educación y siglo xxi, el posmodernismo

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EDUCACIÓN Y SIGLO XXI «El Posmodernismo» Gustavo Pazmiño

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Una visión crítica (y posmoderna) a la educación superior.

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Page 1: Educación y siglo XXI, El Posmodernismo

EDUCACIÓN Y SIGLO XXI«El Posmodernismo»

Gustavo Pazmiño

Quito D.M., julio de 2009

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A manera de introducción«Ceci n’es pas une pipe»1

Si esto no es una pipa, ¿entonces qué es? «Algo tan simple que desconcierta»2 fue la respuesta primera de Michel Foucault en su cé-lebre estudio sobre Magritte y este cuadro en 1973.

Como sabemos, en sentido estrictamente histórico Magritte no es posmoderno, ¡pero debería! Su cuadro nos muestra la contradicción entre la imagen y el texto, entre lo que vemos y pensamos (deci-mos). Un mazazo al sentido común y como que la razón no nos es suficiente para entender el mundo. Síntoma de nuestro tiempo.

¿No es ese acaso el sentido profundo del posmodernismo? Definir al posmodernismo, por lo tanto, es un tarea tan complicada

que hasta parece inútil; de ello que me haya servido de un cuadro que, aunque anterior en el tiempo, creo puede explicar atinadamente un concepto escurridizo y plural. He disfrazado a un pretexto con ro-paje de argumento.

—Definitivamente, no es una pipa.—¡Serás ciego! Aunque la frase diga lo que diga, eso es una pipa.—No. Si te pones perspicaz y guardas tu sentido común en los bolsi-llos y mandas a la razón de paseo, verás que no, que no es una pipa: Es una pintura de una pipa. ¿O puedes fumarte un cuadro?

Esto es el posmodernismo. ¿Esto es el posmodernismo?Al parecer Platón no ha muerto, andaba de parranda.

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1 Traducción del francés: «Esto no es una pipa»2 Foucault, Michel. Esto no es una pipa, Ensayo sobre Magritte, Barcelona, Editorial Anagrama, 1993.

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Los cuatro puntos cardinales son tres: Norte y SurObservando a los jóvenes con los cuales usted trabaja académicamente, cues-tiónese hasta dónde ellos y ellas demuestran incidencia del posmodernismo.

Si tuviéramos que responder con una sola palabra a esta cuestión escogeríamos ésta: Paradoja. Mas como la pregunta es tan directa, franca y directa habrá de ser la respuesta.

Pero vamos por el principio. No es que la paradoja sea privilegio de finales del siglo XX o de corriente del pensamiento alguna. No. La paradoja es parte del hombre desde cuando el humano descubrió que la huella del oso representaba al oso, pero no era el oso. Desde cuando el hombre descubrió el símbolo.

Si no, véase esta bella paradoja de milenaria tradición oriental3:

Un hombre soñó que era una mariposa. Cuando despertó, no sabía si era un hombre que había soñado ser mariposa o él era una mariposa soñando ser hombre. Aquel hombre era Chuang Tzu4.

Pero pareciera ser que la paradoja ha dejado de ser la ocupación intelectual de lógicos y filósofos, la excepción de cierta normalidad, ejemplo singular de contradicción y se ha metido en nuestra vida, en nuestra forma de ver las cosas, en cómo vivimos y pensamos el mundo y lo que en él hay.

Un botón: Los estudiantes universitarios5. Si el posmodernismo es una visión ecléctica que tiene por rasgo

común la negación de una única razón, una gran parte de los jóve-nes universitarios parece que confirman tal opinión.

A saber: Están —estamos— en un centro de saber y conocimiento y lo que menos desean es saber y conocer. Hay un apuro existencial por tener un papel (título) que certifique que son algo que no son. ¿Leer? Si no es obligación es castigo y si ya no queda otra alternati-va que abrir un libro será por dos cosas: porque es el libro de texto que se vieron obligados a comprar o es algún libro de motivación6. Investigar es sinónimo de buscar en la red y «plagiar» algunos textos que anteriormente fueron copiados de otros «plagios». Trabajo de grupo significa que un estudiante (¿héroe o mártir?) haga todo y ponga al trabajo el nombre de los demás investigadores. Estudiar es leer apuntes que algún comedido le facilitó, en ningún caso ir a la bi-blioteca, hacerse de libros, leerlos, hacer apuntes propios, buscar re-ferencias en la red, contrastar y elaborar un informe.

Cuando estos síntomas superaban lo que por paciencia se entien-de, les decía a mis estudiantes que si fuésemos invadidos por una legión de extraterrestres que andan de galaxia en galaxia en busca de conocimiento, ¿vendrían a chuparnos el cerebro a los que en esta 3 Carrière, Jean-Claude. El círculo de los mentirosos, Madrid, Editorial Lumen, 2001.4 Filósofo taoísta célebre de la antigua china (siglo IV a.n.e.). 5 Experiencia académica observada en el período 2005 - 2008 en una universidad pri-vada de la ciudad de Quito. 6 Ver el capítulo 6 de este trabajo.

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clase estamos? Se ponían a pensar y el silencio era la respuesta. Es que responder con un sí hubiera implicado la condición de asumir —como la sociedad así lo asume— que en las instituciones de estu-dios superiores está la gente más capacitada y preparada de cada sociedad o, en todo caso, la gente que se va capacitar y preparar. Y ellos sabían que responder sí era también mentir.

¿Tan así? Sí y no. Mas antes de ser crucificado, aclararé que desde luego

que hay de los otros casos. De aquellos estudiantes que hacen ho-nor a su apelativo y de aquellos profesores que son maestros. Pero son los menos. Ojalá fuera al revés.

Esta situación, como podrá preverse, es un espejo de una socie-dad en la que las candidatas a misses pregonan entre sus pasatiem-pos a la lectura (?), donde los políticos son menos que mediocres a pesar de sus títulos o doctorados, donde el periódico de mayor tiraje es un bodrio vulgar y sanguinolento y donde, como dice Santos Dis-cépolo,

…lo mismo [da ser] un burro que un buen profesor…7.

Esta situación, amargamente, se reflejaba en las aulas de clase. Hasta el mismísimo espacio, como reza el título de este capítulo, era susceptible de verse paradójicamente…

¿Qué nos queda? Humildecernos y actuar.

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¿Para qué sirve la universidad?¿Qué implicaciones tiene el posmodernismo para la educación superior?

En parte se ha respondido a esta cuestión en el capítulo 1. Pero acá veremos, entonces, cuáles han sido las implicaciones directas del posmodernismo en la universidad.

Imaginemos el siguiente escenario:

Un pueblo, la sala comunal, muchos parroquianos, una discusión, ba-rullos, confusión y el hijo del zapatero que no hace muchos días re-gresó de la capital con el título universitario bajo el brazo.

Ahora imaginemos algunos posibles conflictos por los que los pa-rroquianos podrían estar discutiendo:

7 Frase del tango «Cambalache» (1934) cuya letra y música es del argentino Enrique Santos Discépolo (1901-1951).

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a. La cosecha ha sido mala este año y se piensa sacar en procesión a los santos de la iglesia para pedir perdón divino por lo que dicen es el pago de sus pecados. Unos quieren que primero salga el patrono del pueblo, pero otros quieren aquel otro santo «milagroso».

b. Los animales amanecen muertos con signos de degüello y de-sangrados. Todos señalan como culpable a un chupacabras.

c. Hay un litigio de tierras entre el alcalde y la viuda alegre del pue-blo. El alcalde preside la Junta de Notables encargada de resolver el caso.

d. Un vecino —don Segundo, el carnicero— ha golpeado salvaje-mente a su hija porque la había encontrado haciendo el amor con su novio, el hijo del herrero.

e. El periódico del pueblo ha convocado a una marcha por la liber-tad de expresión ya que su redactor ha sido acusado de infamia.

Para darle sentido al escenario y a los posibles conflictos nos hace falta decir que, pongámosle un nombre, Roque, quien llegó recién graduado de la universidad, está sentado en una esquina de la sala comunal del pueblo. Se lo ve callado pero atento.

Llega un momento de la reunión en el que, cansados y ya agota-das todas las ideas, todos voltean a ver a Roque. Esperan algo, una palabra, una sugerencia, una solución en el mejor de los casos. «Es que él es estudiado», «En la universidad, dicen, se aprende cosas que nosotros no entendemos», «Allá, he oído, enseñan a pensar»8.

Esta historia tiene dos posibles finales. El primero:

Roque tiene su título de ingeniero, es verdad. Pero a más de ello cree tener las ideas claras y poder aportar con sugerencias ante aquellos conflictos que parecen ser vitales en su pueblo. En la universidad además de haber aprendido las artes de su profe-sión, estuvo rodeado de gente crítica y con espíritu científico. Asistió a lecciones y participó en talleres y seminarios donde conoció en qué consistía la ciencia.

Y el segundo final:

Roque, tiene su título de ingeniero, es verdad. Si bien no se considera el mejor de los ingenieros, se ve como un buen profesional. Ante la mirada de sus coterráneos no sabe qué decir. No se le ocurre nada. O peor, teme que al hablar empeore las cosas. Esas cosas, a ver la vida de una manera diferente no le enseñaron en la universi-dad.

Sucede que la gente, la persona sencilla del pueblo, tiende a esta-blecer una relación casi matemática: universitario equivale a persona formada para entender los problemas, sean estos de la casa, el pue-blo, la ciudad, el país, el mundo o el universo, ¡y hallar alguna solu-ción!

¿Se equivoca la gente al pensar de esa manera? Si usted es de los que cree que el segundo final es el que más co-

8 Observatorio de la Lengua. Universidad y sociedad, Quito, Estudio inédito, 2004.

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rresponde con nuestra realidad, no está solo ni loco. Así es. Los hechos lo sugieren El segundo final de nuestra hipotética historia refleja una sociedad

y universidad en la que se forman los profesionales y nada más. Ma-nos de obra preparadas. Profesionista. Técnico. Equipado de herra-mientas mentales y materiales para producir. Asalariados. Mas no con la mirada diferente, con la audacia del pensamiento ni con la vi-talidad de un espíritu científico.

Una educación propia de una sociedad posmoderna.

3

«Carta a una señorita en París»9 ¿Qué similitudes y diferencias encuentra entre el posmodernismo

y los autores de la modernidad inconclusa?

Justo entre el primero y segundo piso sentí que iba a vo-mitar un conejito. Nunca se lo había explicado antes, no crea que por deslealtad, pero naturalmente uno no va a ponerse a explicarle a la gente que de cuando en cuando vomita un conejito.

Julio Cortázar, 1951.

Aceptemos algo: Establecer semejanzas y diferencias es un ejerci-cio saludable de la disciplina científica, además de ser una gimnasia mental provechosa en nuestro diario vivir.

Aceptémoslo. Pero cuando se trata de encontrar semejanzas y diferencias entre

sistemas teóricos que de por sí ni siquiera es fácil definirlos, la tarea se vuelve imponente. Sin embargo, me valdré de una comparación li-teraria para intentar una respuesta.

Jean Paul Sartre10 escribió en 1931 su primera novela que debió llamarse Melancolía pero terminó publicándose como La náusea.

Un título que es sintomático de la Europa de entreguerras. El mo-dernismo había demostrado que no tenía las respuestas que decía poseer. Movimientos emergentes —los famosos -ísmos—, hartos del dominio ubicuo de la máquina y la razón, empezaron a buscar senti-do y sinsentidos en la condición humana.

Antoine Roquentin, el personaje principal de la novela, no halla sino absurdo y sinsentido en todo. No puede creer que seamos tan ciegos ante lo trágico del ser y la existencia. Eso lo lleva a tener una sensación infinita de asco, una náusea existencial.

El sentimiento de Antoine sería la modernidad inconclusa.9 Cortázar, Julio. Bestiario, Buenos Aires, Losada, 1968. Carta a una señorita en París es el segundo cuento de esta obra de relatos cortos. 10 Escritor y filósofo existencialista francés (1905-1980) que tuvo mucha influencia en la juventud ecuatoriana de los años sesenta y setenta.

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Mientras que el posmodernismo llega veinte años después. En un relato del escritor argentino Julio Cortázar, un personaje le

escribe una carta a una amiga en París y le cuenta que vomita cone-jitos.

Ya no es la sensación de náusea, ya no es ver el absurdo en la existencia. Es el vómito concreto y el absurdo real. Lo que sorprende es que el cuento no está relatado en clave fantástica. Todo está con-tado como si vomitar conejitos fuera una cosa que puede pasar, algo que no altera el sentido común.

Eso es el posmodernismo. En el posmodernismo todo se mezcla, es difícil ver la línea diviso-

ria entre la realidad y la verdad con la fantasía y la mentira. El modernismo es llevar al extremo la razón, el posmodernismo es

negar la razón. El modernismo es la glorificación de la técnica, el posmodernismo es la relatividad del progreso.

Del modernismo al posmodernismo. De la náusea al vómito.

4

¡Pedagogos, los desprecio!11

¿Cuál ha sido el impacto de las nuevas TIC en su vida docente? ¿Qué cambios se ha sentido obligado a realizar en su práctica profesional?

Somos hijos del tiempo. Acaso solo los seres geniales han sido más que su tiempo. Pero no todos nos llamamos Leonardo ni tene-mos por apellido Da Vinci.

Tengo la suerte de haber estado en los dos lados del río, he sido alumno y he sido profesor. Y por ello sé ser lo uno y lo otro.

De alumno recuerdo haber recibido clases brillantes de dos profe-sores. Lo demás puede resumirse en clases monótonas y previsibles como ambiente poco propicio a la academia.

De profesor he tratado de ser el maestro que siempre quise tener. Partamos de algunos criterios. Criterios que son tan propios que

no son necesariamente los de la mayoría. 1. Creo que a la universidad la gente va a aprender. 2. Creo que aprender significa estudiar. Hacerse de la mayor canti-

dad de información posible y llevarla a la práctica. 3. Creo que en esa tarea es fundamental la guía y consejo del pro-

fesor, su conocimiento impartido en la clase.4. Creo que en la clase el profesor se encarga no de enseñar sino

de demostrar. Y del alumno la tarea no es aprender sino comprobar.5. Creo que eso de «aprender jugando», del profesor «amigo» del

estudiante, «construir» el conocimiento juntos (alumno-profesor), son

11 Este es el título (provisional al menos) de un estudio en proceso que estoy realizan-do desde el año 2006 sobre la educación.

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conceptos que si bien pueden ser válidos para la escuela o el cole-gio no caben en la educación superior.

Y en ello va mi argumento. En la primera parte de este trabajo vimos que lo que define nuestro

tiempos es la paradoja. Y seguimos en ello. Como nos preparamos para enseñar a adolescentes, no se nos

enseña solamente el método, sino que se usa ese método con noso-tros. De ahí que se manejen principios y marcos conceptuales de en-señanza media en la educación superior.

¡Ay, los pedagogos!Lo otro. En la primera sesión de la Cátedra de Educación y siglo

XXI12 se nos preguntó cuáles son los temores que tenemos de estos estudios de posgrado. La cosa que de inmediato se me ocurrió fue decir que las clases fueran como en la licenciatura.

Han pasado hasta ahora dos fenómenos en los de posgrado. Uno, que el tiempo de clases se ha dividido en un treinta por ciento en charlas del profesor y el otro setenta por ciento escuchando las ex-posiciones de mis compañeros. Dos, que si estudiamos para ense-ñar a universitarios, con la sola presencia en la clase y ver cómo nos enseña el maestro ya deberíamos estar capacitados, ¿no?

Ésa es la paradoja. Por eso mi temor es que seamos víctimas de la paradoja de que

yendo a aprender a enseñar a universitarios termine escuchando a los que fuimos a aprender, o que me enseñen a usar un método dife-rente del que usan con nosotros en clase.

Pero los pedagogos han ideado la manera de complicar las cosas sencillas. Han encontrado la fórmula de que la educación sea un conjunto de trámites burocráticos en la escuela y la clase y no el en-cuentro dialéctico que supone el hecho de estudiar.

Los pedagogos han llegado a crear un mundo paralelo que nada o muy poco tiene que ver con los objetivos que llevaron a un joven a ingresar a la universidad. Cuando en educación superior de lo que se trata es que haya algunas personas doctas en su materia (cate-drático) y chicos ávidos de aprender de ella y con la obligación de superarla, de relacionar la teoría con la práctica y de madurar en la conciencia social (alumnos).

¿Conductismo? ¿Funcionalismo? ¿Constructivismo? ¿Holismo? ¡Ah! Ésos son los inventos y juguetes mentales de la estirpe de los pedagogos. ¡Esos hábiles y ávidos buceadores de la investigación psicológica para aplicarla a sus labores en la escuela y el colegio!

5

12 Cátedra dictada por el Prof. Édgar Isch López en la Universidad Central del Ecua-dor para la Maestría en Educación Superior (2009).

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El gatopardismo13

¿Qué nivel de cambios sociales siente usted que puede surgir de la mayor im-portancia que tiene hoy el conocimiento en la producción? ¿Ha generado una

nueva sociedad o son solo procesos dentro del capitalismo?

Sería necio decir que el conocimiento no influye en la creación de los bienes materiales de una sociedad. El fuego y la rueda significa-ron cambios verdaderamente revolucionarios. El mundo y el hombre ya no fue el mismo desde que el hombre se hizo sedentario al inven-tar la agricultura. Y no se hable de la electricidad o de la nanotecno-logía.

Y esos cambios en la producción, que son cambios en la base económica de la sociedad, transformarán necesariamente de alguna manera la superestructura. El mejor ejemplo de ello es la revolución industrial. Nació una nueva clase, la burguesa, y junto a ella su se-pulturera, la proletaria14.

Por eso mismo sería un error afirmar que el conocimiento solito es el factor que desemboca en cambios sociales. Para toda transforma-ción verdaderamente revolucionaria hace falta un salto dialéctico, que lo cuantitativo se convierta en cualitativo y que el último fin sea el bienestar del hombre.

Nunca el conocimiento ha sido más desarrollado y elaborado como ahora, pero con ello, por ejemplo, no han desaparecido las más abe-rrantes injusticias sociales.

La ONU divulgó un retrato estremecedor del mundo en que vivimos: el documento "La encrucijada de la desigualdad". Somos seis mil tres-cientos millones de habitantes en esta nave espacial llamada planeta Tierra. Apenas mil millones de ellos, ciudadanos de los países desa-rrollados, acaparan el 80% de la riqueza mundial15.

En este escenario es cuando entra en juego la idea del gatopardis-mo. Creer —o hacernos creer— que mayor velocidad en la comuni-cación, mejores formas de transporte, conquistas sociales son argu-mentos para hablar de cambios sociales. Son cambios sociales, pero lo más importante, el poder, el poder que se usa para proteger inte-reses económicos, sigue en mano, como vimos, de un minúsculo grupo. Cambiar algo (o todo) para que nada cambie. No pudieron ha-ber encontrado argumento más feliz aquellos que sueñan con que este es el mejor de los mundos posibles16.

13 Termino creado del título de la novela del italiano Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957), El gatopardo. El gatopardismo —que se conoce también lo lampedu-siano— es la paradoja que expone «cambiar algo para que nada cambie». Usada en politología significa una forma de decir que la reforma no es revolución. 14 Marx, Carlos y Engels, Federico. Manifiesto del Partido Comunista. Moscú. Editorial Progreso. 1981. 15 Webeconomía, http://www.webeconomia.com/?q=reparto_desigual_de_la_riqueza_en_el_mundo, 15 de julio de 2008. 16 Frase memorable de la teodicea de Leibniz, filósofo racionalista inglés de los siglos XVII y XVIII.

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¿La revolución social, entonces, es la única alternativa?Alguien podría argumentar que, por ejemplo, hace cincuenta años

nomás, todavía se podían leer anuncios en la prensa ecuatoriana en los que se vendían haciendas «con indios incluidos»17. Y que ahora, evidentemente, el indio ha pasado de sujeto a agente de la historia nacional. Pero tampoco habrá que olvidar antecedentes históricos en un Rumiñahui, un Daquilema, una Cacuango o una Tránsito18. Ade-más, por higiene histórica, hay que recordar que nunca el poder ha sido regalo gratuito y feliz de quienes lo detentan. El mayor ejemplo lo tenemos en nuestra misma historia. El Diez de Agosto de 1809.

O quizá las revoluciones de ahora ya no son solo tarea de revolu-cionarios sino y ante todo de rebeldes.

6

«Los Viagras del Ritmo» En su opinión, ¿de qué manera los cambios mundiales

han generado crisis del modelo educativo?

La mayor crisis en el sistema educativo es la herencia que nos es-tá dejando el posmodernismo: El pensamiento débil.

En este trabajo entendemos el pensamiento débil como aquella posición vitalista primaria que todo lo relativiza y banaliza.

Así, resulta que ahora«Todo es posible», «si tú lo quieres lo puedes», cuando el sentido

común me dice que no todo es posible y no solo queriendo lo pue-des19.

Los profesores hemos terminado por comprender que evaluar es algo malo y calificar es un «pecado».

Exigir estudio serio y profundo es atentar contra la salud mental de los alumnos.

Tener un millón de amigos es la meta aun cuando el tiempo y el concepto mismo de amistad no lo permiten.

Vivir significa tener todas las experiencias, y si es en un solo fin de semana, mejor.

La filosofía no se encuentra en los libros ni en la reflexión de la vi-da, ni en las palabras o ejemplo vital de un hombre sabio, sino en las presentaciones de power point que circulan por la red.

Los libros de mayor venta son aquellos en que el optimismo es la nueva religión. Coelho, Cuauhtémoc Sánchez, Cornejo, vacas culpa-

17 Aseveración del sociólogo Napoleón Saltos en un programa de radio La Luna. 18 Algunos de los líderes históricos de la resistencia indígena ecuatoriana. 19 En el 2008 ha aparecido un título de mucho éxito en el mercado editorial: El Secre-to. El punto central de este texto, que también se encuentra en formato de video y au-dio, es que solo deseando conseguirás las cosas.

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bles, ratones que roban quesos son los más solicitados referentes bi-bliográficos de ahora.

El éxito es el nuevo opio del pueblo. Todos son ganadores. ¡Hasta los que pierden!

La opinión de la gente es la de su noticiero o el periodista de mo-da.

En boca de educadores y estudiantes se escucha afirmar entusias-tamente que la memoria es casi casi peor que las más abyectas de las perversiones. El octavo pecado capital.

Investigar equivale a ocupar el noventa por ciento del proceso en la formalidad textual del hecho investigativo. ¿Y la investigación pro-piamente dicha? Bien, gracias.

Se busca excelencia educativa sin invertir en ella. El Estado le exi-ge a una escuela sin bancas, con niños en ayuna y profesores mal pagados y sin capacitación, que obtengan un diez.

Y claro que ha habido de lo bueno también. Comunicarse virtual-mente y acceder a la información es ahora mucho más fácil que ha-ce diez años nomás. El temor a la idea de cambio, a aceptar al otro, es fuerte todavía, pero cada vez menos.

Estos solo son unos botones de la crisis que yo veo en la educa-ción. Una crisis que ha hecho del discurso fácil, del pensamiento dé-bil la bandera filosófica de moda. Porque ahora no se habla de lo ac-tual y lo conveniente, sino de la moda.

¿Y qué tiene que ver el título «Los Viagras del Ritmo» con lo trata-do en este capítulo, que es el campo educativo?

Nada. Solo que me pareció jocoso que una banda música popular de nuestra serranía se llamara así. Cuándo averigüé el por qué del nombre supieron decirme que era porque con ellos «nadie se queda dormido, todos se paran20 a gozar».

¿A qué ése es un simpático ejemplo de a dónde hemos llegado en educación, eh?

20 Pararse es un ecuatorianismo para ponerse de pie. El juego de palabras es tan evi-dente para un ecuatoriano que la metáfora es casi invisible.

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A manera de conclusión

De lo dicho hasta aquí podrá quedar la impresión de que todo es una paradoja. Y sí, esa ha sido nuestra intención.

El haber corrido el riesgo de simplificar demasiado los conceptos creo que lo hemos pagado caro. Aunque como prueba de descargo podría decir que este tema así lo exigía.

¿Pero todo es tan gris? ¿Ya nada hay que hacer? De ninguna manera. La verdad y la certeza, aunque siempre es-

quivas, deben siempre ser la meta. Una meta que, como la utopía, se aleja cada vez que queremos acercarnos, pero nos hace caminar.

Es en estas situaciones cuando el desaliento parece ganarme y to-do parece que pierde sentido, que como bálsamo viene éste que es, para mí, el mejor chiste de la historia del planeta:

Diálogo entre un masoquista y un sádico

Masoquista: —¡Pégame!

Sádico: —¡No quiero!

¿Puede esperarse mayor contradicción que ésa?¿Podrá alguna vez superarse esta humorada filosófica?…Solo una sociedad como la actual puede llegar a tales niveles de

paradojas y sutilezas.

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