hechos - interclassica - investigación y difusión del mundo griego y...

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1. NOTA PREVIA Iniciamos este apartado con una exposición de las principales características fonéti- cas y morfológicas de los textos objeto de estudio, siempre desde la óptica de lo que se presenta como relevante o novedoso en la lengua de la época. A partir de una lectura rápida de nuestros Hechos no sería posible determinar con exactitud la gran cantidad de tendencias en los ámbitos referidos que empiezan a gestarse, o mejor, continúan desarrollandose en la literatura cristiana primitiva. Por este motivo, en numerosas ocasiones habrá que recurrir a los aparatos críticos corespondientes para poder observar con nitidez las distintas fluctuacio- nes o, a veces, la coexistencia de ciertas formas, pues, si bien los textos recibidos como genuinos o establecidos como lecturas más correctas presentan en la mayoría de las ocasio- nes una tendencia acorde con lo establecido por la gramática como «norma», los distintos manuscritos, abundantísimos y a partir de los cuales casi se podría reeditar toda una nueva serie de textos, si no diferente en el contenido sí al menos en la forma, ofrecen una gran riqueza en lecturas alternativas, que, como indicábamos más arriba, pueden ser índice, salvedad hecha de eventuales errores en la transmisión textual, de las tensiones que en la fonética y en la morfología se manifiestan en aquel período. El apartado dedicado a la fonética tendrá a su vez dos subapartados relativos uno al comportamiento de las vocales y el otro al de las consonantes. El morfológico también se subdivide en dos partes: estudio de la morfología nominal y de la morfología verbal. Por último debemos indicar que en el capítulo de este trabajo dedicado al aticismo retomaremos y completaremos estos ámbitos, el fonético y el morfológico -lo mismo que ocurrirá con el sintáctic*, para reseñar los rasgos de lengua «conservadores» que puedan presentar nuestros textos y realizar una reflexión sobre ellos y su contraste con manifestacio- nes lingüísticas más acordes con la época y evolucionadas, antes de introducirnos ya en una óptica exclusivamente léxica.

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1. NOTA PREVIA

Iniciamos este apartado con una exposición de las principales características fonéti- cas y morfológicas de los textos objeto de estudio, siempre desde la óptica de lo que se presenta como relevante o novedoso en la lengua de la época. A partir de una lectura rápida de nuestros Hechos no sería posible determinar con exactitud la gran cantidad de tendencias en los ámbitos referidos que empiezan a gestarse, o mejor, continúan desarrollandose en la literatura cristiana primitiva. Por este motivo, en numerosas ocasiones habrá que recurrir a los aparatos críticos corespondientes para poder observar con nitidez las distintas fluctuacio- nes o, a veces, la coexistencia de ciertas formas, pues, si bien los textos recibidos como genuinos o establecidos como lecturas más correctas presentan en la mayoría de las ocasio- nes una tendencia acorde con lo establecido por la gramática como «norma», los distintos manuscritos, abundantísimos y a partir de los cuales casi se podría reeditar toda una nueva serie de textos, si no diferente en el contenido sí al menos en la forma, ofrecen una gran riqueza en lecturas alternativas, que, como indicábamos más arriba, pueden ser índice, salvedad hecha de eventuales errores en la transmisión textual, de las tensiones que en la fonética y en la morfología se manifiestan en aquel período.

El apartado dedicado a la fonética tendrá a su vez dos subapartados relativos uno al comportamiento de las vocales y el otro al de las consonantes. El morfológico también se subdivide en dos partes: estudio de la morfología nominal y de la morfología verbal.

Por último debemos indicar que en el capítulo de este trabajo dedicado al aticismo retomaremos y completaremos estos ámbitos, el fonético y el morfológico -lo mismo que ocurrirá con el sintáctic*, para reseñar los rasgos de lengua «conservadores» que puedan presentar nuestros textos y realizar una reflexión sobre ellos y su contraste con manifestacio- nes lingüísticas más acordes con la época y evolucionadas, antes de introducirnos ya en una óptica exclusivamente léxica.

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1. VOCALISMO

a) Vocales

Lipsius-Bonnet, en la introducción a la edición que nos sirve de base2, ofrecen una escueta referencia a lo que denominan res grammaticae, donde mencionan diversos cambios vocálicos3, entre los que se encuentran los intercambios entre las vocales simples olw y 11% Los ejemplificaremos mediante nuestros textos, si bien la confrontación, en ocasiones, con las lecturas presentes en el aparato crítico deberá aceptarse con las reservas que impone la transmisión textual: podríamos hallarnos ante verdaderas fluctuaciones fonéticas paro tam- bién ante errores en la transmisión de los textos. Además, sería nacesaria la consulta pormenorizada de las diferentes familias de códices para desentrañar la posible regulariza- ción que, en cuanto a las grafías -no sólo vocales-, se haya podido efectuar en las diferentes ediciones de los apócrifos, puesto que fenómenos fonéticos similares a los que vamos a describir se producen también en la lengua del NT y, en éste, las sucesivas ediciones han regularizado la grafía de palabras escritas de diferente manera.

En P y T 1,5-6 tenemos &ya0-o-o6vq, cuando lo esperable habría sido &yaO-a- o$vq, lectura alternativa en el aparato crítico -mss. GHI-; el DGE4 califica aquella forma como «tardía». M. Lejeune5 nos apunta la tendencia al paso de o larga abierta (w) en jónico- ático de época clásica a una vocal de timbre o dentro de lo que luego será el griego moderno, proceso cuyos primeros atisbos en el ático sitúa García Domingo en torno al año 500 a.c. para concluir en el S. IV de esa misma era, a diferencia de Rodríguez Alfageme, quien postula el comienzo del S. IV y de L. Threatte7, que establece ca. 350 a.c. Por su parte,

' Una visión de conjunto sobre gran parte de los fenómenos fonéticos a los que vamos a pasar revista, desde la perspectiva del NT y con abundante bibliografía, puede verse en A. Piñero-J. Peláez, El Nuevo Testamen- to. Introducirín al estudio de los primeros escritos cristianos, Madrid 1995, 15 1-1 56. ' Acta Apostolorum Apocryphu post Constantinum Tischendorf denuo edidemnt Ricardus Adelbertus Lipsius et Maximilianus Bonnet, 1, II,, II,, Bodenheim '1990, CV.

Ibidem, CV, con el nombre de antistoechia uocalium, de & v ~ i o z o ~ ~ í c r , término que, en realidad, si se refiere a fonemas, significa «correspondencia, relación entre tenue, aspirada y median. En el sentido señalado, el término se encuentra recogido por el historiador Asclepiades Myrleanus (siglos 11-1 a.c.) ap. Ath. 11.501 b; véase H.G. Liddell-R. Scott-H.S. Jones, Greek-English Lexicon, Oxford '1985, s.u.

Diccionurio Griego-Espaiiol, Volumen 1, a-&Ahá, redactado bajo la dirección de Francisco Rodríguez Adrados, CSIC, Madrid 1980, s.u.

Phonétiyue Historiyue du Mycénien et du Grec Ancien, Pais 1982, 237 y 241. V é a n s e E. García Domingo, Latinismos en la Koiné (en los documentos epigrújlcos desde el 212 u.3.C.

hastu el 14 d. J. C.), Grumútica y léxico griego-latino, latino-griego, Burgos 1979, 1 1 1 e 1. Rodríguez Alfageme, «Notas sobre la evolución del sistema vocálico en la koiné», CFC 9 (1975) 362-363. ' The Grummur of the Attic Inscriptions, 1 Phonology, Berlin-New York 1980, 223-233; para el período romano véanse 228-253.

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M.S. Ruipérez8, de acuerdo con Meisterhans-Schwyzery, hace especial hincapié sobre las confusiones ortográficas existentes entre olw a partir de la época de Adriano (1 17-138).

También podemos destacar, a pesar de que se trate de itacismos, que inciden más directamente sobre la grafía que sobre el plano de la fonética, los siguientes fenómenos: para P y T 1,2 ' I~óv tov disponemos de las lecturas alternativas fl-KÓV-q-ov en el ms. HI0, 4- KÓVLOV en K y &i-KÓV~OV en C (para el comportamiento de los diptongos cf. infra), además de 2,6 donde de nuevo por ' I~óv tov tenemos iuóv-q-ov en H y fl-~Óvtov en K, ejemplos en los que se observa con claridad la ya aludida alternancia, que se podría sintetizar con el esquema

t, q > i l l .

En P y T 1,4 tenemos el vocablo h o u p i o s o ~ y como lectura alternativa se propone 6xoup-d-oa to~ (códice H) -forma sobre la que volveremos al final de este apartado dedicado al vocalismo-.

p) Diptongos

La secuencia -EI- presenta indicios de su paso a i largai2: en la época helenística, las vocales largas de timbre e se cierran y tienden hacia el timbre i, variación que afecta a la e larga abierta (q), como hemos visto antes, y a la e larga cerrada del jónico ático, esto es, el diptongo -&t- que aquí tratamos. Así, se presentan ÉyKp&~-&i-a en P y T 5,11 sin lectura alternativa; O ~ o u h - ~ i - a en 6 ocasiones en P y T, donde siempre existe la posibilidad ofrecida por los manuscritos de leer O~ouh-i-a , salvo en 10,2; de forma directa O&o~h- i - a

En su artículo «Esquisse d'une histoire du vocalisme grec», Word 12 (1956) 67-81, reeditado por J.L. García Ramón en Opusculu Selecta, Insbmck 1989, 63-77, concretamente 71-72 para el caso que nos afecta. Pueden también consultarse E. Mayser-H. Schmoll, Grummutik der Griechischen Pupyri uus der Ptolomüerzeit, Band 1, Teil 1, Berlin 1970,75 y F.T. Gignac, A Grummur ofthe Greek Pupyri qf the Romun and Byzuntine Periods, 1 Phonology, Milan 1976, 275s .

Grummutik der Attischen Inschrifren3, 24. 'O c..: neglegentissime scriptus est ... »; Lipsius-Bonnet, Actu Apostolorum Apocryphu, CV. " Cf. Ruipérez, «Esquisse», 70 para la segunda oleada de itacismos y la ulterior confusión entre q y L ca.

150 d.C. La primera oleada, con el paso de EL a L - c f . unas líneas infru-, se produciría en el año 100 a.c., a pesar de que existan pmebas aisladas anteriores posiblemente debidas a errores ortográficos, tal como señalan Meisterhans- Schwyzer, Gmmmutik, 48. Para ilustrar ambos fenómenos también pueden consultarse Threatte, The Grummur, 165-170 para la confusión entre q y L y 190-199 para el paso de EL a L (el inicio lo remonta ca. 400 a.c.), - e n especial 198-199 para el período romano-, Mayser-Schmoll, Gruminutik, 52 y 60-65 respectivamente para cada uno de los fenómenos antes señalados, Gignac, A Grummur, 235ss., Lejeune, Phonétique, 236-237 y 241, 0. Hoffmann-A. Debrunner-A. Scherer, Geschichte der griechischen Spruche, Berlin 41969, trad. esp. Historia de 11 lenguu griega, Madrid 1973, 3 11 y 313 y E. Schwyzer, Griechische Grummutik, 1, 185s~. García Domingo, Lurinisnzos, 102-1 03, señala de nuevo que era tradicional el considerar que /E:/, grafema <H>, se había transforma- do en /i:/ hacia el año 100 a.c., aunque ya había huellas esporádicas de ese paso desde el año 300 a.c., y que /E:/ , grafema <H>, se había confundido con /i:/, grafema <I>, en el 150 d.C. No obstante, expresa que S.T. Teodorsson en The Phonemic System qfthe Attic Diulect 400-340 B. C., Lund 1974,294 y 295, concluye que ya en el ano 340 a.c. los diferentes grafema <EL-, <I>, <H>, <HI> representaban en ático un único fonema /i/. A este respecto también puede consultarse Rodríguez Alfageme, «Notas sobre la evolución», 342-344.

'= Cf. n. anterior.

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50 ESTUDIOS SOBRE LA LENGUA DE LOS HECHOS AP~CRIFOS DE PEDRO Y PABLO

en Mn.G [2] -lectura aceptada por Vouaux13 pero no por Lipsius-Bonnet-; ' AvziÓx-EL-a en P y T 1,3 y 26,11, sin lecturas alternativas; kpop-&-a en Mn.G 15; pay-i-a en Ma Pe II,26 sin lectura alternativa; finalmente %hEi j~ -~ t - a en P y T 43,6, con la lectura C E ~ V K - i - a por parte de los mss. A y C, mientras en Mn.G [7] y 1 tenemos directamente EE~EvK-~- a.

En la breve reseña de Lipsius-Bonnet dedicada a las cuestiones de índole gramati- cal14, se hace referencia al empleo de la forma 'i-6~v por &-&V. Hemos rastreado los casos en los que se constata esta variación y observamos que sólo en Mn.G 49 y en Ma Pa VII,3 aparecen en el texto base, de forma directa y no en el aparato crítico, concretamente y-~EV en el primero y la forma Y - ~ o ~ E v en el segundo. Por lo demás, disponemos de bastantes muestras de esta dualidad, pero todas vienen ofrecidas por los manuscritos alternativos; así: P y T: 2,2 'i-6&v (A), 3,6 'i-6&v (CFIME), 21,l t - 6 ~ v (BCG), 23,ll 'i-6&v (CEFG), 243 'i-6~v (AEFG), 29,9 7-6ov (C), 343 'i-6~v (CEFG)

Ma Pa: II,2 'i-6~v (A) Ma Pe: VII, 12 ?-6&z& (AP) Para concluir, debemos señalar que este mismo caso de alternancia lo hemos reseña-

do ya en el apartado anterior a propósito de P y T 1,2 ' I - K ~ v ~ o v / E ~ - K ~ v ~ o v . Notamos la pérdida de t en los diptongos con vocal larga qt , ot y at, tendencia ya

iniciada en el S. VI a.c. pero mucho más frecuente a partir del año 100 a.c., sobre todo para ot y a t . Se trataba de grupos fonéticos muy inestables que tendieron por lo general a la eliminación del segundo elemento15. Para el diptongo q t sólo contamos con Ma Pa IV,14 bis donde tenemos la lectura &noev-fi-o~o, sin otra alternativa en el aparato crítico.

La presencia del anterior &noOvfio~o podría hacernos suponer que ya no se emplea- ba la forma diptongada. Sin embargo no nos ayuda a clarificar la situación el verbo simple €Iv~~<sKo O OVGOKO, ya que, de aparecer -concretamente 3 veces en P y T y 1 vez en Ma Pa-, también presenta tiempos sin empleo necesario de t subscrita. Es más, en contra de estos hechos, tenemos en P y T 17,ll la forma ~ p - l j - @ ~ con t subscrita y sin lectura alternativa por parte de los manuscritos.

Para el grupo ot contamos con el verbo o-@-¿@ en 4 pasajes de P y T: nunca aparece t subscrita, pero hay que reseñar que en ningún caso se corresponden con el sistema de presente; es por ello que no podemos conjeturar con exactitud si se empleaban o no formas del tipo ~p-rí-f&~, sin t subscrita, como la ya aludida Ma Pa IV, 14 bis &noOv-r í -0~~.

l 3 L. Vouaux, Les Actes de Paul et ses lettres apocryphes. Introduction, textes, truduction et commentaire, Paris 1913,232.

l4 Lipsius-Bonnet, Acta Apostolorum Apocrypha, CV. l5 Cf. Threatte, The Grammar, 353-365 -período romano págs. 362-365-, cifrando los primeros

vestigios ca. 480 a.c., Mayser-Schmoll, Grammatik, 96, 103-106 y 111 para el comportamiento de ai, qi y o1 respectivamente, Gignac, A Grammar, 183ss., Lejeune, Phonétique, 226 y 227, Hoffmann-Debrunner-Scherer, Historia, 314, Schwyzer, Greichische Grammatik, 200-203 y García Domingo, Latinismos, 106-107 para el paso de <HI> a <I>, 109 para el de <Al> a <A> -siguiendo a Teodorsson, The Phonemic System, 192- y 113 para el paso de <RI> a <R>.

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Para ai. tenemos h&p-a en Ma Pa III,10, forma que en otros autores relativamente coetáneos se presenta con L subscrita, ya sea como h&p-a o como háep-q16.

Por último, para el paso de a~ a el7, en el que se produce una apertura previa de i en el8 para consolidarse dicho paso a e en el 100 d.C., contamos con el ejemplo, ya aludido a propósito del vocalismo simple, de P y T (códice H) 6 n o ~ p d o - a ~ - 0 ~ por 1,4 6no~pio-&-

05.

y) Fluctuaciones en los procesos de contracción

Para acabar con el capítulo dedicado al vocalismo y aún dentro de la fonética pero con implicaciones en el ámbito de la morfología, hallamos sin consolidar en los adjetivos contractos de la flexión temática los procesos de contracción, situación que los estudiosos del aticismo señalan como «vulgarism~»~~; así, mientras en P y T 18,10 encontramos kpyupofjv, en Ma Pe I,8 tenemos kpyupiq, ambos sin lectura alternativa por parte de los manuscritos, e Ibidem xpuoko~q y una línea más arriba -I,7- xp6o&ov, en este caso con las lecturas complementarias xp6ootq y ~ p 6 o o v ofrecidas por el ms. A.

2. CONSONANTISMO

a) Simplificación de grupos consonánticos

a) Formados por consonantes diferentes

El grupo -p- se encuentra siempre como -vez0; este fenómeno se puede ejem- plificar mediante numerosos testimonios:

-yi(y)vopat: P y T: 10,4 yi.vopÉvov, 11,ll $.vov~m, 28,10 $.VETUL, 30,7 $VET~L, 37,2 $.v&T~L

Mn.G: 53 kyívovzo, 62 $ . V E T ~ L , idem, idem

'"sí Piutarco emplea tanto h&pa como hkepq. Para ello véase D. Wyttenbach, Lexicon Plutarcheum et vitas et opera moralia complectens, 2 vols., Lipsiae 1843 (reed. Lexicon Plutarcheum. Plutarchi moralia index Gruecitatis, 2 vols., Darmstadt 1962).

l7 Cf. Threatte, The Grammar, 294-299, Mayser-Schmoll, Grammatik, 85, Gignac, A Grammar, 192ss., Lejeune, Phonétique, 230-231 y 241, Hoffmann-Debrunner-Scherer, Historia, 313-314 y Schwyzer, Griechische Grammatik, 194-1 96.

l 8 Así lo indica García Domingo, htinismos, 108, para quien, de acuerdo con Teodorsson, The Phonemic System, 197 y Rodríguez Alfageme, «Notas sobre la evolución», 351, el diptongo lail, <AI>, monoptongó en lael o I d en Atenas en el S. V a.c. y se extendió por la mayor parte de Grecia en los siglos IV y 111 a.c.

I y Así W. Schmid, Der Atticismus in seinen Hauptvertretern, IV, Hildesheim 1964, 580-582; también podría tratarse de una de las pretendidas manifestaciones del influjo del dialecto jonio en nuestros textos +f. infra, capítulo dedicado al estudio de coloquialismos, términos literarios, poetismos, jonismos, términos tardíos y perte- necientes al lenguaje cristiano en los Actu Apocrypha-. Para los procesos de contracción puede verse Gignac, A Grammar, 295ss.

'O Cf. para el paso de -yv- a -v- Threatte, The Grammar, 561-565 y Mayser-Schmoll, Grummatik, 154- 156 -también 1 2, 1 19 para una panorámica de los verbos $vopx y '(ivdxs~m-.

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Ma Pe: VI,12 yiveoeat, VIL17 yivczat, VIL17 bis y i v ~ z a t -yt(')')vhoKo: Ma Pe: IV,23 y t v k ~ e z e , IX,3 ~ ~ V ~ O K E T E

Hay otros casos de aparición de los verbos yivoyat y y t v k ~ o , así como de compuestos de éstos -napayivoyat en P y T, n p o y t v h o ~ o en Mn.G, G i a y t v k ~ o en Ma Pa y k n t y t v h o ~ o en Ma Pe-, pero se trata siempre de formas en las que no se manifiesta la secuencia yt(y)v- por no corresponder al sistema de presente.

En las inscripciones áticas del período de transición (S. 111 a.c.-1 d.C.) que desembo- ca en la conformación de la KOLVT~, se puede seguir el avance de las formas no áticas y observar que lengua popular e inscripciones corren paralelas, quizá éstas un poco más rezagadas2'. Así, podemos constatar que hasta el año 306 a.c. yiyvoyat es la grafía más empleada, para aparecer luego yivoyat y acabar por predominar sobre la primera en torno al año 250 Schmid, como hemos visto más arriba, califica también el empleo de las formas yivoyat, y t v k ~ o como «vulgari~mos»~~.

b) Formados por geminadas

Mientras contamos con casos claros de geminación, como Ma Pe III,6-7 bis ~ p a - p p - &zq o Ibidem II,15-16 oa -Pp -&~q sin ninguna lectura alternativa, en Ibidem III,30 rÉy&- hh-05 el aparato crítico propone rÉy&-h-o~ (ms. A) y, sólo tres líneas más abajo, aparece ya de forma directa este nombre propio sin consonante geminada. Tenemos otros ejemplos adicionales de presencia de consonante simple, como P y T 14,2 y 15,12, Kaow-h-iq y Kaozk-h-tov. Todo lo señalado, unido a la presencia de formas en otros textos, ya sean epigráficos o no, anteriores en poco tiempo o de la misma época, como K ~ ~ K É - h h - t o s (23 Sh.)24, Kp&-p-m0~ en los LXX (1)25, en los evangelios de Marcos (5 veces) y Juan (4) y en los Hechos (2) o oápa-zz-ov en Plutarco (mientras Flavio Josefo presenta o&-pp-azov), son muestras más que suficientes de la fluctuación que se produce en la geminación en ese período. Por lo general, lo que se observa es una tendencia a la simplificación de las consonantes geminadas, según señala Lejeune2? mientras que en las más antiguas inscrip- ciones áticas las consonantes geminadas se notaban mediante el signo de la consonante

" Hoffmann-Debrunner-Scherer, Historia, 241. " Ibidem, siguiendo las aportaciones de Meisterhans-Schwyzer, Grummutik y W. Lademann, De titulis Atticis quuestiones orthogruphicue et grummuticue, Kirchhain 1915.

'3 Schmid, Der Atticismus, 579 y 580. 23 Sh.= Senatus Consultum uliuque uctu de Oropiorum et publicunorum Controversiis, siguiendo las

indicaciones establecidas por García Domingo, Latinismos, 26 (respecto a esta obra, debemos decir que, aunque aludamos a ella de manera especial en este apartado, recurriremos más in extenso en su lugar a propósito de los lutinismos presentes en nuestros Hechos).

Según los datos ofrecidos por R. Morgenthaler, Stutistik des neutestumentlichen Wortschutzes, Zünch 1958, 114, quien a su vez señala que dicha palabra en los LXX sólo se encuentra en las traducciones de Símaco, Aquila y Teodoción.

" Cf. Phonétique, 70-72 y 288-289.

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simple, aunque el hablante griego tuviera conciencia de la geminación, la simplificación que se observa de manera esporádica en época helení~tica~~ va a ser un antecedente de la simplificación general de dicho tipo de consonantes que se producirá con el paso del griego antiguo al griego moderno. García Domingo, aunque señala la importancia de la simplifica- ción de las consonantes geminadas ya desde mediados del S. IV a.c., circunstancia que ejemplifica de forma sobrada, también reseña casos de geminación de consonantes sim- p l e ~ ~ ~ .

p) Pérdida de la aspiración

El ejemplo más patente es el del nombre propio de Ma Pe V,2, V,5 y VI,20 Eav-7- i n q , palabra para la que en ningún caso el aparato crítico presenta una lectura alternativa, aunque ya desde antiguo contemos con testimonios epigráficos de la forma Ew-9-inq,como IG XII (9) 443 -S.IV a.c.-. Se trata, como se puede obsevar con facilidad, de un compuesto del sustantivo tnnoq, palabra en la que la presencia del espíritu áspero es de difícil explicación2': la glosa tarentina Y K K O ~ así lo demuestra, de la misma forma que la innovación posterior y de época reciente de la que son testimonio formas como "A~K-tmoq, 'Ap~oz-innoq, Kpáz-tnnoq O N~K-~nnoq, escritos con z o K y no con 8 o X.

y) Asimilación

Observamos fluctuación entre las formas P y T 45,l xap-nohzíg, con asimilación de la nasal dental a la labial sorda, y Ma Pe II,19 7~av-noh6q~~; los aparatos críticos respectivos no ofrecen lecturas alternativas. Podría tratarse de una hipercorrección que contribuyera a mantener con mayor fidelidad la etimología de la palabra3'. Tenemos datos suficientes para suponer que en el griego de época tardía, circunstancia que se verá confirmada más tarde en

?' Para este período Lejeune propone como ejemplos palabras como <Dihino~, y h m a , i'iupoq, ypapaT&u<, etc.

Como es el caso de yrqQioo[apkvqc], M.A., 11, 11, 14 p. (Ancira). Tanto para los casos de simplifi- cación como para los de geminación también pueden verse Threatte, The Grammr, 51 Iss. -para los usos fluctuantes en los nombres romanos cf. 526-, Mayser-Schmoll, Grummutik, 186-194, Gignac, A Grammar, 154ss. y García Domingo, Latinismos, 115 -siguiendo a su vez las tesis de Teodorsson, The Phonemic System, 235- y 116.

" Para el fenómeno descrito véase, en líneas generales, Threatte, The Grammur, 449-455; para los ejemplos concretos propuestos cf. Lejeune, Phonétique, 280 n. 1.

Para la asimilación afectando a consonantes nasales en posición interior y en compuestos, pueden verse Threatte, The Grummar, 601ss., sobre todo para el caso que nos afecta (compuestos de nav-) págs. 606-609, Mayser-Schmoll, Grammutik, 206s . y Gignac, A Grammar, 165s.

l García Domingo, Lutinismos, 116-1 19 se refiere con detenimiento a los procesos de asimilación y disimilación en la K O L V I ~ y señala casos con ausencia de asimilación, por los ya mencionados motivos etimológicos, que parten de inscripciones áticas del año 425 a.c. como Ev-ypa@oi (Meisterhans I1 11 l), recogiendo a su vez una cita de F. Blass-A. Debrunner, Grammatik des neutestamentlichen Griechisch, Gottingen "1961 (trad. ingl. A Greek Grammar ofrhe New Testument und other early Chi-istian literuture, Chicago 1961), 11 (19).

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secuencias de este tipo en griego moderno, se produjo, previa la asimilación que hemos notado más arriba, un debilitamiento de la consonante nasal, de forma que era casi imper- ceptible3'. Ello pudo inducir al hablante de la época a restituir en la escritura la consonante que en teoría correspondía, -v-, olvidando la asimilación.

Los abundantísimos casos de mantenimiento de la asimilación los omitimos por evidentes, ya que sólo nos centraremos, como indicamos en su lugar, en los fenómenos que resulten relevantes.

6) Otras características

En el ámbito de la fonética de la frase destaca el empleo del doblete p É ~ p t g p É ~ p t ~ ~ : P y T: 17,6 pÉ~pt5, 27,2 p É ~ p t ~ Mn.G: 44 p É ~ p t Ma Pa: III,10 bis pÉxpt5 Ma Pe: I,8 bis pÉ~pt , VII,20 pÉ~pt5, XI,13 p&pt Salvo en el penúltimo de los ejemplos propuestos -p&pt~ p-, la distribución

usual parece consciente: p É ~ p t ~ se emplea cuando la siguiente palabra comienza por vocal, mientras que p É ~ p t aparece cuando la palabra que sigue empieza por consonante, en otros términos, se intenta evitar las situaciones de hiato.

El panorama usual en cuanto al empleo de la forma que estudiamos ca. S. V a.c. era el que sigue: las preposiciones dominantes en el dialecto ático, salvo en la tragedia, eran p É ~ p t y su correlato & ~ p i , incluso en contextos en los que seguía una palabra comenzada por vocal, como lo atestiguan los datos epigráficos; así, por ejemplo, CIA,4,2,a,4 (454

o IG 2.2729, donde aparece la expresión &xpt w con hiato35. Más tarde las formas que se generalizan son pÉ~p tc y a~pi .5.

Sin embargo, y como veremos más adelante en el capítulo dedicado al estudio del aticismo y a su posible influencia sobre los textos que estudiamos, encontramos las siguien- tes referencias a esta situación en los léxicos aticistas:

" Cf. Lejeune, Phonétique, 145-147. " Se trata de la -5 que en opinión de W. Brandenstein, Griechische Sprachwissenschaft, Berlin, W . de

Gmyter, trad. esp. Lingüística Griega, Madrid 1964,250 y 280, representa a la s «adverbial» que puede aparecer o no en dobletes del tipo, para los adverbios, x o h h á ~ r / n o h M ~ i ~ , o h w ' o k o c o, para las preposiciones, cip@ &p@iq Según este mismo autor, en los adverbios derivados de pronombres, como d z o ( Q , es más normal una eventual dualrdad que en los derivados de adjetivos, donde se tiende a la consolidación de -5. " A. Bailly, Dictionnaire Grec-Francais, Paris 1963, S.U.

Liddell-Scott-Jones, Greek-English Lexicon, s.u. No obstante los datos epigráficos expresados en esta nota y en la anterior, la reseña más extensa dedicada tanto al caso de la «o móvil» -como la denominan Blass- Debmnner, Grammatik, 12 (21). Mayser-Schmoll, Grammatik, 214-217 y Schwyzer, Griechische Grammatik, 404- 405- como al de la situación de las partículas pÉxpi(5) y 6xpi(<), la presenta García Domingo, Latinismos, 121- 122, donde se refiere además a las formas o&o(<), &vz~K~z><, x o h h á ~ t ~ y xopic, estas tres últimas siempre atestiguadas con -5.

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Elio Herodiano: (409)36 " A ~ p t K& pÉxpt, w e v TOV o . Tb 6E 06v T@ 0 , ' I o v t ~ ó v .

Frínico: (VI) M É X ~ L G K U ~ & ~ p i ~ o6v z@ o, Ci66Ktpa. p&pt 6E ~ a i & ~ p t ?&'E. Por último, Pólux, en su Onomasticon, emplea en VI,149 la expresión << ... o6 p É ~ p t n3v ovmv BÉhyov, ... ».

De haber seguido nuestros Hechos la línea aticista, habría habido una generalización de &pt, circunstancia que se cumple sólo en un 100% de los casos en Mn.G, pero siempre teniendo en cuenta que se trata de un texto muy breve. Le sigue Ma Pe, si hacemos una salvedad con VII,20 pÉxpt~ VE. Lo más prudente quizá sea defender una intención cons- ciente por parte del autor en el sentido de evitar secuencias con hiato37 -salvo el arriba aludido Ma Pe VII,20, que no sería sino la excepción que confirma la regla-, lejos de un aticismo extremo3'.

1. NOMINAL

a) Latinismos40 y hebraísmos

El rasgo más destacado e este respecto es la acomodación al griego de la época de los préstamos procedentes de otras lenguas, en especial de la latina y de la hebrea.

En los casos en los que ello era posible, la declinación latina se acomodó a la griega, pero hubo otros en los que se hizo necesaria la transcripción fonética; este último procedi- miento es el que resulta más frecuente.

Un caso destacado de adaptación de la flexión latina a la griega es el de la palabra ' A y p h - a s , lat. Agripp-a; encontramos la siguiente flexión en

Ma Pe, texto en el que aparece este personaje: Nom.= -a<: V,14

36 Se trata del número de la página de la edición de J. Pierson-, G.A. Koch, Moeris Atticista Lexicon Atticum. Aelius Herodianus Philetaerus,

Reinheim 1979, ya que no numera las diferentes glosas. Para los otros dos autores reseñados empleamos las siguientes ediciones: W.G. Rutherford, The New Phrynicus, Reinheim 1968 y Pollucis Onomastrcon edidit et adnotavit Encus Bethe, 3 vols., Leipzig 1900, 1931, 1937.

" Tendencia usual en varios autores de época relativamente cercana, como es el caso de Plutarco, a quien nos referiremos más tarde; esta circunstancia la señalan entre otros Hoffmann-Debrunner-Scherer, Historia, 308.

Como nota indicativa de la prudencia con la que hay que obrar a propósito del tema del aticismo, ya observeremos en el capítulo dedicado a la sintaxis que no se emplea ningún optativo en cualquiera de los textos estudiados, algo lejano al intento aticista de «resurrección» de dicho modo que se hallaba en un proceso de obsolescencia paulatina por los motivos que también apuntaremos.

39 Para una visión de conjunto sobre los fenómenos más relevantes desde el punto de vista morfológico en los textos neotestarnentarios, cf. A. Piñero-J. Peláez, El Nuevo Testamento, 158-162.

40 Para un estudio más detallado de los latinismos nos remitimos al capítulo dedicado a ellos infra. No obstante, haremos aquí mención a algunos de los rasgos más relevantes desde el punto de vista morfológico.

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Voc.= -a: V,16, VII,8 Ac.= -av: VI,21, VIL16 bis Gen.= -a: IV,15, IV,18, IV,19, IV,25 Dat.= -a: V,12, VII,2, XII,16, XII,20 (Total: 13 apariciones) De entre las formas propuestas, la que más destaca es la de genitivo: después de p, t

y E se siguió empleando la flexión del tipo -a<, -ou (como en v ~ a v i a ~ , -ou) pero en la K O ~ V ~ y ante nombres de procedencia extranjera se tiende a generalizar la flexión propuesta: -a<, -a , -m, -a, -a4'. ¿De dónde procede este genitivo en -a? E.A. S o p h o c l e ~ ~ ~ señala que a los nominativos en -a< perispómenos les corresponde un genitivo en -a del tipo que encontramos en dorio4); pero se da la circunstancia de que el nominativo -cf. para este caso V,14, 'Aypinza<- es paroxítono. P. Char~traine~~, en la misma línea, circunscribe este tipo de genitivo a los hipocorísticos perispómenos como 'Av.ttm?i~ -nosotros contamos, para este subtipo, en conjunto, con las formas Bapoap6<, en nominativo en Ma Pa II,13 y en acusativo Ibidem VI, 12 y A o ~ K ~ s , Ibidem I,2, V,12, VII, 17 y VI1,S en nominativo, acusativo, acusativo de nuevo y nominativo respectivamente, es decir, ninguna otra forma en genitivo- , sobre todo jónicos, a los nombres de animales como &maya5 y en época helenística y romana a los nombres de oficios como KkEt664 O p a ~ a t p a ~ ; para la K O L V ~ propone un genitivo -6605, inexistente en nuestro caso.

Otros nombres propios con nominativo en -a5 que aparecen en nuestros textos, no perispómenos al igual que la forma 'Aypinna~, presentan datos que pueden resultar de interés: en Ma Pa V,4 tenemos la forma de acusativo OÉpqmv y en P y T 2,7 la de dativo Ctppiq, para encontrar en Ibidem 41,2 el genitivo 'Hpp~iou.

Debemos pensar, a tenor de los datos expuestos, que lo que ha primado ha sido la analogía, por encima del tipo de acentuación, y la tendencia a la nivelación del paradigma; o bien quizá se haya hecho sentir el paralelismo con los nombres hebreos en -(j)ah (con a larga) que se encuentran vertidos en los LXX y el NT en forma de nombres propios paroxítonos como '1066~~5, -a45.

Por contra hay casos en los que es la flexión griega la que se adapta a la latina. Tenemos un ejemplo destacado en la palabra Xpto~-iavÓ< o su plural Xpto7-tavoi, en donde se ha adoptado el sufijo latino -ianus, pl. -iani, como en la palabra Caesar-ianus, pl. Caesar-iani, y, además, con el sufijo, la flexión por la segunda declinación.

Por último, en este apartado debemos destacar el doble tratamiento que presentan los nombres propios de procedencia hebrea.

4' Hoffmann-Debrunner-Scherer, Historia, 254. A Greek Lexicon of the Romun cuzd Byzantine Periods, Hildesheim '1983, 34.

43 Un origen dono para la desinencia -a en lugar de -ou es también aceptado como probable por García Domingo, Lutinismos, 91. Para los masculinos en -'-a< (gen. sing. -'-ov o -'-a) y en 4 5 , de origen griego o extranjero, cf. Mayser, Grammutik, 12, 3 y 6-7.

Morphologie Historique du Grec, Paris ?1961, trad. esp Mo~fologíu histo'rica del griego, Barcelona '1983, 37.

45 Hoffmann-Debrunner-Scherer, Historia, 303.

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1. Se «desfiguran» y se acercan de manera paulatina a la forma romano-helenística, como es el caso de los nombres de nuestros dos protagonistas principales: Cup~hv > Cipwv (a la vez que cuenta con el doblete semít. Kq@&, helén. nÉzpo<), mientras CaoGh > CaCho~ > iIaCho5.

2. Permanecen inalterables y, de llevar artículo, sólo se flexiona éste. Contamos con P y T [1,4 bis] Aau% en el sintagma BK onÉppazo5 Aaui6, donde el nombre propio está en genitivo pero sin haber sufrido variación alguna46.

p) Adición de -V a la desinencia de acusativo singular en -d7

La desinencia indoeuropea m se realizó en dos formas diferentes según los contextos fonéticos: en -v tras vocal o en -a tras con~onante~~. Sólo los manuscritos nos ofrecen ejemplos del proceso a que nos referimos en este epígrafe: acusativos singulares como P y T 5,13 o á p ~ a e Ibidem 29,7 Buyazkpa aparecen en los mss. M y A, respectivamente, como o á p ~ a v y BuyazÉpav. Todo ello se debe a un proceso de hipercaracterización típico del griego de época tardía.

2. VERBAL

a) Proliferación del aoristo radical alfatemático

No sólo en los mss. alternativos sino también en el texto base de, sobre todo, P y T, encontramos muestras de aoristos radicales temáticos que adoptan la conjugación en -a:

P y T: &caz& (igual lectura en los mss. A, B y E) 12,l dnov (Y del pl.) vs. dnav mss. E, F y G 13,lO &caz& (idem A, B, E, F, y G) 14,l dnov (3a del pl.) vs. dnav E y G 16,3 E ~ ~ & Z W (idem G; om. ms. M) 16,4 dnov (3a del pl.) vs. dnav E y F

Con otros verbos pero aún en P y T: 22,5 E v ~ y ~ a v 26,7 á@~ihezo vs &@&ihazo en F y G 31,3 ~azÉquya

Ma Pa: I,9 bis k v k y ~ a z ~ ... Gv&y~av Ma Pe: VII,10, y&v&p&vo~ Este tipo, del que ya encontramos muestras en época homérica, tuvo una extensión

considerable en la K O L V ~ , hasta el punto de que todos los aoristos radicales hoy en día, en el griego moderno, siguen esta flexión: d n a = «dije»; d 6 a = «vi»; E@aya = «comí»; etc4'.

4 V b i d e m , 302-303. 47 Cf. Mayser, Grummutik, 46. 48 Cf. Lejeune, Phonétique, 195-196 y Chantraine, Moi-j7)logíu, 39. 4y Cf. Chantraine, Moi:fOlogiu, 109-1 10 y Mayser, Grummutik, 135-139

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p) Tematización de verbos atemáticos

Podemos hablar para esta época de la conversión de ciertos presentes atemáticos con reduplicación en verdaderos verbos contractos. Así, la K O ~ V ~ presenta ejemplos de i o z h por t ozqpSO y en otros textos cercanos a nuestros Hechos en el tiempo encontramos formas como la 3" pers. del pl. del imperfecto kzieouv (por kzi8eoav) en Hechos de los Apóstoles 4,35 según el modelo del contracto bcoiouv, o la la pers. del sg. zi8G en la obra de Luciano Ocipo, 43,8lS1.

En nuestros cuatro textos y para los verbos en -pt con reduplicación, sólo encontra- mos un caso relevante del verbo 6i6wpt de entre las veinte ocasiones en que aparece: Mn.G 24 ~ L ~ o C ~ E V , presente de indicativo por 6i60p&v, por lo que habría que proponer una forma 61660 como paradigma52.

Con los verbos sufijados en - v u p el panorama es más rico: si bien tenemos formas en las que los tiempos utilizados no nos permiten dilucidar sobre el paso o no de los verbos atemáticos a temáticos, como es el caso de ~ E ~ K V V ~ L , donde todas sus variantes correspon- den al aoristo -Ma Pe III,14 &L&W, IX,6 y IX,10 É~EL@v-, sí podemos observar el paso de &voiyvupt a &votyvúw y el de x~závvup t a a&z&-o/-opat. En el primero de éstos destaca el contraste entre la forma de P y T 18,9 &voty&íoq5 y la que en teoría debería derivarse de un verbo en -pt que sería & v o ~ ~ Q & i o ~ 5 , de & v o t ~ 8 ~ i c , - 8 ~ i o a , -8Év; la que presenta nuestro texto corresponde a un participio de aoristo pasivo derivado de fivoiyqv, que, como su equivalente fivoix8qv, se encuentra en el NT. En general, los aoristos en -8qv se muestran como más recientes que los aoristos en -qv, aunque este último tipo perduró de forma especial en jónico y en la K O L V ~ ; así, encontramos el ya citado ljvoiyqv concreta- mente en Marcos 7,3SS3.

En el «manuscrito complementario)) G encontramos más formas de este verbo, algunas relevantes:

-en Mn.G 28 q v o i t ~ v tenemos la misma situación de indefinición que con los mencionados unas líneas más arriba Ma Pe IX,6 6&tc&zw y IX,10 E ~ E ~ ~ E v ;

-Mn.G 47 ~ j v k q ~ x a i . corresponde a una forma tardía, fivkwpai., lo mismo que f iv01ypat~~;

-Mn.G 49 &v~q@&av, participio de aoristo pasivo, se ha construido sobre el aoristo &&&&v, forma también tardías5, y, lo mismo que la ya citada P y T 18,9 &votydcn& no se corresponde con la esperada para un verbo en -N, &~oLx~ES~(XV.

" Cf. Mayser, Grammatik, 123. " Cf. Chantraine, Mofología, 139-140. " Observamos que el Mn.G presenta de forma esporádica características peculiares que lo diferencian de

su más directo punto de referencia, P y T. y también, en este caso, de Ma Pa y Ma Pe. Para el uso de 61660 por 6i6wp~ cf. Mayser, Grammatik, 123-124.

53 Chantraine, Morjblogía, 1 12- 1 13. 54 Bailly, Dictionnaire, s.u.

Diccionario Griego-Español, Volumen 11, Oihhrpano~otvhvqzo~, Madrid 1986, s.u.

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Centrándonos ahora en n&~&vvupt, debemos reseñar que esta forma se ve suplantada por la poco usual n~ . t&opat~~; así, en Ma Pe III,5 y III,8 encontramos n&.thp&vov y n&.tdp&vo~ respectivamente.

Por último, en relación al verbo nipnhqpt, podemos observar de nuevo un atisbo del fenómeno del que nos ocupamos en la lectura alternativa a P y T 15,7 nhqoed~, nhqpoe&i~ (ms. B), que habría que derivar de nAqpÓo; se ajustan a nipnhqpt sin embargo Mn.G 16- 17 nAqof3kv.t~~ y, de nuevo, Ma Pa II1,ll n k q o e ~ i ~ .

Todo lo señalado se enmarca en la tendencia, propia de la época, a la sustitución paulatina de los verbos en -pt por verbos en -d7.

y) Situación de la evolución de los verbos contractos en -60 y en -60

Se trata de dos tipologías verbales bastante difíciles de distinguir, cuando no se da el caso de que para un mismo lexema puedan coexistir ambas formacioness8. La tendencia general en la K O L V ~ es a la desaparición de los verbos en - Ó d 9 , pero, de nuevo en el Mn.G y contraviniendo la tendencia descrita, encontramos en 15 la forma k50u6&vheqoav, que habría que derivar de E~o~OEV-Ó~. Pudo haber contribuido a esta elección el hecho de que la forma en -Éo habría dado lugar a una secuencia de tres vocales de timbre e (k50u¿j-&-~-fi- 0-q-oav) con posibilidad de simplificación, al cabo del tiempo, de una de las dos sílabas con presencia de q, con la consiguiente descaracterización de la forma; o quizá que la tendencia, también operante en la época, a la confusión o mezcla de los verbos en -&o y - Éo60 haya contribuido a diferenciar como alternativa una formación en -Ów, a pesar del ya aludido proceso de desaparición y sustitución de estas formas por otras en -hvo61.

6) Extensión de las formaciones verbales en

Dicho sufijo contribuye al paso de los verbos en -pt a verbos en -o, tendencia ya señalada más arriba. Si bien los verbos con sufijo -dt-l;o tenían su punto de partida en formas cuya raíz acababa en consonante gutural o dental, ahora, lo mismo crean dobletes para verbos contractos en -&o, como es el caso de Pi.á<o por Pt&o en P y T 26,3 y 26,4 o Ma Pe VIII,3, que proporcionan formas alternativas para los verbos en -pt, como ocurre en

5 V a r a un estudio más detallado de este verbo nos remitimos al apartado del presente trabajo dedicado a los términos que aparecen una o ninguna vez en los autores que conformarán nuestro análisis externo.

57 Véase Hoffmann-Debmnner-Scherer, Historia, 327. ES normal la mezcla de las tres tipologías de verbos contractos -y el paso a otros tipos verbales,

como veremos a continuación-: -&o/-Éw, -&o/-Óo, -Éo/-Ów; cf. Mayser, Grammatik, 117. 59 Chantraine, Morjología, 160 n. 111. " Hoffmann-Debmnner-Scherer, Historia, 216, 279 y 326. Para la situación de confusión entre las

formaciones verbales en -&o, -Éw y -Óo puede también revisarse la obra de A. Thumb, Die griechische Sprache im Zeitalter des Hellenismus, Strassburg 1901 (reed. Berlin 1974). 15, 68 y 244.

" Cf. última referencia y n. 50. Cf. Mayser, Grammatik, 118 para la extensión de formas en -<o dentro del siguiente esquema: -da!

-&<o, -Éd-&<o, -Éd-i<o.

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60 Es~u~ros SOBRE LA LENGUA DE LOS HECHOS AP~CRIFOS DE PEDRO Y PABLO

Ma Pe VI,4, en que tenemos p&zap$t&cw por p.&~ap@iÉvv~p.. En el caso de Ma Pe II,17 z&zapzí<w, forma derivada del adjetivo zÉzap-705 (presente, sin embargo, no en Ma Pe pero sí en P y T 45,2 y en Mn.G 63), también observamos la extensión de este tipo verbal a raíces diferentes de las a priori admitid@.

E) Desarrollo de perfectos con aspirada a partir del perfecto medio

En P y T 27,ll contamos con el infinitivo de perfecto nmpaxÉvat, derivado del perfecto nÉnpaxa, regular a todas luces y reciente, además de transitivo, por oposición al más antiguo e intransitivo ~ É n p a y a ~ ~ ; el manuscrito E propone para ese pasaje la lectura n&npax8Évat, con el grupo doble aspirada gutural+dental -~8-, forma derivada del cruce de la primera, nsnpa~Évat , con el infinitivo de perfecto medio nÉnpa~8at y el de aoristo pasivo n p a ~ ~ v a t .

5) Extensión de las perífrasis de dfi con participio de presente y perfecto

El empleo de la perífrasis o del verbo compuesto de prepo~ición~~ supone la entrada en funcionamiento de dos sistemas «marginales», en opinión del profesor F. Rodríguez adra do^^^, de expresión de la Aktionsart, pues no se persigue otro objetivo que el de rellenar casillas que quedan vacías si se aplica el sistema tradicional de expresión del aspecto mediante formas sintéticas simples.

Es destacable el uso que de las perífrasis67 se realiza en nuestros textos. En la KOLVG, concretamente en los LXX y el NT y la literatura de ellos dependiente, se produce una notable extensión de la perífrasis integrada por imperfecto de &ipí acompañado de participio de presente, aunque contemos también en nuestros Hechos con casos de empleo del partici- pio de perfecto y que veremos a continuación: en la primera tipología la acción deviene imperfectiva, abierta, continuada, durativa; es la que domina completamente en Ma Pa y Ma Pe:

Ma Pa: 1,2 3 o a v ... n~ptpÉvovz~5, «aguardaban»;

III,4 fiv p4 otwn6v ..., &?LA& ~ o t v o 6 p ~ v o ~ ..., «no callaba ..., sino que se comunicaba ... »;

" Véase Chantraine, Moifi)logíu, 155; cf. de nuevo n. 57. M Ibidem, 131. '* Nos remitimos al apartado dedicado a este tipo de verbos dentro del denominado análisis interno». " Cf. Nueva Sintuxis del Griego Antiguo, Madrid 1992, 449-456 para estas líneas y las que siguen a

propósito de la articulación de los diferentes tipos de perífrasis, al igual que Schwyzer, Griechische Grammutrk, 255 y Thumb, Die griechische Spruche, 132 y 152-153; no obstante, nos remitimos al estudio de W. Dietnch a propósito de las perífrasis verbales con valor aspectual en «Die periphrastische Verbalaspekt im Gnechischen und Lateinischenn, Glottu 51 (1973) 183-228. Para el aspecto verbal en la koiné neotestamentaria, con abundante bibliografía al respecto, cf. A. Piñero-J. Peláez, El Nuevo Testamento, 170-176, sobre todo 170 n. 116. " Dejamos para otro momento +f. capítulo dedicado al uticismo- otras perífrasis del tipo pÉhhw + inf., para centrarnos ahora sólo en aquellas en las que el verbo &@tí funciona como auxiliar.

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Ma Pe: III,8 fiv EvGqpWv, «residía»; II,6-7 fioav ... ~6QpatvÓp~v01 mi 6tyaAAtWvzq ..., «se regocijaban y estaban

exultantes ... m. En cambio, en P y T sólo contamos con un caso de la anterior estructura por 3 de la

perífrasis con participio de perfecto, mucho más frecuente en la voz media-pasiva y cuyo empleo se incrementa también en la K O ~ V ~ , con un valor sinónimo al del perfecto en los casos que nos afectan:

9,8 koztv fippoopÉvq, «está prometida»; 23,3 'Hv ... vqozeljov, «guardaba ayuno»; 28,l 3v z&8vsWoa, «estaba muerta»; 3.53 bis 3 v (hs 06) GeG~pÉvq, «y estaba como si no hubiera sido atadan.

Es precisamente en la fonética y en la morfología donde el proceso de evolución de un estrato de lengua a otro se puede observar con más nitidez. Anticipando lo que va a ser la tónica general en los diferentes apartados dedicados a la gramática, de la observación detenida de los datos expuestos se deduce para nuestros textos un estadio acorde con el desarrollo de la lengua griega en el lapso temporal en que nos situamos, en nuestro caso entrada la segunda mitad del S. 11 d.C., todo ello sin que haya nunca «degeneración» de los esquemas clásicos sino, simple y llanamente, evolución de la lengua, mucho más expuesta al cambio, como indicábamos al principio, en los aspectos fonético y morfológico.

Sólo restaría por señalar que, salvo diferencias de matiz, todos los textos objeto de estudio funcionan de forma unánime desde el punto de vista de la fonética y la morfología; a grandes rasgos no detectamos características que nos permitan establecer diferencias palpables entre cada uno de los distintos escritos si se comparan entre sí.