poemario (3)

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POEMARIO DIEGO ALEJANDRO MEDINA AGUDELO ESPECIALISTA LESLY GARCIA BAÑOS 2013

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Page 1: Poemario (3)

POEMARIO

DIEGO ALEJANDRO MEDINA AGUDELO

ESPECIALISTA

LESLY GARCIA BAÑOS

2013

Page 2: Poemario (3)

Igual parece a los eternos dioses Quien logra verse frente a ti

sentado: ¡Feliz si goza tu palabra suave,

Suave tu risa!

A mí en el pecho el corazón se oprime

Sólo en mirarte: ni la voz acierta De mi garganta a prorrumpir; y rota

Calla la lengua

Fuego sutil dentro mi cuerpo todo Presto discurre: los inciertos ojos Vagan sin rumbo, los oídos hacen

Ronco zumbido.

Cúbrame toda de sudor helado: Pálida quedo cual marchita hierba Y ya sin fuerzas, sin aliento, inerte

Parezco muerta

SAFO DE LESBO

Page 3: Poemario (3)

¡Ve! si en oriente la graciosa luz su cabeza flamígera levanta, los ojos de los hombres, sus

vasallos, con miradas le rinden homenaje.

Y mientras sube al escarpado

cielo, como un joven robusto en su edad

media, lo siguen venerando las miradas

que su dorada procesión escoltan.

Pero cuando en su carro fatigado deja la cumbre y abandona al día,

apártense los ojos antes fieles,

del anciano y su marcha declinante.

Así tú, al declinar sin ser mirado, si no tienes un hijo, morirás.

WILLIAN SHEKESPEARE

Page 4: Poemario (3)

EXTRELLAS FIJAS Te vi un punto;

era una noche de julio, noche tibia y perfumada,

noche diáfana, de la Luna plena y límpida,

límpida como tu alma, descendían

sobre el parque adormecido gráciles velos de plata;

ni una ráfaga el infinito silencio

y la quietud perturbaban; en el parque

evaporaban las rosas los perfumes de sus almas,

para que los recogieras en aquella noche mágica;

para que tú lo aspiraras su último

aliento exhalaban, como en una muerte extática;

y era una selva encantada, y era una noche de ensueños y

claridades fantásticas! EDGAR ALLAN POE

ALA MAR Francisco Quevedo

Page 5: Poemario (3)

La voluntad de Dios por grillos tienes,

Y escrita en la arena, ley te humilla;

Y por besarla llegas a la orilla, Mar obediente, a fuerza de

vaivenes.

En tu soberbia misma te detienes, Que humilde eres bastante a

resistilla; A ti misma tu cárcel maravilla,

Rica, por nuestro mal, de nuestros bienes.

¿Quién dio al pino y la haya

atrevimiento De ocupar a los peces su morada,

Y al Lino de estorbar el paso al

viento?

Sin duda el verte presa, encarcelada,

La codicia del oro macilento, Ira de Dios al hombre encaminada.

Page 6: Poemario (3)

PARAISO PERDIDO Canta celeste Musa la primera desobediencia del hombre. Y el fruto de aquel árbol prohibido cuyo funesto manjar Trajo la

muerte al mundo y todos nuestros males Con la pérdida

del Edén, hasta que un Hombre, más grande, Reconquistó para

nosotros la mansión bienaventurada. En la secreta cima del Horeb o del Sinaí tú

inspiraste aquel pastor que fue el primero en enseñar a la

escogida grey Cómo en su principio salieron del caos los cielos y la tierra; Y si te place

más la colina de Sion o el arroyo de SiloéQue se deslizaba rápido

junto al oráculo de Dios, Allí invocaré tu auxilio en favor de mi osado canto; Que no con débil

vuelo pretendo remontarme Sobre el monte Aonio al

empeñarme en un asunto Que ni en prosa ni en verso nadie

intentó jamás. Y tú singularmente ¡Oh Espíritu!

que prefieres A todos los templos un corazón recto y puro,

Inspírame tu sabiduría. Tú estabas presente desde el

principio desplegando como una paloma tus poderosas alas Cubriste el vasto abismo

haciéndolo fecundo, Ilumina mi oscuridad; realza y alienta mi

baje zapara que desde la altura

Page 7: Poemario (3)

de este gran propósito Pueda glorificar a la Providencia eterna Justificando las miras de Dios

para con los hombres. JOHN MILTON

Page 8: Poemario (3)

La necedad, el error, el pecado, la tacañería,

Ocupan nuestros espíritus y trabajan nuestros cuerpos,

Y alimentamos nuestros amables remordimientos,

Como los mendigos nutren su miseria.

Nuestros pecados son testarudos, nuestros arrepentimientos cobardes;

Nos hacemos pagar largamente nuestras confesiones,

Y entramos alegremente en el camino cenagoso,

Creyendo con viles lágrimas lavar todas nuestras manchas.

Sobre la almohada del mal está Satán

Trismegisto Que mece largamente nuestro espíritu

encantado,

Y el rico metal de nuestra voluntad Está todo vaporizado por este sabio

químico.

AL LECTOR

Charles Baudelaire

Page 9: Poemario (3)

A usted, estos versos, por la consoladora gracia

De sus ojos grandes donde se ríe y llora un dulce sueño;

A su alma pura y buena, a usted Estos versos desde el fondo de mi

violenta miseria.

Y es que, ¡ay!, la horrible pesadilla que me visita

No me da tregua y, va, furiosa, loca, celosa,

Multiplicándose como un cortejo de lobos

Y se cuelga tras mi sino, que ensangrienta.

Oh, sufro, sufro espantosamente,

de tal modo

Que el primer gemido del hombre Arrojado del Edén es una égloga al

lado del mío.

Y las penas que usted pueda tener son como

Las golondrinas que un cielo al mediodía,

Querida, en un bello día de septiembre tibio.

A una mujer

Paul Verlaine

Page 10: Poemario (3)

Con diecisiete años, no puedes ser formal.

-¡Una tarde, te asqueas de jarra y limonada,

de los cafés ruidosos con lustros deslumbrantes!

-Y te vas por los tilos verdes de la alameda.

¡Qué bien huelen los tilos en las

tardes de junio! El aire es tan suave que hay que

bajar los párpados; Y el viento rumoroso -la ciudad no

está lejos¬- trae aromas de vides y aromas de

cerveza.

De pronto puede verse en el cielo

un harapo de azul mar, que la rama de un

arbolito enmarca y que una estrella hiere, fatal,

mientras se funde con temblores muy dulces, pequeñita y tan blanca...

¡Diecisiete años!, ¡Noche de junio!

-Te emborrachas. La savia es un champán que sube

a tu cabeza... Divagas; y presientes en los labios

un beso que palpita en la boca, como un

animalito.

Aventura

Page 11: Poemario (3)

"No poseo nombre: pero nací hace dos días."

¿Cómo te llamaré? "Soy feliz.

Me llamo alegría." ¡Que el dulce júbilo sea contigo!

¡Bonita alegría!

Dulce alegría, de apenas dos días, te llamo dulce alegría:

así tú sonríes, mientras yo canto.

¡Que el dulce júbilo sea contigo!

Alegría

William Blake

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En la bula áurea que dictó Alexis Comnenos para honrar en forma magnífica a su madre,

a la muy prudente señora Ana Dalasene -distinguida en sus obras, en sus costumbres- hay elogios diversos: traigamos aquí de entre

ellos una frase hermosa, noble

"Jamás esta fría palabra; lo mía o lo tuyo, dijo".

Ana Dalasene

Constantino Cavafis

Page 13: Poemario (3)

Al comenzar mis estudios, el primer paso me agradó mucho, El mero hecho consciente, las

formas, el poder moverme, El menor insecto o animal, los

sentidos, la vista, el amor, El primer paso me dominó y tanto

me agradó Que me costó proseguir y si me

detuve fue Porque quise detenerme allí, holgazaneando para cantar

eso en mis extasiados cantos.

Page 14: Poemario (3)

En la gran oscilación Entre creer y no creer, El corazón se trastorna

Lleno de nada saber

Y, ajeno a lo que sabía Por no saber lo que es, Sólo un instante le cabe Que es el conocer la fe.

Fe que los astros conocen

Porque es la araña que está En la tela que ellos tejen, Y es vida que había ya.

En la gran oscilación...

Fernando Pessoa

Page 15: Poemario (3)

Si! Os respondí anoche, ¡No! Esta mañana, Señor, he

dicho. Los colores, vistos a la luz de las

velas, No brillan igual durante el día.

Cuando los tambores sonaron

perfectos, Las lámparas arriba y las risas

abajo, Ámame sonaba como algo sínico, Tanto para el Sí como para el No.

Llámame falsa, o llámame libre; Y no importa qué luces brillen,

Ningún hombre verá en tu rostro La incierta pena de mi

inconstancia.

Pues el pecado oscila sobre

ambos; (Es tiempo de danzas y no de

compromisos, Y la luz de la promesa destruye la

fidelidad) Abate sobre mí la cobardía que

yace en tí.

El Sí de la Dama

Elizabeth Barret Browning

Page 16: Poemario (3)

Otra vez huele el bosque, se ciernen las alondras,

elevándose con el cielo, que estaba pesado en

nuestros hombros; cierto es que se veía por las ramas

el día qué vacío que estaba;

pero tras de lluviosas tardes largos vienen las horas nuevas,

soleadas de oro, huyendo de las cuales, en

fachadas lejanas, todas las desgarradas

ventanas temerosas agitan sus batientes.

Luego se hace la calma. Hasta la

lluvia cae más queda en el brillo de la

piedra, que en paz se ensombrece. Los ruidos

enteros se agazapan en los fúlgidos brotes de las

yemas.

De un abril

Rainer María Rilke

¿A qué me lo dices? Lo sé: es

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mudable, es altanera y vana y caprichosa, antes que el sentimiento de su

alma brotará el agua de la estéril roca.

Sé que en su corazón, nido de

sierpes, no hay una fibra que al amor

responda: que es una estatua inanimada...;

pero... ¡es tan hermosa!

Rima XXXIX

Gustavo Adolfo Bécquer

Page 18: Poemario (3)

SALUTACION DEL OPTIMISTA

RUBEN DARIO Ínclitas razas ubérrimas, sangre de

Hispania fecunda, espíritus fraternos, luminosas

almas, ¡salve! Porque llega el momento en que habrán de cantar nuevos himnos lenguas de gloria. Un vasto rumor

llena los ámbitos; mágicas ondas de vida van

renaciendo de pronto; retrocede el olvido, retrocede

engañada la muerte, se anuncia un reino nuevo, feliz

sibila sueña, y en la caja pan dórica de que tantas desgracias surgieron

encontramos de súbito, talismán Ica, pura, riente,

cual pudiera decirla en sus versos Virgilio divino,

la divina reina de luz, ¡la celeste Esperanza!

Pálidas indolencias,

desconfianzas fatales que a tumba o a perpetuo presidio,

condenasteis al noble entusiasmo, ya veréis el salir del sol en un

triunfo de liras, mientras dos continentes,

abandonados de huesos gloriosos, del Hércules antiguo la gran sombra soberbia evocando, digan al orbe: la alta virtud

resucita,

Page 19: Poemario (3)

que a la hispana progenie hizo dueña de siglos.

Page 20: Poemario (3)

Rodando a goterones solos, a gotas como dientes,

a espesos goterones de mermelada y sangre, rodando a goterones

cae el agua, como una espada en gotas,

como un desgarrador río de vidrio, cae mordiendo,

golpeando el eje de la simetría, pegando en las costuras del alma, rompiendo cosas abandonadas,

empapando lo oscuro.

Solamente es un soplo, más húmedo que el llanto,

un líquido, un sudor, un aceite sin nombre,

un movimiento agudo,

haciéndose, espesándose, cae el agua,

a goterones lentos, hacia su mar, hacia su seco

océano, hacia su ola sin agua.

AGUA SEXUAL

PABLO NERUDA

Page 21: Poemario (3)

Calma Chica

Esperando que el viento doble tus ramas

que el nivel de las aguas llegue a tu arena

esperando que el cielo forme tu barro

y que a tus pies la tierra se mueve sola

pueblo estás quieto cómo no sabes

cómo no sabes todavía que eres el viento la marca que eres la lluvia

el terremoto.

MARIO BENEDETTI

ADIOS

Page 22: Poemario (3)

¡Adiós! si dicha se concede al hombre

de una plegaria en premio, ésta tu nombre

elevará hasta el trono del Señor. Promesas, quejas, llanto, fueran

vanos; más que el lloro, exprimido, ya

sangrante, de ojos sin luz, tenaz

remordimiento esta palabra dice... ¡Adiós! ¡Adiós!

Secos están mis ojos, extinguida mi voz, pero al dejarte, de mi vida se adueña para siempre un gran

dolor. Aunque el pesar y la pasión

torturan

mi corazón, quejarse no le es dado...

Yo sólo sé que en vano hemos amado...

Sólo puedo sentir... ¡Adiós! adiós.

LORD BAIRON

Page 23: Poemario (3)

Las fuentes se unen con el río y los ríos con el Océano. Los vientos celestes se

mezclan por siempre con calma

emoción. Nada es singular en el mundo:

todo por una ley divina se encuentra y funde en un

espíritu. ¿Por qué no el mío con el tuyo?

Las montañas besan el Cielo,

las olas se engarzan una a otra. ¿Qué flor sería perdonada

si menospreciase a su hermano?

La luz del sol ciñe a la tierra y la luna besa a los mares: ¿para qué esta dulce tarea si luego tú ya no me besas?

LA FILOSOFIA DEL AMOR

Percy Bysshe Shelley

¡Oh, Soledad! Si contigo debo vivir, Que no sea en el desordenado

Page 24: Poemario (3)

sufrir De turbias y sombrías moradas,

Subamos juntos la escalera empinada;

Observatorio de la naturaleza, Contemplando del valle su

delicadeza, Sus floridas laderas,

Su río cristalino corriendo; Permitid que vigile, soñoliento, Bajo el tejado de verdes ramas, Donde los ciervos pasan como

ráfajas, Agitando a las abejas en sus

campanas. Pero, aunque con placer imagino

Estas dulces escenas contigo, El suave conversar de una mente,

Cuyas palabras son imágenes

inocentes, Es el placer de mi alma; y sin duda

debe ser El mayor gozo de la humanidad, Soñar que tu raza pueda sufrir Por dos espíritus que juntos

deciden huir.

LA SOLEDAD

John Keats