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    ROBERT K. MERTON

    T E O R I A YE S T R U C T U R A

    S O C I A L E S

    F ON DO DE CULTURA ECON M I CAMXICO-BUENOS AIRES

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    148 ESTUD IOS SOBRE ESTRU CTU RA SOCIAL Y CULTU RAL

    cejan en sus ambiciones. A los norteamericanos se les amonesta para queno sean desertores, porque en el diccionario de la cultura norteamericana,como en el lxico de la juventud, no existe la palabra fracaso E l mani-fiesto cultural es claro; no hay que cejar, no hay que dejar de esforzarse, no

    hay que reducir las metas, porque el delito no es el fracaso, sino las aspira-ciones bajas.As, la cultura impone la aceptacin de tres axiomas culturales: primero,

    todos deben esforzarse hacia las mismas metas elevadas, ya que estn a dis-posicin de todos; segundo, el aparente fracaso del momento no es ms queuna estacin de espera hacia el xito definitivo; y tercero, el verdadero fra-caso est en reducir la ambicin o renunciar a ella.

    En tosca parfrasis psicolgica, estos axiomas representan, primero, unrefuerzo secundario simblico del incentivo; segundo, refrenar la amenaza

    de extincin de la reaccin mediante un estmulo asociado; y tercero, aumen-tar la fuerza impulsora para responder constantemente al estmulo, a pesarde la falta continuada de recompensa.

    En una parfrasis sociolgica, estos axiomas representan, primero, ladesviacin de la crtica desde la estructura social hacia uno mismo, entre lossituados en la sociedad de manera que no tienen acceso pleno e igual a lasoportunidades; segundo, la conservacin de una estructura de poder socialmediante la existencia en los estratos sociales ms bajos de individuos que

    se identifican, no con sus iguales, sino con los individuos de la cumbre (aquienes acabarn unindose); y tercero, la actuacin de presiones favorablesa la conformidad con los dictados culturales de ambiciones irreprimiblesmediante la amenaza para quienes no se acomoden a dichos dictados de noser considerados plenamente pertenecientes a la sociedad.

    Es en estos trminos y a travs de estos procesos como la cultura norte-americana contempornea sigue caracterizndose por la importancia de lariqueza como smbolo fundamental de xito, sin una importancia proporcio-nada de las vas legtimas por las cuales avanzar hacia esa meta. Cmo res-

    ponden los individuos que viven en ese ambiente cultural? Y qu relacintienen nuestras observaciones con la teora de que la conducta divergentenace tpicamente de impulsos biolgicos que se abren camino a travs de lasrestricciones impuestas por la cultura? Cules son, en suma, las consecuen-cias de la conducta de individuos situados en puestos diversos en la estruc-tura social de una cultura en que la importancia de las metasxito predomi-nantes se ha alejado cada vez ms de una importancia equivalente de losprocedimientos institucionalizados para alcanzar aquellas metas?

    T i p o s d e a d a p t a c i n i n d i v i d u a l

    Dejando esas normas de la cultura, examinaremos ahora tipos de adaptacin

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    150 ESTUDIOS SOBRE ESTRUC TURA SOCIAL Y CULTURAL

    de los tipos de adaptacin en diferentes esferas de conducta introducira unacomplejidad inmanejable dentro de los lmites de este captulo. Por esta ra-zn, nos interesaremos ante todo por la actividad econmica en el sentidoamplio de produccin, cambio, distribucin y consumo de bienes y servicios

    en nuestra sociedad competitiva, en la que la riqueza ha tomado un matizaltamente simblico.

    I . C o n f o r m i d a d

    En la medida en que es estable una sociedad, la adaptacin tipo I confor-midad con las metas culturales y los medios institucionalizados es la mscomn y la ms ampliamente difundida. Si no fuese as, no podra conser-varse la estabilidad y continuidad de la sociedad. El engranaje de expecta-tivas que constituye todo orden social se sostiene por la conducta modal desus individuos que representa conformidad con las normas de cultura consa-gradas, aunque quizs secularmente cambiantes. En realidad, slo porque laconducta se orienta en forma tpica hacia los valores bsicos de la sociedadpodemos hablar de un agregado humano como constituyente de una sociedad.A menos que haya un depsito de valores compartidos por individuos que seinfluyen mutuamente, existen relaciones sociales, si pueden llamarse as lasinteracciones desordenadas, pero no existe sociedad. Por esto, a mediados de!

    siglo, podemos referimos a la Sociedad de Naciones primordialmente comouna figura de lenguaje o como un objetivo imaginado, pero no como una rea-lidad sociolgica.

    Como nuestro inters primordial se centra sobre las fuentes de la con-ducta divergente, y puesto que hemos examinado brevemente los mecanismosque trabajan a favor de la conformidad, como la reaccin modal en la socie-dad norteamericana, poco ms necesita decirse acerca de este tipo de adapta-cin en este momento.

    II. In n o v a c i n

    Una gran importancia cultural concedida a la metaxito invita a este modode adaptacin mediante el uso de medios institucionalmente proscritos, perocon frecuencia eficaces, de alcanzar por lo menos el simulacro del xito: ri-queza y poder. Tiene lugar esta reaccin cuando el individuo asimil la im-portancia cultural de la meta sin interiorizar igualmente las normas institu-cionales que gobiernan los modos y medios para alcanzarla.

    Desde el punto de vista de la psicologa, es probable que una gran inver-sin emocional en un objetivo produzca una predisposicin a asumir riesgos,,y esta actitud pueden adoptarla individuos de todos los estratos sociales. Des-de el punto de vista de la sociologa, se plantea esta cuestin: Qu rasgos denuestra estructura social predisponen a este tipo de adaptacin, produciendo,cu consecuencia, una frecuencia mayor de conducta divergente en un estratolocial que en otro?

    I'.n los niveles econmicos superiores, la presin hacia la innovacin

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    152 ESTU DIOS SOBRE ESTRU CTU RA SOCIAL Y CULTURAL

    contra el menosprecio directo .. Pero quizs lo que ms a punto viene aques el despliegue de ingenio de Ambrose Bierce en una forma que hizo evi-dente que la palabra ingenio no se haba eparado de sus orgenes etimol-gicos y que segua significando la facultad mediante la cual uno sabe, aprende

    o piensa. En su ensayo, caractersticamente irnico y penetrante, sobre eldelito y sus correctivos, empieza Bierce observando que los socilogos handiscutido durante mucho tiempo la teora de que el impulso a cometer undelito es una enfermedad, y los que asienten a esto parecen tener esa enfer-medad.

    Despus de este preludio, describe las maneras como el golfo con suertelogra la legitimidad social, y analiza las discrepancias entre valores culturalesy relaciones sociales.

    El buen norteamericano es, por regla general, bastante duro con la bellaque-ra, pero compensa su severidad con una amable tolerancia para los bellacos. Lanica exigencia es que debe conocer personalmente a los bellacos. Todos nosotrosdenunciamos a los ladrones en voz bastante alta si no tenemos el honor de co-nocerlos. Si lo tenemos, eso ya es otra cosa, menos que verdaderamente huelana barrio bajo o a crcel. Podemos saber que son delincuentes, pero nos reunimoscon ellos, les estrechamos la mano, bebemos con ellos y, si da la casualidad de queson ricos, o grandes de otra manera, los invitamos a nuestras casas, y consideramos

    un honor frecuentar la suya. No aprobamos sus mtodos, entindase esto bien;y con ello estn suficientemente castigados. La idea de que a un granuja le im-porta algo lo que piense de sus maas un individuo que es corts y amistoso conl, parece haber sido inventada por un humorista. En el teatro de vaudeville deMars probablemente habra hecho su fortuna.

    Y adems: Si se negase toda consideracin social a los bellacos habra muchosmenos. Algunos ocultaran con gran diligencia su rastro en las sendas desviadasde la iniquidad, pero otros violentaran sus conciencias lo bastante para renunciara las desventajas de la bellaquera a favor de las de una vida honrada. Una persona

    indigna no teme nada tanto como la negativa de una mano honrada, el golpelento pero inevitable de una mirada despectiva.Tenemos granujas ricos porque tenemos personas respetables que no se

    avergenzan de darles la mano, de que les vean con ellos, de decir que los conocen.En los tales es deslealtad censurarlos; gritar cuando los roban sera confesar sudelito y declarar contra sus cmplices.

    Uno puede sonrer a un granuja (la mayor parte de nosotros lo hacemos mu-chas veces al da) si no sabe que es un granuja; pero sabiendo que lo es, o habiendodicho que lo es, sonrerle es ser un hipcrita, un simple hipcrita o un sicofante

    de la hipocresa, segn la situacin en la vida del granuja a quien se sonre. Hayms hipcritas simples que sicofnticos, porque hay rtis granujas sin importanciaque granujas ricos y distinguidos, aunque cada uno de ellos recibe menos sonrisas.El pueblo norteamericano ser saqueado mientras el carcter norteamericano seacomo es: mientras sea tolerante con los bellacos afortunados; mientras el ingenionorteamericano haga una distincin imaginaria entre el carcter pblico de unindividuo y su carcter privado, entre su carcter comercial y su carcter personal.En suma, el pueblo norteamericano ser saqueado mientras merezca serlo. Nin

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    guna ley humana puede impedirlo, nadie debe impedirlo, porque eso derogarauna ley ms elevada y ms saludable: Recogers lo que siembras. 14

    Como vivi en la poca en que florecieron los magnates norteamericanos

    del robo, no era fcil que Bierce dejara de observar lo que despus se llamdelito de cuello blanco . No obstante, saba que no todas las grandes y dra-mticas desviaciones de las normas institucionales en los estratos econmicossuperiores son conocidos, y que posiblemente salen a la luz menos desviacio-nes entre las pequeas clases medias. Sutherland ha documentado repetidasveces la frecuencia de la delincuencia de cuello blanco entre los hombresde negocios. Advierte, adems, que muchos de los delitos no fueron perse-guidos porque no fueron descubiertos, o, si fueron descubiertos, a causa dela posicin del hombre de negocios, la tendencia contraria al castigo, y el

    resentimiento relativamente desorganizado del pblico contra los delincuen-tes de cuello blanco.15 Un estudio de unos 1 700 individuos, en su mayorade la clase media, revel que eran comunes delitos no registrados entremiembros de la sociedad completamente respetables. E l noventa y nuevepor ciento de los interrogados confesaron haber cometido uno o ms de los49 delitos reconocidos por el Cdigo penal del Estado de Nueva York, siendosuficientemente grave cada uno de los delitos para merecer una condenamxima de no menos de un ao. E l nmero medio de delitos cometidos poradultos esto excluye todos los delitos cometidos antes de los diecisisaos era de 18 por hombres y 11 por mujeres. El 64 % de los hombres y el29 % de las mujeres reconocieron su culpabilidad en uno o ms cargos dedelitos que, de acuerdo con las leyes de Nueva York, son causa bastante paraprivarlos de todos los derechos de ciudadana. Una tnica de esos resultadosla expres un clrigo en relacin con las declaraciones falsas que haba hechosobre una mercanca que haba vendido: Primero procur decir la verdad,pero no siempre da resultado. A base de estos hechos, los autores concluyencon tono conservador que el nmero de actos que legalmente constituyen

    n Las observaciones de Dickens proceden de sus American Notes (por ejemplo, en la edicinpublicada en Boston, Books, Inc ., 1 9 4 0 ), 218 . Ya se est retrasando con exceso un anlisis sociolgico que fuera el equivalente formal, bien que inevitablemente menor, del anlisis psicolgico quehizo Freud de las funciones del ingenio tendencioso y de las agudezas tendenciosas. Aunque no esde carcter sociolgico, ofrece un punto de partida la tesis doctoral de Jeannettc Tandy lobreCraccerbox Philosophers: American Humor and Satire (Nueva York, Columbia Univcisity IrcM,1925). En el captulo v de Intellectual America (Nueva York, Macmillan, 1941), ii|>ro|>ut> "|ur|uli n> , u>>es ms que una vaga opinin sin medios visibles de apoyo.

    15 W hte collar criminality por E. H. Sutherland, oi>. rf ., < mor >01(1 ImuIiksi", AiiimJi,American Academy of Political and Social Science, 1941, 1 7, 11? lil i, li wlntr collar crlmc'crime?, American Sociological Review, 1945, l9, 132-39; The Hlad M m l

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    de la conducta. E l recurrir a canales legtimos para hacerse de dinero estlimitado por una estructura de clases que no est plenamente abierta en todoslos niveles para los individuos capaces.19 A pesar de nuestra persistente ideo-

    loga de clases abiertas,20 el avance hacia la metaxito es hasta cierto puntoraro y en especial difcil para quienes tienen poca instruccin formal y pocosrecursos econmicos. La presin dominante empuja hacia la atenuacin gra-dual de los esfuerzos legtimos, pero en general ineficaces, y el uso crecientede expedientes ilegtimos pero ms o menos eficaces.

    La cultura tiene exigencias incompatibles para los situados en los nivelesms bajos de la estructura social. Por una parte, se les pide que orienten suconducta hacia la perspectiva de la gran riqueza cada individuo un rey ,dijeron Marden, y Camegie, y Long; y por otra, se les niegan en gran me-

    dida oportunidades efectivas para hacerlo de acuerdo con las instituciones.La consecuencia de esa incongruencia estructural es una elevada proporcinde conducta desviada. E l equilibrio entre los fines culturalmente sealadosy los medios se hace muy inestable con la importancia cada vez mayor dealcanzar los fines cargados de prestigio por cualquir medio. En ese am-biente, Al Capone representa el triunfo de la inteligencia amoral sobre el fra-caso moralmente prescrito, cuando se cierran o angostan los canales de iamovilidad vertical en una sociedad que tiene en mcho a la opulencia econ-mica y al encumbramiento social para todos sus individuos.21

    Esta ltima salvedad es de importancia fundamental. Implica que hayque tener en cuenta otros aspectos de la estructura social, adems de la im-portancia extrema dada al xito pecuniario, si hemos de comprender las fuen-tes sociales de la conducta divergente. La falta de oportunidades o la exage-rada importancia pecuniaria na bastan para producir una elevada frecuenciade conducta divergente. Una estructura de clases relativamente rgida, unsistema de castas, pueden limitar las oportunidades mucho ms all del puntoque prevalece hoy en la sociedad norteamericana. Slo cuando un sistema de

    valores culturales exalta, virtualmente por encima de todo lo dems, ciertasmetasxito comunes para la poblacin en general, mientras que la estructurasocial restringe rigurosamente o cierra por completo el acceso a los modosaprobados de alcanzar esas metas a una parte considerable de la misma po-blacin, se produce la conducta desviada en gran escala. Dicho de otro modo,nuestra ideologa igualitaria niega por inferencia la existencia de individuos

    10 Numerosos estudios han encontrado que la pirmide educativa funciona par iii|n.ln ipiuna gran proporcin de jvenes indiscutiblemente capaces pero econmicamente i i i i | m i h I i | | i ! u l u ,reciba una educacin formal superior. Este hecho acerca de nuestra estructura de clase-i fin n|,,. nado

    con desaliento por Vannevar Bush, por ejemplo, en su informe gubernativo titulado '

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    154 ESTUDIOS SOBRE ESTRUC TURA SOCIAL Y CULTURAL

    delitos excede con mucho al de los oficialmente registrados. La conducta ile-gal, lejos de ser una manifestacin social o psicolgica anormal, es en realidadun fenmeno muy comn.10

    Pero cualesquiera que sean las diferencias en la proporcin de conductas

    divergentes en los distintos estratos sociales, y sabemos por muchas fuentesque las estadsticas oficiales de delitos que muestran uniformemente propor-ciones ms altas en los estratos inferiores andan lejos de ser completas y fide-dignas, parece por nuestro anlisis que sobre los estratos inferiores se ejercenlas presiones ms fuertes hacia la desviacin. Casos oportunos nos permitendescubrir los mecanismos sociolgicos que intervienen en la produccin deesas presiones. Diferentes investigaciones han demostrado que las zonas es-pecializadas del vicio y la delincuencia constituyen una reaccin normar auna situacin en la que fue absorbida la importancia cultural dada al xito

    pecuniario, pero donde hay poco acceso a los medios tradicionales y legtimospara ser hombre de xito. Las oportunidades ocupacionales de la gente deesas zonas se limitan en gran parte a trabajo manual y las tareas ms modestasde cuello blanco. Dada la estigmatizacin norteamericana del trabajo ma-nual, que se ha visto que prevalece con bastante uniformidad en todas lasclases sociales,17 y la ausencia de oportunidades realistas para el mejoramientopor encima de ese nivel, el resultado es una marcada tendencia hacia la con-ducta divergente. La situacin del trabajo no especializado y el bajo ingresoconsiguiente no pueden competir fcilmente segn las normas consagradasde dignidad con las promesas de poder y de alto ingreso del vicio, los racketsy la delincuencia organizados18

    Para nuestro propsito, esas situaciones presentan dos caractersticas sa-lientes. Primero, los incentivos para el xito los proporcionan los valores con-sagrados de la cultura, y segundo, las vas disponibles para avanzar hacia esameta 'estn limitadas en gran medida por la estructura de clase para los quesiguen una conducta desviada. Es la combinacin de la importancia culturaly de la estructura social la que produce una presin intensa para la desviacin

    16 Our law-abiding law-breakers, por James S. Wallerstcin y Clement J. Wylc, en Piobation,abril de 1947.

    17 Centro de Investigaciones de la Opinin Nacional: National Opinin on Occupations, abrilde 1947 . Esta investigacin sobre la jerarquizacin y valoracin de noventa ocupaciones por unamuestra nacional de personas presenta una serie de datos empricos importantes. De gran significacin es su resultado de que, a pesar d una ligera tendencia de la gente a valorar sus ocupaciones propias y las relacionadas con ellas por encima de las de otros grupos, hay un acuerdo sustancial entre todos los estratos ocupacionales en la valoracin de las ocupaciones. Se necesitan ms investigaciones de esta clase para registrar la topografa cultural de la sociedades contemporneas. (Vaseel estudio comparado del prestigio concedido a las principales ocupaciones en seis pases industriali

    zados, titulado National comparisons of occupational prestige, por Alex Inkeles y Peter H. Rossi,en American Journal o Sociology, 1956, 61, 329-339).Vanse The participant observer in community studies, por Joseph D. Lohman, en Ame-

    ri. ni SocioIogicaJ Review, 1937, 2, 890-98, y Street Crner Society, por William F. Whyte (Chicago,l()4 3 ) . Antense las conclusiones de Why te: E s difcil para el individuo de Corneville poner ell>ir cu la escala del xito, aun en el peldao ms bajo .. . Es italiano, y los italianos son considerados por las gentes de clase alta como los inmigrantes menos deseables... la sociedad ofrece recoman m i s atractivas en dinero y bienes materiales al individuo que tiene xito . La mayor parte de losindividuos de Comerville slo pueden alcanzar esas recompensas mediante el progreso en el mundo de los rackets y de la poltica (273-74).

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    de la conducta. E l recurrir a canales legtimos para hacerse de dinero estlimitado por una estructura de clases que no est plenamente abierta en todoslos niveles para los individuos capaces.19 A pesar de nuestra persistente ideo-loga de clases abiertas,20 el avance hacia la metaxito es hasta cierto punto

    raro y en especial difcil para quienes tienen poca instruccin formal y pocosrecursos econmicos. La presin dominante empuja hacia la atenuacin gra-dual de los esfuerzos legtimos, pero en general ineficaces, y el uso crecientede expedientes ilegtimos pero ms o menos eficaces.

    La cultura tiene exigencias incompatibles para los situados en los nivelesms bajos de la estructura social. Por una parte, se les pide que orienten suconducta hacia la perspectiva de la gran riqueza cada individuo un rey ,dijeron Marden, y Camegie, y Long; y por otra, se les niegan en gran me-dida oportunidades efectivas para hacerlo de acuerdo con las instituciones.

    La consecuencia de esa incongruencia estructural es una elevada proporcinde conducta desviada. El equilibrio entre los fines culturalmente sealadosy los medios se hace muy inestable con la importancia cada vez mayor dealcanzar los fines cargados de prestigio por cualquir medio. En ese am-biente, Al Capone representa el triunfo de la inteligencia amoral sobre el fra-caso moralmente prescrito, cuando se cierran o angostan los canales de iamovilidad vertical en una sociedad que tiene en mcho a la opulencia econ-mica y al encumbramiento social para todos sus individuos.21

    Esta ltima salvedad es de importancia fundamental. Implica que hayque tener en cuenta otros aspectos de la estructura social, adems de la im-portancia extrema dada al xito pecuniario, si hemos de comprender las fuen-tes sociales de la conducta divergente. La falta de oportunidades o la exage-rada importancia pecuniaria no bastan para producir una elevada frecuenciade conducta divergente. Una estructura de clases relativamente rgida, unsistema de castas, pueden limitar las oportunidades mucho ms all del puntoque prevalece hoy en la sociedad norteamericana. Slo cuando un sistema devalores culturales exalta, virtualmente por encima de todo lo dems, ciertas

    metasxito comunes para la poblacin en general, mientras que la estructurasocial restringe rigurosamente o cierra por completo el acceso a los modosaprobados de alcanzar esas metas a una parte considerable de la misma po-blacin, se produce la conducta desviada en gran escala. Dicho de otro modo,nuestra ideologa igualitaria niega por inferencia la existencia de individuos

    19 Numerosos estudios han encontrado que la pirmide educativa funciona para impoln

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    y grupos no competidores en la persecucin del xito pecuniario. Por el con-trario, se considera aplicable a todos el mismo conjunto de smbolos del xito.Se sostiene que las metas trascienden las fronteras de clase, que no debenlimitarlas, pero la organizacin social real es de tal suerte, que existen dife-

    rencias de clase en cuanto al acceso a esas metas. En este ambiente, unavirtud cardinal norteamericana, la ambicin', fomenta un vicio cardinalnorteamericano, la conducta desviada.

    Este anlisis terico puede ayudar a explicar las correlaciones, variablesentre delincuencia y pobreza.22 La pobreza no es una variable aislada queopere exactamente de la misma manera en todas partes; no es ms que unavariable de un complejo de variables sociales y culturales reconocidamenteinterdependientes. La pobreza como tal y la consiguiente limitacin de opor-tunidades no bastan para producir una proporcin muy alta de conducta de-lictiva. Aun la notoria pobreza en medio de la abundancia no conducede manera inevitable a ese resultado. Pero cuando la pobreza y las desven-tajas que la acompaan para competir por los valores culturales aprobadospara todos los individuos de la sociedad, se enlazan con la importancia cul-tural del xito pecuniario como meta predominante, el resultado normal sonaltas proporciones de conducta delictuosa. As, las crudas (y no necesaria-mente fidedignas) estadsticas de la delincuencia indican que la pobrezatiene una correlacin ms baja con la delincuencia en la Europa sudoriental

    que en los Estados Unidos. Las posibilidades econmicas de los pobres enesas zonas europeas parecen ser menos prometedoras aun que en este pas,de manera que ni la pobreza ni su asociacin con oportunidades limitadasbastan para explicar la diferencia en las correlaciones. Pero cuando tenemosen cuenta la configuracin total pobreza, oportunidades limitadas y la asig-nacin de metas culturales, se deja ver alguna base para explicar la corre-lacin ms alta entre pobreza y delincuencia en nuestra sociedad que en otrasdonde la estructura rgida de clases va acompaada de smbolos del xito dife-rentes para las diferentes clases.

    Las vctimas de esta contradiccin entre la importancia cultural dada av la ambicin pecuniaria y los obstculos sociales para la plena oportunidad,

    no siempre tienen conocimiento de las fuentes estructurales de la frustracinde sus aspiraciones. Indudablemente, muchas veces conocen la discrepanciaentre el valor del individuo y las recompensas sociales, pero no ven necesaria-mente cmo tiene lugar eso. Los que descubren la fuente en la estructurasocial pueden sentirse extraados * de esa estructura y convertirse en candi

    22 Este esquema analtico puede servir para resolver algunas de las incongruencias aparentes

    en las relaciones entre delincuencia y posicin econmica mencionadas por P. A. Sorokin. Advierte,por ejemplo, que no en todas partes ni siempre muestran los pobres una proporcin mayor de delincuencia. . . muchos pases pobres han tenido menos delincuencia que los pases rico s. . . Al mejoramiento econmico en la segunda mitad del siglo xix y comienzos del xx no sigui el decrecimiento de la delincuencia. Vase su Confemporary SocioJogical Theores (Nueva York, 1928), 560-61.Icro el punto decisivo es que la situacin econmica baja juega un papel dinmico diferente enntru cturas sociales y culturales diferentes, como se dice en el texto. En consecuencia, no puedeoperarse una correlacin lineal entre delincuencia y pobreza.

    * En el sentido de alejados o retirados de determinadas personas, lugares o cosas, o de sentirseo declararse extraos a ella, vieja acepcin espaola que parece corresponder mejor en este uso a la

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    datos fciles a la adaptacin v (rebelin). Pero otros, y parece que son lainmensa mayora, pueden atribuir sus dificultades a fuentes ms msticas ymenos sociolgicas. Pues como Gilbert Murray, distinguido clasicista y so-cilogo a pesar suyo, observ en este respecto general, el mejor semillero

    para la supersticin es una sociedad en la que las fortunas de los hombresparecen no tener prcticamente relacin ninguna con sus mritos y esfuerzos.Una sociedad estable y bien gobernada tiende, hablando en trminos gene-rales, a garantizar que el aprendiz virtuoso e industrioso tenga xito en lavida, mientras que el aprendiz malo e indolente fracase. Y en esa sociedadla gente tiende a dar importancia a las cadenas razonables o visibles de lacausalidad. Pero [en una sociedad que padece anom ia]. . . , las virtudes ordi-narias de la diligencia, la honradez y la bondad parecen ser de poco prove-cho.23 Y en una sociedad as la gente tiende a dar importancia al misticismo:

    a las obras de la Fortuna, la Casualidad, la Suerte.En realidad, tanto el eminentemente triunfante como el eminente-

    mente fracasado de nuestra sociedad atribuyen no pocas veces el resultadoa la suerte". As, Julius Rosenwald, prspero hombre de negocios, declarque el 95 % de las grandes fortunas se deban a la suerte.24 Y una impor-tante revista de negocios, en un editorial que expona los beneficios socialesde la gran riqueza individual, crea necesario suplementar la prudencia conla suertecomo los factores que explican las grandes fortunas: Cuando un

    individuo mediante inversiones prudentes ayudadas en muchos casos, segntodos reconocemos, por la buena suerte acumula algunos millones, no nosquita con eso nada a los dems.28 De un modo muy parecido, el trabajadorexplica con frecuencia la situacin econmica por la suerte. El obrero ve entorno suyo hombres experimentados y diestros sin trabajo. Si l tiene tra-bajo, se siente afortunado. Si carece de trabajo, es vctima de la mala suerte.Ve poca relacin entre el valer y las consecuencias . 26

    Pero las referencias a las obras de la casualidad y de la suerte sirvenfunciones distintas segn las hagan individuos que llegaron o individuos que

    no llegaron a las metas culturalmente destacadas. Para el triunfante es, entrminos psicolgicos, una expresin de modestia. Est muy lejos de todaapariencia de presuncin decir, realmente, que uno tuvo suerte, y no que

    palabra inglesa alienated que enajenado o alienado, por ser stas muy equvocas debido a sus acepciones ms importantes y conocidas. [T.]

    23 Five Stages of Greek Religin, por Gilbert Murray (Nueva York, 1925), 164-5. El captulo del profesor Murray sobre Tre Failure of Nerve, del cual tom ese prrafo, sin duda debe sersituado entre los ms civilizados y penetrantes anlisis sociolgicos de nuestro tiempo.

    24 Vase la cita en una entrevista inserta en History of the Creat American Fortunes, |>iGustavus Meyers (Nueva York, 1937), 706.

    25 Nations Business, vol. 27, N? 9, pp. 8-9.20 The Unemployed M art, por E . W . Bakke (Nueva York, 19 34 ), p. 14. (E l aubiuyudo t*

    nuestro.) Bakke alude a las fuentes estructurales de la creencia en la iiucrtr cntr< los liul>n|u

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    merece por completo su buena fortuna. En trminos sociolgicos, la teorade la suerte expuesta por los triunfantes sirve la funcin dual de explicar ladiscrepancia frecuente entre el mrito y la recompensa, a la vez que se man-tiene inmune de toda crtica una estructura social que permite que esa discre-

    pancia sea frecuente. Porque si el xito es primordialmente cuestin desuerte, est totalmente en la naturaleza ciega de las cosas que sople donde-quiera y no pueda preverse cuando viene o a dnde va, y entonces induda-blemente est fuera de todo control y ocurrir en la misma medida cualquieraque sea la estructura social.

    Para los fracasados, y en particular para los fracasados que encuentranmal recompensado su mrito y su esfuerzo, la teora de la suerte sirve la fun-cin psicolgica de permitirles conservar la estimacin de s mismos ante elfracaso. Tambin puede implicar la disfuncin de reprimir la motivacinpara un esfuerzo continuado.27 Sociolgicamente, como est implcito enBakke,28 la teora puede reflejar falta de comprensin del funcionamiento delsistema social y econmico, y puede ser disfuncional en la medida en queelimine la explicacin racional de trabajar a favor de cambios estructuralesconducentes a una igualdad mayor de oportunidades y recompensas.

    Esta orientacin hacia la suerte y el riesgo, acentuada por la tensin delas aspiraciones frustradas, puede ayudarnos a explicar el marcado inters porel juego actividad institucionalmente proscrita o cuando ms tolerada y no

    a ni prescrita en ciertos estratos sociales.29filtre quienes no aplican la teora de la suerte al abismo que mediaentre el mrito o el esfuerzo y la recompensa, puede producirse una actitudindividualizada y cnica hacia la estructura social, cuyo mejor ejemplo es elclich cultural segn el cual no es lo que t sabes, sino quien t sabes,lo que cuenta.

    En sociedades como la nuestra, pues, la gran importancia cultural dadaal xito pecuniario para todos y una estructura social que limita en forma in-debida la posibilidad de recurrir prcticamente a medios aprobados, produ-cen en muchos una tensin hacia prcticas innovadoras que se apartan delas normas institucionales. Pero esta forma de adaptacin presupone que losindividuos fueron imperfectamente socializados, de modo que abandonanlos medios institucionales mientras conservan la aspiracin al xito. Peroentre quienes han interiorizado con plenitud los valores institucionales, loms probable es que una situacin parecida conduzca a una reaccin diferen-te, en la que es abandonada la meta pero persiste la conformidad con lascostumbres morales. Este tipo de reaccin requiere un examen ms detenido.

    27 En un caso extremo, puede invitar a la resignacin y la actividad rutinaria (adaptacin III)o a la pasividad fatalista (adaptacin I V ), de las que hablaremos en breve.

    28 Baldee, op. cit., 14, donde sugiere que el trabajador sabe menos acerca del proceso quo hace que triunfe, o que no tenga suerte para triunfar, que los hombres de negocios o de profesiones liberales. En consecuencia, hay muchos puntos en que los sucesos parecen tener su influjo en labuena o la mala suerte.

    20 Cf. New Haven Negro es, por R. . Warner, y Negro Politicians, por Harold F. Gosncll(Chicago, 1935), 123-5, quienes comentan en esta conexin general el gran inters en "jigar a lalotera entre los negros de peor situacin econmica

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    III. R i t u a l i s m o

    El tipo ritualista de adaptacin puede reconocerse fcilmente. Implica elabandono o la reduccin de los altos objetivos culturales del gran xito pecu-

    niario y de la rpida movilidad social a la medida en que pueda uno satisfacersus aspiraciones. Pero aunque uno rechace la obligacin cultural de procurarsalir adelante en el mundo, aunque reduzca sus horizontes, sigue respe-tando de manera casi compulsiva las normas institucionales.

    Tiene algo de argucia terminolgica el preguntar si esto representa deverdad una conducta desviada. Puesto que la adaptacin es en realidad unadecisin interna, y puesto que la conducta franca est permitida institucio-nalmente, aunque no es culturalmente preferida, no se cree por lo general

    que represente un problema social. Los amigos ntimos de los individuos quehacen esta adaptacin pueden formular juicios en relacin con las preferen-cias culturales que prevalecen y sentirse preocupados por ellos', pueden, enun caso individual, pensar que el viejo Jones est realmente en celo. Des-crbase esto como conducta desviada o no, no hay duda de que representaun alejamiento del modelo cultural en que los individuos estn obligados aesforzarse activamente, de preferencia mediante procedimientos instituciona-lizados, para avanzar y ascender en la jerarqua social.

    Esperaramos que este tipo de adaptacin fuese bastante frecuente en

    una sociedad que hace que la posicin social dependa en gran parte de loslogros del individuo. Porque, como se ha observado con frecuencia,30 estalucha competidora incesante produce una aguda ansiedad por la posicinsocial. Un recurso para mitigar esas ansiedades es rebajar en forma perma-nente el nivel de las aspiraciones. E l miedo produce inaccin, o con msexactitud, accin rutinizada.31

    El sndrome del ritualista social es tan familiar como instructivo. Su filo-sofa implcita de la vida encuentra expresin en una serie de clichs culturales: No me afano por nada, juego sobre seguro, estoy contento conlo que tengo, no .aspires a demasiado y no tendrs desengaos. El temaentretejido en esas actitudes es que las ambiciones grandes exponen a unoal desengao y al peligro, mientras que las aspiraciones modestas dan satis-faccin y seguridad. Es una reaccin a una situacin que parece amenazadoray suscita desconfianza. Es la actitud implcita entre los trabajadores queregulan cuidadosamente su produccin por una cuota constante en una organizacin industrial donde tienen ocasin para temer que sern sealadospor el personal de la gerencia y que suceder algo si su produccin sube

    o baja.32 Es la perspectiva del empleado amedrentado, del burcrata celosa30 Vanse, por ejemplo, Modern conceptons of psychiatry, por H. S. Sullivan, en Psychiatry,

    1940, 3, 111-12: And Keep Your Powdedrv, por Margaret Mead (Nueva York, 1942), captulo vil;Mass Persuasin, por Merton, Fiske y Curts, 59-60.

    31 T h e fear of action, por P. Janet, Jou rnal o f Abnormal Psychology, 1921, 16, 150-60, y elextraordinario estudio de F. L. Wells: Social Maladjustments: adaptive regresin, op. cit., que j c relaciona estrechamente con el tipo de adaptacin examinado aqu.

    32 Management and the Worker, por F . J. Roethlisberger y W . J. Dickson, captulo 18 y 531 ss.;y sobre el tema ms general, las observaciones perspicaces de Gilbert Murray, op . cif., 138-39.

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    IV. R e t r a i m i e n t o

    As como la adaptacin I (conformidad) sigue siendo la ms frecuente, laadaptacin IV (rechazo de las metas culturales y de los medios institucio-

    nales) es tal vez la menos comn. Los individuos que se adaptan (o semaladaptan) de esta manera, estrictamente hablando, estn en la sociedadpero no son de ella. Para la sociologa, stos son los verdaderos extraos.Como no comparten la tabla comn de valores, pueden contarse entre losmiembros de la sociedad (a diferencia de la poblacin) slo en un sentidoficticio. A esta categora pertenecen algunas actividades adaptativas de lospsicticos, los egotistas, los parias, los proscritos, los errabundos, los vagabun-dos, los vagos, los borrachos crnicos y los drogadictos/7 Renunciaron a lasmetas culturalmente prescritas y su conducta no se ajusta a las normas insti-tucionales. No quiere esto decir que en algunos casos la fuente de su modode adaptacin no sea la misma estructura social que en realidad rechazaron,ni que su misma existencia dentro de una zona 110 constituya un problemapara los individuos de la sociedad.

    Desde el punto de vista de sus fuentes en la estructura social, es muyprobable que este modo de adaptacin tenga lugar cuando tanto las metasculturales como las prcticas institucionales han sido completamente asimi-ladas por el individuo e impregnadas de afecto y de altos valores, pero las vas

    institucionales accesibles no conducen al xito. De esto resulta un dobleconflicto: la obligacin moral interiorizada de adoptar los medios institucio-nales entra en conflicto con las presiones para recurrir a medios ilcitos (quepueden alcanzar la meta) y el individuo no puede acudir a medios que seana la vez legtimos y eficaces. Se mantiene el sistema competitivo, pero losindividuos frustrados u obstaculizados que no pueden luchar con dicho sis-tema se retraen. E l derrotismo, el quietismo y la resignacin se manifiestanen mecanismos de escape que en ltima instancia los llevan a escapar d-las exigencias de la sociedad. Esto es, pues, un expediente que nace del

    fracaso continuado para acercarse a la meta por procedimientos legtimos, yde la incapacidad para usar el camino ilegtimo a causa de las prohibicionesinteriorizadas; y este proceso tiene lugar mientras no se renuncia al valorsupremo de la metaxito. El conflicto se resuelve abandonando ambos ele-mentos precipitantes: metas y medios. El escape es completo, se elimina elconflicto y el individuo queda asocializado.

    En la vida pblica y ceremonial, este tipo de conducta desviada es con-denada ms de corazn por los representantes tradicionales de la sociedad.En contraste con el conformista, que mantiene en funcionamiento las ruedassociales, este desviado es un riesgo improductivo; en contraste con el innova

    37 Evidentemente, sta es una exposicin dptica. Esos individuos pueden retener alguna orientacin hacia los valores de sus agrupaciones dentro de la sociedad ms amplia o, de vez en cuando, hacia los valores de la sociedad tradicional. Pueden, en otras palabras, pasar a otros modos de adaptacin. Pero la adaptacin IV puede descubrirse fcilmente. La exposicin que hace Neis Andcrson d< la conducta y actitudes del sablista, por ejemplo, pueden refundirse fcilmente en trminos denuestro sistema analtico. Vcase The Hobo (Chicago, 1923), 93 98 ct passim.

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    ESTRUCTURA SOCIAL Y ANOMIA 163

    dor, que por lo menos es listo y se esfuerza activamente, no ve valor en lametaxito que la cultura tanto estima; en contraste con el ritualista, que porlo menos se ajusta a las costumbres, da poca atencin a las prcticas insti-tucionales.

    Y la sociedad no acepta a la ligera ese rechazo de sus valores, ya quehacerlo sera ponerlos en duda. Los que abandonaron la bsqueda del xitoson perseguidos incesantemente hasta sus guaridas por una sociedad queinsiste en que todos sus individuos se orienten hacia el esfuerzo por el xito.As, en el corazn de la Hobohemia de Chicago estn los puestos de librosllenos de mercancas destinadas a revitalizar las aspiraciones muertas.

    La Librera de la Costa de Oro est en el stano de una vieja residencia, cons-truida en un entrante de la calle y ahora comprimida entre dos edificios de nego-cios. El espacio de delante est lleno de puestos y de anuncios y carteles llamativos.

    Los carteles anuncian libros que llamen la atencin de los transentes. Unodice: . . . Miles de individuos pasan por aqu todos los das, pero la mayora deellos no triunfaron financieramente. No estn nunca ms de dos pasos por delantede los individuos harapientos. En vez de eso, debieran ser ms audaces y atrevi-dos. Adelntese al juego, antes de que la vejez lo debilite y lo arroje al mon-tn de chatarra de las ruinas humanas. Si quiere usted escapar a ese mal destinoel destino de la inmensa mayora de los hombres venga y llvese un ejemplarde The Law of Financial Success. Meter en su cabeza algunas ideas nuevas y lepondr en el camino real del xito. 35 centavos.

    Siempre hay individuos que remolonean por delante de los puestos, pero ratavez compran. Para el vagabundo el xito es caro aun a treinta y cinco centavos.38

    Pero si el extraviado es un condenado en la vida real, puede convertirseen una fuente de placer en la vida de la fantasa. As, Kardiner expuso laidea de que esas figuras del folklore y la cultura popular contemporneosrefuerzan la moral y la estimacin de s mismo por el espectculo del indi-viduo que rechaza los ideales actuales y manifiesta desprecio por ellos. En elcine el prototipo es, naturalmente, el vagabundo de Charlie Chaplin,

    un don nadie que est muy enterado de su propia insignificancia. Siempre elblanco de las burlas de un mundo enloquecido y extraviado en el que no tienelugar y del que siempre escapa en su resignacin de no hacer nada. Est a salvo deconflicto porque ha abandonado la bsqueda de seguridad y de prestigio y se resigna,/ no tener ningn derecho a la virtud o a la distincin. [Retrato caractcrolgicoexacto de la adaptacin IV.] En el mundo siempre se ve arrollado por accidente,cu todas partes encuentra la maldad y agresin al dbil e indefenso, sin

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    a una resignacin sin esperanza de realizarlas. El vagabundo de Chaplin es ungran alivio, pues se deleita, cuando quiere, en su habilidad de ser ms listo que lasfuerzas perniciosas enfiladas contra l, y proporciona a todo hombre la satisfaccinde sentir que la soledad, como ltima forma de escapar de las metas sociales, es unacto de seleccin y no un sntoma de derrota. El Ratn Miguelito es la continua-

    cin de la leyenda de Chaplin.89

    Este cuarto modo de adaptacin es, pues, el del socialmente deshere-dado, quien, si no recibe ninguna de las recompensas que la sociedad ofrece,tambin sufre pocas de las frustraciones que acompaan a la busca constantede esas recompensas. Es, adems, un modo privado y no colectivo de adapta-cin. Aunque los individuos que presentan esta conducta divergente puedengravitar hacia centros en los que entran en contacto con otros desviados, yaunque pueden llegar a participar en la subcultura de los grupos divergentes,

    sus adaptaciones son en gran parte privadas y aisladas, y no estn unificadasbajo la gida de un cdigo cultural nuevo. Queda por estudiar el tipo deadaptacin colectiva.

    V . R e b e l i n

    Esta adaptacin lleva a los individuos que estn fuera de la estructura socialambiente a pensar y tratar de poner en existencia una estructura social nueva,es decir, muy modificada. Supone el extraamiento de las metas y las normas

    existentes, que son consideradas como puramente arbitrarias. Y lo arbitrarioes precisamente lo que no puede exigir fidelidad ni posee legitimidad, por-que lo mismo podra ser de otra manera. En nuestra sociedad, es manifies-to que los movimientos organizados de rebelin tratan de introducir unaestructura social en la que las normas culturales de xito seran radicalmentemodificadas y se adoptaran provisiones para una correspondencia ms es-trecha entre el mrito, el esfuerzo y la recompensa.

    Pero antes de examinar la rebelin como up modo de adaptacin,debemos distinguirla de un tipo superficialmente anlogo pero diferente en

    esencia: el resentimiento. Usado en un sentido tcnico especial por Nietzche,el concepto de resentimiento fue adoptado y desarrollado sociolgicamentepor Max Scheler.40 En este sentimiento complejo se engranan tres elemen-tos. Primero, sentimientos difusos de odio, envidia y hostilidad; segundo, Jasensacin de impotencia para expresar esos sentimientos activamente contra

    3 Las fronteras psicolgicas de la sociedad, por Abram Kardiner (Mxico, F. de C. E., 1955), pp. 41 7-8. (E l subrayado es nuestro.)

    40 Lhome du ressentiment, por Max Scheler (Pars, s. a.). Este ensayo apareci por primeravez en 1912; revisado y completado fue incluido en Abhandlungen und Au fsa tze, de Scheler, y despus apareci en su Vom Umstuiz der W erk e (1 9 1 9 ). Este ltimo texto es el que se us para latraduccin francesa. Tuvo considerable influencia en diferentes crculos intelectuales. Para unexcelente y bien equilibrado estudio del ensayo de Scheler, que indica algunas de sus limitaciones y prejuicios, los aspectos en que anticip las concepciones nazis, su orientacin antidemocrtica y, almismo tiempo, sus ideas de vez en cuando brillantes, vase Schelers thcory of sympathy and love, por V. J. McGill, en Philosopby and Phenomenological Research, 1942, 2, 27 3-91. Para otra exposicin crtica, que enjuicia apropiadamente la opinin de Scheler de q*ic la estructura social slo juega un papel secundario en el resentimiento, vase Mora] indignaron and MiddlcClass Psychology:A Sociolgica] Study, por Svend Ranulf (Copcnague, 1938), 199-204.

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    la persona o estrato social que los suscita; y tercero, el sentimiento constantede esa hostilidad impotente.41 El punto esencial que distingue el resenti-mientode la rebelin es que aqul no implica un verdadero cambio de valores.El resentimiento comprende siempre un tipo de uvas verdes, que afirmameramente que los objetivos deseados pero inaccesibles en realidad no encar-nan los valores estimados. Despus de todo, la zorra de la fbula no diceque renuncie por su propio gusto a las uvas maduras; dice slo que aquellasuvas precisamente no estn maduras. La rebelin, por otra parte, implicauna verdadera transvaloracin, en la que la experiencia directa o vicaria de lafrustracin lleva a la acusacin plena contra los valores anteriormente esti-mados. La zorra rebelde se limita a renunciar al gusto general por las uvasmaduras. En el resentimiento condena uno lo que anhela en secreto; en larebelin, condena el anhelo mismo. Pero aunque son dos cosas diferentes,

    la rebelin organizada puede aprovechar un vasto depsito de resentidos ydescontentos a medida que se agudizan las dislocaciones institucionales.Cuando se considera el sistema institucional como la barrera para la

    satisfaccin de objetivos legitimizados, est montada la escena para la rebe-lin como reaccin adaptativa. Para pasar a la accin poltica organizada,no slo hay que negar la fidelidad a la estructura social vigente, sino que hayque trasladarla a grupos nuevos posedos por un mito nuevo.42 La funcindual del mito es situar la fuente de las frustraciones en gran escala en la es-tructura social y pintar otra estructura de la que se supone que no dar lugar

    a la frustracin de los individuos meritorios. Es una carta o ttulo para laaccin. En este contexto, las funciones del contramito de los conservadoresbrevemente esbozado en la primera seccin de este captulo se hace msclaro: sea cual fuese la fuente de la frustracin de las masas, no hay quebuscarla en la estructura bsica de la sociedad. El mito conservador puedeafirmar, pues, que las frustraciones estn en la naturaleza de las cosas yocurrirn en cualquier sistema social: El desempleo peridico de masas y lascrisis de los negocios no pueden suprimirse mediante la legislacin; es exacta-mente como una persona que se siente bien un da y mal al da siguiente.43O, si no la teora de la inevitabilidad, s la del ajuste gradual y muy poco apoco: Algunos cambios ac y all, y las cosas marcharn todo lo bien queprobablemente pueden marchar. O la teora que desva la hostilidad de laestructura social y la enfoca contra el individuo que es un fracaso, ya querealmente en este pas todo individuo consigue lo que se propone.

    Los mitos de la rebelin y del conservadurismo trabajan ambos a f.ivoide un monopolio de la imaginacin que trata de definir la situacin cu talestrminos que muevan al frustrado hacia la adaptacin V o a apartarse de

    ella. Es sobre todo el renegado quien, aunque tenga xito, renuncia a losvalores vigentes, que se convierten en el blanco de la mayor hostilidad por

    41 Scheler, op. cit., 55-6. Ninguna palabra inglesa reproduce plenamente el complejo de elementos que abarca la palabra resentimiento; la que ms se le acerca en alemn parece que es gioll.

    42 The Process o Revol ut i on, por George S. Pcttee (Nueva York, 1933), 8-24; vase particularmente su exposicin del monopolio de la imaginacin .

    48 Midcilctown in Transifjon, por R. S. y H. M. Lynd (Nueva York, 1937), 408, donde aparece una serie de clichs culturales que son ejemplos del mito conservador.

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    parte de quienes estn en rebelin. Porque no slo pone en duda los valoresen cuestin, como hace el extrao al grupo, sino que l mismo significaque se ha roto la unidad del grupo.44 Pero, como se ha sealado con tantafrecuencia, son tpicamente individuos de una clase en ascenso, y no los estra-tos ms deprimidos, quienes organizan al resentido y al rebelde en un grupo

    revolucionario.

    L a t e n d e n c i a a l a a n o m i a

    La estructura social que hemos examinado produce una tendencia hacia laanomia y la conducta divergente. La presin de semejante orden social sedirige a vencer a los competidores. Mientras los sentimientos que dan apoyoa este sistema competitivo estn distribuidos por todo el campo de activi-dades y no se limiten al resultado final del xito, la eleccin de mediospermanecer en gran parte dentro del mbito del control institucional. Perocuando la importancia cultural pasa de las satisfacciones derivadas de la com-petencia misma a un inters casi exclusivo por el resultado, la tendenciaresultante favorece la destruccin de la estructura reguladora. Con esta ate-nuacin de los controles institucionales, tiene lugar una aproximacin a lasituacin que los filsofos utilitarios consideran errneamente tpica de la so-ciedad, situacin en la que clculos de la ventaja personal y el miedo al cas-tigo son las nicas agencias reguladoras.

    Esta tendencia hacia la anomia no opera igualmente en toda la sociedad.En el presente anlisis se han hecho algunos intentos para sealar los estratosms vulnerables a las presiones hacia la conducta divergente y descubrir algu-nos de los mecanismos que operan para producir osas presiones. A fin desimplificar el problema, se tom el xito monetario como el principal obje-tivo cultural, aunque hay, naturalmente, otros objetivos en el almacn devalores comunes. Los campos de los logros intelectuales y artsticos, por ejem-plo, proporcionan tipos de carreras que pueden no implicar grandes recom-pensas pecuniarias. En la medida en que la estructura cultural atribuye pres-

    tigio a esas carreras y la estructura social permite el acceso a ellas, el sistemaest un tanto estabilizado. Los divergentes potenciales aun pueden mostrarseconformes con esos conjuntos de valores.

    Pero subsisten las tendencias centrales hacia la anomia, y hacia ellasllama particularmente la atencin el sistema analtico que aqu se expone.

    E l p a p e l d e l a f a m i l ia

    Hay que decir unas palabras finales para agrupar las implicaciones esparcidaspor todo el discurso que precede relativas al papel que representan la familiaen los tipos de conducta divergente.

    La familia es, desde luego, la principal cadena de trasmisin para ladifusin de las normas culturales a las generaciones nuevas. Pero lo que pas

    44 Vanse las agudas observaciones de George Simmel en su Soziologic (Leipzig, 1908), 276-7.

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    inavertido hasta muy recientemente es que la familia trasmite en gran parteaquella parte de la cultura que es accesible al estrato social y a los gruposen que se encuentran los padres. Es, por lo tanto, un mecanismo para disci-plinar al nio en relacin con las metas culturales y las costumbres caracters-ticas de este estrecho margen de grupos. Y la socializacin no se constrie ala preparacin y la disciplina directas. El proceso es, por lo menos en parte,inadvertido. Completamente aparte de las admoniciones, los premios y loscastigos directos, el nio est expuesto a la influencia de prototipos socialesen la conducta diariamente observada y en las conversaciones casuales delos padres. No pocas veces, los nios descubren y asimilan uniformidadesculturales aun cuando estn implcitas y no hayan sido reducidas a reglas.

    Las normas del lenguaje proporcionan la prueba ms impresionante,fcilmente observable de una manera clnica, de que los nios, en el proceso

    de socializacin, descubren uniformidades que no fueron explcitamente for-muladas para ellos por los mayores o los contemporneos ni lo son por losnios mismos. Los errores persistentes de lenguaje entre los nios son muyinstructivos. As, el nio usar espontneamente palabras como ratones odineros aunque no haya odo nunca esas palabras ni se le hayan enseado ulas reglas de formacin de los plurales. O crear palabras como cado,corrido, chamuscado, golpeado, aunque a la edad de tres aos no sele hayan enseado las reglas de la conjugacin. O dir que un manjar esmejor que otro, o quizs, mediante una extensin lgica, diga que es bue

    nsimo. Evidentemente, descubri por s mismo los modelos implcitospara expresar la pluralidad o para la conjugacin de los verbos, o la declina-cin de los adjetivos. Lo atestiguan el carcter mismo de sus errores y lamala aplicacin de los modelos.45

    Puede inferirse a modo de ensayo que el nio est tambin laboriosa-mente ocupado en descubrir y actuar de acuerdo con ellos los paradigmasimplcitos de valoracin cultural, de jerarquizacin de las personas y las cosas,y de concepcin de objetivos estimables, as como en asimilar la orientacincultural explcita manifiesta en una corriente sin fin de rdenes, explicacionesy exhortaciones de los padres. Parece que, adems de las importantes investi-gaciones de las psicologas profundas en el proceso de socializacin, se nece-sitan tipos suplementarios de observacin directa de la difusin cultural dentrode la familia. Muy bien puede ocurrir que el nio retenga el paradigma im-plcito de valores culturales descubierto en la conducta diaria de sus padres,aun cuando esa conducta discrepe de sus consejos y exhortaciones explcitos.

    La proyeccin de las ambiciones paternas en el nio tienen tambinfundamental importancia para el asunto de que tratamos. Como es bien

    sabido, muchos padres enfrentados con el fracaso personal o con un 'xito''limitado, pueden negar importancia a su objetivo originario v concnleia iotro, y quizs aplazar los esfuerzos nuevos para conseguirlo, tratmdo de alcanzarlo vicariamente mediante sus hijos. Es frecuente el caso del padre

    45 Psychology o Ear/y Childhood, por W . Stcrn (Nueva York, 1 92 4) , donde en la p 166 seseala el hecho de tales errores (por ejemplo, ancl por anduvo), pero no se sacan inferencias rela;tivas al descubrimiento de los paradigmas implcitos.

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    o la madre que espera que su hijo llegue a alturas a donde l o ella 110pudo llegar.46 E n una investigacin reciente sobre la organizacin social decolonias residenciales pblicas, encontramos en negros y blancos de nivelesocupacionales bajos una proporcin importante que aspiraban a dar a sushijos una carrera profesional.47 Si confirmasen este resultado nuevas inves-

    tigaciones, tendr gran importancia para el problema de que tratamos. Por-que si se generaliza la proyeccin compensatoria de la ambicin paterna enlos hijos, sern precisamente los padres menos capaces de proporcionar a sushijos acceso libre a las oportunidades los fracasados y los frustradoslos que ejercern mayor presin sobre sus hijos para que lleguen a experi-mentar triunfos importantes. Y este sndrome de aspiraciones elevadas y delimitadas oportunidades reales es, como hemos visto, lo que incita a laconducta divergente. Esto indica claramente la necesidad de investigacionesenfocadas sobre la formacin de metas ocupacionales en los diferentes estra-tos sociales si ha de comprenderse desde las perspectivas de nuestro sistemaanaltico el papel inadvertido de la disciplina familiar en la conducta diver-gente.

    O b s e r v a c i o n e s f i n a l e s

    Parece manifiesto que el estudio que antecede no est hecho sobre un planomoralista. Cualesquiera que sean los sentimientos del lector relativos a la

    conveniencia de coordinar los aspectos de objetivos y medios de la estructurasocial, es evidente que la coordinacin imperfecta de unos y otros conducea la anomia. En la medida en que una de las funciones ms generales de laestructura social es suministrar una base para la predecibilidad y la regulari-dad de la conducta social, se hace cada vez ms limitada en su eficacia amedida que se disocian los elementos de la estructura social. En el puntoextremo, la predecibilidad se reduce al mnimo y sobreviene lo que puedellamarse apropiadamente anomia o caos cultural.

    Este ensayo sobre las fuentes estructurales de la conducta divergente

    sigue siendo slo un preludio. No abarca el tratamiento detallado de los ele-mentos estructurales que predisponen a una ms que a otra de las diferentesreacciones abiertas a los individuos que viven en una estructura social malequilibrada; olvid en gran parte, pero no la neg, la importancia de los pro-cesos psicolgicosociales que determinan la incidencia especfica de las reac-ciones; slo brevemente examin las funciones sociales que desempea laconducta divergente; y no someti el poder explicativo del sistema analticoa una plena comprobacin emprica determinando las variaciones de los gru-pos en conducta divergente y conducta conformista; no hizo ms que tocar laconducta rebelde que trata de rehacer la estructura social.

    Sugerimos que esos problemas y los relacionados con ellos pueden serprovechosamente analizados mediante el uso de este sistema.

    168 ESTUDIOS SOBRE ESTRUC TUR A SOCIAL Y CULTURAL

    46 Explorafions in Personality, por H. A. Murray y otros, 307.47 De Patterns of Social Life estudio de la organizacin social de comunidades planeadas por