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Por Qué Malvinas (1)

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    La Historia del tiempo presente es un camporelativamente nuevo en nuestra disciplina peroque se encuentra en rpido desarrollo. Desdefines de la dcada de 1970 los franceses comen-zaron a hablar de esta especialidad y poco des-pus se cre el Instituto de Historia del tiempopresente, cuyo primer presidente fue FranoisBedarida y que desde 1994 dirige Henry Rousso.Por su parte, el Instituto Alemn para la Histo-ria de la poca nacionalsocialista cambi esenombre por el equivalente al de tiempo pre-sente: Institut fr Zeitgeschichte. Casi ense-guida una preocupacin similar apareci en Lon-dres y en Espaa. Pero de qu se ocupa laHistoria del tiempo presente? Esta denomina-cin presenta varias dificultades. En el primerlugar porque el positivismo instal fuertementeen el siglo XIX el concepto de que la Historia noera otra cosa que la ciencia del pasado y, comoconsecuencia de ello, el sentido comn asimilalo histrico a lo pretrito, lo concluido, lo que yano es actual porque el historiador dicen quie-nes defienden esta postura necesita como con-dicin sine qua non alejarse temporalmente desu tema de estudio para tener perspectiva yser objetivo.

    Por el contrario, quienes creen que una visinhistrica del pasado reciente no slo es posiblesino imprescindible para entender el presente, sededican a historiar el tracto cronolgico de laevolucin social ms cercano a nosotros, pero no

    Guber, Rosana. Por qu Malvinas? De la causa nacionala la guerra absurda.Fondo de Cultura Econmica, Buenos Aires, 2001, 188 pginaspor Gonzalo de Amzola - UNLP / UNGS

    se ocupan de cualquier acontecimiento por elsimple hecho de ser inmediato sino de aquelloscuyas consecuencias estn an vigentes.

    Por lo tanto, estos estudios mantienen unaestrecha relacin con la memoria colectiva. Entodos los casos, la Historia del tiempo presentese desarrolla a partir de un trauma profundo enla sociedad. Podramos afirmar, que en el casodel Atlntico Norte, esa situacin traumtica co-rresponde a la Segunda Guerra Mundial y algenocidio. Una cuestin que no abarca slo aAlemania sino tambin a las naciones que su-frieron la ocupacin nazi y a las actitudes de losciudadanos de esos pases en tales circunstan-cias.

    Francia tom la delantera en estos estudiosen relacin al rgimen de Vichy. A mediados delos 70, comienza ha manifestarse la preocupa-cin no por la parte heroica de la historia laResistencia, que se descubre como un movi-miento mucho ms reducido de lo que se habaquerido creer al fin del conflicto sino por sucostado vergonzoso: el colaboracionismo, el an-tisemitismo y la traicin de las lites. Este fen-meno no se analiza slo hacia el fin de la guerrasino que se investiga tambin cmo la significa-cin de tales fenmenos fue cambiando a travsdel tiempo para conocer cmo operan hoy en elimaginario poltico. Esta es una caractersticacentral de esta nueva rama de la Historia.

    Cuando nos referimos a la Argentina, la rup-

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    tura est an ms cerca en el tiempo: la marcanlos agitados aos 70 y, en especial, la sangrientadictadura que entre 1976 y 1983 se llam a smisma Proceso de Reorganizacin Nacional.Posiblemente esta proximidad temporal contri-buya a un fenmeno que es particular de nues-tro pas: si bien en Europa la Historia del tiempopresente es un extendido espacio acadmico, enArgentina todava resulta un mbito con resis-tencias a ser abordado por parte de los historia-dores. Esto no quiere decir que no se haya traba-jado sobre la dcada de los 70 y los 80, sinoque los autores de esos estudios provienenmayoritariamente de otras disciplinas como lasociologa, las ciencias polticas, la economa o laantropologa. Este es el caso de la autora de laobra que nos ocupa. Rosana Guber esantroploga social, investigadora delCONICET-IDES, coordinadora de la Maestraen Antropologa Social del IDES/IDAES- Uni-versidad Nacional de San Martn, y docente delMagister en Antropologa Social de la Universi-dad Nacional de Misiones.

    La primera afirmacin que podramos hacersobre su libro acerca del conflicto armado de1982, es que se trata de un trabajo que demues-tra audacia intelectual. Dentro de los sucesosque marcaron a quienes vivieron la ltima dicta-dura, la guerra de las Malvinas es uno de los mscontradictorios y difciles de presentar. Los pro-blemas acerca de su tratamiento fueron aguda-mente sintetizados no hace mucho tiempo porBeatriz Sarlo en un breve artculo periodstico:

    Ayer fue 2 de abril, un aniversario ms delcomienzo de la Guerra de las Malvinas. Comodurante el Mundial de Ftbol de 1978, gober-naba una dictadura militar; en uno y en otrocaso, millones de argentinos lo pasaron por altopara salir a festejar el Mundial del pas de losdesaparecidos y la aventura militar de los dicta-

    dores. Todava hoy es difcil reconocer que lagente quera el Mundial en las condiciones quefueran y que celebr en las plazas el inicio de laGuerra de Malvinas creyendo que los militareshaban encarado una empresa de afirmacin na-cional. (...)

    El Mundial de ftbol y las primeras semanasde la Guerra de Malvinas son momentos resba-ladizos, donde es difcil reconocerse en la multi-tud enfervorizada con el Himno y el celeste yblanco, movida por la idea delirante de que ra-mos los mejores del mundo, nos gobernara quiennos gobernara. A diferencia de otros momentosde la historia, la mayora estuvo comprometidaen la celebracin, tirando papelitos o agitandobanderas.

    El nacionalismo territorial produce guerrasy, por supuesto, miles de vctimas, comenzandopor los veteranos de Malvinas, esos hombres in-cmodos que durante ms de dos dcadas que-daron a la deriva, no porque la guerra fue unaaventura loca de los militares, sino porque fueuna guerra perdida.1

    Cuando se produjo la invasin promovidapor los militares, la adhesin de la inmensa ma-yora de la sociedad fue total y espontnea. Esteapoyo que nadie hubiera imaginado el da an-terior se manifest con dos hechos espectacu-lares: por una parte, el gobierno pas de ser ob-jeto de una reprobacin masiva durante el actode la CGT el 30 de marzo a recibir el apoyopblico en la Plaza de Mayo tres das ms tardey, por otro, la oposicin poltica en su casi tota-lidad concret un acercamiento al rgimen mili-tar, cuando ingres el viernes 2 de abril a la Casade Gobierno para exteriorizar su conformidadpor la recuperacin de las islas.

    Estas embarazosas circunstancias son difci-les de explicar. Tambin lo es el nuevo vuelcoque se produce en la opinin pblica cuando se

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    conoce la derrota, mientras se populariza la in-terpretacin de que los civiles grupo que in-clua a los polticos haban sido vctimas ino-centes del astuto engao de los militares. Todoesto hace de la guerra de Malvinas uno de losacontecimientos ms incmodos de nuestra his-toria reciente.

    Las interpretaciones existentes son todava es-casas y en su mayora dan preeminencia a la for-macin de una mentalidad patriotera y acrticaresultado de la prdica escolar. En esta lnea seencuentran los trabajos de Carlos Escud,2 LuisAlberto Romero3 y un interesante artculo deMar, Saab y Surez4 que con sus diferencias ymatices otorgan a la educacin un lugar privile-giado para explicar esas reacciones. Otra autora,Lucrecia Escudero, aunque reconoce que la es-cuela cumpli una funcin importante en el ori-gen del fenmeno, le otorga el papel clave en laaceptacin del conflicto a los medios de comuni-cacin y as intenta explicarlo.5

    En el libro que nos ocupa, Rosana Guberdemuestra que el tema tiene una larga historia yplantea que la reivindicacin de las Malvinas sefue convirtiendo a travs del tiempo de un re-clamo diplomtico en una causa popular, en unlargo proceso donde se encadenan posicionescontradictorias como las de Jos Hernndez quien a fines del siglo XIX incorpora el tema delreclamo de las islas en la poltica interna; PaulGrossac que inaugura en el plano intelectualsu restitucin como causa nacional; AlfredoPalacios cuya protesta por aquellos territoriosolvidados se vinculaba con la visin progresistade establecer una relacin de ese hecho con elolvido por parte de los sectores dominantes delsector de la sociedad conformado por los traba-jadores; Rodolfo y Julio Irazusta quienes ela-boran una contrahistoria e incorporaron elantiimperialismo al nacionalismo, quitndole la

    exclusividad de ese argumento a la izquierda;el Operativo Condor de 1966, en el que ungrupo de jvenes ligados al peronismo sindicalaterriz en Malvinas, donde rebautizaron Puer-to Stanley y el aeropuerto con el nombre delgaucho Rivero, adems de reclamar la restitu-cin de la soberana sobre los territorios en unacto que implicaba tambin un reclamo por laproscripcin poltica del peronismo.

    La eficacia del tema, entonces, estara paraesta autora en que la reivindicacin territorialprovena de esas mltiples vertientes, algunasde ellas contradictorias, pero coincidentes to-das en su reclamo de fondo que era la restitu-cin de las islas. Lo que explica la unidad de laopinin pblica en 1982 no es el resultado deuna prdica escolar unvoca sino, por el contra-rio, la ambigedad que resultaba de aquellasmltiples reivindicaciones, lo que haca que enel mismo tema todos estuvieran aparentementede acuerdo aunque en realidad las pretensionesde los diversos grupos fueran diferentes. Enesto resida la eficacia del argumento y la inme-diata aceptacin de la invasin. Segn Guber:La iconografa geogrfica argentina siempre in-cluy a las islas en los mapas de la Repblica y losmanuales de historia contenan y contienen elepisodio de la usurpacin. Sin embargo, la re-sonancia poltica de Malvinas no viene de aqu...En un proceso poltico plagado de rupturas in-tempestivas, de prdidas constantes de legitimi-dad y de persecucin por razones polticas,Malvinas se convirti en una adecuada metforade la Nacin usurpada ya no slo por el pirataingls sino por sectores polticos argentinos de-finidos mutuamente como enemigos, y en espe-cial por los regmenes de facto. (p. 102)

    Pero el anlisis de la autora no se detiene en elestallido de la guerra sino que se ocupa tambinde los cambios de significacin que operan en

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    este acontecimiento a lo largo de su transcurso yen su proyeccin en los primeros aos de la de-mocracia: Despus de la guerra y la rendicin...la lucha por la recuperacin se convirti enuna guerra absurda por pasar a integrar unpasado enemigo, el del Proceso y las FuerzasArmadas... La construccin de la imagen de loschicos de la guerra es el mejor ejemplo de qupoda hacerse con la mayor evidencia de quenumerosos civiles participaron del conflicto b-lico y muchos otros, sus mayores, prestaron suconsenso. La memoria civil ha rescatado a los exsoldados de la (ir)responsabilidad en aquella lo-cura, por su corta edad y su indefensin, pero acambio de transformarlos en las vctimas inde-fensas de sus superiores, no de los britnicos.(pp. 165-166)

    La guerra reaparece en la Pascua de 1987,cuando un presidente inerme ante la rebelincarapintada califica a los insurrectos de h-roes del conflicto de 1982. Entonces, diceGuber Alfonsn trat de superar el conflictointerno invocando a Malvinas nuevamentecomo un vehculo para reintegrar a la Nacin.Pero mientras Malvinas segua sumida en elsilencio pblico desde la rendicin, el presi-dente se empeaba en reintegrar a la Nacindesde los militares rebeldes, quienes seautoerigan no en representantes de la causanacional del archipilago sino en la encarna-cin de una guerra interna, un pasado dondeel enemigo no haba sido ingls sino argenti-no. (p. 166)

    La significacin de la guerra cambi con elnuevo mandatario y la construccin de un mo-numento a los cados en accin: La poltica deMenem fue distinta, quiz porque para diferen-ciarse de su predecesor, puso a Malvinas en elcentro de la escena, y de la ciudad. Con el mo-numento daba una seal conciliadora hacialas fuerzas armadas en interna discordia, perotambin rescataba a Malvinas de su exclusivodominio militar... (p. 167).

    En suma, el interesante libro de Rosana Guberes un aporte al estudio de un tiempo muy prxi-mo aunque paradjicamente lo percibamos hoycomo distante. Pero, sobre todo, resulta un valio-so trabajo acerca de una problemtica poco aten-dida todava entre nosotros: cmo el recuerdo delpasado (y su olvido) funcionan en la sociedad atravs del tiempo para darle sentido al presente.Al decir de Henry Rousso, La historia de la me-moria es un anlisis de la evolucin de las formasy los usos del pasado sobre un perodo dado, talcomo es llevado por grupos significativos (fami-lias, partidos polticos, grupos socialesprofesio-nales, naciones, etc.) Esto, concluye Rousso, tie-ne una implicancia disciplinar importante alotorgarle al acontecimiento una dimensin delarga duracin pero, tambin y sobre todo, unaimplicacin poltica de primer nivel: ...el pasadocomo motor de la accin para el presente y elfuturo.6 Por todo lo anterior, podemos afirmarque cuando damos vuelta la ltima pgina deeste pequeo volumen el libro no termina. Gubernos obliga a seguir pensando.

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    Notas1 Sarlo, B. Historia abierta. Revista Viva, 3/4/05. pp. 22.2 Escud, C. (1990): El fracaso del proyecto argentino. Educacin e ideologa. Insti-tuto Torcuato Di Tella / Editorial Tesis, Buenos Aires y Escud, C.: (1987)Patologa del nacionalismo. El caso argentino. Instituto Torcuato Di Tella/ Edito-rial Tesis, Buenos Aires.3 Romero, L. A. (coord.) (2004): La Argentina en la Escuela. La idea de Nacin enlos Textos Escolares. Siglo XXI, Buenos Aires.4 Mar, C.; Saab, J. y Surez, C. Tras su manto de neblina... Las Islas Malvinascomo creacin escolar, en Revista de teora y didctica de las ciencias sociales N 5, ULA Venezuela, 2000.5 Escudero, L. (1996): Malvinas: el gran relato. Fuentes y rumores en la informacinde guerra. Gedisa, Barcelona.6 Feld, C. Entrevista con Henry Rousso. El duelo es imposible y necesario,en Puentes N 2, 2000, p. 32.