el santuario - libro

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El Santuario

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El Santuario

RoyAdams

A.,,,·I,,,'lúu Publicadora Interamericana IMh" 111 'HI ,1:1-( :aracas-Guatemala-Madrid-Managua M""" ", 1) 1', -1':lIl:uná-San José-San Juan-San Salvador

Santo Domingo-Tegucigalpa

Page 5: El Santuario - Libro

T/lulo lit' 111 "lira ollHillal Tl':ldU('11II

Illrc'( \'1('11 ('dlhlllal 1>1"14' .1111.11 I(JII

ClIl'yllHhl \C) 199H, por

'/11e Sal1Ctuary Félix Cortés V. Mil,rlO A, Colltns Le07lardo Moreno T.

,4,1111110111011 1'1Ihlic~ldora Intef"dmericana 1 )('!l'l'hos Il'scrvados

AIIl,l'iad(¡n Puhlicadora Interamericana IHl)O N,W, 95th Avenue Mlami, Florida, 33172 I:III .. <.Ios Unidos de Norteamérica

ISBN I-S7SS4-l3;S-S

Impreso y encuadernado por: OP Editorial Ltda, Santafé de Bogotá Colombia

Printed in Colombia

Page 6: El Santuario - Libro

Contenido

IlItrmllln'ión 7

Mr\l1101H1> de la redención y la restauración 12

1. I\l'lIvhlmll'l> y mobiliario del santuario del Antiguo

'",,,, IIl11l'nto 26

( :111\11111111' ni modelo 35

,. , hlll 11I11l,'plllalizlld6n del Santuario celestial 52

" 1,," "111 IIIII~ .1" IH"IIII ( i, de White 64

n 1: 1 11111111111 h I \1,1"111 hll 74

I t 1111111 V 114H 96

.. 1:lllIh h I 1'11'''h I ni ndv"lIhnl,'nto 106

U I '" 1'1111111 .1" IIlInon(a 120

"1'1'1'.1" 1': l"Nlimonios 139

Page 7: El Santuario - Libro

8 EL SANTUARIO

Una de estas ocasiones fue la víspera de la cruz, cuando los dis­cípulos se quedaron confusos pese a los mejores esfuerzos que hizo Jesús para iluminarlos. Otra fue la época de la Reforma, cuando gigantes como Martín Lutero no pudieron ver más allá de algunas murallas que la tradición había levantado durante muchos siglos. Una tercera ocasión fue 1844, tiempo de enormes percepciones teo­lógicas, gran expectación y elevado fervor espiritual, pero una época que había de ser testigo de uno de los más aplastantes chascos en la historia de la iglesia. Los mileristas, a pesar de que su posición era muy correcta, fueron afligidos por un bloqueo mental y teológico, por así decirlo, que les dificultó en gran manera apreciar ciertas ver­dades bíblicas elementales. En particular, no lograron comprender la declaración específica de Jesús de que nadie sabe ni el día ni la hora de su venida: "Ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre" (Mat. 24:36).

y fue en 1844, uno de esos períodos difíciles, cuando Dios se acercó a algunos de sus chasqueados, heridos y desalentados hijos para revelarles la maravillosa verdad del santuario. Nunca he com­prendido cómo podíamos esperar que vieran todo lo que Dios que­ría mostrarles en medio de su chasco y a través de sus ojos llenos de lágrimas. Siempre he creído que Dios les dio todo lo que fueran capaces de captar en sus momentos de derrota, lo suficiente para sobreponerse a la situación en que se encontraban.

La doctrina del santuario es una de las áreas más-sensibles de la fe adventista, y ningún teólogo prudente de este movímiento se ap-tésura" á entrar en ella descuidadamente. Mi intervención en este campo, por lo tanto, es deliberada y calculada, fundada en la con­vicción de que nuestra histórica nerviosidad acerca de este punto está fuera de moda y no tiene raz6n de ser. Tengo la sensación de que ha llegado el tiempo de reflexionar cándida y honestamente, siempre que seamos capaces de hacerlo, sobre este importante tema.

Hay una larga historia que ahora yace detrás de nosotros, y parte de ella revela que nuestro pensamiento sobre la doctrina del santua­rio no se ha congelado. Con respecto a este asunto me ha resultado de particular interés la evidente modificación de nuestra creencia acerca de la expiación, una faceta central del tema del santuario.

En 1905, Albion Fox BallengerZ provocó el desagrado de los diri-

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INTRODUCCIÓN 9

gentes adventistas por enseñar, entre otras cosas, que la expiación se había completado en la cruz.' Se le sometió a juicio en un peque­¡io edificio de Takoma Park, Maryland, en la sede del congreso de la Asociación General de ese año. Milian Lauritz Andreasen,· que en ese tiempo era un pastor joven no ordenado, nos cuenta cómo él y su colega ministro L H. Christian se turnaron subiéndose en los hombros el uno del otro para escuchar furtivamente los procedi­mientos de aquella reunión celebrada poco antes del amanecer.5 Ya en el día, mientras continuaban otras reuniones del congreso, An­dreasen tomó tiempo para analizar cuidadosamente los puntos de vista del atacado paria. Con todo el tiempo del mundo a su disposi­dón -pues muy pocos de los dirigentes más experimentados tenían I iempo para él-, Ballenger compartió sus puntos de vista libremen­Il,.6

La ironía de la situación se produciría 50 años más tarde cuando Andreasen se encontró él mismo en serios conflictos con los diri­gentes de la iglesia por el mismo asunto de la expiación, entre otros. Eo;ta vez, curiosamente, era la iglesia la que defendía el punto de vi¡,ta de una expiación terminada en la cruz, y Andreasen era el que dl'fendía la posición de una expiación incompleta, la misma que los dirigentes de la iglesia defendían en 1905.7

Concluir por esto que la posición de la iglesia sobre el tema del lIk1ntunrlu (o en cualquier otro punto de doctrina) es relativa sería, por supuesto, completamente erróneo. Ni tampoco se infiere de esto 'IlIl' la iglesia defenderá con el tiempo cualquier posición desviada 'I"l' hoy ataque, sin tomar en cuenta los méritos del caso. Lo que d"I\;lIl'stra, más bien, es que la iglesia no está cerrada y que, no IlIIporta cuán lentamente lo haga, se mueve con el tiempo en la dln'l'l'i()n que el Espíritu la guíe.

Por lo tanto, no deberíamos aproximarnos a la doctrina del san­tllano como si la iglesia no hubiese aprendido nada desde que nues­tros pioneros durmieron. Toda existencia humana experimenta l'U Illbi os, y con el cambio se produce también un giro en nuestra p,,'rccpci6n de la (inmutable) verdad. Por lo tanto, la teología nunca es estática. "La senda de los justos es como la luz de la auro­ru que va en aumento hasta que el día es perfecto" (Prov, 4: 18). Nosolrnl> estamos, por así decirlo, de pie sobre los hombros de los

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IN l'ItOU(J(UÓN 11

11I11I1I1~o "~n. lino o dos puntos a través de las puertas abiertas del I ",111 "lista la sala del trono del universo, el centro neurálgico de IIIII'~I fa redención. Mi oración es que a través de este humilde I,,.hll'rzo, muchos lectores lleguen a tener un aprecio más profundo 1"11 la sublime verdad del santuario, y así hacer una entrega más I IlIlIplNrl de sus vidas a Aquel que ocupa su centro radiante de luz.

,~ e'fe'rendas

, H"nl1 G <1 .. White. Counsels ro Wrirers tmd EcIitors (Nashville: Southern Pub. Assn., 1946). pág. ",

, Alhinn Ballenger (1861·1921) sirvió a la iglesia como maestro, pastOr y evangelista hasta la ,I~""I" .Ir 11190 y 1905. V~ Adams, The Sancruary Docnine, págs. 11, 12.

, '" ,1',1,:5.121.123,150.152 . • Mill.1n L Andreasen (1876-1962) sirvió a la iglesia durante cinco décadas como administrador

y ",hn Ih.lur

- '" • pAgo 165. n. 2. La reunión para analizar el problema tuVo lugar poco antes del amanecer, 1, ... Io"IoI'·lI1ente p.11'" tener privaci<lad o porque era el 6nico tiempo disponible en una agenda muy ""11'11),1.1 .

• "', n 3. o Id , 1'0-111 •. 212.219.

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CAPíTULO 1

Metáforas l de la redención y la restauración:

PARA MANTENER EL CALVARIO CONTINUAMENTE ANTE LA VISTA

N..2 mucho tiempo después de la creación -nadie conoce el momento exacto- nuestros primeros padres cayeron en pe~ cadol La triste historia de su expulsión del Edén se registra

en Génesis 3:22~24: "Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lOo-sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de la que fue tomado. Echó, pues, fuera el hombre, y puso al oriente del huerto d~l Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino al árbol de la vida",

Lb. raíz de esta terrible crisis". primera preocupación de Dios fue la restauraci6n del ur humana V la .... rldad etema del universo. La muerte de un miembro de l. Deldad -una contingencia ya deter~ minada en la presciencia y en el concllio de Dius (véase Apocalipsis 13:8)- era el único medio para lopar.1t fin,

Para asegurar la participaci6n y l. cooperación humana en este supremo esfuerzo, Dios decidi6 inform.r inmedilltamente a nuestros primeros padres a~erca de la existencia de dlcho plart Al mismo

12

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M.,. Aa:c)RAS DE LA REDENCIÓN Y LA RESTAURACIÓN

1 "'III!l0' pUSO en operación una técnica de ensefianza para mante:o III'd" perpetuamente ante la atención de nuestros primeros padres V d,' las subsiguientes generaciones.

EIIl'ontramos evidencias crípticas de estas i~iciativas divinas en ,'llihro de Génesis. Hablando a la serpiente, evidentemente a oídos di' la antigua pareja, Dios dijo: "Y pondré enemistad entre ti y la III1IJl'f, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la ',Ih~,z¡t, Y tú le herirás en el calcañar" (Gén. 3:15). Este pasaje se ha IlIll'rpretado históricamente como una predicción de la venida del M,':.fas y de la victoria divina sobre las fuerzas del mal. Concebido 11:'1', fue para nuestros primeros padres una promesa de salvación y 1I':.léluración que les dio fuertes incentivos para la lucha contra el lIIal que estaba delante de ellos.

L)ios, con el propó.~j.to de mantener siempre ante ellos el plan de lI'dNlción y la,. ~~tez..? de la victoria final implícita en el protoevan~ IIl'lifl de Génesis 3:15, instituyó un programa de sacrificios de san-1:"', la primera vislumbre de lo que aparece en el cuarto capítulo del ( 1':lIcsis en un pasaje disefiado para destacar el significado teológi-1'11 lid simbolismo.

"Y acontenció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la 1 il'rra una ofrenda a Jehová. Abel trajo también de los primogénitos d,' sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Alll'l ya su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín ya la ofrenda !luya" (Gén. 4:3~5).

L)e lo que al menos desde sus inicios tiene que haber sido una rxpl'riencia muy dolorosa, Dios se proponía que su pueblo apren­dll'nt al menos tres importantes cosas: (1) que el pecado cuesta, (2) '1l1t el pecado produce muerte, (3) y que él mismo proveería un sus­Iltllto para nosotros (cf. Gén. 22:8)

Tal como se realizó durante al menos 2,500 años de la hilltorlu humana -o hasta el tiempo del Éxodo- esta práctica de lo.'llllcrlfl­~ IIIS de sangre probablemente no era más que la muerte d. l. inn­n'nt(.' víctima animal, el derramamiento de su ,pngre, y ti ofrec:i­miento de su cuerpo como una ofrenda enceftdlda. La ovldenclll parll e¡,ta aseveración no es tan convincente COlno .u dO"lrt ... El primer pasaje claro acerca del ofrecimientu de una ofrel\d. oncen­dldu se encuentra sólo hasta el tiempo del dtluvlul BI rOII.tro dice

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14 EL SANTUARIO

que Noé ofreció "holocausto en el altar" (Gén. 8:20), evidente­mente en gratitud a Dios por su protección durante el diluvio.

El mismo pasaje de Génesis menciona la construcción de un altar. La palabra hebrea que se vierte como altar es mizbeach. Viene de la raíz Zabach, que significa "matanza". Esto probablemente sugiere que siempre que escuchemos acerca de la construcción de altáres, hemos de suponer la muerte de una víctima sacrificial ani­mal y la entrega de su cuerpo en ofrenda encendida, porque eso es lo que representaría para la mente hebrea. Si esto es así, entonces tenemos varios ejemplos de sacrificios de sangre de parte de los patriarcas, que se prolongan a través de varias generaciones: Abrahán (Gén. 12:7,8); Isaac (Gén. 26:24, 25): Jacol:> (Gén . .35: 7); y Moisés (Éxo. 17:15).

~izá la evidencia más explícita referente a los sacrificios de sangre a partir de las ofrendas postdiluvianas ofrecidas por Noé y su familia sea la que está conectada con la prueba de Abrahán' Usted recuerda que Abrahán, habiendo pasado la prueba divina de obe­diencia, encontró un carnero trabado en un zarzal, que se convirtió en la víctima sustitutiva (Gén. 22:7, 13)!L.a idea de un sacrificio animal es evidente también en la insistencia de Moisés ante Faraón de que sus rebaños y manadas salieran de Egipto con los israelitas, para que pudieran ofrecer "sacrificios y holocaustos que sacrifique­mos para Jehová nuestro Dios" (Éxo. 10:25,26),

Si todo esto es correcto, en~nces tenemos aquí lo que podría considerarse fundamental para rodo el sistema de sacrificios: el sen­cillo sacrificio de llls víctimlls nnhnates, el derramamiento de la san­gre, y el ofrecimiento ue IIU cuerpo "mno ofrl'ndu encendida. Es importante conservar eatn en In mente para que no nos distraigamos fácilmente a caUlla de 1l1li siguiente. elaboraciones.

Nuevos desarrollos Cuando los isreelitas llegaron al Monte Slna( en su peregrina­

ción después de sattl de Egipto, 0101 dio nuevas instrucciones acer­ca de un elabo$do sistema sacrlflclll centrado en un sacerdocio for­mal y el establecimiento de lo que conocemos hoy como el taber­náculo y sus servicios. La interpretaci6n de IRII ceremonias y símbo­los involucrados en es; sistema y su aplicación para hoy han susci-

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METÁFORAS DE lA REDENOÓN y lA RESTAURAOÓN 15

1.1110 considerable discusión teológica, por no decir controversias, dl'lltro de la Iglesia AdventistaJ También ha dado origen a sospe­¡ II<IS y cuestionamientos en las mentes de observadores no adven­'l:-tclS. Yo tengo el propósito de tratar algunas de estas preocupacio­IIl'S en forma muy breve.

Pero quizá deberíamos primero poner todo el tema en la debida pl'rspectiva para un breve examen de las razones para el estableci­IlIll'nto de un sistema sacrificial más estructurado en el Sinaí. Aquí oln'zco tres:

/. Para proveer evidencia tangible de la presencia divinal Al hablar , ,mMoisés en el Monte Sinaí, Dios le dijo: "Y harán un santuario pllm mí, y habitaré en medio de ellos" (Éxo. 25:8). En este pasaje 'cm'mos, de hecho, la única razón clara y explícita para la erección drllabemáculo y la inauguración de sus sacrificios. En el Edén Dios hllhfa tenido una comunicación sin barreras, cara a cara con nues­,r,,:-. primeros padres. Con la entrada del pecado, la experiencia dé' IlIl'IlInunión abierta llegó a su fin, e inmediatamente surgió una per­""pdón de distanciamiento de parte de la humanidad.

Para cuando llegó el tiempo de la experiencia egipcia (y, de 1"" ho, a causa de esa experiencia), esta percepción de distancia ""I,fa crecido agudamente. Esto 10 percibimos en la reacción del plII'hlo cuando Moisés y Aarón se encontraron con ellos. "Y fueron M, ,i:-.~s y Aarón, y reunieron a todos los ancianos de los hijos de IMIII'!. y habló Aarón acerca de todas las cosas que Jehová había ti" hll CI Moisés, e hizo las señales delante de los ojos del pueblo. Y ,,1 pm'blo creyó; y oyendo que Jehová había visitado a los hijos de 1111111,1, y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron" (Éxo. ~ /1). H).

Fvidcntemente se conmovieron ante la revelación de que el I JII" o, a quien consideraban tan lejos de ellos; el Único, que creían '1111' IlIs había abandonado a una abyecta servidumbre y a un destino "111 "I'ntillo, estaba realmente preocupado por ellos, Él habfu venido

1'"111 IIsar la expresión del pasaje citado arriba- a "vlslturloa", - ,,' dl'dlle(' entonces que al elltablecer el •• • ,. Dtoa querí\

'1' l' 1111 p"l'hln supiera que su presencia entre en. nn u.bfu consl­d, hllM' millo una "visita" temporal, QCIIIIlonodR PUf/·tus Ilngustias '1"1' pll~lIhal\, Más bien, héhía venido a morltr y .. quedarse a VIvir

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16 ELSANTIJARIO

entre elloU La palabra hebrea que se usa en Éxodo 25:8, shakan (morar), c~nnota residencia permanente en una comunidad Si bien la comunidad podía moverse de un lugar a otro, la residencia de Dioo en ella, su solidaridad con ella, y su presencia en medio de ella minca se rompería. "Y hacerme han un santuario y yo habitaré entre ellos".

Por esa razón, cuaido se erigió e! tabernáculo, una misteriosa nube lo cubrió, "y la gk~ria de Jehoyá llenó el tabernáculo"; y "la nube de Jehová estaba.de día sobre el ~abernáculo, y e! fuego estaba de noche sobre él, a,vista de toda la cilsa de Israel, en todas sus jor­~' Uko. 40:34, '38),

Los israelitas, que habían estado privados de enseñanza religiosa durante los centenares de años en que habían sido esclavos en Egipto, habían perdido prácticamente contacto con las sagradas tra­diciones de sus antepasados. Su capacidad para conceptual izar las realidades divinas se veía reducida a su punto más bajo por ejem­plo, sll.Jle.mp.,nda de dioses \1isibles cuando Moisés se demoró en el Monte Sinaí (Exo. 32:21). Ellos necesitaban esta evidencia tangi­ble de su divina presencia, y Dios se encontró con ellos donde esta­ban al establecer el servicio de! santuario.

Al observar el campamento de los israelitas en el desierto desde arriba, se podía ver el tabernáculo en el ce~tro, rodeado por sus cua­uo Aados por las tiendas de Israef( véase el diagrama de la página 18).

os levitas rodeaban el santuario por todos los lados (Núm, 1:50, B') De estos leviras, sólo la clase sacerdotal (Aarón y sus hijos), junto con MollI''', pod(ltn ncupHf el h.do oriental de la entrada al atrio y al tabernáculo. "LoN '11Il' Ul'ulllpufI'In ddnllfl' Jel tabernáculo al oriente, delantl' dd tllhNllIklll1l dl' rl'1I1l16n IIll'stl', serán Moisés y Aarón y sus hiJos, trnlrndo Iu Wllurdn drl MlIlltllarill l'n lugar de los hijos de Israel; y el C'xtrnt'\1I 'lUl' II~ ,,,'C'r,'urr I1Il1rlnf' (Núm. 3:38; cf. Éxo.27:9-16).

En cada uno de los cuutru IAdu., Ind .. 11111' Jc la parte donde acampaban los levitas, estahan tre. d. h .. trlhlls lIl' Israel, y la más prominente de ellas le daba su nombre .. "". M"Mllll'I\tO particular del campamento. Por ejemplo, el'\ el elt., "Ihlhu ,,1 "nllllpmllenro de Judá", compuesto de h!ºá, ba.~ar y Zlibulón. tin rl'!llr l'lItuha el cam­pamento de Rubén, compuesto de Rub'n. Slmeón, y (Jau¡ ctc,

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MltlANmAS I)I! LA REDENCIÓN Y LA RESTAURACIÓN 17

I t J 1111\ ¡). lile este modo, el arreglo era una vívida presentación del ~,IIIIII.t111l l'!HnO el símbolo de la presencia divina en medio de Israel.,

1\ 1 11\1 )~trar la presencia de Dios en medio de su pueblo, la c.olo-• ,11 l. 111 d(·1 rabernáculo en medio de Israel destacaba otras dos 11I1J'''lIlll\tl'S verdades teológicas.

l. 1·1 arre"glo era una "declaración" profética con respecto a la IloIlIlIal('w y la venida del Mesías. En otras palabras, representaba .1111 ti Ipmlamente la encarnación. "Y llamarás su nombre Emanuel

,11, l' (,1 Evangelio de Mateo-, que traducido es: Dios con nosotros" (M,II. 1:23), Eso, precisamente, era lo que el santuario debía signi­lit 111 para Israel

)11;111, cn lo que parece ser una alusión aún más clara al arreglo el..! IlI\liguo tabernáculo, declaró: "Y aquel verbo fue hecho carne, y 1,,11,"(, [literalmente "tabernaculizó") entre nosotros" (Juan 1:14). Y 1 1111111 si quisiera recordar la gloria de Dios que se establecía sob~e el IIlllC'rnáculo del desierto, a la vista de todo el campamento que lo IIIII('ah", añadió: "Y vimos su gloria".

U campamento del desierto nos dio así un hermoso cuadro de la "I'lIida del Mesías.

Ii. El tabernáculo del desierto enfatizaba dos importantes aspec­le 1', dc la Deidad: "la inmanencia y la trascendencia"

1 a razón por la cual los levitas rodeaban el santuario se declara I'Kjtll'samente en el texto: "Y cuando el tabernáculo haya de trasla­elIIIM', los levitas lo desarmarán, y cuando el tabernáculo haya de d"\('IH.'rse, los levitas lo armarán; y el extraño que se acercare mori-111 .. , Pcro los levitas acamparán alrededor del tabernáculo del testi-1l\lllIio, para que no haya ira sobre la congregación de los hijos de 1~lal'l" (Núm. 1:51-53). La misma advertencia se repite en el capí-1,,111 " versículo 38.

La inmanencia se refiere a la cercanía, la presencia, o la morada Interior de Dios en su creacián. La localización del tabernáculo en IIIl'ITIO def campamento tenía el propósito de subrayar estc aspecto d(' Dios. Él se acerca a su pueblo. Reside en forma permancnte en Sil medio. ¡Qué gozo -y qué sensación de segurldnd- dclwn haber lIentido al tener a Dios tan cerca de ellos!

La trascendencia, por otra parte, se refiere u lu "IneG6Oliibilidad" dt' nIO~, la imposibilidad de acercarse a Él, In distancia y la St:parcl

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Organozactón del C8IJ1IIIIII8IlI de lsnIeI. Adaptado del DicCIon8no AcWenIIsIa dsI &;IIiIIII Ola (Washiltong, O e Review IIICI HlBlNI. Assn, 1979, Asoc:IacI6n casa EdIoaI Sudamencana. 1995), pág 195

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Page 17: El Santuario - Libro

MIIIAII('KAS DE lA REDENCÓN y lA RESTAURACÓN 19

,ltllI que guarda con respecto a nosotros. Así, las restricciones 11111'111'1>1<11> sobre la libertad de acceso al área del tabernáculo por la Itllh' "n'slringida" a los levitas y sacerdotes, sugería que aunque el 1t,1"'1'Il.'lculo estaba en medio de su pueblo, Dios todavía era tras~ "·,,dl·lIre, imposible de acercársele por su abrumadora santidad y 1I1I111'1>IUd -el Deus absconditus, como le gustaba a Lutero llamarlo.tI

'· ... Il· arreglo sugería la necesidad de un mediador. Y si bien a tla~ \'1'11 .1,.\ sacerdocio levítico se proveyó un acceso limitado, sabemos '1111' Imlo esto señalaba hacia un Sacerdote~Medlador celestial, .,1111'11 habría de abrir una puerta de acceso ilimitado al trono del I'lln~ viviente En Cristo queda derribada toda barrera, por lo cual el '''"''1 .Ie Hebreos puede invitarnos a "acercarnos", "confiadamente" ,,11111110 de la gracia'con plena seguridad (Heb. 4:16).

2. Hacer provisión para un sistema centralizado de adoración. S"'lIdo que la sociedad israelita se había vuelto más compleja y .1 I Yl'r1>ificada, se necesitaba un sistema centralizado de adoración

. 1.111111 prevención contra el abuso y la idolatría. I )urante el período patriarcal Dios tuvo que ver primariamente

I I 1111 familias aisladas. La estructura debía ser sencilla, y lo era Ah,ahán y los otros patriarcas, como "sacerdotes" de la familia, I'"dfan dirigir la presentación de los sacrificios requeridos. Pero ,,111 11 a Israel había crecido hasta convertirse en una grande y com~ ,,11'j1l nación compuesta de millares de unidades familiares indivi~ dllllb; por lo cual el antiguo sistema se volvió inadecuado. No sería "l'llIpiado erigir millares de altares en cada lugar para presentar las "ft 1'II,las y sacrificios de cada familia individual. El potencial para el ,,1111~11 y \a distorsión sería demasiado grande.

j Por \0 tanto, con el propósito de anticiparse a este peligro poten~ I 1~1,T>ios ordenó un sistema centralizado de adoración sacrificial, ya "" dirigido por sacerdotes patriarcales, sino por una tribu sacerdotal "Id"nada y consagrada Los sacrificios ya no serían presentados en 1111111 lUgar, StnO"'eh el único lugar especificado. "Sino que el lugar

- '1"" jehová vuestro Dios escogiere de entre todas vuestras tribus, pa­fII poner allí su nombre para su habitación, ese buscalils, y allá iréis. V IIllf llevaréis vuestros holocaustos, vuestros sacrificios. Cuídate d,' !lO ofrecer tus holocaustos en cualquier lupr que vtercsJlllino que rn'" lugar que Jehová escogiere, en una de tus tribus, alH ofrecerás

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20 ELSANruARIO

tus holocaustos, y allí harás todo lo que te mando" (Deut. 12:5-14). Estas estipulaciones eran muy necesarias a causa de la influencia

extranjera que se sentía entre el pueblo en aquel tiempo. Un buen grupo de egipcios (y posiblemente de otras naciones) habían dejado Egipto junto con los israelitas, quizá en gran medida atraídos por las señales y maravillas que habían presenciado. La Biblia se refiere a estos no israelitas como "la multitud mixta" (Éxo. 12:38; Núm. 11:4). Algunas versiones bíblicas utilizan la expresión "popula­cho".s Esa multitud se convirtió en una fuente de constantes pro­blemas para Moisés e Israel, y al parecer eran los que instigaban las rebeliones y la confusión. Este grupo, por ejemplo, inició la rebelde exigencia de carne en Kibrot-hataava, crisis que resultó en la muer­te de muchos millares (véase Núm. 11:4-6, 18-20,31-33).

Algunas evidencias parecen sugerir que los elementos de esta "multitud mixta" intentaban también fomentar un espíritu de rebe­lión contra el nuevo sistema centralizado de adoración. Quizá se aprovecharon del desafecto de algunos jefes de casas paternas que pueden haberse negado a renunciar a sus antiguos derechos y pre­rrogativas frente a los hijos de Aarón. Las implicaciones de Levítico 17 no sólo indican que algunos estaban ofreciendo sacrificios en otros lugares aparte del santuario, sino también que la demonología (adoración de los demonios) estaba involucrada (véase Lev. 17:7).

De este modo queda claro que ya se habían introducido ciertos abusos entre el pueblo, lo cual hacía muy necesario un sistema cen­tralizado de adoración. Elena de White habla de esto al comentar estos nuevos desarrollos. "El sistema sacrificial encomendado a Adán, también fue pervertido por sus descendientes. La supersti­ción, la idolatría, la crueldad, y la licencia habían corrompido el sencillo y significativo servicio que Dios hubía señalado. El pueblo de Israel, a través del largo tiempo en que se había relacionado con los idólatras, había mezclado muchas costumbres paganas con su adoración; por eso Dios les dio en el Monte Sinaí instrucciones definidas concernientes al sistema sacrificial".6

La centralidad del santuario para la ador;ción israelita en los '~siglos subsigui:entes es evidente en la Oración de Salomón en la dedicación del templo de Jerusal~·"Mas tú mirarás a la oración de tu siervo, y a su ruego, oh Jehová, Dios mío, para oír el clamor y la

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METÁFORAS DE lA REDEN06N y lA RESTAURA06N 21

Ilración con que tu siervo ora delante de ti. Que tus ojos estén abier­los sobre esta casa de día y de noche, sobre el lugar del cual dijiste: M i nombre estará allí; que oigas la oración con que tu siervo ora en l'~te lugar. Asimismo que oigas el ruego de tu siervo, y de tu pueblo IlIrael, cuando en este lugar hicieren oración" (2 C~Qn. 6;12.-21).

El foco direccional de la adoración naciónal de Israel fue un asunto de importancia fundamental, y podríamos decir, incluso, que dl.'rtos detalles cruciales de la estructura del tabernáculo fueron diseñados para reflejar esa sensibilidad.

Por ejemplo, la puerta del tabernáculo estaba localizada en el lado oriental. PorTo tanto, cuando el adorador miraba hacia él, vol­vCa su espalda hacia el este. Es evidente que este era un repudio sim­J,¡',lico de la adoración del sol, que era ampliamente practicada l'ntre los pueblos antiguos.' I

Creo que este punto emerge claramente en el capítulo 8 de EZl'quiel. En ese capítulo el profeta es llevado en visión al templo de J('rusalén, donde se le muestra la profanación del santuario que practicaba el pueblo de Israel. Se presentan ante él cuatro series de ahominaciones, terminando con la más seria: "Y me llevó al atrio de 1II1l'ntro de la casa de Jehová; y he aquí junto a la entrada del tem­plo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, "II~ (.'spaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia el orien­"'. y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente" (Eze. 8:16).

Para anticiparse a este tipo de cosas, la entrada al taberná­I 11 lo/templo estaba localizada al lado oriental. Además, en el caso dl'l tabernáculo del desierto, las tiendas de Moisés, Aarón, y los hijos de Aarón. se levantaban permanentemente en el lado orien­lul. minmdo hacia la puerta, como si fueran una representación del I ¡',ru repudio a la adoración del sol, de parte de las más altas auto­l'ldudl'~ espirituales de Israel.

A;J, era el propósito de Dios que la aten¡;.ión de .,do Ilrael le Ynlvll'ra hacia el santuario como ellugas. de redllM'l6n, .. nilllad V rr .. tlluración.l Es probablemente a causa de esto que 1111nlel, en lII('dl() de la idolatría babilónica, oraba con las ventann .. de su recá-11 111 fU nhicrtas hacia el templo de Jerusal6n (Can. 6:10), aun cuando &'''Ir ylldn en ruinas.

,. ~Irtllmweer detalles adicionales con """,ceo al ptan dt sal"aciónl

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Aquí comenzamos a entrar en territorio potencialmente controver­sial, y el lector querrá estar más alerta de los asuntos que se desa­rrollen a partir de este punto en este libro.

Es' éíeito, como herñOSnotad~~' queer-asunto fundamental que Dios quería comunicar a la humanidad coo respecto al plan de sal­vación, se encarnó en el sencillo acto de matar una inocente vícti­ma animal, derramar su sangre, y ofrecer su cuerpo en ofrenda encendida, es ~_~~r~.e.!l_ ho~ocaust9\fero, a medida que observamos una más ampfia revelación con respecto a otros temas o conceptos bíblicos (por ejemplo, la Triniuad, la Resurrección, el más allá) -podemos ver en el establecimiento del tabelnáculo ~n su elabo­rad~ ritual un propósito divino de suplir información ádicional con res~cto a la actividad salvífica de Dios en Cristo Jesús.

Sin embargo, aquí afrontamos algunos problemas de interpreta­ción. El Antiguo Testamento nos da muy poca explicación del signi­ficado de estos servicios y rituales. Buscamos en vano, por ejemplo, una explicación o elaboración explícita del significado de los sacrifi­cios animales, más allá del (a menudo repetido) propósito de hacer "una expiación" en favor del suplicante.8 Otros elaborados elementos del sistema.sacrificial (tales como el Yom Kippur o Día de Expiación, con su "aflicción del alma", su reposo sabático, su Azazel o ceremo­nia del chivo emisario) se estipulan sin una verdadera explicación de su significado, ni para aquel tiempo, ni para el futuro.

Incluso la gran fiesta de la pascua parecía, desde la perspectiva del Antiguo Testamento, mirar más bien hacia atrás que hacia ade­lante' En realidad, cuando los modernos judíos ortodoxos la obser­van hoy, todavía miran hacia el gran evento del Éxodo, como sus antepasados lo han hecho durante cientos y miles de af'l.os. La visión de la pascua -junto con otros Intl¡uoI Illcrlflcl(')S rltualcs-, como simple cumplimiento del mandato divino de ofrecerla, carece de todo significado tipol6gico.

Alguien podría decir: Bueno, lqu~ en cuanto a pasajes como Isaías 53? ¿No tendría eso suficiente claridad para los israelitas que vivían en el tiempo de lsaías? Esta es una pregunta justificada, pero nunca debemos olvidar que nosotros leemos ahora tales pasajes observándolos después del hecho, a trav~s de ojos cristianos. A veces necesitamos ponernos en la piel y la mente de una persona

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que vivía seis o siete siglos antes de la cruz. ¿Cuán claros nos pare­l'ería el lenguaje de lsaías 53 en aquel tiempo?

Nunca olvidaré lo que sucedió cierto día en una de nuestras sesiones del seminario. Uno de los alumnos le preguntó al orador IIlvitado, un rabino, por qué los judíos de hoy no consideran a Isaías 53 y Daniel 9 como profecías referen.tes al Mesías. Su respuesta fue clásica. "A ustedes los cristianos les puede parecer claro -dijo-, pero resulta tan claro para todos que uno sea estúpido para no verlo.

Creo que él estaba en lo correcto. Isaías 53 no es tan inequívo· n> como pensamos a veces. Es por eso que el eunuco etíope tenía problemas para entenderlo (véase Hechos 8:27·34). La falta de interpretación bíblica explíclta de estas cosas es ciertamente un l'nigma para nosotros.

Sin embargo, a pesar de este silencio, me gustaría insistir en que una de las razones para el establecimiento del tabernáculo y sus ser· vicios era proveer detalles adicionales de la actividad salvadora de Dios a favor de la humanidad. !J!recerazonable suponer que el anti· guo suplicante no realizaba simplemente este ritual en completa ignorancia de su significadoJ Y aunque no siempre diera evidencia de la actitud inquisitiva de la mentalidad griega (u ~cidental), debemos concluir que al menos captaba el hech~ de que'tstos ritua· les señalaban más allá de sí mismo a alguna realidad cósmica.

Una rara pista de esto -y enfatizo que no es más que una pista­podría observarse en la oración de dedicación de Salomón: "Asimismo que oigas el ruego de tu siervo, y de tu pueblo Israel, l'uando en este lugar hicieren oración, que tlt oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada; que oigas y perdones. Si alguno pecare l'Ontra su prójimo, ... y viniere a jurar ante tu altar en esta casa, tú oirás desde los cielos ... " (2 Crón. 6:21.23). . ,

", Esto es significativo cuando recordamos que para los antiguos la oración y el templo señalaban hacia los sacrificios. Ellos no oraban, ,'OIno lo hacemos nosotros hoy, con sus manos vacCas. Ellos vcnrun cun sacrificios, ya fueran reales o implícitos':' Es sl¡nlflcatlvo, entono "CS, que Salomón, en toda su oración, haga ~ferel\Ctl horlzuntHl al Il'IUplo de Jerusalén, luego referencia vertical, .llu._ de tn morada n·lcstial de DiOl!'!Sus oyentes no deben haber tenido ninguna duda t'n cuanto a la verdadercl fuente det poder y el flCrd6n, ni acerca de

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la realidad a la cual el templo terrenal y sus sacrificios señalaban~ Pero si la oración de Salomón es en verdad una pista, es muy

rara. Por regla general, no hay prácticamente ninguna explicación substancial del sistema cúltico en el texto antiguo. Conserva su conocimiento dentro de él. Incluso el significado básico del corde~ ro sacrificial, como ya lo hemos notado en conexión con el pasaje de Isaías 53, fue mantenido en silencio hasta la reverente procla~ mación de Juan el Bautista en las riberas del Jordán: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29). Con este terso anuncio se levantó al fin el telón, y se rompió el silencio.

Esto nos trae a la mente la declaración de Jesús con respecto a ciertos dichos o profecías acerca de él: "Y ahora os lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda, creáis" (Juan 14:29; cf. Juan 13:19; 16:4).

iLsistema cúltico del Antiguo Testamento, por tanto, es tanto una parábola como una ptofecía. Como parábola, no debería espe~ rarse la interpretación de cada detalle. Y como profecía necesitaba cumplimiento para desglosar su significado completamente JI Cuando Juan hizo la inmortal declaración a la orilla del Jordán, al principio del ministerio de Jesús, la profecía encontró su cumpli~ miento~ Aquel, hacia quien todo el sistema cúltico señalaba, había llegado. En él han encontrado su significado y cumplimiento todas las antiguas metáforas de la redención y la restauración.

De modo que aquí y allá, a través de todo el Antiguo Testamento, encontramos una invitación a mirar hacia atrás, hacia la antigua economía, con una aplicación de sus lecciones espiritua~ les para los santos del Nuevo Testamento, "a quienes han alcanza~ do los fines de los siglos" (1 Cor. 10: 11 ).

Ahora sabemos el significado de la serpiente de "bronce" en el desierto. ''Y como Moisés levant6 la lerpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre lea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mBl tensa vida eterna" (Juan 3:14, 15).

Sabemos el significado de la roca en el desierto. Porque "todos bebieron de la misma bebida espirltual¡ porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Crilto" (1 Coro 10:4).

Ahora sabemos el significado de la pucua. "Porque nuestra p3S~ cua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros" (1 Coro 5:7).

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METÁFORAS DE lA REDENCIÓN Y lA RESTAURACIÓN 25

y también sabemos por qué quemaban a los animales sacrifica· dlls fuera del campamento de Israel. "Porque los cuerpos de aquellos IIllimales cuya sangre a causa del pecado es introducida en el san· IlIario por el sumo sacerdote, son quemados fuera del campamento. 1" Ir lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su pro. pi .. sangre, padeció fuera de la puerta" (Heb. 13:11, 12).

Pero la evidencia definitiva de que el antiguo sistema señalaba 1II;'1s allá de sí mismo, a una realidad cósmica, se encuentra en el IIhro de Hebreos, al cual nos volveremos de vez en cuando, en los ,.Ipítulos subsiguientes. Sin el libro de Hebreos estaríamos, prácti. I'IlInente, en tinieblas. '

¿Cuánto de todo esto conoció el antiguo pueblo de Israel? Nunca lo sabremos de este lado de la cortina que nos separa del IIIlIndo de la luz, pero podemos aventurar el dicho de que muchísi· IIIOS de ellos probablemente sabían tanto como Abrahán, quien, de 1I!'lIcrdo con Jesús, percibió por la fe, a través de servicios menos ela· horados, la venida del Mesías: "Abrahán vuestro padre se gozó de '1l1l' había de ver mi día; y lo vio, y se gozó" (Juan 8:56).

El punto fundamental parece inevitable: :'Dios se proponf~. que 1" antiguo tabernáculo/templo y sus rituales fueran un instrumento dt l.'nseñanza -para Israel y para nosotros ..

UI·fcrencias , Usn aqu! el término metáfora en un sentido amplio, p.ml referirme a figuras, tipos, y símbolos. · bt~ término significa "primer evangelio· y se refiere a la proclamación inicial de las buenas

11110 \ '" I'nr Dios mismo en Gémsis 3:15 como se entiende tradicionalmente. , Nllte q~ la tribu de Lev! no fue listada en la enumeración de los acampantes, puesto que ya

11I.t.·.lh •• ,,1 santuario por todos los lados. Para completar el importante número de 12, la tribu de José 11' .tlvi,1i6 en Efra!n y Manasés.

• Ll ~xpresión significa "El Dios escondido· y es una reminiscencia dI' lsaías 45:15 "V, .. I "h;tmente tú eres Dios que te encubres, Dios de Israel que salvas".

, W;tSe la forma en que otras versiones, RSV y NASB rinden Números 11:4 • Flena G de White, PaaiaTcas ., profetas (Mountain, View, Ca: Pacifie Prat Publllllllna

1\ ... " tal ion, 1890), pág. 364. I E.toy en deuda con A. F. Ballenger por esta percepci6n básica. V&1e Adama, TIIf Sanen"",

,~. """', rágs. 279,280, Para una evidencia de la práctica de la adoroc:16n delll'll.nr" 1". Inllllu,,, 1" .. IoI"'lICmílicos, véase, por ejemplo, Deuteronomio 4:19; 17'3; 2 Rey, 21:1, 51l,.,...."'·.IJk:llllllllry u, "If IJlbIe, eJ George A. Buttrick (Nueva York: Abingdun PreII, 1962), IIl1t11l R·7., tttlJIII. 462·464,

• V~nse Levítico 1-4 para algunos ejemplos • \'I~n .. ) qu¡, 1 Samuel 7'7-9 nos da un huen ejem.,k, IIf .tllI,

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CAP{TUL02

Actividades y mobiliario del Santuario del Antiguo

Testamento: ¿QUÉ SIMBOLIZAN?

Cuando llegué a este punto mientras escribía este libro, sentí la necesidad de decir algo más acerca del significado de cier~ tos aspectos de los servicios y el ritual del antiguo taber~

náculo. Pero estos comentarios habrían calzado bien en el marco del capítulo anterior. Considero que el lector puede decidir si lo pre~ fiere, con el siguiente capítulo, sin sacrificar ninguna parte vital del argumenro que estoy tratando de presentar. No obstante, me siento imprt'lIlunado a induir unas pocas páginas aquí acerca del simholis~ mo teolóJ&lcu de cicrtallllctividadcs y usuntos conectados con el an~ tiguo servicio. HIIp"rtl 'IU" InN NIJ(llifkndos, que inferimos de los po~ co.'I eJemplu. que prrllt'ntlllnuII l'ut'dlln wrs~' r¡1ridmncnte como ex~ trapolaclunell rllznnllhl",,1 de tnd" ha Inforllllll'i6n llUC da la Escritura.

Como yu Indlqu~ en ,,1 ('u"hul" unterlor, ,,1 AnllJ.lllo Testamento no dice casi nlldll en c:wantn "t.llnlflcMLI" t'Íeprakrkamente cual~ quier aspecto de la actividad d,t MnctlUClIIIUtllllll'lo. Ni una sola vez nos explica, por ejemplo, quo ti IInlre d.l" vktima animal señala~ ra a la sangre derramada del Mul. crucll'iclld()~Para comentarios más explícitos de este elelnento b,.leo d.l,dlltC'1II11 11I\C'rificial, debe~ mas volvemos hacia el Nuevo Teatlmontn.

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A pesar de la revelación del Antiguo Testamento, sin embargo, IIdll:lrcs de otros detalles permanecen ocultos en el misterio, desa­'1IIIldo nuestra natural curiosidad a cada paso. Sólo unos pocos indi­, h ,\ cscriturísticos rompen el casi absoluto silencio. Y es en estas ,'11 I a'i donde deseo detenerme. Al hacerlo, me apoyaré de vez en , 1I.lI\do en argunas ideas iluminadoras contenidas en los escritos de 1+11;\ de White.

Inmediatamente se notará que mi propósito no es ser exhausti­VI', ~ino más bien deseo ilustrar lá clase de información con respec-111 al santuario sobre la cual deberíamos centramos provechosa­IIl1'lItc, y el carácter tentativo que debería caracterizar nuestra inter-11I1·l.lción. Es evidente que muchos de los asuntos son demasiado ..I1I:-ivos como para caer en el dogmatismo,

I ( )S SERVICIOS y EL RITUAL I )lIrante mis días de maestro en etseminario, cada vez que ense­

ollh;¡ el tema del tabernáculo, sus servicios y sus rituales, siempre l'sllt'raba que se me hicieran preguntas acerca de los minuciosos drlillles del santuario y su servicio. Algunos estudiantes estaban I'nkticamente fascinados por todo lo que tenía que ver con el mobi­IllIrio, las medidas, los colores y los rituales. Es posible que todas esas minucias tengan su lugar, pero yo me siento inclinado por naturale­XII íI ir en sentido contrario, especialmente al haber tenido numero­hlll\ oportunidades de observar los peligrosos escollos que aguardan a los que dan rienda suelta a su apetito por encontrar significados ocul­Ill~ en cada detalle del antiguo ritual.

Al moverme en dirección opuesta, trato de destacar el significa­\1., ~ólo de los aspectos mayores del ritual como se muestra, por l'jl'llIplo, en el servicio diario. Z

Este ritual constaba mayormente de tre$ elementos: el holocaus­lo dl' la mañana y de la tarde, el ofrecimiento del incienso en el IIllar tIc oro localizado en el lugar santo, y las ofrendas especiales por ,,1 pecado personal (véase Exo. 29:38-42; 25:3-8; 30:6.8. 34·38; Lev. 4).

(;ada mañaTia y cada tarde se ofrecía en holocftWlfo .un cordero dl' un año en el altar que se encontraba en el "trln. E'\te mueble se IIlIlIIah<l, correctamente, el altar dd holocausto ti "ofrenda en~ida".

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28 ELSANnJARIO

No se encuentra ninguna explicación de este ritual en todo el Antiguo Testamento. Las declaraciones de Isaías (por ejemplo, "como cordero ... fue llevado al matadero" [53:7], realmente no son explícitas. S610 cuando llegamos al Nuevo Testamento comprende­mos el asunto totalmente. Cuando Juan vio el porte divino de Jesús a la orilla del Jordán, exclamó con inspirado acento: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29). Y esta sola declaración lo dice todo.

Lo mismo ocurre con Elena de White quien escribió que estas ofrendas cotidianas del cordero ofrecido en holocausto simboliza­ban "la consagración diaria de la nación a Jehová, y su constante dephiiencia de la sangre expiatoria de Cristo" Esta interpretación resuma credibilidad. No procede de un sombrero mágico, ni fue pro­ducida por la fértil imaginación de alguien. Y seguramente las ofrendas por los pecados personales tendrán un significado similar al nivel individual.

'Ella comenta también en cuanto al simbolismo del ritual del ~c¡enso, un aspecto acerca del cual la Biblia guarda silencio: ·'El inciensg.J qy~.ascend(a con las oraciones de Israel, representaba los méritos y la intercesión de Crist9, su perfecta jüsticía, la cual por medio de la fe es acreditada a su pueblo;v es lo único que puede hacer el culto de los seres humanos aceptable a Dios".4

Esto nos ayuda a comprender la fuerte prohibición de la dupli­caci6n de la fórmula exacta del incienso para cualquier otro propó­sito que no fuera el uso en el servicio del santuario .. "Como este incleNO que harlt., no 011 hRr~11I otro según su composidó'n; te--será "tCSI lii~i par .. Jehov', Cualquiera que hiciere otro c~~o éste para olerlo, .. ",. cornldo de entre .u pueblo" (Exo. 30:37 ... 38). "EXisi:raía preocupaciÓn de a.esurar.e que 1" f6rtnula nunca se con­virtiera en algo de UIO comón. Yo tomo el .IJlniflcado para nosotros hoy: que no intente mOl imitar la JUlticia de Cristo ni inventar nues­tro propio camino para acercamOlI oiad

y con respecto al12.an de la ~Idn, el Antiguo Testamento también guarda silencio, aunque el Nuevo Testamento nos da indi­cios breves pero significativos. El pasaje mú ftlnoso al respecto apa­rece en Juan capítulo 6~ La búsqueda de Je.1la por parte de la multi­tud a la cual había alimentado recientemente, motivada por los

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hcneficios materiales recibidos de él, da ocasión al discurso más ex­tenso con respecto al simbolismo del pan que podemos hallar en to­da la Biblia.

Después de exponer francamente los motivos carnales por los nlClles lo buscaban, Jesús dijo a la gente: "Yo soy el pan de vida" (Juan 6:35).

Pero ellos lo malentendieron. Una y otra vez ocurrió lo mismo. Sin embargo, una y otra vez él enfatizó la figura: "Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. E:.te es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, Illl muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno \'llmiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi "ame, la cual yo daré por la vida del mundo" (Juan 6:48-51).

Los judíos quedaron perplejos ante semejante declaración. Ellos M'guían con la idea de la comida, cierto, pero no querían ningún tipo de trato con esa clase de ~enú. Nuestro Señor, por su parte, no !IIZO ningún esfuerzo por aclarar la cqnfusión que ellos manifesta­han. Si en verdad era una confusión genuina él, de hecho, la empe­'Iró: "De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del hlllnbre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come lIIi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en ,.! día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es wrdadera bebida" (Juan 6:53-55).

y así continuó, sin interrupción, hasta que llegó al punto culmi­liante de su argumento: "Este es el pan que descendió del cielo; no , \ Hno vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come d,' este pan, vivirá eternamente" (Juan 6:58).

Más tarde, en la víspera de su crucifixión, en la solemn~ quietud .1,· un aposento alto en Jerusalén, pondría de manifiesto una vez más c'! mismo simbolismo: "Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y hl'ndijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; c'~11l es mi cuerpo" '(Mm:, 26:26). .... E~ cierto que ninguno de los pasajes que acabamos de citar de 11\111\ y de Mateo se refiere o señala hacia el pan de la propollición di'! santuario 1esús estaba usando aquí la cipo loS'" del maná, no !a d,'! pan de la proposiciónl Sin embargo, tenlO la lensación de que 11111110:' tienen una estrecha relación. Elena de Whlte Interpretó el

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pan de la proposición como "un reconocimiento de que el hombre depende de Dios tanto para su alimento temporal como para el espi, ritual, y de que se lo recibe únicamente en virtud de la mediación de Cristo".~ Luego, comentando el famoso pasaje de Juan, al cual acabamos de referirnos, diJO: 'jll, maná, así como el pan de la pro, posición, simbolizaban a Cristo, ef Pan viviente, quien está siempre en la presencia de Dios para interceder por nosotros":f

LA FORMA CÚBICA DEL LUGAR SANTÍSIMO El Lugar Santísimo era un c\lbo perfecto. Así era en el taber,

náculo del desierto, en el templo de Jerusalén, en el templo ideal (o visionario) de Ezequiel y, podemos suponer razonablemente, que también lo era en el templo de Zorobabel, aunque no tenemos regis, tro de sus medidas. También deberíamos notar que la proporción entre las medidas del Lugar Santo y el Lugar Santísimo en el taber, náculo del desierto era tal, que si el Lugar Santo se dividía en dos partes, éstas formaban dos cubos adicionales perfectamente iguales al primero.

La constante y permanente característica cúbica en cada mani, festación del tabernáculo/templo tenía el claro propósito de señalar algo que estaba más allá de lo visible. De acuerdo con el Interpreter's Dictionary of the Bible (IOB), por citar un ejemplo, el número 3, como un numeral recurrente en las dimensiones del tabernáculo, señala a la divinidad, y el cubo perfecto refleja la perfección de la presencia divina.7 En otras palabras, esta fuente ve en el fenómeno de un cubo perfecto la perfección de la Trinidad.

, Yo considero ésta como una interpretación válida del fenómeno '\ y le afiadirfa la idca de la perfección de~ lugar donde mora la pre,

sencia divina¡ porque, después de todo~ el Lugar Santísimo era el lugar de la morada dc Dios en la tierr~l b.R.H. Wright parece alu, dir a este punto cuando sef\ala al cuac.frado como "una concepción -muy antigua" en la arquitectura del templo. Luego añade que: "El cuadrado, o un cubo a fortiori, se ha tomaJo en la arquitectura sagra' da como un símbolo del espacio perfecto".~

Y yo observo que esta dimensión cúbica encuentra un eco en la Nueva Jerusalén, cuya longitud, anchura y altura, se nos dice, son iguales (Apoc. 21:1~), indicando con ello que la ciudad es un cubo

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perfecto .• La conexión es significativa cuando recordamos que, 100UO el Lugar Santísimo del tabernáculo/templo, la Nueva Jerusalén llega a ser la morada de Dios en el nuevo cosmos entre su pueblo (Apoc. 21:1~3, 22).

LAS VESTIDURAS DE LOS SACERDOTES Uno de los aspectos más fascinantes del ritual del antiguo taber­

Il;ículo/templo era el de las vestiduras sacerdotales. La descripción que se nos da en Éxodo 28:6-12 sugiere un atavío exquisitamente adornado y tejido con los materiales más costosos.

Por encima de la túnica azul colgaba un vestido más corto y sin lIIangas, de color oro, azul, púrpura, escarlata y blanco, llamado eL I'~ En sus hombreras bordadas con oro estaban engarzadas dos ¡'iedras de ónix que tenían escritos los nombres de las doce tribus de bracI. En este detalle existía un claro paralelismo con el pectoral ll"l' llevaba sobre el corazón y que constituía la parte más sagrada de III~ vestiduras.9

nos gemas semi preciosas del pectoral, como las piedras del efod, Ih'~an grabados los nombres de las doce tribus de Israel, sugirien­.1, 1, dice Elena de White en un hermosísimo simbolismo, que así 1111110 Cristo, nuestro Sumo Sacerdote presenta su sangre delante ,11·1 Padre, lleva sobre su corazón el nombre de cada alma arrepenti~ d.1 y creyente' \

• ., funbién formaban parte del traje, el Urim y el Tumim, dos gran-I h piedras de hermosa brillantez, a través de las cuales comunicaba I IIIlS su voluntad a su pueblo. La señora White dice que en tiempos dI' nisis, un halo de luz circuía el Urim para indicar el consenti­IlIknto o aprobación divinos, mientras que una sombra que opaca­hll d Tumim, que estaba situado a la izquierda, señalaba la desapro­hlld(¡n divinaY

(:uando comparamos las vestiduras del sumo sacerdote con la -dl'~( rirción de la Nueva Jerusalén en el libro de Apocalipsis, lIurgen IIlIIH·diatamente una cantidad de intrigantes conexiones concer' hlldl·s.,

Por ejemplo, el pectoral, estaba disefiado en l. formR de un cua­.1111.(' l. «(~x(). 28: 16), en armonía con l. dllcrlpcl6n de In Santa I 111.bd que se encuentra en Apocallplll 21116: "Lit ciudad se halla

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establecida en cuadro". Montadas en el pectoral, como se ha indi~ cado arriba, había una variedad de piedras semipreciosas, arregladas en cuatro filas de tres piedras cada una. Como las hombreras del efod, también estaban grabados en ellas los nombres de las doce tri~ bus de Israel (Éxo. 28:29). Este hecho encuentra su contraparte en las inscripciones que se hallan en las doce puertas de la Ciudad de Dios: "Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puer~ tas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel" (Apoc. 21:12).

Además de estos paralelismos, las piedras que estaban sobre el pectoral tenían una estrecha afinidad con las que se encuentran en los doce fundamentos de la Nueva Jerusalén. Considere la notable similitud en los siguientes dos pasajes: El pectqral La Nueva Jerusalén

"Le engastarán una guarnición "Y los cimientos del muro de la de cuatro filas de piedras: en la pri- ciudad estaban adornados con toda mera fila, comelina, topaciQ y aza- piedra preciosa. El primer cimiento bache; en la segunda fila, ~smeralda era JASfE; el segundo ~Q; el zafjro y diamante; en la tercera fila, tecero, ÁGATA; el cuarto,.ESMB­jacinto, ágata y amatista; en la cuar- ..RALOA; el quinto, .QNICE; el ta fila, topacio, ónice y jaspe. Las sexto, G.ORNALINA; el séptimo guarniciones de pedrería irán CRISÓLITO; el octavo, BERILO; engastada.~ en filigrana de oro" el noveno, TOPACIO; el décimo, ~o,-28:17.20, NBE). CRISOPRASO; el undécimo,

JACINTO; el duodécimo, AMA· TISTA" ..(Apoc. 21:1: 20). "Pero la ciudad era de oro puro;semejante al vidrio limpio" (vers. 18).

Cualquiera que haya tratado de hacerlo, labe que estas dos listas de piedras preciosa no pueden conclUll'le f6elhm'nte. En realidad, como ha dicho un comenearlna con respecto a la lista de Apocalipsis, "incluso el joyero mlb expert() de hoy no podría iden~ tificar estas doce piedras preciOlll". Tampoco encontramos ningu~ na ayuda, dice, en la literatura andlua, CUyllR listas y descripciones de piedras preciosas dejan "tantas preauntu lin responder".J2

Sin embargo, el punto principal de nueltro argumento en reali~ dad"'7to reposa en la capacidad para conclitar las dos listad Parece

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ACTIVIDADES y MOBIUARIO DEL SANlUARIO ••• 33

'oIzonable sugerir que el paralelismo claramente establecido entre •• \ ros elementos de las vestiduras del sumo sacerdote y la Nueva krusalén -así como otros numerosos paralelismos que podrían tra­'oIrse- han demostrado suficientemente que, a pesar de nuestra difi­cultad actual co~ la identificación, la lista de Apocalipsis 21 ha sido IIlfluida por la de Éxodo 28\t Nos ¡;;ece encontrar algún tipo de IIlJicación teológica aquí. Dice Elena de White~tEl ribete (del pec­loral) estaba formado por una variedad de piedras preciosas, las mis­lilas que forman los doce fundamentos de la Ciudad de Dios"Y

Permítaseme insistir que comprendo la naturaleza~ de .llgunas comparaciones. Se me recuerda que el libro de Apocalipsis I Illua en muchas partes del Antiguo Testamento al presentar su pro­pio mensaje. Además, en el Apocalipsis, son los nombres de los doce apóstoles los que están en los fundamentos construi90s con l'stas piedras semipreciosas (Apoc. 21:14, 19, 20) mientras que los nombres de las doce tribus de Israel están en las puertas, que son de perlas (Apoc. 21:12).

Es evidente que los simbolismos no encuentran aquí una clara correspondenciaAPero eso, precisamente, es la parte que me intriga. Los ,paralelismos son suficientes para estimular el apetito y dejarlo a lino sin aliento de emoción a causa de sus posibles implicaciones teológicas.

Una y otra vez he intentado probar el misterio de estas cone­xiones conceptuales y teológicas que quitan el aliento, pero asimis­mo las he hallado excesivamente sutiles y complejas como para poder siquiera imaginarlas, ya no digamos ponerlas en palabras. Es casi como si su propósito fuera ser captadas "no solamente por la mente, sino por la imaginación, el corazón ... ".14

Por eso me siento contento de aprehenderlas como si fuera por espejo, oscuramente. Porque, no importa cuán poco haya yo percl­hido, eso llena mi corazón de sublime asombro. Y me quedo con el corazón palpitante y la boca abierta, como si estuviera en 11 pre­sencia santificada de la santa Shekinah, oyendo en forml muy IUIVC', desde adentro del velo, el amortiguado sonido de 11 mdalcl c.l".tlnl que pronto va a irrumpir por todos los ámbt .. d.l cl.ln CUAnuu ,,1 drama de los siglos llegue a su emocionante flnll. !ntnnccI cuno· ceremos, tan claramente como somea cnnocldntl.

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ELSANTUABIO

Referencias

I La palahra.""x[rapol.~ci6n implica un cierto grado de conjetura. pJmI se t'fiwentta separada varios grados de la especulación. porque ordena firmemente que las conclusiones fluyan I6gica y naro· ralnlente de los datos conocidos.

, Para una interpreraci,ín inspimdora y cuidadosa de los aspectOS claves del servicio del saorua· rio tenenal. vEase PlllTiarcas 'J profero.s. cap!tulo 30 Tengo una ¡''Ta1l deuda de información extraítla de esa fuente para este capitulo •

• Id .• p.ig 364 • Id •• pág 366. , Id • pág. 367 6Ibíd. , Interpreter's DiaWnary uf !he Bible. tomo R.Z. pág 502 'G. R. H. Wright. ·Pre·lsradite Temples in rhe Lan.! of Canaan". Palesllnc Expll1ratilm Quarterly

103 (1971): 18. t Patriarcas y profcro.s. pág 363. 1< lbíd. 11 lbíd Note el interesante caso de Saúl en 1 Samuel 28·6 "R C H Lenski. The Inre!pret/IIÜm af SI lOOn's Rcveladon (Minneapolis. Augshurg Pub House.

1943. 1961), pág. 640. b PlUnarcos 'J profct/lS.pág. 363 • .. Avery Dulles. ModeIs uf !he Church (Garden Ciry. N y Dtluhleday & Q, • Ine.. 1974). p.lg.

18

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CAPíTULO 3

Conforme al modelo: "Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el dise­ño de todos sus utensilios, así lo haréis" (Éxo. 25:9).

"Los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte" (Heb.8:5).

Cómo entenderemos este pasaje? Este es el asunto que trata' remos en el presente capítulo. Algunos adventistas insisten en que estos pasajes indican

una correspondencia punto por punto entre el santuario terrenal y el celestial En otras palabras, la pequeña mesa de los panes de la proposición en el santuario terrenal señalaría a otra gigantesca, o por lo menos ~ucho más grande, en el santuario celésfial; un pequeño altar d~l incienso aquí, representaría a i"Ino mucho más grande allá; V así por el.estilo: pan por pan, incienso por incienso, sangre por sangre, Gal'i"Jelabro por can.delábro, querubín (metálico) por querubín (metálico), arca por arca.

¿Qué diremos de semejante literalismo? Es posible que algunos ~ientan que esta comprensión del santuario celestial es absoluta­mente inofensivat Pero, ¿no representa acaso un serio impedimento en nuestra posición respecto del santuario, es decir, en la formA en que exponemos la doctrina a los no adventistas O InclUlo " Inll escépticos? Más aún, ¿no podría distorsionar en verdad el mC!nICIIJ~ que Dios quisiera que presentáramos en este tiempo I la perIConas de toda cultura V de toda filiación intelectual O ftlOlC\f1C&l'lAyuda

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36 ELSANTU~O

este literalismo extremo o nos estorba en nuestro intento de llamar la atención de la gente a lo que todos consideramos que es la esen­cia o el corazón del mensaje del santuario? Estas son preguntas importantes, creo yo. Sin la menor duda, el significado de todo el concepto del modelo nos invita a estudiarlo cuidadosamente. ' (' ~e enfoque extremadamente literalista confr.onta por lo menos

Ures problema~(1Ua imprecisión de la~ "modelo"; (2) l! existencia de modelos cananeos más antiguos del tabernáculo/tem­plo terrenal;..Y.i3) la ocurrencia de disimilitudes entre el ta~<?~:_

, lo del désierto y los templos israelitas que les suce<!!..erocl

LA IMPRECISIÓN DE LA PALABRA "MODELO" En Éxodo 25:9 Dios mandó a Moisés que le construyera un san­

tuario de acuerd;-al "modelo" (hebreo tabnith)1 que había visto en el Monte Sinaí. A primera vista esto parece una declaración direc­ta, que difícilmente puede necesitar interpretación. Dios le mostró a Moisés un modelo del santuario celestial, luego le mandó que construyera uno semejante a ése. Sin embargo, el asunto no es tan sencillo como parece.

Richard M. Davidson, en una tesis que presentó en el año 1981 referente a la naturaleza de la tipología bíblica, examinó el signifi­cado de tab~("roodelo") ~ ~odo 25:9, 40.2 Aunque su objetivo era "determinar si el significado original de tabnith implica una correspondencia vertical [es decir, tierra-cielo]", de todos modos señaló otros factores importantes que son relevantes para el presen­te estudio. Entre las Ilhst'rvacioncs que encontré aplicables a nues­tro propósito clltllhll l'I IIlllplio l'SpCC'tro de interpretaciones a las cuales es susccptlbl~ lu, 111 pllrl!~'cr, transpurenrc declaración de Éxodo 25:9, 40.

Davidson destacó lIel. pu.lblc. Intcrprc:tllclullc~ Je tabnith3 (aquí las resumimos en clncu), c:.wli unaa cun .u. rC:llpl·l·tivo~ defensores: a. Dios puede haberle tno.trlldo 11 Mol ••• un modelo en miniatura del santuario terrenal" ya sea en forma d. un .. rc:pr(,sl'ntación a escala o como el plano de un arquitecto (11 .. cual fuere d caso, Moisés no habría visto necesariamente el .antUlrlo c:cl~lIt\¡,~. 2. QWs puede haberle mostrado un modelo en minlacu,a d.llllUltuHrio celestial' (Es­to indicaría una vez más que no habría vllto ncc~lIlIriamente el san-

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CoNFORME AL MODELO 37

IlIario celestial como es en la realidad.) 3. g posible que se le haya mostrado a Moisés el santuario celestial y que entonces se le diera un modelo en miniatura del mismo (uná representación a escala o plano arquitectónico) para que construyera el ~tuario terrenal' 4. Pudo habérsele mostrado el santuario celestial mismo y, sin la ayuda dc un modelo en miniatura de ninguna clase, sencillamente habér# scle dicho que hiciera el santuario terrenal según lo vistol 5. A Moisés no se le habría mostrado ni el santuario celestial ni ningu~ representación de él; más bien, se le dio una visión subjetiva o un golpe de inspiración, y lo que recordara de ella le serviría para cons# truir el santuario terrenalJ Este último punto de vista ni siquiera requiere la existencia del santuario celestial, aunque no necesaria# mente lo niega.

Obviamente la situación no es tan sencilla como podría parecer a primera vista. Después de examinar las diversas opiniones contra la evidencia disponible, Davidson tuvo dificultades para elegir una que fuera considerada como la mejor. "Parece que es imposible deci# dir con certeza ... si la referencia primaria de ... [tabnith] es al mode# lo en miniatura del santuario celestial, al santuario celestial mismo (con el modelo en miniatura implícito), o a ambos".·

Su punto de vista personal, sin e~ Q9A 81 Qual estoy de acúerdo-, es que a Moisés se le dio una vislumbre del santuario celestial. luego se le mostró "un modelo en miniatura" del mismo. "que debía copiar para hacer el santuario terrenal".s A mí me pare# ee (en armonía' con la posición de Davidson) que la majestad del santuario celestial tendría que haber sido absolutameI1te abrumado# ra para serIe (a Moisés) de ayuda práctica en la construcción de la humilde contraparte del tabernáculo del desierto.

Si hemos comprendido estos puntos, ahora debemos hacerle frente a la más complicada cuestión de la relación -desde el punto de vista físico y otros detalles- entre este "modelo en miniatura" (como finalmente halló expresión en el tabernáculo ee"'ill) y el original celestial. (Davidson no plantea pregunta a. aaeren de este tipo, pues su estudio, como lo aclara al princtplo, _ "_rructu­ral [interesado en la forma literaria y elleftlUlltl. M ... clolÓllcn".)A

Yo sugiero que prosigamos examinando _emenee aquellos pasajes de Éxodo donde se enunció orl.lnalmenee IR Idea de cons-

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-38 EL SANTUARIO

truir un santuario de acuerdo al modelo. Cuando hacemos esto, aunque no sea en forma técnica, teniendo como telón de fondo lo que yo llamo "sentido común santificado", comenzamos a tener una idea de la clase de lastre que la idea de tabnith no tenía el propósito de llevar. ~ Después de su uso inicial en Éxodo 25:9, tabnith reaparece en el

versículo 40, al final de la amplia descripción del arca del pacto, la mesa de los panes de la proposición y el candelabro de oro..:.fs posi­ble que alguien opine que estos muebles, quizá a causa de su ele­gante apariencia, poseen suficiente dignidad, por así decirlo, para hallarse de verdad en el santuario celestialtfSin embargo, este ejem­plo no ayuda gran cosa al caso que estamos tratando de estructurar.

La tercera alusión al concepto de modelo se encuentra en Éxodo 16;301 Aquí Dios le recuerda a Moisés que construya el tabernácu­lo "conforme al modelo que te fue mostrado en el monte". Aunque en este texto se usa mishpat (que significa "juicio" o "regla1, y no tabnith, el contexto establece claramente que estamos tratando con la misma idea de Éxodo 25:9, 40. Mishpat aquí equivale a tabnith.'

Nótese ahora que la idea de modelo sigue a una detallada des­cripción de las cortinas de pelos de cabra, las tablas, los goznes y las barras. En este punto la mente sensible comienza a preguntarse acerca de la validez de suponer la existencia de cosas tan mundanas y contingentes como éstas en el santuario celestial.

)(.Sin emhargo, es la cuarta mención de "modelo" la que da a nues­tro sentido común su primera sacudida seria. Sin el uso esta vez de ningún término Clipt'dal (como mish/Jat o tabnith), la idea aparece al final de la dcscrlfle1(>n del alt"r Jd holocausto. "Harás también un altar de maderll de "eueln, de eh,en cndulI dt~ longi tud ... Y le harás cuernos en sus cuntro •• quln .. ", H.m111 tl\mblén sus calderos para recoger la ceniza, y IUI pallt .. , .lll tlIOIlt'II, IIUS garfios y sus brase­ros ... y le harás un el\fljHo di bronce dr IIhra de rejilla, y sobre la rejilla harás cuatro anlUOI de broftct a IUI CUlltro esquinas. Y la pon­drás dentro del cerco del Il.r I.JOI y lIrglln~ la rejilla hasta la mitad del altar. Harás clmb"n vira par. ellllrar ... Lo harás hueco, de tablas; de la manera q'" ti fUI maatrMdu en el monte, así lo harás" (Éxo. 27:1·8),

Parece razonable concluir "que que si bien los instrumentos que

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CONFORME AL MODEW 39

, se acaban de describir, seguían el modelo que se le había dado ~l

Moisés en el monte, como el altar, por,ejemplo, c~ ~acce~ ~orios, 1).0 necesari$\tnte tienen que existir en el cielo~t1Scóñ. dusionlts"qldedan confirmadas por la verdadera actuación del anti· lipa. El Calvario, como todos los cristianos debiéramos entenderlo, Il'presenta el altar antitípico del holocausto. Fue allí donde nuestrc. Señor fue ofrecido en sacrificio; pero ¡cuán diferente físicamente era esa contraparte típica! t!r: el_y.~m<?s:;~ a~i(vag.r~4~_q~de.ado de cortinas; en el

amWS9. la desnuda y profana colina del Calvario. En el tipo, un altar", ~~2.~bronce; ~$l .... ~LaI).t¡~iJ;1.Q!'i\P.1i f:ruz de madera. En el tipo, ~ri ~~hií\v.~~pl~~. ~rganta de la vJf.:~IQa; en el antitip9; no se-tocó la garganta de la víctima, sino sus manos y sus pies\ ~ . .[raspasados por los ~s., :EL~Pi> revela una indefensa víctima animal en las manos de un sacerdote; en el antitipo, el Hijo de Dios era, al mismo tiempo, la víctima y el sacer­dote. En el tipo, la sangre fluía debajo del altar de bronce y tocaba los cuernos por medio de los dedos del sacerdote; pero nadie tocó

, aquella corriente escarlata que fluía de la cumbre del Calvarl<\ y así podríamos seguir la comparación, si el espacio 10~~

ra. El paralelismo es real, pero también lo es el contraste! Nada en el tipo describía la gloria de la mañana de la resurrecció cuando Cristo, la víctima cósmica, se levantó triunfante de la tumba, vivo para siempre, con las llaves del infierno y de la muerte fuertell"!~ , asidas por sus manos perforadas por los clavos! I X"La naturaleza de la correspondencia entre el tipo y el antitipo en

este caso particular es muy aleccionadora. Este es el único ejemplo en el cual hemos tenid~ el privilegio de testificar el cumplimiento antitípico con nuestros propios ojos, por así decirlo, y deberCa servir de correctivo a nuestra inclinación a ver una correspondencia cntrt' el santuario terrenal y el celestial, así como en sus mintsterlOl, FJltn hace que nos preguntemos si no debiéramos entender l. Id, .. d~ modelo primariamente en un nivel funcional y teo16.lco mdll pru· fundo.

o En este contexto es iluminador notar la forml .n que' ellthro de los Hebreos maneja la idea de modelo, y qU' c'rmlnua Introduce para expresarla.

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40 EL SANTIJARIO

En Hebreos 8:5, el autor explica que el sacerdocio levítico sirvió --como "figura ~deigma] y sombra {skia] de las cosas celestialesl una obvia referencia, según las apariencias, a Éxodo 25:40, donde Dios le encarga a Moisés que construya el tabernáculo y todos sus accesorios "conforme al modelo [typos en Hebreos] que se te ha mostrado e~l monte" (Heb. 8:5).' ",i, De manera que hasta aquí se han introducido tres términos:

hYl>odeism;a, skia y typos. ¿Cómo los entenderemos? Por lo general hypodeigma significa "ej,l!p1i)le~'~. '~modelo",

"patrón". En nuestro pasaje tiene el significado o sentido de "copia" o "imitación". Skia significa una "so'tRbra", o "prefigura~ión". Typos se traduc€}'Correctamente como "patrón" o "modelo".7 _.

Podríamos decir mucho más acerca del significado de estos tér­minos, pero una multiplicación de definiciones del diccionario no afectaría materialmente el asunto que nos ocupa\El contexto es más importante, porque muestra la forma en que el autor mismo entendía y usaba dichas expresiones. A medida que uno estudia el contexto, los siguientes puntos se vuelven evidentes: y 1. ~a el autor de Hebreos, el término hebreo tabnith¡(usado en Exodo 25:40, y al cual se refiere como prueba de su aseveración) $ rinde adecuadamente mediante la palabra griega typos ("patrón" o "modelo"), pues de otra manera no la habría empleado en su tra­ducción (véase Heb. 8:5}"-t-Y,2. IJpos, a su vez, traduce adecuadamente los términos hypodeig­

ma y skia, porque el autor usa estos dos términos para explicar la relación que existe entre los ministerios terrenal y celestiaU del mismo modo en que lo hace con typos en el mismo versículo (Heb. 8:5). Además, mi lectura del contexto me lleva a la conclusión de que hYPodeigma y skia se usan como sinónimos~{

JI. 3. Esto significa que hypodeip;ma y skia, juntos o separados, son equivaTentes de typos' Así, podríamos sustituir apropiadamente cualquiera de estas dos palabras por t,pos en Hebreos 8:5, al tradu­cir la palabra hebrea tabnith.

Si nuestro razonamiento hasta nquí es correcto, entonces es posible dar un paso más. Lo haremos esto en virtud de un contraste muy significativo que se hace en Hebreos 10: 1. -6guí la limitación de la ley (de los sacrificios) se' basa en' el hecho de que eran sólo

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• """" tIlMli AL MODElO 41

"."1111 '1.1 (~kia) de los bienes venideros, no la imagen misma de las l" ••• ," 1 )\' modo que el autor pone skia y eikon en agudo contraste.'

, 1/111/. que aquí significa "forma" o "apariencia",8 es la palabra 11"' .,1 NIII'vo Testamento usa para traducir el término hebreo tsefem

I '1IIh11:"I\"), palabra que describe la correspondencia física y espiri~ 111 •• 11 11111' Dios y el hombre en el principio, o entre padre e hijo'; Es 111 ... I"d.lhr.1 fuerte, y ha sido empleada incluso para describir la rela~ 11" ••• 'lllrl' Cristo y el Padre.1O Pero al margen de cuán fuerte sea, 1111'1'1111 ( .. ;tudiante cuidadoso de la Biblia intentaría -dibujar un '111.1111 dI' Dios basado en la forma como se refleja en la humanidad, 111 ~1'IlIh'I.1 en el Cristo terrenal. El instinto espiritual nos impide 11'" • 1 111\:1 comparación tall,precaria.-:;

11 jlllllto es éste: ¡Si un inS"tlnroéspiritual nos impide dogmati~ "11, ll1l1HllIC tengamos una fuerte (eikon) correspondencia, cuánto '11,\ It H'II,' debería ser el impedimento, cuando sólo hay una rela~ .1"11 .1" ,Ida (o de typos o de hypodeigma)! . t 111 IImprende que el apóstol se refiera al servicio del santuario i

11 ", Ihd romo una parábola (parabolé) del presente ministerio '..> •• 11 .. 11 ," "1 dotal de Cristo (Heb. 9:9)IComo las parábolas, no debe~ \ 11.11 '1lI'l'arse que los simbolismos típicos reflejen realidades en cada ) .1,1,.11, , (·:-.pccialmente cuando recordamos que el libro de Hebreos 1I.·otI101 jllincipalmente por contraste y menos por comparación. Esto -hll.llh ,1 qllc el movimiento es de lo nuev¿ a lo viejo, tanto como o ,1111. 11/,1" qllc de lo viejo a lo nuevo. Para decirlo de otra manera,

,,~I""'"III)S luchar para demostrar no t 1 s1: ,.. , ti, 1 ",du .tierra, sin ' , entes e inferiores son !

1,1, ' '',' dt'.Ia tierra cuando se miden con la realidad c lestlal o .1I'j'" 1'1" ~It,!unca debemos olvidar que "lo celestial y no lo terrenil • ,. Jlt'llIlh\o. o terrenal no era más ue un álido reflejo, un dise~ \ ",. " 1111" ,ral que señalaba a lo real... Lo real exp icarel a som ra, y } 11" \ It l'v,'rMI "';1,

'" II'qIIINC un sentido común iluminado para comprender que 1" 11,10' ,""a:- salen del concepto de modelo y que otras no, Y lo que 1"1" 111 1111'1'11 oe discriminar más frustrante, a veces, es que ~í no Ihl\' '1 1!11I~ Iwrmcnéuticas (de interpretación) que seguir~

1 0"" 1111 d"hl'ría sorprendemos, puesto que un gran porcentaje de 111. "'.1111111" d,'la Escritura que tienen los significados más profundos

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para nosotros, se expresan en lenguaje figurado o simbólico. De hecho, una gran parte de la relevancia continua y lo atractivo de ciertas verdddes cardinales de la Escritura (la expiación, por ejem­plo) está precisamente en el lenguaje figurativo a través del cual nos han sido reveladas, lenguaje que a menudo les permite trascender Ia~ barreras temporales, culturales, e incluso conceptuales. Resistamos, por lo tanto, la tentación que surge de un deseo mal encaminado de lograr una precisión científica, de sujetar cada sim­bolismo escriturario al análisis científico.

En consecuencia, sería inapropiado buscar una correspondencia matemática, una por una, entre el tipo terrenal y la realidad celes­tial. ~ palabra "modelo" no soporta la carga que muchos tratan de imponerle¡

ANTIGUOS PARALELISMOS CANANEOS Hace algunos años uno de mis compañeros de clase presentó una

investigación en la cual documentaba la existencia de restos de templos paganos pre israelitas en Palestina, que tienen notables semejanzas con el plano general del tabernáculo/templo israelita. Todavía puedo recordar su asombrosa conclusión. "Esto prueba -chjo- que no hay santuario en el cielo".

Su conclusión no garantizaba nada, por supuesto, y el resto de la clnsc le dio la rarea de probarla. No obstante, las evidencias que des­cubrió plal1tl'al1 problemas a algunas mentes cón respecto al con­

de un moddo celestial. k'l1to!; mqueol'~hedws en el Cer-1! ....... ~ltogde temp10s cananeos preis­

h~~I(,A y lA elltrllctura del plano de planta del tabernáculo del dC81crto y IiU sucesor, el templo de Jerusalén.fO. R. H. Wrlght hace un" 1i8t11 tlt· varios de éstos: el tem­plo de Hazor, construido II mCI.Undoll dt- 111 Edad de Bronce (entre 2,000 y 1,600 a. C.); el templo FO.le dc I.nchü., construido en la Edad de Bronce tardía (en algún momento alrededor de 1,500 a. C.); y un "templo Neolítico de la era prt~ Ct'rámica Neolítica" en Jericó (estimado como anterior a 3,000 1\. C,).II El rasgo caracterís­tico que los distingue, por sobre otros, es su triple divisiónY Esta característica, entre otras, llevó a John Bright él afirmar que el "san-

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(;ONFOBME AL MODELO 43

IlIario [refiriéndose al templo de Jerusalén) fue construido sobre un IIlodclo cananeo".,l~

J. Quellette, comemandc acerca del templo de Hazor y otros, ha IIlustrado que las similitudes no son, ni con mucho, tan sorpren­(lentes como parecen a primera vista. '5 Y Wright ha observado que "1:. división ... en tres elementos no siempre se marca con toda da­IIdad". En realidad, dice, "la impresión que causan los planos que :1I'm se conservan de varios de estos edificios es la de arreglos e inser­I HInes provisionales y desordenados que todavía no logran su ver­dadcra forma final".16

Esto, sin embargo, no es lo que nos interesa. La cuestión es, más "lcn, que existieron en una época anterior a la revelación del plan (k, la construcción del tabernáculo del desierto en el Sinaí, templos paganos, no istaelitas, que se aproximan baStante a aquél, tanto en pI.mo de planta como, hasta donde podemos determinar por la evi­dl'ncia, en ciertos accesorios. ~eron diseñados también estos templos paganos de acuerdo al

modelo celestial? O para decirlo de otta manera, si el tabernácu­l'lftemplo israelita fu~ hecho de acuerdo al modelo de las cosas rclcstiales, ¿por qué no era único en todas sus formas? ¿Por qué fue precedido por lugares paganos de sacrificios?)Estas preguntas son de particular interés para las personas que tienen una concepción lite­I'alista del concepto de modelo.

Sugeriré una posible solución al final del presente capítulo, pero quizá sería apropiado echar primero una rápida mirada a algunas de I.ls diferencias existentes entre el tabernáculo del desierto y los tem­plos que le sucedieron, especialmente el templo de Je~alén. A mi juicio, este fenómeno se relaciona indirectamente con el problema d(' los paralelismos de los antiguos templos paganos con el taber­n:ículo.

DISIMILITUDES ENTRE EL TABERNÁCULO DEL DESIERTO Y EL TEMPLO DE JESURALÉN

Hasta el lector casual que recorre con curiosidad 1RI' dt"l't"ripC'io­m's bíblicas del templo de Jerusalén nota ciertllll dlalmllltlldt'¡'¡ l'ntre (o¡.¡tl' y el tabernáculo del desierto. Entre ell .... r'n:

l. El templo de Jerusalén contenta por lo menos dos atrios, no

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44 EL SANTUARIO

sólo uno, como ocurría con el tabernáculo del desierto. 17 (Había un "gran atrio",18 al cual todo el pueblo tenía acceso, y un "atrio inte~ rior" o "atrio de los sacerdotes", o "atrio superior"19, que era princi~ palmente para los sacerdotes y levitas.)

2. En el tabernáculo del desierto sólo había una entrada, mien~ tras que había seis que conducían al precinto del templo de Jeru~ salén.2"

3. El tabernáculo del desierto era una tienda móvil y frágil. El Templo de Salomón, por la obvia razón de que Israel era ahora una nación debidamente establecida en su tierra, era un edificio pala~ ciego de piedra21 que nos da, quizá, otra obvia razón para no enfati~ zar demasiado la correspondencia entre los santuarios terrenal y celestial. ¡El primero existía en la tierra; el otro existe en el cielo!

4. El tabernáculo del desierto contenía un candelabro en el lado sur y una mesa de los panes de la proposición en el lado norte. Por contraste, el templo de Jerusalén contenía diez candelabros y 10 mesas de los panes de la proposición ... y en ambos lados, norte y sur (o derecha e izquierda).22

5. Así como el tabernáculo del desierto, todo el interior del tem~ plo estaba adornado con figuras de querubines. Además, tenía pal~ meras, flores, leones y bueyes.B

6. Uno de los atrios del templo de Jerusalén contenía un gran mar de bronce, o tanque, que estaba colocado sobre los cuartos tra~ seros de doce bueyes de bronce que miraban hacia cada uno de los cuatro puntos cardinales. Esto no lo encontramos en el tabernácu~ lo del desierto. Además, en el atrio del templo había diez fuentes movibles para lavarse. en IUMur de una, como era el caso del taber~ náculo del deslerto.14

7. A la entrad .. Jel Templo d. Salumón t'lItuball dos gigantescas columnas de bronce Uam"d .. llquCn y AClIIZ, I.'oronadas de lirios,z> Salomón hizo "cadenas como coU.,.. y 11111 puso en el capitel de las columnas con cien granlclu.n l •• e.dentlll". No me consta que se haya especulado alguna vez .obre .1.IlInlfkudo teológico de estas columnas, pero ellas constituían UnI d, l •• Imtll notables diferencias con el tabernáculo del desierto. EI.Ndlto dd Antiguo Testamento, William Shea, sugiere que estas columna. tcnínn fanales (vasos me~ tálicos) en el capitel para alumbrar, al,o que el tabernáculo del de~

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CONFORME AL MODELO 45

sicrto no necesitaba, bendecido como estaba por una luz milagro­Sll .. .!6

A estas disimilitudes deben añadirse otros numerosos asuntos de mcnor significado que, cuando se combinan con las obvias diferen­das en la apariencia de estas dos estructuras -la primera, una hu­milde tienda, la otra, un suntuoso palacio de piedra-, tienen un sig­nificado que no pueden ignorar simplemente aquellos que desean mantener una estricta correspondencia literal de construir "de .Icuerdo al modelo".

y sin embargo, no debemos olvidar que el Templo de Jerusalén, -.Isí como el tabernáculo del desierto, fueron construidos de acuer-do con el modelo celestiaU "Y David dio a Salomón su hijo el plano del pórtico del templo y sus casas, sus tesorerías, sus aposen­lOS, sus cámaras y la casa del propiciatorio. Asimismo el pl~no de todas las cosas que tenía en mente para los atrios de la casa de Jehová, para todas las cámaras alrededor, para las teso~erías de la casa de Dios, y para las tesorerías de las cosas santificadas ... Todas l'stas cosas, dijo David, me fueron trazadas por la mano de Jehová, que me hizo entender todas las obras del diseño [tabnith)" (1 Crón. 28:11-19).

Al comentar esto, Elena de White dice que "David dio a Salomón instrucciones minuciosas para la construcción del templo, nm modelos de cada una de las partes, y de todos los instrumentos del servicio, tal como se los había revelado la inspiración divina" P Además, estamos seguros que los constructores de Salomón, aunque contratados de una nación pagana, seguían los planos divinos, como :.c ve en la impresionante demostración de aprobación de Dios en la dedicación del templo. Él lo llenó con la nube de su gloria, "y no podían los sacerdotes estar allí para ministrar, por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Dios" (2 Cmn, 5:14) .

..§!.punto, entonces, es éste: si tanto el taber culo d,1 d .. torto romo el templo de Jerusalén fuerón construid ..... rdo con d modelo celestial, ¿cómo puede entenderse el tno "modelo" l'n

un estricto sentido literal, cuan@;~n tantol 11 .. 1M dne r"truc-turas mostraban disimilitudes tan notabltt?" 6n te vuelve 111<15 compleja aún si tomamos en cuenCt 1M dlft,. 'ácl'iclonllb,

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46 EL SANTUARIO

la variaciones y desarrollos indicados en el templo ideal de Ezequiel (véase Eze. 40:1-43:27).18

Por supuesto, puede argüirse que si Dios dio "planos" tanto a Moisés como a David, sin importar las diferencias, los detalles en ambos deberían considerarse muy importantes. Esto es cierto. Pero por pequeñas que fueran estas diferencias deberían ayudarnos a ale­jarnos del dogmatismo acerca de la apariencia exacta del santuario celestial, basado en nuestro conocimiento del terrenal. Es un hecho que la gran cantidad de diferencias en detalles carecen de impor­tancia, pues se relacionan únicamente con el tiempo y las circuns­tancias de lugar: la luz de Jaquín y Boaz, por ejemplo. Estas habrían reemplazado a la luz sobrenatural (Éxo. 40:34-38) del tabernáculo del desierto.

1. No son los detalles estructurales del tabernáculo/templo real­menttr'mportantes, sino el plan básicoJ Sobre este punto, llamamos la atención a ciertos ingredientes fundamentales que caracterizaron las tres representaciones del santuario, al margen de las otras variantes. Entre ellas están: t::¿. "'oc I " J h, " J .'!"¡.t 1 .) i-v J", J

a. Los tres (el tabernáculo, el templo de Salomón y el templo ideal de Ezequiel) estaban orientados hacia el mismo punto cardinal: el este.N

b. Cada uno de ellos contenía las tres divisiones básicas: i. El atrio ii. El lugar santo iii. El lugar santí!>i IT\O,

c. La Jecoraci(lIl h¡~sica de los trl'S era la misma: las figuras de que­rubmes que ~ld()rnuhun IUII 111m' des intl'riores. d. El equipo b1111\c:u y el l1luhlllllrlll l'run los mismos en el atrio: el altar del holoculllltui (In el lUNur .unto: el (1011) l'anddabro(s), la(las) mesa (s) del pan de: 1 .. prol,ualclón. Y olnltllr dl'l incienso; en el lugar santísimo: el arca sB¡rud., cublortll rnr 1" /lllIllhra Je las alas de los querubines. •. e. En cada uno de ellos ellu,"r IlntCllmu cm un cubo perfecto.

Por lo tanto, al tratar de deepr.nd.r algún sigl1lficado teológico, deberíamos tomar en cuenta e.tOll rll,OI! clltrlll.:turalcs básicos del tabernáculo/templo.

2. La apariencia física del tabernáculu/templo 1\11 nos da libertad

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CONFORME AL MODELO 47

para dogmatizar en cuanto a la apariencia del original celestial. Pa~ Il'l'ería que el enfoque más seguro es concentramos en la signiflca­, i,'¡n teológica, más que en la especificación estructural.

Esto significa que no buscamos contrapartes celestiales para las I .. hlillas y los corchetes, los braseros y las vasijas y los numerosos l't ros muebles que formaban parte del complejo del santuario terre­nal. No es posible especular con respecto al significado de los tipos ,le pieles de animales que se usaron para cubrir el tabernáculo del ,k'sierto, como no le damos ningún significado teológico a las pie­dras con las que fue construido el templo de Salomón.

Estos puntos simplemente representaban los materiales de cons­I rucción que había en aquel 1:iempo.~1 Deberíamos negamos sí a encontrarles significado a los bellos coIo;es del tabernáculo, por Il'ntadores que parezcan. Todo este esplendor, como IJs el caso de 1, \!> colores de las vestiduras del sumo sacerdote, eran "para gloria y hermosura" (Éxo. 28:2, 40)ISería inapropiado, por ejemplo, consi­derar el hecho de que una hebra escarlata corría a través de todas las cuerdas de los buques de la armada británica, con el fin de hallar en ello capital teológico, como lo sería también encontrarlo en la predominancia del color rojo en el santuario, como he oído que hacían algunos predicadores adventistas (por fortuna, no reciente­lIlente).

Mientras me concentro en el significado teológico de tod~ el amplio aspecto físico del santuario, he visto útil pensar en sus tres divisiones básicas y el ritual asociado con ellas, como señalando a las tres fases o dimensiones fundamentales del plan de salvación, es decir, expiªcióD, jntercesión y juiCio 1 atrio con su ~ficio en el .tltar de bronce, imbolizaba la expiació señalaba, en particular, a la ran transacción ue se rea Izaría en la cruz. ugar santo C'on

ificaba la interc stOn

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48 ELSANTIJARIO

LAS TRES DIMENSIONES FUNDAMENTALES DE LA SALVACIÓN REVELADAS EN EL SANTUARIO

o o 1 11 1 , 11 11 11 11 11 11

1 1I

Juicio (con utld contin~ intercesión do 1844 al final .lcI tiempo de ~raci.)

InrefCCSi&l (De l. eru: a 1844)

LA EXPIACIÓN

ES NECESARIO EL EQUILIBRIO

1 11 11 11 11 11 11 11 11

I~I ______ ~------~

La ~.piación (En Li erlli)

Visto de esta manera, la existencia previa de templos no israeli~ tas, similares a la estructura básica del tabernáculo mosaico o del Templo de Salomón, ya no nos perturba más1fl énfasis' como h.e ~~ de mn.'ltrllr, tyjl.se basH prim~~l!le~ los accesorios físi~ cos y en IN ettructurss como tates. sino más bien en el "UsOque se .!§ dabal C' decir su {uncl6nJ -._-

Es cierto que tenemOl relcoa de "Itnrell del perfume, de altares e ídolos asociados con _COI antlluOl t~lnpl()1! paganos no israelitas, pero no se sabe nada en cuanto al Uln rllpC'dfico que se les daba a estos accesorios y estructural y ... Importante aún, el significado teol6gico que se atribuía a lueMrvlclOl y rltulllcs. Muchos de los ele­mentos y otros accesorios del mobtllarla le han perdido, y c6mc específicamente se llevaba a cabo ,1 ritual el! ahora prácticamente irrecuperable. Así, tenemos muy poca Informnción en cuanto a verdadero modelo del ritual, y la forma en que los muebles y lo:

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.Il'cesorios se relacionaban con aquél. De aquí a 2000 años -si el tiempo durara- no habría gran dife,

H'nda entre los restos de una catedral cristiana y los de un templo hindú, musulmán o budista, específicamente en cuanto al plano de planta, Y sin embargo, ¡qué grave error cometerían los arqueólogos () los teólogos si empezaran a suponer, por la simple similitud exter, na, que existe una correspondencia en la teología y la adoración de Illdas estas religiones tan divergentes!

Es absolutamente concebible que Dios, que se comunica como :-il'~re en lenguaje humano, decidiera emplear un medio recono, l'ldo por la generalidad (tabernáculo/templo) para la revelación de S\l plan, pero que al hacer uso de la forma, alterara drásticamente su significado teológico: su contenido.;

El interés de Dios, entonces, de que Moisés construyera cbnfor' IIlC al modelo divinamente revelado, pudiera verse como que influ, ye directamente sobre este contenido y significado teológicamente altcrado. De acuerdo con esto, construir según el modelo, no signi, {icaría né~riamente que Moisés lo hiciera en base a la forma físi, nI del santuario celestial, o que la estructura tuviera que ser nece, sariamente únical2 Era más probable que mostrara que Dios tenía cuidado de que las características físicas sobresalientes se conforma' mn al plano que se le proveyó a Moisés sobre el monte Sinaí, un plano traducido para el uso humano, por así decirlo, y que reflejara l icrtos aspectos cruciales del plan de salvación. ~ idea básica sub, yacente, en otras palabras, era que el ritual del tabernáculo, tanto l'n su aspecto diario como en el anual, sirviera como "profecías", :.ímbolos, tipos, del plan cósmico de Dios para la salvación humana y la seguridad del universo.~

De modo. que el tabernáculo/templo israelita, aunque tuvlcru sl'mejanzas externas y superficiales con edificios ya conocido. en l'IIlturas contemporáneas del antiguo Medio Oriente contene", Iln l'mbargo, importantes disimilitudes que señalaban 1 .. lmpnrt"nrflll. mas realidades ~~ológicas de las cosas celestialee, l. fuenl y ,,1 Ct'n·

tro neurálgico de la salvación humana.

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50 EL SANTUARIO

Referencias

'En NúmerolS S 4,1 .. pal .. bra hebrea e:; m/lI'eh, que significa ",·ist.l", "apariencia" . R,clw.1 M D,lViJsun, Typolo¡o in ScriptllTe (Berrien Spring:¡, Mích Anurews University Pre:;,;,

1981), p.\:.:. 167-388 , V';ase Da"idslln, págs. 372-314 , Id ,p.\g 386 • Id ,págs 378, 385. 'Id, ¡>.Ig 10 . . Véase W. F Amdt y F W Gingrich, A Greek-English Lexicon of!he New Test/unenc and Other

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< /bid , So v. eb • Véase Gén. 1 26,27; 5:3; cf 1 Cur 11 7 V 1549. "Col 1 15; cf 2 Cur. 4'4 " WilIiam G. Johnsson, In Absolute Confidence The Boul, of liebre",. Speak) lO OUT Day

(Nashville: Southem Pub. Assn., 1979), pág. 91. 1: G. R. H Wright, "Pre-Israelite Temple. in lhe LanJ of Cana.tn" , Palcstine Exp/oTarion

Qllarreny 103 (1971). 26, 28 " J. Quellette, "Temple of Solomon", en IncerpretCT's Dicaooory of rhe BibIe, suplemenrary volu­

me, pág, 872. " John Bright, A Hiswry of ISlacl, 2nd e.t (Phil.ldelphi.t Westminster Press, 1972), pág 222

Wright ."Ugiere que estos antiguos "templos tipo" formaban "el fondo hist(írico natural ud templo de Jerusalén" (pág 17).

I! IncerpretCT-s Dictkmary of !he BiNe. suplementary v"lume. págs 872. 873 Véase también Lawrence Geraty. "The Jerusalem Temple of the Hebrew Bible in Its Ancien! Near EoI:ltern Setting", en The Sancluary and rhe Alon.'fllenl Bíhlical, Historical, and TIleol"gical Studies, ed A V Wallenk .. mrf V W R. Lesher (Wáshinglon. D. C .. Revietvand HCTald Puh. Assn., 1981), I"lgs, 55-59

.. Wnglu, r.ig. 25 ,. 2 Rey 21 5; 23 12; 2 Cr';n 49; 1 Rey 636; Jer 36.10; cf Exo 279 "2Crt\n 49 " 1 Rt,V 6 16. 2 Cr¡\n 4 9;Jer 36.10. " 1 Crón.9 18; j"r 26 !O, 36 10. 2 Rey 15 35; cf Exo 27-16 " 1 Rey. 6:7¡ d. Exo, 26 l. 7 , 2 Cr6n 4.7.11 " 1 Rey, 6:IH. ZO·H, 211.12. 1~; 7:l",,' hn,2f, I "1 Rey. 7:21.1~¡ d.lixlI. IO:IH, 24. " 1 Rey. 7:21. 22¡ 2 Cu\n, 1: I '·17. l. Nota peNnnpl en mi •• r~hIYn. " Patriarcas ':J /"'''/tllll, ~. 1114, "Para una descri(ICIÓn y un lil..,.m.lII'tl"'~1I ""1 111111'1" .1., 1''''"lIu·l. vo.',,'c d Diccionario bdJIi­

ca adtoeruisra del séptimo dia, rdlllo, 1141, 1141.', h.II.III!11h. "1'lu'IIII"" id~.,I" de Ezequiel, porque aunque lo vio en visión, nunCll !le CllllllnfYl\.

"Exo. 17:9-16; Lev. 16, J4¡ NIlm. 3111, ¡ cm". 4110, K ... 1I,1C! 1" "viJ"l\('ía .le que el T"mpl" de Salomón miraba hacia el este no es lan ftllrl' 111111111 1",hl'tKllln. ,k· ... ·.,,' ... pero es razonable sacar esta conclusión Segundo .le Crónicas 5:12 litICrlhe .1 ~lIrll I,YI", " !t", '.' el I .. J" este del altar de bronce, posición que sólo puede tener sentido ., ,1.lIIpkl","vI,r" "",·ntad" !t.lci.l el este. Si mira­ba hacia el oeste, por ejemplo, los miembros del CilIO IlIIIclrl." '1'111 .I.rl,· 1" .'I~,Itl.1 ti al altar" al tem­plo, dependiendo del n.mbo al que estuvieran viendll, y CUllklllltrn .1. 1,," ,In> h .• h, ía ,iu" inaceptable cultural y religiosamente (véase Eze. 8 16)

.r Elena G de White explica, por ejemrln, pnr qu6 la m"",", ,¡. '""Id" .,. ,·h¡.:i'; r.\T.l lls.-.rla en

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CoNFORME AL MODELO 51

l'I mbemáculo del desierto: Estaba "menos sujeta al deterioro que cualquiera otra que se pudiera ha~r oht.:nido en el Sin.~r· (Patriarcas y profetas pág. 369).

11 F.sta idea S~ des.~rr"llará más completam~'l\te en el capítulo 9. que se relaciona con la expia·

.: El sal:rario. o la parte interior. probablenlente repres.ontó para los habitantes del Medio Oriente , 1 11I~'llr de L~ morada de Dios. Yahweh. al revelar los planos del t3bemáculo/t~'lUplo a Mois('S/David. 110 necesiraba modificar este concepto básico ... que probablemente derivaba originalmente de Dios .le todos modos No debemos olvidar que todos los pueblos del Cercano Orienre estaban interconec< 1.«105. y tenían un tronco común físico y espiritual en Noé. Es probable que lo que estemos viendo sea 1.1 distribución de una ttadición común.

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CAPÍTULO 4

Una conceptualización del Santuario celestiaL

Q mo conceptualizaríamos el santuario celestial?ILa siguien­te discusión presupone el fundamento ya puesto en el capí­tulo anterior y trata de ir un poco más al fondo del tema que

aquí comenzamos . .f¡ara algunos resulta fácil visualizar el santuario celestial como

una tienda levantada por el Señor, semejante a la que erigió Moisés en el desierto, aunque más grande en apariencia y dimensiones.tEsta estructura celestial, completada con la mesa de los panes de la pro­posición, el candelabro y el altar del incienso se divide, como el antiguo rabcrnúc.1I1o, en dos departamentos: el lugar santo y el lugar santísimo. Un velu IIcptlra los Jos dcpartamentos. El propiciatorio, que está en elsantunrlo Interlnr, Cllllllmnmc:ntc grande y mucho más hermoso que su contrlAl"llrte terrC:l\111, y Clltlt cuhierto por un queru­bín (metálico). Contiene l. dua tlhl ... de I"lt'dra y. quizá. la vara de almendro de Aarón que reverdocl6 mU""rullnmente.

Seamos claros desde ahora I'tIPlcro de: lo que estamos conside­rando. A.quí no está en dlscUll6n l. Ixlltenda del santuario celes­tial. Creo que tenemos suficiente but brbllcu ¡lam declarar categó­ricamente que hay un santuario en .1 cl.lu, 11 ~'uya "semejanza" se

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1 INA CONCEPTUAUZAOÓN DEL SANTUARIO CELESTIAL 53

(OIlStruyó el santuario terrenal {véase Heb. 8:1, 2; 9:1-12; cf. Apoc. 1 1 : 19; 16: 01 De hecho, el santuario terrenal no era más que una "l\nbra de aquél. .ID santuario real está en el cielo, como Hebreos H. l. 2, afirma claramente.' En las palabras de William Johnsson:" "Mientras que [el autor de Hebreos] no describe el santuario celes­tIal y su liturgia. su lenguaje sugiere varias importantes conclusio-' I 'l·~. Primero, él se atiene a su realidad .... verdadera deidad, verdadera 1" Imanidad, verdadero sacerdocio, y podríamos añadir, un verdadero ministerio en un santuario real".' En cuanto a mí, esa cuestión está .• dmada.

El asunto en este capítulo tiene que ver, más bien, con el tipo de 1l·I"ción que existía entre el santuario terrenal y el celestial, que hicn podríamos esperar si somos razonables. Es una empresa muy Il\"l'caria y controvertida, y debo recordarle al lector que las ideas y ((lIlclusiones que se anotan aquí, representan sencillamente mi Illl'jor juicio en este punto. No deben verse como conclusiones dog­m;íticas enmarcadas en concreto para siempre .•

Cualquiera que haya escuchado atentamente a los creyentes adventistas hablar de la naturaleza del santuario celestial, habrán (Ihservado, entre otras cosas. que las palabras "modelo" y "sombra" (IIIC se usan para describir las relaciones entre los dos santuarios se han entendido muy literalmente.J;Ipy una tendencia a concretar la rdación, entendiéndola en el sentido de correspondencia literal nm el santuario origina~ La idea que apoyo es que una sombra, por ,'jl'mplo, sugiere al menos una semejanza de formas con el objeto /(:;ico que proyecta, como la reflexión de un objeto en las aguas o la lIombra que proyecta un objeto ante la luz. ~gún esto, cuando vemos una mesa de los panes de la proposi­

ribn en el santuario terrenal, debemos entender que la "sombra" Il'rrenal fue proyectada por una mesa de los panes de la proposici6n literal, aunque mucho más grande, en el santuario celestial. Y lu mismo puede decirse del candelabro, del altar del incienso, del RrCII

d,'1 pacto, y así por el estilo.'

IMÁGENES, FIGURAS Y SÍMBOLOS Se admite generalmente, aunque l. tmpllaoton •• en IU totali­

dnd no se aprecian con toda claridad, que DiGl noa habla cm len-

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54 EL SANTUARIO

guaje humano y que, muy a menudo, las realidades celestiales pue~ den hacerse más inteligibles para nosotros sólo a través de imáge~ nes, figuras y símbolos.'

En uno de sus libros sobre la iglesia, Avery Dulles discute la naturaleza y dinámica de las imágenes en una forma que podría ser instructiva para nosotros en este punto. "Cuando el teólogo [y, por implicación, el escritor bíblico] usa imágenes -dice Dulles-, lo hace con el propósito de lograr una mejor comprensión de los misterios de la fe". 1.gs teólogos y los intérpretes bíblicos en general, deben tener siempre en mente "que las imágenes son útiles hasta cierto punto, y que más allá de ese lfmite pueden llegar a ser engañosas'1

~í, continúa diciendo Dulles, el teólogo "emplea imágenes en una forma reflexiva y discriminativa. Cuando escucha que a la igle~ sia se la llama el rebaño de Cristo, está consciente de que ciertas cosas proceden, mientras que otras no.' Se acepta, por ejemplo, el hecho de que las ovejas (i.e. el cristiano) oyen la voz de su amo (Cristo), pero no se espera que los miembros de la iglesia críen lana".2 El intérprete, alega Dulles, debería buscar siempre los "prin~ cipios ;rr[ticos que conducen a una exacta discriminación entre la aplicación válida y la inválida de imágenes"l

En esta conexión siempre me ha intrigado la brevedad de la interpretación de Jesús de sus propias parábolas, por la forma en que se deshace de los muchos detalles y rellenos para llegar a la esencia. Por ejemplo, Mateo 20:1~15 presenta la parábola de los labradores de la viña. En rlln se utilizan unas .350 palabras en español (unas 230 palnbru.'1 en d /otri,'go). Por contraste, la interpretación (vers. 16) tomu cxm:tlllllt'nlt' trece puluhrns en español y nueve en griego.4

Observamos In InhlllUI C'nnchlh'm "1\ 1" intt'rpn'taci6n de algunas profecías bíblicu.· V" aUNorlr'" quo cllta f'rn(lItwl\u. aunque al pare~ cer carece de relación con '1, tl'M Imrltc:ndoluos para nuestra com~ prensión e interpretación dll tima del.Mntllllrio y su ritual. A noso~ tros también nos ocurre qu.lo. *bol •• nn nos d"jan ver el bosque. Tenemos la fuerte tendencia. buRlrl •• • INntkado a los detalles' -~lles nos recuerda que licuando un Ir.lr" 11lVt'~riga algo que está más allá de su experiencia directa, por In .rnC'rllluséI algún objeto más fácil como muleta, que sea .uflcl.nclmt'l\tc familiar, que le sirva como punto de referencia". Pu". ItIr tll\t' utilice bolas de

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1 lNA CONCEPIUAUZA06N DEL SANTIJARlO CELESTIAL ss ""Iar, por ejemplo, como modelo para probar el fenómeno de la luz.' I 'll'gO Dulles añade esta significativa observación: "Algunos mode~ 1\ ,:-;, como aquellos usados en la arquitectura, son reproducciones a \· ... cala de la realidad bajo consideración; pero otros, más esquemáti~ \ \1:-' en naturaleza, no se supone que deben ser réplicas. Son realida~ \ les que tienen una correspondencia funcional suficiente con el \Ihleto en estudio, de modo que provea herramientas conceptuales y vocabulario; juntos tienen hechos que de otra manera parecerían qllc no están relacionados".1

En la misma línea de este punto de vista, yo sugeriría que no \Icberíamos concebir al santuario terrenal como una ¡e¡oduCci~' na

'"f .-<" .. \ 1 L(. 1' .... l· ... cala o réplica de la realidad celestia1f&l& relación de ería ve e, lI\,ís bien, en ténninos de "correspondencia funcional", que nos pro~ Vl'C de "herramientas y vocabulario conceptuales". En otras pala~ hras, la"' fonna terrenal pone palabras ("vocabulario") en nuestras hneas, pennitiéndonos así hablar acerca de lo inefable, para com~ prender lo incomprensible, aunque sea oscuramente.

APLICACIÓN DE LA LECCIÓN ¿Cómo, entonces, podemos representamos el santuario celestial?

El áSünto no es meramente académico. Impacta la forma en que presentamos el tema del santuario a otros y el grado de confianza que manifestamos al hacerlo.

En el capítulo anterior estudiamos el significado y las implica­do~es de la palabra "modelo" J Destacamos, para mencionarlo en forma especial, el aspecto del antiguo servicio del santuario, el ritual en el atrio, que halló su cumplimiento antitípico aquí en la tierra, ante nuestros ojos, por así decirlo.l:.,sacamos la obvia conclusi6n d~· que, aunque hubo similitud en muchos detalles, también huhu 1.'1,,­rísimas disimilitudes.

Una de las más significativas de éstas fue el atrio ""tltfl,l~u 'Iur ~c convirtió en el Calvario, un lugar no consagradn; nl.lqul.r .. hit' d atrio del templo terrenal, y menos todavía un 'ulI .. r •• p."I"' rll ,·1 ciclolmn otras palabras, esta tierra es el atrio extorlur cJOIIIIIIIIIIllIIll

cclcsti';i, conclusión que apoya Elena ue Whlt', R,flrlfl1""Nt· .. 1 dra antitfpico de la expiación, ella dice: IIEI ti"", .0 .n~·nlll r"1 11111 d antitipo en la muerte de Cristo, el Conl"rn Inn",I,,"o pm 1011 Iwca~

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56 EL SANTUARIO

dos del mundo. Nuestro gran Sumo Sacerdote ha hecho el único sacrificio que tiene valor en nuestra salvación. Cuando se ofreció a sí mismo en la cruz, se hizo una perfecta expiación por los pecados del pueblo. Ahora estamos de Pie en el atrio exterior, esperando la bie­naventurada esperanza, la gloriosa aparición de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" 8

Si trazamos una flecha que parta del antiguo atrio típico, rodea­do de cortinas, hasta su cumplimiento antitípico, veremos la abier­ta expansión del Gólgota. Si trazamos una flecha desde el altar del holocausto, con sus sartenes ardientes en el antiguo atrio, hasta su cumplimiento antitípico, veremos un antiguo patíbulo romano, una cruz levantada. Si trazamos una flecha desde la víctima animal típi­ca, que arde sobre el altar, hasta su cumplimiento antitípico, vemos una figura humana, el Hijo de Dios, con los brazos extendidos, san­grante, agonizando, colocado dentro de la tumba, sin un solo hueso quebrado ni quemado. Hay hermosas correspondencias por todas partes, pero son espiritu;rtes y teológicas, no físicas ni mecánicas.l

Como un primer ejemplo, podemos enfocar, conceptualmente, el resto del santuario celestial. No podemos saber con precisión lo que está presente y lo que no está, pero la clase de cumplimiento que vimos con respecto al atrio exterior debería damos una pista. ¿Deber(amos esperar encontrar un altar de las ofrendas encendidas en el templo celestial? De ninguna manera. Porque una cruz roma­na fue el altar antitípico. Fue allí donde nuestro Señor fue inmola­do, siendo I!l mismo sacerdote y víctima.

Tampoco ueber(amos <,'sperar encontrar los panes de la proposi­ci6n al U, hornclldos en Ilhlunn pllnadcr(u celestial. No, los panes de la pmposlc:16n torren"l "slmbnllznhlln n CrISto. el Pan viviente, quien está siempre en 1 .. prcscl\ch, de 1 )Ios" En otras palabras, si echáramos un vistazo "l.lAntuI\ri'l celestinl huy, no deberíamos espe­rar encontrar allí una meel d, 1011 pllnea de la proposición, sino a Aquel que es el Pan de vida.

No deberíamos esperar encontrar un l.'nndclabro de oro, sino más bien a Aquel que es la luz del mundo. ~) deberíamos esperar encontrar ningún incienso ardiendo lobre elllltar, sino más bien a Aquel, cuyos méritos, intercesión y perfeern ju¡;ticia fueron repre­sentados por él. 10 No deberíamos esperar encuntrar querubines

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UNA CONCEPrUAIlZACIÓN DEL SANTIJARIO CELESTIAL 57

mctálicos cubriendo un cofre metálico en el santuario interior, sino Imís bien el trono del Dios viviente mismo, fundado en la justicia y la misericordia, y rodeado por multitudes de brillantes ángeles que k· sirven.'

.Algunos pueden preguntarse por qué el libro de Apocalipsis, cuando alude al santuario celestial, se refiere muchas veces a los muebles y otros utensilios asociados con el santuario terrenal. Por l'jcmplo, Juan vio el arca del pacto en el templo abierto en el cielo (Apoc. 11:19) y, en otra escena, copas llenas de incienso (Apoc. '5:8). Sugiero que esto no era para indicar que estos muebles en par­ticular y todo el mobiliario se hallan en el cielo. Más bien, el profe­ta usa estos objetos familiares como c6digos -o señaladores- para cnfocar nuestra atención en el arquetipo del santuario celestial como lugar de los eventos particulares que están en discusión. Ellos nos dicen, en otras palabras: "Miren, ahora estamos hablando del santuario celestial". ,

La presencia del arca, por ejemplo, habla de la importancia y cO~lUa relevancia del Decálogo que antiguamente estaba guarda­do dentro del santuario típico.IY ciertamente debería recordamos también el trono de la gracia, representado por el propiciatorio en la antigua economía. Sin embargo, nos metemos en problemas cuando insistimos en que un arca de verdad, si bien más grande y gloriosa, se encuentra en el cielo. Tampoco hemos de pensar que hay un cordero en el cielo con la garganta cercenada y sangrante, como podríamos suponer al leer Apocalipsis 5:6. O que hay "almas" debajo de un altar en el cielo (Apoc. 6:9).

Muchos han tropezado a través de los siglos a causa del signifi­cado e interpretación del lenguaje figurativo y simbólico. Fit'wlI conflictos teológicos se han librado, por ejemplo, en cuanto ni "1",­nificado de la expresión de Jesús: "Este es mi cuerpo" y "elltll ('11 mi

sangre". Los católicos romanos creen, incluso hoy, que ""tn" d.ch •• raciones hablan de su cuerpo y de su sangre realelJ y VOl'\lMLttrOlI MI cual el sacerdote "crea", por así decirlo, y el (1,,1 crt'yont. rtl'lhr durante la ceremonia de la eucaristía"."

¡Cuán lentos hemos sido en captarlo I CUI"du J,.~ "dvll'I tI'! 11

sus discípulos que se cuidaran de la Icvndur. ~~o 1M Herl" .... y !Ir 11l~ fariseos, se estaba refiriendo a la doccrlnt!, nu "1"",,, ,'1111111 dllllll'II'{"

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neamente pensaban (Mat. 16:6, 11, 12). Cuando dijo: "Yo soy la vid" (Juan 15), no quiso decir que él era una planta de vid literal, porque también es la Puerta de las ovejas (Juan 10:7), el Buen Pastor (vers. 11), la Principal Piedra del ángulo (Efe. 2:20; 1 Pedo 2:6), el Firme Fundamento (1 Coro 3:11), la Roca de los Siglos (Mat. 16:18; 1 Coro 10:4), el Testigo Fiel y Verdadero (Apoc. 1:5), el Abogado (1 Juan 2:1) y el Verbo de Dios (Apoc. 19:13). Todas son hermosas figuras para describir el incomparable encanto y la multifacética función de nuestro maravilloso Redentor!

Mi interés aquí es que reconozcamos la riqueza de las figuras y los sfmbolQs bíblicos, y que no los confundamos con la realidad que representan.

NO SE NIEGA LA REALIDAD TANGIBLE ~cir que algo es figurado y no literal no es negar la palpable

realidad que está detrás de ello'Cuando estuve en las Filipinas, cada año nos azotaban uno o más tifones. Siempre que uno iba a la capi­tal, escuchaba por la radio el anuncio de que "la Señal Número Uno (o dos, o tres, etc.) de una Tormenta se ha dad? a conocer en Manila".

Hasta donde sé, nadie fue jamás a buscar las señales de la tor­menta, ni siquiera los niños. Quizá en los días anteriores a la radio, cuando las comunidades eran más pequeñas, debe de haber habido una señal física de algún tipo expuesta en cierta átea pública con­currida. Pero hoy todos sabemos que la referencia a la formación de una tormenta es una mera forma de indicar que se aproxima una tormenta potencialmente peligrosa y de dar la voz de alerta a los oyentes en cuanto él su intensidad.

¡Ay de la persona l¡UC, creyendo que es un lenguaje figurativo, piense que no hay ningún peligru reul u tangible por lo cual preo­cuparse y se dispone a llcvur UIIU fillllilia él un paseo en bote por la Bahía de Manila, a pesar de l¡Ue Iu Sl'f'\al Pública Número Tres (la más seria de todas las señales) tle hit lIl\lIllciado!

Sí, hay una realidad -realidad tungiblc- detrás de las figuras y símbolos bíblicos. Cuando el salmlstIl dicl' que Dios nos cubrirá con sus alas, no entendemos que lo que dice es que Dios tiene alas. En lo que pensamos es en la protección que lo:, indefensos e inexpertos

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IINA CONCEP11JAUZACIÓN DEL SANTUARIO CELESTIAL 59

I'Khones disfrutan bajo las alas de su madre, y captamos la lección (I.tlc. 13:34).'

No, al analizar el dramático rescate de Israel en el tiempo del h.llllo, el salmista evoca un gran despliegue de vívidos símbolos, 1'.lrticulannente gráfica para sus contemporáneos: "Dividiste el mar I 11(1 tu poder; quebraste cabezas de monstruos en las aguas. ~ I.lgllllaste la cabeza del Leviatán, y lo diste por comida a los mora, dl\'~'s del desierto" (Sal. 74:13, 14). La liberación de los hijos de 1'.,.lcl fue real, tangible e histórica, pero las imágenes que el salmis-1.1 lisa la describe como figurada, no como literal.

I :stc fenómeno permea prácticamente toda la Escritura, porque ,", IIn elemento universal y permanente dél habla humana. En 2 Salllud 22 David recuerda sus días como fugitivo y describe su "v"ntllal liberación de la mano de Saúl y de otros enemigos. Su "xllI'licncii como fugitivo había sido ciertamente real, y lo mismo h.IH.1 ocurrido con su liberación. Pero la descripción que hace de '''.\' l'vcnto no es real ... en ninguna de sus frases. Por ejemplo, él 11.111\:1 al Señor: "Fortaleza mía, en él confiaré, mi escudo y el fuerte d,· 1111 ~alvaci6n, mi alto refugio" (vers. 3). Recuerda que "me rodea-11111 ondas de muerte, y torrentes de perversidad me atemorizaron; liga, dI/1m del seol me rodearon, tendieron sobre mí lazos de muerte" (\"'I~, 5,6).

'M.ís tarde, en el mismo capítulo, habla de que Dios "voló sobre 1.,.. ah,s del tiempo" (vers. 9-11).

Si David sintió la necesidad de apelar a las figuras de lenguaje , ",,;:'jO describía las maravillas de eventos terrenales y terribles rea­"d.HI,·s, ¿esperaríamos menos de otros escritores sagrados, que 1", Ilahan para describir eventos y escenas celestiales? ¿No les daría-111"'. la misma licencia poética?'

( :lIando uno se detiene a pensar en eso, ¿cuántas oraciones 1"" I,'mos hilvanar acerca de la salvación sin recurrir al lenlUlJe Ih!lItado? Cuando Jesús miraba intensamente al rostro d. Nicodtmn 1'11 III~ tinieblas del huerto, le dijo: "Os es necesario nac.r de nuevu" (1111111 ~:7). Nicodemo, entendiendo (o deliberadlm'l\tt mal"nttn­.111 IIdllld que hablaba literalmente, procedi6 • p1M., PftJ(untall 111 IIlfllras acerca de la imposibilidad de que un hombl'l y. maduro 1'"' ",'ra volver al vientre de su madr ••

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Cuando Jesús le ofreció agua viva a la mujer samaritana, ella inmediatamente se enfrascó en una discusión con él en cuanto a la profundidad del pozo y su carencia de un recipiente apropiado para sacarla (Juan 4:10, 11). El gran Maestro recurrió, una y otra vez, a las figuras y símiles para describir el reino de Dios: la siembra de la semilla, el trigo y la cizaña, la semilla de mostaza, la levadura, el tesorero escondido, una costosa perla, la red.

Walter Scragg resumió magníficamente hace varios años en un libro devocional lo que todo estudiante del Nuevo Testamento observa cada día: el amplio espectro de metáforas y símiles que usa para describir la maravillosa salvación en Cristo Jesús.

"Vienen de diferentes experiencias humanas ... la justificación se origina en la experiencia de los tribunales. Lo mismo ocurre con la absolución. La santificación describe el proceso de hacer a una per­sona o a un objeto, santos. La redención nos compra de nuevo. La propiciación habla de alguien que está en lugar de otro.

"Jesús tenía su propia riqueza de lenguaje. Habló de nuestra con­versión o de dar media vuelta. En el Espíritu nacemos de nuevo. El pone el reino de los cielos dentro de nosotros. El nos pide que lle­guemos a ser como niñitos.

"Juan habla de aquellos que habían lavado sus ropas, de nombres escritos en el libro de la vida del Cordero, de la victoria que vence al mundo, de caminar con Cristo vestidos de blanco.

"Y así podríamos seguir. Mientras más leemos y entendemos, más crece 114 lista".1l

Nec:e.idad de una .eJUridad tranquila Si ellenlUlJe humano en ¡¡eneral y el de la salvación en parti­

cut;" están 11enOl de flsurlll, límlle. y metáfClras, ¡por qué existe la tendencia a ponerse n.rvlOlo , lnal.tlr Imhrc clliteralismo cuando surge la discusión alrededor del.lntuarlu cclcstial?hTememos algo? ¿Nos preocupa que algón If\lPO de penonas irresponsables destruya esta creencia fundamental que h. ll,pdo a ser la preciosa herencia Adventista del Séptimo DCa? No tenemus por qué temer. Ningún ser humano puede destruir esta doctrlrut. Está garantizada por la Escritura para siempre.

Es a partir de esta seguridad personal y profunda que yo me apro-

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UNA CONCEPTUAUZACIÓN DEL SANTUARIO CELESTIAL 61

ximo a la doctrina del santuario celestial y al lenguaje que lo des­cribe. Cuando veo, por ejemplo, un libro titulado: The Open Gates o(Heaven (Las puertas abiertas del cielo), mi mente visualiza inme­diatamente un reino celeste, portales entreabiertos, luces refulgen­tes y radiantes. La fotografía mental tiene un mayor realismo, que engendra un terreno cargado de emoción e inspiración para ilumi­nar todos los aspectos de la vida.

Para mí, entonces, "las puertas abiertas del cielo", no es una declaración para analizarla científica o astronómicamente. Es, más bien, un intento de capturar lo sublime en lenguaje humano. Es un llamado a la contemplación, no a la racionalización.

¿Significa todo esto que no hay nada allá arriba? ¿Que no es más qu;espacio vacío? En lo absoluto. Lo que necesitamos mantener siempre en nuestra mente es que detrás de todas las figuras, símbo­los y metáforas está una realidad tangible, poderosas verdades teo­lógicas, incluso detrás de las cuatro extrañas criaturas de Ezequiel y las ruedas dentro de las ruedas (Eze. 1,2, etc.).\

Hay quienes, sin embargo, aun sin decirlo en voz alta, perciben al santuario celestial como un edificio que Dios erigió en algún lote vacío allá en el cielo (para ponerlo en fon~:~:-Furd.?tdespués de la entrada del pecado en la tierra con el propósito de que Jesús pudie­ra ministrar en él. Una concepción tal es bastante inofensiva, cier­tamente, pero yo dudo que podamos considerarla digna de una seria reflexión espiritual. Tiende a transformar en típico e irreal algo que es antitípico y real.

Yo prefiero ver al santuario celestial como el lugar de la morada de Dios, el asiento de su gobierno, el sistema nervioso central del universo. Y como tal, siempre ha existido.

Pero con la caída de la humanidad asumió una función atlldu­nal, es decir, la solución de la rebelión cósmica y la segurldlld 41,,1 universo. Es en este sentido que lo visualizamos cuando pel\llUnnll

en el antiguo sistema sacrificial. Lo vemos a través de un crl'CMI pi" tado de colores por el ministerio que allí se realiza 1""'" 1" .".,1" 11

ción del pecado. Deberíamos comprender, sin embargo, '111" •• c. fuMI~" r/l !I(,lo

temporal, programada para que llegue R 1111 (In cUlndo .1 rh", dI' sal­vación sea finalmente consumado, 011114.&114 '"t •• 1 1IIIIIIIIImdo dc

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Apocalipsis 21 :22: "Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero". El santuario, sin embargo, como el asiento del gobierno de Dios y el lugar de su habi­tación, continuará a través de la eternidad. I

Yo tenía un maestro en el seminario que era un filósofo-teólogo, un anciano caballero que tenía muchos años de experiencia. Él nunca se cansó de advertir a sus estudiantes acerca del peligro del espiritismo. No meramente la clase de espiritismo que involucra una creencia en la existencia consciente después de la muerte, sino más bien el sistema de creencia que tiende a des materializar las cosas celestiales a semejanza de los antiguos filósofos griegos, espe­cialmente Platón, quien denigró todas las cosas físicas y materiales. Si es que yo entiendo bien todo aquello de lo cual hablo aquí, lo que realmente propongo es algo tan alejado de eso como sea posible.

Es por eso que no visualizo un santuario celestial vacío. El trono de Dios, sea cual fuere su forma, está allí, rodeado por miríadas y miríadas de ángeles. ¡Pero lo mejor de todo -desde nuestro pobre punto de vista, al menos-, nuestro Todosuficiente Sumo Sacerdote, Jesucristo mismo, está allí! ¡Él lo llena todo! ¡Él está delante del trono de Dios intercediendo por nosotros! ¡Yeso es suficiente para mí!

Referencia!

')"hl\l'"I\,11I A/""/uh' l:"nl,J,n,·" "dll. lit. : Dllllcl, Mud,1a u/ch, (;IIII'lfh, ~II. 20 , 'bid • El mismo (en6mlm, ptllll'l uhHIVI,..II .. cuml'.rd M"It" II \\·42 (la pa,,¡hola del du~ño d~

la viña) con el versrculn43 (I.lnl'rr"'.~lón)1 MIl'" ¡2,1·11 (llIl'lIr~¡'"I.. de l .• fiesta de bodas) con el verslculo 14 (la interrrctacl6n)¡ y MillO ZSII.U (l. I'IIIdl .. ,11I ,1,·1 ... .1'1" \'írgencs) con el verso \3 (la interpretación)

s Compare, por ejemplo, Daniel 4,10.17 (un .. 40 Iln •• ",111 IWIl 1960, donde se rdata el sueño de Nabucodonosor y el gran árbol) con Illn'''""lIol''".n 1". vrrKk"l"s 22, 25, 26 (unas 20 líneas); o Daniel 7:2-14 (unas 7Z líneas de texlO ue 1, Yllh\n tn l. RVI\ 1 \lClO)co" los versículos 17, 18 (unas siete líneas d~ interpr~tación). La extensa Interprttulón .1I1~llIn"1 'IUI' b .• 1I.1I110S en el resto del capí­tulo 7 vino a solicitud de Daniel (véase el vers. 19) y,I'''lullllhlrlll''III'" 110 se habría dado si el pro­fda no la hubiera solicitado.

• DI/Hes, pág. 21

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UNA CONCEPIUAUZAOÓN DEL SANTUARIO CELESTIAL

lbid, (la cursiva es nuestra) (:}Iena G. de White, en Signs of!he Times, 28 de junio de 1889 (La cursiva es nuestra) ............ Patriarcas ., profetas, pág. 354. " Id., pá¡''S 353, 354.

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11 Véase The Netv CathoIu: Enc,clopedia (1967), s.v. "Eucharil¡t", por W. E Dewan. El artículo ,lidien que n05(ltros "no deberíamos confiar demasiado en la lit~ralidad de las palabras" de Jesús en ~1.otco 26, con ejemplos como los de Juan 15.1, donde Jesús afirmó que él es la vid Sin emhargo, en 1111 inren.'sanre giro de 80 grados, el autor sostiene que es "dem(lStrahle que a menos que Jesús tuviera l., Illlenci6n de que sus palabras pronunciadas en la última Cen., fueran literales, la metáfura resul· 1.lI\le sería hastanre confusa V sin valor" (pág. 602). El artículo deduce L, literalidad de las paL~hr.\S de l ',islO de la idea de que como la última Cena fue una fiesta sacriflcial, el simbolismo tiene que excluir. <~ (lbid )

" Walter R L. Scragg, Such Bright Hopes (HallerstOwn, Md.· Review and Herald Puhlishin¡: """lCi.llÍon, 1987), pág. 40

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CAPíTULOS

Los escritos de Elena G. de White:

RICO TESORO DE IMÁGENES Y METÁFORAS

Lo que hemos dicho en los dos capítulos anteriores no sería completo -al menos no para los adventistas- si no evaluára­mos lo que encontramos en los escritos de Elena G. de White.

Al hablar y escuchar a los adventistas a través de muchos años, he notado un interesante (por no decir extraño) enfoque a la cues­tión de qué es literal y qué es figurativo en la Escritura. La Biblia habla, por ejemplo, de los 144,000, y todos consideramos propio, por lo menos preguntarnos, si tal número será literal o simbólico. Pero para muchos adventistas, una vez que Elena de White rePite la figura o cxpn.'I;i(lI\ hrblica, ¡automáticamente ese hecho la vuelve literal! Cuando ndOprllltlOIl Clllt' t'n(oquc, sin embargo, no logramos entender que e11., no .(,10 repltt' flWllrIIH y IIrmholos brblicos sin inter­pretarlos, sino que t",nhl~n UIIII unll ",rlln cantidad de imágenes, figuras y metáfora ue IU prupha crolldÓn,

En este capítulo ll.,nn l •• t.nel"n 11 111 ri'IIIl'za de figuras, imáge­nes, metáforas y semnes que .. h .. ll.n ,,1\ los escritos de esta prolífi­ca autora y mensajera del S.ftor, LM 1I"ll't't'i(¡n no es completa de ninguna ~anera. Representa 1610 un .. 1ll''1IWña muestra de sus declaraciones, que me han Imprulon,,,J,, dt'sd(' que comencé a

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IA)S ESCRITOS DE ELENA G. DE WHlTE 65

pllncr atención particular a este fenómeno con el fin de preparar ,':-.Il' capítulo, Estoy seguro que muchos lectores podrían encontrar IIl1lchísimos ejemplos más significativos durante sus propias lectu~

I )ichos ejemplos no probarán que mis conclusiones en los dos , oIpítlllos precedentes son correctas, y no los ofrezco por esa razón, 1 '114 presento, más bien, para llamar la atención a la riqueza de figu~ 111' y a la flexibilidad que encontramos en los escritos de Elena de WllIIC, flexibilidad que se presta a la clase de interpretación del san~ IlIario celestial que sugiero,

Por conveniencia he dividido la selección de sus declaraciones 1'11 dos encabezados, El primer grupo tiene que ver con temas gene~ 1111,,:-.; el segundo, con el tema del santuario, El énfasis en cada caso "I! lIlío, puesto para llamar la atención rápidamente a las figuras en I'IIl':-.tión, (En c"asi cada cita, el lector encontrará otras figuras que yo 1111 l'nfatizo,)

TEMAS GENERALES l. "Cuanto más plenamente comprendemos el amor de Dios,

IIl1'jnr nos percatamos de la pecammosldad del pecado, Cuando VI'IIlOl> la longitud de la cadena que se nos arrojó para rescatamos, cuan~ dll c'ntendemos algo del infinito sacrificio que Cristo hizo en nues~ 1111 "'vor, nuestro corazón se derrite de ternura y compasión".'

¡Cuán legítimo sería pensar en términos de una cadena literal 1111 lijada desde el cielo? ¿O de un corazón literalmente que se derri~ 11' ,'n el pecho de alguien al contemplar el amor de Cristo? ¿No se ~"111 iría la señora White grandemente asombrada al descubrir una 1I111'rpretación tal de sus palabras? ¿No concluiría ella que,hemos 1I1111l,ntcndido completamente sus palabras? Y sin embargo, es así I 1111111 algunas personas manejan ciertas figuras y símbolos de sus ,'/1, IlIos,

En la cita anotada arriba, la primera oración enfatiznda dura­IIl1'lItl' equivale a la frase que la sigue; es decir, "la longitud dc la I "d"lla que se nos arrojó" se refiere al "infinito sacrificio que Crrsto hl:11 c'n nuestro favor". De eso hablaba ella, no de una cadcna lite~ 1111 h"jada del cielo.

Sin embargo, en la mayoría de 101 CUOI no encontruremol4 frHses

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u oraciones explicativas que sigan a una figura o metáfora en parti, cular. Nosotros simplemente tenemos que usar nuestro sentido común santificado para saber que ella no quiere decir que debemos tomarla literalmente. Esto será evidente en todos los ejemplos que demos.

2. "El hombre quedó separado de Dios debido a la transgresión ... pero Jesucristo murió en la cruz del Calvario llevando en su cuerpo los pecados de todo el mundo, y el abismo entre el cielo y la tierra fue unido por esa cruz con un puente. Cristo conduce a los hombres al abis, mo y señala el puente con el cual es atravesado, y dice: 'Si alguno quie, re venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y síga, me"'.2

Es obvio que no existe un puente en forma de cruz que una el cielo con la tierra, del mismo modo como no hay un lugar llamado "el seno de Abrahán" al cual van los justos muertos cuando mueren (Luc. 16:22). Es evidente que las palabras de la señora White no tenían el propósito de ser comprendidas literalmente aquí.

3. "Jesús se hizo hombre para poder ser mediador entre el hom, bre y Dios. Revisti6 su divinidad de humanidad, se relacionó con la raza humana para que con su largo brazo humano pudiera orcundar a la humanidad, y con su brazo divino pudiera aferrarse del trono de la Divinidad" .1

Para expresar el misterio de la encamación ella echa mano de su archivo de metáforas: "El vistió su divinidad ... ". Aquí la humanidad se compam con una vestidura.

En cuanto él la segunda parte de esta declaración, no es necesa, rio decir que el brazu humano de Jesús era de un tamaño normal. Sus contcmporáncoli no vieron Jifcrcncia elUrc él y los varones judíos promedio. No hubo evll.k'nchlK de ¡.:i¡.:antisJUo en él, ya no digamos un brazo que: pu"lIera .. bnrcnr " toda la humanidad, y como si ésta fuera un objeto lIu.certlblc: "'e e:nMlllbarsl'. Lo que observamos aquí, entonces, es un 1enauIIJe rlcamcmtt: lIimbólico, y perdemos el punto principal cuando lntentlmOl lltc:rulizarlo.

4. En su libro Primeros escrito', Elenn dl' White, al hablar de un lugar de la crueldad del tráfico de uclavlll! t'n Estados Unidos, hace la siguiente declaración: "La justicia 'Y "t juici() han dormitado largo tiempo, pero pronto despertarán ... " "La qon(" humana es trasladada de

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lugar en lugar para ser comprada y vendida ... Las lágrimas de los piado~ \IIS esclavos y esclavas, de padres, madres, hijos, hermanos y hermanas, Illdo está registrado en el cielo".

"Dijo el ángel: 'Los nombres de los opresores están escritos con san~ ,I,'le, cruzados por azotes e inundados por las ardientes lágrimas de agonía (//.te han derramado los dolientes"'!

La señora White reúne aquí las más poderosas figuras de lengua~ Je que pudo encontrar para expresar su ira contra el tratamiento que daban a los esclavos los así llamados cristianos en Norteamérica. Pero ella se sorprendería si alguien sacara la conclusión de que hay, por ejemplo, botellas literales en el cielo que contienen las lágrimas de los esclavos maltratados. Y tampoco podemos imaginar que los nombres de los propietarios de esclavos esten escritos con sangre literal en algún lugar, o cruzados con azotes o inundados de lágri­'lIas. Estas son figuras de lenguaje muy gráficas para expresar en tér­lltinos humanos, la ira divina contenida en las palabras del ángel.

HEFERENCIAS AL SANTUARIO 1. Elena de White, al referirse a la intercesión de Cristo, dice:

"Llena su boca con argumentos en nuestro favor". i ¡Qué manera tan gráfica de decir que todas las oraciones de Cristo, cada uno de sus deseos, cada una de sus declal'.lciones, son en nuestro favor! Pero 1I110 no puede llenar literalmente su boca con argumentos.

2. En una de sus más hermosas descripciones de la intercesión de Cristo, la señora White lo describe como "sosteniendo delante de DIOS el incensario que c:mtiene sus méritos inmaculados y las oraciones, las confesiones y las ofrendas de agradecimiento de su pueblo". Aqur, una vez más, nuestras mentes deben trascender el literalismo rnrn llegar a la verdad más profunda que lo subyace. Del mismo modo, d la habla en la misma forma cuando se refiere al incienso qua a.td l'n manos de Cristo y asciende a Dios como suave olor, "prrfwmtllllu con la fragancia de la justicia de Cristo". 6

¿Hemos de pensar que Jesús en realidad 801tl.ftI un tnHnl .. rtu l'n su mano en el santuario celestial? ¿Imlltftlmal ... NI J1ru!,I"" méritos inmaculados pueden ser pueatol .n un .tlMdnrlIHN la ju:.ticia de Cristo algo que podemOl ollrllCdIlO" _ d. '1m' lulo adventistas que se aferran a este Ut.rallamo 10ft, de "I.un" Il\lllll'ril,

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considerados como más justos, más ortodoxos, que aquellos que no lo consideran así? ¿No es injusto acusar a compañeros adventistas que no creen en un santuario celestial literal porque reconocen ciertos símiles y metáforas como hermosas descripciones de miste~ rios inexpresables? '

3. En un dramático ejemplo de lenguaje figurado, Elena de White personifica la justicia y la misericordia, y describe una reu~ nión cósmica entre ellas: "La justicia y la misencardia se mantuvieron separadas, opuestas la una a la otra, separadas par un ancho abismo ... El [Cristo1 plantó su cruz a mitad del camino entre el cielo y la tierra, y la convirti6 en el objeto de atracción que se extendía en ambas direccio~ nes, uniendo a la justicia y a la misericardia a través del abismo. La jus~ ticia se trasladó desde su elevado trono y con todos los ejércitos del cielo se aproxim6 a la cruz. Allí vio a uno igual a Dios llevando el castigo de toda injusticia y todo pecado. Lajusticia se inclin6 con reverencia ante la cruz con perfecta satisfacci6n, diciendo: Es sufu;iente". 7

El ejemplo anterior difícilmente requiere comentarios. Habla por sí mismo. Esta es una brillante figura dada en su máxima expre~ sión.

Siendo que es evidente la riqueza de unr!inu~ literaria en los escritos de Elena de White, donde desfitm profUsamente figuras, metáforas y símiles, ¿no debiéramos ser tardos en atribuirle literalis~ mol Cuando habla, por ejemplo, de los dos departamentos del san~ tuario celestial, ¿deberíamos llegar a la conclusión apresurada, colo­cándola del lado de quienes endosan una estricta compartamentali~ zación del santuario celestial, conformándolo en todos los detalles a su contraparte terrenal? lO no deberíamos ver sus declaraciones como del mismo carácter que las de la Escritura que deben ser inter~ pretadas?

4. Elena de Whlte era tan relclal toda af'íeja rigidez que, con licencia profética supon¡o, podrl unir el tabernáculo del desierto con la iglesia cristiana. En una uombrosa declaración ella escribió: "El tabernáculo judío era un Irmbolo de 11 Iglesia cristiana ... La igle~ sia en la tierra, compuesta por 101 que IOn fieles y leales a Dios, es el 'verdadero tabernáculo' del cual ea mlnlltro el Redentor. Dios, y no el hombre, levantó este tabernáculo IObre una plataforma alta y elevada. El mismo es el cuerpo de Criato, y de norte a sur, este y

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oeste, reúne a los que ayudarán a integrarlo".8 Hay tanto contenido en esta declaraci6n que hallo difícil abar­

carla en pocas palabras. Lo único que espero es que los lectores tomen el tiempo para analizarla por un momento, cuando menos, para captar su multifacética riqueza. Yo sería el primero en conve­nir que Elena de White hace aquí una aplicaci6n espirituaL y no una interpretaci6n del santuario como tal. Pero también sugeriría que la licencia "poética" sirve aquí como clave para la forma en que maneja otros temas que competen al santuario más directamente. Creo que una comprensi6n completa de lo que la señora White ha hecho aquí podría permitimos un enfoque más flexible del lengua­je que ella usa para describir el santuario celestial.

Afirmo una vez más que las declaraciones consignadas arriba s610 representan unos ejemplos de la riqueza de figuras que se encuentra en los escritos de Elena de White. Esto no debería sor­prendemos en lo absoluto. Después de todo, el lenguaje humano en su totalidad es así, incluso el lenguaje de los niños.

Un día en las Filipinas vi a mi hija de 7 años correr por el patio. Movido por la curiosidad, la llamé a través de la ventana.

-¿Qué haces, Kim? -Había tres gallinas en nuestro patio -dijo-. ¡Tres grandotas! ¡Yo

las maté de puro susto! No era más que una niña de 7 años, pero ya comprendfa el sig­

nificado del lenguaje figurado. Nuestro lenguaje serfa rígido y ahu­rrido sin este ingrediente. Todos saben que cuando decimos que "el carro iba volando por la carretera", no hablamos literalmente, nun cuando, para dar mayor énfasis, usamos la palabra "literallllt'ntt''', como en esta declaraci6n: "El carro literalmente volaba por In ,'Mm'· tera".

y aun cuando nos expresamos de esta manera caNi tndn .1 tl,m. po -tan naturalmente que ni siquiera nos damos cu.n'l dt .11 .... , nadie se siente perplejo. Sabemos instintivamenCf c:u.ndn """ 1'" sona pasa de lo literal a lo figurado, y vicevt'I'I", a ••• J. ,l •• cribi6 a Herodes como una zorra, sabemnll qU' •••• 1"''''1'''''' .1 .. Galilea no se había convertido en un Anlm.d. 11.., .., Iftmn 1 .. "'"" cota de la familia. Sin embargo, Inmodl.,.m.ntt ,. d"m'NI VMIIII 11

lo que sigue en la misma sentend"l "H •• '1"'. "·h,, h." .. &1"111,'"111/\

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y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra" (Luc. 13:32).

Las personas en general, educados e ignorantes, pueden captar lo que quiere expresar Pablo cuando dice que los hijos de Israel "bebie~ ron de la Roca Sobrenatural que los seguía, y la Roca era Cristo" (1 Coro 10:4, RSV). y también captan el significado más profundo de las palabras cuando cantan las líneas:

"Roca de la eternidad, fuiste abierta para mí; sé mi escondedero fiel; sólo encuentro paz en ti, rico, limpio manantial en el cual lavado fui"Y

Ellos nunca concluyen que Cristo es una roca de verdad, con fisuras e intersticios.

Elena de White no era diferente de Pablo ni de todos los demás, a pesar de los siglos. Ella usó el lenguaje figurado profusamente y no sintió la necesidad de detenerse a explicar a cada paso. Nadie se detiene para eso. Cuando ella describe a Jesús como clamando "¡mi sangre, Padre, mi sangre!"Ill, ¡no espera que nosotros comprendamos que a medida que los creyentes de todo el mundo confiesan sus pecados, Jesús contir.uamente pronuncia la misma frase delante del Padre dra y noche! No, nuestro Sumo Sacerdote no es un robot celestial que n'pill' incesanll'mentc la misma frase como un disco rayado, Lo l}Ul' qult'l'l' d~'dr, mil:; hit'll, l'S que la misma presencia de Cristo el crucificadu, dd(ltIte el!! J)iu~, e/iet': "¡Mi ~ill1gre, mi sangre!" No hay necesldud dt, hllblllr lttrrllllllt'lltt',

Estas cosas parecen tun nbvlu "l"" \lO dl·l1l'rfan explicarse, pero hay literalistas en medlu de nOl,mOA ~11It' p:II'l'ccn estar absoluta~ mente privados de cualquier Itntldo I"n~1 leo que corra por la san~ gre. ("¿Cómo podemos tener pOOl'. In Itl NlIllgrd", me imagino oír~ los decir.)

La señora White se vio obligad, , r •• pundcr t'n varias ocasiones a los literalistas que malinterpretabln IU. dcdnrariones acerca de las cosas celestiales. En un pasaje que le ~nl"lt'lllra en el libro A

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Los ESCRITOS DE ELENA G. DE WHITE 71

Word to tite Little Flock [Una palabra al rebaño pequeño], ella des­cribió escenas de la tierra nueva y mencionó la presencia de perso­nas como Abrahán, Isaac, Jacob, Noé y Daniel.1I Y en otro lugar habla de haber visitado el cielo en visión y haber visto allí a los her­manos Fitch y Stockman ... a quienes Dios puso a descansar en la tumba para salvarlos. Fitch y Stockman entonces preguntaron acer­ca de lo que había ocurrido en la tierra desde que ellos habían muer­tO. 12

"Porque hablo de haber visto a esos hombres -dice élla en una explicación-, nuestros oponentes conjeturan que entonces yo creía en la inmortalidad del alma". Pero "el caso es que, en estas visiones, fui llevada adelante, al momento cuando los santos resucitados serán reunidos en el reino de Dios"Y

Siendo que la señora White había hablado de estas cosas como si hubieran ocurrido antes de su retomo a este oscuro mundo des­pués de su visión, algunos de sus intérpretes literalistas suponían que ella estaba, por lo tanto, enseñando que estos santos se habían ido directamente al cielo después de muertos.14

En otro caso, en cierta forma cercano a la pregunta que estamos tratando en este estudio, la señora White, refiriéndose a una eSCl'1111

en el cielo, dijo: "Vi dos largas varas áureas de las cuales colgaban hilos de plata, yen los hilos había magníficas uvas""~

Ella se afligió cuando la gente ridiculizó su descripción como "débil e infantil". Ella vio la impropiedad de la comprensión litcrn­lista de sus palabras, y procedió a ofrecer esta notable explicad(l\l: "Yo no declaré que las uvas crecían en hilos de plata. Lo que mn­templé está descrito tal como me pareció a mí. No se ha Je MIJlIIIII'I

que las uvas estaban unidas a hilos de plata o varas áureas, IIlnll '1111'

esa era la apariencia que presentaban. Expresiones tales sun ClIIII,I. adas diariamente por todos en la conversación cUlm1n. CllMI\~1I hablamos de frutos áureos, no declaramos que el (ruin lit' .u,u' puesto de ese precioso metal, sino simplemente qu. el'M 1, MIIM riencia de oro. La misma regla aplicada a mili 1, .. IMbr. ,lImln .. ti .. 111 excusa para una falsa interpretación.r,16

De modo que cuando Elena de WhltC' llllltr. h.hl .. d.III'1II11111 rio celestial, usa las referencias y lIilnh"lh .. nulI d.luntllMrlu 1'" 11'11111 Ella no necesita explicamos 11 ""dll 1'11'" In '1"" .... ,ti 11111'11'1111 ...

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72 EL SANTUARIO

Nosotros no debemos basar nuestra interpretación de la realidad 7cilire el simple uso dellenguaje'l Lo que debemos hacer es comparar el contexto escriturístico con el contexto escriturístico del otro pasaje, salpicado de una buena proporción de sentido común santi# ficado, el mismo sentido que nos lleva a entender lo que es literal y lo que es figurado cuando cantamos:

Hay una fuente sin igual, la sangre de Emmanuel, en donde lava cada cual las manchas que hay en él, las manchas que hay en él, las manchas que hay en él; en donde lava cada cual las manchas que hay en él. l7

Muy poquito de esos versos es verdaderamente literal, pero po# cos cristianos argüirán acerca de su poder teológico. Aproximarse a ellos con un rígido literalismo sería equivocar el punto principal.

Lo mismo es cierto con los escritos de la señora Elena de White. Concluimos estas breves elaboraciones con una declaración de

su pluma que relieva todo lo que hemos observado hasta aquí. No necesitamos explicarla, porque eso significaría debilitarla. La rique# za de su simbolismo, la profundidad de su teología, desafían lo mejor que hemos encontrado en la literatura sagrada. Y habla de verdades que son tan rClIlt's como cualquiera que esté leyendo estas líneas.

"ElllgrlclIltnr crlt'lItllll trll.'lplllntó d árbol de la vida al paraíso del cielo despu~. ue tll rntrllulI ud recudui pcro sus ramas cuelgan sobre sus murallas hRcltI el munuo que Citó ana111 "baju. Por medio de la redención comprad. por l • .. .,.,. de c.:rINtn, uún podemos comer de su vivificante fruto","

¡Cuán sencillo! ¡Cu'n profundol ICua1n hermoso!

Referencias

I Elena G. de White. El camino a eruto (MbICOllllk.ktll .. llIlI·'~II"·II<.lOas. 1964). pág 36.

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Los ESCRITOS DE ELENA G. DE WHITE 15 , Comentario bd1lico adventlsra del séplimo dla. Comentarios de Elena G. de White (Boisc. ID.:

Publicaciones Interamericanas, 1990). tomo 7. pég. 953. • Id .• pág. 938. • --- Pnmeros escriras (Mountain View. Ca .. Publicaciones Interamericanas. 1976). pá!CI.

274-276. • Comentllrio bd1lico advennsra del sépIimo dla. Comentarios de Elena G. de White (Boise. ID.:

Publicaciones Interamericanas. 1990). tomo 7. pág. 943. • Palabras de vida del gran Maesll'O (Bogotá: Asociaci6n Publicadora Interamericana.

1971). pág. 121. , Comentario bd1lico adt.oel\llSUl del séplimo dla. Comentarios de Elena G. de White (Boise. ID.:

Publicaciones Interamericanas, 1990). tomo 7. pág. 947. s Id.. pág. 943. 9 Himnario Ad1letllista, No. 236. Ir ___ Primeros esenIOS. pég. 38. 11 ___ Mensajes selectos. tomo l. pág. 73. " --- Primeros escrilOs. pág. 17. u ___ Mensajes selecros. tomo l. pág. 73 "Id .• pég 73. " Id .• pág. 74. " Id .• págs. 74. 75. 11 Himnano Adventlsto. No. 152. 15 Comentllrio bd1lico adventista del sépIimo dla. Comentarios de Elena G. de White (Boise. IL>.:

Publicaciones Interameticanas, 1990). tomo 7. pág. 999.

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CAPíTULO 6

El Santuario Celestial: SU CONTAMINACIÓN Y PURIFICACIÓN I

El texto clave que galvanizó a los primeros adventistas en tomo al concepto de la contaminación y purificación del santuario fue el mismo que había encendido la chispa del movimiento

milerista donde tuvieron su origen: "Y él dijo: Hasta dos mil tres~ dentas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado" (Dan. 8:14).

Los pioneros adventistas concluyeron que este texto cardinal no se refcrru ¡¡ un mundo malvado necesitado de purificación, sino que apunmba al santuari() celestial. Este, y no la tierra, estaban conven~ ciclos, em d santllal"io 'IUl' lk'bía ser purificado al final de los 2,300 días,

t1na Heril! de prl'''11I\11I1I IImUt' t'n 1111'1 IIIt'ntt':' de muchos estudio~ sos y críticos 111 Nt'r l'Unf'rlllllllllllll WIl Illll'loI ru Il'iIdicional compren~ sión de este PIlIlIlJC, Cllnllltlrrll 'Iur Irr .. 1'11111 las más importantes: 1 (! v ¿Los adventista.~ e5ut" "" /" m"' .. ,,',, 1/ltllte/o relacionan Daniel 8: 14 con la purificaci6n del santuarlu "".,,,,11, ~"RliH Lev(tico 161 1/1, ¿Qué prueba tenemos Para ver en " paa~, ,,_ , )elll;I'/ una referenCitc al san~ tuario celestiaL 3l!. ¡Por qtd InJ''''",''''A /",. ''''1 licios del pueblo de Dios en el texto cuando el contexto se cen,,',. dln'/l/III'IIf¡' s6lo en los pecados

74

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EL SANTUARIO CELESTIAL

del "cuerno pequeño"? Dado que estas tres preguntas se interrelacionan, uría respuesta

aceptable a cada una de ellas sería prácticamente imposible sin una considerable repetición. Sin embargo, para ayudar al lector a seguir el desarrollo de este argumento, he dividido el capítulo en estas tres preguntas, con el entendimiento de que la respuesta dada en cual­quier segmento puede ser incompleta y necesite ser complementa­da en otros. Espero que las diversas piezas de este rompecabezas en­cajen perfectamente al final, a pesar de su complejidad.

LA CONEXIÓN ENTRE DANIEL 8:14 Y LEVÍTICO 16 ¿Están en lo correcto los adventistas cuando hacen una conexión

entre Daniel 8: 14 y la purificación del santuario según Levítico 16? Mi respuesta a esta pregunta será bastante abarcante, aunque es­

pero que no resulte demasiado complicada. Procederé tomando en cuenta cuatro pasos: (1) un breve bosquejo de la posición hist(¡rka adventista sobre la contaminación y purificación del santuario tal como se encuentra en los escritos de Urías Smith/ el protagollista más prolífico de la doctrina del santuario entre nuestros piom'l'wlj (2) dado el contraste y la perspectiva, un bosquejo de la posid"1Il desviada de Albion F. Ballengerj3 (3) una breve evaluación de 1" validez de la posición de Ballenger en contraste con le, posici(¡n lI,·1 adventismo tradicional; y (4) un estudio del fondo histórico-teol",· gico de Daniel 8:14.

El interés de las tres primeras secciones será mostrar que c:wmdu se toman juntas las posiciones conflictivas de Ballenger y la Igl(,I411' Adventista sobre la contaminación y purificación del :.a 11 11 1111 111, reflejan la posición bíblica más exactamente que cualquÍI.'nt d,- vlb,. en forma separada. También mostraré que, tomadas jlllltll", uVlldlt1l a clarificar la relación que hay entre Levítico 16 y 1)111\1,,1 "11 ~I ..

incluso arrojan cierta luz sobre la relación de los Iwn.JIIII J,I .,",!tl" de Dios y Daniel 8: 14. En el paso 42 intentar(l mu.cr.u l. f'orml tI, que el libro de 2 de Crónicas, visto como c:I trll.fllnJu hlt ... lf ... 1 .. Daniel, puede servir como puente conccI'rulIl ~IU' 1\111 IY",," ti YIII

la más profunda conexión teológica entr" J.t'vft I~'II 16 V I'MIII.I /4: I ~ .1 . Posición histórica de la Iglesia Aclv_lI/h',' ",,1 S.,.,¡",,, , 1(/1

La posición histórica de la lwl""I" Adv"nt ¡lit .. drl S'!,II'"" JII.I

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76 EL SANnJARIO

sobre la contaminación y purificación del santuario está bien repre­sentada en Ur(as Smith, De acuerdo con él, la purificación del san­tuario terrenal se hizo necesaria porque los pecados del pueblo de Dios hnhflln sido transferidos al santuario en el transcurso del año, mlentrlls sc realizaba el ritual diario.

Esta transferencia se llevaba a cabo mediante dos actos simb6li­(,CllI, En el primero, el penitente ponía sus manos sobre la cabeza del nnhnal vfctitna/representante y confesaba sus pecados sobre él. En esta forma, la contaminación pasaba simbólicamente del penitente ni unimal vCctimafrepresentante. En el segundo acto simbólico, el Ilnimlll vCctima era muerto y su sangre rociada o asperjada en un 4rcu dt'signada del santuario.· La ceremonia de colocar las manos no tcndr(u nlng(ln significado, dice Smith, aparte del concepto,.de 1 rlll\lItcrt'l\ciu del pecado, IISi nada de esto se pretendía -argüía-, todu 111 mlnllltrud(m era unn fllrsa",~

.W!.1'''Hld(1Il dr Smlth (y la de la Iglesia Adventista del Séptimo D(II ru "rllrllll) cru que cllta tranferencia simb6lica del pecado al 111111111111'10 Irllt'lUlI apuntahn II una transmisión real del mismo peca­d". ,",ll'rulI""lr tcrrcnalnl santuario celestial a través de la sangre dI' 'r"I'III,A Ad"lIl1h, los adventistas han visto el concepto de una 1,,,rl(1I 111 ""11 c'Nl'ul"I(lgica o antitfpica del santuario en Daniel 8:14,7 11111'111111111 .. ",,' 111\11 rstrecha relación teológica entre ese texto y l"vUh 11 Hl

. , " 1'''''' "!/I lit U(cllffll:{·r .. ~llllIlIhlllll'"I" 111 hl,·u IIn~prado punto de vista adventista,

",,11""11"1 1111111°.111 1,,","'11'111 dr '1l1r el santuario se contaminaba por 1 .. 1I1I1I1,h· 111111'"11"" .Ir I'r"lId"" lIr I'urlr dt' todo el pueblo y que la 11111111111111111 1I""llIldll 11'''(11 '1"r vrr l'Cl1l IIIl'nnft'si6n o la omisión de ,,1111, rlJ "",,hI1 rlllh, .. Ic·ulr IrXIII, rntrt' otros: "Dirás asimismo a los hll"" dr Irlrllrl: (:IIIII'IlIlrr vllr(¡u dt' los hijos de Israel, o de los "111111111"1"" '1"1.' morlln ru IlIrul'l, que ofreciere alguno de sus hijos a MI.IIII , .Ir ""J.CtIrO mnrlrl1 ... Y yo pondré mi rostro contra el tal varón, viII' 1IIIIIIf'I "l' rntre su pueblo, por cuanto dio de sus hijos a Moloc, • 11111,"",,,,,,,,1,, mi santuario y profanando mi santo nombre" (Lev. lit J "

,',,,.,1, _11-\1111 1\\llIc'll~t'r, el santuario se contaminaba por el acto l' .11'"." .. 1111-11111, tU"(·.~ de la confesión del pecadoj. Citando

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EL SANTUARIO Cm.EsnAL 77

Levítico 21:9, en el cual la hija ramera del sumo sacerdote profana, ba a su padre por el mero acto de su prostitución (sin importar la confesión), Ballenger afirmó que cualquier acto de pecado inmedia, ta y automaticamente contamina el santuario' Esto es así porque Dios, como Padre de toda la raza humana, es deshonrado cuando pecamos, del mismo modo que el sumo sacerdote sufría la vergüen, za por la prostitución de su hija. Considerado así, incluso los peca' dos del diablo contaminan el santuario.sl

Ballenger fue aún más lejos, sosteniendo que en vez de contami, nar el santuario, la confesión forma parte, de hecho, del proceso de purificación. Un hijo contamina el buen nombre de su hogar cuan, do cae en el crimen, no cuando confiesa ese pecado o se arrepiente de él.9

En cuanto al tiempo de la purificación del santuario celestial, Bal~ger argüía que esto ocurrió en la ascensión de Cristo, cuando él roció o asperjó su sangre sobre el propiciatorio.rDe este modo, la purificación referida en Daniel 8:14, que ocurrió siglos después de la cruz, no tiene nada que ver con los pecados del pueblo de Dios.'Se refiere, más bien, a los pecados del diablo como instigador del mal. J~

Esta, en síntesis, fue la posición de Ballenger sobre la contami, nación y purificación del santuario.

3. Evaluación de la posición de Ba11enger y la de la Iglesia Adventista del SéPtimo DÚlJ

¿Cómo podríamos entender la contaminación y purificación del santuario, el terrenal o el celestial? ¿Es la posición histórica adven, tista correcta, incorrecta, o inadecuada?

Me gustaría analizar la posición de Ballenger primero, y (para beneficio de aquellos que no han leído mi primer libro sobre el san­tuario) comienzo con la conclusión a la que llegué allí. Después de un cuidadoso y (espero) desapasionado examen de la enseftllnzn total de Ballenger sobre la doctrina del santuario, coneluC que 111 los adventistas hubieran adoptado su posición, este hecho IIh.brCn ('un­vertido a los adventistas en el hazmerreír ceo16.tco del PrntC'lItan­tismo".11 A esa fuerte conclusión l1egu~ ,abre la elolo,c. del san­tuario de Ballenger, y no he visto nin¡una ru6n PI"" modificar mi posición desde entonces.

Sin embargo, ,illtecho de que l. elolo.'. d. BullenAer como un

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78 ELSANTIJARJO

todo era errónea y mal encaminada, no debiera suponerse que esta­ba equivocada en todos sus aspectos. Y yo no he encontrado en la condenación que Elena de White hizo de la enseñanza de Ballenger ninguna referencia a asuntos específicos de su teología, y cierta­mente no en el asunto particular que está en discusión aquí.

De modo que la cuestión de evaluar su posición frente a la con­taminación y purificación del santuario, sigue en pie. Y yo tendría que decir, sin aceptar todos los matices de su posición, que su ase­veración básica con respecto a la contaminación del santuario era correcta. Hay un sentido en el cual el santuario es contaminado por el mismo hecho de que el pueblo de Dios peca (o la gente en gene­ral, en todo caso), sin importar que haya o no confesión. Tiene sen­tido el hecho de que todo pecado cometido contaminst eLsantuario celestiaL En otras palabras, cada pecado cometido arroja una som­bra sobre el gobierno de Dios, la sabiduría de Dios, el amor de Dios; en suma, sobre la integridad del santuario celestial, el asiento de la administración divina.

Al mismo tiempo, Ballenger demostró cortedad de vista al no tomar en cuenta otra noción fundamental de la contaminación que se enfatizaba en el ritual del tabernáculo. Cuando él dice que la confesión pertenece al proceso de purificación y no al de contami­nación, demuestra una seria incomprensión de la clase de contami­nación que el servicio levítico debía manejar.

Elscrvicio del tabern~Cl\lo estaba diseñado para tratar precisa­mente con lo que yo llamaría contaminación penitencial. Esta era la clase de contllmlntlc:i6n cn la cual el santuario asumía la responsa­bilidad por el pecado del p~nltcnte, permitiéndole que saliera libre. Era el tipo de contamlnacl6n que I05Zrllbn lu aprohación de Dios, si usted quiere expre.arlo uf. Por IICO lne refiNo a ella como conta­minación "penltel\Clll" O IlcorrteCI". L. l~lellll\ Adventista, a pesar de la incomprensi6n d. ,1a1l""'1\ It.mpre estuvo en lo correcto al dar énfasis a este tipo ele contlminaoi6n.

Me siento totalmente lacllf.eho qUI1.l reiterada referencia a los pecadores que se presentaban In 11 eorte o tribunal del tabernácu­lo, colocando sus manos sobre lo. Ifttmale. dcstinados para el sacri­ficio, y luego degollándolos, y asperjando au sangre sobre algunos accesorios del santuario (véase Levítico 4 para muchos ejemplos),

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EL SANTUARIO CELESTIAL 79

tenía algo que ver con la transferencia del pecado/contaminaci6n, cuya acumulación era purificada o quitada en el Día de la Expiaciól\ anual.

y siendo que Dios diseñó y estableció este proceso ritual, e invi­tó a Israel a traer sus pecados al santuario, la contaminación resul­tante era, por lo tanto, "apropiada".

Deberíamos notar, sin embargo, que aunque el santuario fue est:ili1.ecido para manejar el problema de la contaminación peniten­cial, la misma no era "natural" para él. De aquí que la purificación anual señalaba claramente, a mi juicio, haci¡:t un gran cumplimien­to antitípicol

La contaminación que Ballenger decidió enfatizar, sin embargo, es de una categoría diferente. Yo la llamaría contaminación "impro­pia" o "rebelde" o "sacrílega". También ella es una noción auténti­camente escrituraria de contaminación, y los adventistas no han sido suficientemente perspicaces para darle suficiente atenci6n, Dios se refirió a ella cuando acusó al pueblo de Judá de poner "sus abominaciones en la casa sobre la cual fue invocado mi nomlll'l', amancillándola" (Jer. 7:30; 32:24). No había confesión invo!tll'rudu en esta contaminación. En el libro de Ezequiel leemos acerCél dt., 1" contaminación del templo por los "extranjeros" y por "los más Ill'l'­

versos de la tierra" (Eze. 7:20-22). Y, como vimos en Jeremías, Dillll acusó a su propio pueblo del mismo crimen: "Ciertamente por haher profanado mi santuario con todas sus nbominaciones" (Eze. S: \1 id, Eze. 23:28; Sal. 74:7; 79:1; Sof. 3:4).

Me parece que cualquier intento de explicar la relación "1\111'

Daniel 8:14 y Levítico 16 debe tomar en cuenta estos dos W/II'I'/"m fundamentales de contaminación. Una vez que entendt:ll1os "1I1u dlh' rencia, ya no buscamos conexiones fáciles e inciertas ,'I\IU' 1,," d". pasajes de la Escritura. Ellos tienen que ver con di/,'rell'"'' ""II'~'"'' de contaminación/profanación. En el pasaje dl' !','v"'", U" .. .114 instrucciones a su pueblo del pacto cooperativo O" UUI"1Ct • , .. forma de librar su campamento de la contHII\'n"l'I~n ",.nl,,,,. IItl \' propia del pecado una vez al año. En nHn,~1 H ,,1 L'P"tr" •••• "'111111' entidad de abierta rebelión contra Di,,", y lo '1'" y,mUII .. lIr .'_ • ti" taminación sacrílega y rebelde.

En consecuencia, Daniel 8:9-\ \ 1111 I1I",nl" '~l',III"'"h' "'1 I"\'I

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80 EL SANTIJARIO

tico 16, Y éste a su vez estaría fuera de lugar en Daniel 8:9-14. ¿Significa esto que los dos pasajes están totalmente ajenos a toda

relación? Una hermenéutica rígida y científica contestaría esta pre­gunta con un sr. Pero otra flexible, una hermenéutica que toma en cuenta las implicaciones del concepto dual de contaminación explicado arriba, percibiría una conexión teológica final en térmi­nos de significado escatológico de los dos pasajes como se aclarará, espero, hacia el final de este capítulo.

4. Fondo histórico.teológico de Daniel 8:14. Pienso que otro factor que ha impedido que muchos vean la

dinámica conexión teológica entre Daniel 8:9-14 y Levítico 16 ha sido por no haber leído el libro de Daniel dentro del contexto de su fondo histórico-teológico.

Según mi juicio, uno no puede comprender perfectamente el asunto del libro de Daniel, particularmente Daniel 8:9-14, sin dar adecuada atención al fondo histórico-teológico que se nos pinta en el libro segundo de Crónicas. Este libro establece un puente histó­rico- conceptual entre Lev(tico 16 y Daniel 8:9-14 que, cuando se combina con una comprensión del concepto dual de contamina­ción, nos da una comprensión de la conexión escatológica y final de los do. ptlltljes.

El ae¡uncln lihro de Crónicas fue escrito probablemente por un sacerdote -el más probable es Esdras- cuyo propósito teológico al escribirlo fue demostrar que la calamidad de Judá en un período de m" de 300 "ft08 de hllltoria ll resultó de su propia rebelión e insu­bordlnlcl6n, partlcullrmente su profanaciónll del santuario o tem­plo, el .ímbolo di 11 .Intll presencia de Dios en su medio. Comenzando con 11 capítulo 11, .1 autor del libro documenta un patrón recurrente d, profanacl6n/Julclo/rc8tllul"clción, hasta que la paciencia de DIo. le 1JOt6 V fue oblllado a Ilhnndonar a su pueblo y su santuario.

Podemos observar este fenómlno In el 8lguÍl'nte diagrama. '4

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EL SANTUARIO CELESTIAL 81

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La primera contaminación ocurrió exactamente después de mediados del siglo décimo a. c., bajo la admini.traciÓn de Slsllc, rey de Egipto. Roboam (931-913 a. C.), el primer rey de Judá, después del cisma,1s estaba en el trono, y el escritor • .,rado haee bien claro que la profanación del templo realizad. por St .. c fue causada por la rebelión de Judá contra Dios. "Cuando RobOlm habCa c.onsolidado

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82 EL SANTUARIO

el reino, dejó la ley de Jehová, y todo Israel con él. Y por cuanto se habían rebelado contra Jehová, en el quinto año del rey Roboam subió Sisac rey de Egipto contra Jerusalén" (2 Crón. 12:1-5).

Aunque el escritor no se refiere específicamente a la acción de Sisac como una profanación o contaminación, obviamente lo fue, porque "Sisac tomó los tesoros de la casa de Jehová" (vers. 9).

Desde este punto, y durante cerca de 350 años, la fortuna del santuario menguó y creció con el levantamiento y la caída de gober­nantes viles o piadosos.

Después de la profanación de Sisac, el rey Asa restauró (hebreo chadash) el templo (2 Crón. 15:1, 2, 8).16Sin embargo, durante un período de crisis él mismo profanó el edificio en un momento de pánico (2 Crón. 16: 1, 2).

Siguió una restauración parcial bajo Joiada, el sacerdote (2 Crón. 23:16-18), entonces ocurrió lo que parece haber sido una res­tauración total, bajo el rey Joás, inspirada por Joiada (2 Crón. 24:4-9, 12, 13). Chadash se usa una vez más acompañado de otro térmi­no hebreo, chazaq, que significa "fortalecer", "fortificar", o "curar", "reparar".

Pero esta restauración bajo el rey Joás fue de corta duración, por­que tan pronto como Joiada murió la nación se volvió a la rebelión, y encontramos serios casos de profanación bajo el mismo Joás. "Y desampararon la casa de Jehová el Dios de sus padres, y sirvieron a los símbolos de Asera y a las imágenes esculpidas. Entonces la ira de Dios vino sohrl' Judá y Jerusalén por este su pecado. Y les envió pro­fetas para qUl' lo!'> VO\Vil'sl'n a Jehová; los cuales les amonestaron, mas ellos no 1010 l'lol'lldl:lrnn" (wr!'>, 18, 19),

Entre 1011 111111'1101'1 1"'o!l'11I1'I l'lwiadll!'> a Jlld;í en este oscuro punto de su historia l'lIll1hll ZlIrllrClIN, hllll d,' IlIlmla, I.o!'> dirigentes de Judá no sólo rechazaron Mil trN111I11I1IIII, NIIIII qllt' "llIl'Íl'wn conspiración contra él, y por mandlllll Lid r,·y 111 III",dl"III 1111 hasta matarlo, en el patio de la casa de JehQvl1" (yor •• II ).

Deberíamos explicar aquí qUf J".'\II. 1III1I1I111IIlCiar sus siete aves contra los fariseos (Mat. 23), d1rllll'" ,11\11 111111 ;1 aquellos líderes que trataban de frustrar sus prop6sltol d~ rc·d'·I\l'j¡'m persiguiendo y matando a los mensajeros especiales. ¡le' c'~1t l' M"\O mencionó dos nombres: Abel y Zacarías, los cuales, slgnlflt'1I1 IV.IIIH'l1te, fueron ase-

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EL SANTUARIO CELESTIAL

sinados mientras desempeñaban deberes en el "santuario" (Mat. 23:29-35;17 cf. Gén. 4:3-8).

Un caso de profanación masiva ocurrió bajo el reinado de Acaz, uno de los reyes más impíos de Judá. Este bribón llegó al poder con una verdadera tendencia a la rebelión. "Quemó también incicnso en el Valle de los Hijos de Hinom, e hizo pasar a sus hijos por fuego, conforme a las abominaciones de las naciones ... Asimislno sacrificó y quemó incienso en los lugares altos, en los collados, y debajo de todo árbol frondoso" (2 Crón. 28:1-4).

La calamidad no se hizo esperar: ocurrió una invasión por los asi­rios y el reino del norte, Israel. Miles de soldados perecieron, y miles más fueron vergonzosamente tomados cautivos (vers. 5-8).

Pero, aunque parezca increíble, Acaz no aprendió la lección. Después de una alianza abortiva con Asiria (vers. 16-21), el rey, en su angustia, "añadió mayor pecado contra Jehová. Porque ofrcci6 sacrificios a los dioses de Damasco". Además, "recogió Acaz IOIi utensilios de la casa de Dios, ... y los quebró, y cerró las pucrtal! dl' la casa de Dios, y se hizo altares en Jerusalén en todos los rincol\l'lI" (vers.24).

La llegada de Ezequías al trono dio lugar a la más espcl'tnculur reversión de la extensa profanación que había ocurrido baju Arllx. "En el primer año de su reinado, en el mes primero, abrió las pm'r· tas de la casa de Jehová, y las reparó (chataq)" (2 Cr6n. 29: 1).

Ezequías reunió a los sacerdotes y levitas, les recordó su colllpro­miso y responsabilidad, y colocó sobre ellos la carga de rcstallrnr 1" casa de Dios y reinstituir su adoración. "Santificaos ahora", It'l! dlJII, "y santificad la casa de Jehová" (vers. 5).

Al igual que Daniel (véase Dan. 9), Ezequías reco[\ol'i(IICIII S"~II' dos de sus compatriotas: "Porque nuestros padres se hun I'C'h,I"., y han hecho lo malo ante los ojos de Jehová nucstru 1 )IUlI """",1. dejaron y apartaron sus rostros del tabernáculo do J,huy'. , Ií wI. vieron las espaldas ... Por lo tanto, la ira de JC!hoy' ha .... Judá y Jerusalén, y los ha entregado a turbia' •• ....... y .. escarnio, como veis vosotros con vuclltrUl "'.,,, y he. "U'lltt'" padres han caído por la espada. y nUI.tl'nll htl., " ..... hl'MII V nuestras mujeres, fueron llevados ,,"utIY,. "U, IItd" U ",6n, lUlt'I 9).

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84 EL SANTUARIO

y el pueblo respondió. Los levitas se reunieron y se santificaron, y "entrando los sacerdotes dentro de la casa de Jehová para limpiar, la [taher], sacaron toda la inmundicia que hallaron en el templo de Jehová ... al atrio de la casa de Jehová; y de allí los levitas la lleva, ron fuera al torrente de Cedrón" (vers. 16).

(Es interesante notar que la palabra que se usa aquí para referir, -se a la restauración física del templo por parte de los sacerdotes y levitas es taher, la misma palabra usada en Levítico 16 para referir' se a la purificación puramente ritual o espiritual. Las palabras cha, dash y chazaq todavía estaban vigentes para el escritor sagrado, y en realidad usa chaZaq en el versículo 3 cuando se refiere a la repara' ción de la puerta del templo. Pero es evidente que aquí prefirió taher, y la introduce por primera vez en el texto. Esto sugiere proba, blemente que la restauración bajo Ezequías fue concebida como algo más radical y de más amplios alcances que las que le precedie, ron, involucrando quizá una purificación no típica [ritual] o "con' sagración" del templo.)

Toda la sociedad fue espiritualmente reavivada bajo las reformas de Ezequías, comenzando con los oficiales civiles de Jerusalén (vers. 20,24) y con el tiempo alcanzando no sólo al reino del sur, Judá, sino también al reino del norte, Israel (2 Crón. 29:25,30:12). Correos con cartas firmadas por el rey fueron enviadas apresurada, mente al norte; y es más conmovedor leer el llamamiento del rey a todo Israel. "Fueron, pues, correos con cartas de mano del rey y de sus prfncl¡X'1I (lor todo ISfllcl y Judá, como el rey 10 había mandado, y dec(an: HIJO/! oe lllrncl, volwos a Jehová el Dios de Abraham, de Isaac y'de IlIrael, y ~llIc vnlvrrl't nI remanente que ha quedado de la mano de loa rey'" "" A.lrl", Nn ,dlll cmnu VUl'stroS padres y como vuestros hermanOl, que .. reh"l.rnn c:nntrll Jdlov,'1 el Dios de sus padres, y él los entrelÓ " delallclÓn, cumu VUlln! ros veis ... No endu, rezcáis, pues, ahora vueltn cervll como VUC'IIIf1111 padres; someteos a Jehová, y venid a su santuario, .l cUll di hu IImltificado para siem, pre; y servid a Jehová vuestro Dtoe, y el ardor de su ira se apartar-á de vosotros. Porque si os volvierela • J.hnvl1, vuestros hermanos y vuestros hijos hallarán misericordil d.llntt de' los que los tienen cautivos, y volverán a esta tierra; porque Jehnvl1 vuestro Dios es ele, mente y misericordioso, y no apartará de VOlntrus su rostro, si voso,

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EL SANTUARIO CELES'DAL 8' tros os volviereis a él" (2 Cr6n. 30:6~9).

Aunque muchos se burlaron y escarnecieron a los mensajeros del rey, algunos respondieron (vers. 10~12), y se proclam6 una pas~ cua especial de dos semanas (vers. 13~23). Fue verdaderamente un momento cumbre en la historia religiosa de Judá.

Sin embargo, Ezequías fue sucedido por Manasés, que dirigi6 al pueblo en una profanación realmente seria del templo. Es notable que el hijo de un rey con una mentalidad de reformador tan defini~ da, revirtiera rápidamente el despertar espiritual que se había logra~ do bajo el reinado de su padre. No s610 reconstruy6 Manasés los lugares altos que su padre había destruido, sino que el texto nos informa, "levantó altares a los baales, e hizo imágenes de Asera, y ador6 a todo el ejército de los cielos, y les rindi6 culto" (2 Cr6n. 33:3). De hecho, fue aún más lejos. "Edificó también altares en la casa de Jehová, de la cual había dicho Jehová: En Jerusalén estará mi nombre perpetuamente". "Edificó asimismo altares a todo el ejército de los cielos en los atrios de la casa de Jehová" (vers. 4, 5).

A fin de ser breve, omitiré comentarios sobre la restauraci6n parcial que el Manasés reformado realizó (vers. 1O~16), seguida de una restauración aún mayor bajo el buen rey Josías (2 Crón. 34:24~ 33; 35:1, 2, 20). Por ahora, el patr6n contamina.ci6n/restauraci6n/con~ tamina.ci6n que hemos estado ilustrando ha quedado probablemente claro.

Termino este análisis, entonces, llamando la atenci6n a la con~ taminaci6n total que tuvo lugar bajo los tres últimos reyes de Judá: Joacim, Joaquín y Sedequías (2 Cr6n. 36: 5~7; 36:9, 10; 36:11~20). Cada uno de estos tres reyes "hizo lo malo ante los ojos de Jehová su Dios" (vers. 5,9, 12), y en cada caso Babilonia se convirtió en el instrumento de juicio.

El escritor sacerdotal, como si quisiera resumir todo lo que h .. venido diciendo, se detiene en Sedequías, el último rey de Jud •. El hizo "lo malo ante los ojos de Jehová su Dios" rechuaNto ,1 men­sajero especial de Dios (Jeremías), y rebelúd. 00ft1l'l N.bucn­donosor (vers. 11 ~ 13 ). A aquel espíritu de lnaullorcllnaoldn Ifneral, se unieron tanto oficiales civiles c:omo nl"IOIOI, ""IUI.ndo todas las abominaciones de las nacíon .. ", Jun. "OOft_mln.ron la casa de Jehová, la cual él había santiAcado en J.Mll'n" (vera. 14).

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86 EL SANTUARIO

La compasiva respuesta de Dios se enfatiza de nuevo. Incluso en esta hora und~dma envi6 mensaje tras mensaje a su pueblo. "Pero ellos hadlln l'scarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, hurh1ndose de sus profetas, hasta que subió la ira de J,·hov;~ contra su pueblo, y no hubo ya remedio" (vers. 16).

S(,lo l'ntonC('S se desató la tormenta. Los ahora frustrados babi­lonios rl'gn'saron con ira redoblada. Miles de habitantes de Judá hll'rol\ asesinados. Yen cuanto al templo, la pluma sacerdotal pintó :m tl'rrihle fin: "Asimismo todos los utensilios de la casa de Dios [no "lIlgII1\OS" como anteriormente], grandes y chicos, los tesoros de la l'lIsa dI: Jchov¡1" .. todo lo llevó a Babilonia. Y quemaron la casa de I )io:-. y rlllllpil'fon d muro dt, Jerusalén" (vers. 18, 19). Finalmente, "y los qUl' ('Sl'aparon de la espada fueron llevados cautivos a I\llhilol\llI. y I )tIIli,'/l',~tfl¡'tI ('Hlre ellos" (vers. 20; cf. Dan. 1:3, 6).

Lo dkho hll1\1 11 Ilquf. por lo tllmo, es el fondo histórico-teológi­,'o d,,1 Ilhro dI' (bull'\. En 2 Cr(,nÍl:as vemos el tabernáculo he­hll',,/1"III(1111 (""M'lllad" NI IIl\a nueva luz. Rodeado en el desierto (1"1 111\11 IIlrlll!'\(' vigilante guardia de sacerdotes y levitas y, de 1"" ho, lmlll 111 1I~lI\lIhll'a dl' Israel, ningún agente u objeto profana­dOI !,III 1111 III"\( III'M', El sfmbolo sagrado de Israel recibía sólo aque-11" 1'11111 111 , 1\\11 hllh(1I 1\ido diseñado, es decir, contaminación ritual (1"'11111'111 111111 Jllo!'la), Y su ceremonia de purificación de tal conta-111111111 11111 '1I"llIl'lIllttlllllll Vl'Z al año, era adecuadamente cubierta por 1,1 \,,11,111111 ",/11",

1',",1 111 ~I'III" di' l di' ( :II'lllil'a" sin embargo, las cosas habían 1 ""Illhll 1 .. dlll_1I1 ,11111'1111' N 1 III~ HI\;II dias sacl'rdotales ni los vigilan­!tI. 11"'111111 (",,111111 dl''''II!'1 1"" dlllh"lliI,,~ dl'signios de los poderosos II'VI'~ 1I1,,"I-IIII1I~ 1 q -'1111111111,,/1 "1111'1" h 11' M IJl'tO l'n ese tiempo a mali-1111_11 111111." 11,,11 11 Y ""1'111111111, hillll'l\do que taher por sí mismo, ""'111 , 111111111"111" 11 Hld,', 1111.1" I'"ra dt'scribir la total dimensión de las 1111,,11.1,1" """'('l'llvlI:- 1\('I'('1\lIl'la:-. para ponerlo de nuevo en su estado 1 "" 1 1 111 1'111' r1\1l hallamos qlll'. mientras que retiene taher, el autor

1'''"1 111111'1 \'XIIII'),j¡IIll'S en servicio: chadash, chaZaq, qadesh, Como ,'111,1111"" hllV, hlllll'l" otros términos, otras expresiones, para captar "" l' '1 111" 111111" "~ dI' IlIla situación más compleja.

I . ," I I I "111t ,'" 1111110 fondo, entonces. estamos listos psicológi­, I I "'Ip, 1'"1,.11111'1111' 1'"\';1 lo que encontramos en el libro de

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EL SANTUARIO CELESTIAL 87

Daniel, es decir, una intensificación del problema recurrente que hemos visto en el segundo libro de Crónicas.

En este punto necesitamos dejar la respuesta pendiente de algún modo y proceder a la siguiente pregunta.

EL SANTUARIO CELESTIAL EN DANIEL 8:14 ¡Qué garantía tenemos de que en el pasaje daniélico vemos una refe~

rencia al santuario celestial? En DanieI8:3~8 el profeta ve una visión del juego y contrajuego

de las potencias políticas, las primeras de las cuales (Medo-Persia y Grecia) están identificadas en el texto por nombre (vers. 20, 21).

- De modo que, para no reinventar la rueda, no entraré en una explicación detallada de estas profecías aquí. ls Baste decir que en lo que concierne a estas potencias políticas, la visión del capítulo 8 no entra en nuevo terreno, sino más bien reitera -con detalles añadi~ dos, por supuesto- lo que ya ha sido cubierto en los capítulos 2 (vers. 31~40) y 7 (vers. 1-8, 15-28).

Entonces, por comparación con estas dos secciones paralelas, podemos concluir que el tercer reino del capítulo 8, tipificado por el "cuerno pequeño" (vers. 9), es el mismo que el cuarto poder de Daniel 2, representado por las piernas de hierro (vers. 33,40), y el cuarto poder del capítulo 7, representado por la bestia espantosa y terrible (vers. 7).

Si es correcta nuestra interpretación acerca de que el cuarto poder es Roma -la Roma que se levanta siguiendo la caída de Grecia como potencia mundiaP9-, entonces estamos en posición de poder fijar con precisión el marco cronológico de las actividades del "cuerno pequeño" de Daniel 8:10.

Parece claro que las actividades del "cuerno pequeño" del Cllpí, tulo 8 son paralelas a las de su contraparte en 7:21, 25, el decir, en ocasión de la persecución del pueblo de Dios. Y el puntn .1.nlflcll' tivo para nuestro énfasis cronológico aquí es que l. vlll6n d,l CMrí, tulo 8 observa al "cuerno pequeño" hasta el momento In qut' ~'III\' fronta al "Príncipe de los ejércitos" (o "Príncipe di loa prrncllll'lI", verso 25), que es una referencia casi obvia. Crl.tnl el "M"sfa:; Príncipe"20, -un detalle que halla IU cumpllmllnto en 1 .. crudfixi6n de nuestro Señor a manos de Roma por Inltlallclón dt' 1011 lrdercs

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88 ELSANTUAR

apóstatas de Jerusalén. Pero la visión del capítulo 8 también traza las nefastas activid

des delllcuemo pequeño", pasado el tiempo de su confrontacié con elllMes(as Príncipe" (vers. 11, 12; cf. Dan. 7:25). El "continu( (Heb. tamid)ll es "quitado" por el poder representado por este "cue no pcquefio", y "el lugar de su santuario fue echado por tiern (Dan.8:11).

Contra el fondo de estos desarrollos uno de los santos hace 1 pregunta: "¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, la prevaricación asoladora entregando el santuario y el ejército par ser pisoteados?" (Dan. 8:13). Puesto en forma más sencilla ¿Durante cuánto tiempo continuarán estas atrocidades contra e santuario? Y la respuesta fue: "Hasta dos mil trescientas tardes ~ mañanas; luego el santuario será purificado" (Dan. 8:14).

Nuestro interés en este punto es identificar cuál santuario tiene en mente esta respuesta, dados los factores cronológicos a los cuale~ ya hemos aludido.ll

Claramente tiene que ser un santuario que tiene interés teológi, ca para Dios y su pueblo pasado el tiempo de la confrontación entre la Roma (pugana) y el "Príncipe de los ejércitos"; es decir, pasado el tiempo de lu cruz cuando el velo del templo fue roto en dos, símbo, lo del fin del significado teológico del santuario terrenal.

SI estll ohscrvaci6n es válida, entonces, lo que vemos en Daniel 8:13, 14 ca un enmOto de objetivo (probablemente desconocido para el profeta mlsmu) del suntuario terrenal (o ectipo)l3 al santua, rlo celeltlal (o arquecllm}.14 Por lo tanto, el santuario que debe ser "restaurado", "JultlflCldo", IIpurlftcndo", al final de las 2,300 "tardes y mafianaa" de Daniel SI14 nu c, Ulln terrenal, sino, celestial.

El problema, entoneu, .1 que l. prnfimllciól\ trasciende total, mente a cualquier cOla que Daniel hublc:rll concebido antes y que el remedio que se requerC. para rectlflctlr Jlc:hn situación era suprafísi, co y sobrenatural. Es contra elte trufonJu quc el profeta, bajo ins, piración, impone el uso de la palabra u., para describir el resta, blecimiento del arquetipo celestial". IU e.tndo legítimo" después de lo que el mensajero angélico consideró el sucrilcgio máximo.

Desde este punto de vista, la necesidad de una conexión lin, güística entre el taher de Levítico 16 y el tscu1aq de Daniel 8:14,

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EL SANTUARIO CELEsTIAL 89

como algunos exigirían, no procede.2s En Daniel somos confronta­dos con una profanación de proporciones cósmicas, por así decirlo, que deja completamente atrás todo lo que habían encontrado en 2 de Crónicas.

VEÁMOSLO DE OTRA MANERA El mensaje obvio de 2 de Crónicas es que el estado del santua­

rio/templo, como Daniel lo habría recordado estando en Babilonia, había sido producido tanto por la rebelión y apostasía del mismo pueblo de Dios, como por el desafiante sacrilegio de potencias paga­nas hostiles.

Daniel tenía una clara visión de los hechos históricos y un pro­fundo anhelo de que se restaurara el templo de Jerusalén. En el espí­ritu de la gran oración dedicatoria de Salomón,26 él se acercó a Dios en ferviente súplica, con las ventanas de su recámara abiertas hacia Jerusalén. ¡Cuán a menudo debe de haber reflexionado con profun­da angustia sobre el templo en ruinas de la ciudad donde había naci­do y crecido!

No es extraño, entonces, que cuando "el santo" mencionó en visión la restauración (tsad.aqa) del santuario, la curiosidad santifi­cada de Daniel se despertó de inmediato. Sus pensamientos se diri­gieron inmediatamente hacia el templo de Jerusalén. ¡Cómo ansia­ba que se descifrara el críptico pronunciamiento: hasta "dos mil y trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado"! Pero esa, precisamente, fue la parte importante de la visión que se dejó sin interpretar cuando el capítulo 8 llegó a su fin.

o De ahí la angustiosa oración de penitencia del profeta en el cape­tulo 9. Evidentemente había llegado a la conclusión de que el tiem­po de la cautividad de Israel se había alargado (véase el vera. 19), conclusión basada probablemente en la mención que hilO el Miel de las 2,300 tardes y mañanas". Si esto es así, Daniel,lunqut .. ve­ramente desilusionado, no culparía a Dios, porque no .fa ninau­na duda en cuanto a quién se debía culpar· por ,la "-_ión de Jerusalén y la profanación de su sagrado ce .. I'MI_ pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecM·I.,rall\tnll, V hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de Nllftlndamitntol y de tus orde­nanzas. No hemos obedecido. NlliervOl 101 profecu, que en tu

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nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra" (Dan. 9:5, 6).

Cuando el profeta estaba por terminar esta conmovedora ora­ción penitencial, le suplicó a Dios, "haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor" (vers. 17). Por tanto la carga que Daniel sentía era por el templo de Jerusalén, y la decla­ración angélica con referencia al santuario de Daniel 8: 14 había sido el tema más importante en su mente y el tema de su oración. Difícilmente podía ver más allá de eso.

Según esto, cuando Dios le contestó, fue para asegurarle que el tiempo de la cautividad de Judá no se había alargado, sino que, al contrario, se le daría a su pueblo un tiempo de gracia adicional. El mismo sería "setenta semanas" o, como dice correctamente la nueva Reina-Valera revisada, de 1990, "setenta semanas están cortadas para tu pueblo" (Dan. 9:24). Muchos han reconocido esto como un "lenguaje del jubileo", dando a entender que el tiempo de gracia de Israel estaba ahora establecido en "setenta semanas de años", 70 x 7, o 490 años (o 10 jubileos, 49 x 10). El comienzo de ese período fue identificado en la visión misma, es decir, "desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén" (vers. 25), 0457 a. c., Coomo lo han calculado históricamente los adventistas.27 •

SIRnlficlltivamente, el profeta se conforma, aun cuando no hubo en renlidlld tal explicación del críptico lenguaje de la declaración an¡6lica ue Dmliel8:14. ¿Por qué? Porque se sintió aliviado de su l'Ie.adllla. Su preocupnción inmediata eran Jerusalén y su templo. La voluntad de 010. muntcnfR IIU horario, e incluso le concedía a Israel un nuevo tiempo d •• racla.

Fue cerea del fin d. 11. tiempo de prueba final para Israel como nación escogida, cUlndo JIII.1. pronunció IIUII siete aves -a los que nos referimos un poco InCII In e.te cupftulo-, en los cuales men­cionó por nombre a 101 dOlltd.re. (Ahel y Zacarías) que murieron en la línea del deber del ".Intulr")", Al llegar al final de aquella tristísima letanía, como si reflexlona"l dolorosamente en las peren­nes vacilaciones de su pueblo a trav6. de los siglos y las vicisitudes del santuario en las manos de ellos, Jesús pronllnció uno de los más angustiosos clamores de todo su ministerio terrenal: "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son envia-

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dos! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta a sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta" (Mat. 23:37, 38).

Israel había desaprovechado su última oportunidad. El Israel postexílico había vuelto a sus antiguas rebeliones del período pree­xílico. Ahora el fin estaba a las puertas. El velo del templo muy pronto sería rasgado por una mano invisible (Mat. 27:51), y el cen­tro pasaría al santuario real, el celestial.

De este modo, el santuario que se presenta en Daniel 8: 14 no puede ser el templo de Jerusalén, dado el elemento de tiempo del texto ya mencionado arriba.Z$ Y el mensaje del pasaje, como el ángel tuvo tristemente que enfatizar, es para nosotros, que vivimos río abajo y muy lejos del tiempo de Daniel (véase Dan. 8:26), milenios después de terminado el tiempo de gracia concedido a Israel y la total destrucción del templo terrenaL

LOS PECADOS DEL PUEBLO DE DIOS EN DANIEL 8:14 ¿Par qué interpolamos los pecados del pueblo de Dios en el texto

cuando el contexto es claro al enfocar únicamente los pecados del "cuer­no pequeño"?

El templo de Jerusalén, como hemos visto, fue profanado tanto por el antiguo pueblo apóstata como por las naciones paganas que lo rodeaban. No puede haber ninguna duda al respecto. Del mismo modo, el santuario antitípico de Dios es profanado conjuntamente por el moderno pueblo apóstata de Dios, cuyo epítome es el "cuer­no pequeño" y las potencias seculares contemporáneas, como podrí­amos inferir de las amplias pinceladas teológicas de Apocalipsis 13:1-7.

Pero hay un tercer elemento en este plan. Si leemos 2 de Crónicas cuidadosamente notaremos la constante presenc'" di UI\

remanente fiel durante la apostasía. Este grupo incluí. a p .... como Josías, Joiada, Zacarías, Ezequías y JeremCu, Y .... otrc», como Daniel, Ananías, Misael y Azarías (Dan, )I~ ...... "ue· vos descendientes espirituales, el nuevo ... ~ ......... 0'0.'1 hace un nuevo pacto (Heb. 8:7·12; ef. ,. )llla.,.. • .." y su ley controlan sus vidas. Llamado. a IIMr '" cad .... nactoM'l le IIlr· ven fielmente, no produciendo nt.ncuna contamlnacl6n por rehc-

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lión y sacrilegio contra su templo celestial. Naturalmente, no son el foco de Daniel 8, porque ese pasaje se concentra en la contaminación sacrllega. .

Es en este punto que la interpretación adventista del séptimo día de Daniel 8: 14 ha sido cuestionada. Porque históricamente hemos visto en el texto la purificación antitípica del santuario, de los pecados del pueblo de Dios, mientras la verdad es que claramente el énfasis de Daniel 8 está sobre los pecados del "cuerno pequeño".

Según mi pa~ecer, no hay necesidad de llenarse de pánico aquí. Nuestros pioneros dieron un salto hermenéutico en este punto, y eso no puede disputarse con éxito. '¡Pero ellos salieron airosos! Yeso tampoco, a mi juicio, puede ser explicado con éxito.

f

El problema que ha confundido tanto a los adventistas como a sus críticos, me parece a mí, es que no lograron considerar las dos clases de contaminación a las que nos referimos al principio. Daniel' 8:9,14 tiene que ver con una contaminación rebelde y sacrílega y obviamente señala a una realidad escatológica y cósmica. Tiene que ver con el pueblo apóstata de Dios y las naciones del mundo en el juicio, que las lleva a la condenación y la destrucción. Levítico 16 tiene que ver con la contaminación propia o penitencial, y por lo tanto señala a una realidad cósmica y escatológica. Involucra al pueblo penitente de Dios en un juicio que conduce a la absolución y la vindicación.

Concebido así, hay una obvia convergencia de estos dos juiciOS escato16gicos, que son, en realidad, dos aspectos del mismo juicio. Es por eso que 101 adventistas pudieron dar un salto hermenéutico y todavía .. Ur bien. La importancia, sin embargo, de seguir un enfo, que hermen'uttco ~ cONI.tente e. que nos permite desarrollar un cuadro más completo de todo el upectl'Q y dimensión de esta acti, vidad de juicio previo .lldYtnlmi.nto, como veremos en el capí, tulo 8.

CONCLUSION ¿Qué significa entonces Danie&..8:14, El factor clave para contestar eita pregunta es recordar que la

revelación de Dios al profeta en Danlel8:14, aunque se perfila fren, te a este fondo histórico en general, como hemos observado, tras'

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EL SANTUARIO CELESTIAL

ciende sin embargo, con mucho, las condiciones locales que impe­raban en Judá, Babilonia, Medo-Persia y Grecia.

En otras palabras, Dios estaba diciendo a Daniel: "Mira, tú te preocupas por el templo t~rrenal que yace en ruinas en Jerusalén. Tú estás preocupado, y es comprensible que así sea, tratándose de una contaminación -una profanación- producida por instrumentos puramente humanos. Sin embargo, yo estoy descorriendo el velo, y usando lo histórico y local para señalar a lo cósmico y universal.

"Mi propósito, Daniel, es mostrar que la conspiración es mucho más profunda de lo que tú eres capaz de imaginar. Los profanadores, los conspiradores, no son mera carne y sangre, sino principados, y potestades, y los gobernantes de las tinieblas de este mundo, impie­dad espiritual en lugares celestiales. La contaminación, la profana­ción, el sacrilegio, han alcanzado proporciones cósmicas. Yo toma­ré la acción, no sólo de los sacerdotes y levitas y reyes piadosos para rectificarla, sino también la del Sacerdote celestial mismo, el Me­sías. Y la importancia, el espectro, la intensidad de la crisis deman­da el uso del término más fuerte para expresarlo: tsadaq Hasta 2,300 tardes y mañanas, entonces el santuario celestta:!. sera restaurado, vindicado, puesto en su estado legítimo, purificado del estigma lan­zado contra él desde las mismas puertas del infierno, simbolizado por el "cuerno pequeño".

Daniel 8: 14, entonces, trae a colación el hecho fundamental de que después de muchos siglos -sí, aun milenios- de vergúenza y abuso, el verdadero santuario de Dios ha de ser finalmente restau­rado a su correcto estado y su nombre, honor, gobierno y pueblo, purificado,29 ¡es decir, vindicado para siempre!

Referencias

, Se ha reconocido generalmente que una mejor traducción de ................. 1ft

Daniel 8:14 de la versi6n RVR 1960. seria "restaurado" o "ju.tti/lcadll" II·~'''' ..... . do" (de aquí "purificación") es el término más familiar Yo lo UIO..., ...... _ .. """1111111 de hacer un problema de eSle punto Conceptual y Icoló,Ie.mm", 11,.11. • ..... 1""", .. ,.1 sentido de limpieza (como en "limpiar nuestro nombl'l") ,.1"""" _l1li11111_ 1,1t. ,l. "". laurar". "justificar" o "vindicar" Usaré los cuatro r'rmlnlll I 111l1li .... ,11IIII1tI'1 , l. n.~ •• llln,¡ de variedad lo requieran.

, Urías Smith (I 832-1903) desempet16 un J'IIlrtl mllY I'ftlllll""' .. 1" .1_".,11 .. ,l. l. '¡IIW"' ..

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EL SANTUARIO

del santuario dentru de 1.1 19lc:sia Advenrista Para más informad,;n en cuanto a su importancia al res­pecto. vénse Adallls. TI,e Sancluary Dllctrine. poi!,'S 15-35

, Alhion Fox !3.IlIcngcr (( 861 -1 921) fue un pasror e"angelista advenrista que rompi6 con la Iglesia A.lvennsr.1 cn 1.1 vuelt.,.ld .iglo, por Id cuestión del sanntario y doctrinas relacionadas con él Véase Th~ Sanau"ry D<lCtrine. pá!,'S 95-164

, Véase un «'um"n .1 .. la posicitín de Smith en Th~ Sanctual) Dortrine. págs. 79-84. 'L"oking /m" lesus. Uf Chrisc in Type andAntit)j1e (Batde Crcek, Mích .. Review and Herald Pub

Co 1898). p.igs 88-90 Cf. Adams, The Sanctuary Doctrine. p.íg 79. n 2. o The Sanctuary Doctrine. p.igs. 79.80 'Id. pá¡: 81 • Alhion F Ballenger. Cast Outfur!he Cross o/Christ (Riverside. Calif.: A. F. Ballenger.1917).

poigs 58-59. An E\lImination o/ Forry Fatal Errurs Regarding the AlIlnement (Riwrside. Calif: A F Ballenger. 1913'). págs. 106-112 Véase The Sanclllary Domine. poigs 127.128. para un resumen de l., posición de Ballenger .

• Véase The Sanctuary Doctrine. poi¡: 127. n. 2 " Id • poi¡''S 128-130 "Id. pág 256 " Aproximad.~mente 970-586 a C " La palabra "contaminación" ya no parece suficienlement" ampli.l como para abarcar la clase

de blasfemia lanldda contra el sanru.lfio. <lue .., regiso" en 2 .le Cr'micas. Así. el rénnino "profana­ci'ln" que. por supuesro. inc1u~ la "contaminación" se USA aqul !,or<lue riene un rango semántico más amplio. En Ltvítico 16 estA fuera de lugar "profdnación" y cApla mru. rápidamente la idea de sacrile­gio voluntario que permca Id teologla .Id lel1lplo.l" 2 Crónic.,s y además. como se hará muy eviden­re más tarde. dellibrn de Danid

.. Esre dillgrama intenta proveer un tosco resumen de las vicisitudes del santuario/templo como se represenra en el re~isrro de 2 de Crónicas La exactitud matemática es ob"iamente imposible para determiner el lirado de profanación o de r.,.taurdcitín. La base de mi c:srimaci6n es .,( cuadro verbal que MS da el e:ocril'" sagr .. do Creo que el diagrama es básicamente fiel al texto.

" LIII mlllll~8 "am el cism., del reino unido de Israel se nos dan en 1 Reyes 12. Véase además el CllIIItnlariu "1I>1I,'u adllCmisla del ~éplim" dla. tomo 2. pág. 75

" Chndatll 1""lrl" Iraducltse tamhi"n como "reparar". o "ren,.var" Se usa en el Salmo 51'10. dllnde l"vl41 um 1'\It eSla "renovacu;n" de un espíritu recto dentro de .. 1. La palabra aparece también en l.Im.nln~IIIIl" ~.21. ,Ion.le ell,rofcl" I'i.le al Señor "restaurar" su pueblo a sr mismo.

" NIIII 11\1' lA refercndll n'lu! e. a Z"carías. hiju de Joia'!'l (y n" de Ber"<!uías). Véase el CllllllllhII'II, /J/IJIItt,adwnllllll df/Jlpl/mll c!fa (Iomu 5.!,.\): 492) para una explicación de esta variad';n

I1 Pan la ~ llllvenrllcl "l'n,IAr. vfnllt' el Comentariu biblicu adventista del séPtimo día. tomo 4. (1dp. 839·1471 Y lMmund Ponl, Don/ti (Nlllhvlllc. SUlIIh .. rn Puh A.sn. 1978). pá¡''S 160-193.

"V .... ,1 C,,,",,, ..... '11.""'1'1111 df/ll¡Nltnu ,!fa. IOlIlIlI 4. pá¡::¡ 774. 77S. 832. Ford. pág 148. a. F. H ... I, "Tht Lllllt Marn, lhe .Inll, 11111111. Snn"llIIry In l~tniel8", ,'11 The Sanetuary and che Awnemenl.IIlI., WaU",kllnpf y IMI\I" ~ ... 177. ~OII ("""~llIhllclI'" 1", I~í¡:s 182-186)

"Q..mpare o.nl.19125. V ... ,1 CciIINIuIl"" *""...1""""," ,Id )~II/imu elfa, lomo 4. págs 842-853; Ford. pág 192. y H .. I,., '11, ,It.

" E:ite término. que tenia 11M "'''''''111 prlllla,la .I .. rvll'" ,""linuu en el Sdntuario terren.tl. señala en c:sre C(lnrexto al minllttdo ...... ""'MUlI .leo eri .... en d s,mtuario celestial Véase. Comentario btbIico admuÍ5U1 del sipdllUJ Mo, tItIlO., .... "4JI y Iln,,·I. p.o\¡''S. 189. 190.

" Note que estoy evitando de1iberaclam",,, tI .... .,.1I deo Ilcml" I .. n Daniel 8: 14. como la base de mi conclusión aqu{.

"Los términos ectipo y arquetipo se usan cuatlllo un IIImhullllcrocllill (ectipo) señala a \m cum­plimiento ce1c:sti.t1 (arquetipo). En otras palabras. Implican una dlrrH'i,;n wrtical. en contraste con "tipo"y "antitipo". que implican un cumplimiento horllontll. HUIU U'l"í he estado usando "tipo" y "antitipo· tanto para el cumplimiento horizontal como para el vertlcal,!''''<I"e cctipo y arquetipo tie-

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EL SANTUARIO CELESTIAL

n~n ciertas connotaciones no bíblicas en la filosofla griega. " Véase la nota 22 arriba ,. El asuntO que estamos tratando .\quí no descarta los términos particulares usados ram la acci611

de rectificar el santuario Debem(1$ tratar más y más con el significado y el contexlO Una inclinaci¡\n ., buscarle conexiones Iinguísticas colinda a veces con la inspiración verhal y prueb.,s texllh,les s"ns­ticadas Ad~nuls. muy diferent~ a los terribles sacrilegios que h~mos estad" observando (puliend" tér· minos más inclusivos). necesitamos recordar que el lenguaje evolucÍ(>na y que diferenu:s au",r" •• especialmente cuando están sepamdo~ por muchos siglos de tiempo. emplean diferentes eXl'resillneK ('ara referirse a conceptos iguales O similares

,. Véase 2 Crónicas 6 20. 21. 24-27 "Véase Jacques [)oukhan en The Sancnwry aruI!he Atonemtm. págs. 251-269. " Para mayor inforrnaci¡;n sobre el elemento tiempo de Daniel 8 14. véase W. H Shea, Selccted

Studies (m Prophelic lmerprctatiun, Daniel aruI RCtoclalion Committce Series (Wáshington, D. C. AsociacÍ(,n General de los Adventistas del Séptimo Día. 1982). págs 80-8S.

,. Cuando hablamos acerca de la puri/lcaci6n del santuario, nos estamos refiriendo a la l'urinCiI' ción judiCial o jurídica. Esta clase de purificación es necesaria para la restauración del santuario n 8U

correcto estado; es decir, para vindicarIo UIS conceptos en su totalidad son parre del mismo pnquete, y la traducción "purificado" encaja preponderantemente denrro del cllntenido del pas.tje Cf HIIIK'I, p.ig.204.

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CAPÍTULO 7

Cristo y 18441:

"y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado" (Dan. 8: /4).

"La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta den­tro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacer­dote para siempre según el orden de Melquisedec" (Heb. 6:/9, 20).

En el prcfilcio de esta obra señalé que la razón fundamental para el Jesnrrollo de la doctrina es que, como humanos, somos seres limitados y cortos de vista, casi siempre incapaces de

captar todo In que Dios intenta decimos. Dadas las circunstancias, ya sean Internas o externas, la iglesia se ha afligido en ciertos momentos cruciales de su historia al experimentar un bloqueo tea, 1681co mental que la incapacitó tanto para conceptualizar como para Iprcclllr In Jimensi6n total de una situación teológica dada.

SelÓn mi juicio, el movimiento milerista de mediados del siglo dleclnuove, quelleló a.u clímax en el gran chasco de 1844, fue uno de elOl CIIOI, PUl una 'ro('" de Jlrlln expectación y elevado fervor espiritual. Il .. da habrla de venir en unoll cuantos años, luego meses, y finalmente dCul.an una decl.raclón cscrlrn muchos años más tarde, el seguidor milerlata Hlram Edlon dcscrihió ese fervor que abrasaba a los creyente. I medid. que l. cucnta regresiva se acerca, ba a su clímax:

"Esperábamos confiadamente ver " Jell(ls y a todos sus santos ángeles con él; y que su voz llamada " Abrllh¡~n, Isaac y Jacob, y a todos los justóS del pasado y amigos queridos y cercanos que nos

96

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CRISTO y 1844 97

habían abandonado al morir, y que nuestras pruebas y sufrimientos, junto con nuestra peregrinación, terminarían, y. que nosotros sería­mos arrebatados a recibir al Señor que venía para que estuviéramos para siempre con él y habitáramos en las mansiones de la ciudad de oro, preparadas para los redimidos. Nuestras expectativas eran ele­vadas, y así esperábamos la venida de nuestro Señor, hasta que el reloj marcó las 12:00 de la noche".2

En ese trascendental día de octubre de 1844, les habría importa­do muy poco a los ardientes mileristas recordarles que Jesús había dicho que nadie conoce el día ni la hora del segundo advenimiento de Cristo (Mat. 24:36). Ellos habían estudiado las profecías, habían tomado una posición, habían alertado a un mundo incrédulo, y decenas de miles habían respondido. Esto debe ser la verdad, cier­tamente, y toda evaluación teológica fresca -especialmente contra­ria- era impensable. En aquel estado de agitada expectación, nada ni nadie era capaz de penetrar su bloqueo teológico mental, dada la libertad de elección que Dios siempre ha permitido. ¡Es 22 de ()CO!- . bre, y Jesús vendrá hoy! ..:..:..:.-- . --- --

Pero he aquí que el reloj dio las doce campanadas de la media;' noche, y Jesús no vino. Una vez más, ,Hiram EdsoIl,t "El día había pasado y nuestro chasco se convirtió en una triste realidad. Nuestras más preciadas esperanzas se derrumbaron, y nos sobrecogió un desesperado deseo de llorar como nunca antes había yo experimen­tado. Me parecía que la pérdida de todos los amigos terrenales no habría sido tan dolorosa comparada con esto. Lloramos y lloramos, hasta el amanecer".)

Fue en verdad un chasco amargo, y Edson habló de haber llega­do cerca del borde del agnosticismo y la apostasía.~Pero el Dios que disipa las tinieblas, el Misericordioso en quién ha61a puesto su con­fianza, no estaba lejos. A pesar de las lágrimas de Edson, la slJUien­te mañana Dios se abrió paso en medio de la situaci6n de la mejor manera posible~En las palabras del mismo Edson: "Bl cl.1o pareció abrirse a mi vista, y vi clara y distintamente que 11\ ya de que nues­tro Sumo Sacerdote saliera del Lugar SmctltlllO MIl venir ra esta tierra en el día diez del séptimo mes, .1 final d. 101 2.300 dril, entr6 por primera vez al segundo departalUftto cielllQC\larlo _ drBi y que tenía una obra que real~auru1 Lupr StnttIttncrantes de regresar

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98 EL SANTUARIO

r' a esta tierra".' '

Esta posición fue adoptada por el grupo milerista que más tarde sería conocido como Adventistas del Séptimo Día. Históricamente ha tenido un lugar muy importante en nuestro sistema de creen­cias.6

SIGNIFICADO DE "DENTRO DEL VELO" El descubrimiento de Edson suscitó importantes preguntas; la

más básica de todas ellas es la siguiente: ¿Estaban nuestros pioneros en lo correcto al decir que Jesús entró en el lugar santísimo del san­tuario celestial por primera vez en 1844 cuando, como parece suge­rir Hebreos 6:19, 20, él entró allí inmediatamente después de su ascensión?

La respuesta que doy a esta pregunta es No ... y Sí. ¿Por qué No? ¿Los pioneros no estaban en lo correcto? Quiero

decir que a medida que uno analiza la declaración del libro de Hebreos a la luz del uso de la expresión "dentro del velo" en el Antiguo Testamento, parecería claro que él verdaderamente entró en el Lugar Santísimo del santuario celestial si es que uno acepta la idea de un templo celestial con dos compartimentos.

En mi libro anterior sobre el santuario presenté un detallado eltudlo de los hallazgos de Ballenger sobre el significado del velo. Por convenicllcia, permítanme darles aquí un breve resumen de su edleall.?

BIlleng,r con.truyc su argumento sobre el uso que da el Antiguo Te't.mento I 1 .. J"lIlllhrll Iwhrca I>aroketh. Señaló que en las 25 veces que ocurre, .Iomp ... al ref'lc:rr u 111 cortina que separa el lugar santo del lugar a.nd.lma, y nuncll " l., curtlnu extcrior del santuario.S

Además, demOltró qUI • la corein" extrrlor dd santuario nunca se la design6 con el t'rmino "..ch. A 'Ien más bicn se la llamaba "la puerta del tabernáculo, O .llUna ocr" rxprl'sión semejante, pero nunca 'el primer velo"'.'

'"\..C;. Del total de veces que ocurre p.olccth, Hallenger llamó la aten­ci6n a cincolO de ellas que contlenel) 1" frasc "dentro del velo" y..­señaló que las expresiones sIempre le apllclIll al Lugar Santísimo. ' Por otra parte, las expresiones "fuera del velo" y "delante del velo", ocurren ocho veces en el Pentateucoll refméndosc, en cada caso, al

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CRISTO y 1844 99

lugar santo del tabernáculo. La exégesis de Ballenger no era intachable, lo cual ya se ha

observado.12 Pero las fallas son menores y "dejan virtualmente in­tactos sus mayores argumentos"Y

Regresando al Nuevo Testamento para hacer un estudio de kata­petasma (velo), Ballenger señaló esta misma comprensión básica a través de los evangelios sinópticos, observando la referencia expre­sa al "velo del templo", como una alusión obvia a la cortina que dividía al lugar santo del lugar santísimo (véase Mat. 27 :51; Mar. 15:38; Luc. 23:35). Cuando llega al libro de Hebreos, simplemente arguye que el Espíritu Santo no contradiría lo que ya había defini­do en las otras partes de la Escritura. Así, Ballenger concluyó que la expresión "dentro del velo", en Hebreos 6: 19, 20, señala al lugar santf§iroo..del santuario celestiaL

Podemos llamar la atención, por supuesto, al hecho de que el libro de Hebreos habla de un "segundo" katapetasma (un segundo velo), pero esto nos presenta inmediatamente por lo menos tres problemas:

1. En contra de nuestro bien fundado enfoque adventista de construir un caso teológico sobre el peso de la evidencia escriturfs­tica, nos encontramos buscando apoyo en un solo texto, ignorando todo el resto.

2. Nos sentiríamos imposibilitados de explicar por qué el autor no especificó cuál velo (primero o segundo) tenía en mente en Hebreos 6:20. ¿Por qué el uso categórico allí?

3. Si llegamos a aceptar un solo texto para probar un punto, entonces podríamos vernos forzados a mantener -sobre la base de Hebreos 9:4 solamente- que el altar del incienso estaba localizado en el lugar santísimo del santuario terrenal, contrario a lo que lIbe. mos por una multitud de otros versículos de la Biblia.

La explicación que los comentarios dan a esta dtlCflpanetl registrada en Hebreos 9:4 es intrigante, pero no di'" .ttntrno_. Baste decir que el fenómeno debería servir como clfNutyo I'"un cualquier intento de construir una posicIÓn't.ICIIIO"'- una y"rln· ción única presentada en la expresiÓn .... tundo ~" 1ft Hehrcos 9:3. I

, I

Según mi punto de vista, la evidencio de""rrnllnda I'nr Anllt'ngcr

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100 EL SANTUARIO

se mantiene en esencia sólida, y la pregunta sería, ¿cómo nos rela, cionaremos con esta evidencia y la conclusión que Ballenger sacó de ella?

Hay cuando menos tres opciones. Una. pm.lclI\ol> decidir que sería impropio y poco sabio aceptar la

posici6n Jc UIl renegado que fue tan vociferante en sus críticas a la iglesia. purticularll\cntc alguien cuya teología Elena de White con' den6 con tanta sl·vl·ridad.

Dos. POdl'Il\OS decidir que su exégesis es deficiente, y que no importu C'w'tl st'u el lti~nifirado de la expresión "dentro del velo" en el Antiguo Tt'stall\t'nto y en los evangelios, en Hebreos sí señala al "lugar sandKill1o" del suntuario celestial.

Tres. podc,'l\Ios dl'ddir que. pese a que Elena de White condenó la teolo"!u dt' BIIIlc,'!1j.(t'r (y hasm donde sé la señora White no espe, cific6 los Ullpt'C,'WPI par! iculnrcs que ella encontraba más o~ensivos), él es tuba en IOl'Orrl.'l'!o en estc punto. Si esto es así, entonces nues, tros pionero" no l'stahan en lo correcto en su punto de vista acerca de que "Jentro dd velo" scfiala al lugar santo del santuario celestial.

Quizá .e" rlaro él esta altura que estoy adoptando esta última opciÓn. Mi runto de vista es que si el autor de Hebreos pensaba en t'rmlno. dt' "¡':t!ograffa celestial", entonces nuestros pioneros no e.taban tn lo l'Orrecto al afirmar que en 1844 Cristo entró al lugar I.nd,lmu del santuario celestial por primera vez. El Nuevo T .. clmontu, exceptuando el libro de Hebreos, sin embargo, provee amplia .vldencl" IIccrCIl de que en el momento de su ascensión Crllto fu. d'rectl,nontc Ll 1" diestra de Dios, lo cual se admite uni, ver.alm.ne. como .llu •• r de muyor honor. y estaba representado en el anct.uo cabtrn"ulo por el propiciatorio en el lugar santísi, mo,I4

lA qué me refiero, "\'*'" .Iaflrmur que s(, los pioneros esta' ban en lo correcto? QuierO dlc'r que el punto esencial que yacía bajo su elección de lenguaje era ,6l1do. I'NlIlftanme explicarlo.

Los adventistas han sido acu.adOl de ocuparse en la "geografía celestial" cuando enseñan que Crt.to comc:nz{¡ su ministerio en el lugar santo del santuario celestial en ocallón de su ascensión y que luego pasó al lugar santísimo en 1844. Lo que siempre me ha pare' cido curioso en cuanto a esta acusación es que precisamente los acu,

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CRISTO y 1844 101

sados son los más rápidos en enfatizar que Cristo fue directamente al Lugar Santísimo.

Ahora, ¿alguien se interesa en esta así llamada "geografía celes­tial"? Si digo que un presidente de los Estados Unidos recién electo pasa un corto período de tiempo en la casa Blair después del discur­so de inauguración de su mandato, antes de mudarse a la recién desocupada Casa Blanca, situada al otro lado de la calle, no sería acusado de interesarme en la "geografía de Wáshington" por la per­sona que dice que el nuevo presidente va directamente a la Casa Blanca. El hecho es que, si mucho, ambos estamos interesados en la "geografía de Wáshington".

Sin embargo, la pregunta -para volver al pasaje de Hebreos- es si el autor del libro estaba interesado en la "geografía celestial". Y la respuesta, de acuerdo con la evidencia/del libro, es que oo. En nin­guna parte de Hebreos se refiere el autor a un lugar santísimo del santuario celestial en contraposición con un lugar santo. El con­traste, más bien, es siempre entre el santuario terrenal y el celestial. El autor está interesado en demostrar la superioridad del santuario y el sacerdocio celestial frente al santuario y el sacerdocio terrena­les?

En este aspecto el énfasis del escritor se pone sobre la idea de acceso ilimitado. De eso es realmente lo que Hebreos 6:19, 20 habla~En el Antiguo Testamento, como todos sabemos, sólo aque-

.." llos que por nacimiento eran miembros de la tribu de Leví podían reclamar algún derecho de acceso al santuario mismo y sus acceso­rios. Más aún, de ese grupo sólo los descendientes de Aarón podían entrar dentro del primer departamento de ese sagrado lugar. Y por último, sólo a un hombre en Israel, el sumo sacerdote reinante, se le permitía entrar en el interior sagrado, el lugar santísimo sobre la tie­rra, ¡y aun así, sólo una vez al año, en el Día de ExpiacióqJ...

'La asombrosa verdad que ahora se pone en relieve en el libro de Hebreos, es que por medio d, 1. ,ruz Jau"ilto ha roto todas las barreras. Cada descendiente de AdM ti... ahora pleno y libre acceso al trono del Dios vlvien •• ,.ToM PllIOI\IlObrt l. tierra -no importa cuál sea su raza, nacionllMtlri, .. I,I6ft IOCial, eltutus cco­nómico- puede ahora aproxima. ,1 trono de ta Pmona Infinita, no con temor y temblor, sino con valor, con absoluto confianza, a

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través de la sangre de Cristo, para alcanzar misericordia, y hallar gracia para el tiempo de necesidad (Heb. 4:16; 9:11, 12,24; 10:19, 20).'~

Esta es In gran seguridad que el apóstol quería que su audiencia captara en d lihro de Hebreos. Él no muestra ningún interés en la "geografía ('l'lt'stial"; y siendo éste el caso, no hay conflicto esencial entre In ufi rlllllcl!'1I1 de Hebreos 6: 19, 20 Y el aserto de nuestros pio~ neros.

EN UN NIVEL MÁS PROFUNDO El 1t'llgllujt' dl' Illlt'sl ros pioneros sobre este tema no tiene por

qué aver¡.ton:tnrllOH. Ellos no ('ran te61ogos tormales, sino hombres y tnlljt'rt'H C'Ol1llllll'S dd siglll dit'l'inucve que se dirigían a una audien~ cia de NUl:'vn 11l¡.tlatt'rra dt, Sil tiempo, no dada particularmente a pcnllur t'n rérmlnml f¡[osófkos abstraeros. De hecho, los años de medindoll d('1 /liJ.¡11I dil'l'inut'v(' fue una época cuando los cristianos consl'rvndnrC'/I dl'!.prt'cialmnla filosofía y el pensamiento abstracto.16

Eran gente pnkl kn, ron una mentalidad pragmática. De nlodo qm' las palabras de las Escrituras les llegaban acuñadas

en cllllmholillllll' literal del antiguo servicio típico, simbolismo en el cURIlIlI1I \lIt'nlt's ya estaban ejercitadas. En medio de su abruma~ dor eh",u'lI, IOH conceptos filosóficos abstractos podían hacer muy l'OCO Imr"~'to liohn' ellos.

Pu. ut como ('n t'l phn de Dios, se volvieron hacia el crudo y vrvldn lIc'MII.mn de IOH antigllos servicios típicos. Dios decidió enconU ... 10l '1'\ ,,1 cerrt'I\O dllndt, t'stílhan,.como lo hace con noso~ troll hay, IN ptrl.ce.mente' rMzol\lIhlt" dcsde el punto de vista de los servicios leYftlcOI, 'KprtlMr 1M vrrdml t'n 111 forma en que lo hacían. No s610 tenta .entldo plr. miliar". ur 111111 oyentes, sino que miseri~ cordiosamente 101 rllcltlbl d.1 c:h".co, 1" apostasía, e incluso del agnosticismo, preservando IU f, '1'\ nloll y en sus promesas. Y la esencia de la verdad que ellOl prnchunnhnn de esta manera era mucho más profunda que ellengulj. IItt:rlllista en el cual la expre~ saban.

Hay algo así como un paralelismo en In Igbia cristiana en gene~ ral con respecto a la doctrina de la expiación. En los primeros siglos de la iglesia cristiana, algunos padres de la iglesia, al describir la

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CRISTO y 1844 103

expiación, hicieron uso de un lenguaje muy pintoresco y gráfico. Cristo, decían ellos, se disfrazó, pagó un rescate al diablo, se intro, dujo como ladrón en sus dominios, y liberó a su pueblo. Agustín fue, incluso, más lejos, usando el símil de una ratonera: del mismo modo en que los ratones son atrapados en la trampa por la camada, así Cristo es la camada por medio de la cual el diablo es atrapado!7 Martín Lutero, el gran reformador del siglo dieciséis, revivió ese lenguaje vívido y literalista, y lo usó en su predicación y enseñan­za.18

Esta forma de describir la expiación cayó bajo severa crítica de parte de algunos historiadores del dogma, que la caracterizaban de infantil, simplista y grotesca.19 Pero Gustaf Aulen, el respetado his, toriador y teólogo sueco de la iglesia, estaba en lo cierto cuando observaba que tales críticas no llegan "más profundo que el vestido exterior", y no hacen "ningún intento serio de penetrar detrás de la forma para llegar a la idea subyacente. Luego expresó el punto de vista, con el cual concuerdo, de que "el estudio histórico del dogma es tiempo perdido en pura superficialidad si no se esfuerza por pe' netrar en lo que yace debajo del ropaje exterior, y mirar a los valo, res religiosos ocultos debajo".2o

Según mi juicio, tales sentimientos son relevantes para evaluar la descripción que hacen los pioneros de lo ocurrido en 1844. La esencia de la verdad que expresaban -para aquellos que se interesan lo suficiente como para mirar debajo "del ropaje exterior~'-, era el hecho de que al final del período profético de Daniel 8:14, Cristo comenzó una nueva fase de su ministerio, una cuyo objetivo era la vindicación final del nombre y el honor de Dios, la vindicación del santuario y el pueblo de Dios, y establecer la eterna seguridad del universo.

El problema surge cuando tenemos la impresión de que 150 años más tarde nosotros estamos obligados a expresar esta verdad parti­cular en id~ntleo lenlJuaje al que e1101 emplearon. Cu'n desilusio­nados quedadan si se levantaran de 101 mu.no. y cHlcubrlentn que no hemos hecho progresOl teo1dtlcol'" .u tiempo, que hemos preservado incluso sus misma ..,....IoMl .n tormaldehído, que no vemos más lejos ahora de lo que .1101 vieron entonce., Inl más claro tampoco!

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104 EL SANTUARIO

No, nosotros nos paramos ahora sobre sus valientes e inspirado, res hombros, y sin alterar ni un solo tablón de las columnas básicas de la fe, percibimos en realidad una visión más clara. Sostener hoy que después de su gran victoria en la cruz, nuestro inmaculado Sumo Sacerdote fue confinado a una sección literal del santuario celestial durante 1,800 años, podría ser teológicamente incongruente e into, lerable.

Quizá una mejor manera de expresar la misma verdad que se le /éveló a Hiram Edson esa mañana llena de lágrimas sería como

sigue: En la ascensión Cristo entró a la presencia de Dios (y al decir, lo, armonizamos con el Nuevo Testamento) y allí comenzó "un ministerio del primer departamento" (en armonía con el antiguo servicio típico). Al final de los 2,300 días (años) en 1844 (en armo' nía con el libro de Daniel), comenzó "un ministerio del segundo departamento" (en armonía con el antiguo servicio típico del Día de Expiación), es decir, la rcstauración o vindicación o purificación del santuariu cl,lestial (en armonía con Levítico 16 y Daniel 8:14).

Esto, según pienso, es la esencia del mensaje que Dios nos ha encomendado como su pueblo. Y cuando sonó la hora profética en 1844, se vio n los ángeles en plena misión volando en medio del espacio, tcmil'ndo el evangelio eterno para predicarlo a los que motan cn 111 tierra: a toda nación, tribu, lengua y pueblo, anun, el.nd" cn tunos de clarín esta portentosa y gloriosa nueva dimen, alÓn del ministerio de Cristo en el santuario celestial: ''Temed a 0101, y d.dlo Klnrlu, pUrl)lIC la hora de su juicio ha llegado" (Apoc. l~m.

Unalam.ntlbl.lncumlm~lu¡j(1Il del espectro y las implicaciones de esta dramAclcl nueva f ... del anlnisteriu de Cristo fue lo que con, dujo al gran chuco d. 18~4. Y yo crcn llUt" lier¡t una total compren, sión y proclamaciÓn de tlCI nuevI dlmcnMI6n de aquel gran "minis, terio del segundo departamento" en ,lllllltuario celestial la que tra, erá a las naciones y a loa IndlvlduOl " tUl cncuentro largamente retardado con el destino.

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CluSTOY 1844 lOS

Referencias

, Me siento completamente satisfecho con respectO a esta fecha en términos de los 2.300 días mencionados en Daniel 8:14. Yo no hago una defensa de ella aquí. Para conocer la posición históri­ca adventista sobre este asunto. véase Adams. TIte Sanctuary Doctrine. págs. 42-45. especialmente la pág. 43. n. 1. Para una reciente interpretación de Daniel 8:14 véase Hasel, en TIte SaIlCllllJry aOO!he Aconemem, págs. 177-227. Para la integridad de la fecha del 22 de octubre para el Yom Kippur en 1844. véase Shea. Selected SauLes in Pro/Jhetic Imerpreratúm. págs 132-137-

Durante la Se¡,ounda Guerra Mundial,los británicos deOIciftaron el código miUrar nazi. y Winston Churchill. en el fondo de un Bunker. bajo I..s calleO! de Londres. pudo recibir advertencias por ade­lantado de las intenciones militares nazis Los teóricos militares podrían argüir si el método seguido para descifrar el código fue correcto. si Ole siguieron los principios correctos de interpretación. Pero en lo que a los estrategas militares británicos concierne. lo importante fue que el código secreto se había descifrado. A través de la divina providencia. el código de Daniel 8:14 y 9.24-27 ha sido descifrado y la fecha de 1844 ha sido establecida. Si alguien tiene una mejor explicación. tenga la bondad de hacérmelo saber.

1 Hiram Edson. fragmento de manuscrito. Heritage Room. James White library. Universidad Andrews. Berrien Springs, Míchigan

'Ibid. 'Ibtd , Id .• pág 7 (la cursiva es nuestra) • Para una explicación completa véase El oonf/icw de los siglos. págs. 419-422. , Para una explicación más completa véase TIte Sanctuary Doctrine. págs. 108-112 • El lector puede conlprobar la validez de eOlIa afirmación examinando los siguientes textos' Exo.

26:31.33.35; 27:21; 30-6; 35:12; 36:35; 38.27; 39:34; 40.3. 21. 22. 26; Lev 4.6. 17; 16:2. 12. 15; 21:23; 243; Núm 4.5; 18:7; 2 Cron. 3.14

• Véase The Sanauary Doctrine. pág 109. "Véase Éxo 26.33; Lev 162; 1612; 16:15; Núm. 18:7 11 Éxo. 26'35; 27:20. 21; 306; 40 22; 40'26; Lev.4 6; 4.17; 24-1-3. En realidad las ocurrencias de

Ballenger fueron seis en total. El pasó por alto Éxodo 30:6 y contó las dos referencias en Éxodo 4()-22. 26 como una. Véase Ballenger. C/lSI Oul. págs. 29.30

"véase TIte Sanctuary Dflcmne, págs 109. n 2; 110. n. 3; 144. 145. "Id pág 145. "Véase Marcos 16.19; Hechos 5:31. Efesios 1.20. Colosenses 3.1; Hebreos 81; Apocalipsis 321 " Un excelente Iihro sobre e.rc tema es In Absfl/ure eoo{Jdence. por William G. Johnsson. Como

una rápida muestra de las ideas desarrolladas en esa obra. véase las págs 116-118 " Esta actitud podría trazarse haOIta sus raíces en el Pietismo Continental del siglo dieciocho y

hasta el Metodismo. Estos movimientos representaron una reacción contra "las dioquisiciones de lo:¡ teólogos escolástiCOS o especulaciones de los filósofos" Uusto L González, A Hisrary o[ Cltrislian ThougIu (Nashville. Abingd¡.>n Press. 19751. romo 3. pág 274; cf. págs. 287-289). Véase también una descripción del contexto social y religioso de la vida en Nueva Inglaterra en el perIodo jUlIo nntes de mediados del siglo diecinueve en Sydney E Ahlstrom. A ReUgioIIs Hisrary of!he American Peut>/e (N"w Haven. Conn. Yale University Press. 1972). págs. 373.438.443.

" Gustaf Aulen. Christw VrctoT· An Historical Stud, o[ !he 'ThrH Mean 7;",. uf che Idea 1/[ Atonemem, trad. A G Herbert (Nueva York: MacMillan Publilhilll Ca.,lne., 1969). J'll1I 53

IS Id .• págs. 103. 104. 109. 110. "Id .• págs. 10.47. 1< Id., pág +7.

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CAPíTULOS

El juicio previo al advenimiento

Los udVl'ntistas se han referido históricamente a un "juicio Invcllti",ador" que se lleva a cabo en el santuario celestial. Elite Juido, tal como lo concebimos, representa la segunda y

últlmll f"!lr dd ministerio sacerdotal de Cristo en favor de la humlnh.llld. A~·tuahncnte en sesión, este juicio implica el examen do lu vld .. 1I Individuales del pueblo de Dios, vivos y muertos.

Quil. lO. uporrllnn d~'~'ir que ninguna otra doctrina adventis, ta hl Ildo obJl'ltu ,te Inllyor ridiculización y oposición que ésta. La relcct6n cIt 101 Cl610101 nll IIJvcntisras ha sido casi totalmente negatlvl, y 111'11\01 di .UOI ven 1" doctrina como un recurso para salvar el preltt.to 111.plte.r 01 frllc .... n dr I ti44. Incluso dentro de la misma 19lelta Advlncl.cl nn f,ltan quil'ncs hayan expresado una que otra vez fuert .. reello. IClre .. d,' ~'sc concepto. 1

Al evaluar esta reaccl6n UI., • 11 cundllsión de que el común denominador de todas estas aptntane .. Ill'f.tiltivas es la percepción de que el concepto de un juicio InYelltIMII~" Ir parece oponerse a la doctrina de la justificación por la fe V 1" IIl·f.turidad cristiana. Este fue claramente el caso del expulsado ministro-evangelista adven,

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EL JUICIO PREVIO AL ADVENIMIENTO 107

tista Albion Fox Ballenger.2

Ballenger comenzó su ministerio en la iglesia adventista en la décadad de 1880, la cual se caracterizó por agitadas discusiones acerca de la justificación por la fe en el seno del adventismo. Y aunque es difícil puntualizar hasta qué grado fue influido por este debate, particularmente cuando llegó a su clímax en 1888, fuera de toda duda esta doctrina llegó a dominar con el tiempo su teo­logía.}

Pero (y esto es sumamente significativo) puesto que el debate de 1888 tuvo que ver con énfasis conflictivos relativos a la ley ver­sus la gracia, el interés de Ballenger en la justificación por la fe tuvo poco q'le ver, si es que en algo influyó, con un énfasis exce­sivo adventista sobre la ley. "La base de su denuncia fue, más bien, la interpretación adventista de la doctrina del santuario". Para él, esto era el corazón del legalismo adventista.4

Según esta consideración, cuando Bellenger adoptó su reinter­pretación radical de la doctrina adventista del santuario intentó desarraigar de ella toda semilla de legalismo. Curiosamente, retu­vo todos los componentes más sobresalientes de la teología tradi­cional adventista del santuario, con una sola excepción: el juicio investigador, que repudió completamente. 5 Al igual que otros crí­ticos de esta enseñanza adventista, la consideró una clara enemi­ga de la justificación por la fe y la seguridad cristiana.

EL JUICIO: UNA INDISCUTIBLE ENSEÑANZA DEL NUEVO TESTAMENTO

Los adventistas son veteranos en las lides de oposición y con­flicto, y nuestros críticos han quedado vez tras vez frustrados por nuestra capacidad de absorber sus escarnios teológicos. La iglesia es indiferente, especialmente cuando la crítica es frágil, como ocu­rre en este caso. Porque si la noción de un juicio investigador es enemiga de la justificación por la fe, ¿entonces por qué no lo es toda noción de juicio per se? .

Nadie puede negar la verdad de que el juicio sea una enseñan­za fundamental del Nuevo Testamento. De un .. pl~tora de pasajes sobre este tema, aquí presentamos algunoll:

"Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras

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108 EL SANTUARIO

para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras" (Rom. 2:5,6). (Según los versículos 7 y 8, algunos recibirán "vida eterna", otros, "ira e indignación".)

"Porque si pecáremos voluntariamente después de haber reci­bido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda espectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios ... Pues conocemos al que dijo: mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez, el Señor juzgará a su pueblo" (Heb. 10:26-30).

"Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según 10 que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo" (2 Coro 5:10).

"Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aque­llos que no obedecen al evangelio de Dios?" (1 Pedo 4:17).

y hay preguntas profundamente arraigadas dentro de nosotros que demandan un juicio. ¿Quién mató al líder laboral norteame­ricano Jimmy Hoffa? ¿Importa de veras? ¿Fue él tan solo un grano de polvo en el amplio panorama de la eternidad, que deba borrar­se sin explicación? ¿Hubo conspiración en el asesinato de John F. I<ennedy y Martin Luther King, Jr.? ¿Qué en cuanto a los perpe­tradores del crimen organizado -en particular, el tráfico de alco­hol y otr .. droga. peligrosas- que hace dinero a cambio de con­vertir en ,elatlna el cerebro de niños y jóvenes y mata a millones de perlon ... n tod .. 1 .. CllrrcterulI del mundo a través de choferes o conductor ... brlOl',

zY qu~ acere. d.l • .,Imlnal •• d, cuello blanco que evaden y violan la ley cada dla' A ,.. • l. d'cad .. de 1980 un gigantesco escándalo financiero ...... Non •• anéricu. Los oficiales de los bancos y asociaciones de p ..... n muchos estados fueron acu-sados de prácticas de inversiÓn lmptUd,nteM durante un período de varios años ... por la cantidad de mla..1 y millones de dólares.

Un cáustico comentario sobre ,1 •• dndalo en palabras del entonces gobernador de Nueva York, Mirlo Cuomo, tiene impli­caciones para el juicio y la justicia. Dijo Cumno: "Si tú eres un

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EL JUICIO PREVIO AL ADVENIMIENTO 109

muchacho de South Jamaica [Queens, Nueva York] y te agarran con las manos en la masa robando una pieza de pan, te enviarán a Rikers Island [una famosa penitenciaría], y serás sodomizado la primera noche que pases allí. Pero si eres un hombre de negocios que nos quitas miles de millones de dólares, ellos saldrán y juga­rán golf contigo".6

¿Y qué de los millones de hombres, mujeres y niños inocentes que son arrebatados de sus familias en horas de la noche -algunos incluso en pleno día- por asesinos de sangre fda y nunca más se sabe de ellos? ¿Alguien será tenido por responsable cuando los que tienen el poder matan a civiles indefensos e inermes? ¿Y qué en cuanto a los crímenes cometidos diariamente contra infantes y niños inocentes, algunas veces por sus propios padres o sus guar­dianes en la intimidad de sus hogares? ¿Nadie será tenido por res­ponsable? ¿Saldrán libres los más viles impíos del mundo, y se rei­rán impunemente de la decencia y la moralidad en su propia cara?

La más elemental justicia humana, aparte de las Escrituras, clama por el juicio. Y aquellos que arguyen que el juicio es, de alguna manera, enemigo de la seguridad cristiana, o del plan divi­no de salvación, mal interpretan gravemente esta dimensión básI­ca del alma humana: la demanda de rendición de cuentas. Y esto, precisamente, es lo que la Escritura ofrece.

Si nuestras necesidades de seguridad y nuestro énfasis en la jus­ticia por la fe, tan válidos como son, opacan la enseñanza bfblica del juicio, entonces hemos permitido que se conviertan en una obsesión. La justificación por la fe y la seguridad cristiana son necesidades fundamentales de las enseñanzas del Nuevo TC'lIta. !Tlento. Pero también lo es el juicio. No ganamos nada, ni tcoló.l. ca ni experiencialmente, cuando intentamos negar o neutrall •• r alguna de ellas.

Como teólogos y estudiosos de la Biblia, no creamae,MIoIfI, la descubrimos. Esto implica que nosotros nOl d.c ..... _'. Palabra y escuchemos. Permitir que cualquier ..... 'Wtte 'In particular domine nuestro pensamiento como PI" .... oon-vierta en la prueba del ácido de la v.Ud •• de .... l. de", •• , "" bloquear el proceso de escuchar. Ea. fu •• 1 ..... mll\ll' qUf con-dujo a Martín Lutero, aquel gran reformldor, • repudh" .Ilthrn lit'

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110 EL SANTUARIO

Santiago. La madurez teológica intenta mantener el equilibrio (algunas

veces en tensión) de varios temas fundamentales de la Biblia. Así, no importa cuánto afirmemos la justifición por la fe y cuán fuerte sea nuestro énfasis sobre la seguridad cristiana, no podemos repu­diar la idea del juicio si deseamos permanecer fieles a la Escritura.

BASES PSICOLÓGICAS DE LA CRÍTICA A la luz de la certera afirmación del juicio que hace el Nuevo

Testamento, ¿por qué la persistente y vigorosa crítica de la posi­ción adventista? Mi observación en este punto sugiere dos posibles razones, ambas esencialmente psicológicas.

La primera tiene que ver con el hecho de que el juicio investi­gador está en progreso. Los adventistas siempre han enseñado que este juicio está en sesión ahora, un anuncio que puede potencial­mente poner nervioso a cualquiera que alguna vez haya sido obli­gado a comparecer ante un tribunal humano, y quien todavía recuerda la estridente voz del secretario que ordena a todos a ponerse de pie porque el juez está p;r entrar. El veterano abogado Louis Nizer recuerda que "en la mañana del juicio todos los indi­Cios ffsicos de una insoportable trepidación son evidentes. Las manos están húmedas y frías, las cejas ... húmedas, las mejillas .... deseolurldus y cnfermizamente pálidas, los ojos ... con ojeras, las VOCII .... rUl"\I:os, hay bostezos artificiales, labios secos ... y frecuen­tes vi.itl. MI bnfto","

Un Juicio .1 flnll ut' los til'Il1POS, o después del milenio, no tiene el mi.mo impacta palcolówko, La distancia tiende a mini­mizar su terror. Inelulo mlnnl perturb.-.dor -mucho menos- es el artificio tcolólico que, pone lIel Juicio en 111 cruz ... hace mucho tiempo y en un lupr muy lejano.

¿Pero un juicio que l." """IEllo pone nervioso a cual-quiera! " , ',1\lJlr'. ''''1'

La segunda razón está esene"'."", Rtllda a la primera y gira alrededor de la palabra "investlgador" •• tM, unida al hecho de que el evento está en sesión ahora, conjun l. Iml\~en de un cristiano bajo vigilancia por una brigada celestlaLinyc.tl~llllora las 24 horas del día. Para elevar la tensión aún más, al¡unos adventistas inclu-

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EL JUIOO PREVIO AL ADVENIMIENTO 111

so han sugerido que esta audiencia que sesiona permanentemente puede tomar el caso de cualquier persona viva en cualquier momento, pronuncia su veredicto final y entonces termina el tiempo de gracia para ese individuo. Si esto ocurriera en algún momento cuando se permitió cometer el más pequeño pecado o error en la vida, la persona está perdida para siempre. s Encuentro muy instructivo que este punto de vista del juicio investigador fuera el que aceptaba Ballenger quien, como se ha indicado, con el tiempo repudió la doctrina en su totalidad.9

Los adventistas que están preocupados por la imagen de la igle­sia verán la necesidad de refinar las cosas en aquellas áreas de nuestra teología que nos hace presa fácil de la incomprensión y el ridículo. Nosotros difícilmente podemos darnos el lujo de permi­tir que la iglesia sea descrita como algo menos que "la depositana de las riquezas de la gracia de Cristo; y mediante la iglesia se mani­festará con el tiempo, 'aún a los principados y potestades en los lugares celestiales' (Efe. 3:10), el despliegue final y pleno del amor de Dios".lll

HACIA UNA RESPUESTA EFECTIVA Si hemos captado correctamente las razones que están detrl1s

de la reacción negativa contra la doctrina que nos ocupa, enton­ces es probable que estemos en posición de sugerir una posible rt'l!­puesta. Habiendo indentificado el término "investigador" como la palabra clave en todo este debate, parecería lógico que nos pre­guntáramos dos cosas acerca de esta expresión: 1. ¿Cómo llegamoll a ella en primer lugar? 2. ¿Se puede prescindir de ella?

Origen de la expresión "juicio investigador". Durante muchOtl años sostuve el punto de vista de que Jaime White había acutbtd" la frase "Juicio Investigador", usándola por primera VOl en IU .,­tículo publicado en la Review el 29 de enero de 1857,11 M ..... t.". temente, sin embargo, otro escritor adventista h .. atribuid. N \tIn por primera vez a cierto Elon Everts en una CIUCI dl,I.I •• , "IN'" tor de la Review, fechada el 17 de dicielnbr. d, 11S6, Y pu .. llflu"I en el número del 1 de enero de 1857,11 Lo qw. ,han ."ouentrll confuso es cómo fue que una exprclt6n, q\It .,."" ror "rhnNII vez en una carta dirigida a In columnll dol 1 d. ,n"n d,1 dlrl'l·tOl',

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112 EL SANTUARIO

podía hallar un uso tan difundido en un artículo de Jaime White apenas cuatro semanas después de publicada. Es evidente que hay una considerable ambigüedad aquí y se necesita un estudio más detenido para aclarar los hechos.

Sea como fuere, la expresión llegó a ser de uso general entre los primeros adventistas. Sin embargo, fue esencialmente un término de conveniencia, y no todos estaban de acuerdo con él. Urías Smith daba a entender que él cambiaría a un lenguaje más apro­piado si pudiera hallarlo. \3 Es evidente, sin embargo, que nadie pudo encontrar un término más apropiado. Y siendo que realmen­te no había una agitación significativa dentro del adventismo pri­mitivo con respecto a su propiedad teológica, su uso fue aceptado y difundido entre todos los pioneros, incluyendo Elena G. de White. 14

¿Se puede prescindir de ella? Nosotros acostumbrábamos hablar acerca de "la recolección de la cosecha", pero ya no lo hacemos. Hoy sólo decimos "recolección", y el programa continúa. Acos­tumbrábamos decir "Sociedad de Jóvenes Misioneros Volunta­rios", pero ya no nos expresamos más así. Ahora decimos "jóvenes adventistas" y el programa continúa. Acostumbrábamos hablar de "Sociedad Misionera del Hogar", y del "Departamento de Ac­tividades Laicas", pero ya no usamos más esas expresiones. Ahora hablamos de "Ministerios de la Iglesia", y el programa continúa.

Acostumbrábamos hablar de "SAWS" (Seventh-day Adventist Welfare Service), pero ya no lo hacemos más. Hoy acostumbramos decir "ADRA" (Agencia de Desarrollo y Recursos Asistenciales). Todav{a recuerdo mi consternación cuando escuché por primera vez el cambio. "lPor qu6 eamblar algo bueno que está marchan­do?", pregunt~. Pero al verlo todo retrospectivamente, endoso el cambio totalmente. "ADRA" oxprellll mucho más ampliamente lo que hacemos. El programa continl1a, y mucho mejor que antes.

¿Qué ocurriría si abandon'rlmol 1" expresión "juicio investi­gador"? ¿O nos pone esto en un nivel diferente de los ejemplos anteriores?

Hacemos una pausa aquí para reeonocer \¡¡ delicadeza de esta pregunta. Suena más o menos como a jugar con los fundamentos. Según el punto de vista de algunos, cualquier modificación de

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EL JUICIO PREVIO AL ADVENIMIENTO 113

nuestra posición teológica, cualquier revisión de la terminología, no importa cuán pequeña -sea en pro de la claridad, la precisión o la prudencia-, constituye una traición a la fe. Pero ésta no fue la posición de Elena de White. "Cuando el pueblo de Dios está cómodo y satisfecho con la luz que tiene en el momento, podemos estar seguros de que él no los favorecerá. Es su voluntad que siem­pre nos estemos moviendo hacia adelante, para recibir la crecien­te y siempre incrementada luz que brilla sobre ellos". 5

Esto no da licencia, por supuesto, para que cualquier teólogo chiflado que sostiene otra teoría a medio cocinar la introduzca de contrabando en la iglesia, sino que trata de alejarnos más bien de una ortodoxia estrecha y poco científica.

Con esto en mente, nos aventuramos a sugerir que el término "investigador" (y por favor, note que lo único que estamos hacien­do es tratar la terminología) no es absolutamente indispensable para que se sostenga el concepto del juicio en cuestión. Y si tene­mos en mente la presentación casual e informal en la cual la pala­bra fue incorporada a nuestro vocabulario adventista, no le con­cederemos más reverencia de la que merece. Además, que los pio­neros fueran capaces de salir adelante con la doctrina durante muchos años sin ella, debiera advertirnos contra la adopción de una "mentalidad de sitio" en este punto.

Terminología sustitutiva.- Si en algún momento nos pusiéramos de acuerdo en abandonar el término "investigador", habría cuatro razones para que la expresión "previo al advenimiento" fuera su sustitutO.16

1. Aceptación dentro de la iglesia. La expresión "previo al adve­nimiento" ya está probada. '1 y encuentra rápida aceptación dentro del adventismo contemporáneo. Es importante que aquellos que proclaman una verdad particular se sientan cómodos con el len­guaje usado en su proclamación. ¿De qué otra manera podrían hacerlo con el mayor fervor?

2. Apologética. Sólo la eternidad revelará la vasta cantidad de tiempo y energía gastados en años de controversias y debates por el uso de la expresión "juicio investigador". Si llegara a ser inevi­table dicho conflicto deberíamos estar preparados para librarlo hasta el fin de los tiempos. ¿Pero en verdad lo es? La tarea de la

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114 EL SANTIJARIO

apologética adventista, a mi juicio, es articular nuestra teología en un lenguaje claro, libre de ambigüedades y, hasta donde sea posi­ble, inofensivo. Nuestro objetivo es la comunicación y nuestro propósito, la aceptación. Nuestro testimonio no es necesariamen­te más auténtico simplemente porque la gente nos ridiculiza. Siempre deberfamos asegurarnos de que no merecemos ser ridiculi­zados.

De acuerdo con esto, el carácter inocuo del término "previo al advenimiento" es una fortaleza. Un simple atributivo, no atrae la atención emocional hacia él. Desarma a nuestros críticos, permi­tiéndoles a ellos -y a nosotros- concentrarnos rápidamente y sin distracción indebida, en la cuestión primaria que nos importa: el juicio. Y sin embargo, un punto esencial de este juicio especial es que precede al segundo advenimiento de Cristo.

3. Facilidad de demostración. No siempre ha sido fácil demostrar con claridad la particular noción del juicio investigador en la Escritura. Sin embargo, el concepto de un fallo previo al adveni­miento caracteriza claramente la escatología bíblica.

Por ejemplo, en Daniel 12: 1 se nos informa de un tiempo esca­tológico de crisis del cual sólo aquellos "que se hallen escritos en el libro" serán rescatados. Y en el registro apocalíptico de Mateo 24, aprendemos que en el tiempo de la Parousfa una fuerte trom­peta reunirá a todos los "elegidos de los cuatro vientos" (vers. 31). El contexto de estos dos pasajes implica claramente una determi­nación previa de la condición espiritual de esos individuos.

En Apocalipsis 16 la:. skte últimas plagas, como misiles teledi­rigidos, persigucn llllicamcnte il aquellos que tienen "la marca de la bestia". Es olwio qUl' hahr¡, habido una evaluación previa para aplicar la murcn ICRCtitnlllllentl' 11 II1l0S y no él otros.

El lugar clásico de lu F.8niturll pllra d concepto de un juicio previo al advenimiento 1:11 1 }unicl 7. EIl l':.te pasaje apocalíptico, el profeta observa en visión la. nctillldas actividades del "cuerno pequeño" sobre la tierra, y shnultánt'lIl1lcntc ve una escena de jui­cio en el cielo. Vuelve a cambiar 1" visI6n del cielo a la tierra, estudiando estas dos impresionantes escenas, hasta que el notable "cuerno pequeño" es destruido y el juicio dado en favor de los san­tos (Dan. 7:22). Arthur Ferch, en una diserrución dada en 1979,

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1'1 IIIIC lO .'REVIO AL ADVENIMIENTO 115

01, 1111 ",1 11" con éxito que estas dos actividades acontecen dentro del 1" 111 \''' histórico y que, por lo tanto, el juicio de Daniel 7 es pre­\ 111 ,d ,ld"cnimiento. ls

I 1I H' 110 debe mencionar el inútil argumento, como hacen ,rI,'lIll"o, críticos, que siendo que Dios conoce todas las cosas, el '"IIII'plll de un juicio previo al advenimiento es errático e inne­"'.,111') Tal enfoque, llevado a sus últimas consecuencias, repu­.1',111,1 loda la noción bíblica de juicio, y no simplemente la idea .1, lll' juicio previo al advenimiento. Tal noción surge de una ~1I1 ... 1 IIcialidad teológica que no puede penetrar más allá del 11111111111 visible a los mundos y sistemas de inteligencias creadas 'I"I"III'S, si el universo ha de estar seguro, deben quedar satisfechas , "" J., lotalidad del proceso divino de elección. Y el gran conflic-111 1II'IlC que ver con el hecho de que tales inteligencias no son '",1,1'" amigables (Efe. 6:12; Apoc. 12:7-12),

,1 Adaptación del lenguaje. La dificultad experimentada por los 1'1 "11l'\'lIS adventistas de encontrar un término mejor para reem-1'1,,:,11' a juicio "investigador" fue casi ciertamente un resultado, en 1',1111', de su propio concepto restringido de la naturaleza y los ,,1, ¡mees de la actividad involucrada. Ellos percibían sólo el aspec­It I ~u",etivo de este juicio, que tenía que ver únicamente con nues-11" posición personal delante de Dios. Su preocupación con este ~"I,I aspecto servía para cegarlos ante los otros importantes com-1" 'Ilcntcs, del mismo modo como la preocupación por la justifica­I "'111 por la fe y la seguridad cristiana ciegan a algunos hoy ante el 1'"I.lsis bíblico del juiciO.

I .os teólogos adventistas contemporáneos, sin embargo, de pie ,'pillO están sobre los hombros de estos fornidos pioneros, se han vlldro cada vez más conscientes del alcance de la actividad de este IlIICIO. Esto los ha llevado a preguntarse si la palabra "investiga­dor" es suficientemente amplia para describirla.

Esto se hace especialmente evidente a partir de una considera­\'iún de Daniel 7. Claramente se ve que en este cnpítulo el"cucr-110 pequeño" es el objetivo mayor del juicio. Este hecho sólo basta par.\ mostrar que este juicio tiene un marco de referencia más Ilharcante del que nuestros pioneros fueron capaces de ver en su I il'llIpo.

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116 EL SANTUARIO

Las dimensiones se expanden cada vez más cuando compara­mos las actividades descritas en Daniel 7 con las de Apocalipsis 12·14. Que estas dos secciones apocalípticas de la Escritura son paralelas y complementarias, está más allá de todo cuestiona­miento, como lo demuestran los siguientes ejemplos.

a. En Daniel 7:25 los santos de Dios son perseguidos por "tiem­po, tiempos y el medio de un tiempo". Esto se responde en Apo­calipsis 12:14, donde la mujer -la iglesia de Dios- es reducida a la clandestinidad a causa de la persecución, "por tiempo, tiempos y el medio de un tiempo".

b. En Daniel 7:25 el cuerno pequeño habla "palabras contra el Altísimo" y continúa haciéndolo durante tres tiempos y medio (o cuarenta y dos meses). En Apocalipsis 13:5, la bestia habla "gran­des cosas y blasfemias" contra Dios y continúa haciéndolo por "cuarenta y dos meses".

c. En Daniel 7:25 el cuerno pequeño intenta cambiar los tiem­pos y la ley. En Apocalipsis 12: 17 el dragón se llena de ira contra los que guardan los mandamientos de Dios.

d. En Daniel 7:22,25.27, la persecución del pueblo de Dios es seguida del juicio contra sus perseguidores y una sentencia en su favor. En Apocalipsis 14:6 en adelante se anuncia el juicio contra los perseguidores, y (vers. 12, 13) se pronuncia una bienaventu­ranza a favor de los santos.

Dos cosas emergen de estos notables paralelismos: (a) el juicio en Daniel 7 es posterior a la cruz, y ocurre después del fin de los cuarenta y dos meses o 1,260 años mencionados en los dos regis­tros; y (b) el alcance de este juicio es universal.

Un alcance mru amplio.- Apocalipsis 12 y 13 desenmascara ni poder que está detrás de la bestia (el "cuerno pequeño" de Daniel 7), describiéndolo como el dragón, la "serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, que engaña al mundo entero" (Apoc. 12:7·9; cf. Apoc. 13:1.3). A través de sus actividades este engen­dro del mal pronunciR blasfemias contra Dios y contra el nombn' de Dios, contra el santuario de Dios, y contra los que moran en d cielo (Apoc. 13:6). ¡En otras palabras, Dios mismo es acusado! Y aquí está el lado objetivo de este juicio, que nuestros pioneros 1111

vieron claramente, o por lo menos no discutieron.

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1(1 JUICIO PREVIO AL ADVENIMIENTO 117

I'ara estar seguros, este juicio separa a los verdaderos santos de I ''''~ de las multitudes que profesan falsamente su nombre, y en !'AfI' M'ntido quizá pueda ser llamado "investigador".'9 Mantenga "tI IlH'nte que en este gran juicio se abren los "libros". Sea el que "lI'tl' l'I significado de esto, la idea de evaluación, de escrutinio,

d., investigación, si usted gusta- no puede ignorarse. "No todo el '1"1' mc dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino l' I '1Ul' hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mat. I JI), La evaluación es parte esencial de este juicio, y es este 1I~I'I'l'tO el que impresionó a nuestros pioneros, ¿Inquietante? Sí. 1'1'111 eso era precisamente lo que significaba la aflicción del alma "11 YIlIn Kippur (véase Lev. 23:26#32).

I \'ro el alcance de este juicio es mucho más amplio y no puede .1I1'a~lImirse bajo la palabra "investigador". Su interés más abar; , '1lIltl' es el concepto de vindicación: vindicación del santuario de I 'Im. vindicación del nombre de Dios, vindicación del pueblo de, I )",~.

El significado total de todo esto está mucho más allá de noso# 1111',. por supuesto. Pero ciertamente el foco está en el santuario 1 ,'btial: el asiento de la ley y el gobierno de Dios, el centro ner# VIII'o de la salvación humana. Sobre su vindicación pende la segu# I h lad del universo. De allí el asombroso significado teológico de "'IIIl'lta declaración críptica en Daniel 8: 14: "Hasta dos mil tres# • II'lItas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado".

Este asunto está muy por encima de los enfoques emocionales .Ie, la religión, que sólo producen aplausos, movimientos yamenes '1111' pasan por teología evangélica en la actualidad. Es un mensa# 1" '1"(, presenta la realidad completa tal cual la conocemos a tra# \ ..... , de la experiencia, la observación y la revelación. ,

El juicio que ahora está vigente, entonces, aclara la cuestión . ,1.1 IIInor y la justicia de Dios antes del segundo advenimientol I "llfirma la validez y legalidad del plan de salvación, Y lleva en .11 Vt'redicto la vindicación final del pueblo de Dios. Es contra este IlIlulo que hemos de comprender el jubiloso clamor de aquel men# .'11"10 celestial de Apocalipsis 18:20: "Alégrate sobre ella, cielo, y \·'It,.,1 ros, santos, apóstoles y profetas; porque Dios os ha hecho jus# ,tI h. l'\l clla",

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118 EL SANn1AR10

Como creyentes en Jesús, consideramos el juicio previo al ad­venimiento desde dos perspectivas. Viéndolo, por una parte, como el antitipo del antiguo Día de Expiación en Israel (véase capítulo 6), nosotros "afligimos nuestras almas" comprendiendo los tiem­pos solemnes en los cuales vivimos. Pero por otra parte, con nues­tra fe firmemente plantada en Jesucristo, nuestro Gran Sumo Sacerdote dentro del velo, no tenemos absolutamente nada que temer. Y comprendiendo toda la actividad desde la perspectiva de la vindicación -tal como se revela en los libros de Daniel y Apo­calipsis- no sólo no tenemos nada que temer sino, en verdad, tenemos la más profunda razón para regocijarnos con gozo inefa­ble.

Referencias

, Desmond Foro h,l hecho todo un catálob'O Je adventistas que supuestamente ti('nen seri,IS r.,,;er· vas acerca de la doctrina Vé:Jse "[}aniel8:14. el Día de Expi.~ción y el Juicio Investi¡,'aJor" (manlll< erito no publicado. 1980 l. págs. 47·147 I"'ssim Foro sostiene que la dllctrina no está en la Biblia (pág.

141 ! Védse Ad.~ms. The Sanctuary Docrrine. págs 104·107; cf Foro. pág. 42. ) Véase The SanclII/If) Dnl·rrine.págs 104·107. 'Id.l'á¡: 107. 'Id. pág 137 • Wdshingum Pnll. 27 ,le OIlay" ,I~ 1990. p.~g Al 1 Louis Nizcr. Mi Ufe In Cnu'l (NlIcvn y",k PyramiJ Publications. Ine .• 19441. pág 39. , E.ta amedrentad,,", Ílltl·rl'rclllch\n. 'llOC 1,,,I.lVr,l ~ csclOch" en nlgun"s púlpitos. afortunad,,·

mente no puede ap"ynfllC en nlnMull1I ,Ic. 111m. Ie'Jll ,l." Irin,,1 ,,,IVCII!'SI iI • The SanctlIIIry DnClrlne. rdll" In, 1111 ,. Elena G de Whlle, lJI' hechu, de /", 1I/.hwfcs. 1'.\1.' 9 11 The SancllIIIIj' Ouc,,/ne.I,4M 81,11. l. " Paul Gordon. The Sanctuart. /844 "nd tIte Pioneers (Wáshin¡''l:on. D.C.· Review and Heralol

Publisbing Association. 19811.1'.111 1!7 lo Véase Smith uThe Sanclultr)·. Review and Herald. 27 de septiembre de 1887. Cf. The Sanell"'''

Doctnrte. pág 81. n. 3 Evidenl"lIIl'nrc Dios no vio apropiado revelarle un término especial <Iue sir· viera de reemplazo a su profelD D.lllns los múltiples asuntos que se manejaban en ese tiempo. éste un era. claramente. un asunto urgen le Por eso, la señora White usó el tétmino que estaba a su ale,m, e No tenemos por qué conduir. sin cmhmgo. que el uso del térmiOll 1" hace irremplnzable

"¡bid "Elena G. de White, Counscls 10 Wnters and Edirlm. pág 41

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1/.1 .11 lICIO PREVIO AL ADVENIMIENTO 119

Y .• t. .• hía yo htOCho esta sugerencia en Tite SancuUlry Doctrine, 1"\1,'5. 260-262. I ., )' .• I,.hra había estado en liSO en drculos adventistas durante por lo menos 30 años. Véase W

l', .h 1, 11 I )/letrina! Di>cussions (Wáshington, D C. Review Anu Herald Publishing Association, sin 1,,1 .. ,)., .• )'úulos 3, y 4 E:.te libro es una compilacitÍn de artículos especiales de la revista Ministry que

"l""" 11 '''"t'n 1960 y 1961. " V, .",c Arthur Ferch, TIte Son ofMan in Daniel 7 (Berrien Sprinb'S, Míeh.: Andrews University

l'"" 1'/7'1) Para un resumen de esta evidencia, véase Ferch "The Pre-A<lvent]udgment", /1.1"",,,, Revicw, 30 de octubre de 1980,págs 4-6

,. l'lohahlemenre necesitamos reconocer, sin c:mb.ugo, que la idea d~ un "juicio investigador" no • , \ ,,1,1, "" 1,. jurisprudencia human.1. De acuerdo con l. ley de la mayoría de los países, una inves-11"." '''11 (I,,-ch. por lo general por la policía, el ejército o un gran jurJdll) pr""ede al verdadero jui­

, '''. y '"' c< una parte de él Un juez (o tribunal) evalúa luego la evidencia reunid" en esa investiga­I l. '11 '-'111 c-Illhargo, uno puede decir que ésta no es una corte hUll1aoil y que por lo (.,lOtO, 1.1 in\"t!Sti ..

11'" 1"111, 'Il'ndo intachable, es ella en sí mi$ma el juicio Esa es la razón por la cual no sugiero que clban .. .111111 1111 , ... ¡oda la expresión, sino que simplem~nte limitemos su uso a una sola folst' dd juicio prt!vio 11111.h'I·luulit::nto.

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CAPÍTULO 9

Un pulso de armonía: LA CONSUMACIÓN DEL JUICIO

Algunos han acusado a los adventistas diciendo que su pos~ tura acerca de la expiación es una negación del evangelio y constituye una prostitución de la justificación por la fe.

Mientras escribo estas líneas, recuerdo a dos parejas en particular -muy queridos amigos míos (de hecho, tuve el privilegio de oficiar en la ceremonia matrimonial de la pareja más joven)- que abando~ naron In Iglesia Adventista por esta cuestión y otras semejantes.

En el calo de la pareja de más edad, me he sentido particular~ mente af1I¡ldo al notar que dos de sus muy talentosos hijos también se han .. parado de l. eltrecha comunión que siempre habíamos compartido en 11 tll'ltl local.

Me ha sido lumlment. dlfrcll Nzonar con amigos tales. ¿Qué le dice uno a lu penonu que todlvrl ¡mudan el sábado y que creen que están caminando _ cerca d. Je'lÍs hoy como nunca antes? ¿Qué puede uno decirles? Y Itn Imal'¡o, sé por la historia de movi~ mientos como en el que ahora milttan y cuya comunión parecen disfrutar, que es muy probable que el challco y la tristeza les aguar~ den en el futuro.

Lo que escribo en este capítulo es parte de lo que me gustaría

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UN PUlSO DE ARMONíA 121

decirles a ellos y a todos los que pasan por situaciones similares. Algunas de las cosas es probable que suenen a teorías, pero creo que tocan con fuerza aquellos problemas que algunos de los nuestros (quizá muchos) afrontan hoy.

CARTA ABIERTA Hace algunos años el presidente de la Misión Central de Luzón

en las Filipinas (ahora fallecido) recibió una carta abierta firmada por tres de sus constituyentes. La misiva llamaba la atención a dos objeciones a "la teología adventista del séptimo día de 1844". Una de éstas tenía que ver con la doctrina de la expiación y afirmaba que la enseñanza adventista en este tema es "incompatible con el evan, gelio de Cristo".

Con un pensamiento un poquito más elaborado, decían a conti, nuación: "Esta objeción se basa en la premisa de que la expiación fue completada en la cruz. El evangelio apostólico proclama una obra terminada de redención. Son las buenas nuevas de una obra de Cristo terminada. Él ha hecho expiación por el pecado (Rom. 3:25; 1 Juan 2:2), destruido la muerte (211m. 1:10) y derrotado al diablo {Heb. 2: 14 )"1.

Llamando la atención a la creencia adventista de una "expia, ción" final en el santuario celestial desde 1844, estos hermanos decían que "si la expiación fue terminada en la cruz, entonces cualquier acto subsecuente de expiación [sea que usted lo llame expiación final o especial] es inaceptable". Precisamente ésta, sin embargo, fue la posición de los pioneros del adventismo, dice la carta abierta, nombrando en particular a Urías Smith y Elena de White.z

De modo que en esta evaluación de la posición adventista sobre la expiación, comienzo llamando la atención a las posiciones soste, nidas por Urías Smith y Elena de White, los dos líderes menciona' dos en la carta abierta y quienes, de hecho, estaban entre los más influyentes de nuestros pioneros. .

LA POSICIÓN DE URÍAS SMITH Urfas Smith fue enfático al expresar su posición en cuanto a la

expiación, y la carta lo citó correctamente: "Cristo no hizo la expia,

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ción cuando derramó su sangre sobre la cruz". Y en el típico estilo que es de todos conocido añadió: "Que este hecho se fije para siem­pre en la mente".) Esta declaración representa justamente la posi­ción de Urías Smith en cuanto a la expiación en relación con la cruz.4

Sin embargo, cuando uno lee más ampliamente los escritos de Urías Smith, le queda una noción de lo que estaba tratando de decir. Ciertamente, la opinión anotada más arriba y muchas otras del mismo tenor, no deberían interpretarse como si hubiera habido algún menosprecio por la importancia o la centralidad de la cruz por parte de Smith. El hecho es que para él, la muerte de Cristo en la cruz fue todosuficiente como un sacrificio por el pecado. Pero -y éste es el punto que debemos notar- él no consideraba dicho acto como la expiación. .

Smith basaba su posición en una rígida interpretación del anti­guo sistema típico. Él veía la expiación en el sistema sacrificial del Antiguo Testamento como algo que ocurría dentro del santuario una vez al año. De acuerdo con esto, él creía que la expiación anti­típica debía efectuarse, de la misma manera, dentro del santuario. En este caso, por supuesto, el santuario celestial.

Ahora bien, la carta abierta podría haber sido más sensible a esta motivación. Debería haber tomado en cuenta que la fuerte negati­va de Smith referente a una expiación completada en la cruz se debía, en parte, a terminología y definiciones. Por otra parte, para ser justo con los firmantes de la carta abierta, deberíamos admitir que en realidad no tenían obligación de disculparse por causa de Urías Smlth. LIa cllrta expresó su posición con exactitud. Smith estaba, ciertalnente, equivocado en elite punto.

LA POSICIÓN DE BLENA DI WHITE En las declaraciones de Blenl d. Whitl" citadas en la carta

abierta, ella parece tomar un. poalc16n I'Icmcjante a la de Urías Smith: "Con su muerte dio principio a aquella obra para cuya con­clusión ascendió al cielo después de .u rCllurrl'cción".5 Y en otro lugar dice que "antes que la obra de ert.co para In redención de los hombres se complete, queda por hacer una obm de expiación para quitar el pecado del santuario".6

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Estas declaraciones indican con toda claridad una expiación que continúa en el santuario celestial y por lo tanto, por implicación, una expiación que no ha sid.) completada en la cruz.

Pero parece claramente injusto arribar a la conclusión de que Elena de White coincidía con Urías Smith con respecto a la expia~ ción en la cruz o que ella enseñaba una expiación incompleta lle~ vada a cabo en la cruz.

Note estas poderosas declaraciones de su pluma: "El sello del cielo ha sido puesto sobre la expiación de Cristo. Su sacrificio es, en todo sentido, satisfactorio".7 Y hablando acerca de la ascensión de nuestro Señor en el mismo artículo, dijo: "Había llegado el tiempo para que el universo del cielo aceptara a su Rey. Ángeles, querubi~ nes, y serafines permanecen a la vista de la cruz ... Ningún lenguaje podría expresar el regocijo de los cielos o la expresión de satisfac~ ción de Dios y la delicia de su Hijo Unigénito cuando vio la termi~ nación de su expiación".8

y hay más: "Cuando se ofreció a sí mismo en la cruz, realizó allí una perfecta expiación por los pecados del pueblo".9

y todavía más: "Las palabras de Cristo sobre la ladera de la mon~ taña fueron el anuncio de que su sacrificio en favor del hombre había sido pleno y completo. Las condiciones de la expiación se habí~ an cumplido; la obra por la cual había venido, se había llevado a cabo".l~

La siguiente declaración ata todos estos cabos sueltos: "Él plan~ tó la cruz entre el cielo y la tierra, y cuando el Padre contempló el sacrificio de su Hijo, se inclinó ante ella en reconocimiento de su perfección. 'Es suficiente -dijo-. 'La expiaci6n está completa'''.ll

Estas son afirmaciones contundentes "acerca de una expiación terminada en la cruz, y la única forma en que la carta abierta podía justificarse era ignorándolas. Obviamente, lo que tenemos en Elena de White es la concepción de una expiación que abarca dos com­ponentes: uno que alcanza su clímax en la cruz y el segundo, que funciona y continúa en el santuario celestial.

La pregunta obligada es si esta comprensión es correcta o no. Ella naturalmente nos conduce a un breve resumen de la idea bíbli­ca de expiación así como la concepción de la expiación en la histo­ria del pensamiento cristiano.

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CONCEPTO BÍBLICO DE EXPIACIÓNI2 La palabra hebrea para expiación es kippurim y deriva del verbo

kaphar. Aunque aparecen frecuentemente en el Antiguo Testamen­to, la connotación exacta de kaphar todavía es un tanto problemá­tica para los eruditos y no hay unanimidad en cuanto a su significa­do. Generalmente, sin embargo, se ha comprendido que significa "cubrir" o "limpiar".

Uno de los propósitos del antiguo sistema ceremonial -de hecho, el propósito principal- era proveer expiación, y kaphar se usa una y otra vez en conjunción con el ritual sacrificial diario en Israel. Observamos este fenómeno en Levítico 4,5,6, 7 y 8, fenómeno que (al parecer) escapaba totalmente a Urías Smith. Como notamos anteriormente, la expiación, para él, ocurría sólo una vez al año ... dentro del santuario.

Sin embargo, de acuerdo con las referencias citadas arriba, la expiación ocurría cada día en el atrio, y éste simbolizaba esta tierra sobre la cual fue plantada la cruz. Esta tierra, en otras palabras (como vimos en un capítulo anterior),1l es el atrio exterior del san­tuario celestial, y el Calvario fue el altar del holocausto, donde Cristo, nuestra pascua, fue sacrificado por nosotros.

No obstante el hecho de que la expiación ocurría cada día del año, sin embargo, un día especial en el año se consideraba como "el Día de Expiación" o Yom Kippur (Lev. 23:37; cf. Lev. 16).

Cuando nos volvemos al Nuevo Testamento nos sorprendemos en primera instancia al descubrir que la palabra "expiación", como tal, no aparece en lo absoluto en la mayoría de las versiones. Esto podría ocasionarles un chnquc n los firmantes de la carta abierta, que exteriorizaban un alto grndo ti" dogmatismo con respecto a la expiación en el Nuevo TC5tnmt'llro.

El concepto de expiación, sin embargo, es un tema cardinal-si no es que el tema cardlnal- del Nuevo Testamento. Y el foco central es Jesucristo: su encarnación y muerte, y ya no el templo y sus rituales. Aun así, el modelo sacrificial aparece en forma prominente en el amplio rango de los modelos usados para describir la expiación rea­lizada por Jesucristo, y formas de pensamientos extraídas del antiguo sistema ritual no son infrecuentes.

La imagen bíblica de la expiación ni es simple ni uniforme, pero

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\í muy compleja y multifacética. Y tampoco los dos milenios de Id1cxión cristiana han logrado mejorar dicha situación.

I A EXPIACIÓN EN EL PENSAMIENTO CRISTIANO Los teólogos han esgrimido una y otra teoría a través de los

~Iglos, en su intento por articular el significado de la obra salvadora dc Dios en Jesucristo. Con el propósito de minimizar la confusión 'lile se produciría al estudiar una larga lista de teorías separadas, las It'sumiré, siguiendo el estilo del teólogo James Atkinson,J4 bajo cua­I ro encabezados.

1. La teoría clásica o dramática.- Asociada con los primeros Padres ¡le la Iglesia, esta teoría, como la segunda parte del nombre sugiere, lImcibe la expiación en términos de drama. El cuadro aquí es de IIna gran batalla cósmica entre Cristo y el diablo: una batalla sobre­natural que alcanzó su clímax en el Calvario, con Cristo emergien­¡lo victorioso.

Esta teoría fue adoptada y defendida por algunos de los reforma­dores del siglo dieciséis, particularmente por Martín Lutero. De acuerdo con Atkinson, "el vigor y la vitalidad de la teología de Lutero surge de este animado sentido de estar en el lado ganador".JI

¿Hay alguna validez en esta concepción particular de la expia­ción? Sí, tiene un sólido apoyo en el Nuevo Testamento; y los "dventistas, después de descartar sus más esotéricos elementos -en los cuales no entraré aquí-, pueden endosar libremente sus afirma­Ciones fundamentales. Pero, ¿abarca todos los parámetros de la t'xpiación? Ciertamente no.

2. La teoría jurídica (o satisfacción).- En algún momento del siglo XI o muy al principio del XII Anselmo, que sirvió durante muchos años como arzobispo de Canterbury, escribió un libro titulado Cur 1 )cus Horno [¿Por qué Dios se hizo hombre?]. En esta obra desarrolló una posición sobre la expiación que conocemos hoy como la teoría jurídica. Sencillamente expresada, sugiere que nuestro desafro a la ley y gobierno divinos, ha afrentado la majestad de Dios. Jesús vino, pm lo tanto, para enmendarnos, para ofrecer satisfacción en nues­I ro lugar por la afrenta a su honor. Él hizo esto pagando un rescate 11 Dios.

Quizá de todas las posiciones que se han presentado sobre la

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expiación, esta teoría contiene los rasgos más censurables; entre ellos, la idea de que un Dios ofendido debe reconciliarse con noso, tros. Esta noción ciertamente contradice los hermosos sentimientos de 2 Corintios 5:19, que muestra que "Dios estaba en Cristo recon, ciliando consigo mismo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación" .

Pero aun aquí, como Atkinson observa, la noción de sustitucfón que está inmersa en este punto de vista es una forma válida de con' cebir la expiación, destacando, como lo hace, el inmensurable amor de Dios al tomar el lugar de los pecadores y sufrir la penalidad del pecado en su lugar. Así, la teoría ayuda a preservar la misericordia y la justicia de Dios.

3. La teoría ejemplarista., En el siglo doce, un teólogo y filósofo llamado Pedro Abelardo salió con lo que ahora conocemos como la teoría ejemplarista de la expiación. Según él, Jesús sufrió como el supremo ejemplo del amor y el perdón de Dios. Cuando contem, pIamos esta asombrosa demostración, somos movidos al arrepenti, miento el cual, a su vez, nos lleva a la reconciliación con Dios. Esto, según el punto de vista de Abelardo, era el significado de la expia' ción.

¿Apoyan este concepto las Sagradas Escrituras? Sí. Muy particu' larmente el Nuevo Testamento. ¿Pero abarca esto el parámetro­completo de la expiación? Obviamente, no.

He notado, sin embargo. que algunos de nuestros teólogos adventistas intentan cumhinar una versión modificada de la teoría ejemplarista con nUe'strn propia concepción adventista de la gran controversia. Parecen considerar ('Sil posici6n como la suma total del signficado de la explaci6n. En otras pnlabras. ven la muerte de Cristo simplemente como una ,.,,,,lacidn del amor de Dios, un amor que Satanás ha cuestionado. De acuerdo con este punto de vista, la muerte de Cristo no tiene nada (o al menulI muy poco) que ver con la sustitución o la paga de la penaUdad del pecado.

Creo que necesitamos ver este enfoque .onr(' la muerte de Cristo como una revelación del amor de Dial. Ea un énfasis que no debe desaparecer. Pero presentarlo como la suma totul de lo que significa la expiación es, en mi opinión, un error. Sucumhe, una vez más,

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ante el antiguo problema que estamos discutiendo ahora: el proble' ma de confundir la parte con el todo.

4. La teoría sacrificial., Esta teoría no se asocia con ninguna per, sana en particular. Es "la única teoría que tiene una exposición sis, temática en el Nuevo Testamento, más exactamente, en Hebreos. Presenta a Cristo como el Sacerdote-víctima que voluntariamente ofreció su vida en una total obediencia a su Padre, proveyendo así un sacrificio todosuficiente en nuestro favor. Su sangre, aplicada a nuestras vidas pecaminosas, nos limpia y nos pone en un estado de paz con Dios" .16

Encuentro la siguiente evaluación de esta cuarta teoría muy sig, nificativa y precisa: "La reflexión mostrará cuánta teología está con, tenida en este punto de vista, cuántas objeciones válidas refuta. Nos liberta de cualquier punto de vista subjetivo y mantiene el punto de vista objetivo de Cristo haciendo lo que nosotros jamás podríamos hacer. Nos salva del peligro del lenguaje sustitutorio. Esta teoría simboliza en forma histórica y dramática cómo esta sangre asperja, da nos restaura a la comunión con Dios de donde seguimos al Autor, Pionero y Consumador de la Fe, el Sumo Sacerdote celestial que está actuando ahora en nuestro favor".17

¿Qué hemos aprendido de esta digresión histórica? Ninguna de estas teorías por sí misma puede explicar totalmente el alcance completo de la obra redentora de Dios en Cristo. Desde el primer siglo de la era cristiana sus vastos parámetros han desafiado siempre a las mentes teológico, filosóficas de la iglesia cristiana.

Hemos desarrollado credos sobre la iglesia, la Trinidad y la encarnación, por nombrar solamente tres. Pero la iglesia cristiana nunca ha podido formular un credo universal sobre la doctrina de la expiación. Las teorías históricas de la expiación que se extienden a través de los siglos, se levantan como monumentos de la persisten­te lucha teológica por comprender la dimensión total de la activi, dad salvadora cósmica de Dios en Cristo Jesús.

De acuerdo con esto, "ninguna teoría debería ser ... vista como opuesta a otra". Cada una aporta un elemento importante de la rea, lidad en forma única y singular. Cada una es una metáfora mnplia­da, útil por su poder para revelar y explicar. Pero cada una también puede ocultar, e incluso distorSIOnar. Y tampoco es constante el

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poder explicativo de la metáfora a través de la historia. Una metá­fora en particular (de la expiación, por ejemplo) puede no tener necesariamente hoy el mismo poder y la misma eficacia que tuvo en otro momento. 1S y esto incluso puede ser providencial.

Nuestro enfoque, entonces, debe sacar los segmentos auténticos de cada teoría, "sabiendo que ninguna teoría, ni ninguna combina­ción de ellas, es suficiente para contener la plenitud de la reali­dad".19

COMPRENDIENDO LA POSICIÓN ADVENTISTA A la luz de lo dicho hasta aquí, es de alguna manera absurdo

sugerir que la posición adventista sobre la expiación pasa por enci­ma del Nuevo Testamento en el tema, como si hubiera unanimidad en la iglesia cristiana con respecto a lo que el Nuevo Testamento enseña sobre el tema. El hecho es que "ninguna explicación preci­sa se ofrece en el Nuevo Testamento, ni ha patrocinado la iglesia [cristiana] ninguna de las teorías de la expiación".2~

De modo que la contribución de los Adventistas del Séptimo Día a la actual investigación acerca de la expiación, ha sido enfocar y elaborar sobre el concepto sacrificial de la expiación, interpretán­dola a la luz de la tipología del santuario del Antiguo Testamento. Este enfoque nos ha llevado a ampliar los parámetros comúnmente aceptados de la expiaci6n. Nosotros comprendemos el concepto para incluir, no sólo el sacrificio en la cruz sino también la obra de Cristo como nuestro sumo sacerdote en el santuario celestial, inclu­yendo, en particular, esa fase especial de su ministerio que comenz6 en 1844. (Véase el diagrama de la pág. 48.)

DUALIDAD EN EL USO Aquellos que encuentran de algún modo problemático este con­

cepto dual de la expiaci6n, ea probable que no hayan notado que hay en realidad una dualidad inherente en el uso de la palabra misma.

The Interpreter's Dictionary 01 the Bi"", pura nombrar s610 una fuente, observa que el término inglés atone (expiaci6n) se deriva de la frase común "at ane". Estar "at one" con alguien es estar en un estado de armonía y común acuerdo. Así, al incorporarse la palabra

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al vocabulario lo hizo con el significado de "at onement" o reconci, liaci6n. Debemos tener siempre en mente que esta definici6n con, cibi6 la expiaci6n como un estado.2I

En la actualidad este significado original ha sido modificado, y expiaci6n (atonement) ha llegado a tener un significado más res, tringido. En la actualidad se usa generalmente para describir el pro, ceso a través del cual se quitan los obstáculos para la reconciliaci6n, más que el fin o estado logrado por causa de esa remoci6n, como era el caso del significado original del término.U

Este es un matiz moderno sumamente importante, que debemos mantener cuidadosamente en nuestro espíritu con el prop6sito de evitar malentendidos respecto de la terminología de la expiaci6n. Los adventistas, en su uso de este término, incluyen tanto el signi, ficado original o literal, como también el más restricto significado moderno del mismo.

Así, cuando los adventistas (entre ellos Elena de White) dicen que la expiaci6n fue consumada en la cruz, están adoptando el uso más moderno del término. Con el resto del mundo protestante, ellos quieren decir que la gran transacci6n c6smica ha quitado los obstáculos que se oponen a la reconciliaci6n. El supremo sacrificio en la cruz ha sido consumado para siempre; es decir, para no repe, tirse nunca más.

Yo, por mi parte, estoy totalmente satisfecho acerca de que en el adventismo auténtico no se menosprecia la cruz en ninguna forma. La posici6n adventista deja a la cruz precisamente donde pertene, ce: en el centro. Enfatiza una y otra vez -a cualquiera que esté dis, puesto a escuchar- que la única base del presente ministerio sumo, sacerdotal de Cristo en el santuario celestial es la redenci6n logra, da en la cruz, donde Cristo se ofreci6 a sí mismo una vez y para siempre.

Al frente de este énfasis también estaba Elena de White. Si alguien no está satisfecho con el vigor y profundidad de sus decla, raciones en este punto, nada lo satisfará. "El sacrificio de Cristo como expiaci6n del pecado es la gran verdad en derredor de la cual se agrupan todas las otras verdades. A fin de ser comprendida y apreciada debidamente, cada verdad de la Palabra de Dios, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, debe ser estudiada a la luz que fluye de

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la cruz de! Calvario. Os presento el magno y glorioso monumento de la misericordia y la regeneración, de la salvación y redención: el Hijo de Dios levantado en la cruz. Tal ha de ser e! fundamento de todo discurso pronunciado por nuestros ministros".Z3

"Colgado de la cruz, Cristo era e! evangelio ... Este es nuestro mensaje, nuestro argumento, nuéstra doctrina, nuestra advertencia al penitente, nuestro aliento para el triste, la esperanza de todo cre­yente. Si podemos despertar interés en las mentes de los hombres para que logren fijar sus ojos en Cristo, podemos hacernos a un lado, y pedirles que sólo continúen fijando sus ojos sobre el Cordero de Dios".24

El gran himno sobre la expiación escrito por Elisa Hoffman, que está en el himnario oficial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, ha estado allí durante muchos años, y todavía lo cantamos hoy:

Junto a la Cruz

Junto a la cruz do Jesús murió, do por su gracia clamaba yo, mis manchas su sangre allí quitó: ¡a su nombre gloria!

Coro ¡A su nombre gloria! ¡A su nombre gloria! Cristo Jesús es mi Salvador: ¡a su nombre ¡.:loriu!

CuanJo pur fe en 111 cruz lo vi, de mis pecllJos lIulvnJo fui, y hoy ~l me iuurJu y moru en mí: ¡a su nombre glorilll

¡Fuente preciosa de salvación! Gozo en ti halla mi corazón; en ti, Jesús salva y da perdón: ¡a su nombre gloria!

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UN PUISO DE ARMONÍA

¡ Ven a esta fuente, oh pecador! Ponte a los pies de tu Salvador; te colmará de su santo amor: ¡a su nombre gloria!

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De modo que cuando los adventistas hablan de una expiación final que ocurre en el santuario celestial, deberíamos entenderla en el contexto del significado original de la palabra inglesa "atonement" (expiación) descrita anteriormente: actividad que conduce a un estado de "reconciliación", cuyo gran propósito es sugerir que la cruz trasciende al Calvario, va más allá del año 31 d. c., penetra hasta dentro del velo del mismo Santuario Celestial, donde Jcsu­cristo ha entrado, habiendo sido hecho Sumo Sacerdote para siem­pre según el orden de Melquisedec.

El Dictionary o[ ChrIStian Theology (Diccionario de teología cris­tiana) percibió la dimensión escatológica de la expiación: "La doc­trina de la expiación es un elemento en la totalidad de la doctrina cristiana de la salvación que abarca no simplemente la exposición teológica de la acción redentora de Dios en Jesucristo, lo cual es estrictamente hablando la doctrina de la expiación, sino una esca­tología que incluye el juicio y la resurrección".zb

y sobre el mismo asunto L. Berkhof, teólogo reformado, señala: "La parte grande y central de la obra sacerdotal de Cristo está en la expiación, pero ésta, por supuesto, no está completa sin la interce­sión. Su obra sacrificial sobre la tierra hace necesario su servicio en el santuario celestial. Los dos son partes complementarias de la ohra sacerdotal del Salvador".z;

UNA DIMENSIÓN MÁS AMPLIA La concepción más amplia de la expiación que los adventlstlls

enseñan deriva de su comprensión del antiguo sistema típico. En armonía con la mayoría de los protestantes afirmamos sin vlldlll­ción que todo el sistema cúltico, todo el sistema trplco c:onectado con el antiguo tabernáculo, señalaba hacia la vida y muerte de nues­tro Señor, y como tal encontró su cumplimiento en la cruz. No debiera haber lugar para la prevaricación aquí, nlngl1n lugar para evasivas en este punto, ningún lugar para débiles tartamudcos. ¡Sí,

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ellos se cumplieron en la cruz! Sin embargo, al mirar hacia atrás, al antiguo servicio de expia­

ción, podemos identificar ciertos importantes detalles simbólicos asociados con Yom Kippur que no hallaron su cumplimiento total en la cruz.

Tomemos, por ejemplo, la solemne preparación que hacía la nación de Israel anticipándose a esa observancia, tal como la halla­mos descrita en Levítico 23:26-29: "También habló Jehová a Moisés diciendo: A los diez días de este mes séptimo será el día de expia­ción; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofre­ceréis ofrenda encendida a Jehová. Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios. Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo".

Nada semejante, ni siquiera remotamente, ocurrió entre el pue­blo de Dios en ocasión de la cruz. La víspera de la crucifixión nadie en Israel reconoció que el evento más estupendo de la historia de la humanidad estaba a punto de ocurrir. Incluso los doce apóstoles fra­casaron totalmente en su comprensión de ese significado. No hubo golpes de pecho, ninguna aflicción del alma como ocurría en pre­paración para el día típico de la Expiación.

Pero el concepto de una expiación final que involucrara el jui­cio en el santuario celestial permite la participación espiritual y consciente de parte del Israel del pacto de Dios, tal como se prefi­guraba en el antiguo ritual. Fue al comienzo de este tiempo del jui­cio escatológico que el antiguo profeta vio a los ángeles místicos volando por en medio del cielo, teniendo el evangelio eterno para predicarlo a los que moran en la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo en alta voz: "Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado" (Apoc. 14:7). Hoyes el día de jui­cio. Hoyes el día antitípico de la expIación. Ahora es el tiempo de darse golpes de pecho. Ahora es el momento de "afligir las almas". Ahora es el tiempo de llamar la atención de las naciones a este omi­noso nuevo desarrollo en el santuario celestial.

Tomemos, como segundo ejemplo. el destierro de Azazel. Aquí también hay un sentido en el cual Satanás -si lo consideramos a él como el significado del simbolismo- fue desterrado en la cruz. En

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Juan 12:31 Jesús dijo, poco antes de la cruz, "ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera". Yo creo que ésta era una referencia al destierro de Satanás del cielo.

Pero nosotros también tendríamos que admitir que Satanás no ha sido desterrado en un sentido definitivo. ¿No dice el apóstol que el diablo anda como león rugiente buscando a quién devorar? (1 Pedo 5:8)? Y ¿no pronunció aquella voz del cielo un ¡ay! contra los moradores de la tierra a causa de la venida de Satanás? (Apoc. 12:12). Y ¿quién entre nosotros no ha sentido el horrible aguijón de sus fieros dardos y la necesidad de ponerse la armadura de Dios con­tra este contingente sobrenatural de estas "huestes espirituales de maldad en las regiones celestes" (Efe. 6:10-16)?

No, el diablo no ha sido desterrado todavía en forma definitiva. Él está, desafortunada y ciertamente, cerca. Sólo hasta el fin del milenio veremos el completo cumplimiento escatológico de aquel antiguo simbolismo realizado en el antiguo tabernáculo.

Tomemos, como un tercer ejemplo, la purificación del santuario mismo. Este era el foco principal de Yom Kippur, y algunos piensan que ven el cumplimiento del simbolismo en la cruz. En otras pala­bras, sostienen que el santuario celestial fue purificado en la cruz.

¿Fue el santuario celestial purificado en la cruz? Sí, el santuario celestial fue purificado en la cruz. Esta produjo, entre otras cosas, una purificación -en el sentido de esclarecer- del nombre del Padre celestial, una vindicación de su gobierno de amor y justicia.

Pero si la purificación del santuario involucra también la justifi­cación final de Dios a los ojos del universo, al grado en que todas las cuestiones cósmicas sean resueltas y todas las inteligencias de todo el universo creado reconozcan la integridad del gobierno de Dios, entonces nadie puede decir con razón que eso se logró completa­mente en la cruz. Millares de sangrientas guerras nos han acosado a lo largo de la historia desde el momento de la cruz. Cientos de millones de seres humanos han sido asesinados en horribles carni­cerías. Desastres naturales, pestilencias, hambres, y el moderno azote del terrorismo y el abuso de drogas han afladldo su parte de esta cuota mortal. Un millón de "porqués" rompen el silenCiO cada día. Un millón de lágrimas humedecen incontables almohadas a la medianoche. Un enorme signo de pregunta sigue todavía sin bo~rar.

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se en el cielo cósmico, indicando con ello a cualquier observador inteligente que la expiación final todavía no se ha realizado.

Esto me vino vívidamente hace muchos años cuando era un joven colportor estudiante. Yo estaba colportando en el pequeño pueblo de Vanderhoof, Columbia Británica. Entré a una casa esa mañana y abrí mi prospecto y lo desplegué en el piso. Tendría más o menos unos tres minutos haciendo mi demostración cuando me di cuenta que estaba hablando al aire. Levanté la vista para ver al objeto de mi presentación, que me miraba a través de unos ojos pen­sativos y airados. Perplejo y confuso, busqué la causa de su tristeza y aflicción. Ella me contó su historia.

Pocos meses antes de mi visita, su esposo estaba cargando grano en un camión grande. De repente toda la carga se desplomó sobre él, aplastándolo y causándole la muerte. Uno o dos meses más tarde, su hermano, que trabajaba en construcción en la ciudad de Prince George, a unos cien kilómetros de distancia, había tocado un cable de alta tensión y fue electrocutado instantáneamente. (Yo me había enterado del accidente, porque acababa de regresar de col portar de Prince George.)

Ella mencionó un detalle más: "Mi hija, que vivía en Alberta en ese tiempo, estaba volando junto con su esposo para asistir al fune­ral de su tío. El avión se cayó cerca de Cache Cree k y murieron ella y su esposo". Ella no tenía por qué explicármelo, puesto que yo había leído en el periódico acerca del accidente aéreo (a unos 500 kilómetros al sur). Yo sabía que todos los que iban a bordo murie­ron.

Toda esta oleada de tragedias le había ocurrido a aquella mujer en menos de seis meses. Su esposo, su hermano, su hija, su yerno, todos muertos.

-Si hay un Dios -dijo con una ira sorda-, es un Dios malvado. En este punto recogí mi material de presentación y durante

media hora traté de darle algo de aliento a aquel corazón dolorido y de pintar un cuadro mejor de Dios.

Millones de personas en el mundo comparten el mismo mons­truoso concepto del Dios a quien servimos que tenía la señora de Vanderhoof. Richard Rubenstein, uno de los teólogos del concepto "Dios ha muerto", de la década de los años sesenta, habló en nom-

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bre de todos ellos mientras reflexionaba en las atrocidades nazis de la década de 1940, que vio la masacre de millones y millones de judíos. Dijo Rubenstein: "Estamos de pie en un frío, silencioso e insensible cosmos ... Después de Auschwitz, ¿qué más pueden decir los judíos acerca de Dios?"28

No, todavía no han sido contestadas todas las preguntas. La integridad del gobierno y el santuario de Dios todavía no ha sido vindicada. La acusación cósmica todavía está vigente en gran medi­da. El santuario, en otras palabras, todavía no ha sido purificado, ni totalmente justificado, ni completamente vindicado. Así, la expia­ción, en el sentido de "At,onement", todavía no ha concluido.

Ninguno de nosotros puede explicar adecuadamente por qué está tomando demasiado tiempo. Podríamos argüir que una compu­tadora, alimentada con la suficiente información adecuada, podría juzgar a la humanidad en mucho menos de 150 años, el período que va desde 1844. Pero en primer lugar, Dios no reacciona ante el tiempo como lo hacen los seres humanos. Segunda de Pedro 3:8 dice claramente que el paso del tiempo, tal como nosotros lo expe­rimentamos, significa muy poco para Dios.

En segundo lugar Dios, a diferencia de una computadora, no tra­baja con números, estadísticas o datos teóricos. Él trata con perso­nas -preciosos seres que ha creado y redimido- y con su destino eterno. Somos importantes para él, y él se dedica a nosotros. "El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2 Pedo 3:9).

CUANDO LA EXPIACIÓN SEA COMPLETADA Pero la Escritura es explícita acerca de cómo terminará todo, y

cómo Dios restaurará todas las cosas de nuevo. Cuando comience el proceso final, "el Señor mismo, con voz de mando, con voz de arCángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muer­tos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Sefior en el aire, y así estaremos siempre con el Señor" (1 Tes. 4:16, 17).

Con la venida de la expiación, las trompetas del gran jubileo

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cósmico sonarán y se escucharán en todo el universo (1 Cor. 15:52). "Los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados" (vers. 52). "Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria" (vers. 53, 54).

Entonces aquella madre que se vio forzada a poner a su precioso atadito de ropa bajo el gélido césped; aquel pobre niño que fue deja­do huérfano por la mano cruel de la muerte; esposos y esposas que fueron dejados solos con dolor por la amarga segadora, todos canta­rán entonces, todos ellos se reirán, todos se unirán en la mofa uni­versal: "¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?" (vers. 55).

Con la venida de la expiación, habrá "cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia", porque la gente que viva allá habrá ''hecho justicia", y "amar misericordia", y "humillarte ante tu Dios" (2 Pedo 3:13; Miq. 6:8). Y Dios traerá ante la justicia a todos los criminales de la tierra, a todos los perpetradores de atrocidades contra la humanidad, a "todos los opresores y perversos bribones de todos los siglos. Una gran voz saldrá desde el templo celestial: "Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos" (Apoc. 16:7).

Ya no habrá más rivalidad internacional, amargura y guerras, porque todos los tiranos que las provocaban se habrán ido para siempre. Ya no habrá conflictos ni prejuicios raciales, porque todos los fanáticos que los mcitaban y los alimentaban se habrán ido para siempre.

Ya no habrá más crimen, no más abuso de drogas, no más asesi­natos, no más perversión e inmoralidad sexual, no más corrupción. Porque "no entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abo­minación y mentira, sino solamente los que están escritos en el libro de la vida del Cordero" (Apoc. 21:27). Habrá "cielos nuevos y tie­rra nueva, en los cuales mora la justicia" (2 Pedo 3:13).

Y no habrá más enfermedad, no más dolor, ni más muerte. "Porque las primeras cosas son pasadas" (Apoc. 21:4). No dirá "el

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morador: Estoy enfermo", porque a todos los que moren allí "les será perdonada la iniquidad" (Isa. 33:24). Y los "redimidos de Jehová volverán y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemi~ do" (Isa. 35:10).

¡Así será, amigos! ¡Así será al fin! "El gran conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado ni peca~

dores. Todo el universo está purificado. La misma pulsación de armonía y de gozo late en toda la creación. De Aquel que todo lo creó manan vida, luz y contentamiento por toda la extensión del espacio infinito. Desde el átomo más imperceptible, hasta el mundo más vasto, todas las cosas, animadas e inanimadas, declaran en su belleza sin mácula y en júbilo perfecto, que Dios es amor".29

¿Suena esto algo así como a novela y no como el evangelio? ¿Suena esto como una prostitución de la justificación por la fe? No, esta verdad es lo más maravilloso con lo cual me he encontrado des­pués de andar por los caminos de la teología y la filosofía. Gracias a Dios por la gran transacción que se realizó en la cruz una vez y para siempre. Gracias a Dios por el gran ministerio sumosacerdotal de Jesús en el santuario celestial. ¡Gracias a Dios por la bienaventura­da esperanza! ¡Gracias a Dios por este maravilloso futuro! Con toda mi alma quiero decir: ¡"Gracias sean dadas a Dios"!

Referencias

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138 EL SANTUARIO

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1969), s.v. "Atonement". (Para una comprensión y evaluación más profunJ.I de la doctrina de la expiación, véase G. Aulen, ChrislUS Viaor .

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Apéndice

Testimonios

(Este testimonio, escrito en 1981-ligeramente modificado- aparecM

primero en la Revista Adventista del 4 de noviembre de 1982, págs.

7, 8. Lo incluyo aquí para que los lectores comprendan mejor tle

dónde vengo, como se dice comúnmente, y así comprendan también

el enfoque que le doy al tema de este libro.)

Cuando inicié mis estudios de posgrado a mediados de la década de los años sesenta, me di cuenta que existían ciertos desacuerdos entre los adventistas con respecto a la

doctrina del santuario. Algunas personas parecían considerarla como una especie de esqueleto guardado en el armario de los adventistas.

Pero siendo que esta doctrina ocupa un lugar central en la iglesia adventista, esta actitud me produjo un profundo scntiJo de incomodidad. Yo crecí en la Iglesia Anglicana y dejé esa co­munión cuando encontré que sus enseñanzas ya no cuaJrubun con las Escrituras. ¿Tendría yo que afrontar la misma situaciÓn en mi iglesia adoptiva? El asunto quedó latente cuando sol( de los círculos académicos de la universidad para entrar en elmlnistc­rio pastoral.

Varios años más tarde, sin embargo, regresé a 1011 círculos aca-

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démicos, e hice frente al proyecto de escribir una tesis doctoral. Decidí trabajar sobre la doctrina adventista del santuario. Pero, ¿cómo habría de proceder?

Cuando era aún adolescente y asistía a la escuela de nivel medio sentí que el espíritu de la investigación desapasionada se fortalecía dentro de mí. Se nos animó a examinar con sentido crí, tico la validez de cada aseveración, independientemente de su fuente de origen. Esta actitud, profundamente arraigada en mi ser, era la que me llevaría a estudiar un tema considerado por algunos adventistas como la más precaria doctrina que sustenta' mos.

Por lo mismo, no fue con poca vacilación que comencé mi trabajo, apoyándome fuertemente en la seguridad que me daba el marco universitario. Un repaso de la literatura existente me mos, tró que nadie antes de mí había emprendido un estudio de esta doctrina con el mismo enfoque, y muchas veces me sentí como el proverbial necio que corre a meterse en un terreno donde los ángeles temen entrar. Mi único consuelo (a pesar de la frustra, ción) era que la mía no era una carrera, sino un examen lento, concienzudo, del tema. Me alentaron algunas declaraciones de Elena de White que dicen que la verdad puede ser investigada, y cada una de las doctrinas que sostenemos deben ser investigadas críticamente por nosotros. 1

Sin embargo, ésta fue toda la ayuda y dirección que me per, mití seguir de Elena de White. Puesto que estaba plenamente consciente de que los adventistas son criticados porque se les acusa de basar la doctrina del santuario sobre los escritos de Elena de White, consideré altamente inapropiado dar a esos es' critos cualquier valor normativo en mis evaluaciones de la ense' ñanza del santuario. Por eso decide deliberadamente crear un blo, queo mental para todo lo que habea dicho ella sobre el tema a lo largo de mi tesis.

Este enfoque podría ser cuestionado por algunos fieles bien intencionados dentro de la iglesia. Sin embargo, si los adventis, tas rehusáramos sujetar la enseñanza de los padres a la prueba del ácido de las Sagradas Escrituras y de la razón, y nos aferráramos

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TESTIMONIOS 141

ciegamente a la tradición, ¿en qué nos diferenciaríamos de los católicos o de los mormones tradicionalistas? Nosotros esperamos que los mormones y los católicos que se sientan a escuchar nues~ tras predicaciones sujeten la tradición de sus padres a una eva~ luación crítica y libre de prejuicios. ¿Exigiríamos menos de noso~ tros mismos? Mi enfoque debía ser hecho con pensamientos de este tipo. Tenía yo que olvidar, por así decirlo, que era adventis~ ta del séptimo día, y proseguir mi investigación con tan poco prc~ juicio como fuera humanamente posible.

Sin embargo, es precisamente en este punto crítico, donde muchos investigadores fallan. Ellos asumen una posición "anti" en vez de una posición "neutral". Es sumamente fácil para un eru~ dito adventista, que se propone ser objetivo, adoptar, a veces inconscientemente, una actitud anti adventista, considerada como elegante en algunos círculos. Pero esto es una traición de la misma objetividad tan necesaria para la empresa erudita a causa de su potencial para engañar tanto al investigador como a sus lectores.

Además, en sus intentos de llegar a un punto sumamente neu~ tral, los eruditos deben examinar sus motivaciones interiores. Es fácil, por experiencias negativas anteriores, o por motivos indig­nos de uno u otro tipo, trasladar un problema particular a un enfoque unilateral. Por ejemplo, el último mal sermón sobre cier~ to tema, la ira o el resentimiento contra algún administrador o colega, la inclinación a conformarse a las normas teológicas generalmente aceptadas en el mundo protestante, el deseo de que los líderes denominacionales lo consideren leal, el deseo urgente de alcanzar notoriedad o de ser considerado vanguardista, o cual­quier otro motivo de una veintena de factores egoc~ntricos. Cualquiera de ellos puede ayudar a torcer el pensamiento o las conclusiones eruditas. Es un asunto bastante difícil.

Trabajé sobre este tema, recordando constantemente las tram­pas; trabajé infatigablemente setnana tras semana. Además de comparar la posición de la iglesia con la Escritura, leí toda la crí­tica hecha a la posición adventista que pude encontrar, inclu­yendo la primera parte de agosto de 1980, cuando terminé mi tra~

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bajo. Mi investigación comenzó antes de la reciente intranquili, dad y agitación suscitada dentro de la iglesia a causa de la doc, trina del santuario y por lo tanto no fue precipltada por ella. Sin embargo, ese debate sirvió para elevar la importancia de mi estu, dio, dándome la seguridad de que la obra en la que había empe' ñado muchas horas de vigilia, estaba lejos de ser puramente aca, démica.

Cuando el debate irmmpi6 a la luz en algún momento del otoño de 1979, casi a diario se me acercaba alguien que sabía que mi área de estudio era ese tema, en busca de mi opini6n sobre uno u otro aspecto de la doctrina del santuario. Pero durante más de seis meses sencillamente rehusé comentar a profundidad el tema, mientras luchaba con los problemas en mi propia mente.

Mientras me sumergía más y más en el tema, me sentía fran, camente nervioso, por el rumbo a donde mi investigación me conduciría. Mi compromiso con la tarea de una investigación desapasionada, libre de prejuicios, fortalecida por mis asesores de tesis, me asustaba. ¿Qué si mis hallazgos y conclusiones se oponí, an a las enseñanzas fundamentales de la Iglesia Adventista sobre el tema? No que yo pensara que una conclusión tal invalidaría necesariamente la posición de la iglesia; no tenía una arrogancia semejante, ni remotamente. Mi preocupación era más bien por mí mismo, por mi relación personal con la iglesia en el caso de que llegara a la conclusión de que en una posición tan funda' mental como la doctrina del santuario, ella estuviera equivocada.

Después de casi dos años de evaluación y análisis críticos, estaba listo para escribir mis conclusiones. Critiqué, a veces de' masiado fuerte, la posici6n que ciertos prominentes teólogos adventistas (y a la iglesia como un todo) habían tomado en el pasado, y llamé la atención a las contribuciones positivas a la doctrina del santuario que habían hecho algunos críticos de la iglesia, especialmente Albion Fox Ballenger. Sin embargo, esta misma investigación desapasionada condujo a la conclusión de que "ninguna evidencia a la cual el (mi) estudio tuvo acceso fue considerada fatal para ninguna área fundamental de [la doctrina del santuario] tal como la han desarrollado los adventistas del

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TEsTIMONIOS 143

séptimo día". 2

El peso de esta conclusión no debe sobreestimarse. Quiere decir que no he visto ninguna evidencia I)ersua~iva que invalide nuestras enseñanzas básicas con respecto a la significación de 1844, o al juicio previo al advenimiento, o a una expiación final centrada en el santuario celestial con la cruz como su centro. Creo que estas posiciones no son sólo teológicamente sólidas, sino también filosóficamente emocionantes.

Menos de setenta y dos horas después de haber escrito las con­clusiones de mi tesis, estaba sentado como delegado en la Conferencia de Glacier View (Colorado) sobre el tema dd san­ruario. A pesar del propósito por el cual habíamos sido convoca­dos, mi propia agenda consistía en observar para ver SI las con­clusiones que acababa de escribir necesitarían una revisión o mcluso ser ignoradas en la estela de los hallazgos de la conferen­cia. Para mi gran alivio, especialmente porque mi tesis todavía no había sido defendida, las deliberaciones dejaron intactas mis conclusiones con respecto a la solidez de las posiciones básicas de la iglesia respecto de la doctrina del santuario.

Además, salí adelante con mi fe en la integridad de la doctri­na del santuario grandemente fortalecida. Día tras día durante la conferencia fui testigo de lo que consideré discusiones libres y h'ancas sobre los importantes aspectos que rodean este tema, por ,d;.:unas de las mentes teológicas más agudas que tiene nuestra denominación. El consenso final ha sido una profunda inspira­,i(lI1 para mí. Es una dimensión que mi estudio aislado en un ¡'uhkulo de la Universidad Andrews no podía haberme dado.

E:.tl' .Ipéndice no tiene el propósito de presentar los llr~lIml'n-111:0. que me condujeron a las conclusiones que he desl'rito, I No JlUl',Il' detallar las consideraciones bíblicas, racionales y liuprarra­¡ ion.lles. que me produjeron la profunda convicción, Indllso l'n 111:0. llIvcles más profundos de conciencia, Es máH hl~n, 111\ :.impll' I¡':.I imonio de la forma en que un estudiante d~ In doctrina dd Mlllluario ha dilucidado para sí mislnn UI\ IIsunto llul' pel'ocupa Il'"l,ígicamente hoy en día a la 1~ll'lIia Adwntista.

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Referencias

I v.:_ ElelU O dt' Wbite. Counsel, lo Wmers (lila E&lors, p.lg. 3S. Te~amor.ies for t~ Church IMountair. View. Ca!if.: Paci/k Ptes.' Pub. Assn .• 1948), ~s. 707. 708 .

. Véase Adams. TIte Sancruary DtlCtline. pág. 283 , Aqnellos que qlrieran seguir mi razollami"nm puo:d.on consultar mi tesis, a la que m~ refiero m

la I\Ola 2.