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Para la crítica de las operaciones extractivas del capital Hacia un concepto ampliado de extractivismo *** * por Verónica Gago y Sandro Mezzadra 1. Más allá de la transición ** ** Esta es una versión más amplia del artículo publicado con el título “Para una crítica de las operaciones extractivas del capital. Patrón de acumulación y luchas sociales en el tiempo de la financiarización”, en la revista Nueva sociedad, 255 (enero-febrero 2015), pp. 38-52. www.nuso.org .

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Para la crtica de las operaciones extractivas del capital

Hacia un concepto ampliado de extractivismo[footnoteRef:1]** [1: ** Esta es una versin ms amplia del artculo publicado con el ttulo Para una crtica de las operaciones extractivas del capital. Patrn de acumulacin y luchas sociales en el tiempo de la financiarizacin, en la revista Nueva sociedad, 255 (enero-febrero 2015), pp. 38-52. www.nuso.org.]

por Vernica Gago y Sandro Mezzadra

1. Ms all de la transicinHace ya cuatro dcadas que la discusin crtica sobre el capitalismo se mueve al interior de la narrativa de una transicin. El desacople del dlar respecto del patrn oro en 1971 y la crisis del petrleo de 1973 marcan las fechas paradigmticas de ese inicio del fin de una poca que en Occidente ha sido celebrada como los treinta aos gloriosos la poca del llamado fordismo (y de la compleja geopoltica de conflictos, guerras fras y calientes, revoluciones, insurgencia y contrainsurgencia que la acompa a nivel mundial). Pensando en Amrica Latina tal calendario puede conectarse con otro: el golpe contra Allende, tambin en 1973, as como la secuencia iniciada con las diversas dictaduras y las reformas financieras que remodelaron el continente. Un segundo momento en esa serie puede fecharse en 1989. Ao que para muchos marcaba un primer fin de la transicin y, al mismo tiempo, inauguraba otro cierre: el llamado fin de la historia. El Consenso de Washington se difunda como sntesis de reescritura de una poca. La aparente estabilizacin conseguida en la dcada de los 90, sin embargo, fue breve: los primeros aos del siglo XXI se vieron conmovidos a escala planetaria por guerras, turbulencias e insurrecciones. El derrumbe financiero de 2007-8 corona una serie de crisis y reabre dramticamente la pregunta por la direccin de la transicin.Para nosotros, esta pregunta est vinculada prioritariamente con un intento de entender las condiciones de vida y de lucha que hacen de la crisis una situacin de inestabilidad y de apertura de perspectivas en un sentido profundo. Es a partir de estas premisas que nos orientan y organizan, tanto metodolgica como polticamente, que abordamos temas claves que estn en el centro de la discusin crtica sobre la transicin, aun actual, del capitalismo. En particular, desplegando la cuestin de una transformacin radical de la lgica del rgimen de acumulacin ms all del paradigma industrial y planteando el problema de la organizacin global de esta nueva fase.El neoliberalismo se convirti en una de las narrativas ms difundidas para dar cuenta de estos procesos. Desde hace ms de una dcada, en Amrica Latina se lo discute, se lo combate y, en los ltimos aos, aparece en la retrica de varios gobiernos como una rmora arcaica, como parte de un pasado ya superado. La crisis global de 2007-8 fue vista como una oportunidad para el continente, frente a la evidencia del declive de Estados Unidos y Europa. Las imgenes asociadas al BRIC se popularizaron como una alternativa en el mapa mundial, suscitando expectativas de todo tipo para una suerte de nuevo desarrollo en la regin. Sin embargo, el continente no estuvo blindado frente a la crisis. Brasil y Argentina muestran por diferentes vas las consecuencias de ese impacto que no es slo econmico, sino tambin poltico en la medida que cuestiona la fuente de la propia legitimidad de los gobiernos progresistas.Al mismo tiempo, se evidencia el modo restringido bajo el cual se caracteriz al neoliberalismo: bsicamente como una serie de medidas inspiradas en la ideologa de los organismos internacionales de crdito y como un conjunto de polticas macro-econmicas de privatizacin y ajuste bajo la consigna de un retroceso del Estado. Ms all de la crisis de legitimidad poltica del neoliberalismo puesta en evidencia por las insurgencias populares que lo cuestionaron y abrieron un espacio de posibilidad para otro tipo de gubernamentalidad, queda an pendiente su caracterizacin en trminos de produccin de subjetividades vinculadas a las modificaciones estructurales ya acontecidas en las dcadas pasadas. Esto es algo que permanece impensado cuando se nombra al momento actual como neo-desarrollismo, contraponindolo de modo lineal con el neoliberalismo.En la actual coyuntura, se vuelve necesario desplegar una perspectiva crtica capaz de identificar los rasgos constitutivos del momento capitalista actual en Amrica Latina y a nivel global para poner de relieve la importancia de nuevas conflictividades sociales as como las dinmicas polticas que abren el debate sobre qu sera un verdadero ms all del neoliberalismo.Uno de los diagnsticos ms difundidos sobre la etapa presente a nivel del continente se expresa en la idea de un neo-extractivismo que pondra a la regin frente a una remozada forma de dependencia y primarizacin de su economa. La novedad, frente a otros momentos histricos, provendra de la forma en que el Estado es capaz de utilizar y direccionar cierta parte de la renta extraordinaria de los recursos naturales. Una frmula con que se sintetiza esta escena regional es la que habla de un pasaje: del Consenso de Washington al Consenso de los Commodities (Svampa y Viale, 2014). Una serie de explotaciones vinculadas a recursos primarios generalmente no renovables que van de la megaminera al agrobusinnes, pasando por reservas hidrocarburferas y la frontera forestal y pesquera (con las infraestructuras logsticas correlacionadas), recolocan a las economas latinoamericanas en su clsico papel de proveedoras de materias primas, slo que esta vez dirigidas principalmente a China.Uno de los referentes de los gobiernos progresistas, lvaro Garca Linera (2012), defiende este modelo justamente haciendo referencia a una supuesta rigidez absoluta del mercado mundial y de la divisin internacional del trabajo que limitara estructuralmente las posibilidades de los pases latinoamericanos. Pero tambin marcando un realismo sobre la regin: el neo-extractivismo funcionara como va posible de superacin de la hegemona financiera tal como se desarroll durante la dcada del 90. Sin embargo, a pesar de ser contrapuestas (una crtica y otra celebratoria del momento actual) ambas argumentaciones comparten un supuesto: el extractivismo aparece diferenciado del momento financiero. Nos interesa, en cambio, radicalizar la nocin misma de extractivismo para, por un lado, sealar su relacin orgnica con las finanzas y, por otro, ir ms all de su sectorizacin en las materias primas. Estamos convencidos de que una ampliacin del concepto de extraccin puede ayudarnos a definir de una manera ms sistmica rasgos fundamentales de la lgica de funcionamiento del capitalismo actual, ms all de la recurrente definicin negativa (lo que ya no es), pero tambin de su inacabada transicin (un infinito post).Mientras que la crtica del neoextractivismo es muy eficaz en subrayar continuidades en el patrn de desarrollo, y por tanto en obligarnos a abrir un espacio para la bsqueda de alternativas, nos resulta problemtica su perspectiva poltica inmediata. Por una parte, porque tiende a dejar de lado las complejas economas polticas de los territorios perifricos suburbanos, enfocndose en los sitios literales de las actividades extractivas, de modo tal que termina por desconectar ambos espacios y ambas economas. Por otra parte, al enfocar como nico conector entre ellas a los subsidios estatales, la crtica del neoextractivismo contribuye a una pasivizacin de las poblaciones pobres urbanas que funciona en paralelo con una tendencia a la victimizacin de las poblaciones rurales afectadas. En esta modalidad de anlisis, donde conceptos como desposesin y despojo se vuelven centrales, se opaca por un lado la categora misma de explotacin y, por otro, se desconoce la produccin de valor de esas poblaciones que las propias finanzas ya evalan como no marginales. En este sentido, hay que agregar que nuestro proyecto de ampliacin del concepto de extraccin se conecta metodolgica y polticamente con una larga historia de luchas y elaboraciones tericas que ampliaron el concepto mismo de explotacin.2. Operaciones extractivasHay algunas imgenes-conceptuales que podemos tomar como punto de partida para abrir el concepto de extraccin. Dicho de otro modo: ampliarlo en el sentido de proyectarlo, ensancharlo, complejizarlo. La primera es, a simple vista, ms clsicamente asociada a una variante neoextractiva: la nueva semilla de Monsanto Intacta RR2 Pro, propagandizada como parte de una nueva generacin de semillas cuya misin es permitir expandirse a las oleaginosas incluso en reas cada vez ms marginales (Cceres 2014:9). Esa expansin que busca colonizar nuevos territorios est vehiculizada por un complejo juego entre patentes intelectuales, insumos tecnolgicos, instrumentos financieros y una dinmica concreta de produccin y apropiacin de conocimiento. Al mismo tiempo, ese avance territorial es imposible sin unas formas especficas de violencia poltica sobre las tierras para volverlas disponibles, una condicin que no es para nada natural. De modo tal, que la extraccin aqu se basa en una dinmica que antecede a la semilla a la vez que la presupone: la produccin del territorio mismo y, por tanto, del proceso de valorizacin en el que se inscribe. Esta imagen, puesta en estos trminos, puede tambin funcionar como metfora de un proceso ms amplio en el cual el capital ocupa espacios marginales para convertirlos en suelo de sus operaciones. La dinmica vinculada a las finanzas que desarrollaremos en el prximo punto es un buen ejemplo de esta misma operatoria.La segunda imagen nos lleva al mundo de la minera pero en un sentido no tradicional: a lo que se podra llamar una forma de minera digital. En algunas regiones de China, pero tambin en otras partes del mundo, miles de jvenes migrantes trabajan jugando. Pasan horas y horas en talleresgalpones frente a computadoras y bajo control de sus patrones. Se especializan en diferentes juegos donde se trata de recolectar puntos o recompensas en su interior, por eso se denomina a esta actividad Gold Farming: sus trabajadores-jugadores son una suerte de granjeros recolectores que le dedican tiempo a estos juegos generalmente de multijugadores. Un tiempo que los jugadores de otras latitudes, especialmente en Estados Unidos, no tienen pero por el cual estn dispuestos a pagar (Dyer-Witheford 2009 y Altenried 2014). Esta imagen nos parece especialmente importante porque pone de relieve la cuestin del trabajo, de su organizacin y explotacin. Adems, el tema de la minera digital exhibe de modo directo el papel clave que juegan las operaciones extractivas en el llamado capitalismo digital. Lo que se conoce como data mining (minera de datos) es, otra vez, un suelo, una condicin preliminar necesaria, para la valorizacin del capital en espacios empresariales que todos usamos cotidianamente, tales como Google o Facebook. La manera en que se instrumenta esa extraccin es a travs de algoritmos cada vez ms sofisticados, no tan distintos de aquellos que arman la produccin de perfiles (de consumo, de salud, de conductas) y de aquellos que organizan las operaciones financieras en el tiempo de lahigh-frequency trading (Pasquinelli 2014).Por ltimo, en los cordones de la periferia de Buenos Aires, estn las financieras que se montan en los mismos locales en los que se vende ropa deportiva o electrodomsticos. A distancia de una escalera, se ofrecen los crditos para el consumo que se van a destinar a comprar en ese mismo espacio fsico. A su vez, esos crditos de dinero efectivo inmediato se consiguen por medio de una acreditacin muy precisa: el nmero de beneficiario que se tiene al recibir un plan social o subsidio. De modo tal que la extraccin financiera se organiza sobre sectores que no tienen una capacidad de solvencia dada por el mercado de trabajo tradicional y que, sin embargo, al ser reconocidos como poblacin subsidiada, el Estado acredita su inscripcin bancaria. As, las financieras extraen literalmente valor de un conjunto de actividades, formas de cooperacin y de obligaciones de laboriosidad a futuro, con garanta del Estado.Empezamos a ver cmo la extraccin, tomada en un sentido amplio, delinea unos rasgos preponderantes de las operaciones del capital en sectores estratgicos de su desarrollo actual de lo territorial a lo digital pasando por lo financiero. La primera imagen nos habla en particular de la importancia que toma, tanto literal como simblicamente, la expansin de las fronteras del capital hacia espacios y sujetos construidos como marginales y perifricos (Mezzadra-Neilson, 2013). Como veremos en el punto 4, esta dinmica expansiva caracteriza el concepto mismo del capital, y nos lleva en particular hacia una discusin del tema de la llamada acumulacin originaria. No es por azar que este tema ha sido retomado intensamente en la discusin crtica sobre el momento actual del capitalismo (cf. Mezzadra 2011). Por el momento podemos singularizar tres rasgos salientes del concepto ampliado de extraccin que nos parece estar en juego en las imgenes que acabamos de presentar.1. En primer lugar, la extraccin no puede reducirse a operaciones vinculadas a materias primas devenidas commodities a nivel global. Por un lado, porque la dinmica de lo digital y de lo financiero tiene un papel fundamental incluso en las operaciones de extraccin de materias primas, en la organizacin de la logstica de su circulacin y hasta en la determinacin de alzas y bajas de precios en las bolsas internacionales. Esto implica complejizar la imagen misma de Amrica Latina y de su posicin en la llamada divisin internacional del trabajo. Por otro lado, porque la extraccin no puede ser confinada a materias inertes. La extraccin tiene tambin que ver con la extraccin de fuerza de trabajo, en un sentido tal que permite ampliar y complementar, como ya lo sealamos, la nocin misma de explotacin. Si la extraccin es un rasgo constitutivo de las operaciones actuales del capital, hace falta plantear el tema de cmo el capital mismo se relaciona con lo que en trminos tradicionales se puede llamar trabajo, y que sin embargo como se observa en los ejemplos de lo digital y de lo financiero toma cada vez ms la forma de una cooperacin social compleja y altamente heterognea.2. Desde este punto de vista, el concepto de extraccin supone cierta exterioridad del capital frente al trabajo vivo, a la cooperacin social. La relacin extractiva se presenta bastante distinta de la relacin de explotacin que se conforma en una fbrica a partir de la estipulacin de un contrato de trabajo asalariado. Mientras que el contrato introduce al trabajador en un espacio que est directamente organizado por el capital, en casos tan distintos como las finanzas populares (va crditos al consumo) o de Facebook (por medio de una empresa que extrae valor de las interacciones de datos) nos encontramos con actores capitalistas que no organizan directamente la cooperacin social que explotan. En este sentido hablamos de cierta exterioridad. Pero es inmediatamente necesario complejizar y cuestionar la idea de exterioridad, por lo menos en dos sentidos. Por un lado, si bien los actores capitalistas de los que hablamos no organizan directamente la cooperacin de los sujetos, esta cooperacin est lejos de ser libre: en el caso de Facebook est permeada por las operaciones del algoritmo, en el caso de las finanzas populares se desarrolla bajo el signo de la deuda. Por otro lado, en esta cooperacin actan otros actores capitalistas, entre los cuales se encuentran tambin los ms clsicos empresarios industriales. De todas maneras, es justamente esta coordenada compleja entre afuera-adentro la que abre un campo de batalla en el sentido de una disputa por apropiaciones, codificaciones y posibilidades de liberacin.3. En tercer lugar, lo extractivo no puede asociarse unilateralmente al paisaje rural o no urbano. Por los puntos anteriores porque no se trata slo de materias primas ni porque no estamos frente a una exterioridad total, lo que es necesario subrayar son los circuitos en los cuales las operaciones extractivas toman forma y velocidad, desarmando el binarismo campo-ciudad. Hasta ahora, cuando se hace notar ese vnculo se lo hace criticando al populismo como momento poltico que se adosa a un modelo econmico de tipo extractivo. Como intentamos marcar, esta divisin despolitiza otras formas extractivas en las que, de modos precisos, se activa la extraccin de valor de una vitalidad popular crecientemente endeudada pero nunca totalmente sumisa. Esta ciudad, que aparece formateada por el dinamismo urbano de las periferias, es tambin diferente a la ciudad gentrificada con la que, otras veces, se vincula la renta extractiva hablando de extractivismo urbano (Massuh 2014, 55-60). Las lgicas extractivas cruzan en este sentido el gobierno de la pobreza, produciendo violencia e hibridndose con las mismas lgicas y retricas de inclusin planteadas por el discurso de la ciudadana. Bajo esta perspectiva, creemos, se logra tambin una lectura de las nuevas conflictividades sociales que permiten mapear la trama del agrobusiness, las finanzas, las economas ilegales (del narco al contrabando) y los subsidios estatales segn lgicas a la vez complementarias y en competencia. Son estas lgicas, al mismo tiempo, las que permiten correrse de la imagen victimista que la narracin del despojo tiende a enfatizar.3. Extractivismo financiero y finanzas popularesEn la discusin crtica sobre el momento actual del capitalismo el tema de las finanzas y la relevancia de los procesos de financierizacin han sido clave en las ltimas dcadas. Sin embargo, hay que subrayar, en la lnea de los trabajos histricos de Fernand Braudel y de autores vinculados a la llamada teora del sistema-mundo como Immanuel Wallerstein y Giovanni Arrighi, que la financierizacin no es para nada una novedad en la historia del capitalismo. Lo que estos autores analizan como ciclos hegemnicos de acumulacin a nivel mundial, han estado marcados desde el principio de la modernidad pero especialmente en su momento de declive como momentos de desplazamiento de las actividades econmicas hacia las finanzas. Bajo esta perspectiva, los procesos contemporneos de financierizacin se podran entender como sntoma del ocaso de la hegemona estadounidense a nivel global (cf. Arrighi 2007). En este sentido, el veloz ascenso de China como poder a escala planetaria suele completar el diagnstico. Desde cierta mirada latinoamericana, hay posiciones que valoran positivamente este desplazamiento del poder global hacia Asia argumentando que emerge una posibilidad de autonoma frente a la dominacin de Occidente (cf. Mignolo 2012).Sin embargo, y sin negar que la situacin global contempornea est caracterizada por nuevas dinmicas y nuevos espacios, lo que nos parece ms importante subrayar respecto del momento actual es una posicin de lo financiero extremadamente singular en su aspecto tanto de escala como de intensidad. Desde el punto de vista de la pregunta que planteamos al principio sobre la persistencia o no del paradigma industrial en el capitalismo actual, es necesario resaltar que justamente las mismas actividades industriales aparecen subordinadas a la lgica y a la racionalidad financiera. Nos encontramos entonces en una situacin radicalmente distinta de la descripta en los debates clsicos sobre el imperialismo del principio del siglo XX, como son las posiciones, por ejemplo, de Hilferding y Lenin. En anlisis recientes propuestos por autores como Christian Marazzi (2014) y Randy Martin (2002), aun desde distintas perspectivas tericas, lo financiero emerge como momento de mando y de articulacin unitaria del capitalismo contemporneo. Por un lado, la interdependencia a nivel global, con las turbulencias, las tensiones y los conflictos que la atraviesan, es regulada principalmente a travs de los mercados financieros. Por otro lado, lo financiero es caracterizado hoy por una tendencia hacia la penetracin intensiva en la vida social de las poblaciones, convirtindose en la mediacin cotidiana tanto del consumo como de las mltiples formas de empleo. Como muchos anlisis sealan, en las ltimas dcadas se produjo un proceso de desplazamiento de las condiciones bajo las cuales se implementa aquello que se haba afirmado en el marco de los llamados derechos sociales de las jubilaciones a la vivienda hacia los mercados financieros (cf. por ejemplo Crouch 2009).Ya mencionamos la importancia de las innovaciones tecnolgicas en la actividad financiera, hablando de high frequency trading. Hay que agregar por lo menos algo sobre el tema de los derivados, que jugaron un papel sobresaliente en la reorganizacin de las finanzas, sea en su dimensin extensiva (en la articulacin de la interdependencia global), sea en su dimensin intensiva (en la penetracin de lo social). Como seala Randy Martin, la difusin y la sofisticacin cada vez mayor de estos instrumentos financieros produjeron una profunda alteracin en la naturaleza misma de la mercanca. Otra vez, el contraste con lo industrial es llamativo: donde la lnea de montaje junta todos los elementos en un lugar para construir una mercanca integrada, la ingeniera financiera invierte el procedimiento, desmontando la mercanca en sus elementos variables y constituyentes y dispersando sus atributos para ser conectados con elementos de otras mercancas de inters para un mercado global orientado por el intercambio bajo la lgica del riesgo (Martin 2013, 89). Hay que subrayar que esta lgica puede ilustrar la dinmica de los commodities asociados al extractivismo, remarcando su vinculacin ntima con las lgicas de las finanzas. Es precisamente el procedimiento de desmontaje y reconexin el que nos permite tambin pensar las formas de ampliacin del extractivismo como lgica de valorizacin.Desde otro ngulo, analizando la crisis de las hipotecas subprime en EE.UU., Saskia Sassen pone de relieve la tendencia de las finanzas a incorporar economas no financierizadas. Lo que nos parece relevante remarcar es que, en esta expansin continua de las fronteras de la valorizacin financiera a travs de la colonizacin de territorios sociales ajenos a su mando, aparece paulatinamente una dimensin extractiva de las operaciones financieras. Saskia Sassen (2010, 27) toma este punto hablando de la relacin entre finanzas y acumulacin originaria y de la persistencia de su lgica extractiva en los procesos ms avanzados de financierizacin. Haciendo hincapi en la ola de ejecuciones hipotecarias y desalojos que siguieron a la crisis del 2007-8, Sassen (2014) destaca el momento de la expulsin como rasgo distintivo del capitalismo contemporneo. Sin embargo, en su argumento subraya la difusin a nivel global de instrumentos financieros como los subprime, que tienen como objetivo la incorporacin de la economa vital de poblaciones pobres o empobrecidas, bajo un patrn que parece reproducir lo que vimos en el caso de la nueva generacin de semillas Monsanto: conquistar nuevos territorios, especialmente aquellos que parecan perifricos o marginales desde el punto de vista de la valorizacin financiera. Mientras que Sassen plantea una oposicin binaria entra expulsin e incorporacin (cf. Sassen 2014, 211), nos parece ms productivo trabajar la hiptesis segn la cual lo que est en juego en la expansin de las operaciones extractivas de las finanzas es el desplazamiento y el continuo replanteo de la propia frontera entre incorporacin y expulsin (cf. Mezzadra-Neilson, 2015).Cmo afectan estos procesos de financierizacin a la regin latinoamericana? Una hiptesis es que esta financierizacin aparece bajo una paradojal doble negacin. Por un lado, porque desde los llamados gobiernos progresistas, como ya sealamos, la hegemona de las finanzas parece ser una cuestin limitada a la dcada del 90. Sin embargo, en el actual momento de desaceleracin del crecimiento en pases como Argentina y Brasil, las formas en que se vuelve a pensar la relacin especialmente con el crdito externo pero en forma ms general con el desarrollo mismo, repone varias de aquellas premisas que parecan del pasado (Cepal 2014). Por otro, porque la combinacin entre finanzas e inclusin social, bajo la frmula de una financierizacin de los derechos sociales, remarca especialmente en las retricas oficialistas su dimensin inclusiva y deja en las sombras los instrumentos financieros con los que sta se operativiza.Las finanzas, sin embargo, no dejan de des-ocultarse y evidenciarse por abajo. Un escenario en el que estos desplazamientos exhiben una velocidad y una movilidad sorprendente es el mercado inmobiliario informal, producido por secuencias que van de la ocupacin de tierras (expansin horizontal) al crecimiento vertical de las villas, favelas o slums (ocupacin intensiva del espacio). En Buenos Aires, en particular, esta dinmica popular no es ajena a la lgica financiera y lo hace de un modo que nos obliga a pensar cmo las finanzas se sumergen y no slo capturan desde arriba las economas vitales. Se abre as un terreno ms promiscuo que conjuga de manera variable incorporaciones, expulsiones, pero tambin formas diferenciales de acceso a la vivienda y disputa por la tierra en contextos urbanos. El mercado inmobiliario informal, adems, expresa una combinacin que no es tenida en cuenta por la lgica exclusin/inclusin en trminos absolutos: la vinculacin orgnica entre progreso econmico y crecimiento de las villas, favelas o slums y asentamientos, clsicamente pensados como lo otro del desarrollo. La mixtura de temporalidades, que desbordan el progreso en su sentido lineal pero que no dejan de tener en cuenta esa nocin y de disputarla, tambin puede verse en el mundo del trabajo. El crecimiento de modalidades de empleo formal es inescindible de una proliferacin y multiplicacin de espacios informales, ilegales, que no funcionan como un mundo aparte sino conectndose, tambin de maneras variadas, con el llamado crecimiento econmico (Gago, 2014 y 2015).Es en este terreno promiscuo donde las finanzas se concretizan, tocan el piso, y aparecen de manera a la vez violenta y seductora, abriendo una serie de disputas y tensiones. Las lgicas de consumo a travs del endeudamiento de los sectores populares pone de relieve no slo su dimensin de sometimiento (Lazzarato 2013), sino que nos obliga a pensar cmo promueven formas de inclusin que ponen en cuestin el trmino mismo. Pero sobre todo, nos exigen analizar las articulaciones concretas entre territorios y finanzas y el papel del Estado en dicha trama. Una trada que est redefiniendo, en su accionar, la frontera misma de lo que entendemos por neoliberalismo. Es el polimorfismo que caracteriza al neoliberalismo el que desplaza esas fronteras y avanza sobre el modo en que son incorporadas economas clsicamente consideradas perifricas o marginales a una dinmica de valorizacin financiera en la medida en que se evalan como rentables una serie de actividades (de la autogestin a ciertas estrategias comunitarias), de flujos (de favores, migraciones e intercambios) y espacios (como el mercado inmobiliario informal que ya mencionamos). El extractivismo ampliado es una frmula que debe poder dar cuenta, desde nuestro punto de vista, de las maneras en que mltiples dispositivos financieros actan en estos territorios extrayendo valor de una cooperacin y una vitalidad social que no contribuyen a organizar.4. Afuera del capital?Lo que acabamos de argumentar sobre la relacin que el capital financiero despliega con la cooperacin social que explota nos lleva a retomar y a desarrollar de una manera ms fina la cuestin de la exterioridad que parece pertenecer al concepto mismo de extraccin. Nos encontramos as con un problema clsico en el anlisis del capitalismo: qu constituye el afuera del capital si es que podemos sostener que existe? Dicho de otra manera, el capital logra y hasta necesita totalizar el conjunto de las relaciones sociales? Desde distintas perspectivas, tanto Rosa Luxemburgo [1913] como Karl Polanyi [1944] plantearon estos interrogantes y concluyeron que el capitalismo necesita algo as como un afuera constitutivo, capaz de proveer recursos de renovacin permanente. En el caso de Luxemburgo, el afuera se define en trminos espaciales y geogrficos, tomando en primer lugar la forma de territorios todava no capitalistas que podan ser subsumidos a travs de una continua repeticin de los procesos descritos por Marx en su anlisis de la llamada acumulacin originaria. En el caso de Polanyi, se incorporan recursos y relaciones no mercantiles, que constituyen los presupuestos sociales y culturales del propio capitalismo. Las dinmicas de mercantilizacin, involucrando mercancas ficticias como tierra, dinero y trabajo, desafan estos presupuestos y dan lugar a un contra-movimiento de defensa de la sociedad.Estos temas estn al centro de la discusin crtica contempornea, en la cual reaparecen por ejemplo las controversias sobre imperio e imperialismo as como los mltiples intentos de replantear la distincin entre capital y capitalismo. En un ensayo reciente, Nancy Fraser, proponindose una concepcin ampliada del capitalismo, argumenta como base de su idea de ampliacin que la mercantilizacin y monetarizacin de las relaciones sociales nunca ha sido ni es completa. Ms bien, por el contrario, el capital dependera para su misma existencia de zonas no mercantilizadas (Fraser 2014, 70). Emerge as lo que ella llama enfrentamientos por los lmites: o sea, un conjunto de conflictos que surgen en las fronteras entre zonas mercantilizadas y no mercantilizadas. Hay que agregar que para Fraser estas ltimas no dan un punto de observacin completamente externo que permita una forma de crtica absolutamente pura y plenamente radical (74). En otros trminos: no se plantea una idealizacin de espacios incontaminados por la lgica del capital. Esto nos parece sumamente relevante desde el punto de vista de las premisas de una poltica anticapitalista.Aun si este planteo resulta sugerente e interesante, nosotros queremos proponer otra va de entrada en la discusin sobre el tema del afuera del capital. Justamente retomando el anlisis marxiano de la acumulacin originaria, hay que subrayar que planteando la hiptesis de su continuidad a lo largo y a lo ancho del desarrollo del capitalismo es difcil considerar la existencia de zonas no mercantilizadas en el presente. Mientras que el anlisis de Marx se concentraba en el momento de la transicin hacia el capitalismo, el uso contemporneo de la categora misma de acumulacin originaria se refiere a transiciones al interior del capitalismo y, ms en general, a momentos constitutivos del actuar del capital. Si por esta razn detectar las fronteras de valorizacin se vuelve un punto clave, que ellas se muevan al interior del capitalismo implica tambin dejar abierta la pregunta sobre un potencial desborde, lo que quiere decir un ms all del propio capitalismo.Cercamientos, violencia extra-econmica, apertura del mercado mundial: estos procesos destacados por Marx como caractersticos de la acumulacin originaria se representan de forma distinta en el momento en que el problema ya no es la colonizacin de espacios geogrficos y sociales no capitalistas, sino la violenta reorganizacin de espacios y sociedades ya sumidos a la lgica de la valorizacin capitalista. En un pasaje de losGrundrisse, Marx escribe que la tendencia a crear el mercado mundial est dada directamente en la idea misma del capital. Todo lmite se le presenta como una barrera a superar (Marx 1989, II, 360). Si bien en este pasaje Marx subraya la dimensin extensiva de la expansin de las fronteras del capital, nos parece que la dialctica entre lmite y barrera es extremadamente sugerente tambin para analizar la dimensin intensiva de la misma expansin. Es la combinacin precisa entre las dos dimensiones lo que permite al capital reproducirse aun cuando se haya completado su expansin geogrfica. Al mismo tiempo, si bien hay una tendencia totalizante que pertenece al concepto mismo de capital en cuanto modo de produccin, el encuentro con el lmite sigue siendo un recurso fundamental para su desarrollo. Y en el momento en que no hay ms lmites en un sentido literal, los lmites son producidos por el propio capital a travs de dinmicas que recuerdan de una manera muy similar las dinmicas de la acumulacin originaria (Mezzadra 2014).Entre estas dinmicas juean un papel sobresaliente los procesos de desposesinvinculados a operaciones extractivas. En este sentido, el concepto de acumulacin por desposesin propuesto por David Harvey (2004) es un avance importante, porque permite desprender a la acumulacin originaria de su vinculacin nicamente con el origen del capitalismo para reconectarla con cada momento de crisis y relanzamiento de la acumulacin y, de manera particular, con nuestra poca. Es notable la difusin particular que este concepto alcanz en Amrica Latina durante los ltimos aos, como idea capaz de explicar las dinmicas neo-extractivas. La desposesin o el despojo se convirtieron as en un vocabulario tambin disponible para muchas experiencias de resistencia que parecan ser aquellas que emergan tras el fin del trabajo y las luchas asociadas a aquel ciclo. Nuevamente, nos resulta una transicin problemtica: ya que ese pasaje del conflicto ligado al empleo y, ms precisamente, al desempleo hacia lo que se ha denominado giro eco-territorial de las luchas (Svampa-Viale, 2014), deja de lado en su argumento secuencial las formas en que la explotacin se reconfigura justamente en paralelo a las formas desposesivas. El propio Harvey ha contribuido a este nfasis: mientras que su concepto de desposesin resulta novedoso y atractivo, su concepto de explotacin queda relegado en una definicin tradicional, convirtindose en el otro de la desposesin y quedando vinculado con la realidad del trabajo asalariado definida por una esfera de la produccin pensada bajo el paradigma industrial.En vez de aislar el momento de la desposesin del momento de la explotacin nos resulta fundamental destacar que en el anlisis de Marx de la acumulacin originaria hay un enfoque muy fuerte sobre lo que hoy podemos llamar produccin de subjetividad. La desposesin, en este anlisis, es justamente la separacin de los productores de los medios de produccin, el presupuesto de la posibilidad misma de la explotacin. Lo que hay que agregar es que el propio Marx trabajaba con la hiptesis de que esta explotacin, en el capitalismo plenamente desplegado, habra operado bajo la norma del trabajo asalariado libre. Esta hiptesis se torn insostenible frente al desarrollo de los estudios histricos (por ejemplo de la llamada historia global del trabajo), y tambin de luchas que cuestionaron categoras binarias como trabajo productivo e improductivo, manual e intelectual, as como la frontera entre produccin y reproduccin. Es esta ampliacin de las categoras mismas de trabajo y explotacin que vuelve a poner en el centro la cuestin la subjetividad ya no nicamente bajo el canon de la interpretacin de la proletarizacin como impulso hacia el trabajo asalariado libre. El hecho de que, como sealan muchas investigaciones en distintas partes del mundo (cf. por ejemplo Sanyal 2007), los procesos contemporneos de acumulacin originaria no desembocan en una absorcin de los desposedos en las fbricas nos pone frente a la necesidad de abrir el concepto de explotacin a las maneras en que el trabajo se multiplica bajo modalidades informales, ilegales, serviles, incluso en momentos que no dejan de ser caracterizados como de progreso y desarrollo. Esta ampliacin incluye dispositivos de explotacin financiera que operan bajo modalidades extractivas como las que mencionamos ms arriba.5. Lo comn en disputaLa propuesta de ampliacin de las categoras de extraccin y extractivismo que desarrollamos en este artculo apunta a delinear unos rasgos fundamentales de la lgica que caracteriza los procesos de valorizacin y acumulacin en el capitalismo contemporneo. Extraccin y extractivismo no son sinnimos pero estn ntimamente ligados. Por un lado, el extractivismo est referido a un tipo de actividad que hemos intentado descentrar de sus imgenes ms usuales, tomando especialmente en cuenta la discusin latinoamericana. Por otro, la extraccin, en nuestro argumento, refiere a una operatoria abstracta que usualmente se vincula a la hegemona de las finanzas y que, sin embargo, aqu intentamos describir desde sus aterrizajes territoriales. Este planteo permite combinar ambos niveles de anlisis, con el objetivo de ampliar, como venimos diciendo, tanto la nocin misma de extractivismo (en trminos de recursos, modalidades y conflictos), como de finanzas (en trminos de su capilaridad pero tambin de sus sentidos ms all del sometimiento unilateral).Esta ampliacin no se propone reducir el capitalismo contemporneo al extractivismo o a lo financiero (reledo a travs de la categora de extraccin), sino que ms bien apunta a subrayar la relevancia de un conjunto de operaciones extractivas dentro del capitalismo entendido como campo heterogneo de articulaciones. Ese campo heterogneo implica comprender la ampliacin que proponemos no en trminos puramente abstractos, sino ms bien enraizar las dinmicas del capitalismo global en coordenadas espaciales y temporales cada vez ms diferenciadas. Las operaciones que llamamos extractivas son articuladas, por un lado, con otras operaciones del capital, que se desarrollan bajo una lgica distinta de la extractiva; mientras que, por otro lado, tienen que articularse con un tejido complejo de actividad y trabajo, de formas de vida y de cooperacin.Lo que nos parece importante subrayar es que el conjunto de estas operaciones extractivas configuran un patrn de valorizacin muy distinto de aquel que era hegemnico en las condiciones del capitalismo industrial, reproduciendo una suerte de prototipo que se multiplica en distintas escalas y bajo diversas modalidades, y en tanto tal juega un papel sobresaliente en la organizacin del marco global del desarrollo capitalista actual. La importancia estratgica del momento articulatorio exige, entonces, la versatilidad de los dispositivos de financierizacin que funcionan como formas de traduccin de realidades crecientemente heterogneas, intentando sincronizarlas hacia la valorizacin y al mismo tiempo planteando una relacin novedosa y peculiar con lo social en general, bajo distintas modalidades de explotacin de lo vital. Lo novedoso es que el prototipo financiero permite una relacin directa entre el capital y la extraccin de valor, produciendo la imagen de un fin de las mediaciones y hasta de una produccin de dinero a travs del dinero que no necesitara pasar por una relacin social con el otro del capital: es decir, para retomar una categora de Marx, con el trabajo vivo.Nuestra insistencia en la importancia de las operaciones extractivas del capital dialoga con otras perspectivas crticas que, en el marco de las teoras del llamado capitalismo cognitivo por ejemplo, plantean que la renta (uno de los elementos de lo que Marx defina como la frmula trinitaria del capital) deviene el elemento central en tanto dispositivo de valorizacin y acumulacin, redefiniendo el sentido mismo de la ganancia (cf. Mguez 2013). Hay que recordar que el propio Marx, hablando de la renta del suelo, argumentaba que el capital desarrolla en este caso un poder de apropiarse y aprovecharse de valores creados sin su intervencin (Marx 1981: 822). Esta definicin de la renta como dispositivo de captura nos permite plantear de otra manera la pregunta sobre la naturaleza de lo que es explotado por las operaciones extractivas del capital. El trabajo vivo, en el caso de las finanzas populares, se presenta como conjunto irreductible de prcticas heterogneas de cooperacin (donde la informalidad aparece como espacio particularmente propicio para esa vitalidad social cuando la forma asalariada tradicional ya no es hegemnica), mientras que las operaciones literalmente extractivas movilizan un conjunto de saberes y tecnologas que redefinen el aspecto estrechamente natural de lo que se denomina recursos naturales.Queda claro que nuestro trabajo sobre extraccin y extractivismo nos conduce a abrir otra perspectiva sobre un problema clave del debate contemporneo: cmo pensar lo comn? En Amrica latina, esta discusin est directamente asociada a la discusin sobre el extractivismo y, an antes, a la emergencia de los movimientos indgenas y los diversos planteos polticos y epistmicos que se coagularon en la frmula para nada cerrada del Buen Vivir (Acosta y Martnez 2009). Como contrafigura, aun si reforzando los estereotipos de la divisin internacional del trabajo, la imagen es confinar el debate de Europa y Estados Unidos a lo comn como especialmente referido a los derechos de propiedad intelectual y lo digital. Nos parece que ambas imgenes exigen ser complejizadas. Por un lado, para no cristalizar en Amrica Latina lo comn como sinnimo de bienes naturales ni como prcticas solidarias incontaminadas. Por otro, para no caricaturizar al Norte como el continente sin cuerpo, de trabajo puramente inmaterial. Del mismo modo, se trata de evitar ubicar las tramas que se despliegan por abajo slo en Amrica latina, como el revs de una topologa eurocntrica.Creemos que la manera en que lo comn emerge del anlisis conceptual del cruce entre extractivismo literal y finanzas populares que propusimos arriba permite abrir a otras nociones de lo comn. Por un lado, porque permite ver el dinamismo y las temporalidades dismiles asociadas a esa sincronizacin que producen las finanzas, tambin en la organizacin de los ritmos de la extraccin y apropiacin de recursos naturales; por otro, porque lo comn aparece como un campo cruzado por subjetividades en disputa, ms all de las formas de clasificarlas entre incluidas y excluidas. Hay una dimensin productiva y creativa de lo comn que exige no ser idealizada pero que, sin embargo, es en ella donde se plantean principios operativos (Gutirrez Aguilar 2008) de organizacin de la cooperacin social. En esos principios se operativizan formas de construccin de autoridad, de organizacin territorial y de produccin de la riqueza que actualizan la dimensin colectiva ms all de las frmulas del socialismo estatal. Son estos principios operativos los que compiten y colaboran, aun si no de manera esquemtica, con las operaciones extractivas del capital de las cuales venimos hablando. Y tambin los que vinculan la cuestin de la comunidad hacia lo comn, descentrando sus atributos rurales y tnicos pretritos hacia los dilemas de las metrpolis y de las reas rurales actuales, pero tambin volviendo a poner en el centro la cuestin misma de un horizonte de liberacin.El enfrentamiento con estas operaciones requiere el desarrollo de un realismo poltico de lo comn, capaz de asumir las dimensiones mltiples de la extraccin y de producir otras normas e instituciones de organizacin de la cooperacin social, que incluyen desde formas de autodefensa hasta imgenes controversiales de progreso y desarrollo. Los antagonismos que emergen por las variadas formas de extraccin y que, como vimos, conectan de manera profunda las vidas en las periferias suburbanas y las resistencias directas frente a la violencia del extractivismo literal, requieren ser mapeados y vinculados de manera precisa, destacando su interdependencia. Slo poniendo nfasis en esta interdependencia, como trama compleja de conexiones y campo de articulaciones, es posible pensar en un conjunto de luchas capaces de reabrir la disputa misma sobre el patrn de desarrollo que se afirm en Amrica Latina en el marco de un nuevo rgimen de acumulacin capitalista a nivel global.En este sentido lo comn es para nosotros el campo de potencialidades en cuyo interior la disputa sobre el patrn de desarrollo se hace posible. Y, sobre todo, exige evitar el binarismo entre las retricas neo-desarrollistas de los gobiernos progresistas y la crtica nicamente enfocada en el otro (o el revs oculto) de estas retricas, entendido como la violencia de las actividades literalmente extractivas. Lo comn, pensado en su versatilidad y tomando en cuenta sus dimensiones productivas y creativas, puede ofrecer una referencia fundamental para articular este mapeo desde abajo.

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