sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

75
1 Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación a las nociones de salud mental en el modelo tradicional indígena y el modelo occidental Angelo Osorio Osorio Director Trabajo de Grado John James Gómez Gallego Universidad Católica de Pereira Facultad de Ciencias Humanas, Sociales y De La Educación Pereira-Risaralda 2021

Upload: others

Post on 05-Nov-2021

4 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

1

Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación a las nociones de salud

mental en el modelo tradicional indígena y el modelo occidental

Angelo Osorio Osorio

Director Trabajo de Grado

John James Gómez Gallego

Universidad Católica de Pereira

Facultad de Ciencias Humanas, Sociales y De La Educación

Pereira-Risaralda

2021

Page 2: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

2

Resumen

Esta investigación está enmarcada en el campo de la psicología comunitaria.

Partiendo del concepto de salud mental, se buscó la integración de la postura del modelo

occidental y de la medicina tradicional indígena a partir de las categorías de sentidos

subjetivos y sentido de comunidad. El objetivo principal es describir cómo dichas

categorías interrogan y analizan las nociones relativas a la salud mental desde ambos

modelos, para proponer un diálogo sobre salud mental intercultural. La metodología

empleada consistió en un trabajo documental que integró artículos académicos y materiales

audiovisuales que dieron cuenta de las prácticas culturales y sociales de las comunidades

indígenas. Se concluye la pertinencia de dichas categorías de análisis al reflejar, por un

lado, las creencias socio históricas de la medicina tradicional indígena sobre la salud

mental, estructuradas a partir del sentido de comunidad y de lo subjetivo, por otro lado,

creencias histórico científicas del modelo occidental.

Palabras clave: Salud mental, psicología comunitaria, sentidos subjetivos, sentido de

comunidad.

Abstract:

This research is framed in the field of community psychology. Starting from the

concept of mental health, the integration of the position of the western model and of

traditional indigenous medicine was sought from the categories of subjective senses and

sense of community. The main objective is to describe how these categories interrogate and

analyze the notions related to mental health from both models, to propose a dialogue on

intercultural mental health. The methodology used consisted of a documentary work that

integrated academic articles and audiovisual materials that gave an account of the cultural

and social practices of indigenous communities. The relevance of said categories of

analysis is concluded by reflecting, on the one hand, the socio-historical beliefs of

traditional indigenous medicine on mental health, structured from the sense of community

and the subjective, on the other hand, historical scientific beliefs of the western model.

Keywords: Mental health, community psychology, subjective senses, sense of community.

Page 3: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

3

Tabla de contenido

Introducción ........................................................................................................................................ 5

1. Antecedentes .................................................................................................................................. 7

1.2 Salud Mental y Medicina Tradicional ...................................................................................... 13

1.3 Concepto de Salud Mental Desde el Modelo Occidental ........................................................ 15

1.4 Surgimiento de la OMS ............................................................................................................ 18

1.5 Concepción Biomédica de la Salud Mental ............................................................................. 19

1.6 Concepción Comportamental de la Salud Mental .................................................................. 19

1.7 Las Raíces Socioeconómicas de la Salud Mental ..................................................................... 21

2. Planteamiento del Problema......................................................................................................... 23

Pregunta: ....................................................................................................................................... 26

Objetivo General: .......................................................................................................................... 26

Objetivos Específicos: .................................................................................................................... 26

3. Justificación ................................................................................................................................... 26

4. Marco Teórico ............................................................................................................................... 29

4.1 Comunidad y Sentido de Comunidad ...................................................................................... 29

4.2 Sentidos Subjetivos ................................................................................................................. 30

4.3 Salud Mental Desde el Modelo Indígena ................................................................................ 31

4.4 Salud Mental Desde el Modelo Occidental ............................................................................. 32

5. Método .......................................................................................................................................... 35

5.1 Selección del Corpus ............................................................................................................... 36

5.2 Análisis de Resultados ............................................................................................................. 37

6. Presentación y Análisis de Resultados .......................................................................................... 39

6.1 Modelo de Medicina Tradicional Indígena .............................................................................. 39

6.2 Sentidos Subjetivos y su Vínculo con el Sentido de Comunidad en la Noción de Salud de la

Medicina Indígena Tradicional: ..................................................................................................... 40

6.3 Concepto de Salud mental Desde el Modelo de Salud Tradicional Indígena .......................... 44

6.4 Modelo Occidental de Salud Mental: El Biomédico ................................................................ 46

6.5 Manuales Diagnósticos de Enfermedades Mentales .............................................................. 48

6.6 Propuesta de Salud Mental Desde la OMS ............................................................................. 50

6.7 Autores en el Modelo Occidental que Apelan a la Salud Mental Desde un Marco Comunitario

....................................................................................................................................................... 54

Page 4: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

4

7. Conclusiones.................................................................................................................................. 60

7.1 Un modelo Integral de Salud Mental: Lo Comunitario, lo Biológico y lo Institucional ........... 63

7.2 Limitaciones y Posibles Líneas de Investigación ..................................................................... 65

8. Discusión ....................................................................................................................................... 66

10. Anexos ..................................................................................................................................... 74

Lista de cuadros

Cuadro 1. Cuadro Comparativo Entre el Modelo de Salud Tradicional Indígena y el Modelo

Occidental de Salud Mental ................................................................................................... 57

Page 5: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

5

Introducción

‘’No se trata de tener derecho a ser iguales, sino de

tener igual derecho a ser diferentes’’

Anónimo.

Esta investigación se enmarca dentro de la psicología social comunitaria, campo

psicológico surgido en nuestras latitudes, el cual se ha destacado desde sus inicios por

trabajar desde las comunidades y con los actores sociales que en ellas participan a fin de

producir transformaciones, partiendo de sus propias capacidades y fortalezas comunitarias

(Montero, 2003). Además, se destaca por ser el campo psicológico que más se ha

interesado por la producción de conocimientos en conjunto con las comunidades indígenas

latinoamericanas, aspecto fundamental que, junto el apoyo de disciplinas como la

antropología, la historia y la psiquiatría, permitieron el desarrollo de este trabajo (Baró,

2006).

Por ende, el objetivo central propone interrogar las concepciones de salud mental a

partir de las categorías sentidos subjetivos y sentido de comunidad, las cuales se enmarcan

dentro del mismo campo comunitario. Se trata de usarlas como elemento central analítico y

descriptivo en los discursos sobre la salud mental desde el modelo tradicional indígena y el

modelo de salud mental occidental, con el fin de proponer articulaciones entre ellos, para

pensar un modelo de salud mental dialógico e integral (Montero, 2004; González, 2009).

Para cumplir con dicho objetivo, se propuso un trabajo documental, el cual se dio a

partir de la emergencia sanitaria a nivel mundial debido al Covid-19. Dentro de dicha

propuesta se incluyeron materiales relativos a la noción de salud mental desde ambos

modelos. Además, como apoyo para la construcción de un posible diálogo entre ellos, se

incluyeron las posturas de Emiliano Galende y de Eric Fromm sobre la salud mental. La

selección del corpus se hizo a través de bases de datos como Redalyc, Scielo, Scopus,

Dialnet, REDIB y Latindex; también, se incluyeron materiales documentales y

Page 6: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

6

audiovisuales que fueron de gran utilidad para profundizar en las dinámicas sociales y

culturales de las comunidades indígenas. Por último, para el análisis de los resultados se

realizó una matriz que incluía las perspectivas tanto de los modelos como de los autores,

para posteriormente, exponer las nociones de cada uno a detalle, a la luz de las categorías

de análisis.

Ahora bien, hablando propiamente del material que se presentará en cada capítulo,

se inicia con un apartado de antecedentes y se propone una breve caracterización histórica

de las comunidades indígenas presentes en nuestro continente desde la época de la colonia,

hasta los importantes estudios que han adelantado disciplinas como la antropología y la

misma psicología. Posteriormente, se profundiza en las nociones de salud y de salud mental

desde la medicina tradicional indígena, al igual que con las concepciones de salud mental

desde el modelo occidental, incluyendo algunas perspectivas como la biomédica y la

propuesta de la OMS.

Después, la justificación muestra el panorama de nuestro país con respecto a la

salud mental, el cual evidencia cifras alarmantes en relación a trastornos mentales, suicidio

e ideación suicida, y desequilibrios emocionales en comunidades indígenas derivadas del

conflicto armado presente durante décadas. Estos aspectos, además, justifican la

conceptualización y la problematización de la salud mental desde perspectivas sociales e

históricas, más que individuales (Hernández, 2020). Por otra parte, el planteamiento del

problema partiendo del antagonismo en relación a la noción sobre la salud mental desde

ambos modelos, propone a través de las categorías de análisis un modo particular de

interrogación, el cual detalle a profundidad elementos de cada modelo, para posteriormente

encontrar puntos de encuentro y proponer un diálogo.

Con respecto al apartado del marco teórico, se conceptualizan las categorías de

análisis de sentidos subjetivos y sentido de comunidad, los cuales marcan el rumbo de la

presentación y el análisis de los resultados, al interrogar las nociones relativas a la salud

mental en cada modelo. Finalmente, se concluye que ambos modelos parten no sólo de

diferencias culturales notables, sino también de formas particulares de producir

conocimientos. En consecuencia, el modelo tradicional indígena sobre la salud mental,

estructura a partir de sus creencias culturales una noción de salud holística e integradora,

Page 7: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

7

dada a partir de la buena relación entre los sujetos, su medio, su familia, la naturaleza y su

cultura. Por ello, más allá de definiciones puntuales sobre la salud, existe una creencia y

una realidad dada a partir de la comunidad y el sentido de comunidad, mediado por sus

subjetividades. Por el contrario, el modelo occidental parte de un marco histórico científico,

el cual devela una forma particular de pensar la salud mental y a los sujetos, siendo un

modelo opuesto al de la medicina tradicional indígena. Sin embargo, dentro de sus posturas,

existen elementos claves que apoyan la construcción de un modelo de salud mental

intercultural como el sustrato biológico, el campo de la investigación y la institucionalidad.

Por tanto, a partir de esta construcción de diversidades, se pudo proponer un modelo de

salud intercultural que integre lo biológico, lo comunitario y lo institucional, elementos

claves que se encuentran en la base de este trabajo investigativo.

1. Antecedentes

1.1 Breve Caracterización Histórica de los Pueblos Originarios

El rastreo de la temática de estudios con comunidades indígenas desde las ciencias

sociales se encuentra enmarcado principalmente en el campo de la Antropología, ya que su

dimensión comprensiva e interpretativa de la diversidad cultural, ofrece una perspectiva

fundamental para entender la diversidad humana y afrontar con éxito la búsqueda de

conocimiento y la intervención en contextos pluriculturales (Álvarez, Blázquez, Cornejo,

Franzé, Josiles, Rivas y Sanz, 2012). Aunque son principalmente los antropólogos quienes

han realizado un acercamiento más detallado en estas comunidades, desde procesos

históricos, sociales y políticos, también la historia plasma elementos constitutivos propios

de su cosmología como lo son los mitos y las leyendas. Finalmente, la psicología, desde

algunos de sus campos, ha intentado producir conocimiento con comunidades indígenas.

En tal virtud, los trabajos antropológicos han intentado acercarse desde lo teórico y

desde los sucesos históricos que marcaron un antes y un después en las comunidades

indígenas de Latinoamérica, entre los que, sin lugar a dudas, el más relevante ha sido la

conquista española. De esta manera, el concepto mismo de comunidades indígenas antes de

la corona española era distinto. Orlando Fals Borda habla de pueblos originarios,

originarios porque la concepción misma de los pueblos así lo cree, su historia y su origen se

Page 8: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

8

liga al territorio que habitan, y en el proceso de colonización ellos eran los que habitaban a

lo largo y ancho de Latinoamérica, no siendo venideros, como si se consideraban a los

españoles y portugueses, que venían de otro continente (Vasco, 2010).

Es mediante la conquista que los pueblos originarios empiezan a sufrir grandes

cambios que, incluso hasta hoy, siguen teniendo repercusiones importantes. Para la época

de la colonización, estos pueblos originarios latinoamericanos constituían unas verdaderas

civilizaciones, logrando grandes desarrollos en términos políticos, sociales, de

infraestructura y de conocimientos. Durante ese período denominado ‘’conquista’’, los

españoles vivieron de lo que habían producido y seguían produciendo los pueblos, esa

economía que duró casi un siglo fue una economía del saqueo, lo cual supone una alta

capacidad de producción con mano de obra de los pueblos originarios, incluso ese saqueo y

explotación de recursos calmó muchas hambres europeas, en países como Noruega, Suecia,

Escocia e Inglaterra, y tanto la papa como el maíz ayudaron notablemente a calmar el

hambre producida por las pestes (Vasco, 2010). Coincidiendo con lo anterior, Eudave

afirma:

Luego de explorar y ocupar con la fuerza de las armas los territorios de la

América antigua, la Corona española inició la colonización de estos

territorios imponiendo nuevas formas de organización, implicando un

aspecto de asimetría y hegemonía, tanto en lo físico y económico, como en

lo cultural y civilizatorio. Así, la potencia colonizadora no solo ocupa

territorio ajeno y lo cultiva, sino que lleva e impone su propia cultura y

civilización, incluyendo la lengua, religión y las leyes (2016, p.1).

De este modo, dicha imposición de una nueva cultura y de una nueva religión por

medio de la violencia tiene un antecedente fundamental en Europa y está ligado al

catolicismo. Entre mayo y septiembre del año 1493, cuando la expedición de Colón regresó

a Europa a divulgar la noticia del hallazgo de tierras llenas de riquezas, el recién elegido

papa, Rodrigo Borgia, emitió las Bulas Alejandrinas. Esta serie de documentos cargados de

superioridad y de poder simbólico por parte del catolicismo, se instauró como el elemento

clave que legitimaba la conquista de las tierras Latinoamericanas, interpretándose como un

Page 9: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

9

salvoconducto político, religioso, eclesiástico, pero sobre todo moral para la destrucción, el

saqueo y la conversión de los pueblos originarios (Pavón y Capulín, 2017).

Siguiendo esta línea, una vez terminada la famosa ‘’conquista’’, que dio como

resultado el sometimiento de la mayoría de las poblaciones originarias, se establece el

período de la organización de la producción mediante la institucionalidad. A través de estas

instituciones se crearon otra serie de abusos instaurados a beneficio propio de la corona

española. De manera muy somera, el repartimiento, las mitas agrícolas y mineras, que

explotaban a los indígenas a cambio de la cristianización ya que desde la perspectiva

española era lo correcto y debían adoctrinar a los ‘’salvajes’’, ‘’idólatras’’, o ‘’paganos’’

fueron algunos de los procesos implementados para someter y civilizar a los pueblos

(Eudave, 2016). Así, ‘’en este tipo de descripción la frontera entre el yo, cautivo, católico,

español, y el otro, captor, infiel, bárbaro, se manifiesta como algo drásticamente

irreconciliable’’ (Prieto, 2007, p.124).

Aquí surgió un problema que venía del orden de los indígenas que, por cierto, eran

mal llamados ‘’indios’’, al creerse que estas tierras encontradas correspondían a la India.

Dicho ‘’problema’’, tal como lo veían los colonos, residía en aquella confrontación entre la

civilización y la barbarie, es decir, entre los civilizados y los salvajes, en la pregunta por la

existencia del alma en los indígenas, en el cuestionamiento de si debían ser evangelizados

o, por el contrario, debían ser eliminados como animales salvajes (Stavenhagen, 2010). Por

tanto, aquel ‘’llamado "descubrimiento del otro" fue en realidad un "encubrimiento del

otro", un encubrimiento para justificar la propia imposición del modelo cultural’’

(Stavenhagen, 2010, p.14). Aquel modelo cultural sería simplemente el principio, ya que en

la segunda mitad del siglo XX, con la abanderada idea de la modernización y del desarrollo

cívico, la cuestión de pertenecer a una comunidad indígena en América Latina suponía un

gran obstáculo para dicho desarrollo. Por ende, ya no se planteaba la cuestión del alma de

los indígenas, o si su capacidad intelectual era mayor o menor a la de los blancos, ahora el

nuevo panorama marcaba una aculturación a través de las políticas públicas que ponía de

manifiesto una nueva colonización en nombre de una sociedad de consumo neoliberal

globalizada (Stavenhagen, 2010).

Page 10: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

10

Sin lugar a dudas, dentro del campo de las ciencias sociales, a la hora de trabajar

con comunidades indígenas, se recurre a la historia que relata de forma muy detallada el

período de la conquista, el cual ha marcado el devenir social y cultural de dichas

comunidades, a lo largo y ancho de Latinoamérica. En este caso en particular, es pertinente

retomar ciertos elementos históricos de dicha época, para comprender el tejido social de las

diversas comunidades indígenas presentes en nuestro continente, pero además, es a partir de

las secuelas políticas, culturales y económicas, dejadas por aquella época oscura, en donde

se enmarcan muchos trabajos teóricos y de campo, desde las disciplinas psicológicas y

antropológicas.

Ahora bien, la psicología social comunitaria, ha sido el campo psicológico que más

se ha interesado por la producción de conocimientos con las comunidades indígenas, en

conjunto. Esta, ha puesto su foco en las poblaciones marginadas por las sociedades y por

los estados, y su gran aporte radica en pensar y teorizar con ellas y desde ellas (Baró, 2006).

De esa manera, algunos estudios han excedido el ‘’entorno natural’’ de los pueblos

originarios y se han interesado por las dinámicas sociales y culturales de dichos pueblos en

los contextos de la ciudad. Un ejemplo de ello son las nuevas prácticas coloniales y su

impacto en los pueblos indígenas Latinoamericanos. En México, la relación entre sociedad,

estado y pueblos indígenas, ha adaptado el planteamiento de modernidad/colonialidad, y ha

señalado que desde la llegada de los españoles a este continente, la presencia indígena se ha

visto y ha sido interpretada como un hecho anómalo que tiene que ser intervenido,

corregido o destruido, poniendo de manifiesto así, una variante de la colonialidad

(Vázquez, 2017). Por tanto, se han instaurado una serie de proyectos progresistas y

transformadores, los cuales según Mignolo (2013) ‘’son la cara oculta de la modernidad y

la modernización del proyecto neoliberal hoy implica necesariamente nuevas formas de

colonización” (p. 23).

Por lo tanto, las nuevas gramáticas de poder construyeron una objetivación de

colectivos y de sujetos, los cuales debían ser intervenidos para integrarlos y transformarlos,

haciéndolos renunciar en muchos casos a sus raíces culturales e identitarias con promesas

de ayudas económicas y sociales, las cuales siguen una agenda política ligada a intereses

económicos por parte del estado (Vázquez, 2017).

Page 11: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

11

Siguiendo esta línea, estos aspectos se trasladan a ámbitos educativos, donde el

principio de igualdad y de una sola identidad nacional, se convierte en una profunda

negación al principio cultural, cosmológico y lingüístico que por miedo a la discriminación

deben pasar los miembros de comunidades indígenas en entornos educativos. Por lo tanto,

para generar espacios educativos plurales, indudablemente, es necesario reformular las

concepciones sobre ciudadanía en su sentido plural y, además, instalar una postura

renovada de todos aquellos que se educan, donde se atienda a las necesidades y

características de quienes conforman su comunidad, como también del contexto socio-

histórico en el que se encuentran. Con el propósito de que las personas sean entendidas

como actores colectivos y no como individuos, a razón de su construcción histórica, social

y cultural. (Cárdenas y Urueta, 2014; Czarny, 2007; Ossa y Campo, 2015).

Además, es importante volcar la mirada a procesos históricos particulares que han

tenido una repercusión directa en el presente de algunos pueblos indígenas, como el caso de

los Ticuna, la etnia demográficamente más numerosa de la Cuenca Amazónica. Este pueblo

fue objeto de disputa entre dos expediciones de penetración europea en el Amazonas, pero

finalmente al quedar en poder de los portugueses, se inició un período de explotación, en el

que debían responder con una gran extracción de caucho, vainilla y cacao. Los portugueses

hicieron que los Ticunas abandonaran sus territorios ancestrales, y los instauraron en las

orillas del río Amazonas, con el fin de poder transportar todo el material extractivo. Dicho

cambio geográfico que se remonta a la era del caucho, modificó por completo las dinámicas

sociales, culturales y económicas del pueblo Ticuna. El nuevo territorio, aun siendo en la

inmensidad del Amazonas, puso de manifiesto una destrucción en la cohesión social, una

nueva dinámica relacional con el medio natural, pero, además, en esa dinámica de

extracción y de destrucción se quebrantó uno de los principios fundamentales de los

pueblos indígenas, el respeto por la naturaleza, el respeto por el ser viviente que soporta su

cultura y su visón del mundo, la tierra (Pardini, 2020). Por último, dicho pueblo tuvo que

someterse a una reestructuración identitaria a partir de las relaciones con el sin número de

turistas, el cual se dio a partir de dicho suceso que ni se olvida, ni se supera, y que por el

contrario; amenaza su estructura cultural (Ullán de la Rosa, 2003).

Page 12: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

12

De otro lado, la histórica lucha de resistencia de los pueblos originarios ha

posibilitado estudios en el orden de lo psicológico-comunitario, ya que la psicología

comunitaria enfatiza los procesos sociales en las realidades locales de las comunidades o

poblaciones, superando el paradigma dominante de la disciplina al ampliar la mirada

individualista, la fragmentación de los problemas y la ausencia de sensibilidad social. Es

por esto que lo psicológico siempre va de la mano con lo comunitario, sin realizar

divisiones; aspecto clave a la hora de trabajar con comunidades indígenas (Martín-Baró,

1986; Montero, 2003).

Lo anterior es el caso del pueblo Mapuche de Argentina, el cual ha tenido una

profunda crisis cosmológica, organizativa, religiosa, económica y política debido a su

histórica lucha, primero, con el sometimiento de los conquistadores, y posterior a ello, con

la conformación del Estado-Nación. En las últimas décadas, dicho desarrollo histórico se ha

visto plasmado en múltiples conflictos territoriales a lo largo y ancho del país, suscitados en

torno a la posesión de sus tierras y de sus bienes naturales. El pueblo Mapuche ha tenido

que resistir no sólo la represión policial, sino también el procesamiento judicial de sus

miembros (Petit, 2013). El quehacer comunitario en el pueblo Mapuche se da a partir de

múltiples problemáticas que se remontan siglos atrás, pero, además, en poner en marcha un

proceso de producción colectiva que incluya el revisar la propia identidad y la

revalorización de su cultura, sin imponer formas de pensar o de actuar. Por el contrario, la

base está en generar una reflexividad que permita recorrer los propios caminos, partiendo

de una identidad y de un sentir comunitario (Petit, 2013). Lo anterior revela que aun cuando

muchas comunidades están invisibilizadas, siguen resistiendo y organizándose para vivir

con autonomía, a partir de sus propias concepciones (Kropff, 2005).

Otro caso con el pueblo Mapuche, muestra cómo la relación investigador-

investigado desde el campo comunitario se da a partir de una relación en la cual este, se

implica y se hace partícipe de la comunidad, no tanto en el orden de lo ‘curativo’, sino en el

de la comprensión, descripción y potenciación de estilos de vida propios de los diferentes

grupos comunitarios (Castro, 2012). Todo esto se logra a partir de una confianza mutua, en

el estar en la comunidad, en compartir mesas de diálogo, en mostrar que la praxis

comunitaria va más allá de la ‘extracción de datos’ y busca comprender qué es lo que

Page 13: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

13

moviliza al pueblo, que los hace sentirse parte de, cómo es su estilo de vida, cómo se da esa

configuración subjetiva en relación a su cultura y a su territorio (Petit y Ferrari, 2013). En

este sentido, le corresponde al psicólogo comunitario el saber aprehender e interpretar los

conocimientos que construye cada cultura, los cuales se dan a partir de sus experiencias, de

sus vivencias, de las prácticas sociales populares y tradicionales, de las narrativas y los

lenguajes de los pueblos, del interactuar en la vida, con la naturaleza y con los sujetos

sociales (García y Montero, 2005).

Siguiendo esta línea, la psicología comunitaria además de poner su foco tanto en las

dinámicas sociales, como en las dinámicas relacionales entre comunidad-sociedad-

territorio, ha volcado su mirada hacia un tema de suma importancia para las comunidades

indígenas y es el tema de la salud. En Latinoamérica, el 40% de las 120 millones de

personas sin acceso a los servicios de salud, corresponde a población indígena (OPS,

2008).

1.2 Salud Mental y Medicina Tradicional

Si bien el concepto de salud en la cultura occidental ha sido adoptado desde la

biología, adherida a la división cartesiana entre res extensa y res cogitans, que ha

determinado el dualismo soma-psique en la modernidad, muchos de los pueblos indígenas

aún poseen su propio modelo médico tradicional. Dicho modelo está soportado en el

acumulado de su sabiduría ancestral y se estructura bajo la figura del chamán, quien hace

uso de los recursos naturales para producir medicinas y ungüentos; también se llevan a cabo

rituales, cantos y danzas, atuendos de vivos colores, sahumerios e invocaciones, los cuales

son parte del paisaje en el mundo chamánico (Guerrero y León, 2008; Montenegro y

Stephens, 2006; Zuluaga, 1999). Sin embargo, aun cultivando sus prácticas ancestrales en

medicina tradicional, muchas etnias no se niegan a la medicina occidental y, por el

contrario, le otorgan un gran valor en determinados casos. Para la cultura indígena el

aceptar la medicina occidental no supone necesariamente un cambio en la concepción de

salud, la cual guarda una estrecha relación con el buen vivir, partiendo del equilibrio entre

la comunidad, la espiritualidad y el territorio. Tampoco supone la superioridad de una

medicina sobre la otra, el uso de ambas se da a partir de cada caso particular, entendiendo

Page 14: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

14

que, más que ser modelos antagónicos, por el bien colectivo, pueden encontrar puntos de

encuentro (Ruiz, 2014; Salazar y Ordoñez, 2017; Vallejo, 2006).

La medicina occidental por su parte, aunque en menor medida, también se ha

dispuesto a abrirse a nuevos saberes. En este caso, a la medicina tradicional indígena,

donde se busca aplicar el concepto de cultura a la ciencia médica, dejando de lado el

escepticismo de la medicina occidental, con el fin de acceder al conocimiento que la

persona tiene sobre su padecimiento y el significado social y cultural que le atribuye a este.

Y de esa manera, lograr un ambiente de confianza que apunte a disminuir esos dos mundos,

separados por una brecha cultural (Lopera y Rojas, 2012).

El panorama histórico de los pueblos indígenas en Latinoamérica pone de

manifiesto que aquel equilibrio relacional entre la cultura, la espiritualidad, la cosmología y

el territorio se ha visto notablemente afectado. Por ende, a la destrucción del tejido social, a

la renuncia identitaria, a la occidentalización, al despojo de tierras, se suma una profunda

crisis su salud, el cual es sinónimo de equilibrio. La enfermedad para los pueblos indígenas

no se conceptualiza como un problema biomédico, sino como un indicio de que las

personas no se encuentran en armonía con su propio medioambiente, con su cultura y su

sistema de valores (Promoción de la Salud Mental en las Poblaciones Indígenas.

Experiencia de países, 2016).

Ahora bien, aunque desde la perspectiva indígena no se separa la salud física de la

mental, esta última podría entenderse como la preservación de la identidad étnica. Además

se incluyen diversos factores como la comprensión de su propia cosmología, referida a un

sentido colectivo, los cuales están estrechamente ligados con todos los aspectos de la vida,

la comunidad, la espiritualidad, la cultura y el país (Ruiz, 2014; Lopera y Rojas, 2012).

Coincidiendo con lo anterior, el pueblo indígena Embera Chamí, que si bien no posee una

categoría propia de lo que en Occidente se conoce como salud mental, aluden a dicho

‘concepto’ entendido desde su identidad cultural como ‘’sentirse bien, en una conexión

íntima con el buen vivir’’ (Ruiz, 2015, p.404). Además, se piensa como un estado interno

de bienestar holístico, donde convergen aspectos claves como la familia, el territorio, la

cultura, su acontecer histórico y sus saberes ancestrales (Ruiz, 2014).

Page 15: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

15

Volviendo al papel del psicólogo comunitario que se mencionó anteriormente, surge

aquí una cuestión importante y es el preconcepto que se tiene de las ‘categorías

psicológicas’ si se le podrían llamar así, bajo las cuales se estructurará el trabajo con

comunidades indígenas. En el caso de la salud mental, la psicología comunitaria es

partícipe de que esta debe verse como un problema de relaciones sociales, interpersonales e

intergrupales, el cual generará crisis, dependiendo el caso y el contexto, bien sea en un

individuo, en un grupo familiar, en una institución o en una sociedad (Baró, 1984). Esta

cuestión de conocer y manejar los conceptos propios de las comunidades pareciera obvia,

pero no lo es. Es importante generar respeto hacia las diferentes formas de ver y de

concebir el mundo, para que la praxis comunitaria cada día se instaure como un elemento

que promueva y que luche por el cambio social.

Finalmente, es interesante ver cómo a través de los procesos históricos plasmados

mediante la literatura, en este caso, tomando elementos de la historia, la antropología y la

psicología comunitaria, se evidencian problemáticas sociales y culturales dentro de las

etnias latinoamericanas, las cuales se remontan a la época de la colonia y aún siguen

vigentes. Pero además, se visualiza cómo a partir de un hecho que marcó nuestro devenir

histórico se producen diferentes formas de conocimiento, partiendo de las bases

epistemológicas y conceptuales de cada disciplina. De la misma manera, se evidencia que a

partir de los pueblos indígenas y su cosmología, pueden surgir debates interesantes en

relación a la cultura occidental, a su manera de ver el mundo, de producir conocimientos y

de problematizar aspectos de lo humano tales como la salud, la enfermedad, la salud mental

y la vida en sociedad.

1.3 Concepto de Salud Mental Desde el Modelo Occidental

A lo largo de la historia, el gran valor que se le ha dado a la salud ha sido

fundamental para su conceptualización en la época contemporánea. Dicho valor, ha sido

influenciado por ideologías y corrientes de pensamiento, las cuales estuvieron determinadas

por sucesos históricos, políticos y sociales característicos de cada época. Por lo tanto,

podría afirmarse que las prácticas para evitar enfermarse, los amuletos, los talismanes, los

hechizos y una carga de poder simbólico detrás de cada una de ellas, han existido desde los

tiempos más primitivos (Macaya, Vyhmeister y Parada, 2018).

Page 16: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

16

Según lo anterior, el concepto de salud para el modelo occidental parte de los

griegos. Esculapio era el dios de la salud y su veneración por ello persistió durante mucho

tiempo. Panacea, conocida como la diosa de la curación e Hygea, diosa de la salud, eran

hijas de Esculapio. A Hygea se le reconocía como diosa del arte de estar sano, entendido

como un equilibrio del orden natural de las cosas y la moderación en el vivir. Por el

contrario, Panacea tenía un vínculo con las medicinas y con los procedimientos

terapéuticos. Además, los filósofos griegos consideraron que ser saludable era un don de

los dioses (Macaya, Vyhmeister y Parada, 2018).

Siguiendo esta línea, durante el imperio romano, ocurrió una objetivación del

concepto de salud, la cual partía de una concepción menos mística, pero conservando los

principios higiénicos de los griegos. Así, apareció una nueva concepción de salud que

incorporaba la mente, la cual se consagró en el famoso proverbio ‘’mente sana en cuerpo

sano’’. Por su parte, Galeno fue el primero en hablar de los aspectos fundamentales para

gozar de buena salud, las cuales eran la libertad de pasión e independencia económica, por

encima de la buena constitución física (Macaya, Vyhmeister y Parada, 2018).

Ahora bien, durante la edad media, el espíritu se constituía como elemento principal

de la salud, mientras que el cuerpo, fue vinculado con el pecado. De ahí surgió idea de ver

las enfermedades como consecuencias de los pecados. El siglo XVIII trajo consigo una

serie de cambios relevantes entorno a la concepción de la salud. En ese sentido, se retomó

la importancia de la salud tanto física como mental, lo que conllevó a que se realizaran

grandes esfuerzos por impulsarlas y promocionarlas (Macaya, Vyhmeister y Parada, 2018).

En el siglo XX, se manifiestan con fuerza los conceptos de medicina social, y

además, se toma conciencia sobre las relaciones entre el estado de salud de las poblaciones

y sus condiciones de vida. El inicio de este siglo trajo consigo el origen del movimiento de

higiene mental, el cual se le atribuye principalmente al trabajo de Clifford Beers en Estados

Unidos (1908). Las experiencias de Beers en tres hospitales mentales se plasmaron en su

libro A mind that found itself. Dicho trabajo tuvo un gran impacto ese mismo año, a tal

punto de crearse la Mental Health Society en Connecticut, la cual un año más tarde, a

sugerencia de Adolf Meyer pasaría a llamarse higiene mental (Bertolote, 2008; Miranda,

2018).

Page 17: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

17

En sus orígenes, el movimiento de la higiene mental se dedicaba básicamente a la

mejora en la atención de las personas con trastornos mentales. En ese sentido, este

movimiento, tenía un tinte político al buscar visibilizar aquellos que sufrían debido a su

condición, pero además, se buscaba generar otra noción acerca de los enfermos mentales, a

través de su humanización, la erradicación de los abusos y en la corrección de las

desatenciones que tradicionalmente les había causado tanto daño a los que para ese

entonces se les conocía como locos (Bertolote, 2008).

En 1937, el National Committee for Mental Hygiene, se dispuso a establecer sus

objetivos a través de seis pilares fundamentales. 1) Procurar el diagnóstico y los

tratamientos precoces; 2) implementar una hospitalización adecuada; 3) apoyar la

investigación; 4) afianzar la comprensión y el apoyo público tanto de la psiquiatría como de

su propio movimiento; 5) desarrollar estrategias para las personas y los grupos acerca de los

principios de la higiene mental; 6) cooperar con organismos gubernamentales y privados,

en donde exista relación con la labor de la higiene mental. De ese modo, los intereses del

movimiento no difería mucho de las propuestas de los psiquiatras avanzados en Estados

Unidos para dicha época, los cuales en su gran mayoría tenían una orientación

psicoanalítica (Bertolote, 2008).

Por consiguiente, el movimiento de la higiene mental se centró no en el paciente

individual, sino en la comunidad en general, considerando a cada uno de los miembros y

entendiéndolos como individuos, cuyo bienestar mental y emocional estaba determinado

por factores causales definidos; donde el foco se direccionaba a la prevención, más que a la

curación (Bertolote, 2008).

Finalmente, dicho movimiento se instauró como un antecedente fundamental para

llegar a lo que hoy en día se conoce propiamente como salud mental. Los postulados

surgidos a partir de dicho movimiento generaron cambios considerables en los pacientes

con condiciones mentales e indudablemente, ha sido un período que se ha marcado por la

lucha de la visibilización y de la humanización de las personas con trastornos mentales.

Page 18: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

18

1.4 Surgimiento de la OMS

En 1946, el consejo económico y social de la ONU, convocó a dieciséis líderes

médicos internacionales con el objetivo de implementar una agencia de salud internacional,

global o de las Naciones Unidas. Entre estos integrantes estaba la responsabilidad de crear

una institución independiente de las decisiones políticas, la cual buscaba fortalecer los lazos

entre los descubrimientos médicos y las necesidades de salud, además de incluir la mayor

cantidad de países posibles; sin importar su orientación política. El 7 de abril de 1948 entró

en vigencia la constitución de la Organización Mundial de la Salud, con 61 estados

firmantes (Cueto, Brown y Fee, 2011).

En este mismo año, se celebró el primer Congreso de Salud Mental en Londres.

Aquí, se definió la salud mental como una condición que estaba sometida a fluctuaciones

debido a factores biológicos y sociales, la cual les permite a los individuos alcanzar la

satisfacción de sus propios instintos; formar relaciones armónicas con terceros y ser

partícipes de cambios constructivos en su entorno social y físico. Mientras que por otro

lado, la higiene mental se definió como aquellas actividades técnicas que fomentan y

mantienen la salud mental (Bertolote, 2008).

Sin embargo, la salud mental se presenta como un concepto genérico, donde se

incluyen varios discursos y prácticas sobre los trastornos mentales, los problemas

psicosociales y el bienestar, los cuales obedecen a las racionalidades y a las

conceptualizaciones propias de los diferentes enfoques de salud y enfermedad en el ámbito

de la salud pública, la filosofía, la psicología, la antropología y la psiquiatría. Por ende las

concepciones de salud mental se estructuran bajo los enfoques que les subyacen (Restrepo

y Jaramillo, 2012)

La creación de la OMS generó grandes aportes en términos médicos y científicos

para la salud mundial, y sus definiciones acerca de la salud mental han alcanzado una

amplia difusión en la literatura académica y han servido de soporte para la formulación de

políticas públicas, planes y programas de salud mental. Sin embargo, dichas definiciones,

difícilmente constituyen un buen soporte tanto para la investigación, como para la

intervención de la salud mental, en el campo de la salud pública. Por tanto, es pertinente

Page 19: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

19

retomar algunos enfoques de salud y enfermedad, en donde se problematicen las nociones y

las implicaciones de la salud mental, partiendo desde sus perspectivas teóricas y

epistemológicas (Restrepo y Jaramillo, 2012).

1.5 Concepción Biomédica de la Salud Mental

Este enfoque es heredero de la tradición biologicista y empirista de la medicina

occidental, donde se conceptualiza la enfermedad como producto de factores anatómicos,

fisiológicos o entidades externas que afectan el funcionamiento orgánico. Por ende, su

intervención está orientada a la curación, que de la misma manera, se entiende como un

arreglo anatómico y fisiológico, a través de acciones directivas y verticales. De acuerdo con

lo anterior, Gómez postula que dicho modelo “reduce la salud a la ausencia de

enfermedades, concebidas como epifenómenos dañinos, con sentido en sí mismos, cuya

naturaleza es mensurable y comprensible con base en las evidencias empíricas de los

ensayos controlados y la epidemiología clínica” (Gómez, 2002, p.47 citado en Restrepo y

Jaramillo, 2012, p. 203).

Según lo anterior, la concepción biomédica de la salud mental está definida a partir

de dos características fundamentales. Por un lado, a la reducción de lo mental a un proceso

biológico y por otro, a la ausencia de enfermedad como criterio básico de normalidad. Otro

aspecto característico de este modelo es la relevancia que se le da a la enfermedad mental

como eje identitario de la propia salud mental. Esto último, se torna evidente en los

estudios sobre la salud mental, en donde básicamente se ocupan de la epidemiología de los

trastornos mentales o de su tratamiento, partiendo de las concepciones de salud mental

planteadas por entidades como la OMS. Finalmente, para este enfoque resulta incongruente,

confuso, e incluso peligroso para su estatus científico el término de mente. Más bien se

proponen reemplazarlo por el de cerebro, en donde la manifestación de los desórdenes

mentales se da a partir de procesos cerebrales que median el funcionamiento psicológico

(Restrepo y Jaramillo, 2012).

1.6 Concepción Comportamental de la Salud Mental

Para este enfoque, la manera como las personas se comportan constituye un factor

determinante tanto para la salud como para la enfermedad. En ese sentido, la salud está

Page 20: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

20

estrechamente ligada con hábitos de vida saludables. Mientras que la enfermedad, se

relaciona con comportamientos inadecuados de los sujetos. Esto sin duda pone de

manifiesto un reduccionismo que no brinda una explicación profunda de las patogénesis, y

además, posee una gran carga de hiperresponsabilización por parte de los sujetos (Restrepo

y Jaramillo, 2012).

La categoría central dentro de este enfoque corresponde a la de estilo de vida, la

cual se entiende como aquellas formas de vida determinadas social y culturalmente,

expresadas a través de conductas tales como practicar deportes, poseer una sana

alimentación y evitar el consumo de alcohol, cigarrillos o drogas. Esta concepción se

corresponde con los postulados de la psicología conductista de los años sesenta, donde se

proponía la fundación de una psicología que se ajustara a los métodos objetivos de la

ciencia moderna, dejando de lado el mentalismo, la introspección y el reduccionismo

organicista. Esta nueva perspectiva suponía una nueva psicología centrada en los estímulos

y las respuestas, como también en la formación y creación de hábitos. Por tanto, ni la

mente, ni la conciencia, ni el alma eran objetos de interés, el eje central era la conducta

observable a través de procesos de aprendizaje (Restrepo y Jaramillo, 2012).

Ahora bien, en sus inicios la primera concepción de salud mental es netamente

comportamental y de hecho la ‘’salud comportamental’’ como la llamaron, se entiende en

términos de hábitos y de conductas adaptativas, que resultan de los procesos de aprendizaje

y les permite a los sujetos encajar dentro de los patrones de comportamiento esperados, en

un contexto determinado. Además, los trastornos mentales, se entienden como alteraciones

o desajustes de los hábitos, dicho de otro modo, respuestas mal adaptativas, indeseables o

inaceptables. Por lo tanto, los trastornos mentales corresponden a comportamientos

indeseables y por ende no se habla de cura, sino de reacondicionar a los sujetos para que

estos tengan comportamientos más aceptables (Restrepo y Jaramillo, 2012).

La segunda concepción que emerge desde el modelo comportamental sobre la salud

mental es la cognitiva, en donde se reintegran dimensiones mentales para la explicación del

comportamiento. De esa manera, se entiende lo mental en términos de procesos y

estructuras cognitivas no observables, las cuales determinan la forma en que las personas

piensan sienten y se comportan. Desde esta concepción, se plantea que los trastornos

Page 21: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

21

mentales se encuentran determinados por formas irracionales o distorsionadas del

pensamiento, las cuales llevan a los sujetos a presentar desajustes en sus comportamientos y

afecciones emocionales (Restrepo y Jaramillo, 2012).

1.7 Las Raíces Socioeconómicas de la Salud Mental

Esta concepción surge entre 1970 y 1980 como una crítica a las intervenciones en

salud basadas en la concepción medicalizada e individualizada, considerando que dichas

perspectivas se centraban en la enfermedad y no en la salud. Este enfoque estuvo

influenciado por algunas perspectivas estructuralistas y materialistas de la sociología, el

movimiento de la salud colectiva y el enfoque de los determinantes sociales. Una de sus

principales posturas es considerar que el desarrollo económico y social es fundamental para

lograr el estado máximo de salud y bienestar en la sociedad, y además, es uno de los pilares

bajo los cuales se estructura la calidad de vida. También, se plantea que los criterios de

normalidad estadística de donde parte la definición de salud mental, responden a intereses

hegemónicos de poder, los cuales operan como mecanismos de control a nivel global

(Restrepo y Jaramillo, 2012).

La concepción socioeconómica de la salud mental se corresponde con lo que

Fromm denomina la patología de la normalidad es decir, ‘’la reificación de unos modelos

ideales soportados por intereses políticos y económicos de las clases dominantes que

intentan ajustar a los individuos a formas predeterminadas de comportamiento’’ (Restrepo

y Jaramillo, 2012, p. 206). Por otro lado, propone una crítica a la medicalización de la salud

mental y a los intereses económicos que le subyacen, y de nuevo, se pone de manifiesto la

importancia que se le da a la enfermedad por encima de la salud y el bienestar (Restrepo y

Jaramillo, 2012). Siguiendo esta línea, la concepción de la salud mental trasciende el plano

biológico y el individual, y se proponen estrategias para la promoción de la salud, las cuales

deben ser integrales, multisectoriales y contextuales, en donde se incorpore la educación, el

trabajo, la justicia, el transporte, la cultura y la vivienda (Restrepo y Jaramillo, 2012).

Finalmente, el rastreo de antecedentes para este caso en particular permitió en

principio, retomar el devenir histórico, social y cultural de los pueblos indígenas en

Latinoamérica, y cómo a partir de este, las ciencias sociales han procurado producir

Page 22: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

22

conocimientos con estos pueblos, conociendo su histórica lucha y partiendo de ella.

Además, es a partir de los estudios revelados por la antropología y la historia que se han

logrado problematizar y estudiar ciertos aspectos en las comunidades indígenas, desde el

orden de lo psicológico y lo social, en relación con su estado actual, y las dinámicas entre la

propia comunidad y su territorio, aspecto clave a la hora de hablar de salud en un sentido

holístico.

Por otro lado, se visualiza el panorama del concepto de salud desde el modelo

occidental, noción que, en principio, se remonta a la época de los griegos, en donde se le

atribuyó un gran valor. Sin embargo, la cultura romana concibió la separación del cuerpo y

la mente, generando así, una nueva connotación sobre la salud, la cual incluso hasta hoy

sigue siendo un tema de debate en contextos académicos. Ahora bien, dicha separación

tuvo repercusiones importantes para cada época, a tal punto de crearse a principios del siglo

XX, el movimiento de la higiene mental, el cual buscaba un nuevo paradigma en la

concepción y en el trato de aquellos que padecían sufrimientos psíquicos (Macaya,

Vyhmeister y Parada, 2018).

Posterior a esto, el contexto de la guerra permitió que, de manera muy rápida, se

fundaran entidades encargadas tanto de la salud, como de la salud mental a nivel mundial,

creándose así, a petición de la Organización de las Naciones Unidas en 1948, la

Organización Mundial de la Salud y consigo, la abanderada definición de salud mental, la

cual se ha convertido en nuestro contexto latinoamericano como la definición validada y

estandarizada bajo la cual se estructuran las políticas públicas por ejemplo.

Tras este panorama, tanto el modelo tradicional indígena como el modelo occidental

de salud, han tenido devenires históricos distintos, los cuales se han instaurado como

momentos claves para la construcción de los conceptos de salud y de salud mental. Pero

entonces, si bien no es un secreto que las comunidades indígenas poseen una cultura y una

cosmovisión que difiere de la cultura occidental, es interesante ver cómo el propio concepto

mismo de salud en las comunidades indígenas es integral, es decir, no sufre las

fragmentaciones propias de la cultura occidental, las cuales se remontan siglos atrás. Y del

otro lado, lo que en un principio se había planteado como la institucionalización que

vendría a velar por el bien común, por la salud ‘’integral’’ de las personas del mundo,

Page 23: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

23

pasaría a ser un abanderado político que de cierto modo sienta sus bases en la

individualización, la patologización y en eludir elementos que apunten al entendimiento del

sufrimiento psíquico, en un sentido amplio y relacional (Vallejo, 2006).

Pero, entonces, ¿son realmente ambos modelos tan antagónicos? Además del estatus

científico, del poder político por parte del modelo occidental y de las diferencias culturales

y cosmológicas entre ellos, que otros elementos se ponen en juego y sobrepasan el bien

común por sobre el bien individual? ¿Qué tan pertinente sería hablar de un modelo holístico

e integrador de salud en el modelo occidental? ¿Estarían preparados para integrarlo?

¿Podrían en algún momento y en alguna instancia entrar en dialogo? ¿Habría validación por

parte del modelo y de la cultura occidental donde prima el individualismo hacia un modelo

que se estructura a partir de una identidad y de un sentir comunitario?

En ese sentido, para nuestro campo psicológico es pertinente hacer uso de

categorías propias para entrar a profundidad y comprender cómo son y cómo se dan esas

concepciones relativas a la salud mental desde ambos modelos. Por ende, categorías como

sentidos subjetivos y sentido de comunidad muestran su pertinencia para entender de una

manera consecuente aquello que configura la vida psíquica de las personas y suponemos,

como hipótesis de trabajo, un uso posible de dichas categorías en procura de una

articulación consecuente de las posturas tradicionales y occidentales con respecto a lo que

denominamos salud mental. Por tanto, algunas de las hipótesis planteadas anteriormente

podrían llegarse a aclarar haciendo uso de categorías propias de la psicología social

comunitaria como lo son los sentidos subjetivos y sentido de comunidad, los cuales serán

presentados en el marco teórico.

2. Planteamiento del Problema

Partiendo de la revisión de antecedentes, donde se expusieron elementos claves en

la noción de salud mental en occidente y de salud integral, en las comunidades indígenas.

Se establece en principio una gran diferencia entre ambos conceptos, la cual a parte de un

devenir histórico, social y cultural que proporcionó dinámicas sociales divergentes, así

como también, formas de entender y de actuar en una realidad que no se corresponden entre

sí. Sin embargo, la esencia del presente trabajo se estructura a partir de la posible

Page 24: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

24

construcción de un punto de vista de la salud mental que permita el diálogo y no la

exclusión y el rechazo entre ambos modelos. Es decir, un diálogo que ponga de manifiesto

que si bien son dos formas de conceptualizar el mundo, la salud, la enfermedad y sus

determinantes, pueden haber puntos de encuentro, y tomar así elementos importantes de ese

antagonismo para problematizarlos en ámbitos académicos con el fin que generar

reflexiones no sólo en el campo psicológico, sino en el de la salud y que en un futuro

aportes luces para la generación de políticas públicas.

Ahora bien, la posibilidad de establecer dicho diálogo entre ambos modelos es un

aspecto crucial para una mirada psicológica más integral sobre la salud mental y sobre sus

aspectos constitutivos. Sin embargo, la cuestión de la salud mental se ha tornado

complicada desde su propia creación, a tal punto de que uno de los postulados más

cuestionados sobre esta, sea el modelo oficial en nuestro contexto Latinoamericano, el de la

OMS. De esa manera, la salud mental es uno de los conceptos abanderados por la OMS, sin

embargo su propia concepción de esta no se delimita ni se especifica muy bien, y a lo largo

de su historia dicha noción ha estado más del lado de la psiquiatría, de la patologización,

del componente biológico, de la individualización y de la medicalización (Vallejo, 2006).

En contraposición a lo anterior, el modelo indígena sobre la salud se inclina por la

concepción tanto de la salud como de la enfermedad desde una mirada holística e integral,

donde convergen elementos espirituales, biológicos, culturales, de lazo social, de la buena

relación entre la comunidad y su territorio y de aquellas expresiones culturales heredadas

por sus antepasados, las cuales se instauran como el elemento crucial que determina el goce

de la buena salud. De esta manera, no se fragmenta la salud, y se visualiza una noción de

ser humano que si bien posee múltiples esferas, estas lo constituyen, lo complementan y

sirven para generar explicaciones tanto de lo bueno, como de lo malo; sin recurrir a la

reducción de una de ellas como explicación total de las cosas (Zuluaga, 1999; Ruiz, 2014;

Vallejo, 2006).

Por ende, para sostener dicha tesis, se propone a modo de hipótesis que las

categorías de sentidos subjetivos y sentido de comunidad, permitirán, en primer lugar,

realizar un acercamiento detallado y riguroso de la forma de entender la noción de salud

desde las propias comunidades indígenas. Teniendo en cuenta su contexto particular, su

Page 25: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

25

devenir histórico, su cosmovisión y todo lo que implica ser parte de una comunidad que

tiene elementos identitarios tan arraigados. En segundo lugar, de cierto modo, es un aspecto

ético el integrar estas categorías, las cuales apuntan a entender lo comunitario desde

adentro, desde lo particular que está mediado por la subjetividad propia de los pueblos

indígenas y, en ese sentido, no acentuar una mirada desde lo ajeno y lo desconocido, sino,

por el contrario, buscar aquellos sentidos y aquellas concepciones lo más fielmente posible.

La elección de estas categorías se justifica a través de dos líneas importantes. La

primera, corresponde a la producción de conocimiento en nuestro contexto latinoamericano,

con postulados de estas mismas latitudes. En ese sentido, al tratarse de pueblos indígenas,

es valioso integrar categorías propias de la psicología social comunitaria, la cual también ha

tenido una histórica lucha, y a lo largo de los años se ha inclinado por estudiar y por

entender nuestros contextos y nuestras problemáticas particulares, y a partir de ellas,

producir conocimientos y ponerse al servicio de las naciones menos favorecidas (Montero,

2006). La segunda, gira en torno a la importancia y a la pertinencia del concepto de

comunidad para la psicología social comunitaria, la cual es una noción clave que se desliga

del simple hecho de compartir un territorio. Por tanto, lo que se pone en juego desde esta

categoría son las formas de hacer, de conocer y de sentir, en un marco histórico social y

cultural compartido, los cuales son unos elementos fundamentales a la hora de comprender

los significados atribuidos a la salud, por parte de los pueblos indígenas.

Finalmente, el sentido de comunidad se nos presenta como un camino adecuado para

entender las dinámicas en las que se construye ese lazo social histórico, compartido y sobre

todo dinámico de los pueblos indígenas, planteados en relación a la concepción propia de la

salud y las implicaciones que esta tiene para su comunidad. Pero además, partiendo de esto,

resulta interesante articular todo aquello que implica el sentir comunitario expresado a

través de sus propias configuraciones subjetivas y de la subjetividad, la cual se constituye

como un proceso inherente al funcionamiento cultural del hombre y al mundo social

generado por la misma. Por ende, resulta pertinente vincular ambas categorías que remiten

a ese nivel cualitativo distintivo de la especia humana, en este caso, ligado a una cultura, a

una cosmovisión, a un sentir que refleja una forma particular de concebir el mundo y las

cosas que hay en el (Gonzáles, 2013). En ese sentido, la pregunta de investigación

Page 26: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

26

propuesta para el presente trabajo de investigación es: ¿Cómo los conceptos de sentidos

subjetivos y sentido de comunidad permiten interrogar las concepciones relativas a la salud

mental a partir de un ejercicio comparativo entre la medicina tradicional indígena y el

modelo occidental?

Pregunta: ¿Cómo los conceptos de sentidos subjetivos y sentido de comunidad

permiten interrogar las concepciones relativas a la salud mental a partir de un ejercicio

comparativo entre la medicina tradicional indígena y el modelo occidental?

Objetivo General: Describir cómo mediante las categorías de sentidos subjetivos y

sentido de comunidad, pueden interrogarse las concepciones relativas a la salud mental

partiendo del ejercicio comparativo entre la medicina tradicional indígena y del modelo

occidental a fin de producir luces para hacer posibles articulaciones.

Objetivos Específicos:

1. Caracterizar el concepto de salud desde el modelo tradicional indígena.

2. Caracterizar el concepto de salud mental desde el modelo occidental

3. Interrogar y comparar los elementos fundamentales de cada uno de estos modelos

a la luz de las categorías: sentidos subjetivos y sentido de comunidad

4. Proponer un punto de vista sobre la salud mental que permita integrar elementos

propios de cada modelo, a fin de construir un diálogo sobre una salud mental desde

una perspectiva integral, multi e intercultural.

3. Justificación

Colombia, al ser un país multiétnico y pluricultural. Cuenta con 1’378.884

habitantes indígenas, lo cual corresponde al 3,4% de la población total del país, localizados

en 710 resguardos, en 228 municipios de 27 departamentos (DANE, 2005). Los pueblos

indígenas conforman una de las poblaciones más numerosas del país, así como también,

una de las más vulnerables al presentar los menores niveles de escolaridad, empleo,

economía, vivienda y salud. Además de lo anterior, el conflicto armado y las disputas por

las tierras han agudizado una crisis cultural, la cual viene acompañada de la exclusión

social, la discriminación, el racismo y el maltrato, lo que ha conllevado a la fragmentación

Page 27: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

27

de sus grupos familiares, sociales y culturales (Lopera y Rojas, 2012). Por ende, su tejido

social y cultural, su forma de vivir, y aquella importante relación entre el territorio, la

comunidad y su cultura, el cual es un aspecto determinante a la hora de hablar de salud, se

han visto profundamente afectados.

Ahora bien, la salud mental en nuestro contexto ha sido un tema que se ha estudiado

más desde los mecanismos neurofisiológicos, genéticos y comportamentales de los

trastornos mentales que desde el ámbito comunitario. Esto marca en cierta medida, una

desconexión con nuestra realidad socio-histórica ya que nuestro país ha padecido un

conflicto armado cambiante y complejo por más de cincuenta años, cuyas cifras indican

más de ocho millones de muertes. Pero además, ha traído consigo daños a estructuras

comunitarias, destrucción de tejido social y el aumento de las inequidades sociales. En este

sentido, es pertinente tener una mirada amplia de nuestro contexto, en donde se consideren

factores determinantes de la salud mental los sucesos históricos que han marcado un

devenir en el desarrollo social, comunitario y económico de nuestro país (Hernández,

2020).

Por consiguiente, el concepto de salud mental aplicado en Colombia se establece en

el artículo 3 de la ley 1616 de 2013, en la cual se expide la ley de salud mental y se dictan

otras disposiciones. En dicho artículo, se define la salud mental como:

Un estado dinámico que se expresa en la vida cotidiana a través del comportamiento

y la interacción de manera tal que permite a los sujetos individuales y colectivos

desplegar sus recursos emocionales, cognitivos y mentales para transitar por la vida

cotidiana, para trabajar, para establecer relaciones significativas y para contribuir a

la comunidad (Ley 1616 de 2013).

En relación a lo anterior, desde esta perspectiva de la salud mental en nuestro país,

el incremento en los trastornos mentales, los índices de suicidio, la ideación suicida, el

consumo de drogas y de alcohol, reflejan una gran problemática social que le compete

tanto al estado como a una disciplina como la nuestra (Lopera y Rojas, 2012).

Siguiendo esta línea, la tasa de suicidios, por ejemplo, en las comunidades indígenas

corresponde a 500 por cada 100.000 habitantes, un número que ha ido incrementando a lo

Page 28: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

28

largo de los últimos años. Además, en un estudio realizado en el pueblo Embera Chamí, el

69% de la población manifestó haber sufrido algún tipo de desequilibrio emocional en

algún momento de su vida debido a diversos factores relacionados con problemáticas

dentro de su lazo social, su territorio y su identidad cultural (Lopera y Rojas, 2012).

Por otro lado, las problemáticas en salud mental en las personas que no pertenecen a

un grupo étnico en particular, también se han incrementado. De esa manera, la tasa en 2016

de mortalidad por trastornos mentales y del comportamiento en Colombia fue de 1,53 por

100.000 habitantes. La tasa de intento de suicidio fue de 4,12 por 100.000 habitantes.

Además, el porcentaje de personas atendidas por trastornos mentales y del comportamiento

fue de 4 personas por cada 100 que consultaron a los servicios de salud; proporción que

viene creciendo drásticamente desde 2009. El porcentaje de personas hospitalizadas por

trastornos mentales y del comportamiento fue del 2, 42% para 2015. Finalmente, la cifra

más preocupante en nuestro contexto en relación con la salud mental es la tasa de

mortalidad por suicidio, la cual para 2015 fue de 5,07 por 100.000 habitantes

(MINISALUD, 2018).

Por ende, el anterior panorama de la salud mental en Colombia pone de manifiesto

la importancia de integrar este tema en ámbitos académicos, ya que con el pasar de los años

ha quedado demostrado que la salud mental es un aspecto clave para el desarrollo cotidiano

de las personas, como también un determinante clave del bienestar y de la buena salud. En

este sentido, el presente trabajo se justifica a través de su relevancia social y teórica, en

donde convergen elementos propios de la psicología social comunitaria para analizar un

fenómeno en particular como lo es la salud mental, entendida, en este caso, desde las

concepciones propias de las comunidades indígenas y desde el modelo occidental.

Finalmente, de cierto modo, es responsabilidad de nuestro campo psicológico

debatir y problematizar el tema de la salud mental, el cual se plantea en otros campos como

la salud pública y la psiquiatría, pero debido a la cantidad de aspectos que la revisten, y a

la complejidad en términos conceptuales elaborados en cada campo, hacen que tanto su

definición, como sus límites, en ocasiones, se tornen confusos (Hernández, 2020). Por lo

tanto, partiendo del conocimiento propio de las comunidades indígenas y de su modelo

holístico e integrador de la realidad, consideramos que es posible llegar a plantear un

Page 29: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

29

diálogo sobre la salud y las concepciones de salud que amplíe los horizontes y donde se

consideren elementos que el modelo occidental parece eludir o al menos no considerar de

manera clara en sus propuestas. De igual manera, es necesario descubrir cuáles de esos

elementos propios y constitutivos del modelo occidental pueden llegar a concebirse

articulables con el modelo indígena tradicional de salud. Este diálogo se constituirá, por

tanto, a partir del análisis orientado desde de la producción conceptual propia de la

psicología social comunitaria.

4. Marco Teórico

4.1 Comunidad y Sentido de Comunidad

Desde la psicología social comunitaria se tomarán las categorías de Comunidad y

Sentido de Comunidad (CySC) de Maritza Montero. Estas categorías provienen de la teoría

de la acción social y entienden la comunidad como un grupo social histórico que refleja una

cultura preexistente, la cual está en constante transformación y evolución, y dentro de esta,

se genera un sentido de pertenencia e identidad social, en donde sus integrantes toman

conciencia de sí como grupo, fortaleciéndose como unidad y potencialidad social (Montero,

2004).

Dicha noción guarda una estrecha relación con el concepto de sentido, el cual se

entiende como una percepción de similitud con otros, una interdependencia consciente con

otros, el sentimiento de ser parte de una estructura mayor, estable y de la que se depende.

Este sentimiento mantiene y fortalece la comunidad (Montero, 2004). Según Montero

(2004) ‘’El problema, de orden epistemológico, reside en que la definición de comunidad

casi siempre incluye al SdeC como uno de sus elementos característicos. De hecho, muchas

veces se considera que hay comunidad donde hay SdeC. Y viceversa’’ (p.103). Si bien esta

definición de comunidad refleja ciertos elementos constitutivos de lo que dentro de la

psicología social comunitaria se considera como tal, para este caso en específico resulta

fundamental tomar desde la antropología el concepto de comunidad indígena o aborigen.

Según Turner (1998), la communitas aborigen se estructura a partir de la

cosmovisión evidenciada a través de los rituales; así pues, el rito es un elemento fundante y

estructurador. A través de los fenómenos liminales, que se asemejan a ritos o momentos

Page 30: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

30

transicionales, se observa en la communitas lo humilde y lo sagrado, la paridad en términos

de procedencia y creencias cosmológicas, pero sobre todo, se evidencia un sentimiento de

compañerismo. A diferencia de sociedades como sistemas estructurados, diferenciados y

jerárquicos, durante el período liminal surge una ‘’comunión’’, sin estructurar, o

rudimentariamente estructurada y de esta manera, el término más apropiado es communitas,

que distingue esta modalidad de relación social como un ámbito de vida en común.

Mediante estas dos definiciones se articula una definición más cercana y acertada de lo que,

a nuestro juicio, representa una comunidad indígena como tal.

En ese sentido, es necesario resaltar la importancia de enfocar la comunidad como

“sentimiento’’ y no la comunidad como ‘‘escena o lugar’’ (Heller, 1988, citado en

Montero, 2004, p. 95). Por ende, a la psicología social comunitaria no le interesa el sitio

donde está la comunidad, sino las dinámicas y los procesos psicosociales de opresión, de

transformación y de liberación que se dan en las personas que comparten un sentir en

relación a un marco histórico y cultural compartido (Montero, 2004).

4.2 Sentidos Subjetivos

Esta categoría se tomará de la propuesta de Fernando Luis Gonzáles Rey, quien

define el sentido subjetivo como ‘’la expresión simbólico-emocional de la realidad en sus

múltiples efectos, directos y colaterales, sobre la organización subjetiva actual del sujeto y

de los espacios sociales en que aquel actúa’’ (2009, p.251). El sentido subjetivo es la forma

en que una persona vive subjetivamente sus experiencias. Es decir, ‘’no hay dimensión

objetiva al vivenciar lo vivido. La vivencia de lo vivido es inseparable de la configuración

subjetiva que se organiza en el curso de la experiencia’’ (Gonzáles, 2009, p.35). El

concepto de sentido subjetivo es una reconstrucción a partir del concepto de sentido

utilizado por Vygotsky:

El sentido de una palabra es el agregado de todos los elementos psicológicos

que aparecen en nuestra conciencia como resultado de la palabra. El sentido

es una formación dinámica, fluida y compleja que tiene varias zonas que

varían en su estabilidad. (Vygotsky, 1987, p.276, citado en González, 2009,

p.244).

Page 31: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

31

Por consiguiente, la subjetividad es entendida como un proceso inherente al

funcionamiento cultural del hombre y al mundo social generado por sus producciones

culturales. Además, es imposible entender la constitución de la subjetividad individual

olvidando los contextos sociales que ayudan a su producción (González, 2013). Tanto los

sentidos subjetivos como las configuraciones subjetivas, son importantes no sólo porque

permiten la comprensión de la acción individual a través de su carácter sistémico, sino

porque además permite comprender una nueva dimensión de la sociedad, aquella “en su

sistema de consecuencias sobre el hombre y sobre la organización de sus diferentes

espacios de vida social’’ (González, 2009, p. 252).

En este sentido, la subjetividad en tanto eje fundamental se instaura como un nuevo

camino no sólo para la comprensión de la psique, sino para la comprensión de la relación

entre individuo y sociedad, y las dinámicas que surgen a partir de esta. Además, es un

elemento importante para definir la psique como sistema, donde sus diferentes funciones se

presenten como momentos del mismo (Gonzáles, 2009).

Por lo anterior, al ser la subjetividad un proceso inherente a la producción cultural y

al mundo social generado por la misma, resulta pertinente articular ambas categorías,

partiendo del concepto de salud para las comunidades indígenas y cómo a través de esta se

evidencian las construcciones subjetivas que se estructuran a partir de una cosmología, de

una identidad y de un sentir comunitario.

4.3 Salud Mental Desde el Modelo Indígena

Si bien el término salud mental dentro de las comunidades indígenas no existe como

tal, dicho ‘’concepto’’ se extiende y se liga al concepto holístico que dentro de sus diversas

cosmovisiones se tiene por salud. Al entender al ser humano no solamente como cuerpo,

sino también como emociones, pensamientos, recuerdos y espiritualidad, el concepto de

salud parte de la armonía y el equilibrio entre todo lo anterior y también, se incluyen

elementos supremamente valiosos para la cultura indígena, como lo son las relaciones

sociales, la familia, el vecindario, su propia comunidad, sus ancestros, sus prácticas

culturales y la tierra que habitan. La naturaleza juega un rol fundamental dentro de la

noción de salud para las comunidades indígenas, ya que la buena relación del hombre con

Page 32: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

32

la naturaleza, incluyendo los seres vegetales, los animales y los sitios sagrados son

sinónimo de salud (Zuluaga, 1999; Ruiz, 2014).

Por ende, podría afirmarse que el concepto de salud para la medicina tradicional

indígena se estructura a partir de la triada armónica entre persona-sociedad-naturaleza, en

donde el respeto a la naturaleza es el eje fundamental para el buen desarrollo comunitario y

para el goce de la buena salud. Además, dicha concepción refleja una relación entre salud-

naturaleza-cultura, la cual es completa e indisoluble (Zuluaga, 1999). De esta manera, la

salud se da en relación con los otros, en un sentido comunitario, pero también en la relación

con el territorio, en donde el bienestar colectivo se genera a partir del cuidado y la

conservación de su entorno natural, bajo el cual se estructura la cosmovisión indígena

(Ruiz, 2014).

Ahora bien, ya que el concepto de salud desde las comunidades indígenas, refiere a

la integralidad de vida, al equilibrio y a la armonía de las personas con respecto a su

entorno, su cultura y su diario vivir, la noción de salud mental no difiere mucho de esta.

Los conceptos de holismo y equilibrio son fundamentales para conceptualizar y

comprender la noción de salud mental desde el modelo indígena. Para la mayoría de

comunidades indígenas la salud mental no difiere de la salud en general, en el caso de la

comunidad Embera en particular se conceptualiza de manera holística y contextual, ligada

al territorio, al bienestar colectivo y a la relación armónica con la madre naturaleza

(Gómez, Rincón y Urrego, 2016).

4.4 Salud Mental Desde el Modelo Occidental

Si bien lo que se denomina modelo occidental abarca un sin número de postulados y

de concepciones relativas a la salud mental, es pertinente aclarar que para este caso en

particular se tomará la definición de la OMS, el cual es el modelo que prima en nuestro

contexto latinoamericano. De esa manera, es a partir de los postulados y de los lineamientos

propios de la OMS en relación a la salud mental que se producen concepciones y acciones

relacionadas con dicho tema en nuestras latitudes. Por lo tanto, la OMS (2004) define la

salud mental de la siguiente manera:

La salud mental puede ser definida como el estado de bienestar que permite a los

individuos realizar sus habilidades, afrontar el estrés normal de la vida, trabajar de

Page 33: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

33

manera productiva y fructífera, y hacer una contribución significativa a sus

comunidades’’ (p.4).

Según lo anterior, la salud se considera como un estado de completo bienestar

físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades. En

relación a la salud mental, se incluyen elementos como el bienestar subjetivo, autonomía,

competencia, dependencia intergeneracional y reconocimiento de la habilidad de realizarse

intelectual y emocionalmente. Además, se concibe como un estado de bienestar por medio

del cual los individuos reconocen sus habilidades, son capaces de hacer frente al estrés

normal de la vida, trabajar de forma productiva y contribuir a su comunidad (OMS, 2004).

Ahora bien, parte de esta investigación se encamina a la construcción de un punto

de vista de la salud mental en particular, donde a partir del modelo indígena sobre la salud y

el modelo occidental de la salud mental, se pueda tejer una construcción en conjunto en el

cual un modelo no excluya al otro, ni tampoco haya uno que se imponga sobre el otro. En

ese sentido, es pertinente aclarar que no se tomará postura sobre cuál de los dos es mejor, o

cual de los dos es más apto para nuestras realidades latinoamericanas, sino que por el

contrario, lo que se busca es exponer todo el engranaje que conlleva pensar en la salud

mental, el cual implica una forma de ver el mundo, de concebir a los sujetos, de

conceptualizar tanto el bienestar como la enfermedad, y también una forma de posicionarse

en una realidad dinámica y en constante cambio. Y a partir de esto, generar una reflexión

que tenga repercusiones en nuestro campo psicológico, tomando como punto de partida una

noción clave para nuestro desarrollo académico, social y político como lo es la salud

mental.

Por otro lado, es pertinente aclarar que se tomaron postulados de autores que si bien

se circunscriben dentro del modelo occidental, poseen una connotación que difiere del

modelo estándar de salud mental de la OMS. Dichos autores con sus postulados sobre la

salud mental, apoyan a la propuesta de la construcción propia sobre un modelo de salud

mental que se piense desde el diálogo multicultural e intercultural, para no generar una

forma de reduccionismo que sitúe en sus bases una diferencia social, cultural y cosmológica

entre el modelo tradicional indígena y el modelo occidental.

Page 34: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

34

Emiliano Galende, parte de la premisa de considerar que el objeto de la salud mental

no es la enfermedad, sino que este se constituye en torno a un complejo constructo

interdisciplinario, intersectorial, interprofesional e interinstitucional. De esta manera,

Galende pone énfasis en la multiplicidad de sentidos bajo los cuales dicho concepto fue

introducido, y por ende, formas particulares de abordar y de comprender los sufrimientos

mentales de los individuos en el conjunto de sus relaciones sociales y familiares. Sin

embargo, plantea que el verdadero objeto de la salud mental no es el individuo o los

conjuntos sociales, sino aquellas relaciones que permiten pensar conjuntamente tanto al

individuo como a su comunidad (Fernández, 2012).

Por consiguiente, se podría afirmar que la salud, en su sentido más amplio, depende

de todos sus componentes y se encuentra íntimamente ligada y determinada a las

condiciones de existencia, estilos de vida y formas de convivencia, en relación inclusiva

con la colectividad a la que se pertenece. En otras palabras, la salud mental se plantea desde

la perspectiva relacional entre sujeto y cultura, y cómo a partir de dicha relación, se

producen formas de padecimientos individuales y colectivos, o por el contrario, se genere

una atmósfera de bienestar (Fernández, 2012).

Por otro lado, Erich Fromm (1980), uno de los precursores de lo que hoy en día se

denomina como modelo holístico e integrador del hombre y su salud, el cual se dio a partir

de un trabajo en conjunto entre la sociología y el psicoanálisis aplicado al campo de la

salud mental, donde nunca perdió de vista la sociedad detrás de cada individuo y su

psicoanálisis del paciente individual, el cual fue al mismo tiempo el análisis de la sociedad

en la cual este vive (Ubilla, 2009).

Para Fromm la salud mental es el producto de la propia condición humana con la

cual el hombre llega al mundo, y con ella, ciertas necesidades que son inevitables y deben

ser satisfechas. En este sentido, la manera en que esas necesidades son satisfechas depende

en mayor medida del contexto histórico, social y natural. Además, la forma en que sean

adecuadamente satisfechas o no, determinarán finalmente el grado de salud mental que el

hombre pueda llegar a desarrollar (Ubilla, 2009).

Siguiendo esta línea, las necesidades básicas resultantes de la condición humana

son: La necesidad de vínculo: En un marco histórico y cultural, el hombre necesita crear

Page 35: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

35

nuevos lazos y nuevos vínculos. La necesidad de un marco de orientación y de un objeto de

entrega: En el plano existencial, el hombre busca un tipo de marco referencial, en el cual se

determina en gran medida su grado de salud mental. En el plano de la calidad de vida, se

pone en juego el contacto con la realidad a través de la razón, es decir, un marco que le

indique hacia dónde ir, un marco que le otorgue sentido a su existencia. La necesidad de

arraigo: En la relación con los otros, el ser humano debe encontrar una nueva tierra, crearla

y echar nuevas raíces, en un sentido metafórico. La necesidad de identidad: Esta sienta sus

bases en la propia naturaleza humana, donde influyen los elementos subjetivos propios de

cada sujeto, los cuales determinan una manera de ver el mundo y de desarrollar un rol

dentro de el. Por último, la necesidad de trascendencia: El hombre busca su trascendencia a

través de producciones culturales, del arte, de la religión o del amor (Ubilla, 2009).

Para concluir, en el presente marco teórico se proponen las categorías de sentidos

subjetivos y sentido de comunidad, que destacan por su pertinencia en relación a la

comprensión de la noción de salud mental propia de las comunidades indígenas. Además,

se establece la concepción de salud mental desde el modelo occidental, bajo el modelo de la

OMS como el postulado que prima en nuestro continente. Finalmente, se exponen algunas

posturas de autores ‘’occidentales’’, las cuales en conjunto con el modelo tradicional de

salud indígena y el modelo occidental sobre la salud mental apoyan y complementan una

posible construcción teórica, conceptual, e intercultural sobre la salud mental, propuesta en

el presente trabajo.

5. Método

El ámbito académico no ha sido ajeno a la emergencia sanitaria a nivel mundial

debido al Covid-19 y, particularmente, el presente trabajo es un ejemplo de ello. En

principio, la idea era desarrollar una investigación fenomenológica directamente en el

resguardo indígena Embera Chamí, ubicado en el departamento de Risaralda, Colombia.

Sin embargo, por razones derivadas del Covid-19 fue necesario replantear varios aspectos.

Por un lado, el no poder hacer presencia en la comunidad implicaba un cambio

metodológico importante. Por otro lado, era necesario repensar la pregunta a la luz de la

nueva situación.

Page 36: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

36

Por tal razón, desde nuestro campo social-comunitario se planteó la idea de trabajar

con la noción de salud mental tanto desde las comunidades indígenas, como desde el

modelo occidental, y de esa manera generar un diálogo a partir del material encontrado. La

cuestión fundamental pasaba por la manera de exponer fielmente el pensamiento particular

de las comunidades indígenas sobre la noción de la salud mental. Y es aquí donde se

retoma la posibilidad de incluir las categorías de análisis planteadas en el proyecto inicial:

sentidos subjetivos y sentido de comunidad. Estas planteaban elementos importantes que

interrogaban dicha noción de salud mental desde ambos modelos. Por una parte, encerraban

lo comunitario y lo subjetivo, aspectos claves para considerar la cosmovisión indígena. Por

otra parte, al enfatizar lo subjetivo y lo colectivo, generaban un contraste interesante entre

los modelos occidentales de la salud mental, los cuales apuntan en su mayoría a lo objetivo

y a lo individual (Vallejo, 2006).

Por lo tanto, a fin de proponer un diálogo sobre salud mental entre ambos modelos,

las categorías de análisis, mostraban su pertinencia tanto para interpelar la postura del

modelo occidental, como para abordar de forma correcta las comunidades indígenas y los

significados que le atribuyen a la realidad. Posteriormente, se propuso un trabajo

documental que incluyera material relativo a las nociones sobre salud mental desde el

modelo tradicional indígena y desde el modelo occidental.

5.1 Selección del Corpus

Se inició con una revisión general que incluía aspectos relativos a la salud mental

desde ambos modelos. Paralelo a esto, se analizó la postura de varios autores sobre la salud

mental, con el fin de incluirlos como apoyo en la propuesta del diálogo entre las nociones

de salud mental indígena y occidental. La revisión de artículos académicos se llevó a cabo a

través de bases de datos como Redalyc, Scielo, Scopus, Dialnet, REDIB y Latindex.

Además, en los documentos de las comunidades indígenas se incluyeron materiales

audiovisuales que evidenciaban su organización social y su cosmovisión y, aunque no se

incluyeron como tal en el corpus, fueron de gran utilidad para marcar el rumbo de la

búsqueda de la noción de salud desde el modelo tradicional indígena.

De esta manera, teniendo claras las categorías de análisis y su relación con la salud

mental desde ambos modelos, se seleccionaron 40 artículos académicos como apoyo para la

Page 37: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

37

construcción del documento. También, se incluyeron documentos oficiales emitidos por la

Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud

(OPS), donde se incluían aspectos relativos a la salud mental, pero también, estudios

realizados con comunidades indígenas latinoamericanas acerca de sus concepciones y sus

propuestas sobre la salud mental.

De esta manera, con el material seleccionado, se creó una rejilla con el fin de

organizar la información y delimitar lo concerniente a cada capítulo del trabajo. Por tanto,

en la revisión de cada documento, se seleccionaron los apartados que correspondían a:

antecedentes, justificación, planteamiento del problema, marco teórico y lo relativo

propiamente a la salud mental desde cada vertiente (ver modelo en anexos). A partir de lo

anterior, se creó una matriz con el fin de desglosar lo relativo a la salud mental desde los

modelos y los autores. Por consiguiente, se dividió en 4 categorías que englobaban la

noción de salud mental como tal: noción de sujetos, noción de salud, noción de salud

mental y un posible diálogo entre los modelos. Luego, se seleccionó del material

encontrado lo relativo tanto a cada una de estas mini categorías que hacían alusión a la

salud mental, como a los apartados que correspondían a las categorías de análisis. Esta

selección básicamente se hizo por saturación, al incluir únicamente el material necesario

para cada caso.

5.2 Análisis de Resultados

Una vez establecida la matriz, se inició por la presentación y el análisis de cada uno

de los discursos y, posteriormente, la elaboración de un cuadro comparativo entre ambos

modelos. A continuación se presenta el modelo.

Modelo Noción de sujetos Noción de salud Noción de salud mental

Modelo de salud

tradicional

indígena

Page 38: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

38

Modelo biomédico

de salud mental

Modelo de salud

mental OMS

Emiliano Galende

Erich Fromm

Este ejercicio se realizó en virtud de exponer las nociones relativas a la salud mental

desde cada modelo a la luz de las categorías de análisis. Dicho material recolectado, estuvo

fundamentado a través de la investigación documental el cual ‘’es un procedimiento

científico, un proceso sistemático de indagación, recolección, organización, análisis e

interpretación de información o datos en torno a un determinado tema‘’ (Espinoza y

Rincón, parr. 6, 2005), en este caso particular, la noción de salud mental desde cada

modelo. Pero, además, la naturaleza misma del trabajo monográfico que incluye no sólo

material bibliográfico, sino también otro tipo de fuentes como documentos audiovisuales

(para el caso de las comunidades indígenas), documentos informativos (OMS y OPS),

relatos, tesis entre otros; permitieron complementar el material recolectado desde las

diversas posturas (Corona, 2015).

De esta manera, para extraer las conclusiones, en este caso, encaminadas a proponer

un punto de vista dialógico e integral entre ambas vertientes, el diseño documental con los

materiales específicos como: artículos académicos, materiales audiovisuales, documentos

institucionales y las tesis que contenían relatos de comunidades indígenas, se instauraron

como las fuentes de información que dieron lugar al análisis de las nociones de salud

Page 39: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

39

mental desde el modelo occidental y el de la medicina tradicional indígena a la luz de las

categorías de sentidos subjetivos y sentido de comunidad (Marín, 2010; Corona, 2015).

6. Presentación y Análisis de Resultados

6.1 Modelo de Medicina Tradicional Indígena

El modelo de medicina tradicional indígena estructurado a partir de su cosmovisión,

su identidad y su cultura, transmitidas e interiorizadas a través de saberes milenarios

heredados de generación en generación, ponen de manifiesto un elemento fundante bajo el

cual se ha conservado su identidad cultural: la subjetividad. Para este caso particular, desde

la perspectiva histórico-cultural, apoyada en la plasticidad ilimitada de los signos y

símbolos y su relación con las emociones, permite profundizar en las complejas

formaciones simbólico-emocionales, las cuales están en la base de las producciones

humanas (Gonzáles, 2013).

La subjetividad se desarrolla en las prácticas culturales sobre las que se organiza la

vida social. Pero además, en el caso particular de las comunidades indígenas, se refleja en

la relación naturaleza-hombre, en su cosmovisión, en la espiritualidad, en ceremonias y

rituales, en el arte autóctono, en su ética basada en la ley de origen, en su sociopolítica y en

su plan de vida integral. Por ende, esa forma particular de concebir el mundo, la propia

comunidad y las prácticas culturales, encuentra en las configuraciones subjetivas, una

forma particular de expresar y de preservar su propia cultura (Siagama, 2017; Gonzáles

2013).

Ahora bien, dichas configuraciones subjetivas en las comunidades indígenas

integran su multi-espacialidad y su multi-temporalidad en un marco histórico y cultural,

pero toman forma a partir del encadenamiento de los sentidos subjetivos, los cuales

corresponden a una unidad entre lo simbólico y lo emocional y, aluden a la manera en que

las comunidades viven subjetivamente sus experiencias. Por tanto, los sentidos subjetivos

son el camino por el cual se entiende lo vivido, no sólo en el plano del presente, sino en el

pasado y el futuro. Dicha organización simbólica y emocional mediada por las

producciones culturales propias de las comunidades indígenas, pone de manifiesto una

Page 40: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

40

forma de verse y de ver el mundo, donde se liga lo histórico con una consciencia del aquí y

del ahora, marcado por una identidad cultural (Gonzáles, 2013).

Por esta razón, las concepciones que tienen las comunidades indígenas sobre la

salud, la enfermedad, la espiritualidad y los sujetos, se estructuran a partir de los sentidos

subjetivos, que a su vez; generan una configuración subjetiva en los pueblos indígenas,

partiendo de su forma de vida y de su cosmovisión particular.

6.2 Sentidos Subjetivos y su Vínculo con el Sentido de Comunidad en la Noción de

Salud de la Medicina Indígena Tradicional:

El concepto relativo a la salud en las comunidades indígenas parte de entender a los

sujetos, donde convergen elementos que van más allá de lo físico. Por tanto, la concepción

de las personas supera lo netamente relacionado al cuerpo, y se agregan elementos como

los pensamientos, los recuerdos, las emociones y la espiritualidad. Además, las diversas

relaciones que construyen los sujetos, son entendidas como constitutivas de estos. Es por

esto que la armonía en las relaciones sociales, familiares, comunitarias y del vecindario

también se consideran aspectos claves a la hora de entender a la persona humana, como lo

llaman los indígenas (Zuluaga, 1999).

Según lo anterior, se observa cómo la subjetividad, siendo un proceso inherente a la

producción cultural del hombre, en este caso, exterioriza una forma particular de concebir

la cultura, las relaciones sociales, familiares, naturales, interpersonales, el cuerpo y el

espíritu para entender la salud como un proceso integral, el cual no está determinado por un

solo factor (Gonzáles, 2013).

Ahora bien, dicha noción de sujeto refleja, en primera instancia, un holismo

extendido a diversas esferas de los mismos. Por ende, desde la cosmovisión indígena es

difícil encontrar un solo determinante de la salud, de la enfermedad y de la constitución

propia de los seres humanos. Por otro lado, esta pluralidad de elementos que se conciben

como realidades dentro de las culturas indígenas, reflejan la construcción de sentidos

subjetivos dados a partir no sólo de una cosmovisión compartida, sino también de un sentir

comunitario. Por consiguiente, el concepto propio de sujetos está ligado a su propio marco

cultural, el cual a su vez, expresa el concepto holístico del mundo que comparten como

comunidad (Zuluaga, 1999; González, 2012; Montero, 2004).

Page 41: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

41

Por lo tanto, partiendo de la concepción de los sujetos como seres sociales,

holísticos y permeados por múltiples esferas, surge de forma similar, el concepto de salud

propio de las comunidades indígenas. Dicha noción parte de la propia producción cultural

generada a partir de una historicidad que se comparte, que se vive y se siente día tras día.

Lo anterior, coincide con lo que Montero (2004) denomina comunidad, evidenciando una

cultura preexistente, la cual genera dentro de los integrantes de los pueblos indígenas un

sentido de pertenencia y de identidad configurados a partir de elementos culturales

arraigados, de los cuales emerge su propia denominación integral de salud. Como se

observará a continuación, la salud dentro de las comunidades indígenas integra elementos

constitutivos de su cultura, de su identidad y de su forma particular de actuar en el mundo

al ser parte y al representar una comunidad (Siagama, 2017; Montero, 2004; González,

2013).

La salud para la medicina tradicional indígena implica equilibrio y armonía con la

realidad. Por ende, para gozar de buena salud, la persona humana debe encontrar armonía

entre su cuerpo y sus pensamientos. Pero además, dicha armonía sobrepasa el plano de lo

individual y se extiende hacia lo comunitario, integrando también el plano de lo natural, de

donde provienen. Es por esto que el concepto de salud propio de las comunidades indígenas

refleja una triada indivisible entre la persona, la sociedad y la naturaleza (Zuluaga 1999;

Ruíz, 2015).

En esta idea de salud existen elementos vinculados con la categoría de comunidad y

sentido de comunidad, al observarse una verdadera comunidad, la cual se deriva de lo

común (no territorio), sino del sentimiento dado a partir una historicidad, unos intereses y

una identidad particular. En este sentido, el concepto de salud alude a lo común, que los

estructura como comunidad, en donde la salud parte de un plano individual (cuerpo-

espíritu) y se extiende hacia lo compartido; su identidad, su historicidad y su cultura, las

cuales en plena armonía simbolizan la buena salud de su pueblo (Montero, 2004).

Para la comunidad Embera en particular, la salud hace referencia a la integralidad de

la vida, donde la cosmovisión de cada pueblo y el equilibrio son elementos fundamentales.

Por consiguiente, la salud es el resultado de la armónica relación entre el individuo y el

medio que lo rodea, pero también, es un proceso que involucra el bienestar colectivo, donde

Page 42: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

42

convergen las condiciones de vida, la cultura y la equidad como aspectos determinantes de

la misma (Ruíz, 2015).

Por otro lado, para la comunidad indígena Nasa, la salud se liga a la producción y al

consumo de los alimentos que les brinda la madre tierra, la cual les proporciona un sentido

de unión, de supervivencia y de pertenencia, además de ser la garantía para el ejercicio de

la autonomía y de la existencia como pueblo. De esa manera, es a través de la tierra que se

experimenta la buena salud, la cual brinda bienestar físico y espiritual a su pueblo. Otro

aspecto clave dentro de esta comunidad en relación a su salud, es el rol que tiene la

medicina tradicional, la cual ayuda a mantener el equilibrio personal, familiar y sobre todo

comunitario, para permanecer sanos y firmes como sus antepasados (González, 2012).

La comunidad indígena Wiwa incluye en su perspectiva sobre la salud al cuerpo

como eje fundamental. Es así que al hablar de salud se considera al cuerpo como un

universo en miniatura interconectado y complejo, donde no se admiten segmentaciones. Es

por esto que la armonía del cuerpo y de los pensamientos es una parte constitutiva e

indisoluble dentro de su cosmovisión relativa tanto a la salud como a la enfermedad

(Paternina, 1999). En el caso de los Arhuacos, la buena salud hunde sus raíces y tiene su

motivación en la bioespiritualidad que debe existir entre el indígena y la naturaleza. Por tal

motivo, la salud refiere no sólo a la funcionalidad fisiopatológica presentada en el cuerpo,

sino que se extiende hacia el equilibrio espiritual, estructurado a partir de la buena relación

que surge entre el territorio y cada uno de los integrantes de la comunidad arhuaca

(Paternina, 1999).

Los Koguis por su parte, conceptualizan la salud partiendo del cumplimiento de las

leyes dejadas por su creador, KakV Serankua. Por tanto, cuidar los bosques y las lagunas

sagradas, no agredir a plantas, animales y personas, hacer ofrendas y cumplir con las

normas consuetudinarias sobre la sexualidad y el libertinaje, garantizan el goce tanto de la

buena salud, como de la buena suerte para su comunidad. De forma similar, las etnias

amazónicas Tikuna, Cocama y Yagua, tienen una visión holística de la salud y

fundamentan su concepción sobre esta en el respeto a la naturaleza y a los elementos que la

conforman como la selva, el río, los animales, los minerales y las plantas, los cuales juegan

Page 43: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

43

un papel fundamental dentro de su constitución como comunidades indígenas y determinan

en gran medida la salud de la misma (Paternina, 1999).

Siguiendo esta línea, en el Sistema Indígena de Salud Propia e Intercultural (SISPI)

se expone una propuesta propia sobre salud, definiéndola como ‘’un estado de armonía, que

responde a condiciones de integralidad y de la cosmovisión de cada pueblo; depende de las

relaciones de la persona consigo misma, la familia, la comunidad y la naturaleza’’ (Ruíz,

2014, p. 47). Desde la perspectiva indígena la salud no se conceptualiza como un proceso

individual, sino como uno que involucra el bienestar colectivo, asignándole gran valor a su

propia cultura, a las relaciones de solidaridad y de equidad social. Por ende, la salud

aparece como un evento dinámico donde opera un modelo empírico que trabaja desde una

visión del mundo integradora del hombre con realidad física, social y cultural (Ruiz, 2014;

Vallejo, 2006).

Si bien el principal aspecto en común en las definiciones relativas a la salud en las

anteriores comunidades indígenas corresponde a un holismo que se estructura a partir de

cada cosmovisión particular, hay un elemento fundamental que está en la base de dichas

configuraciones subjetivas relacionadas con la salud y es el pensarla desde un marco

comunitario. De esta manera, los rasgos constitutivos de una comunidad como lo son una

historia en común, una cultura, unos intereses, unas expectativas, un convivir diariamente y

una identidad social construida, más que construir un concepto sobre la salud, crea una

realidad (Montero 2004; González, 2012).

Por tanto, la salud en las comunidades indígenas es un concepto que está ligado a su

devenir histórico, a las bases dadas a partir de su cosmovisión, pero sobre todo a la

construcción comunitaria del nosotros, que comparte una historia social y donde se

evidencia el sentido de lo común. Y partiendo de ello, se piensa al mundo en un sentido

integral, al igual que se piensa la salud, siendo parte de un todo (Montero, 2004).

Por otro lado, la esencia de lo comunitario en las diversas nociones de salud aparece

en la estructura dinámica propia de la comunidad, la cual no es una estructura rígida y

cerrada, sino que por el contrario es dinámica y en constante transformación. Sin embargo,

la característica fundamental radica en que a pesar de existe una historicidad que ha dejado

consigo rasgos identitarios bien arraigados, es a partir de estos que surge una construcción

Page 44: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

44

en conjunto de los propios pueblos en relación a las cosas del mundo y a los significados

atribuidos a estas, entre ellas la salud, la enfermedad y el bienestar colectivo. En este

sentido, es a partir de estas construcciones colectivas y comunitarias que surge el ser parte

de, el representar a, el pensar el mundo así, el me identifico con, el soy esto y no aquello, el

somos, el sentido de comunidad que los mueve, y consigo; ‘’la unidad de lo plural’’

(Montero, 2004, p.100).

Según lo anterior, podríamos afirmar que las comunidades indígenas poseen

creencias más que definiciones de salud. Es por esto que no existen definiciones exactas y

acabadas sobre lo que cada pueblo considera como salud, sino que por el contrario, al

pensarla desde un sentido comunitario se revelan sus principios, los cuales además, poseen

una gran carga subjetividad, a la cual se le atribuye un carácter generador de la psique, en

este caso, ligado a un marco colectivo (González, 2009; Montero, 2004).

Ahora bien, es a partir de las nociones sobre la salud que algunas comunidades

indígenas se plantean un concepto relativo a la salud mental. Pero como se mencionó

anteriormente, algunos pueblos indígenas como los Tikuna y los Wiwa no admiten una

segmentación en la persona. Por tanto, la salud integral no separa lo corpóreo de lo

espiritual, y es por esto que no existe una noción relativa a la salud mental. Por el contrario,

la comunidad Embera que, aunque teniendo una visión holística tanto del ser humano,

como de su salud, plantea significados referidos a lo que desde su cosmovisión se entiende

por salud mental (Ruiz, 2014).

6.3 Concepto de Salud mental Desde el Modelo de Salud Tradicional Indígena

La noción relativa a la salud mental desde las comunidades indígenas no difiere

mucho de la concepción holística sobre la salud que poseen estas. Un ejemplo de ello es un

rastreo sobre el significado de salud mental llevado a cabo en comunidades indígenas

norteamericanas. Dicho concepto dentro de estas comunidades aborígenes está

estrechamente relacionado con las creencias y enseñanzas acerca de la creación, la vida, las

prácticas espirituales, el bienestar individual y colectivo y la interrelación de todos estos

aspectos. De esta manera, los conceptos de equilibrio y holismo son fundamentales para la

comprensión de la salud mental en dichas comunidades. Por tanto, el equilibrio entre las

cuatro dimensiones de la vida: lo físico, lo mental, lo espiritual y lo emocional se entiende

Page 45: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

45

como la base de la salud. Por otro lado, el holismo refiere a la conciencia en la

interconexión de las personas y los contextos donde se desarrolla su cultura: la naturaleza,

la familia, la comunidad e individualmente, la conexión entre cuerpo, mente, corazón y

espíritu (Ruiz, 2015).

De la misma manera, la concepción de la salud mental dentro de comunidades

aborígenes de Canadá se conceptualiza a partir de la medicina Wheel. La rueda de la

medicina traza un círculo con símbolos y cuatro cuadrantes que representan el equilibrio

mental, el bienestar físico, el emocional y el espiritual de cada persona. Dicho círculo

representa la totalidad de la existencia, la interconexión de las relaciones y el símbolo de la

vida. Por tanto, es a través de la medicina Wheel que se conceptualiza la idea de salud

mental, donde se hace especial énfasis en la interconexión de las múltiples esferas del ser

humano; y a su vez lo relativo a la enfermedad, la cual responde a un desequilibrio en una

de estas (Ruiz, 2015).

Por otra parte, dentro de las comunidades indígenas Embera, el concepto relativo a

lo que desde occidente se conoce como salud mental correspondería con lo que este pueblo

denomina ‘’sentirse bien, en una conexión con el buen vivir’’ (Ruiz, 2015, p.175). De dicho

modo, la salud mental se entiende como un estado interno de bienestar, el cual implica

armonía y equilibrio con su propio contexto social. Las categorías de sentirse bien y buen

vivir dentro de las comunidades Embera, son construcciones sociales y culturales que

integran elementos cruciales para su comunidad, donde está inmersa la familia, el colectivo,

la cultura, su territorio, los aconteceres diarios e históricos los cuales se estructuran como

aspectos esenciales en lo que respecta a la salud mental (Ruiz, 2015).

De igual forma, la salud mental dentro de las comunidades indígenas

latinoamericanas se vincula con la preservación de la identidad étnica y cultural, con la

conservación de sus formas tradicionales de organización social y con el cuidado sostenible

de los recursos naturales que habitan para garantizar su supervivencia. Por ende, estas

dimensiones de la vida comunitaria se instauran no sólo como aspectos claves que explican

la salud mental, sino como factores protectores en donde se incluyen recursos personales,

familiares y sobre todo comunitarios (Lopera y Rojas, 2014).

Page 46: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

46

Según lo expuesto en este apartado, se observa que mediante los sentidos subjetivos

de cada comunidad indígena se exterioriza lo relativo a la salud. Esto coincide con lo que

afirma Gonzales (2012) ‘’el sentido subjetivo es la forma en que una persona vive

subjetivamente su experiencia’’ (p.35). Pero, en este caso, dichas vivencias subjetivas

individuales, están determinadas por un marco cultural que integra en su cosmología el

aspecto de la salud con una mirada integral, determinada a partir de elementos constitutivos

como el cuerpo, el espíritu, la buena relación entre la comunidad, la familia, el territorio y

la conservación de su cultura (Zuluaga, 1999; González, 2009).

Finalmente, en las concepciones sobre salud y salud mental dentro de las

comunidades indígenas se evidencia que todos los aspectos a los que se alude para pensarla

y para poseerla remiten a lo que Turner (1998) denomina communitas. Donde se evidencia

la paridad en términos de procedencia, de creencias cosmológicas y de la vida en común,

para abordar el concepto integral de salud. Pero además, esta se piensa como un proceso

dinámico que está determinado por la comunidad, es decir, no hay salud sin comunidad.

Por lo tanto, la comunidad y el sentido de comunidad se instauran como elementos

generadores de salud, pero también, como elementos protectores sobre misma (Turner,

1998; Montero, 2004).

6.4 Modelo Occidental de Salud Mental: El Biomédico

En este modelo se evidencian los principios de salud heredados del Renacimiento,

aunque hayan transcurrido siglos para llegar a lo que hoy en día se conoce como

postmodernidad. Sin embargo, es evidente la influencia del modelo cartesiano en el

pensamiento de la cultura contemporánea, denominado occidental. Este paradigma resalta

el razonamiento basado en la evidencia donde se realiza la separación de sujeto-objeto y,

enfatiza en la observación lógica y razonada. Por ende, este modelo es digno heredero de la

tradición biologicista y empirista de la medicina occidental adherido al modelo cartesiano

reduccionista, sin tener en cuenta la totalidad de la persona (Guerrero y León, 2008;

Restrepo y Jaramillo, 2012).

Ahora bien, la noción de individuo desde este modelo se conceptualiza a partir de la

enfermedad de aquel cuerpo que la padece, es decir, el sujeto que expresa las dolencias

mentales perpetúa el dualismo entre mente-cuerpo, el cual se circunscribe en las formas

Page 47: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

47

occidentales de conocimiento y en la comprensión de las enfermedades mentales como tal.

Es por esto que en dicho modelo, el sujeto que enferma importa únicamente como cuerpo

que contiene la enfermedad, reduciéndolo únicamente a ella, sin abordarlo como un sujeto

en un marco referencial determinado (Vallejo, 2006; Ruiz, 2014).

Coincidiendo con lo anterior, Clavrel (1983) manifiesta que ‘’el saber del médico es

un saber sobre la enfermedad, no sobre el hombre, que no interesa al médico sino como

terreno en el que evoluciona la enfermedad” (p. 139). De dicho modo, este modelo

considera a los sujetos como portadores de enfermedad con una mirada sumamente objetiva

y reduccionista, tanto de ellos, de la salud, de la enfermedad y sus determinantes. Por tal

motivo, el sujeto pasa a un segundo plano, ya que la prioridad es la enfermedad y su

semiología. Entretanto, la concepción biomédica de la salud mental se estructura a partir de

dos elementos fundamentales: por un lado, la reducción de lo mental a un proceso

biológico, y por el otro, la ausencia de enfermedad se instaura como un criterio de

normalidad. Por ende, al sustentar la salud mental en un monismo biologicista, la

personalidad, las emociones, los comportamientos, se determinan por causas físicas

(Guerrero y León, 2008; Restrepo y Jaramillo, 2012).

Por tanto, este modelo bajo su idea de objetivación y de racionalidad extendió

dichas premisas hacia campos como la salud, donde se divide lo corpóreo y lo mental,

siendo estados antagónicos que se deben estudiar por separado. Además, quizás la

implicación más importante fue la forma de concebir propiamente a los sujetos, dejando de

lado los marcos históricos, sociales y culturales, dando paso a un individualismo. Dicha

noción, dentro del tema que aquí compete fue clave para proponer el concepto de salud

mental, el cual refleja fielmente esta dicotomía (Miranda, 2018).

Finalmente, el modelo biomédico encuentra en los manuales estadísticos sobre las

enfermedades mentales, una forma particular de abordar su concepción y su tratamiento. Es

por esto que dichos manuales de manera implícita marcan una objetivación sobre los

trastornos mentales, el cual además, desencadena un reduccionismo biológico como

principio del sufrimiento humano (Fernández, 2012). Por ende, resulta pertinente abordar el

tema de los manuales diagnósticos; lo haré en el siguiente apartado.

Page 48: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

48

6.5 Manuales Diagnósticos de Enfermedades Mentales

En principio, dentro de estos manuales diagnósticos sobre la salud mental se plantea

una analogía entre salud mental y enfermedad mental. Por lo tanto, su organización se

estructura a partir de la segunda. Ahora bien, el Manual estadístico de clasificación de

enfermedades psiquiátricas (DSM) y la Clasificación internacional de enfermedades (CIE)

tienen una aceptación generalizada y su uso se extiende casi que de manera universal. Este

carácter estandarizado de cierta manera posibilita estudios estadísticos y comparativos

sobre los trastornos mentales, los cuales a su vez, estructuran en gran medida las políticas

de salud mental. Por ende, aparece aquí un aspecto paradójico, el cual responde al

reduccionismo de la salud mental a las enfermedades mentales en el campo de la salud

pública (Fernández, 2012; Castro 2013).

En relación a lo anterior, Castro (2013) plantea que ‘’los efectos de este uso

generalizado ha alimentado el anhelo de un diagnóstico automático, donde el juicio y el

acto ético del profesional son suspendidos’’ (p.84). Por otro lado, el diagnóstico

generalmente se realiza de forma precipitada produciendo un checklist de síntomas y signos

relacionados con la enfermedad. Por ende, estas clasificaciones estadísticas han pasado de

ser una guía que ordena fenómenos epidemiológicos, a ser un manual estandarizado que

fuerza a incluir de manera arbitraria los fenómenos mentales dentro de categorías pre

establecidas (Fernández, 2012).

Además, partiendo de la analogía entre enfermedad y salud mental que promulgan

estos manuales, la tipificación de los problemas de salud mental trae consigo una serie de

consecuencias reflejadas mediante ‘’los estigmas, prejuicios y la estructura de

desigualdades que se genera en la convivencia social’’ (Fernández, 2012, p.4). Es por esto

que no sorprende encontrar sujetos que asumen e interiorizan sus diagnósticos como rasgos

que determinan sus condiciones subjetivas, a tal punto de situar su condición diagnóstica

como rasgo identitario de un discurso científico que anula cualquier posibilidad de cambio

en la posición subjetiva, perpetuando al mismo tiempo, una mirada individualista que

rechaza la inserción social y subjetiva de los sujetos (Castro, 2013; Fernández, 2012).

Ahora bien, en los principios del modelo biomédico aparecen características

fundamentales que se estructuran a partir de la individualización y el sustrato biológico,

Page 49: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

49

bajo los cuales se explican y se objetivan las enfermedades mentales. Estas características

no coindicen con los sentidos subjetivos ya que por un lado, al ser un modelo que promulga

la observación lógica y razonada, deja de lado lo relativo a la subjetividad, teniendo en

cuenta que en la base de esta, se encuentran los marcos históricos, sociales, culturales y

comunitarios de cada individuo. Por lo tanto, los sentidos subjetivos, definidos en torno a

ámbitos simbólicos y elaborados culturalmente, quedan relegados al discurso imperante, el

cual no considera lo propiamente subjetivo que emerge de las situaciones derivadas de los

sufrimientos mentales (Guerrero y León, 2008; González, 2008; 2009).

Es por esto que en el modelo biomédico no existe nada relativo a los sentidos

subjetivos, ya que en la base de sus planteamientos, lo subjetivo carece de validez y se

opone al discurso empirista dominante. Esto coindice con González (2009) el cual afirma

que ‘’no hay dimensión objetiva al vivenciar lo vivido. La vivencia de lo vivido es

inseparable de la configuración subjetiva que se organiza en el curso de la experiencia’’

(p.35). Por ende, en el modelo biomédico la subjetividad no puede ser objetivada, y por

ello, la represión se instaura como salida (González, 2009; 2008; Castro, 2013).

Por otro lado, el sentido de comunidad, al no ser exclusivo de experiencias

individuales de los sujetos, sino una construcción que surge de sus diversos espacios

sociales, tampoco aparece en la noción sobre la salud mental presente en el modelo

biomédico. Esta exclusión que, como vimos en líneas anteriores no es fortuita, una vez más

pone de manifiesto que el marco social y comunitario no interesa en este modelo, o más

bien, atenta contra su estatus científico, el cual apunta a controlar las variables de una

forma objetiva y vertical (González, 2008; Montero, 2004; Castro, 2013).

Además, el hecho de que el modelo biomédico no integre lo subjetivo, ni los marcos

comunitarios, sociales, históricos y culturales en lo relativo a la salud mental, tiene unas

implicaciones importantes. Por una parte, la salud mental queda reducida únicamente al

sustrato biológico, lo cual marca un hermetismo que busca conservar sus principios basados

en la cientificidad, dirigida únicamente al tratamiento de los malestares mentales (Galende,

2008; Castro, 2013).

Por otra parte, resulta paradójico y hasta peligroso que este modelo de psiquiatría

positivista que prescinde del sujeto sea el que prime dentro de nuestro contexto. Por último,

Page 50: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

50

el hecho de que la salud mental y enfermedad mental sean sinónimos, produce en la

sociedad una forma particular de estereotipar no solamente a los sujetos que padecen

sufrimientos de este orden, sino también a la salud mental en general, al asociarla con un

estado particular que requiere tratamiento, dejando de lado elementos como su promoción

por ejemplo (Galende, 2008; Castro, 2013).

Finalmente, el tema de la clasificación de las enfermedades además de los aspectos

cuestionables mencionados anteriormente, supone una incongruencia enmarcada en el

desarrollo científico, discurso que en el papel, supone una evolución en la comprensión de

las dolencias mentales. Sin embargo, la base de estas se sitúa en 1763, con la obra Genera

morhorum del botánico Linneo; considerada como la primera clasificación de

enfermedades. Dicha obra, la retoma y la complementa Pinel en el siglo XIX, realizando

una diferenciación entre las enfermedades de los locos para ese entonces: ‘’melancolía,

manía con delirio, manía sin delirio, demencia e idiotismo’’ (Braunstein, 2013, p.21).

Posteriormente, Emil Kraepelin ya en el siglo XX, incorporó 14 categorías descriptivas de

las enfermedades de modo nominal, coincidiendo en estructura con el CIE-8 por ejemplo

(Braunstein, 2013).

Por consiguiente, esta pequeña secuencia retrospectiva sobre el origen de la

clasificación de enfermedades, expone por un lado, una incoherencia de orden

epistemológico, siendo la botánica el modelo inspirador para su taxonomía. Y por otro lado,

su labor no es de ningún modo genuina ni dispuesta para el bien común en el ámbito de la

salud mental, sino que por el contrario, responde a intereses particulares sustentados en

proyectos ideológicos, pero sobre todo políticos. Por tanto, los trastornos mentales quedan

reducidos de forma descriptiva a un ‘’proyecto que se jacta de ser científico al clasificar

algo que no se define, no se sabe bien qué es, dónde empieza y dónde termina’’

(Braunstein, 2013, p.16).

6.6 Propuesta de Salud Mental Desde la OMS

El modelo predominante sobre la salud mental en nuestro contexto latinoamericano

es el propuesto por la OMS. Sin embargo, dicho concepto tiene su origen en 1948 con la

clara influencia de la psiquiatría americana, donde un grupo de expertos la definió como

“Un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de

Page 51: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

51

enfermedad o dolencia” (Guerrero y León, 2008, p. 612). Concepto que a lo largo de los

años ha tenido mínimas variaciones.

No obstante, dicho concepto incipiente sobre la salud mental marca claramente el

dualismo cartesiano, al conceptualizar lo propiamente relacionado a la salud mental,

distinta de la salud física. Pese a ello, esta definición no se centra en la idea de enfermedad

como veíamos en el modelo biomédico, sino en la salud de los sujetos, conceptualizada

como un estado individualizado. Además, todos los elementos que aluden a la salud quedan

reducidos al bienestar. (Guerrero y León, 2008).

Sin embargo, como se observará a continuación, el concepto de salud mental por

parte de la OMS, a lo largo de los años ha variado muy poco, y dichas variaciones se han

dado básicamente porque su definición ha sido duramente criticada por la comunidad

científica, hasta el punto de tildarla de reduccionista, descontextualizada y confusa. Es por

esto que la OMS ha venido integrando y modificando ciertos elementos conforme a los

desarrollos y a las críticas de las disciplinas científicas (Miranda, 2018).

En el año 2004, la OMS a través del texto Invertir en la salud mental, redefinía la

salud mental como ‘’el estado de bienestar que permite a los individuos realizar sus

habilidades, afrontar el estrés normal de la vida, trabajar de manera productiva y fructífera,

y hacer una contribución significativa a sus comunidades’’ (p.4). De la misma manera, en

dicha definición se incluyó el bienestar subjetivo, autonomía, competencia, dependencia

intergeneracional y reconocimiento de la habilidad de realizarse intelectual y

emocionalmente y se hace énfasis en que la salud mental es más que la mera ausencia de

trastornos mentales (OMS, 2004).

Esta nueva conceptualización aunque siendo un poco más elaborada y aterrizada a la

realidad, sigue marcando la salud mental como un estado de bienestar individualizado

generado en los sujetos y a partir de ahí, exteriorizado; produciendo consecuencias en sus

entornos. Pero en ningún momento alude a una interpretación opuesta, donde dicho estado

se determine a partir de factores culturales, socioeconómicos o lo que denomina Montero

‘’comunitarios’’ (Montero, 2004). En este sentido, esta definición de salud mental no se

corresponde con el sentido de comunidad, ya que la comunidad a la que alude es

Page 52: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

52

exclusivamente receptora de los individuos, no dinamizadora ni creadora de bienestar

colectivo (Montero, 2004).

Por ende, aparece aquí un elemento importante que remite al orden de las cosas.

Desde la comunidad y el sentido de comunidad se produce un bienestar colectivo que

emerge a partir de una historicidad, de unos sentires y de unos intereses en común, los

cuales generan bienestar individual a sus integrantes, y es sólo a partir de ahí que se piensa

en un estado individualizado como resultante de un colectivo. Por el contrario, en la

definición de la OMS, el bienestar individual, impacta directamente sobre la dinámica

cotidiana y productiva de los sujetos (Montero, 2004; González, 2009).

Según lo anterior, dicho estado de bienestar remite fundamentalmente a los sentidos

subjetivos de los individuos, que enmarcados en sus entornos sociales, determinan dicho

significado. Sin embargo, la definición puntual de la OMS no advierte lo subjetivo que

resulta ser su concepto de ‘’bienestar’’. Por tal motivo, las categorías de sentido de

comunidad y sentidos subjetivos, interrogan esta definición partiendo de la premisa del

bienestar, enfatizando que es a partir del ambiente en el que se desenvuelve la vida de los

sujetos que se determina esa noción subjetiva al bienestar, contraponiéndose a la premisa de

considerarlo como un estado que se da de forma fortuita o natural (Montero, 2004;

González, 2008; 2009).

Ahora bien, a primera vista esta definición marca una diferencia notable con la

emitida en 1948, donde además, se incluyen ‘’nuevos elementos’’, los cuales quedan por

fuera de la definición oficial. En consecuencia, la inclusión de dichos aspectos es

cuestionable, al no generar un cambio de perspectiva en la definición propia de la OMS. Es

por esto que se sigue pensando la salud como un estado fijo, donde las perspectivas de

bienestar y normalidad se ligan a la productividad (Miranda, 2018).

Por otro lado, en el Plan de Acción Integral sobre Salud Mental 2013 – 2020, la

OMS definió la salud mental como “un estado de bienestar en el que el individuo realiza

sus capacidades, supera el estrés normal de la vida, trabaja de forma productiva y fructífera,

y aporta algo a su comunidad” (OMS, 2013, p.9). Nueve años más tarde, la OMS emite este

concepto sobre la salud mental, el cual si se observa detenidamente, corresponde a una

paráfrasis de aquella definición del 2004. Por lo tanto, desde esta perspectiva, ni los

Page 53: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

53

aspectos que constituyen la salud mental, ni los sujetos, ni los determinantes de esta se

consideran dinámicos, y por el contrario, se revela una forma de reduccionismo relativo a la

salud mental, además de una homogeneización de los individuos (Miranda, 2018).

Esta redefinición de la salud mental una vez más pone de manifiesto que en su

elaboración conceptual no hay lugar para pensar un marco comunitario como generador o

potencializador de la misma, sino que por el contrario, la comunidad en su sentido más

básico, responde al discurso contemporáneo ligado a la productividad. Además, las

configuraciones y los sentires subjetivos dentro de dicha definición se manifiestan

únicamente en la noción de bienestar, el aspecto fundamental que permite al individuo

afrontar el día a día y aportarle a la comunidad en los mismos términos productivos. Por

consiguiente, los sentidos subjetivos tampoco se instauran como un elemento importante

que ayude a pensar la salud mental más allá de un estado de bienestar que propicie la

utilidad de los sujetos (Montero, 2004; González, 2008).

En el 2018, la OMS emite Salud mental: fortalecer nuestra respuesta, una

propuesta que se seguía estructurando bajo la definición anterior, sin embargo, se

incluyeron estos enunciados relativos a la salud mental:

La salud mental es parte integral de la salud; tanto es así que no hay salud sin salud

mental.

La salud mental está determinada por múltiples factores socioeconómicos,

biológicos y medioambientales.

Existen estrategias e intervenciones intersectoriales eficaces y rentables de

promoción, protección y restablecimiento de la salud mental

La salud mental es el fundamento del bienestar individual y del funcionamiento

eficaz de la comunidad (OMS, 2018, parr.1).

Además, la OMS hace un llamado a que las políticas nacionales de salud mental no

se ocupen únicamente de los trastornos mentales, sino que también su labor se ocupe de

cuestiones más amplias que promuevan la salud mental con el compromiso de los sectores

gubernamentales y no gubernamentales. Y a partir de esto, se destaca la importancia no

Page 54: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

54

sólo del sector de la salud, sino también la integración de otros sectores como la educación,

el trabajo, la justicia, el medio ambiente, la vivienda y la asistencia social (OMS, 2018).

En esta definición una vez más, se incluyen elementos que complementan el

concepto oficial sobre la salud mental, pero en ningún momento se incluyen en dichas

líneas, ni se propone una redefinición a partir de ellas. Sin embargo, estos aspectos apuntan

a un concepto de salud mental más integracionista al referirse a determinantes de tipo

socioeconómico, biológico y medioambiental, los cuales marcan una clara diferencia con

respecto a las definiciones anteriores.

Ahora bien, estos elementos de apoyo para conceptualizar la salud mental coinciden

con lo que constituye los sentidos subjetivos, ya que al extender la mirada hacia campos

como la educación, el medio ambiente, los marcos comunitarios, el trabajo y los

determinantes nombrados anteriormente, se incluye gran parte de material tanto simbólico

como emocional, producido en las experiencias de la vida de las personas, y es a partir de

esto que se determina lo relativo al estado de bienestar que propone la OMS (González,

2008). Además, la noción de los individuos varía notablemente con respecto a los

elementos incluidos en años anteriores. Aquí, aunque se haga hincapié en lo individual, se

presenta la comunidad como determinante importante de la salud mental. De la misma

manera, surge lo que Montero (2004) denomina ‘’la primera persona del plural: nosotros’’

(p.95) en un sentido relacional para pensar la salud mental.

6.7 Autores en el Modelo Occidental que Apelan a la Salud Mental Desde un Marco

Comunitario

Estando circunscrito en el denominado modelo occidental, Emiliano Galende (1997)

propone una noción de salud mental en la cual no se piense como sinónimo de enfermedad,

ni tampoco como algo que remita únicamente al plano individual y patológico de los

sujetos (Fernández, 2012). Por el contrario, su planteamiento sobre la salud mental, va más

allá de una simple definición puntual, donde busca desligar el objetivo que

tradicionalmente se le ha atribuido a la salud mental, la enfermedad. Por lo tanto, al no

centrarse en ella, Galende apela a que la salud mental siendo un complejo constructo, debe

ser objeto de campos ‘’interdisciplinarios, intersectoriales, interprofesionales e

interinstitucionales’’ (Fernández, 2012, p.3).

Page 55: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

55

Además de su crítica sobre la conceptualización individual y patológica que

tradicionalmente se le ha otorgado a la salud mental, agrega como elemento esencial una

forma particular de abordarla desde un sentido social, el cual no se centra en lo biológico

(sin desconocerlo), si no que por el contrario, sitúa la comprensión de los sujetos en un

marco social-histórico y a los valores positivos que surgen a partir de las relaciones de estos

con sus entornos comunitarios (Fernández, 2012). Por ende, la salud mental desde esta

perspectiva se estructura a partir de sujeto-cultura, en relación a los ‘’fenómenos políticos,

valores socioculturales, relaciones histórico-sociales, a las vicisitudes de los conjuntos

humanos y los efectos que generan en las formas de vida los enfrentamientos por el poder’’

(Barenblit, 1997, s.p.).

Esta perspectiva de la salud mental planteada a partir de un marco social en su

sentido sistémico y relacional apunta a pensarla y a entenderla desde las construcciones

subjetivas generadas a partir de circunstancias de vida compartidas, siendo elementos

determinantes, tanto en su sentido positivo como negativo. Por ende, esta propuesta de

salud mental marca un notable contraste con el modelo biomédico y con el de la OMS al

situarla y conceptualizarla desde otros ámbitos, así como también, entendiendo que la salud

mental más que un estado, es una construcción que surge a partir de la relación entre los

sujetos y sus marcos culturales, sociales y ambientales (Montero, 2004; González, 2008;

2009).

Por tal razón, la salud mental vista desde una perspectiva comunitaria implica

repensar el razonamiento tradicional biológico, el cual en su aspiración de legitimar el

discurso científico que encubre un objetivismo ateórico, ignora los elementos que se

escabullen de sus categorías clasificatorias. En este caso particular, las manifestaciones

subjetivas de los sujetos que padecen sufrimientos psíquicos, los cuales asumen una

posición sobre ellos. Por lo tanto, el malestar psíquico y su engranaje subjetivo escapa a la

observación objetiva y a las clasificaciones estadísticas (Fernández, 2012; Castro, 2013;

González, 2009). Pero además, el discurso biomédico guarda en sí mismo una pretensión

totalizante en su forma de abordar y de comprender los sufrimientos mentales. Y en dicha

dinámica ocurre una supresión de los sujetos, de su padecimiento, de su postura sobre este,

Page 56: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

56

de su palabra y de sus experiencias socioculturales, las cuales atentan contra sus criterios

objetivos que soportan la esencia de su ética (Galende, 2008; Montero, 2004).

De esta manera, vemos según Galende, que la salud mental va mucho más allá de

una simple definición cargada de elementos que si bien, en muchos casos corresponden con

la salud mental, se tornan confusos y con desarrollo desprovisto. Por ende, desde esta

perspectiva, la salud mental implica aspectos de lo netamente humano como es la política y

la subjetividad exteriorizada a través de las relaciones y las producciones socioculturales.

Además, el pensar y abordar a los sujetos como seres sociales dejando de lado el discurso

patológico, extrapola la salud mental hacia otros terrenos, de donde emergen otros

abordajes y otras conceptualizaciones (Fernández 2012; González 2012; Galende 1997).

Por otro lado, Erich Fromm plantea su conceptualización sobre la salud mental

desde una perspectiva ética, es decir, cuestionando aquello que le hace bien y le hace mal al

hombre. Pero además, en la base de sus planteamientos, la noción de sujetos está

estrechamente ligada a su situación específicamente humana con la que llega al mundo,

trayendo consigo, ciertas necesidades indispensables que deben ser satisfechas. Por ende, el

grado de salud mental de los sujetos, depende de la manera en cómo estas necesidades

resultantes de su propia condición humana, sean satisfechas (Macaya, Vyhmeister y Parada,

2018; Ubilla, 2009).

Si bien esta conceptualización sobre la salud mental en primera instancia marca un

individualismo que remite a una condición netamente humana, Fromm recalca que las

formas en que dichas necesidades sean satisfechas dependen del contexto social, histórico y

natural de cada uno. En consecuencia, el sujeto individual, es visto en relación a estos

contextos, los cuales determinarán una forma particular de ver el mundo, y a partir de este

vínculo y de la forma en que se satisfagan dichas necesidades, se determinará el grado de su

salud mental (Macaya, Vyhmeister y Parada, 2018).

Según lo anterior, la postura de Fromm coincide con la de Galende al manifestar en

su noción sobre salud mental una relación fundamental entre el sujeto y cultura. Este es

básicamente el punto de partida para problematizarla desde una perspectiva integral que no

se centre en una mirada patológica y netamente objetiva, sino más bien, poner de

manifiesto que en la dinámica de los sufrimientos psíquicos, entran en juego sentires

Page 57: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

57

subjetivos y experiencias que se develan a través de los discursos particulares de cada

sujeto. Esto marca un rumbo totalmente distinto al modelo tradicional sobre la salud

mental, el cual brilla por la sumatoria de diversas disciplinas, pero sin integración alguna

(Galende, 2008; Macaya, Vyhmeister y Parada, 2018).

Por otro lado, las necesidades que marca Fromm se relacionan directamente con la

subjetividad de cada persona, y a las construcciones producidas desde su entorno histórico,

social, cultural y natural. Para Fromm, dichas necesidades son las siguientes: ‘’la necesidad

de vínculo, de un marco de orientación, de poder entregarse a algo, de arraigo, de identidad

y de trascendencia’’ (Macaya, Vyhmeister y Parada, 2018, p.344). Por lo tanto, sería un

error universalizar las experiencias individuales y colectivas sobre la forma en que se

satisfacen ciertas necesidades, aspecto que remite inmediatamente a sentidos subjetivos que

marcan atribuciones propias a la forma tanto de entenderlas, como de satisfacerlas

(Macaya, Vyhmeister y Parada, 2018; González 2012).

Por tal motivo, las necesidades a las que alude Fromm, inmediatamente remiten a un

marco social, el cual es indispensable para la salud mental. Pero además, dichas

necesidades coinciden con lo que según Montero (2004) son elementos claves para hablar

sobre sentido de comunidad, entendiendo esta última como ‘’sentimiento’’ y no como lugar

o territorio. Por ende, si los individuos desarrollan un sentido de identidad y de pertenencia

comunitaria, las necesidades a las que alude Fromm, son muy similares a lo recibido en

términos afectivos y simbólicos por parte de una comunidad particular a la que se

pertenezca (Montero, 2004).

Ahora bien, tras haber expuesto lo relativo a la salud mental desde ambos modelos,

presento a continuación un cuadro comparativo que incluye en cada caso la noción de

sujetos, de salud y de salud mental, las cuales de manera conjunta, componen lo

concerniente a la salud mental en cada modelo.

Cuadro 1. Cuadro Comparativo Entre el Modelo de Salud Tradicional Indígena y el

Modelo Occidental de Salud Mental

Modelo Noción de sujetos Noción de salud Noción de salud mental

Page 58: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

58

Modelo de salud

tradicional

indígena

‘’La persona humana no es sólo

cuerpo, sino también

pensamientos, recuerdos,

emociones y espiritualidad.

Además, se incluye la armonía

en las relaciones sociales, de

familia, de vecindario y

comunitarias’’ (Zuluaga, 1999,

p.10).

‘’La salud hace referencia a la

integralidad de la vida, donde la

cosmovisión de cada pueblo, la

armonía y el equilibrio son

fundamentales’’ (Ruiz, 2014,

p.400). El concepto de salud

desde las comunidades

indígenas apunta a la triada

armónica entre persona-

sociedad-naturaleza (Zuluaga,

1999, p11).

Algunos pueblos indígenas como

los Embera conceptualizan la

salud mental de ‘’manera

holística, contextual, ligada al

territorio, el bienestar colectivo y

la armonía con la madre

naturaleza’’ (Gómez, Rincón y

Urrego, 2015, p.120).

Modelo

biomédico de

salud mental

Sujeto biológico poseedor de

enfermedad (Vallejo, 2006).

Alude al principio de

normalidad en el

funcionamiento biológico para

conceptualizar la salud. Por

ende, se define como ausencia

de enfermedad, siendo esta

última, aquello que el

profesional pueda reconocer,

demostrar y clasificar (Baeta,

2015).

‘’La salud mental está sustentada

en un monismo biologicista en el

cual lo mental se reduce a

procesos biológicos; en

consecuencia, la personalidad, el

comportamiento, los afectos, las

emociones y los pensamientos

están determinados por causas

físicas’’ (Restrepo y Jaramillo,

2012, p.48).

Modelo de salud

mental OMS

Se marca una clara

individualización de los sujetos,

los cuales a partir de su

bienestar subjetivo, responden a

las exigencias diarias de la vida.

(OMS, 2004)

Posterior a esto (2018), los

individuos siguen siendo vistos

en términos de utilidad, pero se

incluyen determinantes en su

bienestar los factores

socioeconómicos, culturales,

ambientales, psicológicos

(OMS, 2018).

‘’La salud es un estado de

completo bienestar físico,

mental y social y no solamente

la ausencia de afecciones o

enfermedades’’ (OMS, 2004,

p.5).

‘’La salud mental puede ser

definida como el estado de

bienestar que permite a los

individuos realizar sus

habilidades, afrontar el estrés

normal de la vida, trabajar de

manera productiva y fructífera, y

hacer una contribución

significativa a sus comunidades’’

(OMS, 2004 p.4).

‘’La salud mental es un estado de

bienestar en el que la persona

realiza sus capacidades y es capaz

de hacer frente al estrés normal de

la vida, de trabajar de forma

productiva y de contribuir a su

comunidad. En este sentido

positivo, la salud mental es el

fundamento del bienestar

individual y del funcionamiento

Page 59: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

59

eficaz de la comunidad’’ (OMS,

2018, parr.4)

Emiliano

Galende

Sujeto social e histórico

(Fernández, 2012).

Estado dinámico que depende

de componentes sociales,

familiares y grupales

(Fernández, 2012).

Fenómeno dinámico que no

remite a un estado individual

patológico, sino como resultado

de la relación entre los individuos

y sus contextos culturales,

sociales y comunitarios

(Fernández, 2012; Galende 1997).

Erich Fromm

Sujeto instintivo por su

condición natural (Ubilla,

2009).

Condición derivada de la propia

condición natural del hombre, la

cual se determina por un marco

social e histórico (Ubilla, 2009).

Concepto que parte de la

naturaleza propia del hombre y se

determina por la forma en que sus

necesidades fundamentales sean

satisfechas (Ubilla, 2009).

En primer lugar, la diferencia más notable entre ambos modelos sobre la noción

relativa a la salud mental reside en la diferencia cultural. El principio de realidad para los

pueblos indígenas parte de su cosmología, que a su vez, se estructura bajo el legado cultural

de sus antepasados, interiorizado desde el plano colectivo al individual. De esta manera, las

raíces culturales fundan el principio comunitario, bajo el cual se comparte una vida, un

sentir y una identidad, que configura la subjetividad de sus integrantes, generando una

consciencia colectiva que los une a través de lo simbólico y de lo emocional (Montero,

2004; González, 2009).

En consecuencia, a través de sus discursos y de sus prácticas culturales se evidencia

su forma particular de comprender el mundo, los elementos que lo constituyen y se asume

una postura sobre ello, que responde a un marco colectivo cultural. Por lo tanto, las

nociones relativas a la salud, a las personas humanas, a sus relaciones sociales, a la

enfermedad, a la vida, al mundo y lo ético, se estructura en un holismo donde todo se

relaciona, y el principio relativo a la salud depende del equilibrio entre todos estos aspectos

(Zuluaga, 1999). De esta manera, en las nociones relativas a la salud y a la salud mental en

algunos casos particulares, se evidencia fielmente cómo a partir de la conformación de lo

Page 60: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

60

comunitario se piensa el mundo de una manera holística e integral, donde no se fragmenta

ni el humano, ni su salud, ni los aspectos que la determinan (Montero, 2004; Zuluaga,

1999).

Por ende, es a través de la interrogación de los sentidos subjetivos y del sentido de

comunidad respecto a la noción propia de salud, que se evidencia cómo se vive, cómo se

piensa y cómo se siente desde ‘’la unidad de lo plural’’ (Montero, 2004, p.100).

Por otro lado, el modelo occidental se estructura a partir de marcos conceptuales y

epistemológicos que reflejan nociones relativas a la salud mental, a los sujetos, a la

enfermedad y a sus determinantes. Es por esto que en principio, ambos modelos parecen

totalmente antagónicos al tener fundamentos distintos. Sin embargo, las categorías de

análisis pusieron de manifiesto varios puntos de encuentro en relación a la noción de salud

mental, que si bien, como se mencionó anteriormente, parten de premisas sobre la realidad

distintas, pueden encontrar puntos de convergencia. De este modo, el modelo en el que

menos se evidencian elementos relativos a las categorías de análisis es el biomédico, pero

su premisa de partir del sustrato biológico está en la base de la construcción de una salud

mental integracionista e intercultural (Restrepo y Jaramillo, 2012).

Siguiendo esta línea, la propuesta de salud mental de la OMS ha venido

evolucionando de manera interesante al volcar la mirada sobre ámbitos que antes se

desconocían como el socioeconómico y el comunitario, teniendo en cuenta que son

aspectos que la determinan, pero que también la promueven. Finalmente, desde los

conceptos teóricos de los autores, se reflejan elementos propios de las categorías de

análisis, al pensar la salud mental como un estado dinámico que se determina y se aborda

desde múltiples esferas. Además de enfatizar el aspecto relacional entre los sujetos y sus

contextos de donde surgen construcciones subjetivas, las cuales son claves para plantear la

salud mental desde una perspectiva integral (Fernández, 2012; OMS, 2018).

7. Conclusiones

Los sentidos subjetivos y el sentido de comunidad, propuestos como medio de

análisis, reflejan la manera en cómo desde cada uno de los modelos indagados se piensa la

salud mental, integrando consigo nociones de sujetos, de salud, de enfermedad y del

mundo. En consecuencia, los elementos hallados y posteriormente analizados, permitieron

Page 61: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

61

un ejercicio comparativo cuyo objetivo principal respondió a su articulación, a fin de pensar

y proponer un modelo de salud mental dialógico, integral e intercultural.

Ahora bien, en la base de dicha propuesta dialógica entre ambos modelos se halla

una diferencia cultural notable que evidencia una forma particular de concebir las cosas del

mundo. Estas nociones obedecen al modo en que se producen conocimientos desde cada

uno. Por un lado, la medicina tradicional indígena encierra lo histórico y lo comunitario,

aspecto que fundamenta su cosmovisión y, partiendo de este marco compartido, se

exterioriza lo relativo a la realidad. Por otro lado, el modelo occidental se encuadra en el

ámbito científico, expresando otra forma particular del mundo. Por ende, ambos modelos

responden a fijaciones de creencias, una de orden cultural y la otra científica (Samaja, s.f.).

Ampliando lo anterior, las concepciones relativas a la salud mental desde las

comunidades indígenas se estructuran a partir de su historicidad como pueblos, donde se

comparte no sólo el territorio sagrado, sino también una fuerza identitaria que los configura

a través de su cosmovisión, conservada en el tiempo por medio del vínculo social,

simbólico y cultural. Por tal razón, las creencias culturales son las que sostienen sus

prácticas y sus concepciones, en este caso particular, lo relativo a la salud se expresa en

términos de creencias, no de definiciones (Zuluaga, 1999).

Lo anterior coincide con lo que Samaja (s.f.) denomina el método de la tradición,

aquel que refiere a una forma particular de producción de conocimientos dado a partir de un

marco comunitario. Por lo tanto, las costumbres ancestrales, la ética comunitaria, la

cosmovisión, las prácticas culturales, sociales y simbólicas, se instauran como fijaciones de

creencias transmitidas a través de ‘’sujetos que están investidos de autoridad’’ (Samaja, s.f,

p.13). De dicho modo, el método de la tradición expresa las creencias colectivas dadas en

espacios sociales, por ende, abarca lo comunitario y lo subjetivo, aspectos esenciales en la

idea holística sobre la salud que poseen las comunidades indígenas (Zuluaga, 2009;

Montero, 2004; Samaja, s.f.).

Por el contrario, las nociones relativas a la salud mental desde el modelo occidental

se fundamentan en creencias histórico-científicas. Como se evidenció anteriormente en las

propuestas del modelo biomédico, de la OMS y de los autores, existen diferencias de orden

epistemológico y conceptual entre ellas, generando que las nociones sobre la salud, la

Page 62: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

62

enfermedad, los sujetos y las formas particulares de abordar la salud mental difieran unas

de otras, aunque respondan al ámbito científico.

En consecuencia, dicho ámbito también responde a una fijación de creencias,

particularmente, las creencias sustentables. Por ende, para los dos primeros modelos, no

hay lugar para el ámbito subjetivo, intuitivo o especulativo, sino únicamente para aquello

que responda a la razón y a lo objetivo a fin de someterse a hipótesis y contrastaciones

empíricas. En este sentido, las nociones sobre la salud mental desde el modelo occidental

responden a fijaciones de creencias sustentadas bajo el discurso científico, que supone un

consenso de expertos en ámbitos determinados sobre la naturaleza de las cosas y sobre los

lineamientos propios para producir conocimientos (Samaja, s.f.).

En definitiva, las concepciones relativas a la salud mental desde ambos modelos

responden a fijaciones de creencias de distinto orden. Por un lado, las creencias histórico-

culturales, determinadas por sentidos de comunidad. Por el otro, creencias histórico-

científicas orientadas a excluir lo subjetivo y lo comunitario, para centrarse en el individuo.

Por tal razón, es a partir de la validación de ambos modelos y su forma de construir

conocimientos que se puede proponer un modelo sobre la salud mental dialógico e integral

entre ambas vertientes (Samaja, s.f.).

Hasta este punto se han expuesto dos conclusiones que fundamentan la construcción

propia sobre un modelo de salud mental dialógico e integral entre ambos modelos. El

primero corresponde al resultado de la interrogación de los sentidos subjetivos y el sentido

de comunidad sobre la salud mental en cada discurso, los cuales desde la medicina

tradicional indígena reflejan un sentir colectivo, la no segmentación de lo humano y la

importancia del ámbito comunitario, como determinante y como generador de la buena

salud. Por parte del modelo occidental, aunque se piense la salud mental desde un ámbito

individualizado, patológico, productivo y se minimicen los determinantes sociales, es

importante resaltar la importancia del sustrato biológico que está en la base de esta

discusión. Además de la importancia de la institucionalidad para hablar y para promover la

salud mental, como el caso de la OMS que ha venido integrando aspectos que antes se

desconocían (Vallejo, 2006; OMS, 2018; Paternina, 1999).

Page 63: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

63

El tercer elemento corresponde a la postura que adopta cada modelo sobre la posible

integración de sus saberes con respecto a la salud. La medicina tradicional indígena, por su

parte, no es ajena ni excluye los saberes de la medicina occidental, de hecho, hay ocasiones

en que se sitúa por encima de sus propias prácticas tradicionales ya que las mismas

comunidades expresan que hay situaciones que lo ameritan (Salazar y Ordoñez, 2017;

Suaza y Sandín, 2014).

En este sentido, las comunidades indígenas manifiestan que no existe superioridad

de un modelo sobre otro, sino que, por el contrario, cada uno posee unas particularidades y

una eficacia evidenciada en ciertas situaciones. Por ende, pensar la salud desde la

interculturalidad no supone conflictos comunitarios, sino una oportunidad para adquirir

conocimientos de forma recíproca. Es por esto que desde las comunidades indígenas

consideran que su modelo de medicina tradicional aporta elementos interesantes a las

prácticas occidentales, tales como abordar a los sujetos en relación a sus creencias y a los

marcos socioculturales en los cuales se inscriben (Vallejo, 2006).

Por otra parte, el sistema de salud occidental ha propiciado diversos espacios de

diálogo con médicos tradicionales indígenas con el fin de incorporar sus perspectivas, sus

medicinas y sus prácticas culturales en la atención primaria de salud. Pero además, esto

implica volcar la mirada sobre su cosmovisión, sobre su organización social y pensar su

vinculación con el estado al proponer una adaptación cultural a los programas de salud

presentes en nuestro país. Finalmente, esta propuesta tiene un gran componente

pedagógico, el cual intenta a partir de las diferencias culturales producir conocimientos de

forma recíproca (Suaza y Sandín, 2014).

7.1 Un modelo Integral de Salud Mental: Lo Comunitario, lo Biológico y lo

Institucional

Pensar la salud mental desde una perspectiva integracionista implica, en primer

lugar, adoptar una postura que valide las diversas formas de conocimientos y las posturas

que emergen de ellas, de lo contrario, estaríamos frente a una doctrina dogmática que

encubre cierta superioridad en términos conceptuales y prácticos sobre un determinado

tema. Por ende, nuestra propuesta, con base en los elementos hallados y discutidos a lo

largo de este trabajo, parte de la integración de elementos particulares de cada modelo y de

Page 64: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

64

los autores, sin sobreponer uno sobre otro, sino pensando en una complementariedad que

brinde un panorama integracionista entre ellos.

De este modo, es innegable la importancia del sustrato biológico como base

constitutiva de los seres humanos el cual, en muchos casos, brinda explicaciones tanto del

funcionamiento como de factores determinantes de las enfermedades mentales (Restrepo y

Jaramillo, 2012). Precisando la importancia de dicho componente, es pertinente e incluso

necesario agregar el factor social, como aspecto generador y determinante de la salud

mental. Por tanto, el modelo tradicional indígena en su concepción de sujetos como seres

sociales holísticos y permeados por múltiples esferas, manifiesta que la salud se sitúa

también en lo comunitario, en la buena relación del sujeto con su entorno y en el equilibrio

que se logre entre el cuerpo, el espíritu y la comunidad a la que se pertenece (Zuluaga,

1999; Ruiz, 2015).

En este sentido, la salud mental no remite a un estado individualizado y netamente

biológico, sino que refiere a un estado que se determina en gran medida por la colectividad,

por los lazos sociales, por la interrelación de los sujetos y sus entornos. Además, como su

mismo nombre lo indica, y las comunidades indígenas lo han interpretado de muy buena

manera, refiere a la salud y a la dinámica para crearla y potenciarla, no sólo a la

enfermedad. Esto coincide con la propuesta de Galende (1997) al no pensarla como

sinónimo de enfermedad, sino como un complejo constructo donde está inmerso un sujeto

histórico cultural, sus relaciones comunitarias, su calidad de vida, y los componentes

sociopolíticos que la determinan (Galende, 1997; Montero, 2004).

Siguiendo esta línea, el marco social en el que se desarrolla la vida de los sujetos es

un aspecto fundamental que determina en gran medida su nivel de salud mental, por tanto

las necesidades a las que alude Eric Fromm resultan pertinentes para entender las dinámicas

sociales de los sujetos en relación a su nivel de salud mental. De esta manera, ‘’la necesidad

de vínculo, de un marco de orientación, de poder entregarse a algo, de arraigo, de identidad

y de trascendencia’’ (Macaya, Vyhmeister y Parada, 2018, p.344), son aspectos que aluden

al componente netamente social de los seres humanos, y al hablar de salud mental, se debe

volcar la mirada a la forma en que se construyen estos vínculos entre los sujetos y su

cultura (Galende, 1997; Macaya, Vyhmeister y Parada, 2018).

Page 65: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

65

Para redondear esta breve construcción, la institucionalidad juega un aspecto clave a

la hora de pensar un modelo de salud mental intercultural, ya que es a través de entidades a

nivel mundial como el caso de la OMS que se debe dar muestra de la integralidad, en

términos conceptuales e interculturales sobre la salud mental. Por tanto, es pertinente que a

través de la institucionalidad se adelanten diálogos interculturales sobre las diversas

concepciones y prácticas en salud mental, a fin de tener una visión mucho más amplia, y de

considerar a los individuos en relación al ‘’rol crucial de lo social en la determinación de

subjetividades e identidades’’ (Ruiz, 2015, p.405).

Finalmente, esta construcción sobre la salud mental refleja que es posible a través

del ámbito académico problematizar temas que en nuestra realidad se tornan confusos

debido a la naturaleza que le otorgan los campos que la estudian. En este caso particular, a

partir de la interrogación de los sentidos subjetivos y del sentido de comunidad sobre las

nociones de salud mental desde cada modelo, se propuso una postura dialógica e integral

entre ellos, los cuales estaban marcados y determinados principio por un antagonismo

cultural y epistemológico (González, 2009; Montero, 2004; Ruiz, 2015).

7.2 Limitaciones y Posibles Líneas de Investigación

Como es sabido, la limitación principal en este caso fue de orden metodológico

debido a la emergencia sanitaria derivada del Covid-19, por lo que el trabajo de campo no

pudo llevarse a cabo. Por ende, se considera importante abordar el tema de la salud mental

directamente con las comunidades indígenas y, con base en ello, contrastar dichos hallazgos

con los materiales brindados por la literatura científica.

Con respecto a la búsqueda de material bibliográfico, una de las limitaciones

principales fue encontrar material relativo a la salud mental como tal desde las

comunidades indígenas. De la misma forma, no se encontró nada relativo a este tema a

través de materiales audiovisuales, aspecto que hubiera aportado en gran medida al

desarrollo de esta investigación.

Por otro lado, la salud mental brinda muchas posibilidades para continuar con líneas

de investigación. Este trabajo en particular, espera ser de utilidad en términos teóricos y

metodológicos para la continuación de estudios sociales y comunitarios con comunidades

indígenas latinoamericanas, desde el ámbito de la salud mental o desde cualquier otro. De

Page 66: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

66

igual manera, se abre la posibilidad para que los modelos y las prácticas occidentales entren

en dialogo con las prácticas culturales indígenas, y que sea desde nuestro ámbito académico

que se expongan dichos hallazgos con el propósito de potenciar nuestro campo

comunitario, las comunidades indígenas, y el saber occidental, desde lo dialógico e integral.

8. Discusión

Los trabajos antropológicos con comunidades indígenas en Latinoamérica han sido

de gran importancia para el desarrollo conceptual y comprensivo de sus particulares

prácticas sociales y culturales, los cuales además han propiciado otro tipo de estudios de

diversa naturaleza. Este caso en particular es un ejemplo de ello, donde los estudios

antropológicos fueron de gran utilidad para comprender la noción de mundo de las diversas

comunidades indígenas, y a partir de ahí, proponer una perspectiva de estudio desde el

campo comunitario. Por lo tanto, la naturaleza integradora a la que apunta esta

investigación, se estructuró bajo esa misma idea, compuesta por elementos de la historia, la

antropología, la psiquiatría y la psicología social comunitaria.

En este sentido, desde la época de la conquista donde a los indígenas se les despoja

de sus tesoros naturales, culturales y simbólicos se observa en sus comunidades una gran

fortaleza comunitaria que los ha acompañado a lo largo de los años de lucha y resistencia.

Por lo tanto, podría considerarse que en sus concepciones sobre la salud se evidencia aquel

vínculo que los ha estructurado como comunidad durante siglos, al pensarla desde un marco

colectivo que la promueve y la determina. De la misma manera, el sentido de comunidad se

sitúa como una de las principales fuentes de bienestar, que además, guarda consigo una

historicidad, una identidad y unas acciones compartidas, las cuales le ‘’otorgan un asiento

al recuerdo y un nicho a la memoria colectiva e individual’’ (Montero, 2004, p.99).

Siguiendo esta línea, la idea de salud holística e integral de las comunidades

indígenas coincide con las afirmaciones de Montero (2004) y de Baró (1986) al no separar

lo psicológico de lo comunitario, y al ser partícipes de que la salud mental se focalice en las

relaciones sociales, interpersonales e intergrupales, partiendo de un contexto familiar,

institucional o comunitario, aspectos latentes en las concepciones sobre la salud desde las

comunidades indígenas. Este punto marca un claro contraste respecto al modelo occidental

sobre la salud mental, el cual se sitúa en un paradigma individualizado, minimizando la

Page 67: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

67

importancia de las dinámicas sociales y relacionales de los sujetos (Restrepo y Jaramillo,

2012; Montero, 2003; Baró, 1986).

Por otro lado, el concepto de salud adoptado por el modelo occidental también trae

consigo un devenir histórico, el cual en la antigua Grecia, de donde surge, estaba más del

lado de la armonía y de la mesura, como ejes del vivir. Su objetivación se dio en el Imperio

Romano, al separar lo corpóreo de lo mental (salud-salud mental) y, consigo, la línea

histórica que nos trae hasta aquí. Por lo tanto, la interrogación de las categorías de análisis

al concepto de salud mental desde este modelo, refleja dicha separación, pero además, la

implicación de objetivar un tema que guarda en sí mismo una gran carga subjetiva, que

parte de los propios individuos, sus contextos y sus posiciones sobre sus sufrimientos

(González, 2009; Macaya, Vyhmeister y Parada, 2018).

Curiosamente, esta individualización y objetivación en el campo de la salud mental

desde el modelo occidental no fue así desde siempre, ya que los promotores de la Higiene

Mental a principios del siglo XX, los cuales eran psiquiatras con orientación psicoanalítica,

desde su postura, trataron de cambiar el paradigma patológico y deshumanizante instaurado

sobre los trastornos mentales y sobre las personas que las padecían. Esta propuesta no se

focalizaba en el paciente individual, sino en la comunidad como un aspecto determinante de

la salud mental. Pero quizás lo más importante de este movimiento fue la propuesta de

pensar la salud mental dejando de lado la curación, para centrarse en la prevención

(Bertolote, 2008).

Esta concepción sobre la salud mental adoptaba una perspectiva social, proponiendo

además, una forma de pensarla no desde lo netamente patológico, sino con una perspectiva

integral que implicaba la colaboración interinstitucional, la investigación, el trato digno y

las estrategias de prevención y promoción. Por lo tanto, lo paradójico es que este

movimiento no haya tenido el impacto social y científico suficiente para que sus posturas y

sobre todo sus prácticas se incorporaran a modelos como el biomédico o el de la OMS. El

interrogante que surge a partir de esto es si realmente dichos modelos abordan la salud

mental para generar impacto social, o si por el contrario, es una cortina que encubre

intereses particulares de orden político y/o económico (Braunstein, 2013).

Page 68: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

68

Por último, los resultados de esta investigación demuestran que desde el ámbito

académico se pueden proponer diálogos entre saberes de distinto orden, considerando y

respetando cada forma particular de producir conocimientos. Quizás sea este el camino para

proponer modelos de salud y de sociedades integracionistas, donde prime el dialogo, el

respeto y se piense siempre en encontrar puntos de convergencia a fin de avanzar como

sociedad.

9. Referencias

Álvarez, C. Blázquez, M. Cornejo, M. Franzé, M. Jociles, M. Rivas, A. Sans, J. (2012).

Introducción a la Antropología. Universidad Complutense de Madrid: Madrid.

Baeta, M. (2015). Cultura y modelo biomédico: reflexiones en el proceso de salud

enfermedad. Comunidad y salud. Vol. 13. No.2.

Barenblit, V. (1997). Prólogo en: Galende, E. Psicoanálisis y salud mental. Buenos Aires:

Paidós.

Baró, I, M. (2006). Hacia una psicología de la liberación. Revista Electrónica de

Intervención Psicosocial y Psicología Comunitaria. Vol. 1, Nº 2pp. 7-14.

Baró, M. (1984). Guerra y salud mental. Estudios centroamericanos. No. 429, p.p 503-514.

Baró, M. (1986). Hacia una psicología de la liberación. Boletín de Psicología, 22, 219-231.

Bertolote, J. (2008). Raíces del concepto de salud mental. World Psychiatry.

Braunstein, N. (2013). Clasificar en psiquiatría. Siglo veintiuno: México DF.

Cárdenas, M. y Urueta, C. (2014). Diversidad cultural en la escuela pública colombiana

1960-2010. Educación y Ciudad (26), 117-130.

Castro, M. (2012). La psicología como una práctica social comunitaria y su lugar en la

construcción colectiva. Pensando psicología. Vol. 8, No. 14.

Castro, X. (2013). Salud mental sin sujeto. Sobre la expulsión de la subjetividad de las

prácticas actuales en salud mental. CS. No. 11, 73–114.

Page 69: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

69

Clavrel, J. (1987). El orden médico. UBA: Buenos Aires.

Corona, J. (2015). Uso e importancia de las monografías. Revista Cubana de

Investigaciones Biomédicas. Vol. 34. No. 1.

Cristancho, S. Garcés, M. Peters, K. (2012). Psicología comunitaria y salud indígena en la

Amazonía: La experiencia del Proyecto Chatãee. Revista de ciencias sociales. Vol.

25, p.p 112-129.

Cueto, M. Brown, T. Fee, E. (2011). El proceso de creación de la Organización Mundial de

la Salud y la Guerra Fría. Apuntes 69. Vol. XXXVIII. No. 69.

Czarny, G. (2007). Pasar por la escuela. RMIE. VOL. 12, No. 34, pp. 921-950

DEPARTAMENTO ADMINISTRATIVO NACIONAL DE ESTADÍSTICA (DANE).

(2007). LA POBLACIÓN ÉTNICA Y EL CENSO GENERAL 2005.

Espinoza, N., Rincón, A. (2005). Instrucciones para la elaboración y presentación de

monografías. La visión de la Facultad de Odontología de la Universidad de los

Andes. Acta odontológica venezolana. Vol. 44. No. 3.

Eudave, I. (2016). INVENCIÓN, COLONIZACIÓN Y MEMORIA INDÍGENA EN LA

NARRATIVA DE FRAY BERNARDINO DE SAHAGÚN. Diálogo andino, (49),

57-72.

Fernández, B. (2012). Salud mental: Un concepto polisémico. Revista uruguaya de

enfermería. No. 2.

Galende, E. (1997). Psicoanálisis y salud mental. Buenos Aires: Paidós.

Galende, E. (2008). Psicofármacos y salud mental. La ilusión de no ser. Buenos Aires,

Argentina: Lugar Editorial

García, C. Montero, M. (2005). Una tendencia para pensar e investigar Experiencia de

investigación con una comunidad indígena Wayuu. Revista del Departamento de

Page 70: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

70

Trabajo Social, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia.

No. 7, p.p 173-190.

Gómez, C. Rincón, J. Urrego, Z. (2016). Salud mental, sufrimiento emocional, problemas y

trastornos mentales de indígenas colombianos. Revista colombiana de psiquiatría.

Vol. 45.

González, F. (2009). Las categorías de sentido, sentido personal y sentido subjetivo en una

perspectiva histórico-cultural: un camino hacia una nueva definición de subjetividad.

UNIV. PSYCHOL. Vol. 9, n° 1, p.p 241-253.

González, J. (2012). Arimbatu. Pontificia Universidad Javeriana: Bogotá.

Guerrero, L. León, A. (2008). Aproximación al concepto de salud. Revisión histórica.

Revista Venezolana de Sociología y Antropología. Vol. 18, No. 53.

Guerrero, L. León, A. (2008). Aproximación al concepto de salud. Revisión histórica.

Fermentum. Revista Venezolana de Sociología y Antropología. Vol. 18, No. 53.

Hernández, D. (2020). Perspectivas conceptuales en salud mental y sus implicaciones en el

contexto de construcción de paz en Colombia. Ciência & Saúde Coletiva. Vol. 25.

No. 3.

Kropff, L. (2005). Activismo mapuche en Argentina: trayectoria histórica y nuevas

propuestas. En P. Dávalos, (comp.). Pueblos Indígenas, Estado y Democracia.

Buenos Aires, Argentina: Grupos de Trabajo, CLACSO.

Ley N°1616. Congreso de la república de Colombia, Bogotá, Colombia, 21 de enero de

2013.

Lopera, J. (2015). El concepto de salud mental en algunos instrumentos de políticas públicas

de la Organización Mundial de la Salud. Rev. Fac. Nac. Salud Pública.

Lopera, J. Rojas, S. (2012). Salud mental en poblaciones indígenas. Una aproximación a la

problemática de salud pública. UPB. Vol. 31, No. 1, p.p 42-52.

Page 71: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

71

Macaya, C. Vyhmeister, R. Parada, B. (2018). Evolución del constructo de Salud mental

desde lo multidisciplinario. Humanidades médicas. Vol. 18, No. 2.

Marín, S. (2010). Evolución, tendencias y perspectivas investigativas en archivos:

consideraciones sobre la configuración científica de la archivística. Revista

Interamericana de Bibliotecología. Vol. 33. No. 2.

Mignolo, Walter (2013). Historias locales/diseños globales. Colonialidad, conocimientos

subalternos y pensamiento fronterizo. Akal, Madrid.

Ministerio de salud de Colombia. (2018). Boletín de salud mental Análisis de Indicadores

en Salud Mental por territorio.

Miranda, G. (2018). ¿De qué hablamos cuando hablamos de salud mental? Utopía y Praxis

Latinoamericana. Vol. 23, No. 83.

Miranda, G. (2018). ¿De qué hablamos cuando hablamos de salud mental? Utopía y Praxis

Latinoamericana. Vol. 23, No. 83.

Montenegro, R. Stephens, C. (2006). Indigenous health in Latin America and the Caribbean.

The Lancet.

Montero, M. (2003). Teoría y práctica de la psicología comunitaria: la tensión entre

comunidad y sociedad. Buenos Aires, Argentina: Paidós.

Montero, M. (2004). Introducción a la psicología comunitaria. Desarrollo, conceptos y

procesos. Buenos Aires: Editorial Paidós.

OMS. OPS. (2016). Promoción de la Salud Mental en las Poblaciones Indígenas.

Experiencia de países. Washington: OPS.

Organización Mundial de la Salud (2004). Invertir en salud mental.

Organización Mundial de la Salud (2004). Promoción de la salud mental. Conceptos,

evidencia emergente, práctica.

Organización Mundial de la Salud (2018). Salud mental: fortalecer nuestra respuesta.

Page 72: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

72

Organización Mundial de la Salud; 2009 [acceso el 21 de julio de 2009]. Disponible en:

http://www.who.int/features/factfiles/ mental_health/es/index.html.

Organización Panamericana de la Salud (2008). Salud de los pueblos indígenas de las

Américas. Washington: OPS.

Ossa, J. Campo, J. (2015). La educación indígena en proceso: Sujeto, escuela y autonomía

en el Cauca, Colombia. Entramado. Vol. 11, No. 1, pp. 176-185.

Pardini, P. (2020). Amazônia indígena: a floresta como sujeito. Boletim do Museu Paraense

Emílio Goeldi. Ciências Humanas. Vol. 15, No. 1, p.p 1-12.

Paternina, H. (1999). Los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta: una visión

desde el cuerpo, el territorio y la enfermedad. Antropología lingüística.

Pavón, D. Capulín, L. (2017). La conquista de un alma racional: caracterizaciones

psicológicas de los indígenas mesoamericanos en discursos de los defensores de

indios y de otros clérigos del siglo XVI. Universidad Michoacana de San Nicolás de

Hidalgo.

Petit, L. (2013). Identidad y pertenencia: la acción de los adolescentes como promotores de

derecho indígena en la comunidad mapuche Mariano Epulef. CS. No. 2, p.p. 143-

176.

Petit, L. Ferrari, E. (2013). Una aproximación psicosocial a las re-emergencias de los

pueblos originarios como realidad social en Argentina. Un desafío para el siglo XXI.

Quaderns de Psicología. Vol. 15. No. 2, p.p 23-37.

Prieto, A. (2007). Aculturación en las fronteras de América. Cabeza de Vaca: el primer

mestizo cultural. Estudios fronterizos, 8(16), 123-143. Recuperado en 29 de marzo

de 2020.

Restrepo, D. Jaramillo, J. (2012). Concepciones de salud mental en el campo de la salud

pública. Revista Facultad Nacional de Salud Pública. Vol. 30, No. 2.

Page 73: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

73

Ruiz, L. (2014). SALUD MENTAL EN TIEMPOS DE GUERRA: Una Reflexión sobre la

Relación Conflicto Armado – Salud Mental en el Pueblo Indígena Embera en

Situación de Desplazamiento Forzado, Bogotá 2012 – 2014. Bogotá: Universidad

Nacional de Colombia.

Ruiz, L. (2014). SALUD MENTAL EN TIEMPOS DE GUERRA: Una Reflexión sobre la

Relación Conflicto Armado – Salud Mental en el Pueblo Indígena Emberá en

Situación de Desplazamiento Forzado, Bogotá 2012 – 2014. Universidad nacional de

Colombia.

Ruiz, L. (2015). SALUD MENTAL EN TIEMPOS DE GUERRA: Una Reflexión sobre la

Relación Conflicto Armado – Salud Mental en el Pueblo Indígena Emberá en

Situación de Desplazamiento Forzado. Universidad nacional de Colombia.

Salazar, M. Lozano, E. (2017). EVOLUCIÓN HISTÓRICO-POLÍTICA DE LA SALUD

INDÍGENA EN CALDAS: APROXIMACIÓN A LA DETERMINACIÓN SOCIAL

EN SALUD. Hacia promoc. salud., Vol. 23, No.1, p.p 125-140.

Stavenhagen, R. (2010). Los pueblos originarios: el debate necesario. Ediciones CTA:

Buenos Aires.

Turner, V. (1998). El proceso ritual. Madrid: Taurus.

Ubilla, E. (2009). El concepto de salud mental en la obra de Erich Fromm. REV CHIL

NEURO-PSIQUIAT. Vol. 47. No. 2.

Ullán de la Rosa, J. (2003). Los indios Ticuna del Alto Amazonas ante los procesos actuales

de cambio cultural y globalización. Revista Española de Antropología Americana.

Vol. 2000, No. 30, p.p 291-336.

Vallejo, A. (2006). Medicina indígena y salud mental. Acta Colombiana de Psicología. Vol.

9, No. 2, p.p 39-46.

Vasco, L. (2010). LOS PUEBLOS ORIGINARIOS Y LA "INDEPENDENCIA".

LUGUIVA.

Page 74: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

74

Vázquez, A. (2017). La reconfiguración del Estado y las nuevas caras del indigenismo:

modernidad, colonialidad y pueblos indígenas en Querétaro, México. Boletín de

Antropología Universidad de Antioquia. Vol. 32, No 53, p.p 100-123.

Zuluaga, G. (1999). Cultura, naturaleza y salud. Cartagena.

Zuluaga, O. (1999). “El saber pedagógico: Experiencias y conceptualizaciones”, en

Encuentros pedagógicos transculturales: Desarrollo comparado de las

conceptualizaciones y experiencias pedagógicas en Colombia y Alemania.

Universidad de Antioquia.

10. Anexos

Anexo 1: Modelo rejilla

Modelos-

autores

Nombre

del

documento,

año y

autores

Antecedentes Justificación Planteamiento

del problema

Marco

teórico

Salud

mental

Medicina

tradicional

indígena

Modelo

occidental

Autores

Page 75: Sentidos subjetivos y sentido de comunidad: interrogación

75