los oficios de mi tata

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EDICIÓN 2013 - 2014La Paz Baja California Sur

MAPAAlexandra Alvarez del Castillo

EDICIÓN:Lefteris Becerra

http://losoficiosdemitata.comInstagram: #losoficiosdemitata

Consejo NacionalPara laCultura y las Artes

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ClAUDIA ALEXANDRA PARRA MENDEZ

DISEÑO: JAVIER FAVIÁN

FOTOGRAFÍA: PAULINA CORTES

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INDICE

Micaela Castillo González “Kayla”

Juana Salvatierra Romero

Francisca Moyron Beltrán “Pachita”

Amelia González

Alfarería2

4

6

8

Caracól, Concha y Cuerno

José Adrián Emijael Hernández Vázquez12

Fibras Vegetales

María del Pilar Martínez

Josefina Gómez

María Dolores Higuera Amador16

18

20

Madera

Raúl de la Vega Valaguez y José Raúl de la Vega de la Peña “el tata”

24

Victor de la Vega de la Peña26

Metalistería

Alberto Higuera Amador32

Textiles

Francisco González “boruko”

Manuél Salomé Hirales Murillo

Talabartería38

40

Guadalupe Higuera Cariaga

Genoveva Perez León

46

48

52 Agradecimientos

Ruta

Prólogo

IntroducciónI

II

IV

´

Heriberto Higuera Geraldo34

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INTRODUCCION´

Claudia Alexandra Parra Méndez.

I

La intención de crear el proyecto Los oficios de mi Tata, surgió desde hace más de cuatro años, por el interés particular de conocer la riqueza cultural, geográfica y biológica del estado. Bosquejando ideas por aquí y por allá: nombres de artesanos, interrogantes y preocupaciones… así se empezó a confeccionar un sueño que después de compartirlo con otro par de apasionados exploradores, evolucionó al papel, y mediante el Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias, hoy se hace realidad.

Se recopilaron entrevistas de dieciocho artesanos del municipio de La Paz, urbanos y habitantes de rancherías de las localidades de La Paz, Las Ánimas, San Fermín, El Rosario, Los Horconcitos, San Pedro de la Presa y El Ancón. Nuestra ilusión es la de difundir la creación artesanal sudcaliforniana para fomentar su comercio justo y despertar el interés de las nuevas generaciones.

Por esta razón fue de suma importancia presentar el contenido inmerso en un diseño inspirado en abstracciones obtenidas a partir de un registro visual de calidad, mezclando fragmentos de obras artesanales, materias, procesos y el mismo entorno de la región. Así mismo, la ruta se trazó con la ayuda de una gran conocedora en sistemas de información geográfica para obtener la mayor precisión de la ubicación de los puntos recorridos, dejando abierta la posibilidad de que los lectores deseen seguirla.

Cabe resaltar que este proyecto tiene la vocación natural de continuar documentando un mayor número de artesanos, dentro del municipio e incluso de todo el estado. Porque sabemos que aún nos quedan por registrar muchos actores con ricas historias de vida y pasión por su oficio. Una guía en construcción, indispensable para conocer la veta artesanal de la riqueza cultural sudcaliforniana.

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PROLOGO

El hombre se adapta inevitablemente a su medio ambiente. Los paceños, originarios del municipio de la Paz, Baja California Sur, son muestra fiel de esta afirmación: sus habitantes han aprendido a convivir con los abundantes mares que lo bañan y con el áspero suelo del semidesierto peninsular.

Las actividades proveedoras de alimentos de sus primeros habitantes, como la caza, la pesca y la recolección de semillas, dieron pauta a la creación de instrumentos y artefactos que con el tiempo se fueron modificando y acrecentando su eficacia.

En el caso de la vestimenta, su fuente histórica se encuentra en la época colonial; hoy los rancheros en sus fiestas patronales lucen gallardos las ropas de los ejércitos espirituales de la Compañía de Jesús. Los oficios misionales trascendieron en su manufactura hasta el presente; así, su confección artesanal se mantiene viva.

La historia de la creación popular data de miles de años, la herencia artesanal proviene de la prehistoria y se nutre periódicamente con los constantes flujos migratorios recibidos en la península, que han configurado un mestizaje de experiencias, conocimientos y saberes, que se ven reflejados en Los oficios de mi Tata, presente investigación documental lograda en muchos viajes fatigosos e inolvidables por senderos y brechas hasta llegar a las puertas de tradicionales e innovadores talleres artesanales, que se abrieron para permitirnos admirar la intimidad creativa.

De esta manera se constituyó un primer inventario artesanal que se acompaña de historias extraordinarias y fascinantes; los testimoniales se localizaron por rutas poco exploradas y sorprendentes de este paraíso que ofrece el camino transpeninsular, una suerte de ruta artesanal de los paceños.

Actualmente se observa una búsqueda tendiente a rescatar del olvido distintas ramas artesanales que se encuentran abandonadas o en desuso. Así, muchos artesanos de la tercera edad, ejerciendo la libertad de su palabra, han revelado sus conocimientos. En su charla no sólo tejen las palabras, tejen el pasado por medio de sus bultos y collares que muestran la influencia de sus antiguos pobladores, sus bellas flores del desierto, realizadas con fibras vegetales son aprovechadas para la adoración de sus santos.

Los oficios de mi tata ostenta el objetivo de dar a conocer las enseñanzas de estos oficios, que en muchos casos nos conducen a la añeja historia de la Antigua o Baja California; hoy que estas labores prevalecen en la expresión artística, este inventario artesanal nos acerca una población pujante, creativa e innovadora, cuyos procesos y procedimientos son parte de la fortaleza de su tradición, que en este nuevo milenio encara el reto de su sobrevivencia.

La biodiversidad del entorno nos conduce a distintas formas de expresión, a rutas artísticas diversas, a caminos que nos enseñan el dominio de técnicas y procesos individuales, familiares y comunitarios. El arte popular se

´

II

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revela, nos fascina, nos revive y nos refresca con el realismo mágico de cada taller en el insólito espacio del empolvado semidesierto, nos abre los ojos y, bajo ese azul intenso de cada día, los artesanos nos invitan a la reflexión y la valoración.

Entonces la península Sur aporta una gran veta al arte popular mexicano. Mediante la presente investigación intentamos contribuir a la transmisión del conocimiento de las abuelas que revelaron la enseñanza artesanal como parte de su legado. El trabajo creativo es alimento para el corazón del pueblo, los oficios se gozan y se disfrutan en la recreación del pasado y su compromiso frente al mundo global y contemporáneo que mira hacia un horizonte dominado por el mercado.

Los oficios de mi tata es un inventario creativo que se difundirá en el espacio cibernético donde pretende abrir las fronteras del imaginario colectivo. Gracias al apoyo del Programa a las Culturas Municipales y

Comunitarias (Pacmyc), se logró configurar este catálogo artesanal que muestra la riqueza del entorno creativo, la vigorosa propuesta artística y la experimentación de algunas ramas artesanales.

Este inventario nos lleva de la mano a la evolución y al porvenir de cada uno de los artesanos, es un mapa que marca las rutas hacia el tesoro cultural que se halla entre nosotros, reune parte del valor intangible y patrimonial creado en el municipio de La Paz. Los oficios de mi Tata pretende rescatar del olvido el aprendizaje milenario, los procesos de enseñanza y aprendizaje de los viejos oficios de la historia de la Baja California, que han prevalecido, se mantienen vivos y dan testimonio de la grandeza del trabajo individual y colectivo de los artesanos que marcan con su impronta el insólito paisaje que los cobija, aportando su cuota a la construcción de la identidad de este municipio singular.

César Parra Olmedo

III

Documentalista

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RUTA

IV

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RUTA

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Alfareria

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Localidad: Los barrancos. Delegación: Todos Santos Subdelegación: Los Horconcitos.Contacto: Cel. (612) 1 68 04 36

Técnica: Barro natural en churro y placa, bruñido y cocido a baja temperatura en horno de hoyo.Producto: Utensilios de cocina

Amelia González (1937)

Amelia aprendió cuando veía a su abuela darle forma a sus trastes, quien constantemente le decía que debía aprender; entre juegos, ella y su hermana Gabriela, la imitaban confeccionando unos juguetitos que casi siempre se les quebraban. Por mucho tiempo Amelia se desprendió del oficio mientras cuidaba a su familia, hasta que un día se volvió a encontrar un terrón de barro y, como ella dice, “le volvió a agarrar la onda luego luego”. Los primeros trastes que hizo de nuevo eran para ella pero después la misma gente de por ahí le comenzó a solicitar.

“A mí siempre me ha gustado trabajar, me meto a ratitos en aquel cuarto, cuando estoy ahí me gusta sólo pensar en hacer trastes, cuando tengo ganas me quedo un buen rato, el barro me entretiene y también me relaja. Lo que me propongan lo hago, pero en sí lo que más me gusta hacer son piezas grandes como las tinajas, pero depende de cuanto barro tengo amasado.” Y cómo no se va a relajar doña Amelia si al trabajar el barro, conectando su mente y su cuerpo, puede gozar la espectacular vista a las cañadas de la sierra desde la ventana de su taller. Así como sus manos quedan tersas por el continuo

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contacto con la arcilla, algo equivalente sucede en su interior.

Suele decirles a su hija Micaela (a la que se refiere como Kayla) y “a la palomilla”, que aprendan porque con el oficio se ayuda uno mismo. Con lo que ganan de las ventas les ha resultado para vivir ella y su hija. Casi todo el producto que hace se lo vende a los gringos que llegan solos o alguien los trae: “prefieren los trastes más rústicos. Antes también le cambié trastes por muebles al señor Lupe Valdez, como esa mecedora.”

En muchas ocasiones el comprador desconoce los procesos para elaborar una pieza y por lo tanto no los considera en el esfuerzo del

artesano; por ejemplo, en ocasiones los objetos deben alisarse hasta dos veces al día en lapsos de 15 minutos mínimo. “A veces pienso que el precio que pagan no es suficiente, porque cuando vamos por la leña peligramos por las víboras y para ir por el barro hay que caminar más de una hora, ya sea en la mañana o en la tarde, y luego cargar los costales en el lomo; a veces ya no voy por el trabajo que implica.”

Como en muchos otros oficios, las nuevas generaciones no tienen interés por continuar esta labor porque incluso la idea les resulta muy cansada o aburrida, además de que, según doña Amelia, muchos están acostumbrados a abandonar los compromisos.

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Francisca Moyron Beltrán “Pachita” (1931)Localidad: Rancho el Rinconcito. Delegación: Todos Santos. Subdelegación: Los Horconcitos.Técnica: Barro natural en churro, placa y estampa, bruñido y cocido a bajatemperatura en horno de adobe.Producto: Utensilios de cocina.

“Me entretenía levantando los trastes, trabajaba encantada de la vida cantando ‘Cantarle al viento’ o ‘Paso al norte’”. Doña Pachita, aprendió a trabajar el barro ya estando mayor y casada, tendría unos 30 años cuando Lola, una amiga de su mamá, la enseñó a preparar los trastes donde cocinaban el dulce de pitaya. Con el tiempo fue experimentando hasta que le encontró el modo a la elaboración de trastes grandes

como ollas grandes, tinajas y porrones (lavaderos). “Un día iba caminando y vi una cosa como reventada en la tierra. Le escarbé, ahí mero, con un cuchillito que llevaba y me llevé unos terrones de barro. Como resultó ser buen barro, le seguimos escarbando, íbamos por las mañanas Kayla, Amelia y yo a recoger el barro, lo íbamos jalando desde

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allá, despacito, platicando y cantando; me recuerdo un día que fui yo sola y me caí, me rompí la rodilla pero de todas formas me lo traje, ya después solita me curé, no quise ir al doctor porque luego quién iba a cuidar el corral.” El depósito de barro quedaba a una hora caminando desde su rancho, se siente afortunada porque siempre se escapó de las víboras.

“Estando en el rancho me ponía a moler el barro en una piedra, a eso del medio día, luego lo cernía para que no le quedaran piedras que me reventaran los trastes en el horno; ya que se apelmazaba, podía formar los trastes a pura mano, me gustaba cantar mientras lo hacía. Los trastes los cocinaba en hornos de tierra como de un metro de profundidad con leña de lomboy, le ponía

todos los trastes bien parejitos y luego una capa de leña y ya se le prendía el fuego. Lo más difícil era la emparejada: se debían ver y sentir lisas, bonitas, parejitas como la seda y sin rajadas, para que cuando le pusieras agua no se chorrearan.”

Doña Pachita dejaba de trabajar en épocas de frío porque el barro es muy húmedo, provocándole dolor de brazos. Le gustaba mucho trabajar, no sólo que por su enfermedades raramente hace piezas, además de que la veta de donde sacaban el buen barro se agotó y han tenido que buscarlo en otras partes. Con el dinero que ganaba y el sueldo de su marido, lograron mantener a su familia; a pesar de que vendía barato le rendía el dinero, pero ahora ya no.

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Juana Salvatierra Romero (1956)Localidad: Las Gallinas. Delegación: San Antonio. Subdelegación: El Rosario.Contacto: Junto a la iglesia, casa de lado izquierdo. Cel. (612) 1 83 42 65.Técnica: Trastes s/c palma abanico. Producto: Trastes con o sin palma; joyería, figuras, tinajas y cajas.

“Para mí el barro es mi quehacer”, dice Juana que vive junto a la iglesia del Rosario, antes conocido como Las Gallinas, principalmente vende trabajo de barro con palma pero también elabora quesos, dulce de pitaya, jamoncillo, ixtle, bolsas bordadas con listón e hilo espiga y zarzos. A ella le gusta tomar toda clase de cursos artesanales que le lleven a su comunidad.

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Juana cree que es importante que no se pierdan los conocimientos artesanales porque, por ejemplo, ya casi no se hacen los trastes de barro como antes porque casi todas las trasteras han muerto y muy pocos aprendieron de ellas. Por eso ella tomó el taller impartido por la maestra Paty Hernández y el de palma con Martha, que vivé en su misma comunidad. Cuando aprendió le resulto fácil porque tenía ganas, pero con la palma le costo más trabajo porque no le quedaba parejo.

Una prueba de calidad que aplica es sonar las piezas, si el sonido no resulta como el de una campana, la pieza tiende a estar cuarteada o fracturada. En general no le gusta hacer trastes delgados porque se rompen a la hora de formarlos y fácilmente se truenan en el fuego. En el caso de las canastas es posible ver rápidamente los defectos porque se ven los tramos disparejos con partes gruesas y delgadas. También es importante cuando recolectan la palma, si la luna no es la adecuada, la palma queda muy seca y quebradiza, complica el tejido y obliga a desperdiciar mucho material.

Su producto principalmente lo vende en su casa, La casa del artesano del Triunfo; con

doña Lupe en El Mirador y en diferentes festivales, donde ha logrado obtener mayores ingresos en un sólo día, “casi los puros gringos me compran, los de aquí sí me compran, pero más los gringos”, comenta. Los precios los fija dependiendo la pieza, por ejemplo con las más grandes se lleva mas tiempo en alisarlas. “Me gusta más hacer piezas chicas, esas las vendo más rápido y no necesito tanto tiempo.” Algunas personas tienden a regatearle pero ella accede sólo con quienes le compran varias piezas, porque hay meses en los que no se vende nada y muchas personas no consideran que además de hacer la pieza tiene que ir por la leña, el barro y la palma.

Juana y su hija Erika han llegado a realizar pedidos especiales: “el más grande fue para unos de La Paz, me pidieron unas placas, siempre si fueron bastantitas, como 170 piezas que hicimos entre mi hija Erika y yo, nos llevó poco más del mes para poder terminarlo. También nos mandaron hacer unas pruebas para unas tinajas especiales.” Juana es una mujer que todo el tiempo trabaja, ella cree que en la vida uno tiene lo que tiene y ya, y por lo mismo piensa que no le falta nada, simplemente es feliz con lo que tiene.

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Micaela Castillo González “Kayla” (1960)Localidad: Los barrancos.

Delegación: Todos Santos.

Subdelegación: Los Horconcitos.

Contacto: Cel. (612) 1 68 04 36

Técnica: Barro natural en churro y placa,

bruñido y cocido a baja

temperatura en horno de hoyo.

Producto: Utensilios de cocina.

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Kayla comenzó a trabajar el barro desde que tenía quince años, aprendió observando a su madre trabajar pero, a diferencia de ella, además de realizar trastes ha experimentado formando figuras, adornos para la virgen y pedidos con diseños que sus clientes le solicitan específicamente; recuerda que lo primero que modeló fue un cenicero.

Un día recibió la visita del dueño de un reconocido hotel en Pescadero, en su visita le encargó algunos platos pozoleros y salseros con cuchara y tapa para el uso de su negocio. Con el tiempo el señor volvió para pedirle unos platones en forma de hoja y un tajín. “Me

gustó la idea porque era algo diferente y como tenía el material me pusé a trabajarlos. Pensé, a ver como me salen, pero al final me salieron.”

Para que Kayla pueda trabajar primero necesita traer el barro desde una veta conocida como La Barrera, a una hora de su casa caminando, después de todos estos años de aprovecharla, la arcilla ha dejado de tener la misma calidad por lo cual ha tenido que buscar nuevos depósitos, siendo afortunada por encontrar uno cerca de su casa.

“Después de amasar el barro, uso un medio molde con un trapo húmedo, coloco el barro

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y voy dándole la forma a como me va dando el barro. Con las figuras uso la pura mano o hago mis propios moldes, primero corto el cartón en una rueda y le doy la forma. Ya los detalles los hago con unos churritos con las manos y los voy pegando, luego dejo oreando las piezas por una o dos semanas antes de poder meterlas a cocer. Y al final sólo le paso la piedra o el olote, para alisarlas.”

Con una sonrisa que no desfallecía, Kayla platicó que si tuviera el modo y el tiempo, le encantaría aprender nuevas técnicas para manipular el barro, herramientas para planear y comercializar mejor sus productos, ¡animándose incluso a viajar para conseguirlo! También cree necesario conseguir algún apoyo institucional para construir una bodega para guardar barro, la leña, piezas que estén en proceso de secado y una reserva de producto listo para la venta.

Hasta la fecha sus ventas las ha restringido a los visitantes de su rancho; desairada comentó que alguna vez llevó mercancía a las Fiestas de Todos Santos pero decidió no volver porque la gente no le compraba, a su parecer, las piezas se les hacían caras, porque sí atrapaban su atención pero al final, no compraban: “al que le interesa realmente viene, aunque a veces hay meses que no se vende nada.”

Kayla es una mujer de corazón generoso, le encantaría la idea de compartir su conocimiento si hubiera alguien dispuesto a aprender y ella tuviera barro para enseñar. Más que preocuparse de tener competencia, lo concibe como un beneficio porque cuando no pudiera hacer un encargo tendría una opción para canalizar el trabajo con el aprendiz; cree que si hubiera un programa de capacitación enfocado a su comunidad, surgiría quien quisiera continuar con el oficio.

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Caracol

CuernoConcha

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Localidad: La Paz.Dirección: Nautilus 115. Col. La Esperanza.Contacto: (612) 124 0478. Cel. (612) 154 8045.

Técnica: Tallado de concha de abulón y madera pirograbada.Producto: joyería, souvenirs, figuras de adorno.

Jose Adrián Emijael Hernández Vázquez (1962)´

Adrián organizó su taller, desde hace cinco años aproximadamente, con la visión de tener una mayor producción al dividir las labores entre sus ayudantes. Así, mientras unos cortan, otros pulen, otros ensamblan o pirograban. Su trabajo está distribuido en la Casa del Artesano de La Paz, el Triunfo y San Antonio, así como en tiendas y a través de vendedores ambulantes de Los Cabos, Todos Santos y La Paz.

Para trabajar la concha, primero tienen que

comprarla por kilo o por pieza, luego la limpian y la cortan con un esmeril, con disco de diamante, la calan con segueta para joyería y dependiendo el acabado deciden si pulirla con mezclilla y piedra verde o sólo barnizarla para que tenga brillo, obviamente implica más esfuerzo el pulimiento porque aunado al esfuerzo físico es común que durante los primeros tres días les de un tipo de gripe con dolores de hueso por respirar el fino polvo que deja el corte y pulido del abulón. Algunas piezas las complementan con pirograbados.

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El taller de Adrián principalmente vende aretes y llaveros porque se movilizan más rápido, pero también han hecho pedidos tan especiales como una fuente con la forma de una almeja mano de león de más de metro y medio de altura forrada totalmente en mosaicos de abulón; este proyecto demoró dos meses de trabajo entre tres personas. También recuerdan que hace cinco años una persona del Puerto Adolfo López Mateos les encargó un juego de diez tortugas de diferentes tamaños que se irían hasta Japón.

El taller ha participado en concursos estatales y se ha posicionado dentro de los primeros lugares en repetidas ocasiones; de las piezas que recuerdan está un delfín y un alhajero

cubierto con abulón y una tortuga de tierra tapizada con concha de almeja mano de león. Y recientemente fueron contratados por una controversial empresa en San Antonio, para enseñar su oficio a gente de la comunidad.

Adrián cuenta que para mantener su taller han tenido que aceptar trabajos de albañilería o construcciones con vara trabada porque desde que se anunció el caso de la influenza en México en 2009, el turismo escaseó tanto que sus ventas se desplomaron. Mientras antes vendían sin problema tres mil pesos semanales, ahora hay semanas que con dificultades llegan a los 350 pesos, por lo que también ha tenido que disminuir el número de personas que lo ayudan.

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FibrasVegetales

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María Dolores Higuera Amador (1924)Localidad: San Antonio de La Presa. Delegación: Los Dolores. Subdelegación: San Antonio de la Presa.Técnica: Tejido.Producto: Sombreros, canastas, manteles, varitas de rosas, costureros.

Doña María platicaba jubilosamente que miraba a sus tías, por parte de su tata, cuando se reunían a tejer la palma, hasta que un día quiso intentar y logró sacar los tejidos, eso derivo en que le dieran ganas a aprender a bordar también; su madre le enseñó a hacer trastes de barro pero le gustó más seguir con la palma porque en el barro hay más detalles que considerar y a ella se le quebraba mucho su traste.

Primero aprendió a cortar el cogollo de la palma de dátil, escogía los que estaban cerraditos hacia arriba y doblaba hoja por hoja, los partía por la mitad picándolos desde la vara para sacar manojos de la fibra. Estos manojos los ponía a secar en el sol pero antes tenía que regar un poco la tierra

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y ponía un trapo sobre el cual acomodaba la palma para humedecerla y poder tejerla. Como la fibra se pone correosa, les pasaba la tijera para alisar las tiritas que se usan para tejer las trenzas.

Recuerda que para hacer los sombreros entre su mamá y ella se echaban un mes redondito tejiendo las trenzas, si tenía otro quehacer se apuraba tempranito y para el mediodía ya estaba tejiendo, “sabiendo mover los dedos eres livianita para tejer.” Para los sombreros de hombre embutían dos trenzas de siete hebras (en la copa) y dos de once (en la falda) y para darles la elegancia a ultima vuelta de la falda la pasaban por palitos del cogollo de dátil como si fuera alambre. Así ya uno le podía dar la forma que uno quisiera, que generalmente se usaba redondo.Sólo la palabra impecable puede definir el

modo de vida de María, cuenta con uno de los ranchos más limpios de la región, su jardín está perfectamente cuidado y sus mismos tejidos reflejan su compromiso “usted no puede mirar una cosa que yo hice y no está bien hecha, porque ¿cómo yo misma no lo voy a notar mientras lo hago?”. Hasta la fecha piensa en nuevas ideas para experimentar; tiene la intención de teñir palma en diferentes colores para entretejerlas y hacer que destaque la labor de la trenza.

Cuando se le preguntó a María qué pensaba del mundo actual, respondió: “la actualidad va para la perdición, y otra vez quieren que vuelva el orden, pero lo que se pierde se pierde. Se rescata una parte pero como antes eran las cosas ya no se podrá rescatar porque lo mejor se perdió, se perdió la vergüenza y el respeto.”

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Josefina Gómez (1944)

Josefina, teje canastas cuya belleza sólo es comparable con la viveza de sus ojos. Su madre le enseñó desde chica, se sentaban juntas a tejer; cuando a Josefina no le salía su tejido, lo abandonaba y su madre entonces la regañaba, “me decía que así nunca iba a aprender y tenía que empezarlo de nuevo.” Ahora ella motiva y enseña a sus hijas y nueras: “cuando todas vivían cerca era muy bonito porque nos sentábamos

juntas a tejer. Me gustaría que mis nietos le siguieran con el negocio de las artesanías.”

El trabajo de Josefina peligra porque cada vez es más difícil obtener los cogollos; decía que antes aprovechaba los manchones de palma que estaban junto al arroyo pero los últimos huracanes se llevaron una gran parte y el resto fue accidentalmente removido mediante las campañas de

Localidad: La Cieneguita. Delegación: Los Dolores. Subdelegación: San Fermín.Contacto: Rancho La Cieneguita. Técnica: Tejido en espiral y joyería con semillas.Producto: Canastas, cajas, mantelería, sombreros,varitas de rosas y costureros.

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limpieza contra plantas exóticas invasoras. Por lo que ahora tiene que pagar los altos precios que imponen los dueños de los palmares dejándola sin opción si es que quiere seguir trabajando, aunque signifique que ya no le costee su producción.

Josefina sólo puede mantener la calidad en sus pieza al cuidar el material que selecciona y el modo en que lo prepara. Le gusta aprovechar básicamente el cogollo de las palmas que están en manchones porque están más tiernitos y más derechos, los torcidos ya no le sirven. Después humedece por lo menos una hora la palma y el cogollo para que al trabajarlo no se troce.

A continuación deshebra la palma y el cogollo dependiendo que tan fino o grueso será el tejido; recientemente ha comenzado a planchar la palma recorriendo unas tijeras sobre la superficie, esto hace que el tejido no quede disparejo. A diferencia de otras tejedoras, ella usa la vara del cogollo como soporte del tejido, en algunas ocasiones sólo rodea la vara y en otras hace una puntada que parece formar rombos creando interesantes diseños en sus canastas.

En el caso de los sombreros primero trenza las tiras de palma y después las va girando un poco para que se vaya ovalando al tiempo que lo va cosiendo con

hilo. Un sombrero es costoso en tiempo y material porque se requieren 15 mt de palma y mucho tiempo porque el tejido debe ser muy fino. Mientras una canasta, agarrándole el paso, puede terminarla en cuatro días trabajado por dos al día.

Una gran alegría para Josefina fue cuando la delegación envió una de sus canastas a un concurso regional de artesanías y fue premiada, era la primera vez que concursaba y estaba muy feliz porque el premio superaba sus expectativas, además de que el mismo evento le generaba más ganancias al poder exhibir su producto y venderlo. Sin embargo no ha participado en otros festivales o fiestas patronales porque incluso desconoce si existe la oportunidad de hacerlo.

Ahora sólo vende bajo pedido, antes le surtía a un reconocido comercio sobre la carretera al norte, pero dejaron de comprarle canastas porque argumentaron que estaban muy caras. Para ella es muy importante que la gente siga aprendiendo la técnica para que no se pierda, “porque uno ya está viejo y así las nuevas generaciones pueden seguir trabajando y ayudarse al vender las cositas que hagan.” Incluso ella dio clases gustosamente a personas que desconocían el oficio, algunas dice que le echaron ganas y aprendieron pronto.

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María del Pilar Martínez (1950)

María del Pilar, originaria de Todos Santos, se mudó al Rosario cuando se casó. Estando ahí su cuñada Martha le enseñó a tejer la palma cuando tendría 25 años, y como a su ver no hay otra cosa más que hacer en su localidad, siguió trabajando la palma para tener un ingreso extra, porque apenas y le alcanza con lo que gana de sus ventas y lo que aporta su hijo de lo que gana en las campañas de empleo temporal.

Para conseguir los cogollos corta la palma sólo en luna llena porque de hacerlo en luna menguante, la fibra tiende a trozarse y sólo se desperdicia. Ella y su hijo aprovechan las palmas accesibles porque hay casos que necesitan pedir permiso a los propietarios de los terrenos y en algunas ocasiones se los han llegado a vender “hasta en 15 pesos, lo más barato son 10 pesos y pues no me sale estarlo comprando. Imagínese a como

Localidad: Las Gallinas, “El Rosario” . Delegación: San Antonio. Subdelegación: El Rosario. Contacto: 612 183 4239. Técnica: Tejido de cogollo de palma con alambre.Producto: Cajas con diferentes formas.

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tendría que poner el precio para que me salga, si para un frutero mediano se lleva entre 8 o 10 cogollos.”

Ya teniendo la fibra la pone a secar por más de dos semanas bajo la sombra para secarla bien, de otro modo la humedad la mancha de café y esto lo considera criterio de calidad. Después, una noche antes de comenzar a tejer tiene que remojar la palma para que esté flexible y no se truene; dependiendo del humor del día decide si tejerá grueso o delgado, así como la forma porque, por ejemplo, puede hacer cajas cuadradas,

ovaladas o corazones que va formando al tejer la palma con alambre como soporte. María del Pilar vende en la tienda El Mirador en El Triunfo, le da sus artículos a su cuñada para que los lleve, ahí le ponen el precio al público, porque Pilar desconoce si existe un método para costear sus piezas y si debería de ser el mismo precio por una pieza fina o una gruesa; aunque prefiere no tejer barro con palma porque como no lo produce, compra las piezas de barro y si considera el valor de su mano de obra cree que ya no le sale, porque además ella prefiere tener precios bajos para vender más rápido.

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Madera

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Raúl de la Vega Valaguez (1934) José Raúl de La Vega de la Peña “El Tata” (1963)Localidad: Encinas #2445 Col. La Rinconada. Delegación: La Paz.Contacto: 125 5016Técnica: Talla de maderas regionales

y concha de abulón.Producto: Marcos, portaretratos, cruces, figuras en madera, bastones y otros souvenirs..

´

El taller “Arte Rústico de la Vega”, que trabaja objetos hechos con maderas regionales y concha de abulón, tuvo su origen después de que Raúl de la Vega Valaguéz cerrara su tienda de abarrotes y decidiera adecuar su hogar como taller familiar. Él mismo instaló la luz, el agua y armó sus propias máquinas para cortar, cepillar y lijar.

La decisión la tomó cuando su hijo Víctor comenzó a traer choya para enseñarle a él y a su hermano como trabajarla; en ese entonces Raúl se concentraba en hacer barcos y cajas; José Raúl El Tata, confeccionaba muebles exóticos con palo de arco y palo zorrillo, como bases de cama, y Víctor, otros objetos. Juntos podían terminar alrededor de 150 o

200 cajitas en tres días, pero ahora su fuerza laboral ha cambiado porque Víctor desde hace dos años decidió independizarse y a Raúl le ha comenzado a fallar la vista.

La mayoría de sus ventas provienen de la “Casa del Artesano”, surten a algunas tiendas en Los Cabos y dos o tres clientes en Todos Santos pero, como muchos otros artesanos de la región, se quejan por la competencia desleal que llega a haber “muchos copian la mercancía, pero para todos sale el sol, aunque hay gente que no soporta eso, no entienden que en la casa del artesano cada quien trabaja diferente y eso es lo que deberían de ver, todos los productos tienen un acabado diferente.”

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Ellos recogen la choya seca del monte, ahí mismo la limpian, luego estando en su casa Raúl la cepilla con un motor que él armó; como a ellos les gusta un acabado más natural de sus productos sólo cardan la madera un poco y ya no la lijan porque piensan que eso da un acabado falso a la madera. En su taller evitan desperdiciar la padecería, El Tata observa los pedazos mientras les va buscando forma en su cabeza, después les va poniendo lo que va requiriendo la pieza.

También han realizado pedidos especiales como unas mantas para unos trofeos de un torneo de pesca y más de 50 cajas para un evento. Su trabajo ha sido premiado en concursos estatales. Ambos comentan que creen necesario promocionar más sus productos para poder vender más y tener lo necesario para seguir produciendo. Así

mismo les gustaría estar más enterados de los eventos artesanales que ocurren en el año, porque raramente reciben una invitación para participar en ellos.

Sin embargo, sí han asistido a algunos como en el 2000 que tuvieron la oportunidad de promocionar las artesanías en una cadena de plazas comerciales de la ciudad de México: Plaza Loreto, Cuicuilco, Pabellón Polanco. “Nos facilitaron el espacio y la gente nos decía ‘oiga, apárteme éstas’. Siempre nos preguntaban cómo le hacíamos para ponerle tantos hoyitos a la madera.” También en alguna ocasión la presidenta municipal los invitó a exponer en las “Las Fiestas de Fundación de La Paz” y a vender en la llegada de los cruceros. Asistieron pero no tuvieron mucho éxito con las ventas.

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Víctor de la Vega de la Peña (1964)

“Yo soy artesano y lo digo con mucho gusto, no hago otra cosa, vivo de las artesanías y lo poquito que tenemos lo hemos hecho por las artesanías. No tengo queja, al contrario, sólo satisfacciones.” Víctor ingresó al taller de artesanías en la secundaria, ahí le enseñaron a tejer, a manipular el cuerno y la concha y a tallar. Con su padre, joyero de Taxco, aprendió a trabajar un poco la plata. De las piezas que recuerda de sus inicios, elaboró un barco con unos cuernos que le regalaron en un rancho, su maestro le enseñó a calentarlo y enderezarlo con unas planchas, “y pues luego uno ya le va poniendo de lo suyo.”Con el tiempo, dentro del taller familiar fue introduciendo elementos locales, que

resultaron ser la clave para recibir invitaciones como artesano representante del estado; jurado en el “Programa de apoyo a las culturas municipales y comunitarias”. Y ser entrevistado en diversos programas de televisión nacional e internacional.

Ahora Víctor se independizó de su familia, abrió su propio taller: “hay gente que me ayuda con lo de copal, no puedes hacer todo, chiflar y hacer pinole. Somos un grupo, yo reviso las piezas y los detalles los hago yo.” La venta de mayoreo es el principal soporte del taller. Aunque ahora mucho revendedor de fuera ha llegado a acaparar espacios en festivales, engañando a sus clientes

Localidad: Carretera Los Planes.Delegación: Los planes.Subdelegación: El Ancón. Contacto: Cel.(612) 155 8938 y (612) 105 4158.

Técnica: Talla de madera.Producto: Escultura, muebles de vara trabada, puertas, souvenirs y contenedores especializados.

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con precios y productos generando una competencia desleal.

Para Víctor es fundamental asistir a eventos. Para él, uno mismo tiene la responsabilidad de conseguir los datos y mantener su producción. Pero si no hubiera asistido al foro de Fonart, en Campeche, su perspectiva no hubiera cambiado, porque requirió movilizarse por apoyos para costear el viaje; ¡arrasó con las ventas! y lo asombró cómo los participantes lo ovacionaron por ser la primera vez que un representante de Baja California Sur asistía.

Otra experiencia que relata, sucedió cuando el Estado Mayor Presidencial solicitó su pieza para decorar el centro de la Expo Forestal, en la ciudad de México, inaugurada por el entonces presidente, Felipe Calderón. O como cuando vendió un cristo de madera que pesaba entre 70 y 80 kg a un señor de la limpieza que había sido enviado por un político de Baja California.

Para entregarla la cargó tres pisos porque el elevador no servía.Como artesano responsable, es fundador de la primera cadena productiva en el estado, vinculando actores del sector forestal para obtener beneficios colectivos. Así aseguran que los productores que explotan recurso maderable en sus tierras preserven una parte de su terreno intacto para evitar el colapso del mismo y que los transformadores obtengan madera de procedencia legal facilitando los permisos para transportar y comercializar sus productos.

También imparte cursos para generar oportunidades de empleo en las comunidades “Me gusta dar clases, yo enseño a la gente porque no lo veo como una competencia, al contrario, lo veo como algo que va a servir para los que siguen, mi intención es que este trabajo se de a conocer, que se difunda.”

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La obra y productos de su taller se pueden adquirir en diversos puntos de venta como en el área asignada por la Administración Portuaria Integral de La Paz; diferentes mercados orgánicos, como el de San José; La casa del Artesano de La Paz y diversos festivales.

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Metalisteria

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Alberto Higuera Amador (1940)

Alberto proviene de un linaje de herreros de San Pedro de la Presa, sus tíos le enseñaron el oficio, porque antes no había otro tipo de trabajos más que cuidar las huertas y forjar metales para hacer frenos, espuelas y cadenas. Él decidió especializarse en la cuchillería porque se le facilitó el oficio y porque lo vendía más rápido.

Platica que antes los cuchillos los hacían con anillos de cuerno, bandas de plata intercaladas y bien templados. A él le gustaba decorar sus cuchillos, combinaba metales blancos y verdes, los dibujaba vistosos y les ponía pomos a los cruceros. La hoja debía lucir bien lisa; todas las marcas del golpeteo del marro-yunque-ceniza las borraba limándolos

y les mandaba hacer sus fundas de piel para que no se oxidaran con la humedad y se transportaran fácilmente.

Alberto tiene la capacidad de terminar el machete bien balanceado en sólo un día, aunque comenta que es muy pesado porque hay que pegarle unos buenos marrazos y en el caso de los cinceles y las patas de chiva, los vende de poco en poco con gente que llega a la casa, porque son muy pesados para que los ofrezca en persona.

Los cuchillos del área de los Dolores, han sido muy reconocidos por el temple que logran, Alberto con humildad comentó: “no digo que sea experto con lo del temple porque

Localidad: El Centenario. Delegación: La Paz.Subdelegación: El Centenario . Contacto: cel. 612 152 8551

Técnica: Metalistería Producto: Cuchillos, machetes, dagas, cinceles y patas de chiva.

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depende mucho de la calidad del acero, no todos son iguales, hay unos que vienen bajos, pero en sí, todos sirven sabiéndolos templar, ahí uno le va batallando encontrándole la maña.”

Explica que no todos los metales agarran el mismo color al llegar a su punto de temple. Pero en general, cuando un fierro está muy altivo de temple se tiene que seguir limando, calentado y metiendo en aceite hasta que muestre un color azulado, como señal de que ha alcanzado el temple correcto, porque si sólo se golpea en vez de limar, se quiebra; algunos creen que un cuchillo templado debe ser sonador pero según Alberto no es así, eso sólo depende de que tanto estiran el fierro, “¡hay cuchillos muy sonadores pero sin temple!”

Ahora el trabajo de Alberto ha cambiado porque le falla la vista, dice que las hojas le

quedan medio mal cortadas, los dibujos no le quedan tan bonitos y de pronto terminan medio arañados. Además se le dificulta más conseguir los cuernos para las cachas porque hoy en día los rastros los entierran o los queman y sólo se pueden aprovechar las puntas de los cuernos nuevos, el resto está hueco, y si se usan viejos con escamas o grietas, al momento de incrustar la plata, el cuerno se bota del cuchillo.

“Vamos vendiendo como caiga para salir del día”, Alberto piensa que su trabajo debería valer más porque se lima por mucho tiempo, lleva mucho detalle y tiempo la incrustación del cuerno y viviendo en la ciudad tiene que comprar el acero, el carbón, la lima y el cuerno. Esto le genera una nostalgia reciente de su tierra natal, “allá todo cuesta menos, es más fácil conseguir el carbón, allá hay agua, casi no me cuesta nada, quizá sería mejor regresarme.”

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Heriberto Higuera Geraldo (1942)

Heriberto entró al mundo de los metales desde que era niño, a los 10 años aireaba la fragua con un fuelle mientras su padre forjaba los metales; mientras lo observaba fue aprendiendo a diferenciar las necesidades de cada tipo de metal y contando con 16 años estaba listo para trabajar de lleno en la forja con su padre. Siempre trabajó varios estilos, desde los fierros negros hasta los plateados, que son considerados los acabados más lujosos. Heriberto ha dejado de trabajar por las reumas y el cansancio, pero continúa guiando a sus hijos en el oficio.

Para él, la técnica, la variedad y la calidad de los productos han cambiado. Antes aprovechaban la plata de las antiguas monedas de un peso, a las que nombra “Los Morelos” por el héroe que aparece en ellas, derretía montoncitos de éstas y, cuando se enfriaban un poco, los golpeaba pacientemente hasta formar la hoja del cuchillo, los pomos tenían que quedarle bien lijados y las cachas podían ser de cuerno, abulón o carey. Cuidaba moldear el carey sólo con el vapor liberado de la lumbre y que el cuerno estuviera bien seco para que no se encojiera después de haberse incrustado.

Localidad: Las Ánimas.Delegación: Los Dolores. Subdelegación: San Antonio de la Presa.Contacto: Paraje entrando a la comunidad de Las Ánimas.

Tel. (55) 5150 2296Técnica: Metalistería. Producto: Espuelas, frenos, cuchillos, marcas de herrar, fierros plateados y negros.

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Ahora a muchos herreros les quedan los fierros o muy templados o muy destemplados, es decir, se rompen o se doblan al usarlos; es el resultado de estirar el metal en frío o calentarlo sobre fuego al rojo vivo e inmediatamente enfriarlo y limpiarlo en el aceite. Por eso, él siempre prefirió calentarlos únicamente sobre la braza, para que fueran agarrando color poco a poco hasta que quedaran como quería.

En el caso de los machetes, el herrero debe conocer cuál será el uso del mismo, así puede calcular la cantidad de metal que necesita y la de golpes que le tiene que aplicar, porque los machetes delgados sólo sirven para cortar carrizo u hojas, mientras que para cortar troncos deben dejarse gruesos y pesados, para que esté fuerte y

tenga un buen balance. También muchos herreros de ahora desconocen como hacer un dedal que, aunque suena sencillo, tiene su maña, porque hay áreas que se tienen que soldar bien e ir arqueando el metal para que se acomode.

Para platear se surca el fierro con la lima y en los canales se embute la plata, luego se vuelve a limar hasta quedar bien pulidos y se coloca en la braza hasta tornar al color azul. Al final se abrillanta con el parragón, que texturiza el acabado. En el caso de las espuelas pueden colocar rodajas de acero, para que queden sonadoras. También se pueden platear los frenos dependiendo la elegancia del dueño del animal, antes se hacían a la medida, “una mula negra con un freno plateado, viera como le luce.”

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talabarteria

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Francisco González “Boruko” (1934)Localidad: La PazDirección: Victoria s/n. Col. Loma Linda.Contacto: (612) 168 4788.Técnica: GuarnicioneríaProducto: Sillas, fundas, porta navajas y cinturones.

“La talabartería es un trabajo muy bonito, no hice mucho dinero pero vivo tranquilo”, afirma don Francisco, alias El Boruko, que aprendió con su padre a curtir pieles en Miraflores. Por varios años vivió en el norte trabajando como militar, así tuvo la oportunidad de cruzar a la frontera para conocer la talabartería del otro lado. Empezó imitando sus estilos hasta que encontró su propia manera, al inicio todo lo cosía a mano, pero era tan laborioso que

mejor consiguió una máquina de coser y fuertes hilos para mejorar sus productos.

El Boruko en definitiva es una persona con sabiduría innata, que alegremente transmite a quien se interese. “A mí me gusta hacer las cosas más o menos bien para no fracasar en humildad; no me inflo, para mí es muy importante trabajar con una ética profesional, al menos tengo que poner un detallito para

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que no le pongan peros a mi trabajo; que todo quede en línea para que queden bonitas. A los fustes les mando poner una capa de fibra de vidrio para reforzarlos.”

Lo que más le gusta es decorar las sillas, ya le tiene bien calculado cuánto martillar, cómo darle sabor al cocido, antes era capaz de coserlas en tan sólo dos minutos pero ahora necesita muy buena luz para que no se le canse tanto la vista; también cuida que la vaqueta tenga buen temple humedeciéndola para que los fierros se marquen bien, “mis fierritos los mando hacer de acero con herreros, porque son caros y si están mal hechos no se marcan igual.”

Los materiales que usa los trae de fuera: las pieles de Ciudad Obregón, porque es difícil hallarlas óptimas en el sur de la península. Don Francisco piensa que las pieles del estado son de primera calidad por el sano alimento que consume el ganado, pero también las temporadas de seca hacen que la yerba escasee y sea difícil para el ranchero mantener a los animales. También consigue un jabón de calabaza estadounidense y manda hacer sus propios fierros con acero porque si usa unos mal hechos no se marca el diseño igual en la piel.

El Boruko cree que es necesario un programa enfocado al ranchero para que pueda canalizar fácilmente materias primas a un costo no tan elevado, porque importar siempre representa un costo elevado, que es difícil compensar para el cliente porque además mucha gente acostumbra comprar cháchara china por ser barata. “Los que compran ya me conocen, hasta los del circo han venido y el que conoce no tiene problema con lo que cuesta, saben más o menos el sacrifico que uno hace; pero muchos están acostumbrados a comprar puro comercial, no ven que un cinto de esos se revienta, se despinta, no dura. El que yo hago debe ser cocido, curado y forrado.” Para el Sr. Francisco hay que ser congruente en la vida con lo que uno tiene y lo que desea, “Hay que tener criterio para toda la humanidad, pero también uno debe tener algo para el futuro, lo normal, lo que es sano. Con mi trabajo, mi pensión, me mando solo, hago las cosas con amor, porque hay que saborear la vida, así no me estanco, ni pierdo la condición, yo mejor me olvido de la edad porque el día que dios me lleve pos que me lleve, ya la llevo de ganar, pero tampoco me quiero morir, si no, ya no seguiría haciendo lo que me gusta.”

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Manuel Salomé Hirales Murillo (1940)Localidad: Rancho “La Cieneguita”.Delegación: Los Dolores . Subdelegación: San Fermín.

Técnica: Curtido de piel de res, cabra y venado.Producto: Cuera.

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Don Manuel, nacido en San Fermín, aprendió el arte de trabajar el cuero hace mas de 40 años, “pero a mí naiden me enseñó, aprendí mirando a otras personas.” Comenzó poco a poco, primero preparando las gamuzas, después a armar la cuera y, al último, a formar sillas vaqueras. Cuenta que un día su padre le regaló una silla que había comprado en Miraflores y después de mucho mirarla se decidió a sacar una pieles que tenía, se las había mandado a curtir al señor Manuel Tavera ya hacía un tiempo, empezó cortando los cojinillos, luego rayó la vaqueta, corto todos los pedazos y los cosió.

Para poder empezar a dibujar tuvo que hacer por sí mismo sus primeros “fierros” con canilla de animal (hueso), luego consiguió un

triangulito y con ese ahí le iba dando la forma, pero un día que un señor que conocía del Pilar, le ofreció sus fierros a cambio de que le capara una res, “me dispuse a tomarlos porque ninguno de sus hijos los usaba, uno de ellos curtía pero hasta él me pide que le haga las cubiertas de sus cuchillos.”

Él aprendió para sí mismo pero la gente que lo conocía fue comentándole a otros y así se fue haciendo de clientes. Le llegó gente de La Paz, Los Cabos y hasta Sinaloa: “un ganadero de allá vino buscando una montura y una cuera, yo tenía las dos cosas pero cuando se la midió me alegaba que esa no era cuera verdadera, porque le arrastraban las puntas y según él debía ser corta, así que sólo me pagó la silla que estaba muy bien trabajada, y

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se fue. Después me mando llamar a La Paz, me preguntó el precio, me dio los sesos para curarla, y un adelanto de mil pesos. Hasta que la terminé se la llevé y le quedó al puro corajazo, como si se la hubiera medido y me mandó a hacer dos más y me volvieron a quedaron al puro chingazo.” Otro cliente que recuerda fue el padre de San Javier, “me envió una carta pidiéndome que le preparara una cuera para la siguiente cabalgata, se la entregue el día de San Francisco y le quedó muy bien.”

“Esto ya se está acabando, todo por servir se acaba, se hacen viejas las personas, y pues ya.” A don Manuel se le dificulta seguir con el oficio porque para cocer y hacer dibujitos hay que tener la vista clavada y le está fallando mucho; otra persona de la localidad con estos conocimientos ya no puede trabajar porque le dan muchos calambres y reumas. Empero, lo que hay que valorar es que uno de los hijos de

Manuel ha decidido capacitarse para que no se pierda el conocimiento y está motivado tras haber vendido sus primeras piezas. Tiene la intención de aprender a curtir bien las pieles, un paso crítico para que la piel sea duradera.

Don Manuel siempre prefiere usar medios naturales para curtir sus pieles, tiñe con cáscara de palo blanco y las curaba con aceite de caguama, tuvo que cambiar a otros aceites por políticas de protección de la especie. “Antes las playas eran vírgenes, un ranchero se iba a pescar y se las traía vivas montadas en los burros a los ranchos, las preparaba y luego ya podía aprovechar el aceite.”

Cuando está listo para trabajar la vaqueta, parte de su secreto es mojarla con un manojo de palma con la que unta una agüita de sesos, esto ayuda a que la vaqueta se afloje, luego la golpea con la maceta para terminarla de ablandar, después la empareja dándole una

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pasada con un trozo de madera, siguiendo lo que él llama “el reglamento de la vaqueta”. Ya después puede comenzar a dibujar la vaqueta como lo va planeando, en el caso de las monturas menciona que el ramo es la insignia tradicional que además entinta con una tinta negra que hace con cáscara de granada, piloncillo, un fierro caliente y granos de maíz, “¡esa machín que pinta y no se despinta!, así es como lo manejan los talabarteros aquí”; para

terminar coteja las piezas y las cose.

Insiste en que los productos químicos que se están usando en los trabajos de talabartería son muy peligrosos; “tienes que cubrirte los ojos, la boca, no puedes hacerlo con las manos peladas, con eso quedan quemadas las vaquetas si se te caen, caen hasta paradas, ¡por eso es mejor lo meramente!”.

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textiles

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Guadalupe Higuera CariagaEdad: 66 años

Localidad: Las Ánimas

Delegación: Los Dolores

Subdelegación: San Pedro de la Presa

Contacto: (55) 5150 2296

Técnica: Bordado, tejido y cestería.

Producto: Fundas para almohadas,

rebozos, bolsas, servilletas, manteles

bordados, canastas.

“Como no me gusta estar sin hacer nada, aprendí fácil, pero entre mis hermanas unas aprendieron más que otras”, platica doña Guadalupe, una mujer muy trabajadora que al terminar sus labores en la huerta se sienta a descasar y se pone a bordar. Todo lo que sea trabajar la relaja. Aprendió sólo de ver a su madre estando medianita. Mientras se enseñaban, sacaban los hilos de telas que deshilachaba junto con sus hermanas,

porque no tenían para comprar nuevos. Sus primeros bordados eran pañuelos repulgados, bordados con flores o con puros corazones que dice le quedaban muy bonitos. En la actualidad cuando piensa en el diseño de su bordado lo primero que piensa es en qué tan rápido se venderá y dependiendo de su urgencia decide si lo hace o no.

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Explica que para saber bordar lo primero que uno tiene que aprender es a dibujar y ya después bordarlo muy bien, “que el hilito no se le pase por aquí y por allá para que el bordado le quede bien tupidito que queden bien figuraditos, se puede bordar cocido o por los dos lados, pero siempre hay que tener cuidado para que no se frunza la tela”. Usa una aguja delgada e hilazón, porque antes cuando usaba hilaza se le despintaban los bordados, además con este tipo de hilo acaba más rápido porque está mas grueso. Ahora está muy agradecida porque diversas instituciones han otorgado diferentes apoyos a su comunidad que los ha beneficiado recientemente, por ejemplo antes no había gente que fuera a darles alguna capacitación, pero ahora pudo tomar el curso para teñir con tintes naturales haciendo que sus trabajos se

vieran mejor. También les enseñaron a tejer la palma, técnica con la que hizo varios tortilleros con tapadera, pero después prefirió sólo seguir bordando porque esto se vende mejor entre la misma gente de la comunidad o cuando va a la ciudad de La Paz, que con ayuda de sus nietos logra vender todo.

“Me gustaría que toda esta juventud que hay supiera, yo les digo que aprendan ahorita lo que nosotros sabemos, porque todavía nosotros les podemos decir, ¡el saber no estorba! y como quiera uno ya va de salida.” Guadalupe se ha encargado de transmitir su conocimiento a aquellos en su familia que quieren aprender, dice que una de sus sobrinas “le salió buena” y algunos incluso ya elaboran bolsas de vaqueta y bordados que ya están a la venta.

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Genoveva Perez LeónEdad: 72 años.

Dirección: Hidalgo 710 Col. Centro.

Delegación: La Paz.

Técnica: Bordado a mano y con máquina.

Producto: Muñecas bordadas, sobrecamas,

bolsas, portacaliente, tapetes.

Contacto: (612) 122 6349.

Genoveva es originaria de San Andrés, tuvo su primer contacto con la técnica a la tierna edad de seis años: “en el rancho miraba cuando mi mamá cosía en su máquina, ¡me gustaba mucho verla! Cuando ella terminaba la guardaba y yo corría para pedalearla. Mi hermana mayor siempre me acusaba, decía que la iba a descomponer.” Aprendió a bordar prácticamente a escondidas, se fijaba como lo hacia su abuela, madre y tías; mientras su madre se recostaba, ella se sentaba en una piedra a intentar bordar.

Relata que a los trece años, tras la muerte de su padre, su nana le ofreció un espacio para vender en las Fiestas de Todos Santos, entonces sin saber bien cómo, hizo unas carpetas con gancho y unas muñecas que jamás ha vuelto a hacer, con la misma tela formó las orejas, para la nariz usó un palo que con la tela encima aparentaba ser respingada y con hilaza dejo caer sus pestañas. “Me encontenté mucho porque mi nana vendió todo y con ese dinero ayude a mi mamá y compré más material para seguir trabajando.”

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Después Genoveva empezó a ayudar a su tía en la confección de vestidos de novia y de fiesta, ésta le enseñaba a hacer los ojales, las bastillas y le cortaba retazos para que confeccionara ropa para sus hermanos menores. Pero a sacar los patrones aprendió por sí misma, de hecho, cuando intentó tomar clases formales de corte y confección se desesperó tanto que lo abandonó porque no se sentía cómoda con la técnica y todo le quedaba disparejo.

La confección de las denominadas muñecas “chubasqueras”, le evoca gratos momentos de su infancia. Genoveva casi siempre cuidaba a sus hermanos mientras su mamá trabajaba en las labores del rancho, a excepción de la proximidad de un ciclón. Estos meteoros los recibía con gran alegría porque representaba tiempo para poder jugar con sus hermanos y tener muñecas nuevas, pues jugaba con su hermana a hacer muñecas.

Cuando trabaja prefiere hacerlo sola, porque

sólo así le llega la inspiración, sobre todo al momento de diseñar las muñecas. Primero empieza cortando las telas, si el pedazo es grande, hace una muñeca grande. Luego va formando el cuerpo y después viene el momento crucial, el peinado, hasta este momento puede visualizar como bordará la cara y el vestido, porque, por ejemplo, si lleva el traje de pitaya, para ella, el color de cabello sólo puede ser negro. Y casi toda la costura es a mano.

Cabe mencionar que es de las pocas artesanas que sabe costear bien, su papá le enseñó a calcular rápido, sabe exactamente cuánto material necesita, lo compra de mayoreo para tener una mejor ganancia y asegurar que siempre cuente con él. Principalmente todo lo vende por encargo, en el malecón y en el mercado que organiza Fundación Ayuda Niños La Paz, A.C. Al malecón casi ya no manda muñecas porque se le maltratan mucho.

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En el 2006 con el apoyo del Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias realizó un trabajo importante de rescate de trajes regionales del estado. La colección constaba del traje de la pitaya, la vestimenta de los cañeros de Todos Santos, cuatro vestidos de salón y del ranchero, que lo confeccionó con gambusina para simular la gamuza de venado. Gracias al apoyo de José Guadalupe Ojeda, tuvo la oportunidad de hablar con expertos en el tema para diseñar y reinterpretar los trajes para una representación fidedigna.

Para apoyar a su comunidad gestionó un taller para generar futuras bordadoras, les enseñó a algunas desde lo básico como coser, crear las muñecas y confeccionar unas batas con dibujos basados en el entorno de la comunidad. Se sintió muy satisfecha cuando captó la atención de la reportera Martha del Riego y fueron hasta San Andrés a filmarlas en el taller para una capsula de un canal local.

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AGRADECIMIENTOS Agradecemos a todos los artesanos y sus familias que hospitalariamente nos recibieron, compartiéndonos sus sabrosos alimentos y cafecitos que sólo se degustan en el auténtico hogar sudcaliforniano.

Gracias por colmarnos de energía intercambiando sonrisas y consejos en momentos complicados de la odisea. Por rescatarnos de las llantas ponchadas y las picaduras de bitaches, preocupándose de que tuviéramos un buen regreso a casa; hasta la fecha seguimos intercambiando saludos.

Este proyecto fue realizado con recursos otorgados por el Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias, 2012.

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Los oficios de mi tata recopila las experiencias que han recorrido algunos artesanos de La Paz, B.C.S., para avivar la preservación y enriquecimiento

de procesos artesanales que han derivado de la fusión del pasado prehispánico y colonial, con el presente sudcaliforniano.

Aquí podrás conocer como mantienen vivo su oficio; las singulares materias primas que dan forma a objetos decorativos y utilitarios; así

como la manera en la que comercializan sus productos en un contexto hostil que otorga mayor importancia a los objetos de producción

industrializada con el pretexto del beneficio económico, a costa de la desvalorización de la labor manual y la carga cultural que conllevan.