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SANTUARIO DEL REY Una puerta al Mundo Intraterreno. Por U X Y U T L Título Original: Santuario del Rey... "Una puerta al mundo Intraterreno". Autor: Leticia Gallegos M. (Uxyutl) Edita: Martín Peña Q. Fundación E.T., S.C. Reg.: FET-980720-3WA © Todos los derechos reservados. Impreso en México. ISBN: 100990811-2 ÍNDICE : Capítulo: Contenido: Introducción . . . . . . . . . . . . . . . I Hortom, mi amigo Extraterrestre . . . . . . . . . . . . . . II Viaje a Altavista, Nayarit . . . . . . III La Ciudad Intraterrena . . . . . . . IV Encuentro de dos "mundos" . . . . V ¿Cómo son los seres Intraterrenos? . . . . . . . . . . . . . . VI Nace el interés y la búsqueda . . . VII La puerta dimensional . . . . . . . . VIII Segundo viaje . . . . . . . . . . . . . . . IX Tercera visita . . . . . . . . . . . . . . X Cuarto viaje . . . . . . . . . . . . . . . XI Quinta visita . . . . . . . . . . . . . . . XII Sexta visita . . . . . . . . . . . . . . . .

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SANTUARIO DEL REY Una puerta al Mundo Intraterreno. Por U X Y U T L Título Original: Santuario del Rey... "Una puerta al mundo Intraterreno". Autor: Leticia Gallegos M. (Uxyutl)

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SANTUARIO DEL REY Una puerta al Mundo Intraterreno. Por U X Y U T L Título Original: Santuario del Rey... "Una puerta al mundo Intraterreno". Autor: Leticia Gallegos M. (Uxyutl) Edita: Martín Peña Q. Fundación E.T., S.C. Reg.: FET-980720-3WA © Todos los derechos reservados. Impreso en México. ISBN: 100990811-2 ÍNDICE : Capítulo: Contenido: Introducción . . . . . . . . . . . . . . . I Hortom, mi amigo Extraterrestre . . . . . . . . . . . . . . II Viaje a Altavista, Nayarit . . . . . . III La Ciudad Intraterrena . . . . . . . IV Encuentro de dos "mundos" . . . . V ¿Cómo son los seres Intraterrenos? . . . . . . . . . . . . . . VI Nace el interés y la búsqueda . . . VII La puerta dimensional . . . . . . . . VIII Segundo viaje . . . . . . . . . . . . . . . IX Tercera visita . . . . . . . . . . . . . . X Cuarto viaje . . . . . . . . . . . . . . . XI Quinta visita . . . . . . . . . . . . . . . XII Sexta visita . . . . . . . . . . . . . . . . Dedicatoria: Dedico esta obra con amor a mi querida madre, que me dio la gran oportunidad de venir a este planeta; y a mi hija Giselle Aitxiber, porque me enseñó a respetar su libertad.

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Agradecimientos: A Adilia, por poner este sagrado lugar al alcance de mi mano. A Víctor Fidel, por toda la información que me proporcionó y por todo el tiempo que amablemente me dedicó sin esperar nada a cambio. A mi hermana Olivia, porque siempre me prestó el vehiculo apropiado para poder internarme es esos parajes, pues sin esa camioneta todo esto no hubiera sido posible. Y a todos aquellos, que de una u otra manera me auxiliaron, me acompañaron y vivieron estas gratas experiencias junto con mi persona. Gracias a todos... porque me ayudaron a engarzar las perlas que he ido recogiendo en este bendito caminar. Introducción. Llegar a ponerme a escribir esta obra no ha sido tarea fácil. Fueron muchos años de búsqueda por varios países. Mi deseo de poder ingresar un día a alguna de esas mágicas Ciudades Intraterrenas me llevó a recorrer casi toda América, Europa, la Polinesia, etc., y esto me hizo cambiar mi forma de vivir hasta convertirme en una persona solitaria, siempre leyendo y buscando a cuanta persona me decían había ingresado a esos fantásticos Œmundos¹. Mi vida material cambió y todo se hizo mucho más difícil. Pero todo valió la pena, para todo hay un momento y el mío llegó lleno de cambios positivos para mi vida... llegó con paz, felicidad, armonía y con soledad, sí, pero es normal en una experiencia de este tipo. Cuando no se ha vivido, para muchos les resultaría increíble pero para quienes hemos tenido esa oportunidad es lo más maravilloso. En este planeta existen muchas más cosas de las que

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nuestros ojos físicos pueden captar; mi deseo al escribir este libro es de que todos los seres humanos pongamos ya manos a la obra y hagamos realidad todo cuanto hemos soñado. Todo está ahí, solamente tienes que extender la mano y tomarlo. Ante el Padre nada pasa desapercibido. Él está atento y como todo buen Padre nos dará lo que más deseamos si esto ayuda a nuestra evolución. Mi ser se llena de gozo al recordar cómo cada noche al ponerme a escribir mis experiencias los maestros de lo interno me susurraban al oído para que no fuera a olvidar ningún detalle. Me hacían sentir nuevamente esa felicidad que sólo se siente cuando estás en paz con el mundo y contigo misma y esa paz que te da el saber que ya cumpliste con la parte del trabajo que le tocó a uno realizar. El mundo intraterreno no es otra cosa que el país de Agharta para nosotros los buscadores de lo oculto, el Shangri-La de los orientales, el Paraíso de los cristianos, y sí existe, tan existe que yo pude lograr penetrar a él, y como yo, muchos de ustedes también lo harán. Mi deseo de Œregresar a casa¹ sé que se queda impregnado en esta obra y sé también que muchos de ustedes me escribirán algún día para contarme su experiencia de reencuentro con su razón de ser. Recuerden que todos los túneles se conectan entre sí y todos los llevarán a alguna de esas ciudades y también al Shamballa, capital de ese mundo con sus millones de habitantes. Ellos te enseñarán a vivir con tal paz que desearás no regresar más a la superficie. Con cada una de sus palabras en ese extraño idioma que ellos llaman Vattan sentirás que eres inundado de amor, de ese amor que como seres humanos aún no somos capaces de sentir porque aún no logramos erradicar la

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negatividad y la falta de entrega de nuestro Ser. La Verdad a veces está tan cerca de nosotros que no nos damos cuenta y viajamos de lado a lado del planeta en su busca... creemos encontrarla en las palabras de alguien que se hace llamar Avatar o Canal como se dice en el movimiento de la Nueva Era y no nos escuchamos a nosotros mismos. Nos olvidamos que somos chispas divinas y por lo tanto somos Dioses; nos olvidamos de la parte activa que tenemos dentro del plan divino. Terrestres, intraterrestres, intraoceánicos, extraterrestres, ultraterrestres, supraterrestres, etc., todos, absolutamente todos somos hijos de Dios y formamos parte de una misma familia. Pide con amor que se te deje hacer uso del Gran Archivo Secreto de la humanidad y ahí encontrarás la Verdad, tu verdad que hasta hoy no has querido escuchar ni ver. Capítulo I Hortom, mi amigo extraterrestre. 09 de Agosto, 1999. Era muy temprano... me encontraba sola en casa. Había pasado una de esas malas noches y mi cuerpo estaba cansado y me sentía enferma. Pero, debía sobreponerme y empezar a hacer la limpieza de mi hogar. Realmente me sentía mal, pero no podía dejarme vencer por ese estado. Sabía que tenía que ponerme a hacer algo para alejar la pesadumbre... Me

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levanté, fui a tomar una escoba y me puse a barrer mi departamento comenzando desde el fondo hacia la entrada... Al llegar a la puerta de mi habitación ¡santo Dios!, una geoda -piedra de cuarzo- de color azul que tenía como "lámpara" en un librero en el interior de la recámara estalló y voló en muchos pedazos. Me estremecí y un extraño frío me recorrió desde la cabeza a los pies. Fue impactante para mí. Recogí lo que quedó de la geoda e inmediatamente corrí al teléfono y marqué a la casa de la persona que tiempo atrás con mucho amor me había obsequiado la piedra de cuarzo. Me imaginaba lo peor, pues relacionaba la desintegración de la piedra con la vida de mi amiga. -Sí, bueno; ¿con quién desea hablar? Era Claudia, la hija de mi amiga. -¡Claudia, m¹hija, habla Leticia! ¡¿Cómo está tu mamá!? -En estos momentos no se encuentra, salió, pero, ella está bien. -¡Gracias a Dios! -Oye, Lety, no me asustes, ¿qué sucede? ¿Por qué preguntas por mi mamá? -Ay, m¹hija, lo que pasa es que me acaba de tronar la geoda que me regaló tu mamá y yo creí que algo malo le había sucedido a ella. -No, mira, desde hace rato salió de la casa, yo creo que está bien, pues si algo malo le hubiera sucedido yo ya me hubiera enterado ¿no crees? -Bueno, gracias Claudia, si sabes algo me llamas, ¿o.k.? -Con gusto, Lety, hasta luego. Colgué el auricular y me sentí más tranquila. A pesar de encontrarme aún sin energías continué con mis labores de limpieza. Un rato después escuché sonar el timbre de la puerta y fui a abrir. No había nadie. Me disgusté un poco y pensé que los chicos del edificio habían vuelto a jugar con mi persona haciéndome perder el tiempo con sus bromas. Me sentí un poco mareada. Regresé y me tiré a descansar en el sofá de la

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sala que está junto a la puerta principal. Habrían pasado algunos quince minutos cuando sonó el timbre nuevamente. Esta vez me dirigí velozmente a abrir y poder pillar a los niños que me hacían travesuras para amonestarlos... ¡Santo Dios! Me quedé muda de la impresión. Ante mis incrédulos y desorbitados ojos se destacaba la figura imponente de un hombre. ¡Era Hortom! Un querido amigo que conocí en Chile, Sudamérica hacía 10 años cuando visité ese hermoso país por primera vez. Hortom -según sus propias palabras- es originario de Morlen, mejor conocido por nosotros en la Tierra como Ganímedes, uno de los tantos satélites de Júpiter. Al reconocerle quise abrazarlo, pero no me lo permitió. -Por favor, no me toques -dijo mi amigo como previniéndome de algo que pudiera lastimarme si yo insistía en abrazarlo. Rápidamente comprendí... y nuevamente, por segunda ocasión en ese día se me enchinó la piel y un escalofrío me recorrió de la cabeza a los pies. Todo él era luz y sus ojos fulguraban como dos rayos. Amablemente le hice pasar y le pedí que se sentara. Mi cuerpo aún acusaba los estragos por la gran impresión. Me di cuenta que Hortom ya no era el mismo; no podía mirarle directamente a los ojos pues eran como dos soles. Yo creí que él había desencarnado y le pregunté: -Hortom, amigo, dime, ¿te moriste? Él se sonrió y me contestó: -En julio de 1989, cuando tuviste tu primer encuentro con las Hermandades Superiores te dije que si algún día iba a pasar algo serio en el planeta Tierra yo te avisaría... -¡¿Va a pasar algo con el eclipse?! -le interrumpí abruptamente- ¿Sucederán todas esas cosas que andan contando por ahí? -Físicamente -repuso con calma-, nada fuera de lo común, pero a nivel

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energético sí sucederán algunas cosas. Las energías ya están aquí... habrá quienes las asimilen realmente y habrá quienes no lo hagan. Por lo tanto, para que sutilices y prepares tu cuerpo físico deberás beber únicamente aguas de jamaica, fresas, granada, sandía y palo de brasil y come betabel cocido hasta esa fecha. Puso sobre mi mesa algo parecido a un cuarzo y pidió que llenara la mesita de cuarzo, los cuales llenaron de luz roja todo mi departamento. También dijo: -Todas las puertas a las Ciudades Intraterrenas se abrirán en la madrugada del día 11 de Agosto. Te espero en la más cercana. Y se desvaneció. No moví un solo músculo. Allí me quedé, en mi sofá, tratando de poner orden al torbellino de pensamientos que había desatado la visita de mi amigo Hortom. Ni siquiera reparé en que no me había dicho el lugar exacto en que me esperaría... pero, en el fondo intuía y estaba segura a dónde ir ese bendito día del eclipse de nuestro astro sol. Previo a mi viaje, los días 9 y 10 seguí las instrucciones al pie de la letra acerca de cómo alimentarme y en verdad me sentí más sutil, más liviana, como que me había depurado internamente y eso me llenó de una alegría sinigual. La tarde del 10 de Agosto la invertí en buscar entre mis amigos que tienen automóvil para que me hicieran favor de llevarme al Santuario del Rey, y nada... ninguno tuvo tiempo para eso. Estaba dicho que debía ir sola. La suerte estaba echada. Sólo Dios sabía lo que me tenía reservado para la madrugada del 11 de Agosto de 1999 con mi amigo de origen extraterrestre. Capítulo II

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Viaje a Altavista, Nayarit. Era la madrugada del 11 de Agosto y me encontraba en la central camionera de Puerto Vallarta, Jalisco abordando un autobús con rumbo al vecino estado de Nayarit. Después de una hora de trayecto pedí al conductor del camión que me bajara en el crucero de Altavista. Estaba muy oscuro y solitario el lugar. Enfilé resuelta por el camino de terracería sin pensar en nada; pues distaban unos cuantos kilómetros para llegar a mi destino. No sentía miedo y tampoco sentía pesado el caminar... parecía más bien que me "llevaban". Me sentía muy bien protegida. Yo seguía en un estado vibracional alto y esa felicidad inundaba todo mi ser. Sabía que algo muy importante tendría lugar en las ruinas arqueológicas del Santuario del Rey ese día del eclipse. Quise recordar la cantidad de veces que había visitado con anterioridad el Santuario y, la verdad, habían sido tantas y acompañada por tan diversas personas que en ese momento me resultaba difícil enumerar. Ensimismada en mis pensamientos habría caminado unos quinientos metros desde el entronque de la carretera federal, cuando divisé unos faros de luz que venían a mi encuentro. Era una camioneta, y para mi sorpresa el conductor era ni más ni menos que ¡mi amigo Hortom! -¡Sube, nos esperan! Fue lo único que dijo. Con cada metro que avanzábamos, cada curva y reducto del camino, mi admiración y respeto aumentaban hacia mi amigo que, viniendo desde tan lejos me parecía inconcebible que conociera como la palma de su mano esos inhóspitos lugares. Minutos después estacionábamos la camioneta y teníamos que cubrir el

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último tramo a pie. La oscuridad era impenetrable. Lo que me valía era que había ido tantas veces al Santuario anteriormente que el camino ya me lo sabía de memoria. Y así llegamos hasta la Pileta. Cuando... de no ver más allá de mi nariz, se encendieron antorchas y pude contar, reunidos allí, a 70 individuos de muy variada forma de vestir. Junto a mí había una mujer que llamó poderosamente mi atención. Era alta, medía aproximadamente 2 metros de estatura; su tez era de un blanco lechoso y sus ojos de tipo oriental, pero, en lugar de ser jalados hacia abajo, los tenía rasgados hacia arriba; su ropaje parecía de seda viva y muy brillante. Me saludó haciendo una leve inclinación como reverencia, llevó sus manos juntas a la cabeza y después a la altura del corazón, luego hizo un mudra y pronunció su nombre: -DRA-ALI. La vibración de su nombre me hizo sentir que era el momento de mi despertar total; que se aclaraba en mi mente mi misión aquí en la Tierra. Y vi brotar de mi séptimo chakra -en la coronilla- un diamante de tonalidades azules. Eso me hizo sentir que ninguno de mis pasos en esta vida habían sido inútiles. Pude abrir las puertas de mi mundo interior y lo encontré maravilloso. La oportunidad de avanzar, de crecer, de sentir plenamente el verdadero Amor. Aquella hermosa mujer me hizo diferenciar la vibración de mis 7 cuerpos y puede reencontrar el punto de unión y de armonía entre ambos. Me sentí única. Y al elevar mi nivel de resonancia pude descubrir mi propio Ser y el poder que me confiere. Había también un hombre, bueno, no estoy segura, pues parecía ambas

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cosas: hombre-mujer. Debía medir 1.70 metros de estatura; era de piel morena, como bronceada; de grandes ojos verdes y con unas pestañas 2 ó 3 veces más grandes que las de los humanos. Dijo llamarse IOXALEC. Vestía un traje gris pegado al cuerpo como si fuera su propia piel; sus manos eran enormes e iban finamente enguantadas; su cabello negro era muy rizado y caía hasta los hombros. Estar junto a ese ser se sentía que emanaba mucha paz y alegría constantes. -Pareces un rayo de luz plateada -me atreví a decirle tímidamente. Con una bellísima sonrisa, él me contestó: -Hemos venido al mundo como luces, porque somos construidos de luz. El trabajo más importante de los seres humanos es seguir siendo luz, irradiando luz, proyectando luz hacia todos los rincones del planeta. Hizo una leve pausa y prosiguió: -Di a todos los trabajadores de la luz que sólo a través de la luz podrá este planeta ser alistado para su propia expresión dimensional. Y tú, vive ésta experiencia como lo más maravillosa expresión de AMOR del SER. Entonces vi cómo una forma piramidal salía de mi pecho y se detenía frente a mí, giró varias veces, subió como un metro arriba de mi cabeza, giró nuevamente, luego bajó, entró en mi pecho y sentí calor, mucho calor. Mi vista se expandió... Mis oídos eran capaces de escuchar hasta el más leve de los ruidos... y pude darme cuenta con asombro de que mi corazón ¡había dejado de latir! Capítulo III La Ciudad Intraterrena. El "paso" a la Ciudad Intraterrena fue tan sutil que apenas pude darme

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cuenta cuando el ambiente que me rodeaba cambió. Al dejar de "latir" mi corazón, fue mi Ser Interior Profundo, mi Espíritu, el que entonces tomó el mando. Y dejé de ser la modesta ama de casa para convertirme en UXYUTL, que significa: "El que viene de las profundidades del Mar Sagrado". Cada uno de los ahí presentes mantralizó -vocalizar- su nombre cósmico veintidós veces. El sonido hizo que toda la Ciudad Intraterrena se estremeciera como en una especie de danza ritual. Se escuchaban los sonidos de caracoles y timbales. Todo era un ambiente de fiesta. La población era como de origen oriental con una extraña mezcla de maya y olmeca. Aquellos grandes maestros reunidos en ese punto del planeta nunca hablaron de un holocausto final, sino de cambios... de cosas que dejarán de existir, por ejemplo: LA PACIENCIA: Pues el humano la ha tomado como un sinónimo de No Hacer. La raza humana esta en el momento en que tiene que ponerse a trabajar para poder tanscender. LA FE: Porque es una venda en los ojos del humano. La fe es una palabra puramente humana que permite ocultar las respuestas.Aquello de que es "Dogma de Fé"dejará de existir porque el que realmente conoce y percibe a DIOS, sabe que la fe no es necesaria. Hablaron de hacer un trabajo más arduo o cambios de programas en el pensamiento humano; porque cada pensamiento elaborado tiene vida propia y es capaz de circular en el cosmos.

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Nos hicieron saber la necesidad de ayudar a crear conciencia para que el hombre sea capaz de no permitir que la materia predomine sobre la razón y el conocimiento... que el humano debe dejarse guiar sólo por la Conciencia, o sea, por su Real Ser Interno. También dijeron que al llegar a este planeta y tomar forma humana olvidamos que somos eternos y Esencia Divina y dejamos de embellecer cada día nuestra propia vida. Que somos Luz, y que el conocimiento es el fuego que consume todos los disfraces de la ignorancia; y sólo así podremos fusionarnos nuevamente con nuestro propio SER. Hablaron de que como humanos tenemos una oportunidad excepcional de acelerar el proceso evolutivo y el paso a dimensiones superiores, porque la meta del conocimiento es la sabiduría, y ésa se encuentra solo en nuestro interior. -Debemos sutilizarnos pues la evolución radica en el control de las pasiones. La energía debe ser orientada hacia planos superiores, el retorno llegó y la dicha del reencuentro es algo que no debemos negarnos. Si tan sólo observaramos la luz, nos daríamos cuenta de que en ella está todo lo que necesitamos. Todos somos luz de una misma fuente y nuestra vibración tiene el mismo origen. Aceptemos que hace tiempo nuestras células cambiaron y se adaptaron a una cuarta dimensión. El salto es ya inminente para aquellos que aceptamos el cambio. De pronto me di cuenta de que en el lugar en que me encontraba en ese momento, también había cielo y un sol. El cielo era amarillo-verdoso; y había árboles con frutos extraños parecidos a la jaka pero que contenían una leche con un sabor parecido a la vainilla.

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Había además unas flores parecidas a los tulipanes, de color púrpura, como de un metro de grandes; al acercarme, una de ellas abrió sus pétalos y emanó de su interior un olor dulce y relajante. También vi frutos como naranjas hasta cuatro veces más grandes que las que hay en la superficie de la Tierra. No vi animales. Había enormes cristales como grandes receptores de la energía que llegaba del cielo. Parecía como una tormenta, pues la energía se percibía en forma de rayos, de bolas de fuego y de ondas. Me impresionó mucho la formación en que estaban los cristales y las esferas. (Ver figura ) El Cristal medía como 5 metros de altura; era de color azul zafiro. Los círculos eran esferas como de un metro de diámetro y cada uno de los representantes se sentó sobre cada una de las esferas. El Regente posó las dos manos sobre el cristal y a cada descarga -o carga- energética él parecía que se desvanecía como transformando la energía que pudiera ser destructora a positiva. Había muchos domos de cristal de diferentes colores; algunos de aquellos personajes entraron a los domos y se convertían al instante en luz e irradiaban esa energía ya transmutada a todo el planeta. Empecé a percibir una extraña vibración a mis pies. El globo terráqueo recibía embates energéticos ¡y yo podía sentirlos claramente! Capítulo IV Encuentro de dos "mundos" Siempre tuve pasión por los lugares ocultos o aislados, cuevas, etc., y tenía la plena seguridad de que existían pueblos en el interior del planeta

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así como una vasta red de túneles que unían a esas ciudades entre sí. Y lo estaba constatando en esos instantes que me encontraba físicamente en una de esas ciudades. Ha llegado el momento en que las civilizaciones intraterrenas suban a la superficie y se inicie un intercambio de vida... un trabajo de integración conjunta -pensé. La llegada hacia nosotros de extraños y coloridos vehículos suspendidos un metro aproximadamente del piso me hizo reaccionar. En ese instante reparé en que todo en aquella ciudad intraterrena es de colores muy vivos. Allí parece ser el paraíso terrenal. -Ya no es por azar que puedas ingresar al mundo intraterreno -me dijo un guía-, sólo debes desearlo realmente para que te concedan el permiso. Hay muchos seres como tú que estarán siempre conectados con estas civilizaciones y para quienes les será muy sencillo el ingreso. Luego me entregaron un mapa de los túneles por donde se llega a las ciudades intraterrenas el cual no tengo permiso aún de mostrarlo pero si muestro un dibujo de la llave que me fué dada hace una década y que es de procedencia Lemur. Me había olvidado de mi amigo Hortom, y de pronto ¡lo tenía de frente! Subí con él a uno de los extraños vehículos, hizo un movimiento giratorio ¡y ya estabamos en otro lugar! El aparato se detuvo fuera de la ciudad. Bajamos del vehículo y caminamos por un sendero; era como un bosque con árboles gigantescos parecidos a las secoyas. El césped parecía acabado de cortar, pues aún olía. Luego enfilamos por una calle recta; las construcciones eran de piedra y sus paredes todas eran de color blanco, los techos muy rojos y cada casa tenía muchas flores.

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Al fondo había un edificio de cristal rosa en forma de pirámide truncada. (Ver figura ) De primer momento no me di cuenta que el pedazo que faltaba estaba ahí mismo pero vibrando tal vez en una escala superior que era casi invisible a mis humanos ojos. La ciudad estaba trazada con tal armonía y perfección que pensé que, armonizándonos de esa misma manera sería más fácil cumplir con las leyes evolutivas, así como hacen las razas intraterrenas. Estaba metida en mis propias reflexiones cuando Hortom llegó a mi lado. -¿En qué estás pensando? -me preguntó. Yo sabía de antemano que él conocía mis pensamientos y le respondí: -En las iniciaciones que tuve en Rapa Nui y en el Santuario, ya que sin ellas no hubiera podido entender en qué momento del plan trazado para mí me encuentro... Esto es una purificación, es quitarme el velo de la ignorancia; esto es aceptar mi responsabilidad evolutiva hacia toda creación. Empecé a vibrar por la emoción de mis propias palabras y mis centros energéticos brillaban irradiando luz. Hasta esos momentos no había tenido la oportunidad de ver quienes formaban junto conmigo el grupo de selectos visitantes de la superficie de la tierra. Mi sorpresa fue mayúscula cuando uno a uno los reconocí a todos. Había allí personas de varios puntos del Planeta.. Algunos de ellos son figuras públicas muy importantes mundialmente. En ese mundo intraterreno a todos nos unía un gran cariño respetuoso y fraternal. Capítulo V ¿Cómo son los seres Intraterrenos?

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Quise conocer más acerca de los habitantes de aquella población y pedí a mi amigo Hortom que me diera un recorrido por las áreas en que éstos se encontraban. La susodicha era una ciudad situada en un pequeño valle interior. Se encontraba iluminada por una tenue luz verde que a mí en lo personal me producía bienestar. No se veía el cielo, más bien parecía como que el valle entero estuviera dentro de una gran burbuja. En el tour guiado por mi amigo extraterrestre por aquella ciudad pude distinguir a tres razas diferentes las cuales se mezclaban armoniosamente entre sí. Cabe destacar que en ese lugar subterráneo no hay bebés, parecen todos de la misma edad y estatura según la raza. RAZA NAZANUS: A los habitantes de esta raza los encontramos en los jardines. Eran pequeños, como de un metro de estatura. Sus cabezas un poco grandes y sin pelo. Sus ojos eran enormes. Pude ver que poseen una asombrosa agilidad. RAZA MRADAS: Éstos vestían túnicas blancas. Eran muy delgados y tenían brazos muy largos. Sus ojos eran de color azul, sin cejas ni pestañas. Algunos de ellos se encontraban trabajando en especies de laboratorios. Ellos no comen las frutas ni verduras crudas como nosotros sino que las procesan y guardan en pequeños envases de un material parecido al aluminio. Y si bien, durante todo el recorrido no había sentido frío ni calor, precisamente en ésa área de trabajo sí sentí frío. Ésta raza y su ciudad están conectadas a otras bajo el mar . RAZA KUTHUMPAS:

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Los seres de la raza Kuthumpas son Œlos hombres santos más cercanos al Rey del Mundo¹; a ellos los vimos en el área de la pirámide. Éstos son un poco más robustos que los anteriores y se asemejan mucho a los humanos. Sus túnicas eran de un color amarillo-naranja y portaban grandes medallones con una piedra roja que parecía palpitar... ésta gema es la conexión con la tiara roja y las cintas con diamantes que ocultan el rostro del soberano Señor. Precisamente a uno de los integrantes de esta raza lo había visto momentos antes en el salón de estudios que conocí también como parte del recorrido. Nos percatamos que el resto de mis compañeros de la superficie ingresaban al templo de cristal haciendo una ordenada fila y tanto Hortom como mi persona nos sumamos a los demás rápidamente. En el templo se encontraban doce ancianos muy parecidos a los lamas tibetanos. Uno de ellos tomó la palabra y se dirigió a nosotros de la siguiente manera: -Hemos hablado a muchos humanos las mismas palabras que ahora vais a escuchar, y las seguiremos repitiendo. Algunos de ustedes escribirán dando a conocer estos mundos y será bueno. Su sentir y su pensar lo conocemos y por eso estáis aquí. En cada uno de ustedes ha sido activado el poder natural de su Ser y con ello unificamos nuestro conocimiento para lograr la unión de nuestras esferas. Su Œdiamante¹ y su Œpirámide¹ están activos, al regreso a casa y después de un breve tiempo podrán sin esfuerzo contactar con nosotros y con todo el mundo subterráneo... Hay cosas que habéis visto que nunca podrán revelar, ustedes lo saben ya. Cada cosa que han aprendido aquí, será en beneficio de la humanidad que habita sobre la Tierra.

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El venerable anciano hizo una pequeña pausa... Luego, señalando y llamando por su nombre a dos personas de los que componíamos el grupo, les dijo: -Ustedes dos tendrán que salir de este lugar y nunca más volverán a entrar a ninguna de nuestras ciudades porque las pruebas que todos habéis pasado han sido para templar, sutilizar y armonizar sus cuerpos antes de quedarse con nosotros y no para usar el conocimiento que han adquirido en beneficio propio. Por consiguiente, olvidarán que han estado aquí y todo cuanto han visto y aprendido. Al instante que terminó de hablar el guía, las dos personas a las que se había dirigido ¡desaparecieron! Enseguida aquel ser nos dijo al resto del grupo: -A ustedes se les ayudará realizando cambios moleculares para su adaptación a las diferentes ciudades a donde vais a ser llevados muy pronto. Después de esto, jamás dudarán de la presencia de las Jerarquías Mayores y de su amorosa ayuda al planeta Tierra. No olviden que deben erradicar de ustedes toda la negatividad. Tampoco olviden de elevar su vibración pues a medida que lo hagan más cerca estaremos unos de otros. No olviden que la evolución y la preparación es individual; olviden las cargas ajenas. La ayuda se dará a medida de que eleven su vibración, sólo así la ayuda será recibida o aceptada por el otro. El llamado es para todos pero el trabajo es individual. Habéis llegado aquí no por casualidad, sino porque ustedes mismos se autoconvocaron. Deberán alejarse de sus amigos y familiares por unos días, pues la energía y la luz de sus ojos pudieran dañarles. Después de esos breves consejos hicimos un recorrido por el interior de

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la pirámide la cual ocultaba dentro de ella grandes riquezas. Cada uno de los lados de la pirámide era una plancha de oro macizo con incrustaciones de grandes gemas como rubíes, diamantes zafiros y esmeraldas que hacían un juego de rayos de luz que yo sentía que penetraban en mi cuerpo y activaban todas mis capacidades mágicas aún dormidas. Luego empezamos a movernos rítmicamente en una extraña danza con movimientos parecidos al Tai-chi... Nuestro cuerpo se movía sólo, en una concentración total que parecía o era sobrenatural. Terminó la danza y yo no me sentía cansada, me encontraba más bien muy tranquila. Como yo era la que estaba más próxima a la puerta, fui la primera en salir del templo. La tierra vibraba y pensé: "un terremoto" pero salí para alcanzar a ver de espaldas a mí a un ser gigante que vestía una túnica color blanco perla con una faja de color vino tinto trenzada en tres hilos... el sonido de un tamborileo llegó y todos hicieron una breve inclinación. Yo estaba segura que se trataba de Quetzalcóatl, y en lo más profundo de mi ser intuí que estas civilizaciones regresarán y reintroducirán una nueva edad de oro en la superficie del planeta. Luego nos separaron a todos en pequeños grupos... se despidieron de nosotros y nos regresaron a casa. Me encontré de pronto a la puerta de mi departamento. En mi mente bullía la idea de ir a la montaña del Roncador, al noroeste de Matto Grosso, Brasil. Entré a mi departamento y realicé el ritual mágico superior. Tomé mi baño de luz violeta y enseguida entoné en repetidas ocasiones el poderoso mantram que me permitía tomar posesión de mí misma y poder hacerme consciente del

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maravilloso poder -control- de conexión al mundo subterráneo que acababa de recibir... y eso fue lo más importante. Después, pude tirar mi cuerpo sobre mi cama y al fin... entregarme a un reparador y placentero sueño. Capítulo VI Nace el interés y la búsqueda. Haciendo un poco de historia para que el lector pueda caminar a la par mío, debo decirles que en el año de 1990, a mediados, fui invitada al Chateau du Jaugy, en Francia, a un seminario a nivel mundial de contactación extraterrestre. Creo que lo que más me gustó de todo ese mes vivido en Francia, fue la convivencia con tan variadas culturas, pues había gente tanto de Brasil como de Bali, de toda Europa y América. En ese hermoso lugar precisamente conocí al culpable de que naciera en mí este gran amor y dedicación por el Mundo Intraterreno, pues él fue el conducto para que yo llegara a tener todas las experiencias que he tenido con las razas del intramundo. Ese joven, de nacionalidad argentina puso en mis manos una recopilación de copias de libros que se han escrito acerca de los grandes misterios de los mundos internos. El Sr. Harold T. Wilkins aporta una extraña evidencia de un ingeniero inglés que murió en 1938 y del cual no dice su nombre: "En el estado de jalisco, en alguna zona poco conocida, de extensión meridional de la gran cadena de la sierra madre, a unos 121 kilómetros al Este de Cabo Corrientes hay unas ruinas prehistóricas que sólo conocen los indios... Los indígenas que habitaban la zona por aquellos tiempos afirmaban que esas ruinas fueron

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en otro tiempo el hogar de un pueblo que era civilizado y benevolente, incluso, la exploraciones hechas hacían la conexión con Atlantes derivadas del pionero HY-BRAZILIAN y civilizador QUETZALCÓATL. La ciudad muerta está sobre una mesa y es en ella que, en determinadas horas del día, o al anochecer, llega el sonido de un extraño y vibrante tamborileo. El sonido se escucha desde lejos, incluso desde el Pacífico. Los indios afirman que el tamborileo emana de los espíritus y sale de las cámaras de piedra de un gran templo en donde en otro tiempo fue venerado "el gobernante del universo"; y dicen los indios que un día la rueda de la vida o el ciclo de acontecimientos se completará y el antiguo pueblo regresará y reintroducirá una edad de oro". Al leer esto fue la puntilla para que por años me dedicara a la búsqueda de ese lugar sagrado. Junto con varios amigos hice varias excursiones sierra adentro para encontrar las dichosas ruinas. Tuvieron que pasar muchos años, ocho, para ser exactos para tener un día noticias del enigmático lugar. Corría el mes de octubre de 1998 cuando llegó hasta mí Adilia, mi fiel compañera de viajes con un folleto y varias fotografías de un lugar... En el trabajo de mi amiga iban a promover turísticamente el Santuario del Rey, en Altavista, Nayarit y la habían llevado a conocerlo. -¡Desde que lo vi -me dijo excitada-, pensé en ti!; estaba segura que es lo que buscabas y que era para ti -insistía. Al ver las imágenes sentí que toda mi cabeza daba vueltas y de inmediato vinieron a mi mente escenas que me corroboraban que ese era el sitio que tanto buscaba y que debía ir lo más pronto posible. Es justo decir que a

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partir de ese momento todo mi ser ya no tuvo calma; debía ir a ese lugar y pronto. BREVE RESEÑA DEL SANTUARIO DEL REY: "Ubicado en el estado de Nayarit, sobre la carretera Tepic-Puerto Vallarta y entre las poblaciones de Las Varas y La Peñita de Jaltemba; la desviación dice: Altavista, 8 kms. El Santuario del Rey es un centro arqueológico que se encuentra cerca del volcán del Copo en la sierra madre occidental. Fue un centro ceremonial muy importante en el pasado y lo sigue siendo en la actualidad. Los indígenas huicholes lo consideran un lugar de comunicación con los Dioses... desde siempre éstos personajes han hecho sus peregrinaciones hasta el lugar para realizar sus ofrendas. Según los estudiosos del tema, dicen que fueron las culturas Mexicas y Azteca las que se asentaron ahí y se dice que fue un lugar de descanso o retiro de Quetzalcóatl. El espacio lo comprende un área boscosa de ocho a diez hectáreas. Existen aproximadamente sesenta piedras grabadas con símbolos relacionados con el universo, espirales, figuras humanas, animales como serpientes, peces y venados entre otros. Para entrar al santuario se debe pedir permiso haciendo una reverencia y tres giros hacia la derecha en la Œpiedra de los 3 pozuelos¹ y a la salida se hace la misma reverencia pero los giros son a la izquierda. Según la tradición huichola existe en el santuario un árbol energético a quienes ellos llaman Tamualchán que es unos de los sostenes del universo. Existen huellas grabadas en la piedra en forma de patas de animales; las huellas son parejas, como las manos, o sea, como si tuvieran el pie plano.

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0 Hay dibujos en formas piramidales y hasta una piedra Œquiropráctica¹. Este santuario debió haber sido dedicado a la medicina, ya que en el interior de ese mágico lugar existen aproximadamente treinta y cinco plantas curativas y muchísimas más en todo el bosque tropical que lo rodea. El Santuario del Rey fue el lugar de reunión de las siete tribus nahuatlacas: Aztlán y Chicomoztoc. Aztlán significa: lugar de las garzas y Chicomoztoc: Lugar o la tierra de las 7 cuevas... que al mezclarse formaron la cultura Chichimeca. Según esa tradición, cada una de las razas brotó de una cueva y existen 7 cuevas en el Santuario del Rey. Existe un terraplén que consta de tres niveles con piedras de hasta cien toneladas de peso; algunas piedras fueron colocadas cerro arriba y a una distancia de quinientos metros una de la otra para formar la serpiente del equinoccio de primavera. La primera noticia que se tiene de este sagrado lugar la encontrará todo ávido investigador de las culturas antiguas en ŒLa Crónica Española¹ de 1535 del padre Mota Padilla, fecha en que se realizó la primera excursión a Bahía de Banderas..." Cuando terminé de leer el folleto que contenía esa información recordé que en Rapa-Nui o Isla de Pascua, lugar a donde entré por primera vez al Mundo Intraterreno una década atrás, existe una plataforma de 7 Moais o Moaris y según aquella tradición, fueron también siete razas las que se unificaron para enseñar al mundo siete grandes dones o virtudes. También me hizo evocar imágenes de Machu Picchu y Tiahuanako, lugares donde existen acomodos de piedras parecidos y que tienen mucha relación con la cosmogonía

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y fechas de equinoccios y solsticios de la Tierra... No podía esperar más, había encontrado el lugar que tanto tiempo invertí en buscar ¡y ahora estaba al alcance de mi mano! 31 de Enero, 1999. Siendo las 17:00 horas llegamos junto con el guía y guardián del lugar de nombre Colibrí hasta las puertas del Santuario mismo. Nada más poner un pie dentro del área de ese mágico lugar, sentí los embates de su energía. Me sentí mareada y mi cabeza se puso caliente como si quisiera hervir. Fidel, que es el verdadero nombre de Colibrí nos pidió hacer un ritual de entrada y así obtener el permiso del Gran Espíritu. Lo hicimos con mucho respeto y con amor pues ese momento, aparte de especial -para mí- era algo más que mágico. Ingresamos a un espacio que ellos llaman "la zona del silencio"; es un área como de cien metros cubierta de vegetación, y por lo tanto un poco oscura. En ese momento, mi compañera, hizo la observación de que parecía que iba a llover y que se hacía ya de noche; que mejor nos regresáramos y que volviéramos después. Colibrí dijo que no, que teníamos el tiempo suficiente para ver la parte baja o primer área del santuario. En eso estábamos, cuando oímos un extraño ruido pero que alcanzamos a distinguir perfectamente como el sonido de caracoles. Preguntamos al guía y, con una cara sonriente que emanaba emoción respondió: -Les están dando la bienvenida. El recorrido es un camino de montaña y al salir de la zona del silencio cruzamos un arroyuelo en esos momentos sin agua. A un lado y otro del camino se encuentran piedras con diversos gravados hasta llegar a una pileta

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rodeada de piedras gigantes las cuales nos hacían recordar a tronos de piedra como los de Machu Picchu y Tiahuanako y con un tramo de muro o muralla de piedras de varias toneladas de peso. La pileta aún contenía agua -enero es tiempo de secas-. Nos quedamos maravilladas de ver tanta belleza y yo mentalmente quise tener una idea de lo que debió ser esa ciudad en todo su esplendor. No fue muy difícil hacerlo pues el lugar parecía vibrar. Me encontraba de espalda al muro y sentí una necesidad muy grande de voltear y aprecié que en la pared de piedra había dos grandes oquedades como si hubieran cortado o rebanado la cantera y pregunté al sabio Colibrí. Él nos contó la historia y el destino final de esas estelas, pero que Videntes que habían visitado el lugar aseguraban que eran "puertas dimensionales". Nos mostró cómo debíamos pararnos ante esas puertas y yo, ni tarda ni perezosa me fui a experimentar... Capítulo VII La puerta dimensional. Me puse de espaldas a la "puerta". Apoyada a la piedra pedí permiso de entrar e hice una pequeña meditación......me encontraba mantralizando cuando sentí que era absorbida por una fuerza que me hizo atravesar el muro. Enseguida me vi viajando por un pasillo de piedra con varias salas a los lados y pude apreciar una luz a lo lejos. ¡Mi SER estaba siendo trasladado hacia otra dimensión! Fisicamente mi rostro había tomado una extraña palidez, a decir de nuestro amigo Colibri, cosa que lo puso alerta y me "saco" de ese mundo al hacer chocar dos piedras entre sí muy cerca de mis oidos.

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El hombre se mostraba preocupado, y de cierta manera tenía razón. Fidel me regañó por hacer cosas sin medir las consecuencias. Me reí por dentro, pues yo sí sabía lo que estaba haciendo pero respeté su posición. Después fui y mojé mi cabeza y mi cuello con el agua de la pileta y mi cansancio desapareció; lo extraño fue que mi cuerpo terminó de absorber el agua hasta después de dos horas en que me sentí completamente seca. Desandamos el camino de regreso hasta donde habíamos dejado la camioneta y retornamos hacia el pueblo de Las Varas, Nayarit, donde vive Víctor Fidel. Me encontraba muy pensativa por todo lo que había sentido, visto y vivido en aquel mágico lugar... era todo tan hermoso.! Y mi corazón lo sentía. No sé aún expresar si era alegría o era nostalgia por haber encontrado el punto de retorno a casa. Conté a mi familia y amigos las maravillas del lugar y muy pronto estaría yo de regreso. Capítulo VIII Segundo viaje. Invité a un grupo de amigos y felices nos dirigimos al lugar. Pasamos por nuestro amigo Colibrí, quien les daría la explicación de los petroglifos y toda la guía informativa e histórica. Yo, muy valiente, me interné en el lugar completamente sola tomando la delantera... caminé sin parar hasta casi llegar a la denominada zona del silencio cuando me encontré de frente con una vaca brava que parecía estar "cuidando" el lugar. Aquel animal me amenazaba con sus afilados cuernos como impidiéndome el paso. A punto estaba de desistir cuando blandiendo con mi mano izquierda el

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bastón de madera que le dan a uno a la entrada del Santuario la amenace y para protegerme recogí con la diestra una piedra y la arrojé con fuerza hacia un lado de ella. Aunque de muy mala gana, la vaca se quitó del camino y éste quedó franco. Entré a la zona del silencio y me senté en uno de los troncos que están ahí para descanso del turista y me dispuse a meditar. Minutos después sentí una brisa muy suave y un aire frío que me envolvía... abrí los ojos y grande fue mi sorpresa al percatarme que tanto la relajante brisa como el fresco aire sólo estaban en torno mío; a esas alturas mi playera ya estaba completamente mojada. Me incorporé y continué por el camino hasta alcanzar el punto que llamamos la pileta. Me senté en una de las piedras que hay alrededor de la pileta y de inmediato empecé a escuchar murmullos; era como si alguien me llamara. Volteé al centro de la pileta, que era donde creí detectar el origen de los sonidos y descubrí que algo en ella brillaba. Tuve la sensación de que debía "agarrar" aquello pero me contuve pensando en que sería una ofrenda pues los hermanos huicholes frecuentan mucho el lugar. Seguí en mi meditación cuando de pronto una fuerza me incorporó, y con ayuda del bastón o cayado saqué lo que brillaba dentro de la pileta. Era un collar de amatistas, las más hermosas que haya visto. Parecía muy antiguo... no sé por qué pero me lo enredé en el pie izquierdo. Luego subí a la parte alta de las piedras exactamente donde debe caer un pequeña cascada cuando el arroyo lleva agua y me senté ahí para ver la pileta desde arriba. Creí que me empezaba a marear pues el agua la veía moverse como si alguien estuviera ahí y creí ver que algo muy sutil se movía. ¡No podía

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creer eso! ¡En verdad la figura de un hombre se estaba moviendo! Éste se puso de pie... era tan grande que aún estando mi persona por encima de dos metros del nivel de la pileta me sobrepasaba un buen pedazo. Me asusté... mediría de cuatro a cinco metros de altura; era un ser corpulento, con pelo largo hasta los hombros y unos grandes ojos verdes que a mí me parecieron gigantescos. Esos ojos eran de una trasparencia sin igual que me "fui" a través de ellos. No supe más... Fue como si me quedara dormida ahí en medio de las piedras como únicos testigos de mi viaje a los mundos intraterrenos. Rato después me despertaba abruptamente la algarabía y los gritos de un grupo de niños provenientes de las aldeas vecinas que llegaban a tomar un fresco baño a la pileta. Casi junto con ellos aparecieron mis compañeros y Fidel el guía.. Yo estaba de pie sobre las piedras más altas. Colibrí llegó de frente a mí y me miró muy fijamente... luego subió hasta donde me encontraba y, delante de mis amigos dijo con una voz muy especial y señalando a mi persona: -¡Ella ha sido tocada por el gran espíritu...! Mis compañeros se miraron unos a otros sorprendidos. Les escuché haciendo comentarios entre sí diciendo que mi rostro estaba cambiado. Yo sólo recuerdo que me sentía muy bien. Muy relajada, muy tranquila y... feliz. Capítulo IX Tercera visita. PRIMERA NOCHE EN EL SANTUARIO.

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Llegamos hasta donde se tiene uno que apear de los vehículos justo a la entrada del Santuario cuando apuntaba el sol casi en el horizonte de un hermoso día sábado. Me iban haciendo compañía mi sobrino Jorge y varios amigos. Llevábamos consigo para esa noche tan especial algunas ocarinas, un caracol, un tambor ceremonial, alimento, casas de campaña y bolsas de dormir para cada uno de nosotros. Habíamos quedado de acuerdo con Colibrí, guía y guardián del Santuario del Rey que lo esperaríamos en ese lugar para luego caminar hasta la pileta del Santuario y disfrutar todos juntos de aquella programada velada. El tiempo fue pasando hasta que empezó a caer la noche y nuestro amigo Fidel -Víctor Fidel- no apareció por ninguna parte. Durante la espera aprovechamos para alimentar nuestros cuerpos frugalmente y nos pusimos a ver el cielo pues la noche lucía muy hermosa toda tachonada de estrellas... en el preciso momento que estábamos todos expectantes mirando hacia la bóveda celeste aparecieron de pronto dos luces demasiado extrañas sobre la meseta de la segunda parte del Santuario. Decidimos entrar solos al área porque ya había oscurecido; por fortuna contábamos con todo lo necesario para pasar la noche en ese lugar sin ningún problema. Desde el primer momento en que nos internamos fuimos percibiendo un fuerte olor a hierbas, éste era muy penetrante pero no le dimos mayor importancia. Llegamos hasta la piedra donde se debe pedir permiso para continuar y momentos después nos encontrábamos en la zona del silencio. En ese lugar apenas podíamos vernos o distinguirnos unos a otros debido a la negrura de la noche.

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Hicimos una pequeña meditación durante la cual sentimos presencias alrededor nuestro pero nadie comentó en ese momento nada al respecto. Nos retiramos del lugar y enfilamos hasta nuestro destino final: la pileta del Santuario. Al llegar al que sería nuestro hogar por una noche plantamos el campamento. Cuando todo había quedado dispuesto y en orden, mi sobrino Jorge y sus amigos se aventuraron a caminar por los cerros que rodean el Santuario. El resto nos quedamos solas en el improvisado campamento. Mucho rato después nuestros tres inquietos amigos regresaron y mi sobrino Jorge nos deleitó exquisitamente cuando empezó a tocar la ocarina... luego siguió con el caracol y, por último ejecutó vibrantes sinfonías con el tambor ceremonial convirtiendo aquello en una noche mágica e inolvidable para mí. Mientras Jorge ejecutaba magistralmente los instrumentos sagrados pude ver a un SER que estaba de pie sobre la pileta. Éste tenía un gran parecido al Maestro Jesús el Cristo. Es necesario aclararte estimado lector, que mi persona nunca había tenido experiencias o visiones de Jesús, la virgen ni de los ángeles del cielo. Aquello realmente para mí era alucinante y lo comenté de inmediato con la amiga que en esos momentos se encontraba a mi lado. -Pregúntale quién es... -Me dijo mi amiga, no sin antes darme unos pequeños codazos en las costillas. Como respuesta recibí una visión del lugar donde el SER estaba parado. Se trataba de un lugar lleno de calaveras, algo así como el lugar de la muerte... o como que quería decir que allí habían ocurrido muchas muertes. Después de ese incidente la noche siguió su curso normal hasta el amanecer.

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Los primeros rayos del sol apuntaban y nosotros ya estábamos dispuestos a probar suerte pero ahora con las puertas dimensionales. Fui y me coloqué en la que parece ser la puerta principal, pero esta vez lo hice de frente a la piedra... pegué mi frente y puse mis dos manos sobre la roca fría. Después de la meditación de rigor y de mantralizar pude entrar más consciente al otro lado de la realidad. Ingresé de nuevo por el túnel hasta llegar a la luz; los destellos provenían de un valle. Al fondo del valle se recortaban majestuosas dos montañas triangulares y en medio de esos dos gigantescos cerros corría alegremente un río de aguas transparentes. Al lado derecho del río se encontraba una pequeña aldea compuesta por muchas cabañas construidas con palma de la región. Al lado izquierdo había una pirámide que estaba flanqueada -más bien rodeada- por tres círculos... todo el valle era muy hermoso y reinaba una profunda paz. No pude ver gente por los alrededores. Así permanecí un buen rato tratando de ver si había alguien que pudiera darme información acerca de aquel impresionante lugar... pero, acá, en esta otra "realidad" mis amigas me hablaban para regresarme pues a ellas ya se les hacía que tenía bastante tiempo en la misma posición -de pie- y sin moverme. Cuando todo acabó, le pedí a Raúl que plasmara en un dibujo lo que había visto para mostrárselo a Colibrí y nos dijera qué pensaba al respecto... y ciertamente, cuando regresamos al pueblo donde vive Fidel, éste me dijo: -¡Entraste al Miztlán! Capítulo X

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Cuarto viaje. Esta vez mi hermana Olivia, su esposo Jorge, el hijo de ambos, Jorge Jr. -mi sobrino-, mi amiga Irene, Martín -otro de mis amigos contactados- y yo nos organizamos y nos fuimos al Santuario. Primeramente pasamos a casa de Colibrí a recogerlo para que guiara y explicara la historia del lugar a aquellos que por primera vez visitaban el sagrado lugar. Se me estaba haciendo costumbre y, dejando al grupo en manos de Fidel me interné nuevamente sola en los terrenos de aquel hermoso sitio arqueológico. Me adentré pues por los parajes del lugar; para esta ocasión me preparé bien con cuerdas, fósforos, velas, comida y otras cosas más que llevaba en mi mochila ya que presentía que ese día se me iba a permitir la entrada a la ciudad intraterrena. Pasé por la zona del silencio y practiqué mi obligada meditación; luego me encaminé hasta la pileta y una vez allí me senté sobre una roca... Como me encontraba un poco cansada, resolví recostarme unos momentos en la misma piedra. Estaba a punto de quedarme dormida cuando empecé a escuchar ruidos y a percibir cierto movimiento en las otras rocas. Lo más lógico fue pensar que se trataba de un temblor pero al incorporarme me pude dar cuenta que una roca de las que están en la caída del agua ¡se movía!... Se abrió una puerta y yo, sin una pizca de nervios, sino más bien con una seguridad increíble y hasta con cierta ansiedad me tiré a la pileta para entrar por esa puerta dimensional que se abría esplendorosamente ante mis ojos. Al ingresar a la ciudad intraterrena pude ver primeramente una enorme sala de piedra de forma rectangular, y al fondo, frente a mí, se encontraba

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una especie de mesa. El salón estaba todo con grabados de personalidades... estaba apreciando extasiada esos detalles cuando me percaté de la presencia de un hombre al otro lado -detrás- de la mesa. Él inició la comunicación hacia mí en un idioma parecido al latín, mismo que no entendí; fue entonces que cambió la forma y ahora lo hacía por medio de imágenes. Telepáticamente entendí que muy pronto sería invitada a una fiesta ceremonial; que debía prepararme con ayunos y lograra una limpieza de todo mi organismo a base de tés. Luego me envió la imagen de otra ciudad y desapareció. Mi emoción era tal que no podía moverme fácilmente... hice un esfuerzo suprahumano y pude lograrlo, sabía muy bien que no tenía mucho tiempo pero yo quería conocer a fondo aquel lugar donde me encontraba. Quería ver, apreciar todos los grabados y mi tiempo se agotaba. Un ruido me hizo nuevamente reaccionar y corrí hacia la puerta; entonces pude apreciar un grabado del Regente o Rey del Mundo... todo era de piedra, pero de tal belleza que parecía tener vida y me quería hablar. Al cruzar por la puerta me di cuenta de que parte, o sea, la punta de la espada que portaba el Gran Señor se desprendía y rodaba a mis pies. No lo dudé, la recogí y la guardé entre mis ropas... luego salté nuevamente al agua ¡y la puerta dimensional se cerró a mis espaldas! Metí la punta de la espada a mi mochila y me quedé callada. (Ver figura ) Cuando llegó el grupo hasta donde yo estaba, mi fiel amigo y guardián del Santuario, Colibrí, sólo me miró fijamente... y no cruzamos ni una palabra. Capítulo XI Quinta visita.

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SEGUNDA NOCHE EN EL SANTUARIO. Equinoccio de primavera; Marzo 20, 1999. En esta ocasión creímos que sólo dormiríamos cuatro personas en el Santuario: Resulta que estábamos ya acampados cuando se empezó a escuchar el sonido del caracol... nos imaginamos de todo, pero, al final descubrimos que era mi sobrino Jorge con sus amigos que llegaban para acompañarnos. Como siempre, ellos se fueron a aventurar por los alrededores del Santuario y nosotros nos quedamos en el campamento -la pileta- haciendo lo nuestro. Ya era de madrugada cuando los valientes exploradores regresaron hasta donde nos encontrábamos y nos comentaron que, durante algún tiempo se sintieron acompañados por gente menuda; nunca vieron nada pero sentían la presencia de esos personajes. Antes de dormirnos pedí que alguno se encargara de despertarme a las 3:00 de la mañana. Todos se preguntaron para qué y yo con mucha seguridad dije: -Una nave nos visitará a esa hora. Sin decir más, cada uno se fue entregando poco a poco al sueño. Serían aproximadamente las 2:30 de la madrugada y yo me senté de golpe... y vi que por encima de los árboles, como a cuatro metros de altura cruzaba nuestra zona de campamento una extraña luz de muchos colores como de tres metros de diámetro (Ver figura ). Moví a mis compañeros más cercanos, les pegué de gritos a todos, pero cuando reaccionaron, la extraña presencia ya había cruzado nuestro campo de visión pues éste era muy reducido. Ya no pude dormir; yo sentía que el momento se acercaba y que el encuentro podía producirse en cualquier momento... así que, ¡no me podía dormir! ¡Debía estar alerta!

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Por la mañana llegó un grupo de amigos a quienes habíamos invitado a pasar ese maravilloso día del equinoccio de primavera en aquel mágico lugar. Y allí nos quedamos a disfrutar de las generosas energías recibidas del cosmos infinito hasta el atardecer. Todos los compañeros quedaron fascinados pero sólo tres estamos realmente conectados con el lugar. Hasta ahora no les había compartido de algo por demás interesante. Cada vez que he visitado el santuario se me ha pedido llevar diferentes tipos de ofrendas. Alguna vez llevé chocolate con tabaco, en otra ocasión fueron frutas tropicales, en una más flores, incienso, velas perfumadas, dulces, etc. Siempre me sugieren algo diferente y desde conseguirlos o fabricarlos se me ha hecho muy interesante. Capítulo XII Sexta visita. En la costumbre de siempre, una vez llegando al lugar donde dejamos los vehículos, me desprendí y me fui adelante del grupo... Al llegar hasta la pileta, me dispuse a hacer una meditación. En eso estaba cuando escuché que alguien palmeaba, cosa que llamó mucho mi atención. Concentré y pasé mi vista hacia todas las rocas -tronos- y me topé con la figura de un señor como de dos metros de estatura, portaba túnica blanca y una faja dorada a la altura de su cintura; éste se encontraba sentado en uno de los tronos y yo me quedé extasiada viéndolo por largo rato. Su rostro no demostraba ninguna emoción; parecía que flotaba en el aire aunque yo lo viera sentado en posición de flor de loto sobre la piedra. Me levanté y me fui a sentar a su lado. Él levantó su mano derecha, la posó

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sobre mi cabeza y me pidió a mentalmente que guardara silencio. Enseguida cerré mis ojos y traté de sentir la paz de aquel SER a quien consideré como un monje budista... Luego abrí los ojos al sentir que mi acompañante se ponía de pie; quedé sorprendida al constatar que no era túnica lo que llevaba puesto, sino un pantalón de tipo hindú muy flojo y la faja dorada que le había visto en un principio era un cinturón que parecía metálico con varias formas redondas y muy brillantes que emanaban sonidos. Yo me sentí apenada y le pedí que no se fuera, que me platicara un poco del mundo del cual provenía. -¿Qué te hace pensar que pertenezco a otro mundo? -Me preguntó con una sonrisa en los labios. ¡Tu vibración!, la paz que emanas y que yo aún no puedo conseguir, además.....tu mirada. ¿Si te mostrara un mapa estelar sabrías identificar en dónde se encuentra tu Sistema Solar? Más apenada me sentí. Le pedí disculpas porque a pesar de las experiencias vividas y de llevar varios años en la investigación Ovni, tuve que reconocer ante él que no sabía nada. --Voy a mostrarte - repuso mi amigo - algo que te hará ubicarte en el cosmos y encontrarme a mí cuando desees llamarme. Yo Soy TAYREN y vengo de la Constelación del Aguila. Soy uno de los guardianes de éste lugar en ésta época, podrás verme cuando llegues a éste lugar en esa condición de abandono total a la voluntad del Padre. Pronuncia mi nombre de ésta manera (lo pronunció) y a los pocos minutos estaré a tu lado para charlar de todo aquello que desees aprender. Luego lo vi alejarse con rumbo a la puerta de arriba y yo me quedé en la soledad, pero con la paz que él me había dejado.

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Esa noche no puede conciliar el sueño... mi casa era un desfile de seres desencarnados que pedían mi ayuda para retirarse a descansar. Fue algo muy tranquilizante el poder ayudara alguién, no importa si éste es vivo o muerto. Capítulo XIII SEPTIMA VISITA Este viaje al santuario ha sido tal vez una de las más bonitas e interesantes experiencias. Fui con otro grupo de amigos y en los cuales se encontraban tres miembros de la Tradición Mexica. Llegamos al atardecer con la intención de acampar y dormir ahí. Preparamos nuestro pequeño campamento y los danzantes empezaron a cambiar sus casuales ropas por los atavíos tradicionales tan llenos de colorido de nuestros indígenas. Empezaron pidiendo permiso a los guardianes del lugar y al Gran Espíritu para danzar en ese lugar y ofrendar su baile a los dioses. Fue impresionante cada petición, cada ofrenda, cada expresión física de su cuerpo, cada canto, cada sonar de los caracoles y los tambores... y todo aquello a oscuras y en tan sagrado lugar que sentíamos vibrar la tierra; el aire mismo es como si cantara. Las estrellas eran más brillantes; nosotros también nos mirábamos diferentes. Todo el grupo era tan armonioso que tratábamos de seguir los pasos de la danza. Cuando terminaron aquel fascinante ritual, nos fuimos al área de campamento pero Martín regresó al lugar de las ofrendas y siguió un ritual ya de manera personal. Un rato

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después fui a acompañarle y me senté sobre una piedra a escasos dos metros de él y empecé yo también un ritual a mi manera... y hubo un momento en que la emoción era tanta que tenía deseos de llorar. -Quiero llorar... -le dije al buen Martín. -¡Hazlo!, las lágrimas son una hermosa ofrenda. Y lloré... lloré tanto; pero no era un llanto de dolor, sino de alegría. Fidel nos había dicho que esa misma tarde había ido un grupo muy numeroso de personas a llevar algunas ofrendas y que habían hecho algunos sacrificios, así que el Santuario se encontraba con una energía muy fuerte y hermosa. Además estaba lleno de presencias. Martín se fue a reunir con los demás y yo me quedé sola por un buen rato. Hice mis oraciones a mi muy particular manera y en algún momento, no sé cómo se dio pero los instrumentos que dejara mi amigo comenzaron a tocarse solos. Yo me sobresalté porque estaba oscuro y estaba sola y escuchaba los sonidos muy cerca de mí... sentí que me tocaron por la espalda, volteé y no había nadie y luego sentí que me rodeaban esas presencias. Era todo tan extraño que mi corazón parecía que no lo iba a resistir y encendí mi lámpara de mano. Pedí, de verdad pedí con mucho amor que se presentaran de una manera que todos los pudiéramos ver sin asustarnos. Me reuní con el resto de mis compañeros y todos pudimos ver a varios personajes sobre los tronos de piedra alrededor de la Pila del Rey. Ya muy de madrugada quise pedi a dos de mis amigas que fuéramos al lugar de las ofrendas pero,una de ellas quiso seguir durmiendo y la otra no quiso dejar solo a su pequeño hijo, así que fuí sola. Ese día yo me encontraba en esos "días" de cada mes y en un susurro le pregunté si eso ocurría de igual manera en las ciudades intraterrenas.

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-En las ciudades intraterrenas -me respondió- las mujeres viven separadas de los hombres, y los hijos nacen sin necesidad de ser fertilizadas. Nacen por partenogénesis y todas son madres virginales. -¡Uf, qué alegría! -sin pensarlo siquiera respondí. -Nos alimentamos -continuó mi amigo- exclusivamente de frutas; nunca envejecemos y gozamos de excelente salud. No conocemos el crimen. Trabajamos en comunidad y cada una de las labores que realizamos son apreciadas por los demás como si fuesen las mejores. -¿Cuándo podremos nosotros lograr eso mismo? Su respuesta fue muy sencilla pero firme: -Cuando seáis más receptivos a todo lo positivo. En ese momento escuché un ruido demasiado fuerte, como si echasen a andar alguna maquinaria y sentí que mi amigo Tayren se alejaba. En los instantes en que estaba narrando esto recordé que de niña me gustaba -en mi lugar de origen- mirar hacia las montañas para ver las lucesitas que iban hacia Tepic, la capital del estado de Nayarit. Mi casa era muy grande, con largos corredores. Yo solía despertar de noche porque escuchaba cánticos raros como los mantras tibetanos y yo, que tenía menos de siete años me sentaba a escucharlos con mucha emoción y veía caminar a través de los pasillos a sacerdotes o monjes... en ese tiempo no podía decirlo con certeza; ahora, al paso de los años puedo decir que eran monjes. Sobre todo hay uno que nunca olvidaré; por lo menos su juventud y su belleza. Sin saber lo que hacía, yo me inclinaba ante él y me abrazaba a sus piernas. El monje pasaba su mano sobre mi cabeza y yo entonces volvía a dormir. ¿Por qué me viene todo esto a mi memoria? No lo sé. Pero nunca olvidé cómo lo llamaban. En el espejo que hay en mi habitación se encuentra escrito

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su nombre con el rojo de un lápiz labial. A los siguientes días después de la visita de esos extraños monjes yo solía jugar con seres pequeños como yo y aún más chiquitos. Ya ahora de mayor he ido a visitar esa casa de mi pueblo en la costa de Nayarit, pero esa casa ya no es la misma... Es como si la magia se hubiera perdido. U X Y U T L LETICIA GALLEGOS MARIN