derecho de fuga migraciones, ciudadanÍa y globalizaciÓn mezzadra, sandro

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    Traficantes de Sueos no es una casa editorial, ni siquiera unaeditorial independiente que contempla la publicacin de unacoleccin variable de textos crticos. Es, por el contrario, unproyecto, en el sentido estricto de apuesta, que se dirige acartografiar las lneas constituyentes de otras formas de vida.La construccin terica y prctica de la caja de herramientasque, con palabras propias, puede componer el ciclo de luchasde las prximas dcadas

    Sin complacencias con la arcaica sacralidad del libro, sin con-cesiones con el narcisismo literario, sin lealtad alguna a losusurpadores del saber, TdS adopta sin ambages la libertad deacceso al conocimiento. Queda, por tanto, permitida y abiertala reproduccin total o parcial de los textos publicados, encualquier formato imaginable, salvo por explcita voluntad del

    autor o de la autora y slo en el caso de las ediciones connimo de lucro.

    Omnia sunt communia!

    traficantes de sueos

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    mapas 11

    Mapas. Cartas para orientarse en la geografa variable de lanueva composicin del trabajo, de la movilidad entre fronteras,de las transformaciones urbanas. Mutaciones veloces que exi-gen la introduccin de lneas de fuerza a travs de las discusio-nes de mayor potencia en el horizonte global.

    Mapas recoge y traduce algunos ensayos, que con lucidez y unagran fuerza expresiva han sabido reconocer las posibilidadespolticas contenidas en el relieve sinuoso y controvertido de losnuevos planos de la existencia.

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    Derecho de fugaMigraciones, ciudadana y globalizacin

    Sandro Mezzadra

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    L I C E N C I A C R E A T I V E C O M M O N SReconocimiento-No Comercial-Sin obra derivada 2.0 Spain

    Esta licencia permite:- Copiar, distribuir, exhibir e interpretar este texto.

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    Commons, 559 Nathan Abbot Way, Stanford, California 94305, USA.

    2005, De la edicin Sandro MezzadraTraficantes de Sueos

    De la entrevista Colectivo Situaciones y Sandro Mezzadra

    1 edicin: 1000 ejemplaresFebrero de 2005Ttulo:Derecho de fuga. Migraciones, ciudadania y globalizacin.

    Traduccin:Miguel SantuchoMaquetacin y diseo de cubierta:Traficantes de Sueos.Edicin:Para Espaa: Traficantes de SueosC\Hortaleza 19, 1 dcha.28004 Madrid. Tfno.: 915320928e-mail:[email protected]://traficantes.net

    Para Argentina: Tinta Limnhttp://situaciones.orgImpresin:Queimada Grficas.C\. Salitre, 15 28012, Madrid

    Tfno.: 915305211

    ISBN: 84-933555-7-7Depsito legal: M-1371-2005

    creativecommonsCC

    =

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    traficantes de sueos

    mapas

    Derecho de fugaMigraciones, ciudadana y globalizacin

    Sandro Mezzadra

    Precedido por:Dilogo entre el Colectivo Situaciones y Sandro Mezzadra

    Traduccin:

    Miguel Santucho

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    ndice

    Dilogo entre Sandro Mezzadra y el Colectivo Situaciones 15

    Introduccin 43

    1. El joven Max Weber, el derecho de fuga de los migrantesalemanes y los estmagos polacos 57

    Rarissimae aves 57La magia de la libertad 61Una sociedad de enemigos 64Estmagos constituidos de forma diferente 72

    2. En el principio fue la horca. Migraciones, movilidad deltrabajo e historia del capitalismo 79

    Individuos sin historia 81Jaulas de hierro 84La fuga y las bridas 87

    3. Ciudadanos de la frontera y confines de la ciudadana 93

    La crisis de la ciudadana 94Exclusin 97El doble espacio de los migrantes 100

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    Ciudadanos ms all de la nacin? 105Migraciones, derecho de fuga y fronteras

    de la ciudadana 107Pertenencia problemtica 115

    4. Despus de las colonias, el mundo 119UK, 1948 120Antiguas segregaciones 122

    One world 126Culturas 130Modernidad, at large 133Marx en Calcuta 137

    Apndice. Capitalismo, migraciones y luchas sociales.Apuntes preliminares para una teora de laautonoma de las migraciones 143

    Bibliografa 159

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    Dilogo entre Sandro Mezzadray el Colectivo Situaciones

    En junio de 2004 Sandro Mezzadra estuvo un mes en

    Buenos Aires. Fue entonces cuando terminamos de prepa-rar la edicin en castellano de su Derecho de Fuga. Y, almismo tiempo, aprovechamos para trabajar sobre un prlo-

    go introductorio, que aqu presentamos. La creacin deTinta Limn Ediciones, en Argentina y la disposicin deTraficantes de Sueos de Madrid para coeditar el textohicieron lo dems.

    Subjetividad migrante

    COLECTIVO SITUACIONES. Querramos comenzar este dilogoa partir de las sugerencias que surgen del propio ttulo dellibro. La nocin defuga parece indicar la condicin negativa

    del sitio del que precisamente se produce dicha huda.Esa negatividad que mueve a la fuga o es inherente aella no es asumida por vos, sin embargo, como excusapara desarrollar un discurso victimizante sino que desarro-lls un esfuerzo considerable por considerar la migracin, lafuga, desde el punto de vista de lo que ocurre a nivel subje-tivo, incluso como fuente de una apertura, lo cual te permitecaptar una cierta positividad alrededor de la cual se modifi-ca la perspectiva dominante sobre los fenmenos de movili-zacin migratoria. Esta va es tambin explorada por autorescomo Hardt y Negri en su libro Imperio, que postulan al

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    migrante como un sujeto poltico heroico, en tanto forjadordel desdibujamiento de las fronteras nacionales. Querramossaber cmo funciona en tu perspectiva esta doble dimensinde la experiencia del migrante negativa (aquello que en elterritorio de origen empuja a la fuga) y positiva (lo quepuede abrir en trminos subjetivos la movilidad) y con qunfasis propons esta lectura al nivel de las subjetividades.

    SANDRO MEZZADRA. Bueno, mi punto de vista no es idntico

    al de Hardt y Negri, aunque siempre tengo el riesgo de lle-gar a un punto parecido al de Negri, porque tengo unamanera parecida de plantear las cosas. Pero me parece quehay una diferencia importante: por un lado, decir que elmigrante es en s mismo un sujeto revolucionario lo que sepodra derivar de una lectura simple de Imperio no tienepara m sentido alguno. Mi esfuerzo est dedicado a desarro-

    llar la ambivalencia misma de la condicin migratoria, msall de una retrica de victimizacin pero, al mismo tiempo,tratando de poner en el centro de la discusin terica y pol-tica la tensin entre la realidad de la opresin y la bsquedade libertad, que es un rasgo caracterstico de muchas expe-riencias migratorias. Por otro lado, mi trabajo se inscribeen una investigacin, individual y colectiva, de ms largoalcance, que trata de problematizar el concepto mismo desujeto. En esta investigacin de la que forma parte tam-

    bin, por ejemplo, el trabajo de Paolo Virno la posibili-dad de hablar de sujeto en trminos de herosmo es cri-ticada desde el principio y la atencin est puesta en elconjunto de procesos de subjetivacin que forman el tejidode las relaciones sociales.

    COLECTIVO SITUACIONES. Querramos concentrarnos en unpunto. La fuga el xodo como acto de vaciamientopuede seguramente corresponder a situaciones muy hetero-gneas de partida. Imaginemos tres (sabiendo que hay ms):el exilio poltico en casos de tiranas polticas o el asilado encondiciones de guerra; la desercin ante situaciones econ-micas extremas y, por ltimo, el desierto subjetivo, es

    decir, la pura falta de horizonte o el diferencial segn el cualciertos territorios prometen ms que otros. Suponemos quecada una de estas situaciones da lugar a procesos diferentes,

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    an si todos ellos son concebidos unitariamente bajo lanocin de migracin. La primera cuestin que querramospreguntarte va en el sentido de especificar la productividadsubjetiva de tales procesos. Nos gustara entonces compren-der un poco ms sobre el momento positivo o productivo deestas experiencias: dnde radica, segn tu punto de vista,esta calificacin poltica del migrante? La pregunta tambinfunciona en un contexto especfico: cmo superar la impre-sin segn la cual la valoracin de la dimensin productiva

    de las migraciones no se genera en y por el reforzamiento deuna mirada eurocntrica que festeja el vaciamiento que seproduce en territorios tirnicos o desrticos ms perif-ricos a favor de otros ms (post)modernos redu-ciendo el potencial crtico de esta perspectiva a una actua-lizacin de los discursos modernizantes, en la que losmodos de dominacin son siempre rechazados por lo que

    tienen de arcaicos, confirmando as, de modo implcito,formas mas sofisticadas del control?

    SANDRO MEZZADRA. Me parece que, a pesar de las condicio-nes de origen de los migrantes, la movilidad en s misma esun proceso que tenemos que indagar en su significado pol-tico, en el sentido que siempre tiene que ver con condicionesde coaccin y con una bsqueda de libertad. Creo que lamovilidad ha sido una de las apuestas y de las condicionesms importantes en el desarrollo de muchos movimientossociales, incluso de aquellos que no parecen tener una rela-cin directa con el tema de la migracin. Pienso, por ejemplo,en los piqueteros en la Argentina: qu relacin hay entre eldesarrollo de los piquetes en el conurbano de Buenos Aires yla historia de desplazamientos que est en la base misma de la

    formacin de la geografa humana del conurbano? Una pre-gunta que se podra plantear es si hay una continuidad, en loscomportamientos sociales, entre una marcha piquetera desdeel conurbano hacia la Capital Federal y la experiencia migra-toria de muchos de los protagonistas de los piquetes. Una pre-gunta como sta me parece una de las ms importante que sepodran hacer tratando de pensar categoras, como las que

    desarrollo en el libro, en la situacin argentinaRetomando la pregunta de ustedes, est claro que es dis-tinto irse de un sistema muy opresivo a irse de un mediodesrtico. Pero tambin en las situaciones de muchos pases

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    de frica, de donde llegan muchos migrantes a Europa, hayuna situacin de desestructuracin social muy fuerte. Irse deuna situacin de desestructuracin social significa al mismotiempo tratar de construir una vida de una manera diferen-te. Adems, a m me parece importante remarcar que cuan-do el migrante se va, por ejemplo, de frica y se quedaviviendo en Europa, no corta todas sus relaciones con el pasde origen. Existe todo un intercambio de hbitos que reper-cute en el tejido social del pas de origen, pero tambin se

    producen efectos en los pases de llegada. Y esto es un pocolo que trato de desarrollar, en sintona con una parte muyinteresante de los estudios internacionales sobre el tema dela migracin y con el concepto de espacio transnacional apli-cado a la migracin.

    La idea es que la migracin no implica un corte total yabrupto con las condiciones de origen, sino que el mismo

    tejido social del pas de origen va a ser modificado por lasrelaciones nuevas que se constituyen con el pas de llega-da. Este proceso tiene una cara econmica muy evidente:las remesas de divisas que los migrantes envan a susfamilias, que son muchas veces ms importantes para lospases de origen que la ayuda al desarrollo que otorganlos pases ms ricos.

    Si se toma, por otro lado, un pas como Albania, Rumaniau otros pases de Europa oriental, se puede notar muy clara-mente que en los ltimos 10 15 aos se ha dado una inver-sin muy fuerte de capital que ha llevado a un determinadomodelo econmico de desarrollo. Cuando hablamos del des-arrollo de la migracin albanesa, me parece bastante claroque para muchos migrantes la cuestin es que si se quedanen su pas tienen que trabajar en una fbrica que est mane-

    jada por empresarios italianos y tienen que cobrar 100 dla-res. Entonces para eso se van a Italia, donde aspiran a cobrarun sueldo italiano: y me parece claro que la migracin en esesentido implica, an de una manera que no es el modo clsi-co de plantear una accin poltica consciente, una crtica almodelo de desarrollo que se afirm en el pas de origen, perotambin del modelo de desarrollo del pas de llegada, que se

    basa en una cierta deslocalizacin una nueva geografaeconmica de la produccin.

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    COLECTIVO SITUACIONES. Antes que nada no querramosdejar pasar tu comentario sobre el proceso migratorio queest en la base de la composicin de los movimientos pique-teros en Argentina. De hecho, existe un componente demigracin de los pases limtrofes pero tambin de migra-cin interna. No solamente es interesante desarrollar estalnea de investigacin sino que tambin, de manera paralela,podra ser muy interesante indagar en la representacinurbana de la invasin piquetera de la ciudad, que est en

    la base de los discursos actuales sobre la inseguridad.Hay en tu trabajo una insistente afirmacin que tam-bin se puede rastrear en Imperio sobre la cada de la per-tinencia de la distincin entre primer y tercer mundo. Y sinembargo, el mundo no se vuelve cada vez ms liso. Estclaro que ms all de las fronteras nacionales y continentalesy a veces en superposicin con ellas existen barreras an

    ms significativas, en la medida en que determinan el valorde las vidas, del trabajo. Estos umbrales son tan visibles(basta con prestar atencin a la orientacin unidireccional delos flujos migratorios para entender de qu se trata) que nosobligan a producir modos de pensar los movimientos migra-torios ms all del nivel formal de las relaciones internaciona-les; es decir, para poder configurar los mapas de estos umbra-les. Pero entonces cul es la ventaja de abandonar nominacio-

    nes como norte-sur o primer y tercer mundo (como inten-tos de nombrar esos umbrales de desigualdad) en favor de lapostulacin de un terreno transnacional?, no existe el peli-gro de un cierto ocultamiento de estas desigualdes a favor deun modelo unitario en que los procesos de movilidad se indi-ferencian? Te preguntamos esto a la vez que nos damos per-fecta cuenta que las formas en que se pensaban las desigual-

    dades estructurales hace tres dcadas ya no alcanzan a nom-brar las dinmicas abiertas en este nuevo perodo de trasna-cionalizacin capitalista y que, por lo tanto, es crucial hallarmodos de volver a nombrar las asimetras territoriales que sospechosamente parecen reproducir en buena medida, yesto tambin merece alguna reflexin, la distribucin geogrfi-ca de desigualdades de la poca del primer y tercer mundo.

    SANDRO MEZZADRA. Bueno, esta cuestin es muy importan-te y al mismo tiempo puede ser una fuente de continuosmalentendidos. Conviene entonces que precisemos de qu

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    hablamos cuando hablamos de fin del tercer mundo: sig-nifica sostener que ya no hay ms diferencias entre los dis-tintos lugares del mundo? Qu el espacio global de hoy esliso y que las fronteras no juegan ya ningn papel sino quesiguen existiendo como reliquia geolgica de una supuestaera de los Estados nacionales? Qu no hay ya un pro-

    blema de desigualdad entre distintas reas geoeconmicas ygeopolticas? Evidentemente no. El trabajo sobre la migra-cin, para nombrar slo un tema, nos muestra justamente la

    importancia, por un lado, de las fronteras y, por otro, de losdesequilibrios econmicos y polticos entre distintas reasdel planeta. La cuestin es otra: si para m tiene sentidohablar del fin del tercer mundo es porque el conceptomismo de tercer mundo ha sido desde el principio un con-cepto poltico: es un concepto que naci simultneamente almovimiento de los no alineados, para hacer referencia a

    una unidad de intereses entre pases muy distintos pero uni-ficados por la experiencia de la colonizacin y de la depen-dencia. La discusin sobre el tercer mundo ha sido siempreuna discusin sobre las posibilidades polticas de resistencia(o de alternativa) al imperialismo. Y estas posibilidades perte-necan a un espacio dividido por confines muy claros porparte del primer mundo.

    Me parece que este discurso sobre el tercer mundo ha

    entrado en crisis por los desarrollos de las ltimas dcadas.Por un lado, la geografa del capital no es ya una geografaque se puede reconstruir alrededor de confines claros entrecentro y periferia, desarrollo y subdesarrollo. Para decirlosencillamente: hay cada vez ms periferia en el centro yms centro en la periferia. Lo que no significa que no hayya desigualdades en la distribucin de la riqueza social,

    pero s que hay relaciones de dependencia que son muypuntuales y que no configuran un primer mundo cerrado yun tercer mundo igualmente cerrado.

    Esto es algo que me parece muy importante, porque latesis de la unificacin del mundo tiene que ser profundi-zada y precisada, cosa que no sucede cuando se la toma deforma sencilla y lineal, lo cual no tiene mucho sentido. Y sin

    embargo, muchas veces tengo la impresin de que se tien-de a plantear esta tesis de una manera simplista mientrasque, por ejemplo, el trabajo sobre la migracin demuestraque la unidad del planeta es compleja, poblada de lneas de

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    dominacin y de explotacin que se pueden reconstruir tam-bin en un sentido geogrfico.

    Pero hay otro aspecto del problema, que tiene que vercon las posibilidades polticas mismas de los movimientossociales en el ex tercer mundo. Hasta hace veinte aos sepoda tomar como supuesto que haba una diferencia cuali-tativa entre la perspectiva de los movimientos en la metr-poli y en el tercer mundo. Hoy ya no es as: claro que lascondiciones de desarrollo del movimiento piquetero de

    Buenos Aires son distintas a las condiciones de desarrollodel movimiento de los precarios en Miln o en Madrid. Peroes una diferencia ms cuantitativa que cualitativa: en elfondo los problemas y el lenguaje son los mismos. Esa es laotra cara del fin del tercer mundo.

    COLECTIVO SITUACIONES. Y sobre qu nuevas premisas te

    parece vlido recomponer un mapeo geogrfico de la explo-tacin en el nuevo espacio trasnacional? Porque el esquemade primer y tercer mundo tena la ventaja de explicitarestas diferencias jerrquicas, estas relaciones espaciales deexplotacin. Pero como bien apunts, parece que ya no soncapaces de operar como analizador activo de la reconfigura-cin de las ltimas dcadas. Como si aquellas nocioneshubieran quedado atrapadas en una percepcin de homoge-neidades y fijezas donde hoy habra que poder captar fluidez,velocidad y nuevas heterogeneidades. No parece desacertadosuponer que todo esto afecte directamente a la nocin mismade migrante, que debera ser reconstruida a partir de estenuevo mapeo capaz de dar cuenta ms ntidamente de lapersistencia de fronteras de explotacin en el espacio trasna-cional y a la vez la fluidificacin (y unificacin) de ese espa-

    cio. Cmo se ve afectada, entonces, la nocin misma demigrante en este nuevo contexto en el que la tendencia a lare-unificacin del mundo implica simultneamente unnuevo estriamiento fractal en el que el espacio se reple-ta de diferencias jerrquicas?, podras darnos tu punto devista sobre el modo de pensar todo esto? En el fondo, porsupuesto, la pregunta supone desplegar la nocin de

    migrante ms all de su reduccin al sujeto de derecho queatraviesa fronteras nacionales. Cmo pensar la diferenciaentre un profesor que viaja a dar sus clases de Pars a NuevaYork respecto de quien atraviesa fronteras nacionales, pero

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    sobre todo atraviesa umbrales de jerarquizacin econmica ysocial afrontando toda la hostilidad, todos los obstculos queel cruce de una frontera como sa supone?

    SANDRO MEZZADRA. Estoy totalmente de acuerdo. La nicacosa que me parece importante agregar es que si bien el pla-neta no es liso, al mismo tiempo ha cado la posibilidad dedistinguir entre regiones homogneas en s que ha sido jus-tamente la premisa de toda la poltica tercermundista. Y eso

    me parece que es muy importante porque, como deca antes,cambia bastante el panorama, sobre todo por sus consecuen-cias polticas. Por lo tanto, la discusin no sera con la imagenprimer mundo-tercer mundo, sino con las polticas tercer-mundistas o con la imagen tercermundista de esa sepa-racin entre primer mundo y tercer mundo.

    Por eso cuando yo hablo de tercer mundo me refiero en

    primer lugar a un concepto poltico que claramente tieneuna base econmica.

    COLECTIVO SITUACIONES. La imagen-nocin del tercer mundocomo base de la formulacin de polticas soberanistas...

    SANDRO MEZZADRA. Seguramente de muchas polticas

    antiimperialistas. Pero tambin de un imaginario polticoque sigue planteando la alternativa al capitalismo o al neo-liberalismo a partir de la centralidad de un proyecto deEstado nacional.

    COLECTIVO SITUACIONES. Lo que supone una discusin sobre laexistencia de un ms all de una nocin puramente jurdica del

    migrante, ligada a la centralidad de los Estados nacionales.

    SANDRO MEZZADRA. S, pero la dimensin jurdica tambines importante, porque si tomas la condicin de un italianoque va a vivir a los EEUU y la condicin de un marroqu queva a vivir a Italia, la diferencia jurdica es relevante.

    COLECTIVO SITUACIONES. Claro, pero esa diferencia muestraque las fronteras relevantes los umbrales jerrquicosdeterminantes que responden a una configuracin ms

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    compleja se tornan evidentes precisamente cuando se dejade identificarlas linealmente con la configuracin formal, esdecir, con la geografa jurdica del Estado nacional.

    SANDRO MEZZADRA. Muestra que lo revelante es justamentela interseccin entre las dos configuraciones, que produce almismo tiempo la superacin y la multiplicacin de las fron-teras. Y, sobre todo, que produce experiencias de fronteratotalmente distintas. En este sentido, el profesor francs que

    va a vivir a Nueva York es un migrante, pero es un migran-te que tiene una experiencia de la frontera (con todo lo quela experiencia de la frontera significa en la vida cotidiana deun migrante) muy distinta a la del marroqu que vive enRoma. El primero puede disfrutar del espacio global; tieneun acceso al espacio global que es totalmente distinto cua-litativamente hablando del acceso al espacio global que

    tiene el marroqu.

    COLECTIVO SITUACIONES. Lo que refuerza la idea segn lacual las fronteras nacionales, en tanto que tales, ceden supoder de distribucin de personas y bienes a favor de unaregulacin diferente que se expresa en un nuevo trazado demuros-fronteras cada vez ms duros. No existen, incluso

    dentro de Italia y Espaa, unas fronteras no jurdicas perobien reales para un calabrs o un siciliano, o bien para unandaluz o un extremeo? No hay desde este punto de vistatendencialmente una semejanza con un marroqu o un arge-lino en Italia o Espaa?

    SANDRO MEZZADRA. S, pero hay una diferencia fundamen-tal: que el marroqu puede ser expulsado y el calabrs o elandaluz no. Por eso, a m me parece que la condicin jurdi-ca juega un papel importante. Creo que los dos son migran-tes en un sentido general, pero hay una diferencia todavamuy grande, importante, que afecta a sus vidas. Porque vivir

    bajo la amenaza de ser expulsado de un pas es terrible. Haygente que construye toda una vida, proyectos, durante aosy todo eso bajo la amenaza de ser expulsado de un da para

    otro. Adems, me parece que en pases como Espaa o Italiala inmigracin extranjera de los ltimos aos ha modificadotambin la posicin de los migrantes interiores, si se hace

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    una comparacin con la situacin de los aos sesenta ysetenta: se ha formado una nueva jerarqua que est modifi-cando profundamente el sentido mismo de la ciudadana enestos pases.

    COLECTIVO SITUACIONES. Tal vez podamos detenernos unpoco en el modo en que cada frontera (la jurdica pero tambinel umbral social de explotacin) determina sus efectos sobre laconstruccin de la nocin del migrante. Comprendemos lo

    que decs sobre el modo en que ambas se articulan. Perotambin sobrevive la impresin de que son las ltimas lasque re-funcionalizan a las primeras, y no a la inversa. Lo quenos lleva a entrar en otra dimensin importante de tu traba-

    jo: la manera en que el flujo cuantitativo pero tambin subje-tivo modifica la composicin de la fuerza de trabajo en losterritorios de llegada y el modo en que contribuye a alterar

    las geografas y la distribucin espacial.

    SANDRO MEZZADRA. Claro, pero para decir algo ms de loanterior: un seguimiento atento del flujo migratorio actual nopuede detenerse en una espacialidad norte-sur, porque ya noes posible trazar confines precisos, absolutos, entre un reallamada primer mundo y un rea llamada tercer mundo. Esto

    tiene tambin una consecuencia muy importante en la inves-tigacin sobre la migracin porque siempre se habla de migra-ciones sur-norte o este-oeste, pero hay migraciones que sonmuy importantes y que son sur-sur o este-este y que influyentambin decididamente en la actual geografa.

    De alguna manera lo que trato de desarrollar en elcuarto captulo del libro es un intento de encontrar las pri-meras formas de superacin de las fronteras del primer y ter-cer mundo ya en las migraciones de las dcadas de 1950 y1960, y en la relacin entre estas migraciones y las luchasanticoloniales.

    Mi conclusin provisoria sera para decirlo de unamanera muy esquemtica que, en este pasaje, la diferenciams importante se da entre una geografa ms o menos esta-

    ble y una geografa que no es estable, que siempre est en

    revisin. Y entre unos confines que son absolutos discri-minan formas de vida y otros que estn en permanenteredefinicin. En ese sentido una de las caractersticas ms

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    llamativas del mundo de hoy en da es esta redefinicin geo-grfica continua: aqu se juega la reconstitucin de las rela-ciones de dominacin y explotacin, pero tambin la bs-queda de libertad e igualdad. La razn por la que el tema dela migracin me parece tan importante en la actualidad es jus-tamente porque la investigacin sobre este tema (y tambinlas prcticas polticas que se desarrollan a su alrededor) per-mite observar esta redefinicin de la geografa global desde elpunto de vista de las apuestas polticas que estn en juego, sin

    reducir estas apuestas a la dominacin imperial, sino toman-do en cuenta el protagonismo de las mujeres y de los hombresque viven la migracin como experiencia social concreta.

    Derecho de fuga

    COLECTIVO SITUACIONES. Otro aspecto que nos ha llamado laatencin en tu trabajo fue la negativa a reducir al migrante amero exponente de una genealoga de la sangre o a un simplerepresentante de su cultura de origen. Habra dos cuestiones:por un lado, que el derecho de fuga con su dimensin sub-

    jetivante permite evitar esta reduccin del individuo a la

    comunidad de origen y, por otro, permite observar la tensinque existe en el fenmeno migrante entre libertad y control.

    SANDRO MEZZADRA. El primer punto es complejo: la cuestinde la individualidad del migrante es polmica en variossentidos. En primer lugar y polticamente, porque se trata deuna polmica contra una manera de percibir la subjetividad

    de los migrantes bastante difundida en la izquierda de losmovimientos e incluso en los centros sociales en Italia y enEuropa: muchas veces se da por hecho que los migrantes tie-nen una identidad totalmente distinta a la nuestra, unaidentidad tnica. Y an si para muchos compaeros se trata deuna identidad mejor en la medida en que estara msenraizada en un tejido comunitario me parece que esaperspectiva reproduce un esquema tpicamente colonial: ac

    los individuos, all las comunidades; ac las naciones, all lasetnias; ac los ciudadanos, all los sbditos. En el marco deesta polmica que tiene que ver con otra polmica: la de la

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  • 7/25/2019 DERECHO DE FUGA MIGRACIONES, CIUDADANA Y GLOBALIZACIN MEZZADRA, SANDRO

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    representacin del migrante como sujeto dbil, como vcti-ma, yo enfatizo la individualidad del migrante. Pero estenfasis tiene su razn de ser en una crtica a la oposicinmisma entre comunidad y sociedad para tomar los trmi-nos sociolgicos clsicos como esquema para pensar lassubjetividades (y no solamente la de los migrantes!).

    Y sin embargo, esta posicin no me lleva a considerar alos migrantes como individuos en el sentido que la economaclsica y neoclsica dan a esta nocin. Como ha habido

    malos entendidos sobre este punto trato de profundizar estacuestin en el anexo,1 en el sentido en el cual creo que se debeorientar hoy la investigacin, es decir, hacia el proceso com-plejo de desestructuracin y reproduccin de tejidos comu-nitarios en la migracin. Pero hablar del migrante como elsujeto que est totalmente subsumido en una identidadcomunitaria cultural no tiene para m ningn sentido, ni

    cientfico ni poltico.

    COLECTIVO SITUACIONES. Es interesante como trabajs lanocin de universalismo de las pequeas patrias. Pues permiteconsiderar los polos de oscilacin poltica de los migrantesentre comunitarismos reaccionarios que enfatizan su oposi-cin a otras comunidades, modos radicales de asimilacin ala cultura de recepcin y elementos comunitarios que habili-tan nuevas hibridaciones. No son estas opciones las polti-cas posibles para los migrantes antes que criterios metodol-gicos de investigacin? Te preguntamos esto porque de algu-na manera se conecta con nuestra propia experiencia deinvestigacin militante; sobre todo cuando enfocamos lacuestin a partir de los aspectos comunes que poseen losmovimientos que se producen subjetivamente en torno de la

    cuestin inclusin-exclusin, lo que nos permite relacionartodo esto con el fenmeno de los movimientos piqueteros deArgentina. Tambin aqu aparecen polticas diferentes: dis-tintos nfasis a la hora de considerar los procesos de inclu-sin, la vuelta al trabajo, la relacin de los autoemprendi-mientos con el mercado, la relacin con el Estado, etc.

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    1 En este mismo volumen: Capitalismo, migraciones y luchas sociales.Apuntes preliminares para una teora de la autonoma de las migraciones.

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    SANDRO MEZZADRA. En Europa la polmica tiene un nivel dedesarrollo muy bsico que consiste en la contraposicinentre la poltica de asistencia a los migrantes y una polticaque reconoce, como su base constitutiva y fundamental, lasubjetivacin de los migrantes. Ese es el suelo bsico de lapolmica. Hay, adems, otra polmica que me parece msvinculada a la discusin cultural actual que es justamente lapolmica contra una imagen de la subjetividad del migrantemuy apologtica, que dice: el migrante es el paradigma de la

    subjetividad postmoderna, no tiene ms races, no est con-dicionado por todo el peso de la historia, de la comunidad ypuede cruzar confines, hibridarse. En esta manera de pensarla subjetividad del migrante se olvida totalmente el durosuelo de su experiencia misma. Por eso hay justamente quesubrayar la ambivalencia.

    COLECTIVO SITUACIONES. Las luchas sociales que se desarro-llan alrededor (y como puesta en discusin) de la frontera las modalidades de inclusin / exclusin derivan en uncuestionamiento de los discursos sobre la ciudadana, pero

    junto a este cuestionamiento se percibe, de un modo u otro,una pugna por ampliar esa nocin. Cmo asumir el com-promiso poltico en torno a estos discursos que suelen veniraparejados por conceptos como tutelaje o proteccin porparte de los sectores que ya gozan de la vieja ciudadana?,cmo evitar una solucin social por la va de una inclusinsubordinada directa?, vale, a tu juicio, la insistencia en lospropios elementos de subjetivacin que surgen de las expe-riencias de lucha (estamos pensando, claro, en los movimien-tos piqueteros o en las fbricas ocupadas por sus trabajadores,en Argentina), desde los mrgenes, que tienden a resistir esos

    modos de inclusin, forzndolos, hasta poner en juego elespacio mismo desde el que dicha inclusin se predica?

    SANDRO MEZZADRA. El tema de la migracin en Europa es justamente ambivalente. Hay pasajes de legalizacin delos migrantes, pero esta legalizacin est vinculada a crite-rios muy rgidos, muy duros, que de alguna manera repro-

    ducen las condiciones de clandestinidad. En este momento,se puede lanzar la consigna de prcticas de proteccin ytutelaje, de desobediencia civil, de insurgencia contra una

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    ley que es reconocida como desptica. Se hace una campaadurante dos meses, se hacen contratos truchos de trabajo oincluso matrimonios con los migrantes. Esta es una prcticapoltica que a m me parece que puede ser muy importanteporque contribuye a mejorar la vida de los migrantes. Pero sise piensa eso como una relacin a largo plazo, me pareceterrible porque es una relacin de tutelaje.

    COLECTIVO SITUACIONES. Cmo altera todo esto la propia

    idea de inclusin? Qu efectos tienen estos procesos subjeti-vos sobre los propios sectores crticos y solidarios europeos?

    SANDRO MEZZADRA. Se trata justamente de evaluar la posibi-lidad real de que el proceso de subjetivacin de los migran-tes cambie no slo a la izquierda italiana y europea, sinotambin la propia nocin de ciudadana. Ese es un punto

    fundamental. Pero lo que me queda como duda es que no sepuede enfrentar linealmente el proceso de subjetivacin con-tra la peticin de inclusin, porque sino llegas a una idea quees la de mantener la exclusin la clandestinidad, en el casode muchos migrantes, pensando que sta es la nica basede subjetivacin posible.

    COLECTIVO SITUACIONES. Claro, pero es que no vemos que laclandestinidad sea por s misma un proceso de subjetivacin.La pregunta en realidad sera si no se juega algo de la propiapoliticidad en la no inclusin. Pero no como base de un radi-calismo tctico a ultranza, sino por el hecho de no admitir losmodelos de inclusin disponibles. No es la afirmacin de lano-inclusin una palanca para abrir vas polticas diferentes?Nuestra experiencia y nuestro modo de leerla nos hablaprecisamente de la importancia de estos momentos, en los quela no inclusin hace temblar los modos de ser, las certezas pol-ticas y jurdicas cuestionando incluso los modos de lo quehabitualmente entendemos por conocimiento. Desde estepunto de vista, te planteamos la cuestin de la diferencia que no

    busca la inclusin como potencial poltico concreto.

    SANDRO MEZZADRA. Me parece un concepto de diferenciaque siempre tiene el riesgo de convertirse en una forma dedesigualdad. Lo ms importante, creo, es la afirmacin de la

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  • 7/25/2019 DERECHO DE FUGA MIGRACIONES, CIUDADANA Y GLOBALIZACIN MEZZADRA, SANDRO

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    igualdad como base para el desarrollo mismo de las diferen-cias: pensar al mismo tiempo igualdad y diferencia conducea redefinir el sentido de los dos conceptos y, de alguna mane-ra, a poner en discusin la oposicin misma entre inclusiny exclusin.

    COLECTIVO SITUACIONES. Quers decir que una cierta mane-ra de plantear el tema de la diferencia implica el riesgo decondenar a un migrante a ser toda la vida un ilegal?

    SANDRO MEZZADRA. Claro. Si lo tomamos en referencia a losmigrantes, me parece que es ms claro, sobre todo por laimportancia de lo jurdico. Significara tomar como nicacondicin de subjetivacin posible la clandestinidad perma-nente, una vida bajo la amenaza del centro de detencin, dela exclusin.

    Si un migrante calabrs anda por la calle haciendo com-pras en Miln y un polica le pide los documentos, existe laposibilidad de que el migrante sea tratado de una maneradistinta. Pero si el migrante marroqu en la misma situacinreacciona contra el polica, su vida puede cambiar de unamanera dramtica de un momento a otro. Eso constituye unadiferencia muy importante.

    Me parece que, justamente, se trata de imaginar unamanera de inclusin que permita valorar lo que ustedes vie-nen llamando exclusin en el sentido de la diferencia, peroa partir de una base de igualdad.

    Porque la peticin de la nacionalidad, de naturalizacin, esde alguna manera la peticin de la integracin. La legalizacin,los papeles es algo muy diferente... mantiene la diferencia.

    COLECTIVO SITUACIONES. Bueno, claro, hay un juego de dife-rencia e igualdad que de algn modo es el que tenemos quepensar. Porque la marginalidad es un modo de incluir exclu-yendo. Y la inclusin con molde es un modo colonial de notolerar la diferencia. O de agotar todo potencial poltico. Laimagen que nos hacemos de estas luchas por la igualdad-dife-rencia es precisamente la de una afirmacin de la diferenciasubjetiva que, ella misma, est en la base del movimiento quepermite alcanzar niveles crecientes de igualdad econmica y

    jurdica. Por qu no pensar que la emergencia de una

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    demanda que dice quiero derechos jurdicos (o socioecon-micos) pero no integracin? Lo que a nosotros nos pareceinteresante es la afirmacin de la diferencia pero no como uncorte total y absoluto sino, precisamente, como modo dehacer estallar la inclusin subordinada, es decir, nuevosmodos de relacin cada vez mas igualitarios.

    SANDRO MEZZADRA. En ese sentido estoy totalmente deacuerdo.

    COLECTIVO SITUACIONES. Se podra decir, entonces, que setrata de afirmar una condicin de igualdad sin inclusin, ode un igualitarismo diferenciante?

    SANDRO MEZZADRA. Eso es lo que de alguna manera trat deplantear alrededor de la idea de derecho de fuga. Se trata deun problema que siempre me llama la atencin en la discusinms intelectual y poltica que ha tenido lugar en estos tresaos sobre mi libro y es que mucha gente tom la figura delderecho de fuga como una figura jurdica y la han criticadocomo tal. Pero yo nunca pens proponer la cuestin jurdicadel derecho de fuga. El sentido de la figura del derecho defuga es justamente tratar de pensar, alrededor de prcticas

    sociales concretas, al mismo tiempo la igualdad y la no inte-gracin y, en este sentido, se trata de una figura que contieneun desafo fundamental para la tradicin jurdica moderna.

    Globalizacin desde abajo

    SANDRO MEZZADRA. La manera en la que entiendo la cues-tin de la ciudadana, en este trabajo, es muy parecida a estasntesis de igualdad y no-integracin.

    COLECTIVO SITUACIONES. En el libro aparece algo de esto conla nocin de ciudadano de frontera, que es la idea de esta con-figuracin que no se reduce ni al pas de origen ni al de lle-

    gada, sino que es este espacio...

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  • 7/25/2019 DERECHO DE FUGA MIGRACIONES, CIUDADANA Y GLOBALIZACIN MEZZADRA, SANDRO

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    SANDRO MEZZADRA. Un espacio que cruza el de ciudadana,que siempre es pensado como un espacio cerrado. Pero eldesafo que est nicamente planteado es tambin pre-guntarse si esas formas de ciudadana de frontera, en refe-rencia a los migrantes, tienen resonancia con otras formas deciudadana, en tanto ligadas a prcticas que no tienen nece-sariamente que ver con los migrantes, como hablbamos enrelacin a los piqueteros argentinos. Ese es de algunamanera el desafo, la razn por la que hablo, en un libro

    sobre la migracin, de la posibilidad de ver una continui-dad entre los comportamientos de los migrantes y el recha-zo al trabajo y la fuga de las fbricas, que ha sido una de lascausas ms importantes y menos reconocida de la lla-mada crisis del fordismo.

    COLECTIVO SITUACIONES. Pero hablar de ciudadanizacin

    no implica apaciguar un poco el potencial de la fuga? Nohay aqu un relajamiento del polo de no integracin res-pecto de la sntesis que acabamos de alcanzar?

    SANDRO MEZZADRA. Lo que trato de desarrollar son prcticasde deconstruccin de una ciudadana en contra de procesosde estructuracin de una ciudadana institucional previa. Y,

    al mismo tiempo, en contra de las normas de funcionamien-to de la ciudadana previa.La manera en que trato de usar el concepto de ciudada-

    na parte de que yo he trabajado bastante la cuestin desdeuna perspectiva histrico poltica. Pero para decirlo clara-mente, la palabra ciudadanizacin que ustedes han usado,tambien se usa mucho en Europa: hay un sector bastantegrande de movimientos que lanzaron consignas de ciudada-nizacin de los migrantes. Y muchas veces, cuando hablocon esos compaeros, toman como cierto que estoy de acuer-do con lo que plantean porque hablo de ciudadana, y yo noestoy de acuerdo para nada.

    La ciudadanizacin es una consigna que supone laposibilidad de resolver de una vez y para siempre los pro-

    blemas de la migracin con una inclusin pensada como

    integracin. Y yo digo que hay dos problemas: el primero esque no se entiende bien dnde deben integrarse los inmi-grantes y el segundo es que la ciudadanizacin no tiene en

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    cuenta para nada la calidad de las prcticas de ciudadana delos migrantes, que son prcticas que justamente no desarro-llan una peticin de integracin total.

    Hay dos procesos de desestructuracin de la ciudadana:un proceso que podramos resumir con el concepto de neoli-

    beralismo (en Europa tambin hay una deconstruccin neoli-beral de la ciudadana), y otro que se desarrolla en las prcticasde construccin de ciudadana, que se despliega poniendo endiscusin la idea misma de integracin.

    COLECTIVO SITUACIONES. Si vemos cmo suceden las cosaspor ejemplo con los movimientos de desocupados enArgentina no resulta fcil concebir la universalizacin de losllamado planes de inclusin como ndice de igualdad:qu hara que una generalizacin de ciertos mecanismostan mnimos de atencin merezcan ser tomados como ele-

    mentos de igualad y no, precisamente, como modos de esta-bilizar una jerarquizacin insoportable de lo social?

    SANDRO MEZZADRA. Es muy difcil pensar la realizacin dela igualdad.

    COLECTIVO SITUACIONES. Pero tal vez no sea tan complejo

    enunciar que la igualdad se afirma como decamosantes en procesos concretos de diferenciacin, en los quela diferenciacin (ms que el reconocimiento jurdico o eco-nmico) opera como proceso de actualizacin de la igual-dad. En ese sentido hemos percibido tonos diferentes entreel libro y el anexo. En este ltimo hacs ms nfasis en lo quese podra llamar una deriva de investigacin militante, que

    tiene ms que ver con la formulacin de hiptesis que sur-gen en la actividad concreta.

    SANDRO MEZZADRA. Esto tiene mucho que ver con la pers-pectiva del anexo, que ha sido escrito como una propuestade trabajo en el marco de la discusin que se ha dado espe-cialmente con compaeros alemanes (de una red muy inte-resante de migrantes de segunda generacin que se llamaKanak Attak). Con ellos tenemos el proyecto de escribir unmanifiesto sobre la cuestin de la migracin, pero no conrespuestas polticas. La idea es retomar su trabajo desde

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    una perspectiva terica pero tambin poltica y, por tanto,elaborando hiptesis, lo que hace que el texto sea pensadocomo una propuesta de investigacin militante dirigida auna amplia red de trabajo poltico que se ha formado en losltimos aos en Europa y que junto con las experienciasde lucha y de autoorganizacin de los propios migrantescontra el racismo, por los papeles y el trabajo constituye elcontexto de mi propio trabajo terico.2

    COLECTIVO SITUACIONES. Hace un rato discutamos cmo laglobalizacin del capital (o globalizacin por arriba) pro-duce estriamientos y jerarquas, que se ocultan ante la pre-sentacin del mundo como una unidad lisa. Ahora bien, enel libro desarrolls la nocin de una globalizacin desdeabajo, desde las luchas, los movimientos sociales, las migra-ciones. Cmo evita esta nocin de globalidad ese tono abs-

    tracto y general con el que el discurso de lo global (por arri-ba) disimula, precisamente, las texturas y los relieves reales?

    SANDRO MEZZADRA. Por un lado debo decir que el conceptode globalizacin desde abajo es para m muy importante anivel terico. Empezamos a trabajarlo alrededor de loshechos de Gnova, en julio del 2001, cuando nos pareca que

    el concepto mismo que haba sido introducido por com-paeros de los EEUU (como por ejemplo Jeremy Brecher)tena ms posibilidades de desarrollo, pero tambin porqueabra una nueva imaginacin poltica, necesaria ante la cali-ficacin del movimiento, simplemente como un movimientoantiglobalizacin o no-global.

    Por otro lado, yo vena trabajando la cuestin de la globa-lizacin en un sentido bastante parecido al que Toni Negri yMichael Hardt desarrollan en Imperio, es decir, la constitucinde los procesos de globalizacin tambin y no solamentecomo respuesta a un desarrollo de movimientos de lucha quecriticaron y destruyeron materialmente la arquitectura delmundo nacional. ste es para m uno de los aspectos msfuertes de Imperio, con el que ms de acuerdo estoy.

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    2 Vase el volante producido por el Frassanito Network a propsito delForum Social Europeo de Londres: www.noborder.org/files/move-ments_of_migration.pdf

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    Trat, entonces, de hacer trabajar la imagen de la globaliza-cin desde abajo. Y de hacerlo de acuerdo tambin a lo quedice Toni Negri sobre las luchas y la constitucin de unimperio; aunque su planteamiento me parece como se hadicho muchas veces demasiado lineal: Todas las luchasque empujan hacia...; y yo creo que el proceso es muchoms complejo, mucho ms fragmentario, de tal modo que sedesarrolla a distintos niveles. Sin embargo, creo que no sepuede entender la llamada globalizacin, su genealoga, sin

    tomar en cuenta la contribucin del desarrollo de las luchashacia un ms all de los confines nacionales. Y, en ese senti-do, los movimientos migratorios han sido una parte impor-tante de esa genealoga, porque tambin pueden ser consi-derados como un desafo a los confines nacionales, no tantocomo movimientos directamente polticos sino como movi-mientos sociales, como comportamientos sociales que empu-

    jaron y empujan en la misma direccin de cuestionamiento.COLECTIVO SITUACIONES. Tambin a nosotros nos parece quela conceptualizacin de un proceso de pasaje del imperialis-mo al imperio no se trata de un pasaje unilateral, lineal, perotampoco de un pasaje del que quepa decir si es feliz o no, osi consiste en un progreso o no, porque nos enfrentamos, entodos los casos, a modos complejos de articulacin que com-parten el hecho de ser figuras concretas del mando del capital.

    SANDRO MEZZADRA. Comparto esa posicin. Lo que deca de lalinealidad va en ese sentido. Adems est la cuestin de losEstados-nacin, que en el anexo trato de desarrollar en una pers-pectiva bastante esquemtica. No dira que los Estados naciona-les estn desapareciendo que es un poco lo que Toni Negri tal

    vez tiende a decir. Me parece que los Estados nacionales estnviviendo un proceso de transformacin profunda que redimen-siona unas posiciones y reelabora otras. Dira, adems, que losEstados nacionales tambin EEUU experimentan procesosque desbordan los confines estatales nacionales. Eso es bastantediferente a decir que no hay ya Estados nacionales.

    COLECTIVO SITUACIONES. Bueno, pero entonces cabe avanzaran ms en la distincin sobre qu se afirma, en trminosconceptuales, bajo la nominacin de lo global. De hecho,

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    parece que estamos llegando a una conclusin sobre estapalabrita: se tratara a la vez de un nuevo nfasis, una nuevacualificacin que emerge como producto de una aceleracin deciertas dinmicas del capital y de las luchas, pero tambin deun proceso ambivalente en donde vemos revitalizarse tcnicasnuevas y viejas de explotacin, a la vez que se desplieganposibilidades polticas inditas para la emancipacin...

    SANDRO MEZZADRA. S, me pas algunas veces en la celebra-

    cin de lo global. Cuando discuto con gente vinculada aAttac en Italia y en Francia, y escucho lo que dicen, la tenta-cin de festejar lo global es muy cierta, porque ellos vincu-lan muy estrechamente la crtica de lo global a una celebra-cin total de lo nacional de lo estatal, y me parece queuna posicin as funciona justamente como un bloqueofuerte ante la posibilidad de estimular la imaginacin pol-

    tica. En ese sentido me puede pasar, si discuto con SusanGeorge ms de cinco minutos, que me ponga a hacer apo-logas de lo global!

    Trabajo vivo migrante

    COLECTIVO SITUACIONES. Vos trazs una relacin entremigracin y composicin de la fuerza de trabajo, o entre tra-bajo vivo y trabajo migrante. De algn modo los rasgos delmigrante y los del trabajo precario se identifican entre s, loque explica hasta qu punto al trabajo migrante no le cabe elprisma de la excepcin, sino ms bien el de la norma. Estaidentidad es muy interesante porque coloca la cuestin del

    migrante dentro de la propia estructura productiva europea(y ya no como un agente exterior, prescindible) pero, a lavez, parece insinuar una vuelta a la retrica de base econ-mica para pensar la cuestin del sujeto, restringiendo lascausalidades a los sitios ocupados en el proceso productivo,lo cual garantizara subjetividades ya constituidas. Pero, deser as, la subjetivacin migrante se vera reabsorbida por lasubjetividad obrera y su politicidad no agregara nada a los

    discursos que reducen los procesos subjetivos a la economay delegan la complejidad de la poltica a un sueo de salva-cin mesinica que aora el advenimiento del sujeto-obrero.

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    SANDRO MEZZADRA. Es otro tema muy complejo. Tomemosla categora de composicin de clase o de composicin del traba-

    jo vivo, que no utilizo ahora porque soy consciente de losproblemas que conlleva. Como saben, esta categora ha sidotrabajada por la tradicin del operasmo italiano,3 a la que deci-didamente pertenezco. Lo que intento es, precisamente, lle-var estas nociones hacia delante y desarrollar sus ambige-dades. La categora de composicin de clase siempre ha sido,en la tradicin del operaismo, a la vez analtica y poltica. Yo

    dira que ha sido, ms an en la clandestinidad, hiptesispoltica. Ustedes saben que en la discusin clsica del ope-raismo se hace una distincin entre la composicin tcnica yla composicin poltica, que ms o menos refleja la ambiva-lencia de la categora.

    En el modo en que esta categora ha sido trabajada, elproblema ha sido siempre buscar un sujeto central dentro

    de la composicin de clase que pudiera funcionar comomotor de la recomposicin subjetiva. La composicin declaes ha sido pensada siempre como poltica, pero en tantoque surge desde dentro de la composicin de clase.

    La categora de composicin de clase ha sido elaboradadentro del operaismo, de alguna manera, contra la idea de

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    3 El operaismo italiano u obrerismo es una corriente del marxismo occi-dental que se desarroll en las dcadas de 1960 y 1970 al calor del cre-cimiento de las luchas obreras italianas (con ramificaciones anglosajo-nas). Una de sus aportaciones fundamentales fue la tesis segn la cualel desarrollo de la fuerza de trabajo anticipa y prefigura el del capitalfijo, construyendo una articulacin invertida de la clsica relacinentre trabajo vivo y trabajo objetivado (Mario Tronti, Obreros y capital,Akal, Madrid, 2001). Esta concepcin se fund en una relectura delFragmento sobre el sistema automtico de mquinas de losGrudrisse de Marx (Toni Negri, Marx ms all de Marx, Akal, Madrid,1998). Este mismo texto sirvi para articular las visiones objetivistas dela crisis con un punto de vista subjetivo, desde el cul se leyeron losacontecimientos de 1968 como revolucin del concepto de fuerza detrabajo. Desde su origen, el operaismo ha tenido diversas expresiones:entre las ms relevantes figuran las revistas Quaderni Rossi y ClasseOperaia y la primera organizacin obrerista de masas estructurada a

    nivel nacional Potere Operaio y, luego, tras su disolucin, AutonomiaOperaia (Guido Borio, Francesca Pozzi, Gigi Roggero, Futuro anteriore.Dai Quaderni Rossi ai Movimenti Globali: ricchezze e limite delloperas-mo italiano, Derive Approdi, Roma, 2002).

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    conciencia. Se podra decir que la relacin entre composi-cin tcnica y composicin poltica de clase reemplaza, dealguna forma, a la tradicional relacin entre clase en s yclase para s, es decir, la relacin que en el marxismo cl-sico abre el espacio de la conciencia de clase y del partidocomo sujeto separado. En este sentido, me parece que eloperaismo produce una innovacin muy importante en elpensamiento marxista de lopoltico: lo poltico ya no es algoseparado de los procesos de lucha social (o econmi-

    ca), ya no pertenece a la esfera de la conciencia, sino quese difunde en estos mismo procesos. Pero esta nueva con-ceptualizacin de lo poltico tiene mucho que ver tambincon una nueva conceptualizacin de lo econmico comotal, del proceso productivo del capital, de una maneraque nos lleva potencialmente a poner en cuestin larepresentacin de los procesos de subjetivacin en trmi-

    nos de jerarquas construidas simtricamente a las catego-ras del capital.

    COLECTIVO SITUACIONES. Y de ah el discurso actual del tra-bajo inmaterial...

    SANDRO MEZZADRA. La cuestin es compleja e interesante,

    sobre todo otra vez si la tomamos en sus reflejos direc-tamente polticos. El intento del operaismo, en todo caso, haconsistido en recolocar la funcin de partido dentro de lacomposicin de clase, pensar la funcin de partido en unadimensin de inmanencia. La categora de trabajo inmate-rial, en la perspectiva de Negri y Hardt, por ejemplo, impli-ca colocarse dentro de esta problemtica: hablar de trabajoinmaterial significa ver en el trabajo mismo la centralidad defunciones que han sido eminentemente polticas.

    En la dcada de 1970 se dio una consigna que como plan-teamiento terico es seguramente discutible pero que ilustra

    bien esa idea: a la clase la estrategia y al partido la tctica.

    COLECTIVO SITUACIONES. Y eso se ha invertido actualmente?

    SANDRO MEZZADRA. S, pero se trabaj siempre buscando loque sera el componente subjetivo de clase ms importante,un planteamiento de jerarquizacin: en la dcada del 1970, el

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    una figura de este tipo. Se propusieron muchsimas figurashasta el trabajo inmaterial de hoy. Siempre ha existido la

    bsqueda decidida de una figura central. A m me pareceque incluso en la manera en que Toni Negri plantea la cues-tin del trabajo inmaterial, todava hay una bsqueda de esafuncin hegemnica, en razn de la centralidad que el traba-

    jo inmaterial tiene en la estructura de la produccin social.Esta bsqueda convive problemticamente en su trabajocon la conciencia de que la produccin est difundida en

    todo el tejido social y que, entonces, es muy difcil hablar deuna posicin central.Considero todo esto en distintos niveles. Por un lado, el

    tema de la subsuncin formal y la subsuncin real:6 qu senti-do tiene seguir discutiendo sobre la centralidad del trabajoinmaterial despus de la sugerencia de Paolo Virno segn lacual elpostfordismo7 ms que implicar un modelo productivo

    con rasgos propios y exclusivos, suscita una exposicin uni-versal de todas las maneras de trabajar que han marcado lahistoria humana y que (re)emergen ahora a la superficie? Porotro lado, en mi propio trabajo intent elaborar la cuestindel trabajo migrante en una direccin distinta de aquella que

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    sepermitelacopia

    6La subsuncin formal del trabajo en el capital se refiere a la subordina-cin funcional de la fuerza de trabajo al proceso de trabajo simple, es

    decir, cuando el capital logra coordinar dicho proceso y aumentar elplusvalor por extensin de la jornada laboral; la subsuncin real, en cam-

    bio, se refiere a la subordinacin producida por la innovacin tecnol-gica que implica cada vez ms a la fuerza productiva, eliminando tiem-pos muertos, a la vez que subordinando nuevos atributos del trabajador.La innovacin tecnolgica metamorfosea la naturaleza del proceso detrabajo mismo y apunta a aumentar la plusvala relativa. Desarrolla la

    capacidad de trabajo socialmente combinada como sujeto de produc-cin. (Karl Marx, El Capital, cap. III, Siglo XXI, Buenos Aires, 1986). Elpostfordismo es el capitalismo en el que se desarrolla plenamente lasubsuncin real.7 Elpostfordismo segn Paolo Virno se caracteriza por la convivencia delos ms diversos modelos productivos y, por otro lado, por una sociali-zacin extralaboral esencialmente homognea. O, tambin: se trata delcapitalismo en pocas de encarnacin social del general intellect, lo que

    se manifiesta en la centralidad de la comunicacin en el proceso de tra-bajo y de las facultades genricas de la mente en el proceso de produc-cin (Vase Gramtica de la multitud, Madrid, 2003, Traficantes deSueos; tambin, Buenos Aires, 2003, Colihue).

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    est marcada por la bsqueda de un sujeto central. Trat dedecir: el trabajo migrante en su condicin social representaun nmero de cualidades, de caractersticas, que son com-partidas por muchsimos trabajadores que no son migrantes,lo que no implica de un modo directo considerar que el tra-

    bajo migrante s pueda ser el motor de una recomposicin declase. De lo que se trata, para m, es de pensar la cuestin dela composicin del trabajo vivo ms all de la idea de com-posicin de clase.

    COLECTIVO SITUACIONES. Cada uno a su modo, los tericositalianos del viejo operaismo persisten en su investigacinsobre el General Intellect.8 Paolo Virno plantea incluso laactualidad de esta nocin ya no como en Marx a partirde una cristalizacin tecnolgica de este intelecto generalsino ms bien en el modo de una intensa cualificacin del

    propio cuerpo humano, la mente y de las redes de coopera-cin; hasta el punto de que la fuerza productiva actual escomprendida como una extensa trama afectiva, intelectual ylingstica. De este modo, se produce una expansin de la

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    8 General Intellect o saber social general es un concepto extrado de los

    Grundrisse de Marx en el citado Fragmento...: El desarrollo del capi-tal fijo revela hasta qu punto elgeneral intellect se ha convertido en fuer-za productiva inmediata... en rganos inmediatos de la prctica social;del proceso vital real (Karl Marx, Elementos fundamentales para la crticade la economa poltica (Grundrisse) 1857-1858, Siglo XXI, Buenos Aires,1997). A diferencia de Marx, el operaismo italiano sostiene que elgeneralintellect ya no coincide con el capital fijo sino que se presenta como tra-

    bajo vivo, en el sentido que la conexin contempornea entre saber y

    produccin no se agota en el sistema de mquinas, sino que se articulaen la cooperacin concertada entre hombres y mujeres. De este modo,Paolo Virno por ejemplo llama intelectualidad de masas al con-

    junto del trabajo vivo posfordista (y no, se entiende, a cierto grupo par-ticularmente cualificado del sector terciario) en tanto depositario decompetencias cognitivas y comunicativas no objetivables en el sistemade mquinas... lo que ocupa un lugar cada vez ms sobresaliente es antetodo el intelecto en general, o sea las aptitudes ms genricas de lamente (Gramtica de la multitud, ibidem). Esta lectura de la actualidad

    delgeneral intellect pone en evidencia que el tiempo de trabajo deja deser la medida del valor, cuestionando las propias bases de la sociedadsalarial (Toni Negri, Marx y el trabajo: el camino de la desutopa, enGeneral Intellect, Poder Constituyente, Comunismo, Akal, Madrid, 1999).

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    condicin obrera sobre el conjunto del cuerpo social todala deriva de las redes de cooperacin afectivo/lingsticaneutralizando el discurso segn el cual con el fin del traba-

    jo se acaba la lucha poltica. Porque cuando la fbrica seinmaterializa se vuelve, ella misma, social, tendiendo a recu-

    brir la metrpoli entera.Sin embargo, a veces da la impresin de que la tesis de la

    fbrica social o metropolitana, es trabajada con una cier-ta nostalgia, de modo que la relacin vida-trabajo es elabo-

    rada segn el viejo esquema de la subjetivacin, cuando lapropia tesis de la identidad vida/produccin es la que hacecaer el modo obrerista de considerarla.

    Hace unos aos Santiago Lpez Petit realiz esta crtica aNegri: segn l dado que la metrpoli es el escenario en quese producen valores, vidas y subjetividades se tratara deelaborar-investigar los modos de politizacin urbanos ya no

    estrictamente obreros despejando toda tentacin de hallarun proceso central y unas subjetividades revolucionariaslatentes en tal o cual esfera de la produccin.

    Entonces, y tomando en cuenta el punto de vista quevenimos desarrollando, en qu sentido vale la pena hablarde la figura del migrante y del trabajo migrante, como lohacs en el libro, como norma ms que como excepcin?Cul es el alcance poltico de ese enunciado?

    SANDRO MEZZADRA. A m me parece que la cosa pasa jus-tamente por tratar de mantener juntos los dos niveles delproblema: el modo de existencia del migrante, por decirlo deuna manera muy abstracta (porque est claro que hay muchosmodos de existencia de los migrantes), tiene una peculiaridadque no se puede olvidar y, al mismo tiempo, la manera de vivirdel migrante es paradigmtica justamente porque sobre-expo-ne una caracterstica que es al mismo tiempo central para losmecanismos de explotacin y de valorizacin del capital. Poreso hay dos niveles que me parecen importantes. Para m, unacategora que sigue siendo fundamental es la de explotacin,que me lleva a concentrar la atencin terica y poltica sobre lospuntos de interseccin entre formas de vida y de trabajo. El pro-

    blema que tengo con Toni Negri que tambin se orienta eneste sentido se puede plantear muy bien en relacin al modode pensar el espacio. Lo vimos ya sobre el espacio global y

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    ahora reaparece sobre el espacio social. Me parece que paraToni Negri el espacio total es un espacio liso donde hay con-vergencia entre forma de vida y modo de trabajo, y pordebajo de todo esto est la subjetividad potente del trabajovivo encarnada en trabajadores especficos. Seguramente nologro desarrollar mi imagen tan bien como Toni Negri des-arrolla la suya, pero mi impresin es que hay un espacio queest cruzado por muchas trayectorias subjetivas, que haypuntos mltiples de cruce. Y son, justamente, estos puntos

    mltiples de cruce entre formas de vivir y de trabajar, entreprcticas de ciudadana y mecanismos de explotacin, losque me interesan.

    COLECTIVO SITUACIONES. Por qu no aclars un poco ms lacuestin de cmo valors la cuestin de la explotacin?

    SANDRO MEZZADRA. Creo que cuando se habla de explota-cin se habla de que siempre es la fuerza de trabajo lo queest en juego en la determinacin de las relaciones socialesde dominacin. Es decir, que hay explotacin tanto cuandola fuerza de trabajo se subsume al capital, como cuando lafuerza de trabajo no se subsume en el capital pero siguedeterminando la forma de vida del sujeto de la fuerza de

    trabajo. Las condiciones mismas de existencia social de losdesocupados, por ejemplo, siguen siendo determinadas porel hecho de que su fuerza de trabajo est en situacin deexceso. Las condiciones de partida son condiciones quesiguen siendo determinadas por la norma de valorizacindel capital, que tiende a subsumir toda la existencia socialinscribindola en una lgica de explotacin.

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    Introduccin

    We gotta get out of this placeIf its the last thing we ever do

    We gotta get out of this placeGirl, theres a better life for me and you

    Somewhere baby, somehow I know itThe Animals, We gotta get out of this place (1965)

    1. LA FUGA, COMO CATEGORA POLTICA, ha sido vista siemprecon desconfianza. Cercada entre el oportunismo, el miedo yla cobarda aparece peligrosamente cercana a la traicin,renegada tanto por la narrativa patritica como por la socia-

    lista. Al fugitivo, despreocupado por el maana, como lospiratas de la Isla del Tesoro de Stevenson, le repugna el sacri-ficio y la abnegacin, la voluntad de medirse con la aspere-za del presente para construir un futuro colectivo, delmismo modo le es extrao el consecuente sentido del debery de la responsabilidad. Por qu entonces titular con lafuga, y ms enfticamente con el derecho de fuga, este libro?

    Se podra recordar por cierto, y no es poca cosa en estostiempos de guerra permanente (enduring war), que al camposemntico de la fuga pertenece un concepto como el de des-ercin, que el cine (empezando por Senderos de Gloria deStanley Kubrick) y la misma historiografa (Apologa delmiedo se titulaba la introduccin redactada por EnzoForcella, en el mtico ao 1968, a una famosa compilacin delos fallos de tribunales militares italianos contra desertoresy derrotistas durante la primera guerra mundial) nos hanenseado a reconocerle nobleza. No por casualidad, en losEstados Unidos de los aos sesenta, un extraordinario

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    movimiento de masas organizaba la desercin a la guerra deVietnam vinculndose con otro concepto poltico con el cualaquel campo semntico mantiene relaciones conspicuas: elde desobediencia civil. Tambin, un par de dcadas despus,desde la Repblica Democrtica Alemana, un masivomovimiento de fuga, de exit para decirlo con Albert O.Hirschman (1970 y 1993), inaugur los sucesos que condu-

    jeron al fin del socialismo real.Pero la fuga en la cultura de Occidente, es tambin viaje,

    descubrimiento, sed de conocer y rechazo de aquello queMajakovskji llamaba la banalidad de lo cotidiano: desde laexperiencia arquetpica de Odiseo a los jvenes jesuitas ita-lianos que entre el siglo XVI y XVII fueron atrados por eldeseo de las Indias (Roscioni 2001), desde las muchas gene-raciones que persiguieron on the road un sueo de libertad,hasta las aventureras vicisitudes cinematogrficas de Thelma

    y Louise, la figura del fugitivo se ha cargado de significadostotalmente distintos a los que se concentran alrededor de lafigura del cobarde. Y finalmente: cmo no recordar que en elorigen mismo de Occidente hay un potente mito de fuga,aquel xodo bblico que ha representado por siglos una met-fora de los procesos de liberacin y revolucin (Walzer 1985),adems de haber alimentado el sacro experimento (Bonazzi1970) de la construccin de un nuevo mundo en Amrica que

    deba dejar atrs la corrupcin de la vieja Europa?

    2. Algo de todo eso existe seguramente y en particular unalectura determinada de la categora de xodo, maduradadentro del pensamiento crtico italiano de los ltimos aos1

    detrs del derecho de fuga, algo a lo que estn dedicadaslas pginas siguientes. Al mismo tiempo, sin embargo, la

    fuga est entendida aqu en un sentido menos pretencioso yms general: sobre la base de una experiencia histrica espe-cfica, las migraciones de los campesinos alemanes de lasprovincias prusianas orientales a finales del siglo XIX, y de lainterpretacin que de ellas hizo el joven Max Weber (a sureconstruccin est dedicado el primer captulo). La categorade fuga pretende ante todo remarcar la dimensin subjetiva

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    1 Castellano (1991), Virno (1994) y De Carolis (1994). Diferente, pero degran inters es la lectura propuesta por Mazzi (2001).

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    de los procesos migratorios. Es decir, aquella dimensin quehaciendo resaltar su naturaleza especfica de movimientosocial, impide su reduccin, an hoy comn e implcita enmetforas como aluvin o catarata migratoria, a proce-sos de tipo natural, automticamente determinados porcausas objetivas de naturaleza econmica o demogrfica.En el gesto con el que el migrante se sustrae a las coaccionesejercidas por la estructura econmica, social, poltica de supas de origen, es difcil entrever al contrario de lo que

    otros han intentado hacer pensando sobre la categora dexodo el paradigma concluyente de una modalidad nuevade accin poltica: a lo sumo se podr reconocer un indicio,del que se intentar sondear sus significados desde el inte-rior de la sociedad de asentamiento del migrante. Al mismotiempo, la defeccin annima de los migrantes, como seintenta mostrar en el segundo captulo, se coloca en lnea de

    continuidad con los comportamientos de sustraccin al des-potismo, al sistema de plantacin y al sistema de fabrica, queconstituyen el lado subjetivo de la movilidad del trabajo a lolargo de todo el arco de la historia del modo de produccincapitalista (Moulier Boutang, 1998).

    Vinculada a los migrantes, la categora de derecho defuga viene as a cumplir sustancialmente dos funciones. Porun lado, en contra de la reduccin, hoy en boga, del migran-

    te a tpico exponente de una cultura, de una etnia, deuna comunidad, el derecho de fuga tiende a poner en evi-dencia la individualidad, la irreductible singularidad de lasmujeres y de los hombres que son protagonistas de lasmigraciones: lejos de poder ser asumidas como presupues-tos naturales de la identidad de los migrantes, culturas ycomunidad se desvelan, as, como especficas construccio-

    nes sociales y polticas, sobre cuyos procesos de producciny reproduccin es necesario interrogarse. Por otro lado, estainsistencia en la singularidad concreta de los migrantes per-mite iluminar los aspectos ejemplares de su condicin y desu experiencia: definida en el punto de interseccin entreuna potente tensin subjetiva de libertad y la accin de

    barreras y confines a las que corresponden tcnicas de poderespecficas, la figura del migrante concentra en s, en otrostrminos, un conjunto de contradicciones que ataen estruc-turalmente a la libertad de movimiento celebrada como unode los pilares de la civilizacin occidental moderna.

    Introduccin 45

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    Se deduce, por lo tanto, que el anlisis desarrollado en estelibro est sostenido en una intencionalidad poltica precisa.El nfasis que ponemos en la subjetividad de los migrantes,en los elementos de riqueza de los que son portadores, sepropone afrontar la imagen del migrante como sujeto dbil,marcado por el castigo del hambre y de la miseria y necesi-tado ms que nada de cuidados y de asistencia, imagen quese ha difundido ampliamente, particularmente en Italia, enlos ltimos aos. Que quede claro: en torno a esta imagen han

    crecido, dentro del voluntariado laico y catlico, experienciasmuy nobles de solidaridad con los migrantes, experienciasque han desarrollado con frecuencia un papel esencial a lahora de ofrecer puntos de referencia dentro de un tejidosocial desertificado por la crisis de otras agencias de sociali-zacin empezando por las del Estado del bienestar. En elcampo terico, sin embargo, es necesario tener en cuenta que

    aquella imagen se presta a reproducir lgicas paternalistas,a reiterar un orden discursivo y un conjunto de prcticas querelegan a los migrantes a una posicin subalterna, negndo-les toda oportunidad (chance) de subjetivacin. As como, enun plano distinto pero igualmente contiguo, el nfasis sobreel derecho a la diferencia que caracteriza el sentidocomn multiculturalista, compartido por gran parte dela izquierda poltica y social, termina con frecuencia por

    producir gracias a una representacin forzada de losmigrantes (en la que la cultura es valorada con frecuenciacomo elemento de folclore) una eliminacin sustancialde la pluralidad de posiciones y de problemas que definen lafigura del migrante en la sociedad contempornea.

    Dicho esto conviene tambin advertir que resaltar la sub-jetividad de los migrantes, al igual que, obviamente, no equi-

    vale a borrar las causas objetivas del origen de la migra-cin, tampoco significa olvidar el modo en que su condicinest profundamente caracterizada por circunstancias de pri-vacin material y simblica, por procesos de dominacin yexplotacin, adems de por dinmicas especficas de exclu-sin y de estigmatizacin (Dal Lago, 1999). El punto de vistadesde el que se ha escrito este libro, aunque no sea extrao aalgunas influencias que provienen de los estudios cultura-les y de los estudios postcoloniales anglosajones, toma dis-tancia prudencial de una actitud con cierta frecuencia asumidaacrticamente dentro de aquellas lneas de investigacin; esto

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    es, de aquella actitud terica que considera al migrante comofigura paradigmtica del desarraigo y de los caractereshbridos del sujeto postmoderno, desvinculado de racesde todo tipo y libre de cruzar de forma nmada los confinesentre las culturas y las identidades. Incluso cuando se pongaen evidencia, como ocurre en el tercer captulo, la accin efec-tiva, en el campo de experiencia definido por las migracionescontemporneas, de procesos de hibridacin y de despla-zamiento culturales, no se olvida en que modo estos procesos

    tienen con frecuencia un impacto literalmente catastrficosobre las mujeres y los hombres que los viven.

    3. Los que se han definido como caracteres ejemplares de lacondicin y de la experiencia de los migrantes aparecen deforma especial en nuestro tiempo, el tiempo de laglobalizacin.Es oportuno advertir que, en el modo en que la globalizacin

    es aqu considerada, acta una sustancial desconfianza hacialas imgenes excesivamente simples y lineales, como las quefrecuentemente son inducidas por referencias reiteradas afrmulas como neoliberalismo y pensamiento nico(Mezzadra y Petrillo, comp., 2000). No se trata de negar, evi-dentemente, que estas frmulas contengan fuertes ncleosde verdad, sino de sealar que bajo un perfil analtico pare-ce mucho ms productivo el intento de remarcar cmo losprocesos de globalizacin, que implican simultneamenteeconoma y cultura, poltica y sociedad, relaciones interna-cionales y formas de guerra, dibujan un cuadro profunda-mente inestable y contradictorio. Considerados en conjunto,estos procesos pueden reconducirse a la imagen comn deexceder los confines (Galli, 2001), de un desplazamiento (dis-

    placement) que no se limita a poner en discusin las configu-

    raciones consolidadas a nivel geopoltico y geoeconmico,sino que tiende a desordenar el propio plano de la identi-dad y de la accin cotidiana.

    Al mismo tiempo, el enfoque seguido aqu se distinguede otra posicin muy difundida en la literatura sobre laglobalizacin: la que tiende a negar consistencia y hastarealidad a la globalizacin, remarcando las persistentes

    limitaciones de la apertura de las principales economasnacionales desarrolladas, o si se quiere la tendencia a laconsolidacin de los grandes bloques regionales, ms que ala constitucin del mercado global, o tambin el nfasis en

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    las mltiples resistencias y obstrucciones que se oponen alos procesos de globalizacin. Una vez ms: esta posicin, ensus distintas articulaciones, toma elementos reales de lasdinmicas en accin. Sin embargo, lejos de desmentir elalcance de la tendencia a la unificacin del planeta dentro deuna misma lgica, muestra ms bien los modos contradicto-rios y poco lineales de sus efectos. Globalizacin, en otrostrminos, no significa de ninguna manera globalidad(Altvater y Mahnkopf, 1996): la divisin de la tierra en reas

    de inters, esto es, de explotacin y de intensidad variable; laco-presencia de apertura y de cierre econmico; los des-niveles evidentes en la distribucin del beneficio y en el acce-so a los recursos, inscriben de forma contradictoria un proce-so general que tendencialmente hace a todos partcipes de laproduccin de la riqueza y de la pobreza mundiales y que,por primera vez en la historia, hace de la humanidad no un

    simple ideal o una idea reguladora, sino la condicin mismade existencia de los individuos humanos (Balibar, 1997).Figura emblemtica de esta contradiccin es el confn,

    explorado en su complejidad en el tercer captulo de este tra-bajo. El hecho de que, mientras son arrasadas muchas barre-ras a la libre comercializacin de los productos y de los capi-tales, nuevos y cambiantes fronteras surgen para poner frenoa la libre circulacin del trabajo es un aspecto relevante de la

    globalizacin contempornea, sobre el que se ha llamado laatencin frecuentemente. Aqu, sobre el camino trazado porel anlisis realizado en el segundo captulo, se quiere poneren evidencia la intensidad de las batallas que se desarrollanactualmente en torno a los confines. Y el trmino batallasest entendido en un sentido para nada metafrico: bastepensar, para limitarnos al ejemplo ms prximo a nosotros,

    en los miles de hombres y mujeres que pierden la vida cadaao en el intento de ingresar en el espacio Schengen. Latesis de fondo, esbozada en las pginas que siguen, es que laintensidad de estas batallas est determinada por la violen-cia con la que la instancia de libertad, objetivamente cosmo-polita, que se vive dentro de las migraciones, choca con eseimperativo de control sobre los movimientos del trabajo quesiempre central para el modo de produccin capitalistase encuentra hoy desafiado, a escala global, por los mltipleselementos de imprevisibilidad y turbulencia que marcan losmovimientos migratorios. Es sobre este terreno inestable,

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    por otro lado, que la apologa neoliberal del mercado ytambin del carcter fluido y flexible de las relacionessociales que l mismo promociona se encuentre y conviva,sin particulares dificultades, con la retrica de las pequeaspatrias y con la defensa, frecuentemente xenfoba y racista,de la presunta pureza de las culturas, desde la padanahasta la occidental (Anche Burgio, 2001).

    Consideradas desde esta perspectiva, las migracionespermiten es el tema sobre el que se explaya especialmente

    el cuarto captulo traer a la luz otra globalizacin o, mejordicho, una genealoga inconfesada de los procesos contem-porneos de globalizacin. Se ha sostenido recientemente,de forma muy convincente, que estos ltimos caracterizanuna fase histrica en la que el dominio del capital se hadifundido a escala planetaria, obligado a ello por la necesi-dad de perseguir las luchas proletarias y antiimperialistas

    del siglo XX a su propios ritmo (Hardt y Negri, 2000): elinternacionalismo comunista, las revueltas anticoloniales, lainsurreccin global de 1968 constituyen en este sentido pasa-

    jes fundamentales de la historia secreta de la globaliza-cin, dibujando al mismo tiempo una perspectiva de unifi-cacin del planeta de signo radicalmente distinto en relacina esa hegemona del capital que ha marcado los dos ltimasdcadas. De la misma forma, aunque sea sobre un plano

    muy distinto, los nuevos movimientos migratorios represen-tan un formidable laboratorio de lo que podemos llamar laglobalizacin desde abajo, retomando una formula utiliza-da para definir la accin del movimiento global que se ha idoformando y reforzando desde Seattle hasta Gnova. El hechode que las jornadas de Gnova hayan sido abiertas, el 19de julio de 2001, por una gran manifestacin por los dere-

    chos de los migrantes, constituye la mejor seal del rumboque ese movimiento debe seguir para ponerse a la altura delos desafos planteados por la globalizacin capitalista(Mezzadra y Raimondi, 2001).

    4. Pensar las migraciones tomando como punto de partidalos elementos de subjetividad que las recorren permite apli-

    car fuera del espacio nacional en el que se desarrollaronsus vicisitudes institucionales en la edad moderna lassugerencias que se desprenden de los debates ms recientesen relacin a la categora de ciudadana, de los que el tercer

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    captulo ofrece una sinttica resea. La categora de ciuda-dana se asume aqu sobre la base de la clsica leccin mars-halliana, en una perspectiva que evidencia sus caracteresdinmicos, que est atenta a leer su movimiento histrico yterico. Sin menospreciar los efectos de disciplinamiento yde produccin de subjetividad sujetada como especial-mente ha subrayado la literatura sobre esta temtica que dedistinta manera hace referencia a la obra de Foucault quese refieren estructuralmente a la ciudadana, se quiere valo-

    rizar aqu el impacto decisivo que, sobre las transformacio-nes de esta ltima, imprimen movimientos polticos y socia-les que, en una sntesis extrema, pueden ser definidos comomovimientos de subjetivacin autnoma. La ciudadana sepresenta bajo esta perspectiva como aquel espacio al mismotiempo objetivo (es decir, institucional y soberano) y sub-

    jetivo (es decir, de movimiento, de accin) en el que la pol-

    tica encuentra, en cada caso bajo circunstancias histrica-mente determinadas, su inestable representacin.Se entiende entonces en qu sentido se puede hablar de

    los migrantes como ciudadanos an ms all y en el casode los migrantes sin permiso regular de residencia contrael derecho de ciudadana. La atencin se dirige aqu a lasdemandas especficas de ciudadana que llevan adelante,adems de a la modalidad de accin por la cual intentan

    satisfacerlas. La proliferacin de espacios diaspricos, ladescomposicin de la pertenencia que se verifica dentro delas actuales migraciones transnacionales, la multiplicacinde figuras hbridas que no se dejan reconducir linealmen-te a la dicotoma nacionales/extranjeros (por slo recordaralgunas cuestiones centrales de una literatura internacionalen rpido crecimiento) son, por otro lado, elementos que ter-

    minan por tener relevantes repercusiones sobre la mismaconfiguracin objetiva de la ciudadana, actuando porejemplo como multiplicadores de la tendencia al desmoro-namiento de sus lmites nacionales. Al mismo tiempo, nohay que olvidar la manera en que los movimientos migrato-rios se ubican hoy en las sociedades occidentales: en un esce-nario caracterizado por la crisis de un modelo determinadode ciudadana, que por medio del papel determinante, cons-titucional, del trabajo haba encontrado su propia expresinen el Estado social y en los canales de integracin activadospor l (Mezzadra y Ricciardi,1997). Se abre, as, el espacio en

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    el cual el trabajo migrante se carga una vez ms de valenciasejemplares, permitiendo focalizar procesos de desestructu-racin del mercado de trabajo y de expoliacin de dere-chos que estn muy lejos de afectar slo a los migrantes. Lasmismas dinmicas que, justamente alrededor de la defini-cin del estatus de los migrantes, sancionan tambin en elcampo jurdico la ruptura de la