nietzsche en los ensayos del poeta gottfried benn

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NIETZSCHE EN LOS ENSAYOS DEL POETA GOTTFRIED BENN. UNA APROXIMACIÓN Joan B. Llinares* Para el profesor N. Hinske, mi maestro en Benn, en recuerdo de gratas estancias en el valle del Mosela. l. FILOSOFÍA Y LITERATURA: ESCRITURAS ABIERTAS La obra de Nietzsche desborda los márgenes de ese territorio al que denomi- namos «filosofía». Su propia persona, tan singular, tan secreta, tan enmasca- rada, se supo múltiple y, en consecuencia, se autodefinió de diversas formas, desde el juvenil «filólogo» hasta el maduro «inmoralista», «historiador», o «psicólogo», pasando por una variada gama de papeles y vocaciones en la que las atribuciones de «poeta», «amante de la música», «artista» y «escritor» acompañan sin cesar a la innegable radicalización del «educador» y del «médi- co de la cultura», convertido ya en «filósofo», en «discípulo del filósofo Dio- niso», en «el maestro del eterno retorno», como de sí mismo escribió en 1888. La historia efectiva que ha recorrido su legado en este largo siglo que ha trans- currido desde su muerte no es menos polifacética ni intensa. Cometería, por lo tanto, un grave error de miopía, de parcialismo y de necia ignorancia académi- ca todo aquel que supusiera que ya se le habría hecho justicia a este autor con un puñado de reflexiones en torno a la inmensa huella de sus textos en casi todos los filósofos verdaderamente significativos del siglo XX. Las colosales repercusiones que ha tenido y tiene en los más diversos campos de la cultura obligan a ampliar las perspectivas y a subrayar la impostergable presencia de otros panoramas, con demasiada frecuencia, por desgracia, ausentes en las compilaciones filosóficas o elaboradas preferentemente por filósofos. Para no caer en estos reduccionismos tan artificiales, tan gremiales y empobrecedores -y para no reiterar lo que casi puede parecer una especie de secuestro o de * Universitat de Valencia.

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  • NIETZSCHE EN LOS ENSAYOS DEL POETA GOTTFRIED BENN. UNA APROXIMACIN

    Joan B. Llinares*

    Para el profesor N. Hinske, mi maestro en Benn, en recuerdo de gratas estancias en el valle del Mosela.

    l. FILOSOFA Y LITERATURA: ESCRITURAS ABIERTAS

    La obra de Nietzsche desborda los mrgenes de ese territorio al que denomi-namos filosofa. Su propia persona, tan singular, tan secreta, tan enmasca-rada, se supo mltiple y, en consecuencia, se autodefini de diversas formas, desde el juvenil fillogo hasta el maduro inmoralista, historiador, o psiclogo, pasando por una variada gama de papeles y vocaciones en la que las atribuciones de poeta, amante de la msica, artista y escritor acompaan sin cesar a la innegable radicalizacin del educador y del mdi-co de la cultura, convertido ya en filsofo, en discpulo del filsofo Dio-niso, en el maestro del eterno retorno, como de s mismo escribi en 1888. La historia efectiva que ha recorrido su legado en este largo siglo que ha trans-currido desde su muerte no es menos polifactica ni intensa. Cometera, por lo tanto, un grave error de miopa, de parcialismo y de necia ignorancia acadmi-ca todo aquel que supusiera que ya se le habra hecho justicia a este autor con un puado de reflexiones en torno a la inmensa huella de sus textos en casi todos los filsofos verdaderamente significativos del siglo XX. Las colosales repercusiones que ha tenido y tiene en los ms diversos campos de la cultura obligan a ampliar las perspectivas y a subrayar la impostergable presencia de otros panoramas, con demasiada frecuencia, por desgracia, ausentes en las compilaciones filosficas o elaboradas preferentemente por filsofos. Para no caer en estos reduccionismos tan artificiales, tan gremiales y empobrecedores -y para no reiterar lo que casi puede parecer una especie de secuestro o de

    * Universitat de Valencia.

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    lamentable encarcelamiento en las prisiones de una institucin que quiz prac-tica en exceso cierta tortura para obtener sus verdades-, aqu y ahora deseara-mos que no quedara en el olvido la vigencia de sus extraordinarios libros y fragmentos en el mbito abierto de la literatura, en ese indefinido conjunto formado por los diversos gneros literarios que no se suelen considerar filo-sofia en la mayora de los casos, quiz porque suelen ser ms ficticios, ms hermosos y amenos, ms vitales, ms risueos y ms trgicos, quiz porque ejercen modalidades del pensar muy atentas a su esencial expresividad, a su materialidad verbal y a su msica callada, razones ms que suficientes por las que el propio Nietzsche no los dejar de cultivar y de comentar. En todos ellos ha tenido y tiene una persistente influencia como terico y como artista del len-guaje, como especialista en retrica, como lingista y como crtico literario, pero tambin como atento observador de las experiencias corporales y espiri-tuales de los humanos, como creador y escrutador de las mil caras sutiles y eva-nescentes de la vida en sus diarias manifeStaciones, en resumen, y para decirlo en una palabra, como Dichter, esto es, como persona consagrada a la escritura, como escritor y poeta. Por todo ello quisiramos aproximarnos a la poesa y a la prosa de creacin, o, con un poco ms de humildad y de precisin, a algunos pasajes de algunos ensayos que redact un poeta que durante toda su vida no dej de inspirarse y de meditar en los textos y en la eufrica y sufriente perso-na de Nietzsche. Valga esta travesa por paisajes poco hollados como botn de muestra, como sntoma y smbolo de todo un conjunto de dilogos que el lega-do nietzscheano ha propiciado entre excelentes literatos en esta larga centuria.

    Esta incursin que desde el territorio de la historia de las ideas y de las men-talidades viaja hacia los campos de la historia de la literatura, la crtica literaria, la literatura comparada y, ms en concreto, hacia la filologa dedicada -en este caso- a los estudios de germanstica, un trayecto que tambin suele empren-derse en direccin inversa, es un bello recorrido que se ha realizado en ambos sentidos con relativa frecuencia y con notables resultados. Estas magnficas excursiones anotan y clarifican la transformacin y transfiguracin que una obra radical puede generar de hecho en ese mbito difuso al que denominamos la cultura. En efecto, ya hace bastantes dcadas que se han ido publicando en las diferentes reas culturales excelentes libros y artculos, en ocasiones con motivo de alguna tesis muy oportuna, sobre esta fecunda incidencia de la escri-tura nietzscheana en las respectivas literaturas, una influencia que ha traspasado en silencio pero con mucha fuerza las fronteras de la lengua en la que se redac-taron sus textos, muy pronto traducidos a otros idiomas, como ya :;;ucedi en algunos casos afortunados durante la vida lcida de su autor. Hoy en da los materiales investigados con los que contamos son tan numerosos que cada vez resulta ms dificil conseguir una visin de conjunto, pertinente y bien infor-mada, aunque para ello nos limitramos al rea de una nica lengua, la francesa

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    o la castellana, por citar unos ejemplos que nos afectan y que no se circuns-criben, como es bien obvio, a un par de pases del sur de Europa, porque implican ineludiblemente que se considere tambin lo mucho que han hecho y ,hacen los autores latinoamericanos, o los canadienses francfonos, etc. Incluso si nos quedramos en el mbito mucho ms restringido y cercano a nosotros de la lengua catalana tendramos que aludir a un decisivo fenmeno de densas sombras muy alargadas, pues desde Joan Maragall hasta, pongamos por caso, nuestro imprescindible Joan Fuster, pasando por la extraordinaria obra de notas y ensayos de Josep Pla, la incitante remocin y la bocanada de aire fresco que Nietzsche ha significado para todos ellos no se pueden ni se deben resumir a la ligera en cuatro palabras. Y que conste que nos hemos limitado a citar a algunos autores que sobresalen en la denominada literatura de ideas porque en ellos la presencia de Nietzsche es muy directa y se puede documentar con pruebas irrefutables, sin que esa referencia textual nos desencamine de lo que quiz puede ser todava ms interesante y valioso, a saber, la insospechada cosecha que la vida y la obra del autor del Zaratustra ha diseminado en el teatro, la novela, el relato corto, el poema o la literatura de viajes, por ejemplo. Ante tal alternativa pensamos que la desazn de un vaco por cubrir del que tenemos clara consciencia de nuestra ignorancia es siempre preferible a la superficial satisfaccin de un mariposeo enciclopdico que ni siquiera mantiene las apariencias. Por lo que a nosotros respecta necesitbamos dejar acta de cons-tancia de todos estos enoniles y persistentes huecos y bien quisiramos que algn da se excavara con la habilidad requerida esta densa y descuidada veta que, tras un par de sabias investigaciones de dcadas pasadas, apenas ha co-menzado a salir a la luz, al menos en la bibliografa hispana de nuestros das. Nada mal estara que se pusieran a la disposicin de los buenos lectores algunas autorizadas sntesis de los mejores momentos de esta extraordinaria historia efectiva en las diversas reas culturales y lingsticas, tanto las hispanas como las pertenecientes a nuestra tradicin occidental, e incluso este deseo, si pen-samos, por ejemplo, en el Japn y en sus modlicas ediciones de la obra nietz-scheana, al punto se revela tambin como demasiado limitado y poco acorde con nuestro contexto actual, tan informatizado como pretendidamente global. En suma, consideramos que no es trivial la bsica leccin que ensea que Nietzsche no es propiedad privada de ningn departamento, ni de ninguna fa-cultad ni gremio acadmicos, ni tampoco de un rea lingstica y cultural pri-vilegiada, aunque nosotros lo tengamos que abordar desde nuestro espacio personal y nuestras circunstancias. Su horizonte, siempre en mar abierto o en valles con lagos y altas montaas, sin tranquilizadoras clausuras ni cerrazones, quiz incomode a perezosos y a apresurados, pero es un signo de su gran salud y de su inagotable caudal comprobar que el legado nietzscheano deshace con su mera presencia las barreras administrativas de las especializaciones eruditas, puesto que nos desafa como interlocutores y dialogantes, como lectores res-

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    ponsables en la integridad de nuestra persona y de todos nuestros intereses, como tambin lo consigue hacer toda creacin cultural que merezca genuino reconocimiento en nuestra vida y en nuestro presente. Admtasenos, pues, la reiteracin de esta obviedad justamente en los prolegmenos de este gesto mediante el cual queremos conmemorar con autonoma los cien aos de ausen-cia entre nosotros del ser humano que hizo posible y nos comunic con sus personalsimos trazos unos textos imprescindibles, labernticos y polivalentes que nos siguen interpelando en silencio: sta es, a fin de cuentas, en nuestra opinin, la verdadera razn de que celebremos su centenario.

    Si nos situamos, por lo tanto, en el interior de este enfoque que privilegia las relaciones entre la filosofa y la literatura, el aforismo y el poema, el ensayo y la nota fragmentaria o el apunte de diario, es evidente que el patrimonio ms opulento, aqul en el que las repercusiones han sido mximas y quiz ms in-novadoras, es el que ha ido configurando a lo largo de este siglo -en principio, por razones de textura lingstica bien obvias- una parte esencial de la historia multinacional de la literatura de expresin alemana, de la que la obra de ese gran escritor que fue Nietzsche es uno de sus componentes insoslayables. Puede servir de breve recordatorio la siguiente enumeracin selectiva de unos pocos grandes nombres en los que ya hay consenso en torno a la constante interaccin que sostuvieron con dicha obra, a saber, Stefan George, Hugo von Hofmannsthal, Heinrich Mann, Robert Musil, Thomas Mann, Ernst Jnger. .. Sus apasionadas lecturas de Nietzsche, sus desconcertantes interpretaciones de Nietzsche, sus valiossimas creaciones a partir de sugerencias, ancdotas, pensamientos y expresiones de Nietzsche son un tesoro que tambin enriquece al filsofo, sea cual sea su principal mbito de intereses, la esttica o el len-guaje, la historia del pensamiento o la viviseccin y la escritura de la sub-jetividad, la reflexin sobre el tiempo o el problema de la identidad, la filosofa de la cultura o la antropologa. Por nuestra parte, desearamos insistir en esta ocasin, aprovechando adems la reciente edicin castellana de un puado de sus mejores ensayos,I en la huella que Nietzsche dej en uno de los mximos poetas alemanes del siglo XX, Gottfried Benn. De hecho, cualquiera puede constatar que a las palabras de este agudo escritor hemos tenido que acudir prcticamente todos los que hemos querido celebrar ante la opinin pblica el primer centenario de la muerte del filsofo germano con argumentos con-vincentes, quiz porque a su pluma le debemos un texto fundamental, el ensayo de 1950 titulado Nietzsche, cincuenta aos despus, un verdadero modelo de lo que nosotros quisiramos intentar en estas fechas en que ya se ha. duplicado esa distancia temporal y han aumentado los recorridos por las diversas sendas

    1 Vase BENN, G., El yo moderno y otros ensayos. Prlogo y versin castellana de Enrique Ocaa. Valen-cia, Pre-Textos, 1999, 206 pp.

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    que aquel gigante ayud a vislumbrar y a aventurarse por ellas.2 Pero an hay ms razones que avalan y recomiendan la lectura de algunas prosas de este re-flexivo poeta.

    2. ALMAS AFINES: VOCES INCONFUNDIBLES, PERSONALIDADES VERACES

    El nombre de Gottfried Benn est asociado a la poesa, a una de las obras poticas ms innovadoras e influyentes de la lengua alemana a lo largo de casi todo el siglo XX. Como deca una clebre antologa de poesa contempornea de la dcada de los cincuenta, este lrico moderno, fuertemente ligado al expre-sionismo de su pas, es incontestablement le plus gran poete allemand depuis Rilke. A pesar de lo cual, todava es casi un desconocido entre nosotros, por-que an carece de traduccin una parte muy notable de su poesa, por no hablar de sus numerosas creaciones en prosa, de sus discursos y ensayos tan inso-bornablemente originales, y de su abundante epistolario, cincelado con inslita franqueza. Con estas pginas quisiramos contribuir a reivindicar su obra entre nosotros y a promover su edicin, su discusin y su lectura crtica. Tambin deseamos insistir en el presente contexto en lo que no es sino otra obviedad: Nietzsche no slo fue objeto directo y tema central de varios poemas de Benn, como ms adelante se podr comprobar, sino que tambin constituye, junto con Goethe, Taine y Heinrich Mann, uno de los autores permanentes y predilectos de sus citas explcitas -ms de cien- y es, sin lugar a dudas, el inspirador y la fuente principal de los temas recurrentes de su crtica meditacin y de su pene-trante mirada, siempre poticas y poetolgicas, sobre la cultura en la primera mitad del siglo pasado. El autor del Zaratustra le proporcion a este poeta el punto de mira central de su profundo diagnstico de la situacin de la poca y, como su mejor respuesta, como testimonio de su sincera gratitud, las reflexio-nes de ese eminente poeta configuran una de las interpretaciones ms origi-nales y emocionantes de determinados fragmentos del escritor y del pensador Nietzsche, asumido y reivindicado sobre todo como maestro de poetas. El con-junto de sus referencias y comentarios constituye por s mismo a lo largo de dcadas una sinfona valiossima, una muy estimable antologa de textos en torno al arte y el artista: sta es, en definitiva, la fundamental contribucin del poeta alemn al dilogo vivo con los escritos del filsofo.

    Aqu nos contentaremos con privilegiar una parte tan slo de la prosa de Benn, a saber, su peculiar modulacin del ensayo en lengua alemana,3 una

    2 Op. cit. pp. 165-175. 3 Vase al respecto el hermoso y bien informado estudio de E. Ocaa Gottfiied Benn o el ensayo como

    forma esttica, que sirve de prlogo a su ya citada traduccin y seleccin de El yo moderno y otros ensayos de G. Benn.

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    de cuyas fuentes tambin es, como admirado paradigma, el previo trabajo del Nietzsche escritor, sobre todo en su intempestiva trasgresin de los lmites con-vencionales entre gneros literarios, filosficos en especial, en los que intro-dujo poemas y sentencias, canciones, ditirambos, stiras, aforismos y bromas, todo ello en un mismo libro, casi en cualquiera de los que prepar para la im-prenta. Desde su primera obra de 1872, El nacimiento de la tragedia en el esp-ritu de la msica, su autor ya saba que haba dado a luz una especie de cen-tauro, que se situaba en la lnea fronteriza e interdisciplinar que lindaba con la ciencia filolgica, con la filosofa y con el arte, sobre todo con el ms inasible e inefable, con la msica, y que por ello mismo era de esperar que no conten-tase a nadie, sino que, ms bien, irritase a todos y quedara desatendido e incom-prendido. Tampoco se puede encontrar en sus escritos el tpico aparato crtico que es habitual entre autores eruditos, sobre todo entre fillogos, historiadores y otros especialistas sedentarios y bibliotecarios. Benn realiza una ope-racin similar, no menos provocativa ni con una voluntad de estilo menor. Su obra en prosa se sirve constantemente de recursos poticos, del acopio de im-genes imprevistas de la -ms variopinta procedencia, de la burla de la erudicin docta y acadmica, escondiendo las citas indirectas y las notas a pie de pgina, forzando los saltos e imprimiendo a la lectura un ritmo seco, galopante y fre-ntico, practicando la experimentacin en el moptaje, las asociaciones de ideas, la intertextualidad, la combinacin de expresiones cientfico-tcnicas, mdicas en especial, con los lenguajes y las jergas de la calle -recordemos al respecto que Benn era doctor en medicina, que public varios artculos de investigacin y que se gan la subsistencia atendiendo en Berln durante dcadas una consul-ta privada de especialista en dermatologa y enfermedades venreas-, e inven-tando sin cesar muchos neologismos, violentando la sintaxis y permitiendo que el subterrneo trabajo de la memoria produjese hallazgos azarosos e inslitas variaciones de fragmentos de versos de otros poetas previamente bien asimi-lados y digeridos, fragmentos que resurgen entre lneas sin previo aviso, desde otra trama textual y, a menudo, con otros significados.

    Ante tales juegos, osadas y desplantes de alguien siempre muy serio y muy documentado a pesar de las apariencias, resulta una laboriosa tarea de minu-ciosa paciencia el bienintencionado propsito de reproducir el texto completo de alguno de sus ensayos capitales, pero anotando cada una de las referencias indirectas que sus circunvoluciones contienen en el trasfondo, las cuales no es nada extrao que estn inspiradas precisamente en diferentes sentencias y versos de su autor preferido, ese titn llamado Nietzsche: este trabajo ha ocu-pado a muchos germanistas y el acopio de tales materiales es una de las mejores virtudes del aparato crtico que acompaa a la edicin de obras denominada Stuttgarter Ausgabe, iniciada en 1986 por la editorial Klett-Cotta en unin con la viuda del poeta, casi completa en nuestros das aunque todava sin concluir.

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    Por lo dems, en nuestros das ya es muy notable la bibliografa consagrada expresamente a dilucidar la presencia de Nietzsche en Benn, razn por la cual tan slo podremos resumir alguno de los aspectos que considerarnos ms rele-vantes de ese amplio y prolfico dilogo, intentando aprovechar los resultados de las investigaciones de los especialistas que lo han analizado. Tampoco es el momento de mediar entre explcitos y llamativos conflictos entre interpreta-ciones encontradas, aunque s juzgarnos oportuno subrayar que stas suelen de-pender, en el mejor de los casos, de alguna de las lecturas filosficas de Nietz-sche: las obras de Jaspers y de Heidegger conforman para muchos de ellos la plataforma desde la que se comprenden y correlacionan los textos de ambos escritores, lo cual nos remite a la tarea previa de tener que clarificar por nosotros mismos nuestra propia posicin ante ellas, de pensar el sentido de los escritos de Nietzsche y de Benn debatiendo con estos filsofos y con otros intrpretes de sus obras. Estas condiciones estructurales del denominado crcu-lo hermenutico encauzan forzosamente cualquier lectura y han de tenerse en cuenta, aunque no se expliciten expresamente en cada comentario.

    Enumeremos, entrando ya en el estudio de sus relaciones, unas cuantas afi-nidades electivas de la personalidad de estos dos escritores-pensadores de bio-grafa un tanto paralela: los dos fueron hijos de pastores protestantes, con la correspondiente presencia excepcional de esta religin, de sus textos sagrados y de su moral, en su infancia y adolescencia e incluso en el inicio de sus estu-dios universitarios, uno en Bonn en 1864 y el otro en Marburgo en 1903, bajo la no deseada y efmera forma de matricularse en una facultad de teologa; ambos autores afirmarn en seguida su atesmo de manera inequvoca y rehu-sarn ulteriores componendas piadosas, a pesar de la amarga tragedia familiar ms o menos tensa que ello les supuso. En segundo lugar, los dos tienen -o, en el caso de Nietzsche, mejor sera decir que soaba tener- una ascendencia mixta, sus linajes familiares no son -o no se cree que son- exclusivamente ale-manes: Nietzsche se enorgulleca del apellido de sus presuntos antepasados, aristcratas polacos trasterrados, y Benn era hijo de madre oriunda de la Suiza de habla francesa. El mito de la pureza racial, tan divulgado por los arios anti-semitas, les parecer justamente eso mismo, un incoherente y peligroso_ mito postizo lleno de contradicciones a desmitificar, al menos en la decisiva madu-rez de sus pensamientos. Ambos escritores, procedentes de la Alemania de la mitad norte y de la mitad oriental, esto es, de la zona bajo dominio prusiano -nos referirnos, as pues, no a la Alemania del Danubio ni a la del Rin, sino a la de la cuenca del Elba, es decir, a la que posteriormente integr durante d-cadas la Repblica Democrtica-, ambos autores, que, por lo tanto, podernos considerar nrdicos en cierto modo, hijos de un clima y una geografa y hasta de una infancia en una parroquia rural muy similares, reivindicarn lo occi-dental y un sabio mestizaje entre el norte y el sur, o, en cualquier caso, acabarn

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    manifestando su amor incondicional por lo latino, por lo ligrico y lo pro-venzal, por todo lo mediterrneo, por el sur y el mar de las islas griegas, por Francia e Italia ... Los dos sern grandes lectores de la literatura europea, fran-cesa en especial, y, por mucho que se desee subrayar el componente irnico y ldico de sus textos, su humor y sus frmulas provocativas, ambos ejemplifican un compromiso vital sin componendas contra la frivolidad, una existencia de artistas capaz de asumir una dolorosa soledad en favor de las ms terribles exigencias de la vocacin, de la irrenunciable tarea a la que se sienten lla-mados, aun a costa de notables sacrificios econmicos y de tener que soportar, durante una o varias dcadas, una doble vida e infinitos sufrimientos. En fin, ambos se mantienen fieles en su apuesta por el arte, en su realizacin por la escritura, reafirmados en ella gracias a la extraordinaria vivencia reiterada de la inspiracin potica, es decir, de la creatividad como el rasgo antropolgico fundamental que nos constituye a los humanos: en ambos hay un alma que se atreve a cantar y un espritu que en la creacin artstica prueba sus fuerzas y sus resistencias. Esta vivencia suya que, partiendo de un carcter meditativo, reservado y ensimismado, se expande vitalmente y se crece con grandes ener-gas ante la pgina en blanco, nos obliga a pensar y a tratar de comprender su emaizamiento, pues la terminologa utilizada -el alma, el espritu, la creacin-es genuinamente suya e importa subrayar que ni arranca ni sigue presa del platonismo en sus diversas modalidades, sean stas elitistas o ms populares. No necesitamos insistir en la extraordinaria significacin que tienen estos con-ceptos para la antropologa filosfica: como escribe Benn en ese extraordinario relato de 1937, especie de purga de su corazn, llamado Weinhaus Wolf>>, la esencia del ser humano descansa en la esfera creadora (Gestaltungssphiire). Slo en ella se hace reconocible el ser humano, slo en esa esfera se muestran con claridad los fundamentos y las causas de su creacin (Erschaffng), slo partiendo de ella se percibe con nitidez su posicin dentro del reino animal. Hacer que lo superficial conduzca hacia algo profundo, relacionar y ordenar palabras hasta que abran un mundo espiritual, encadenar sonidos hasta que se sostengan y entonen algo indestructible, sta es su hazaa.4

    De tales rasgos se deduce que no se conformen ni uno ni otro ni con lo tem-pestivo y lo actual, ni con las modas, los partidos y las masas, ni que tampoco crean en soluciones que consideran demasiado superficiales, que desconfen, por tanto, de las capacidades de la historia, de la poltica, del Estado, de la sociologa, de la economa, de las ciencias en general e, incluso, de la medicina, la dieta o el deporte como panaceas salutferas: para ambos, el arte es ms radi-

    4 BENN, G., Siimtliche TVerke, Stuttgarter Ausgabe, Klett-'Cotta, 1989, vol. IV, ss. 223-224. Citaremos siem-pre esta edicin, indicando el volumen y la paginacin correspondientes, tanto mediante s. o ss. para referirnos a las pginas del original alemn, corno mediante p. o pp. para los ensayos de la ya citada traduccin castellana de E. Ocaa. Revisarnos siempre la traduccin y por ello la modificarnos cuando lo considerarnos conveniente.

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    cal, ms vertebral, ms nuclear, justamente porque atiende a la superficie, a la apariencia y a las formas, y porque expresa la risa, la maldad, el fracaso y la muerte; las exigencias del espritu son las decisivas, las ms profundas, las ni-cas que, sobre todo a los ojos ms estticos de Benn, pueden aportar cierta trascendencia, cierta eternidad, como la de la alegra, cierta forma perfecta ca-paz de subsistir por s misma y emocionar a los humanos del futuro, sin caer en resentimientos ni en moralinas. No estar de ms recordar, por ltimo, que ambos tuvieron experiencia personal de los desastres de la guerra, uno como una especie de enfermero en la contienda franco-alemana de 1870 y el otro como mdico militar en Bruselas durante la Gran Guerra de 1914-1917: tan terrible familiaridad con los heridos y los muertos en los frentes de batalla, con el insoportable dolor de los hospitales de campaa y con los medios para paliar-lo y para alterar la conciencia y provocar el sueo, les proporcion una agud-sima hipersensibilidad para captar los permanentes riesgos de anulacin del individuo en el moderno seno de las tcnicas y de los movimientos de masas, y para percibir las incontables grietas que por todas partes se abran de resultas de ese gran terremoto que afectaba a la civilizacin occidental y a los siste-mas de remedios que sta haba ido generando y probando desde la Grecia clsica: ninguno de los dos edulcor lo que presenta y lo que experimentaba, bien fuese un yermo o un desierto desolador, bien fuese el atroz espectculo de una sala de disecciones y autopsias. Ambos escriben con sangre y sus palabras tienen una evidente veracidad, responden a lo vivenciado por miradas muy penetrantes y muy personales, incapaces de contentarse con recetas generales o consuelos celestiales: se mantienen firmes ante el abismo de lo inescrutable, prueban diversos abordajes, cambian a menudo de registro, no le temen a la ebriedad, pero tampoco acostumbran a mentir. Como muy bien ha observado Rodolfo Modern, no deja de resultar sintomtico que mientras en sus trabajos en prosa y dramticos los doctores Werff Ronne, Van Pameleen y Diesterweg asumen rasgos autobiogrficos que no siempre corresponden al modelo vivo, en las repetidas ocasiones en que se confronta con Nietzsche a travs del ensayo o la conferencia, ste porte trazos espirituales que encajan exactamente con los de Benn.s El poeta, cuando reflexiona, descubre en el pensador profundos pa-ralelos que tambin halla en l mismo, afinidades y similitudes que les consti-tuyen a ambos en almas gemelas, en parientes de sangre.

    3. UN DIAGNSTICO SIN CONCESIONES: EL NIHILISMO

    La presencia de Nietzsche en los ensayos de Benn es, como ya hemos dicho, constante: abarca ms de veinte aos, desde referencias y citas en textos de

    5 Gottfried Benn en su potica, en Revista de Occidente, 1986, 11.0 67, p. 114.

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    1930 hasta comentarios en consideraciones sobre la lrica de 1955, pasando por tres escritos cruciales, dedicados casi exclusivamente a la figura del filsofo, Tras el nihilismo de 1932, Nietzsche, 50 aos despus de 1950, y ese resu-men final contenido en la carta abierta o Rplica a Alexander Lernet-Holenia de 1952. Ya que todos esos ensayos en los que aparece Nietzsche son de la po-ca de la madurez del poeta, nosotros los leeremos corno si formaran un bloque, sin reconstruir el evidente desarrollo y los diferentes cambios que tienen lugar en la vida y en las ideas de Benn, lo cual implica silenciar en parte tanto las alteraciones y las efmeras esperanzas de los aos 1933 y 1934, con sus corres-pondientes y muy discutibles derivaciones polticas -terna delicado que requie-re tratamiento especfico y que tampoco abordaremos-, corno los tempranos inicios de esa relacin: tngase presente que ya durante el otoo de 1904 el fu-turo escritor asisti en la Universidad de Berln a las clases y seminarios del profesor Meyer sobre la obra de Nietzsche.

    La voluminosa obra ensaystica de Benn nos interesa porque, entre otras muchas cosas, registra con la precisin de un sismgrafo las oscilaciones y cri-sis que atraviesan su poca, la cual, en buena medida, sigue siendo tambin la nuestra. El poeta no se evade de su presente ni aspira a una prosa rapsdica e improvisada, irresponsable y nebulosa, pues para l el romanticismo ha queda-do ya muy atrs, previamente necesita conocer bien la situacin, al menos si respetarnos este clebre programa no exento de humor que reitera en otros pasajes de sus obras: Si quiere escuchar las mximas de mi vida, son las si-guientes: 1) Conoce tu situacin. 2) Cuenta con tus defectos, parte de tus habe-res, no de tus palabras. 3) No perfecciones tu personalidad, sino cada una de tus obras. Da forma al mundo corno al cristal, corno soplo salido de la caa de una pipa: el golpe con el que todo lo rompes: los jarrones, las urnas, las nforas -ese golpe es tuyo y decide por ti. 4) Slo en las mediocridades entra en juego el destino, lo que est por encima determina por s mismo su existencia. 5) Si alguien te acusa de esteticisrno y formalismo, atindelo con inters: es el hom-bre de las cavernas, por su boca habla el sentido de la belleza de sus mazas y mandbulas. 6) Torna bromo de vez en cuando, que modera la base craneal y las irregularidades de los afectos. 7) De nuevo, conoce la situacin.6

    Al radiografiar las fracturas del tiempo se detecta en seguida que el poeta adopta perspectivas que Nietzsche le transmite hasta en la forma de nombrar lo que nos pasa. Vemoslo con un buen ejemplo: en el verano de 1932 escribi Benn un ensayo introductorio para un volumen que recopilaba artculos suyos de aquellas fechas. Tanto el libro entero corno ese prlogo tenan un ttulo muy nietzscheano, a saber, Tras el nihilismo (Nach dem Nihilismus), o bien, corno

    6 El soplador de vidrio de El Ptolemaico (Der Ptolemiier), de 1947, vol. V, ss. 32-33.

  • Nietzsche en los ensayos del poeta Gottfi~ied Benn. Una aproximacin 209

    deca de manera todava ms explcita la versin primera del texto, El nihilismo -y su superacin (Der Nihilismus- und seine berwindung). En efecto, aunque

    ese libro contena diversos artculos y conferencias que respondan a diferentes . problemas, en todos ellos el pensamiento vertebrador, aquel que marcaba una

    direccin determinada, es, como esos ttulos manifiestan, la gran cuestin del nihilismo y, sobre todo, la forma de superarlo mediante lo que all se denomina espritu constructivo, la peculiar respuesta de Benn ante esa gravsima enfermedad.

    Como har Heidegger en unas famosas lecciones de 1940, Benn tambin se centra en este diagnstico decisivo del filosofar nietzscheano, ampliado desde la neurofisiologa con el por entonces novedoso concepto de cerebracin pro-gresiva. Al abordar el problema el poeta subraya la contribucin que cree que ha aportado a la historia de su gnesis, desarrollada sobre todo en su gran ensayo Goethe y las ciencias de la naturaleza ( Goethe und die Naturwissen-schaften). A sus ojos, con la muerte del sereno investigador y poeta radicado en Weimar se acab una poca, aquella que, desde la Grecia antigua y durante dos milenios, incluyendo a Leibniz, a Spinoza y al mismo Goethe, tena fe en Dios y en la Naturaleza. Pero en las dcadas centrales del siglo XIX se perdi la referencia al ms all, desapareci el sentimiento de estar orientado hacia lo extrahumano, hacia lo supraterrestre y trascendente, pues un par de gestas de la ciencia alteraron radicalmente la imagen 9,el mundo que haba mantenido su vigencia hasta entonces. Esas dos hazaas cientficas de devastadores efectos fueron, por una parte, la respuesta de Helmholtz en 1847 al problema de la conservacin de la energa, fundamento de una nueva inteligibilidad del mundo basada en mtodos fsico-matemticos, la cual lo desentraaba totalmente como si fuese un mero mecanismo, y, por la otra, el nacimiento de la teora darwiniana de la evolucin de las especies en 1859.

    Estas revoluciones en nuestra concepcin del mundo provocaron tambin, segn la peculiar interpretacin de Benn, una transformacin antropolgica ra-dical, pues desde ellas el ser humano se erigi en corona de la creacin y el mono se convirti en su animal predilecto; dej que el primate le confirmara fi-logenticamente hasta qu cima de grandeza haba progresado en su intercam-bio de energa y de materia,7 como tambin dice de manera similar Zaratustra en su Prlogo, 3: Habis recorrido el camino que lleva desde el gusano hasta el hombre ... En otro tiempo fuisteis monos, y aun ahora es el hombre ms mono que cualquier mono. En sntesis, los rasgos sobresalientes del nuevo tipo humano que entonces emergi son los siguientes: predominio del determi-nismo racial, del utilitarismo materialista, del optimismo antifatalista y super-

    7 Cf Vol. III, s. 396, p. 103.

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    ficial. Se comienza a creer, como si se tratase de la fe en un nuevo dios, en la bondad intrnseca del ser humano, en la erradicabilidad del sufrimiento, en la consecucin del bienestar general gracias al progresivo dominio cientfico de las disfunciones ocasionadas por el medio, la herencia y la sociedad. La antro-pologa resultante de tal giro es esencialmente igualitarista, antitrgica, racio-nalista, antiindividualista y cientificista; la nueva fe que propugna viene a con-densarse en dos dogmas fundamentales, el primero dice que ese animal racional que es el ser humano tan slo est afectado por el mal de manera superficial, y el segundo confa en que la naturaleza entera resulte absolutamente cognoscible y transformable mediante la ciencia y la tcnica. Tales premisas, profundamen-te optimistas, socrticas, alejandrinas y rousseaunianas para Nietzsche ya desde su obra de juventud, han destruido la forma anterior de pensar y de vivir de la humanidad, fundamentada en otra fe, y nos han instalado en una nueva atmsfera ms amarga que merece denominarse, siguiendo los pasos del filsofo, como nihilismo.

    Benn atribuye la presencia de ese concepto clave en la Alemania de 1885/86 a la planificacin y parcial redaccin de ese proyecto inconcluso que Nietzsche denomin por entonces La voluntad de poder, anunciado libro que, ciertamen-te, en alguno de sus esbozos se subtitulaba como el nihilismo europeo. 8 Ahora bien, si nos situamos de hecho en pleno contexto europeo, ese concepto tiene su doble gnesis, tanto la meramente verbal como la vivencia!, en Rusia, concretamente en la novela de Ivan Turgeniev Padres e hijos, del ao 1862, en donde ese trmino aparece por vez primera y desde donde se difundi con enor-me rapidez.9 La figura del nihilista Basarov representa para Benn el inicio de la triunfante filosofa materialista de la historia, simbolizada por ese tipo hu-mano, mecanicista consciente y materialista vehemente, que incendia los pala-cios de la nobleza, pero no porque asuma un negativismo destructor y tota-litario, no por su vertiente demoledora, sino por su lado afirmativo y creyente, porque es defensor del positivismo radical, inspirado en las ciencias de la natu-raleza y en la sociologa, y de la fe fantica en el progreso. Los jvenes de los aos treinta del siglo XX no son en fin de cuentas, aade el poeta, sino los here-deros de ese legado, los nietos de aquella generacin revolucionaria y mate-rialista, los cuales, sin saberlo, estn reiterando en el presente esas viejas y ya reaccionarias posiciones. Sus pretendidas heroicidades tan slo pueden expan-dir el nihilismo en que se fundamentan, jams lo podran superar, estn faltas

    8 El concepto y el grave problema al que nombra no slo se hallan en los cuadernos preparatorios de ese pro-yecto y en los fragmentos pstumos de los aos ochenta, tambin aparecen en los libros publicados por el filso-fo, por ejemplo, en el 347 del libro V (publicado en 1887) de La ciencia jovial.

    9 Estudiosos de Betm como Gerhard Loase han explicado que, al parecer, el poeta desconoca, como Her-mann Goldschmidt demostr en 1941, que ese trmino ya se encuentra usado por Friedrich Heimich Jacobi en 1799 y que, desde entonces, aparece a menudo en varios escritores, por ejemplo, en Jean Paul, Giirres, Immer-mann, Meinhold, Auerbach, Gutzkow, G. Keller, etc.

  • Nietzsche en los ensayos del poeta Gottfried Benn. Una aproximacin 211

    de espritu. Esta radical deficiencia es todava ms deplorable en el presente porque, de manera ms drstica que en el XIX, hoy da vacila el fundamento de la imagen cientfica del mundo y, por lo tanto, la imagen moderna en gene-ral, ya que las geometras no euclidianas, la mecnica cuntica, la teora de la relatividad, la moderna biologa gentica, el psicoanlisis, la antropologa cul-tural y los conocimientos sobre sociedades salvajes y no occidentales, la teora de las reas y los crculos culturales, las investigaciones prehistricas, etc., han dejado al yo desfondado y fragmentado, abierto a sus pulsiones y al inconscien-te, a los mitos, smbolos, sueos y arquetipos colectivos, al desconocido y frgil sostn del cuerpo, inagotado campo de ejercitacin y de experimentacin, de nuevas puertas de la percepcin, de vida provocada y de alteraciones de la conciencia.Io Como resume muy plsticamente esta frase de Expresionismo (Expressionismus), de 1933: qu conmocin fundamental ahora desde 1900 con la desintegracin de las ciencias naturales, "reales" desde hace cuatrocien-tos aos ... Desintegracin de la naturaleza, desintegracin de la historia.u

    As pues, de Nietzsche recoge Benn tanto el diagnstico crtico de la situa-cin, entendida como nihilista a pesar de las falsamente esperanzadoras apariencias, como su propuesta de superacin mediante un ser humano y una meta totalmente distintos,1z propuesta que formula con claras resonancias del Zaratustra, quien ya en los 4 y 5 de su Prlogo dice: La grandeza del ser humano est en ser un puente y no una meta ... Yo amo a quien vive para cono-cer, y quiere conocer para que alguna vez el superhombre viva ... Es tiempo de que el ser humano fije su propia meta. Es tiempo de que plante la semilla de su ms alta esperanza. La manera personal en que dice asumir el legado del fil-sofo y con la que lo simplifica y transforma se manifiesta en estas palabras: Slo existe el hombre superior, es decir, el humano que combate trgicamente, slo de l trata la historia, solamente l tiene pleno sentido antropolgico, cosa que ciertamente no ocurre con su reduccin a mero complejo pulsional. Por tanto, el superhombre ser quien supere el nihilismo.

    No obstante, a pesar de esta filiacin textual tan manifiesta, el poeta tam-bin marca una y otra vez sus diferencias con respecto al filsofo: pero [al superhombre] no se lo debe confundir con el tipo que Nietzsche describi se-gn el espritu decimonnico: un nuevo tipo biolgicamente ms valioso, inten-samente racial, con ms vigor vital, ms completamente dotado gracias a un proceso de crianza, ms justificado desde el punto de vista de la duracin y conservacin de la especie. l lo vio, pues, biolgicamente positivo: esto era

    10 Vase, por ejemplo, Problemtica de la poesa (Zur Problematik des Dichterischen), de 1930, vol. III, ss. 232-247, pp. 41-56, y Vida provocada (Provoziertes Leben), de 1943, vol. IV, ss- 310-320, pp. 153-164.

    11 Vol. IY, ss. 81-82. 12 Vol. III, s. 400, p. 107.

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    darwinismo.l3 En conclusin, Benn confa solamente en un superhumano en el sentido de heroico luchador trgico, de afirmador y actor de la tragedia, de esa tragedia que acaba de iniciarse y durar siglos, y que ya adviene con Za-ratustra en el 342 de La ciencia jovial. Muy discutible resulta, en consecuen-cia, su darwinista y nihilista lectura de ese clebre filosofema del maduro Nietzsche, como si ste tambin fuese a fin de cuentas un superficial superador del nihilismo. Este malentendido perdurar en su lectura del filsofo.

    En consonancia con ese diagnstico de la poca aparecen otras cuestiones de raigambre nietzscheana. Por ejemplo, a Benn le preocup a lo largo de su vida el problema de la historia, esto es, la particular cuestin de qu incide sobre la marcha de los acontecimientos, qu produce efectos y puede alterar el rumbo de las cosas. Ahora bien, l no se plantea ese problema de manera fra mediante conceptos, como lo hara un historigrafo crtico o un filsofo de la historia, ese no es su estilo: su inquirir siempre es tremendamente personal, concreto, lleno de imgenes y ejemplos muy detallados, como hacen los poetas. De ah que, al reflexionar, el caso Nietzsche se le convierta de nuevo en piedra de toque para las cuestiones que se ve llevado a meditar, la primera de las cuales, siempre omnipresente, tiene que ver con su vocacin vital, con el ejercicio de su propia escritUra, con sus reflexiones metapoticas sobre la poe-sa. En efecto, ya en su ensayo Problemtica de la poesa (Zur Problematik des Dichterischen), de 1930, leemos lo siguiente: El poeta y su tiempo: una formulacin en boga. Qu ingenuidad, qu seguridad tan categrica en mbitos donde todo resulta problemtico! Pues qu es el tiempo? ... De dnde pro-cede su figura?, quin acompaa a sus metamorfosis?, debe el poeta presen-tarse como propagandista de su clase media? Tras todo ello se oculta el dilema ms difcil: la grandeza artstica puede ser efectiva en la historia?, interviene

    . en el proceso del devenir?, ejerce Nietzsche algn efecto?, mediante los cenculos de literatos que van a la busca de citas en su obra?, y Goethe?, y Miguel ngel? Cualquier condottiero o intrigante palaciego tendra mayores posibilidades de xito. No es acaso el artista, fenmeno puramente psquico, incapaz a priori de influencia efectiva en la historia?.l4 Este tipo de aparicio-nes sbitas y muy concentradas de la persona y la obra de Nietzsche documen-tan su incesante permanencia en el trasfondo, su funcin de contraste crtico que valida o destruye una tesis que se est analizando: el texto citado expresa un profundo pesimismo, acorde con el nihilismo imperante, pero todava sin atisbos de superacin histrica, ni siquiera por parte de Nietzsche en cuanto artista.

    13 VoL III, s. 401, p. 107. 14 VoL III, s. 237, p. 46.

  • Nietzsche en los ensayos del poeta Gottji-ied Benn. Una aproximacin 213

    Otra cuestin sobre la que piensa Benn es El problema del genio (Das Ge-nieproblem ), y las relaciones entre El genio y la salud ( Genie und Gesundheit), como rezan los ttulos de otros ensayos tambin de 1930, en los que contina la reflexin que acabamos de transcribir, con su correspondiente respuesta par-ticular. Ese tpico del genio atraviesa, a partir de Kant, toda la filosofa ale-mana del siglo XIX, Schopenhauer y el joven Nietzsche constituyen uno de sus eslabones principales, como bien documentan, por ejemplo, las Consideracio-nes intempestivas. Es comprensible, pues, que en esos ensayos reaparezca Nietzsche, pero esta vez considerado l mismo como paradigma de la geniali-dad: Atengmonos a lo que se presenta ante nuestros ojos: ha incidido Nietz-sche en la historia?, ha opuesto alguna resistencia? Este genio infinito, ~ste macizo volcnico enfrentado al ascenso de la mediocridad, ha incidido? De ningn modo! Sin su locura hubiese quizs permanecido desconocido, olvidado durante largo tiempo. Todas estas grandes tensiones engendradas con encono y sufrimiento, estos destinos marcados por alucinaciones y taras, estas catstrofes donde se entrelazan fatalidad y libertad no son sino flores intiles, llamaradas impotentes tras las cuales se oculta lo Inescrutable con su N o sin fronteras .1s

    Que Nietzsche fue para Benn un genio extraordinario en sus juicios de valor lo ratifica tambin una curiosa referencia de su ya citado artculo de 1932 Goe-the y las ciencias de la naturaleza, en el que, estudiando las dificultades epa-cales para reconocer la importancia de los trabajos cientficos llevados a cabo por el gran poeta, escribe: Tan slo Nietzsche, aunque embarcado tambin en el navo de la seleccin artificial -el superhombre: visin puramente selectiva y colonialista-, supo adaptar su infalible ojo de ave de rapia a esas variantes pulsionales, a esas mutaciones entre bardos de erizos marinos y criadores de ratas, llegando a afirmar: "Situar a Darwin junto a Goethe es un crimen de lesa majestad, majestatem genii".I6 Curioso reconocimiento de la estima nietz-scheana por el excepcional poeta y de su indiscutible genialidad, que a la vez resulta desautorizada precisamente por su imperialista y biologicista concep-cin del superhombre como mala superacin del problema del nihilismo.

    Aunque resulte muy desacertada por las reducciones, incoherencias y con-tradicciones que esta tesis crasamente cientificista acarrea en la interpretacin de la obra del maduro Nietzsche, Benn la mantiene incluso en su gran ensa-yo de 1950 como una de sus crticas inalteradas al filsofo: Contina siendo digno de atencin el hecho de que durante un cierto perodo de su creacin (Za-ratustra) Nietzsche se encontrara bajo la gua de ideas darwinistas, creyese en

    15 Vol. III, s. 291, p. 68. 16 Vol. III, s. 379, p. 95.

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    la seleccin de los ms aptos, en la lucha por la existencia donde slo sobre-viven los ms fuertes; pero asumi tales conceptos para colorear su visin, pues no le haba sido concedido el don de encender sus visiones con la imaginera hagiogrfica.!? Pobre excusa exculpatoria, a no ser que su limitacin a deter-minado perodo del pensar nietzscheano pudiera significar que antes, o bien que luego, a partir de Ms all del bien y del mal, por ejemplo, la reflexin en torno a lo suprahumano se alejara de tales connotaciones biologicistas.1s Que detenninados fragmentos pstumos permitan encontrar esos acentos naturalis-tas no equivale a legitimar su ptica como la clave hermenutica ms adecuada del citado filosofema.

    4. EL ARTE Y LA PULSIN CREADORA

    En el arriba citado ensayo de 1932 Benn tambin ofrece, como dijimos, una propuesta de superacin del nihilismo. Subraya entonces frente al darwinis-mo de lo biolgicamente positivo la importancia de los valores bionegativos, unos extraos valores que, a pesar de sus disfunciones racio-vitales, de las dege-neraciones, enfermedades y disoluciones que conllevan, tambin tienen atribu-tos espiritualmente productivos, diferenciadores, formativos e intensificadores, gracias a los cuales contribuyen al arte, a la genialidad y al desarrollo del esp-ritu. En ellos fundamenta Benn su opcin: afirmamos el espritu sobre la vida, superior a ella como principio constructivo, como principio formativo y formal. Intensificacin y concentracin: tal parece ser su ley. Desde esta posicin abso-lutamente trascendente quizs podra derivarse una superacin, es decir, una explotacin artstica del nihilismo; sta podra ensearnos a verlo dialctica-mente, es decir, en trminos de provocacin. Aprender a renunciar a todos los valores perdidos, a abandonar todos los motivos ya agotados de la poca testa, a reconducir toda la furia del sentimiento nihilista hacia las fuerzas formales y constructivas del espritu, a configurar y a crear para Alemania una moral y una metafsica de la forma completamente nueva.l9 Podr alumbrarse as un nuevo giro antropolgico decisivo y general que atender a la creacin o configuracin ( Gestaltung), al espacio entendido de manera dinmico-expresiva, al despliegue hacia lo exterior, a la estructura, en una palabra: a la expresin pura.

    Ahora bien, este espritu constructivo aparentemente tan innovador y ori-ginal, tan peculiar de las ideas del poeta expresionista, vuelve a manifestarse

    17 Vol. V, ss. 198-99, p. 166. 18 Una primera aproximacin a las ideas de Nietzsche sobre Darwin, muy diferentes de lo indicado por Benn,

    se puede obtener consultando estos tres textos: La ciencia jovial, 357; Ms all del bien y del mal, 253 y Cre-psculo de los dolos,

  • Nietzsche en los ensayos del poeta Gottfi'ied Benn. Una aproximacin 215

    como profunda y genuinamente nietzscheano, aunque ello a primera vista pa-rezca antinmico y contradictorio con la frmula que se acaba de citar, con esa extraa referencia a lo trascendente, a la moral y a la metafsica, pues

    . su novedad, a pesar del vocabulario empleado, poco acorde con los escritos del maduro pensador, inmoralista y antimetafsico y acrrimo crtico de todos los trasmundanos, est directsimamente inspirada en la filosofa de Nietz-sche, interpretada segn Benn la entiende y la hace suya desde su propia po-tica: como profesin de fe, como evangelio para artistas.zo Esto es lo que nos viene a decir en resumidas cuentas en la conclusin del ensayo, citando literal-mente un estimadsimo lema del legado pstumo del filsofo del que tambin se sirvi en otros textos:21 "Una visin del mundo antimetafsica, bien -pero entonces que sea artstica": esta mxima de la Voluntad de poder recibira en-tonces un sentido verdaderamente final, a saber, -y Benn se refiere en concre-to a la Alemania de sus das- algo increblemente serio, una ltima salida de la prdida de valores, la meta, la fe, la superacin que pasaran a llamarse la ley de la forma, una ley cuya posesin permite que crezcan las propiedades siguientes: sentimiento del espacio, proporcin, magia de la realizacin, sujecin a un estilo, en una palabra, arte puro (Artistik), rotundidad disci-plinada de la forma con un grado de pureza lineal y de acendramiento estils-tico tan rigurosos como los que hubo en la antigua cultura griega. La legiti-midad ltima de esta propuesta en favor de la forma, que adquiere tintes de verdadera radicalidad -ya que puede llegar a exigir la cicuta y la crucifi-xin>>-, se fundamenta en la siguiente esperanza: slo a partir de las tensiones finales de lo formal, slo a partir de una extrema intensificacin del espritu constructivo, hasta alcanzar la frontera de la inmaterialidad, podra quizs formarse una nueva realidad tica -tras el nihilismo!.n

    sta es la nueva moral de la forma por la que se apuesta, el nuevo ethos que se afirma. Su radicalismo esttico en el mbito decisivo de lo formal, pro-pio, ciertamente, de una esttica absoluta que se convierte en la nica tica rei-vindicable, en el nico compromiso integral del artista, aqul en el que se juega su tarea tanto objetiva como subjetiva e intersubjetivamente, le llega a Benn, incluso en su vocabulario de talante religioso y matices de ascendencia romn-tica que podran disgustar al maduro Nietzsche, de fragmentos decisivos del legado de ste -recurdense, en especial, los dedicados a exponer la voluntad

    20 Vase, por ejen{plo, el hermoso ensayo sobre Heinrich Mann de 1931, vol. III, s. 308. 2 1 Vase, por ejemplo, otro extraordinario ensayo, complementario del que acabamos de citar en la nota an-

    terior, titulado Discurso sobre Heinrich Mann (Rede auf Heinrich Mann), que Bem1ley en el banquete con el que la Asociacin de escritores alemanes festej el 60 aniversario del escritor, el 28 de marzo de 1931, vol. III, s. 318.

    22 Vol. III, s. 403, p. 109.

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    de poder corno arte-,23 reinterpretado con gran libertad gracias tambin a la mediacin de Heinrich Mann y sin esconder, pese a las pocas simpatas psi-colgicas del filsofo por el extraordinario escritor de Madame Bovary, que dicho insobornable compromiso que ana tica y esttica procede de otro gran artista del lenguaje, de Flaubert. En efecto, en la carta a George Sand del 3 de abril de 1876 el escritor francs escribi este texto que tanto le gustaba al poeta, quien no dudaba en equiparado a sus mximas vitales y a las mejores sentencias del filsofo: Jeme souviens d'avoir eu des battements de coeur, d'avoir resent un plaisir violenten contemplant un mur de l'Acropole, un mur tout nu ... Eh bien! Jeme demande si un livre, indpendamment de ce qu 'il dit, ne peut pas produire le nu?me effet. Dans la prcision des assemblages, la raret des lments, le poli de la swface, l 'harmonie del 'ensemble, n 'y a-t-il pas une vertu intrinseque, une espece de force divine, quelque chose d'eternel comme un prncipe?. 24

    En el ensayo de 1934 titulado Arte drico. Una investigacin sobre la rela-cin entre arte y poder (Dorische Welt. Eine Untersuchung iiber die Beziehung-von Kunst und Macht), explicita Benn con nuevos detalles lo que quiere decir con su propuesta y nos remite de nuevo a la obra de Nietzsche en un apartado que se titula significativamente Arte corno antropologa progresiva: El po-der no puede transformarse en arte ... El arte contina siendo para s mismo un mundo sublime y solitario. Permanece autnomo y no expresa sino su propia realidad ... En la esencia del arte griego ... en el templo drico ... en la Antige-dad... el arte deviene expresin, y en este sentido tambin han concebido la Antigedad tambin todos aquellos que han creado e interpretado el mbito de la cultura occidental y que se han dejado determinar por ella: todo Nietzsche, su titnico levantamiento de pesados bloques naturales, ciencia, moral, convic-ciones, impulso, sociologa ... introducindolos en el reino de la claridad ... La forma nunca es consuncin, enrarecimiento, vaco en el sentido alemn-bur-gus de estos trminos, sino, corno el enorme poder humano, corno el poder absoluto que es, implica la victoria sobre los hechos desnudos y las condiciones objetivas de la civilizacin ... Si se quisiera resumir la totalidad de Nietzsche en una sola frase, sta no podra ser sino su afirmacin ms profunda y grvida de futuro: "El mundo y la existencia slo estn justificados eternamente corno fenmeno esttico". Pero esto es helnico.2s

    23 Tanto para entender la filosofia del arte de Nietzsche como la lectura que de ella hace Benn es muy escla-recedor el comentario que expuso Heidegger en unas clebres lecciones de 1936-1937 bajo este mismo ttulo, vase Heidegger, M., Nietzsche, l. Traduc. de J. L. Vermal, Barcelona, Destino, 2000, pp. 17-207.

    24 Gustave Flaubert, Correspndance, Pmis, 1930, vol. 7, p. 294. Citado por Heinrich Mann; en Gustave Flaubert und George Sand, Essays, vol. I, Berlin, 1954, p. 121.

    25 Vol. IV, ss. 150-151, pp. 133-134.

  • Nietzsche en los ensayos del poeta Gotifhed Benn. Una aproximacin

    Asimismo, en Sobre la historia (Zum Thema: Geschichte), de 1943, se dice: Aquello que sobresale es siempre y nicamente el juego entreverado de fuer-zas ocultas. Convertirlas en objeto de reflexin, aprehenderlas en un material

    . que la tierra nos pone en las manos, en "piedra, verso y son de flauta", en im-genes definidas, capaces de ser transmitidas a la posteridad, -en suma, este trabajo con el mundo de la expresin no espera nada, mas no por ello carece de esperanza-: la hora presente no nos ha reservado algo diverso.26 El nihilismo es una realidad interior, es decir, una determinacin de ponerse en movimiento hacia una interpretacin esttica, en l desemboca el resultado y la posibilidad de la historia.27 Aos despus, en la conferencia de 1951 Problemas de la lri-ca (Probleme der Lyrik), dice: La expresin "arte puro" (Artistik) ... constituye un concepto central de enorme seriedad. Lo artstico es el intento del arte de experimentarse a s mismo como contenido en medio de la decadencia general de los contenidos, y de crear un nuevo estilo a partir de esta experiencia; es el intento de oponer una nueva trascendencia frente al nihilismo generalizado de los valores: la trascendencia del placer creador.2s No necesitamos aumentar las citas, Benn ya ha perfilado suficientemente su propuesta superadora del nihilismo, nos falta mostrar la raz nietzscheana en que tiene su fundamento incluso ese desconcertante vocabulario filosfico en que la formula.

    Dos momentos de la obra del pensador concentran sus reiteradas alusiones y citas, los de la juventud y la ltima madurez, mientras que la denominada poca intermedia, ms ilustrada o positivista, sobre todo la de Humano, demasiado humano, I y II y Aurora, prcticamente ausentes en las ya de por s parcas referencias de Benn, pasa desatendida. De El nacimiento de la tragedia el poeta recoge una serie de tesis, comenzando por ese evangelio del artista, esa profesin de fe contenida en el Prlogo a Richard Wagner: yo estoy convencido de que el arte es la tarea suprema y la actividad propiamente metafsica de esta vida.29 Que esa afirmacin no es ni mera retrica ni un capricho de romanticismo de juventud lo confirma este pasaje del 5 del En-sayo de autocrtica de 1886: Ya en el "Prlogo a Richard Wagner" el arte -y no la moral- es presentado como la actividad propiamente metafsica del hom-bre; en el libro mismo reaparece en varias ocasiones3o la agresiva tesis de que slo como fenmeno esttico est justificada la existencia del mundo. De hecho el libro entero no conoce detrs de todo acontecer, ms que un sentido y un ultra-sentido de artista, -un "dios", si se quiere, pero, desde luego, tan slo

    26 Vol. IV, s. 303, pp. 150-151. 27 Vol. IV, s. 303, p. 151. 28 Vol. VI, s. 14, pp. 181-182. 29 Tenemos muy presente la traduccin de A. Snchez Pascual, Madrid, Alianza, 1973, p. 39. 30 En el 5 y en el 24, por ejemplo.

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    un dios-artista completamente amoral y desprovisto de escrpulos, que tanto en el construir como en el destruir, en el bien como en el mal, lo que quiere es darse cuenta de su placer y su soberana idnticos, un dios-artista que, creando mundos, se desembaraza de la necesidad implicada en la plenitud y la sobre-plenitud, del stifrimiento de las anttesis en l acumuladas. El mundo, en cada instante la alcanzada redencin de dios, en cuanto es la visin eternamente cam-biante, eternamente nueva del ser ms sufriente, ms antittico, ms contradic-torio, que nicamente en la apariencia sabe redimirse: toda esta metafsica de artista ... delata ya un espritu que alguna vez, pese a todos los peligros, se defen-der contra la interpretacin y el significado morales de la existencia ... No existe anttesis ms grande de la interpretacin y justificacin puramente est-ticas del mundo, tal como en este libro se las ensea, que la doctrina cristiana, la cual. .. relega el arte, todo arte, al reino de la mentira, -es decir, lo niega, lo reprueba, lo condena .... Mi instinto, como un instinto defensor de la vida .... se invent una doctrina y una valoracin radicalmente opuestas de la vida, una doctrina y una valoracin puramente artsticas, anticristianas, ... dionisacas.31

    Junto a estas sentencias capitales de El nacimiento de la tragedia, Benn sita un pasaje que es verdaderamente crucial para su hermenutica de la obra y la persona del filsofo, un pasaje que puede leerse tanto al final del 4 del Prlogo a La ciencia jovial de 1887 como en la ltima pgina de su postrer escrito preparado para la imprenta, Nietzsche contra Wagner, de finales de 1888: Oh, esos griegos! Ellos s que saban vivir! Para lo cual hace falta mantenerse bien firmes en la superficie, en el pliegue, en la piel, venerar la apariencia, creer en las formas, los sonidos, las palabras, en todo el Olimpo de la apariencia! Esos griegos eran superficiales -por profundidad ... Y no vol-vemos precisamente a eso nosotros, los temerarios del espritu, nosotros, que hemos escalado la ms elevada y peligrosa cima del pensamiento actual y desde all hemos mirado a nuestro alrededor, nosotros, que desde all hemos mirado hacia abajo? No somos precisamente en eso -griegos? Veneradores de las formas, de los sonidos, de las palabras? Y precisamente por ello -artis-tas? .. . .32

    sta es la opcin que el poeta comparte con el filsofo y con la que se iden-tifica: l se asume como el deseado lector y hasta como el genuino co-autor de esa tan imposible y estimada obra de juventud, un libro para artistas dotados accesoriamente de capacidades analticas y retrospectivas (es decir, para una especie excepcional de artistas, que hay que buscar y que ni siquiera se querra buscar. .. ), lleno de innovaciones psicolgicas y de secretos de artista, con

    31 !bid., pp. 31-33. 32 Final del Eplogo de Nietzsche contra Wagner, KSA, 6, p. 439.

  • Nietzsche en los ensayos del poeta Gottji-ied Benn. Una aproximacin 219

    una metafsica de artista en el trasfondo,33 un libro para aquellos que desde el comienzo de las cosas estn ligados por experiencias artsticas comunes y raras, como signo de reconocimiento para quienes sean in artibus [en cuestio-!les artsticas] parientes de sangre.34

    En efecto, podemos hasta precisar el momento en que estos dos talantes afines, que durante largos trechos siguen las mismas sendas, se pasan la antor-cha como dos atletas que participan en la misma carrera y se transmiten me-diante ese comprometedor gesto la llama sagrada que a ambos les consume. Ese instante se encuentra en esta agridulce confesin del filsofo sobre su obra primeriza, escrita en parte con la actitud del docto, reconocimiento maduro de su transicin hacia el canto y de su ntima necesidad de poesa: Esa "alma nueva" habra debido cantar -y no hablar! Qu lstima que lo que yo tena en-tonces que decir no nie atreviera a decirlo como poeta: tal vez habra sido capaz de hacerlo!.Js Zaratustra, en el captulo Del gran anhelo de la Tercera parte, tambin lo afirma: T no quieres llorar, no quieres desahogar en lgri-mas tu purprea melancola, por eso tienes que cantar, oh alma ma! ... cantar con un canto rugiente, hasta que todos los mares se callen para escuchar tu anhelo ... Oh alma ma, ahora te he dado todo, incluso lo ltimo que tena ... el mandarte cantar, mira, esto era mi ltima cosa!.36 Y el viejo mago, en la cancin de la melancola, lo ratifica con este ditirambo de Dioniso:

    El pretendiente de la verdad? T? ... No! Slo necio! Slo poeta! Slo alguien que pronuncia abigarrados discursos, Que abigarradamente grita desde mscaras de necio, Que anda dando vueltas por engaosos puentes de palabras, Por multicolores arcos iris, Entre falsos cielos Y falsas tierras, Vagando, haciendo equilibrios, -Slo necio!, Slo poeta!.37

    Benn encontr en estos cantos la mejor legitimacin de su propia tarea. Des-de ellos formul su impresionante potica, a la que no podemos aqu dedicarle ms espacio, tan slo estas rpidas confirmaciones que, de nuevo, remiten al filsofo: Nietzsche ... slo en el ltimo estadio de Ecce hamo y de los frag-mentos lricos permite que se eleve en su consciencia lo siguiente: "Deberas

    33 2 del Ensayo de autocrtica, edicin citada, p. 27. 34 3 del Ensayo de autocrtica, edicin citada, p. 28. 35 3 del Ensayo de autocrtica, edicin citada, p. 29. 36 Traduccin castellana de A. Snchez Pascual. Madrid, Alianza, 1972, pp. 307-308. 37 Jbid., pp. 397-398.

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    haber cantado, oh, alma ma"; -no: creer, criar, pensar histrico-pedaggi-camente, no ser tan positivo-: y despus llega el hundimiento. Cantar -es decir, hacer frases, encontrar expresin, ser artista, realizar una labor fra y solitaria; no dirigirte a nadie, no apostrofar nada; ante todos los abismos poner a prueba el eco de sus murallas, su resonancia, su sonido, sus efectos de coloratura. Fue un final decisivo. Ciertamente, pues: "Arte puro! (Artistik)".3s Este concep-to de "arte puro" abarca toda la problemtica del expresionismo, del movi-miento abstracto, del anti-humanismo, del atesmo, de la anti-historia, de la concepcin de los ciclos, del "hombre vaco" -en una palabra, toda la proble-mtica del mundo de la expresin. Este concepto haba penetrado en nuestra conciencia gracias a Nietzsche, quien a su vez lo haba recibido de Francia. El filsofo se refera a la delicadeza esttica en los cinco sentidos, la sensibilidad para los matices, la morbosidad psicolgica, la seriedad en la mise en SC(!ne, esa seriedad parisina par excellence -y: al arte como la autntica finalidad de la vida, como actividad metafsica. A todo eso lo llamaba "arte puro". Luminosi-dad, arrojo, gaya -sus conceptos ligurinos- alrededor slo onda y juego, y a la postre: habras debido cantar, alma ma! Tales son sus exclamaciones desde Niza y Portofino: sobre todo eso pendan, voltiles, sus tres palabras enigm-ticas: "Olimpo de la apariencia", Olimpo, donde haban morado los grandes dioses, donde Zeus haba ejercido su seoro durante dos mil aos, donde las Moiras haban gobernado el timn de la necesidad, y adems: de la apariencia! Eso s es un viraje.39

    5. UN MAGISTERIO RECONOCIDO: BALANCE GENERAL

    El discurso en conmemoracin del 50 aniversario de la muerte de Nietzsche (Nietzsche- nach 50 Jaluen) culmina y sintetiza toda la larga dedicacin a su figura por parte de Benn. Como confiesa la carta a Oelze del 22 de marzo de 194 7, las obras que ininterrumpidamente llevaba consigo el poeta son las de Goethe y Nietzsche, de los dems escritores tan slo aprovechaba expresiones y pensamientos aislados. Este famoso ensayo se redact como respuesta a una doble invitacin, la de una revista francesa, la Rvue litteraire 84, que proyec-taba un cuaderno monogrfico dedicado a la celebracin del cincuentenario del filsofo, y la que le hizo una importante emisora de radio, la del Noroeste de Alemania. Se sabe que Benn se document bibliogrficamente para sus pro-psitos en la medida en que pudo, acudiendo incluso a prstamos de sus ami-gos, ya que las bibliotecas pblicas del Berln occidental del mom~nto eran prcticamente inexistentes. En cualquier caso, ese ensayo no es el resultado de

    38 De Arte y Tercer Reich (Kunst und Drittes Reich), de 1941, IV, ss. 277-278. 39 Problemae de la lrica, vol. VI, ss. 14-15, p. 182.

  • Nietzsche en los ensayos del poeta Gottji~ied Benn. Una aproximacin 221

    algunas pocas semanas en la intensiva compaa del filsofo, como l mismo dijo, sino de toda una vida y de medio ao largo de concentrada y casi exclusiva meditacin, desde comienzos de enero hasta que lo acab en agosto de 1950, das antes de la fecha conmemorativa para la que se compuso y en la que se nidi. Tal vez convendra aadir que, por aquellos aos, en Alemania ~en la Repblica Federal, claro est, porque en la Repblica Democrtica no hubo cambios en la inapelable sentencia condenatoria que pesaba sobre un autor considerado como mximo responsable de la destruccin de la razn y del advenimiento de la barbarie nazi~, es decir, en la tierra y en la lengua del fil-sofo, la voz de Benn fue una de las pocas que se atrevi a reivindicar la decisiva importancia de Nietzsche en la historia de dicha lengua, en la historia espiritual de ese pas y en el conjunto de todo Occidente.

    En el prrafo introductorio se halla condensado el juicio general del poeta sobre el pensador, quien no alardea de sus rasgos individuales sino que toma la palabra como representante de todo un colectivo europeo, el de quienes parti-ciparon en la Gran Guerra: En el fondo, todo lo que mi generacin ha discu-tido, expuesto y pensado en su fuero interno, es decir, ha sufrido; an ms: ha explanado sin dejar ningn saliente, todo ello se haba ya expresado, agotado y formulado definitivamente en la obra de Nietzsche; el resto no era sino exge-sis. Su estilo peligroso, turbulento, fulgurante, su diccin inquieta, su renuncia a todo final idlico y a todo fundamento universal, su recurso a una psicologa de los impulsos, a la constitucin orgnica como motivacin, a la fisiologa como dialctica ~"conocimiento como pasin"~, todo el psicoanlisis y el exis-tencialismo entero, todo esto es obra suya. Como aparece cada vez con mayor evidencia, Nietzsche es el gigante por excelencia de la poca post-goethea-na.4o Un poco despus aade Benn esta laudatoria consideracin final: Como ser humano, era pobre, ntegro, puro: grande como mrtir y como hombre. Podra aadir: para mi generacin fue el terremoto de la poca y el ms grande genio de la lengua alemana despus de Lutero (das grosste deutsche Sprach-genie).41 Ante estas consideraciones tan positivas, ante semejante recono-cimiento de magisterio generacional, los pequeos detalles crticos pierden im-portancia y se difuminan en el contexto.

    Por descontado, Benn niega que se enjuicie prioritariamente a Nietzsche tanto desde un punto de vista clnico, y al respecto habla con la autoridad de un mdico, como desde un punto de vista poltico, es decir, condicionado por los intereses de determinados partidos que con notable incompetencia releen a pos-teriori y fuera de contexto las palabras del pensador. Sobre esa tan divulgada

    4 Vol. V, s. 198, p. 165. 41 Ibid., S. 199, p. 166.

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    doble imagen psiquitrico-racista que quiere convertir al filsofo en un autor peligroso, el poeta es ejemplarmente contundente: Si Nietzsche hubiese muerto en 1890 de un ataque al corazn o de una intoxicacin en la sangre, su obra permanecera inalterada. Sin duda, Nietzsche no habra saludado la per-sonificacin ulterior de la bestia rubia.42 O, como dir en Problemtica de la poesa de 1930 y repetir con ligeras variaciones en La poesa ha de mejorar la vida? (Sol! die Dichtung das leben bessern?) de 1955: "Entre personas era imposible como persona", la curiosa frmula de Nietzsche sobre Herclito es vlida para l, por eso su vida suscita carcajadas.43 Estas saludables e intem-pestivas sentencias no significan que el poeta ahorre sus consideraciones cr-ticas, sobre todo en lo que respecta al discutible biologicismo decimonnico que, como ya vimos, en su opinin todava impregnaba la obra del pensador, o, al menos, contaminaba aquella parte de su produccin que tiene como centro el Zaratustra.

    De la abundante bibliografa en torno a la vida y la obra del filsofo, Benn destaca la calidad de los estudios de Ernst Bertram, Karl Jaspers y Friedrich Georg Jnger, as como el inters psicolgico y biogrfico de las aportaciones de Ludwig Klages y Erich F. Podach. Constata entonces que han transcurrido ya sesenta aos desde la conclusin de aquella obra y comienza a ser posible una mirada de conjunto que la site en la historia y que calibre su genuina dimensin. Para ello, nada mejor que compararla con la de otros grandes, sobre todo con la de Goethe, quien es el nico que desborda los umbrales de ese sueo (que ya es la figura de Nietzsche), lleva ms all, tiende incluso un puen-te sobre ese abismo. No obstante, tambin frente a l Nietzsche se yergue como el ms grande fenmeno de irradiacin en la historia del espritu; todo en l es menos sereno que en Goethe, cada frase es ms ambigua, ms fascinante, ms inquietante. Es el "cuarto hombre", del que tanto se habla hoy en da, el hombre sin contenido que ha creado los fundamentos del "mundo de la expresin".44 (Quiz convenga aclarar que esa referencia al cuarto hombre est en relacin con una tesis de Hans Sedlmayr que consideraba el arte moderno como la cuarta poca del arte occidental.) Aqu se halla reconocida la deuda funda-mental que este gran poeta expresionista tiene con respecto a quien consi-dera el verdadero creador del mundo de la expresin, tesis que quiz encierre lo ms propio y personal de su interpretacin de Nietzsche como genuino representante avant la lettre de ese poderoso movimiento alemn al que, a pesar de las pocas simpatas de que gozaba entre los capitostes del nazismo, siempre se mantuvo ejemplarmente fiel.

    42 Jbid., S. 202, p. 169. 43 Vol. III, s, 247, p. 54, y vol. VI, s. 235. 44 Vol. VI, s. 200, p. 167.

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    El balance de las deficiencias que Benn encuentra en su maestro destaca estas notas crticas: A) Nietzsche es todava demasiado europeo, esto es, dema-siado eurocentrista u occidentalista -si preferimos usar este vocabulario-, pues desconoce el sentido relativizador que transmite el necesario reconocimiento de un pluralsmo de esferas culturales en el mundo. B) Por ello mismo resultan estridentes su extremismo y su fatalismo, su ignorancia de los condiciona-mientos histricos que afectan a su propia filosofa, excesivamente absolutista a los ojos de una posterioridad que ya ha aprendido a ser ms relativista y a reconocer sus determinaciones estructurales. C) Por consiguiente, tambin se mira con mayor distancia su apasionada glorificacin de lo griego, su reductiva identificacin de lo griego antiguo con la nica excelencia cultural que ha habido sobre la tierra, menospreciando as los momentos de magistral creati-vidad de las otras culturas. D) En suma, Nietzsche fue en el fondo menos in-tempestivo de lo que supona, en seguida fue visto como un hroe, maduro para un ampuloso mausoleo, y as es como aparece medio siglo despus de su muer-te, como un fruto tpico de su poca decadente y finisecular, como un autor con tales toques anticuados, muy decimonnicos y obsoletos. Ello no obsta para que, si se rememora el tristemente clebre debate que enfrent a Wilamowitz-Moellendorff con Erwin Rohde en torno a El nacimiento de la tragedia en 1872-73, se reconozca en tal polmica entre fillogos y en el posterior abando-no de la ctedra por parte del afectado que ya aqu se separaron dos mundos: el mundo histrico-cientfico y el mundo de la expresin (Expressions - und Ausdruckswelt), del cual Nietzsche fue la primera manifestacin, el lanzallamas y el instaurador de sus fundamentos -este mundo cuya esencia era la fasci-nacin, la disposicin deslumbrante y el fragmento, un modo de agrupar las cosas tan profundo como sugestivo.4s

    Sobresale en todo este ensayo no slo la ausencia sino incluso la explcita negativa a considerar la obra de Nietzsche como eminentemente filosfica, como si su obra tan slo mereciese la compaa de Mallarm y Flaubert, Holderlin y Novalis, Matisse y Picasso, pero no la de Kant, Hegel y Schopen-hauer: Cre Nietzsche un sistema, un sistema moral o amoral? No. Anunci una filosofa? De ningn modo. Dice que "la fe en las categoras de la razn es la causa de la nada" y que "la sinrazn de una cosa no es ningn argumento contra su existencia, ms bien una condicin de la misma".46 El rasgo esencial en su vida y en su obra es, para Benn, la veracidad, la irrestricta expresividad, no la filosofa. De ah que subraye con frecuencia este pasaje del Zaratustra: "veraz -as llamo yo a quien marcha al desierto donde no hay dioses y ha roto su corazn venerador". Nos aproximamos as al aspecto fundamental de su

    45 [bid., SS. 201-202, p. 168. 46 !bid., s. 204, p. 170.

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    lectura de la obra de Nietzsche, a la que, en aras de su ntima poeticidad, de su esttica tan nuclear, se le extirpa cualquier otra dimensin filosfica, como si pudiramos contentarnos con la mera eliminacin del problema de la verdad de un nico plumazo y, en consecuencia, toda la ontologa y la teora del cono-cimiento, la filosofa de la historia y la antropologa del pensador, desde el ina-gotable Sobre verdad y mentira en sentido extramoral hasta los fragmentos ps-tumos de los aos ochenta o La genealoga de la moral, por ejemplo, resultaran intrascendentes, secundarias y prescindibles. Esas reflexiones filosficas tan fecundas e insoslayables restan totalmente opacas y desatendidas en esta per-sonalsima y sesgada lectura potica, tan fina en unos aspectos y tan sorda para tantas otras facetas, de las que en el fondo tambin depende y a las que de hecho tambin aprovecha en su propia teorizacin esttica, como puede com-probarse estudiando simplemente el recurrente problema del yo lrico en los tiempos modernos, cuestin sobre la que Benn ha redactado pginas memo-rables y en las que la deuda con Nietzsche es muy notoria.47

    Este corazn ha roto todo cuanto se cruz en su camino, todo lo hizo tri-zas, destruy los contenidos, aniquil las substancias, se hiri y se mutil a s mismo con el nico fin siguiente: hacer centellear las superficies de fractura exponindose a todo peligro y sin cuidarse de las consecuencias -se era su mtodo. Y este corazn loaba su estar destrozado: "Todo es mentira en m", dice el mago en el Zaratustra, "pero que yo estoy destrozado -este estar yo destrozado es autntico". Los contenidos carecan de sentido, pero su existencia era desgarrar con palabras su ser ntimo, la presin por expresarse, por for-mular, por fascinar y centellear. El trnsito del contenido a la expresin, la consuncin de la substancia en favor de la expresin, eso era el impulso ele-mental. "Osario todo como una tentativa" ... : nos hallamos ante el problema del arte puro, ante el "Olimpo de la apariencia".4s Aqu se halla la principal lec-cin que, como vimos, Benn aprende en Nietzsche: "El mundo de la expresin -esa mediacin entre el racionalismo y la nada!".49 Aquello que antes haba sido contenido, substancia, filosofa y pensamiento lo convirti Nietzsche en superficie, piel, ola y juego, en un continuo arrojar las redes del pescador, como plsticamente indica el poeta apoyndose en la lectura de Jaspers, sin conseguir nunca ningn nuevo sistema filosfico acabado y slido. Por ello Nietzsche se sita al comienzo de nuestra poca. Las discusiones actuales sobre el azar, el acaecer sin causa, la distribucin estadstica de los errores, que hoy da jue-gan un papel tan relevante en todas las investigaciones de la comunidad cien-

    47 Vase, por ejemplo, El yo moderno (Das moderne !eh), de 1919, y la ya citada y extraordinaria confe-rencia Problemas de la lrica, de 1951, entre otros muchos ensayos que tambin abordan la cuestin.

    48 Vol. VI, ss. 204-205, p. 171. Estas afirmaciones finales que ya conocemos tambin se encuentran repeti-das en otros textos, por ejemplo, en la Introduccin a Lrica del decenio expresionista, de 1955, vol. VI, s. 214.

    49 /bid., S. 205, p. 171.

  • Nietzsche en los ensayos del poeta Gottji-ied Benn. Una aproximacin 225

    tfica, son conceptos habituales en la obra de Nietzsche,so una obra que se resume en una historia de encuentros y rupturas en la que al final nada queda sino el arte y Peter Gast.

    De todos esos ciclpeos esfuerzos resta, por lo tanto, insiste Benn, la pepita de oro del arte, el no haber silenciado absolutamente nada a pesar de sus aris-tocrticas soledades y distancias, dndole expresin a lo vivido entre esos dos extremos en perpetua tensin, el grito de jbilo del conocimiento y la nostalgia de la posible cancin: Nietzsche es la prdida del yo en el sentido biogrfico, l atravesaba fases, tena sus opiniones, a saber, aquellas precisamente sobre las cuales escribi sus aforismos, l no ces de adquirir conocimientos y estados de nimo peligrosamente acelerados y sorprendentes, hasta el punto de inspi-rarle salmos y versos.51 Sus modos de expresin dejan muy atrs los cultivados por la modernidad y retornan a las palabras originarias y primordiales de los orculos y las adivinanzas, los enigmas y hechizos.

    Semejante paso atrs se revela profundamente innovador, nada reiterativo ni, todava menos, reaccionario: Hoy vemos que Nietzsche inaugur el "cuarto hombre" ... el hombre con la "prdida del centro" ... el hombre sin conteni-do moral y filosfico, que vive segn los principios de la forma y la expre-sin ... Ya no existe en modo alguno el ser humano, tan slo sus sntomas. El medio siglo que Benn ha vivido leyendo y releyendo los textos de Nietzsche le confirma su interpretacin: Perspectivas demasiado vastas -dirn algunos-, tambin arbitrarias o incluso equivocadas. Pero durante estos cincuenta aos hemos visto movimientos inslitos, la muerte y la reanimacin de cosas nuevas, sobre todo: la eliminacin de la verdad y la fundamentacin del estilo. No hay ms escapatorias ni tienen posibilidades de xito las sucesivas tentativas de reconstruccin de ese centro irremisiblemente perdido, y eso, aade Benn, ya lo saba Nietzsche, por eso dijo: sueo es el mundo y humo ante los ojos de un ser eternamente insatisfecho. Ahora quien lo dijo se ha convertido l mis-mo para nosotros en sueo, y en nuestro camino no damos ya ningn paso sin venerar este sueo.sz

    Con estas palabras de resonancias claramente religiosas -la adoracin>> de una divinidad que se nos ha manifestado en la realidad, la especial tesitura de los humanos ante una hierofana insospechada, como la que un da convoc a unos pastores ante una humildsima cuna- acaba Benn su ensayo. Remiten, claro est, a un pasaje del Zaratustra, De los trasmundanos, que, como bien

    50 [bid., SS. 205-206, p. 172. 51 Jbid., S. 207, pp. 173-174. 52 Jbid., S. 208, p. 175.

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    se sabe, es una especie de comentario autocrtico de la tan citada obra de ju-ventud, El nacimiento de la tragedia. Retengamos dos detalles de este pasaje final: el primero es la particular elipsis que lleva a cabo el poeta al transcribirlo, ya que en su versin original dice as: Sueo me pareca entonces el mundo, e invencin potica de un dios; humo coloreado ante los ojos de un ser divi-namente insatisfecho. Lo ms significativo del texto es, pues, quiz, lo no dicho en su cita: para Benn el mundo sigue siendo, en fin de cuentas, invencin potica de esos humanos fatalmente heroicos que son los artistas de las formas, las palabras y los sonidos, los mrtires de la expresin, los poetas, como l mismo y como Nietzsche. El segundo detalle remite tambin a esa premonitoria y controvertida obra de juventud, obra que no se da por superada y anticuada, sino que se la sigue considerando necesaria e ineludible, siempre que se la rein-terprete con la madurez que ahora tiene el poeta tras medio siglo de convivir con el pensador de la tragedia, un poeta que no se arredra ante lo que no deja de ser una inequvoca correccin a lo que tanto Nietzsche como l mismo en su juventud se atrevieron a pensar, a saber, que ms que a Dioniso, el dios de la ebriedad y del xtasis, conviene tributar culto a Apolo, el dios de la mesura y de la luz, drica divi~idad a quien directamente nos remite el potente simbo-lismo del sueo: en efecto, cincuenta aos despus de su muerte, Nietzsche ya se ha convertido ahora en uno de nuestros ms ntimos sueos, en una figura de perfil bien delimitado que nos ilumina en la noche.s3

    1 1

    6. EL LTIMO RESUl\4EN: MONLOGO DEL ARTISTA SOBRE NIETZSCHE Y EL FRACASO

    En octubre de 1952 public Benn en la prensa una carta abierta de respuesta al inesperado consejo de un antiguo amigo que le recomendaba que se dedicara a los poemas y dejara los ensayos, sobre todo los que se referan a Nietzsche. Esa carta es una rplica dirigida al lrico Alexander Lernet-Holenia, que su autor recogi luego en forma de libro en 1953 con el ttulo de Arte monolgico -? (Monologische Kunst -?).54 Este breve escrito prosigue y ampla su meditacin sobre Nietzsche, sintetizando comentarios y valoraciones de diferentes pocas, de manera similar a lo que hizo el filsofo con uno de sus interlocutores de-cisivos en su escrito Nietzsche contra Wagner. He aqu los pasajes centrales que lo integran, que transcribimos en la heniD.osa traduccin de A. Snchez Pascual, que hemos completado cuando el texto ~o requera para que as mantenga toda su unidad; lo poco que resta por traducir es perfectamente anecdtico y pres-

    53 Sobre la progresiva importancia que va revistiendo ~polo en la obra de Benn resulta muy esclarecedora la lectura del magnfico estudio de F. W Wodtke, Die Antiqw:Vm Werke Gottfi'ied BemM'. Wiesbaden, Limes, 1963.

    54 Vol. VI, ss. 80-86.

  • Nietzsche en los ensayos del poeta Gottji-ied Benn. Una aproximw;in 227

    cindible desde nuestros actuales propsitos. Esta vez nos abstendremos de cualquier comentario, pensamos que el mejor homenaje a Nietzsche y al poeta Benn consiste en cederles la palabra, en especial cuando sta resume las opciones y las meditaciones personalsimas de toda una vida:

    Lo que ms me ha sorprendido ha sido su observacin de que Nietzsche fracas (a causa de su soledad; de esto hablar luego). Fracas Nietzsche? Yo pienso que Nietzsche se edific, se levant a s mismo desde las medianeras hasta la bandera, desde el cuarto en que coma sus bocadillos de embutidos, cuyos pellejos yacan desparramados por el suelo a la maana siguiente, hasta el puente en la noche sombra, pasando por Venecia y las cavernas con el guila y la serpiente. Pero si fracas, es que gente como l puede ver venir a su encuentro algo distinto, soportar algo distinto que el fracaso? Es que gente como l quiere triunfar, quiere un cosmtico para el cabello, a base de Happy-end y conformismo, es que gente como l quiere vencer? Es que para gente como l existe otra victoria que la de decir al final: "Alrededor de m el eterno juego de las olas prosigue, lo ms grvido por siempre hundise en el azul olvido"? No, gente como l no mira alrededor suyo.

    Fracas a causa de su soledad, escribe usted luego. Lo que voy a decir ahora no me lo saco de la manga, desde hace aos vengo meditando sobre ello, desde hace aos vengo meditando sobre el verso que dice: "quien perdi lo que t has perdido, no hace alto en parte alguna". Al principio tambin yo pens que lo que l haba perdido era la comunidad con los seres humanos, la comu-nidad con el hombre y la mujer, la comunidad con todas y cada una de las cosas, pero la comunidad a que el verso se refiere no puede ser sa. Es otra co-munidad la que l haba perdido, la comunidad con la sustancia, con todo aquello que en los siglos pasados fue considerado como sustancia, como sus-tancia humana, como contenido humano, es decir, filosofa, filologa, teologa, biologa, causalidad, erotismo, verdad, lgica, ser, identidad -todo esto l lo haba roto, haba destruido los contenidos, se haba lastimado y mutilado a s mismo con la nica meta de hacer brillar las grietas, indiferente a cualquier peligro y sin prestar atencin a los resultados- "romper su esencia interna con palabras, eso fue su existencia" ...

    Bien cierto, al final slo hablaba an consigo mismo, naturalmente, con quin tena, pues, que hablar? Ya no exista la hora de Dios, el reloj ya no daba las horas, y tampoco existan ya los seres humanos, pues ya no haba ninguno de ellos que existiera, tan slo existan sus sntomas, tan slo haba todava un ser humano entre comillas, un humano ya muy en la lejana, con angustia y tor-mentos ntimos, mil veces prostituido filosfica y literariamente, mil veces consumido por sus gemidos, de quien l se haba alejado (y nosotros con l)

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    -as pues, qu deba hacer?, acaso deba convertirse en fillogo?, eso lo tena ya a sus espaldas; no, se qued sin saber salir del paso, continu siendo tan slo l mismo, a saber, sigui siendo veraz: "Veraz, as llamo yo a quien marcha al desierto donde no hay dioses y ha roto su corazn venerador" -pero, aada, "el hecho de que yo rompo, ese romper mo es autntico". Yo, por mi parte, a esto no lo llamara fracasar, sino que buscara otra palabra para calificarlo, y en todo el mbito de nuestra lengua slo veo una palabra capaz de resistir la prueba, una palabra de resonancia antigua, a saber: fatalidad ...

    Nietzsche, por lo tanto, pens de una manera torpe, y retrocedi un paso largo hacia mbitos de mayor pobreza ... Esa "voz tras el teln" expresa algo que me ha perseguido a lo largo de mi vida, un tema que estuvo una y otra vez en mis pensamientos, esa voz ensea como mxima suprema y como ltimo camino que lleva a una salida de urgencia lo siguiente: "Vivir en lo oscuro, ha-cer en lo oscuro lo que podamos" -sa es una voz seria, ste es su sermn de la montaa. Esa voz quiere decir: dejad ya vuestro eterno parloteo ideolgico, vuestro bramar pidiendo algo "superior", el hombre no es un ser superior, nos-otros no somos la estirpe que desde lo oscuro hacia lo claro aspira- hacia qu aspiramos, eso yo no lo s, si he de hablar con franqueza, pero lo que hemos alcanzado ha sido, en su mayor parte, lo presuntuoso, lo soberbio, tambin lo estpido -por tanto, pareca estar en su lugar un cierto derribo de esa arrogancia nuestra, a esa voz le pareca moralmente indicado una breve permanencia en lo oscuro, tambin en lo vil.ss

    Quisiramos acabar con un pasaje provocador que se atreve a cuestionar cierta actitud filosfica bastante poco nietzscheana, con el cual nos remitimos a lo que ya expusimos al inicio de estas pginas. Pensamos que es una forma coherente de consumar este homenaje al singular filsofo cuyo centenario el poeta expresionista Gottfried Benn nos ha permitido celebrar con infrecuente radicalidad:

    Tengan presente la diferencia fundamental entre pensador y poeta, entre erudito y artista, los cuales, no obstante, suelen ser mencionados conjuntamen-te por el pblico y metidos en el mismo cajn de sastre, como si manifestaran una gran identidad. Qu lejos est todo esto de la verdad! El artista se encuen-tra enteramente abandonado a s mismo ... Este yo lrico tiene a veces una im-presin completamente extravagante. Se la confiesa a s mismo slo con cau-tela. A veces no puede sustraerse a la siguiente impresin: se dira que tambin

    55 Vase la larga cita contenida en un artculo publicado por la Revista de Occidente, nmero monogrfico dedicado a Nietzsche: estudios y textos, dirigido por A. Snchez Pascual. Madrid, agosto-septiembre de 1973, nos. 125 y 126, pp. 140-142, con varios aadidos nuestros.

  • Nietzsche en los ensayos del poeta Gottji-ied Benn. Una aproximacin 229

    los filsofos actuales quieren en el fondo poetizar. Sienten que en el momento actual el pensamiento sistemtico-discursivo ha llegado a su fin, la conciencia soporta hoy da slo el pensar fragmentario, y por muy penetrantes que puedan ser algunas de sus afirmaciones, los tratados de quinientas pginas sobre la verdad tienen el mismo peso que un poema de tres estrofas. Este ligero terre-moto no pasa desapercibido a los filsofos, pero su relacin con la palabra ha sufrido una avera o jams ha rebosado vida; por ello se hicieron filsofos, pero en el fondo, desearan poetizar -todo desea poetizar.56 A los exigentes y sus-picaces ojos del yo lrico de Benn, Nietzsche se atrevi a hacerlo, ah estn para demostrarlo sus Canciones del prncipe Vogelji-ei, las canciones del Zaratustra, la bellsima cancin de gndola de Ecce h