la medicina de la solidaridad

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.~ IJT[ 5:1tuI)UfY), 63

Las desigualdades sociales, la desesperanza yla pérdida de control sobre la propia vida sonalgunos de los más graves factores de riesgopara numerosas enfermedades. Una red socialactiva, una conciencia de solidaridad y unasmetas sociales compartidas pueden tenermás trascendencia para la salud pública quelegiones de médicos y planes sanitarios.

Para pensar en cómo las relaciones sociales yafectivas redundan en una mejor salud físi-ca y mental, querría situarles hoy en Roseto,un pueblecito de las montañas de Pocono, enPensilvania CEE. UU.). Pocono y sus alrededo-

res, en los años ochenta del siglo XIX, fueron "colonizados"por inmiqrantes muy homogéneos: todos ellos proveníande la Italia mericional, Vinieron en oleadas, se instalaronen la rica tierra Ce aeoqida y, durante decenios, siguieronviviendo en farr'-;" ~-como en su lugar de origen. Perohete aquí que. e::.ios años cincuenta del siglo XX, epide-miólogos e ir:-.-e:r.:::f?'dlres sociales curiosos descubrieronque en Pocono y sus ue2edores ~asenfermedades car-diovasculares eran signilicativamente menos frecuentesy menos graves que en el resto de Estados Unidos y queen gran parte del mundo industrializado.

JORGE L TIZÓNPsiquiatra, psicoanalistay neurólogo. Director delEquipo de Prevenciónen Salud Mental y AtenciónPrecoz a los Pacientes enRiesgo de Psicosis dellnstitutCatals de la Salut.

Una legión de estudiosos e investigadores en los ámbitosde la salud pública, la cardiología, la medicina interna, laepidemiología, la sociología, la antropología cultural... sedesplazó al pueblo y realizó sobre él y sus habitantes es-tudios que han durado más de cincuenta años. Toda aque-lla cohorte de científicos deseaba averiguar qué factoresprotectores existían en la cultura, costumbres sociales,alimentación, género de vida y hábitos de sus habitantespara obtener datos tan saludables. y lo que encontraron nodejó de sorprenderles, hasta el extremo de que a varios delos investigadores más conocidos, como el epidemiólogobritánico Richard Wilkinson o el médico estadounidenseStewart Wolf, les iba a cambiar la perspectiva de su espe-

~idad e, incluso, de su vida.

~ ~'Los sesudos investigadores de saludpública esperaban hallar unos habi-

tantes menos expuestos, por algúnmotivo desconocido, a los conocidos

factores de riesgo cardiovascular -sedentarismo, dieta ricaen grasas animales, alcohol, tabaco ...-, pero se encontraroncasi con lo contrario: los habitantes de Pocono persistíananclados en sus costumbres tradicionales, propias de la Ita-lia meridional de donde provenían en su mayoría. ¿Quésignifica eso en cuanto a costumbres cotidianas? Pues, porejemplo, suaves y deslizantes lasañas, o sabrosas y tiernasalbóndigas ...En la composición de ambos platos, la combi-nación de dos o tres tipos de carne es básica y,entre ellas, lade cerdo, fundamental. Como son básicas las grasas en lassalsas de tomate, marinara, pesto, con las que acompañansus guisos. Todo ello regado con vinos italianos, consumi-dos en cantidades generosas y, a menudo, acompañados decigarros y pitillos, sobre todo tras las copiosas comidas enfamilia de sábados y domingos. y alguna grappa u otrosdestilados. En definitiva, todos, o casi todos, factores deriesgo de múltiples enfermedades y, sobre todo, de enfer-medades cardiovasculares.

y entonces -con esa acumulación de factores de riesgo másque demostrados-, ¿cómo podían poseer los habitantes deRoseto esas tasas tan bajas de enfermedades cardiovas-culares, incluso la mitad que las del resto del país? Buscaque te busca, se llegó a la conclusión de que se necesitabansociólogos y psicólogos sociales para explicarlo.

y he aquí alguno de los resultados queencontraron: en realidad, Pocono es-taba habitada por campesinos italia- ~~~::::Jnos que habían llevado hasta el remotoNuevo Mundo una rica y equilibrada cultura campe-sina caracterizada por la sencillez y naturalidad en laalimentación, pero también por las relaciones de bue-na vecindad. Sería lo que hoy llamaríamos "dieta me-diterránea" y relaciones sociales estrechas basadas en.a solidaridad, Fue Stewart Wolf el primero que comen-=::: ~ :_.,;'-':':- e:: que el secre o de ia salud cardiovascu--::- ::: ?-"'E:: ::E:::~ e:: ==- ..." ·:,::::c :le su ..-:.ciE. social

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cerrada y basrer~::e"..---=~ =--=- - -= -- __ ~ ...:- - -- ~~gares convivían varias g¡:'-EC"';~fS= ==::-...: --:: -.:: =e-ridional de origen, protegiéndose ~ s uncs =- =-- __ ...5 ...:.=infortunios como la enfermedad, el paro, la ~,,~-=, .-La delincuencia era baja y los servicios sociales apeaas :e-nían personas a las que atender. Todos se conocían, se s8:daban y conversaban; se juntaban en coros, bandas, bailes,plazas, comidas, meriendas o en los clubes italoamericanos,frecuentes y concurridos, donde los hombres pasaban lastardes charlando y jugando a las cartas.

La periodista Helen Epstein escribió hace algunos añosun excelente y sensible trabajo sobre Roseto y su desarrollo.Al principio, aunque también había ricos y menos ricos, laexhibición de riquezas era excepcional. Todo elmundo ves-tía casi las mismas ropas y vivía en similares casas cuadra-das revestidas de madera, con sus porches de entrada y sus

clásicas telas metálicas ... Empero, en los años setenta delsiglo xx, la vida en Roseta cambió de forma progresiva: losjóvenes habían crecido y se habían ido integrando en el "es-tilo de vida americano". Las familias se dispersaron cuandolos hijos dejaron el hogar. La prosperidad económica delpaís era notable, y la gente de Roseta comenzó a construircasas más y más grandes, más y más lujosas ...Comenzarona aparecer diferencias en la edificación, entre unas y otraszonas del pueblo, en los clubes, en las fiestas de fin de se-mana ...Hacia 1985, la tasa de trastornos cardiovascularesagudos era ya similar a la de las ciudades cercanas. Y, sineJPbargo, en Roseta se consumía menos tabaco que veintey treinta años antes, y los hábitos alimentarios eran mássaludables. ¿Qué producía esa aparente paradoja?

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Para Stewart Wolf, que, como hemos di-cho, pasó casi cincuenta años estudian-~::~~=do Roseta, lo único que había cambiadoera el grado de cohesión social: ahora

Roseta era un pueblo grande "como los demás". Había me-nos meriendasy fiestas públicas, menos afiliados a bandas

----de música y coros ...Algunos de los clubes italoamericanoshabían tenido que cerrar. Ya existían desempleados y habíalista de espera en los servicios sociales. En definitiva, y co-mo estaba demostrando en esos años el profesor RichardWilkinson con su estudio de los funcionarios del Gobiernobritánico que trabajaban en esos hermosos edificios góticosjunto al Támesis (Whitehall), las desigualdades socialesson uno de los más graves factores de riesgo para nume-rosas enfermedades y, en especial, para las enfermedadescardiovasculares, especialmente si esas desigualdades sonvividas con la desesperanza de que nada ni nadie será ca-paz de superarlas, cambiarlas o saltarlas ...; es decir, si se haperdido el control sobre la propia vida social y la esperanzade recuperarlo. La igualdad económica es importante parala salud, como se había demostrado asimismo en la Ingla-terra de la guerra mundial y los años de posguerra

Roseto y los estudios del Whitehall concretaban aún másel fenómeno: una red social activa una conciencia de soli-daridad y camaradería, unas metas sociales compartidaspor las que luchar... pueden tener ....,ástrascendencia pa-ra la salud pública que legiones de ~édicos. sanitarios yplanes de salud. Es lo que en sanidac p6:':'ca ha dado enllamarse el "efecto Roseto".

Numerosos estudios científicos m -es-tran que los mayores de 65 años a: sque les gusta salir a comer uera cecasa, juegan a cartas. a:: a, ~-- ey par .cipan eL. c.cC":~"'-es 50<"':'"-= --:-:::=::media dos años y medio más que os~-= =.is ",:c; =dosHay estudios y datos que apuntan que el sen .¿ ¿e:.:..... --.0:-y la capacidad de reír -y de reírse de uno mismo- son fac-tores importantes para proteger la salud física y mental,que los hombres que se sienten queridos por sus esposastienen menos episodios de angina de pecho que los queno se sienten queridos, que los humanos que se sientensocialmente aislados tienen muchas más posibilidades depadecer muerte prematura, diversas enfermedades y,desdeluego, trastornos mentales ...

En medicina son famosos los grupos que puso en marchael psicoanalista húngaro Michael Balint y que han ayudadoa los profesionales de la práctica médica a conocer y afrontarsus propias dificultades en la relación asistencial. Balint ha-bía llegado a la conclusión, hoy ampliamente demostrada,de que cuando el médico de cabecera sabe utilizar sus ca-pacidades de relación y comunicación, estas resultan ser elprincipal "factor curativo" de la medicina. Por eso, en el mis-mo sentido, y apoyándome en estudios como los de Rosetoy otros muchos, suelo afirmar que la medicina basada en lasolidaridad podría ser la medicina más barata y potente, y,desde luego, un importante medio para disminuir los dispa-ratados costes actuales de la asistencia sanitaria occidentaly la medicalización de la vida en nuestras sociedades. ~