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zar el juicio. Alentar la risa es una manera de mostrar que el error es perdonable, que se puede reparar, que la falta no termina con la rela- ción. Incluso cuando los cuidadores gritan, castigan y parecen disgus- tados con el comportamiento de los menores a su cargo, intencionalmen- te provocan la vergüenza, la culpa y un sentido de falla, ese es general- mente el camino hacia la redención y la reintegración. Algunos podrían argumentar que lo que intentan es enseñar a sus hijos a internalizar valores y motivarlos a que en su ausencia no violen esos estándares, reglas y objetivos. ¿Qué mejor manera de prevenir que los ni- ños hagan esto que produciendo una emoción fuerte? Provocar vergüenza, incluso en niveles normales, es el recurso ideal para inculcar valores internalizados, opina Martocci. El intento de provocar vergüen- za se parece peligrosamente al com- portamiento de los compañeros que han sido acusados de intimidación, y de hecho, la más significativa dife- rencia entre la disciplina-vergüenza de muchos padres y la humillación- intimidación radica en el objetivo: el potencial de la redención. Los menores también pueden criticar, juzgar e incluso socializar con compañeros dentro de un gru- po mediante formas que recuerdan la disciplina que se fomenta en sus casas. Sin embargo, raramente con- tinúan y admiten la posibilidad de reparación, perdón y restauración de los lazos sociales. Más bien, sus juicios y críticas buscan romper los sentimientos de conexión. Sin la posibilidad de expiación las habilidades de manejo de conduc- ta (acusar una falta, asumir respon- sabilidad, mostrar remordimiento o corregir el comportamiento) son in- útiles. Cuando las condiciones para reparar y redimir no están a la vista la negociación de la crítica y la humi- llación es desalentadora y los juicios emitidos no son más que puntos de apoyo para el bullying. Por otra parte, un niño que mues- tra tendencias de bullying hacia sus g g compañeros puede haber aprendido estos comportamientos de unos pa- dres constantemente enojados que no lo nutrieron emocionalmente. De esta manera se aprende un patrón de agresión al interactuar con los demás. LAS CARAS DEL BULLYING Hay diversos tipos de bullying, el emocional consiste en humillar y provocar miedo a través de dife- rentes acciones, como usar lenguaje obsceno, hacer comentarios nega- tivos relacionados con estereotipos de género (“juegas como niñita”), despreciar los gustos del menor, des- calificar sus habilidades, burlarse o gritarle y criticarlo constantemente. Este se puede presentar en si- tuaciones cotidianas, por ejemplo a la hora de la comida; a casi todos los niños se le obliga a comer todo lo que se le sirve, y aunque muchos consi- deran que es educarlos, la realidad es que la mayor parte de las veces lo que esconde esta forma de tratar a los niños es el temor de los padres a perder el control o la autoridad. El bullying físico que ejercen los g g padres consiste en actos de agresión que causan daño, por ejemplo: dar una nalgada, golpear o cahetear, patear, pellizcar, empujar, jalar el pelo, golpear con un cinturón, negarle los alimentos como castigo por no hacer la tarea o lle- gar tarde, impedirle ir al baño porque tiene que aprender a aguantarse. Con la invasión de las redes so- ciales ha surgido también el bullying cibernético, y dado que cada vez más padres de familias entran al mundo digital, también se da el caso de inti- midación parental a través de estos medios. Este tipo de acoso consiste en hacer comentarios negativos so- bre los menores en las redes sociales, compartir fotos de ellos en situacio- nes comprometedoras y tratar de controlar su vida en línea. Son papás bully quienes ejercen un control excesivo en la crianza y disciplina de los menores, utilizan técnicas de disciplina basadas en la agresividad (gritar, intimidar, ame- nazar o abusar de los insultos), dis- ciplinan sin empatía y no muestran amor o se orientan excesivamente hacia los logros de los hijos. Los padres bully pueden ser de- nunciados ante las autoridades del lugar donde ocurre la agresión, el DIF, la Comisión Nacional de De- rechos Humanos, la Secretaría de Educación Pública, la Procuraduría General de Justicia y asociaciones dedicadas a este tipo de casos. Redacción S. N. 12 SIGLO NUEVO

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zar el juicio. Alentar la risa es una manera de mostrar que el error es perdonable, que se puede reparar, que la falta no termina con la rela-ción. Incluso cuando los cuidadores gritan, castigan y parecen disgus-tados con el comportamiento de los menores a su cargo, intencionalmen-te provocan la vergüenza, la culpa y un sentido de falla, ese es general-mente el camino hacia la redención y la reintegración.

Algunos podrían argumentar que lo que intentan es enseñar a sus hijos a internalizar valores y motivarlos a que en su ausencia no violen esos estándares, reglas y objetivos. ¿Qué mejor manera de prevenir que los ni-ños hagan esto que produciendo una emoción fuerte? Provocar vergüenza, incluso en niveles normales, es el recurso ideal para inculcar valores internalizados, opina Martocci.

El intento de provocar vergüen-za se parece peligrosamente al com-portamiento de los compañeros que han sido acusados de intimidación, y de hecho, la más significativa dife-rencia entre la disciplina-vergüenza de muchos padres y la humillación-intimidación radica en el objetivo: el potencial de la redención.

Los menores también pueden criticar, juzgar e incluso socializar con compañeros dentro de un gru-po mediante formas que recuerdan la disciplina que se fomenta en sus

casas. Sin embargo, raramente con-tinúan y admiten la posibilidad de reparación, perdón y restauración de los lazos sociales. Más bien, sus juicios y críticas buscan romper los sentimientos de conexión.

Sin la posibilidad de expiación las habilidades de manejo de conduc-ta (acusar una falta, asumir respon-sabilidad, mostrar remordimiento o corregir el comportamiento) son in-útiles. Cuando las condiciones para reparar y redimir no están a la vista la negociación de la crítica y la humi-llación es desalentadora y los juicios emitidos no son más que puntos de apoyo para el bullying.

Por otra parte, un niño que mues-tra tendencias de bullying hacia sus bullying hacia sus bullyingcompañeros puede haber aprendido estos comportamientos de unos pa-dres constantemente enojados que no lo nutrieron emocionalmente. De esta manera se aprende un patrón de agresión al interactuar con los demás.

LAS CARAS DEL BULLYING

Hay diversos tipos de bullying, el emocional consiste en humillar y provocar miedo a través de dife-rentes acciones, como usar lenguaje obsceno, hacer comentarios nega-tivos relacionados con estereotipos de género (“juegas como niñita”), despreciar los gustos del menor, des-

califi car sus habilidades, burlarse o gritarle y criticarlo constantemente.

Este se puede presentar en si-tuaciones cotidianas, por ejemplo a la hora de la comida; a casi todos los niños se le obliga a comer todo lo que se le sirve, y aunque muchos consi-deran que es educarlos, la realidad es que la mayor parte de las veces lo que esconde esta forma de tratar a los niños es el temor de los padres a perder el control o la autoridad.

El bullying físico que ejercen los bullying físico que ejercen los bullyingpadres consiste en actos de agresión que causan daño, por ejemplo: dar una nalgada, golpear o cahetear, patear, pellizcar, empujar, jalar el pelo, golpear con un cinturón, negarle los alimentos como castigo por no hacer la tarea o lle-gar tarde, impedirle ir al baño porque tiene que aprender a aguantarse.

Con la invasión de las redes so-ciales ha surgido también el bullyingcibernético, y dado que cada vez más padres de familias entran al mundo digital, también se da el caso de inti-midación parental a través de estos medios. Este tipo de acoso consiste en hacer comentarios negativos so-bre los menores en las redes sociales, compartir fotos de ellos en situacio-nes comprometedoras y tratar de controlar su vida en línea.

Son papás bully quienes ejercen un control excesivo en la crianza y disciplina de los menores, utilizan técnicas de disciplina basadas en la agresividad (gritar, intimidar, ame-nazar o abusar de los insultos), dis-ciplinan sin empatía y no muestran amor o se orientan excesivamente hacia los logros de los hijos.

Los padres bully pueden ser de-nunciados ante las autoridades del lugar donde ocurre la agresión, el DIF, la Comisión Nacional de De-rechos Humanos, la Secretaría de Educación Pública, la Procuraduría General de Justicia y asociaciones dedicadas a este tipo de casos.

Redacción S. N.

12 • S I G L O N U E V O