15. cocktail de preguntas

14
15. Cocktail de preguntas A veces se dice que el cristianismo es la religión del amor. Si es así, el amor o unión personal es lo primero y primordial, y la primera de las uniones personales es la del cristiano con Cristo: yo y Jesús de Nazaret, Jesús de Nazaret y yo. La mayor unión la alcanzamos en y a través de la oración y, de una forma ‘corporal’, mediante la Eucaristía. Sin oración y sin Eucaristía el cristianismo no sería más que una etérea abstracción de bienintencionados. Algunas palabras de Benedicto XVI ayudan a profundizar en estas dos palabras que aluden a la más misteriosa e impensable de las uniones de que es capaz el ser humano. A Benedicto XVI le gusta el diálogo. Es un apasionado de la verdad y, desde los griegos, sabemos que la verdad es dialógica, que el diálogo es el camino que nos acerca hasta la Verdad. Por eso le gusta preguntarse, o mejor, le gusta ser preguntado. Se deja preguntar por la creación, por las experiencias humanas, por la oscuridad y la inseguridad, por lo sorprendente y por lo anodino, por los afines y los contrarios, por los teólogos y por los niños. Él es así, y quizá por eso cuando habla se va formulando preguntas a sí mismo, y avanza al paso de sus respuestas. Así se piensa, así se valora la posibilidad de escuchar, así se matiza, así se avanza en el descubrimiento de la verdad… Aquí recogemos preguntas que se le han formulado en distintas ocasiones. Unas por jóvenes en encuentros informales, otras por niños en singulares audiencias organizadas para ellos, otras, cómo no, por periodistas…

Upload: kerygmaawards

Post on 28-Jun-2015

398 views

Category:

Technology


0 download

DESCRIPTION

A veces se dice que el cristianismo es la religión del amor. Si es así, el amor o unión personal es lo primero y primordial, y la primera de las uniones personales es la del cristiano con Cristo: yo y Jesús de Nazaret, Jesús de Nazaret y yo.La mayor unión la alcanzamos en y a través de la oración y, de una forma ‘corporal’, mediante la Eucaristía. Sin oración y sin Eucaristía el cristianismo no sería más que una etérea abstracción de bienintencionados.Algunas palabras de Benedicto XVI ayudan a profundizar en estas dos palabras que aluden a la más misteriosa e impensable de las uniones de que es capaz el ser humano.

TRANSCRIPT

Page 1: 15. Cocktail de preguntas

15. Cocktail de preguntas

A veces se dice que el cristianismo es la religión del amor. Si es así, el amor o unión personal es lo primero y

primordial, y la primera de las uniones personales es la del cristiano con Cristo: yo y Jesús de Nazaret, Jesús

de Nazaret y yo.

La mayor unión la alcanzamos en y a través de la oración y, de una forma ‘corporal’, mediante la Eucaristía.

Sin oración y sin Eucaristía el cristianismo no sería más que una etérea abstracción de bienintencionados.

Algunas palabras de Benedicto XVI ayudan a profundizar en estas dos palabras que aluden a la más

misteriosa e impensable de las uniones de que es capaz el ser humano.

A Benedicto XVI le gusta el diálogo. Es un apasionado de la verdad y, desde los griegos, sabemos que la

verdad es dialógica, que el diálogo es el camino que nos acerca hasta la Verdad. Por eso le gusta

preguntarse, o mejor, le gusta ser preguntado. Se deja preguntar por la creación, por las experiencias

humanas, por la oscuridad y la inseguridad, por lo sorprendente y por lo anodino, por los afines y los

contrarios, por los teólogos y por los niños. Él es así, y quizá por eso cuando habla se va formulando

preguntas a sí mismo, y avanza al paso de sus respuestas. Así se piensa, así se valora la posibilidad de

escuchar, así se matiza, así se avanza en el descubrimiento de la verdad…

Aquí recogemos preguntas que se le han formulado en distintas ocasiones. Unas por jóvenes en encuentros

informales, otras por niños en singulares audiencias organizadas para ellos, otras, cómo no, por

periodistas…

Page 2: 15. Cocktail de preguntas

2

PREGUNTAS:

1.15 «Oye, papá, ¿cómo es Dios?».

2.15 ¿Dios es hombre o mujer?

3.15 ¿Pero no dicen también que no deberíamos forjarnos ninguna imagen de Dios?

4.15 Pero ¿por qué no debería ser la vida simplemente fácil, grata y placentera?

5.15 ¿Cómo puedo reconocer que lo que leo es, en cualquier caso, palabra de Dios que interpela mi vida?

6.15 No es fácil hablar de Dios con mis amigos… Ante este rechazo siento fuertemente la soledad humana y quisiera sentir la cercan ía de Dios. Santidad, ¿en este silencio dónde está Dios?

7.15 ¿hay alguien —o algo— para quien podamos llegar a ser importante? ¿Es posible esperar cuando la realidad nos niega cualquier sueño de felicidad, cualquier proyecto de vida?

8.15 ¿Crees que diferentes culturas un día podrán vivir sin pelearse en el nombre de Jesús?

9.15 Querido Papa, ¿qué quería decir para ti, cuando eras pequeño, el lema: "Los niños ayudan a los niños"? ¿Habrías pensado que alguna vez llegarías a ser Papa?

10.15 ¿Cómo podemos ayudarte a anunciar el Evangelio?

11.15 Sabiendo que somos muchos los que queremos vivir responsablemente nuestra vida afectiva, ¿quiere explicarnos qué nos dice al respecto la palabra de Dios?

12.15 ¿Quiere explicarnos con más detalle cuáles son, según usted, los mayores desafíos de nuestro tiempo, y cómo sueña usted que deben ser estos nuevos apóstoles? ¿Qué espera de nosotros, Santidad?

13.15 ¿Nos quiere decir cómo descubrió usted cuál era su vocación? ¿Puede darnos consejos para comprender mejor si el Señor nos llama a seguirlo en la vida consagrada o sacerdotal?

14.15 ¿Cómo puedo hacer para armonizar ciencia y fe?

15.15 ¿Qué podemos hacer para llevar más a la vida de las comunidades cristianas el sentido de responsabilidad con respecto a la creación? ¿Cómo podemos vivir de modo ejemplar un estilo de vida cristiano, que sea duradero? Y ¿cómo unirlo a una calidad de vida que sea atractiva para todos los hombres de nuestra tierra?

16.15 Santo Padre, el 25 de abril usted manifestó sentirse contento de poder ir a Colonia. ¿Puede explicarnos el porqué de esta alegría?

17.15 Santidad ¿Cuál es el mensaje específico que usted desea llevar a los jóvenes que, desde todas partes de mundo llegan a Colonia? ¿Qué mensaje les quiere transmitir?

18.15 Santo Padre, ser Papa significa ser ‘constructor de puentes’ –‘pontifex’-. ¿Cómo se puede construir un puente entre esta antigua sabiduría –incluida también aquella del Papa, que tiene una cierta edad– y la juventud? ¿Es posible?

19.15 Santidad, usted también ha dicho que “la Iglesia es joven”, no es algo viejo. ¿En qué sentido?

20.15 ¿Existe quizás la esperanza utópica de que la Jornada Mundial de la Juventud pueda imprimir un cambio en la cuestión del ecumenismo? ¿Ocupa el ecumenismo algún papel en Colonia?

21.15 Se manifiesta un alejamiento de la Iglesia y de la fe en general, sobre todo por parte de los jóvenes. ¿Cómo se puede contrarrestar esta tendencia? O mejor dicho, ¿Cómo se puede dar una respuesta a la búsqueda del sentido de la vida por parte de los jóvenes, para hacer que éstos digan: “¡la Iglesia es la respuesta, nuestra respuesta!”?

22.15 Nosotros, europeos, vivimos con un cierto cansancio, mientras por ejemplo chinos e indios muestran una gran vitalidad. ¿Cree, Santidad, que puede dar un impulso a la búsqueda de las raíces cristianas, sobre todo por parte de los jóvenes, para que puedan continuar viviendo de manera “humana”?

23.15 ¿Cuál es el objetivo ideal a alcanzar con la Jornada Mundial de la Juventud de Colonia?

Page 3: 15. Cocktail de preguntas

3

1.15 ................................................................................................................................................................................................................ 4

2.15 ................................................................................................................................................................................................................ 4

3.15 ................................................................................................................................................................................................................ 4

4.15 ................................................................................................................................................................................................................ 4

5.15 ................................................................................................................................................................................................................ 5

6.15 ................................................................................................................................................................................................................ 5

7.15 ................................................................................................................................................................................................................ 6

8.15 ................................................................................................................................................................................................................ 7

9.15 ................................................................................................................................................................................................................ 8

10.15 .............................................................................................................................................................................................................. 8

11.15 .............................................................................................................................................................................................................. 8

12.15 .............................................................................................................................................................................................................. 9

13.15 ............................................................................................................................................................................................................ 10

14.15 ............................................................................................................................................................................................................ 11

15.15 ............................................................................................................................................................................................................ 11

16.15 ............................................................................................................................................................................................................ 12

17.15 ............................................................................................................................................................................................................ 12

18.15 ............................................................................................................................................................................................................ 13

19.15 ............................................................................................................................................................................................................ 13

20.15 ............................................................................................................................................................................................................ 13

21.15 ............................................................................................................................................................................................................ 14

22.15 ............................................................................................................................................................................................................ 14

23.15 ............................................................................................................................................................................................................ 14

Page 4: 15. Cocktail de preguntas

4

1.15 «Oye, papá, ¿cómo es Dios?». Yo le contestaría diciendo que uno se puede imaginar a Dios tal como lo conocemos a través de Jesucristo. Cristo dijo una vez: «Quien me ve a mí, ve al Padre». Y si después se analiza toda la historia de Jesús, empezando por el pesebre, por su actuación pública, por sus grandes y conmovedoras palabras, hasta llegar a la última cena, a la cruz, a la resurrección y a la misión del apostolado... entonces uno puede atisbar el rostro de Dios. Un rostro por una parte serio y grande. Que desborda con creces nuestra medida. Pero, en última instancia, el rasgo característico en Él es la bondad; Él nos acepta y nos quiere.

Dios y el Mundo

2.15 ¿ Dios es hombre o mujer? Dios es Dios. No es ni hombre ni mujer, sino que es Dios por encima de todo. Es la Alteridad Absoluta. Yo creo que es muy importante consignar que la fe bíblica siempre tuvo claro que Dios no es ni hombre ni mujer, sino precisamente Dios, y que el hombre y la mujer le copian. Los dos descienden de Él y las potencialidades de ambos están contenidas en Él. Pero el problema es que la Biblia, habla de Dios como padre, representándolo con una imagen masculina. En primer lugar hemos de reconocer que, efectivamente, la Biblia utiliza en la oración la imagen del padre y no de la madre, pero en las imágenes sobre Dios siempre le ha añadido atributos femeninos. Por ejemplo: cuando se habla de la «compasión» de Dios en el Antiguo Testamento, no se menciona el vocablo abstracto «compasión», sino un término corporal, Rachamin, el “seno materno” de Dios, que representa la compasión. El significado espiritual de esta palabra simboliza también la maternidad divina. Todas las expresiones gráficas que se utilizan sobre Dios en la Biblia dejan claro, en ese mosaico de imágenes, que hombre y mujer proceden de Él, que los creó a ambos. En consecuencia, ambos están en Él, y sin embargo Él está al mismo tiempo por encima de ambos.

Dios y el Mundo

3.15 ¿Pero no dicen también que no deberíamos forjarnos ninguna imagen de Dios? Este precepto se ha transformado en la medida en que Dios se dio a sí mismo una imagen. La Epístola a los Efesios dice de Cristo: «Él es la imagen de Dios». Y en Él se cumple plenamente lo que se dice del ser humano en la creación. Cristo es la imagen original del ser humano. Eso ciertamente no nos permite representar a Dios mismo en su eterna infinitud, pero sí contemplar la imagen que Él se dio a sí mismo. Desde entonces no nos forjamos ninguna imagen de Dios, sino que es Dios mismo quien nos la muestra. Aquí nos mira y nos habla. Ciertamente, la imagen de Cristo no es una simple foto de Dios. Esta imagen del crucificado trasluce más bien la biografía entera de Jesús, sobre todo la biografía íntima. Con ello se nos proporciona una visión que abre y trasciende los sentidos.

Dios y el Mundo

4.15 Pero ¿ por qué no debería ser la vida simplemente fácil, grata y placentera? Como es lógico, satisfacerse con lo material, con lo palpable, con las vivencias felices que se puedan comprar y suministrar, es, por el momento, lo más sencillo. Puedo entrar en un local de diversión, y a cambio del dinero de la entrada vivir una especie de éxtasis, ahorrándome de ese modo todos los esfuerzos del difícil camino de la autorrealización y la autosuperación. Esta tentación es grandísima. La felicidad se convierte entonces en una mercancía susceptible de ser vendida y comprada. Éste es el camino más cómodo, el más rápido, la contradicción interna parece eliminada, porque la cuestión divina ya es innecesaria. Pero también se podría considerar el estilo de vida civilizada desarrollada y absolutamente acorde con nuestro mundo moderno. Sin embargo, también sabemos que esto se revela muy pronto como un engaño. El individuo lo nota, al final me quedo vacío, estoy agotado, y cuando caigo desde el éxtasis ya no soy capaz, en definitiva, ni de soportarme ni de soportar al mundo. En ese momento se pone de manifiesto que he sido engañado. Lo cierto es que nunca participamos en este drama sólo personalmente, con nuestra propia intimidad, sino bajo la modalidad del nosotros. Esta forma colectiva puede dificultar o facilitar nuestro destino. La Iglesia antigua instituyó el catecumenado por este motivo. Su intención era crear una especie de sociedad alternativa en la que uno pudiera adaptarse a Dios y, mediante la convivencia con los demás, llegar poco a poco a la zona donde se podía aprender a verle. Durante el periodo que mediaba hasta el bautizo, llamado iluminación, llegaba el momento en que surgía en el individuo el conocimiento adquiriendo con ello la independencia en la fe. Creo que hoy, en sociedades de orientación atea o agnóstico-materialista, eso se ha convertido en una nueva necesidad. Antes daba la impresión de que la Iglesia y la sociedad estaban muy identificadas. Ahora la Iglesia tiene que esforzarse de nuevo para presentar espacios alternativos donde no sólo se ofrezca el nosotros gravoso y degradante sino un nosotros que abra, que sustente al individuo y le enseñe a ver. La cuestión es si la fe nos hace de verdad mejores, más compasivos y altruistas, menos codiciosos, menos vanidosos. Tomemos a los que el propio Dios ha elegido para la fe, a aquellas personas que por su designio sólo deberían pensar en agradar a Dios y convertirse en seres humanos casi perfectos. ¿Por qué se encuentran también entre los clérigos, entre los monjes y monjas, dosis tan elevadas de rivalidad, de envidia, de celos, de mentira y de falta de caridad? ¿Por qué su fe no los ha hecho mejores? Esta pregunta es, de hecho, muy opresiva. En ella comprobamos de nuevo que la fe no está simplemente ahí, sino que puede contraerse o crecer, moverse por una línea ascendente y descendente. No es una garantía acabada sin más, algo que uno pueda considerar un capital desembolsado que crece y crece. La fe va siempre vinculada a una libertad muy frágil. Nosotros desearíamos que fuera diferente. Pero éste es precisamente el riesgo difícilmente comprensible de Dios, que no nos haya administrado una medicina más fuerte.

Page 5: 15. Cocktail de preguntas

5

Aun cuando se comprueba que en el mundo de los creyentes existen conductas erróneas (en las que subyace siempre un debilitamiento de la fe), tampoco debemos pasar por alto el otro balance. En efecto, las historias de tantas personas sencillas, bondadosas, a las que la fe ha hecho buenas, demuestran que la fe produce efectos muy positivos. Pienso sobre todo en las personas ancianas de parroquias muy normales que han madurado gracias a la fe hasta alcanzar una enorme bondad. En los encuentros con ellas se percibe calidez, una especie de brillo interior. Y al revés: también hemos de constatar que la sociedad, con la evaporación de la fe, se ha vuelto más dura, más violenta, más mordaz. El ambiente, esto lo ha dicho hasta un teólogo tan crítico como Vorgrimler, no ha mejorado, sino que se ha tornado más irritable y maligno.

Dios y el Mundo

5.15 Santidad, soy Simone, de la parroquia de San Bartolomé; tengo 21 años y estudio ingeniería química en la universidad "La Sapienza" de

Roma.

Ante todo, quiero darle las gracias por habernos dirigido el Mensaje para la XXI Jornada mundial de la juventud sobre el tema de la palabra

de Dios que ilumina los pasos de la vida del hombre. Ante las preocupaciones, las incertidumbres con respecto al futuro e incluso

simplemente cuando afronto la rutina de la vida diaria, también yo siento la necesidad de alimentarme de la palabra de Dios y conocer

mejor a Cristo, a fin de encontrar respuestas a mis interrogantes. A menudo me pregunto qué haría Jesús si estuviera en mi lugar en una

situación determinada, pero no siempre logro comprender lo que me dice la Biblia. Además, sé que los libros de la Biblia fueron escritos por

hombres diversos, en épocas diversas y todas muy lejos de mí. ¿Cómo puedo reconocer que lo que leo es, en cualquier caso, palabra de

Dios que interpela mi vida? Muchas gracias.

Respondo subrayando por ahora un primer punto: ante todo se debe decir que es preciso leer la sagrada Escritura no como un libro histórico cualquiera, por ejemplo como leemos a Homero, a Ovidio o a Horacio. Hay que leerla realmente como palabra de Dios, es decir, entablando una conversación con Dios. Al inicio hay que orar, hablar con el Señor:”Ábreme la puerta". Es lo que dice con frecuencia san Agustín en sus homilías:”He llamado a la puerta de la Palabra para encontrar finalmente lo que el Señor me quiere decir". Esto me parece muy importante. La Escritura no se lee en un clima académico, sino orando y diciendo al Señor:”Ayúdame a entender tu palabra, lo que quieres decirme en esta página". Un segundo punto es: la sagrada Escritura introduce en la comunión con la familia de Dios. Por tanto, la sagrada Escritura no se puede leer de forma individual. Desde luego, siempre es importante leer la Biblia de un modo muy personal, en una conversación personal con Dios, pero al mismo tiempo es importante leerla en compañía de las personas con quienes se camina. Hay que dejarse ayudar por los grandes maestros de la "lectio divina". Por ejemplo, tenemos muchos libros buenos del cardenal Martini, un auténtico maestro de la "lectio divina", que ayuda a penetrar en el sentido de la sagrada Escritura. Él, que conoce bien todas las circunstancias históricas, todos los elementos característicos del pasado, siempre trata de explicar que muchas palabras aparentemente del pasado son también muy actuales. Estos maestros nos ayudan a comprender mejor y también a aprender cómo se debe leer la sagrada Escritura. Por lo general, conviene leerla también en compañía de los amigos que están en camino conmigo y buscan, juntamente conmigo, cómo vivir con Cristo, qué vida nos viene de la palabra de Dios. Un tercer punto: si es importante leer la sagrada Escritura con la ayuda de maestros, acompañados de los amigos, de los compañeros de camino, es importante de modo especial leerla en la gran compañía del pueblo de Dios peregrino, es decir, en la Iglesia. La sagrada Escritura tiene dos sujetos. Ante todo el sujeto divino: es Dios quien habla. Pero Dios ha querido implicar al hombre en su palabra. Mientras que los musulmanes están convencidos de que el Corán fue inspirado oralmente por Dios, nosotros creemos que para la sagrada Escritura es característica -como dicen los teólogos- la "sinergia", la colaboración de Dios con el hombre. Dios implica a su pueblo con su palabra y así el segundo sujeto -como he dicho, el primer sujeto es Dios- es humano. Están los escritores, pero también está la continuidad de un sujeto permanente: el pueblo de Dios que camina con la palabra de Dios y está en diálogo con Dios. Escuchando a Dios se aprende a escuchar la palabra de Dios y luego también a interpretarla. Así se hace presente la palabra de Dios, porque las personas mueren, pero el sujeto vital, el

pueblo de Dios, está siempre vivo y es idéntico a lo largo de los milenios: es siempre el mismo sujeto vivo, en el que vive la Palabra. Así se explican también muchas estructuras de la sagrada Escritura, sobre todo la así llamada "relectura". Un texto antiguo es releído en otro libro, -pongamos- cien años después, y entonces se entiende plenamente lo que no era perceptible en aquel momento anterior, aunque ya estaba contenido en el texto precedente. Y es releído otra vez algún tiempo después, y de nuevo se comprenden otros aspectos, otras dimensiones de la Palabra; y así, en esta permanente relectura y reescritura en el contexto de una continuidad profunda, mientras se sucedían los tiempos de la espera, fue desarrollándose la sagrada Escritura. Por último, con la venida de Cristo y con la experiencia de los Apóstoles, la Palabra se hizo definitiva, de forma que ya no puede haber más reescrituras, pero siguen siendo necesarias nuevas profundizaciones de nuestra

comprensión. El Señor dijo:”El Espíritu Santo os introducirá en una profundidad que ahora no podéis tener". Así pues, la comunión de la Iglesia es el sujeto vivo de la Escritura. Pero también ahora el sujeto principal es el mismo Señor, el cual sigue hablando en la Escritura que está en nuestras manos. Creo que debemos aprender estos tres elementos: leerla en conversación personal con el Señor; leerla acompañados por maestros que tienen la experiencia de la fe, que han penetrado en el sentido de la sagrada Escritura; leerla en la gran compañía de la Iglesia, en cuya liturgia estos acontecimientos se hacen siempre presentes de nuevo, en la que el Señor nos habla ahora a nosotros, de forma que poco a poco penetramos cada vez más en la sagrada Escritura, en la que Dios habla realmente con nosotros hoy.

JMJ, Jueves 6 de abril de 2006

6.15 No es fácil hablar de Dios con mis amigos; muchos de ellos ven a la Iglesia como una realidad que juzga a los jóvenes, que se opone a

sus deseos de felicidad y de amor. Ante este rechazo siento fuertemente la soledad humana y quisiera sentir la cercanía de Dios. Santidad,

¿en este silencio dónde está Dios? Sí, todos nosotros, aunque seamos creyentes, experimentamos el silencio de Dios. En el Salmo que acabamos de rezar se encuentra este grito casi desesperado:”Habla, Señor; no te escondas". Hace poco se publicó un libro con las experiencias espirituales de la madre Teresa. En él se pone de manifiesto aún más claramente lo que ya sabíamos: con toda su caridad, su fuerza de fe, la madre Teresa sufría el silencio de Dios.

Page 6: 15. Cocktail de preguntas

6

Por una parte, debemos soportar este silencio de Dios también para poder comprender a nuestros hermanos que no conocen a Dios. Por otra, con el Salmo, podemos gritar continuamente a Dios:”Habla, muéstrate". Sin duda, en nuestra vida, si tenemos el corazón abierto, podemos encontrar los grandes momentos en los que realmente la presencia de Dios se hace sensible también para nosotros. Me viene a la mente en este momento una anécdota que refirió Juan Pablo II en los ejercicios espirituales que predicó en el Vaticano cuando aún no era Papa. Contó que después de la guerra lo visitó un oficial ruso, que era científico, el cual le dijo:”Como científico, estoy seguro de que Dios no existe; pero cuando me encuentro en una montaña, ante su majestuosa belleza, ante su grandeza, también estoy seguro de que el Creador existe y de que Dios existe". La belleza de la creación es una de las fuentes donde realmente podemos descubrir la belleza de Dios, donde podemos ver que el Creador existe y es bueno, que es verdad lo que dice la sagrada Escritura en el relato de la creación, o sea, que Dios pensó e hizo este mundo con su corazón, con su voluntad, con su razón, y vio que era bueno. También nosotros debemos ser buenos, teniendo el corazón abierto a percibir realmente la presencia de Dios. Asimismo, al escuchar la palabra de Dios en las grandes celebraciones litúrgicas, en las fiestas de la fe, en la gran música de la fe, percibimos esta presencia. Recuerdo en este momento otra anécdota que me contó hace poco tiempo un obispo en visita "ad limina": una mujer no cristiana muy inteligente comenzó a escuchar la gran música de Bach, Händel, Mozart. Estaba fascinada y un día dijo: "Debo encontrar la fuente de donde pudo brotar esta belleza". Esa mujer se convirtió al cristianismo, a la fe católica, porque había descubierto que esa belleza tiene una fuente, y la fuente es precisamente la presencia de Cristo en los corazones, es la revelación de Cristo en este mundo. Por consiguiente, las grandes fiestas de la fe, de la celebración litúrgica, pero también el diálogo personal con Cristo: él no siempre responde, pero hay momentos en que realmente responde. Luego viene la amistad, la compañía de la fe. Ahora, reunidos aquí en Loreto, vemos cómo la fe une, la amistad crea una compañía de personas en camino. Y sentimos que todo esto no viene de la nada, sino que realmente tiene una fuente, que el Dios silencioso es también un Dios que habla, que se revela, y sobre todo que nosotros mismos podemos ser testigos de su presencia, que nuestra fe proyecta realmente una luz también para los demás. Así pues, por una parte, debemos aceptar que en este mundo Dios es silencioso, pero no debemos ser sordos cuando habla, cuando se nos muestra en muchas ocasiones; vemos la presencia del Señor sobre todo en la creación, en una hermosa liturgia, en la amistad dentro de la Iglesia; y, llenos de su presencia, también nosotros podemos iluminar a los demás. Paso a la segunda parte de su pregunta: hoy es difícil hablar de Dios a los amigos y tal vez resulta aún más difícil hablar de la Iglesia, porque ven a Dios sólo como el límite de nuestra libertad, un Dios de mandamientos, de prohibiciones, y a la Iglesia como una institución que limita nuestra libertad, que nos impone prohibiciones. Pero debemos tratar de presentarles la Iglesia viva, no esa idea de un centro de poder en la Iglesia con estas etiquetas, sino las comunidades de compañía en las que, a pesar de todos los problemas de la vida, que todos tenemos, nace la alegría de vivir. Aquí me viene a la mente un tercer recuerdo. En Brasil estuve en la "Hacienda de la Esperanza", una gran realidad donde los drogadictos se curan y recobran la esperanza, recobran la alegría de vivir. Los drogadictos testimoniaron que precisamente descubrir que Dios existe significó para ellos la curación de la desesperación. Así comprendieron que su vida tiene un sentido y recobraron la alegría de estar en este mundo, la alegría de afrontar los problemas de la vida humana. Por tanto, en todo corazón humano, a pesar de los problemas que existen, hay sed de Dios; y donde Dios desaparece, desaparece también el sol que da luz y alegría. Esta sed de infinito que hay en nuestro corazón se demuestra también en la realidad de la droga: el hombre quiere ensanchar su vida, quiere obtener más de la vida, quiere alcanzar el infinito, pero la droga es una mentira, una estafa, porque no ensancha la vida, sino que la destruye. Realmente, tenemos una gran sed, que nos habla de Dios y nos pone en camino hacia Dios, pero debemos ayudarnos mutuamente. Cristo vino precisamente para crear una red de comunión en el mundo, donde todos podemos apoyarnos unos a otros, ayudándonos a encontrar juntos el camino de la vida y a comprender que los mandamientos de Dios no son limitaciones de nuestra libertad, sino las señales de carretera que

nos orientan hacia Dios, hacia la plenitud de la vida. Pidamos a Dios que nos ayude a descubrir su presencia, a estar llenos de su Revelación,

de su alegría, a ayudarnos unos a otros en la compañía de la fe para avanzar y encontrar cada vez más, con Cristo, el verdadero rostro de Dios, y así la vida verdadera.

Loreto, agosto 2007

7.15 ¿Hay alguien —o algo— para quien podamos llegar a ser importante? ¿Es posible esperar cuando la realidad nos niega cualquier sueño

de felicidad, cualquier proyecto de vida? Con respecto a las periferias de este mundo, en las que existen grandes problemas, no es fácil ahora responder. No queremos vivir en un fácil optimismo, pero, por otra parte, debemos ser valientes y seguir adelante. Podría anticipar así el núcleo de mi respuesta:”Sí, hay esperanza también hoy; cada uno de vosotros es importante, porque cada uno es conocido y querido por Dios; y Dios tiene un proyecto para cada uno. Debemos descubrirlo y corresponder a él, para que, a pesar de estas situaciones de precariedad y marginalidad, sea posible realizar el proyecto de Dios sobre nosotros".

Page 7: 15. Cocktail de preguntas

7

Pero, entrando en detalles, usted nos ha presentado de forma realista la situación de una sociedad: en las periferias parece difícil salir adelante, cambiar el mundo mejorándolo. Todo parece concentrado en los grandes centros del poder económico y político; las grandes

burocracias dominan y quienes se encuentran en las periferias, realmente parecen quedar excluidos de esta vida. Un aspecto de esta

situación de marginación de muchos es que las grandes células de la vida de la sociedad, que pueden construir centros también en la periferia, están desintegradas: la familia, que debería ser el lugar de encuentro de las generaciones —desde los bisabuelos hasta los nietos—; que no sólo debería ser un lugar donde se encuentren las generaciones, sino también donde se aprenda a vivir, donde se aprendan las virtudes esenciales para la vida, está desintegrada, se encuentra en peligro. Por eso, debemos hacer todo lo posible para que la familia sea viva, para que sea también hoy la célula vital, el centro en la periferia. Del mismo modo, también la parroquia, célula viva de la Iglesia, debe ser realmente un lugar de inspiración, de vida, de solidaridad, que ayude

a construir juntamente los centros en la periferia. En la Iglesia se habla a menudo de periferia y de centro, que sería Roma, pero de hecho en la Iglesia no hay periferia, porque donde está Cristo allí está todo el centro. Donde se celebra la Eucaristía, donde está el sagrario, allí está Cristo y, por consiguiente, allí está el centro, y debemos hacer todo lo posible para que estos centros vivos sean eficaces, para que estén presentes y sean realmente una fuerza que se oponga a esa marginación. La Iglesia viva, la Iglesia de las pequeñas comunidades, la Iglesia parroquial, los movimientos, deberían formar también centros en la periferia, para ayudar así a superar las dificultades que la gran política obviamente no supera. Al mismo tiempo, también debemos pensar que, a pesar de las grandes concentraciones de poder, precisamente la sociedad actual necesita la solidaridad, el sentido de la legalidad, la iniciativa y la creatividad de todos. Sé que es más fácil decirlo que realizarlo, pero veo aquí personas que se comprometen para que surjan también centros en las periferias, para que crezca la esperanza. Por tanto, me parece que precisamente en las periferias debemos tomar la iniciativa. Es necesario que la Iglesia esté presente; que Cristo, el centro del mundo, esté presente. Hemos visto, y vemos hoy en el evangelio, que para Dios no hay periferias. La Tierra Santa, en el vasto contexto del Imperio romano, era periferia; Nazaret era periferia, una aldea desconocida. Y, sin embargo, precisamente esa realidad fue de hecho el centro que cambió el mundo. Así, también nosotros debemos formar centros de fe, de esperanza, de amor y de solidaridad, de sentido de la justicia y de la legalidad, de cooperación. Sólo así puede sobrevivir la sociedad moderna. Necesita esta valentía de crear centros, aunque aparentemente no parece existir esperanza. Debemos oponernos a esta desesperación; debemos colaborar con gran solidaridad y hacer todo lo posible para que aumente la esperanza, para que los hombres colaboren y vivan. Como vemos, es necesario cambiar el mundo; pero es precisamente la juventud la que tiene la misión de cambiarlo. No lo podemos hacer sólo con nuestras fuerzas, sino en comunión de fe y de camino. En comunión con María, con todos los santos; en comunión con Cristo, podemos hacer algo esencial. Os estimulo y os invito a tener confianza en Cristo, a tener confianza en Dios. Estar en la gran compañía de los santos y avanzar con ellos puede cambiar el mundo, creando centros en la periferia, para que esa compañía sea realmente visible y así se haga realidad la esperanza de todos, de modo que cada uno pueda decir: "Yo soy importante en la totalidad de la historia. El Señor nos ayudará". Gracias.

Loreto, agosto 2007

8.15 Me llamo Anna Filippone, tengo doce años, soy monaguilla, vengo de Calabria, de la diócesis de Oppido Mamertina-Palmi. Papa

Benedicto, mi amigo Giovanni tiene un papá italiano y una madre ecuatoriana y es muy feliz. ¿Crees que diferentes culturas un día podrán

vivir sin pelearse en el nombre de Jesús? He sabido que queréis saber cómo nosotros, cuando éramos niños, nos ayudábamos recíprocamente. Tengo que decir que viví los años de la escuela primaria en un pequeño pueblo de 400 habitantes, muy alejado de los grandes centros. Por tanto, éramos algo ingenuos y, en ese pueblo, había, por una parte agricultores muy ricos y otros menos ricos pero acomodados, por otra pobres empleados, artesanos. Nuestra familia, poco antes de que comenzara la escuela primaria, había llegado a este pueblo procedente de otro, y por tanto éramos algo extranjeros para ellos, incluso el dialecto era diferente. En esta escuela, por tanto, se reflejaban situaciones sociales muy diferentes. Sin embargo, se daba una hermosa comunión entre nosotros. Me enseñaron su dialecto, que yo todavía no conocía. Colaboramos bien, y tengo que decir que en alguna ocasión naturalmente también me peleé, pero después nos reconciliamos y olvidamos lo que había sucedido. Esto me parece importante. A veces, en la vida humana parece inevitable pelearse; pero lo importante es, de todos modos, el arte de reconciliarse, el perdón, volver a comenzar de nuevo y no dejar la amargura en el alma. Con gratitud, recuerdo cómo colaborábamos todos: uno ayudaba al otro y seguíamos juntos nuestro camino. Todos éramos católicos, y esto era naturalmente una gran ayuda. Así aprendimos juntos a conocer la Biblia, empezando por la Creación hasta el sacrificio de Jesús en la Cruz, y llegando a los inicios de la Iglesia. Juntos aprendimos el catecismo, aprendimos a rezar juntos, nos prepararnos juntos para la primera confesión, para la primera comunión: aquel fue un día espléndido. Comprendimos que el mismo Jesús viene a nosotros y que no es un Dios lejano: entra en la propia vida, en la propia alma. Y, si el mismo Jesús entra en cada uno de nosotros, nosotros somos hermanos, hermanas, amigos, y por tanto tenemos que comportarnos como tales. Para nosotros esta preparación a la primera confesión, como purificación de nuestra conciencia, de nuestra vida, y después también la primera comunión, como encuentro concreto de Jesús, que viene a mí y a todos, fueron factores que contribuyeron a formar nuestra comunidad. Nos ayudaron a avanzar juntos, a aprender juntos a reconciliarnos, cuando era necesario. Hicimos también pequeños espectáculos: es importante también colaborar, prestar atención el uno por el otro.

Page 8: 15. Cocktail de preguntas

8

Después, a ocho o nueve años me hice monaguillo. En aquel tiempo no había todavía monaguillas, pero las chicas leían mejor que nosotros. Por tanto, ellas leían las lecturas de la liturgia, nosotros éramos monaguillos. En aquel tiempo, todavía había muchos textos en latín que había que aprender, de este modo cada uno tuvo que realizar su parte de esfuerzo. Como he dicho, no éramos santos: tuvimos nuestras peleas, pero de todos modos se daba una hermosa comunión, en la que las distinciones entre ricos y pobres, inteligentes y menos inteligentes no contaban. Contaba la comunión con Jesús en el camino de la fe común y de la responsabilidad común, en los juegos, en el trabajo común. Encontramos la capacidad para vivir juntos, para ser amigos, y a pesar de que desde 1937, es decir, desde hace más de setenta años, ya no he estado en ese pueblo, hemos permanecido amigos. Aprendimos a aceptarnos el uno al otro, a llevar el peso el uno del otro. Esto me parece importante: a pesar de nuestras debilidades, nos aceptamos y con Jesucristo, con la Iglesia, encontramos juntos el camino de la paz y aprendemos a vivir bien.

Audiencia a la Obra para la Infancia Misionera,. Martes, 1 junio 2009

9.15 Me llamo Leticia y te quería hacer una pregunta. Querido Papa Benedicto XVI, ¿qué quería decir para ti, cuando eras pequeño, el lema:

"Los niños ayudan a los niños"? ¿Habrías pensado que alguna vez llegarías a ser Papa? A decir verdad, nunca hubiera pensado que sería Papa, pues, como ya he dicho, era un muchacho bastante ingenuo, en un pequeño pueblo muy alejado de las ciudades, en la provincia olvidada. Éramos felices de vivir en esa provincia y no pensábamos en otras cosas. Naturalmente conocimos, veneramos y amamos al Papa --era Pío XI--, pero para nosotros era una altura inalcanzable, casi otro mundo: era nuestro padre, pero de todos modos una realidad muy superior a nosotros. Y tengo que decir que todavía hoy me cuesta comprender cómo el Señor ha podido pensar en mí, destinarme a este ministerio. Pero lo acepto de sus manos, aunque es algo sorprendente y me parece que va mucho más allá de mis fuerzas. Pero el Señor me ayuda.

Audiencia a la Obra para la Infancia Misionera, martes, 1 junio 2009

10.15 Querido Papa Benedicto. Soy Alessandro. Quería preguntarte: tú eres el primer misionero, nosotros, muchachos, ¿cómo podemos

ayudarte a anunciar el Evangelio? Diría que, una primera manera es ésta: colaborar con la Obra Pontificia de la Infancia Misionera. De este modo, formáis parte de una gran familia, que lleva el Evangelio al mundo. De este modo pertenecéis a una gran red. Vemos aquí cómo es representada la familia de los diferentes pueblos. Vosotros estáis en esta gran familia: cada uno pone su parte y juntos sois misioneros, promotores de la obra misionera de la Iglesia. Tenéis un hermoso programa, indicado por vuestra portavoz: escuchar, rezar, conocer, compartir, ser solidarios. Estos son los elementos esenciales que constituyen realmente una forma de ser misionero, de hacer crecer a la Iglesia y la presencia del Evangelio en el mundo. Quisiera subrayar algunos de estos puntos. Ante todo, rezar. La oración es una realidad: Dios nos escucha y, cuando rezamos, Dios entra en nuestra vida, se hace presente entre nosotros, actúa. Rezar es algo muy importante, que puede cambiar el mundo, pues hace presente la fuerza de Dios. Y es importante ayudarse para rezar: rezamos juntos en la liturgia, rezamos juntos en la familia. Yo diría que es importante comenzar el día con una pequeña oración y acabar también el día con una pequeña oración: recordar a los padres en la oración. Rezar antes de la comida, antes de la cena, y con motivo de la celebración común del domingo. Un domingo sin misa, la gran oración común de la Iglesia, no es un verdadero domingo: le falta el corazón del domingo, así como la luz para la semana. Podéis también ayudar a los demás, especialmente cuando quizá no se reza en casa, cuando no se conoce la oración, enseñándoles a rezar: al rezar con ellos se introduce a los demás en la comunión con Dios. Luego hay que escuchar, es decir, aprender realmente lo que nos dice Jesús. Además, hay que conocer la Sagrada Escritura, la Biblia. En la historia de Jesús aprendemos -como ha dicho el cardenal--, el rostro de Dios, aprendemos cómo es Dios. Es importante conocer a Jesús profundamente, personalmente. De este modo, él entra en nuestra vida y, a través de nuestra vida, entra en el mundo. También hay que compartir, no hay que querer las cosas sólo para uno mismo, sino para todos; dividir con los demás. Y si vemos que otro quizá tiene necesidad, que tiene menos cualidades, tenemos que ayudarle, y de este modo hacer presente el amor de Dios sin grandes palabras, en nuestro pequeño mundo personal, que forma parte del gran mundo. De este modo, juntos nos convertimos en una familia, en la que uno tiene respeto por el otro: soportar al otro en su alteridad, aceptar también a los antipáticos, no dejar que uno quede marginado, sino ayudarle a integrarse en la comunidad. Todo esto quiere decir simplemente vivir en esta gran familia de la Iglesia, en esta gran familia misionera: vivir los puntos esenciales como compartir, el conocimiento de Jesús, la oración, la escucha recíproca y la solidaridad es una obra misionera, pues ayuda a que el Evangelio se convierta en realidad en nuestro mundo.

Audiencia a la Obra para la Infancia Misionera., martes, 1 junio 2009

11.15 Santo Padre, soy Anna, tengo 19 años; estudio literatura y pertenezco a la parroquia de la Virgen del Carmen.

Uno de los principales problemas que debemos afrontar es el afectivo. A menudo tenemos dificultad para amar, porque es fácil confundir

amor con egoísmo, sobre todo hoy, donde gran parte de los medios de comunicación social nos imponen una visión individualista,

secularizada, de la sexualidad; donde todo parece lícito y todo se permite en nombre de la libertad y de la conciencia de las personas. La

familia fundada en el matrimonio parece ya prácticamente una invención de la Iglesia, por no hablar de las relaciones prematrimoniales,

cuya prohibición se presenta, incluso a muchos de los que somos creyentes, como algo incomprensible o pasado de moda... Sabiendo que

somos muchos los que queremos vivir responsablemente nuestra vida afectiva, ¿quiere explicarnos qué nos dice al respecto la palabra de

Dios? Muchas gracias.

Page 9: 15. Cocktail de preguntas

9

Se trata de un gran problema y, ciertamente, no es posible responder en pocos minutos, pero trataré de decir algo. Ya Anna dio una respuesta al decir que hoy el amor a menudo es mal interpretado cuando se presenta como una experiencia egoísta, mientras que en realidad consiste en abandonarse y así se transforma en encontrarse. Ella dijo también que una cultura consumista falsifica nuestra vida con un relativismo que parece concedernos todo y en realidad nos vacía. Pero entonces escuchamos la palabra de Dios a este respecto.

Anna, con razón, quería saber qué dice la palabra de Dios. Para mí es muy hermoso constatar que ya en las primeras páginas de la sagrada

Escritura, inmediatamente después del relato de la creación del hombre, encontramos la definición del amor y del matrimonio. El autor sagrado nos dice:”El hombre abandonará a su padre y a su madre, seguirá a su mujer y ambos serán una sola carne", una única existencia. Estamos al inicio y ya se nos da una profecía de lo que es el matrimonio; y esta definición permanece idéntica también en el Nuevo Testamento. El matrimonio es este seguir al otro en el amor y así llegar a ser una sola existencia, una sola carne, y por eso inseparables; una nueva

existencia que nace de esta comunión de amor, que une y así también crea futuro.

Los teólogos medievales, interpretando esta afirmación que se encuentra al inicio de la sagrada Escritura, decían que el matrimonio fue el primero de los siete sacramentos en ser instituido por Dios, dado que lo instituyó ya en el momento de la creación, en el Paraíso, al inicio de la historia, y antes de toda historia humana. Es un sacramento del Creador del universo; por tanto, ha sido inscrito precisamente en el ser humano mismo, que está orientado hacia este camino, en el que el hombre deja a sus padres y se une a su mujer para formar una sola carne,

para que los dos lleguen a ser una sola existencia. Por tanto, el sacramento del matrimonio no es una invención de la Iglesia; en realidad, fue creado juntamente con el hombre como tal, como fruto del dinamismo del amor, en el que el hombre y la mujer se encuentran mutuamente y

así encuentran también al Creador que los llamó al amor. Es verdad que el hombre cayó y fue expulsado del Paraíso o, por decirlo de otra forma, con palabras más modernas, es verdad que todas las culturas están contaminadas por el pecado, por los errores del hombre en su historia, y así queda oscurecido el plan inicial inscrito en nuestra naturaleza. De hecho, en las culturas humanas hallamos este oscurecimiento del plan original de Dios. Sin embargo, al mismo tiempo, observando las culturas, toda la historia cultural de la humanidad, constatamos también que el hombre nunca ha podido olvidar del todo este plan inscrito en lo más profundo de su ser. En cierto sentido, siempre ha sabido que las demás formas de relación entre el hombre y la mujer no correspondían realmente al plan original sobre su ser. De este modo, vemos cómo las culturas, sobre todo las grandes culturas, siempre de nuevo se orientan hacia esta realidad, la monogamia, el ser hombre y mujer una carne sola. Así en la fidelidad puede crecer una nueva generación, puede continuarse una tradición cultural, renovándose y realizando, en la continuidad,

un auténtico progreso. El Señor, que habló de esto mediante la voz de los profetas de Israel, aludiendo a la concesión del divorcio por parte de Moisés, dijo: "Moisés os lo concedió "por la dureza de vuestro corazón"". El corazón después del pecado "se endureció", pero este no era el plan del Creador; y los profetas, cada vez con mayor claridad, insistieron en ese plan originario. Para renovar al hombre, el Señor, aludiendo a esas voces proféticas que siempre guiaron a Israel hacia la claridad de la monogamia, reconoció con Ezequiel que, para vivir esta vocación, necesitamos un corazón nuevo; en vez del corazón de piedra -como dice

Ezequiel- necesitamos un corazón de carne, un corazón realmente humano.

Y en el bautismo, mediante la fe, el Señor "implanta" en nosotros este corazón nuevo. No es un trasplante físico, pero tal vez precisamente

esta comparación nos puede servir: después de un trasplante el organismo necesita cuidados, necesita recibir las medicinas necesarias para poder vivir con el nuevo corazón, de forma que llegue a ser "su corazón" y no "el corazón de otro". En este "trasplante" espiritual, en el que el Señor nos implanta un corazón nuevo, un corazón abierto al Creador, a la vocación de Dios, para poder vivir con este corazón nuevo hacen falta cuidados adecuados, hay que recurrir a las medicinas oportunas para que el nuevo corazón llegue a ser realmente "nuestro corazón". Viviendo así en la comunión con Cristo, con su Iglesia, el nuevo corazón llega a ser realmente "nuestro corazón" y se hace posible el matrimonio. El amor exclusivo entre un hombre y una mujer, la vida en común de dos personas tal como la diseñó el Creador resulta posible,

aunque el ambiente de nuestro mundo la haga tan difícil que parezca imposible. El Señor nos da un corazón nuevo y nosotros debemos vivir con este corazón nuevo, usando la terapias convenientes para que sea realmente "nuestro". Así es como vivimos lo que el Creador nos ha dado y esto crea una vida verdaderamente feliz. De hecho, podemos verlo también en este mundo, a pesar de tantos otros modelos de vida: hay muchas familias cristianas que viven con fidelidad y alegría la vida y el amor indicados por el Creador; así crece una nueva

humanidad. Por último, quisiera añadir: todos sabemos que para llegar a una meta en el deporte y en la profesión hacen falta disciplina y renuncias, pero todo eso contribuye al éxito, ayuda a alcanzar la meta que se buscaba. Así, también la vida misma, es decir, el llegar a ser hombres según el plan de Jesús, exige renuncias; pero esas renuncias no son algo negativo; al contrario, ayudan a vivir como hombres con un corazón nuevo, a

vivir una vida verdaderamente humana y feliz. Dado que existe una cultura consumista que quiere impedirnos vivir según el plan del Creador, debemos tener la valentía de crear islas, oasis, y luego grandes terrenos de cultura católica, en los que se viva el plan del Creador.

JMJ, Jueves 6 de abril de 2006

12.15 Santo Padre, soy Inelida, tengo 17 años; soy ayudante del jefe scout de los lobatos en la parroquia de San Gregorio Barbarigo y

estudio en el instituto "Mario Mafai". En su Mensaje para la XXI Jornada mundial de la juventud, usted nos dijo que "es urgente que surja

una nueva generación de apóstoles arraigados en la palabra de Cristo". Son palabras tan fuertes y comprometedoras que casi dan miedo.

Ciertamente, también nosotros quisiéramos ser nuevos apóstoles, pero ¿quiere explicarnos con más detalle cuáles son, según usted, los

mayores desafíos de nuestro tiempo, y cómo sueña usted que deben ser estos nuevos apóstoles? En otras palabras, ¿qué espera de

nosotros, Santidad?

Page 10: 15. Cocktail de preguntas

10

Todos nos preguntamos qué espera el Señor de nosotros. Me parece que el gran desafío de nuestro tiempo -así me dicen también los obispos que realizan la visita "ad limina", por ejemplo los de África- es el secularismo, es decir, un modo de vivir y presentar el mundo como "si Deus non daretur", es decir, como si Dios no existiera. Se quiere relegar a Dios a la esfera privada, a un sentimiento, como si él no fuera una realidad objetiva; y así cada uno se forja su propio proyecto de vida. Pero esta visión, que se presenta como si fuera científica, sólo acepta como válido lo que se puede verificar con experimentos. Con un Dios que no se presta al experimento de lo inmediato, esta visión acaba por perjudicar también a la sociedad, pues de ahí se sigue que cada uno se forja su propio proyecto y al final cada uno se sitúa contra el otro. Como se ve, una

situación en la que realmente no se puede vivir. Debemos hacer que Dios esté nuevamente presente en nuestras sociedades. Esta me parece la primera necesidad: que Dios esté de nuevo presente en nuestra vida, que no vivamos como si fuéramos autónomos, autorizados a inventar lo que son la libertad y la vida. Debemos tomar conciencia de que somos criaturas, constatar que Dios nos ha creado y que seguir su voluntad no es dependencia sino un don de amor

que nos da vida.

Por tanto, el primer punto es conocer a Dios, conocerlo cada vez más, reconocer en mi vida que Dios existe y que Dios cuenta para mí. El segundo punto es el siguiente: si reconocemos que Dios existe, que nuestra libertad es una libertad compartida con los demás y que por tanto debe haber un parámetro común para construir una realidad común, surge la pregunta: ¿qué Dios? En efecto, hay muchas imágenes falsas de Dios: un Dios violento, etc. La segunda cuestión, por consiguiente, es reconocer al Dios que nos mostró su rostro en Jesús, que sufrió por

nosotros, que nos amó hasta la muerte y así venció la violencia. Hay que hacer presente, ante todo en nuestra "propia" vida, al Dios vivo, al Dios que no es un desconocido, un Dios inventado, un Dios sólo pensado, sino un Dios que se ha manifestado, que se reveló a sí mismo y su rostro. Sólo así nuestra vida llega a ser verdadera, auténticamente humana; y sólo así también los criterios del verdadero humanismo se hacen presentes en la sociedad. También aquí, como dije en la primera respuesta, es verdad que no podemos construir solos esta vida justa y recta, sino que debemos caminar en compañía de amigos justos y rectos, de compañeros con los que podamos hacer la experiencia de que Dios existe y que es hermoso caminar con Dios. Y caminar en la gran compañía de la Iglesia, que nos presenta a lo largo de los siglos la presencia del Dios que habla, que actúa, que nos acompaña. Por tanto, podría decir: encontrar a Dios, encontrar al Dios que se reveló en Jesucristo, caminar en compañía de su gran familia, con nuestros hermanos y hermanas que forman la familia de Dios, esto me parece el contenido esencial de este apostolado del que he hablado.

JMJ, Jueves 6 de abril de 2006

13.15 Santidad, me llamo Vittorio; soy de la parroquia de San Juan Bosco en Cinecittà; tengo 20 años y estudio ciencias de la educación en

la universidad de Tor Vergata.

En ese mismo Mensaje nos invita a no tener miedo de responder con generosidad al Señor, especialmente cuando propone seguirlo en la

vida consagrada o en la vida sacerdotal. Nos dice que no tengamos miedo, que nos fiemos de él y que no quedaremos defraudados. Estoy

convencido de que muchos de los que estamos aquí, y muchos de los que nos siguen desde su casa a través de la televisión, están pensando

en seguir a Jesús por un camino de especial consagración, pero no siempre es fácil descubrir si ese es el camino correcto. ¿Nos quiere decir

cómo descubrió usted cuál era su vocación? ¿Puede darnos consejos para comprender mejor si el Señor nos llama a seguirlo en la vida

consagrada o sacerdotal? Muchas gracias. Por lo que a mí se refiere, crecí en un mundo muy diferente del actual, pero, en definitiva, las situaciones son semejantes. Por una parte, existía aún la situación de "cristiandad", en la que era normal ir a la iglesia y aceptar la fe como la revelación de Dios y tratar de vivir según la revelación; por otra, estaba el régimen nazi, que afirmaba con voz muy fuerte:”En la nueva Alemania no habrá ya sacerdotes, no habrá ya vida

consagrada, no necesitamos ya a esta gente; buscaos otra profesión". Pero precisamente al escuchar esas "fuertes" voces, ante la brutalidad de aquel sistema tan inhumano, comprendí que, por el contrario, había una gran necesidad de sacerdotes. Este contraste, el ver aquella cultura antihumana, me confirmó en la convicción de que el Señor, el

Evangelio, la fe, nos indicaban el camino correcto y nosotros debíamos esforzarnos por lograr que sobreviviera ese camino. En esa situación,

la vocación al sacerdocio creció casi naturalmente junto conmigo y sin grandes acontecimientos de conversión. Además, en este camino me ayudaron dos cosas: ya desde mí adolescencia, con la ayuda de mis padres y del párroco, descubrí la belleza de la liturgia y siempre la he amado, porque sentía que en ella se nos presenta la belleza divina y se abre ante nosotros el cielo. El segundo elemento fue el descubrimiento de la belleza del conocer, el conocer a Dios, la sagrada Escritura, gracias a la cual es posible introducirse en la gran aventura del diálogo con Dios que es la teología. Así, fue una alegría entrar en este trabajo milenario de la teología, en

esta celebración de la liturgia, en la que Dios está con nosotros y hace fiesta juntamente con nosotros. Como es natural, no faltaron

dificultades. Me preguntaba si tenía realmente la capacidad de vivir durante toda mi vida el celibato. Al ser un hombre de formación teórica y no práctica, sabía también que no basta amar la teología para ser un buen sacerdote, sino que es necesario estar siempre disponible con respecto a los jóvenes, a los ancianos, a los enfermos, a los pobres; es necesario ser sencillos con los sencillos. La teología es hermosa, pero también es necesaria la sencillez de la palabra y de la vida cristiana. Así pues, me preguntaba: ¿seré capaz de vivir todo esto y no ser unilateral,

sólo un teólogo? Pero el Señor me ayudó; y me ayudó, sobre todo, la compañía de los amigos, de buenos sacerdotes y maestros. Volviendo a la pregunta, pienso que es importante estar atentos a los gestos del Señor en nuestro camino. Él nos habla a través de acontecimientos, a través de personas, a través de encuentros; y es preciso estar atentos a todo esto. Luego, segundo punto, entrar realmente en amistad con Jesús, en una relación personal con él; no debemos limitarnos a saber quién es Jesús a través de los demás o de los libros, sino que debemos

vivir una relación cada vez más profunda de amistad personal con él, en la que podemos comenzar a descubrir lo que él nos pide.

Page 11: 15. Cocktail de preguntas

11

Luego, debo prestar atención a lo que soy, a mis posibilidades: por una parte, valentía; y, por otra, humildad, confianza y apertura, también

con la ayuda de los amigos, de la autoridad de la Iglesia y también de los sacerdotes, de las familias. ¿Qué quiere el Señor de mí? Ciertamente, eso sigue siendo siempre una gran aventura, pero sólo podemos realizarnos en la vida si tenemos la valentía de afrontar la aventura, la confianza en que el Señor no me dejará solo, en que el Señor me acompañará, me ayudará.

JMJ. Jueves 6 de abril de 2006

14.15 Santo Padre, soy Giovanni, tengo 17 años, estudio en el instituto "Giovanni Giorgi" de Roma y pertenezco a la parroquia de Santa

María, Madre de la Misericordia.

Le pido que nos ayude a entender mejor cómo pueden armonizarse la revelación bíblica y las teorías científicas en la búsqueda de la

verdad. A menudo nos hacen creer que la ciencia y la fe son enemigas; que la ciencia y la técnica son lo mismo; que la lógica matemática lo

ha descubierto todo; que el mundo es fruto de la casualidad; y que si la matemática no ha descubierto el teorema-Dios es simplemente

porque Dios no existe. Es decir, sobre todo cuando estudiamos, no siempre es fácil descubrir en todas las cosas un proyecto divino, inscrito

en la naturaleza y en la historia del hombre. Así, a veces, la fe flaquea o se reduce a un acto sentimental. También yo, Santo Padre, como

todos los jóvenes, tengo hambre de Verdad, pero ¿cómo puedo hacer para armonizar ciencia y fe?

El gran Galileo dijo que Dios escribió el libro de la naturaleza con la forma del lenguaje matemático. Estaba convencido de que Dios nos ha

dado dos libros: el de la sagrada Escritura y el de la naturaleza. Y el lenguaje de la naturaleza -esta era su convicción- es la matemática; por tanto, la matemática es un lenguaje de Dios, del Creador. Reflexionemos ahora sobre qué es la matemática: de por sí, es un sistema abstracto, una invención del espíritu humano que como tal, en su pureza, no existe. Siempre es realizado de forma aproximada, pero, como tal, es un sistema intelectual, es una gran invención -una invención genial- del espíritu humano. Lo sorprendente es que esta invención de nuestra mente humana es realmente la clave para comprender la naturaleza, que la naturaleza está realmente estructurada de modo matemático, y que nuestra matemática, inventada por nuestro espíritu, es realmente el instrumento para poder trabajar con la naturaleza, para ponerla a

nuestro servicio, para servirnos de ella mediante la técnica. Me parece casi increíble que coincidan una invención del intelecto humano y la estructura del universo: la matemática inventada por nosotros nos da realmente acceso a la naturaleza del universo y nos permite utilizarlo. Por tanto, coinciden la estructura intelectual del sujeto humano y la estructura objetiva de la realidad: la razón subjetiva y la razón objetivada en la naturaleza son idénticas. Creo que esta coincidencia entre lo que nosotros hemos pensado y el modo como se realiza y se comporta la naturaleza, son un enigma y un gran desafío, porque vemos que, en definitiva, es "una" la razón que las une a ambas: nuestra razón no podría descubrir la otra si no hubiera una idéntica razón en la raíz de

ambas. En este sentido, me parece que precisamente la matemática -en la que, como tal, Dios no puede aparecer- nos muestra la estructura inteligente del universo. Ahora hay también teorías basadas en el caos, pero son limitadas, porque si hubiera prevalecido el caos, toda la técnica sería imposible. La técnica es fiable sólo porque nuestra matemática es fiable. Nuestra ciencia, que en definitiva permite trabajar con la energía de la naturaleza,

supone la estructura fiable, inteligente, de la materia. Así, vemos que hay una racionalidad subjetiva y una racionalidad objetiva en la materia, que coinciden. Naturalmente, ahora nadie puede probar -como se prueba con experimentos, en las leyes técnicas- que ambas tuvieron su origen en una única inteligencia, pero me parece que esta unidad de inteligencia, detrás de las dos inteligencias, es realmente manifiesta en nuestro mundo. Y cuanto más podamos servirnos del

mundo con nuestra inteligencia, tanto más manifiesto será el plan de la Creación. Por último, para llegar a la cuestión definitiva, yo diría: Dios o existe o no existe. Hay sólo dos opciones. O se reconoce la prioridad de la razón, de la Razón creadora que está en el origen de todo y es el principio de todo -la prioridad de la razón es también prioridad de la libertad- o se sostiene la prioridad de lo irracional, por lo cual todo lo que funciona en nuestra tierra y en nuestra vida sería sólo ocasional, marginal, un producto irracional; la razón sería un producto de la irracionalidad. En definitiva, no se puede "probar" uno u otro proyecto, pero la gran opción del cristianismo es la opción por la racionalidad y por la prioridad de la razón. Esta opción me parece la mejor, pues nos demuestra que

detrás de todo hay una gran Inteligencia, de la que nos podemos fiar. Pero a mí me parece que el verdadero problema actual contra la fe es el mal en el mundo: nos preguntamos cómo es compatible el mal con esta racionalidad del Creador. Y aquí realmente necesitamos al Dios que se encarnó y que nos muestra que él no sólo es una razón matemática, sino que esta razón originaria es también Amor. Si analizamos las grandes opciones, la opción cristiana es también hoy la más racional y la más humana. Por eso, podemos elaborar con confianza una filosofía, una visión del mundo basada en esta prioridad de la razón, en esta confianza en que la Razón creadora es Amor, y que este amor es Dios.

JMJ. Jueves 6 de abril de 2006

15.15 Santo Padre. ¿Qué podemos hacer para llevar más a la vida de las comunidades cristianas el sentido de responsabilidad con respecto

a la creación? ¿Cómo podemos llegar a ver cada vez más unidas la Creación y la Redención? ¿Cómo podemos vivir de modo ejemplar un

estilo de vida cristiano, que sea duradero? Y ¿cómo unirlo a una calidad de vida que sea atractiva para todos los hombres de nuestra tierra? Usted ha tocado el tema de la Creación y de la Redención. Yo creo que es necesario poner nuevamente de relieve este vínculo inseparable. En las últimas décadas, la doctrina de la Creación casi había desaparecido de la teología, casi era imperceptible. Ahora nos damos cuenta de los daños que derivan de esa actitud. El Redentor es el Creador, y si nosotros no anunciamos a Dios en toda su grandeza, de Creador y de Redentor, quitamos valor también a la Redención.

Page 12: 15. Cocktail de preguntas

12

En efecto, si Dios no tiene nada que decir en la creación; si es relegado sólo a un ámbito de la historia, ¿cómo puede comprender realmente toda nuestra vida? ¿Cómo podrá traer verdaderamente la salvación para el hombre en su integridad y para el mundo en su totalidad? Por eso, para mí, la renovación de la doctrina de la Creación y una nueva comprensión de la inseparabilidad de la Creación y la Redención reviste una grandísima importancia. Debemos reconocer de nuevo que él es el creador Spiritus, la Razón que es el principio y de la que todo nace y de la que nuestra razón no es más que una chispa. Y es él, el Creador mismo, quien también entró en la historia y puede entrar en la historia y actuar en ella precisamente porque él es el Dios del conjunto y no sólo de una parte. Si reconocemos esto, se seguirá obviamente que la Redención, el ser cristianos, es decir, sencillamente la fe cristiana, implican siempre y de cualquier forma también responsabilidad con respecto a la creación. Hace veinte o treinta años se acusaba a los cristianos —no sé si se les sigue acusando de esto— de que eran los verdaderos responsables de la destrucción de la creación, porque las palabras del Génesis —"someted la tierra"— habrían llevado a una arrogancia con respecto a la creación, cuyas consecuencias nosotros sufrimos hoy. Creo que debemos esforzarnos de nuevo por ver toda la falsedad que encierra esa acusación: a la vez que la tierra se consideraba creación de Dios, la tarea de "someterla" nunca se entendió como una orden de hacerla esclava, sino más bien como la tarea de ser custodios de la creación y de desarrollar sus dones, de colaborar nosotros mismos activamente en la obra de Dios, en la evolución que él ha puesto en el mundo, de forma que los dones de la creación sean valorados y no pisoteados y destruidos. Si pensamos en lo que ha surgido en torno a los monasterios; si vemos cómo en esos lugares han surgido y siguen surgiendo pequeños paraísos, oasis de la creación, resulta evidente que todo eso no son sólo palabras. Donde la palabra del Creador se ha entendido de modo correcto, donde ha habido vida con el Creador redentor, allí las personas se han comprometido en la tutela de la creación y no en su destrucción. En este contexto se puede citar el capítulo 8 de la carta a los romanos, donde se dice que la creación sufre y gime por la sumisión en que se encuentra y que espera la revelación de los hijos de Dios: se sentirá liberada cuando vengan criaturas, hombres que son hijos de Dios y que la tratarán desde Dios. Yo creo que es precisamente esto lo que nosotros podemos constatar como realidad: la creación gime —lo percibimos, casi lo sentimos— y espera personas humanas que la miren desde Dios. El consumo brutal de la creación comienza donde no está Dios, donde la materia es sólo material para nosotros, donde nosotros mismos somos las últimas instancias, donde el conjunto es simplemente una propiedad nuestra y el consumo es sólo para nosotros mismos. El derroche de la creación comienza donde no reconocemos ya ninguna instancia por encima de nosotros, sino que sólo nos vemos a nosotros mismos; comienza donde no existe ya ninguna dimensión de la vida más allá de la muerte, donde en esta vida debemos acapararlo todo y poseer la vida de la forma más intensa posible, donde debemos poseer todo lo que es posible poseer. Por tanto, yo creo que sólo se pueden realizar y desarrollar, comprender y vivir, instancias verdaderas y eficaces contra el derroche y la destrucción de la creación donde la creación se considera desde Dios, donde la vida se considera desde Dios y tiene dimensiones mayores, en la responsabilidad ante Dios. Un día Dios nos dará la vida en plenitud, y ya no nos será quitada: al dar la vida, nosotros la recibimos. Así, yo creo que debemos esforzarnos con todos los medios que tenemos por presentar la fe en público, especialmente donde ya hay sensibilidad respecto de ella. Y pienso que la sensación de que el mundo se nos está escapando —porque somos nosotros mismos los que lo estamos expulsando— y el sentirnos agobiados por los problemas de la creación, precisamente esto nos brinda una ocasión propicia para hablar públicamente de nuestra fe y hacer que se la considere como una instancia que propone. En efecto, no se trata sólo de encontrar técnicas que prevengan los daños, aunque es importante descubrir energías alternativas y otras cosas. Todo eso no bastará si nosotros mismos no asumimos un nuevo estilo de vida, una disciplina, hecha también de renuncias; una disciplina que nos obligue a reconocer a los demás, a los que pertenece la creación tanto como a nosotros, los que más fácilmente podemos disponer de ella; una disciplina de la responsabilidad con respecto al futuro de los demás y a nuestro mismo futuro, porque es responsabilidad ante Aquel que es nuestro Juez y, en cuanto Juez, también nuestro Redentor, pero también es verdaderamente nuestro Juez. Por consiguiente, creo que es necesario poner siempre juntas las dos dimensiones —la Creación y la Redención, la vida terrena y la vida eterna, la responsabilidad con respecto a la creación y la responsabilidad con respecto a los demás y con respecto al futuro—, y que tenemos la tarea de intervenir así, de manera clara y decidida, en la opinión pública. Para que se nos escuche, al mismo tiempo debemos demostrar con nuestro ejemplo, con nuestro propio estilo de vida, que estamos hablando de un mensaje en el que nosotros mismos creemos y según el cual se puede vivir. Y pedimos al Señor que nos ayude a todos a vivir la fe, la responsabilidad de la fe, de tal manera que nuestro estilo de vida se transforme en testimonio; y que nos ayude a hablar de tal manera que nuestras palabras transmitan de modo creíble la fe como orientación en nuestro tiempo.

BOLZANO-BRESSANONE miércoles 6 de agosto de 2008

16.15 Santo Padre, el 25 de abril usted manifestó sentirse contento de poder ir a Colonia. ¿Puede explicarnos el porqué de esta alegría? Si, por muchos motivos… Ante todo, he transcurrido años muy bonitos en Renania, y me complace poder sentir nuevamente el carácter de esta región, de esta ciudad abierta al mundo, y de todo lo relacionado a ella. Además porque la Providencia ha querido que mi primer viaje al exterior sea justamente a Alemania. Yo mismo no habría podido jamás disponerlo de esta manera. Pero si es justamente Dios a disponerlo así, con certeza, tenemos el derecho de alegrarnos. Y también por el hecho de que este primer viaje al extranjero es un encuentro con los jóvenes de todo el mundo... Encontrar a los jóvenes es siempre bonito, porque quizá, a pesar de tantos problemas, traen seguramente consigo tanta esperanza, tanto entusiasmo, y tantas expectativas: en los jóvenes se encuentra la dinámica del futuro. Además, de un encuentro con los jóvenes se sale siempre con una fuerza nueva, más alegres, más abiertos. Estos son algunos de los motivos que luego, con el pasar del tiempo han reforzado ulteriormente, y seguramente, no han hecho disminuir mi alegría.

Mensaje de Benedicto XVI en la entrevista concedida a Radio Vaticano

17.15 Santidad ¿Cuál es el mensaje específico que usted desea llevar a los jóvenes que, desde todas partes de mundo llegan a Colonia?.

¿Qué mensaje les quiere transmitir?

Page 13: 15. Cocktail de preguntas

13

Quisiera mostrarles lo bonito que es ser cristianos, ya que existe la idea difundida de que los cristianos deban observar un inmenso número de mandamientos, prohibiciones, principios, etc., y que por lo tanto el cristianismo es, según esta idea, algo que cansa y oprime la vida y que se es más libre sin todos estos lastres. Quisiera en cambio resaltar que ser sostenidos por un gran Amor y por una revelación no es una carga, sino que son alas, y que es hermoso ser cristianos. Esta experiencia nos da amplitud, pero sobre todo nos da comunidad, el saber que, como cristianos, no estamos jamás solos: en primer lugar encontramos a Dios, que está siempre con nosotros; y después nosotros, entre nosotros, formamos siempre una gran comunidad, una comunidad en camino, que tiene un proyecto de futuro: todo esto hace que vivamos una vida que vale la pena vivir. El gozo de ser cristianos, que es también bello y justo creer.

Mensaje de Benedicto XVI en la entrevista concedida a Radio Vaticano

18.15 Santo Padre, ser Papa significa ser ‘constructor de puentes’ – ‘pontifex’. La Iglesia se basa en una sabiduría antigua, y usted se

encuentra hoy a punto de reunirse con la juventud que seguramente está muy entusiasmada, pero que en lo que se refiere a sabiduría

tiene aún mucho camino que recorrer... ¿Cómo se puede construir un puente entre esta antigua sabiduría – incluida también aquella del

Papa, que tiene una cierta edad – y la juventud? ¿Es posible? (Risas) Si, veremos cuánto me ayudará el Señor en esta obra. De todos modos, la sabiduría no es algo con sabor rancio – en alemán, se asocia a esta palabra connotaciones de sabor - Entiendo por sabiduría la comprensión de aquello que es importante, la mirada que recoge lo esencial. Es obvio que todavía los jóvenes deben aprender a vivir la vida, quieren descubrirla por si solos, no quieren encontrarse con “la mesa servida”… Es aquí, que tal vez, se podría ver un poco la contradicción. Contemporáneamente, la sabiduría ayuda a interpretar el mundo, que es siempre nuevo porque, aún incluso en medio de nuevos contextos, regresa siempre y de todos modos a lo esencial y a como lo esencial pueda ser puesto en práctica. En este sentido, creo que hablar, creer y vivir partiendo de algo que ha sido donado a la humanidad y la ha iluminado, no es algo “rancio”, sino mas bien adecuado justamente al dinamismo de la juventud, que pide cosas grandes y totales. He aquí qué cosa es la sabiduría de la fe: no el hecho de reconocer gran cantidad de detalles –característica en cambio necesaria en una profesión- sino reconocer, más allá de todos los detalles, lo esencial de la vida, cómo ser persona, cómo construir el futuro.

Mensaje de Benedicto XVI en la entrevista concedida a Radio Vaticano

19.15 Santidad, usted también ha dicho que “la Iglesia es joven”, no es algo viejo. ¿En qué sentido? Sí, para comenzar, lo es en sentido estrictamente biológico, porque de ella forman parte tantos jóvenes; pero es también joven porque su fe brota de la fuente de Dios, por lo tanto de la fuente de la cual proviene todo aquello que es nuevo y renovador… No se trata de un alimento cocinado, calentado y recalentado, que se nos vuelve a proponer desde hace dos mil años. Porque es el mismo Dios el origen de la juventud y de la vida. Y si la fe es un don que nos viene de Él – el agua fresca que nos viene donada siempre – aquella que nos permite vivir y de la que después nosotros podemos tomar como fuerza vivificadora por los caminos del mundo, quiere decir entonces que la Iglesia tiene la fuerza de rejuvenecer. Uno de los Padre de la Iglesia, observándola, había considerado que, con el paso de los años, sorprendentemente la Iglesia no envejecía sino que cada vez se volvía más joven, porque siempre va al encuentro del Señor, cada vez va más al encuentro de aquella fuente de la cual brota la juventud, la novedad, el restauro, la fuerza fresca de la vida.

Mensaje de Benedicto XVI en la entrevista concedida a Radio Vaticano

20.15 Usted conoce la Iglesia alemana mejor que yo. Una de las cuestiones fundamentales es el ecumenismo, la unidad de la Iglesia entre la

Iglesia católica y las Iglesias evangélicas. ¿Existe quizás la esperanza utópica de que la Jornada Mundial de la Juventud pueda imprimir un

cambio en la cuestión del ecumenismo? ¿Ocupa el ecumenismo algún papel en Colonia? Sí, y existe en cuanto a que la tarea de la unidad permeabiliza toda la entidad de la Iglesia y no es una tarea cualquiera que quede al margen. Cuando la fe es vivida y tratada de forma “central”, ella misma representa un impulso hacia la unidad. Obviamente, el diálogo ecuménico como tal no se encuentra dentro del orden del día en los próximos eventos de Colonia, porque Colonia es, en sustancia, un encuentro entre jóvenes católicos de todo el mundo, y también entre aquellos jóvenes que no son católicos, pero que quieren encontrar entre nosotros respuestas a sus preguntas. Por lo tanto, imagino que esta dimensión del ecumenismo pueda estar presente en los encuentros entre los jóvenes: los jóvenes no sólo hablan con el Papa sino principalmente celebran encuentros entre ellos. Tendré una reunión con nuestros amigos de la Iglesia evangélica: lamentablemente, no tendremos mucho tiempo porque la agenda del día es muy apretada; pero será el tiempo suficiente para reflexionar sobre cómo queremos ir adelante. Recuerdo muy bien y con gran gozo la primera visita de Juan Pablo II a Alemania: en Maguncia, se sentaban alrededor de la misma mesa, él y los representantes de las Comunidades evangélicas, a razonar sobre cómo proceder. Después de aquel encuentro fue instituida aquella Comisión de la cual surgió después la Declaración de Augusta sobre la Justificación. Creo que sea importante que todos nosotros tengamos siempre presente la unidad, justamente en la centralidad de nuestro ser cristianos y no sólo en ocasión de determinados encuentros; por ello, cualquier cosa que podamos hacer a partir de nuestra fe, tendrá un significado ecuménico.

Mensaje de Benedicto XVI en la entrevista concedida a Radio Vaticano

Page 14: 15. Cocktail de preguntas

14

21.15 Santidad, lamentablemente en nuestros ricos países del Norte, se manifiesta un alejamiento de la Iglesia y de la fe en general, sobre

todo por parte de los jóvenes. ¿Cómo se puede contrarrestar esta tendencia? O mejor dicho, ¿Cómo se puede dar una respuesta a la

búsqueda del sentido de la vida por parte de los jóvenes, para hacer que éstos digan: “¡la Iglesia es la respuesta, nuestra respuesta!”? (Sonríe) Sí, todos estamos obviamente tratando de presentar el Evangelio a los jóvenes de manera que éstos comprendan y digan: “Este es el mensaje que esperábamos”. Es también verdad que en nuestra moderna sociedad occidental existen muchas falsas situaciones que nos alejan del cristianismo; la fe aparece como algo muy lejano, por lo que también Dios aparece muy lejano ... En cambio la vida aparece llena de posibilidades y de objetivos ... Y tendencialmente el deseo de los jóvenes es el de ser los arquitectos de la propia vida, de vivirla al máximo de sus posibilidades ... Pienso al Hijo Pródigo que consideraba su vida en la casa paterna aburrida: “Quiero vivir la vida totalmente, gozármela hasta el final”. Y luego se da cuenta que su vida está vacía, y que en realidad era libre y grande cuando vivía en la casa de su padre. Creo que entre los jóvenes se está difundiendo la sensación de que todas las diversiones que se les ofrecen, todo el mercado construido sobre el tiempo libre, todo aquello que se hace, que se puede hacer, que se puede comprar y vender, al final no puede ser el todo ... Por algún lado tiene que estar lo mejor. Aquí encontramos la gran pregunta: ¿Qué es por lo tanto lo esencial? No puede ser todo aquello que tenemos y que podemos comprar. He aquí el llamado mercado de las religiones que de alguna manera ofrece la religión como una mercancía y por lo tanto la degrada. Pero se nos plantea una pregunta, por lo que es necesario reconocer esta duda y no ignorarla, no considerar el cristianismo como algo de concluido y experimentado suficientemente, sino contribuir para que pueda ser reconocido como aquella posibilidad siempre fresca, justamente porque se origina en Dios, que guarda y revela en sí dimensiones siempre nuevas... En realidad, el Señor nos dice: “El Espíritu Santo los introducirá en cosas que hoy no les puedo decir”. El cristianismo está lleno de dimensiones aún no reveladas y se muestra siempre fresco y nuevo. Si la pregunta se plantea desde los más profundo; en un cierto sentido, la pregunta que existe se encuentra con la respuesta que vivimos y que nosotros mismos, justamente, a través de aquella pregunta, recibimos siempre de nuevo. Este debería ser el acontecimiento en el encuentro entre el anuncio del Evangelio y el ser jóvenes.

Mensaje de Benedicto XVI en la entrevista concedida a Radio Vaticano

22.15 Tengo la sensación de que Europa está renunciando a sí misma, a sus valores, a aquellos valores fundados sobre el cristianismo y

también a los valores humanos, los cuales cuentan siempre menos. Nosotros, europeos, vivimos con un cierto cansancio, mientras por

ejemplo chinos e indios muestran una gran vitalidad. Hablamos de las raíces cristianas, en referencia también al Tratado Constitucional de

la Unión Europea. Europa se encuentra en crisis. Ahora, un evento como la Jornada Mundial de la Juventud, a la cual se espera la

participación de casi un millón de personas, ¿cree Santidad que puede dar un impulso a la búsqueda de las raíces cristianas, sobre todo por

parte de los jóvenes, para que puedan continuar a vivir de manera “humana”? Lo esperamos, porque justamente un encuentro de este tipo entre personas que vienen de todos los continentes, debería dar también un nuevo impulso al viejo continente que los recibe; debería ayudarnos no sólo a mirar aquello que tiene de negativo, de agotado, de dejado de lado en la historia europea – no olvidemos que nos encontramos en una fase de autocompasión y de auto-condena. Pero en toda historia ha existido algo de enfermo. En la nuestra, que también ha desarrollado posibilidades técnicas tan grandes, esto asume un significado aún más dramático. Debemos también mirar a las cosas grandes que han surgido en Europa. De forma diversa no sería posible hoy que todo el mundo experimente de alguna manera la civilización que en Europa se ha desarrollado, si esta civilización no tuviese raíces profundas. Hoy en día tenemos sólo éstas para ofrecer. En cambio asumiendo esta civilización, pero buscando otras raíces, se cae al final en la contradicción ... Creo que esta civilización, con todos sus peligros y sus esperanzas, pueda ser dominada y conducida a su grandeza sólo si aprenderá a reconocer las fuentes de su fuerza; si de nuevo lográramos ver esta grandeza, de manera que restituya la orientación y la importancia a la posibilidad de ser Hombre, tan amenazada; si lográramos de nuevo gozar del hecho de vivir en este continente que ha determinado la suerte del mundo – en el bien y en el mal... Precisamente por esto tenemos el deber constante de redescubrir la verdad, la pureza, la grandeza y de determinar el futuro, para colocarnos por tanto en manera nueva y mejor al servicio de la entera humanidad.

Mensaje de Benedicto XVI en la entrevista concedida a Radio Vaticano

23.15 ¿Cuál es el objetivo ideal a alcanzar con la Jornada Mundial de la Juventud de Colonia? Seguramente que sobre la juventud sople un viento de renovada fe, principalmente sobre la juventud de Alemania y Europa. En Alemania existen grandes instituciones cristianas, los cristianos llevan a cabo muchas obras de bien, pero existe también mucho cansancio. Estamos, de este modo, enfrascados en resolver cuestiones estructurales, por lo que luego falta el entusiasmo y el gozo que provienen de la fe. Si éste viento lograse hacer revivir en nosotros el gozo de conocer a Cristo, y lograse imprimir una nueva vitalidad a la Iglesia presente en Alemania y en toda Europa, pienso que podremos decir que la Jornada Mundial de la Juventud ha logrado su objetivo.

Mensaje de Benedicto XVI en la entrevista concedida a Radio Vaticano