jose carlos mariategui tomo 18

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    ce ser otro que el del salvataje del ministerio, al que oficialmente haceoposicin. El partido socialista francs practica desde el 11 de mayo de 1924,una poltica desoutien. No importa que en el gobierno se encuentren losradicales-socialistas o el bloque nacional, Herriot o Poincar. La poltica desostn es actuada en el primer caso como tctica de partido ministerial; en elsegundo caso como de partido de oposicin. No cambian sino los nombres,las formas; la estrategia y sus objetivos son los mismos. Los socialistas temenque el ministerio futuro sea ms reaccionario, ms adverso a los intereses desu partido, que el ministerio presente. Este miedo al porvenir, los paraliza parala lucha. El gobierno de Briand les parece, probablemente, el nico medio depostergar el gobierno de Tardieu. Pero Tardieu gobierna ya, an con Brianden el Ministerio de Negocios Extranjeros, con la desventaja para las masas deque esta poltica fascista esta disimulada por el indumento y el tocado demo-crticos y legales. En todo caso, para un partido como el socialista, que seimaginaba no hace mucho, cuando la creciente revolucionaria le consenta

    infinitas ilusiones sobre su porvenir prximo, que pronto estara en grado deasumir ntegramente en sus manos el poder, es un rol bien pobre el de conde-narse, en el parlamento, a una tctica de saltavaje de Poincar o Briand.

    Con esta poltica se espera, sin duda, que Briand conserve el poder, organi-zando el nuevo gabinete. Que Briand suceda a Briand. Pero, amotinados porCaillaux contra la forma de poincarismo, muchos de los radicales-socialistasson un obstculo para que Briand ensanche a izquierda las bases parlamenta-rias del gabinete. Las posibilidades de esta combinacin residen en la aficindel socialismo de Leon Blum a jugar una poltica ministerial como partido deoposicin.

    Pero Tardieu aguarda su hora. Puede avenir-

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    se a una renovacin de la frmula interina Briand, si su instinto parlamentariole indica que su hora no ha llegado todava. Es difcil que Briand, en un nuevoperodo, prescinda de los servicios de un Ministro del Interior tan del gusto yla confianza de la burguesa. Un gabinete Briand-Tardieu es quizs el que msconviene a los intereses y sentimientos de la burguesa francesa, an de la msconservadora. De esta suerte, la poltica de represin, los mtodos fascistas,son aplicados por el ms agresivo parlamentario de la reaccin, dentro de unministerio de unin nacional, al que el propio partido socialista presta su apo-yo, con la conviccin de que as hace su propio juego y sirve maquiavlica-mente sus propios intereses.

    LA NATALIDAD EN LA EUROPA OCCIDENTAL

    Francia no ha resuelto, en los aos de post-guerra, el problema de su des-

    poblacin. Pero, al menos, ha visto extenderse ese problema en la Europaoccidental. Ya no es posible oponer a una Francia malthusiana una Alemaniaprolfica. El crecimiento demogrfico de la vecina del otro lado del Rhin se hadetenido desde la guerra. En 1900, la estadstica registraba en Alemania dosmillones de nacimientos al ao, con una poblacin de 56 millones. En 1927,con 63 millones, la cifra de nacimientos ha ascendido a 1,2. De 35,6 por mil,ha bajado a 18,3 por mil. La guerra cost a Alemania, en capital humano,aparte de las prdidas del campo de batalla y del hambre en la retaguardia, laprdida invisible de los 3,5 millones de hombres que habran debido nacer."Monde" de Pars toma estos datos de una interesante obra publicada recien-temente en Alemania, sobre la materia, con el titulo deEl descenso de lanatalidad y la lucha contra l.

    Como se sabe, uno de los objetivos centrales de la poltica fascista es el au-mento de la pobla-

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    cin. Italia ha sido, tradicionalmente, un pueblo prolfico. El desequilibrioentre su crecimiento demogrfico y sus recursos econmicos, la constrea ala exportacin de una parte de su fuerza de trabajo. Mussolini considera elaumento de la poblacin como el elemento decisivo del porvenir de Italia.45'000,000 de hombres no pueden soar con imponer su ley al mundo. No seconcibe el resurgimiento de Roma imperial con las cifras demogrficas ac-tuales. El fascismo, entre otras batallas pacficas, se propone ganar la batallade la natalidad.

    Pero, como dice Nitti, "no se concibe nada ms absurdo". Es imposible regu-lar la natalidad con discursos y decretos. El impuesto al celibato, no decide alos solteros, en tiempos de caresta y desocupacin, a crecer y multiplicarse.Nadie se casa por evitar la tasa. "No conozco a nadie que haya tenido hijosbajo la sugestin del gobierno", anota burlonamente Nitti.

    Las cifras estadsticas denuncian el fracaso de la poltica fascista en ese em-brollado terreno. En 1922, haba en Italia 32,2 nacimientos por 1,000 habi-tantes; en 1927, ha habido slo 26,9. La baja se ha acentuado en 1928.

    La Europa occidental, en la post-guerra, como en la guerra, se despuebla. Laestabilizacin capitalista no ha logrado el equilibrio en este aspecto de laproduccin y la economa. Un poco despechadamente, la Europa capitalistaconstata, con las cifras demogrficas en las manos, que en la U.R.S.S. noobstante la guerra, el hambre, el terror, etc., la poltica sovitica acusa distin-tos resultados. Ni el bolchevismo, ni el divorcio librrimo, ni el aborto legal,ni la nueva moral de los sexos, han tenido las consecuencias que en la Europaoccidental la nacionalizacin, el fascismo, etc.

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    LA CRISIS FRANCESA*

    LA TENTATIVA DE DALADIER Y LOS SOCIALISTAS

    El partido socialista francs se ha pronunciado una vez ms contra la par-ticipacin socialista en un ministerio de coalicin; pero esta vez la orden delda anti-participacionista ha prevalecido apenas en el consejo nacional delpartido: por una mayora de 1,590 contra 1,451 mandatos. Y, aunque en laextrema izquierda del socialismo francs se agita una fraccin que se reclamade la doctrina y la praxis clasistas, la mocin victoriosa no es propiamenteanticolaboracionista, puesto que declara al partido pronto para "asumir lasresponsabilidades directas del poder solo o con el sostn de los grupos de laizquierda, cuya colaboracin no rechazara, pero conservando l la autoridad

    y la mayora". Lo que se ha rechazado en el consejo no ha sido, pues, lacolaboracin ministerial, sino nicamente la colaboracin sin la hegemona.

    Los radicales-socialistas llegan bastante disminuidos a esta etapa de la crisisdel parlamento y de los partidos. Al rendirse la poltica de unin sagrada yaceptar el papel de soportes del poincarismo, liquidando el programa delbloque de izquierda, los radicales-socialistas se descalificaron para ocupar enun futuro prximo, con xito y prestancia, la direccin y el comando del go-bierno. En poltica, no se abdica impunemente.

    --------------* Publicado enMundial, Lima, 14 de Noviembre de 1929, en la seccin "Loque el cable no dice".

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    Es cierto que a la cabeza del partido radical-socialista no se encuentra yaHerriot sino Daladier, lder nuevo, animoso y beligerante. Pero a Daladier nole ha sido posible persuadir a los socialistas de que sostengan, con todas susfuerzas, su empresa. No son pocos los socialistas que esperan con un poco deimpaciencia la hora de recibir una cartera. El partido socialista francs, hastapor su rol parlamentario, es un partido de gobierno, ms que de oposicin.Blum piensa, sin duda, que en otras elecciones, su partido puede ganar unamayora como la delLabour Party de Inglaterra o siquiera como la de lossocial-demcratas en Alemania.

    Mas los acontecimientos suelen ir ms de prisa de lo que suponen en el mun-do los horscopos del reformismo. Antes de una nueva consulta electoral, elpoder puede pasar a Tardieu y a la reaccin con irreparables consecuencias enla sensibilidad y el mecanismo eleccionarios o los socialistas pueden dividirsepara permitir a Boncour, Renaudel y sus amigos la entrada en un ministerio.

    En Italia una poltica hesitante del partido socialista, que despus de haberrenunciado al camino de la revolucin vacilaba para resolverse por el caminode la colaboracin, franque a Mussolini y a sus "camisas negras" la va delpoder. En Francia no existe la inminencia de un golpe de estado fascista detipo italiano. Ah, como ya he observado, la reaccin prefiere frmulas lega-les y mtodos burocrticos. Tardieu es su hombre.

    Los grandes intereses plutocrticos maniobran visiblemente contra un expe-rimento de las izquierdas. Ya en la Bolsa se ha insinuado una depresin alanuncio de un gobierno de estos partidos.

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    SANCHEZ GUERRA, ABSUELTO

    Asumida con entereza por Snchez Guerra toda la responsabilidad de su ten-tativa de Valencia, el tribunal de la dictadura espaola que lo ha juzgado sehabra visto apurado para condenarlo. Qu pena le habra impuesto? SnchezGuerra encarcelado es para el rgimen de Primo de Rivera ms molesto y msamenazante que Snchez Guerra libre. El tribunal no ha tenido ms caminoque el de la absolucin. De este modo el rgimen se libra de este prisioneroobsesionante. Obligndolo en seguida a salir del pas, por razones de ordenpblico, las cosas volvern al estado en que se encontraban antes de los suce-sos de Valencia.

    Pero, en verdad, algo ha cambiado de entonces a hoy. El mundo ha asistido aun proceso en el que ha tocado toda la endeblez de este gobierno de fuerza. Latentativa de insurreccin de un ex presidente del Consejo, convicto y confeso

    de su plan, no puede ser castigada. A duras penas ha podido llegarse a las au-diencias. El rgimen es demasiado dbil para imponer una pena al jefe decla-rado de una conspiracin.

    Para que el tribunal y el proceso no careciese de toda justificacin, se ha dis-tribuido algunos aos de prisin entre algunos acusados secundarios. SnchezGuerra debe haber escuchado con su ms desdeosa sonrisa la lectura de lasentencia.

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    EL GABINETE TARDIEU*

    La crisis ministerial ha seguido en Francia el curso previsto. Despus de unatentativa de reconstruccin del cartel de izquierdas y de otra tentativa de con-centracin de los partidos burgueses, Tardieu ha organizado el gabinete conlas derechas y el centro. Es casi exactamente, por sus bases parlamentarias, elmismo gabinete, batido hace algunos das, el que se presenta a la cmarafrancesa, con Tardieu a la cabeza. La frmula Briand-Tardieu, que encontrabams benigno al sector radical-socialista, ha sido reemplazada por la frmulaTardieu-Briand. Tardieu era en el ministerio presidido por Briand el hombreque daba el tono a la poltica interior del gobierno. En la cartera del interior,se le senta respaldado por el consenso de la gran burguesa. Pero, ahora, lafrmula no se presta ya al menor equvoco. Cobra neta y formalmente su ca-rcter de frmula semi-fascista. Tardieu, jefe de la reaccin, ocupa directa-

    mente su verdadero puesto; a Briand se le relega al suyo. La clase conserva-dora necesita en la presidencia del Consejo y en el Ministerio del Interior a unpoltico agresivo; en el Ministerio de Negocios Extranjeros puede conservar alorador oficial de los Estados Unidos de Europa.

    El fascismo, sin duda, no puede vestir en Francia el mismo traje que en Italia.Cada nacin tiene su propio estilo poltico. Y la tercera Repblica ama ellegalismo. El romanticismo de loscamelots du roiy del anti-romnticoMaurras

    --------------* Publicado enMundial, Lima, 8 de Noviembre de 1929, en la seccin "Loque el cable no dice".

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    encontrar siempre desconfiada a la burguesa francesa. Un lugarteniente deClemenceau, un parlamentario como Andr Tardieu, es un caudillo ms de sugusto que Mussolini. La burguesa francesa se arrulla a s misma desde hacemucho tiempo con elritornelloaristocrtico de que Francia es el pas de lamedida y del orden. Hasta hoy, Napolen es un personaje excesivo para estaburguesa, que juzgara un poco desentonada en Francia la retrica de Musso-lini. La Francia burguesa y pequeo-burguesa es esencialmente poincarista. Aun incandescentecondottiero, formado en la polmica socialista, prefiere unbuen prefecto de polica. Y al rigor del escuadrismo fascista, el de polizontesy gendarmes.

    Los radicales-socialistas han rehusado su apoyo a Tardieu. Pero no de unmodo unnime. La colaboracin con Tardieu ha obtenido no pocos votos en elgrupo parlamentario radical-socialista. El briandismo no escasea en el partidode Herriot, Sarrault y Daladier, si no como squito de Aristides Briand, al me-

    nos como adhesin y prctica de su oportunismo poltico. La presencia en elgabinete Tardieu de un republicano-socialista como Jean Hennesy, propietariode "L'Oeuvre" y "Le Quotidien" que no vacil en recurrir en gran escala a lademagogia cuando necesitaba un trampoln para subir a un ministerio, podratener no pocos duplicados. A Tardieu no le costara mucho trabajo hacer al-gunas concesiones a la izquierda burguesa para asegurarse su concurso en eltrabajo de fascistizacin de Francia.

    La duracin del gabinete Tardieu depende de que Briand y los centristas lle-guen a un compromiso estable respecto a algunos puntos de poltica interna-cional. Este compromiso garantizara al ministerio Tardieu una mayora cier-tamente muy pequea; pero a favor de la cual trabajara el oportunismo de unaparte de los

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    radicales-socialistas y el hamletismo de los socialistas. A Tardieu le bastaobtener los votos indispensables para conservar el poder. Cuenta, desde ahora,con su pericia de Ministro del Interior para apelar a la consulta electoral en elmomento oportuno. Est ya averiguado que con la composicin parlamentariaactual, no es posible un ministerio radical-socialista. Si tampoco es posible ungobierno de las derechas, las elecciones no podrn ser diferidas. Tardieu tienemenos escrpulos que Poincar para poner toda la fuerza del poder al serviciode sus intereses electorales.

    El problema poltico de Francia, en lo sustancial, no se ha modificado. A lainterinidad Brian-Tardieu, va a seguir la interinidad Tardieu-Briand. Es ciertoque la estabilizacin capitalista es, por definicin, una poca de interinidades.Pero Tardieu ambiciona un rol distinto. No se atiene como Briand al juego delas intrigas y acomodos parlamentarios. Quiere ser elcondottierede la bur-guesa en su ms decisiva ofensiva contra-revolucionaria. Y si contina la

    abdicacin de los elementos liberales de esa burguesa, que han asistido sininmutarse en la Repblica de los derechos del hombre al escndalo de lasprisiones preventivas, Tardieu impondr definitivamente su jefatura a lasgentes que an hesitan para aceptarla.

    EL PROCESO DE GASTONIA

    Un llamamiento suscrito por Upton Sinclair, uno de los ms grandes nove-listas norteamericanos, John Dos Passos, autor deManhattan Transfer,Michael Gold, director de "The New Masses", y otros escritores de EstadosUnidos, invita a todos los espritus libres y justos a promover una gran agi-tacin internacional para salvar de la silla elctrica a 16 obreros de Gastoniaprocesados por homicidio. El proceso de los obreros de

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    Gastonia es una reproduccin, en ms vasta escala; del proceso de Sacco yVanzetti.

    Y, en este caso, se trata ms definida y caractersticamente de un episodio dela lucha de clases. No se imputa esta vez a los obreros acusados la responsa-bilidad de un delito vulgar, cuya responsabilidad, no sabindose a quin atri-buirla con plena evidencia, era cmodo al sentimiento hoscamente reaccio-nario de un juez fantico hacer recaer en dos subversivos. En Gastonia losobreros en huelga fueron atacados el 7 de junio a balazos por las fuerzas depolica. Rechazaron el ataque en la misma forma. Y vctima del choque muriun comisario de polica. Con este incidente culminaba un violento conflictoentre la clase patronal y el proletariado textil, provocado por el empeo de lasempresas en reducir los salarios.

    El nmero de inculpados por la muerte del comisario de polica fue, en el

    primer momento, de cincuentinueve. Entre stos, una sumaria informacinpolicial, en la que se ha tenido especialmente en cuenta las opiniones y ante-cedentes de los procesados, ha escogido diecisis vctimas. Se ha formado enlos Estados Unidos un comit para la defensa de estos acusados, a los que una justicia implacable enviar a la silla elctrica, si la presin de la opinin inter-nacional no se deja sentir con ms eficacia que en el caso de Sacco y Vanzetti.El llamamiento de Sinclair, Dos Passos y Gold, ha recorrido ya el mundo, sus-citando en todas partes un movimiento de protesta contra este nuevo procesode clase.

    La defensa ha obtenido el aplazamiento de la vista decisiva, para que se es-cuche nuevos testimonios. Gracias a este triunfo jurdico, la condena an nose ha producido. Pero el enconado e inexorable sentimiento de clase con quelos jueces Thayer entienden su funcin, no consien-

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    te dudas respecto al riesgo que corren las vidas de los procesados.

    LAS RELACIONES ANGLO-RUSAS

    La Cmara de los Comunes ha aprobado por 234 votos contra 199 la reaun-dacin de las relaciones anglo-rusas, conforme al convenio celebrado porHenderson con el representante de los Soviets, desechando una enmienda deBaldwin quien pretenda que no se restableciesen dichas relaciones hasta quelas "condiciones preliminares" no fuesen satisfechas. Se sabe cules son las"condiciones preliminares". Henderson mismo ha tratado de imponerlas a losSoviets en la primera etapa de las negociaciones. La suspensin de stas tuvo,precisamente, su origen en la insistencia britnica en que antes de la reanuda-cin de las relaciones, el gobierno sovitico arreglara con el de la Gran Bre-taa la cuestin de las deudas, etc. Baldwin no ignora por consiguiente, que aningn gabinete britnico le sera posible obtener de Rusia, en los actuales

    momentos, un convenio mejor. Pero el partido conservador ha agitado ante elelectorado en las dos ltimas elecciones la cuestin rusa en trminos de losque no puede retractarse tan pronto. Su lder tena que oponerse al arreglopactado por el gobierno laborista, aunque no fuera sino por coherencia con supropio programa.

    De toda suerte, sin embargo, resulta excesivo en un estadista tan devoto de losclsicos, declarar que "era humillante rendirse a Rusia" en los momentos enque se consideraba tambin, en la Cmara, con su asentimiento, el informe delPrimer Ministro de la Gran Bretaa sobre su viaje a Washington. El signo msimportante de la disminucin del Imperio Britnico no es, por cierto, el envode un encargado de negocios a la

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    capital de los Soviets, despus de algn tiempo de entredicho y ruptura. Es,ms bien, la afirmacin de la hegemona norteamericana implcita en la nego-ciacin de un acuerdo para la paridad de armamentos navales de los EstadosUnidos y la Gran Bretaa.

    La Gran Bretaa necesita estar representada en Mosc. La agitacin anti-imperialista la acusa de dirigir la conspiracin internacional contra el Estadosovitico. A esta acusacin un gabinete laborista estaba obligado a dar larespuesta mnima del restablecimiento de las relaciones diplomticas. ElLabour Party estaba comprometido a esta poltica por sus promesas electo-rales.

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    LA CRISIS DE LOS VALORES EN NUEVA YORKY LA ESTABILIZACION CAPITALISTA*

    La relatividad de la estabilizacin capitalista no podra estar demostrada porningn suceso con tanta nitidez como por la crisis del mercado de valores deNueva York. No hace mucho que, comentando la acumulacin de capitales enEstados Unidos, los ms avisados economistas europeos recordaban que semuere de apopleja lo mismo que de anemia. El exceso de oro tiene, entreotros efectos fatales, el de la inflacin de las acciones. La especulacin en-cuentra el ms propicio factor en la abundancia de capitalistas que no sabencmo colocar su dinero.

    La concentracin de oro en Estados Unidos que, de un lado, empuja al capi-talismo yanqui a la exportacin del capital, esto es los prstamos o inversiones

    en la industria extranjera, de preferencia en los pases coloniales, de otro ladoaporta, necesariamente, la tendencia a supervalorizar las acciones y los ttulosen el mercado.

    Las contradicciones de la economa capitalista aparecen, en este juego, aplena luz.

    Las crisis financieras, como las crisis industriales, son inherentes a la mec-nica del capitalismo. Y la estabilizacin capitalista no importa, bajo ningnaspecto, su atenuacin temporal. Por el contrario, todo induce a creer que enesta poca de monopolio, trustificacin y ca-

    --------------* Publicado enMundial, Lima, 22 de Noviembre de 1929, en la seccin "Loque el cable no dice".

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    pital financiero, las crisis se manifestarn con mayor violencia.

    Los Estados Unidos son hoy la primera potencia capitalista. La democraciaindividualista conserva en ese pas sus antiguos atributos. El poder est enmanos del partido que representa los intereses y el espritu de la gran bur-guesa. Nada anuncia ah todava inmediatamente un gran movimiento so-cialista. Sin embargo, nada de esto preserva a la economa yanqui de pruebascomo la de la cada de los valores en la bolsa neoyorkina. El oro y sus sm-bolos burstiles no viven en tranquilo equilibrio; su juego insidia irreparable-mente la salud del ms joven y robusto capitalismo.

    Hoover se comprometa en los sobrios discursos de su campaa eleccionaria amantener a los Estados Unidos dentro de su tradicin de individualismo. Peroesa tradicin entre otras caractersticas tiene la de esas repentinas automticasdestrucciones de una parte de la riqueza. Un liberal clsico ver en estas pr-

    didas algo as como esas sangras heroicas sin las cuales no se salva de laapopleja.

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    GUA ELEMENTAL DE GEORGES CLEMENCEAU*

    Entre los retratos que del Primer Ministro de la "unin sagrada" nos ofrecensus bigrafos y crticos, ninguno retorna a mi recuerdo con la insistencia deeste esquema de Len Blum: "Lo que hay de ms apasionante y de ms pa-ttico en aquel que se ha apodado el Tigre, es el drama interior, el conflictoque sostienen en l dos seres. El uno, moral, est animado por un pesimismoabsoluto, por la misantropa ms aguda, ms cnica, por la repugnancia de loshombres, de la accin, de todo. Lo habita un escepticismo espantoso. Loobsede la vanidad de las cosas y del esfuerzo. Y su filosofa ntima es la delNirvana. El otro ser, fsico, tiene, por el contrario, una necesidad desmesuradade accin, una devorante fiebre de energa, un temperamento de mpetu, deardor y de brutalidad. As Clemenceau, desesperando de lo que hace a causa

    de la nada terrible que percibe al cabo de todo, es empujado por su actividaddemonaca a luchar por aquello de que duda, a defender aquello que secreta-mente desprecia y a desgarrar a quienes se oponen a aquello que l congeni-talmente estima intil. Creo, sin embargo, que, en el fondo de este abismo deecepticismo, hay en l un refugio slido y firme como una roca: su amor porla Francia".

    Este retrato atribuye a Clemenceau el mismo rasgo fijado en la clebre frase:"Ama a la Francia y odia a los franceses". La oposicin entre

    --------------* Publicado enVariedades, Lima, 27 de Noviembre de 1929

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    los dos seres que se agitaban en Clemenceau, entre su razn pesimista y suvida operante y combativa, est sagazmente expresado, de acuerdo con elgusto stendhaliano de Len Blum por lo psicolgico e ntimo. Clemenceauera, sin duda, un caso de escepticismo y desesperanza en una vocacin y undestino de hombre de lucha y de presa. Ministro de la Tercera Repblica, letoc gobernar con una burguesa financiera y urbana que se senta segura-mente ms a gusto con Caillaux, el hombre a quien Clemenceau, implacable yultrancista, hizo condenar. Las ideas, las instituciones por las que combati, leeran, en ltimo anlisis, indiferentes. No asign nunca a las grandes palabrasque escribi en sus banderas de polemista ms valor que el de santos y seasde combate. Libertad, Justicia, Democracia, abstracciones que no estorbaban,con escrpulos incmodos, su estrategia de conductor.

    Pero no se explica uno suficientemente el conflicto interior, el drama personalde Clemenceau, si no lo relaciona con su poca, si no lo sita en la historia.

    La fuerza, la pasin de Clemenceau, estaba en contraste con los hechos y lasideas de la realidad sobre la cual actuaban. Este aldeano de la Vande, esteespcimen de una Francia anticlerical, campesina yfrondeuse, era un jaco-bino suprstite, un convencional extraviado en el parlamento y la prensa de laTercera Repblica. No entendi jams, por esto, verdadera y profundamente,los intereses ni la psicologa de la clase que en dos oportunidades lo elev algobierno. Tena el mpetu demoledor de los tribunos de la Revolucin Fran-cesa. En una Francia parlamentaria, industrial y burstil este mpetu no podahacer de l sino un polemista violento, un adversario inexorable de ministe-rios de los que nada sustancial lo separaba ideolgica y prcticamente.Pequeo-bur-

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    gus de la Vande, humanista, asaz voltairiano, Clemenceau no poda ponersu fuerza al servicio del socialismo o del proletariado. El humanitarismo y elpacifismo de los elocuentes parlamentarios de la escuela de Jaurs, se avenanpoco, sin duda, con su humor jacobino. Pero lo que alejaba sobre todo a Cle-menceau del socialismo, ms que su recalcitrante individualismo de pequeo-burgus de provincia, era su incomprensin radical de la economa moderna.Esto lo condenaba a los impasses del radicalismo. Clemenceau no poda sersino un "hombre de izquierda", pronto a emplear su violencia, como Ministrodel Interior, en la represin de las masas revolucionarias izquierdistas.

    La guerra dio a este temperamento la oportunidad de usar plenamente suenerga, su rabia, su pasin. Clemenceau era en el elenco de la poltica Fran-cesa, el ms perfecto ejemplar de hombre de presa. La guerra no poda serdirigida en Francia con las hesitaciones y compromisos de los parlamentarios,de los estadistas de tiempos normales. Reclamaba un jefe como Clemenceau,

    perpetuo viento de fronda ansioso de transformarse en huracn. Otro hombre,en el gobierno de Francia, habra negociado con menos rudeza la unidad decomando, habran planteado y resuelto con menos agresividad las cuestionesdel frente interno. Otro hombre no habra sometido a Caillaux a la Corte deJusticia. La guerra brbara, la guerra a muerte, exige jefes como Clemenceau.Sin la guerra, Clemenceau no habra jugado el rol histrico que avalora hoymundialmente su biografa. Se le recordara como una figura singular, poten-te, de la poltica francesa. Nada ms.

    Pero si la guerra sirvi para conocer la fuerza destructora y ofensiva de Cle-menceau, sirvi tambin para sealar sus lmites de estadista. La actuacin deClemenceau en la paz de Versa-

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    lles, es la de un poltico clausurado en sus horizontes nacionales. El "Tigre"sigui comportndose en las negociaciones de la paz como en las operacionesde la guerra. El castigo de Alemania, la seguridad de Francia: estas dos pero-cupaciones inspiraban toda su conducta, impidindole proceder con una anchavisin internacional. Keynes, en su versin de la conferencia de la paz, pre-senta a Clemenceau desdeoso, indiferente a todo lo que no importaba a larevancha francesa contra Alemania. "Pensaba de la Francia -escribe Keynes-lo que Pericles pensaba de Atenas; todo lo importante resida en ella, pero suteora poltica era la de Bismark. Tena una ilusin: la Francia; y una desilu-sin: la humanidad; a comenzar por los franceses y por sus colegas". Estaactitud permiti a Francia obtener del tratado de Versalles el mximo reco-nocimiento de los derechos de la victoria; pero permiti a la poltica imperialde Inglaterra, al mismo tiempo, vencer en la reglamentacin de los problemasinternacionales y coloniales con el voto de Francia. Francia llev a Versallesun espritu nacionalista; Inglaterra un espritu imperialista. No es necesario

    aludir a otras diferencias para establecer la superioridad de la poltica brit-nica.

    El patriotismo, el nacionalismo exacerbado de Clemenceau sentido conexaltacin de jacobino era una fuerza decisiva, poderosa, en la guerra. Enuna paz, que no poda sustraerse al influjo de la independencia de las nacionesy de sus intereses, cesaba de operar con la misma eficacia. Haca falta, en estanueva etapa poltica, una nocin cosmopolita, moderna, de la economa mun-dial, a cuyas sugestiones el genio algo provincial y hurao de Clemenceau,era ntimamente hostil.

    El amigo de Georges Brandes y de Claudio Monet, consecuente con el senti-miento de que se

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    nutran en parte estas dos devociones, aplicaba a la poltica, por recnditasrazones de temperamento, los principios del individualismo y del impresio-nismo. Era un individualista casi misntropo que no tena fe sino en s mismo.Despreciaba la sociedad en que viva, aunque luchaba por imponerle su leycon exasperada voluntad de dominio. Y era tambin un impresionista. No dejateoras, sistemas, programas, sino impresiones, manchas, en que el color sa-crifica y desborda al dibujo.

    La fuerza de su personalidad est en su beligerancia. Su perenne ademn dedesafo y de combate, es lo que perdurar de l. No lo sentimos moderno sinocuando constatamos que, sin profesarla, practicaba la filosofa de la actividadabsoluta. En contraste con una demo-burguesa de compromisos y transaccio-nes infinitas, de poltronera refinada, Clemenceau se mantuvo obstinada, agre-sivamente, en un puesto de combate. Tal vez en el trato delpioneernorteame-ricano, del puritano industrial o colonizador, se acrecent, excitada por el

    dinamismo de la vida yanqui, su voluntad de potencia. En la poltica, obede-ci siempre su instinto violento de hombre de presa. "Entre los bolcheviques ynosotros deca este jacobino tardo no hay sino una cuestin de fuerza".Contra todo lo que pueda sugerir la obra de su primer gobierno, Clemenceauno poda plantearse el problema de la lucha contra la revolucin en trminosde diplomacia y compromiso. Pero le sobraban aos, desilusin, adversionespara acaudillar a la burguesa de su patria en esta batalla. Y, por esto, el con-greso del bloque nacional y de las elecciones de 1919, despus de glorificarlocomo caudillo de la victoria, vot, eligiendo presidente a un adversario aquien despreciaba, su jubilacin y su ostracismo del poder.

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    FRANCIA Y ALEMANIA*

    Aunque cuatro millones de electores han votado en Alemania por los naciona-listas y contra el plan Young, las distancias que separaban a los dos adversa-rios de 1870 y de 1914 se muestran cada da ms acortadas. El trabajo de lasminoras de buena voluntad por una duradera inteligencia recproca, prosiguealacre y tesonero. Si algo se interpone entre Alemania y Francia es el senti-miento poltico reaccionario que en Alemania inspira el plebiscito nacionalistay en Francia dicta a Tardieu la resolucin de demorar la evacuacin de laszonas ocupadas.

    Es probable que este plebiscito sea la postrera gran movilizacin del partidonacionalista. Las ltimas elecciones municipales de Berln han acusado unretroceso de los nacionalistas en el electorado de la capital alemana. Los

    fascistas, partido de extrema derecha, han ganado una parte de estos votos;pero el escrutinio, en general, se ha inclinado a la izquierda. Los comunistashan ganado con asombro probablemente de los asmticos augures de suliquidacin definitiva un nmero de asientos que los coloca en segundolugar en el Municipio de Berln. Y los socialistas han conservado el primerpuesto.

    Los libros de guerra, cuyo xito es para algunos crticos una consecuenciadel actual perodo de estabilizacin capitalista, no son el nico signo de queAlemania revisa profundamente sus conceptos. El libro de Remarque, de unpacifismo entonado a los sentimientos de la

    --------------* Publicado enMundial, Lima, 29 de Noviembre de 1929, en la seccin "Loque el cable no dice".

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    clientela de Ullstein, no est exento de nacionalismo y de resentimiento. Elautor satisface el ms ntimo amor propio nacional, recalcando la abrumadorasuperioridad material de los aliados. En los ltimos captulos deSin novedaden el frente, se nota cierta intencin apologtica al trazar el cuadro de la resis-tencia alemana. Una Alemania heroica vencida por la fatalidad, no es cierta-mente una de las ms vagas imgenes que proyecta el libro en la concienciadel lector.

    Fuera de la poltica, en los dominios de la literatura y del arte, se acenta enAlemania el inters por conocer y comprender las cosas y el alma francesas yen Francia la atencin por el pensamiento y la literatura alemanas. "La RevueNouvelle" anuncia un nmero especialmente dedicado al romanticismo ale-mn. "Europe", una de las primeras entre las revistas de Pars en incorporar ensu equipo internacional colaboradores alemanes, persevera en su esfuerzo porel entendimiento de las minoras intelectuales de ambos pueblos.

    En el nmero de octubre de esta revista, leo un artculo de Jean Guehenno so-bre el libro en que el profesor de la Universidad de Berln Eduardo Wechsslerconfronta y estudia a los dos pueblos. Guehenno no encuentra al profesorWechssler ms emancipado de prevenciones nacionalistas que al malogradoJacques Riviere en una tentativa anloga sobre Alemania. Guehenno resume,as la definicin del francs y del alemn por Wechssler:

    "El francs es un hombre de sensacin, susceptible, impresionable, excitado,tentado por los parasos artificiales, sin gusto por la naturaleza y que, si no ladomina, desconfa de ella, la desprecia, la odia. Si ama a los animales, ama alos que lo son menos: los gatos; no a los perros. Carece de amor por los nios.Tiene el horror de

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    lo indefinido. Es eminentemente social y sociable. Es cortesano, burgus,hombre honrado, galante. El fin que persigue es la alegra de vivir. No temenada tanto como el aburrimiento. Posee todos los talentos, pero no posee msque talentos. Lo atormenta sin cesar el espritu de conquista. Se dara al diablocon tal de que se le distinga. Ambicioso, glorioso, impone a las cosas su mar-ca. Sabe componer, elegir. Se quiere libre. La coaccin, venga de donde ven-ga, lo irrita y desarrolla en l fanatismo y resentimiento. Es razn, inteligen-cia, espritu; capaz de duda y de irona. Su regla es el principio de identidad yel mundo de sus pensamientos, un mundo de claridad".

    "El alemn es profundo, "expresionista", preocupado siempre de captar eltodo ms que la parte. No se confa a las impresiones de momento, sino espe-ra todo de una lenta preparacin de las cosas. Ama la naturaleza, se abandonaa ella como a la creacin de Dios. Ama a los animales su amor por ellos esuna herencia de la vieja sangre germnica y a los nios. Tiene el sentido de

    lo infinito. Se baa en l con delicia. Su alma es un espejo del mundo. Esgrave, adherido al pasado, naturalmente atento, pesado. El pedantismo es paral el escollo. Aplicado y trabajador, se confa al porvenir. Es entusiasta, ben-volo, longnimo y paciente. Se remite a la intuicin. Un sentimiento profundode la unidad le permite acordar los contrarios. El mundo de sus pensamientosno es jams un mundo cerrado. Las palabras que emplea estn rodeadas comode un halo o un margen. Un alemn habla porque piensa, deca Jacob Grimm,y sabe que ningn lenguaje igualar jams las potencias del alma".

    Muchos de estos rasgos son exactos. Pero el profesor alemn idealiza ostensi-blemente a su pueblo. Describe al alemn, como se describira

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    a s mismo. Guehenno no est seguro de que ste sea un medio eficaz dereconciliacin franco-alemana. El punto que le interesa sustancialmente es elque alude el ttulo de sus meditaciones: "Cultura europea y desnacionaliza-cin". Gide ha escrito que "es un profundo error creer que se trabaja por lacultura europea con obras desnacionalizadas". Guehenno no conviene conGide en este juicio porque avanzamos "hacia un tiempo en que una gran obrade inspiracin nacional ser prcticamente imposible". Pero ste es ya otrodebate y, en estos apuntes, no quiero referirme sino al recproco esfuerzo defranceses y alemanes por comprenderse.

    ESTILO FASCISTA

    Andr Tardieu ha hecho una declaracin de neto estilo fascista al anunciar suconfianza de permanecer en el gobierno al menos cinco aos. Es el tiempoque necesita para actuar su programa y espera que, por esta sola razn, conta-

    r por ese plazo con mayora en el congreso.No es ste el lenguaje del parlamentarismo, sobre todo en un pas comoFrancia de tan inestables mayoras. Ha habido ministerios de larga duracin;ha habido polticos como Briand que no se han despedido nunca del palacio,de la presidencia del Consejo sin la seguridad del regreso. Pero no se ha usadohasta hoy en Francia estos anuncios de la certidumbre y la voluntad de con-servar el poder por cinco aos. Todos estos ademanes pertenecen al repertoriofascista. Claro que la megalomana de Mussolini no puede fijar a su rgimenel plazo modesto de un quinquenio. Mussolini prefiere no sealarse lmites oafirmar que el fascismo representa un nuevo Estado. Pero por algo se comien-za. Tardieu tiene que representar la transaccin entre el gnero fascista y elgnero parlamentario.

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    Cmo har Tardieu para quedarse en el poder cinco aos? Es evidente quedesde hace algn tiempo, desde antes de reemplazar a Briand en la presi-dencia del Consejo, prepara sus elecciones. La disolucin de la Cmaraser, probablemente, la medida a que apelar. En vsperas de las elecciones de1924, deca que lo que discerna en el pas era la voluntad clara de ser gober-nado y agregaba que "la dictadura es intil con un parlamento que funciona,con un gobierno que es jefe de su mayora". Tardieu no puede creer que esteparlamento y esta mayora existan. Su esfuerzo tiene que tender a formarlos.Los medios son los que ensaya y perfecciona desde hace algn tiempo comoMinistro del Interior.

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    OCCIDENTE Y EL PROBLEMA DE LOS NEGROS*

    La moda de los motivos negros en la literatura y la msica corresponde, en elplano poltico, a un perodo de creciente inters del Occidente por las reivin-dicaciones de los negros. Pero, mientras el auge del folklore negro en la m-sica y en la literatura, se nutre, en la sociedad burguesa, de un sentimiento decolonizadores amalgamado con la aficin exotista de una cultura decadente, laatencin que encuentra en los sectores revolucionarios y anti-imperialistas deEuropa y Amrica la cuestin de la raza negra obedece a una verdadera co-rriente internacionalista. Porque, como lo observa Stefan Zweig, no hay quconfundir cosmopolitismo e internacionalismo. El cosmopolitismo no excluyemnimamente los odios de pueblos y razas. Es, simplemente, el rasgo de unorden imperialista que ha acercado las distancias y multiplicado las comu-

    nicaciones, sin acercar ni coordinar ntimamente a las naciones. Paul Morandes un literato cosmopolita. A nadie se le ocurrira clasificarlo como interna-cionalista. Nada, en el fondo, es tan parisin como su arte.

    El Occidente blanco y capitalista perfecciona e intensifica la explotacintradicional de los negros. En la gran guerra, las potencias imperialistas de laEntente emplearon en gran escala el material humano que podan suminis-trarle sus colonias negras. Y hoy, desarrollada tcnicamente a un grado inve-rosmil la explotacin del tra-

    --------------* Publicado enMundial, Lima, 6 de Diciembre de 1929, en la seccin "Loque el cable no dice".

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    bajo, el consumo y la produccin de los negros, nada ms natural que laexplotacin de su arte. El negro contina proveyendo de material a la civili-zacin blanca. Disminuida, empobrecida, la fantasa artstica de los europeosbusca en los negros un rico filn para la industria literaria y artstica.

    El Segundo Congreso Anti-Imperialista Mundial en el que los pueblos negrosestuvieron conspicuamente representados, ha consagrado gran parte de sutiempo al estudio del problema de esta raza. Las conclusiones votadas por esteCongreso, constituyen, sin duda, el ms avanzado y completo planteamientopoltico de la cuestin. Se sabe bien que los propios partidos socialistas deEuropa, en la poca de la Segunda Internacional, no llegaron a incorporarseriamente en sus preocupaciones este problema. La Segunda Internacional norepresent, prcticamente, sino un movimiento blanco. La solidarizacin delmovimiento socialista de Occidente empieza slo con la historia de la TerceraInternacional, cuya mancomunidad con las reivindicaciones de los pueblos

    coloniales no es uno de los menores pretextos de la burguesa occidental paraacusar a la U.R.S.S. de asiatismo y de barbarie.

    Entre los votos del Congreso de Francfort que normarn las actividades de lassecciones nacionales de la Liga Anti-imperialista, se cuenta el que repudia lautopa del "retorno al frica". Este movimiento es caracterizado por las con-clusiones respectivas del Congreso en los siguientes trminos: "El Garveyis-mo es un movimiento nacional semejante al sionismo. Su tendencia es la dereunir a todos los negros en una sola nacin que ocupe el continente negro,planteando esta reivindicacin un prejuicio en el movimiento general de lasmasas negras. Arranca esta tendencia del sentimiento de comunidad que nacey renace sin cesar entre los negros, pro-

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    vocado por una parte por la opresin general que sufren los negros a travs detodo el mundo, y por otra del propsito de las clases negras posesoras de utili-zar este sentimiento a beneficio de sus fines econmicos en su concurrenciacomercial con los imperialismos".

    EL PACTO KELLOGG Y LA CUESTION RUSO-CHINA

    Pactada por China y Rusia la suspensin de las hostilidades en la Manchuria,y en rpida marcha las negociaciones del acuerdo destinado a resolver elconflicto provocado por las medidas violentas de Chang, el gobierno norte-americano ha sentido la necesidad de recordar a la U.R.S.S. las obligacionesdel Pacto Kellogg. No se explicara esta tarda apelacin al Pacto Kellogg enun pas que se distingue por su sentido prctico y su tcnica veloz, si no setuvieran en cuenta, con los intereses particulares del capitalismo norteameri-

    cano en la eliminacin de los rusos de la Manchuria, los objetivos ltimos delpacto que Bernard Shaw llam, sin escandalizar a nadie, un "monumento deestupidez".

    Por mucho que se contente con las explicaciones fragmentarias y tendenciosasde las agencias cablegrficas, el lector menos avisado comprende que si laChina, disciplinada bajo un rgimen militar, estuviese en grado de vencer aRusia, los Estados Unidos encontraran abundantes razones no slo para exo-nerar transitoriamente a la China de todas sus obligaciones de Estado signata-rio del Pacto Kellogg sino para abastecerla de dinero y material en su empresablica. Y de que nicamente porque acontece lo contrario, el gobierno norte-americano blande extemporneamente el intil protocolo con un gesto en elque se adivina el mal humor por las negociaciones que evitan la guerra en elOrien-

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    te. El verdadero objeto histrico del Pacto Kellogg queda as esclarecido.

    Las potencias occidentales no pueden mirar sino con disgusto el curso de lasnegociaciones ruso-chinas y la suscripcin del convenio que restablece elstatu quo en la Manchuria. Con este arreglo, la posicin internacional deRusia se refuerza, sus relaciones con Asia se normalizan y las posibilidades deconsolidacin de su economa sobre cimientos socialistas se acrecientan. Sehabra querido ver a la U.R.S.S. en guerra con un Estado asitico para tenerpretexto de acusarla de imperialismo agresivo y para cultivar la esperanza deenemistarla con el Oriente.

    Tampoco se disimula la molestia y la preocupacin que causa un arreglodirecto con la administracin de Mukden. Para los soviets, el gobierno deMukden no es mejor ni ms legtimo que el de Nanking. Pero es el que resol-vi y aplic las medidas cuya reconsideracin le importa y el que efectiva-

    mente ejerce el poder en la Manchuria. Los nacionalistas de Nanking, a pesarde su abdicacin completa ante los elementos ms reaccionarios de Pekn yMukden, no han logrado unificar la China. La Manchuriatiene hoy, comoen los tiempos de Chang So Lin, una administracin autnoma con sede enMukden. Por consiguiente era con Mukden y no con Nanking que haba queentenderse.

    Y lo importante para la paz del mundo, en estos momentos, no es una inne-cesaria y tendenciosa experimentacin de la fuerza y obligatoriedad del pactoKellogg sino la suscripcin del protocolo que resuelve el conflicto y que liqui-da definitivamente en el Extremo Oriente un estado de guerra.

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    LA GUERRA CIVIL EN LA CHINA*

    Para que se le ratifiquen de nuevo sus poderes, Chang Kai Shek ha renunciadopor ensima vez. La renuncia es el arma que mejor esgrime dentro de su par-tido. En todas las situaciones difciles, Chang Kai Shek hace uso de ella conprovecho inmediato para los fines de su caudillaje, bastante maltrecho con lalarga serie de fracasos que siguen a la toma de Shanghai y al golpe de estadode 1927.

    El programa de la dictadura de Chang Kai Shek era la unificacin de la Chinabajo un gobierno nacionalista que formalmente detentara los lemas del anti-guo Kuo-Ming-Tang. Para obtener esta unificacin, Chang Kai Shek no retro-cedi ante ninguna transaccin. Comenz por capitular ante los imperialismosextranjeros que pronto reconocieron en l un aliado y un servidor incondicio-

    nal.La China, dividida y desgarrada por la guerra civil, denuncia cotidianamentela quiebra de este programa. La Manchuria sigue constituyendo, como en lostiempos de Chang So Ling, un Estado aparte. La provocacin primero y la ce-sacin despus del estado de guerra con Rusia, han sido decididas por Muk-den y no por Nanking. La lucha de facciones y de caudillos renace implaca-ble. El proletariado, pese al rgimen de terror de Chang Kai Shek, contina suaccin de clase.

    Aunque otra vez Chang Kai Shek domine a

    --------------* Publicado enMundial, Lima, 13 de Diciembre de 1929, en la seccin "Loque el cable no dice".

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    Feng Yuh Siang y sus dems adversarios, el gobierno de Nanking no alcan-zar la estabilidad a que aspira. El fermento revolucionario seguir trabajandoen la situacin social, econmica y poltica de la inmensa repblica feudal delos chinos. La rivalidad y la potencia de los caudillos militares no son sinouna consecuencia de esa situacin que el triunfo temporal de uno de esoscondottieresno modificar sustancialmente.

    La China no reserva sino sorpresas a los observadores occidentales que lacontemplan desde su particular punto de vista. El optimismo de los imperia-listas anunci con demasiada prisa la unificacin de la China bajo el generalque acababa de probar su ferocidad reaccionaria masacrando en Shanghai yCantn a los organizadores obreros. Traicionado por Chang Kai Shek, el pro-grama de Sun Yat San, puesto al da por sus legtimos herederos, tena anmuchos adeptos vigilantes y fieles.

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    EUROPA Y LA BOLSA DE NEW YORK*

    La Europa capitalista manifiesta cierto optimismo respecto a las consecuen-cias de la crisis financiera de Nueva York. La cada de los valores se ha dete-nido a la altura que la salud de Europa puede tolerar. Y el primer efecto queparece lgico predecir para las finanzas europeas es el regreso gradual al viejocontinente de los capitales que lo haban abandonado buscando inversiones, sino ms fructuosas, ms seguras, al menos, en Norteamrica. Camb, segnanunci oportunamente el cable, se cont entre los primeros que sealaroneste reflujo.

    La estabilizacin capitalista se realiza en Europa con el concurso financieronorteamericano. No es por azar que dos norteamericanos, Dawes y Young,dan su nombre a los complicados acuerdos sobre las reparaciones. El capi-

    talismo yanqui es el principal empresario de la reconstruccin europea. Antesde que los Estados de la Entente pactaran con Norteamrica las condicionesde amortizacin de su deuda, su nuevomodus vivendino se senta estable-cido. Puede agregarse que en la estabilizacin capitalista europea los yanquishan mostrado, hasta cierto punto, ms confianza que muchos capitalistas eu-ropeos, a quienes la amenaza de la revolucin proletaria indujo en Alemania,Italia, Francia, a dirigir sus capitales a Amrica.

    Pero Europa no se resigna a convertirse, poco a poco, en un conjunto de colo-nias de los Esta-

    --------------* Publicado enMundial, Lima, 20 de Diciembre de 1929, en la seccin "Loque el cable no dice".

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    dos Unidos. El paneuropesmo es la expresin de una corriente defensiva quemira en la frmula de Briand la defensa vlida de los intereses del capitalismoeuropeo contra el dominio yanqui. A los Estados europeos les satisface, poresto, la probabilidad de recuperar los capitales que se haban retirado de suindustria y su comercio para aumentar la congestin de oro de Norteamrica.Estos capitales han sido advertidos enrgicamente por la crisis de Nueva Yorkde los riesgos de la congestin.

    Naturalmente, si el pnico burstil de Nueva York hubiese rebasado el lmitems all del cual estaban profundamente en juego todos los intereses de laeconoma capitalista mundial, las constataciones y vaticinios de los observa-dores de Europa estaran muy lejos de este optimismo. Las consecuencias dela crisis en Europa no les consentiran ninguna esperanza de compensacinsatisfactoria. Aun como han ido las cosas, cuantiosos intereses europeos re-sultan afectados. Pero la cada de los valores en Nueva York ha sido frenada

    en el nivel que los nervios de los financistas europeos podan resistir sin quelos ganase tambin el vrtigo. Y esto es bastante, por el momento para laconvalescencia de las esperanzas de Europa.

    LA NUEVA GENERACIN ESPAOLA Y LA POLTICA

    Luis Emilio Soto examina en un artculo de "La Vida Literaria" de BuenosAires la actitud de la joven generacin literaria de Espaa frente a la crisispoltica de su patria. El tpico es tratado con frecuencia. Y las constatacionesdel colaborador de "La Vida Literaria" carecen de rigurosa novedad. Peroresulta siempre ms actual e

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    interesante, en todo caso, que los insulsos artculos escritos para la UnitedPress por el general Primo de Rivera, rematando los cuales este castizo esp-cimen de donjuanismo y flamenquismo espaoles escribe que "el Dios detodos los cristianos sabr compensar a los que supieron consagrar su vidaterrenal a ideales ms altos y permanente que los goces materiales o al ali-mento de las pasiones que enciende el espritu diablico en la flaca humani-dad".

    Los intelectuales jvenes de Espaa estn acusando, en estos aos, menossensibilidad poltica que los intelectuales maduros, aunque de algunos deestos ltimos Jos Ortega y Gasset, Eugenio d'Ors reciban las ms per-suasivas lecciones de displicencia. La zarandeada generacin del 98 mostr,en su tiempo, inters mucho ms vivo y arriesgado por lo poltico. Y la ge-neracin siguiente est, sin duda, mucho ms propiamente representada porMaran y Jimnez de Asa que por Ortega y d'Ors.

    Soto anota, con razn, que por la abstencin de la nueva generacin literariano puede ni debe procesarse a la juventud. Sera injusto olvidar las impetuosas jornadas de los estudiantes espaoles contra la dictadura. La que est en cau-sa, especficamente, es la juventud representada por "La Gaceta Literaria" deMadrid, cuyo director Gimnez Caballero no tiene reparo en declarar que "Es-paa hoy descansa, engorda y se abanica". Soto no pide a estos equipos de in-telectuales jvenes una agitacin callejera, tumultuaria. Suscribe la frmuladefendida por Araquistain en su peridico "Espaa" en 1920: "accin difusa,crtica clarificadora, estimulante de creacin, renovacin de las ideas ambien-tes". Quiere, en cualquier caso, negar que "el silencio sea una actitud digna delos jvenes frente al rgimen que impera en la patria de Larra".

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    El equipo de "La Gaceta Literaria" no es toda la nueva generacin intelectualespaola. Incurrira en una grave omisin el bigrafo de esta juventud que norecordase con la debida estimacin el esfuerzo de los grupos de intelectuales jvenes que, despus de otras empresas incompatibles con un rgimen decensura, han invertido su energa en la creacin de las Ediciones Oriente yCenit. La revista "Post-Guerra", aunque efmera, ha sido un momento de lahistoria de esta generacin.

    La intelectualidad espaola no ha perdido, en general, su inters por las nue-vas corrientes polticas e ideolgicas. El hecho de que una de las mejoresversiones periodsticas de la nueva Rusia sea la de un espaol, lvarez delVayo, no carece de significacin. La indiferencia, la abstencin, caracterizana la juventud literaria. Es la nueva gente de letras la que ha hecho suyo, antelo poltico, el gesto de don Jos Ortega y Gasset. Propaganda literaria aparte,un Joaqun Maurin, trabajando oscuramente en Pars, vale bien por ahora, lo

    que un Gimnez Caballero recorriendo ruidosamente Europa.Pero an circunscrita y demarcada de este modo, es indudable que se trata deuna actitud singular. Es muy distinta la actitud de la juventud literaria deAlemania. Tambin la de esa juventud literaria de Francia, a la que los jve-nes de Espaa miran tan deferentemente. En Alemania, del teatro a la novela,de Piscator a Glaesser, la nota dominante en la vanguardia literaria es labeligerancia poltica. En Francia, tan burguesa y conservadora en sus variosestratos, la nueva generacin intelectual es uno de los ms activos fermentosideolgicos y pasionales. Un libro de un francs Mort de la pense bour-geoisede Emmanuel Berl, precisamente, ha hecho viva impresin en unode los ms conspicuos repre-

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    sentantes del equipo de "La Gaceta Literaria" de Madrid, residente desde hacealgn tiempo en Buenos Aires, Guillermo de Torre. Lo s por el propioGuillermo de Torre que atribuye tambin a los captulos que conoce de miDefensa del Marxismo, una influencia de que me complazco, en sus actualespreocupaciones.

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    POLITICA ALEMANA*

    Aunque acaba de obtener un triunfo enftico sobre la derecha nacionalista, elgabinete de coalicin que preside Herman Mller est deshacindose. Ladimisin de su Ministro de Finanzas, Rudolf Hilferding, no es sino la abiertadeclaracin de una crisis que se incuba desde las primeras jornadas de esteministerio heterclito. Hilferding es la personalidad de ms relieve entre lossocialistas que forman parte del equipo ministerial de Mller. La celebridaddel autor deEl Capital Financiero, como terico del socialismo moderno, seapuntala desde hace ms de dos lustros en las reiteradas citas que de ese librocontiene uno de los ms universales volmenes de Lenin. Luego, las requisi-torias comunistas contra el reformismo de este convicto y confeso fautor de lacolaboracin de clases, no han sido el combustible menos activo de la noto-riedad de su nombre. Pero ni su personalidad ni su reformismo lo han con-

    graciado suficientemente con la burguesa industrial o bancaria delVolks-partei. Herr Schacht es asaz poderoso para prevalecer sobre el Ministro deFinanzas del partido ms fuerte del Reichstag. Los millones de votos delpartido socialista no pesan bastante al lado de la autoridad de este fiduciarioimplacable de la burguesa. Todo esto en rgimen de estricta democracia ysufragio universal.

    La interinidad del ministerio Mller estaba prevista desde las difciles gestio-nes de su constitucin. Como todo ministerio de coalicin en-

    --------------* Publicado enMundial, Lima, 28 de Diciembre de 1929, en la seccin "Loque el cable no dice".

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    tre fuerzas distintas y opuestas, el de Mller reposa en un compromiso pre-cario. Que los socialistas intenten ejecutar cualquier plan que toque seriamen-te algn grueso inters capitalista. El partido popularista les notificar sin de-mora la imposibilidad de contar con sus votos en el Reichstag.

    Con la esperanza de salvar la coalicin del naufragio, los socialistas se hanavenido a echar por la borda a Rudolf Hilferding. El sacrificio de este Jonsmeticuloso y escptico, que no ir a predicar a ninguna Nnive capitalista, noconjura ni resuelve el verdadero problema. Lo que a la industria y la bancarepresentadas electoral y parlamentariamente por elVolkspartei les interesano es que la social-democracia sacrifique a Hilferding, sino que sacrifiquentegra y radicalmente al socialismo. Con la misma condicin gobierna en laGran Bretaa elLabour Partyy su elocuente pastor Mr. Mac Donald.

    Los nacionalistas, como lo demuestra el plebiscito contra el plan Young, estn

    batidos. Esto tambin lo ha decidido, sin deliberacin explcita y visible, laburguesa de Schacht a la que tambin podramos llamar en lenguaje ms uni-versal la burguesa de Stresseman. El pangermanismo y la revancha constitu-yen un programa inoportuno y romntico para la industria alemana, que, sinmucha nostalgia, se ha pronunciado por el ahorro resuelto de la monarqua.Los ms incandescentes nacionalistas no significan una amenaza para laRepblica.

    Y, en tanto, las incgnitas de la estabilizacin capitalista, vale decir de lacolaboracin de clases, residen siempre en la economa. Los partidos burgue-ses de Alemania, y aun el partido socialista, han anunciado demasiadas vecesla liquidacin inminente y definitiva del partido comunista por dispersin desus masas. Pero, como

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    lo han demostrado recientemente las elecciones municipales de Berlin, mien-tras la desocupacin siga arrojando obreros a la calle, a la extrema izquierdano le costar mucho esfuerzo mantener y aumentar sus efectivos electorales.

    LA CRISIS DOCTRINAL DEL SOCIALISMO

    "Monde" ha abierto una nueva encuesta, destinada a lograr ms extensa re-sonancia que la de la literatura proletaria, que tanto contribuy a la rpidapopularizacin internacional del semanario fundado y dirigido por HenriBarbusse, con la contribucin ilustre de hombres como Einstein, Gorki,Unamuno. Las encuestas, en la mayora de los casos, no sirven lealmente alesclarecimiento de una cuestin. Los peridicos y las revistas de partido nopueden conducir una encuesta con suficiente rigor. Las amaan generalmentede acuerdo con la tesis que les interesa sacar victoriosa. Las encuestas, por

    esto, se encuentran bastante desacreditadas. Pero no por ser encuestas, sinoms bien por no serlo. La caracterstica de las encuestas de "Monde" es surecta intencin, su severo esfuerzo por ser seriamente, verdaderamente, en-cuestas. El espritu de "Monde", el estilo de "Monde", es en gran parte, en casitodas sus pginas, un espritu y un estilo de encuesta. "Monde" quiere enseara sus lectores a juzgar por s mismos. Es una revista de izquierda, dirigida aun pblico muy vasto y variado, cuya razn de existir reside precisamente enesta aptitud de comunicarse con una categora muy amplia e internacional delectores.

    La nueva encuesta se propone indagar los factores y aspectos de la "crisisdoctrinal del socialismo". Esta crisis resulta, a juicio de "Monde", de que "lostericos, encontrndose delante de una avalancha de hechos nuevos, los inter-pretan diferentemente". El socialismo del siglo XX

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    tiene muchos hombres eminentes; pero no tiene ninguno tan genial comoMarx que haya realizado el mismo prodigioso trabajo de sntesis e interpre-tacin. Lenin ha desaparecido de la escena prematuramente. Las tareas de larevolucin rusa no le habran dejado, adems, tiempo ni energas para el exa-men de la situacin mundial con absoluta consagracin de estudioso. A Leninle toc un rol de realizador, de poltico ms que de idelogo. Una encuesta nopuede pretender ciertamente, remediar todo esto. No aspira sino a promoverun debate concreto.

    "Monde" abre la encuesta con un artculo de Henri de Man, el autor deMsall del Marxismo. Es de suponer que no se reconoce a de Man ningunaprioridad como revisionista para iniciar la discusin. "Monde" ha consultado aotros revisionistas: Vandervelde, Renner, etc., cuyas respuestas no se hanpublicado las primeras, seguramente por no haber llegado a la direccin de"Monde" antes de la de Henri de Man.

    Si la encuesta sirve para que el estudio de las cuestiones fundamentales seenriquezca con algunas comprobaciones nuevas y vlidas y para que gane mshondamente la atencin de los intelectuales, "Monde" habr logrado plena-mente su objeto.

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    LA LUCHA DE LA INDIA POR LA INDEPENDENCIA NACIONAL*

    El ms fcil pronstico sobre las perspectivas de 1930 es el de que este aosealar una etapa culminante del movimiento nacionalista hind. La reunindel Congreso Nacional Hind est rodeada de la ms grande expectacinmundial por la gravedad de las decisiones que esta vez le tocar tomar. Desdehace dos aos la lucha por la emancipacin nacional de la India ha entrado enuna fase de decisiva aceleracin.

    Las deliberaciones del Congreso Nacional reunido en Madras en diciembre de1927 tuvieron un acentuado tono revolucionario. Malgrado la resistenciaabierta o disfrazada de lderes moderados, propugnadores de una poltica tran-saccional, el Congreso se pronunci en esa oportunidad a favor de la completaindependencia de la India. Aprob tambin el Congreso una mocin de soli-

    daridad con los revolucionarios chinos y con la Liga Mundial contra el Impe-rialismo, en cuyo segundo congreso, celebrado en Francfort en Julio de 1929,las masas revolucionarias hindes han estado conspicuamente representadas.

    El ao de 1928 se caracteriz por la agitacin del proletariado industrial deCalcuta y Bombay, focos de la accin sindical hind. Centenares de miles deobreros de las fbricas de tejidos reafirmaron en las jornadas de 1920 un pro-grama clasista. Este proletariado es, sin duda, el que desde el primer congresosindical pan-hind de

    --------------* Publicado enVariedades, Lima, 1 de Enero de 1930.

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    octubre de 1928 comunica un sentido de clase, un fondo social y econmicoal movimiento nacionalista de la India.

    El gobierno de Baldwin encarg a una comisin parlamentaria, en el mismoao, el estudio de la cuestin hind y la proposicin de las medidas que laGran Bretaa debe adoptar. El nombramiento de esta comisin significa elreconocimiento de la insuficiencia y del fracaso de la reforma con que la GranBretaa crey cumplir en 1919 las promesas hechas a la India, como a todassus colonias, durante la guerra, para asegurarse su cooperacin y obediencia.Los organismos nacionalistas acordaron elboycottde esta comisin, de laque la India no poda esperar sino una morosa encuesta y algunas tardas su-gestiones. La comisin Simon fue recibida con demostraciones hostiles, tr-gicamente selladas por la muerte del gran lder nacionalista Lala Lajpat Rai, aconsecuencia de los maltratos sufridos en manos de la polica inglesa.

    Lala Lajpat Rai, o Lalaji como se le llamaba usualmente, a los 63 aos, conuna foja de servicios polticos eminentes de cuarenta aos, poda haberseabstenido de concurrir personalmente a las protestas de su pueblo contra lanueva maniobra del imperialismo britnico. Pero hombre de accin ante todo,tena que entregar a la causa de la libertad hind sus ltimas energas. Par-ticip en persona en la manifestacin con que el pueblo recibi a Mr. JohnSimon y sus acompaantes en la estacin de Lahore el 30 de Octubre de 1928.Los golpes de los policas ingleses causaron su muerte el 17 de Noviembre.Todos los adalides de la India lo despidieron con emocionadas y reverentesfrases de reconocimiento de su obra. Rabindranath Tagore, Mahatma Gandhi,Motilal Nehru, tradujeron con elocuencia concisa el sentido del pueblo hind.

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    El Congreso Nacional Hind, cuyas resoluciones son aguardadas esta vez contanta ansiedad, no ha surgido, como se sabe, directamente de la agitacin delas masas nacionalistas. Durante largos aos, prevaleci en l un espritu fa-vorable a los intereses de la Gran Bretaa. Era una asamblea de la burguesahind, que tena su origen en los sentimientos del sector liberal de sta, pero ala que el Imperio Britnico, cuyo poder en la India se apoyaba en la colabora-cin de las castas privilegiadas y de la riqueza, pudo mirar por mucho tiemposin aprehensin.

    Pero, a medida que la corriente nacionalista empez a acentuarse y precisarse,y a movilizar a las masas, la actitud del Congreso Nacional Hind frente a ladominacin britnica cambi completamente. En 1918 el Congreso tom unaposicin revolucionaria. En los aos siguientes, sigui la poltica de Gandhi yadopt la frmula de la no cooperacin. Las fallas de este programa, en cuyaaplicacin retrocedi el propio Gandhi, alarmado por los actos de violencia de

    la multitud, han demostrado luego a las masas la absoluta necesidad de unalnea nueva. Al ensancharse las bases del Congreso, que representa en cadareunin un nmero mayor de sufragios, las reivindicaciones de las masas hancomenzado a pesar cuantiosamente en sus deliberaciones. El partido obrero ycampesino, organizado en los dos aos ltimos, y cuya fuerza es un ndice deldeclinamiento del gandhismo, acta activamente en el seno del Congreso. Laderecha colaboracionista, pierde terreno y autoridad fatalmente, a pesar deque Gandhi y sus partidarios, mediando entre los dos sectores extremos, pro-longan la tctica de compromiso y la esperanza en las concesiones britnicas.Precisamente en el Congreso de Calcuta, hace un ao, la tendencia derechistahizo un esfuerzo por predominar, con un proyecto que estableca la autonomadentro

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    del Imperio. Pero los partidarios de la independencia total insurgieron vigo-rosamente contra esta maniobra. Y la derecha tuvo que limitar el alcance desu propuesta, fijando un plazo de un ao para su realizacin.

    En estas condiciones, se rene hoy el Congreso. El ao previsto ha trascu-rrido. La comisin Simon no ha hecho conocer an sus conclusiones. Unadeclaracin del Virrey de la India anunciando el propsito del Gobierno deconceder a la India el rgimen de un Dominio, ha provocado la protesta deliberales y conservadores, que acusan al gobierno laborista de proceder comosi no existiera la comisin Simon. Los laboristas se han visto obligados aatenuar al mnimum la declaracin de Lord Irwin. La Gran Bretaa les regateaa los hindes el estatuto del Dominio, en plena creciente del movimientonacionalista por la emancipacin completa. En las labores preparatorias delCongreso, Gandhi ha reasumido un rol ponderador. Pero esta vez la existenciaen el Congreso de una fuerza revolucionaria compacta, apoyada en las masas

    obreras y campesinas, y el desprestigio de las frmulas conciliadoras, estndestinados a imprimir un nuevo curso a los debates. El primer voto del Con-greso lo evidencia.

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    LOS VOTOS DEL CONGRESO NACIONAL HINDU*

    Habra que ignorar toda la historia de la lucha del pueblo hind por su inde-pendencia nacional en la etapa que comienza en 1918, para sorprenderse delvoto del Congreso Nacional de la India reunido en Lahore. El Congreso Na-cional, al que las declaraciones britnicas tratan de restar autoridad ahoraporque ha cesado de ser una asamblea de espritu colaboracionista, auspiciadasemi-oficialmente por los funcionarios del Imperio, no ha llegado a este voto,sino a travs de una serie de experiencias, determinadas por el movimiento delas masas.

    El primer paso positivo de esta asamblea hacia la emancipacin de la Indiafue el de establecer en 1916 el acuerdo entre mahometanos e hindustas. Lacorriente nacionalista revolucionaria domin en 1918 en el Congreso en

    forma que pareca anunciar una decidida lucha por la emancipacin. Pero eraesa la poca de irresistible creciente del gandhismo. Las masas estaban bajo lasugestin de Gandhi, que se propona obtener el triunfo de la causaswara- jista mediante la desobediencia civil. Repetidas veces se aplaz la aplicacinde esta medida, destinada, no obstante su carcter pasivo, a conducir al pueblohind a un conflicto abierto con sus opresores. Pero este efecto contrari aGandhi, a quien las primeras escenas de violencia disgustaron como un ho-rrendo pecado. En los aos siguientes a

    --------------* Publicado enMundial, Lima, 4 de Enero de 1930, en la seccin "Lo que elcable no dice".

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    1924 el gandhismo tom el carcter de una experiencia mstica ms bien quede un movimiento poltico. Pero el anhelo de libertad vigilaba en las masas yla lucha de clases aseguraba la participacin activa y resuelta del proletariadoen la batalla por la independencia, que adquira de este modo un sentidoeconmico-social. Los elementos de la burguesa hind, partidarios de unareforma moderna que entregase a su clase el poder, dentro del Imperio brit-nico, creyeron que era el momento de buscar una frmula transaccional. Masla presin de las masas no dejaba de actuar sobre los debates del CongresoNacional y sobre el partidoswarajista. Y la reivindicacin de la independen-cia completa se afirm victoriosa en su reunin de diciembre de 1927. Un aodespus, el Congreso limitaba a un ao el plazo dentro del cual aceptaba laautonoma dentro del Imperio.

    No debe olvidarse que los dos ltimos aos han sido de agitaciones de masas;a los movimientos huelgusticos de Bombay y Calcuta siguieron en 1928 las

    demostraciones hostiles con que fuera recibida la comisin britnica presididapor Mr. John Simon.

    Hoy el Congreso Nacional, a propuesta de un lder como el Mahatma Gandhia quien nadie tachar sin duda de violento, ha proclamado la independenciaabsoluta de la India, porque a esto la comprometan, en trminos perentorios,sus propias anteriores deliberaciones y porque en este sentido se pronuncian,con energa cada vez ms visible, las clases trabajadoras y campesinas. Losingleses fingen subestimar el valor de este voto, con argumentos tan artifi-ciales como el de que este Congreso carece de facultades legales. Evidente-mente, no es compatible con el rgimen colonial que pesa sobre la India elfuncionamiento de un parlamento del pueblo hind de reconocidos podereslegislativos. Pero este Congreso

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    no por eso representa menos a las masas hindes. El imperialismo se apresta aresistirlas en las fbricas, en las ciudades industriales, que sern los centrosprincipales de la lucha revolucionaria. Y la izquierda reclama la movilizacininmediata de los sindicatos obreros.

    El Congreso ha resuelto elboycottde las legislaturas provinciales. A estosburlescos consejos legislativos de provincias se reduca la participacin que laconstitucin vigente de la India, implantada en 1919, conceda a los hindesen la administracin de su pas. Su funcin es puramente consultiva, por loque estuvieron siempre boycoteados por los nacionalistas. El nmero de elec-tores es, adems, conforme a la ley, muy restringido. Con estas asambleas,sern boycoteados los cuerpos que asisten al gobernador en la administracinde cada una de las nueve provincias de la India, pero cuyas decisiones puedenser revisadas y contrariadas por el Virrey, suprema autoridad.

    El propsito de prolongar las sesiones del Congreso, que conforme a la cos-tumbre debera terminar sus labores el 19 de enero, es un dato significativo dela intencin de la asamblea de no detenerse en una proclamacin platnica dela independencia de su pas.

    EL GOBIERNO DE NANKING CONTRA LAEXTRATERRITORIALIDAD

    Otro aguinaldo para el imperialismo britnico en particular y para las poten-cias beneficiadas por el rgimen de extraterritorialidad en general, ha sido laabrogacin de esos privilegios por el gobierno de Nanking. No hay que ver,por supuesto en este acto, un signo de la voluntad revolucionaria del gobiernode Nanking de poner en prctica el programa nacionalista que Chang KaiShek reneg desde su golpe de estado. El

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    derecho de extraterritorialidad, que sustrae a los sbditos de los ms pode-rosos Estados del mundo, con excepcin de la U.R.S.S. que renunci expre-samente a todos estos privilegios, responsables de un delito cualquiera a laaccin de la justicia china y coloca en cambio todo acto en dao de sus inte-reses bajo el fuero de sus propios jueces, irrita y ofende profundamente alpueblo chino. Todas las ofensivas que ha tenido que afrontar hasta hoy elgobierno de Nanking, contra el cual una parte de la China sigue en armas,reconocen su origen en el abandono de los principios de la revolucin porChang Kai Shek y sus colaboradores. Csar Falcn, comentando la situacindel gobierno de Nanking, observaba recientemente que si el gobierno brit-nico hubiese aceptado negociar sobre la extraterritorialidad, lo habra refor-zado. Negndole todachanceen esta reivindicacin, lo disminua y debilitabaante el pueblo. Las insurrecciones encontraban un terreno favorable.

    Son, pues, razones de poltica interna, las que mueven a Chang Kai Shek a

    batirse diplomticamente por la extraterritorialidad. Su declaracin ha sidoposible, porque una profunda exigencia de las masas la demanda desde hacemucho tiempo. Este hecho es garanta de que la China no retroceder en laresolucin adoptada. La extraterritorialidad est en crisis definitiva. Su anu-lacin forma parte del proceso de la lucha anti-imperialista en ese pas.

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    EL TRAMONTO DE PRIMO DE RIVERA*

    Con escepticismo de viejo mundano, no exento an del habitual alarde fan-farrn, el Marqus de Estella prepara su partida del poder. El ao 1930 sea-lar la liquidacin de la dictadura militar, inaugurada con hueca retrica fas-cista hace seis aos.

    Estos seis aos de administracin castrense deban haber servido segn elprograma de Primo de Rivera, para una completa transformacin del rgimenpoltico y constitucional de Espaa. Pero sta es, precisamente, la promesaque no ha podido cumplir. Despus de seis aos de vacaciones, no muy ale-gres ni provechosas, la monarqua espaola regresa prudentemente a la viejalegalidad. El proyecto de reforma constitucional, boycoteado por los partidos,ha sido abandonado. Primo de Rivera no ha podido persuadir al rey de que

    debe correr hasta el final esta juerga. El rey prefiere restaurar, con gesto arre-pentido, la antigua constitucin y los antiguos partidos. A este msero resulta-do llega una jactanciosa aventura que se propuso nada menos que el entierrode la vieja poltica.

    Unamuno puede rer del tragicmico acto final de esta triste farsa con legti-mo gozo de profeta. Los que encuentran siempre razones para vivir al minuto,pensando que "lo real es racional", declararon exagerada y hasta ridcula lacampaa de Unamuno en Hendaya. El filsofo de Salamanca, segn ellos,deba comportarse con ms diplomtica reserva. Sus colricas requisi-

    --------------* Publicado enMundial, Lima, 11 de Enero de 1930, en la seccin "Lo que elcable no dice".

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    torias no les parecan de buen tono. Ahora quien da "zapatetas en el aire" noes el gran desterrado de Hendaya. Es el efmero e ineficaz dictador de Espaaque, en el poder todava, hace el balance de su gobierno frustrado. Sirvi haceseis aos a su rey para una escapatoria de monarca calavera. Y ahora su rey lolicencia, para volver a la constitucionalidad.

    La dictadura flamenca del Marqus de Estella no ha cumplido siquiera elpropsito de jubilar definitivamente a los viejos polticos. Los ms acatarra-dos liberales y conservadores se aprestan a reanudar el rutinario trabajo inte-rrumpido en 1923. Primo de Rivera es un jugador que ha perdido la partida.No jugaba por cuenta suya, sino por la del rey. Y Alfonso XIII no le ha dejadoal menos terminar su juego.

    LA CONFERENCIA DE LA HAYA

    La nueva conferencia de La Haya relega a segundo trmino a los diplomticosde la paz capitalista. Esta vez es Tardieu y no Briand quien tiene la palabra anombre de Francia. Mientras Tardieu exige la inclusin en el protocolo sobreel pago de las reparaciones de las sanciones militares que se adoptarn en casode incumplimiento de Alemania, Briand prepara las frases que pronunciar enGinebra, en el Consejo de la Liga de las Naciones. Los propios delegadosfinancieros pasan a segundo trmino. Trdieu necesita satisfacer el naciona-lismo del electorado en que se apoya su gobierno. Y hasta ahora, a lo queparece, los antiguos aliados de Francia lo sostienen. Briand ha quedado des-plazado del puesto de responsabilidad. Tardieu ensancha sus poderes en elministerio que preside y en el que desempea la cartera del Interior. Nego-ciador del Tratado de Versalles, le toca hoy firmar el protocolo que pone envigencia, ligeramente re-

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    tocado, el plan Young para el pago de las reparaciones. Hace doce aos, enVersalles, le habra sido difcil prever que el captulo del arreglo de las repa-raciones resultase tan largo. Tal vez, en sus previsiones ntimas de entonces,su propia ascensin a la jefatura del gobierno apareca calculada para muchoantes de 1929. El gobierno alemn, en visible crisis desde la renuncia deHilferding, sacrificado al implacable director del Reichsbank, puede regresarseriamente disminuido en su prestigio a Berln, si Tardieu obtiene en La Hayala suscripcin de sus condiciones.

    LA LIMITACION DE LOS ARMAMENTOS NAVALES

    En otra estacin se encuentra el debate sobre la limitacin de los armamentosnavales de las grandes potencias. La conferencia de las cinco potencias ven-cedoras en la guerra mundial, -Estados Unidos, Gran Bretaa, Japn, Francia

    e Italia-, que se reunir en Londres no cuenta con ms base de trabajo que elentendimiento anglo-americano. Para arribar a un acuerdo de las cinco poten-cias, hace falta todava concertar las reivindicaciones del Japn, Francia eItalia entre s y con el equilibrio y la primaca de las escuadras de la GranBretaa y Estados Unidos. El Japn aspira una proporcin mayor de la queestas dos potencias le han fijado. Francia resiste a la supresin del submarinocomo arma naval. Italia reclama la paridad franco-italiana. Anteriormente,Italia era tambin favorable al submarino; pero conforme a los ltimos cable-gramas parece ahora ganada a la tesis adversa. En cambio, se muestra irre-ductible en cuanto al derecho a tener una escuadra igual a la de Francia. Estederecho, por mucho tiempo, sera slo terico. Su uso estara condicionadopor las posibilidades econmicas del pas. Mas el gobierno fascista considerala paridad como una cuestin

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    de prestigio. Un rgimen que se propone restituir a Italia su rol imperial, nopuede suscribir un pacto naval que la coloque en un rango inferior al deFrancia.

    Francia, a su vez, sentira afectado su prestigio poltico por la paridad de ar-mamentos navales con Italia. Aceptar esta paridad sera consentir en unadisminucin de su jerarqua de gran potencia o convenir en la ascensin deItalia al lado de una Francia estacionaria no obstante la victoria de 1918.Tardieu no es el gobernante ms dispuesto a este gnero de concesiones quepodran comprometer su compsita mayora parlamentaria.

    Las perspectivas de la conferencia son, por tanto, muy oscuras. No existe sinoun punto de partida: el acuerdo de los Estados Unidos y la Gran Bretaa paradividirse la supremaca martima. Y, por supuesto, no es el caso de hablarabsolutamente de desarme.

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    EL DR. SCHACHT Y EL PLAN YOUNG*

    Los delegados de Alemania han tenido que aceptar, en la segunda conferenciade las reparaciones, el plan Young, tal como ha quedado despus de su reto-que por las potencias vencedoras. Esto hace recaer sobre el ministerio de coa-licin y, en particular sobre la social democracia, toda la responsabilidad delos compromisos contrados por Alemania en virtud de ese plan. El doctorSchacht, presidente del Reichsbank, ha jugado de suerte que aparece indemnede esa responsabilidad. La burguesa industrial y financiera estar tras l, a lahora de beneficiarse polticamente de sus reservas, si esa hora llega. El senti-miento nacionalista es una de las cartas a que juegan la burguesa en todos lospases de Occidente, a pesar de que los propios intereses del capitalismo nopueden soportar el aislamiento nacional. La subsistencia del capitalismo no esconcebible sino en un plano internacional. Pero la burguesa cuida como de

    los resortes sentimentales y polticos ms decisivos de su extrema defensa delsentimiento nacionalista. El doctor Schacht ha obrado, en todo este proceso delas reparaciones, como un representante de su clase.

    LA REPBLICA DE MONGOLIA.

    Cuando el gobierno nacionalista, revisando apresuradamente la lnea del KuoMing Tang despidi desgarbadamente a Borodin y sus otros

    --------------* Publicado enMundial, Lima, 18 de Enero de 1930, en la seccin "Lo que elcable no dice".

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    consejeros rusos, las potencias capitalistas aludaron exultantes este signo deldefinitivo