alcohol y sustancias psicoactivas

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Introducción El alcohol es una de las drogas más consumidas en nuestra sociedad, muchas personas acompañan sus actividades sociales con el alcohol y es aceptado como un acompañamiento placentero de las relaciones y los encuentros sociales. Esta percepción del alcohol ha contribuido a extender su consumo, no sólo entre los adultos, sino también entre los jóvenes y los adolescentes, que se inician en edades muy tempranas. A pesar de que un uso moderado de alcohol (1 ó 2 vasos diarios en las comidas), pudiera ser beneficioso para la salud de algunas personas, para otras sus hábitos y patrones de consumo pueden llevarles a tener verdaderos problemas, tanto para el propio afectado como para el entorno en el que vive (problemas de salud, malos tratos, accidentes de tráfico y laborales, alcoholismo, etc...). Parece que la sociedad actual está tomando conciencia del alcohol como una droga más, que afecta gravemente a la salud. Se intenta evitar el inicio precoz del consumo por parte de los jóvenes y aumentar el control sobre la publicidad que pudiera incidir en un consumo abusivo del mismo. El principal componente de las bebidas alcohólicas es el etanol (CH3CH2OH), éste es un depresor del sistema nervioso central, es decir, adormece progresivamente las funciones cerebrales y sensoriales. En ocasiones se confunde erróneamente con un estimulante, ya que en un primer momento produce euforia y desinhibición conductual. Esto se debe a que primero afecta a los centros cerebrales responsables del autocontrol, lo que conduce a que nos dejemos llevar por los efectos del consumo de esta sustancia. Las bebidas alcohólicas se pueden clasificar en dos grupos según el proceso de elaboración: las bebidas fermentadas y las bebidas destiladas. Las bebidas fermentadas (cerveza, sidra, vino, etc.) proceden de la fermentación natural de los azúcares contenidos en diferentes frutas usadas para la elaboración del producto alcohólico (uvas, manzanas...). La concentración de etanol en estas bebidas se encuentra entre un 2% y un 6% en las cervezas de destilación natural y productos similares y entre un 10% y un 20% en los vinos y otros productos similares.

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Alcohol y Sustancias Psicoactivas

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Page 1: Alcohol y Sustancias Psicoactivas

Introducción

El alcohol es una de las drogas más consumidas en nuestra sociedad, muchas personas

acompañan sus actividades sociales con el alcohol y es aceptado como un acompañamiento

placentero de las relaciones y los encuentros sociales. Esta percepción del alcohol ha contribuido a

extender su consumo, no sólo entre los adultos, sino también entre los jóvenes y los adolescentes,

que se inician en edades muy tempranas.

A pesar de que un uso moderado de alcohol (1 ó 2 vasos diarios en las comidas), pudiera ser

beneficioso para la salud de algunas personas, para otras sus hábitos y patrones de consumo

pueden llevarles a tener verdaderos problemas, tanto para el propio afectado como para el entorno

en el que vive (problemas de salud, malos tratos, accidentes de tráfico y laborales, alcoholismo,

etc...).

Parece que la sociedad actual está tomando conciencia del alcohol como una droga más, que

afecta gravemente a la salud. Se intenta evitar el inicio precoz del consumo por parte de los

jóvenes y aumentar el control sobre la publicidad que pudiera incidir en un consumo abusivo del

mismo.

El principal componente de las bebidas alcohólicas es el etanol (CH3CH2OH), éste es un depresor

del sistema nervioso central, es decir, adormece progresivamente las funciones cerebrales y

sensoriales.

En ocasiones se confunde erróneamente con un estimulante, ya que en un primer momento

produce euforia y desinhibición conductual. Esto se debe a que primero afecta a los centros

cerebrales responsables del autocontrol, lo que conduce a que nos dejemos llevar por los efectos

del consumo de esta sustancia.

Las bebidas alcohólicas se pueden clasificar en dos grupos según el proceso de elaboración: las

bebidas fermentadas y las bebidas destiladas.

Las bebidas fermentadas (cerveza, sidra, vino, etc.) proceden de la fermentación natural de los

azúcares contenidos en diferentes frutas usadas para la elaboración del producto alcohólico (uvas,

manzanas...). La concentración de etanol en estas bebidas se encuentra entre un 2% y un 6% en

las cervezas de destilación natural y productos similares y entre un 10% y un 20% en los vinos y

otros productos similares.

Las bebidas destiladas (vodka, whisky, ron, ginebra, tequila, aguardientes, etc.) proceden de la

depuración y destilación de las bebidas fermentadas, de esta forma se obtienen mayores

concentraciones de alcohol, llegando a tener una concentración de etanol entre un 35% y un 60%,

dependiendo de la bebida.

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Justificación

En la actualidad asistimos a una creciente demanda de información sobre los patrones de consumo de alcohol en nuestra sociedad, por la problemática social y personal que plantea. Dentro de estos patrones adquieren una mayor importancia los asociados a las pautas de consumo de la adolescencia y juventud, que va aumentando, tanto en número de bebidas adquiridas, como en el de su graduación alcohólica.La accesibilidad de los jóvenes a las bebidas alcohólicas es cada vez mayor, a pesar de las prohibiciones impuestas de su venta a menores. La edad media de inicio en el consumo de alcohol entre los escolares, es de 13 años, y dentro de ello, las chicas registran mayor prevalencia de consumo de alcohol, aunque en cantidades menores. El 84.2% de los escolares ha consumido alcohol en alguna ocasión y el 43.9% consume al menos una vez a la semana. En cuanto a los episodios de embriaguez el 41% de los escolares se han emborrachado en alguna ocasión y el 23.6% en el último mes; esto según la Encuesta sobre Drogas a la Población Escolar.Un 80% de las muertes registradas entre adolescentes se deben a causas violentas y dentro de ellas las relacionadas con drogas o alcohol representan el 50%, existiendo un mayor porcentaje de suicidios en los adictos a estas sustancias. Además, se consideran los factores familiares de gran importancia en el inicio y curso clínico de la adicción al alcohol y otras drogas, ya que hasta un tercio de los niños tienen su primera oferta de consumo de bebida alcohólica dentro del ambiente familiar, por lo que la implicación de la familia tiene gran importancia en todo programa terapéutico.El alcohol se ha vuelto un factor que ha cambiado la sociedad y no solo entre los adultos sino que los jóvenes entran ahora en este círculo, haciendo que este problema se vuelva mas fuerte, por lo que se pretende investigar cuales son estos factores por los que hay consumo de alcohol, de donde proviene la idea de que los jóvenes lo consuman o desde que edad es que comienza el joven a consumir dicha bebida.

Page 3: Alcohol y Sustancias Psicoactivas

Objetivos

General

Determinar las causas por las que se consume el alcohol.

Especifico

Determinar la edad en la que los jóvenes comienzan a consumir alcohol. Determinar las consecuencias que puede tener el consumo de alcohol.

Page 4: Alcohol y Sustancias Psicoactivas

Marco Teórico

Para el manejo adecuado de los efectos adversos de las sustancias psicoactivas (alcohol y drogas) es necesario comprender el proceso adictivo (uso, abuso y dependencia) el cual incluye normas socioculturales de uso, el curso clínico de los trastornos por uso de sustancias y la neurobiología de la adicción.

El consumo de sustancias psicoactivas en los diversos países del mundo es muy amplio, estimándose una prevalencia cercana al 100% para al menos una experiencia de consumo en la vida. Tanto el súbito y dramático incremento de su uso, como la respuesta de la sociedad, han sido comparados al impacto de las plagas durante la edad media. En algunas personas, el uso de sustancias psicoactivas los expone al desarrollo del "abuso", con el riesgo de presentar problemas en su salud y adaptación social. Para estos individuos existe un progresivo y grave compromiso individual o social, con problemas legales, uso de servicios de salud, ausentismo laboral, etcétera.

Los enormes progresos en la comprensión y tratamiento de los trastornos adictivos han sido ensombrecidos por nuestros conceptos sobre los enfermos y por los mitos sobre su tratamiento, generándose dificultades para un diagnóstico y tratamiento oportunos. Sólo un porcentaje muy bajo de los afectados se encuentra en tratamiento. Los principales obstáculos para el diagnóstico son deficiencias en la formación de los profesionales de salud y pesimismo en relación a la eficacia del tratamiento.

ANTECEDENTES

El reconocimiento de la conducta adictiva en el ser humano data de la antigüedad, describiéndose para cada una de las sustancias psicoactivas un trastorno específico (por ejemplo: alcoholismo, tabaquismo, etcétera).

La tercera edición del manual de diagnóstico de los trastornos mentales (DSM III,1980) reúne todas las formas de adicción bajo un sólo concepto: "abuso y dependencia de sustancias psicoactivas" y en forma independiente señala las complicaciones derivadas de su uso. Esta clasificación propone criterios diagnósticos que se han perfeccionado hasta la versión del DSM IV (1994) e ICD 10 (1994). Ambas identifican precoz y confiablemente un número mayor de personas con abuso o dependencia. El DSM IV identifica 11 grupos de sustancias psicoactivas capaces de producir abuso y dependencia:

1. Alcohol

2. Anfetaminas (simpaticomiméticos)

3. Alucinógenos (LSD, mescalina)

4. Cafeína

5. Cannabis

6. Cocaína

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7. Fenilciclidina (PCP)

8. Inhalantes (hidrocarburos. solventes, cloruro de etilo)

9. Nicotina

10. Opiáceos (naturales: morfina, semisintéticos: heroína, sintéticos: codeína)

11. Sedantes, hipnóticos o ansiolíticos (benzodiazepinas y barbitúricos)

Estas sustancias se distinguen entre sí por efectos psicoactivos específicos y por su capacidad para producir trastornos.

EPIDEMIOLOGIA

Así como la histeria fue el mayor problema psiquiátrico durante el siglo XIX, no cabe duda que el abuso y dependencia de sustancias psicoactivas es el mayor problema de nuestro siglo. El país con el mayor consumo de sustancias psicoactivas es EE UU, de tal modo que sus estudios de prevalencia nos permiten un marco de referencia.

Kessler y cols. encontraron una prevalencia de 26,6% a lo largo de toda la vida para abuso o dependencia de cualquier sustancia psicoactiva, siendo más frecuente en hombres (35,4%) que en mujeres (17,9%). Esta prevalencia es la más alta que la suma de todas las formas de trastornos del ánimo (19,3%) o trastornos de ansiedad (24,9%). El alcohol es la sustancia más prevalente (14,1%), en relación a la suma de las otras sustancias (12,5%).

En Chile, el alcoholismo ha sido históricamente el mayor problema de Salud Pública, con una prevalencia cercana al 20% en los mayores de 15 años. En los últimos 30 años se ha triplicado en la población menor de 21 años y se ha observado un aumento creciente entre las mujeres y los mayores de 65 años, asociándose a un aumento del consumo de cerveza y licores. Las complicaciones psiquiátricas del alcoholismo determinan entre el 35% al 50% de todos los ingresos a los hospitales psiquiátricos, los suicidios logrados son mayores en los grupos de dependientes de alcohol y de otras sustancias psicoactivas.

En relación al consumo de drogas propiamente tal, el estudio más reciente de población general de nuestro país efectuado en 1994 por el Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea, en una población de 12 a 64 años de edad, utilizó criterios diagnósticos comparables en muchos aspectos al estudio norteamericano. Para efectos de comparación se excluye el uso de alcohol, tabaco y tranquilizantes, destacando la similitud de algunas cifras.

El médico general puede evitar tratar estos enfermos, pensando que no es su responsabilidad. Sin embargo, uno de cada tres pacientes atendidos en la atención primaria tiene problemas de abuso de sustancias, siendo los más frecuente alcohol, tabaco y benzodiazepinas.

ETIOLOGIA

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Aún permanece imprecisa, a pesar de lo grave y extenso del problema. Se ha encontrado una influencia conjunta de factores socioculturales, familiares, psicodinámicos, de personalidad y genéticos. El estudio de los factores genéticos han tenido un desarrollo importante en los últimos años, encontrándose que el riesgo de desarrollar una dependencia en familiares de primer grado es 4 veces superior al de la población general. Estos estudios han permitido delimitar poblaciones de alto riesgo entre los familiares de dependientes, las cuales se caracterizan por un inicio temprano del uso de sustancias, consecuencias sociales más graves, deterioro progresivo de los vínculos familiares, disminución del rendimiento académico, aumento de conductas antisociales, mayor morbilidad y mortalidad precoz y una peor adhesión al tratamiento.

Predictores de abuso y dependencia de diferentes sustancias

1. Factores socioculturales1.1 Etnia1.2 Cultura1.3 Subcultura1.4 Dinámica familiar: baja consistencia, cohesión, expresividad y comunicación; alto nivel de conflictos.1.5 Dinámica de pares1.6 Dinámica escolar

2. Factores de riesgo individual2.1 Actitud: expectativas sobre drogas.2.2 Personalidad: deshinibición, búsqueda de novedades, exposición al riesgo, evitación del sufrimiento, hiperactividad y labilidad emocional.2.3 Cognición2.4 Conducta2.5 Factores genéticos

Estos factores pueden actuar como protectores o facilitadores del consumo: el proceso de evolución hacia la dependencia resulta del efecto conjunto de ellos. El problema se agrava, pues la sociedad mantiene una actitud ambivalente de censura y marginación a quienes sufren de una adicción y, por otra parte, estimula e incentiva su uso. Esto es especialmente evidente en relación a las dos sustancias responsables de las más altas tasas de morbilidad y mortalidad, el alcohol y el tabaco.

DIAGNOSTICO

Los criterios diagnósticos de abuso y dependencia están centrados en la conducta adictiva, en las complicaciones derivadas del consumo y no directamente en las cantidades de sustancia utilizada. Una de las clasificaciones más aceptadas es el DSM IV, cuyos criterios se resumen a continuación. Para el diagnóstico de dependencia es importante la identificación de tres fenómenos fundamentales:

 Abuso de sustancias*

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1. Uso recurrente de la sustancia, con el consiguiente fracaso en obligaciones laborales, escolares o domésticas.

2. Uso recurrente de la sustancia en situaciones en las cuales es físicamente peligroso.

3. Problemas legales recurrentes como consecuencia del uso de sustancias.4. Uso continuo de la sustancia a pesar de tener problemas sociales o

interpersonales, provocados o exacerbados por la sustancia.* DSM IV, 1994. Se debe cumplir un criterio o más, en un período de 12 meses, sin haber reunido los criterios de dependencia.

Tolerancia. Puede objetivarse en la necesidad de aumentar la cantidad de la sustancia para lograr la intoxicación o el efecto deseado, o en una disminución del efecto con el uso de la misma cantidad. Para algunos grupos tales como alcohol y benzodiazepinas existe tolerancia cruzada, de modo tal que el uso regular de uno de ellos facilita el consumo de grandes cantidades de la otra sustancia en un tiempo muy breve. El desarrollo de tolerancia es un fenómeno relativamente precoz en el proceso adictivo, exponiendo a la persona a un aumento importante del uso de la sustancia y a sus efectos tóxicos.

Privación. Se manifiesta cuando la sustancia se suspende, o cuando ésta se utiliza para aliviar o evitar los síntomas de privación. Las características clínicas de la privación dependen del grupo de sustancias utilizadas, existiendo para cada una de ellas criterios específicos que facilitan su identificación. Como concepto general se puede afirmar que aquellas que tienen un efecto principal de tipo sedativo (alcohol, barbitúricos y benzodiazepinas) el síndrome de privación es opuesto, manifestándose una hiperexitabilidad del sistema nervioso, llegando al delirium o a las convulsiones. En aquellas sustancias cuyo efecto central es activante (cocaína, anfetaminas o estimulantes en general) la privación se manifiesta como una disminución de la actividad del sistema nervioso y clínicamente como una depresión y fatiga importante, con alto riesgo de conductas autodestructivas y suicidas.

La privación no ocurre con todas las sustancias (por ejemplo marihuana), pero cuando esta se manifiesta da un sello indiscutible de dependencia y gravedad. El alivio de los síntomas de privación es una de las mayores causas de consulta médica en las adicciones, la cual habitualmente se resuelve en forma satisfactoria, sin orientarse el tratamiento al proceso adictivo.

Compulsión y descontrol en el uso de la sustancia. Los criterios 3 al 7 de la Tabla 3 reflejan en su conjunto una pérdida de libertad en el control de la sustancia y una necesidad de mantener su uso a pesar de las consecuencias adversas. En acuerdo a estas conductas, es posible efectuar el diagnóstico de dependencia en etapas más tempranas y con un nivel de daño orgánico, individual y social menor.

 Dependencia de sustancias*

1. Tolerancia.2. Privación.3. Uso de la sustancia en una cantidad mayor o por un período mayor de tiempo.4. Deseo persistente o esfuerzos inútiles para detener o controlar el uso de la

sustancia.

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5. Emplear gran cantidad de tiempo en actividades para obtener la sustancia, usarla o recuperarse de sus efectos.

6. Reducción de actividades laborales, sociales y recreacionales por el uso de la sustancia.

7. Uso de la sustancia a pesar del conocimiento de las consecuencias (físicas o psíquicas).

* DMS IV, 1994. Se deben cumplir 3 criterios a lo menos, en un período de 12 meses).

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Diferencias entre abuso y dependencia

Potencial de abuso y dependencia de diferentes sustancias

Dependencia

Abuso  Intoxicació

nPrivació

n

Alcohol

Anfetaminas

Alucinógenos

Cafeína

Cannabis

Cocaína

Fenilciclidina

Inhalantes

Nicotina

Opiáceos

Sedantes

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X

Esta tabla resume el potencial de abuso y dependencia, cuya diferenciación es importante en clínica. El abuso es una etapa previa a la dependencia, de menor gravedad, reversible, pues luego de un período de abstinencia es posible retornar al uso moderado y controlado de algunas sustancias, cuando existe para ella un nivel de uso normal, como son el alcohol y las benzodiazepinas. Para la nicotina no existe la etapa de abuso, pues al tener un potencial adictivo mayor se pasa directamente a la dependencia. Fenómenos similares parecen ocurrir con sustancias altamente adictivas, tales como la pasta base de cocaína, con la cual luego de breves e intensos períodos de abuso se llega a la dependencia.

Comorbilidad

El diagnóstico dual se refiere a la concurrencia de dos entidades independientes en una misma persona. En este momento es poco frecuente que una persona utilice una sola sustancia psicoactiva, el uso múltiple es lo habitual. Hasta ahora el énfasis de la investigación ha estado puesto principalmente en las características epidemiológicas y clínicas de la población afectada, más que de su tratamiento, dada las dificultades de efectuar seguimiento en esta población.

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La ausencia de un diagnóstico oportuno de otra enfermedad que coexiste con el abuso o dependencia, determina un estilo de adaptación que tiende a disminuir aún más la autoestima, prolonga las hospitalizaciones y determina que los pacientes reinicien rápidamente el uso de sustancias al ser dados de alta. Esto lleva a dificultades y faltas en los compromisos de tratamiento, por lo que los pacientes no logran adherir adecuadamente a los programas de autoayuda. Los enfermos con patología dual evolucionan prontamente a un grave deterioro de sus grupos de apoyo, pudiendo ingresar al grupo social de pacientes sin redes sociales, vagabundos o sin hogar.

La comorbilidad es muy frecuente en los trastornos psiquiátricos. Es así como el 74% de los pacientes psiquiátricos hospitalizados refieren haber abusado de sustancias y el 13% abusa regularmente de drogas, sin considerar el alcohol. La identificación de un trastorno preexistente o concurrente es difícil, ya que muchos síntomas psíquicos o incluso condiciones médicas pueden ser causadas por la sustancia. Uno de los criterios que pueden ser útiles para precisar la comorbilidad es el comienzo de los síntomas. Es así como la existencia de un importante deterioro social previo a la hospitalización, uso de psicofármacos y pobre desempeño laboral, debieran plantear la existencia de patología dual.

Los trastornos del ánimo como distimia, doble depresión (sobreimposición de una depresión mayor a una distimia) y trastorno bipolar exponen a un alto riesgo de uso de anfetaminas, cocaína, alcohol y benzodiazepinas. El alto nivel de sufrimiento que acompaña al abuso y dependencia, asociado a la existencia de psicopatología, produce importantes dificultades en al área interpersonal, en el mundo laboral y en las relaciones sociales, pudiendo orientar la impresión clínica hacia la existencia de un trastorno esquizofrénico más que a uno del área afectiva.

Los trastornos de ansiedad ocupan el segundo lugar luego de los trastornos del ánimo, siendo muy difícil su separación inicial, ya que una crisis de pánico puede presentarse en relación a intoxicación de cocaína, uso de marihuana o privación de alcohol o benzodiazepinas. Es importante destacar los altos porcentajes de suicidio en pacientes con trastorno de pánico no tratado (18%), tan altos como los asociadas a depresión no tratada (15%). Otro trastorno de ansiedad preexistente es la fobia social, especialmente asociada a alcohol, tabaco y benzodiazepinas.

La esquizofrenia frecuentemente se complica con abuso y dependencia, habitualmente con estilos inhabituales de consumo, de carácter bizarro, con uso de vías inhabituales (ojo, pene, vagina). Frecuentemente empeoran los síntomas psicóticos o se generan síntomas paranoides cuando se usan altas dosis de cocaína o anfetaminas.

El uso de psicoestimulantes como cocaína y anfetaminas, hoy cada día más frecuente, se caracteriza por asociarse a una alta biodisponibilidad, produciéndose frecuentes trastornos del ánimo y, en fases más avanzadas, accidentes cerebrovasculares.

Los inhalantes y solventes se asocian siempre a psicopatología preexistente y a su vez inducen rápidamente importantes trastornos neuropsiquiátricos y físicos.

Las benzodiazepinas son frecuentemente utilizadas por pacientes depresivos, con trastornos de la conducta alimentaria y bipolares.

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Los trastornos psiquiátricos, las enfermedades médicas y el abuso o dependencia deben ser identificados independientemente y tratados en forma diferencial, para evitar la repetición y prolongación de las hospitalizaciones. Ambos aspectos deben ser considerados en el diagnóstico diferencial y en una planificación de tratamiento.

ALCOHOL

¿POR QUÉ EL ALCOHOLISMO ES UN PROBLEMA SOCIAL?

Según el CIJ (Centros de Integración Juvenil) define al alcoholismo como “una enfermedad crónica, caracterizada por una conducta anormal de búsqueda de alcohol y que siempre lleva a la pérdida de control en la forma de beber y que tiene severos efectos en la salud, así como a nivel familiar y social”.

De esta definición podemos afirmar que efectivamente el alcohol ha sido la causa de muchos problemas en nuestra sociedad actual, problemas tales como accidentes automovilísticos, violencia intrafamiliar, violencia en las calles y hasta indigencia han sido los detonantes para considerar al alcoholismo como una patología social. Pero ¿en realidad el alcohol es tan malo? ¿Por qué se escandaliza tanto sobre el consumo de bebidas embriagantes?

Es obvio afirmar que no tiene efectos positivos el consumo excesivo de este producto, pero podemos ver claramente que dentro de este patrón de consumo hay detrás grandes trasnacionales que siguen llenándose los bolsillos con ganancias y por otro lado vemos cada vez más jóvenes volviéndose alcohólicos. Cualquier estrato social no interfiere para que este problema se suscite. Bien se dice popularmente “cualquier pretexto es bueno para tomar, todos compartimos las mismas penas” y es bien sabido que el consumo de bebidas embriagantes se da por diversos factores, ya sea por decepciones, por algún fracaso, por falta económica, o por el simple hecho de divertirse, ¿pero a caso la inmensa mayoría de población juvenil sufre todos estos tipos de problemas?

La publicidad ha hecho de las suyas al bombardear por todas partes estereotipos que hacen llevar al joven vulnerablemente moldeable y manipulado a consumir sus productos para logar encajar dentro de cierto status social. Muchas veces los amigos son los que incitan a beber desde temprana edad, y siendo por ejemplo un adolescente solitario se necesita beber para lograr ser parte de un grupo, aunque como ya se mencionó, la causas por las que se decide beber son diversas, pero el problema no radica en el beber, sino el beber sin control, y es que en México a diferencia de diversos países europeos, se consume en exceso ocasionando severos problemas sociales que hasta la fecha no se han podido erradicar del todo.

En nuestro país el problema no es consumir alcohol sino más bien no tenemos una cultura en cuanto al consumo moderado, ya que nos dejamos llevar por el gran poder etílico que provoca en nuestro cerebro una dependencia.

En el seno de nuestra profesión se tiene como objeto de trabajo las necesidades y problemas sociales y está orientada a intervenir en ellos integrando, en los modelos de

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intervención, los saberes propios, los saberes de otras disciplinas y los de las sociedades concretas.

CARACTERÍSTICAS

El alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida en nuestra sociedad. Su consumo está altamente normalizado y forma parte de las pautas culturales, los usos y costumbres fuertemente arraigados en numerosos contextos sociales. El principal componente de las bebidas alcohólicas es el etanol o alcohol etílico, que tiene diferente concentración dependiendo de su proceso de elaboración. Dicho proceso consiste básicamente en la fermentación anaeróbica de los hidratos de carbono, proceso conocido como “fermentación alcohólica”. Este proceso se lleva a cabo por la transformación del azúcar en etanol mediante la actuación de unas levaduras sobre ciertos frutos o granos, como la uva, la manzana, la cebada o el arroz.

Como sustancia, el alcohol actúa como un depresor del sistema nervioso central, es decir, inhibe progresivamente las funciones cerebrales, produciendo una disminución del nivel de consciencia y afectando, por tanto, a la capacidad de autocontrol. También produce inicialmente euforia y desinhibición por lo que suele confundirse comúnmente con un estimulante, sin embargo, en realidad lo que provoca es un enlentecimiento de las funciones que lleva a cabo nuestro cerebro, reduciendo así gran parte de nuestras capacidades.

CLASIFICACIÓN DE LAS BEBIDAS ALCOHÓLICAS

Por bebida alcohólica se entiende aquella bebida en cuya composición está presente el etanol en forma natural o adquirida y cuya concentración sea igual o superior al 1% de su volumen Existen dos tipos de bebidas alcohólicas, las fermentadas y las destiladas.

Las bebidas fermentadas son las procedentes de la fermentación de los azúcares de las frutas o de los cereales. Ejemplos de ellas son el vino, resultante de la fermentación de la uva; la cerveza, resultante de la fermentación de la cebada y otros cereales; o la sidra, resultante de la fermentación de las manzanas. Suelen tener una graduación entre los 4 y los 15 grados.

Por su parte, las bebidas destiladas se consiguen eliminando mediante calor, a través del proceso de destilación, una parte del agua contenida en las bebidas fermentadas, por lo que las bebidas destiladas tienen más alcohol que las fermentadas, en general entre 30 y 50 grados. Esto supone que entre el 30% o el 50% de lo que se bebe es alcohol puro. Entre las bebidas destiladas más conocidas están el coñac, la ginebra, el whisky, el orujo, el ron y el vodka.

EFECTOS Y RIESGOS EN EL ORGANISMO

El alcohol ingerido en una bebida alcohólica es absorbido en el aparato digestivo. De ahí pasa a la circulación sanguínea en la que puede permanecer hasta 18 horas. Finalmente, es eliminado a través del hígado. La presencia continuada de alcohol en el organismo y

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su consumo repetido es responsable de la mayoría de las lesiones que esta sustancia produce en nuestro cuerpo, como la cirrosis hepática o las encefalopatías en las que el funcionamiento de hígado y cerebro se ven gravemente afectados.

A los pocos minutos de haberlo ingerido pueden aparecer una serie de efectos cuya manifestación varía según diversos parámetros como la cantidad consumida y la rapidez con que se consume; características personales como la edad, el sexo, el peso, o la predisposición genética; la combinación con bebidas carbónicas (tónica, colas…); la ingestión simultánea de comida; o la combinación con otras sustancias (tranquilizantes, analgésicos, cannabis, cocaína…).

En general, entre los efectos que comienzan a aparecer con su ingesta están:

• Desinhibición. • Euforia. • Relajación. • Aumento de la sociabilidad. • Dificultad para hablar. • Dificultad para asociar ideas. • Descoordinación motora. • Intoxicación aguda.

Cuando la concentración sanguínea de alcohol alcanza o supera los 3 gramos de alcohol por litro puede llegar a producirse apatía y somnolencia, llevarnos al coma o incluso a la muerte por parálisis de los centros respiratorio y vasomotor.

El alcohol es una de las sustancias psicoactivas que más daños provoca. Su consumo se relaciona con más de 60 enfermedades. Además, el consumo excesivo de alcohol constituye un factor de riesgo en accidentes de tráfico, accidentes laborales, comportamientos agresivos –riñas, peleas,…-, maltrato o violencia machista.

Las consecuencias derivadas del consumo excesivo de alcohol pueden producirse tanto a corto como a largo plazo.

A corto plazo, el consumo excesivo de alcohol puede provocar:

• La intoxicación etílica, pudiendo provocar el coma o incluso la muerte.

• El desarrollo de conductas de riesgo, al generar desinhibición y falsa sensación de seguridad. Todo ello se ha relacionado, por ejemplo, con los accidentes de tráfico y los accidentes laborales; las prácticas sexuales de riesgo; o los comportamientos violentos.

A largo plazo, el consumo excesivo de alcohol puede provocar importantes problemas de salud, conflictos familiares y sociales. Estos problemas pueden presentarse incluso en el caso de personas que no han desarrollado una dependencia alcohólica. De hecho, la mayor parte de los daños y costes socio sanitarios asociados al alcohol se producen en personas aparentemente no dependientes. Su implicación en las urgencias y los ingresos hospitalarios es muy frecuente.

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Entre las consecuencias a largo plazo se encuentran numerosas patologías, entre las que destacan:

Hipertensión arterial; gastritis; úlcera duodenal; cirrosis hepática; cardiopatías; encefalopatías; cáncer; alteraciones del sueño; agresividad; depresión; disfunciones sexuales; deterioro cognitivo; demencia; psicosis.

Una de las consecuencias más graves del consumo excesivo de alcohol es el desarrollo de la adicción o dependencia alcohólica. Una enfermedad crónica caracterizada por el consumo incontrolado de alcohol a un nivel que interfiere con la salud física y mental de la persona y con sus responsabilidades familiares, laborales y sociales.

¿A QUÉ EDAD LOS JÓVENES COMIENZAN A TOMAR ALCOHOL?

Uno de cada diez jóvenes de entre 12 y 18 años consume alcohol cada semana. Además, la edad media en la que los adolescentes comienzan a beber es de 13,7 años aunque los padres creen que el inicio es a los 15 años, según el estudio “Juventud y Alcohol” realizado por la Fundación Pfizer.

El 56,1% de los encuestados dijo comenzar a beber con amigos y lo hacen en gran parte por "probar" en el 37,1% de los casos.

Uno de cada diez jóvenes de entre 12 y 18 años consume alcohol cada semana, y poco más de un tercio, al menos una vez al mes, en tanto que las tasas se elevan entre los jóvenes de 16 y 18 años hasta un 22,8% y 61,7%, respectivamente.

El 17,7% de los chicos dice haberse emborrachado en el último año, porcentaje que asciende a casi un 50% entre los que tienen entre 16 y 18 años mientras que los padres lo creen así solo en un 5,2%.

En cuanto a las bebidas alcohólicas que consumen con más frecuencia el fin de semana, el 55,2% opta por licores de alta graduación mientras que sus padres creen que es así en el 36,8% y, en general, éstos indican unas tasas inferiores a las declaradas por sus hijos. El 24,1% de los padres piensa que sus hijos no compran alcohol, pero sólo el 12,7% de los jóvenes dice no hacerlo. El 39,4% dijo que lo adquiere en grandes o medianas superficies, el 19,9% en bares y el 11,3% en tiendas de "chinos". 

Los jóvenes suelen beber en calles, plazas o parques, así lo afirma el 41,5% de los entrevistados y el 33,1% en una casa, propia o ajena.

Según el estudio, sólo uno de cada cuatro jóvenes que consume alcohol querría dejar de beber o, al menos, reducir su consumo, a pesar de que la mayoría de ellos afirma estar suficientemente informados sobre sus efectos y los problemas que causa.

La mayoría de los entrevistados dice no hablar nunca o casi nunca con sus padres sobre el consumo de alcohol, algo que se produce en mayor medida entre los jóvenes de 12 a 15 años, que entre los que superan esa edad.

En general los profesores hablan con sus alumnos de estos temas: el 10,4% muchas veces, el 16,6% bastantes veces y el 57,4% algunas veces.

En este sentido, casi siete de cada diez profesores aseguran que no trata este asunto en las conversaciones mantenidas con los padres de los estudiantes. Además, uno de cada tres dice haber detectado en clase falta de atención o bajo rendimiento a causa del consumo de alcohol.

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En cuanto a las medidas para reducir la problemática, los profesores dan prioridad máxima al papel de la familia, muy por encima del que podrían jugar los poderes públicos o los propios centros de enseñanza.

El estudio fue realizado en base a 1.675 entrevistas realizadas a jóvenes españoles de entre 12 y 18 años, padres y madres, así como a profesores de ESO y Bachillerato.

PERCEPCIÓN SOCIAL. PUBLICIDAD. MITOS Y CREENCIAS SOBRE EL ALCOHOL

El alcohol está muy extendido en nuestra sociedad. Además, está socialmente aceptado y forma parte de nuestras costumbres. Lo asociamos al ocio, a las celebraciones, a las relaciones sociales, a las fiestas populares, a la cultura y a la gastronomía. También recurrimos al alcohol para regular nuestros estados de ánimo, aliviar nuestras penas, coger un puntillo de alegría o atrevernos a relacionarnos con los demás. No hay más que mirar el refranero popular y ver la de dichos y refranes alusivos al vino, a la cerveza o al alcohol en general.

La percepción social del consumo de alcohol ha ido variando a lo largo de la historia. Su consumo se remonta a la antigüedad y ha estado ligado a consumos rituales, sagrados, sociales y festivos. Asimismo, ha sido utilizado como remedio curativo. En los Estados Unidos, por ejemplo, en la época de la prohibición sólo los médicos podían prescribirlo. Pero es en el siglo XIX, durante la revolución industrial, cuando aparece la noción del alcoholismo como problemática asociada a su consumo.

Hoy en día el consumo excesivo de alcohol y el alcoholismo de manera más general, constituyen una fuente importante de problemas en numerosos países. Y aunque cada vez es más reconocido y aceptado que el alcohol puede acarrear problemas importantes de salud si se hace un uso inadecuado del mismo, lo cierto es que en los últimos años ha disminuido la percepción del riesgo asociado al consumo de bebidas alcohólicas, tanto de forma diaria como durante el fin de semana. Igualmente se observa una modificación del patrón de consumo, especialmente entre los jóvenes, que en la actualidad tienden a realizar un consumo de cantidades muy elevadas en cortos periodos de tiempo (fines de semana), lo que se conoce como consumo en atracón (5 o más bebidas en una sola ocasión). La normalización y la banalización tienden a ser las notas predominantes en torno al consumo de alcohol en nuestra sociedad.

¿CÓMO ES POSIBLE QUE ESTO SEA ASÍ SI DISPONEMOS DE AMPLIA INFORMACIÓN Y CONOCEMOS LOS DRAMÁTICOS EFECTOS Y LOS RIESGOS DE SU CONSUMO?

Una dirección donde buscar respuestas está en las ideas, opiniones y creencias sociales asociadas al alcohol que legitiman y hacen más aceptable su uso. Y en nuestra sociedad de consumo, gran parte de estas ideas se generan a través de la publicidad. De hecho, es de sobra conocido que la publicidad es uno de los factores que inciden en el consumo de cualquier producto, promocionándolo, dándolo a conocer, haciéndolo atractivo y apetecible y ejerciendo además una considerable influencia en la generación y mantenimiento de ciertos estilos de vida y valores.

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-Un estudio realizado en el año 2006 por la Escuela Andaluza de Salud Pública sobre la publicidad en radio y televisión de bebidas alcohólicas, puso de manifiesto, entre sus conclusiones, las siguientes:

• Los mensajes no ofrecen información objetiva que capacite para una toma de decisiones libre y sin manipulaciones, apelándose en la mayoría de las ocasiones a emociones e identificación con determinados valores.

• No se ofrece información alguna sobre los efectos perjudiciales del alcohol, a excepción de incluir la graduación de la bebida alcohólica y sólo en el caso de la televisión.

• Un 28% de los spots sobre bebidas alcohólicas analizados en televisión y un 50% de los analizados en radio, están dirigidos explícitamente al público adolescente y joven. El resto de la publicidad sobre bebidas alcohólicas, aunque no se dirija explícitamente a este sector, sí se inserta en programas que habitualmente son seguidos por público joven y adolescente.

• Los elementos audiovisuales más utilizados son estéticas modernas, escenarios de noche, fiestas, pubs y discotecas, música y protagonistas jóvenes, asociando claramente el binomio fiesta-alcohol.

• En la radio se recurre a voces jóvenes y seductoras y ritmos de música actual y pegadiza. Los mensajes son directos, pegadizos, y con un lenguaje cercano y familiar al público joven.

• En todos los anuncios analizados se ofrece una imagen positiva del consumo de alcohol y en el 100% se encuentra asociado o con la mejora del rendimiento físico, o con el éxito social y/o sexual, siendo estos últimos los más recurrentes.

• Además, todas las retrasmisiones de partidos de fútbol pertenecientes a la Liga de Fútbol Profesional, están patrocinados por marcas de bebidas alcohólicas, como ocurre también con los de la Champion League. La situación es semejante en cuanto al patrocinio de programas radiofónicos.

Deporte, juventud, fiesta, prestigio, éxito social, sexo, seducción, atractivo… éstos son algunos de los ganchos simbólicos que hacen de la identificación con el consumo de alcohol un valor altamente estimado.

TIPOS DE CONSUMO

Cuando nos referimos al consumo de alcohol es importante diferenciar y matizar las diferentes formas o patrones de consumo, ya que no todas comportan los mismos riesgos y requieren las mismas estrategias de prevención y/o intervención.

En general podemos distinguir, en primer lugar, entre los conceptos de consumo moderado o de bajo riesgo y consumo excesivo de alcohol.

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Dentro de esta última categoría, además, podemos diferenciar entre el consumo de riesgo (tanto regular como ocasional), el consumo perjudicial y la dependencia o adicción al alcohol. Veamos detenidamente cada uno de estos conceptos.

• Por consumo moderado o de bajo riesgo se entiende aquel consumo a cantidades y patrones dentro de las pautas legales y médicas y que es poco probable que derive en problemas relacionados con el alcohol. En términos generales se considera que un consumo de bajo riesgo es aquel que se sitúa por debajo de las 17 UB semanales en el caso de los hombres y por debajo de las 11 UB semanales en el caso de las mujeres.

• Por el contrario, el consumo excesivo o abuso es un término general que se utiliza para señalar cualquier nivel de riesgo, pudiéndose distinguir tres grandes grupos: el consumo de riesgo; el consumo perjudicial; y el consumo dependiente.

• Se considera consumo de riesgo aquel que supera los límites de un consumo moderado y que aumenta la probabilidad de sufrir enfermedades, accidentes, lesiones o trastornos mentales o del comportamiento. En términos generales se considera que un consumo de riesgo es aquel que se sitúa por encima de las 28 UB semanales en el caso de los hombres y por encima de las 14 UB semanales en el caso de las mujeres. También se considera consumo de riesgo cualquier consumo en el caso de mujeres embarazadas, menores y personas con actividades, enfermedades y tratamientos que desaconsejan el consumo de alcohol.

• Hay que tener en cuenta que el consumo de riesgo puede darse de dos formas distintas. De forma regular, cuando las cantidades consumidas se distribuyen a lo largo de la semana de manera prácticamente diaria. De forma ocasional, cuando se hace un consumo concentrado de varias consumiciones en poco espacio de tiempo. En este último caso se considera consumo de riesgo al que supera en una sola ocasión de consumo las 5 UB en el caso de los hombres y las 4 UB en el caso de las mujeres.

• Por su parte, el consumo perjudicial se refiere a un patrón de bebida que ya ha causado daño para la salud física y/o mental de la persona y con frecuencia va acompañado de otras consecuencia adversas de índole social, familiar o laboral.

Finalmente, cuando además de haberse producido daños, el consumo de alcohol se ha convertido en una conducta adictiva, hablamos de consumo dependiente de alcohol o dependencia del alcohol. Entre las características de la dependencia están:

• Deseo irrefrenable o compulsivo de beber alcohol.

• Pérdida de control sobre la ingesta. Incapacidad de dejar de beber una vez que se ha comenzado a hacerlo.

• Dependencia física. Síndrome de abstinencia con síntomas tales como náuseas, sudor, temblores y ansiedad cuando se deja de beber alcohol.

• Tolerancia. Necesidad de beber cada vez más cantidad de alcohol a fin de sentirse eufórico.

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Conclusiones

No hay una causa definida del alcoholismo pero hay factores que pueden jugar un papel en su desarrollo. Es más probable el desencadenamiento de un alcoholismo en las personas con algún familiar alcohólico que en otras que no lo tienen. No se conoce la razón, que puede encontrarse en anomalías genéticas o bioquímicas.

Algunas complicaciones que puede probar el consumo excesivo de alcohol son: Pancreatitis aguda y crónica. Cardiomiopatía alcohólica. Neuropatía alcohólica. Varices esofágicas sangrantes. Degeneración cerebral. Cirrosis hepática. Complicaciones de la abstinencia alcohólica. Depresión. Disfunción en las erecciones. Síndrome fetal alcohólico en los hijos de mujeres alcohólicas. Amento de la presión arterial. Incremento en la incidencia del Cáncer. Insomnio. Deficiencias nutricionales. Suicidio.

La mayoría de los chicos y chicas comienzan a consumir bebidas alcohólicas, con amigos o con la familia, para probar en una edad media de 13 años.

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Bibliografia

Cómo proteger a tus hijos contra las drogas. Moreno Kena CIJ.

http://www.scielo.org.ar/pdf/anuinv/v14/v14a23.pdf

http://escuela.med.puc.cl/paginas/publicaciones/boletin/html/psiquiatria/5_6.html

http://www.buenastareas.com/ensayos/El-Alcoholismo-Como-Problema-Social/1993770.html

http://bandaborracharajs3.blogspot.es/1236702720/

http://www.oni.escuelas.edu.ar/2002/mendoza/adicciones/causas_de_consumo.htm

http://noticias.universia.es/en-portada/noticia/2012/10/17/975098/jovenes-comienzan-tomar-alcohol-13-anos.html