williams utilitarismo pro y contra

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  • 7/24/2019 Williams Utilitarismo Pro y Contra

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    J. J. C. SMART

    Profesor Emrita, Universidad de Adelaida,lec tor de Fihsofla, Universidad deIm Trabe

    BERNARD WILLIAMS

    Profesar Knighibridge de Filosofa,Universidad de Cambridge

    UTILITARISMO:

    PRO Y CONTRA

    EDITORIAL TECNOSMADRID

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    Los derechos para la versin castellana de la obra

    UtiHtarianism: for and againsi.editada originariamente por Cambridge Univ. Press.

    Cambridge University Press, 1973,son propiedad de Editorial Tecnos, S. A.

    T reduccin porJESUS RODRIGUEZ MARIN

    e EDITORIAL TECNOS. S. A 1981OTJonnell, 27. Madrid-9

    ISBN: 84-309-0858-7Depsito legal: M. 343 - 1981

    Printed in Spain. Impreso en Espada por Ocariz Grficas. S. A. Hu manes (Madrid).

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    INDICE

    BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILITARISTAJ.J.C.SMART P*.

    I. Introduccin................................................................... II

    Utilitarismo del acto y utilitarismo de la reg la...................................

    17^ Utilitarismo hedonista y utilitarismo no-hedonista............................ 219. Felicidad media versus felicidad to ta l................................................. 36& Utilitarismo negativo........................................................................... 386. Correccin e incorreccin de las acciones............................................ 407. El lugar de las reglas en el utilitarismo del a c to ................................... 528. Aplicacin simple de la tcnica de la teora de juegos......................... 67$ Utilitarismo y futuro............................................................................. 7210. Utilitarismo y justicia............................................................................ 78

    UNA CRITICA DEL U TILITARISMO BERNARD WILLIAMS

    1. Introduccin......................................................................................... 872. La estructura del consecuencialismo ................................................... 933. Responsabilidad negativa: y dos ejemplos............................................ 104

    9 Dos tipos de efectos remotos................................................................ III5. Integridad.............................................................................................. 119

    ^ La bsqueda indirecta de la utilidad..................................................... 1307. Eleccin social..................................................................................... 147

    BIBLIOGRAFIA ........................................................................................... IMJ.J.C. SMART

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    BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE

    ETICA UTILITARISTA

    J. J. C. SM AR T

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    INTRODUCCION

    Escritores como J. S. MlLL, H. SlDGWiCK y G. E. MOOREprodujeron sistemas de tica normativa como resultado de re-flexiones filosficas. En los ltimos aos la tica normativa hallegado a distinguirse de la metatica, que discute la naturale-za de los conceptos ticos. Ciertamente como resultado de laprevalencia de teoras metaticas no cognotivistas, por ejemplo,las de C. L. STEVENSON 1y R. M. HAREj, la tica normativa ha

    cado en cierto descrdito en cuanto disciplina filosfica. Puestoque para las teoras no cognotivistas de la tica de nuestros prin-

    cipios ticos ltimos dependen nuestras actitudes y preferenciasltimas, los principios ticos ltimos parecen situarse dentro delcampo de la decisin personal, de la persuasin, del consejo y dela propaganda, pero no dentro del campo de la filosofa acad-mica.

    Mientras que es verdad que algunos desacuerdos ticos l-timos pueden depender simplemente de diferencias en cuantoa la preferencia ltima, y mientras que tambin desacuerdos

    no ltimos dependen de diferencias acerca de los hechos em-pricos, sobre los cuales el filsofo no est especialmente cua-lificado para juzgar, sin embargo, me parece que es importan-te evitar que el rumbo hacia la neutralidad de la filosofanos lleve demasiado lejos. El filsofo metatico puede olvidardemasiado pronto que el pensar tico ordinario se enturbiafrecuentemente, o incluso se mezcla con asunciones metafsi-cas cuestionables. A la clara luz del anlisis filosfico algunos

    sistemas ticos pueden muy bien llegar a parecer menos atrac-tivos, Ms an, incluso si pudiera reducirse el desacuerdo*1

    1Elhics and Language (Yale Univcrsity Press. New Haven. 1944). Haytrad. castellana: Etica y Lenguaje.Paids. Buenos Aires.

    1 The Language o f Moris (Oxford University Press. London. 1952).

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    acerca de las preferencias morales ltimas, no es pequea ta

    rea la de presentar uno u otro de los sistemas ticos resultantes de una forma lcida y consistente, y en una va tal quemuestre cmo pueden evitarse las objecipnes comunes, y a menudo especficas, que se les pueden plantear.

    Ser mi objeto en el presente estudio establecer un sistematico que est libre de las connotaciones tradicional y teolgica. Ese es el tipo de utilitarismo que R. B. Br a n d t ha llamado utilitarismo del acto }. Hablando de una manera amplia,

    utilitarismo del acto es la concepcin segn la cual la correccin o incorreccin de una accin depende slo de la bondado maldad total de sus consecuencias, esto es, del efecto de laaccin sobre el bienestar de todos los seres humanos (o quizde todos los seres sensibles). La exposicin mejor sustentadadel utilitarismo del acto es, pienso, la de Si d g w i c k en suMelhods o f Eihics (Mtodos de ia Etica)*, pero Si d g w i c k lositu dentro de la estructura de una metatica cognotivista

    que supona que los ltimos principios autoutilitaristas seranconocidos como verdaderos mediante algn tipo de intuicinintelectual. Rechazo la metatica de Si d g w i c k por razonesfamiliares, y para el propsito de este estudio asumir la verdad de algn anlisis metatico no-cognotivista como el de

    Language o f Moris (El lenguaje de la Moral)de HARE, o posiblemente el de D. H. Mo n r o en su Empiricism and Ethics1(Empirismo r Etica). (La teora de Mo n r o se clasificara quiz ms como subjetivista que como no-cognotivista. Sin embargo, me inclino a pensar que en el estado presente de lateora lingstica no es posible trazar una distincin neta entreestos dos tipos de teora1**456. Para nuestros propsitos presentesla distincin no es importante, porque los dos tipos de teoraimplican que los ltimos principios ticos de un hombre de

    penden de sus actitudes o sentimientos.) Al adoptar una me-

    12 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILITARISTA

    1Ver R. B. Br a n d t .Ethical Theory(Prenlice-Hall, Englewood Clifls, NewJersey. 1959), p. 380. Br a n d t distingue el utilitarismo del acto del utilitarismo de la regla.

    4 H. Si d g w i c k ,Methods o f Ethics,7* ed. (Macmillan. London, 1962).5D. H, Mo n r o . Empiricism and Ethics (Cambridge University Press, Lon

    don. 1967).* Ver mi recensin del libro de Mo n r o en Philosophical Review78 (1969),

    pp. 259-261.

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    INTRODUCCION 13

    tatica tal, naturalmente, renuncio al intento de probar el sistema acto-utilitarista. Me ocupar de establecerlo en una forma en la que pueda aparecer persuasivo para ciertas personasy mostrar cmo puede ser defendido contra muchas de las ob

    jeciones que son frecuentemente esgrimidas contra el utilita

    rismo. No obstante, me gustara indicar mi opinin de que laeleccin de sistemas de tica normativa conceptualmente claros y emocionalmente atractivos que puedan ser alternativos aaqul no es tan amplio como algunas veces se ha pensado.

    En primer lugar, B. H. M e d l i n 7 ha argido que es impo

    sible establecer el egosmo tico sin confusin o incluso sinun tipo de inconsistencia pragmtica. En segundo lugar, algunos sistemas ticos muy difundidos dependen parcialmente de

    premisas metaticas, y por tanto pueden ser socavados por lacrtica filosfica de estas bases metafsicas. Yo mismo estoypreparado para argumentar que ese es el caso con respecto alas llamadas ticas 'iusnaturalistas', que dependen de una metafsica quasiaristotlica. En tercer lugar, cualquier sistema de

    tica deontolgica, esto es, cualquier sistema que no apele alas consecuencias de nuestras acciones, pero que apele a laconformidad con ciertas reglas de deber, est abierto a un tipode objecin persuasiva que puede muy bien ser considerado

    como convincente por aquellas personas que tienen presenteel bienestar de la humanidad. Puesto que si bien, concebible

    mente, en la mayor parte de los casos los dictados de una tica deontolgica pueden coincidir con los del bienestar huma

    no y los de una tica acto-utilitarista, debe de haber algunos casosposibles en los que los dictados del sistema chocan con los delbienestar humano, en los que efectivamente los principiosdeontolgicos prescriben acciones que conducen a una miseria humana evitable. En la mayor parte de las formas atractivas de tica deontolgica el conflicto con el utilitarismo esten las consecuencias de algn principio de 'justicia' o 'equidad'. Retomar sobre este tema ms tarde **. En otros casos,

    sin embargo, el conflicto puede ser encontrado en algn tipode confusin, quiz incluso en algn tipo de 'regla ritual' su-

    Ultmate principies and ethical egoism, Australasian Journal o f Philo-sophyiS(1957), III-18.

    Ver pp. 78-83.

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    14 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UT ILITAR ISTA

    pcrsliciosa. Hay prima facie una necesidad para el dcontolo-

    gisla de defenderse a s mismo contra el cargo de crueldad, ensu aparentemente abstracto preferir la conformidad a una regla a la prevencin del sufrimiento humano evitable. Naturalmente algunos dconlologistas pueden pretender que. aunquees lgicamente posible que sus principios puedan chocar conlos utilitaristas, de hecho tal conflicto no ocurrira nunca. Parece que si tal sistema dcontolgico existe, el utilitarista nonecesita preocuparse de defenderse contra l, puesto que sus

    consecuencias prcticas no diferiran de las del utilitarismo.Sin embargo, todos los sistemas deontolgicos que conozcoparecen diferenciarse del utilitarismo no slo en la teora, sinotambin en la prctica.

    Una objecin 'persuasiva tal se le puede hacer al deonto-logismo simplemente porquehemos asumido la verdad de unametatica no-cognotivista (o posiblemente, subjetivista). Uncognotivista en metatica del tipo de Sir David R oss9 resisti

    ra una apelacin tal al sentimiento diciendo que nos guste ono sus principios deontolgicos pueden ser vistoscomo verdaderos. El que tales principios puedan chocar algunas vecescon la felicidad o el bienestar humano puede parecerle unasunto ms sentimental que filosfico. Pero si separamos lametatica cognotivista de la teora de ROSS, entonces su deon-tologismo puede llegar a parecer artificial y quizs afectadopor algn tipo de regla ritual. Por ejemplo, la obligacin de

    cumplir las promesas parece ser demasiado artificial, depender mucho de convenciones sociales humanas, convertir el deber en un principio ltimo. Por otro lado es, como veremos,ms duro construir argumentos persuasivos contra un deonto-logismo restringido que suplemenlar el principio utilitaristamediante principios relacionados con la justicia abstracta y ladistribucin equitativa. Sin embargo, no voy a intentar mos

    trar que el utilitarista no puede tener rivales filosficamente

    inteligentes, sino que meramente intentar sugerir que es msdifcil de lo que comnmente se cree producir sistemas de tica deontolgicos inteligentes y aceptables, y que el rasgo de 9

    9 Sir David Ross, Foundations ofEihics (Oxford Universily Press, London,1939). Hay trad. cast.: Fundamentos de Etica (Eudeba, Buenos Aires, 1972).

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    INTRODUCCION 15

    ellos probablemente no es tan amplio como para abarcar algunos de los ms conocidos, como el de Sir David Ross.

    AI establecer un sistema de tica normativa el utilitaristadebe apelar a algunas actitudes ltimas que establece en comn con aquellas personas a las que l mismo se dirige. Elsentimiento al que apela es el de benevolencia generalizada,esto es, la disposicin para buscar la felicidad, o en cualquiercaso, en un sentido u otro, las buenas consecuencias para todala humanidad, o quiz para todos los seres vivientes. Su auditorio puede no estar de acuerdo inicialmente con la posicinutilitarista. Por ejemplo, pueden tener propensin a obedecerlas reglas del sistema moral tradicional en el que han sidoadoctrinados en su juventud. En todo caso, el utilitarista tendr alguna esperanza de persuadir a su auditorio para que estde acuerdo con su sistema de tica normativa. Como utilitarista puede apelar al sentimiento de benevolencia generalizada, que seguramente est presente en cualquier grupo con el

    que sea provechoso discutir cuestiones ticas. Puede ser capazde convencer a algunas personas de que su disposicin previa

    a aceptar principios no utilitaristas era debida a confusionesconceptuales. No ser capaz de convencer a todo el mundosin duda, pero el que el utilitarismo no sea aceptado por todoel mundo, o incluso por todas las personas inteligentes filosficamente, no es en si mismo una objecin contra l. Puedeocurrir muy bien que no haya ningn sistema tico que apelea todo el mundo, o incluso a la misma persona de modos diferentes. Volver sobre este tema ms tarde ,0. As pues, hastacierto punto, intentar presentar un Si d g w i c k modernizado.Los axiomas del utilitarismo ya no son datos de la intuicinintelectual, sino expresiones de nuestras actitudes o sentimientos ltimos. No obstante, las deducciones a partir de estos axiomas siguen el mismo camino en gran medida. En unanota polmica al comentar la primera edicin de esta monografa, Charles LANDESMAN sugiri 11 que en cuanto no cog-notivista yo no estaba titulado para hablar acerca de las consecuencias lgicas de principios ticos. Sin embargo, no me1011

    10Ver pp. 82-83.11A note on act utilitarismo, PhilosophicalReview73 (1964) 243-247.

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    parece claro que eso sea una dificultad insuperable. Por ejem

    plo, R. M. Ha r 12 y otros han construido teoras de relaciones lgicas entre sentencias imperativas, e incluso meras expresiones de actitudes pueden ser calificadas de consistentes oinconsistentes unas con relacin a otras.

    As abajo las serpientes es consistente con Abajo losreptiles e inconsistente con Viva los reptiles. Ciertamenteno hay ninguna razn por la que un no-cognotivista rehusarallamar a las sentencias ticas verdaderas o falsas. Puede

    decir Smith es bueno1 es verdadero si y slo si Smith esbueno. Puede incluso decir cosas como Algunos dichos ticos de Buda son verdaderos, dando a entender as que estarade acuerdo con alguna de las actitudes expresadas en los dichos de Buda, aunque no diga e incluso pueda no saber culesson. Debo conceder, sin embargo, que hay dificultades (atestiguadas por el estara de la sentencia anterior) para dar unasemntica propia sobre estas lneas. La semntica para el

    modo potencial (de estara) nos llevara a hablar sobre losmundos posibles, que son entidades dudosas. Consideremos denuevo una sentencia como Si llueve la accin de Smith escorrecta. Un no-cognotivista la interpretara quiz como expresando aprobacin a la accin de Smith en un mundo posible en el que est lloviendo. Sin embargo, la tica, sea cogno-tivista o no, probablemente necesita la nocin de un mundoposible IJ, dudoso o no, puesto que se refiere a acciones'alter-

    nativas posibles, y as, a este respecto, el no-cognotivista realmente no puede estar peor que el cognotivista. En cualquiercaso, voy a asumir en esta monografa que existen unas teoras no-cognotivistas de metatica adecuadas. *11

    11The Language o f Moris.11 Ver R. Mo n t a g u e , Logical necessity, physical necessity, ethics, and

    quantifiers,Inquiry3( 1960) 259-263.

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    UTILITARISMO DEL ACTOY UTILITARISMO DE LA REGLA

    El sistema de tica normativa que pretendo defender aques, como he dicho antes, utilitarismo del acto. El utilitarismodel acto ha de ser contrastado con el utilitarismo de la .cela.El utilitarismo del acto es la concepcin de que la correcin oincorreccin de una accin ha de ser juzgada por las consecuencias. buenas o malas, de la accin misma. El utilitarismode la regla es la concepcin de que la correccin o incorrec

    cin de una accin ha de ser juzgada por la bondad y maldadde las consecuencias de una regla, segn la cual cualquieraejecutara la accin en circunstancias semejantes. Hay dossubvariedades de utilitarismo de la regla segn que regla seconstruya aqu como regla actual o como regla posible.

    En el primer caso nos encontramos con una concepcin comola de S. E. T o u l m in 14 y en el segundo con una concepcincomo la de Ka n t 14i5. Esto ltimo en el caso de que sea permi

    sible interpretar el principio kantiano Obra slo de acuerdocon aquella mxima de la que al mismo tiempo puedas querer que llegue a ser ley universal como Obra slo de acuerdo con aquella mxima que t como humano y persona benevolente querras ver establecida como ley universal. Naturalmente Ka n t impugnara esta apelacin al sentimiento humano. pero parece necesaria para interpretar su doctrina de unamanera plausible. Una versin sutil del tipo kantiano de utili-

    14An Examinatian o f the Place ofReason in Ethics(Cambridge UniversityPress, London, 19S0). Hay trad. cast.: El puesto de la razn en la Etica(Revista de Occidente. Madrid, 1964).

    15Immanuel Ka n t , Grmindwork p the Metaphvsic o f Moris.Traducido alingls en The Moral Law. por H. J. Pa t n (Hutchinson, London. 1948). Haytrad. cast.: Cimentacin para la metafsica de las costumbres (Aguilar, Madrid,1961).

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    tarismo de la regla ha sido presentada por R. F. Ha r r o d en

    su Utilitarianism Revised (Utilitarismo revisado),6.He argumentado en otra parte *17 las objeciones al utilita

    rismo de la regla en cuanto comparado con el utilitarismo delacto l8*. En suma se reducen a la acusacin de regla ritual,9: elutilitarista de la regla aboga presumiblemente por su principio

    porque en ltimo extremo se refiere a la felicidad humana:entonces por qu aboga de forma permanente por una regla,cuando sabe que en el caso presente no ser lo ms beneficio

    so atenerse a ella? La respuesta de que en la mayora de loscasos atenerse a la regla es lo ms beneficioso parece irrelevante y tambin lo parece responder que sera mejor que todoel mundo se atuviera a la regla que nadie lo hiciera. Eso essuponer que la nica alternativa para todo el mundo haceA es nadie hace A. Pero claramente tenemos la posibilidad algunas personas hacen A y algunas otras no. De donde

    rechazar el incumplimiento de una regla generalmente benfi

    ca en aquellos casos en los que no es ms beneficioso obedecerla parece irracional y un ejemplo de regla ritual.

    El tipo de utilitarismo que defender, por tanto, ser utilitarismo del acto, y no utilitarismo de la regla.

    David Ly o n s ha argumentado recientemente que el utilitarismo de la regla (por el cual, pienso, entiende el tipo deutilitarismo de la regla que he llamado kantiano) colapsa enutilitarismo del acto20. Sus razones son, de forma resumida.

    18 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILITARISTA

    Mind45 (1936), pp. 137-156.17En mi articulo Extreme and rcstricied utilitarianism. Philosophical

    Quarterly6(1956), pp. 344-354. Esta versin contiene serios errores y puede encontrarse una versin mejorada del artculo en Philippa Fo o t (ed.), Theories o fEthics(Oxford University Press, London. 1967). Hay trad. cast.: Teoras sobre Iatica (Fondo de Cultura Econmica. Mjico, 1974), o en Michacl D. Ba y l e s (ed.), Contemporary Utilitarianism, Doubieday, New York, 1968. En este artculo us los trminos extremo y restringido en vez de los trminos msacertados de Br a n d t del acto y de la regla, que prefiero ahora.

    Para otra discusin de lo que en efecto es el mismo problema ver el excelente articulo de A. K. St o u t ,But suppose everyone did thc same, Australa-sian Journal o fPhilosophy32 (1954),p. 129 .

    Sobre la regia ritual ver I. M. Cr o m b ie . Social dockwork and utilitarianmorality, en D. M. Ma c i c i n n o n (ed.). Christian Faith and Communist Faith(Macmillan, London, 1953). Verp. 120.

    David Ly o n s . The Forms and Limits o f Utilitarianism, (Oxford University Press. London. 1965). Consideraciones muy semejantes han sido propuestas

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    UTILITARISMO DEL ACTO Y DE LA REGLA 19

    como sigue. Supongamos que una excepcin a una regla R

    produce las mejores consecuencias posibles. Entonces es evidente que la regla R ser modificada de modo que tome encuenta esa excepcin. As obtenemos una nueva regla de laforma Haz R excepto en las circunstancias del tipo C. Estoes, todo lo que conducira al utilitarista del acto a incumplirla regla conducira al utilitarista de la regla kantiano a modificar la regla. As un utilitarismo de la regla adecuado sera ex-tensionalmente equivalente al utilitarismo del acto.

    Ly o n s est particularmente interesado en lo que l llamaefectos de umbral (threshold efeets). Frecuentemente haparecido constituir una dificultad para el utilitarismo de la regia la existencia de reglas como no pise el csped o nodeje de votar en las elecciones. En esos casos parecera beneficioso que algunas personas, aunque no demasiadas, incumplan la regla. LYONS apunta que podemos distinguir la accin

    de hacer algo (p. ej., pisar el csped) despus de que un eleva

    do nmero nde otras personas lo haya hecho, de la accin dehacerlo cuando pocas o ninguna persona lo ha hecho. Cuando

    estas circunstancias externas estn inscritas en la regla. LYONSestablece que tal regla llegar a imponer las mismas acciones

    que impondra el principio acto-utilitarista. Sin embargo, parece haber un tipo de caso interesante que requiere un tratamiento algo diferente. Es el tipo de caso en el que algunas

    personas (no demasiadas) deben ejecutar la accin X, pero

    cada persona debe planificar su accin en la ignorancia de loque hacen las otras personas. Esto es, lo que A hace dependede lo que hace B, y lo que hace B depende de lo que hace A.Situaciones que tienen este, tipo de circularidad sern discutidas ms adelante, pp. 67-71.

    Me inclino a pensar que un utilitarismo de la regla adecuado no slo seria extensionalmente equivalente al principio

    acto-utilitarista (esto es, impondra el mismo conjunto de ac

    ciones que l) sino que consistira de hecho en una sola regla,la acto-utilitarista: maximiza el beneficio probable. Esto es

    por R. M. Ha r en Freedom and Reason. (Oxford Universiiy Press. London.1963). pp. 131-136, y R. B. Br a n d t , Toward a credible form of utilitaria-nism. en Ca s t a e d a y G. Na k h n i k i a n , Aorality and the Language o f Con-duct(Waync State University Press, Detroit. 1963), pp. 119-123.

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    as porque cualquier regla que pueda ser formulada debe ser

    capaz de hacer frente a un nmero indefinido de tipos de contingencia imprevistos. Por tanto, ninguna regla que sea unaforma abreviada de la acto-utilitarista, puede ser consideradacon seguridad como exlensional mente equivalente al principio acto-utilitarista a menos que sea ese mismo principio. En

    consecuencia sugiero que el tipo de consideracin de LYONSpuede ser llevado an ms lejos, y que el utilitarismo de la regla del tipo kantiano debe colapsar en utilitarismo del acto in

    cluso de manera estricta: debe convertirse en un utilitarismode la regla con una sola regla que es idntico al utilitarismodel acto. En cualquier caso, sea esto correcto o no, esta monografa se refiere a la defensa del utilitarismo del acto, y no a ladel utilitarismo de la regla (suponiendo que haya formas viables de utilitarismo de la regla que puedan distinguirse delutilitarismo del acto. (Ly o n s mismo rechaza el utilitarismo.)

    2 0 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILITARISTA

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    UTILITARISMO HEDONISTAY UTILITARISMO NO-HEDONISTA

    Un utilitarista del acto juzga la correccin o incorreccinde las acciones por la bondad y maldad de sus consecuencias.

    Pero ha de juzgar la bondad y maldad de una accin nicamente por su agradabilidad y desagradabilidad? Be n t h a m que pensaba que siendo igual la cantidad de placer, la experiencia de jugar al billar era tan buena como la de leer poesa,sera clasificado como un utilitarista del acto hedonista. MOO-RE , que crea que algunos estados mentales, como el de adquirir conocimiento, tenan valor intrnseco independiente de

    su agradabilidad, puede ser llamado un utilitarista ideal. Mil l pareca ocupar una posicin intermedia , Estableci que hayplaceres ms altos y ms bajos. Lo cual parece implicar que elplacer es una condicin para la bondad, pero que tal bondaddepende de otras cualidades de experiencia adems de la agradabilidad y desagradabilidad. Propongo llamar a MILL un utilitarista quasi ideal. Para Mil l . la agradabilidad funcionacomo la x en^el producto algebraico x x y x z. Si x = 0, elproducto es cero. Para MOORE la agradabilidad funciona mscomo x en (x + 1) xy xz. Si x = 0 el producto no necesita ser

    cero. Naturalmente esto es slo una analoga muy amplia.En lo que Be n t h a m , Mil l y Mo o r e estn todos de acuer-*lo

    11El trabajo tico ms importante de Jeremy Be n t h a m es An introductionlo the Principies of Moris and Legislalion, en A Fragment on Governement

    and an mroduclion lo the Principies o f Moris and Legislalion. ed. WilfridHarrison (Blackwcll. Oxford, 1948). Para la nota sobre la poesa y el billar, verBe n t h a m . Works(Tait, Edinburgh, 1843), vol. 2, pp. 253-254.

    31G. E. Mo o r e . Principia ethica (Cambridge University Press, London.1962). Hay trad. cast.: Principia Ethica (U. N. A. M., Mxico, 1959).

    31J. S. M il l , Vtiiiiarianism, ed. Mary Wamock (Collins. London, 1962).Hay trad. cast.: Utilitarismo, Aguilar, Madrid. 1960.

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    do es en que la correccin de una accin ha de ser juzgada

    nicamente por sus consecuencias, estados de cosas produci

    das por la accin. Naturalmente habremos de ser cuidadososaqu para no construir estados de cosas tan ampliamenteque cualquier doctrina tica llegue a ser utilitarista. Puestoque si lo hiciramos as no estaramos diciendo nada en absoluto al abogar por el utilitarismo. Si, por ejemplo, aceptamosel estado de haber cumplido una promesa, entonces undeontologista que dijera que deberamos cumplir las promesassimplemente porque son promesas sera un utilitarista. Y nodeseamos aceptar esto.

    Segn el tipo de tica no-cognotivista (o subjetivista) quevoy a asumir, la funcin de las palabras debe y bueno esprimariamente expresar aprobacin, o, en otras palabras,recomendar. Con debe recomendamos acciones. Con bueno podemos recomendar todo tipo de cosas, pero aqu mereferir a bueno en cuanto usado para recomendar estadosde cosas o consecuencias de acciones. Supongamos que conociramos con certeza las consecuencias totales de dos accionesalternativas A y B, y supongamos que A y B son las nicasacciones posibles para nosotros. Entonces al decidir si debehacer A o B, el utilitarista del acto preguntara si las consecuencias totales de A son mejores que las de B, o viceversa, osi las consecuencias totales son iguales. Esto es, recomienda Aantes que B si piensa que las consecuencias totales de A son

    mejores que las de B. Pero decir mejor es ello mismo recomendar. As el utilitarista del acto ha de hacer una evaluacino recomendacin doble. En primer lugar ha de evaluar lasconsecuencias; despus, sobre la base de esta evaluacin deconsecuencias ha de evaluar las acciones A y B que conduciran a esos dos conjuntos de consecuencias. Es fcil dejar denotar que esta segunda evaluacin es necesaria, pero podemosver que lo es si recordamos el hecho siguiente: el que un no-

    utilitarista, como un filsofo del tipo de Sir David Ross, puedeestar de acuerdo con nosotros en la evaluacin de los mritosde los conjuntos totales de consecuencias de las acciones A yB y, sin embargo, en desacuerdo con nosotros sobre si debemos hacer A o B. Puede estar de acuerdo con nosotros en laevaluacin de las consecuencias totales pero en desacuerdo

    22 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILITARISTA

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    UTILITARISMO HEDONISTA Y NO-HEDONISTA 23

    con nosotros en la evaluacin de acciones posibles. Puede decir Las consecuencias totales de A son mejores que las con

    secuencias totales de B, pero sera injustohacer A, puesto queusted prometi hacer B.

    En este estudio me refiero principalmente al segundo tipode evaluacin: la evaluacin de acciones. El utilitarista sedirige a las personas que estn de acuerdo con l eri cuanto aqu consecuencias son buenas, pero en desacuerdo con l encuanto al principio segn el cual lo que debemos hacer es loque produce las mejores consecuencias. Por una razn, que

    aparecer dentro de poco, la diferencia entre el utilitarismoideal y hedonista en la mayor parte de los casos no conducirusualmente a un desacuerdo serio sobre lo que debe ser hechoen la prctica. En esta seccin, sin embargo, deseo aclarar elfundamento diciendo algo sobre el primer tipo de evaluacin,la evaluacin de consecuencias. Precisamente respecto a estaevaluacin difieren Be n t h a m , M i l l y MOORE uno de otro.

    Consideremos la afirmacin de M i l l de que es mejor ser

    u n Scrates insatisfecho que un tonto satisfecho24. M i l l establece que el placer no ha de ser nuestro nico criteriopara evaluar onsccuencias: el estado mental de Scrates puede ser menos agradable que el del tonto pero, segn M i l l , Scrates sera ms feliz que el tonto.

    'Es necesario observar, ante todo, que un utilitarista puramente hedonista, como Be n t h a m , puede estar de acuerdocon M i l l en preferir las experiencias de los filsofos descon

    tentos a las de los tontos contentos. Su preferencia por el estado mental del filsofo, sin embargo, no sera intrnseca. Diraque el filsofo descontento es un agente til en la sociedad yque la existencia de Scrates es responsable de la mejora degran parte de la humanidad. Consideremos dos hermanos.Uno puede ser de un temperamento dcil y pacfico: puedellevar una vida totalmente satisfecho y sin ambiciones, disfrutando enormemente. El otro hermano puede ser ambicioso, 14

    14 Utilitarianism,p. 9 (p. 34 de la traduccin al castellano citada). El problema del sabio infeliz y el tonto infeliz est inteligentemente planteado en Histoi-re dun bon Bramin de Vo l t a ir e . Choix de Contes.editado con introduccin ynotas por F. C. O r e e n (Cambridge University Press. London, 1951), pp.245-247.

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    puede forzar sus facultades al mximo, puede luchar por elxito cientfico y los honores acadmicos, y puede inventar

    algo, o descubrir algn remedio para alguna enfermedad opara mejorar la agricultura, que capacitar a innumerableshombres de temperamento pacfico para llevar una vida satis-fecha, mientras que de otra manera habran sido frustrados

    por la miseria, la enfermedad o el hambre. O puede que lapersona mencionada consiga algn avance en ciencia puraque tendr ms tarde aplicaciones prcticas beneficiosas. O,tambin, puede escribir poesa que deleitar las horas de ocio

    y estimular los cerebros de los cientficos o de los hom-bres prcticos, conduciendo indirectamente de esa manera aun perfeccionamiento de la sociedad. Es decir, los place-

    res de la poesa o de las matemticas pueden ser extrnseca-mente vlidos de un modo que los placeres del juego del bi-llar o del bao de sol puede que no lo sean. Aunque el poetao el matemtico pueden estar descontentos, la sociedad como

    un todo puede estar ms satisfecha con su presencia.

    Adems, un hombre que disfruta jugando al billar even-tualmente puede llegar a aburrirse con ello, mientras que elhombre que disfruta con la poesa puede retener este inters alo largo de toda su vida. Por otra parte la lectura de poesa

    puede desarrollar la imaginacin y la sensibilidad, y asi, comoresultado de su inters en la poesia, un hombre puede ser ca-

    paz de hacer ms por la felicidad de otros que si hubiera juga-do al billar y hubiera dejado deteriorarse su cerebro. En suma,

    tanto para el hombre inmediatamente implicado como paraotros, los placeres de la poesa son, para usar el trmino deBe n t h a m , msfecundosque los del billar.

    Quiz, entonces, nuestra preferencia por la poesa sobre elbillar no es de valor intrnseco, sino que es slo de valor ex-trnseco. Quiz estrictamente en si mismo y en un momento

    particular, una oveja satisfecha es tan buena como un filsofosatisfecho. Sin embargo, es difcil estar de acuerdo con eso. Si

    lo hiciramos tendramos que estar de acuerdo con que la po-blacin humana debera idealmente ser reducida con mtodosanticonceptivos y la poblacin de ovejas correspondientemen-te incrementada. Quiz precisamente se deberan suprimir

    tantos humanos como innumerables millones de plcidas ove-

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    jas pudieran mantenerse en una satisfecha ociosidad y libresde la depredacin de animales feroces. Dnde pararemos?

    Puede ser que nos hayamos equivocado al hablar de placerentendido tan slo como satisfaccin. La satisfaccin consisteen forma amplia en una relativa ausencia de deseos insatisfechos; el placer es quizs algo ms positivo y consiste en unbalance entre ausencia de deseos insatisfechos y presencia dedeseos satisfechos. Podemos marcar la diferencia de esta manera: la inconsciencia pura sera un caso lmite de satisfec-cin; pero no de placer. Una piedra no tiene deseos insatisfe

    chos, sino que precisamente no tiene deseos. No obstante, estaconsideracin no resolver el desacuerdo entre Be n t h a m yMil l . Sin duda, un perro tiene un deseo de descubrir ratas,

    tan intenso como el filsofo lo tiene de descubrir los misteriosdel universo. MlLL deseara decir que los placeres del filsofoson ms vlidos intrnsecamente que los de los perros, sin importar lo intensos que puedan ser los ltimos.

    Aparece, entonces, que muchos de nosotros podemos teneruna preferencia no slo por el goce como tal, sino por ciertostipos de goce. Y esto vale para muchos de los lectores humanos y benefactores a los que me dirijo. Sospecho que ellostambin tienen una preferencia intrnseca por placeres mscomplejos e intelectuales. No es sorprendente. No debemosinfravalorar la simple fuerza bruta de un ser humano duro y

    bien adaptado: para cualquier nivel medio el hombre es unanimal grande y fuerte. Si el hombre no fuera una especie queha estado inclinada ante todo a pensar y luchar, no seramoslo que somos hoy. No es sorprendente que el hombre tengaun fuerte inters por la inteligencia y la complejidad, y queeso se incremente en el futuro. Quizs algunas personas pue

    dan pensar que mis notas aqu son demasiado optimistas a lavista de la aficin de mucha gente por las diversiones de bajogrado, tales como ciertos programas populares de televisin.Pero incluso el teleadicto ms vido disfruta probablementeresolviendo problemas prcticos relacionados con su automvil, su mobiliario, o su jardn. Por poco intelectual que sea,ciertamente le parecera mal la sugestin de que debera cam

    biarse, si ello fuera posible, con un oveja satisfecha, o inclusocon un perro feliz y lleno de vida. No obstante, cuando todo

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    est dicho y hecho, no debemos ocultar el que los desacuerdosen la actitud ltima son posibles entre aquellos que comoMil l tienen una preferencia intrnseca por los placeres msaltos, y los que como Be n t h a m no la tienen. Sin embargo,es posible que dos personas estn en desacuerdo sobre finesltimos, y, sin embargo, estn de acuerdo acerca de lo quedebe hacerse en la prctica. Vale la pena preguntarse hastaqu punto la tica prctica ha de ser afectada por la posibilidad de desacuerdo en tomo a la cuestin de Scrates insatisfecho versusel tonto satisfecho.

    No mucho, se podra decir en principio. Ya anotamosque los placeres ms complejos e intelectuales son tambinlos ms fecundos. La poesa eleva la mente, le hace a uno mssensitivo, y armoniza con varios propsitos intelectuales, algunos de los cuales tienen valor prctico. Disfrutar con las matemticas es an ms obviamente, en la lnea de Be n t h a m ,un placer valioso, puesto que del progreso de la matemtica

    depende el progreso de la humanidad. Incluso el escoliarcams hedonista preferira ver a sus hijos disfrutando de la poe

    sa y la matemtica antes que descuidando tales artes por elplacer de jugar a las canicas o de comer dulces. Ciertamentemuchos de los placeres embrutecedores no slo carecen de fecundidad sino que son actualmente el reverso de lo fecundo.Disfrutar de la comida demasiado es acabar gordo, enfermo ysin entusiasmo o sin vigor. Disfrutar demasiado de la bebida

    es an peor. En la mayor parte de las circunstancias de lavida ordinaria el hedonista puro estar de acuerdo en sus recomendaciones prcticas con el utilitarista quasi ideal.

    Esto no necesita ser as siempre. Hace algunos aos dospsiclogos, O l d s y M il n e r , llevaron a cabo algunos experimentos con ratas25. Insertaron a travs del crneo de cada

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    MJames O l d s y Pcter M il n e r , Positive reinforcemcnt produccd by elcc-

    trical stimulation of the sepial area and other regions of the ral brain,Journal o f Comparative and Physiological Psichology47 (1954), pp. 419-427.James O l d s , A prcliminary mapping of clectrical reinforcing efTect in the ratbrain, ibid.49 (1956), pp. 281-285.1. J. Go o dha utilizado tambin estos resultados de O l d s y Mil n e r para discutir el hedonismo tico. Ver su A problcm forthe hedonist, en 1. J. Go o d(ed.), The Sclentist Speculaies (Heinemann, Lon-don, 1962). Go o dtoma la posibilidad de este tipo de cosa para proporcionar unareductio ab absurdumdel hedonismo.

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    rata un electrodo. Estos electrodos penetraron hasta varias regiones del cerebro. En el caso de algunas de estas regiones las

    ratas mostraron una conducta caracterstica de placer cuandose pasaba una corriente desde el electrodo, en otros casos lasratas parecieron mostrar penas y en otros el estmulo parecineutral. Se demostr que un estmulo provocaba placer por elhecho de que la rata poda aprender a producir por s mismael paso de la corriente apretando una palanca, descuidara elalimento, se ira derecha a esa palanca y comenzara a estimularse a si misma. En algunos casos se sentara all presio

    nando la palanca cada pocos segundos por hora hasta el fin.Esto evoca un simptico cuadro del voluptuoso del Futuro, unhombre calvo con numerosos electrodos sobresaliendo de sucrneo, uno para dar el placer fsico del sexo, otro para el delcomer, otro para el de la bebida, etc. Ahora bien, es ste eltipo de vida en el que culminara toda nuestra planificacintica? Un trabajo de pocas horas a la semana, Factoras automticas, comodidad y ausencia de enFermedades, y pasar las

    horas junto a un interruptor electrificndose continuamentevarias regiones del cerebro? Seguramente no. Uno no puedeevitar el deseo de decir que el hombre Fue hecho para cosasms altas, aun cuando sepa que los hombres no se hicieron

    para nada, sino que son el producto de una evolucin mediante seleccin natural.

    Puede decirse que la objecin a una estimulacin sensualcontinua del tipo anterior es que aunque Fuera agradable en si

    misma no sera fecunda para placeres Futuros. As ocurre amenudo con los placeres sensibles ordinarios. La indulgenciaexcesiva con los placeres del sexo posiblemente puede tenerun efecto debilitante y quiz puede interferir con los senti

    mientos ms profundos del amor romntico. Pero tanto el quela estimulacin por el mtodo de los electrodos pudiera tenerese efecto debilitante como el que pudiera perjudicar la posi

    bilidad de placeres futuros de otro tipo es otra cuestin. Por

    ejemplo, no habra excesiva secrecin de hormonas. El mecanismo bioqumico en su conjunto sera, casi literalmente, cor-tocircuilado. Sin embargo, tal vez una persona que se estimulara a s misma por el mtodo de los electrodos lo encontraratan agradable que descuidara todos sus otros propsitos. Qui

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    z si todo el mundo llegara a ser un operador de electrodos lagente perdera su inters por todo lo dems y la raza humana

    se extinguira.Supongamos, sin embargo, que los hechos se producen de

    otra manera: que un hombre pudiera (y quisiera) hacer suparte total de trabajo en la oficina o la fbrica y volviera porla tarde para satisfacerse unas pocas horas accionando loselectrodos, sin efectos perniciosos posteriores. Sera su mayorplacer, y sera un placer tan grande intrnsecamente y tan fcilmente repetible que su falta de fecundidad no importara.Realmente quiz en ese tiempo las artes humanas, tales comola medicina, la ingeniera, la agricultura y la arquitectura ha

    bran sido llevadas a un grado de perfeccin suficiente paraposibilitar a la mayor parte de la raza humana el pasar casitodo su tiempo operando los electrodos, sin los correspon

    dientes sufrimientos por hambre, enfermedad y miseria. Seraste un estado social satisfactorio? Sepa ste el milenio haciael que nos estamos afanando? Seguramente el hedonista purotendra que decir que s.

    Es ahora el momento de que echemos otra mirada al concepto de felicidad. Deberamos decir que el operador de electrodos es realmente feliz? Esta es una cuestin difcil de aclarar, porque el concepto de felicidad es engaoso. Pero tanto sillamamos al operador de electrodos feliz como si no. nohay duda de (a) que estara satisfecho y (b) que estara pasndolo bien.

    Quiz una posible repugnancia a llamar feliz al operador de electrodos pueda provenir de la siguiente circunstancia. El operador de electrodos puede ser satisfecho perfectamente, puede disfrutar perfectamente operando sus electrodos,y puede no querer cambiar su suerte por ninguna otra. Y quiz nosotros mismos, una vez hubiramos llegado a ser operadores de electrodos, estaramos perfectamente contentos y satisfechos. Pero en todo caso, tal como somos ahora, precisa

    mente no queremos llegar a ser operadores de electrodos. Deseamos otras cosas, quiz escribir un libro o formar parte deun equipo de criquet. Si alguien dijera de maana en adelante ser usted obligado a ser un operador de electrodos, no

    nos gustara. Quiz de maana en adelante, - una vez que hu

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    biramos trabajado con los electrodos- estaramos perfecta

    mente satisfechos, pero ahora no nos satisface la perspectiva.No estamos satisfechos cuando se nos dice que de maana enadelante estaremos en cierto estado, incluso aunque sepamosque de maana en adelante estaremos perfectamente satisfechos. Todo esto es psicolgicamente posible. Precisamente esla contrapartida de una situacin que encontramos a menu

    do. Recuerdo una ocasin en la que estaba en un telefrico suspendido a mitad de camino sobre una montaa escarpada.

    En cuanto el cable cruji arriba, en apariencia tan dbilmente sostenido sobre el gran abismo que se abra abajo, yo desefervientemente no haber entrado all nunca. Cuando comprel billete para el telefrico saba que al poco tiempo estaradeseando no haberlo comprado nunca. Pero con todo me ha

    bra enfadado si me lo hubieran negado. Igualmente, un hombre puede estar ansioso por coger el autobs para poder llegarpuntual a la cita con su dentista, y sin embargo pocos minu

    tos ms tarde, mientras la fresa est taladrando su diente, puede desear haber perdido aquel autobs. Es, a la inversa, per

    fectamente posible que hoy me molestara si se dijera que demaana en adelante yo ser un adicto a los electrodos, auncuando supiera que de maana en adelante yo estara perfectamente satisfecho.

    Esto explica, pienso, parte de nuestras dudas acerca de sipodramos o no llamar feliz al operador de electrodos. La

    nocin de felicidad tiene que ver con la de satisfaccin (con-tentment): Ser completamente feliz al menos envuelve sercompletamente satisfecho, aunque envuelva algo ms tam

    bin. Aunque estaramos satisfechos al llegar a ser operadores

    de electrodos, no estamos satisfechos con la perspectiva deque llegaremos a ser tales operadores. De manera semejante,si Scrates hubiera llegado a ser un tonto puede que despusde ello habra estado perfectamente satisfecho. No obstante si

    de antemano hubiera sido informado de que iba a llegar a serun tonto en el futuro, quiz se hubiera sentido ms insatisfecho incluso de lo que de hecho se senta. Esta es una parte delas dificultades en tomo a la disputa entre Be n t h a m y MlLL.El caso envuelve la posibilidad de (a) nuestro estar satisfecho

    si nos encontramos en un cierto estado, y (b) nuestro estar sa

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    tisfecho con la perspectiva de ser satisfechos de tal modo.

    Normalmente situaciones en las que deberamos estar satisfe-chos se corresponden con nuestro estar satisfechos ante laperspectiva de encontrarnos en tales situaciones. En el casodel operador de electrodos y en el de Scrates y el loco nosvemos arrastrados por dos caminos a la vez.

    Ahora bien, llamar a una persona feliz es decir ms quel est satisfecho durante la mayor parte del tiempo, o inclusoque frecuentemente lo pasa bien y que est raramente insatis-

    fecho o sufriendo. Es, pienso, en parte expresar una actitudfavorable a la idea de tal forma de satisfaccin y disfrute. Estoes, para que A llame a B feliz, A debe estar satisfecho antela perspectiva de que B est en su estado mental presente yante la pespectiva de que A mismo, en caso de que la oportu-nidad se presente, disfrute de ese estado mental. Esto es, fe-liz es una palabra que es principalmente descriptiva (ligada alos conceptos de satisfaccin y disfrute) pero que es tambin

    parcialmente valorativa. Debido a que M i l l aprueba los pla-ceres ms altos, p. ej., los placeres intelectuales, mucho msde lo que l aprueba los placeres ms simples y burdos, ocu-rre que aparte de consecuencias y efectos secundarios, puedeponerse a favor del hombre que disfruta con los placeres deldiscurso filosfico como ms feliz que el hombre que gozacon el billar o bebiendo cerveza.

    La palabra feliz no es totalmente valorativa, pues habra

    algo absurdo, en contraposicin a lo meramente no usual, enel llamar a un hombre .que estuviera sufriendo o que no estu-viera pasndolo bien, o que casi nunca se divirtiera, o que es-tuviera en un estado ms o menos permanente de gran insatis-faccin, un hombre feliz. Pues para que un hombre sea fe-liz debe, como condicin mnima, estar ligeramente satisfecho

    y pasrselo moderadamente bien durante la mayor parte deltiempo. Una vez que tal condicin mnima est satisfecha po-

    demos continuar valorando los diversos tipos de satisfaccin ydisfrute y graduarlos en trminos de felicidad. Felicidad es,naturalmente, un concepto de larga duracin en un sentidoen el que el disfrute no lo es. Podemos decir de un hombre

    que lo est pasando bien precisamente a las dos y cuarto, perodifcilmente podemos decir de un hombre que es feliz a las

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    dos y cuarto precisamente. De manera similar podemos decir

    que est lloviendo a las dos y cuarto precisamente, pero difcilmente podremos decir que el clima es lluvioso a las dos ycuarto. La felicidad envuelve al goce en varios momentos,precisamente del mismo modo que el clima lluvioso envuelvela lluvia en varios momentos.

    Para que uno lo pase bien, surigi Ry l e una vez, ha dehacer lo que quiera hacer y no ha de desear hacer nada ms

    o, ms exactamente, podemos decir que uno lo pasa bien

    en su mayor medida cuando quiere estar haciendo lo que dehecho est haciendo y en su menor medida cuanto est haciendo cualquier otra cosa. Un hombre no disfrutar con unpartido de golf si (a) no desea particularmente jugar al golf, o(b) aunque desee jugar al golf, hay alguna otra cosa que deseeestar haciendo al mismo tiempo, tales como comprar verduraspara su esposa, rellenar ios impresos para el pago de sus impuestos o escuchar una leccin de filosofa. Incluso los place

    res sensibles caen bajo la misma descripcin. Por ejemplo, elplacer de comer un helado implica tener una cierta sensacin

    fsica, en una forma en la que no lo hace el placer del golf ode la lgica simblica, pero puede decirse que el hombre quedisfruta de un lielado est haciendo lo que quiere hacer (teneruna cierta sensacin fsica) y que no est deseando hacer cualquier otra cosa. Si su mente est preocupada por su trabajo osi es consciente de algn compromiso apremiante de algn

    tipo, no disfrutar de la sensacin fsica, por intensa que sea,o al menos no disfrutar mucho con ella.

    El ideal hedonista parecera entonces reducirse a un estadode cosas en el que cada persona se lo pasa bien. Puesto que,como ya notamos, un perro puede, en la medida en que pode

    mos decirlo, disfrutar cazando una rata tanto como un filsofo o un matemtico pueden disfrutar resolviendo un problema, debemos, si adoptamos la posicin puramente hedonista,

    defender los placeres ms altos en funcin de su fecundidad.Y esto puede que no sea una defensa practicable en un mundo seguro para operadores de electrodos.

    Gilbcrt Ry l e . The Concepi ofMind. (Hutchison, London. 1949). p. 108.Hay trad. casi.: El concepto de lo mental(Paids. Buenos Aires, 1967).

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    Para resumir hasta aqu cabe decir que felicidad es en par

    te un concepto valorativo y de tal modo la mxima utilitaristaDebes maximizar la felicidad es doblemente valorativa.Existe la posibilidad de un desacuerdo ltimo entre dos utilitaristas que difieran en la cuestin del billar versus poesa, ode Scrates insatisfecho contra el tonto satisfecho. El caso deloperador de electrodos muestra que dos utilitaristas puedenllegar a abogar por cursos de accin muy diferentes si difierenen lo que constituye la felicidad, y esta diferencia entre ellos

    sera simplemente una diferencia ltima en actitud. Algunasotras diferencias del tipo ciencia-ficcin se mencionarn brevemente ms adelante en las pginas 76-77. Con ello no deseodecir que la diferencia en la valoracin ltima entre un utili

    tarista hedonista y uno no-hcdonista no conducir nunca auna diferencia en la prctica.

    Dejando estas posibilidades ms remotas aparte, sin embargo, y considerando las decisiones que hemos de tomar en

    este momento, la cuestin de si los placeres ms altos deberan ser preferidos a los ms bajos parece ser de poca im

    portancia prctica. Hay ya argumentos hedonistas perfectamente buenos en favor de la poesa contra el billar. Como hasido apuntado, los placeres ms complejos son incomparablemente ms fecundos que los menos complejos: no slo sonagradables en si mismos sino que son medios para disfrutarms. En general, no conducen a la desilusin, al deterioro fsi

    co o a la discordia social. El buen conocedor de la poesapuede que disfrute no ms que el buen conocedor del gisqui,pero no corre el peligro de un dolor de cabeza a la maana siguiente. Ms an, la cuestin de si la felicidad general se incrementara reemplazando la mayor parte de la poblacin humana por una poblacin ms grande de ovejas y cerdos satisfechos no es una cuestin de las que llegara a ser vital concierto esfuerzo de imaginacin. Incluso si pensramos, con

    fundamentos abstractos, que tal reemplazo fuera deseable, notendramos en absoluto oportunidad de que nuestras ideas seadoptaran de manera general.

    Todo esto respecto de la cuestin entre Be n t h a m y Miy..Qu decir de la que se plantea entre Mil l y Mo o r e ? Puede

    un estado mental agradable no tener ningn valor intrnseco

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    negativo?27 Hay estados mentales agradables hacia los cualestenemos una actitud desfavorable, incluso an sin considerar

    sus consecuencias? Para decidir esta cuestin imaginemos ununiverso que consista en un slo ser viviente, que crea falsamente que hay otros seres vivos y que estn sufriendo tormen

    tos exquisitos. Lejos de estar afligido por tales pensamientos,encuentra un gran placer en esos sufrimientos imaginarios.

    Es ste mejor o peor que un universo que no contenga ningnser vivo en absoluto? Es peor que un universo que contengaslo un ser vivo con las mismas creencias que el anterior pero

    que padezca torturas imaginaras de sus criaturas? Yo sugiero,contra Mo o r e , que el universo que contiene al sdico engaado es el preferible. Despus de todo l es feliz y puesto queno hay ningn otro ser vivo, qu dao puede hacer? Contodo, Mo o r e estara de acuerdo en que el sdico sera feliz, yesto muestra cmo la felicidad, aunque es parcialmente unconcepto valorativo, es tambin parcialmente un concepto no

    valorativo.

    Es difcil, lo admito, no sentir una inmediata repugnancia

    al pensar en el equivocado sdico. Si durante nuestra infancianos hubiera dado una fuerte sacudida elctrica cuando habamos

    probado el queso, entonces el queso se habra convertido inmediatamente en desagradable para nosotros. Nuestra repugnancia al sdico nace, bastante naturalmente, porque en nuestrouniverso los sdicos son invariablemente perjudiciales. Si vivi

    ramos en un universo en el que por algunas leyes psicolgicasextraordinarias un sdico se viera confundido por sus propioshbitos perversos e invariablemente hiciera una gran cantidad

    de bien, entonces nos sentiramos mejor dispuestos hacia lamentalidad sdica. Incluso si pudiramos descondicionarnosde sentir una inmediata repugnancia por el sdico (como podramos descondicionarnos de la repugnancia hacia el quesopasando por un proceso en el que probar el queso estuviera

    invariablemente asociado con un estmulo agradable), el lenguaje puede planteamos dificultades para distinguir una aversin extrnseca por el sadismo, fundada en nuestra aversin

    TCf. G. E. MtXRE. Principia Piliica. pp. 209-210 (pp. 196-198 de la trad.cus, citada).

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    por las consecuencias del sadismo, de una aversin inmediatapor el sadismo como tal. Normalmente cuando llamamos auna cosa mala queremos expresar indiferentemente un dis-gusto por la cosa en si misma o un disgusto por aquello a lo

    que conduce. Cuando un estado mental es algunas veces ex-trnsecamente bueno y otras extrnsecamente malo, encontra-

    mos fcil distinguir entre nuestras preferencias intrnsecas ynuestras preferencias extrnsecas por sus casos concretos, perocuando un estado mental es siempre, o casi siempre, extrnse-camente malo, es fcil para nosotros confundir una repugnan-cia extrnseca por tal estado con una intrnseca. Si tomamosen cuenta esto, no parece tan absurdo establecer que hay pla-ceres que sean intrnsecamente malos. Los placeres son malosslo porque perjudican a la persona que los experimenta o aotras personas. Pero si alguien quiere estar en desacuerdoconmigo en esto no me siento muy inclinado a argumentar elpunto en cuestin. Tal desacuerdo acerca de los fines ltimosno es probable que conduzca a un desacuerdo en la prctica,puesto que en todos los casos actuales hay suficientes razones

    extrnsecas para abominar del sadismo y de estados mentalessimilares. El acuerdo aproximado sobre los fines ltimos es a

    menudo ampliamente suficiente para un discurso moral racio-nal y cooperativo. En casos prcticos la posibilidad de desa-cuerdo fctico sobre qu causas producen qu efectos es pro-

    bable que sea abrumadoramente ms importante que el desa-cuerdo en los fines ltimos entre los utilitaristas hedonistas eideales.

    Hay naturalmente muchas valoraciones adems de la de labondad intrnseca de los placeres sdicos que separan a losutilitaristas ideales de los utilitaristas hedonistas. Por ejemploel utilitarista ideal establecera que una experiencia intelec-tual, incluso an no agradable, sera intrnsecamente buena.Una vez ms, sin embargo, pienso que podemos convencernosde que en la mayor parte de los casos este desacuerdo acercade los fines no conducira a un desacuerdo acerca de los me-dios. Las experiencias intelectuales son, desde un punto devista hedonista, extrnsecamente buenas. Naturalmente puedehaber cuestiones ms amplias que dividen al utilitarista hedo-nista del utilitarista ideal, si Mo o r e es el utilitarista ideal.

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    Argumentar que el principio de MOORE de las unidades or

    gnicas destruye el utilitarismo esencial de su doctrina. Nonecesita estar en desacuerdo en la prctica, como un utilitarista debe estarlo, con Sir David Ross. Cada estratagema queROSS pueda hacer con sus deberesprima facie, MOORE puedehacerla, de una manera diferente, con sus unidades org

    nicas J*.

    * Un punto semejante es tratado por A. C. Ew i n g en su articulo Recen!dcvclopmcnts in British clhical thoughl. en C. A. Ma c e (cd.). Brlish Philo-xophy in ihe Mid-Ceniury (Alien and Unwin. London. 1957; segunda edicin1966). Ew i n o ve esto no como yo lo he hecho, mostrando que el principio delas unidades orgnicas destruye el carcter utilitarista de una teora, sinocomo una manera de reconciliacin con los principios de Ross.

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    FELICIDAD MEDIA VERSUS FELICIDADTOTAL

    Otro tipo de desacuerdo ltimo entre utilitaristas, hedonis-tas o ideales, puede surgir bien s intentamos maximizar lafelicidad media de los seres humanos (o la bondad media desus estados mentales) bien si intentamos maximizar la felicidad o bondad tota!. (Debo este punto a mi amigo A. G. N.Fl e w .) An no he aclarado el concepto de felicidad total, y

    puede ser considerado como una nocin sospechosa. Peropara los propsitos presentes lo pondr de este modo: Serasindiferente entre (a) un universo que contenga slo un milln

    de seres vivientes felices, todos igualmente felices, y (b) ununiverso que contenga dos millones de seres vivientes felices,siendo cada uno de ellos ni ms ni menos feliz que cualquieraen el primer universo? LO daras, como persona humana ycompasiva, tu preferencia por el segundo universo? Yo mismono puedo ayudar a sentir una preferencia por el segundo universo29. Pero si alguien considera la otra alternativa no scmo argumentarle. Parece como si tuviramos otra posibilidad de desacuerdo dentro de una estructura general utilitarista.

    Este tipo de desacuerdo puede tener una relevancia prctica. Puede ser importante en las discusiones de la tica delcontrol de nacimientos. Esto no es decir que el utilitarista quevalora la felicidad total, ms que la media, pueda no tener

    argumentos potentes a favor del control de la natalidad. Pero

    !* Esto no significa que yo apruebe el explosivo incremento actual de lapoblacin mundial. Un miembro tpico de un planeta superpoblado no es reliz del mismo modo que un miembro tpico de un planeta moderadamentepoblado.

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    FELICIDAD MEDIA VERSUS FELICIDAD TOTAL 37

    necesitar ms argumentos para convencerse a s mismo de

    los que necesitar el otro tipo de utilitarista.

    En la mayor parte de los casos la diferencia entre los dos

    tipos de utilitarismo no conducira al desacuerdo en la prcti-

    ca, puesto que en la mayor parte de los casos la manera ms

    efectiva de incrementar la felicidad total es incrementar la fe-licidad media, y viceversa.

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    UTILITARISMO NEGATIVO

    Sir Karl Po p p e r ha sugerido1011que sera de nuestra incum

    bencia no tanto la maximacin de la felicidad como la mini-mizacin del sufrimiento. Por sufrimiento debemos entender la miseria que acarrea dolor actual, no slo infelicidad,puesto que de otra manera la doctrina pierde claridad. Supongamos que fundamos una universidad nueva. Podemos esperar que la investigacin indirectamente ayudar a minimizarlos sufrimientos, pero sta no es la nica razn por la que

    fundamos universidades. Lo hacemos parcialmente porque de

    seamos la felicidad de comprender el mundo. Pero el producirla felicidad de comprender tambin podra pensarse como elremover la infelicidad de la ignorancia.

    Veamos qu tipo de posicin utilitarista desarrollaramossi hacemos de la minimizacin de la miseria nuestro nicoprincipio tico ltimo. La doctrina del utilitarismo negativo,que deberamos ocuparnos de la minimizacin del sufrimientoms que de la maximacin de la felicidad, parece ser teorti

    camente posible. Sin embargo, tiene algunas consecuenciasmuy curiosas, que han sido sealadas por mi hermano, R. N .Sm a r t 31. En virtud de estas curiosas consecuencias dudo si elutilitarismo negativo sera aceptable para mucha gente, aunque siempre es posible que alguien pudiera sentirse tan atrado por el principio que lo aceptara a despecho de sus consecuencias. Por ejemplo, es posible argumentar que un utilitarista negativo tendr que estar a favor de la exterminacin de

    la raza humana. Parece probable que el mismo POPPER no es

    10 The Open Society and iis Enemies. 5* ed. (Routlcdge and Kegan Paul.London. 1966), vol. I , cap. S. nota 6. Hay trad. casi.: La sociedad ahieria y sus enemigas(Paids, Buenos Aires, 1967).

    11Negative utilitarianism,M ind67 (1958). pp. 542-543.

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    UTILITARISMO NEGATIVO 39

    un utilitarista,y que por tanto a Jbrtiori no es un utilitaristanegativo, puesto que junto al principio del utilitarismo negati-vo establece dos principios, el de que deberamos tolerar altolerante, y el de que deberamos resistir la tirana n . Es difcilver cmo podran deducirse estos principios del principio uti-litarista negativo, puesto que seguramente, sobre este princi-

    pio, como mi hermano ha sealado, deberamos aprobar unamo del mundo tirnico pero benevolente. Un tirano tal pre-vendra una enorme miseria futura.

    Incluso aunque podamos no sentimos atrados por el uti-litarismo negativo como un principio ltimo, podemos conce-der que el mandato preocpate de remover la miseria msque de promover la felicidad tiene bastante contenido para

    recomendarlo como una regla emprica de uso cotidiano **,puesto que en la mayor parte de los casos podemos hacer mspor nuestro prjimo intentando remover sus miserias. Msan, la gente estar menos dispuesta a ponerse de acuerdo

    acerca de qu bienes querrn ver promovidos de lo que lo es-tar acerca de qu miserias deberan ser evitadas. Be n t h a m

    puede estar en desacuerdo acerca de si la poesa debera serpreferible al billar, pero estara de acuerdo en que una visitaocasional al dentista es preferible a una caries crnica. Mien-tras haya tantos males positivos en el mundo habr grandes

    posibilidades para el esfuerzo cooperativo entre los hombresque, no obstante, pueden estar en desacuerdo en alguna medi-

    da acerca de lo que constituyen los bienes positivos.

    " Popi'Ik. Tilo upen Soda y tnul il\ Unamos.* Rulo ol iliumh(T).

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    CORRECCION E INCORRECCION DE LASACCIONES

    Establecer ahora la doctrina acto-utilitarista. Por razonesde pura simplicidad de exposicin la presentar de una formaampliamente hedonista. Si alguien valora estados mentales tales como el conocimiento independientemente de su agradabi-

    lidad puede hacer las alteraciones verbales apropiadas paraconvertirlo a un utilitarismo ideal a partir del utilitarismo hedonista. No tomar aqu partido con relacin a la cuestinentre el utilitarismo hedonista y el utilitarismo quasi-ideal. Mereferir a la valoracin significada por debe en se debe hacer lo que producir las mejores consecuencias, y dejar delado la valoracin significada por la palabra mejor.

    Digamos, entonces, que la nica razn para ejecutar unaaccin A ms que una accin alternativa B es que hacer A

    har a la humanidad (o, quiz, a todos los seres vivientes)ms feliz que hacer B. (Dejo aqu de lado la consideracin deque de hecho slo podemos tener una creencia probable acer

    ca de los efectos de nuestras acciones, y por tanto nuestra razn sera establecida con ms precisin diciendo que el hacerA producir ms beneficio probable que el hacer B. Por conveniencias de la exposicin aplazo esta cuestin de la probabilidad durante una o dos pginas.) Esta es una doctrina tansimple y natural que seguramente podemos esperar que muchos de mis lectores tendrn al menos cierta propensin a es

    tar de acuerdo; puesto que estoy hablando, como dije antes, a

    hombres benevolentes y compasivos, esto es, a hombres quedesean la felicidad de la humanidad. En cuanto que tienenuna actitud favorable para la felicidad general, es seguro quetendrn una tendencia a someterse a un principio moral ltimo que no hace ms que expresar esta actitud. Es verdad que

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    CORRECCION E INCORRECCION DE LAS ACCIONES 41

    estos hombres, siendo humanos, tendrn tambin actitudes

    puramente egostas. Tales actitudes o bien estarn en armonacon la felicidad general (en los casos en los que el que cadauno mire por su propio inters promueve el mximo de felicidad general) o no estarn en armona con la felicidad general,en cuyo caso se anularan mutuamente, y por tanto no podran ponerse las bases de una discusin interpersonal. Es posible, entonces, que muchas personas compasivas y benevolentes se aparten de o dejen de alcanzar una tica utilitaria

    bajo la presin de la tradicin, de la supersticin, o de un razonamiento filosfico defectuoso. Si esta hiptesis resultaraser correcta, al menos en la medida en que se refiere a estoslectores, entonces el utilitarista puede sostener que no tieneninguna necesidad de defender su posicin directamente, excepto establecindola de una manera consistente, y mostrandoque las objeciones comunes que se le hacen son infundadas. Despus de todo expresa una actitud ltima, no una

    aficin por algo simplemente como un medio para algunaotra cosa. Excepto para intentar remover las confusiones y desacreditar las supersticiones que puedan encontrarse en el camino del pensar moral claro, no puede apelar a argumentos ydebe apoyar su esperanza sobre los buenos sentimientos desus lectores. Si un lector no es un hombre compasivo y benevolente. naturalmente no puede esperarse que tenga una actitud ltima a favor de la felicidad humana en general. Tam

    bin puede ocurrir que algunos lectores de buen corazn puedan rechazar la posicin utilitarista a causa de ciertas consideraciones relativas a la justicia. Pospongo la discusin de talcuestin hasta las pp. 78-83.

    El principio moral ltimo utilitarista, recordmoslo, ex--*presa no el sentimiento de altruismo, sino el de benevolencia,contando el agente mismo ni ms ni menos que cualquier otrapersona. El altruismo puro no puede adoptarse como base deuna discusin moral universal porque puede conducir a diferentes personas a diferentes y quiz incompatibles cursos deaccin, incluso aunque las circunstancias fueran idnticas.Cuando dos personas intentan cada una cederse el paso una ala otra ante una puerta se produce una situacin de puntomuerto. El altruismo difcilmente resultara aceptable para

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    aquellos que poseen un estado de nimo cientfico, y por endeuniversalista. Si usted cuenta en mis clculos, por qu yo nodebera contar en sus clculos? Y por qu debera prestarms atencin a mis clculos que a los suyos? Naturalmente amenudo tendemos a ensalzar y honrar el altruismo inclusoms que la benevolencia generalizada. Ello ocurre porque de*masiado a menudo la gente peca por exceso de egosmo, y dela misma manera el altruismo es un exceso por el lado correc-to. Si podemos empujar a un hombre para que intente ser al-truista, puede conseguirlo en la medida en que adquiera una

    benevolencia generalizada.Supongamos que pudiramos predecir las consecuencias

    futuras de las acciones con certeza. Sera posible, en ese caso,decir que las consecuencias futuras totales de la accin A sontales y cuales y que las consecuencias futuras totales de la ac-cin B son estas y las otras. Para ayudar a alguien a decidir sihacer A o hacer B podramos decirle: Considera las conse-cuencias totales de A y piensa en ellas cuidadosa e imaginati-

    vamente. Considera ahora las consecuencias totales de B, ypiensa tambin en ellas cuidadosamente. Como hombre hu-mano y benevolente, y pensando en t mismo como uno entrelos dems, preferiras las consecuencias de A o las de B?.Esto es, estamos pidiendo una comparacin de una situacintotal (presente y futura) con otra situacin total(presente y fu-tura). Hasta aqu no estamos pidiendo una suma o clculo deplaceres o de felicidad. Estamos pidiendo una comparacin de

    situaciones totales. Y parece claro que frecuentemente pode-mos llevar a cabo tal comparacin y decir que una situacintotal es mejor que otra. Por ejemplo, poca gente no preferirauna situacin total en la que un milln de personas estuvieran

    bien alimentadas, bien vestidas, libres de sufrimientos, reali-zando un trabajo interesante y agradable, y disfrutando de losplaceres de la conversacin, del estudio, de los negocios, delarte, del humor, etc., a una situacin total en la que hubiera

    slo diez mil personas en tales condiciones, o quiz 999.999ms una persona con dolor de muelas, o neurtica, o estreme-cindose de fro. En general podemos resumir esto diciendoque si somos humanos, amables y benevolentes, desearemosque tanta gente como sea posible sea tan feliz como sea posi-

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    ble ahora y en el futuro. Se puede objetar que no podemosconsiderar la situacin futura total porque se extiende al infi-nito. Para contestar a ello cabe decir que no hay recurso alinfinito en cuanto que todos los seres vivos sobre la Tierra seextinguirn al fin, y adems normalmente en la prctica nonecesitamos considerar consecuencias muy remotas puestoque finalmente se aproximan con rapidez a cero tal como lasondas ms lejanas en una charca despus de arrojar una pie-

    dra en ella.

    Pero disminuyen a cero las consecuencias remotas de unaaccin? Supongamos que dos personas han de decidir si tenerun hijo o no tenerlo. Supongamos que dedicen tener el hijo yque tienen una sucesin ilimitada de descendientes felices.Las consecuencias remotas no parecen diminuir. No aunqueestas personas sean Adn y Eva. La diferencia estara entre elfin de la especie humana y un aumento indefinido de felici-dad humana, generacin tras generacin. El ejemplo de Adn

    y Eva muestra que el postulado de las ondas en la charcano se necesita en todos los casos para una decisin utilitaristaracional. Si tuviramos alguna razn para pensar que cada ge-neracin ser ms feliz no necesitaramos (en un caso similaral de Adn y Eva) estar preocupados por el hecho de que lasconsecuencias remotas de nuestra accin fueran desconocidasen detalle. La necesidad del postulado de las ondas en lacharca surge del hecho de que usualmente no sabemos si las

    consecuencias remotas sern buenas o malas. Por tanto nopodemos saber qu hacer a menos que podamos asumir que

    podemos prescindir de las consecuencias remotas. Esto puedehacerse a menudo. As, si consideramos unos padres actuales,en vez de Adn y Eva, no necesitan preocuparse por los miles

    de aos a partir de ahora. No, al menos si asumimos que exis-tirn fuerzas ecolgicas determinantes de la poblacin futuradel mundo. Si estos padres no tienen descendientes remotos,

    otras personas tendrn presumiblemente ms de los que ten-dran de otra manera. Y no hay ninguna razn para suponerque mis descendientes seran ms o menos felices que lossuyos. Debemos notar, pues, que, a menos que estemos tra-tando con situaciones de todo o nada (tales como las deAdn y Eva, o la de alguien inmerso en una situacin de fin

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    de la vida humana en su conjunto), necesitamos algn tipo de

    postulado de ondas en la charca que haga factible al utilitarismo en la prctica. No s cmo probar tal postulado, aunque parece bastante plausible. Si no se acepta, no slo el utili

    tarismo, sino tambin sistemas deontolgicos como el de SirDavid Ross, que admite al menos la beneficencia como undeberprima facieentre otros, se vern fatalmente afectados.

    Naturalmente, algunas veces es necesario decir ms. Porejemplo, un curso de accin puede hacer a algunas personas

    muy felices y dejar al resto tal como estaba o quiz ligeramente menos feliz. Otro curso de accin puede hacer a todoslos hombres ms felices de lo que eran antes pero no hacer anadie muy feliz. Qu curso de accin hace ms feliz a la humanidad en su conjunto? De nuevo, un curso de accin puedehacer altamente probable que cada uno ser un poco ms feliz, mientras que otro curso de accin puede darnos una pro

    babilidad mucho ms pequea de que todo el mundo ser

    mucho ms feliz. En un tercer caso, un curso de accin puedehacer feliz a todo el mundo de manera similar a como lo pueden ser los cerdos, mientras que otro curso de accin puedehacer feliz a un pequeo nmero de personas de una maneraintelectual y altamente compleja. Por tanto parece que debemos contraponer la maximacin de la felicidad con la distri

    bucin equitativa, ponderar las probabilidades con la felicidad, y las cualidades intelectuales y de otro tipo de los estados

    mentales con su agradabilidad. Nos vemos, por tanto, obligados a reconocer la necesidad de un clculo de felicidad? Podemos decir precisamente: considere dos situaciones totales ydgame cul prefiere? Si esto fuera posible, naturalmente nohabra ninguna necesidad de hablar de suma de felicidad o deun clculo. Todo lo que habramos de hacer sera colocar las

    I situaciones totales en un orden de preferencia. Puesto que ellono es siempre posible, existe una dificultad, a la que volver

    en breve.Hemos considerado ya la cuestin de los placeres y actividades intelectuales contra los no intelectuales. Esto es irrelevante para el punto presente porque no parece haber ningunarazn por la que el utilitarista ideal o quasi-ideal no puedausar el mtodo de consideracin de situaciones totales tanto

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    como el utilitarista hedonista. Se trata de considerar varias si-tuaciones totales alternativas, extenderlas al Futuro y decir qusituacin se prefiere. El utilitarista no hedonista puede valorarlas situaciones totales en forma diferente a la del utilitarista

    hedonista, en cuyo caso habr un desacuerdo tico ltimo.Esta posibilidad de desacuerdo ltimo existe siempre, aunquehemos dado razones para sospechar que no conducir fre-cuentemente a importantes desacuerdos en la prctica.

    Consideremos ahora la cuestin de la equidad. Suponga-mos que tenemos la posibilidad de enviar a cuatro muchachosigualmente valiosos e inteligentes a una escuela pblica degrado medio o de llevar tres a una academia adecuada pero

    mediocre y enviar uno a Eton. (Por mor del ejemplo estoyasumiendo en forma ciertamente incorrecta que los colegialesde Eton son ms felices que los muchachos de otras escuelaspblicas y que los muchachos de tales escuelas pblicas sonms felices que los de las academias.) Qu curso de accin

    producir la mxima felicidad para los cuatro muchachos?Supongamos que podemos despreciar los factores de compli-cacin, tal como el que la superior educacin etoniana puedaconducir a un muchacho a desarrollar sus talentos hasta elpunto de que tenga una influencia extraordinaria sobre el bie-nestar de la humanidad, o como que el desigual tratamientodado a los muchachos pueda causar celos y desavenencias en-tre las familias. Supongamos que el colegial de Eton ser tanfeliz como podemos esperar que lo son los etonianos ordina-riamente, y haremos una suposicin similar para los otros

    chicos, y supongamos tambin que pueden obviarse los efec-tos remotos. Deberamos preferir la felicidad mayor de unode los muchachos a la moderada felicidad de los cuatro? Cla-ramente un padre podr preferir una situacin total (un mu-chacho en Eton y tres en la academia) mientras que otro pue-de preferir la otra situacin total (los cuatro en la escuela p-blica de grado medio). Seguramente ambos padres tienen unamisma pretensin de ser compasivos y benevolentes, e inclusosu diferencia de opinin no est fundada sobre un desacuerdoemprico acerca de los hechos. Sugiero, no obstante, que, dehecho, no hay muchos casos en los que se podra suscitar un

    desacuerdo tal. Probablemente el padre que deseara enviar a

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    un solo hijo a Eton resolvera la situacin envindolo a Eton

    y dndole adems una costosa educacin privada durante lasvacaciones a costa de no dar a sus otros hijos ninguna educacin media. Slo dentro de lmites bastante estrechos puedenacer este tipo de desacuerdo acerca de la equidad. Ms an,los casos en ios que podemos hacer a una persona mucho msfeliz sin incrementar a la vez la felicidad general son raros. Laley de rendimientos decrecientes se impone aqu. Asi, en lamayor parte de los casos prcticos, un desacuerdo emprico

    acerca de lo que debera hacerse ser un desacuerdo empricoacerca de qu situacin total va a ser producida probablemente por una accin, y no un desacuerdo sobre qu situacin total es la preferible. Por ejemplo, el padre no igualitario podraconducir al otro a estar de acuerdo con l si le convenciera deque hay una probabilidad mucho ms alta de que un colegialde Eton beneficie a la raza humana, inventando un frmacovalioso o explotando las riquezas minerales de la Antrtida,

    que de que la beneficie un colegial no etoniano. (Una vezms me gustara decir que yo no tomo tal posibilidad dema

    siado en serio!) Debo subrayar de nuevo que puesto que el desacuerdo acerca de qu causas producen qu efectos es conmucho en la prctica el tipo de desacuerdo ms importante,

    para tener una discusin moral inteligente con una personano necesitamos de hecho un completo acuerdo con ella acercade los fines ltimos: basta con un acuerdo aproximado.

    Ra w l S11 ha sugerido que debemos maximizar la felicidadgeneral slo si lo hacemos de una forma equitativa. Una forma no equitativa de maximizar la felicidad general sera realizarla por un mtodo que implicara el hacer a algunas personas menos felices de lo que podran serlo de otra manera14.Contra esta sugerencia un utilitarista podra hacer la siguienteobjecin retrica: si es racional para m elegir la molestia deuna visita al dentista para prevenir la molestia de un dolor de

    muelas, por qu no va a ser racional para m elegir una molestia para Jones, semejante a la de mi visita al dentista, si esel nico medio con el que puedo prevenir una molestia, igual

    Justicc as faimcss. Philosophical Rericw67 (1958), pp. 164-194.MVer especialmente p. 168 del artculo de Ra w l s .

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    a la de mi dolor de muelas, para Robinson? Tales situacionesocurren continuamente en la guerra, en la minera, y en la lu-cha contra la dificultad, cuando podemos encontrarnos a me-nudo en posicin de tener que infligir sufrimientos a hombres

    buenos y felices por razn del inters general. Sin embargo,debe concederse que estas objeciones contra la equidad como

    un principio ltimo han de ser slo retricas, y que el princi-pio de Ra w l s quiz podra incorporarse a un sistema restrin-gido de tica deontolgica, que evitara la artificialidad de lasformas usuales de deontologismo. Hay en cualquier caso can-tidad de buenas razones utilitaristas para adoptar el principiode equidad como una regla emprica importante, pero no in-violable.

    Debemos considerar ahora la dificultad que surge respectode la probabilidad. Hasta aqu hemos evitado la comn obje-

    cin al utilitarismo de que envuelve la nocin supuestamenteabsurda de una suma o clculo de felicidad o bondad. Hemoshecho esto usando un mtodo de comparacin de situacionestotales. Todo lo que hemos de hacer es considerar dos o ms

    situaciones totales y decir cul preferimos. Todo lo que re-

    querimos es un juicio puramente ordinal, no cuantitativo. Sinembargo, al tomar esta posicin hemos supersimplificado lamateria. Desafortunadamente no podemos decir con certezacules serian las diversas situaciones totales que resultaran denuestras acciones. Peor an, no podemos siquiera asignar pro-

    babilidades aproximadas a las situaciones totales como unconjunto. Todo lo que podemos hacer es asignar varias proba-bilidades a los varios efectos posibles de una accin. Porejemplo, un curso de accin puede conducir casi con certeza

    a un resultado bastante bueno el ao prximo junto con unaalta probabilidad de un resultado menos bueno al ao si-guiente, mientras que otra accin puede ofrecer una probabi-lidad muy pequea de un resultado moderadamente bueno al

    ao que viene y una probabilidad muy pequea pero no des-preciable de un resultado bastante malo un ao despus. (Voya asumir que en ambos casos los resultados ms remotos pue-den ser insignificantes o tales que se anulen unos a otros.) Sihubiramos de sopesar situaciones totales con probabilidades,esto nos planteara bastante dificultad conceptual, pero ahora

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    parece que hemos de penetrar dentro de las situaciones totalesy sopesar los diferentes elementos dentro de ellas segn las diferentes probabilidades. Parece que nos vemos conducidos denuevo a un clculo.

    Si fuera posible asignar probabilidades numricas a los varios efectos de nuestras acciones, podramos inventar una manera de aplicar el mtodo de sustituciones totales. Supongamos que pudiramos decir que una accin X dara a Smith el

    placer de comer un helado con una probabilidad 4/5 o la molestia de un dolor de muelas con una probabilidad 1/5 y quedara a Jones el placer de la simpata con una probabilidad3/5 o el displacer de la envidia con una probabilidad 2/5 yque no se acumulara ningn otro resultado importante (directo o indirecto). Supongamos que la nica accin alternativa de X es Y y que sta no tiene ningn efecto en Smith perocausa que Jones vaya a dormir con una probabilidad 3/5 oque vaya a pasear con una probabilidad 2/5 y que no se acumulara ningn otro resultado importante (directo o indirecto).Entonces podramos decir que las situaciones totales que he

    mos de imaginar y comparar son (a) (para X): cuatro personas(precisamente como Smith) comiendo helado ms uno (comoSmith) con dolor de muelas ms tres personas compasivas(como Jones) ms dos personas envidiosas (como Jones), y (b)(para Y): tres personas (como Jones) que estn dormidas msdos (como Jones) que van a dar un paseo. En el ejemplo hetomado, por conveniencia, todas las probabilidades que sonmltiplos de 1/5. Si no tuvieran denominadores comunes ha

    bramos de hacerlos tales, expresndolos como mltiplos deun denominador que es el mnimo comn mltiplo de los denominadores originales.

    Sin embargo, usualmente no es posible asignar una probabilidad numrica a un evento particular. Sin duda, podramosusar tablas actuarales para determinar la probabilidad de queuno de nuestros amigos, que tiene una determinada edad, un

    determinado historial mdico cuidadosamente especificado, yuna ocupacin determinada, morir al ao prximo. Peropodemos dar un valor numrico a la probabilidad de queuna nueva guerra estallar, de que se encontrar una pruebapara el ltimo teorema de Fermat, o de que nuestro conoc-

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    miento del vnculo gentico en los cromosomas humanos ser

    perfeccionado en los prximos cinco aos? Seguramente notiene sentido hablar de un valor numrico para estas probabi-lidades, y es con probabilidades de este tipo con las que he-mos de tratar en nuestra vida moral.

    Sin embargo, cuando consideramos la manera en que dehecho tomamos algunas de nuestras decisiones prcticas ordi-narias vemos que hay un sentido en el que la mayor parte dela gente piensa que podemos ponderar probabilidades y ven-

    tajas. Un hombre que decide emigrar a un pas tropical puedemuy bien decirse a s mismo, por ejemplo, que puede esperaren ese pas una vida ms placentera para s y su familia, amenos que haya un cambio en el sistema de gobierno, que noes muy probable, o a menos que uno de sus hijos contraigauna enfermedad epidmica, lo cual es quiz bastante ms pro-

    bable, etc., y pensando en todas estas ventajas y desventajas,probabilidades e improbabilidades, puede acabar afirmando

    que en conjunto parece preferible para l ir all, o afirmandoque en conjunto parece preferible para l quedarse en su casa.

    Si somos capaces de tomar en cuenta las probabilidades ennuestras decisiones prudenciales ordinarias parece infundadodecir que en el campo de la tica, el campo de nuestras acti-tudes universales y humanas, no podemos hacer lo mismo, yque debemos confiar en alguna moralidad dogmtica, en al-

    gn conjunto de reglas o criterios rgidos. Quizs algunas ve-

    ces seremos incapaces de decir si preferimos para la humani-dad una gran ventaja improbable o una pequea ventaja pro-bable, y en tales casos quiz tirar una moneda al aire para de-cidir qu hacer. Puede ser que no tengamos mtodos precisospara decidir qu hacer, pero entonces nuestros mtodos im-precisos deben jugar su papel. No necesitamos por eso ser

    conducidos al autoritarismo, al dogmatismo o al romanticis-mo.

    En cualquier caso, asi parece a primera vista. Pero si nopuedo decir nada iras, la posicin utilitarista, tal como aquse ha presentado, tiene una debilidad seria. El mtodo sugeri-do de desarrollar la tica normativa ha de apelar a los senti-

    mientos, principalmente al de benevolencia, y a la razn, enel sentido de clarificacin conceptual y tambin de investiga-

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    cin emprica, pero no, como tantos moralistas hacen, a loque el hombre ordinario dice o piensa. El hombre ordinarioes frecuentemente irracional en su pensar moral, por qu nopuede serlo en lo que respecta a las probabilidades? El hechode que el hombre ordinario piense que puede ponderar lasprobabilidades al tomar decisiones prudenciales no significaque haya realmente un sentido en el que lleve a cabo tal ponderacin. Lo que el utilitarismo necesita en gran medida, paraasegurar sus fundamentos tericos, es un mtodo segn el cualse podra asignar probabilidades numricas, aun cuando fueran aproximadas, en teora, aunque no necesariamente siem

    pre en la prctica, a algn