39 el conocimiento bÍblico, un comentario expositivo, tomo 6, (malaquÍas).docx

28
MALAQUÍAS Craig A. Blaising Traducción: Bernardino Vázquez INTRODUCCIÓN Trasfondo histórico. Malaquías ministró en el s. V a.C., ca. 100 años después de que en 538 a.C. Ciro publicara su decreto permitiendo a los judíos retornar del exilio. En respuesta a los ministerios proféticos de Hageo y Zacarías, los repatriados reconstruyeron tanto el templo, terminándolo en 515 a.C., como sus casas. Muy probablemente, en tiempos de Malaquías se estaba reedificando o ya se había terminado el muro de Jerusalén (por la gente de Nehemías). La vida no era fácil. Políticamente, los judíos estaban dominados por Persia (peḥâh, “príncipe” o “gobernador”, Mal. 1:8, era un título persa, que también se usa en Esd. 5:3, 6, 14; 6:6–7, 13; Dn. 3:2–3, 27; 6:7). Las cosechas era pobres y estaban expuestas a plagas de langostas (Mal. 3:11). La mayoría de judíos era indiferente o tenía resentimientos contra Dios. Tanto los sacerdotes como la gente violaban las estipulaciones de la ley mosaica acerca de los sacrificios, diezmos y ofrendas. La esperanza del pueblo en las promesas de Dios se había debilitado, como se evidencia en: (a) matrimonios con paganos, (b) divorcios, y (c) ambivalencia moral generalizada. Fecha. La referencia de Malaquías al gobernador persa (Mal. 1:8) muestra que el libro se escribió después de 538 a.C., aunque la mayoría de los eruditos bíblicos concuerdan en que fue escrito entre 450–430 a.C., por las siguientes razones: (1) La amonestación de Malaquías a los sacerdotes por sus malas prácticas en el templo muestran que éste ya se había reconstruido y se había restablecido el sacerdocio. (2) La condiciones morales y espirituales que Malaquías

Upload: ojilver-lopez

Post on 12-Jan-2016

44 views

Category:

Documents


8 download

TRANSCRIPT

Page 1: 39 EL CONOCIMIENTO BÍBLICO, UN COMENTARIO EXPOSITIVO, TOMO 6, (MALAQUÍAS).docx

MALAQUÍASCraig A. Blaising

Traducción: Bernardino VázquezINTRODUCCIÓN

Trasfondo histórico. Malaquías ministró en el s. V a.C., ca. 100 años después de que en 538 a.C. Ciro publicara su decreto permitiendo a los judíos retornar del exilio. En respuesta a los ministerios proféticos de Hageo y Zacarías, los repatriados reconstruyeron tanto el templo, terminándolo en 515 a.C., como sus casas. Muy probablemente, en tiempos de Malaquías se estaba reedificando o ya se había terminado el muro de Jerusalén (por la gente de Nehemías).La vida no era fácil. Políticamente, los judíos estaban dominados por Persia (peḥâh, “príncipe” o “gobernador”, Mal. 1:8, era un título persa, que también se usa en Esd. 5:3, 6, 14; 6:6–7, 13; Dn. 3:2–3, 27; 6:7). Las cosechas era pobres y estaban expuestas a plagas de langostas (Mal. 3:11). La mayoría de judíos era indiferente o tenía resentimientos contra Dios. Tanto los sacerdotes como la gente violaban las estipulaciones de la ley mosaica acerca de los sacrificios, diezmos y ofrendas. La esperanza del pueblo en las promesas de Dios se había debilitado, como se evidencia en: (a) matrimonios con paganos, (b) divorcios, y (c) ambivalencia moral generalizada.Fecha. La referencia de Malaquías al gobernador persa (Mal. 1:8) muestra que el libro se escribió después de 538 a.C., aunque la mayoría de los eruditos bíblicos concuerdan en que fue escrito entre 450–430 a.C., por las siguientes razones: (1) La amonestación de Malaquías a los sacerdotes por sus malas prácticas en el templo muestran que éste ya se había reconstruido y se había restablecido el sacerdocio. (2) La condiciones morales y espirituales que Malaquías denunció eran similares a las que enfrentó Esdras, que retornó en 458, y Nehemías, que regresó en 444. Esas condiciones incluían matrimonios con gentiles (2:10–11; cf. Esd. 9:1–2; Neh. 13:1–3, 23–28), falta de sostén para los levitas (Mal. 3:10; cf. Neh. 13:10), y opresión de los pobres (Mal. 3:5; cf. Neh. 5:4–5). Tal vez Malaquías habló a la misma generación de Esdras y Nehemías, o bien pudo ser que hablara a una generación posterior poco tiempo después del trabajo de ellos.Autor. Tradicionalmente, a Malaquías (mal’āḵî, lit., “mi mensajero”) se le ha considerado como el último profeta del A.T., antes del ministerio de Juan el bautista, que predijo Malaquías (Mal. 3:1). Sin embargo, muchos han argumentado que mal’āḵî es un título anónimo, no un nombre propio. Para ello dan cuatro razones: (1) Mal’āḵî no tiene la forma de nombre propio. No obstante, en la Biblia, ningún otro libro es anónimo. Quizá mal’āḵî es un apócope de mal’āḵiyyâh (cf. ’ăḇi [’ăḇî] en 2 R. 18:2, con Ābías [’ăḇiyyâh] en 2 Cr. 29:1 [nota mar. BLA], y Uri [’ūrî] en 1 R. 4:19 con Urías [’ûriyyâh] en 1 Cr. 11:41). (2) En 1:1 el Targúm (trad. aramea parafraseada del A.T.) no considera que “Malaquías” sea nombre propio. Sin embargo, añade que ese mensajero era Esdras, teoría que tiene poco apoyo. (3) Debido a que mal’āḵî es una designación anónima en Malaquías 3:1, entonces debe

Page 2: 39 EL CONOCIMIENTO BÍBLICO, UN COMENTARIO EXPOSITIVO, TOMO 6, (MALAQUÍAS).docx

ser lo mismo en 1:1. Pero, es más probable que el mensajero anónimo mal’āḵî de 3:1 sea un juego de palabras basado en el nombre del profeta citado en 1:1.(4) La teoría de otros eruditos es que Malaquías fue una de tres profecías anónimas (las otras dos son Zac. 9–11 y 12–14) anexadas como apéndice al libro de los 12 profetas menores. La base de esa teoría es que la palabra maśśā’ (“carga u oráculo”) introduce cada una de esas tres partes de las Escrituras (Zac. 9:1; 11:1; Mal. 1:1). Sin embargo, la manera en que Malaquías introduce su libro (lit., “Profecía de la palabra de Jehová contra Israel, por medio de Malaquías”) difiere de la forma en que Zacarías introduce sus dos oráculos (V. Brevard Childs, Introduction to the Old Testament as Scripture, “Introducción del A.T. como Escritura”, Filadelfia: Fortress Press, 1979, págs. 489–492).El contenido del libro de Malaquías claramente indica que fue escrito por un profeta. Pero nada se sabe de su familia ni se menciona por nombre en ningún otro pasaje de la Biblia.Estilo. El estilo de Malaquías difiere de otros profetas. En lugar de presentar discursos directos, utilizó un estilo dialéctico o controversial. Así, presentó cada uno de sus seis mensajes (V. puntos II–VII en el Bosquejo) dirigiendo una amonestación o mandato al pueblo. Entonces Malaquías definió a la gente como disputando y cuestionando cinco de sus seis acusaciones (todas excepto la tercera, punto IV del Bosquejo). Luego probó que cada una de sus acusaciones era correcta. Ese estilo fue muy apropiado para confrontar a los apáticos israelitas.Mensaje. El mensaje de Malaquías es similar al de otros profetas: las bendiciones del pacto requieren obediencia a éste. En la medida en que cada generación obedecía los mandatos del pacto mosaico, asimismo participaba de las bendiciones estipuladas en el pacto abrahámico incondicional. La obediencia a la ley se premiaba con bendición en la tierra prometida. En cambio, la desobediencia producía maldiciones y, a fin de cuentas, el exilio. En la antigua dispensación ese pacto fue el que normó la relación de Israel con DiosMalaquías aplicó el pacto mosaico a los problemas del Israel posexílico—negligencia, oportunismo, y desobediencia descarada. En el fondo de esos problemas estaba la inadecuada perspectiva que tenía el pueblo acerca de la fidelidad de Dios al pacto y su pérdida de esperanza en cuanto a que se establecería el reino divino. Esto produjo una infidelidad generalizada y afectó la adoración del pueblo en el templo y las relaciones maritales en los hogares. Malaquías señaló los tratos de Dios con Israel en el pasado, presente, y futuro, con el fin de renovar la perspectiva del pueblo, recuperar la esperanza, y motivarlo a ser fiel al pacto.

BOSQUEJOI.     Introducción: Encargo a Malaquías (1:1)II.     Primera denuncia: Respondan al amor de Dios (1:2–5)A.     Afirmación del amor de Dios por Israel (1:2a)B.     Israel cuestiona la acusación (1:2b)C.     Reivindicación del reclamo divino (1:2c–5)1.     Dios prefirió a Israel sobre Edom (1:2c–3a)2.     El juicio de Edom (1:3b–5)III.     Segunda denuncia: Honren a Dios (1:6–2:9)A.     Acusación: Habían deshonrando a Dios (1:6a)B.     Israel cuestiona la acusación (1:6b)C.     Dios prueba su denuncia: Sus sacrificios eran aborrecibles (1:7–14)D.     Advertencia a los sacerdotes (2:1–9)1.     La advertencia (2:1–4)2.     Normativa para los sacerdotes (2:5–9)IV.     Tercera denuncia: Sean fieles, pues son el pueblo del pacto (2:10–16)A.     Acusación por su infidelidad (2:10)B.     Primera evidencia: Matrimonios ilícitos (2:11–12)1.     El pecado (2:11)

Page 3: 39 EL CONOCIMIENTO BÍBLICO, UN COMENTARIO EXPOSITIVO, TOMO 6, (MALAQUÍAS).docx

2.     Sus consecuencias (2:12)C.     Segunda evidencia: Los divorcios (2:13–16a)1.     Sus consecuencias (2:13)2.     El pecado (2:14–16a)D.     Exhortación a que fueran fieles (2:16b)V.     Cuarta denuncia: Pongan su esperanza en Dios (2:17–3:6)A.     Acusación contra su fastidioso hablar (2:17a)B.     Israel cuestiona la acusación (2:17b)C.     Prueba de la denuncia: No hay esperanza en la justicia de Dios (2:17c)D.     Advertencia divina (3:1–5)1.     La venida del precursor (3:1a)2.     La venida del Señor en juicio (3:1b–5)E.     La razón de la esperanza en Dios (3:6)VI.     Quinta denuncia: Obedezcan a Dios (3:7–12)A.     Acusación contra la desobediencia (3:7a)B.     Israel cuestiona la acusación (3:7b)C.     Se especifica la denuncia: Robo (3:8a)D.     Israel vuelve cuestionar la acusación (3:8b)E.     Prueba de la amonestación (3:8c–9)1.     El pecado: No dar los diezmos y ofrendas (3:8c)2.     La maldición (3:9)F.     Promesa de bendición (3:10–12)VII.     Sexta denuncia: Temed a Dios (3:13–4:3)A.     Acusación por blasfemar (3:13a)B.     Israel cuestiona la acusación (3:13b)C.     Prueba de la amonestación: Apoyaban la maldad (3:14–15)D.     Respuesta del remanente fiel (3:16)E.     Advertencia y promesa de Dios (3:17–4:3)VIII.     Conclusión: Estad preparados para la venida del Señor (4:4–6)A.     Preparación presente (4:4)B.     Preparación futura (4:5–6)

COMENTARIOI.     Introducción: Encargo a Malaquías (1:1)1:1. La palabra maśśā’ (“carga”), con que inicia el libro, establece un tono severo. La RVR60 trad. esta palabra como profecía. En los libros proféticos, maśśā’ introduce mensajes amenazantes en 27 ocasiones (e.g., Is. 13:1; 14:28; 15:1; Nah. 1:1; Hab. 1:1; Zac. 9:1; 12:1, V. el comentario acerca de maśśā’ en Zac. 9:1–8.) Por estar sola al principio de Malaquías, la palabra maśśā’ da a todo el mensaje del profeta un sentido preocupante y ominoso.Con frecuencia la frase la palabra de Jehová aparece en la introducción de un libro profético para identificarlo como una revelación de Dios que tiene su autoridad. “Jehová” (Yahweh) es, por supuesto, el nombre de Dios que evoca su relación con el pacto que hizo con Israel en Sinaí. Puesto que la palabra se dirige contra Israel, la carga de este discurso tiene que ver con problemas en la relación pactada entre Dios e Israel. Debido a que Jehová es el Dios fiel que guarda el pacto, los problemas en la relación pactada sólo podrían deberse a la infidelidad de Israel. El hecho de que esa carga del Señor vino por medio de Malaquías debió intensificar en la mente de los lectores originales la sensación de que se avecinaba una amonestación. Los sacerdotes debieron ser los mensajeros de Dios (cf. Mal. 2:7), pero ellos debían oir a uno cuyo nombre significaba “mi mensajero”.II.     Primera denuncia: Respondan al amor de Dios (1:2–5)

Page 4: 39 EL CONOCIMIENTO BÍBLICO, UN COMENTARIO EXPOSITIVO, TOMO 6, (MALAQUÍAS).docx

Quienes leen estos vv. hoy podrían sentirse algo incómodos y a la vez fascinados, como si estuvieran presenciando una conversación intensamente personal entre dos partes que se conocen desde hace mucho. Al introducir su profecía como una carga (v. 1), Malaquías había preparado a sus lectores para que esperaran una acusación y amonestación. Sin embargo, el primer mensaje no comienza con una acusación por haber obrado mal, sino por no haber correspondido al amor de Dios.A.     Afirmación del amor de Dios por Israel (1:2a)1:2a. La frase yo os he amado no es una declaración general del amor universal que Dios tiene por la gente. El Dios de Israel habló: Él le dio existencia, lo cuidó y formó (cf. v. 6) durante más de mil años con base en su pacto. El pueblo era el objeto de su amor (v. 2c).La expresión “yo os he amado” tiene una gran carga sentimental. Esa no era la primera vez que el Señor lo había dicho. Viene a la mente Oseas 11:1, 3–4, 8–9, y las tiernas palabras divinas de Isaías 43:4. Pero su amor por Israel era anterior a la existencia de la nación; la amó al elegirla por su gracia para ser posesión suya. Esto se reveló claramente en los tiempos en que se concertó el pacto (Dt. 4:37; 5:10; 7:6–9). El amor era la esencia de su relación pactada. Esto es evidente en las exhortaciones que siguen a las declaraciones del amor divino (Dt. 4:39–40; 7:9–15). Al reconocer el amor de Dios por él, Israel debió responder amándolo y obedeciendo sus mandatos (Dt. 6:4–9).B.     Israel cuestiona la acusación (1:2b)1:2b. Israel preguntó a Dios: ¿en qué nos amaste? (Cf. Una pregunta similar de Israel en los vv. 6–7; 2:17; 3:7–8, 13.) Al cuestionar el reclamo divino, Israel manifestaba desconfianza en Dios y falta de fe en su palabra—no sólo desconfiaba del dicho de Malaquías (1:2a), sino de la fidelidad de Dios a su pacto. La falla de Israel al no creer en la palabra de Dios provocó que no lo amara y le fuera hostil.Quizá Israel pensó que su inconformidad era legítima. Después de todo, ya habían pasado cerca de cien años desde que el pueblo había regresado del exilio y el reino predicho por los profetas todavía no se materializaba. Mas bien, el pueblo seguía dominado por gobernadores extranjeros (v. 8) y tenía graves crisis económicas (2:2; 3:9, 11). De haber leído con cuidado el pacto en Deuteronomio se habrían dado cuenta que esas desgracias eran la consecuencia—y no la causa—de su desobediencia. Aunque más adelante Malaquías indicó que un remanente fiel que temía a Dios todavía existía en ese tiempo (3:16–18), la nación entera necesitaba arrepentirse de su pecado de incredulidad y volver a enamorarse del Señor con todo su corazón.C.     Reivindicación del reclamo divino (1:2c–5)1.     DIOS PREFIRIÓ A ISRAEL SOBRE EDOM (1:2C–3A)1:2c–3a. El reclamo del Señor a Israel se justifica de dos maneras. Primero, expresó su amor al elegir libremente a Jacob y sus descendientes (incluyendo a esa generación que lo cuestionaba) para que heredaran sus promesas. Esto iba en contra de la costumbre de elegir al hijo mayor. Esaú, también llamado Edom y padre de los edomitas (Gn.36:1), fue el primero de dos hermanos gemelos. Con todo, antes de que nacieran, Dios había escogido como heredero a Jacob, llamado después Israel (Gn. 25:21–34; Ro. 9:10–13). Las palabras hebr. amé y aborrecí no se refieren a las emociones de Dios sino a su elección de uno de los dos para establecer con él una relación pactal (cf. Gn. 29:31–35; Dt. 21:15, 17; Lc. 14:26). Aborrecer a alguien significa rechazarlo y no tener ningún tipo de relación afectiva con él (cf. Sal. 139:21). Por sí mismas, estas palabras no determinan el destino eterno de Jacob y Esaú. Mas bien, los vbs. se refieren a los actos de Dios en la historia hacia las dos naciones que surgieron de ellos.2.     EL JUICIO DE EDOM (1:3b–5)1:3b–4a. Los vbs. “amé” y “aborrecí” (vv. 2b–3a) están en tiempo pretérito perfecto (hebr.) y por tanto connotan tanto los tratos que Dios tuvo con Israel y Edom en el pasado, como los que se dieron en la historia hasta el tiempo de Malaquías. Esto provee una segunda razón para justificar el reclamo divino. Israel necesitaba considerar cuál hubiera sido su destino si, como Edom, no hubiera sido elegido para hacer un pacto con Dios. Tanto Israel como Edom recibieron el castigo de Dios por mano de los babilonios en el s. VI a.C. (Jer. 27:2–8). Aún así, Dios reiteradamente prometió restaurar a Israel

Page 5: 39 EL CONOCIMIENTO BÍBLICO, UN COMENTARIO EXPOSITIVO, TOMO 6, (MALAQUÍAS).docx

(debido a sus promesas pactales Dt. 4:29–31; 30:1–10), pero condenó a Edom a la destrucción total para no ser restaurado jamás (Jer. 49:7–22; Ez. 35).Así que Dios convirtió los montes de Edom en desolación; sólo los chacales del desierto vivirían en esa tierra para darla a sus “descendientes”. Jehová de los ejércitos (título divino usado 24 veces en este breve libro) frustraría sus más grandes esfuerzos de reconstruir lo arruinado. En el s. V, la tribu árabe de los nabateos ocupó Edom (localizada al sur y oriente de Judea) y forzó a los edomitas a huir al desierto hacia el oeste a una región conocida después como Idumea. En el s. IV, los nabateos también capturaron Idumea.1:4b–5. El territorio de impiedad contrasta con la “tierra santa” (Zac. 2:12), de modo que las fronteras de Israel también delimitaban la bendición divina. Por un lado, estaba Israel a quien Dios amó y apartó para sí (“santo” significa apartar) para que recibiera las bendiciones pactales. Por el otro, estaba Edom, a quien Dios no escogió. Más bien, lo destruiría con su ira. (Acerca de la maldad de Edom, V. Abd. 8–14.) Al ver los tratos soberanos de Dios con Edom, Israel debía tener una mejor comprensión no sólo del amor divino, sino también de la grandeza de Dios sobre toda la tierra: ¡Sea Jehová engrandecido más allá de los límites Israel!III.     Segunda denuncia: Honren a Dios (1:6–2:9)La primera profecía terminó con una afirmación acerca de la grandeza de Dios dentro y fuera de Israel. En agudo contraste, la segunda señala que Israel no honró a Dios en forma correcta. Puesto que Israel debía amar a Dios de todo corazón (Dt. 6:5) y temerlo (Dt. 6:3), la gravedad de su condición era más que evidente.A.     Acusación: Habían deshonrado a Dios (1:6a)1:6a. Malaquías habló de las relaciones consideradas correctas en la sociedad, algo que Israel ciertamente quería promover. El hijo honra al padre, y el siervo a su Señor. La pregunta natural que esto provocó fue: ¿Qué tipo de relación consideraba Israel similar a su relación con Dios? Algunos pudieron opinar que Dios era como un padre para la nación, porque esta analogía ya se había citado en el A.T. (Éx. 4:22; Is. 63:16; 64:8; Os. 11:1). El quinto de los diez mandamientos afirma que los hijos deben honrar a sus padres (Éx. 20:12; Dt. 5:16), y los hijos que se rebelaban contra la disciplina debían ser lapidados (Dt. 21:18–21).Por tanto, ¿debía ser menos obediente el pueblo que se consideraba a sí mismo “hijo de Dios”? El cuestionamiento divino se presenta con agudeza: si, pues, yo soy padre ¿dónde está mi honra y gloria? (Cf. Is. 1:2.) La palabra hebr. para “honra” (kāḇôḏ) también significa “gloria”. En las Escrituras se habla con frecuencia de la gloria de Dios (incluso se le llama “el rey de gloria” Sal. 24:7–10), y es indiscutible que a él le pertenecen toda la gloria y el honor.Quizá algunos israelitas consideraban que Dios era el amo de Israel. Sin lugar a duda la Biblia presenta a Israel como siervo del Señor (Is. 44:1–2). Por tanto, ¿cómo era posible que la nación que era su sierva no lo honrara? La segunda pregunta del Señor es ominosa: si soy señor, ¿dónde está mi temor? No hay contradicción entre la admonición de amar a Dios (que se implica en el primer discurso, Mal. 1:2–5) y la exhortación a temerlo. Ambas aparecen en el pacto (cf. Dt. 6:5 con Dt. 6:13). Temer a Dios no significa aterrorizarse ante él, sino rendirle el respeto y reverencia que proceden de la obediencia y adoración del pueblo.La acusación: Oh sacerdotes, vosotros menospreciáis mi nombre, es doblemente triste porque tras el retorno del exilio, los sacerdotes eran los responsables de enseñar a los israelitas el pacto y convertir sus corazones a Dios (Neh. 9:38–10:39; cf. Esd. 6:16–22; 7:10). ¿Si los sacerdotes no honraban a Dios, que se podía esperar del pueblo? Las palabras “mi nombre” representan a Dios mismo. (En Mal., aparecen 10 referencias al “nombre” de Dios: 1:6 [dos], 11 [tres], 14; 2:2, 5; 3:16; 4:2.) Ellos habían menospreciado al Señor que es Jehová de los ejércitos.B.     Israel cuestiona la acusación (1:6b)1:6b. Malaquías atribuyó a los sacerdotes el cuestionamiento de las palabras de Dios: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? Del lenguaje que se usa en la acusación que sigue (vv. 7–14), se deduce

Page 6: 39 EL CONOCIMIENTO BÍBLICO, UN COMENTARIO EXPOSITIVO, TOMO 6, (MALAQUÍAS).docx

que los sacerdotes eran insensibles a su pecado, porque es obvio—y sorprende—que no se dieran cuenta de que habían desechado a Dios.C.     Dios prueba su denuncia: Sus sacrificios eran aborrecibles (1:7–14)1:7. La referencia de Dios al pan inmundo debió ser suficiente para que los sacerdotes se arrepintieran de su pecado, porque tenían instrucciones precisas acerca de los sacrificios defectuosos (Lv. 22:17–30). Se les advirtió que no ofrecieran tales sacrificios para que no profanaran y contaminaran el nombre de Dios (Lv. 22:2, 32). Aún así, los sacerdotes eran culpables de haber menospreciado su nombre (Mal. 1:6) al ofrecer “pan inmundo” (v. 7). Pero, ¿por qué se llama a los sacrificios “pan”? Porque a las ofrendas se les llamaba “pan de … Dios” (Lv. 21:6).Los sacerdotes preguntaron: ¿En qué te hemos deshonrado (contaminado)? Ellos no dijeron: “No te hemos deshonrado” porque no podían argumentar ignorancia de la ley. Así que preguntaron cómo habían profanado el nombre de Dios. El hecho de que entendieron la acusación de ofrecer sacrificios incorrectos como una profanación del nombre de Dios muestra que estaban familiarizados con Levítico 22:2, 32. Evidentemente se habían endurecido tanto y justificaban de tal manera su pecado, que Malaquías los describió como desafiando a Dios a que les dijera sus fallas.Malaquías contestó que ellos habían menospreciado a Dios diciendo: en que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable. Malaquías 1:7, 12 son los únicos dos vv. del A.T. donde aparece la frase “la mesa de Jehová”. Probablemente no se refiere a la mesa donde se colocaba el pan de la proposición (Éx. 25:23–30; 1 R. 7:48; 2 Cr. 13:10–11), sino al altar del holocausto (cf. Éx. 38:1; 40:6) porque Malaquías ya lo había mencionado (Mal. 1:7) y habló acerca de sacrificios animales (v. 8). Quizá la mesa se refiere metafóricamente a todo el conjunto de ofrendas presentadas en el altar (cf. Ez. 44:15–16).La acusación de que los sacerdotes afirmaban que la mesa del Señor era indigna se sustentaba en sus acciones (Mal. 1:8). La menospreciaban porque tenían en poco los mandatos divinos acerca de los sacrificios que se debían poner en ella. Esto los hacía culpables y merecedores de la pena de muerte (Lv. 22:9). Su menosprecio se agravó al comer de los sacrificios inaceptables (los sacerdotes comían de lo ofrendado, Lv. 24:5–9).1:8–10. Malaquías señaló que los sacerdotes ofrecían en sacrificio al animal ciego, cojo y enfermo (cf. v. 13). Y les preguntó: ¿no es malo? Su respuesta según Levítico 22:18–25 y Deuteronomio 15:21, debió ser afirmativa. Para vergüenza de ellos se señalaban estas cosas. Irónicamente, Malaquías sugirió: ¡Preséntalo, pues, a tu príncipe (gobernador)! La “mesa” del gobernador estaba llena de platillos suculentos (cf. Neh. 5:17) incluyendo las “ofrendas” del pueblo. Ciertamente el gobernador (peḥâh, un título persa) no se hubiera complacido ni aceptaría la carne de un animal ciego, cojo o enfermo. Cuánto más absurdo era esperar el favor de Jehová de los ejércitos (cf. Mal. 1:4) con esos sacrificios. Él no los aceptaría, ni tampoco a los sacerdotes (vv. 8–9). Para remarcar este punto, Malaquías dijo que el ministerio del templo sería también suspendido. Ni siquiera tendría sentido encender el fuego del altar del holocausto. Dios estaba disgustado. Por eso dijo: ni de vuestra mano aceptaré ofrenda.1:11. En hebr., este v. inicia con kî (“porque, a causa de”). Lo cual indica que lo que sigue es la razón por la que el Señor rechazó las ofrendas de los sacerdotes (v. 10). Los eruditos difieren en cuanto a si el participio pasivo hebr. mūggāš debe trad. “se ofrecerá” (tiempo futuro) o se ofrece (RVR60, presente). Si se trata del tiempo presente, entonces Malaquías hablaba de las ofrendas de su tiempo. En ese caso, las ofrendas pueden ser las que presentaban los judíos dispersos entre las naciones o las que ofrecían los gentiles. La primera de estas posibilidades debe rechazarse porque la expresión desde donde nace el sol hasta donde se pone y en todo lugar indica que había una práctica más generalizada de presentar ofrendas que la que se daba dentro de la limitada diáspora judía. Además, los sacrificios que presentaban los judíos de la diáspora no se podían llamar ofrenda limpia, porque ésta solo se podía ofrecer en Jerusalén. (No hay evidencia de que los judíos de la diáspora ofrecieran sacrificios.)

Page 7: 39 EL CONOCIMIENTO BÍBLICO, UN COMENTARIO EXPOSITIVO, TOMO 6, (MALAQUÍAS).docx

Los que apoyan la trad. en tiempo presente del vb. mūggāš normalmente escogen la segunda de las dos opciones arriba descritas. De esta manera, afirman que Dios apoyaba los sacrificios paganos. Sin embargo, esto debe rechazarse por varias razones. Si se diera por cierta, entonces sería el único lugar de la Biblia donde se considera legítimo el culto pagano, lo cual contradice muchos pasajes que específicamente lo condenan (e.g., Éx. 23:24, 32–33; Dt. 13:6–11; 29:17; 1 R. 18:19–46; Sal. 96:5; Is. 48:5; 66:3; Hab. 2:18–20). Ni siquiera la referencia de Pablo al culto en Atenas al dios no conocido (Hch. 17:22–31) apoya la interpretación de que los paganos rinden culto al “nombre” de Dios con “ofrenda limpia”. Además, esa interpretación tampoco concuerda con el resto de Malaquías, que remarca con fuerza la necesidad de obedecer el pacto mosaico.En cambio, si se toma mūggāš en futuro (“se ofrecerá”), concuerda con otros pasajes del A.T. y con el libro de Malaquías. Los profetas predijeron que vendrá un tiempo en que los gentiles verán la luz y se convertirán en adoradores del Señor (Is. 45:22–25; 49:5–7; 59:19). El Mesías será rey sobre toda la tierra. Los creyentes de todas las naciones le adorarán (Is. 11:3–4, 9; Dn. 7:13–14, 27–28; Sof. 2:11; 3:8–11; Zac. 14:9, 16). Malaquías también habló del día futuro en que el Señor regresará y purificará el culto en Israel (Mal. 3:1–4). Entonces, parece preferible asociar el culto gentil “limpio” mencionado en 1:11 con el culto israelita puro. Pero, ¿presentarán los gentiles de la época del reino sacrificios “en todo lugar”? No. Este problema se aclara si la preposición be (que normalmente significa “en”) antes de “todo lugar” se trad. “desde” como en Isaías 21:1 (cf. Theological Wordbook of the Old Testament, “Diccionario teológico de palabras del A.T.”, 2 vols. Chicago: Moody Press, 1980, sub verbo “be”. 1:87).1:12–13. Tras hablar de las ofrendas limpias del reino futuro (v. 11), Malaquías se refirió de nuevo a la condición de los sacerdotes de su tiempo. Repitió la acusación de que estaban profanando el nombre de Dios (cf. v. 6). En los vv. 7–8 se condenan las acciones de los sacerdotes, aquí sus actitudes, que eran de menosprecio. Evidentemente los sacerdotes reconocerían que los sacrificios se presentaban de manera irregular, porque afirmaron que la mesa del Señor (cf. v. 7) era inmunda y su alimento … despreciable. Pero no les importaba poner las cosas en orden. Para ellos ofrecer los sacrificios era un fastidio. Esa respuesta era una forma de desprecio (cf. Stg. 4:17).En Malaquías 1:13 se repite que los sacerdotes presentaban sacrificios inaceptables (cf. v. 8), y que Dios se negaba a aceptarlos también, que es una repetición de los vv. 8–10.1:14. Aquí Malaquías pasó de hablar de los sacrificios en general a discutir el tema del pago de votos. Prometer votos a Dios no era obligatorio, pero si alguien lo hacía, se le exigía pagarlos (Dt. 23:21–23). Moisés (Lv. 22:17–25) dio a los sacerdotes instrucciones precisas acerca de los sacrificios que se aceptaban en pago de los votos. Estaba mal prometer un animal aceptable y luego entregar uno dañado. Seguramente nadie trataría de engañar a un rey o gobernador haciendo eso por temor a sufrir una represalia o el castigo de la autoridad. Tampoco debían tratar de engañar al Gran Rey, cuyo nombre deben temer todas las naciones. Malaquías cap. 1 termina remarcando la suprema autoridad de Dios.D.     Advertencia a los sacerdotes (2:1–9)1.     LA ADVERTENCIA (2:1–4)2:1–2. Después de enunciar y sustentar su acusación contra los sacerdotes, Malaquías les dio un mandamiento (cf. v. 4): Debían dar gloria a Dios (mi nombre equivale a decir “yo, mí”). Al analizar sus fallas y estudiar cómo era el perfil bíblico del sacerdote (2:7), debía resultar claro cómo debían dar gloria a Dios (1:6–14). No honrarlo traería como consecuencia sufrir la maldición pactal (sufrimientos). El pacto mosaico incluía maldiciones para quienes desobedecieran la ley (V. Dt. 27:15–26; 28:15–68). Esas maldiciones tenían que ver con el bienestar físico, mental y material del pueblo de Dios. La maldición a la que se refiere Malaquías afectaría las bendiciones de los sacerdotes, tanto las que ellos mismos recibían (i.e., los ingresos derivados de los diezmos y ofrendas del pueblo) como las bendiciones que ellos pronunciaban sobre las personas (Nm. 6:22–27). Debido a la condición de sus corazones, esas maldiciones ya estaban en operación (aun las he maldecido).

Page 8: 39 EL CONOCIMIENTO BÍBLICO, UN COMENTARIO EXPOSITIVO, TOMO 6, (MALAQUÍAS).docx

2:3–4. Aquí se advierte a los sacerdotes que su descendencia recibiría una reprensión. Zera‛ (sementera) se refiere tanto al grano como a los descendientes (NVI99) físicos. La amenaza que sigue, que trata de la remoción de los sacerdotes, hace más probable la segunda opción. Algunos han sugerido qu (2:7) e en lugar de zera‛, el texto debe decir zerōa‛, que significa “brazo”. Reprender el brazo de alguien metafóricamente significa dejarlo sin poder (1 S. 2:31, “brazo”, “poder”, NVI99). Esto puede referirse a la interpretación (cf. Mal. 2:1–2) de que la maldición se relaciona con las bendiciones que los sacerdotes pronunciaban sobre el pueblo.El Señor dijo que él echaría sobre sus rostros el estiércol de los animales sacrificados, que irónicamente se dice que eran como días de fiesta. Echaré, del vb. zārâh, es un juego de palabras con zera‛ (“simiente”) que eran los descendientes objeto de la reprensión divina (v. 3). Los sacerdotes llegarían a ser tan inmundos como el estiércol. Así como éste se desechaba, así se haría con los sacerdotes. En otras palabras, serían removidos del ministerio. Entonces sabrían que el Señor había hablado. Su propósito al amonestarlos era purificarlos de manera que se mantuviera el pacto con Leví.2.     NORMATIVA PARA LOS SACERDOTES (2:5–9)2:5–6. El pacto con Leví (v. 4), se discute ahora con más detalle. El nombre tribal de Leví se usa para referirse a sus descendientes, que formaban la clase sacerdotal. El pacto mencionado aquí se puede considerar un pacto de concesión o regalo (llamado “de sal” en Nm. 18:7–8, 19–21), el cual se concertaba con un individuo (y a veces con sus descendientes) por un servicio que realizaba el receptor. Dios hizo un pacto similar con Finees (Nm. 25:10–13). La frase pacto de vida y paz parece evocar la forma en que el celo de Finees hizo que el Señor no castigara al pueblo (cf. Nm. 25:11 con Mal. 2:6, a muchos hizo apartar de la iniquidad). Lo más importante es que él honró a Dios (v. 5), que es el punto principal de la exhortación de este discurso. Además la enseñanza de Leví fue verdad y su conducta, justa.2:7–9. La palabra ley tôrâh, también significa “instrucción” (NVI99). Los sacerdotes debían enseñar la ley (Dt. 33:10). Como maestros, cada uno debía ser mensajero (mal’ak). Sin embargo, debido a que no estaban dando la instrucción verdadera, recibieron la reprensión del profeta cuyo nombre significaba, irónicamente, “mi mensajero”. Su enseñanza había hecho tropezar a muchos porque se habían apartado del camino. Al decir que los sacrificios inmundos eran aceptables violaban el pacto divino con Leví (V. Nm. 18:19, 21). Igualmente, los sacerdotes fueron humillados y menospreciados (viles y bajos) delante de todo el pueblo. De hecho, esta fue una sanción leve, porque su castigo debió haber sido la muerte (Nm. 18:32).IV.     Tercera denuncia: Sean fieles, pues son el pueblo del pacto (2:10–16)A.     Acusación por su infidelidad (2:10)2:10. El estilo del tercer discurso difiere de los demás. En lugar de una acusación inicial seguida de una pregunta proveniente de una fingida inocencia, éste comienza con tres preguntas del profeta. Sin embargo, como hizo al principio de cada discurso, el tema principal se expresó directamente. La referencia a un … padre es probablemente paralela a un mismo Dios, así que son sinónimas (cf. 1:6), y no una alusión a Abraham, como algunos sugieren. Israel fue a Dios como su primogénito (Éx. 4:22; Os. 11:1). El hecho de que Dios había creado a Israel para ser un pueblo singular (cf. Am. 3:2), serviría de trasfondo para el problema que Malaquías trataría enseguida (Mal. 2:10–16).La expresión nos portamos deslealmente el uno contra el otro (cf. vv. 11, 14–16) trad. la palabra bāg̱� aḏ, “actuar deslealmente en relación con un acuerdo o pacto previo”. Esta palabra frecuentemente se trad. “actuar traicioneramente”. El interés de este discurso es tratar el asunto de la deslealtad del pueblo en sus tratos entre ellos. Esa situación era otra forma (además de la acusación del discurso anterior) en que estaban profanando el pacto.B.     Primera evidencia: Matrimonios ilícitos (2:11–12)1.     EL PECADO (2:11)2:11. Lo que se había señalado en forma de pregunta (v. 10) aquí se declara como un hecho y se explica. El problema de infidelidad que Malaquías tenía en mente (v. 10) era una abominación, i.e.,

Page 9: 39 EL CONOCIMIENTO BÍBLICO, UN COMENTARIO EXPOSITIVO, TOMO 6, (MALAQUÍAS).docx

algo aborrecible para Dios. Más aún, esa abominable infidelidad incluía una profanación de su santidad. La palabra para “santidad” (qōḏeš, “separar, apartar”) puede referirse al santuario, el pacto, el pueblo, o simplemente a esa virtud. Debido a que el interés de este discurso se centra en la singularidad y unidad del pueblo (“¿No nos ha creado un mismo Dios?” [v. 10]), la santidad puede referirse a la condición de singularidad y separación que el Señor quería ver en Israel.La abominable desobediencia que profanaba la santidad de Israel era debida a los matrimonios con paganos. La expresión hija de Dios extraño se refiere a una mujer pagana que adoraba a dioses falsos. (Si qōḏeš se refiere al “santuario”, entonces la profanación consistía en el involucramiento de esas mujeres en el culto del templo.) Tales matrimonios se habían prohibido explícitamente porque arrastrarían al pueblo a la idolatría (Éx. 34:11–16; Dt. 7:3–4; Jos. 23:12–13). Los matrimonios mixtos constituyeron un gran problema después del exilio (cf Esd. 9:1–2, 10–12; Neh. 13:23–27). Los judíos debían casarse con sus connacionales. No hacerlo constituía una deslealtad hacia ellos mismos y Dios, pues implicaba una falta de consideración a la naturaleza corporativa de Israel y desobedecer a Dios.2.     SUS CONSECUENCIAS (2:12)2:12. El profeta lanzó una maldición sobre todo judío que pecara habiéndose casado o pensara casarse con una persona pagana. Ser cortado de las tiendas de Jacob puede significar que la persona moriría, o que su linaje terminaría y que ya no tendría descendientes en Israel. La frase ’ēr we‛ōneh es difícil de trad. La RVR60 la trad. al hombre que hiciere esto. Quizá este era un proverbio, cuyo significado no es claro.La última cláusula—y al que ofrece ofrenda a Jehová—remarca la actitud hipócrita e insensible de quienes se casaron con paganos. Es chocante advertir que a pesar de la abominación que esas personas cometían, todavía presentaban ofrendas para buscar el favor de Dios.C.     Segunda evidencia: Los divorcios (2:13–16a)1.     SUS CONSECUENCIAS (2:13)2:13. Las dos líneas de evidencia de este discurso se organizan en forma de quiasmo de tal modo que aquí se invierte la estructura temática del pecado—consecuencia del v. anterior (v. 12). La consecuencia o síntoma del pecado se presenta primero (v. 13); luego se declara el pecado en sí (vv. 14–16a). Malaquías afirmó que algunos habían cubierto el altar de Jehová de lágrimas. ¿De quién eran esas lágrimas? Algunos proponen que eran de las mujeres divorciadas que buscaban la justicia divina. Pero la segunda mitad del v. 13 indica que eran de los hombres (después que se casaron con paganas, v.14) y descubrieron que Dios no recibía más su ofrenda. Esto concuerda naturalmente con el v. 12.2.     EL PECADO (2:14–16A)2:14. De nuevo, Malaquías puso de relieve la insensibilidad espiritual de los israelitas. Debido a que ellos increíblemente no se imaginaban cuál era el problema (mas diréis, ¿por qué?), el profeta tuvo que decírselos. Porque Jehová actuó como testigo entre el esposo y su mujer con quien había sido desleal (cf. vv. 10–11, 15–16), i.e., de quien se había divorciado. Este “testimonio” podría tener un significado legal o general, dependiendo del pacto con que se relacionara. Si se toma en sentido legal, entonces el Señor fue requerido como testigo y juez en un acuerdo legal, como a veces se hacía en tiempos antiguos (cf. Gn. 31:50, 53). Si berîṯekā significa la mujer de tu pacto, entonces el testimonio del Señor tendría un sentido legal. Él había sido testigo del pacto matrimonial entre el hombre y su mujer.Sin embargo, la palabra berîṯekā (lit., “tu pacto”) posiblemente podría referirse al pacto entre Dios e Israel (cf. Mal. 2:10). En ese caso, el Señor era testigo en sentido general de que él conoce todo lo que sucede. Entonces “la mujer de tu pacto” se estaría refiriendo al hecho de que ella había sido escogida entre el pueblo del pacto. Aunque el contexto anterior parece apoyar esta segunda interpretación, la afirmación siendo ella tu compañera (v. 14) parece enfatizar la relación matrimonial (cf. Pr. 2:17). Más probablemente la palabra “pacto” (Mal. 2:14) se refiere tanto al pacto nacional entre Dios e Israel como al pacto matrimonial.

Page 10: 39 EL CONOCIMIENTO BÍBLICO, UN COMENTARIO EXPOSITIVO, TOMO 6, (MALAQUÍAS).docx

2:15. Este es el v. de Malaquías más difícil de trad. La primera frase puede trad. “¿no uno los hizo?” o “¿no hizo él (el Señor) uno?” La primera remarca la obra creativa y soberana del único Dios (v. 10). La segunda tiene varias posibilidades. Puede referirse a una esposa, a un hijo de Abraham (Isaac), una carne (la unión en matrimonio de un hombre y una mujer), o una nación pactada.La segunda afirmación del v. 15 es más compleja aún. Lit. reza: “aunque tenía el remanente del Espíritu” (BLA nota mar). Otras versiones siguen la teoría de muchos comentaristas y ponen “carne”, (BJ; “cuerpo”, NVI99) en lugar de “remanente”. Empero, la razón primordial de esta opción es la suposición de que la primera frase alude a Génesis 2:24, que habla del hombre y la mujer que llegan a ser una sola carne en el matrimonio. Este punto de vista es posible porque en Malaquías 2:10–16 se discute el tema del matrimonio.Una teoría más probable es que el profeta contrastaba la fidelidad de Dios hacia su pueblo (su nación pactada) con la deslealtad de los israelitas. Este contraste ya se había mostrado en el v. 10 en relación con la discusión acerca del pecado de casarse con paganos (v. 11).En esa teoría uno de la primera cláusula del v.15 se refiere a Israel como un pueblo. El hincapié en la unidad del pueblo debió haber tenido especial significado en el período posexílico, cuando ya había desaparecido la división entre Judá e Israel. (En el v. 11 “Judá” e “Israel” se usan indistintamente.) Por lo tanto, la primera frase quizá se refiere a dos cosas: “¿No ha hecho él un pueblo?” y “¿no ha hecho del pueblo uno?” La segunda oración podría rezar: “y los hizo su remanente espiritual”. Ellos podían ser su remanente “espiritual” sólo por razón de que los llenaría con su Espíritu. Aunque Judá e Israel estaban unidos en tiempos de Malaquías, el derramamiento del Espíritu Santo sobre el remanente aún era futuro (Ez. 37), pero se describe desde el punto de vista divino como si ya hubiese ocurrido. ¿Por qué se preocupaba Dios por la unidad de su pueblo? (¿Y por qué uno?) Porque Dios buscaba una descendencia piadosa (lit., posteridad de Dios”, BJ). “Descendencia” se refiere al pueblo que corporativamente es heredero de la promesa pactal (cf. Gn. 17:7) y es paralela a la frase “remanente espiritual”.El mandato de Malaquías, guardaos, pues, en vuestro espíritu (que se repite en Mal. 2:16) habla del mismo deseo de mantener la unidad pactal que procura el Espíritu Santo lo cual significaría no romper el pacto matrimonial. Debido a que la nación era una, ningún esposo, afirmó Malaquías, debía ser desleal (vv. 10–11, 14, 16) con la mujer de su juventud (cf. v. 14) ni divorciarse de ella (cf. v. 16).2:16a. Malaquías usó un lenguaje fuerte para remarcar el desagrado divino hacia el divorcio. Dijo que Dios … aborrece el repudio. “Aborrecer” (de śānē’) significa detestar. (Esto difiere de la palabra hebr. “odiar” que se usa en 1:3.) Para subrayar este punto, Malaquías dijo que esa declaración venía de Jehová Dios de Israel. Esto evoca el hecho de que él es el soberano juez y dador de la ley a Israel. Si Dios aborrece determinada conducta, no debe practicarse.La expresión: cubre … su vestido, alude al matrimonio (cf. Rt. 3:9; Ez. 16:8). Cubrir de iniquidad ese vestido significaba violar la relación matrimonial, que es lo que hace el divorcio. El hecho de que esto lo dice el Señor se repite aquí para remarcarlo (dijo Jehová de los ejércitos).Este v. es el más explícito del A.T. en cuanto a lo que Dios piensa del divorcio. Aunque el divorcio se permitía, las instrucciones dadas (Deut. 24:1–4) tenían el propósito de proteger a la mujer si ocurría la separación. Jesús enseñó que esas concesiones de Moisés se dieron por la dureza del corazón humano, pero enfatizó que Dios no aprueba el divorcio (Mt. 19:7–9). Sin embargo, algunos eruditos bíblicos encuentran base para hacer excepciones a ese ideal (cf. el comentario de Mt. 5:31–32; 19:1–12; Mr. 10:1–12; y 1 Co. 7:10–24.)D.     Exhortación a que fueran fieles (2:16b)2:16b. La exhortación del v. l5b se repite en v. 16b: Guardaos, pues, en vuestro Espíritu y no seáis desleales (cf. vv. 10–11, 14). Los israelitas no debían ser desleales divorciándose de sus esposas judías para casarse con paganas (v. 11), pues profanaba la promesa pactal que Dios dio a Israel. Protegiendo (guardando) su espíritu, ellos estarían actuando según el propósito divino y ayudando a preservar la unidad del pueblo así como sus matrimonios.

Page 11: 39 EL CONOCIMIENTO BÍBLICO, UN COMENTARIO EXPOSITIVO, TOMO 6, (MALAQUÍAS).docx

V.     Cuarta denuncia: Pongan su esperanza en Dios (2:17–3:6)A.     Acusación contra su fastidioso hablar (2:17a)2:17a. Esta profecía marca un impactante contraste entre el primero y último v. Aunque el pueblo había cambiado su perspectiva de la justicia de Dios (2:17), el Señor no cambia (3:6) y tampoco altera sus promesas pactales. Por tanto, la fe y esperanza de Israel debían estabilizarse. Sin embargo, el pueblo actuaba y hablaba como si no tuviera un Dios en quién creer o poner su esperanza. Irónicamente, Jehová cuya palabra a su pueblo es que él no cambia ni se cansa (cf. Is. 40:28), ahora estaba supuestamente cansado al ver la falta de fe y esperanza en las palabras de su pueblo (cf. Is. 43:24).B.     Israel cuestiona la acusación (2:17b)2:17b. De nuevo se describe al pueblo como si estuviera inconsciente de su pecado (cf. 1:6–7; 2:14): ¿En qué le hemos cansado? (cf. Is. 44:24)C.     Prueba de la denuncia: No hay esperanza en la justicia de Dios (2:17c)2:17c. La evidente prosperidad de los impíos (cualquiera que hace mal agrada a Jehová) y porqué sufren los justos son problemas muy antiguos. En el A.T. el problema era más grave que ahora, porque Dios había prometido a Israel prosperidad material en recompensa por la obediencia a su ley (Dt. 28). Muchas de esas promesas se habían dado a toda la nación, y en una sociedad donde justos e impíos estaban mezclados, había la posibilidad de confundirlas o malentenderlas en casos individuales. Aunado a lo anterior, estaba el hecho de que Dios en su soberanía bendice al impío y al justo, como testimonio de sí mismo (Mt. 5:45; Hch. 14:17). También sufren tanto los justos como los impíos como consecuencia de la caída del hombre (Gn 3:16–19; Ec. 2:17–23). Job agrega otra dimensión al dilema del sufrimiento humano: los tratos de Dios con Satanás. Todo esto dificulta saber porqué sufren los justos, independientemente del pecado que pueda haber en la persona.La prosperidad de los impíos también causa perplejidad y la tratan al menos cinco autores bíblicos (Job 21:7–26; 24:1–17; Sal. 73:1–14; Ec. 8:14; Jer. 12:1–4; Hab. 1). Aunque en esos pasajes no se dan respuestas al problema, en cada caso se desvanecen los cuestionamientos de la justicia divina ante la perspectiva futura de que Dios vendrá, los castigará (Job 24:22–24; 27:13–23; Sal. 73:16–20; Ec. 8:12–13; Jer. 12:7–17; Hab. 2:3; 3:2–19), y establecerá a los justos en su reino para siempre.Los judíos del tiempo de Malaquías no habían adquirido esa esperanza de las Escrituras. Ellos cuestionaban la justicia de Dios al decir que él se complace con la gente impía. Por eso preguntaban: ¿dónde está el Dios de justicia? Ellos eran los culpables, porque eran desleales a Dios. El Señor también respondió refiriéndose a su juicio venidero (Mal. 3:1–5). Sin embargo, a diferencia de las respuestas de los escritores bíblicos mencionados antes, el juicio al que Malaquías se refirió era también contra los hipócritas que cuestionaban la justicia divina.D.     Advertencia divina (3:1–5)1.     LA VENIDA DEL PRECURSOR (3:1A)3:1a. Malaquías dirigió la atención de los cuestionadores faltos de fe y esperanza (2:17) hacia el futuro. Aunque algunos entienden la frase mi mensajero (mal’āḵî) como referencia al autor humano o a un ángel, parece mejor considerarlo como un profeta futuro. Jesús explícitamente identificó a esa persona con Juan el bautista (Mt. 11:7–10). El hecho de que ese mensajero prepararía el camino del Señor, armoniza con Isaías 40:3 (cf. Jn. 1:23). La venida del mensajero sería la primera de dos partes de un evento escatológico. La segunda sería el primer advenimiento del Señor.2.     LA VENIDA DEL SEÑOR EN JUICIO (3:1B–5)3:1b. Tras la preparación hecha por el mensajero, vendrá súbitamente a su templo el Señor. La venida del Señor en su primera venida es un tema extensamente tratado por los profetas. Zacarías dijo que vendría a Sion y moraría allí (Zac. 8:3). Ezequiel predijo el regreso de la gloria de Dios al templo (Ez. 43:1–5). Los dos mensajes anteriores de Malaquías hablan de que había serios problemas en el culto, así que la venida del Señor contestaría la pregunta acerca de su justicia y tendría un significado amenazador para los sacerdotes (Mal. 2:17).

Page 12: 39 EL CONOCIMIENTO BÍBLICO, UN COMENTARIO EXPOSITIVO, TOMO 6, (MALAQUÍAS).docx

El título el ángel (mensajero) del pacto aparece sólo aquí en toda la Biblia. Este no es el mismo que se identifica como “mi mensajero” en 3:1, porque vendría después de él. Más probablemente, se debe identificar a este mensajero con el Señor mismo. La palabra “mensajero” puede trad. “ángel” (RVR60). El ángel de Jehová, que es una manifestación de Dios, estuvo muy activo en la historia temprana de Israel (cf. Gn. 16:10; 22:15–18; Éx. 3:2; 33:14 con Is. 63:9; y Jue. 13:21–22). Las frases paralelas, el Señor a quien … buscáis y a quien deseáis reflejan la expectativa general de la venida del Señor, como la predijeron muchos otros profetas. Estas frases también contienen un tono sarcástico. La pregunta que hicieron indica la superficialidad de la esperanza de Israel (Mal. 2:17). Pero a pesar de ello, he aquí el Señor viene.3:2–4. El día del Señor sería de juicio universal, día de desastre y muerte (Is. 2:12; Jl. 3:11–16; Am. 5:18–21; Zac. 1:14–18). Más adelante, Malaquías habló de ese día como de un fuego que consumiría a los impíos (Mal. 4:1). Así que la respuesta a las dos preguntas: ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? es que ninguno de los impíos permanecerá. La venida del Señor será como fuego purificador sobre Israel y quitará de él a los impíos.Los profetas a menudo hablaron del día del Señor en relación con el castigo que se derramaría sobre las naciones y que produciría la liberación de Israel (V. el comentario de “Principales problemas de interpretación” en la Introducción de Joel; y cf. Zac. 14). Sin embargo, Malaquías no mencionó a las demás naciones. Él se centró en ese día remarcando que será de juicio contra Israel y especialmente contra los levitas, sus maestros y líderes.Las figuras de fuego purificador (que quema la escoria del metal) y jabón de lavadores remarcan la efectividad de la limpieza espiritual de Dios sobre la nación (cf. Is. 1:25; Jer. 6:29–30; Ez. 22:17–22). El resultado sería un grupo purificado de los hijos de Leví, los levitas. Tras ser refinados como oro y plata, traerán … ofrenda en justicia … como en los días pasados. Esto contrastará con las ofrendas inaceptables de las que habló Malaquías (Mal. 2:12–13). Después del retorno del Señor y el juicio de Israel, se presentará ofrenda en el reino (cf. Is. 56:7; 66:20–23; Jer. 33:18; Ez. 40:38–43; 43:13–27; Zac. 14:16–21).3:5. El juicio de Israel no se limitará a los levitas, sino que incluirá a toda la nación (cf. Ez. 20:34–38). Dios vendrá a Israel para juicio. Purificará a la nación de los que practican la hechicería (cf. Mi. 5:12), adulterio, perjurio, los que defraudan en su salario al jornalero, así como a los que oprimen a la viuda y al huérfano y maltratan al extranjero—los que no tienen temor de Dios. Todos esos crímenes estaban prohibidos en la ley mosaica. La remoción de esos pecadores de Israel sería la respuesta divina al cuestionamiento que Israel había hecho de su justicia (Mal. 2:17).E.     La razón de la esperanza en Dios (3:6)3:6. ¿Destruiría a Israel el castigo divino? ¿Sería consumido el pueblo por el fuego del refinador? No, porque como otros profetas habían predicho, Malaquías afirmó que Israel sería salvado en el día de Jehová. Los hijos de Jacob no serían consumidos debido a la promesa pactal de Dios. Una promesa es segura dependiendo de quién la haga. Dios cumplirá su promesa a Israel—Yo Jehová no cambio—porque tanto su palabra como él, son inmutables. Esa es la base de la esperanza de la nación (cf. Dt. 4:31; Ez. 36:22–32). Resulta significativo que Pablo se basa en la misma razón para describir el futuro de Israel (Ro. 3:3–4; 9:6; 11:1–5, 25–29).VI.     Quinta denuncia: Obedezcan a Dios (3:7–12)A.     Acusación contra la desobediencia (3:7a)3:7a. El quinto mensaje de Malaquías comienza con una franca condena por la desobediencia de la nación a las leyes divinas a través de la historia. (Lo cual contrasta con la nota positiva acerca de la inmutable fidelidad de Dios con que termina el discurso anterior, v. 6.) Esto trae a la memoria el mensaje divino acerca de la necedad de Israel en Sinaí (Ex. 32:7–9), que Moisés repitió ante la nación cuando entró a Canaán (Dt. 9:6–8, 13, 23–24; 31:27–29). Ciertamente la historia de Israel desde los días de sus padres hasta los de Malaquías respaldaba la amonestación del profeta. A continuación, éste

Page 13: 39 EL CONOCIMIENTO BÍBLICO, UN COMENTARIO EXPOSITIVO, TOMO 6, (MALAQUÍAS).docx

externó el llamado y promesa de Dios a la nación. Si Israel se volvía a él (volveos a mí en fe y obediencia), entonces también Dios se volvería (me volveré a vosotros) a su pueblo. Esta promesa se basaba en el pacto hecho con Israel (cf. Dt. 4:30–31; 30:1–10).B.     Israel cuestiona la acusación (3:7b)3:7b. De nuevo Malaquías puso en boca de Israel un cuestionamiento acerca de la amonestación de Dios: ¿En qué hemos de volvernos? Sólo el que sabe por dónde va, puede enmendar el camino. Pero Israel fingía no darse cuenta de su conducta veleidosa.C.     Se especifica la denuncia: Robo (3:8a)3:8a. Dicho de forma llana, Israel fue acusado de ladrón. Robar a la gente era muy malo, pero robar a Dios era insensato; ésta era la acusación específica contra Israel.D.     Israel vuelve a cuestionar la acusación (3:8b)3:8b. El quinto discurso es semejante al segundo en que tiene dos preguntas: “¿en qué hemos de volvernos?” (v. 7b) y ¿en qué te hemos robado? (v. 8) Este recurso literario sirve para presentar la naturaleza general y específica de las amonestaciones.E.     Prueba de la amonestación (3:8c–9)1.     EL PECADO: NO DAR LOS DIEZMOS Y OFRENDAS (3:8C)3:8c. De nuevo, el problema de la nación tenía que ver con las ofrendas. El segundo discurso (1:6–2:9) trató el asunto de no honrar a Dios (1:6 lo cual causó que se profanaran las ofrendas (1:7–14). Allá se cuestionó la calidad de los sacrificios. Aquí se cuestiona la cantidad (cf. “todos los diezmos”, 3:10).Dios respondió que la nación le robaba al no traer todos los diezmos y ofrendas. El diezmo era lit. el diez por ciento de todo el producto del campo y ganado que poseían (Lv. 27:30, 32). Debía darse a los levitas, quienes a su vez daban el diezmo del diezmo a los sacerdotes (Nm. 18:21–32). Los israelitas también debían dar un diezmo de sus productos y ganado y comerlo con los levitas delante del Señor en Jerusalén como un acto de adoración (Dt. 12:5–18; 14:22–26). Además, cada tres años debía reservarse en cada ciudad un diezmo para los levitas, extranjeros, viudas, y huérfanos (Dt. 14:27–29). Mientras que la palabra “ofrendas” puede referirse a las ofrendas en general, parece que aquí (Mal. 3:8c) alude a las porciones de las ofrendas (así como las porciones de los diezmos) designadas para los sacerdotes (Theological Wordbook of the Old Testament, “Diccionario teológico de palabras del A.T.”, sub verbo “terûmâh”, 2:838). Si los levitas y sacerdotes no recibían los diezmos y ofrendas, tendrían que buscar otra forma de sostenerse, por lo que el ministerio del templo sufriría.2.     LA MALDICIÓN (3:9)3:9. Debido a que el templo era la casa de Dios (v. 10), el error de no sostenerlo se consideraba equivalente a robar a Dios. La naturaleza de esa maldición contra la nación se observa en el v. 11: Hambruna por la invasión de plagas (langostas) que se comerían las vides y uvas (cf. Dt. 28:38–40).F.     Promesa de bendición (3:10–12)3:10–12. Esta promesa es una reafirmación de la relación del binomio obediencia—bendición que se especifica en la ley mosaica (Dt. 28:1–14). Lo que el pueblo experimentaba era consecuencia de la desobediencia—maldición que también se había establecido en el pacto (Dt. 28:15–68). Ese pacto fue una bondadosa provisión para Israel. Ninguna otra nación tenía tales promesas divinas. Debido a que la palabra de Dios es segura, él cumpliría cabalmente su parte del pacto. Israel podría confirmar esto porque estaba experimentando algunas maldiciones a causa de su desobediencia a la ley en cuanto al diezmo. Entonces el Señor apeló a sus promesas pactales retando a Israel a que trajera todos los diezmos al alfolí para que hubiera alimento para los sacerdotes. “Alfolí” se refiere a los depósitos que había en el templo para guardar el grano que se había diezmado (cf. 1 R. 7:51; Neh. 10:38; 13:12). Al hacer esto, Dios por su parte abriría las ventanas de los cielos y derramaría bendición hasta que sobreabundara. Esas bendiciones incluirían prosperidad agrícola—abundante fruto que la plaga no destruiría y vides intactas (Mal. 3:11)—así como una buena reputación ante todas las naciones (v. 12). Esas bendiciones sólo requerían obediencia del pueblo.

Page 14: 39 EL CONOCIMIENTO BÍBLICO, UN COMENTARIO EXPOSITIVO, TOMO 6, (MALAQUÍAS).docx

Se debe ser cuidadoso al aplicar esas promesas a los cristianos de la actualidad porque ya no está vigente el pacto mosaico con sus promesas de bendición material a Israel a cambio de su obediencia (Ef. 2:14–15; Ro. 10:4; He. 8:13). Sin embargo, el N.T. habla de dar y ser generoso. Aunque no se exige el diezmo a los cristianos de hoy, el N.T. sí enseña que Dios bendice a quienes dan generosamente para suplir las necesidades de la iglesia y especialmente de los que trabajan ministrando la palabra (Hch. 4:31–35; 2 Co. 9:6–12; Gá. 6:6; Fil. 4:14–19).VII.     Sexta denuncia: Temed a Dios (3:13–4:3)A.     Acusación por blasfemar (3:13a)3:13a. En contraste con las bendiciones concedidas a Israel (v. 12), el sexto discurso acusa al pueblo de hablar palabras … violentas contra Jehová. Esto era algo más que un tono abrupto de lenguaje; las palabras violentas del pueblo contradecían las promesas divinas reafirmadas en los vv. 10–12.B.     Israel cuestiona la acusación (3:13b)3:13b. De nueva cuenta, siguiendo el típico estilo literario de Malaquías, se describe la indiferencia espiritual del pueblo hacia su propio pecado. Por eso preguntaron: ¿qué hemos hablado contra ti?C.     Prueba de la amonestación: Apoyaban la maldad (3:14–15)Este sexto discurso es paralelo, en muchas maneras, al cuarto (2:17–3:6). Aquí alcanzan su clímax los cuestionamientos del pueblo acerca de la justicia de Dios debido al sufrimiento que experimentaban los que se consideraban justos en contraste con la prosperidad de los impíos (cf. 2:17).3:14. El pueblo afirmó: por demás es servir a Dios. “Por demás” (šāwe’) también puede trad. “vano”. En un sentido irónico, el pueblo se estaba acusando a sí mismo al afirmar que su adoración y servicio al Señor era vacío, inútil y sin provecho. Así que consideraban que en nada les había beneficiado servirlo. Por eso preguntaban: ¿qué aprovecha? Se jactaban de que habían sido fieles a Dios guardando su ley. Hacían alarde de que se habían arrepentido de sus malas obras, afligiéndose como enlutados en presencia del Señor. Pensaban que lo único que hacía falta era que Dios cumpliera su parte y los bendijera. De esa manera, sugerían de forma sutil que Dios era quien no había cumplido sus promesas.Es obvio que Dios no era el problema. Malaquías ya había demostrado que Dios los estaba tratando de acuerdo a su pacto. Sin embargo, su respuesta no sería la bendición que esperaban. Hay dos razones que explican esto: (1) El corazón del pueblo estaba mal, había sido desobediente. (2) Algunos de los que se quejaban (3:14) eran culpables de una miopía legalista que fue la que produjo el fariseísmo judío del s. I d.C. Esos legalistas se dedicaban a realizar ciertos ritos estrictos y se abstenían de algunas cosas para reivindicarse ante Dios, pero en realidad reprimían la expresión de la justicia personal e interna que Dios exigía (Mt. 5:20–48; 23:1–36). Así que sus obras no serían aceptadas como manifestación de su obediencia al pacto. Dios sí espera una obediencia externa, pero esta debe surgir del corazón, no para demostrar la justicia propia sino la de Dios. Los creyentes de hoy están en mejor posición que los del A.T. porque como miembros del cuerpo de Cristo son morada permanente del Espíritu, el cual les permite vencer a la carne y manifestar la justicia divina (Ro. 8:1–17; Gá. 5:16–26; Fil. 2:12–13).3:15. Israel seguía preocupado porque no se castigaba a los pecadores. Los soberbios eran bienaventurados, los que hacían impiedad eran prosperados, y los que tentaban a Dios escapaban de su juicio. Sin embargo, como Malaquías señalaría después (4:1), los soberbios e impíos serían castigados. (Acerca del dilema de la prosperidad de los impíos, V. el comentario de 2:17c.)D.     Respuesta del remanente fiel (3:16)3:16. La palabra entonces (’āz) es muy enfática, e indica que la acción descrita en este v. es consecuencia de la confrontación del pasaje anterior. Es difícil determinar si ese remanente (los que temían a Jehová) es distinto de los cuestionadores (vv. 13–15), o el mismo, o parte de él. Si de alguna manera los dos grupos son idénticos, entonces los justos se arrepintieron de sus palabras violentas y fueron fortalecidos en su fe. Pero si no, entonces la actitud y hablar de ese grupo contrasta con la gente que se describe en los vv. 13–15. Se desconoce lo que cada uno dijo a su compañero, pero quizá tenía que ver con renovar la perspectiva de la fidelidad de Dios, como sucedió en otras polémicas relacionadas con el mismo tema (cf. Sal. 73; Ec. 12:13–14). El temor reverente a Dios ejemplifica el

Page 15: 39 EL CONOCIMIENTO BÍBLICO, UN COMENTARIO EXPOSITIVO, TOMO 6, (MALAQUÍAS).docx

tipo de respuesta que Jehová esperaba de los oyentes de este discurso. El libro de memoria destaca el hecho de que hay en el cielo un memorial permanente con la respuesta fiel y reverente de los que temen a Dios. Esto nos brinda la seguridad de que cuando Dios trate con ellos no olvidará su sumisión a él.E.     Advertencia y promesa de Dios (3:17–4:3)3:17–18. Los que temen a Dios (v. 16) llegarán a ser su especial tesoro en el día que él actúe. “El día” (que también se menciona en 3:2 y 4:1; cf. “el día” en 4:5) es el día de Jehová. Será un tiempo de castigo contra los impíos y liberación de los justos (y los perdonaré). Como consecuencia, ellos podrán discernir la diferencia entre el justo y el malo. En el pasado, Israel había visto a Dios intervenir decisivamente juzgando y liberando (e.g., el éxodo, el exilio, y el retorno). Esos eventos marcaban la distinción entre los justos y los impíos. No obstante, el futuro día de Jehová traerá un juicio mucho más amplio contra los malignos y los justos serán su “especial tesoro” cuando sean liberados y resucitados en el reino, cumpliéndose así el propósito original de Dios para Israel (Éx. 19:5–6; Dt. 7:6; 14:2; 26:18; Sal. 135:4). Esta esperanza anima a los justos y fortalece su temor de Dios.4:1. Malaquías da más detalles acerca del día de Jehová. Como en 3:2–3, el juicio de ese día se describe como un horno. El hecho de que será ardiente remarca no sólo su intensidad, sino también su propósito purificador. No será un fuego que arda sin control. A diferencia de 3:2–3, que hace hincapié en la purificación de Israel (en particular, de los levitas), aquí se remarca la destrucción de los impíos (cf. Is. 66:15; Sof. 1:18; 3:8). Tan completo será el juicio, que los impíos (los soberbios y los que hacen maldad; cf. Mal. 3:15), se comparan con estopa a la que no le queda raíz ni rama. Esto no significa la aniquilación; i.e. dejar de existir por completo (porque los impíos resucitarán, Dn. 12:2), sino una absoluta exclusión del reino de Dios para los impíos (cf. Mt. 25:46).4:2. En contraste, el día de Jehová que será como fuego para los impíos, será como la luz del mediodía para los justos. La frase el Sol de justicia aparece sólo aquí en la Biblia. Aunque muchos comentaristas aplican estas palabras a Cristo, parecen referirse de manera general al tema del día de Jehová. En el reino, la justicia resplandecerá como el sol. La salvación (marpē’, “salud o restauración”) que traerá en sus alas (o “rayos”, NVI99) se refiere al poder restaurador de su justicia, que es semejante a los saludables rayos del sol. El pueblo de Dios será restaurado y renovado espiritualmente.A los justos se les denomina los que teméis mi nombre (cf. el comentario acerca de “mi nombre” en 1:6). “Teméis” es trad. de la misma palabra hebr. que aparece como “temible” en 1:14, “temor” en 3:5 y “temen” en 3:16. Temer a Dios contrasta totalmente con las palabras violentas dichas contra él en 3:13. El hecho de que el mensaje se dirige a los justos y no a los impíos, indica el desagrado de Dios contra los malos, así como su amor por los suyos. La imagen de los becerros que pastan felices después de ser recogidos (como manada) en el establo, expresa la futura satisfacción y regocijo de los justos (cf. Is. 65:17–25; Os. 14:4–7; Am. 9:13–15; Sof. 3:19–20).4:3. Los justos hollarán a los malos como ceniza bajo las plantas de sus pies. Esto indica no sólo que el juicio de los impíos será inescapable, sino aporta una contundente conclusión a la cínica pregunta de los infieles, mencionada en este oráculo, que decían: “¿qué aprovecha que guardemos su ley?” (3:14)VIII.     Conclusión: Estad preparados para la venida del Señor (4:4–6)A.     Preparación presente (4:4)4:4. A la luz de todo lo dicho en relación con el pacto mosaico y la preocupación de Malaquías de que el pueblo fuera fiel y obediente al pacto, esta exhortación final es directa y certera. El vb. acordaos (zāḵar) se usa 14 veces en Deuteronomio para exhortar al pueblo a cumplir la ley. Este mandato puede referirse a: (a) Recordar o poner atención mental en algo, (b) acordarse y actuar externamente en consecuencia (i.e., evocar y obedecer), o (c) repetir o recitar algo (Theological Wordbook of the Old Testament, “Diccionario teológico de palabras del A.T.”, sub verbo “zāḵar”, 1:241). A la luz de la insistencia de Malaquías en la obediencia del pueblo, la opción (b) parece ser la que da fuerza a este mandato: “¡Recuerden y obedezcan!”

Page 16: 39 EL CONOCIMIENTO BÍBLICO, UN COMENTARIO EXPOSITIVO, TOMO 6, (MALAQUÍAS).docx

La referencia a Moisés mi siervo no sólo habla de la lealtad de ese legislador (He. 3:5) sino también recuerda al lector que el Dios Todopoderoso (Mal. 4:3) es el mismo que manifestó sus juicios y salvación en tiempos del éxodo. También es el Dios vivo que dio los diez mandamientos en Horeb (antiguo nombre del monte Sinaí; Éx. 3:1; Dt. 5:2; Sal. 106:19). Él bondadosamente aceptó la función de Moisés como mediador profético en la revelación de su ley (Dt. 5:23–31). El pueblo de tiempos de Malaquías necesitaba renovar su temor de Dios así como arrepentirse y ser fiel al pacto. Tal arrepentimiento le traería beneficios y no sufrimientos en el día venidero de Jehová.B.     Preparación futura (4:5–6)4:5–6. Dios prometió a través de Malaquías que el profeta Elías vendría y ministraría al mundo antes del día de Jehová. (V. el comentario en “Principales problemas de interpretación” en la Introducción a Joel.) Este es el único pasaje en los profetas que habla del ministerio futuro de Elías. Muchos comentaristas han vinculado esta profecía con 3:1, donde habla del mensajero que prepararía el camino del Señor. Sin embargo, Mateo (Mt. 11:7–10) específicamente afirma que Juan el bautista era ese mensajero (Mal. 3:1) que preparó la venida del Señor. Pero ¿se debe considerar a Juan el bautista como el que cumple a cabalidad la profecía acerca de Elías? (Mal. 4:5–6) Antes de que Juan naciera, un ángel predijo que él ministraría “con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto” (Lc. 1:17). Esto parece unir las dos profecías (Mal. 3:1 y 4:5–6) y aceptar que se cumplen en Juan el bautista.Sin embargo, aunque admitió que él había sido enviado a preparar el camino del Señor (Is. 40:3; Mal. 3:1), Juan explícitamente rechazó que él fuera Elías (Jn. 1:21–23). Incluso cuando Cristo lo llamó “Elías quien había de venir”, condicionó esa designación con la frase “si queréis recibirlo” (Mt.11:14). En Mateo 17 se presenta una solución a este problema. Después que Elías apareció con Cristo en la transfiguración, los discípulos preguntaron acerca de la futura venida de ese Elías. Jesús, obviamente hablando después de la muerte de Juan (cf. Mt. 14:1–2), afirmó: “A la verdad, Elías viene primero y restaurará todas las cosas” (Mt. 17:11). Esa expectativa futura indica que Malaquías 4:5–6 no se cumplió en el ministerio de Juan. Israel no aceptó a Juan el bautista como Elías, el restaurador de todas las cosas, así que otro precursor parecido a Elías vendrá antes del día de Jehová.No obstante, Jesús añadió: “Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron” (Mt. 17:12), y sus discípulos entendieron que hablaba de Juan el bautista (Mt. 17:13). La solución a todo esto parece ser que aunque Juan no cumplió cabalmente la profecía de Malaquías 4:5–6 (porque Elías todavía está por venir), Elías fue un tipo de Juan en virtud de la gran similitud que hay entre el Elías de 4:5–6 y el mensajero (Juan el bautista) de 3:1.Es difícil determinar si el personaje que vendrá es Elías mismo (como quizá se indica en Mt. 17:11) o alguien que tendrá su espíritu y poder (como Juan, ya que Cristo se refirió a él simplemente como Elías, Mt. 17:12). La última opción parece preferible. La más cercana referencia del N.T. a ese futuro Elías está en Apocalipsis 11:1–13, que habla de los dos testigos que aparecerán en el tiempo de la tribulación. Quizá Juan estaba ampliando la expectativa de Elías para presentarla más bien como un ministerio como el de Elías-Eliseo (cf. el comentario de Ap. 11:3–6.). Como resultado del ministerio de los dos testigos, mucha gente se arrepentirá, de tal modo que el corazón de los padres se unirá con el corazón de los hijos. Ese arrepentimiento significa que no experimentarán el juicio de Dios en el día del Señor.En las últimas palabras del Antiguo Testamento Malaquías hace una ominosa anticipación con respecto a el día de Jehová, grande y terrible. Ese juicio, que será un evento cumbre de la historia, fue el tema principal de los profetas. La fuerza de las advertencias y apelaciones en el libro de Malaquías están basadas en la certeza de ese juicio venidero, así como en el pacto ofrecido por gracia. El libro de Apocalipsis también manifiesta la misma expectación de juicio y arrepentimiento al final del Nuevo Testamento (Ap. 22:12–17), pero dando abundantes detalles acerca de Aquel que vendrá otra vez.

BIBLIOGRAFÍA

Page 17: 39 EL CONOCIMIENTO BÍBLICO, UN COMENTARIO EXPOSITIVO, TOMO 6, (MALAQUÍAS).docx

Baldwin, Joyce G. Haggai, Zechariah, Malachi, “Hageo, Zacarías y Malaquías”. The Tyndale Old Testament Commentaries. Downers Grove, Ill.: InterVaristy Press, 1972.Feinberg, Charles L. The Minor Prophets, “Los Profetas Menores”. Chicago: Moody Press, 1976.Freeman, Hobart E. Introduction to the Old Testament Prophets, “Introducción a los profetas del A. T.”. Chicago: Moody Press, 1968.Isbell, Charles D. Malachi: A Study Guide Commentary. “Guía y comentario de Malaquías”. Grand Rapids: Zondervan Publishing House, 1980.Kaiser, Walter C., Jr. Malachi: God’s Unchanging Love, “Malaquías: El Inmutable Amor de Dios”. Grand Rapids: Baker Book House, 1984.Keil, C.F. Minor Prophets Commentary on the Old Testament in Ten Volumes. Vol. 10. “Los Profetas Menores, Comentario del Antiguo Testamento, en 10 volúmenes”, Reimp. (25 vols. en 10). Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1982.Morgan, G. Campbell. Malachi’s Message for Today, “El Mensaje de Malaquías para hoy”, Reimp. Grand Rapids: Baker Book House, 1972.Oswalt, John. Where Are You God?, “¿Dónde estás, tú, Dios?”. Wheaton, Ill.: SP Publications, Victor Books, 1982.Smith, J.M.P. A Critical and Exegetical Commentary on the Book of Malachi, “Comentario crítico y exegético del libro de Malaquías”. The International Critical Commentary. New York: Charles Scribner, 1912.Tatford, Frederick A. The Minor Prophets. Vol. 3, “Los profetas menores”, Reimp. (3 vols.). Minneapolis: Klock & Klock Christian Publishers, 1982.Wolf, Herbert. Haggai and Malachi. “Hageo y Malaquías”. Chicago: Moody Press, 1976.