rc y g en política

17
, 1' OS lIlll lW Iltl ', ,11IC\'1C1t1l1 ,1 .'1lli'\IIII . i',r', 1.IIIqllll 1 I Ul" sorrox nos ;11Il"Vlllltl\.1 "('P,II.IIIlII\ llc l., ',11.1\'.111.1 P,II;I .I~'("~ carnos a ellos, Tras cruzar aquel desierto Ilq~;lI11()s.I 1111 lnlllllllU bQo tante bien poblado; es decir, r nrontrn mox pohLH IlIltClfii r castillos instalados por el zar de Moscll COIJ ClI;lrll'lt·~ d""/ soldados estacionales para proteger a las C¡r:1V;lIl;lS y ddetlllí der de los tártaros un territorio por el que en uso contf~ rio hubiera sido demasiado peligroso viajar. Las {mlt'I1.' de ofrecer protección a las caravanas y a los cOl1lerc¡;II'l~G son tan estrictas que si se sabe de la presencia de t.irta en la zona siempre se envían destacamentos de los CU;ll'to*; les para garantizar la seguridad de los viajeros entre un, estación y la siguiente. Así, el gobernador de Udinsk, a quien tuve oportunis: dad de rendir visita por medio del comerciante escoré., que lo conocía, nos ofreció una guardia de cincuenta hom . bres, e n caso de que nos parecier a que corríamos al~ÚI1 peligro, hasta la siguiente estación, Hasta entonces yo siempre había pensado que, a me . dida que nos acercáramos a Europa, encontraríamos terri. torios más poblados y pueblos más civilizados; sin embar go, descubrí que me había equivocado en ambos casos" pues aún debíamos cruzar la nación de los tungusos, en 101 que veríamos las mismas muestras de paganismo y barba rismo que antes, o peores aún; sólo que, al haber sido con quistados por los moscovitas y reducidos por completo, no eran tan peligrosos; pero en rudeza de modales, idolatría y politeísmo, no hay pueblo del mundo que los haya supe rado jamás. Todos van vestidos con pieles de animales, que 35° . ~ IIS;III L11ldllC11 1'.Ii. \ lIil',ll t iil "il', \ ,I:"I~" r""¡l 1.1'; .1\P"Il''j;IS dvl tust , n i 1.1 10p.1 1)('IIIlIIl'II dlsllllj. ,lIlr ;1 los hombres de las mujcn-s: ClI invierno, cuando el sudo se cubre de nieve, viven bajo tierra, en casas como subterráneos que se co munican entre por medio de cuevas o cavidades. Si los tártaros tenían su Cham-Chi- Thaungu para todo un pueblo o país, éstos tenían ídolos en cada choza o cue va; además, adoran a las estrellas, el sol, el agua, la nieve y, en pocas palabras, todo aquello que no entienden, y en tienden bien pocas cosas; así que se ponen a brindar sacri ficios a casi todos los elementos y a casi cualquier objct poco común. Mas no he de describir gentc y t.c r r ito ru »; III.ís quc en lo que concierne a mi historia, No me ()(uniú Il;HLt peculiar en todo aquel territorio, cuya extensión calrulo, desde el último desierto que he mencionado, en 1I1LIS Cllatrocientas millas, la mitad de las cuales se extendían J. lo largo de otro desierto que nos llevó doce d ías de mar cha severa, sin ver casas, árboles ni matorrales. De nuevo nos vimos obligados a cargar con todas nuestras provi siones, agua y pan incluidos. Tras cruzar ese desierto y seguir viaje dos días más, llegamos a Yeniseysk, ciudad o estación moscovita situada en el río Yenisey. Ese río, se gún nos dijeron, recorre Europa desde Asia, aunque nues tros cartógrafos, por lo que me cuentan, no se ponen de acuerdo al respecto; en cualquier caso, se trata sin duda de la frontera oriental de la antigua Siberia, que ahora conforma una sola provincia del vasto imperio moscovi ta, aunque su tamaño equivale al de todo el imperio de Alemania . 351

Upload: sole-campana

Post on 14-Feb-2018

220 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: RC y G en política

7/23/2019 RC y G en política

http://slidepdf.com/reader/full/rc-y-g-en-politica 1/17

,

1' OS lIlll lW Iltl

',

,11IC\'1C1t1l1 ,1 .'1lli'\IIII . i',r', 1.IIIqllll

1I

Ul"

sorrox nos

;11Il"Vlllltl\.1

"('P,II.IIIlII\ llc

l . , ',11.1\'.111.1

P,II;I .I~'("~

carnos

a

ellos,

Tras cruzar aquel desierto

Ilq~;lI11()s.I

1111 lnlllllllU

bQo

tante bien

poblado; es decir,

rnrontrn mox pohLH

I l I l t C l f i i

r

castillos instalados

por

el zar de Moscll COIJ ClI;lrll'lt·~ d " " /

soldados estacionales para proteger a las C¡r:1V;lIl;lS

y ddetlllí

der de los tártaros un

territorio

por

el

que en

uso

contf~

rio hubiera sido demasiado peligroso viajar. Las {mlt'I1.'

de ofrecer protección a las caravanas y a los cOl1lerc¡;II'l~G

son tan estrictas que

si

se sabe de la presencia de t.irta

en la zona siempre se envían destacamentos de los CU;ll'to*;

les para garantizar la seguridad de los viajeros entre un,

estación y la siguiente.

Así, el gobernador de Udinsk,

a

quien tuve oportunis:

dad de

rendir

visita

por medio

del

comerciante escoré.,

que lo conocía, nos ofreció una guardia de cincuenta hom

.

bres, en caso de que nos pareciera que

corríamos al~ÚI1

peligro, hasta la siguiente estación,

Hasta entonces yo siempre había pensado que,

a

me

.

dida que nos acercáramos a Europa, encontraríamos

terri.

torios más poblados y pueblos más civilizados; sin embar

go, descubrí que

me

había

equivocado

en ambos casos"

pues aún debíamos cruzar la nación de los tungusos, en 1 0 1

que veríamos las mismas muestras de paganismo y barba

rismo que antes, o peores aún; sólo que, al haber sido con

quistados por los moscovitas y reducidos por completo, no

eran tan peligrosos; pero en rudeza de modales, idolatría y

politeísmo, no hay

pueblo

del

mundo

que los haya supe

rado jamás. Todos van vestidos con pieles de animales, que

35°

. ~

IIS;III L11ldllC11 1'.Ii. \ lIil',ll t iil "il', \ ,I:"I~" r""¡l 1.1'; .1\P"Il''j;IS dvl

tust ,

n i

1 . 1 10p.1 1)('IIIlIIl'II dlsllllj. ,lIlr ;1

los

hombres de las

mujcn-s: ClI invierno, cuando el sudo

se

cubre de nieve,

viven bajo tierra, en casas como subterráneos que

se co

munican entre sí

por

medio de cuevas o cavidades.

S i los tártaros tenían su Cham-Chi- Thaungu para todo

un pueblo o país, éstos tenían ídolos en cada choza o cue

va; además, adoran

a

las estrellas, el sol, el agua, la nieve

y,

en pocas palabras,

todo

aquello que no

entienden,

y

en

tienden bien pocas cosas;

así

que

se

ponen

a brindar

sacri

ficios

a

casi todos los elementos

y

a casi cualquier

objct

o

poco común.

Mas no he de

describir

gentc

y t.c

r r

ito

ru »; III.ís

quc

en lo que concierne a mi historia, No me ()(uniú Il;HLt

peculiar en todo aquel territorio, cuya extensión calrulo,

desde el último desierto que he mencionado, en 1I1LIS

Cllatrocientas millas, la mitad de las cuales se extendían

J.

lo largo de otro desierto que nos llevó doce días de mar

cha severa, sin ver casas, árboles ni matorrales. De nuevo

nos vimos obligados

a

cargar

con

todas nuestras

provi

siones, agua

y pan incluidos.

Tras

cruzar

ese

desierto

y

seguir viaje dos días más, llegamos

a

Yeniseysk, ciudad o

estación moscovita situada en el río Yenisey. Ese río, se

gún nos dijeron, recorre

Europa

desde Asia, aunque nues

tros cartógrafos,

por

lo

que

me

cuentan, no

se

ponen

de

acuerdo al respecto; en

cualquier

caso, se trata sin

duda

de la

frontera oriental

de la

antigua

Siberia,

que

ahora

conforma una

sola provincia del vasto

imperio

moscovi

ta,

aunque

su tamaño equivale al de

todo

el

imperio

de

Alemania

.

351

Page 2: RC y G en política

7/23/2019 RC y G en política

http://slidepdf.com/reader/full/rc-y-g-en-politica 2/17

,

. . . • . .'

. <:

-

. .

Y Sil 1 \. lid 1,1 1 )'( ), ,tI 1

t , 11

1

I '

1

( 1 1 1 ( '

1

l' (' '¡ "

LlI 1 1 1 [1 ",¡

~ ª

'"

cicndo

la igllUI.1JIl

1 . 1

y l' I,l)'"llll"IIII). :,.11\'11 el 1 1 1 ' ,

1

II,II'lOIM

moscovitas.Todo

l'llnnlolHl l'llln' t'] IIn

( > 1 1 I y d Yen '

es

tan pagano por completo,

y su

pobl.« 11'111 1;111 b , l 1 " \ ; "

como el más remoto pueblo tártaro: <¡lIt' V;I, 11I;'IS

LJIW

¡;

quier nación

de Asia o de América, que y()

s(.'p;I.'

LlIllbL

descubrí, y comenté a los gobernadores 1l10S('OVI ;lS con

1 ,

que tuve ocasión de hablar, que los

paganos

11U

son

i1

sabios, ni están más cerca del cristianismo, por hallarse b

gobierno moscovita. Ellos reconocieron que era cierto l ; ~

adujeron que no era cosa suya; que si el zar esperaba L'O

vertir a sus súbditos siberianos, tártaros o tungusos,

r . -nd

que enviarles clérigos en vez de soldados; y añadieron,

co

más sinceridad de la que yo esperaba, que les parecía

'1

a su monarca no le importaba tanto convertir a al)LJcU~,

gente en cristianos

como

en súbditos.

Desde aquel río hasta el gran Obi, cruzamos un cnor

me territorio, silvestre y desolado; no puedo afirmar qu

sea «un suelo bárbaro»; sólo está yermo de gente y nece-e'

sita

buena

dirección; aparte de eso e s

por sí

mismo un

te.

rritorio muy agradable, fértil y plácido. Todos los habitan ..

tes que encontramos en él eran paganos, salvo los enviados

desde Rusia; porque esta es la tierra, y me refiero a las dos

orillas del río

Obi,

a la

que

se

destierra

a los

criminales

moscovitas que no son

condenados

a

muerte;

es práctica

mente

imposible que jamás consigan salir de allí.

No tengo nada especial que contar de mis asuntos par

ticulares hasta que llegamos a Tobolsk, capital de Siberia,

donde pasé algo de tiempo a causa de lo que a continua

ción contaré.

352

1 ¡'\',dLlili"', \,,1 t ,1:,1 ',1,'1(' IlW"t", , 1 < ' \'LlJI' v I' 111\'1I'1111.

se l'11I )("¡,tll.1 .1 ,H eli

, 1 1

.1 ¡ud;1

1111~;,I,

)111

III

qtW

111I

sutil) y

yll

n'[l'hr:lllloS

UIl;1 reunión sobre nuestros asuntos parti

culares en la que nos pareció adecuado, considerando que

1l0S dirigíamos a Inglaterra, y no a Moscú, plantearnos qué

hacer con nuestro destino. Nos hablaron de trineos tirados

por ciervos que podrían llevarnos por la nieve en pleno

invierno;

es

cierto que los hay y sería increíble relatar los

detalles, pues los rusos viajan más en invierno que en ve

rano gracias a ellos,

porque en

esos trineos

pueden

despla

zarse día y noche: la nieve, una vez helada, es un manto

universal para la naturaleza y provoca que los montes,

va

lles, ríos y lagos sean lisos y duros corno

la

piedra; corren

sobre esa superficie sin preocuparse de lo que pueda haber

debajo.

Mas no tuve ocasión de proseguir un viaje invernal de

esa clase: yo iba a Inglaterra, no a Moscú, y había dos

po-

-Sfuilidades para mi ruta: o bien tenía que seguir con la ca

ravana hasta

llegar

a Jaroslaw,

distanciarme

al oeste

por

Narva y e l golfo de Finlandia, para luego, ya fuera por mar

o por tierra, llegar a Gdansk, donde probablemente podría

vender mi cargamento de porcelana con buenos benefi

cios; o bien, abandonar la caravana en un pueblecito del

río Dvina, desde donde en apenas seis días de navegación

llegaría a Arcángel, y allí tenía garantías de

embarcarme

a

Inglaterra,

Holanda

o

Hamburgo.

Bueno, emprender cualquiera de esos dos trayectos en

invierno hubiera

sido absurdo;

por

el lado de Gdansk

ha

bría

encontrado

el Báltico congelado, sin

posibilidad

de

cruzarlo; y desplazarse por tierra en esos países era mucho

353

Page 3: RC y G en política

7/23/2019 RC y G en política

http://slidepdf.com/reader/full/rc-y-g-en-politica 3/17

Illl'JlllS :-'l'l',lllt. '1'1.', tI ," 1"'.1,111.11"', 111t'F"I. ..

,, "

1111'.1111' )1"f

Arcángel, plJl'S lodos

I{)s

1).11111<; "(' 11.11111.111

il tl

[ '11 111 ( l Ihre

y hasta los cOLJI,erciallll 's jlll' VIVI'II :lIli 1'11 Vt'f,ltlll ~(' ' f ' 1 t r ' 1 i .

hacia Moscú por e l sur Cll;lIldo se V;¡II lus ]¡;1I1

liS; ",si

1 . . 1 <

no iba

a

encontrar más que ti'íos l'Xln'IIIOS y

I IoVI,..,i,ltl,

escasas y me vería obligado a perm;llll'ClT cn

I I I L l IIlH '"

vacía todo e l invierno; así que, en rcxuun-n,

n

n-

Iwrciú qu

me convenía

mucho

más despedirme de b

C : l r : I V : 1 I L I

y,Jll'

tar provisiones para el invierno allí donde cstab;l, ;1 saba_.

en Tobolsk, Siberia, en una latitud de sesenta grados, d()n'~

de estaba seguro de disponer de

las

tres cosas que )wrmi

ten

superar un

invierno

frío: muchas provisiones,

LlIlL . . .

como podía proveer el territorio; una casa caliente ce)

suficiente combustible y una compañía excelente, De l'od4'

ello aportaré un relato completo en su

momento.

Estaba en un clima

muy distinto

del de mi quer ida

isla, donde no había sentido frío, salvo durante mi

ataquCf

de fiebre.Al contrario, me había costado un esfuerzo

Jleva,

la ropa pegada

a

la espalda y sólo había encendido

Ú.lt'~o.

al aire libre y por necesidad de cocinar. Ahora me hice trel

buenos trajes con casacas o abrigos por encima, largos has

ta los pies y

con botones

en las muñecas para

cerrar

la

•.

mangas, todo ello forrado con pieles para que dieran

buen

abrigo.

En

cuanto

a

la casa, he de confesar que me disgusta

mucho

la costumbre inglesa de

encender

fuegos en todas

las habitaciones de las casas, en chimeneas abiertas que,

cuando se apaga el fuego, mantienen la frialdad del aire en

la habitación. Sin embargo, cuando

tomé

un piso en un

buen

edificio de la ciudad mandé construir una chimenea

354

Il.Iln

Id.1

1

illl

IltlllHI

1'11 (' ' "11111\.11 '.,'J',

1¡,¡lIII.I(

1'111''',

di'.

liIII.I". I,II,1 qll\' I 1 1 1 1,'I.l 1.1', [t u u ](111(':. , " l'sllJl.l. FllldHI pUl

( , 1 qlJl'

dt'S:IP,Ilt'I'í;1

..¡ luu

n o Ih:l ell 1I1Ll

dirección, la

pLLer-

1;1

q lit'

d ~ l

h:l

;1 h cstu L l l'stl

b ~ 1

en

otra

y

todas las

habitacio

ucs se

mantuvieron igual de calientes sin ver fuego. Así e s

como calientan los baños en Inglaterra.

Por esos medios siempre teníamos e l mismo clima en

todas

las

habitaciones y conservábamos un calor parecido;

por

mucho

frío que hiciera sin aquel sistema,

con

él siem

pre estábamos igua1.Y

si

embargo no veíamos ningún fue

go ni nos

incomodaba.

Lo más maravilloso de

todo

era

que fuese posible encontrar buena

coiupaúia

('11

1 1 1 1 ; 1 1

icrra

tan bárbara que se parece

a

la de

1 1 1 ; 1 S

al norte dt' hlrO U,

junto al mar de hielo y a lnuy pocos grados de

NUt'v;I

Zembla. Mas ya he observado que ése es el territorio al

que destierran

a

los criminales de Moscú; aquella ciudad

estaba llena de nobles, príncipes, caballeros, coroneles y, en

resumen, todos los grados de la nobleza, la alta burguesía,

los militares y los cortesanos de Moscú. Allí estaba el fa

moso

príncipe

Galifken, o Galofiken, y su hijo:

el

viejo

general Robostisky, y varias otras personas de nota, además

de algunas mujeres.

Gracias

a

mi comerciante escocés, de quien,

por

otra

parte, me despedí allí,

entré

en contacto

con

diversos de

esos caballeros, algunos de

primer

rango; en las largas

no

ches de invierno que allí pasé, recibí la visita de algunos.

Una noche, conversando con cierto príncipe, uno de los

ministros de Estado desterrados

por

el zar de Moscú, em

pecé

a

contar mi caso particular, Él me había hablado de

muchas cosas: de

su

grandeza, de su magnificencia y sus

1 ' ,

,

'

i:

;t

l'

ji'

355

Page 4: RC y G en política

7/23/2019 RC y G en política

http://slidepdf.com/reader/full/rc-y-g-en-politica 4/17

dominios, 111"11(1(11'1

,11' , ,10111111

lid ('1111'

... ,1.1"1

, ('

1 " , .

IItrHHi ;

Yo lo interrumpí

y le

d,y

'1111'

yo n.1 un

1 " 1 1 1 1

' 1 1 ( ' I hty~,.;;.¡."

Y más poderoso de lo quc .i:IIII:is

h;lh¡;1

SIdo 1 l 1 l 1 ~ ~ ' 1 I 1

Zdf

Rusia, aunque mis dominios

110 cr.rn 1.111 gLllldcs,

1 1 1

e ,

numerosos mis súbditos. El grande de ){,lIsi;I 'lit'

11111'6

~

poco sorprendido y, con

los ojos l i.ios

r

n n u

, t'III]'('Xg

-

preguntar

qué quería decir.

Le dije que su asombro cesaría en cuanto

se

lo hllbtfiil,

ra explicado. primero, le dije que tenía absoluta

disposid6r

de las vidas y fortunas de todos mis súbditos; qut'

p~'se

mi poder absoluto no había en todos mis dominios ni U.';

desafecto con mi

gobierno

ni conmigo, Él meneó L l l~i\s

beza y dijo que en eso, sin duda, superaba al zar de Mos(:\\t

Le expliqué que todas las tierras de mi reino eran mías )i

todos mis súbditos no sólo eran mis inquilinos, sino qua .

lo eran de manera voluntaria; que todos estaban dispuesto.

a luchar hasta la extenuación

por

mí y que jamás un tira

no, pues como tal me reconocía, había sido tan universal

..

mente

amado,

y

tan

horriblemente

temido

al

tiempo, por

sus súbditos.

Tras

entretenerlo un

rato con esos enigmas sobre

e l

gobierno, abrí la caja y le conté la historia de mi larga re

sidencia en la isla y de cómo me había manejado, tanto yo

mismo como quienes estaban bajo mi poder, tal como he

detallado en mi relato. La historia les impresionó sobre

manera, sobre todo al príncipe, quien con un suspiro me

dijo que toda la grandeza de la vida consistía en ser

due

ños de nosotros mismos; que no él no hubiera cambiado

una vida como la mía

por

la del zar de Moscú, que

en

contraba más felicidad en el retiro

al

que parecía desterra-

.111

,d 1 1 llI'

('11 1.1 .Jiu

.u u u n l.u l i l«

'11H'

ultl,1

'",/.It " ell

l . ,

1 ()I h.' . 1 1 , 1

'1.11, Sil

xtt u n

,

(jlle 1 . 1 11111.1

d,'

L t

s;dlidlllí,1

IlL1111;l"

'];1

l'S1:1h;1

el)

Sllllll'llT CllClllperalllCllto

a las circunstancias

y

ci:

conseguir

tina

calma interior frente al peso de la ma

yor

tormenta exterior.Al

llegar allí

al

principio, dijo, solía

arrancarse los pelos de la cabeza y rasgarse las vestiduras,

como otros antes que él; sin embargo, algo de tiempo y

consideración le habían enseñado

a

mirar hacia su

inte

rior, y en su entorno, antes que a las cosas de fuera; con

sideraba que la mente humana, si apenas una vez reflexio

naba sobre e l estado de la vida universal

y

sobre

Jo

POc()

que este

mundo

se ocupaba de la

wnLtd\'l:l

klil'id:ld.

l'l';l

perfectamente capaz de ~Cllcrar un . i kllCid;HI propi,I,

plt

namente satisfactoria

y

adaptada a los mrjon-s

fillcs y

dc

seos, con muy poca ayuda del mundo; qllC e l aire )Jau Irs

pirar, los alimentos para

mantener

la vida,

la

rop:1

\ 1 ; 1 1 ' : 1

abrigarse y la libertad para el ejercicio que garantiza la S;1

lud, completaban, en su opinión, todo lo que el mundo

podía darnos, y aunque la grandeza, la autoridad, la

rique

za y los placeres que algunos disfrutaban en el mundo, y

de los que él había gozado su porción, tenían muchas co

sas que nos resultan agradables, él observaba que todas esas

cosas gratificaban principalmente nuestros afectos más bur

dos, como la ambición, el orgullo, la avaricia, la vanidad y

la sensualidad; todas ellas, desde luego, mero

producto

de

la peor

parte del ser humano y faltas en sí mismas por

con

tener

las semillas de toda clase de delitos;

ninguna

guar

daba relación con cualquiera de las virtudes que nos con

vierten

en

hombres

sabios, o de las

gracias que

nos

distinguen como cristianos. Ahora, privado de la felicidad

357

Page 5: RC y G en política

7/23/2019 RC y G en política

http://slidepdf.com/reader/full/rc-y-g-en-politica 5/17

1111.1) . . .

111,111.1 '1 11 1 '

U '1.l , I',IIIII.I. jtl ('11 , , 1

Idt'llll

f'IC',

1 1

1" d ~

todos esos VII lOS, dl_lll, klli.1

11('11111(1

l.Il,1

11111,11 I",r' ¡ . I d u

oscuro, en el que

CIICOIII.r.lh.l I ()¡],I

1 l.i:«: dI'

I dlll IllIlhu.tiit"

y estaba convencido de que S(')]o h VIIIIII II.IIt, ,11111

1 1 0 1 1

1 1 ,

bre verdaderamente sabio, rico

y gr:lIllk y lo PIO

('~~' = = ,

su camino a una felicidad superior en 1I1 I re

ino

f un no ~It

eso, dijo, eran más felices en su

destierro

qllc

tI

llos liUI

enemigos con posesión plena de toda b

riqlll'Ya

y

vi

po",

der que ellos (los desterrados) habían dejado

atr.is,

«y tampoco, señor -dijo-,

me

atengo

a esto en utt,

sentido político, por la necesidad que provocan mis dr .

cunstancias, que algunos consideran miserables; mas s i algo

sé de mí mismo e s que no volvería, ni siquiera

si

me I l a " 1

mara

mi

señor el zar y me ofreciera restituirme en toda H U

anterior

grandeza; digo que no volvería, igual que dlldo

que mi alma, cuando sea liberada de la prisión del cuerpo

y haya saboreado el glorioso reino del más allá, quiera

rc~

gresar a la cárcel de la carne y la sangre en que ahora

e s

encerrada y dejar el cielo para mezclarse con el polvo y la

suciedad de los asuntos hurnanos.i

Lo dijo con tal vehemencia, tanta solemnidad y un es

píritu tan emocionado que se le notaba en e l semblante y

era evidente que manifestaba el verdadero sentir de su alma;

desde luego, no cabía dudar de su sinceridad.

Le dije que yo me había

tenido

en otro

tiempo por

una especie de monarca en mis antiguas circunstancias, de

las que ya le había aportado un relato,

pero

que él me pa

recía no sólo un monarca, sino un gran conquistador;

por

que quien obtiene la victoria sobre sus propios deseos de

sorbitados y consigue el dominio absoluto de sí mismo y

ll~·.l.i

Iplf' 1 . 1

1,1/11\1

,Itlllllllt' plll r

u

rt

r i :.11

\'ldlllll.ld,

1'\ :dll

dud

111.1\

,·,I.llIdl· qlll' qllll'il

101111'"\1.1

111.I tildad,

«Mas,

mi Sl'I')(»),

k

dljt ·

,¿pllvdo

1.01 u.ur IlC la libertad de pregun

taros algo?})

«De

todo corazón», respondió. «Si se os abrie

ra la puerta de la libertad -dije cntonces+, ¿no aprovecha

ríais para libraros de este exilio?»

«Esperad

-respondió-,

vuestra pregunta

e s

sutil y

re

quiere distinciones serias y justas para darle una respuesta

sincera, y os la daré desde el fondo de mi corazón. Nada de

cuanto conozco en este mundo podría impulsarme a l ibrar

me de este estado de destierro, salvo dos ('()S:lS: pr iuu-ro,

el

disfrute de mis relaciones;

seglllldo,

UIl dilll;t ; dg u 11I;'is

c.ili

do. Mas os aseguro que rcgresar ;¡

I ; ¡

pOlllp.l

, I t - 1 . 1

corte, la

gloria, el poder, la prisa de un ministro dt' Estado , la rique

za, la jovialidad y los placeres; e s decir.u los l ' ; ¡pr ic Jos dt' un

cortesano, si mi señor me anunciase en este isuro

u

rouu-n

to que me reinstaura en todo aquello que

se

me prohibió,

os aseguro, si en algo me conozco, que yo no abandonaría

esta tierra inhóspita, estos desiertos, estos lagos helados, a

cambio del palacio de Moscú.»

«Pero, mi señor -dije yo-, tal vez no se os haya deste

rrado sólo de los placeres de la corte y del poder, la

auto

ridad y la riqueza de que disponíais antes, sino que

tam

bién

os perdéis algunas comodidades de la vida: vuestro

patrimonio,

acaso confiscado, y vuestros bienes, saqueados,

y acaso las provisiones que tenéis aquí no sean suficientes

para las exigencias ordinarias de la vida.»

«Claro

+contestó-.

Es decir, si dais

por hecho

que soy

un

señor, o un príncipe, y sin duda lo

soy.

Mas ahora tenéis

que considerarme sólo como hombre, criatura humana sin

I

~

I ¡ ' I I I

¡ I i

I. ¡,

~¡ ;1 i I

I t:

'1

I

1 :

359

I

l i ,

Page 6: RC y G en política

7/23/2019 RC y G en política

http://slidepdf.com/reader/full/rc-y-g-en-politica 6/17

llill¡.';llll.l Ik,llllt

11111

',111'1(' 1.1" ,1.-111,1'" \. ,'1111111, ,", 11I1

1I1nhi

sufrir

1111gU11;1

11('111

1.1, \,11\\1

lPW

u

\'j',IJr-11 1 . 1

"Idl'l l~~=

dad y e l desánimo. 1':11 ClLllljllll'l (.l~;[l,

11111

C c , .1 1 1 . 1 1'1['KlIll~

ta fuera de toda discusión posibl«:

veis 111Il'sllll~; 11lIHtlh~ll

en este lugar hay cinco personas dc LlIlg() dl·V.H () , vlvim_.

perfectamente retirados, adaptados

;t la silll:ICi('11l .Id

d""it

tierro; tenemos algo, rescatado del nauh-;¡gio d\' IlllI'strili

fortunas, que nos libra de la mera

ncccxid:id

lk

C;I'/:II'

P¡ltl

comer; en cambio, los pobres soldados que

est;'¡1l

; tqui

)lh"

esa ayuda viven tan plenamente como nosotros, VIII a L

bosques y cazan martas y zorros; e l trabajo de un mes los

III.IIV-i

tiene durante un año

y,

como la vida no

e s

tan

car.i, LlllleJ

poco e s dificil conseguir lo suficiente para nosotros;

;ISÍ

qm.

esa objeción queda descartada.»

N ) dispongo del espacio suficiente para el relato

completo de

la

muy agradable conversación que sostuve

con este

hombre,

grande de verdad; a lo largo de

la

1l11S"

ma demostró que su mente estaba tan inspirada por un

conocimiento superior

de las cosas, tan

bien

apoyada en

la religión y en una generosa ración de sabiduría que SU

desprecio por el mundo era realmente tan grande como

había

comentado,

y siempre se

mantenía

igual,

como

se

verá en la historia que contaré a continuación.

Llevaba ocho meses allí y me parecía que era un in

vierno oscuro y terrible. El frío era tan intenso que no po~

día ni mirar hacia fuera

si

no estaba envuelto en pieles y

llevaba una máscara de piel en la cara, o

mejor

una capu-"

cha, con apenas un agujero para respirar y dos para mirar.

La poca luz del sol que teníamos, según calculábamos, du

rante tres meses no superaba las cinco horas al día, o se is

"

'"1""

n l

,I':IIIIII,.IIII1'llIi' 11'"1,1 ',II,',jil ,lilllllllLllllf'III,· 111',',1

dll y

1 1 1 1

11"II I'il,It-:'I II'I,II ",IIII II,1 (':,1.,1',l ill(\', . k - l 111l1ll,IIIS

1 lILIS.

NIIl'sll\lS

1 .ih.ill.»

['1;111

{lIid,l\los (1Ill:íor dicho, des

('llilhdos por

e l

h.unhrc)

h ; l _ I o

ticr r.r: en cuanto

a

nuestros

sirvir nrcs (pues

COlltLlt:lh:llllOS

sirvientes para que se

ocu

paran de nuestros caballos y de nosotros), de vez en

cuan

LIa teníamos que descongelarles dedos de las manos y de

los pies, para que no se les muriesen

y

se les cayeran.

Es cierto que, de puertas adentro, estábamos calientes,

con las casas cerradas, las paredes gruesas, las ventanas pe

queñas

y

todos los cristales dobles. Nuestra comida

con

sistía principalmente en carne de ciervo, seca

y

curada

cr:

la correspondiente estación; pan bastante bueno, . ruuquc

horneado como si fuera de galleta; distintas varicd;,drs de

pescado seco

y

algo de cordero y de búfalo, que da una

carne bastante buena, Todas las reservas de provisiones para

el invierno se preparan

Y

curan durante el verano, Bebía

mos agua mezclada con aguardiente en vez de coñac; como

lujo, hidromiel en vez de vino; aunque hay existencias de

este último,

y

de buena calidad. Los cazadores, que se aven

turaban a salir con cualquier tiempo, nos traían carne fresca

de venado,

muy

grasa y de

buen

gusto; a veces

también

carne de oso, aunque no nos gustaba demasiado. Teníamos

una buena provisión de té, con el que invitábamos a los

amigos, como ya se ha contado,

y,

en pocas palabras, vivía

mos

bien

y

alegremente

si

tenemos en cuenta las circuns-

tancias.

Ya estábam os en l 1 1 . a r Z O y los días eran bastante más

largos y el tiempo, al menos, tolerable,

así

que otros viaje

ros empezaron

;1

preparar

trineos

para desplazarlos sobre

Page 7: RC y G en política

7/23/2019 RC y G en política

http://slidepdf.com/reader/full/rc-y-g-en-politica 7/17

h 1111'\'1'

Y 1

,dl',l.ld\)

1

.. .1'1 ',II,I ',II1II,ltl.l',' 1111111 yll Illt"'

t " , , =

bía

dCCld ido, l.¡] ('11111,111' 11l111.1I 'I,IHII I\Ii , I I IV . , · I

)'

1111

JH1i'

Moscú o el Bálrico. llO lllt· IllllVl.l'll'·S :-;;Ihi.l ilHly hl('II"-II.1'

los barcos del sur no S e

acerca1l

;1 t'S:l p;Irtc d\'llllIllldll hal~.

ta mayo o

junio,

y si llegaba allí a prinripios dc

,Igusto,

M e

..

ría cuando empezaran a prepararse los barcos p:lI':I

p.irtir:

,1\

consecuencia, digo, no tuve prisa por partir,

('01110 oh'O',

En resumen, vi

a

mucha gente, en fin,

a

todos los

VI:ljl'l'Oi,'

partir

antes que yo, Parece que cada afio salen de sde a l U

hacia Moscú para comerciar; es decir, para acarrear

pide,.

J

comprar artículos de primera necesidad que luego traen

de vuelta para aprovisionar sus negocios; otros

también,

iban con la misma misión a Arcángel; mas también éste ••

como luego tenían que recorrer las ochocientas millas dI

regreso, salieron todos antes que yo.

Hacia finales de mayo empecé

a

prepararme para cm",

pacarlo todo y mientras lo hacía se me ocurrió que, ya que

toda aquella gente había sido desterrada a Siberia por e l

zar de Moscú, pero al llegar allí eran libres para desplazar

..

se a donde quisieran.,., ¿por qué no se iban entonces a

cualquier lugar del mundo que les pareciera adecuado?

y empecé a examinar qué podía ser lo que les impedía

intentarlo.

Mas mi asombro se terminó cuando traté el asunto

con la persona antes mencionada, quien me respondió lo

siguiente: «Considerad primero -dijo- el lugar en que es

tamos, y luego, la situación en que nos hallamos, especial

mente +añadió+Ia mayoría de la gente que llega aquí des

terrada. Estamos rodeados

-dijo- por

algo más fuerte que

los barrotes y

las

cerraduras;

por

el

norte

hay un océano

111I1.l\' ¡'"d1lt-,j,llll.l',11.l ',I' il

'.1111

.H "

1'l1i

[',111" ,¡[\',llllll,111

'.1

q111l'I,1 11'11 1111

['\lll'. '.1

111\ 111\'1i'1.,11111~;, 1111

S.dHI.IIIIOS .ulou

dI' ir n

1 1 1

l' llos. 'llr t

Ildlls

los dl'111:'lS bdos

dijo cl-,

hemos

de

.tuv.u

11l;'IS

lk mil millas

a

través de los dominios del pro

pio zar, por caminos del todo impracticables, salvo por los

caminos que el propio gobierno ha construido, y a través

de poblaciones en las que se acuartelan sus tropas. O sea,

que no podríamos ir

por

e l

camino sin ser descubiertos y

tampoco tendríamos otra manera de subsistir; de modo

que es en vano intentarlo».

Por supuesto, quedé silenciado de

illlllt'di;Ilo

y

I'lllt'll

dí que estaban en una órcl'l Un Sl')-',lILI llllllu si

1m hul

ran encerrado en e l castillo lk Mns.-,'I; de tlld.1S UIIIl:IS, 1I1t'

dio por pensar que yo podí :1 cil'rLllllt'1I1t' (l11lVl'1 tlllllt' en

instrumento para lograr la huida dc ;lqlll'li:l 't' S()ILI ('XlI'

lente y que me resultaría fácil llevarlo l'(lIl111iF,u. pltCS

('11

aquellas tierras no había

quien

lo vigilase,

y COIIIO yll 110

iba

a

Moscú, sino a Arcángel, y llevaba una caravana que

no estaba obligada a descansar en los pueblos estacionarios

del desierto, sino que pensaba acampar donde me sorpren

diera la noche, podía fácilmente llegar sin interrupción a

Arcángel, donde podría embarcarlo con toda seguridad en

algún barco inglés u holandés, y llevármelo a salvo

con

migo; en cuanto

a

su subsistencia, y otros detalles, yo me

ocuparía de eso hasta que él pudiera proveer por

mismo.

Me escuchó con mucha atención y me miró seria

mente mientras yo hablaba; ah, yo veía en su rostro que

cuanto le estaba diciendo le hacía fermentar el ánimo; cam

biaba con frecuencia de color, tenía los ojos rojos y le pal

pitaba e l corazón de tal

modo

que hasta se le notaba en el

Page 8: RC y G en política

7/23/2019 RC y G en política

http://slidepdf.com/reader/full/rc-y-g-en-politica 8/17

Sl'lllhl.lI

1

u-; 1.IlIIIHh 111111.11'

1

('1111".1.11 Iit'

, l o -

11 I t'.lL I,i' 11,111'

do ter miué y , COIIIO IUIll'\ l(lllllt-, 1111' Ipll';I(' 1'~)Il('I,lIl1ll)",u

respuesta; al cabo de una pl'qlll'ú;l P;IIIS,I, 1111' dio

1111

, 1 1 1 m ..

zo y dijo: «[Que desgraciados

SOIl\OS SOIllOS "1l.1S ITl.ltlll'aí

tan desorientadas que incluso nuestros IllayOl'CS .utox d,

amistad se nos convierten en trampas y nos

vue - lv e n

t'n"

tadores de los demás.

Mi

querido amigo'

dijo

,VlIl'str¡

oferta

es tan sincera y está tan llena de

bondad,

es tan

deli

.

interesada y está tan calculada para mi beneficio que

yo

demostraría

muy poco conocimiento

del

mundo si

no re .

conociera la deuda que establezco con vos por ella. Mal,

¿ creéis en lo

que

tan a

menudo

os he

dicho

acerca de m i

desprecio por el mundo? ¿Creísteis cuando desnudé mi alma

y os dije que aquí había alcanzado

un grado

de felicidad

que me sitúa por encima de cuanto el mundo pudiera dar .

me

o

hacer por

mí? ¿Creísteis

que

era sincero

cuando

01

dije

que

no volvería ni

aunque

me llamaran para

recupe

rar

cuanto

fui en la

corte, incluido

el favor de

mi

señor,

t : 1

zar? ¿Creísteis, amigo, que soy un hombre honesto, o un

hipócrita

fanfarrón?». Ahí se detuvo,

como

dispuesto a es

cuchar cuanto yo quisiera decirle; sin embargo, poco des

pués me di cuenta de que había parado

porque

estaba

emo

cionado: había una gran lucha en su corazón y no podía

continuar.Yo estaba, lo confieso, asombrado

por

aquel

hom

bre y

por

sus palabras, y expuse algunos

argumentos

para

insistirle en que se liberase; le dije que debía contemplar

lo como una puerta abierta por el cielo para su salvación

y una citación de la Providencia, que se encarga del cui,·

dado y la buena disposición de todas las cosas, para hacer

se el bien a

mismo y hacerse útil en

e l

mundo.

1',li.1 ' 111,1111 (", Y.l ',1 1 1 . l 1 1 l . 1 1"1 11 II'I,H ll , "I (1)\[\),

",~( '1lllHI

:"¡)ll'i,,, "','11'11 ( II'I, 1'.111

,¡]llh'/

.

\1

('11

\T I.

d I . ' 1111.1

.it.uio n

lkl

l'lt'lo punk sn un

;1I1LlgU

de

~llgÚll

otro ins

uumcuro

qUl'

se lile represe uta con todo el atractivo de

sus colores, con

el

despliegue de felicidad como una li

beración que en

misma podría

ser

una trampa y con

ducir directamente a

mi ruina? Aquí estoy libre de la

ten

tación

de

regresar

a

la

miseria

de mi

antigua grandeza;

allí,

no

estoy seguro, pues todas las semillas del

orgullo,

la

ambición, la avaricia y la lujuria, que sé que siguen en mi

naturaleza, podrían revivir y echar raíces

y,

C1l

]10C1S

pa

labras,

abrumarme

de nuevo.

Entonces

e l

prisiolwro 1 ¡ · l i : t

al que ahora veis como duefio de

la

libcri:« de

Sil ;.[11);1,

sería un miserable esclavo de sus sentidos en pklla pose,

sión de toda su libertad personal. Apreciado señor. lkjad

me pertenecer

en este

bendito confinamiento,

desterr~ldo

de los

crímenes

de la

vida,

en vez de

adquirir una

apa

riencia de libertad a expensas de la libertad de mi razón

y de la felicidad futura que ahora tengo a la vista, pero

que

podría,

en e l

futuro, perder

de vista,

me temo. Porque

no soy más que carne, un hombre, un mero hombre, ten

go pasiones y afectos y es tan probable que me posean y

me venzan como a cualquier otro hombre. ¡No seáis mi

amigo

y mi tentador

al

mismo tiempo »

Si antes me había

sorprendido,

ahora estaba bastante

aturdido y guardé silencio mientras lo miraba, y , desde lue

go, admiré lo que veía, La lucha en su alma era tan grande

que, si bien hacía un frío extraordinario, le entró un sudor

violento y me pareció que necesitaba despejar su mente.

Así que le dije

tilla

o dos palabras más, le

anuncié

que lo

l'

1)'

'¡"I

Page 9: RC y G en política

7/23/2019 RC y G en política

http://slidepdf.com/reader/full/rc-y-g-en-politica 9/17

dc.pl>;1 P;Ir.l ( P i ( '

~ , (

1 'I'II'"li,1

v

' III'

l..

1"; lt'I,I L ,III", ••

,

11Ir'

retiré

a

mis aposcutos.

Al cabo de unas dos

hOLIS

'[tll' II;lhí;1 ;d¡..';lIil·1I

.uue

la

puerta

de mi habitación, o cerca de ella,

y cxt.uvc: ; pUlle

to de abrirla. Mas la abrió él y entró: «Mi qucr ido

;lIlli~o

-dijo-,

casi me habéis

hecho

trastabillar, pero

Y;l uu - h e

recuperado; no os

toméis

a malas que no acepte vuestra

propuesta; os lo aseguro, no

e s

por

falta de conciencia d~

la

bondad

que representa

por

vuestra parte, y he venido

a ofreceros el más sincero agradecimiento, Sin embargo,

espero haber obtenido una victoria completa sobre

1 1 1 1

rrusmo»,

«Mi señor -d~e-, espero que estéis plenamente con.

vencido de que no os habéis resistido

a

la llamada de los

cielos.» «Señor

-replicó-,

si hubiera venido de los cielos,

el mismo poder me habría influenciado para aceptarla; mas

espero, y estoy plenamente convencido, que sean los cielos

quienes me

hacen

rechazarla, y al

despedirme tendré

e l

convencimiento infinito de que me dejáis aquí como un

hombre

honesto todavía, aunque no libre.»

No pude sino mostrarme de acuerdo y asegurarle que

no perseguía fin alguno, más allá de un sincero deseo de

servirle. Me abrazó con gran pasión y me aseguró que era

consciente de ello y que siempre lo reconocería, y a con

tinuación me ofreció un buen regalo de martas cibelinas,

excesivo sin duda para que yo

pudiera

aceptarlo de un

hombre

en sus circunstancias: y las habría rechazado, pero

se negó

a

aceptarlo.

A la mañana siguiente le envié a mi sirviente con un

pequeño regalo hecho de té, dos piezas de damasco de la

t

:hlILl

y,

11.111"

Illq',lill'" I('I 11C1II':, tll' 11111,1,'1"'11":,,

'1'11' lHl

l)I's;III,lll ('11111' IlHhs IILis lit '

s\'I\ 11111' .•

1:->,1) ;tlgo parecido; él-

lí;1I1 >;lsLllllt'

menos que

SlIS

martas, que

al

llegar él Ingla

terra descubrí que valían casi doscientas libras, Él aceptó

e l

te, una pieza de damasco y un lingote que tenía un se

llo hermoso, de cuño japonés, y creo que se lo quedó por

su rareza, pero no quiso nada más, Y , por medio del sir

viente, mandó aviso de que deseaba hablar conmigo,

Cuando fui a verlo me dijo que yo y a sabia todo lo

que habíamos hablado y él esperaba lJuc 110 le insistiera

más

en

aquel asunto; mas que,

COIlHl le ]¡;lhí;l hc d l O 1111;1

oferta tan generosa,

queri.i

saher

s i tt'lldría

b

l)LllHLld

dI'

mantenerla para otra

persolla qUl' n u:

iha

.1 I'I'l'SC'lllíll,

pUf'

quien él sentía una gran preocupación. I.t' dijl' qlll' no pt'b

día asegurar que me inclinara por hacer [ ; 1 1 1 1

(l pllr ;t1p,ttlt'1l

que no fuera él, a quien tenía en especial cSl.illl;l, y qllc

11H'

hubiera

encantado ser e l

instrumento

de su libcrarió»:

tll'

todos modos, si me hacía e l favor de nombrar a la persona

en cuestión, le daría mi respuesta con la esperanza de que,

si ésta le disgustaba, mantuviera su agrado por mi. Me dijo

que se trataba de su hijo único, al que yo no había visto,

pero que estaba en la misma situación que él, a más de

doscientas millas de distancia, al otro lado del

Obi;

mas,

si

yo estaba de acuerdo, enviaría

a

buscarlo. Sin dudar ni

un

instante le

dij

e

que

1 0

haría,

Con

algo de ceremonia le hice

entender

que lo hacía

todo por

él; que, viendo que no

po

día convencerlo, le mostraría mi respeto preocupándome

por su hijo; mas son cosas demasiado tediosas para repe

tirlas aquí, Al día siguiente mandó

a

alguien a buscar

a

su

hijo y unos veinte días después llegó éste

con

el mensaje-

I : t

I

I I I

¡ " I I I

'1

;¡:

-:

..

I1

Page 10: RC y G en política

7/23/2019 RC y G en política

http://slidepdf.com/reader/full/rc-y-g-en-politica 10/17

  ~ : : : j . " '

. " " ~ "

. . . . ~ _ . -

NUEVAS AVENTURAS

DE ROBINSON

CRUSOE

-,

que incluyen la segunda y última parte de su vida

y

los extraños y sorprendentes relatos de sus viajes

alrededor de las tres partes del mundo.

Escrito

por

él mismo

Page 11: RC y G en política

7/23/2019 RC y G en política

http://slidepdf.com/reader/full/rc-y-g-en-politica 11/17

Consulte nuestra p<Ígina web: wwwcdhasa.corn

En ella encontrará el catálogo completo de Edhasa comentado,

Título original: 7 1 / C

Further Adventures ~ r Rabi ,,,,, Crusoe

Ilustración de

la

cubierta: Ü iStockphoto,corn/Classix

Diseño de la sobrecubierta: Edhasa basada

en un

diseño de Pepe Far

Primera

edición: enero de 2012

Avda, Diagonal, 519-521

08029 Barcelona

©

de

la

traducción: Enrique de Hériz, 2012

©

de

la

presente edición: Edhx>a, 2012

Avda,

Córdoba 744,2", unidad C

C1OS4AAT Capital Federal, Buenos Aires

Page 12: RC y G en política

7/23/2019 RC y G en política

http://slidepdf.com/reader/full/rc-y-g-en-politica 12/17

208 SEGUNDA PARn;, UN VIAJE A IIROBDINGNAC

de vuestros compatriotas es la raza de bichillos de

testables más perniciosa que la naturaleza haya

nunca

permitido que se arrastre

por

la faz de la

tierra».

CAPíTULO

VII

El amor del autor a su patria. Hace al rey una proposición

muy ventajosa que es rechazada. La gran ignorancia del

monarca en polít ica El estado de

la

cultura en aquel país muy

imperfecto y l imi tado Sus leyes

asuntos

militares y part idos

políticos.

Sólo un amor extremado a la verdad podría ha

berme disuadido de ocultar esta parte de mi histo

ria. Era en vano que descubriese mis resentimientos,

de los cuales

se

hacía burla siempre; y tuve que su

frir pacientemente que mi noble

y

amantísimo país

fuese tratado de manera tan injuriosa. Estoy tan pro

fundamente apenado de que tal ocasión se presen

tase como seguramente pueda estarlo cualquiera de

mis lectores; pero este príncipe se mostró tan cu

rioso

e

inquisidor sobre cada punto, que no se hu

biese compadecido con la gratitud ni con los buenos

modales que le negara cualquier satisfacción que pu

diera darle. Con todo, permítaseme decir en mi

defensa que eludí con habilidad muchas de las pre

guntas y di

a

cada extremo un giro más favorable,

con mucho, de lo que permitiría la estricta verdad,

pues siempre tuve para mi patria esta laudable par-

2 9

Page 13: RC y G en política

7/23/2019 RC y G en política

http://slidepdf.com/reader/full/rc-y-g-en-politica 13/17

210 SEGUNDA I:'ARTE, UN VIAJE A BROllDINGNAC

cialidad que Dionisio de Halicarnaso con tanta jus

ticia recomendaba

al

historiador. Quise ocultar las

flaquezas y deformidades de mi madre política y

situé virtudes y belleza

a

la luz más ventajosa. Éste

fue mi verdadero empeño en todas aquellas con

versaciones que mantuve con aquel poderoso mo

narca, aunque, por desgracia, sin éxito.

Pero ha de excusarse con generosidad

a

un rey

que vive de todo punto apartado del resto del mun

do, y tiene, por consiguiente, que ser completamente

ignorante de los modos y las costumbres que pre

valecen en otras naciones; falta de conocimiento que

siempre determinará numerosos prejuicios, y cierta

estrechez de miras, de que nosotros y los más civi

lizados países de Europa estamos enteramente exen

tos. Y , sin duda, sería contrario a la razón que lás

nociones de virtud y vicio de un príncipe tan lejano

se ofrecieran como modelo para toda la Humani

dad.

Para confirmar esto que acabo de decir, y mos

trar además los desdichados efectos de una educa

ción limitada, referiré un episodio al que apenas se

dará crédito. Con la esperanza de congraciarme más

con Su Majestad, le mencioné un descubrimiento,

realizado entre trescientos y cuatrocientos años

antes, para fabricar una especie de polvo en el que

si

en un montón de él caía la chispa más pequeña

todo se inflamaba, aunque fuera tan grande como

una montaña, y volaba por los aires, con estruendo

y estremecimiento mayores que los que producía un

CAPÍTULO VII 211

trueno. Añadí que una cantidad de este polvo, ajus

tada en

e l

interior de un tubo de bronce o hierro

proporcionada al tamaño, lanzaba una bola de hie

rro o plomo con tal violencia y velocidad que nada

podía resistir su fuerza. Que las mayores bolas así

disparadas no sólo tenían poder para destruir de un

golpe filas enteras de un ejército, sino también para

demoler las murallas más sólidas y hundir barcos

con mil hombres a bordo al fondo del mar.

Y

s i se

las unía con una cadena, dividían mástiles y apare

jos, partían centenares de cuerpos por la mitad y no

dejaban atrás más que desechos. Añadí que noso

tros llenábamos a menudo de este polvo largas bolas

huecas de hierro y las lanzábamos por medio de una

máquina dentro de una ciudad

a

la que estuviése

mos asediando, yal caer destrozaba as calzadas,des

barataba las casas, que quedaban hechas pedazos,

y estallaba, arrojando por todos lados esquirlas que

saltaban los sesos a quienes estuvieran cerca. Que

conocía muy bien los ingredientes, que eran bara

tos y corrientes; y que sabía

e l

modo de mezclarlos

y podía dirigir a los trabajadores de Su Majestad en

la tarea de construir aquellos tubos de un tamaño

proporcionado al resto de cosas del reino, y que los

mayores no tendrían que superar los sesenta metros

de longitud, y veinte o treinta de estos tubos, car

gados con la cantidad adecuada de polvo y balas, po

drían echar abajo en pocas horas los muros de la

ciudad más fuerte de los dominios de Su Majestad,

y aun destruir la metrópoli entera

si

alguna vez

se

Page 14: RC y G en política

7/23/2019 RC y G en política

http://slidepdf.com/reader/full/rc-y-g-en-politica 14/17

212 SEGUNDA

PARTE, UN VIAJE

A

BRORD1N'GNAC

resistiera

a

cumplir sus órdenes incondicionales.

Humildemente ofrecí esto al rey como pequeño tri

buto de agradecimiento por las muchas muestras

que había recibido de su real favor y protección.

El monarca quedó horrorizado por la descrip

ción que le había hecho de aquellas terribles má

quinas y también por la proposición. Se asombró de

que tan impotente y miserable insecto (en sus pro

pias palabras) pudiese sustentar ideas tan inhuma

nas y con la familiaridad suficiente para no conmo

verse ante las escenas de sangre y desolación que yo

había pintado como efectos habituales de aquellas

máquinas destructoras, las cuales, dijo, habrían sido

sin duda concebidas por algún genio maléfico ene

migo de la Humanidad. Por lo que a él respe~,

aseguró que, aun cuando pocas cosas le satisfacían

tanto como los nuevos descubrimientos en las artes,

o en la naturaleza, antes preferiría perder la mitad

de su reino que tener conocimiento de este secreto,

e l

cual me ordenaba,

si

en algo valoraba yo mi vida,

no volver a mencionar jamás.

¡Extraño efecto de los cortos principios y los ho

rizontes limitados Un príncipe adornado de todas

las cualidades que inspiran veneración, amor y e s ~

tima, de excelentes prendas, gran sabiduría y pro

.

fundos estudios, dotado de admirable talento para

gobernar y casi adorado por sus súbditos, que deja

escapar, por un hermoso pero innecesario escrú

pulo, el cual no podemos remotamente imaginar en

Europa,

una oportunidad

puesta en sus manos,

y

CAPÍTULO VII 213

cuyo aprovechamiento le hubiera convertido en

dueño absoluto de la vida,

la

libertad y la fortuna de

sus gentes No digo esto con la menor intención

de empequeñecer las muchas virtudes de aquel ex

celente monarca, cuyos méritos, sin embargo, temo

que por esta razón habrán de quedar muy merma

dos a los ojos del lector inglés; pero juzgo que este

defecto tiene por origen la ignorancia de aquel pue

blo, que todavía no ha reducido la política a una

ciencia, como hicieron ya los ingenios más perspi

caces de Europa. Pues recuerdo muy bien cómo en

una conversación que había mantenido con e l rey

un día, al referirle que nosotros habíamos escrito

varios millares de libros sobre el arte de gobernar, él

se formó (al contrario de lo que yo pretendía) un

concepto muy pobre de nuestra inteligencia. De

claró que detestaba y despreciaba todo misterio, re

finamiento

e

intriga lo mismo en un príncipe que

en un ministro. No podía comprender qué era a lo

que yo me refería con el nombre de «secretosde Es

lado»,

si

no aludía a algún enemigo

o

alguna nación

rival. Ceñia e l conocimiento del gobierno a límites

estrechísimos de sentido común y razón, justicia y

lenidad,

al

diligente enjuiciamiento de las causasci-

viles y criminales, con algunas otras obviedades

sobre las que no merece la pena entrar en conside

ración. y había expresado su opinión de que cual

quiera que hiciese nacer dos espigas de grano o dos

briznas de hierba en elpedazo de tierra en que antes

naciera sólo una, merecía más de la Humanidad, y

Id

Page 15: RC y G en política

7/23/2019 RC y G en política

http://slidepdf.com/reader/full/rc-y-g-en-politica 15/17

Page 16: RC y G en política

7/23/2019 RC y G en política

http://slidepdf.com/reader/full/rc-y-g-en-politica 16/17

216 SEGUNDA

PARTE, UN VIAJE A

BROBDINGNAC

devoción. El libro

trata

de la debilidad de la condi

ción

humana,

y

no goza de gran estima más que

entre las mujeres

y

el vulgo. Sin embargo, sentí cu

riosidad

por

saber lo que

un autor

de aquel país

podía opinar

sobre tal asunto. Este escritor reco

rría

todos los temas comunes

a

los moralistas eu

ropeos, mostrando cuán diminuto, despreciable e

indefenso animal era el hombre por su propia na

turaleza; cuán incapaz de defenderse por sí mismo

de las inclemencias del clima y de los ataques de las

bestias feroces; cómo un ser lo aventaja en fuerza,

otro en rapidez, un tercero en previsión, un cuarto,

en laboriosidad. Añadía que la naturaleza había de

generado en estos últimos tiempos decadentes del

mundo y hoy sus nacimientos sólo producían_ye

queños abortos en comparación con las épocas an

tiguas. Afirmaba que era lógico pensar no sólo que

las especies de hombres eran en su origen mucho

mayores, sino también que en edades remotas de

bieron de existir gigantes, así como la tradición y

la historia lo atestiguan y ha sido confirmado por

los enormes huesos desenterrados por casualidad

en diversas partes del reino, y que superan en mucho,

a los de la menguada raza del hombre de nuestros"

días. Argumentaba que las mismas leyes de la na .

turaleza rotundamente exigían que en un principio

hubiésemos sido creados de más alta y robusta talla,

no tan sujetos a ser destruidos por cualquier pe~

queño accidente corno el de una teja desprendida de

una casa, la piedra que lanza la mano de un niño o

la caída en un arroyuelo donde ahogarnos. Con este'

CAPÍTULO

VII 217

tipo de razones extraía el autor varias normas mo

rales útiles para comportarse en la vida, pero que no

hace falta repetir aquí. Por mi parte, no pude dejar

de reflexionar en lo universalmente extendida que

se halla esta facilidad para dar lecciones de moral,

o más bien de descontento y tribulación por las pe

leas que entablamos con la naturaleza. Y creo que

mediante una rigurosa investigación quedaría de

manifiesto que esas peleas son tan infundadas entre

nosotros corno lo son entre aquel pueblo.

Por lo que hace a cuestiones militares, se enor

gullecen de que el ejército del rey cuente con ciento

setenta y seis mil soldados de infantería y treinta y

dos mil de caballería, si

e s

que puede llamarse ejér

cito al formado por comerciantes de las diferentes

ciudades y por labradores en el campo, al mando de

la nobleza y la aristocracia, que no reciben paga ni

recompensa. Bien es verdad que alcanzan bastante

perfección en sus ejercicios militares, y observan

muy buena disciplina, pero no veo gran mérito en

ello, pues ¿cómo podría ser de otro modo en un sitio

donde cada labriego está bajo e l mando del propio

terrateniente y cada ciudadano bajo el de las per

sonalidades más destacadas de su misma ciudad,

elegidas

por

votación corno se hace en Venecia?

He visto muchas veces a la milicia de Lorbrul

grud salir a hacer instrucción en

un

gran campo

próximo a la ciudad, de treinta kilómetros cuadra

dos. No eran en total más de veinticinco mil infan

les y seis mil jinetes; pero a mí me resultaba im-

1I

Page 17: RC y G en política

7/23/2019 RC y G en política

http://slidepdf.com/reader/full/rc-y-g-en-politica 17/17

218 SEGUNDA PARTE, UN VIAJE A BROBDINGNAC

posible calcular

e l

número a causa del mucho te

rreno que ocupaban. Un caballista montado en un

caballo grande se alzaba del suelo unos veintisiete

metros. He visto a todo aquel cuerpo de caballería

sacar a la voz de mando todas las espadas al unísono

y blandidas. No puede la imaginación concebir nada

tan grandioso, tan sorprendente, tan asombroso. Era

como si diez mil llamaradas de relámpagos se lan

zaran

a

la vez del cielo desde todas partes.

Tuve curiosidad de saber cómo este príncipe, a

cuyos dominios no se puede llegar desde ningún

otro país, había podido pensar en ejércitos o instruir

a

su pueblo en la práctica de la disciplina militar.

Pero pronto quedé informado, tanto por conversa

ciones que sostuve como por las historias que Jer,y

me enteré de que durante largas épocas aqueí pue

blo había sufrido la enfermedad que padece toda

la especie humana: la lucha frecuente de la nobleza

por el poder, del pueblo por la libertad y del rey por

e l

dominio absoluto. Todo lo cual, aunque feliz

mente moderado por las leyes de aquel reino, había

sido violado en ocasiones por cada una de las tres

partes y había provocado una o dos veces guerras ci

viles,

a

la última de los cuales había puesto término

venturoso el abuelo de este príncipe con un pacto

general, y la milicia, establecida entonces por común

acuerdo, se había mantenido siempre dentro de su

más estricto deber.

CAPITULO

VIII

El rey y la reina emprenden un viaje a las fronteras. El autor

los acompaña E l modo como abandona

l

país se refiere

detalladamente. Regresa a Inglaterra.

Siempre tuve una firme confianza en que recobra

ría la libertad alguna vez, aunque me era imposible

conjeturar por qué medios, ni concebir ningún plan

con probabilidad de salir bien. El barco en que yo

navegaba fue el único del que supiese que hubiera

llegado a la vista de aquellas costas, y el rey había

dado rigurosas órdenes para que si aparecía algún

otro, lo sacaran del agua y lo llevaran en un carro a

Lorbrulgrud. Tenía él grandes deseos de conse

guirme una mujer de mi mismo tamaño con quien

pudiera propagar la raza; pero creo que hubiese con

sentido morir antes que sufrir la desventura de dejar

una descendencia que fuera enjaulada como cana

rios domésticos, y quizá alguna vez vendida por todo

el reino

a

las personas de alcurnia, como objetos cu

riosos. Sin duda me trataban con mucha amabili

dad; era

e l

favorito de unos grandes reyes y la alegría

de toda la corte; pero todo ello

a

costa de mi digni-

219