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Historia de la Boca del Riachuelo Enrique de Gandía Historia de la Boca del Riachuelo E. de Gandía . .

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Historiade la Bocadel Riachuelo

Enrique de Gandía

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Historia de la Bocadel Riachuelo

1536-1840

Enrique de Gandía

Ateneo Popular de la Boca

Buenos Aires, 1939

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A los Amigos de mi Padre en la Fundación Juan de Garay

Han pasado 67 años y esta nuevaedición intenta rescatar del olvi-do, uno de tantos esfuerzos queEnrique de Gandía nos legara.

El lucro perseguido viene regala-do de la alegría de su rescate. Su destino en la web permitiráalcanzar las orillas de la memo-ria, también a los más alejados.

Dibujos de carabelas, naos y velá-menes; apuntes sobre navegacióny breves hipótesis de hidrología;una antigua cartografía de 1865;una valiosa planialtimetría res-catando perfiles de tiempos fun-dacionales; y referencias que elazar nos trajo de antiguos veci-nos, fueron incorporados a conti-nuación de la edición original.

Ejercicio virtual de simple simpa-tía que estando en Vida hubieraacercado al laborioso Gandía.

Cierra la edición un ajustadobalance medioambiental de lasaguas del Riachuelo y de lasinmediaciones costeras paraacercarnos a muy triste realidad.

Francisco Javier de Amorrortu3 de Febrero del 2006

INTRODUCCION

El Ateneo Popular de la Boca, con-secuente con sus propósitos fun-damentales de ahondar y divulgarla historia del barrio bonaerenseque le da nombre, edita la Historiade la Boca del Riachuelo, escritapor el doctor Enrique de Gandía.

Esta obra ha obtenido el primerpremio en el concurso de noticiasy antecedentes sobre la Boca delRiachuelo organizado por nuestroAteneo en el año 1938.

El jurado le otorgó por unanimidadla máxima recompensa.

Cuando el pseudónimo de Trajinis-ta dió a conocer el nombre delautor premiado se comprendiócómo este trabajo agota todo loreferente al pasado boquensedesde sus orígenes hasta la prime-ra mitad del siglo XIX en formaindudable.

El doctor Gandía es uno de los másdestacados historiadores argenti-

nos, avezado como pocos a lainvestigación en los archivos, conespecialidad referente al períodocolonial. Sus obras impresas pasan de cua-renta y cinco volúmenes y es reco-nocido como el estudioso queconoce más a fondo la historia dela ciudad de Buenos Aires. Su Crónica del magnífico adelanta-do don Pedro de Mendoza, su librosobre León Pancaldo y la primeraexpedición genovesa al río de laPlata, sus dos gruesos volúmenesen colaboración con el señorRómulo Zabala sobre la Historiade la ciudad de Buenos Aires, suestudio sobre los Orígenes del fuerte de Buenos Aires, escrito en cola-boración con el doctor César Bla-quier Casares y sus otras obrassobre la historia del Río de la Platahan impuesto su nombre como elde la autoridad más alta en cues-tiones de historia bonaerense.

No es extraño que esta Historia dela Boca del Riachuelo revele unaserie importantísima de hechostotalmente ignorados y constituyael primero -y sin duda último estu-dio- sobre el valle de Matanza y elRiachuelo en un período quepuede llamarse prehistórico y

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acerca del cual la mayoría de loshistoriadores opinaba que eraimposible escribir más de una odos páginas.

El trabajo del doctor Gandíademuestra que nuestra zona, encontra de la opinión reinante,guardaba en los archivos noticiasde tanto interés como para dar ori-gen al presente volumen. No noscorresponde en estas páginashacer un resumen y un elogio de laHistoria de la Boca del Riachuelo;pero sí invitamos a los lectores aconsiderar un instante la originali-dad y el valor histórico de lamayoría de los capítulos que laconstituyen, tanto de los que acla-ran definitivamente obscuros por-menores geográficos, como de losque hacen conocer hechos hastaahora insospechados.

La primera parte de la historia dela Boca del Riachuelo, o sea, la quecorresponde al período colonial y alos primeros años del siglo X1X,antes que la zona comenzara surápida e intensa población, estátratada a fondo en esta obra que elAteneo se complace en ofrecer asus socios y al público estudiosoen general.

La segunda parte de la historia dela Boca del Riachuelo, es decir laque arranca desde mediados delsiglo X1X y se extiende hasta lafecha, será también tratada por eldoctor Gandía en una próximapublicación. Hemos obtenido supromesa de que en breve termina-rá un estudio minucioso del creci-miento de nuestro barrio a lo largode un siglo de vida, desde 1840hasta la actualidad. Estamos seguros que en su próxi-ma obra -que también editará esteAteneo- el doctor Gandía sabráreflejar tanto los aspectos pinto-rescos del Barrio Latino de BuenosAires -según él mismo lo denomi-nó- como la labor industrial y cul-tural de sus pobladores. La segunda parte de la Historia dela Boca del Riachuelo, será así unexponente de las conquistas reali-zadas en el progreso bonaerensepor los hijos del Barrio más lumi-noso y colorido de nuestra ciudad.

Antonio J. Bucich y Constancio Fiorito.

LIMINAR

La zona del Riachuelo y valle delrío Matanza, al Sud y Sudoeste dela ciudad de Buenos Aires, no hasido objeto, hasta este momento,de un estudio histórico que desta-que la extraordinaria importanciaque siempre ha tenido dentro de laCapital Federal. La única excepción es la Historiade la ciudad de Buenos Aires quepublica la Municipalidad.

En los dos primeros tomos de estaobra se hallan contenidos losdatos geológicos e históricos másseguros y completos que hastaahora han podido reunirse sobretodas las zonas de la ciudad. En esta monografía se repiten losque más interés ofrecen a nuestrotema y se agregan muchos otrosque revelan conclusiones inespe-radas y demuestran hechos insos-pechados.

Hemos creído necesario estudiar lahistoria del Riachuelo desde susorígenes para comprender con

mayor seguridad las épocas másrecientes y vislumbrar lo que serásu futuro. Al mismo tiempo decla-ramos que no nos ha sido posiblelimitamos -en algunos puntos- a laactual zona boquense comprendi-da entre las calles don Pedro deMendoza, Brasil, Defensa, MartínGarcía y Montes de Oca.

En siglos pasados estos límites nose conocían y tanto la primeraBoca del Riachuelo, frente al altode San Pedro, hoy calle Humbertol°, como la segunda llamada delTrajinista, aproximadamente donde lostrabajos modernos del puerto hanfijado la definitiva, puede afirmar-se, sin ningún asomo de dudas,que vivieron gracias a las barracasque en el siglo XVIII se establecie-ron en la actual zona boquense. El estudio de esta zona nos obligaa referimos al poblado de Barracasy también a los caminos que con-ducían al Riachuelo. En esta forma podemos sostenerque el estudio de la zona bañadapor el Riachuelo contará con untrabajo monográfico sumamentecompleto, hecho sobre la base defuentes poco utilizadas, con críticay con métodos modernos.

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I GEOLOGIA

Las investigaciones geológicasmás especializadas han demostra-do que a unos trescientos metrosdebajo del nivel del suelo seextiende una base cristalina quecorresponde a la era azoica y estáformada por rocas eruptivas deprofundidad y metamórficas. Sobre ella hay una capa de terre-nos sólidos, fluviales y marinosque en parte corresponde al tercia-rio antiguo. A continuación aparece la forma-ción marina mesopotámica perte-neciente al mioceno superior. Esta capa tiene varios centenaresde metros y se halla a una profun-didad de cincuenta a sesentametros. Según unos autores, sobre estaformación se encuentra el plioce-no; según otros, un depósito deunos veinte metros de espesor dearenas friables. Sobre estas arenas se hallan unospequeños depósitos y la formaciónpampeana propia del plioceno ydel pleistoceno.

La formación pampeana consta detres pisos: el ensenadense, del ter-ciario superior; y el belgranense yel bonaerense, del cuaternario.

El piso ensenadense afloraba en laparte que hoy corresponde a laavenida Alem. El piso bonaerense se descubre enlas zonas suburbanas y en lasbarrancas de los ríos. El piso llamado lujanense, en elcual se desarrolló la fauna pampe-ana, es el más joven de esta for-mación.

En la época de la formación pam-peana hubo tres grandes ingresio-nes marinas que inundaron porlargos espacios de tiempo toda lazona de la Capital Federal y partede la provincia de Buenos Aires.

La primera ingresión es la del interensenadense del plioceno supe-rior; la segunda es la ingresión bel-granense de la edad cuaternaria, yla tercera es de la época holocéni-ca y se conoce con el nombre deingresión querandinense. En estaingresión el mar inundó las depre-siones del Río de la Plata y avan-zó por el valle del río Matanzahasta Cañuelas y Marcos Paz.

El río Matanza no ha tenido enépocas prehistóricas su cursoactual. El piso querandinense deeste valle revela depósitos de ori-gen fluvial que sólo pudieron seroriginados por un curso distintodel río. Sobre estos depósitos are-nosos se encuentra la tierra negravegetal contemporánea donde losarqueólogos han hallado alfareríasy utensilios propios de la culturaguaraní.

FUENTES:

Rómulo Zabala y Enrique de Gan-día Historia de la ciudad de Bue-nos Aires, 1 (1536-1718) BuenosAires MCMXXXVI, pp. 18 a 38.

Juan José Nagera, Puntas de SantaMaría del Buen Aire. Lugar de lafundación de don Pedro de Men-doza, Buenos Aires, 1936.

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II LA BOCA NORTE DELRIACHUELO FRENTE AL

ALTO DE SAN PEDRO

Pocas veces se ha discutido undetalle geográfico con más interésy mayor acopio documental que ladesembocadura y el curso del Ria-chuelo cuando se conmemoró el IVCentenario de la primera funda-ción de Buenos Aires y variosestudiosos trataron de fijar elexacto lugar en que don Pedro deMendoza levantó su ciudad.

La bibliografía de estas polémicasy los fundamentos geológicos ydocumentales en que se basó cadaautor para sostener su tesis, sehallan analizados en la Crónica delmagnífico adelantado don Pedrode Mendoza, aparecida en 1936.No será necesario, por tanto, repe-tir unas demostraciones que seencuentran al alcance de la mano.Bastará, para los pormenores geo-gráficos que nos proponemosseñalar, citar algunas pruebasindiscutibles.

Hasta el mes de mayo del año1786, el Riachuelo tuvo una únicasalida que desembocaba frente alalto de San Pedro, donde hoycruza la avenida Alem la calIeHumberto 1°. Después de formar el meandro quese conoce con el nombre de vueltade Rocha, al llegar cerca de su des-embocadura actual, el Riachuelotorcía casi en ángulo recto su cursoy doblaba hacia el Norte. En esta forma corría paralelo a lacosta hasta abrirse frente al alto deSan Pedro. Lo que nos corresponde exhibirson algunas pruebas de que laboca del Riachuelo se hallaba,como hemos dicho, frente al altode San Pedro.

En primer término tenemos laspruebas planimétricas: los planosde José Bermúdez, de 1709 y1713, el mapa de la antiguaaudiencia de Buenos Aires y losplanos de Cristóbal de Barrientos,de 1774, y Manuel Ozores, de1792, en los cuales la boca delRiachuelo coincide frente al alto deSan Pedro.

En el plano de Domingo Petrarca,del 1729, se dibuja la boca del Ria-

chuelo con suma precisión, y seconfirma lo que acabamos de sos-tener.Pasamos por alto otros planosmenos precisos, y citamos algunostestimonios históricos: el 7 demarzo de 1678, el gobernadorAndrés de Robles escribía que elpuesto de San Pedro se hallabasobre la barranca y frente del Ria-chuelo; a principios del siglo XVIII,Agustín de Robles decía que el altode San Pedro "domina al Riachue-lo y ampara la torre"; el capitánUrdinza y Arbelais refería que elRiachuelo "desemboca en él (elRío de la Plata) a un tiro de mos-quete del alto que llaman de SanPedro", y el gobernador Barrancoy Zapian atestiguaba que desde elalto de San Pedro "se ciñe del todoel Riachuelo, y desde luego, quelas embarcaciones que entran enla canal las recibe con su artille-ría y en el mismo surgidero laspuede echar a pique".

Podríamos traer otras pruebassemejantes; pero con las expues-tas suponemos que la situación dela boca Norte del Riachuelo frenteal alto de San Pedro en los siglosXVII y XVIII es un hecho geográfi-co que no puede discutirse.

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FUENTES:ENRIQUE DE GANDIA Crónica delmagnífico adelantado don Pedrode Mendoza, Buenos Aires 1936.

Plano de José Bermúdez, del año1709. En este plano puede verse,perfectamente señalado, el canalsubmarino del Riachuelo, ya muyrellenado, con tres pies de agua.La letra Y indica los Hornos de San Pedro, en la actual calle Humberto

1°; y la letra M, la entrada del Ria-chuelo, con la guardia que enton-ces habia. De la "Historia de la ciudad de Bue-nos Aires", t. 1, Buenos Aires,1936, de Rómulo Zabala y Enri-que de Gandia.

III LOS POZOS Y ELCANAL SUBMARINO

Estos pormenores geográficos nose refieren precisamente a la zonaboquense; pero su señalamientoes imprescindible para conocer lascondiciones en que se hallaban elpuerto y la costa de Buenos Airesen los primeros tiempos de la con-quista y de la colonia.

Frente al lugar de la costa llamadoel Retiro desde principios del sigloXVII -por un anacoreta que vivíaen la ermita de San Sebastián-había un gran "pozo" o fondeaderodonde anclaban los navíos.

El 24 de marzo de 1607, Hernan-do de Vargas habló del "pozo y ríogrande de la Plata donde es usan-za ancorar para entrar en el dichopuerto". En los resúmenes de los impuestoscobrados en el puerto de BuenosAires en el año 1600. leemos acada instante: "En el pozo y puer-to desta dicha ciudad surgió una

carabela"; "en el pozo puertodesta ciudad"; "en el dichopozo...".Este pozo era conocido con losnombres del Retiro de San Sebas-tián y del convento de las Merce-des. El segundo pozo se encontrabafrente al fuerte, la actual casa degobierno; y el tercero entre el alto de SanPedro y el convento de SantoDomingo, "casi en la boca delRiachuelo".

Para no abundar en pruebasvamos a citar una sola, indiscuti-ble, desconocida a todos los estu-diosos: la Relación del gobernadordon Pedro Esteban Dávila: "Haytres pozos que sirven de surgide-ro: el uno enfrente del convento deNuestra Señora de las Mercedes; ymás adelante, hacia el Sur, otropozo que es enfrente del Fuerte yCasas Reales, que es en medio dela ciudad, la parte más eminentey donde está mejor para ser señorde mar y tierra; y otro más ade-lante, casi en la boca del Ria-chuelo, donde inviernan los naví-os...".Estos tres pozos se hallaban uni-dos por un canal submarino que

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comenzaba en el Retiro o bajo dePalermo, y seguía hasta la bocadel Riachuelo.

El primer documento que noshabla de esta canal es un conocidoinforme de los pilotos, hecho en elaño 1539, en el cual Hernán Baezafirma que las naos de Pancaldo yde Alonso Cabrera no se perdieronpor tormentas, "sino porque nosiguieron la canal".

El 20 de marzo de 1590, Hernan-do de Montalvo refería que "elcanal para entrar en él (el Ria-chuelo), tiene muchas veces docepalmos y otras catorce y dieciseisy veinte con aguas vivas".

El 28 de julio de 1600 el Cabildode Buenos Aires relataba que elcapitán del navío holandés Mundode Plata había pedido "un marine-ro que les enseñase la canal parameter el navío...".

En 1681 el gobernador don Joséde Garro decía que desde el lugarde San Sebastián, en el Retiro, sedivisaba "la canal de la punta delbanco por donde precisamentehan de entrar cualesquier bajelesque vengan a este puerto".

En 1685, una junta de conocedo-res de estas regiones, reunida enEspaña, dejó constancia que losnavíos "precisamente han de ir abuscar el canalizo que empiezapor frente del fuerte de San Sebas-tián".En 1709 el mapa de José Bermú-dez figura con líneas punteadas el"canal del Riachuelo con 3 pies deagua"; pero en vez de hacerlocomenzar en el Retiro, lo abre a laaltura de la actual plaza de Mayo ocalle Victoria.

Los barcos que llegaban a BuenosAires debían detenerse forzosa-mente en el pozo de San Sebastiáno del convento de las Mercedes. En seguida podían avanzar por elcanal submarino hasta el pozo delfuerte, hasta el pozo de SantoDomingo y hasta la boca del Ria-chuelo. Ya en el Riachuelo podían remon-tarlo hasta el lugar que en el sigloXVIII se llamó las Barracas.

FUENTES:

ENRIQUE DE GANDÍA, Crónicadel magnífico adelantado donPedro de Mendoza, Buenos Aires,1936.

IV EL RIACHUELO

Desde los primeros tiempos de donPedro de Mendoza los conquista-dores advirtieron que el Riachueloera un refugio admirable para losnavíos. Durante la primera fundación tuvoel nombre de Río Pequeño.En1575 Hernando de Montalvo lollamaba Río de Buenos Aires.Desde la segunda fundación deJuan de Garay recibió el nombre deRiachuelo. Más tarde también se le llamó Ria-chuelo de los navíos.

En un pleito de Antón López deAguiar con León Pancaldo quedóestablecido que para entrar en elRiachuelo era preciso que hubiesemarea. El gobernador don Diego Rodrí-guez de Valdéz y de la Banda con-firmó estos hechos el 20 de mayode 1599. Los navíos primero debían dete-nerse en el pozo de San Sebastián,conforme hemos explicado ante-

riormente, en un "lugar adondeestá un sitio que por tener másfondo ancoran allí y con buenasamarras están seguros", y luego,hinchiendo la mar entran en unRiachuelo tan angosto que en suancho sólo caben dos navíos".

Sin embargo, este Riachuelo "tienetanto fondo que podrían estar enél navíos de mil toneladas aunqueno puede entrar por su boca navíoque demande más de once palmosde agua y aun eso ha de ser hin-chiendo la mar..."

Ruy Díaz de Guzmán escribía queel Riachuelo era tan acomodado yseguro que metido dentro de él losnavíos no siendo muy grandespueden estar sin amarrar contoda seguridad como si estuvie-ran en una caja".

En 1590 Hernando de Montalvorefería que Buenos Aires "tienemuy buen puerto, que es un Ria-chuelo y dentro de él tiene cuatroy cinco brazas de fondo".

En 1703 el ingeniero José Bermú-dez atestiguaba que no conocía enesta costa otro paraje más a pro-pósito para el desembarco que el

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Riachuelo, que es donde se reco-gen las embarcaciones que tieneesta ciudad y adonde hay unaguardia".

No vamos a citar otros testimo-nios, pues con los expuestosqueda bien probado que el Ria-chuelo fue desde los comienzos dela conquista el puerto y refugiomás acomodado que Buenos Airespudo ofrecer a los navíos.

FUENTES:

ENRIQUE DE GANDIA, Crónicadel magnífico adelantado donPedro de Mendoza, Buenos Aires,1936.

ENRIQUE GANDIA, León Pancaldo y la primera expedicióngenovesa al Río de la Plata, Bue-nos Aires, 1937.

V LAS ORILLAS DELRIACHUELO

Los estudios hechos en 1936 conmotivo del IV Centenario de la pri-mera fundación de Buenos Aireshan demostrado definitivamenteque las orillas del Riachuelo fueronhasta mediados del siglo XIX,desde su desembocadura hastaBarracas, por completo inhabita-bles a causa de los pantanos quehabía en ellas y de las inundacio-nes periódicas.

Desde el punto de vista geológicolo que acabamos de afirmar es unhecho segurísimo, perfectamenteprobado. Las estadísticas de lasmareas han demostrado que elagua subía de un metro y medio ados metros sobre el cero del Ria-chuelo, es decir, la altura artificialque los rellenos modernos handado a esa zona para evitar lascontinuas inundaciones. Esta sola comprobación, debida aldoctor Juan José Nágera, hacesuperflua toda exhibición de docu-

mentos. Sin embargo vamos amencionar algunos testimonioscorroborantes:

en 1599 don Diego Rodríguez deValdéz y de la Banda escribió alrey que no podía levantar un fuer-te en el Riachuelo "porque todo esanegadizo y pantanoso" y quepara colocar unas piezas de arti-llería "estoy resuelto de hacersobre el Riachuelo una estacadade madera y de alguna piedra dellastre de los navíos y encima tie-rra en que poner un par de piezasde artillería".

En 1721 los oficiales reales infor-maban que el Riachuelo tenía "porambos lados la tierra muy inme-diata y llena de pajonales y pan-tanosa", El gobernador don Pedro EstebanDávila en su Relación ya citadadefinía el Riachuelo como "unestero que tendrá de largo suprincipio diez leguas y ancho muypoca cosa, capaz para navíos dehasta doscientas toneladas".Refiriéndose a la barranca, Dávilala describía gráficamente y decíaque "desde la punta de DoñaCatalina (hoy esquina del paseoColón y calle Martín García) va

huyendo del dicho Riachuelo (dela parte Este que iba a desembo-car frente al alto de San Pedro)más de media legua, todo panta-noso e inútil de poderse andar".

En 1681 el capitán don PedroPacheco describió en un informelos "prados que hay entre labarranca y el Riachuelo, que enlloviendo son intransitables depoderse mantener en ellos".

Cuatro años más tarde, en España,otros entendidos declararon que"el terreno de la marina es un con-tinuo pantano hasta el Riachueloque impide echar por allí gente entierra". Es por estas razones que la zonadel Riachuelo no comenzó apoblarse de un modo definitivohasta el siglo XIX.

FUENTES:

ANIBAL CARDOSO, Buenos Airesen 1536, Buenos Aires, 1911.ANTONIO A. ROMERO, Funda-ción de la ciudad de Buenos Aires,en Atti del XXII Congresso Inter-nazionale degli Americanisti,Roma, 1926.

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JUAN JOSE NAGERA, Puntas deSanta María del Buen Aire. Lugarde la fundación de don Pedro deMendoza, Buenos Aires, 1936.ENRIQUE DE GANDÍA, Crónicadel magnífico adelantado donPedro de Mendoza, Buenos Aires,1936.ROMULO ZABALA y ENRIQUEDE GANDIA, Historia de la ciudadde Buenos Aires, 1 (1536-1718),Buenos Aires, 1936.ENRIQUE A. S. DELACHAUX, Losproblemas geográficos del territo-rio argentino, en la Revista de laUniversidad de Buenos Aires,Buenos Aires, 1906, año III, t. V,p. 142.

VI LA VUELTA DE ROCHA

Durante largo tiempo, a causa deuna afirmación de Paúl Groussacrepetida por Félix F. Outes y otrosestudiosos, se creyó que el estre-cho meandro que desde el sigloXIX lleva el nombre de vuelta deRocha ofrecía en otros siglos elamplio y cómodo "espejo" de aguaque presenta hoy en día.Fuimos los primeros en levantar-nos contra este error; pero los par-tidarios de la primera fundación deBuenos Aires en la orilla izquierdade la vuelta de Rocha nos atacaronduramente, porque con la desapa-rición del magnífico fondeadero dehoy en día, -que con tanta inge-nuidad se suponía existente en1536- se destruía uno de los mássólidos argumentos para justificarla fundación de Mendoza en eselugar.Después de la publicación de lasPuntas de Santa María. del BuenAire y de la Crónica del magníficoadelantado don Pedro de Mendozaya no son posibles estas discusiones.

Hoy sabemos perfectamente queen 1882 la vuelta de Rocha toda-vía era lo que había sido en 1536y, sin duda, mucho antes: un reco-do estrecho como el que figura enel mapa de Bianchi del año citadode 1882 y en todos los mapasanteriores que dibujan la vuelta deRocha.

En 1887 el mapa de ArmandoSaint Yves ya representa la vueltade Rocha sin el clásico lóbulo queofrece el cómodo fondeadero dehoy en día. El hecho no debeextrañar, pues es notorio que ellóbulo que en 1882 tenía suscalles y lotes perfectamente dibu-jados fue hecho desaparecer cuan-

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La figura 1 representa el meandro de la vuelta de Rocha en el plano de H. Domen-gé y L. Broqua, del 1874. En esta forma aparece en la cartografía coloníal desdemedíados del siglo XVIII (1749) hasta el 1882 en el mapa de J. B. A. Bianchidonde el lóbulo de la vuelta de Rocha tiene las calles y los lotes dibujados (fig.2.). La figura 3 nos muestra la Vuelta de Rocha en el plano de Armando SaintYves, del 1887, después de haberse practicado en ella los trabajos que hicierondesaparecer el lóbulo. En esta forma la Vuelta de Rocha se encuentra en la actua-lidad. (De la "Historia de la ciudad de Buenos Aires", t.1. Buenos Aires". 1936. deRómulo Zabala y Enrique de Gandía).

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do se realizaron los grandes traba-jos del puerto, a fin de disponer, enesa parte del Riachuelo, de unseguro fondeadero.

En dos mapas conocidos por laperfección de sus detalles -el deCristóbal de Barrientos, de 1774, yel de Manuel Ozores, de 1792- lavuelta de Rocha no aparece enabsoluto y el Riachuelo, en esepunto, tiene un curso recto.

Como estos mapas, en realidad, norepresentan lo que fueron BuenosAires y sus contornos en los años1774 y 1792, pues reproducenuna mensura de Hernandarias de1608, podría pensarse que la vuel-ta de Rocha se formó poco antesde 1786, cuando comenzó a abrir-se la boca llamada del Trajinista acausa del relleno que experimen-taba el curso Norte del Riachuelo.

Las aguas detenidas por el re-lleno de la boca Norte habrían idoformando el meandro de la vueltade Rocha y los otros meandrossuperiores. La tesis no tiene nada de ilógico nide imposible; pero la destruye elhecho de que la vuelta de Rocha yotro meandro superior aparecen

en el mapa rarísimo de las Misio-nes de la Compañía de Jesús en losríos Paraná y Uruguay, del PadreJoseph Quiroga, publicado en elaño 1749.

Si hubiera otros elementos deprueba, seguros y suficientes,podría sostenerse la tesis novedo-sa de que el meandro de la vueltade Rocha se formó entre la segun-da mitad del siglo XVII y la prime-ra mitad del siglo XVIII.

En el año 1608, en que se practi-có la mensura de Hemandariasque reproducen los planos deBarrientos y de Ozores, la vueltade Rocha no habría existido y sehabría ido dibujando a fines delsiglo XVII y, especialmente, en elprimer cuarto del siglo XVIII,cuando se rellenó el curso Nortedel Riachuelo y las aguas se detu-vieron cada vez más.

Ello explicaría por qué la vuelta deRocha no aparece en unos planosque figuran un aspecto de la costaen el año 1608 y en cambio se veperfectamente señalada en unmapa del 1749; pero lo más pro-bable es que la vuelta de Rochahaya existido desde épocas muy

antiguas y el hecho de no apareceren los planos de Barrientos y Ozo-res sólo se deba a un grave descui-do de los cartógrafos.

De todos modos, como simplecuriosidad, hemos enunciado unatesis que no está reñida con lasleyes geológicas y que si no puedeaceptarse plenamente, tampocopuede rechazarse sin un examen.

FUENTE:

JUAN JOSÉ NAGERA, Puntas deSanta María del Buen Aires. Lugarde la fundación de don Pedro deMendoza, Buenos Aires, 1936.ENRIQUE DE GANDÍA, Crónicadel magnífico adelantado donPedro de Mendoza, Buenos Aires,1936.FELIX F. OUTES, Cartas y planosinéditos de los siglos XVII y XVIIIy del primer decenio del XIX; Bue-nos Aires, 1930.GUILLERMO FURLONG CARDIFF,Cartografía jesuítica del Río de laPlata, Buenos Aires, 1936.

VII EL RELLENO DEL CANAL SUBMARINOy DEL CURSO NORTE

DEL RIACHUELO

La corriente del Río de la Plata fuerellenando, lentamente, durantelargos años, primero el pozo deSan Sebastián, en el Retiro; luegoel canal submarino y por último elcurso Norte del Riachuelo. Las mareas depositaban en lospozos y en el canal submarino latierra y la arena que arrastrabande las barrancas y arrinconabantablones y troncos en los salientesde ambas orillas del Riachuelo. Estos obstáculos, sobre todo en laentrada del Riachuelo, deteníanlos cuerpos flotantes e iban for-mando barreras que producían unrápido relleno.

En tiempos de don Pedro de Men-doza ya sabemos que para entraren el Riachuelo era preciso esperarque hubiese alta marea. En 1607 Hernandarias hablaba dela escasez de agua que había en elRiachuelo.

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En 1703 el ingeniero José Bermú-dez declaraba que el pozo de SanSebastián se había ido cegando "yhace veinte años que no se usa".

El práctico Juan Zamudio confirmóque "hoy están totalmente cerra-dos el de la Merced y SantoDomingo y en el de San Franciscosolamente podrán dar fondo unao dos embarcaciones de ciento ydiez. a ciento y veinte toneladas".

El capitán Urdinza y Arbelais hizosaber que también se iba cegandoel canal de entrada".

En 1709 el ingeniero Bermúdezexpresó bien claro que el Ria-chuelo "se va cerrando y en brevesaños se cerrará que no serácapaz. de entrar ni salir embarca-ciones ni aun muy chicas, pueshoy sucede que en estando el ríobajo no puede salir un botevacío".El relleno de los pozos, del canalsubmarino y del curso Norte delRiachuelo terminó por hacersedefinitivo. Los pozos ya no sirvie-ron como fondeaderos, el canalsubmarino se borró y el cursoNorte del Riachuelo se cegó porcompleto.

Los mapas y planos de comienzosdel siglo XIX señalan el lugar pordonde pasaba el "canal antiguodel Riachuelo" y el "curso y des-embocadura del Riachuelo ahoraveinte años", con estas palabras:"que se ha cegado".El curso Norte del Riachuelo dejóde ser navegable en la primeradécada del siglo XVIII y desapare-ció por completo un siglo después.

FUENTES:

Exposición del Sargento Mayor deIngenieros don Antonio MaríaDurante, en la Revista del ArchivoGeneral, Buenos Aires, 1872, t.11, p. 446.ENRIQUE DE GANDÍA, Crónicadel Magnífico adelantado don'Pedro de Mendoza, Buenos Aires,1936.

VIII LA BOCA NUEVADEL TRAJINISTA

En el mes de mayo de 1786 -o talvez un poco antes- se produjo enla costa Sud del Riachuelo unhecho que llamó poderosamente laatención a todos los habitantes dela ciudad. Las aguas del Riachue-lo, detenidas cada vez más por elfuerte relleno de su curso Norte yde la desembocadura, abrieron un"boquete" en la faja de tierra quelas separaba del Río de la Plata yestablecieron una nueva salidaque permitía, con suma facilidad,de Oeste a Este, el paso rápido dela corriente.

La primera persona que descubrióesta nueva boca era un lancheroque hacía el trajín en esa parte delRiachuelo y a quien la gente cono-cía con el nombre de el Trajinista.Por ello la nueva boca Este delRiachuelo fue llamada la boca delTrajinista.

En 1790 el marqués de Loreto refi-

rió estos hechos en la Memoriaque dejó a su sucesor: "Se me dió cuenta de que en lacanal del Riachuelo, por lo mismoque ella se iba cegando, se abría,en la parte más alta, un boqueteque podría variarla; y aunque sepedían providencias prontas, nin-guna di de hecho y manifesté alcapitán del puerto debía obser-varse el estado y dirección quetomaba, porque era posible, nohabiendo agente más poderosoque el agua, que ella diese mejorcanal y más a propósito.

Recelaba éste no fuese así, porhaber de aquella parte un placersuperior; pero ello es que, en lassudestadas del año antecedente ysucesivos desagües, el boquete seagrandó considerablemente y losbarcos que por él excusan los tor-nos de la canal antigua y quehallan más presto agua en aqué-lla, se entran seguidamente y siesperan que el agua suba danfondo en un punto de más abrigo. Entiendo que, como V. E. habránotado también, no puede inco-modar a esta ciudad la mayordistancia de aquella canal, por-que ella viene siempre al desem-barcadero de Barracas..."

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El 13 de agosto de 1805 el inge-niero don Eustaquio Giannini refe-ría que el Riachuelo "ahora veinteaños conservaba su primitivocurso, casi paralelo a esta pobla-ción, y por casualidad o malicia,y tal vez, por haber contribuídouno y otro, mudó su desemboca-dura..."

Según Giannini, la boca del Traji-nista se habría abierto, pues, en1785. Probablemente el hechotuvo lugar en los primeros mesesdel año siguiente, pues el 3 dejunio de 1786 el fiscal redactó uninteresante informe -que seencuentra inédito en el ArchivoGeneral de la Nación- sobre laforma en que se había abierto elboquete y los arbitrios necesariospara cerrarlo. El virrey y el Cabildo no se preocu-paron de esta nueva boca quevenía a solucionar los inconve-nientes que ocasionaba la escasezde agua en el curso Norte del Ria-chuelo.

El 17 de mayo de 1791 los regido-res dieron lectura a un oficio delvirrey, fechado el día 7 de ese mes,en el cual comunicaba el envío delexpediente seguido "sobre la pro-

puesta de cerrar el boquete que seha hecho en la costa del Sur deeste Riachuelo a fin de que con-forme a la vista del Señor fiscal detres de junio de mil setecientosochenta y seis exponga este Cavil-do lo que tenga por convenientesobre el ramo y arbitrios quedeban sufrir el gasto que en ello secause".

Los regidores resolvieron pasar elexpediente al síndico procuradorgeneral y no volvieron a preocu-parse del asunto hasta que el 23de diciembre de 1791 se enteraronde su respuesta. El procuradorexpresó, con gran cordura, que el"boquete del Trajinista" habíatomado mucho "incremento" y que"por no haberse ocurrido a losprincipios a cerrarlo" cualquiertrabajo que se hiciese en sentidodemandaría "crecidos gastos...con gravamen del público y delcomercio", por lo cual, lo más con-veniente, era dejarlo como estaba.Los regidores estuvieron confor-mes en devolver el expediente alvirrey manifestándole que com-partían en un todo la opinión delprocurador general. Desde esemomento nunca más se pensó encerrar la boca nueva del Trajinista.

FUENTES:

El puerto de Buenos Aires, en laRevista del Archivo General deBuenos Aires, Buenos Aires,1870, t. 11.ENRIQUE DE GANDIA, Crónicadel Magnífico adelantado donPedro de Mendoza, Buenos Aires,1936.ARCHIVO GENERAL DE LANACION, Acuerdos del extinguidoCabildo de Buenos Aires, BuenosAires, 1931, Serie 111, tomo IXLibros XLIX, L, LI y LII, pp. 616 y683.

IX LA PUNTA DEMARCHI

Los mapas y planos de BuenosAires del siglo XIX figuran la bocadel Trajinista orientada hacia elNor-nordeste a causa de un granbanco o punta de arena que pro-longa la orilla derecha en la direc-ción indicada. No debe extrañarque esta punta aparezca en losmapas del siglo XIX con sensiblesvariantes, porque las corrientes delRiachuelo y del Río de la Plata mo-dificaban constantemente su con-figuración.

La punta Demarchi no existíaantes de los años 1785 y 1786 enque se abrió la boca del Trajinista.A fines del siglo XVIII y, especial-mente, en el XIX, las arenas y tie-rras arrastradas por el Riachuelofueron formando, fuera de la boca,una prolongación de la oriIla dere-cha que pronto se cubrió de vege-tación. En la segunda mitad del siglo XIXfue conocida con el nombre depunta o isla Demarchi. Los traba-

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jos modernos del puerto de BuenosAires cortaron su punta Nor-nor-deste para rectificar la boca delRiachuelo en su forma actual.

FUENTE:

Planos y mapas de Buenos Airesdel siglo XIX.

X LA ISLA DEL POZO

Aníbal Cardoso, en 1911, en susestudios sobre Buenos Aires fIn1536, y Paúl Groussac, más tarde,en La expedición de Mendoza,sostuvieron que el Riachuelo, en laépoca de la conquista, tenía dosbrazos y dos desembocaduras: ladel Norte, que según nuestrasinvestigaciones se abría frente alalto de San Pedro, y la del Este, osea, la boca que en 1786 recibió elnombre del Trajinista.

A juicio de los autores menciona-dos, la boca Este habría existidodesde épocas remotas, aunquesemi obstruída por la arena y semioculta por la vegetación. Sus razo-nes, sobre todo las del primero,eran simplemente lógicas. Noso-tros mismos compartimos en unprincipio esta opinión y entonces,con Cardoso, admitimos la exis-tencia de una isla constituida porun gran banco de arena y tierraque comenzaba en la boca Este del

Riachuelo y se prolongaba hastafrente al alto de San Pedro. Laexistencia de esta isla depende,como se ve, de la boca Este delRiachuelo: si la boca existía antesdel 1786 en tiempos de la con-quista, la margen derecha del Riachuelo habría sido -geográficamente- una isla larga y estrechaparalela a la playa y a las barran-cas del ejido Sud de la ciudad; pero si la boca Este se formó, comohemos referido, en 1785 ó 1786,la margen derecha del Riachuelono habría constituido ninguna islaen tiempos de la conquista y sólohabría podido considerarse comoisla desde el 1786 hasta comien-zos del siglo XIX en que se secópor completo el antiguo curso delRiachuelo.

Nuestros últimos estudios sobreestos particulares nos han demos-trado que no existe en absolutoninguna prueba, ni documental nicartográfica, que sin asomos deduda pueda revelar la existenciade la boca Este del Riachuelo, pos-teriormente llamada del Trajinista,antes del año 1785.

Los mapas de Cristóbal de Barrien-tos de 1774, y otros de la misma

hechura, de fines del siglo XVIII,que reproducen la mensura deHernandarias del 1608, no figuranni la vuelta de Rocha ni la bocaEste del Riachuelo, sino tan sólo elcurso y la boca Norte.

El mapa de Manuel Ozores, del1792, de la misma familia que elde Barrientos, no varía los detallesreferidos; pero señala con todaperfección la boca Este del Traji-nista con este mismo nombre. Este hecho no significa que Ozo-res, al copiar la mensura del 1608,haya reproducido también la bocaEste, sino, por el contrario,demuestra que Ozores sólo intro-dujo en la mensura de 1608 lamodificación de la boca Este, puesnos consta por el mapa de Barrien-tos, de 1774, y otros del mismogrupo, que la tal boca no existíaantes del 1785. Además, el hecho de emplear elnombre del Trajinista -que sólocomenzó a usarse después del1785- prueba que se trata de unainnovación posterior a esa fecha.

Así como no ha mucho hemosadmitido con toda honestidad laexistencia de la boca Este del Ria-chuelo, basados en las afirmacio-

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nes de Cardoso y de Groussac,ahora, con la misma honradez quesiempre hemos puesto en todosnuestros estudios, modificamosnuestra primitiva opinión y noscorregimos gustosos, pues cree-mos que de este modo vamos alencuentro de la más pura verdadhistórica: único objeto de nuestrosafanes.

La no existencia de la boca Estedel Riachuelo hasta el año 1785 o1786 nos obliga a rectificar otrasapreciaciones nuestras sobre loque hemos llamado isla del Pozo.

En los documentos del año 1608referentes a la mensura practicadapor Hemandarias se ordena tomarlas medidas “desde la isla del

Pozo, donde comienza la chacrade Alvaro de Mercado, hacia estaciudad".Anibal Cardozo identificó esta islacon la que a su juicio corría desdela boca Este del Riachuelo hastafrente al alto de San Pedro.

En una publicación especial nos-otros expusimos las fuertes dudasque se presentaban para haceresta identificación, pues en aquelentonces la palabra isla lo mismose aplicaba a una verdadera islarodeada de agua que a un grupode árboles en la llanura. Sin embargo, basados en la creen-cia de que en aquel entonces exis-tía la boca Este del Riachuelo y enel rumbo Sudeste Noroeste conque debían medirse las chacras delRiachuelo, compartimos la opi-nión de Cardoso de que la isla delPozo debía ser la que a nuestro jui-cio se extendía desde la boca Estehasta el alto de San Pedro.

Ahora, con la seguridad que tene-mos de que la boca Este no existióantes del 1785 suponemos que laisla del Pozo debió ser un grupo deárboles situado en un lugar inde-terminado de la orilla izquierda delRiachuelo.

En cuanto a la "islita o ensena-da... desta banda del Riachuelode los navíos" que el Cabildo sepropuso vender el 2 de mayo de1682 y que nosotros supusimosque pudiera ser la isla del Pozo,ahora estamos dispuestos a man-tener en suspenso nuestra primiti-va afirmación.

Se trata de lugares que mientrasno aparezcan documentos connuevos datos no será posible iden-tificar. Esta es nuestra opiniónactual; pero no la hacemos defini-tiva, pues pudiera darse quehallazgos insospechados nosdemostraran que en vez de estarequivocados cuando admitíamosla existencia de la isla del Pozo yde la boca Este del Riachuelo antesdel 1785 -en compañía de Cardo-so y de Groussac -hubiésemoscaído ahora en una errónea inter-pretación.

FUENTES:

ANIBAL CARDOSO, Buenos Aires en 1536, Buenos Aires, 1911.PAUL GROUSSAC, Mendoza yGaray, Buenos Aires, 1916.

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Líneas principales de un mapa del 1805. Hemos señalado el brazo Norte del Ria-chuelo y la isla que se formó después de 1786 cuando se abrió la boca Este delRiachuelo, llamada del Traginista.

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ENRIQUE DE GANDÍA, Las “islas"del agua y de la tierra, en la Revis-ta Geográfica Américana, BuenosAires, 1936, vol. V. núm. 31 pp.265-266.ENRIQUE DE GANDÍA, Crónicadel magnífico adelantado donPedro de Mendoza, Buenos Aires,1936.

XI EL RIACHUELO ENTIEMPOS DE DON PEDRO

DE MENDOZA

El "río pequeño" vió la fundaciónde Buenos Aires, el 3 de febrero de1536, en la parte alta de la mese-ta, en el lugar que desde comien-zos del siglo XVII se llamó alto deSan Pedro. Allí frente, en el bajo,se abría la boca Norte del Riachue-lo. Era la entrada del puerto,donde podían refugiarse y estarbien seguros todos los navíos.

En febrero de 1542 Pedro Estopi-ñan Cabeza de Vaca vió un mástildejado por lrala "en la entrada delpuerto, junto donde estaba asen-tado el pueblo".Estudios modernos, que han ago-tado los análisis críticos, handemostrado que don Pedro fundóBuenos Aires en ese lugar, a laentrada del puerto, es decir, sobreel alto de San Pedro, donde vió,"elpueblo" el primo de Alvar Nuñez".

Las catorce naves de Mendoza.que llegaron a Buenos Aires sin

duda alguna entraron en el Ria-chuelo.La Santa Catalina sabemos contoda seguridad que estuvo largotiempo "surta en el río pequeño".Una de las catorce naves quedóencallada en el Riachuelo. Las demás no es posible decirhasta dónde remontaron su curso.Lo que consta con seguridad esque los conquistadores -despuésde la partida de Mendoza- sembra-ban en el bajo de la barranca,maravillados de ese río que consus inundaciones periódicas "todolo riega".

Los indios cierta vez atacaron a losespañoles, establecidos sobre lameseta, y en seguida huyeron y serefugiaron en el Riachuelo, entrelos pajonales y los bañados, dondeera muy difícil el combatirlos.

Algunos críticos han creído que labatalla de Corpus Christi, del 15 dejunio de 1536, en la cual sucum-bieron tantos conquistadores ytambién perdió la vida don Diegode Mendoza, hermano de donPedro, tuvo lugar en la parte altadel Riachuelo, en el pago de laMatanza.. Eduardo Madero fue elautor que más difundió esta ver-

sión. Félix F. Outes la confirmócon la exhibición de una prueba alparecer terminante: el hallazgo deuna espada con el nombre de Bar-tolomé de Bracamonte, uno de losconquistadores que según RuyDíaz de Guzmán murió en la pelea.La espada se decía hallada preci-samente a orillas del Riachuelo, enel punto exacto que Madero habíaseñalado como teatro del combate.Estudios modernos han demostra-do que Outes fue víctima de unengaño de cierto falsificador dearmas antiguas y que el combatede Corpus Christi ocurrió en lasproximidades del río de Luján.

Ultimamente Outes publicó unfolleto en el que intentó demostrarque el combate de Corpus Christise verificó a orillas del Riachuelo,en el pago de la Matanza; pero,arrepentido a tiempo por la ende-blez de sus argumentos, se apre-suró a retirarlo de la circulación.

FUENTES:

EDUARDO MADERO, Historia delpuerto de Buenos Aires, BuenosAires, 1892.FÉLIX F. OUTES, Confirmación de

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un dato histórico,en la RevistaNacional. Buenos Aires, 1900,vol. XXIX, pp. 256 a 258.PAUL GROUSSAC, Mendoza yCaray, Buenos Aires, 1916.ENRIQUE DE GANDIA, Crónicadel magnífico adelantado donPedro de Mendoza, Buenos Aires,1936.ENRIQUE DE GANDIA, Historiade Alonso Cabrera y de la destruc-ción de Buenos Aires en 1541,Buenos Aires, 1936.

XII EL RIACHUELOEN TIEMPOS

DE JUAN DE GARAY

Los segundos fundadores de Bue-nos Aires recorrieron el Riachueloy las tierras situadas a la banda delSud. El 24 de octubre de 1580Juan de Garay hizo un gran repar-timiento de tierras en las afuerasde la ciudad.

Por el Norte repartió las tierrasseñaladas entre el ejido de BuenosAires y más al Norte de San Isidro.Por el Sud las tierras repartidasfueron las que se extendían entreel Riachuelo y el valle de SantaAna, en la actual ensenada y pagode la Magdalena.

No es este el momento de aludir alas discusiones. entabladas porGroussac para demostrar el errorde que el valle de Santa Ana sehallaba en las proximidades del ríode Luján. Se trata de una polémicaya pasada a la historia de las cosasjuzgadas.

Lo que en estas líneas deseamosdejar constancia, pues se trata delos orígenes históricos del Ria-chuelo, es que Juan de Garay otor-gó la propiedad de las tierras situa-das sobre la margen derecha delRiachuelo -una legua y media latierra adentro con un ancho queno es posible determinar con exac-titud- al adelantado Juan de Torresde Vera y Aragón, y las tierras dela orilla izquierda, hasta el ejido dela ciudad, al capitán Alonso deVera.

Estas tierras, a uno y otro lado delRiachuelo, pantanosas e inunda-bles en sus orillas, pero fértiles yde excelentes pastos en lo interior,fueron las "suertes" más valiosasque Juan de Garay distribuyó en lasegunda fundación de BuenosAires, y ellas correspondieron,como es natural, a los únicossuperiores que en esta parte deAmérica tenía el fundador.

FUENTES:

ANTONINO SALVADORES, Ensa-yo sobre el pago de la Magdalenadurante el siglo XVIII. La Plata,1930

GUILLERMINA SORS DE TRICE-RRI, El puerto de la ensenada deBarragán: 1727-1810, La Plata,1933.AUMA TAPIA y JULIO R. TARAN-TET, Compilación de referenciasdocumentales. Demuestran quelas reservas para ribera en la costaal noroeste de Buenos Aires sonbienes públicos del Estado, LaPlata, 1933.ROMULO ZABALA y ENRIQUEDE GAND1A, Historia de la ciudadde Buenos Aires, Buenos Aires,1936.

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XIII LA NAO PERDIDA

En el repartimiento de tierras queJuan de Garay hizo el 24 de octu-bre de 1580 la suerte del capitánAlonso de Vera fue señalada en lasiguiente forma:"Otro sí señalo por tierras delcapitán Alonso de Vera en el dichoRiachuelo del puerto a la bandade la ciudad desde cien varas demedir más arriba de donde estáuna nao perdida en el Riachuelomil varas de frente por el Ria-chuelo arriba la tierra adentrohasta dar en el ejido".Las dimensiones y la situación deesta "suerte" de tierra parecen difí-ciles de determinar; pero si se leencon cuidado las líneas transcriptasse ve que el lote del capitán Alon-so de Vera tenía mil varas sobre elRiachuelo, de Este a Oeste; y deNorte a Sud se extendía hasta daren el ejido de la ciudad.

Era una faja paralela al cursoNorte del Riachuelo, como la dedoña María Basurco que figura en

los mapas de Barrientos y Ozores. En cuanto a la nao perdida debíahallarse en el curso Norte del Ria-chuelo, próxima al recodo dondeen Riachuelo tomaba su cursohacia el Oeste.El nombre de esta nao, como esnatural, se ignora.No debemos de olvidar que docede las catorce naves de Mendozaque llegaron a estas regiones seperdieron en el puerto de BuenosAires. Durante la primera fundaciónhabía una nao encallada cerca dela ciudad que servía de fortaleza yque los españoles incendiaron aldestruir y abandonar la población.

Nao que según testimonios de unobservador atento de la segundamitad del siglo XIX, el fotógrafoCristiano Junior, habiendo servidode presidio hasta 1805, recién fuedestruída en la tormenta récordde ese año. Tal vez su madera dura, por ardercon lentitud y considerando elcariño y la poca aplicación de lospobladores que debían abando-nar su asentamiento por órdenesque con disgusto compartían, lapreservó del fuego que la amenazó.Quemar una nave que ha sido que-

rida, no es cosa que se resuelva sólocon órdenes.A continuación de esta obra, en elcapítulo dedicado al arte de lanavegación, intentaré esbozar lasprobables circunstancias de sutremenda varadura.

Los comentarios de Gandía quesiguen, respecto de que ambasnaves, la de Pancaldo, la deCabrera o la de un tercero se hun-dieron, tropiezan con el detalleque la tal varadura no habla pre-cisamente de un hundimiento.

Una nao varada que luego sirve,primero como fortaleza y luegocomo cobijo, no podría referirsecomo “nao hundida o desaparecida”;aunque sí, e incluso, a medias,como “nao perdida”. De esta naose ha hablado bastante más quedel conjunto de la docena restante.

En adición, la varadura de esanao, no precisamente una livianacarabela,debe haber sido pocomenos que ffeennoommeennaall.. De lo con-trario hubiera sido rescatada.Mendoza tenía un ejército a sudisposición para ello.Por eso estimo merece esta cues-tión el posterior comentario, de

cómo pudiera haberse producidoese percance que tanto ha tras-cendido. De hecho, Gandia refiereque doce de las catorce naves fue-ron perdidas.Esta, al parecer, todavía quierepor algún motivo, seguir en lamemoria viva.Francisco de Amorrortu

Rómulo D. Carbia sostuvo que lanao perdida en el Riachuelo era lade Pancaldo; pero se trata de unade sus tantas fantasías que no tie-nen ninguna prueba.

Más grave fue la transcripción quehizo del párrafo pertinente delrepartimiento. de Garay. Su conocida costumbre de alterarel texto de los documentos lo llevóa transcribir este párrafo como sidijera lo siguiente: "Voca del Ria-chuelo del Puerto de Santa Maríade Buenos Aires y nao perdida enél".Carbia ha confundido la asigna-ción hecha al adelantado Juan deTorres de Vera con la del capitánAlonso de Vera. En la del primero se dice que sustierras han de correr por frente delParaná "hasta dar en la boca delRiachuelo del puerto de Santa

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María de Buenos Aires, y conaquel anchor y por aquel derechoha de correr a la tierra adentrolegua y media".En la del capitán Alonso de Vera,en cambio, se consigna que sustierras han de comenzar a medirse"desde cien varas de medir másarriba de donde está una nao per-dida en el Riachuelo".

Al menos en la conciencia que hehospedado de los registros deagrimensuras y los conflictos quelas áreas ribereñas durante siglossostuvieron, las llamadas “suer-tes” en aquellos siglos, de acuerdoa la legislación hispánica semedían desde la barranca y nodesde la lengua de agua.Es probable que las cien varasque separaban a esta nave perdi-da del arranque de mensuras,refiera del arranque de la barran-ca. Con lo cual, bien fácil resultaestimar cuán grave pudo ser lavaradura.Francisco de Amorrortu

Como se ve, todo esto es muy dis-tinto a lo que ha sostenido Carbia.La nao perdida vista por Garay esmuy posible que sea la que seencontró en 1887 en la dársenaSud, en el galpón 3.

Algunos estudiosos de aquel tiem-po trataron de afirmar que los res-tos hallados aquel año no eran losde la nao de León Pancaldo, sinolos de la nao de Alonso Cabrera;pero se trata de gruesos errores,como el de Carbia, pues comproba-ciones modernas han demostradoque ambas naves se hundieronpor no saber embocar el canal sub-marino que conducía al Riachuelo.

FUENTES:

NUMA TAPIA y JULIO R. TARAN-TET, Compilación de referenciasdocumentales. Demuestran quelas reservas para ribera en la costaal noroeste de Buenos Aires sonbienes públicos del Estado, LaPlata, 1933.ROMULO D. CARBIA, El valle deSanta Ana y el repartimiento detierras efectuado por Garay en1580, en la revista Humanidades,La Plata, 1933, t. XXIII, p. 139.Hallazgo arqueológico, Serie decartas producidas con tal motivo,en la Revista Patriótica del PasadoArgentino, Buenos Aires, 1891, t.IV, pp. 80 a 106.ENRIQUE DE GANDIA, Crónicadel Magnífico adelantado donPedro de Mendoza, Buenos Aires,

Restos de una nave de los tiemposde la primera fundación de Bue-nos Aires encontrados en lasexcavaciones del puerto. En la actualidad se hallan en elMuseo Histórico Nacional. De la"Historia de la ciudad de BuenosAires", Buenos Aires,1936, de Rómulo Zabala y Enrique de Gandía.

En esta pobre imagen se aprecia elcodaste de una nao de la época deMendoza, donado por Madero ydepositado en el Museo HistóricoNacional.

Que si fueran como estima Gandíalos de la nao perdida, ya hablandel aprecio que regalaron los fan-tasmas del pasado a esa nao quesirviera de refugio y fortaleza en loque fuera su“habitable varadura”.

Fuerte presencia memorativa deaquellos 50 laboriosos sobrevi-vientes que alcanza nuestros días.

Francisco J. de Amorrortu

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XIV LA MENSURADEL AÑO 1608

El 6 de diciembre de 1608 elgobernador Hernandarias de Saa-vedra resolvió practicar una men-sura de las chacras situadas en elejido de la ciudad "por cuantocada día vienen ante su Señoríacon quejas agraviándose los veci-nos. y moradores de esta ciudaden razón de las tierras y chacras yestancias que tienen, diciendoque otros vecinos se les meten enparte de ellas, todo a causa de lapoca justificación, cuenta y razónque hay en lo que a cada uno per-tenece".

El día 16 de diciembre los peritosestablecieron que el rumbo de laschacras situadas entre BuenosAires y las Conchas debía ser deNordeste a Sudoeste, teniendocomo frente "la barranca de lacosta de la mar", y que las Cha-cras del RiaChuelo debían orien-tarse de Sud, este a Noroeste. El mismo día, "estando en la Cha-cra de Mateo Leal de Ayala,

alguacil mayor de esta ciudad,donde fueron a medir las chacrasde la banda del Riachuelo, antesde hacerse parecieron con sustítulos el dicho alguacil mayor yAlvaro de Mercado y la parte deFrancisco Pérez, de Burgos quetienen allí sus chacras, y havién-dolas visto por vista de ojos, eldicho señor gobernador mandóque se fuesen midiendo desde laIsla del Pozo, donde comienza lachacra de Alvaro de Mercado,hacia esta ciudad, y que estaorden se guarde siempre, y señalópor mojón de la dicha isla, y desdeella se midieron y amojonaron laschacras y la demás tierra quehubo hasta el ejido su señoría ladeclaró por libre para hacer mer-ced de ella en nombre de SuMagestad..."

El Riachuelo fue siempre el puntode arranque para las medicionesde las chacras situadas en el bajofuera del ejido de la ciudad. .

FUENTES:

ARCHIVO GENERAL DE LANACIÓN, Acuerdos del extinguidoCabildo de Buenos Aires, Buenos

Aires, 1930, Serie II, t. VIII LibrosXXIV y XXV, pp. 216 a 245.

NUMA TAPIA y JULIO R. TARAN-TET, Compilación de referenciasdocumentales. Demuestran quelas reservas para ribera en la costaal noroeste de Buenos Aires sonbienes públicos del Estado, LaPlata, 1933.

XV ORIGENES DE LAGUARDIA DEL RIACHUELO

El fuerte de Buenos Aires fue fun-dado por don Hernando de Zárateen los primeros meses del año1594.

Don Diego Rodríguez de Valdéz yde la Banda fue el primer goberna-dor que tuvo la idea de construiruna guardia en el Riachuelo. Sus propósitos los expuso al rey enuna carta fechada el 20 de mayode 1599:"La artillería del fuerte no alcan-za al Riachuelo de puntería, ni allugar donde dan fondo los navíos,ni se puede poner cerca de él por-que todo es anegadizo y pantanoso.

Con todo estoy resuelto de hacersobre el Riachuelo una estacadade madera y de alguna piedra dellastre de los navíos, y encima tie-rra en que poner un par de piezasde artillería para defender aquelRiachuelo que será de grandísima

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consideración porque no entran-do en el Riachuelo no puedenestar cuatro días que no corrancon gran peligro de perderse."

En España el rey y el Consejo deIndias trataron de enviar unaexpedición de trescientos hombresal Río de la Plata para fundar unfuerte digno de esta ciudad; pero todos los proyectos resulta-ron vanos y sólo Hernandariashizo algunas modificaciones en elfuerte fundado por don Hernandode Zárate. El mismo Hernandarias llevó acabo el proyecto de Rodríguez deValdéz, de construir un fortezueloen el Riachuelo además del quehabía reformado de don Hernandode Zárate. En una carta del 5 de mayo de1607 dice lo siguiente:“Voy edificando dos fortezuelos:uno en el Riachuelo y puerto deesta ciudad, donde están losnavíos, y otro al lado de esta ciu-dad para que en ellos se puedatener centinelas. .."

El fortezuelo de Hernandariasprestó unos servicios muy útilespara evitar el contrabando. Era una construcción miserable,

pero siguió en pie muchísimotiempo. En 1674 el gobernador don JoséMartínez de Salazar atestiguabaque el torreón del Riachuelo se lla-maba San Juan Bautista.

FUENTES:

ENRIQUE DE GANDIA, Crónicadel magnífico adelantado donPedro de Mendoza, Buenos Aires,1936.

ENRIQUE DE GANDIA, Historiad.e los piratas en el Río de la Plata,Buenos Aires, 1936.

CF.SAR BLAQUIER CASARES yENRIQUE DE GANDIA, Orígenesdel fuerte de Buenos Aires, BuenosAires, 1937.

XVI EL CAMINODEL RIACHUELO

EN EL SIGLO XVII

Son contadas las menciones queen los documentos del siglo XVIIse hace del Riachuelo. Ellas, noobstante, bastan para hacemossaber que el Riachuelo, al igualque en tiempos de Garay y deMendoza, era el puerto de la ciu-dad; el lugar seguro donde losnavíos podían pasar varios mesessin temor a las tormentas y a losvientos.

En el Riachuelo hacían tambiénlos navíos sus descargas con todatranquilidad. El fortezuelo proyec-tado por el gobernador don DiegoRodríguez de Valdés y de la Banday el que comenzó a construir Her-nandarias de Saavedra tenían porobjeto defender la entrada del Ria-chuelo contra cualquier nave ene-miga que tuviese la audacia de ir aasaltar los barcos españoles en eserefugio.

El fortezuelo de Hemandarias seconvirtió en aduana y sirvió paraque en ella hiciesen sus descargaslos navíos. Se hallaba, como veremos en elcapítulo siguiente, a unas tres cua-dras de la entrada del Riachuelo.

Esta, como sabemos, se abría a laaltura de la actual calle de Hum-berto l°. La aduana y desembarcaderoestaban colocados, pues, en elbajo del Riachuelo, en la intersec-ción del actual Paseo Colón y calleCochabamba, cerca de la punta dela barranca llamada de doña Cata-lina -actual parque Lezama-.

Esta situación la expresan con cla-ridad varios documentos que ana-lizaremos al referirnos a la aduanay la figuran los mapas de Domin-go Petrarca, del 1729, y los deBarrientos y Ozores -del 1774 y1792- que reproducen la mensurade Hemandarias del 1608.

Desde Buenos Aires había uncamino que conducía a la aduanao guardia del Riachuelo. Este camino iba por el alto de labarranca, aproximadamente dondehoy corre la calle Balcarce.

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Al llegar a la altura de la calle SanJuan descendía al bajo y terminabaen la guardia del Riachuelo. Este camino a menudo se halIabainterrumpido por grandes panta-nos que dificultaban el tráfico a lascarretas.

El Cabildo en el siglo XVII, eramuy pobre y carecía de fondospara componer las calles. El 24 de marzo de 1623 los regi-dores resolvieron arreglar un pasodel camino del Riachuelo que esta-ba en pésimas condiciones". Por este acuerdo y por otros pocosde algunos años siguientes pode-mos comprobar que la ciudad sehallaba en constante comunica-ción con el Riachuelo y la guardiaque servía de aduana.

Respecto de las comunicacionesentre el Alto de San Pedro y laPlaza Mayor, Francisco de Oliden,maestro carpintero guipuzcoanovenido al Río de la Plata porencomienda de su Majestad paraarmar unas embarcaciones, fue elconstructor de la Plaza de Abas-tos (hoy Plaza Dorrego) en el Altode San Pedro (hoy San Telmo). Debido a que la calle del Puerto(hoy calle Defensa) en el cruce

con el Zanjón del Hospital (hoycalle Chile), los días de lluvia nosólo se hacía intransitable, sinoque en este cruce varias personashabían ¡perecido ahogadas!; (verlíneas subrayadas en la pág. 111)es por ello que Francisco de Olidensolicita en 1776 y se hace cargodurante 20 años, 4 meses y tresdías, de juntar el dinero (litigan-do incluso por años con vecinosavaros) y disponer la obra de laPlaza de Abastos que permitieraa los 900 pobladores del Alto deSan Telmo no quedar en los díasde lluvia, aislados y sin alimentos.

De aquí podemos deducir lo quesería la calle Balcarce; caminoaun más pobre y bajo que el cami-no del Puerto, hoy calle Defensa.Francisco J. de Amorrortu

FUENTES:

MUNICIPALIDAD DE LACAPITAL, Documentos y planosrelativos al período edilicio colo-nial de la ciudad de Buenos AiresRecopilados por ENRIQUE PEÑA,Buenos Aires, 1910, t. Ili.ARCHIVO GENERAL DE LANACION, Acuerdos del extinguidoCabildo de Buenos Aires, passim.

XVII LA GUARDIADEL RIACHUELO

EN EL SIGLO XVIII

La guardia del Riachuelo construí-da por Hernandarias era una“varraca" expuesta a todas lasinclemencias. del tiempo y cre-cientes del río. En 1721 se quemó y entonces selevantó en el mismo lugar "unachoza pequeña de paja", Allí seacuartelaba la gente de la guardia;pero "siendo esta para impedir lasintroducciones ilícitas que sequieran cometer de géneros decontrabando, se hallan algunasdificultades para celar y observarlas prohibiciones que hay sobreesto, no sIendo la menor la ceja dearboleda que mira al río e impideque los guardas vean las embar-caciones que vienen, que hastaque entren dentro de dicho puertoy vayan navegando por la guar-dia no pueden verlas, de que sesigue que en las tres cuadras quehay desde la boca del puerto

hasta donde está la guardia,teniendo el referido Riachuelo porambos lados la tierra muy inme-diata y llena de pajonales y pan-tanosa se puede sospechar conevidencia que al entrar pueden delas embarcaciones arrojar a cual-quiera de los lados las mercaderí-as que pretendan introducirlas,no siendo voluminosas, y entraral puerto sin nada; y que despuéssobre seguro pueden volver losdueños a recoger lo que arrojarony escondieron sin embarazo porestar fuera de la guardia y libresde que los vean de ella".

A estos inconvenientes se agrega-ba el temor de que los dueños delos navíos pudiesen entendersecon los guardas y que durante eltiempo que estos tardaban en diri-girse a la ciudad para avisar a losoficiales reales la llegada de unnavío se descargasen las mercade-rías e introdujesen sin pagar dere-chos.Los oficiales reales dieron cuentaal rey de estos recelos en una cartafechada el 18 de septiembre de1721. Además añadían que lascontinuas crecientes del Riachueloobligaban a los guardas a desam-parar la barraca.

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En elfa no se podía dejar en depó-sito ninguna mercadería; porquecualquier creciente que no diesetiempo a embarcarla de nuevo ollevarla a la ciudad la mojaría oarrastraría con la corriente. "Si al tiempo que había la barra-ca que se quemó -decían los ofi-ciales reales- había tanto riesgo,que hubo ocasión en que se llenóde agua hasta el techo y la des-amparó la gente de la guardiarepetidas veces; con más razón sepuede temer al presente que nohay más de una choza de ningu-na resistencia a cualquier desgra-ve". Por estas razones los oficiales rea-les pedían al rey que en la boca delRiachuelo se construyese unaaduana con su cuartel, sobre unterraplén y estacada de tres o cua-tro varas de alto. Allí debía haber un depósito paralas mercaderías y una buenavivienda para los guardas. El mejor lugar era la boca del Ria-chuelo porque desde ese punto losguardas verían las naves a cuatroleguas y podrían avisar a los ofi-ciales reales antes que las navesllegasen a la aduana. El fiscal consideró esta propuestaen Madrid el 29 de abril de 1722 y

contestó que antes de tomar cual-quier resolución debía saberse elcosto de la obra. Esto fue comuni-cado al gobernador de BuenosAires el 11 de mayo de 1722.

Don Bruno Mauricio de Zabalacontestó el 30 de junio de 1724.Lo primero que hizo fue referir queen1722 se había construído en elRiachuelo "un cuerpo de guardiade 17 varas de largo y ocho ymedio de ancho con dos cuartosseparados fuera de la habitaciónde los soldados, el uno para el ofi-cial y el otro reservado con llavepara cuando los oficiales de lareal hacienda quisiesen servirsede él, con una batería de cincocañones a la puerta".

Los oficiales reales descendían a laguardia para presenciar la descar-ga de los navíos y cotejar los far-dos y cajones con las marcasseñaladas en el registro. El reconocimiento se hacia en unalmacén del cual tenían la llave losoficiales reales. Este informe de don Bruno Mauri-cio de Zabala se halla en contra-dicción con el que elevaron al reylos oficiales reales el 18 de mayode 1727.

Dijeron que la guardia construídapor el gobernador era muy incó-moda, que el cotejo de la descargadebía hacerse a la inclemencia,que el cuarto destinado a los ofi-ciales reales tenía dos varas ymedia de ancho por otras tantas delargo "y sin ninguna luz ni clari-dad, pues para poder entrar a élen la mitad del día es preciso seacon luz encendida, a que se añadeel estar inmediato a la mismacocina o fogón”.

En este cuarto no se podía alma-cenar ninguna cantidad de merca-dería. La habitación hecha para eloficial de guardia tenía tres varasde largo y dos y media de ancho yallí no podían vivir el oficial deguardia, dos oficiales reales, unalguacil mayor y un escribano quedebían asistir a la descarga decualquier navío. Los oficiales rea-les pedían al rey autorización paraagregar a esa guardia una habita-ción de doce varas de largo porocho de ancho "que sirva de alma-cén y seguridad de cualquier cosaque se aprehenda y en lo demásdel tiempo para albergue de losque debemos asistir a las descar-gas".El 10 de diciembre de 1727 el fis-

cal propuso que se solicitase otroinforme al gobernador, pues talvez las ampliaciones pedidas nofuesen tan necesarias como pre-tendían los oficiales reales.

El gobernador Zabala respondió alConsejo de Indias el 30 de noviem-bre de 1729. Expresó que en la nueva guardialos soldados no estaban abando-nados como en el reducto antiguoa causa de las frecuentes inunda-ciones y que para mayor claridadenviaba el informe que con fecha4 de noviembre le había dado elingeniero don Domingo Petrarca. Este atestiguaba que la guardiaantigua era un rancho de cuerohecho unos veinte años antes, deunas cuatro varas cuadradas.Todos los días había que remen-darlo con otros pedazos de cuero y,por otra parte, su situación no lepermitía divisar la entrada del Ria-chuelo. La guardia nueva descubría todoel Riachuelo. Se hallaba colocadaen un lugar alto y estaba fabricadade mampostería y techo de teja. Para mayor seguridad Petrarcahabía levantado la guardia seispies del suelo y frente a la puertale había construí do una plazuela

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de armas donde había unas piezasde artillería. En cuanto a la habita-ción de dos varas y media en cua-dro que los oficiales reales decíanque era para vivir ellos, Petrarcaexplicaba que la había edificadopara despensa. Por último declaraba que si el reyle ordenaba hacer una viviendaseparada para los oficiales, lalevantaría en seguida. El fiscal vió este informe enMadrid el 12 de agosto de 1730 yexpuso que no era necesario hacerotras construcciones.

Ya vemos cuál fue la historia ysituación de la guardia del Ria-chuelo en las tres primeras déca-das del siglo XVIII: primero sehallaba a la altura de la calleCochabamba, en el bajo, y luegounas cuadras más hacia el Norte,cerca de la boca del Riachuelo,entre las calles Humberto 1° y Car-los Calvo, en un paraje más eleva-do. Esta segunda guardia no era unrancho de cuero, como la primera,sino una construcción de material.Allí desembarcaban las mercade-rias de los navíos y se concentrabatodo el tráfico del Riachuelo.Ninguna razón obligaba a los

navíos a llegar hasta la actualvuelta de Rocha. Si alcanzabaneste punto o lo sobrepasaban era,solamente, para que estuviesenanclados en aguas tranquilas.

FUENTES:

MUNICIPALIDAD DE LA CAPITAL,Documentos y planos relativos alperíodo edilicio colonial de la ciu-dad de Buenos Aires recopiladospor ENRIQUE PEÑA, BuenosAires. 1910, t. nI, pp. 5 a 28.

XVIII EL PUERTODEL RIACHUELO

El puerto del Riachuelo fue elúnico puerto de Buenos Aires en elsiglo XVIII que servía tanto para eltráfico menudo y el contrabando,como para el comercio pesado.

En los acuerdos del Cabildo sonnumerosas las referencias al puer-to del Riachuelo que demuestranla importancia que tuvo en laépoca que estamos estudiando.

El 3 de noviembre de 1721 sehabló en el Cabildo de la falta depan, trigo, grasa y sebo que senotaba en Buenos Aires y del con-trabando que de esos productoshacían algunas personas paravenderlos en el Uruguay. Entonces se autorizó a todos losvecinos a decomisar el pan, trigo,etc., que sorprendiesen en elmomento de ser embarcados. Con este motivo se dijo lo siguien-te: "El puerto del Riachuelo es unagarganta por donde pasa mucho

pan, trigo, harina y trigo y bizco-cho, y si pasa poco al presente porla escasez. de esta ciudad, hapasado y está con la boca abiertapara pasar con el motivo de lasfaenas de la gente que está en laotra banda y guardia de solda-dos, con cuyo pretexto y el de lautilidad pasan más de lo necesa-rio para su mantenimiento y lovenden, siendo esta circunstanciaperjudicial, mayormente en tiem-po de tanta carestía”.

A principios de 1722 el goberna-dor don Bruno Mauricio de Zabalacomisionó al capitán don Juan deSan Martín para que inspecciona-se los campos de la banda Orien-tal. En las Instrucciones que le dióle ordenó estar "en el puerto delRiachuelo pronto para embar-carse luego que lo permita eltiempo con la gente que allí esta-rá.. ."La carne "que se lleva al Riachue-lo para los navíos" fue fijada en elprecio de dos pesos la res en pie el28 de marzo de 1722.

Durante muchos años, a causa dela escasez. de ganados que habíaen nuestras campañas, la grasa yel sebo se traían del Uruguay.

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El lugar de desembarque era elRiachuelo. Don Lucas de Velorado propuso enel Cabildo del 8 de enero de 1725que "se le pida al señor goberna-dor mande su señoría al cabo delRiachuelo que la lancha que tra-jere sebo y grasa no se desembar-que hasta darle parte al fiel ejecu-tor para que la distribuya por sumano y la ponga donde se vendacon buena conciencia como Dioslo manda, pues la experiencia quetiene de la que venden los pulpe-ros es más agua que grasa".

Las maderas, el sebo y la grasaque llegaban del Uruguay debíanpagar un diezmo "en el puerto delRiachuelo". Esta "cobranza yparte donde se está haciendo" dis-gustaron a muchos vecinos. El 29 de julio de 1729 los regido-res se enteraron de dos peticionespresentadas por don Alonso Suá-rez y don Pedro León para que semodificase el pago de esa contri-bución. Sin embargo, no se tomóninguna medida en esa oportuni-dad, hasta que el 24 de mayo de1730 el procurador general de laciudad hizo saber al Cabildo que"clamorea tanto el pueblo noacostumbrado a la paga de estos

nuevos diezmos" que le habíaparecido preciso "representar ellastimoso quejido".Para ello explicó que los vecinosdebían conducir por espacio demuchas millas la madera, la grasay el sebo en la costa del Uruguay yluego hacer otros gastos para cru-zar el Río de la Plata hasta el Puer-to del Riachuelo. A su entender no era justo que seles cobrase allí mismo el diezmoantes de que pudiesen vender susproductos.Sólo el 1° de octubre de 1731 seleyó en el Cabildo una real céduladel 21 de junio en la cual se orde-naba que ciertas entregas de cue-ros se hiciesen "en el paraje ylugar donde se obligaron a hacerla paga y no en el Riachuelo".

Algunas personas que traían grasay sebo del Uruguay, los desembar-caban en puntos de la costa dondepodían comprarlos los pulperospara revenderlos en la ciudad.

Por ello el 15 de julio de 1732 elCabildo autorizó a don Juan deZamudio a traer cien piezas desebo y grasa desde el Uruguay"para el abasto de esta ciudad.

..con tal que las traiga al puertode el Riachuelo y de allí las con-duzca a esta ciudad para suabasto".

Los únicos puntos por donde podí-an entrar extranjeros en BuenosAires era por los puertos de Luján,de las Conchas y del Riachuelo. El 24 de septiembre de 1732 donBruno Mauricio de Zabala dirigióun auto al Cabildo en el cual recor-daba que el 12 de marzo habíaordenado a los forasteros quehabía en Buenos Aires que salie-sen de la ciudad en el término deocho días, bajo penas de prisiones,destierros y multas pecuniarias, "y para reconocer los forasterosque en carretas, tropas o embar-caciones se introducen a esta ciu-dad se mande a los cabos de laguardia de Luján, puerto de lasConchas y Riachuelo que diesenrazón a este gobíerno al tiempo desu venida del número, calidad ycircunstancias en que veníanocupados, haciéndole cargo en susalida a los que los habían traído,siendo preciso que durante suestada moren en esta ciudad..."

El 3 de rnarzo de 1735 el Cabildoestableció que los carreteros no

podían cobrar por cada carretada .,desde el puerto del Riachuelo aesta ciudad, de cualesquier géne-ros y efectos, así de descarga denavíos como de los de la tierraque hoy se comercian y comercia-ren en adelante, que a cuatro rea-les, y lo mismo de aquí al Ria-chuelo".Los lancheros vendían en el Ria-chuelo la leña a los carreteros arazón de cuatro pesos la carretada,y los carreteros la revendían a seispesos a los vecinos de BuenosAires. El 30 de julio de 1735 el Cabildodispuso que "para evitar esteexceso" la carretada de espinilladel Uruguay, traída del Riachueloy puesta en la casa del comprador,se vendiese al precio único decinco pesos.Por un acuerdo del 20 de enero de1744 sabemos que las lanchasque trajinaban el río y llevabancarga al Riachuelo pagaban unpeso por cada noche al soldadoque permanecía en ellas de centi-nela mientras duraba el registro.

Don Pedro de Lea había recibidode un navío de registro una reme-sa de ropa podrida y "la calle (enque vivía) se halla en pestífero

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hedor". El procurador generaltemía que las lluvias, al llevar lostrapos al río infectasen las aguas yno se pudiesen beber. El 13 de abril de 1744 el Cabildoresolvió "que se le haga saber alexpresado don Pedro de Lea quetoda la ropa de avería podridaque la saque afuera de la ciudad yla haga enterrar en pozos quepara este efecto mande hacer, yque la que hubiese mandadoechar inmediato a la ciudad lahaga enterrar, y que la ropa quese está lavando en el Riachuelo lahaga lavar más distante donde elpueblo no experimente las malasresultas que prudentementedeben temerse como se practicaen los puertos de Europa..."

La guerra contra los indios obliga-ba a buscar recursos en todas for-mas. El 17 de febrero de 1745 elgobernador propuso al Cabildo quepara reunir fondos !e impusiese unreal de contribución a todas las ca-rretas "que dentrasen a esta ciu-dad así de afuera como de el Ria-chuelo conduciendo frutos deabasto. .."Las carretas que hacían el trayectode la ciudad al puerto del Riachue-lo debían ser por este tiempo muy

abundantes, porque el 26 demarzo de 1745 varios vecinospropusieron al Cabildo hacer unaplazuela en un solar que se halla-ba de la otra parte de la zanja, enla calle real que va hasta la Resi-dencia de los jesuitas, para que sir-viese de "desahogo de las carretasque van y vienen al. Riachuelo".

Los carreteros "del tráfico del Ria-chuelo" cobraban en 1748 docereales por cada viaje desde el Ria-chuelo a la ciudad; pero el 22 deoctubre el Cabildo ordenó que sesujetasen a la antigua costumbrede cobrar un peso.

La Colonia del Sacramento se ali-mentaba con el trigo y los víveresde Buenos Aires. Sus pobladoreslos pagaban más caros que los deesta ciudad y por ello los comer-ciantes trataban de exportarlos. A ello se oponía el Cabildo y es asícomo el 3 de agosto y el 30 de sep-tiembre de 1750 dió órdenes paraevitar la "extracción de víveres porel puerto del Riachuelo con desti-no a Colonia del Sacramento".

Sabido es que las calles de BuenosAires no comenzaron a empedrar-se hasta fines del siglo XVIII. No

obstante, desde mediados de esesiglo el gobierno y el Cabildo estu-diaban el modo de comenzar esaobra. El 10 de febrero de 1757 los regi-dores propusieron al teniente degobernador de don Pedro de Ceva-llos que para calzar las encrucija-das de las calles con piedra debíaobligarse a las lanchas que hacíanel tráfico de Buenos Aires al Uru-guay a "que en cada viaje traiganuna carretada de piedra y la des-carguen en el Riachuelo con loque se facilitará la compostura dedichas calles" .

El relleno que a fines del sigloXVIII iban experimentando elcanal submarino y el curso Nortedel Riachuelo hicieron pensar a loscabildante, el 17 de mayo de1768, en lo útil que sería "un mue-lle en el bajo del Retiro que por lagran dificultad que hay en salir yentrar las lanchas en el Riachue-lo a causa de tan poca agua quetiene el canal de su entrada y suestrechez. se padecen los riesgosde perderse, esperando el tiempoproporcionado de- agua y viento,pues de un y otro necesitan conaumento de fletes de dichas lan-chas por estas demoras y riesgos,

todo lo que se evitaría con dichomuelle en dicho sitio, donde sesabe hay canal capaz de embar-caciones grandes y en todos tiem-pos se les puede dar resguardocon pronta salida y entrada".

La conveniencia de construir unmuelle volvió a tratarse en elCabildo el 3 de diciembre de 1771.

"No puede menos este noble cuer-po -decía el Cabildo- que confesarla utilidad de dicho muelle, pueses constante que sido tan estrechoel canal del Riachuelo y con pocofondo se necesita para entrar ysalir las lanchas marea crecida yviento proporcionado, y como eneste río no hay días ni hora ciertapara dichas mareas, ni aunqueestas se logren, si el viento no esfavorable no pueden navegar. esconsecuente el haber unas demo-ras perjudiciales al pronto despa-cho del real servicio..."

Por todas estas razones aumenta-ban los fletes de las lanchas "a quese agrega lo distante del paraje enque descargan en dicho Riachue-lo, lo intransitable que se ponecon las aguas el camino, y aunsin estas, por sólo las crecientes".

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Los carreteros cobraban un peso,doce reales y dos pesos por carre-tada, "conduciéndose de los Hor-nos, en igual distancia, los ladri-llos por tres y cuatro reales cadacarreta".Estas últimas líneas nos fijan conexactitud la posición del desem-barcadero del Riachuelo: se halla-ba a la entrada del Riachuelo, con-forme hemos probado en páginasanteriores, debajo de los Hornosde San Pedro. "En igual distancia" las carretasque venían por lo alto de labarranca cobraban tres y cuatroreales, y las que tenían que subirdesde el bajo, a cada: instanteinundado, llegaban hasta a dospesos.

Los pulperos no abandonaban sucostumbre de ir a comprar en elRiachuelo y en el río de las Con-chas los géneros alimenticios pararevenderlos más caros en la ciu-dad. El 17 de enero de 1775 el Cabildoresolvió. pedir al gobernador quemediante un bando ordenase "quetoda la leña, carbón y demásgéneros de abasto hayan precisa-mente de venir a la plaza dondedeban mantenerse el término de

cuatro horas para que todos losvecinos se provean de ellos".

El 13 de abril de 1780 el virreyVértiz promulgó un auto en el quesuspendía la obligación que teníanlos comerciantes que importabanfrutos del Paraguay de desembar-car1os en Santa Fe y permitía que"todos los comerciantes que nave-gan los frutos de la provincia delParaguay por el río Paraná quelos puedan libremente conducirhasta estos puertos de las Con-chas o Riachuelo sin tocar en el deSanta Fe".

Desde este año, como es lógico,aumentó considerablemente el trá-fico en el puerto del Riachuelo.El 2 de septiembre de 1783 seconsideró en el Cabildo la propues-ta de prohibir la entrada de los ca-rros y carretas para que no estro-peasen las calles de la ciudad. "De esta demarcación -dijeron loscabildantes- se deberán exceptuarlos bajos del río porque siendo eltráfico del Riachuelo bastanteconsiderable y no tan urgenteaquel terreno para el común usode la gente, podría por ahora tole-rarse el concurso de los carruajespor esta parte a fin de que los cos-

tos de las condiciones no sean tangravosos, bien que sería muyoportuno el que allí mismo se des-tinase caminos o pasajes distin-tos para el tránsito de las gentesy carruajes una vez que seencuentre espacio bastante paraque en esta alternativa no padez-ca el público y se facilite la con-ducción de los efectos y comesti-bles con más facilidad y equidad".

Este acuerdo tiene especial impor-tancia porque señala el momentoen que las carretas que antes ibandesde la entrada del Riachuelo a laciudad, parte por el bajo y partepor el alto, comenzaron a hacer eltrayecto exclusivamente por elbajo.

La piedra que se traía de la isla deMartín García para empedrar lascalles de Buenos Aires al principiose descargaba en el puerto del Ria-chuelo; luego fue depositada en elbajo del fuerte. actual plaza deMayo; pero el 1°de octubre de1790 el virrey pidió al Cabildo queinformase acerca de la convenien-cia de volver a descargar "la pie-dra que se conduce de la otrabanda a esta capital...en los már-genes del Riachuelo".

Los cabildantes dieron vista deeste expediente al procuradorgeneral.

El conde de Liniers y su hermanoSantiago hicieron gestiones paraque se les permitiese instalar unafábrica de gelatina a orillas del río,en la quinta de Martín José deAltolaguirre; pero el procuradorgeneral se manifestó contrario aesta instalación por temor "a quelas aguas donde el pueblo iba ahacer provisión para beber, se lle-nasen de suciedades”.

Al efecto recordó que "Don Fran-cisco Alvarez Campana tuvoobraje de curtiembre en el Ria-chuelo y causó tal daño que salí-an los pescados muertos con lafortaleza de las aguas que searrojaban y corrían al mismoRiachuelo".

No creemos necesario, por elmomento, traer mayores datossobre el Riachuelo y su puerto.Con los expuestos basta parademostrar que la mayor parte delcomercio fluvial de Buenos Airesse concentró en el siglo XVIII en elpuerto del Riachuelo.

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FUENTES:

ARCHIVO GENERAL DE LANACIÓN, Acuerdos del extinguidoCabildo de Buenos Aires, Buenos_Aires”, 1927, Serie 11, t. IV,libros XVII y XVIII; Buenos Aires,1927, Serie 11, t. V, libros XVIII yXIX; Buenos Aires, 1928. Serie11, t. VI, libros XXI, XXII y XXIII;Buenos Aires, 1929, Serie 11, t.VII, libros XXIII y XXIV; BuenosAires, 1930, Serie 11, t. VIII, librosXXIV y XXV; Buenos Aires, 1931,Serie 11, t. IX, libros XXV, XXVI yXXVII; Buenos Aires, 1926, SerieIII, t. 11, libros XXX, XXXI. XXXIIy XXXIII; Buenos Aires 1927,Serie nI, t.III, libros XXXIII, XXXIVy XXXV; Buenos Aires,1928, SerieIII, t. IV, libros XXXV y XXXVI;Buenos Aires, 1928, Serie liI, t. V,libros XXXVI al XL; Buenos Aires,1930, Serie III, t. VII, Libros XLIVa XLVII; Buenos Aires, 1931, Serie111 t. IX. Libros XLIX, L, LI y LII.Conf. las fechas citadas.

XIX EL RIACHUELOCOMO LIMITE

DE LA CIUDAD

Ningún lector, por menos especia-lizado que sea, necesita que leexpliquemos que la ciudad de Bue-nos Aires, en la época que nosocupa, no tenía ni la extensión nilos límites que tiene hoy en día.

El Riachuelo se hallaba fuera delejido de Buenos Aires; pero en lapráctica parecía que constituía,como en la actualidad, parte delperímetro de la ciudad. Lo que sehallaba de "esta banda" tenía unvalor mucho más grande que loque estaba "de la obra banda".

La vida de la ciudad se extendía,en todo orden de cosas, hasta lasorillas del Riachuelo, desde suembocadura hasta el pago de laMatanza. No es extraño, pues, queal fijarse los límites definitivos deBuenos Aires, el Riachuelo sehaya tomado como división natu-ral entre la ciudad y la provincia.

El 14 de agosto de 1732 don Bar-tolomé de Montaner presentó unmemorial al Cabildo en que mani-festaba que no tenía ninguna tie-rra en que hacer una huerta paramantener a su familia y esperabaque se le hiciese merced "de un rincón que está de estabanda del Riachuelo de los naví-os, fuera del ejido, en frente de laChacrilla de los reverendos Padresdel orden de Predicadores, quecomúnmente llaman el rincón delremolino. que pertenecía a esteCabildo y que ha más de cien añosque estaba valdío ". El frente de este terreno debíamedirse "corriendo al sur río arri-ba hasta encontrar con el rincónque tiene cercado de zanja SimónArias de Saavedra, y el fondo porel bañado del Riachuelo a labarranca de la tierra firme, en elrumbo que se miden las tierras dela Matanza, a cuyo pago corres-pondía". Montaner obtuvo la merced perpe-tua de ese lugar.

Los ganados que pastaban en laschacras solían arruinar los sem-brados. Cuando había que hacer lacosecha se ordenaba a los chaca-reros y estancieros que "los retiren

para la otra banda de las Con-chas, los unos, y los otros de laotra banda del Riachuelo, todo eltiempo que durare la cosecha,pena de perdimiento de dichosganados... " Así se dispuso, por ejemplo, el 18de mayo de 1742.

En el mes de agosto de 1771 elregidor Gregorio Ramos Mejía pro-puso en el Cabildo que los moline-ros que tenían sus tahonas entre laplaza Mayor y el alto de San Pedroechasen sus caballos a pastoreardel otro lado del Riachuelo", y "losque las tienen de la plaza a elRetiro los pueden pastorear en elbañado de Palermo".

Las medidas de tierra se tomabansiempre desde algún punto delRiachuelo. El 13 de septiembre de 1783 losregidores convinieron en que elremedio más eficaz "sería el dehacerse una mensura general enlas tierras que llaman de la costao Monte Grande, comenzando porla Cruz de San Sebastián, dondedan principio las chacras, y en lasdel Riachuelo de los Molinos,dando principio por el cañón quedemarca el fin del ejido, sobre la

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barranca grande, deslindándosetodos los territorios en los frentesy fondos, según los rumbos queprescriben los documentos inclu-sos en este expediente..."

La vida de la ciudad de BuenosAires se detenía, por el Sud, en elRiachuelo como si este límite laseparase en forma radical de lastierras que comenzaban en la otraorilla. El Riachuelo era una barre-ra natural que marcaba desdeentonces el verdadero perímetrode nuestra capital.

FUENTES:

ARCHIVO GENERAL DE LANACIÓN, Acuerdos del extinguidoCabildo de Buenos Aires, BuenosAires, 1928, Serie II, t. VI, LibrosXXI, XXII y XXIII; Buenos Aires.1930, Serie II, t. VIII, Libros XXIVy XXV; Buenos Aires, 1928, SerieIII. t. IV Libros XXXV y XXXVI;Buenos Aires, 1930, Serie III, t.VII, Libros XLIV a XLVII.

XX EL PAGODE LA MATANZA

La historia del pago de la Matanzano entra en el tema de este trabajo.Sin embargo, por hallarse tan pró-ximo a Barracas y a la Boca delRiachuelo merece una ligera aten-ción. Su nombre comienza a figurar enlos primeros años del siglo XVII.Hay dos teorías igualmente respe-tables sobre el origen de su nom-bre. Según unos autores la desig-nación de la Matanza recuerda ungran combate que Juan de Garaysostuvo contra los indios precisa-mente en ese lugar. Según otros autores ese punto sellamaría de la Matanza porque allíse sacrificaba a los ganados.

El combate de Garay está muybien documentado. En cambio nohay pruebas decisivas de que lamatanza de ganado a comienzosdel siglo XVII se haya hecho conexactitud en esa zona. Lo único que hace pensar en esta

posibilidad es que la aguadahubiese sido un buen punto dereunión para los ganados.

Hay otra tesis del Sr. Félix F.Outes, consistente en hacerremontar el nombre de la Matanzaa los tiempos de Mendoza, por elcombate de Corpus Christi equivo-cadamente situado a orillas delRiachuelo; pero las deleznables suposicionesen que se apoya no dan a estatesis ninguna seriedad.

Lo indudable es que el pago de laMatanza comenzó a ser habitadopor algunos ganaderos y chacare-ros a comienzos del siglo XVII ysiguió poblándose cada vez másrápidamente. En la Historia de la ciudad de Bue-nos Aires que edita la Municipali-dad de la Capital, puede verse lacrónica y descripción de todos losasaltos que en numerosas oportu-nidades los indios llevaron contralos pobladores del pago de laMatanza.

En estas páginas sólo recordare-mos que el 27 de julio de 1756 enel Cabildo "se leyó un pedimentopresentado por el Señor Procura-

dor General por el que se da cuen-ta de las extorsiones y graváme-nes que ejecuta Miguel ManuelDomeque, recaudador de las alca-balas del campo, a los vecinosmoradores del pago de la Matan-za en la cobranza de ellas, puesdice que aún de la leche y delganado que matan para comer ensus casas..."

Vemos, pues, cómo en la prácticael pago de la Matanza era un ver-dadero suburbio de Buenos Aires.

FUENTES:

ARCHIVO GENERAL DE LANACIÓN, Acuerdos del extinguidoCabildo de Buenos Aires, BuenosAires, 1926, Serie III, t. 11, LibrosXXX, XXXI, XXXII y XXIII, pá-gina 10.

RÓMULO ZABALA y ENRQUE DEGANDIA, Historia de la ciudad deBuenos Aires Buenos Aires, 1937,tomo 11.

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XXI EL PUENTESOBRE EL RiACHUELO

El puente del Riachuelo necesitócerca de un siglo de proyectos y desolicitudes para que quedase ins-talado. Ya el 22 de diciembre de1731 don José de Esparza expusoen el Cabildo que "sin embargo dela larga experiencia que tiene delos caminos del Riachuelo pasó asu reconocimiento y halla de queen la cabeza de un arroyo, el másinmediato, adonde se halla alpresente la guardia, se podráhacer un puente de madera y caly ladrillo".

El único arroyo contiguo a la guar-dia nueva del 1722 era el quecorría por la zanja que más tardese llamó de Gregorio o Goyo Vieray en el siglo XIX llevó el nombrede zanjón de Granados. Este puente no era todavía sobre elRiachuelo, sino sobre el caminoque conducía a la guardia del Ria-chuelo.Otro proyecto de construir un

puente en la zanja del Hospital(calle Chile) lo hallamos el 18 defebrero de 1768. En esta fecha "se hizo presente -enel Cabildo- que habiendo empren-dido el celo del excelentísimoseñor gobernador y capitán gene-ral la obra de unas bajadas al ríoy alameda de que carecía el pue-blo para su mayor comodidad ylucimiento y teniendo asimismoproyectado hacer un puente en lazanja que llaman del Hospital yseguirá luego un camino hasta elRiachuelo para la facilidad delgiro del comercio del río que pade-ce muchos inconvenientes porrazón de los pantanos que en eltiempo de lluvias dificultan eltránsito al Riachuelo y barracas,con grave perjuicio del común...”

Hasta este momento -1768- lasaspiraciones de los vecinos deBuenos Aires eran las de llegar alRiachuelo; aún no deseaban cru-zarlo porque la gente que se tras-ladaba a la banda del Sud era pocay para ello utilizaba la canoa de unlanchero; pero el 10 de febrero de1779 los regidores expusieron enel Cabildo "la precisa necesidadque hay de hacer un puente en elparaje del Riachuelo que llaman

la canoa, u otro que se tenga pormás conveniente en dicho Ria-chuelo para el continuo tráfico delas muchas gentes que por éltransitan sin que puedan pasarcarretas con perjuicio de un granrodeo que toman para ello".

En seguida se resolvió encomen-dar al procurador general unainformación sobre la utilidad delpuente, los materiales con que sehabía de construir "y lo que se hade contribuir así por los quepasen a caballo como por lascarretas".

El puente en el paraje de la canoano se construyó en 1779. En aquel entonces la obra públicamás insignificante requería largosaños de discusiones. El 5 de febrero de 1784 el alcaldede primer voto hizo presente en elCabildo que los vecinos de BuenosAires, aunque fuese a sus expen-sas, debían disfrutar los "copiososfrutos que produce el amenísimoterritorio del pago de la Magdale-na", que para ello no había "otrotránsito más cerca que el puertollamado de las Barracas y pormedio de una canoa en donde nosolamente se experimentan ries-

gos, sino que no pueden pasarcarruajes ni bestias".

Los labradores y vecinos del pagode la Magdalena debían dirigirse amayores distancias "y sufrir laimpertinencia de demorarse enlas crecientes del Riachuelo de losMolinos". Las personas que utilizaban lacanoa debían soportar los capri-chos "de un individuo que usa deella a su arbitrio y cuando se leantoja, después de participar yhacer cobranza del pontazgo, sinque hasta ahora se tenga positivanoticia del origen de esta gabelani de la real aprobación que seconsidera precisa para que hayasubsistido y subsista".

Para evitar estos inconvenientesno había otro recurso que cons-truir un puente de madera en elpuerto de Barracas o en otro lugar;conforme se había hecho "en el ríode Luján o de las Conchas, aexpensas de los propios de este M.l. C. o por medio de subasta públi-ca bajo de las justas proposicio-nes que hagan los licitadores".

Un año después de esta resolución-el 19 de febrero de 1785- se leyó

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en el Cabildo el informe del procu-rador general en que manifestaba"la necesidad y utilidad de cons-truirse un puente en el paraje que:llaman de las Barracas".

Los regidores resolvieron ampliarlas noticias con una informaciónsumaria en que se hiciese constarla necesidad que indicaba el procu-rador y el pontazgo que pagaba lagente que utilizaba la canoa. Estainformación debía ser presentadapor el alcalde de primer voto en "elprimer acuerdo que se celebre, afin de deliberar"; pero, como decostumbre, el tiempo pasó y casidos años después, el 20 denoviembre de 1786, el Cabildo sedirigió al gobernador intendentedon Francisco de Paula Sanz paraexponerle la conveniencia deconstruir dos puentes, uno en elrío de los Arrecifes y el otro "en elparaje que llaman las Barracas".

El puente sobre el Riachuelo, en elparaje de las Barracas, fue puestoa remate y en la tercera almonedadel 28 de noviembre de 1799 loremató por cinco años don JuanGutiérrez Gálvez. en seiscientospesos anuales "pagados por ter-cias partes".

Gutiérrez Gálvez. terminó la cons-trucción del puente el 1° dediciembre y se comprometió atomar a su cargo "todas las com-posturas, refacciones y ruinas dedicho puente y la obligación deentregarlo a la conclusión de suremate bien reparado y acondi-cionado a satisfacción servible".

El 6 de diciembre de 1799 loscabildantes acordaron informar alvirrey de todos estos hechos.

Queda, pues, establecido que elprimer puente sobre el Riachuelofue inaugurado en Barracas el 1°de diciembre de 1799 y que suconstructor fue don Juan GutiérrezGálvez. En el siglo XIX a este puente se ledió comunmente el nombre depuente de Gálvez.

FUENTES:

ARCHIVO GENERAL DE LANACION, Acuerdos del extinguidoCabildo de Buenos Aires, BuenosAires, 1928, Serie 11, t. VI, librosXXI, XXII y XXIII; Buenos AIres,1927 Serie 111, t. 111, LibrosXXXIII, XXXIV y XXXV; Buenos

Aires, 1929, Serie 111, t. VI,Libros XL a XLIV; Buenos Aires1930, Serie 111, t. VII, LibrosXUV a XLVII; Buenos Aires, 1930,Serie 111, t. VIII, Libros XLVII aXLIX, y Buenos Aires, 1933, Serie111, t. XI, Libros LIV a L\'II.

XXII LAS BARRACAS

En algunos planos de BuenosAires de fines del siglo XVIII, comoen los de Barrientos y Ozores,hállase señalada una faja de terre-no, entre las actuales barrancasdel Parque Lezama y la parte delRiachuelo donde figura la vueltade Rocha, con esta inscripción:"Las Barracas y tierras de doñaMaría Basurco". No aparece el punto exacto en quese encontraban las barracas. Como eran construcciones preca-rias para almacenar cueros y otrosfrutos del país que debían embar-carse en el Riachuelo, o sino reci-bir las mercaderías que llegabandel exterior. sin duda estaban dis-persas en las partes menos anega-dizas e inundables del bajo delRiachuelo, sobre la zona de la ori-lla izquierda.

Es muy posible que las barracashayan comenzado a levantarse enel bajo desde comienzos del siglo

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XVII. La mención de las barracases común en todo el siglo XVIII.

El 14 de junio de 1719 en el Cabil-do se leyó un auto del gobernador,fechado el 12 de Junio, en que dis-ponía que ciertas personas "continúen y fenezcan el hacer loscueros que a cada uno se lesrepartió y los entreguen en lasBarracas a la persona que suseñoría señalare".

El 8 de julio de 1730 volvemos ahallar en los Acuerdos del Cabildouna mención semejante:“Acordose también de cómo algu-nos vecinos de los fabricadores decueros de toro estaban prontos aentregarlos en las Barracas parael reintegro de los que se tomaronprestados para venderlos a donFrancisco de Alzaibar..."

Barracas las hubo en diversas par-tes de la ciudad. Por ejemplo lasbarracas a que nos vamos refirien-do no son las que el ingeniero JoséBermúdez dibujó sobre la barran-ca, en el actual parque Lezama, ensus planos de 1709 y 1713. Estas barracas servían a la compa-ñía de Guinea para guardar a losnegros que llegaban del Africa.

Otras barracas eran las del RealAsiento de Inglaterra, en el Retiro.A ellas se refieren varios acuerdosdel Cabildo, como los del 16 deabril y 24 de mayo de 1733. Siempre se las menciona en estaforma: "Las Barracas de el RealAsiento de Inglaterra"'.

En cambio, cuando se habla de lasdel Riachuelo se suele decir "LasBarracas de el Riachuelo". Porello, cuando en un documento sealude a las Barracas y no se danotros datos que puedan señalar susituación hay siempre fuertesdudas para saber de qué barracasse trata.

El 22 de mayo de 1751 se leyeronen el Cabildo "las diligencias quehabían practicado los señoresdiputados para contar los cuerosde las barracas de el Riachuelo".En la "barraca de don José Viene"había más cueros que los quehabía declarado en la relaciónjurada. Por esta causa los regido-res dieron vista al procurador"para que pida lo que hallare porconveniente".

Como vemos, en el Riachuelo cadacomerciante tenía su barraca.

Todas ellas constituían el conjuntollamado las Barracas.Ya hemos hablado en otro capítu-lo, de las medidas que se tomaronpara arreglar el camino de Barra-cas y el puente del Riachuelo enlos acuerdos del 18 de febrero de1768, del 5 de febrero de 1784,del 19 de febrero de 1785 y del 20de noviembre de 1786.

La apertura del "boquete" en lacosta del Riachuelo, en los años1785, 86, que terminó por formarla boca Este y cegar el brazo Norte,hizo sentir muy pronto sus efectosen las lanchas que seguían lacanal submarina y entraban en elRiachuelo por la boca situada fren-te al alto de San Pedro.

El 27 de septiembre de 1788 elprocurador general expuso en elCabildo que el capitán del puertohabía "intimado a todos los patro-nes de las lanchas que traficaneste río, previniéndoles que preci-samente entren con las embarca-ciones en el Riachuelo para des-cargar en las Barracas y prohi-biéndoles que no descarguen nialijen en el paraje que llaman elAsiento, frente de la real Aduana.donde estas dos operaciones se

ejecutaban con frecuencia". Los cabildantes tomaron en segui-da las medidas necesarias paraevitar al público las "molestias"que la orden del capitán del puertopodía ocasionarle.

El 30 de septiembre dirigieron alvirrey marqués de Loreto unarepresentación a fin de que hiciesecomponer los caminos que condu-cían a Barracas. En este docu-mento hay indicaciones preciosaspara conocer los pormenores topo-gráficos de esos' lugares. Comenzamos por leer que "el tra-jín en el Riachuelo de los navíos yde las embarcaciones que nave-gan en este río" hallábase situadoen "el paraje que llaman lasBarracas".A continuación nos enteramos que“en los dos caminos que se reúnenen el único por donde se va a lasBarracas y aun en este únicoinmediato a la quinta de doñaMaría Josefa de Alquizalete hayunos pantanos considerables queimpiden el tránsito y el transpor-te de mercaderías y frutos sin unriesgo considerable de los carrua-jes, de las bestias que les condu-cen y aun de los mismos efectos yfrutos".

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La quinta de doña María Josefa deAlquizalete se encontraba en la"calle larga", actual avenida Mon-tes de Oca, y ocupaba parte de lasactuales calles Brown, Alegría eIsabel la Católica. Sabido es que enesa quinta se levantaba el oratoriode Santa Lucía, que también diónombre a la Calle Larga, luego lla-mada Montes de Oca. "Las aguas que vierte el caminopor la barranca de la chacra deSanto Domingo -proseguía eldocumento que estamos glosan-do- se detienen en la confluenciadel otro camino que viene por elbajo y allí se forma un pantano demagnitud que imposibilita elpasaje. Casi lo mismo sucede enlos otros dos caminos, de suerteque es necesario dar a estos terre-nos alguna más elevación paraque las aguas no se detengan yderramen brevemente en el Ria-chuelo, bien sea abriendo unacanal por medio de las quintas ode otra manera”.

En la segunda presentación dirigi-da al virrey por el Cabildo en lamisma fecha del 30 de septiembrede 1788 se le rogaba que hiciesesuspender la orden del capitán delpuerto "y que se permita el alijo y

descarga de las lanchas en elasiento donde antes se ejecutabasiempre que haya necesidad yurgencia como se experimentacon frecuencia".

El capitán del puerto había orde-nado que las lanchas siguiesennavegando por el curso Norte delRiachuelo para impedir que con elnuevo boquete se cegase del todo.La menor cantidad de agua quecorría cada día no permitía que laslanchas navegasen cargadas. Por ello el Cabildo dirigió una ter-cera representación al virrey en lacual se le explicaba "el perjuicioque se origina al público en queestas aguas varíen del destinoantiguo no depende sólo de que sederramen por él boquete. sino quecomo se distribuyen no lleva lacanal ni tanta agua, ni tantarapidez como la que se necesitapara limpiarla del cieno que pro-ducen los terrenos por dondecorren las aguas del Riachuelo yarrastran sus vertientes",

El Cabildo manifestaba que eraforzoso cerrar ese "portillo, porquede lo contrario no se podrán sepa-rar en lo sucesivo, no siendo acosta de gastos inmensos",

El 2; de junio de 1789 los cabil-dantes vieron el expediente que sehabía formado "con el motivo decomponerse los pantanos que hayen los caminos de las Barracas" yresolvieron convocar a los quinte-ros del Riachuelo y a los carretille-ros a fin de resolver qué contribu-ción debían pagar para formar unfondo con el cual arreglar loscaminos.

Es sabido que el 20 de abril de1790 se impuso a las carretas "quegiran a las Barracas" la obligaciónde traer, al regresar vacías, la pie-dra que a orillas del Riachuelohabían depositado las lanchas deMartín García para empedrar laciudad.En el informe que el virrey Arre-dondo dejó a su sucesor en el año1790 le dió cuenta de haber for-mado "un camino anchuroso yapacible por el bajo de la Resi-dencia al puerto de Barracas,.camino que costó muchas fatigasy que no dudo agradará a V, E.por su apertura y piso consistentey por su poquito de amenidad alos costados que dentro de pocotiempo ya será muy frondosa".

Los negros bozales que se traían

del Africa a menudo se hallabanllenos de enfermedades que conta-giaban a los vecinos de BuenosAires. Un bando del virrey dispusoel 3 de diciembre de 1793 que losnegros se desembarcaran enBarracas y no en otros lugares, yque sólo pudiesen bañarse en elRiachuelo desde la guardia allíestablecida hacia abajo".

Don Francisco de Mesa estabaencargado en 1792 de cuidar el"camino que va a Barracas"; perocomo tuvo que trasladarse al Uru-guay pidió al Cabildo que se lenombrase a un sucesor. Los cabildantes designaron a donJosé Collazo el 20 de abril de 1792"por ser uno de los vecinos másacomodados e interesados en laconservación del camino".

Si tuviéramos que buscar otrasnoticias referentes a Barracas en elsiglo XVIII, recordaríamos que el27 de junio de 1796 -cuandohabía gran carestía de harina enBuenos Aires- se denunció en elCabildo que algunos comerciantes"han embarcado diferentes carre-tillas de harina a deshoras de lanoche en las barracas del Riachue-lo";

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pero con lo expuesto creemos quehemos aportado suficientes datospara demostrar cómo se fue for-mando el poblado de Barracas ycómo este nombre designó desdeun principio la zona del bajo quehoy se conoce con la denomina-ción de Boca del Riachuelo.

FUENTES:

ARCHIVO GENERAL DE LANACIÓN, Acuerdo del extinguidoCabildo de Buenos Aires, BuenosAires,1927, Serie JI, t. IV, LibrosXVII y XVIII; Buenos Aires, 1928Serie II, t. VI, Libros XXI, XXII yXXIII; Buenos Aires. 1926, SerieIII, t. 1, Libros XXVII, XXVIII, XIXy XXX; Buenos Aires. 1930, SerieIII, t. VIII, Libros XLVII. XLVIII yXLIX; Buenos Aires, 1931, Serie1lI, t. IX, Libros XLIX, L, LI y LII;Buenos Aires,1932, Serie III, t. X,Libros LJI, LIII y LIV, y BuenosAires, 1933, Serie lIl, t. XI, LibrosLIV a LVII.

VICENTE G. QUESADA, La ciudadde Buenos Aires, en La Revista deBuenos Aires, Buenos Aires,1869, tomo XVIII pp. 17 a 56.

Informes del Virrey Arredondo, enla Revista de la Biblioteca Pública,t. 1II, pp. 319 y sigts.

RÓMULO ZABALA y ENRIQUEDE GANDIA, Historia de la ciudadde Buenos Aires, Buenos Aires,1937, t. II.

XXIII LA ADUANADEL RIACHUELO

La aduana del Riachuelo fue en unprincipio -como hemos referido enun capítulo anterior -la guardiaestablecida en el bajo, al pie de lapunta de doña Catalina, actualparque Lezama, y luego trasla-dada a un lugar "más eminente",frente a la entrada del Riachuelo ycerca del alto de San Pedro, en1722.Hemos anotado, en el capítulocorrespondiente, algunas noticiasreferentes a esta segunda guardiay ahora proseguimos su pequeñahistoria.El 19 de mayo de 1770, enMadrid, la Contaduría General pre-sentó un informe acerca de lo quehabían resuelto los oficiales realesde Buenos Aires de acuerdo con laJunta de real hacienda. El 18 de mayo de 1768 los oficia-les reales habían manifestado laurgente necesidad de construiruna aduana de tres piezas en lascuales poder vivir y reconocer losfardos de ropa, porque las descar-

gas ya no se hacían en el pequeñopuerto de la guardia del Riachuelo,sino "un cuarto de legua más arri-ba de dicha casa y en el parajenombrado las Barracas". El proyecto de construir una adua-na "en el paraje llamado lasBarracas" pareció bien fundado ala Contaduría General, pues "labarraca de paja”, "la única que aese efecto parece hay", en la cualse guardaban los pertrechos yarmamentos de las embarcacionescorsarios, no podía servir paratodos los fines de la aduana. La Contaduría también hallabaconveniente la construcción de unmuelle de madera, El 16 de junio de 1770 aprobó elproyecto el Consejo de Indias, Sin embargo, la construcción deuna aduana en Barracas no llegó atener efecto. El 29 de diciembre de 1785 elintendente general de BuenosAires, don Francisco de PaulaSanz, dirigió al secretario del Con-sejo don José Gálvez una extensacomunicación en la cual le referíaque su antecesor había alquilado"para casa de aduana el edificioque llaman la Ranchería, perte-neciente a los indios misionariosguarenís, con el anual alquiler de

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setecientos pesos, porque le pare-ció que contenía las piezas nece-sarias para oficinas y almace-nes”.Había otra casa en mejores condi-ciones, próxima al río, conocidacon el nombre de el Asiento y per-teneciente a don Vicente deAzcuénaga, pero no había sidoposible alquilarla por "el asombro-so alquiler de tres mil y seiscien-tos pesos al año que les pidió porella"'.

Con la permisión del comercio librese había comprobado que la adua-na de la Ranchería no era suficien-te y entonces fue posible alquilarla casa de Azcuénaga en mil sete-cientos pesos anuales. El contratose hizo el 5 de noviembre de 1783"logrando con esta providenciaque ambos ramos de comerciomarítimo y terrestre en sus entra-das y salidas se introdujeran yextraigan precisamente en losalmacenes de la aduana y se des-pachen con todo el rigor que pre-viene la instrucción de su gobier-no". De este modo la aduana nodejó de funcionar en el Riachuelo,primero, y en la Ranchería, des-pués, hasta quedar instalada defi-nitivamente junto al fuerte.

Para facilitar la carga y descarga sehabía "sujetado al río y producidouna vasta plazuela".

La instalación provisoria de laaduana en la Ranchería, situadaen el centro de la ciudad, habíasido un verdadero desastre, pueslas carretas debían conducIr losfardos desde d puerto hasta laRanchería y en el camino seempantanaban de tal manera queno bastaban, a menudo, cuatro, omás yuntas de bueyes para hacer-las arrancar. En cambio, la casa dedon Vicente de Azcuénaga sehallaba edificada a la "lengua delrío, al centro de la ciudad, NorteSur, en el propio desembarcadero".

Debemos hacer notar que con elrelleno que experimentaba cadavez más el curso Norte del Ria-chuelo. los navíos descargabanfrente al fuerte; y a la aduna, en elRetiro (Paula Sanz no creyó con-veniente el establecimiento de unaaduanilla en este lugar) y tambiénen la boca Norte del Riachuelo, yacasi cegado.

El 5 de diciembre de 1792 el Cabil-do ordenó a don Juan Rojas queretirase una estacada que había

levantado en el bajo del río, "juntoa la caída de las aguas de lazanja del Hospital, (calle Chile)ocupando parte de dicho caminopor perjuicio del paso de los quetransitan por aquel paraje que esel preciso desde el desembarcade-ro del Riachuelo a la real aduana"

Vemos pues, que aún en 1792 seutilizaba el desembarcadero delRiachuelo y que desde allí, por elbajo, hoy paseo Colón, las carretasse encaminaban a la aduana sitaen la actual Plaza de Mayo.

FUENTES:

MUNICIPALIDAD DE LA CAPITALDocumentos y planos relativos alperíodo edilicio colonial de la ciu-dad de Buenos Aires (recopiladospor ENRIQUE PEÑA), BuenosAires, 1910, t. III, pp. 31 a 69.ARCHIVO GENERAL DE LANACIÓN, Acuerdos del extinguidoCabildo de Buenos Aires, BuenosAires,. 1932. Serie III, t. X, LibrosLIl, LIII y LIV.RÓMULO ZABALA y ENRIQUEDE GANDIA, Historia de la ciudadde Buenos Aires, Bs. Aires, 1937,t. 11.

XXIV EL TEMPORAL DE 1805

Los días 5 y 6 de junio de 1805 untemporal violentísimo azotó lacosta de Buenos Aires y, como esnatural, la boca del Riachuelo.

El ingeniero Eustaquio Gianninien una nota al virrey Sobremontedel 10 de junio le decía que el tem-poral había "destruído las casasdel bajo del río con considerablespérdidas, y socabado la barrancainmediata a este fuerte". El ingeniero don Joseph M. Cabre-ra en otra nota al ingeniero donJoséPérez Brito atestiguaba que "en los25 años que cuento destinado eneste virreinato no había visto unasudestada tan fuerte”.El capitán del cuerpo de ingenierosdon Mauricio Rodríguez de Ber-langa elevó otra nota el 28 dejunio en la cual escribía que "nohay hombre, por anciano que sea,que se acuerde de una crecientesemejante a la experimentada enlos días 5 y 6 del corriente, en queha subido el agua cinco pies y

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ocho pulgadas más que en lamayor antes señalada. Y como a esta se agregó el recioviento del S. E. se siguieron losincalculables daños, pérdidas yruinas que ha sufrido este vecin-dario, quedando la ciudad, por laparte del río, con el horroroso ylastimoso aspecto que vemos".

Agregaba que "seria también útilque el gobierno prohibiese en lareedificación de las casas del bajoy en la construcción de las que sehagan nuevas, la arbitrariedad ydesorden con que han estadocolocadas, haciendo la ciudad porla parte que primero representa ala vista del que viene por mar, deun aspecto ridículo, mandandoque se fabriquen unidas sobre unalínea regular que se les marque..."En el Manifiesto sobre el puerto deBuenos Aires y demás proyectosde este Río de la Plata. dejabaconstancia que "al frente del fuer-te, entre este y el agua, había unagran plaza que no existe, y lasdemás barrancas del frente de lapoblación avanzaban mucho másque en el día". Don Antonio María Durante en suExposición también confirmó que"el último. temporal no sólo ha

destruído gran porción de edifi-cios, sino que ha rebajado enmuchas partes el terreno, de talmodo que apenas ha dejado ideade lo que era antes".

No bien producido el temporal,don Pedro Marcó y don AntonioIslas recogieron una cantidad delimosnas con que socorrer a losnumerosos damnificados. El 11 de junio el virrey envió unoficio al Cabildo para que esaslimosnas se distribuyesen conintervención de los alcaldes, delsíndico procurador general y de unregidor designado por el Cabildo.Sabemos por el acuerdo del 10 dejulio que estas limosnas ascendíana cinco mil setecientos setenta ycuatro pesos con seis reales, inclu-so mil quinientos pesos dados porel Tribunal del Consulado.

FUENTE:

Revista del Archivo General deBuenos Aires, 1870, t. II, pp. 443a 445 y 450 a 475.ARCHIVO GENERAL DE LANACIÓN, Acuerdos del extinguidoCabildo de Buenos Aires, BuenosAires,1926, Serie IV, t. II, LibrosLIX, LX, LXI y LXII.

XXV EL PARTIDODE BARRACAS

Barracas no tardó en convertirseen partido y en contar con elcorrespondiente alcalde de la her-mandad. El 30 de enero de 1811 donAndrés Hidalgo, por excusación dedon Pedro Pérez, prestó el corres-pondiente juramento en manos delcorregidor más antiguo. En diciembre de 1805 era comisio-nado del Superior Gobierno enBarracas don Juan Manuel Collan-tes. Este caballero había presenta-do títulos falsos de cirujano yhecho estafas al público. El 1° de enero de 1801 fue nom-brado alcalde de la hermandad"para la banda del Sur" don Fran-cisco Piñeiro. El 4 de abril de 1807 prestó jura-mento para este mismo cargo donVicente Pelliza. El 6 de marzo de 1812 el Cabildorecibió un oficio del Gobiernofechado el 29 de febrero, en queconfirmaba el nombramiento dedon Francisco José Suárez como

alcalde de hermandad del partidode Barracas. Sabido es que los sucesos de laIndependencia hicieron tomarciertas medidas de rigor a las nue-vas autoridades nacionales. El 1° de julio de 1812 el Cabildorecibió un oficio del Gobierno confecha del día anterior en que dabacuenta "haber decretado la expul-sión de la maestranza compuestade españoles europeos situada enBarracas y la de todos los que porsu estado y circunstancias debanalejarse de nuestras riberas".

El mismo día 10 de julio el Gobier-no hizo saber al Cabildo quelamentaba "la equivocación conque habían procedido los alcaldesde barrio de los cuarteles númeroseis. quince, dieciseis y veinticin-co en el cumplimiento de la ordende expulsión de la clase de espa-ñoles europeos de la maestranzade Barracas y algunos otros de loscuarteles nominados, haciéndolaextensiva a todos los vecinoseuropeos indistintamente".El 10 de enero de 1814 fue nom-brado alcalde de la hermandad deBarracas don Carlos Aldaz. El 8 de noviembre de ese mismoaño el Cabildo vió el informe del

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vicario general don Diego Estanis-lao Zabaleta, del 20 de octubre,referente a "la solicitud de losvecinos de Barracas para que seinterpongan los respetos de esteAyuntamiento a fin de que se per-mita al religioso fray José Bacacontinuar en el desempeño de lasfunciones de párroco de aquellafeligresía".Ei síndico opinaba que, “no obs-tante la buena conducta del reli-gioso, no debe mezclarse en lo querespecta al gobierno de los regu-lares". El 1° de enero de 1816 don An-drés Acosta fue designado alcaldede la hermandad en Barracas. Al año siguiente ocupó este mismopuesto don Estanislao Linch. En 1818 este cargo recayó en donJerónimo González; y en 1819, en don Pedro Molina.

El 29 de enero de 1819 el Cabildonombró una comisión compuestapor el fiel ejecutor y don ManuelBustamante para la construcciónde dos corrales en San José de Flo-res y "al otro lado del puente deBarracas".El fiel ejecutor manifestó al Cabil-do el 2 de marzo haber encontrado"un terreno, al otro lado del puen-

te de Barracas, de la propiedad dedon Juan Bautista Zuluaga, apa-rente para establecer en él loscorrales de abasto mandadoslevantar en aquel destino".El Cabildo autorizó al fiel ejecutorpara tratar el arrendamiento delterreno durante diez años. El 4 de noviembre de 1819 el fielejecutor presentó al Cabildo lacuenta del rematador de corrales,don José María Yevenes, consis-tente en catorce pesos por "com-postura del corral de Barracas".

Don Juan Manuel Alzaga fue nom-brado alcalde del partido de Barra-cas el 13 de enero de 1820. En la misma fecha fue reelectoalcalde de la hermandad para labanda del Sud don José AraosAlzaga renunció a ese cargo, peroel 25 de enero el Cabildo acordó"no hacer lugar a la renuncia".

El terreno de los corrales de Barra-cas había sido alquilado en ochopesos al año; mas el Cabildo tarda-ba en abonarlos. Don Juan Bautista Zuluaga recla-mó el pago de los ocho pesos el 27de mayo de 1820 y los regidoresacordaron pagarle un año dearrendamiento.

El 16 de junio de 1820 el Cabildoresolvió enviar doce fusiles alalcalde de Barracas don JuanManuel Alzaga. El 11 de septiembre de 1821 elCabildo acordó hacer donación alportero Uzin, por los numerososaños que había servido al Cabildo,de un terreno situado "al otro ladode Barracas, entre la quinta deGálvez y la de Piñeiro”, conocidogeneralmente con el nombre de laensenada del Cabildo, por ser un"terreno de ninguna considera-ción, en razón de ser anegadizo yque nada produce en el día, aun-que a fuerza de industria podráproporcionarle con el tiempo unaescasa subsistencia".

Con los datos expuestos, conteni-dos en los Acuerdos del extinguidoCabildo de Buenos Aires, vemos eldesarrollo que fue tomando lazona de Barracas en el primercuarto del siglo XIX.

Manuel Ricardo Trenes en 1856,sostuvo que Barracas al Sud habíacomenzado a poblarse en 1840por medio de unos ranchos y pulperías que progresaron rápida-mente hasta convertirse en "lallave del comercio del Sud";

pero la documentación históricaque hemos analizado nos demues-tra que Barracas tiene un origenmucho más antiguo.

FUENTES:

ARCHIVO GENERAL DE LANACIÓN, Acuerdos del extinguidoCabildo de Buenos Aires, BuenosAires,1925, Serie IV, t. 1, LibrosLVII, LVIII y LIX; Buenos Aires,1926, Serie IV, t. II,Libros LIX, LX,LXI y LXII; Buenos Aires, 1927,Serie IV, t. IV, Libros LXV, LXVI yLXVII; Buenos Aires, 1928, SerieIV, t. V. Libros LXVII, LXVIII yLXIX; Buenos Aires, 1929 SerieIV, t. VI, Libros LXIX a LXXIV;Buenos Aires, 1930, Serie IV, t.VII, Libros LXXIV a LXXIX; Bue-nos Aires, 1931, Serie IV, t. VIII;Libros LXXIX a LXXXIII, y BuenosAires, 1934, Serie IV, LibrosLXXXIII a LXXXVIII.

MANUEL RICARDO TRELLES,Partido de Barracas al Sud, en elRegistro Estadístico del Estado deBuenos Aires correspondiente alsemestre 2° de 1855, segundaépoca, núms. 7 y 8 Buenos Aires,1856, p. 45.

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XXVI LA BOCADEL RIACHUELO

En el transcurso de esta monogra-fía hemos podido comprobar quela única parte de la actual zona dela Boca del Riachuelo que comen-zó a poblarse con algunas barracasfue la que se extendía al Sudoestede la Capital. Otras de las barracas allí situadasse encontraban más al Oeste, en loque hoy sigue conociéndose con elnombre de Barracas. Hay un mapa de Eustaquio Gian-nini del 1805, cuya parte Sudnunca ha sido publicada, querevela con preciosa exactitud lapoblación y los caminos del valledel Matanza en el año citado. Los caminos que iban a Barracaseran dos, conforme hemos expli-cado en capítulos anteriores. Uno venía por el bajo, hoy paseoColón, desde el fuerte hasta elactual parque Lezama. Aquí sealejaba de la costa y seguía al piede la barranca, hacia el Oeste,hasta el oratorio de Santa Lucía,donde se encontraba con el cami-no que iba a Barracas, llamado de

la ensenada de Barragán y Pam-pas (hoy avenida Montes de Oca).Este camino cruzaba el Riachueloen el puente de Gálvez y de allíseguía hacia el Sud.

Un poco al Este del puente de Gál-vez; pero sIempre a una discretadistancia de la vuelta de Rocha -nombre que comienza a figurar afines del siglo XIX - se hallaban lasBarracas.

El bajo del Riachuelo, la zonasituada en torno al meandro de lavuelta de Rocha, estaba totalmen-te deshabitada. Eran unos terrenosanegadizos, expuestos a las conti-nuas inundaciones, en los cualesera difícil el poder mantenerse ymenos levantar casas y poblacio-nes estables. Los navíos remontaban su cursohasta alcanzar la tierra "enjuta",cerca del puente de Gálvez, dondecomenzaban las Barracas. Sin embargo, a principios de 1807se instalaron dos pulperías en laboca del Riachuelo y algunas otrasen las orillas del Riachuelo hasta elpuente de Gálvez. El 29 de mayo de 1807 el Cabildorecibió un oficio de la AudienciaGobernadora del 25 de ese mes

"en que avisa que en conformidada lo propuesto por este IlustreCabildo en informe producido aloficio del Comandante de marina,en que solicitó se quitasen las pul-perías situadas en la boca y rive-ra del Riachuelo de Barracas porser sumamente perjudiciales,había resuelto el Tribunal se qui-tasen las dos que están en laboca, dejando las demás que hayen aquellos parajes hasta el puen-te de Gálvez". A pesar de esta prohibición laspulperías volvieron a establecersemás adelante y también se instala-ron algunas barracas y cabañas depobladores. En 1836 un pintor célebre, C. E.Pellegrini, pintó "El puerto de lostachos", nombre que entonces sedaba a la vuelta de Rocha. Se veun barco anclado, las riberas bajasy estrechas y a la izquierda la pri-mitiva barraca Peña.Otro cuadro de Pellegrini reprodu-ce el mismo lugar desde otro puntode vista. En él vemos siete casas obarracas, un barco y una lancha.

En la vuelta de Rocha es sabidoque el almirante Brown preparó laescuadrilla con la cual obtuvo tan-tos éxitos.

El crecimiento de la boca del Ria-chuelo comenzó a verificarse entiempos de Rosas y siguió firme yconstante hasta la actualidad enque se le puede considerar como auno de los barrios más poblados yricos de la capital. En 1868, cuando la nación Argen-tina se halIaba organizada, unaobra de Lobo y Riuvadets descri-bía el Riachuelo, en lo que hoy esel barrio de la Boca, en los siguien-tes términos: "Las márgenes es-tán pobladas de almacenes. talle-res y saladeros, en donde se pre-paran para su embarque todos losproductos de exportación delpaís, lanas, cueros, sebo, etc.Tampoco faltan tabernas y cuan-tos establecimientos tienen rela-ción con la gente de mar. Estorepresenta un barrio marítimo deimportancia... Se tiene el proyectohace bastantes años, de convertirel Riachuelo en un verdaderopuerto, canalizándolo para admi-tir toda clase de buques, y terra-plenando sus pantanosas orillas,a fin de convertirlas en hermososy cómodos muelles, que permitanhacer con desahogo todas lasoperaciones mercantiles; las vici-situdes por que ha pasado y aunpasa este hermoso país, no

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habrán permitido a su gobiernorealizar este gran proyecto".

En 1881, después de largos deba-tes y proyectos, Eduardo Maderocomenzó la construcción del granpuerto de Buenos Aires. Los traba-jos fueron dirigidos por los inge-nieros Tomás A. Walker, Dobson,Hayter y Hawkshaurt. El meandro de la vuelta de Rochafue cortado para dar lugar alcómodo fondeadero de hoy en día.Donde antes había corrido el cauceNorte del Riachuelo se excavaronlos diques, y la boca del Trajinistafue rectificada para darle su posi-ción actual.

FUENTES:

ARCHIVO GENERAL DE LANACIÓN, Acuerdos del extinguidoCabildo de Buenos Aires, BuenosAires 1926. Serie IV, t. II, LibrosLIX, LX, LXI y LXII.EUSTAQUIO GIANNINI, Plano deBuenos Aires. HálIase inédito en laDirección de la biblioteca de laMunicipalidad de la Capital.LOBO y RIUVADETS, Manual de lanavegación del Río de la Plata y desus principales afluentes. Segundaedición, Madrid, 1868.

XXVII BARRACAS DURANTELAS INVASIONES INGLESAS

El puente de Gálvez era el únicopunto por donde las tropas invaso-ras podían llegar a la ciudad desded Sud del Riachuelo. En los Acuerdos del Cabildo seconservan algunos datos referen-tes a la segunda invasión inglesade Whitelocke que se relacionancon Barracas. El 9 de enero de 1807 el Cabildo seenteró de un oficio del comandan-te del tercio de andaluces, don JoséMerelo, en que daba cuenta quedon José Yevens, "natural de unode los cuatro reinos de Andalucíatomaba a su cargo todos los gas-tos que originasen la comida ybebida” durante el tiempo que eltercio de andaluces hiciese campa-mento en Barracas.

Los pobladores de Buenos Airestenían especial cuidado en defen-der el puente de Gálvez; pero losesfuerzos, como veremos, resulta-ron inútiles. El 30 de junio de 1807, por latarde, salió a reforzar el puente de

Gálvez don Javier de Elío al frentede la tercera brigada compuestapor los tercios voluntarios de Galí-cia, Andalucía, Pardos y Negros ydos compañías de Miñones. Las tropas se reunieron en la plazamayor y se pusieron en marchacon vivas a la religión, al rey y ala patria".El 1° de julio se dirigieron alcampo de Barracas todos los cuer-pos voluntarios a causa de la pro-ximidad del enemigo.

Las tropas acampadas en Barracassufrían escasez de víveres y elCabildo se preocupó de que todoslos panaderos de la ciudad amasa-sen pan fresco para que no les fal-tasen alimentos. El mismo día regresó de Barracas,para no dejar la ciudad con falta desoldados, el batallón tercero depatricios al mando de don Domin-go Urién. TambIén se supo que en el bajo dela quinta de don Ventura Marcó sehabía atollado la artillería y queparte del ejército enemigo habíaconseguido pasar "el Riachuelo deBarracas por el paso que llamande Burgos", al Oeste del puente deGálvez, sin que las tropas acampa-das en este lugar hubiesen podido

impedirlo, y que estaba avanzan-do sobre la ciudad. Hacia el anochecer se supo enBuenos Aires que las tropas deBarracas se habían encontradocon los ingleses en los corrales deMiserere y que habían perdidounos cañones y habido algunosmuertos. No obstante estos reve-ses, ya sabemos cuál fue el triunfode las armas patriotas.

Pasado el peligro y dominado elejército invasor, el 7 de septiembrede 1807 se vió -en el Cabildo- unapresentación de la.parda María delos Remedios, esclava de doña Ro-sa del Valle en que acreditando concertificación del comandante delcuerpo de Andaluces los serviciosque hizo a los individuos de estecuerpo en la campaña de Barracas,asistiéndolos y guardando lasmochillas para aligerar su marchaa los corrales de Miserere, piden sele remuneren sus servicios y losSeñores acordaron darle las gra-cias y mandaron se libren a sufavor y contra el mayordomo depropios doce pesos fuertes poruna sola vez".

Barracas vió pasar las tropas inva-soras y también presenció la abne-

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gación de la esclava María de losRemedios.

FUENTES:

ARCHIVO GENERAL DE LANACIÓN. Acuerdos del extinguidoCabildo de Buenos Aires, BuenosAires 1926, Serie IV. t. 11. LibrosLIX, LX, LXI y LXII.

XXVIII EL PRIMER MAESTRO DE ESCUELA

Las barracas próximas al puentede Gálvez, -hoy puente Pueyrre-dón- y las pulperías que había enla boca y en las riberas del Ria-chuelo albergaban familias conniños que necesitaban una educa-ción. El primer maestro que espon-táneamente se ofreció a abrir unaescuela en Barracas, se llamó donLaureano Ayala.El 4 de agosto de 1815 presentóun escrito al Cabildo “en quemanifestando la necesidad quehay del establecimiento de unaescuela de primeras letras en elvecindario de Barracas, solicitase disponga de cuenta de los fon-dos públicos y se le confiera enconsideración a su aptitud y ser-vicio de muchos años en dichoejercicio, y que cuando no hayalugar a este establecimiento se lemande tener presente para la pri-mera ocasión.Los regidores pasaron esta solici-tud al diputado de escuelas, el cual

se expidió en un informe que seleyó en el Cabildo el 15 de sep-tiembre de 1815. En este informeel síndico manifestó "que aunqueestá cerciorado de la necesidad deaquel establecimiento, debe refe-rirse a él por ahora, así porqueestos cargos deben darse por opo-sición y previo examen, como porestar mandado por la superiori-dad se suspenda todo gasto queno sea dirigido a la defensa delpaís, motivo porque tambiénestán en suspenso las escuelasacordadas para Morón y la Ense-nada".Los cabildantes "acordaron setenga presente al suplicante paraprimera oportunidad".

Don Laureano Ayala no se desani-mó cuando supo esta respuesta. El 3 de noviembre de 1815 se diri-gió al Cabildo para hacerle saberque había establecido una escuelade primeras letras en clase de par-ticular en el mismo destino, peroque no produciéndole lo necesariopor la pobreza de los padres, cuyoshijos enseña, no puede de consi-guiente proveer la escuela de losútiles precisos, como son bancos,pautas y demás del servicio indis-pensable de ella, ni la juventud por

esta falta reportar los progresos dela enseñanza, por cuyo motivopide se le auxilie con cien pesos aeste interesante objeto".

El pedido. como de costumbre,pasó a informe de los diputados deescuelas. Estos contestaron el 14de noviembre de 1815 "ser justose adhiriera a dicha solicitud conexpresa prevención de que nopueda proceder a su inversión sinprecisa intervención de dichosseñores diputados para que con-sultando así la posible economíaqueden remediadas aquellas fal-tas, auxiliándole además continta, papel, cartillas y demás conque el ayuntamiento proteje lainstrucción de los jóvenes pobres".

Así acordaron que se hiciese loscabildantes y en seguida pasaronel expediente a la contaduría.

FUENTFS:

ARCHIVO GENERAL DE LANACION, Acuerdos del extinguidoCabildo de Buenos Aires, BuenosAires 1929, Serie IV, t. VI, LibrosLXIX a LXXIV.

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XXIX EL PUENTEDE GÁLVEZ

El puente de Gálvez, por haberloconstruído don Juan Gutiérrez Gál-vez, fue inaugurado el 10 dediciembre de 1799, conformehemos referido en páginas ante-riores. Hoy tiene el nombre depuente Pueyrredón. Ya nos hemos ocupado de estepuente durante las invasionesinglesas. Tócanos, ahora, relatarotros datos de su historia. El 5 de abril de 1803 el procuradorgeneral expuso en el Cabildo queel sábado 23, a las doce del día, lollamó el virrey y le dijo que elpuente de Barracas, a cargo de donJuan Gutiérrez Gálvez, "estaba enun estado tan ruinoso que lostransltantes por él estabanexpuestos a perecer y que exigíapronto remedio" y que lo hiciesesaber al Cabildo porque era más deun año que lo repetía y nunca se lehacía caso.El procurador general pidió que seordenase al maestro constructor

don Francisco de Oliden (Padre deManuel, futuro cuarto Goberna-dor Intendente de Buenos Aires.En 1802 este mismo guipuzcuanoaparece como diseñador y cons-tructor de la embarcación másimportante del entonces Virreina-to del Río de la Plata. (470 Tons).Su primer viaje a través del Cabode Hornos fue entre El Callao yCádiz.Ver pág 79. FJA) que reco-nociese el puente para mandar adon Juan Gutiérrez Gálvez que locomponga a satisfacción, con aper-cibimiento de que si no lo hiciesese haría a costa de sus bienes.

El 2 de marzo de 1803 el alcaldede primer voto dió cuenta que losmaestros don Jacinto Alvariño ydon Francisco Oliden habían vistoel puente de Barracas y que donJuan Gutiérrez Gálvez "actual-mente se halla trabajando encompostura de dicho puente”. Estas composturas no fueron, porcierto, definitivas.El 23 de abril de 1805 el virreyenvió al Cabildo el informe delingeniero hidráulico "sobre el esta-do ruinoso del puente de Barra-cas, con la prevención de que conarreglo a él exponga este Cabildolo que tuviere por conveniente".

El puente fue compuesto otra vezy el 23 de diciembre de 1806 elCabildo se enteró de "estar perfec-tamente concluído el puente deGálvez y a satisfacción según losreconocimientos que se hanhecho".Al maestro Pedro Ignacio Sartarainse le entregaron mil quinientospesos, "resto de los tres mil en quecontrató la obra", y además dos-cientos pesos de gratificación "porhaberse desempeñado tan asatisfacción, y noventa y cuatropor los estribos de material que sehan puesto a dicho puente parasu mayor seguridad" .

La gente que pasaba por el puentede Gálvez debía abonar un peque-ño derecho de pontazgo. Por estederecho deducimos que el tráficodebía ser muy intenso.El 8 de febrero de 1811 don Fran-cisco Antonio Herrero entregó alCabildo dos mil doscientos cuaren-ta y seis pesos con tres realescorrientes, "como líquido que pro-dujo en todo el año próximo pasa-do el puente de Barracas". El 4 de enero de 1812 Herrerapuso a disposición del Cabildo dosmil veinticinco pesos, producto delpontazgo del año anterior.

El 30 de junio de 1812 don JuanVázquez remató la administracióndel puente de Barracas en tres mildoscientos setenta pesos.Vázquez no cumplió sus compro-misos y el 20 de marz.o de 1813varios vecinos del puente de Barracas pidieron al Cabildo que se diesela administración del puente a donNicolás Paduan, el cual se compro-metía, en las mismas condicionesde Vázquez, a no cobrar derechosa los quinteros inmediatos y exigirsolamente a los pasajeros un realpor carreta.

El 5 de abril se dió posesión delpuente a Paduan. Vázquez entregó el 27 de abril milnovecientos veintiseis pesos,importe de los doscientos quincedías que había tenido a su cargo laadministración del puente. El 23 de agosto Paduan volvió arematar el puente en dos mil tres-cientos pesos. El 14 de septiembre Paduan entre-gó al Cabildo mil trescientos trein-ta y cuatro pesos con siete reales,"como correspondientes al rematedel puente de Barracas en losciento cuarenta y nueve días con-tados desde cinco de abril hastatreinta y uno de agosto".

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Paduan remató el puente de Barra-cas el 26 de agosto de 1815 entres mil doscientos pesos, dandopor fiador a don José Antonio Cap-devila.

Los indios pampas enviaron uncacique y un grupo de represen-tantes al Cabildo el 31 de mayo de1816 a quejarse "de que el asen-tista del puente de Barracas hacecuatro meses los obliga a pagarderecho de pontazgo contra lapráctica que siempre ha habidoen contrario". Los cabildantes consideraron quelos indios eran "verdaderospobres" y no se les debía cobrarningún pontazgo.

El 2 de octubre de 1816 doñaLuisa Medina, mujer de Gálvez,hizo saber al Cabildo que durantela ausencia de su esposo "las últi-mas considerables avenidas ycrecientes de agua" habían causa-do verdaderos desastres en elpuente, por lo cual pedía que sehiciesen las reparaciones necesa-rias. El cabildo encargó al maestromayor don Juan DomIngo Ba-negas la tarea de hacer un presu-puesto de los arreglos.

Este comunicó al Cabildo el 5 deoctubre que los gastos para repararel puente de Barracas ascendían acuatrocientos cincuenta pesos, yque si se deseaba aumentar ellargo del puente en cuatro varas yel ancho en tres, era preciso gastardoscientos setenta pesos más. La inundación que tanto dañó elpuente de Gálvez puso en peligro alas familias que habitaban esoslugares y a muchas las dejó en lamiseria.El mismo día 5 de octubre se apro-bó el gasto de ochenta y cincopesos que había costado el envíode tropas para guarnecer "el puen-te de barracas con motivo de lainundación sobrevenida". A beneficio de las familias arruina-das se hizo una corrida de toroscuyo importe, según el acuerdo del10 de octubre, se resolvió guardaren tesorería hasta reunir otrassumas. El 16 de octubre don FranciscoLatauri se comprometió a hacertodas las refacciones del puente deBarracas en setecientos pesos. El 5 de noviembre de 1816 loscabildantes, por orden del secreta-rio de hacienda, pusieron a dispo-sición de don Manuel Aguirre eldinero existente en tesorería reco-

lectado para socorrer las familiasde Barracas. El 15 de noviembre Latauri mani-festó haber concluído los arreglosdel puente. Hecho el reconocimiento por elmaestro Banegas se comprobó el22 de noviembre que la mezcla del“muro interior y los exteriores delas mangas del puente" era pococonsistente y debía revocarse denuevo con una mezcla de mejorarena. En la misma fecha los cabildantesleyeron un escrito de Paduan enque declaraba que a causa de losperjuicios recibidos con la inunda-ción no podía pagar los tres mildoscientos sesenta pesos anualesa que se había comprometido en elúltimo remate y pedía que se lerelevase del pago de novecientossesenta pesos o se le continuase elarrendamiento por un año más arazón de dos mil trescientos pesos. El procurador aconsejó el 3 dediciembre que se le prorrogase elarrendamiento por cuatrocientospesos y así lo acordó el Cabildo.

El 13 de febrero de 1819 Paduanofreció por la administración delpuente de Gálvez dos mil doscien-tos cincuenta pesos anuales "a

entregarse en porciones igualespor terceras partes de año". El 16 de abril de 1819 Paduancomenzó a atrasarse en el pago delas cuotas. El 21 de mayo se quejó de que donJosé Antonio Rivera le ocasionabaperjuicios "con una canoa quetiene en el Paso Chico con el obje-to de defraudarle el derecho depontazgo pidiendo se le prohiba eluso de ella".El 15 de abril de 1820 el Cabildocomunicó a Paduan que dentro deltercer día "pague bajo de apercibi-miento la cantidad de tresciento-sesenta y nueve pesos cuatro realesque adeuda a los fondos públicoshasta el día 13 de febrero último".

El 28 de abril de 1820 el Cabildoaprobó el remate del puente deGálvez hecho por don Pedro Sán-chez Cavello en tres mil doscientospesos anuales "con la calidad deentregar mensualmente en teso-rería la parte que a prorratacorresponde". El 29 de agosto fue preciso rebajara Sánchez Cabello doscientossesenta y seis pesos con cinco rea-les de lo que le correspondía pagaren el mes de julio porque "apenasse han cobrado veinte pesos de

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pontazgo porque cuantas perso-nas han transitado a caballo porel puente se oponían al pagodiciendo que iban en comisión ycomo llevaban armas no era posi-ble obligarlos". Más adelante el puente de Barra-cas sufrió nuevos desperfectos y el29 de diciembre de 1820 el secre-tario del Cabildo declaró a los regi-dores "haberle manifestado donAngel Saivetti estar ya concluidoel puente de Barracas y que podíamandarse reconocer".

El puente de Gálvez fue recons-truido varias veces. En 1849, durante el gobierno deRosas, volvIó a levantarlo el coro-nel Chilavert.

Era un puente de madera con pocasolidez, por lo cual una creciente loarrastró. En seguida se levantó otro, tam-bién de madera, del cual se con-servan fotografías datadas en elaño 1876. Tenía una barandillainsignificante.

Este puente fue substituído poruno levadizo, de hierro, que es elque se conserva hoy en día.

FUENTES:

ARCHIVO GENERAL DE LANACIÓN, Acuerdos del extinguidoCabildo de Buenos Aires, BuenosAires 1925, Serie IV, t. I, LibrosLVII, LVIII y LIX; Buenos Aires,1926, Serie IV/.. t. 1I, Libros LIX,LX, LXI y LXII; Buenos Aires,1927, serie IV, t. IV, Libros LXV,LXVI y LXVII; Buenos Aires,1928. Serie IV, t. V, Libros LXVII,LXVllI y LXIX; Buenos Aires,1929, Serie IV, t. IV, libros LXIX aLXXIV; Buenos Aires, 1930, SerieIV, t. VII, Libros LXXIV a LXXIX;Buenos Aires, 1931, Serie IV, t.VllI, Libros LXXIX a LXXXIII, yBuenos Aires, 1934, Serie IV, t. IX,Libros LXXXIII a LXXXVIII.

XXX LOS PRIMEROSPOBLADORES

Los primeros pobladores que seestablecieron a orillas del Riachue-lo fueron los dueños o encargadosde las suertes de tierra que allícomenzaban. En el plano de Manuel Ozores, de1792, confinaban con el Riachue-lo los terrenos de Antonio Bermú-dez, de Montaner, de los padres deSanto Domingo y de los padresbethlemitas.Las mismas propiedades figurabanen el mapa de Cristóbal de Barrien-tos de 1774. Sólo un mapa de 7 de enero de1805 contiene indicaciones preci-sas para conocer los nombres delos pobladores de ambas orillas delRiachuelo. Los bañados de la margen derechaconsta que fueron concedidos en1636 a don Antonio de el Pino"hasta la suerte de Agustín Pérezvendida a Montesdeoca". Vemos, con esta inscripción, que elnombre de la avenida actual Mon-

tes de Oca tiene su origen, sinduda, con anterioridad al 1805.

En los mismos bañados, sobre laorilla derecha, figuran las casas deGamboa, de doña Martina y deGálvez, y la ensenada de doñaInés Avalos. En la margen izquierda se encuen-tran los terrenos de FranciscoGonzález. Pacheco, de Rosas y deDiego de Vega. Enfrente de los terrenos de Rosas,sobre la orilla derecha, se levantala casa de Piñeiro o Januario Fer-nández.

Por un acuerdo del Cabildo, del 29de mayo de 1807, ya sabemos queen la boca del Riachuelo, y enambas orillas, había numerosaspulperías que, según ciertas opi-niones, resultaban "sumamenteperjudiciales"'.

Pero el mapa que nos revela elmayor número de pobladores, odueños de estancias y quintassituadas a orillas del Riachuelo, esuno sin fecha, en poco tiempo pos-terior al 1810, que se encuentra enla Compilación de referenciasdocumentales, editada por laDirección de Geodesia, Catastro y

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Mapa de la Provincia de BuenosAires. En este mapa el Riachuelo lleva elnombre de Riachuelo de Barracasy el Río de la Plata también el de“gran Paraná ".Los terrenos de la orilla izquierda,desde el Río de la Plata hasta lachacra de San Francisco, estánseñalados como "terrenos deBarracas"'. Esto demuestra que el nombre deBarracas se extendía igualmentedesde la costa del Río de la Platahasta "el terreno de los Abellane-das", enorme extensión sobreambas orillas del Riachuelo quecon la denominación de "Avellane-da" hoy da nombre a esta ciudad.

El puente de Gálvez lleva el nom-bre de Puente de Barracas y por élcontinúa el camino que desdeBuenos Aires "pasa por lo deRocha para San Vicente, Guardiade Ranchos y Monte".Esta inscripción nos descubre elnombre del propietario que quedóa la actual Vuelta de Rocha. El "arroyo de Maciel" cruza losterrenos del "Doctor Zernadas yGamboa" y de "Don Floro Zamu-dio". Avanzando hacia el Oeste, siem-

pre sobre la orilla derecha, dondese encuentra el puente de Barra-cas, se halla el "terreno del finadoZoloaga ". Luego vienen los terrenos de donFelipe Piñeiro, de don Julián Pane-la y de don Juan Ramón Balcarce,un terreno propiedad del estado yotros del coronel mayor don JuanJosé Viamont y don Felipe Robles.

Sobre la margen izquierda, a con-tinuación, hacia el Oeste, de losterrenos de Barracas que comien-zan sobre el Río de la Plata, seencuentran en este mapa las cha-cras de San Francisco, "Bexios", "elfinado don Agustín Pezoa ", deLorea, de San José de Flores, deQuirno, la "chacra que fue deCampana", la de "las huérfanas",la de Letamendi, los "tapiales delfinado Altolaguirre, hoy Ramos",y luego el terreno de "los Abella-nedas".

No podemos negar que en los pri-meros años de la Independencialos pobladores de las orillas delRiachuelo, desde su confluenciacon el Río de la Plata hasta losterrenos de los Abellanedas, erannumerosos y habían poblado sustierras como lo demuestran las

casas que se ven dibujadas en elmapa que comentamos. Este mapa, además, nos permitehacer comprobaciones interesan-tes. Por ejemplo, advertimos que laactual avenida Montes de Oca traesu nombre de un vecino estableci-do a orillas del Riachuelo antes del1805. Lo mismo decimos de los nombresde la ciudad de Avellaneda y de laVuelta de Rocha. Nuestra toponimia, en muchoscasos, es más antigua de lo que sesupone. Es muy posible que la actual callede la Boca llamada Pedro de Men-doza no se refiera al primer funda-dor de Buenos Aires, don Pedro deMendoza, sino a algún vecino osimplemente, a la provincia deMendoza. Así nos lo hace suponerel plano de Bateman, de 1871 en elcual aparece la calle "de Mendoza".

Aproximadamente en 1835 exis-tía sobre la ribera izquierda delRiachuelo un almacén de ramosgenerales, una casa de maderacolocada sobre altos postes, quesurtía a los marinos y pescadoresde esa 40na. En la época de Rosas, las personasque se veían obligadas a emigrar a

la banda oriental del Uruguay porlo general tomaban la calle Largade Barracas -donde también tuvosu casa la Amalia de la novela deJosé Mármol- por ser el principalcamino que conducía al embarca-dero.Además. las pulperías que habíaen el trayecto permitían hallar unrefugio en caso necesario. En esas inmediaciones grandesfamilias poseían sus casas deveraneo.Eran las de Díaz Vélez, Guerrero,Masculino, Revol, Alzaga, Escri-bano, Torres, Atkinson y otras.

La calle Larga de esta época hálla-se representada en un hermosocuadro de Montvoisin que seencuentra en el Museo lsaac Fer-nández Blanco.

A menudo, los hombres de donJuan Manuel de Rosas sorprendíana los fugitivos en la vuelta deRocha. Una antigua leyenda de la Bocacuenta que en la vuelta de Rocha,entre los árboles, algunas nochesaparecía la sombra blanca de ununitario ahorcado. Gracias a la documentación exis-tencia en el archivo particular de

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un estudioso de la Boca, puedeexplicarse el origen de esta leyenda.En la vuelta de Rocha, entoncesllamada barrio de los Tachos, teníasu casa una tal misia Robustiana,supuesta amante del mazorqueroAndrés Parra, a quien Rosas dabael título de coronel. Ahora bien: en una carta queParra dirige a su amigo Cuitiño ledice que cuando Rosas lo necesita-se y no lo encontrase en las pulpe-rías de la calle Larga y del barrio deMonserrat, lo buscase en el barriode los tachos, en la casa de misiaRobustiana. Para indicar que queél se hallaba, allí colgaría de unárbol un trapo blanco. Sin duda fue este lienzo misteriosoque las gentes veían desde lejos, loque dió origen a la leyenda delalma del ahorcado.

A propósito de Parra debemosagregar que últimamente ha sidohallada en la Boca, en la casilla demadera de un viejo genovés, unainvitación al funeral de la señoraEncarnación Ezcurra de Rosasdirigida al coronel Parra. Este hecho hace suponer que talvez vivió en la Boca algún hijo deParra y misia Robustiana.La historia de los primeros pobla-

dores de la Boca se pierde entrebrumas. Eran familias que vivíanen pequeñas casas de madera, dedos o tres piezas, "sostenidas enalto por recios pilotes fuertementeasegurados en el suelo".

A menudo estas casas eran trans-portadas sobre carros de un lugara otro. El Riachuelo no teníá losterraplenes que los trabajosmodernos del puerto han levanta-do e impiden las continuas inun-daciones.Estas inundaciones eran muy fre-cuentes, como lo refiere un libro deviajes de mediados del siglo XIX:“Todas las moradas tenían atadaa uno de los pilotes por un fuertecabo a cadena, la indispensablecanoa; embarcación muy ligera yde fondo plano, pues entonces laBoca se inundaba a cada momen-to y los habitantes, unas vecespara transitar por las calles con-vertidas en canales, o bien paraponerse a salvo cuando la inun-dación era terrible, echabanmano a sus barquichuelos”.

Cuando las aguas no subíanmucho era cosa corriente ver auna mujer o a un chiquillo ir encanoa al almacén o a la carnicería.

Cuando las aguas crecían llegabanhasta la actual avenida Montes deOca y al pie de la barranca deSanta Lucía. Alcides D'Orbignyrefiere que cierta vez las aguas delrío hicieron entrar la proa de unbergantín en un almacén del paseode la Alameda y que en otra opor-tunidad las aguas inundaron nadamenos que la plaza de la Victoria. Como se comprenderá, en estasocasiones todo el valle del Matan-za se hallaba por completo inun-dado. En síntesis podemos dar fin a esteensayo declarando que de todoslos barrios de Buenos Aires el de laBoca es el que mayor interés ofre-ce desde el punto de vista geográ-fico por las variaciones que hatenido el curso del Riachuelo y lasinundaciones de sus orillas; y quemás asombra en la historia deldesarrollo económico y comercialde nuestra ciudad por las enormesproporciones que ha alcanzado yel futuro magnífico que le espera.

FUENTES:

ROMULO ZABALA y ENRIQUEDE GANDIA, Historia de la ciudadde Buenos Aires, Buenos Aires,1937, tomo II.

NUMA TAPIA y JULIO R. TARAN-TET, Compilación de referenciasdocumentales. Demuestran quelas reservas para ribera en la costaal noroeste de Buenos Aires sonbienes públicos del Estado, LaPlata, 1933.

INTENDENCIA MUNICIPALCOMISION DE ESTETICA EDILICIAProyecto orgánico para la urbani-zación del Municipio. El planoregulador y de reforma de la capi-tal federal, Buenos Aires, 1925.

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Son frecuentes en el texto de Gan-día las referencias a las mareasque los navíos debían considerarpara entrar en el Riachuelo; perono así a los vientos.

Después de 50 años de navegaren estas mismas riberas delPlata, siento deseos de hablar deellos, de sus borneos, de sus fre-cuencias, intensidades y riesgos.

También haré referencia a losnavíos de la época y a sus apare-jos. Comentarios a unos y otrosresultan útiles para entender conmayor criterio estos temas de losingresos y egresos del Riachuelo.

Así como a los cruces del estuariohacia el otro Riachuelo de losnavíos o arroyo San Juan en lacosta oriental, que tantos res-guardos como el nuestro, a losnavegantes brindara.

Navegación costera en el Plata

La interfaz agua-tierra genera eninmediatez a sus deslindes, unafuerte relación de atracciones fran-cas y cambiantes debidas a loscontrastes en los incrementos tér-micos en cada una de estas áreas;en particular, en determinadashoras de los cálidos días.

De tal manera es dable observaren los límites de esa interfaz lageneración de vientos que circulanperpendiculares a la línea de ribe-ra, facilitando la navegación fran-ca en ángulos abiertos al rumboque la “nao” lleva.

Así se da, en las primeras horas dela tarde de los días cálidos, unavirazón del Nor-Noreste al Este-Sudeste muy pronunciada;

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Índice de la obra de Gandía

Introducción....pág 5Liminar ....pág 9

I Geología....pág12II La boca Norte del Riachuelo frente al Alto de San Pedro...pág15III Los pozos y el canal submarino...pág 20IV El Riachuelo...pág 24V Las orillas del Riachuelo...pág 27VI La Vuelta de Rocha...pág 31VII El relleno del canal submarino y del curso Norte del Riachuelo...pág 37VIII La nueva boca del Traginista...pág 40IX La punta Demarchi...pág 45X La isla del pozo...pág 47XI El Riachuelo en tiempos de don Pedro de Mendoza...pág 55XII El Riachuelo en tiempos de Juan de Garay...pág 59XIII La nao perdida...pág 62XIV La mensura del año 1608...pág 70XV Orígenes de la guardia del Riachuelo...pág 73XVI El camino del Riachuelo en el siglo XVII...pág 76XVII La guardia del Riachuelo en el siglo XVIII...pág 80XVIII El puerto del Riachuelo...pág 88XIX El Riachuelo como límite de la ciudad...pág 103XX El pago de la Matanza...pág 107XXI El puente sobre el Riachuelo...pág 110XXII Las barracas...pág 117XXIII La Aduana del Riachuelo...pág 128XXIV El temporal de 1805...pág 133XXV El partido de Barracas...pág 136XXVI La boca del Riachuelo...pág 142XXVII Barracas durante las invasiones inglesas...pág 147XXVIII El primer maestro de escuela...pág 151XXIX El puente de Gálvez...pág 154XXX Los primeros pobladores...pág 164

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que manifestándose con regulari-dad facilitaba a estas “naos” apro-vechar de ella para encarar deter-minados rumbos.

Por ello, la entrada en el canal cos-tanero, llevando dirección NNO-SSE, en las primeras horas del díaresultaba sencilla; al darse la vira-zón después del mediodía, apro-piaba las salidas.Hablamos de “naos” y no de naví-os, porque esa denominacióncorresponde a los veleros antiguosde los siglos que atienden nuestrasconsideraciones, y cuyos aparejoseran muy ineficientes para remon-tar el viento. No así las carabelas;con aparejos latinos en al menosdos de sus mástiles y bastante máspequeñas.La gran flota de Mendoza contabacon mayoría de naos; no sóloincapaces de remontar con facili-

dad el Paraná, sino muy fáciles deembicar, varar y naufragar entanto de navegaciones muy cerca-nas a la costa se tratara.

De hecho, según nos relata Gan-día, Mendoza perdió 12 de sus 14naves en el Puerto de BuenosAires. Un balance tan espantosoya resulta difícil de creer.Sin embargo, habla a las claras delas dificultades que apunto.

En el Capítulo IX, página 45, Gan-día refiere de una isla paralela alcanal costanero de los que algunoscomentaristas dan noticia.Recuerdo de joven haber visto aun grupo de amigos instalados conmesa, sillas y sombrilla tomandoel té en una isla que se descubríafrente al Puerto de Olivos los días

de fuerte bajante. Ese lugar se leconoce como “Bikini”; y todos losque navegan por la costa de Olivoslo conocen muy bien por la canti-dad de varaduras que regala.

En tiempos de Mendoza era dablellegar hasta Campana por el granrío. El Puerto de las Conchas eraaccesible a los grandes navíos sinmayor dificultad.

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En los últimos 50 años he vistopersonalmente avanzar en talgrado la formación de tierras en elestuario, que cabe ya estudiar laperspectiva urbanística que ameri-tan estas novedades tan reconoci-das.No obstante ello, la comunicaciónentre San Isidro y Olivos sigueasistida por su canal costanerocomo lo fuera la antigua ciudad deBuenos Aires en sus ingresos alRiachuelo.

La tierra avanza; pero el canal cos-tanero subsiste. Y la navegaciónen él sigue siendo placentera yposible, merced a eficientes apare-jos y velámenes. Aun así, si no fuera por problemasen embarcaciones de más de 5 piesde calado, me animaría con gustonavegar en una carabela por lacosta de Buenos Aires a Olivos yhasta San Isidro. Una locura, encambio, intentar hacerlo con una“nao”.

Recuerdo la sorpresa que encontréleyendo un epígrafe del libro defotografías de Cristiano Junior quehabía sido presentado en la expo-sición internacional de París,dando cuenta de la tormenta queGandía relata en el Capítulo XXIV,página 133 y al mismo tiempo tra-yendo el recuerdo de “la nao per-dida” que Gandía rescata en elCapítulo XIII, página 62. Este epígrafe señala que los restosde esa nave habrían servido depresidio hasta ese 5 de Junio de1805 en que quedó finalmentedestruída, para no más servir decobijo como lo hiciera desde 1536.

La distancia de 100 varas al arran-que de mensuras que normalmen-te refería de la barranca donde elinicio de las “suertes” se establecí-an, nos hace pensar que la vara-dura de esa nao (al parecer nuncaperdida más allá de su desgraciade no poder navegar) tuvo que serdescomunal.La distancia que media entre lalengua de agua del Riachuelo y lade cualquier relieve apropiadopara considerar este arranque de la“suerte” que correspondiera aAlonso de Vera, es tan extensa,que me mueve a pensar en la

gruesa marea y sudestada infernalque pudiera haber facilitado a esanao su alocada e irrefrenablenavegación sobre la tierra.

En condiciones de Sudeste “infer-nal”, si estuviera arribando a estacosta del Plata, ya sea de día o denoche, no sabría cómo evitar latentación de entrar al Riachuelo,(suponiendo que aun no estuvieraabierta la boca del Trajinista),pasando claramente por arriba dela llamada isla, que sin lugar adudas estaría bien sumergida.

Si el capitán de esa nao, (fueraexperto o no lo fuera), tuviera pordestino este puerto, no dudaría uninstante en apuntar directo alrumbo NE-SO que lleva la entradade la ría. Navegaría la “nao” con viento deltravés, e intentaría no bien entra-do a ella, arriar mi ya escaso vela-men, echando al mismo tiempo unpar de anclas por popa para frenarla arremetida.

Aun así, si la tormenta y la crecidafueran de órdago, nada me salva-ría de llegar hasta las inmediacio-nes del Parque Lezama o de laCasa Cuna.

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Luego, quién saca de tal distanciaal agua una “nao” de bien arribade las cien toneladas.No la usaría para quemar en elhogar. Ni la quemaría si me loordenaran.La nobleza de esa memoriosa“nao” llega hasta nuestros días. Y esa nobleza facilita imaginarcuántos usos regaló en tierra firmela que nunca más vió velamen, nitravesía. Pero, repito, inevitable resulta a miimaginario estimar ese día y esosminutos finales en que la “nao”cruzó velozmente por encima de laisla y la ribera de la ría, para que-dar varada a un lado de la aldea. Cuando paró la tormenta y des-pués de 36 horas bajaron lasaguas, allí estaba mi preciosa“nao” a metros del Museo Históri-co Nacional donde sus restosrecuerdan esos días.

En ambas márgenes del estuariose advierten en las zonas del Ríode la Plata interior la existencia decanales costaneros que el flujo delas aguas insiste en revivir. En ellos, los vientos son para lasnaos que los recorren, francos ycambiantes; facilitando sus rum-bos y accesos.

Tres pozos les permiten aguardarlas horas apropiadas a las manio-bras que les fueran durante algu-nas horas negadas. Aun así, los comentaristas señalanque no resulta a estas naos confia-ble permanecer en estos pozos portiempos prolongados. Más aun,sabiendo qué buen refugio ofreceel Riachuelo una vez alcanzado.

Del otro lado del estuario aparecesu hermano menor: el arroyo SanJuan. Último puerto antes decomenzar la navegación propia-mente fluvial. También este arroyo tenía en esaépoca un canal costanero de entra-da obligado que llevaba direcciónSE-NO. Hoy, su entrada es directa.

La travesia entre ambos arroyos es directa y usualmente de vientosfrancos.

El puerto de la Colonia del Sacra-mento es mucho más peligroso. La navegación en sus inmediacio-nes lo es aun más.

Por ello, no dudo en imaginar elrefugio valioso que ofrecía a losnavegantes este precioso arroyode San Juan. Solís y Gaboto fueron los primerosen disfrutarlo.

También he alcanzado esa suerte.

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Naos, carracas y carabelas

Quisiera dedicar breves comenta-rios e imágenes a esas naos, cara-belas, aparejos y velámenes quehicieron posible en aquellos siglosdarse a venturas y mares lejanos.

Durante los siglos XV y XVI apare-cieron muchos tipos de naves:carracas, carabelas, pinazas, sai-cas y galeones. El uso de la brújula se generalizó yposibilitó viajes cada vez más lar-gos. Se construyeron buques dehasta mil toneladas.

Mucho más pequeños, sin embar-go, fueron los que realizaron lastareas de exploración.La “nao” Santa María, que llevó aColón y a sus cincuenta y doshombres al Nuevo Mundo, medíatreinta metros de eslora. Los bar-cos en que Vasco de Gama dobló elcabo de Buena Esperanza, aunquealgo mayores, se parecían a ella.

Las carracas, que españoles, por-tugueses y venecianos usabanpara transportar mercancías, tení-an a menudo cuarenta metros deeslora. Carabelas eran la Pinta y la Niña .

Embarcaciones más pequeñaspero dispuestas (al menos La Niñaen sus principios) con aparejos yvelas cuchillo, que alternando suscaras permitían la navegación enángulos ceñidos al viento.

No así las anteriores, que con susvelas redondas o cuadras siempredan la misma cara al viento y porende sólo ofrecen aptitud para losvientos francos.

Las carracas y las naos eranembarcaciones de 3 o 4 mástilescon velámenes cuadros en los pri-meros y vela latina en la mesanaAptos para las grandes travesías,su desplazamiento alcanzaba enlas naos las 200 toneladas. En las carracas, con sus altos cas-tillos de proa y popa llegaron aalcanzar las 1200 toneladas, afec-tando esto su maniobrabilidad. La Mary Rose, carraca insignia deEnrique VIII que navegara desde1511 hasta 1545 tenía 32 mts deeslora y 600 ton de desplazamiento.

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Las carabelas eran originalmenteembarcaciones pesqueras con 5 o6 tripulantes que aparecieron enEspaña y Portugal en el siglo XIII.

Pequeñas, ágiles y confiables fue-ron luego adoptadas en toda Europa.

Tuvieron su período de oro entre1430 y 1530 y fueron las favoti-tas de los exploradores ibéricos.De aproximadas 50 toneladas y no

más de 20 metros de eslora y 6 demanga, con doble mástil y velaslatinas. La Pinta tenía cerca de 17mts de eslora, 5 de manga y 2 decalado. Su desplazamiento unas70 toneladas. Y en su primer viajela tripularon 25 hombres.

La Niña se estima en 15 de eslora,5 de manga, dos de calado y 50Ton de desplazamiento. 20 hom-bres componían su tripulación.

Pero en el segundo viaje llevó acien hombres de regreso a España.La velocidad promedio en tiemposde Colón era de 3,5 nudos, con unmáximo de 8 nudos. En su evolución las carabelasreconocen a partir del 1500 hastaun cuarto mástil y el uso adicionalde velas cuadras o redondas. Por estos cambios en su velamenlatino pasaron a llamarse “carabe-las redondas”.

La imagen que antecede pertenecea una carabela oceánica portugue-sa de fines del siglo XV. Acusa unaeslora de 16 metros, 6,6o demanga, 3,30 de calado; 22 tripu-lantes, palo mayor de 24 metrosde altura y 155 m2 de velamen ymesana de 18 metros y 80 m2 develamen

La popularidad de las carabelasllegó hasta fines del siglo XVI,Viendo que sus versiones mayoresde hasta 200 toneladas no alcan-zaban los rendimientos de lasanteriores, la carabela fue asíreemplazada por los galeones conun promedio de 400 y extremos dehasta 1000 toneladas.

Estas referencias a carracas, naosy carabelas sean útiles para imagi-nar la flota que organizó Pedro deMendoza y que acabara con 12 delas 14 hundidas en el Puerto deBuenos Aires.

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El plano que antecede, publicadoen 1875, es obra del piloto Benitode Aizpurúa.

Todos los puertos del entorno:Buenos Aires, San Fernando, LasConchas, Ensenada; arroyo SanJuan y Colonia del Sacramento,están aquí representados.

Los números de la sonda son bra-zas de seis pies ingleses, tomadoscuando el río estaba más bajo quemediano.

Las letras iniciales indican la cali-dad del fondo.a. arena; f, fango; l, lama; p, pie-dra; t, tosca; a.c, arena y conchue-la; l.s; lama suelta.

El derrotero que sigue tambiénpertenece a esta documentación.

Derrotas por el S del BancoChico o Costa del Sur

Cuando se considere como a 9millas de la Punta del Indio comose ha dicho gobernará al ONO delCompás con el fin de que con estaproa pueda reconocer o divisar lostres primeros Ombúes que estánsobre las colinas del Partido deMagdalena y se divisan antes deperder de vista la Pnta del Indio odespués según el estado del tiem-po. Dichos Ombúes son fáciles deconocer porque desde la Punta delIndio hasta las Estancias de laMagdalena la costa es rasa dearbustos y pajonales pues no hayobjeto particular que un Ombúpequeño que está más al SE de losindicados. 2°- Antes de llegar alos tres Ombúes se divisarán seiso siete que son del Pueblo de laMagdalena y en medio de éstos laIglesia con dos torrecitas. La de laparte E mayor que la del O. 3°-Dicha Iglesia sirve de marca deguía para la embocadura delcanal entre la Costa y el Bancochico. 4°- De la punta SE de dichoBanco demora la Iglesia al S.15°Odel Compás o S.28°O corregido.5°-Pasada la Iglesia hay un gran-

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de Ombú con montecito el queparece estar de los más inmedia-tos al Río. 6°- Más adelante sedivisan tres Ombúes juntos. El dela parte del O mayor y el de enmedio menor. 7°- Enseguida seven dos Montecitos de Talas en lamárgen del Río y un Ombú condos Ranchos y esta es la punta delAtalaya la que indica habersepasado el Banco chico. De lapunta del NO de este Banco demo-ra el Ombú del Atalaya al S.27°Odel Compás y S.40°O corregidodistancia como 10,5 a 11 millascomo demuestra el Plano. 8°- Dela Punta del Atalaya sigue laCosta muy rasa con playitas dearena. 9°- Al concluir la tierrarasa principia el Monte de Santia-go de la Ensenada de Barragáncuya estensión es como de 9millas. 10°- Costeando este monteluego se advierte la punta delmismo nombre y paresce que seconduce la tierra hasta que con laconstante navegación se divisaráel Ombú de la Punta de Lara porser lo más elevado de aquellacosta y luego el Monte de lamisma punta que es de Talas,Espinillos y Duraznos. De aquí sedirigirá la derrota como se hadicho en la anterior.

Velámenes

Para aquellos que quisieran pres-tar atención a los velámenes,siguen estas líneas.

La vela más antigua que se cono-ce es la vela cuadra y durantemuchos miles de años no se cono-ció otro tipo.

La característica distintiva de lavela cuadra o redonda es quesiempre presenta la misma cara alviento. Este es un principio fundamental ysencillo, y ninguno de los inventosaerodinámicos de los últimos añosha cambiado la vela redonda oinfluenciado su valor para navegarpor alta mar.

La mayoría de los buques siguie-ron con un solo palo y una velaúnica durante muchos años.Recién en la última parte de laEdad Media empieza a ser fre-cuente que los buques grandesaparejen dos o tres palos con unavela en cada uno de ellos.

A finales del siglo XV se largó unanueva vela en el palo mayor, queen sus orígenes era muy pequeñay la manejaban los hombres de lacofa (un castillo primitivo en elpalo) de donde le procede el nombre.

Debajo del bauprés se largó otravela a la que se llamó cebadera ociega porque ocultaba el horizontey eventualmente se añadió unavela de gavia en el palo trinquete,con lo que en el siglo XVI un granbuque de tres palos llevaba seisvelas: la cebadera debajo del bau-prés, dos velas en el palo trinque-te, dos velas en el palo mayor yuna vela en el palo de mesanaque, en esta época, era una mesa-na latina de forma triangular.

Velas cuchillo

Velas latinas

El origen de la vela latina es des-conocido. En la caída del ImperioRomano, el 476 d.J.C., todos losbuques tenían velas redondas.

Después, las fuentes de informa-ción sobre los buques y la navega-ción en el Mediterráneo, inexisten-tes en el transcurso de varios cien-tos de años y hasta finales delsiglo IX, dejan claro vacío.

Tampoco los manuscritos griegosacercan miniaturas de buques convelas triangulares debajo de unaverga inclinada.

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Estas velas, que hasta hoy día sehan llamado latinas, probable-mente fueron introducidas en elMediterráneo por los árabes, peronadie sabe si su origen es árabe opolinesio.

Hasta el siglo XIII, la vela latinafue de uso particular del Medite-rráneo, pero después de esta épocay bajo la influencia nórdica, se ini-cia una etapa de regreso a la velaredonda; la vela latina se emplea-ba por toda la costa europea, espe-cialmente como mesana de losbuques grandes.

Probablemente llegó al Bálticodurante la segunda mitad del sigloXV y aproximadamente en lamisma época en que llegó la técni-ca de la construcción a tope o decostado liso; hasta mediados delsiglo XVIII, la vela latina se empleóinternacionalmente como vela demesana, que fue substituida por lacangreja de pico. La vela latina fue la primera velade cuchillo del mundo y al mismotiempo que disfrutaba de granpopularidad en el Mediterráneo yen el Oriente Medio durantemucho tiempo, empezaron a apa-recer en Europa otros tipos de

velas. Podemos seguir muy bienesta evolución, si nos fijamos enHolanda y Frisia.

Durante el siglo XVI, Holanda seconvirtió en la mayor potenciamarítima del mundo, reemplazan-do a la potencia marítima de laLiga Hanseática. Utilizando los canales de las ricastierras interiores del Rhin, losholandeses desarrollaron unanavegación con pequeños buquesen los canales y ríos y en las aguascosteras poco profundas por entrelas islas. La falta de la posibilidad de ceñir yespecialrnente la de navegar devuelta y vuelta en un canal estre-cho cuando se utiliza una velaredonda, creó la necesidad de nue-vos tipos de vela.

Al arte de los holandeses se debendos nuevos tipos de vela de cuchi-llo, la vela de estay y la vela tar-quina o de abanico, siendo estaúltima una vela rectangular conuno de sus lados fijo al palo yextendida por una percha en dia-gonal; resultó una vela muy prác-tica que adoptaron todas lasembarcaciones pequeñas de laEuropa septentrional.

Velas Tarquinas

Sin embargo, no se sabe si la velatarquina de los holandeses fue unareinvención, o si su uso a travésde los años se había olvidado, yaque hay pruebas de que esta velaera conocida en el Mediterráneooriental hacia, el año 100 d.J.C.

Con la vela tarquina colocada porla popa del palo quedaba un espa-cio vacío debajo del estay por laparte de proa del palo que era lógi-co aprovechar con una vela deestay.

Durante el primer cuarto del sigloXVI se emplearon en Holandaembarcaciones con vela tarquina yuna vela de estay, a la que siguióotra nueva vela de estay llamadafoque, que se largó sobre un bota-lón sobresaliente de la roda. Estas velas pronto recibieron laaprobación general de la Europaoccidental, pero no aparecen enlos buques grandes hasta fines delsiglo XVII.

Vela al Tercio

Algo más tarde apareció en Euro-pa otra vela de cuchillo, la vela altercio. La vela al tercio era una vela rec-tangular izada sobre una vergainclinada con la driza más cercadel penol de proa. También aquí hay pruebas de quela vela al tercio era conocida en elMediterráneo oriental un sigloantes de Jesucristo.

No estamos seguros de si la vela altercio fue una modificación de lavela latina a la que se recortó lasección de proa o si procede de la

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vela redonda, moviendo la drizahacia un punto más próximo alpenol de la verga y al mismo tiem-po cambiando la amura de la velaal centro. La vela al tercio se empleó princi-palmente en la Europa occidentalen las aguas francesas e inglesasdel Canal de la Mancha. Las embarcaciones finas de cascorápido de los pescadores y contra-bandistas franceses así como delos aduaneros y corsarios, ibanbastante a menudo aparejadas convelas al tercio, aparejo al que sellamaba también quechemarín.

Los pescadores ingleses y escoce-ses del Mar del Norte emplearontambién la vela al tercio hasta queabandonaron el empleo de la vela.

Había dos tipos de velas al tercio,la fija y la que se podía arriar. La amura de la volante se hacíafirme un poco a proa del palo cercade la roda, siempre se largaba asotavento del palo y tenía quecambiarse al nuevo sotavento encada virada. La vela al tercio fija, tenía laamura en el palo y podía coger elviento por cualquier banda, aun-que era más efectiva cuando laverga o antena estaba a sotaventodel palo.

En los tiempos antiguos era muycorriente que los palos de losbuques de pesca no tuvieran jarciay, según se decía, se navegaba apalo limpio. La vela se largaba a sotavento delpalo y las drizas iban a la aleta debarlovento sirviendo al mismotiempo de obenque o de buda y, alvirar por avante, se cambiaba lavela al nuevo sotavento y la drizaal nuevo costado de barlovento.

Además de las velas de cuchillo delos botes de pesca y buques meno-res, de la vela latina en el Medite-rráneo, de la vela al tercio en laEuropa occidental y de la vela tar-quina del norte de Europa, había

otras muchas embarcacionespequeñas que usaban todavíavelas redondas.

La vela redonda original, quehabía servido a la navegaciónmarítima durante muchos miles deaños, era enteramente distinta alos diversos tipos de velas decuchillo.

Cuando los buques fueron crecien-do, aumentaron de altura los palosy el número de velas en cada unoaumentó también. Después de la mitad del siglo X'Vllos buques grandes largaron otravela encima de la gavia, el juane-te; a principios del siglo XVII seguarnió una vela redonda en eltorrotito al final del bauprés, lasobrecebadera - una vela muypoco práctica pues su palo estabamuy mal guarnido y, por tanto,sujeto a frecuentes averías, noobstante lo cual subsistió durantemás de cien años hasta que fuereemplazada por una vela muchomás efectiva, el foque.

En los buques grandes las prime-ras velas de estay se largaronentre los palos: la vela de estaymayor, la de gavia o la de mesana;

pero además estaba el estay develacho que se largaba en unestay especial desde la cruceta demastelero y paralelo al estay detrinquete, que estaba tan abarrota-do de motones y jarcias de labor deguarnimiento de la cebadera, quela adición del aparejo de la Vela deestay causó muchas dificultades.Sin embargo, la vela de estay delvelacho era una vela de proa muyefectiva, más que las redondas delbauprés.

A principios del siglo XVIII desapa-reció la sobrecebadera que fue sus-tituida, como ya se ha dicho, poruna vela de estay llamada foque,que se largó en un palo, tambiénnuevo, el botalón.

Hacia los comienzos del siglo XVIIIel aparejo se hizo más funcional.Se podía tomar rizos efectivos a lasvelas y la jarcia permitía un brace-ado mejor, que representaba unamejor aptitud para ceñir.

Las alas y rastreras que, ocasio-nalmente, se emplearon en el sigloanterior, se hicieron más comunesy se utilizaban para navegar convientos de aleta o de popa paraaumentar la superficie del vela-

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men de modo parecido al "spinna-ker" que usan los yates modernos.

Al final del mismo siglo XVIII losbuques grandes empezaron a lar-gar una cuarta vela sobre el juane-te a la que se llamó sobrejuanete,que en los buques de guerra se lar-gaba volante, es decir desdecubierta, y cuando se aferraba, searriaba a cubierta; en los buquesmercantes se convirtió en una velapermanente cuya verga quedabasiempre arriba.

Al introducirse el nervio de enver-gue, a principios del siglo XIX, sehizo una importante mejora en lostipos de vela, ya que el grátil de lavela se hacía firme en el nervio deenvergue en la parte alta de proade la verga en lugar de ir amarra-da con vueltas a la verga. Esto alivió mucho la faena deenvergar o desenvergar la vela yespecialmente facilitó el aferrado,puesto que la vela se podía plegaren la parte superior de las vergasdonde era posible asegurarla másfácilmente con los tomadores.

Después de la época de Napoleón,todavía se guarnió a los buquesgrandes una quinta vela, el soso-

bre, que iba encima del sobrejua-nete y cuyo uso no fue muyamplio puesto que casi exclusiva-mente la emplearon los clippers amediados del siglo. Algunos llevaban todavía otravela, la monterilla, que normal-mente sólo se largaba en el mayor.

Siempre es posible encontrar exa-geraciones, y una de las másextrañas la encontramos en unacorbeta inglesa dedicada al tráficode esclavos en las tranquilas ycálidas aguas del Golfo de Benin,la cual, según cuentan los marine-ros, llevaba: sobrejuanete, soso-bre, monterilla, sobremonterilla,vela de ángel y rascacielos - todopor encima del juanete.

La expansión de la industria en elsiglo XIX consiguió un aspectomás delicado en el aparejo y lasmejoras mecánicas en el mismoafectaron también a las velas conla introducción de los guardaca-bos, ganchos dobles o de tijera y,luego, los grilletes. Tanto las drizas como las escotasde las velas cuadras se hicieron decadena.

Con anterioridad, los puños de las

velas formaban parte de la mismarelinga, que formaba un ollao, alque se amarraba la escota y el cha-faldete. Luego se adquirió la costumbre decolocar un guardacabos en el puñoy, después, un guardacabos apartede la relinga. Más tarde todavía, el puño era uncáncamo de hierro forjado al quese unían las relingas medianteempulgueras. En los buques mayores, con lasescotas dobles, el puño era unmotón engazado por el que labora-ba la escota que seguía siendo decáñamo.

Vela Cangreja

Además de las velas latinas yamencionadas - la vela latina, latarquina, las velas de estay y lasvelas de tercio - hay todavía otra,la vela cangreja, que poco a pocollegó a dominar sobre todas lasdemás.

Tuvo su origen en la vela tarquinaal acortar la percha diagonal,subirla y hacerla firme al grátil dela vela.

Para mantenerla en su lugar con elextremo de proa contra el palo,ésta adquirió forma de horquilla ode garganta para abrazarlo enparte.

Para poder izar esta vela, se tuvoque hacer el palo más largo alobjeto de que las drizas del pico, esdecir, la driza de boca y la driza depico, se pudieran afirmar en unlugar más elevado que el pico.

Aparecen dibujos de la vela can-greja en época posterior a la velatarquina, pero también se encuen-tran algunos correspondientes a lamitad del siglo XVII.

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El lugar elegido

Respecto del asentamiento de laprimera población los criterios máselementales nos mueven a imagi-narlo en las zonas más altas detoda la meseta, en un área alOeste mismo de la cercana entradaactual al Riachuelo. Otros estima-ron al poblado fundado en inme-diata zona baja.

Las referencias a un torrente deagua que acabó con la primerapequeña iglesia de madera, bienpueden estar referidas a un zanjónen la meseta, o a al final de algu-no de estos, en la parte baja.

Las fatigosas señales de la diariareposición del ilusorio muro quecada día reclamaba reposición dealturas, pudiera estar refiriendo ala zona baja.

Los depósitos limosos de granulo-metría extraordinariamente finaque se encuentran en las márge-nes inferiores de las barrancas ale-jadas de las toscas de las orillas,son las más apropiadas para rela-cionar a estos deslizamientosinterminables.

Con esas finísimas arenas no esposible imaginar adobe alguno.

A la altura de la calle Brandsen yHerrera, estos depósitos superan elespesor de los cuatro metros antesde alcanzar la tosca

Una prisión que sirvíó también defortaleza a los 50 que permanecie-ron solitarios antes de ordenarIrala la quema del poblado,sehabía conformado en los maderá-menes de la ex-nave Trinidad quequedara varada a buena distanciade la ribera; siendo de estimar suingreso furibundo en correspon-diente sudestada.

Aquellos 50 que permanecieroncuatro adicionales años labrandosus huertas recuerdan este refugiocon afecto.

En las zonas aledañas a lasbarrancas se superponen los depó-sitos limosos de las crecidas y losarrastrados por erosión de lasladeras.Por ello, es aceptable estimar queal menos una buena parte del díalo pasaran en las huertas del bajo,cercanas a las barrancas y al vara-do navío.

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Planialtimetría de la meseta y del valle de inundación;zanjones, barrancas y traza del Riachuelo

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Más allá de los testimonios queindican a esa nave como incendia-da por Irala en el desalojo de estos50 labriegos, hay testimonios queindican que la madera dura de esaprisión y fortaleza, sobreviviócomo prisión hasta que la sudesta-da récord del 5 y 6 de Junio de1805, recién entonces acabó conella. Altísima afectividad pudiera haberhospedado esa nave en su simplematerialidad, de la energía deaprecios de aquellos 50 sufridoshombres que en extremo aisladosa ella descendieron.

A estas versiones que parecensimples poetizaciones, o formasliterarias descendientes de realis-mos mágicos, ya la física cuánticaalcanza mejor crédito.

Las curvas altimétricas nos indi-can áreas suficientes para alimen-tar a esta pequeña población a tresmetros de altura sobre el nivelordinario de las aguas.

En sus inmediaciones, la mesetaalcanza los 22 metros de altura.Al Este de estas más altas zonasmesetarias encontramos hoy alParque Lezama.

Desde este lugar hasta la segundagran curva de entrada al Riachue-lo hacia el SO, median 1800metros.

Desde la meseta más alta hasta laribera al SSE, límite donde se aco-modaban sin esfuerzo los navíos,median tres mil metros.

Las áreas del valle de inundacióncercanas a los pies de esta altameseta superan las 300 hectáreas. De las cuales, unas 20 están tresmetros por encima del nivel deaguas, y unas 50 por encima delos dos metros.

Tierras de suertes muy ricas; muybien regadas por arriba y muy cer-canas las riberas por abajo.

El agua de beber también venía deestas riberas. Por 150 años no seaplicaron a juntar el agua de llu-via.

Así, resulta aun más fácil imaginarque el contacto con las zonas bajasfue permanente.

Los usos y costumbres de loshumanos de estas pampas chatasno han cambiado demasiado.

Diez años he pasado luchando enmás de 15.000 folios de presenta-ciones administrativas, legislati-vas y judiciales, para sostener losrespetos debidos a los valles deinundación en las zonas aledañasa Del Viso, partido de Pilar.

Lugares destinados a conformarlas reservas de espacios verdescomunitarios, donde se han mani-festado los más grandes revalúosinmobiliarios del planeta y los másricos desarrollos de los barrioscerrados tan de moda.

Allí han instalado los mercaderessus mejores negocios en los peoressuelos: fondos de cañada queconocieron hace 20 años, tresmetros de altura de anegamientos.

Si la inteligencia de nuestros aco-modados mercaderes de suelos seaplica a estos dislates, qué nohabrá estimado oportuno el ade-lantado Mendoza, no menos aco-modado y no menos malcriadoque éstos.

Flujos más intensos deaguas algo más frías y porello más profundas, fueroncavando y sosteniendo porsiglos, las suertes de lassalidas de los ríos peque-ños y medianos al estuario

Aplico estas breves líneas a peque-ñas hipótesis alrededor de los flu-jos generadores de los canales cos-taneros de éste y otros ríos consalida al estuario en ambas ribe-ras; considerando a las más bajastemperaturas de flujo de lascorrientes de salida, como gestorasdel socavado en el limo del estua-rio; que gustando apoyarse enáreas tranquilas cercanas a lademoradora capa límite, aprove-chan en adición, las temperaturasmás bajas de los reflujos del estua-rio para consolidar su tarea de pro-fundización y sostén de estas sali-das; siempre coincidentes en direc-ción inversa a los flujos del estua-rio hacia el mar.

Tanto la forma restante impresa enla bahía de Ensenada, como eneste Riachuelo salida de la bahíadel Matanzas, como en la ribera

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opuesta el río San Juan y la ría deSanta Lucía, todos ellos presentanla misma acentuada formacióninversa a las corrientes que des-cienden hacia el mar.

Estas condiciones de flujo en lassalidas de las rías pueden no obs-tante verse de inmediato afectadaspor las naves que fondean en cer-canías donde la ría curva su salida.Y así el Riachelo conoció un díaabierta la boca del Trajinista.

Los procesos de sedimentación enlas zonas activas del estuario sonimpresionantes. Y las que siguenen áreas ya ganadas al estuariopor efecto de depósitos de basura,escombros y otras alteracionessedimentarias urbanas, no sonmenores. Recuerdo haber obser-vado una ganancia en altura supe-rior al 1,5 m en menos de 80 años,en la zonas de los arcos del Paseode la Infanta en Palermo.

Todos estos procesos han alteradolas riberas a tal punto que nuestroimaginario reclamará siempremucha ayuda para considerarestos relatos. Tal el caso de estosapuntes complementarios suman-do algo a los criterios de Gandía.

No podría cerrar esta edición sindar lugar a un breve enfoquemedioambiental intentando asis-tir desarrollo de conciencias algomás responsables.

"Río de la Plata"Sordos, Ciegos e Inconmovibles.

Por el Dr. Marcos Sommery el Ing. Mateo Sommer

La Declaración de los humedales,aprobada en la Convención deRamsar, hace hoy 33 años queexiste y la República Argentinaforma parte desde 1991 a travésde la sanción de la Ley 23.919.

Argentina, Río de la Plata - Costa de Avellaneda.A treinta cuadras de Buenos Aires,el mayor basural se encuentraoperando allí, cubre unas 800 hec-táreas y es un deposito de 60millones de toneladas de basura,

depositados sobre los pocosHumedales del Río de la Plata.

Argentina, la Cuenca Matanza-Riachuelo, desemboca en el Río dela Plata, es sinónimo de muerte,que hoy induce silenciosamente eldoble de fallecimientos en niños delos partidos de la cuenca en la Pro-vincia de Buenos Aires.

Argentina, Río de la Plata,el área metropolitana al norte delGran Buenos Aires -Vicente Lópezy San Isidro - donde desde hacemás de 30 años y por la alta urba-nización de la zona entre otrascausas, se viene destruyendo elecosistema ribereño del Río de laPlata, mediante rellenamiento conbasura y restos de demolición y dela construcción.

Argentina, el problema de la destrucción delos humedales y la contaminaciónde las aguas y costas es una tristerealidad indiscutible Se siguen pre-sentando pseudo soluciones quesólo alejan el problema, pero no loeliminan y si no cambian de crite-rio, el Río de la Plata y otros,seguirán siendo un basural, puesen él se descargan los ríos conta-

minados con desechos industria-les, la escorrentías de lluvias quebañan terrenos agrícolas fumiga-dos y las aguas negras de las ciu-dades que traen desagües de hos-pitales, industriales e increíblescantidades de productos de altacontaminación.

Argentina, Buenos Aires,casi toda el agua que se consumenproviene de los mismos cuerpos deagua (Río de la Plata) en los queson evacuados los residuos cloa-cales e industriales.

Argentina, sus ríos Paraná, de laPlata, Salado del Norte, Salado delSur, Carcarañá y Colorado se ins-criben entre los más contaminadosde la tierra.

Argentina no posee medidas decontrol adecuadas para el trata-miento y disposición de aguas ser-vidas, residuos peligrosos sólidosy desechos industriales y domici-liarios.

Argentina, la concepción de lapolítica ambiental es que la con-taminación de los recursos deagua es una consecuencia inevita-ble de su desarrollo.

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Argentina, una de cada cuatrocamas de un hospital está ocupa-da por pacientes que tienen enfer-medades contraídas por el agua.Argentina firmó el Tratado deMontevideo el cuál prohíbe echaraguas sucias y material orgánico einorgánico al Río de la Plata.

Argentina, el 30 por ciento de lamortalidad infantil tiene origenen enfermedades hídricas.

La historia de la humanidad estámarcada por innumerables con-quistas tecnológicas, por el progre-so de las relaciones entre las per-sonas y por la capacidad creativadel ser humano para superar cadadesafío. Sin embargo, desde la prehistoriahasta nuestros días, el desarrollode las civilizaciones siempre haevolucionado marcado por un fac-tor: la presencia o la ausencia delagua. Si está presente y en abun-dancia, el agua representa la posi-bilidad de mejoramiento agrícola,social, industrial, sanitario y de lacalidad de vida. Si el recurso hídrico esta ausente oescasea, es motivo de pobreza,guerras, enfermedades y estanca-miento económico.

Lamentablemente, todos los díasse desperdician millones y millo-nes de litros en actividades quedesvalorizan el agua. El abuso en el uso del agua no essolamente un desconocimiento delas responsabilidades de los ciuda-danos de evitar el desperdicio, sinouna falta de respeto a aquellos queviven en regiones donde no hayagua disponible para todos.

En un mundo globalizado y libera-lizado, en que todo es vendible y lapotencia económica es factordeterminante del poder, los recur-sos se trasladan de los pobres a losricos y la contaminación se trasla-da de los ricos a los pobres. A menudo, las políticas ambienta-les son superficiales y no abordanla raíz de los problemas.

En un mundo tan acelerado comoel nuestro, resulta fácil caer en unaposición vegetativa: "el sistema",como un ente abstracto, envuelvea la sociedad con un velo de igno-rancia y de ceguera en los meca-nismos de producción.

De ahí que, para perseguir cam-bios institucionales en primerlugar es necesario despertar del

sueño en que están los argentinossumergidos, es decir, ser conscien-tes de la gravedad de los proble-mas del agua dulce, salobre o sala-da que tiene su país. La situación de deterioro a la quese ha llegado es consecuencia deun proceso inconexo de toma dedecisiones bajo un enfoque mecá-nico y parcelario, aplicado a unarealidad que requiere un trata-miento sistémico.

No obstante, salta a la vista quemuchas personas y organismosencargados del planificación y latoma de decisiones respecto de lasCuencas Hidrográficas y ZonasCosteras en la política nacional ysu aplicación local no siempre sonplenamente conscientes de la rele-vancia e importancia de losHUMEDALES COSTEROS, de loscompromisos del gobierno en elmarco de la Convención de RAM-SAR, ni de que los humedales, taly como los define la Convención,que abarcan una gran proporciónde las áreas terrestres y marinasde las zonas costeras.

La definición de humedales de laConvención de Ramsar englobalos ecosistemas de humedales

marinos, costeros y continentales.En lo que atañe a los humedalescosteros y marinos, la definiciónde Ramsar comprende extensio-nes de aguas "estancadas ocorrientes, dulces, salobres o sala-das, incluidas las extensiones deagua marina cuya profundidad enmarea baja no exceda de seismetros (Articulo 1-1 de la Con-vención).En los últimos decenios del sigloXX se fue reconociendo en gradocada vez mayor, en particular en elcapitulo 17 del Programa 21 apro-bado por la Conferencia de lasNaciones Unidad sobre el MedioAmbiente y el Desarrollo (CNU-MAD), celebrada en Río en 1992,la necesidad de fomentar una Ges-tión Integrada más efectiva de laszonas costeras. Esto supone reconocer la existen-cia de un amplio espectro de inte-resados directos en las zonas cos-teras y la complejidad de las insti-tuciones y agencias gubernamen-tales con funciones normativasrespecto de los distintos sectoresdecisorios y de planificación mari-na y terrestre. La importancia de la contribuciónde los ríos como vía de ingreso decontaminantes al mar fue recono-

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cida por primera vez en la Confe-rencia Técnica de la FAO sobreContaminación Marina y sus Efec-tos en los Recursos Vivos (Roma,1970), donde se estableció que lamayor parte de la contaminaciónque llega al mar lo hace a través delos ríos y por la escorrentía costeraproduciendo importantes efectosen la costa y en los recursos acuá-ticos vivos.

Después de la Cumbre de Johan-nesburgo, Sudáfrica -también lla-mada Río+10 en el 2002 y del 3er.Foro Mundial del Agua realizadoen Kyoto, Japón (2003), paratodas las naciones del mundo que-daron bien claro dos puntos: que"el agua", es el tema de prioridadprincipal en el ámbito mundial, yque solamente se lo puede abor-dar, estudiar y planificar con unenfoque holístico, o sea conside-rando con igual énfasis sus apec-tos económicos, culturales,ambientales y sociales.

A lo largo de la Historia, la zonacostera del Río de la Plata ha sidoun centro importante de desarrollode la sociedad humana. El Río tiene una superficie de 35,5mil km cuadrados y su Frente

Marítimo (217 mil km cuadrados)son espacios geográficos vitalespara el desarrollo socioeconómicodel Mercosur. Representan una víaimportante de tráfico de exporta-ción e importación. Las dos capitales (Buenos Aires yMontevideo), en sus orillas,suman cerca de 13 millones dehabitantes. La utilización del mar para eltransporte y el comercio y laobtención de alimentos abundan-tes en aguas costeras muy produc-tivas son factores determinantespara el asentamiento de la pobla-ción.

No obstante, el papel de las Cuen-cas Hidrográficas y Zonas Costerases mucho más amplio y diverso,cumplen además toda una serie defunciones en relación con la crea-ción de empleos, el crecimientoeconómico y la calidad de vida,por ejemplo: Diversificación de las actividadespesqueras.Movilidad y comercio: los puertosnaturales y artificiales y las vías decomunicación a lo largo de la costason elementos clave de la redes detransporte.Conservación del patrimonio cul-

tural en comunidades vivas y enzonas arqueologicas.Turismo, ocio, actividades recreati-vas y valores estéticos (playas,deportes acuáticos y paisajes degran belleza).Protección contra las fuerzas des-tructivas del mar.Producción de energía a partir defuentes tradicionales como elpetróleo o el gas o fuentes renova-bles como el viento y las olas.

El Río de la Plata recibe las aguasde los ríos Paraná y Uruguay, conlos que forma la Cuenca del Río dela Plata, la segunda en importan-cia en América Latina, que repre-senta el ochenta por ciento de ladisponibilidad del agua dulcesuperficial de Argentina.

La mayor parte de los HUMEDA-LES amenazados (unos 150 ha),que están reduciéndose por el vol-cado de cascote y basura, están enAvellaneda y al norte del GranBuenos Aires -Vicente López ySan Isidro. La costa de Avellaneda tiene qui-nientos cincuenta hectáreas y cua-tro kilómetros de costa quecomienza a apenas treinta cuadrasde la Capital Federal.

Cuatrocientas hectáreas son quin-tas, la mayoría de ellas abandona-das y al sur se encuentra la franjacostera con ciento cincuenta ha.de selva marginal. Avellaneda es un municipio quetiene gran importancia por susituación dentro de un núcleourbano muy grande, el del GranBuenos Aires, con más de 10millones de habitantes.

Lo que es hoy la Zona de Quintas(Avellaneda) fue parte hace másde cien años de los humedales cos-teros. Inmigrantes de Génova principal-mente, que llegaron a fines delsiglo XIX, sistematizaron loshumedales y con un sistema muyintrincado de canales y drenaje loshicieron aptos para los cultivos.

Hasta 1983 fue una zona desalo-jada y esa área se convirtió engran medida en un ecosistema quemantiene muchas característicasde los humedales originales. Es un área de gran biodiversidadque incluye el lagarto overo (Tur-pinambis teguixin), un reptil deunos 1,20 metros que es unaespecie amenazada en la provinciade Buenos Aires.

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Los humedales de Avellaneda y alnorte del Gran Buenos Aires -Vicente López y San Isidro, dabanun amplio espectro de bienes yservicios a la gente y a su subsis-tencia, y contribuían al manteni-miento de la diversidad biológica,les dan importantes y variadasvalores biológicos, socioeconómi-cos y culturales, Además de losservicios que prestan en relacióncon el control de tormentas y cre-cidas y cuestiones conexas deordenación de los recursos hídri-cos los bienes suministrados porlos humedales costeros, que pue-den ser vitales para la salud, laseguridad y el bienestar de laspoblaciones locales, comprendenfruta, pescado y crustáceos, carnede aves acuáticas, madera, forrajepara animales, plantas medicina-les, fértiles tierras agrícolas, pro-ductos agrapecuarios, agua ytransporte por agua.

El área metropolitana al norte delGran Buenos Aires -Vicente Lópezy San Isidro- se viene desde hacemás de 30 años y por la alta urba-nización de la zona entre otrascausas, destruyendo el ecosistemaribereño del Río de la Platamediante rellenamiento con basu-

ra y restos de demolición y de laconstrucción. Los espacios natura-les de la costa junto con sus hume-dales han sido reducidos así amenos del 5% a lo largo de la líneacostera en estos municipios, en lasúltimas décadas, observándoseactualmente sólo en la localidad deAcassuso una reserva integral delpaisaje original de pantano, lagu-na y bosque de ribera, pero de tansólo 10 escasas hectáreas.

La Cuenca Matanza-Riachuelo enla Provincia de Buenos Aires, consus 2.240 km cuadrados y suscinco millones de habitantes, delos cuáles sólo el 45 por cientoposee cloacas y el 65 por cientotiene agua potable (1,7 millonesde personas utilizan pozos negroso cámaras sépticas), es uno de lossímbolos argentino del polución.Tres mil empresas vuelcan a diarioy desde hace años sus residuostóxicos o no tóxicos sólidos olíquidos, sin ningún tipo de trata-miento o con tratamiento insufi-ciente. A estos volcamientos se agreganlos afluentes cloacales. En conjun-to, recibe a diario 386.000 metroscúbicos de residuos industriales,nada menos que el doble del cau-

dal mínimo promedio del río; estacarga es peligrosa porque destruyecada gota de agua transfomándolaen una gota de contaminación.

Alguien puede pensar que loscambios a una gota de agua nopueden cambiar a 1,3 billones dekm cúbicos de agua de la tierra.Un ser humano consiste de billo-nes de células, el cambio a unasola de ellas puede ser el principiode una enfermedad mortal.

Los lodos del Riachuelo tienenconcentraciones grandes decromo, cobre, mercurio, cinc yplomo. Hidrocarburos como elbenceno, naftaleno, antraceno ytolueno, entre otros, abundan enlas aguas. La concentración denitratos es hasta tres veces mayora los límites permitidos. La empresa "Aguas Argentinas"estimó que fluyen 2.300.000 demetros cúbicos de aguas negrassin tratar - por día - en el Río de laPlata. A ellos se suman 1.900.000 demetros cúbicos diarios de descar-gas industriales del Área Metropo-litana de Buenos Aires. Hasta el agua de pozo está conta-minada por las filtraciones que

comunica al Riachuelo y los basu-rales con las napas freáticas y porlos millones de pozos ciegos queimperan en la zona lo que acentúael riesgo de graves enfermedades.

La mayor parte del agua que con-sume la población proviene de losmismos cuerpos en los que sonevacuados los efluentes cloacalese industriales en el Río de la Plata.Dada la falta de tratamiento de losmismos la población termina con-sumiendo agua potable de calidaddudosa o a un alto costo de purifi-cación.

EL 30 por ciento de la mortalidadinfantil tiene origen en enfermeda-des hídricas, evitables con el abas-tecimiento de agua segura. La ONU señala que el 80 por cien-to de las muertes en los países envías de desarrollo derivan del con-sumo del agua no potable y defalta de sistemas de saneamientos.Más de 6000 niños, menores de 5años mueren a diario en el mundode alguna enfermedad relacionadacon el consumo de agua no pota-ble y con malas condiciones sani-tarias. Tres millones de personas muerenpor año en el mundo por enferme-

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dades causadas por las aguas con-taminadas.El Riachuelo desemboca en el Ríode la Plata, muy cerca de dondeAguas Argentinas tiene unaimportante toma de agua parapotabilizar. Debido a la enormecontaminación que da el Riachue-lo al Río de la Plata, la Empresapotabilizadora debe buscar sustomas de agua internándose cadavez más en el Río de la Plata.

Segun la definición del GrupoGESAMP(IMO/FAO/UNESCO/IOC/WMO/WHO/AIEA/UN/UNEP),2001 y adoptada por la comuni-dad internacional en la Conven-ción de las Naciones Unidas sobreel Derecho del Mar (Art.14), porcontaminación del medio marinose entiende la introducción por elhombre, directa o indirectamentede sustancias o de energía a elmedio marino incluidas los estua-rios, que produzca o pueda produ-cir efectos nocivos tales comodaños a los recursos vivos y a lavida marina, peligrosa para lasalud humana obstaculización delas actividades marítimas, inclui-das la pesca y otros usos legítimosdel mar, deterioro de la calidad delagua del mar para su utilización y

menoscabo de los lugares deesparcimiento (Nac. Unid, 1984).El Riachuelo vuelca los contami-nantes que capta en el Río de laPlata y su costa, donde hay eco-sistemas altamente sensibles parala reproducción de especies tantode agua dulce como salada. Básicamente se producen altera-ciones de las funciones ecológícas,reducción de la diversidad biológi-ca, daño a los hábitats acuáticos ycontaminación de los cauces bajosy en los ecosistemas marinos yefectos en la salud humana.

La búsqueda del desarrollo ha lle-vado al ser humano a la especiali-zación y a la sectorialización de lasáreas de pensamiento y de lasáreas de trabajo. Esto ha tenido como resultado quelas sociedades "modernas" abor-den y se organicen para enfrentartemas y disciplinas en forma cadavez más sectorializada y parciali-zada, desde la formación universi-taria hasta el ejercicio profesional.

Esta forma de pensar y actuar quepersiste hoy en muchas áreas por-que permitió y aún permite dar unsalto en el desarrollo económico,social y ambiental -se ha converti-

do en un obstáculo para hacerfrente a la compleja trama de efec-tos que causan las acciones huma-nas en el entorno y en su calidadde vida. Las acciones parciales o sectoriali-zadas -y los instrumentos de deci-sión empleados para priorizarlas,como los económicos -tienen unlímite impuesto por la naturaleza ysus ecosistemas, que no son todoscuantificables ni previsibles, y porlas interacciones asociadas a cadaacción. En breve, los enfoques puramentesectoriales, y peor aun subsecto-riales, que fueron tan útiles en unaépoca, hoy no permiten alcanzaróptimos ni económicos, ni socia-les, ni ambientales, si no se articu-lan en Sistemas Integrados.

El control de la escorrentía urbana,la contaminación difusa, la conta-minación por lixiviación, el moni-toreo y vigilancia de la contamina-ción, los derrames de petróleo anivel de cuencas y los problemassanitarios recaen en diversosorganismos que no coordinan susacciones. En Argentina la contaminación esabordada por institucionesambientales, con mandatos muy

generalizados y donde priman cri-terios de corte conservacionista yde protección de recursos y no decontrol de contaminación.

A raíz de los obstáculos que crea lasectorialización, se ha generadouna necesidad urgente de mayorcoordinación, participación e inte-gración en la toma de decisiones.Estas buenas intenciones (deenfoques sistémicos, holísticos,integrales y otras expresionessimilares) sólo se pueden lograrcon la aplicación de métodos ade-cuados de trabajo y no por simplevoluntad. La interdisciplinariedad es una dis-ciplina en si misma. Si se quierenllevar las decisiones e integracióna la práctica, existe la necesidad decapacitarse y también de reorgani-zarse operacional e institucional-mente. La sociedad en Argentina por lotanto deberá adaptarse a nuevasformas de organización y formasde tomar decisiones coherentes sidesea alcanzar metas de ManejoIntegrado Costero y Hidrográficoholísticas. No hay que olvidar que por Ges-tión Integrada de Zonas Costeras yCuencas Hidrográficas se entiende

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el ciclo completo de recogida deinformación, formulación de polí-ticas, gestión, aplicación y segui-miento.

El Manejo Costero y HidrográficaIntegrado comienza con losesfuerzos para determinar las prio-ridades de acción a nivel local,regional y nacional. Sólo unos cuantos países hanatravesado en América Latina y elCaribe los pasos iniciales de eva-luar la situación de su zona coste-ra y de determinar las prioridadesnacionales en materia de manejocostero.Además en la región hay pocasexperiencias de Manejo Integradode la Zona Costera (MIZC) quehayan podido permanecer lo sufi-ciente en el tiempo como parainfluir en las decisiones de mane-jo, en cerca 22 países hay expe-riencias en el MIZC. Hasta 1998 sólo tres han perma-necido activas: El Programa deManejo de Recursos Costeros, deEcuador; el Programa Costero-Marino de Costa Rica y, el Progra-ma Nacional de Manejo Costero deBrasil. En ninguna de estas experienciasse ha integrado la consideración

del manejo de las cuencas hidro-gráficas con la contaminaciónterrestre que ha sido el tema cen-tral de estas experiencias.

Hoy el Río de la Plata sigue siendousado como bebedero y cloaca almismo tiempo. No existe una polí-tica global científica para el mane-jo de este importante recurso. Esta situación pone en peligro lasnapas freáticas que tienen el aguaque millones de argentinos beben.

El lixiviado del relleno sanitario(humedales- Avellaneda y nortedel Gran Buenos Aires -VicenteLópez y San Isidro) penetra en latierra, contaminando inexorable-mente los cauces subterráneos deagua potable cercanos a la ciudadde Buenos Aires. Todo esto sucede sin que exista unprograma a gran escala (y nisiquiera en pequeña escala) parael tratamiento de las aguas resi-duales antes de verterlas "in natu-ra". Parece que se piensa que los ríos,así como el mar se auto-depuran auna velocidad mayor a la de ladescarga que reciben. Es al contra-rio!Se ha estimado que el flujo de con-

taminantes y material producidopor actividades humanas hanafectado más de la mitad de lasfranjas costeras mundiales, en ungrado de riesgo entre moderado yalto, cerca del 17 por ciento de lasfranjas costeras sudamericanas yel 6 por ciento de las mesoameri-canas están en un alto riesgo acausa del efecto de las descargasde agua contaminadas por el dre-naje municipal, por la escorrentíaagrícola y otras causas. La contaminación de la aguas cos-teras, la erosión costera, la pérdidade hábitat y de recursos son, entreotros, algunos de los principalesproblemas que se crean por conta-minación de origen terrestre. Más del 50 por ciento de loshumedales han desaparecido anivel mundial por contaminacióny otras formas de deterioro causa-das por la sociedad moderna.

El Río de la Plata, por el relleno desus humedales, ha sufrido ademásmodificaciones morfológicas quehan alterado su constitución físicaen forma casi irrecuperable. Sus fondos se han venido alteran-do en forma progresiva, y sólo afuerza de un costoso dragado semantienen abiertos los canales

que permiten el transito de los bar-cos que transportan las produccio-nes. Además se ha incrementadola vulnerabilidad de las costasfrente a las tormentas y las mare-as.

En Argentina la dispersión institu-cional y los escasos recursos quetienen para el control de la conta-minación del agua ha dado comoresultado que la información de lacontaminación básica este sectori-zada, fragmentada e incompleta y,por lo general, no actualizada y delimitada utilidad para ser utilizadaen el Manejo. No existen programas de vigilan-cia que asocien sistemáticamentelos efectos de la contaminación delagua dulce sobre las costas. LasInstituciones administran enforma separada la calidad y la can-tidad del agua. Existen problemas de integracióny de enfoque en la Gestión delagua y la costa, así como estrate-gias para controlar el efecto nega-tivo que tiene la contaminaciónpor ejemplo, los humedales deAvellaneda y al norte del GranBuenos Aires -Vicente López ySan Isidro, la cuenca Matanza-Riachuelo, en el área costera del

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Río de la Plata, incluso por aportede desechos sólidos a sus aguas ya las playas producto de haberlosconvertido en un verdadero basural.

La gestión de los recursos hídricosy costeros debe responder a políti-cas de Estado de largo plazo y noa políticas de gobierno de cortoplazo. El resultado de una buena gestiónse aprecia cuando se presentansituaciones extremas y, bajo talescircunstancias, el quehacer econó-mico humano y la vida misma noson severamente afectados. La cultura de una sociedad estárepresentada entre otros factores,por su forma de relacionarse con elmedio ambiente, debe servirle depauta y enseñarle a vivir en armo-nía con los ecosistemas del agua yla costa. Estas condiciones lamentable-mente en Argentina y otros paísesde la región, son constantementeignoradas o violentadas, siendo lasituación más frecuente pretenderque las políticas costeras y hídricasse subordinen a las políticas socia-les, económicas o ambientales, sinpercatarse que en todas las cir-cunstancias es necesario balance-ar y conciliar estos tres objetivos,

ya que el agua y la costa cumplenun rol en las tres áreas mencionadas.

El enfoque de Manejo Integrado dela Zonas Costeras y CuencasHidrográficas (MIZCCH) plantea lanecesidad de fijar metas, objetivosy políticas, así como de establecermecanismos de gestión que reco-nozcan las interrelaciones deambos sistemas con vistas a sudesarrollo sostenible. Los principios básicos del MIZCCHson los mismos que para el MIZC,pero aplicados simultáneamente alos dos sistemas, que están inter-conectados.Es necesario que se reconozca ple-namente la importancia de loshumedales de la costa platensecomo requisito previo para unMIZCCH eficaz.

Cada niño que muere por enferme-dades que tienen origen hídriconos transforma a todos los demásen sobrevivientes y en esa vidaque se apaga esta la inquietantepregunta de si haremos algo porlos que aspiran a vivir (5 millonesde personas mueren por falta dedisponibilidad de agua dulce lim-pia por año). Según las proyecciones, habrá una

divergencia aun mayor entre loque se benefician con los adelan-tos económicos y tecnológicos ylos que no. Esta brecha cada vez mayor einsostenible entre riqueza ypobreza amenaza la estabilidad dela sociedad en su conjunto y enconsecuencia al DESARROLLOAMBIENTAL SOSTENIBLE. Además se hace evidente y noto-ria la ruptura del dialogo del serhumano con la naturaleza.

La pobreza de las mayorías y elconsumo excesivo de una minoríaimpulsan el deterioro de los recur-sos hídricos en el mundo.

Vivimos en una época de contra-dicciones, en la cuál riqueza y tec-nología a escalas sin precedentesestán disponibles a unos pocos,mientras muchos sufren unapobreza aplastante.

Entre los grandes desafíos del sigloXXI la sociedad tiene que aprenderque los HUMEDALES son fuentede vida como también puede serlode la muerte.

Aun el hombre no tiene ningunatécnica para producir agua.

Tampoco se pueden reemplazar nireproducir: El agua debe, portanto, ser apreciada y protegida.

Dr. Marcos SommerIng. Mateo SommerÖkoteccum (e-mail: [email protected])Kiel, Alemania

For bibliographic purposes, thisdocument should be cited asfollows:"Río de la Plata" Sordos, Ciegos eInconmovibles. Marcos Sommer,Series No. 13 Ökoteccum 2004

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Índice de la obra de Gandía. 174

Navegación costera.............. 177

Carracas, naos y carabelas ...190

Velámenes............................203

A estima del lugar elegido,váya esta Planialtimetría .......218

Socavado de las aguas frías.. 225

Informe medioambiental.......227

Hoy, 3 de Feberero del 2006, ter-miné en mi hogar delvisense dereeditar estos textos de EnriqueGandía que conocieran olvido pordos tercios de siglo. Dando deinmediato, lugar a su impresión.

A ellos hube de incorporar comen-tarios, imágenes, cartografías ybreves apuntes sobre embarca-ciones y velámenes de la época;seguidas de planialtimetrías de lameseta original y estimaciones delos flujos conformando las salidascostaneras. Estas observaciones surgen delinterés despertado por la simplelectura de esta hermosa obra deEnrique de Gandía.

Un informe medioambiental nosinstala en responsabilidad, su tris-teza; para acabar recordando quehoy se cumplen precisamente 470años de la primera fundación.

Francisco Javierde Eitzaga Amorrortu

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