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Literatura, folclorey msica
Bordado para boda y circuncisin, seda sobre satn, Tnger 1845
Coleccin de la familia Gross
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Las mujeres sefardes del Norte de Marruecosen el ocaso de la tradicin oral
Paloma Daz-MasConsejo Superior de Investigaciones Cientficas (CSIC)
Como es sabido, durante siglos los sefardes del Norte de Marruecos conservaron un
rico caudal de literatura de transmisin oral, tanto en prosa (cuentos, refranes) como
en verso (romances, canciones y coplas). La poesa de transmisin oral lo que los
propios sefardes llamaban cantares,porque por lo general se trataba de poesa para
cantar tuvo una importante funcin en su vida familiar y comunitaria. Sin embargo,
los cambios sociales, educativos y de costumbres en el paso del siglo XIX al XX
produjeron el ocaso de esta poesa, que en gran medida perdi su funcin social.
Hoy en da, podemos conocer esa poesa oral sefard por las muestras recogidas
en encuestas de campo de las primeras dcadas del siglo XX, o las realizadas ms
modernamente entre personas que an recuerdan la tradicin, aunque en su mayorparte no la utilicen ya.1Y tambin podemos conocerla a travs de los cuadernos de
1 Una panormica de las encuestas de campo entre los sefardes impulsadas por MenndezPidal hasta los aos 50 del siglo XX puede verse en Samuel G. Armistead,El Romancero
judeo-espaol en el Archivo Menndez Pidal (Catlogo-ndice de romances y canciones)[en adelante abreviado como AMP], Ctedra Seminario Menndez Pidal, Madrid 1978,
pp. 11-23; para las encuestas en Marruecos hasta los aos 70, Samuel G. Armistead yJoseph H. Silverman, El romancero judeo-espaol de Marruecos: breve historia de lasencuestas de campo,Poesa: Reunin de Mlaga de 1974, Diputacin Provincial, Mlaga
1976, pp. 245-256; refundido y ampliado en Zarita Nahn,Romances judeo-espaoles deTnger, ed. Samuel G. Armistead y Joseph H. Silverman, Ctedra Seminario MenndezPidal, Madrid 1977, pp. 15-25. Y un estado de la cuestin de los aos 70 a finales de los90 en Paloma Daz-Mas, La tradicin sefard: estado actual de la investigacin, PedroM. Piero Ramrez (ed.), La eterna agona del romancero. Homenaje a Paul Bnichou,Fundacin Machado, Sevilla 2001, pp. 491-507.
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cantares que una serie de mujeres sefardes compilaron para su propio uso y el de sus
familias a lo largo del siglo XX.En este artculo analizaremos las caractersticas formales y de contenido de
algunos de esos cuadernos, considerados como artefactos culturales,2 y trataremos
de analizar algunos aspectos de la funcin que tuvieron esos manuscritos, la actitud
de las compiladoras o cmo los cambios culturales y de mentalidades se reflejan en
ellos.
Naturalmente, la prctica de compilar cuadernos de poesa (muchas veces, de
poesa cantable) para uso personal est bien documentada a lo largo de la Historia:
baste recordar los cartapacios poticos que proliferaron en Espaa entre el siglo XV
y el XVII.
De los sefardes expulsos nos han llegado un buen nmero de manuscritos elaboradosa partir del siglo XVIII,3pero quiero llamar la atencin sobre la circunstancia de que
quienes copiaron los manuscritos sefardes de los siglos XVIII y XIX fueron hombres:
varios de los de Oriente de esa poca fueron copiados por hazanim, que anotaban en
ellos los cantos sinagogales que deban aprenderse, a veces en hebreo y a veces en
judeoespaol o en traducciones ladinadas.4El manuscrito ms antiguo que conocemos
de la zona del Estrecho de Gibraltar, descubierto por m hace poco en la Biblioteca
Nacional de Madrid, est reunido entre 1761 y 1770 por Abraham Israel, un sefard
gibraltareo de ascendencia tetuan, y contiene slo unos pocos cantares tradicionales
sefardes y muchos cantos profanos (seguidillas amorosas y burlescas, romances, etc.)
que deban de estar de moda por entonces en Espaa.5
2 Utilizo el trmino en el sentido en que se usa habitualmente en antropologa cultural: unobjeto de fabricacin humana, que proporciona informacin sobre la cultura de su creador yde sus usuarios. El presente artculo es producto del proyecto de investigacin HUM2006-03050 Los sefardes ante s mismos y en sus relaciones con Espaa, del Ministerio deEducacin y Ciencia de Espaa.
3 Por ejemplo, los mencionados por Elena Romero, Coplas sefardes. Primera Seleccin, ElAlmendro, Crdoba 1988, pp. 173-174.
4 Es el caso del manuscrito de Yakov Hazn descrito por Samuel G. Armistead y Joseph
H. Silverman, Tres calas en el Romancero sefard (Rodas, Jerusaln y Estados Unidos) ,Castalia, Madrid 1979, pp. 11-79.
5 La primera noticia de l la di en mi comunicacin El manuscrito sefard de Gibraltarde Abraham Israel, para la Fourteenth British Conference on Judeo-Spanish Studies,Queen Mary College, University of London (Londres, junio 2006) y est en prensa en los
Proceedingsde ese congreso. Una descripcin del contenido la publiqu en El manuscrito
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Sin embargo, lo que caracteriza los manuscritos del Norte de Marruecos en el siglo
XX es, precisamente, que casi todos estn compilados por mujeres.6Varios son los cuadernos de mujeres que se han dado a conocer en los ltimos
tiempos, bien publicando su contenido, bien dando noticia de su existencia. Conozco
los siguientes, aunque sin duda habr ms:
a. El manuscrito de Luna Bennaim, compilado por esta sefard de Tetun entre
alguna fecha posterior a 1919 y 1950 en seis cuadernos escolares, con un total
de 177 hojas, del que yo misma publiqu noticia y he transcrito. 7Lo llamaremos
ms. Bennaim de Madrid, porque se conserva en una biblioteca particular de esta
ciudad.
b. A la misma Luna Bennaim se debe otro manuscrito, compilado hacia 1926, cuyo
contenido public en 1988 Oro Anahory,8 quien lo encontr en manos de unafamilia sefard de Montreal; en adelante nos referimos a l como ms. Bennaim de
Montreal.
de Abraham Israel, Miscelnea de Estudios rabes y Hebraicos, 55 (2006), pp. 141-156.En mi artculo Rojas Zorrilla y otros dramaturgos espaoles en la biblioteca de un sefardde Gibraltar del siglo XVIII, Revista de Literatura, XLIX (enero-junio 2007), pp. 125-139, identifico una serie obras teatrales cuyos ttulos se mencionan en una lista incluidaen el mismo manuscrito. Dos de los textos tradicionales sefardes los edito en sendosartculos: Une nouvelle ballade sur le patriarche Jacob dans un manuscrit sfarade deGibraltar au XVIIIe sicle, en prensa para la revista YOD; y Una versin de la coplaLastablas de la Ley en un manuscrito dieciochesco de la zona del Estrecho, en prensa para elhomenaje a Iacob M. Hassn.
6 Es bien conocido el papel desempeado por las mujeres en la preservacin y transmisindel patrimonio cultural oral sefard hasta pocas recientes. Para el caso de la poesa oralcantada, vanse los artculos de Judith R. Cohen, Womens Roles in Judeo-Spanish SongTraditions, Maurie Sacks(ed.),Active Voices: Women in Jewish Culture, University ofIllinois Press, Urbana (Chicago) 1995, pp. 182-200; y Edwin Seroussi, Archivists ofMemory: Written Folksong Collections of Twentieth-Century Sephardi Women, TulliaMagrini (ed.) Music and Gender. Perspectives from the Mediterranean, The University ofChicago Press, Chicago-Londres 2003, pp. 195-214.
7 Vase mi artculo Los romances tetuanes del manuscrito de Luna Bennaim, DiegoCataln y otros (eds.),De balada y lrica, 2. 3er Coloquio Internacional del Romancero,Madrid, Fundacin Menndez Pidal-Universidad Complutense , Madrid 1994, pp. 255-262.
8 Oro Anahory-Librowicz, Cancionero Sphardi du Qubec vol. I, Collge du VieuxMontral, Montreal 1988, pp. 41-105.
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c. La misma Oro Anahory public tambin un manuscrito de otra mujer tetuan,
Esther Benchimol compilado ha. 1940.9d. Recientemente, Hilary Pomeroy ha publicado los romances contenidos en el
manuscrito de Halia Isaac Cohn, nacida en 1862 en Tetun y que pas la mayor
parte de su vida en Tnger. Su compilacin se inici en 1934.10
e. Otros cuadernos de mujeres marroques han sido descubiertos por Susana Weich-
Shahak, a quien se los han proporcionado las informantes de sus encuestas de
campo.11 Una de ellas es la pequea coleccin de diez romances de Estrella
Bentolila (de Tetun) que, aunque lleg a la encuestadora en forma de fotocopias
de hojas sueltas, probablemente formaba parte de un cuaderno.
f. Otra, la de Saada Oziel de Bendayn, oriunda de Tnger, que copi su manuscrito
en Israel en 1979.g. En la coleccin de Azibuena Barujel, de Tetun, se produjo una interesante
colaboracin entre dos mujeres de la misma familia: Azibuena (1863-1969)
haba recogido en hojas sueltas romances y canciones espaolas y francesas que
conoca, y en 1982-83 su hija Flora copi esos materiales en un cuaderno.
h. Tambin en fechas tan tardas como los aos 80 del siglo XX, Clara Benoudis
Benhambrn, sefard de Alcazarquivir residente en Pars, compil en un
manuscrito veinticinco romances y canciones que conoca por tradicin oral.12
9 Anahory-Librowicz, Cancionero(citado en la nota 8), pp. 107-119.10 Hilary Pomeroy,An Edition and Study of the Secular Ballads in the Sephardic Ballad
Notebook of Halia Isaac Cohen, Juan de la Cuesta,Newark (Delaware) 2005. Algunosdatos sobre el manuscrito y su contenido los haba adelantado en sus artculos A NewSephardic Ballad Collection from Tangier, Donaire, 6 (abril 1996), pp. 59-63; HaliaIsaac Cohens Notebook. A New Sephardic Ballad Collection, Judith Targarona y ngelSaez-Badillos (eds.),Jewish Studies at the Turn of the Twentieth Century. Proceedings ofthe 6th EAJS Congress..., Brill, Leiden-Boston-Colonia 1999, pp. 578-583; y The Caseof Raquel lastimosa: Guilty or Not Guity?, Annette Benaim (ed.), Proceedings of theTenth British Conference on Judeo-Spanish Studies,Queen Mary and Westfield College,Londres 1999, pp. 219-228. Puede verse tambin mi resea al libro de PomeroyAn Edition
an Study antes citado,enRevista de Dialectologa y Tradiciones Populares, LXII.1 (enero-junio 2007), pp. 259-261.
11 Agradezco a la profesora Weich-Shahak los datos que me ha proporcionado sobre losmanuscritos inditos.
12 En torno a este manuscrito, la profesora Kelly Basilio, hija de Clara Benoudis, organizen la Facultad de Letras de la Universidad de Lisboa el congreso Colquio Internacional
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Por otra parte, aunque aqu me centrar en los cuadernos de cantares de las mujeres
sefardes de Marruecos, artefactos parecidos produjeron las sefardes de Oriente enel siglo XX: ya durante las encuestas de campo de 1911, Manuel Manrique de Lara
recogi en Salnica un romancero manuscrito (significativamente, en caracteres
latinos) de una jovencsima informante de slo 14 aos, Elisa Botton.13Y recientemente
Rivka Havasy ha presentado en la Universidad Hebrea de Jerusaln su tesis doctoral
sobre dos manuscritos de mujeres sefardes orientales emigradas a Amrica.14
Pese a haber sido elaborados independientemente por mujeres que en su mayora
no tenan contacto entre s, en momentos distintos (entre los aos 20 y los 80 del
pasado siglo) y en lugares diferentes (varios, en el Marruecos natal, pero otros ya
fuera del entorno tradicional, en Israel o en Pars), los manuscritos comparten unas
caractersticas comunes, tanto en los aspectos materiales como en su contenido.1. En lo material, por lo general estn copiados en cuadernos, del tipo de los que
se utilizaban en las escuelas occidentales a lo largo del siglo XX. Cuando la
coleccin es amplia, como es el caso del ms. Bennaim de Madrid (que contiene
casi 150 textos), se unen entre s, con hilo de coser, varios de estos cuadernos.
Romances de Alccer Quibir (Lisboa, diciembre de 2004), con la participacin deespecialistas en romancero y en poesa oral sefard; las ponencias y los textos de lacoleccin Benoudis han sido publicados por Kelly Benoudis Basilio (ed.), Romances de
Alccer Quibir, Centro de Estudos Comparatistas da Universidade de Lisboa-EdioesColibri, Lisboa 2007. Mi contribucin all (pp. 187-200), titulada Cuadernos de mujeres:el cuaderno de Clara Benoudis y otras colecciones manuscritas de cantares tradicionalessefardes trata precisamente de algunos aspectos de la actitud de Clara Benoudis y otrasmujeres sefardes en su papel de compiladoras de manuscritos.
13 Datos sobre el manuscrito de Elisa Botton, en Armistead AMP (citado en nota 1), pp. 106-107 (encuesta 99); entre las lminas de ilustraciones del volumen I de ese mismo libro
puede verse la reproduccin de una de las pginas del manuscrito.14 Se trata del manuscrito de Emily Sene, sefard de Edirne cuya familia se traslad a Estambul
y que en 1925 emigr a Cuba y posteriormente (en 1928) a Estados Unidos, donde vivi
en Nueva York y Los ngeles; y el de Bouena Sarfaty-Garfinkle, de Salnica, que emigra Palestina tras la II Guerra Mundial y luego (ha. 1947-48) a Canad. Del manuscritode Emily Sene haba dado noticia Edwin Seroussi, Archivists (citado antes en nota 6),
pp. 201-209. Sobre Buoena Sarfary-Garfinkle hay informacin en Judith Cohen,Judeo-Spanish Folk Songs in the Sephardic Communities of Montreal and Toronto: Survival,
Function and Change, tesis doctoral, Univ. de Montreal, 1988.
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La materialidad de esos manuscritos nos da una idea del carcter domstico
y modesto de esas colecciones, hechas sobre un soporte barato y fcilmenteaccesible.
2. Estn escritos, significativamente, en caracteres latinos, no en la letra de soletreo
que era la tradicional en los escritos aljamiados marroques. El tipo de letra
suele ser cuidada indicio del esmero con que se copiaron, con la caligrafa
tpica de las escuelas occidentales, donde se haban educado las mujeres que los
escribieron.
3. En la mayora de los manuscritos se trasluce la iniciativa personal de una mujer
concreta, que suele ser la que se ha encargado de manuscribir los textos.
En consecuencia, la mayor parte de los manuscritos son de una sola mano.
Slo en algn caso han participado otras personas, miembros de la mismafamilia: as, en el manuscrito Bennaim de Madrid aparece en alguna pgina
un texto copiado con una letra evidentemente infantil (pero esos textos slo los
encontramos en lugares que podramos llamar marginales del manuscrito, como
las tapas de alguno de los cuadernos que lo componen); en el caso del manuscrito
de Luna Bennaim de Montreal, segn testimonio de la hija de doa Luna, Perla
Boaknn, fue copiado por sus hijos bajo el dictado de la madre, que cuando eran
nios les entretena hacindoles escribir lo que ella cantaba (en ese manuscrito se
identifican hasta ocho manos distintas).
El manuscrito de Azibuena Barujel es especialmente significativo: la madre copi
su coleccin de romances en hojas sueltas y, tras su muerte, la hija recopil los
mismos textos en un cuaderno, convirtiendo as las anotaciones sueltas de su
madre en una coleccin cerrada.
4. Consecuentemente con todo lo anterior, se manifiesta un fuerte sentido
de pertenencia por parte de las compiladoras de los manuscritos y de sus
descendientes.
En varios de ellos encontramos un epgrafe que indica quin copi el manuscrito
y cundo. As, Halia Isaac Cohn empieza su cuaderno con un ncipit que deja
constancia de su autora y de la fecha en que inicia la coleccin: Este libro
pertenese a / Halia Isaac Cohen / Febrero de mil nuevesientos / 30 cuatro; y el deAzibuena Barujel se coloca bajo un largo y explcito ttulo: Canciones del Norte
de Marruecos. Romances de Tetun. A la Santa Memoria de la Seora Azibuena
Barujel como Recuerdo para sus hijas Meriam, Esther, Flora Barujel y Rachel
Barujel, Tetun, Marruecos.
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5. El epgrafe que Flora Barujel coloca en la coleccin formada por su madre es bien
expresivo de la voluntad de preservar su memoria a travs de los cantares y deconvertir ese patrimonio en un legado familiar.
As ha sido tambin en otros casos, aunque no se explicite en un epgrafe: los
manuscritos nos han llegado gracias a que los descendientes de sus compiladoras
los han considerado una especie de legado o de bien patrimonial de la familia un
bien que les recordaba a un tiempo a sus seres queridos ya desaparecidos y su
propia infancia, lo cual les ha llevado a conservarlos y a trasladarlos consigo a
distintos pases.
Como consecuencia de la emigracin masiva de los sefardes de Marruecos tras
la independencia de este pas, los cuadernos de mujeres marroques han ido
apareciendo en todo el ancho mundo, desde Israel hasta Buenos Aires, desdeLondres hasta Montreal, en Madrid o en Lisboa. Oro Anahory encontr uno de
los manuscritos de Luna Bennaim y el de Esther Benchimol en Montreal; el otro
manuscrito de Luna Bennaim fue cedido a Iacob Hassn por Moiss Benolol,
uno de sus descendientes asentado en Madrid; el de Halia Isaac Cohn se lo
cedi a Hilary Pomeroy el nieto de Halia, Mozi Cohn, residente en Londres.
Una copia de ste, realizada por otra nieta de Halia, fue a parar a sus familiares
residentes en Buenos Aires,15quienes se lo mostraron a la musicloga Eleonora
Alberti-Kleinbort.16Del de Saada Oziel, que fue ya copiado en Israel aunque la
compiladora era de Tnger, hizo una fotocopia parcial para Susana Weich-Shahak
su hija Henriette Bendayn. Ms llamativo todava de la conciencia patrimonial
es el caso del manuscrito de Clara Benoudis, copiado en Pars y en torno al cual
su hija, Kelly Basilio, profesora universitaria, organiz incluso un congreso en la
Universidad de Lisboa en 2004.
6. Las mujeres que elaboraron sus cuadernos de cantares tenan, por otra parte,
conciencia del carcter casi notarial de su labor, de que actuaban para dejar
constancia de esa tradicin oral que conocan y que estaba desapareciendo. Los
manuscritos nos las presentan a la vez como conocedoras del mundo tradicional
15 As lo explica PomeroyAn Edition and Study (citado antes, en nota 10), p. 9, nota 2.16 Quien dio noticia de la existencia de ese manuscrito bonaerense en su artculo Tres
romances de la tradicin oral judeo-espaola: algunas versiones recogidas en BuenosAires,ncipit, 4 (1984), pp. 145-155.
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de sus madres y de sus abuelas e integradas en el mundo moderno, amantes de esa
tradicin aunque educadas a la manera occidental.7. Sus compilaciones son producto de esa voluntad de dar testimonio. Ellas actan a
la vez como informantes y como editoras.
Desde que inician sus respectivos manuscritos tienen la intencin de elaborar
un volumen recopilatorio de su tradicin, y se ponen concienzudamente manos
a la obra. De ah que suelan empezar sus colecciones con portadillas o ttulos
que anuncian a quin pertenece el manuscrito o el contenido del mismo, como
Cuadernos de Cantares (Bennaim) o Canciones y romances del ao Lanana
(Benoudis).
A partir de ah, aunque la mayor parte de las veces saquen los cantares de su
memoria, los editan a la manera de los editores modernos: muchas veces conparticin de versos y de estrofas, numerando cada composicin o titulndola con
un ttulo que alude a su contenido (Cantar All en la Habana), al nombre con
que se conoce popularmente el cantar (por ejemplo Cantar de las flores, Cantar
de la condesita) o a su uso (Cantar de Tishabea, Cantares de Purim) (todos
los ejemplos son del ms. Bennaim de Madrid).
8. Actuando como editoras, nuestras compiladoras adoptan convenciones
acadmicas no slo en detalles como la particin de versos, la numeracin
de las composiciones o los ttulos y epgrafes intercalados, sino tambin en la
nomenclatura utilizada para designar las composiciones.
Hemos dicho que cantareses la forma tradicional de llamar en Marruecos a los
cantos orales sefardes, sean romances, canciones o coplas. Sin embargo, alguna
de las colectoras utiliza con precisin la nomenclatura acadmica para denominar
los cantos que conoce por tradicin oral: tal es el caso de Clara Benoudis, que
titula su compilacin canciones y romances, utilizando los trminos usuales en
medios acadmicos; o de la hija de Azibuena Barujel que titula Canciones del
Norte de Marruecos. Romances de Tetun...
9. A veces encontramos en los propios manuscritos ndices o balances de contenido
que son una muestra de cierto afn coleccionista: as, al pie de la hoja 170 del ms.
Bennaim, se lee la anotacin 123 cantares hay aqu (aunque en realidad son 136los textos copiados hasta entonces, y todava sigue hasta el nm. 143).
Ese impulso coleccionista viene confirmado por el testimonio de algunas de las
informantes de Susana Weich-Shahak residentes en Israel, que comunicaron
a la musicloga que, cuando vivan en Marruecos, se pasaban unas a otras los
cuadernos de cantares que cada una compilaba y competan entre s por ver quin
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consegua formar un manuscrito ms completo y con ms textos;17de esta forma,
la tradicin conservada en la memoria personal parece que a veces se someta auna puesta en comn en la que cada una haca sus aportaciones.
En esa lnea de emulacin y coleccionismo podra explicarse tambin la copia del
manuscrito de Halia Isaac Cohn encontrada en Buenos Aires, que fue realizada
por una nieta suya en 1959, cuando la familia todava resida en Tnger.
10. El cmo se formaron los manuscritos merece alguna reflexin.
La mayora parecen ser producto de la elaboracin a lo largo de varios aos; as,
el Bennaim de Madrid al parecer se fue copiando a lo largo de dos o tres dcadas
(aproximadamente entre 1919 y 1950). De los otros no tenemos datos precisos,
pero no parecen ser producto de una sentada, sino de un laborioso proceso de
memoria que se va asentando en la escritura durante aos, a veces con la ayuda oparticipacin de otros miembros de la familia.
El hecho de que en el caso de Halia Isaac Cohn se hayan conservado textos en
hojas sueltas (que parece ser que formaban parte tambin de un cuaderno), nos
hace preguntarnos si todas nuestras compiladoras copiaban directamente en sus
manuscritos a partir de la memoria o a veces escriban versiones intermedias en
hojas sueltas o en cuadernos de borrador, antes de pasarlas a limpio en el cuaderno
definitivo.
11. Contra lo que pudiera pensarse, el contenido de los manuscritos no suele ser
arbitrario. Lgicamente, la compilacin est sometida a los azares de la memoria:
salvo casos excepcionales como el de Azibuena Barujel, que es producto de una
ordenacin a posteriori por parte de su hija de los materiales reunidos por la
madre, en la mayora de los dems da la sensacin de que se va copiando lo que
se va recordando, a medida que se recuerda.
Pero no de forma totalmente aleatoria, sino que suele haber desde el principio un
intento de ordenacin: Halia Isaac Cohn separa los romances profanos de los
bblicos y religiosos; Clara Benoudis empieza copiando romances tradicionales,
luego introduce dos romances vulgares de pliego y acaba con algunos cantos
de bodas; en el manuscrito de Luna Bennaim de Montreal se empieza con
romances tradicionales y hacia el final hay varios cantos de boda y algn romancevulgar; en el madrileo de esta misma Luna Bennaim se empieza con romances
17 Este dato me lo ha comunicado verbalmente la propia Susana Weich-Shahak.
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octosilbicos, que a medida que el manuscrito avanza van mezclndose con
composiciones en otras formas mtricas o con romances vulgares, pero en hs. 95-97 aparece un canto de Psah (Quin supiese) y una beraj, a partir de h. 100
hay una serie de cantares de Tish beab, desde 111 empiezan coplas paralitrgicas
(de Tu-bishbat, de Purim) y hacia el final se acumulan canciones populares no
tradicionales, como tangos, copla espaola y hasta un fragmento de un poema
culto,El diablo mundo, del poeta romntico espaol Jos de Espronceda (1808-
1842), aunque luego vuelven a aparecer algunos romances tradicionales.
Es decir, parece haber un intento de ordenacin y clasificacin de los materiales
por gneros, si as puede decirse, aunque lo aleatorio de la memoria se impone
y trastoca en ocasiones lo que sera una ordenacin genrica. Pero el mismo
hecho de que se intente esa ordenacin indica que las autoras de estos cuadernosde cantares distinguan diferentes categoras entre los cantares que saban de
memoria.
12. En algunos de los manuscritos (sobre todo, en los ms largos, como el Bennaim
de Madrid) se aprecia un esfuerzo por agotar la memoria.
Es significativo que sea precisamente en las ltimas pginas del ms. Bennaim de
Madrid donde abundan los ejemplos de canciones modernas espaolas, tangos,
cupls o habaneras, modernamente introducidos en el repertorio sefard de
Marruecos a travs de la radio y de giras de espectculos musicales espaoles
que pudieron visitar las ciudades importantes del Norte de Marruecos o las plazas
espaolas de Ceuta y Melilla.18
18 Sobre la incorporacin reciente de canciones espaolas modernas al repertorio oralsefard pueden verse los artculos de Edwin Seroussi, The Growth of the Judeo-SpanishFolksong Repertory in the 20th Century, Tenth World Congress of Jewish StudiesdivisionD, vol. II, World Union of Jewish Studies, Jerusaln 1990, pp. 173-180; Judith R. Cohen,Back to the Future: New Traditions in Judeo-Spanish Song, From Iberia to Diaspora.Studies in Sephardic History and Culture, Yedida K. Stillman y Norman A. Stillman(eds.), Leiden-Boston-Colonia, Brill 1999, pp. 496-514; y Jos Manuel Pedrosa, Una
cancin popularizante de don Luis Montoto y Rautenstrauch (1851-1929), tradicionalentre los sefardes de Oriente,El Folk-Lore andaluz, VII (1991), pp. 149-155; ampliadoy refundido en su libroLas dos sirenas y otros estudios de la literatura tradicional, SigloXXI, Madrid 1995 (captulo 5: Los dos besos: una cancin apcrifa de don Luis deMontoto y Rautenstrauch en la tradicin oral, pp. 162-174). Varios ejemplos de cancionesmodernas, junto a temas tradicionales, pueden orse en Miguel Snchez, Es razn de
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Parece como si hubiera una conciencia de lo que proviene de una tradicin ms
antigua y lo que es de moderna introduccin y, agotado ya el repertorio de lo mstradicional, Luna Bennaim exprimiese su memoria para anotar todo lo que saba,
incluyendo canciones no tradicionales e incluso un texto de origen claramente
libresco; aunque seguramente perciba bien la diferencia entre lo que aprendi de
las mujeres de las generaciones anteriores y lo que constituan las novedades del
repertorio de personas de su misma generacin.
13. Un detalle que merece reflexin es el papel que pudieron tener determinadas
colecciones de romances de Marruecos publicadas en Espaa en la configuracin
de estos cuadernos de mujeres.
Tanto los dos manuscritos de Luna Bennaim como el de Esther Benchimol
incluyen textos procedentes del libro del periodista Manuel Ortega sobre losjudos marroques, publicado por primera vez en Madrid en 1919.19En los ms.
Bennaim esos textos estn precisamente al principio de la coleccin, como si
hubiera sido el conocimiento del libro de Ortega lo que hubiera suscitado el deseo
de reunir los cantares que se conocan.
En el caso de la coleccin de Azibuena Barujel, Edwin Seroussi ha sealado
que buena parte de los textos parecen provenir de la coleccin de Romances de
Tetunpublicada en dos volmenes por Arcadio de Larrea Palacn en 1952.20Y
precisamente en el ttulo de la coleccin de Larrea debi de basarse Flora Barujel
para titular el manuscrito Canciones del Norte de Marruecos. Romances de
Tetun.
Parece, por tanto, que al menos para algunas de estas mujeres la valoracin
de su propia tradicin oral debi de suscitarse a travs de su consagracin en
alabar. Una aproximacin a la msica tradicional sefard, Comunidad de Madrid, Madrid,1997; y en Susana Weich-Shahak,La tradicin musical en Espaa. Cancionero serfard deTurqua,Tecnosaga, Madrid 2004.
19 Manuel Ortega, Los hebreos en Marruecos, Madrid 1919; ms recientemente se ha
publicado una edicin facsmil, con prlogo de Vctor Morales Lezcano, Algazara, Mlaga1994.
20 Es el libro de Arcadio de Larrea Palacn, Cancionero judo del norte de Marruecos:Romances de Tetun,Instituto de Estudios Africanos, Madrid 1952, 2 vols. La relacinentre la coleccin de Larrea y la de Azibuena Barujel la ha sealado Edwin Seroussi,Archivists (citado antes, en nota 6), p. 200.
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Las nujeres sefardies del Norte de Marruecos en el ocaso de la tradicin oral
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letra impresa, en compilaciones eruditas publicadas en Espaa. Los cantares
quizs cobraron mayor prestigio a los ojos de las conocedoras de la tradicinprecisamente porque aparecan en libros.
Creo que en todo el proceso de elaboracin de esos cuadernos de cantares se deja
entrever una clara conciencia identitaria por parte de unas mujeres que vivieron el
ocaso de la tradicin oral.
Ellas, que recibieron educacin occidental en escuelas modernas, an llegaron a
conocer la literatura tradicional recibida por transmisin oral en el seno de sus familias
(sobre todo, de sus madres y abuelas); pero se daban cuenta de que la educacin que
recibieran sus hijos e hijas sera ms todava de cuo libresco, una cultura letrada y
una formacin acadmica en la que los saberes tradicionales quedaban cada vez ms
al margen.Al mismo tiempo, comprobaban que esa cultura tradicional tena suficiente valor
como para ser apreciada por gentes ajenas a la familia y a la propia comunidad sefard,
cuando llegaban a saber que en Espaa algunos estudiosos (como Ortega o Larrea)
haban publicado libros con los cantares sefardes de toda la vida, dotando as de
prestigio y por decirlo as canonizando la poesa tradicional.
Por eso deciden en ocasiones, de forma muy consciente y deliberada convertirse,
de depositarias de la tradicin, en notarias de la tradicin (Archivist of memory, las
ha llamado Edwin Seroussi), dejando constancia por escrito de lo que siempre fue
oral, para preservarlo para s mismas o para transmitir ese legado a sus descendientes.
Hay, por tanto, al menos en algunos casos una postura activa de conservacin de
esos cantares que se sienten como parte del patrimonio cultural propio, cada vez ms
desconocido y falto de funcin en el entorno al que pertenecen, pero suficientemente
valioso como para ser apreciado fuera de ese entorno.