la filosofía idealista de inmanuel kant

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UNIDAD 10: LA FILOSOFIA IDEALISTA DE INMANUEL KANT HISTORIA DE LA FILOSOFIA 2º BACHILLERATO 1781 Crítica de la razón pura 1785 Fundamentación de la metafísica de la costumbres 1788 Crítica de la razón práctica 1790 Crítica del Juicio 1795 Sobre la paz perpetua 1797 Metafísica de las costumbres Además de simpatizar con los ideales de la Independencia Americana y de la Revolución Francesa, Kant compartió con el movimiento ilustrado el interés por la ciencia, la confianza en la razón y la esperanza en el futuro de la humanidad. A Kant hay que enfocarlo y entenderlo como un filósofo ilustrado. Kant es, efectivamente, un filósofo ilustrado. Y no lo es simplemente porque le haya tocado vivir y pensar en esa época histórica, sino porque Kant hizo suyos los principios impulsores de la Ilustración y, al repensarlos desde su filosofía, los enriqueció y profundizó. La Ilustración consiste, según Kant, en el hecho por el cual el hombre sale de la minoría de edad. De esa minoría de edad sólo se sale cuando el hombre se aventura a servirse automáticamente de su propio entendimiento, dejando a un lado la dirección de toda autoridad o tutela. Empezaremos, pues, esta unidad con una visión panorámica de la época de la Ilustración (siglo XVIII); veremos por qué recibe este nombre y nos acercaremos a algunos de los temas que trató la mayoría de los pensadores ilustrados. Inmanuel Kant (1724-1804) nació y murió en la ciudad alemana de Königsberg. Fue educado en el pietismo luterano. A los 16 años ingresó en la Universidad de Königsberg, donde estudió la filosofía de Christian Wolff (1679-1754), una exposición escolástica del racionalismo de Leibniz, y la física de Newton. Desde 1775 ejerció allí de profesor hasta su jubilación. En el pensamiento kantiano se distinguen dos períodos: el precrítico, en el que acepta la metafísica racionalista de Wolff, y el crítico, en el que, tras ser despertado por Hume de su sueño dogmático, someterá a crítica o análisis a la razón, en su doble uso teórico y práctico, con el fin de establecer sus límites y descubrir su funcionamiento. Al periodo crítico, y a su fase de justificación, pertenecen sus obras más importante, escritas entre 1781 y 1797. LA NECESIDAD DE UNA CRITICA DE LA RAZON Kant considera que es una tarea ineludible el estudio definitivo de la razón como facultad humana de conocimiento, con el fin de determinar de una vez por todas qué puede conocer y qué no puede conocer. Este estudio de la razón por la propia razón, que es a lo que Kant denomina crítica, le permitirá, por un lado, fundamentar las matemáticas y la física como ciencias; y, por otro, decidir sobre la posibilidad o imposibilidad de la metafísica como ciencia. LA POSTURA ANTE EL RACIONALISMO Y EL EMPIRISMO La actitud crítica de Kant se contrapone al dogmatismo racionalista y al escepticismo empirista. El racionalismo le otorgaba a la razón una capacidad ilimitada de conocimiento; esta, a partir de unos contenidos o “idea innatas” que tenía en sí misma, podía deducir los principios generales de la Naturaleza y alcanzar el conocimiento de realidades metafísicas. El empirismo, por el contrario, encerraba a la razón exclusivamente dentro de los límites de la experiencia sensible, de donde tomaba todos sus contenidos, negándole la posibilidad de alcanzar un conocimiento más allá de la experiencia. La actitud de Kant es una síntesis de ambos. Al empirismo le concede que el punto de partida y el límite de nuestro conocimiento es la experiencia sensible, y al racionalismo que el sujeto pone algo generado por las propias facultades de conocimiento que le permite conocer o comprender lo percibido. Todo conocimiento consta según Kant de dos elementos imprescindibles: una materia dada a posterior¡ y unas formas puestas a priori. El conocimiento es así una síntesis de experiencia y razón. Si falta alguno de estos dos elementos no hay conocimiento. ILUSTRACIÓN Y LIBERTAD COMO META DE LA RAZÓN Kant se propone hacer un juicio a la razón: la razón se sienta como un reo en el banquillo de los acusados, el juez es la misma razón y el abogado defensor es también la misma razón; no hay otra facultad que pueda ejercer estas funciones. Considera Kant que este juicio es absolutamente necesario hacerlo, no sólo por el diferente papel que racionalistas y empiristas han otorgado a la razón, sino porque en su época hay mucha gente que vive de modo no ilustrado, de espaldas a la verdadera razón; es decir, se encuentran en una minoría de edad, oprimidos por agentes externos a la razón (prejuicios, tradiciones, costumbres, etc.). El único remedio es someter a crítica a la misma razón, para que ella misma reconozca sus posibilidades de conocer y sus límites, sin nada exterior que la comprima. En definitiva, les falta la verdadera libertad, la libertad que proporciona el verdadero uso de la razón, la que hace que la gente llegue a la "mayoría de edad". Esta libertad es el motor de la crítica. Esta crítica es la que hace plantearse al hombre el sentido de su vida y cuales son los últimos fines e intereses.

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Page 1: La filosofía idealista de Inmanuel Kant

UNIDAD 10: LA FILOSOFIA IDEALISTA DE INMANUEL KANT HISTORIA DE LA FILOSOFIA 2º BACHILLERATO

1781 Crítica de la razón pura 1785 Fundamentación de la metafísica de la costumbres 1788 Crítica de la razón práctica 1790 Crítica del Juicio 1795 Sobre la paz perpetua 1797 Metafísica de las costumbres

Además de simpatizar con los ideales de la Independencia Americana y de la Revolución Francesa, Kant compartió con el movimiento ilustrado el interés por la ciencia, la confianza en la razón y la esperanza en el futuro de la humanidad. A Kant hay que enfocarlo y entenderlo como un filósofo ilustrado. Kant es, efectivamente, un filósofo ilustrado. Y no lo es simplemente porque le haya tocado vivir y pensar en esa época histórica, sino porque Kant hizo suyos los principios impulsores de la Ilustración y, al repensarlos desde su filosofía, los enriqueció y profundizó. La Ilustración consiste, según Kant, en el hecho por el cual el hombre sale de la minoría de edad. De esa minoría de edad sólo se sale cuando el hombre se aventura a servirse automáticamente de su propio entendimiento, dejando a un lado la dirección de toda autoridad o tutela. Empezaremos, pues, esta unidad con una visión panorámica de la época de la Ilustración (siglo XVIII); veremos por qué recibe este nombre y nos acercaremos a algunos de los temas que trató la mayoría de los pensadores ilustrados.

Inmanuel Kant (1724-1804) nació y murió en la ciudad alemana de Königsberg. Fue educado en el pietismo luterano. A los 16 años ingresó en la Universidad de Königsberg, donde estudió la filosofía de Christian Wolff (1679-1754), una exposición escolástica del racionalismo de Leibniz, y la física de Newton. Desde 1775 ejerció allí de profesor hasta su jubilación. En el pensamiento kantiano se distinguen dos períodos: el precrítico, en el que acepta la metafísica racionalista de Wolff, y el crítico, en el que, tras ser despertado por Hume de su sueño dogmático, someterá a crítica o análisis a la razón, en su doble uso teórico y práctico, con el fin de establecer sus límites y descubrir su funcionamiento. Al periodo crítico, y a su fase de justificación, pertenecen sus obras más importante, escritas entre 1781 y 1797.

LA NECESIDAD DE UNA CRITICA DE LA RAZON Kant considera que es una tarea ineludible el estudio definitivo de la razón como facultad humana de conocimiento, con el fin de determinar de una vez por todas qué puede conocer y qué no puede conocer. Este estudio de la razón por la propia razón, que es a lo que Kant denomina crítica, le permitirá, por un lado, fundamentar las matemáticas y la física como ciencias; y, por otro, decidir sobre la posibilidad o imposibilidad de la metafísica como ciencia.

LA POSTURA ANTE EL RACIONALISMO Y EL EMPIRISMO La actitud crítica de Kant se contrapone al dogmatismo racionalista y al escepticismo empirista. El racionalismo le otorgaba a la razón una capacidad ilimitada de conocimiento; esta, a partir de unos contenidos o “idea innatas” que tenía en sí misma, podía deducir los principios generales de la Naturaleza y alcanzar el conocimiento de realidades metafísicas. El empirismo, por el contrario, encerraba a la razón exclusivamente dentro de los límites de la experiencia sensible, de donde tomaba todos sus contenidos, negándole la posibilidad de alcanzar un conocimiento más allá de la experiencia. La actitud de Kant es una síntesis de ambos. Al empirismo le concede que el punto de partida y el límite de nuestro conocimiento es la experiencia sensible, y al racionalismo que el sujeto pone algo generado por las propias facultades de conocimiento que le permite conocer o comprender lo percibido. Todo conocimiento consta según Kant de dos elementos imprescindibles: una materia dada a posterior¡ y

unas formas puestas a priori. El conocimiento es así una síntesis de experiencia y razón. Si falta alguno de estos dos elementos no hay conocimiento.

ILUSTRACIÓN Y LIBERTAD COMO META DE LA RAZÓN Kant se propone hacer un juicio a la razón: la razón se sienta como un reo en el banquillo de los acusados, el juez es la misma razón y el abogado defensor es también la misma razón; no hay otra facultad que pueda ejercer estas funciones. Considera Kant que este juicio es absolutamente necesario hacerlo, no sólo por el diferente papel que racionalistas y empiristas han otorgado a la razón, sino porque en su época hay mucha gente que vive de modo no ilustrado, de espaldas a la verdadera razón; es decir, se encuentran en una minoría de edad, oprimidos por agentes externos a la razón (prejuicios, tradiciones, costumbres, etc.). El único remedio es someter a crítica a la misma razón, para que ella misma reconozca sus posibilidades de conocer y sus límites, sin nada exterior que la comprima. En definitiva, les falta la verdadera libertad, la libertad que proporciona el verdadero uso de la razón, la que hace que la gente llegue a la "mayoría de edad". Esta libertad es el motor de la crítica. Esta crítica es la que hace plantearse al hombre el sentido de su vida y cuales son los últimos fines e intereses.

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EL SENTIDO DE LA FILOSOFIA DE KANT Kant formula así los cuatro principales problemas del hombre:

¿Qué puedo conocer? Se trata del problema del Conocimiento, de establecer los principios y límites que hacen posible un conocimiento científico de la Naturaleza y de toda la verdad. ¿Qué debo hacer? Se trata del problema de la Moralidad, de establecer los principios y condiciones para que la razón pueda obrar según su plena libertad. ¿Qué me cabe esperar? Se trata del problema de la Religión y de la Historia; marca el destino último del hombre, que es la Religión, y las condiciones y posibilidades de su realización en el tiempo y en el espacio que es la Historia. ¿Qué es el hombre? Se trata de relacionar las tres preguntas anteriores en el sujeto Hombre; la pregunta básica, una clarificación racional al servicio de una Humanidad más libre, más justa, mejor encaminada a la realización de los últimos fines.

LA RAZÓN TEÓRICA: EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO

Lo primero que ha de hacer una crítica de la razón es, como veíamos en el apartado anterior, responder a la pregunta: ¿qué puedo conocer? La respuesta a esta cuestión implica señalar: a) los principios que hacen posible un conocimiento científico de la naturaleza, y b) Los límites dentro de los cuales se mueve tal conocimiento. Esta tarea es llevada a cabo por Kant en su obra Crítica de la razón pura. A ella nos dedicaremos a continuación. La doctrina kantiana del conocimiento se basa en la distinción fundamental entre dos facultades o fuentes del conocer: la sensibilidad y el entendimiento, que poseen características distintas y opuestas entre sí. La sensibilidad es pasiva, se limita a recibir impresiones provenientes del exterior (colores, sonidos, etc.; en términos generales, lo que Locke denominaba "ideas simples", y Hume "impresiones de sensación"). El entendimiento es activo. Tal actividad (que Kant llama "espontaneidad"), consiste fundamentalmente en que el entendimiento produce de forma espontánea ciertos conceptos sin derivarlos de la experiencia. Conceptos de este tipo son, por ejemplo, los de sustancia, causa, necesidad, existencia, etc. El entendimiento utiliza estos conceptos para unificar y ordenar la experiencia. Tomemos como ejemplo el concepto de "sustancia" al que tanta atención prestaban racionalistas y empiristas. Según Kant, se trata de un concepto que el entendimiento posee y utiliza para unificar los datos sensibles: si no poseyéramos ese concepto y no lo aplicáramos al conjunto de sensaciones correspondientes, no podríamos formular proposiciones como "la rosa es

roja" o "la rosa es olorosa", etc., ya que en todas estas afirmaciones concebimos la rosa como sustancia, y el color, olor, etc., como propiedades suyas. Sin aplicar el concepto de sustancia no podríamos hablar de las cosas, ya que siempre que formulamos un juicio con un sujeto y un predicado ("los gatos son mamíferos", "los cuerpos son pesados", etc.), concebimos el sujeto como sustancia y los predicados como propiedades o accidentes suyos.

LA POSIBILIDAD DE LA METAFISICA COMO CIENCIA La tesis kantiana puede, por tanto, expresarse en las tres siguientes afirmaciones:

El entendimiento posee conceptos (puros) que no proceden de la experiencia (y en esto se aleja del empirismo) El entendimiento los utiliza para unificar y ordenar la experiencia. Tales conceptos solamente son aplicables con validez a lo dado en la experiencia.

En la introducción a la Crítica de la razón pura, Kant se muestra interesado por el problema de la posibilidad de la Metafísica, es decir, si es posible un conocimiento científico riguroso acerca de Dios, de la libertad y de la inmortalidad del alma, temas que constituyen el objeto tradicional de la Metafísica. Dos son, a juicio de Kant, las deficiencias que han caracterizado tradicionalmente a la Metafísica colocándola en una manifiesta situación de inferioridad con respecto a la ciencia (Física, Matemáticas): En primer lugar, la ciencia progresa mientras que la Metafísica continúa debatiendo las mismas cuestiones que debatían Platón y Aristóteles tantos siglos atrás (existencia de Dios, inmortalidad del alma, etc.); En segundo lugar, los científicos se ponen de acuerdo en sus teorías y conclusiones, mientras que el más escandaloso desacuerdo reina entre los metafísicos. Urge, pues, plantearse el problema de si es posible la Metafísica como ciencia, de si la metafísica puede construirse como se construyen las ciencias matemáticas y físicas. De ser esto posible, piensa Kant, la Metafísica podrá superar el deplorable estado en que se ha encontrado durante todos los siglos de su existencia, logrando el acuerdo y el progreso. Si esto no fuera posible, piensa igualmente Kant, lo mejor será abandonar definitivamente la ilusión de construir sistemas metafísicos con pretensiones de conocimiento científico. Como puede observarse, el planteamiento no puede ser ni más claro, ni más tajante. El problema fundamental consiste, pues, en dilucidar si es posible la Metafísica como ciencia La solución de este problema exige, sin embargo, que nos planteemos una cuestión previa: ¿cómo es posible la ciencia? Obviamente, solo después de determinar las condiciones que hacen posible la ciencia podremos preguntarnos si la Metafísica se ajusta o no a esas condiciones. Si la respuesta es afirmativa, la Metafísica adquirirá rango de ciencia; si, por el contrario, es negativa, la Metafísica no podrá constituirse como ciencia y haremos bien en abandonarla en su pretensión científica. Este planteamiento parecerá -y con razón- excesivamente abstracto y general. Hablamos de investigar las condiciones que hacen posible el conocimiento científico, pero ¿de qué condiciones se trata?, y ¿cómo investigarlas?

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LAS CONDICIONES DEL CONOCIMIENTO CIENTIFICO Para comprender el planteamiento de Kant hemos de distinguir dos tipos de condiciones, que él denomina, respectivamente, condiciones empíricas y condiciones a priori.

Condiciones empíricas Explicaremos esto con un ejemplo: el que podamos ver algo depende de un sinnúmero de condiciones: de que nuestra vista sea suficientemente aguda, de que el objeto no se encuentre excesivamente lejos o sea excesivamente pequeño, etc. Estas condiciones son particulares y fácticas: en efecto, un individuo puede tener una agudeza visual suficiente para ver un objeto que otro individuo es incapaz de percibir; más aún, aunque se trate de distancias o tamaños tales que ningún individuo pueda de hecho percibir, siempre cabría inventar instrumentos suficientemente poderosos (telescopios o microscopios) que permitieran su percepción. Este tipo de condiciones -particulares y fácticas, que pueden ser alteradas- se denominan empíricas.

Condiciones trascendentales (a priori ) Pero existen otras condiciones de un tipo totalmente distinto. En el caso de la visión, una condición para ver algo es que nuestra percepción esté localizada en un lugar del espacio y en un momento del tiempo. Imaginemos la siguiente escena: un individuo se nos acerca y nos dice que ha visto algo; le preguntamos dónde y nos contesta que en ninguna parte; le preguntamos cuándo y nos responde que en ningún momento. Entonces deducimos que se trata de un loco o de un bromista y, en cualquier caso, estamos seguros de que no ha visto nada. Espacio y tiempo son condiciones de nuestra percepción, pero de un tipo completamente distinto de las condiciones empíricas: no son particulares (no afectan a la visión de este objeto o de este individuo en particular), sino generales (afectan a la visión como tal y, por tanto, a todo individuo); no son puramente fácticas (que puedan ser alteradas), sino estrictamente necesarias (no pueden no darse).

Estas últimas, las condiciones trascendentales, según Kant, son a priori.

Las condiciones a priori del conocimiento son: universales: afectan a todos los individuos; sin ellas es imposible el conocimiento sensible. necesarias: no pueden no darse porque sería imposible el conocimiento; se dan necesariamente. previas a la experiencia (a priori): no provienen de la experiencia, sino que son anteriores a ella; pertenecen a la estructura del sujeto. Las necesita todo sujeto para que sea posible el conocimiento sensible. Todo conocimiento sensible se hace a través del espacio y del tiempo. Hacen posible la experiencia: gracias al espacio y al tiempo es posible tener conocimiento empírico de las cosas. Kant también las llama trascendentales: anteriores a toda experiencia.

LOS JUICIOS DE LA CIENCIA Hemos visto las condiciones que hacen posible la ciencia, pero ésta se compone de juicios (“el átomo consta de partículas”, “el hombre es un ser racional”; “la ley de la

gravitación consiste en...”); sin juicios no hay ciencia. Por tanto ahora nos debemos preguntar qué tipo de juicios son característicos de la ciencia y cuáles no. Veámoslos:

JUICIOS ANALÍTICOS Y JUICIOS SINTÉTICOS Kant comienza diferenciando entre juicios analíticos y sintéticos, que ya conocemos en parte gracias a la distinción de Leibniz entre verdades de razón y verdades de hecho. ANALITICOS: Un juicio es analítico cuando el predicado está comprendido en el sujeto, al menos implícitamente, de tal modo que, analizando el sujeto, veo que el predicado está incluido en él necesariamente. Ejemplo: "El todo es mayor que la

parte"; analizando el sujeto "todo" concluyo necesariamente que "la parte" está incluida en el "todo". Estos juicios no nos dan información alguna, como dice Kant, no son extensivos, no amplían nuestro conocimiento: Los juicios analíticos son:

universales necesarios

no son extensivos (no amplían nuestro conocimiento) SINTETICOS: Un juicio es sintético cuando el predicado no está contenido en el sujeto. Ejemplo: "Todos los países de la Unión europea son productores de aceite”

es un juicio sintético ya que en la idea del sujeto no está incluido el predicado: el concepto del sujeto incluye únicamente el dato de "ser un país de la UE", pero no incluye ningún dato acerca de lo que produce. Estos juicios sí dan información o, como dice Kant, son extensivos, amplían nuestro conocimiento. Estos juicios son:

no universales no necesarios (= contingentes)

extensivos (amplían nuestro conocimiento)

JUICIOS A PRIORI Y JUICIOS A POSTERIORI A PRIORI: son aquellos juicios cuya verdad puede ser conocida independientemente de la experiencia, ya que su fundamento no se halla en esta. Ejemplo: "El todo es

mayor que la parte"; yo lo sé independientemente de la experiencia; no necesito medir los "todos y las partes". Los juicios a priori son:

universales necesarios

A POSTERIORI: son aquellos cuya verdad es conocida a partir de la experiencia; De acuerdo con esta clasificación, el juicio "Todos los países de la Unión europea

son productores de aceite” es a posteriori. No tenemos otro recurso que observar a tales países si queremos tener certeza de la verdad de este juicio. Estos juicios son:

no universales no necesarios (= contingentes)

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LOS JUICIOS SINTETICOS A PRIORI Hasta el momento, Kant no es excesivamente original. Su originalidad comienza a partir de ahora y se pondrá de manifiesto al comparar sus conclusiones con las de Hume. Hume hubiera aceptado esta doble clasificación de los juicios, considerándola coincidente con la suya entre "relaciones de ideas" y "juicios sobre hechos". Según Hume, ambas clasificaciones coinciden y se superponen: de una parte, hay juicios analíticos, que son a priori (estrictamente universales); de otra parte, están los juicios sintéticos, que son a posteriori (contingentes y no estrictamente universales). Todo juicio analítico es a priori y todo juicio sintético es a posteriori. Los ejemplos que (intencionadamente) hemos utilizado parecen dar la razón a Hume. "Un todo es mayor que sus partes" es analítico (el predicado se halla en el sujeto), y es a

priori (su verdad es alcanzable sin necesidad de recurrir a la experiencia) y, por tanto, estrictamente universal y necesario (sin posibles excepciones); por el contrario, "Todos

los países de la Unión europea son productores de aceite” es sintético (el predicado no está incluido en la noción del sujeto), y es a posteriori (su verdad sólo puede ser conocida empíricamente) y, por tanto, no estrictamente universal y contingente (no es imposible una excepción). Según Hume, el cuadro de los juicios es el siguiente:

ANALITICO

Relaciones de ideas A PRIORI (universal y necesario)

HUME

SINTETICO Cuestiones de hecho A PORTERIORI

(no universal y contingente) Kant, sin embargo, tiene otra historia que contar. Tomemos la siguiente proposición: "La recta es la distancia más corta entre dos puntos". ¿Se trata de un juicio analítico? Ciertamente, no -piensa Kant-, ya que el predicado no está contenido en la noción del sujeto: en el concepto de línea recta no entra para nada idea alguna de distancias. Es, por tanto, sintético. ¿Es un juicio a posteriori? Tampoco, piensa Kant, ya que: 1) nos consta su verdad sin tener que medir distancias entre dos puntos, sin necesidad de recurrir a ninguna experiencia comprobatoria, y 2) es estrictamente universal y necesario (carece de posibles excepciones). Es, por tanto, a priori. Contrariamente a Hume y a toda forma de empirismo, Kant admite que hay juicios sintéticos a priori. Según Kant, por tanto:

ANALITICO (no extensivo)

El todo es mayor que sus partes

A PRIORI (universal y necesario)

KANT

La recta es la distancia más corta entre dos puntos

SINTETICO (extensivo)

Los países de UE son productores de aceite

A PORTERIORI (no universal y contingente)

Hay, pues, juicios sintéticos a priori. Por ser sintéticos, son extensivos, es decir, nos dan información, amplían nuestro conocimiento de la realidad; por ser a priori, son universales y necesarios y su verdad no procede de la experiencia. Más aún, los principios fundamentales de la ciencia (Matemáticas y Física) son de este tipo. Ejemplo que hemos utilizado antes (“la línea recta es la distancia más corta entre dos puntos”), es un juicio de las Matemáticas, de la Geometría. También en la Física existen juicios sintéticos a priori, y un ejemplo es el principio de causalidad: "todo lo que comienza a

existir tiene causa". En opinión de Kant, no se trata de un juicio analítico: en la idea de "algo que comienza a existir" no está incluida la idea de "tener una causa". Es, por tanto, sintético. Pero es a la vez estrictamente universal y necesario y, por tanto, a

priori. En este caso, Kant se aleja también de Hume, para quien el principio de causalidad no expresa una ley universal y necesaria, sino una generalización a partir de la experiencia (consultar la crítica de Hume a la idea de causa en el unidad anterior). Según Kant, Hume cometió el error de confundir las leyes causales particulares con el principio general de causalidad. Tomemos una ley causal cualquiera, por ejemplo "los metales son dilatados por el calor". Kant no tiene inconveniente en reconocer que se trata de un juicio sintético a posteriori: la experiencia nos muestra que, de hecho, los cuerpos son dilatados por el calor, pero no que necesariamente tenga que ser así; es concebible sin contradicción que un metal se contraiga en vez de dilatarse. Es, pues, un juicio a posteriori, basado en la experiencia, y como tal, ni estrictamente universal ni necesario. Puestos a suponer, supongamos que un buen día, un metal se contrae en tales circunstancias en vez de dilatarse. ¿Significaría esto una excepción al principio general de causalidad? No, piensa Kant. Significaría una excepción a esa ley particular, pero no al principio de causalidad. Tal contracción no dejará por eso de tener una causa. El principio de causalidad es una ley universal y necesaria, una ley que el entendimiento aplica necesaria y universalmente a todos los fenómenos de la experiencia. Suprímase esa ley y el mundo de la experiencia se tornará imposible.

LA ESTRUCTURA DE LA CRITICA DE LA RAZON PURA Dentro de la estructura la Crítica de la razón pura, cabe diferenciar tres apartados que Kant denomina respectivamente "estética trascendental", "analítica trascendental" y "dialéctica trascendental". Estos tres apartados corresponden a las tres facultades que Kant distingue en el ser humano: sensibilidad, entendimiento y razón. Estos tres apartados se corresponden también con los tres tipos de conocimiento cuyo estudio interesa fundamentalmente a Kant: el matemático, el físico y el metafísico. Tenemos así En la estética trascendental Kant estudia la sensibilidad y muestra las condiciones que hacen posible que en las Matemáticas existan juicios sintéticos a priori. En la analítica trascendental se estudia el entendimiento y las condiciones que hacen posible que haya juicios sintéticos a priori en la Física. En la dialéctica trascendental, Kant estudia la razón y se ocupa del problema de la posibilidad o imposibilidad de la Metafísica, es decir, de si la Metafísica satisface las condiciones que hacen posible la formulación de juicios sintéticos a priori.

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LA ESTETICA TRASCENDENTAL La explicación que Kant ofrece del conocimiento en la estética trascendental fue adelantada más arriba, cuando veíamos qué entiende el filósofo alemán por condiciones "trascendentales". Utilizando como ejemplo la visión, señalábamos que esta depende de ciertas condiciones particulares y empíricas (como la agudeza visual o el tamaño de los objetos), pero también -y esto es lo más importante-, de dos condiciones absolutamente generales y necesarias, el espacio y el tiempo. No se puede ver algo, decíamos, sin verlo en un lugar del espacio y en un momento del tiempo. Para comprender la teoría kantiana de la sensibilidad basta con generalizar este ejemplo refiriendo espacio y tiempo no solo a la visión, sino a la sensibilidad en general. Kant denomina al espacio y al tiempo "formas a priori de la sensibilidad" y también "intuiciones puras". Espacio y tiempo... son formas significa que no son impresiones sensibles (colores, sonidos, etc.), sino la forma o el modo como percibimos todas las impresiones particulares (los colores, los sonidos, etc., son percibidos en el espacio y en el tiempo). que son a priori significa que no proceden de la experiencia, sino que la preceden, como condiciones para que esta sea posible. que son formas a priori de la sensibilidad significa, en fin, que lo son del conocimiento sensible.

Son intuiciones significa que no son conceptos del entendimiento. Los conceptos se aplican a una multiplicidad de individuos (el concepto "hombre" es aplicable a todos los seres humanos). Sin embargo, el espacio y el tiempo son únicos: no hay una pluralidad de espacios y tiempos (como hay una pluralidad de seres humanos), sino partes de un espacio único e intervalos de un tiempo único que fluye sin cesar. Son intuiciones puras significa que carecen de contenido empírico. Espacio y tiempo son como dos coordenadas "vacías" en las cuales se ordenan las impresiones sensibles (colores, sonidos, etc.).

Los juicios sintéticos a priori en la Matemática Kant se ocupa en la estética trascendental del conocimiento matemático, lo cual puede parecer extraño a primera vista: las Matemáticas, desde luego, no se hacen con los sentidos, sino con el entendimiento. Si Kant trata de este tipo de conocimiento ahora es porque piensa que la posibilidad de los juicios sintéticos a priori en matemáticas depende precisamente de que el espacio y el tiempo sean intuiciones puras. La Geometría y la Aritmética se ocupan, respectivamente, del espacio y del tiempo. Que la Geometría se ocupa de las propiedades del espacio no parece difícil de admitir. Que la Aritmética tenga que ver con el tiempo resulta, sin embargo, una afirmación extraña que Kant explica así: la aritmética se ocupa de la serie numérica (1, 2, 3.... n) y esta, a su vez, se basa en la sucesión temporal (el 2 antes que el 3 y después del 1, etc.). El tiempo es, pues, según Kant, el fundamento último de la Aritmética. Las Matemáticas pueden formular juicios sintéticos a priori porque el espacio y el tiempo son intuiciones puras, a priori (universales y necesarias, sin excepción posible).

LA LOGICA TRASCENDENTAL: LA ANALITICA Y LA DIALECTICA LA ANALITICA TRASCENDENTAL

La sensibilidad nos sitúa frente a una multiplicidad de fenómenos, frente a una variedad de impresiones en el espacio y el tiempo. Ahora bien, percibir esos fenómenos (colores, formas, sonidos, etc.) no es, sin más, comprenderlos. Si el percibir es la función propia de la sensibilidad, el "comprender" es la función propia del entendimiento. De ella se ocupa Kant en la analítica trascendental mediante un conjunto de complicados análisis. Ofrecemos un resumen de su doctrina en los puntos siguientes: Supongamos que estamos viendo un objeto familiar, un árbol, por ejemplo. Nuestros sentidos nos ofrecen ciertas impresiones sensibles (colores, formas, etc.) aquí y ahora. Si alguien nos pregunta qué estamos viendo, diremos: un árbol. El ejemplo pone de manifiesto que comprender los fenómenos es poder referirlos a un concepto: esto es una casa, esto es un árbol, etc. Obsérvese, por lo demás, que esta actividad de referir los fenómenos a los conceptos se realiza siempre a través de un juicio: “esto es un perro”, “un perro es un mamífero”, etc. El entendimiento puede ser considerado, pues, como la facultad de los conceptos o bien como la facultad de los juicios. Ambas caracterizaciones se implican mutuamente.

Conceptos empíricos y conceptos puros Conceptos empíricos son los que proceden de los datos de los sentidos (son a posteriori,

en la terminología kantiana). Los conceptos de "casa", "perro", "mamífero" son empíricos, extraídos de la experiencia a partir de la observación de las semejanzas y rasgos comunes a ciertos individuos. Además de estos, el entendimiento posee conceptos a priori, es decir, que no proceden de la experiencia. Estos conceptos puros, llamados "categorías", son, según Kant, doce exactamente. Kant estaba seguro de su hallazgo porque había descubierto los conceptos puros o categorías por un procedimiento, en su opinión, riguroso e infalible. La función fundamental del entendimiento es formular juicios. Pues bien, pensaba Kant, habrá tantas maneras de unificar los datos de la experiencia, tantos conceptos puros, como formas posibles de juicio. Con esta idea en mente, Kant recurrió a la lógica y encontró que los juicios pueden ser:

atendiendo a la cantidad, universales, particulares y singulares; según la cualidad, afirmativos, negativos e indefinidos;

atendiendo a la relación, categóricos, hipotéticos y disyuntivos, y según la modalidad, problemáticos, asertóricos y apodícticos.

Doce son, pues, las categorías o conceptos puros: totalidad, pluralidad unidad, que corresponden a los tres tipos de juicios según la cantidad; realidad, negación y limitación, que corresponden a los tres tipos de juicios atendiendo a la cualidad; sustancia, causa, reciprocidad, que corresponden a los tres tipos de juicios según la relación; posibilidad, existencia y necesidad, que corresponden, en fin, a los tres tipos de juicios atendiendo a la modalidad.

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Este descubrimiento de los conceptos puros -cuántos y cuáles son- a partir de la clasificación lógica de los juicios, se denominada "deducción metafísica de las categorías". Los conceptos puros son condiciones trascendentales, necesarias, de nuestro conocimiento de los fenómenos. Esto significa que el entendimiento no puede pensar los fenómenos si no es aplicándoles estas categorías, y los fenómenos no pueden ser pensados sino de acuerdo con ellas. La exposición y justificación de la función que desempeñan las Categorías en el conocimiento es denominada por Kant "deducción trascendental de las categorías". Así como el espacio y el tiempo han de llenarse con las impresiones sensibles, las categorías han de llenarse con los datos procedentes del conocimiento sensible. Esto implica que las categorías sólo son fuente de conocimiento aplicadas a los fenómenos (es decir, a las impresiones sensibles que se dan en el espacio y el tiempo). Como decíamos al comienzo de esta parte, las categorías no tienen aplicación válida más allá de los fenómenos, no pueden aplicarse válidamente a realidades que estén más allá de la experiencia.

Los juicios sintéticos a priori en la Física Como ya dijimos, Kant se ocupa en la analítica trascendental de dos cuestiones: del estudio del entendimiento (facultad de los conceptos, de los juicios), y de la posibilidad de los juicios sintéticos a priori en la Física. La primera cuestión ya la hemos tratado; nos ocuparemos ahora brevemente de la segunda. Los principios fundamentales en que se basa la Física son, según Kant, juicios sintéticos a priori. Más arriba proponíamos como ejemplo de este tipo de juicios el principio de causalidad, que constituye una ley básica de nuestro conocimiento de la naturaleza. Existen otros importantes principios relativos a la naturaleza que, según Kant, son también de esta clase, pero prescindiremos de ellos, ya que su caso es exactamente el mismo que el del principio de causalidad. Tomemos, pues, este como ejemplo y veamos cómo -siendo sintético- puede ser a priori. El principio de causalidad está basado en la categoría de causa. Ahora bien, el concepto de causa (como todas las categorías) es un concepto puro que no procede de los sentidos, sino que es previo a la experiencia a la cual se aplica; luego la validez del principio de causalidad no depende de la experiencia sino que la precede. Es, por tanto, a priori. Como hemos señalado antes, los fenómenos sólo pueden ser conocidos por el entendimiento si este les aplica las categorías. Por tanto, las categorías se aplican a todos los fenómenos conocidos por el entendimiento, luego el principio de causalidad (basado en la categoría de causa) será aplicable a todos los fenómenos que el entendimiento conoce (o puede conocer). Es, por tanto, estrictamente universal y necesario. Hemos insistido repetidamente con Kant en que las categorías no son aplicables fuera de la experiencia más allá de lo dado en el espacio y en el tiempo. Esto se denomina fenómeno (lo que aparece o se muestra al sujeto). Ahora bien, la idea misma de algo que aparece implica, correlativamente, la idea de algo que no aparece, la idea de algo en sí.

El idealismo trascendental. fenómeno y nóumeno El objeto -en tanto que aparece y es conocido- se denomina "fenómeno"; el correlato del objeto, considerado al margen de su relación con la sensibilidad, se llama "cosa en sí", o bien "nóumeno" (en la medida en que es algo solo inteligible). La distinción entre fenómeno y nóumeno es fundamental en el sistema kantiano. Al tratar de esta cuestión en la Crítica de la razón pura, Kant distingue dos sentidos, uno negativo y otro positivo, del concepto de nóumeno. Negativamente, "nóumeno significa una cosa en la medida en que no puede ser reconocida por medio de la intuición sensible". Positivamente, significa un "objeto que puede ser conocido por medio de la intuición no sensible", es decir, por medio de la intuición intelectual. Ahora bien, como carecemos de intuición intelectual y solo poseemos intuición sensible, nuestro conocimiento se halla limitado a los fenómenos y, por consiguiente, el concepto de nóumeno queda como algo negativo, como límite de la experiencia, como límite de lo que puede ser conocido. No hay conocimiento de las cosas en sí, de los nóumenos. El acceso a las cosas en sí no se halla en la razón teórica, sino en la razón práctica, como veremos. La distinción entre fenómeno y nóumeno permite comprender por qué Kant denomina a su doctrina "idealismo trascendental": porque el espacio, el tiempo y las categorías son condiciones de posibilidad de los fenómenos, de la experiencia, y no propiedades o rasgos reales de las cosas en sí mismas.

LA DIALECTICA TRASCENDENTAL La pregunta por la posibilidad de la Metafísica, que -como señalábamos al principio- preocupa tanto a Kant, es contestada negativamente en la dialéctica trascendental. La Metafísica -entendida como conocimiento de realidades que están más allá de la experiencia-, es Imposible, ya que las categorías sólo pueden aplicarse legítimamente a los fenómenos, a los datos de los sentidos. La aplicación de las categorías fuera de la experiencia es lógicamente ilegítima y da lugar a errores e ilusiones. La misión de la dialéctica consiste en mostrar que tales errores -y muy especialmente, los de la metafísica especulativa- provienen de pasar por alto la distinción entre fenómeno y cosa en sí. La dialéctica trascendental es pues, una crítica del entendimiento y de la razón en su pretensión de alcanzar el conocimiento de las cosas en sí, de lo que está más allá de la experiencia. Pero si esta aplicación de las categorías es lógicamente ilegítima, es también una tendencia inevitable de acuerdo con la naturaleza misma de la razón. Como veremos enseguida, la razón tiende inevitablemente a la búsqueda de lo incondicionado, a extender su conocimiento más allá de la experiencia, a hacerse preguntas y formular respuestas acerca de Dios, del alma y del mundo como totalidad.

La razón El conocimiento intelectual no se limita a formular juicios, sino que también conecta unos juicios con otros, formando raciocinios o razonamientos. Tomemos un ejemplo sencillo, utilizado por el mismo Kant: Todos los hombres son mortales; todos los

investigadores son hombres; luego todos los investigadores son mortales.

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Este sencillo silogismo nos muestra cómo la conclusión, el juicio "todos los investigadores son mortales", tiene su fundamento en un juicio más general, la premisa "todos los hombres son mortales". Nuestro razonamiento puede ir, sin embargo, más lejos: cabría preguntarse por el fundamento de la premisa mayor y así cabría el siguiente silogismo: Todos los animales son mortales; todos los hombres son animales; luego todos los hombres son mortales. El juicio que en el primer silogismo está como fundamento de la conclusión aparece en el segundo fundado en un juicio más general aún: "Todos los animales son mortales". Nuevamente podemos ir en busca de un juicio más general aún, que sirva de fundamento a la premisa mayor, y puesto que los animales son una parte de los vivientes, podemos establecer el siguiente silogismo: Todos los vivientes son mortales; todos los animales son vivientes; luego todos los animales son mortales. Y así sucesivamente. ¿Qué hemos hecho en este ejemplo? La respuesta es sencilla: la razón busca encontrar juicios cada vez más generales, que abarquen y sirvan de fundamento a una multiplicidad de juicios particulares: el juicio "todos los animales son mortales" sirve de fundamento a muchos juicios ("los hombres son mortales", "los perros son mortales", etc.); el juicio "todos los vivientes son mortales" abarca juicios más generales aún, sirviéndoles de fundamento ("los animales son mortales", "las plantas son mortales", etc) La razón es, pues, de tal naturaleza que tiende a encontrar condiciones (hipótesis, leyes) cada vez más generales, que abarquen y expliquen un mayor número de fenómenos.

La razón y la Metafísica La razón nos impulsa, pues, a buscar leyes cada vez más generales y capaces de explicar un número mayor de fenómenos. Mientras esta búsqueda se mantiene dentro de los límites de la experiencia, tal tendencia es eficaz y amplía nuestro conocimiento. Pero esta tendencia de la razón lleva inevitablemente a traspasar las barreras de los datos sensibles, en busca de lo incondicionado: los fenómenos físicos se pretenden unificar y explicar por medio de teorías metafísicas acerca del mundo (la "sustancia material" del racionalismo), lo que da lugar a antinomias; los fenómenos psíquicos se pretenden unificar y explicar por medio de teorías metafísicas acerca del alma (la "sustancia pensante" del racionalismo), lo que da lugar a paralogismos; unos y otros, en fin, se intentan explicar y unificar por medio de teorías metafísicas acerca de una causa suprema de ambos (la "sustancia infinita" del racionalismo, Dios), lo que constituye el ideal de la razón. Las ideas (alma, mundo, Dios) sirven a la razón en su labor unificadora pero no son fuente de conocimiento, porque están más allá de la experiencia: son puros entes pensados; no tienen valor en el mundo de los fenómenos. Cuando la razón hace de las ideas objetos reales, es decir, si aplica las categorías más allá de los fenómenos (a los noúmenos) cae en la ilusión trascendental. La razón debe mantenerse operando con ideas que unifiquen el saber, pero sin dar a esas ideas contenidos reales. La afirmación del contenido de esas ideas no puede hacerse por la Razón Pura, ha de hacerse por la Razón Práctica.

Dios, alma y mundo son, según Kant, tres Ideas de la razón que juegan un papel muy peculiar dentro de nuestro sistema cognoscitivo. Pues si bien no nos proporcionan conocimiento objetivo alguno, expresan sin embargo el ideal de la razón de encontrar leyes y principios más generales cada vez: como el horizonte que nunca se alcanza (que no puede ser alcanzado), pero que nos indica continuamente que hay que seguir avanzando.

LA RAZON PRACTICA La razón humana no es únicamente razón teórica, capaz de conocer, sino también razón práctica, capaz de determinar la voluntad y la acción moral. El hombre necesita también conocer cómo ha de obrar, como ha de ser su conducta. No se trata de que en el hombre haya dos razones, sino que la razón posee dos funciones perfectamente diferenciadas: la razón teórica se ocupa de conocer cómo son las cosas, es decir, del conocimiento de la naturaleza. La razón práctica se ocupa no de cómo son las cosas, sino de cómo debe ser la conducta humana. A la razón práctica no le corresponde el conocimiento de cómo es de hecho la conducta humana, sino el conocimiento de cómo debe ser: no le interesa cuáles son los motivos que determinan empírica y psicológicamente a los hombres (deseos, sentimientos...) sino cuáles deben ser los principios que han de determinarle a obrar si es que su conducta ha de ser racional y, por tanto, moral. Esta separación entre ambas esferas suele expresarse diciendo que la ciencia (razón teórica) se ocupa del SER, mientras que la moral (razón práctica) se ocupa del DEBER SER. La diferencia entre ambas actividades racionales se manifiesta, según Kant, en el modo en que una y otra expresan sus principios o leyes: la razón teórica, científica, formula juicios ("el calor dilata los cuerpos") mientras que la razón práctica formula imperativos o mandamientos: "no matarás" Sin el uso práctico, el sistema de la razón estaría incompleto, quedarían sin respuesta las cuestiones fundamentales del hombre y sin explicar también el dinamismo humano en su totalidad. Por ello no puede extrañarnos que Kant reitere, una y otra vez, la superioridad de lo práctico y de la filosofía moral frente a cualquier otro tipo de explicación racional. La teoría moral de Kant no es menos original que su teoría del conocimiento científico. La ética kantiana representa una auténtica novedad dentro de la Historia de la Filosofía: si antes de él todas las éticas habían sido materiales, la ética de Kant es formal.

Las éticas materiales Para comprender el significado de la teoría kantiana es necesario entender qué es una ética material. En primer lugar, no debe confundirse ética material con ética materialista. Lo contrario a una ética materialista es una ética espiritualista; lo contrario a una ética material es una ética formal. Hasta Kant, las distintas éticas habían sido materiales, incluida la de Tomás de Aquino; eran materiales pero no materialistas. Una ética es material cuando tiene un contenido. Es aquella en la que sus contenidos están marcados ya de antemano por un concepto de Bien no elaborado por la propia persona; es decir, la bondad o maldad de la conducta humana dependen de algo que se

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considera bien supremo para el hombre (la felicidad, el placer... según que se trate de las distintas escuelas: aristotélicos, epicúreos...); se consideran acciones buenas aquellas que se acercan a este Bien supremo; se consideran acciones malas las que se alejan de este Bien. Este concepto de Bien es el objeto que se le propone al hombre, que en definitiva es el deseo de la felicidad. Es a la voluntad a la que se le ofrece elegir esta o aquella acción.

Hay, por tanto, dos componentes importantes en una ética material: Un contenido: establece un bien supremo, hay bienes, cosas buenas para el hombre (por ejemplo, el placer para los epicúreos). Unos medios: Una vez establecido cuál es el bien supremo, se establecen unas normas, unos preceptos encaminados a alcanzarlo, unos medios para tratar de alcanzar ese fin, ese bien (preceptos de la ética epicúrea son, por ejemplo, “no comas en exceso” o aléjate de la política”) Kant rechazó las éticas materiales pues, a su juicio, presentan las siguientes deficiencias: Son empíricas, a posteriori. Los preceptos y el contenido se basan en la experiencia. Ejemplo: los epicúreos dicen que el placer es el fin del hombre porque la experiencia nos dice que desde niños buscamos el placer y huimos del dolor. Y la experiencia nos dice también que el exceso produce, a la larga, dolor y enfermedades como también nos dice que la política produce disgustos. Pero Kant pretende una ética cuyos principios sean universales, y esto no puede venir de la experiencia, porque de la experiencia sólo pueden provenir juicios particulares. Para que los preceptos sean universales no puede haber acuerdo total de todos los hombres sobre la felicidad; por tanto, deberán ser a priori, independientes de la experiencia. Son hipotéticas. Los preceptos de la ética material son hipotéticos; quiere esto decir que no se expresan en términos absolutos, sino sólo condicionales, como medio para obtener un fin. Cuando el sabio epicúreo aconseja “no bebas en exceso” quiere decir: “no bebas en exceso si quieres alcanzar una vida placentera”. Pero ¿qué pasa si uno dice "yo no tengo interés en tener una vida placentera”? Este precepto ya no vale para él, por tanto no es universal. Kant pretende formular una ética que sea de ámbito universal, que valga para todos los hombres. Son heterónomas. Heterónomo es lo contrario de autonomo; si autonomía significa que el sujeto se da a sí mismo su propia ley, que la misma persona se determina a sí misma a actuar, la heteronomía significa que recibe los preceptos, las leyes, desde fuera de la propia razón. Las éticas materiales son heterónomas, según Kant, porque la voluntad del hombre es determinada a actuar de este modo o del otro, por el deseo o inclinación a un bien concreto, siendo dominado por éste; por ejemplo, el deseo de placer es lo que mueve al epicúreo a obrar de una determinada manera. No es el sujeto el que se da la ley, sino que viene de fuera.

La ética formal kantiana Frente a los tres errores de la ética material, Kant propone una ética con las siguientes características: Es una ética a priori: no empírica, es decir, que sea universal y necesaria para todos los hombres. Es una ética categórica: no hipotética; es decir, que los juicios sean absolutos, sin condición alguna. Que tu comportamiento pueda universalizarse y convertirse en ley para todos, sin condiciones. Es una ética autónoma: no heterónoma; es decir, que sea el propio sujeto el que se determine a sí mismo a obrar; ha de darse a sí mismo su ley;, sin que le sea impuesta por nada exterior a su razón. Por tanto, frente a una ética material, hay que proponer una ética formal; es decir, vacía de contenido: no establece ningún fin; no establece ningún medio. La ética formal se basa en el deber: como la ética formal no tiene contenido, no nos dice lo que debemos hacer, sino cómo debemos obrar siempre, en cualquier situación. Un hombre actúa moralmente, según Kant, cuando actúa por deber. El deber “es la necesidad de una acción por respeto a la ley”, es decir, el sometimiento a una ley, no por la utilidad o satisfacción que su cumplimiento pueda reportarnos, sino por respeto a la misma. Kant distingue tres tipos de acciones: contrarias al deber: un comerciante que cobra precios abusivos. conforme al deber (legalidad); un comerciante que cobra lo justo según la ley para no perder la clientela. por deber (moralidad) no cobra los precios abusivos porque no debe cobrarlos. Las primeras son, como es obvio, acciones moralmente malas por ser contrarias al deber; las segundas no son ni buenas ni malas moralmente (podríamos decir que son neutras) ya que son conformes al deber pero no por deber: la acción (no cobrar precios abusivos) se convierte en un medio para conseguir un fin (no perder la clientela) Solamente las acciones por deber son, en sentido estricto, moralmente buenas porque quien obra así, actúa por deber, por considerar que ese es su deber; la acción no es un medio para conseguir un fin, sino un fin en sí misma, es el deber por el deber. El valor moral de una acción no radica, pues, en el fin o propósito a conseguir, sino en la máxima, en el móvil que determina su realización, cuando este móvil es el deber.

La ley moral como imperativo categórico Nuestro filósofo llama “principios prácticos” a las reglas generales, aquellas determinaciones generales de la voluntad de las que dependen numerosas reglas prácticas particulares. Kant divide los principios prácticos en dos grandes grupos: máximas e imperativos.

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Las MÁXIMAS son principios prácticos que sólo se aplican a los sujetos individuales que se las proponen a sí mismos, no a todos los hombres, y por tanto son subjetivas Los IMPERATIVOS, en cambio, son principios prácticos objetivos, válidos para todos. Son mandatos o deberes, reglas que expresan la necesidad objetiva de la acción. Pueden ser de dos clases: a) Cuando determinan la voluntad sólo en el caso de que ésta quiera alcanzar

determinados objetivos, podemos hablar de IMPERATIVOS HIPOTÉTICOS. b) En cambio, cuando el imperativo determina la voluntad no en vista de obtener un

efecto determinado que desee, sino simplemente como voluntad, prescindiendo de los efectos que puede lograr, entonces estamos ante un IMPERATIVO CATEGÓRICO. Los imperativos categóricos -y sólo ellos- son leyes prácticas que resultan válidas incondicionalmente para el ser racional.

En conclusión, sólo los imperativos categóricos son leyes morales. Éstas son universales y necesarias, pero no de la misma forma que las leyes naturales; éstas no pueden no cumplirse, mientras que las leyes morales pueden no cumplirse, porque la voluntad humana no sólo está sujeta a la razón sino también a las inclinaciones sensibles. Por tanto, puede desobedecer y precisamente por esto las leyes morales reciben el nombre de imperativos o deberes. El imperativo categórico -la ley moral- no puede consistir en mandar determinadas cosas, por nobles y elevadas que sean. Esto significa que la ley moral no depende del contenido. Si subordinamos la ley moral a su contenido caeremos, según Kant, en el empirismo y en el utilitarismo. En una ley, si prescindimos del contenido, sólo queda su forma. La esencia del imperativo consiste , pues, en que tenga validez en virtud de su forma de ley, gracias a su racionalidad. Kant afirma que la ley moral sólo puede ser formal y no material. Quiere decir que nuestra moralidad no depende, en última instancia, de las cosas que queremos, sino del principio por el cual las queremos. En tales circunstancias, sólo podrá haber un imperativo categórico y su fórmula más adecuada es la siguiente: Actúa de modo que la máxima de tu voluntad tenga siempre validez, al mismo tiempo, como principio de una legislación universal”. Es decir, que tu máxima (subjetiva) se convierta en ley universal (objetiva). Dicha fórmula pone en evidencia su carácter formal, que conlleva la exigencia de universalidad (la validez sin excepciones).

Los postulados En la Crítica de la razón pura, Kant ya había puesto de manifiesto la imposibilidad de la Metafísica como ciencia, y, por tanto, la imposibilidad de un conocimiento objetivo acerca del alma, de Dios y de la libertad. Pero Kant no niega ni la inmortalidad del alma, ni la existencia de Dios. Lo único que dice es que no son frnómenos que se den en la experiencia y, por tanto no son accesibles al conocimiento científico, que sólo tiene lugar en la aplicación de las categorías a los

fenómenos. El campo de la afirmación de estas realidades es el de la Razón Práctica. No son objeto de conocimiento científico, sino que hay que admitirlos como postulados. Dios, el alma, su inmortalidad, la libertad, el mundo... son postulados de la Razón Práctica. Para comprender lo que significan estos postulados, conviene tener claros algunos conceptos. Hay que distinguir entre: Axiomas: proposiciones evidentes por sí mismas que no necesitan demostración. Ejemplo: "Toda cantidad es igual a sí misma". Teoremas: proposiciones que no son evidentes por sí mismas pero pueden ser demostradas. Ejemplo: el teorema de Pitágoras ("la hipotenusa al cuadrado es igual a la suma del cuadrado de los catetos"). Postulados: proposiciones que no son evidentes y no pueden demostrarse, pero hay que admitirlos porque, si no, sería imposible cualquier afirmación. Ejemplo: las matemáticas, el Postulado 5º de Euclides ("En un plano y por un punto exterior a una recta sólo puede trazarse una paralela a dicha recta"). Según Kant, las realidades metafísicas no son evidentes, no pueden demostrarse, pero hay que admitirlas para que sea posible la moral. La libertad: para que sea posible la moral autónoma (el obrar por respeto al deber), es necesaria la libertad, porque, si no, se haría imposible la moral. La inmortalidad del alma: la voluntad, en su acción moral, persigue un fin inalcanzable en esta vida: la concordancia perfecta y total de nuestra voluntad con la ley moral; esta perfección es inalcanzable en una existencia limitada, exige un proceso indefinido, una duración ilimitada, es decir, la inmortalidad. Dios: en el mundo, el ser y el deber no se identifican; es necesario admitir a Dios como el ser donde se identifican esas dos realidades: en él se da una unión perfecta entre virtud y felicidad.

LA TEORÍA DEL ESTADO Y EL DERECHO: LA PAZ PERPETUA En su ética, Kant parte del postulado de que la libertad es la condición para la acción moral humana, pero la libertad personal tiene un límite: la libertad del otro. Se plantea ahora Kant dos problemas que habían adquirido especial relevancia en los siglos XVII y XVIII: el primero de ellos es la polémica entre Hobbes y Rousseau acerca de si la naturaleza humana es intrínsecamente buena o mala; el segundo es la naturaleza del poder y de las formas de gobierno, aunque a Kant, de acuerdo con su concepto de la filosofía trascendental, no le preocupan tanto las formas de gobierno cuanto el fundamento del propio estado y de su acción y fines. Ambos asuntos, junto con la reflexión sobre la filosofía de la historia, son el objeto de esta última parte del sistema kantiano que significa, además, la culminación del pensamiento de la Ilustración y su propia superación hacia otros problemas típicos del siglo XIX, sobre todo en Hegel, Marx, Bakunin y David Ricardo, es decir, el pensamiento dialéctico, el materialismo histórico, el anarquismo y el liberalismo, respectivamente.

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El opúsculo kantiano La paz perpetua culmina una reflexión que se había iniciado a fines de la Edad Media en tomo a la utopía de una sociedad perfecta, pero aborda aspectos novedosos como la construcción de una sociedad internacional supraestatal que garantice los fines de la sociedad humana. La obra citada supone en el sistema de Kant el paso de la ética individual a la ética social, a la organización política, con lo que entronca de modo natural con la aportación de Hobbes y Rousseau, cuya influencia es manifiesta, en torno al origen y legitimación del poder y a las formas de organización social. La clarividencia y nobleza de los ideales políticos kantianos son parejos a la importancia de su teoría del conocimiento o la altitud de miras de su ética. Kant parte de la afirmación de Hobbes de que la paz no es un estado natural del hombre, sino que es una conquista laboriosa de la voluntad consciente, pues el estado natural del hombre es la lucha instintiva, la guerra. El paso del estado de naturaleza al de la sociedad civil o de la guerra a la paz se hace mediante un pacto originario (idea, que ya aparece en Rousseau), es decir, un imperativo de la razón, un deber de la misma naturaleza que el imperativo categórico que rige en la moral. El paso siguiente es la asociación entre estados- "los estados con relaciones recíprocas entre sí no tienen otro medio, según la razón, para salir de la situación sin leyes, que conduce a la guerra, que el de consentir leyes públicas coactivas, de la misma manera que los individuos entregan su libertad salvaje y formar un estado de pueblos que abarcaría finalmente a todos los pueblos de la Tierra". Esta teoría del Estado coercitivo, muy de Hobbes, deriva hacia un estado mundial que regula las relaciones internacionales; solo en este marco puede cumplirse el deber ineludible de eliminar la guerra y conseguir la paz perpetua. Y, si bien admite Kant la guerra preventiva, inevitable en un primer momento mientras se constituye el Estado mundial, condena taxativamente la guerra de exterminio del adversario y el genocidio. La idea de la paz perpetua aparece como una utopía: "La paz perpetua es ciertamente una idea irrealizable. Pero los principios políticos que a ella tienden, o sea, integrar aquellas asociaciones de estados que sirven para la aproximación continua a ella, no lo son; sino que, antes bien, así como esta es una tarea fundada en el deber y, por consiguiente, también en el derecho de los hombres y los Estados, son en todo caso realizables". La instauración permanente de la paz es el fin último del derecho dentro de los límites de la mera razón, la culminación ilustrada del derecho natural, "pues el estado de paz es únicamente el estado de lo mío y lo tuyo en una multitud de hombres vecinos entre sí asegurado bajo leyes, que, por consiguiente, están reunidos en una constitución, cuya regla [está] tomada por la razón a priori del ideal de una unión jurídica de los hombres bajo leyes públicas en general". Las condiciones previas para lograr la paz son la buena fe, el desarme total progresivo y la no-intervención violenta de los estados entre sí. La actualidad y la modernidad de esta doctrina habla por sí misma.

Las condiciones definitivas para la paz son también tres: En cada estado debe haber una constitución civil republicana representativa y con división de poderes al estilo de Locke, porque es la forma que deriva del contrato originario y, por eso, adecuada al derecho del hombre. Un federalismo de estados libres hasta llegar al estado mundial. Una hospitalidad universal entendida como el derecho de los miembros de cada estado a recorrer cualquier lugar del globo sin ser considerados como enemigos, lo cual implica la libre circulación de las personas y los bienes y la crítica severa "al comportamiento, inhospitalario de los Estados cultos, especialmente de los dedicados al comercio, de nuestro continente". Con esto anticipaba Kant la crítica al cruel imperialismo europeo del siglo XX que tuvo como víctima señalada a África, deuda física y moral que aún está por pagar. La incertidumbre acerca del futuro humano es resuelta por la utopía kantiana con la tesis de que la historia lleva a la humanidad al estado mundial como síntesis de la insociable sociabilidad de que hace gala la especie humana que es, a la vez, social y antisocial.

DIALECTICA

TRASCENDENTAL

ANALITICA

TRASCENDENTAL

ESTETICA

TRASCENDENTAL

A POSTERIORI A PRIORI

MATERIA FORMA

SENSIBILIDAD

SENSACIONES ESPACIO/TIEMPO

GUSTO ACIDO

SONIDO GRAVE…

CONCEPTOS CATEGORIAS

ENTENDIMIENTO

F = G ____M m

r 2

¿?RAZON

D

A M

IDEAS

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VOVABULA A POSTERIORI: que tiene como fundamento la experiencia o que se obtiene de ella A PRIORI: Los elementos, principios, estructuras o conocimientos que no tienen un origen empírico pues descansan en la naturaleza de la propia Razón. ALMA: El principio inmaterial, simple y espiritual fundamento de nuestra vida psíquica. Según Kant no es posible su conocimiento, aunque podemos postular su existencia como consecuencia de la reflexión relativa a la experiencia moral. ANALÍTICA TRASCENDENTAL Parte de la "Crítica de la Razón Pura" en la que Kant estudia el Entendimiento para averiguar el modo en que esta facultad cognoscitiva participa en el conocimiento sintético a prior¡. Trata de los elementos del conocimiento puro del entendimiento y de los principios sin los cuales ningún objeto puede ser pensado. AUTONOMíA DE LA LEY MORAL: Rasgo de la ley moral que se fundamenta o determina exclusivamente por la razón y que es independiente de todo elemento, motivo o circunstancia ajena a la razón misma. AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD: Llamamos autónomo a un sujeto cuando se da a sí mismo sus propias leyes y es capaz de cumplirlas. La autonomía de la voluntad describe la circunstancia de que cuando un sujeto se comporta moralmente él mismo se da las leyes a las que se somete, pues dichas leyes tienen su origen en la naturaleza de su propia razón. BUENA VOLUNTAD: La voluntad que es buena en sí misma, que es buena no porque gracias a su actuación el sujeto pueda alcanzar un determinado fin sino porque actúa exclusivamente por deber. CATEGORÍAS O CONCEPTOS PUROS DEL ENTENDIMIENTO Conceptos innatos o no empíricos del Entendimiento, aunque legítimos por ser la condición de posibilidad para pensar los objetos que se ofrecen a la experiencia. El Entendimiento es capaz de generar conceptos a partir de la experiencia (conceptos empíricos como el concepto "perro", el concepto "mesa", ...); pero en el Entendimiento también se encuentran conceptos o representaciones que no se extraen de la experiencia

y que recuerdan las ideas innatas del racionalismo. Estas representaciones no empíricas del Entendimiento constituyen la condición de posibilidad para poder pensar los

objetos, son, según Kant, doce, y reciben el nombre de categorías.

CONOCIMIENTO A POSTERIORI o conocimiento empírico. Es el conocimiento basado en la experiencia y en último término en la percepción. CONOCIMIENTO A PRIORI El conocimiento independiente de la experiencia y que descansa en la propia facultad de conocimiento. Posee verdadera universalidad y estricta necesidad. DEBER: Kant define el deber como "la necesidad de una acción por respeto a la ley". DEDUCCIÓN METAFÍSICA DE LAS CATEGORÍAS Parte de la "Analítica Trascendental" que investiga cuántas y cuales son las categorías o los conceptos puros del entendimiento).

DEDUCCIÓN TRASCENDENTAL DE LAS CATEGORÍAS: Parte de la "Analítica Trascendental" en la que Kant muestra la legitimidad de la aplicación de las categorías a lo dado a la Sensibilidad. En esta sección nos enseña cómo el conocimiento a priori es posible en tanto que los objetos a los que se refiere este conocimiento se someten a las condiciones intelectuales de la experiencia, condiciones que el psiquismo impone para que algo pueda ser experimentado. DIALÉCTICA TRASCENDENTAL: Parte de la "Critica de la Razón Pura" que estudia la Razón para comprender su funcionamiento y estructura. Recibe el nombre de "dialéctica" porque trata también los argumentos dialécticos generados por el uso puro de la razón en su afán por captar lo incondicionado DIOS: Entidad trascendente y causa del mundo. No se puede conocer su existencia, pero sí postularía a partir de la reflexión relativa al mundo moral. ENTENDIMIENTO Facultad de los conceptos y los juicios. Gracias a esta facultad somos capaces de conceptualizar o utilizar conceptos para comprender lo que se da a la percepción. Además de conceptos empíricos, Kant cree que en el Entendimiento hay doce conceptos puros cuyo origen no está en la experiencia; estos conceptos reciben el nombre de categorías.

ESTÉTICA TRASCENDENTAL: Parte de la "Critica de la Razón Pura" que estudia la Sensibilidad para averiguar el modo en que esta facultad colabora en el conocimiento a priori. ÉTICA FORMAL: La ética kantiana. Afirma que es posible decidir la bondad o maldad de una máxima a partir de un rasgo meramente formal como es su posibilidad de ser universalizada. ÉTICAS MATERIALES: Éticas para las cuales el mandato moral tiene su fundamento en algo ajeno a él mismo como es el hecho de su utilidad para realizar lo considerado como Bien Supremo. Estas éticas son heterónomas y dan lugar a mandatos meramente hipotéticos. FENÓMENOS: Los fenómenos constituyen el objeto de nuestro conocimiento; no son las cosas en sí mismas sino sólo tal y como a nosotros se nos presentan, las cosas ya sometidas a la estructura de nuestras facultades cognoscitivas: al tiempo y el espacio como formas a priori de la Sensibilidad y a las categorías del Entendimiento. FILOSOFÍA CRÍTICA: Kant llama "filosofía crítica" al conjunto de investigaciones filosóficas que tienen como principal preocupación establecer los fundamentos y límites del ejercicio de la Razón. FILOSOFÍA DOGMÁTICA Filosofía a la que da lugar el uso de la razón pura que va más allá de la experiencia (uso dogmático de la razón). FORMAS A PRIORI DE LA SENSIBILIDAD o intuiciones puras. Estructuras aprióricas dependientes de la Sensibilidad impuestas por el sujeto a todo aquello que pueda ser experimentado. El espacio y el tiempo.

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FUNDAMENTO DE DETERMINACIÓN DE LA VOLUNTAD: Aquello que sirve de motor o impulso a la voluntad y que hace que el sujeto realice una u otra acción. HETERONOMÍA DE LA LEY MORAL Rasgo de la ley moral que encuentra su fundamento en algo ajeno a la propia razón (Dios, el Estado, bienes físicos o psicológicos, ... ). HETERONOMÍA DE LA VOLUNTAD: Voluntad no determinada por la razón del sujeto sino por algo ajeno a ella (la voluntad de otras personas, las cosas del mundo, la sensibilidad, la voluntad divina,...). IDEALISMO TRASCENDENTAL O CRÍTICO: Título con el que se caracteriza la filosofía kantiana. Kant utilizó la expresión "idealismo trascendental" para designar su propia filosofía y distinguirla del idealismo de Berkeley. Lo esencial de esta doctrina es la afirmación de que el conocimiento humano sólo puede referirse a los fenómenos y no

a las cosas en sí mismas. Esta tesis implica, en primer lugar, que en la experiencia de

conocimiento el psiquismo humano influye en el objeto conocido, y, en segundo lugar la afirmación de los límites del conocimiento humano IDEAS: Conceptos de la razón referidos a objetos que nunca pueden ser percibidos. Los propone la naturaleza misma de la razón y son trascendentes porque superan los límites de toda experiencia. Son alma, mundo y Dios. IMPERATIVO CATEGÓRICO o imperativo apodíctico. Mandato con carácter universal y necesario: prescribe una acción como buena de forma incondicionada, manda algo por la propia bondad de la acción, independientemente de lo que con ella se pueda conseguir. Declara la acción objetivamente necesaria en sí, sin referencia a ningún propósito extrínseco. Para Kant sólo este tipo de imperativo es propiamente un imperativo de la moralidad. IMPERATIVOS O MANDATOS.: Principios prácticos objetivos que describen cómo nos debemos conducir. IMPERATIVOS HIPOTÉTICOS: Son los imperativos que prescriben una acción como buena porque dicha acción es necesaria para conseguir algún propósito. Se dividen en imperativos hipotéticos de la habilidad e imperativos hipotéticos de la prudencia. INCLINACIÓN Conjunto de apetitos que no dependen inmediatamente de la razón sino de la dimensión psicológico-corporal o dimensión empírica. INTUICIÓN: Experiencia inmediata de conocimiento. Kant sólo admite la intuición sensible o percepción. INTUICIONES PURAS: Son las formas a prior¡ de la Sensibilidad (el tiempo y el espacio); se denominan intuiciones porque permiten la intuición empírica (son el marco en el que se han de dar dicha intuiciones) y son puras porque no tienen un origen empírico. JUICIOS ANALÍTICOS Juicios en los que el concepto predicado se incluye en el concepto sujeto JUICIOS SINTÉTICOS: Juicios en los que el concepto predicado no está incluido en el concepto sujeto. Son juicios informativos y extensivos.

JUICIOS A POSTERIORI O EMPÍRICOS: Tienen su fundamento en la experiencia. Son particulares y contingentes. JUICIOS A PRIORI: Juicios o proposiciones que tienen su origen en el ejercicio de la razón pura y no en la experiencia. Son universales y necesarios. JUICIOS SINTÉTICOS A PRIORI: Juicios extensivos e informativos que no descansan en la experiencia sino en la pura razón. La física y la matemática constan de estos juicios. Son el conocimiento más excelente que nos cabe poseer. LEYES PRÁCTICAS O PRINCIPIOS PRÁCTICOS: Son las leyes que describen cómo nos debemos comportar.. LIBERTAD: Capacidad de los seres racionales para determinarse a obrar según leyes de otra índole que las naturales, esto es, según leyes que son dadas por su propia razón; libertad equivale a autonomía de la voluntad. MÁXIMAS: Son los principios prácticos subjetivos que describen el modo de conducirnos dadas tales y cuales circunstancias. Las máximas de conducta pueden ser buenas o malas. METAFÍSICA: Disciplina filosófica que aspira al conocimiento de lo que se encuentra más allá de la experiencia, de lo trascendente (particularmente Dios y el alma humana NOÚMENOS (O COSA EN SÍ): Las cosas en sí mismas, fuera de su relación con nuestro modo de intuirlas o percibirlas; no son objeto de nuestros sentidos, ni por lo tanto de nuestro conocimiento. Para Kant no cabe un conocimiento de la realidad nouménica pero es posible acceder a dicha realidad mediante la experiencia moral. POSTULADOS DE LA RAZÓN PRÁCTICA: Los postulados de la razón práctica son proposiciones que no pueden ser demostradas desde la razón teórica pero que han de ser admitidas si se quiere entender el "hecho moral". RAZÓN: En un sentido general, la Razón es la facultad formuladora de principios. Se divide en Razón Teórica y Razón Práctica. No se trata de dos razones distintas sino de dos usos de la misma y única razón RAZÓN PURA: La razón pura es la razón no mezclada con elementos empíricos. SENSIBILIDAD: Facultad cognoscitiva gracias a la cual tenemos sensaciones. Se divide en Sensibilidad interna y Sensibilidad externa. TRASCENDENTAL: En Kant esta palabra se refiere generalmente a alguna de estas dos cuestiones: o a toda condición no empírica de la posibilidad de los objetos, o a todo conocimiento que muestra cómo es posible el conocimiento sintético a prior¡. VOLUNTAD: Facultad gracias a la cual podemos determinarnos (podemos determinar nuestra conducta) en virtud de principios. Es el "motor de la acción".

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SELECCIÓN DE TEXTOS KANTIANOS Septiembre de 2000

TEXTO: «Cuando pienso en general un imperativo hipotético, no se de antemano lo que contendrá, no lo se hasta que la condición me es dada. Pero si pienso un imperativo categórico, ya se al punto lo que contiene. Pues como el imperativo aparte de la ley, no contiene más que la necesidad de la máxima de conformarse con esa ley, y la ley, empero, no contiene ninguna condición a qué esté limitada, no queda, pues, nada más que la universalidad de una ley en general a la que ha de conformarse la máxima de la acción, y esa conformidad es lo único que el imperativo representa propiamente como necesario. El imperativo categórico es, pues, único, y es como sigue: obra sólo según una máxima

tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal. Ahora, si de este único imperativo puede derivarse, como de su principio, todos los imperativos del deber, podremos —aun cuando dejemos sin decidir si eso que llamamos deber no será acaso un concepto vacío— al menos mostrar lo que pensamos al pensar el deber y lo que este concepto quiere decir. La universalidad de la ley por la cual suceden efectos constituye lo que se llama naturaleza en su más amplio sentido (según la forma); esto es, la existencia de las cosas en cuanto está determinada por leyes universales. Resulta de aquí que el imperativo universal del deber puede formularse: obra como si la máxima de tu acción debiera

tornarse, por tu voluntad, ley universal de la naturaleza.» (Kant, Fundamentación de la Metafísica de las costumbres, Cap. II, 1785)

CUESTIONES:

1) ¿De qué trata el texto de Kant y qué diferencias establece entre los distintos tipos de imperativos que distingue?

(2 puntos) 2) ¿Qué significado tienen en este texto y en la filosofía kantiana en general las

expresiones «imperativo hipotético», «imperativo categórico» e «imperativo universal del deber»?

(3 puntos) 3) Explica las doctrinas de la ética formal de Kant ¿Por qué se empeña en fundamentar

la moral sobre principios que sean al mismo tiempo objetivos y universales? ¿Qué consecuencias se siguen de esa estrategia de fundamentación? Compara esta doctrina con otras éticas materiales y señala la vigencia actual de las misma

(3 puntos) 4) Representa la estructura del texto mediante un esquema o diagrama. (2 puntos).

Septiembre de 2001

LOS JUICIOS SINTÉTICOS A PRIORI Los juicios de experiencia, como tales, son todos sintéticos. En efecto, sería absurdo fundar un juicio analítico en la experiencia, ya que para formularlo no tengo que salir de mi concepto. No me hace falta, pues, ningún testimonio de la experiencia. “Un cuerpo es extenso” es una proposición que se sostiene a priori, no un juicio de experiencia, pues ya antes de recurrir a la experiencia tengo en el concepto de cuerpo todos los requisitos exigidos por el juicio. Sólo de tal concepto puedo extraer el predicado, de acuerdo con el principio de contradicción, y, a la vez, sólo él me hace adquirir conciencia de la necesidad del juicio, necesidad que jamás me enseñaría la experiencia. Por el contrario, aunque no incluya el predicado “pesado” en el concepto de cuerpo en general, dicho concepto designa un objeto de experiencia mediante una parte de ella. A esta parte puedo añadir, pues, otras partes como pertenecientes a la experiencia anterior. Puedo reconocer de antemano el concepto cuerpo analíticamente mediante las propiedades de extensión, impenetrabilidad, figura, etc., todas las cuales son pensadas en dicho concepto. Pero ampliando ahora mi conocimiento y volviendo la mirada hacia la experiencia de la que había extraído el concepto de cuerpo, encuentro que el peso va siempre unido a las mencionadas propiedades y, consiguientemente, lo añado a tal concepto como predicado sintético. La posibilidad de la síntesis del predicado “pesado” con el concepto de cuerpo se basa, pues, en la experiencia (...). En el caso de los juicios sintéticos a priori, nos falta esa ayuda enteramente. ¿En qué me apoyo y qué es lo que hace posible la síntesis si quiero ir más allá del concepto A para reconocer que otro concepto B se halla ligado al primero, puesto que en este caso no tengo la ventaja de acudir a la experiencia para verlo? Tomemos las proposición “Todo lo que sucede tiene una causa”. En el concepto “algo que sucede” pienso, desde luego, una existencia a la que precede un tiempo, etc., y de tal concepto pueden desprenderse juicios analíticos. Pero el concepto de causa se halla completamente fuera del concepto anterior e indica algo distinto de “lo que sucede”; no está pues contenido en esta última representación. ¿Cómo llego, por tanto, a decir de “lo que sucede” algo completamente distinto y a reconocer que el concepto de causa pertenece a “lo que sucede” (...) No puede ser la experiencia, pues el mencionado principio no sólo ha añadido la segunda representación a la primera aumentando su generalidad, sino incluso expresando necesidad, es decir, de forma totalmente a priori y a partir de meros conceptos. El objetivo final de nuestro conocimiento especulativo a priori se basa por entero en semejantes principios sintéticos o extensivos. Pues aunque los juicios analíticos son muy importantes y necesarios, solamente lo son con vistas a alcanzar la claridad de conceptos requerida para un síntesis amplia y segura, como corresponde a una adquisición realmente nueva.

I. Kant, Critica de la Razón Pura, Introducción

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Septiembre 2003 KANT: LA EXISTENCIA DE JUICIOS SINTÉTICOS A PRIORI

Antes de la época de Kant, se sostenía generalmente que cualquier conocimiento a priori

debe ser “analítico”. Lo que significa esta palabra quedará mejor ilustrado con ejemplos. Si digo “Un hombre calvo es un hombre”, “Una figura plana es una figura”, “Un mal poeta es un poeta”, hago juicios puramente analíticos: el sujeto del que se habla es dado como algo que tiene al menos dos propiedades, una de las cuales es escogida para ser afirmada de él. Proposiciones como las anteriores son triviales, y nunca serían enunciadas en la vida real excepto por un orador que prepara el camino para una pieza de sofística. Se llaman “analíticas” porque el predicado se obtiene meramente analizando el sujeto. Antes de la época de Kant se pensaba que todos los juicios de los que pudiéramos tener certeza a priori eran de esta clase: que en todos ellos había un predicado que era sólo parte del sujeto del que se afirmaba. Si así fuera, nos veríamos envueltos en una contradicción si intentásemos negar cualquier cosa que pudiera ser conocida a priori. “Un hombre calvo no es calvo” afirmaría y negaría la calvicie del mismo hombre, y por tanto se contradiría a sí misma. Así, según los filósofos anteriores a Kant, la ley de contradicción, que afirma que nada puede al mismo tiempo tener y no tener una cierta propiedad, era suficiente para establecer la verdad de todo conocimiento a priori. Hume (1711-76), que precedió a Kant, aceptando la concepción usual en cuanto a lo que hace a priori al conocimiento, descubrió que, en muchos casos que previamente se habían supuesto analíticos, y notablemente en el caso de la causa y el efecto, la conexión era realmente sintética. Antes de Hume, los racionalistas al menos habían supuesto que el efecto podía deducirse lógicamente de la causa, siempre que tuviéramos suficiente conocimiento. Hume argumentó –correctamente, como ahora sería generalmente admitido- que esto no podía hacerse. De ahí dedujo la proposición mucho más dudosa según la cual nada podía conocerse a priori acerca de la conexión de causa y efecto. A Kant, que había sido educado en la tradición racionalista, le provocó gran inquietud el escepticismo de Hume, y se esforzó por hallarle una respuesta. Se dio cuenta de que no sólo la conexión de causa y efecto, sino todas las proposiciones de la aritmética y de la geometría son “sintéticas”, es decir, no analíticas: en todas estas proposiciones, ningún análisis del sujeto revelará el predicado. Señaló, muy certeramente, que 7 y 5 deben ser puestos juntos para dar 12: la idea de 12 no está contenida en ellos, ni aun en la idea de ponerlos juntos. Fue llevado así a la conclusión de que toda la matemática pura, aunque a priori, es sintética; y esta conclusión planteó un nuevo problema, al cual se esforzó por encontrarle la solución.

Bertrand Russell, Los problemas de la filosofía.

Septiembre de 2004 KANT: LOS JUICIOS SINTÉTICOS A PRIORI

Hume y Leibniz habían aceptado [...] que las proposiciones pueden dividirse exhautivamente en dos clases. Por un lado, hay lo que a veces se denominan "verdades de razón" (que Kant llamó verdades analíticas) - las que, en un cierto sentido, son realmente verdaderas por definición, o verdaderas en virtud de los significados de sus términos. Ejemplos sencillos serían la proposición de que un cuadrado tiene cuatro lados o que una bicicleta tiene dos ruedas. Las proposiciones de ese tipo, dijeron, pueden ser conocidas a priori, esto es, independientemente de la experiencia, y son por cierto necesariamente verdaderas. Por otro lado, hay proposiciones substanciales, informativas, no triviales, que nos dicen algo que no está simplemente implícito en los términos que usamos; éstas, dijeron, son ciertamente substanciases e informativas pero no pueden ser necesarias. Son siempre proposiciones contingentes, pueden ser tanto verdaderas como falsas, y puede establecerse que son verdaderas o falsas solamente sobre la base de la experiencia, de la observación o de la experimentación. Pues bien, Hurne dijo -y Kant pensó que tenía razón- que, si eso era correcto, la filosofía misma tenía un serio problema, porque por un lado no tenia pretensiones de ser una ciencia empírica basada en la observación y la experimentación, y por otro lado no querría conceder que todo lo que hacía es elaborar un conjunto de tautologías*, analizando los términos en los que hablarnos y pensamos. Y la pregunta de Hume fue: ¿hay algo distinto que un filósofo pueda hacer, si no está haciendo ninguna de esas dos cosas?

[...] El punto de vista de Kant, sin embargo, era que esta creencia en una dicotomía** exhaustiva de las proposiciones era errónea. No tuvo duda alguna, de hecho, en que debía de ser errónea porque, aunque bien pudiera cuestionarse el derecho de los filósofos a presentar proposiciones que sean a la vez sintéticas y necesarias -no meramente analíticas pero tampoco contingentes-, él pensaba que proposiciones de ese tipo son el pan nuestro de cada día, por así decirlo, en las ciencias naturales y en las matemáticas. De modo que sean cuales fueren las dudas que se puedan tener acerca de la filosofia, hay ciertamente, pensó, proposiciones no dudadas de la ciencia y de la matemática que no son analíticas pero que no son tampoco empíricas y contingentes. [...] Las llamó "sintéticas a priori”.

Geoffrey Warnock, "Kant", en B. Magee, Los grandes filósofos.

* Proposición cuyo predicado repite explícitamente lo ya expresado en el sujeto. ** División de algo en dos partes que se excluyen mutuamente.