oeÉ - investigación y difusión del mundo griego y

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1. NOTA PREVIA En el presente capítulo vamos a completar la segunda parte y la más extensa de lo que constituye la «gramática» de los Acta Apocrypha. De entre los apartados de que puede constar un estudio de la sintaxis, hemos optado por dar mayor realce a tres: -estudio de la sintaxis de los casos; -estudio de la parataxis, con especial atención al denominado «estilo K&; -estudio de la hipotaxis, de manera especial la que supone empleo de nexo, aten- diendo también a la revisión de los modos verbales. El motivo de la elección queda explicado en el apartado correspondiente de la introducción general; tan sólo añadir que las descripciones de tipo sintáctico-gramatical de los Hechos Apócrifos han sido escasas, por no calificar de únicas en este sentido las dos obras clásicas de H. Ljungvik Studien zur Sprache der apokryphen Apostelgeschichten, Uppsala 1926 y Beitrage zur Syntax der spatgriechischen Volksprache, Uppsala 1927, que, aunque aportan una útil visión de conjunto sobre las características generales de los diferen- tes textos en el campo de la sintaxis, debido a la amplitud de los materiales examinados no se detienen lo suficiente en aspectos que conciernan in extenso y de forma exhaustiva a sólo alguno de los Acta, laguna que intentaremos colmar en la medida de nuestras posibilidades. Reiteramos aquí, como hemos hecho en el apartado dedicado a los rasgos fonéticos y morfológicos, que el estudio de la sintaxis debe ser puesto en relación con los datos que nos proporcionará el capítulo dedicado al aticismo. 11. SINTAXIS DE LOS CASOS Haremos referencia en mayor medida a aquellas situaciones en que el empleo de un caso determinado resulte relevante por aportar una novedad respecto a lo que entendemos por «norma» ática.

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Page 1: OEÉ - Investigación y Difusión del Mundo Griego y

1. NOTA PREVIA

En el presente capítulo vamos a completar la segunda parte y la más extensa de lo que constituye la «gramática» de los Acta Apocrypha. De entre los apartados de que puede constar un estudio de la sintaxis, hemos optado por dar mayor realce a tres:

-estudio de la sintaxis de los casos; -estudio de la parataxis, con especial atención al denominado «estilo K&;

-estudio de la hipotaxis, de manera especial la que supone empleo de nexo, aten- diendo también a la revisión de los modos verbales.

El motivo de la elección queda explicado en el apartado correspondiente de la introducción general; tan sólo añadir que las descripciones de tipo sintáctico-gramatical de los Hechos Apócrifos han sido escasas, por no calificar de únicas en este sentido las dos obras clásicas de H. Ljungvik Studien zur Sprache der apokryphen Apostelgeschichten, Uppsala 1926 y Beitrage zur Syntax der spatgriechischen Volksprache, Uppsala 1927, que, aunque aportan una útil visión de conjunto sobre las características generales de los diferen- tes textos en el campo de la sintaxis, debido a la amplitud de los materiales examinados no se detienen lo suficiente en aspectos que conciernan in extenso y de forma exhaustiva a sólo alguno de los Acta, laguna que intentaremos colmar en la medida de nuestras posibilidades.

Reiteramos aquí, como hemos hecho en el apartado dedicado a los rasgos fonéticos y morfológicos, que el estudio de la sintaxis debe ser puesto en relación con los datos que nos proporcionará el capítulo dedicado al aticismo.

11. SINTAXIS DE LOS CASOS

Haremos referencia en mayor medida a aquellas situaciones en que el empleo de un caso determinado resulte relevante por aportar una novedad respecto a lo que entendemos por «norma» ática.

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1. NOMINATIVO

Vamos a empezar nuestra relación con una referencia al nominatiuus pro uocatiuo empleado en Mn.G 38-41:

'O 8&bs 6 @0p&pb< K& & v E ~ K ~ G ' T o < K U ~ EV60605 7072 I ~ C E V ~ V T ~ O I ~ , i)

p u o á p ~ v o ~ pe: EK nupó~, 6 pfi napa6cSoa~ pe: O á p p t i) pfi napa6cSoas pe: 'Ahe{ávGpq, 6 puoáp~voc pe EK 8qpiov, 6 6taoÓoa~ p~ kv :v@ @e@, 6 navzaxo8 ouv~pyfioac pot ~ a i 6o{áoa~ zb &opa oou Ev Epoi ~ a i zwUv b6oaí pE ..., KCXi k&oq< ..., &pfiv.

«Dios temible, incomparable y glorioso para tus enemigos, que me salvaste del fuego, que no me entregaste a Tamiris, que no me entregaste a Alejandro, que me salvaste de las fieras, que me salvaste en la fosa, que me has socorrido por doquier y has glorificado tu nombre en mí, también en este momento presérvame ..., y no permitas ..., amén».

Mientras que el uso del vocativo habría sido factible en lugar de los cuatro nomina- tivos en -02 de la flexión temática sin ningún problema de tipo morfológico, sería un poco más forzado su empleo en el caso de los participios de aoristo; de otra parte, la abundancia de estos últimos, concretamente 7, puede haber propiciado la generalización del nominativo. Siguiendo las indicaciones de Lasso de la Vega', el sintagma 'O 8 ~ 6 5 ... pcoai, donde el nominativo por vocativo tendría valor de aposición a un pronombre sobreentendido -«Tú, Dios, presérvame ...»- surge de la contaminación entre 'O B ~ b s ... p u o á o 8 ~ y ('Q) 8e:E ... pcoai, algo muy frecuente en la K O I V ~ ~ y que perdura hasta el griego moderno. Mientras que el griego clásico emplea el sintagma 'O ... (j8oai en órdenes referidas a personas inferiores, en este ejemplo se observa con gran nitidez que la literatura que circula en una órbita próxima a los LXX o al NT no conoce ya esta restricción: se vierte el vocativo semita mediante el nominativo griego con artículo.

También susceptible de estudio es el posible uso como vocativos de los nominativos correspondientes a los nombres propios de tema en nasal que siguen el esquema Nom. -WV,

Gen. -(o)/ovos2. En Ma Pe II1,l Cípov e Ibidem XII,2 NÉpov tenemos dos casos claros de llamada de atención al hablante, pero, ¿habría que pensar en realidad en un nominatiuus pro uocatiuo? La observación de otras formas correspondientes a nombres propios del mismo tipo, como es el caso de P y T 2,7 Zfiv-o-VI, Ma Pa 1,s bis NÉp-o-VI, Ibidem 11, 1 bis NÉp- o-vos, Ibidem V,8 NÉp-o-va o, en el mismo Ma Pe, III,29-30 Cip-o-vos, nos hace percatarnos de que la consonante nasal se encuentra precedida siempre de una vocal larga la cual, a pesar de la tendencia usual al empleo del tema puro sin alargamiento en el vocativo, acaba por extenderse a dicho caso aunque el ático posea vocativos del tipo "Anohhov o ~TÓGEL~OV incluso para el paradigma antedicho, es decir, Nom. -wv, Gen. -ovos3. La

' J. Sánchez Lasso de la Vega, Sintuxis Griega, 1, Madrid 1968, 348-349. En esta tipología concreta se centra W. Schmid para el estudio del nominutiuus pro uocatiuo en la

época de la reacción aticista; para ello puede verse su obra Der Atticismus in seinen Hauptver-tretern, IV, Hildesheim 1964, 584 y 585.

Para este aspecto nos remitimos a P. Chantraine, Morphologie Histoi-ique du Grec, Paris '1961, trad. esp. Moifología hi~tdrica del griego, Barcelona '1983, 54 y 55.

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consideración realizada a propósito de Ma Pe III,l e Ibidem XII,2 queda reforzada por el hecho de que los nombres propios correspondientes a otras declinaciones a lo largo de nuestros textos utilizan de forma directa el vocativo: valgan como muestras

P y T 40,8: I 'IaGk Mn.G 40: Odpupt Ma Pa II,3 y II,11: I 'Idzpo~hs Ibidem IV,15: AÓyy& K a i K É ~ T E Ma Pe I,5 bis, III,11, VI,9, VII,15 y VIII,16: nÉzp& (Para otros casos de nominatiuus pro uocatiuo cf. unas líneas más abajo).

2. VOCATIVO

El segundo ejemplo concreto de uso especial de los casos lo va a constituir el empleo del vocativo O&. También el profesor Lasso de la Vega4 ha estudiado este tipo de vocativo que es inusual en griego clásico, habida cuenta de la «irreverencia» que suponía para el hablante de la época, primero, cambiar, alterar, aunque sólo fuera en su significante, el término «Dios» y, segundo, invocar directamente a una divinidad. Es en la lengua del NT, de manera más precisa en Mt 27,46, donde hace su primera aparición aquella forma como traducción del semita ~ h i sin artículo; también se presentaba en la versión de los LXX. No obstante, lo normal sigue siendo la utilización del nominativo, como hace Lucas. Otros autores de la época, como es el caso de Epicteto, también lo emplean en sus escritos. No nos detenemos demasiado en teorías como la de Havers5, que busca en el supuesto carácter sacro de vocales como -O- (así en gr. O&<) o -u- (lat. deus) la causa de que no se recurra a la utilización de un vocativo de timbre e (O&).

Casos concretos de este uso son P y T 24,9 y 28,10, en el primer caso sin interjección 6 para sí presentarla el segundo. De utilizar P y T otras palabras en lugar de OEÉ (que, como vamos a observar a continuación, no va a aparecer en ninguno de los demás textos propues- tos) en caso vocativo, éstas van a ser n&z&p y XpwzÉ: en 24,4 tenemos .n&z&p XptozoG y, unas líneas más abajo, T C & T E ~ en 24,6; en 42,5 se nos presenta Xptozk 'IqooG.

Volviendo a la palabra OEÓS decir que el Mn.G utiliza en una sóla ocasión el nominatiuus pro uocatiuo$ ninguno de los otros dos textos restantes, Ma Pa y Ma Pe, la emplean, sino los siguientes sinónimos:

Ma Pa: II,12: ~ 6 p t ~ Ma Pe: III,23, VI,6, VI,8: ~ 6 p t ~

X,21: 'ITlCTOG Xpto'TÉ XJO: a p i a v ~ ~ ' I ~ ~ O G

En definitiva, como conclusión podemos destacar la diferencia de usos en lo referen- te al vocativo aplicado a las personas divinas: Dios como tal sólo es mencionado en P y T y

Sintuxis Griega, 349-35; cf. asimismo E. Schwyzer, Griechische Grummutik, 11, München 51988, 62 n. 1.

En Anzeiger der Akud. d. Wiss. in Wien, 84 (1947) 13 1 SS. "n la larga sucesión de sustantivos en ese caso aplicados a Dios aludida más arriba.

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66 ESTUDIOS SOBRE LA LENGUA DE LOS HECHOS AP~CRIFOS DE PEDRO Y PABLO

en Mn.G, pero de dos maneras 'diferentes; si los textos fueran de un mismo autor, sería esperable en Mn.G el empleo de BEÉ por ~ E Ó G ~ .

Es importante señalar la tendencia de la época por lo que se refiere al empleo del vocativo sin la aparición de la interjección d : mientras en los papiros de época ptolemaica aparece sólo una vez y lo hace de forma muy escasa en el NT8, en nuestros textos queda constatado este proceso de obsolescencia de la forma d . Así, el panorama es el que sigue:

P y T: 28,lO: 'Q 9eé Mn.G: ningún caso Ma Pa: ningún caso Ma Pe: VIII,20: 'Q ovopa ozaupou

ibidem: 6 ~ & p t ~ &vÉ~@paozo~ VIII, 1 : O $6ot5 &v9pcl,TCou VIII,2: d &ppqz~ @thia ~ a i & ~ ó p t o z ~

Hay que destacar dos aspectos: parece apuntar la tendencia a reservar la interjección d a las manifestaciones de la divinidad o similares, a la manera más antigua y por motivos de solemnidad y distanciamiento9; en segundo lugar destaca en el cap. VI11 de Ma Pe el empleo del nominatiuus pro uocatiuo en todas las situaciones propuestas salvo VIII,2 o, lo que sería más relevante, el de la interjección junto a sendos sustantivos en nominativo como núcleos de los sintagmas compuestos respectivos, sustantivo+complemento del nombre o sustantivo+adjetivo, siendo esta última forma, la adjetival, la que admite la transformación en vocativo únicamente en VIII,2.

3. ACUSATIVO

Respecto al acusativo, plantearemos un triple enfoque. 1. El régimen en genitivo dependiente de un verbo de los que suponen «expresión de

operaciones sensoria le^»'^, como es el caso de & K O ~ W , pasa a construirse en acusativo": así, en P y T 2,5-6 tenemos la construcción ... &~oGoac zbv llaGhov ~ a p a y ~ v ó y ~ v o v 'I~óvtov, ..., « ... tras oír que Pablo había venido a Iconio, ... D donde el esperable participio predicativo en genitivo se presenta en acusativo.

' Cf. de nuevo el apartado de este trabajo dedicado a la eventual autoría del Mn.G. Como señala A. López Eire en Ático, Koiné y Aticismo. Estudios sobre Aristófanes y Libanio, Murcia

1991,27, recogiendo ejemplos aportados por E. Mayser, Grammatik der griechischen Papyri aus der Ptolomiierzeit, Berlin '1936, 11, 1, 55 y por F. Blass-A. Debmnner, Grammatik des neutestamentlichen Griechisch, Gottingen 1961. 71.

Sobre la evolución en el uso de la interjección 6 cf. de nuevo Sánchez Lasso de la Vega, Sintaxis Griega, 339-344.

'O Ibidem, 421-422. " También se hará frecuente el giro preposicional, no ya en el griego moderno +amo señala Sánchez

Lasso de la Vega, Sintuxis Griega, 545- sino antes en la propia ~ o t v f i ; véase 0. Hoffmann-A. Debmnner-A. Scherer, Geschichte der griechischen Sprache, Berlin 41967, trad. esp. Historia de la lengua griega, Madrid 1973, 328-331, basado, a su vez, entre otros, en Debmnner, Indogerm. Forschungen, 51 (1993) 221-24. Para el presente ejemplo hemos seguido las indicaciones de Ljungvik, Studien, 51-52.

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Siguiendo en esta línea, el dativo régimen de ciertos verbos del tipo %o, &n&*o, Gt~Akyxo, pasa a construirse también en acusativol*. El presente ejemplo pertenece a Ma Pe II,21-22: ... Gnto~v~Tzo zbv Hkzpov &n&h11/5at p.4 n ~ x t o z s u ~ ó z a O&@ &hqOtv@ &hh' Tjxazqpkvov., « ... le prometía (a la multitud) refutar a Pedro el no haber creído en el Dios verdadero sino haber sido objeto de engaño.»13

2. El segundo caso destacado es el de la confusión en el acusativo precedido por preposiciones; plantearemos una doble posibilidad:

2.1 Confusión en el acusativo precedido por &i<, npÓc o napá; tenemos ejemplos en P y T 18,lO-11: ... &ioflhO&v npóc zbv Ha6hov ..., « ... se llegó a la presencia de Pablo ... »,

donde Tischendorf propone, de acuerdo con los manuscritos A y B, &icL4 en lugar de npÓ5. P y T 33,2-3: ... xpoo6papoGoa 7065 nó6ac aGzfl5 &v&KhíeTl. ..., « ... corriendo a su encuentro, se recostó en sus pies; ... »,

donde el manuscrito C propone n p ó ~ y FG napdi5. P y T 36,9: ... n ~ o h v si5 7065 nó6a5 zo6 fiy~póvoc ..., « ... echándose a los pies del gobernador ... D, donde el manuscrito E propone napd16.

2.2 De otra parte observamos la confusión de los complementos circunstanciales expresando lugar no?, «a dónde», o nos, «en dónde»:

P y T 44,s: ... K U ~ &Mhe&v kV ~ v f l 'PÓpq ~ E ~ C J C X O ~ C X ~ T ~ V ~ C X ~ ~ O V , ..., « ... Y marchó a Roma a ver a Pablo, ... B. P y T 45,l: ... &vanaG&zat & i ~ zbv zónov z&v &yhv, ..., « ... descansa en el lugar de los santos, ... s.

Mn.G 1-2: ~ a i ~ i o ~ h 9 o G o a kv C&3LEvKiq É@jhe~v Eco nÓ3LEo< ..., «Y tras llegar a Seleucia salió fuera de la ciudad ... D. El dativo locativo, que en época clásica únicamente se empleaba acompañado de

preposición, la va perdiendo de forma paulatina hasta que sólo queda Év, estructura que a su vez fue sustituida, como observamos en el ejemplo propuesto en segundo lugar, por &ic con acusativo, ya que en la K O L V ~ ~ precristiana se había borrado por lo general la distinción entre «en dónde» y «a dónde»".

l 2 Cf. Ljungvik, Studien, 54; seguimos a continuación el texto propuesto por este autor. l 3 Es de destacar en este texto que la lectura de Ljungvik .ilnaqpÉvov no coincida con la aceptada por

Lipsius-Bonnet y Vouaux que es jxazqpÉvcp, con lo que este participio se referiría a BE@ y la traducción resultaría «...de no haber creído en el Dios verdadero sino en un Dios falso» (o «en una ilusión vana», de acuerdo con la estructura &n&q K&V% que conjeturan Lipsius-Bonnet a partir de V: persuasioni uanae).

l4 Lectura que también acepta Ljungvik, Studien, 31. l5 Citado por Ljungvik, ibidem, 32. ' V b i d e m . l7 Para este aspecto véanse Schwyzer, Griechische Grammatik, 170-171, Hoffmann-Debmnner-Scherer,

Historia, 332, Blass-Debmnner, Grammatik, parágr. 205 y D. Tabachovitz, Die Septuaginta und dar Neue Testament, Lund 1956. sobre todo 79s .

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3. En relación al binomio acusativo-dativo, disponemos de un ejemplo de la genera- lización del primero respecto al segundo en la siguiente estructura, donde el verbo knÉ~o, que de sí rige dativo en la acepción de «dirigir la atención a», por asimilarse a npooÉxo pasa a construirse con acu~ativo'~:

P y T 29,l-2: ... knÉv&t fi Tpzí@atva SnÉxouoa .totoCzov K ~ ~ L ~ O S E ~ S Bqpia Bahhóymov.,

« ... Trifena se dolía al considerar que una belleza de tal índole se arrojaba a las fieras.»

4. GENITIVO

Por lo que respecta al caso genitivo, vamos a centrar nuestra atención en el denomi- nado agenitivo de encarecimiento», a veces también llamado «de inherencia» o «de identi- dad»19. Dejando de lado la etiquetación, hay que decir que se designa así a la construcción en la que, de un parecido relativo entre regente y genitivo, se pasa después a una misma palabra. Si bien esta estructura y su extensión en el griego bíblico y eclesiástico está determinada por el abundante uso semita (cf. «Sir Ha-Sirím~, «Cantar de los Cantares»), tenemos antecedentes de ella muy abundantes en el griego clásico, ya desde la época homérica; sirva z 403-404 6zzt ICE &OSO nat¿%~ nat& @hq.

En nuestros textos se presenta este tipo de genitivo en la palabra aióv, concretamen- te en los sintagmas

aiWva aiWvo2: P y T 6,5 206~ aiWvac zWv aidvov: P y T 453; Mn.G 64; Ma Pa VII, 7-8; Ma Pe X, 13

bis y XII,9

5. DATIVO

En el caso dativo es destacable, además de su retroceso paulatinoz0, la irrupción de algunos de sus usos en la esfera de otros casos, como ocurre con el llamado dativo «de limitación», que se extiende en nuestros textos a expensas del acusativo «de relación». Es una tendencia que en época helenística se pone aún más de manifiesto, aunque dispongamos de ejemplos de esta estructura ya desde la poesía homérica. En Tucídides V,43 encontramos h f i p fi3Lt~iq pkv Ezt &E &V VÉOS kv í%U.q nóh~t .

Por citar ahora sólo autores a los que haremos mención en sucesivos apartados de este trabajo, hallamos construcciones de este tipo en Luciano Tim. 20 p h b ~ &p.$ozÉpot~ y en Plutarco Ces. 6 Bavpaozóc ztvi.

En griego bíblico y, de manera muy especial, en la KOIVG neotestamentaria, el uso del dativo limitativo sobrepasa con creces al de relación y también se extiende el giro con

Este ejemplo es también señalado por Ljungvik, Studien, 51. l9 Véase Sánchez Lasso de la Vega, Sintaxis Griegu, 439-441. ' O Cf. A. Piñero-J. Peláez, El Nuevo Testumento. Introduccih al estudio de los primeros escritos

cristianos, Madrid 1995, 163-164.

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preposición2'. De todos modos, volvemos a encontrar ejemplos de aquella construcción en Homero, así, Y 749 kha$pÓzepo~ noooiv.

En dos de nuestros textos, P y T y Ma Pe, se emplea dicha construcción siempre circunscrita a la forma 6 v o ~ ; nunca se empleará con esta palabra el acusativo de relaciónz2:

P y T: 23 : 6vÓpazt 'Ovqoi$opoc 26,12-13: ' AhÉcavGpoc 6vÓpazt 27,3: 6vópazt TpG$atva

Ma Pe: III,30: TÉp&AAo< 6vópazt V,2: 3xvzinnq 6vópazt

Es en los dos textos citados arriba donde se prodiga más esta construcción, no limitada de forma exclusiva al sustantivo 6vopa como lo demuestra el siguiente ejemplo:

P y T, 2,l-2: ..: Gtqykazo y&p aGz@ T i z o ~ nozanóc koztv zfl 15 rIaíAo< . ...,

« ...; en efecto Tito le había descrito qué clase de hombre era Pablo en (cuanto a la) apariencia: ... D.

El pretendido calificativo de sernitismos que se ha aplicado a un gran número de los rasgos antes expuestos, puede actuar en este último apartado como elemento aglutinante y punto de referencia para nuestra reflexión al respectoz3.

Al igual que tendremos ocasión de observar en la sección siguiente centrada en la coordinación y, de forma concreta, a propósito del denominado «estilo ~ a i » , se detecta por parte de un gran número de especialistas un empeño por explicar las «desviaciones» con respecto a la «norma» clásica a partir de un «cajón de sastre» denominado «hebreo». La polémica iniciada en el siglo XVII entre «puristas», defensores de un griego elegante y correcto en los escritos bíblicos, y «hebraístas», que por doquier indagaban en el origen semita de ciertas constru~ciones~~, tiene aún partidarios y detractores. Para el planteamiento

Así lo señalan Schwyzer, Greichische Grammatik, 86 y Sánchez L a s o de la Vega, Sintaxis Griega, 624, de acuerdo con Blass-Debrunner, Grammutik, parágr. 197 y Mayser, Grammatik, 11 2, 149s. " Sí tenemos en Ma Pe I,6 la construción . . . ~TLS rilv kxí~hqotv ~ouvopa X p u 4 GXEV ,..., «...quien tenía por sobrenombre el apelativo de Crise, ... », donde k d ~ h q o r v podría considerarse acusativo de relación; para P y T 24,3 T& yóvam e Ibidem 44,l-2 T{V Bpqo~eíav ... rilv ~Éxvqv, nos remitimos al capítulo dedicado al estudio del aticismo.

23 Se trata de una cuestión muy compleja, donde no podemos hallar resultados globales de todos aceptados y donde las posturas oscilan entre la primacía del sustrato semítico y la presencia de una lengua totalmente griega con un componente semítico secundario, tal como señala A. Piriero en las conclusiones de su artículo «Griego bíblico neotestamentario*, CFC 11 (1976) 123-197.

24 Cf. A. Piñero.-J. Peláez, El Nuevo Testamento, 140-141 y 180-189 para las disputas entre hebraístas y purista y para la presencia de semitismos y septuagintismos en el NT, respectivamante. Para el primero de los aspectos mencionados véase asimismo toda la primera parte del artículo de J.W. Voelz, «The Language of the New Testamentn, ANRW II,25,2 (1984) 894-930. La polémica es también señalada por G.B. Winer, Grammatik des neutestumentlichen Sprachidioms, 1, Gottingen 81894, parágr. 2, y recogida por Hoffmann-Debrunner -Scherer, Historiu, 299-300.

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del «estilo ~ a i » como semitismo nombraremos en el siguiente apartado a Moulton y a Norden. Como postura ecléctica destaca la de Hoffmann-Debrunner-Scherer, que califican de «griego de traducciones~~~ a la versión de los LXX y de «griego hebraico» a la lengua del NT, aunque el mismo Debrunner, junto con Blass, en Grammatik ...( cf. también infra aparta- do IV.2) no dude en calificar como semitismo al ya citado «estilo d » . Otros autores, como el ya mencionado Lasso de la Vega, intentan aportar pruebas, desde nuestro punto de vista admisibles en la mayor parte de las ocasiones, de que, por lo general, podemos encontrar antecedentes de una determinada construcción, hebraica a priori, en la lengua griega de época clásica. A pesar de esta apreciación, que borraría de la lista de semitismos muchas de las estructuras tradicionalmente consideradas como tales, ello no puede llevarnos a rechazar de forma absoluta el influjo de un sustrato hebreo-arameo en la tradición en la que se insertan nuestros textosz6. Sirva lo expuesto como postura a adoptar en lo sucesivo por lo que al tema de los semitismos se refiere.

IV. PARATAXIS

1. NOTA PREVIA

De entre las posibilidades de acercamiento a la parataxis hemos optado por centrar- nos de manera exclusiva en el denominado «estilo ~ a b , ya que no sólo se relaciona directamente con la hipotaxis debido a la mutifuncionalidad de aquella conjunción copulativa -adopción de ciertos valores oracionales a priori ajenos a su valor-, sino que, además, se vincula con otros tipos de oraciones coordinadas, como es el caso de las llamadas «adversativas», «ilativas», o las que representan los tipos «explicativo» o «conclusivo». Al mismo tiempo, de forma colateral, otras conjunciones de coordinación se verán implicadas a la vez que estudiamos el «estilo ~ a i » , por lo que la visión de conjunto queda mejor definida.

El «estilo ~ a i » supone una modalidad paratáctica que, debido a su enorme frecuen- cia en la lengua del NT7 y SU correspondencia con la estructura sintáctica habitual en lengua hebrea, fue considerada heredera directa de su principal nexo copulativo y, por lo tanto, por

25 Ibidem. " Además de los estudios enumerados en los que se plantea un posible origen griego para muchas de las construcciones calificadas de «hebraísmos», acepta la derivación de ciertas estructuras en lengua griega a partir de la semita R.A. Martin en Syntactical Evidence of Semitic Sources in Greek Documents, Missoula 1979. Aunque sobrepasa el ámbito específico de nuestro trabajo, para el estudio de la influencia del hebreo pueden también consultarse las obras de M. Black, An Aramaic Approach to the Gospels and Acts, Oxford 31967, J.A. Fitzmeyer, A Wandering Aramean: Collected Aramaic Essays, Missoula 1977 y M. Wilcox, «Semitisms in the NT», ANRW II,25,2 (1984) 978-1029.

" Así lo señalan Blass-Debmnner, Grammatik, 199-201 y 217 y J.H. Moulton, A Grammar of the NT Greek, Edinburgh 1963, 334-335 y 342.

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parte de algunos autores, un serniti~mo~~, aunque, como vamos a ver, no es sino una estructura arraigada perfectamente en la lengua griega. Ya con el surgir de la prosa jonia encontramos atisbos de este estilo: así, se emplea en un primer estadio ~ a i de forma paraIela a 6É, para acabar éste por suplantar al primero en época clásica2'. Heródoto emplea de forma limitada el «estilo ~ a i » , ya que es de la preferencia del tipo de conexión sintáctica denomi- nado hÉ(q &ipopÉvq, donde el nexo base es 6É y las frases son unidas entre sí por giros hipotácticos, resumiendo el contenido de las precedentes30; se trata de una tipología más evolucionada que la parataxis con ~ a i , pero ello no supone que dejaran de convivir ambos nexos durante toda la antigüedad hasta las manifestaciones más tardías de la literatura griega. La antigua prosa literaria jonia, aún cercana al lenguaje hablado, representaba una fase inicial en la historia del estilo narrativo griego, todo lo contrario que ocurría con la prosa ática, en pleno desarrollo: su configuración sobre la base de la retórica o el estilo impersonal y preciso de la literatura científica, dieron al traste con el «estilo ~ a i » , pero no por ello dejó éste de existir, sobre todo en los textos narrativos. Así, en la literatura ática tenemos numerosos representantes en casi cada uno de los diferentes géneros literarios: en el campo de la oratoria podemos destacar a Antifonte, Lisias, Andócides, Pseudo-Andócides, Iseo, Esquines, Hiperides, Licurgo y Demóstenes; en el de la historia a Tucídides, Jenofonte y Teopompo; en el de la prosa científica a Aristóteles o los Caracteres de Teofrasto; en la comedia aristofánica también encontramos muestras3' y, por último, en el ámbito de la filosofía, tenemos a Platón, sobre todo en la ejemplificación mítica y la narración del anecdotario socrá t i~o~~.

3. HECHOS APÓCRIFOS DE LOS APÓSTOLES Y «ESTILO K ~ N

No sólo los nexos ~ a i y 6É van a entrar en nuestra consideración, sino también, como hemos subrayado antes, otros a los que, como es evidente, se recurría, sobre todo en el discurso ático, para evitar la redundancia o monotonía que suponía la repetición sistemática del nexo K C X ~ ~ ~ . No todas las conjunciones que aparecen en nuestros textos son estudiables desde el punto de vista del «estilo K&, sino que es necesario establecer una serie de principios metodológicos; éstos son los que hemos seguido34:

Así E. Norden, Agnostos Theos, Stuttgart 1956,366, además de los autores citados en la nota anterior; en cambio, como una estructura bien asentada en el griego popular, D. Tabachovitz, Études sur le grec de la basse époque, Uppsala 1943, 8 y, antes, Ljungvik, Beitrüge.

'Y Como señala Norden, Agnostos Theos, 368. Para las líneas expuestas en este punto y en páginas sucesivas destacamos el trabajo de S. Trenkner, Le

style ~ a i duns le récit attique oral, Assen 1960; cf. aquí 1-5. ' Se trata de uno de los rasgos por los que Anstófanes se manifiesta como uno de los precursores de la

K01vTj y que señala A. López Eire en «La lengua de la comedia aristofánica~, Emerita 54 (1986) 237-274, en particular 243s.

" Cf. Trenkner, Le style ~ a i , sobre todo 2-5. " La importancia del estudio de las partículas fue resaltada por J.D. Denniston en The Greek Particles,

Oxford 1978, LXI. Hemos seguido básicamente los criterios por él establecidos a la hora de realizar el análisis. 34 De acuerdo con las aportaciones de Trenkner, Le style ~aí, 7 y de C. Ruiz Montero, «Una interpreta-

ción del estilo ~ a i de Jenofonte de Éfeso», Emerita 50 (1982) 305-23, sobre todo 310.

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-se han omitido las fórmulas de introducción y conclusión -no hay casos de inscripciones dedicatorias o de otros textos de esta índole-, salvo si contienen algún relato;

-se han computado conexiones entre oraciones principales completas, incluyéndose en éstas las subordinadas correspondientes;

-se excluye el estilo directo, es decir, monólogos y diálogos, salvo si contienen algún relato.

Más tarde pasaremos a revisar los porcentajes de uso obtenidos. Primero ilustraremos algunas de las equivalencias paratácticas e hipotácticas de la conjunción ~ a i a través del material objeto de estudio35.

a) Equivalencias paratácticas:

a ) mi con valor adversativo:

P y T 28,lO-4: K d &nb zqc noynf i~ náhtv hayPáv&t a h j v 4 Tp69atva. 4 y&p ~ u y á z q p aUzq2 ~ a h ~ o v i h h a fiv z ~ ~ v c o o a ~ a i K ~ T ' 6vap d m v a h j M ~ T E P z4v SÉvqv z t v Epqyov O É ~ h a v E ~ E L G zbv EpOv zónov Eva ~35772at h E p ÉyoS ~ a i yczaz&O ~ i c zbv z6v G t ~ a i o v zónov.

«Y Trifena la (s.e. Tecla) recupera de la comitiva; pues su hija Falconila estaba muerta, y (mas) le había dicho en un sueño Madre, tomarás en mi lugar a la extranjera abandonada, Tecla, para que ore por mí y yo pase al lugar de los justos».

MaPaII,16-2: '0 6E NÉpov & ~ K O & S zbv Bávazov TOS n a z p ó ~ h o u Éhvn4Bq oQóFpa, ... &mjyynhav OE a6z@ oi 7caS6q aUzoS hÉyovzaq KaSoap, n á z p o ~ h o ~ cfl K ~ L EOT"C)EV k d T~CXXÉ~~G. K& 6 Kaloap & ~ 0 6 o a c 6 ~ t ~ & T ~ o K ~ o ~ cfi &.jhap&izo K C X ~ O ~ K E P o ~ ~ T o ~ioÉh&tv.

«Enterado Nerón de la muerte de Patroclo sintió una pena extraordinaria, ... Mas sus esclavos se lo anunciaron diciendo: César, Patroclo está vivo y sentado a la mesa. Y (pero) el César tras oír que Patroclo estaba vivo tenía miedo y no quería que pasara».

Ma Pa V,3-5: "Ezt OE aijztiv zoU~o hahoCvzov, .nÉpnct 6 NÉpov IlapBkvtóv ztva K ~ L ~ É p q z a v EGESV EL fjaq T E T ~ ~ X ~ ~ O K Ó ~ U ~ T ~ ~ 6 n a c h o q ~ a i &pov aGzbv Ezt t;hvza.

«Estando ellos aún en esta conversación, envía Nerón a unos tales Partenio y Feretas a ver si Pablo había sido ya decapitado; y (pero) lo encontraron todavía con vida».

b) K& con valor explicativo

Equivale a la conjunción yáp y su uso es más frecuente que el anterior: P y T 2,5-1: K C X ~ 7% &v4p 6vóyazt ' O V ~ ~ ~ @ O ~ O S &KO~~CXS T ~ V n d h o v

napaycvóywov Eis ' I~óvtov, É ~ ~ h 9 c v E ~ S o~váVzqotv naijhou, ...

En las traducciones respectivas figura entre paréntesis el valor propuesto.

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«Y (en efecto) un hombre llamado Onesíforo tras oír que Pablo había venido a Iconio, salió ... al encuentro de Pablo, ... », explicando la reacción lógica de Onesíforo tras el relato de la actividad apostólica de Pablo en el capítulo 1.

Ma Pe III,4-5: Kai fi6q zfl k n t o 6 q 6 6 ~ h o g nhEiov o u v q p ~ ~ z o si5 o á ~ p w p h , 67CC!J< &XJtV CdXbV ~ ~ E T ~ ~ E V O V .

«Y (en efecto) ya al día siguiente una muy gran multitud se reunía con dirección a la Vía Sacra para verlo volar», explicando la reacción de las gentes de Roma al prometer Simón Mago que sería capaz de alzarse por los aires.

C) ~ a i conclusivo

Equivale a O& o 64, sobre todo a la primera, como vamos a tener ocasión de comprobar:

P y T 30,3-4: Kai o z ~ 6pOpo5 kyÉv~zo, $%v : v ~ h É $ a ~ 6 p ~ 5 xapahap~xv aGzqv, ...

«Y (así pues) cuando se hizo de día, vino Alejandro a prender a Tecla, ... >>; nótese que en el comienzo del capítulo anterior aparece la estructura temporal paralela

29,5-6: "Oz& & &xb 295 nopnf l~ k h á p p w ~ v aGzfiv 4 Tp6@atva &pa pkv knÉvOet 6zt ...,

«Así pues, cuando Trifena la tomó de la comitiva, a la vez se dolía porque ... ».

Ma Pe III,19-21: K& 6 nÉzpoc i60v zb napá6o$ov zoc O&ápaz05 kpóqo~v ...>

«Y (así pues) Pedro, al contemplar lo extraño de la visión exclamó ... », paralelo también a II1,lO- 1 1

oz&< & o&oS kv zónq 6yqW ~ a i O~aoapÉvo5 zbv IlÉzpov, fip$azo hÉy.ystv. ...,

«Así pues, estando éste en un lugar elevado y contemplando a Pedro, comenzó a decir: ... D.

Ibidem VI,9-10: K a i Éh8hv & i ~ kauzbv 6 n É z p 0 ~ K a i 8&a&p&v05 zbv K ~ ~ L O V

~ i . 5 oGpavbv &vÉhOovza, UxÉozpeyí~v ..., «Y (así pues) Pedro, tras volver en sí y haber visto al Señor subir al cielo, retornó ... »,

que cuenta de nuevo con lugares paralelos en forma, por lo general, de estructuras con participio:

V,4-5: ~ K E S V O ~ & ~ C X ~ V Ó ~ & V O < KCXi kp6V 295 Eavdx7'CTl< KCXi ... V,11-12: Bop6pou & p~yiozou 6 ~ ~ 0 5 kv 2 ~ j 'PÓpq ~ a i zoíi 'Ahpivou

6qhÓoavzo5 ... Como final de Ma Pe y tras los últimos acontecimientos que atañen al emperador

Nerón, contamos con la estructura conclusiva XII,4-7: ... 6 NÉpov n ~ p i @ o p o ~ Y E Y O V ~ EK zf& zota6zq5 6 n z a o i a ~ &néozq

7 6 ~ ~ C X ~ T ~ T ~ V É K E ~ V ~ 2@ KULP@, Ka8' ov K& 6 nÉ'Tp0~ ~ 0 6 Bi0u &TCTlhhdtm. KCXi

4oav zb hotnbv oi &6~h$oi 6poOupaFbv ~G$patvóp&vot K ~ L &yahht6vzs5 kv ~ u p i q , 8 0 ~ á < o v z & ~ ...,

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<< ... Nerón tras asustarse por tal visión se abstuvo de dañar a los discípulos en aquel momento, en el que también Pedro dejó la vida. Y (así pues) los hermanos el resto del tiempo se regocijaban de forma unánime y estaban exultantes en el Señor, glorificando ... ».

p) Equivalencias hipotácticas:

a) En lugar de una oración subordinada consecutiva:

Ma Pe II,16-20: di. i¿?vzo n o k b i napahuzt~oi KC& nobaypi~oi ~ d t fiptzptzaiot ~ a i zazapzil;ovzs~, ~ a i n á q ~ vóoou o w p a z t ~ q ~ i6vzo kv bvópazt 'IqooC Xpio'ToC 7Cto'T&60V.t&<, K d ~ ' C ~ V ~ C O ~ O ~ & i ~ T ~ V ' T o ~ K ~ p i 0 ~ xdtptv K a e ' ~ K & ( T Z ~ V fipÉpav npoo&zie&vzo.

«Y se curaban muchos paralíticos y gotosos y afectados por fiebres ternarias y cuaternarias, y se curaban de toda enfermedad corporal creyendo en el nombre de Jesucristo, y (de manera que) muchísimos se adherían a la gracia del Señor día a día».

b) K& con valor causal:

Mn.G 9-10: ~ a i $Gpq áyaeT( fixm navza~oC napi aijzqc, ~ a i iáoq ~$VOVTO "i)' CX6'Tqs.

«Y su buen nombre se extendió por todas partes, y (porque) algunas curaciones se produjeron por su obra».

c) En oraciones en que esperaríamos giros con participio, por ejemplo acompañando a uerba dicendi:

P y T 19,3-4: K& &v~'KX~CXV T ~ V TCuhopbV K C X ~ & k & V U~TO?G 071 ..., en lugar de &vqzáoavzq zbv nukopbv d n m ...

Una vez ilustradas algunas de las manifestaciones del «estilo a K i » en nuestros Hechos, procedemos a la elaboración de la tabla de porcentajes de uso de los diferentes nexos.

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4. ESTADÍSTICA SOBRE EL EMPLEO DEL «ESTILO K C X ~ ~ ~

TABLA No 1:

TABLA No 2:

TABLA No 3:

%

32,72 18,64 30,21 44,5

25,47 ...

OBRAS

P Y T Mn.G PyT+MnG Ma Pa Ma Pe

ASIND.

2=0,73% O 2=0,60% 3=4,05% 4=3,77%

3"uiz Montero, «Una interpretación», 312, prefiere agrupar en un apartado denominado «Otras» todas las partículas por su orden de frecuencia: y@, pÉv, o&, &hh&, 67í, rÉ, ivra68a, róre, p ~ v y algunas negaciones. Nosotros hemos optado por seguir el criterio de Trenkner, Le sfyle ~aí, 8 y 12-15 y analizamos los nexos propuestos por ella de forma separada: además de y 6É, ~" icc /~?r~t~a , ~ Ó r d r Ó z e ~ o&, ~~7&%8&~/k~TCt68a, É?rn67í, TE y y@. No obstante esta distribución, hemos agrupado también los comienzos de frase con pronombres y participios, de acuerdo con la primera de las autoras, bajo el epígrafe «asíndeton».

PROPS.

272 59

33 1 74

1 06

~ a í

159 42

20 1 3 1 56

%

58,45 71,18 60,72 41,89 52,83

89 11

1 O0 33 27

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De la confrontación de los datos obtenidos observamos, como primera conclusión, que en todos los textos predomina ~ a i sobre 6É salvo en Ma Pa (44,5% sobre 41,89%). El texto que presenta el mayor índice de uso de la conjunción ~ a i es el «manuscrito comple- mentario~ G; la diferencia con respecto al texto de P y T es bastante considerable: 71,18% sobre 58,45%37. La diferencia con respecto a Ma Pa (41,89%) y Ma Pe (52,83%) es aún mayor. Si consideráramos la posibilidad de que el autor de P y T y Mn.G fuera el mismo, la media de frecuencia seguiría siendo más elevada (60,72%) que la de Ma Pa y Ma Pe.

De otra parte, las diferencias porcentuales expresadas entre P y T, con o sin la añadidura del Mn.G, y Ma Pa dicen muy poco en favor de una misma autoría para los textos griegos correspondientes al ciclo paulino apócrifo.

La mayoría de las partículas 6É que aparecen en los cuatro textos son del tipo denominado por Denniston «aditivo»38, opuesto al adversativo y equivalente a ~ a i . Mien- tras que el asíndeton no presenta niveles elevados en ninguno de los escritos propuestos -concretamente, los casos localizados son P y T 1,1, 37,9; Ma Pa I,10, II,8, IV,1 bis y Ma Pe I,1, VI,& VI,12, VII,22- el polisíndeton hace su aparición en un número mayor de ocasiones: valgan como botones de muestra los comienzos de los capítulos 5 y 13 de P y T. En el primero de los casos, el texto

Kai ~ioeheóvzo5 iíaíjhou e i ~ ZOV ~ o í j > ~ v q ~ t + Ó p o u OIKOV k y h ~ z o ~ a p & pE~&hq, K C X ~ K h i o t ~ yOV&'TCOV KU\ Kh&ot< &p'C0~ KU\ hÓy0~ 8~o.U 7CEfi kyKpCX~Eia5 ~ a \ & v a o z & o m ~ , hÉyovzo~ TOG Haíjhou ...,

(«Y tras entrar Pablo en la casa de Onesíforo se produjo una gran alegría, junto con genuflexión, fracción del pan, la palabra de Dios acerca de la continencia y la resurrección, diciendo Pablo ... P) sirve de introducción a un remedo del semzo montanus y, de manera más concreta, de las beatitudines presentes en Mateo 5,3-12 y Lucas 6,20-23; todo un juego de figuras estilísticas se pone de manifiesto en este pasaje que el autor debía considerar de gran importancia, entre otros motivos, porque podía sentirse por unos instantes transmisor de la doctrina de las Sagradas Escrituras al mismo nivel que los evangelistas canónicos -se percibiera o no en la época (ca. mediados del S. 11 d.C.) dicho término como tal-. Pero antes de centrarnos en este pasaje como modelo de la repetición que caracteriza al estilo oral, nos referiremos de manera somera al resto de las partículas que aparecen en nuestros textos.

De entre dichas partículas, de acuerdo con el método de Trenkner3Y, hay algunas que no aparecen en ninguna ocasión: es el caso de EízalEmiza, kvz&íje&v/kvzaíjBa y TE; en cambio sí lo hacen o& en 42 ocasiones para todos los textos (el mayor porcentaje de uso es para Ma Pe con 11 apariciones lo que equivale a un 10,37%, pero el mayor número de

37 ¿Tenemos un motivo de peso, habida cuenta de la escasa uniformidad, para no proponer un mismo autor para ambos textos? En su lugar trataremos más en detalle, como ya hemos seiialado en el capítulo dedicado a la sintaxis de los casos, esta cuestión de una única o igual autoría para P y T y Mn.G, una vez que podamos agrupar todos los datos relativos a las concordancias o discordancias presentes en ambos textos. Cf., así pues, de nuevo el apartado dedicado a conclusiones.

The Greek Particles, XLVII. 39 Cf. suprn, n. 36. Para el uso de las partículas en la K O L V ~ ~ neotestamentaria cf. A. Piiiero-J. Peláez, El

Nuevo Testamento. 178- 180.

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presencias lo ofrece P y T + Mn.G -14-) y y&p en 32 (donde el mayor porcentaje vuelve a ser para Ma Pe con 7 apariciones equivalentes a un 6,60% y también el de presencias para el conjunto P y T + Mn.G -12-). El texto que ofrece el mayor porcentaje de uso de las ya mencionadas «otras partículas» es Ma Pe con un 17,92%, más del doble que P y T -8,08%- o que éste considerado en conjunto con el Mn.G -8,45%- y todavía a gran distancia de este último estimado de forma aislada -10,16%- o de Ma Pa -9,45%-.

5. «ESTILO K& Y ESTILO ORAL: INTEGRACIÓN CON OTRAS MODALIDADES DE REPETICION

Aunque ya hemos reseñado la gran cantidad de autores en mayor o menor medida «clásicos» o consagrados como modelos por la norma de la época que utilizan el «estilo ~ a i > > , debemos tener en cuenta que es sobre todo la lengua popular la que prefiere los procedimientos paratácticos a los hipotácticos40: así, en los papiros se encuentra atestiguada esta con~trucción~~ lo mismo que, de entre los evangelistas, Marcos la emplea en una proporción del 80%, es decir, más que ninguno42; nuestro Mn.G, aunque queda 9 puntos por debajo de aquél, no presenta una cifra ni mucho menos desdeñable. El empleo de la parataxis mediante ~ a i , del presente histórico, de la repetición a través de todas las figuras posibles de estilo y el uso de fórmulas estereotipadas, único rasgo en el que no se prodigan nuestros textos, son todos característicos del estilo oral o de aquel que pretende imitarlo. Vamos a pasar revista a los procedimientos de repetición a nivel sintáctico y estilística, para intentar demostrar que no se emplean de manera aislada y espontánea sino conformando una estructura43 meditada de la que son parte y a través de la cual cobran valor, concretamente en el pasaje al que hemos aludido más arriba, P y T 5,9-6,5, donde el autor inserta su peculiar serie de beatitudines, bienaventuranzas de cuño propio.

Hemos hablado del polisíndeton que se extiende, dentro del capítulo 5, entre las líneas 9 y 11, de donde se pasa a una enumeración de máximas enmarcadas en series reiteradas, monótonas, solemnes y expresadas más in extenso que Mateo y Lucas4? éste

40 Así lo señalan Trenkner, Le style ~aí, 74 y Ruiz Montero, «Una interpretación», 314s . 41 Mayser, Grammutik, 1934, 11 3, 140-43 y 184-86. 42 Véase de nuevo Trenkner, Le sfyle ~aí, 8, quien asimismo señala que el uso de Marcos se encuentra

superado por la obra de Teofrasto Caracteres con un porcentaje del 82%. 43 En el sentido más específico del término. Para los conceptos de «estructura» y «sistema» como

nociones lingüísticas esenciales y opuestas puede verse G.L. Lepschy, La lingüística estructurul, Barcelona 1971, 32, 83 y 143.

M Para el establecimiento de los textos canónicos hemos recurrido al Novum Testamentum Graece post Eberhard et Erwin Nestle communiter edidemnt Barbara et Kurt Aland, Johannes Karavidopoulos, Carlo M. Martini et Bruce M. Metzger, Stuttgart "1993. Desde el punto de vista de la Historia de 10s Formas el pasaje apócrifo sería perfectamente integrable dentro de los denominados «macarismos», categoría clasificatoria recogida por H. Zimmermann, Los métodos histórico-críticos, Madrid 1969, 150-184, siguiendo y ampliando las tesis de R. Bultmann, Die Geschichte der synoptischen Tradition, Gottingen '1970. P y T 5,9-6,5 posee los rasgos que W. Egger, Lecturas del Nuevo Testamento, Estella 1990, 180, enumera para que un texto pertenezca a la misma tipología que otros: una estructura lingüística y sintáctica similar, igual estructura semántica y narrativa, una intención parecida y una situación vital análoga. Para todo lo enumerado a propósito de la Historia de lus Formas cf. A. Piñero-J. Peláez, El Nuevo Testumento, 367-388, sobre todo 373-375.

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último, en el pasaje ya mencionado, presenta 3 oraciones causales encabezadas por 6 ~ t más presente (1 caso) o futuro (2) y una oración doble, a modo de conclusión, encabezada en ambos términos por 6zav con subjuntivo de aoristo; Mateo es el siguiente en la progresión, ofreciendo 8 oraciones causales introducidas por O Z ~ , la primera y la última con presente de indicativo, con un mismo enunciado, ..., OZL ~GzOV kmtv fi fiaotkia ZOV oGpa~Ov, « ..., porque de ellos es el reino de los cielos» y enmarcando a las 6 restantes, que emplean futuro. La conclusión final del texto se efectúa, como en el caso de Lucas, con O Z ~ V , pero aparece sólo una vez, con subjuntivo de aoristo, en compañía de un nuevo 021 en oración nominal pura.

Sin embargo el texto más desarrollado y también más reiterativo es el que presenta P y T: se trata de 14 oraciones causales introducidas por el nexo 6 ~ t y que emplean siempre el futuro, por lo que tenemos de entrada la primera redundancia en esta forma tan monótona en que se presentan las subordinadas causales; a este punto volveremos un poco más adelante. Si bien las peculiaridades del estilo oral se podrían esgrimir como causa, la reiteración puede deberse, en definitiva, a un doble motivo de igual raigambre: de una parte, el deseo de seguir, con las menos variantes posibles, el modelo o modelos disponibles; de otra, la solemnidad del lenguaje religioso, máxime en un pasaje que está pronunciado por Pablo en nuestro caso pero que los evangelistas ponen en boca del propio Jesús, solemnidad que en todas las épocas ha hecho que este lenguaje, junto con el judicial, sean los más reacios al cambio y al tiempo los más arcaizantes. La ausencia, a diferencia de Lucas y Mateo, de la conclusión mediante ~ Z W , contribuye a la idea de repetición.

Si de entre las posibles figuras de estilo que pueden apreciarse" nos centramos de manera exclusiva en las denominadas «de repetición», observamos que abundan en todos los niveles: fónico, morfosintáctico y semántico. Así, nada más comenzar y previa al pasaje de las beatitudines, tenemos en 5,10 la hermosa paronomasia ... K a i ~ h í o t c ~ a i ~ h & q ..., donde también la aliteración contribuye a crear una suerte de onomatopeya que podría representar la fracción del pan46.

Otra figura de repetición la representa el oxymoron 5,16-1, ... oi EXOVZES yuvaS~a5 pfi É ~ o v z q ..., « ... aquellos que tienen esposas como si no las tuvieran ... », que no es

45 Para un estudio detallado de las distintas figuras estilísticas que examinaremos a lo largo del presente apartado son de obligada consulta H. Lausberg, Handbuch der literarischen Rhetorik. Eine Grundlegung der Literatunvissenschaft, trad. esp. Manual de retórica literaria. Fundamentos de una ciencia de la literatura, 3 vols., Madrid 1990 (1966), 1991 (1969), 1980 (1969) y K. Spang, Fundamentos de retórica, Pamplona 1979.

4%jo~ del deseo de justificar a la perfección una posible finalidad retórica en nuestro desconocido autor, sólo aportarnos elementos de juicio para que el lector saque sus propias conclusiones. Lo único que podemos apuntar en este momento, ya que el comentario retórico pormenorizado de los textos sobrepasan's los límites de nuestro trabajo, es que el empleo de figuras de estilo, aunque no haya obedecido a la finalidad consciente antes aludida, es algo más que meramente esporádico y se extiende en mayor o menor medida a todos los textos estudiados.

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sino muestra y compendio del tono e n ~ r a t i t a ~ ~ que preside este pasaje en particular, pero, en general, todo el texto de P y T, idea también reiterada mediante la creación de un campo semántico ad hoc: kyKpCC~&kX5 (5,ll) -situado en un complemento circunstancial al mis- mo nivel que &V~CJT&GECO~ (5,ll) «resurrección», el eje del mensaje de Cristo-; ~ a e a p o i (5,12); &pfp (5,13); k y i c p a ~ ~ ? ~ (5,14); &p&ía~ (6,3 bis).

Aún en el campo del léxico, destaca la frecuencia con la que se emplean los com- puestos, ya sean verbos (E; o & h e ó v z o s -5,9-; á n o z a c d p ~ v o t -5,15-; ~Gap~oz4oouotv-5,16-; ~ h q p o v o p ~ o o u o t v -5,l-; 7CCXpCXKhqMoov~~i -6,4-; & v a n a d o o v z a t -6,6-; i c & h 0 Ó v ' t & ~ -6,s-; &6 hoyq8( oov ' t a t -6, lo-; &6ap&oz~íoouotv-6,2-; &no?koouotv -6,3 bis-), sustantivos ( k y ~ p a z & í a ~ -5,ll-; b a o z & o & q -5,ll-; &v&nauotv -63 bis-) o adjetivos (Eyicpaz&i< -5,14-), tendencia propia también de la lengua popular de la época y a la que pasaremos revista en su lugar.

Volviendo al ámbito de la morfosintaxis, otras figuras de repetición serían la anáfora p a ~ á p t o t oi ... 671 aczoi. ... (en 11 ocasiones, más otras dos en las que por a k - o í tenemos -015 -5,14- y -6 -6,2-), el homeoteleuton que se deriva del empleo continua- do de los futuros acabados en -O-vzat (10 casos), o el pleonasmo presente en 5,9, ... ~ i o s h 9 ó v z o ~ ... & i ~ ..., que podrían reconsiderarse como paronomasias dentro de sus distin- tos tipos, como también lo podrían ser las expresiones 6,4-5: ... napa~hqer íoovza t ... ~hqQfioovzat ... (tipo «verbo simple + verbo compuesto») o bien 6,lO-1: ... ~ I L E ~ ~ O V E S ... k k q w o o v z a t .. . (tipo «igual raíz»).

Por último, destaquemos el polyptoton presente en 6,s bis ... a i 6 v a ai6vo5, genitivo de los denominados «paronomásti~os»~~.

La primera consideración sería, evidencia hecha de que nuestros textos no son ajenos al empleo del «estilo ~ a b , afirmar que la elección de esta modalidad paratáctica, correspon- diente básicamente al estilo oral, puede correr paralela al deseo de recurrencia a un nivel «popular» de expresión. Esta circunstancia no estaría necesariamente en abierta contradic-

47 Este carácter de defensa a ultranza de la continencia y de la castidad, es también un rasgo que diferencia a nuestro texto de los canónicos neotestamentarios -a pesar del paralelismo entre P y T 5,16-1 y lCor 7,29-, quienes propugnan un programa de actuación más global para el cristiano. Esta idea peculiar en P y T respecto a sus homólogos canónicos pero arraigada tanto en la novela griega +f. R. Soder, Die upokryphen Apostelgeschichten und die romanhafte Literatur der Antike, Darmstadt 1969, 126s. o T. Hagg, The Novel in Antiquify, Oxford 1983, 160- como en la literatura apócrifa -cf. Y. Tissot «Encratisme et Actes apocryphes~, 109-1 19, incluido en F. Bovon, Les Acres Apocryphes des Apatres. Christianisme et monde paien, Geneve 198 1- se desarrollará de la manera que indicamos a continuación.

48 Para la paronomasia en sentido amplio cf. Schwyzer, Griechische Grammatik, 700. Ya hemos detalla- do en el capítulo anterior el estudio que de este tipo de genitivo realiza Sánchez Lasso de la Vega, Sintaris Griega, 440-441, intentando encontrar un origen genuinamente griego para una construcción considerada por lo general un semitismo. No ya el genitivo «paronomástico» sino la proliferación en los LXX y el NT de la figura estilística del mismo nombre, se atribuye a la influencia semítica aunque, en realidad, hallemos ya rastros de aquélla en los poemas homéricos y hesiódicos.

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ción con la plétora de figuras de estilo que son localizables en cualquiera de los textos estudiados: al tratarse de figuras pertenecientes en su mayoría al tipo denominado «de repetición», todas ellas podrían ajustarse sin dificultad a las características propias del relato popular. Su pródigo uso puede responder a una imitación consciente del estilo antes aludido y poseer la finalidad de que la doctrina cristiana, en aquella época en ciernes, pudiera tener un más fácil y directo acomodo entre los receptores de habla griega. En nuestro caso el deseo de llegar al lector sin ambages gramaticales se conjugaría con la mínima formación inherente a un autor perteneciente a la tradición literaria cristiana primitiva.

En segundo lugar debemos destacar la generalización de ~ a i con respecto a 66, proceso que afecta a todos los textos estudiados salvo Ma Pa, con lo que la unidad de los escritos correspondientes al ciclo paulino, como señalamos en su lugar, queda, al menos en este particular, rota.

Por último, también en un sentido parecido, llamamos la atención sobre las caracte- rísticas peculiares que va presentando, a medida que avanzamos en su estudio por separado, el Mn.G: recordemos su elevado índice de empleo del «estilo icai». Su falta de uniformidad en este punto respecto a P y T nos podría hacer llegar a la conclusión de que su transmisión como texto colateral complementario es, al menos, lo más prudente. Volveremos más adelante sobre este aspecto, esgrimiendo incluso pruebas en sentido contrario propiciadas por la estadística, es decir, pruebas de que podría pertenecer al mismo autor que P y T.

VI. HIPOTAXIS: ANÁLISIS COMPARATIVO DE LAS ORACIONES SUBORDI- NADAS INTRODUCIDAS POR NEXO Y DE LOS MODOS VERBALES CO- RRESPONDIENTES

En este capítulo hemos adoptado como criterio metodológico excluir el análisis en detalle de las oraciones de infinitivo y de participio. Dicho criterio obedece a que, nuestro trabajo, centrado en los aspectos léxico-gramaticales, acabaría por diluirse en una excesiva amplitud e iría en detrimento del estudio léxico si quedara reflejada también la revisión de todas las construcciones de infinitivo y participio, los tradicionalmente denominados c o n - certado» y «no concertado^^' y «atributivo», «apositivo» y «predicativo» respectivamente.

4Y Sólo vamos a hacer alusión en la presente nota y con respecto al infinitivo a la gran frecuencia con la que se emplea en nuestros textos el denominado einfinitivo articular»: una vez que esta constmcción se ha configurado de forma plena en época helenística, la lengua de las cancillerías, la versión de los LXX y el NT -a excepción de Juan, que lo usa de manera escasa- lo emplean con asiduidad. A este respecto pueden consultarse, además del artículo de L. Gil «Sobre el origen y evolución del genitivo articular griego con valor final», Emerita 21 (1953) 48-58, Schwyzer, Griechische Grammatik, 368-372, Mayser, Grammatik, '1936, 11 1, 322s. y Blass- Debmnner, Grammatik, parágr. 400,2.3.5-8. En nuestros Hechos lo observamos en las siguientes ocasiones:

P y T: 8,12-13: ocre En\ r b 4 a y ~ i v ocre E& r b mfiv, 26,12: &a 6E r@ &ioÉp~&oOai a6ro65,26, 4-5: 6i& r b p~ Oékiv p& yapqOfivai,40,9: ~ á p o i C S V ~ ~ ~ ~ ~ C T E V E ~ S r b hoúoaoOa~, 44,2: Éni r b $8&ipai

Ma Pa: II,12: p&r& 6E r b &io&AO&iv a 6 d v Ma Pe: I,6-7: 61& zb x&v a B ~ 5 ~ K E U O ~ X P ~ ~ E O V h & p ~ & i v , V,10-11: Si& r b ... OÉhEiv, IX,2: ZO

OLKOÚEIV; X,6-7: ~b ~ X & P X E ~ V

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Ello no es impedimento para referirnos en otro momento de este trabajo, más concretamente cuando tratemos sobre la posible influencia aticista en nuestros textos, a aspectos concretos de importancia como la eventual correspondencia o no entre verbos regentes y construccio- nes de infinitivo «no concertado» y participio «predicativo» o a tipos específicos de infinitivo como el llamado «consecutivo-final».

Dentro del siguiente esquema general figuran entre paréntesis las oraciones subordi- nadas de relativo computadas y estudiadas en este capítulo.

APÉNDICE 1: RELACIÓN DE NEXOS

a) Hechos de Pablo y Tecla:

Causales: ozt= 23 (siempre con indicativo). Comparativas: -&,= 9 (6 sin verbo y 3 con indicativo);

- ~ a O ó c = 1 (con indicativo). Completivas: -&U= 10 (siempre con indicativo);

-dependientes de verbos «de temor»: p7í= 3 (1 indicativo de futuro y 2 subjuntivos de aoristo);

(-interrogativas indirectas introducidas por: pronombres y adjeti- vos: 6 (ziq= 5; nozanÓ~= 1); adverbios: 5).

Concesivas: O. Condicionales: -reales simples ( ~ i ) = 3 (siempre con indicativo);

-reales dobles (dze ... &TE)= l(X 2 nexos) (con indicativo); -eventuales (E&)= 3 (siempre con subjuntivo de aoristo).

Consecutivas: -&TE= 9 (siempre con infinitivo); -&S= 6 (siempre con infinitivo).

Finales: -lva= 15 (13 subjuntivos de aoristo y 2 futuros); -6noc= 2 (1 subjuntivo de aoristo y 1 de presente).

(De relativo: 6~ fi, 0= 18.) Temporales: -&pt<= 2 (subjuntivo de aoristo);

-&S= 5 (siempre con indicativo); - f lv i~a= 2 (indicativo); -6z&= 2 (indicativo); -En&t&j= 1 (indicativo).

B) Manuscrito G:

Causales: 0zt= 2 (indicativo). Comparativas: -&S= 1 (sin verbo);

- k n e p = 1 (indicativo). Completivas: -&N= 2 (1 con indicativo y 1 sin verbo equivaliendo a <o);

-dependientes de verbos «de temor»: pj= 0;

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(-interrogativas indirectas introducidas por: pronombres y adjetivos: 1 ( ~ b .ti); adverbios: 0).

Concesivas: O. Condicionales: 4 (introducidas por &+&, si, y K&V y todas con usos verbales

«anormales» -respectivamente futuro, subjuntivo de aoristo, futuro y presente de indicati- vo-).

Consecutivas: &TE= 1 (infinitivo). Finales: %va= 1 (subjuntivo de aoristo). (De relativo: -65, fi, 6= 3;

-dos= 1.) Temporales: &E= 1 (indicativo);

-npivq= 1 (subjuntivo de aoristo).

y) Martirio de Pablo:

Causales: -0711 1 (indicativo); -ExQ= 1 (indicativo).

Comparativas: &S= 4 (indicativo). Completivas: -6zt= 4 (indicativo);

-dependientes de verbos «de temor»: h= 0; (-interrogativas indirectas introducidas por: pronombres, adjetivos o adver-

bios: 0; &= 1 -indicativo-). Concesivas: O. Condicionales: -reales (si)= 1 (indicativo);

-eventuales (kdv y K&v)= 2 (ambas con subjuntivo de aoristo); -irreales (&)= 1 (pluscuamperfecto de indicativo).

Consecutivas: -O<= 1 (infinitivo); -&TE= 5 (infinitivo).

Finales: -%va= 3 (subjuntivo de aoristo); -6xos= 1 (subjuntivo de aoristo).

(De relativo:

Temporales:

-O<= 10; -6,,q= 1; -6oxep= 1.) -Os= 2 (aoristo de indicativo); -p&pts &v= 1 (subjuntivo de aoristo -&ayvol-); - 6 ~ a v = 2 (subjuntivo de aoristo).

6) Martirio de Pedro:

Causales: OTL= 6 (indicativo). Comparativas: -Os= 9 (todas sin verbo);

-&n&p= 1 (sin verbo).

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Completivas: &t=7 (6 con indicativo y 1 sin verbo); -dependientes de verbos «de temor»: h= 1 (subjuntivo de aoristo);

p 4 ~ t = 1 (subjuntivo de aoristo); (-interrogativas indirectas: introducidas por: pronombres y adjetivos: 6

(.ti<= 2; 6 a ~ t 5 = 3; ~Ó(Tos= 1); adverbios: 0). Concesivas: O. Condicionales: -reales ( ~ i ) = 5 (4 con indicativo y 1 sin verbo);

-eventuales (&)= 5 (3 con subjuntivo de aoristo y 2 con subjuntivo de presente);

-irreales ( ~ i ) = 1 (indicativo). Consecutivas: h<= 3 (infinitivo). Finales: - 6 n q = 5 (subjuntivo de aoristo);

-Yva= 4 (2 con subjuntivo de aoristo y 2 con subjuntivo de presente). (De relativo: -O<= 33;

-O,,,<= 3; -O,n&p= l.).

Temporales: -O<= 4 (indicativo); -O,&= 1 (indicativo); &w= 1 (indicativo -&vép~opat, con lo que la construcción es

aparentemente irregular-); -pÉxpt<= 1 (indicativo).

a) Hechos de Pablo y Tecla:

E&= 3 &i= 5 -incluye Éí7~ X 2 en una condicional doble- En&t6Tí= 1 ~ V ~ K W 2 Yva= 15 KN&~<= 1

CLÉXP~S= 2 pTí= 3 o,,<= 2 O,€= 2 o,,= 33 o<= 20 O,,€= 9 TOTAL: 98 PRIORIDADES: O,,= 33,67%

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hc= 20,40% :va= 15,30% MODOS VERBALES: Indicativo: 55 = 56,12% Subjuntivo: 22 = 22,44% -de los 22, 21 son de aoristo (=95,45%) y 1 de presente

(=0,55%)- Infinitivo: 15 = 15,30% Ausencia de verbo: 6 = 6,12% Optativo: O

$) Manuscrito G:

káv= 2 &i= 2 ?va= 1 OZ&= 1 O,,= 4 xpivq= 1 o<= 1 Wm&p= 1 &TE= 1 TOTAL: 14 PRIORIDAD: OZL= 28,57% MODOS VERBALES: Indicativo: 7 = 50% Subjuntivo: 3 = 21,42% -todos de aoristo- Infinitivo: 1 = 7,14% Ausencia de verbo: 3 = 21,42% Optativo: O

y) Martirio de Pablo:

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5 TOTAL: 30 PRIORIDADES: &S= 23,33% &n/ &TE= 16,66% ~ i l ?va= 10% MODOS VERBALES: Indicativo: 15 = 50% Subjuntivo: 9 = 30% -todos de aoristo- Infinitivo: 6 = 20% Ausencia de verbo: O Optativo: O

6 ) Martirio de Pedro:

E&= 5 ~ i = 6 ?va= 4 pÉxpq= 1 pTj(n)= 2 o,q= 5 o,, (O,& y E&)= 1 O,&= 1 6 n = 13 &S= 16 &mep= 1 TOTAL: 55 PRIORIDADES: k= 29,09% o,,= 23,63% 67ca~= 9,09% MODOS VERBALES: Indicativo: 24 = 43,63% Subjuntivo: 16 = 29,09% - d e los 16, 12 son de aoristo (75%) y 4 de presente (25%)- Infinitivo: 3 = 545% Ausencia de verbo: 12 = 21,81% Optativo: O.

2. NOTA PREVIA

Iremos analizando, en primer lugar, los diferentes tipos de oraciones subordinadas, para pasar a continuación a tratar la distribución de nexos más usuales y modos verbales

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empleados, siempre comparando todos los textos entre sí. Intentaremos efectuar nuestro comentario a propósito de los hechos sintácticos que no entren dentro de lo esperable desde el punto de vista de la «norma» ática o allí donde se pueda aportar una perspectiva novedosa.

3. TIPOS DE ORACIONES SUBORDINADAS

a) Oraciones causales

La conjunción empleada de manera casi «universal» es ~ T L : tenemos un 100% de usos en P y T (23 apariciones), Mn.G (2) y Ma Pe (6); únicamente Ma Pa presenta un 50% de usos para OTL (1) y otro 50% para kn&í (1) -en este último caso el aparato crítico no unifica, ya que la lectura alternativa ofrecida por el Manuscrito A es kne~G~j-. En el 100% de los casos hay uniformidad a la hora de emplear el modo indicativo.

En este apartado podríamos efectuar alguna reflexión en cuanto a la tipología de nexos causales presentes en el NT, su colocación en la frase subordinada y su eventual contraste con los textos que nos afectan. J.K. ElliottsO nota la tendencia popular a que OTL

con valor causal desaparezca y10 tienda a ser sustituido por kn&í, yáp, ~aí, 6ze o bien haya ausencia de nexo, circunstancia que no se ve corroborada por nuestros Hechos, en los que, como ya hemos señalado, tan sólo encontramos el caso ya referido de kneí en, concretamen- te, Ma Pa IV, 15 bis de entre las 32 conjunciones causales empleadas -todas las demás son 071-. Que nuestros escritos no se adecúen a aquella tendencia popular puede deberse al peso de los modelos. Centrándonos, por ejemplo, en el texto que presenta un mayor número de nexos ~ T L , P y T, debemos destacar que de entre las 23 ocasiones en que aparece dicha conjunción, 14 corresponden al remedo del sermo montanus canónico, con lo que lo que prima no es la innovación -la introdución de knei, yáp, etc.- sino el respeto y la fidelidad a los esquemas presentes en Mateo y Lucas: si éstos emplean en sus textos paralelos 3 y 8 oraciones causales, respectivamente, con TI, el autor de P y T se verá impelido a hacer lo mismo.

Por lo que respecta a la posición de la oración subordinada y del nexo que la introduce respecto al verbo principals1 Elliott indica que siempre este último precede a

«The position of 6 n clauses in the NT», FilNT 3 (1990) 155-157. Las apreciaciones respecto al ordo verborum podrían merecer también un capítulo aparte si se

estudiaran de forma pormenorizada pero, de nuevo, los límites de este trabajo nos hacen preferir la referencia a este tema en determinados casos, como el que nos afecta. La única noticia concerniente al orden de palabras, en relación, concretamente, con P y T, la hemos hallado en la obra de M. Reiser, Syntax und Stil des Markusevangeliums, Tübingen 1984, 81, donde, a propósito del funcionamiento de los verbos «de movimiento» y con respecto a la sustitución del sujeto o del predicado en posición inicial, establece la siguiente proporción:

SP= 26 casos (=65%) PS= 14 « (=35%)

En el ámbito de los canónicos destaca el artículo de S.E. Porter «Word order and clause stmcture in New Testament Greek», FilNT 6 (1993) 177-205, centrado en el análisis de Filipenses con el fin de establecer unas líneas definitonas iniciales, dentro de un campo aún inexplorado, sobre la base de tres órdenes posibles: VSO, SVO y SOV.

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aquél; esta tendencia se observa en todos los casos en P y T, Mn.G y Ma Pa, y en 5 de los 6 que presenta Ma Pe, pues en este texto, concretamente en VIII,9, tenemos

V ~ V p á h t o ~ a 071. 6 6 v a d & 0i ~ V V & ~ E V O ~ &~oUoat kv b ~ & ~ 1 ; 1 o p a K& 'T&k~'Tda ~ 0 6 Pi0V d?'C&p~ov'Toc PZ), &KO~GCXT&. ..., «Y ahora sobre todo, ya que quienes tenéis la oportunidad podéis escucharme a mí que me encuentro en la hora postrema y final de mi vida, escuchadme: ... D.

Con la finalidad de que el esquema propuesto por Elliott tuviera continuidad en nuestro texto, podríamos aceptar, de acuerdo con el ms. A, la conjetura &E en lugar de 071,

con lo que la subordinada adoptaría un valor temporal complementario del adverbio víh precedente. No obstante, quizá la opción más económica sea la de aceptar la lectura pro- puesta por los editores y considerar que la anticipación o prolepsis de esta oración causal pueda deberse a motivos de mayor expresividads2, pues tengamos muy en cuenta la presen- cia del imperativo & ~ 0 6 o a ~ & y su directa interconexión con lo que se va a expresar a continuación, circunstancia que propicia el cambio en el ordo propuesto por Elliott; se trataría simplemente de la excepción que confirma la regla establecida.

p) Oraciones comparativas

Por lo que se refiere a esta clase de oraciones, establezcamos, en un primer término, la distribución de los nexos empleados en nuestros textos para pasar a continuación a efectuar algunas precisiones:

se emplea en un total de 23 ocasiones, 9 veces en P y T, 1 en.Mn.G, 4 en Ma Pa y 9 en Ma Pe;

k n & p en 2 ocasiones, 1 en Mn.G y 1 en Ma Pe; ~aeós en 1 ocasión en P y T. En 8 de estos casos hay empleo del verbo de forma expresa y siempre el modo

utilizado es el indicativo; en el resto de las situaciones -18- la forma verbal se omite, por lo demás, algo habitual en el modo de articulación de este tipo de frases.

Sobre las variantes al empleo mayoritario de hc, esto es, sobre el uso de b7cep y ~ a e k , podemos confrontar su presencia en nuestros textos con la literatura neotestamentaria: Elliotts3 constata, después de un cuidadoso examen de todos los casos en los que K a e k ,

aparece en los Evangelios, Hechos y Epístolas del NT, que las oraciones introducidas por dicho nexo por lo normal siguen a la frase principal. Del examen de nuestro único texto con presencia de ~ a e ó ~ P y T 193-6, podemos constatar, aunque de forma muy parcial debido a lo exiguo de los testimonios con que contamos, la idea expresada anteriormente:

K& iicnijheov ~aedq &?'CEV aWLolc K& &pov a w v zphov ztv& o u v 6 E 6 ~ h v 7fj o7opyfj. « ... ; y se fueron según les dijo y la encontraron de alguna manera encadenada al amor».

52 Como señala J. Caniere, SÍylistique grecque. L'usage de la prose attique, Paris 1967, 102. 53 En «Ka€Ik and b x e p in the New Testamenb, FilNT4 (1991) 55-58.

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Por lo que respecta a domp, Elliott señala que su función más frecuente es la de unir dos miembros en relación de paralelismo, sean proposiciones o frases. Nosotros encontra- mos en Mn.G 53 k~&ivot 6E ~ E O ~ O ~ V T E C 2b napá6ocov Bai3ya donep kv ív~ozáo&t kyívov~o, K a i ..., «Y ellos al ver el extraño prodigio se quedaron como desconcertados, y ... », situación que no se adecúa del todo con la propuesta; en cambio, en Ma Pe I1,28 aparece ..., ~ a i v ~ ~ p o 6 c &nac no3LAo6~ E ~ o ~ E Cponot~iv ~ a i ~ t v ~ i o e a t , O o n ~ p ~ a 1 . TOV Czpazóvt~ov. « ..., y una vez pareció que hacía vivir y moverse a muchos muertos, lo mismo que también a Estratónico.», donde sí tenemos una disiribución como la definida con anterioridad.

y) Oraciones completivas

El nexo por excelencia va a ser 6zi. No en vano la construcción de infinitivo se va a ver progresivamente suplantada por la subordinación introducida por el ya mencionado 8zt, o bien por e incluso tvas4, de la que encontramos un posible uso completivo en P y T 27,lSs. De las 23 ocasiones en que aparece en nuestros textos 871, en 21 lo hace el indicativo y las 2 restantes presentan elisión de la forma verbal. Todas las completivas «declarativas» introducidas por aquella conjunción se adecúan a los tipos de verbos considerados introductores tradicionales o bien se trata de otros esquemas propios de 82tS6:

- «percepción física o intelectual»: Mn.G 3 Ópáw; Ma Pa II,1 &~o? jo ; Ma Pe XI,17 opáw.

- «Pensamiento y opinión»: P y T 39,2, 39,3, 43,3 nto2~6w; Ma Pa 1113 v o h ; Ibidem IV,14 bis o h ; Ma Pe IV,21 yaveávw; Ibidem IV,23 y l v c k ~ w ; Ibidem V,5 eauci.át;w.

- Verbos «de lengua»: P y T [1,4 bis] 6tqy8oyat; Ibidem 9,3 6 ~ 6 á o ~ o ; Ibidem 19,3 pqv6w; Ibidem 19,4 f iyo; Ibidem 44,3 3LÉyo; Ma Pa IV,16 kp@avi<w; Ma Pe III,14 O ~ i ~ v u y t .

- Con valor explicativo: P y T 14,5; Ma Pe I,11. - En oraciones subjetivas: P y T 43 . - Expletivo, equivalente a «:»: Mn.G 25; Ma Pe VII,16.

" Hoffmann-Debrunner-Scherer, Historia, 334. En griego moderno, partiendo de la K O L V ~ poular, el primitivo subjuntivo con'iva -ahora va- se ha

extendido en lugar del infinitivo después de verbos que significan «mandar» y «reflexionan>, como señala Schwyzer, Griechische Grammtik, 673. En el pasaje del que nos ocupamos, 27,l-2 'H 6E ha &rlíocczo ;va ayvq peívn ..., -«Y Tecla pidió al gobernador que pudiera permanecer intacta ... »-, el verbo regente no es de los señalados con anterioridad sino más cercano a los del tipo dicendi o sentiendi, que pueden, en ocasiones, hacerse seguir de una subordinada introducida por 6ñoc +f. Schwyzer, ibidem, 67&. Habida cuenta de que tanto i v a como 6 n q son ambas conjunciones prioritariamente finales, podría haberse dado el caso de que el autor de P y T hubiera articulado una completiva declarativa coniva en vez de con la conjunción que en principio correspondería, onq.

Schwyzer, ibidem, 644-645.

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Además de las oraciones completivas dependientes de verbos «de temor» -3 en P y T y 2 en Ma Pe, con 4 subjuntivos de a o r i ~ t o ~ ~ sobre un futuro de indicativo- destaca el grupo formado por las interrogativas indirectas -19 en total para los textos estudiados-, y, dentro de ellas, la introducida por la forma TÓ zi en Mn.G 17:

... Epq~avoGvzo ~ a z & TI& zoG Xpto~06 606hqc d zi a6zg n to~ íooo~ .~ . , << ... maquinaban qué hacer contra la sierva de Cristo.» El hecho de que el texto que presenta esta forma sea el Mn.G y que el texto base

presente 5 casos introducidos por el interrogativo z i ~ sin presencia del artículo, podría emplearse como prueba de una diferente autoría. No obstante, sin forzar la situación y dejando aquella cuestión para más adelante, podríamos simplemente pensar, como postula S ~ h m i d ~ ~ , en la tendencia popular a la sustantivación de las frases interrogativas mediante el empleo del artículo.

6) Oraciones concesivas

El uso del participio para la expresión de la concesión era antiguo y partía del indoeuropeo, primero sin partícula, más tarde acompañado de las de todos conocidas. Aunque, como ya hemos señalado, no nos detendremos in extenso en el comentario de la sintaxis de las formas no personales del verbo, aquí se hace necesario indicar que no hemos hallado ningún caso de participio con o sin partícula portando aquel valor.

Mucho más reciente es la oración subordinada cuyo origen se encuentra en las condicionales que expresan restricción o limitación, habida cuenta de la dependencia directa del tipo que ahora estudiamos respecto a las oraciones condiciona le^^^. En Ma Pe observa- mos la presencia de una frase que hemos optado por considerar como condicional eventual pero que podría reinterpretarse como concesiva, concretamente en VII,17: K d Ó nhp0< &TO?< 67, 'E& 4 70c ~Upí0U d BÉhqpa, $v&TCXL, K C X ~ &&v 4p&?< pij ~ É ~ o ~ E v . «Y Pedro les decía: «si es el designio del Señor, se produce, incluso silaunque nosotros no lo queremos/queramos».

E) Oraciones condicionales

Hay que destacar la «regularidad» a la que se ajustan los períodos condicionales presentes en P y T, Ma Pa y Ma Pe, en el sentido de que se adaptan a los esquemas condicionales tradicionalmente considerados «puros», todo lo contrario de lo que ocurre con

57 Más tarde destacaremos la profusión en nuestros textos de dicho subjuntivo. Schmid, Der Atticismus, 610-61 1.

l9 Cf. P. Chantraine, Grammaire Homérique, 11, Paris 1953,578-583 y Schwyzer, Griechische Grummatik, 688. Por su parte, F. Rodríguez Adrados, en Nueva sintaxis del griego antiguo, Madrid 1992, niega el valor de oraciones concesivas independientes a las condicionales introducidas por EL K C X ~ o K C X ~ si, esto desde el punto de vista de la lengua de partida, el griego, aunque la traducción en espaRol pueda implicar ese «aunque» concesivo. Todo ello nos ha llevado a la consideración de la frase que nos afecta a continuaciún como condicional eventual.

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los 4 que nos presenta el que denominamos más arriba «manuscrito complementario» G, de nuevo fuera de la línea más habitual o esperada.

La idea de una posible «irregularidad» en ciertos períodos condicionales está quedan- do en gran medida superada gracias a las reinterpretaciones que, a veces empleando esque- mas estructuralistas, se están efectuando para este tipo de oracionesb0.

Antes de entrar de lleno a comentar los períodos condicionales presentes en el Mn.G, tan sólo indicar que la presencia de pluscuamperfecto de indicativo en la prótasis de Ma Pa IV, 14 bis ~i $¿kv ozt &no0vGo~o, knoiqoa &v aGzó, Aóyye: ~ a i KÉoza. ..., «si hubiera sabido que iba a morir, lo habría hecho, Longo y Cesto; ... »

(traducido literalmente por una oración irreal de pasado, aunque Vouaux6' y James6* opten por traducir como una irreal de presente en sus textos), cuando lo esperable habría sido el aoristo, se debe a que lo que realmente importa en la estructuración de la oración condicio- nal es el llamado «valor m o d a l ~ ~ ~ y no el específico de los tiempos en cuestión (imperfecto, aoristo o, como en este caso, pluscuamperfecto -pero, por otra parte, con valor de imper- fecto, habida cuenta de su procedencia del perfecto con valor de presente 016a-)~~; es la partícula moda1 la que modifica la significación de esos tiempos del indicativo.

Aclarada esta situación concreta, vamos a pasar al examen detallado de las estructu- ras condicionales presentes en el Mn.G. Así, tenemos 21. ... ~ a t Éí zt w aizGo~t aGzrív, & K O ~ E I aGzq5 cSc nap0kvou o u o q ~ , ..., << ... y si algo le pide, (la diosa) la escucha porque es virgen, ... D. 24. Ei Guvqefiz~ 40e:Ipat K& @vat aGzfiv, 6i6oCp.w 6pZv ~ a i &ha ~pfipaza., «Si sois capaces de corromperla y mancillarla, os daremos más dinero todavía». 25-26. ' E w i o ~ h o u o t v aczfiv pt&vat, OGK &~06ouoiv a'ózfi~ o\ 8 ~ o i ..., «Si tienen poder bastante como para mancillarla, no le prestarán a ella oído los dioses ... ».

33-34. K& K&V zi no,, 6p&oat 0Ékze: &zonov kpÉ, o"i)6vao0~., «Y si queréis hacer algo fuera de lugar contra mí, no podéis».

Pino CampoP5 amplía de 7 a 9 los niveles que se pueden distinguir en los períodos condicionales, atendiendo a una escala en la que se recoge el grado de subjetividad sito en

" Valga citar el trabajo en este sentido de L.M. Pino Campos en «Períodos condicionales griegos. Estudio crítico», EClás 31 (1989) 75-95, donde el autor, después de pasar revista al trato que han dado a este tipo de oraciones los manuales tradicionales y las últimas aportaciones al respecto, apunta una nueva clasificación de los períodos condicionales griegos, complementada, ya desde una óptica exclusivamente estructural, en «Períodos condicionales griegos. Un análisis lingüístico», Emerita 60 (1992) 261-286.

" Les Actes de Paul et ses lettres apocryphes. Introduction, textes, traduction et commentaire, Paris 1913, 301.

The Apocryphal New Testament, Oxford 1975,295. 63 Para un estudio detallado tanto de los modos como de los tiempos en griego antiguo cf. los trabajos de

A. García Calvo, «Preparación a un estudio orgánico de los modos verbales sobre el ejemplo del griego antiguo», Emerita 28 (1960) 1-47 y de M. Sánchez Ruipérez, Estructura del sistema de tiempos y aspectos del verbo griego antiguo, Salamanca 1954, trad. francesa 1982.

M Rodnguez Adrados, Nueva sintaxis, 517, insiste, no obstante, en el valor sustitutivo del pretérito pluscuamperfecto tanto para imperfecto como para aoristo en la expresión de la irrealidad de presente y pasado respectivamente.

«Períodos condicionales. Un análisis lingüístico», 267-269.

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prótasis y apódosis. De las frases que nos afectan, podemos determinar que todas las apódosis se ajustan a la tipología, según nuestro autor, «A-», esto es:

-se expresan, en este caso, mediante indicativo; -no presentan marca, en el sentido de que no aparece la partícula modal &v; -portan la noción básica de que no hay toma de posición por parte del hablante; -su significación es la de no añadir ningún matiz subjetivo a la forma verbal; -por todo lo anterior, su función es la de término no marcado; - e l valor es negativo, en el sentido de que su significación se limita al enunciado

del elemento condicionado. Por el contrario, si nos centramos en las prótasis, la cuestión se hace un poco más

compleja: las dos primeras se ajustan sin esfuerzo -ello supone, eso sí, aceptar la prepon- derancia de &i sobre &V en la frase de la línea 21- al esquema denominado por Pino Campos «P+2»:

-expresión: &i+fut. de ind. en lín. 21 y ~i+subj en lín. 24; -marca: -o- y vocal de unión alargada respectivamente; -noción básica: hay toma de posición por parte del hablante; -significación: la de una proyección temporal necesariamente posterior; -función: término marcado; -valor: positivo y «grado 2», esto es, «significa que el momento hacia el que se

proyecta la suposición respecto al acto lingüístico está precisado, es necesariamente poste- r i ~ r » ~ ~ y, como una de las dos expresiones que presentan términos marcados (la otra posible es &i+optativo, donde la marca es -1-), es la más definida -grado 2-.

En cambio, las prótasis 'E& ioxzíoouotv ... y K&V ... O É ~ T E no se ajustan a ninguno de los esquemas para ellas propuestos; sería de esperar el uso por parte del autor del subjuntivo habida cuenta de la presencia de la partícula modal. Complementando las tesis tradicionales que destacan la confusión frecuente del subjuntivo de aoristo sigmático y del indicativo futuro en la KOEVI~ al haberse perdido en esta época las oposiciones de cantidad67, hemos de aceptar con Rodríguez Adradoda que simplemente, el indicativo, por lo normal «representativo» e indiferente al modo, como término negativo de la oposición indicativo (-)/modos (+), puede hacerse modal e introducir matices que van más allá de la considera- ción de la acción como algo real, actualizado y ubicado en la coordenada del tiempo.

Adoptando esta perspectiva queda abierto el camino para una reordenación de los períodos condicionales, lejos del rigorismo presente en los esquemas tradicionales, reclasificación aplicable sobre todo a textos que presentan, habida cuenta de la época en la que nos movemos, fluctuaciones respecto a la «norma» ática establecida.

66 Ibidem, 265. 67 Así lo expresa Chantraine, Morfología, 174. Cf. también el aptdo. 1 de la 1" parte dedicado al estudio

de la fonética o infra n. 82 para la evolución fonica de los grupos vocáiicos q y oi en la ~ o i v q . Nueva sintaxis, 542 y 543.

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92 ESTUDIOS SOBRE LA LENGUA DE LOS HECHOS AP~CRIFOS DE PEDRO Y PABLO

5) Oraciones consecutivas

En todos los textos estudiados la expresión de la consecución es doble, a saber: los nexos empleados son (10 ocasiones) y dow (15) -Mn.G sólo utiliza O ~ T E en 1 ocasión; Ma Pe únicamente c b ~ en tres situaciones- y siempre se emplea el infinitivo en las 25 oraciones de esta clase. Por lo que se refiere al uso de esta forma verbal, decir que su empleo se hará normal sobre todo después de los poemas homéricos, ya que en éstos es aún escasa.

En lo tocante a las dos conjunciones que presentan nuestros textos, podemos indicar que &me se mantuvo por lo general en época helenística: tanto con infinitivo como con indicativo lo encontramos en los papiros p to lemaic~s~~ mientras que en el NT predomina, como en las situaciones ahora estudiadas, el infinitivo. En relación a las construcciones en las que se presentan como núcleo verbal potencial o irreal, no hay datos ni en los susodichos papiros, ni en el NT, ni en nuestros textos. El infinitivo terminará por desaparecer en este tipo de oraciones en el griego moderno y, de utilizarse alguna forma verbal específica, ésta será el subjuntivo de a o r i ~ t o ~ ~ .

La conjunción 0s tiene el mismo valor y construcciones que &TE, pero mientras se usaba en los siglos V y IV menos que esta Última, se acrecienta su empleo en la K O ~ V ( y es muy frecuente en escritores a los que luego pasaremos revista, como es el caso de Flavio Josefo; su uso no es, por el contrario, seguro en el NT7'. SU empleo con el infinitivo es aún más antiguo que para d o z ~ .

q) Oraciones finales

Dos son los nexos finales empleados: ;va y ono~, predominando el primero sobre el segundo: 22 apariciones el uno y 8 el otro. La conjunción 'iva aparece como único enlace posible de este tipo en Mn.G y en una ocasión sólo, mientras O~COS predomina sobre la primera únicamante en Ma Pe en relación de 5 sobre 4. Siempre se presenta el modo subjuntivo, salvo en dos casos de P y T donde se utiliza el futuro de indicativo, construcción, por lo demás, que aparece como estructura particular y de manera aislada en el NT y en la K O ~ V ' ? ~ ~ ~ ; así, en 29,9 y en 29,12 tenemos la secuencia i v a ( ( o ~ ~ a t -el aparato crítico admite en ambas ocasiones la lectura alternativa ((oq-.

Son de a o r i ~ t o ~ ~ 25 de entre los 28 subjuntivos y tan sólo 3 corresponden al presente. La especialización que supone tanto el uso mayoritario de 'iva sobre ijnoc como el empleo

69 Mayser, Grammatik, 11 1, 297-302. " Para todo lo comentado véanse Schwyzer, Griechische Grammutik, 678 y Blass-Debmnner, Grummutik,

parágr. 391. Sobre el predominio del subjuntivo de aonsto sobre otras formas verbales, cf. supra apartado y) e infru apartado siguiente.

7' Schwyzer, ibidem, 681; Blass-Debmnner. ibidem, parágr. 391,l. '' Véanse al respecto Schwyzer, ibidem, 674 y, más concretamente, Blass-Debrunner. ibidern, parágr. 369, 2.3.6.

73 Cf. supru n. 70.

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también en mayor medida del modo subjuntivo, responde a una tendencia de la ~ o t v 4 popular que desembocará más tarde en el uso por parte del griego moderno de V& y en la extensión de aquella conjunción hasta el punto de suplantar al infinitivo y emplearse tras los verbos que significan «mandar» y «reflexionar»74.

8) Oraciones de relativo

Mientras la expresión de la subordinación adjetiva es uniforme en P y T mediante el relativo individual 65, fi, 6 (18 casos), en Mn.G hallamos junto a éste 1 caso de aparición de o?o5 (por 3 de OS), para encontrar, finalmente, en Ma Pa y Ma Pe la terna ocjoo~tcj6on~p (10/1/1 y 33/3/1 respectivamente). En todos los casos en que aparece 6 o z t ~ (Ma Pa II,10: ... paoth~ía , 421.5 ..., Ma Pe I,6: ... yuv4 návu xhouoia, 4~1.5 ..., Ibidem I,7: idem, Ibidem IX,6 bis: ... ozaup@, 6 o ~ t ~ ...) se observa el proceso de confusión que lleva al hablante griego, en la K O L V ~ , a no distinguir este relativo genérico del individual 05. La confusión, que ya parte de época ática clásica, es frecuente en Heródoto y llegará a ser completa en la K O ~ V ~ . La extensión de 6 o z t ~ pretende, además de una expresión más llena, la ya citada generalización; como indica S c h w y ~ e r ~ ~ , en la proliferación de este relativo pudo influir además el deseo de distinguir el artículo y el participio del tipo oi xapay~vÓpevot del relativo y participio Ói napay~vóp~vot, distinción más nítida con O~TLVES xapayevóp~vot.

i) Oraciones temporales

En este apartado comenzaremos por la distribución de los modos verbales entre los diferentes nexos. Todas las conjunciones temporales que aparecen presentan verbo finito. La única con la que se podría haber utilizado infinitivo, Mn.G 11 xptv71, presenta subjuntivo. En este caso, más que la construcción, desarrollada desde Heródoto hasta la ~ o t v 4 por analogía con xpózepov, z&po< f l y que puede presentar, además del subjuntivo, infinitivo e indi~at ivo~~, lo importante es la forma en sí, ya que de la locución adverbial x$v fi se ha pasado a la forma xptv4. Los textos presentan lecturas uniformes.

Volviendo al panorama general, la distribución de los modos indicativo y subjuntivo responde a la ausencia o presencia de la partícula modal &v. Las únicas excepciones a esta ratio son, además del mencionado antes xptv4, un caso en P y T, concretamente en 27,2, de uso de pÉxpt5 05 con subjuntivo de aoristo pero sin partícula modal, no obstante (mor- mal»77, y otro de O T ~ V con indicativo -&vÉp~opat- en Ma Pe II1,l 1, a propósito del cual sí vamos a detenernos. 6 ~ a v suplanta en la K O L V ~ de los LXX, Polibio y el NT a OTE y pasa

74 Para todo lo anterior cf. de nuevo Schwyzer, Griechische Grammatik, 673 y Blass-Debrunner, Grammutik, parágr. 369,l y 4.

75 Griechische Grammatik, 643; véame también Mayser, Grammatik, 11 3, 57 y Blass-Debmnner, Grammatik, parágr. 293.

7 V é a n s e Schwyzer, ibidem, 656 y Blass-Debmnner, ibidem, parágr. 395. 77 Así lo observa Schwyzer, ibidem, 653, donde plantea la doble posibilidad: subjuntivo con o sin

partícula modal.

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a construirse en indicativo7*, proceso no consumado de manera clara en nuestros textos, puesto que el ya mencionado Ma Pe III,11 6 ~ a v con indicativo coexiste con Ma Pe III,7 6z& también con indicativo, y, a su vez, indirectamente con otras dos muestras de 6 z w en Ma Pa IV, 10 y V,8, esta vez con subjuntivo de aoristo. Todo ello indica que no hay un criterio fijo a seguir por parte de autores que parecen ser, aproximadamente, de la misma época.

Por lo que se refiere a los porcentajes de nexos más empleados en nuestros textos, ahora sin tomar en consideración su valor sintáctico específico, la generalización de las conjunciones ~ T L y k, tal como hemos señalado más arriba79, queda de sobra puesta de manifiesto recurriendo a los datos obtenidos (en forma de superíndice figura el número de presencias de cada uno de los nexos):

En P y T y en Mn.G el subordinante por excelencia es OS con un 33,67% y un 28,57% de usos respectivamente sobre el total de los nexos empleados; en segundo lugar tenemos en P y T k con un 20,40%. La tendencia se invierte en el caso de Ma Pa y Ma Pe, donde en esta ocasión predomina sobre 671. La conjunción h a también destaca por su abundante empleo en P y T -15,30%- y Ma Pa -lo%-, es decir, en los textos corres- pondientes al ciclo paulino salvo el «manuscrito complementario G», donde la brevedad no ofrece mucho espacio para el desarrollo de la hipotaxis. También en este punto y al respecto de la generalización de 'iva en época tardía encontramos acuerdo con lo expresado en su lugar80.

5. USO DE LOS DISTINTOS MODOS VERBALES

Por lo que se refiere a los modos verbales utilizados, más que la preponderancia de uso del indicativo sobre el subjuntivo y que, dentro de éste último, predomine el de aoristo en porcentajes que van desde el 100% en los textos más breves -Mn.G y Ma Pa-, pasando

78 Ver para ello Schwyzer, ibidem, pág. 650 y Blass-Debmnner, Grammatik, parágr. 382,4. 79 Cf. apartado y) «Oraciones cornpletivas» y n. 54.

Ibidem, n. 55. También pueden revisarse el apartado q) «Oraciones finales» y n. 74.

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por el 95,45% de P y T, hasta el 75% de Ma Pe, lo que resulta más relevante, aunque responda a una tendencia propia de la época que se consolidará con el paso del tiempo, es la ausencia total del optativo.

SchwyzerS1 mantiene que en la desaparición del optativo no ha primado la confusión fonética entre -01- (optativo) y -q- (subjuntivo), vocal esta última que acabó por pronunciarse como i, todo ello en contra de lo que mantiene A l l i n~on~~ . Esta tesis es rechazada puesto que ya en época ptolemaica el optativo comienza a ser sustituido por el subjuntivos3. Las causas de desaparición habría que buscarlas en la debilidad sintáctica de este modo: de una parte tendríamos la poca unidad conceptual que ofrecían los dos valores fundamentales del optativo ya desde época histórica, situación a la que se sumó el desarrollo del optativo «de subordinación» u «oblicuo»; de otra tenemos la escasa diferencia entre los valores «desiderativo» y «potencial» del optativo y los del subjuntivo «voluntativo» y «prospectivo», aún acrecentada en la lengua popular o en su uso por parte de extranjeros.

Así, en este proceso primero se pierden los tipos menos usuales, como lo son el de futuro -poco desarrollado- y el de perfecto -raro-, para más tarde desaparecer el de presente y el de aoristo, pero perviviendo éstos hasta los siglos IV y VI11 d.C. respectiva- mente, a veces, no obstante, en formas que no eran sino fórmulas fijas y sin que mediara ningún cuidado por la proliferación de «errores» en ciertas ocasioness4.

La lengua helenística culta no es ajena a este proceso de desaparición, ya que escritores como Polibio y Diodoro muestran ejemplos de ello, pero donde más se manifiesta es en los escritos cercanos a la lengua hablada, como es el caso de los textos veterotestamentarios de los LXX o en los neotestamentarios Pablo y Lucas donde, de mantenerse, lo es en muy pequeña medida. Fuera de los textos sagrados se conservan tan sólo los ya mencionados giros del tipo pij ykvotzo.

Encontramos un intento de recuperación de este modo verbal en escritores de la corriente aticista, como es el caso de Filóna5, pero sin éxito, ya que escritores cultos de la talla de Procopio de Cesarea no podrán evitar la confusión entre optativo y subjuntivog6.

" Schwyzer, Griechische Grammatik, 337; sobre el proceso de desapaición del optativo cf. asimismo las tesis de A. Thumb, en Die griechische Sprache im Zeitalter des Hellenismus, Strassburg 1901 (reed. Berlin 1974). 249.

" F.G. Allinson, «On causes contnbutory to the loss of the optative in later Greek», Studies Gildersleeve 353-56. Sobre la evolución de los gmpos vocáiicos y oi. puede verse M. Lejeune, Phonétique historique du Mycénien et du Grec Ancien, Paris 1982,236-237 y 231.

Ver Mayser, Grammatik, 11 1,288-296. Tal como señala B.G. Mandilaras en The verb of the Greek non-literary Papyri, Atenas 1973, 283, en los papiros el sentido del optativo es difícil de distinguir del del indicativo y el subjuntivo con &v.

84 Blass-Debrunner, Grammatik, parágrs. 284-386. 85 Para la relación «Hechos Apócrifos-Aticismo» nos remitimos más adelante al apartado ud hoc. 8Qchwyzer, Griechische Grammatik, 338.

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VII. CONCLUSIÓN DEL ESTUDIO DE LA HIPOTAXIS

Nuestros textos son portadores en ocasiones de fluctuaciones y otros rasgos gramati- cales acordes con la época en la que se insertan: recordemos, a manera de breve resumen, el proceso de generalización de 071, el desarrollo de con valor consecutivo o la confusión entre los relativos 6~ y 6 m t ~ . De otra parte, un evangelista de la talla literaria de Lucas8" ya hemos indicado que no es ajeno a la corriente descrita de obsolescencia paulatina del optativo, o bien otros autores incurren en confusiones, como el mencionado Procopio. Aunque no podemos encuadrar los Hechos en un nivel de lengua cien por cien popular, lo cierto es que están muy lejos de un cultismo propio de escritores aticistas. Desde esta óptica y como anticipábamos unas líneas más arriba, como textos no «modélicos» o «consagrados» participan de una tendencia lingüística más de su tiempo y que afecta a todo tipo de escritores, como hemos podido comprobar. En este sentido son notables los intentos de A. López Eirea8 por romper con la tónica tradicional que tiende a establecer compartimientos estancos y oposiciones antagónicas del tipo «ático vs. KOIV~~», «lengua culta vs. lengua decadente o vulgarizante» o, de forma más simple y acorde con los contenidos expuestos, «aticismo vs. asianismo*: así, para textos o autores tardíos que sí mantienen el uso del obsolescente optativo, ¿cómo podemos entender que un papiro del S 11 d.C. presente la misma construcción de &i más aquel modo que se halla en autores a priori más cuidadosos como Galeno o Aris t ide~?~~.

87 Para un desarrollo de los rasgos definitorios del evangelista que mejor se desenvuelve en lengua griega, es de consulta obligada la obra de E. Plümacher, Lukas als hellenistischer Schrifsteller, Gottingen 1972.

Cf. «La lengua de la comedia aristofánica», donde encontramos la finalidad última de romper la barrera que separa a clásicos áticos de la talla de Aristófanes de los albores de lo que se conforma paulatinamente como lengua de la K O ~ V ~ , algunos de cuyos rasgos encontramos, visto con ojos más críticos, en nuestro cómico. Esta idea encuentra continuidad en la primera parte de Ático, Koiné y Aticismo, para, en la segunda, a propósito del profesor de retórica y autor de cartas y discursos del S. IV d.C. Libanio, pasar revista a algunas de las características más relevantes de la lengua de la K O I V ~ aunque sin perder de vista el entronque de ésta con la tradición lingüística y literaria ática y el proceso de evolución, nunca corrupción, que media entre ambas.

sy Para lo serialado cf. de nuevo Ático, Koiné y Aticismo, 78; una reflexión completa sobre los «avatares» experimentados por el modo optativo la encontramos en 74-87.