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CAPÍTULO 1- LA TRADICIÓN NO ESCRITA En este capítulo vamos a afrontar una cuestión fundamental, de la que dependen todas las demás: ¿existe para el teólogo alguna instancia normativa distinta de la Escritura? En realidad, la pregunta por la norma de lo cristiano surge tan pronto como desaparecen los testigos oculares de la resurrección de Jesús, pero se va a hacer acuciante cuando, a mediados del siglo II aparezcan concepciones del cristianismo tan diferentes entre sí que no puedan coexistir en el seno de la misma comunidad. Es entonces cuando va a comenzar una reflexión sobre las normas de lo cristiano que, con mayor o menor intensidad ha llegado a nuestros días. Además de la Sagrada Escritura nos vincula a Jesús la gran tradición de la Iglesia. 1. Ireneo de Lyon Ireneo de Lyon (140-202) utilizará el término parádosis en las duras polémicas que mantuvo contra los gnósticos, y que quedarán reflejadas en su obra Adversus haereses, donde trata de refutar la gnosis. Los gnósticos decían que no puede hallar la verdad en las Escrituras quien ignora la tradición, porque la verdad no se ha transmitido por escrito, sino de viva voz. Ireneo aceptará la función hermenéutica de la tradición pero su concepto de la misma difiere del de los gnósticos puesto que, según Ireneo, la tradición gnóstica arranca de los cabezas de fila de cada escuela, es decir, del capricho interpretativo de cada líder sectario. Por el contrario, Ireneo apelará a “la tradición que proviene de los Apóstoles y que se conserva en las iglesias por las sucesiones de los presbíteros”. Esta tradición cristiana tiene seis características fundamentales: es apostólica, pública, ministerial, espiritual, portadora de la verdad y oral.

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CAPTULO 1- LA TRADICIN NO ESCRITAEn este captulo vamos a afrontar una cuestin fundamental, de la que dependen todas las dems: existe para el telogo alguna instancia normativa distinta de la Escritura? En realidad, la pregunta por la norma de lo cristiano surge tan pronto como desaparecen los testigos oculares de la resurreccin de Jess, pero se va a hacer acuciante cuando, a mediados del siglo II aparezcan concepciones del cristianismo tan diferentes entre s que no puedan coexistir en el seno de la misma comunidad. Es entonces cuando va a comenzar una reflexin sobre las normas de lo cristiano que, con mayor o menor intensidad ha llegado a nuestros das. Adems de la Sagrada Escritura nos vincula a Jess la gran tradicin de la Iglesia.

1. Ireneo de LyonIreneo de Lyon (140-202) utilizar el trmino pardosis en las duras polmicas que mantuvo contra los gnsticos, y que quedarn reflejadas en su obra Adversus haereses, donde trata de refutar la gnosis. Los gnsticos decan que no puede hallar la verdad en las Escrituras quien ignora la tradicin, porque la verdad no se ha transmitido por escrito, sino de viva voz. Ireneo aceptar la funcin hermenutica de la tradicin pero su concepto de la misma difiere del de los gnsticos puesto que, segn Ireneo, la tradicin gnstica arranca de los cabezas de fila de cada escuela, es decir, del capricho interpretativo de cada lder sectario. Por el contrario, Ireneo apelar a la tradicin que proviene de los Apstoles y que se conserva en las iglesias por las sucesiones de los presbteros. Esta tradicin cristiana tiene seis caractersticas fundamentales: es apostlica, pblica, ministerial, espiritual, portadora de la verdad y oral. Pues bien, es en las tres primeras caractersticas donde van a darse fuertes discrepancias entre Ireneo y los gnsticos. Con respecto al carcter pblico de la tradicin, los gnsticos reconocen la existencia de una tradicin pblica y aceptan su valor para el cristiano vulgar. Lo que niegan es que el contenido de esa tradicin represente la esencia del cristianismo, la revelacin caracterstica del evangelio. La presuposicin de la que parten los gnsticos es de que existe una Tradicin secreta que transmite el mensaje esencial del evangelio y que ofrece la clave para la interpretacin espiritual de la Escritura. Era la gnstica una espiritualidad claramente elitista, reservada a unos pocos elegidos. Sin embargo, Ireneo negar toda plausibilidad a esta hiptesis, argumentando que si los Apstoles hubiesen conocido misterios secretos que enseaban en privado a los perfectos, los habran transmitido ante todo a aquellos a quienes confiaban las mismas iglesias, cosa que no hicieron.Por otra parte, con respecto al carcter apostlico de la tradicin, a juicio de Ireneo, es la continuidad histrica en el ministerio la que garantiza la apostolicidad de la doctrina. De ah que sus esfuerzos se van a dirigir a probar la existencia de tal sucesin en la Iglesia catlica y su inexistencia en las sectas herticas. Ireneo considera, en definitiva, que una iglesia es apostlica si entronca histricamente con los Apstoles, cosa que no sucede en ningn caso en las sectas gnsticas.No contento con negar apostolicidad a la doctrina gnstica por su falta de continuidad histrica, dedicar los tres ltimos libros de su obra a probar desde la Escritura la verdad de la doctrina catlica y la falsedad de la gnstica. En definitiva, Ireneo dir que la gran Tradicin es normativa para todas las comunidades; no hay contradiccin entre Escritura y Tradicin. Para los gnsticos, la principal funcin de la Tradicin con respecto a la Escritura es la funcin hermenutica. Es la Tradicin la que nos permite descubrir en la Escritura su sentido espiritual. Ireneo no tiene ningn inconveniente en atribuir a la Tradicin una funcin hermenutica. Pero discrepa de los gnsticos al menos en estos dos puntos: a) en que habla de la tradicin pblica, no de la secreta; b) en que concibe de distinto modo esta funcin hermenutica. Para los gnsticos, la funcin hermenutica de la tradicin es esencialmente positiva: nos da la clave para descubrir el sentido ltimo de la Escritura. Para Ireneo es ms bien negativa: nos ofrece unas verdades fundamentales que nos permiten excluir como falsa toda interpretacin de la Escritura que se oponga a ellas. Compara la Escritura con un mosaico. La Tradicin o canon de la verdad nos ofrece las lneas maestras de este mosaico y nos permite rechazar toda interpretacin de los textos bblicos que d como resultado una figura distinta de la ofrecida por la Tradicin. La fe es creer, no crear.

2. Tertuliano Escribi De praescriptione haereticorum (c. 198) como un intento de contrarrestar la seduccin que ejercen las herejas sobre los fieles. No trata de refutar las herejas recurriendo directamente a la Escritura, sino a otros criterios que le parecen ms convincentes, puesto que al fin y al cabo interpretaciones de la Escritura pueden darse muchas. La hereja tiene capacidad para seducir con fuerza incluso a los hombres ms notables e inteligentes y expandirse espectacularmente, pero esto no demostrara en absoluto su verdad. Tertuliano dir, en primer lugar, que la verdadera doctrina cristiana es la que procede de Cristo por medio de los Apstoles y, en segundo lugar, afirmar que aunque el vigor fuera criterio de verdad, la expansin numrica no sera necesariamente prueba de vigor porque slo al Hijo de Dios le est reservado el permanecer sin pecado. Todos los dems, son, de una u otra manera, dbiles. Por tanto, su adhesin a una doctrina no prueba ni el vigor ni la verdad de esa doctrina. No es la presunta calidad de las personas que se adhieren a una doctrina la que prueba la verdad de esa doctrina. Es la verdad de la doctrina la que pone de manifiesto la autntica calidad de las personas que la aceptan o rechazan. Tertuliano se pregunta si es cristiano el investigar, el buscar de manera permanente. A su juicio, los herejes han cado en el error por no haberse limitado a acoger con fe la doctrina enseada por Cristo. Despus de encontrar a Cristo, han seguido buscando. Se han tomado la libertad de elegir otras doctrinas y han contaminado la doctrina divina con doctrinas humanas. Han creado un cristianismo estoico, platnico o aristotlico. All ellos! A nosotros nos basta con Cristo y con su evangelio.Tertuliano dir tambin que la doctrina de las iglesias apostlicas es la norma del cristiano. Rechazar enrgicamente el recurso a la Escritura como medio para dilucidar cul de las dos comunidades es la autnticamente cristiana; en primer lugar porque lo ha prohibido San Pablo y en segundo lugar porque la experiencia le ha demostrado que los herejes alteran el texto o fuerzan su sentido para acomodarlo a sus doctrinas. En lugar de eso, Tertuliano considera que antes de utilizar la Escritura para dirimir una controversia entre grupos contendientes hay que preguntar quin tiene derecho a utilizarla, es decir, quin es su legtimo propietario (argumento de prescripcin). Para responder a esta pregunta, construye una demostracin en toda regla en tres premisas fundamentales: como premisa fundamental, dir que el legtimo propietario de la Escritura es el que posee la doctrina propia de la Escritura; como segunda premisa fundamental establecer que sin recurrir a la Escritura se puede saber quin posee la doctrina propia de la Escritura. Para lograrlo hay que recordar que la doctrina cristiana es una doctrina revelada transmitida por personas a las que se ha confiado esta tarea. La tercera premisa fundamental es que all donde se encuentre la verdadera doctrina cristiana se encontrar tambin el texto autntico de la Biblia y la correcta interpretacin del mismo. La doctrina cristiana ha sido revelada por Cristo y transmitida por los Apstoles despus de la ascensin a las iglesias fundadas por ellos. De donde se sigue que no podemos aceptar ms maestros que los constituidos por Cristo los Apstoles- ni podemos aceptar ms doctrina que la conservada en las iglesias fundadas por ellos las iglesias apostlicas-. Adems Tertuliano intenta demostrar que es su comunidad y no la hertica la que tiene la doctrina de las iglesias apostlicas aadiendo una nueva premisa: estamos en comunin con las iglesias apostlicas y ninguna de las comunidades con doctrina distinta de la nuestra lo est. Los herejes propusieron tres objeciones contra las argumentaciones de Tertuliano: la primera objecin cuestiona la idoneidad de los Apstoles para transmitir la doctrina de Cristo (pues eran incultos, abandonaron al Seor, se pelearon entre ellos, etc.); la segunda objecin afirma que de los Apstoles proceden dos tradiciones: una pblica para el vulgo y otra secreta para los iniciados; la tercera objecin cuestiona la idoneidad de las iglesias apostlicas para recoger y transmitir la enseanza de los Apstoles (parece avalar esta hiptesis el que Pablo haya tenido que reprender a glatas y corintios).Tertuliano dir que lo verdaderamente cristiano es lo transmitido desde el comienzo del cristianismo y todo lo introducido despus, es extrao y espurio. Las doctrinas de los herejes no proceden de la poca apostlica, sino que han sido introducidas despus, luego no son cristianas. Los creadores de esas herejas son Marcin, Valentn, Apeles, Nigidio y Hermgenes y ni sus comunidades ni sus doctrinas se remontan a la era apostlica.Tertuliano desaprueba adems la conducta de los herejes y su praxis eclesial: no distinguen entre catecmenos y fieles ni entre creyentes y paganos; a las mujeres les permiten ensear, exorcizar y aun tal vez bautizar, etc.

3. Vicente de Lerins Escribi una obra titulada Conmonitorium el ao 434, tres aos despus del Concilio de feso. Han pasado ya ms de dos siglos dese la poca de Tertuliano y, sin embargo, siguen pululando las herejas (Novaciano, Sabelio, Donato, Arrio, Apolinar, Pelagio, etc, son nombres citados por Vicente.) Lo que l anda buscando, ante tantas herejas, es una norma segura, general y ordinaria para distinguir la verdad del error. El principio fundamental del Conmonitorium es que para distinguir la verdad del error existen dos medios: la autoridad de la Ley divina y la tradicin de la Iglesia Catlica. Esta afirmacin no supone la insuficiencia material de la Escritura, de la que Vicente afirma explcitamente su suficiencia, pero aadir que su misma profundidad ha dado origen a interpretaciones muy diversas, incluso herticas. Por ello es necesario utilizar como criterio seguro de interpretacin el sentir de la Iglesia Catlica.Establecido este principio fundamental, se requiere todava una criteriologa especfica para distinguir el sentir de la Iglesia Catlica del que no lo es, porque no todos lo que han sostenido los catlicos, ni siquiera los obispos, debe ser tenido por el sentir de la Iglesia Catlica. Lo propiamente catlico es lo universal, esto es, lo que ha sido credo en todas partes, siempre y por todos. Es su famoso canon.Se ha discutido si el canon ofrece tres criterios distintos o solo uno: la catolicidad en el espacio y el tiempo. Sin embargo, el anlisis de la obra demuestra que los considera como criterios distintos en la medida en que la utilizacin de uno u otro criterio depende de situaciones eclesiales distintas. La primera situacin se da cuando una pequea parte de la Iglesia se separa de la fe comn del resto de la Iglesia universal. En este caso se aplica el criterio de la universalidad, que consiste en preferir la fe del cuerpo sano a la del miembro infectado (este caso se dio en el ejemplo del donatismo, localizado en frica. Slo conservaron la fe catlica los que prefirieron la fe de la Iglesia universal a la de una iglesia regional.) Pero puede suceder es la segunda situacin- que una infeccin reciente se extienda ampliamente por todo el cuerpo de la Iglesia. En este caso, no se podra aplicar el criterio anterior por la gran extensin de la infeccin. Se aplicar el criterio de la antigedad, que consiste en preferir la doctrina antigua a la nueva. Se considerar infectada la parte del cuerpo invadida por una doctrina nueva y sana la parte que permanece fiel a la doctrina del pasado. (Un ejemplo claro lo ofreci la hereja arriana, nacida en Oriente, que se extendi por toda la Iglesia y dividi a los obispos, creando gran confusin. El nico criterio seguro fue la fe del pasado frente a la novedad de la hereja.)Finalmente puede ocurrir es la tercera situacin- que, al remontarnos al pasado en busca de la verdadera doctrina, nos encontremos con que tambin en el pasado estuvo mezclado el error con la verdad en algunas personas o iglesias. En este caso tendremos que aplicar el criterio del consenso, que consiste en preferir la doctrina de los concilios ecumnicos a las opiniones personales. Si ningn concilio ha definido nada acerca del punto en litigio, se acudir a los que, por haber permanecido en comunin de fe con la Iglesia Catlica, han sido considerados maestros acreditados. Y se tendr por doctrina de fe no lo que uno o varios de ellos, sino lo que todos juntos han credo y enseado unnime, abierta y continuamente. (Propone como contraejemplo histrico a los donatistas, que al rebautizar a los herejes se apoyaban en la opinin de San Cipriano contra el sentir comn de la Iglesia que, por obra principalmente del papa San Esteban, dirimi definitivamente la cuestin a favor del no rebautizar.)Cabra preguntarse si queda en Vicente de Lerins, a juzgar por esa defensa tan apasionada de lo antiguo contra lo novedoso, algn margen para el progreso en la fe de la Iglesia. Vicente afirma que s puede darse ese progreso siempre y cuando se respeten tres condiciones: 1) se da progreso cuando no se altera la naturaleza de lo que evoluciona; sin embargo, se dar cambio cuando deja de ser lo que era para convertirse en otra cosa; 2) no hay posibilidad de que surjan dogmas nuevos ni nuevas interpretaciones de los mismos. Lo nico que se acepta es una comprensin cada vez ms profunda y explcita de los viejos dogmas; 3) se permite tambin la utilizacin de nuevos trminos para expresar el sentido antiguo de la fe. Se refiere a la labor de los concilios y piensa, sin duda, en los trminos homoousios y theotokos de Nicea y feso.

4. Martn Lutero4.1. Assertio omnium articulorumEl Papa Leon X recoger en la Bula Exsurge Domine del 15.6.1520, 41 artculos o tesis de Lutero que merecen ser rechazados por herticos, escandalosos o falsos.Lutero mostrar en su Assertio omnium articulorum de 1520 su principio fundamental, el famoso sola Scriptura, uno de los pilares de su teologa, diciendo que no acepta como normativa la enseanza de ningn Santo Padre, sino en la medida en que est refrendada por la Sagrada Escritura. Lutero acepta el principio cannico de que las Sagradas Escrituras no deben interpretarse segn el propio espritu, pero lo entiende de otra manera: las Escrituras deben ser ledas con el espritu con el que fueron escritas, espritu que en ninguna parte est tan presente y vivo como en la misma Escritura. La consecuencia prctica es que no hay que prescindir de la Escritura, sino dedicarse a ella intensamente. Lutero dar razones para justificar su postura:1) La Santa Iglesia Catlica tiene ahora el mismo Espritu que recibi en sus comienzos. (Por tanto, no se ve por qu no le va a estar permitido dedicarse principal o exclusivamente al estudio de la Escritura, tal y como hizo la Iglesia primitiva, que no ley ni a San Agustn ni a Santo Toms).2) Dice que la Escritura es certissima, es decir, que sus asertos son ms seguros que los asertos de los Santos Padres. Aade adems que es facillima, apertissima, es decir, sumamente clara, de tal manera que hay pasajes en ella en los que aparecen con claridad los mensajes esenciales de la Escritura y es precisamente a estos pasajes a los que debemos acudir para interpretar los pasajes oscuros.3) Adems, sabemos por el ejemplo de los Santos Padres, que cuando ensean o disputan recurren a la Escritura para ilustrar y fundamentar sus propias doctrinas. Con ello nos estn diciendo implcitamente que consideran a las Sagradas Escrituras como los primeros principios que sirven para probar e ilustrar sus doctrinas. 4) Ningn Santo Padre puede ser equiparado a la Escritura porque no est inmunizado contra el error como lo estn los autores sagrados. Por eso, nos ordena el propio San Agustn que no nos sirvamos de sus libros como si fueran libros cannicos.5) Los Padres se equivocan muchas veces y se contradicen unos con otros, distorsionando el sentido de la Escritura. Lo que quiere Lutero es que reine la sola Escritura y que sea comprendida con el espritu con que ha sido escrita.6) El ejemplo de Jess y de los Apstoles, que prueban todo lo que dicen recurriendo al juicio del Espritu que se da en los libros sagrados. En definitiva, Lutero no pretende ser ingrato con los Santos Padres ni privarles de autoridad, sino anteponer la majestad de la Palabra de Dios a la autoridad de los Santos Padres.

4.2. Otros textosEn otras de sus obras se arroja nueva luz sobre la funcin singular de la Escritura. Sobre la relacin entre Escritura e Iglesia Lutero dir que es la Palabra de Dios la que engendra la Iglesia y no viceversa y por otro lado, har notar que la Iglesia puede, efectivamente, distinguir la Palabra de Dios de las palabras humanas, pero que no por ello est por encima del Evangelio. Dnde estaba la Iglesia cuando Cristo y los Apstoles predicaban el Evangelio? No fundaron el Evangelio por medio de la Iglesia, sino la Iglesia por medio del Evangelio. Por otra parte, no se cree en el Evangelio porque lo apruebe la Iglesia, sino porque se siente que es Palabra de Dios. Cada uno est cierto del Evangelio por el testimonio que tiene en s mismo del Espritu Santo. El testimonio de la Iglesia sirve ms bien para confirmar la fe naciente. Pero el motivo principal es la misma Palabra de Dios con la ilustracin del Espritu Santo. Colocar a la Iglesia por encima del Evangelio es colocarla por encima de la fe, por encima de Cristo y de Dios. Lutero muestra en algunos de sus textos una actitud ms positiva para con la Iglesia, reconocindole cierto valor normativo, pues es en la Iglesia regida por el papa donde se conservan fielmente la Escritura, el Bautismo, la Eucarista, la Penitencia, la predicacin y el catecismo, es decir, el Padrenuestro, los diez mandamientos y los artculos de la fe. Apoyado en la tradicin de la Iglesia, Lutero se opone tenazmente a las tendencias anabaptistas que rechazan el bautismo de los nios y rebautizan a los adultos, y a los espiritualistas que rechazan la presencia real en la Eucarista. Lutero llegar a afirmar que la Iglesia universal posee la prerrogativa de la infalibilidad. Fue precisamente esta fe de la Iglesia la que urgan los catlicos contra las innovaciones de Lutero y l, por su parte, llegara a confesar que le atorment terriblemente la posibilidad de oponerse a la Iglesia. A nadie le gusta decir que la Iglesia yerra, pero es necesario decir que la Iglesia yerra si ensea algo al margen de la Palabra de Dios o en contra de ella. 4.3. ConclusionesLo que quiere decir el sola Scriptura de Lutero es precisamente que la Escritura es la nica norma del cristiano. Pero hay que hacer dos puntualizaciones:1) Con el sola Scriptura luterano no se afirma slo la suficiencia material de la Escritura, sino tambin la suficiencia formal. Es decir, se afirma no solamente que en ella est contenida toda la revelacin de Dios, toda la Palabra de Dios, sino tambin que para conocer con certeza el contenido de esa Palabra de Dios no hay necesidad de recurrir a textos extrabblicos. Basta con estudiar el texto de la Biblia para descubrir su contenido.2) El sola Scriptura no niega la existencia de otras normas. Lo que hace es subordinarlas a la Escritura. La Escritura es la nica norma normans. Toda otra norma ser una norma normata.

5. Concilio de TrentoEn la agenda del Concilio no entraba el tema de la tradicin. Los Padres iban a centrar su atencin en los dogmas negados por los protestantes. En concreto, pensaban comenzar con el pecado original pero antes de entrar en materia, el Concilio sinti la necesidad de echar las bases sobre las que poder edificar. El 8.2.1546 en la Congregacin General se decidi comenzar por el canon bblico, para que los libros cannicos de la sagrada Escritura fueran como la base de lo que haba de tratar el Concilio. Pero pronto cayeron en la cuenta de que se haban olvidado de las tradiciones apostlicas. Las discusiones sobre el canon y sobre las tradiciones se fueron entremezclando dando como resultado un nico decreto.5.1. Gnesis del decretoEl 12.2.1546 el Cardenal del Monte indic que nuestra fe tiene por objeto la revelacin divina que nos ha transmitido la Iglesia por medio de las Escrituras y por simple transmisin de mano en mano. Por ello, haba que discutir no slo de las Escrituras sino tambin de las tradiciones eclesisticas. Notemos que el da 11 se habla de las tradiciones de los Apstoles y el 12 de las tradiciones eclesisticas.Despus de diversas deliberaciones, se redactaron unos capita dubitationum para que los Padres se definieran brevemente:1) Si se afirma solo la existencia de tradiciones apostlicas o tambin la obligacin de aceptarlas.2) Si se conserva o se cambia el par pietatis affectus.3) Si se hace distincin entre las tradiciones o no.4) Si se conserva el anatema para los que rechazan libros cannicos o tradiciones, o slo para los primeros.5) Si se conserva o no el violaverit.Finalmente, el Decreto se promulg, con diversas modificaciones, en la Cuarta Sesin del Concilio, celebrada el 8.4.1546.

5.2. Anlisis del decretoLa gnesis del decreto y el tenor de las discusiones pusieron de manifiesto lo inmaduro que estaba el tema de las tradiciones. De hecho, el texto aprobado no deja de suscitar interrogantes sobre su significado. El Decreto se inspira en el discurso de Cervini y de l recibe las lneas maestras de su estructura. El captulo entero no es ms que una nica oracin, compuesta por dos oraciones subordinadas proponens y perspiciensque- y una principal: suscipit et veneratur.En la primera oracin subordinada se nos dice qu pretende el Concilio: que se conserve en la Iglesia el evangelio en toda su pureza, sin ningn error que lo contamine.En la segunda oracin subordinada advierte el concilio que esta verdad y disciplina est contenida en la Escritura y en las tradiciones no escritas que proceden de Cristo o de los Apstoles y han llegado hasta nosotros. En la oracin principal nos dice el concilio que, en consecuencia, acoge y venera con el mismo afecto la Escritura y las tradiciones. Finalmente, el canon excluye de la comunin eclesial al que a ciencia y conciencia desprecia estas tradiciones apostlicas. Para el Concilio lo central es el Evangelio los libros sagrados y las tradiciones son la expresin multiforme del nico evangelio- y que en este evangelio se encuentra la fuente de toda verdad y disciplina y no solo la regla, como deca el texto del anteproyecto. Hay que subrayar igualmente la discrecin que tienen los Padres conciliares con respecto a las tradiciones. Son conscientes de los peligros inherentes al intento de catalogar las tradiciones apostlicas.Por otro lado, la lectura del Decreto suscita algunos interrogantes.1) Las actas del concilio no ofrecen datos suficientes como para determinar con toda precisin el significado de fides y de mores. Algunos autores creen que su significado coincide sustancialmente con el que tienen habitualmente en la teologa actual: dogmas de fe y principios morales respectivamente. Otros autores, ms sensibles al contexto histrico, creen que el significado de esos trminos en el decreto tridentino es distinto del actual e idntico al que tenan en la primera mitad del siglo XVI. Fides incluira todas las doctrinas que debe aceptar el cristiano para llevar una vida coherente. Mores incluira el conjunto de la praxis eclesial, es decir, las prcticas sacramentales, rituales, ceremonias y disciplinares. ()2) Durante cuatro siglos se ha pensado unnimemente que el Concilio de Trento ha enseado la insuficiencia material de la Escritura. Estudios recientes, sin embargo, han cuestionado la correccin de esta interpretacin. Geiselmann rechaza con nitidez y energa la interpretacin que se ha dado tradicionalmente del decreto tridentino. Sus estudios han suscitado inters y polmica. Algunos se han adherido a sus tesis (Danilou, Jedin, Rahner, Holstein, etc); otros, en cambio, han afirmado que el cambio del partim-partim por el et ni se debe a las intervenciones de Bonucci y Nacchianti ni supone un cambio de significado y que el concilio ha definido que existen verdades reveladas no contenidas en la Escritura; por ltimo, algunos han sealado tambin que el cambio del partim-partim por el et no se debe a las intervenciones de Bonucci y Nacchianti ni supone un cambio de significado pero han aadido que, a pesar de ello, el concilio no ha definido que existen verdades reveladas no contenidas en la Escritura porque el partim-partim no significa que la revelacin estuviera contenida en parte en la Escritura y en parte en las tradiciones no escritas. El profesor Alcin piensa que el centro de atencin de los Padres no era el de la relacin entre Escritura y Tradicin, sino el de las bases en que podan apoyarse para refutar las herejas y confirmar los dogmas. Inequvocamente afirman que no se van a apoyar solamente en la Escritura, como los protestantes, sino tambin en las tradiciones no escritas. Ahora bien, no afirman que en las tradiciones no escritas se encuentran verdades reveladas no contenidas en la Escritura, sino que pueden defender doctrinas o prcticas eclesiales aunque no aparezcan clara y explcitamente en la Escritura. Pero nunca afirman que hay doctrinas o prcticas vinculantes para el cristiano que de ninguna manera se encuentran en la Escritura.3) Equipara las tradiciones a las Escrituras? El Concilio equipara las tradiciones a las Escrituras y en el texto definitivo qued pari, que significa parejo, del mismo rango. Recibe y venera estas tradiciones con el mismo afecto que las Escrituras en cuanto que son normas de la fe, pero no en todos los dems aspectos. 4) Quin incurre en excomunin segn Trento? El que a ciencia y conciencia rechaza una tradicin apostlica normativa propuesta por la Iglesia como tal y tambin quien defiende que la Iglesia, para definir dogmas y ordenar la vida eclesial, debe considerar como normativa solo a la Escritura, es decir, que no puede considerar como normativas tradiciones apostlicas que no estn contenidas explcitamente en la Escritura. Para incurrir en excomunin por esta razn no basta con defender la suficiencia material de la Escritura. Hace falta defender adems la suficiencia formal, es decir, que ni siquiera para interpretar la Escritura existen normas distintas de la misma Escritura.

6. Conferencia de Montreal de Fe y ConstitucinDando un salto de cuatro siglos pasamos de Trento a la 4 Conferencia de Fe y Constitucin. En este lapso de tiempo ha evolucionado el concepto y la valoracin de la tradicin tanto entre los catlicos como entre los protestantes. Entre los catlicos, la Escuela de Tubinga revaloriz en la primera mitad del siglo XIX la nocin de tradicin viva, identificndola con la vida misma de la Iglesia, es decir, con el sentido de fe que se expresa autnticamente en el Magisterio. De las tradiciones de Trento en sentido objetivo se pas a la Tradicin como realidad viva, como espritu del Pueblo de Dios. En el siglo XX se ha redescubierto la importancia capital de la Escritura en la vida cristiana, especialmente gracias al movimiento bblico. Como consecuencia, se ve con nuevos ojos el problema de la relacin entre la Escritura y la Tradicin.Entre los protestantes, la evolucin tambin ha sido notable, pues se han dado cuenta de que era imposible describir la economa cristiana sin recurrir al trmino tradicin entendido en sentido positivo. Un sntoma de este inters de los protestantes por la tradicin es el lugar preeminente que ha alcanzado en este siglo el problema hermenutico, es decir, el problema de la adecuada transmisin del mensaje evanglico al mundo contemporneo. Es en este contexto donde cabe situar el Informe de la Cuarta Conferencia de Fe y Constitucin, celebrada en Montreal del 12 al 26 de julio de 1963. En el Informe se distinguen diversos significados asociados a la palabra tradicin: Tradicin (con T mayscula, entendiendo por tal el Evangelio mismo, transmitido de generacin en generacin por la Iglesia y en ella, a Cristo mismo presente en la vida de la Iglesia); tradicin (proceso de transmisin) y el plural tradiciones (que indica la diversidad de las formas de expresin y las tradiciones confesionales), apareciendo al final del Informe tambin otra acepcin: tradiciones culturales. Se reconoce, en consecuencia, que hay muchas expresiones que pretenden expresar la Tradicin, que por definicin es nica. Sin embargo, esto plantea problemas: Cmo podemos distinguir entre tradiciones que incorporan la verdadera Tradicin y tradiciones meramente humanas? Dnde hallamos la Tradicin autntica y dnde una Tradicin empobrecida o incluso desfigurada? La tradicin puede ser una transmisin fiel del Evangelio pero tambin puede desfigurarlo.Lo que se busca con estas preguntas es un criterio. Esta ha sido una de las principales preocupaciones de la Iglesia desde su origen. Podemos afirmar tres tesis fundamentales: 1) que el criterio de la verdad evanglica es la Tradicin de los Apstoles; 2) que los escritos del NT tienen una importancia fundamental para conocer la Tradicin apostlica; 3) que la Tradicin apostlica est incorporada en los escritos del NT pero no se identifica con ellos. Para convencerse de esta tercera tesis basta recordar la crisis gnstica, y es que tan pronto como se recurre a documentos escritos, surge el problema de la interpretacin, de la correcta interpretacin. Una simple repeticin de las palabras de la Escritura sera una traicin al evangelio, pues tiene que ser comprendido en cada nueva situacin para que pueda ser levadura del mundo. Las Escrituras, en cuanto documentos, no son ms que la letra. Es el Espritu el que da la vida. Y por eso podemos decir que la correcta interpretacin de la Escritura es la interpretacin dirigida por el Espritu Santo. Pero esto no resuelve el problema del criterio y nos vemos obligados a buscar un principio hermenutico.Los telogos protestantes reconocen claramente en el Informe que la Escritura no constituye por s misma el criterio suficiente de la Tradicin. La Biblia es indispensable, pero no hace resonar la Palabra de Dios independientemente del acto hermenutico por el que es interpretada. De esta forma, el Informe ha establecido la ntima conexin que se da entre Escritura y Tradicin; pero a la hora de ofrecer un principio hermenutico reconoce que este problema ha sido tratado de diversas maneras por las distintas Iglesias y se limita a enumerarlas.En algunas tradiciones confesionales, el principio hermenutico aceptado ha sido el de leer cada pasaje de la Escritura a la luz de toda la Escritura. En otras se ha buscado la solucin en lo que se considera como el centro de la Sagrada Escritura, y se ha puesto el acento ante todo en la encarnacin, en la expiacin o redencin, en la justificacin por la fe, en el anuncio de la proximidad del Reino de Dios o incluso en la doctrina tica de Jesucristo. Es la bsqueda de un canon dentro del canon, de un centro que unifique y jerarquice la pluralidad de elementos de la Biblia. Otras han puesto el acento en lo que la Escritura dice a la conciencia individual bajo la direccin del Espritu Santo. Sera un criterio subjetivo, sin validez intersubjetiva. En el seno de la Iglesia ortodoxa, la clave hermenutica se encuentra en el pensamiento de la Iglesia tal como se expresa principalmente en los Padres de la Iglesia y en los Concilios ecumnicos y para la Iglesia catlica romana la clave se encuentra en el depsito de la fe, cuyo guardin es el Magisterio de la Iglesia.Aunque no se define sobre el principio hermenutico, es evidente que el Informe como tal supone una superacin del principio tradicional del sola Scriptura y un paso hacia el Scriptura una cum Traditione.

7. Concilio Vaticano IIEl ambiente teolgico que reinaba cuando empezaron los trabajos preparatorios del Vaticano II estaba exigiendo del concilio una palabra acerca de la tradicin. En primer lugar, para llenar un vaco llamativo, pues hasta entonces ningn documento del Magisterio haba definido la naturaleza de la tradicin. En segundo lugar, para clarificar posturas, porque entre los telogos se iba abriendo paso una nocin de tradicin ms rica y dinmica que la precedente, una nocin que no encajaba fcilmente en el esquema tradicional de la Escritura y Tradicin como dos fuentes de la revelacin. En tercer lugar, para facilitar el dilogo ecumnico.

7.1. Introduccin histricaEl primer texto (T1) presentado a los Padres fue el preparado por la Comisin teolgica preparatoria. Se titulaba Schema Constitutionis Dogmaticae de fontibus revelationis. Fue redactado por una comisin de tendencia conservadora y fue muy criticado, pues vena a decir que la tradicin tena ms contenido que la Escritura. No estaba, desde luego, en consonancia con la sensibilidad del concilio ni con el espritu de la nueva teologa. El Cardenal Linart lamenta que sea un documento que trata de la Escritura y de la Tradicin, pero no de la Palabra de Dios, fuente de toda revelacin. Va a deplorar tambin el tono fro y escolstico utilizado para hablar de uno de los dones ms maravillosos de Dios. Por su parte, el Cardenal Frings lo rechazar tambin por el tono y por la doctrina. Ante la magnitud de las crticas recibidas, el esquema se someti a votacin el 20.11.1962, dando como resultado que 1368 Padres fueron partidarios de que se refundara totalmente el texto, contra 822 que lo juzgaban vlido como texto base. La diferencia era significativa pero la discusin deba continuar por no haberse logrado la mayora de 2/3 a favor de la frmula propuesta. Dada la anmala situacin creada, el Papa Juan XXIII aplaz el debate y encarg a una comisin mixta elaborar un nuevo esquema (T2), el De divina revelatione, que fue terminado en abril de 1963 y que tampoco lleg a convencer, de manera que se redactaron un tercer esquema (T3), un cuarto esquema (T4) y finalmente un quinto esquema (T5), que fue aprobado como el texto definitivo y promulgado el 18.11.1965, 20 das antes de la clausura del Concilio. En este texto se da una estrecha vinculacin entre revelacin y tradicin. La tradicin transmite el contenido de la revelacin. Y la estructura de la revelacin determina la estructura de su transmisin o comunicacin.

7.2. Anlisis de Dei Verbum 7La Dei Verbum trata de la revelacin y de su transmisin. Su importancia radica en que justifica teolgicamente la necesidad de la transmisin de la revelacin y ofrece los elementos esenciales de su estructura. Consta de cinco proposiciones.1. Lo que Dios revelara para salud de todas las gentes, dispuso l benignsimamente que permaneciera ntegro para siempre y se transmitiera a todas las generaciones.

La dimensin universal del dinamismo salvfico de la revelacin lleva implcita la exigencia de su conservacin y transmisin a lo largo del tiempo. Es Dios el origen de la tradicin cristiana y la humanidad entera su destinataria. Se pone de relieve que el contenido de la tradicin es el mismo que el de la revelacin y que la transmisin de la revelacin no es el resultado de una decisin de la Iglesia, sino consecuencia de la voluntad salvfica de Dios.2. Por eso, Cristo Seor, en quien se consuma toda la revelacin del Dios supremo, dio mandato a sus apstoles de que predicaran a todos el Evangelio, que, prometido antes por los profetas, cumpli l mismo y promulg por su propia boca como fuente de toda verdad saludable y de toda disciplina de costumbres, comunicndoles para ello dones divinos. La misin que encomienda Cristo a los apstoles es la de predicar el Evangelio. Tanto Trento como el Vaticano II identifican el Evangelio con la totalidad de la revelacin. Adems la Dei Verbum atribuye a Cristo no slo la promulgacin (como Trento) sino tambin el cumplimiento. Cristo mismo es la personificacin, la concrecin real de la revelacin, de tal manera que es la plenitud del misterio de Cristo, la oferta de salvacin revelada en las palabras y en los actos de Jess, la que deben transmitir los apstoles. Por eso, la tradicin consiste no slo en comunicacin de verdades, sino, sobre todo, en comunicacin de dones divinos. 3. El mandato fue fielmente cumplido, tanto por parte de los apstoles, que en la predicacin oral, con ejemplos e instituciones, transmitieron lo que ellos haban recibido de la boca, trato y obras de Cristo, o aprendido por inspiracin del Espritu Santo, como por parte de aquellos apstoles y varones apostlicos que, bajo la inspiracin del mismo Espritu Santo, consignaron por escrito el mensaje de la salud. La revelacin no es meramente verbal o doctrinal y tampoco lo es la transmisin. Los apstoles transmiten el evangelio con su predicacin oral, con sus ejemplos y con las instituciones que van creando. Es una transmisin oral y real. El concilio menciona en primer lugar esta tradicin real, no escrita, y a continuacin se refiere a la tradicin apostlica escrita, al mensaje de salvacin que los apstoles y los varones apostlicos pusieron por escrito bajo la inspiracin del Espritu Santo. Se destaca la necesidad de que la Iglesia en cuanto apostlica se remita a la predicacin biforme, a la tradicin apostlica en su doble forma: escrita y no escrita.4. Ahora bien, a fin de que el Evangelio se conservara constantemente ntegro y vivo en la Iglesia, los apstoles dejaron por sucesores suyos a los obispos, transmitindoles su propio cargo de magisterio. Aqu se indica uno de los principales medios que utilizaron los apstoles para conseguir que el evangelio permaneciera ntegro y vivo a lo largo de los siglos: el ministerio de los obispos como sucesores suyos. Se nos recuerda que el Evangelio tiene que ser siempre una palabra viva para el mundo y que, por tanto, la tarea del Magisterio no es slo la de conservar la integridad o verdad del Evangelio, sino tambin su fuerza vivificante o salvfica. Para ello no puede contentarse con transmitir mecnicamente lo recibido por tradicin, sino que debe actualizarlo y encarnarlo en nuevos contextos culturales.5. As, pues, esta sagrada tradicin y esta Escritura sagrada de uno y otro Testamento son como un espejo en que la Iglesia, peregrina sobre la tierra, contempla a Dios, de quien lo recibe todo, hasta que sea llevada a contemplarlo cara a cara, tal como l es.Es una forma discreta de decir que no podemos identificar plenamente el conocimiento de Dios que tiene la Iglesia en este mundo con el conocimiento perfecto que conseguir al final de su peregrinacin.

7.3. Anlisis de Dei Verbum 8

Aqu se ofrece, por primera vez en la historia del Magisterio supremo, una descripcin de la Tradicin, entendiendo por tal el contenido de la tradicin apostlica llamada oral para distinguirla de la tradicin escrita.

1. As, pues, la predicacin apostlica, que se expresa de modo especial en los libros inspirados, deba conservarse, por sucesin continua, hasta la consumacin de los tiempos. De ah que los apstoles, al transmitir lo que ellos mismos haban recibido, amonestan a los fieles que mantengan las tradiciones que aprendieron, ora de palabra, ora por carta, y que luchen por la fe que les fue transmitida una vez para siempre.

Se abre recordando la necesidad de conservar y transmitir la predicacin apostlica. Para la transmisin ntegra del Evangelio vivo de Cristo se requiere una predicacin viva. Por eso, los apstoles piden a los fieles que conserven lo que recibieron por escrito o de palabra.

2. Ahora bien, lo que los apstoles transmitieron comprende todo lo que contribuye a que el pueblo de Dios lleve vida santa y se acreciente la fe; y as la Iglesia, en su doctrina, vida y culto, perpeta y transmite a todas las generaciones todo lo que ella misma es, todo lo que cree.Indica que la predicacin apostlica se extiende a todo lo que contribuye a la santificacin del pueblo de Dios y a su crecimiento en la fe. Tiene una dimensin notica y prctica. Por esta razn, no es la palabra el nico medio de transmisin utilizado por la Iglesia. Transmite tambin con su vida, con sus instituciones, con el culto, con los ritos, etc. Consiguientemente, lo que se transmite y perpeta no es slo la doctrina de la Iglesia sino toda su vida. 3. Esta tradicin, que viene de los apstoles, progresa en la Iglesia bajo la asistencia del Espritu Santo, como quiera que crece la inteligencia lo mismo de las cosas que de las palabras transmitidas, ora por la contemplacin y estudio de los creyentes que las meditan en su corazn, ora por la ntima inteligencia que experimentan de las cosas espirituales, ora por la predicacin de quienes, a par de la sucesin del episcopado, recibieron el carisma cierto de la verdad. Es decir, que la Iglesia, en el correr de los siglos, tiende a la plenitud de la verdad divina hasta que en ella se consumen las palabras de Dios. En este prrafo se afirma el carcter dinmico de la tradicin. Es una aportacin revolucionaria, porque la palabra tradicin evoca habitualmente inmovilismo y aqu, en cambio, se subraya su dinamismo. El Concilio entendi que no es en realidad la tradicin la que crece, sino la comprensin eclesial de la misma. Rechazar la acusacin de incurrir en el modernismo, porque reconoce el carcter definitivo de la revelacin de Cristo. El progreso de la tradicin es tarea de toda la Iglesia, pues es a ella a la que se le ha confiado el depsito sagrado de la palabra de Dios. Con la ayuda del Espritu Santo, el permanente impulsor del progreso y el garante ltimo de la conservacin en la Iglesia del evangelio ntegro y vivo, todas las acciones de la Iglesia contribuyen de hecho al progreso de la tradicin. Entre los factores que influyen en el progreso de la tradicin, la Dei Verbum podra haber mencionado los signos de los tiempos como lo hace en la Gaudium et Spes.4. Los dichos de los Santos Padres atestiguan la presencia vivificante de esta tradicin, cuyas riquezas se transfunden sobre la prctica y la vida de la Iglesia orante y creyente. Por la misma tradicin conoce la Iglesia el canon ntegro de los libros sagrados, y las mismas sagradas letras son en ella entendidas ms a fondo y se tornan constantemente eficaces; y as Dios, que habl antao, sigue hablando sin intermisin con la esposa de su Hijo amado; y el Espritu Santo, por quien la voz viva del Evangelio resuena en la Iglesia y por ella en el mundo, conduce a los creyentes a toda la verdad y hace que en ellos habite copiosamente la palabra de Cristo.La tradicin viva se encarna en la vida de la Iglesia con su poder dinamizador y se expresa en todas sus manifestaciones. El concilio menciona expresamente los escritos de los Santos Padres. Su importancia radica en que, por haber sistematizado la revelacin, han facilitado su fiel transmisin hacia nosotros.Finalmente se indica la importancia de la tradicin para con la Escritura en la vida de la Iglesia, mencionando dos funciones: el conocimiento del canon y la interpretacin del texto. Por la tradicin se le manifiesta (innotescit) a la Iglesia el canon ntegro de los libros sagrados. Con esta frase tan cuidada, se nos indica que la elaboracin del canon de los libros sagrados no es un acto del poder legislativo de la Iglesia por el que determinados libros se convierten en libros sagrados, inspirados por Dios, sino un acto de discernimiento por el que en determinados libros reconoce la presencia de la Palabra viva e interpelante de Dios que suscita y alimenta su fe.La formacin del canon bblico manifiesta claramente la estrecha relacin que hay entre Escritura y Tradicin. Por un lado, si es la tradicin viva, la comunidad eclesial, la que reconoce en esos libros sus libros sagrados, no parece lgico aceptar esos libros como sagrados y no aceptar esa tradicin que nos los da a conocer como libros inspirados. Por otro lado, si la comunidad eclesial reconoce en esos libros la Palabra de Dios, tampoco parece lgico aceptar el canon de los libros sagrados y despus no dejarse guiar por ellos.

7.4. Anlisis de Dei Verbum 9En este nmero se afronta la cuestin ms controvertida del concilio: la relacin entre Escritura y Tradicin. Se afirma que la Escritura necesita de la Tradicin para el conocimiento del canon bblico y para actuar su potencialidad salvfica. La Tradicin necesita de la Escritura como norma estable de inspiracin divina que garantice su permanente apostolicidad y fecundidad. Escritura y Tradicin manan de la misma fuente divina, confluyen en cierto modo en uno y tienden a un mismo fin. Por su comn origen divino, es tan fuerte el vnculo que las une que no se las puede separar. A la Escritura se le atribuye origen divino porque est escrita bajo la inspiracin del Espritu Santo. A la Tradicin, porque nace al acoger la Palabra de Dios confiada a los apstoles y se vivifica al transmitirla. En definitiva su origen divino hay que situarlo en la voluntad salvfica de Dios que ha querido servirse de estos dos medios para hacer llegar su revelacin a todos los hombres. De ah que tengan tambin el mismo fin: la salvacin de todos pretendida por Dios al revelarse, a pesar de que transmiten la revelacin de modo diverso. La Escritura es Palabra de Dios. Por la inspiracin, son de origen divino su contenido y su expresin verbal. De la Tradicin, en cambio, no se puede decir que sea Palabra de Dios, porque su expresin verbal es humana. Se dice que transmite Palabra de Dios. La transmite a los sucesores de los apstoles para que la conserven, expongan y difundan. Se distingue as la predicacin de los apstoles momento constitutivo de la revelacin- de la predicacin de sus sucesores, que no es momento constitutivo, sino explicativo.

7.5. Anlisis de Dei Verbum 101. La sagrada tradicin y la Sagrada Escritura constituyen un solo depsito sagrado de la Palabra de Dios encomendado a la Iglesia, al que se adhiere todo el pueblo santo unido a sus pastores, y as persevera constantemente en la doctrina de los apstoles y en la comunin, en la fraccin del pan y en las oraciones; de suerte que, en el mantenimiento de la fe transmitida, en su ejercicio y profesin se da una conspiracin seera de prelados y fieles. Se afirma que el depsito sagrado de la palabra de Dios ha sido confiado a la Iglesia. Ahora bien, que el depsito de la fe haya sido confiado a la Iglesia no quiere decir que se haya confiado a una comunidad que existe previamente como Iglesia. Es la acogida de la revelacin por la fe la que constituye a la Iglesia como comunidad de creyentes y como depositaria de la revelacin para su transmisin a todos los hombres. La adhesin de todos a la palabra de Dios que les ha sido confiada hace que fieles y pastores se mantengan siempre unidos en la doctrina de los apstoles, en la comunin fraterna, en la celebracin de la Eucarista y en la oracin. As se da una admirable conspiratio entre pastores y fieles en la conservacin, prctica y profesin de la fe recibida. El ser del Pueblo de Dios est determinado por la fidelidad a la tradicin apostlica, fidelidad que crea comunin, comunidad. La tradicin apostlica crea comunidad y la comunidad permite que la tradicin perdure a lo largo del tiempo. Esta comn adhesin a la tradicin apostlica hace que haya acuerdo entre fieles y pastores al conservar, practicar y profesar la fe y fundamenta la corresponsabilidad de todos en la tarea de transmitir la fe que han recibido.En el segundo prrafo se indicar la funcin del Magisterio, que consiste en interpretar autnticamente la Palabra de Dios, es decir, la de interpretarla en nombre de Cristo y con su autoridad, pues es una funcin encomendada a los obispos por Cristo, no por la Iglesia. Es una funcin que tiene como fin conocer con certeza el sentido genuino de lo revelado por Dios y que cuenta para ello con la ayuda del Espritu Santo. Lo novedoso de este prrafo es que recuerda explcitamente que el Magisterio no est por encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio y que, por tanto, su funcin docente tiene tambin una funcin discente.En el tercer prrafo, la relacin funcional entre Escritura y Tradicin se extiende al Magisterio. La Escritura necesita actualizarse. Lo hace por medio de la tradicin viva. La tradicin, a su vez, debe ser contrastada continuamente con la Escritura para verificar que en las tradiciones pluriformes se conserva la tradicin original. A esta verificacin contribuye el Magisterio con su aportacin especfica.

7.6. Conclusiones1. El Vaticano II admite la existencia de instancias normativas distintas de la Escritura: la Tradicin.2. Distingue la Tradicin apostlica de la eclesial o posapostlica. Supera la teora de las dos fuentes acentuando la unidad de Escritura y Tradicin. Supera igualmente la teora proposicional de la revelacin subyacente al uso de la expresin tradiciones mediante la nocin de tradicin viva. 3. Deja abierta la debatida cuestin de la suficiencia o insuficiencia material de la Escritura, pero afirma su insuficiencia formal. Atribuye a la tradicin las siguientes funciones con respecto a la Biblia: dar a conocer el canon bblico, servir de horizonte hermenutico de la Escritura, actualizarla en la vida y ayudar a conocer con certeza la verdad revelada.

8. Dilogo intraeclesialDentro de la Iglesia Catlica todos los telogos estn de acuerdo en considerar a la Escritura y a la Tradicin como normas del cristiano y del telogo, porque todos aceptan la insuficiencia formal de la escritura y, por tanto, creen necesario el recurso a la tradicin no escrita para interpretar correctamente la Escritura y hacer teologa. La discrepancia ms llamativa consiste en que unos defienden la insuficiencia material de la Escritura y otros, la suficiencia. Los principales argumentos que se suelen dar a favor de la insuficiencia material de la Escritura son los siguientes:1. Es una doctrina definida por el Concilio de Trento (este argumento est siendo cuestionado seriamente)2. La Iglesia ha recurrido siempre a la Escritura y a la tradicin no escrita para ensear la doctrina cristiana (este argumento tiene fuerza para probar la insuficiencia formal de la Escritura, ya que si la Iglesia recurre con tanta frecuencia a la tradicin no escrita es porque no encuentra en la Escritura una base suficientemente clara como para ensear con certeza todo lo que cree que debe ensear. Pero de ah no se sigue que su enseanza no se encuentre de ninguna manera en la Escritura) 3. A priori cuesta admitir que todo lo transmitido por los Apstoles a las iglesias fundadas por ellos est contenido en la Escritura. Parece razonable pensar que algunas doctrinas o costumbres apostlicas normativas se hayan transmitido slo por el conducto de la tradicin no escrita (este argumento parece razonable pero para valorarlo en su justa medida hay que tener en cuenta a) que para la Iglesia los libros de la Escritura son los nicos textos inspirados; b) que quien afirma que una tradicin eclesial no escrita es una tradicin apostlica normativa tiene que probarlo; c) que la tradicin oral tiende a ponerse por escrito a lo largo de los siglos y por lo tanto, cada vez tendr menos importancia como medio de transmisin de la doctrina apostlica.)

Los principales argumentos que se suelen dar a favor de la suficiencia material de la Escritura son los siguientes:

1. El consenso de los Padres y de los escolsticos antiguos (este argumento tiene mucho peso, pero hay que ver en cada caso a qu tipo de suficiencia se refieren, pues hoy todos los telogos catlicos, incluso los que defienden la suficiencia material de la Escritura, defienden una suficiencia relativa, ya que admiten que hay que recurrir a la tradicin no escrita para justificar la doctrina de la inspiracin y del canon, as como para justificar el valor normativo de algunos ritos o costumbres disciplinares.)2. La praxis de la Iglesia que, en sus definiciones dogmticas, recurre a la Escritura como al fundamento ltimo de la verdad definida (este argumento muestra el valor singular que atribuye la Iglesia a la Escritura en cuanto libro inspirado por Dios. Pero de ah no se sigue que le baste la Escritura para probar con certeza todos los dogmas que define.)3. La unidad de la revelacin, que debe mantenerse tambin en su transmisin (Trento considera a la revelacin al evangelio- como fuente (en singular) de toda verdad y disciplina. Parece que debe conservarse esta unidad en su transmisin y que, por lo tanto, la revelacin se conserva ntegra en la Escritura y en la tradicin no escrita. Quienes defienden la suficiencia material de la Escritura conciben la revelacin como un cuerpo doctrinal unitario y coherente que no puede fragmentarse arbitrariamente. La Escritura y la Tradicin seran dos modos distintos de transmitir ntegro el mensaje unitario de la revelacin.)

Muchos autores creen que la divergencia entre catlicos es ms verbal que real, pues todos los telogos catlicos admiten, por un lado, que la Escritura es suficiente para conocer todo lo necesario para la salvacin y, por otro, reconocen que es insuficiente para establecer sus propios lmites el canon- y su valor la inspiracin-, as como para permitir una demostracin cierta de todos los dogmas definidos. Por eso, hoy no se siente la urgencia de optar por una de las dos alternativas. Dentro de los lmites mencionados, se pueden defender legtimamente la suficiencia o la insuficiencia material de la Escritura. Ms urgente y necesario es caer en la cuenta de que tras esta discusin hay una concepcin proposicional de la revelacin con las limitaciones que le son inherentes, especialmente el objetivismo del conocimiento y de la verdad, es decir, el atribuir un valor objetivo a los enunciados lingsticos independientemente del contexto en que han sido enunciados. La funcin principal de la Tradicin no es la de completar la Escritura, sino la de identificarla, apreciarla, interpretarla y llevarla a la vida. Por consiguiente, el problema de la suficiencia o insuficiencia material de la Escritura es un problema secundario. Se ve que en la Tradicin hay algo ms que en la Escritura, como en toda vida hay ms que en cualquiera de sus objetivaciones escritas. Pero, por otro lado, se ve tambin que la Tradicin, como toda vida, est amenazada por el peligro de la corrupcin, y que es la Escritura la que hace que la Tradicin se conserve sin corromperse. Es posible que en la tradicin viva de la Iglesia se encuentren doctrinas o costumbres que parezcan autnticamente apostlicas y que no aparezcan claramente en la Escritura. Pero uno de los criterios para determinar su apostolicidad ser siempre su coherencia con las doctrinas y costumbres contenidas en la Escritura. Es posible, por tanto, que la Tradicin ejerza la funcin de completar el contenido de la escritura. Pero ser siempre una funcin secundaria con respecto a la funcin principal que acabamos de mencionar.

9. Dilogo intereclesial

El dilogo intereclesial gira en torno a dos problemas incluidos en el sola scriptura protestante: el de la suficiencia material y el de la suficiencia formal de la Escritura. Comencemos con el de la suficiencia material: se puede aceptar una suficiencia material tan radical que excluya la necesidad de la tradicin incluso para conocer el canon bblico? De hecho es la cuestin del canon bblico la principal objecin que suelen lanzar los catlicos contra el sola Scriptura protestante. La objecin viene a decir que el sola Scriptura protestante es un principio inconsistente, porque se basa en una peticin de principio, en un crculo vicioso, ya que apelan a la autoridad exclusiva de la Biblia pero la justifican mediante la propia Biblia. Su razonamiento sera ms o menos este: lo que la Biblia dice es digno de crdito porque lo dice la Biblia. Sin embargo, los protestantes vendrn a decir que tambin se basa en un argumento circular la pretensin de la Iglesia de fundamentar su propia autoridad, puesto que a fin de cuentas la Iglesia es verdadera porque lo testifica ella. Parece, pues, que el principio protestante que defiende la suficiencia material de la Escritura no es inconsistente. Para no incurrir en contradiccin, a los protestantes les basta con decir que el canon bblico, es decir, el enunciado eclesial acerca de los libros inspirados, no es una revelacin de Dios, al menos en el sentido en que lo son los enunciados de la Biblia acerca de Cristo.Hay que afirmar abiertamente que pertenecen a distintos niveles lgicos el lenguaje de la Biblia y el lenguaje sobre la Biblia, el lenguaje de la Iglesia y el lenguaje sobre la Iglesia. Si queremos fundar un lenguaje en la autoridad de otro lenguaje, o se da un proceso sin fin o hemos de pararnos en algo aceptado por s mismo, por su evidencia, por su propio valor. Los protestantes se paran en la Biblia; los catlicos, en la Iglesia. Desde un punto de vista lgico, tan consistente es un sistema como otro. Por tanto, ya no es cuestin de consistencia o inconsistencia, sino de mayor o menor plausibilidad, de mayor o menor razonabilidad, de mayor o menor fundamentacin teolgica. Aun admitiendo que el lenguaje de la Biblia y el lenguaje de la Iglesia acerca de la Biblia pertenecen a dos niveles lgicos distintos, la delimitacin del canon por la Iglesia sigue siendo un problema incmodo para los protestantes. Si dan valor absoluto a la decisin de la Iglesia, admiten el principio catlico de Escritura y Tradicin. Si le dan slo un valor relativo, cuestionan de algn modo el sola scriptura protestante, porque no hay una neta delimitacin de los libros sagrados. Vamos ahora con el problema de la suficiencia formal de la Escritura. Si se recurre a la Escritura por desconfiar de los pastores de la Iglesia (como hizo Lutero), es lgico que se desconfe tambin de su interpretacin de la Escritura y se erija a la Escritura como intrprete de s misma. Pero hoy la situacin es distinta, porque hasta los mismos protestantes hablan de la rescisin del principio de Escritura, en la forma que le haba dado el antiguo protestantismo. Para los exegetas modernos, la Escritura no es tan clara como para Lutero. Los protestantes afirman que las decisiones eclesisticas tienen capacidad de vincular jurdicamente a los creyentes individuales slo si estn de acuerdo con la Escritura. Pero la verificacin de este acuerdo recae en ltima instancia sobre cada individuo. Si un creyente cree que una decisin no est de acuerdo con la Escritura, no puede aceptarla. Y si la decisin se refiere a un punto doctrinal de capital importancia, deber abandonar su iglesia. Evidentemente, esto puede traer dificultades de cara a salvaguardar la dimensin comunitaria de la fe, as como la unidad e integridad de la fe cristiana, en la medida en que cada exegeta, telogo, predicador o fiel cristiano podr aventurar su interpretacin particular. Los catlicos, por su parte, afirman que determinadas decisiones de la Iglesia son infalibles y que, por tanto, estn de acuerdo con la Escritura. De este modo se garantiza la confesin comunitaria de la fe, porque todos los catlicos deben aceptar esas decisiones. Aqu el peligro que se corre es el de no garantizar adecuadamente la fidelidad a Cristo e identificar la Palabra de la Iglesia con la Palabra de Dios.

11. Tesis catlicas

TESIS 1: El acontecimiento salvfico de la revelacin de Dios en Cristo, por voluntad del Padre y por mandato de Cristo a sus apstoles, debe perpetuarse y actualizarse con fidelidad y eficacia a lo largo de los siglos.

En la tesis se afirma que la revelacin tiene una misin salvfica universal. La misin de la Iglesia consiste en la transmisin de la revelacin que ha recibido, en la transmisin a todas las generaciones del Evangelio, de la Buena Noticia, de la Palabra de Dios que ha acogido con fe. Se afirma tambin que la transmisin debe ser fiel (es decir, transmitir lo mismo que se ha recibido) y eficaz (esta es una exigencia que mira al destinatario de la revelacin, ya que las objetivaciones de la revelacin, el evangelio, la Palabra de Dios, se hacen siempre en los moldes lingsticos y conceptuales de una cultura y para conservar su atractivo y su fuerza interpelante en otras culturas pueden necesitar algn tipo de traduccin, adaptacin o inculturacin.)

TESIS 2: Al acontecimiento salvfico de la revelacin pertenece como elemento constitutivo la fe de los que acogieron por primera vez la revelacin de Dios ofrecida por Jesucristo. Por tanto, la revelacin cristiana es la revelacin acogida por la fe de los apstoles. Consiguientemente, la misin de conservar y actualizar la revelacin se identifica con la de conservar y actualizar la fe confesada y transmitida por los apstoles, es decir, la tradicin apostlica.

Aqu se muestra la identidad de la revelacin cristiana con la tradicin apostlica. La revelacin, por definicin, es un acontecimiento que, para constituirse como tal, es decir, como acontecimiento salvfico, necesita ser acogido con fe. Mientras no se llega a suscitar la fe, es slo oferta de revelacin o revelacin ofrecida. Para poder decir con propiedad que ha tenido lugar la revelacin de Dios, hace falta que la oferta haya sido acogida, que alguien se haya sentido iluminado por la accin reveladora de Dios. Afirmamos que para la Iglesia posapostlica, la misin de conservar y actualizar la revelacin se identifica con la de conservar y actualizar la tradicin apostlica. Es una tesis aceptada por todas las iglesias cristianas, pues incluyen la apostolicidad entre las notas distintivas de la Iglesia.

TESIS 3: A fin de que el Evangelio se conservara constantemente ntegro y vivo en la Iglesia, los apstoles dejaron por sucesores suyos a los obispos transmitindoles su propio cargo de magisterio.

La tradicin apostlica es inseparable de la Iglesia apostlica y de la sucesin apostlica en el ministerio.

TESIS 4: La tradicin apostlica incluye lo que, en cumplimiento del mandato recibido del Seor, transmitieron los apstoles en la predicacin oral, con ejemplos e instituciones, y el mensaje de salvacin que los apstoles y los varones apostlicos consignaron por escrito bajo la inspiracin del Espritu Santo. Por ello, la Iglesia no toma de la sola Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las cosas reveladas, sino tambin de la tradicin apostlica no escrita.

En esta tesis se afirma con dos frases complementarias que la tradicin apostlica incluye la tradicin apostlica escrita la Sagrada Escritura- y la no escrita, y que, por consiguiente, la Iglesia, para conocer la revelacin con certeza, no recurre slo a la Escritura, sino tambin a la tradicin apostlica no escrita.

TESIS 5: La Iglesia cree que en su vida y enseanza conserva y actualiza sustancialmente bien la revelacin gracias a la presencia activa del Espritu Santo, que permite a los creyentes asimilar vitalmente la revelacin y capacita al Magisterio para que escuche con sumisin la Palabra de dios, la conserve con veneracin y la exponga con fidelidad. Por eso, para conservar y actualizar fielmente la tradicin apostlica, la Iglesia recurre no slo a la Sagrada Escritura, sino tambin a las objetivaciones de su fe y de su vida pasada.

El legado recibido de los Apstoles se conserva por escrito y con garantas de fidelidad en la Sagrada Escritura, pero se conserva tambin, aunque de otro modo, en la vida de la Iglesia. Por eso, la fe y la vida de la Iglesia son norma para la misma Iglesia en la medida en que son fiel encarnacin de lo transmitido por los apstoles. Si la Iglesia est convencida de que su vida es una encarnacin sustancialmente fiel de la predicacin apostlica es porque est igualmente convencida de la presencia activa del Espritu Santo en medio de ella. El Espritu Santo capacita a los fieles para asimilar vitalmente la revelacin, es decir, hace que la revelacin sea un acontecimiento que transforma sus vidas. Por otra parte, capacita al Magisterio para que cumpla con su misin de anunciar fielmente el Evangelio.

TESIS 6: Entre las objetivaciones de su pasado, la Iglesia atribuye especial valor normativo a los credos que expresan la fe de la Iglesia universal, a las definiciones dogmticas de los concilios y de los papas, a la enseanza unnime de los Santos Padres, a la liturgia y a la vida de los santos canonizados.

Por la importancia que les atribuye la Iglesia, veremos estos temas en captulos posteriores

TESIS 7: La Escritura y la Tradicin no escrita no son dos magnitudes plenamente homogneas y equiparables, y la principal funcin de la Tradicin no escrita es la de completar el contenido de la Escritura. La Escritura y la Tradicin son dos magnitudes un tanto heterogneas que se necesitan mutuamente, que se complementan funcionalmente y que juntas hacen que el acontecimiento salvfico de la revelacin pueda perpetuarse y actualizarse con fidelidad y eficacia a lo largo de los siglos.

La Escritura y la Tradicin no escrita no son dos magnitudes plenamente homogneas y equiparables. La Escritura es la revelacin de Dios expresada por escrito bajo la inspiracin del Espritu Santo, Palabra de Dios en cuanto al contenido y en cuanto a la expresin. La Tradicin no escrita en sentido integral es la revelacin de Dios encarnada en la fe y en la vida de una comunidad constituida y modelada por esa misma revelacin y expresada en las confesiones de fe, en el culto, en las instituciones y en la vida de esa comunidad; es tambin esa misma comunidad en cuanto receptora y transmisora de la revelacin, en cuanto encargada de perpetuar y actualizar esa revelacin. Eso supuesto, en la primera parte de la tesis afirmamos de forma negativa que la principal funcin de la Tradicin no escrita no es la de completar el contenido de la Escritura. Con esa formulacin dejamos abierto el problema de la suficiencia o insuficiencia material de la Escritura y afirmamos que, aunque todas las verdades reveladas estuvieran contenidas en la Escritura, la Tradicin no escrita seguira siendo fuente y norma para la Iglesia por lo que decimos en la segunda parte de la tesis.En esta segunda parte afirmamos que la Escritura y la Tradicin se necesitan mutuamente para poder conseguir el fin salvfico de la revelacin. La tradicin no escrita, la tradicin viva, la Iglesia, necesita de la Escritura para mantenerse fiel a sus orgenes en cada momento de la historia, es decir, para conseguir que las necesarias actualizaciones del mensaje evanglico sean genuinas interpretaciones y actualizaciones de la Palabra de Dios y no fciles acomodaciones al espritu de la poca. Parece difcil que la Iglesia pueda mantenerse fiel a sus orgenes sin confrontarse continuamente con el texto de la Escritura y sin dejarse interpelar incesantemente por la Palabra que la engendr. Por otro lado, la Escritura, en cuanto texto, necesita intrprete. Y en cuanto texto normativo necesita de una comunidad que lo reconozca como tal y de un intrprete con autoridad para interpretarlo normativamente, como la Constitucin necesita de un Tribunal Constitucional. La Escritura slo puede producir el fruto que est destinada a producir en el seno de una comunidad que la acoge con fe como Palabra de Dios, que tiene como ideal encarnar en su vida el mensaje de la Escritura, que vive movida por el mismo Espritu que inspir la Escritura y que tiene en su seno un ministerio encargado de interpretarla en nombre de Cristo y con su autoridad. Si la Biblia cayera en una isla en la que no conocen nada del cristianismo, difcilmente la interpretaran correctamente y ms difcilmente an se decidiran a tomarla como norma de su vida. Y si fuera acogida en una comunidad sin ministerio encargado de interpretarla autnticamente, difcilmente reconoceran de hecho su carcter normativo sin caer en el fundamentalismo, difcilmente la actualizaran en su vida sin empobrecerla o desfigurarla y ms difcilmente an conservaran la unidad en la fe y en el amor entre todos los miembros de esa comunidad. En sntesis: la Tradicin no escrita necesita de la Escritura para seguir siendo Tradicin apostlica y la Escritura necesita de la Tradicin no escrita encarnada en una comunidad creyente para que se reconozcan sus lmites el canon- , se la valore como Palabra de Dios la inspiracin-, se la entienda correctamente la interpretacin- y se la encarne en la vida la aplicacin-.

12. Cuestiones sistemticas

El primer problema es el de saber si es posible transmitir fielmente el acontecimiento salvfico de la revelacin. En la primera tesis hemos afirmado que ese acontecimiento debe perpetuarse y actualizarse a lo largo de los siglos. Normalmente, cuando se habla de transmitir la revelacin, se entiende que se trata de transmitir el contenido de la revelacin. Nosotros, en cambio, hablamos de transmitir el acontecimiento de la revelacin, acontecimiento revelador y salvador que ha sucedido en el mbito de la experiencia humana. Pero, se puede transmitir y perpetuar un acontecimiento histrico, una experiencia personal o social?La revelacin, al ser fundamentalmente un acontecimiento histrico, parece imposible una estricta transmisin del mismo. Slo cabe relatarlo, narrarlo. Pero relatar el acontecimiento de la revelacin es transmitirlo fielmente?, es transmitido de tal manera que conserve su fuerza salvfica? Son cuestiones muy difciles ante las que podramos ofrecer dos sugerencias: la primera es la de valorar en su justa medida la fuerza interpelante del relato. Es verdad que no es lo mismo relatar un acontecimiento que reproducirlo, como no es lo mismo sufrir un bombardeo que contarlo. Pero tambin es verdad que un buen relato puede producir en los oyentes efectos parecidos a los que produce el acontecimiento mismo. La segunda es la dimensin sacramental de la transmisin cristiana o, con otras palabras, la presencia activa de Dios en el proceso mismo de la transmisin. Revelacin es siempre manifestacin del Invisible por medio de algo visible. Y as como Dios utiliz para revelarse la presencia visible de Jess entre nosotros, as tambin ahora puede servirse y se sirve del relato evocador de aquellos acontecimientos para comunicarnos su salvacin.El segundo problema es el riesgo que corre el Magisterio de la Iglesia Catlica de situarse por encima de la Palabra de Dios en lugar de someterse a ella con docilidad. Quien cree que su interpretacin de la Escritura es la nica autntica, es decir, la nica obligatoria para la comunidad, corre el peligro de interpretarla arbitrariamente a impulsos de sus propios intereses, sabiendo que nadie puede impugnar su interpretacin.A la idea de revelacin cristiana parece que responde mejor la de Magisterio que la de interpretacin individual de la Escritura, pues parece que la revelacin cristiana pide obediencia a quien habla en nombre de Dios y tiende a suscitar una comunidad de discpulos de Jess. Parece que ambos aspectos obediencia y comunidad- se salvaguardan mejor con Magisterio autntico que sin l. Ahora bien, esto no quiere decir que su interpretacin sea la nica legtima. Todo el mundo tiene derecho a interpretarla y toda persona sensata tiene que tener en cuenta la interpretacin de los exegetas profesionales si quiere evitar graves errores de interpretacin. Por supuesto, toda interpretacin corre el peligro de ser arbitraria. La del Magisterio tiene menos peligro de arbitrariedad porque est atada a sus propias decisiones vinculantes del pasado. La autoridad del Magisterio es una garanta de continuidad. El tercer problema es el de la criteriologa para distinguir en la vida de la Iglesia la tradicin apostlica de la posapostlica. No es tan fcil identificar la tradicin apostlica no escrita, porque va incorporada en la doctrina, vida y culto de la Iglesia posapostlica. Es la mayor dificultad que debe afrontar la doctrina catlica de la tradicin. Lo que podemos ofrecer no es una solucin simple y evidente, sino un conjunto de criterios convergentes: el primero es el de la coherencia con la tradicin no escrita, es decir, con la Sagrada Escritura (si algo se opone a la enseanza de la Escritura, no puede ser tenido por tradicin apostlica no escrita); el segundo es el de la antigedad (cuanto ms antiguo sea un testimonio eclesial, ms garantas tiene de ser apostlico); el tercero es el de la catolicidad o universalidad (tradicin apostlica normativa es la que debe conservarse con fidelidad en toda la Iglesia. Por ello, cuanto ms universal sea un testimonio eclesial, ms garantas tiene de ser apostlico.)El cuarto problema es el de la fundamentacin de las tesis. En la medida en que hemos podido, hemos fundamentado estas tesis en la enseanza del Vaticano II, que, a su vez, acoge la de los concilios precedentes, especialmente la del concilio de Trento. Pero sta es una fundamentacin de teologa dogmtica. En nuestro caso, es una fundamentacin que supone probado lo que intentamos probar: que la tradicin no escrita tiene valor normativo. Y as como los protestantes no pueden probar por la Escritura ni el canon bblico ni el valor de la Biblia, as tampoco los catlicos podemos probar por la tradicin apostlica no escrita los lmites de esa tradicin y su valor. Y as como los protestantes tienen que explicar, sin recurrir al valor normativo de la Escritura, por qu aceptan el canon bblico y la autoridad de la Escritura, as tambin nosotros tenemos que explicar, sin recurrir al valor normativo de la tradicin no escrita, por qu aceptamos su autoridad. Es un problema de teologa fundamental. Para mostrar la plausibilidad de las tesis cuarta y sptima el profesor Alcin ofrece un argumento a priori y otro a posteriori.Argumento a priori. Si la revelacin cristiana es la revelacin definitiva de Dios, una revelacin salvfica que transform a las personas que la acogieron con fe y que suscit una comunidad de creyentes enviados a transmitir la revelacin, parece razonable buscar la revelacin no slo en lo que la comunidad apostlica nos ha confiado por escrito y bajo la inspiracin del Espritu Santo, sino tambin en la vida que esa comunidad ha transmitido a la siguiente generacin y en lo que esta comunidad viva transmite de generacin en generacin como tradicin apostlica. Parece razonable pensar as: 1) porque la vida nunca se puede objetivar totalmente en un escrito; 2) porque, si la revelacin tiene que actualizarse y reformularse a lo largo de los siglos, parece razonable buscar la tradicin apostlica no slo en el testimonio escrito de la generacin apostlica, sino tambin en las actualizaciones y reformulaciones que han hecho de la revelacin las iglesias que han nacido de la iglesia apostlica. Argumento a posteriori. Es un argumento histrico. Consiste en decir: 1) que la valoracin que hacemos en estas tesis de la tradicin apostlica no escrita coincide con la que ha hecho siempre la iglesia posapostlica y 2) que parece ms razonable coincidir con el modo de pensar de la primitiva iglesia posapostlica que discrepar de l.