ehh 04 victoria polanco

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AULA PFC JUAN HERREROS RESPONSABLE ACADÉMICO: JUAN HERREROS PROFESORES: DAVID ARCHILLA / ÁNGEL BORREGO / JACOBO GARCÍA-GERMÁN / LINA TORO ASISTENTES: ANDRÉS CARRETERO / XAVIER ROBLEDO / ESTEBAN SALCEDO Habilidad 04: CONCENTRACIÓN La concentración está relacionada con el seguimiento mental de cualquier actividad, ya sea una lectura, una película, una conversación cordial, un proceso proyectual, un salto acrobático, etc. Abraham Maslow define las “experiencias cumbre” como momentos clave en el desarrollo personal, momentos donde se da una máxima concentración y que provocan un estado que se define como “atención total”. En esos momentos, relacionados con el concepto de “flujo” de Csikszentmihalyi, las personas experimentan máximos niveles de disfrute. En el camino incierto hacia un proyecto, hay periodos de deriva y fluctuación que son muy necesarios, pero que en determinadas condiciones pueden generar la dispersión y la volatilidad de partes esenciales del proceso. La 1

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AULA PFC JUAN HERREROS RESPONSABLE ACADÉMICO: JUAN HERREROS

PROFESORES: DAVID ARCHILLA / ÁNGEL BORREGO / JACOBO GARCÍA-GERMÁN / LINA TORO

ASISTENTES: ANDRÉS CARRETERO / XAVIER ROBLEDO / ESTEBAN SALCEDO

Habilidad 04: CONCENTRACIÓN

La concentración está relacionada con el seguimiento

mental de cualquier actividad, ya sea una lectura, una

película, una conversación cordial, un proceso proyectual,

un salto acrobático, etc. Abraham Maslow define las

“experiencias cumbre” como momentos clave en el desarrollo

personal, momentos donde se da una máxima concentración y

que provocan un estado que se define como “atención total”.

En esos momentos, relacionados con el concepto de “flujo”

de Csikszentmihalyi, las personas experimentan máximos

niveles de disfrute.

En el camino incierto hacia un proyecto, hay periodos

de deriva y fluctuación que son muy necesarios, pero que en

determinadas condiciones pueden generar la dispersión y la

volatilidad de partes esenciales del proceso. La

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concentración es una herramienta clave que permite al

arquitecto atender con intensidad al proceso a la vez que

se deja estimular por agentes externos que nutren y

reactivan cada una de las partes del mismo.

Cuando un individuo se concentra, su producción es más

intensa, su dispersión es menor, la deriva introduce

interacción fructífera, la fluctuación va dejando huellas

complementarias y se adquiere una sensación de

autorrealización, cerrando un ciclo que tiene una

consecuencia esencial para el disfrute: se amplía la

implicación y la complicidad del que proyecta.

A mediados del siglo XX aparecen teorías renovadoras

que profundizan en tipos de satisfacción muy parecidos a

los que se experimentan durante la gestación de proyectos.

Maslow funda en 1962 la Asociación Americana de Psicología

Humanista junto a Carl Rogers, Charlotte Buhler, Kurt

Koffka y otros. Maslow consideró que muchos de los

postulados tradicionales de la psicología científica eran

insuficientes, hasta el punto de proponer la sustitución

del concepto psicológico de adaptación (Darwin) por el de

autorrealización1. En este marco, y desde la óptica de los

proyectos de arquitectura, el concepto de autorrealización

se convierte en un tema de alto interés, sobre todo para la

determinación de actitudes que deriven en la fruición y

satisfacción del proyectista. Maslow aporta ciertas pautas

sobre autorrealización de las que se pueden extraer buenas

directrices para la acción proyectual: criterios de

elecciones sucesivas, actualización continua, sinceridad,

autoescucha y, sobre todo, concentración y absorción

1 MASLOW, ABRAHAM. El hombre realizado. Ed. Kairós.

Barcelona, 1985.

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totales. Maslow recomienda sin reservas la eliminación de

poses preestablecidas, defensas y timideces, para

introducirse de cabeza en lo esencial y productivo.

Se invita al lector a realizar una inmersión completa

en esta línea, un chapuzón prolongado que permita la fusión

con el medio proyectual, una atención que intensifique al

máximo la experiencia del proceso al tiempo que admite la

percepción de lo periférico, esos inputs que irán

alimentando el camino desde otras disciplinas o desde otros

proyectos.

El Movimiento Disfrutista propone una concentración

que dista mucho de la que se da en una sala esterilizada de

un laboratorio. Se propone una atención y una implicación

completa con la acción proyectual pero abierta a la

estimulación que proporciona la realidad exterior.

La concentración es una habilidad esencial para

mantener la intensidad exploratoria en la búsqueda del

proyecto. A lo largo del camino surgen estímulos y

ramificaciones que invitan a redirigir el proceso en

diferentes direcciones. Altos índices de concentración

permiten al proyectista atender de forma organizada al

magma periférico de información a la vez que lo jerarquiza

y lo incorpora localmente en el desarrollo que construye.

La búsqueda es la clave, una búsqueda enfocada no a

conseguir sino a desencadenar, una búsqueda que provoque

acontecimientos proyectuales, una búsqueda sin un objetivo

claro, una búsqueda que trabaje con la adecuada gestión de

los estímulos que se van presentando. A medida que se

avanza en el proceso, los estímulos y las reacciones

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consecuentes son cada vez más numerosos, así como las

posibles conexiones internas entre las diferentes partes de

la investigación. Poco a poco, el camino hacia el proyecto

se va complejizando y particularizando según las decisiones

del arquitecto, que asigna mayor valor a unos u otros

elementos y que promueve unas u otras conexiones entre las

diferentes partes del proceso.

En las escuelas de arquitectura se testan estas

teorías cuando una clase con multitud de alumnos realiza un

ejercicio de proyectos, habitualmente con un mismo programa

y en un mismo lugar. Como en una partida de ajedrez, el

proceso se pone en marcha desde el mismo punto de partida y

después evoluciona por caminos imprevistos.

La concentración permite al arquitecto establecer

conexiones múltiples sin perder el hilo conductor del

proceso, conexiones impredecibles que en ocasiones fomentan

emociones como la sorpresa o acontecimientos proyectuales

como el descubrimiento. El proyectista concentrado es capaz

de gestionar este mundo incierto estableciendo líneas

conductoras a las que se van adhiriendo los nuevos ítems

proyectuales. Aunque en principio puede parecer

contradictorio, la concentración ayuda al que proyecta a

construir la estructura vibrante del proceso, esa que

demanda el Movimiento Disfrutista.

El concepto de concentración se ha relacionado a

menudo con algunos estados afectivos como el estrés.

Conviene detenerse un momento en los vínculos que se

establecen entre ambos. En contra de una opinión extendida,

altos niveles de estrés prolongados en el tiempo no generan

altos niveles de concentración sino todo lo contrario. El

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estado de estrés es capaz de generar atención máxima y la

puesta en acción de los diferentes organismos, pero de

forma muy localizada. Cuando uno se encuentra a un león en

la selva, su corazón comienza a latir más deprisa,

bombeando frenéticamente para anticiparse a la posible

carrera que habrá de realizar en breve. Además, las pupilas

se dilatan para captar toda la información posible, y el

sistema nervioso se pone en alerta para detectar cualquier

movimiento y responder al instante. Obviamente, si se

prolongara indefinidamente este estado de agitación, sus

resultados no serían efectivos. El animal que sobrevive es

aquel que ha desarrollado unas cualidades de concentración

que le permiten estar pastando pero al mismo tiempo atender

a lo que ocurre a su alrededor, de modo que sólo si un

peligro supera los umbrales establecidos, entonces se

activan sus alarmas.

En la búsqueda del proyecto ocurre algo parecido, unos

cotidianos estados de aparente normalidad son bombardeados

intermitentemente por estímulos ante los que la mente ha de

responder. Frente a la aparición de dichos estímulos, todos

los sentidos han de estar alerta, atentos a su potencial y

a las probables relaciones internas con otras partes del

proceso, ya que cada uno de ellos ofrece múltiples

posibilidades y es tarea del arquitecto gestionarlas de

manera óptima. Los estímulos desencadenan acontecimientos

proyectuales, cada respuesta implica la apertura de

diferentes vías de exploración, y cada una de las vías

promueve a su vez la aparición de nuevos estímulos que

realimentarán el proceso. Como en el mundo animal, a la

hora de proyectar no conviene mantener un estado de estrés

prolongado sin límite, sino encontrar el equilibrio que

permite construir un proceso fluido que se sitúa como norma

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[ A RELLENAR POR EL ESTUDIANTE ]

04.A: Elementos periféricos que nutren el proceso__________________________________________________

Recorrido periférico del lugarDetección de límites y necesidades.Estudio y observación del comportamiento social.

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general en unos umbrales óptimos de energía consumida y

atención. De este modo, el proyectista puede incrementar

notablemente esa atención ante los estímulos de interés que

el medio va lanzando sobre el proceso.

___________________________________________________________

Texto extraído de: ARCHILLA, DAVID. Metodología del

disfrute: Cinco habilidades a desarrollar en el proceso

proyectual. [Primer Manifiesto Disfrutista]. Editorial

Académica Española. Madrid, 2011.

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estado de estrés es capaz de generar atención máxima y la

puesta en acción de los diferentes organismos, pero de

forma muy localizada. Cuando uno se encuentra a un león en

la selva, su corazón comienza a latir más deprisa,

bombeando frenéticamente para anticiparse a la posible

carrera que habrá de realizar en breve. Además, las pupilas

se dilatan para captar toda la información posible, y el

sistema nervioso se pone en alerta para detectar cualquier

movimiento y responder al instante. Obviamente, si se

prolongara indefinidamente este estado de agitación, sus

resultados no serían efectivos. El animal que sobrevive es

aquel que ha desarrollado unas cualidades de concentración

que le permiten estar pastando pero al mismo tiempo atender

a lo que ocurre a su alrededor, de modo que sólo si un

peligro supera los umbrales establecidos, entonces se

activan sus alarmas.

En la búsqueda del proyecto ocurre algo parecido, unos

cotidianos estados de aparente normalidad son bombardeados

intermitentemente por estímulos ante los que la mente ha de

responder. Frente a la aparición de dichos estímulos, todos

los sentidos han de estar alerta, atentos a su potencial y

a las probables relaciones internas con otras partes del

proceso, ya que cada uno de ellos ofrece múltiples

posibilidades y es tarea del arquitecto gestionarlas de

manera óptima. Los estímulos desencadenan acontecimientos

proyectuales, cada respuesta implica la apertura de

diferentes vías de exploración, y cada una de las vías

promueve a su vez la aparición de nuevos estímulos que

realimentarán el proceso. Como en el mundo animal, a la

hora de proyectar no conviene mantener un estado de estrés

prolongado sin límite, sino encontrar el equilibrio que

permite construir un proceso fluido que se sitúa como norma

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