josesocialesneruda.files.wordpress.com€¦ · web viewlos concilios de la iglesia, además de...

54
2.3. Conquista y romanización: la pervivencia del legado cultural romano en la cultura hispánica La presencia romana en la Península comprende desde el siglo III a. C. al V d.C. La conquista se inició en la Segunda Guerra Púnica, cuando los romanos vencieron a los cartagineses y los expulsaron del territorio, hacia el 204 a.C. Tras la guerra, sin embargo, los romanos sólo controlaban las zonas próximas al Mediterráneo y el valle del Guadalquivir. Durante dos siglos fueron extendiendo su dominio. A mediados del siglo II a.C. derrotaron a los lusitanos y a los celtíberos, incorporando la Meseta. Y a finales del siglo I a.C., ya bajo el dominio de Augusto, sometieron a las tribus de cántabros y vascones, en el norte. Los romanos organizaron la explotación sistemática del territorio. Dividieron Hispania en tres provincias (Bética, Lusitania y Tarraconense) y organizaron una economía de tipo colonial, a base de extraer la riqueza mineral y exportar vino, aceite y salazones. Pero a lo largo de los siglos, los romanos también introdujeron su lengua, su organización social, sus leyes, sus costumbres y sus avances culturales, en un proceso que denominamos romanización. El proceso fue más intenso en las zonas conquistadas en primer lugar, las más avanzadas de la Península. El latín fue el principal vehículo de civilización, y ha dado lugar a la mayor parte de las lenguas peninsulares. Introdujeron también su derecho, transformando las relaciones económicas y sociales. Igualmente construyeron nuevas ciudades, con la trama regular característica, y con sus foros, templos, basílicas y edificios de espectáculos. Tanto de ellos como de las obras de ingeniería, como puentes y acueductos, quedan bastantes restos diseminados por la geografía peninsular. Por último, también introdujeron sus cultos religiosos, aunque finalmente fue el cristianismo la creencia que acabaría imponiéndose. Hasta qué punto la romanización fue completa, que a mediados del siglo I los hispanos recibieron la ciudadanía romana. En esos primeros siglos del Imperio fueron de procedencia hispana emperadores como Trajano, y escritores como Marcial o Seneca.

Upload: trantram

Post on 04-Nov-2018

215 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

2.3. Conquista y romanizacin: la pervivencia del legado cultural romano en la cultura hispnica

La presencia romana en la Pennsula comprende desde el siglo III a. C. al V d.C. La conquista se inici en la Segunda Guerra Pnica, cuando los romanos vencieron a los cartagineses y los expulsaron del territorio, hacia el 204 a.C. Tras la guerra, sin embargo, los romanos slo controlaban las zonas prximas al Mediterrneo y el valle del Guadalquivir. Durante dos siglos fueron extendiendo su dominio. A mediados del siglo II a.C. derrotaron a los lusitanos y a los celtberos, incorporando la Meseta. Y a finales del siglo I a.C., ya bajo el dominio de Augusto, sometieron a las tribus de cntabros y vascones, en el norte.

Los romanos organizaron la explotacin sistemtica del territorio. Dividieron Hispania en tres provincias (Btica, Lusitania y Tarraconense) y organizaron una economa de tipo colonial, a base de extraer la riqueza mineral y exportar vino, aceite y salazones.

Pero a lo largo de los siglos, los romanos tambin introdujeron su lengua, su organizacin social, sus leyes, sus costumbres y sus avances culturales, en un proceso que denominamos romanizacin. El proceso fue ms intenso en las zonas conquistadas en primer lugar, las ms avanzadas de la Pennsula. El latn fue el principal vehculo de civilizacin, y ha dado lugar a la mayor parte de las lenguas peninsulares. Introdujeron tambin su derecho, transformando las relaciones econmicas y sociales. Igualmente construyeron nuevas ciudades, con la trama regular caracterstica, y con sus foros, templos, baslicas y edificios de espectculos. Tanto de ellos como de las obras de ingeniera, como puentes y acueductos, quedan bastantes restos diseminados por la geografa peninsular. Por ltimo, tambin introdujeron sus cultos religiosos, aunque finalmente fue el cristianismo la creencia que acabara imponindose.

Hasta qu punto la romanizacin fue completa, que a mediados del siglo I los hispanos recibieron la ciudadana romana. En esos primeros siglos del Imperio fueron de procedencia hispana emperadores como Trajano, y escritores como Marcial o Seneca.

2.4. Las invasiones brbaras. El reino visigodo: instituciones y cultura.

La llegada de los visigodos a la Pennsula se produjo a comienzos del siglo V, cuando los romanos les ofrecieron instalarse all a cambio de expulsar a las tribus que previamente haban invadido Hispania. Fue en el 469 cuando se hicieron con el control definitivo del territorio, independizndolo del Imperio.

Dado el escaso nmero de invasores, los godos optaron al principio por mantenerse separados de los hispanorromanos, con cdigos legales distintos y prohibicin de matrimonios mixtos. Una separacin que durara un siglo, hasta que los visigodos acabaron de romanizarse por completo.

La visigoda fue una monarqua electiva, aunque con el tiempo los reyes tendieron a intentar que fueran elegidos sus propios familiares. La sucesin a la Corona fue casi siempre conflictiva, pero eso no impidi que los reyes visigodos controlaran el territorio y lo gobernaran de forma eficaz. Para ello contaron con dos sistemas de administracin: el central y el territorial. El primero estaba formado por el Officium Palatino o consejo nobiliario, y el Aula Regia, que funcionaba como una especie de rgano administrativo, a las rdenes del rey. La administracin territorial la encabezaban los Duces o jefes militares que mandaban en las provincias, y los Comes civitates o gobernadores de las ciudades.

La Iglesia adquiri pronto un papel predominante, sobre todo cuando, a finales del siglo VI, los visigodos aceptaron el cristianismo oficial y se eliminaron las barreras entre godos e hispanorromanos. Los Concilios de la Iglesia, adems de regular el culto religioso, se encargaban de redactar y revisar las leyes, por lo que fueron aumentando su influencia. Adems, la Iglesia fue acaparando cada vez ms bienes, aunque siempre bajo la autoridad de la Corona.

La aportacin cultural de los visigodos fue reducida, porque su civilizacin era mucho ms atrasada que la de la Hispania romana. Apenas quedan restos artsticos, y dentro de ellos lo ms original son las piezas de orfebrera y esmalte de los tesoros de Guarrazar y Torredonjimeno. En cuanto a las letras, asimilaron pronto el latn, y en su uso destacaron algunos obispos, particularmente San Isidoro de Sevilla y San Leandro.

3.1. Evolucin poltica de Al-ndalus: conquista, Emirato y Califato de Crdoba

En el ao 711 un destacamento rabe atraves el estrecho y, aprovechando la debilidad de los visigodos, enzarzados en luchas internas, derrot a las tropas de don Rodrigo en la batalla de Guadalete. En pocos aos, los rabes conquistaron la mayor parte de la Pennsula, hasta las riberas de los ros Duero y Ebro. La conquista se vio facilitada por la escasa resistencia militar y la indiferencia de la mayor parte de la poblacin campesina, cansada de la explotacin a la que le someta la nobleza visigoda.

Los invasores se repartieron el territorio. Los rabes se instalaron en las ricas ciudades del sur, mientras que los bereberes se instalaron en las zonas ms fras y ms pobres del interior y de la frontera.

En el 755 desembarc en la Pennsula Abd el-Rahman, ltimo de los Omeyas, que haban sido eliminados por la nueva dinasta islmica, los Abases. Abd el-Rahman se hizo con el apoyo de las familias rabes, y estableci el Emirato de Crdoba, como estado independiente que rechazaba la autoridad de los califas de Bagdad. Durante dos siglos sus sucesores asentaron el dominio sobre al-ndalus, aunque tuvieron que combatir sucesivos levantamientos de los bereberes, descontentos con el dominio rabe, y de los mozrabes, los cristianos andaluses que vean recortados sus derechos bajo dominio musulmn.

A comienzos del siglo X, en plena crisis poltica, ascendi al trono Abd el-Rahman III, que tras vencer uno por uno los focos de rebelin, se autoproclam califa en el 929, estableciendo el Califato de Crdoba. La decisin supona la ruptura religiosa y definitiva con Bagdad. Crdoba alcanz su mximo esplendor bajo su reinado y el de su sucesor Al-Haken II. Ambos convirtieron al-ndalus en la principal potencia econmica y cultural de Europa.

A finales del siglo X, sin embargo, comenz la decadencia. La debilidad del nuevo califa puso el poder en manos de su visir, al-Mansur, lo que provoc el descontento de las familias nobles. Al-Mansur mantuvo un control absoluto del gobierno y derrot a numerosos ejrcitos cristianos del norte. Pero a su muerte, a comienzos del siglo XI, la crisis estall en Crdoba. Sucesivos enfrentamientos entre los candidatos al trono acabaron cuando, en el 1031, los nobles andaluses pusieron fin al Califato, dividiendo al-ndalus en una treintena de estados, los reinos de Taifas.

3.4. El legado cultural de Al-ndalus

La cultura andalus es el resultado de la fusin de dos fuentes distintas: la cultura islmica, de origen oriental, y el sustrato cultural hispanovisigodo. En realidad, la cultura que ha llegado a nuestros das es, como en los reinos cristianos, la de las clases dominantes. Prcticamente no queda nada de la cultura popular, la de los campesinos y trabajadores analfabetos, cuyas tradiciones y formas de expresin nos son totalmente desconocidas.

Durante los ocho siglos de Al-ndalus, hubo periodos de esplendor cultural y otros de oscurantismo. Entre los primeros destacan sobre todo tres momentos: la Crdoba del Califato, la produccin cultural de algunos de los reinos de taifas, y la corte de los nazares. Por el contrario, la produccin literaria y cientfica fue menos brillante a lo largo del emirato y durante los dominios almorvide y almohade.

Como todas las civilizaciones del Islam, la religin tuvo un peso importante en la produccin cultural, al impregnar todas las actividades de la vida cotidiana. No obstante, y en general, los escritores, pensadores y cientficos pudieron trabajar sin demasiadas interferencias de los doctores del Islam. Eso explica la calidad de la produccin literaria y cientfica de cortes como la cordobesa, la sevillana o la granadina.

El rabe fue la lengua dominante. Aunque el latn permaneci muchos siglos, sobre todo entre los mozrabes, pronto la mayor parte de la poblacin adopt el rabe. De hecho, casi toda la produccin literaria, filosfica y cientfica se realiz en lengua rabe. Un rabe, eso s, que fue evolucionando, bajo la influencia del contacto con las poblaciones cristianas del norte, entre las que el romance iba sustituyendo al latn.

La literatura andalus es muy diversa. Fue cultivada inicialmente por los escribas y juristas, nicos que saban escribir, pero poco a poco se fue extendiendo entre las elites. Fue en el siglo X cuando los califas, sobre todo Hixam II, convocaron en Crdoba a algunos de los mejores poetas y cientficos de su poca. All se desarrollaron la poesa lrica amorosa y el gnero de cuentos y leyendas. Pero tambin comenz a cultivarse la filosofa, la historia y la ciencia.

Entre los principales escritores andaluses musulmanes destacan los filsofos Averroes y Avempace, el poeta Ibn Hazam, autor de El collar de la paloma o el historiador Ibn Hafsun. Pero tambin hay que destacar la aportacin de escritores judos, como el poeta Ibn Gabirol y el filsofo Maimnides.

Otro aspecto destacado de la cultura andalus fue el desarrollo de las ciencias, y en particular la astronoma, las matemticas y la medicina. En este ltimo campo destac tambin Averroes, responsable adems de la trasmisin de la filosofa aristotlica a la cultura medieval occidental.

3.5. La mezquita y el palacio en el arte hispanomusulmn

Tras la conquista, los rabes ocuparon los edificios civiles y las iglesias de los visigodos, transformando estas ltimas en mezquitas. Fue a finales del siglo VIII cuando Abd el-Rahman I orden construir una mezquita en Crdoba. Durante ms de dos siglos, el edificio fue amplindose en sucesivas fases, hasta completar su actual distribucin. Tanto la mezquita de Crdoba como las que se construyeron en otras ciudades andaluses se hicieron con elementos constructivos tomados del arte romano, bizantino y visigodo. Lo ms caracterstico de la mezquita cordobesa son los arcos dobles, el superior de herradura, construidos alternando sillares y ladrillos, lo que le da su particular combinacin de colores.

Adems de la Crdoba, son pocos los restos que quedan de otras mezquitas. Entre ellos estn la de Bab el-Mardum, en Toledo, el Patio de los Naranjos de la Catedral de Sevilla (patio de la antigua mezquita almohade) y el oratorio de la Aljafera de Zaragoza. Los cristianos destruyeron o reutilizaron la mayor parte de las mezquitas en las ciudades tras su conquista.

Tampoco los palacios han llegado hasta nosotros, destruidos unos por los propios andaluses, y otros por los conquistadores cristianos. En las principales ciudades hubo edificios suntuosos y ricamente decorados. Entre ellos estuvo el palacio de Abd el-Rahman III en Crdoba, Medina al-Zahra, cuyos restos an dan una idea del refinamiento constructivo y decorativo del Califato. Tambin ha llegado parcialmente hasta nosotros la Aljafera de Zaragoza. Pero nada queda de otros edificios, como el palacio almohade de Sevilla.

La excepcin la constituye el fantstico complejo de la Alhambra, la sede palacial de los nazares. Constituido por dos palacios contiguos, el de Comares y el de los Leones, fue conservado por los Reyes Catlicos. Su riqusima decoracin incluye azulejos, yeseras, bvedas de mocrabes y juegos de agua que producen una atmsfera refinada y sensorial, y que nos trasmite el grado de distincin que alcanzaron los reyes granadinos.

4.1. Los reinos cristianos en la Edad Media: los primeros ncleos de resistencia

Tras la invasin del 711, los musulmanes permitieron que algunos miembros de la nobleza visigoda se refugiaran con sus huestes en las montaas del norte. All surgieron los primeros ncleos de resistencia, que lentamente iniciaran un avance hacia el sur.

El primero de esos ncleos fue el reino astur. Segn la leyenda, don Pelayo habra derrotado a los musulmanes en Covadonga en el 722, pero en realidad fue el desinters de las autoridades del emirato el que le permiti consolidar su reino hacia la regin vasca y hacia Galicia, instalando la capital en Oviedo. El reino se consolid a partir del siglo IX, conforme llegaban mozrabes y se comenzaban a colonizar los valles. A comienzos del siglo X, tras consolidar el dominio al norte del Duero, traslad su capital a Len. Tambin en el siglo X surgi, dentro del reino, el condado de Castilla, una tierra de frontera que se expandi hacia el sur en parte gracias a la casi total independencia de los condes.

En el Pirineo occidental, los musulmanes, aliados con los seores mulades del valle, consiguieron rechazar a los carolingios, pero renunciaron tambin a ocupar las zonas de montaa. All, las comunidades navarras, primero, y ms tarde las aragonesas, comenzaron a organizarse y a extenderse valles abajo hacia el sur. En el siglo IX los navarros consiguieron derrotar a los musulmanes en la batalla de Albelda, lo que les permiti consolidarse como estado.

El otro ncleo de resistencia surgi en Catalua. El Pirineo oriental qued bajo dominio carolingio a finales del siglo VIII, y all se constituy la Marca Hispnica, bajo control de nobles francos Pero tras la descomposicin del Imperio carolingio, los condes se independizaron, al tiempo que se iniciaba el control de los valles. En el siglo X, los condes de Barcelona comenzaban a imponerse al resto de los seores.

Durante la segunda mitad del siglo X, los reinos cristianos sufrieron el ataque continuado de los musulmanes, durante el gobierno de al-Mansur. Pero la situacin cambiara a comienzos del XI con la crisis del califato, que les permiti consolidar sus fronteras y avanzar hasta los valles del Duero y del Ebro.

SEQ CHAPTER \h \r 14.3. Modelos de repoblacin y organizacin social de los reinos cristianos

A lo largo de los siglos, cada regin de la Pennsula se repobl y organiz siguiendo distintos modelos, segn el grado previo de feudalizacin y las caractersticas del medio.

En el reino astur, a la sociedad tribal inicial, de hombres libres, sustituy rpidamente un sistema feudal basado en la sumisin de los campesinos. Al iniciarse la ocupacin del norte del valle del Duero, la Corona otorg algunas ventajas a los colonos, para facilitar la ocupacin del suelo, pero en el siglo X la nobleza militar y eclesistica ya les haba sometido al rgimen de dependencia. Slo en el condado de Castilla, surgido en el siglo X, permaneci un sistema de cierta libertad campesina.

En el Pirineo, el proceso de feudalizacin estaba muy avanzado al producirse la invasin musulmana. Los nobles mantuvieron un frreo control sobre las comunidades campesinas, incluso cuando comenzaron a colonizar los valles.

En el siglo XI, la zona sur del Duero, que estaba casi desierta, fue repoblada mediante concejos, ncleos urbanos rodeados de un alfoz, y protegidos por cartas de poblacin (fueros), otorgados por la Corona para promover la colonizacin y limitar el poder de la nobleza.

El valle del Tajo, por el contrario, estaba densamente poblado por campesinos musulmanes. Tras la conquista de Toledo, sus tierras fueron entregadas a la nobleza y a la Iglesia en rgimen feudal. Pronto, las comunidades musulmana y juda optaron por huir hacia el sur o convertirse en su mayor parte.

La situacin fue similar en el norte del Ebro, ampliamente poblado, aunque all los campesinos musulmanes permanecieron, bajo el dominio de la nobleza aragonesa y catalana. Algo parecido ocurri en la Catalua Nueva, entregada a la nobleza y a los monasterios. Al sur del Ebro, sin embargo, se dieron las mismas condiciones que en el norte del Duero: despoblamiento previo y repoblacin mediante concejos y cartas-puebla.

En la Mancha, la situacin fronteriza y la inseguridad consiguiente llev a la Corona de Castilla a entregar las tierras a las rdenes militares, en grandes latifundios cuyas rentas eran asignadas (encomiendas) a los caballeros a cambio de su defensa.

En Andaluca, Murcia y la regin levantina, el agotamiento demogrfico de los reinos cristianos y la existencia de una numerosa poblacin musulmana condujeron a un modelo de ocupacin basado en el sometimiento campesino y en el repartimiento de las tierras entre los conquistadores, en su mayora grandes nobles y prelados de la Iglesia. Al inicial compromiso de respetar creencias y costumbres sucedi un progresivo proceso de prdida de libertades y de sumisin religiosa, sobre todo en Andaluca y Murcia. Un proceso similar de reparto y sometimiento tuvo lugar en las Baleares.

4.5. Los reinos cristianos en la Edad Media: manifestaciones artsticas

A lo largo de los siglos de la expansin cristiana, se suceden tres estilos arquitectnicos: el prerromnico, el romnico y el gtico.

Las primeras manifestaciones arquitectnicas son las iglesias asturianas, un conjunto de pequeos edificios de piedra, con un estilo que recuerda al visigodo. La ms conocida es Santa Mara del Naranco, en realidad un saln del antiguo palacio de los reyes astures. Ms al sur, en el valle del Duero, y ya en el siglo X, se construyeron varios monasterios y pequeas iglesias que se caracterizan por el uso de elementos y tcnicas de construccin de origen musulmn: son las iglesias mozrabes, de las que la ms representativa es San Miguel de Escalada.

En el siglo XI llega, a travs del Pirineo oriental y del camino de Santiago, el estilo romnico, con sus densos muros, pilares y cubiertas de piedra, y sus espacios recogidos y austeros. El estilo se extendi por todos los reinos, y durante siglo y medio se construyeron numerosos monasterios e iglesias en todo el norte y en los valles del Ebro y del Duero. La ms importante es la catedral de Santiago de Compostela.

A partir de finales del siglo XII llega a la Pennsula el estilo gtico, que se extender por todo el territorio conforme avance la conquista. Las enormes catedrales, con sus altos pilares, bvedas de crucera y grandes ventanales cubiertos de vidrieras, se encuentran en todas las grandes ciudades del pas. Entre las ms importantes destacan Toledo, Burgos, Len, Barcelona, Palma o Sevilla.

En cuanto a las artes plsticas, se conserva muy poco del periodo asturiano, apenas algunos objetos de orfebrera. Lo ms destacado del periodo mozrabe son las miniaturas de los Beatos, los esplndidos libros ilustrados del que fue uno de los libros ms prestigiosos del periodo inicial del reino de Len.

Ms abundantes son las artes plsticas del romnico. Merecen destacar las esculturas de las portadas, como las de la Catedral de Santiago, y los conjuntos de capiteles, como los de Silos o algunos claustros aragoneses. Y, por supuesto, las magnficas pinturas de Tahull o San Isidoro de Len.

Mucho ms abundantes son las obras gticas: esculturas de las portadas, sepulcros, silleras de coro y retablos en los ltimos siglos del gtico, as como numerosas pinturas en cdices o tablas.

5.1. Los reinos cristianos en la Baja Edad Media: organizacin poltica e instituciones en el reino de Castilla y en la Corona de Aragn

En los siglos finales de la Edad Media, las Coronas de Castilla y Aragn experimentaron, como otros estados europeos cristianos, un proceso de fortalecimiento del poder real y del Estado.

En Castilla, ese fortalecimiento se apoy en la recuperacin del derecho romano, que otorgaba un enorme poder poltico al monarca, y en una propaganda que insista constantemente en el origen divino del poder, y por tanto en su carcter absoluto e inviolable.

Pero, sobre todo, el reforzamiento del poder del rey se produjo a travs del desarrollo de las instituciones del Estado. El Consejo Real aument sus competencias, al tiempo que se incluan en l, adems de los prelados y nobles, a expertos en derecho y administracin. Igualmente se especializ la funcin judicial, al crearse la Audiencia, que acabara por fijar su sede en Valladolid a mediados del siglo XV.

Tambin se reorganiz la Corte, es decir, el conjunto de altos funcionarios civiles y militares al servicio del rey. Una Corte, sin embargo, cada vez ms numerosa y an sin sede fija, lo que planteaba serios problemas cuando deba trasladarse de un lugar a otro. Por ltimo, el crecimiento del reino trajo consigo el desarrollo de la Hacienda, compuesta por un conjunto de recaudadores y contables encargados de recoger los impuestos y administrar el tesoro real.

La ampliacin del reino, tras las conquistas del siglo XIII, puso bajo la autoridad de la Corona muchas ciudades, lo que oblig a reorganizar su gobierno mediante regimientos y corregidores bajo las rdenes directas de la Corona.

Por ltimo, las Cortes se fueron consolidando a partir de su primera reunin a finales del siglo XII, aunque poco a poco se consolid la tendencia a que slo acudieran a ellas los representantes de las ciudades, para votar impuestos y plantear peticiones al rey.

Tambin en la Corona de Aragn se desarroll un proceso de reforzamiento del aparato del Estado. Sin embargo, all la monarqua tena una posicin ms dbil. Por un lado, la existencia de tres reinos bajo una misma corona planteaba problemas polticos: distintas leyes, distintas instituciones, dispersin de los funcionarios del rey, etc. De hecho, el monarca estaba representado por un virrey en cada uno de los reinos. Por otro lado, la nobleza era mucho ms fuerte y celosa de sus privilegios, y los reyes necesitaban contar con su apoyo para la poltica de expansin, iniciada en el siglo XII y continuada hasta mediados del siglo XV de forma casi ininterrumpida.

Todo ello trajo consigo una posicin de debilidad de los reyes aragoneses, que se vieron a aceptar una serie de concesiones y privilegios y una forma de gobierno que se denomina pactismo, y que oblig a aceptar las condiciones de la aristocracia en Aragn y en Catalua: juramento del Privilegio General cataln, aceptacin de la figura del Justicia Mayor en Aragn, creacin de la Diputaci del General o Generalitat, etc.

A pesar de todo, como en Castilla, la Corona aragonesa desarroll sus instituciones: Consejo Real, Audiencia, Hacienda, administracin territorial y Cortes. Estas ltimas, como en Castilla, no eran parlamentos representativos, pero s que se diferenciaban por la asistencia ms habitual de la nobleza, dividida en dos categoras, que aprovechaba las convocatorias para imponer sus privilegios a la Corona, a cambio de la ayuda militar y del voto de los impuestos.

SEQ CHAPTER \h \r 15.2. Los reinos cristianos en la Baja Edad Media: crisis demogrfica, econmica y poltica

A partir de mediados del siglo XIV se produjo en los reinos de la Pennsula una profunda crisis, que afect a la poblacin y a las actividades econmicas.

Tras tres siglos de lento aumento de poblacin, en 1348 se desencaden la llamada Peste Negra, una epidemia que barri toda Europa durante cuatro aos y que produjo una hecatombe demogrfica sobre una poblacin subalimentada y que careca de defensas frente al virus. El resultado fue un descenso significativo de poblacin, que se mantuvo durante mucho tiempo, en parte porque la epidemia se hizo endmica, y en parte porque la falta de alimentos mantuvo las tasas de mortalidad en niveles muy altos.

La crisis econmica fue, en parte, consecuencia de la demogrfica: campos abandonados, cosechas menores, precios del trigo muy elevados, que se unieron a la falta de mano de obra en los talleres y al colapso, por tanto, de todas las actividades productivas. El incremento de los ganados de la Mesta, que requeran menos mano de obra y que podan aprovechar los campos abandonados, es un sntoma de la gravedad de la crisis.

Sobre esta situacin de depresin confluyeron diferentes enfrentamientos polticos, tanto internos como externos. Entre los primeros destaca el pulso constante entre la Corona de Aragn y los estamentos de los reinos, que en algunas ocasiones acabaron en guerras internas. Pero tambin Castilla experiment fuertes tensiones, sobre todo la guerra civil que enfrent a Pedro I con Enrique de Trastamara, y la que se desencaden ya a finales del XV entre los partidarios de Isabel y de Juana de Castilla.

Respecto a los conflictos entre reinos hay que destacar la guerra entre Aragn y Castilla que, a mediados del siglo XIV, se sald con la retirada de los aragoneses del norte de frica.

La duracin e intensidad de la crisis, no obstante, fueron diferentes en unos reinos y en otros. En Castilla, la poblacin parece haber recuperado el crecimiento en los inicios del siglo XV, y a lo largo del mismo tambin parecen haber crecido la produccin agrcola, la industria paera y los negocios mercantiles. En los reinos orientales, por el contrario, la crisis fue ms profunda y duradera, y en el caso de Catalua, se prolong incluso hasta entrado el siglo XVI, a consecuencia de las guerras civiles que asolaron el principado a finales del XV. Ms rpida fue la recuperacin de Valencia. Pero, en conjunto, a finales de la Baja Edad Media era Castilla el reino pujante, y el que se convertira en la base del poder de los Reyes Catlicos. SEQ CHAPTER \h \r 1

5.4. Los reinos cristianos en la Baja Edad Media: las rutas atlnticas (castellanos y portugueses). Las Islas Canarias

En los siglos finales de la Edad Media, el Mediterrneo segua siendo el rea ms prspera de Europa. A travs de l se produca la mayor parte de los viajes y del comercio de mercancas.

Sin embargo, en los siglos XIV y XV el peso de la vida econmica fue basculando lentamente hacia el Atlntico, un mbito para el que la posicin de Castilla era privilegiada. En 1344, con la conquista de Algeciras, los castellanos consiguieron el control del estrecho, y tras la guerra de los dos Pedros consiguieron expulsar a los aragoneses de all.

A partir de entonces se inicia el desarrollo del comercio atlntico castellano, a travs de dos focos: Sevilla y los puertos cantbricos. La ciudad del Guadalquivir se convirti en un gran puerto, desde el que se organiz el trfico de esclavos y oro con la costa africana. All se instalaron comerciantes y banqueros, sobre todo los genoveses, y marineros venidos de todas partes, con predominio de los vascos. Los puertos del Cantbrico, por su parte, se especializaron en la exportacin de la lana y la importacin de paos y otras mercancas de lujo. En ambos focos se desarroll, adems, una importante industria naviera.

En el comercio atlntico, Portugal se convirti en la rival de Castilla. Los marineros portugueses descubrieron Madeira y las Azores y comenzaron la exploracin de la costa africana, en donde competan con los castellanos. Sus intereses tambin chocaban en el norte. Eso explica la doble alianza entre Castilla y Francia, por una parte, a partir de la llegada de la dinasta de Trastamara, y entre Portugal e Inglaterra, una alianza que sobrevivir durante siglos. Resultado de la rivalidad fue el intento de conquista de Portugal, que se sald con la derrota castellana en Aljubarrota en 1385. Desde entonces las relaciones fueron pacficas, aunque la rivalidad martima y comercial permaneci viva hasta el reinado de los Reyes Catlicos.

Las Islas Canarias, situadas a ms de mil kilmetros de Europa, eran conocidas, y a ellas llegaron diversos viajeros europeos durante los siglos medievales. Los guanches, sus habitantes, se dedicaban al cultivo de cereales y al pastoreo Fue un noble aventurero francs, Jean de Bethancourt quien lleg a Lanzarote a comienzos del siglo XV e inici la colonizacin de las islas menores en nombre del rey de Castilla, de quien se haba convertido en vasallo. Aunque no tuvieran mucho valor, a lo largo del siglo XV se convertiran en un punto estratgico para los viajes y exploraciones en la costa atlntica africana, lo que llevara a la conquista definitiva en el reinado de los Reyes Catlicos.

6.1. Los Reyes Catlicos y la unin dinstica: integracin de las Coronas de Castilla y Aragn

La llegada al trono de Isabel I se produjo en el marco de una guerra civil sucesoria. La crisis se haba iniciado en 1461 con la rebelin de los nobles contra Enrique IV, y culmin con el destronamiento humillante del rey en la "farsa de vila", en 1464. Enrique IV, cuya hija Juana era denunciada por los nobles como ilegtima, lleg en 1468 a un acuerdo con su hermanastra Isabel, a la que nombr princesa de Asturias. Los nobles lo aceptaron, porque pensaban que sera fcil manejarla.

Pero en 1469 Isabel cas en secreto con el prncipe Fernando, heredero de la Corona de Aragn. La unin, adems de ser una traicin hacia el rey Enrique, provoc la ruptura con Francia y con Portugal, alarmados por la alianza que se estaba gestando. Entonces Enrique IV desposey a Isabel del principado de Asturias y se lo devolvi a su hija Juana.

Durante cuatro aos, la tensin entre ambas facciones fue creciendo. Cuando en 1474 muri el rey, Isabel se autoproclam reina de Castilla, con el apoyo de algunos nobles y muchas ciudades. Por su parte, Juana, casada con Alfonso de Portugal, tena el apoyo de la mayor parte de la nobleza castellana. La guerra dur cuatro aos, y aunque se inici de forma favorable al bando de Juana, pronto gir a favor de Isabel y Fernando, sobre todo tras la victoria de Toro en 1476.

La guerra termin en 1479 con la firma del Tratado de Tordesillas, por el cual Portugal reconoca a Isabel I como reina y se comprometa a aislar a Juana en un convento. Tambin se pactaron las zonas de expansin en el Atlntico y futuros matrimonios dinsticos.

En 1475 Isabel y Fernando haban llegado a un acuerdo, la Concordia de Segovia, para regular sus relaciones polticas. Ambos reinaran como nicos soberanos de sus respetivos reinos, manteniendo en exclusiva la transmisin de la herencia. Sin embargo, las rdenes reales iran firmadas por ambos, y Fernando recibi autorizacin expresa para gobernar en Castilla, algo que las leyes aragonesas no permitan hacer a Isabel.

De todas formas, ambos reyes actuaron de forma coordinada y conjunta durante su reinado, sin que surgieran contradicciones ni conflictos, y llevando adelante una poltica exterior comn. Fue una unin dinstica, no una unin de estados. Castilla y Aragn mantuvieron sus fronteras, sus instituciones propias y sus diferentes leyes. La nica institucin comn acabara siendo el Tribunal de la Inquisicin, y ello provocara protestas entre los estamentos privilegiados aragoneses.

6.3. Los Reyes Catlicos: la integracin de las Canarias y la aproximacin a Portugal

La conquista definitiva de las Canarias se inici en 1477, cuando an no haba terminado la guerra civil. El acuerdo de Alcaovas, que obligaba a Portugal a reconocer la soberana castellana sobre las islas, potenci la campaa, pero se tard ms de veinte aos en terminarla. El proceso de conquista, entregado a mercenarios particulares a travs de capitulaciones similares a las posteriores de Amrica, signific una hecatombe demogrfica para los guanches, que pasaron de unos 100.000 a unos 7.000 a finales del siglo XV.

La Corona nombr un Capitn General, al estilo de las divisiones del reino de Castilla. Las tierras fueron entregadas a los conquistadores, que las pusieron en explotacin esclavizando, de hecho, a los indgenas, pese a las prohibiciones de la Corona. Adems, hubo que traer esclavos para suplir la escasa mano de obra superviviente, con el fin de cultivar el azcar, que se convirti en el principal producto de exportacin. A finales de siglo, por otro lado, las Canarias adquiriran importancia al convertirse en punto intermedio en la ruta hacia Amrica.

Las relaciones con Portugal, pacficas a lo largo del siglo XV, quedaron rotas al iniciarse la guerra sucesoria. El Tratado de Alcaovas-Toledo inici un nuevo periodo en dichas relaciones. Por un lado, se sald el conflicto dinstico: Alfonso de Portugal reconoci a Isabel como reina de Castilla y acept la reclusin de Juana en un convento. En segundo lugar, se acord el matrimonio del heredero de los Reyes Catlicos, Juan, con una infanta portuguesa, un enlace dinstico que se repetira otras dos veces, tras el fallecimiento de Juan y del primer esposo de la infanta Isabel.

En tercer lugar, el acuerdo deslindaba las zonas de expansin de ambos reinos en el Atlntico: Castilla reconoca el derecho de Portugal a la costa africana, y Portugal reconoca a su vez la soberana castellana sobre las Canarias. Ambas partes respetaron el acuerdo, pero el descubrimiento de Amrica y la bula papal de 1493 cambiaron el panorama, lo que oblig a renegociar a ambas Coronas. El Tratado de Tordesillas, de 1494, ampliaba la zona de influencia portuguesa y, sin saberlo ambas partes, acabara entregando a los portugueses el dominio del Brasil.

La alianza con Portugal se consolidara en el siglo XVI con el matrimonio de Carlos V con Isabel de Portugal en 1526.

6.4. Los Reyes Catlicos y la organizacin del Estado: instituciones de gobierno

El programa de los Reyes Catlicos fue desde los comienzos de su reinado extremadamente claro. Sus objetivos fueron el fortalecimiento de la autoridad de la Corona, la modernizacin del Estado y la unidad religiosa.

Los reyes actuaron desde el principio con un sentido muy claro de su autoridad. Jams permitieron la ms mnima desobediencia o insubordinacin, y en ningn momento dieron la sensacin de dudar sobre sus decisiones. La coordinacin entre ellos fue, adems, perfecta, de forma que nunca cayeron en contradicciones pblicas. Por otro lado, no permitieron familiaridad alguna, y establecieron un rgido protocolo dirigido a elevar su imagen muy por encima de la de sus sbditos.

Por otro lado, supieron rodearse de buenos colaboradores. Alejaron, en general, a la nobleza y al alto clero de los cargos ms importantes de la corte, salvo algunos personajes especialmente fieles. Prefirieron rodearse de letrados o de clrigos que, por su formacin, podan hacerse cargo de la administracin con mucha mayor eficacia.

Al fortalecimiento del poder de la Corona contribuy la propaganda, hbilmente utilizada por los Reyes, que encargaron la redaccin de una serie de crnicas destinadas a ensalzar a los monarcas, usaron los smbolos y las ceremonias para realzar su imagen, y promovieron una serie de fundaciones de monasterios y hospitales por toda Castilla.

Pero, sobre todo, los Reyes Catlicos resolvieron los dos problemas clave del poder real: los ingresos fiscales y el ejrcito. Para asegurarse los ingresos, los reyes recurrieron al principio a las Cortes, porque necesitaban el dinero de las ciudades. Pero tras el restablecimiento de la Santa Hermandad, las patrullas rurales que aseguraban el orden en el reino, las ciudades se vieron forzadas a mantenerlas, y la Corona recurri a ese dinero, adems de los impuestos, para financiarse. Eso explica que, en la segunda parte del reinado, slo se convocara a las Cortes para actos protocolarios. Adems, desde el descubrimiento, Amrica proporcion muchos recursos a la Corona.

El saneamiento fiscal permiti establecer un ejrcito permanente, los tercios, as como una armada, lo que a su vez hizo que los reyes no dependieran de la nobleza para las guerras europeas.

Los Reyes Catlicos continuaron reestructurando y completando la administracin. En el Consejo Real pasaron a predominar letrados y clrigos, adquiriendo un carcter ms tcnico y perdiendo peso poltico. Se completo el sistema de tribunales con una segunda Chancillera en Granada, y se perfeccion el sistema de recaudacin de impuestos. La Santa Hermandad y la Inquisicin aseguraron el control del territorio y la vigilancia ideolgica, mientras los corregidores permitan tener bajo control las principales ciudades del reino.

En Aragn apenas se introdujeron cambios importantes, y Fernando se vio obligado a mantener los privilegios y las relaciones con los estamentos tradicionales. El fin de las guerras del siglo XV permitieron recuperar la estabilidad, pero los reinos aragoneses quedaron muy debilitados, por lo que toda la poltica de los reyes gir en torno a Castilla, y fueron el dinero y las tropas de Castilla los que asentaron el poder de la monarqua hispnica en Europa.

6.5. Los Reyes Catlicos: la proyeccin exterior. Poltica italiana y poltica norteafricana

La unin de las Coronas de Castilla y Aragn convirti a la monarqua de los Reyes Catlicos en la gran potencia europea de su poca. Al poder econmico se uni el militar, gracias a la organizacin de un ejrcito moderno, y el diplomtico, al establecerse una red de embajadores ante las principales coronas europeas.

Desde el inicio del reinado los Reyes Catlicos intentaron consolidar esa posicin mediante una poltica de enlaces matrimoniales con las monarquas portuguesa y borgoona.

En su posicin de dominio, la principal rival de la corona hispnica era Francia. Las relaciones, siempre tensas con la Corona de Aragn por la disputa por el dominio de Italia, se agravaron al producirse la alianza con Castilla. No obstante, en los primeros aos del reinado se mantuvo la paz, en parte porque la guerra de Granada absorbi la atencin de los Reyes Catlicos. En 1493 se firm el tratado de Barcelona, por el que los Reyes Catlicos renunciaban a la alianza matrimonial con Borgoa, a cambio de la devolucin francesa del Rosell y la Cerdea, dos territorios fronterizos del Pirineo.

Pero en 1495 Francia organiz una coalicin y sus tropas invadieron Npoles. La respuesta de los Reyes Catlicos fue el envo del ejrcito castellano dirigido por Gonzalo Fernndez de Crdoba, que derrot a las tropas francesas y les oblig a abandonar el reino napolitano. Un nuevo ataque se produjo en 1499 con la ocupacin primero del Milanesado y la invasin posterior de Npoles, de dnde fueron expulsados de nuevo por las tropas castellanas. En 1505 se lleg finalmente un acuerdo por el que Francia retena el Milanesado a cambio de renunciar definitivamente al reino de Npoles. El conflicto, no obstante, continura a lo largo de los reinados de Carlos V y sus sucesores.

Otro frente importante de la poltica exterior tuvo como escenario el norte de frica. Tras la conquista de Granada, muchos musulmanes optaron por abandonar la pennsula y trasladarse al norte de frica. Para Castilla, era un foco de preocupacin, no slo por el peligro que suponan los exiliados nazares, sino tambin por la actividad creciente de los piratas berberiscos. Adems, establecer plazas en la costa africana era una forma de mantener el espritu de cruzada que haba propiciado la conquista de Granada. Por ltimo, los enclaves norteafricanos facilitaran el comercio y la navegacin por el Mediterrneo.

Entre 1497 y 1510 una serie de expediciones permiti la conquista de diversas plazas, entre ellas Melilla y Orn, aunque los Reyes tuvieron finalmente que renunciar a la ms ambiciosa, la conquista de Tunez.

7.1 El descubrimiento de Amrica

El descubrimiento de Amrica forma parte de la larga serie de descubrimientos geogrficos que se realizan a partir de comienzos del siglo XV. Las innovaciones en la construccin de los barcos, las mejoras en los instrumentos de navegacin y en la cartografa contribuyeron a facilitar las expediciones, pero, sobre todo, fue la necesidad de buscar rutas alternativas hacia Oriente, tras la conquista turca de Constantinopla, la causa que impuls las expediciones. Tambin el ansia de riquezas, el espritu aventurero de algunos navegantes y el espritu de cruzada contribuyeron al proceso.

Coln era un marinero genovs desconocido pero ya experimentado cuando, en 1482, present en Lisboa su proyecto de viajar directamente hacia Occidente para llegar a Japn y China. Los portugueses, concentrados en descubrir un paso al sur de frica, lo rechazaron. Coln se traslad a Castilla, donde con el apoyo de los monjes franciscanos consigui ser recibido en la Corte, pero los expertos de los Reyes Catlicos tambin lo rechazaron, por inviable y porque, enfrascada la Corona en la guerra de Granada, no haba recursos para financiar la aventura.

Fue a comienzos de 1492, en plena euforia por la conquista de la capital nazar, cuando Coln volvi a ser recibido. Esta vez, tras una negociacin difcil, se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe, en las que la Corona haca unas sorprendentes concesiones a Coln: nombramiento de Almirante, Gobernador de las tierras que conquistara y una parte considerable del botn.

La Corona puso a disposicin de Coln, con ayuda de algunos financieros, tres carabelas, con un centenar de marineros, con las que parti de Palos el 3 de agosto. Tras hacer escala en Canarias, y atravesar el Atlntico durante tres interminables semanas, el 12 de octubre avistaron tierra, una isla de las Bahamas que llamaron San Salvador. Tras explorar durante varias semanas algunas islas y dejar una guarnicin, en enero retornaron a la Pennsula, y el 15 de abril Coln se presentaba ante los Reyes en Barcelona.

Los Reyes Catlicos consiguieron del Papa una Bula por la que les entregaba la soberana sobre las nuevas tierras, pero Portugal protesto por la fijacin de los lmites. Tras una negociacin, en 1494 se firm un acuerdo definitivo con Portugal, el Tratado de Tordesillas, que reservaba a Castilla todo lo que se descubriera a partir de un meridiano situado a 370 leguas de Cabo Verde, demarcacin que permitira ms tarde a Portugal hacerse con el Brasil.

Entre 1494 y 1502 Coln realizara otros tres viajes, con los que complet el conocimiento de las islas, al tiempo que otros descubridores extendan la exploracin hacia el continente. En 1506, habiendo fracasado como gobernador y apartado por los Reyes, mora Coln. Poco despus, los viajes de Americo Vespucci y el descubrimiento del Pacfico por Nez de Balboa, en 1513, confirmaron que se trataba de un nuevo continente, que pas a denominarse Amrica.

7.2. Conquista y colonizacin de Amrica

Tras los primeros viajes de exploracin por las Antillas y la costa continental del Caribe, entre 1515 y 1542 tiene lugar la conquista de la mayor parte del centro y sur de Amrica, a cargo de aventureros que firmaban capitulaciones con la Corona.

En 1519 Hernn Corts inici la conquista del Imperio azteca, que dominaba buena parte de Centroamrica y sur de los actuales Estados Unidos. En slo cuatro aos y tras una serie de peripecias increbles, el Imperio qued anexionado a Castilla, convirtindose despus en el virreinato de Nueva Espaa. Por su parte, en 1531 Francisco Pizarro comenz la conquista del Imperio inca, que controlaba toda la regin de los Andes y la costa del Pacfico sudamericano. Tras la conquista de Cuzco, la capital, los conquistadores se anexionaron despus Chile y la regin del Ro de la Plata, incorporados al nuevo virreinato del Per.

La conquista fue posible en parte por las tensiones internas de ambos Imperios, hbilmente explotadas por los conquistadores, y en parte por la identificacin que aztecas e incas hicieron de los castellanos con autnticos dioses.

La explotacin del territorio fue inmediata. Llegaron los colonos, a los que se entregaba una serie de indios (encomienda) para su evangelizacin, pero que en la prctica pasaban a trabajar la tierra. La dureza del trabajo se uni al choque epidemiolgico y al desarraigo familiar y tribal para producir una hecatombe demogrfica en el Caribe y, en menor medida, en el continente. Pronto hubo que traer esclavos africanos para sustituir a la mano de obra indgena.

La otra forma de explotacin fue el trabajo en las minas. El descubrimiento de la plata de Zacatecas (Mxico) y Potos (Per) convirti la extraccin del mineral en el gran negocio del siglo XVI. Los conquistadores aprovecharon un sistema de prestacin de trabajo obligatorio que exista en el Imperio inca (la mita) para explotar a los indios, en condiciones terribles, lo que ocasion una mortalidad considerable, y a pesar de las protestas de los caciques indgenas.

A partir de finales del siglo XVI se extendieron dos nuevas formas de explotacin de la tierra. Por un lado las haciendas, grandes extensiones propiedad de terratenientes castellanos, en las que se cultivaba la tierra y se criaba el ganado a gran escala. Predominaba en las grandes llanuras del sur de Amrica y en Mxico. Por otro lado, las plantaciones, dedicadas al monocultivo de una serie de productos, como la caa de azcar, el caf, el tabaco o el ail, en la regin tropical, y con una produccin destinada a los mercados europeos. En buena parte, se explotaba con mano de obra esclava.

Los Austrias prohibieron los talleres en Amrica. Se trataba de que los colonos tuvieran que importar productos manufacturados europeos a cambio del oro y la plata. Pronto se organiz el trfico hacia las Indias. Ya en 1503 se estableci en Sevilla la Casa de Contratacin, que centralizaba todos los viajes y las expediciones comerciales. Desde mediados del siglo XVI se organizaron las flotas de Indias, grandes convoyes con escolta naval para proteger los envos de plata.

Pero pronto surgi la picaresca. Los impuestos elevados llevaron a la prctica del contrabando, y en Amrica comenzaron a aparecer talleres ms o menos tolerados por las autoridades, conscientes de que no todo se poda traer de Europa. Adems, franceses, ingleses y holandeses comenzaron tambin a practicar el contrabando, y a fomentar la piratera en aguas americanas.

De nada sirvieron los intentos de la Corona, en el siglo XVIII, por recuperar el control de Amrica frente a la competencia, sobre todo de los ingleses, y el inters de los propios americanos, cada vez ms conscientes de su derecho a la autonoma econmica.

7.3. Gobierno y administracin de Amrica

Tras el fracaso de Coln como gobernante, la Corona comenz a organizar el gobierno de las tierras descubiertas.

El control desde Castilla se organiz en torno a dos instituciones. En 1503 se estableci en Sevilla la Casa de Contratacin, un organismo que era a la vez aduana, oficina de emigracin, almacn, oficina de registro de buques y mercancas, escuela de pilotos y cartografa y rgano de recaudacin. Pas a controlar todo el trfico y el comercio con las colonias.

En 1524, Carlos V estableci un Consejo de Indias, encargado de despachar todos los asuntos y redactar las rdenes y decretos relacionados con Amrica, bajo la autoridad directa de la Corona. En el siglo XVIII sus funciones seran asumidas por el Secretario de Despacho de Marina e Indias.

En Amrica, tras completarse la conquista, el territorio qued dividido en dos grandes virreinatos, Nueva Espaa, con capital en Mxico, y Per, con capital en Lima. En el siglo XVIII, al aumentar el territorio colonizado y la complejidad de las tareas de gobierno, cada uno de ellos se desdoblara en otros dos.

Los virreyes representaban a la Corona, y se rodearon del protocolo y boato propio de las casas reales. Casi siempre fueron nombrados entre la aristocracia, y a veces dentro de la propia casa real. Aunque estaban sujetos a la autoridad de Castilla, y eran objeto de inspecciones peridicas, en la prctica gozaban de una autonoma de gobierno casi ilimitada, dada la enorme distancia a la que estaba la metrpoli.

Los virreinatos se dividan en grandes distritos, las Audiencias. Como institucin, la Audiencia era una mezcla de gobierno regional y tribunal de justicia. Compuesta por jueces profesionales, bajo su autoridad quedaban las gobernaciones, equivalentes a una especie de provincias.

En las ciudades se estableci un sistema de gobierno original, el cabildo. Era una asamblea de ciudadanos, bajo la presidencia de un Alcalde Mayor. Pero poco a poco se fue imponiendo el sistema castellano, ms rgido, con regidores y alguaciles nombrados por los virreyes, y en las grandes urbes bajo el control de corregidores.

7.4. Impacto de Amrica en Espaa

El primer impacto importante es consecuencia del descubrimiento. Hasta finales del siglo XV, el mundo conocido por los europeos era muy limitado. El descubrimiento de Amrica, unido al del Cabo de Buena Esperanza por los portugueses y la primera vuelta al mundo de Magallanes y Elcano, aumentaron espectacularmente las tierras conocidas y permitieron constatar la esfericidad de la tierra.

Los descubrimientos tambin produjeron avances significativos de carcter tcnico. Las exploraciones permitieron un desarrollo espectacular de la cartografa, de los instrumentos nuticos, de la ingeniera naval y de las tcnicas de navegacin.El impacto demogrfico sobre Castilla fue relativamente suave. Se calcula que a lo largo del siglo XVI emigraron a Amrica entre 150.000 y 200.000 castellanos. En su mayora eran jvenes y varones, lo que s debi afectar al equilibrio demogrfico interior. A lo largo de los dos siglos siguientes la corriente migratoria fue an menor. Desde el punto de vista econmico el impacto fue variable. Los productos coloniales trados de Amrica, como el cacao, el caf o el tabaco, apenas repercutieron en el consumo de los europeos, salvo en las clases dirigentes. Slo el algodn, ya en el siglo XVIII, constituira un producto de importacin masivo para la naciente industria inglesa. La mayor parte de los productos americanos eran difciles de adaptar al medio europeo. Slo el maz y la patata acabaron por extenderse, pero su produccin en la Pennsula slo creci de forma decisiva en el siglo XVIII.

Castilla tampoco pudo aprovechar el mercado americano para desarrollar su artesana. La llegada masiva de plata cre un circuito a travs del cual las mercancas europeas, pagadas con plata, eran las que se reexportaban a Amrica, por lo que apenas se aprovecharon los talleres castellanos. La plata misma, que podra haber beneficiado a Castilla, fue consumida en costear la agresiva poltica militar de los Austrias.

Entre los sectores que s se beneficiaron, al principio, de la colonizacin estuvo la construccin naval, gracias a la enorme demanda de navos mercantes y tambin a partir de la constitucin de las Flotas de Indias, a mediados del siglo XVI. Sin embargo, tambin este sector acabara cediendo ante la competencia europea, en la segunda mitad del siglo XVII:

Desde el punto de vista social e ideolgico, la colonizacin influy notablemente en el desarrollo del derecho y en una nueva percepcin del papel evangelizador de la Iglesia. Sirvi tambin para estimular el crecimiento de una serie de rdenes, como los dominicos o los jesuitas, que tuvieron especial protagonismo en la labor de evangelizacin sobre los indgenas. Unos indgenas que, por otra parte, fueron contemplados por los castellanos con la tpica visin colonial, con una mezcla de racismo, condescendencia y paternalismo, un punto de vista que se extendi a los criollos y que impedira, ya en el siglo XVIII, tomar conciencia desde la Pennsula de la extensin del independentismo entre las elites americanas.

8.2. La Monarqua Hispnica de Felipe II. La unidad ibrica

El reinado de Felipe II comienza en 1556, tras la abdicacin de su padre Carlos V, que le haba dejado en herencia las coronas de Castilla y Aragn, el reino de Npoles, los territorios americanos, los Pases Bajos, Luxemburgo y el Franco-Condado. La monarqua de Felipe II fue denominado en su poca monarqua hispnica. A ello contribuy la permanencia del monarca en los reinos peninsulares, el establecimiento de su corte en Madrid y el peso que Castilla y sus territorios de Amrica tuvieron en el sostenimiento econmico y militar de la monarqua.

Los objetivos polticos del monarca, como los de su padre, fueron el mantenimiento, y de ser posible, el aumento de la herencia patrimonial, el sostenimiento de su autoridad y la defensa de la religin catlica. Para ello agot los recursos econmicos y humanos de la corona, especialmente de Castilla. Gobern con una lenta maquinaria burocrtica y de forma autoritaria, lo que dio origen a la denominada leyenda negra sobre su personalidad.

Por lo que respecta a la poltica peninsular, la prohibicin del uso de lengua y costumbres de la poblacin morisca, provoc el levantamiento de esta poblacin en las Alpujarras granadinas en 1568. El ejrcito mandado por Don Juan de Austria puso fin a la rebelin, que termin con la dispersin de los moriscos por toda Castilla. Otro acontecimiento grave se produjo en Aragn, cuando Felipe II envo al ejrcito castellano para detener a Antonio Prez, antiguo secretario del rey que haba sido apresado por conspirar contra el monarca, y que haba conseguido huir. El rey, tras controlar el levantamiento aragons, hizo ms patente su autoridad en este territorio.

Respecto a la poltica europea, y con el fin de defender el catolicismo frente al Islam, Felipe II form con el Papa y la repblica de Venecia la Santa Liga en 1571. La flota cristiana consigui derrotar a los turcos en la batalla de Lepanto. El monarca tambin se enfrent a la Inglaterra protestante de Isabel I, a causa de la accin de los corsarios ingleses y, sobre todo, por el apoyo prestado a los rebeldes holandeses. La guerra contra Inglaterra se sald con el desastre de la Armada Invencible, en 1588, en las costas britnicas.

Pero el principal problema del reinado fue el levantamiento que se produjo en los Pases Bajos (Flandes) en 1566, una revuelta cuyos participantes reclamaban la independencia y la defensa de la fe calvinista. La dura represin llevada a cabo por los sucesivos gobernadores enviados por Felipe II, sobre todo por el duque de Alba,, y el amotinamiento de los tercios, descontentos por el retraso de las pagas, contribuyeron a exacerbar la lucha y prolongar el conflicto. Finalmente, el territorio se dividi en dos: las Provincias Unidas del norte, protestantes (la futura Holanda), y las provincias del sur, catlicas, que permanecieron leales al rey. En los ltimos aos del reinado el conflicto se mezcl con la intervencin en la guerra civil francesa entre hugonotes y catlicos, en apoyo de estos ltimos.

En 1581 Felipe II consigui la unidad ibrica, con la incorporacin de Portugal. La muerte sin descendencia del monarca portugus en 1578, haba llevado a Felipe II, to del fallecido, a optar al trono. Su candidatura fue bien acogida por la nobleza, mientras que las clases bajas recelaban de la unin con Castilla. El duque de Alba dirigi el ejrcito que llev a cabo la invasin. En 1581 las Cortes portugueses reconocieron a Felipe como rey. Se mantuvieron las leyes e instituciones principales del reino, y se prometi reservar los cargos a portugueses. Se cre el Consejo de Portugal y se eliminaron las aduanas con Castilla. La anexin de Portugal supuso la suma de los imperios coloniales castellano y portugus.

8.4. Economa y sociedad en la Espaa del siglo XVI

El siglo XVI fue un periodo marcado en su mayor parte por el crecimiento demogrfico y econmico. Slo a fin del siglo comenzaron a aparecer los sntomas de una grave crisis.

La poblacin aument a lo largo del siglo en ambos reinos, si bien el incremento fue ms acusado en Castilla, y sobre todo en las ciudades del sur, donde se concentro la poblacin gracias al auge de la navegacin atlntica y al comercio con Amrica. Se calcula que entre Castilla y Aragn la poblacin pasara de unos 6,5 millones de habitantes a cerca de 8.

La prosperidad econmica hizo crecer las ciudades y los negocios, pero sobre todo fue la causa de un fenmeno nuevo, lo que se ha llamado la revolucin de los precios. Los europeos asistieron con sorpresa y preocupacin a una escalada de los precios inusual, acostumbrados a que no variaran casi nunca. El desarrollo econmico hizo subir la demanda, y esto influy, pero la causa principal estuvo en la llegada masiva de oro y plata procedentes de Amrica, unos metales que invadieron los mercados y provocaron la inflacin. Prueba de ello es que donde ms subieron los precios fue en Castilla, y dentro de ella en el sur, adonde llegaban los metales y desde donde salan las mercancas para Amrica.

El comercio con Amrica cre, adems, un mecanismo perverso: los comerciantes castellanos importaban productos manufacturados europeos, ms baratos que los de Castilla, para enviarlos a Amrica, y al volver traan el oro y la plata con el que pagaban a sus clientes. En teora, estaba prohibido sacar el oro y la plata de Castilla, pero pronto apareci el contrabando, extrayendo de las flotas de Amrica los metales necesarios. Adems, el hecho de tener que pagar un porcentaje a la Corona incentivaba a los comerciantes a defraudar.

Lentamente, la riqueza que habra podido acumular Castilla se fue diluyendo: los talleres textiles languidecieron, y artesanos y campesinos, aplastados por los altsimos impuestos con que los Austrias financiaban sus campaas europeas, quedaron empobrecidos. Por si fuera poco, Carlos V y Felipe II recurrieron a pedir prstamos a los banqueros europeos, endeudando la Hacienda hasta el punto de que en tres ocasiones Felipe II tuvo que declararse en bancarrota y renegociar la deuda con intereses elevadsimos.

A fin de siglo, muchas voces pedan al rey intilmente que acabara con las guerras para evitar el colapso econmico, una crisis que se desencadenara en el siglo siguiente.

Desde el punto de vista social, poco cambi la situacin en Castilla y Aragn. Sigui siendo una sociedad jerarquizada, en la que la nobleza impona su poder econmico y social y sus valores, y en la que la influencia de la Iglesia catlica se hizo an mayor, al disponer del apoyo directo de los reyes y, sobre todo, del poder formidable de la Inquisicin. La emigracin a Amrica, limitada a unas 150.000 personas, no cambi sustancialmente la situacin.

8.5. Cultura y mentalidades en la Espaa del siglo XVI

La vida intelectual de los reinos espaoles en el siglo XVI se caracteriza por la implantacin de la cultura del Humanismo y por el predominio del castellano como lengua de comunicacin y de creacin artstica.

La llegada de la cultura del Renacimiento italiano se produce ya durante el reinado de los Reyes Catlicos, pero su predominio se establece definitivamente durante el reinado de Carlos V. Se manifiesta en diversos aspectos: las formas y la mtrica clsica en la poesa, la recuperacin de los rdenes clsicos en la arquitectura, el naturalismo en las bellas artes, o la polifona en el campo musical.

El castellano se convirti en la lengua dominante, no slo en el terreno literario, sino tambin en el diplomtico y comercial, como corresponda al predominio de Castilla como gran potencia. Era, como dijo Antonio de Nebrija, la lengua del Imperio. No es casualidad que fuera la lengua en la que se escribieron las mejores obras del siglo XVI: La Celestina de Fernando de Rojas, la poesa de Garcilaso, Fray Luis o San Juan de la Cruz, la literatura mstica de Santa Teresa o el Lazarillo de Tormes.

En el campo del arte, destaca el desarrollo de la arquitectura. A partir del estilo gtico isabelino, arquitectos como Diego de Silo o Pedro Machuca introdujeron el clasicismo en palacios e iglesias, culminando en la construccin del Monasterio de El Escorial, que impuso el llamado estilo herreriano en la parte final del siglo. Ms pobre fue la aportacin en escultura, que continu apegada a la imaginera religiosa, y en pintura, donde la nica aportacin original la encontramos en el retrato cortesano y, sobre todo, en la figura de El Greco.

Con el Humanismo lleg tambin, no obstante, la revalorizacin del libre pensamiento y el espritu crtico frente a los dogmas. Al principio, el humanismo ms abierto fue admitido en la corte de Carlos V y en las universidades, en parte porque las reformas introducidas en la Iglesia peninsular por Cisneros parecan blindarla frente al peligro protestante, y en parte porque contribua a la propaganda imperial. Pero, a partir de 1527, al comprobar la extensin imparable del luteranismo en Alemania, Carlos V dio un giro brusco en su espritu de tolerancia. La Inquisicin comenz a actuar, y los humanistas espaoles (Luis Vives, Alfonso y Juan de Valds, Miguel Servet) se vieron obligados a abandonar sus ctedras y, en algunos casos, a exiliarse.

La intolerancia sera la tnica dominante a partir de entonces. En 1553 se public el primer ndice de libros prohibidos, siguiendo las recomendaciones del Concilio de Trento, en el que, por otra parte, haba tenido un protagonismo especial el sector ms intransigente del clero castellano. De hecho, fue un espaol, Ignacio de Loyola, el que promovi la fundacin de la Compaa de Jess, la orden dirigida a combatir la hereja.

En la poltica de intolerancia jug un papel destacado la Inquisicin. Establecida por los Reyes Catlicos en 1478 para perseguir a los falsos conversos, se convirti en la nica institucin con jurisdiccin sobre Castilla y Aragn. Pronto inici su actividad, mediante el nombramiento de Inquisidores en todas las ciudades, y a travs de una serie de procedimientos particulares: la llegada de los inquisidores, la lectura del Edicto de Fe, las delaciones, la detencin y aislamiento de los sospechosos, los interrogatorios (tortura incluida) y los procesos y sentencias.

En los primeros veinticinco aos se concentr el periodo ms terrorfico. Se calcula que hubo ms de 5.000 ejecuciones, en su mayora de falsos conversos. Luego la violencia de la represin se suaviz, y el tribunal pas a ocuparse de otro tipo de herejas y faltas. Desde 1527, sin embargo, la persecucin de erasmistas y protestantes pas a primer plano, y el tribunal se convirti en un instrumento de la lucha contra el luteranismo y de la poltica de la Monarqua catlica. Ejemplos de esa nueva poltica fueron los procedimientos inquisitoriales y autos de fe de 1558 en Sevilla y Valladolid, la persecucin del arzobispo Carranza o de fray Luis de Len, o la utilizacin que Felipe II hizo del tribunal de Aragn para obligar al Justicia a entregar a Antonio Prez, en 1591.

9.2. La crisis de 1640

En 1640 se produjo una grave crisis en la Monarqua de los Austrias, al producirse las rebeliones de Catalua y de Portugal de forma consecutiva.

El origen de la crisis es doble. Por un lado, el desgaste producido por las continuas guerras emprendidas por la Monarqua, con el consiguiente hundimiento demogrfico, econmico y moral. Por otro lado, la creciente presin de la corte para conseguir nuevas tropas y para imponer ms cargas fiscales a los diferentes reinos.

Para muchos de los sbditos no castellanos de los Austrias, las guerras en defensa del Imperio slo beneficiaban a Castilla, vista como la sede de la Monarqua y como el territorio ms fuerte. Tanto las clases privilegiadas como la poblacin de los reinos rechazaban aportar soldados y contribuir a los gastos de guerra, alegando que el largo conflicto europeo haba hundido la produccin y el comercio.

Cuando en 1625 el conde-duque de Olivares propuso la Unin de Armas, un proyecto para que todos los reinos contribuyeran al esfuerzo de guerra de forma proporcional a su poblacin y su riqueza, se encontr con las protestas de las cortes aragonesa y valenciana, y con la negativa de las cortes catalanas, una negativa que se reiter en 1632 y que enfureci al valido.

El estallido de la guerra con Francia, en 1635, agrav an ms la tensin, sobre todo cuando en 1639 se enviaron tropas castellanas para defender la frontera. Se sucedieron los altercados entre los soldados y los campesinos catalanes. En junio de 1640, el da del Corpus Christi, cuando los payeses acudieron como todos los aos a Barcelona para ser contratados, se produjo un motin que acab con el asesinato del virrey.

Se form inmediatamente un gobierno revolucionario, que declar la independencia. Ante el envo de ms tropas castellanas, los catalanes optaron por aceptar la soberana francesa. Las tropas francesas entraron en Catalua y acabaron derrotando a los castellanos en 1642.

En diciembre, en plena crisis de Catalua, se produjo el levantamiento de Portugal. All, a las quejas por las guerras se sumaba el reproche de que la Monarqua no haba cumplido los compromisos de 1583: ni respetaba la exclusiva de los cargos para la nobleza portuguesa, ni defenda el imperio portugus de los ataques de los holandeses. La rebelin se extendi rpidamente, en apoyo de la Casa de Braganza, que asumi la Monarqua.

La doble rebelin hundi la capacidad militar de los Austrias, ya por entonces muy disminuida tras veinte aos de guerras. Provoc la cada de Olivares en 1643, pero tambin las derrotas en Flandes y contra los franceses, lo que llev a la firma de la rendicin en la paz de Westfalia, en 1648, en la que se reconoca la independencia de las Provincias Unidas.

Para entonces, nuevas rebeliones se haban producido en Sicilia y Npoles, en 1647. Tambin hubo conatos de rebelin en Andaluca y en Castilla, a lo que sigui la epidemia de peste de 1648.

Felipe IV consigui recuperar Catalua en 1652, en parte porque los mismos catalanes renegaron de la soberana francesa, ms dura an que la de los Austrias. Pero la postracin militar de la Monarqua era irreversible.

9.3. La Espaa del siglo XVII: el ocaso del Imperio espaol en Europa

Aunque se precipita en la segunda mitad del siglo XVII, el hundimiento del Imperio de los Austrias se inicia en 1621, con el comienzo de la Guerra de los Treinta Aos y la reanudacin de la guerra contra las Provincias Unidas.

La Guerra de los Treinta Aos supuso un gigantesco esfuerzo humano y econmico para los reinos de los Habsburgo. Se enfrentaron durante todo el curso de la guerra contra los holandeses y contra los prncipes protestantes alemanes, pero adems tuvieron que lucha sucesivamente contra daneses, suecos y franceses

Hasta 1628 la guerra pareci tener un curso favorable a los Austrias. Pero desde entonces se sucedieron los problemas, sobre todo a raz de la entrada en guerra de Francia, en 1635. La crisis de 1640, con la sublevacin de Catalua y Portugal, descompuso al Imperio, y tras varias derrotas importantes y rebeliones internas, en 1648 Felipe IV se vio obligado a reconocer la independencia de las Provincias Unidas, dando por perdido el territorio.

La guerra con Francia continu, y aunque en 1652 se recuper Catalua, la situacin se vio agravada con la declaracin de guerra de Inglaterra, que en 1655 conquist Jamaica rompiendo as el control absoluto de las colonias americanas por parte de Castilla. Poco despus, en 1659, hubo que firmar la Paz de los Pirineos con Francia, que supona la cesin del Roselln y la Cerdaa, en la frontera catalana, y el abandono de la poltica alemana por parte de los Austrias espaoles.

El reinado de Carlos II, a partir de 1665, no hizo sino confirmar la senda de hundimiento militar y econmico. En 1668 hubo que firmar la paz con Portugal, reconociendo su independencia. El reinado se caracteriz por las luchas internas por el poder, ante un monarca dbil, enfermizo e incapaz de gobernar. La falta de recursos y de capacidad diplomtica frente a una Francia hegemnica y agresiva provoc la prdida del Franco Condado y de algunos territorios al sur de Flandes, aunque el apoyo de Inglaterra y Holanda, temerosas de la expansin francesa, oblig a Luis XIV a devolver parte de sus conquistas a fin de siglo.

En cualquier caso, el dominio de la poltica europea haba pasado a Francia a mediados de siglo. Los Austrias haban agotado durante ciento cincuenta aos la capacidad econmica y militar de sus estados, en una guerra constante y agotadora, empeados en la conservacin de la herencia recibida. El resultado fue la perdida sucesiva de una buena parte de su Imperio, reducido al final del siglo XVII a Castilla, Aragn y los reinos de Npoles y Sicilia, y con un Imperio americano minado por el contrabando y la creciente presencia del comercio de otras potencias.

9.4. La Espaa del siglo XVII: evolucin econmica social en el siglo XVII

Los reinos espaoles de la Monarqua experimentaron a lo largo del siglo XVII una aguda crisis, que afect a la poblacin, a la produccin y al comercio, y cuyas causas estn directamente relacionadas con las guerras europeas.

La poblacin sufri un retroceso, especialmente marcado en la Meseta, y en menor medida en las zonas costeras. Se calcula una prdida de poblacin prxima a un milln de personas. Las epidemias (especialmente grave la de comienzo de siglo), las hambrunas debidas a las malas cosechas y al abandono de cultivos, y la recluta de soldados para los ejrcitos, unidos a la expulsin de los moriscos en 1609, explican ese retroceso.

Un retroceso que tambin afect a la produccin agrcola y ganadera. La recluta forzosa y los elevados impuestos sobre las rentas campesinas provocaron el abandono de muchos pueblos y de amplias reas de cultivo, lo que hizo disminuir las cosechas y aument los episodios de hambruna. Tambin disminuy la cabaa ganadera, en particular las ovejas, porque las guerras contra Inglaterra y Holanda cortaron los circuitos de exportacin de lana.

La crisis tambin se not en la artesana. Fue especialmente acusada en el sector textil, por la fuerte competencia de los paos extranjeros, y en el sector naval y metalrgico. Aunque en la primera mitad de siglo se mantuvieron gracias a la demanda de armas y barcos de guerra, en la segunda mitad astilleros y ferreras se hundieron, y productos fabricados fuera de la Pennsula inundaron los mercados.

El comercio martimo qued colapsado por las guerras. Pero la principal causa de su disminucin fue la degradacin de la moneda, por las continuas emisiones de velln a las que recurrieron los Austrias para obtener dinero. Adems, las guerras impidieron mantener el monopolio sobre Amrica: el contrabando y la piratera se extendieron, y los americanos comenzaron a producir para su propio abastecimiento, sin que las autoridades espaolas pudieran impedirlo.

Las sociedades castellana y aragonesa apenas sufrieron cambios apreciables. La debilidad de la Corona, sobre todo en la segunda mitad del siglo, permiti a la aristocracia aumentar su control sobre los campesinos en los seoros, contribuyendo a extender la miseria al elevar las rentas all donde era posible. Tambin se beneficio de la extensin de las mercedes, con las que los validos trataron de crear clientelas de partidarios. Tambin el poder de la Iglesia permaneci intacto, as como su influencia social y su control de la enseanza y del pensamiento.

La miseria y el hundimiento afectaron sobre todo a las clases populares, pero no hicieron mella en los valores dominantes: la aceptacin de las diferencias sociales, el ansia de ennoblecimiento, el rechazo del trabajo como indigno y la omnipresencia de la religin en la vida cotidiana de la gente.

10.2. La Espaa del siglo XVIII: cambio dinstico. Los primeros Borbones

Los primeros aos del reinado de Felipe V (1700-1746) estn marcados por el desarrollo de la guerra de sucesin. Durante ellos, los ministros del rey, en su mayora consejeros franceses, se dedicaron a reorganizar la administracin y el ejrcito para conseguir los objetivos militares. Lentamente, el nuevo rey se fue asentando en Castilla, ayudado por los xitos militares.

Tras el fin de la guerra y el nuevo matrimonio del rey con la italiana Isabel de Farnesio, la poltica de la Corona cambi. Los ministros franceses fueron despedidos y las reformas polticas fueron dirigidas por ministros italianos y por consejeros espaoles. Primero fue Macanaz, quien se encarg de aplicar los Decretos de Nueva Planta para unificar los territorios de la nueva monarqua. Luego fue el cardenal Alberoni, quien estuvo al frente de los secretarios a comienzos de la dcada de 1720, y luego sera Jos Patio, quien encabez la accin de gobierno durante la segunda parte del reinado.

Felipe V fue un rey con serios problemas psicolgicos, que se concretaban en un comportamiento extravagante y una falta de continuidad en la accin de gobierno. A menudo sufra depresiones, durante las cuales eran sus secretarios los que llevaban el peso de la accin de gobierno. En una de ellas, en 1724, decidi abdicar en su hijo. Pero Luis I apenas reinara unos meses, pues muri en el verano a consecuencia de unas fiebres. Tras su muerte, Isabel de Farnesio consigui convencer a Felipe V de que recuperara la Corona.

Durante los aos siguientes toda la accin de gobierno se dirigi a recuperar los territorios de Italia, con el fin de otorgar coronas a los hijos habidos en su segundo matrimonio. Tras varias guerras, en las que encontr la resistencia de las principales potencias europeas, finalmente consigui el ducado de Parma, que fue entregado a Felipe, y en 1734 el reino de Npoles, al que se envi a Carlos, quien aos despus volvera a Espaa para reinar como Carlos III. Las guerras de Italia supusieron un enorme gasto, que recay sobre la an dbil economa espaola. Todos los intentos de los secretarios del rey para atender las necesidades de reforma econmica del pas quedaron en un segundo plano ante la poltica exterior Una nueva guerra, esta vez contra Inglaterra, estaba en marcha a la muerte de Felipe V, en 1746.

El reinado de Fernando VI (1746-1759) fue bien distinto. El nuevo rey apart a Isabel de Farnesio, su madrastra, y otorg su confianza a un nuevo equipo, encabezado por el marqus de la Ensenada, que se convertira durante varios aos en el autntico director de la accin de gobierno. A l se debe la firma de la paz con Inglaterra, en 1749, que otorg al pas una dcada de paz muy necesaria, y los proyectos de reforma fiscal y econmica. En realidad Ensenada comenz a proponer las medidas que aos despus defendieron los representantes del Despotismo Ilustrado: introducir reformas para aumentar la produccin, con el objetivo de aumentar la base fiscal y disponer de recursos para potenciar el ejrcito y la marina, con el fin de convertir al pas en una gran potencia.

A ese programa responde la elaboracin del llamado catastro de Ensenada, un gigantesco estudio de la situacin de pas con el objetivo de modificar el sistema de impuestos, reforma que, sin embargo, no se llegara a realizar. Tambin se debe a l el impulso dado a los astilleros, para reforzar la marina de guerra, as como el envo de expediciones cientficas y de tcnicos con el fin de conocer las tcnicas de construccin naval de otros pases.

A la muerte de Fernando VI, en 1759, su hermanastro, Carlos III, se encontraba con un pas en crecimiento y con una Hacienda relativamente saneada.

10.3. La Espaa del siglo XVIII: reformas en la organizacin del Estado. La monarqua centralista

La entronizacin de la dinasta de Borbn, tras el tratado de Utrecht, trajo consigo una serie de transformaciones polticas en el pas.

La primera de ellas es el establecimiento de un sistema poltico centralista en el nuevo pas unificado. Dicha centralizacin se concret en los Decretos de Nueva Planta, tres rdenes reales a travs de las cuales fueron abolidas las leyes, instituciones y derechos de los reinos de Aragn (1707), Valencia (1711) y Catalua (1716), conforme las tropas borbnicas conquistaban los respectivos territorios. Se eliminaron las fronteras y se introdujo el sistema legal y poltico de Castilla. El castellano, adems, se impuso como nica lengua oficial. La excepcin, curiosamente, la constituyeron las provincias vascas, Guipzcoa y Vizcaya, que mantuvieron sus fueros, conjunto de instituciones y derechos de origen medieval, gracias a haber apoyado a los Borbones en la guerra sucesoria.

La administracin del Estado se transform siguiendo el modelo francs. El sistema de consejos fue sustituido por un conjunto de cinco Secretarios de Despacho, al frente de las distintas ramas de la administracin. Slo se mantuvo el Consejo de Castilla, pero cada vez ms desprovisto de funciones. La administracin territorial se organiz en cada provincia, con un intendente del gobierno y una audiencia, sin que estuvieran claramente deslindadas sus funciones. Desde el punto de vista militar, el pas se dividi en capitanas generales.

Otra transformacin importante fue la del ejrcito. Se eliminaron los tercios, y se introdujo el regimiento como unidad bsica, al tiempo que se introduca la escala de mandos moderna: oficiales, jefes y generales. Se establecieron acuartelamientos en todo el pas, y de forma especial en los antiguos reinos aragoneses. Tambin se reform y potenci la marina de guerra, instrumento bsico para la defensa del Imperio colonial.

Otra lnea de actuacin poltica la constituye el regalismo, es decir, la reivindicacin de la autoridad de la Corona sobre la Iglesia, una poltica que enfrent a menudo a los Borbones con la Iglesia espaola y con Roma. Los reyes reclamaron e impusieron su derecho a proponer obispos para las sedes vacantes, su jurisdiccin sobre los sacerdotes en cuestiones civiles y criminales, y el cobro de rentas de aquellos obispados que permanecieran vacantes. Adems, presionaron para ir disminuyendo poco a poco los conventos y congregaciones religiosas. Esa lnea de actuacin enfrent a los secretarios con el sector ms intransigente de la Iglesia, encabezado por la Inquisicin y la Compaa de Jess.

Los primeros Borbones, Felipe V y Fernando VI (el breve reinado de Luis I en 1724 result intrascendente) apenas modificaron el sistema econmico y social. Se empez a elaborar un nuevo catastro, que permitiera conocer la base fiscal, pero no se adoptaron reformas para mejorar la produccin agraria. S se adoptaron medidas proteccionistas, como la prohibicin de importar manufacturas textiles, para apoyar la produccin nacional, o la fundacin de las primeras Reales Fbricas, manufacturas estatales para impulsar la produccin. Tambin se promovi la fundacin de Compaas de Comercio, con el objetivo de imitar el modelo que ingleses y holandeses haban establecido con xito para explotar el Imperio colonial, un intento, sin embargo, que no tendra demasiado xito.

10.4. La prctica del Despotismo Ilustrado: Carlos III

El Despotismo Ilustrado es una corriente poltica que surge a mediados del siglo XVIII, y que fue asumido por algunos de los monarcas y ministros de la poca.

Los dspotas ilustrados buscaban el fortalecimiento del Estado. Para ello, promovieron el crecimiento econmico, con el fin de aumentar la riqueza, la recaudacin de impuestos y la capacidad militar de sus respectivos pases. Como el desarrollo econmico traa consigo, de paso, una mejora de las condiciones de vida de los campesinos, pudieron presentarse como benefactores del pueblo. El lema "todo para el pueblo, pero sin el pueblo", con el que se ha querido describir al Despotismo Ilustrado y a los ministros que lo pusieron en marcha, no deja de ser un fraude: aunque promovieran reformas agrarias y educativas, el objetivo no era favorecer a las clases populares, sino a las monarquas a las que servan.

Entre los muchos ejemplos de accin poltica del Despotismo Ilustrado en Europa, destaca el promovido por los ministros de Carlos III. En realidad, ya bajo Fernando VI, algunas de las medidas del marqus de Ensenada pueden inscribirse en esa lnea. Pero fue con la llegada de Carlos al trono, en 1759, cuando los ministros reformistas se impusieron en la corte, encabezados por el secretario Esquilache. En esos primeros aos, hombres como Floridablanca, Campomanes, Olavide o Jovellanos pudieron plantear sus propuestas de reforma con el apoyo del rey.

Surgieron entonces los proyectos de reforma agraria: la colonizacin de tierras incultas, la introduccin de nuevas tcnicas de cultivo y las tmidas propuestas de limitacin de la amortizacin de tierras. Tambin se plane la reforma de los estudios universitarios, el impulso a las expediciones cientficas y la promocin de las ciencias y de las tcnicas, mediante el establecimiento de las Reales Sociedades de Amigos del Pas. Los ministros, adems, se planteaban la liberalizacin del comercio y el impulso de las Compaas de Comercio. Por ltimo, insistieron en recuperar el control del Estado sobre la Iglesia, reafirmando la poltica regalista que ya se haba aplicado en la primera mitad del siglo.

Pero el motn de Esquilache de 1766 trastoc por completo las reformas. La revuelta popular no slo provoc la cada del ministro napolitano. Carlos III, asustado por el riesgo corrido en esos das, gir bruscamente hacia posiciones mucho ms conservadoras. Desde entonces, confi alternativamente en el conde de Aranda y, sobre todo, en un Floridablanca cada vez ms reaccionario. Los proyectos de reforma agraria fueron cancelados, y las propuestas de reforma de los estudios lentamente dejadas de lado. Eso s, el motn fue aprovechado para expulsar del pas a la Compaa de Jess, con la excusa de haber participado en la revuelta. En realidad, Carlos III quiso desprenderse (como hicieron por entonces otros reyes europeos) de la orden ms militante y defensora de los privilegios eclesisticos.

El balance final del Despotismo Ilustrado fue ms bien pobre. Se abri el comercio americano a la mayor parte de los puertos peninsulares. Se colonizaron tierras incultas en Sierra Morena, y se promovieron algunas manufacturas. Pero las reformas ms profundas quedaron olvidadas, y sus defensores, como Jovellanos, apartados de la corte, cuando no perseguidos y depurados por la Inquisicin, como le ocurri a Pablo de Olavide.

Carlos III s aprovech la buena situacin fiscal que le haba dejado su hermano Fernando VI, para reiniciar la poltica belicista. Dos guerras sucesivas dejaron, en 1783, una Hacienda arruinada y, lo que es peor, el inicio de un proceso de endeudamiento galopante, mediante la emisin de los vales reales, que acabara por hundir al Estado en tiempos de su sucesor, Carlos IV.

10.5. La Espaa del siglo XVIII: la evolucin de la poltica exterior en Europa

La llegada al trono de los Borbones trastoc la poltica exterior espaola, introduciendo nuevos objetivos y alianzas. El Tratado de Utrecht, al separar los territorios italianos y de los Pases Bajos, y permitir la entrada de Inglaterra en el comercio americano, aunque fuera a pequea escala, obligaba a la monarqua a modificar sus relaciones internacionales.

Sin posesiones europeas, la defensa del Imperio americano se converta en la mxima prioridad de la poltica espaola. Adems, la recuperacin de Gibraltar y Menorca pasaron a ser objetivos nuevos. En los dos frentes, el enemigo era Inglaterra, y frente a ella el aliado natural tena que ser Francia, tanto por los propios intereses de Francia, como por razones dinsticas. Adems, si el ejrcito francs era muy superior al espaol, la armada espaola poda, sumada a la francesa, hacer frente a la flota inglesa, la ms poderosa de su poca.

No obstante, en los primeros aos la poltica de Felipe V se desvi hacia otro objetivo: la recuperacin de los territorios italianos. Fue, en parte, consecuencia del matrimonio con Isabel de Farnesio, y la obsesin de sta por conseguir tronos para sus hijos. Espaa se vio envuelta en un ciclo de quince aos de guerra, sin grandes resultados, ante la oposicin de las potencias europeas a las pretensiones espaolas.

Fue en 1733 cuando la accin exterior dio un giro brusco. Bajo los auspicios del secretario Patio, en ese ao se firm en El Escorial el primer pacto de familia, nombre que se dara a las sucesivas alianzas que, a lo largo del siglo, firmaron las coronas de Espaa y Francia. El pacto, dirigido contra Austria, permiti conseguir la conquista del reino de Npoles dos aos despus, culminando las aspiraciones de la corte espaola.

En 1739 se inici una guerra contra Inglaterra en defensa del monopolio colonial, guerra que durara ocho aos. Y en 1743 se firm el segundo pacto de familia, que oblig a Espaa a entrar en la guerra de sucesin de Austria, en apoyo de Francia

Tras el pacfico reinado de Fernando VI, que sirvi para sanear las cuentas, lleg al trono Carlos III, y con l la reanudacin de la poltica belicista. En 1762 se firm el tercer pacto de familia, una alianza ofensivo-defensiva en virtud de la cual Espaa se vio envuelta en la Guerra de los Siete Aos, contra Inglaterra, una guerra en la que trajo como resultado la entrega de Florida a los ingleses.

El tercer pacto de familia sera renovado en 1779, para sellar la entrada de Francia y Espaa en guerra contra Inglaterra en apoyo de las colonias de Norteamrica. Esta vez, la guerra, finalmente ganada por los estadounidenses, sirvi al menos para recuperar Menorca, aunque no Gibraltar, que qued definitivamente en manos britnicas.

La poltica belicista de Carlos III sirvi para endeudar al Estado a gran escala, una herencia que recibira Carlos IV y que condicionara toda su accin exterior. Sin embargo, la poltica exterior del nuevo rey quedara condicionada por un suceso mucho ms grave: el estallido de la revolucin en Francia de 1789. La revolucin rompi el pacto de familia, y acab arrastrando a la guerra contra la convencin, tras la ejecucin de Luis XVI, en 1794. Desde entonces, el gobierno de Carlos IV, con Godoy al frente, fue a la deriva, entre la alianza forzosa con los franceses contra Inglaterra, y las sucesivas derrotas, que fueron acabando con la capacidad de la armada para defender el Imperio colonial. El punto final del desastre lo pondra, en 1805, la derrota de Trafalgar, que dejaba indefenso el Imperio y a la propia monarqua.

10.7. La Ilustracin en Espaa

La de la Espaa del siglo XVIII sigui siendo una cultura de elites. La mayora de la poblacin es analfabeta, y su nica fuente de informacin es el plpito. Slo las familias ricas tenan acceso a un sistema educativo que segua sumido en el oscurantismo, la tradicin y el desconocimiento ms absoluto de las teoras cientficas y filosficas que se imponan en Europa. Los intentos de los ministros ilustrados en la segunda mitad del siglo por introducir reformas en las Universidades, especialmente representados por el proyecto de Olavide para la Universidad de Sevilla, fracasaron ante la oposicin de la Iglesia y el desinters de la Corona.

La influencia de la filosofa ilustrada en Espaa fue ms bien escasa. En la primera mitad del siglo, apenas hay inters por las nuevas ideas. Figuras como Gregorio Mayas o el padre Benito Feijoo intentaron promover el espritu crtico y el conocimiento de las nuevas ideas, pero su obra, enciclopdica en el caso de Feijoo, qued aislada y no tuvo apenas seguimiento.

A partir del reinado de Fernando VI, la necesidad de modernizar el pas oblig a intentar cambiar las cosas. Ensenada envi a Jorge Juan a conocer las nuevas tcnicas de construccin naval, y l y Antonio de Ulloa participaron en la expedicin de La Condamine que midi el grado de la Tierra en el Ecuador. Otro impulso a la ilustracin pudo haber venido a travs de las Reales Sociedades de Amigos del Pas, cuya difusin se produjo en la etapa inicial, ambiciosa, del reinado de Carlos III. Pero el aperturismo se termin bruscamente con el giro conservador de la segunda parte del reinado. Lentamente, quienes defendan las teoras ilustradas (Campomanes, Jovellanos) fueron marginados de la corte, al tiempo que la Iglesia reforzaba su posicin contraria a las innovaciones. Una tendencia que llegara al paroxismo durante el reinado de Carlos IV, tras el estallido de la Revolucin Francesa. Aunque Godoy intent recuperar a algunos de los ilustrados, apenas tuvo xito, en medio de la oposicin de los sectores ms intransigentes de la Corte.

En ese contexto, las realizaciones fueron escasas. En el campo de las ciencias, hay que destacar algunas expediciones cientficas, en las que la principal aportacin fueron los estudios sobre especies botnicas que se realizaron en Amrica, y la construccin del Observatorio Astronmico de Madrid.

En el campo de las letras, la principal generacin de autores, despus de Feijoo, es la de finales del siglo, con ensayistas como Jovellanos o Campomanes, prosistas como Jos de Cadalso, poetas como Menndez Valds y Quintana, y el dramaturgo Fernndez de Moratn.

En cuanto a la arquitectura, la primera mitad del siglo XVIII se caracteriza por la pervivencia del Barroco, con figuras como los arquitectos Jos de Ribera y Jos de Churriguera. A mediados del siglo se impone el barroco monumental y clsico que traen los maestros italianos Juvarra y Sachetti, encargados de la construccin del Palacio Real de Madrid, obra fundamental de la arquitectura dieciochesca. En el ltimo tercio del siglo, se impone el llamado estilo neoclsico, con arquitectos como Ventura Rodrguez, y obras tan representativas como la Puerta de Alcal o el Museo del Prado, inicialmente construido para ser museo de ciencias naturales.

Durante la mayor parte del siglo XVIII, la pintura espaola apenas despunt, inmersa en el academicismo y en la repeticin de modelos clsicos. El panorama cambia radicalmente con la figura de Goya, cuyo estilo personal revoluciona la pintura europea. Tras participar en la elaboracin de los cartones para tapices para la Real Fbrica en la dcada de 1780, en 1790 se convertir en el retratista de la Corte, iniciando la etapa ms esplndida de su carrera, que se prolongar hasta el estallido de la Guerra de la Independencia, en 1808.