panameÑa de la historia -...

29
BOLETIN DE LA ACADEMIA PANAMEÑA DE LA HISTORIA TERCERA EPOCA Julio - Dic. 1986 Noe- 48 - 49

Upload: dinhnga

Post on 28-Sep-2018

216 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

BOLETIN DE LA ACADEMIA

PANAMEÑA DE LA HISTORIA

TERCERA EPOCA

Julio - Dic. 1986

Noe- 48 - 49

HABLA EL INQUILINO!

Editorial "Minerva"1932

59

Este memorial fue presentado a la Asamblea Nal . suscri-to por MAS DE TRES MIL firmas auténticas de inquilinos.Para no aumentar el costo de esta edición no se imprimen aquíesas firmas . Pero eso no le resta nada al carácter de este docu-mento que se expresa en el título con que la presentamos:¡HABLA EL INQUILINO!

61

Honorables Diputados

Los que suscribimos, parte integrante de la clase obrerao proletaria, venimos a requerir vuestra acción en la soluciónde uno de los problemas más conspicuos que se alzan ante vo-sotros. Nos referimos al de la vivienda, comunmente denomi-nado entre nosotros "problema inquilinaria" . Para establecerla justicia del reclamo que por este medio os dirigimos precisaque expongamos los orígenes del problema, la historia delconflicto que suscitó entre caseros e inquilinos y el momentoactual de la cuestión . Deseamos que centréis vuestro interés enla exposición siguiente . De seguro encontraréis allí, de una par-te, una información veraz sobre el problema y, de la otra, unaguía para la acción reivindicatoria que las masas laboriosasde Panamá os recaban y que vosotros habréis de realizar enobediencia a vuestros deberes de mandatarios del pueblo.

1 .—El problema de los alquileres. Orígenes y anteceden-tes .— Hay que distinguir dos fases en la cuestión . Primera : elproblema en sí o sea el alza inconsiderada de los alquileres.Segundo : las reacciones que genera en las masas humanas a lascuales agrede . Los que por interés egoísta o por incapacidadmental ven el problema fragmentariamente no podrán . com-prenderlo jamás ni aportar soluciones adecuadas. Se inutili-zarán en una actitud negativa o condenatoria y, cuando dis-ponen de instrumentos de coacción material creerán zanjarla cuestion silenciando a los que demandan una solución: justa.Examinaremos conjuntamente ambas fases del problema.

La agitación en pro de la rebaja del arriendo no es un mo-vimiento de generación espontánea . Ni tampoco invención dedemagogos oportunistas anhelosos de sentirse rodeados por elaura popular . Ni menos aún algarada artificial deagitadoresprofesionales" empeñados en subvertir el orden político tradi-cional o, siquiera, en crear ambiente de inseguridad social pro-picio a la asonada . Es falso todo criterio que enjuicie el proble-ma en cualquiera de esos términos.

El "movimiento inquilinario" es, como. todos losmovimientos sociales, resultado de situaciones concretas y defini-

63

das . El descontento de la masa inquilinaria de Panamá y Co-lón, su protesta balbuciente, primero, y luego articulada enuna organización de combate son obra de un sistema de vi-vienda antihigiénico, caro y tiránico . No puede concebirseque una masa de miles de hombres se acomune en una entidadpara luchar consciente y sostenidamente si no la empujan nece-sidades vitales ni la reclama un objetivo imperioso . Ningúnmovimiento social de tendido alcance y honda raíz surge sincausas reales operantes . Ninguna acción colectiva de vastospropósitos brota de la nada como creación arbitraria de unindividuo o grupo de individuos. No hay hombre capaz de in-ventar un problema social y mover artificialmente una masacomo si se tratara de un ejército de títeres . Son los hechos ylas fuerzas que los generan, son las condiciones materiales desu existencia lo que obliga a las multitudes preocupadas omaltratadas por un mismo problema a ponerse en marcha paraencontrarle salida a sus calamidades. Aún en los movimientoscontradictorios y extraños que tanto abundan en la historia,descubre el análisis sagaz causas sociales determinantes de laactividad conjunta de los hombres . No puede buscársele otraexplicación al movimiento inquilinario . Nadie que no sea unciego deja de ver cuáles son las condiciones insufribles en quevive la clase proletaria de nuestras principales ciudades . Nadieque no sea un sofista o un fraseólogo empedernido puedenegar que son esas condiciones el motor de la agitación quesostiene el proletariado urbano en pro de la mejora del sistemainquilinaria

El problema inquilinario no es una novedad en Panamá.Por el contrario, ha llegado a convertirse en un mal crónicoque se nutre en la indiferencia de los caseros y la hostilidadde los gobiernos hacia las demandas del inquilinato . Se puedeseñalar, provisoriamente, en el año de 1925 el nacimiento delproblema . No es que antes de esa fecha el precio de las habi-taciones se conformara a la capacidad de pago de la claseproletaria . Sino que fué entonces cuando la masa de los inqui-linos pobres —obreros y empleados—afrentó mancomunadamente y por vez primera la solución del problema . Aquel añose puso en vigencia la ley de reformas fiscales formulada por eldoctor Eusebio A . Morales, entonces secretario de hacienda . La

64

ley variaba el sistema tributario de la propiedad urbana y rural.Los propietarios clamaron contra la reforma alegando que lesimponía cargas insoportables . Para hacer fracasar la ley resol-vieron desviar el peso del nuevo impuesto hacia la masa de losinquilinos y provocar así un conflicto que le demostraría algobierno la impracticabilidad de la reforma . Operóse un alzageneral del tipo de renta en las ciudades de Panamá y Colón,que excedió en un veinticinco a un cincuenta por ciento sobreel precio de las habitaciones vigente a la sazón . La violenciade la suba causó hondo y vasto descontento en la masa inquili-naria Sinembargo la conyuntura económica no era entoncesdesesperante . El ramo de construcciones, que ocupa a la mayo-ría de los obreros de Panamá y Colón, había iniciado unepisodio de actividad que duró casi un lustro . El nivel de lossalarios escaló eminencias que no ha vuelto a reconquistar.Pero el alza del arriendo fué tan subitánea y exagerada queobligaba a la población obrera a gastar en habitación parte con-siderable del dinero que había de dedicar a sus demás necesi-dades primarias . El Sindicato General de Trabajadores, entidadproletaria que se había constituído a fines de 1924, atendió alclamor de las masas organizando la "Liga de Inquilinos y Sub-sistencias" . En unos cuantos meses, de junio a octubre de1925, la Liga asumió el carácter de una poderosa organizaciónde masas. Fue la primera de su género que se haya visto enPanamá . A principios de octubre numeraba seis mil miembrosinscritos y cotizantes. La espontaneidad, la unanimidad, ladisciplina y el heroico espíritu de lucha conque las masas sos-tuvieron las consignas y reivindicaciones de . la Liga constatanla realidad de las causas sociales que generaban el movimiento.No parecieron entenderlo así el gobierno y los caseros . No sebuscó la solución radical del problema, sino el sofocamientopor la fuerza de la agitación y la organización inquilinaria . El10 de octubre es la expresión culminante de ese procedererróneo. Aparentemente quedaba diferido el problema y extin-ta la protesta de los inquilinos.

Pero ningún problema social consiente soluciones defuerza que no liquiden sus causas determinantes . Ni toleratampoco que se emplace su discusión sine die. La dialécticade la historia es inflexible e ineludible. Mientras las causas

65

subsistan el problema seguirá complicándose, creciendo, in-tensificándose, aunque sus manifestaciones externas sean dé-biles o negligibles. El instante llega, necesariamente, en que elproblema irrumpe por el boquete de una oportunidad propiciay desconcierta con su inesperado retorno a quienes lo supo-nían proscrito para siempre . Así ha ocurrido con lacuestióninquilinaria.

Después de 1925 siguió vigente la tendencia alcista en losalquileres. Seguros del apoyo moral y material del gobierno,que inhibía automaticamente cualquier síntoma de actividadcorporativa de los inquilinos, los arrendadores imponían unatasa de alquiler que subía constantemente sin fijarle límites asu ascenso . Si se pudiera aprisionar en un esquema el cursode esta carrera veríamos que traza una curva ascendente, sininterrupciones ni oscilaciones, a través de siete años . La faltade estadísticas—que es entre nosotros un problema pavoroso—impide expresar en números el fenómeno . Pero las quejasformales de los inquilinos, recogidas por los comités de la Liga,permiten aseverar que de 1925 a 1932 los alquileres hanaumentado en una proporción del cincuenta al setenticinco porciento sobre las cifras existentes en el cuatrenio 1920-1924.Hace ocho años el precio medio de la unidad de habitación,que es denominada "cuarto ', fluctuaba entre cinco y seisbalboas. Hoy ese promedio va de siete y medio a diez balboas.¿Cuál es la causa de este proceso de encarecimiento progresi-vo? En el fondo de la cuestión reside la índole peculiar del ca-pitalismo: el empeño en obtener un beneficio creciente . Elcapitalista invierte su dinero para deducir una utilidad que sedenomina ganancia, beneficio, rédito o renta . Pero no se con-forma con una ganancia fija o invariable . Aspira a acrecentar-la cada vez más . Para lograrlo destina parte del beneficio a laampliación del negocio, es decir, al ensanche del capital cons-tante que debe traducirse en una ganancia mayor . Esta carac-terística del capitalismo, que se descubre al descomponer elmecanismo de la producción de mercancías, aparece tambiénen el negocio de arrendamiento de casas . No importa que seadiferente su apariencia o su forma . Si el industrial procura ob-tener una masa cada vez mayor de productos que transformaluego en dinero, el casero se desempeña de varios modos para

66

que el capital cifrado en el bien inmueble le brinde, tambiénen dinero, una renta cada vez más inflada . Dos procedimientosse le ofrecen para ello que aplica aislada o conjuntamente.El primero consiste en exigir un alquiler cada vez más alto porel uso de un mismo local . El otro en invertir nuevas sumas ennuevas construcciones en las cuales introduce mejoras suntua-rias o higiénicas . En el primer caso el propietario movilizatodo un arsenal de argumentos o pretextos para justificar el alzade la renta . Unas veces es el costo de las reparaciones y elmantenimiento del inmueble . Otras las necesidad de asegurar-lo contra riesgos y contingencias . Otras el aumento de las con-tribuciones e impuestos . Cada una de esas cargas, reales o su-puestas, las hace gravitar el casero sobre el inquilino redoblán-dolas . Sirve de ilustración a este respecto la instalación de luzeléctrica en las habitaciones . Por cada foco colocado en cadacuarto los arrendadores gravaron el alquiler con un balboaadicional . Sinembargo es sabido que un bombillo de veinte ycinco bujías, encendido durante doce horas diarias, no con-

sume más de cuarenta o cincuenta centavos en energía al mes.

Pareja importancia debemos reconocerle al otro factorde encarecimiento de la vivienda : las nuevas inversiones decapital . De 1925 a 1930 el Banco Nacional introdujo al paíscuatro millones de dólares de capital extranjero distribuidosmediante el sistema de cédulas hipotecarias. Algo de ese nu-merario se dedicó al mejoramiento o fomento de empresasrurales. Pero la cuota mayor se empleó en nuevas construccio-nes en las ciudades de Panamá y Colón . Los propietarios o in-versores fueron individuos o compañías capitalistas que dis-ponían de propiedades garantes del préstamo . Surgieron entoda la ciudad las llamadas "casas de apartamentos", y conellas el tipo de alquiler subió todavía más . En primer lugar, losinquilinos de las nuevas casas debían pagar a precios de lujolas comodidades que en ellos encontraban, y sufragaban asílas obligaciones contraídas por los propietarios . Pero lo impor-tante es que el alza repercutía sobre los inquilinos más pobres.El capitalista, en efecto, considera sus haberes como un todocomo una unidad indivisible de la cual procura arrancar unautilidad también única . De este modo los arrendatarios de lasviejas casas se veían obligados a pagar una renta adicional que

67

el capitalista dedicaba a la amortización de sus nuevas deudas.La exacción era más onerosa cuando se trataba del pequeñopropietario que se endeudó para reconstruir la casa o edificarsobre un solar sir uso . Entonces le imponía al inquilino uncanon de alquiler que no solo le permitía extinguir el présta-me, sino deducir un producto líquido para sus propias necesi-dades . Analizando el problema desde este ángulo se compren-de que había de llegar un momento en que la intensidad delalza de los alquileres hiciese saltar en pedazos la resistenciaeconómica, la capacidad de pago de las grandes masas inquili-narias.

Y el momento llegó . Mientras la situacióneconómicageneral se mantuvo a cierta altura, en tanto duraron los efectosde la inyección monetaria extranjera, el trabajador tuvo ocu-pación estable y percibió jornales que le posibilitaron el pagodel ¡arriendo caro . Pero en el año de 1930 se sintieron enPanamá los primeros estremecimientos, nuncio de la crisis queahora nos agarrota . Eran las repercusiones del gran desastre—de la gran depresión. en el lenguaje eufémico de los periodis-tas—que sacude todavía el edificio de la economía mundial.La caída de les precios en el mercado universal hizo bajar pre-surosamente el monto de los impuestos aduanales que consti-tuyen la primera renta del fisco nacional . El estado panameñose precipitó al desfiladero sin salida de las reducciones presu-puestales. . Las obras públicas se suspendieron . Miles de obre-ros quedaron aprisionados por el paro . De otra parte el de-rrumbe del mercado de valor neoyorquino en Octubre de 1929había sepultado varios millones de pesos puestos en el juegobursatil por los capitalistas panameños . El crédito se contrajoviolentamente . El Banco Nacional, imposibilitado para adqui-rir nuevos empréstitos, dejó de prestar grandes sumas a losconstructores y caseros . Los trabajos privados de edificaciónse paralizaron casi totalmente . Nuevos contingentes proletariosengrosaron el ejército de desocupados . El estandar general dela vida descendió bruscamente . La capacidad adquisitiva delas masas obreras cayó por debajo del mínimo posible para lasatisfacción de sus necesidades . Mientras tanto la tasa de alqui-ler permanecía remontada en la alta atmósfera a donde se ha-bía encaramado en les días de la inflación . Los capitalistas en-

68

deudados no encontraban otro medio de aminorar sus obliga-ciones que el de arrancar a los inquilinos una renta altísimaque, lejos de reducir, procuraban aumentar . La masa inquilina-ria sintió caer sobre sis hombros todo el peso de la crisis gene-ral que sufre el país. El descontento, la protesta, la

organización de combate contra la vivienda cara fueron resultantena-tural de tal situación . No es otra la génesis del movimientoinquilinario.

2. Organización, del movimiento . La "Liga de Inquilinosy Subsistencias". Su índole . Sus actividades .— La "Liga deInquilinos" es la formulación orgánica de! descontento y losanhelos de la masa inquilinaria . El movimiento recogió, desdeluego, la herencia espiritual y organizativa de 1925 . En su ma-nifiesto inicial, 8 de mayo de 1932, la Liga definía así la si-tuación del inquilinato : " ¡inquilinos! Si o diérais a la tarea derevisar casa por casa de las habitadas por les inquilinos pobresen los distintos barrios de la ciudad, de seguro que en todasellas no dejaríais de encontrar compañeros y compañeras sintrabajo, muchísimos sufriendo desnudeces, hambre y miseriasde todo género . Individuos que no teniendo recursos para ¡le-varse un pedazo de pan a la boca, se ven sinembargo acosadospara el pago de la renta por el casero o colector ". La Liga pos-tulaba sus objetivos y conminaba a los inquilinos en los si-guientes términos : "Para luchar por la rebaja de los alquile-res, para conseguir que se exonere del pago de la renta a losdesocupados, para que se reforme la inicua ley de lanzamientoy para contener los abusos y atropellos de los caseros y suscolectores es que se ha fundado de nuevo la Liga de Inquilinos.Esta, por medio de las presentes líneas, hace un formal llama-miento a todos los inquilinos pobres y medianos, sin distin-ción de sexo, raza ni nacionalidad, para que se incorporen aella y bajo una común acción luchen por la realización de susfines ¡Inquilinos! Ala Unión!".

La Liga se significaba así como una organización de finestaxativamente económicos : la rebaja del arriendo y la aboliciónde los rasgos ominosos del sistema de inquilinato . No se apun-taba objetivos políticos. Traducía la necesidad que sentíanlos inquilinos de eliminar ciertas condiciones de vida que les

69

son intolerables. Prueba que esa y no otra era su índole la una-nimidad conque acudieron a ella los inquilinos . Y lo remarcala circunstancia siguiente . Acababa de clausurarse una campa-ña presidencial que había dividido a la masa inquilinaria envarios grupos que confesaban divergencias políticas que aunqueaparentes y artificiales obraban sobre ellos con todo el vigorde una cuestión real . A pesar de ello la masa de inquilinos sevació casi íntegramente en los rangos de la Liga sin que en ellaencontrasen estímulo ni satisfacción las diferencias que mo-

mentos antes los separaban.

La Liga se organizó bajo la dirección general de un comi-té central ejecutivo provisorio . Sus actividades se cumplíana través de los comités y asambleas de barrio . Fueron sus filasensanchándose cotidianamente . Al cabo de tres meses sus efec-tivos numéricos sumaban varios miles y su influencia cobijabaprácticamente a la totalidad de los inquilinos pobres y media-nos de la ciudad de Panamá . El vehículo de la propaganda eranhojas sueltas editadas en su mayoría por los comités sectoralesy "El Inquilino' que comenzó siendo un semanario y era yaun interdiario cuando su publicación fué cancelada de hechopor el decreto de emergencia . El gobierno, los caseros, la masade la población neutra o indiferente podían constatar fácil-mente la índole pacífica de la organización y sus actividades.La Liga actuó siempre con sujeción a la más rigurosa legalidad.Su periódico se voceaba en las calles. Sus volantes se repartíanpública y profusamente . Sus asambleas se efectuaban en luga-res de expedito acceso, todos los asistentes gozaban en ellasde voz y voto y las deliberaciones le concedían franquicia aloído más torpe.

3. Actitud del gobierno y los propietarios .— Sinembargola actitud del gobierno y los propietarios no se concilió con laimportancia del problema y menos con los procedimientosfrancos y rectos de la organización inquilinaria . Repitióse enuno y otros el fenómeno de 1925 . Su reacción a los reclamosde los inquilinos abraza dos momentos : indiferencia primero,hostilidad después .

70

Para el gobierno y los caseros no existió el problema du-rante los meses de mayo y junio . El órgano periodístico y lashojas sueltas de la Liga circulaban en toda la ciudad. Las reu-niones inquilinarias se efectuaban cada noche en todos losbarrios . Los pesquisas al servicio del gobierno informaban mi-nuciosamente sobre los hechos . No obstante dominaba en lasesferas oficiales un imperial silencio respecto al problema plan-teado . La prensa mercantil local, cuya función primera es elrelato de la vida oficial y cuyo placer predilecto es panegirizarlos actos de los gobernantes, mantenía parejo mutismo . Lapérdida del hijo de Mr. Lindbergh y las truculencias de los ga-villeros de Al Capone ocupaba sus columnas y páginas . Perono le concedía cuatro líneas a un problema que aquí mismoenglobaba a centenares de familias y miles de hombres . De mo-do semejante se comportaban los caseros . A las advertenciasde los inquilinos respondían bruscamente con invocaciones ala santidad de sus derechos que les autorizaban para imponera I o suyo- el precio que les viniera en gana.

Para volar la campana neumática de la indiferencia bajola cual pretendían el gobierno y los propietarios asfixiar elmovimiento inquilinario, quiso la Liga realizar un acto

público que fuera a la vez exponente de la fuerza popular del movi-miento. Al efecto convocó a una reunión en el Parque Lesseps.De inmediato se operó un turno radical, aunque no sorpren-dente, en la actitud del gobierno . La estudiada indiferenciametamorfoseó en hostilidad inocultable, Anunciada la reunión.para el día seis de julio, no pudo efectuarse . Un cordón de.policías impidió el acceso al parque y disolvió Ios grupos quese aproximaban . Parten de allí los actos de hostilidad primeroambigua, manifiesta luego y de franca represión por último,cuyo índice y resumen es el "decreto de emergencia".

Para entonces se intentaba urdir una organización femen-tidamente inquilinaria que contrarrestase y sabotease la acciónde la Liga . A su cabeza aparecieron sujetos afectos a lafederación obrera, entidad facticia, apéndice político de todosIosgobiernos, cuya función es perturbar, obstruir y traicionar 'asreivindicaciones de la clase proletaria . Supusieron el gobiernoy los caseros que la federación obrera era el instrumento efi-

71

tiente para desarmar el movimiento inquilinario . La federaciónobrera se transformó en "Comité Inquilinario ", celebró algu-nos actos intrascendentes en el local que le ha prestado el go-bierno y llegó a convocar una manifiestación para la noche del9 de julio. Lo que pretendía ser un desfile impresivo fué ape-nas el triste paseo de un escuálido grupo . Ni las divisas dema-gógicas de " ¡tenemos hambre"! atrajeron a los obreros. Elinsuceso tuvo, no obstante, una importancia derivada . Despuésde los discursos de los organizadores del acto, quisieron hablaralgunos miembros de la Liga . La policía lo impidió y apresóa ocho de estos.

El terror policiaco se desató de allí en adelante . Duranteel mes de julio los dirigentes y miembros de la Liga sufrieronconstantes encarcelamientos . El día 14 fué apresado un grupo.El 20 en la noche el alcalde asaltó el local donde se reuníanlos inquilinos del sector de Santa Ana .y condujo a la cárcela más de sesenta obreros. El 23 hubo nuevas prisiones. La resi-dencia de Cristóbal L . Segundo, miembro del Comité Central,fué sitiada por agentes secretos. Asegurábase que de un mo-mento a otro sería allanada la casa . Sus moradores vivieronen estado de alarma y sobresalto . Algunos d (as después fueronretirados los guardias de acecho . Es probable que influyeranal respecto las protestas de los inquilinos en las asambleas debarrio. Pero es necesario remarcar que toda esta persecuciónpoliciaca se realizaba ciando todavía no se había declarado lahuelga del "no pago" de la renta.

4.—La huelga de no pago . Desarrollo pacífico . Vigilanciay orden. Provocaciones .— La Liga proseguía entretanto sus ta-reas propagandistas y organizativas . Para darles cima convocóuna asamblea general de todos los inquilinos de la ciudad quefué celebrada el domingo, 17 de julio, en los altos de la casanúmero 29 de la calle 19 este bis, esquina a 12 de octubre. Laasamblea laboró de ocho de la mañana a doce de la noche . Ex-pidió el cuadro de reivindicaciones : a) reducción de la tasa dearriendo en un cincuenta por ciento ; b) exoneración del pagode la renta a los inquilinos desocupados y enfermos ; e) habi-tación gratis para los bomberos voluntarios ; d) aceptación delpago en bonos por los policías. Las demandas fueron publica-

72

das en hojas sueltas, en el órgano de la Liga y en la prensamercantil. Iban acompañadas de la conminación de declaratoria dehuelga caso de que los arrendadores no las satisficieran dentrode un plazo que vencía el 30 de julio a las doce de la noche.Oficialmente se dió cuenta de ellas a la recién formada "

asociación de propietarios" . Pero pasaron los días sin que se apre-ciara en estos movimientos ; alguno que acusara intención detratar con los organismos directores de la Liga . No hicieron si-no enredarse en unos parlamentos gaseosos con un mal llama-do "comité de defensa proletaria" ayuno de todo respeto, detoda autoridad y de toda colaboración entre la masa proleta-ria . A pesar de que eran individuos orgánicamente proclivesa la capitulación y el compromiso no pactaron nada concretocon los caseros porque estos se obstinaban en no consentirrebaja alguna y se limitaron a ofrecer la suspensión de los lan-zamientos.

Probada la intransigencia de !os arrendadores que no sólono se entendían con la Liga, sino que pretendían ignorar larepresentación que le confirieron a esta los inquilinos, el co-mité central ejecutivo electo por la asamblea general obedeciósus mandatos y declaró la huelga del " no pago" de alquileresen un manifiesto del 30 de julio . A las 12 de la noche de esafecha comenzó la vigencia del movimiento . La masa inquilina-ria lo acuerpó con unanimidad y disciplina ejemplares. Se haintentado obstinadamente arrebatarle al movimiento de "nopago" la denominación : de "huelga" . El intento no alude a unmero prurito de pulcritud lexigráfica . Lo que se buscaba eraasimilar la huelga a una actitud de rebeldía o subversión y lo-calizarla dentro de las sanciones del código penal . Pero elempeño no ha dejado de ser un inepto pasatiempo verbal propiode fraseólogos empedernidos. Lo que le confiere carácter, significado e intención a una huelga es su índole negativa o abs-tencionista . El huelguista rehusa deliberadamente repetir actosque solía ejecutar con más o menos voluntad . El obrero se nie-ga a trabajar para el patrón mientras no se satisfagan sus de-mandas. De igual modo el inquilino resuelve no pagar la rentamientras no sea rebajada . El gesto de abstención, de inhibición,de rehuso aparece en ambos casos, aunque sean diferentes losobjetivos hacia los cuales se dispara. La aplicación de la palabra

73

"huelga" al último caso coincide en un todo con las tendenciasinherentes a la mente humana. El pensamiento es un dispositi-vo que se afianza sobre lo concreto para saltar a lo abstractoy que de lo particular se proyecta hacia lo general. Así se haenriquecido el idioma con un tesoro de palabras, ideas y con-

ceptos en cuyo sentido y significado actuales, término de unadilatada labor de abstracción y generalización, sólo un criteriosagaz puede descubrirlos rasgos herencia les de la humilde matrizde donde provienen . Se entiende, pues, por qué es correctohablar de huelga del "no pago' como lo es referirse a las huel-gas de "hambre" . Carece por lo tanto de objeto perderse eninútiles alardes filológicos para contestar la naturaleza huel-guística del movimiento de " no pago ' de la renta.

La huelga comenzó a desarrollarse conforme a la másexigente legalidad . La Liga organizó un cuerpo de vigilancia yorden y patrullas de autodefensa . Al primero le designó el cui-dado de las cajillas de alarma y la prevención de todo conato,fuese cual fuere su origen, de trastorno del orden público . Laspatrullas debían defender a los inquilinos huelguistas contralas amenazas o atropellos de los caseros y colectores . En

cuanto se refiere a las actividades de la Liga el movimiento fue es-trictamente regular y pacífico. Todos los incidentes que sesuscitaron fueron provocados por la actitud insensata de case-ros y cobradores que desde el primer momento procuraronla aparición de conflictos que hiciesen necesaria la

intervención de la fuerza armada del gobierno. Respalda este aserto elhecho de que fueran cobradores y caseros las únicas personasque intentaran hacer uso de revólveres durante la huelga.No importa que los escuadrones de autodefensa estuviesen enalgunos casos provistos de báculos o palos . No fueron estosjamás un arma en manos de los inquilinos . Al efecto no puedeseñalarse un solo caso en que, a pesar de los incidentes queocurrieron con los caseros, resultara uno herido o golpeado.Precisa remarcar también la labor del cuerpo de vigilancia . Niuna sola cajilla de incendio fue fracturada a pesar de que ele-mentos maleantes deseaban, sin duda, provocar un estado dealarma pública propicio a sus planes . Fueron los mismos inqui-linos quienes previnieron a tiempo un conato de incendio in-tencional y detuvieron al inminente delincuente. La huelga in-

74

quilinaria fué, en resumen, durante catorce días un movimien-to pacífico, ordenado, sin exaltaciones.

5. Maniobras de los propietarios . Una campaña periodís-tica repugnante . Falsedades y calumnias . El pretendido carác-ter subversivo de la huelga .— Tácticas dilatorias, intentos desoborno, ni acuerdos aislados podían quebrantar la huelga.Convencidos de ello, los caseros trazaron otro rumbo a susmaniobras . Centraron sus energías su astucia y sus manejosen obligar al gobierno a liquidar por la fuerza el movimiento.Necesitaban demostrar previamente que se trataba de un mo-vimiento subversivo, de pretensiones "comunistas", dirigidocontra las instituciones tradicionales y el orden público . El día5 de agosto lanzaron sobre la mesa del presidente de la repúbli-ca un memorial insólito . Era una declaratoria de guerra sincuartel contra la masa inquilinaria y, a la vez, una amenazado-ra conminación al presidente para que aplastase por la fuerzael movimiento huelguístico. Le exigían que interviniese endefensa de sus intereses y para obligarlo a ello le asustaban agi-tando ante sus ojos el fantasma de la ocupación militar estado-unidense . Al mismo tiempo la prensa mercantil, servidoraincondicional de los propietarios, desplegaba una campaña'periodística inmoral y repugnante . insidias, calumnias y

mentiras poblaban sus páginas. Una frenética emulación envolvióa "The Panama American",""La Estrella" y " El Tiempo—, en sutarea de emponzoñar el ambiente . Un día decían que la Ligaestaba conectada con organizaciones extranjeras que habíandecretado a plazo fijo, como una obligación comercial de im-prorrogable cumplimiento, la revolución social americana.Después inventaban la pérdida de cientos de machetes y les

adjudicaban a los inquilinos el falso robo. No le preocupabanlas enormes contradicciones en que incurría . Y así, a vueltade filiar el movimiento como una acción antigobiernista de"" !os vencidos- en la campaña presidencial, lo denunciaba co-mo obra de ""!os comunistas- empeñados en derrumbar el edi-ficio capitalista . Lo único que le interesaba a esa prensa erasuministrara¡ gobierno los argumentos morales que justificasenel azuzamiento de las traillas del terror blanco contra los inqui-linos . Todo "en defensa de las instituciones republicanas ame-nazadas"" .

75

La falsedad maligna de tanta alharaca queda evidenciadasin apurar mucho su análisis. La "Liga de inquilinos y Sub-sistencias" no respondió a otros motivos ni se señaló otros fi-nes que los manifestados públicamente . La existencia en sus fi-las y cuadros dirigentes de personas de filiación comunista noacusa propósitos subversivos . En los comités de barrio, lasasambleas y las comisiones jugaban un rol principal multitudde individuos ajenos y hasta adversos al ideario comunista . ¿Nosabe todo el mundo que si Cristóbal L . Segundo, Eliseo Eché-vez y otros son milites del comunismo, en cambio SamuelCasís confiesa y practica la más rigurosa ortodoxia católica?Dentro de la Liga se conjugan todas las tendencias políticassin que impere ninguna . Y es porque carece de índole políti-ca. Su origen, su actividad, sus objetivos son esencial y taxa-tivamente económicos. ¿Es, acaso, indicio de lospropósitossubversivos de la Liga la fraseología de sus manifiestos? De nin-gún modo . El carácter de la Liga se lo confiere la composiciónsocial de los individuos que la integran . Son esos en su mayoríapertenecientes a la clase proletaria . Es imposible pretenderque posean una mentalidad capitalista gentes que como estassienten sobre sí el gravámen de las contradicciones inherentesal sistema capitalista . Es natural, lógico, necesario que identifi-quen sus penalidades con la existencia de tal régimen . Pero estesentimiento, vago unas veces, nítido y vigoroso otras, no su-pone el plan de subversión : inmediata del orden jurídico vi-gente . Ni basta para calificar a la Liga como una entidad pron-ta a obrar mediante métodos revolucionarios tomando pasajeen la empresa de derrocar el régimen capitalista . Por lo demás,toda organización proletaria postula como fin último y culmi-nante la sustitución de ese régimen . Sinembargo ese desidera-tum informa el programa máximo cuya realización se difierede tareas inmediatas . Ninguna entidad obrera, ni aún las dematiz más conservador, deja de plantear en estos términos suspropósitos . Así ocurre, por ejemplo, con esa misma

federación obrera mimada por todos nuestros gobiernos . En sus esta-tutos se puntualiza la necesidad de una transformación! radicalde la sociedad capitalista en sociedad socialista . No obsta ellopara que nuestros gobiernos le acuerden toda suerte de dones,ni para que haya sido el instrumento escogido por los caserosen sus primeros intentos de desarmar la organización inquili-naria .

76

6. El gobierno contra los inquilinos . Las conferenciasen la presidencia . El decreto de emergencia . El terror blancoen apogeo.— I nstigado por la prensa mercantil, constreñidopor los propietarios, amonestado por los ministros de dos po-tencias extranjeras, el gobierno se resolvió a poner en movi-miento la maquinaria de la represión y el terror . Pero aún de-bía salvar la laguna de ciertas apariencias. Había que demostrarque la Liga rehusaba todo entendimiento con los caseros . Dosrepresentantes de estos llegáronse el 9 de agosto al secretariogeneral de la Liga para hacerle proposiciones que encerrabanuna negativa de la rebaja del cincuenta por ciento . A despechode la importancia que se ha querido conferirle al "gesto' delos caseros, la verdad es que sus primeros parlamentarios si-mulaban una absoluta ignorancia de las demandas inquilinariasy demostraban renuencia a reconocer la plena autoridad corpo-rativa de la Liga . El secretario general respondió que carecíade poderes para parlamentar y que daría cuenta de la propues-ta a las organizaciones inquilinarias . No prometió remitir con-tra-propuesta alguna porque bien sabía él que le era imposibleofrecer o hacer nada que rompiese el cuadro de reinvidicacio-nes formulado por los inquilinos . Ya antes el gobierno habíaentablado pláticas con personas a quienes suponía relacionadascon la Liga . Pero se limitaba a inundarlas de admoniciones yeludía considerar concretamente las demandas de !os inquili-nos. La huelga, entretanto continuaba con unanimidad, disci-plina y orden inalterables. El día 11 de agosto brotó la primeramanifestación del terror oficial organizado . El alcalde del dis-trito emitió un decreto dirigido a quebrantar la huelga del nopago . Pero la firmeza y el espíritu de sacrificio de los huelguis-tas invalidaron las intenciones de esa disposición.

El 12 de agosto entraron en combate los delegados de laLiga y de la asociación de propietarios . No precisa describirminuciosamente el curso de las conferencias que se efectuaronen la presidencia . Lo que ellas demostraron desde su comienzofué la obstinada resistencia de los caseros a conceder una reba-ja racional . No es que la Liga hubiese hecho "cuestión de ho-nor" la reducción del cincuenta por ciento . Esta constituíasólo una base de discusión sobre la cual estaban dispuestos losdelegados inquilinarios a concluir un compromiso equitativo.

77

Pero era imposible admitir la rebaja de balboa y medio o trespesos por cada cuarto fuera de la cual se negaban !os caseros atodo entendimiento . Porque esa reducción es irrisoria . Paraadvertirlo así basta recordar el ritmo acelerado conque ascen-dieron !os alquileres en el curso de siete años y el nivel a quehabían llegado. "Un balboa y medio—dicen !os propietarios—representa el 30 por ciento en las habitaciones de Bs . 5.00;el 25 por ciento en las habitaciones de 13 .6.00 y el 21 porciento en las habitaciones de B . 7.00". Pero olvidan que el pre-cio medio de las habitaciones que ocupa la mayoría de la claseproletaria, es decir, las familias proletariascuyo mínimo es decuatro personas, oscila entre ocho y diez balboas . Los cuartosde cinco o seis balboas, estrechos, faltos de luz y aire por logeneral, Ios habitan individuos aislados o parejas que sólo !osutilizan para dormir. La rebaja, pues, no significaba nada apre-ciable para la multitud de familias proletarias cuyo canon derenta supera a las cifras de relación escogidas por !os proleta-rios. Y menos todavía para el gran número de las que ocupanlas llamadas "piezas', formadas por la unión de dos, tres ycuatro cuartos, cuyo arriendo ha subido con mayor celeridadque el de los cuartos sencillos . "Piezas" de dos cuartos que untiempo rentaban de ocho a doce balboas, pagan hoy de quincea veinticinco balboas, ¿ No se ve enseguida que la rebaja carecía de equidad y racionalidad? ¿ No es evidente que constituíaapenas un sofisma de distraccion o una burla a las demandas dela masa inquilinaria?

Era ineludible que !os delegados de la Liga reclamasenuna reducción mayor que la ofrecida por !os caseros y que pro-curasen delimitar el alcance de su aplicación . Pero !os delega-dos de la asociación de propietarios se atrincheraron en suoferta . Uno de ellos, llegó a postularla como ultimatum : otres pesos de rebaja o nada. Fácilmente se observaba queacechaban estos, con agónica desesperación, la oportunidad deromper las discusiones . El momento se les ofreció el 13 deagosto en la tarde . En el calor del debate uno de !os delegadosinquilinarios se vió obligado a remarcar el carácter rapaz delcapitalismo . Tres de !os representantes caseros se declararonagredidos en su honor personal y evacuaron el salón de la con-ferencia . (Señalemos de pasada que uno de !os que exhibía ma-

78

yor ira es, precisamente, Carlos W. Muller, al cual le acusa laopinión popular, sin que se haya vindicado jamás satisfactoria-mente, de haber usurpado en asocio de su hermano más dedoscientas cincuenta mil hectáreas de tierras nacionales en laprovincia del Darién y sometido a un régimen de hambrea miles de familias campesinas) . Al siguiente día, 14 de agosto,manifestaron los caseros en la prensa que retiraban todas las"concesiones" ofrecidas y se negaban a cualquier entendimien-to ulterior . Con ello le dejaban vía libre a la represión . El 15de agosto expidió el poder ejecutivo el decreto número 139que ha suspendido las garantías individuales en la ciudad dePanamá.

Las razones que aducía el decreto en su parte motivahan sido analizadas per nosotros en líneas precedentes. Noscreemos relevados de hacerlo otra vez . Pero precisa decir quea pesar de su fraseología demagógica, el decreto no hace másque refrendar la intransigencia de los propietarios y salvaguar-dar sus intereses. No hay más que considerar, al respecto, quefijaba la misma rebaja ofrecida por los propietarios cuya crí-tica hicimos enantes . En cambio se proponía la

desarticulación de la Liga y el aplastamiento de la huelga inquilinaria.La, represión y el terror se desbordaron . Los locales de loscomités y las asambleas de barrio fueron asaltados, destruídossus enseres e incautados los archivos y algunas sumas de

dinero. Se allanaron con lujo de barbarie y prescindencia de las máselementales reglas de decencia los hogares de los dirigentesde la Liga . Se realizaron encarcelamientos en masa . La fuerzapública agredió una manifestación de mujeres proletarias, es-posas, madres, hermanas de los inquilinos detenidos, algunasen estado grávido, otras con sus hijos lactantes en brazos, quesólo demandaban la libertad de los presos . La prensa quedósometida a un régimen de censura militar . La ciudad se su-mergió en una atmósfera de alarma, terror, incertidumbre yaprehensión fácil a todas las sugestiones peligrosas . He ahílos únicos resultados del decreto de emergencia . Porque el pro-blema no ha sido resuelto . La rebaja de tres pesos no satisfa-ce ni remotamente los justos anhela, de la masa inquilinaria.Primero porque no guarda proporción con la magnitud delalza de los alquileres. Después porque los caseros, encargados

19

de aplicarla, establecen múltiples excepciones contra las cualesno pueden protestar los inquilinos porque incurren automáti-camente en las penalidades del decreto .*

8. El problema ante la asamblea . La cámara debe legis-lar conforme a las demandas populares. Pretextos y subter-fugios de los caseros . Un proyecto aceptable.— El problemase ha elevado a la consideración de .la asamblea nacional . La ma-sa inquilinaria de Panamá, que abarca la gran mayoría de lapoblación urbana, espera de la cámara legislativa una soluciónadecuada a sus, reivindicaciones. El problema inquilinario noconsiente nuevos plazos. Sin hablar de justicia, sino apenasde racionalidad, es evidente el fundamento de las demandasde los inquilinos . Sólo desde el pun to de vista del derecho po-lítico tradicional aparece clara la razón de esos reclamos . Unamultitud de sesenta mil inquilinos no puede quedar de hoymás sometida al capricho de dos mil propietarios o mucho me-nos. Si el régimen "democrático" es régimen de mayoríasla asamblea debe legislar en el sentido que invoca el interésde las mayorías. Lo contrario ha sido hasta hoy el procedi-miento de las asambleas que se han sucedido en nuestra vidapolítica. Se ha legislado siempre en bien de los grupos privile-giados . Impuestos, concesiones, proteccionismo : todo ello se hadecretado en provecho de los que poseen medios de fortuna.Pero es el pueblo el sufragáneo de las cargas que tales benefi-cios importan . La hora ha sonado en que ha de imprimirserumbo contrario a la acción legislativa.

Reduciendo las anteriores consideraciones al caso con-creto del problema inquilinario, nada hay que impida a lacámara responder satisfactoriamente los reclamo de la clase pro-letaria. Los caseros no han podido postular hasta ahora argu-mentos valederos en defensa de la situación que usufructúan.Una y otra vez acuden para explicar la alta tasa del arriendoa la intangibilidad de sus derechos de propiedad . Amuralla-dos dentro de un concepto arcaico de la propiedad, creen q'

Días después de escribir este relato, el 15 de septIembre , derogó la asambleanacIonal el decreto dictatorial .

80

esta constituye una categoría eterna, inmanente e inviolable.Parecen desconocer que la propiedad es en sí misma un produc-to de la evolución social y que la misma sociedad puede im-ponerle limitaciones cuando sus pretensiones o actos contra-dicen las necesidades de esa evolución . Esa incapacidad

mental de los caseros les sumerge en una confusión de subterfu-gios y pretextos cuando intentan oponerse a la restricción delos excesos que cometen en su negocio . Encuéntrase la cons-tatación de esto en la respuesta que los comisionados propie-tarios dieron al cuestionario que el mismo gobierno le planteóa la "comisión inquilinaria" oficial.

Después de emitir datos falsos aseveran que el negociode arriendo de casas no puede someterse a una

reglamentación oficial, ni menos a una cuota legal de beneficio, porquelo regula la libre concurrencia mediante la ley de la oferta yla demanda. Semejante aserto denuncia el sorprendenteanalfabetismo económico de los caseros. No cabe hablar delibre concurrencia ni de oferta demanda en este asunto . Ad-mitiendo que una y otra obrasen con poder omnímodo en laregulación del precio de las mercancías—lo cual no es ciertoen el presente momento de la economía capitalista—es impo-sible acordarles igual importancia en la determinación del ti-po de alquiler . En la producción de mercancías la cantidad deestas aumentas a querer del capitalista sin otra limitación queel grado de desarrollo técnico de la empresa y la magnituddel capital operado, en el supuesto de una constante extensiónde la demanda . Pero en el negocio de arriendo no puede el ca-pitalista aumentar a voluntad la mercancía, es decir, el núme-ro de casas. A ello se oponen, primero, la misma existenciade la propiedad privada y, luego, la forma material del nego-cio. Aunque un casero dispusiese de gran suma de capital-moneda no podría levantar en un lapso dado todas las casasque deseara porque tropieza con la propiedad de otros terrate-nientes y porque el proceso de producción de una casa difieredel de un par de zapatos o un automóvil . De modo que si ocu-rriera una repentina y activísima "demanda" de casas, el case-ro no podría satisfacerla automáticamente ni en tiempo opor-tuno. Y, a la inversa, aunque haya un sobrante de casas los in-quilinos se ven siempre sujetos no al arriendo que ellos desea-

81

rían pagar, sino al que les impone el propietario en cuanto espropietario y gracias a sus derechos como tal . La necesidadde guarecerse obliga al inquilino a acatar el canon de alquilerque el propietario señala . He aquí, precisamente, lo que exigela intervención del estado para reducir el tipo de renta a un gra-do racional.

Sabemos, señores diputados, que la cámara se verá solici-tada por varios proyectos de leyes sobre inquilinato . Debemosindicaros, pues, que el que más se conforma a las demandasde la masa inquilinaria es el del diputado Demetrio A. Porras.Esperamos que la asamblea lo adopte sin modificaciones quedesvirtúen su esencia y frustren sus resultados y que archivetantos proyectos incompletos e incoherentes que, lejos deresolver el problema, no harán más que enmarañarlo.

Panamá, 12 de septiembre de 1932.

82

OTRA VOZ DEL SILENCIO.

CARTA ABIERTA

a la Junta Directiva deAcción Internacional Panameña

Señor Dr. Juan Rivera Reyes,Presidente de la Sociedad de Acción Internacional,

Presente.

Estimado Doctor:

Tengo la pena de dirigirme a Ud. para presentar por elconducto regular, mi protesta a la Directiva de esa Sociedad,por haberme declarado retirado de ella en su Manifiesto a laNación, por haber negado mi voto y mi recurso pecuniario aesa publicación, después de haber expresado yo, en la sesiónpreparatoria del mensaje, los motivos de mi inconformidad conél .

Esa Sociedad expide un manifiesto porque quiere que laNación conozca su labor en servicio de la Patria, y me declararetirado de su seno por que no quiero que se desconozca lamía .

En ese manifiesto se lee el siguiente párrafo:

"A la Patria se le sirve siempre en forma elevada y noble.Nunca deben medir para con ella los cálculos, ni los interesespersonales, sino sólo el anhelo de su bienestar permanente ycompleto" .

Yo puse a disposición de esa ilustrada Sociedad, enOctubre de 1933, una proposición fundamentada, y no se

83

medió oportunidad para sustentarla, pero como se nombróuna comisión plural ilustrada, consideré asegurado el éxito ycumplido mi deber ciudadano.

Desesperado por conocer, después de largo tiempo, lasconclusiones a que se habría llegado me acerqué a Ud . y Ud.me mostró en el folleto publicado en 1934, esas conclusionesen una nota en la cual aparecían muchos nombres y se negabael mío.

Ya, en ese tiempo había yo ocurrido a la Procuraduría y ala Secretaría de Hacienda y Tesoro, pues se me había dicho(indicado) que era en este último despacho adonde debíadirigirme en virtud de las leyes, que también nos fueronindicadas.

Pensé entonces que la nota y conclusiones contenidas enel folleto mencionado, debían servirme para demostrar que miempeño era desinteresado, pero la ausencia de mi nombre endicha nota me obligó a pedir a Ud . sin recriminación alguna uncertificado, que Ud . me extendió pronta y amablemente, enla forma siguiente:

El suscrito, ex-Presidente de la Sociedad Panameña deAcción Internacional,

Certifica:

Que en el acta de la sesión de dicha Sociedad, celebrada el28 de Octubre de 1933 y suscrita por J . Rivera Reyes comoPresidente de la Sociedad y Publio Vásquez como Secretariohay el siguiente párrafo:

"Dase lectura al informe escrito del señor Navas sobrealgunas cuestiones pendientes entre Panamá y Estados Unidos.En él insinúa que la Sociedad debe hacer gestiones ante elPoder Judicial a fin de que los terrenos del Ferrocarril dePanamá reviertan a Panamá . Considera por lo demás, quela República tiene derecho a construir carreteras entre las doscostas, lo cual es derecho derivado del de independencia . Para

84

estudiar el informe del señor Navas se nombra una comisióncompuesta por los socios Rivera Reyes, Castillero, Lasso,Vásquez y Garay".

Dado en Panamá, a los 30 días del mes de Julio de 1942.

(firmado) J . Rivera Reyes.

Veamos ahora la causa de mi negativa y mi inconformi-dad manifestadas:

En el folleto publicado en 1934 por la misma Sociedad(SPAI!) se lee lo siguiente:

Derechos de Panamá sobre !c s lotes de! ferrocarril.

" La Sociedad Panameña de Acción internacional, cono-cida las opiniones públicamente expresadas, de los doctoresHarmodio Arias, Eusebio A . Morales, Eduardo Chiari, DanielBallén, Juan Rivera Reyes y J . N . Lasso de la Vega y el pro-fesor Ernesto J . Castillero R . y leído el informe de la comisiónnombrada por la Junta Provincial de Colón de la SociedadPanameña de Acción Internacional, firmada por el doctorEfraín Tejada Y . y Ldo. Víctor A. de León acerca de loslotes que la Compañía del Ferrocarril de Panamá viene explo-tando comercialmente en las ciudades de Colón y Panamá, haadoptado las siguientes conclusiones:

1a. — Según el artículo V!!! del Tratado del Canal y elartículo 18 del contrato celebrado entre la Nueva Granada y laCompañía del Ferrocarril de Panamá, la República de Panamátiene pleno derecho a que dichos lotes volvieran a su poderdesde el día en que el Tratado del Canal, de 18 de Noviembrede 1903, fué ratificado, porque en ese pacto sólo se establecendos excepciones al derecho de reversión acordado a la Re-pública de Panamá.

a) las tierras requeridas para la construcción y serviciodel Canal .

85

b) las propiedades que perteneciesen o estuviesen enposesión de la Compañía del Canal o de la Compañía delFerrocarril de Panamá, dentro de las ciudades de Panamá yCoIon y Ios puertos terminales, es decir, edificios, talleres,muelles, vías férreas. estaciones, depósitos, almacenes yfaros. Las tierras públicas de la Isla de Manzanillo, situadasfuera de la Zona del Canal, nunca fueron de la Compañía delFerrocarril como dueña de ellas, ni nunca las poseyó conánimo de señor y dueño . Esa Compañía sólo tenía en 1903 loque le dió el contrato de 1867, usufructo, que jamás puedetransformarse er dominio pleno, sin lesionar Ios derechos delnudo propietario, este derecho de dominio no se adquiereni por inferencias o deducciones, sino por actos específicos,claros, irrefutables o irrevocables.

2a. — Panamá tiene derecho a reclamar a Ios EstadosUnidos todas las sumas que la Compañía del Ferrocarril havenido cobrando a Ios ocupantes de Ios lotes de terreno, desdeel mes de Febrero de 1904, er que se ratificó el TratadoHay-Bunau Varilla, hasta la fecha de la entrega a la Repúblicade Panamá?

3a. — Si Ios Estados Unidos se oponen a esta entrega,Panamá debe llevar esta cuestión económica ante un tribunalde arbitraje internacional.

4a. — La tesis de que el derecho de reversión a favor dePanamá no tendrá efecto hasta 1966, implicaría el derecho dePanamá de cobrar Ios impuestos de inmuebles sobre las tierrasque el Ferrocarril viene explotando como terrateniente y queno se usan para Ios fines del Canal o del Ferrocarril, situadasfuera de la Zona del Canal.

Julio 2 de 1934.

Hemos copiado íntegra la nota que antecede porque enella hay material suficiente para esclarecer la justicia de minegativa a contribuir a la publicación del manifiesto y miinconformidad con él, así como para aclarar otras cuestionesrelacionadas con mi denuncio de bienes ocultos, ante laSecretaría, hoy Ministerio de Hacienda y Tesoro.

86

1a. — En esa nota, en que aparecen tantos nombres depatriotas esclarecidos, se omitió el nombre del autor de laproposición, motivo de tan detenido estudio, que lo fuí yo.

2a . — Por esa neta puede verse que así como se omitiómi nombre tampoco se estudió mi proposición, que pedía quese llevara a los tribunales nacionales de justicia, a la llamadaCompañía del Ferrocarril, que ha sido el velo que todavíacubre dichos bienes . Basábamos nuestro denuncio en losartículos 20 y 22 del Tratado de 1903, no en el octavo, enque se basan las conclusiones a que han llegado todos los quese han ocupado del asunto . Con esos argumentos y conclusio-nes dubitativas, abandonaron los colegas la acción, en esperade un tribunal de arbitraje internacional.

3a. — Por esa nota puede verse con toda claridad queningún interés personal me llevó a ofrecer a la Sociedad SPAImi concurso para servir los intereses nacionales, confiado en lamayor capacidad intelectual de sus miembros.

Procedimos así (sin conocer las leyes que rige la materialporque sabíamos que a la patria se le sirve con desinterés, antesde que la Directiva de la SPAI lo aconsejara, pero sabemostambién que la Patria debe conocer y reconocer a sus buenos

servidores.

4a. — Comparando esa nota con el aparte "Lote delFerrocarril" del manifiesto, se puede ver claro que, la mayorparte de los jurisconsultos nacionales erraron en la apreciacióndel derecho de Panamá y en el modo de proceder para sureclamo, es decir, que era a la titulada Compañía a quien sedebía exigir la entrega ; y que unos pocos se alejaron más aúndel derecho de Panamá asegurado en Ios artículos 2o .i y 22 delTratado de 1903

5a. — También por esa nota se advierte, que no son losEstados Unidos los primeros responsables de la retención de lastierras exceptuadas de nuestras ciudades, sino las erradas ypersistentes declaraciones de nuestros hombres prominentes.

87

Ahora bien, cuando fuímos invitados a ingresar a esasociedad, aceptamos la invitación, con el fin exclusivo de servira la Patria, pero después de que se nombró la comisión paraestudiar mi proposición no se me dió la oportunidad parasustentarla y fijé después de larga espera que inquirimos de Ud.el curso que había tenido y Ud . nos mostró la nota en elfolleto ya indicado.

Ahora que tenemos la seguridad, puesto que tenemos laspruebas, de que debido a nuestro Denuncio y otras actividadesnuestras es que Panamá ha rescatado esos bienes, ocultos hacecuarenta anos, no podíamos contribuir a la publicación de unManifiesto en que nuestra labor de diez años, se adjudicara alos mismos que la adversaron, lo cual no puede significarnuestro retiro de la Sociedad.

Panamá, Septiembre 6 de 1943 .

Narciso Navas.

88