trabajo, educacin,valores ciudadanos, participacin cvica, etc., es decir, se creasen las condiciones sociales necesarias para superar elatraso histrico (Germani, 1962, 1973).

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    ausencia generalizada de una identidad integrada en el mbito nacional y la dominanciade fuertes localismos culturales de origen rural.

    Frente a esta representacin de la marginalidad social, una serie de autores -talescomo Quijano, Pinto, Nun, Murmis, entre otros- interpusieron una interpretacin quecontrariaba el sentido comn acadmico de la poca. Ellos argumentaron que lossectores marginados a los que haca referencia la teora de la transicin no eran otra

    cosa que el resultado necesario -inevitable- de las reglas de funcionamiento de uncapitalismo perifrico de enclave integrado al mercado mundial. Esta tesis surgi de unarevisin tanto de las teoras marxistas y del estructuralismo de CEPAL, en boga en esemomento, buscando hacer inteligible los fenmenos de desempleo, subempleo y

    pobreza como fenmenos estructurales intrnsecos al modelo de desarrollo vigente. Lamarginalidad econmica lo era no con respecto a una norma, sino frente a lasrelaciones sociales de produccin dominantes en la Regin. El planteo tena un clarosentido de oposicin a las tesis desarrollistas que argumentaban en favor de una mayorintegracin al mercado mundial y apertura a las inversiones extranjeras6.

    Ahora bien, en los aos setenta, este incipiente debate terico debi ser abandonado porquienes llevaron las de perder en el campo poltico. Sin embargo, la historia econmica

    y social de Amrica Latina y cada vez ms la de la Argentina- no dej de entrelazarsecon los fenmenos a los que se hacan referencia con ambas tesis7. Los nuevos pobressurgidos de las crisis fiscales, los procesos inflacionarios y las polticas de ajuste hanseguido siendo interpretados no al margen de esta tradicin.

    1) Para la primera de las miradas que busca resolver los problemas de integracin ycohesin social que generan los procesos de modernizacin (que a manera referencial

    podemos calificar de desarrollista), la marginalidad est actualmente asociada con losnuevos procesos de transicin demogrfica, reformas econmicas, participacinciudadana y democratizacin poltica, entre otras dimensiones. La condicin demarginal se asocia generalmente a situaciones de pobreza, desempleo y bajo capitalhumano. Su reproduccin se explica por los ciclos reiterados de inestabilidad econmica

    y las limitaciones de las polticas pblicas para garantizar un adecuado acceso aeducacin, salud, seguridad social, vivienda digna, redes sociales de participacin, etc.A pesar del importante desafo que significa revertir estas barreras, el desarrollismotiene fe en el progreso. Desde esta perspectiva, un crecimiento econmico continuoasistido por el financiamiento internacional- hara posible superar esta historia de atraso.

    2) Para la segunda interpretacin que procura explicar la desintegracin socialpersistente (que a fines tambin descriptivos podemos denominar estructuralista), lamarginalidad es el resultado de un modo de integracin de una economa nacional a laeconoma mundial, as como tambin de organizar la produccin y distribuir en formadesigual la riqueza. Un modo que por su naturaleza deja forzosamente afuera a ampliossectores sociales, incluso aunque los mismos logren acceder de manera parcial a los

    beneficios de las polticas pblicas. De ah que, bajo este escenario, el problema no es

    de fcil resolucin. Para el estructuralismo no es slo cuestin de crecer ni de aumentarla inversin o el gasto social, sino que debe redefinirse de manera sustancial el modelode desarrollo, la distribucin de los capitales y del ingreso y el papel del Estado, por lo

    6Estos esfuerzos llevaron a la formulacin de trminos relativamente similares para designar tales fenmenos: poruna parte, masa marginal (Nun, Marn y Murmis, 1968; Nun, 1969) y, por otro, polo marginal (Quijano, 1970).7Sin embargo, no debe descartarse la hiptesis de que ambos campos de fenmenos existan, formando parte de unamisma realidad social, y por lo tanto, el problema sea en realidad la falta de una teora capaz de dar cuenta de maneraintegral de dicha dualidad.

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    cual el problema pasa centralmente a depender del pacto de dominacin bajo el que sesustenta y legitima un proyecto poltico-econmico de este tipo.

    Es evidente que en el marco de esta manifiesta dualidad poltico-ideolgico, lascomplejas realidades sociales a las se hace referencia con el trmino de marginalidadno son las mismas segn el punto de vista desde el cual se parta. Para la primera lecturalos nuevos pobres urbanos surgidos de las migraciones a las ciudades, las crisis fiscales

    y las polticas de ajuste son marginados culturales de una transicin inestable ydesordenada. En cambio, para la lectura opuesta, la marginalidad econmica es elresultado de un modo de desarrollo concentrado, incapaz de incluir al conjunto de la

    poblacin a un programa de desarrollo e integracin social. Al respecto, cabe destacarque este trabajo habr de retomar la segunda de las perspectivas, en donde pordefinicin la marginalidad adopta un rasgo estructural.

    Un cuadro histrico de marginalidades acumuladas bajo las promesas de la

    modernizacin

    Es sabido que la Argentina fue un ejemplo de avanzada modernizacin en AmricaLatina. La expansin de la educacin, la temprana industrializacin sustitutiva, la rpidatransicin demogrfica, la amplia extensin de un Estado con capacidad de atenderdemandas sociales universales, lograron la rpida asimilacin social de amplios sectorescon muy bajos niveles de analfabetismo, desempleo, indigencia y sin enfermedadescrnicas masivas. En este contexto quienes estaban bajo una situacin de marginalidaderan apenas mano de obra en lista de espera, susceptibles de inclusin a travs delmercado de trabajo o del empleo pblico, o, en ltima instancia, eran aquellos que

    podan ser atendidos a travs de polticas asistenciales, mientras el cambio generacionalhaca su trabajo.

    Pero cierto es tambin que determinas regiones y grupos sociales quedaron segregadosde los frutos de esa modernidad virtuosa. En un contexto de heterogeneidad estructural,las crisis econmicas, el creciente dficit fiscal y las polticas de ajuste de los aossetenta y ochenta limaron tanto la capacidad del Estado para completar la transicin

    (extendiendo los servicios sociales universales) como para proveer de estabilidad a lasltimas camadas de la transicin. De esta manera, se fue cristalizando la exclusinsocial de los segmentos ms rezagados (comunidades aborgenes, campesinos pobres,migrantes internos tardos o limtrofes, entre otros). Ahora bien, al mismo tiempo,comenzaron a emerger los llamados nuevos pobres: sectores medios afectados por eldeterioro del mercado de trabajo, los procesos inflacionarios y el declive del seudo-estado de bienestar. Amplios sectores originariamente incluidos en la modernidad, locuales haba experimentado una fuerte movilidad intergeneracional ascendente,comenzaron a estancarse y retroceder frente a una economa en crisis sometida a

    polticas de ajuste y a procesos de reestructuracin (Minujin y Kessler, 1995; Svampa yGonzlez Bombal, 2001).

    De esta manera, pasada la poca de oro, la marginalidad estructural pareca emerger,y los desafos por delante ya no eran tan simples. A los marginados sin historia demodernidad, se sumaron los arrojados a la marginalidad por la propia modernidad.Ambos grupos sociales antiguos y nuevos pobres-, aunque por diferentes motivos, seconvirtieron en los hijos finalmente abandonados por el frustrado proceso dedesarrollo industrial orientado hacia el mercado interno.

    Es en ese momento que irrumpe en la Argentina a igual que en la mayora de los pasesde Amrica Latina-, una nueva ola modernizadora acompaada de reformasestructurales: mayor apertura comercial, libertad para los mercados, flexibilidad laboral,

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    retirada del Estado y tambin mayor libertad para una variedad de renovados negociosfinancieros. Todo ello en el marco de los procesos de globalizacin y de la mano de losconsejos vertidos por el Consenso de Washington8. Segn el pronstico, a travs de lasfuerzas liberadas por los mercados, despus de una dolosa pero necesaria transicin, laexpansin de los sectores ms dinmicos habra de absorber a los sectores msatrasados, a manera de un derrame progresivo, produciendo una convergencia

    virtuosa. La condicin necesaria era que el Estado no deba intervenir en el librefuncionamiento de los mercados.

    Este modelo puesto en prctica de manera drstica durante los aos noventa gener undesplazamiento de pequeos empresarios, trabajadores asalariados, cuenta propias no

    profesionales, todos ellos vinculados a la produccin de bienes y servicios dirigidos almercado interno, desconectados de las actividades ms dinmicas y concentradaslideradas por sectores privados ms integrados al mercado mundial. En este contexto seagrav an ms la situacin de las capas ms pobres cadas en desgracia durante ladcada anterior. En ambos casos, la ausencia de oportunidades laborales, de un sistemade seguridad social y de redes asociativas, fue dando forma a nueva capa demarginalidad estructural. Estos sectores sufrieron no slo el abandono institucional sinola devaluacin creciente de sus capitales econmicos, culturales y sociales.

    La contra parte de este proceso fue una mayor concentracin econmica alrededor deunos pocos grupos financieros trasnacionales y locales, lo cual implic el ascenso detcnicos, obreros calificados, profesionales, rentitas e inversores financieros, directoresde grandes empresas y nuevos empresarios, quienes no slo lograban, gracias a laliberalizacin econmica, mejorar su calidad de vida, sino tambin experimentar unaimportante movilidad social. Es decir, no todo eran penumbras durante esta nueva olamodernizadora; aunque cabe destacarlo, las luces y las sombras no parecan formar

    parte del mismo cuadro, aunque de hecho si lo eran.

    Como respuesta a esta situacin, el conjunto de los sectores excluidos, cada uno a partirde sus propios recursos, reaccionaron con mayor o menor suerte a travs de una variada

    gama de estrategias individuales y colectivas de subsistencia. En general, por fuera delos circuitos formales y legales de produccin, intercambio y participacin poltica, perosostenidas en las demandas de consumo e insumos de los sectores dinmicos, las cualesllegaban por goteo. En este marco, la economa informal de subsistencia incluso los

    programas sociales focalizados a cargo del Estado y asociadas a empleos de bajaproductividad-, se constituyeron en los principales modos de ganarse la vida paraamplios sectores de excluidos, pobres estructurales o recientemente empobrecidos.

    A fines de la dcada de los noventa la crisis financiera tambin lleg a la Argentina,produciendo recesin, una nueva devaluacin y el derrumbe socioeconmico msimportante de la historia contempornea del pas. El efecto inmediato fue el aumento deldesempleo, la indigencia y de la pobreza de todo tipo, y, en este marco -a igual que en1989-1990-, la reaccin social se convirti en una forma de ampliar el campo de las

    estrategias de subsistencia de viejos y nuevos sectores desplazados (Svampa, 2003).Frente a ello, el Estado busc contener y encauzar la crtica situacin social a travs deuna mayor extensin de los programas de asistencia alimentaria, sanitaria ytransferencia condicionada de ingresos (Jefas/es de Hogar Desocupados, Plan Familias

    8A lo que cabe agregar, en el caso argentino, la vigencia durante una dcada de un sistema de cambio fijo en paridadcon el dlar conocido como rgimen de convertibilidad, factor que llev a un rpido desplazamiento de fraccionesempresarias y sectores obreros vinculados a sectores industriales y comerciales tradicionales.

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    por la Inclusin Social, Programas de Empleo Comunitarios, entre otros). En esemomento la pobreza de ingresos afectaba a ms del 45% de la poblacin urbana.

    En el marco de este escenario, a principio del nuevo siglo los marginados pasaron aconstituirse en un conjunto complejo y fragmentado de sectores y fracciones sociales dediferente extraccin y posicin relativa dentro de la estructura social. Sin duda, losmenos vulnerables a la exclusin, aunque no menos afectados por la crisis, fueron los

    sectores de clase media asalariada y no asalariada, despojados de empleos seguros y derecursos de capital, pero que mantuvieron en pie sus redes familiares y la proteccin deinstituciones profesionales, gremiales y polticas. Dentro de este grupo correspondeincluir a sectores con formacin tcnica y profesional que llenaron los consuladosextranjeros en procura de mejores oportunidades de empleo, los asamblestas quedemandaban mejoras en los servicios pblicos o de seguridad, las colas de ahorristasque demandaba por derechos de propiedad, los movimientos barriales que exigancumplimiento de las promesas de inversin en infraestructura, entre otras expresiones.

    Junto a ellos, tambin tomaron estado pblico los componentes de una marginalidadeconmica ms estructural formada por una ms amplia constelacin de sectoresexcluidos de los mercados formales, afectados por la cada del consumo de las clases

    medias, obligados a desplegar variadas estrategias de subsistencia, incluyendo el accesoa la asistencia pblica. En algunos casos, a travs de lo que hemos denominadoeconomas sociales de la pobreza (ferias de trueque, cooperativas de productores,labores comunitarias, etc.), o, en su gran mayora, a travs de changas de indigenciade variada naturaleza (cartoneros, vendedores ambulantes, limpia-vidrios, prcticaslaborales de mendicidad, colas de feria, trfico ilegal, etc.). Pero junto a esta

    proliferacin de actividades informales de pobres para pobres, tambin se hizo presentela movilizacin colectiva va formas muchas veces radicalizadas de reclamo (piquetescallejeros, tomas de empresas, tomas de edificios pblicos, etc.). Frente a este cuadro desituacin apuntaron los programas pblicos de transferencia condicionada de ingresos, atravs de los cuales el Estado buscaba tanto calmar los reclamos sociales comoresponder a la demanda de mayor cohesin social formulada desde la sociedad de los

    incluidos y los principales protagonistas poltico-econmicos.Pero pasado lo peor de la crisis financiera 2001-2002 comenz en la Argentina en uncontexto internacional especialmente favorable- un rpido proceso de recuperacineconmica, motorizado por el aumento de las exportaciones y una activa recuperacindel mercado interno a travs del mantenimiento de un tipo de cambio alto, polticas deingresos y regulaciones de precios. En efecto, desde 2003 hasta principio al menos- de2008, los cambios en la poltica macroeconmica implicaron una importanterecuperacin de las exportaciones, la actividad industrial, el consumo, el empleo y elsalario, todo lo cual gener un fuerte cada del desempleo y una reduccin de la

    pobreza, reincorporando rpidamente a la vida econmica y social activa a los sectoresmedios y trabajadores asalariados afectados por el derrumbe final del programa de

    reformas. Para ellos, el proceso fue y es todava- de movilidad y progreso, incluso,alcanzando mejoras reales superiores a las logradas en los mejores momentos delperodo de auge del modelo de liberalizacin econmica durante la dcada del noventa.

    Sin embargo, otra fue la dinmica de las capas inferiores de la marginalidad. Para ellas,el nuevo modelo econmico permiti ampliar las capacidades de subsistencia y elconsumo, pero ello ha estado lejos de significar una transformacin en las condiciones

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    materiales y simblicas de exclusin econmica y social9. En este caso, una vez ms, aligual que en la dcada del noventa, el derrame econmico slo oper sobre la sociedadintegrada, mientras que se tradujo en goteo para la sociedad estructuralmentemarginada. De tal modo que cabe poner en duda aquellos argumentos que se aferran ensostener que en la reciente fase de crecimiento de la economa (2003-2008), bajo elmodelo poltico-econmico post-devaluacin, est teniendo lugar un cambio cualitativo

    en el rgimen de empleo y en la condicin social de los sectores excluidos. Enparticular, no porque no haya evidencias que demuestren mejoras importantes enmateria socioeconmica durante los ltimos aos (aumento del nivel de empleo,reduccin del desempleo y cada de las tasas de pobreza e indigencia), sino porque elncleo duro de la marginalidad y de la desigualdad distributiva sigue inalterado, encuanto a las condiciones vigentes de produccin y reproduccin de la vida social.

    Cuadro 1

    Distribucin de la fuerza de trabajo y brecha de ingresos por condicin

    ocupacional y segmento de empleo segn perodo histrico. Poblacin de 18 aos y

    ms. Aglomerados urbanos: 1998, 2001, 2003 y 2006. En porcentajes.

    Perodo de Reformas Perodo Post-Reformas

    1998Auge

    2001Pre-Crisis

    2003Post-Crisis

    2006Auge

    Total de la Fuerza de Trabajo 100% 100% 100% 100%

    Empleos Estables 41,0% 34,8% 30,7% 43,3%Empleos Precarios 31,0% 28,0% 22,4% 27,3%Subempleos Indigentes 9,0% 8,7% 25,7% 16,1%Desempleo < 6 meses 9,3% 13,3% 8,3% 6,2%Desempleo >=6 meses 7,0% 11,6% 9,7% 4,3%Desaliento Laboral 2,7% 3,6% 3,2% 2,8%

    Fuerza de Trabajo Ocupada 100,0% 100,0% 100,0% 100,0%

    Total Sector Privado Formal 38,6% 35,6% 33,0% 38,9%

    Total Sector Pblico 15,1% 16,2% 20,3% 16,4%Programas Sociales de Empleo (0,8%) (1,3%) (5,5%) (2,1%)Total Sector Privado Informal 46,3% 48,2% 46,7% 44,7%Brecha de Ingresos (media=100) 100 100 100 100

    Sector Privado Formal 120,3 125,1 127,5 122,3Sector Pblico (exc. Prog. Empleo) 118,7 128,6 121,9 127,7Sector Privado Informal -134,2 -139,4 -138,1 -140,4Fuente: Salvia et al. (2008) con base en datos de la EPH INDEC. Onda Octubre 1998 y 2001 (EPH puntual) ySegundo Semestre 2003 y 2006 (EPH continua), con valores estimados en 1998 y 2001 a partir de empalme deencuestas Onda Mayo/Primer Semestre 2003.

    De acuerdo con la informacin resulta evidente que las mejoras ocurridas durante elperodo post-reformas, en trminos de la participacin de la fuerza de trabajo en

    empleos plenos de inclusin (protegidos por la seguridad social), lo fueron con respectoa la fase recesiva previa a la crisis, pero no con relacin al techo establecido por elmodelo neoliberal. Del mismo modo, salta a la observacin que las menores tasas de

    9 A nivel de estudio con datos estadsticos agregados puede consultarse Salvia et al. (2008). En el mismo sentido,como inferencia resultante de estudios de caso pueden consultarse las compilaciones de artculos reunidos enMallimaci y Salvia (2005) y Salvia y Chvez Molina (2007), en donde se analizan las condiciones de vida y lastrayectorias laborales de una amplia gama de segmentos sociales que continan sobreviviendo en un contexto demarginalidad econmica y sin salir de la pobreza, a pesar del crecimiento econmico.

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    desocupacin se explican fundamentalmente por el incremento que experimentaron lossubempleos marginales (con ingresos por debajo del nivel de subsistencia) incluyendola masa de beneficiarios de programas pblicos de empleo-. En este sentido, resultaexacto afirmar que en trminos de composicin sectorial del empleo, nada o muy poco

    parece haber cambiado sustantivamente entre los momentos de auge de ambos modelos.Salvo el vertiginoso aumento que registraron los empleos asistidos entre 2001 y 2003.

    Igual resultado se observa en trminos de ingresos comparados: la brecha de ingresosentre sectores modernos e informales, lejos de reducirse, tendi incluso a aumentar10.

    De este modo, pasadas la reformas neoliberales, las promesas de modernizacincontinan encontrando un techo de realizacin; lo cual parece depender menos de lavoluntad poltica de los actores que de las condiciones estructurales de desarrollo queimpone la situacin de pas perifrico y el actual contexto de globalizacin. Al menosen la Argentina, tanto durante la segunda parte del siglo XX como a lo largo de la

    primera dcada del siglo XXI, llama la atencin la invariabilidad -sea cual fuese elmodelo macroeconmico, el sistema poltico o el discurso de gobierno- de lasconsecuencias predichas por la tesis de la heterogeneidad estructural: aumento de losexcedentes absolutos de poblacin, de la pobreza asociada a la informalidad laboral y ladesigualdad econmica11.

    Globalizacin, cambios en las condiciones de produccin y reproduccin social y

    nueva marginalidad econmica

    Durante mucho tiempo, tal como sabemos, el desarrollo industrial logr incorporar altrabajo asalariado y hacer participar del mercado de consumo incluso en las economasde la periferia- a segmentos cada vez ms amplios de poblacin desplazada de laseconomas y formas de produccin ms atrasadas y tradicionales. En funcin de estecometido, el sistema capitalista debi enfrentar frreas resistencias planteadas por losmodos mercantiles ms tradicionales de reproduccin social. En este contexto, caberecordar que la formacin de un ejrcito industrial de reserva en una economacapitalista parece depender menos de las tendencias demogrficas que de la dinmica de

    acumulacin de capitales (aumento de la composicin orgnica del capital), ladestruccin de formas ms atrasadas de reproduccin social (en particular, laseconomas de subsistencia) y, por ltimo, la capacidad poltico-institucional de sometera procesos de proletarizacin los excedentes de poblacin generados por las condicionesanteriores.

    Ahora bien, qu ocurre sobre la constitucin y funcin de tales excedentes relativoscuando la dinmica de acumulacin dominante no depende de procesos generalizadosde acumulacin originaria y de proletarizacin de nuevos contingentes de fuerza detrabajo, sea a escala local, nacional, regional o internacional? En este sentido, creemosque cabe reconocer la ms reciente emergencia de una heterognea masa marginal ,en ningn sentido necesariamente funcional a la dinmica dominante de acumulacinni al rgimen poltico. El contexto que da lugar a esta reaparicin se enmarca en los

    10De ah que a pesar de haber crecido la economa argentina ms de un 40% entre 2003 y 2008, al menos un tercio dela poblacin urbana se mantenga por debajo de la lnea de pobreza y un 10% se encuentre en situacin de indigencia,hayan aumentado el nmero de las villas miserias y de los asentamientos precarios, entre otros indicadores demarginalidad estructural.

    11 Estas observaciones resultan consistentes con no pocas investigaciones fundadas en estudios de caso que dancuenta de la emergencia de formas de subsistencia que funcionan suficientemente integradas a economas de lamarginalidad, as como a redes poltico-institucionales de contencin y control social (clientelismo poltico,organizaciones sociales, fundaciones y empresas impulsoras de proyectos comunitarios, etc.). Vase, por ejemplo,Gutirrez (2004), adems de los trabajos compilados en Mallimaci y Salvia, 2005 y en Salvia y Chvez, 2007.

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    procesos de apertura, reestructuracin y desregulacin econmica que continaimponiendo la dinmica de globalizacin a escala nacional, regional e internacional.

    Al respecto, resulta necesario recordar que la teora de marginalidad econmicadenomin masa marginal (Nun, Marn y Murmis, 1968; Nun, 1969, 2001) a la partede la superpoblacin relativa que, bajo un contexto de capitalismo perifrico abierto alcapitalismo monoplico mundial y sometido a un patrn de heterogeneidad estructural,

    no se constituye necesariamente en ejrcito industrial de reserva para el sector msconcentrado que lidera la dinmica de acumulacin, ni cumple funciones deabaratamiento sobre las remuneraciones en tales sectores12.

    A diferencia de los trminos de marginalidad tradicional o de exclusin social13, lamarginalidad econmica parte de reconocer que los excedentes de poblacin quegenera el capitalismo perifrico son marginales respecto a una matriz socioeconmica y

    poltico- institucional que reproduce las relaciones sociales que determinan talesfuncionamientos. Justamente, este tipo de comportamiento sistmico encuentra

    particular vigencia y alcance en aquellos sistemas estructuralmente heterogneos, endonde se combinan enclaves altamente productivos u oligopolios, presencia de unaextendida economa informal de subsistencia y una dbil capacidad de intervencin del

    Estado en los procesos de desarrollo e integracin social.Segn este enfoque, en el actual contexto, la fuerza de trabajo que forma parte de lasuperpoblacin excedente habr de presentar un comportamiento variable, dependiendodel ciclo econmico, pudiendo constituirse en: (a) ejrcito industrial de reservadisponible para los sectores modernos concentrados o intermedios de un sistemaestructuralmente heterogneo; (b) en fuerza de trabajo al servicio de empresas cuasi-informales subordinadas a los sectores dinmicos; o (c) en masa marginal, es decir,en fuerza de trabajo sobrante o excluida de los mercados regulados por el propio Estadoy de la dinmica de acumulacin a cargo de los sectores ms concentrados de laeconoma14.

    Pero si bien esta tesis encontr relativa relevancia en el contexto de los programas de

    desarrollo industrial sustitutivo, parece alcanzar especial fuerza cuando se examina ladinmica de acumulacin de una economa perifrica en el marco de la actual etapa deglobalizacin capitalista. Bajo estas condiciones, una serie de factores como el cambiotecnolgico, el papel dominante que ejerce la acumulacin financiera, la concentracinde capitales y las nuevas modalidades de integracin que experimentan los mercados a

    12 Para el enfoque mencionado, los sectores no monoplicos, las actividades precapitalistas y la economa desubsistencia ocupan trabajadores que conforman una poblacin excedente no funcional a los sectores monoplicos.Esta tesis se opuso en su momento a quienes argumentaban que toda la superpoblacin relativa constitua el ejrcitoindustrial de reserva (Lange, 1966, Sweezy, 1958; Cardoso, 1970), dando lugar a principio de la dcada del setenta aun interesante debate terico entre Nun y Cardoso, el cual fue recogido por la Revista Mexicana de Sociologa.13Nun sostiene que en la dcada de los aos noventa el concepto de exclusin social abordaba los temas que las

    ciencias sociales ya se planteaban en la dcada del sesenta en Amrica Latina (Nun, 2001: 30). Sin embargo, lasupuesta cercana de este concepto y el de masa marginal es slo aparente. El trmino exclusin social noconsidera las particulares condiciones de los sistemas econmicos y polticos sometidos a modelos capitalista de dedesarrollo dependiente. En igual sentido, Corts (2006), ampliando esta idea, hace una sugerente notacin terico-metodolgica entre los significados de ambos trminos, destacando sus diferentes races epistemolgicas ycapacidades heursticas; tambin vase Salvia (2007).

    14En el maco de esta perspectiva, dado que la demanda de trabajo en los sectores capitalistas ms concentrados eintermedios depende de la tasa de acumulacin de los primeros, y que, al mismo tiempo, el mercado de trabajofunciona de manera segmentada, la magnitud del sector de subsistencia marginal tiene una carcter residual y resultade restar al total de la oferta laboral, el empleo en el sector capitalista formal e intermedio, incluida la parte de laoferta desocupada que funciona como ejrcito industrial de reserva para los sectores capitalistas modernos.

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    escala mundial, tienden a reproducir en forma ampliada sobre todo en la periferia- laformacin de una poblacin excedente muy poco funcional a estos procesos. De estamanera, un rasgo estructural del actual modelo econmico perifrico sera la escasanecesidad relativa que pueden tener los grandes grupos econmicos de que lasformaciones nacionales cuenten con amplios contingentes de fuerza de trabajo ensituacin de disponibilidad.

    Por lo mismo, a pesar del dinamismo que tuvo el capitalismo industrial durante el sigloXX, e, incluso en la actualidad, una parte importante de la poblacin que habita ensociedades subdesarrolladas contina reproducindose bajo formas subordinadas a lasestrategias de acumulacin que dominan el mercado mundial capitalista. Este fenmenose evidencia a travs del estancamiento relativo que registra a nivel global el empleoasalariado en los sectores dinmicos, as como del resurgimiento de variadas economasde subsistencia fundadas en organizaciones domsticas o comunitarias. En ambos casos,como resultado de dos procesos claves en interaccin: por una parte, el carcterheterogneo y parcial que contina teniendo el desarrollo econmico en la periferia; y,

    por otra parte, como efecto de los procesos de reestructuracin productiva, aperturacomercial y concentracin econmica que experiment de manera especial elcapitalismo perifrico en la actual fase de mundializacin.

    Ahora bien, dado la magnitud que pueden llegar a tener estos excedentes, su existenciamisma fuera del control social puede constituirse en disfuncional tanto para ladinmica ampliada de acumulacin como para el obligado papel de control y garante dela paz social que debe desempear el Estado. Esto debido en particular a que el aumentoabsoluto de la poblacin excedente significa una mayor presin por parte de los hogaressobre los mercados informales y sobre la capacidad de gestionar por parte del Estado

    perifrico las crecientes demandas comunitarias de asistencia econmica, seguridadciudadana, cohesin social, etc.; no pudiendo uno ni otro resolver el problema de fondoni sus efectos poltico-institucionales.

    Como parte de estas tendencias no es extrao que los procesos de reproduccin social y,

    en particular, la propia gestin de las polticas sociales, sean sometidos a particularestensiones. En los hechos, estas tensiones se hacen visibles en la persistente precariedadque experimenta el mercado de trabajo de actividades de subsistencia, la conflictividadque despierta la puja distributiva entre pobres y sectores medios- alrededor de losescasos recursos disponibles en materia de gasto social, y, por ltimo, a travs de laineficiencia que muestran tener las polticas de empleo, transferencia de ingresos yregulacin laboral para contener y encauzar la reproduccin social en condiciones demayor integracin social. Por otra parte, siguiendo la teora, cabra tambin esperar quedada la mayor concentracin de capital y la mayor brecha tecnolgica al interior de lossistemas econmicos, la constitucin aunque variable- de excedentes de fuerza detrabajo con funciones de masa marginal no funcional- frente al sector ms modernoy concentrado de la economa, ocurra no slo en los ciclos recesivos sino tambin de

    expansin, y que las propias polticas pblicas de empleo, capacitacin y transferenciade ingresos hacia los sectores pobres, contribuyan paradjicamente- en igual sentido.

    Por qu esto ltimo? Debido fundamentalmente a que dado la composicin delcapitalismo perifrico, la condicin de masas de poblacin excedentes no se resuelvecon el slo crecimiento de los sectores modernos ms concentrados, a la vez que elefecto goteo sobre los sectores informales no hace ms que potenciar la atraccinmigratoria y la expansin social de tales excedentes. Por otra parte, su crecimiento encontexto de crisis constituye el efecto del papel refugio que tiene la informalidad desubsistencia cuando el desempleo abierto alcanza a los sectores intermedios, sin que

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    exista un sistema de seguridad social capaz de dar efectiva inclusin a la poblacinexcluida. Frente a lo que los programas de empleo, de capacitacin laboral y detransferencia condicionada de ingresos resultan inocuos para tal efecto. Todo lo cual nodeja de tener consecuenciasregresivas sobre la distribucin del ingreso en tanto que ladinmica de acumulacin por parte de los sectores modernos contina su marcha15.

    De este modo, el impacto de la actual dinmica global de acumulacin sobre la

    capacidad del sistema para absorber y gestionar los excedentes estructurales depoblacin habr de depender de: i) la demanda agregada de empleo que sea capaz degenerar o destruir el modelo de acumulacin de economa abierta (segn la fase delciclo en que se encuentre), ii) el autoempleo o empleo informal que sean capaz degenerar los diferentes segmentos de la economa de subsistencia (a partir sobre todo delas estrategias domsticas o comunitarias de los hogares); y iii) la capacidad deintervenir por parte del Estado en la contencin y gestin social de tales excedentes atravs de polticas de asignacin de ingresos.

    Nuevas condiciones de produccin, gestin y necesidad de control social de los

    excedentes de fuerza de trabajo

    En un pasado reciente, bajo el modelo de desarrollo industrial fundado en la sustitucinde importaciones, el crecimiento estaba acompaado de niveles relativamente bajos dedesempleo, que favorecan la movilidad del sector informal de subsistencia haciaactividades cuasi-informales o modernas de productividad media. Muy pronto, estamovilidad social result seriamente clausurada, debido tanto al cierre de estas empresasante la competencia de sectores concentrados nacionales o internacionales-, as como ala presencia de una larga cola de espera generada por los cesanteados de lasactividades reconvertidas o en crisis, quienes pasaron a competir en los mercadossecundarios y terciarios por oportunidades laborales escasas y de menores ingresos16.

    Siguiendo la lnea argumental hasta aqu trazada, cabe esperar que bajo un modelo deacumulacin capitalista perifrico ms o menos conservador o progresista-, sometido aun contexto de liberalizacin econmica y globalizacin (economa abierta), la

    generacin de excedentes de fuerza de trabajo sea una funcin de la capacidad limitadaque tiene el sector moderno de generar o destruir empleos plenos, as como tambin delas ms elsticas capacidades de creacin y destruccin de empleos que ofrece el sectorinformal urbano tradicional o de subsistencia-. De esta manera, el proceso de aperturaeconmica parece inducir problemas de diversidad en la integracin de los mercadoslaborales: concentracin econmica, diferenciales de productividad intersectorial,aumento permanente de las actividades marginales de subsistencia y, eventualmente,regulaciones laborales, mayor emigracin laboral y asistencia pblica. No siendo estoscomportamientos el resultado de una falta de crecimiento sino del propio proceso deconcentracin, lo cual hace altamente factible que elevados ritmos de crecimientologren que la desigualdad estructural se profundice en vez de retraerse, incluso a pesarde que logre reducirse la tasa de pobreza.

    15Si bien para el caso argentino este proceso ha sido ampliamente documentados por trabajos como los de Grassi(2003), Di Leo (2003), Golbert (2004), Dinatale (2005) y los reunidos en Andrenacci (2005), similares resultadosarrojan no pocos estudios sobre otros pases de Amrica Latina. Al respecto, cabe sobre todo consultar los trabajoscompilados en Franco y Lanzaro (2006), Barba (2008), Cattani y Cimadamore (2008), entre otros.

    16 La mayor estructuracin de los mercados ms concentrados, por una parte, y alta concurrencia de oferta de fuerzade trabajo y de empleos de subsistencia en los mercados secundarios, crea escollos a la expansin del sectorempresario cuasi-informal, inhibiendo el xito de tales negocios, a la vez que obligando a los segmentos informalesde subsistencia a desarrollar actividades de mayor precariedad y extralegalidad en el segmento terciario del mercadode trabajo.

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    En este marco, si bien los trabajadores calificados logran por lo general mejoresoportunidades de insercin laboral, su utilizacin como fuerza de trabajo no llega a ser

    plena, al menos para la mayor parte de los sectores expulsados de actividades modernasconcentradas o rezagadas o del sector pblico reconvertido. Una parte de los segmentosmodernos sufre la cada en el sector informal de menor productividad, lo cualincrementa la competencia en el mercado secundario y terciario de subsistencia,

    agravando an ms la desprotegida situacin econmico-ocupacional de la poblacinque depende de la economa informal. En ella se refugian sectores sumergidosestructuralmente en la pobreza, excluidos de la seguridad social y de los mecanismos deinformacin, educacin, integracin social y ciudadana.

    En cuanto a la gnesis econmico-social de estos excedentes de fuerza de trabajo, esposible reconocer una serie de mecanismos de tipo estructural intrnsecos a uncontexto de heterogeneidad estructural- que hacen posible y necesario bajo un modelode economa abierta la constitucin de un masa marginal, sea como masadesocupada, subocupada o emigrante, o, ms frecuentemente, como expresin de unasituacin de intermitencia entre estas diferentes condiciones:

    (a) La necesidad por parte de grandes y medianas empresas del sector moderno de

    aumentar la productividad (en funcin de incrementar su capacidad competitiva), atravs de la incorporacin de nuevas tecnologas y cambios en la organizacin deltrabajo, genera la incorporacin de fuerza de trabajo altamente especializada. Engeneral, estos procesos han sido favorecidos por los rpidos avances tecnolgicosmundiales y la disponibilidad financiera17. De este proceso tambin participa comoagente expulsor el Estado, mediante el cierre de empresas pblicas deficitarias y deobreros o empleados de baja calificacin o con calificacin tradicional (como resultadode las polticas de reduccin del gasto pblico y de reformas administrativas). En amboscasos, debido en general a la necesidad de producir ajustes fiscales en correspondenciacon los programas ortodoxos de ajuste.

    (b) La apertura comercial y la desregulacin de los mercados en los sectores modernos

    antes protegidos- tecnolgicamente rezagados y con baja capacidad competitiva, afectanegativamente la sustentabilidad de numerosas actividades productivas tradicionales. Encaso de superar la quiebra o cierre de la actividad, las empresas sobrevivientes no estnen condiciones de reconvertir sus estructuras tecnolgico-productivas, lo hacengeneralmente a travs de una reduccin del nivel de actividad, a la vez que extienden eldesempleo y la precariedad laboral. Los expulsados de estos segmentos, por lo generalcon niveles medios de calificacin, aumentan su presin sobre los segmentos secundarioy terciario del mercado de trabajo.

    (c) Las actividades empresarias cuasi-informales preexistentes enfrentan ampliaslimitaciones para su reabsorcin en mejores condiciones, incluso, en un escenario decrecimiento de la demanda agregada de empleo. En el pasado, bajo el modelo desustitucin de importaciones (economa cerrada), el crecimiento estaba acompaado por

    niveles relativamente bajos de desempleo que favorecan la movilidad del sectorinformal de subsistencia hacia actividades cuasi-informales o modernas de

    productividad media. Bajo el modelo de economa abierta, esta movilidad laboral sever relativamente clausurada, debido tanto al cierre o ruina en que caen estas empresasante la competencia de sectores modernos concentrados nacionales o internacionales-,

    17 La apertura comercial externa ha reducido significativamente el precio de los bienes de capital importadosinduciendo su sustitucin tanto por mano de obra como por servicios de ingeniera que con anterioridad se producanlocalmente para extender el ciclo de vida til de la maquinaria.

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    as como tambin a la presencia de una cola de espera generada por los cesanteadosde las actividades reconvertidas o en crisis, quienes pasan a competir en los mercadossecundarios y terciarios por oportunidades laborales escasas y de menores ingresos18.

    (d) Por ltimo, la demanda agregada de consumo bajo un modelo de economaheterognea no slo depende de los procesos de inversin, acumulacin y reproduccincapitalista que afectan tanto al sector concentrado como a los sectores de capital

    intermedios. Aunque correcta, este esquema interpretativo resulta parcial si no seconsidera adems que bajo un modelo de subdesarrollo dual y combinado- losexcedentes generados por los procesos anteriores se desplazan de manera forzada haciaun mercado terciario de actividades de subsistencia de productividad nula o, incluso,negativa-, lo cual se ve condicionado por el marco general que imponen tanto ladinmica de acumulacin, as como tambin las condiciones de reproduccin social endonde las unidades domsticas cumplen un papel activo y crucial. Esto a su vez no dejade tener impacto sobre los comportamientos macro socio-demogrficos y socio-econmicos19.

    En este sentido, cabe suponer la existencia de una estrecha relacin entre la dinmica deacumulacin, los procesos de reproduccin social, la formacin de excedentes absolutos

    de poblacin y la reproduccin de una economa de la pobreza definida por sumarginalidad econmica. Esta marginalidad tal como se seal ms arriba- no slo seexpresa en trminos de desempleo sino sobre todo en la proliferacin de variadasformas de subempleo vinculadas a actividades informales de subsistencia. Por lomismo, en ausencia de polticas de desarrollo capaces de generar aumentossignificativos de empleos productivos, sistemas de seguridad social universales y

    polticas pblicas efectivamente redistributivas de los capitales fsicos y simblicos enjuego, cabe esperar que la reproduccin social de los excedentes de poblacin dependaen buena medida de las estrategias defensivas llevadas a cabo por los hogares afectados

    por la marginalidad econmica, el cual a su vez depende de la intensidad del goteoque tengan los sectores dinmicos sobre los mercados locales y, en igual sentido, las

    polticas pblicas destinadas a asistir econmicamente a dichos sectores.

    Ahora bien, este proceso encuentra diferenciales importantes segn se trata de una faseexpansiva o recesiva del ciclo econmico. En condiciones de expansin econmica, si

    bien la mayor demanda de empleos productivos reduce la desocupacin de los sectoresintermedios, al mismo tiempo este proceso garantiza la reproduccin de la masamarginal afuncional alrededor de un sector informal en crecimiento. De esta manera,durante estas fases se hace mucho ms factible tanto la subsistencia econmica como elcontrol social de los excedentes marginados, sin que sea necesario establecerconflictivas negociaciones polticas ni econmicas con los sectores oligoplicos yconcentrados de la estructura econmico-ocupacional. La dinmica econmica hace su

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    La mayor estructuracin de los mercados ms concentrados, por una parte, y alta concurrencia de oferta de fuerzade trabajo y de empleos de subsistencia en los mercados secundarios de ms baja productividad, crea escollos a laexpansin del sector empresario cuasi-informal, inhibiendo el xito de tales negocios, a la vez que obligando a lossegmentos informales de subsistencia a desarrollar actividades de mayor precariedad y extralegalidad en el segmentoterciario del mercado de trabajo.19Debe reiterarse que se sigue aqu la tesis ampliamente aceptada de la existencia de una estrecha relacin entre lasestrategias de subsistencia de las unidades domsticas y los procesos de reproduccin social a nivel de formacionessubdesarrolladas. Estas estrategias generalmente desplegadas por fuera de los procesos de acumulacin e integracinsocial ms avanzados, constituyen un mecanismo fuertemente asociado a las capacidades de supervivencia de lossectores excluidos de los procesos de modernizacin. Para una confirmacin de esta tesis en el caso argentino en elcontexto reciente, puede consultase los trabajos de Isla, Lacarrieu y Selby, 1999; Hinzte (2004); Svampa, 2005;Gutirrez (2004).

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    trabajo, lo cual si bien no garantiza mayor integracin social ni equidad distributiva, sal menos una aceptable paz interna.

    En cambio, en los momentos de crisis la intervencin directa del Estado resultaimprescindible y urgente. Por su intermedio resulta fundamental que los excedentes de

    poblacin pueden ser apaciguados en funcin de garantizar la cohesin del ordensocial que requiere el pacto de gobernabilidad vigente. Cada nueva retraccin

    econmica deja como consecuencia una fuerte baja absoluta o renovacin con mayorprecariedad de los empleos de subsistencia. La masa marginal se moviliza entoncesdemandando a los sectores modernos condiciones bsicas de subsistencia. Cada vezms, ello se hace siguiendo estrategias individuales, domesticas y comunitarias extralegales que tienden de manera potencialmente disfuncional a poner en riesgo lainstitucionalidad econmica, el orden social e, incluso, el rgimen de gobierno. En talcondiciones, las transferencias condicionadas de ingreso constituyen una pieza clave delcontrol social.

    De esta manera, la poltica social del Estado -en tanto encargado de regular losmercados y garantizar el control (cohesin) social-, as como las estrategias deaprovechamiento de recursos productivos propios y comunitarios que movilizan los

    hogares, asumen bajo el actual modelo econmico un papel central en la gestin socialde los excedentes de poblacin. En lo fundamental, tal vinculacin lleva a potenciar elimpacto que pueden tener las estrategias domsticas sobre los procesos socio-demogrficas, la organizacin del mercado de trabajo, en el patrn de distribucin delingreso y la evolucin de la pobreza, e, incluso, los niveles de estabilidad social ycontrol poltico interno que logra alcanzar el sistema (Salvia, 2009).

    En este marco, cabe esperar que tengan especial proliferacin una serie de tradicionalesestrategias domsticas que hacen posible de manera conservadora- la supervivencia delos marginados en condiciones de relativo control social: (a) estrategias reproductivasorientadas a alterar la estructura, organizacin y/o composicin del grupo domstico conel fin de mejorar los balances reproductivos al interior del grupo; (b) desarrollo de

    novedosas actividades informales -legales, extralegales o ilegales-, por lo general demuy baja productividad, con lgicas de funcionamiento diferentes a la informalidadtradicional; y c) estrategias de migracin laboral nacionales y transnacionales desdemercados atrasados, con elevados excedentes de fuerza de trabajo y bajasremuneraciones laborales, hacia mercados con mayor desarrollo relativo y mejoresremuneraciones, en donde la produccin de bienes y servicios enfrenta escasez relativade fuerza de trabajo20.

    Por su parte, la poltica social del Estado est obligada a sostener una serie de serviciospblicos sociales (como son la educacin, la salud, la seguridad social, etc.), que,aunque devaluados en su calidad (en comparacin con los servicios que logran prestarlos sectores privados), llegan a ser muy costosos a nivel fiscal. En paralelo a ello, unamultiplicidad de programas asistenciales de transferencia de ingresos sirven para

    desplegar nuevas formas de reclutamiento poltico-social funcionales al control de lossectores ms afectados por la pobreza.

    20Este tipo de estrategias permite a los hogares con excedentes de poblacin reducir gastos de consumo, a la vez queproveerse de transferencias de ingresos, sin necesidad de un desplazamiento completo del grupo (lo cual podraimplicar perder las redes locales de ayuda mutua, volviendo la reproduccin ms costosa). Sobre este nuevo tipo deestrategias de movilidad migratoria, as como sobre las importantes alteraciones que experimentan las pautas dereproduccin econmica y social de los hogares y las comunidades que alimentan a dicha masa migratoria, cabeconsultar los trabajos reunidos en Ariza y Portes (2008).

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    En este mismo sentido, surge como un hecho novedoso la constitucin de cuasi-mercados formados por sectores reclamadores y por una oferta variada de programasde transferencia condicionada de ingresos dispuesta a asistirlos. En este marco, es claroque desde la perspectiva de los hogares marginados, el acceso a estos mercadosconstituye un componente clave de la subsistencia, sobre todo cuando el cicloeconmico est en baja y, por lo tanto, el goteo de los mercados se reduce. Para ello los

    hogares tienden a ajustar su estructura, organizacin y capacidad de agencia en procurade acceder, sostener y/o ampliar estos beneficios21.

    De esta forma, el modelo poltico-econmico parece lograr un alto grado de cohesinsocial pero no por su capacidad para sumar a una porcin cada vez mayor de excedentesde poblacin sino gracias a que el goteo de los mercados dinmicos y el gasto pblicosocial focalizado permiten subsidiar estrategias domsticas y comunitarias destinadas areproducir la subsistencia de quienes sobreviven en la marginalidad econmica. A partirde lo cual se hace evidente que, dado un modelo de acumulacin y distribucin fundadoen un desarrollo concentrado, dual y combinado que promueve la produccin deexcedentes absolutos de poblacin, es clave transformar en afuncionales losexcedentes absolutos de poblacin. Esto, incluso, aunque en determinados momentos se

    pongan en peligro equilibrios macroeconmicos, dado que en su defecto lo que sepondra en riesgo sera la propia gobernabilidad del sistema poltico-institucional.

    Reflexiones finales. Sobre ficciones y contradicciones en materia de desarrollo y

    polticas sociales.

    El sendero seguido por el patrn de modernizacin argentino parece fortalecer lahiptesis de que bajo el actual modelo global de acumulacin poco o nada puedehacerse sin una adecuada resolucin de las condiciones de externas de aislamientoregional y de subordinacin financiera, e internas en materia de heterogeneidadestructural y selectividad regresiva de las polticas de distribucin del ingreso y de lariqueza acumulada. No menos relevante resulta confirmar que ha ocurrido tanto bajo unmodelo de polticas neoliberales como bajo un modelo neo desarrollista, con tipo de

    cambio alto o tipo de cambio devaluado, en condiciones de crisis econmica como deexpansin econmica, con alianzas polticas conservadoras como con consensosprogresistas, etc.

    Aunque cueste reconocerlo, es evidente que ningunas de las opciones polares aplicadasen caso que nos ocupa fueron capaces de resolver por va de un fenomenal crecimientoni a travs de una masiva poltica asistencial- la inclusin de la marginalidad estructuralque alimentan a los excedentes absolutos de poblacin no necesarios al desarrollocapitalismo perifrico. En definitiva, al menos el problema al que nos enfrentamos no

    parece devenir del campo simblico sino estructural (el cual, en realidad no esmenos simblico): el desarrollo capitalista argentino contina siendo dependiente deuna divisin internacional del trabajo y de patrones internos de concentracin ydistribucin del ingresos que hacen imposible que el conjunto de su poblacin logre

    participar del desarrollo econmico y de un sistema de integracin social.

    En efecto, los lmites estructurales del ltimo proceso de modernizacincorrespondiente al caso argentino deben ubicarse a partir de la emergencia y

    profundizacin de una matriz econmico-institucional ms heterognea, desigual y

    21Una amplia serie de estudios cualitativos examinan para el caso argentino este tipo de estrategias de subsistencia,mostrando el modo en que ellas se articulan con procesos reproductivos de orden poltico-institucional asociados alcontrol social. Vanse, por ejemplo, los trabajos compilados por Mallimaci y Salvia (2005); Salvia y Chvez Molina(2007); Dinatale (2005); entre otros.

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    subordinada que la vigente tres o cuatro dcadas atrs. Ella ha sido capaz de fluctuarsiguiendo los ciclos econmicos, pero alrededor de una tendencia de claro retroceso entrminos de pobreza y movilidad para las diferentes capas sociales de excluidos,generados tanto por la modernidad inconclusa como por el exceso de modernidaden el contexto de la globalizacin y la liberalizacin econmica. En este marco, lamarginalidad econmica se ha constituido como parte de una transicin permanente.

    Las consecuencias directas de estos procesos de cambio estructural en el modelo dedesarrollo se hacen visibles a travs por dos hechos relevantes, y relativamentenovedosos para la sociedad argentina: a) el desarrollo de una marginalidad econmicaasociada a un aumento de excedentes absolutos de una poblacin excluida de todo

    progreso; y b) la proliferacin de estrategias, planes, programas y acciones en materiade poltica social centralmente orientada a proveer de una transferencia monetaria deingresos hacia los sectores ms necesitados y conflictivos de esa masa marginal. En estemarco, una variable interviniente no menos importante es que los momentos decrecimiento econmico han estado acompaados de un aumento sistemtico de ladesigualdad, a la vez que la exclusin social ha seguido reproducindose acompaadaincluso de un aumento de las capacidades de consumo de los hogares ms pobres.Asimismo, durante los momentos de baja del ciclo, ambos tipos de fenmenos hantendido en general a agravarse, incluida la pobreza extrema, exigindosele al Estado

    polticas cada vez ms comprometidas en materia de transferencias monetarias, a la vezque insuficientes para resolver los problemas de exclusin estructural.

    Por lo tanto, sin nada cambia en campo del patrn de desarrollo, lo ms factible es queocurra lo que no ha venido aconteciendo durante las ltimas dcadas: las demandas deempleo y ciudadana plenas habrn de subordinarse a objetivos devaluados en materiade control (cohesin) social, los cuales procurarn mantener la paz interna a un mnimocosto econmico y poltico, pero sin necesidad de garantizar una efectiva integracinsocial de los sectores excluidos por este proceso. En este marco, las polticas pblicasorientadas a distribuir el gasto social -en tanto instrumentos que procuran subsidiar lareproduccin social bajo un mnimo de cohesin-, as como las estrategias de

    aprovechamiento de recursos productivos familiares, sociales y comunitarios quemovilizan los hogares, cumplen un papel clave en la administracin social de losexcedentes de poblacin, con efectos directos sobre una serie de variables socio-demogrficas, el funcionamiento de los mercados de trabajo, y por ende, en el patrn dedistribucin del ingreso y de evolucin de la pobreza.

    Bajo este contexto, un hecho relativamente novedoso se describe a partir de que losexcedentes de poblacin encuentran en las polticas sociales un extenso mercado desubsistencia asociado a reglas de intercambio poltico-institucional. Todo lo cual lograser particularmente funcional al meticuloso control poltico que requiere el programa deconcentracin econmica para que la marginalidad econmica no se convierta endisfuncional al pacto de dominacin vigente. En este punto, no deja de sorprender

    como la historia parece volver sobre sus propios pasos enriquecida de observables,mostrando una marginalidad fragmentada donde los excedentes de poblacin continanreproducindose acompaando a la nueva modernidad que ofrece la globalizacin.

    Justamente, el inters central de este artculo ha sido querer destacar la existencia decondiciones que no slo han mantenido activo sino que han profundizado el fenmenode la marginalidad econmica en Amrica Latina, ms all de la forma histrica que haido adoptando el proceso de modernizacin. Nos referimos al particular efectos deexclusin, marginalidad y desigualdad que imponen la heterogeneidad estructural enun contexto de liberalizacin y concentracin econmica, en tanto rasgo caracterstico

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    de sociedades perifricas sometidas a las leyes del subdesarrollo capitalista y, msrecientemente, a la nueva fase de globalizacin de la economa mundial.

    Sin duda, una lectura que busca mostrar las debilidades del paradigma de lamarginalidad social en transicin, la cual contina siendo definida en trminosambiguos, confundindose con la anomia, y que, por lo mismo, valoriza y legitima todanueva poltica de asistencia a la cohesin social sin poder cuestionar las condiciones

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