el utilitarismo

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA UNIVERSIDAD FERMÍN TORO VICE RECTORADO ACADÉMICO FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS ESCUELA DE DERECHO

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Page 1: El utilitarismo

REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD FERMÍN TORO

VICE RECTORADO ACADÉMICO

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS

ESCUELA DE DERECHO

Katherine FernándezSAIA “B”

Page 2: El utilitarismo

El Utilitarismo

El Utilitarismo se trata de una palabra la cual tiene su origen etimológico en el latín. Así,

podemos ver que se encuentra conformada por dos partes latinas: el vocablo utilitas, que

puede traducirse como “cualidad de útil”, y el sufijo –ismo, que equivale a “doctrina”.

Por utilitarismo se entiende una concepción de la moral según la cual lo bueno no es sino

lo útil, convirtiéndose, en consecuencia, el principio de utilidad en el principio

fundamental, según el cual juzgar la moralidad de nuestros actos. Es posible encontrar

algunos esbozos de la doctrina utilitarista en A. Smith, R. Malthus y D. Ricardo, si bien se

trata de una doctrina moral y social que halla sus principales teóricos en J. Bentham, James

Mill y J. Stuart Mill. Para estos autores, de lo que se trata es de convertir la moral en

ciencia positiva, capaz de permitir la transformación social hacia la felicidad colectiva.

Origen.

"El origen de la doctrina utilitarista se encuentra en el debate en que se opuso durante la

mayor parte del siglo XVIII. Los filósofos del "sentido moral ", el Shaftesbury y el

Hutcheson, que trata de encontrar un fundamento natural para la motivación moral en la

benevolencia espontánea que otorgamos a otros, su felicidad, y sus críticos, que se

describe como discípulos de Hobbes, en el que, sin embargo, no era utilitarista. (…) El

utilitarismo se reúne a una tradición muy larga de pensamiento que se evidencia  desde la

China de Mo-Tseu por ejemplo, y la filosofía griega, con Aristote y Epicuro, esencialmente.

Luego, ofrece la paradoja de ser, con kantismo, su contemporáneo y rival, siempre tan vivo

como hace más de dos siglos: la Introducción a los principios de moral y de legislación de

Bentham data, en efecto, de 1789 y la Crítica de la razón practica de 1788. Y, sobre todo,

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domina el mundo anglosajón donde, a diferencia de Francia, la filosofía kantiana tuvo

inconvenientes de imponerse. Las críticas que Mill le dirigía a Kant en El utilitarismo en

nombre del consecuencialismo parecen ser siempre tan válidas." (Ver la introducción de

Catherine Audard y Patrick Thierry, del libro: John Stuart Mill, L'utilitarisme Essai sur

Bentham, PUF, 1998)

El utilitarismo es así una doctrina ética formulada explícitamente a finales del siglo

XVIII y desde entonces ha contado con numerosos partidarios, particularmente en el

mundo anglosajón. Siendo así como se convirtió en una de las éticas filosóficas más

importantes del siglo XIX y fue el utilitarismo que, podemos dejar patente, tiene entre sus

principios fundamentales lo que se conoce como bienestar social. Todo ello sin olvidar

tampoco otra de sus máximas u objetivos más relevantes como sería el caso del fomento del

conjunto de las libertades.

Exponentes de El Utilitarismo.

Hay un debate sobre quién usó, por primera vez, el término "utilitarismo", si Bentham o

Mill: James Mill (Autobiography, ed. J. S. Cross (1924), p. 56) dice que él fue el primero

en utilizar el término "utilitarianism" en relación con la "sociedad" que había propuesto

fundar: "Utilitarian Society". Pero en una obra de Bentham, de 1780 (solo editada

póstumamente), se descubrió que este autor lo usó primero que Mill, cuando quiso crear la

"Secta del Utilitarismo" por esos años. (Información obtenida de Wikipedia).

Con lo expuesto anteriormente se tiene que, el creador y configurador del utilitarismo y

como tal el precursor de éste, fue Jeremy Bentham (1748-1832). Sus trabajos iniciales

atacando el sistema legal y judicial inglés le llevaron a la formulación de la doctrina

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utilitarista, en su obra principal: Introducción a los principios de moral y legislación. En

ella preconizaba que todo acto humano, norma o institución, deben ser juzgados según la

utilidad que tienen, según el placer o el sufrimiento que producen en las personas. Así se

fundamentaría una nueva ética, basada en el goce de la vida y no en el sacrificio ni el

sufrimiento. 

Naturalmente, tampoco Bentham parte de cero al concebir su teoría moral: fácilmente se

perciben los influjos tanto del empirismo británico (sobre todo de John Locke y David

Hume) como de algunos pensadores de la Ilustración francesa (como Claude-Adrien

Helvétius), y puede notarse asimismo la huella de Francis Hutcheson, de Cesare Beccaria y

de Joseph Priestley.

Entre sus amigos y seguidores más cercanos se encontraban James Mill (junto con

Bentham fue uno de los que desarrolló la corriente filosófica del utilitarismo) y su hijo

John Stuart Mill, que fue su heredero al frente de este movimiento.

El utilitarismo de Bentham aparece relacionado con el hedonismo, ya que considera que

las acciones morales son aquellas que maximizan el placer y minimizan el dolor.

El contenido y sentido del utilitarismo de Bentham se comprende mejor si se recuerda la

intención de su autor. Esta no era otra que reformar profundamente la legislación británica,

que contribuía en realidad a mantener unas desigualdades sociales y discriminaciones

políticas muy notables. Y, conforme al espíritu ilustrado de la época, nada mejor que

sustituir ese régimen jurídico basado en privilegios heredados por un sistema transparente,

racional y secular. Una vez determinado el fin natural de la felicidad placentera, todo

consiste en dejar que la luz de la razón ordene y sancione lo justo y lo injusto, aboliendo

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toda otra regla procedente de oscuras e injustificadas instancias (metafísicas, religiosas,

tradicionales, etc.). En realidad, se trata de trasladar a la vida social y política el criterio que

sirve para la vida individual, a saber, el sensato procedimiento —ya expresado por el

hedonismo clásico— de calcular los costes y beneficios de cada acción para elegir en cada

caso la más fecunda en términos de placer.

Posteriormente John Stuart Mill (1806–1873) avanzó con el desarrollo de esta filosofía,

aunque apartándose del hedonismo. Para Mill, el placer o felicidad general debe calcularse

a partir del mayor bien para el mayor número de personas, aunque reconoce que ciertos

placeres tienen una “calidad superior” a otros.

J. S. Mill fue un estrecho discípulo de Bentham y de su propio padre, James Mill, y la

exposición de su concepción moral se encuentra en su Utilitarismo, de 1863. Allí define su

teoría —de acuerdo con Bentham— como «el credo que acepta como fundamento de la

moral la ‘utilidad’ o el ‘principio de la máxima felicidad’, el cual sostiene que las acciones

son buenas en cuanto tienden a promover la felicidad, malas en cuanto tienden a producir lo

opuesto a la felicidad. Por ‘felicidad’ se entiende placer y ausencia de dolor; por

‘infelicidad’, dolor y privación de placer» [Mill 2002: 50].

Sin embargo, Mill corrige a su maestro en un punto importante. Mientras que para

Bentham los placeres son todos homogéneos y sólo se distinguen cuantitativamente (lo cual

hacía sencillo el cálculo de la suma entre diversos conjuntos de ellos), Mill advierte que hay

placeres cualitativamente distintos; diferencia cualitativa que se traduce en superioridad o

inferioridad. Más concretamente, sostiene que los placeres intelectuales y morales son

superiores a las formas más físicas de placer; y asimismo distingue entre felicidad y

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satisfacción, afirmando que la primera tiene mayor valor que la segunda. Ahora bien, esta

posición de Mill, que retoma una de las ideas de la moral tradicional más común, cuestiona

en realidad las bases del utilitarismo. Pues, por un lado, introduce necesariamente un

criterio de valor ajeno al placer, lo cual sale ya de la propia teoría de Mill y plantea

problemas prácticamente irresolubles a la hora de calcular comparativamente, de modo

homogéneo, beneficios resultantes de acciones alternativas. Y, por otro lado, la asignación

de un valor o superioridad a cierto tipo de placeres plantea la dificultad de si con ello no se

les reconoce ya una bondad intrínseca, siendo así que el utilitarismo de Bentham y Mill

mide la bondad de las acciones por el placer siempre resultante de ellas. Tal vez por este

motivo, Henry Sidgwick (1838-1900), otro representante del utilitarismo, vuelve a la

posición de Bentham sosteniendo que esas aparentes diferencias cualitativas entre los

placeres son, en el fondo, diferencias cuantitativas [Sidgwick 1962]. En cambio, luego se

verá que en este punto G. E. Moore sostiene, con su particular utilitarismo, una posición

peculiar.

Por lo demás, Mill compartía la preocupación de Bentham de provocar reformas sociales

que condujeran a una sociedad más equitativa. Sin duda, la deseada y deseable

democratización y racionalización de la vida pública, que ha tenido lugar gracias a las ideas

de Mill (no sólo la doctrina utilitarista, sino su idea de las libertades individuales y cívicas),

es una de las mayores razones de la amplia aceptación del utilitarismo como teoría moral y

política.

Podríamos decir que el utilitarismo es la continuación de la legislación romana, y que su

aspecto moderno se encuentra en el hecho que la doctrina utilitarista añade una dimensión,

ya sea económica, legislativa y política hacia un concepto ético, el de la felicidad y del

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bienestar. Es esta perspectiva, en dónde se analiza el componente moderno de la doctrina

que evolucionará a lo largo del siglo XIX, para terminarse con Sidgwick, en el que llega a

dar a esta doctrina una dimensión práctica y racional para nuestra sociedad moderna, ya sea

en el aspecto económico, político y ético.

"La vitalidad continua del sistema de la felicidad más grande no es difícil de comprender -

encarna un modelo muy natural e indiscutible de racionalidad. Este modelo, que

prácticamente domina toda la economía contemporánea (tanto la teoría de decisión, " el

análisis costes-ventajas " como " la teoría pública de elección "), ve la acción razonable

como una tentativa de maximizar la utilidad neto (es decir el resultado de sumar (añadir)

los beneficios y los costes y de sustraer al segundo del primero). Este punto de vista, que

frecuentemente es llamada la racionalidad " de fin que justifica los medios ", sube (por lo

menos) a Aristóteles.  En la Ética en Nicomaque, Aristóteles afirma que " no podemos

deliberar fines, sino solamente medios por los cuales los fines pueden padecer. " Si

asumimos, con Aristóteles, que esta felicidad es " más grande muy accesible por la acción,

" y de ahí, el fin de la política, podemos obtener algo muy próximo desde el punto de vista

de Bentham. Es en efecto, posible, y no inverosímil, interpretar (las vistas) de filósofos por

muy diferentes, tales como Adam Smith o el Presidente Mao, como si admitiendo sobre el

hecho que el fin de las instituciones sociales es la maximización y la realización de este fin

(más felicidad para el número más grande). Por supuesto los filósofos que comparten esta

visión de la función limpia de las instituciones sociales, como la ley y la moralidad, pueden

tener una opinión diferente sobre los mejores métodos de alcanzarlo. Así como lo dice

Aristóteles, comúnmente está admitido que la felicidad es el fin, pero el desacuerdo es

considerable, en cuanto a lo que constituye la felicidad. Para Bentham la respuesta es

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simple: la felicidad es justa, el placer y la ausencia de dolor. El valor (o la nulidad) de un

placer (o del dolor) depende solamente de su intensidad y de su duración, y puede (por lo

menos en principio) ser evaluada cuantitativamente y precisamente. De decir así, podemos

reconstruir la línea del argumento de Bentham  en la  UTILIDAD es definida de la

siguiente manera:

1. El bien (felicidad) de una sociedad es la suma de la felicidad sus individuos.

2. El fin de la moral es promover el (bien) felicidad de sociedad.

3. Un principio moral es ideal si y solamente si su conformidad universal maximizaría

la felicidad (bien) de la sociedad.

4. La conformidad Universal a principios de UTILIDAD (" Siempre actuar con el fin

de maximizar el equilibrio neto total de los placeres y de los dolores ") maximizaría

la felicidad (bien) de sociedad.

El principio de UTILIDAD es pues el principio moral ideal. "(Ver: The Classical

Utilitarians: Bentham and Mill, autor: Juan Troyer, Profesor de Filosofía en la Universidad

de Connecticut)

Evolución del Utilitarismo.

Aunque el utilitarismo existe desde hace ya un buen tiempo, parece cobrar una

importancia más grande durante el siglo XVIII y el siglo XIX, es decir los inicios de la

sociedad moderna y el fin de la sociedad feudal. En efecto, el auge industrial que conoce

Europa en el siglo XVIII va a provocar cambios importantes en el comportamiento de los

hombres en el seno de la sociedad. Así, la industrialización en Francia durante el siglo

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XVIII, va a propiciar su desarrollo, y el individualismo de su sociedad. Es decir, que esta

nueva sociedad ofrece a los más pobres, medianamente pobres y a los medianamente ricos,

un remedio a su necesidad sin ser obligados a formar parte del clan o del grupo familiar.

Durante toda la Edad Media, el individuo no puede sobrevivir sólo, el grupo es el solo

medio de supervivencia, sea en el seno de la ciudad, gruesos pueblos o alrededor de un

señor de campaña: a la Edad Media sobrevivimos sólo si formamos parte de un grupo. El

desarrollo tecnológico y científico y los descubrimientos de nuevas tierras, durante los

siglos XV, XVI, y XVIII se evidencia la sociedad del Siglo de las Luces, que da origen al

individualismo y a la independencia de la economía privada con relación al Estado. Es pues

en el contexto que nace el "laissez-faire", que finalmente es el credo del utilitarismo en el

sentido donde el individuo es libre de producir su propia felicidad, en saber las condiciones

de su convivencia, pero también esto responsabiliza al individuo ya que la consecuencia de

los actos individuales se vuelve muy importante y fundamental. En efecto, es aquí, en este

aspecto del utilitarismo que se puede ver la influencia de Francia en el altruismo de

Augusto Comte, y un movimiento general de una "humanización" de la sociedad europea.

En efecto, esta última que se ha vuelto más rico y "controla (domina)" un poco más la

naturaleza en la cual evoluciona, tiene los medios financiero y materiales que le aportan

una mejor comodidad material que permite, en el siglo XVIII, y una individualización de

las personas,  pues se da una amplia consideración de la persona de la misma manera que

cada uno se considera un individuo único, y no como parte (partida) de un grupo. Nuestra

sociedad moderna entonces ve la luz.

El laissez-faire toma su origen en Francia, en 1683, en el momento de una reunión entre

Colbert (1619-1683) y un grupo de vendedores franceses dirigido por un cierto Legendre,

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que responde esto, cuando Colbert (inspector general de las finanzas de Francia, durante el

reinado de Luis XIV, del 1665 al 1683) demanda los vendedores lo que el Estado francés

puede hacer para ayudarles:

Dejar hacer, tal debería ser la divisa de toda potencia (fuerza) pública, desde que el

mundo (gente) es civilizado... ¡ Principio Detestable que el de querer aumentar que por la

disminución de nuestros vecinos! Hay sólo una maldad y una malignidad del corazón de

satisfechas en este principio, y el interés es opuesto a eso. ¡Deje hacer, morbleu! ¡Deje

hacer!! (J. Turgot: Eloge de Vincent de Gournay, Mercure, 1759)

Vincent de Gournay (1712-1759) populariza este principio que caracteriza la necesidad

de libertad económica e individual en la que todo el siglo XVIII tiene en cuenta: "dejar

hacer, dejar pasar, el mundo mismo va". Esta necesidad por libertad es evidente con un

individualismo creciente que no puede existir sin un cierto altruismo, en el que finalmente

Augusto Comte exprime en la primera mitad del siglo XIX. Comte exprime un estado que

existe y evoluciona a lo largo del siglo XVIII  pero que no puede ser exprimido claramente

ya que los hombres están casi demasiado ocupados de liberarse, físicamente,

económicamente e intelectualmente, ya que no logran exprimir completamente este

altruismo que nace con individualismo. Finalmente la felicidad individual predicada por el

utilitarismo se acompaña inevitablemente de un altruismo, dado que el hombre puede ser

feliz sólo si la comunidad misma es feliz, hay que respetar la felicidad de otros, teniendo

en cuenta, que las consecuencias de mis actos les producen felicidad, o, por lo menos, le

causan desgracia a cualquiera.

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El utilitarismo exprime pues un deseo de libertad, es una forma de liberalismo. En

efecto, en Inglaterra, se desarrolla nacidos dos corrientes, de la influencia de Bentham: un

liberalismo económico y un liberalismo social. La necesidad de libertad que nace a finales

del siglo XVII y XVIII se desarrolla y se expresa mucho más claramente en el siglo XIX.

De esta perspectiva, dos corrientes nacen: el liberalismo económico que se hará cargo del

capitalismo en el siglo XX, y el liberalismo social que se hará en el curso del siglo XIX, el

socialismo y más tarde el comunismo.

El Utilitarismo en la Actualidad.

Yéndonos más hacia la actualidad, el utilitarismo es una teoría que tiene a su favor su

simpleza. En muchos casos es sencillo aplicar el cálculo utilitarista en los conflictos

morales. Pensemos por ejemplo en el caso de que tengamos que hacer una carretera para

dar servicio a millones de personas. Puede que tengamos que expropiar terrenos de gente

que no quiere dejar sus casas, pero la teoría utilitarista dice que la acción está justificada,

porque beneficia a muchos, aunque perjudique a unos cuantos.

Es también fácil entender porque, desde el punto de vista utilitarista, hay que decir la

verdad, trabajar honradamente o pagar impuestos. La cuestión es que todas estas cosas

producen la mayor felicidad para el mayor número. La teoría utilitarista permite hacer

cálculos más o menos fáciles para determinar si una acción es correcta o incorrecta.

El utilitarismo es una visión ética que casa muy bien con la democracia. También las

sociedades democráticas tienen como objetivo procurar la mayor felicidad general. De

hecho, parece que los políticos hacen muchas veces cálculos utilitaristas antes de tomar

decisiones, o al menos que las justifican según cálculos utilitaristas; cuando toman una

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medida siempre la justifican diciendo que beneficia a mucha más gente que la que perjudica

(aunque realmente no sea así).

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Referencias

http://definicion.de/utilitarismo/

http://dontworrybehappys.blogspot.com/2009/11/autores.html

http://utilitarianphilosophy.com/definition.es.html

http://utilitarismogeneral.blogspot.com/

http://www.mercaba.org/DicPC/U/utilitarismo.htm

http://www.philosophica.info/voces/utilitarismo/Utilitarismo.html#Bentham1987

https://franciscomartintorres.wordpress.com/2013/02/18/teorias-eticas-el-utilitarismo/