¡bienvenido, papa tubérculo!

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Los periodistas estamos perdiendo nuestra capacidad de enseñar a través de las palabras porque nos las consideramos herramientas de trabajo, ni fuente de aprendizaje.

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Page 1: ¡Bienvenido, papa tubérculo!

1/7/2015 ¡Bienvenido, papa tubérculo!

http://elpotosi.net/2015/07/01/192.php 1/2

Miércoles, 1 de julio de 2015

COLUMNA DE MIÉRCOLES

¡Bienvenido, papa tubérculo!Óscar Ordóñez Arteaga / Poeta, escritor y periodista

Parece un chiste (y hasta una burla) el título de esta columna. Pero no. Cómica resulta, más bien, (y preocupa)la forma en cómo algunos periodistas insisten en una razón estéril.Con motivo de la llegada de Francisco a este país, cabe hacer algunas aclaraciones sobre el (mal) uso y elorigen de la voz papa.Según la ortografía de la Real Academia Española, papa debe escribirse en minúscula por tratarse de unsustantivo común. En fácil, papa no es un nombre propio; y en Francisco se convierte en un título, que es lomismo que un rey, o en un cargo como jefe de Estado, presidente o primer ministro, entre otros. Por ese motivoafirmo que no hay debate.Pero algunos periodistas sostienen que papa debe llevar mayúscula inicial por dos razones: respeto a lainvestidura de quien la lleva y para no confundir el cargo con el tubérculo patata, que en América Latinaconocemos con el simple nombre de papa.Veamos: si he de usar mayúsculas para papa, ¿por qué no para cerrajero, para lustrabotas, para policía o parachofer? ¿Acaso estas personas no merecen también el mismo respeto que un papa? Desde luego que sí. Perosegún la Iglesia católica, el papa es el líder espiritual, tan cercano a Dios que, de inmediato, lo hace diferente alresto de los mortales. Falso, para los ojos de Dios, todos sus creyentes son (o deberían ser) iguales porque losconsidera sus hijos. Y la responsabilidad del periodismo en ese tema es vital.Las diferencias (creadas por las cúpulas) sirven para marcar una distancia entre quienes administran el poder yaquellos que no.Dividir a la sociedad por clases, de acuerdo con el poder o el dinero, delata la crisis en picada de una forma depensar tan excluyente y retrógrada que ya no debería corresponder a estos tiempos. Y por desgracia, elperiodismo, supuesta fuente de conocimiento, debería demostrar esas diferencias. Pero no, los periodistasestamos perdiendo nuestra capacidad de enseñar a través de las palabras porque nos las consideramosherramientas de trabajo, ni fuente de aprendizaje.Segundo argumento: el papa difiere de la papa porque esta es género femenino; aquel, masculino. Esadiferencia no es tomada en cuenta por los periodistas, en especial, a la hora de escribir, porque eso es lo últimoen lo que reparan (si es que lo hacen).Tercer argumento: (el) papa viene del latín papas; y este, del griego páppas, (papá), «término de respetodirigido a eclesiásticos», nos cuenta Joan Corominas.Pero el respeto no tiene nada que ver con la ortografía de las palabras; otra cosa será un conjunto de adjetivosofensivos.La palabra papas, además, «se la relaciona con el arameo abba, el superior de una comunidad cristiana»,añade el Diccionario de uso, de María Moliner.Por otro lado, es una emitología (una mentira) sostener que papa sea el acrónimo latino de Petri ApostoliPotestatem Accipiens («el que sucede al apóstol Pedro»).La tercera acepción española de papa, viene del latín pappa y significa «comida para niños».Ahora (la) papa, aunque suene igual que las anteriores voces, es muy distinta porque viene del quechua pápa yfue mal relacionada por los españoles con la batata y la nombraron patata.En España aún le llaman así, pero en América Latina es papa y dista mucho del cargo que lleva el líder de laIglesia católica.Ahora sé que poesía (como afirma Federico García Lorca) consiste en relacionar dos palabras que nada tienenque ver entre sí: ¡Bienvenido, papa tubérculo! ¿Será cosa de chorpatélicos?

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