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-1- La solidaridad con los crucificados en la pasión del mundo de hoy 1 Por Jesús M. ª Aristín El objetivo de nuestra reflexión es la relación íntima existente entre la Pasión de Cristo y la Pasión del hombre de hoy; la Pasión de Dios y la Pasión del mundo. Lo primero que habría que decir es que nos encontramos ante dos misterios insondables: — el de la Pasión de Cristo, y — el del sufrimiento humano. Y muchas veces la primera respuesta debería ser el silencio elocuente, como hicieron los amigos de Job que "se sentaron en el suelo junto a él durante 7 días y 7 noches y ninguno le dijo una palabra porque vieron que el dolor era muy grande" (Job 2,13). La actitud más elocuente frente al sufrimiento humano es casi siempre la del silencio 2 . Pero no se trata de un callar por callar, sino que es un silencio elocuente y sobre todo una presencia solidaria. Conscientes de esta dificultad, vamos a intentar una reflexión, más que una respuesta totalmente elaborada. Nos vamos a mover más a nivel narrativo que especulativo, porque la narración "da que pensar" ("los símbolos y los mitos dan que pensar", P. Ricoeur) y no cierra la posibilidad —por otra parte siempre abierta— de profundizar en el Misterio. Afirmar que nos movemos en el misterio, no significa que no poda- mos decir nada y que debamos callarnos, sino todo lo contrario; porque es misterio, nos provoca permanentemente a la búsqueda de respuestas y a encontrar la verdadera respuesta al misterio del sufrimiento humano. En el misterio nunca se toca fondo, ni hay respuestas definitivas, siempre es posible profundizar más. El misterio aunque sea "tremendo" no tiene por qué paralizarnos, sino atraernos por su "fascinación". El Misterio purifica y sosiega a la vez, el Misterio nos vacía y plenifica al mismo tiempo. En definitiva se trata de llevar el Misterio a la profundidad del misterio y no para acabar con él. La pasión del Jesús histórico no fue ni la primera ni la última. No se ha interrumpido la historia de la Pasión. Hoy Cristo sigue sufriendo y muriendo en los crucificados del siglo XX 3 , sigue padeciendo en cada Pasión del hombre. Es crucificado en cada crucificado de hoy 4 . Jesús no puede bajar de la cruz, mientras alguien continúe clavado en ella. No fue el primero en subir a la cruz pero será el último en bajar de ella.”Su cruz está entre nuestras cruces como señal de que Dios participa de nuestro sufrimiento" 5 . No se puede mirar acertadamente la Pasión de Jesús sin mirar al hombre que sufre. Pero, si sólo vemos la Pasión del hombre sin ver la de Jesús, entonces nos produce rechazo más que acercamiento 6 . La historia del sufrimiento humano une a todos los hombres como una "segunda naturaleza" 7 .' Por eso vamos a ver la Pasión del mundo desde la Pasión de Dios y a la inversa. Se trata de ver la pasión del mundo desde Dios y contemplar a Dios desde la pasión del mundo. "El lenguaje narrativo nos debe traer a la memoria el sufrimiento de las personas, de los pobres de este mundo. La Teología y los teólogos, a menudo, han estado lejos de ese dolor del pueblo y deben dejarse interrumpir por el dolor mudo de un pueblo8 . 1 El texto de este artículo corresponde a la charla pronunciada en las Jornadas de Espiritualidad Pasionista, en las Presas (Santander), el 4 de julio de 1994. 2 Cf. Checa, Rafael: Pasión de Jesucristo, Pasión del hombre. Hacia una espiritualidad de la cruz, pp. 1-3. 3 Cf. Boff, I.: Pasión de Cristo, Pasión del mundo, Indo American Press, Bogotá, 1978, pp. 153ss. También Cf. De Mier, F.: Trilogía de la Pasión. Pasión de Dios, Pasión de Cristo, Pasión del hombre, Publicaciones Claretianas, Madrid, 1993, pp. 261-285. 4 Cf. De Mier, F., Op. cit., P. 221ss. 5 Moltmann, J.: La Pasión de Cristo y el dolor de Dios, en Selecciones de Teología 129 (1994) p. 21. Cf. Moltmann, J.: El Dios crucificado. Sígueme, Salamanca, 1977 (2.ª Ed.), Cap. 6.º 6 De Mier, F.: Op. cit., p. 260. 7 Metz, 1. B.: La fe, en la historia y en la sociedad, Cristiandad, Madrid, 1979, p. 116. 8 Gutiérrez, G.: Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente. Una reflexión sobre el libro de Job, Sígueme. Salamanca, 1986, p. 235.

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Por Jesús M. ª Aristín Juicio crítico para la Iglesia y las comunidades La cruz nos permitirá discernir si una comunidad es cristiana, en la medida en que se atiendan las necesidades de los de más. "Que la Iglesia sea evangelizadora de los pobres y solidaria con ellos" 35 . Si vive encerrada en sí misma sin abrirse a las necesidades de los crucificados, tendremos que decir que se ha olvidado del Crucificado. −7−

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La solidaridad con los crucificados en la pasión del mundo de hoy1 Por Jesús M. ª Aristín

El objetivo de nuestra reflexión es la relación íntima existente entre la Pasión de Cristo y la Pasión del hombre de hoy; la Pasión de Dios y la Pasión del mundo. Lo primero que habría que decir es que nos encontramos ante dos misterios insondables:

— el de la Pasión de Cristo, y

— el del sufrimiento humano.

Y muchas veces la primera respuesta debería ser el silencio elocuente, como hicieron los amigos de Job que "se sentaron en el suelo junto a él durante 7 días y 7 noches y ninguno le dijo una palabra porque vieron que el dolor era muy grande" (Job 2,13). La actitud más elocuente frente al sufrimiento humano es casi siempre la del silencio2. Pero no se trata de un callar por callar, sino que es un silencio elocuente y sobre todo una presencia solidaria.

Conscientes de esta dificultad, vamos a intentar una reflexión, más que una respuesta totalmente elaborada. Nos vamos a mover más a nivel narrativo que especulativo, porque la narración "da que pensar" ("los símbolos y los mitos dan que pensar", P. Ricoeur) y no cierra la posibilidad —por otra parte siempre abierta— de profundizar en el Misterio. Afirmar que nos movemos en el misterio, no significa que no poda-mos decir nada y que debamos callarnos, sino todo lo contrario; porque es misterio, nos provoca permanentemente a la búsqueda de respuestas y a encontrar la verdadera respuesta al misterio del sufrimiento humano. En el misterio nunca se toca fondo, ni hay respuestas definitivas, siempre es posible profundizar más. El misterio aunque sea "tremendo" no tiene por qué paralizarnos, sino atraernos por su "fascinación". El Misterio purifica y sosiega a la vez, el Misterio nos vacía y plenifica al mismo tiempo. En definitiva se trata de llevar el Misterio a la profundidad del misterio y no para acabar con él.

La pasión del Jesús histórico no fue ni la primera ni la última. No se ha interrumpido la historia de la Pasión. Hoy Cristo sigue sufriendo y muriendo en los crucificados del siglo XX3, sigue padeciendo en cada Pasión del hombre. Es crucificado en cada crucificado de hoy4. Jesús no puede bajar de la cruz, mientras alguien continúe clavado en ella. No fue el primero en subir a la cruz pero será el último en bajar de ella.”Su cruz está entre nuestras cruces como señal de que Dios participa de nuestro sufrimiento"5. No se puede mirar acertadamente la Pasión de Jesús sin mirar al hombre que sufre. Pero, si sólo vemos la Pasión del hombre sin ver la de Jesús, entonces nos produce rechazo más que acercamiento6. La historia del sufrimiento humano une a todos los hombres como una "segunda naturaleza"7.' Por eso vamos a ver la Pasión del mundo desde la Pasión de Dios y a la inversa. Se trata de ver la pasión del mundo desde Dios y contemplar a Dios desde la pasión del mundo. "El lenguaje narrativo nos debe traer a la memoria el sufrimiento de las personas, de los pobres de este mundo. La Teología y los teólogos, a menudo, han estado lejos de ese dolor del pueblo y deben dejarse interrumpir por el dolor mudo de un pueblo”8.

1 El texto de este artículo corresponde a la charla pronunciada en las Jornadas de Espiritualidad Pasionista, en las Presas (Santander), el 4 de julio de 1994. 2 Cf. Checa, Rafael: Pasión de Jesucristo, Pasión del hombre. Hacia una espiritualidad de la cruz, pp. 1-3. 3 Cf. Boff, I.: Pasión de Cristo, Pasión del mundo, Indo American Press, Bogotá, 1978, pp. 153ss. También Cf. De Mier, F.: Trilogía de la Pasión. Pasión de Dios, Pasión de Cristo, Pasión del hombre, Publicaciones Claretianas, Madrid, 1993, pp. 261-285. 4 Cf. De Mier, F., Op. cit., P. 221ss. 5 Moltmann, J.: La Pasión de Cristo y el dolor de Dios, en Selecciones de Teología 129 (1994) p. 21. Cf. Moltmann, J.: El Dios crucificado. Sígueme, Salamanca, 1977 (2.ª Ed.), Cap. 6.º 6 De Mier, F.: Op. cit., p. 260. 7 Metz, 1. B.: La fe, en la historia y en la sociedad, Cristiandad, Madrid, 1979, p. 116. 8 Gutiérrez, G.: Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente. Una reflexión sobre el libro de Job, Sígueme. Salamanca, 1986, p. 235.

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1. La realidad "Crucificada" (ver) ¿En qué consiste la pasión del mundo? La pasión del mundo incluye a todos los crucificados hoy. Se

trata de "una gran parte de la humanidad literal e históricamente crucificada por opresiones naturales y, sobre todo, por opresiones históricas y personales"9. Forman parte de esta Pasión:

Es la pasión de los 1.800 millones de hombres que viven en extrema pobreza y de los 1.500 millones analfabetos (de los 5.000 millones de habitantes que pueblan la tierra). Cada día mueren 35.000 niños de hambre, según el informe de U.N.I.C.E.F., o lo que es lo mismo cada minuto mueren 45 niños10. "Es el más devastador y humillante flagelo de la humanidad", dijeron los Obispos en Puebla (nº 29), es un escán-dalo y una contradicción con el ser cristiano, Y lo más grave es que no se ve solución: Hoy hay más pobres que ayer y menos que mañana11.

Según el informe de Cáritas, en España hay 8 millones de pobres, cuyos ingresos no superan las l2.500 ptas. mensuales. Las estadísticas son frías, pero si les ponemos nombres y apellidos y les ponemos rostro, entonces se nos retorcería el estómago y sentiríamos unas ganas locas de gritar. En todos los telediarios del mundo se debería decir como primera noticia todos los días: "Hoy han muerto 35.000 niños de hambre". Este es el hecho más trágicamente importante de nuestra historia12.

Frente a esto llama la atención, los millones que se gastan en armamentos. En 1987 se gastaron en el mundo 983.900 millones de dólares en armamentos. Ojalá que algún día convirtamos los cañones y tanques en tractores y cosechadoras, los campamentos militares en escuelas y hospitales.

Existe la cruz de los emigrantes ilegales, crucificados por nuestro racismo y por nuestro complejo de superioridad. Son los atentados contra los Derechos Humanos, contra la libertad de expresión y de reunión ... y sobre todo el constante atentado contra el derecho a la vida, el primero de todos los derechos.

Es la cruz de los marginados de nuestra sociedad, hombres y mujeres que duermen en nuestras calles, en los bancos de las estaciones o en los parques públicos a los que les arrinconamos porque no se integran en nuestro sistema y terminamos por desintegrarles ("Si no te integras en el sistema, el sistema te desintegra")13.

Es la cruz de los millones de parados, adultos y jóvenes sin trabajo, desorienta dos...

Es la cruz de los enfermos crónicos (sidosos, deprimidos, minusválidos ... ). La cruz de los drogadictos.

La cruz de los ancianos abandonados. la cruz de las mujeres abandonadas, maltratadas, violadas, (la discriminación de la mujer ... ). La cruz de los niños de la calle, privados de su niñez, obligados a trabajar, o a vagar por las calles para encontrar un pedazo de pan, o a malvender su cuerpo para sobrevivir...

Es la cruz de los países pobres; imposibilitados de su desarrollo, despojados de su identidad cultural, despojados de sus recursos naturales, despojados de su libertad porque sus decisiones son impedidas y reprimidas por grupos de poder internacionales.

"Existen las cruces persistentes de las culturas dominadas de los negros o los indígenas latinoamericanos que significaron auténticas hecatombes demográficas. Existen millones de cruces de los salarios de hambre, de las condiciones laborales inicuas, de las discriminaciones raciales, sexuales, ideológicas y de cualquier forma de marginación"14.

9 Ellacuria, I.: El pueblo crucificado. -Ensayo de soteriología histórica-, en AA.VV., Cruz y Resurrección. Presencia y anuncio de una iglesia nueva, CRT-Servir, México, 1978, p. 49. Este artículo fue publicado nuevamente en Ellacuria, 1. y Sobrino, J.: Mysterium liberationis. Conceptos fundamentales de la teología de la liberación, Tomo II, Trotta, Madrid, 1990, pp. 189-216. 10 Según este informe de U.N.I.C.E.F. (1993) cada año mueren 8 millones de niños por enfermedades como son sarampión, neumonía, tétanos, tosferina y diarrea. 11 Cf. Sobrino, J.: El Principio misericordia. Bajar de la cruz a los pueblos crucificados, Sal Terrae, Santander, 1992, p. 54. 12 "Dejando a un lado el análisis de cifras y estadísticas, es suficiente mirar la realidad de una multitud ingente de hombres y mujeres, niños, adultos y ancianos, en una palabra, de personas humanas concretas e irrepetibles, que sufren el peso intolerable de la miseria. Son muchos millones los que carecen de esperanza debido al hecho de que, en muchos lugares de la tierra, su situación se ha agravado sensiblemente" (Juan Pablo II, Sollicitudo rei socialis, n.º 3). 13 lema de la Campaña de Cáritas en 1994. 14 Boff, L.: ¿Cómo predicar la Cruz en una sociedad de crucificados? Selecciones de Teología 100 (1986), p. 248.

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"Se trata, para nosotros, de encontrar un lenguaje sobre Dios en medio del hambre de pan de millones de seres humanos, la humillación de razas consideradas inferiores, la discriminación de la mujer, en especial aquélla de los sectores pobres, la injusticia social hecha sistema, la persistente y alta mortalidad infantil, los desaparecidos, los privados de libertad, los sufrimientos de pueblos que luchan por su derecho a la vida, los exiliados y refugiados, el terrorismo de diverso signo, las fosas comunes llenas de cadáveres en Ayacucho. No es un tiempo pasado, es desgraciadamente un cruel presente y un tenebroso túnel en el que aún no se ve salida"15.

Muchos hombres y mujeres mueren la muerte lenta de la opresión o la muerte rápida de la represión. Esta es la trágica situación de la mayoría de la humanidad y es el acontecimiento mayor de nuestro mundo. En la raíz de todos estos males reside lo que Medellín llama: "Violencia institucionalizada"16 y Puebla: "injusticia institucionalizada” 17. Hay unos "mecanismos sociales" que generan estas realidades18. No basta con limitarse a defender al pobre, es necesario también denunciar las causas estructurales que generan estos grandes males, los mayores de la humanidad.

Uno de los mecanismos generadores de pobreza es el sistema de mercado y de comercialización. En un estudio realizado recientemente por la O.N.U. acerca de la situación económica de los países del Tercer Mundo, entre otras escalofriantes estadísticas he encontrado éstas: los precios de las Materias primas, que son el sustento fundamental de la mayoría de los países del Tercer Mundo, han caído en la última década de forma alarmante e injusta (ver gráfico).

Vale decir que los campesinos que en 1980 cobraban 100 por sus productos agrícolas, ahora reciben

46 ó 34 ó 30 y, por lo tanto, si quieren seguir viviendo, deben producir tres veces más. ¿Se imaginan qué pasaría en España, si nos hicieran esto con los productos que producimos nosotros? la liberación de los mercados ha sumido en el hambre y la miseria a los campesinos de Africa y América latina, cuyas rentas han bajado entre un 50 y un 85 %. Y lo más trágico es que los causantes de esta situación son simplemente especuladores de la bolsa de Londres o Nueva York..., donde se cotizan y fijan los precios de esas materias primas, sin importarles lo más mínimo la situación y consecuencias que acarree esa especulación. No cabe duda que nuestros contemporáneos han inventado maneras más sutiles para defender sus intereses y despojar al pobre. Si esta especulación es ética, que me digan entonces ¿Qué es pecado? No me vale la respuesta que eso es la ley de la oferta y la demanda. Y no nos engañen diciendo que eso es libertad, ni libre mercado... Eso es quitar el pan y la vida al pobre, al que ni siquiera se le deja hablar, ni mucho menos decidir. Eso no es libertad. Y lo peor del caso es que, dentro de otros 10 años, los pobres serán más pobres y los ricos serán más ricos. Estos mecanismos son opresores e injustos y "producen a nivel internacional ricos cada vez más ricos

15 Gutiérrez, G.: Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente. Una reflexión sobre el libro de Job, Sígueme, Salamanca, 1986, p. 184. 16 Medellín, Paz, n.º 16. 17 Puebla, nn. 46, 495, 509 y 562. 18 Cf. Juan Pablo II, Discurso inaugural de Puebla, III, 4. Cf. también Puebla, n.º 1.136 (los llama "mecanismos opresores"), 1.155, 1.160 y 1.264.

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a costa de pobres cada vez más pobres"19. El poderío de las multinacionales que mandan más que los gobiernos de las naciones, el sistema de

mercado y comercialización, el GATT o el Acuerdo de libre comercio, la bajada constante de los precios de las materias primas que en sólo los últimos 10 años han bajado más de 200 %, el control de los medios de comunicación que manipula la opinión pública y un largo etc., están en la raíz de estos males. Pero el análisis de sus repercusiones no son mi especialidad, ni es la intención de estas reflexiones. Me limito simplemente a "narrarlo": "el que tenga oídos .. Éste es el lenguaje de la experiencia, del dolor, de la esperanza de la humanidad contemporánea... Hablad con este lenguaje", nos dice el Papa20.

2. La realidad iluminada desde Dios (Juzgar) 2.1. La palabra de Dios en favor de los crucificados "Completo en mi carne lo que falta a la Pasión de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia"

Col 1,24. El pueblo crucificado es la prolongación del Siervo sufriente de Yahvé. "Cuando Pablo recuerda lo que falta todavía a la Pasión de Cristo, está desechando una resurrección ahistórica que hace caso omiso de lo que está ocurriendo en la tierra. Es precisamente el reino del pecado, que sigue crucificando a la mayoría de la humanidad, el que obliga a la historización de la muerte de Jesús como Pascua histórica del Reino de Dios"21. Los que sufren son los que mantienen viva la historia del Crucificado universal.

Mons. Oscar Romero habla del pueblo crucificado que completa en su cuerpo lo que falta a la Pasión de Cristo.

"La verdadera persecución se ha dirigido al pueblo pobre que es hoy el Cuerpo de Cristo en la Historia. Ellos son el pueblo crucificado, como Jesús, el pueblo perseguido como el siervo de Yahvé. Ellos son los que completan en su cuerpo lo que falta a la Pasión de Cristo”22.

La cruz de los pueblos... terminología usada habitualmente en medios teológicos. Lamentablemente los medios de comunicación no la han popularizado. ¿Por qué será? ¿No será que es más fácil hablar sobre si los curas tienen que llevar sotana o del sexo de los ángeles, que hablar de la solidaridad, porque nos compromete menos? Hay mucha picardía y muchos intereses creados a la hora de seleccionar los temas religiosos en los medios de comunicación.

Hay un texto clave que todos conocemos, es el de Mt. 25, 31-46. Dios está con y en el sufriente. Más aún Jesús se identifica con el que sufre, con el hambriento, el sediento, el desnudo, el enfermo, el encarcelado, el que no tiene casa, el emigrante.... en una palabra con los últimos de la historia23. Todo gesto hacia estos pobres encuentra como destinatario al mismo Cristo. Donde está el pobre está el mismo Jesucristo. Bíblicamente hablando no se puede separar a Dios del pobre. La Biblia condena con frecuencia a los que devoran al pobre, el que roba y despoja al pobre rechaza a Dios (Eclo 34,21; Dt 24, 14-15). Los Profetas abundan en este mismo pensamiento. Se nos pide acordarnos de los pobres (Gál 2,10), como Dios se acuerda constantemente de ellos.

Así como no se mata el hambre de un hambriento haciéndole discursos sobre culinaria, así tampoco se resuelve el problema del sufrimiento simplemente pensando en él. Comiendo es como se mata el hambre, y luchando contra el mal y la injusticia es como se supera su carácter absurdo.

Resabios de antiguas teologías nos llevan inconscientemente a interpretar Mt 25,31-46 de forma exclusivamente individualista y nos olvidamos que nuestro prójimo no es únicamente un individuo, sino pueblos enteros, especialmente los que padecen miseria y opresión. En una importante homilía Juan Pablo II aplica este texto evangélico de Mt 25, al contraste entre Norte y Sur en el mundo de hoy: "A la luz de las palabras de Cristo, este Sur pobre juzgará al opulento Norte. Y los pueblos pobres y las naciones pobres —pobres de modos distintos, no sólo faltos de alimento, sino también privados de libertad y de otros derechos humanos— juzgarán a los que arrebatan estos bienes, acumulando para ellos el monopolio imperialista del predominio económico y político a expensas de otros"24

Hch 9,23 : "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Jesús se identifica con los perseguidos, con los despreciados de la humanidad.

1 Cor 2,2 “Pues no me precié de saber otra cosa, sino a Jesucristo y éste crucificado". En la cruz

19 Juan Pablo II, Discurso inaugural de Puebla, III, 4; y también en Puebla, n.º 1.264. 20 Juan Pablo II, Discurso inaugural de Puebla, III, 4. 21 Ellacuria, I.: Op, cit., p. 56. 22 citado por De Mier, E: Op, cit, pp. 242-243. 23 Gutiérrez, G.: En busca de los pobres de Jesucristo. El pensamiento de Bartolomé de las Casas, Sígueme, Salamanca, 1993, pp. 103, 105, 115, 143, 466-467, 633 y 635. Cf. Ellacuria, I.: Op. Cit, p. 80. 24 Juan Pablo II, en Namao, Canadá, 7 de septiembre de 1984, n.º 4.

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está la verdadera sabiduría (1 Cor 1,24) y así corno en el crucificado está la verdadera sabiduría, de la misma manera en los crucificados de hoy está el verdadero compromiso cristiano.

La Teología de América Latina resalta que hay que ver las cosas y el mundo desde abajo, desde los pobres, desde los crucificados... Asumir el punto de vista de[ otro: del hambriento, del enfermo, del pobre. Enfocar las cosas desde el punto de vista de las víctimas de la historia. Debemos recuperar la memoria de los Cristos crucificados de hoy25.

Se requiere un cambio urgente de perspectiva: no ver las cosas sólo desde el Primer Mundo, sino verlas desde el Tercer Mundo, ver el mundo desde los campesinos, desde los pobres, desde los últimos, desde los marginados... Ver las cosas y el mundo desde y a partir de los derechos de los Cristos azotados del Tercer Mundo, de la defensa de su vida y su libertad.

Los países pobres se quejan —y con razón— de que las naciones ricas hablan mucho pero hacen poco. Tranquilizan sus conciencias regalando los excedentes de leche de la C.E.E. Justifican su injusticia diciendo que la culpa es de los pobres que no trabajan. ¡Qué poco les conocen! A lo sumo llegan a conmoverse cuando ven un reportaje en la Televisión, pero a la hora de echar mano al bolsillo o denunciar las tremendas injusticias del sistema del mercado internacional, se callan... Por ejemplo, la preservación del medio ambiente: ¿Se puede pedir a un país con tanto problemas económicos, como el Perú, que conserve la selva amazónica sin nuestra ayuda, sabiendo que es el pulmón del mundo?

Tenemos que escuchar más las necesidades de las naciones en desarrollo, sobre todo en lo que supone eliminación de barreras comerciales ... Y pensar que todavía nos negamos a dar las migajas del 0,7 % de nuestra opulencia ... Me viene a la mente la figura del rico Epulón y el pobre Lázaro aplicándolo a los países ricos y a los países pobres (Lc 16, 19-31). Los pueblos pobres son los apaleados en el camino a Jericó y debemos ser buenos samaritanos para ellos (Lc 10, 29-37).

2.2. La voz de la Iglesia en favor de los crucificados hoy El principio fundamental que afirmamos es éste: Dios está presente en los sufrimientos de los

hombres, Dios está con los crucificados, más aún, Dios está en los crucificados, se identifica con ellos. Y a su vez los crucificados revelan al Crucificado26.

Por eso la Iglesia, en Puebla, dice que en esos rostros crucificados tenemos que descubrir el verdadero rostro de Dios27.

"Es enorme la descripción de esos rostros de Cristo, con los cuales nos encontramos hoy día y a través de esos rostros no alcanzamos a delinear bien el rostro de Cristo, los encontramos y no los conocemos, como dice la canción "Con vosotros está y no lo conocéis...” Lo serio es que esta situación está formada por rostros colectivos y rostros estructurales, Estos rostros colectivos no son otra cosa sino una situación de escándalo"28. El pobre y el sufriente se convierten en Sacramento de Dios que lo revaloriza al escogerlo como

lugar privilegiado para estar en el mundo... Por eso podemos afirmar que "Dios será descubierto en los Crucificados, a través de nuestro compromiso con ellos"29. Porque el Dios de Jesucristo es el Dios solidario de las víctimas y de los que sufren. Es un Dios que carga con la Pasión del mundo. Es el Dios humano que grita con nosotros y en nosotros. Por eso la Pasión de Cristo nos coloca siempre al lado de las víctimas y nunca en contra de ellas. Las glorias de Dios son ahora las glorias de los hombres y las debilidades de Dios son ahora las debilidades de los hombres.

25 Gutiérrez, G. afirma: "La historia del cristianismo ha sido también escrita con mano blanca, occidental, burguesa. Debemos recuperar la memoria de los "Cristos azotados de las Indias", como decía Bartolomé de las Casas..., y en ellos a todos los pobres, víctimas de este mundo". La fuerza histórica de los pobres. Sígueme, Salamanca, 1982, p. 370. Cf. pp. 31 y 249. Es necesario recuperar la memoria de los pueblos oprimidos: “Falsear la memoria de un pueblos oprimido es mutilar su capacidad de rebeldía y darse una eficaz arma para someterlo. La manipulación de la historia ha sido, y es, un recurso importante de los grupos dominantes para mantener su poder... En nuestro continente sufrimos una versión señorial de la historia". En busca de los pobres de Jesucristo, p. 588. Metz habla de que hemos elaborado "una historia de los vencedores" (La fe en la historia.... p. 193). En la Iglesia el recuerdo de los mártires es semilla de nuevos cristianos. Por eso las dictaduras han querido ocultar siempre a los mártires, las fosas comunes... Por aquí va lo que Metz llama la memoria subversiva, que nos pone a favor de las víctimas y en contra de los crucificadores. 26 San Pablo de la cruz decía' que veía escrito el nombre de Jesús en la frente de los pobres, Processi I, 572. 27 Puebla nn. 31-39. 28 Ruiz García, Samuel. citado en De Mier, F., Op. cit., p. 242. 29 González Faus, J. I.: "Nosotros anunciamos un Mesías crucificado", en Concilium 242 (1992), p, 680.

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El sufrimiento humaniza al hombre, le madura y transforma y le hace crecer. Pero también hay otros muchos sufrimientos que le deshumanizan y le degradan. Dios ha introducido en el sufrimiento un elemento de purificación y maduración que hace que el hombre sea más hombre. El sufrimiento cambia a los seres30.

Nos resulta más fácil ver a Dios en la naturaleza, en la belleza, en el bien, en lo perfecto... y nos cuesta más descubrirlo en lo sencillo, en lo débil. Sin embargo, Dios está en los crucificados, porque Dios es siempre más cercano a quien más lo necesita. Acercarse al pobre es acercarse a Dios y acercarse a Dios es acercarse al pobre. Por lo tanto el sufriente, el crucificado, es Palabra de Dios, en cuanto que es Dios mismo quien nos está comunicando algo de sí mismo. La Pasión de Cristo y, por lo tanto, la Pasión del hombre, nos descubre al verdadero Dios y nos vuelve críticos con las imágenes de Dios que pugnan por imponerse en nosotros.

2.3. Los crucificados continúan la salvación del crucificado Si Cristo se identifica con los crucificados y los crucificados, a su vez, se identifican con

Cristo, entonces los crucificados son prolongación del Siervo sufriente de Yahvé. Los crucificados son la continuación histórica de la muerte de Jesús. Y en la medida en que los crucificados asumen su pasión identificándose con Cristo, se convierten en continuadores de la salvación de los hombres. "Se propone la salvación del mundo a partir de la crucifixión de Jesús y del pueblo”31. La Pasión del mundo desempeña un rol fundamental en la salvación de los hombres. Y aunque parezca paradójico, la liberación histórica de la humanidad pasa hoy por los hombres explotados. Los oprimidos son la salvación histórica del mundo. Esto resultará sorprendente a los que buscan la liberación histórica de la humanidad y ven a los oprimidos como personas a liberar y no como salvadores y liberadores32. La salvación de Dios se inserta en la historia de los hombres, convirtiendo nuestra historia en una Historia de Salvación.

Así como Dios ha querido necesitar de mediaciones para hablar a los hombres, de la misma manera ha escogido lo débil, los crucificados, como mediación humana de salvación histórica. Esta afirmación se mueve en la línea de lo que tantas veces hemos oído y anunciado: que el sufrimiento humano unido al sufrimiento de Cristo en la Cruz se convierte en redentor.

Por eso podemos afirmar que la pasión de Cristo abre un futuro de esperanza a los hombres que sufren la pasión. Que no nos llamen pesimistas, porque resaltamos la centralidad de la Pasión, ya que el principal lenguaje de la Pasión no es el de la muerte, sino el de la vida. Porque

— la Cruz es fuente de salvación ("murió por nosotros y por nuestra salvación"); la fuerza salvadora de la Cruz continúa activa;

— la cruz es el fundamento de la solidaridad cristiana; — la Pasión está intrínsecamente unida a la Resurrección. No hay Viernes Santo, sin

Domingo de Resurrección. La Muerte no tiene la última palabra. El Padre, así como resucitó a Jesucristo de entre los muertos, nos resucitará también a nosotros. Por eso podemos decir ave Crux, unica spes (la cruz es nuestra única esperanza).

La nueva sociedad, el nuevo orden, la nueva conciencia, brotarán no del sistema, ni de sus representantes, sino desde los crucificados y de todos aquéllos, que han recibido el Espíritu que procede del costado del Crucificado y, por eso, acompañan, optan y se solidarizan con su causa.

2.4. La Cruz como criterio de discernimiento A. Del sufrimiento La Cruz nos lleva a discernir el sufrimiento porque no es lo mismo un sufrimiento que

otro. Hay sufrimientos ante los que Dios pronuncia una bienaventuranza y otros ante los que sentencia una condena. En primera instancia habría que distinguir dos tipos de sufrimiento: el inocente y el causado por otros. Ante el primero preguntaremos: ¿Por qué, Dios mío? ¿por qué?; en cambio ante el sufrimiento causado por otros pronunciaremos una sentencia contra los

30 "Quien no llora no tiene necesidad de la utopía, pero para quien solamente llora, Dios es mudo para él". (D. Sölle). 31 Ellacuria, J.: Op. cit., p. 52. Cf. también pp. 53 ss. 32 Ellacuria, I.: Op. cit., pp. 52-53. Cf. De Mier, F.: Op, cit., p. 284.

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crucificadores y nos pondremos del lado de las víctimas para sacarles de su opresión. Predicar una resignación pasiva en este caso será una afrenta y favorecerá la violencia y el victimismo. Y es que en todo caso el valor del sufrimiento no está en manos de quien lo causa, sino del que lo sufre. El sufrimiento siempre nos remitirá al Dios de la Cruz, para ver en él, no al autor del sufrimiento, sino al que lo comparte con nosotros; de esta manera su cruz ilumina nuestras cruces. Cuando nos olvidamos del crucificado es cuando la tierra se cubre de tinieblas.

B. De la verdadera actitud ante los crucificados “La cruz nos descubre igualmente cómo es nuestra propia actitud ante los sufrientes

obligándonos a no satisfacernos con una mirada esporádica y una palabra de lamento, sino a mirar esas situaciones de Pasión cara a cara, sin huirlas, sin justificarnos con un "qué le vamos a hacer". Nos obliga a mantener ahí la mirada hasta que nos avergüence y nos levantemos decididos a hacer algo por su salvación. No nos permitirá dedicarle sólo algunos momentos de nuestra vida sino que nos exigirá unir nuestra cruz a la suya como la une Cristo"33.

C. De el verdadero pecado El pecado social, el pecado estructural, es el pecado fundamental del mundo de hoy34, y

la Pasión se convierte en juicio crítico y condenatorio de las diversas formas que toma ese pecado. Si miramos con lucidez a nuestro entorno, descubriremos las múltiples formas de perjudicar la vida de los hombres y de crucificarlos.

D. De la verdadera conversión Debe ser una conversión abierta a los demás. Será una auténtica conversión en la medida

en que se abre a las necesidades de los demás. Una conversión que se queda reducida en un ámbito intimista, no será una auténtica conversión cristiana.

E. Juicio crítico para la Iglesia y las comunidades La cruz nos permitirá discernir si una comunidad es cristiana, en la medida en que se

atiendan las necesidades de los de más. "Que la Iglesia sea evangelizadora de los pobres y solidaria con ellos"35. Si vive encerrada en sí misma sin abrirse a las necesidades de los crucificados, tendremos que decir que se ha olvidado del Crucificado.

F. Juicio crítico a la teología La Cruz crucifica la razón. La cruz crucifica la teología y nos permite discernir qué

teología es la auténtica. A menudo se ha hecho una teología de escritorio, al servicio de los intereses de los poderosos36. La auténtica teología es la que se hace desde la realidad y desde la praxis pastoral y más en concreto desde los crucificados. La cruz está ahí no para ser comprendida "intelectualmente", "teóricamente", sino para ser asumida. No se piensa igual desde un palacio, que desde una chabola o un tambo de la selva, las cosas se ven desde distinta óptica. Y ya sabemos aquello del poeta "que todo es según el color del cristal con que se mira".

3. La solidaridad da vida a la Pasión (actuar) Frente a esta situación de crucifixión y muerte que hemos descrito más arriba sólo cabe

una respuesta: la solidaridad con los crucificados. La solidaridad es la síntesis de la respuesta cristiana ante la situación que hemos expuesto.

33 De Mier, F.: Op. cit., p. 265. 34 "Es el pecado social, pecado más graves aún porque se da en países "católicos", en que el lujo de unos pocos va contra la miseria de la mayoría. Esto claramente va contra el plan del Creador y por eso la Iglesia discierne esta situación como injusta, como pecado social gigantesco que es consecuencia del pecado individual" Puebla n. 28, Cf. también nn. 437, 1.269 y Juan Pablo II, Discurso inaugural de Puebla, III, 4. 35 Medellín, Pobreza de la Iglesia, n.º 8. 36 Gutiérrez, G. afirma que "¡No hay una Teología inocente!". En busca de los pobres de Jesucristo, p. 282.

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3.1. Jesús el hombre solidario La principal respuesta cristiana ante la Pasión del mundo debe ser la solidaridad, como

lo hizo el mismo Jesús ante los pobres y marginados de su tiempo. No hay que olvidar que Jesús muere por solidaridad con los crucificados del mundo37. Jesús es el hombre solidario que murió por todos. Cristo asume la cruz en solidaridad y amor con los crucificados que sufren en las cruces de hoy. "Solamente en la solidaridad con los crucificados se puede luchar contra la cruz del mundo"38. No hay que olvidar que la cruz es el lugar donde se revela la forma más sublime del amor. No basta con decir: Señor, Señor; es necesario ser solidario con los demás, en particular con el pobre y desvalido. La solidaridad nos descubre qué significa, hoy y siempre, ser hombre. Hoy sólo se puede ser verdaderamente hombre, siendo solidario.

Dios no es neutral, porque tomó decididamente partido por el pueblo pobre y sufriente de su tiempo, y así lo continúa haciendo. Por tanto, el seguimiento de Cristo tampoco es neutral, tiene que seguir en la sociedad identificándose con los pobres, los sencillos y los crucificados.

El origen de la solidaridad está en el descubrimiento de la realidad de los pobres39. No se puede amar aquello que no se conoce. Y no cabe duda que hoy ha aumentado la conciencia de solidaridad universal, conocemos mejor los sufrimientos de los grupos desfavorecidos. A menudo resulta más fácil la solidaridad a distancia que la solidaridad con el que está a nuestro lado y nos compromete.

"La gran división de la Iglesia es exactamente ésta: — Los que viven y orientan la fe a partir de los oprimidos. Y — Los que, ingenuamente y en nombre de la neutralidad, acaban pensando y viviendo la

misma fe a partir de lo alto de la pirámide social, legitimándola" (Florivaldo Saurin Orlando). — "El político y el militar, el banquero y el jurista, son más poderosos e influyentes en

nuestro mundo, que el poeta, el filósofo, el profeta o el santo" (Berdaiev). Tienen más prestigio en nuestra sociedad.

3.2. La solidaridad en la iglesia antigua (Los Santos Padres) El principio de solidaridad es tan antiguo como la iglesia misma. La primitiva comu-

nidad destacó por su solidaridad:"Tenían todo en común y no había pobres entre ellos" (Hch. 2, 44; 4,32).

Los Santos Padres tienen este principio en la base de su doctrina social. Así, Gregorio Magno afirma:

"La tierra es común a todos los hombres y por eso mismo produce los alimentos de forma común para todos. Por tanto es un error considerar inocentes a los que reclaman para uso privado un don común de Dios... En realidad, cuando distribuimos a los pobres algunas cosas indispensables, no les hacemos un don de nuestras cosas, sino que se las restituimos”40.

En la misma línea los Padres capadocios: Basilio y Gregorio Nacianceno y también, entre los Padres de Occidente, Ambrosio de Milán, dirigiéndose a los terratenientes les invita distribuir las tierras, porque la tierra es de todos. Invita a distribuir los bienes que están destinados a todos. El esquema de razonamiento es éste:

1. La tierra es de todos. 2. Sobre toda propiedad privada pesa, por tanto, una hipoteca social. 3. La ayuda a los pobres es simplemente una restitución41. Los Papas Gelasio y Gregorio Magno disponen que la cuarta parte de las ventas de la

iglesia se destinen al socorro de los pobres42. Es clásico el concepto de Obispo como “padre y defensor de los pobres”.

3.3. Solidaridad mutilada, versus solidaridad cristiana. Metz distingue entre soli-

37 Boff, L.: Op. cit., p. 150. Pasión de Xto. pasión del mundo. 38 Boff, L.: Op. cit., p. 151. 39 Sobrino, J.: Op. cit, p. 217. 40 Gregorio Magno, Regula pastoralis, III, 21, P.L., 77,87. 41 Cf. Sierra Bravo, R.: El mensaje social de los Padres de la Iglesia. Selección de textos, Ed. Ciudad Nueva, Madrid, 1989, pp. 379-420. 42 Cf. GS 69,1, también Sollicitudo rei socialis, 41.

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daridad mutilada y solidaridad cristiana43. A. La solidaridad mutilada: Es entendida como una relación de simpatía natural, pero

que nos mantiene en nuestra superioridad y no se concretiza en acciones solidarias externas. Este compromiso solidario mutilado no permite perder e inconscientemente se le considera como algo superfluo y "en vano". Más que una solidaridad se trata de un intercambio o compraventa. "Te vendo esto a cambio de otra cosa". Es una pseudosolidaridad, una solidaridad limitada, en función de que me favorezca o no. El 0,7 % del P.I.B., acordado por la O.N.U., es una muestra de esta solidaridad mutilada, les damos las migajas y normalmente les damos lo que nos sobra (por ejemplo los excedentes de leche convertidos en leche en polvo). La solidaridad no es mera “ayuda" humanitaria. No se trata de una ayuda puntual, sino de un proceso organizado.

A veces se da una pasiva falta de solidaridad o lo que es peor una antisolidaridad activa:

"¡Ay de aquellos que el Señor encuentre con los ojos secos porque no supieron ser solidarios con los pobres y sufrientes de este mundo. Para recibir esa tierna consolación de Dios es necesario hacer nuestras las penurias de los oprimidos, deben revolverse nuestras entrañas al ver un herido al borde del camino, saber vibrar con el dolor ajeno, ser más atentos a las personas con su conflictividad y desarreglo que al mismo orden de las cosas" 44. B. La auténtica solidaridad cristiana. Es una solidaridad entre iguales (que lo son o

aspiran a serlo): "Yo apoyo tus intereses y tú los míos". Esta solidaridad implica reciprocidad. En ese compromiso solidario estamos dispuestos a perder. Es una

solidaridad que pacta con los pobres. Es una solidaridad universal —preferentemente con los últimos, con los rezagados, con los vencidos, los marginados—. Solidaridad especialmente con los que sufren. La solidaridad es una tarea urgente que nos obliga con la gran masa de crucificados y pobres de la tierra. la solidaridad nos obliga a defender a los inocentes. En este sentido, la compasión hay que entenderla hoy como ,¡sufrir con", ser solidarios en el dolor y no como un sentimentalismo lastimero inocente. Supone un dejarse afectar por el sufrimiento del otro. Supone compartir la Compasión de Dios.

Solidaridad = “Llevarse mutuamente" —es algo más importante que ayudar a otros cuando están en necesidad—, es el dar y recibir unos de otros, lo mejor de unos y otros. Solidaridad significa, entonces, disponibilidad a dar y disponibilidad a recibir45.

"SOLIDARIDAD — Mantener siempre atentos los oídos al grito de dolor de los demás y escuchar

su llamada de socorro, es SOLIDARIDAD. — Mantener la mirada siempre alerta y los ojos tendidos sobre el mar en busca

de algún náufrago en peligro, es SOLIDARIDAD. — Sentir como algo propio el sufrimiento del hermano de aquí y del de allá,

hacer propia la angustia de los pobres, es SOLIDARIDAD. — Llegar a ser la voz de los humildes, descubrir la injusticia y la maldad,

denunciar al injusto y al malvado, es SOLIDARIDAD. — Dejarse transportar por un mensaje cargado de esperanza, amor y paz, hasta

apretar la mano del hermano, es SOLIDARIDAD. — Convertirse uno mismo en mensajero del abrazo sincero y fraternal que unos

pueblos envían a otros pueblos, es SOLIDARIDAD. — Compartir los peligros en la lucha por vivir en justicia y libertad arriesgando

en el amar hasta la vida, es SOLIDARIDAD. — Entregar por amor hasta la vida es la prueba mayor de la amistad, es vivir y

morir con Jesucristo, es SOLIDARIDAD”. LEONIDAS PROAÑO

43 Cf. Metz, J. B.: Op. cit., pp. 237-244. 44 Gutiérrez, G.: Op. cit., p. 186. 45 Cf. Sobrino, J.: Comunión, conflicto y solidaridad eclesial, En Mysterium liberationis, ll, pp. 217-243.

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Esta solidaridad parte del principio de la igualdad de todos los hombres, en cuanto las “creaturas e imagen de Dios". Esto no tiene nada que ver con el "igualitarismo" pretendido e impuesto por determinados intereses políticos. Esta praxis solidaria deberá orientarse siempre por la solidaridad del seguimiento. Esta solidaridad del seguimiento sería traicionada si se identificara con la idea básica marxista de la "solidaridad internacional de la clase trabajadora", ya que excluiría a determinadas clases, y nada más lejos del Evangelio y del seguimiento de Cristo. Es una solidaridad cristiana sin odio, ni violencia. Esta solidaridad es, en definitiva, solidaridad en la fe. Es una solidaridad contra el hambre, la miseria, la pobreza."Esta solidaridad significa hacer nuestros sus problemas y sus luchas, saber hablar por ellos. Esto ha de concretarse en la denuncia de la injusticia y la opresión, en la lucha cristiana contra la intolerable situación que soporta con frecuencia el pobre, en la disposición al diálogo con los grupos responsables de esa situación para hacerles comprender sus obligaciones” 46.

3.4. Características de la solidaridad cristiana a) Es una solidaridad no sólo afectiva, sino también efectiva, que se manifiesta en

acciones concretas. "Obras son amores..." b) Se deja afectar por los sufrimientos de los demás, asumiéndolos como propios. Actúa

contra estos sufrimientos y asume como propia la búsqueda de la esperanza para todos los sufrientes. c) Es sobre todo una solidaridad con las víctimas de la injusticia.

d) Es una solidaridad encarnada y kenótica, que se abaja y se pone al mismo nivel del otro. Se despoja de su rango para hacerse igual que el otro.

e) La solidaridad incluye la justicia. Es una solidaridad con todos, no es una solidaridad sólo con algunos sí y con otros no, porque son de mi línea o me caen más simpáticos.

f) La solidaridad con los pobres es el alma de la pobreza evangélica: "dalo a los pobres y sígueme" (Mt. 19,21; MC. 10,21; Lc. 18, 22). Sólo podemos ser solidarios si compartirnos47.

3.5. El voluntariado: Una realidad solidaria de nuestro mundo Cada día crece más y más la solidaridad sin fronteras y aparecen más asociaciones de

voluntariado social y O.N.G.s. Estos movimientos nacen como respuesta a graves problemas humanos que la Administración tarda en solucionar o ni siquiera se plantea solucionarlos. De esta manera el voluntariado social supone una constante denuncia al Estado y a la sociedad, es una protesta y una propuesta. Protesta porque nadie puede quedarse impasible y callado ante el panorama de desprotegidos con los que nos topamos cada día y una propuesta de vías de solución.

El voluntariado es una de las principales realidades solidarias de nuestro mundo con una gran crisis de valores. Es una forma práctica de hacer que nuestro mundo sea más de todos y para todos, sin excluir a nadie, ni crear ciudadanos de segunda categoría. Los voluntarios son personas con un fuerte sentimiento de solidaridad en favor de los más necesitados, con los que comparten su tiempo, sus cualidades y sus personas, sin esperar nada a cambio, de forma altruista y humanitaria.

Parece que ahora estuviera de moda el tener una experiencia en el Tercer Mundo, como si nos hubiéramos cansado de Benidorm. El voluntariado no ve la realidad del sufrimiento desde una torre, sino desde los mismos crucificados. Se identifican con los crucificados, es decir son capaces de aprender de ellos, se ponen a su altura y les hacen sentir que los importantes son ellos, compartiendo con ellos sus gozos y sus esperanzas, sus tristezas y sus angustias (G.S. I). Las ricas experiencias de solidaridad con los pobres y oprimidos en estos últimos años han abierto un surco por el que habrá que continuar ahora con fuerza e imaginación.

CONCLUSION 1. Bajar de la Cruz a los pueblos crucificados La primera conclusión obligatoriamente debe ser la constatación de que hoy, el signo de

los tiempos es el de hombres crucificados y pueblos crucificados que nos gritan y exigen que les bajemos de la cruz. No podemos dejar a los pueblos crucificados abandonados a su desgracia.

46 Conferencia Episcopal latinoamericana de Medellín, “Pobreza de la Iglesia”, n.º 10. 47 Cf. Jiménez Limón, J.: Sufrimiento, muerte, cruz y martirio, En Mysterium Liberationis, II, pp. 477-494.

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Es conveniente y necesario emplear esta terminología, "pueblos crucificados", porque con este lenguaje se recalca su tragedia histórica y su significado para la fe. "Morir crucificado no significa simplemente morir, sino ser matado; significa que hay víctimas y que hay verdugos; significa que existe un gravísimo pecado"48.

Sólo sabiendo callar y comprometerse con el sufrimiento de los pobres, se podrá hablar desde su esperanza. Sólo tomando en serio el dolor de la humanidad, y viviendo bajo la luz pascual el misterio de la cruz en medio de esa realidad, será posible evitar que nuestra teología y nuestra evangelización sean "discursos vacíos" (Jb. 16,3).

2. Hay que constatar que la Iglesia sólo puede ser iglesia solidaria Si la Iglesia quiere hoy ser fiel al Evangelio debe ser Iglesia solidaria que se une a la

causa de los pobres y excluidos. En la solidaridad encontrará su verdadera identidad y será verdaderamente relevante para nuestro mundo carente de valores, muchas veces, de valores humanos.

"Sólo una Iglesia que se acerca a los pobres y a los oprimidos, se pone a su lado y de su lado, lucha y trabaja por su liberación, por su dignidad y por su bienestar, puede dar un testimonio coherente y convincente del mensaje evangélico. Bien puede afírmarse que el ser y el actuar de la Iglesia se juega en el mundo de la pobreza y del dolor, de la marginación y de la opresión, de la debilidad y el sufrimiento"49. O como decía Juan XXIII "la Iglesia se presenta frente a los países subdesarrollados,

tal y como quiere ser, como la Iglesia de todos y, particularmente, como la Iglesia de los pobres".

La Iglesia tiene que hacer oír el grito de los crucificados hoy en nuestra sociedad. Queremos hacer una lectura creyente de la Palabra de Dios desde las cruces que arrastran hoy los más pobres, denunciando con fuerza las causas que lo provocan y promoviendo acciones solidarias que abran vías de solución.

La "misión de la Iglesia es ser Iglesia de los pobres, en un doble sentido: — una Iglesia pobre, y — una Iglesia para los pobres.

“Una Iglesia marcada preferentemente por el mundo de los pobres, y su preo-cupación, su dedicación y su planificación esté orientada principalmente por su misión de servicio hacia los pobres... De aquí la necesidad de conocer, vivir y compartir el mundo de los pobres”50. En definitiva una Iglesia que se une a la causa de los pobres. 3. Y nosotros los Pasionistas, que colocamos en el centro de nuestra vida la Pasión de

Cristo, debemos caracterizarnos prioritariamente por ser una Congregación solidaria con los crucificados de hoy. Con una incidencia mayor en las "nuevas presencias" en medio de los crucificados51.

Para nosotros los Pasionistas, predicar la Cruz significa convocar a los hombres a este amor solidario con los sufrientes para combatir los mecanismos productores de cruces, haciendo nuestra la causa de los crucificados.

Para nosotros los Pasionistas urge profundizar una auténtica Teología de la cruz que sitúa en el centro de su reflexión y acción la Memoria Passionis y nos lleva a morir en solidaridad con los abandonados y fuera de la ciudad. Si somos solidarios en los sufrimientos también lo seremos en la consolación (2 Cor 1,7; Hb 10,33).

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