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SEPTIEMBRE DE 2020BOGOTÁ, COLOMBIA

89Subversiones intelectuales Dentro y contra la crisis pandémica.Hipótesis de estabilización capitalista y lucha de clases Régimen político y proyecto hegemónico Desmontar la policía de la guerra: Avanzar hacia la apertura democrática y la paz · Reforma política aplazada: Otra deuda con la paz y la implementación del Acuerdo Final · Economía política de la dominación El Presupuesto General de la Nación 2021: Bajo la sombra del embrujo uribista · El Grupo Empresarial Antioqueño: De oligopolio nacional a conglomerado financiero transnacional (II) · Izquierda en debate Desestructuración de las izquierdas institucionales (II) · Álvaro Vásquez del Real: In memoriam Ante el deceso de Álvaro Vásquez del Real · Algunas observaciones sobre la negociación de paz · Cultura y Política Cincuenta años después de La espada encendida

UIERDAISSN 2215-8332

DirectorJairo Estrada Álvarez

Jefe de redacciónJesús Gualdrón Sandoval

Consejo editorialÁlvaro Vásquez del Real,

Víctor Manuel Moncayo Cruz,Carolina Jiménez Martín,

María Teresa Cifuentes Traslaviña,Patricia Ariza,

Sergio De Zubiría Samper,Ricardo Sánchez Ángel,

Daniel Libreros Caicedo,Jorge Gantiva Silva,

José Francisco Puello-Socarrás,Andrés Felipe Mora Cortés

Consejo asesor internacionalBeatriz Stolowicz (México),Julio Gambina (Argentina),

Ricardo Antunes (Brasil),Antonio Elías (Uruguay)

Diseño y diagramaciónTatianna Castillo Reyes

ESPACIO CRÍTICO EDICIONES

Publicación auspiciada por Espacio Crítico Centro de Estudios

www.espaciocritico.com

ISSN-2215-8332

89SEPTIEMBRE DE 2020BOGOTÁ, COLOMBIA

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aquí publicadas se incluye en la última página.

Las opiniones emitidas por los autores no comprometen

al Consejo Editorial de la Revista.

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reproducirse libremente, conservando sus créditos.

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CONTENIDO

SUBVERSIONES INTELECTUALES

5 Dentro y contra la crisis pandémicaHipótesis de estabilización capitalista y lucha de clasesSandro Mezzadra

RÉGIMEN POLÍTICO Y PROYECTO HEGEMÓNICO15 Desmontar la policía de la guerra: avanzar

hacia la apertura democrática y la pazApuntes para la caracterización de la Policía y la reforma policialFrancisco Javier Toloza

25 Reforma política aplazada: otra deuda con la paz y la implementación del Acuerdo FinalLaura Espinosa, Carolina Jiménez

ECONOMÍA POLÍTICA DE LA DOMINACIÓN33 El Presupuesto General de la Nación 2021: Bajo la sombra del embrujo uribista

Andrés Felipe Mora Cortés

39 El Grupo Empresarial Antioqueño: Del oligopolio nacional a conglomerado financiero transnacional (II)Diego Carrero Barón

IZQUIERDA EN DEBATE49 Desestructuración de las izquierdas institucionales (II)

Sergio De Zubiría Samper

ÁLVARO VÁSQUEZ DEL REAL: IN MEMORIAM59 Ante el deceso de Álvaro Vásquez del Real

Jesús Gualdrón

61 Algunas observaciones sobre la negociación de PAZÁlvaro Vásquez del Real

CULTURA Y POLÍTICA65 Cincuenta años después de La espada encendida

Hugo Ávila Baquero

SUBVERSIONES INTELECTUALES

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SANDRO MEZZADRADOCTOR EN HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICASUNIVERSIDAD DE TURÍNPROFESOR DE TEORÍA POLÍTICA CONTEMPORÁNEA Y DE ESTUDIOS POSCOLONIALES UNIVERSIDAD DE BOLONIA CODIRIGE LA REVISTA DERIVEAPPRODI

Dentro y contra la crisis pandémicaHipótesis de estabilización capitalista y lucha de clases*

Durante meses hemos vivido una crisis diferente a las que nos han tocado en la vida. Un virus, una pan-demia: no habíamos pensado (al menos yo no había pensado) que tales causas pudieran generar rápida-mente un bloqueo real de los circuitos esenciales del

capitalismo global, así como una transformación radical de nues-tras vidas. En cualquier caso, esto es lo que sucedió: basta pensar en el impacto de la pandemia en la logística, que se ha calificado en los últimos años como una de las áreas más relevantes para las operaciones del capital contemporáneo. Por supuesto, la lo-gística se reorganizó demasiado rápido, acentuando los rasgos despóticos de su funcionamiento. Pero el impacto de la pandemia fue violento.La irrupción del coronavirus en nuestra vida diaria, ciertamente no inesperada y de hecho anunciada varias veces en los últimos años por la propia OMS, plantea desafíos radicales, que afectan nuestra forma de estar en el mundo y nuestras relaciones con la naturaleza no humana. La fragilidad y la resistencia de nues-

* Artículo publicado en la página www.euronomade.info, septiembre de 2020. La traducción ha sido revisada y ajustada por Víctor Manuel Moncayo C.

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Bogotá, Colombia

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tros cuerpos, en particular, se colocan bajo una luz al menos parcialmente nueva, y el significado de estar sano (por lo tanto, de una “buena vida”) está cargado de problemas y dimensiones sin precedentes. El propio capitalismo se ve afectado por esta crisis de muchas formas que no tiene precedentes, tanto en el largo período de un modelo de desarrollo que ha trastornado el equilibrio ecológico del planeta, como en las tendencias más recientes, que han llevado a una creciente entrelazamiento de capital y vida, descrito de diversas formas

por los diferentes usos de categorías como “biocapital” y “biocapitalismo”. Apenas es necesario recordar, además, cómo en parti-cular se utilizó el término “biocapital” en referencia a “Big Pharma” y, por lo tanto, respecto de un sector que ahora es estraté-gico para la competencia en la búsqueda de terapias y de una vacuna para covid -19.Este conjunto de preguntas, solo insinuadas, constituye el marco necesario para el análisis aquí realizado, pero no es directamente objeto de él. Prefiero detenerme en la violencia con la que se manifiesta hoy la crisis económica y social, en Italia como en otros países: en la destrucción de puestos de trabajo que conlleva, en la laceración de las infraes-tructuras sociales en barrios y pueblos, en la acentuación de la precariedad laboral y la marginalidad social, en el peso aún más violento del trabajo de cuidado (voluntario o remunerado) que se descarga sobre las mujeres, en las restricciones y sacrificios que afectan a los migrantes –sujetos móviles por definición–, en el vertiginoso aumento de las tasas de trabajo en quienes en los meses del encierro aprendimos a conocerlos como “trabajos esenciales”. Y la lista continúa… En cualquier caso, está claro que la crisis tiene

consecuencias sociales extremadamente violentas, que amenazan con agra-varse aún más con el agotamiento de las redes de seguridad social, como los despidos y otras medidas de apoyo a la renta. Esta crisis social se combina con una crisis del capitalismo que, en todo caso, permite vislumbrar tendencias evolutivas que, sin duda, combinan elementos de análisis en profundidad de procesos ya en marcha desde hace algún tiempo (pensemos, por poner un solo ejemplo, en el capitalismo de plataforma, ciertamente destinado para salir de la crisis entre los ganadores).En general, conviene recordar que el capitalismo tiene una real “afinidad electiva” con la crisis, tanto por el hecho de que esta última constituye un elemento necesario del ciclo de acumulación, como por el hecho de que las crisis son momentos esenciales de transformación, renovación y recalificación

El bienestar, en la actualidad, se presenta en cualquier caso como

un terreno esencial de disputa . Es sobre todo en el campo del bienestar que

hoy se trata de organizar y dirigir las luchas sociales, sacando a relucir

ese perfil múltiple, atravesado por la diferencia pero unido en la

cooperación, que hoy caracteriza la composición del trabajo vivo, y que

hemos vislumbrado en sus inicios en las imágenes de Black Lives Matter. Hay que reiterarlo: sin luchas, sin lucha de clases en el apogeo del presente, solo hay revolución (o restauración) desde

arriba. Es la irrupción de la subjetividad del trabajo vivo en su composición

múltiple lo que puede abrir espacios de democracia y apropiación de la riqueza.


Bogotá, Colombia SUBVERSIONES INTELECTUALES Contenido

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del propio capitalismo. Las crisis, por ejemplo la gran recesión de los años 1856-1858 anali-zada por Marx en sus artículos para el “New York Daily Tribune”, han sido a menudo ocasiones de verdaderas “revoluciones desde arriba” del capital; mientras que en otros casos, en presencia de grandes luchas obreras y proletarias, la nueva configuración del capitalismo lleva las marcas de la lucha de clases y las conquistas del trabajo: la crisis del 29 y el New Deal en Estados Unidos son un ejemplo en este sentido clásico. Por tanto, queda claro que la lucha de clases es una variable fundamental para definir la “salida” de la crisis y los consecuentes escenarios de estabilización. Debe tenerse en cuenta, tanto metódica como políticamente, para el análisis del presente.Acabo de hablar de estabilizar la crisis. Creo que es importante realizar el análisis, desde nuestro punto de vista, precisamente sobre los escenarios emergentes de estabiliza-ción capitalista de la crisis. Para analizar en profundidad estos escenarios, además, sería necesario investigar las transforma-ciones generales que están afectando el marco global y los desarrollos en países cruciales para el desarrollo y la gobernanza de la pandemia, como China y Corea del Sur. Por ahora me limitaré a algunas consi-deraciones sobre Occidente, teniendo en cuenta, en particular, la situación europea y la situación estadounidense solo en algunos aspectos. Además, no hay que olvidar que la crisis actual se inserta en una crisis anterior de gran profundidad, como es la crisis finan-ciera de 2007-2008, cuyos efectos siguen circulando globalmente y, en particular, marcando dinámicas económicas y sociales en un país como Italia. Y conviene recordar que los intentos por estabilizar esa crisis giran fundamentalmente en torno a las polí-ticas monetarias (la flexibilización cuantita-tiva ), sin cuestionar y, de hecho, impulsando aún más los procesos de financiarización y el aumento de las desigualdades sociales. En Europa, en particular, donde la crisis afectó

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particularmente a las “deudas soberanas”, estas políticas se combinaron con una estrategia de austeridad violenta, como fue particularmente evidente en la crisis griega de 2015. La continuidad del neoliberalismo parecía asegurada, en una forma autoritaria y, de hecho, austera, que nunca había sido ajena al ordoliberalismo nacido en Alemania.Me parece que hoy, por la fuerza de las cosas , la situación es al menos parcialmente diferente. Tanto en Estados Unidos como en Europa, la política monetaria ha dado un salto cuali-tativo, y de hecho está cubriendo y haciendo posible el gasto deficitario de los estados, es decir, ese gasto deficitario que el dogma neoliberal de un presupuesto equilibrado siempre ha inten-tado evitar. Es un punto de gran importancia, ciertamente determinado (como la suspen-sión de los parámetros de Maastricht) por la actual situación de emergencia, pero poten-cialmente indicativo de un cambio de para-digma. El anuncio de Jerome Powell, presi-dente de la Fed, de despedirse de la inflación al 2% como referencia para las políticas monetarias (sustituyendo su “valor medio” y prefiriendo el “pleno empleo” en todo caso), es otro elemento clave de importancia. Como escribieron Marco Bertorello y Danilo Corradi en el “Manifiesto” del 12 de septiembre, este anuncio corresponde a una reducción sustancial de la “lógica de los últimos treinta años”. A esto, por supuesto, debe agregarse el “Fondo de recuperación” europeo (“Next-GenerationEU”).Por supuesto, cada uno de estos pasajes debe explorarse de una manera muy diferente. Sin embargo, me parece que, en conjunto, esbozan una hipótesis de estabilización (repito: esta-bilización capitalista ) de la crisis, que marca una profunda discontinuidad con el neolibe-ralismo y la austeridad , sugiriendo el surgi-miento de un marco macroeconómico diferente. De lo que estoy hablando es una tendencia, claramente contrastada y con un resultado incierto. En cualquier caso, el debilitamiento de algunos aspectos macroeconómicos fundamentales del neoliberalismo está lejos de presagiar su crisis terminal. En los últimos años, el debate sobre el neoliberalismo ha demos-trado ampliamente, a menudo con la ayuda de categorías foucaultianas, cómo es necesario entenderlo y criticarlo también como una forma de “gubernamentabilidad”, obser-

Sin luchas por los ingresos y sin luchas por los salarios, el bienestar se presta para desplegar sus características disciplinarias y perder todo impulso expansivo. Esas luchas son, por tanto, un elemento fundamental para cualquier razonamiento, y para cualquier intervención política sobre el bienestar, al igual que en otros sentidos lo son las luchas feministas, las luchas de los migrantes, las luchas por los problemas ambientales. La calidad del desarrollo, la determinación subjetiva de las políticas de bienestar, el constante cuestionamiento de las fronteras nacionales de la ciudadanía son, de hecho, otros tantos elementos esenciales de una política de clases en el apogeo de la era en la que vivimos.



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vando su difusión generalizada, por ejemplo a través de nociones como competitividad y meritocracia dentro del tejido social. Si bien las discusiones sobre el “posneolibera-lismo” ya resonaban durante los gobiernos progresistas latinoamericanos, un libro de Verónica Gago ( La razón neoliberal, Buenos Aires, Tinta Limón, 2014) nos invitó a mirar al neoliberalismo no solo “desde arriba” (precisamente concentrando el análisis en su marco macroeconómico), sino también desde abajo , es decir, mapeando el comportamiento y la lógica del funcionamiento de las institu-ciones sociales.Me parece un indicio precioso, para retomarlo hoy también en nuestras latitudes. El neoli-beralismo se ha extendido de manera gene-ralizada en nuestras sociedades, ha reorga-nizado las mismas instituciones de bienestar (hospitales, escuelas, universidades) en torno a la racionalidad empresarial, y ha invertido mucho en el nivel de subjetividades. Incluso en un marco macroeconómico diferente, defi-nido por políticas monetarias expansivas, inversiones públicas, y el relanzamiento del bienestar, el neoliberalismo permanecería muy presente (en lo que respecta al “Fondo de Recuperación”: en la propia definición de prioridades y lógica de inversión ), y es nece-sario dotarse de herramientas para luchar contra él todos los días. Pero una hipótesis no neoliberal de estabilización de la crisis define objetivamente un nuevo campo de juego, en el que –por decirlo de manera muy concreta– el problema ya no es resistir el desmantela-miento neoliberal del Estado del bienestar, sino luchar ofensivamente por la construc-ción de nuevas instituciones y nuevas polí-ticas de bienestar. Porque dentro de este nuevo patio de recreo, el bienestar adquiere una centralidad sin precedentes.Hablar de una hipótesis no neoliberal de esta-bilización capitalista de la crisis, presupone una mayor conciencia de la profundidad de la crisis que vivimos, pero no tiene por sí misma nada particularmente optimista. No es nece-sario recordar que históricamente las polí-

ticas monetarias expansivas y las políticas de bienestar han caracterizado una multi-plicidad de regímenes, algunos de los cuales son autoritarios y dictatoriales. Por ejemplo, una victoria de Trump en las elecciones presi-denciales del 3 de noviembre podría conducir a una variante particularmente violenta y represiva de esta hipótesis no neoliberal. De manera más general, en cualquier régimen político, las políticas de bienestar pueden tener duras características disciplinarias, selectivas y jerárquicas, en particular sobre la base de criterios de raza y género, tan importantes para los movimientos de los últimos años. Ningún optimismo particular, por tanto: sólo la conciencia de que la hipó-tesis no neoliberal de estabilización capita-lista de la crisis que parece emerger, deter-mina un cambio en el marco dentro del cual se desarrollarán las luchas y las moviliza-ciones en los próximos meses. Creo que este aspecto hay que tenerlo en cuenta.En un punto debemos ser claros. Hablar de la centralidad del bienestar en las hipótesis capitalistas de estabilización de la crisis y en las luchas sociales, no significa volver a proponer el imaginario propio del modelo del estado de bienestar del siglo XX. A menudo hemos analizado críticamente los presu-puestos de esta forma de Estado específica, que tuvo un presagio en el New Deal de Roosevelt. Al mismo tiempo, en el contexto del reconocimiento y de la mistificación del poder productivo de la clase trabajadora industrial en la época de la producción en masa, el Estado de bienestar del siglo XX se basó en una composición de clase, en una configuración del capitalismo, en insti-tuciones y en actores políticos, que desem-bocó en un orden mundial definitivamente fallido. La insurgencia obrera y los movi-mientos sociales de los sesenta y setenta, que pusieron en crisis esa forma de Estado ante la reacción neoliberal, más bien nos brindan un conjunto de elementos que aún hoy son relevantes: la crítica de las formas de subyugación de género (y de raza) sobre



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los que se fundó el Estado de bienestar, el rechazo a la caracterización disci-plinaria de las instituciones de bienestar, la crítica a los procesos de buro-cratización inherentes a las políticas que asumían en el Estado como centro indiscutible. Todos estos son temas que hay que actualizar y relanzar, en la conciencia (repito, porque será un tema de batalla política en los próximos meses) de que todavía hoy no es posible volver al pasado.Hablar hoy de bienestar es, por tanto, hablar de una innovación necesaria, que concierne tanto a los temas de las políticas sociales, como a sus sujetos y a las instituciones de esas políticas. No nos faltan brújulas conceptuales que nos orienten en esta búsqueda de innovación. El “modelo antropogené-tico” o “la producción del ser humano a través del ser humano”, del que han hablado a menudo Christian Marazzi y Carlo Vercellone, indica claramente, por ejemplo, el papel crucial que desempeñan el sector educativo, el sector sanitario y el de cultura en el capitalismo contemporáneo y, en especial, en las luchas sociales. En los últimos meses hemos retomado del movimiento feminista (de “Non Una di Meno”, ni una menos) la indicación de asumir la reproducción social –politizada por las luchas– como una clave general para repensar, no sólo el bienestar sino, más generalmente, el vínculo entre repro-ducción y producción y, por tanto, también los movimientos que se deter-minan dentro de este último. Me parece que este es un punto particularmente importante, porque nos recuerda cómo las luchas por el bienestar no pueden separarse de las relacionadas con la “producción”, pues este es un concepto que hemos aprendido a problematizar y expandir debido al análisis de las

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transformaciones del capitalismo contemporáneo así como al empuje de las luchas, en las cuales las feministas fueron particularmente importantes, aunque de diferentes maneras.El bienestar, en la actualidad, se presenta en cualquier caso como un terreno esencial de disputa . Es sobre todo en el campo del bienestar que hoy se trata de organizar y dirigir las luchas sociales, sacando a relucir ese perfil múltiple, atravesado por la diferencia pero unido en la cooperación, que hoy caracte-riza la composición del trabajo vivo, y que hemos vislumbrado en sus inicios en las imágenes de Black Lives Matter. Hay que reiterarlo: sin luchas, sin lucha de clases en el apogeo del presente, solo hay revolución (o restauración) desde arriba. Es la irrupción de la subjetividad del trabajo vivo en su compo-sición múltiple lo que puede abrir espacios de democracia y apropiación de la riqueza, dentro de un proceso que, de otro modo, estaría destinado a tener lugar, quizás en un nuevo marco, en el signo de una continuidad sustancial con el pasado. Es, por consiguiente, el desarrollo de las luchas, el que se expresa hoy, en particular en los sectores de la educación y la salud, lo que puede y debe orientar nuestra búsqueda de nuevos montajes institucionales y nuevas formas de liderazgo social en el campo del bienestar.Luchas por el bienestar, dije. Pero teniendo conciencia que no hay bienestar nuevo sin lo que acabo de llamar la apropiación de la riqueza. El tema de la renta, en todas las formas en las que se presenta, es ciertamente funda-mental, en particular para contrarrestar la propagación de esa pobreza ante la cual las políticas asistenciales sólo pueden ser políticas asistenciales y fuertemente paternalistas. Pero, igualmente, es fundamental la lucha por los salarios, en contraste con las políticas patronales que claramente apuntan a imponer una forma específica de austeridad en la fábrica social en su conjunto. Sin luchas por los ingresos y sin luchas por los salarios, el bien-estar se presta para desplegar sus características disciplinarias y perder todo impulso expansivo. Esas luchas son, por tanto, un elemento fundamental para cualquier razonamiento, y para cualquier intervención política sobre el bien-estar, al igual que en otros sentidos lo son las luchas feministas, las luchas de los migrantes, las luchas por los problemas ambientales. La calidad del desa-rrollo, la determinación subjetiva de las políticas de bienestar, el constante cuestionamiento de las fronteras nacionales de la ciudadanía son, de hecho, otros tantos elementos esenciales de una política de clases en el apogeo de la era en la que vivimos.



RÉGIMEN POLÍTICO Y PROYECTO HEGEMÓNICO

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FRANCISCO JAVIER TOLOZADOCENTE UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

Desmontar la policía de la guerra: avanzar hacia la apertura democrática y la pazApuntes para la caracterización de la Policía y la reforma policial

La tortura y asesinato de Javier Ordoñez en plena Bogo-tá a manos de agentes de la Policía Nacional el pasado 8 de septiembre, generó una legítima ola de indignación que desnudó al mismo tiempo la calaña y los límites del aparato policial como sustento del autoritario régimen po-

lítico colombiano. Este enésimo acto de abuso policial logró que la Policía concentrara el rechazo justificado de la población en medio del malestar social que se viene cebando en una triple crisis en curso (de la economía capitalista, del bloque de poder y de la implementación del Acuerdo de Paz), descontento pronun-ciado en medio de la coyuntura de pandemia y promoción del fascismo social. La respuesta brutal dirigida desde el Ejecutivo Nacional que dejó más de 13 muertos y 200 heridos solo ratificó la centralidad del debate por desmontar la máquina de guerra que representa hoy la Policía Nacional para avanzar en la aper-tura democrática.

Policía militar y política, capitel del orden contrainsurgente y del santanderismo

Las luctuosas jornadas del 9 y 10 de septiembre develan la conti-nuidad en pleno siglo XXI de la Doctrina de Seguridad Nacional y del encuadramiento de toda la fuerza pública en ella. La policía


Bogotá, Colombia

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colombiana hizo gala de su carácter militar, de su subordinación al mando castrense nacional en medio del desconocimiento de las autoridades civiles locales, así como del uso indiscriminado del armamento contra civiles. En resumen, del tratamiento de guerra contra el derecho a la protesta y de “enemigo interno” hacia la población.La adscripción de la Policía Nacional al Ministerio de Defensa desde la restauración frentenacionalista y bajo la asesoría norteamericana, expresa su incorporación plena en el conflicto social armado, en el que ha sido partícipe directa de todo tipo de operaciones contrainsurgentes. La policía colombiana configurada y gestionada en el marco de la Doctrina de Seguridad Nacional

no está pensada para resolver los problemas de seguridad y convivencia de las comuni-dades sino para el manejo militar del orden público, la represión contra las libertades civiles y el trato punitivista y criminalizante de la vida social. Más allá de la formalidad legal que no la reconoce como fuerza armada, sino como fuerza pública, su inscripción dentro del Mindefensa le ha garantizado a la policía importantes gabelas para el ejercicio de la violencia, el acceso y utilización de armamento, así como el aura de impunidad que le otorga el fuero militar.Esta perversión propia del militarismo colombiano valida la reiterada exigencia de la recuperación del carácter civil de la policía, insistentemente negado. Es pueril el argumento del gobierno de Duque que afirma que la desmilitarización de la policía llevaría a su politización. El carácter militar de la policía colombiana ha ido de la mano con su carácter político, fungiendo como policía política de adscripción nítida al orden contra-

insurgente. El pacto frentenacionalista y la denominada “Doctrina Lleras” permitieron superar para el bloque de poder el uso bipartidista de la policía que marcó la primera mitad del siglo XX, pero en medio de un cúmulo de compromisos mutuos entre élites civiles y castrenses que inscribió al conjunto de la fuerza pública en el anticomunismo, la Doctrina de Seguridad Nacional y la alineación ideológica con Washington. Se configuró entonces una policía “despartidizada” pero claramente politizada e ideologizada con una función represiva esencial en la preservación del statu quo. Acorde con la tradición santanderista, del acuerdo del bloque formará parte también que las jerar-quías militares no disputarían el protagonismo político administrativo a la clase política a cambio de una patente de corso casi ilimitada para el manejo del orden público, el presupuesto de guerra y la administración del personal uniformado, ámbitos que hasta hoy se mantienen fuera de un control efectivo del poder civil.

Las luctuosas jornadas del 9 y 10 de septiembre develan la continuidad

en pleno siglo X X I de la Doctrina de Seguridad Nacional y del

encuadramiento de toda la fuerza pública en ella. La policía colombiana hizo gala de su carácter militar, de su

subordinación al mando castrense nacional en medio del desconocimiento

de las autoridades civiles locales, así como del uso indiscriminado

del armamento contra civiles. En resumen, del tratamiento de guerra

contra el derecho a la protesta y de “enemigo interno” hacia la población.


Bogotá, Colombia RégimEn poLítico y pRoyEcto HEgEmónico Contenido

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Si bien la actual fractura en el bloque de poder ha permeado a sus componentes armados –incluida la Policía– y parte de la crisis se expresa en que el uribismo intenta romper con el acuerdo hegemónico de la Doctrina Lleras, retornando a la partidización de la fuerza pública1, más allá de la formalidad de un traslado ministerial se requiere holística-mente desmilitarizar y despolitizar la Policía Nacional, garantizando el desmonte de la Doctrina de Seguridad Nacional con todos sus componentes, disfraces y renovaciones.

Policía cipaya y subordinación estratégica

Un segundo aspecto constitutivo del carácter antidemocrático de la Policía Nacional deri-vado del anterior es su encuadramiento en lo que el profesor Renán Vega denomina

1 https://www.eltiempo.com/unidad-investiga-tiva/general-retirado-juan-carlos-buitrago-ha-bla-de-la-crisis-en-la-policia-538266

la “subordinación estratégica” del Estado colombiano a los EE.UU. Aunque esta condi-ción ha pasado de soslayo en la actual coyuntura no es fortuito que se repliquen en ambos países los abusos policiales, los trata-mientos sexistas y racistas, el contubernio con las mafias del narcotráfico y la represión violenta contra las movilizaciones sociales. Existe una claro sometimiento doctrinario, tecnológico, financiero e incluso operacional en algunos terrenos de la Policía Nacional de Colombia al complejo militar industrial norteamericano y al Departamento de Estado.Desde la impostura de la Doctrina de Segu-ridad Nacional se afianza la intervención norteamericana en la Policía con las perma-nentes misiones y participación en cursos y academias imperiales, como la Escuela de las Américas. Con la declaración de Washington de la llamada “Guerra contra las Drogas” dicha injerencia se exacerba. El Plan Colombia financia directamente unidades y operaciones rayando en la absorción de

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ciertas unidades policiales al Comando Sur y a la DEA. Estructuras como el ESMAD o la Dirección de Carabineros son creadas con estos recursos, mien-tras toda la fuerza pública colombiana se hace adicta a las ayudas condicio-nadas, instrucción y asesoría, equipos y dotación surtida desde los EE.UU., sin la cual no podría funcionar el hipertrofiado cuerpo policial. La sujeción es tal que se destaca a la Policía Nacional como enclave regional para la denominada cooperación triangular, en cuyo marco la cuestionada institución colombiana vende sus servicios a otros organismos de seguridad del mundo, con subvención y supervisión norteamericana.Aunque el caso más prominente de esta subordinación estratégica es la inje-rencia de la DEA y la sujeción de la política antinarcóticos a dictámenes externos, con la consecuente participación de toda la fuerza pública colom-biana en los mal llamados ejercicios conjuntos bajo la dirección norteameri-cana, el ejemplo que mejor podría demostrar como la subordinación estraté-gica cubre toda el cuerpo policial y afecta la cotidianidad de la ciudadanía está en la intervención extranjera directa en la formación y funcionamiento de los organismos de inteligencia y contrainteligencia de la Policía Nacional. Instancias tan sensibles para la soberanía de un Estado con manejo de infor-mación estratégica, y tan relevantes en la definición de la política de segu-ridad y de la operación misma del cuerpo policial frente a la ciudadanía, funcionan bajo asesoría norteamericana y de su socio de la OTAN, el MI6 británico, los cuales también participaron en el proceso de refundación de la policía política –legalmente hablando–, hoy llamada DNI, Dirección Nacional de Inteligencia2. Así pues el problema de la soberanía policial se convierte en un elemento relevante de cualquier reforma, ya que difícilmente habrá cambios de paradigma o doctrina mientras se mantenga esta subordinación estratégica y, por el contrario, se recaerá en las fracasadas estrategias puniti-vistas y represivas de la policía estadounidense.

La policía es parte del Complejo Militar Económico y de la economía de guerra permanente

En medio de la escalada guerrerista del Estado colombiano se erigió una suerte de economía de guerra permanente (Beinstein) como un rasgo del neolibera-lismo en el país. En medio de su quimera por la solución militar del conflicto social armado, el bloque de poder inició en la década de los noventa una hipertrofia de toda la fuerza pública en la que la Policía Nacional fortalecía sus funciones contrainsurgentes al tiempo que ganaba un inusitado calado presupuestal y de personal. Esta apuesta que se refuerza con posterioridad a la crisis de 1999 con el Plan Colombia, tendrá impactos no solamente políticos sino sobre la misma formación socioeconómica colombiana al convertir a la Policía Nacional en el segundo mayor empleador del país, con un presupuesto público proyectado para 2021 en más de 15 billones.

2 https://www.wradio.com.co/noticias/actualidad/a-la-policia-la-estan-manoseando-con-intereses-poli-ticos-gral-r-juan-carlos-buitrago/20200918/nota/4071223.aspx



https://www.wradio.com.co/noticias/actualidad/a-la-policia-la-estan-manoseando-con-intereses-politicos-gral-r-juan-carlos-buitrago/20200918/nota/4071223.aspx

https://www.wradio.com.co/noticias/actualidad/a-la-policia-la-estan-manoseando-con-intereses-politicos-gral-r-juan-carlos-buitrago/20200918/nota/4071223.aspx

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La actual crisis de la policía colombiana es expresión de una crisis más profunda,

la del régimen político, que tiende a reforzar su cariz autoritario. No es

un problema de cambios cosméticos o reingenierías institucionales,

sino de reforma estructural en el marco de un proceso integral de apertura democrática junto con

otras transformaciones del régimen político aplazadas hasta hoy, como

la reforma política electoral, la de la justicia, la de las fuerzas militares, entre tantas. No se trata entonces

de un decreto o de una norma, sino de la apertura de debates sobre el

conjunto de aspectos que intervienen en la misión y labores de la policía.

La salida policiva y militarista que promueve la permanente ampliación del pie de fuerza oficial genera una absorción constante del ejército industrial de reserva por la fuerza pública con sus consecuencias económicas, sociales y culturales. Solamente entre 2002 y 2017 el incremento de la nómina poli-cial superó el 66%, en buena parte con cargo a recursos extraordinarios que vuelven hoy al gasto en seguridad y defensa no solo inflexible sino insos-tenible en el mediano plazo por la creciente carga pensional y prestacional. El mayor pie de fuerza policial solo ha generado más y más requerimientos presupuestales como resultado de la exigencia de mantenimiento y operación de equipos y medios de transporte que superan en 4 o 5 veces su precio de

compra, como lo calculó la misma Comisión del Gasto en 2017.En correspondencia con el llamado milita-rismo neoliberal y las dinámicas de comer-cialización de la guerra, la hipertrofia militar en Colombia derivó en la conformación de un grupo empresarial estatal de manejo directo de los uniformados. Mientras el neolibe-ralismo liquidaba las empresas estatales, en el sector Defensa se crearon y poten-ciaron durante los últimos 25 años múltiples empresas industriales y comerciales, que no solo surten las necesidades del aparato represivo en expansión sino que participan en negocios civiles. Mediante el CONPES 3520 de 2008 se conformó el Grupo Social y Empresarial de Defensa (GSED), el cual se define como un conglomerado de 18 empresas que incluyen el Fondo Rotatorio y la Caja de Sueldos de Retiro de la Policía Nacional que manejan los ingentes recursos correspon-dientes a esta abultada nómina.Parte de la reticencia al traslado de la policía del Mindefensa tiene que ver con la integra-ción del GSED y su manejo discrecional por los uniformados, ahora con calidad de vice-ministerio. La policía forma parte también

del subordinado pero lucrativo complejo militar económico colombiano de fluidas relaciones con el sector de la seguridad, de la vigilancia privada y de la construcción, así que cualquier reforma a la institución afecta estos poderosos intereses económicos amasados en medio del conflicto armado. Valga anotar que este renglón del capitalismo colombiano cuenta con poderosos lobistas y “expertos analistas” que promueven y venden el miedo y el riesgo para instalar la necesidad de un mayor gasto público en el sector.De forma muy peligrosa el gobierno de Duque insiste en la ruta del gigantismo policial. En su Política Marco de Seguridad y Convivencia expedida en este 2020 propone el Plan 34.000 (un ingreso de nuevos policías que corresponden



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al 20% del actual pie de fuerza) y la creación de la Policía Cívica Local que no es otra cosa que la expansión de la Policía Nacional, pero con cargo a los exiguos recursos de las enti-dades territoriales.Hay que romper con el círculo vicioso de ampliación del pie de fuerza y del presu-puesto policial que ha convertido la insti-tución en un auténtico cáncer fiscal para el bolsillo de las y los colombianos, sin que ello haya redundado en mejoría alguna para la seguridad o la prevención del delito. Hay que desmontar el complejo militar económico colombiano y el usufructo de la guerra y de la represión. Más policías con más recursos, pero iguales a los que asesinaron a Javier Ordoñez, a Nicolás Neira y a Diego Felipe Becerra, serán más zozobra e inseguridad para la población, y más ganancias para el complejo militar económico. Se requieren cambios doctrinarios e institucionales de fondo antes que seguir insistiendo irres-

ponsablemente en la militarización de la sociedad.

Las propuestas de La Habana y la vigencia de lo acordado

En el marco del Acuerdo General de La Habana (2012) las problemáticas relacio-nadas con la fuerza pública, si bien no constituían un acápite expreso dentro de la agenda, atravesaban varios de los puntos de la negociación. De ello dan cuenta tanto las múltiples iniciativas ciudadanas realizadas en los Foros de Participación como las llamadas Propuestas Mínimas de las FARC-EP –recien-temente editadas por CLACSO y Gentes del Común–. En forma sintética podríamos decir que en los puntos de Participación Política, Fin del Conflicto y Víctimas fueron presen-tadas propuestas relevantes relacionadas específicamente con la reforma de la Policía Nacional, lo que denota la centralidad y transversalidad de esta problemática en la

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Agenda de La Habana y para la construcción de una paz estable y duradera.Pese a los matices que se tuvo en cada punto podríamos decir que la reconversión de la Policía Nacional en fuerza civil para la paz y la reconciliación, la reestructuración de la Doctrina de Seguridad Nacional y la reasignación del presupuesto militar fueron planteadas por la entonces guerrilla de las FARC-EP como una condición sine qua non de la Reforma Democrática del Estado, base del proceso de apertura democrática. En este mismo punto 2 se propuso la prohibición de manera expresa y taxativa de cualquier tratamiento militar y de guerra a la legítima movilización o protesta social y popular, solicitando expresamente el desmonte del ESMAD.De otra parte, en las propuestas realizadas en el punto 3 la cuestión policial aparece en dos momentos. En primer lugar, ligada al concepto de Dejación de las Armas y Deja-ción Social de las Armas en medio de proceso

de “normalización”: Del lado del Estado, se trata de la dejación de armas por parte de sus Fuerzas Militares y de Policía en lo concer-niente a su uso para enfrentar todo lo que se considere amenaza política y social opositora o alternativa contra el orden social vigente, y en su lugar, abrir paso y garantizar la contienda política democrática y concentrarse en la defensa de las fronteras patrias.Así mismo en el punto de Garantías de Segu-ridad se ratificaron propuestas relacionadas con la necesaria reforma policial estructural, la creación de un cuerpo policial rural para la paz para los territorios dependiente del Minis-terio del Interior, al igual que planes piloto con depuración de la presencia narcoparami-litar en varios cuerpos de policía en regiones de conflicto. En el punto 5 de Víctimas se insistió en iniciativas que exigían la reforma militar y policial como Garantía de No Repe-tición, con la correspondiente subordinación de la Policía al poder civil en cabeza del Ministerio del Interior y la limitación de sus

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funciones a la seguridad ciudadana, al tiempo que se propuso la apertura de todos los archivos policiales como instrumento requerido para el esclareci-miento de la verdad de lo acontecido en el conflicto.Lamentablemente los voceros del Estado colombiano trazaron unilateral-mente una línea roja respecto a la reforma policial e impidieron dar un paso más certero en esta condición de la apertura democrática, la cual ha realzado su pertinencia luego de la violenta represión del Paro Nacional de 2019 y de las recientes jornadas de septiembre de 2020. No obstante, dentro de las 42 Salvedades radicadas en la Mesa por la Delegación de Paz de las FARC-EP aparecen tanto la Reforma Militar y Policial dentro de la Reestructuración Democrática del Estado, como la proscripción del tratamiento militar a la movilización y la protesta, el desmantelamiento del ESMAD y la revisión y modificación de las leyes de seguridad ciudadana.Pese a la reticencia gubernamental el Acuerdo de Paz logró consagrar aspectos relevantes relacionados con las funciones de la Policía Nacional. Entre otras se mandata la construcción de la Ley Estatutaria de Garantías del Derecho a la Protesta y a la Participación Ciudadana, proceso realizado con las organiza-ciones sociales y populares durante el año 2017, pero que lastimosamente no tuvo el trámite legislativo mandatado en el marco del fast track, afectado por la visión minimalista de la paz que imperó en el gobierno de Santos. En este proyecto de ley se recogen exigencias elementales que deben ser tenidas en cuenta para la transformación estructural de la policía, la regulación del uso de la fuerza y su relacionamiento con la movilización social, aspectos que de haberse implementado cabalmente hubiesen evitado la represión violenta del paro nacional y la reciente masacre policial en Bogotá y Soacha.

Elementos básicos para la urgente reforma policial

La actual crisis de la policía colombiana es expresión de una crisis más profunda, la del régimen político, que tiende a reforzar su cariz autoritario. No es un problema de cambios cosméticos o reingenierías institucionales, sino de reforma estructural en el marco de un proceso integral de apertura demo-crática junto con otras transformaciones del régimen político aplazadas hasta hoy, como la reforma política electoral, la de la justicia, la de las fuerzas mili-tares, entre tantas. No se trata entonces de un decreto o de una norma, sino de la apertura de debates sobre el conjunto de aspectos que intervienen en la misión y labores de la policía. No se puede reformar la policía sin desmontar el estado policivo del enemigo interno y el creciente autoritarismo del régimen. Junto a la reestructuración policial deben impulsarse, cuando menos, la Ley Estatutaria del Derecho a la Protesta –deuda con el Acuerdo de Paz– y las necesarias reformas del Código de Policía, de la Ley de Inteligencia y de la Ley de Seguridad Ciudadana.Los aspectos básicos de la reforma policial como tal parecen saltar de consenso entre quienes pugnamos por la apertura democrática:

» cuerpo civil fuera del Mindefensa, subordinado a las autoridades locales, de cara a la convivencia y la seguridad de las comunidades;



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» ruptura con las gabelas de su pasado militar que le otorgan fuero, funciones, armas y equipamientos que no corresponden con su labor civil;

» renuncia a la doctrina de seguridad nacional, la subordinación estratégica, el orden contrainsurgente y el tratamiento de guerra de la movilización social;

» desmantelamiento de estructuras violadoras de derechos humanos o capturadas por las mafias;

» recambio doctrinario y depuración del alto mando;

» freno a su hipertrofia de personal y presupuesto, así como a su participación en activi-dades económicas,

» y un riguroso sistema de control externo con participación directa de la ciudadanía, el movimiento de derechos humanos y las organizaciones sociales.

Desde 1991, la Policía –tanto como el régimen que defiende– ha demostrado ser “dura de reformar”. Desde 1991, cuatro grandes crisis, cuatro comisiones de reforma y ningún cambio sustantivo (1993, 2003, 2007 y 2016). Hay una reacción sistémica contra la reforma policial y militar, así como una resistencia de cuerpo del personal uniformado frente a esta posibilidad democratizadora, como lo demuestran las sucesivos intentos frustrados. Los dispositivos ordi-narios del poder constituido, que ya han bloqueado otras reformas sustantivas para la trans-formación del régimen político, no parecen ser los más aptos para darle trámite a esta nece-saria transformación de la fuerza pública. Solo una amplia convergencia con la más amplia participación social y popular podrá garantizar esta reforma y darle rienda a la postergada apertura democrática.

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LAURA ESPINOSAPOLITÓLOGA. INVESTIGADORA DEL CENTRO DE PENSAMIENTO Y DIÁLOGO POLÍTICO

CAROLINA JIMÉNEZPROFESORA DEL DEPARTAMENTO DE CIENCIA POLÍTICAUNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

Reforma política aplazada: otra deuda con la paz y la implementación del Acuerdo Final

El Acuerdo Final de Paz de La Habana abrió un debate sobre la necesidad de alcanzar una democratización y ampliación del régimen político en Colombia. El reco-nocimiento de las carencias y exclusiones democráticas como una de las causas de origen y de la prolongación

del conflicto armado problematiza los mecanismos, formas y di-námicas de la participación política en el país. En ese sentido, el Acuerdo Final se plantea una serie de reformas encaminadas a generar un nuevo escenario democrático para la construcción de la paz, dentro de las cuales la reforma política y electoral consti-tuye un punto central para avanzar hacia tal objetivo.Por esta razón, dedica el punto 2 a pactar medidas que solucionen de manera efectiva las limitaciones de la participación ciuda-dana, el ejercicio de la oposición y el acceso al sistema político. El subpunto 2.3 del Acuerdo busca generar condiciones de apertura democrática en lo referente al sistema electoral y de partidos mediante el fortalecimiento de las colectividades políticas, de la discusión programática y el mejoramiento de las condiciones para la competencia política, entre otros, en aras de recuperar para la sociedad colombiana el valor de la democracia. Pero esto no es solo un mandato del Acuerdo Final sino una necesidad de la democracia colombiana, base indispensable para la construc-ción de la paz estable y duradera.


Bogotá, Colombia

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Sin embargo, en los cuatro años transcurridos desde la firma del Acuerdo Final ha sido imposible lograr una reforma política efectiva, pese a que desde 2017 se han presentado diversas iniciativas de reforma constitucional. Hoy se abre nuevamente el debate sobre la reforma política con una serie de propuestas que se encuentran en el Congreso, que contemplan alcances y temas dife-renciados. Este artículo busca recuperar los elementos relativos a la reforma política que resultan pertinentes en el actual momento de la discusión.

Problemáticas del régimen político colombiano

Características como la exclusión, el clien-telismo y la corrupción constituyen rasgos del régimen político colombiano que obsta-culizan la realización de derechos políticos de diversos sectores, la compentencia demo-crática equilibrada y la eliminación de la violencia como mecanismo para tramitar los conflictos sociales.Los problemas más acuciantes del régimen político colombiano y, por tanto, los elementos que deben ser reformados para alcanzar una ampliación y solidez democrática son:

1. Condiciones y garantías para la participa-ción y ampliación democrática de las fuerzas minoritarias. Las fuerzas políticas minorita-rias no tienen garantías efectivas para parti-cipar en la disputa electoral en las mismas condiciones de las grandes maquinarias. De ahí que diseños institucionales como el Estatuto de la Oposición sean importantes, aunque insuficientes.

2. Rediseño institucional que permita recuperar la legitimidad de la sociedad en el proceso electoral. Se necesitan diseños que garantincen censos electorales depurados, trasnparencia en los comicios, despriva-tización de las elecciones, entre otros asuntos.

3. Desequilibrios y desigualdades territoriales para garantizar una repre-sentación política. La representación parlamentaria se concentra mayoritariamente en cinco departamentos del país, dejando al grueso de los territorios sin una representación política efectiva, con las impli-caciones que esto tiene en términos de afianzar los desequilibrios y desigualdades territoriales y reforzar las geografías del poder.

El Acuerdo Final de paz de La Habana abrió un debate sobre la necesidad de alcanzar una democratización y ampliación del régimen político en

Colombia. El reconocimiento de las carencias y exclusiones democráticas

como una de las causas de origen y de la prolongación del conflicto

armado problematiza los mecanismos, formas y dinámicas de la participación

política en el país. En ese sentido, el Acuerdo Final se plantea una serie de reformas encaminadas a generar un

nuevo escenario democrático para la construcción de la paz, dentro

de las cuales la reforma política y electoral constituye un punto central

para avanzar hacia tal objetivo.



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4. Fuentes de financiación y acceso de las fuerzas políticas a dichas fuentes. Hoy, acceder a las grandes maquinarias electorales y la finan-ciación de los privados resulta de mayor importancia para ganar las elecciones que participar del debate democrático y amplio de ideas. La relevancia de la financiación privada establece relaciones de depen-dencia que alimentan las redes clientelares y las práticas corruptas.

5. Precariedad de la institucionalidad existente, que carece de una juris-dicción electoral independiente, aunada a la politización de escenarios como el Consejo Nacional Electoral que no genera garantías para que sea un verdadero guardián de los procesos democrático-electorales.

6. Carencia de un sistema de adquisición progresiva de derechos, el régimen de afiliación y democracia interna para los partidos políticos, situación que debe regularse con mayor claridad generando condi-ciones de fortalecimiento del sistema de partidos.

Si bien algunos de estos asuntos son abordados por los proyectos de reforma política que estudia actualmente el Congreso, no se tratan con suficiente profundidad e integralidad. Para trazar una salida a estas problemáticas resulta de la mayor importancia recuperar los planteamientos de la Misión Electoral Especial creada por el Acuerdo Final.

Propuestas de la Misión Electoral Especial y lecturas del proyecto de acto legislativo

El Acuerdo de Paz pactó algunas medidas para atender los anteriores problemas, entre otros se destacan:

1. Desligar la personería jurídica del umbral;

2. La creación de un régimen de afiliados a partidos políticos;

3. La adquisición progresiva de derechos para organizaciones políticas;

4. El aumento del fondo de financiación política con una redistribución más igualitaria de los recursos.

Para ampliar y sistematizar una reforma política y electoral integral, el Acuerdo mandata la creación de la Misión Electoral Especial que trabajó en el año 2017. La MEE realizó sus recomendaciones en 3 grandes aspectos:

1. Institucionalidad y arquitectura electoral: Propuso la creación de la jurisdicción electoral compuesta por una Corte Electoral con despliegue regional que tenga a su cargo el conocimiento de los asuntos de natu-raleza específica electoral; un Consejo Electoral Colombiano como máximo órgano administrativo que regule el ejercicio de los partidos,



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ejerza la suprema inspección y vigilancia de la organización electoral y reparta los aportes para el funcionamiento de las organizaciones políticas y las campañas electorales, y una Registraduría en ejercicio de sus funciones actuales en cuanto a organización de las elecciones, pero de manera directa, sin delegación o tercerización de la actividad.

2. Reforma al sistema electoral: Propuso un sistema proporcional perso-nalizado para la Cámara de Representantes que incrementara la parti-cipación territorial en el legislativo. También un sistema de afiliación política, mecanismos de democracia interna para afiliados, lista única cerrada y bloqueada a todas las corporaciones públicas, 40% de cuota de género con tránsito progresivo hacia paridad-alternancia-univer-salidad y actualización del censo electoral, entre otras.

3. Financiamiento de la política: Propuso la redistribución de los recursos de funcionamiento para las organizaciones políticas, aumentando la porción que se reparte de forma igualitaria. Sugirió conservar la pauta de topes de campaña pero sobre la base de un estudio riguroso de su costo real, la limitación estricta a recursos propios y donaciones, la obligación legal de abrir cuentas de campaña, sanciones efectivas por el incumplimiento de las reglas y financiación indirecta del Estado mediante transporte gratuito el día de las elecciones. La financiación debería ser preponderantemente estatal.

Atendiendo a las recomendaciones dadas por la MEE y el amplio debate vivido entre 2017 y 2019 destacamos los asuntos que abordan los proyectos de reforma política que se encuentran radicados en el Congreso.

Proyectos de reforma política y apertura democrática

En la legislatura que comenzó el 20 de julio de 2020 se han radicado tres proyectos de acto legislativo de reforma política de origen parlametario y una reforma al Código Electoral de iniciativa del Registrador Nacional y el CNE. A continuación enumeramos los elementos centrales de cada uno de ellos:

» Reforma Cámara de Representantes1: Este Proyecto de Acto Legislativo hace un esfuerzo por seguir algunas de las recomendaciones dadas por la Misión Electoral. Entre los asuntos rescatados destacamos la democracia interna de los partidos y movimientos políticos, la insta-lación de puestos de votación en las zonas rurales y apartadas, las listas cerradas y bloqueadas con alternancia de género, la promoción intergeneracional y la financiación preponderantemente estatal de las campañas.

1 Presentada por congresistas de Cambio Radical, el Partido Conservador, Alianza Verde, el Centro Democrático y el Partido Liberal.



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» Reforma política del Senado2: Este proyecto también coincide en algunos aspectos con las propuestas de la MEE. Propone la financiación preponderamente estatal de las campañas, transporte gratuito el día de las elecciones, el aumento del fondo de finan-ciaicón política y la congelación de los salarios de los altos cargos del Estado. También contempla la creación de un Tribunal Electoral pero dentro de la jurisdicción conten-cioso administrativa y la alternancia entre el sistema de lista cerrada y lista abierta cada cuatro años.

» Reforma política de la oposición: Este Proyecto de Acto Legislativo hace un esfuerzo por seguir las propuestas la Misión Electoral. Se destaca la creación del Tribunal Nacional Electoral y del Instituto Electoral de la Nación, así como de un sistema de adquisición progresiva de derechos; financiación de las campañas de origen estrictamente estatal, aumento del fondo de financiación política, listas cerradas y bloqueadas con paridad y alternancia de género. Hay otras iniciativas, como la reducción de la edad para votar y la obligatoriedad del ejercicio del voto.

» Reforma al Código Electoral: Este Proyecto de Ley busca reemplazar el Código Elec-toral vigente que fue expedido en 1986. Está más enfocado en aspectos técnicos y procedimentales de lo electoral, centrales para un proceso de reforma al régimen polí-tico. Contiene la ampliación de mecanismos para ejercer el derecho al voto (remoto, electrónico, digital), creación de la cédula electrónica e implantación de la biometría,

2 Presentada por congresistas del Partido Liberal.

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eliminación del voto nulo, creación del registro electoral, ampliación de la jornada electoral y transporte gratuito el día de las elecciones. Además, aumenta la cuota de género del 30 al 40 % en las listas a elecciones de corporaciones públicas.

Como se puede observar, las distintas propuestas de reforma política que cursan hoy en el Congreso se plantean distintos alcances. Sin embargo, se puede notar la coincidencia en dos puntos interesantes: la lista cerrada y la financiación preponderantemente estatal de las campañas. Ambos puntos son fundamentales para una reforma que transite hacia un régimen político con mayor transparencia y centrado en el debate democrático. El hecho de que las propuestas provengan de los más variados sectores, desde los partidos tradicionales hasta la oposición, es indicador del terreno que ha ganado la necesidad de avanzar en reformas al sistema político tras años de un debate

impulsado por el Acuerdo Final. No obstante, esto no constituye una garantía de éxito para estas propuestas, pues en el trámite de las reformas políticas de los últimos años se ha mostrado una fuerte reticencia del Congreso a permitir incluso pequeños ajustes a las reglas y tradiciones político-electorales que permiten su elección.Ahora bien, pese a estos puntos que se cons-tituyen en avances, en la mayoría de los proyectos está ausente una serie de asuntos indicados en el Acuerdo Final de Paz y propuestos por la MEE referidos, entre otros, a la separación del umbral de la personería jurídica, la creación de un sistema de adqui-sición progresiva de derechos, la arquitectura electoral, la regulación más clara del sistema de coaliciones y el régimen de responsabi-

lidad de las organizaciones políticas. Solo el proyecto de la oposición recupera estos aspectos mostrando que las posibles coincidencias sobre la reforma polí-tica necesaria aún son limitadas y se requiere ampliar el consenso sobre la transformación estructural del régimen político.Lo mismo sucede con la reforma al Código Electoral. Si bien una moderniza-ción de esta norma y de los procedimientos electorales es más que justa, ni este ni los demás proyectos tocan aspectos esenciales para garantizar la efec-tividad de estas reformas, como el origen político del CNE o la tercerización de las elecciones. La transformación de los aspectos políticos y electorales del régimen político colombiano debe ir de la mano, como bien lo contempló la Misión Electoral Especial. En tanto no se avance en una reforma efectiva a la institucionalidad y arquitectura electoral, dificilmente se podrá avanzar en un fortalecimiento democrático.

En diversos espacios académicos, sociales y políticos hoy se debate sobre la necesidad de avanzar en una reforma política y al sistema

electoral colombiano, en tanto se reconoce que las reglas existentes no generan condiciones favorables para

la participación de todas las fuerzas políticas, especialmente de aquellas

que han planteado posiciones críticas a la institucionalidad estatal existente.



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En diversos espacios académicos, sociales y políticos hoy se debate sobre la necesidad de avanzar en una reforma política y al sistema electoral colombiano, en tanto se reconoce que las reglas existentes no generan condiciones favorables para la participación de todas las fuerzas políticas, especialmente de aquellas que han planteado posiciones críticas a la insti-tucionalidad estatal existente. Los rediseños institucionales se constituyen en un soporte fundamental para generar unas reglas y unas condiciones claras y transparentes para todas las fuerzas políticas. El Congreso de la República adquirió un compromiso con la implemen-tación del Acuerdo Final de Paz, que esta misma corporación refrendó. Cumplirlo pasa por adelantar una reforma política que se ajuste a las disposiciones del punto 2 de Apertura Demo-crática y a las recomendaciones de la Misión Electoral Especial. Aún es tiempo de saldar esta deuda con la construcción de la paz.

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ECONOMÍA POLÍTICA DE LA DOMINACIÓN

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ANDRÉS FELIPE MORA CORTÉSPROFESOR ASOCIADO DEL DEPARTAMENTO DE CIENCIA POLÍTICAUNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

El Presupuesto General de la Nación 2021:Bajo la sombra del embrujo uribista

El Ministerio de Hacienda y Crédito Público ha presen-tado el Proyecto de Presupuesto General de la Nación para el año 2021 –en adelante PGN 2021– por valor de $314 billones.El 59% de los mismos será destinado a gastos en funcio-

namiento ($185 billones), el 24% al servicio de deuda ($75,9 billones) y el 17% a la inversión pública ($53,1 billones). La pregunta que surge es si con el monto, distribución y opciones de financiación definidos para el PGN 2021 se cumple con los objetivos que tradicionalmente se le atribuyen a la política fiscal, teniendo en cuenta la situación social, económica y política que vive el país.En términos teóricos se afirma que el presupuesto público es fundamental para garantizar el crecimiento económico, la igualdad socioeconómica y el pleno empleo. Para el caso colom-biano, estos propósitos generales deben interpretarse reco-nociendo un contexto histórico particular: la disputa por la implementación y la construcción de paz en Colombia, las movi-lizaciones sociales del 21 de noviembre de 2019 (“los cacerolazos del 21N”), la llegada del covid-19, y los sucesos de violencia que han golpeado desproporcionadamente a la juventud del país en cerca de 59 masacres documentadas en 2020 con un saldo esca-broso de 236 víctimas.


Bogotá, Colombia

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Analizar los objetivos de la política fiscal implica también reconocer los inte-reses y eufemismos expuestos por gobierno en este contexto:

1. El Acuerdo Final de Paz firmado con las FARC debe reinterpretarse bajo los parámetros gubernamentales de seguridad y contención de la “Paz con Legalidad” que defiende el gobierno y que se manifiestan en objetivos de seguridad, estabilización y consolidación en los territorios

del país.

2. Para el Gobierno Nacional, las moviliza-ciones del 21N son el resultado de un país que avanza por buen camino, pues son el reflejo de una “clase media” que se consolida después del año 2002 (con el primer gobierno de Uribe) y que se hace más exigente en cuanto a sus demandas sociales.

3. La llegada del covid-19 debe atenderse como un problema estrictamente sanitario que interrumpe los logros alcanzados desde el año 2002, que requiere medidas de excepcio-nalidad política para su gestión y que cons-tituye “una oportunidad” para profundizar reformas (neoliberales) para que la sociedad se “reinvente”, se acelere la recuperación y se asegure el crecimiento sostenible.

4. Y las masacres no existen: el país enfrenta casos de “asesinatos colectivos” provocados por la acción del ELN, las disidencias de las FARC, las estructuras criminales vinculadas al narcotráfico o por “grupos residuales” que muestran las fallas de la implementación del Acuerdo de Paz en términos de su incapa-cidad para derrotar “los malditos negocios del narcotráfico y la minería ilegal”.

Para el gobierno de Duque el panorama es claro: Colombia experimenta un proceso continuo de desarrollo desde el año 2002, que se ve afectado momentáneamente por la llegada de la pandemia, pero cuyo prin-

cipal desafío son los problemas de seguridad que impiden la estabilización de los territorios rurales y amenazan las conquistas de una clase media urbana creciente y exigente. En consonancia con esta postura, se requiere una polí-tica fiscal que mantenga los parámetros macroeconómicos que han facilitado el desarrollo del país, que enfrente la pandemia sin alterar estructuralmente

Para el gobierno de Duque el panorama es claro: Colombia experimenta

un proceso continuo de desarrollo desde el año 2002, que se ve afectado

momentáneamente por la llegada de la pandemia, pero cuyo principal

desafío son los problemas de seguridad que impiden la estabilización de los

territorios rurales y amenazan las conquistas de una clase media urbana

creciente y exigente. En consonancia con esta postura, se requiere una

política fiscal que mantenga los parámetros macroeconómicos que han facilitado el desarrollo del país,

que enfrente la pandemia sin alterar estructuralmente el modelo de

política social vigente y que afirme la seguridad como verdadera finalidad

de la paz. Es decir, un modelo fiscal que sostenga los tres pilares (“tres huevitos”) que “transformaron” el país: la confianza inversionista, la

seguridad y la política social asistencial.


Bogotá, Colombia EconomíA poLíticA DE LA DominAción Contenido

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el modelo de política social vigente y que afirme la seguridad como verdadera fina-lidad de la paz. Es decir, un modelo fiscal que sostenga los tres pilares (“tres huevitos”) que “transformaron” el país: la confianza inver-sionista, la seguridad y la política social asis-tencial.Con respecto a la confianza inversionista, para el año 2021 se prevé un gasto en servicio de deuda (intereses y amortizaciones) del orden de $75,9 billones; es decir, $22 billones más que lo programado para el año 2020 ($53,6 billones) y diez veces más de los recursos que ha gastado el Gobierno Nacional para enfrentar los efectos económicos y sociales originados por la pandemia en asuntos de salud, transferencias de programas sociales y subsidios a la nómina. La priorización realizada responde al interés gubernamental por ofrecer una señal de confianza al capital financiero y a las agencias calificadoras de riesgo en un contexto en el que se prevé que el déficit fiscal pasará del 2,7% del PIB en

2019 al 8,2% del PIB en 2020 y al 5,1% del PIB en 2021: casi siete puntos por encima de lo establecido en la regla fiscal (1,6% del PIB).Estas cifras contrastan con los montos definidos para la inversión pública en 2021 ($53,1 billones), pues esta aumenta solo $5 billones con respecto a lo programado para el año 2020 ($47,9 billones). La brecha entre los gastos destinados a la deuda y aque-llos canalizados hacia la inversión pública parece aumentarse en el futuro, en tanto el PGN 2021 se financiará con $64,1 billones de créditos externos e internos, lo que llevará a que la economía colombiana tenga un nivel de endeudamiento cercano al 60% del PIB.Sobre estos puntos surgen dos preguntas: ¿Por qué el Gobierno Nacional no prefiere endeudarse con el Banco de la República como lo han planteado sectores académicos heterodoxos e incluso la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI)? ¿Por qué se rechaza cualquier posibilidad de endeudamiento con el Banco de la Repú-

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blica indicando sin ninguna prueba que estos préstamos son inflacionarios y que aquellos préstamos contraídos con el sector privado nacional e internacional no son inflacionarios y constituyen una opción sana para el país?Por su parte, el sector de defensa y seguridad presenta una variación porcentual positiva del 11%, pasando de recibir recursos por $34,3 billones en 2020 a proyectar recursos por $38,1 billones en 2021. Este monto es seis veces superior a los $6,1 billones que, exclu-yendo los recursos del Sistema General de Participaciones, dice destinar el gobierno a la Implementación del Acuerdo de Paz. Esta es la manifestación presupuestal de la deno-minada “Paz con Legalidad” inspirada en la doctrina de seguridad nacional y que se materializa en los territorios con la figura de Zonas Estratégicas de Intervención Integral (ZEII) definidas por el Consejo de Seguridad Nacional y que subsumen los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) y el Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito (PNIS) a los obje-tivos de estabilización y consolidación terri-torial definidos por el gobierno.Intereses bélicos que se ratifican si se tiene en cuenta que el sector de Agricultura y Desa-rrollo Rural sufrirá un recorte presupuestal

del 10%, pasando de una apropiación de $1,9 billones en 2020 a recibir $1,7 billones en 2021. El gobierno desconoce por esta vía los objetivos del Acuerdo de Paz asociados con la erradicación de pobreza extrema rural y la disminución de la pobreza multidimensional rural a la mitad. Los “asesinatos colectivos” de los que habla el gobierno se convierten en un pretexto para profundizar un modelo de intervención territorial basado en criterios de seguridad y que aboga por la suspensión de la violencia provocada por el narcotráfico y la minería ilegal sin reconocer las causas estructurales de los conflictos territoriales ni su dinámica histórica.Finalmente, la política neoasistencial continúa fortaleciéndose y sirviendo de instrumento de legitimación del orden vigente con respecto a una parte importante de la población en situación de pobreza. En efecto, el sector de Inclusión Social y Recon-ciliación que cobija los programas de transfe-rencias monetarias condicionadas (“Familias en Acción” y “Jóvenes en Acción”) y empren-dimiento impulsados por el Departamento Administrativo para la Prosperidad Social, así como las acciones de asistencia del Insti-tuto Colombiano de Bienestar Familiar, reci-birá recursos del orden de $14,9 billones en

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La opción de una política contracíclica que busque de manera consistente el pleno empleo se deja de lado. Al respecto, es importante mencionar que, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina, en una muestra que analiza los compromisos fiscales para enfrentar los efectos socioeconómicos de la pandemia, Colombia ocupa el puesto 11 entre 16 países. Países como El Salvador, Brasil, Chile, Perú, Paraguay, Argentina, panamá, Honduras, Guatemala y Bolivia superan a Colombia en su esfuerzo por canalizar gasto público orientado a minimizar los efectos sociales y económicos generados por el coronavirus.

2021 (17,9% más que en 2020). La profundización de las políticas de asistencia comprueba el interés gubernamental por reproducir el régimen socioeconó-mico imperante en el marco de una relativa armonía social. Sin embargo, también muestra su incapacidad para definir políticas audaces y heterodoxas que combatan estructuralmente las causas de la pobreza y la desigualdad. La fragilidad de la política social neoasistencial es patente: después de cinco meses de pandemia, Colombia podría retornar a los niveles de pobreza de hace 20 años y habría que esperar 10 años para que el país volviera a tasas de desempleo de un dígito. Las supuestas conquistas sociales del denominado país de “clases medias” se han esfumado, dejando al descubierto la cruda realidad de la desigualdad persistente.En el lenguaje gubernamental, estos $14,9 billones serán cruciales para que los sectores sociales más vulnerables del país se “reinventen” y se hagan gestores de su propia pobreza. La opción de una política contracíclica que busque de manera consis-tente el pleno empleo se deja de lado. Al respecto, es importante mencionar que, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina, en una muestra que analiza los compromisos fiscales para enfrentar los efectos socioeconómicos de la pandemia, Colombia ocupa el puesto 11 entre 16 países. Países como El Salvador, Brasil, Chile, Perú, Paraguay, Argentina, Panamá, Honduras, Guatemala y Bolivia superan a Colombia en su esfuerzo por canalizar gasto público orientado a minimizar los efectos sociales y económicos generados por el coronavirus.En conclusión, la sombra uribista que se proyecta sobre el PGN 2021 y que estructura las prioridades del actual gobierno repar-tidas en el cuidado de los “tres huevitos” le costará al país $129 billones; es decir, el 41% del PGN. Todo ello en un contexto en el que no se asegura el crecimiento económico, la mayor igualdad socioeconómica ni el pleno empleo. Es este el costo del mantenimiento del Estado bélico-asistencial y de confianza inversionista que sostiene el régimen político en Colombia. Régimen que, bajo las acciones y eufemismos del actual gobierno (“Paz con legalidad”, “clases medias”, “opor-tunidades para reinventarse”, “asesinatos colectivos”) no hace otra cosa que profundizar las supuestas “transformaciones” que se produjeron desde el año 2002, las cuales no deberían ser cuestionadas ni arrebatadas por ninguna retórica o amenaza “castro-chavista” o “insurgente”.



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DiEgo cARRERo BARónECONOMISTAMAGÍSTER EN ESTUDIOS POLÍTICOSCATEDRÁTICO POSGRADOSESCUELA SUPERIOR DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA (ESAP)INVESTIGADOR DEL CENTRO DE PENSAMIENTO DE POLÍTICA FISCALINTEGRANTE DE ALTERNATIVAS PROGRAMÁTICAS

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

El Grupo Empresarial Antioqueño: Del oligopolio nacional a conglomerado financiero transnacional (II)*

En el número 88 de esta revista se publicó la primera par-te de este texto que pretende reflexionar respecto a la forma en que el Grupo Empresarial Antioqueño (GEA) pasó de ser un conglomerado bancario e industrial con orígenes e intereses regionalistas hacia la década

de 1970 a convertirse en un uno de los principales actores de la estructura oligopólica empresarial que ha caracterizado a la economía colombiana en su historia reciente, para finalmente –en el marco de las transformaciones espaciales del capitalismo en América Latina– mutar hacia un conglomerado financiero e industrial transnacional a través de tres poderosos holdings: el grupo Argos, el grupo Nutresa y el grupo Sura.En este número analizaremos la forma en que el GEA junto con la Organización Luis Carlos Sarmiento Angulo (OLCSA), bajo estructuras de mercado oligopólicas controlan el sector bancario, el Sistema General de Pensiones a través del Régimen de Ahorro Individual con Solidaridad (RAIS) y la deuda pública nacional.

* Una versión más amplia de este texto se viene trabajando en una investiga-ción por parte del autor junto con los profesores Daniel Libreros y Orlando Vi-llabona para el Observatorio Financiero de la Unión Nacional de Empleados Bancarios (UNEB).


Bogotá, Colombia

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A manera de introducción: Bancolombia el eje central del emporio GEA

Es importante empezar enfatizando en que la historia de Bancolombia en el caso del GEA se remonta al año de 1994 cuando el Banco de Colombia fue privatizado, pasado de ser patrimonio de la nación a patrimonio de un grupo privado, con lo que desde entonces el mismo se ha expandido por Latinoamé-rica usando como plataforma principal Panamá, país que a la fecha no tiene convenio de información tributaria con Colombia y es un paraíso fiscal.En la actualidad Bancolombia cuenta con 49 empresas subordinadas. En 2018 declaró activos por $156,2 billones (aproximadamente 15,5% del PIB) y un patrimonio de $23,62 billones (2,3% del PIB), cincuenta veces más que lo que valía hace 36 años cuando fue privatizado.Hoy en día, Bancolombia es el eje central del GEA. Sura acapara el 46,1% de sus acciones, aunque, cuando se totalizan las acciones ordinarias con las preferenciales, su participación se reduce al 24%, los fondos de pensiones colombianos alcanzan el 23,7%, los accionistas internacionales el 23%, el programa ADR (American Depositary Receipt), que es un capital flotante global, el 20,8%, y otros accionistas locales el 8,2%.Si miramos las cifras a mayo de 2020 los activos de Bancolombia son iguales a $191,4 billones, 34 billones más de lo que tenía en 2018, seguido por Davi-vienda que tiene activos por 109,2 y el Banco de Bogotá con 107,4. Esto quiere decir que Bancolombia representa por si solo el total de activos de toda la banca del grupo AVAL (solo tiene apenas $300.000 millones menos), repre-sentando el 25,5% del total de activos de todo el sector bancario. En suma, a través del grupo AVAL y de Bancolombia, Sarmiento Angulo y el Grupo Empresarial Antioqueño concentran el 51% de los activos bancarios a nivel nacional. Como se observa en la tabla N.° 1, cuatro grupos económicos concen-tran el 69,3% de los activos bancarios del país y el 76,5% del patrimonio.

Tabla N.° 1. Concentración de activos, pasivos y patrimonio sector bancario en Colombia a mayo de 2020

Grupo Económico Activo Pasivo Patrimonio

AVAL 25,5% 24,6% 31,7%

Bolívar 14,5% 14,8% 12,7%

GEA 25,5% 24,9% 29,8%

Gillinsky 3,9% 4,1% 2,3%

Resto 27,0% 27,7% 21,6%

Público 3,7% 3,9% 1,9%

Fuente: Autor con base en Superfinanciera.



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Sistema General de Pensiones: Un negocio redondo

En el núcleo del esquema neoliberal de pensiones se encuentra la exigencia de mantener todo el ahorro en activos financieros para estimular la circula-ción de los flujos mundiales de inversión. En el caso colombiano, para garan-tizar que el Estado financie su alto déficit fiscal y paralelamente, cuente con los recursos líquidos para cumplir oportunamente con el pago de la deuda pública, tal como lo sugieren los organismos financieros internacionales.El Sistema General de Pensiones en el país está estructurado en dos regí-menes: el Régimen Solidario de Prima Media con Prestación Definida (RPM), sustentado en el principio de la solidaridad y administrado por la Adminis-tradora Colombiana de Pensiones (Colpensiones), configurada como Empresa Industrial y Comercial del Estado y organizada como entidad financiera de carácter especial, vinculada al Ministerio de Trabajo, y el Régimen de Ahorro Individual con Solidaridad (RAIS), sustentando en las cotizaciones indivi-duales de las trabajadores y controlado por agentes privados.Como se evidencia en la gráfica N.° 1, al analizar la evolución del número de afiliados tanto en el RPM como en el RAIS es notable que desde 2004 la afilia-ción al régimen de pensiones privado se incrementó notablemente, mientras el público se mantuvo casi constante. En el RPM los afiliados aumentaron de 5.696.040 en 2004 a 6.620.677 en 2018, mientras que en el RAIS pasaron de 5.747.396 a 14.933.946, lo que evidencia que la reforma de la Ley 100 de 1993 incentivó las afiliaciones en los fondos privados.

Gráfica N.° 1. Evolución de afiliados del Régimen de Ahorro Individual Solidario y Régimen de Prima Media 2004-2018

Fuente: López y Sarmiento (2019) con base en Superfinanciera.



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De otro lado es importante recordar que los afiliados al RAIS tienen la opción de escoger el tipo de fondo al cual quieren pertenecer de acuerdo con el nivel de riesgo de este. Para el periodo 2011 a 2018 los afiliados correspondieron casi en su totalidad a moderado, seguido de conservador y mayor riesgo (tabla N.° 2).

Tabla N.° 2. Afiliado por tipo de fondo según riesgo en el RAIS 2011 - 2018

Afiliado por el tipo de fondo

Año Total Fondo moderado Fondo conservador Fondo de mayor riesgo

2011 10.039.366 9.586.143 416.715 36.508

2012 10.833.256 10.289.857 502.402 40.997

2013 11.738.942 11.078.160 617.568 43.214

2014 12.538.226 11.882.507 610.900 44.819

2015 13.296.191 12.645.429 603.930 46.832

2016 14.115.397 13.347.910 719.748 47.739

2017 14.841.656 13.935.164 857.054 49.438

2018 15.554.616 14.528.725 968.903 56.988Fuente: López y Sarmiento (2019) con base en Superfinanciera.

Si analizamos la realidad pensional en el contexto de la evolución del sistema entre el año 2019 y el primer semestre de 2020 se evidencia la forma como el sistema se ha estructurado en función del rentismo financiero, en particular favoreciendo tanto al Grupo Sarmiento Angulo como al GEA. Como se observa en la tabla N.° 3, de los 16,6 millones de afiliados que en Colombia se encuentran cotizando en un Fondo Privado de Pensiones 9,7 millones, el 58,4%, se encuentran afiliados a Porvenir, controlado por Sarmiento Angulo, y 4,9 millones, el 29,5%, se encuentran afiliados a Protección, del grupo GEA, lo que les permite a estos dos grupos tener el 87,9% de afiliados del RAIS en el país.

Tabla N.° 3. Total de afiliados a Fondos Privados de Pensiones en Colombia a mayo de 2020

Fondo Privado de Pensiones Afiliados Porcentaje

pRotEcción – gEA 4.910.061 29,5%

PORVENIR - Sarmiento Angulo 9.733.568 58,4%

SKANDIA 81.637 0,5%

COLFONDOS 1.944.803 11,7%

TOTAL 16.670.069 100,0%Fuente: Autor con base en Superfinanciera.



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Naturalmente, el número de afiliados a los fondos privados de pensiones bajo el RAIS y la configuración de dicha estructura oligopólica conllevan que estas entidades dispongan para la especulación financiera de aproximadamente $276,3 billones, el 27% del PIB, producto del ahorro de los trabajadores por su trabajo. Dicha especulación financiera como se observa en las gráficas N.° 2 y 3 que reflejan el total de activos y patrimonio del sector se concentra en Protección, con $98,3 billones de activos y $96,6 billones de patrimonio, y, en el caso de Porvenir, con $114,7 billones de activos y 112,7 billones de patrimonio.

Gráfica N.° 2. Activos Fondos Privados de Pensiones a mayo de 2020


Gráfica N.° 3. Patrimonio Fondos Privados de Pensiones a mayo de 2020




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De esta forma, el GEA controla el 35,6% de los activos financieros del sector y el 35,7% del patrimonimio, mientras que el gran líder es Sarmiento Angulo, quien controla el 44,5% de activos y el 44,3% del patrimonio total del sector. En suma, los dos grupos controlan el 80,1% de los activos y el 80% del patri-monio de los fondos privados en el país.

Oligopolio financiero y endeudamiento interno.

Con los recursos producto del trabajo de millones de colombianos y colom-bianas, a traves de Porvenir y Protección la OLCSA y el GEA desarrollan actividades especulativas con deuda pública del país. En efecto, de los 65,9 billones de pesos de TES que a mayo de 2020 se controlaban en el sector, 6,5% del PIB, Sarmiento Angulo tenía el 47% a traves de Porvenir ($30.97 billones), mientras que el GEA, a traves de Protección, controlaba el 36% ($23.7 billones).

Gráfica N.° 4. Títulos de Tesorería distribuidos en los Fondos Privados de Pensiones a mayo de 2020


En este contexto hay que advertir que la capacidad financiera de Sarmiento Angulo y su grupo AVAL se ha extendido en términos de la concentración de deuda pública en las manos de sus entidades financieras. Hasta mayo de 2020, como se observa en la gráfica N.° 5, el Grupo AVAL logra concentrar el 16% de la deuda interna en TES en las arcas de establecimientos bancarios, y cuando se examina solo el sector privado, excluyendo la banca pública de primer y segundo piso, dicho valor alcanza el 22% (gráfica N.° 6).



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Gráfica N.° 5. Poseedores de TES en el sector bancario consolidado por grupos económicos a mayo 2020

Resto de bancos29%

Banca Pública28%

Gillinsky7%

Bolívar7%

GEA

AVAL16%


Gráfica N.° 6. Poseedores de TES en el sector bancario privado por grupos económico mayo 2020


La evidencia aquí reseñada deja de manifiesto la tendencia oligopólica y monopolística del capital financiero en Colombia en cabeza del Grupo Empre-sarial Antioqueño y del grupo Sarmiento Angulo, advirtiendo los peligros que dicho fenómeno puede significar para una sociedad que pretende la demo-cracia plena, particularmente en un contexto de concentración de la riqueza

13%

18%



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que para el caso colombiano se traduce también en concentración del poder político, pues ellos influyen de forma importante en los debates que en materia fiscal, tributaria, monetaria, laboral y pensional se presentan a escala nacional.Las cifras aportadas no solo advierten acerca del poder oligopólico que en el sector bancario y financiero se presenta en el país, sino que también ponen de manifiesto la forma en que este proceso significa un riesgo para la garantía de derechos de ciudadanos, usuarios y trabaja-dores en Colombia.

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https://refubium.fu-berlin.de/bitstream/handle/fub188/6258/diss_torres_gonzales.pdf?sequence=1

IZQUIERDA EN DEBATE

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SERGIO DE ZUBIRÍA SAMPERPROFESOR DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA UNIVERSIDAD DE LOS ANDESDOCENTE INVESTIGADOR DOCTORADO BIOÉTICAUNIVERSIDAD EL BOSQUE

Desestructuración de las izquierdas institucionales (II)

El presente escrito pretende continuar el análisis y com-prensión del proceso de “desestructuración” de un grupo amplio de las “izquierdas institucionales”. Otorgamos a la noción de “desestructuración” el sentido de pérdida, dispersión, debilitamiento de una estructura que tenía

relativa profundidad, consistencia y estabilidad; utilizamos la categoría de “izquierda institucional” evocando el significado que otorga Marx en La Lucha de clases en Francia a ciertas orga-nizaciones y partidos políticos que terminan convertidas en “par-tidos del orden”, porque en sus programas electorales proclaman “la dominación de la clase burguesa, es decir, la conservación de las condiciones de vida de su dominación, de la propiedad, de la familia, de la religión, del orden” (Marx, 1976, p. 258).Hemos realizado un excurso histórico y caracterización del declive ideológico en la desestructuración de las “izquierdas del orden”, explorando algunas de sus manifestaciones ideológicas y teóricas más preocupantes. Se destacan cuatro manifesta-ciones de este “derrumbe” teórico, pero pueden ser muchas más y cada una se despliega en otros ámbitos. La primera expresión consiste en la diáspora conceptual que caracteriza a la noción de “izquierda” hace tres décadas y su tendencia a profundizarse. La segunda se caracteriza por la escasa teorización sobre la profunda “crisis de la política” que la actitud evasiva sobre sus


Bogotá, Colombia

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consecuencias. El tercer hito es la ausencia de teorías contemporáneas sobre el problema del poder y del Estado, con sus consecuencias para la incompren-sión de las relaciones entre reforma y revolución. La cuarta manifestación es la consolidación de subjetividades y lógicas reformistas en las izquierdas institucionalizadas.Pretendemos explorar la desestructuración en la acción política práctica y el abandono del horizonte anticapitalista. Iniciamos con el declive ideológico evocando la preocupación reiterada de V. Lenin por la “despreocupación y la impotencia en el desarrollo del pensamiento teórico”, sobre el cual nunca se insistirá lo bastante porque “sin teoría revolucionaria no puede haber tampoco movimiento revolucionario” (Lenin, 1961, p. 137), lo que L. Althusser decide complementar con “pero sin movimiento revolucionario no hay teoría revo-lucionaria, sobre todo en filosofía. La lucha de clases y la filosofía marxis-ta-leninista se hallan unidas como los dientes y los labios” (2008, p. 167). La teoría debe ser apropiada por las masas y convertirse en práctica crítico-re-volucionaria; solo así, la teoría se convierte en poder material. Este momento de mediación es bastante complejo, exigente y difícil. Comprendiendo esta dificultad, Gramsci considera al marxismo una “filosofía de la praxis” en dos sentidos profundos. El primero, es una concepción materialista de la historia que le adjudica a la práctica humana un papel central en la historia social y centra la praxis en la actividad transformadora de las subjetividades sociales. El segundo, es una teoría política de la construcción de hegemonía que conlleva correlación de grados de fuerzas entre clases, dirección intelectual y moral, y transformación radical de los modos de vida. Para el revolucionario italiano, toda filosofía es política y toda política parte de una concepción filo-sófica del mundo.En sus notas de lectura sobre Maquiavelo y Lenin para una teoría política marxista realiza unas preguntas y aclaraciones radicales. Destacamos tres que remiten a la naturaleza de la acción política. La primera es al mismo tiempo una premisa y un interrogante: si la ciencia y el arte políticos contienen dentro de sus elementos la existencia de gobernantes y gobernados, de dirigentes y dirigidos, tenemos que preguntarnos con Gramsci: “¿se quiere que existan siempre gobernantes y gobernados, o, por el contrario, se desean crear las condiciones bajo las cuales desaparezca la necesidad de la existencia de esa división?” (1973, p. 25). La segunda postula la necesidad moderna del partido político como “la primera célula en la que se resumen los gérmenes de la voluntad colectiva que tienden a devenir universales” (1973, p. 15), pero también hay que interpelar sobre el tipo de acción política (en sentido estricto) realizada para hablar stricto sensu de partido político; no toda “actividad” es praxis política y tampoco digna de ser desplegada por un partido político marxista. Tercera, las condiciones de la acción política como “relaciones de fuerza” deben distinguir diversos momentos o grados en las fuerzas mate-riales de producción de las diferentes clases, el nivel de homogeneidad, auto-conciencia y organización, y la relación con las fuerzas militares.Partiendo de estas orientaciones podemos ubicar los síntomas de la deses-tructuración de la acción política de las izquierdas institucionales: la proble-matización del destino de las relaciones de poder, las “acciones políticas”


Bogotá, Colombia IZqUIERDA EN DEBATE Contenido

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La praxis crítico-revolucionaria camina en la dirección de la autodeterminación, el autogobierno, la democracia plebeya, la destrucción de la democracia burguesa y representativa, mientras la izquierda institucional refrenda acuerdos por las alturas entre las “direcciones”, defiende el orden constitucional existente y tiene pánico de contagio con el movimiento real de la lucha de clases; en el fondo desea defender los “privilegios” personales de ser “dirigentes” y tiene temor a que las masas superen las instituciones moribundas y a los que las usufructúan.

dignas o no de un partido político marxista y las condiciones de posibilidad de la acción política. En dos momentos inten-tamos esta cartografía. En primera instancia, hacemos una cartografía de las expresiones en la acción política práctica de las izquierdas institucionalizadas que evidencian su deses-tructuración en las tres dimensiones anteriores. En segundo orden, subrayamos la tendencia exacerbada a la supresión de la lucha anticapitalista.

Activismo, institucionalismo y acción revolucionaria

Para comprender la complejidad de la acción o praxis revolu-cionaria es conveniente remitir a ciertas distinciones reali-zadas por el filósofo A. Sánchez Vázquez. La primera es “toda praxis es actividad, pero no toda actividad es praxis” (1972, p. 153), ya que la praxis no es cualquier quehacer general sino que tiene especificidades tales como la conciencia de un fin, la prefiguración, la fuerza de la negatividad, su carácter creativo, la participación colectiva, la transformación del mundo y la sociedad, etc. La segunda distinción consiste en mantener una total distancia con el “practicismo” y el “prag-matismo”. El “practicismo” postula una práctica sin nece-sidad de teoría o con un mínimo de ella; con unos pocos “dogmas” o breves manuales ya se está preparado para la “acción”. El “prag-matismo” establece como criterio de la prác-tica la satisfacción de intereses individuales, la utilidad y éxito en los resultados de las “acciones”. A gran distancia del marxismo revolucionario que plantea la praxis como actividad material, transformadora, emanci-patoria y social. La tercera remite a la rela-ción indisoluble entre praxis y revolución; las teorías de Marx, Engels, Luxemburgo y Lenin no son solamente análisis de las formaciones sociales de su época, sino investigaciones sobre la actividad práctica revolucionaria y la convicción de la necesidad de desatar revo-luciones a nivel planetario. “En su esencia, la investigación científica llevada a cabo en El Capital pone de manifiesto, justamente por su carácter dialéctico y científico, su naturaleza crítica y revolucionaria” (2008, p. 188).El primer campo de adelgazamiento de la práctica política de la izquierda institucio-nalizada se revela en su relación con el poder y el Estado. Orienta sus acciones a la “toma del poder” como si se tratara



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La relación entre acción política y transformación revolucionaria es constitutiva del pensamiento crítico y componente esencial del partido político marxista. “El marxismo propone un programa de luchas, que partiendo del combate inscrito en la política, pasa a definir un nuevo lugar de lo político, una nueva existencia social de los individuos. Su idea rectora es el comunismo”. Una sociedad de individuos libres que logre abolir las clases, el Estado, las relaciones mercantiles y distribuya la riqueza social “a cada cual, según sus necesidades”.

de una cosa, espacio o institución, que tiene una forma unicéntrica y piramidal, aban-donando la compleja construcción de hege-monía en el sentido de Lenin y Gramsci como lucha de clases desde abajo, como bloque histórico, dirección moral e intelec-tual. El poder no es un objeto externo o un

gobierno que se “toma”, sino relaciones de grados de fuerzas entre clases por la direc-ción hegemónica de una sociedad. Al mismo tiempo, limita su activismo a participar en instituciones, formas legales y parlamenta-rias. Debilita la crítica al Estado como “una máquina para mantener el dominio de una clase por otra” (Lenin) y para evadir la lucha de masas fomenta una “fe estatal” de natu-raleza asistencialista o fetichismo de la lega-lidad existente. Las críticas del feminismo a esa actitud son contundentes: “Porque esa fe estatal te hace perder noción de lo que está pasando en la sociedad verdadera. El Estado es la ley, el discurso jurídico, y piensa que lo que no está en sus reglas no existe en la realidad. Y es un error garrafal” (Segato,

2020). Predominando un “enfoque de dere-chos” respetuoso de la democracia burguesa constitucional y suplicante de la ampliación de los “derechos políticos” ya consagrados en las constituciones existentes. Se establece una especie de “constitucionalización” de la política y quien decide y limita la naturaleza de las luchas sociales es la legalidad exis-tente. Se abandona el entrecruzamiento de las luchas legales, ilegales y no legales, como también la combinación de acciones institu-cionales y extrainstitucionales.Ante la penetrante pregunta de Gramsci sobre el destino del poder, la respuesta no puede ser la perpetuación de gobernantes/gobernados, dirigentes/dirigidos, sino “crear las condiciones” para que desaparezca esa división. La praxis crítico-revolucionaria camina en la dirección de la autodetermina-ción, el autogobierno, la democracia plebeya, la destrucción de la democracia burguesa y representativa, mientras la izquierda institu-cional refrenda acuerdos por las alturas entre las “direcciones”, defiende el orden constitu-cional existente y tiene pánico de contagio con el movimiento real de la lucha de clases; en el fondo desea defender los “privilegios” personales de ser “dirigentes” y tiene temor a que las masas superen las instituciones moribundas y a los que las usufructúan. Tal vez, por ello, en su Introducción a una vida no fascista, M. Foucault describe el fascismo como una experiencia que “nos hace amar el poder, desear lo que nos domina y lo que nos explota” planteando algunas reglas mínimas para mitigarlo, como “no imagine que es nece-sario ser triste para ser militante, incluso si la cosa que se combate es abominable”, pero también, “no se enamore del poder” (2014, p. 74).La segunda dimensión de envilecimiento de las actividades de la izquierda institucional remite a sus connotaciones éticas. Hemos subrayado como no toda “actividad” es praxis política y tampoco digna de ser desplegada por un partido político marxista. Si la cons-trucción de hegemonía evoca la dirección



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intelectual y moral, la exigencia de una preocupación por la teoría y el cuidado de la eticidad son condiciones ineludibles. En este recorrido ya hemos destacado acciones que negarían la perspectiva ética de un partido político marxista, como el “practi-cismo” y el “pragmatismo”. Pero también emergen otras aporías tales como la tensión diagnosticada por Maquiavelo entre medios y fines; en sociedades capitalistas donde la racionalidad instrumental ha colonizado importantes ámbitos de la totalidad social, siempre será difícil tener claridad sobre los fines últimos, lo que conlleva a dos tensiones de hondo calado ético-político. La primera, hay que reconocer que una actividad política aislada de sus fines estratégicos es propensa al cinismo, el posibilismo o el mal menor. Cinismo, no en su sentido filosófico sino en su uso común como la falta de vergüenza e hipo-cresía en el modo de mentir o en la defensa de las acciones propias; posibilismo como el aprovechamiento de doctrinas y organiza-

ciones, aún renunciando a las propias, para conseguir determinados resultados; el “mal menor” como elección de un mal para evitar otro mal mayor. La izquierda institucional se mueve en el abismo ético de estas tenta-ciones. La segunda es la tensión entre un obrar movido exclusivamente por el afán de poder como perpetuación de las relaciones de mando/obediencia o un actuar político respe-tuoso de ciertas virtudes como la solidaridad, la justicia, la compasión, el reconocimiento entre iguales, entre muchas otras. La “polí-tica” que exclusivamente busca el “poder” culmina fundiéndose con el Estado y luego se limita al “poder del Estado”.El tercer nivel remite a las condiciones reales en que se realiza la acción política como correlaciones de fuerzas para la construcción de hegemonía. Es ineludible reconocer que las relaciones de fuerza entre clases actualmente no se limitan a los espacios de las relaciones de producción, la huelga, la confrontación, la calle, los territorios, los cabildos, etc., sino

https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-50031338



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que en los ámbitos urbanos también aparecen con relevancia las tecnologías de la comunicación e información. Ninguna forma de lucha va a reemplazar a las otras por sus especificidades, pero si existen formas de adecuación y recontextualización. La izquierda institucional asume una actitud acrí-tica ante la presión de los oligopolios de las tecnologías comunicativas. En un contexto desideologizado y tecnocrático la crisis de la praxis política se agudiza. Constatamos síntomas de su transmutación en publicidad, marketing y espectáculo; la imposición del culto a la imagen, el carisma mediático, la mercantilización y la sumisión a las expectativas del consumidor estándar. Las diferencias programáticas entre partidos se diluyen y no hacen parte de la activación de disensos; el activismo político convertido en una técnica diri-gida por “expertos” que son los poseedores de la “experticia política”, ahora simplificada en datos, sondeos y encuestas sin ninguna referencia a marcos teóricos o políticos. En contravía con la tradición plebeya del marxismo, radicalmente formulada por Lenin al sostener que el ciudadano menos “cali-ficado” tiene tanta o más capacidad política que el especialista en “ciencia política” (Chatelet, 1977). Paralelamente, en este contexto tecnocratizado se promueven emociones y sentimientos que opaquen la capacidad reflexiva y la autonomía de los sujetos sociales, como el miedo, el odio, el fanatismo, la estigmatización, etc.

Declive anticapitalista y desarrollismo

La relación entre acción política y transformación revolucionaria es cons-titutiva del pensamiento crítico y componente esencial del partido político marxista. “El marxismo propone un programa de luchas, que partiendo del combate inscrito en la política, pasa a definir un nuevo lugar de lo político, una nueva existencia social de los individuos. Su idea rectora es el comu-nismo” (Chatelet, 1977, p. 23). Una sociedad de individuos libres que logre abolir las clases, el Estado, las relaciones mercantiles y distribuya la riqueza social “a cada cual, según sus necesidades”. El carácter determinante de estas luchas no es su tipo –salarial, social, nacional, insurreccional, electoral, etc.– sino su condición anticapitalista.Pueden existir algunas actualizaciones derivadas del contexto actual de la lucha de clases, pero la lucha contra la explotación capitalista es una condi-ción para emancipar a la naturaleza y a la humanidad. A. Sánchez Vázquez ha formulado cinco desafíos de las actuales luchas sociales: a) Las contradic-ciones sociales del sistema no se reducen a las que Marx y Engels destacaron entre la burguesía y el proletariado industrial; b) El arco de explotación y dominación abarca no solo la forma clasista que corresponde a la contradic-ción capital/trabajo, sino también a las de carácter étnico, género, ecológico, nacional, generacional, etc.; c) Dada la pluralidad de clases y fuerzas sociales que sufren los males del sistema capitalista, el sujeto del proceso de eman-cipación no es único, central y exclusivo, sino plural; d) La relación entre la posición objetiva de las diversas clases sociales que conforman el potencial sujeto de las transformaciones revolucionarias, actualmente es contingente y no forzado; e) Dado el potencial subversivo que genera su situación objetiva,



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dichas fuerzas y clases sociales pueden elevarse por sí mismas a cierto nivel de conciencia y acción política emancipatoria (Sánchez, 1997, p. 27).Las izquierdas del orden a través de diversos subterfugios han transitado hacia el “embelleci-miento”, “sujeción” o abandono de la perspectiva anticapitalista. Los dispositivos o artimañas son múltiples, pero algunos son el precipicio de la praxis revolucionaria. Subrayemos solo algunos.El primero consiste en definir la naturaleza de la “izquierda” como simplemente una inco-modidad con la injusticia y la desigualdad, pero no relacionada con la existencia del sistema capitalista. Es posible consolidar un capitalismo más “justo” y “humano”, sin necesidad de su abolición. El segundo es pretender caracterizar dos tipos de capitalismo, uno mafioso, terra-teniente, rentista, supuestamente “malo”, y otro emprendedor, no monopólico, con criterio social, aparentemente “bueno”. Lo que habría que hacer en Colombia sería entonces superar los rasgos feudales y deficitarios del capitalismo para desarrollar un capitalismo barrial y de pequeños empresarios. El tercero promueve una visión evolutiva, lineal y etapista del desa-rrollo económico que incluiría una “izquierda” que apoye en esta etapa la producción nacional, la burguesía nacional y el desarrollo técnico y científico; solo así, una vez consolidado el “capi-talismo fuerte y bueno”, se podrían abrir las condiciones de las transformaciones socialistas.Hemos constatado la desestructuración de la práctica política y el abandono del horizonte anti-capitalista en las izquierdas institucionales, pero las luchas emancipatorias y las izquierdas revolucionarias podrán superar las limitaciones del orden capitalista dominante.

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Referencias

» Althusser, L. (2008). La filosofía como arma de la revolución. En La soledad de Maquiavelo. Madrid: Akal.

» Chatelet, F., Pisier, E. y Vincent, J. M. (1977). Los marxistas y la política (Vol. I). Madrid: Taurus.

» Foucault; M. (2014). Una introducción a la vida no fascista. En Las redes del poder (pp. 69-74). Buenos Aires: Prometeo.

» Gramsci, A. (1973). Maquiavelo y Lenin. Notas para una teoría política marxista. México: Diógenes.

» Lenin, V. (1961). ¿qué hacer? En Obras Escogidas (V. 1.). Moscú: Progreso.

» Marx, C. (1976). Las luchas de clases en Francia. En Obras Escogidas (Vol. I), Moscú: Progreso.

» Sánchez Vázquez, A (1997). La filosofía de la praxis. En quesada, F. (Ed.) Filosofía Política I. Ideas políticas y movimientos sociales (pp. 17-35). Madrid: Trotta.

» Sánchez Vázquez, A. (1972). Filosofía de la Praxis. México: Grijalbo.

» Segato, R. (17/08/2020). Hay una catástrofe de género, es necesario darse cuenta. Recuperado de: http://lobosuelto.com/hay-una-catastrofe-de-genero-es-necesario-darse-cuenta-rita-segato/

https://encrypted-tbn0.gstatic.com/images?q=tbn%3AANd9GcSvenZpq5i3wPM0t54kDMZJBgEAW7eFBzq4ng&usqp=CAU



http://lobosuelto.com/hay-una-catastrofe-de-genero-es-necesario-darse-cuenta-rita-segato/

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ÁLVARO VÁSQUEZ DEL REAL: IN MEMORIAM

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JESÚS gUALDRónPROFESOR

Ante el deceso de Álvaro Vásquez del Real

Álvaro Vásquez fue el inspirador del proyecto de la Revista Izquierda, como lo fue de tantas otras publi-caciones dedicadas al análisis de la realidad nacional e internacional así como a la reflexión teórica, condi-ción sine qua non para la formulación de una política

revolucionaria. También lo fue de lo que él denominaba la peque-ña prensa del partido: un conjunto de periódicos y boletines de aparición regular dirigidos a los trabajadores de base de diversas ramas industriales y de servicios en el país, de los cuales eran responsables militantes comunistas pertenecientes a esas empre-sas y a sus respectivos sindicatos.Corría el año de 1992, tal vez el mes de febrero, cuando el compa-ñero Álvaro nos convocó para discutir sobre la propuesta de crear una revista impresa que circulara mensualmente con el semanario Voz, una especie de suplemento que, trascendiendo el lenguaje periodístico, pudiera aportar a las tareas de la lucha ideológica y la formación política de los lectores del periódico y los miembros del partido y aportara al debate político-teórico, sirviendo al mismo tiempo de ámbito de expresión de las más diversas concepciones y entendimientos de la izquierda colom-


Bogotá, Colombia

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https://semanariovoz.com/wp-content/uploads/2020/09/Alvaro-Vasquez-1-324x160.jpg,

biana. Así nació en el mes de abril de 1992 esta publicación que al cabo de 3 años dejó de aparecer, principalmente por razones económicas.Álvaro estuvo durante todo este periodo vinculado a la preparación y edición de la Revista. Aunque no quiso aparecer en el Consejo Editorial –su prover-bial modestia no se lo permitía–, si participó regular y puntualmente en la mayoría de las reuniones editoriales y aportó no solo con sus ideas y recomen-daciones sino también con artículos, en los que fundamentalmente contribuía al análisis de la coyuntura nacional y a esclarecer las tendencias y el papel del movimiento popular en cada momento de nuestra realidad nacional.Pasaron casi 15 años y, nuevamente, impulsados entre otras por la iniciativa de Álvaro Vásquez, reasumimos –esta vez virtualmente– la edición regular de la Revista Izquierda, a cuyo Consejo Editorial lo vinculamos desde el comienzo. Tuvimos el enorme honor y la invaluable oportunidad de trabajar junto a él en este y en otros proyectos, así como de aprender de su compromiso incondicional con la causa de la transformación revolucionaria de nuestra sociedad. Es una herencia que nos enriquece. Ante su muerte, con tristeza –pero también con enorme optimismo inspirado en su ejemplo– decimos adiós al Maestro: Sit tibi terra leuis.


Bogotá, Colombia ÁLVARO VÁSqUEZ DEL REAL: IN MEMORIAM Contenido

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Quiero limitarme a dar algunas opiniones sobre qué elementos deben tenerse en cuenta en el proceso de negociación que ahora parece iniciarse con las FARC y los otros destacamentos del movimiento armado.

Iniciativa, pero sin monopolio

En primer lugar, considero que el gobierno y el sistema político deben tomar la iniciativa. Así ha sido en las experiencias recientes de El Salvador, Guatemala, México, etc., donde el poder ha allanado las dificultades prácticas y hecho las concesiones necesarias con vista a integrar la mesa de negociación. Sólo así puede ponerse en marcha un proceso continuo para explorar los caminos de una paz democrática.Desde ahora debe incorporarse el parlamento al plan de negociación en forma dinámica. Un ejemplo es la ley para el diálogo, la conciliación y la paz digna, aprobada y puesta en práctica por el Parlamento Federal Mexicano desde el 11 de marzo. Allí se crean las comisiones de concordia y pacificación y de seguimiento y verificación, cuyo protagonismo es legislativo, que fija las bases para el diálogo, incluyendo “lugares y condiciones, agenda de los mismos”. No es obligatorio que se apruebe una ley, ya que el Congreso puede buscar otras iniciativas.Al gobierno colombiano lo han caracterizado en este aspecto una serie de rasgos negativos: el monopolio a ultranza, la falta de iniciativas, la incapacidad de control del cuerpo militar, la ausencia de audacia política y el juego contradictorio de sus posiciones, en que al tiempo que promueve en las palabras la política de diálogo, en los hechos acepta las imposiciones del militarismo, se desliza por la pendiente de las llamadas “asociaciones de defensa”, en que pretende involucrar a la sociedad civil en el conflicto, y no de cualquier manera, sino con

Reproducimos como homenaje póstumo un artículo publicado en julio de 1995 en el número 33 de Izquierda, en momentos en que la búsqueda de una salida nego-

ciada y democrática al conflicto armado colombiano revestía gran trascendencia en el debate político nacional. El artículo resume la ponencia presentada por el autor,

quien a la sazón ejercía el cargo de Secretario General del Partido Comunista Colom-biano, en el Seminario por la Paz realizado en Bogotá los días 8, 9 y 10 de junio de

1995. Se trata de un texto cuyas claves mantienen más que nunca su vigencia.

Algunas observaciones sobre la negociación de PAZÁLVARO VÁSqUEZ DEL REAL



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organizaciones armadas, convirtiendo a la población en parte del conflicto, violando de paso el Protocolo II.

Discutir el programa guerrillero

En segundo lugar, es indispensable considerar las exigencias políticas, sociales y nacionales que han acompañado a los grupos insurgentes desde su formación. Estos hacen parte del movimiento popular, tienen un programa que es el mismo de los sectores democráticos y buscan salidas de las profundas carencias del pueblo. No podrá haber un verdadero tratado de paz sin tener en cuenta esto. La idea de la gratuidad para el sistema, de una solución del conflicto, no es real. Ni por la relación de las fuerzas, ni por el momento polí-tico, ni por las condiciones de la lucha.

Esto es lo que se engloba en el conocido concepto del cambio político y social, de contenido democrático, como estrechamente dependiente de la suerte de cualquier nego-ciación actual con la guerrilla. Publicistas y estadistas ya parecen haber captado esta perspectiva cuando comienzan a señalar trazos de lo que esta idea debe incorporar: profundas modificaciones agrarias, reconoci-mientos de las relaciones de poder en escala regional y local, política de recursos naturales con criterio nacional, estructuras verdade-ramente democráticas del sistema, cambios de fondo en la política militar, de seguridad nacional, de policía y de los cuerpos secretos del Estado; acceso a los medios de comuni-cación de masas por parte de las organiza-ciones populares, auténtico estatuto de la oposición democrática, con plenas garantías para el ejercicio de ésta, etc.

Una solución para todos

En tercer lugar, hay que partir de la base de que las exigencias de las guerri-llas no son propuestas para sus integrantes y dirigentes sino para el conjunto de la población, las regiones, las estructuras de poder y el desarrollo nacional. Por eso, instituciones como la llamada “reinserción”; la supuesta “favorabi-lidad política”; el asistencialismo de tipo de la “red de solidaridad social”, cuyo homólogo en México se ha derrumbado al igual que su autor, Salinas de Gortari; la conversión de los guerrilleros en agentes del DAS Rural como se ha hecho con el EPL en Urabá, o en “cooperativas de vigilancia” como ha suce-dido con los milicianos de las comunas de nororiente de Medellín, para cuidar los “intereses del establecimiento”, no van a funcionar en esta oportunidad, ni pueden considerarse viables para una salida política.

De lo que se trata ahora por parte del sistema es de crear un nuevo

tipo de relaciones políticas con las corrientes populares, que desarraiguen

definitivamente la intransigencia, la intolerancia y el autoritarismo

característico del poder de las clases dominantes colombianas. que acepte

como legítima la organización social y política del sector de izquierda

y revolucionario, que le reconozca un espacio en el escenario y que se

haga a la idea de que la democracia implica la posibilidad de la

redistribución o del relevo del poder.



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De lo que se trata ahora por parte del sistema es de crear un nuevo tipo de rela-ciones políticas con las corrientes populares, que desarraiguen definitivamente la intransigencia, la intolerancia y el autoritarismo característico del poder de las clases dominantes colombianas. Que acepte como legítima la organización social y política del sector de izquierda y revolucionario, que le reconozca un espacio en el escenario y que se haga a la idea de que la democracia implica la posibilidad de la redistribución o del relevo del poder en favor de quienes están estigmatizados como los malos del círculo infernal, que están fuera de todo acceso al escenario nacional. Esto es lo que se viene formulando en la exigencia que han presentado sectores de la insurgencia de un gobierno plura-lista basado en la reconciliación nacional.

Cambio de actitud del poder

Por último, hay que tener en cuenta que no se trata solo de los cambios que pudiéramos llamar objetivos en la sociedad y el Estado. Para llegar a estos y lograr una negociación con resultados democráticos, se requiere de profundos cambios en la mentalidad de la clase dirigente, lo que podríamos llamar cambios subjetivos de actitud del poder. Parece que es esto lo que debe entenderse como “voluntad de paz”. Generalmente se enfoca el cese del enfrentamiento armado desde abajo, desde la necesidad de cambiar los métodos revolucio-narios, de la socorrida vigencia política de las guerrillas, de dejar las armas, incluso, del dogma absoluto forjado en una acomodada lectura del derrumbe del socialismo, de la caducidad absoluta de las formas no pacíficas de acceso al poder y hasta de la necesidad de reconocer la eternidad y la vigencia benéfica del capitalismo. Hay que ver también las cosas desde arriba, desde la urgencia del cambio de actitud, de conducta y de posición de los que acaparan todos los privilegios de la sociedad y el sistema, incluyendo el del poder. Solo cuando se encuentren los dos procesos, se conozcan las exigencias de ambos y se tenga en cuenta la razón de fondo del enfrentamiento que no es la decisión arbitraria de un grupo o tendencia, ni la depredación violenta o el interés económico de algunas gentes, entraremos en la vía de las verdaderas soluciones de la crisis nacional sobre una plataforma consensual y una convivencia democrática.

No se trata sólo de los cambios que pudiéramos llamar objetivos en la

sociedad y el Estado. Para llegar a estos y lograr una negociación con

resultados democráticos, se requiere de profundos cambios en la mentalidad

de la clase dirigente, lo que podríamos llamar cambios subjetivos de actitud del poder. Parece que es esto lo que debe entenderse como “voluntad de paz”.



CULTURA Y POLÍTICA

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HUgo ÁViLA BAQUERoFILÓSOFOUNIVERSIDAD JAVERIANAPERIODISTA CULTURALPROFESOR UNIVERSITARIO

1970-2020Cincuenta años después deLa espada encendidaPablo Neruda escribió este, uno de sus libros finales, hace medio siglo,como para este momento de vientos de exterminio planetario.Pero en su página final comenzó de nuevo la humanidad...

I

El 24 de septiembre de 1970 se terminó de imprimir “La Espada Encendida”, el libro de Pablo Neruda que se ini-ciaba en el capítulo III del Génesis:

Echó fuera al hombre,

y puso al oriente del Edén querubines,

y una espada encendida

que se revolvía por todos lados

para guardar el camino

del árbol de la vida...

En el último poema la espada encendida sigue cerrando la entrada al paraíso. El libro termina en el comienzo del primer hogar después del exterminio:


Bogotá, Colombia

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Dice Rhodo:

Déjame el hacha.

Traeré la leña.

Dice Rosía:

Sobre esta piedra esperaré

para encender el fuego.

La Espada Encendida es un libro propio para estos tiempos de reiniciar tantos mundos en pleno confinamiento. (Alguien diría Neruda era Poeta-Profeta).En aquel primer entonces toda la humanidad (un hombre y una mujer) habían sido echados del paraíso al mundo. Territorio de la vida mortal. Donde entre cielo y tierra, día tras día los humanos deberían ganarse (?) el pan de cada día con el sudor de su frente. Fue la catástrofe primera de la vida lineal hacia otras catástrofes naturales para siempre fuera del Edén.Así el libro de aquel septiembre de 1970 anunciaría ya no el exterminio sino la construcción de nuevo desde el principio. En este nuevo ahora en un territorio paradisiaco fuera del paraíso: La Patagonia.El poeta universal chileno, tres años antes de su propia salida del mundo (23, septiembre, 1973) escribiría la historia adelantada de reiniciar el mundo, ojalá sin catástrofes, de las que ponen millones de espadas incesantes e incandes-centes en el mundo, en el día a día de una eternidad condenada.Neruda escribe la refundación del mundo, ojalá sin dueños de paraísos. Y escoge La Patagonia para que el nuevo primer hombre (Rhodo) y la nueva primera mujer comiencen el nuevo fuego de la hoguera, lejos del fuego de la espada.Neruda dice en su canto de ochenta y siete poemas después del fin del pasado mundo:

Eran de nuevo dos inocentes perdidos,

Mordidos por la serpiente de fuego, otra vez solos en el jardín original.

............

Estuvimos perdidos

Hasta morir de amor y de dolor.

............

Para darles tormento en cada beso.

............

Todas las guerras nos mataron a todos.


Bogotá, Colombia CULTURA y POLÍTICA Contenido

67

Nunca quedó sobreviviente alguno.

............

E inventó nuevos hombres mentirosos.

Y estos ahora con su maquinaria

Volvieron a morirse y a morirnos.

............

Ya no podía entrar en las ciudades

Porque se había ido todo el mundo.

............

Los Césares murieron

bajo el peso metálico de sus propios castillos.

............

Así la tierra alzó su paroxismo

recobrando de nuevo espacio puro.

............

Y entonces como nuevos Sísifos en un plano horizontal, con un nuevo incierto horizonte, la humanidad de dos sobre la tierra, echó a andar cargando la roca, lejos de la espada, para llegar a donde la debían descargar para volver a cargarla. Pero quizá ya no había dioses del Olimpo para incrustar en la roca a los que se atrevieron a reiniciar el fuego.Así como hoy en este año, 20 veces 20, muchos acudieron a abrir antiguos libros narradores de pestes y aniquilamientos, se debe abrir este libro que surge del Génesis, pasa el Apocalipsis y llega hasta el poema LXXXVII para reiniciar el mundo en un nuevo primer hogar, como salió de la mente alada a las manos caminantes de Pablo Neruda, tres años antes de entrar en su tumba de su propia isla negra.

II

Un poeta personal y uno para todos fue Pablo Neruda 1904-1973. Canto general que abarcó la intimidad. Manos del día que hicieron la noche corporal.Versos del capitán que condujeron un solo barco ilímite donde estuvimos todos y en el cual hoy simplemente vamos sin puerto que tocar.Hace ya casi medio siglo, cuando la primavera disputaba las flores a la sangre, Pablo Neruda se murió de poesías coaguladas a la orilla histórica de un Chile suyo haciéndose ajeno.



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El poeta mayor de la América Austral al mundo paró su corazón en el hospital Santa María en Santiago, mientras otros cadáveres buscaban reposos en los médanos del río Mapocho. Doce días antes había muerto su amigo y presi-dente Salvador Allende, después de anunciar por una radiodifusora de guerra que más temprano que tarde volverían a abrirse las avenidas para todas las estampidas de libertad y alegría.Pero no fue así, según el correo de los vientos. Las avenidas se abrieron de heridas hondas, escarchadas de rencores y futuros en dolorosa gestación arrancados de sus vientres. La voz de Allende, hoy retransmitida en las efemérides de hondas nostalgias tristes, suena a utopía asaltada, aún en la historia cálida de la que gustan consentir las conversaciones de quijotes en retiro.Y entrecortada con la voz del presidente, en trance de suicidio, siempre se escucha la voz trémula y cavernosa de Neruda, nombrando todas las cosas por su nombre. Para el poeta no existe el olvido y nunca tiene que escribir los nombres de las cosas sobre el lomo de las cosas. Es el Neruda de la perennidad. Su voz, aunque vientecillo noble que barre las hojas de este otoño encierros en condenas, se hace más poderosa y cantadora, en las venas cerradas de cada nerudiano, de cada ciudadano de ese mundo que pluma en ristre el rapsoda chileno colonizó, lo hizo universo y eternidad.Neftalí Reyes vino caminando desde que tuvo uso de corazón, y se hizo cons-tante en la poesía ecuménica desde aquella madrugada en que se levantó del lecho y comenzó su poema uno, desde el

Cuerpo de mujer,

blancas colinas, muslos blancos...

y se bebió de un trago la imagen poderosa de un mundo en actitud de entrega.Fue la primavera de sus veinte poemas de amor y una canción desesperadaantes de sus veinte años.Fue el discurrir impetuoso del joven que llevaba la poesía desde siempre. Era la era de los recuerdos jóvenes bajo una boina gris y el corazón en calma. Y del cuando se inventó el cómo adelgazar las palabras hasta huellas de gaviotas.Fue la escuela que lo hizo derivada entre el abierto pecho para mi corazón y el cerrado espacio para tu libertad.Era ya el dador de identidades de amor cuando le dijo a la amada el a nadie te pareces desde que yo te amo.Fue el otoño, por fin, cuando el poeta nuestro se detuvo en su poema 20 para dar cuenta a la noche de sus versos más tristes, que supo reducir a soledades universales:La noche está estrellada y ella no está conmigo.Y el poeta cruza el río, va hacia todas partes donde nazcan los días, atraviesa esta noche última de su primera jornada, cuidando la estación de fuegos de su canción desesperada.



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https://www.iberlibro.com/primera-edicion/espada-encendida-Pablo-Neruda/30379307018/bd#&gid=1&pid=1

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Luego fue todo el mismo corazón pero más grande, pero lo más sólo, pero lo más nuestro, pero más sentenciado por la palabra multiplicada. El trovador es reclutado por el camino. Se hace soldado de trincheras de musgo, libera una a una todas las palabras y cuando es capitán, un día sentado en el barranco, bajo el roble, junto al río, escribe su carta del camino sólo para decir en otra forma que tal vez no vuelve, que me voy a mis combates, arañaré la tierra para hacerte una cueva y allí tu capitán te esperará con flores en el lecho.Pero la guerra siempre espera detrás de la puerta de la

paciencia con la serenidad de los que sobre-viven a la muerte. Es la gran llevadora, la ordenadora de los desarraigos. Y el poeta moría en cada batalla, al lado de sus amigos poetas, entre las ruinas de humo de las forta-lezas no tomadas, en las cuencas hechas manos de madre, jalándole los hijos a la muerte. Y todas las batallas se concitan: la del poeta, la de la guerra, la del amigo, la de la toma de la pequeña plaza para levantar el monumento a la inmortalidad de la alegría de Federico García Lorca.El poeta pasa sus segundos veinte poemas de amor, y sus terceros de guerra, y sus cuartos de panes y de peces, y sus quintos

de castañas en el suelo, y su poema veinte de la serie veinte revolviéndolo todo, para dejar en claro que la poesía es una, la de todos.Así, más pesado de caminar y más ligero de alas, asciende con su canto general hasta la altura que alcanzó la historia en piedra de Machu Pichu, y canta y canta y canta ante la piedra encantada:

No volverás del fondo de las rocas,

No volverás del tiempo subterráneo,

No volverá tu voz endurecida,

No volverán tus ojos taladrados.

El poeta nunca se repite, aunque use la misma lanzadera, aunque cruce por las mismas palabras. Es en nosotros los habitantes definitivos de sus libros, donde el maestro repite un solo poema que para ser presentado siempre y simple se decía Neruda.

Él fue la equivalencia con sus propios poemas. Neruda fue la circunstancia

nueva, apasionada, de esta piel de cebolla interminable que limita lejos de la desesperanza, que se

puebla de militantes de la vida, que firma tratados internacionales con las constelaciones. Neruda estuvo

siempre, y fue, cuando era ser preciso.



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“Y así se pasó el tiempo que se te dio sobre la tierra”, le hubiera cantado Bertolt Brecht.Su residencia en la tierra fue tomada antes por los criminales uniformados nacidos para matar, y después por nuevos tiempos, patrias mínimas pasajeras y triviales. Aunque Neruda vive en sus millones de libros reci-tados y convertidos en todos los pájaros, y sus actas de presencias se vuelven a leer para dar fe de que la poesía continúa, el poeta se hace a cada año más vecino de esas soledades de hablas distintas, de distintos quereres, de lenguajes contrarios, de inte-reses antagónicos.Han pasado varios veinte años del anciano joven de veinte años que escribía veintenas de poemas; pero también han pasado esos vinos donde su palabra convidaba al brindis por la vida libertaria.Ya no se canta para que no te vendas, que no te canalicen...ni te compriman...Ya tal grito se desvanece en el aire, antes de llegar al aire de los que lo compran. Ya no se canta a Leningrado donde

Pedro el Grande y Lenin el gigante se hicieron unidad, el tiempo hizo una rosa, una torre invencible...

Ya la rosa de la feria a dólares el pétalo y la torre caen bajo los disparos de tanques de la guardia blanca, ahuchada en occidente.Ya no se le escriben palabras al bosque de las palabras, preguntando al libro:

¿cuál fue nuestra victoria?

Un libro, un libro lleno de contactos humanos, de camisas, un libro sin sole-dad... quizá se le canta a una soledad vendida y revendida en atestadas ferias de libros.

Ya no hay el modo para cantarles a los poetas populares, que silencia el canto fúnebre por muerte a patadas.



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Para cantar fue naciendo siempre que dos estuvieron reunidos en sus poemas.Él fue la equivalencia con sus propios poemas. Neruda fue la circunstancia nueva, apasionada, de esta piel de cebolla inter-minable que limita lejos de la desesperanza, que se puebla de militantes de la vida, que firma tratados internacionales con las constelaciones. Neruda estuvo siempre, y fue, cuando era ser preciso.Cuando el sindicato aún no vendido necesitó una bandera, siempre fue posible deshilar un poema de Neruda y dejar que el rojo se extendiera.Cuando el estudiante fue por el café caliente para llegar hasta la madrugada, siempre hubo un verso de Neruda para tender el puente. Quizá ya no se construyan puentes bajo las lámparas.Cuando el maestro necesitó encontrar la función de la alegría siempre hubo otro verso de Neruda para la variable inde-pendiente. Quizá hoy queden pocos alumnos que resuelvan tales ecuaciones.Cuando el viejo combatiente quiso decir unas palabras al pequeño pueblo recién liberado, siempre hubo un libro de Neruda en alguna alforja. Hoy ya no se toman pueblos con

la libertad.Cuando en la reunión fraterna de inteligen-cias y de afectos, con canciones, guitarras, aguardientes miradas y relación de verdades sonadas, siempre faltaba un brindis, el del futuro. Y entonces, de la biblioteca de tablas y ladrillos, salía volando la mariposa blanca de los libros de Losada, para pasarse toda la noche en los labios del oído. Quizá ya las noches sean cortas y las mariposas no encuentren su destino de aleteos.Antes se veía cavilar a bellas mujeres, del todo sorprendidas por un libro de Neruda recién desempacado del obsequio inesperado. Esas bellas mujeres siempre replanteaban su amor después de un verso de Neruda.Siempre hubo hombres invisibles atropellando a Neruda: para no dejarle ver pescadores, ni libreros, ni albañiles, ni quienes se caían de los andamios, ni los que sufrían o amaban. Hoy quizá pescadores, libreros, albañiles, amantes o sufrientes también sean invisibles.En fin, las cosas después de tantos veinte

años ya no existen en las manos de Neruda. Allí, bajo la tierra cantada, y desangrada antes de florecer de nuevo

La Espada Encendida es un libro propio para estos tiempos de

reiniciar tantos mundos en pleno confinamiento. (Alguien diría

Neruda era Poeta-Profeta).En aquel primer entonces toda la

humanidad (un hombre y una mujer) habían sido echados del paraíso al

mundo. Territorio de la vida mortal. Donde entre cielo y tierra, día tras día los humanos deberían ganarse

(?) el pan de cada día con el sudor de su frente. Fue la catástrofe primera de

la vida lineal hacia otras catástrofes naturales para siempre fuera del Edén.



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con los versos silenciosos de estos años, de ciertas posteridades, sólo habitan los átomos de futuras cosas. Pero se puede abrir un libro suyo para que las cosas corran de nuevo y se pongan en sus puestos de debate.El cazo de leche en alegato contra el hambre friolenta; de la mesa dispuesta a demos-trar que siempre cabe uno más; del cuchillo brillante para multiplicar los panes; de la plancha de hierro enrojeciendo para que las faldas se entiendan con el viento; de la pipa defendiendo su memoria del fuego; del lápiz escribiendo el canto de la mina; de la bandera replegada en el armario con la rabia contenida para sacarla a desfilar el primero de mayo; de los anillos prestos a esclavizar los dedos del amado; de la caja de cartón silbando vientos de letras en su entraña; de los zapatos huyendo de los caminos sin recodo; de la muñeca de porcelana ahorrando miradas para los niños viejos... Y en su Alejandría nunca incendiada, ahí seguirán milenarios los libros de Neruda: en la primera línea de batalla contra el olvido de la isla negra.

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