metaecología y su horizonte poético

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En la poesía ¡desde Andrés Bello hasta nuestros días! la prolija y abrumadora presencia de la poesía lírica, impide condensar los escritos recogidos sobre ese aspecto por demás innecesario que en sus libros precisamente tratan. Entonces bien, por sobre la noble ciencia de la ecología, hay una versión artística espiritual de ese mismo amor a la Tierra junto a la inquietud por su destino. Siempre el hombre sabio ha percibido ese afecto, esa entrañable visualización del Planeta como la “makros oíkos”, la extensa casa de todos dentro de la cual cruzamos la aventura de la existencia, identificados, comprometidos, con su devenir. Significa la poesía del entorno un intenso diálogo con el tiempo, con la eternidad metáfora envolvente de una súplica a Zeus, a Theá, Artemis, a Dea Diana, la Divina defensa silenciosa de la Tierra. Ese horizonte artístico espiritual, pleno de pasión ecológica, la nombramos pues, METAECOLOGÍA. Lenin Cardozo, ambientalista venezolano

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Page 3: Metaecología y su horizonte poético

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Lubio Cardozo.

Lenin Cardozo Parra – Hugo E. Méndez U. Co-editores.

METAECOLOGÍA Y SU HORIZONTE POÉTICO. Literatura y prosa

ambientalista.

Primera edición.

No esta permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento

informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea

electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso

previo y por escrito de los titulares del Copyright.

Copyright de este número:

Portada: Henry Matisse. Icarus. 1847.

Lubio Cardozo.

Lenin Cardozo Parra – Hugo E. Méndez U. Co-editores. 2015.

Editorial Erato, Octubre 2015.

Isla Dorada, Maracaibo.

Concepto, edición, composición y montaje: Hugo E. Méndez U.

[email protected]

Page 4: Metaecología y su horizonte poético

3

Y pensar que ese verbo es falso hasta siempre: volver. Y pensar que no

podemos: No retornaremos al pozo del río bajo las grandes mijaos. Estarán

otra vez las doncellas sobre islas de piedras entre lirios de agua. Atravesará los

espinares del altozano el canto de las lavanderas. Pero ya no se puede volver

porque el mundo que hicimos mal desde el comienzo es roca en medio de ancho

foso que ya no podremos saltar Isla de soledad rodeada de fantasmas. Apenas si

disponemos del corazón entre los florecidos huracanes.

Lubio Cardozo, ambientalista venezolano

¡Salve, fecunda zona,

que al sol enamorado circunscribes

el vago curso, y cuanto ser se anima

en cada vario clima,

acariciada de su luz, concibes!

Andrés Bello, La agricultura de la zona tórrida (versos 1–5).

Page 5: Metaecología y su horizonte poético

4

Dedicado

A la Guyana Esequiba, el último territorio con inmensas selvas incólumes,

junta a la fauna y flora más variada, abundante e insólita del planeta; de

tierras, aguas, atmósfera impolutas; de bellísmia gente.

Page 6: Metaecología y su horizonte poético

5

Contenido

Dedicado 4 Contenido 5 Introducción al libro 7

1. La Metaecología y su horizonte poético

1. ¿Cuál es el ser de la poesía? 11 2. Estar en la poesía 16 3. El Nativismo en la poesía lírica venezolana 23

4. Ecopoesía un camino para la reflexión. Entrevista al poeta Lubio

Cardozo 34

2. La Metaecología y Andrés Bello

1. ¿Cómo armó Bello su composición lírica Alocución a la Poesía? 40 2. Andrés Bello (1781 - 1865) el primer ambientalista de Venezuela 44 3. Que tu nativa rustiquez desama: Poesía, libertad, la percepción de Andrés

Bello 48

4. Andrés Bello – Alejandro de Humboldt: los creadores del sentimiento

ecológico en el nuevo mundo 54

3. La Metaecología y sus creadores

1. Poema Diosa Tierra por Lubio Cardozo 62

2. La idea de poesía en Nada Salas: Kosmos 63

3. La idea de poesía en Teresa Coraspe 72 4. La idea de poesía de Carlos Agusto León: La belleza uncida al bien 78

5. La idea de poesía de Alberto José Pérez: Los llanos occidentales de

Venezuela en la obra de su último gran bardo 83

6. La idea de poesía en Juan Beroes (1914-1975) 98 7. Un ver los deshabitados paraísos, poemarios de Juan Beroes 104

8. Las flores y aves de Juan Beroes, ecopoeta venezolano 108

9. Materia Idea: Materiaidad en dos composiciones líricas de dos poetas

venezolanos: Alfredo Silva Estrada y Juan Beroes 111

10. La poesía sobrevive a la confusión de la esperanza. Fernando Paz

Castillo 115

11. Decorosa del ambiente: La gesta pictórica de Juan Loyola 120 12. La poesía ecologista de Manuel Felipe Rugeles 123

Page 7: Metaecología y su horizonte poético

6

13. Lo órfico y lo nítido en dos poemas a una misma flor 128

14. Nubes de agua y árboles, en la ecopoesía de Carlos Augusto León 133 15. Omar Khayyam: testimonio poético de un verdor donde hoy sólo

quedan desiertos 135

16. Homenaje de lector a la poeta María Mercedes Carranza 138 17. La pintura ambientalista de Luis Alfredo López Méndez 144

4. La Metaecología y otros escritos

1. Ecología del testimonio 148 2. Los espíritus protectores de los árboles en la mitología griega. Dríades,

Hamadríades y Hespérides 150

3. Manifiesto de Mérida / ¡¡¡En el Esequibo Exxon NO!!! 153

5. El Autor y sus Co-editores

1. El Autor 157

2. Los Co-editores 158

Page 8: Metaecología y su horizonte poético

7

Introducción al libro

La Metaecología y su horizonte poético

Si la ecología investiga la dinámica vinculación de los organismos vivos con el

ámbito donde se desenvuelve su presencia, mediante disímiles perspectivas

científicas coincidentes en su versión académica. En su versión social-política hizo,

en la praxis de la acción, de la prédica de estos conocimientos un apostolado en la

defensa real, eficientemente, de los espacios naturales del Planeta en un intento

siempre desesperado por detener su deterioro por obra del factor antrópico.

Ahora bien, antes del concepto científico de ecología, siempre ha existido en el

Hemisferio Occidental, -parodiando la famosa expresión francesa: “l´ ecologie avant

l´ecologie”-, un nivel de la creatividad artística donde muestra el mismo amor a la

Tierra unido a la angustia por su devenir. Este estrato artístico-espiritual lleno de

sentimiento ecológico (sin afán cientificista ni tampoco diatriba) lo hemos

nominado METAECOLOGÍA.

Desde la poesía de Homero, en la Ilíada, en la Odisea ya se enaltecen

exhaustivamente los lindos territorios, islas, regiones continentales de aquella

Grecia. Heredó la civilización romana cuanto pudo del conocimiento helénico así

también la filia mediante el apoyo descriptivo de la hermosura de los paisajes de la

parte italiana del Imperio Romano, bastante para remover el entusiasmo del lector

al recordar las Églogas, las Geórgicas de Virgilio. Desde entonces legado

permanente, de la poesía lírica occidental.

Más no sólo la poesía, durante el Renacimiento europeo los grandes maestros de la

pintura respaldaron con sus obras esta presencia de la naturaleza silvestre: Si

observan con detenimiento sus lienzos, se percibirán al fondo detrás de los planos

de las figuras centrales, encantadores panoramas de la vegetación característica, a

veces con sus animales, de las respectivas jóvenes naciones de entonces. Un siglo

después, testimonio de aquel fecundo verdor alrededor de las ciudades, en las telas

de Watteau, de Poussin y Cruzón, este impulso con la amorosa vehemencia hasta

la primera mitad del siglo veinte: la inconfundible luminosidad mediterránea del

mediodía francés, junto con su flora, enriqueció con sus verdes, sus caminos, sus

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8

azules, sus violetas, sus dorados, la pintura de H. Matisse, de C. Monet y J. H.

Fragonard.

Por supuesto, la música con su fuerza reveladora de las densas, crípticas,

emociones del espíritu expuso con gran intensidad sobre la urdimbre de sus notas,

la gracia de los ambientes naturales consubstanciados con la existencia de sus

pobladores. Volvamos a oír en el recuerdo –mientras se leen estas páginas- el dulce

homenaje de Vivaldi a la primavera, al verano, al otoño, al invierno (Las Cuatro

Estaciones), a la Sexta Sinfonía de Beethoven, la Sinfonía Escocesa de Medelssohn,

Mi País de Smetana, Finlandia de Sibelius, La Consagración de la Primavera de

Stravinski, entre muchísimas otras partituras exponentes de la afectividad por las

regiones naturales, por las cautivantes visiones, por los encantamientos del tercer

astro del sistema solar, por su rostro más noble: la vida.

En Venezuela, tal vez ha sido en la pintura, en los libros sobre plantas y animales,

por su sabiduría y propósito: La fauna descriptiva de Venezuela, de Eduardo

Röhl, El Manual de plantas usuales de Venezuela de H. Pittier, los sorprendentes

volúmenes sobre Hierbas y árboles venezolanos de Jesús Hoyos. En la narrativa, la

poesía donde las exuberantes extensiones de la Patria, halló sus grandes

divulgadores, cabales intérpretes de la beldad de su naturaleza, De la creación

pictórica llegan a la memoria Armando Reverón con sus “marinas” y paisajes de la

Guaira, Rafael Monasterio, Luis Alfredo López Méndez. En la narrativa el paisaje

venezolano ocupa un lugar al mismo nivel de la fábula en la obra, de los

personajes, de la tesis; la novela de Rómulo Gallegos lo prueba de manera

fehaciente, como nadie, exaltó con un enunciación cargada de filia las grandes

extensiones geográficas componentes de Venezuela: Los Llanos (Doña Bárbara,

Cantaclaro), la selva (Canaima), la planicie al noroeste del Lago de Maracaibo

(Sobre la misma tierra), la Cordillera de la Costa (Pobre negro), más antes de

Gallegos igual trataron con discurso noble, aspectos de la superficie del país M. V.

Romero García, en el siglo diecinueve con su novela Peonía; a comienzos de la

centuria pasada, virtuosos en esta fortitud descriptiva a la par de salvadora,

dignos representantes de la narrativa fueron L. M. Urbaneja Achelpohl (¡En este

País!), Manuel Díaz Rodríguez (Ídolos rotos, Peregrina).

Page 10: Metaecología y su horizonte poético

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En la poesía ¡desde Andrés Bello hasta nuestros días! la prolija y abrumadora

presencia de la poesía lírica, impide condensar los escritos recogidos sobre ese

aspecto por demás innecesario que en sus libros precisamente tratan.

Entonces bien, por sobre la noble ciencia de la ecología, hay una versión artística

espiritual de ese mismo amor a la Tierra junto a la inquietud por su destino.

Siempre el hombre sabio ha percibido ese afecto, esa entrañable visualización del

Planeta como la “makros oíkos”, la extensa casa de todos dentro de la cual

cruzamos la aventura de la existencia, identificados, comprometidos, con su

devenir.

Significa la poesía del entorno un intenso diálogo con el tiempo, con la eternidad

metáfora envolvente de una súplica a Zeus, a Theá, Artemis, a Dea Diana, la

Divina defensa silenciosa de la Tierra.

Ese horizonte artístico espiritual, pleno de pasión ecológica, la nombramos pues,

METAECOLOGÍA.

Lenin Cardozo, ambientalista venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2015/08/metaecologia-su-horizonte-poetico.html,

Lenin Cardozo, La Metaecología y su horizonte poético. Domingo, 30 de agosto de

2015.

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1. La Metaecología y su horizonte poético

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11

1 ¿Cuál es el ser de la poesía?

Es el ser de la poesía el canto, lo

módico en sí. Proviene el canto

originario del sonoro manifestarse de

las múltiples criaturas de la tierra. No

pertenece la mudez a las diversas

formas conformantes de la totalidad de

la madre Gea, equivaldría dicha

mudez a algo así como la voz de la

nada, mientras el silencio si juega en

sus contrastar con los sonidos de la

naturaleza, soslayando al humanus,

resultaría muy largo nombrar las distintas modalidades de la polifonía de la vida

silvestre, la cual se duplicaría al sumar las sonancias de las formaciones inertes. A

ambos modos -lo vivo lo inerte- una esencialidad contribuye al sostén de sus

cuerpos el encanto, lo encantatorio. Basten dos ejemplos arquetípicos de cada uno,

el trino de un turpial desde la cima de un guayabo, el silbo de la fuerte brisa sobre

la hierba. ¿Pero de donde emana tal canto? Afirmara esta sentida hipótesis: desde

las profundidades del universo, legado de la eternidad. Cala en el humanus a

través de la raíz terrea de su soma, asciende hacia su ápice cefálico, el cual mira

hacia el cielo, llámese a la capacidad apical de contemplar lo celeste inteligencia,

sensibilidad. Es la tierra la más perfecta de las imperfectas formas reminiscentes de

los eidos.

II

En su origen, valga decir Grecia, los disimiles modos expresivos, asi cual los

contenidos de la poesía, sobre un cauce común fluían, lo ódico, el canto.

Asumieron ese destino esencial, vertidos en distintos ensamblajes, métricos, la

épica, la dramática, la lírica monódica, la lírica coral. Permitió el invento del verso

ordenar , cohesionar, exponer oralmente ese cantar, significo el verso el armonizar

las silabas de las palabras -apellidada después métrica por los retóricos- para, al

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nivel óptico, obtener esa musicalidad del canto, respaldada por un variado

instrumental melódico excorporis oportuno, la lira, las flautas, la citara, entre otros.

Pero en las extensas vías de los siglos el adecuado e inteligente uso de los pies

métricos relegaron el instrumento musical, aunque se quedaron con sus sonidos,

con sus cadencias, sus tonos. Le dieron estos intensa sonoridad a las silabas, a los

versos, desapareció el instrumento lira (lyra) más reencarnó en los poemas

herederos de su nombre así cual de su esencialidad.

Se despojó pues la poesía de lo accesorio, instrumentos, coros, en fin por las

dýnamis del desarrollo intelectual, artístico, social, conservo solo su desnudo ser:

el canto, lo ódico, la patente sonancia del ludismo de las voces, sumase a ello el

cautivante trueque de los nombres: con el paso del tiempo la singular manera de la

composición en verso nominada lírica (monódica), coral revelo ser la oculta

verdad de la naturaleza ínsita del poema, de la poesía, percepción posible, hoy

gracias a la progresión del pensar. Va ella en los versos, en la rítmica de las silabas

equivale la lírica a la musicalidad misma de composición abrigante de los

contenidos fabularios para transmitirlos cual semántica fónica a los oidores, a los

lectores.

Sucedió así en su evolucionar una maravillosa asunción. Enunciar puedo, por ello,

desde este promontorio del hoy: la lírica es la poesía en sí. Afirmar mediante cinco

vocablos una misma creación del alma espíritu del humanus. Una resonancia

eidética corporizada por la poietiké en realidad: la lírica es la poesía.

III

Brota, sobre este primer horizonte fértil de la inherencia ódica, la pregunta ¿Cuál

es el ser de la poesía? ¿La belleza? No le resta lo obvio su legítimo estar allí en la

estratificación de las intensidades de este sentimiento ingénito a los versos en su

nivel de natura naturata (lo ya creado) develado por el alma espíritu anudado a la

inteligencia, natura naturans (creador, hacedor). Jamás ha existido en el lenguaje

del humanus (del hemisferio occidental) un verbo capaz de traducir, de verter en

hilvanados vocablos el ser de la belleza. Pertenece ella a otro estrato de existencia.

El Empíreo de las Ideas. Manifiéstase en el intelectual cual un culto -religión sin

patetismo- cuyos feligreses amorosos de la belleza se declaran sus sacerdotes los

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artistas, su Dios Apolo. Apolo es la belleza en sí. Debe pensarse su Diosidad, en un

momento de su estar corpóreo, en glorioso polen dorado disuelto en deifico aire.

Penetrará de tal guisa en el alma espíritu de quien ha nacido creador para dotarlo

definitivamente de la piotike, capaz entonces de transmitir la divina belleza en

obra artística, poesía, música y pintura, escultura, en fin; o en ciencia cuando esta

se coloca en su horizonte de meditación pura. Significa su tangible realidad en la

tierra un don descendido, caído por divina gravedad cual la lluvia de oro de Zeus

para fecundar a Dánae. Oro nunca palpable más si de vivida fortitud manifiesta. Si

por la vía de la terrea raíz del soma del humanus escala hasta el cefálico ápice el

canto, a la inversa del camino desciende desde la misma cima, cabeza de las

personas, la belleza, hasta en resplandeciente labor objetivarse. Tópanse canto,

belleza es el alma espíritu, en la inteligencia, se amorosan para contribuir a la

conformación de la poesía Fluirá desde la boca de los trovadores en odas, de los

científicos en ascética ciencia, de los religiosas en teología, de los artistas plásticos

en cuadros, esculturas, de los músicos en sus siempre sorprendentes melodías

sinfónicas, en fin.

I V

La relación del ser con el humanus es de amor y fuga, aunque entrañable nunca

atrapable, eternamente fugitivo. ¿Por qué? Por cuanto el ser del ser infinito se

nómina. ¿Cómo someterlo entonces a la definición de un pensar? Reta no obstante

el ser en su manifestación, ahora bien cuando se le trata de encerrar en un concepto

del percibir huye, desaparece en su propio seno, pero deposita en su evasión un

tesoro de entes sucedáneos a lo buscado, a lo meditado. Por ello ninguna pesquisa,

estudio, investigación del ser resulta vana, por el contrario enriquece, aporta; el

usufructo de sus bienes a la expansión armónica de la vida ayuda. Por eso otra vez

la pregunta emerge ¿Cuál es el ser de la poesía? ¿Acaso la verdad? Porta la poesía

en si entre las esencias de su entidad la verdad absoluta la cual define al

indiscutible poder de iluminar las connaturales palabras de su corporeidad, para

desde allí echarlas a andar por el mundo a través de la rítmica, de la musicalidad

ingénita a las voces. La otra verdad también posee, la del "claro para el ocultarse"

tan exhaustivamente meditada por Martín Heidegger, ésta por su inherencia

refuerza en dicho sentido el peculiar impulso revelador de lo poético. En el noble

estrato de la excelsa sabiduría lo ódico. Y la verdad se identifican. Por cuanto en el

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14

Hemisferio Occidental el pensamiento creativo, teorético, en la poesía concluye,

ella su fin, su tope, su retributiva alegría deificada es. Además de la paradigmática

poesía en verso -la épica, la dramática, la lírica- se puede aseverar con continuidad

lo inmediato, la matemática de elevado nivel, los Diálogos de Platón, la astrofísica

sedienta del universo, las Enéadas de Plotino, las Confesiones de Agustín, la

Teología de Tomás de Aquino, la Critica de la razón pura de Kant, el Kosmos de

Humbolt, la química de Mendeleiv, la escritura (cartas, discursos) de Bolívar, el

pensar de Martín Heidegger, los textos sobre la flora nativa de Jesús Hoyos, la

Fauna descriptiva de Venezuela de Eduardo Roel, a manera de un pequeño

muestrario arquetípico , tejen en sus peculiares horizontes el cuerpo sagrado de la

poesía en sí. Requiérese para ello la cognitiva santidad de la sabiduría, el bíos

theoritikós, siempre difíciles de alcanzar.

Me he atrevido, en el caso del presente escrito, a una módica reflexión sobre la

poesía en sí, atisbado desde este promontorio del hoy.

V

Finalmente cierro estas breves páginas con dos composiciones de poetas

paradigmas de la lírica venezolana del siglo veinte, Alfredo Silva Estrada, Juan

Beroes. Estudiados poco por quienes ocupan del mester de la crítica literaria del

País. ¿Por qué? ¿Pereza? Cruzar por el denso bosque de la palabra encantada de las

(en su totalidad) poesías de ellos dos, innegablemente un gran esfuerzo de

inteligencia asentada en latos saberes implica.

De Alfredo Silva Estrada,

EN EL CANTO DEL PÁJARO

Sí, en el canto del pájaro hay un signo

lo que no comprendemos

algo

que no comprendemos

eso que no comprendemos y en silencio nos une

esa música en sí

plenitud olvidada que nos abarca

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15

en el canto del pájaro.

De: Los moradores. Caracas, Monte Avila, 1975. p. 36. El poema va dedicado a

Fernando Paz Castillo.

De Juan Beroes,

Canto IV

Por sus anchos pies bajó el verano

y abrió el caudal de las iluminadas golondrinas.

Miré sangre con alas en los lienzos del techo,

y oí templar guitarras calurosas

con fuegos de una mano incendiada.

Alguno levantó sus huesos

en el sudor de unos tallos de música.

El sol ponía donceles en nuestra puerta,

y el calor andaba por los palomares.

¿Quién nos decía ¡adiós! ,

desde un sillón revestido de sombra?

¿Quién al cabalgar por la roja tiniebla,

arrojó a mi frente unas llaves

parecidas a un sonoro ramo de lágrimas?

De: Los deshabilitados paraísos. Caracas, tip. Vargas, 1967. p. 52.

Lubio Cardozo, poeta ambientalista venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2015/08/metaecologia-cual-es-el-ser-de-la-

poesia.html, Lubio Cardozo, ¿Cuál es el ser de la poesía? Domingo, 30 de agosto de

2015.

Page 17: Metaecología y su horizonte poético

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2 Estar en la poesía

En el hemisferio del planeta Tierra

nominado Occidente, ante el reto de

la poesía el humano amoroso de la

creatividad verbal ha respondido con

dos actitudes diferentes en el uso de

su voz lírica. Asumo, cual irrefutable

al respecto la definición de Platón en

su diálogo Fedro donde por boca de

Sócrates afirma (Diálogos. México,

Porrúa, 1972. p. 636): “Pero todo

quien intente aproximarse al

santuario de la poesía, sin estar agitado por el delirio que viene de las Musas, o

crea que el arte sólo basta para hacerle poeta, estará muy distante de la perfección;

la poesía de los sabios se verá siempre eclipsada por los cantos que respiran un

éxtasis divino”. Aunque el filósofo ateniense una de las dos actitudes privilegia

señala sin embargo la existencia de la otra.

La disposición del ánimo poético correspondiente al hombre naturalmente sabio,

noble, quien admirado ante la belleza del mundo de su entorno o del lejano –cielo,

estrellas, mares, montañas, los días, las ciudades, así hasta el infinito- desea

atraparla en la red de las palabras dispuestas en diáfana logicidad, más sin excluir

el ludismo contextual, el ínsito juego del ingenio creativo en la literatura (la

sutileza de urdir con fulgencia, con gallardía las formas estructurantes del poema

lírico) cual un obsequio tanta a sí mismo cual a los otros.

En efecto ¿cómo hacerlo? Sabio al fin, aprende la escritura de los versos mediante

ese “arte” mencionado por Sócrates. Ayudarán el pathos de este complejo mester

escogido los conocimientos. La inteligencia, la sensibilidad del cantor: levantarán

sus estrofas una belleza anudada con esta actitud composicional, la pulchritudo

nítida (rationalis). Oportuno para concluir este primer tramo del escrito la

afirmación de Martin Heidegger: “La lógica como teoría del pensar correcto se

Page 18: Metaecología y su horizonte poético

17

convierte en meditación acerca de la esencia del lenguaje como nombramiento

fundante de la verdad del ser [Seyn]” (Aportes a la filosofía. Acerca del evento.

Buenos Aires, 2006. p. 151). Apoyase lo dicho supra en un poema arquetípico.

MOLINO

Hilandero de vida

en la rueca del viento.

Galán de las espigas

del maduro trigal.

Gira el molino, gira

como si fuera el corazón del cerro.

La aurora –al visitarle-

con brisa y aire

tejer un juego de blondas.

La aurora –al despedirse-

le deja entre los brazos la mañana.

Gira el molino, gira

como si fuera el corazón del cerro.

Molino –Cristo campesino

crucificado en rachas

aulladas por los zorros-

a tu amparo, tres ranchos se arrodillan

y te bendicen

con las palabras largas

y grises del fogón.

Hilandero de vida

en la rueca del viento.

Galán de las espigas

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18

del maduro trigal.

Poema de Juan Antonio Patrizi (Mérida, 1911- Caracas, 1950), tomado de su libro

Riscos (Mérida, 2003. p. 23).

Difiere ésta de la otra disposición del alma ante el reto de la poesía, la concerniente

a aquellos cuyos cantos “respiran un éxtasis divino”, según Sócrates en el pasaje

citado. Por la voz de estos heraldos de las Musas fluye un desbordado río de

resonancias reminiscentes, de armonizadas palabras cautivantes para revelar a los

otros los misterios de la Madre Gea –la tierra- uncido a los de Uranus –el cielo-:

intemporal, espacial, romántico, órfico, la anamnesis: “Cuando un hombre percibe

las bellezas de este mundo y recuerda la belleza verdadera, su alma toma alas y

desea volar”… revelación de Sócrates (Op. cit. p. 639). Su lenguaje nunca se

sacrificará a un severo orden lógico expositivo de las frases sumisas a la

berroqueña realidad inmediata, se elige más bien el melos oracular, el grito, lo

profético, el alarido del vidente, del vate, de la pitonisa; brota su cántico con

libérrima fuerza desde la arcanidad del soma del humanus, “delirio que viene de

las Musas” dice Sócrates. Impone su única razón escritural la belleza

consubstanciada con este otro rezar lírico, la pulchritud obscura (orphica).

Aunque Sócrates en las líneas citadas a unos trovadores los ubicó en el horizonte

de “la poesía de los sabios” a los otros, no los agrupó bajo un rótulo singularizado,

más en la remota antigüedad griega a estos bardos se les apellidó “órficos”; aedos,

rapsodas seguidores del mítico poeta Orfeo cuyos dulcísonos versos movían las

rocas, danzaban los árboles, apaciguaban a las fieras.

“Revoloteaban sobre su cabeza

infinitos los pájaros,

los peces fuera del agua azul

al son de sus bellas odas saltaban”.

Simónides de Keos (556 – 467 a. C.) ORFEO

Hechizo con sus odas las divinidades del mundo subterráneo, el reino del

atardecer del Dios Hades. Se ha tejido con el impulso y concepción de lo Kállos

órfico, a lo largo de los siglos, una extensa elocución lírica la cual se ha derramado

Page 20: Metaecología y su horizonte poético

19

más allá de lo propiamente literario para irrigar el hoy olvidado humanismo

órfico.

Asiste esta segunda parte de la exposición el poema XI de Juan Beroes de su libro

Prisión terrena (Caracas, Suma, 1946).

Grave tristeza mía

al fin aprisionada.

Prisionero en tu pecho

¡Oh, tierra desolada

mi corazón te canta!

¡Tierra del corazón, madre del sueño!

Brazos, al fin, abiertos

como la fresca boca

que a tu seno me lleva;

¡huesos que te devuelvo,

polvo que te reintegro!

Tierra fresca y obscura

¡pascua del corazón, madre del duelo!

Seca raíz de amor a mi arrancada

por mi dolor levante

y en ti, feliz, se asome,

divague con los lirios

se mueva en los trigales.

Tierra del corazón:

¡sábeme tan pequeño!

Raíz del mi morir de mi nacida

torne al seno del árbol castigado,

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20

árbol solo y de muerte,

ciprés crucificado

en tus altas colinas, dura tierra!

Enséñame tus brazos,

brazos para dormir, ¡pequeña dicha!

dicha como el morir ¡breve y pequeña!

Grave tristeza mía,

tristeza que no vive, ¡ay! tierra airada

sin tu sordo rumor innumerable.

¡Oh, tierra clamorosa que denuncias

el florecido instante de los besos,

el paso de los hombres,

la sedienta colina en la que el sueño

derrama su inocente primavera!

¡Oh, silvestre corteza de los años

sin huellas de mi paso por tu arena!

¡Tierra del fallecer, madre del sueño!

¡Por mi joven dolor crucificado

este hueso de amor, al fin, te canta!

Pero ¿proviene de dónde ese singular lenguaje de los poetas órficos? ¿Ese “éxtasis

divino” (Sócrates), esas resonancias reminiscentes con las cuales ellos dicen

interpretar las señales de las múltiples manifestaciones de la Madre Gea?

“Porque soy dura roca que se parte en los mares

y ardorosa ventisca que golpea las ventanas”.

Juan Beroes, XII.

¿Ese desorden expresivo, alógico, identificado con el fluir de los misterios de la

vida espiritual, de lo sacratus? Sencillamente del principio central del pensamiento

órfico, el soma (Σώμα): “El cuerpo es el sepulcro del alma”.

Page 22: Metaecología y su horizonte poético

21

“Es la hora del alma entre sus muros,

¡quieta noche del sueño!”

Juan Beroes, III.

(…)

“¡Mírame, al fin, oh tierra:

sábeme vivo fruto

de tu férrea prisión indiferente!

En tu polvo me asomo

y mi aliento disipas.

¡Y en ti doblo mi tallo pasajero,

pues, ciega, me desnudas,

y entraña de ti misma, me consumes!”

Juan Beroes, XIV.

Es, pues, el cuerpo para los órficos el sepulcro del alma. Significa cuerpo, lo

corporal, el vocablo griego soma (Σώμα) cuyo paradigma el cuerpo del humanus

lo representa, Sema (Σέμα) en la lengua de los helenos, en su sentido originario,

traduce: “señal del cielo”, indicio del espíritu, portento, presagio, sepultura. Pues

bien, las voces de los poetas órficos de lo más recóndito de ese “sepulcro del alma”

salen, arrastran ellas en su salida hacia las odas contenidos presagiales de esencia

divina, palabras hechas de íntimos misterios, pálpitos, presentimientos, signos

reveladores del ser del espíritu.

(…)

“¡Que el hombre prisionero

levante su clamor enfurecido

sobre esta arcilla triste,

sobre esta sangre mía

sustento de animales

y pasto de criaturas!”

Juan Beroes, V.

Page 23: Metaecología y su horizonte poético

22

Pertenecen a lo órfico cual verdades presenciales extasiantes, lo obscuro, lo

sombrío, lo tenebroso, lo nocturnal, las tinieblas, la noche, el sueño. Constituye el

sueño, dentro de esta singular percepción de la lírica, el ser del vivir del humanus.

“Oh, sueños desnúdame en tus brazos multiformes

bajo esta abierta noche construida de mis ojos,

y elévame a tu llama, viva llama en silencio, ¡quemadora tristeza reclinada en los

mundos!”

Juan Beroes, I.

(…)

“Y dormido pregunto por el árbol del sueño,

-árbol de la existencia por mitades alzado-

raíz que a todo me ata y obscura me despoja

de un cuerpo que era mío y ya habita en lo creado!”

Juan Beroes, XIX.

(Corresponden el apoyo en versos al opúsculo de Juan Beroes, Prisión terrena.

Caracas, Suma, 1946).

Lubio Cardozo, ecopoeta ambientalista venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2015/09/metaecologia-estar-en-la-poesia.html,

Lubio Cardozo, Estar en la poesía. Sábado, 5 de septiembre de 2015.

Page 24: Metaecología y su horizonte poético

23

3

El nativismo en la poesía lírica venezolana

1. El objetivo central de este pequeño

escrito no es otro si no el de proponer

un nombre más, un vocablo

funcional, para la lexicografía de la

crítica literaria venezolana, una voz

referida a la esencia de un aspecto

universal y eterno de la literatura

(georgicidad). Y a la vez relacionarla

con un movimiento literario con el

cual se vincula por esencia y se

contrasta por el carácter

circunstancial de éste inherente a un momento de la historia de la literatura del

País (nativismo).

2. La georgicidad es esencia universal y eterna: Propuesta de un nombre.

Ha sido siempre América un Continente verde; aún hoy sus extendidos mantos

arbóreos cubren enormes extensiones pese a la barbarie ecologicidad de la

civilización contemporánea. Coexisten al lado de sus prístinas selvas, o sus

páramos, o sus planicies herbáceas, los panoramas de las tierras sometidas a la

agricultura. Junto a la tremenda hermosura salvaje de los anteriores el mundo

rural su belleza domesticada ofrece, ahora significa una geografía dulcemente por

el hombre domeñada para la obtención del alimento. La fecunda gleba de las

llanuras, de las faldas de las colinas, de los valles. Encarna éste un paisaje con un

esplendor entre silvestre y humano, un verdor tranquilo, con cierto orden, bajo el

cuido y la vigilancia amorosa del agricultor. Surgido ha entonces la comarca

salpica da de aldeas, de pueblos, de plantíos sustentadores de esa vida; de rebaños,

de flores, de abe jales. Traducen la selva, el páramo, la euforia preñada de

poderosa fuerza; definen los campos provinciales la atenuada alegría de la

sociedad rural.

Page 25: Metaecología y su horizonte poético

24

(...)

"Id a gozar la suerte campesina; la regalada paz," (...)

Andrés Bello, La agricultura de la zona tórrida.

Georgicidad viene obviamente del griego georgikós, valga decir el mundo

campestre. Mas con georgicidad se ha querido señalar el arte y el contenido de

aquella escritura lírica donde el poeta expresa su sorpresa y su maravillamiento

ante ese entorno campesino, ante esa belleza híbrida de lo montaraz y de lo

agreste, del milagro de la fecundidad del suelo, del humus, en medio de la glauca

naturaleza libérrima con toda esa infinidad de entes y fenómenos inherentes a ella:

los pájaros, las flores, los frutos, los aromas, los insectos, los ríos, y donde

adquieren innegable patetismo los vientos, la lluvia, la noche, las estrellas, "la alma

tierra” (Lucrecio).

En Latinoamérica el primer bardo en desplegar plenamente la georgicidad en su

poesía fue Andrés Bello, un eterno sorprendido y enamorado del orbe rural de este

Continente. Continuaron a Bello los bellistas, quienes desarrollaron, entre otras

cosas, un aspecto fundamental en el autor de ”ALOCUCIÓN A LA POESÍA”, el

tema horaciano del beatus ille, el elogio de la vida retirada en el campo. Cómo no

mencionar en este particular a vates decimonónicos cual Luis Alejandro Blanco, al

Cecilio Acosta de "LA CASITA BLANCA”, Gerónimo Eusebio Blanco, Amenodoro

Urdaneta, Fernando Morales Marcano, entre algunos pocos más. Después, en la

esquina de entre siglos, arriban los nativistas con su enorme capacidad creativa,

con su formidable vigor calológico volcados en composiciones descriptivas del

encanto, la beldad o la miseria del campo venezolano; imposible no recordar

cantores como Francisco Lazo Martí -el hegemón entre ellos-, Gonzalo Picón

Pebres, José Domingo Tejera, Sergio Medina, Udón Pérez, Mercedes de Pérez

Freites. Desaparecerá luego el nativismo cual fervoroso movimiento literario más a

lo largo de cuanto va del momento de esos trovadores hasta el presente la poesía

de la georgicidad ha continuado y se mantendrá mientras perviva el entorno

geórgico conservado por las manos amorosas del campesino, respetuoso de su

panorama, de ese magnífico cosmos rusticano. Se hizo, pues, por ello necesario

inventar un vocablo más universal, con mayor perennidad, más allá de la

circunstancia epocal de las modas literarias: la georgicidad.

Page 26: Metaecología y su horizonte poético

25

(...)

"adorne la ladera el cafetal; ampare a la tierna teobroma en la ribera la sombra

maternal de su bucare; aquí el vergel, allá la huerta ría..." (...)

A. Bello, La agricultura de la zona tórrida.

3. El nativismo es un movimiento poético más circunscrito en el tiempo.

De los fenómenos literarios en la extremidad del diecinueve y comienzos de la

actual centuria el nativismo resulta uno de los menos conocidos en su globalidad,

se le ha pesquisado poco sobre su índole como movimiento, sobre su estilo, sus

búsquedas expresivas, su idearium o cosmovisión ideológica. Algunas de sus

figuras descollantes -como Lazo Martí, Udón Pérez, Sergio Medina- estudios

hondos de carácter monográfico merecieron, pero aún insuficientes.

Se le puede conceptuar un movimiento literario por las subsecuentes razones:

existencia de documentos, manifiestos, epístolas, artículos, ensayos, de los propios

poetas, de signo teórico donde obsérvase una conciencia creadora, una reflexión

sobre sus escritos y su rol histórico y social como intelectuales; dichos documentos

los identifican y los unen en sus planteamientos, amén de diferenciarlos, en el

terreno de las ideas estéticas, de la heterogénea circunstancia literaria de su época.

Hállase tanto en sus poesías como en esos textos teóricos una meridiana conciencia

generacional y por lo mismo de una suerte común en el campo de las letras

venezolanas. Un estilo de rasgos muy peculiares posee, el cual los asemeja, y los

destaca en relieve de la poesía del pasado inmediato y de las otras tendencias

literarias contemporáneas a ellos.

Su tiempo: Cronología de los principales poemarios nativistas:

1893. Caléndulas de Gonzalo Picón Pebres (no todos los poemas del libro

responden al estilo nativista).

1895. Claveles encarnados y amarillos de Gonzalo Picón Febres.

1896-1911. Corpus de poesías nativistas de Samuel Darío Maldonado en El Cojo

Ilustrado).

1901. Silva criolla de Francisco Lazo Martí.

Page 27: Metaecología y su horizonte poético

26

Música criolla de José Domingo Tejera.

Poemas de sol y soledad de Sergio Medina.

1913. Ánfora criolla de Udón Pérez.

Poesías originales de Emilio Constantino Guerrero (los poemas más

importantes del texto están dentro del estilo nativista).

Églogas andinas de José Domingo Tejera.

1916. Versos de Mercedes de Pérez Freites (Mercedes Gue­vara Rojas de Pérez

Freites).

1927. Cigarras del trópico de Sergio Medina. Poemario na­tivista muy tardío, en el

cual ya se aprecia una retórica del movimiento.

También poesía nativista escribieron en su hora Pedro R. Buznego Martínez (El

Cojo ilustrado, 1904) Sisoes Finol.

"PAISAJE

De pericos la banda vocinglera en el maizal el labrador espanta y la luz que los

montes abrillantan en las mazorcas de oro reverbera.

Se columpia y susurra la palmera, la onda azul en su lenguaje canta y esponjado el

vellón de la garganta va pescando la garza en la ribera.

Resuena el estridor de la algarada que entona jugueteando en la espesura de las

aves silvestres la parvada,

y la tierra se agita alborozada: hay en su estremecimiento la ternura de un ensueño

de virgen desposada.”

Samuel Darío Maldonado.

Antecedentes, relaciones intelectuales e influencias: Innegablemente un hermoso

abolengo existía en la tradición literaria venezolana del cual arrancan los nativistas,

Page 28: Metaecología y su horizonte poético

27

Bello y la generación surgida bajo su ejemplo, los bellistas, sobre todo a partir de

las temáticas del "beatus ille" y del "lar nativo"1. Sin embargo en Bello y los bellistas

no prevalecía una mera visión poetizada del paisaje campesino, no, sino más bien

en su obra privaba un planteamiento extraliterario, el llamado a desarrollar las

fuerzas productivas del agro (lo cual no le restaba calidad estética sino todo lo

contrario, le aportaba mayor densidad en su literatura). Con excepción de Silva

criolla de Lazo Martí esa cuestión no se propone en los nativistas, en ellos su tesis

ideológica constríñese a lo estético literario, en la poetización del mundo

campesino quédanse.

Paralela va en el tiempo la poesía nativista a la narrativa criollista y coeva al

modernismo. En ella dos herencias confluyen: la fuerte carga sentimental de los

románticos en su mistificación del paisaje; y de los parnasianos adquieren la

sensualidad en el tratamiento de algunos temas, y el cuidado de las formas, la

musicalidad, cierto léxico.

Con todo lo anterior y con su propio talento y de nuevo una poesía nueva

conforman, una poesía de recio sabor nacional en su momento, cantan la vida rural

venezolana: el hombre del campo, su paisaje, su sociedad, su drama, valga decir la

llamada cultura campesina de ese entonces.

La utopía literaria del autoctonismo: Abarca un período muy concreto la actuación

intelectual, creativa, de los nativistas, y además muy significativo. A partir de la

tesis y pauta de Peonía en 1890 germinan, y cierran práctica mente su producción

en 1915. Apóyanse, tanto su nacimiento como su muerte en dos planteamientos

ideológicos: para 1890 impera el modernismo en Latinoamérica, sobre todo la

primera faz de esta corriente literaria, la mirada exótica, de cara hacia Europa, etc.,

y en Venezuela además del modernismo los últimos parnasianos acentuaban esa

tendencia. Entonces un grupo de poetas nacidos y formados en la provincia se dan

a la tarea de reverdecer la vieja tesis de la autoctonía literaria, de intentar expresar

el alma nacional, de componer una poesía autóctona auténtica, americana,

venezolana. Para ellos el toque de diana de esta posibilidad es la venusta Peonía.

1 Lubio Cardozo, La poética de Andrés Bello y sus seguidores. Caracas, Academia Nacional de la

Historia, 1981 (El Libro Menor, v. 20).

Page 29: Metaecología y su horizonte poético

28

En su coetaneidad encuentran aliento, -o mutuamente respáldanse- para su utopía

del autoctonismo en los criollistas, y en cuanto a la tradición, como ya apuntóse ut

supra, Bello y los bellistas significan unos ilustres precursores.

Pero por otra parte el perfil intelectual real de un país determínalo la

superestructura, espejo reflejador del modo y las relaciones de producción, y el

modo de producción en Venezuela, aunque inserta en su globalidad en el

capitalismo, por su forma y el aparato de producción era de una economía

transicional feudal y mercantil para ese momento histórico circunscrito entre 1890

y 1915: país agrario más de una agricultura atrasada, extensiva, centrada en los

rubros del café, del cacao, la caña de azúcar y la ganadería, fundamentalmente;

cuyas relaciones de producción hacían de Venezuela un país con un marcado

rostro campesino, cuya unidad productora clásica la constituían la hacienda y el

hato, con relaciones de clase bien precisas, por un lado los propietarios, del otro el

sector humano de las fuerzas productivas, los peones; además de una serie de

escalones sociales intermedios como la servidumbre do­méstica, los arrendatarios,

los medianeros, etc. Por supuesto en las ciudades habitaban los mercaderes

dedicados a la importación, exportación y distribución interna a través de las

llamadas "casas comerciales", almacenes, bode­gas. Todo lo cual conformaba a ese

país económico bien llamado por Rodolfo Quintero "la Venezuela pre-petrolera" en

su libro Antropología del petróleo2.

Por ello cuando ese grupo de bardos en sus versos cantan, con gran lirismo, la

Venezuela de su tiempo, la Venezuela campesina, la Venezuela rural, reviven la

efímera utopía literaria del autoctonismo; reverdecen esa vida equilibrada,

autárquica, de la hacienda sumergida en un paisaje eclógico, pero la cual pronto

desaparecería, la nación rápidamente transformaríase en un país minero, preñado

de violentas contradicciones sociales, generador de otra literatura.

A esa Venezuela rural de los nativistas pocos años de vida quedábanle, en 1914

estalla el primer pozo petrolero en su fase de exploración y explotación, el

Zumaque Nº 1 en el estado Zulia. De allí en adelante, poco a poco, el petróleo

cambiará las relaciones de producción en el país. A partir de 1922 con el reventón

2 Rodolfo Quintero, Antropología del petróleo. México, Siglo Veintiuno, 1972.

Page 30: Metaecología y su horizonte poético

29

de Los Barrosos en Cabimas comenzará el campesino a migrar hacia los pozos

petroleros en busca de medrar su vida con mejores salarios, y en su reverso la

producción agrícola entrará en crisis. La nación mostrará un nuevo perfil. Ya no

tendrá el objeto de su canto la poesía nativista; y por eso la fecha de cierre de este

movimiento, desde el punto de vista académico, será el año de 1915 cuando sale un

poemario posesor de un nativismo algo tardío, las Poesías originales de Emilio

Constantino Guerrero. En 1927 imprime su Cigarras del trópico Sergio Medina,

libro donde recogió poemas escritos entre 1913 y esa fecha, y ya en él nótanse

pautas retóricas como señalamientos normativos de la estética del movimiento, in

tentó de atajar en el papel un mundo en vías de cambios profundos, típico síntoma

de haber llegado el final de esa tendencia, la realidad venezolana transformábase y

esa realidad, por supuesto, comprendía la vida rural.

El enfoque socio-económico de la crisis de la oligarquía agraria en las tres primeras

décadas del siglo veinte Nelson Osorio en su libro La formación de la vanguardia

en Venezuela3 defínela así:

"El fortalecimiento de nuevos sectores económicos, el crecimiento y concentración

urbanos, la incorporación a la escena política del proletariado, son hechos de gran

importancia en la transformación de la vida política, social y cultural que se

produce en esos años.

Todo esto hace patente y agudiza el paulatino desplazamiento de los valores

rurales y oligárquicos que dominan en una formación anterior pre

dominantemente agraria, resquebrajándose así la superestructura ideológica que

amalgamaba las sociedades, con lo cual se abre un verdadero período de

cuestionamiento y crisis en este plano".

En cuanto a la naturaleza de la expresión o estilo formal de los nativistas: En este

particular el nativismo una gran herencia mantiene -o si se quiere, influencia-, la

perfección formal de la poesía parnasiana: gran musicalidad, rigor constructivo del

poema, conocimiento del ars poético. También de los parnasianos toman la

3 Nelson Osorio T., La formación de la vanguardia literaria en Venezuela. Caracas, Academia

Nacional de la Historia, 1985. P. 38 (Biblioteca de la A.N.H., v 61).

Page 31: Metaecología y su horizonte poético

30

sensualidad plástica y la sensualidad erótica; la sensualidad plástica no orientada a

la descripción de ruinas y de civilizaciones desaparecidas, claro está, sino a la

naturaleza nativa, el campo o paisaje agreste, local, regional, junto a un

vocabulario veteado, aunque sin excesos, de ruralismos; pero hay fruición, goce

sensual, visual, sonoro, de formas, colores y sonidos, patéticos en su naturaleza

eglógica. Hállase la sensualidad erótica en la descripción de la mujer amada, al

respecto resulta importante descollar algunos atributos de la figura femenina en la

poesía nativista: social^ mente es una rústica, una campesina -en el más hermoso

sentido de la palabra-, no caen en la idealización de la mujer del campo como

sucedió en la literatura pastoril o bucólica europea: no hay idealización ni moral ni

física, y en cuanto al amor éste propónese en los niveles del amor-deseo o del

amor-pasión; los buenos nativistas no manifestaron el amor sentimental en sus

versos.

Paradigma del amor de los nativistas en sus composiciones es el largo poema

"TAMALEYA" de Samuel Darío Maldonado, donde el bardo significa la expresión

del orgasmo de la amada con un mugido. Se copia apenas un fragmento,

(...)

"Todavía,

Tamaleya, tu recuerdo me marea.

Y un silencio provocante, y el calor como de hoguera; un turpial cantaba lejos y en

el patio de la hacienda ladró un perro. ¡Qué sorpresa!

Me estrechaste con espanto, pero nada, nada era, y la calma vino luego,

¡solo un pavo hacía la rueda!

Te mordí los labios rojos, me mordiste con fiereza, te encogiste y exhalaste un

mugido de becerra.

Todavía,

Tamaleya, yo recuerdo la arboleda y la hora turbulenta y el mugido de becerra

y el olor que tú exhalabas los sentidos me enajena.

¿No te acuerdas, india mía? ¿no te acuerdas, Tamaleya?

El calor era de horno,

solo un pavo hacía la rueda.”

Page 32: Metaecología y su horizonte poético

31

La diferencia con los parnasianos no sólo va en el objetivo del canto poético sino en

la elocución del lenguaje poético. La frase rítmica y lírica nativista -el verso- no es

erudita, no responde al mundo de la cultura erudita sino concierne a la cultura

rural, en ellos hay una voluntad de sencillez. Armoniza el léxico con el contenido

expresa do, insértase en el llamado "sermo ruralis”, o por mejor decir, órlase en

cierta medida de un vocabulario campesino, mas no en demasía por cuanto el

poeta nativista pertenece a la clase culta del campo.

En cuanto al mundo expresado o contenido de la poesía nativista: Ya se explicó en

párrafos anteriores cómo el modo de producción crea una superestructura y cómo

ésta condiciona en gran parte el rostro cultural del país, y exponíase el marcado

perfil campesino de 1 a Venezuela de entre siglos (con excepción de la Caracas y de

otras pocas ciudades salidas de la transformación guzmancista, las cuales por

cierto constituían las "urbes” de los escritores modernistas). Si ello resulta así, si el

resto del país era agrario, fueron entonces los nativistas en su tiempo quienes

mejor expusieron en su poesía el tema prevalente de sus desvelos: Venezuela, mas

no la Venezuela total sino el mundo local, regional, de su "país", su Venezuela

pequeña, su tierruca; y vale como cuestión nuclear de la poesía nativista,

entendiéndola en toda su riqueza polisemántica. Poe tizaron el pequeño universo

donde nacieron, y en el cual creyeron, vivieron, amaron: el lar nativo sobre la base

histórica de la esquina de entre siglos, en la cual sucedieron se los gobiernos

federales, todo el régimen de Cipriano Castro, y los primeros lustros de la

dictadura de Juan Vicente Gómez.

"RESURRECCIÓN

Tengo el amor del campo. Como abrigo a mi vieja y recóndita tristeza,

vengo a vivir en tí, Naturaleza, para vivir en comunión contigo.

Amo tu paz y tu frescor; bendigo al lirio que reviste de pureza el tupido pajar de la

maleza, y soy del agua y de la luz amigo.

Me place, por las rientes madrugadas, aspirar en las frondas perfumadas el tibio

ambiente de la entraña abierta,

Page 33: Metaecología y su horizonte poético

32

y la canción del pájaro en mi oído arranca de los senos del olvido mi pura alma

infantil que juzgué muerta.”

José Domingo Tejera.

Filosofía de la vida o idearium: Directa o indirectamente, y en diversos momentos

los poetas nativistas recibieron la influencia, en mayor grado unos, en menor otros,

de la filosofía positivista. Filosofía nueva -para ese entonces- generada desde una

reflexión objetiva sobre la realidad, sobre la ciencia, enriquecida y fortalecida por el

método científico, y cuyo foco principal de irradiación en Venezuela partía de la

nueva universidad creada con Guzmán Blanco y dirigida bajo la brillante

orientación de Adolfo Ernest y Rafael Villavicencio, y a través de los colegios

federales este nuevo sistema de ideas expandióse por todo el resto del país

pensante.

Apréciase dicha concepción filosófica en la fuerza materialista de la obra de estos

poetas. En ellos no hay proloquios místicos, religiosos, y su Dios cuando lo invocan

tiene mucho de panteísmo, es un Dios natural. Toda su poesía encamínase hacia la

naturaleza -humana, ambiental- casi como pintores paisajistas con el verso. Tal vez

por ello su poesía es optimista, vital, alegre, plástica, sensual, detrás de la cual

colúmbrase la formación científica del poeta, patética en Lazo Martí, Picón Febres,

Samuel Da río Maldonado.

Finalmente, se concluye este pequeño ensayo con dos pequeñas estrofas del poema

"RENACIMIENTO” de Gonzalo Picón Febres, muy significativas con la intención

del movi­miento nativista,

(...)

"Venid, venid al campo, que ya torna coronada de luz la primavera, y de flores los

cármenes exorna, y de mullido césped la pradera.

Venid, que entre fulgores, y esencias y sonrisas y rumores, el insecto fugaz alegre

canta, reverbera la perla de rocío, deliciosa frescura se levanta de las espumas del

angosto río, y el chorro de agua trémulo y sonoro lampos refleja de esmeralda y

oro.

Page 34: Metaecología y su horizonte poético

33

(...)

Venid, que aquí se siente el corazón radiante de alegría y de hermosas imágenes la

mente; y entre besos de luz y poesía se brinda alivio al doloroso anhelo, se piensa y

el pensar es más profundo, y se olvidan los crímenes del mundo."

Lubio Cardozo, ecopoeta venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2015/09/metaecologia-el-nativismo-en-la-

poesia.html, Lubio Cardozo, El nativismo en la poesía lírica venezolana. Sábado, 26 de

septiembre de 2015.

Page 35: Metaecología y su horizonte poético

34

4

Ecopoesía un camino para la reflexión. Entrevista al poeta Lubio Cardozo

Lubio Cardozo (1938) Poeta,

ensayista, investigador y crítico

literario. Licenciado en Letras en la

Universidad Central de Venezuela,

con Postgrado en Investigación

Documental en la Escuela de

Documentalistas de Madrid.

Desempeñó diversos cargos en la

Universidad de Los Andes en el

estado venezolano de Mérida, donde

reside. Coordinó la revista Actual de la mencionada casa de estudios.

Es reconocida su valiosa labor investigativa en historia, teoría y crítica, con más de

treinta títulos publicados. Además es autor de los poemarios Extensión habitual

(1966), Apocatástasis (1968), Contra el campo del rey (1968), Salto sobre el área no

hollada (1971), Fabla (1974), Paisajes (1975), Poemas de caballería (1983),

Solecismos (1986), Poemas (1992), Lugar de la palabra (1993), El país de las nubes

(1995), Un verso cada día (1995) y Ver (1999). Toda su poesía ha sido reunida en el

volumen La cuarta escogencia (Ediciones Mucuglifo, 2006). Máximo exponente de

la poesía ambientalista latinoamericana.

Ing. Lenin Cardozo Parra, Ecologista. Escritor venezolano y ambientalista.

Estudios realizados en la Universidad del Zulia, Universidad Complutense de

España, Universidad de Burgos de España. Cursos post-universitarios en MBA,

Management Público, Filosofía e Historia. Doctorado en Ciencias. Director

Ejecutivo Canal Azul 24 https://anca24latam.wordpress.com/ y Blue Chanale 24

www.bluechannel24.com. Fundador de la Azul Ambientalistas

www.azulambientalistas.org, email: [email protected] y el

Blog http://Lenincardozo.blogspot.com/.

Page 36: Metaecología y su horizonte poético

35

Lenin Cardozo: ¿Poeta Lubio al presente podemos decir que existe

la poesía ambientalista o la Ecopoesía?

Poeta Lubio: ¿Por qué el poeta suele a veces sembrar en medio de sus

composiciones árboles, hierbas, el verdor? Viene la tradición desde

Orfeo, desde Homero. Los árboles, los arbustos, las matas: padres–

madres de la vida son; conocen suficiente de esa realidad, en el uso

de su recta razón, el ecólogo, el botánico, científico, pero el poeta lo sabe. Verá él en

los representantes de la vegetación nunca solo objeto del entorno sino

afectuosidad. Dialoga el poeta hondamente, por su condición de vidente, con ellos,

con los seres verdes, ya mediante voces insonoras del horizonte contemplativo, ya

en otras basta el intenso entenderse reciproco de la presencia. Se percata el

trovador del verdadero escuchar, del oír. Goza cuando percibe el júbilo de las

plantas, también siente su terror ante la llegada de los odiados arboricidas.

El poeta el canto coral de la selva, de la fronda, de los matorrales, de los

morichales. Celebra la fiesta del bosque o se entristece con la mustiada, la

marchitez.

Lenin Cardozo: ¿Puede la poesía ambientalista ser considerada

como la poesía del siglo XXI?

Poeta Lubio: Los poetas a igual que los filósofos son grandes lectores

de su época y en su obra suelen dar respuestas a las grandes

interrogantes que tiene que ver con el destino de la humanidad. No

solo por la sensibilidad obvia del poeta sino porque la poesía también

se arma con la música (la rítmica) y el pensamiento.

Page 37: Metaecología y su horizonte poético

36

Dice Heidegger que quienes buscan el ser de la existencia con mayor fuerza es el

poeta, el poeta “funda” es decir, crea y da respuestas a su contemporaneidad. Hoy

por hoy, lo que para la mayoría de las personas tal vez pueda pasar desapercibido

al poeta no se le escapa: el drama del planeta Tierra entendiéndolo en su

complejidad el planeta y sus pobladores, los animales de la tierra, los animales del

mar, los animales del aire, la vegetación y el humanus.

Esto no determina el futuro de la poesía hacia un rumbo pero innegablemente cada

día especifico la tragedia ecológica, la reflexión ambientalista tocara las puertas de

los poetas y ellos la abrirán.

Lenin Cardozo: ¿Tiene la poesía ambientalista precursores en

América Latina?

Poeta Lubio: En el “Viaje a las regiones equinoxiales del Nuevo

Continente”, tal nominó Humboldt al nuevo mundo, o mejor

conocido en el lenguaje cotidiano como Hispanoamérica, la poesía

nace identificada con el paisaje valga decir, con el ambiente de esta

región. Andrés Bello es ese poeta quien inaugura la exaltación de la

verde tierra novomundana. Es el primer poeta ambientalista de este Continente,

porque su poesía expresa mediante el diáfano talento de este venezolano, una

defensa patética de la naturaleza del nuevo mundo. Hizo su lirica mediante el

tejido de las rítmicas palabras con lo vegetal, de la musicalidad verbal con el

verdor, del sentido de las voces con las hierbas, los arbustos, los árboles, las flores,

en fin. Andrés Bellos es el primero que nombra -en la poesía- los arboles de la

fronda novomundana. Ya en 1810 en su etapa caraqueña tres vigorosas odas al

verdor compuso: El Anauco, Mis deseos, A un samán. Su composición El Anauco

(escrita en 1800) se refiere a un pequeño rio de la Caracas de aquel entonces, en

medio de un afectivo entorno boscoso,

“Tú, verde y apacible ribera del Anauco, para mí más alegre, que los bosques

idalios y las vegas hermosas de la plácida Pafos,”…

Page 38: Metaecología y su horizonte poético

37

En el soneto Mis deseos por primera vez en la lírica hispanoamericana dos

emblemáticos árboles, el cocotero junto al sauce aparece. Verdadero poema

acuarela donde bello dice,

“De Aragua a las orillas un distrito que me tribute fáciles manjares, do vecino a

mis rústicos hogares entre peñascos corra un arroyito. Para acogerme en el calor

estivo, que tenga un arboleda también quiero, do crezca junto al sauce el coco

altivo.”…

También en su poema A un samán, Bello exalta a este gigante de la flora nativa,

“Extiende, samán, tus ramas sin temor al hado fiero, y que tu sombra amigable al

caminante proteja.”

Ya fuera de las fronteras de su patria, tanto en su estancia de Londres, cual su final

residencia en Chile, la ecología botánica de las “regiones equinoxiales del Nuevo

Continente” humboldtiana, la lírica de Andrés Bello nativa exhaustivamente,

consustancializa su alma poética, sobre todo lo relacionado con la flora de la

agricultura, así como la de otras especies. Es importante señalar que esta defensa

ecológica de la vegetación del nuevo mundo inaugurada por Andrés Bello

favorablemente tuvo muy buena continuidad en todo el Continente.

Este rumbo que fortalecería de manera originaria la esencia de la lírica del nuevo

mundo tiene como punto de partida el poema LA AGRICULTURA DE LA ZONA

TORRIDA de Andrés Bello, composición consagratoria de un muy digno camino

de la lírica de este Continente, pero sobre todo en el espacio comprendido entre el

Trópico de Cáncer y el Trópico de Capricornio, lo que para Humboldt eran “las

regiones equinoxiales del Nuevo Continente”, Bello la nominó con un concepto

radical La Zona Tórrida.

Lenin Cardozo: ¿Poeta Lubio de su gran producción poética, a

partir de que poema se pudiera decir que usted funda o inicia la

poesía ambientalista?

Poeta Lubio: Yo tuve la suerte de pasar buen parte de mi infancia en

un pueblo muy boscoso, cruzado de un gran rio y muchas

quebradas, rodeado de haciendas cafetaleras y cacaoteros y limitado

por el mar, Choroní (al norte del estado Aragua, Venezuela). Esos

Page 39: Metaecología y su horizonte poético

38

paisajes de mi infancia comenzaron a aparecer en mi escritura lirica a partir de mi

poemario Paisajes (1975). Se podría decir que con este libro se comienza eso que tu

llamas la poesía ambientalista o eco poesía. A continuación recito:

LA RISA, LAS DONCELLAS, LOS LIRIOS, EL POZO DEL RÌO

Y pensar que ese verbo es falso hasta siempre: volver. Y pensar que no podemos:

No retornaremos al pozo del río bajo las grandes mijaos. Estarán otra vez las

doncellas sobre islas de piedras entre lirios de agua. Atravesará los espinares del

altozano el canto de las lavanderas. Pero ya no se puede volver porque el mundo

que hicimos mal desde el comienzo es roca en medio de ancho foso que ya no

podremos saltar Isla de soledad rodeada de fantasmas. Apenas si disponemos del

corazón entre los florecidos huracanes.

Lenin Cardozo, ambientalista venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2011/12/entrevista-al-poeta-lubio-cardozo.html

Lenin Cardozo, Ecopoesía un camino para la reflexión. Entrevista al poeta Lubio

Cardozo. Martes, 13 de diciembre de 2011.

Page 40: Metaecología y su horizonte poético

39

2. La Metaecología y Andrés Bello

Page 41: Metaecología y su horizonte poético

40

1

¿Cómo armó Bello su composición lírica Alocución a la Poesía?

"Las cosas bellas son difíciles".

Platón, Hipias Mayor (Frase final del

diálogo en boca de Sócrates).

Yace, detrás de la escritura lírica de

ALOCUCIÓN A LA POESÍA

(Londres, 1823), una dilatada

experiencia de laboreo intelectual.

¿Cómo armó Bello el poema? El

primer recurso utilizado -básico,

sustentador- lo constituye la cabal

sabiduría del escritor sobre el ser de la poesía, valga decir: arte composicional,

métrica, retórica, historia de la ódica occidental desde los griegos hasta la literatura

española contemporánea a él, afortunados conocimientos de las lenguas griega,

latina, castellana, dinamizado ello por el permanente pensar, teorizar sobre dichas

disciplinas intelectuales. Trasmutados esos saberes en energía nutriente a nivel

puro de su creatividad.

Representa el segundo impulso el insoslayable reto moral de cantar al Nuevo

Mundo, a la geografía abarcada por las antiguas colonias españolas, en el momento

cuando devienen a conformar volitivamente un perfil propio, autónomo, definido,

radical, cual expresión espiritual y política exigido por la Guerra de Emancipación

de esas provincias. Nominó Bello, con precisión geodésica, esas extensiones del

Nuevo Continente la "Zona Tórrida", la comprendida entre el Trópico de Cáncer

del hemisferio borejí, el Trópico de Capricornio del hemisferio austral, divididos

por el círculo máximo del Ecuador, pero sólo el ámbito circunscrito al Nuevo

Mundo. Mas ¿cómo pudo Bello concebir para luego plasmar en sus dos grandes

silvas esta enorme visión cosmográfica? e o Había nacido en Caracas en 1781, antes

de cumplir los treinta años viajó a Londres (1810) donde residenciará hasta 1829

cuando se traslada a Santiago de Chile, en esa ciudad transcurrió el resto de su

Page 42: Metaecología y su horizonte poético

41

vida, murió en 1865. Cubrió apenas su existencia en "Venezuela los espacios del

valle de Caracas, sus aledaños, también algo de la región de Aragua; estudió su

paisaje nativo, amicus arborum señaló testimonios de algunos de ellos en sus

primera trovas: el “coco altivo", el samán, el sauce. Es, sin embargo, en la capital de

Inglaterra donde el poeta una percepción totalizante del Nuevo Mundo obtendrá:

se la prodigó su lectura de la monumental obra científica del sabio alemán

Alejandro de Humboldt Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente,

traducida al ingles en ese idioma Bello la leyó.

Revela Humboldt por primera vez a los hispanoamericanos, en todo su esplendor,

realidad, riqueza, temperie, la tierra donde nacieron, habitan, perecen. Nadie hasta

ese momento había descrito con tanta exactitud, exhaustividad la Zona Tórrida de

esta parte del planeta; por eso Bolívar en carta de 1820 define a Humboldt "el

descubridor científico del Nuevo Mundo". Este hallazgo de la majestad natural del

Nuevo Continente, no al través de una experiencia vivencial sino por la aventura

de transitar las páginas del libro mencionado de Humboldt, significó el segundo

incentivo para Bello escribir sus dos silvas novomundanas, ALOCUClÓN A LA

POESÍA, LA AGRICULTURA DE LA ZONA TÓRRIDA (Londres, 1826).

El tercer horizonte estructurante de las dos grandes composiciones de Bello la

libertad se llama: el emerger en esos años con insólita fortitud la Idea junto al

sentimiento de la libertad en el Nuevo Mundo. Botaron las guerras por la

independencia de las antiguas colonias españolas en América (1810-1824) a sus

habitantes de un concepto de la emancipación de la sociedad absolutamente

novedoso, ennoblecedor, transformador para la humanidad occidental. Se

fusionaron por primera vez en la mente del humanus el vocablo libertad con su

Idea, con su ser. Los niveles sociales de la política, de la democracia, del

republicanismo, de la sexualidad, de la familia, de lo económico quedaron

comprendidos en esa autonomía, conducidos por un nuevo género humano, el

mestizo: "Nosotros somos un pequeño género humano” poseemos un mundo

aparte; cercado por dilatados mares, nuevo en casi todas las artes y ciencias"

(Bolívar, Carta de Jamaica, 1815); (…) "no somos europeos, no somos indios, sino

una especie media entre los aborígenes y los españoles.” (Bolívar, Discurso de

Angostura, 1819). Manifestóse también esta revolución en el lenguaje, en la

gramática; “No tengo la pretensión de escribir para los castellanos. Mis lecciones se

Page 43: Metaecología y su horizonte poético

42

dirigen a mis hermanos, los habitantes de Hispano América" (A. Bello, Gramática,

1847 "Prólogo"); marcó también su perfil esta esencial rebeldía en la lírica. La

nueva percepción de la conducta del humanus brotada con la Guerra de

Independencia Bello por los ríos de sus versos la transmites. Había arribado la

gran oportunidad para desarrollar, expandir la espiritualidad, desalojar de manera

definitiva en los liberados espacios de la Zona Tórrida a las expresiones

dogmáticas de la cultura europea, sobre todo de la española. Si la Poesía (con P

mayúscula) significa la divinidad esenciante de los versos, la Diosa de la

creatividad -poietiké- entonces el poeta adecuadamente el término usa cuando

inicia su poema con estos versos,

"Divina Poesía, tú de la soledad habitadora, a consultar tus cantos enseñada con el

silencio de la selva umbría, tú a quien la verde gruta fue morada, y el eco de los

montes compañía; tiempo es que dejes ya la culta Europa, que tu nativa rustiquez

desama, y dirijas el vuelo adonde te abre el mundo (...) su grande escena".

"Las cosas bellas son difíciles" dice Platón por boca de Sócrates en el diálogo Hipias

Mayor. Iluminar con la belleza la lírica de ALOCUCIÓN A LA POESÍA, LA

AGRICULTURA DE LA ZONA TÓRRIDA exigió una labor en ningún momento

fácil. Además de la intuición intelectual de Bello, de sus conocimientos sobre la

composición poética, de la rítmica de los versos, de la musicalidad de las estrofas,

requirió de la fortitud moral, espiritual, de allegar a esos dos poemas cardinales los

horizontes estructurantes ya mencionados. Necesitó de su sabiduría escritural, de

la energía heroica de la Guerra de Independencia, de la nueva visión de la libertad,

del espacio existencial de la Zona Tórrida, la

..."fecunda zona,

que al Sol enamorado circunscribes el vago curso, y cuanto ser se anima en cada

vario clima"...

de su admiración por Alejandro de Humboldt cuyo raigal texto Viaje a las regiones

equinocciales del Nuevo Continente (1807) dejó sugestivas señales en esas dos

silvas. El armónico entrecruzamiento de dichos estratos en su unidad esencial

elevó estos dos poemas básales de la lírica hispanoamericana hacia el Sol, para

tomar un poco de su calidez, de su luz, de poesía, de eternidad.

Page 44: Metaecología y su horizonte poético

43

Lubio Cardozo, ecopoeta ambientalista venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2015/09/metaecologia-como-armo-bello-su.html,

Lubio Cardozo, ¿Cómo armó Bello su composición lírica Alocución a la Poesía? Sábado,

26 de septiembre de 2015.

Page 45: Metaecología y su horizonte poético

44

2

Andrés Bello (1781-1865) el primer ambientalista de Venezuela

Ni los llamados conquistadores

españoles ni sus descendientes, los

colonizadores, es decir desde 1500

hasta 1810, nunca se interesaron en

conocer el territorio por ellos tomado a

la fuerza, por lo menos así sucedió en

el caso venezolano. Su interés por

estas tierras del Nuevo Mundo giro en

torno al sometimiento brutal de los

indígenas a quienes esclavizaron bajo

el régimen de siervos de la agricultura.

De la minería, a la desforestación de los bosques para llevarse los arboles

maderables, a la caza de animales de vistosa pieles o plumaje, a la bárbara

extracción de las perlas en las islas del mar caribe venezolano.

Ellos, los conquistadores, los colonizadores, nunca conocieron la realidad del

entorno donde habitaban: ignoraban los nombres de las tierras, de las montañas,

de los ríos, de los árboles, de los animales, en fin. De ahí, que tuvieron que

imponer una nomenclatura traída de España inapropiada para cada una de estas

comarcas, produciéndose una discordancia con la realidad, favorablemente con el

paso del tiempo volvieron a usarse en muchas circunstancias los nombres

indígenas.

Por ello siempre debe enfatizarse con palabras de Bolívar dichas en 1820 que el

verdadero descubridor científico del nuevo mundo se llamo Alejandro de

Humboldt quien además lo dio a conocer a Europa en su formidable obra: Viaje a

las regiones equinocciales del Nuevo Continente (comenzó a publicarse por

entrega desde 1814 a 1819 en francés e inglés simultáneamente).

Page 46: Metaecología y su horizonte poético

45

Ahora bien, si nos circunscribimos a Venezuela le corresponde a Andrés Bello ser

sin lugar a dudas el primer ecólogo conservacionista, revelador y defensor de

nuestros paisajes, de nuestro ambiente natural, es decir el fue el primer

ambientalista de ese entonces. Antes de poder expresar él sus inventarios

conservacionistas sobre el paisaje silvestre y urbano de la parte mas conocida de

Venezuela para esa época, la franja norte de su territorio Andrés Bello comprendió

la necesidad de darle a los venezolanos por primera vez una descripción de su

geografía física, política, administrativa, poblacional, hidrográfica, marítima, para

eso escribió y publico su Calendario manual y guía universal de forasteros en

Venezuela para el año de 1810, en ese primer libro impreso en el país se definía ese

espacio ubicado alrededor de la provincia de Caracas limitado -en palabras de

Bello- por el norte con el mar Caribe, por el sur la provincia de Barinas hasta el

Apure, al este la provincia de Cumana y al oeste la de Maracaibo. Sobre ese mapa

coloco las ciudades y pueblos correspondientes, su orografía, ríos; cifra su

población en 450 mil habitantes, distribuidas en 8 ciudades, 6 villas, 54 pueblos, 3

puertos marítimos. Luego habla de sus instituciones (universidad, iglesias,

poderes públicos, cabildo); su agricultura de subsistencia elemental: carne de

vacuno, de porcino, queso, cazabe, maíz, y también de la agricultura de

exportación: añil, café, cacao, azúcar, algodón, cuero.

Pero es mediante la poesía como Andrés Bello mejor revela nuestros paisajes

nativos, como mejor defiende la naturaleza virgen de esos ambientes donde el

habitó en su etapa de Caracas. El representa el primer poeta quien celebra en sus

versos con orgulloso entusiasmo el ambiente vegetal del nuevo mundo. Vivió

Bello 29 años en Caracas, conoció en detalle la ciudad, su conformación urbana, el

entorno geográfico de esa provincia, incursiona hasta los valles de Aragua. De

Caracas dejo el testimonio de un río situado al norte de la ciudad, fluyente entre

haciendas y bosques: EL ANAUCO, el cual inmortalizo en hermosa composición

lírica de la cual solo se copiaran 15 versos,

… "Tú, verde y apacible

ribera del Anauco,

para mi más alegre,

que los bosques idalios

y las vegas hermosas

Page 47: Metaecología y su horizonte poético

46

de la placida Pafos,

resonarás continuo

en mis humildes cantos;

y cuando ya mi sombra

sobre el funesto barco

visite del erebo

los valles solitarios,

en tus umbrías selvas

y retirados antros

erraré cual un día"…

A. Bello. EL ANAUCO (1800).

De aquel hermoso río de ese poema hoy solo quedan el nombre de un puente y el

hilete de aguas negras que corre debajo de el en el sector San Bernardino de

Caracas.

Andrés Bello nombra por primera vez en la literatura venezolana la región llamada

por siempre Aragua en un soneto titulado MIS DESEOS (1800). También en esos

versos se mencionan por primera vez dos árboles emblemáticos de esas tierras

cálidas, el cocotero y el sauce. Se copian apenas las dos estrofas centrales

…"De Aragua a las orillas un distrito

que me tribute fáciles manjares,

do vecino a mis rústicos hogares

entre peñascos corra un arroyito.

Para acogerme en el calor estivo

que tenga una arboleda también quiero,

do crezca junto al sauce el coco altivo."

Posee la misma intensión de despertar el interés conservacionista por el paisaje de

la Patria su romance octosilábico rotulado A UN SAMAN (1806). A este gigante de

la flora del continente verde, de las regiones equinocciales humboldtianas Bello lo

perenniza al insertarlo por primera vez en el lenguaje de la poesía del Nuevo

Mundo. Emblematiza este inmenso árbol con su colosal fronda las planicies

cálidas del hoy estado Aragua donde se le reconoce como su árbol emblemático.

Page 48: Metaecología y su horizonte poético

47

…"Extiende, samán, tus ramas

sin temor al hado fiero,

y que tu sombra amigable

al caminante proteja". (1806).

Viajo Bello a Londres en 1810 en la célebre misión diplomática junto con Bolívar

relacionada con el proyecto independentista de los venezolanos. Nunca más

retorno a Venezuela pero su proyecto conservacionista del paisaje novomundano

nunca los abandono. Leyó en Londres el libro de Alejandro de Humboldt Viaje a

las regiones equinocciales del Nuevo Continente (1814-1819), gracias a ese libro se

identifica con las tesis ecológicas de Humboldt y con base a las informaciones

contenidas en esa importante obra pudo componer sus dos formidables poemas

donde revela Bello al mundo de América y Europa la inmensa riqueza ecológica de

este continente: esos dos poemas se titulan ALOCUCIÓN A LA POESÍA (1823), LA

AGRICULTURA DE LA ZONA TÓRRIDA (1826), ambos publicados en Londres.

Lubio Cardozo, ecopoeta venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2015/06/andres-bello-1781-1865-el-primer.html,

Lubio Cardozo, Andrés Bello (1781-1865) el primer ambientalista de Venezuela. Sábado,

27 de junio de 2015.

Page 49: Metaecología y su horizonte poético

48

3

Que tu nativa rustiquez desama: Poesía, libertad, la percepción de Andrés Bello

Dotaron las guerras por la

independencia de las antiguas

colonias españolas del Nuevo Mundo

(1810-1824) a sus habitantes de una

concepción de la libertad, junto a un

sentimiento de la misma, nunca antes

conocido por la humanidad

occidental. Los horizontes de lo

político, lo social, lo económico, lo

moral, lo religioso quedó

comprendido en esa emancipación,

mas también lo artístico, valga decir las bellas artes, y la lírica. La poesía, en

potencia, libertad significa, pero requiere para ello de valentía en el hacerse,

necesita aventura, audacia en la creatividad -poietiké- verbal. El coraje de ser

aportativo, la palabra franca, el sacro misterio milagro de la belleza el alma poética

esencian. Andrés Bello así lo entendió? pensó había llegado la gran oportunidad de

la ódica para desarrollar, expandir su creatividad formal, espiritual, de elucidar en

sus niveles más profundos, extraer de allí la autónoma fortitud para desalojar de

manera definitiva en los liberados espacios de la Zona Tórrida a la dogmática

retórica de la poética europea. Claramente en su siempre admirable composición

Alocución a la Poesía (Londres, Biblioteca Americana, 1823) lo expondrá,

"Divina Poesía

(...)

tiempo es que dejes ya la culta Europa que tu nativa rustiquez desama,"

(...)

¿Qué expresa en su verdad el plano evocado del verso de Bello "que tu nativa

rustiquez desama"? Por supuesto cualquiera interpretación simplista se descartas

los rústico, su rustiquez deambulan por todos los Continentes. El Diccionario de la

Page 50: Metaecología y su horizonte poético

49

Real Academia Española (1992) los defines "Rústico, ca. Perteneciente o relativo al

campo. Tosco grosero. Hombre de campo." "Rustiquez: Calidad de rústico". En

cuanto al epíteto nativo, nativa, precisa el DRAE: "Que nace naturalmente.

Perteneciente al país o lugar en que uno ha nacido." No se trata, pues, de repetir lo

obvio. Encierra, por el contrario, en esa verso la perspicacia de Bello la metáfora de

un concepto trascendental, novedoso, desafiante: "nativa rustiquez" la libertad

significa, esa virtud, ese sentimiento innato al Nuevo Mundo. Sobran los

testimonios de como esa libertad ínsita a los primigenios pobladores de este

Continente sorprendió a la par de producir una profunda aversión e

incomprensión absoluta a los llamados conquistadores españoles. Cuando éstos

arribaron a los territorios novomundanos ya vencían enfermos por esa patología

anímica nominada luego por Eric Fromm "el miedo a la libertad". Afirmó

categóricamente el filósofo Federico Guillermo José Schelling en su libro Sobre la

esencia de la libertad humana (1809) lo siguiente: "Sólo quien haya experimentado

la libertad puede sentir la necesidad de hacerlo todo análogo a ella, de difundirla

por todo el universo". Jamás supieron los conquistadores españoles de ese excelso

sentimiento, por el contrario invadieron poseídos por el morbo de esclavizar (de

manera cobarde por su superioridad militar), de obtener riqueza fácil mediante el

robo, el genocidio, la "auri rabida sitis". Produjo en ellos, en su estrecha ética, en su

pensamiento domado por la dura dogmática de su cultura hispánica, en su psique,

pánico esta revelación existencial propia de los íncolas de la Zona Tórrida. Por eso,

con la conquista; los invasores hispanos no sólo se apoderaron de las riquezas a la

mano, de los minerales nobles, de las tierras, sino también asaltaron esa libertad,

quisieron extirparla de mil formas; exterminaron, esclavizaron, genocidiaron a los

aborígenes pero la libertad escondió su viva llama, debajo de las cenizas del

cataclismo; trescientos años después constituirá "la originaria forzosa necesidad"

(M. Heidegger), la fuerza espiritual, la energía moral, el combustible muscular de

quienes -mestizos, indios, negros, blancos- conducirían victoriosamente la “Guerra

de la Independencia” (…) "que tu nativa rustiquez desama”, en definitiva, una

bella metáfora de la libertad entonada en un armonioso endecasílabo yámbico.

Encarna Bolívar el primer gran intérprete del pensamiento y del espíritu de la

libertad del Nuevo Mundo. Dotó Bolívar de una nueva esencia a la Idea de la

libertad. En la antigüedad clásica los griegos, por supuesto, dicho concepto

poseyeron, lo nominaron eleuthería, en medio sin embargo de una paradoja,

Page 51: Metaecología y su horizonte poético

50

uncida a la minoría libre una inmensa colectividad de esclavos cohabitaba. Hállase

igual contradicción, más aguda aún, en la sociedad romana; junto a su vocablo

libertas enormes masas de siervos provenientes de una periferia de estados

sometidos. Relativizaba entonces esa aporía el ser de esas dos palabras originarias

sustentadoras del concepto. Vertió Bolívar su novísima interpretación de la

libertad en constituciones, leyes, discursos, proclamas, en su hacer militar casado

con el destino de independizar estos pueblos e inclusive en la mera sintaxis de la

elocución estructurante de su oratoria, de sus epístolas; aporta ahora si para

Occidente un ser, una realidad efectiva, a la noción de autonomía absoluta. La

convierte en una acción en un instrumento, con apoyo nutricio teórico, con

ejemplaridad práctica. Le da esa espiritualidad objetiva -originaria del Nuevo

Continente- en la acepción hegeliana. Proporciona Bolívar, pues, desde ese ser

genesíaco brotado del mestizaje, a partir del "recuerdo interiorizante del inicio”

(Heidegger), de la memoria originaria-originante, en fin de la arkhé -del

fundamento, de la raíz- un horizonte nuevo, revolucionario, metafísico. Por eso las

jóvenes repúblicas de la "Salve, fecunda zona, / que al sol enamorado

circunscribes", de "las regiones equinocciales del Nuevo Continente” a Bolívar lo

nominaron El Libertador. Tal vez en el inconsciente colectivo su Dios de la

Libertad sea.

Canta Bello en la composición paradigma seleccionada para este escrito, última

estrofa,

(...)

"Mas no a mi débil voz la larga suma - d.e sus victorias numerar compete; a

ingenio más feliz, más docta pluma, su grata patria encargo tal comete; pues como

aquel samán que siglos cuenta, de las vecinas gentes venerado, que vio en torno a

su “basa corpulenta el "bosque muchas veces renovado, y vasto espacio cubre con

la hojosa copa, de mil inviernos victoriosa; así tu gloria al cielo se sublima,

Libertador del pueblo colombiano; digna de que la lleven dulce rima y culta

historia al tiempo más lejano."

(Alocución a la Poesía).

Invita Andrés Bello a la Poesía -cual una divinidad- a venir a estos inmensos

territorios designados por Humboldt, con su precisión de científico, "las regiones

Page 52: Metaecología y su horizonte poético

51

equinocciales del Huevo Continente", aunque Bello con un concepto también

originario los nominó la Zona Tórrida, la comprendida entre los dos Trópicos, el

de Cáncer, el de Capricornio, mas sólo la parte circunscrita en el Huevo Mundo.

Por cuanto aquí la divinidad Poesía hallará -para asumirla de cara al futuro su

"nativa rustiquez"- un estrato consubstancial del ser de la ódica, de los cantos: la

intrínseca libertad; difícil de alcanzarla, en su pertinente plenitud natural, en

Europa por el viejo impedimento de la compleja red de dogmas conformantes de

su sociedad en aquel entonces: fanatismos religiosos, políticos, morales, sus

fosilizados credos estético-formales, en fin. Pilosa metáfora contra el dogmatismo

literario europeo la expresa Bello con "encina carcomida".

Reafirma más adelante Bello, en la misma composición, esta visionaria tesis

cuando escribe en sus versos, dialogando por supuesto con la "Divina Poesía"

(...)

"Descuelga de la encina carcomida tu dulce lira de oro,

(...)

y sobre el vasto Atlántico tendiendo tus vagorosas alas, a otro cielo, a otro mundo,

a otras gentes te encamina,

(...)

América, del Sol joven esposa,

del antiguo Océano hija postrera, en su seno feraz cria y esmera".

Con otro designio, sobre el relámpago de sus frases, Bolívar en su Carta de Jamaica

(1815) la misma visión expone, piensa: "Nosotros somos un pequeño género

humano; poseemos un mundo aparte; cercado por dilatados mares, nuevo en casi

todas las artes y ciencias".

Si la esencia del hombre su propia aventura la define, esta esenciaventura en el

trovador el camino de los versos asume de manera autónoma, independiente,

espontánea, se verterá en su ritmo interior, depositará en ello lo pirro -el oro- de

cuanto en ese existente ha sucedido, hace la entidad más ósea del poema, su

realidad.

Page 53: Metaecología y su horizonte poético

52

F.G.J. Schelling, en la mencionada obra, señala concluyente: "El sentimiento de la

libertad está íntimamente grabado en cada uno, aunque para asomar a la superficie

se requiere una fuerza y profundidad de sentido mayores a lo habitual" (...) (p.7l).

Añado, también para finalizar: La emancipación -de cualquier condicionamiento

externo, de todo compromiso espurio- es una necesidad interna del poema para

manifestar (phafnein) su ser. Andrés Bello en su grata silva, ya citada, exhaustiva,

fehacientemente muestra la identidad consubstancial def ser de la libertad con la

poesía; las regiones equinocciales del Nuevo Continente, el Nuevo Mundo, la Zona

Tórrida, a ello coadyuvaron. Cien años después de Bello, otro admirable poema, el

CHEBO de Miguel Ángel Asturias, lo ratifica.

"Creo en la libertad, madre de América, creadora de mares dulces en la tierra, y en

Bolívar, su hijo, señor nuestro, que nació en Venezuela".

(...)

Lubio Cardozo, ecopoeta venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2015/09/metaecologia-que-tu-nativa-

rustiquez.html, Lubio Cardozo, Que tu nativa rustiquez desama: Poesía, libertad, la

percepción de Andrés Bello. Sábado, 26 de septiembre de 2015.

ASISTENCIA BIBLIOGRÁFICA:

1. Miguel Ángel Asturias, Creido. Mérida, Erato, 2011 (Afiche pliego, con

ilustraciones.

2. Andrés Bello, Poesías. Caracas, La Casa de Bello, I98I (Obras completas, v. I:

ALOCUCIÓN A LA POESÍA, PP.-43-64; LA AGRICULTURA DE LA ZONA

TÓRRIDA, pp. 65-74).

3. Simón Bolívar, Carta de Jamaica (1815) En: Simón Bolívar, Siete documentos

esenciales. Caracas., Presidencia de la República, 1973.

4. Diccionario de la lengua española. Madrid, Real Academia Española, 1992. 2

v .DRAS/, Eric Fromm, El miedo a la libertad. Barcelona, Paidós, 2008.

5. Martin Heidegger, Aportes a la filosofía. Acerca del evento. Buenos Aires,

Biblos, 2006.

Page 54: Metaecología y su horizonte poético

53

6. Martin Eeidegger, Conceptos fundamentales. Madrid, Alianza Editorial,

1994.

7. Alejandro de Humboldt, Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo

Continente. Caracas, Biblioteca Venezolana de Cultura, 1941-1942. 5 v.

8. Federico G. J. Schelling, Sobre la esencia de la libertad humana. Buenos

Aires, Juárez Editor, 1969.

Page 55: Metaecología y su horizonte poético

54

4

Andrés Bello – Alejandro de Humboldt: los creadores del sentimiento ecológico en el nuevo mundo

El primer poeta lírico nacido en

Hispanoamérica quien celebra en sus

versos, con orgulloso entusiasmo, el

paisaje del Nuevo Mundo se llama

Andrés Bello (Caracas, 1781- Santiago

de Chile, 1865). Vivió Bello

veintinueve años en Caracas, en sus

aledaños, inclusive incursionó hasta

los valles de Aragua.

Amigo de la sabiduría, estudió en esos

años gramática latina, castellano, literaturas clásicas; junto a estos conocimientos

humanísticos indagó también en la botánica, en la geografía de su entorno. Amicus

arborum, dejó vigorosos testimonios de amor por su ámbito vegetal: a un pequeño

río situado al norte de la ciudad, fluyente entre haciendas y bosques, el Anauco –

quedan hoy de él apenas el nombre de un puente, un hilo de aguas negras y el

poema de Bello-, le hizo una hermosa composición imbricada de referencias

helenísticas, de la cual se copian para los lectores quince versos, (…) “Tú, verde y

apacible ribera del Anauco, para mi más alegre que los bosques idalios y las vegas

hermosas de la plácida Páfos, resonarás continuo en mis humildes cantos; y

cuando ya mi sombra sobre el funesto barco visite del Erebo los valles solitarios, en

tus umbrías selvas y retirados antros erraré cual un día,” (…) (A. Bello, EL

ANAUCO. En: Poesías. Caracas, 1981. pp. 5-6).

Escribió asimismo en su etapa caraqueña su célebre soneto “MIS DESEOS” donde

por primera vez en la lírica venezolana dos emblemáticos árboles, muy peculiares

por sus tallos, el cocotero junto al sauce aparecen, de igual modo la región

nominada por siempre Aragua. En Venezuela dos especies de la familia de las

Salicaceae hay, el conocido en el sermo ruralis sauce llorón (Salix babylonica L.)

Page 56: Metaecología y su horizonte poético

55

traido al País durante el gobierno de Guzmán Blanco, y el nativo, el sauce común

(Salix humboldtiana); el expresivo cocotero, de la familia Palmas Arecaceae,

simpática bandera verdeamarilla de los trópicos enriquece la acuarela fijada en los

versos de Bello, (…) “De Aragua a las orillas un distrito que me tribute fáciles

manjares, do vecino a mis rústicos hogares entre peñascos corra un arroyito. Para

acogerme en el calor estivo que tenga una arboleda también quiero, do crezca junto

al sauce el coco altivo.” (A.Bello, “MIS DESEOS”. En: Poesías. Caracas, 1981. p. 7).

Puede decirse lo mismo de su pequeña composición en romance octosilábico

rotulada “A UN SAMÁN”. A este gigante de la flora del Continente verde, de “las

regiones equinocciales” humboldtianas, Bello lo inmortaliza al insertarlo por

primera vez en el lenguaje de la ódica del Nuevo Mundo. Emblematiza este

inmenso Pithecellobium samán (Leguiminosae Mimosaceae) con su colosal fronda

las planicies cálidas del occidente del País, hoy árbol de las simbología

institucional del estado Aragua. (…) “Extiende, samán tus ramas sin temor al hado

fiero, y que tu sombra amigable al caminante proteja.” (A.Bello, “A UN SAMÁN”.

En: Poesías. Caracas, 1981. p. 32). “Al salir del pueblo de Turmero, a una legua de

distancia, se descubre un objeto que se presenta en el horizonte… No es una colina

ni un grupo de árboles muy juntos, sino un solo árbol, el famoso Samán de Güeré,

conocido en toda la provincia por la enorme extensión de sus ramas que forman

una copa hemisférica de 576 pies de circunsferencia. El Samán una vistosa especie

de Mimosa, cuyos brazos tortuosos se dividen por bifurcación. Su follaje tenue y

delicado se destaca agradablemente sobre el azul del cielo. Largo tiempo nos

detuvimos debajo de esa bóveda vegetal”… (Alejandro de Humboldt, Viaje a las

regiones equinocciales del Nuevo Continente. Caracas, Monte Ávila Editores, 1985.

t. III, p. 87).

Viajó Bello a Londres en 1810 en una misión diplomática, junto con Bolivar,

relacionada con el proyecto independentista de los venezolanos. Nunca más a su

País retornaria. ¿Se conocieron Bello y Humboldt en el breve ínterin de este último

en Caracas? Sólo hay conjeturas al respecto sin apoyo historiográfico, más en la

historia posible ello ha debido suceder. La expedición organizada por el

naturalista, geólogo, botánico, astrónomo Alejandro de Humboldt (Berlín: 1769-

1859) y el médico, botánico Aimé Bonpland (La Rochelle, Francia, 1773 – Uruguay,

1858) llegó al puerto de Cumaná en la desembocadura del río Manzanares el 16 de

Page 57: Metaecología y su horizonte poético

56

julio de 1799: Emprendian, pues, desde Venezuela estos dos grandes varones de la

ciencia la primera gran exploración por el conocimiento riguroso de la naturaleza

del Nuevo Mundo, con su posterior corolario de la honda repercusiónen la

ransformación de la mineralogía, geografía, eodesia, astronomía, zoología,

botánica, cosmología, entre otras.

Así describe Humboldt su profunda emoción al contemplar por primera vez el

verdor del Nuevo Continente. “Habiamos llegado al fondeadero, frente a la

embocadura del río Manzanares, el 16 de julio, al despuntar el día más no pudimos

desembarcar sino muy tarde de la mañana, porque estábamos obligados a

aguardar la visita de los oficiales del puerto. Se fijaban nuestras miradas en los

grupos de cocoteros que ribeteaban la costa, cuyos troncos de más de sesenta pies

de altura dominaban del paisaje. La planicie estaba cubierta de conjuntos de

Casias, Cápparis y de esas mimosas arborescentes que, semejantes al pino de Italia,

extienden sus brazos en forma de quitasol. Las hojas pinadas de la palmeras se

destacaban sobre el azul del cielo cuya pureza ningún vestigio de vapores

enturbiaba. Subía el Sol rápidamente hacia el zenit. Difundíase una luz

deslumbradora por el aire, por colinas blanquecinas tapizadas de Nopales

cilíndricos, y por un mar siempre sosegado, cuyas riberas están pobladas de

alcatraces, de garzas, flamencos. Lo brillante del día, el vigor de los colores

vegetales, la forma de las plantas, el variado plumaje de las aves, todo anunciaba el

carácter prominente de la naturaleza en las regiones ecuatoriales.” (A. de

Humboldt, op. cit, t. I. p. 377).

El 21 de noviembre de ese año, “por la tarde”, arribarían a Caracas donde

permanecerían escasos dos meses. “Dos meses pasé en Caracas. Habitábamos el Sr.

Bonpland y yo en una casa grande casi aislada, en la parte más elevada de la

ciudad. Desde lo alto de una galería podíamos divisar a un tiempo la cúspide de la

Silla, la cresta dentada de Galipán y el risueño valle del Guaire, cuyo rico cultivo

contrasta con la sombría cortina de las montañas en derrador. Era la estación de la

sequía.” (A.De Humboldt, Op. Cit; t. II, p. 329).

La ruta de Humboldt-Bonpland por el territorio de la Provincia de Venezuela fue

la siguiente: De Caracas a los Valles del Tuy, Valles de Aragua: La Victoria,

Turmero, Maracay, Valencia, Las Trincheras (aguas termales), Puerto Cabello;

Page 58: Metaecología y su horizonte poético

57

enrumban hacia los Llanos Centrales: Calabozo, Apure (San Fernando), conectan

por el río al Orinoco (abril de 1800): San Carlos de Río Negro, Caño Casiquiare,

Descendieron por el Orinoco hasta Angostura (hoy Ciudad Bolívar), tomaron

luego el camino llanero para El Pao hasta Barcelona, de allí otra vez a Cumaná.

Desde este puerto se embarcaron rumbo a la Habana. “Habíamos pasado 16 meses

en estas costas y en el interior de Venezuela. (…) Nos separamos de nuestros

amigos de Cumaná el 16 de noviembre (de 1800). La noche era fresca y deliciosa. Y

no fue sin emoción que vimos por última vez el disco de la Luna iluminar la copa

de los cocoteros que rodean las riberas del Manzanares.”

Dejó Humboldt en su largo recorrido de dieciséis meses (16-VII-1799 al 16-XI-1800)

por el territorio venezolano fehacientes descripciones de la agricultura en ese

momento de la historia, expuso con detalle los cultivos originarios: el maíz, la

yuca, la papa, el cocotero, el cacao, la lechosa, las sapotáceas, las anonanéceas, la

piña, la guayaba, junto a tantas otras. De las plantas exóticas, traídas por los

europeos, destacó el cafeto, la caña de azúcar, algunos frutales (manzanas,

duraznos, naranjas), en fin. Señales de estas plantas sativas reveladas por el

cientifico alemán renacerían después en los versos de Andrés Bello. Revela

Humboldt en su maravillosa aventura intelectual, científica, rotulada Viaje a las

regiones equinocciales del Nuevo Continente, por primera vez a los

hispanoamericanos el esplendor, la realidad, la riqueza, la belleza, la temperie, del

a tierra donde habían nacido, habitan, donde luego depositarán sus huesos: el

Nuevo Continente. Por eso Bolívar en carta de 1820 define a Humboldt “el

descubridor científico del Nuevo Mundo”.

El Libro comenzó a editarse primero en francés a partir de 1814, ese mismo año se

inicia la versión inglesa, impresa en Londres. Esta última fue la leída por Bello

durante su larga permanencia en la capital de Inglaterra. Significó este

acontecimiento el encuentro existencial definitivo entre el gran poeta y el gran

naturalista. Desde la brumosa lejanía de Inglaterra a Bello se le reveló con dicho

hallazgo la majestad natural del Nuevo Mundo intelectualmente iluminado por la

inteligencia y la cientificidad de Humboldt. Sólo así pudo Bello componer sus dos

formidables poemas novomundanos, “ALOCUCIÓN A LA POESÍA” (1823), “LA

AGRICULTURA DE LA ZONA TÓRRIDA (1826).

Page 59: Metaecología y su horizonte poético

58

Dos largas silvas donde por primera vez se invita a amar, cuidar, entar el espacio

natural – su flora, su fauna, sus ríos, su aire, su luz, su tierra, sus mares- de la

llamada por Humboldt con sorprendente precisión geodésica “la zona tórrida”, la

comprendida entre el Trópico de Cáncer del hemisferio boreal, el Trópico de

Capricornio del hemisferio austral, dividida por el círculo máximo del Ecuador,

pero sólo el ámbito circunscrito al Nuevo Mundo. Para los lectores de: Azul

Ambientalistas se copian apenas los primeros cincuenta versos de su poema.

LA AGRICULTURA DE LA ZONA TÓRRIDA

¡Salve, fecunda zona,

que al Sol enamorado circunscribes

el vago curso, y cuanto ser se anima

en cada vario clima,

acariciada de su luz, concibes!

Tú tejes al verano su guirnalda

de granadas espigas; tú la uva

das a la hirviente cuba;

no de purpúrea fruta, o roja o gualda,

a tus florestas bellas

falta matiz alguno; y bebe en ellas

aromas mil el viento;

y greyes[rebaños] van sin cuento

paciendo[comer pastos] tu verdura, desde el llano

que tiene por lindero el horizonte,

hasta el erguido monte,

de inaccesible nieve siempre cano.

Tú das la caña hermosa,

de do la miel se acendra[purificar],

por quien desdeña el mundo los panales;

tú en urnas de coral cuajas la almendra

que en la espumante jícara[vasija] rebosa;

bulle carmín[insecto] viviente en tus nopales,

Page 60: Metaecología y su horizonte poético

59

que afrentafuera al múrice de Tiro;

y de tu añil [arbol] la tinta generosa

émula es de la lumbre del zafiro.

El vino es tuyo, que la herida agave

para los hijos vierte

del Anahuac feliz; y la hoja es tuya,

que, cuando de suave

humo en espiras vagorosas huya

solazará [descanzara, aliviará] el fastidio al ocio inerte.

(…)

Para tus hijos la procera [eminente, alta] palma

su vario feudo cría,

y el ananás sazona su ambrosía [manjar de los dioses];

su blanco pan la yuca;

sus rubias pomas la patata educa;

y el algodón despliega

el aura leve las rosas de oro

y el vellón de nieve.

Tendida para ti la fresca parcha

En enramadas de verdor lozano

cuelga de sus sarmientos trepadores

nectáreos globos y franjadas flores;

y para ti el máiz, jefe altanero

de la espigada tribu, hincha su grano;

y para ti el banano

desmaya al peso de su dulce carga;

el banano, primero

de cuantos concedió bellos presentes

Providencia a las gentes

del ecuador feliz con mano larga.”

(…)

Page 61: Metaecología y su horizonte poético

60

(A. Bello, “LA AGRICULTURA DE LA ZONA TÓRRIDA”. En: Poesías. Caracas,

1981. pp 65-69).

Lubio Cardozo, ecopoeta venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2012/06/andres-bello-alejandro-de-humboldt-

los.html, Lubio Cardozo, Andrés Bello – Alejandro de Humboldt: los creadores del

sentimiento ecológico en el nuevo mundo. Lunes, 11 de junio de 2012.

Page 62: Metaecología y su horizonte poético

61

3. La Metaecología y sus creadores

Page 63: Metaecología y su horizonte poético

62

1

Poema Diosa Tierra por Lubio Cardozo

Diosa Tierra

Pongo el oído sobre la piel de la tierra:

Un rocal silencio responde,

sueño el eco de tu inmenso misterio.

Gran Diosa Madre de la existencia,

clemente.

Nunca nos desampararás.

Cruzamos en ti la aventura del extraño viaje

por el abismo infinito.

¿Qué somos oh Madre Gea?

Sea cual haya sido el derrotero

tomado en el espacio de la vida

ella siempre benigna en sus senos nos recibirá.

Denso térreo perdón por todos los errores.

Ser un puño de tierra, divino orgullo.

Lubio Cardozo, ecopoeta venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2015/01/poema-diosa-tierra-por-lubio-cardozo-mi.html,

Lubio Cardozo, Diosa Tierra. Miércoles, 7 de enero de 2015.

Page 64: Metaecología y su horizonte poético

63

2

La idea de poesía en Nada Salas: Kosmos

…”por los bellos dones de las Musas

ceñidas de violetas y por la dulce lira de

los cantos”…

Safo.

Conforman las piedras circuidas por

las espirales del vacio el Universo, en

la amorosa dynamis eterna del Caos

uncido al Cosmos, infatigables

espíritus de la existencia. Hay entre

ellos un rey, el sílex junto a su corte

de mil nombres minerales, origen o principio de todo lo demás. En este bello

planeta llamado Gea por los griegos, Tellus por los romanos de la latinitas, Tierra

en nuestra voz, sobre sus rocas descansan los océanos, sobre sus riscos comenzaron

un largo camino los líquenes, los licopodios, los musgos, los gimnospermas, hasta

el advenimiento de los árboles con flores, los insectos, los vertebrados, el humanus.

Si paseando por un camino alguien una menuda piedra recoge y grita: “¡Tengo en

mi mano un pedazo de Universo!” Dice la verdad sin lugar a dudas. Ese mismo

grito pero en el tejido de los versos expresado para armar sus diáfanas odas, lo

disparó a los cuatro vientos Nada Salas en su primer poemario “Lapislázuli”

(1993).

Las composiciones de este singular libro de Nada Salas, rinden un homenaje a los

minerales dotados de la sorpresa, lejos de cualquier calificativo banal, van sólo en

esas páginas por cuanto poseen algo robado a la naturaleza del relámpago.

Disciplinada poeta.

Nada Salas, ante estas piedras admirables cualquiera tentación erudita soslaya,

apenas un poco de su encantamiento extrae, para equivalerlo con aspectos de la

vividura del humano enamorado del Universo:

Page 65: Metaecología y su horizonte poético

64

"ZAFIRO

Pedazo de cielo

venido a menos.

Añico del techo celeste.

De la profunda tierra

sumida en tinieblas

precioso tragaluz.

(…)”

(p. 189)

Este ludismo de cruzar los ejes de la gracia del metal con perfiles de la

contingengencia del viandante muy bien lo registra en

“EL AZOGUE

(…)

¿De qué fragua fantástica

manan tus gotas

pulidas y pesadas?

¿En qué magnífico manantial

fueron forjadas?

(…)

Azogue. Tan desconcertante

como el mismo corazón

del hombre:

Puedes roer como un

diente feroz

y brillar, a la vez,

como la Luna

redonda.”

(p. 41).

Page 66: Metaecología y su horizonte poético

65

El ámbito inmediato, continuo, envolvente de los guijarros, de los riscos, de la

arena milagrosamente compactada en sus brillantes formas, se nomina celeste

atmósfera, maternal abrigo transparente del Planeta. Entiendo acá, erigió con sus

sentimientos junto a sus reflexiones sobre las estrofas, la poeta, un ara de ofrenda

lírica al gran ciudadano de la humanidad Alejandro de Humbolt “el descubridor

científico del Nuevo Mundo” tal lo definió Bolívar. Pues bien, vuelca la atmósfera

desde las estrellas la cornucopia de los prodigios de la luz, de los vientos, de la

lluvia, el rayo siempre sorprendente, la fiesta del trueno, la femenina inquietud del

relámpago, el esplendor de la nieve, la vorágine de los huracanes, las tormentas

del malhumorado Bóreas o las cálidas corrientes empujadas por el muelle Notos,

ya la en todas partes Aura -la tan deseada brisa- ya Céfiro con su viento suave,

templado, del oeste tan amado de los trovadores.

Para aquellos antiguos griegos -creadores de Occidente- eran las Horas: Eirene,

Eunomía, Dike, las responsables de los caballos del Sol, custodiaban las puertas del

cielo, disponían las nubes, atalayas en fin del clima, de la temperie.

Una vez le preguntaron al filósofo presocrático Anaxágoras de Clazomene (s. V a.

c.) cual fin tenía la vida, él respondió: “para contemplar el Sol, la Luna, las

estrellas, el cielo”. Más de dos mil años después Kant categóricamente afirmará en

el “Colofón” de su “Crítica de la razón práctica”: “Dos cosas colman el ánimo con

una admiración y una veneración siempre renovadas y crecientes, cuando más

frecuente y continuamente reflexionamos sobre ellas: el cielo estrellado sobre mí y

la ley moral dentro de mí”. Pero revelar en la red de los versos ese capítulo del

Planeta Azul fácil no resulta. Además de la autenticidad de la empatía erótica con

la tierra, el vate o la vidente deben poseer la fortitud del vocablo helénico

“parresía”: con esa voz los escritores grecorromanos identificaban la libertad del

lenguaje, la autonomía de hablar, la franquía de decir, hasta de disparatar por

placer. Más la libertad de la palabra exige valentía. Clamaba Pïndaro con

vehenencia por esa virtud para los cantos de sus coros: “Oh augusta Musa, madre

nuestra, yo te suplico”. (NEMEA III).

Palabra libre, coraje, belleza el alma poética esencian. Nadie es dueño de la poesía

-a no ser Homero, Píndaro, Garcilaso, Darío-, el regalo divino de la creatividad

lírica no posee dueño, sí la máxima exigencia, sí apuntar hacia lo bello en el espacio

Page 67: Metaecología y su horizonte poético

66

de la ódica. Escribió Nada Salas a la atmósfera, a su intrincada riqueza fenoménica,

un hermoso opúsculo: “Celajes” (2011). Laboreo sutil, videncia, emotividad verbal

para depositar en esos cantos el inquietante relampagueo de lo sorpresivo,

transmutado en brillo, en artisticidad expresiva. Certum esse: Se pone ante los ojos

del lector el inmediato poema al azar tomado.

“CIELO ABORREGADO DE NUBES

Guiados

por pastores invisibles,

al son de pifanos

inaudibles por la grey de abajo,

en trashumancia serena y segura,

hacia ignotos prados

se desplazan

por los campos celestes.

¡Qué solemnidad silente!

¡Qué contraste con el paso

de la gárrula gente

que no sabe

cómo orientar sus pasos,

mientras en turbelento desfile

se traslada

hacia los ineludibles

prados del poniente!”

(p. 27).

La poesía libertad significa, pero esa libertad requiere de la valentía en el hacerse,

necesita aventura, audacia en la creatividad verbal –“poietiké”. El sacro misterio

milagro de la belleza, el coraje de ser aportativo, la palabra franca, la esencia de la

lírica vigorizan. Presente dicha “virtus fortitudinis” en Nada Salas, porello en sus

textos ódicos se atrevió plasmar los alaridos de la fronda, el murmullo de la

floresta. “Raigambre” (2001) un fehaciente obsequio del valor de escribir así sobre

Page 68: Metaecología y su horizonte poético

67

este horizonte de laberíntico mundo del Planeta Azul, más de cien odas para

celebrar el reino vegetal. Grita la Madre Gea sus salmos al través de las formas de

sus criaturas. Sabe oirlas Nada Salas. Escucha el díalogo de las plantas con el

viento, el clamoreo de los cerros, de los ríos, del mar, el bramar de las ventiscas, el

rin-rin del grillo, el trombón de los abejorros, el croar de las ranas, el serio rugir de

los felinos, el trino de los pájaros celajes. Con la misma devoción por los escenarios

botánicos de este Continente del cantor de la “Zona Tórrida” Andrés Bello, vertió

con sabiduría la poeta en las estrofas de “Raigambre” las cantigas de los padres

árboles percibidas por el encantamiento del verdor, mediante la constante

presencia del entrecruzamiento lúdico de los entes de la naturaleza exterior con la

ventura íntima del humano, así pues tradujo al papel el susurro de:

“EL MANGO

Pomo paradisíaco.

Seductora manzana de la Zona Tórrida

nacida de ramaje

que periódicamente

-ya porque la Luna brilla

ya porque las aves cantan

y perfume esparce la brisa-

al aire decide echar una cana

cambiando por rojo cobrizo

el verdor de su cabellera.

Si en el jardín de Hurácan

fuiste modelada

por voluptuosas manos sin forma.

Si te sazonaron

los ósculos miel-canela

del astro canicular.

Si te pintó

Page 69: Metaecología y su horizonte poético

68

el pincel abigarrado

del ocaso tropical.

Si hálitos ajenos a esta tierra

aromaron

a delicia de tu pulpa…..

¿Serían tus carnes de Eva

y no las curvas de una fruta

con casto corazón de nieve

lo que Adán no pudo resistir

allá en el Edén?”

p. 80).

Las amadísimas Diosas de los dominios nemorosos, las selvas, la fauna silvestre,

Artemis, Diana, al contemplar el laboreo composicional de Nada Salas,

agradecidas sonreirán por la amorosa centinela de sus reinos aunque sólo utilice

para la defensa de esos territorios las saetas de sus ritmos.

Hasta el presente (2012) en cada unidad composicional lírica de Nada Salas tres

ejes paradigmáticos rielan: el ente proveniente del paisaje sólo iluminado en su

belleza, la cual a si vez reflecta el gesto, un rasgo espiritual de la poeta o de otro

noble humanus, segundo eje; el tercer nivel reposa en el tratamiento literario de la

elocución, en su melodía, en la escogencia de los vocablos, en la elegancia

expresiva: en este último carril, meramente formal, la voluntad de lo novedoso

perfila, basada en la unicidad, en la imparidad bien tramada de dichas odas cual

invisibles estructuras de apoyo a la sorpresa, de invitación a la lectura. Celebre, a

colación, el axioma de León Tolstoi: “Sin novedad no hay arte”.

Ocupa el reino animal el corpus de su grato libro “Arca de Papel” (2006). Admírase

la espontaneidad de la escogencia de sus invitados a la eternidad del canto, igual

así su bondad de alumbrar a estos amables compañeros suelo nominarlos, por lo

menos a los vertebrados, ‘humánidos’ de la maravilla de la andanza. Tal vez la

poesía para Nada Salas la gran aventura durante su peregrinaje por el dilatado

Page 70: Metaecología y su horizonte poético

69

país de los días signifique. Pero ¿de dónde brota esa singularidad de su escritura

lírica? ¿Reminiscencias de la absoluta noche originaria interpeladas cual un don o

un destino, enhebradas en estrofas mediante la imaginación enriquecedora?

Misteriosa (¿explicita evocación por ello?) su composicion “Falena” del

mencionado opúsculo, “Noctívaga”.

En desatinada errancia

su solemne vuelo.

Desde la

oscuridad del insomnio

aterrizó

delante de mi lecho.

De la luz enamorada

condenada a ser sombra.

Fantasma

en solitaria ronda

buscando adónde

despojarse de su pena.”

(p. 53).

La esencia de la creatividad de Nada Salas libertad se llama, insisto. Exige la

anámnesis expedita vía, franquicia elocutiva sobre los rieles de una auténtica

musicalidad para asomarse a lo recóndito por los postigos de los versos. Hace más

de dos mil años el dramaturgo romano Gneo Nevio (s, II a.c.) lanzó su solemne a la

par de famoso reto: “Libera lingua loquemur” (“dejemos la lengua hablar con

libertad”).

“QUETZAL

En cenital ascenso

desprendida del arcón de la selva

una esmeraldina gema

Page 71: Metaecología y su horizonte poético

70

enjoya

el aire de la mañana.

¡Es un quetzal en vuelo!

(…)”

(p. 95)

¿Es Nada Salas, su poesía, cual esa ave?

NOTA: Inicia el rótulo de este escrito la palabra KOSMOS, en laude a la

monumental obra de Alejandro de Humbolt, “Kosmos o descripción física del

mundo” (Berlin, 1845-1859), rica en abundantes descubrimientos e investigaciones

aportativas del ilustrísimo intelectual alemán. Nada Salas, heredera sentimental

del gran hombre, le prodiga, indirectamente, tributo con su obra lírica.

Lubio Cardozo, poeta ambientalista venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2015/08/metecologi-kosmos-la-idea-de.html,

Lubio Cardozo, Kosmos: La idea de poesía en Nada Salas. Sábado, 15 de agosto de

2015.

Breve reseña biográfica de Nada Salas

Nada Salas es de nacionalidad croata, nacida en Chicago y ciudadana venezolana

por haber contraído matrimonio con el notable médico merideño Rafael Ángel

Salas Viloria. Profesa la religión católica. Habla croata, inglés, español, y lee

francés, alemán y ruso. Ha viajado por los Estados Unidos, Norte América, México

y Panamá. De Sudámerica solamente no ha visitado Bolivia y Paraguay. Ha

viajado también en Europa por España, Francia, Italia, Alemania y Yugoslavia, y

de África conoce Marruecos. Ella es una mujer de refinada educación y gran

cultura que transmite a su interlocutor el mismo encantamiento que entrega en sus

poemas. Habita en Caracas, donde espera vivir hasta el final de sus días. Pertenece

al Círculo de Escritores de Venezuela. Ahora es feliz cuidando hijos y nietos.

Trabaja en nuevos libros. Uno de motivos humanos, otro para los animales que se

llama Zoociedad, sobre la naturaleza, morfología, características y belleza

inherente a algunos animales. De todo lo anterior ha escrito zoopoemas como

solamente puede lograrlo el talento excepcional del poeta, y ella lo es en grado

Page 72: Metaecología y su horizonte poético

71

sumo, porque serlo es precisamente hallar poesía donde ella se encuentra y está

escondida o se expresa de manera manifiesta. He allí también el milagro de la

poesía, que no solamente es hallar y no sólo expresar sino saber expresar de

manera original y bella. Es ver donde nadie ve; sentir cuando nadie siente y

expresar hermosamente cuando otros no han podido hacerlo de frente al fenómeno

que proporciona la materia prima original y viva, para poder lograrlo. ¡Oh poesía

revelación, hallazgo y milagro! Nada Salas: Magia de la palabra Ensayo 17. En 1998

recibió el premio Editor´s Choice Awards de The National Library of Poetry de

Maryland, Estados Unidos. En el prólogo de su libro Lapislázuli, en su columna

Candideces, el fallecido escritor y poeta Luis Beltrán Guerrero dijo: “De la nada ha

brotado un mundo poético. Nada Salas es poeta por la gracia de Dios. Su poesía

concentra toda la gama de su sentir y expresión, cascada de metáforas, peñasco de

fulgores, iris de rápidos y deslumbrantes reflejos. Nada Salas es una artista nata y

neta, conocedora de su propio valer, y por tanto, humilde y orgullosa al par. Ella,

gran señora, sabe de sedas y terciopelos en los salones; gran madre, de pañales

infantiles; sabe de azúcares en la cocina, y de pinceles y colores sobre el lienzo”.

Breve Reseña Literaria

Por una afortunada casualidad han llegado hasta mí, dos libros de la escritora venezolana

Nada Salas: Arca de papel y Lapislázuli, los que he leído ávidamente, para mi

complacencia. Registra en ellos la naturaleza de las flores, los árboles, las piedras, las

gemas preciosas, los metales. Su curiosidad sin límites y la aguda observación que posee,

le ayudan a desentrañar lo poético que tiene todo lo que existe. Ninguna cosa escapa a su

percepción atenta e insistente. Es casi increíble que alguien cuyo idioma materno es

extranjero, domine de manera tan perfecta el más puro español, el más atildado castellano.

Más aún, quedando estrecho este idioma a su prodigiosa imaginación, crea las palabras

que necesita para expresarse y consigue las desinencias apropiadas a su objetivo. Se ve que

ha estudiado nuestra lengua con amor, para el apasionado ejercicio de escribir y describir

cuanto ven sus ojos y contempla su mirada. Dispone de un vocabulario infinito para decir

y bien decir lo que su creatividad inventa de manera tan compleja y sencilla. En algunos

poemas muchos “por qué” quedan sin respuesta, sin que este interrogante mengüe el

encanto casi metafísico de ellos. Su talento poético florece en cada uno de sus poemas y su

oído profundo jamás pierde el ritmo de las palabras que se expresan en verso blanco

perfecto. No hay sílabas que sobren en la melodía subyacente de cada idea.

Dora Castellanos

Page 73: Metaecología y su horizonte poético

72

3

La idea de poesía en Teresa Coraspe

Sólo la poesía a sus amorosos ampara;

el abandonar su exigente comarca

entonces las raras –selváticas-

pasiones de la intemperie o la Nada

aguardan. Algunos poetas lo saben,

otros no éstos yerran, se disuelven,

desaparecen. No hay más amparo

para el trovador sino la poesía.

Anda holgadamente Teresa Coraspe

en el laberinto de su difícil romería

por haber revelado en ella esa otra dimensión del contemplar, el ver salvante

– dispicecere- hecho de las Ideas. Entender así la aridez del arraigamiento cual una

tentación únicamente acreedora del olvido o apenas sí recordar su escalofrío.

Asumió ella en la estrella de caminos, veredas, sendas del misterio milagro de la

belleza el de la poesía, el alto principado de las encandecidas palabras,

imperceptible más certísimo don de Theós Apollo.

“Estos pasos que no me pertenecen

detienen su cansancio

junto al mar

Ah rostros visionarios

he andado hacia el fondo

allí donde terminan mis huesos”

(T.C., Vuelvo con mis huesos, 1978).

Corporiza la Idea de poesía en la escritura ódica de Teresa Coraspe, la maestitia.

Pero ¿qué habla la tristeza en la lírica?

Cuando al territorio de la existencia se desciende empréndese al romper la

búsqueda para tratar de descubrir entre la opima heterogeneidad del mundo, en su

tosca versión terrenal, lo belloverdaderobueno (la kalokagathía de aquellos lejanos

Page 74: Metaecología y su horizonte poético

73

griegos) cual pieza clave del puzle o el mapa donde de inmediato se vislumbraría

la ruta infalible del retorno, la esperanza de enterrar para siempre bajo los

peñascos de la eternidad al acechante dragón de la miseria de la temporalidad,

escondido entre las ralas yerbas en la pradera de los días.

Escasos quienes esa cifra, esa alhaja hallan. Ante el desasosiego de no toparse con

la seña, el cuerpo oferta a cambio el señuelo, mediante la imperativa lectura del

Sol, la posibilidad de los placeres somáticos, infinitos aunque robados a la

naturaleza del relámpago, jugar al salto de la cuerda sobre a boca del vacío. Pero

los poetas, personajes muy severos en su altivo silencio, optan por la propuesta

restante, la melancolía. Empieza así el romeraje por los vericuetos de la vividura

sobre el singular caballo con un verbo por nombre, “Esperar”. Dejando va al cantor

o la cantora a lo largo del sendero los testimonios de sus pesquisas o de su fe en la

reminiscencia (en la anamnesis) cual tributo de lealtad al destino o al misterio

sobre el filo del riesgo de una creencia sus poemas.

“Una mujer se va

camino del verano

sin domingos

Se va sin detenerse

invadida de extrañas memorias

comienza a andar a la inversa

una mujer”

(T.C., Vértice del círculo, 1987).

Soledad, pueblo en la costa crinoquense del estado Anzoátegui situando, lo arrulla

un rosario de hermosas circunstancias, desde su nombre, Yacente en una

levemente inclinada planicie; en lo alto del declive, en lontananza se observa un

cerrado verdor, parecieran bosques; en la parte opuesta el Orinoco sus orillas moja;

el muy pálido azul de los cielos de Guayana en el verano lo envuelve. Conforman

la parte vieja de la pequeña urbe dos o tres plazas a las cuales llegan las antiguas

calles flanqueadas por casas construidas con dignidad arquitectónica, gallarda,

encantadora, rasgo de las edificaciones domésticas de los poblados históricos de

Venezuela. Pueblo nada tosco en los sectores originarios de su urbanismo. Por el

contrario sosegado, amurallado por la venustez de su conformación plástica.

Page 75: Metaecología y su horizonte poético

74

Cruzan por sobre sus techos las cálidas brisas provenientes de las selvas de la

Orinoquia, uncida a ellas corretea también, a veces, la tristeza, dicen. Allí, un día

de 1970 –hasta la eternidad- Teresa Coraspe nace. Heredará su escritura lírica el

aboliendo de ese afectivo entorno geográfico, la pulchritudo maiestatis de su

paisaje el cual luego, desde dentro, mostrará en voces, en canto, la ódica de su

existencia revelada en las estrofas de sus seis poemarios publicados hasta el

presente. Incrementará ese tesoro emotivo, obviamente, a lo largo de su deambular

por los parajes de los días con sus lecturas, su pasión por los saberes de los

múltiples rostros de lo artístico, con su incesante pensar, más por sobre lo dicho,

con la vida misma.

Hay, empero, otra soledad. Compuso Safo de Mitilene (s. VI a.c.) –“Safo, de trenzas

violeta, pura Safo de dulce sonrisa”, Alceo- en su gratísima, fértil, isla de Lesbos

arropada por las auras del Mar Egeo, un patético poema -“al son de la flauta de

Lesbos Aquíloco- donde rima en sorprendentes versos cortos (la estructura

estrófica inventada por ella, después llamada sáfico-adónica) el patetismo de una

mujer sola en su lecho mientras transcurren las horas de la noche,

"Έχουν σίγουρα κρυμμένο φεγγάρι

και οι Πλειάδες.

Τα μεσάνυχτα, στη συνέχεια,

αφήστε ώρες,

αλλά εγώ, μόνος, κοιμάμαι ".

Traduzco:

“Se han ocultado ciertamente la Luna

y las Pléyades.

Medianoche entonces,

se marchan las horas,

pero yo, sola, duermo”.

Vigoriza, definitivamente, la solicitud los cantos. Aguardar las noches, sola en su

cama una mujer -¡una mujer!- ha sido tema desde la literatura hasta el cine.

Aunque conocedora de la ódica de Safo, en la composición siguiente de Teresa

Coraspe, no hay influencia sino esa coincidencia existencial o tal vez fabularía.

Page 76: Metaecología y su horizonte poético

75

“Tejo y destejo cual Penélope a la espera de Odiseo

sólo que yo no espero a nadie

sino el amanecer frio y sin voces

donde el recuerdo enhebra las edades

y da cuenta de las cosas idas que ya nunca más vuelven

Tejo y destejo la madrugada”

(T.C., La casa sin puertas, 2004).

Reposa la elocución lírica de Teresa Coraspe en seis libros publicados hasta el

presente (2001); versos, estrofas, composiciones depositarias de su pulchiritudo

cantici. Concebidos en Ciudad Bolívar, valga decir en el extremo sur del País, muy

lejos de las metrópolis posesoras de sus grandes instituciones culturales: de

Universidades, bibliotecas, librerías, museos de arte, galerías, enormes teatros,

cinematecas, complejos talleres de impresión; distante pues de Caracas, Maracaibo,

Mérida.

Dificultades objetivas transformadas paradójicamente en piedras de toque para

probar su talento creativo. Autora Teresa Coraspe de una poesía sugestiva en su

densidad existencial, de pensamiento, de vivencialidad. Trabajados sus opúsculos

con responsabilidad ante la tradición humanística venezolana, con dedicación en la

escogencia con tino de los vocablos adecuados para el fluir de sus sentimientos.

Escritura dignísima donde se graba un acontecer de la condición humana, la

melancolía, la maestitia.

“Hoy amaneció la tristeza

Me acompañó por la ciudad

La sentí como una delgada luz plateada

Y era azul el sentir

Mágica montaña que no se logra alcanzar

Allí estabas con una incomprensible alegría.

Con la nostalgia de mi ser

la delgada luz de plata en mi interior

y el mágico azul de mi sentir me despedí”.

(T.C., Este silencio, siempre, 1991).

Page 77: Metaecología y su horizonte poético

76

Podría asumir acaso Teresa Coraspe, en el horizonte de su actual temporalidad, la

frase de Cicerón acie mentis dispicio (“Veo con la agudeza de los ojos del

espíritu”).

En fin, sólo la poesía salva a sus feligreses, a sus feligresas, cuando son verdaderos,

auténticos, cuando la dignifican.

Del libro: Tersa Coraspe, Tanta nada para tanto infierno. 91 poemas. Ciudad

Bolívar, [s.e.], 1994.

ANTIGUO ESPLENDOR

ahí había vivido, crecido, amado.

Mis antepasados vivieron y murieron. Las paredes

hablan en silencio; aún puedo oir el eco de

lejanas voces;

hoy recorro cada lugar desdibujado con un grito

apretado a mi espalda.

Todos han muerto me repiten los árboles

secándose ante un sol sin clemencia

todos han muerto me dicen las campanas

de la Iglesia cercana;

todos han muerto y mis pasos resuenan

sobre el polvo de alfombras deshechas.

Los habitantes ya no existen;

los espejos son espectros de imágenes llorosas.

Yo camino,

piso descalza el polvo desleído del tiempo;

piso descalza el filo del olvido;

piso descalza una lágrima apretada entre mis ojos;

piso descalza el pico agresivo del cuervo y avanzo

Voy reconstruyendo cada rincón desdibujado

voy colocando las flores secas sobre floreros rotos;

voy sacando del fondo del vacío rostros de seres

Page 78: Metaecología y su horizonte poético

77

que no olvido;

voy quitando telarañas, polvo seco desleído

de las honduras que ya son tristeza.

La casa me persigue como un fantasma sonámbulo

Abuela siempre vivió a la orilla del río.

Madre jamás estuvo más de dos años en ningún lugar.

Yo no tengo recuerdos

La memoria de la vieja casa

es la historia de un

que será real dentro de otro tiempo

Sigo tejiendo telarañas para el olvido

sigo pisando descalza la cabeza del cuervo;

los rostros de un daguerrotipo me sacan la lengua.

Voy descalza a la inversa del recuerdo.

Lubio Cardozo, poeta ambientalista venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2015/09/metaecologia-la-idea-de-poesia-en.html,

Lubio Cardozo, La idea de poesía en Teresa Coraspe. Sábado, 5 de septiembre de 2015

Page 79: Metaecología y su horizonte poético

78

4

La idea de poesía de Carlos Agusto León. La belleza uncida al bien

Recorre la obra lírica de Carlos

Augusto León, sin distinguir temas,

fábulas, aspectos, intenciones, una

Idea sublimes manifiesta

gallardamente el bien uncido a la

belleza. Este pensar genesíaco

nutriente de sus versos ("Es la poesía

en su inherencia un pensar" M.

Heidegger), expresado con ostensible

valor, posee un noble abolengo

originado en lo mejor de la sabiduría

de la Grecia clásica, lo nominaron aquellos griegos kalokágathía: en ese vocablo

dos conceptos fundamentales sobre sus dos voces se fusionan para crear una

palabra portadora de una esencia salvante, entre muchas otras, de Occidente, cuya

versión se deja a criterio de la sensibilidad e inteligencia del lector. Esas dos voces

se dicen* kállos (belleza), agathós (lo bueno, el bien). Escribe Platón en Fedros "Es

deífico todo lo bello bueno verdade_ ro, y todo lo análogo, ello nutre, fortifica las

alas del alma." Constituye, pues, la kalokágathía la Idea de poesía profunda, sabia,

sustentadora de la Ódica de Carlos Augusto León* la belleza consubstanciada con

el bien unida a la verdad (la alétheia)

"Cada noche es un viaje

un puente que cruzamos."

C.A.L., Los dísticos profundos, p. 27.

Presentís la kalokágathía en los disimiles senderos andados por el poeta en su

aventura por el bosque de la palabra encantada. Verso, estrofa, composición,

in­clusive los epígrafes, al lado de su contenido primario, hacia esa Idea apuntan.

Page 80: Metaecología y su horizonte poético

79

Usa en el desarrollo de su discurso filosófico Platón el término kalokágathía pero

sin profundizarlo más allá del lenguaje académico (República, Filebo); si saca a la

luz Aristóteles la energía contenida en la esencia del vocablo ductor de este escrito,

en sus tratados Ethlca Eudemia, Magna Moralia» Esa noble actitud existencial del

humanus (no del inhumarais) el cantor Carlos Augusto León sólo por la vía de sus

trovas la expone con sutil, alongada vehemencia, es su pathos cantici.

En un anterior estudio de quien esto escribe titulado "Lo poético en Carlos

Augusto León" ( Paseo por el bosque de la palabra encantada» Mérida, ULA, 1997

pp. 87-105) se revela el soporte formal escritural de esta Idea: los recursos

expresivos artísticos del lenguaje ódico. Se explicitan en dichas páginas con

expositiva exuberancia la retórica de su lírica uncida necesariamente a la casuística

de sus respectivas apoyaturaso.

Sobre esa base retórica fundamental mencionada, dos horizontes hay,

estructuran­tes definitivos de sus composiciones: una, la asunción de la música

cual otra semántica esencialmente imbricada al sentido de las palabras de sus

estrofas; dos, su percepción del discurrir cotidiano de su contemporaneidad en su

trágica dialéctica con la naturaleza en su acepción ecológica.

Se estudiaron, para exponer los dos asuntos mencionados, los siguientes

volúmenes de versos de Garlos Augusto León (Caracas: 1914-1997) El río fértil

(1980), el cual a su vez comprende treinta y ocho poemarios publicados antes de

esa fecha; Lo infinito por decir (1980); Coplas de amanecer para Lupe (1983); Los

dísticos profundos (1984), Juegos del yo (1989). Obviamente: C.A.L., Las siglas del

trovador.

"EL PAÍS DEL OLVIDO

El país del olvido

no tiene fronteras ni caminos.

Se llega a él de pronto cuando no lo pensamos.

0 bien se va entrando lentamente como en agua dormida.

El país del olvido no tiene árboles ni nubes

ni nadie que recorra sus extensiones solas

porque aquel que lo haga también es ya olvido,

Page 81: Metaecología y su horizonte poético

80

de sí mismo se olvida."

C.A.L., El río fértil, p. 322.

La musicalidad de la tierra

Así cual lentamente se expande la luz desde la alta madrugada, iluminando va uno

a uno los diversos objetos, formas, faces del espacio terrestre, les insufla entidad,

les otorga su manifestación, los salva de la ocultación de la obscuridad, con igual

propósito las odas de Carlos Augusto León los variados aspectos, perfiles, actos

dignos de la existencia celebran: vida poética les dan. Asumió con autenticidad,

defen­dió con valentía, pregonó a los espacios destinales de la rosa de los vientos

-y jamás lo negó- la maravilla del mundo. Rapsoda, pues, mas no de antiguos

versos hazañosos sino de su propia épica, cantó su amoroso arraigamiento en las

estancias de los días. Nada excluyó en el desenvolvimiento de su ventura

composicional, ni el rostro del mal ni la dureza del dolor, pero siempre privilegió

lo bello en sus múltiples niveles, el bien enraizado en el sentimiento moral en

coyunda con la ver­dad, encabalgados en su sentida lírica.

"Quisiera para el verso

la nitidez del trino".

C.A.L., Los dísticos profundos, p. 64.

Constituye la poesía una forma, una de las corporeidades de la música, la vocal.

Podría explicarse a la inversa, la música conforma el ser absoluto de la poesía, con

o sin la asistencia de la voz. Un fin, esta vieja aporía en su ir y venir subsiste en su

ludismo. Traído esto a colación por cuanto la musicalidad singulariza una de las

esencias trascendentales patéticas -en el buen sentido del vocablo- de la pul-

critudo poesis del profeta de las Musas Carlos Augusto León. Más allá de la obvia

cadencia inherente a lo lírico, en él la música significa además transmitir un pensar

para acercarse a sus realidades, a las cosas en si, al noúmeno focalizado

(revelación) por el poema, iluminarlo (desocultarlo), reconocerlo (meminisse),

luego entregarlo al concluir el proceso de la alquimia de la creación videncial, a sus

lectores. Pues bien, esta sustentación rítmico-genesíaca de sus versos una de las

columnas fundamentales de su trova manifiesta. Pero, ¿de dónde viene la

musicalidad de sus estrofas? Sabe el poeta, por su condición intrínseca de vate, su

destino, ser la voz de la tierra, de la arcilla de la proveniencia, de la greda de la

Page 82: Metaecología y su horizonte poético

81

pertenencia. Representa ella, la tierra, en una de sus múltiples formas, el soma del

humanus. Yace en el cuerpo aunque no inerte ni oculta ni silente; desocúltase ella,

precisamente, al través de la melodía verbal cual paradigma de su grito, de su

mostración sonora; la punta de la saeta en esa larga evolución de la voz significa

los sentimientos, las emociones, las pasiones, el cavilar, la creatividad sólo en el

canto corporeidad, realidad, adquiere. Posee, entonces, la tierra y la Tierra,

entendidas en su globalidad —la Madre Gea: su azul atmósfera, sus aguas, sus

piedras, sus climas, sus Continentes— en su inherencia el son, la cadencia, la

armónica sonoridad, la cual lanzan -cantigas al mundo- sus hechuras más

desarrolla­das, los grillos, las ranas, los pájaros, las ballenas, los genuinos dueños

del reino de la selva, pero la más sugestiva en esa secuencia rítmica de las voces, de

los tonos, lo encarna el humanus. Obsequia también dicha musicalidad la Madre

Gea en el viento, en las olas del mar, en el correr del rio.

(...)

Con el viento que es mar a donde van las voces del hombre, de la bestia, de la selva

dormida, el sonido del día y el rumor de la noche,

a solas con la vida.”

C.A.L., El rio fértil, p. 155

”Soy en el Cosmos molécula

que canta.”

C.A.L., Los dísticos profundos, p. 28.

La naturaleza en su acepción ecológica

Organizó su concepción del mundo, de su participación en la sociedad Carlos

Augusto León con base a la filosofía del materialismo científico engelsiano,

enriqueció esa visión ideológica de su discurrir el aporte de su formación

profesional de ingeniero civil, conocedor entonces de altos niveles de la ciencia

matemática. Alimentan a la par, adecuadamente, dichos saberes su desarrollo

espiritual junto a sus disciplinados sentimientos. Hombre de una gran bondad

innata sin lugar a dudas, le allegó su seno familiar una muy bien perfilada

moralidad la cual a lo extenso de.

Lubio Cardozo, ecopoeta ambientalista venezolano

Page 83: Metaecología y su horizonte poético

82

http://lenincardozo.blogspot.com/2015/09/metaecologia-la-idea-de-poesia-de.html,

Lubio Cardozo, La idea de poesía de Carlos Agusto León. La belleza uncida al bien.

Sábado, 26 de septiembre de 2015.

Page 84: Metaecología y su horizonte poético

83

5

La idea de poesía de Alberto José Pérez: Los llanos occidentales de Venezuela en la obra de su último gran bardo

“Son raros quienes logran triunfo sin

trabajo,

el resplandor colmante de la vida entera

con las obras cumplidas”.

Píndaro, Olímpica X.

Dorado, el color del oro, éste lo único

tangible puro; la poesía, en la

dimensión de lo intangible, lo

equivale. Es el ser del poema la

poesía, lo demás a la prosa pertenece.

Han salido de los llanos venezolanos significativos poetas, aportativos en el

hilvanado de la cultura humanística del país. Con su obra lírica un estrato literario

singular dignísimo conformaron. Con su escritura culta, de variada fabulación, de

temática rica en sus múltiples ángulos de pensamiento, en un lenguaje de alta

exigencia, crearon sus cantos de elevado nivel cual una continuación en su

sugestividad, en sus emociones, de la respetuosa tradición genuina, nativa; pareja

en su precio histórico esta ódica fijada en la letra de aquella otra, la épica del siglo

anterior hecha mediante el valor, la temeridad, las lanzas, la guerra heroica

registrada no sólo ya en la poesía sino en el acontecer estructurante de la patria.

“como centellas/ aparecen los jinetes/ que un día estremecieron el mundo”

(A. J. Pérez, En la alta noche, 2010, p. 42).

Reveló a los venezolanos la solariana melodía de los llanos con sorprendente

fuerza descriptiva, por primera vez, Francisco Lazo Martí (1869-1909), timonel del

nativismo lírico. Más allá de la épica realizada sobre ese extenso territorio —Las

Queseras del Medio, Mucuritas, Mata de la Miel, por los varones Páez, Zaraza,

Aramendi, Pedro Camejo, uncidos a los caballos, las lanzas, las espadas para

Page 85: Metaecología y su horizonte poético

84

escribir con la sanguínea tinta de la valentía la literatura del fragor—, alumbra

Lazo Martí otras estampas de la fisiografía de ese espacio ocupante del corazón de

Venezuela: la hermosura de las planicies de Calabozo, la gente, la flora, los

animales —sativos o silvestres—, su suelo, su cielo, el verano, las lluvias, junto a la

existencialidad del bardo mismo, con un lenguaje prestado al relámpago, el trueno,

al fuego celeste de esas llanuras del centro de la nación. Rotuló sus cantos en las

páginas de muchos gratos sonetos pero súbditos éstos alrededor de una

composición central, La Silva criolla (1901). Nacieron un poco más allá al este de

Calabozo, en los nominados llanos orientales, dos cardinales trovadores, en

Cantaura, Mercedes Guevara Rojas de Pérez Freites (1885-1921), José Tadeo

Arreaza Calatrava (1885-1970) en Aragua de Barcelona. Mirando ahora hacia el

oeste, la lírica de los altos llanos occidentales tres nombres la honran: de Barinitas,

Alfredo Arvelo Larriva (1883-1934), Enriqueta Arvelo Larriva (1901-1963), de

Barinas (la ciudad) Alberto Arvelo Torrealba (1905-1971). Cierra este brillante ciclo

de la ódica de los llanos un cantor de la misma cepa nacido en 1951 en el pueblo de

El Samán del estado Apure, Alberto José Pérez, hoy por hoy en Barinas residente.

¿Por qué usar el vocablo ciclo para esta generación colocada holgadamente en el

tiempo? Salieron a la vida en comarcas situadas sobre una peculiar fisiografía la

cual matizó de alguna forma sus versos, en unos más en otros menos. Con

excepción del último escritor mencionado, sus obras se ubican en el siglo veinte,

diez décadas cuando Venezuela un perfil definido de la contemporaneidad del

mundo occidental adquiere. A partir del presente siglo veintiuno distinta silueta

intelectual pareciera comenzar a dibujarse en el país. ¿Se puede hablar entonces de

homogeneidad generacional en ellos? Quien esto pergeña así lo concibe: encima de

la raíz de la sólida tradición literaria nacional, regional, ellos su creatividad

genuina irguieron al percibir la lírica cual una santa continuidad venida desde

Grecia —Safo, Arquíloco, Píndaro—, reimpulsada hacia el oeste europeo durante

el Imperio Romano —Virgilio, Horacio, Ovidio, Tibulo, Propercio—. Helenismo,

latinidades uncidas en la estructuración esencial —material, espiritual— de

Occidente, volcaron en ese espacio humano los tesoros de sus saberes, de su

artisticidad. Con la conquista española de “las regiones equinocciales del Nuevo

Continente” ninguna de estas riquezas espirituales llegó. Así como la lengua era,

según Nebrija, compañera del imperio español, también lo fue de la ignorancia

bien inoculada, bien administrada (“nos dominaron más por el engaño que por la

Page 86: Metaecología y su horizonte poético

85

fuerza. La esclavitud es la hija de las tinieblas”: Bolívar, Discurso de Angostura, 15

de enero de 1819). Durante la Guerra de Independencia, luego en plena existencia

republicana democrática, arribó a la América de habla castellana el helenismo, la

latinidad, Occidente. Y ya hoy toda esa inmensa geografía cubierta por el manto

del Occasus, las dilatadas regiones donde el Sol se pone, conforma la Grecia de

contemporaneidad; la vieja amada Hélade o Hellas singularizaría sólo el

omphalós, el umbilicus, de la nueva, de ésta esparcida desde las costas del Mar

Egeo hasta la pétrea Cordillera de los Andes y las orillas americanas del Océano

Pacífico, las tierras del Occasus. “Intentaremos volver a encontrar el acceso al

mundo griego cuyos rasgos fundamentales, aunque escondidos, dislocados,

desplazados y cubiertos, siguen siendo los nuestros” (M. Heidegger, Introducción

a la metafísica. Barcelona, Gedisa, 1977. P. 118).

Entendieron estos trovadores su noble reto a la hora de la escritura, fundir primero

en la compleja psiquis su natividad mestiza brotada en el suelo llanero con el peso

cósmico de su dilatada herencia espiritual, artística occidental. Luego ese río de

fuego sacro de su alma traducir en versos, en estrofas. Cumplieron. Dejaron en sus

inmarcesibles opúsculos la pulchritudo cantici. Apuntadas sus creaciones líricas de

cara a lo absoluto, sean cuales sean las vivencias de sus fábulas, los afectos, los

conflictos, lo social, lo histórico, lo íntimo, lo familiar, angustias, emociones,

pasiones, su pensar, su existencialidad, en fin. Pero intransigentes en la escogencia

de la espigada calidad expresiva, formal, de sus composiciones. Los poetas,

personajes muy severos en su altivo silencio, optan por la aguzada verdad de sus

voces: es el ser del poema la poesía; bizarros al conducir hacia ella la pureza, la

valentía espiritual, hasta alcanzar los portones de bronce del sacro misterio milagro

de la belleza: el único límite. Ritma Eurípides en Bacantes, cantado por el coro, este

verso, “Lo bello es grato siempre” (Madrid, Gredos, 1979. V. III, p. 385). Recreará

dicho concepto dos mil años después el inglés John Keats en el inicio de la primera

estrofa de su largo poema Endymión: “A thing of beauty is a joy for ever”

(Barcelona, Libros Río Nuevo, 1978. V. I, p. 166).

Vigorizaron así, ennoblecieron en múltiples sentidos, ampliaron ellos el mapa de la

densa literatura nacional. Trazan, pues, un ciclo, inaugurado en 1901 al salir de la

imprenta de Herrera Irigoy en Silva criolla de Francisco Lazo Martí. Lo concluye el

epos lírico, todavía en su fase de revelación, de Alberto José Pérez.

Page 87: Metaecología y su horizonte poético

86

II

El oro, lo único tangible puro; la poesía, en la dimensión de lo intangible, lo

equivale. El Ser del poema la poesía es, lo demás a la prosa atañe. En los anaqueles

de mi humilde biblioteca trece poemarios de Alberto José Pérez, al inicio del 2011,

reposan. La inicial composición de su primer opúsculo lírico, Los gestos tardíos

(1975), posee una metáfora vanguardista la cual ya predice al caro trovador al

inicio de la maravillosa aunque difícil cuesta, dice: “El perro desnudo de la noche”

(p. 7). Para el inteligente teórico de la literatura en la clasicidad tardía, Casio

Longino (s. III d.c.), el delicado encanto de lo poético nunca cubre toda la

composición sino apenas un momento —unos versos, una estrofa o una mera

palabra— el cual el lector, mediante su mirada sabia, detona, irradiáse de

inmediato así su carga lumínica y envuelve ésta la oda, la hace poética. En su

exquisito tratado De lo sublime (Peri ypsous, se manejó la edición: Buenos Aires,

Aguilar, 1972), Longino ubica ese espacio donde lo poético espera en el escrito

lírico a su lector para al través de él explosionar su carga de belleza e iluminar el

todo: hállase ese locus en los recursos expresivos artísticos del lenguaje literario,

sea una metáfora, una hipérbole, una perífrasis en fin, o ya en lo patético de la

elocución (entusiasmo, emoción, pasión) o ya en el superior grado intelectual de la

revelación de la verdad, de un concepto sorprendente. Podría resultar un buen

báculo para andar, a la par de disfrutar, por el bosque de la palabra encantada de

Alberto José Pérez la obra de Longino. Por cuanto el bardo barinés de Apure con

su innata creatividad supo separar el grano de la paja para salvar del naufragio de

la escritura de esos años la poesía. Por ejemplo, sólo en los cuatro versos finales de

“Jugamos”, del mencionado primer opúsculo, lo sublime revienta (p. 39),

Jugamos

a cada rato

y a cada rato perdemos

mientras tanto

una hiena

vigila los colores

que se tejen

en el cielo.

Page 88: Metaecología y su horizonte poético

87

De igual manera cabe citarse: “Antes de vestirnos los ojos de relámpago” (p. 29),

“El viento lee / en los ojos de la noche” (p. 51).

(...)

Ya

no

seríamos

tristes papagayos

buscando la libertad

estirando la cola

sobre cualquier

colina

(p. 59)

Mas Longino, discípulo en el tiempo de la Poética de Aristóteles se mantuvo fiel,

en sus concepciones teóricas sobre la belleza del epos literario, al racionalismo del

estagirita —ese gigante arquitecto de la lógica (Werner Jaeger, Aristóteles)—, por

eso él llegó sólo hasta los tropos, las figuras, lo patético, lo gnómico, cual

depositario de la sublime del discurso escrito, se quedó pues en la pulchritudo

rationalis. Por su misma herencia intelectual soslayó el plantearse, el preguntarse, la

naturaleza esencial, más allá de la armazón lingüística, de dichos tropos o de las

figuras literarias; esquivó indagar, fuera del sendero racional, ese sobrecogimiento

recóndito, ese arcano capaz de producir el éxtasis en el lector. ¿Dónde reside ello,

esa quidittas? ¿Quid est res poesis? Tal vez los escritores órficos, tal además los

pitagóricos, contemporáneos en distintos tiempos de Aristóteles como de Longino,

algunas respuestas a dicha interrogación dilucidarían. Por salirse del ámbito

racionalista ni los órficos ni los pitagóricos jamás fueron incluidos en los registros,

en la casuística, en los ejemplos citados cual respaldos en la Poética, en la Retórica,

tampoco en De lo sublime. Se les negó por entonces título de existencia a

lapulchritudo orphica.

Sólo dos mil años después, cuando Sigmund Freud sus libros cardinales sobre la

oniria publica, se pudo profundizar, capturar —arrimando a un lado el ensamblaje

lingüístico— la naturaleza de la metáfora, valga decir de los tropos. En su obra

ejemplar La interpretación de los sueños, resumida aunque con nuevos aportes

Page 89: Metaecología y su horizonte poético

88

años después en Los sueños (se utilizaron las Obras completas, Madrid, Biblioteca

Nueva, 1996, t. I), categóricamente Freud la esencia del plano evocado —conocido

entre los lingüistas con el nombre de eje paradigmático— de los tropos descubre:

éste se nutre de los sueños. La complejidad de la oniria, ese torbellino hecho del

maravilloso desorden de los registros memoriales, de remembranzas, de

reminiscencias de disímiles procedencias donde la logicidad —lorationalis

aristótelico— queda excluida, esa oniria pues entraña en su grado puro lo

nominado por Freud “las ideas latentes”, éstas cuando el humano retorna de la

vigilia persisten en el presente de la conciencia en un horizonte específico de

ocultación/revelación (nivel fantástico, misterioso) para reaparecer con su brillo,

cual un estallido, en los momentos de la poietiké del artista, ocupan el más denso

ámbito —el óseo— de la creación. Puntualiza Freud: “Las primeras ideas latentes

que el análisis revela suelen extrañar por su poco corriente apariencia. No parecen

presentarse en las tímidas formas expresivas de las que se sirve preferentemente

nuestro pensamiento, sino que se muestran representadas simbólicamente por

medio de comparaciones, metáforas, como el lenguaje poético, rico en imágenes”

(p. 736). Alucinaciones benignas formadas en las catacumbas del espíritu por

donde emana la anamnesis platónica, resorte en buena medida del poema.

Aproxima, entonces, este descubrimiento freudiano a los portones de bronce detrás

de los cuales se oculta/revela el ser de la ódica, abre Freud la ventana para “ver”,

en la cognición heideggeriana (salir al “estado de abierto”, a la “iluminación”, a la

intemperie), la pulchritudo obscura, la lírica pura tejida con las cabelleras doradas

del hechizo.

Asoma así, después de cuanto se ha escrito en las afirmativas anteriores líneas, una

imperiosa aporía: ¿en cuál de estas dimensiones yace la realidad, en el sueño o en

ella misma tal la entendemos? Si en la del sueño, luego éste constituiría la realidad.

Pero siempre quedará el margen onírico, obviamente. Mas al tiempo se retornará a

la misma duda aunque invertida, ¿en cuál de estas dimensiones yace el sueño, en

la realidad o en él mismo tal lo entendemos? Difícil salir por la vía horizontal,

traspasar el lindero de esta circunferencia. Por eso el poeta en ese círculo un

anfiteatro levanta para escenificar su tragedia o su comedia, un escape vertical

hacia el cielo terrestre, el sacro misterio de la belleza. Ciertamente esto ya, en un

nivel órfico, en la basal lengua griega clásica Platón en el Fedro, a sus alumnos lo

había anunciado: “Quien intente aproximarse al santuario de la poesía sin estar

Page 90: Metaecología y su horizonte poético

89

agitado por este delirio que viene de las musas, o quien crea que el arte (-tékhne)

sólo basta para hacerle porta, estará muy distante de la perfección: la poesía de los

sabios se verá siempre eclipsada por las odas que respiran un éxtasis divino”

(México, Porrúa, 1972, p. 636).

Vagará, ahora sí, el lector con este mapa —¡o puzzle!— en la mano, por el laberinto

de los versos del juglar Alberto José Pérez.

III

En El libro de Barinía (1984), el trovador en un altozano de sus días se detiene, la

brújula del destino de su peregrinaje en ese instante revelador escruta. Ha

mostrado la angustia ahora su pálido rostro en el espejo donde el cantor acude

para cerciorarse de sí uncido a su canto con la existencia, con la temporalidad. El

relámpago de la congoja, del pesar, ese celeste atardecer, sacuden, enhebran

lejanos truenos esta aflicción del ánimo,

Auto-retrarto

Tengo lo que no tengo

y por tenerlo me espanto

palabras metálicas

que no conmueven

una canción

que no logro aprender de memoria

un viaje sin punto de partida

treinta años y un montón de versos

que tan sólo roban espacio a las sombras

que precedo.

Iniciar el romeraje por el reino de la poesía implicaba, más allá del regocijo de las

estrellas en el paisaje de la noche, de la mujer (las ellas, esas dulces quemaduras en

el rumbo), de la euforia de las fuerzas silvestres desatadas en el soma ante el reto

de las efectivas estancias, reclamaba dignificar la transmutación de esas vivencias

en una creatividad —poietiké— a la cima del humano —no del inhumano— con la

verticalidad de los padres árboles, con la fortitud de las saetas del azul celeste: los

Page 91: Metaecología y su horizonte poético

90

gavilanes. Había de esperar por eso, en algún puñado de días, el óseo diálogo entre

el trovador y su existencia. Apuntan a ello versos tales, “de que el rocío / lama mi

faz / de moribundo comedor de piedra” (p. 9), “la sed del grande perro corazón

mío” (p. 13), “que aquí viene el olvido a buscarte / como cualquier cosa que no vale

nada” (p. 13), “he arribado a la cima / al comienzo de las cosas / de nuevo frente a

lo desconocido” (p. 27), para aterrizar en uno de sus poemas paradigmas del libro,

Tanguillo

Qué es lo que siento ahora

que masco tierra

será así como se anuncia el silencio

lo efímero que soy.

Detenerse en un alcor de su temporalidad para Alberto José Pérez significó un

requerimiento de su misma trova, imperioso para vislumbrar en la esperanza de la

ruta del romero, sub lumen solis.

Las mencionadas afecciones, dudas, angustias, pesares, desesperanzas del bardo

en su psiquis maduraron para desembocar casi diez años después en una larga

alegoría conformadora de dos poemarios, Homenajes (1993), El espejo y la

memoria (1993), Vívida alegoría de enhebradas metáforas hecha, tropos macizos a

la par de laboriosos por cuanto cada uno sobre la arquitectura de su poema yace.

En el primer opúsculo, cual lo puntualiza su rótulo, la urdimbre de los versos de

cada composición conceptualiza un afecto, un recuerdo, un grito por personas muy

queridas; en el segundo el viento de la libertad por las páginas del pequeño libro se

cuela para despejar el ser de dicha alegoría en ambos textos, ese ser tristeza se

nomina.

El tiempo obliga

Voy a encontrarme contigo

Te llevará cartas y recuerdos de

Familia,

Hablaremos de lo de antes

Page 92: Metaecología y su horizonte poético

91

Cuando estabas con nosotros.

Tus pertenencias están en el mismo sitio,

Los pájaros no han vuelto,

Los perros se murieron

Y los caballos también.

Por eso voy a encontrarme contigo.

Ya las cosas no son iguales,

El tiempo obliga,

La vida es así.

(El espejo y la memoria)

¿Qué impele al desocultamiento de la melancolía en el poeta? Martin Heidegger,

en su tratado Caminos de bosques (Madrid, Alianza, 1998, p. 238), una frase

patética ante los ojos del lector colocó: “A qué lugar del destino de la noche del

mundo pertenece al poeta”. Cuando la ódica definitivamente del espíritu del

hombre (o mujer) se posesiona —“La poesía es el río que me inunda / cuando

tengo el mundo a un paso / y digo que estoy perdido” (Homenajes)—, emprende

éste la búsqueda para tratar de hallar en el caos de la aventura aquella sublime

Idea latente en la brújula del corazón puro (la kalokágathía de aquellos lejanos

griegos), “lo bellobuenoverdadero es deífico, y todo lo análogo, ello nutre y

fortifica las alas del alma”; Platón, Fedro (México, Porrúa, 1972, p. 637).

A alguien espero...

Alguien que no sea mi rostro.

Una mañana

Un golpe de suerte

Que aísle la sangre

Que recree las sombras

Y las vierta

Como capa de viento.

(El espejo y la memoria, p. 7).

Page 93: Metaecología y su horizonte poético

92

Toparse con relativa certeza el sendero señalado por el mandato divino de la Idea

fácil nunca resulta en medio de la insoslayable confusión de los días. Con

frecuencia el fulgir de la seña, de la cifra, ante el torbellino de los placeres de la

vividura, se oculta, se pierde. Mas el cantor, altivo personaje en el reino de su

silencio, deberá escoger entre la voracidad del dragón de la miseria de la

temporalidad o la otra oferta, la mesticia, algunos optan por ésta. Emerge entonces

entre las brumas de la creatividad la lírica de la tristeza.

En mi pueblo no tuve más diversión

Que el río

Una diversión que se convirtió

En culto al lenguaje del agua

Hasta ahora mi primera y única fiesta

En la ciudad

Sólo formas muertas

Mi sombra escondiéndose

Con sigilo de mariposa

En el espejo y la memoria.

(El espejo y la memoria, p. 30).

En la pulchritudo cantici de la literatura venezolana contemporánea, quienes con

más agonía sus trenos han lanzado a los vientos “del destino de la noche del

mundo” han sido, en cadencia elegíaca, José Barroeta (“Amo más la tristeza / que

la palabra”. Culpas de juglar, 1996, p. 15), en armónica sonoridad alegórica Alberto

José Pérez.

IV

(...) “Y me lanzan de nuevo a la aventura de

los caminos”.

Sófocles, Edipo en Colono.

Canta a sí mismo el trovador en Marca (1994), lejos, por supuesto, de cualquiera

actitud narcisa. “Rompo amarras / me echo sobre hoy” (p. 11). Defiende este

Page 94: Metaecología y su horizonte poético

93

profeta de las Musas, de manera sutil, el historiador del caballo de su soma en

medio de la brega, sobre las vicisitudes de la intrincada comarca de sus

circunstancias. Opúsculo donde Alberto José Pérez, sin salirse de lo sugestivo de

las estrofas, el pesaroso a la par de confuso carretear por sus afectivos entornos

geográficos explica. Rinde cuentas a su tribu de las acciones trenzadas con sus años

e identificadas espiritualmente con los pobladores de los llanos de su ventura.

Revelación desde dentro convertida en voces, en cantos, una ódica del juglar

brotada del paisaje humano uncido a las provincias por donde él ha deambulado

sobre el potro del dolor, de la furia. “Animal puro soy / mantengo un trozo de

guerra en los ojos” (p. 18), “acaricio la furia / como a un perro de caza” (p. 20),

“Ladro algunas veces / como defendiendo / un pedazo de hueso / asoleado” (p. 21),

Marca también traduce en su armónico conjunto de estrofas un mediante las cuales

el vate exorciza la amenaza del alud de la noche —jamás la bella dama de voláceo

pelo obscuro en cuyo seno retozan las estrellas, sino la ensamblada de alevosos

golpes acechantes en la encrucijada de la errancia. Decidió, en fin, el poeta,

espantar con las lanzas de sus versos los sórdidos ruidos avizorados en la

intemperie de la temporalidad. Hermosa oración ésta de la página 19, recuerda las

dulces auras de aquel Francisco de Asís,

Tantos incendios me han consumido,

que ya sólo soy una canción.

Quédate

avecilla,

mis árboles son tuyos,

tómalos.

También tengo para ti

miel,

frutas frescas

y mangos,

mi andar parsimonioso.

¿No has visto que tengo ríos?

Page 95: Metaecología y su horizonte poético

94

V

Páthei máthos, Por el sufrimiento el saber.

El trovador, la poesía, faz a faz. Encara, con lata experiencia intelectual junto a un

capital de vivencias recogidas a las orillas de la calzada por el andariego, la ódica;

la inquiere, la sacude con vigor de alma en las estrofas de dos cuadernos separados

por una década: Como si valiera un siglo (1996), Un poeta como yo (2006).

Constituye el primero un pequeño libro un tanto desigual en sus decires

melódicos, aunque en el más de las composiciones el habitual ludismo verbal de

este bardo cede el espacio de las páginas a inquietudes en torno al sentido óseo de

su propia lírica. Acoto, en respeto a la verdad, los siguientes: el pensar sobre el

sacro misterio de la belleza emanante de los versos, el continuo de los escritos de

este aedo de los llanos venezolanos.

Por lejos que me encuentro

del día

en que vivo

no desmayo

mirándome envejecido

a veces piedra me veo

y no recuerdo

la periferia donde he vivido

amándome en ti

poesía

que ni muerte me has dado.

(P. 20).

Con mayor vehemencia a la par de erguida serenidad, de nuevo el cantor, al través

del ritmo airoso de sus vocablos, confronta a la lírica en Un poeta como yo, cual

una dulce fatalidad la pertenencia absoluta en lo profundo de su ser, de su

singularidad, a la poesía. Lo ha llevado de la mano ella por los pasadizos del

laberinto de sus cincuenta años de andariegar por “el país de los mendigos” (p. 24),

para extraviarlo a veces, otras para salvarlo.

Page 96: Metaecología y su horizonte poético

95

Tanto se ha dicho de la poesía

Y los poetas

Que ya no me ocupo de tales asuntos

Y de enero

Con sus noches frías

Tampoco

Habito en la flor de bora

Del río de mi vida

Y marzo muerde mis pies

Abro mi corazón

Y pienso

Cierro los ojos

Y pienso

(...)

(p. 23).

Tómese al voleo, tal un reto, lo afirmado en la primera estrofa. En realidad, ¿qué es

la poesía, suquidditas? ¿quid est res poesis? Afirmo desde el extremo de mis setenta y

dos años: la poesía es el espíritu de la Tierra tierra (cuando digo Tierra tierra por

supuesto al universo incluyo). El manifestarse, el mostrarse, el alumbrar (en fin, el

phaínoo de los griegos aquellos) su espiritualidad. Grita la madre Gea su poesía —

aunque parecieran no oírla así, ¡la fulana descreencia!— a través de las formas y las

voces de sus criaturas, los cerros, los altos riscos —¡la amadísima sierra nevada de

Mérida, bellísima cordillera genesíaca!—, los ríos —¡el Orinoco!— las nubes, los

padres árboles, los mares, la cromaticidad de las flores en las mañanas veranosas

de los andes venezolanos, el croar de las ranas, el rugir del tigre, el trino de los

pájaros, los versos del humanus. Pero éste a la tierra íntima del cuerpo por los

vericuetos de la confusión de la aventura la arrastra, la enriquece en unas, en otras

las pervierte, la mezcla con el delirio de su deambular, la embarulla con sus pasos,

por eso cuando ella canta allí, deja oír las odas del soma, va en verdad el acontecer

de la Tierra tierra en el vate, el vaticinador, o mejor, porta él la historia de su

personal arcilla. Sin embargo la madre Gea al trovador jamás en el reposo de su

Page 97: Metaecología y su horizonte poético

96

escritura lo abandona en su soledad, en tales horas siempre la apertura de la mayor

fuerza imaginativa le reclama para donarle así el oro esencial, el dorado color sacro

de la lírica. Difiero —humildemente— de Aristóteles en su Poética sobre la

perspectiva originaria de la ódica, para mí nunca reflejará de manera apodíctica,

miméticamente la fisicidad (laphysis, conceptio rationalis), afirmo más bien: la poesía

en la cadencia de sus tonadas, en la eufonía de sus composiciones, vierte el espíritu

de la Tierra tierra por la voz del cantor, del poeta (conceptio orphicus). Creo

interpretar con los vocablos dichos la semántica de este hermosísimo poema

absoluto del juglar Alberto José Pérez,

El caracol

Lentísimo el caracol

Dibuja su huella en la arena

Respiro hondo

Cuando abre las pestañas

Del océano

Y se va silencioso

Por ese ojo inmenso del planeta

Que dudo en mirar

A otra parte

El caracol

¿Conocerá el miedo?

(p. 9).

Después de Un poeta como yo (2006), AJP otros textos ha editado, de ellos dos hay,

hasta el presente (2011), en los cuales el escritor ostenta su holgado mester de la

elocución lírica, quizás alcanzó la pleamar en su alongada experiencia literaria:

Confesionales (2008), En la alta noche (2010). En su discurrir melódico cuanto ya se

afirmó a lo largo de estas páginas en ellos lo ratifica. Más, a manera de un primer

toque de pista en este largo aterrizaje inconcluso queda una pregunta aún sin

responder: ¿cuál es la Idea de poesía en Alberto José Pérez? Infiero: para este

trovador, por sobre la multiplicidad, la heterogeneidad, de la delirante romería,

sólo en verdad substancializa su existir la ódica. Bien lo expresa en tres versos con

Page 98: Metaecología y su horizonte poético

97

los cuales a su vez rubrica su identificación con uno de los tantos gratos rasgos

enfáticos definidores de los grandes poetas llaneros ya mencionados, la pulchritudo

maiestatis, cuya tradición concluirá definitivamente con Alberto José Pérez. En su

compasión “Mi canto”, escribe,

(...)

Nadie sabrá del planeta de la palabra

Como yo

Ahí moraré como un trueno en una ceja de monte

(En la alta noche, p. 35).

Lubio Cardozo, ecopoeta ambientalista venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2015/08/metecologilos-llanos.html, Lubio

Cardozo, La idea de poesía de Alberto José Pérez. Los llanos occidentales de Venezuela en

la obra de su último gran bardo. Miércoles, 19 de agosto de 2015.

Nota biográfica:

Alberto José Pérez. Nace en Apure en 1951, Poeta, editor y comentarista literario

venezolano. Ha obtenido reconocimientos por su obra poética entre los cuales vale

mencionar el Premio Único de Poesía de la Bienal de Literatura de la Universidad

Central de Venezuela (UCV) por su libro Homenajes (1991), y el Premio de Poesía

de la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Ezequiel Zamora (Unellez),

por el poemario El espejo y la memoria (1987).

Obra Literaria:

Homenajes (1991), El espejo y la memoria (1987), Los gestos tardíos (1975), El libro

de Barinía (1985), Marca (1984), Olor de amor (1995), Como si valiera un siglo

(1996), Retrato de memoria del corazón de una mujer (1997), Un poeta como yo

(2006) y la antología poética El poeta de quien les hablo (1999).

Page 99: Metaecología y su horizonte poético

98

6

La idea de poesía en Juan Beroes (1914-1975)

La belleza expresa lo divino en lo

sensible".

Hegel.

"privilegio del poeta que da a cada palabra

su sentido más irremplazable, porque

refiere cada palabra a su propio destino

espiritual".

Álbert Béguin

Cuando el poeta en sus versos expone

su idea de poesía obviamente ilumina, cual un relámpago, lo más sagrado de la

aventura de su existencia escritural. Señala, así mismo, las rutas para cruzar por el

secreto de sus odas. Puede dicho ámbito lírico ser obscuro de claridad o poseer el

fulgor de la más cerrada noche. Tiende entonces las manos de las voces y sin

proponérselo necesariamente reta, el vidente. Revela la idea de poesía en el cantor

-explícita o implícitamente- su creación, valga decir un corpus verbal nacido de su

entraña espiritual, nueva. Descansa el fundamento de su originalidad en la

arquitectónica de sus pensamientos ensamblados mediante la rítmica, la

musicalidad, todo ello inmerso en su personal concepción (del misterio) de la

genuina roca de la belleza, de lo kállos, elaborado con escogidas (a veces muy

amadas) palabras, sermo nobilis. Un sentimiento, en fin, dejado entre sus estrofas

explícitas o implícitas, esta última modalidad expresiva exige, con respecto a la

idea de poesía, un mayor esfuerzo intelectual por parte del estudioso o del lector

interesado en el asunto.

En el poema -o en el poemario- la idea de poesía un rasgo aportativo descubre,

novísimo, enriquecedor de la poesis. Si un viejo lector de poesía al final de su lata

experiencia quisiera recogerlos (a esos rasgos) todos y conformar con ellos una

libros de cantos; I, Paraíso edificado" (dieciocho cantos); II, Paraíso habitado"

(quince cantos); III, "Paraíso desatado" (doce cantos).

Page 100: Metaecología y su horizonte poético

99

I

"¡He allí, pues, los vivientes dominios de la provincia estelar donde fui

aposentado!" (p. 19).

Habla por la voz del poeta la tierra en "Paraíso edificado". Atrevida hipóstasis. Sólo

mediante la fuerza tremenda de la poesía puede el trovador hipostasiarse en la

tierra del Nuevo Mundo, ser la palabra trascendental, al través de los rieles de una

alta musicalidad -pathos músicas- para decir a los cuatro vientos la plenitud de la

realidad de "las regiones equinocciales del Nuevo Continente" (Humboldt), ello

únicamente posible mediante la liberación plena de la creatividad lírica. Sobre la

verde piel de esta geografía el bardo describiendo va en armoniosos versos la

historia natural y existencial de los territorios, desde los pobladores originarios.

En aquel tiempo, oidme, los hermanos más puros de mi sangre descendían felices

de las verdes colinas tumultuosas, y en el hombro traían herramientas brillantes,

olorosas aún a piel alta de la tierra, a anunciación del día (p. 11).

Recorre el poeta, entremezclando planos temporales con sorprendente ludismo, el

país amado por el sol. Expone, a la manera de Andrés Bello en LA

AGRICULTURA DE LA ZONA TÓRRIDA, los frutos de la huerta,

"La guanábana encendía

vaga luz de transparentes ámbitos nutricios, y la piña ceñuda

-trofeo de las armaduras vegetales-

erizaba con zumos de sus lunas secretas volcánico escalofrío” (p. 2l).

De las flores,

”Aquí la carne del malabar espumoso, y de la azucena de piel rubia o de céfiro o

como la novia que despliega su axila...” (p. 30).

Quedan registradas en su pluma las neblinosas montañas, los asoleados cerros, los

copiosos bosques, en fin. Después la fatalidad histórica de la llegada de los

malditos conquistadores españoles a quienes el escritor engloba bajo un solo

nominativo “El Forastero” -”y vimos la nube avanzadora del caballo / penetrar en

el reino de los árboles, / como una cálida invasión de temeraria espuma” (p. 23). Va

enfocado todo cuanto sigue en un conjunto de múltiples reflexiones, siempre

Page 101: Metaecología y su horizonte poético

100

dentro del tronar de la poesía y de su musicalidad magnífica, sobre el mestizaje y

los pueblos nacidos a partir de allí e inmersos en el mismo paisaje. No escapa a esta

angustia existencial del vate su saga familiar enclavada en la provincia de Los

Andes venezolanos de donde Beroes provenía. Pues bien, ello la edificación de un

orbe constituyó, por eso tal vez el nombre de esta primera parte de libro, ”Paraíso

edificado”.

”Puedo ser, ¡pueblo mío desterrado de las consagraciones terrestres!, el que te

acompaña y muere de tu larga agonía, o el que se despide y te deja en palabras el

recuerdo de sus dichas mortales” (p. 44).

II

Sólo un poeta, mas con el talento artístico de Juan Beroes, pudo lograr alcanzar con

la presencia semántica de la musicalidad de sus estrofas la esencia del espíritu de

la tierra, de la diosa Gea, gran theá madre de la existencia, en el límite extremo de

Occidente donde el sol de pone, en la singular región de Los Andes venezolanos.

”Pero, aún viven en la tibia montaña al poniente los signos que ampararon mi

mortal crecimiento” (p. 59)4.

En ese entorno maravilloso donde aún el verdor no ha perecido, donde muchos de

sus entes conservan frescos los rasgos virginales del origen, la segunda parte del

libro se explicita. Canta ahora el trovador su infancia en medio de las

sorprendentes realidades vistas con los ojos de esa edad. En sus remembranzas los

sublimes momentos articulados de ese ámbito luminoso recorre. Dedica los

primeros espacios del recuerdo a la "Ama", la mujer quien cuidó de su niñez.

”-Oh, Ama entre cánticos, dueña de las infantiles soledades:

yo te he visto apartar mi muerte primera,

con tu mano que ascendía victoriosa

hacia el corazón de las frescas montañas!" (p. 58).

4 Juan Beroes, Los deshabitados paraísos. Caracas, Tip. Vargas, 1967.

Page 102: Metaecología y su horizonte poético

101

Plena con la memoria cual relámpagos mnémicos e ilumina el bardo este ahora

"Paraíso habitado". Escribe Heidegger en un hermoso libros "El recuerdo auténtico

debe profundizar siempre lo recordado, es decir, hacerlo salir de nuevo,

progresivamente, en su posibilidad más íntima5". Mas esta afirmación en otra de

sus tesis se enriqueces "Por eso, la poesía es el agua que a veces corre hacia atrás,

hacia la fuente, hacia el pensamiento como recuerdo (...). Toda acción poética brota

de la meditación del recuerdo 6 ". Adquieren entonces vida eterna, o en otras

palabras aliento poético, en esta segunda parte del poemario la casa de la infancia

con todos sus recovecos misteriosos, los pájaros en el centro de aquel verdor, el

arribo del verano o de las lluvias, el azaroso incendio de los alrededores, el cruce

por los caminos de hombres armados a caballo provenientes de las pequeñas

guerras locales, la furiosa tempestad, la madre, el abuelo; luego el advenimiento

del final de la adolescencia acompañado de la salida de la casa materna, el

autoexilio de aquel paraíso impulsado por el reto de la aventura del futuro, al

encuentro con un destino.

"Alcancé mi juventud en días semejantes a las verdes mañanas con césped visitado

por delgadas sombrillas, y grabé en las maderas de mi corazón abundante:

-Madre, solo voy con mi gozo, ¡aconséjame!" (p. 63)

III

Marcha el poeta al hallazgo del azar, del hado; deja atrás el habitado paraíso de su

infancia para tomar el derrotero del laberinto de la vida adulta. Lleva en la alforja

de su esperanza sólo sus versos y sus ojos, su amor a la existencia sin desconocer

las complejidades, a veces terribles, dolorosas, en otras amables, dulces, de la

realidad cuando ya se transita en solitario. Anda ahora sobre la parda tierra de lo

por él llamado el '‘Paraíso desatado". Iluminando van sus musicales estrofas los

múltiples caminos de la obscuridad del caos. Cual relámpagos sus composiciones

alumbran los ámbitos de la oportunidad de vagar sobre la piel del tiempo, de su

5 Martin Heidegger, Kant y el problema de la metafísica. México, Pondo de Cul­tura Económica,

1998. P. 19. 6 M. Heidegger, ¿Qué significa pensar? Madrid, Trotta, 2005. p. 22.

Page 103: Metaecología y su horizonte poético

102

temporalidad. Riquísimos encuentros, angustiantes desasosiegos, cada uno fijado

en la eternidad de sus cantos.

"-Mas, siéntate a la sombra de tu eterno poema, y en la voz de un instante, una

tarde del tiempo, caerse los verás de su triste soberbia" (p. 70).

Significa "Paraíso desatado" la peregrinación del vidente por el espacio extendido

desde su extrañamiento de la casa materna hasta el lindero de la muerte.

Constituyen sus sonoras estrofas exorcismos contra (y testimonios de) los males de

los hombres, sus compañeros de errancia; conjura con su ódica al destino, sus

sorpresas, sus trampas, sus abismos. Pese a la grandeza de la poesía ella sin

embargo suficiente no es para cruzar el océano de la soledad del bardo entre los

escollos de los misterios, de los retos inaplazables, de los vacíos del alma. Vuelva

entonces su rostro a Dios cual esperanza intangible, ante el férreo límite del deceso.

La ilusión, la fantasía, el tibio topos de la casa materna ya han dejado de ser, por

eso el título del poemario, Los deshabitados paraísos. Yacen entretanto las cosas,

las personas, los paisajes, en verdad, pero en medio de una dura nada. Muere el

alma a veces más la corporalidad pervive alimentada por el semidulce elíxir de la

tristeza. Revela ello uno de los designios del sabio, en el estar, en el permanecer, la

soledosa vía.

"Os invito a lamentar en la región de mis deshabitados paraísos, porque aquí ya no

hay piedra que sostenga estos muros, ni muros que convoquen a batalla de

arcángeles, ni arcángeles humanos que con su aliento disipen las obscuras

invasiones del cielo desatado" (p. 87).

IV

Si el poemario con una invocación abrió el triple conjunto de los cantos, después de

éstos cierra con una larga oración de súplicas por las culpas propias y las ajenas de

su entorno epocal. Ha recorrido ya el trovador un largo trecho de su

contemporaneidad. Portaba en su corazón y en su boca la poesía -la poesis- cual

singular ofrenda posible por parte de él a los otros. Halló a cambio de esa dádiva el

desasosiego, vanidad, falsedad, la libertad ensangrentada, "aves huracanadas" (p.

90), en fin. ¿Qué queda? ¿Cuál es el sendero? Alberga entonces Dios la última

posibilidad, a Él se dirige y le entrega su contrición.

Page 104: Metaecología y su horizonte poético

103

"¡Oh, hijo del aliento de Dios!, Dios mismo en mi bocas contúrbame a las puertas

de tu rostro cambiante, porque vanidoso fui en los tiempos de la primera sangre y

no escuchó, y no vi, y me alumbró las entrañas con fuego de falsedades y humo

que embelesó mi cabeza" (p. 89).

Solicita de Dios no solamente el perdón sino la purificación de su espíritu cual

simple manera de poder encontrarse, de salvarse él y su entrañable heredad, su

poesía. Hubiera dolido infinitamente perderse en la verdadera selva -silva vitae-, la

vida; y tal vez peor aún arrastrar en la caída, al fango de las incertidumbres, sus

versos, su ódica. Reclama con voz consternada, con base a su legítima pequeña

historia de existencia, la bienaventuranza eterna para él y para su lírica por cuanto

en su poesis va la mitad, o más, de su espíritu. Los cuarenta y cinco cantos de Los

deshabitados paraísos hacia ese final apuntan. Pervive el poeta auténtico mucho

más en su obra y mucho menos en el vanidoso acontecer de sus pasos por los días.

Debe incluir, pues, en la frágil canoa de la salvación también su trova, si no

naufragará irremediablemente en el infierno de la pena.

¡Cierra, en fin, oh Padre de la luz, con tu mano inmensa que habrá de perdonarme,

estas creaciones violentas... estas obscuras palabras mías! (p. 9l)

V

Entraña el presente escrito sólo, y apenas, un "ver” Los deshabitados paraísos.

¿Qué vislumbra el sentido profundo de ese libro? ¿Podrá algún agudo lector dar

con ello? Vale bien, no obstante, el difícil viaje por el bosque de la palabra

encantada de esos poemas. Te invito, lector.

Lubio Cardozo, ecopoeta ambientalista venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2015/09/metaecologia-la-idea-de-poesia-en-

juan.html, Lubio Cardozo, La idea de poesía en Juan Beroes (1914-1975). Sábado, 5 de

septiembre de 2015.

NOTAS:

Postdatum: El epígrafe pertenece a la página 42 del mencionado poemario de Juan

Beroes

Page 105: Metaecología y su horizonte poético

104

7

Un ver los deshabitados paraísos, poemarios de Juan Beroes

Porque seguro estoy que al final de lo

escrito,

batirá puerta de gloria. ¡y puerta de

estercolero!"

J. Beroes

Dedicó Juan Beroes (San Cristóbal,

1914 - Caracas, 1975) a escribir su

poemario Los deshabitados paraísos

cuatro años, desde 1963 hasta 1966,

editado luego en Caracas en 1967.

"estas obscuras palabras mías" (p. 7).

¿Qué se dice en esas páginas, qué se piensa en esos versos, en esos cantos, en esos

cuarenta y siete poemas? ¿Qué alumbra la videncialidad de esas estrofas? Invoca el

trovador en el poema pórtico -sin titulo, sin número- a Zeus, a Líos, a Jehová, a

Yavé (¿cómo se llama?), aunque sin nombrarlo a no ser sino con perífrasis.

"Espíritu inmortal y solemne" (p. 7), "Espíritu anunciador" (p. 8), entre otras. ¿Por

qué lo implora el vate? Después de contrastar el inmenso poder divino con su

personal miseria humana "y quebranta la tierra de mis iniquidades" (p. 7),

“súplica” voz para que deslumbrada ante tus olas magnificas / alabe con himnos

de generosa ¿juventud / cuanto por ti me fue dado para prueba de tu fortaleza" (p.

8), para su libro, también ruega "tierna sabiduría", dolor, amor. Rinde además

Beroes, necesariamente con los primeros versos, su sagrado culto a la poesía de

Occidente, a su primer poema, la Iliada, cuando en vez de convocar la musa

("Canta, diosa, la cólera aciaga de Aquiles pelida") invita de manera univoca a

Díos, "Desciende a mi, Espíritu inmortal y solemne" (...).

Juan Beroes (1914-1975)

Page 106: Metaecología y su horizonte poético

105

Luego de esta invocación u oración el corpus Ódico comienza, integrado por tres

sus años se fortalecerá hasta coincidir en su desenvolvimiento ciudadano con una

definida, valiente, actitud socrática, también kantiana, con mucho -por lo menos al

nivel de la conducta civil- de un cristianismo intimo sin doctrina ni sistema

religioso alguno, ¡lejos de él cualquier asomo dogmático! (Su única religión a la

cual consagró su temporalidad; la poesía). Pudo por eso -con este rico sostén

científico, espiritual- entender, asumir plenamente la naturaleza en su acepción

ecológica.

Nunca nombró -en el grado de su escritura versificada- el término ecología (o sus

derivados) pero ella late a lo extenso de sus reviviscencias; la palabra "árbol" casi

todas sus composiciones cruza, en aproximada frecuencia le siguen los pájaros, las

ranas, otros animales de la fauna silvestre, así mismo las piedras, el verdor de los

cerros, los ríos, el mar, la tierra, la lluvia, el viento, el aire, las nubes, las estrellas, la

luna, el Sol, la Tierra (la llama "Gran Aya"), vinculados, circuyentes, con certeza, al

humanus en sus disímiles edades, sexos, condición social, ambientes, épocas.

Expuso en su dilatado epos lírico el maravilloso asombro, laudatorio, por la

vegetación venezolana inseparable de su fauna cual dos siglos atrás Humboldt lo

evidenciara en su tratado genesíaco defensor de la cosmología del Nuevo Mundo,

rotulada en castellano Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente,

volumen revelador a los demás pueblos de este Planeta, sobre los rieles de la

verdad científica, la magnífica existencia de este Continente. Encaja por eso la

ódica de Carlos Augusto León con el origen de la poesía suramericanas

"ALOCUCIÓN A LA POESÍA" , "LA AGRICULTURA LE LA ZONA TÓRRIDA"

de Andrés Bello, con buena fortuna continuada por los grades trovadores de este

País.

"LA FLOR DE BAILE

Yo estaba en mi tristeza y de pronto

se abrió la flor de baile, la de los largos pétalos que estallan de blancura.

Sólo una vez al año

llena toda la noche su fragancia,

muere al amanecer.

Page 107: Metaecología y su horizonte poético

106

Yo estaba en mi tristeza y me dije

que bien vale la pena vivir para mirar cosas como ésta, aunque sólo sea

una vez al año."

C.A.L., Juegos del yo, p. 25.

Finalmente

Su organizada acumulación de saberes científicos, artísticos, el afortunado hablar,

escribir, diversas lenguas extranjeras modernas; sus viajes o mejor aún sus

prolongadas estancias en los llamados durante la Guerra Fría "países del este”

europeo, de igual manera en México; sus sólidas amistades con intelectuales de su

contemporaneidad -Diego Rivera, Pablo Neruda, Efraín Huerta, David Alfaro

Siqueiros, Yllya Ehrenburg, Jorge Carrera Andrade, Paul Eluard, Fréderic Joliot

Curie, Nazim Hikmet, Jorge Zalamea, entre tantos otros- les hubieran permitido

considerar se, con legitimidad, un ciudadano universal o con un vocablo muy del

gusto del señor Kant, un "cosmopolita”. Reclamó sin embargo siempre para su

sano orgullo el gentilicio de venezolano. Llevó con honra por donde anduvo,

divulgó con sus versos, con sus acciones, en serena actitud bizarra, su venezolanía.

Hoy, un escudo intelectual de su Nación su obra representa.

Aparecieron sus primeros poemarios en la plena eclosión de los bardos de la

nominada Generación del sus opúsculos, a la par de los del poeta Juan Beroes,

definitivamente la atención de los lectores de ese momento literario hacia ellos dos

se vuelca. Durante la década del 50 sus cantos, por su explícita defensa de la

libertad del hombre, el develar la pobreza de sectores de la población, el abogar

por la democracia, por su aire revolucionario, se suman a las pocas

manifestaciones intelectuales de resistencia contra la dictadura. Se inserta luego su

trova de manera cabal, por apuntar su contenido a lo universal contemporáneo, en

los novedosos, múltiples movimientos artísticos, intelectuales de los años sesenta.

Desde aquellos admirables lustros, desde ese entonces aquel viandante por la

"aventura de los caminos" (Sófocles) de los parajes de su orbe hasta el presente su

obra escrita permite definirlo cual uno de los poetas clásicos venezolanos.

"Has de vivir el alba alegremente.

Toma en tus manos con júbilo

la semilla del día, que germina..."

Page 108: Metaecología y su horizonte poético

107

C.A.L., El río fértil, p. 485

Se desenvolvió la vida de Carlos Augusto León en un diáfano equilibrio racional

con sus coetáneos, en armonía siempre con la naturaleza en su acepción ecológica.

Logró, se podría afirmar, la alegría de existir, esa resumida por él en dos versos»

"La dicha es tan grande y tan sencilla" (El río fértil, p. 54) Ludo, tal vez -objetivo

nada fácil- sospitare dignitatem, o con una frase de Kant, "la dignidad de ser feliz"

(Teoría y práctica) transvasó ese discurrir intelectivo-sensitivo a sus estrofas, así a

sus lectores señaló la posibilidad de salir del laberinto por la puerta conducente a

la kalokágathía, a la esperanza, al sueño de la vigilia.

"Que suerte» aún no he arribado, ni tal vez llegue nunca, al poema que quiero.

Hay que empezar de nuevo, siempre. El camino

comienza cada día".

C.A.L., Lo infinito por decir, p. 19.

Guando el cantor no establece distancia entre su pulchritudo cantus y el relámpago

de su temporalidad se funden su ventura y su ódica en una -angustiosa o serena-

temeridad de existencia. Levantar, por eso, en un texto la biografía de Carlos

Augusto León resultará un trabajo intelectual dificultoso, por cuanto deberá irse

más allá de lo documental, sin excluirlo sólo dejarle su carácter referencial

cronología, espacios (viajes, ciudades, la casa), amistades, actividades docentes,

administrativas, la familia, bibliografía, en síntesis. El verdadero transcurrir, el

evidente arraigo de este trovador noble, puro, en sus estrofas reside, va

desarrollado verso a verso, poema a poema. Iluminar con el intelecto uncido al

afecto hilo a hilo el tejido de sus estrofas para así poder toparse con lo óseo de su

bienandanza por los múltiples paisajes espirituales, físicos, en el país de sus días

otorgados.

Lubio Cardozo, ecopoeta ambientalista venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2015/09/metaecologia-un-ver-los-

deshabitados.html, Lubio Cardozo, Un ver los deshabitados paraísos, poemarios de

Juan Beroes. Sábado, 26 de septiembre de 2015.

Page 109: Metaecología y su horizonte poético

108

8

Las flores y aves de Juan Beroes, ecopoeta venezolano

Juan Beroes no solo por su aguda

sensibilidad de poeta sino también

por su densa cultura humanística

siempre consideró a las flores, en el

escenario admirable del mundo

campestre, cual las más sublimes

expresiones formales del mundo

vegetal, de igual modo, equivalentes a

ellas, a los pájaros sorprendentes

formas de vida en el capítulo de los

animales vertebrados. Ambos,

además de gratos, fidedignos testigos de la pureza del ambiente.

Pequeños pero raudos los pájaros, dueños de todos los colores, delicados, con sus

cantos, sus trinos, de alegres celajes con cuya algarabía celebran lo viviente en los

espacios del aire, son junto a las flores prueba fehaciente de la belleza de la

existencia. Pero los pájaros, igual a las flores, solo pueden vivir en los espacios

puros, libres de contaminación, lejos de las chimeneas de las fábricas, huyen del

humo toxico producto de la industrialización irresponsable.

Juegan los pájaros con la brisa, cruzan cual aligeras flechas al través del viento,

enamoran a las flores con sus trinos, más huyen llenos de terror, desaparecen en

los escondrijos de la lejanía cuando arriban los enemigos del bosque, los

irracionales arboricidas, odiosos negadores de lo más hermoso del Planeta Azul.

Una excepcional muestra de amor del poeta Juan Beroes (San Cristóbal, 1914 -

Caracas, 1975) por la vida silvestre y por sus eximios representes, los pájaros, es el

siguiente poema:

Page 110: Metaecología y su horizonte poético

109

ALADA ESTACIÓN

Un canto para vosotros, alados descubridores del cielo, pues con vuestras

acordadas gargantas acalláis el rumor de los vibrantes trópicos, y luego vais sobre

emplumados cantos a posaros dichosos en los apacibles rincones del viento.

Nombro, entonces, al canario de las venas de oro, Porque en la ventana de mi

abierta infancia colgaba sus cordajes de sol, su rutilante moneda; y al jovial

cucarachero que desde los pórticos del verano me decía: buenas tardes, y hurtaba

pajas al dorado crespulo para hilvanar el nido, como caliente soplo de gorjeos.

Hago mención del bizarro carpintero, decorador de su redondo nombre en la

pared de las cortezas vegetales; y también del angélico azulejo - color de ojos de

niña -, Y del turpial enarbolado que con ramillas de su voz silbante dispersa las

ondas del calor invisible.

Aquí yo fijo al colibrí ondulante en su rumor de loco terciopelo; y al pielerito

arisco, bebedor de sol en cuencos de la aurora; y al furioso arrendajo que en su

nido se expande, prendida al pico la inicial del grano.

En los altos maderos, a la orilla del viernes, es corona de una sola espina el

cristofué creyente; y en su alcoba de jóvenes rocíos ya es dama solitaria la soisola.

El erguido cardenal abre en las hojas consistorios de púrpura liviana, y el tordito

visitador persigue las doncellas para besarles las manos de iluminado alpiste.

La tórtola lejana vive en los trigales, y el chirulí provinciano va invadiendo los

aleros con sol de este poema.

Yo corono mi canto con vosotras, saludadoras golondrinas, que tornáis de mi

Patria en vuestra parda saeta. ¿Cuál dulce memoria arrancáis a su cabeza? ¿Qué

alegría joven; que prenda triste me traéis de ella? Pero torno al bosquecillo de

orquestales sonidos y firmo con la voz del gonzalito, gota de canto, diminuta

cuerda, punto final de la familia.

¡Os entrego pues a los aires, anunciadores del alba, y con mi mano pecadora que

ayer acaricio los frutos caminantes, repaso vuestros ardientes plumajes y pulso

Page 111: Metaecología y su horizonte poético

110

esas cuerdas que os hermanan con los cielos cantantes! (Del poemario Materia de

eternidad. Roma, 1956. p.p. 41-43)

Sorprenderá siempre la poesía de Juan Beroes, por su densidad espiritual y su

belleza como norte firme del texto; por su riqueza vivencial fluida al través del

tejido de las palabras exaltadas en la propiedad de una elocución robustamente

hermosa; por su lírica construida en el religioso silencio de su jardín interior

resguardada de toda concesión mezquina con daño para el arte y también para el

alma.

Exigente en la escritura, en la amistad, en el silencio y autentico amor por su País y

sus hombres, en la calidad y en el rigor creativo. Por todo ello dejo para solaz de

los buenos lectores más de una docena de poemarios inmortales, con los cuales su

sombra y su mito cruzaran con su impecable dignidad y soledad de siempre, de la

mano de la belleza y el sentimiento, por las veredas de la eternidad. (Del libro

Paseo por el bosque de la palabra encantada. Mérida, ULA, 1977. p. 35).

Lubio Cardozo, ecopoeta venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2012/05/las-flores-juan-beroes-ecopoeta.html

Lubio Cardozo7, Las flores y aves de Juan Beroes, ecopoeta venezolano. Miércoles 2 de

mayo de 2012.

7 Ecopoeta venezolano, profesor de la Universidad de los Andes, regione di Mérida, Venezuela.

Page 112: Metaecología y su horizonte poético

111

9

Materia Idea: Materiaidad en dos composiciones líricas de dos poetas venezolanos: Alfredo Silva Estrada y Juan Beroes

Es ínsito el anhelo de inmortalidad

(oculto, manifiesto), de permanecer de

algún modo, nominado también terror

de la Nada. Tal aspiración de la Tierra

proviene. Salimos obviamente de la

Tierra tierra, del Planeta y su misterio.

Somos porque ella existe. Trasmite a

todas sus criaturas esa pasión

recóndita llamada eternidad, el último

absoluto, consustancial con su

corporidad. Si la Tierra como astro

llegara a colapsar, sus rocas, sus minerales, su ser por la indestructibilidad de la

materia permanecerán.

Interpretaron cabalmente mediante la poesía esta honda vivencia espiritual-

intelectual dos poetas venezolanos, Alfredo Silva Estrada y Juan Beroes.

DE: Alfredo Silva Estrada, Integraciones. De la unidad en fuga. Caracas,

Cromotip, 1962.

UN DÍA TU ESQUELETO ES LA SÚBITA ALIANZA

Te hundes en desvarío de micas imbricas,

transparencia aturdida, beoda inflorescencia

triturando su aroma para alzar esa grieta que aloje lo infinito.

Entre restos ahogados

–Oh altivez en derrota, cómplice de lo eterno–

Page 113: Metaecología y su horizonte poético

112

aún calientas guarida como fluyente holgura,

como terrón desheho en bodas de equinoccios

o broza percatada de sideral molienda.

Hacia el cuenco ignorado azuzas tu carcoma.

Ceniza cenital,

vínculo de la brasa.

¿Desde qué brasa incierta prolifera tu brizna en yacimiento blanco,

embudo destilado rocío de confines, relámpago larvario, cartílago de acordes?

¿Qué idolatría enterrada bajo nervios de fuga

te inventó como presa de su apetito lento?

Eres solo el asombro:

idólatra y fetiche,

plenitud distendida por la mullida alianza,

brizna ardiendo en el cenit con acecho larvario,

grieta de lo infinito borrando tu osamenta.

¡Oh rizoma de tuétano en marfil carcelario!

La intemperie insurrecta, el yacimiento blanco,

Desde afuera golpeando te lía sus reflejos:

Cartílagos de acordes, aldaba de relámpagos.

Y tu sueño que asciende en una actinia errante,

desazón imantada que esponjas del martirio

Con una paradoja de nidos en las crestas.

Rompes toda la celda, el ignorado cuenco,

Y en colmillos que huyen eternizas lo bárbaro.

Mas ¿dónde queda el almaespíritu? De la indestructibilidad de la materia entonces

se infiere: ninguna cosa se destruye. Hereda la eternidad de la Tierra también una

de sus creaciones materiales sutiles, la patética entidad indefinible: el almaespíritu.

Carece ciertamente de la tangibilidad de los objetos de las realidades imperfectas,

Page 114: Metaecología y su horizonte poético

113

sin embargo esa transparente sutileza intangible durante más de tres mil años su

presencia ha sido percibida por el mythos, por los pensadores, desde los filósofos

pre-socráticos hasta hoy. Aunque ni los filósofos ni los teólogos ni mucho menos

los sociólogos han podido con exactitud su etérea naturaleza describir. La

clasicidad helénica al alma la nominó Ménos (mente-inteligencia), al espiritu Nóos o

Nous vocablos éstos vinculados al verbo Noéoo: ver, pensar, saber, percibir; la voz

castellana “psique” copia el vocablo griego “psykhé” el cual soplo, hálito, aliento

vital significa. Buscaron los sabios de la clasicidad latina dulces términos ingenuos

para adecuarlos con el sutil carácter forma acústico del almaespíritu, así para el

alma anima cual soplo, aliento; para el espíritu animus, el ánimo, impulso vital,

hálitos o espíritus, el apacible aire exhalado desde lo más íntimo, afín al suspiro.

Adecuación de la silábica cadencia de esos vocablos a la supuesta esencia de ese

ente, de su histérico encantamiento eufónico.

DE: Juan Beroes, Prisión terrena. Caracas, Suma, 1946.

X II

Bajo el terrible viento, mi cadáver extraño.

Porque, soy la pezuña del animal cambiante,

y la hierba delgada, suave piel de la tierra.

¿Qué mano me acaricia la frente que yo tuve,

al rozar este junco solitario y esbelto?

¿Qué brisa me sacude las manos de mi vida,

al herir esta planta florecida en mi ausencia?

Porque, soy dura roca que se parte en los mares,

y ardorosa ventisca que golpea las ventanas.

Bajo el fuego nocturno, mi país de silencio.

Y mi carne construye sus dorados insectos,

Page 115: Metaecología y su horizonte poético

114

y sus pájaros grandes, hermanos de los vientos.

Brotan de mis axilas mariposas brillantes,

y entre mis secos muslos se columpian los lirios.

Porque, soy blanda tierra de nuevos edificios,

soy metal escondido de futura herramienta.

Desde su triste arcilla, mi juventud os mira.

¡- Soy tierra de las madres, colina de los hijos-!

¡Bajo el viento del mundo, mi cadáver naciente!

¿Dejan entrever las dos composiciones líricas seleccionadas entidad del

almaespíritu? Apoyados en su intuición de poetas sobre los rieles de un pensar

erudito en esos dos poemas Alfredo Silva Estrada, Juan Beroes manifestaron el

seguro destino de sus cuerpos después de la muerte, el retorno a la Tierra rumbo a

los vínculos con la eternidad de los océanos, de los vientos, de los astros, al

disolverse en fin en la materiaidad (diferente de “materialidad”). Fenecieron

décadas luego de sus odas dichos vates, en la verdad de sus días asumieron sus

restos lo predestinado por ellos: “un día tu esqueleto es la súbita alianza”, o la

“dura roca que se parte en los mares y ardorosa ventisca que golpea las ventanas”.

Pero ¿y el almaespíritu? Vaga ésta sencillamente glamorosa con sus histéricos

encantamientos por las páginas de sus poemarios.

Aunque intangible ¿quién duda de la inmensa presencia del almaespíritu

corporizada en la poesía, la música, lo artístico, la ciencia, la alta tecnología, la

libertad, el bien, la justicia? Porque nada se destruye, todo permanece

transformándose para retornar. Significa el vocablo “inmortal” la perenne vida.

En ese espacio la poesía se halla.

Lubio Cardozo, ecopoeta venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2015/08/metaecologia-materia-idea-m-t-e-r-i-i-

d.html, Lubio Cardozo, Materia Idea: Materiaidad en dos composiciones líricas de dos

poetas venezolanos: Alfredo Silva Estrada y Juan Beroes. Martes, 11 de agosto de 2015.

Page 116: Metaecología y su horizonte poético

115

10

La poesía sobrevive a la confusión de la esperanza. Fernando Paz Castillo

(…)

“pero el espíritu vela como una mariposa

en torno de esa luz que no advierten los

sentidos.”

F. Paz Castillo, “INSOMNIO”

LA POESÍA SOBREVIVE A LA

CONFUSIÓN DE LA ESPERANZA.

(Un aspecto de la poesía de Fernando

Paz Castillo).

Dialogar incesante con el espíritu para

hallar la verdad –posible- de la existencia bajo el Sol ocupa buena parte de la lírica

de Fernando Paz Castillo (Caracas 1893-1981). Aunque la dimensión de la vida

terrenal, biológica, cotidiana la abundancia de su presencia ofrece a es pulcro

escritor venezolano él sin embargo nada recibe más allá de lo necesario sin antes

ponderarlo en la balanza de su hondo pensarlo. Pero pensar para Paz Castillo

rememorar significa. La reminiscencia –la anamnesis- aviva el contemplar cuanto

conforma el ámbito donde se permanece, donde se está junto a las cosas, las

personas, los sentimientos, los aconteceres. Más ese mundo inmediato el poeta lo

observa al través de la certeza sensible, por ello lo sabe imperfecto, confuso,

transitorio, tal una jungla terriblemente tentadora de la misma manera incierta. He

allí el doloroso drama psíquico de este creado vidente: ¿disfrutar la fiesta de la

mentira en medio de las propuestas dudosas de la comarca de la existencia o

esperar virtuosamente el regreso a aquel reino de las Ideas de Platón, perfecto,

puro, justo, bueno, bello, la kalokagathía? Tomar una decisión fácil no resulta

por cuanto el poeta siente cual humano la fruición de los frutos fragantes

esparcidos a lo largo del camino.

Page 117: Metaecología y su horizonte poético

116

(…)

“¡Mira!: el alba rosada se tiende sobre el huerto…

Todo se torna joven; sólo tú, alma mía,

como la mariposa de la noche de invierno,

te has quedado en la sombra, prisionera de la sombra,

cual sombra de otra vida que viví en otro tiempo”.

(HOY LA MAÑANA HA VUELTO”).

Sólo en el nivel de exigencia de lo intelectual contemplativo se rememora.

Reconócete las cosas de la vida terrena –objetos, árboles, animales, actitudes,

sentimientos, personas, virtudes, cualidades, anhelos, en fin- al recordarlas. Se

llama esa revelación reminiscencia, anamnesis. ¿De dónde provienen esas

recordaciones? En sus diálogos Fedón, Menón, en algunos otros más Platón habla

del reino de las Ideas en el cual el espíritu residía antes de nacer a la vida

biológica. Mostrarían las Ideas las versiones originarias, perfectas, absolutas, en su

ser de las cosas, de los sentimientos, de las virtudes inmersas en la justicia, la

belleza, el bien, el agathón, también absolutos entre sí. Constituye ello el saber

verdadero, eterno, incorruptible, inmutable. Genera ese supramundo su réplica en

la contingencia terrenal a la manera de una transposición imperfecta sometida a los

torbellinos de la compleja ventura material, y en el caso del humano de sus

necesidades, de sus apetitos, de sus emociones, pasiones. Después de nacer éste se

topa otra vez con las cosas, sin embargo se sorprende, doblemente: por

reconocerlas y por irreconocerlas, las rememora en el alma pero las olvida en la

borrosidad lúdica sensible de la presencia (¿revelación/ocultación). Se despierta

entonces en él el anhelo de precisarlas con el pensamiento reminiscente, de

volverlas a ver con aquella venustidad y nitidez de otrora; en esa búsqueda la

ciencia nace, la pasión por la verdad, además la aspiración de retornar al reino de

las Ideas.

“Pero añadió Sócrates -¿qué piensas de lo que te he dicho de que aprender no es

más que recordar, y por consiguiente, que es necesario que nuestra alma haya

existido en alguna parte antes de haberse unido al cuerpo? (…) toda Idea existe en

sí, y que las cosas que participan de esta Idea toman de ella su denominación”.

(Platón, Fedón. México, Porrúa, 1972. pp. 413, 420)

Page 118: Metaecología y su horizonte poético

117

Troquela el filósofo dicha tesis, conceptualmente, en Menón: (…) “En efecto lo que

se llama buscar y aprender no es otra cosa que recordar”. (México, Porrúa, 1972- p-

213)- Canta Paz Castillo en precisa estrofa, difícil para quien no se filósofo puro,

exigente en su disciplina, adscrito a esa tesis, conocedor de la filosofía griega

clásica así como de la lengua griega. No obstante, sin menester de alcanzar tal nivel

intelectual aportará el mundo platónico a algunos postas atraídos por esa

lontananza un ámbito fértil, nutricio para su imaginación dentro de la

singularidad creativa de cada quien. Disfruta Paz Castillo una bien digerida

educación humanística a la par de su profunda asunción del catolicismo. Se dio

por ello en él, fluidamente, un tránsito del reino de las Ideas de Platón al Paraíso

judeo-cristiano aunque siempre se mantuvo la noción esencial del filósofo griego.

En cualquier católico dogmático (en el buen sentido de la frase) la substitución

hipostática de Nietzsche en una oportunidad: “el cristianismo es un platonismo

para el pueblo” (Citado por M. Heidegger en Introducción a la metafísica.

Barcelona, Gedisa, 1997. p. 101). Paz Castillo en conmovedores y diáfanos versos lo

expone,

“Así conserva en su conciencia oscura

la voz de humillación que lo lanzara

de su vida floral del Paraíso.

Y por más que se acerque a la ventura,

que la tenga en sus manos,

siempre lo llama la perdida tierra: ese sueño de

dicha que suyo,

cuando suyo eran el canto y su sentido,

y suya el agua y su lenguaje simple,

y suyo el viento animador de espigas,

y suyo el tiempo

-sin ayer ni mañana-

en su fecunda juventud eterna”.

(LA VOZ DE LA SELVA).

La angustia de Fernando Paz Castillo por el destino del espíritu, o de manera más

singularizada, por el suyo, ocupó su tiempo de solitariedad contemplativa de su

pensamiento indagante en busca de respuestas a los grandes retos de la

Page 119: Metaecología y su horizonte poético

118

imaginación, de las hondas preguntas eternas. Representó su puerto de

consolidación inmerso en las brumas del naufragio de toda vida esa simbiosis del

reino de las Ideas de Platón, visto a través de una profunda fe católica, con el

paraíso judeo-cristiano. Significó ello su verdad. Resultó esta afirmativa categórica

fruto de un asentado conocimiento después de dilatadas lecturas, de mucho

trajinar la oportunidad de estar sobre la tierra, de agudas intuiciones intelectuales,

de continuas meditaciones. No era Paz Castillo un filósofo, ni un científico, por eso

el testimonio de su espiritualidad (o religión pura) y de su certidumbre (sustentada

en las Ideas platónicas) en estrofas, en odas las legó a sus lectores. Ahora bien, “la

belleza es uno de los modos de presentarse la verdad como desocultamiento”

escribió M. Heidegger (Casinos de bosque. Madrid, Alianza, 1998. p. 40). Valga

decir: la verdad; se presenta, en uno de sus modos, mediante la belleza. Aunque la

belleza queda sin definir por lo menos se conoce uno de sus atributos, la verdad,

asimismo, el saberla también un Idea platónica en su diálogo Hipias Mayor Platón

pone en boca de Sócrates este final axiomático: “Las cosas bellas son difíciles”.

(México, Porrúa, 1972. p. 247). Revela esa originaria categoría de lo Kállos su casi

inaccesibilidad al entendimiento humano. Acuña con igual énfasis dicho aspecto –

así lo percibo- R. N. Rilke, en su “PRMERA ELEGÍA”” canta; (…) “Pues, de lo

terrible / lo bello no es más que ese grado / que aún soportamos. Y si lo admiramos

/ es porque su calma desdeña destruirnos”. (Elegías de Duino. Sonetos a Orfeo).

Córdoba, Assandri, 1956. p. 57). Se da entonces una relativa, pero siempre lejana,

aproximación a la esencia de la belleza. Tomó ésta en Paz Castillo, necesariamente,

la senda legítima de la poesía. Tal vez esa verdad-belleza lo hizo trovador vidente

para dejar las señales de su desesperanza, de su pensar, en nobles composiciones

líricas.

Interesa, al fin y al cabo, a los amicí poesis el espléndido producto final bien

acabado, el poema. De allí el sentido del rótulo de este escrito, en la confusión de la

esperanza la poesía sobrevive. Gracias a esa sobrevivencia los leales amorosos de

los versos disfrutar pueden esta pequeña oda de Fernando Paz Castillo,

“Más allá de la noche

y de la estrella

y del silencio

te he encontrado

Page 120: Metaecología y su horizonte poético

119

-nueva y perfecta-

manantial de la noche perfumada;

semilla de luz

-luz tu misma-

y esencia melodiosa de silencio”.

(ENCUENTRO)

Notas: Pertenecen los poemas de Fernando Paz Castillo reseñados, supra, a su libro

Poesías escogidas, 1920-1974 (Caracas, Seguros Horizonte, 1974).

Lubio Cardozo, ecopoeta ambientalista venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2015/08/metaecologia-su-horizonte-poetico-

la.html, Lubio Cardozo, La poesía sobrevive a la confusión de la esperanza. Fernando

Paz Castillo. sábado, 29 de agosto de 2015.

Page 121: Metaecología y su horizonte poético

120

11

Decorosa del ambiente: La gesta pictórica de Juan Loyola

En el mundo de la pintura venezolana

contemporánea ninguno de sus

ejecutantes en sus disímiles estratos se

detuvo a pensar en la fuerza

cromática de los tres colores de la

bandera nacional. Colores –ser,

colores– entidad por ello substancia

los matices del espectro luminoso.

Dichos tres colores son absolutos en sí

mismos. La Guerra de Independencia

los hizo así, los dotó de absolutez, los

decantó. Al través de esos radicales años las variadas propuestas de tonos, de

tintes, desaparecieron junto a las ambigüedades inaceptables durante la contienda

para concentrarse en la expresión de las firmeza ideológica de la lid por la libertad

de la Patria en su diáfano hacerse. La absolutez cromática natural de esos tres

colores primarios -amarillo, azul, rojo- se fortalece en la identidad de la firmeza

de la historia del territorio, de su Guerra de Emancipación, expresado claramente

en su bandera.

Descubrió Juan Loyera la poderosa fuerza de la creatividad artística de esos tres

colores en su juego disposicional ordenados así por el inteligente mandato de los

forjadores de la Nación: primero el amarillo, segundo el azul, tercero el rojo

expresantes esos tres pigmentos originarios en su ingeniosa disposición del mismo

impulso anímico nutriente del huracán de la lucha independentista. La pureza de

esas tres franjas cromáticas absolutas en su justa colocación soslayan, ninguna

cualquiera simplista adjudicación al mero azar, su ludismo disposicional esencia

el ícono y símbolo de la revolución emancipadora al través de su gloriosa bandera.

Nadie leyó antes de manera tan clara, tan visible, los colores de la bandera

venezolana cual lo hizo el pintor venezolano Juan Loyera, para luego verterlos

Page 122: Metaecología y su horizonte poético

121

dignamente en las obras de su arte pictórico con aportativa, sorprendente e

imaginativa creatividad.

Nació Juan Loyola en Caracas en 1952. A los 47 años, en Catia La Mar, en 1999

muere. Vigorosa en conocimientos, en disciplina académica fue su formación de

artista de la plástica, obtenida en diversas escuelas de pintura y escultura de

Caracas. Substanciaron la belleza de la plástica de Juan Loyola varios impulsos

artísticos estratégicos alimentados con las señales de las luchas por mejorar las

condiciones de existencia de la humanidad surgidas en las décadas de la segunda

mitad de la centuria anterior. El primero de esos impulsos su vertical honestidad

en la labor composicional, en su hacer arte. El segundo, su amor a la Patria. El

tercero la defensa del ambiente con el instrumento de la pintura, dirigida ésta hacia

vívidas acciones reales, eficientes: cubrir con los colores de la bandera los espacios

afeados por la desidia, la pereza de los malos ciudadanos: paredes de las calles,

esquinas, rincones, carros abandonados, sitios feos, repugnantes, vergonzosos a la

mirada de la buena gente. ¿Pero cómo revertir esos grotescos ámbitos?

Convirtiendo esos feos espacios en gratos parajes con su imaginación creadora de

artista plástico al través del lúdico, armonioso uso de los colores de la bandera

venezolana.

Transformaba Juan Loyola en cuestión de uno o dos días un área degradada por la

estupidez de los transeúntes en una heredad luminosa, agresivamente hermosa

con su tricolaridad. Nacía así la primera fase de su obra plástica: la llamada

inmóvil fehaciente testimonio de su manera de abogar por la protección del

ambiente. Consistía la segunda fase, para garantizar la trascendencia del esfuerzo,

en tomar fotografías de la obra inmóvil para reproducirlas luego en cartulinas u

otro material capaz de recibir la impresión gráfica. Representaba la fase final la

divulgación de sus singulares creaciones: la venta, la colocación en bibliotecas,

exposiciones, la distribución entre los ambientalistas, ecologistas, otros pintores, en

fin en aquellas personas interesadas en el quehacer plástico de este revolucionario

artista.

Recorrió de este modo buena parte de Venezuela: aldeas, caminos, urbes, plazas,

parajes afeados, en su afán de mostrar un destino social diferente para el arte de la

pintura, compartir los museos, los salones, las galerías, con el pintar al aire libre.

Page 123: Metaecología y su horizonte poético

122

Llevó también su original manera de crear arte plástico con los colores de la

bandera venezolana por países iberoamericanos: Brasil, Ecuador, Argentina,

Paraguay, Uruguay; en esta última nación conoció a uno de los grandes creadores

del performance y de la poesía visualista en Sur América, su gran amigo del poeta

Clemente.

Nacieron libres las palabras, obviamente; hará ello su ser: abiertas, luminosas,

irradiantes. Los académicos, algunos escritores en sus dogmas pretenden

instituirlas, un inocente afán –con buena intención- de evitar salgan en estampida.

Más el poeta la jaula debe abrir –“Descuelga de la encina carcomida / tu dulce lira

de oro”… A. Bello– dejarlas en su fantástica libertad jugar. Convertirse así en su

cómplice, encender el hechizo, iniciar la aventura de la poesía.

Después que pase la procesión

voy a recorrer las calles de la ciudad

barrida por los vientos

Visitaré las iglesias vacías de fieles

y la plaza sin flores profanas

La serpiente de las siete leguas

despertará las piedras

los bárbaros serán marcados

y los habitantes al fin

despertará del letargo.

Teresa Coraspe, Tanta nada para tanto infierno. (Ciudad Bolívar, 1994. p. 89)

El pensar hilvanando con los vocablos de la exposición teórica, las tres

composiciones seleccionadas –poemas absolutos- lo ratifican.

Mérida, MMXI

Lubio Cardozo, ecopoeta ambientalista venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2015/09/metaecologia-decorosa-del-ambiente-

la.html, Lubio Cardozo, Decorosa del ambiente: La gesta pictórica de Juan Loyola.

Sábado, 26 de septiembre de 2015.

Page 124: Metaecología y su horizonte poético

123

12

La poesía ecologista de Manuel Felipe Rugeles

Cuando un poeta escribe versos sobre

algún afectivo entorno geográfico

mientras lo contempla en presencia

real o en el recuerdo, ratifica el

compromiso existencial de su destino

al crear una composición lírica nutrida

de la impresiones de ese paisaje; pero

esas palabras entrelazadas por la

emoción de la vivencia — del lugar de

su hermoso silencio pleno de

sugestividad — por si misma se elevan

al estrato de un homenaje a dicha estancia de verdor. Cumplirías el mismo

proceso si en vez de un poeta el lugar lo ocupa un pintor, un fotógrafo, un músico.

Nacerá en cualquier caso una pieza artística la cual encierra la grata estampa de un

paisaje en un tiempo inamovible, valga decir el testimonio de un ámbito silvestre

preñado de leyendas, de frescura, de optimismo, de vida. Ahora bien en el

lenguaje de las ciencias naturales contemporáneas esa obra artística —llámese

poema, pintura, fotografía, partitura musical— por su calidad de testigo de

excepción representa una defensa ecológica de un determinado ambiente. Percibió

así Manuel Felipe Rugeles uno de los designios de su poesía de la vida rural, de los

campos, de los valles, de sus labriegos, de sus animales, en las costumbres

consustanciales de los Andes venezolanos.

GOLONDRINA DE MI CANCIÓN

Andabas en el aire

golondrina de mi canción

andabas en el aire

cuando en mis manos te recogí.

Un rumbo nuevo

Page 125: Metaecología y su horizonte poético

124

me prometiste al nacer

bajo la mancha del cielo

que reía sobre ti.

En tus alas

la mañana prendió el roció

de su corazón.

En ellas hay tanta luz

que me sobra claridad

para encontrar la verdad

golondrina de mi canción.

(De su libro, Cántaro).

Nació Manuel Felipe Rugeles en San Cristóbal en 1903. En esa linda ciudad del

Táchira los primeros veintidós años de su existencia crecieron. Compartió su

educación escolar con la enseñanza natural de su circunstancia, en el andar

cotidiano de la comarca, los aledaños andinos entorno de la urbe, la luminosidad

de su atmósfera, la singular vegetación, sus animales, la gente, sus costumbres, la

labores agrarias, la armonía de los múltiples aspectos de ese territorio montañés

para armar un equilibrio de existir donde la paz, el sosiego estaban por sobre la

inevitable desventura: hoy tal se nominaría ecológica, manera positiva de habitar

una extensión geográfica. Ese equilibrado mundo entre el hombre–mujer, la

producción agraria, la conservación del paisaje andino Manuel Felipe Rugeles en

su primer poemario, Cántaro (1937), lo celebrará.

Murió este gran trovador de la ecología de la andinidad en Caracas en 1959, su

aventura bajo el Sol y la Luna apenas 56 años duro. Su concepción de la aldea

rural la pensó él basado en las memorias de su infancia, sobre ello reconstruye

amoroso una pequeña población campesina ideal, inmersa en un equilibrio

ecológico garante de su anhelo de eternidad. Compuso así en serenos versos su

libro Aldea en la niebla en 1944. Muestra en sus odas los sosegados panoramas

sometidos a la agricultura, el encanto de esa geografía dulcemente por el labrador

domeñada para la obtención del alimento, la fecunda gleba de los valles, de las

faldas, de las imbricadas colinas del Táchira. Exaltación de ese venusto paisaje

Page 126: Metaecología y su horizonte poético

125

entre montaraz y humano, de verdor afable, ordenado bajo el cuido afectuoso del

agricultor. Comarcas, en fin, salpicadas de pueblo, de plantíos, de rebaños, de

abájales, sustentadores de la apacible ecología de esa sociedad rural de ese

entonces.

TIENDEME LA MANO

Viejas leñadoras,

muleros, pastores, labriegos,

van entre la niebla,

la niebla se extiende por todo el paisaje.

Niebla de los pinos,

niebla de los sauces,

niebla de los páramos,

nieblas de los valles.

El humo que sale de las viejas chozas

se hiela en la niebla de las soledades.

¿Quién canta en la tarde

quebrando el silencio

blanco de la aldea?

Hermano labriego, tiéndeme la mano.

Hermano: contigo yo vivo esta hora

de niebla en el campo.

(De Aldea en la niebla).

Disemino Manuel Felipe Rugeles en el extenso reino de sus palabras importantes

informaciones botánicas, gratas descripciones de plantas, sus colores, sus formas,

sus olores, su utilidad; decenas de flores, hierbas, matas, arboles. Hay igualmente

una extensa nomenclatura de animales del monte empinado, algunos cautelosos

acompañantes cercanos de la faena de la labranza, en particular aves.

Page 127: Metaecología y su horizonte poético

126

LA GARZA

Garzas

banderín del alba.

¡Que despliegue de alas!

¡Que limpia victoria

la de la mañana!

palmeras en guardia

la saludan siempre

cuando cruza el aire:

Banderín del alba

sobre la sabana.

LA GUACAMAYA

Sin rumbo en mitad del campo,

sólita, la guacamaya.

De amarillo, azul y rojo

la cola, el pecho, las alas.

Oro y verde hay en sus ojos.

Oro y verde de Guayana.

¡Ay!, en la copa del árbol.

¡Ay!, si pudiera alcanzarla.

¡Al desplegar sus colores,

que hacia el horizonte vaya!

¡Que deslumbre como un sueño!

Y diga el que ha de mirarla:

—De amarillo, azul y rojo

la cola, el pecho, las alas.

—¡Que linda flota en el aire

la bandera de mi patria!

Page 128: Metaecología y su horizonte poético

127

EL PÁJARO CARPINTERO

El pájaro carpintero

se sabe labrar su nido

con el acero del pico.

En la copa de los cedros

labrando su nido canta

la gloria de ser obrero.

Se alimenta con el trigo

que recoge en los graneros.

Va de paisaje en paisaje

estrenando nube y cielo.

Saltando por las cisternas

azules del campo abierto.

En vez de malva y jacinto

lleva un plumaje de incendio.

Su pico dentro del agua

se pone a pescar luceros.

Lubio Cardozo, ecopoeta venezolano - Lenin Cardozo, ambientalista venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2015/07/la-poesia-ecologista-de-manuel-

felipe.html, Lubio Cardozo y Lenin Cardozo, La poesía ecologista de Manuel Felipe

Rugeles. Sábado, 11 de julio de 2015.

Page 129: Metaecología y su horizonte poético

128

13

Lo órfico y lo nítido en dos poemas a una misma flor

“Con acciones gratas a los Dioses tu

animo alegra, Pues ello la mas alta de las

ganancias encierra”. Baquilides,

Epinicio III.

Hay varios nombres en el sermo

ruralis para el arbusto y su famosa

flor: “dama de noche”, se le conoce

además con el de “flor de baile”,

“reina de la noche”, “flor de noche”.

Se han ocupado de él algunos

botánicos del País. Estúdialo brevemente Henri Pittier, la nómina (por sinécdoque)

“reina de la noche” en su Manual de las plantas usuales de Venezuela (Caracas,

1970. p. 359); detallada la planta con más extensión Jesús Hoyos en su Flora

tropical ornamental (Caracas, 1978. p. 82), se seleccionan al respecto algunas líneas

de este texto:

“Oriunda de America tropical, está ampliamente distribuida desde México hasta

Brasil, incluyendo Las Antillas. En Venezuela crece en forma silvestre en las zonas

calidas del norte del País y en forma de cultivo en patios y jardines urbanos. (…).

Flores blancas, grandes, vistosas, fragantes, las cuales se abren al caer la tarde.

Poseen un largo tubo floral de 14 a 30 cm de largo, con el cual se proyectan por

encima y hacia fuera del margen de las ramas”.

Pertenece a la familia de las Cactáceas, su término científico: Epiphyllum

oxypetalum. Deben descartarse de este panorama expositivo dos conocidas

Soanaceae: “dama de día” (Cestrum diurnum), “damita de noche” (Cestrum

nocturnum), ambas así mismo de flores gratamente olorosas.

Consagra Rosalina García en su poemario De intima brasa (Caracas, 1987) un

intenso poema a la flor de ese arbusto, “DAMA DE NOCHE” (P. 64). Carlos

Page 130: Metaecología y su horizonte poético

129

Augusto León a sus lectores, en su opúsculo lírico Juegos del yo (Caracas, 1989), les

confiere la ultima oda -sobre transparentes versos- de dicho volumen, rotulada

“FLOR DE BAILE”. Los dos poemas, aunque perfilados en torno a una misma flor,

difieren en el ser, así cual en la génesis, de la creación poética. Nace uno de un

hacer composicional órfico, el de Rosalina García; el otro ha sido hilvanado al

ritmo de una disposición racional. En el primero la belleza al secreto se fusiona, en

el segundo la belleza diafanamente sobre los sentimientos expresados cabalga.

¿Qué es lo órfico en la lírica? Significa lo órfico en el poema la música de lo

recóndito portadora de sabiduría proveniente del “sentido interno (Kant), de “lo

sabido”, del “ver” anticipador, de la anamnesis escapada de la noche de la

existencia. Saca esta singular melopeya a la penumbra la reveladora armonía de la

oculta sapiente belleza –kalosofia– situada mas allá de la patente verdad de la faz

de la naturaleza (del phainein physeos). Carga en su seno lo órfico una densa

musicalidad impregnante de los vocablos de los versos, ello nunca su absoluto

devela más si deja oír su opaco retumbar lejano. Poetiza el trovador órfico, aunque

a veces no se perciba así, desde el borde mismo de la muerte (intelectualizada), no

real) más mirando hacia la vida.

De cara, pues, a la ventura al borde del abismo (conceptualizado), sintiendo en la

nuca el espeso aliento emanado de la inmensa boca del dragón de la Nada. Arriban

dichos sonidos al alma, nutren los sentimientos, corporizan las voces. Conmueven

cuando van más allá, se transmutan en estrofas cuyos vocablos solo arrastran

pálpitos, emociones transfiguradas para capturar en ritmos pensantes, en sabia

melodía, con turbadora certitud, los distantes repiques de las campanas del

sobrecogimiento, el retumbar de las oxidadas puertas de hierro de lo arcano.

Alcanza, por ello, la poesía órfica –en cualquier breve, posible, instante– alguna

latitud de lo sacro.

En la literatura lo órfico en ningún momento estriba en un culto exterior estético o

en una oferta mistérica a la cual se va en su búsqueda, no: pertenece lo órfico a la

condición innata de algunos poetas, una invitación venida desde dentro de la

creatividad misma del bardo, la cual se asume o se desecha.

Podría conceptualizarse lo órfico ya en la mera composición mediante la Idea de la

pulchritudo obscura en su decir poético (la belleza secreta, oculta, difícil).

Page 131: Metaecología y su horizonte poético

130

Pone Platón en boca de Sócrates, en su dialogo Hipias Mayor, este final axiomático:

“Las cosas bellas son difíciles”. (México, Porrua, 1972. p. 247). Denota la primera

condición de la pulchritudo obscura la libertad, absoluta, del pensar.

Al emerger, plasmarse, en la escritura la voz interior del poeta lo hace a través de

una urdimbre de versos cuyo sentido resulta opaco el lector, este entonces indaga

en su ilustración, cogita, contempla. Los vocablos por la vía de esa musicalidad

emánate del retumbar de los bonces del misterio, reflejan en su camino a la

vislumbre feraces sentimientos espirituales artísticos, reminiscencias del desolvido,

señales originadas de los sueños irrumpientes en la vigilia (“A su alrededor por

aquí y por allí, imitado formas diversas, yacen sueños vagos como espigas hay en

un campo de mieses”… Ovidio, Las metamorfosis. México, Porrua, 1977. p. 162).

Con estos sedimentos anímicos los planos evocados de la cantiga se conforman, el

tejido de lo enigmático, de allí, de ese corpus odico, dimana lo poético. He aquí, la

oda de Rosalina García,

“DAMA DE NOCHE... Bélico anuncio me traía la conjunción del astro con la

flor; tan embriagante era su perfume como acerado el brillo de la estrella.

Analfabeta de los cielos, Conjure el saber de los ancestros, Oculto en las ruinas

de las selvas. Uno de ellos me dejo esta daga”.

Dota la primera estrofa de un ser a la flor de ese arbusto, extraído del horizonte de

la cadencia videncial, del melos, del aroma, del “acerado brillo”, de la noche

uncida a su cortejo de entes infinitos. Revela, pues, la naturaleza poética de esa

presencia botánica. Descifra, mediante sus ensimismamientos contemplativos el

juglar, en la segunda estrofa un “saber” de “las ruinas de las selvas”, obtenido del

rostro de la estrella blanca de la flor fragante cual lagrima de la Luna (faz,

advocación de la Diosa de la vida silvestre, Dea Diana). Comprende la tercera

estrofa un verso solo. ¿Traduce el plano evocado de la metáfora, “daga”, el plano

referente de: la palabra? ¿El don otorgado por la floresta? Al iluminar la naturaleza

órfica de la “dama de noche” está a cambio le develo mediante el sortilegio del

“perfume” en la “bélica” noche de la jungla, la “daga”, la palabra, obviamente

convertida en la cantiga misma, esa laude, ese aire de nocturno schubertiano, en

esos ocho versos.

Page 132: Metaecología y su horizonte poético

131

Orfeo –el místico rey, músico tracio– después de la muerte de su Euridike ya no

canto más a la alegría, a los goces con su ninfa en la floresta. Regresara Orfeo de su

inútil búsqueda de la driade en el país de Hades, del reino de los muertos, del

archipiélago de la Nada, solo con la memoranza de Euridike transmutada en

quejumbre, apenas un pedazo de atardecer hecho de nostalgia. Esencian ahora sus

cantos voces de lo recóndito, aflora un paisaje interior obscuro, profundo,

enigmático, melancólico. Comenzó así en el mythos esta dimensión de la lírica.

Muy luego, ya en la visible planicie de la historia literaria en el primer gran espacio

de la clasicidad, el paradigma de la poesía órfica lo representara –entre sus muchas

otras virtudes escritúrales– Pindaro (circa 520-440 a.c.).

Paralela (relativamente) a esta entidad composicional otra odica se escribía en el

largo camino de la literatura accidental, esta por el contrario vertía en los versos la

lírica exponente, reflectante, de la realidad inmediata, la circuyente del poeta, el

mismo con sus sentimientos, las intimas emociones, los placeres somáticos de lo

erotia, los dolores aposenianos en la psique: la naturaleza en su acepción biológica,

geográfica, paisajes, los bosques, los ríos, el mar, sobre todo el Sol: la luz a la

logicidad notoriamente asiste; presentes en esa misma dimensión las pasiones del

humanus, los temores ante el mal, el amor inmerso en el laberinto de sus estratos

(la conflictividad del eros). Siempre fiel a las percepciones de esas múltiples

existencias, para ello empleo la parte de su mente más eficaz para enunciar la vida:

la razón.

Portaban esas composiciones sus necesarias inherencias: la musicalidad para el

afortunado manejo de los recursos expresivos artísticos del lenguaje, mas la

emotividad, la afectividad, la sugestividad, pero vigilados por la lógica junto a la

patética vocación por la realidad. La razón, por consiguiente, sobre el escritor había

dejado caer su manto; el relámpago del rayo imperaba sobre su espíritu. Se origina

así en las cantigas la Idea de la pulchritudo nítida, rationalis (la belleza

transparente, levantada sobre la diáfana urdimbre disposicional de los versos).

La pulchritudo nítida, rationalis hallo en Horacio (Quintus Horatius Flaccus: 65-8

a.c.) su más esforzado exponente en el capítulo latino de la Antigüedad Clásica; se

expandirá ese fulgor nacido del rayo de la razón por el Occidente del mundo,

arribara a Venezuela uncido al origen de su singular poesía, la cual a su vez

Page 133: Metaecología y su horizonte poético

132

coincide con el advenimiento de la Patria independizada, libre autónoma,

soberana. Dentro de esta concepción de la creatividad humanística Andrés Bello se

formó, constituye su obra lírica el paradigma de la pulchritudo nítida, rationalis en

el Continente Latinoamericano.

Esclarecería, tal vez, esta otra dimensión de la odica la frase de un filosofo quien

afirmo acerca de un aspecto en la esencia del arte: “lo real le regala al hombre el

esplendor hasta entonces oculto” (M. Heidegger, Ciencia y meditación).

En esta contemporaneidad, en este espacio intelectual, los cánticos de Carlos

Augusto León se ubicaran. He acá su elegía, “LA FLOR DE BAILE ... Yo estaba en

mi tristeza y de pronto se abrió la “flor de baile”, la de los largos pétalos que

estallan de blancura… Solo una vez al año llena toda la noche su fragancia,

muere al amanecer. Yo estaba en mi tristeza y me dije que bien vale la pena vivir

para mirar cosas como esta, aunque solo sea una vez al año”.

La disciplina intelectual de Carlos Augusto León erigida sobre la ideología del

materialismo científico hegeliano le impidió adentrar su poesía en las estancias

espirituales artísticas de lo órfico, de lo enigmático, de lo oniria; mantuvo siempre

sus estrofas inscritas entre los linderos de una hermosa expresión de alta

sugestividad a la par de una radical transparencia, más controlada (vigilada) por la

pasión del relámpago del rayo de la lógica, sin desestima del implícito sentimiento

natal.

En su libro Los dísticos profundos (Caracas, 1984. p. 64) escribe:...“Quisiera para el

verso la nitidez del trinco.”... Sea desde la purpurina del ocaso o bien bajo el

fulgor del rayo, ambos poetas con las hondas voces de su alma compusieron dos

magníficas odas, muy distintas, a una misma flor de la botánica nativa, “la dama

de noche”, también llamada “la flor de baile”.

Lubio Cardozo, ecopoeta venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2012/06/lo-orfico-y-lo-nitido-en-dos-poemas-

una.html Lubio Cardozo, Lo órfico y lo nitido en dos poemas a una misma flor.

Miércoles, 6 de junio de 2012.

Page 134: Metaecología y su horizonte poético

133

14

Nubes de agua y árboles, en la ecopoesía de Carlos Augusto León

Antes de la aceptación lingüística

definitiva del vocablo ecología – cual

dicen los franceses “avant-la-lettre”-

en algunos de los primigenios poetas

hispanoamericanos ya existía la

preocupación y la ira por la voraz

destrucción del ambiente natural en

este Continente, el Nuevo Mundo. Al

respecto, sobre esta inquietud, en el

espacio literario venezolano se han

podido hallar estos eximios nombre:

Andrés Bello (Caracas, Londres, Chile, siglo XIX), José Antonio Maitin (Choroni,

estado Aragua, siglo XIX), Abigail Lozano (Valencia de Venezuela, siglo XIX), José

Ramón Yépez (Maracaibo, siglo XIX); en la centuria del XX entre sus mas

conspicuos representantes destacan Juan Beroes (San Cristóbal, 1914-Caracas,

1975), Carlos Augusto León (Caracas, 1914-1997).

Se ocupó en su abundante obra lírica Carlos Augusto León de disímiles aspectos

de su contemporaneidad: el amor, el arte, la ciencia, lo social, lo político, la

amistad, la paz, la familia, pero atraviesa todos estos horizontes de sus

composiciones un denominador común su intenso cariño por la naturaleza

silvestre a la par de su dolorosa angustia por el paulatino deterioro del ambiente,

del paisaje, por la irresponsabilidad de muchos amparados por la indiferencia de

los otros, esta disimulada complicidad ha traído cual inmediato corolario el

empobrecimiento de los múltiples niveles de la existencia del humanus.

De los muchos versos del escritor Carlos Augusto León sobre el particular

obsequiamos a los lectores dos poemas.

Page 135: Metaecología y su horizonte poético

134

NUBE DE AGUA

Acércate al tranquero, Nube de Agua, Nube de Agua… (Canción de ordeño,

Venezuela). Por millares de años, Cada día, Nube de Agua… La ve acercarse El

labrador, sediento Por sus tierras y comienza a sentir una íntima y húmeda alegría.

Es “el agua del cielo” que antes fue de los ríos y del mar, la que a ellos retorna y a

regar sembradíos o simplemente a hacer pequeños charcos donde juegan los niños.

Nube de Agua. Flor del más alto tallo, nube cándida, la que se lleva el viento y

donde vaya no es sino lluvia pura, bienvenida.

Hay ahora otras nubes, las del amargo humo, de recónditos ácidos, de atómicos

desechos, de venenos que exhalan las ciudades. ¡Como era claro el aire cuando solo

había nube de agua, esa misma que dio nombre a una vaca, Nube de Agua, Nube

de Agua primera! De su Poemario, El río fértil. Caracas, UCV, 1980, p. 440.

QUIERO CANTAR UN ÁRBOL

A los alumnos de 5ª grado de la Escuela Rural Guaicamacuto, quienes me pidieron

un poema. Quiero cantar un árbol en su escueta belleza: sus hojas de alegría, su

tronco de firmeza. Quiero cantar la savia que va por sus entrañas, más pura que el

arroyo que corre en las montañas. Y la raíz oculta, modesta en su tarea: alimentar

el árbol sin que nadie la vea.

Quiero cantar aquí la viviente madera que será el quieto lecho o la barca viajera.

Quiero cantar la flor que alegra los sentidos y el fruto donde esperan los sabores

dormidos. Quiero cantar un árbol en su exacto verdor, sin añadirle nada como no

sea mi amor. Y quiero que los niños retocen en su sombra y escuchen como el

viento en las ramas los nombra. De su Poemario, El río fértil. Caracas, UCV, 1980,

p. 66.

Lubio Cardozo, ecopoeta venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2012/05/nubes-de-agua-y-arboles-en-la-

ecopoesia.html Lubio Cardozo, Nubes de agua y árboles, en la ecopoesia de Carlos

Augusto León. Jueves, 3 de mayo de 2012.

Page 136: Metaecología y su horizonte poético

135

15

Omar Khayyam: testimonio poético de un verdor donde hoy sólo quedan desiertos

Omar Khayyàm es tal vez el poeta

más significativo de Oriente Medio,

probada su grandeza en la piedra de

toque de la historia: su obra poética

ha pervivido mil años y ha sido

traducida a todos los idiomas de

Occidente.

Nació en Persia, hoy Irán, en la

ciudad de Nisharpur (1040-1123 a.c.).

Destacado matemático y astrónomo

de su tiempo, más su mejor fuerza del espíritu la vertió en la poesía sus famosas

cuartetas, recogidas éstas en su libro Rubàiyàt.

Muchos horizontes artísticos y existenciales se cruzan en el Rubàiyàt: sobre un

lenguaje novedoso para su tiempo -“la salvaje claridad de sus versos” escribió en

una oportunidad Harold Lamb, uno de sus biógrafos modernos- donde

identificaba poesía y libertad, usó el luismo expresivo cual vehículo de su valentía,

en un estilo desenfadado e irreverente, Omar Khayyàm revelará voluntariamente

al mundo los matices dramáticos de la sociedad persa de ese entonces, pero sin

dejarse abrumar por ello cantó de manera maravillosa a la fiesta de la vida, al

amor, a la mujer, al vino, en fin. Ahora bien, aunque sin proponérselo “ex profeso”

dejará en sus estrofas el testimonio del bellísimo y robusto entorno vegetal de la

Persia de aquellos lejanos siglos.

Han transcurrido mil años desde cuando se dieron a conocer las cuartetas de

Khayyàm. Hoy por hoy en el paisaje del Oriente Medio impera la aridez, lo

desértico. Nunca aparece en las estrofas del bardo de Nishapur el desierto, por el

contrario la exuberancia de la espesura vegetal se enaltece. Si la obra literaria

sustentada sobre la espontaneidad y franqueza jamás niega su paisaje, no habría

Page 137: Metaecología y su horizonte poético

136

entonces de dudar de la legitimidad del entorno ambiental de su poesía. Aflora

constantemente en sus versos el ingente verdor de su efectiva comarca.

"Fulge la Luna del Rabadán.

Bañará de luz el Sol, mañana, una ciudad silente.

Dormirán los vinos en los cántaros y las jóvenes doncellas a la sombra de los

bosques.”

Cruzan de manera reveladora su lenguaje poético las flores: narcisos, eglantinas,

tulipanes, jacintos, violetas, rosas. Refrescan su lectura frases como “campo

florecido”, “verde prado”, “rojo tulipán de primavera”. Apoyan con mucha

frecuencia sus emotivas expresiones eróticas voces cuales jardines, florestas,

arroyuelos, ruiseñores, rodedal, mariposas, frondas, selvas, en fin una verdadera

policromía silvestre,

“Figura este mundo una rosaleda. Las mariposas sus visitantes.

Nuestros músicos los jubilosos pájaros.

… Cuando ni rosas ni frondas haya

revelarán las estrellas mi rosaleda y tus guedejas mi selva”.

Traspasó, de modo innegable, con una clara coherencia de percepción, lo epocal su

corpus lírico, sus cantigas, con ello el paisaje de su amado territorio donde

predominaban, sobre la parda arena de hoy, aquellos otrora vegetales, bosques, lo

nemoroso. Precisamente a esa lozanía vegetal se debe la gran luminosidad y

sosiego de las composiciones líricas del Rubàiyàt… Queda a los ambientalistas y

ecologistas responder: ¿Qué paso con tanto verdor? O parodiando al fundador de

la poesía española, Jorge Manrique (s. XV a.c.) prestamos sus palabras y ritmo para

decir… /¿Qué fueron sino rocíos / de los prados?”

Cierro este escrito con una cuarteta de Omar Khayyàm,

“Lozanea la faz de las rosas la brisa primaveral,

Page 138: Metaecología y su horizonte poético

137

acaricia a mi bienamada en la sombra azulada del jardín.

La ventura de este momento disfruto,

la irresistible dulzura del presente.”

En la actualidad Irán tiene una superficie de 1648000 km2, siendo el 70% de su

territorio, desértico o semidesértico.

Lubio Cardozo, ecopoeta venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2011/12/testimonio-poetico-de-un-verdor-

donde.html, Lubio Cardozo, Testimonio poético de un verdor donde hoy sólo quedan

desiertos. Domingo, 4 de diciembre de 2011.

Page 139: Metaecología y su horizonte poético

138

16

Homenaje de lector a la poeta María Mercedes Carranza

“Poetizar es hacer memoria.

La memoria es fundación”.

M. Heidegger

A una grancolombiana, la señora Alba

Gutiérrez Isaza.

Escribió en todas sus poesías María

Mercedes Carranza (Bogotá, 1945-

2003) un sueño: Colombia. Cantar

quiso tal vez a ese país naturalmente

hermoso su hermosura, de su temple

alegre su alegría, recoger en las estrofas ese anhelo, más en su contemporaneidad

la historia había abierto un prolongado paréntesis para encerrar en él la palabra

dolor. Quizás tomar ella un atajo deseó, por aledaños enredijos del acontecer, para

lanzar la red de sus versos y atrapar entre sus hilos la luz, el paisaje, la vida

imaginada, los ludismos del eros en el grato territorio de su patria, Colombia, pero

siempre se levantaba la pétrea pared realísima de la pena, pesadumbre social,

política, militar, lo brutalmente inhumano de la sucedencia epocal de su tierra. La

verdadera inteligencia (“el ojo del alma”, Platón) moralidad esencial exige.

Entendió María Mercedes Carranza su destino de poeta, o más bien el fatum de su

actividad creativa por áspero decreto de las divinidades. Por su raigal pertenencia,

por el nombre familiar —hija del escritor Eduardo Carranza—, por haber tenido la

fortuna de recibir una excelente formación intelectual, por la mirada extendida

(prospicere) al porvenir de su nación, no podía eludir lo fatal de su temporalidad,

no le estaba permitido esconderse detrás de una obra de calidad artística, de

agradables episodios, de concatenadas emociones pero banal con respecto al grado

del fundamento de su compromiso destinal, de escaldas al reto existencial de los

infaustos años amarrados a la geografía colombiana. Esquiva, pues, la plácida

Page 140: Metaecología y su horizonte poético

139

alienación de la indiferencia, lo divertido, lo cómico. Se plantó en lo opuesto, la

valerosidad. Ella su hado asume. No transitaría ese otro tentador camino. Haría,

por el contrario, de sus versos, en frase de Horacio, venenatas sagittas, inmersas

saetas en sutil ira impotente disparadas a los obscuros recintos, las invisibles

cofradías de donde se originaba ese dolor de Colombia.

Aunque más allá de dos esquelas compartidas y un poemario obsequiado no tuve

la suerte de conocerla; por informaciones de amigos bogotanos, por algunas

fotografías, por deducciones de sus escritos, la imagino delgada (nunca frágil),

pausada en sus ademanes, de intensa serenidad, no obstante de un corazón

temerario capaz de imprimirle a su voz lírica la fuerza tremenda de la mujer, la

firmeza del grito silencioso para arrostrarle a los cómplices del infortunio, para

desafiar a quien la leyere u oyere a sumar vocablos a un gran coro para decirle al

espíritu del mundo (si aún hubiere espíritu del mundo), con la fuerza coral de la

tragedia griega, la ya demasiado larga tristeza cual lluvia maléfica sobre Colombia.

Dabeida

El río es dulce aquí

en Dabeiba

y lleva rosas rojas

esparcidas en las aguas.

No son rosas,

es la sangre

que toma otros caminos.

(De El canto de las moscas, 1997).

Esencian, sólo así, esa agonía, ese coraje, esa transparente pesadumbre, la ascética

belleza de su lírica.

II

De los muchos poemas paradigmáticos de María Mercedes Carranza sobre lo poco

dicho se van a enfocar a la ojeada dos uncidos por la intención de estas páginas,

cuyo propósito sólo traduce un homenaje del recuerdo a la poeta colombiana

atrapada por su responsabilidad de una respuesta lírica auténtica ante sus

Page 141: Metaecología y su horizonte poético

140

circunstancias. En su composición “De Boyacá en sus campos”, de su primer libro

Vainas y otros poemas (1972), sintetiza en versos cual disparos a quemarropa todo

el mundo falso, hipócrita, manipulador, tejido en torno a Bolívar, de ese historiar

absolutamente contrario a cuanto él significó para el real acontecer en la existencia

de estos pueblos. Trajo, creó, sembró él la libertad para usarla en todas las

actitudes de la vida, libertad para liberar y no para el palabreo de la mentira.

Despoja María Mercedes, en su pulcra oda cerrera, a Bolívar de la santurronería de

las academias, de la oratoria palaciega, y lo deja desnudo en la pureza de su señal

indicadora de la verdad del camino de estas pardas comarcas con sus poblaciones

encima.

(...)

que más que charreteras

lucía un callo en cada nalga

de tanto cabalgar por estas tierras,

(...)

tenía el ademán mestizo de una batalla perdida.

Hermosísimo poema severo, sin flaquezas escriturales, levantado con la fortitud

volcánica de una mujer. Ensambla en sus frases rítmicas una ósea reflexión

impávida sobre el espacio del alma, de lapsykhé del lector, o del lector-pueblo,

donde debe hallarse un indicio, un signo del misterioso destino de estas naciones

en su dilatada guerra de hace más de quinientos años.

(...)

Pero y si pronto, y si quizás, y si a lo mejor,

y si acaso, y si tal vea algún día te sacudes la lluvia,

los laureles y tanto polvo, quien quita.

Su “Oración”, del libro De amor y desamor y otros poemas (1995), refuerza lo

axiomático del primer párrafo de este escrito, pese al reclamo íntimo de estos diez

versos mediante los cuales ensambla una trascendente oda pagana a esos

hermanos inseparables: la tierra y la muerte. Un psalmo en sí, absoluto, de lata

ascendencia clásica. Encaja, no obstante, en lo llamado en estas páginas el dolor de

Colombia. Singulariza la derrota ante las desatadas fuerzas de los indomables

males de su hora. ¿Hacia dónde mirará la poeta? Arriba, el azul calla. En la

Page 142: Metaecología y su horizonte poético

141

vecindad del horizonte la vida identificada con la esperanza pareciera no ser

posible. Abajo, la arena, las piedras. La arcilla a cambio de cuanto poco queda

—apenas si la soledad, los sueños, la poesía— ofrecen el alivio del sufrir, el

descanso, la paz, el olvido, el silencio, en fin la nada.

Un poeta venezolano más o menos contemporáneo a José Asunción Silva (1865-

1896), Juan Antonio Pérez Bonalde (1846-1892), en los años finales de su alongado

deambular y penar por el mundo, con su desencanto a cuestas por múltiples

fracasos en la actividad política, en sus aspiraciones sociales, económicas,

familiares, compuso un melancólico cántico en el cual también mira hacia abajo, a

la tierra compañera substancial de la muerte, se rotula

Sub Umbra

Traedme una caja

de negro nogal,

y en ella dejadme

por fin reposar.

De un lado mis sueños

de amor colocad,

del otro mis ansias

de gloria inmortal;

la lira en mis manos

piadosos dejad,

y bajo la almohada

mi hermoso ideal...

Ahora la tapa

traed y clavad,

clavadla, clavadla

con fuerza tenaz,

que nadie lo mío

me pueda robar...

Page 143: Metaecología y su horizonte poético

142

Después, una fosa

bien honda cavad,

tan honda, tan honda,

que hasta ella jamás

alcance el ruido

del mundo llegar;

bajadme a su fondo,

la tierra juntad,

cubridme... y marchaos

dejándome en paz.

¡Ni flores, ni losa,

ni cruz funeral;

y luego... olvidadme

por siempre jamás!

(Del libro: J. A. Pérez Bonalde, Academia Nacional de la Historia, 1964).

Se interpone, entre las estrofas de Pérez Bonalde y la “Oración” de María Mercedes

Carranza más de un siglo, lo cual implica obviamente diferencias escriturales

notables, distinto tratamiento de la melopeya. Coinciden sí en el ámbito lírico de la

desesperanza, en bajar los ojos al humus —al fin y al cabo humanus et humus van

uncidos además de la etimología también por el destino—; ofrendar la existencia a

la madre gea, la misteriosa estancia donde —tal vez— el dolor se acalle.

Oración

No más amaneceres y costumbres,

no más luz, no más oficios, no más instantes.

Sólo tierra, tierra en los ojos,

entre la boca y los oídos;

tierra sobre los pechos aplastados;

tierra entre el vientre seco;

tierra apretada a la espalda;

a lo largo de las piernas entreabiertas, tierra;

Page 144: Metaecología y su horizonte poético

143

tierra entre las manos ahí dejadas.

Tierra y olvido.

Se negó a la alegría por saberla injusta en medio del entorno, de los aconteceres,

María Mercedes Carranza. Ascendió a la tristeza, esencia con ella, en buena

medida su soma, su psykhé, su obra lírica. Convirtió la mesticia en su brújula para

no perderse en el complejo mapa de las tentaciones intelectuales distintas a la

asunción de su norte, su treno por el dolor de Colombia, aflicción compartida con

los más, con los sufrientes, cuya respuesta perceptible en lo inmediato era el

estupor del opaco silencio. Imposible cristalizar los sueños, irremediablemente se

tornarían fantasmas de humo disueltos por los ventarrones del infortunio epocal.

Aceptó por eso María Mercedes, con “el coraje de su verdad”, la invitación de la

tierra.

Lubio Cardozo, ecopoesta venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2015/08/metecologi-homenaje-de-lector.html,

Lubio Cardozo, Homenaje de lector a la poeta María Mercedes Carranza. Jueves, 20 de

agosto de 2015.

Page 145: Metaecología y su horizonte poético

144

17

La pintura ambientalista de Luis Alfredo López Méndez

A ver pero mejor aún a contemplar

(percibir un mundo de sugerencias,

de relaciones, de recuerdos) las

pinturas de Luis Alfredo Méndez

invitan. Sello para la eternidad (la

contingible perennidad de las cosas)

en sus lienzos momentos del

esplendor de rincones silvestres de la

siempre sorprendente flora

venezolana. Trasmite así a los

contempladores de sus cuadros

especiales éxtasis de la presencia prestada a la agradable naturaleza vegetal y

trasmutada por su alquimia en el oro de lo artístico.

Sus estampas inmovilizan el tiempo, custodian para un relativo siempre por

ejemplo el "Avilar" (1937), el "Mercado de San Jacinto" (1918), "La Cruz Verde de la

Guaira" (1936), un "Apamate" (1940) sus pinturas entrañan vivencias, la vivencia

es vivida vida, esplendentes ventanas para la remembranza ciudadana de la

contemporaneidad del pintor, pero luego continuara su lento mostrarse a la

caminante sociedad por los salones, galerías, estancia de la historia, estrato del

eterno presente móvil en su sed de perdurabilidad alumbrado por esa frase de

Heidegger "el pensar retornando".

Pero hay otra memoria, la registrada en los libros sobre los pinturas y sus pinturas:

en el caso de este artista del color la publicación escrita y armada por Bélgica

Rodríguez, rotulada Luis Alfredo López Méndez (Caracas, Armitano Editores,

2003) resulta además de fascinante paradigmática: un completo estudio bajo

múltiples miradas de la vida, el arte pictórico, el entorno histórico, la familia,

escrito en amena, elegante prosa, acompañado el volumen de abundante apoyo de

Page 146: Metaecología y su horizonte poético

145

excelentes láminas de reproducciones fotográficas. Un libro del cual todos -

protagonistas, hacedores, lectores- nos sentimos orgullosos.

Traslado Luis Alfredo López Méndez a sus telas muchísimos paisajes del espacio

campestre nativo. Destaca con el dominio de sus colores de las figuras, a los

aldeanos, pescadores, cual centro temático del vegetal entorno agreste o del

marino, detalles ambientales estos donde tal vez se afinca más la señal del artista:

fiel al poeta Andrés Bello ..."También allí la florecida vega, el bosque enmarañado,

el sesgo rio, colores mil a tus pinceles brindan"8. Notables, por ejemplo, "Paisaje de

la Guaira"(1940), "Niña Frente al Mar"(1944), "Marina" (1945), "Barlovento" (s|f),

"Marina en Azul" (1941), "Bucares" (1963), "Apamate"(1962), "Araguaneyes"(1964),

"Paisajes del Guárico" (1969).

La libertad da vida a la vida.

Así lo entendió López Méndez en el gozoso albedrío del manejo de sus colores,

línea, en el ludismo de sus afectivos parajes distribuidos con admirable franquía en

sus lienzos: "Marina. Pampatar" (1971), "Desnudo" (1973), "El Tirano" (1977),

"Autorretrato de mi Infancia" (1971), "El Hipocanto" (1980), "Marina con desnudo"

(1992). Ese optimismo sellado en las policromías de sus enmarcadas estancias

donde los árboles, colinas, caminos, los verdeantes recintos donde los desnudos

femeninos parecieran singulares inflorescencias surgidas entre los arbustos,

significan desde la perspectiva epocal del ahora una ostensible defensa ecológica

de la naturaleza venezolana pero no la selvática y lejana sino la cercana a los

pueblos, al mar, a la gente de esos ambientes tan humanos a la par de hermosos.

Ojala esos espacios pintados por Luis Alfredo Méndez no hayan desaparecido, mas

si fatalmente sucedió así queda la memoria de ellos en los cuadros de este insigne

artista de la pintura de Venezuela.

Apasionado siempre de la belleza natural en sus formas más conspicuas: las

mujeres, las flores, los árboles, los armónicos paisajes, Luis Alfredo Méndez les

tributo el homenaje del arte, de llevarlos a sus policromos, brillantes, luminosas

telas. Parafraseando al filósofo Spinoza: los estampo en el tiempo. Celebres sus

8 ALOCUCIÓN A LA POESÍA (1823).

Page 147: Metaecología y su horizonte poético

146

pinturas de flores: "Rosas" (1958, 1970. 1973, 1975), "Flores" (1939), "Cayenas"

(1948), "Crisantemos"(1949), "Claves" (1981), "Magnolias" (1970), entre muchos

otros cuadros sobre el tema; sugestivos sus desnudos de lindas mujeres nativas:

"Desnudos" (1962, 1973, 1974, 1975, 1980, 1992); ellos sumados a sus árboles, a sus

esplendentes paisajes, sin lugar a dudas aportan y ennoblecen el envidiable tesoro

del arte pictórico del Hemisferio Occidental.

Memoria eterna merecida para este gran pintor ecologista venezolano quien tal vez

sin darse cuenta de ello fue un gran defensor, con sus radiantes telas de la ecología

del verdor, de los ambientes de plantas, arboles, flores, de esta pasión llamada

Venezuela. Nació y murió en Caracas: 1901 - 1996.

Lubio Cardozo, ecopoeta venezolano - Lenin Cardozo, ambientalista venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2015/07/la-pintura-ambientalista-de-luis.html,

Lubio Cardozo, La pintura ambientalista de Luis Alfredo López Méndez. Domingo, 26

de julio de 2015.

Page 148: Metaecología y su horizonte poético

147

4. La Metaecología y otros escritos

Page 149: Metaecología y su horizonte poético

148

1

Ecología del testimonio

La ecología del testimonio es una

manera de resguardar en la memoria

colectiva, ya sea impresa, fotográfica,

fílmica, de cuanta riqueza natural -

árboles, animales, ríos- tuvimos pero a

partir de este testimonio, de estos

testigos pasivos, podríamos volver a

poseer, de volver a la vida creando las

condiciones para ello porque tenemos

por lo menos el registro científicamente

asentado.

Algo parecido a la idea de Jurassic Park pero con la ventaja de estar en la misma

era, el cuaternario, no se trata entonces, de un salto hacia atrás en la historia

natural sino de una continuidad donde solo se necesita un ingrediente afirmativo:

la voluntad de salvar el planeta o por lo menos cada quien aquella parcela cercana

a él donde la Tierra está herida.

En el caso venezolano se han salvaguardado zonas de la ecología del testimonio,

con abundantísima información científica registrada, valgan apenas estos ejemplos,

aunque hay más: El manual de plantas usuales de Venezuela de Henry Pittier,

Fauna descriptiva de Venezuela (Vertebrados) de Eduardo Rohl, Flora tropical

ornamental de Jesús Hoyo, Flora de los páramos de Venezuela de Volkmar

Vareschi, Árboles ornamentales de Caracas de Leandro Aristeguieta, Enumeración

sistemática de las especies de moluscos hallados hasta ahora en los alrededores de

Caracas y demás partes de la República de Adolfo Ernst, Guía de aves de

Venezuela de William Phelps, Aves Venezolanas de Katherine Phoeb, Colibríes de

Caracas de Ralph Dessau, Peces de los llanos de Venezuela de Antonio Machado

Alison, Peces marinos de Venezuela de F. Cervigon.

Invito a los lectores a informarnos ([email protected]) de testimonios

ecológicos totalizantes, impresos o fílmicos, de sus países o regiones respectivo

Page 150: Metaecología y su horizonte poético

149

porque la suma de estos conocimientos constituiría una especie de frontera

imaginaria o limite a partir del cual se emprendería con justas y científicas razones

la reconstrucción de la naturaleza perdida, de la vida del planeta.

Lenin Cardozo, ambientalista venezolano – Lubio Cardozo, ecopoeta venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2011/10/ecologia-del-testimonio.html, Lenin

Cardozo - Lubio Cardozo, Ecología del testimonio. Jueves, 20 de octubre de 2011.

Page 151: Metaecología y su horizonte poético

150

2

Los espíritus protectores de los árboles en la mitología griega. Dríades, Hamadríades y Hespérides

Los griegos antiguos les pusieron

nombre a las ninfas de los árboles:

Dríades, Hamadríades y Hespérides.

Las Dríades de los árboles. Servio, el

comentarista latino de Virgilio afirma

que las Dríades son Ninfas en medio

de los árboles, mientras que las

Hamadríades son las que nacen y

mueren con ellos, aquellas cuya vida

depende de la del árbol; sin embrago,

no sabemos hasta qué punto esta observación erudita de un autor tardío responde

de hecho a la creencia mitológica. Por otro lado, las Dríades según indica su

nombre son Ninfas de las encinas así como las Melíades son las Ninfas de los

fresnos, también asociadas con los robles, pero lo cierto es que a todas se las

relacionaba con los árboles en general.

Las Dríadas eran de apariencia humana que se reflejaban en su árbol de

nacimiento. Los árboles altos eran las mujeres altas, un árbol más pequeño una

niña. El follaje podía reflejar el cabello, hojas largas representaban lo largo de sus

cabelleras, hojas pequeñas significaban el cabello corto de una niña. Los troncos

gruesos representaban a una joven gorda y si la madera era oscura significa que

su piel era de color negro. Las lágrimas eran el color de la clorofila.

El temperamento de las Dríades se basaba únicamente en el estado de su

protegido (el árbol), que lloraban cuando llegaba el otoño y las hojas comenzaban

a caer, o saltaban de alegría con la llegada de la primavera.

Page 152: Metaecología y su horizonte poético

151

Las dríadas eran fuertes espíritus de la naturaleza, que podían comunicarse con los

animales y con los seres de la naturaleza, hacer que sus raíces crezcan para

impedir o dificultar las ramas y hojas implicar que estás sufriendo. Podían

desaparecer en una nube de humo e ir a su árbol, y vivir el tiempo que viviría el

árbol.

Las Ninfas Hamadríades son los espíritus femeninos que representaban el poder

divino de los árboles. Nacen y mueren a la vez que los árboles compartiendo con

ellos las dichas cuando crecen y están verdes, floridos, y los infortunios cuando

están secaos y pierden las hojas. Se les consideraban espíritus bienhechores a

quienes cuidaban y protegían los árboles y ayudaban a los mismos con oportunos

consejos y oían sus suplicas o intervenciones de cualquier problema. Aparecen en

leyendas como la de Reco. Cierto mito tardío nos relata el origen de las

Hamadríades. Según él, una doncella llamada Hamadríade se casó con su propio

hermano, Oxilo.

De esta unión nacieron las ninfas de los árboles: Caria, Bálano, Crania, Morea,

Egiro, Ptélea, Ámpelo, Sice, estos nombres evocan a árboles como el nogal, la

morera, la vid y la higuera.

Las Hespérides. En la mitología griega las Hespérides (en griego, ‘hijas del

atardecer’) eran las ninfas que cuidaban un maravilloso jardín en un lejano rincón

del occidente, situado según diversas fuentes en las montañas de Arcadia en

Grecia, cerca de la cordillera del Atlas en Marruecos, o en una distante isla del

borde del océano. Adicionalmente, Hespérides (o también Islas Afortunadas) es un

nombre dado por los antiguos a una serie de islas situadas en el extremo oeste del

mundo entonces conocido. Éstas podían haber incluido Canarias, Madeira y Cabo

Verde.

El Jardín de las Hespérides es el huerto de Hera en el oeste, donde un único árbol o

bien toda una arboleda daban manzanas doradas que proporcionaban la

inmortalidad.

Los manzanos fueron plantados de las ramas con fruta que Gea había dado a Hera

como regalo de su boda con Zeus. A las Hespérides se les encomendó la tarea de

cuidar de la arboleda, pero ocasionalmente recolectaban la fruta para sí mismas.

Page 153: Metaecología y su horizonte poético

152

Como no confiaba en ellas, Hera también dejó en el jardín un dragón de cien

cabezas llamado Ladón que nunca dormía, como custodio añadido. Posteriormente

esas manzanas doradas fueron asimiladas a los cítricos de allí a considerar a las

Hespérides como los espíritus feéricos asociados a estos. Podríamos concluir

diciendo que a veces se las consideraba asociadas a un único árbol y mueren si éste

se corta. Por esta razón, las dríades y los dioses castigaban a los mortales que

dañaban a los árboles.

Lubio Cardozo, ecopoeta venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2015/03/los-espiritus-protectores-de-los.html

Lubio Cardozo, Los espíritus protectores de los árboles en la mitología griega. Dríades y

Hamadríades. Lunes, 23 de marzo de 2015.

Page 154: Metaecología y su horizonte poético

153

3

Manifiesto de Mérida / ¡¡¡En el Esequibo Exxon NO!!!

MANIFIESTO DE MERIDA A LOS

SABIOS DE LA HUMANIDAD:

SALVAGUARDAR A LA GUAYANA

ESEQUIBA, EL ULTIMO

TERRITORIO CON INMENSAS

SELVAS INCÓLUMES, JUNTO A LA

FAUNA MAS VARIADA,

ABUNDANTE E INSÓLITA DEL

PLANETA; DE TIERRAS, AGUAS,

ATMÓSFERAS IMPOLUTAS; DE

BELLISIMA GENTE.

Tal vez por ser un espacio de Venezuela sometido a un proceso de reclamación

limítrofe desde hace muchas décadas la actividad política administrativa se

inmovilizo en el tiempo, incluida en esa cesación los desenvolvimientos

comerciales intensos, las industrias de amplia cobertura, así mismo el estamento

mínimo para levantar un estado orgánico, pero el tiempo de la naturaleza NO SE

DETUVO: las selvas mantienen su equilibrado desarrollo tanto en las planicies, en

las montañas, en los valles, lo cual ha permitido la conservación, abundancia y alta

pureza de las aguas de sus ríos, magnifica reserva hídrica incontaminada difícil de

hallar en otros lugares del mundo. Flora riquísima en la variedad de sus especies,

en la calidad de sus árboles sostenedores de los millones de micro habitas

colocados encima de los bosques. Favorecida esta opulencia forestal por la

posición climática y geográfica de esa enorme franja de tierra situada en el mero

corazón de lo descrito por el poeta Andrés Bello con el nombre de “la zona tórrida”

colocada – respetando la relatividad de las distancias – entre la línea ecuatorial y el

Trópico de Cáncer, beneficiada la par por los húmedos vientos provenientes del

Océano Atlántico.

Page 155: Metaecología y su horizonte poético

154

¡Salve, fecunda zona,

que al sol enamorado circunscribes

el vago curso, y cuanto ser se anima

en cada vario clima,

acariciada de su luz, concibes!

De Andrés Bello, LA AGRICULTURA DE LA ZONA TORRIDA (VERSOS 1–5).

El nutriente verdor de esos parajes ha permitido el incremento de una copiosa y

diversificada fauna, representadas por muchísimas especies científicamente

valiosas y hoy desaparecidas en sus entornos originarios, estos selváticos

vertebrados e invertebrados encontraron esplendidos refugios en las sabanas y

floresta de esa casi virgen zona venezolana flanqueada en el este por el caudaloso

rio Esequibo. La Guayana Esequiba es una continuidad natural de la geografía

física, política, histórica, humana de Venezuela, incluso su límite hidrográfico por

el este representa una frontera compartida por tratarse de un rio, el hermoso

Esequibo. Pertenece esta extensa superficie, sin lugar a dudas, a los venezolanos, a

los de acá y a los de allá, a los nacidos en la dispuesta Patria desde la Cordillera

andina hasta la Guayana Esequiba inserta legítimamente en dicho espacio político-

administrativo. Somos la misma gente, el mismo pueblo inteligente, honesto

cordial, trabajador, sano de costumbres.

En la ciudad de Mérida, situada en el centro de la Cordillera de Los Andes de

Venezuela, urbe levantada por la creatividad de sus poetas, narradores,

historiadores, pintores, músicos, científicos, profesores, por la Universidad de Los

Andes, por la Iglesia Católica, entre otras instituciones, nos dirigimos a la gente

sabía de la humanidad para presentarles este manifiesto con la súplica de su apoyo

intelectual, moral, de sus palabras expresadas por los medios, para la salvaguarda

integral de la Guayana Esequiba con base a estas presentes, objetivas, verdades:

a) La Guayana Esequiba es una prolongación consubstancial del territorio de

la República de Venezuela en lo geográfico, en lo histórico, en lo político-

administrativo, en su gente.

b) La Guayana Esequiba constituye una de las pocas regiones, de gran

extensión, verde y virgen del Planeta poseedora de inmensas y antiquísimas

Page 156: Metaecología y su horizonte poético

155

selvas, abrigo y cobijo de una fauna selvática y sabanera numerosísima,

diversificada, bien amparada por la frondosidad vegetal.

c) Corren sobre su superficie más de seis grandes ríos no contaminados, lo

cual se traduce en invalorables recursos hídricos de alta calidad.

d) Todo lo expuesto, pues, en este escrito debe traducirse en una sencilla

ecuación: La Guayana Esequiba pertenece a Venezuela tal se explicó en el

primer acápite (a), por ser un opimo legado de la naturaleza, una fortuna

ecológica, un tesoro ambiental bien conservado –vegetación, fauna, aguas,

tierras, atmosfera, oxigeno, gente– la humanidad sabia debe asumir el

compromiso ético de salvaguardarlo cual un común patrimonio científico,

artístico, recreacional, ecológico, ambiental de los habitantes del Planeta

Azul. Solicitamos solidaridad al respecto.

Desde la ciudad de Mérida de Venezuela para el mundo.

Lubio Cardozo, poeta ambientalista venezolano

http://lenincardozo.blogspot.com/2015/08/manifiesto-de-merida-en-el-

esequibo.html, Lubio Cardozo, Manifiesto de Mérida / ¡¡¡En el Esequibo Exxon NO!!!

Jueves, 13 de agosto de 2015.

-FIN-

Page 157: Metaecología y su horizonte poético

156

5. El Autor y sus Co-editores

Page 158: Metaecología y su horizonte poético

157

El Autor

Prof. LUBIO CARDOZO, (1938) Poeta, ensayista, investigador y

crítico literario. Licenciado en Letras en la Universidad Central de

Venezuela, con Postgrado en Investigación Documental en la

Escuela de Documentalistas de Madrid.

Desempeñó diversos cargos en la Universidad de Los Andes en el

estado venezolano de Mérida, donde reside. Coordinó la revista

Actual de la mencionada casa de estudios.

Es reconocida su valiosa labor investigativa en historia, teoría y crítica, con más de

treinta títulos publicados. Además es autor de los poemarios Extensión habitual

(1966), Apocatástasis (1968), Contra el campo del rey (1968), Salto sobre el área no hollada

(1971), Fabla (1974), Paisajes (1975), Poemas de caballería (1983), Solecismos (1986),

Poemas (1992), Lugar de la palabra (1993), El país de las nubes (1995), Un verso cada día

(1995) y Ver (1999). Toda su poesía ha sido reunida en el volumen La cuarta

escogencia (Ediciones Mucuglifo, 2006). Máximo exponente de la poesía

ambientalista latinoamericana y de la Metaecología.

Page 159: Metaecología y su horizonte poético

158

Los Co-Editores

Ing. LENIN CARDOZO PARRA, Ecologista. Escritor venezolano y

ambientalista. Estudios realizados en la Universidad del Zulia,

Universidad Complutense de España, Universidad de Burgos de

España. Cursos post-universitarios en MBA, Management Público,

Filosofía e Historia. Doctorado en Ciencias. Director Ejecutivo Canal

Azul 24 https://anca24latam.wordpress.com/ y Blue Chanale 24

www.bluechannel24.com. Libros escritos: Die lange und kurvenreiche

Straße von Umweltschützern. Übersetzung: Doris Barboza. Isla Dorada, Editorial

Erato, 2015. El largo y zigzagueante camino de los ambientalistas. Isla Dorada, Editorial Erato,

2015. Di come essere ambientalista e non morire nell’intento. Isla Dorada, Ediciones Erato, 2015.

Desarrollo Sustentable. Mito o Realidad. Maracaibo, Ediciones Erato, 2007. Crítica a la Razón

Productiva de la Modernidad y Discurso Filosófico Ambientalista Postmoderno. Maracaibo,

Editorial Universidad Cecilio Acosta, 2006. PDVSA Dos Pasos Atrás. Maracaibo, Ediciones

Erato 2004. 25 Historias Cotidianas. Maracaibo, Ediciones Chepa, 2000. Fundador y Director

Ejecutivo de la ONG Fundación Azul Ambientalistas www.azulambientalistas.org, email:

[email protected] y el Blog http://lenincardozo.blogspot.com/.

Mgs. HUGO ENRIQUE MENDEZ URDANETA, Periodista y profesor

universitario. Escritor y ambientalista. Estudios realizados en la

Universidad Pontificia Salesiana de Roma, 1984-1993. Master en

Ciencias de la Comunicación Social, Especialización en Manager

Televisivo, Licenciado en Ciencias de la Comunicación Social; Master

en Educación para la Escuela y la Comunicación Social, Licenciado en

Ciencias de la Educación. Baccalaureato en Ciencias de la Educación.

Libro: Die lange und kurvenreiche Straße von Umweltschützern. Übersetzung: Doris Barboza.

Isla Dorada, Editorial Erato, 2015. El largo y zigzagueante camino de los ambientalistas.

Isla Dorada, Editorial Erato, 2015. Di come essere ambientalista e non morire nell’intento. Isla

Dorada, Edicciones Erato, 2015. Tesis: La struttura comunicativa della festa religiosa del popolo.

Ricerca e documentazione televisiva dell'Infiorata di Spello. (Lever Franco), 01-01-1993. La

integración del niño con handicap en la escuela primaria. Analisís de la literatura italiana. (Natale

Zanni), 01-01-1988. Baccalaureato: La concepción universitaria según Andrés Bello. (José M.

Prellezo), 01-01-86. Redactor responsable de la web: https://anca24italia.wordpress.com.

Periodista de la ONG Fundación Azul Ambientalistas www.azulambientalistas.org, email:

[email protected] y el Blog: http://hugoemendez.blogspot.com.

Page 160: Metaecología y su horizonte poético

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Lubio Cardozo.

Lenin Cardozo Parra – Hugo E. Méndez U. Co-editores.

METAECOLOGÍA Y SU HORIZONTE POÉTICO. Literatura y prosa

ambientalista.

Primera edición.

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Copyright de este número:

Portada: Henry Matisse. Icarus. 1847.

Lubio Cardozo.

Lenin Cardozo Parra – Hugo E. Méndez U. Co-editores. 2015.

Editorial Erato, Octubre 2015.

Isla Dorada, Maracaibo.

Concepto, edición, composición y montaje: Hugo E. Méndez U.

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