jose carlos mariategui tomo 16

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  • 8/7/2019 Jose Carlos Mariategui Tomo 16

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    JOS CARLOS MARITEGUI

    Figuras y AspectosDe la

    Vida Mundial

    I(1923-1925)

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    BIBLIOTECA AMAUTALIMA-PER

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    HERR HUGO STINNES*

    Herr Hugo Stinnes es actualmente la figura central de la poltica alemana. Elministerio de Stressemann tiene como bases sustantivas, como bases prima-rias, a los populistas y a los socialistas. El partido populista (Volkspartei) es

    el partido de Stinnes. Stressemann, leader populista, representa en el gobiernoa Stinnes y a la alta industria. (Hilferding representa al proletariado social-democrtico). El jefe del gobierno resulta, en una palabra, un apoderado, unintermediario del gran industrial rhenano. Alemania, por esto, sigue atenta-mente la carrera cotidiana de la limousine de Hugo Stinnes.

    Quien es este magnate que suena en la Alemania contempornea ms que larelativitaetstheorie? La potencia de Hugo Stinnes, como la desvalorizacindel marco, es un eco, un reflejo de la guerra. Ambos fenmenos han tenido un

    proceso paralelo y sincrnico. A medida que el valor del marco ha disminui-do, el valor de Stinnes ha aumentado. A medida que el marco ha bajado,Stinnes ha subido. Hoy la cotizacin del marco alcanza una cifra astronmicacomo deca Rakovsky de la cotizacin del rublo. Y la figura de Hugo Stinnesdomina la economa de Alemania sobre un mastodntico pedestal de papelmoneda.

    Este Stinnes, hipertrofiado y tentacular, es un producto de la crisis europea.Antes de la guerra, Stinnes era un capitalista de proporcio-

    --------------* Publicado en Variedades, Lima, 29 de Setiembre de 1923.

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    nes normales, comunes. Era ya uno de los grandes productores de carbn deAlemania. Pero estaba distante todava de la jerarqua plutocrtica deRockefeller, de Morgan, de Vanderbilt. Alemania se transform, con la gue-rra, en una inmensa usina siderrgica. Stinnes aliment con su hulla westpha-liana los hornos de la siderurgia tudesca. Fue uno de los generalsimos, uno delos dictadores, uno de los leaders de la guerra siderrgica. Durante la guerra,

    sus dominios se ensancharon, se extendieron, se multiplicaron. Ms tarde, lasconsecuencias econmicas de la guerra favorecieron este crecimiento, estahipertrofia de Stinnes y de otros industriales de su tipo. La crisis del cambio,como es sabido, ha empobrecido, en beneficio de los grandes industriales, ainnumerables capitalistas de tipo medio y tipo nfimo. Los tenedores de deudapblica, por ejemplo, han sufrido la disolucin progresiva de su capital. Lostenedores de propiedad urbana, a su vez, han sufrido la evaporacin de surenta. El Estado, en Alemania, ha llegado a las fronteras de la socializacin dela propiedad urbana: la tarifa fiscal ha aniquilado los alquileres. Una casa que,

    antes de la guerra, redituaba quinientos marcos oro mensuales a su propieta-rio, no le redita ahora sino una cantidad flotante de billetes del Reichsbankequivalente a dos o tres marcos oro. Adems, la industria media y pequea,desprovistas de crdito y materias primas, han ido enrareciendo y pereciendo.Su actividad y su campo han sido absorbidos por los trusts verticales yhorizontales. Se ha operado, en suma, una vertiginosa concentracin capita-lista. Millares de antiguos rentistas han sido tragados por el torbellino de labaja del cambio. Y una modernsima categora capitalista de nuevos ricos, deespeculadores felices de la Bolsa y de proveedores voraces del Estado, hasalido a flote. Sobre los escombros y las ruinas de la guerra y la paz, algunos

    gran-

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    des industriales han construido gigantescas empresas, heterclitos edificioscapitalistas. Entre estos industriales, Hugo Stinnes es el ms osado, el msgenial, el ms tcnico.

    Stinnes ha creado un nuevo tipo de trust: el trust vertical. El tipo clsico detrust es el trust horizontal que enlaza a industrias de la misma familia. Crece,

    as, horizontalmente. El trust vertical asocia, escalonadamente, a todas lasindustrias destinadas a una misma produccin. Crece, por tanto, vertical-mente. Stinnes, verbigracia, ha reunido en un trust minas de carbn y hierro,altos hornos, usinas metalrgicas y elctricas. Y, una vez tejida esta complejamalla minera y metalrgica, ha penetrado en otras industrias desorganizadas oanmicas: ha adquirido diarios, imprentas, hoteles, bosques, fbricas diversas.A travs de sus capitales bancarios, Stinnes influencia todo el movimientoecnmico alemn. A travs de su prensa y sus editoriales, influencia exten-sos sectores de la opinin pblica. Sus periodistas y sus publicistas provocan

    los estados de nimo convenientes a sus intentos. Sus millares de dependien-tes, tributarios y colaboradores, su vasta claque electoral, son otros tantosgrmenes de difusin y de propaganda de sus ideas. Y su actividad comercialno se detiene en los confines nacionales. Stinnes ha incorporado en su feudouna parte de la industria metalrgica austraca, ha comprado acciones de laindustria metalrgica italiana y ha diseminado sus agentes y sus races en todala Europa central.

    Estos hechos explican la posicin singular de Stinnes en la poltica alemana.Stinnes es el leader de la plutocracia industrial de Alemania. En el nombre de

    esta plutocracia industrial, Stinnes negocia con los leaders del proletariadosocial-democrtico. La clase media, la pequea

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    burguesa, desmonetizadas y pauperizadas por la crisis, insurgen instinti-vamente contra estos pactos. Y se concentran en la derecha reaccionaria ynacionalista, cuyo ncleo central son los latifundistas, los terratenientes, losJunkers. Capitalistas agrarios y rentistas medios, sienten desamparados susintereses bajo un gobierno de coalicin industrial-socialista. A expensas deellos, populistas y socialistas coordinan dos puntos de su programa de go-

    bierno: requisicin de las monedas extranjeras necesarias para el saneamientodel marco y fiscalizacin de los precios de la alimentacin popular. Estapoltica contrara a latifundistas y rentistas. Aviva en ellos la nostalgia de lamonarqua. Y los empuja a la reaccin.

    Veamos el programa econmico y poltico de Stinnes y de su Volkspartei.Stinnes piensa que el remedio de la crisis alemana est en el aumento de laproduccin industrial. Propugna una poltica que estimule y proteja esteaumento. Y aconseja las siguientes medidas: supresin de la jornada de ocho

    horas, cesin al capital privado de los ferrocarriles y bosques del Estado,simplificacin del mecanismo del Estado, exonerndolo de toda funcin deempresario, de industrial y de gerente de los servicios pblicos. El punto devista de Stinnes es tpica y peculiarmente el punto de vista simplista de unaindustrial. Stinnes considera y resuelve la crisis alemana con un criteriocaracterstico de gerente de trust vertical. Para Stinnes, la salud y la potenciade sus consorcios y de sus carteles son la salud y la potencia de Alemania. Y,por eso, Stinnes no tiende sino a anexar a sus negocios la explotacin de losferrocarriles y los bosques demaniales, a intensificar el trabajo y sus rendi-mientos y a eliminar del mercado del trabajo la concurrencia del Estado

    empresario. El trabajo es hoy una mercadera, un valor que se

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    adquiere y se vende y que est, por ende, subordinado a la ley de oferta ydemanda. El Estado, a fin de evitar la desocupacin, emplea en las obraspblicas a numerosos trabajadores. La industria alemana quiere que cese estacompetencia del Estado y disminuya la demanda de trabajadores, para que lossalarios no encarezcan. Stinnes desea convertir a Alemania en una granfbrica colocada bajo su gerencia. Tiene plena fe en su capacidad, en su

    imaginacin y en su pericia de gerente. Esta fe lo induce a creer que la fbricaandara bien y hara buenos negocios. Stinnes est seguro de que conseguirala solucin de todos los problemas administrativos y el financiamiento detodas las operaciones necesarias para el acrecentamiento de la produccin.Los expertos de economa le objetan respetuosamente: Herr Stinnes, aquines vendera, a dnde exportara Alemania este exceso de produccin?No se trata tan slo de acumular enormes stocks. Se trata, principalmente, deencontrar mercados capaces de absorverlos. Y bien Tolerara Francia, tolera-ra Inglaterra, sobre todo, que Alemania inundase de mercaderas el mundo?

    Herr Stinnes, cazurramente risueo, calla. Pero, recnditamente, razona sinduda as: Est bien, Inglaterra y Francia no consentirn, naturalmente, un grancrecimiento industrial y comercial de Alemania. El tratado de Versailles,adems, las provee de armas eficaces para impedirlo. Pero existe una solu-cin. La solucin reside, precisamente, en asociar a Francia o a Inglaterra, o alas dos conjuntamente, a la colosal empresa Stinnes. Qu Francia o Inglaterratengan participacin en nuestros negocios! Que Francia o Inglaterra seannuestro socio comanditario! Preferible sera, por supuesto, un entendimientocon Francia. 1- Porque Francia tiene en sus manos los instrumentos deextorsin y de tortura de Alemania y en su nimo la tendencia a usarlos. 2-

    Porque Ingla-

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    terra, pas hullero, metalrgico y manufacturero, tendra que subordinar laactividad de la industria alemana a los intereses de su industria nacional.

    Aceptara Francia esta cooperacin franco-alemana? Entre industrialesfranceses y alemanes hubo, antes de la ocupacin del Ruhr, conversacionespreliminares. El convenio Loucheur-Rathenau y el convenio Stinnes-Lubersac

    abrieron la va del compromiso, de la entente. Pero, probablemente, una yotra parte encontraron recprocamente excesivas sus pretensiones. Sobrevinola ocupacin del Ruhr. Guerrera y dramticamente, los industriales alemanesopusieron a esta operacin militar una actitud de resistencia y de desafo. Bajosu orden, las minas y las fbricas del Ruhr cesaron de producir. Tyssen yKrupp, en represalia, fueron juzgados por los tribunales marciales de Francia.Al mundo le pareca asistir a un duelo a muerte. Pero los duelos a muerte erancosa de la Edad Media. Poco a poco, los industriales alemanes se han fatigadode resistir. Los socialistas han pedido la suspensin de los subsidios al Ruhr,

    porque empobrecen la desangrada economa alemana. Finalmente Stresse-mann ha anunciado el abandono de la resistencia pasiva. Tras de Stressemannanda Stinnes que planea, probablemente, un entendimiento con Francia. Estapoltica solivianta a la derecha reaccionaria y pangermanista que aprovecha desu nmero en Baviera, donde domina la burguesa agraria, para amenazar aStressemann con una actitud secesionista. Y, al mismo tiempo, arrecian losasaltos revolucionarios de los comunistas. El gobierno es atacado, simult-neamente, por el fascismo y el bolchevismo. La derecha trama un putsch; laizquierda organiza la revolucin. Contra una y otra agresin. Stinnes y lasocial-democracia movilizan todos sus elementos de

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    persuasin y de propaganda, su prensa, su mayora parlamentaria. Un frentenico periodstico, que comienza en la "Deutsche Allgemeine Zeitung",rgano de Stinnes, y termina en el "Vorwaerts", rgano oficial socialista,explica a Alemania la necesidad de la suspensin de la resistencia pasiva.

    Durar esta entente entre los industriales y los socialistas? Provisoriamente,

    los socialistas transigen con los industriales, sobre la base de una accin con-tra el hambre y la miseria. Pero, ms tarde, Stinnes reclamar la abolicin dela jornada de ocho horas y la entrega de los ferrocarriles a un trust privado.Los leaders de la social-democracia no podrn avenirse a estas medidas, sinriesgo de que las masas, descontentas y disgustadas, se pasen al comunismo.Stinnes tendra, entonces, que entenderse apresuradamente con la derecha.Pero, probablemente, tratar a toda costa de encontrar una nueva va de com-promiso con la social-democracia. Y lograr, tal vez, conducir a Alemania auna poltica de cooperacin con Francia. Estos grandes seores de la industria

    son, momentneamente, los orientadores de la poltica europea. Cailleaux losequipara a los burgraves de la Edad Media. Y agrega que Europa parece envsperas de caer en un perodo de feudalismo anrquico.

    Stinnes tiene abolengo y blasn de hullero, de burgus y de industrial. Supadre fue tambin un minero. Bruno, recio, slido, Stinnes es un hombreforjado en hulla westphaliana. Posee, como un fragmento de carbn de piedra,una ingente cantidad potencial de energa. Es un gran creador, un gran cons-tructor de riqueza. Es un representante tpico de la civilizacin capitalista.Vive dentro de un mundo fantstico y extrao de telefonemas, de cotizacio-

    nes, de este-

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    nogramas y de cifras burstiles. Ignora el ocio sensual y el ocio intelectual delos magnates de la Edad Antigua y de la Edad Media que se rodeaban deartistas, de estatuas, de musas, de msica, de literatura, de voluptuosidad y defilosofa. Stinnes se rodea de estengrafos, de financistas y de ingenieros.Carece de toda actividad teortica y de toda curiosidad metafsica. AdrianoTilgher observa, con suma exactitud, que los multimillonarios de este tipo,

    absorbidos por un trabajo febril, no conducen una vida grandemente diversade la de uno de sus altos empleados. Y, definiendo la civilizacin capitalistacomo "la civilizacin de la actividad absoluta" dice de ella que "ama lariqueza por la riqueza, independientemente de las satisfacciones que puededar, de los placeres que permite procurarse". Stinnes se viste como cualquierade sus ingenieros. Y, como cualquiera de sus ingenieros, no entiende lasestatuas de Archipenko, ni ama la msica de Strauss, ni le importan laspinturas de Franz Mark, ni le preocupa Einstein ni le interesa Vaihingher.

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    POINCARE Y LA POLTICA FRANCESA*

    Europa contina movilizada, conflagrada, beligerante. El rgimen, las dis-ciplinas y la atmsfera de la guerra pugnan por sobrevivir. Los ejrcitos hansido desmovilizados; los espritus, no. De la prolongacin psicolgica de la

    guerra brotan las dictaduras marciales de Mussolini, de Horthy, de Primo deRivera. El estadista europeo Francesco Saverio Nitti nos describa, hace dosaos, esta Europa senza pace. Su resonante libro nos demuestra que la pazno ha sido pactada todava. El tratado de Versailles no es sino una reglamen-tacin provisoria de la rendicin de Alemania. Varias conferencias europeas -Spa, Gnova, La Haya- han intentado ser una verdadera conferencia de paz.Pero ninguna de ellas ha conseguido elaborar una paz vlida, una paz defini-tiva. Subsiste, por esto, en Europa una situacin guerrera.

    La ocupacin del Ruhr es un acto de guerra. Francia la titula una sancin.Pero todas las invasiones de la historia se han atribuido una intencin puni-tiva. Un pueblo que ha vejado o extorsionado a otro pueblo, no ha confesadonunca la arbitrariedad ni la injusticia de su acto.

    Esta poltica francesa significa una persistencia del estado de nimo delperodo blico. Mr. Raymond Poincar ha sido uno de los artfices, uno de loscreadores de ese estado de nimo. Y cuatro aos febriles de guerra lo han

    --------------* Publicado en Variedades, Lima, 6 de Octubre de 1923.

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    desadaptado para las labores de la paz. Tal como los instrumentos de guerrano pueden transformarse automticamente en instrumentos de paz, losconductores de una guerra moderna no pueden transformarse tampoco enconductores de la paz. La guerra los inficiona, los satura de agresividad y debeligerancia. Y habita sus espritus a una porfiada y tenaz actitud de com-bate. Este es el caso de Poincar. Poincar se ha sistematizado en la arenga y

    en la proclama. Su voz suena como un clarn. Su frase tiene un ritmo marcial.En su oratoria -entrenada hebdomadariamente en la inauguracin de algnnuevo monumento a los cados de la guerra- late la exultacin de la victoria yla voluptuosidad de la represalia.

    Y la situacin espiritual del parlamento francs corresponde a la situacinespiritual de Poincar. Este parlamento fue elegido en 1919 en una poca deexcitacin y de hiperestesia nacionalistas. Su eleccin constituy un nmerosolemne del programa de festejos de la victoria. Una apoteosis de la unin

    sacre. Y, por tanto, la mayora, cay en poder de los grupos de derecha y decentro que componan el bloc nacional. Algunos hombres del radicalismo,algunos hombres de izquierda, que se filtraron en este parlamento, tuvieronque esconder o atenuar su filiacin y enmascararse de chauvinismo. El sectorsocialista de la cmara quedo reducido y aislado. La nueva cmara proclamla infalibilidad y la intangibilidad del tratado de Versailles. Ms an, algunosdiputados incandescentemente extremistas lo declararon blando y tmido einsuficiente como instrumento de tortura de Alemania. Y, primero el gabinetede Leygues, despus el gabinete de Briand, vacilantes o tardos en la aplica-cin severa y rgida del Tratado, fueron abatidos por los votos del bloc

    nacional, que encontr su leader en Poincar. Poincar,

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    desde las crnicas polticas de "La Revue des Deux Mondes", denunciabaentonces la debilidad y la abulia de la poltica de Briand. Poincar era el "granlorens" y era el "presidente de la victoria". Poincar resultaba el caudillonatural del bloc. Inicialmente, la poltica de Poincar, pareci, sin embargo,demasiado contemporizadora y suave a Andrs Tardieu, leader clemencista, ya otros diputados de la derecha. Pero, muy pronto, Poincar, acall todos los

    descontentos, adoptando ante Alemania una actitud implacable, polemizandobriosamente con Inglaterra y acometiendo la aventura del Ruhr. Tardieu y lossuyos se han visto obligados a reconocer en los rumbos de Poincar suspropios rumbos. Poincar se ha asegurado, indefinidamente, la confianzaunnime del bloc nacional y los sectores afines. El pequeo y plido gruporadical, dirigido por Herriot, es el nico grupo burgus ausente de su mayoraparlamentaria.

    Pero esta cmara representa un estado de nimo contingente y pretrito de la

    gran nacin francesa. Representa el estado de la opinin en 1919. De entoncesa hoy, los ardimientos nacionalistas se han atenuado mucho, malgrado laintensa y perseverante accin txica de una prensa chauvine. Todas laselecciones parciales, posteriores a 1919, han favorecido a las izquierdas. En

    julio ltimo, en las elecciones de Seine-et Oise, las izquierdas infligieron unabulliciosa derrota al bloc nacional. Hubo cuatro juegos de candidatos: mi-nisterial, radical, socialista y comunista. La primera votacin no dio mayorasuficiente a ningn bando. Los candidatos de Poincar, batidos por los ra-dicales, desistieron a favor de stos. Los socialistas, igualmente faltos dechance, se retiraron tambin. En la segunda votacin alcanzaron 77,000 votos

    Franklin-Bouillon y Goust, candidatos radicales, y 54,000 votos Marty yPaquereaux, candidatos

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    comunistas. Estos resultados electorales, en una circunscripcin de acentuadafiliacin nacionalista, son un sntoma de que el estado de nimo del pas no esya el mismo de 1919. El bloc nacional lo advierte. De aqu que sus ministe-rios no hayan convocado a nuevas elecciones generales. Y de aqu que hayanresuelto el funcionamiento de esta cmara hasta la extincin de su duracinmxima de cinco aos.

    Poincar, rigurosamente, no personifica a la actual opinin francesa. Es elleader del sector ms saturado de chauvinismo, ms intoxicado de belico-sidad. Su gobierno se apoya, primeramente, sobre los grupos, obsesionadospor el miedo a la revancha enemiga, que tienden a la mutilacin y al ani-quilamiento de Alemania. Se apoya, luego, sobre las masas de contribuyen-tes, fuertemente interesadas en que las deudas de guerra no graven su bolsa yhonestamente convencidas de la necesidad de que Francia constria a pagar aAlemania o se apodere de sus valores negociables. Y se apoya, finalmente, en

    el grupo plutocrtico que aspira a la posesin de las minas de carbn alemanasy a la hegemona metalrgica en Europa. Este grupo plutocrtico es el que hadiscutido con Stinnes y la industria alemana las bases de una cooperacinindustrial franco-alemana. Si la va de esta cooperacin se allanase, la pluto-cracia metalrgica francesa reclamara a otros hombres en el gobierno. NiPoincar ni Tardieu podran dirigir la nueva poltica. La actuacin de stapodra ser confiada, en cambio, a los radicales, a las izquierdas. La plutocraciaindustrial dispone de la mayor parte de los grandes rotativos. Todos estosinstrumentos de propaganda seran puestos al servicio electoral del bloc deizquierdas. Y seran empleados en la destruccin, en el socabamiento de la

    vitalidad del bloc nacional. Sin embargo, no en vano toda la prensa francesa,

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    con las solas excepciones de "L'Oeuvre", "L'Ere Nouvelle" y los peridicossocialistas, ha predicado la extorsin de Alemania. Esta predicacin constanteha alimentado en el espritu del pueblo francs innumerables grmenes nacio-nalistas. La plutocracia metalrgica podra encontrar, pues, en la opinin,muchas resistencias a un compromiso con Alemania forjadas por sus propiosinstrumentos de orientamiento y seduccin del pblico. Pero, de toda suerte,

    de las elecciones generales del ao prximo saldr un nuevo gobierno. Hastaentonces, hasta octubre o noviembre, durar probablemente la poltica dePoincar. Cules sern las consecuencias de un ao ms de esta poltica?Alemania extenuada y agotada por los subsidios a la poblacin del Ruhr, haabandonado la resistencia pasiva. Pero no ha renunciado a la lucha. Antesbien, Stressemann ha usado reiteradamente un lenguaje arrogante. Y ha dichoque, en caso necesario, la resistencia pasiva puede trocarse en resistenciaactiva. Los ltimos cablegramas anuncian la ruptura de Stressemann con lossocialistas y la posibilidad de que reorganice el gobierno con la colaboracin

    de los pangermanistas. El gobierno alemn asimilara, as, una buena dosis dela intransigencia de la extrema derecha. Francia, en este caso, se instalara enel Ruhr. Pero esto no constituira sustancialmente una situacin nueva. Fran-cia ha declarado su intencin de no moverse del Ruhr mientras Alemania nole pague. Y cmo no podra Alemania, con un presupuesto deficitario, unabalanza comercial deficitaria tambin y una moneda totalmente desvalorizada,obligarse a ingentes pagos inmediatos?

    Poincar explica su poltica en un lenguaje forense. Francia es un acreedorque protesta las letras vencidas de Alemania y traba embargo de sus bienes.

    Esta dialctica es muy propia de

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    la psicologa y de la mentalidad del leader lorens, Poincar usa en la polticamtodos de abogado, ideas de jurista. Su tcnica verbal y su tcnica concep-tual son las de un abogado. En este captulo de la historia humana, Poincarda la sensacin de un abogado, de un jurista, intransigente en la aplicacin delviejo derecho y de los viejos cdigos. La poltica y la economa del mundohan cambiado. La paz ha revelado la solidaridad y la interdependencia de las

    naciones occidentales. La paz ha bosquejado las direcciones de un derechonuevo. Poincar, desdeoso de las notificaciones de la realidad nueva, sigueesgrimiendo su jurisprudencia tradicionalista y rgida. Y juzga posible, enestos tiempos, una poltica napolenica, una poltica bismarkiana. Poincar esintegralmente reaccionario. Pero no es un reaccionario tempestuoso, tumul-tuario y violento del tipo de Mussolini. No es un reaccionario mstico ydesptico sino un reaccionario burocrtico y republicano. Moviliza, comoelementos de reaccin, el parlamento, la burocracia, los tribunales, las leyes.Acaso, por esto, su tramonto es inevitable. Porque, si Europa se pacifica, si se

    inaugura una poltica de cooperacin internacional, una poltica de reforma yde compromiso, Poincar no podr volver al poder. Y si, por el contrario, seacenta en Europa una poltica reaccionaria y guerrera, tampoco podr con-servarlo. Lo reemplazar, entonces, un reaccionario ultrasta, un reaccionarioexento de sus prejuicios de abogado y de funcionario de la Tercera RepblicaFrancesa. Lo reemplazar un camelot du roi, un caudillo de arns medioeval.O, para estar ms a tono con la moda, un caudillo de masa.

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    HILFERDING Y LA SOCIAL-DEMOCRACIA ALEMANA*

    Mala fortuna tienen, en esta poca, las ententes. La Entente anglo-franco-italiana, desavenida y descompaginada, cruje peridica y ruidosamente. Laentente entre Stinnes y la social-democracia alemana resulta tambin una

    unin morgantica frgil y quebradiza. Las relaciones entre los populistas ylos socialistas alemanes son corteses en la maana, contenciosas en la tarde. Aconsecuencia de estos malos humores consuetudinarios se desplom dramti-camente el ministerio Stressemann-Hilferding.

    A la crnica de esa crisis ministerial de la cual ha salido galvanizada yremendada la hbrida coalicin industrial-socialista est muy vinculado elnombre de Rudolph Hilferding, uno de los leaders primarios, uno de los con-ductores sustantivos de la social-democracia alemana. La figura de Hilferding,

    agriamente contrastada durante la crisis ministerial, tiene as contornos deactualidad y relieves de moda. Su presentacin en este proscenio hebdoma-dario de personajes y escenas mundiales es oportuna, adems, para enfocar ala socialdemocracia en una postura difcil de su historia.

    La poltica de Hilferding en el ministerio de finanzas obedeca a la necesidadde apaciguar la agitacin y la miseria de las masas. Tenda, por esto, a reva-lorizar el marco y a fiscalizar los pre-

    ----------* Publicado en Variedades, Lima. 20 de Octubre de 1923.

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    cios de la alimentacin popular. Hilferding proyectaba que el Estado se incau-tase de todas las divisas extranjeras existentes en Alemania. Decret la decla-racin forzosa de estos valores por sus propietarios. Y amenaz a los remisoscon severos castigos. Esta poltica fiscal atacaba el inters de los rentistas, delos agricultores y de otros acaparadores habituales de monedas extranjeras.Una gran parte de la burguesa alemana ulul contra la demagogia financiera

    del ministro socialista. No se trataba, en verdad, de un caso de demagogiapersonal. Hilferding actuaba conminado por las masas, desconfiadas y mal-contentas del entendimiento con Stinnes, defensoras vigilantes de la jornadade ocho horas. Pero las crticas eran inevitablemente nominativas. Y apun-taban contra Hilferding. Vino la fractura del bloque populista-socialista. Sepredijo la imposibilidad de soldarlo y la inminencia de que brotara de la crisisuna dictadura. Un frente nico de todos los partidos burgueses pangerma-nistas, populistas, catlicos y demcratas bajo el auspicio y la direccin deStressemann. Pero los catlicos y los demcratas tendencialmente centristas

    y transaccionales opinaron por la reconstruccin de un gobierno parlamen-tario emanado de la mayora del Reichstag. Estas sugestiones centristas coin-cidieron con recprocas concesiones de populistas y socialistas y promovieronla reconstitucin del antiguo bloque mixto. Surgi as el actual gabinete Stres-semann. La estructura parlamentaria de este gabinete es la misma del gabineteanterior; pero su personal es un poco diverso. Hilferding, por ejemplo, no havuelto al ministerio de finanzas.

    Hilferding es uno de los economistas mximos de la social-democracia. (Elviejo Berstein marcha hacia su jubilacin). El grupo socialista del Reichstag

    considera a Hilferding su mejor experto, su mejor tcnico de finanzas. Unatarde,

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    en el Reichstag, conversando con Breischeidt otro leader de la social-democracia actualmente candidato al ministerio de negocios extranjerosquise de l algunos esclarecimientos concretos sobre el programa financierodel grupo socialista. Olvidaba la tendencia de los alemanes a la especializa-cin, al tecnicismo, al encasillamiento. Breischeidt, especialista en cuestionesextranjeras, no se reconoca capacidad para hablar de cuestiones econmicas.

    Y me remiti al especialista, al perito: Vea usted a Hilferding. Hilferding leexpondr nuestros puntos de vista. Presentado por Breischeidt, conoc aHilferding. El marco era el mes de noviembre del ao ltimo caa ver-tiginosamente. Segua la va de la corona austraca y del rublo moscovita.Hilferding estudiaba los medios de estabilizarlo. Nuestra conversacin,inactual ahora, vers, sobre este tpico.

    Antiguo estudioso de economa, Hilferding es un exegeta original y hondo delas tesis econmicas de Marx. Es autor de un libro notable, El Capital

    Financiero, dedicado al examen de los fenmenos de la concentracin capi-talista. Hilferding observa en este libro que la concentracin capitalista estcumplida en los pases de economa desarrollada. En Alemania, por ejemplo,la produccin se encuentra casi totalmente controlada por los grandes bancos.Y por consiguiente, la simple socializacin de stos sera la inauguracin delrgimen colectivista. Das Finanzkapital interes mucho a la crtica marxista.Y coloc a Hilferding en los rangos ms conspicuos de la socialdemocracia.

    La posicin de Hilferding en el socialismo alemn ha sido, en un tiempo, unaposicin de izquierda y de vanguardia. Pero Hilferding no ha jugado nunca un

    rol tribunicio ni tumultuario. Se ha comportado siempre exclusivamente comoun hombre de estado mayor. Ha sido invaria-

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    blemente un estadista cientfico, terso, glido, cerebral; no ha sido un tipo deconductor ni de caudillo. Durante la guerra, el grupo socialista del Reichstagse cision. Una minora, acaudillada por Liebnecht, Dittmann, Hilferding,Crispien, Haase, declar su oposicin a los crditos blicos. Y asumi unaactitud hostil a la guerra. La mayora expuls de las filas de la social-demo-cracia a los diputados disidentes. Entonces la minora fund un hogar aparte:

    el partido socialista independiente. En 1918, emergi de la revolucin ale-mana una tercera agrupacin socialista: los comunistas o espartaquistas deKarl Liebnecht y Rosa Luxemburgo. Los socialistas independientes ocuparonuna posicin centrista e intermedia. Diferenciaron su rumbo del de lossocialistas mayoritarios y del de los comunistas. Hilferding diriga el rganode la faccin: "Die Freiheit". En 1920, los socialistas independientes tuvieronen Halle su congreso histrico. Deliberaron sobre las condiciones de adhesina la Tercera Internacional y de unin a los comunistas. Una fraccin, encabe-zada por Hoffmann, Stoecker y Daumig propugnaba la aceptacin de las

    condiciones de Mosc; otra fraccin. encabezada por Hilberding, Crispien yLedebour, la combata. Zinoviev, a nombre de la Tercera Internacional, asistial congreso. Hilferding, orador oficial de la fraccin esquiva y secesionista,polemiz con el leader bolchevique. El congreso produjo el cisma. La mayo-ra de los delegados vot por la adhesin a Mosc. Trescientos mil afiliadosabandonaron los rangos del partido socialista independiente para sumarse alos comunistas. El resto de la agrupacin reafirm su autonoma y su cen-trismo. Pero aligerado de su lastre revolucionario, empez muy pronto a sentirla atraccin del viejo hogar social-democrtico. En el proletariado no existensino dos intensos campos de gravitacin: la revolucin y la reforma. Los

    ncleos desprendidos

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    de la revolucin estn destinados, despus de un intervalo errante, a seratrados y absorbidos por la reforma. Esto le aconteci a los socialistasindependientes de Alemania. En octubre del ao pasado reingresaron en losrangos de la social-democracia y del "Vorvaerts". Y extinguieron la cismtica"Freiheit". nicamente Ledebour y otros socialistas, bizarramente secesionis-tas y centrfugos, se resistieron a la unificacin.

    Hilferding est clasificado, dentro del socialismo europeo, como uno de losrepresentantes de la ideologa democrtica y reformista. En la polmica, en lacontroversia entre bolchevismo y menchevismo, entre la Segunda y la TerceraInternacional, la posicin de Hilferding no ha sido rigurosamente la misma deKautsky. Hilferding ha tratado de conservar una actitud virtualmente revolu-cionaria. Ha impugnado la tctica putschista e insurreccional de los comu-nistas; pero no ha impugnado su ideologa. Ha disentido de la praxis de laTercera Internacional: pero, no ha disentido explcitamente de su teora. Ha

    dicho que era necesario crear las condiciones psicolgicas, morales, ambi-entales de la revolucin. Que no bastaba la existencia de las condicioneseconmicas. Que era elemental y primario el orientamiento espiritual de lasmasas. Pero esta dialctica no era sino formal y exteriormente revolucionaria.Malgrado sus reservas mentales, Hilferding es un social-democrtico, unsocial-evolucionista; no es un revolucionario. Su localizacin en la social-democracia no es arbitraria ni es casual.

    Zinoviev, en su prosa beligerante, polmica y agresiva, define as al autor deDas Finanzkapital: "Hilferding es una especie de subrogado de Kautsky. Y

    el Hilferding enmascarado es ms aceptable que el Kautsky tontamentesincero. Sus relaciones con banqueros y agentes de bolsa han desarrollado enHilferding una elasti-

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    cidad que no posee su maestro Kaustky. Hilferding esquiva con una facilidadextraordinaria las cuestiones difciles. Sabe callar ah donde Kautsky profiereabiertamente insulceses contrarrevolucionarias. En una palabra, es adaptable,elstico y prudente".

    Pero este Hilferding, mordazmente excomulgado y descalificado por la extre-

    ma izquierda, resulta, naturalmente, un peligroso y disolvente demagogo parala extrema derecha. Su cada del ministerio de finanzas, por ejemplo, es unefecto de la incandescente ojeriza reaccionaria y conservadora. El compro-miso, la transaccin entre la alta industria y la socialdemocracia, se basaronsobre el inters precariamente comn de una poltica de saneamiento delmarco y de mitigamiento del hambre y la miseria. La requisicin de valoresextranjeros de propiedad particular y la fiscalizacin de los precios de losgranos y las legumbres no molestaban a Stinnes ni a la alta industria. Peroheran intensamente a las varias jerarquas de agricultores, de comerciantes,

    de intermediarios y de especuladores, interesados en sustraer sus divisasextranjeras y sus precios al control del Estado. Y la social-democracia, entanto, no poda renunciar a estas medidas elementales. Al mismo tiempo, nopoda avenirse pasivamente a la abolicin de la jornada de ocho horas ni alabandono de los ferrocarriles ni de los bosques demaniales a un trust privado.Aqu comenz el choque, el conflicto entre los socialistas y los populistas.Este choque, este conflicto reaparecen en la cuestin de la emisin de unanueva moneda. A este respecto, los puntos de vista de la industria y de laagricultura, de los populistas y de los pangermanistas, casi coinciden yconvergen. Helferich, leader del partido de los Junkers y los terratenientes,

    propone la creacin de un banco privado que emita una moneda establerespalda-

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    da con cereales y oro por la agricultura y la industria. Los industriales planeanun banco de emisin con un capital de quinientos millones de marcos orocubierto con suscripciones de la industria y del capital extranjero. Ambosproyectos trasladan del Estado a los particulares la funcin de emitir moneda.Esta es su caracterstica esencial. Ahora bien. Los socialistas quieren abso-lutamente que la emisin de una moneda estable sea efectuada por el Estado a

    base de enrgicas imposiciones a la gran propiedad. Un compromiso, unacuerdo resultan, por tanto, asaz difciles y problemticos. El capitalismoalemn intenta asumir directamente las funciones econmicas del Estado.Pretende, en suma, separar el Estado econmico del Estado poltico. La crisisdel Estado contemporneo, del Estado democrtico se dibuja aqu en suscontornos sustanciales. El capitalismo alemn dice que, si no es indepen-dizada del Estado, la emisin del marco estar sujeta a nuevos exorbitantesinflamientos. Los ingresos del Estado no alcanzan a cubrir ni un quince porciento de los egresos. El Estado, por consiguiente no dispone de otro recurso

    que la impresin constante, vertiginosa, desenfrenada de papel moneda. Estasobservaciones descubren, indirectamente, la intencin de los capitalistas.Despojado de la funcin de emitir moneda, subordinado a los auxilios volun-tarios de los capitalistas, el Estado caera en la bancarrota, en la falencia, en lamiseria. Tendra que reducir al lmite ms modesto sus servicios y sus acti-vidades. Tendra que licenciar a un inmenso ejrcito de funcionarios, emplea-dos y trabajadores. La industria privada se librara de la concurrencia delEstado empresario en el mercado del trabajo. Los acreedores de Alemania Francia, etc. no pudiendo negociar ni pactar con el Estado insolvente ymendigo, negociaran y pactaran directamente con los trusts verticales.

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    Los leaders de la social-democracia no pueden aceptar esta poltica pluto-crtica. La burguesa alemana tiende, por eso, a una dictadura de las derechas.Y su actitud estimula en el proletariado la idea de una dictadura de las iz-quierdas. El gabinete de Stressemann puede ser muy bien el ltimo gabineteparlamentario de Alemania. La tendencia histrica contempornea es latendencia al gobierno de clase. La situacin del mundo se opone a que

    prospere la poltica de la transaccin, de la reforma y del compromiso.Y lacrisis de esta poltica, que es la crisis de la democracia, condena al ostracismodel poder y de la popularidad a los hombres de filiacin democrtica yreformista.

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    CAILLAUX*

    La ola reaccionaria ha desalojado del poder a los estadistas de la democracia,a los leaders de la poltica de "reconstruccin europea". Y ha agravado as lacrisis de la desocupacin y del chmage. Mas esos estadistas, esos leaders no

    aceptan pasivamente la condicin de desocupados. Invierten su tiempo en lapropaganda, en la rclame de sus ideas y su tctica. Y como la reaccin es unfenmeno internacional, no la combaten slo en sus pases respectivos: lacombaten sobre todo, en el mundo. No intentan nicamente la conquista de laopinin nacional: intentan la conquista de la opinin mundial. Lloyd George,reemplazado en el gobierno de Inglaterra por los conservadores, efecta enEstados Unidos un estruendoso desembarco de su dialctica y su ideologa.Francesco S. Nitti, destituido de influencia en los rumbos de Italia por losfascistas, flirtea con la democracia norteamericana y con la democracia tu-

    desca. Joseph Caillaux, desterrado de Francia por el bloc nacional, emplea suexilio en una viva actividad teortica.

    Pero Caillaux est ms lejos de recuperar su influencia en Francia, que LloydGeorge, que Nitti la suya en Inglaterra y en Italia. La victoria de los radicalesy los socialistas no llevara a Caillaux al gobierno. Sobre Caillaux pesa toda-va una condena. Los leaders presentes del bloc de izquierdas son Herriot,Boncour, Painlev. A ellos les tocara ocupar los puestos de Poincar, deTardieu, de Arag y de los conduc-

    --------------* Publicado en Variedades, Lima, 3 de Noviembre de 1923.

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    tores del bloc nacional. Ellos, adems, una vez instalados en el poder, ten-dran que dosificar su radicalismo al estado de la opinin francesa, en la cualla intoxicacin actual dejara tantos sedimientos reaccionarios y nacionalistas.Caillaux no es, por consiguiente, un candidato al gobierno. Es apenas uncandidato a la rehabilitacin y a la amnista francesas.

    Hace cinco aos Caillaux era un acusado. Era el protagonista de un dramticoproceso de alta traicin. Ahora no es sino un exiliado poltico. El mundo estunnimemente convencido de que el proceso de Caillaux fue un procesopoltico. Algo as como un accidente del trabajo. La guerra dio a la claseconservadora, a la alta burguesa francesa, una ocasin de represalia contraCaillaux. Esa clase conservadora, esa alta burguesa, detestaban a Caillaux porsu radicalismo. Durante la poca de hegemona en la poltica francesa delradicalismo y de sus mayores figuras Waldeck-Rousseau, Combes,Caillaux esa clase conservadora y esa alta burguesa almacenaron en su

    nimo acendrados rencores contra la izquierda y sus hombres. La guerraprodujo en Francia la unin sagrada. Y la unin sagrada, que creaba un estadode nimo nacionalista y guerrero, produjo el resurgimiento de las derechas,vidas de castigar la "demagogia financiera" de Caillaux y de deshacerse deun adversario potente. Caillaux, de otro lado, no era un adherente incondi-cional y delirante de la unin sagrada. No tena puesta la mirada nicamenteen las batallas; la tena puesta, ms bien, en el porvenir y en la paz. Preveaque la reconstruccin de Europa, desvastada y desangrada por la guerra,obligara a Francia y a Alemania a la solidaridad y a la cooperacin. Pensaras era entonces pensar herticamente. Y Caillaux era, por tanto, un sospe-

    choso de hereja en aquellos das de inquisi-

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    cin patritica. Clemenceau, disidente del radicalismo, conductor, animador yprisionero de la corriente reaccionaria, no retrocedi ante una acusacin deinteligencia con el enemigo. Y, esgrimiendo esta acusacin, mand a Caillauxa la crcel. El proceso vino despus de la victoria, en un instante de apoteosisy de ereccin nacional. En un instante en que persista agudamente la atms-fera marcial de la guerra. La acusacin contra Caillaux no exhibi ninguna

    prueba. Se fund en sospechas, en conjeturas, en presunciones. Explot loscontactos casuales de Caillaux con personajes sospechosos o equvocos enItalia, en la Argentina y en Francia. El fallo, impregnado del convencimientode la inculpabilidad de Caillaux, tuvo, sin embargo, que concluir con unasentencia. Caillaux sali del proceso absuelto y condenado al mismo tiempo.

    Despus, las cosas han cambiado gradualmente A medida que el ambientefrancs se ha descargado de irritacin blica, la figura de Caillaux ha reco-brado su verdadero contorno moral. Los radicales-socialistas, que temieron

    solidarizarse demasiado con su leader en los das de la acusacin, hananunciado su voluntad de conseguir la revisin del proceso.

    Caillaux aguarda en el exilio esta revisin. Pero no ha gastado su actividad enuna actitud de vindicacin y de defensa de su personalidad y de su historia.Ha escrito un libro, Mes Prisons, denunciando la trastienda ntima de supersecucin y de su condena. Y no ha vuelto a insistir sobre este tpico per-sonal y autobiogrfico. En su libro posterior, O va la France? O val'Europe?, ha ocupado de nuevo su posicin de polmica y de combateideolgicos.

    En este libro, que tanto ha resonado en el mundo, estudia Caillaux, prelimi-narmente, el proceso de incubacin de la guerra. Sostiene que

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    los gobernantes europeos de 1914 no defendieron suficientemente la paz. Ydescribe luego las condiciones actuales de Europa. Su descripcin de la crisiseuropea no es menos panormica y emocionante que la de Nitti. Y es, tal vez,ms profunda y ms tcnica. Caillaux, enfoca, uno tras otro, los aspectosesenciales de la crisis. Los dficits, las deudas, el pasivo de la guerra quearroja sobre las espaldas de varias generaciones europeas una carga abruma-

    dora. La marejada campesina, la ola agraria, los intereses rurales que en laEuropa central tienda a aislar al campo de la industria urbana y a restableceruna economa medioeval superada y anacrnica. La baja del cambio, ladesvalorizacin de la moneda que arruina a una extensa categora de pequeosy medianos rentistas y que proletariza a la clase media. La hipertrofia, elcrecimiento de los trusts gigantescos y de los carteles mastodnticos, cons-trudos sobre ruinas y escombros, que confieren a unos cuantos grandescapitalistas una influencia desmesurada en la suerte de los pueblos. Lascorrientes nacionalistas que se oponen a una poltica de cooperacin y

    asistencia internacionales y enemistan y separan a las naciones. Los interesesplutocrticos que obstruyen la va del compromiso y de la transaccin entre laidea individualista y la idea socialista.

    A dnde va Francia? A dnde va Europa? Caillaux no admite el comu-nismo. Su resistencia al comunismo no es de orden ideolgico sino de ordentcnico. Caillaux piensa que el comunismo no puede reorganizar eficiente-mente la produccin europea. El comunismo centraliza en el Estado todos losresortes de la produccin. Entrega, por ende, la solucin de todas las cues-tiones econmicas e industriales a una burocracia poltica, omnipotente y

    dogmatica. Y bien. Caillaux considera an necesaria la accin del intersprivado en el funcionamiento de la

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    produccin. Sus objeciones al comunismo son objeciones de financista. Cai-llaux no discute la tica del comunismo. Discute su eficacia, su utilidad, suoportunidad. Pero Caillaux, que no acepta la revolucin, tampoco acepta lareaccin. Con mayor nfasis que las soluciones de la extrema izquierda,rechaza las soluciones de la extrema derecha. Quiere que se pacte con lasmasas a fin de restaurar su voluntad de trabajo y de cooperacin y de des-

    viarlas de la atraccin comunista. Advierte el envejecimiento del Estadoindividualista y el tramonto de la democracia jacobina. Y propone la re-construccin del Estado sobre la base de una transaccin entre la democraciaoccidental y el sovietismo ruso. Pero, detenindose ante la concepcin deRathenau del Estado profesional, afirma que el Estado econmico debe estarsubordinado al Estado poltico. Segn Caillaux hay "una gran cuestin quesupera en mucho a la del comunismo y el capitalismo"; la cuestin de laciencia y de sus relaciones con la economa del mundo. La ciencia crea lainestabilidad econmica y por consiguiente, la inestabilidad poltica. Ac-

    tualmente las grandes usinas metalrgicas se agrupan al lado de los yaci-mientos de hulla que abastecen los altos hornos. Ms se predice la invencinde un sistema nuevo de fabricacin del acero. Y esta sola invencin puedetransformar la geografa econmica de Europa.

    Caillaux propugna la cooperacin entre las naciones y la cooperacin entre lasclases. Afirma su adhesin a la idea democrtica. Niega la eficacia de larevolucin y de la reaccin. Seala los grandes problemas, las grandes in-certidumbres contemporneas. Busca una solucin utilitaria, una solucintcnica. Desecha toda solucin dogmtica. Pero su palabra intelectual, va-

    cilante, escrupulosa y cientfica, no emociona a las muchedumbres actuales,que sienten una necesidad mstica de fe, de fanatismo y de mito.

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    EL DIRECTORIO ESPANOL*

    La dictadura del general Primo de Rivera es un episodio, un captulo, untrance de la revolucin espaola. En Espaa existe desde hace varios aos unestado revolucionario. Desde hace varios aos se constata la descomposicin

    del viejo rgimen y se advierte el anquilosamiento de la burocrtica y exangedemocracia nacional. El parlamento, que en pueblos de ms arraigada y hondademocracia conserva todava residuos de vitalidad, haca tiempo que enEspaa era un rgano entorpecido, atrofiado, impotente. El proletariado, queen otros pueblos europeos no vive ausente del parlamento, en Espaa tenda arecogerse y concentrarse agriamente bajo las banderas de un sindicalismoabstencionista y sorelliano. Espaa era el pas de la accin directa. (Un libromuy actual, aunque un poco retrico, de Ortega Gasset, Espaa Inverte-brada, retrata ntidamente este aspecto de la crisis espaola). Los partidos

    espaoles, a causa de su superada ideologa y su antigua arquitectura, creanestar situados por encima de los intereses en contraste y de las clases enguerra. Consiguientemente, sus rangos se vaciaban, se reducan. La luchapoltica se transformaba de lucha de partidos en lucha de categoras, decorporaciones, de sindicatos. A causa de la escisin mundial del socialismo, elpartido socialista espaol no poda atraer a sus filas a toda la clase trabajado-ra. Una parte de sus adherentes lo abandonaba para constituir un partidocomunista. Los sindicatos barceloneses seguan ligados

    --------------* Publicado en Variedades, Lima, 9 de Diciembre de 1923.

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    a sus viejos mitos libertarios. El panorama poltico de Espaa era un confusoy catico panorama de escaramuzas entre las clases y las categoras sociales.Las asociaciones patronales de Barcelona oponan su accin directa a laaccin directa de los sindicatos obreros.

    Como era lgico dentro de este ambiente, en la oficialidad espaola se desa-

    rroll tambin una acentuada consciencia gremial. Los oficiales se organiza-ron en sindicatos, cual los patrones y cual los obreros, para defender susintereses de corporacin y de casta. Nacieron las juntas militares. La aparicinde estas juntas fue una de las expresiones histricas ms peculiares de ladecadencia y de la debilidad del rgimen espaol. Esas juntas no habrangerminado nunca frente a un Estado vigoroso. Pero en un perodo en quetodas las categoras sociales libraban sus combates y pactaban sus treguas, almargen del Estado, era fatal que la oficialidad se colocase igualmente sobre elterreno de la accin directa. Aconteca, adems, que en Espaa la oficialidad

    tena tpicos intereses gremiales. Espaa es un pas de industrialismo limitado,de agricultura feudal, de economa un tanto rezagada. El ejrcito absorbe, poresto, a un nmero crecido de nobles y burgueses. Esta razn econmicaengendra una hipertrofia de la burocracia militar. El nmero de oficialesespaoles es de veinticinco mil. Se calcula que existe un oficial por cada trecesoldados. El sostenimiento de la numerosa burocracia militar, ocupada prin-cipalmente en la guerra marroqu, es una pesada carga fiscal. Los estadistasmiraban en este pliego del presupuesto, un gasto excesivo y desproporcionadoa la capacidad econmica del Estado espaol. Y esto estimulaba e incitaba alos oficiales a sindicarse y mancomunarse vigilante y estrechamente.

    La historia de las juntas militares es la his-

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    toria de la dictadura de Primo de Rivera. Las juntas militares no brotaron de laaspiracin de conquistar el poder; pero si de la intencin de rebelarse contra lsi un acto suyo atacaba un inters corporativo de la oficialidad. Las juntastrajeron abajo varios ministerios. El gobierno espaol, desprovisto de autori-dad para disolverlas, tena que capitular ante ellas. Ms de un decreto guber-namental, amparado por la regia firma, fue vetado y repudiado por las juntas

    que insurgan as contra el Estado y la dinasta. La continua capitulacin delEstado, cada vez ms flaco y anmico, gener en las juntas la voluntad deenseorearse de l. El poder civil o las juntas militares deban, por tanto, su-cumbir. Contra el poder civil conspiraba su falta de vitalidad que se traducaen falta de sugestin y de ascendiente sobre la muchedumbre. En favor de las

    juntas militares obraba, en cambio, la desorientacin mental de la clase media,invenciblemente propensa a simpatizar con una insurreccin que barriese delgobierno a la desacreditada y desvalorizada burocracia poltica. Las viejas yarterioesclerosas facciones liberales y conservadoras se alternaban en el go-

    bierno cada vez ms acosadas y presionadas por la ofensiva sorda o clamorosade las juntas.

    As lleg Espaa al gobierno liberal de Garca Prieto. Ese gobierno represen-taba toda la gama liberal. Se apoyaba sobre una coalicin parlamentaria en lacual se aglutinaban ntegramente las izquierdas dinsticas: Garca Prieto yRomanones, Alba y Melquiades Alvarez. Significaba una tentativa solidariadel liberalismo y del reformismo por revalorizar el parlamento y galvanizar elrgimen. Era, histricamente, la ltima carta de la democracia hispana. Elrgimen parlamentario, mal aclimatado en tierra espaola, haba llegado a una

    etapa decisiva de su crisis, a un instante agudo de su descompo

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    sicin. El pronunciamiento militar, en incubacin desde el nacimiento de lasjuntas, encontr en esta situacin sus estmulos y su motor.

    Cul es la semejanza, cul es el parentesco entre la marcha a Roma delfascismo y la marcha a Madrid del general Primo de Rivera? Externamente,ambos movimientos son dismiles. Los fascistas se apoderaron del poderdespus de cuatro aos de tendentes campaas de prensa, de alals y de aceite

    de ricino. Las juntas militares han arribado al gobierno repentinamente, envirtud de un pronunciamiento. Su actividad no estaba pblicamente dirigida ala asuncin del poder. Pero toda esta diferencia es formal y adjetiva. Est enla superficie; no en la entraa. Est en el cmo; no en el por qu. Sustancial-mente, espiritualmente, el fenmeno es el mismo. Uno y otro son regmenesde fuerza que desgarran la democracia para resistir ms gilmente el ataque dela revolucin. Son la contraofensiva violenta y marcial de la idea conservado-ra que responde a la ofensiva tempestuosa de la idea revolucionaria. La demo-cracia no se halla en crisis nicamente en Espaa. Se halla en crisis en Europa

    y en el mundo. La clase dominante no se siente ya suficientemente defendidapor sus instituciones. El parlamento y el sufragio universal le estorban. Cle-menceau ha definido as la posicin de la clase conservadora ante la claserevolucionaria: "Entre ellos y nosotros es una cuestin de fuerza".

    Algunos cronistas localizan la revolucin espaola en la inauguracin de ladictadura militar de Primo de Rivera. Ahora bien. Este rgimen representa unainsurreccin, un pronunciamiento, un putsch. Es un fenmeno reaccionario.No es la revolucin sino su anttesis. Es la contrarrevolucin. Es la reaccin,que, en todos los pueblos, se organiza al son de una msi-

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    ca demaggica y subversiva. (Los fascistas bvaros se titulan "socialistasnacionales". El fascismo us abundantemente, durante el training tumultua-rio, una prosa anticapitalista, anticlerical y an antidinstica).

    La buena fe de las muchedumbres reaccionarias es indiscutible. Los propioscondotieros de la contrarrevolucin no son siempre protagonistas conscientes

    de ella. Sus fautores, sus proslitos, creen honestamente qua su gesta es re-novadora, revolucionaria. No perciben que la clase conservadora se aduea desu movimiento. En Espaa es un dato histrico muy claro la adhesin dada aldirectorio por la extrema derecha. La insurreccin de noviembre ha reflotadoa las ms olvidadas y arcaicas figuras de la poltica espaola; a los polvo-reentos y medioevales hierofantes del jaimismo. En los somatenes se hanenrolado entusiastas los marqueses y los condes y otros desocupados de laaristocracia. Toda la extrema derecha siente su consanguineidad con eldirectorio. Otras facciones conservadoras se irn fusionando poco a poco con

    la faccin militar. Maura, La Cierva no tardarn tal vez en aprovechar lacoyuntura de exhu-mar su ideologa arqueolgica.

    Pasemos a otro tpico. Examinemos la capacidad del directorio para reor-ganizar la poltica y la economa espaolas. Primo de Rivera ha pedido mo-destamente tres meses para encarrilar a Espaa hacia la felicidad. Los tresmeses van a vencerse. El directorio no ha anotado hasta ahora en su activosino algunas medidas disciplinarias y correccionales. Ha mandado a la crcela varios alcaldes deshonestos; ha podado ligeramente algunas ramas del rbolburocrtico; ha reclamado implacable la observancia puntual de los horarios

    de los ministerios. Pero los grandes problemas de Espaa estn intactos.Veamos, por ejemplo, la posicin del directorio

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    ante dos cuestiones urgentes: la guerra marroqu y el dficit fiscal.

    Espaa quiere la liquidacin de la aventura blica de Marruecos. Pero elejrcito espaol, naturalmente, no es de la misma opinin. El abandono deMarruecos traera una crisis de desocupacin militar. El directorio, que es unaemanacin de las juntas militares, no puede, pues, renunciar a la guerra de

    Marruecos. La psicologa de todo gobierno militar es, de otro lado, una psi-cologa conquistadora y guerrera. Espaa e Italia acaban de tener un dilogosintomticamente imperialista. Han considerado la necesidad de desenvolver

    juntas una poltica que acreciente su influencia moral y econmica enAmrica. Esta tendencia, discreta y moderada hoy, crecer maana en otrasdirecciones. Espaa sentir la nostalgia de su antiguo rango en la polticaeuropea. Y entonces consideraciones de prestigio internacional se opondrnms que nunca al abandono de Marruecos.

    El problema financiero es solidario del problema de Marruecos. El dficitespaol ascendi en el ltimo ejercicio a mil millones de pesetas. Ese dficitproviene principalmente de los gastos blicos. Por consiguiente, si la guerracontina, continuar el dficit. De dnde va a extraer el directorio recursosextraordinarios? La industria espaola, malgrado el proteccionismo de lastarifas, es una industria embrionaria y lnguida. La balanza comercial deEspaa est gravemente desequilibrada. Las importaciones, son exorbitan-temente superiores a las exportaciones. La peseta anda mal cotizada. Cmovan a resolver estos problemas complejamente tcnicos los generales deldirectorio y sus orculos jaimistas? La puntualidad en las oficinas y la

    punicin de funcionarios prevaricadores no bastan para conferir autoridad ycapacidad a un gobierno.

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    El insulso y sandio Jos Mara Salaverra anuncia que la insurreccin desetiembre ha sido festejada por toda la prensa de Londres, de Pars, de Berln,etc. Salaverra, probablemente, no est enterado sino de la existencia de laprensa reaccionaria. Y la prensa reaccionaria, lgicamente, se ha regocijadodel putsch de Primo de Rivera. No en vano la reaccin es un fenmeno mun-dial. Pero an se edita en Londres, Pars, Berln, etc., prensa revolucionaria y

    prensa democrtica. Y as, ante la dictadura de Primo de Rivera, mientras"L'Action Franaise" exulta, el "Berlner Tageblatt" se consterna. Un rganosagaz de la plutocracia italiana "Il Corriere della Sera", ha publicado variosartculos de Filippo Saschi tan adversos al directorio que ha sido advertido porlos fascistas milaneses con la colocacin de un petardo en su imprenta de queno debe perseverar en esa actitud.

    El fascismo saluda con sus alals a los somatenes, Len Daudet, CharlesMaurras, Hitler, Luddendorff, Horthy miran con ternura la reaccin espaola.

    Pero Lloyd George, Nitti, Paul Boncour, Teodoro Wolf, los polticos y losfautares de la democracia y del reformismo, la consideran una escena, unsector, un episodio de la tragedia de Europa.

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    GRECIA, REPUBLICA*

    Cmo ha llegado Grecia al umbral del rgimen republicano? La guerramundial precipit la decadencia de la monarqua helnica. El Rey Constantino

    viva bajo la influencia alemana. Su actitud ante la guerra estuvo ligada a estainfluencia. La suerte de su dinasta se solidariz as con la suerte militar deAlemania. La derrota de Alemania, que caus la condena inmediata de lasmonarquas responsables de los Hohenzollern y los Hapsburgo, socavmortalmente a las monarquas mancomunadas o comprometidas con ellas.Sucesivamente, se han desplomado, por eso, las dinastas turca y griega. Ladinasta blgara anda tambaleante. Grecia no pudo como Bulgaria y comoTurqua entrar en la guerra al lado de Alemania y Austria. Exista en Greciauna densa y caudalosa corriente aliadfila. Venizelos, perspicaz y avisado,

    presenta la victoria de los aliados. Y vea que a ella estaba vinculada sufortuna poltica. Pugnaba, pues, por desviar a Grecia de Alemania y porempujarla al squito de la Entente. La Entente, impaciente, intervino sinningn recato en la poltica griega a favor del bando venizelista. Grecia fuemarcialmente constreida por la Entente a desembarazarse del Rey Cons-tantino y a adherirse a la causa aliada. El sector republicano quiso aprovecharla ocasin para desalojar defi-nitivamente de Grecia a la monarqua. LaEntente agitaba demaggicamente a los pueblos contra Alemania en nombrede la Democracia y de la Libertad. Pero no le pareci prudente consentir la

    --------------* Publicado en Variedades, Lima. 29 de Diciembre de 1923.

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    defuncin definitiva de una dinasta. El radicalismo griego fue inducido aaceptar la subsistencia del rgimen monrquico. El prncipe heredero deGrecia no era persona grata a los aliados. Se coloc, por esto, la corona sobrela cabeza de otro hijo de Constantino que se avino a reinar con Venizelos ypara la Entente. Grecia, timoneada por Venizelos, se incorpor, finalmente, enlos rangos aliados.

    Pero los mtodos usados por la Entente en Grecia haban sido demasiadosduros. Y haban perjudicado polticamente al partido aliadfilo. El pueblogriego se haba sentido tratado como una colonia por los representantes de laEntente. La altanera y la acritud de la coaccin aliada haban engendrado unareaccin del nimo griego. Ganada la guerra, Grecia tuvo, gracias a Veniselos,una gruesa participacin en el botn de la victoria. La Entente, obedeciendolas sugestiones de Inglaterra, impuso a Turqua en Sevres un tratado de pazque la expoliaba y desvalijaba en beneficio de Grecia. Grecia reciba, en

    virtud de ese tratado, varios valiosos presentes territoriales. El tratado le dabaSmirna y otros territorios en el Asia Menor. Fue ese un perodo de fcilesxitos de la poltica internacional de Venizelos. Sin embargo, el gobierno deVenizelos no consigui consolidarse a la sombra de esos xitos. La oposicina Venizelos aumentaba da a da. Venizelos recurra a la fuerza para sostener-se. Los leaders constantinistas fueron expulsados o encarcelados. Los leaderssocialistas y sindicales se atrajeron, a causa de su propaganda pacifista, lasmismas o peores persecuciones. Los venizelistas asaltaron y destruyeron lasoficinas del diario socialista "Rizospastis".

    Esta poltica venizelista arroj a Italia a gran nmero de personajes griegos.Gounaris, por ejemplo, se refugi en Italia. Y en Italia, en el verano de 1920,trab amistad con uno de sus

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    mayores tenientes el ex-ministro Aristides Protopadakis, sensacionalmentefusilado dos aos despus, junto con Gounaris y otros cuatro ministros delRey Constantino, bajo el rgimen militar de Plastiras y Gonatas. Protopadakisy su familia veraneaban en Vallombrosa en el mismo hotel en que veraneabayo. Su amistad me inici en la intimidad y la trastienda de la poltica griega.Era Protopadakis un viejo ingeniero, afable y corts. Un hombre ancien

    rgime de mentalidad poltica acendradamente conservadora y burguesa; perode una bonhoma y una mundanidad atrayentes y risueas. Juntos discurrimosmuchas veces bajo la fronda de los abetos de Vallombrosa. Casi juntos aban-donamos Vallombrosa y nos trasladamos a Florencia, l para marchar a Ber-ln, yo para explorar curiosa y detenidamente la ciudad de Giovanni Papini.Protopadakis prevea la pronta cada de Venizelos. Temeroso a su resultado,Venizelos vea aplazando la convocatoria a elecciones polticas. Pero tenaque arrastrarla de grado o de fuerza. Haca cinco aos que no se renovaba elparlamento griego. Las elecciones no podran ser diferidas indefinidamente. Y

    su realizacin tendra que traer aparejada la cada del gobierno venizelista.As fue efectivamente. La previsin de Protopadakis se cumpli con rapidez.Venizelos no quiso ni pudo postergar la convocatoria por ms tiempo. Y ennoviembre de 1920 se efectuaron las elecciones. Aparentemente la coyunturaera propicia para el leader griego. Su ideal de reconstruir una gran Greciapareca en marcha. Pero el pueblo griego, disgustado y fatigado por la guerra,tenda a una poltica de paz. Adivinaba probablemente la imposibilidad de queGrecia se asimilase todas las poblaciones y los territorios que el tratado deSevres le asignaba. El engrandecimiento territorial de Grecia era un en-

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    grandecimiento artificial. Constitua una aventura grvida de peligros y deincertidumbres. Turqua, en vez de someterse pasivamente al tratado deSevres, lo desconoca y lo repudiaba. La firma del gobierno de Constantinoplaera una firma sin autoridad y sin validez. Acaudillado por Mustaf Kemal, elpueblo turco se dispona a oponerse con todas sus fuerzas a la vejatoria paz deSevres. Smirna se converta en un bocado excesivo para la capacidad diges-

    tiva de Grecia. El regreso del Rey Constantino significaba para el pueblogriego, en esa situacin, el regreso a una poltica de paz. El Rey Constantinosimbolizaba, sobre todo, la condenacin de una poltica de servidumbre a losaliados. Estas circunstancias decretaron la derrota electoral de Venizelos. Ydieron la victoria a los constantinistas. El Rey Constantino volvi a ocupar sutrono. Venizelos fue desalojado del poder por Gounaris.

    Mas el Rey Constantino y sus consejeros no eran dueos de adoptar unaorientacin internacional nueva. Vencida Alemania, destruida la Triple Alian-

    za, todas las pequeas potencias europeas tenan que caer en el campo degravitacin de las potencias aliadas. Grecia era, en virtud de los compromisosaceptados y suscritos por Venizelos, un pen de Inglaterra en el tablero de lapoltica oriental. El Rey Constantino hered, por consiguiente, todas lasresponsabilidades y obligaciones de Venizelos. Y su poltica no pudo ser unapoltica de paz. Grecia continu, bajo el Rey Constantino y Gounaris, suaventura blica contra Turqua.

    La historia de esta aventura es conocida. Mustaf Kemal organiz vigorosa-mente la resistencia turca. Varios hechos lo auxiliaron y sostuvieron. Rusia se

    esforzaba en rebelar contra el capitalismo britnico a los pueblos orientales.Francia tena intereses diferentes de los de Inglaterra en el Asia Menor. Italiaestaba celo-

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    sa del crecimiento territorial y poltico de Grecia. El gobierno ruso estimulabafrancamente a la lucha al gobierno de Mustaf Kemal. Pars y Roma coque-teaban con Angora. Todas estas simpatas ayudaron a Mustaf Kemal aarrojar a las tropas griegas, minadas por el descontento, de las tierras de AsiaMenor.

    El desastre militar excit el humor revolucionario que desde haca tiempo sepropagaba en Grecia. Una insurreccin militar, dirigida por Plasziras y Gona-tas, expuls del poder al partido de Constantino y Gounaris. El Rey Constan-tino tuvo que retirarse de Grecia. Y esta vez para siempre. Un tribunal militar,acremente revolucionario, conden a muerte a Gounaris, Protopadakis ycuatro ministros ms. La ejecucin sigui a la sentencia. El proceso revolu-cionario de Turqua se apresur con estos acontecimientos. Ms tarde, muriel Rey Constantino y la dinasta qued sin cabeza. La posicin del hijo deConstantino se torn cada vez ms dbil.

    Presenciamos hoy el ltimo episodio de la decadencia de la monarqua griega.El Rey Jorge y su consorte han sido expulsados de Grecia. En el nuevo par-lamento griego prevalece la tendencia a reemplazar la monarqua con la re-pblica. Grecia, pues, tendr pronto una nueva carta constitucional que seruna carta republicana. Los venezelistas, reforzados y reorganizados, llaman aGrecia a su viejo leader. Venizelos, oportunista y redomado, colaborar en laorganizacin republicana de Grecia. Pero el proceso revolucionario de Greciano se detendr ah. La revolucin no slo fermenta en Grecia. Fermenta entoda Europa, fermenta en todo el mundo. Su manifestacin, su intensidad, sus

    sntomas varan segn los climas y las latitudes polticas. Pero una sola es suraz, una sola es su esencia y una sola es su historia.

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    Grecia, la crisis no es de gobierno sino de rgimen. No es una crisis de ladinasta sino del Estado. Stamboulinski, derrocado y asesinado por la insu-rreccin de junio, que instal en el poder a Zankov y su coalicin, presida ungobierno de extensas races sociales. Era el leader de la Unin Agraria, par-tido en el cual se confundan terratenientes y campesinos pobres. Represen-taba en Bulgaria ese movimiento campesino que tan trascendente y vigorosa

    fisonoma tiene en toda la Europa Central. En un pas agrcola como Bulgariala Unin Agraria constitua, naturalmente, el ms slido y numeroso sectorpoltico y social. Los socialistas de izquierda, a causa de su poltica pacifista,se haban atrado un vasto proselitismo popular. Haban formado un fuertepartido comunista, adherente ortodoxo de la Tercera Internacional seguido porla mayora del proletariado urbano y algunos ncleos rurales. Pero las masascampesinas se agrupaban, en su mayor parte, en los rangos del partido agrario.Stamboulinsky ejercitaba sobre ellas una gran sugestin. Su gobierno era, portanto, inmensamente popular en el campo. En las elecciones de noviembre de

    1922, Stamboulinsky obtuvo una estruendosa victoria. La burguesa y la pe-quea burguesa urbanas, representadas por las facciones coaligadas actual-mente alrededor de Zankov, fueron batidas sensacionalmente. A favor de losagrarios y de los comunistas vot el setenta y cinco por ciento de los electo-res.

    Mas, empez entonces a incubarse el golpe de mano de Zankov, estimuladopor la leccin del fascismo que ense a todos los partidos reaccionarios aconquistar el poder insurreccionalmente. Stamboulinsky haba perseguido yhostilizado a los comunistas. Haba enemistado con su gobierno a los traba-

    jadores urbanos. Y no haba, en tanto, desarmado a la burguesa urba-

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    na que acechaba la ocasin de atacarlo y derribarlo. Estas circunstanciasprepararon el triunfo de la coalicin que gobierna presentemente Bulgaria.Derrocado y muerto Stamboulinsky, las masas rurales se encontraron sincaudillo y sin programa. Su fe en el estado mayor de la Unin Agraria estabaquebrantada y debilitada. Su aproximacin al comunismo se iniciaba apenas.Adems, los comunistas, paralizados por su enojo contra Stamboulinsky, no

    supieron reaccionar inmediatamente contra el golpe de Estado. Zankovconsigui as dispersar a las bandas campesinas de Stamhoulinsky y afirmarseen el poder.

    Pronto, sin embargo, comenzaron a entenderse y concertarse los comunistas ylos agrarios y a amenazar la estabilidad del nuevo gobierno. Los comunistasse entregaron a un activo trabajo de organizacin revolucionaria que hallentusiasta apoyo en las masas aldeanas. La eleccin de una nueva cmara seacercaba. Esta eleccin significaba para los comunistas una gran ocasin de

    agitacin y propaganda. El gobierno de Zankov se sinti gravemente ame-nazado por la ofensiva revolucionaria y se resolvi a echar mano de recursosmarciales y extremos contra las comunistas. Varios leaders del comunismo,Kolarov entre ellos, fueron apresados. Las autoridades anunciaron el descu-brimiento de una conspiracin comunista y el propsito gubernamental dereprimirla severamente. Se inaugur un perodo de persecucin del comu-nismo. A estas medidas respondieron espontneamente las masas trabajadorasy campesinas con violentas protestas. Las masas manifestaron una resueltavoluntad de combate. El Partido Comunista y la Unin Agraria pensaron queera indispensable empear una batalla decisiva. Y se colocaron a la cabeza de

    la insurreccin campesina. La lucha armada entre el gobierno y los

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    comunistas dur varios das. Hubo un instante en que los revolucionariosdominaron una gran parte del territorio blgaro. La repblica fue proclamadaen innumerables localidades rurales. Pero, finalmente, la revolucin resultvencida. El gobierno, dueo del control de las ciudades, reclut en la bur-guesa y en la clase media urbanas legiones de voluntarios bien armados yabastecidos. Moviliz contra los revolucionarios al ejrcito del general ruso

    Wrangel asilado en Bulgaria desde que fue derrotado y expulsado de Rusiapor los bolcheviques. Y us tambin contra la revolucin a varias tropasmacedonias. Favoreci su victoria, sobre todo, la circunstancia de que lainsurreccin, propagada principalmente en el campo, tuvo escaso xitourbano. Los revolucionarios no pudieron, por esto, proveerse de armas ymuniciones. No dispusieron sino del escaso parque colectado en el campo yen las aldeas.

    Ahogada la insurreccin, el gobierno reaccionario de Zankov ha encarcelado a

    innumerable militantes del comunismo y de la Unin Agraria. Millares decomunistas se han visto obligados a refugiarse en los pases limtrofes paraescapar a la represin. Kolarov y Dimitrov se han asilado en territorio yugo-eslavo.

    Dentro de esta situacin, se ha efectuado en noviembre ltimo, las elecciones.Sus resultados han sido, por supuesto, favorables a la coalicin acaudilladapor Zankov. Los agrarios y los comunistas, procesados y perseguidos, no hanpodido acudir organizada y numerosamente a la votacin. Sin embargo, vein-tiocho agrarios y nueve comunistas han sido elegidos diputados. Y en Sofa,

    malgrado la intensidad de la persecucin, los comunistas han alcanzado variosmillares de sufragios.

    Los resultados de las elecciones no resuelven, por supuesto, ni an parcial-mente la crisis po-

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    ltica blgara. Las facciones revolucionarias han sufrido una cruenta y do-lorosa derrota, pero no han capitulado. Los comunistas invitan a las masasrurales y urbanas a concentrarse en torno de un programa comn. Propugnanardorosamente la constitucin de un gobierno obrero y campesino. La UninAgraria y el Partido Comunista tiende a soldarse cada vez ms. Saben que noconquistarn el poder parlamentariamente. Y se preparan metdicamente para

    la accin violenta. (En estos tiempos, el parlamento no conserva alguna vita-lidad sino en los pases, como Inglaterra y Alemania, de arraigada y profundademocracia. En las naciones de democracia superficial y tenue es una institu-cin atrofiada).

    Y en Bulgaria, como en el resto de Europa la reaccin no elimina ni debilita elmayor factor revolucionario: el malestar econmico y social. El gobierno deZankov, del cual acaba de separarse un grupo de la derecha, los liberalesnacionales, subordina su poltica a los intereses de la burguesa urbana. Y

    bien. Esta poltica no cura ni mejora las heridas abiertas por la guerra en laeconoma blgara. Deja intactas las causas de descontento y de mal humor.

    Se constata en Bulgaria, como en las dems naciones de Europa, la impoten-cia tcnica de la reaccin para resolver los problemas de la paz. La reaccinconsigue exterminar a muchos fautores de la revolucin, establecer regmenesde fuerza, abolir la autoridad del parlamento. Pero no consigue normalizar elcambio, equilibrar los presupuestos, disminuir los tributos ni aumentar lasexportaciones. Antes bien produce, fatalmente, un agravamiento de los pro-blemas econmicos que estimulan y excitan la revolucin.

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    Ningn personaje de la diplomacia contempornea es tan interesante y tansingular como Tchitcherin. Su mtodo, su procedimiento, son caractersti-camente revolucionarios e inslitos. Durante mucho tiempo los mensajes deTchitcherin han sido los documentos ms desconcertantes y estruendosos dela vida internacional. Sobre todo en los das de la gran ofensiva europeacontra los soviets, la prosa de esos documentos era una prosa polmica,

    custica, agresiva. El gobierno ruso careca de rganos de comunicacinoficial con los dems gobiernos. Se encontraba rigurosamente aislado,bloqueado. Tchitcherin, consiguientemente, se diriga a los gobiernos y a lospueblos no por medio de notas sino por medio de radiogramas. El ministeriode negocios extranjeros de Rusia funcionaba en una estacin de telegrafa sinhilos. La diplomacia secreta, condenada tericamente por Wilson, eraprcticamente abolida por Tchitcherin. El ministro de negocios extranjeros deRusia dialogaba con el mundo en voz alta, sin reservas, sin eufemismos, sinprotocolo. Y no slo el lenguaje de la diplomacia bolchevique tena este

    carcter. Toda su tcnica, todos sus sistemas, eran radicalmente nuevos,peculiarmente revolucionarios. Un da publicaban los soviets los papelessecretos de la diplomacia zarista y revelaban los tratados y los planesimperialistas de Rusia y de sus aliados. Otro da alentaban a los puebloscoloniales a la revuelta contra las potencias de Occidente. El director de estapoltica exterior iconoclasta y bolchevique no era, sin embargo, unadvenedizo de la diplomacia, un individuo sin entre-namiento ni antecedentesdiplomticos. Tchitcherin es dato notorio un diplomtico de carrera.Antes de 1908, antes de que su filiacin ideolgica lo obligara a dejar lamullida vida mundana y a entregarse a la tumultuosa vida revolucionaria,

    Tchitcherin sirvi en la diplomacia rusa. Adems, aristcrata de nacimien-

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    nosotros habamos expresado varias veces en nuestras notas y declaraciones,vuelve a ser, del modo ms natural, una realidad inmediata, la poltica mismade nuestros enemigos ha contribuido a este resultado. Los hombres de Estadoms clarividentes del mundo capitalista, o sea los de Inglaterra, han compren-dido desde hace largo tiempo que no conseguiran aplastarnos por la fuerza delas armas. Esperan domesticarnos por el comercio. Esta es la tctica oficial-

    mente confesada por Lloyd George. Nosotros no tenernos sino que prestarnosa ella, puesto que desde un principio hemos querido relaciones comerciales.Hemos mordido voluntariamente el cebo. Nuestra va se ha confundido con lade Lloyd George. Ambos queremos comercio. Queremos, como dicen losingleses, peace and trade. Son nicamente las perspectivas del porvenir lasque difieren. Nosotros aguardamos la disgregacin del sistema capitalista.Lloyd George aguarda nuestro amansamiento. Qu les importa a los inglesesque nuestras esperanzas sean otras, si prcticamente nosotros queremos lamisma cosa que ellos? Comerciemos juntos, como unos y otros deseamos, que

    en cuanto al buen fundamento de nuestras esperanzas el porvenir decidir".Rusia ha conseguido hoy su reconocimiento por Inglaterra en condicionesmejores todava de las que habra aceptado en 1919 o 1921. Los trminos delreconocimiento de Inglaterra no comportan para el gobierno de los sovietsningn sacrificio, ninguna obligacin onerosa. Ramsay Mac Donald haadoptado la siguiente frmula: primero, el restablecimiento de las relacionesdiplomticas; despus el arreglo de las cuestiones pendientes. El reconoci-miento del gobierno comunista no ha sido el precio de especiales concesionesde Rusia a Inglaterra. Y en la primera clusula del tratado italo-ruso, Italia

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    declara que reconoce ampliamente al gobierno de los soviets, sin que lasdems clusulas le aseguren en Rusia ventajas contrarias a la constitucincomunista.

    Estos hechos son trascendentes porque el conflicto entre los estados capita-listas y la Rusia de los Soviets nace del carcter de la constitucin rusa. Los

    soviets representan un rgimen antagnico y opuesto en su esencia al rgimencapitalista. Constituyen la actuacin del socialismo y de su doctrina sobre lapropiedad. Los motivos concretos y sustantivos de la resistencia de los Esta-dos capitalistas a la admisin de la Rusia sovietista en la sociedad internacio-nal son, precisamente, estos dos: el repudio ruso de la deuda externa delzarismo y la socializacin de las tierras y de las fbricas sin indemnizacin alos propietarios extranjeros.

    Conviene, acaso, recordar algunos aspectos de la beligerancia entre Rusia y la

    Entente. Aparentemente esta ruptura, o mejor dicho su violencia, fue efecto dela defeccin de Rusia de la lucha contra Alemania. Mas la verdad es que losbolcheviques suscribieron el tratado de paz empujados por la actitud de laEntente respecto a su gobierno. Durante los primeros meses de la revolucin,los soviets se mostraron dispuestos a llegar a un acuerdo con la Entente; perodemandaron, naturalmente, que la Entente declarase su programa de paz y queeste programa estuviese exento de toda intencin imperialista. La diplomaciaaliada se neg a toda discusin de estos tpicos. Sus embajadas se quedaronen Rusia no para tratar con los soviets sino para sabotearlos y socabarlos,rehusando toda colaboracin con ellos y alentando todos los complots reac-

    cionarios de la aristocracia y de la burguesa rusas. nicamente el capitnJacques Sadoul, adjunto de la embajada francesa, y algn otro diplomticoaliado trabajaron leal-

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    mente por una inteligencia entre la Entente y los soviets. Los dems miembrosde las embajadas miraban en los bolcheviques unos detentadores transitorios,anecdticos y bizarros del gobierno de Rusia.

    La actitud aliada ante los soviets, en suma, estuvo dictada, integralmente, porrazones polticas. Las democracias inglesa y francesa que no haban tenido

    inconveniente en aliarse con la autocracia zarista, se resistan a aceptar susustitucin por una dictadura proletaria. Ensayaron, por esto, todos los mediosposibles para sofocar la revolucin rusa. Abastecieron de armas y de dinerotodas las tentativas revolucionarias. Movilizaron contra los soviets ejrcitospolacos y tcheco-eslavos. Francia no tuvo reparo en reconocer como gobiernolegtimo de Rusia el del general Wrangel que, poco tiempo despus de eseespaldarazo solemne, liquid ridculamente su aventura reaccionaria.

    Slo el fracaso sucesivo de todas estas expediciones y del bloqueo concebido

    por la imaginacin felina de Clemenceau, indujo, poco a poco, a las potenciasaliadas a negociar y transigir con los bolcheviques. Inglaterra e Italia fueronlas primeras en propugnar esta nueva poltica, cuya manifestacin inauguralfue la invitacin de Rusia a la conferencia de Gnova. La conferencia deGnova, una vez eliminada de su programa la cuestin de las reparaciones,result entera aunque baldamente destinada a la cuestin rusa. Francia seopuso ah obstinadamente a todo arreglo con Rusia que no reposase sobre unarendicin total de los soviets. Pero, al margen de la conferencia, se produjo unacontecimiento importante. Alemania suscribi en Rapallo un tratado de paz yde amistad con Rusia. Ese tratado era el primer reconocimiento de los soviets

    por un Estado capitalista. Frustraba el frente nico del rgimen capitalistacontra el

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    bolchevismo. Luego, la conferencia de Gnova tuvo como eplogo la reuninde La Haya, donde la esperanza de un acuerdo conjunto de Europa con Rusiase desvaneci totalmente. Inglaterra anunci entonces su voluntad de entrar ennegociaciones separadas con los soviets. La misma idea se abri paso enItalia. Los estados capitalistas, convencidos de la solidez del nuevo rgimen,sintieron crecientemente la necesidad de entenderse con 1. Rusia es un in-

    menso depsito de materias primas y productos alimenticios y un rico merca-do para los productos de la industria occidental. En el comercio con Rusia, laindustria inglesa y la industria italiana miran, un remedio para su crisis y suchmage.

    El factor principal de la nueva poltica de Europa ante los soviets rusos reside,as, en los intereses de la industria y del comercio europeos. Pero no es unfactor negligible la presin socialista y democrtica. Al sentimiento conser-vador le ha repugnado invariablemente el reconocimiento de Rusia, aunque

    haya advertido su necesidad y su conveniencia. Ese acto no ha podido sercumplido cmodamente por estadistas educados en el antiguo conceptojurdico de la propiedad. Acabamos de ver que Baldwin, en la cmara de loscomunes, ha criticado a Mac Donald por el reconocimiento de Rusia. LloydGeorge y Asquith habran llegado al reconocimiento; pero despus de algunosrodeos y con no pocas reservas. El Labour Party, en cambio, no ha tenidoningn embarazo mental ni doctrinario para tender la mano a Rusia porque,cualesquiera que sean su oportunismo, y su minimalismo, es un partidosocialista, en cuyo programa, entre otras cosas, est inscrita la nacionalizacinde las minas y de los ferrocarriles.

    La trayectoria de la Revolucin Rusa se asemeja, desde este y otros puntos devista, a la

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    trayectoria de la Revolucin francesa. Pero el proceso de esta revolucin esms acelerado. La Revolucin Rusa ha pasado ya el episodio de la SantaAlianza. Concluye su jornada guerrera. Y entra en un perodo en que losestados conservadores se avienen a una convivencia pacfica con los estadosrevolucionarios.

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    EL FASCISMO Y EL MONARQUISMO EN ALEMANIA*

    El proceso de Hitler y Luddendorf no es slo el proceso del fascismo bvaro.Es, sobre todo, el proceso de la segunda ofensiva monarquista y reaccionaria

    en Alemania. Esta segunda ofensiva ha sido, en apariencia, menos extensa ydramtica que la primera. Kapp y Lutwitz consiguieron, en marzo de 1920,apoderarse de Berln. Impusieron a una parte de la nacin alemana una dicta-dura de cuatro das. Fueron vencidos por la resistencia enrgica y disciplinadade todos los elementos republicanos, coaligados en un compacto frente nico.Hitler y Luddendorf, en noviembre de 1923, no llegaron, en cambio, a domi-nar Munich. Su tentativa ancdota de opereta, conjuracin de cerveceraabort espontneamente. La frustraron dos reaccionarios, dos monarquistas,Von Kahr y Von Lossow, con cuya cooperacin o neutralidad contaban los

    conjurados. Las audiencias de Munich han sido, con este motivo, una mon-tona querella de Hitler y Luddendorf contra Von Kahr y Von Lossow.

    Pero no se puede comprender ni juzgar la insurreccin de Munich escindin-dola y aislndola de los acontecimientos que la antecedieron y circundaron.Esa insurreccin constituy el episodio final de un emocionante captulo de lahistoria alemana inaugurado por ocupacin del Ruhr. Fue el eplogo de labatalla librada

    --------------* Publicado en Variedades, Lima, 29 de Marzo de 1924.

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    en Alemania durante tal perodo, entre las fuerzas de la Revolucin y lasfuerzas de la Reaccin.

    La ocupacin del Ruhr cre en Alemania un estado de nimo agudamentenacionalista. Favoreci, por consiguiente, el desarrollo de las facciones fas-cistas que, desde haca tiempo, excitaban contra la repblica alemana, y

    contra sus capitulaciones ante Francia, a los elementos accesibles a unapropaganda Jingosta y guerrera. La caresta, el chmage, la escasez, la ruinadel marco exasperaron, al mismo tiempo, la lucha de clases. Los comunistastrataron de empujar al proletariado a la Revolucin.

    Baviera era el foco de la agitacin reaccionaria y monrquica. Las derechastenan ah el gobierno. Von Kahr ejerca el poder civil y Von Lossow el podermilitar. A ambos les confiri el gobierno imperial una autoridad extraordina-ria y dictatorial. Y ambos la usaron, para rebelarse ms de una vez contra el

    gobierno de Berln, acusado por las derechas bvaras de excesiva subordina-cin a las influencias socialistas. El gobierno del imperio decret, por ejem-plo, la suspensin del diario de Hitler "Des Voelkische Beobachter", dedicadoa una propaganda desembozadamente insurreccional. Kahr y Lossow desobe-decieron esta orden. Mientras sometan a los socialistas y comunistas bvarosa los rigores del estado de sitio, consentan la actividad subversiva de Hitlerque incitaba y organizaba a sus brigadas fascistas para la marcha