filosofia y ciencia - libro

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1 Miguel Ángel Rodríguez Sosa Filosofía y Ciencia Nueve aproximaciones para el debate

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

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Miguel Ángel Rodríguez Sosa

Filosofía y Ciencia

Nueve aproximaciones para el debate

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

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Primera edición, enero del 2010

Miguel Ángel Rodríguez Sosa

[email protected]

Tiresias & Calcante editores

c/ Miguel Iglesias N° 220, Lima, 41. Perú

Este libro o su contenido total o parcial no puede ser

almacenado, transmitido ni reproducido por medios

electrónicos, mecánicos, magnéticos, por fotocopiado u otros,

sin la previa y expresa autorización escrita del autor.

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Miguel Ángel Rodríguez Sosa

Filosofía y Ciencia Nueve aproximaciones para el debate

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Miguel A. Rodríguez Sosa

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A mi padre

Miguel Ángel Rodríguez Rivas.

El cultivo de la Razón

como estilo de vida.

NUNCA PUDE, a lo largo de toda mi vida,

resignarme al saber parcelarizado, nunca pude

aislar un objeto del estudio de su contexto, de sus

antecedentes, de su devenir. He aspirado siempre a

un pensamiento multidimensional. Nunca he

podido eliminar la contradicción interior. Siempre

he sentido que las verdades profundas, antagonistas

las unas de las otras, eran para mí complementarias,

sin dejar de ser antagonistas. Nunca he querido

reducir a la fuerza la incertidumbre y la

ambigüedad.

Edgar Morin

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Índice

Presentación 9

La filosofía, el ser humano y su entorno 13

Ciencia y pseudociencia 21

Acerca de la crisis de la ciencia

contemporánea 33

Acerca de la correlación investigación -

ciencia - tecnología 67

Gestión del conocimiento

e investigación científica 91

Límites del conocimiento para la decisión

estratégica 109

El principio antrópico: convergencia

apasionante de filosofía y ciencia 127

Saber, práctica y ciencia: la experiencia

de la pedagogía 139

Gerontología, transdisciplina

e intervención 153

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Presentación

ESTE VOLUMEN es obra de alguien que no aspira

a ser filósofo y tiene un largo, conflictivo y en

ocasiones frustrante trato con el descubrimiento

científico; contiene ensayos y ponencias escritos en

un lapso relativamente prolongado (1997 a 2009),

mostrando la evolución de la manera en que el autor

aborda diversos temas que tienen en común la

siempre problemática relación existente entre el

conocimiento científico y la reflexión filosófica, si se

acepta la idea de que esa relación es trabada en torno

de la pretensión filosófica de someter a examen de

fundamentación los enunciados producidos en el

ámbito científico.

El autor pretende que la filosofía es un discurso,

esto es, una práctica hermenéutica, analítica y crítica

laxamente regulada por la autoridad atribuida a

modelos interpretativos de ponentes afamados, con

la finalidad de señalar la consistencia o incon-

sistencia latente en la estructura enunciativa de un

conocimiento cualquiera; y que en la cima del

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discurso filosófico se ubica el examen de las

proposiciones científicas, no para sobre-legitimarlas

sino, precisamente, para mostrar sus límites: las

fractales –indeterminadas, elusivas-- aristas de las

teorías, su anclaje en precarios edificios de hipótesis

Ad hoc, su incompletad radical, la audacia

representativa de sus sistemas y modelos…

Desde este punto de vista, el volumen examina la

relación entre realidad, filosofía y ciencia, y la

contraposición entre ciencia y pseudociencia; expone

lo que el autor considera son notas significativas de

la crisis de la ciencia contemporánea, y discute

facetas de la vinculación de investigación, ciencia y

tecnología, proponiendo en este último aspecto una

visión humanista de la práctica científica, alejada por

igual del ―contemplacionismo‖ academicista refor-

zado por el positivismo, y del ―induccionismo‖

desarrollista propuesto por la ―investigación-acción‖.

Adoptando posición ante el tema novedoso de la

gestión del conocimiento, el autor traza el paralelo

de ésta con la investigación científica y propone

superar y sustituir el paradigma científico provisto

por la modernidad, por el paradigma del cono-

cimiento para la intervención eficaz.

EN LOS PRIMEROS cinco trabajos –presentados

en orden temático y no cronológico— el autor ajusta

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cuentas, a su modo, claro está, con quien es en forma

evidente su referente principal en la epistemología:

Mario Bunge. En los textos más antiguos el autor

acepta la autoridad de Bunge, de quien ha sido

seguidor en materia de métodos de investigación

científica, pero en textos más recientes rechaza esa

postura, al extremo de que la ponencia ―Notas sobre

ciencia y pseudociencia‖ asume el tono de ser

explícitamente un anti-Bunge.

EN LOS ÚLTIMOS cuatro trabajos el autor explora

otros tópicos de la reflexión filosófica vinculada al

conocimiento científico, abordando el tema

apasionante del principio antrópico como razón de

ser del Universo, la crítica del framing basado en la

ilusión del conocimiento cabalmente estructurado, y

los excesos y limitaciones del cientifismo en la

práctica pedagógica. Finaliza el volumen un ensayo

monográfico donde cuestiona los enfoques

científicos de la gerontología, enraizados en el

paradigma del pensamiento simple y la compar-

timentación disciplinaria, apostando por configurar

la gerontología como una transdisciplina orientada a

la intervención, en el paradigma del pensamiento

complejo.

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La filosofía, el ser humano y su entorno

(Septiembre 2007)

JOHN DUNS SCOTO afirmó en el siglo XIII que

―realidad‖ era el término preciso para designar la

naturaleza de las cosas externas individuales que

conforman la naturaleza común de las cosas del

mundo externo. Para Scoto la idealidad como

producto de la mente existe pero se hace real en

cuanto se vincula con las externidades. Berkeley,

Hume y aún Leibniz negaron la existencia externa de

la realidad, y Kant defendió lo real en cuanto se da

en la idealidad del espacio y el tiempo.

Las diferencias filosóficas acerca de la realidad

constituyen un problema que, en la filosofía y

ciencia contemporáneas, se centra en el análisis del

modo de ser de los hechos y acontecimientos del

mundo. De manera que la ―realidad‖ implica

conceptos como materia, energía, posibilidad,

actualidad, existencia, esencia, actividad, ser,

cognoscibilidad, afectividad, creencia, decisión;

vinculados por una multiplicidad de relaciones.

De Descartes y Locke a Kant, Hegel y Husserl la

filosofía fue el estudio del conocimiento humano y

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de sus fundamentos. Con Wittgenstein, Heidegger y

Dewey, entre otros, la filosofía se ocupó

centralmente del análisis del lenguaje y de los modos

de acción social del ser humano. Al finalizar el siglo

XX y en los inicios del siglo XXI se advierte otra

perspectiva porque la filosofía ya no investiga la

realidad factual tal como la construye intuitiva y

lógicamente el ser humano, porque ésta pasa a ser el

ámbito de las ciencias. Esta nueva perspectiva tiene

una doble vertiente, cuyas corrientes se contraponen

bajo la designación de paradigmas.

Conforme a uno de éstos, la filosofía

contemporánea investiga el proceso del cono-

cimiento prescindiendo de las condiciones bio-

neurológicas, psico-fisiológicas, socio-culturales,

comunicativo–simbólicas y lingüísticas que com-

peten a las ciencias; no se ocupa más del estudio de

las inferencias deductivas y de sus reglas de

derivación, que es el campo específico de la lógica

formal; tampoco de la formulación de axiomas,

deducción de teoremas, demostraciones y cuanti-

ficaciones, que es el dominio de la lógica y

matemáticas puras. Desde este paradigma, a la

filosofía compete el análisis crítico de las

significaciones de las proposiciones, en especial del

conocimiento científico, la definición rigurosa de los

términos de esas proposiciones con el propósito de

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evitar la presencia de doctrinas metafísicas que

oscurecen y deforman el saber científico, la

indagación epistemológica de la verosimilitud de los

sistemas de enunciados científicos, y el empleo

crítico de las elaboraciones hermenéuticas de

proposiciones fácticas, cuando son concernientes a

sucesos históricos. Corresponde a las ciencias

describir las realidades factuales, formular hipótesis

verosímiles dentro de ciertos límites, la construcción

de leyes científicas y teorías que permitan con un

grado de probabilidad predecir estados futuros de

acontecimientos, explicarlos y utilizarlos para

transformar, dentro de ciertos límites, el mundo real.

Para este paradigma filosófico es de importancia

capital analizar, por ejemplo, la naturaleza de la

materia, a partir de interrogantes del tipo: la materia

¿es continua o es discontinua? Las exploraciones

que subsiguen a esta indagación llevan a afirmar que

la materia y más específicamente la energía en la

cual se manifiesta tiene una estructura continua; por

ello, en el proceso de su medición se formulan

ecuaciones constantes acerca de su movimiento; pero

es discontinua si se considera su estructura cuántica

y la incertidumbre del corpúsculo–onda. La

estructura de la materia–energía es continua–

discontinua aunque aún no es posible explicar este

proceso, considerando que en este contexto

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paradigmático hasta el siglo XVII la unificación de

las teorías se realizó en torno a principios

metafísicos, lógicos y epistemológicos, respondiendo

a la inquietud de saber lo que realmente es el mundo

y el ser humano como parte de este mundo. En el

siglo XVII, con la aparición de la mecánica clásica

las leyes del mundo se unificaron en torno a las

concepciones mecanicistas de espacio, tiempo y

movimiento. En el siglo XIX con la emergencia de

los fenómenos electromagnéticos y la imposibilidad

de reducirlos a leyes mecánicas no sólo la física

clásica decayó sino la creencia en la unidad de

principios que permitan explicar y comprender la

naturaleza de las estructuras del mundo y de su

proceso de cambio.

Para este paradigma no es posible ninguna

interferencia entre filosofía y ciencia sino una

integración de sus investigaciones, de conformidad

con el principio kantiano: ―Las intuiciones sin los

conceptos son ciegas‖, a lo que cabe añadir: y los

conceptos sin intuiciones son vacíos, para plantear la

idea de que construcciones científicas sin

esclarecimientos filosóficos carecen de significados

y elaboraciones filosóficas privadas de cons-

trucciones científicas son sinsentidos.

En otro paradigma, la filosofía contemporánea

investiga más bien los fenómenos de la vida

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considerando y valorando la importancia de las

condiciones bio-neurológicas, psico-fisiológicas,

socio-culturales, comunicativo–simbólicas y lingüís-

ticas que subyacen, rodean e implican no sólo el

proceso del conocimiento sino la acción del ser

humano con arreglo a valores que sustentan sus

decisiones frente al mundo y a su propio devenir.

DESDE ESTE PUNTO de vista, compete

actualmente a la filosofía el análisis crítico y

hermenéutico de los acontecimientos del entorno en

el que se inscribe la existencia humana. Un ejemplo

relevante de esta corriente es proporcionado por la

filosofía de la acción política, en cuanto afirma que

la política es una actividad de la esfera pública y es,

por tanto, libre, posible solamente en la sociedad

humana, que requiere la presencia mutua de los

individuos de la colectividad unos respecto de otros;

esta corriente resalta que en la política son esenciales

dos aspectos: uno, el ―discurso‖ (lexis), es decir, el

uso de palabras adecuadas en momentos adecuados

para la expresión de intereses y la demanda de

satisfacción de aspiraciones, y otro, el espacio

―público‖, donde la pluralidad de los individuos, que

se reconocen mutuamente como iguales y distintos a

la vez, ―aparecen‖ unos frente a otros, y se reúnen

para verse y escucharse.

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En este enfoque la política es una actividad

teleológica porque se despliega teniendo como fin la

―vida buena‖, vale decir, la convivencia armoniosa

entre los hombres dentro de un orden convencional,

para cuyo logro se hace uso de todos los recursos

posibles de la ―persuasión‖ dialógica y argu-

mentativa construida a través de un proceso cultural,

pero que no rechaza la coerción ni la represión, dado

el caso.

En la política así considerada, la filosofía estudia,

por ejemplo, la ciudadanía como condición por la

cual el individuo integrante de una sociedad nacional

y partícipe de un Estado nacional, es reconocido

como sujeto en dos sentidos: uno, como individuo

emancipado –libre y responsable--, vale decir, como

entidad primordial y superior al orden social y

político en el que se inscribe (soberanía del

individuo), y dos, como súbdito del Estado, o sea,

como individuo que interactúa y dialoga por ser

portador de derechos y obligaciones ante el interés

general que representa el orden estatal (soberanía del

Estado), cuyo ―imperio‖ el individuo acepta

racionalmente. Normativamente, la ciudadanía es el

estatuto mediante el cual el individuo se inscribe en

el Estado. La ley establece los derechos y

obligaciones del ciudadano y, típicamente, las

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características de la igualdad de los ciudadanos entre

sí.

En esta perspectiva, la ciudadanía es un atributo

del individuo como entidad singular y persona

natural, no cabe la ciudadanía colectiva y una

ciudadanía ―nacional‖ sólo puede referir un orden

tipológico, una clase de ciudadanía y no una realidad

sustancial. Claro que este desarrollo colisiona con la

noción jurídica de ―derechos colectivos‖, tan popular

en los últimos decenios, afirmando el carácter

artificial de dicha noción y poniendo en tela de juicio

variantes ―alternativas‖ de la filosofía jurídica.

PERO ES CONVENIENTE señalar que ambos

paradigmas de la filosofía contemporánea coinciden

en que esencialmente el ser humano es mundo, y

más precisamente un aspecto, una estructura, una

forma del mundo que en virtud de su competencia

para pensar es capaz de plantear predicados que

designan, ordenan y hasta rigen tanto su existencia

individual, colectiva e histórica, como los otros

aspectos o estructuras del mundo-entorno del cual es

parte constitutiva. Coinciden pues en que el mundo

es construido en condiciones de universalidad y de

particularidad, en tanto las cualidades y relaciones de

cada particularidad son universales; lo que es un

axioma ontológico, refrendado tanto por la expe-

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riencia del vivir como por el desarrollo de la

actividad científica.

Con esta concepción no reasumimos un antro-

pomorfismo cabalmente superado, como el que

puede expresarse en interrogantes como: ¿existió el

mundo antes de la aparición del ser humano, si éste

es su constructor?, y: ¿cuando el ser humano

desaparezca, dejará de existir el mundo? Porque hay

que reafirmar que el ser humano es el constructor del

mundo y no su creador. La proposición meta-teórica

según la cual el mundo se inicio hace unos 15 mil

millones de años y en algún tiempo futuro se

convertirá en un nuevo super-átomo que iniciara

probablemente otro mundo, es una construcción

cognitiva humana que subyace a varias teorías

científicas, a innumerables modos de acción

teleológicamente orientada y a actitudes frente a la

vida. En realidad, interrogantes como esas son

triviales puesto que el ser humano se construye a sí

mismo en la construcción del mundo; y del ser

humano y del mundo pensamos y decimos sólo lo

que el ser humano construye racionalmente. Esta es,

a fin de cuentas, la proposición que expresa la

relación existente entre realidad, filosofía y ciencia.

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Ciencia y pseudociencia

(Mayo 2008. Para un debate académico en el doctorado de

Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Ricardo Palma. Lima)

SEGÚN EL PROFESOR Mario Bunge una

pseudociencia* presenta las siguientes caracte-

rísticas:

Su objeto de estudio es inaccesible al examen

empírico.

No es experimental.

No cambia ni desarrolla axiomas, y rechaza la

crítica de sus postulados.

No es nomotética ni pretende la producción de

enunciados legaliformes.

Tiene axiomas incompatibles con algunos de

los principios más seguros de la ciencia.

No interactúa en el sistema general de las

ciencias y sus cultores se mantienen al margen

de la comunidad científica, evitando así la

crítica.

* Mario Bunge: ―La investigación científica. Su estrategia y su

filosofía‖. Ariel. Barcelona; ―Pseudociencia e ideología‖. Alianza

Universidad. Madrid.

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Es fácil: no requiere un largo aprendizaje

porque no se funda sobre un cuerpo de

conocimientos auténticos.

Sólo le interesa lo que pueda tener uso práctico:

no busca la verdad desinteresada.

No admite ignorar algo: tiene explicaciones

para todo.

Al igual que la magia, tiene aspiraciones

técnicas infundadas.

Ejemplos de pseudociencia presentados por el

profesor Bunge son: alquimia, astrología,

caracterología, comunismo científico, creacionismo

científico, grafología, ovnilogía, parapsicología y

psicoanálisis.

Una toma de posición tan rotunda como la que

adopta Bunge en este aspecto de la cuestión crítica

de la demarcación de la ciencia exige el análisis por

todos aquellos interesados en la actividad científica.

Para lo que pueda servir, aquí va mi crítica de los

postulados de Bunge.

El objeto de estudio de las pseudociencias es

inaccesible al examen empírico. Ciertamente el

creacionismo y la parapsicología tienen objetos de

estudio inaccesibles al examen empírico. Pero por lo

menos algunos objetos de estudio de la astrología (la

interacción del comportamiento de cuerpos celestes

con el comportamiento humano), de la alquimia (la

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trasmutación de los elementos de la materia) y de la

grafología (manifestación de características de la

personalidad básica del individuo a través de su

grafía) son empíricamente escrutables.

La pseudociencia no es experimental. Es

correcto, si se considera que no realiza actividades

conforme a protocolos de experimentación científica

(validez de constructos observables, confiabilidad y

sensibilidad de pruebas, validez de observaciones,

etc.) Pero hay varias disciplinas del conocimiento

que son aceptadas como ciencias que tampoco son

estrictamente experimentales, como la economía y la

sociología. Aunque en los campos de trabajo de

ambas se realiza frecuentemente prácticas cuasi-

experimentales mediante la aplicación de modelos

(econometría, por ejemplo) y diseños pretest-postest

(la prueba de la ―ventana rota‖, por ejemplo). El

experimentalismo es una característica común a

ciertas ciencias pero no hay consenso respecto de

que toda la ciencia deba ser experimental. De hecho,

uno de los tópicos de la controversia acerca de la

demarcación de la ciencia se da entre los que aceptan

y los que cuestionan o rechazan la metodología

convencionalista, que sostiene que una hipótesis no

puede ser verificada (empíricamente) sino sólo

puede ser o no ser aceptada ―como si fuera

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verdadera‖ en su relación de dependencia de un

modelo teórico.

La pseudociencia no cambia ni desarrolla

axiomas, y rechaza la crítica de sus postulados.

Correcto. Cualquier sistema de enunciados que sea

pretendidamente científico pero que se fundamenta

en dogmas (creacionismo científico, comunismo

científico) o cuyos postulados esenciales (axiomas)

son radicalmente resistentes al cambio

(psicoanálisis), tiende al inmovilismo y más

temprano que tarde se revelará imperfectible,

careciendo entonces de carácter científico, porque

los axiomas y enunciados científicos son

inconcluyentes y provisorios en cuanto son

perfectibles o refutables.

La pseudociencia no es nomotética ni pretende

la producción de enunciados legaliformes. Aquí el

asunto es complicado porque si bien se puede

coincidir con Bunge en que la pseudociencia no

produce ni contiene enunciados legaliformes como

los científicos (leyes científicas: enunciados que

afirman regularidades de los objetos del mundo), si

se adopta una clasificación de las ciencias como la

que propone Jurgen Habermas (Conocimiento e

interés) sólo algunas ciencias deberían ocuparse de

descubrir y formular leyes porque buscan la

explicación y el control de los fenómenos (interés de

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las ciencias empírico analíticas. la Física y la

Genética, por ejemplo), mientras que otras ciencias

se ocupan de la comprensión del significado de la

interacción humana (interés de las ciencias histórico-

hermenéuticas: Sociología, Lingüística, Economía,

por ejemplo), y un tercer grupo de ciencias se ocupa

de la emancipación de los individuos ante la

dominación (interés de la teoría crítica: ¿Ciencia

Política?). Adopte o no la clasificación de Habermas,

la amplia mayoría de la comunidad científica

coincide en que no todas las ciencias son y deben ser

nomotéticas; se acepta que algunas ciencias más bien

son o deben ser normativas (es decir, orientadas a

proponer soluciones de los problemas contenidos en

sus objetos de estudio, no a formular leyes que

expliquen dichos objetos. La Sociología y la

―Ciencia Jurídica‖, por ejemplo), y que algunas otras

ciencias no son nomotéticas ni normativas sino

hermenéuticas (la Historia y la Antropología

Cultural, por ejemplo).

La pseudociencia tiene axiomas incompatibles

con algunos de los principios más seguros de la

ciencia. Hay que valorar con fuerte sentido crítico

que significa la expresión ―principios más seguros de

la ciencia‖ porque el avance del conocimiento

proporciona evidencia de incertidumbre acerca de

varios conspicuos ―principios seguros de la ciencia‖.

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Por ejemplo, hay teorías muy consistentes que

refutan el segundo principio de la Termodinámica

clásica (principio de la entropía –tendencia necesaria

e inevitable a la desestructuración caótica generada

por pérdida de energía) proponiendo más bien que la

evolución del Universo se rige por la asintropía.

Naturalmente, una pseudociencia tiene enunciados

básicos que no son consistentes con la ciencia, como

ocurre con las teorías de la ―inteligencia emocional‖

y de la ―primordialidad erótico-tanática de la

personalidad del individuo‖, por ejemplo.

La pseudociencia no interactúa en el sistema

general de las ciencias y sus cultores se mantienen

al margen de la comunidad científica, evitando así

la crítica. La apreciación es certera si se refiere a

que hay enunciados pseudocientíficos que colisionan

con el conocimiento científico vigente. Por ejemplo,

la mayoría de propuestas pretendidamente científicas

o con base científica para ―curar‖ el resfrío común,

adelgazar o para retardar la aparición de arrugas en

la piel por el envejecimiento celular (el gran negocio

de la red global de laboratorios farmacéuticos y para-

farmacéuticos). Pero es una apreciación equivocada

en lo que se refiere al hecho clamorosamente

evidente de que una parte cuando menos de la

comunidad científica (experimentalista, además)

practica también actividades pseudocientíficas en

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forma regular (en esos laboratorios, precisamente).

Más grave y preocupante sin duda es que agentes

promotores de pseudociencia no sólo se mantienen al

margen de la comunidad científica sino que forman

parte destacada de ésta. Así, por ejemplo: los

científicos que proclamaron las virtudes de la terapia

de hormonas para contrarrestar manifestaciones

molestas de la menopausia sin molestarse en realizar

estudios longitudinales de largo plazo, y –como se

descubre después-- medicamentos utilizados en

dicha terapia son cancerígenos; y los científicos que

promueven medicamentos para el tratamiento de

síndromes de la vejez, cuya eficacia ha sido probada

experimentalmente en muestras sesgadas de

pacientes para falsear resultados. De hecho, en una

amplia variedad de casos los cultores de la

pseudociencia no sólo no se mantienen al margen de

la comunidad científica, sino que pertenecen a ella;

no sólo evitan la crítica sino que la afrontan con

argumentos en mensajes que debidamente emitidos

(a través de publicaciones científicas, v.gr.)

apabullan a los críticos. Claro, no es éste el caso de

los pobres astrólogos, que ciertamente prefieren

mantenerse al margen de la comunidad científica; ni

de los (nada pobres) psicoanalistas, que han

edificado una poderosa comunidad para-científica

mundial.

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La pseudociencia es fácil: no requiere un largo

aprendizaje porque no se funda sobre un cuerpo

de conocimientos auténticos. Esta es una razón

equívoca y elusiva del profesor Bunge. No se puede

afirmar categóricamente que la pseudociencia es

fácil o que es más fácil que la ciencia. De hecho, la

Alquimia requiere un aprendizaje más difícil y

prolongado que la Química y respecto de ella no se

puede afirmar que no se funda sobre un cuerpo de

conocimientos de acreditada certeza, aunque también

se funda sobre conocimientos y creencias excluidos

del paradigma científico dominante. La Psiquiatría es

una disciplina difícil y se funda en conocimientos

científicamente auténticos de las denominadas

Neurociencias, pero ¿es ella misma una ciencia, un

conocimiento para-científico o una pseudociencia?

A la pseudociencia sólo le interesa lo que pueda

tener uso práctico: no busca la verdad

desinteresada. Este argumento, más que un error es

una estupidez (no es insulto: para ser muy estúpido

se requiere ser muy inteligente). Lo que sucede es

que el profesor Bunge cree (o creía en el momento

que escribe el artículo que glosamos) que la

actividad científica puede ser solamente

contemplativa limitándose a describir, explicar y

predecir la naturaleza y el comportamiento de los

objetos del mundo; y en este sentido, buscar y

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producir la verdad desinteresada. No hay tal. La

actividad científica no ha sido ni es indiferente o

ajena a los intereses sociales. Puede que un científico

en particular no se interese en el ―uso práctico‖

posible de su descubrimiento; puede que el científico

no alcance a visualizar algún uso práctico de su

descubrimiento; pero ello no obsta para que

eventualmente se descubra ese uso práctico, lo que

suele suceder cuando se utiliza el descubrimiento en

otro campo de actividad humana.

La pseudociencia no admite ignorar algo: tiene

explicaciones para todo. Correcto, la pseudociencia

no admite ignorar algo de su objeto de estudio; tiene

una explicación o un modelo interpretativo para las

distintas dimensiones de su objeto de estudio, según

éstas se hacen manifiestamente problemáticas. Pero

este es el caso de la Administración, que utiliza

distintas categorías y sistemas de enunciados de

conocimientos acreditadamente científicos para

explicar o interpretar dimensiones de su objeto; e

inclusive para intervenir en la solución de problemas

involucrados. Pero, ¿es la Administración una

pseudociencia, es una ciencia, un campo para-

científico de tecnologías…?

La pseudociencia, al igual que la magia, tiene

aspiraciones técnicas infundadas. Correcto. Pero es

también el caso del uso ―mágico‖ que en medios

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académicos u otros ambientes institucionales de

prestigio se da a herramientas como la estadística, la

teoría de los juegos, el ―método para toma de

decisiones‖, los modelos de negociaciones, la teoría

del caos, la teoría de fractales, etc. En este sentido,

conviene reconocer que en el campo de la actividad

científica o en actividades donde se aplica

conocimientos científicos y las herramientas

mencionadas (como el planeamiento, la prospectiva

demográfica, la meteorología, la promoción del

desarrollo, etc.) se utiliza recursos técnicos a veces

sofisticados para aportar características ―científicas‖

a los resultados.

POR LO QUE A MÍ RESPECTA, las prescripciones

del profesor Bunge no contribuyen categóricamente

a la demarcación de la ciencia respecto de la

pseudociencia.

Más de acuerdo estoy con Karl. R. Popper, (La

lógica de la investigación científica) para quien el

carácter de pseudociencia depende menos del ámbito

u objeto de estudio que de la actitud de sus

seguidores hacia la crítica y, en general, hacia al

método científico. Popper tiene mucha razón cuando

señala que un físico o un biólogo podrían

comportarse de un modo dogmático (por tanto:

pseudocientífico), mientras que un historiador o un

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sociólogo pueden presentar sus tesis de una manera

que inviten a la falsación.

Encuentro difícil sin embargo que se pueda

dictaminar categóricamente la diferenciación entre

ciencias y pseudociencias si éstas fortalecen su

pretensión científica, porque cada vez está más claro

que en las ciencias los sistemas de falsación son

alternativos e inconcluyentes (por ejemplo, la

incertidumbre a propósito de la naturaleza

ondulatoria o corpuscular de la energía), porque hay

conflicto entre lógicas subyacentes a los sistemas

científicos (caso de la lógica cuántica contrapuesta a

la lógica formal), y porque en todas las disciplinas

científicas se actúa con tendencia a proteger la

vigencia de teorías usando para ello hipótesis Ad

hoc.

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Acerca de la crisis de la ciencia contemporánea

(Junio 2004)

DESDE EL SIGLO XVIII la ciencia es considerada el

tipo de conocimiento más importante y productivo

de la humanidad. Su enorme prestigio propició, ya

en el siglo XIX, que todas las actividades y

producciones intelectuales que reclamaban

reconocimiento social se calificaran de científicas.

Este prestigio derivaba de los grandes logros

obtenidos por la actividad de los científicos, que

desarrollaban su labor teórica y experimentalista al

amparo del hasta entonces incuestionable paradigma

metodológico de la física*. Auguste Compte

proclamaba que la sociedad humana alcanzaba una

etapa científica de evolución y aún afirmaba la

fundación de una nueva disciplina para el estudio y

la reforma de la sociedad, a la que denominó física

social.

* En la tradición clásica no se consideraba a la física una ―ciencia

particular‖, independiente de otras en su objeto y su método; no era

―una de las ciencias‖ sino uno de los tres campos del conocimiento

epistémico del mundo: la física era el conocimiento de la naturaleza

como la ética lo era de la sociedad y la lógica del pensamiento.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

34

Pero ocurrió que sistemas ideológicos como el

materialismo histórico, postulado por Karl Marx, y el

liberalismo económico imperialista desarrollado a

partir de las ideas de Adam Smith entre otros,

también reclamaron el estatuto científico. La

consecuencia directa fue el desdibujamiento de la

demarcación de la ciencia en circunstancias que, por

otro lado, también sufría la agresión de filosofías

irracionalistas en su vertiente escéptica, como la de

Frederich Nietzsche, o en su vertiente vitalista, como

la de Henri Bergson.

Adicionalmente, en el período histórico que

transcurre hasta los primeros decenios del siglo XX

la ciencia presenta una imagen de fragmentación

creciente por la proliferante división de las

institucionalizadas disciplinas profesionales cuyos

emergentes campos de estudio se circunscriben y se

incorporan además a esquemas clasificatorios

basados en el principio de coordinación o en el de

subordinación, hasta el absurdo*, desagregando

arbitrariamente los grandes temas decantados por el

ejercicio analítico de la razón y estableciendo

ámbitos privativos de actividad, aparentemente

* Como en el caso de la ―psicosociología‖ propuesta por Jean Piaget,

cuyo objeto de estudio sería el propio sujeto en su aspecto individual

y social, articulando en una estructura artificiosa los temas, ya

bastante arbitrariamente diferenciados, de la psicología y de la

sociología.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

35

independientes unos de otros, que permiten luego

prosperar, como ―ciencias positivas‖, en verdad

parceladas, a la física, la química, la biología, la

psicología, la economía, la sociología, la

antropología, etc.

La positividad de estas ciencias se justificaba con

la consideración de que sus objetos de estudio

comprenden hechos o fenómenos de naturaleza

diferenciada, a partir de lo cual se infiere que, por lo

tanto, exigen la producción de teorías relativamente

autónomas, así como el desarrollo de métodos

singulares pero siempre manteniendo una cierta

relación filial con el método científico desarrollado

por y para la experiencia de la física, la más antigua

de las ciencias fácticas sistematizadas.

A partir del tercer decenio del siglo XX la

filiación fisicalista de las ciencias es materia de

nuevos ataques, primero a propósito de desarrollar la

clasificación de las ciencias; luego, bajo la bandera

del combate al positivismo. Ambos ataques estaban

directamente orientados, en sus diferentes moda-

lidades, a cuestionar el programa de construcción de

la ciencia unificada y la vigencia y efectividad del

método científico propuesto paradigmáticamente por

la física, promoviendo la separación radical de los

caminos del desarrollo de las denominadas ―ciencias

naturales‖, de los que correspondían a las deno-

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

36

minadas ―ciencias sociales‖. Se argumentó entonces

la cuestión de los ―valores‖, propiedades emergentes

que se consideraba exclusivas de los objetos de las

ciencias sociales, lo que sirvió de sustento no

solamente a la propuesta de nuevos métodos

científicos sin vinculación con el de la física, sino,

inclusive, a la propuesta de metodologías que

crearon una nueva noción de la demarcación

científica, dando cabida en las ciencias sociales a

concepciones subjetivistas que asociaron el análisis

pretendidamente científico a planteamientos para-

metodológicos no científicos como la hermenéutica.

De allí en adelante se hace virtualmente imposible

recuperar la unidad de la actividad científica y la

comunidad científica extravía la identidad que la

había distinguido como uno de los mejores productos

del humanismo. En sentido esencial la comunidad

científica deja de existir al institucionalizarse como

un conjunto de sub-culturas organizadas para la

producción de conocimientos refractarios a la

integración, débilmente articulados y, a veces, en

abierta contradicción. Decae la comunicación entre

los físicos y los sociólogos, entre los físicos y los

economistas, y entre éstos y los biólogos, por

ejemplo. Si bien las interacciones entre los actores y

las producciones de las distintas disciplinas de la

ciencia contemporánea no han desaparecido, un

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

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rasgo distintivo del mundo científico actual es el

provincialismo disfrazado de especialización.

No puede sorprender que esta decadencia de la

ciencia haya resultado en su incapacidad para

resolver los problemas de la humanidad cuya

solución sólo puede producirse mediante un esfuerzo

intelectual integral, generalista y superador de la

hiper-especialización; ni siquiera puede sorprender

que haya resultado en su incapacidad para plantear

dichos problemas conforme al recto empleo de la

razón. La situación actual del quehacer científico

muestra en varios aspectos, inclusive demasiados,

pérdida radical de perspectiva respecto de su

responsabilidad e interés propio y esencial, que son

los de orientar el progreso de la humanidad. A un

nivel tal que la mayoría de personas académicamente

interesadas en la ciencia asume la creencia de que las

funciones de la ciencia son casi puramente

contemplativas: la descripción, la explicación y la

predicción de los fenómenos problematizables, el

lato conocimiento del mundo, en vez de asumir la

convicción de que la función de la ciencia es resolver

materialmente, en propuestas tecnológicas, los

problemas de progreso humano que se manifiestan

en los fenómenos.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

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NO CABE DUDA de que la pérdida de orientación

de la ciencia es, en gran medida, una manifestación

singular de la crisis de la modernidad o, más

precisamente, de lo que se ha dado en llamar ―la

promesa incumplida de la modernidad‖. Pero el

largo episodio de desconcierto que aqueja a la

humanidad a consecuencia del lento y fragmentado

colapso de las ideologías totalitarias que regían el

desacreditado mundo de las certezas políticas

(fascismo, comunismo, democracia), económicas

(estatismo, liberalismo, globalización), antropo-

lógicas (evolucionismo, descolonización, urbanismo)

sólo puede aportar una pseudo-explicación

sociológica (o, de manera benevolente, una

interpretación unilateral y parcializada) del extravío

científico, que más bien considero tiene su causa en

una particular conjunción de factores, uno de los

cuales es, como ya he mencionado, la

desestructuración de la unicidad de la ciencia que

deviene del abandono del patrocinio de la física

sobre toda la actividad científica; otro factor es la

disociación entre la conciencia científica del mundo

y el sentido común.

En efecto, un perjudicial resultado del esfuerzo

irracionalista para separar a las ―ciencias naturales‖

(con la física a la cabeza) de las ―ciencias sociales‖,

particularmente desde el tercer decenio del siglo XX,

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

39

ha sido sustraer cientificidad del sentido común. No

es que el sentido común haya sido propiamente

científico en tiempos anteriores, pero desde el siglo

XVIII en mayor medida que en el presente se hallaba

fuertemente influido por los descubrimientos

científicos y, más precisamente, por la aplicación

productiva y la asimilación cultural de éstos,

uniéndolas a la idea de progreso, puesto que además

el progreso se percibía como incremento del

bienestar real y potencial de la colectividades. Por el

contrario, en los últimos setenta años el sentido

común ha perdido paulatinamente contacto con los

descubrimientos científicos. De hecho, el sentido

común se encuentra confundido, cuando no es

ignorante, respecto de las implicancias y

consecuencias de capitales descubrimientos

efectuados por la ciencia.

La evidencia de esta apreciación es abrumadora

pero baste señalar aquí la asincronía existente entre

el sentido común, en el que predomina el

evolucionismo biológico, respecto de la genética,

que lo refuta en amplios extremos; la diferencia entre

la cosificación objetivista de los hechos para el

sentido común y el probabilismo de los fenómenos

según la teoría cuántica; la contradicción entre el

malthusianismo ramplón del sentido común,

inclusive expresado académicamente en teorías

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económicas y ecológicas, y el potencial ilimitado de

bienestar asociado al incremento demográfico, que

exponen la ingeniería biológica y las teorías sobre

utilización eficiente de conocidas y nuevas fuentes

de energía. Una consecuencia de este desfase es el

estancamiento de las demandas sociales a los

científicos para que resuelvan los crecientes y

preocupantes problemas de insatisfacción de

necesidades de realización que afectan a la mayoría

de la humanidad, lo que en gran medida implica

indiferencia social respecto de la ciencia o, peor aún,

desconfianza hacia ella.

Otra consecuencia de este desfase, menos

advertida pero tal vez más gravitante, es la

apropiación privada y egoísta de los descubrimientos

científicos por grandes intereses económico-políticos

que medran en la injustificable pobreza de cuatro

quintas partes de la humanidad y aprovechan las

desigualdades sociales en propio beneficio,

disponiendo una inmoral discriminación de la

divulgación y aplicación de nuevas tecnologías sólo

si conviene a mantener su posición de dominio

global, en tanto impiden la divulgación y aplicación,

y aún el desarrollo, de tecnologías cuyos efectos

pudieran contrariar sus intereses, promoviendo en

varios aspectos políticas de ―crecimiento tecnológico

cero‖, como en lo que se refiere a producción y

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empleo de energía, y a producción bacteriana de

alimentos, por ejemplo.

VARIAS DE LAS CUESTIONES planteadas en este

largo introito implican tomas de posición y, por

consiguiente, la posibilidad de la controversia; por

tanto merecen una más amplia exposición,

sustentatoria, a la vez que convocan otras cuestiones

relevantes para el análisis de la crisis actual de la

ciencia. La exposición siguiente pretende examinar

en detalle aspectos considerados centrales al

respecto.

La cuestión de los paradigmas científicos

POCOS VOCABLOS han concitado en los últimos

treinta años tanto interés académico como el de

paradigma; su utilidad práctica y su potencial

comunicativo son enormes, pero, precisamente por

ello, ha devenido de cierta manera equívoco. En el

campo de la actividad científica, desde los estudios

de Thomas S. Kuhn (La estructura de las

revoluciones científicas) se acepta generalmente que

un paradigma es la constelación de creencias,

valores, métodos, técnicas, modelos de solución de

problemas, problemas no satisfactoriamente

resueltos, que los integrantes de una colectividad

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científica comparten y que, por lo mismo,

institucionalizan a dicha colectividad y circunscriben

su campo de actividad como una ―disciplina‖. Para

Kuhn el paradigma contiene conjuntos de

compromisos intersubjetivos de los miembros de la

colectividad, cuestiones consensuadas acerca de los

enigmas que desea resolver y doctrinas así como

normas de procedimiento para resolverlos.

En este sentido el paradigma proporciona ―reglas

de juego‖ que orientan la labor científica. Como

estas reglas son el producto de la práctica

investigadora, el paradigma no debe ser una

construcción dogmática sino un descubrimiento

perfectible, un ejemplo de buen ejercicio que ha de

utilizarse como un modelo de trabajo competente. Es

en esta óptica que Thomas Kuhn afirma de los

paradigmas: “considero a éstos como realizaciones

científicas universalmente reconocidas que, durante

cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y

soluciones a una comunidad científica”.

Pero la popularidad del vocablo paradigma en los

círculos interesados por la actividad científica se

relaciona más directamente con la extendida idea de

la ―crisis de paradigmas‖ referida al decaimiento de

la orientación y de la efectividad de la ciencia, que es

una expresión singular de la ―crisis de la

modernidad‖. Ahora bien, las referencias académicas

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a la crisis de paradigmas adolecen de falta de

claridad, ya que no elucidan si aluden a una crisis de

la concepción vigente de ciencia, a la caducidad o

inconducencia del método general de la ciencia, a la

falta de capacidad de las teorías científicas para la

problematización y solución de problemas, o bien a

todos estos aspectos.

Sobre la desorientación del paradigma

general de la ciencia

EFECTIVAMENTE EXISTE una situación de crisis

en la concepción general de la ciencia por la actual

falta de orientación acerca de su función. Entre las

razones de esta crisis podemos señalar dos

principales: el abandono del programa de

construcción de la ciencia unificada y el extravío del

interés propio y esencial de la comunidad científica.

La ciencia unificada es una aspiración humanista

que tiene sus bases en las concepciones filosóficas

atomistas del mundo, en las nociones de la unidad

ontológica de la realidad en su interacción con la

unidad gnoseológica de la razón, en la

universalización de la lógica simbólica y de las

matemáticas como lenguajes para la formalización

de los conocimientos; posteriormente, en la vigencia

fructífera del método desarrollado por la experiencia

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Filosofía y Ciencia

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de la física como paradigma de toda investigación

científica, en la representación lógica de las

entidades existentes como elementos y funciones y

en la extraversión de la teoría cuántica. No obstante,

estos fundamentos fueron desperdiciados por la

filosofía de la ciencia que más argumentó a favor de

la ciencia unificada: el positivismo lógico.

A despecho de su reconocida coherencia ejemplar,

el positivismo lógico separó las cuestiones

ontológicas de las gnoseológicas, con el prurito de

impedir la infiltración de la metafísica en el lenguaje

científico, sin reconocer que el esfuerzo de fisicalizar

el lenguaje científico conllevaba en su extremo

radical la ―fisicalización‖ de los objetos del

conocimiento científico, error o inadvertencia con

que el Círculo de Viena pagó los derechos de su

filiación del positivismo primigenio que contribuyó

inicialmente a la fragmentación de la concepción

integral de la ciencia humanista en una multiplicidad

de disciplinas ―positivas‖ apenas articuladas,

epistemológica y metodológicamente centrífugas. Es

así como Rudolph Carnap (La estructura lógica del

mundo. Pseudoproblemas en filosofía) plantea que

“La cuestión de la unidad de la ciencia está tomada

como un problema de lógica de la ciencia, no de

ontología... En cualquier caso, cuando nosotros

preguntamos si hay unidad en la ciencia, tomamos

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Filosofía y Ciencia

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esto como una cuestión lógica, concerniente a las

relaciones lógicas entre los términos y las leyes de

varias ramas de la ciencia”. Por su parte Otto

Neurath (La concepción científica del mundo)

sostiene que “la ciencia unificada es una integración

lógico-empírico-metodológica o, mejor dicho, una

integración de conocimientos empíricos garantizada

por la unidad del método científico y por la

homogeneidad lingüística de la ciencia... La ciencia

unificada es una tarea que requiere la colaboración

entre científicos de distintos campos, lógicos y

matemáticos pero su meta no es una construcción

sistemática sino enciclopédica”.

La falta de consecuencia de los positivistas

lógicos se advierte sobre todo en Neurath. Para éste

“la ciencia unificada es una integración lógico-

empírico-metodológica‖, es decir, una integración de

sistemas de enunciados vinculados con datos y con

los procedimientos que aseguran la validez de la

representación de los datos por las proposiciones así

como la verificación de los datos. Pero no lleva el

análisis al extremo que su razonamiento apunta

naturalmente; no establece las vinculaciones

necesarias entre la unificación del lenguaje científico

y la naturaleza esencialmente única de los

fenómenos del mundo real que este lenguaje

representa, posiblemente por temor a postular una

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Filosofía y Ciencia

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forma de reduccionismo*, ya que llega a afirmar, en

forma muy ambigua, que “Si la sociología describe

el comportamiento de los grupos humanos a partir

de enunciados fisicalistas definidos espacio tempo-

ralmente, se convierte en una forma de conductismo

social que forma parte de la ciencia unificada”.

De manera que Neurath, aceptando la factibilidad

de la ciencia unificada pero negándose a aceptar el

riesgo del reduccionismo, renuncia, como todos los

positivistas lógicos, a avanzar en el análisis

filosófico y en la propuesta de la unidad ontológica

de la ciencia. Como resultado, el positivismo lógico

se rinde ante las tendencias disgregadoras de las que

es también heredero y pierde la oportunidad de

postular con solidez argumental la indistinción entre

las ciencias naturales y las ciencias sociales. No creo

que fuera irremediable que la sociología se

convirtiera en un conductismo social por adoptar

principios fisicalistas; es ciertamente una

posibilidad, pero si la sociología se hubiera

fisicalizado gnoseológica y ontológicamente, hubiera

probablemente evitado desenvolverse como el

discurso impresionista que actualmente es en su

mayor parte, y se hubiera abierto a la alternativa de

* Algunos físicos, como Ernst Mach, planteaban que los fenómenos

sociales eran sólo fenómenos bioquímicos complejos o, como

Ostwald, que eran fenómenos biofísicos energéticos.

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alcanzar el estatuto de una ciencia directamente

orientada a promover tecnológicamente el progreso

humano; se hubiera convertido en el sistema teórico

matriz de una auténtica ingeniería social, superando

su actual naturaleza de conocimiento contemplativo,

del que en escasa medida se derivan débiles e

inorgánicas tecnologías apenas paliativas de los

desajustes e inadecuaciones que afectan a los grupos

sociales.

El abandono del programa de construcción de la

ciencia unificada, una de las causas de la crisis actual

de la ciencia, ha propiciado, como otra causa de esta

crisis, el extravío del interés propio y esencial de la

comunidad científica.

El razonamiento nos indica que es aspiración

general de la humanidad avanzar hacia la

imperfección decreciente, es decir, hacia la

perfección creciente, como lo reconocen todos los

cánones morales fundados en la idea de Bien. Es una

aspiración inmutable que anticipa el devenir como

ordenamiento transfinito de cambios orientado por la

recta razón. En esta perspectiva, el interés propio y

esencial de la comunidad científica debe ser

(subyacentemente es, aunque muchos científicos no

sean conscientes de ello) contribuir al cambio

exitoso de la humanidad en el devenir.

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48

No se trata del cambio en el sentido evolucionista

y funcionalista de adaptación de un sistema social a

su entorno por medio de procesos de diferenciación

interna y del aumento de su complejidad estructural;

se trata del cambio en el sentido de transformación

radical y progresiva del entorno, por medio de

procesos científico tecnológicos revolucionarios que

hagan progresar a la humanidad más allá de los

horizontes físicos y psicológicos establecidos en un

momento histórico determinado. El éxito del cambio

así concebido, cambio transfinito, debe medirse en

progreso, que solamente puede representarse como

un índice de aumento del potencial y del ritmo de

incremento del potencial de aprovechamiento de los

recursos ilimitados* que provee la naturaleza al

bienestar humano conforme se producen las

revoluciones tecnológicas con base en el desarrollo

científico.

El aumento del potencial y del ritmo de

incremento del potencial de aprovechamiento de los

recursos para el bienestar de la humanidad es factible

únicamente si se produce un aumento de la

* Es cabalmente reaccionario creer que los recursos provistos por la

naturaleza son limitados, pues éstos se descubren así como se

descubre sus formas de aprovechamiento en la medida que avanza y

se revoluciona la tecnología, tal y como lo pone en evidencia la

historia de los últimos 120 mil años de vida humana en el planeta.

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productividad física del hombre*, es decir, un

aumento de la fecundidad presente y futura del

trabajo humano transformando la naturaleza, de

modo que la mayor productividad pueda medirse

como la variación incremental del producto físico

per capita y sobre kilómetro cuadrado, en la

variación incremental de las condiciones medias de

vida y en el mejoramiento de la reproducción

humana. Para ello la humanidad debe realizar

deliberadamente los descubrimientos científicos

adecuados a pautar el progreso conforme a un

principio de ordenamiento que gobierne el paso de

cada nivel de conocimiento y desarrollo tecnológico

al nivel superior siguiente.

La contribución de la comunidad científica al

progreso humano ciertamente sólo puede partir de su

reconstitución superando las sub-culturas científicas

hiper-especializadas actualmente existentes. Esta es

una condición necesaria pero no suficiente pues se

requiere además que los científicos recuperen la

conciencia de su interés propio y esencial como aquí

es presentado. Para restablecer esta conciencia los

científicos deben asumir que cada uno de sus actos

mentales creadores es el proceso soberano de su

personalidad individual. Esto es así porque, no

* Se aprovecha aquí algunas de las ideas expuestas por Lyndon H.

LaRouche, Jr. en su obra: ―La ciencia de la economía cristiana‖.

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importa cuántas sean las influencias sociales

(grupales, institucionales, ideológicas) que participan

en el ejercicio de las facultades mentales creadoras

de un individuo, el descubrimiento científico es la

expresión de un proceso que ocurre única y

totalmente dentro de la mente de una persona

particular y es, por tanto, un proceso soberano. Por

consiguiente, los científicos tienen responsabilidad

plena sobre las consecuencias de sus producciones,

ya que pueden aprovechar o desperdiciar la

oportunidad de legar a la posteridad un producto

conforme a la recta razón, es decir, contributivo a la

imperfección decreciente de la humanidad en su

devenir progresivo hacia el Bien.

ES ASÍ COMO EL INTERÉS propio y esencial del

científico aparece superficialmente como el de la

donación a la humanidad presente y futura, de

―útiles‖, conocimientos u objetos que eleven

significativamente la capacidad productiva de la

especie humana en función de su bienestar. Pero

cualquier útil (producto científico o tecnológico) es

superable con el tiempo por otro útil con mayor valor

de uso, por lo que, en un sentido profundo, el interés

propio y esencial del científico trasciende la

producción de útiles y consiste en tener la actitud del

mejoramiento permanente de los principios

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conocidos por medio de los cuales su generación y

las generaciones subsiguientes pueden realizar fases

enteras de conocimientos científicos. De manera que

el interés propio y esencial del científico se expresa

en dos niveles: En el primer nivel el interés persigue

el provecho físico del conocimiento, es decir, la

aplicación y la asimilación cultural del crecimiento

tecnológico que aumente la capacidad productiva

per capita transformando la naturaleza. En el

segundo nivel persigue fomentar el desarrollo y la

expresión de las facultades creadoras soberanas

individuales virtualmente de todos los que asimilan

el producto y la actitud del científico.

La comparación del interés propio y esencial del

científico con los intereses que han guiado en el

último siglo y guían actualmente a muchos de los

científicos, comprueba el extravío del ethos

científico. Tal es el caso de las investigaciones

efectuadas sobre las aplicaciones tecnológicas y

prácticas de la fisión nuclear del átomo, que con el

físico Robert Oppenheimer produjeron finalmente la

bomba atómica, un ―no útil‖ en el sentido que el

valor de uso del artefacto consiste en causar la

muerte relativamente indiscriminada de seres

humanos, en directa y abierta contradicción con los

ideales auténticamente científicos de contribución al

progreso y al bienestar de la humanidad. Otro es el

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caso de las investigaciones del economista Milton

Friedman, que junto a otros ha producido la

sustentación y justificación teóricas ―no útiles‖ de la

ideología neo liberal, causante, en última instancia,

del incremento de la distancia que separa, en el

mundo actual, a un mayor número de pobres cada

vez más pobres respecto de un menor número de

ricos cada vez más ricos.

Estos casos, como tantos otros, muestran el desvío

de los intereses que han guiado a ciertos científicos

respecto del interés de producir el provecho físico

del conocimiento. Pero, en un examen más profundo,

proporcionan indicios sobre la alienación que afecta

a las colectividades de científicos sumisos ante

decisiones políticas perversas, oportunistas ante los

poderes económicos oligárquicos, indiferentes al

clamor de las necesidades humanas insatisfechas,

enajenados respecto de sus responsabilidades

individuales con la humanidad presente y futura;

rasgos todos que caracterizan la falta de compromiso

de los científicos con el ideal de la ciencia, que es el

de generar, transmitir y promover la asimilación

cultural del progreso.

EN ESTE PUNTO es necesario abordar un tópico

principal de la crítica de la actividad científica como

profesión, porque es al amparo de la

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institucionalización académica de los profesionales

del quehacer científico que se ha promovido la hiper-

especialización que justifica complacientemente el

abandono de la construcción de la ciencia unificada

y el des-compromiso de los científicos con la

generación, la transmisión y la asimilación cultural

del progreso de la humanidad. Uno de los más

notorios defensores de la desviación de los

científicos respecto de su interés propio y esencial ha

sido Max Weber, quien afirmaba, en el segundo

decenio del siglo XX, que la vocación científica está

condicionada, en primer lugar, por el hecho de que la

ciencia ha entrado en un estadio de especialización

antes desconocido y en el que se va a mantener para

siempre. Max Weber (El político y el científico)

argumentaba: “Sólo mediante una estricta

especialización puede tener el trabajador científico

ese sentimiento de plenitud, que seguramente no se

produce más de una vez a lo largo de una vida, y que

le permite decir: „aquí he construido algo que

durará‟”.

Y prosigue Weber: “En nuestro tiempo la obra

realmente importante y definitiva es siempre obra de

especialistas. Quien no es capaz de ponerse, por

decirlo así, unas anteojeras y persuadirse a sí mismo

de que la salvación de su alma depende de que

pueda comprobar esta conjetura y no alguna otra,

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Filosofía y Ciencia

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en este preciso pasaje de este manuscrito, está poco

hecho para la ciencia. Jamás experimentará en sí

mismo lo que podríamos llamar la „vivencia‟ de la

ciencia. Sin esta extraña embriaguez, ridícula para

todos los que la ven desde fuera, sin esta pasión, sin

este sentimiento de que „tuvieron que pasar milenios

antes que yo apareciera y milenios aguardaron en

silencio a que yo comprobase esta hipótesis‟, no se

tiene vocación para la ciencia y es preferible

dedicarse a algo distinto”.

La idea central de Weber, sobre la que vuelve

varias veces, es que hay que inclinarse ante la hiper-

especialización de la actividad científica,

asumiéndola cómodamente como ―un dato de la

realidad‖, más aún si, como cree injustificadamente,

es ―irreversible‖, por lo que se permite afirmar que

en el campo de la ciencia sólo tiene personalidad

quien está pura y simplemente al servicio de la causa

de la especialización del trabajo científico.

Pero lo cierto es que la especialización del trabajo

científico no es una fatalidad sino únicamente el

resultado del proceso desviado de la

institucionalización fragmentada de la comunidad

científica, que se coloca las anteojeras

promocionadas por Weber para enajenarse de su

interés propio y esencial entregando (como quiere

Weber) su alma a la producción de conocimientos

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

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que no tienen relación clara y definida con el

progreso de la humanidad. Si el científico tuviera

conciencia de su verdadero interés asumiría que la

producción y la transmisión de conocimientos de las

que es responsable implican necesariamente dos

aspectos: por un lado la posibilidad de que asuma

éticamente una posición de resistencia a imperativos

políticos, económicos o institucionales que

permanentemente expresan las presiones del poder

sobre la actividad científica, en cuanto el poder no se

identifique con el progreso humano; por otro lado,

que pueda manifestar libremente los juicios de valor

(valoraciones prácticas, en el lenguaje de Weber)

inherentes a su personalidad individual, que forman

parte indesligable del producto de su actividad

intelectual, es decir, de sus aportes teóricos o

tecnológicos.

Contrariamente a lo que opina Weber, es

perfectamente lícito que el científico exprese, aún en

ambientes académicos, los juicios de valor que ha

construido en relación a sus descubrimientos, porque

ello es condición necesaria para que pueda contribuir

a promover la asimilación cultural de la ciencia

puesto que ésta no es y no puede ser ideológicamente

aséptica sino que debe estar comprometida con el

fomento de la productividad humana, con la

elevación de las condiciones medias de bienestar de

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Filosofía y Ciencia

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56

la colectividad global y con el mejoramiento de la

reproducción humana. Weber argumentó que

interpolar valoraciones prácticas en el discurso de

exposición de las ―cuestiones puramente lógicas y

empíricas‖ que conforman los descubrimientos

científicos era erróneo ya que se perjudicaba la

objetividad de la exposición al no poderse ―evitar

que las valoraciones personales del científico

distorsionen la realidad‖. Esto es cabalmente una

tontería, ya que las valoraciones prácticas del

científico siempre participan de su producción

analítica sobre la realidad; no pueden separarse unas

de otras. Hay una distorsión del conocimiento de la

realidad (no de la propia realidad) si los juicios de

valor del científico no coinciden con el interés

propio y esencial de la comunidad científica. Pero

hay un fortalecimiento actual y potencial del

conocimiento de la realidad si los juicios de valor del

científico coinciden con el interés propio y esencial

de la comunidad científica. Este es un aspecto

fundamental de la cuestión de la objetividad de la

ciencia.

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57

La cuestión de la división de las ciencias

y la controversia sobre el alcance del

método general de la ciencia

LA CIENCIA ES UN TIPO de actividad productiva

que genera, transmite y promueve la asimilación

cultural de conocimientos y tecnologías para el

cambio exitoso, es decir, ―útiles‖ para elevar la

productividad humana, las condiciones medias de

vida y mejorar la reproducción humana, propiciando

el aumento del potencial y del ritmo de incremento

del potencial de aprovechamiento de los recursos

provistos por la naturaleza para el progreso de la

humanidad. En este sentido toda actividad científica,

en cualquier campo, debe producir ―valores de uso‖

que, en última instancia, se materialicen como

―herramientas‖ del cambio hacia la imperfección

decreciente del género humano.

Esta concepción de la ciencia por su función es

totalmente indiferente a los criterios utilizados en

varias divisiones de la ciencia, pues implica que son

artificiosas o que adquieren sentido únicamente en el

contexto de la inaceptable hiper-especialización de la

actividad científica contemporánea.

En este punto es pertinente distinguir entre

división de las ciencias y clasificación de la ciencia,

La división, estrategia del positivismo primigenio y,

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

58

contradictoriamente, luego, de varios anti-

positivismos, tiene el propósito de independizar unas

ciencias de otras argumentando que entre ellas

existen diferencias radicales de objeto, de método y

de lenguaje. La clasificación tiene el propósito de

construir un esquema sintético de la ciencia

partiendo de criterios historicistas como el momento

del surgimiento de cada campo temático de la

ciencia, o de criterios analíticos como el continuo

abstracto/concreto que ha originado las distintas

disciplinas del conocimiento científico.

En el siglo XIX Compte plantea una clasificación

de las ciencias de acuerdo con los principios de

coordinación y de subordinación, que le permiten

distinguir seis ciencias fundamentales (en atención a

sus relaciones externas necesarias): matemática,

astronomía, física, química, fisiología, sociología, a

partir de las cuales se considera posible la

identificación de otras ciencias, subordinadas*. El

sistema de Compte, que es el más avanzado de su

época, pretende distribuir las ciencias según grados

descendentes de comunidad, sencillez e

independencia de los fenómenos que estudian. No

incorpora una propuesta de división de las ciencias,

* Así, por ejemplo, la mecánica de los cuerpos terrestres es

subordinada de la matemática, y la psicología es subordinada de la

sociología.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

59

ya que, si bien presenta criterios ontológicos para

separar, por ejemplo, la matemática de la física, no

sostiene que se trate de tipos de ciencia diferentes

sino, únicamente, que son ciencias diferentes en el

mismo plano tipológico.

Sin embargo las clasificaciones avanzan desde

fines del siglo XIX en el sentido de establecer

diferentes tipos de ciencia y hoy en día forma parte

de un cierto sentido común de la colectividad

académica interesada en la actividad científica la

división entre ―ciencias formales‖ y ―ciencias

fácticas‖. Sistematizando aportes anteriores en este

sentido, Mario Bunge, por ejemplo, divide a las

ciencias en formales (o ideales) y fácticas (o

materiales), en razón de tres criterios: el objeto o

tema de las respectivas disciplinas, la diferencia de

especie entre los enunciados que se proponen

establecer las ciencias formales y las fácticas, y el

método por el cual se ponen a prueba los resultados

del conocimiento. Bunge (La ciencia, su método y su

filosofía) afirma que los objetos de las ciencias

formales (que son la lógica y las matemáticas) no

son cosas ni procesos sino “formas en las que se

puede verter un surtido ilimitado de contenidos‖, ya

que “el significado fáctico o empírico que se le

pueda asignar a los objetos formales no es una

propiedad intrínseca de los mismos”.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

60

Por el contrario, los objetos de las ciencias

fácticas (desde la física y la biología hasta la

economía y la psicología) son cosas, hechos o

procesos que se manifiestan en datos empíricos; la

relación entre los objetos de las ciencias formales y

fácticas consiste en que los elementos de los

primeros pueden representar las propiedades y

relaciones de los datos de los segundos. Los

enunciados de las ciencias formales tienen entre sí

relaciones de correspondencia (deducibilidad, etc.),

en tanto que los enunciados de las ciencias fácticas

tienen entre sí relaciones de objetividad y de

racionalidad. El método de las ciencias formales

pretende la demostración, en tanto que el de las

ciencias fácticas pretende la verificación.

La sistematización de Bunge es apenas pasible de

crítica, acerca del carácter del método de las ciencias

fácticas (ya que muchas hipótesis de las ciencias

fácticas no son verificables sino contrastadas

mediante falsación, por ejemplo), pues es correcto

reconocer la existencia efectiva de las diferencias

tipológicas señaladas entre la naturaleza de los

objetos y de los enunciados de ambas clases de

ciencias. Pero la división entre ―ciencias formales‖ y

―ciencias fácticas‖ desde inicios del siglo XX va a

ser aprovechada por distintas corrientes del

pensamiento orientadas a tesis de división de las

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

61

ciencias factuales en sub-órdenes establecidos

también de acuerdo a criterios tipológicos. Antes de

1910 Wilhelm Wundt (Principios de psicología

fisiológica) postula el divisionismo formal/factual

pero avanza al plantear que existe en las ciencias

fácticas una diferencia típica entre las ―ciencias

naturales‖ y las ―ciencias del espíritu‖. Esta división

ha sido desarrollada por varios autores y en sus

versiones más actuales hoy disfruta de amplia

aceptación en la colectividad académica interesada

en el quehacer científico.

El argumento que expone la justificación de la

división entre ciencias naturales y ciencias del

espíritu, que es de origen kantiano, dice que las

primeras estudian la naturaleza, cuyos fenómenos se

considera regidos por leyes, en tanto que las

segundas estudian la sociedad, la historia y el

comportamiento humano, cuyos fenómenos

constituyen un caos de casualidades. Sobre este

punto habría que volver más adelante, pero ha sido

introducido aquí porque la división entre ciencias

naturales y ciencias del espíritu es el antecedente de

la división entre ciencias naturales y ciencias

sociales.

Se plantea que las ciencias sociales se distinguen

de las naturales porque los objetos de las primeras

son clases de cosas o de procesos inanimados o

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

62

animados pero sin historia, en tanto que los objetos

de las segundas, en última instancia el hombre, los

grupos sociales y su historia, son singulares y no

sólo son animados sino que su animación es racional

y teleológica. Es indudablemente cierto que los

hechos sociales tienen una especificidad distinta de

la que es propia de los fenómenos naturales, pero

ésta no es la racionalidad sino la conciencia de la

racionalidad. Siendo correcto afirmar que el hombre

y los grupos sociales son o pueden ser conscientes

(cualidad privativa) de su racionalidad, no puede

negarse que la polaridad eléctrica de las moléculas

tiene un comportamiento finalista, aunque

obviamente la molécula no porta la razón que

construya la conciencia de ello.

Por otra parte, si bien es cierto que la naturaleza

de la actitud de un individuo, por ejemplo, es distinta

de la naturaleza del espin de un electrón, ambos son

esencialmente variables complejas de entidades cuya

característica objetual es por igual la de concretarse

como una estructura de propiedades y relaciones

entre propiedades. Y se hace énfasis en las

menciones de ―un individuo‖ y de ―un electrón‖,

pues si las variables de ambos son genéricas (es

decir, pertenecen a la clase de los individuos y a la

clase de los electrones) puede demostrarse, incluso

experimentalmente, que cada electrón es un caso tan

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

63

singular como cada individuo, lo que refuta el

argumento de que las ciencias naturales tratan

―clases‖ de hechos en tanto que las ciencias sociales

tratan hechos singulares.

Posteriormente esta división entre ciencias

naturales y ciencias sociales se perfecciona

distinguiendo las ―ciencias nomotéticas‖ y las

―ciencias descriptivas‖, significando que las

primeras son las que descubren y enuncian las leyes

que rigen los fenómenos naturales, y las segundas

son las que clasifican y describen los fenómenos

sociales y subjetivos irreductibles a leyes.

Esta división de las ciencias parte de dos

supuestos. El primero, que todos los fenómenos

físicos, químicos, biológicos... manifiestan

propiedades, estados, cambios, relaciones internas y

externas que comprenden cierta contingencia pero

que en su contenido de necesidad pueden ser

reducidos a una o algunas regularidades esenciales e

inmutables, es decir, a leyes. El segundo, que todos

los fenómenos históricos, psicológicos... son únicos,

no recurrentes; sus propiedades, estados, cambios,

relaciones internas y externas son contingentes y, por

lo tanto, no pueden ser reducidos a leyes. El

desarrollo de la teoría cuántica cuestiona

radicalmente esta dicotomía al plantear y, en

diversos aspectos, al probar experimentalmente que

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

64

los fenómenos físicos, por ejemplo, no se rigen por

regularidades esenciales e inmutables sino por

probabilidades alternativas y no excluyentes dentro

de un continuo de probabilidades que ―colapsa‖

cuando el observador ―mide‖ una de esas

propiedades, estados, cambios o relaciones. En el

mismo sentido, puede afirmarse que la ocurrencia de

un hecho histórico, en cuanto es observada,

―colapsa‖ otras probables manifestaciones

alternativas y no excluyentes del fenómeno, lo que

niega el carácter único de éste. De manera que no es

posible distinguir entre ciencias nomotéticas y

descriptivas, ya que todas son probabilísticas.

Más tarde las argumentaciones para sustentar la

división entre ciencias naturales y ciencias sociales

radican en postular que la equivalencia de ambas

“...nos da una visión equivocada de lo que los seres

humanos son, en cuanto actores razonadores que

saben mucho del por qué actúan como actúan”. Esto

afirma Jurgen Habermas (Conocimiento e interés),

uno de los cultores de la introducción de la tradición

hermenéutica en las ciencias sociales que busca una

solución a los problemas de incongruencia de la

división de las ciencias fácticas en su esfuerzo de

clasificarlas superando la dicotomía anterior y

configurando una nueva visión del conocimiento de

acuerdo con el criterio de su interés constitutivo. Así,

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

65

distingue las ―ciencias empírico analíticas‖ cuyo

interés constitutivo es la predicción y el control de

los fenómenos, incluyendo en ellas tanto a las

ciencias naturales como sociales, en forma similar al

cuadro de las ciencias nomotéticas; las separa de las

―disciplinas histórico hermenéuticas‖ cuyo interés

constitutivo es la comprensión del significado de la

interacción humana, y de la ―teoría crítica‖ cuyo

interés constitutivo es la emancipación de los

individuos ante la dominación.

Esta clasificación del conocimiento es correcta en

cuanto reinserta todas las ciencias positivas en un

solo marco tipológico y en cuanto implícitamente

rechaza el estatuto científico de disciplinas cuya

finalidad es la interpretación, con lo que, en mi

opinión, cierra satisfactoriamente el capítulo de la

división de las ciencias promovida por el

positivismo.

Pero el aporte de Habermas presenta la debilidad

de no profundizar en su crítica del interés

constitutivo de las ciencias, pues se agota en la

transición de criticar la visión puramente

contemplativa de ese interés a la introducir una

visión progresiva de dicho interés, pero sin culminar

el esfuerzo, puesto que la predicción y el control, si

bien actúan y deben actuar, como dice Habermas,

sobre el trabajo como actividad de transformación de

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

66

la naturaleza y como actividad de organización

humana para esa transformación, alcanzan cuando

mucho a proponer la manipulación racional eficiente,

tecnológica e incluso técnica, de los objetos que

estudian las ciencias, aunque la predicción y el

control no alcanzan a lograr similitud explícita con el

propósito ético y no solamente cognitivo de

aumentar el potencial y del ritmo de incremento del

potencial de aprovechamiento de los recursos

ilimitados que posee ante sí la humanidad para servir

a su progreso; propósito que es el propio y esencial

de la ciencia.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

67

Acerca de la correlación investigación - ciencia -tecnología

(Octubre 2003. Disertación en el I Diplomado de Investigación Científica,

Universidad Antenor Orrego, Trujillo)

Las visiones del interés de la investigación

UNA CUESTIÓN que al parecer no ha sido

suficientemente planteada y debatida en los medios

académicos y científicos, no obstante la profusa

literatura al respecto, es la concerniente a cuál es el

interés que motiva la investigación científica en

todos y cualquiera de sus extremos y acepciones;

cuestión que, por lo tanto, es también la de los

valores esenciales de la ciencia. Jürgen Habermas

(Conocimiento e interés) propone distinguir tres

tipos de interés de la ciencia: la explicación y el

control de los fenómenos (interés de las ciencias

empírico analíticas), la comprensión del significado

de la interacción humana (interés de las ciencias

histórico-hermenéuticas), y la emancipación de los

individuos ante la dominación (interés de la teoría

crítica). Esta es una propuesta discutida y discutible

para abordar el análisis de intereses y valores en

relación a la investigación científica, pero es

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

68

pertinente porque ubica la cuestión a nivel

descriptivo, en la pregunta: ¿qué interés subyace a la

práctica de la investigación científica existente?,

como a nivel prescriptivo, en la pregunta: ¿qué

interés debe subyacer a la práctica de la

investigación científica?

En la primera parte de este ensayo se intenta

señalar derroteros para responder ambas

interrogantes.

Generalmente la investigación científica es

definida por su objetivo inmediato: el

descubrimiento. Este es el núcleo de una visión

académica y tradicional de la investigación*,

compartida por filósofos de la ciencia y por

especialistas en métodos científicos. Así, Mario

Bunge (Ciencia y desarrollo. La investigación

científica y los problemas nacionales) dice que la

investigación es un proceso metodológicamente

orientado y consistente en averiguar algo acerca de

cosas de algún tipo y Max Weber (El político y el

científico) sostiene que el trabajo de investigación y

la búsqueda constante, la actividad de

descubrimiento y la satisfacción de realizarlo es lo

único que debe importar al científico, que es

integrante de una especie social diferenciada al que

sólo le interesa su actividad, en tanto que Ezequiel

Ander Egg (Introducción a las técnicas de

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

69

investigación social) sostiene que la investigación es

un proceso formal, sistemático, racional e

intencionado en el que se lleva a cabo el método

científico de análisis. Es fácil advertir que todas estas

definiciones comparten la omisión de indicar la

finalidad de la investigación y, por tanto, responden

a la pregunta: ¿qué interés sostiene la práctica de la

investigación científica? con una sencillez y

austeridad extremadamente positivistas: el único

interés verdaderamente relevante de la práctica de

investigación científica es producir y acrecentar el

conocimiento de los objetos del mundo. Esta es una

visión todavía dominante en la comunidad

académica. Ampliamente se la ha compartido

muchos años, en los que se ha reiterado que la

investigación científica es el proceso de producción

de conocimiento científico; actividad de

construcción y determinación de objetos de

conocimiento contrastables a través de informa-

ciones novedosas obtenidas con empleo del método

científico (como en Miguel A. Rodríguez Sosa:

Investigación científica. Teoría y métodos).

Sin embargo, esta visión, que caracteriza a la

investigación como una actividad esencialmente

contemplativa y la ubica en un ambiente de asepsia

ideológica que no existe realmente en ningún medio

institucional o social, ha sufrido los cuestio-

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

70

namientos y embates crecientes de corrientes de la

actividad intelectual finalmente nucleados en el

partido de la denominada ―investigación acción‖,

que es una visión alternativa y comprometida en la

que el investigador adquiere deliberadamente

obligaciones con el objeto social (un grupo o

comunidad) de su investigación y contribuye a

estructurar la identificación y el análisis de algunos

problemas acuciantes, aportando asimismo a

resolverlos con sus herramientas teóricas y técnicas

pero necesariamente con la colaboración racional y

activa del propio grupo o comunidad.

Una buena parte de la investigación universitaria

en el Perú sigue en la senda de la visión académica

tradicional, configurando una verdadera doctrina

metodológica, pero es pertinente mencionar que en

la práctica la vigilancia del interés exclusivamente

epistémico de la investigación se ha relajado y el

abandono del debate acerca de las influencias

recíprocas entre ciencia y sociedad condiciona que

los compromisos ideológicos y sociales que esta

visión expulsó por la puerta están ingresando

subrepticiamente por la ventana en muchas

investigaciones a nivel de tesis universitarias.

Por otro lado es necesario reconocer que adquiere

mayor importancia la visión y la práctica de la

investigación acción. Experiencias interesantes de

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

71

investigación acción se están llevando a cabo en el

Perú en diversos campos y conozco estudios en

materias muy diversas, por ejemplo, acerca del

impacto del mejoramiento de la infraestructura de

saneamiento en comunidades campesinas de

Cajamarca sobre la salud y la calidad de vida de la

población, acerca del urbanismo de la ciudad popular

en Villa El Salvador, acerca de cambio curricular en

educación primaria, y acerca del desarrollo

sustentable de comunidades huambisa.

Estudios como estos muestran que la visión de la

investigación acción, a diferencia de la visión

académica tradicional de la investigación, rechaza la

actitud contemplativa y la asepsia ideológica del

investigador; muestran también que su interés no es

puramente gnoseológico, que enfatiza el

compromiso ideológico con la solución de los

problemas que indaga y con los intereses del grupo o

comunidad beneficiario.

Así, se ha llegado al convencimiento de que la

visión de la investigación acción es superior a la de

la investigación académica tradicional porque no es

indiferente al imperativo de que el conocimiento

científico debe servir para estructurar y solucionar

los problemas que obstaculizan a la humanidad

alcanzar mayores niveles de bienestar y realización

individual y colectiva. Se cree con firmeza que la

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

72

visión de la investigación no puede ser indiferente,

por ejemplo, al hecho de que las ingenierías de

producción y la biotecnología logren una producción

agrícola anual mundial suficiente para alimentar 12

mil millones de seres humanos, el doble de la

población del planeta, y sin embargo cada año sufre

hambre crónica cerca de la cuarta parte de la

humanidad.

Se cree, asimismo, que la visión de la

investigación no puede ser indiferente ante el

desastre ecológico que viene gestando la industria de

combustibles fósiles, que insume ingentes cantidades

de recursos en proyectos de investigación y

desarrollo de productos para beneficio de un

oligopolio industrial, mientras sabotea la asignación

de recursos para la investigación tecnológica y la

industrialización de nuevos medios energéticos

generados por flujos de elevada concentración de

energía, como el plasma. Esencialmente, se

considera que la visión puramente cognoscitiva y

socialmente des-comprometida de la investigación es

moralmente cuestionable porque pretende ignorar

que la lógica del descubrimiento es y sólo puede ser

antropocéntrica, es decir, al servicio de la realización

humana.

Pero la superioridad de la investigación acción

encuentra su límite en la falta de autonomía de sus

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

73

intereses. La visión de la investigación acción es

tributaria de una visión más vasta, la del globalismo

que intenta imponer al mundo un modelo de

desarrollo desigual que garantice la hegemonía

cultural y la dominación política y económica del

Occidente post-industrial, y la asociación

subordinada del resto del mundo. Los think tanks

del globalismo capitalista han establecido que el

mantenimiento del desequilibrio global exige, por

ejemplo, disminuir ciertos extremos de inequidad y,

entre ellos, la pobreza extrema y la exclusión social,

a la vez que es necesario elevar los niveles

educativos de la población para facilitar su

incorporación funcional al mercado y al sistema.

Esta perspectiva es instrumentada por organismos

financieros internacionales como el Banco Mundial

y por la red mundial de ONGs, a través de los cuales

operan intereses estatales de las grandes potencias.

No puede sorprender, por tanto, que la visión y el

paradigma metodológico de la investigación acción

sean desarrollados en el marco institucional, difuso y

poco transparente, auspiciado por esas entidades,

inclusive a nivel de manuales y guías técnicas de

formulación y evaluación de proyectos,

construyendo una ideología desarrollista que se

materializa en prácticas de investigación acción en

temas muy diversos.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

74

Es así como el elevado y creciente respaldo de los

organismos internacionales y de otras fuentes de

cooperación económica del hemisferio norte, a las

organizaciones y personas que adhieren a la

investigación acción, especialmente a las ONGs, es

un factor determinante para la reciente decadencia de

la visión académica tradicional de la investigación

científica, tildada con certeza de contemplativa y de

promover la insensibilidad social de la comunidad

científica ante los problemas reales que exigen su

aporte para solucionarlos.

Una consecuencia de esta decadencia es el desfase

entre la investigación ―académica‖ (de alcance

mayormente analítico) producida en parte de las

universidades y la investigación ―desarrollista‖ (de

alcance prospectivo) producida mayormente fuera de

ellas. Este desfase obstaculiza el acceso de

investigadores universitarios a mayores recursos para

la investigación, puesto que las fuentes de

financiamiento consideran que su orientación

epistémica y metodológica no conduce a proponer

soluciones prácticas a los problemas estudiados.

En consecuencia, el escenario está preparado para

que a mediano plazo se pueda erigir triunfante la

investigación acción que, enarbolando sus valores

positivos de compromiso social, pero sobre todo, sus

grandes fuentes de recursos financieros, se configura

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

75

actualmente como una visión de investigación

―políticamente correcta‖ y cada día más presente en

medios universitarios.

El perfil ―políticamente correcto‖ de la visión de

la investigación acción alude directamente al hecho

de que en casi todo el mundo disfruta del apoyo

estatal y supra-estatal, y al hecho de que su

propuesta metodológica participativa, sus

herramientas técnicas y la eficacia de sus resultados

inmediatos (productos, efectos e impacto) son

progresivamente incorporados al imaginario social

como elementos de un modelo exitoso de

investigación; éxito que, en realidad, suele ser

medido a través de indicadores construidos ex

profeso y que figuran en sendos manuales de

evaluación de proyectos, que en varios casos son

únicamente medios para justificar la inversión y para

acomodar la relación entre los resultados y las metas

previstas.

Sin embargo, la confrontación entre la visión

académica tradicional de la investigación y la visión

de la investigación acción ignora la presencia de una

tercera visión, todavía emergente*, a la que

provisionalmente denominaré visión humanista de la

investigación, para la cual la investigación científica

es la práctica de realizar descubrimientos que

mejoren los principios epistémicos conocidos, por

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

76

medio de los cuales las generaciones subsiguientes

puedan realizar generaciones enteras de

conocimientos científicos, a la vez que es la práctica

capaz de originar un conjunto de objetos útiles. Los

objetos pueden considerarse ―útiles‖ sólo en la

medida en que, como clase, eleven significa-

tivamente y en forma creciente la tasa media de

bienestar de la humanidad.

LA HISTORIA DE LA CIENCIA está llena de

ejemplos que demuestran cómo un descubrimiento

teórico o el desarrollo aplicado de una teoría

originan directamente objetos útiles. Un caso

sobresaliente es el de la fundación que hiciera

Johannes Kepler (s. XVII) de la física matemática

comprensiva, a partir de cuyos razonamientos y

postulados se derivan los principios tecnológicos del

cálculo mecanizado y, de éstos, el artefacto de la

calculadora mecánica. Otro caso es el de la teoría

cinética de los gases, propuesta por Maxwell y otros

(s. XIX), que sustenta la tecnología de la

refrigeración y ha permitido la fabricación de varias

generaciones de sencillos artefactos refrigeradores.

La visión humanista de la investigación re-

localiza el interés que anima a la investigación

científica y el objetivo inmediato de su práctica.

Desde este punto de vista el interés subyacente de la

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

77

investigación no es gnoseológico, como sí lo es para

la visión académica tradicional, ni el objetivo

inmediato de la investigación es solucionar

problemas sociales en el marco del modelo

dominante de desarrollo, como sí lo es para la visión

de la investigación acción. En la visión humanista el

interés que subyace a la investigación es activista en

el sentido de transformar y mejorar las condiciones

generales de vida de la humanidad, y el objetivo

inmediato de la investigación es producir ―objetos

útiles‖, es decir, ―utilidades‖ en el sentido de

―valores‖.

El diccionario de la Real Academia Española, de

Madrid, define el vocablo ―utilidad‖ como:

"provecho, ganancia, valor que en si tiene una cosa.

Conveniencia o necesidad de carácter colectivo en el

orden moral o material". Es muy significativo que

entre los términos ―utilidad‖ y ―valor‖ exista una

estrecha similitud de significado, considerando que

la noción de ―valor‖ adoptada en esta disertación es

tanto moral o ética como enraizada en el significado

de la expresión inglesa “value”, que es

estrictamente: utilidad. Así, lo que aquí interesa

rescatar de la noción de ―utilidad‖ es la posibilidad

de observar y medir objetivamente el valor que

representa para el género humano y los grupos

sociales que lo conforman.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

78

La consideración del tema de los valores permite

señalar la diferencia axiológica existente entre las

tres visiones de la investigación.

Aunque la investigación en su visión académica

tradicional se cubre de neutralidad axiológica,

sofisticadamente acreditada como ―objetividad‖, no

puede rechazar la crítica de que es injustificable

practicar la investigación con un interés puramente

gnoseológico, exento de responsabilidad social e

histórica. Aunque la investigación acción se presenta

como ―desarrollista‖ y plena de responsabilidad

social, tampoco puede rechazar la crítica de que es

injustificable practicarla con sumisión a las

exigencias de adhesión al modelo de desarrollo

imperante por la voluntad de los organismos

financieros internacionales, de su asociada la red

mundial de las ONGs y de los think tanks

ideológicos que nutren las políticas y estrategias de

conservación del status quo mundial y su

desigualdad social y regional.

Frente a estas dos cuestionadas visiones, la visión

humanista de la investigación tiene superioridad

axiológica, porque su interés no es contemplativo y

carente de compromisos sociales, pero tampoco es el

activismo comprometido con un modelo de

desarrollo sobre-determinado por los poderes

globales. En la visión humanista la investigación

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

79

científica tiene el interés de aumentar

progresivamente y en medida creciente la tasa media

de bienestar de la humanidad a partir del incremento

deliberado de la productividad del trabajo con

empleo de nuevas y mejores tecnologías, y a partir

del aumento físico del consumo.

Entonces, se arriba aquí a una toma de posición

acerca de la segunda pregunta inicial de esta

disertación: ¿qué interés debe subyacer a la práctica

de la investigación científica?, respondiendo que el

interés subyacente a la investigación no debe ser el

prurito del descubrimiento ni el aporte a un

desarrollo social heteronómico y desigual, sino que

debe ser el contribuir sostenidamente a solucionar

los problemas que obstaculizan el aumento del

bienestar medio y común de la humanidad.

El continuum ciencia-tecnología

MARIO BUNGE (Pseudociencia e ideología) está

en lo correcto cuando dice que la ciencia es un estilo

de pensamiento y de acción: precisamente el más

reciente, el más universal y el más provechoso de

todos los estilos.

Este estilo de pensamiento y de acción configura

un campo de actividad que, como señala Miguel A.

Rodríguez Rivas (Proceso de la Ciencia. I)

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

80

comprende el resultado del esfuerzo de “descubrir

las leyes de formación y cambio de los hechos del

mundo, en su verificación experimental y en su

aplicación o uso para la utilidad humana”. Así

definida, la ciencia pone de manifiesto su cualidad

de producto del proceso de investigación, a la vez

que la mención de su utilidad denota la

identificación de esta concepción de ciencia con la

visión humanista de la investigación; pero además

vincula orgánicamente la ciencia y la tecnología,

puesto que la tecnología es el sistema de

conocimientos producidos por la investigación

científica para controlar y transformar estados de los

procesos, instituciones u objetos, y para diseñar,

planear, operar y mantener situaciones o artefactos.

La articulación de las nociones de investigación,

ciencia y tecnología ha permitido a algunos autores

plantear la existencia de niveles diferenciados de

investigación: investigación para la producción de

teoría e investigación para la producción (o

desarrollo) de tecnologías. En otras palabras:

investigación científica e investigación tecnológica.

Esta diferenciación ha producido más de una

sofisticada confusión categorial.

Así, por ejemplo, hay autores que postulan

clasificar la investigación y la ciencia en niveles

básico y aplicado. El nivel básico tendría como

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

81

objetivo el incremento del conocimiento teórico, y el

nivel aplicado tendría el objetivo de incrementar las

aplicaciones descriptivas, explicativas y predictivas

de las teorías, a clases concretas de hechos u objetos.

Extremos de la ciencia y de la investigación aplicada

serían la investigación tecnológica y la tecnología.

En algunas exposiciones los niveles y sub-niveles o

tipos de ciencia e investigación son categorías

cerradas y excluyentes; en otras exposiciones son

compartimentos permeables y los autores más

exigentes llegan a afirmar que los límites entre

investigación científica aplicada e investigación

tecnológica son difusos.

Al respecto se considera que los modelos de

clasificación de la investigación y de la ciencia,

incluyendo el nivel tecnológico, no tienen correlato

en una buena parte de los proyectos de investigación

universitarios y extra-universitarios, porque sus

categorías no se aplican ajustadamente a la

codificación de los objetivos de las investigaciones

concretas o porque los objetivos trascienden o

ignoran las categorías clasificatorias. Lo que

realmente ocurre con más frecuencia es que los

objetivos de los proyectos de investigación y, por

tanto, el alcance de las investigaciones, conforman

un continuo trans-categorial, ya que cada vez más

tienden a ser, sucesivamente, de nivel básico

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

82

(construcción de modelos teóricos), de nivel aplicado

(descriptivos, explicativos, predictivos) y de nivel

prospectivo (tecnológicos o estratégicos). Esta

apreciación, sustentada en la experiencia de

investigación universitaria, indica que se está

desarrollando una tendencia amplia a realizar

investigaciones que son, en el mismo proceso,

científicas y tecnológicas, lo que, en perspectiva,

decreta la inutilidad de uno de los extremos: o las

investigaciones son científicas (incluyendo en su

extremo productos tecnológicos), o las investí-

gaciones son tecnológicas (presuponiendo la

construcción de una base científica propia).

¿Cuáles son las condiciones y factores que están

orientando la investigación en el sentido de diluir la

frontera praxiológica entre ciencia y tecnología?

Las condiciones son, básicamente, el traslape

transicional entre la visión académica tradicional de

la investigación y la visión de la investigación

acción, en los medios universitarios; y la reducción

creciente de los recursos económicos y medios

institucionales para realizar investigaciones

puramente descriptivas, analíticas o explicativo-

predictivas, por completo contemplativas de su

objeto de estudio, sin solución de continuidad hacia

propuestas de intervención sobre ese objeto de

estudio. La visión humanista no participa

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

83

explícitamente en esta transición porque su filosofía

moral y su orientación epistemológica son

adversarias de las ideologías científicas dominantes,

complacientes con el status quo, y permanecen aún

como paradigmas contra-culturales marginados en la

comunidad científica, pero allí están, avanzando...

Incluso una muy somera descripción del enfoque

innovador, verdaderamente revolucionario, de la

concepción humanista de la actividad científica,

excede ciertamente el propósito de estas páginas,

pero se puede señalar que en este enfoque la

finalidad esencial de la ciencia (y de la investigación

científico-tecnológica) es producir conocimientos

que permitan obtener valores de uso (utilidades)

orientados a la economía del trabajo en el proceso

productivo, para aumentar el bienestar humano. Por

consiguiente esta visión no tolera y rechaza cualquier

separación entre ciencia y tecnología, entre ciencia

básica y aplicada, y entre investigación científica e

investigación tecnológica.

UNA POLÍTICA CIENTÍFICA coherente con esta

perspectiva deberá encaminarse, en forma enérgica

y sostenida, a diseñar e implementar un programa de

investigación dedicado a desarrollar ocho categorías

fundamentales de investigación para lograr un

auténtico desarrollo:

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

84

Investigación para obtener producción de

energía de alta densidad de flujo energético

(plasmas y fusión termonuclear controlada).

Investigación para aprovechar esas formas de

energía en la operación de medios de

producción que maximicen la eficiencia del

trabajo.

Investigación para desarrollar los nuevos

rumbos del descubrimiento biológico en el

mejoramiento creciente de la calidad de vida de

la población.

Investigación para formular estrategias

orientadas a conseguir la consolidación de

corporaciones agro-industriales de producción

y productividad creciente.

Investigación para el reordenamiento racional

del territorio y sus recursos productivos, en la

perspectiva de optimizar la articulación

territorial y el aprovechamiento de los recursos

en función de las necesidades sociales.

Investigación para desarrollar tecnologías y

sistemas de información adecuados a la gestión

eficiente y eficaz de la estructura productiva.

Investigación para transformar el sistema

educativo, orientándolo a la formación de

ciudadanos ilustrados, soberanos, humanistas y

competentes en ciencia y tecnología.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

85

Investigación para generar estrategias de

fortalecimiento de la economía nacional y del

Estado como organización política nacional,

para enfrentar con éxito las fracturas de la

globalización.

Esta plataforma científica es ciertamente muy

ambiciosa y aparentemente utópica en países como

el nuestro. Pero rechazo adoptar la postura auto-

conmiserativa de quienes cuestionan su factibilidad

argumentando las limitaciones, deficiencias y

carencias económicas, políticas, sociales y

educacionales de nuestro medio. Sociedades

nacionales como India, Pakistán, Chile, Cuba e

inclusive Vietnam, todas ellas consideradas, en

mayor o menor grado, ―sub-desarrolladas‖, pueden

mostrar importantes logros en algunas o cuando

menos una de estas categorías de actividad científica,

como resultado de aplicar políticas estatales y

universitarias de desarrollo científico. Por otro lado,

reflexionemos sobre los casos de Japón, Corea del

Sur, China, que alcanzan progresivamente niveles

superiores de desarrollo desde que, en acto de

soberanía, deciden abandonar el modelo de

sustitución de importaciones de ciertas categorías de

productos tecnológicos, para afrontar el desafío de la

generación de tecnología propia luego de absorber la

tecnología más avanzada en ese momento.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

86

La alternativa propugnada por los poderes

globales, los organismos financieros internacionales

y la red mundial de ONGs, de escalar ―niveles de

desarrollo‖ orientando la investigación científico-

tecnológica al consumo acrítico de teorías, o a la

adecuación desfasada de tecnologías ―intermedias‖ o

―de nivel adecuado‖ sólo puede prometer la

persistencia del ―sub-desarrollo‖ y de la dependencia

tecnológica y del conocimiento exógenos.

La interfase ciencia-tecnología

en la práctica de investigación

¿CÓMO LOGRAR que la práctica de investigación

científica, en el medio universitario, se proyecte

directamente a la producción de tecnología y a la

generación de valores de uso (utilidades)?

En principio, como se ha afirmado, abandonando

la visión puramente gnoseológica y contemplativa de

la investigación, adoptando a la vez una actitud

extremadamente crítica frente al interés subyacente a

la visión de la investigación acción.

En segundo lugar, rechazando el encasillamiento

de los trabajos de investigación en las categorías

artificiales y compartimentadas de la investigación

básica, aplicada, científica o tecnológica. Toda la

Page 87: Filosofia y Ciencia - Libro

Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

87

investigación universitaria debe ser científico-

tecnológica.

En tercer lugar, desarrollando herramientas de

método y técnicas para generar prospectivas en la

fase culminante del proceso de investigación, a fin

de que estas ―anticipaciones‖ y ―propuestas‖ puedan

configurar sistemas de conocimientos producidos

por la investigación científica para controlar y

transformar estados de los procesos, instituciones u

objetos, y para diseñar, planear, operar y mantener

situaciones o artefactos; es decir, para que puedan

materializar tecnologías.

Por ende, dos claves para actuar construyendo la

interfase ciencia-tecnología en los procesos de

investigación científica son: la modelación y la

prospectiva.

El principio de modelación plantea que todo el

conocimiento teórico que tenemos concerniente a un

objeto empírico compone un cuadro más o menos

completo de ese objeto empírico. De manera que el

modelo es una representación teórica isomorfa del

mundo empírico. El modelo no es la teoría del objeto

empírico; obviamente tampoco es el objeto.

Solamente es una mediación en la que, desde la

perspectiva del investigador, se estructuran sistemas

de conceptos y de datos que permiten mostrar la re-

construcción racional del objeto en la mente del

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

88

investigador. El modelo describe el conocimiento del

investigador acerca del objeto.

Los modelos se construyen para mostrar, de

alguna manera, la totalidad esquemática del objeto

de estudio. Un modelo es una edificación

reduccionista que no sólo da cuenta de las ―partes‖

comprobadamente conocidas del objeto, sino que

debe comprender las hipótesis que contienen

suposiciones lógicamente consistentes, teóricamente

fundamentadas y empíricamente contrastables, que

se ha planteado o descubierto acerca de las ―partes‖

no comprobadas del objeto. En otras palabras, el

modelo tiene una naturaleza bi-fronte: por un lado

consigna los elementos que ya se conocen del objeto

(axiomas, enunciados teóricos, conceptos, datos,

dimensiones, que han sido previamente validados en

el ambiente científico); por otro lado, propone los

elementos que se suponen también componentes del

objeto (hipótesis). Los elementos conocidos e

hipotéticos pueden ser sobre la naturaleza del objeto,

sus procesos de cambio y transformación, su

movimiento estructural, sus funciones, sus relaciones

con otros objetos, etc. En este sentido, el modelo es

una construcción holística.

Por consiguiente, los modelos se construyen con

un claro propósito de análisis del objeto de estudio,

no sólo para descubrir, según corresponda al objetivo

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

89

del modelo, sus leyes, sus estructuras generales, su

mecánica o dinámica, sino que también se

construyen para ensayar y anticipar el

comportamiento o el funcionamiento del objeto en

uno o en distintos ambientes o situaciones, con el

mismo o diferente número y cualidad de variables.

Desde luego, un problema inherente a todos los

modelos es cómo comprobar la corrección de la

imagen modélica del objeto empírico. Es necesario

arbitrar, para cada tipo de modelo, las reglas de

interpretación o correspondencia que enlazan

necesariamente el modelo con el objeto empírico.

Estas reglas de correspondencia son de distinta

naturaleza para cada tipo de modelo.

Si el modelo está construido con conceptos de un

modo analítico, las reglas de correspondencia son las

definiciones teóricas y operativas de los conceptos, y

las reglas de deducibilidad que rigen la relación entre

esos conceptos. Pero el investigador tiene completa

libertad para seleccionar el lenguaje de modelización

(matemático, icónico, analógico, tipológico,

estratégico, pictográfico, etc.) que sea conveniente a

sus propósitos, de manera que en el modelo se

muestren bien los rasgos esenciales del objeto.

Por su parte, la prospectiva es un desarrollo de la

modelación en la medida que es capaz de proponer

cambios en el objeto de estudio (objeto empírico) en

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

90

base a pronósticos contenidos en hipótesis causales o

funcionales que determinan las estrategias de

intervención para el cambio. Un diseño sencillo de

prospectiva puede ser representado en un ―mapa

estratégico‖, que no es otra cosa que el conjunto de

objetivos estratégicos de intervención en el objeto,

que se presentan organizados en perspectivas

lineales y conectados a través de relaciones causales

en una estructura completa e integrada de propuesta

de cambio. Ayuda a entender la coherencia entre los

pronósticos de cambio y permite visualizar de

manera sencilla y gráfica la estrategia de la

intervención en ese objeto. Asimismo, el mapa

estratégico ayuda a englobar y priorizar objetivos de

intervención y promueve la evaluación ulterior de los

procesos de intervención.

Alcanzar dominio en el manejo de la modelación

y la prospectiva establecerá condiciones necesarias

para proyectar la investigación científico-tecnológica

de la comunidad universitaria hacia superiores metas

de realización de objetivos institucionales y de

aporte al desarrollo nacional.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

91

Gestión del conocimiento e investigación científica

(Mayo 2009. Ponencia presentada al seminario internacional

Gestión del Conocimiento e Investigación Pedagógica. Derrama Magisterial. Lima)

Un paralelo insoslayable

EXISTE UNA AFINIDAD teleológica y funcional

entre la gestión del conocimiento y la investigación

científica. Es una afinidad de características

virtuosas que estimamos conveniente exponerla.

La gestión del conocimiento (GC) se propone

administrar las condiciones que hacen eficientes las

actividades y procesos de:

Generar conocimiento.

Reunir y compartir el conocimiento.

Aplicar el conocimiento para la gestión de una

organización con acciones que crean valor

añadido y eleven la eficacia de todas las tareas

de ésta.

Por su parte, la investigación científica (IC) se

propone administrar las condiciones que hacen

eficaces las actividades y procesos de:

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

92

Descubrir nuevo conocimiento, si éste es

contrastable conforme a una metodología.

Sistematizar el conocimiento en construcciones

teóricas.

Aplicar el conocimiento para aumentar de

manera progresiva el control de los fenómenos

naturales, la comprensión de los fenómenos

sociales y el desarrollo de capacidades para

aumentar el bienestar de la humanidad.

Más todavía, la GC y la IC muestran desarrollos

convergentes en la medida que la creación de valor

añadido (en el enfoque de la GC) y el desarrollo de

capacidades para aumentar el bienestar humano (en

el enfoque de la IC) se orientan por igual al logro de

las potencialidades de realización bio-física,

psicológica y social del ser humano.

EN EL ENFOQUE DE LA GC, el conocimiento según

la forma en que puede o no ser plasmado se clasifica

en:

Conocimiento tácito. Es el conocimiento aún

no codificado, que reside en la mente del

individuo y que es producto de su experiencia

de trabajo, del desempeño de sus habilidades,

del discurso de sus creencias, de sus

experiencias emocionales, etc.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

93

Conocimiento explícito. Es el conocimiento

que ya está codificado y contenido o referido

en algún soporte, como documentos, reportes,

memorias digitales, etc.

EN EL ENFOQUE DE LA IC el conocimiento es:

Conocimiento latente. Es el producto que

reside –en forma errática o cuando menos

asistemática-- en la mente del individuo y que

surge de su insatisfacción creadora a propósito

de una necesidad irredenta, que el individuo

razona acerca de los desajustes o desequilibrios

que afectan la relación entre el ser humano y su

medio ambiente. Cuando la poderosa mente del

individuo es capaz de definir indagaciones

específicas acerca de esa insatisfacción de la

necesidad, plantea un problema de

conocimiento; y cuando es capaz de proponer

conjeturas razonadas acerca de cómo satisfacer

esa necesidad, plantea hipótesis, que pueden ser

hipótesis científicas.

Conocimiento manifiesto. Es propiamente el

conocimiento científico. Consiste en la

transformación del conocimiento latente por

vía de la observación sistemática, del análisis o

de la experimentación. Se encuentra codificado

en sistemas de proposiciones que forman parte

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

94

de teorías, que las enriquecen las renuevan o

aún las refutan. Se halla registrado asimismo en

algún soporte que lo hace comunicable y

aplicable.

La generación del conocimiento tácito o latente,

para ser fructífera, debe convertir la subjetivación de

la experiencia individual en información, porque

sólo así puede trascender hacia la sociedad, que no

es otra cosa que un sistema de acción comunicativa,

un ordenamiento de interacciones conforme a

utilidades compartidas que se expresan como

valores. Con este proceso se inicia la socialización

del conocimiento.

Pero es necesario que la información remonte su

―momento primordial‖ de socialización y enrumbe

por los canales de procesamiento que la sociedad

crea y recrea de manera permanente, inclusive en

formas institucionalizadas, haciendo que dicha

información pueda ser transmitida, comunicada y

entonces se convierta en objeto del aprendizaje, que

se produce por la articulación constructivista de la

información provista por la experiencia individual

con la información que ya forma parte del bagaje de

conocimiento de la sociedad, y que se encuentra

registrada y fijada en soportes de todo tipo, sean

éstos tratados, manuales, guías para la acción, etc.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

95

Se produce, de este modo, un doble efecto. Por un

lado, se realiza la externalización de la información

propia del conocimiento tácito o latente, pues éste se

codifica convirtiéndose en conocimiento explícito o

manifiesto. Momento en que el conocimiento puede

ser validado por una pluralidad de experiencias

individuales; es objetivado y entonces puede ser

contrastado, aplicado, criticado, desarrollado.

Por otro lado, se posibilita realizar la

combinación, la integración y la sistematización del

conocimiento explícito. En el enfoque de la GC este

momento es el de la generación de los discursos

praxiológicos, entendiéndose el discurso

praxiológico como la práctica eficaz regida por un

método o como la práctica orientada por una ―forma

de hacer‖ exitosa. En el enfoque de la IC este

momento es el de la producción del discurso

científico, entendiéndose el discurso científico como

el sistema de proposiciones que aporta la solución de

un problema cognoscitivo o que aporta la prueba de

una hipótesis.

En el enfoque de la GC el discurso praxiológico

es el soporte material que permite reunir, codificar y

compartir el conocimiento; que asimismo permite

aplicar el conocimiento para la gestión de una

organización con acciones que crean valor añadido y

eleven la eficacia de las tareas de ésta. En el enfoque

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

96

de la IC el discurso científico –la teoría y la

tecnología teorética— es el soporte material que

permite sistematizar, codificar y compartir el

conocimiento; que asimismo permite aplicar el

conocimiento para aumentar de manera progresiva el

control de los fenómenos naturales, la comprensión

de los fenómenos sociales y el desarrollo de

capacidades para aumentar el bienestar de la

humanidad.

La generación y comunicación del conocimiento

explícito o manifiesto, en el enfoque de la GC y en el

enfoque de la IC, propician la internalización del

conocimiento en los individuos, originando un nuevo

ciclo cognoscitivo, porque el conocimiento explícito

o manifiesto es inconcluyente, inacabado,

perfectible; induce a la poderosa mente humana a

detectar nuevas necesidades insatisfechas, generando

nuevo conocimiento tácito o latente. Pero,

simultáneamente, produce la cultura –ese complejo

de formas de organización y de representación que

tiene toda sociedad para aprovechar sus valores de

uso--, bien sea como ―cultura organizacional‖ en el

enfoque de la GC, o como ―visión del mundo‖ o

cultura metacientífica, en el enfoque de la IC.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

97

Pensamiento complejo y gestión del conocimiento

frente al paradigma científico

ES MUY REVELADOR que la GC haya surgido en

el humus fértil de la Administración, campo que

lidera el curso transdisciplinar del conocimiento. El

liderazgo de la Administración en el desarrollo de

estrategias del conocimiento radica –creo yo— en el

desapego de sus cultores por las etiquetas, en el

desprejuicio respecto de los cánones epistémicos

dominantes, y en el desenfado con que se apropian

de conocimientos de diverso orden, estrictamente

con criterios de racionalidad utilitaria.

La Administración ha abandonado, hace tiempo

ya, el prurito de perseguir un estatuto científico. Sus

modelos conceptuales y sus teorías –por ejemplo, de

la organización, del liderazgo, de la motivación, de

las competencias, de la gestión de procesos— no

pretenden ser modelos o teorías propiamente

científicos; tampoco podrían serlo si nos atenemos a

los criterios de demarcación de la ciencia. Porque su

propósito no es aportar conocimiento verdadero sino

conocimiento útil en la medida que logre disminuir

incertidumbres en la toma de decisiones, y en la

medida que produzca intervenciones con resultados

eficaces respecto de objetivos previstos.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

98

La Administración, claro está, aprovecha

contenidos de teorías científicas y emplea

herramientas de uso común en la comunidad

científica, pero también emplea otros medios para

producir conocimiento para sus fines, como la

prospectiva, la teoría de juegos, entre otras. Es por

ello que la Administración se encuentra a la

vanguardia de la producción del discurso

praxiológico y también a la vanguardia del desarrollo

del pensamiento complejo (PC).

Claro que la Administración no se encuentra sola

en este empeño. El mismo derrotero de evolución se

avizora en el campo de la Educación y en el campo

de lo que atrevo a llamar bio-socio-medicina (pienso

en la Gerontología).

En estos tres ámbitos, los más y mejor orientados

a generar conocimientos de intervención para añadir

valor a procesos, para desarrollar capacidades del

capital humano y para obtener satisfactores de

bienestar social, se están experimentando propuestas

y modelos de pensamiento complejo, estrategias

transdisciplinarias y de GC. Así, en Administración

el aprendizaje organizacional, las prácticas de

alineamiento de objetivos de desempeño a la misión

y visión de la organización, los círculos de

excelencia; en Educación el aprendizaje

colaborativo, los programas tutoriales de apren-

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

99

dizaje, los recursos b-learning; en Gerontología la

valoración geriátrica transdisciplinar.

Porque el PC no es únicamente complejo por su

pretensión de conocer el mundo como universo

objetual complejo, lo que exige derribar las fronteras

existentes entre las disciplinas del conocimiento; no

es solamente un conocimiento transdisciplinar que

actúa exclusivamente en el horizonte de las

disciplinas científicas. El PC también es complejo

porque despliega un estilo del conocer que se

propone aprovechar para el mismo fin los

conocimientos que se producen tanto en el ámbito de

la ciencia como fuera de éste, resultados de prácticas

eficaces sin teoría subyacente, de experiencias

exitosas aunque asistemáticas.

En este sentido, hablar de administración

científica, de pedagogía científica, de medicina

científica es un arcaísmo porque en estos campos el

conocimiento útil y de intervención eficaz para la

transformación de la realidad, si bien tiene elementos

de ciencia, en su globalidad excede el ámbito

científico.

En el escenario del PC, la producción del

conocimiento excede ampliamente los límites

circunscritos por la adopción del método científico.

En realidad el PC propone generar conocimiento

recurriendo al anarquismo metodológico, esto es,

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

100

rechazando la autoridad propiamente científica. En

este aspecto el PC revela su afinidad sustantiva con

la GC, que ciertamente no rechaza la cientificidad

pero que es indiferente a ésta.

De manera que si bien existe un paralelo

insoslayable entre la GC y la IC, la afinidad entre

ambas queda circunscrita a los planos teleológico y

funcional. Pues la indiferencia de la GC frente a la

autoridad científica establece --en mi opinión—

obstáculos para utilizar el paradigma científico en el

desarrollo de la GC. Sin embargo, considero

plenamente factible y provechoso utilizar el enfoque

de la GC para impulsar un ―salto‖ cualitativo en la

IC, con resultados que podrían ser extremadamente

beneficiosos para la Humanidad.

EL TEMA DE LOS OBSTÁCULOS para usar el

paradigma científico en el desarrollo de la GC tiene

una densa trama de contenidos, que no pueden ser

presentados cabalmente en este ensayo. Pero sí cabe

hacer al respecto algunas reflexiones.

Thomas Kuhn concibe el paradigma de la ―ciencia

normal‖ como una práctica exitosa y conven-

cionalmente aceptada, de descubrimiento de

conocimientos nuevos, producida por la

investigación basada firmemente en una o más

realizaciones científicas pasadas, que una comunidad

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

101

científica reconoce, durante cierto tiempo, como

fundamento para su práctica posterior. El paradigma

define los problemas y métodos que son

considerados legítimos de un campo de investigación

para generaciones sucesivas de científicos. El

paradigma científico, dice Kuhn, enfrenta y trata de

resolver tres problemas del quehacer de la ciencia: la

determinación de los hechos significativos, el

acoplamiento de los hechos con la teoría y la

articulación de las teorías.

Una primera inferencia que emerge de estas

proposiciones es que el paradigma científico tiene un

carácter excluyente y conservador. Pero además se

puede apreciar que está en crisis.

El problema de la determinación de los hechos

significativos tiene una de sus aristas más agudas en

la cuestión de la objetualidad de los hechos, que ha

conducido, por un lado, a la pretensión

esencialmente infundada –según mi parecer— de

categorizar supuestos hechos no-objetivables (tales

como valores, intenciones subyacentes a la

interacción, emociones), mientras que, por otro lado,

ha conducido a la producción profusa de una clase de

conocimientos que se ha calificado como

―impresionismo‖ pseudocientífico orientado pura-

mente a la interpretación, con empleo e inclusive con

abuso de la hermenéutica, como ocurre con la

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

102

producción de algunos llamados ―analistas sociales‖

que adoptan criterios radicales en el marco de la

denominada ―investigación cualitativa‖.

El problema del acoplamiento de los hechos a la

teoría es menos opaco que el precedente pero es

también un problema abierto (Chekland diría: un

problema no estructurado) porque alude a la

controversia persistente acerca de la demarcación de

la ciencia, respecto de lo que los iniciados en

epistemología siguen en marcado disenso, y aspecto

en el que compiten cuando menos cuatro teorías de

demarcación: induccionismo, convencionalismo,

falsacionismo e historicismo.

El problema de la articulación de teorías tiene

varias facetas. Más allá de la visión de este problema

en la óptica racionalista de Karl Popper y sus

criterios de sistematización de las teorías vía la

axiomatización, está la cuestión de las fronteras

disciplinarias que obstaculizan si no impiden la

construcción transdisciplinar del conocimiento,

preservando y reproduciendo el ―pensamiento

simple‖ acertadamente criticado por Edgar Morin y

la escuela del pensamiento complejo.

Las cuestiones subyacentes a esos tres problemas

del paradigma científico vigente: la cuestión de la

objetualidad de los hechos para determinar de qué

manera son o pueden ser significativos, la cuestión

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Filosofía y Ciencia

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103

de la demarcación de la ciencia y la cuestión de las

fronteras disciplinarias, han producido una fractura

en el discurso científico, acarreando la coexistencia

conflictiva de diversos ―estilos‖ de quehacer que se

atribuyen por igual carácter científico, aunque para

algunos estilos ese carácter es excluyente de otros.

Por consiguiente, la crisis del paradigma científico

se manifiesta en su déficit de legitimidad debido a

las controversias internas de la comunidad científica.

Esta crisis sólo podrá ser superada si se genera y se

difunde un consenso acerca de cómo determinar

universalmente la objetualidad de los hechos,

edificando y difundiendo una metodología científica

abierta a las propuestas de las distintas teorías de

demarcación de la ciencia, y remontando las

fronteras disciplinarias hacia la transdisciplinariedad,

lo que desde luego incluye remontar los enfoques

multidisciplinarios e interdisciplinarios del cono-

cimiento.

Del conocimiento verdadero

al conocimiento útil y eficaz

LA GC BRINDA LA OPORTUNIDAD para superar

dicha crisis, hacia la renovación del paradigma

científico, impulsando el ―salto‖ cualitativo de la IC

hacia un nuevo estilo –innovador y no conservador;

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Filosofía y Ciencia

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104

incluyente y no excluyente-- de producir

conocimiento, porque el enfoque de la GC no está

enraizado en ninguna de las posiciones que se han

institucionalizado acerca de las cuestiones y

problemas señalados del paradigma científico.

Diferenciándose de la perspectiva de la comunidad

científica, de definir ―estilos‖ para producir

conocimiento con carácter ―verdadero‖, la GC

adopta la perspectiva de generar conocimiento con

carácter ―útil‖ para las realizaciones humanas. De

manera que la GC promueve la producción y

circulación de un conocimiento que desde luego

puede incluir el conocimiento científico, pero que no

se agota en él, pues también incorpora otras

categorías del conocimiento.

El borde filoso de la espada con que la GC puede

cortar el ―nudo gordiano‖ de los problemas y

cuestiones del paradigma científico destella por la

simplicidad de su diseño. Consiste en sustituir la

búsqueda del ―conocimiento verdadero‖, sea

categórico o probabilístico, como es la pretensión del

discurso científico usual, por la búsqueda de un

conocimiento que aporte a la disminución de

incertidumbres, como es la pretensión del discurso

praxiológico. Trataría de sustituir el descubrimiento

de explicaciones y predicciones que quieren saber

con certeza controlada y potencial teorético el por

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

105

qué y el cómo de los hechos del mundo, por el

descubrimiento de las decisiones de intervención que

en la práctica se revelan menos inciertas y eficaces

para el control y cambio de los fenómenos del

mundo. La IC procuraría utilizar sus mejores

herramientas no para hacer más cuestionablemente

verdadero el conocimiento de los fenómenos, como

ahora, sino para hacer menos incierta y más eficiente

la intervención humana para controlarlos. De modo

que la IC se convertiría en un medio para la GC.

Claro que, para que la GC pueda impulsar la

evolución de la IC será necesario que ésta adquiera

un carácter abierto superando las limitaciones

impuestas por los problemas y cuestiones del

paradigma científico, que se ha reseñado.

En los términos más próximos a las expectativas

de los investigadores que se propongan utilizar la

GC en la IC será imperativo proponer cambios

sustantivos y cambios formales en la práctica usual

de investigación.

Si se pretende realizar la investigación en el

ambiente de la educación superior, cada

organización educativa (facultad, escuela,

instituto) deberá definir líneas de investigación

conformes a su misión y visión. De manera que

la producción de investigaciones pueda

satisfacer requisitos de trabajo colaborativo,

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Filosofía y Ciencia

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106

alineamiento de objetivos y aprendizaje

organizacional.

Los programas de aprendizaje de investigación

deben abandonar la concepción caduca y

pseudopositivista de ciencia e investigación

científica que mayoritariamente los

caracterizan, que se encuentran perfectamente

alineados además con una visión estrecha y

oscurantista del método científico, y con el

estilo del pensamiento simple y la preservación

de las fronteras disciplinarias.

La idea de la ―tesis universitaria‖ o similar

debe ser replanteada desde sus raíces para

evitar que siga produciendo la acumulación de

―conocimientos inertes‖, puramente contem-

plativos o carentes de utilidad praxio-lógica. La

―tesis‖ individual monodisciplinaria, gene-

ralmente bivariable, debe ser sustituida por el

trabajo de investigación en equipo con enfoque

transdisciplinar, multivariable.

El énfasis de la investigación debe estar puesto

en el análisis crítico de la información temática

a la que se puede acceder, porque esta es la

única manera que garantiza el aprovechamiento

del conocimiento explícito disponible y la

interfase constructivista entre éste y las

experiencias de los investigadores.

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Filosofía y Ciencia

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107

Los protocolos de investigación deben ser

abiertos a diversas opciones de organización de

la producción de conocimientos, tan sólo

orientados por objetivos de conocimiento

claros y evaluables.

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Límites del conocimiento para la decisión estratégica

(Apuntes de docente de Epistemología en el LXVII Curso de Comando y Estado Mayor, Escuela Superior de la Fuerza Aérea del Perú. 2005.

Sobre el ensayo de Luis Ángel Piazzón y Luis Felipe Calderón “La negación de la incertidumbre en la educación gerencial”. ESAN, Lima)

Crisis en el paradigma epistemológico

de la toma de decisiones

LUIS PIAZZÓN Y LUIS CALDERÓN sostienen con

razón que la formación académica en

Administración ha divulgado la creencia de que

mientras más clara, racional y simulable (guiada por

modelos y experimental) sea la visión de los

problemas empresariales, más cercanos estaremos de

su solución. Pero hoy en día esto se cuestiona, ya

que este paradigma, al implicar la exclusión de lo

subjetivo, de lo no-evidente, de lo complejo, de lo

multicausal, se ha hecho cada vez más endeble.

En realidad, según ambos autores, la educación

gerencial se halla en un severo proceso de revisión

en todo el mundo. El claro y estable universo que

concibe nuestro paradigma epistemológico domi-

nante y para el que fueron diseñadas nuestras

herramientas de decisión y gestión, no deja de

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

110

resquebrajarse. Las aproximaciones racionalistas,

analíticas, cuantitativas y modelísticas y el extensivo

uso de los planes, pronósticos y de la computadora,

están siendo cuestionados al igual que sus bases

conceptuales. De manera que, en la actualidad, los

académicos están a la búsqueda de un nuevo

paradigma.

Los epistemólogos vienen cuestionando que el

universo sea completamente cognoscible y predic-

tible si se incorpora en sus análisis la existencia de

factores aleatorios (teoría del caos) y factores

―invisibles‖*. Además existe la discusión acerca de

las limitaciones de la capacidad humana de percibir

la realidad y su necesidad de ―construirla‖. Recientes

aportes consideran que los sistemas de creencias

(incluidos especialmente los científicos) son filtros

de la realidad a la vez que son interpretación de ella.

Si se acepta, como dice Thomas Kuhn, que una

comunidad científica es un instrumento inmensa-

mente eficiente para resolver los problemas o los

enigmas que define su paradigma, esto puede ser

enteramente válido para los países de origen de ese

paradigma. Entonces se arriba a la apreciación de

* Cfr. Gerald Bakker y Len Clarck: ―La explicación. Una

introducción a la filosofía de la ciencia‖. 1994. Madrid. Ed. Fondo

de Cultura Económica.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

111

que la aceptación del paradigma científico reinante,

de procedencia norteamericana y europea, produce

anomalías o desajustes en la producción de

explicaciones o predicciones sobre hechos de la

realidad peruana. Esto muestra que existen

problemas para aprehender la realidad propia con el

paradigma reinante.

Piazzón y Calderón* afirman que cualquier

paradigma académico tendrá un sentido lógico o es

portador de una racionalidad, considerando su

carácter simbólico y su acreditado origen en la

experiencia reiterada, incluyendo a los paradigmas

fuertemente sesgados hacia el reduccionismo

racionalista, analítico y modelizante, a la

―cuantitofrenia‖ y a las fantasías de pronosticación.

Como se puede apreciar, estas afirmaciones

involucran una crítica frontal de todas las prácticas

gerenciales convencionales, basadas en supuestos

desarrollos del conocimiento científico.

La verdad es que tanto la vida empresarial como

la vida militar enfrentan problemas que en su mayor

parte son inestructurables (es decir, con muy alta

incertidumbre – muy escasa información al respecto)

y sólo en dosis muy pequeñas son estructurables.

Esto marca la crisis de los sistemas de información

* Op. Cit.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

112

para toma de decisiones, porque no nos proporcionan

la información mínimamente suficiente para resolver

la mayoría de problemas que enfrentamos.

Ante esta situación de crisis en la toma de

decisiones una opción de comportamiento es

refugiarse en una distorsión de la percepción de la

información sobre el problema, negando el nivel de

incertidumbre que realmente presenta el problema y

pseudo estructurando el problema. Esta opción

aparece generalmente porque consideramos nece-

sario autoconvencernos de que el problema que nos

amenaza es estructurable, predecible o manejable.

Lo peor es que la respuesta de este tipo, evitativa, es

la que solemos dar ante las amenazas más complejas,

inestructurables, impredecibles, amenazantes, como

la subversión, que es justamente donde requerimos

de nuestras mayores capacidades.

LA IDEA SUBYACENTE a la pseudo estructuración

de los problemas es que los eventos –de la

subversión, del mundo de los negocios-- son

estructurables. Pero, en realidad, existen dos

categorías de eventos:

Los eventos intrínsecamente programables /

estructurables

Los eventos intrínsecamente no programables /

no estructurables

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

113

Ante los problemas que pueden presentar los

primeros, el llegar a programarlos es sólo cuestión de

tiempo y esfuerzo. En caso de los problemas que

presentan los segundos, sólo existe la posibilidad de

pseudo programarlos / pseudo estructurarlos a través

de los mecanismos reductores ―técnicos‖.

El principal peligro es cuando el decisor actúa

ante un problema que él mismo ha pseudo

estructurado como si fuese un problema realmente

estructurado. Entonces pasa de ser un técnico que

usa y administra sus herramientas, a ser un incauto

que cae en sus propias trampas. Los mecanismos de

reducción ―técnicos‖ de incertidumbre devienen

ineficaces. El resultado es que el decisor desperdicia

la oportunidad de una acción eficaz sobre el

problema.

Es evidente que ante un problema estructurable o

estructurado las decisiones para solucionarlo pueden

ser eficazmente generadas utilizando herramientas

tales como el análisis matricial, el análisis de

probabilidades y la modelación. Pero ante un

problema no estructurable, o sea, uno que incorpora

levadas dosis de incertidumbre por insuficiencia de

información, la toma de decisiones para solucionarlo

va a requerir técnicas y herramientas cualitativas

complejas, holísticas, multicausales. Este es el caso

de los más problemas estratégicos en el nivel de alta

Page 114: Filosofia y Ciencia - Libro

Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

114

dirección de negocios, y es también el caso de los

problemas estratégicos que deben afrontar los

decisores de la contrasubversión.

Pero, además de la crisis del paradigma

epistemológico dominante, la toma de decisiones

estratégicas sobre problemas no estructurables

enfrenta otros problemas significativas:

Las limitaciones impuestas por las estrategias

de simplificación cognoscitiva utilizadas

generalmente por los decisores; y

La influencia limitativa del ―pensamiento

grupal‖ (Groupthink).

La simplificación cognoscitiva en la toma

de decisiones estratégicas

CHARLES SCHWENK* plantea que la formulación

de la estrategia de una organización es una tarea muy

compleja y lastrada por ambigüedad. Frente a esto la

capacidad humana de procesamiento de información

es limitada (teoría de la racionalidad limitada) y las

limitaciones cognoscitivas pueden afectar la toma de

decisiones estratégicas. Pero afirma que los

* Charles R. Schwenk: ―Proyectos de simplificación cognoscitiva en

la toma de decisiones estratégicas‖. 1984. Strategic Management

Journal Vol 5. 111-118.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

115

psicólogos de la cognición y los teóricos de las

decisiones han identificado una amplia gama de

procesos cognoscitivos que sirven para simplificar la

percepción de problemas por parte del decisor. En

consecuencia se han producido proposiciones

tentativas sobre las formas en las que los

responsables de tomar decisiones estratégicas

procesan la información y sobre cómo la

racionalidad limitada afecta los resultados de la

decisiones en cada etapa del proceso de toma de

decisiones estratégicas.

Schwenk dice que una característica básica de las

decisiones estratégicas es su falta de estructura. El

proceso de las decisiones estratégicas se caracteriza

por su novedad, complejidad e indeterminación. Los

problemas estratégicos no tienen una formulación

clara y es muy difícil describir el problema y

determinar los criterios a base de los cuales juzgar

las soluciones. La falta de estructura de los

problemas estratégicos determina que éstos

impliquen incertidumbre y ambigüedad para los

responsables de tomar decisiones.

Coincidiendo con Piazzón y Calderón afirma que

se conoce que cuando no se puede minimizar la

incertidumbre del entorno en el proceso de tomar

decisiones, los gerentes pueden modificar su

percepción del entorno de forma tal que parezca más

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

116

seguro. Pueden reprimir el conocimiento de la

incertidumbre y actuar en base a un modelo

simplificado de la realidad. Pueden usar procesos de

percepción que simplifiquen la estructura decisional.

Asimismo dice que los procesos de formulación

de problemas y toma de decisiones bajo

incertidumbre tienen cualidad heurística (búsqueda y

descubrimiento); y que algunos teóricos mencionan

que la heurística puede mejorar las decisiones,

aunque otros señalan que, si bien en general los

heurísticos son bastante útiles, algunas veces dan

lugar a errores graves y sistemáticos.

Schwenk ha seleccionado un pequeño conjunto de

procesos de simplificación cognoscitiva para la toma

de decisiones, de los varios existentes, considerando

que los elegidos cumplen con haber sido

demostrados en condiciones de laboratorio y cuentan

con ejemplos de aplicación en ambientes de campo.

Todos los modelos contienen las actividades de

identificación de problemas, generación de

alternativas y evaluación / selección. Algunos

incluyen la ejecución como una actividad.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

117

MODELOS DEL PROCESO DE TOMA DE

DECISIONES ESTRATÉGICAS Hofer y

Schendel

(1978)

Mintzberg

et. al.

(1976)

Glueck

(1976)

Mazzolini

(1981)

Identificación

de estrategia

Análisis del

entorno

Análisis de

recursos

Análisis de

brecha

Alternativas

estratégicas

Evaluación

estratégica

Elección

estratégica

Fase de

identificación

Reconocimient

o de la decisión

Diagnóstico

Fase de

desarrollo

Búsqueda

Diseño

Fase de

selección

Selección

Evaluación

Autorización

Evaluación Determinar

amenazas y

oportunidades

del entorno:

ventaja compara-

tiva de la

empresa.

Elección Fase I

Considerar

alternativas

estratégicas

Elección Fase II

Elección de

estrategia

Ejecución

Evaluación

Identificación de

decisión necesidad

Búsqueda de

alternativas para la

acción

Investigación de

cursos de acción

Revisión y

aprobación

Ejecución

LA TABLA MUESTRA que hay tres etapas o

actividades fundamentales del proceso de

formulación de estrategias: Etapa I: formulación de

metas / identificación de problemas; Etapa II:

generación de alternativas; Etapa III: evaluación y

selección. En cada una de las tres etapas se producen

una serie de procesos cognoscitivos.

Page 118: Filosofia y Ciencia - Libro

Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

118

Formulación de metas / identificación de

problemas: La formulación del problema comienza

con el reconocimiento de las brechas entre

expectativas o estándares y resultados. Por otra parte,

la identificación de problemas consiste de dos

actividades: reconocimiento y diagnóstico. Durante

el reconocimiento los problemas o brechas deben ser

identificados en corrientes de datos ambiguos del

entorno. El diagnóstico implica decisiones sobre qué

tipo de información recolectar con el fin de iniciar el

proceso de solución de problemas. Los prejuicios

previos a la hipótesis, ajuste y aseguramiento,

compromiso de intensificación y raciocinio por

analogía son procesos cognoscitivos que pueden

afectar la identificación de problemas.

Generación de alternativas: Una vez definido

el problema estratégico es necesario generar

alternativas estratégicas para solucionarlo. Las

soluciones pueden intentar hallarse, primero,

buscando en las memorias de los responsables de la

toma de decisiones o dentro de la organización. Si la

actividad no tiene éxito, debe designarse soluciones.

Sin embargo el descubrimiento de soluciones está

afectado por rutinas (pautas y procedimientos) de la

organización, que inducen a conseguir una sola

alternativa. Por otra parte se puede producir una

rápida convergencia de alternativas, denotando

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

119

errores en la definición de metas o en el diagnóstico.

Asimismo puede ocurrir que por prejuicios

cognoscitivos se elimine alternativas o no se las

encuentre. Prácticas como el cálculo de un resultado

único, inferencias de imposibilidad, negación de

compensación de valores y conjunto de problemas,

tienen un efecto limitante sobre la generación de

alternativas.

Evaluación y selección: El proceso de toma de

decisiones articular orgánicamente sus tres etapas y

las actividades implicadas son mutuamente

dependientes. Como el proceso el iterativo y cíclico,

los errores de una fase pueden ser magnificados o

corregidos por el proceso cíclico. Si se genera varias

alternativas, deben ser evaluadas y seleccionada la

mejor. Pero hay problemas cognoscitivos, como la

representatividad, la ilusión de control y la

devaluación de alternativas descritas parcialmente,

que pueden afectar las actividades de evaluación y

selección.

A PARTIR de esta caracterización, Schwenk

plantea algunas proposiciones sobre las formas en

que los responsables de tomar decisiones pueden

simplificar la tarea decisional. Las proposiciones

especifican la forma en que estos procesos pueden

afectar las decisiones.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

120

Formulación de metas / identificación de

problemas:

Decisores bajo influencia de procesos de

hipótesis y ajuste y aseguramiento tienden a

percibir menos brechas de las que indican sus

datos.

Decisores bajo influencia del proceso de

compromiso de intensificación minimizarán la

importancia de las brechas y propenderán a no

usar estas brechas como base para una revisión

de estrategia.

Decisores que razonan por analogía tenderán a

definir el problema causante de una brecha

considerada importante, mediante analogía con

una situación más simple.

Generación de alternativas estratégicas:

Decisores que usan cálculo y refuerzo de un

solo resultado se inclinarán a generar una sola

alternativa en vez de varias, en la búsqueda de

solución a un problema estratégico.

Decisores que niegan la compensación de

valores y usan inferencias de imposibilidad se

inclinarán a tratar las alternativas no preferidas

negando que sirven a valores mejor que la

alternativa preferida y exagerando la dificultad

para ejecutarlas.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

121

Evaluación y selección:

Decisores bajo la influencia de la heurística de

representatividad tenderán a exagerar la

precisión de sus pronósticos de las

consecuencias de las alternativas.

Decisores bajo la influencia de la ilusión de

control tenderán a exagerar la importancia de

sus propias acciones para asegurar el éxito de

alternativas estratégicas.

Decisores mostrarán preferencias por las

alternativas que se describen en mayor detalle,

aunque alternativas descritas parcialmente

pueden ser calificadas más alto a base de los

criterios de evaluación de los decisores.

Schwenk concluye en que los procesos de

simplificación cognoscitiva implican variados

problemas e indican serias limitaciones para el

proceso de toma de decisiones. Pero estos procesos

pueden ayudar a proporcionar estabilidad a la

estrategia de la organización asegurando que se sigan

consistentemente las estrategias a través del tiempo,

si tales procesos se han utilizado durante la etapa de

formulación de metas / identificación de problemas.

Asimismo, la simplificación puede mejorar las

posibilidades de una ejecución exitosa aumentando

la confianza de los decisores en una determinada

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

122

estrategia, si se emplea los procesos simplificadores

durante la fase de evaluación.

La influencia del pensamiento grupal

en la toma de decisiones

DE ACUERDO CON Moorhead, Perence y Nack* la

noción de Groupthink (―pensamiento grupal‖,

―síndrome grupal‖) se refiere al “modo de pensar

que desarrolla la gente cuando está profundamente

involucrada en un grupo cohesivo donde la lucha

por buscar unanimidad entre los miembros

predomina sobre la motivación de evaluar

realistamente los cursos alternativos de acción”. La

noción fue sostenida por un análisis retrospectivo de

varios fiascos y éxitos político-militares que se

diferenciaban por la ocurrencia o no ocurrencia de

condiciones previas, síntomas de ―groupthink‖ y

defectos en la toma de decisiones.

Las principales categorías conceptuales del

―groupthink‖ son:

Racionalización: Los participantes de un grupo

que toma decisiones por ―pensamiento grupal‖

* Gregory Moorhead, Richard Perence y Chris P. Nack: ―Continúan

los fiascos en las decisiones grupales: la nave espacial Challenger y

un marco conceptual revisado del ―group think‖. 1991. Human

Relations Vol. 44, N° 6, pp. 539-550, junio.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

123

colectivamente elaboran racionalizaciones que

eliminan señales de alarma y otras formas de

retroalimentación negativa.

Autocensura: Los miembros del grupo tienden

a autocensurarse cuando tienen opiniones o

ideas distintas del consenso aparente del grupo.

Ilusión de unanimidad: Los miembros del

grupo afectados por ―groupthink‖ comparten

una ilusión de unanimidad relacionada con los

juicios emitidos por ellos mismos a favor del

punto de vista de la mayoría.

Guardianes mentales: Ciertos miembros del

grupo asumen el rol de guardianes de las

mentes de otros miembros del grupo. Ellos

tratan de proteger al grupo de información

adversa que podría destruir la visión de

mayoría de los hechos relacionados a tomar

una decisión apropiada.

Afirman los autores que el resultado de los

síntomas de ―groupthink‖ es un proceso de toma de

decisiones defectuoso, por las siguientes razones:

Pocas alternativas: El grupo considera sólo

pocas alternativas, con frecuencia sólo dos. No

se hace una recopilación de todas las posibles

alternativas.

No re-examinar alternativas: El grupo falla en

re-examinar las alternativas que pueden haber

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

124

sido descartadas inicialmente con base en

informaciones desfavorables.

Rechazo de opiniones externas: Los miembros

hacen poco o ningún intento de buscar

opiniones de expertos externos.

Rechazo a opiniones negativas: Los miembros

tienden a enfocar su atención en información

que apoya su posición e ignora cualquier

información o dato que puede brindar un giro

negativo a su alternativa preferida.

Ausencia de planes de contingencia: Los

miembros pasan poco tiempo discutiendo las

posibles consecuencias de las decisiones, no

desarrollan planes de contingencia.

Pero, a la luz de la experiencia en el campo

militar, además de lo que señalan Moorhead y sus

colaboradores, hay algunos otros aspectos que

debieran ser incluidos en el modelo del

―groupthink‖:

El factor tiempo: Cuando hay presión para

tomar decisiones rápidamente, como en el caso

de la contrasubversión, las presiones del tiempo

pueden jugar un rol en la decisión grupal de

conciliar y autocensurar sus comentarios. El

tiempo actúa como un importante moderador

entre las características del grupo, a favor del

desarrollo de síntomas de ―groupthink‖.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

125

El factor del rol de liderazgo en el grupo: El rol

de líder tiene que ser claramente definido como

un estilo que demanda abierta discusión de la

información, de puntos de oposición, de

reclamos y de disidentes; lo que no sucede

corrientemente en el campo militar porque

opera una fusión de los roles de jefe y líder, en

perjuicio de este último.

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Filosofía y Ciencia

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126

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

127

El principio antrópico: convergencia apasionante de

filosofía y ciencia (Julio 2008)

STEPHEN HAWKING afirmó que hay muchos

universos diferentes o muchas regiones diferentes de

un mismo universo, con sus leyes propias, pero sólo

en un universo como el nuestro se desarrollan seres

inteligentes. Esta es una de las expresiones más

autorizadas del principio antrópico.

¿Somos los seres humanos necesarios para la

existencia del universo?, se preguntaba John

Wheeler en 1986 y respondía que sí, desarrollando el

concepto precedente pero escasamente explorado de

principio antrópico, propuesto inicialmente por

Brandon Carter quince años antes. En términos

generales este principio sugiere que vivimos en un

universo cuidadosamente ajustado, es decir, un

universo que parece haber sido meticulosamente

adaptado para permitir la existencia de la vida que

conocemos. Si cualquiera de las constantes físicas

básicas del universo hubiese sido diferente, entonces

la vida tal como la conocemos no habría sido

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

128

posible. Wheeler, en el prefacio de su obra El

principio cosmológico antrópico escribía: “No es

únicamente que el hombre esté adaptado al

universo. El universo está adaptado al hombre.

¿Imagina un universo en el cual una u otra de las

constantes físicas fundamentales sin dimensiones se

alterase en un pequeño porcentaje en uno u otro

sentido? En tal universo el hombre nunca hubiera

existido. Este es el punto central del principio

antrópico. Según este principio, en el centro de toda

la maquinaria y diseño del mundo subyace un factor

dador-de-vida”.

El principio antrópico plantea que el universo

tiende a preservar la existencia de lo humano

haciendo posible la expresión de la vida, y a

mantenerla en evolución constante hasta alcanzar la

meta del entendimiento propio que la conciencia,

como auto-conocimiento, representa.

En este sentido el principio antrópico nos propone

la superación de la visión tradicional de la relación

entre el ser humano y el cosmos, y de la relación

entre la ciencia y la filosofía, que la cultura

occidental ha elaborado durante siglos, pasando a

formar parte de nuestro sistema de creencias básico.

EN LA PERSPECTIVA científica tradicional afín al

positivismo y disociada de la filosofía, el ser humano

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

129

es una entidad natural y un producto secundario y

accidental de la evolución de la materia. La

conciencia es un fenómeno psicológico, resultado de

una estructuración compleja de la masa cerebral, o

producto de organizaciones moleculares específicas

que se han ido constituyendo durante millones de

años por mutaciones casuales y por selección en

función de las condiciones ambientales presentes. En

este orden de ideas, el proceso evolutivo de la

materia, desde el Big-Bang hasta el ser humano

actual, es un proceso puramente fortuito, sin

finalidad alguna, determinado por el proceso y la

implacable inmanencia de leyes físicas.

Así, según el segundo principio de la

termodinámica –principio de la entropía-- que es

todavía uno de los ejes centrales de la visión

científica actual del universo, existe una dirección

irreversible en la evolución de éste, concebido como

un sistema termodinámicamente cerrado, en el

sentido que la evolución conducirá necesariamente

en un futuro indeterminado aunque lejano, a la

llamada "muerte entrópica", es decir a la desapa-

rición de todo orden, de toda estructura organizada, a

una situación indiferenciada en la que todas las

partículas constituyentes de la materia se encontrarán

en la misma situación energética de desorden y caos

primordiales.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

130

Pero, en la perspectiva del principio antrópico la

hipótesis de ―muerte entrópica‖ no alude a una

necesidad de la evolución del universo sino,

simplemente, a una posibilidad entre otras que

contemplan la opción negato-entrópica en directa

colisión con la termodinámica clásica.

Según las teorías actualmente aceptadas, hace

unos 17.000 millones de años, el universo comienza

con el Big-Bang, la explosión primordial, una

singularidad, una fluctuación cuántica del espacio-

tiempo que se produjo cuando toda la materia estaba

concentrada en un solo punto. La temperatura y la

densidad eran inconmensurables. Inicialmente se

formaron sólo átomos de hidrógeno y helio. Los

efectos de la explosión, según esta teoría, son

detectables aún hoy mientras el universo continúa

expandiéndose. En tanto, mientras la temperatura

disminuía y la materia se compactaba, se formaron

nubes de gas bajo la acción creciente de la fuerza de

gravedad hasta alcanzar densidades de una magnitud

tal capaz de producir la fusión de los núcleos

atómicos. Se formaron así las primeras estrellas en

un sorprendente equilibrio entre la fuerza de

gravedad implosiva y la energía nuclear explosiva

liberada por la fusión. Además de energía, la fusión

determinó la constitución de todos los demás núcleos

atómicos, entre los cuales se hallarían los núcleos de

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

131

carbono. El ciclo de estas estrellas de primera

generación terminó cuando se consumió todo el

combustible nuclear y la fuerza de gravedad se

impuso, haciéndolas colapsar y provocando su

explosión final. Los átomos que se habían producido

en el crisol estelar se diseminaron y comenzó un

nuevo ciclo, con otras estrellas, entre ellas nuestro

Sol, y alrededor de las estrellas, planetas, entre ellos

nuestra Tierra.

A este punto, Félix Larocca (El Principio Físico

de la Entropía y sus Aplicaciones al Entendimiento

de las Incertidumbres Humanas) cuestiona si

podemos preguntarnos qué pasaría, o qué habría

pasado, si las constantes fundamentales presentes en

el universo tuvieran valores diferentes a los que

conocemos, porque podemos prever que el tipo de

universo existente si esas constantes tuvieran valores

escasamente distintos de los valores conocidos sería

completamente diferente, al extremo de que

probablemente no se habrían producido las

condiciones que han dado origen a la vida en la

Tierra.

La lista de propiedades antrópicas sin las cuales la

vida no podría existir es impresionante. En cuanto a

los protones, los electrones y los neutrones, si

imprevistamente la masa total del protón y del

electrón aumentara un poco con respecto a la masa

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

132

del neutrón, el efecto sería devastador: el átomo de

hidrógeno se volvería inestable, todos los átomos de

hidrógeno se disgregarían inmediatamente en forma

de neutrones y neutrinos. Sin carburante nuclear, el

sol colapsaría; de hecho, todas las estrellas seguirían

la misma suerte.

En cuanto a la relación entre el oxígeno y el

carbono, los átomos de oxígeno y carbono existen en

proporción similar en la materia viviente y, a escala

más amplia, en todo el universo. Es posible imaginar

la vida en un universo con un discreto desequilibrio

entre oxígeno y carbono, pero un desequilibrio muy

grande impediría su existencia. Rocas y suelos con

un fuerte exceso de oxígeno quemarían cualquier

sustancia química hecha de carbono con la que

entrasen en contacto.

Cambios sutiles en la conformación de constantes

fundamentales como las mencionadas tendrían

resultados enormemente significativos. Por ejemplo,

una menor densidad de materia no habría permitido

la formación de las estrellas. Una densidad mayor de

materia habría generado agujeros negros y no

estrellas. Incluso suponiendo que las estrellas se

hubieran formado, variaciones en la intensidad de las

fuerzas gravitacionales o nucleares habría tenido

efectos catastróficos en el universo, impidiendo el

delicado equilibrio entre gravedad y fuerza nuclear

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

133

que permite que la estrella dure el tiempo necesario

para producir energía suficiente y por el tiempo

suficiente, que pudiera servir a un planeta como la

Tierra, propiciando que en el mismo se desarrolle la

vida.

FÉLIX LAROCCA ha explorado la historia del

principio antrópico y nos dice que en el decenio de

1930 el físico P. Dirac descubrió que existía una

singular relación matemática, una "extraña

coincidencia", entre magnitudes físicas muy dife-

rentes entre sí. Observó que la raíz cuadrada del

número estimado de partículas presentes en el

universo observable, es igual a la relación entre la

fuerza electromagnética y la fuerza gravitacional

entre dos protones. Esta relación es sorprendente

porque se da entre dos cantidades muy diversas entre

sí: mientras la relación entre las fuerzas

electromagnética y gravitacional es una constante

universal que no cambia en el tiempo, el número de

partículas en el universo observable varía en función

de la evolución del universo mismo, en función del

momento en que realiza la observación. La

conclusión de Dirac fue que la relación entre estas

dos fuerzas no era constante, sino que cambiaba de

acuerdo a los tiempos cosmológicos y que, por lo

tanto, había que revisar algunas de las leyes

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

134

fundamentales de la física. Según Larocca, a finales

del decenio de 1950, R. H. Dicke demostró que las

conclusiones a las que había llegado Dirac no eran

correctas.

La sorprendente coincidencia descubierta por

Dirac no era verdadera en absoluto, sino que se

verificaba solamente en una fase precisa de la

evolución de las estrellas y de la historia del

universo, una fase que corresponde a una específica

abundancia de algunos elementos atómicos --sobre

todo carbono-- que son los constituyentes básicos de

los organismos vivientes. Este hecho es de

importancia porque es el carbono es el material en el

que radica el potencial de intervención del ―soplo de

la vida‖.

Estas precisiones tienen importancia porque el

principio antrópico proporciona un enfoque

metodológico útil para valorar que ninguna teoría

cosmológica podrá ignorar el proceso que ha

cumplido el universo para llegar al presente y hasta

nosotros. Los proponentes del principio antrópico

sugieren que vivimos en un universo cuidado-

samente ajustado, es decir, un universo que parece

haber sido meticulosamente adaptado para permitir

la existencia de la vida que conocemos. Si cualquiera

de las constantes físicas básicas hubiese sido

diferente, entonces la vida tal como la conocemos no

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

135

habría sido posible. En este sentido, este principio

podría explicar la necesidad de diversas constantes

físicas tales como la constante de estructura fina, el

número de dimensiones del Universo y la constante

cosmológica.

EXISTEN TRES VERSIONES principales del

principio antrópico que fueron categorizadas en 1986

por los físicos Barrow y Tipler como sigue: (1) El

principio antrópico débil indica que "los valores

observados de todas las cantidades físicas y

cosmológicas no son igualmente probables, sino que

están restringidos por el hecho de que existen lugares

del Universo donde se ha podido desarrollar la vida

basada en el carbono y el hecho de que el Universo

sea suficientemente antiguo como para que esto haya

ocurrido". (2) El principio antrópico fuerte indica

que "el Universo debe tener unas propiedades que

permitan a la vida desarrollarse en algún estadio de

su historia". (3) El principio antrópico final indica

que "un modo de procesamiento inteligente de la

información debe llegar a existir en el Universo y,

una vez que aparece, nunca desaparecerá".

La versión débil del principio ha sido

desacreditada porque asume que no es posible que se

den otras formas de vida; y porque el rango de

valores que pueden tomar las constantes físicas que

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

136

permiten la evolución de vida basada en el carbono

puede ser mucho menos restringido del que se ha

propuesto. La versión fuerte ha sido considerada no

científica, ya que no puede probarse ni falsarse y es

innecesaria. La versión final es considerada también

no científica y metafísica, porque su enunciado está

muy relacionado con los valores morales.

No obstante estos cuestionamientos, algunos de

los filósofos de la ciencia que apoyan las

afirmaciones del principio antrópico son proponentes

de la conjetura de la existencia de universos

alternativos; suponiendo que algunos universos de

entre todos los posibles fuesen capaces de albergar

vida inteligente, algunos de los universos concretos

deben haber hecho realidad esta capacidad, y el

nuestro es claramente uno de ellos.

En algunas de las formulaciones de la versión

fuerte del principio antrópico, se sugiere que la

conciencia no es el resultado casual de la evolución

de la materia, sino que constituye el punto de llegada

de una historia cósmica que apuntaba precisamente a

ese fin. Es decir que si el universo ha ido

evolucionando hasta ser lo que hoy es, es porque de

ese modo ha dado lugar al surgimiento de la

conciencia como corolario natural a la ocurrencia del

ser humano. En otras palabras, el principio antrópico

postula el hecho de que existimos y somos seres

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

137

conscientes porque es inmanente que así sea. En este

sentido, el principio antrópico postula la existencia

de una unión indisoluble entre el cosmos y la

conciencia de quien o quienes lo observan; establece

un origen común del universo, de los cuerpos que lo

constituyen y de los seres vivientes que lo habitan.

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Miguel A. Rodríguez Sosa

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Saber, práctica y ciencia: la experiencia de la pedagogía

(Octubre 1997)

LA IDEA DE CIENCIA es acentuadamente histórica

porque pretende reunir en su categoría a ―las

ciencias‖, configuraciones históricas muy variadas

debido a sus diversos contenidos objetuales,

métodos, instituciones, etc., que han edificado el

espacio de las ciencias positivas. Pero la idea de

ciencia no es unitaria, porque caben distintas

definiciones y aproximaciones conceptuales a su

contenido significativo. En otras palabras, hay

diferentes acepciones o conceptos de ciencia.

Es necesario reconocer que hay un concepto de

ciencia como ―saber hacer‖, un concepto según el

cual la ciencia se mantiene aun muy próxima a lo

que entendemos por ―arte‖, en su sentido técnico.

Así, se puede mencionar la ―ciencia de la

educación‖, que en ocasiones algunos autores

confunden con la pedagogía.

El educador, el maestro, posee efectivamente un

―saber hacer‖, que es el saber enseñar revelado en su

quehacer profesional. El maestro sabe enseñar en

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

140

virtud del dominio que pueda tener de un conjunto de

factores lógicos, metodológicos, teóricos, históricos,

expresivos, técnicos, artísticos, éticos, que se

estructuran por medio de la experiencia, constituyendo

un saber que, como tal, es el espacio más amplio y

abierto del aprehender del mundo por el sujeto.

Se trata de un saber relativamente específico,

constituido por discursos, esto es, por enunciados que

dependen de una misma formación discursiva. Todo

discurso se produce socialmente mediante la

interacción humana, con unas reglas que configuran la

práctica discursiva independientemente de que los

sujetos actuantes sean conscientes de ellas. Como

sostiene Michel Foucault (La arqueología del saber),

la práctica reglada en tanto discurso constituye el

saber en la sociedad, y "Los conocimientos, las ideas

filosóficas, las ideas cotidianas, así como las

instituciones, las prácticas comerciales y policíacas,

las costumbres, todo se refiere a un saber implícito

propio de esta sociedad", añadiendo que el saber "es

diferente de los conocimientos que se pueden

encontrar en los libros científicos, las teorías

filosóficas, las justificaciones religiosas, pero es el

que hace posible, en un momento dado, la aparición

de una teoría, de una opinión o de una práctica". El

saber es condición de la posibilidad de conocimientos,

de instituciones y de prácticas.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

141

EL SABER puede ser definido como una noción

metodológica que refiere el aspecto más amplio y

abierto de un conocimiento donde se localizan

discursos de niveles muy distintos, desde los que son

apenas intuitivos, prácticas instrumentales y destrezas

inconscientes, cuyo objeto no está suficientemente

determinado para ser susceptible de reflexión

sistemática, hasta conceptos vinculados entre sí por

relaciones de sistematicidad, pasando por datos y

prescripciones. Un saber es, por tanto, una entidad

plural y proteica, sin contornos precisos, más bien útil

que veritativa. No es ciencia ni tecnología aunque

puede contener enunciados científicos y tecnológicos;

tampoco es ideología, porque si bien es guía para la

acción carece de orientación teleológica unitaria y de

sentido de totalidad. Pero, por su naturaleza

primordial, el saber es fuente de teorías científicas, de

tecnologías, de ideologías.

No es excesivo reiterar que en un saber se localizan

discursos de niveles muy distintos, metafóricamente

hablando: de distinto grado de condensación debido a

la variable cristalización de sus objetos y, por

consiguiente, al grado también variable de

conceptualización de los discursos que relatan tales

objetos; pero es concluso que todo discurso participa

de uno o algunos saberes. De hecho, contrariando el

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

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juicio posmodernista de Marshall Berman (Todo lo

sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la

modernidad) la original evanescencia de todo discurso

se condensa en un saber, como condición de la propia

existencia y reproducción del discurso.

Mas es de advertir que si bien la condensación de

un saber cualquiera es desigual, tiende a acentuarse en

momentos determinados por el proceso histórico de la

sociedad donde se producen las prácticas discursivas

que constituyen el saber. En coyunturas críticas de la

sociedad, prácticas intensas aumentan la

conceptualización (por tanto, la condensación) de

algunos discursos de un saber, en razón de la

existencia de necesidades y demandas sociales de

mayor definición de los objetos de esos discursos.

Pueden surgir entonces teorías innovadoras en su

campo, que alcanzan autonomía respecto del saber

donde se han originado, pudiendo incluso rebasar el

paradigma teórico vigente. Pero asimismo puede

ocurrir en esas coyunturas críticas de la vida de las

sociedades que un grupo de la colectividad, acuciado

por la falta de identidad, indague por el saber sustento

de su actividad distintiva. Si la indagación remite a

una reflexión sobre la naturaleza y funciones de los

elementos discursivos de ese saber, es probable que

contribuya a la condensación de las áreas menos

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

143

elaboradas del mismo, tanto como al logro de la

pretendida identidad.

El saber necesario al quehacer del maestro es el

―saber pedagógico‖. Sus discursos contienen

elementos de juicio para enfocar y tratar las

situaciones prácticas de la enseñanza, las relaciones de

la enseñanza con las materias que se enseña, y los

vínculos de la docencia con la educación y el ambiente

social. Por tanto, el saber pedagógico comprende a la

pedagogía, disciplina que conceptualiza, aplica y

experimenta la enseñanza de conocimientos y

experiencias específicos en un medio cultural dado. El

saber pedagógico se vincula estructural y

funcionalmente a las ciencias aplicadas al estudio de la

educación, insatisfactoriamente denominadas

―ciencias de la educación".

CÓMO PUEDEN los maestros contribuir al

esclarecimiento del saber pedagógico, fundando en esa

actividad reflexiva el progresivo logro de su identidad

profesional y social? Consideramos que, en primer

lugar, configurando un movimiento intelectual que se

plantee el programa de la recuperación histórica de la

práctica pedagógica y su conceptualización a la luz de

la epistemología. Si bien en el medio latinoamericano

--por lo que se nos alcanza-- el saber pedagógico es

todavía objeto de estudios exploratorios orientados a

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Filosofía y Ciencia

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144

la delimitación y formulación inicial de su campo

discursivo, debemos reconocer que el magisterio

peruano se encuentra a la zaga en este esfuerzo,

situación que es un reto lanzado a los docentes

vinculados a la investigación pedagógica. Porque

entendemos que el marcado retraso suscitado en el

medio local es el principal obstáculo para el fomento

de la identidad del maestro.

En lo que respecta a la conceptualización de la

práctica pedagógica a la luz de la epistemología,

pensamos que una tarea inicial consiste en desbrozar

el estatuto epistemológico de la pedagogía.

Una proporción significativa de maestros está

convencida de que la pedagogía, meollo de su saber-

hacer profesional, es una ciencia. Incluso para

diferenciarse de otras anatematizadas por

considerarlas "idealistas", algunas corrientes de la

reflexión pedagógica se han proclamad "científicas".

Pero los argumentos sustentatorios del estatuto

científico de la pedagogía son harto débiles y, por

cierto, es posible constatar que parte de los adherentes

a esta posición lo que en verdad desea es otorgar el

cariz científico a su propia actividad profesional,

considerando el prestigio social que "lo científico"

tiene en la cultura universal desde que el ideario

positivista alcanzara hegemonía en el siglo XIX.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

145

Respecto del imputado carácter científico de la

pedagogía deseamos esbozar en este acápite algunas

precisiones críticas. En primer lugar, que la pedagogía,

ejercicio de la razón referido al acto educativo, pueda

ser el enfoque teórico de éste, no le confiere a la

pedagogía carácter científico porque no solamente

existen las teorías científicas sino también las teorías

éticas, estéticas, gnoseológicas, etc., que siendo

también construcciones de proposiciones simbólicas

que representan metafóricamente la naturaleza y los

procesos de los fenómenos del mundo, no son

verificables, atributo que es privativo de las teorías

científicas. En segundo lugar, se argumenta que la

pedagogía es una ciencia práctica (y normativa), lo

que la distinguiría de las ciencias teorético-

explicativas. El propósito de éstas es expuesto como

"modo del conocer" (modus sciendi).

Las ciencias teorético-explicativas --la

termodinámica, la sociología, la genética, por

ejemplo-- tendrían en forma exclusiva el cometido de

descubrir y formular las leyes que rigen a sus objetos

de estudio --la energía, la sociedad, los genes-- para

predecir el comportamiento de esos objetos. Se trata

entonces de ciencias cuyas teorías son nomotéticas

(que enuncian proposiciones legaliformes). Pero --se

aduce-- el cometido de las ciencias teorético-

explicativas se agota en el conocimiento de sus

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

146

objetos; es un cometido contemplativo puesto que se

propone únicamente escudriñar el objeto y no

modificarlo.

Con la misma óptica se argumenta que, por su

parte, las ciencias prácticas --i.e. la pedagogía--

tendrían como propósito el "modo de actuar" (modus

agendi). Su cometido privativo sería entonces normar

cursos de acción para intervenir en su objeto --en el

acto educativo, por ejemplo-- y conducirlo de acuerdo

con ciertos fines. Esta óptica que distingue ciencias

teorético-explicativas y ciencias prácticas no se

condice sin embargo con los desarrollos alcanzados en

el horizonte actual de la epistemología y es, por ende,

erróneo a la luz del conocimiento vigente.

Empecemos por señalar que postula sublimi-

nalmente una inaceptable escisión y contraposición

entre teoría y práctica, como si la primera fuese el

dominio de la reflexión y la segunda el de la acción.

Pero desde los griegos el concepto de "praxis" y el de

"theorein" forman unidad en el discurso de la

"episteme". Ya en nuestra época Louis Althusser (La

revolución teórica de Marx) ha acuñado el concepto

de "práctica teórica" para referirse a la actividad social

diferenciada de producción de teorías científicas.

Nosotros entendemos que en la actualidad el

significado de "teoría" comprende e integra los de:

examen y conocimiento (gnosis), reflexión heurística

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Filosofía y Ciencia

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147

(fronesis), construcción del orden humano de lo real

(poiesis), y acción comunicativa que vincula entre sí a

los hombres (praxis); todo lo cual dota a la teoría con

los más altos atributos del quehacer humano.

En lo sustantivo, la epistemología rechaza la

posibilidad de que pueda haber actividad científica sin

objetivos teoréticos, porque acepta que el propósito

que anima a la producción científica es precisamente

el enunciado de teorías científicas sin las cuales el

conocimiento contrastable carecería de forma material

discursiva. Ahora bien, ciertamente no todas las

teorías científicas son ni deben ser explicativas, pues

la explicación, esto es, la reducción de un fenómeno a

su ley, es rasgo sólo de las ciencias empírico-analíticas

(ciencias físicas y biológicas, por ejemplo), mientras

que las ciencias histórico-hermenéuticas, relativas a la

sociedad, son y sólo deben ser comprensivas

(pretendiendo entender el sentido o la finalidad de la

interacción social desde la perspectiva del que indaga)

porque tratan de hechos particulares y no de clases de

fenómenos recurrentes, como las primeras (plantea-

miento de Jurgen Habermas en Conocimiento e

interés). No obstante, tanto las ciencias empírico-

analíticas como las histórico-hermenéuticas son

continentes cuyos contenidos se definen como teorías

científicas. No existe, pues, ciencia sin teoría.

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Filosofía y Ciencia

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148

Pero sostener que hay ciencias prácticas distintas de

las ciencias teoréticas es más confuso que absurdo. La

cuestión se remonta a algún momento pretérito de la

historia del pensamiento donde se asimilaron e

identificaron los términos ciencia y doctrina,

fundándose una tradición que ha llegado a tener

posiciones dominantes, como en el caso de la

escolástica. Tal vez un relicto de dicha tradición se ha

conservado hasta nuestro tiempo edificando el

significado de la moderna aunque equívoca noción de

la pedagogía como "ciencia práctica" (como en Emile

Durkheim).

A la base de esta noción estaría la confusión, en

otros dominios superada, entre ciencia y doctrina. Esta

última refiere un saber útil para guiar y controlar la

acción humana a partir de ciertos principios

axiomáticos y con fines pre-establecidos; es un saber

normativo más que cognoscitivo aunque aporta una

cosmovisión, y es intrínsecamente a-teorético aunque

en las doctrinas suelen existir elementos que pueden

intervenir, extrapolándolos, en la construcción de

teorías. Así, la pretensión de que existen ciencias

prácticas de contenido normativo y no teorético, en las

que se inscribe a la Pedagogía, parece confundir los

estatutos de la ciencia y la doctrina. En este sentido,

inadecuadamente designada ciencia práctica, la

pedagogía sería en verdad una doctrina del acto

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

149

educativo, legítimamente un discurso normativo y no

teorético.

En tercer lugar --siempre en el esfuerzo de criticar

el imputado carácter científico de la pedagogía--

queremos conducir nuestra reflexión a enfocar

someramente una perspectiva más sugerente que la

anterior. Una tradición intelectual norteamericana

distingue el campo de las "Policy Sciencies" (V. D.

Lerner y H. Laswell, The Policy Sciencies) que se

caracterizan por ser dominios científicos propiamente

interdisciplinarios (y no monodisciplinarios como es el

caso de las "ciencias convencionales") cuyo cometido

es la elección de los mejores cursos de acción --

estrategias-- para resolver problemas específicos y no

de conocimiento sino vitales. Se orientan a la

formulación de prospecciones y proyectos, y no a la

formulación de teorías para la explicación o

comprensión de lo fáctico. Se afirma en consecuencia

que estas ciencias (cuya nomenclatura puede

traducirse como "ciencias programáticas") no tienen

objeto de estudio sino proyecto. Esta concepción tiene

dos defectos graves, a nuestro entender. Uno, que la

denominación ciencia programática se parece

demasiado a la de ciencia práctica, antes criticada, y

aún aceptando que exista un cierto desplazamiento de

significados en la relación semántica de ambos

términos conceptuales, son básicamente iguales por su

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Filosofía y Ciencia

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150

orientación prescriptiva y no propiamente cognos-

citiva. Otro, que la proclamada carencia de objeto de

estudio conlleva necesariamente la carencia de

conocimiento científico, porque éste únicamente

puede existir como correlato y referencia de aquél. No

hay ciencia sin objeto de estudio, independientemente

del prospecto generado por el interés subyacente al

conocimiento del objeto.

Al margen de estos defectos --cuya importancia no

es desdeñable--lo fructífero del enfoque provisto por

la concepción de las "ciencias programáticas" consiste

en que ha permitido inferir de él una distinción entre

pedagogía y "ciencias de la educación", enunciada en

los términos siguientes: "La pedagogía no tiene objeto,

sólo tiene proyecto. Las que tienen objeto son las

ciencias auxiliares de la pedagogía" (Rafael Avila:

¿Qué es pedagogía?). En esta perspectiva la

pedagogía se ubica como disciplina, saber-hacer,

discurso normativo y prospectivo, y no como ciencia

en sentido estricto. De manera que para alcanzar sus

fines, la pedagogía ha de nutrirse del conocimiento

científico producido por la psicología, la sociología, la

biología, etc. En consecuencia la pedagogía se

establece con propiedad como un saber-para-hacer

(modus agendi) y no como un modo del conocer

(modus sciendi) a semejanza de las ciencias. En este

marco de referencia la pedagogía se concibe como un

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Filosofía y Ciencia

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sistema de orientación de la acción educativa y, por su

naturaleza programática, como la parte medular de un

saber pedagógico para la anticipación del porvenir.

UN PROBLEMA QUEDA planteado a manera de

colofón de este breve ensayo crítico sobre el estatuto

de la pedagogía: existe evidencia de un proceso de

"epistemologización" que experimentan nociones

esenciales del saber pedagógico, como es el caso de

"enseñanza", "práctica pedagógica", "discurso

pedagógico". Es pertinente preguntar entonces si

conduce la maduración del estatuto epistemológico de

esas nociones, a la conformación futura de la

pedagogía como ciencia --conocimiento teorético--.

Aportar una respuesta consistente a esta cuestión

permitirá sin duda progresar en la elucidación

conceptual del saber pedagógico, parte esencial --

como ya se ha dicho-- del programa de investigación

que debe desarrollar el movimiento intelectual del

magisterio peruano.

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Filosofía y Ciencia

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Gerontología, transdisciplina e intervención

(Disertación presentada en noviembre 2007, en el II Diplomado en Geriatría y Gerontología.

Universidad Ricardo Palma, Lima)

Introducción

EN TODOS LOS ÓRDENES de la realidad y de la

vida experimentamos rápidos y a veces vertiginosos

procesos de cambio. Pero en algunos aspectos el

cambio no respeta los valores preestablecidos y se

produce en forma revolucionaria, como en los

campos de la economía global, las tecnologías de la

información y la actividad científica. Verdad es que

seguimos produciendo ciencia y aplicaciones del

conocimiento científico conforme al paradigma

desarrollado en el siglo XVIII; y verdad es también

que en este horizonte la actividad científica se ha

hiper-especializado, el conocimiento científico se

halla parcelado y el pensamiento científico pierde

energía por su fragmentación. Ello en buena cuenta

es consecuencia del predominio del positivismo y del

―pensamiento simple‖, unidimensional, no obstante

la dura crítica a que han sido sometidos en los

últimos setenta u ochenta años. Pero desde el

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Filosofía y Ciencia

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154

decenio de 1970 se anuncia como alternativa el

―pensamiento complejo‖ y la perspectiva trans-

disciplinar, cuyo representante más destacado es

Edgar Morin, filósofo, antropólogo, jurista,

sociólogo, periodista, cineasta y educador que

conjuga en su persona el ideal humanista del

Renacimiento.

El pensamiento complejo aparece en el horizonte

de la civilización global como el nuevo paradigma

filosófico-científico del siglo XXI y el abordaje

transdisciplinar del conocimiento y la acción es su

principal herramienta meta-metodológica. Ignorar el

conflicto que ya se ha iniciado entre la ciencia

encasillada en las fronteras de las actuales disciplinas

que la pueblan –que muestra graves signos de

caducidad por su creciente incapacidad no sólo para

resolver problemas sino también para plantearlos—

y la emergente ciencia transdisciplinar iluminada por

el pensamiento complejo sería un grave error. Por lo

demás, la propia realidad preñada de problemas que

exigen solución impone espontáneamente el superior

valor del pensamiento complejo y va en aumento la

producción académica y la práctica profesional que,

aún sin tener clara conciencia de su reorientación,

adoptan el nuevo paradigma estimuladas por su

eficacia.

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Filosofía y Ciencia

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155

Es el caso, por ejemplo, de la Administración

(permítaseme la licencia de la mayúscula para

designar campos del conocimiento), que en las

formulaciones contemporáneas más novedosas y

exitosas de sus análisis y propuestas abandona la

pretensión de constituirse en ciencia para asumir más

bien el carácter de transdisciplina. La Admi-

nistración hace muchos decenios dejó de ser una

técnica o conjunto de técnicas; desde mediados del

siglo pasado, adoptando la teoría de sistemas, superó

el enfoque interdisciplinario que le permitía abordar

los problemas de gestión de organizaciones desde las

perspectivas convergentes de la Psicología (teorías

de la motivación y del liderazgo), la Economía

(teorías de la producción y de la productividad del

trabajo), la Sociología (teorías de los roles), de la

Cibernética (teorías de la organización), y se erigió

como una multidisciplina. Pero actualmente la

Administración ha rebasado el marco

multidisciplinar y sus teorías, métodos y

herramientas de gestión constituyen claramente una

panoplia transdisciplinar, totalmente abierta a los

aportes de cualquier ciencia o disciplina que le

permita lograr sus objetivos de conocimiento e

intervención.

De manera que la Administración ―de punta‖ ha

integrado una tesitura en la que se disuelven las

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

156

fronteras de las disciplinas que constantemente

―saquea‖ en provecho propio. Ha tomado de la

Filosofía conceptos como los de ―filosofía de

negocio‖ y ―ética de las transacciones‖; de la

Epistemología el concepto de ―framing‖; de la

Sociología los conceptos de ―coaching‖ y de

―empoderamiento‖; de la Cibernética el de

―sistema‖, de la Fisiología el de ―función‖, de la

Antropología el de ―cultura organizacional‖, etc.

Este ―saqueo‖ sistemático de los patrimonios

conceptuales de tantas ciencias y disciplinas le ha

brindado a la Administración un ―complexus‖

conceptual, esto es, un conjunto entretejido y

pluridimensional de conceptos y modelos que,

precisamente, es el sustrato al que debe su innegable

éxito. Bien se puede afirmar que la Administración

lidera en el presente la construcción de la

transdisciplinariedad y del pensamiento complejo,

aunque muchos administradores todavía no se

percaten de ello.

La extensión de la digresión ilustrativa es

disculpable porque justifica el interés motivador de

este ensayo, empeñado en aportar algunos elementos

de juicio sobre el carácter de la Gerontología y su

ubicación en el panorama del conocimiento.

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Filosofía y Ciencia

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157

ESTA SENCILLA MONOGRAFÍA sostiene la tesis de

que la Gerontología es una multidisciplina

académica y profesional cuyo desarrollo se

encuentra lastrado por la indefinición de su objeto de

conocimiento pero que procesa una aproximación

virtuosa a la transdisciplinariedad, que sin embargo

sólo de podrá concretar si los gerontólogos adoptan

el paradigma del pensamiento complejo y abandonan

los prejuicios de la especialización que los retienen

en el limbo del positivismo, no importa si ello

sucede en las vertientes relativamente sofisticadas

del quehacer interdisciplinar o multidisciplinar.

Para sustentar la tesis mencionada la presente

monografía se como objetivos: (1) Explorar el

estatuto epistemológico de la Gerontología, con

énfasis en el carácter de sus relaciones con las

ciencias y otras disciplinas del conocimiento; y (2)

Identificar las bases teóricas y conceptuales a partir

de las que la Gerontología decursa hacia la

transdisciplinariedad.

Los análisis realizados con la pretensión –acaso

exagerada-- de lograr ambos objetivos conllevan la

toma de posición del autor y una visión crítica de la

actitud complaciente que subyace en buena parte de

la literatura académica sobre Gerontología respecto a

no cuestionar cuál es su naturaleza gnoseológica.

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Filosofía y Ciencia

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Perspectiva histórica de la gerontología

LA GERONTOLOGÍA* empieza a ser materia de

interés intelectual en los albores de la civilización,

cuando la organización social basaba sus

regulaciones en la experiencia de las generaciones

precedentes y las personas mayores --los ancianos de

la comunidad-- eran objeto de veneración por su

sabiduría, siendo adoptados como modelos en el

aprendizaje de conductas y conocimientos. La

gerontocracia fue una forma de poder político y sólo

decayó al ser sustituida por el poder de los

especialistas, muchos de los cuales eran también

viejos.

El prestigio atribuido a la experiencia vital

acumulada con la edad, considerada virtuosa, concitó

el temprano interés de la filosofía. En Platón resalta

la idea laudatoria de la vejez y de la importancia de

prepararse para la vejez en la juventud, aportando

una primera visión de la prevención y profilaxis. En

* Etimológicamente, la palabra ―gerontología‖, procede del término

griego geron, gerontos/es, que designa los más viejos o los más

notables del pueblo. A este término se une el sufijo logos, tratado o

grupo de conocedores. Con este significado el vocablo es recogido

por el diccionario de la Real Academia Española.

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Filosofía y Ciencia

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159

Aristóteles más bien hay una visión pesimista de la

vejez, representada como fase de la senectud en la

que el individuo llega al deterioro, considerando la

vejez como una enfermedad natural.

En la sociedad occidental el interés intelectual por

la vejez asume un perfil protocientífico por primera

vez en el siglo XVII, con Francis Bacón, quien en su

monografía History of Life and Death (Historia de la

vida y de la muerte) plantea que la vejez no es

necesariamente una etapa ruinosa de la vida humana,

profetizando que ésta se prolongaría y mejoraría en

sus condiciones cuando la higiene y otras

condiciones sociales y médicas mejorasen.

Sin embargo, recién en el siglo XIX se afirman los

primeros conocimientos científicos sobre en

envejecimiento y las características de la vejez, con

seguridad porque es entonces cuando comienza a

producirse un fenómeno extraordinariamente

importante: el envejecimiento de la población con

una tendencia progresiva antes desconocida;

fenómeno debido a dos factores asociados: la

disminución de la mortalidad y el incremento de la

esperanza de vida conjugado con la caída tendencial

de la tasa de natalidad.

Quetelet es quien, a mediados del siglo XIX,

expresa primero la importancia de establecer con

base en la investigación los principios que rigen el

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Filosofía y Ciencia

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160

proceso a través del cual el ser humano nace, crece y

muere; además realiza estudios sobre diversos

factores asociados al envejecimiento.

Francis Galton, entre fines del siglo XIX e inicios

del siglo XX, recoge el enfoque de Quetelet y en su

obra Inquiry into human faculty and its developments

(Estudio sobre las facultades humanas y su

desarrollo) investiga las diferencias individuales

sobre características físicas, sensoriales y motrices

de una amplia muestra demográfica de 5 a 80 años,

estableciendo índices de covariación de las variables

estudiadas.

Ya en el decenio de 1920 Stanley Hall, en su obra

Senescente, the last half of life (Senectud, la última

mitad de la vida) aporta importantes supuestos para

la comprensión de la naturaleza y las funciones de la

vejez, resaltando que las diferencias individuales en

esta etapa son significativamente mayores que las

que aparecen en otras edades de la vida, poniendo en

cuestión el paradigma entonces vigente que

caracterizaba a la vejez como una edad generalmente

deficitaria.

Metchikoff es el primer estudioso que utiliza el

término gerontología en su sentido actual, en 1903,

pero el desarrollo de esta disciplina es mucho más

reciente y probablemente se inaugura con Cowdry

(1939) director de la obra Problems of Aging

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

161

(Problemas del envejecimiento), que puede ser

considerado el primer tratado de Gerontología pues

incorpora aspectos psicológicos y sociales en el

estudio de las condiciones médicas y físicas de la

edad mayor.

Ese mismo año se funda en Estados Unidos la

primera asociación para la investigación del

envejecimiento (Club for Research on Aging) pero es

sólo después de la segunda guerra mundial cuando

surgen las asociaciones científicas abocadas a la

Gerontología, comenzando por la norteamericana

(Gerontological Society) en 1945. Tres años más

tarde se establece en Lieja la Asociación

Internacional de Gerontología. Poco antes se inicia la

publicación de revistas especializadas siguiendo el

ejemplo de Journal of Gerontology publicada por

primera vez en 1946.

LA CONSOLIDACIÓN de la Gerontología no sólo

en el campo académico y científico sino institucional

se plasma con el creciente interés de organismos

internacionales y de los estados más desarrollados, al

extremo que 1999 fue designado por las Naciones

Unidas ―año internacional de las personas mayores‖.

Desde entonces, los organismos del sistema

internacional han reforzado su enfoque analítico del

envejecimiento y de la vejez, así como desarrollan

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

162

permanentemente propuestas para afrontar las

problemáticas demográfica y de servicios

implicadas, habida cuenta que la población mundial

afronta un rápido crecimiento del segmento que

anteriormente fue denominado ―tercera edad‖ y que

actualmente se denomina ―adultos mayores‖

comprendiendo a los individuos de 60 años de edad

y más.

No obstante la creciente producción académica en

el campo de la Gerontología, en mi opinión todavía

no se ha establecido satisfactoriamente la naturaleza

gnoseológica de este campo del conocimiento; lo que

tiene consecuencias teóricas, en la formación

académico profesional de gerontólogos y en el

abordaje de las intervenciones tecnológicas y

programáticas de los problemas de la población de

adultos mayores desde el marco institucional

correspondiente.

Aproximación al pensamiento complejo

MORENO Y OTROS (2002) plantean que a partir de

la década de 1970 se han presentado en diferentes

países, especialmente en Europa y en Estados

Unidos, corrientes intelectuales que utilizan el

término de ―complejidad‖ para referirse a una nueva

comprensión en las ciencias.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

163

Pero en sentido estricto, a lo único a lo que se

aplica adecuadamente el término ―complejo‖ es a la

realidad misma, que siempre desborda los límites de

nuestro conocimiento. A un tipo de conocimiento lo

llamamos ―complejo‖, no por dar cuenta de un

―objeto complejo‖, sino por su orientación hacía lo

que caracteriza lo complejo: el azar, la incerti-

dumbre, el holismo, el devenir, etc. Es así que se

habla de ―algoritmos complejos‖, de ―comporta-

mientos complejos‖, de ―estructuras complejas‖.

Es cierto que la complejidad que observamos en el

mundo real es resultado de la acción de mecanismos

que pueden describirse por medio de teorías

científicas positivas (de la Biología, de la Sociología,

de la Psicología, por ejemplo). Pero ninguna de esas

teorías, por sí misma, puede dar cuenta del hecho de

la complejidad. Ésta se debe entender, en un sentido

epistemológico, como una relación de comprensión

con algo que nos desborda (un objeto o una

construcción mental), pero de lo que, a pesar de

todo, podemos tener una comprensión parcial y

transitoria. En este sentido, se dice que algo es

complejo porque de él tenemos una comprensión

distinta a la que proporciona un cuerpo singular de

conocimiento, que no podemos reducir o simplificar

a esa comprensión simple.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

164

Lo complejo, a partir del término: complexus,

supone que los componentes son irreductibles uno al

otro, a diferencia de lo simple, que trata de reducir

toda composición. La complejidad es sinónimo de

riqueza de pensamiento. Un pensamiento que asume,

a la vez, principios antagónicos, concurrentes y

complementarios; que incorpora tanto el orden como

la incertidumbre, lo aleatorio y lo eventual.

Esta noción de complejidad se ha desarrollado con

los aportes de la ciencia contemporánea, que ha

permitido pensar a partir del concepto de

organización y que ha generado las herramientas

lógico-matemáticas, empíricas, filosóficas y

epistemológicas para legitimar un pensamiento de

esa índole dentro del campo de la ciencia (nuevas

álgebras y geometrías, explicaciones termo-

dinámicas, explicaciones sistémicas y cibernéticas,

etc.).

Lo que hoy día se entiende como teoría de la

complejidad, se deriva de los desarrollos de la

Sistémica, de la Cibernética y de la teoría de la

información. Pero no se confunde con esos

desarrollos, porque la complejidad apareció como

concepto sólo cuando esos desarrollos permitieron

entender el papel constructivo del desorden, de la

incertidumbre, de lo aleatorio y del evento. La

complejidad tiene que ver con la aparición del

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

165

cambio, del devenir, la constitución de nuevos

órdenes, donde el mismo devenir se convierte en

principio constitutivo y explicativo.

En general, podemos afirmar que el pensamiento

complejo es aquel que aborda con apertura a los

aportes de distintas disciplinas y ciencias –no

―desde‖ una o varias disciplinas y ciencias (lo que

conduce al reduccionismo y/o a la fragmentación del

conocimiento)- el estudio de un objeto que es

también complejo porque refiere hechos de distintos

ámbitos de la realidad, porque está en permanente

proceso de cambio, porque está preñado de

incertidumbre y porque en su conocimiento hay que

abandonar la ilusión del ―control total‖ de sus

variables o factores.

El pensamiento complejo persigue una

comprensión del objeto a la que no se llega, sino

hacia la cual el pensamiento se orienta. La búsqueda

y los planteamientos de la complejidad funcionan

como ideas regulativas, es decir, como ideas que

orientan una actividad, pero que nunca se alcanzan

por completo. Por eso, resulta inapropiado hablar de

―teoría‖ compleja, o del conocimiento complejo

como una ―multidisciplina‖ o ―interdisciplina‖,

menos todavía de una disciplina unitaria, porque se

debe tener en cuenta siempre su necesaria

incompletud.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

166

Sobre el estatuto epistemológico de la

Gerontología

ACASO PUEDA PARECER trivial que se plantee al

lector la pregunta: ¿qué es la Gerontología?, sobre

todo si éste es profesional en el rubro. Pero la

indagación se justifica porque es necesario superar el

ambiente positivista que rodea este campo del saber

y de la acción, y donde a la Gerontología se le otorga

un estatuto cognoscitivo presuponiendo, esto es,

aceptando ―por supuesto‖, una convención vacía que

no responde la pregunta. Si no se aporta una

respuesta consistente a esa indagación carecerá de

fundamento ubicar el rol de la Gerontología en las

disciplinas del conocimiento y en los ámbitos

instrumentales de intervención.

Por consiguiente, centrando mejor el enfoque de

la indagación es pertinente preguntar: ¿es la

Gerontología una ciencia? Si no lo es, ¿qué tipo de

conocimiento es, en función de su relación con la

ciencia?; ¿cuál es su estatuto epistemológico?, es

decir, ¿cuál es su ubicación en el panorama actual

del conocimiento vinculado con la ciencia?

Básicamente existen varias posiciones acerca de

estas interrogantes sobre la naturaleza de la

Gerontología:

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

167

La Gerontología no es una ciencia, sino un

enfoque. R Moragas (1992) señala que no es

siquiera una disciplina autónoma sino

simplemente un enfoque peculiar de la práctica;

y que las diferentes preguntas o problemas que

plantea el envejecimiento en la sociedad

contemporánea pueden y deben ser resueltas

por las disciplinas o profesiones implicadas en

la Gerontología (Medicina, Psicología,

Pedagogía, Trabajo Social, Derecho, etc.) con

un enfoque gerontológico.

La Gerontología es una ciencia. Esta posición

está fuertemente influenciada por Birren

(1996), quien plantea que la Gerontología

supone un objeto de conocimiento muy antiguo

pero es una ciencia extraordinariamente

reciente porque prácticamente se ha

desarrollado en la segunda mitad del siglo XX.

La define como ―ciencia que trata de la vejez‖

y sus seguidores argumentan que es la ciencia

que estudia el proceso de envejecimiento de

todos los seres humanos vivos desde todos sus

aspectos o puntos de vista, biológico,

psicológico y social; intenta estudiar, explicar

cómo y por qué envejecemos.

La Gerontología es una disciplina científica.

Márquez Herrera (1998), entre otros, propone

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

168

considerarla así y sostiene que se basa en la

aplicación de diferentes ciencias y técnicas,

especialmente relacionadas con las áreas

médicas y paramédicas y con las ciencias del

comportamiento.

La Gerontología es una multidisciplina.

Rocabruno Mederos y Prieto Ramos (1992),

basándose en Jaques Laforet, la describen

como tal y plantean que en ella convergen

ciencias biomédicas, ciencias biológicas,

ciencias sociales, ciencias jurídicas, ciencias

políticas y otras como Arquitectura, Pedagogía

e Ingeniería.

La Gerontología es una interdisciplina. Por

otro lado, Fernández Ballesteros (2004), quien

también afirma que es una multidisciplina, la

describe sin embargo como un campo de

conocimiento y de intervención abordado en

forma interactiva desde distintas ópticas

científicas (Biología, Sociología, Psicología,

etc.) y técnicas (Clínica, Social, etc.); lo que

configura ramas especializadas como la

Geriatría, Psicogerontología, Gerontología

Social, entre otras.

Considerando estas posiciones es preciso señalar

que en ellas hay consenso en sostener que la

Gerontología es un campo de conocimiento y un

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

169

quehacer especializado de alguna manera vinculado

con la ciencia, pero está en cuestión la naturaleza del

vínculo que relaciona la Gerontología con la ciencia.

La Gerontología como enfoque de la práctica

ESTA POSICIÓN, que sostiene que la Gerontología

no es una ciencia, ni siquiera una disciplina científica

sino simplemente un enfoque de la intervención

académica y profesional en la geronto-problemática,

adolece de una radical debilidad porque niega la

evidencia del desarrollo de teorías propiamente

gerontológicas como las que sustentan los diferentes

modelos conceptuales de calidad de vida de adultos

mayores, por ejemplo, y porque pretende un

reduccionismo positivista que, de prevalecer, por

analogía, habría rechazado el surgimiento de la

Sociología por su filiación originaria con la Física

Social, así como habría rechazado la Genética por

surgir a partir de la Biología y la Cibernética.

Ciertamente la intervención gerontológica es un

enfoque que debe mucho a la Medicina –Geriatría--,

a la Sociología –roles sociales del adulto mayor--, a

la Psicología, etc., lo que se refleja en la noción

instrumental de ―valoración geriátrica integral‖, pero

el sentido holístico de esta intervención es

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

170

irreductible a la simple adición de sus factores y

reclama el aserto de la multidisciplinariedad.

La Gerontología como ciencia

REALMENTE, CARECE DE SUSTENTO serio la

posición que considera a la Gerontología una

ciencia. Si bien podemos admitir que la Gerontología

ha generado y desarrolla teorías propias (aunque es

incipiente el proceso de epistemologización de sus

sistemas de enunciados), carece de métodos propios

de descubrimiento, utilizando para tal efecto

métodos de ciencias pre-establecidas, así como no ha

dilucidado la naturaleza de su objeto de

conocimiento. Estas dos situaciones –la carencia de

métodos propios y la indeterminación de su objeto—

impiden calificar a la Gerontología como ciencia,

aunque no niegan las aproximaciones científicas en

su campo de estudio.

Para aclarar más este punto me permitiré centrar

el análisis en el tema del objeto de la Gerontología.

Desde su origen en la antigüedad, la Gerontología se

ha desarrollado básicamente como un ―saber‖, esto

es, un conocimiento donde se localizan discursos de

niveles muy distintos, desde los que son

hermenéuticos o experimentales (estrategias de

investigación para estudiar el fenómeno global del

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

171

envejecimiento), prescripciones y destrezas

instrumentales (programas y procedimientos de

intervención en el cuidado del adulto mayor),

incluyendo aquellas cuyo objeto no está suficien-

temente determinado para ser susceptible de

reflexión sistemática, hasta conceptos vinculados

entre sí por relaciones de sistematicidad (teorías del

envejecimiento y de la vejez), pasando por datos

(demográficos, sociales, clínicos, etc.). En tanto

―saber‖ la Gerontología ha devenido durante siglos

como una entidad plural y proteica, sin contornos

precisos, en la frontera permeable de la ciencia, la

tecnología y la práctica especializada.

Esta característica de ser un ―saber‖ le ha

conferido a la Gerontología el privilegiado estatuto

de constituirse progresivamente como un corpus

multidisciplinar de conocimiento e intervención.

Pero no le ha permitido definir cabalmente su objeto

de estudio.

De esta incertidumbre participan las principales

autoridades académicas en materia de Gerontología.

Por ejemplo, Rocío Fernández Ballesteros (2004)

afirma: “…parece claro que el objeto de estudio de

la gerontología es tanto el proceso de

envejecimiento como las diferencias de edad o

aquellas concretas condiciones que requieren

especial atención” (p. 34).

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Filosofía y Ciencia

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172

A continuación menciona: “Schroots (1996) ha

señalado que el objeto de estudio de la gerontología

es tanto el proceso de envejecimiento como el estado

llamado la vejez (…) así como las condiciones

específicas de la persona mayor también llamada el

viejo. Estos tres objetos de conocimiento acercan la

gerontología a lo que pudiéramos llamar

normalidad. En otras palabras, la gerontología está

principalmente ocupada en lo que normalmente

ocurre durante el proceso de envejecimiento y el

estudio propio de la vejez o cuando un individuo

humano es viejo” (Ibidem).

La autora continúa señalando: “Por otra parte,

vemos como la gerontología requiere y abarca estas

condiciones desde un amplio ámbito de

conocimientos biológicos, psicológicos y sociales.

En otras palabras, la aproximación teórica de la

gerontología es bio-psico-social. Ello, a su vez,

implica y determina una de sus principales

características: la multidisciplinariedad. Así, la

biología, la psicología, las ciencias sociales en

general (sociología, ciencias jurídicas, políticas,

económicas, etc.), las humanidades participan y

contribuyen al objeto de conocimiento” (Loc. Cit).

Más adelante, la misma autora menciona: “Por

otra parte, la gerontología tiene distintos objetos de

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

173

estudio: el viejo, la vejez y el envejecimiento” (p.

35).

Y culmina su toma de posición acerca del estatuto

de la Gerontología afirmando: “Pero la diversidad

de conocimientos que requiere el abordaje del viejo,

la vejez y el envejecimiento nos lleva tanto a la

condición (…) de la multidisciplinariedad de la

gerontología (…) como a la diversidad de ramas o

especialidades. En otras palabras, la gerontología

puede ser biológica, psicológica (psicogerontología)

o social según se establezca el énfasis en los

aspectos biológicos, psicológicos y sociales. Sin

embargo, conviene enfatizar que, aunque la

gerontología cuente con distintas especialidades, en

ninguna de ellas se debe abdicar de los

conocimientos multidisciplinarios que exige. Por

ejemplo, aunque la gerontología biológica,

particularmente, esté interesada en los aspectos

biológicos del envejecimiento y la vejez, no debe

olvidar que la biología actúa interactiva y

sinérgicamente con otras condiciones psicológicas y

sociales” (ibidem).

Las citas se justifican porque su examen de

conjunto pone en claro que la autora no acierta en

definir el objeto de la Gerontología. Afirma que la

Gerontología no es una ciencia, aunque se nutre de

distintas ciencias; y el recurso al vocablo

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

174

―multidisciplinariedad‖, forma adjetivada con que

esta autora califica a la Gerontología, no contribuye

a dilucidar el objeto de ésta. A fin de cuentas, la

autora no precisa si, en su opinión, la Gerontología

tiene uno o varios objetos de conocimiento.

Desde luego, a la base de esta imprecisión se

encuentra la incapacidad de distinguir entre hechos

materia del conocimiento y objeto de conocimiento.

Toda disciplina cognoscitiva trata diversos hechos

pero el objeto de conocimiento no es el agregado ni

la articulación de éstos sino la estructura conceptual

que los integra: el constructo que los representa. En

la Sociología, grupos, valores e instituciones son

hechos individualizables y diferentes, pero lo que los

convierte en componentes del objeto sociológico es

la estructura de sus interacciones. Así, el objeto de la

Sociología es, como bien dice Jurgen Habermas, la

acción comunicativa, esto es, la interacción

estructurada entre los hechos sociales.

El objeto de la Gerontología no puede ser,

entonces, la vejez, el envejecimiento y el viejo; ni

juntos ni agregados, menos todavía por separado. El

objeto de la Gerontología tendría que ser ubicado

como la integración teórica de estos tres hechos.

Desafío planteado que es imperativo abordar porque

todavía estamos lejos de resolverlo.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

175

Volvemos entonces a la pregunta: ¿cuál es el

estatuto epistemológico de la Gerontología?

La Gerontología como disciplina científica

LA TERCERA POSICIÓN sostiene que la

Gerontología es una disciplina científica porque

surge y se desarrolla como un conjunto de

regulaciones para el conocimiento y la intervención,

sustentadas en un paradigma científico ampliamente

validado y exitoso, y aprovechando los productos de

varias ciencias, en la práctica de una comunidad de

especialistas académicos y profesionales. Así, la

Gerontología sería una disciplina científica

básicamente por nutrirse de los conocimientos de

ciencias preexistentes: las ciencias biológicas, las

ciencias psicológicas y las ciencias sociales, como

señala R. Fernandez-Ballesteros (2004).

Desde este punto de vista, sería legítimo

considerar que la Gerontología es una disciplina

científica, porque es incuestionable que satisface los

requisitos de contar con:

Un marco teórico desarrollado crecientemente a

partir de su enfoque de los hechos que aborda.

Un campo de estudio en cuyo seno hay un

proceso de circunscribir y definir un objeto

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

176

complejo (estructura de relacionamiento del

envejecimiento, la vejez y el individuo viejo)

Métodos e instrumentos para la producción de

nuevos conocimientos, tomados o adaptados de

disciplinas científicas preexistentes.

Capacidades descriptiva, explicativa, predictiva

y prospectiva generadas por la investigación y

la intervención.

Ciertamente es razonable admitir que si el

discurso de una disciplina del conocimiento emerge

de discursos de otras disciplinas científicas, ella

misma deberá ser aceptada como disciplina

científica. Pero aquí enfrentamos nuevamente la

imprecisión, porque sucede que entre las disciplinas

que la autora considera fundantes de la Gerontología

identifica algunas que no son propiamente

científicas. Así, por ejemplo, en el caso de las

―ciencias biológicas‖ la Medicina y la Enfermería no

son ciencias porque su objeto no es cognoscitivo

sino de intervención; son disciplinas tecnológicas

con base científica; y lo mismo en el caso de las

―ciencias sociales‖, en cuyo ámbito el denominado

Trabajo Social es también una tecnología de

intervención, no una ciencia.

Pero es cuestionable que la Gerontología sea una

disciplina científica unitaria, como la Cibernética,

por ejemplo, precisamente porque, a diferencia de

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

177

ésta, carece de originalidad metodológica. En

realidad, la producción de conocimientos en el

campo de la Gerontología procede con empleo de

enfoques y métodos diversos: demográfico, social,

psicológico, clínico, jurídico, político, etc., que no

están todavía integrados. Por esto es que algunos

autores como R. Fernández Ballesteros (2004)

mencionan que la Gerontología tiene ―ramas‖:

Gerontología Clínica (Geriatría), Gerontología

Social, Psicogerontología, etc.

Esta autora culmina su toma de posición acerca

del estatuto de la Gerontología afirmando: “Pero la

diversidad de conocimientos que requiere el

abordaje del viejo, la vejez y el envejecimiento nos

lleva tanto a la condición (…) de la

multidisciplinariedad de la gerontología (…) como a

la diversidad de ramas o especialidades. En otras

palabras, la gerontología puede ser biológica,

psicológica (psicogerontología) o social según se

establezca el énfasis en los aspectos biológicos,

psicológicos y sociales. Sin embargo, conviene

enfatizar que, aunque la gerontología cuente con

distintas especialidades, en ninguna de ellas se debe

abdicar de los conocimientos multidisciplinarios que

exige. Por ejemplo, aunque la gerontología

biológica, particularmente, esté interesada en los

aspectos biológicos del envejecimiento y la vejez, no

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

178

debe olvidar que la biología actúa interactiva y

sinérgicamente con otras condiciones psicológicas y

sociales‖ (ibidem).

LA CONCEPCIÓN DE LA GERONTOLOGÍA como

multi-disciplina científica es superior a su

concepción como disciplina unitaria porque abarca

mejor la variedad y complejidad de hechos

involucrados, puesto que conforma un ámbito de

aprovechamiento y, cada vez más, de producción de

teorías y tecnologías a partir de un discurso regido

por un paradigma teórico que si bien todavía no es

propio, avanza a serlo en un futuro indeterminado;

regido también por métodos, aunque interpolados o

adaptados, por constructos conceptuales y por

prácticas especializadas cada vez más desarrolladas

y eficaces. Su objeto de estudio –aún cuando

indeterminado-- rebasa ampliamente el ―tratado de la

vejez‖ o ―tratado del envejecimiento‖ y se abre a:

Estudios de las diferencias de edad y de los

procesos de envejecimiento: procesos

biológicos, demográficos, psicológicos y

sociales.

Estudios de las condiciones de vida de personas

de mayor edad, convencionalmente designadas

como Personas Adultas Mayores (PAM).

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

179

Estudios de las características de la vejez y del

envejecimiento desde la perspectiva

humanística, jurídica, filosófica.

Estudios de tecnologías, políticas y programas

de aplicación para mejorar la calidad de vida de

las PAM.

Considerando estas cuatro perspectivas los

conocimientos básicos de la multidisciplina

Gerontológica son los siguientes:

Conocimientos biológicos: se refieren a las

características de cambio que con la edad y el

paso del tiempo se producen en los distintos

sistemas biológicos del organismo humano.

Conocimientos psicológicos: se refieren a las

características de cambio y/o continuidad que

el paso del tiempo produce en las funciones

psicológicas como la atención, la percepción, el

aprendizaje, la memoria, la afectividad y la

personalidad, entre otros fenómenos

psicológicos.

Conocimientos sociales: se refieren a los

cambios y/o continuidad debido a la edad,

relativos a los roles sociales, intercambio y

estructura social, así como a la forma en que

los emergentes culturales contribuyen en esos

cambios (crecimiento o declive); también se

refieren al envejecimiento de las poblaciones.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

180

Conocimientos humanísticos: se refieren a los

cambios en las condiciones axiológicas y éticas

que experimenta la interacción social con las

personas conforme avanza su edad.

Conocimientos prescriptivos: se refieren a las

condiciones jurídicas y políticas que influyen

sobre la vida de las personas de mayor edad y

sobre su integración en el ambiente físico y

social de la colectividad.

Sin embargo, la concepción multidisciplinar de la

Gerontología presenta una limitación radical en

cuanto cada uno de sus ámbitos de conocimiento

opera en forma independiente y sólo se vinculan

entre sí por articulación, no llegando a integrarse,

manifestando la fragmentación del discurso

gerontológico en áreas especializadas.

La Gerontología como interdisciplina

científica

LO PRECEDENTE nos conduce a la posición según

la cual la Gerontología es una disciplina científica

interdisciplinar. La ―interdisciplinariedad‖ es una

característica que emerge en el campo de la ciencia

como una sana reacción al positivismo que pretende

parcelar el conocimiento científico o fragmentarlo

por especialización. La Gerontología sería inter-

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

181

disciplinar porque su ejercicio exige tratar con un

conjunto de saberes científicos, tecnológicos,

técnicos y humanísticos independientes pero

―entretejidos‖ en una forma ―axial‖, esto es,

convergente hacia un centro o plexo objetual todavía

en proceso de construcción desde el entorno plural

de la realidad de los hechos que estudia.

Así, la Gerontología considerada como interdis-

ciplina posee un campo de estudio crecientemente

vasto del envejecimiento, de la vejez y del individuo

humano viejo; y, por consiguiente, favorece una

aproximación teórica necesariamente y creciente-

mente integrada y con expresiones holísticas.

El enfoque ―axial‖ de la Gerontología determina

su naturaleza ―compleja‖, es decir, que sólo se puede

entender debidamente desde la perspectiva del

―pensamiento complejo‖, que es ante todo un

pensamiento que relaciona, partiendo del significado

más cercano del término ―complexus‖ (lo que está

tejido en conjunto). El pensamiento complejo, en

oposición al modo de pensar tradicional (―pensa-

miento simple‖), que divide el campo de los

conocimientos en disciplinas atrincheradas y

clasificadas, es un modo de religación que está

contra el aislamiento de los objetos de conocimiento;

reponiéndoles en su contexto, y de ser posible en la

globalidad a la que pertenecen (Edgar Morin, 1996).

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Filosofía y Ciencia

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182

Que la Gerontología sea actualmente un ámbito

de conocimiento y de intervención interdisciplinar,

de ningún modo cuestiona que ella misma sea

considerada una disciplina, tomando en cuenta que

muchas disciplinas se han desarrollado a partir de la

integración de saberes distintos, en paralelo al hecho

de que otras disciplinas se han desarrollado más bien

a partir de la desagregación de saberes originarios.

La ventaja de la concepción interdisciplinar de la

Gerontología sobre la concepción multidisciplinar de

ésta consiste específicamente en que la interdis-

ciplina no sólo articula los aportes de las ciencias y

técnicas que están en su base, sino que se propone la

integración de sus discursos. En otras palabras,

mientras el paradigma multidisciplinar pretende

circunscribir el campo de conocimiento e

intervención de la Gerontología convergiendo a

partir de otras disciplinas científicas y técnicas,

pero manteniendo la independencia de cada vector

de abordaje, el paradigma interdisciplinar construye

una ―interfase‖ entre las disciplinas de base, en un

proceso de integración de sus discursos.

En la perspectiva interdisciplinar de la

Gerontología se puede apreciar que la ―interfase‖

actúa para que la Gerontología se desenvuelva en

dos niveles de acción.

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

183

En un primer nivel la interdisciplina comprende

un amplio bagaje de aportes teóricos y tecnológicos

para el estudio de un proceso, el envejecimiento, en

sus factores biológico y psicológico; el estudio de

una clase de fenómenos, la vejez, en sus factores

demográfico, ecológico y social; y el estudio de los

rasgos, cambios y continuidades, que adoptan ese

proceso y esos fenómenos en el individuo humano

afectado por la vejez.

En un segundo nivel la interdisciplina adopta una

orientación prospectiva y de intervención interesada

en fundamentar y proponer previsiones para orientar

el envejecimiento saludable, así como políticas y

programas para cautelar la calidad de vida y la

dignidad de las personas adultas mayores. Como

otros campos multidisciplinares, no es solamente un

ámbito de conocimiento sino además un ámbito de

intervención consciente y eficaz para transformar la

realidad problematizada.

Proyección del estatuto epistemológico

de la Gerontología

LLEGADOS A ESTE PUNTO, cabe enfrentar la

cuestión de si, aceptando que la Gerontología es una

interdisciplina científica, ¿se convertirá en una

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Filosofía y Ciencia

Miguel A. Rodríguez Sosa

184

ciencia, como aparentemente es aspiración de una

parte de sus cultores?

Es posible. El proceso de epistemologización de

los conceptos de la Gerontología está en marcha pero

aún no muestra resultados concluyentes. Para que la

Gerontología sea valorada efectivamente como una

ciencia va a ser imprescindible que su comunidad

académica concentre esfuerzos en efectuar la crítica

de los conceptos capitales que utiliza en sus

constructos, desarrollando tanto un ―programa de

investigación histórica‖ de sus conceptos como un

sistema de enunciados propios construido mediante

relaciones de deducibilidad entre sus elementos.

El programa de investigación histórica (Imre

Lakatos, 1982) es una metodología que busca el

progreso de la decantación epistemológica del

conocimiento en un campo particular –en este caso

la Gerontología— mediante la crítica de las teorías

de referencia (procedentes de otras disciplinas) y la

edificación de postulados y conceptos propios que

superen a las anteriores en contenido explicativo y

predictivo.

La deducibilidad es la característica sustantiva de

toda teoría, en el enfoque del racionalismo crítico de

Karl R. Popper (1962). En esta perspectiva una

teoría es rigurosa si es deducible, y es deducible si

centralmente su núcleo está formado por axiomas.

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Filosofía y Ciencia

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185

Popper dice: "Un sistema está axiomatizado si se ha

formulado un conjunto de axiomas que satisfacen los

cuatro siguientes requisitos fundamentales: a) el

sistema de axiomas está exento de contradicción (ya

sea de contradicción interna de ellos o de unos con

otros); lo que equivale a decir que no es deducible

del sistema un enunciado arbitrario cualquiera; b) el

sistema es independiente, es decir, no contiene

ningún axioma deducible de los restantes (o sea, que

solamente se llamará axioma si no es posible

deducirlo del resto del sistema). Estas dos

condiciones se refieren al sistema axiomático como

tal. En lo que se refiere a las relaciones del mismo

con el conjunto de la teoría, los axiomas han de ser,

c) suficientes para deducir todos los enunciados

pertenecientes a la teoría que se trata de

axiomatizar, y d) necesarios para el mismo fin: lo

cual quiere decir que no deben contener supuestos

superfluos" (p 69).

De lo expuesto se infiere que los atributos

sustantivos de la teoría que edifique a la

Gerontología como ciencia deberán ser los

siguientes: sustitución de las teorías de referencia por

teorías propias, universalidad o alta generalidad de

los postulados, legalidad, explicabilidad y

predictibilidad, sistematicidad, deducibilidad y

axiomatización de los conceptos.

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Filosofía y Ciencia

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186

Otras características que determinarán el estatuto

científico de la Gerontología son: falsabilidad,

corroborabilidad y contrastabilidad.

En la óptica del racionalismo crítico, de Karl

Popper, que aquí se adopta, la teoría científica es

ciertamente contrastable, pues debe poderse estimar

su objetividad y validez. Pero únicamente son

contrastables por corroboración (verificación) los

extremos de nivel más empírico de la teoría

(hipótesis empíricas), que si salen indemnes de

contrastaciones empíricas corroboran la objetividad

de la teoría en cuanto atañe a esos extremos.

El núcleo central de la teoría científica no es

corroborable (no es verificable), pues el principio de

inducción que daría la probabilidad de verdad de una

teoría es, a su vez, sólo probablemente válido. No se

trata entonces de contrastar una teoría intentando

establecer su probabilidad de verdad, sino de

contrastarla mediante procesos de falsación. La

falsación es un procedimiento que determina en qué

condiciones se debe considerar falsado un sistema

teórico. Esas condiciones son dos: ambas necesarias

pero la segunda, además, suficiente (Rodríguez Sosa,

1994).

Sostiene Popper que únicamente puede decirse

que una teoría está falsada si se acepta enunciados

básicos que la contradigan. Esta condición es

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necesaria, pero no suficiente, pues enunciados que

refieren acontecimientos aislados no reproducibles

carecen de significación para la ciencia y

difícilmente inducen a rechazar una teoría

considerándola falsada. La teoría será falsada --y

rechazada-- si se descubre y se enuncia un efecto

reproducible que la refute, esto es, se considera

falsada una teoría solamente si se propone y

corrobora una hipótesis empírica de bajo nivel que

describa semejante efecto, en cuyo caso la hipótesis

se denomina "hipótesis falsadora". Es obvio que una

presunta teoría científica refractaria a la falsabilidad,

o sea, de la que no se puede inferir hipótesis

falsadoras, es pseudo-científica. En resumen, lo que

sostiene Popper es que si una teoría es susceptible de

falsabilidad y no es falsada, debe ser aceptada como

válida.

Se justifica plenamente las amplias referencias a

la perspectiva de Popper porque es necesario evitar

que el proceso de epistemologización de la

Gerontología sea obstaculizado por el empirismo

lamentablemente muy extendido en medios

académicos. Porque, no importa cuantos argumentos

favorables o justificadores de la teoría científica

pueda presentarse, siempre existe alguien que

cuestiona la necesidad de la teoría como insumo para

la producción del conocimiento científico, posición

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que descubre una aversión al razonamiento

hipotético-deductivo.

La cuestión emergente:

el paradigma transdisciplinar de la Gerontología

LA ACEPTACIÓN de que la Gerontología es una

interdisciplina científica deja sin embargo dos

problemas pendientes. Uno, el de la polisemia de la

palabra ―interdisciplinar‖. Otro, el de la elusiva y

muy discutible diferencia también semántica entre

―interdisciplinar‖ y ―multidisciplinar‖.

Personalmente, considero que discutir el

significado exacto de cualquiera de ambos vocablos

es tan poco útil como discernir la diferencia entre

uno y otro. Tengo la convicción de que los dos son

denominaciones más fatuas que elegantes para

designar formas complejas de aproximación al

conocimiento desde varias perspectivas cuando no se

sabe con certeza cómo expresar lingüísticamente la

―mecánica‖ y la ―dinámica‖ de esta aproximación.

Con ambas palabras sucede algo muy parecido a lo

que acontece con el término ―función‖, que se

emplea alusivamente para designar la consecuencia o

el efecto de una relación, cuando la estructura de

dicha relación es muy concreta o es inescrutable por

observación.

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Traigo a colación este tema porque en el futuro

próximo –vivimos tiempos de revolución científica--

el triunfo del paradigma epistemológico del

pensamiento complejo sobre el paradigma todavía

dominante del pensamiento simple, matriz de todo

positivismo, va a poner en la agenda de la

comunidad académica y profesional interesada en la

Gerontología el tema emergente de la

transdisciplinariedad. Pero esta vez no se tratará de

un juego semántico, porque la transdisciplinariedad

tiene un contenido semántico definido.

Si se aplica los postulados del Convenio de

Arrabida (1994), carta fundacional de la

transdisciplinariedad, a la Gerontología, la cuestión

emergente es que deberá aceptarse que la

Gerontología en el paradigma del pensamiento

complejo será un quehacer cognoscitivo y

prospectivo propiamente transdisciplinar porque

siendo complementario al enfoque disciplinario, hará

emerger de la confrontación de las disciplinas que la

nutren nuevos constructos y datos que las articularán

entre sí, y nos ofrecerá una nueva visión del objeto

gerontológico, puesto que la Gerontología

transdisciplinar no buscará el dominio de distintas

disciplinas, sino la apertura de todas las disciplinas

pertinentes al examen de aquellos hechos gerónticos

que las atraviesan y las trascienden.

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La clave de la Gerontología transdisciplinar

residirá en la unificación semántica y operativa de

las acepciones establecidas en sus teorías y modelos

y en sus prescripciones de intervención, a través y

más allá de las disciplinas. Ello presupone una

racionalidad abierta, en la medida que trasciende el

dominio de las ciencias positivas (Biología,

Psicología, Sociología, etc.) y el dominio de las

tecnologías y técnicas (Clínico-Médica, Trabajo

Social) subsidiarias mediante una dialéctica que

propiciará la definición cabal del objeto de

conocimiento propio de la Gerontología.

Los modelos conceptuales de calidad de vida

y su contribución a la definición transdisciplinar

del objeto de la Gerontología

A DESPECHO de quienes en el campo de la

Gerontología se sienten cómodos con la concepción

multidisciplinar de ésta, el proceso inacabado de

definición de su objeto de conocimiento se enrumba

claramente por el curso del paradigma

transdisciplinar. Esta perspectiva se observa

meridianamente examinando los constructos que

actualmente configuran los principales modelos de

un concepto capital de la Gerontología: el concepto

de ―calidad de vida‖.

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Modelo de la calidad de vida asociada a la

salud. Parte de adoptar la definición de salud más

aceptada y difundida, que es en la actualidad la

desarrollada por la OMS, en la que se define la salud

como un estado completo de bienestar físico, mental

y social, y no solamente la ausencia de enfermedad

(WHO, 1958). Asume la existencia de cuatro

categorías de calidad de vida (Lawton, 2001) en las

que se engloban muchos otros dominios específicos:

1. Calidad de vida física. Estados de salud y

calidad de vida relacionada con la salud. Es el

dominio más ligado a la Biología. Dolor,

síntomas, limitaciones funcionales y función

cognitiva aparecen en casi todas las listas de

dimensiones físicas de la calidad de vida.

2. Calidad de vida social. Incluye indicadores

relativamente objetivos de enganche con el

mundo externo. El nivel óptimo varía

claramente según los individuos, por lo que

alcanzar ―el máximo‖ no es necesariamente lo

mejor para todos. Las medidas incluyen tamaño

de la red social, frecuencia de contactos,

participación en actividades y espacio social.

3. Calidad de vida percibida. Generalmente

representa el análogo subjetivo de la calidad de

vida social, como la calidad familiar, de los

amigos, del tiempo, y la seguridad económica.

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4. Calidad de vida psicológica. Se compone de los

afectos posibles y de los síntomas disfóricos y

necesidades personales que tienen un efecto

más generalizado en la calidad de vida global.

La calidad de vida asociada a la salud se nutre de

dos conceptos preexistentes: salud y estado de salud,

y agrupa tanto los elementos que forman parte del

individuo, como aquellos que, externos a éste,

interaccionan con él y pueden llegar a cambiar su

estado de salud. De manera que la calidad de vida

asociada a la salud se define como el valor asignado

a la duración de la vida, modificado por la

oportunidad social, la percepción, el estado

funcional, y la disminución provocadas por una

enfermedad, accidente, tratamiento o política.

Modelo comportamental. Plantea que la calidad

de vida no depende sólo del bienestar psicológico o

de la satisfacción, sino también, y sobre todo, de lo

que el individuo hace para vivir una vida de calidad.

Desde esta perspectiva, lo que hace y cómo

experimenta lo que hace (la calidad de la experiencia

individual) pasa a ser el objeto de estudio de la

calidad de vida (Reig, 2000). Los factores relevantes

de calidad de vida son: la salud, las creencias

positivas o las existenciales, los recursos materiales,

las habilidades sociales o el apoyo social.

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Modelo de bienestar. Postula que la calidad de

vida incluye tres aspectos: características personales,

condiciones objetivas de vida en varios aspectos y

satisfacción con las condiciones de vida en dichos

aspectos (Lehman, 1988). El modelo se basa en la

suposición de que el nivel de calidad de vida

experimentado por un individuo depende de si sus

condiciones reales de vida satisfacen sus

necesidades, carencias y deseos. En la versión de

modelo de importancia/satisfacción de Becker,

Diamond y Sainfort (1993) se incorpora la

satisfacción subjetiva del individuo y una valoración

de la importancia que un ámbito determinado de la

vida tiene para él.

Modelo de desempeño de rol. Plantea que la

calidad de vida observada y medida como

satisfacción está relacionada con las condiciones

sociales y ambientales necesarias para satisfacer las

necesidades humanas básicas (Bigelow, Brodsky,

Stewart y Olsen, 1982). El ambiente consiste en las

oportunidades a través de las cuales el individuo

puede satisfacer sus necesidades. Estas

oportunidades son tanto materiales como (y más

importantes) sociales. Debido a esta relación entre

las oportunidades ambientales y las demandas, el

grado en que un individuo puede satisfacer sus

necesidades depende de sus capacidades cognitivas,

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afectivas, conductuales y perceptivas para cumplir

los requisitos de los distintos roles sociales.

Modelo de proceso dinámico de la calidad de

vida. Se basa en el concepto de que la calidad de

vida subjetiva representa el resultado de un proceso

continuado de adaptación, durante el cual el

individuo debe conciliar constantemente sus propios

deseos y logros con las condiciones de su entorno y

su capacidad para satisfacer las demandas sociales

asociadas con el cumplimiento de tales deseos y

logros. En este modelo la satisfacción no se valora

como un resultado sino más bien como el

mecanismo conductor de este proceso. La

investigación sobre calidad de vida encuentra que la

mayoría de las personas posee una gran capacidad

relativa para mantener su nivel de satisfacción

bastante estable mediante actividades cognitivas y

volitivas (por lo menos a largo plazo) incluso ante

circunstancias ambientales constantemente cam-

biantes (Angermeyer y Kilian, 2000). En este

modelo, el problema central de incluir el punto de

vista subjetivo en la valoración de la calidad de vida

reside en que, dada la naturaleza dinámica del

proceso de satisfacción de las necesidades, los

sistemas de valores y preferencias individuales

pueden ser el resultado de un ambiente coercitivo o

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de condiciones personales a su vez incompatibles

con el principio de libertad personal.

Modelo de la homeostasis de la calidad de vida.

Describe un sistema integrado que acopla una

capacidad genética primaria con un sistema de

amortiguadores secundario (Cummins, 2000). Su

aspecto central es que el determinante de primer

orden de la calidad de vida subjetiva se apoya en la

dotación genética de la personalidad. Tiene dos

roles: crear el rango serial y proporcionar el

componente afectivo de la calidad de vida subjetiva.

Esto ocurre a través de dos dimensiones de

personalidad (extroversión y neuroticismo) que

actúan estableciendo la valencia del esquema

cognitivo que asiste a cada autocreencia, a la vez que

mantiene la base de un rango serial natural para el

nivel de calidad de vida subjetiva experimentado por

cada individuo. Los determinantes de segundo orden

comprenden un sistema de amortiguadores internos.

Dicho sistema se propone que está formado por tres

procesos entrelazados de control percibido,

autoestima y optimismo. Cada uno de estos tres

procesos puede ser influenciado por la experiencia

adquirida con el mundo externo, que es el tercer

nivel de determinación. El producto del sistema de

amortiguadores es la calidad de vida subjetiva, que

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reflejará tanto los afectos como la cognición, y que

es relativamente estable a través del tiempo.

Modelo ecológico. Propone una definición de

calidad de vida como juicio subjetivo y valoración

multidimensional en base a criterios intrapersonales

y socionormativos, del propiamente transdisciplinar

sistema persona-ambiente del individuo, en relación

con el tiempo anterior, actual y futuro, y la mide a

través de cuatro áreas: competencia comportamental,

calidad de vida percibida, ambiente objetivo y

satisfacción-bienestar global (Lawton, 2001).

LAS APRECIACIONES inevitables que emergen de

esta breve exposición de modelos conceptuales de

calidad de vida, son dos:

Ninguno de los constructos postula una relación o

dependencia unilineal con alguna disciplina

científica; todos los modelos trascienden las

fronteras disciplinares establecidas por el

positivismo, así como superan o pretenden superar la

fragmentación del conocimiento de la calidad de

vida.

Todos los modelos reseñados, inclusive aquellos

en los que predominan variables psicológicas, han

agotado el espacio del paradigma interdisciplinar y

se orientan a superar la ―interfase‖ teórico-técnica

que caracteriza este enfoque, para arribar a un nuevo

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escenario que me atrevo a denominar, provi-

sionalmente, de ―transfase‖, neologismo capital con

el que quiero designar la sustitución de la inter-

penetración de teorías (propia de la interfase

interdisciplinar) en la construcción del objeto

gerontológico, por la apertura total de las fronteras

disciplinares a un nuevo espacio del conocimiento,

en el que el objeto de la Gerontología toma y adopta

libremente los elementos de aquellas ciencias y

disciplinas que sean útiles, edificando conceptos que

ya no son estrechamente biológicos, psicológicos ni

sociales sino partes de un ―complexus‖ sintético

cualitativamente distinto, que pretende reflejar en el

mundo de las ideas la intrincada complejidad real de

la problemática gerontológica.

Algunas conclusiones

LA GERONTOLOGÍA no es solamente un enfoque

de la práctica; tiene contenidos científicos privativos

en construcción. Sin embargo, no es una ciencia, si

bien está estrechamente vinculada con este tipo de

conocimiento, porque carece de métodos propios y

su objeto de conocimiento no está cabalmente

definido.

La concepción de que la Gerontología es una

disciplina científica que se nutre de ciencias y

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saberes diversos, presenta mayor racionalidad,

aunque en ésta persisten carencias y limitaciones de

abordaje metodológico y de definición objetual.

Valorar a la Gerontología como multidisciplina

científica es sólo una versión sofisticada de la

precedente, que si bien plantea la convergencia e

inclusive llega a la articulación de aportes diversos

en la conceptualización y la intervención, mantiene

las fronteras disciplinarias.

El enfoque de que la Gerontología es actualmente

una interdisciplina científica aporta mayores ventajas

y oportunidades para la adecuada comprensión de su

estatuto epistemológico. Aceptando esta posición

cabe resaltar que la interdisciplina gerontológica está

procesando un notable desarrollo mediante la

construcción de una ―interfase‖ entre los conceptos y

aportes teóricos e instrumentales de las ciencias y

disciplinas que la nutren, por la vía de la

interactividad, si bien todavía no de la integración,

de estos constructos y herramientas.

Es posible que la Gerontología pueda constituirse

como ciencia en un futuro indeterminado; lo que

dependerá del avance del proceso de

epistemologización de sus sistemas de enunciados.

Pero éste podría ser un rumbo equivocado de

desarrollo, porque el conocimiento humano avanza

en el sentido de la transdisciplinariedad.

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De mantenerse la Gerontología en el horizonte

interdisciplinar no podrá superar las fronteras

existentes entre las disciplinas de las que emerge y,

por consiguiente, no podrá insertarse en el

paradigma emergente del pensamiento complejo.

Carecerá de energía para definir cabalmente su

objeto de conocimiento y trascender las fronteras

parcelarias de la ciencia positivista e hiper-

especializada actualmente predominante. El

desarrollo del paradigma epistemológico del

pensamiento complejo aporta oportunidades inéditas

para que la Gerontología abandone la parcelación de

su ―marco teórico‖ y la fragmentación de su

conocimiento y sus aplicaciones, contribuyendo a la

definición transdisciplinar de su objeto de

conocimiento.

Los modelos avanzados de calidad de vida, que

refieren un concepto capital de la Gerontología,

constituyen una evidencia insoslayable de que la

Gerontología avanza en un sentido transdisciplinar y

orientado a la intervención eficaz para transformar la

realidad que le concierne.

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