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APOYO CALENDARIO DE VALORES LECTURAS

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APOYO

CALENDARIO

DE

VALORES

LECTURAS

ENERO

LECTURAS: TOLERANCIA

POR QUE LA RANA

Y LA SERPIENTE

NUNCA JUEGAN

JUNTAS

Un bebé rana iba saltando por el campo, feliz de haber dejado de ser renacuajo, cuando se encontró con un ser muy raro arrastrándose por el piso.

El ser no sólo era raro, sino que tenía los colores más hermosos que el bebe rana jamás había visto -

Hola saludo - el bebe rana-. ¿Quien eres tú? ¿Qué haces arrastrándote por el piso?

- Soy un bebe serpiente-. Contestó el ser-. Las serpientes caminamos así. ¿Quieres que te enseñe? -¡SÍ, sí!- exclamó el bebé rana, impulsándose hacia arriba con sus larguísimas patas traseras, en señal de alegría.

El bebé serpiente le dio entonces unas cuantas clases del difícil arte de arrastrarse por el piso, en el que ninguna rana se había aventurado hasta entonces. Luego de un par de horas, el bebé rana ya podía avanzar algunos metros, aunque de forma bastante cómica.

Ahora yo quiero enseñarte a saltar. ¿Te gustaría?-le preguntó el bebé rana a su nuevo amigo.

- Encantado!- repuso el bebé serpiente, haciendo remolinos en el suelo de la emoción.

Y el bebé rana le enseñó entonces al bebé serpiente el difícil arte de caminar saltando, en el que ninguna serpiente se había aventurado hasta entonces. Al rato el bebé serpiente ya podía saltar solo, pero se veía tan gracioso cuando se elevaba, y caía tan duro sobre el piso después de cada salto, que los dos amigos no podían menos que reírse a carcajadas.

Así pasaron toda la mañana, y hubieran seguido todo el día si sus respectivos estómagos no hubieran empezado a crujir, recordándoles que era hora de comer.

Nos vemos mañana a la misma hora! - dijeron al despedirse.

-¡Hola mamá, mira lo que aprendí a hacer!- gritó el bebé rana al entrar a su casa. Y de inmediato se puso a arrastrarse por el piso, orgulloso de lo que había aprendido.

-¿Quién te enseñó a hacer eso?- grito la mamá rana furiosa, tan furiosa que el bebé rana quedó paralizado del susto.

, -Un bebé serpiente de colores que conocí esta mañana. -contestó atemorizado el bebé rana.

-¿No sabes que la familia serpiente y la familia rana somos enemigas? -siguió tronando mamá rana.- Te prohíbo terminantemente que te vuelvas a ver con ese bebé serpiente. -¿Por qué?

-Porque las serpientes no nos gustan, y punto.

Son venenosas y malvadas. Además nos tienen odio. -Pero si el bebé serpiente no me odia.

Él es mi amigo. -replicó el bebé rana, con lágrimas en los ojos.

- No sabes lo que dices. Y deja ya de llorar, ¿está bien?

I Cuando el bebé serpiente llegó a casa, le ocurrió algo similar. -¿Quién te enseñó a saltar de esa manera tan ridícula?-le preguntó su mamá, parándose en la cola de la rabia.

-Un bebé rana graciosísimo que conocí esta mañana.

-¡Las ranas y las serpientes no pueden andar juntas! ¡La próxima vez que te encuentres con ese bebé rana, mátalo y cómetelo!

-¿Por qué?- preguntó el bebé serpiente, aterrado. -Porque las serpientes siempre han matado y se han comido a las ranas. Así ha sido y tiene que seguir siendo siempre. Al día siguiente, a la hora de la cita, el bebé rana y el bebé serpiente no se saludaron. Se mantuvieron alejados el uno del otro, mirándose con desconfianza y recelo, aunque con una profunda tristeza en el corazón. Y así ha seguido siendo desde entonces.

De la sabiduría popular "Lo cortés no quita lo valiente".

La intolerancia es la mayor enemiga de la amistad.

Dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron. El otro ofendido sin nada que decir, escribió en la arena: “HOY MI MEJOR AMIGO ME PEGÓ UNA BOFETADA EN EL ROSTRO”. Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde decidieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo. Al recuperarse tomó un estilete y escribió en la piedra: “HOY, MI MEJOR AMIGO ME SALVÓ LA VIDA”. Intrigado, el amigo preguntó: “¿Por qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?”. Sonriendo el otro amigo respondió. “Cuando un gran amigo nos ofende debemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargaran de borrar; por otro lado cuando nos pase algo grandioso deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde no se podrá borrar”.

FEBERERO LECTURAS LIBERTAD

EL LOBO Y EL PERRO

Un Lobo, y estaba tan flaco, que no tenía más que piel y huesos: tan vigilantes andaban los perros de ganado. Encontró a un Mastín, rollizo y lustroso, que se había extraviado.

Pensó en acometerlo y destrozarlo, cosa que hubiese hecho de buen grado el señor Lobo; pero había que emprender singular batalla, y el enemigo tenía trazas de defenderse bien.

El Lobo se le acerca con la mayor cortesía, entabla conversación con él, y lo felicita por sus buenas carnes.

-No estáis tan lucido como yo, porque no queréis, contesta el Perro; dejad el bosque; los vuestros, que en él se guarecen son unos desdichados, muertos siempre de hambre. ¡Ni un bocado seguro! ¡Todo a la ventura! ¡Siempre al atisbo de lo que caiga! Seguidme, y tendréis mejor vida.

Contestó el Lobo:

-¿Y qué tendré que hacer?

-Casi nada -repuso el Perro-, acometer a los pordioseros y los que llevan bastón o garrote; acariciar a los de casa, y complacer al amo. Con tan poco como es esto, tendréis por gajes buena pitanza, las sobras de todas las comidas, huesos de pollos y pichones; y algunas caricias, por añadidura.

El lobo, que tal oye, se forja un porvenir de gloria, que le hace llorar de gozo.

Camino haciendo, advirtió que el Perro tenía en el cuello una peladura.

-¿Qué es eso? -preguntóle.

-Nada.

-¡Cómo nada!

-Poca cosa.

-Algo será.

-Será la señal del collar a que estoy atado.

-¡Atado! -exclamó el Lobo-; pues, ¿qué?, ¿no vais y venís a donde queréis?

-No siempre, pero eso, ¿qué importa?

-Importa tanto que renuncio a vuestra pitanza, y renunciaría al mayor tesoro por ese precio.

Y echó a correr. Y aún está corriendo.

JEAN DE LA FONTAINE, Fábulas escogidas

(Busma, Madrid, 1984, pp. 31-32)

LIBERTAD INTERIOR Y

DESPRENDIMIENTO

El que se halla bien preparado alberga una riqueza sin igual que le permite sentirse despegado de las cosas externas.

Bías era uno de los siete sabios de Grecia. Asediaba Ciro, rey de los persas, a Priene, la ciudad natal del filósofo. Antes de que el cerco se cerrase, todos los ciudadanos se apresuraron a salir, llevándose consigo cuanto podían. Bias se unió a los que huía; sin llevar absolutamente nada.

-¿cómo es que lo abandonas todo? – le preguntaron, asombrados algunos fugitivos.

Y Bías, aludiendo a su sabiduría, capaz de proporcionarle el sustento en cualquier lugar a donde se dirigiese, repuso tranquilamente:

- Llevo conmigo todos mis bienes.

Enciclopedia UTEHA para la juventud

(Montaner y Simón, Barcelona, 1965, Vol.4, p.526)

MARZO

LECTURAS: AGRADECIMIENTO

Un león, acalorado y cansado de cazar, yacía bajo la sombra de un árbol. Después de quedarse dormido, un grupo de pequeños ratones comenzó a jugar a su alrededor…”Por favor no me mates león”, dijo uno de los ratones. “Yo no quería hacerte daño. Si tu me dejas ir yo te ayudaré en otra oportunidad.”

“Jajajá”, carcajeó el león. “¡Una pequeña cosa como tú ayudándome ¡

¡Que chistoso! “Pero el león no era malo y dejó ir al ratón.

No pasó mucho tiempo cuando el león fue a parar a la red de un cazador. Su rugido se oyó por el bosque entero. El ratón lo oyó y pensó que reconocía la voz de su amigo. Entonces, siguió el rugido del león.

El ratón llegó hasta donde estaba el nudo de la red del león.

Devolviéndole el favor que le había hecho, uso sus filudos y delgados dientes para zafar la red y dejarlo libre.

El agradecimiento es una cosa buena que todos debemos poner en práctica no importa que tan grandes o pequeños seamos.

Los enanos mágicos

Había una vez un zapatero al que le empezó a ir mal en su negocio y se fue quedando pobre. Su pobreza llegó a tal extremo que una noche se encontró con que no tenía sino el último corte de cuero para hacer el último par de zapatos. El hombre, que era de corazón noble y valiente, preparó su material y se fue a dormir tranquilo, sin proferir queja alguna.

Al otro día, cuando se disponía a coser los zapatos, se quedó bastante asombrado de ver que ya estaban hechos. Esa misma tarde pasó por la zapatería un cliente al que le gustaron mucho y los pagó a muy buen precio. Con ese dinero el zapatero compró cuero para hacer dos pares de zapatos más, y lo cortó y se fue a dormir. Y al día siguiente volvió a encontrar los zapatos terminados. Estos zapatos también se vendieron muy bien. Con el dinero obtenido, el zapatero volvió a comprar más cuero para hacer más zapatos. Y siguió encontrándolos hechos cada mañana. Así pasó un buen tiempo, durante el cual su negocio tomó fuerza y lo sacó de la pobreza.

La noche de Navidad de ese año, la mujer del zapatero le propuso a su marido que se escondieran en el armario y espiaran por entre las rendijas de los vestidos a ver si descubrían quién les estaba ayudando. El zapatero estuvo de acuerdo y entraron al armario y esperaron.

A eso de la medianoche, entraron dos simpáticos enanitos completamente desnudos que se pusieron inmediatamente a trabajar en la mesa del taller, con una velocidad y una pericia tales que dejaron pasmados al zapatero y su mujer. Trabajaron sin descanso hasta terminar y luego desaparecieron.

A la mañana siguiente, la mujer del zapatero le dijo a su marido que tanto ella como él le debían mucho a esos enanitos y había que mostrarse agradecidos con ellos. Entonces decidieron que ella le haría a cada enanito su respectiva camisa, chaleco, pantalón, medias y chaqueta para el frío, mientras que él se encargaría de los zapatos.

Así lo hicieron, y a la noche siguiente, en lugar de los cortes de cuero, dejaron los regalos en la mesa del taller. Los enanitos se mostraron al comienzo sorprendido, pero en cuanto comprendieron que los vestidos y los zapatos eran para e11os, se los pusieron a toda prisa y empezaron a cantar y a saltar por todo el mobiliario del taller. Al final se tomaron de la mano y se fueron bailando.

El zapatero y su mujer nunca más los volvieron a ver, pero siguieron siendo muy felices y a él nunca le volvió a ir mal en ninguna de las cosas que emprendió.

ABRIL

LECTURAS: LEALTAD

LOS DOS AMIGOS Y EL OSO

A dos amigos se aparece un oso: el uno, muy medroso.

En las ramas de un árbol se asegura; el otro, abandonado a la ventura, se finge muerto repentinamente.

El oso se le acerca lentamente; más como este animal, según se cuenta, de cadáveres nunca se alimenta, sin ofenderlo lo registra y toca. Huélele las narices y la boca, no le siente el aliento ni el menor movimiento, y así se fue decidiendo sin recelo:

_ ¡Este tan muerto está como mi abuelo!

Entonces el cobarde, de su gran amistad haciendo alarde, del árbol se desprende muy ligero; corre, llega y abraza al compañero.

Pondera la fortuna de haberle hallado sin lesión alguna.

Y al fin le dice: _ ¿Sabes que he notado que el oso te decía algún recado?

¿Qué pudo ser? Diréte lo que ha sido:

Estas dos palabritas al oído:

“Aparta tu amistad de la persona que si te ve en el riesgo te abandona.

Félix María Samaniego.

VIRTUD DE TIEMPOS DURO

En la hora de la desgracia resaltan los amigos fieles y brilla de modo especial el valor de la lealtad.

Envió a buscar a todos sus parientes y vasallos, y les dijo el rey le mandaba salir de todas sus tierras y no le daba plazo más que nueve días y que quería saber quiénes de ellos querían ir con él y quiénes quedarse.

-A los que conmigo vengan que Dios les dé muy buen pago; también a los que se queden contentos

quiero dejarlos.

Habló entonces Álvar Fáñez, del Cid era primo hermano:

-Con vos nos iremos Cid, por yermos y por poblados no os hemos de faltar mientras que salud tengamos, y gastaremos y gastaremos con vos nuestras mulas y caballos y todos nuestros dineros vestidos de paño, siempre queremos serviros como leales vasallos.

Aprobación dieron todos a lo que ha dicho Don Álvaro.

Mucho agradece el Cid aquello que ellos hablaron.

El Cid sale de Vivar, a Burgos va encaminado, allí deja sus palacios yermos y desheredados.

Anónimo, Poema de Mío Cid

(Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1945, pp. 17-18)

MAYO LECTURAS: RESPETO

HABLAR CON MAMÁ Dos amigas se encontraban tomando un café y una le comenta en tono de queja a la otra: Mi mamá me llama mucho por teléfono para pedirme que la visite, que vaya a hablar con ella. Yo voy poco y en ocasiones siento que hasta me molesta su forma de ser. Ya sabes como son las mamás: cuentan las mismas cosas una y otra vez: Además nunca me faltan compromisos: que el trabajo, que mi novio, que los amigos, que el estudio. Yo en cambio – le dijo su compañera_ desde hace dos años hablo mucho con mi mamá. Cada vez que estoy triste, voy con ella. Cuando me siento sola, cuando tengo un problema y necesito fortaleza, acudo a ella y me siento mejor. Caramba _ se apenó la otra_ eres mejor que yo con tu mamá. No lo creas, soy igual que tú _respondió la amiga_, dejando correr unas lágrimas por la mejilla. Visito a mi mamá, pero en el cementerio. Murió hace dos años, pero mientras estuvo conmigo tampoco yo iba a hablar con ella y pensaba lo mismo que tú. No sabes cuanta falta me hace su presencia, cuánto la hecho de menos y cuánto la busco ahora que ha partido. Si de algo sirve esta experiencia, habla con tu mamá hoy que todavía la tienes, valora su presencia resaltando sus virtudes. No esperes a que esté en un panteón.

LA SOPA DE PIEDRAS

Hubo una vez, hace muchísimos años, un país que acababa de pasar por una guerra muy dura. Como ya es sabido, las guerras traen consigo rencores y envidias, muchos problemas, muertos y mucha hambre. La gente no puede sembrar, ni segar, no hay harina, ni pan. Cuando este país acabó la guerra y estaba destrozado, llegó a un pueblecito un soldado agotado, harapiento y muerto de hambre. Era muy alto y delgado. Hambriento llegó a una casa, llamó a la puerta y cuando vio a la dueña le dijo: “¿Señora, tiene un pedazo de pan para un soldado que viene muerto de hambre de la guerra?”.

La mujer lo miró de arriba y le respondió:”Pero, ¿estas loco? ¿No sabes que no hay pan, que no tenemos nada? ¡Cómo te atreves!. Y a golpes y patadas lo sacó de la casa. Pobre soldado. Probé fortuna en una y otra casa, haciendo la misma petición y recibiendo a cambio peor respuesta y peor trato. El soldado ya casi desfallecido, no se dio por vencido. Cruzó el pueblo y llegó al lavadero público. Halló unas cuantas muchachas y les dijo: ¡Eh! muchachas, ¿nunca han probado la sopa de piedras que hago?”. Ellas se burlaron de él diciendo:”Una sopa de piedras? No hay duda que estás loco”. Pero había unos niños que estaban espiando y se acercaron al soldado cuando ya se iba decepcionado.

-Soldado, ¿Le podemos ayudar? – le preguntaron.

-Claro que sí. Necesito una olla muy grande, un puñado de piedras, agua y leña para hacer fuego.

Rápidamente los niños fueron a buscar lo que el soldado había pedido. Encendieron el fuego, pusieron la olla, la llenaron de agua echaron las piedras. El agua comenzó a hervir.

-¿Podemos probar la sopa? –le preguntaron con impaciencia los niños.

-¡Calma, calma-. El soldado la probó y dijo !Qué buena, pero le falta un poco de sal!

-En mi casa tengo sal –dijo un niño. Y salió corriendo por ella. La trajo y el soldado da echó entre la olla. Al poco tiempo volvió a probarla y dijo: “! Qué rica! Pero le falta un poco de tomate”. Y un niño que se llamaba Luis, fue a su casa a buscar tomates y los trajo enseguida.

En un momento los niños fueron trayendo otras cositas: papas, lechugas, arroz y hasta un pedazo de pollo. La olla se llenó. El soldado la revolvió varias veces. De nuevo la probó y dijo: “Vayan avisen al pueblo que vengan a comer. Hay para todos. ¡Que traigan platos y cucharas!”.

Repartió la sopa. Hubo para todos del pueblo que, avergonzados reconocieron que, si bien era cierto que no tenían pan, juntos podían tener comida para todos. Y, desde aquel día gracias al soldado hambriento, aprendieron a compartir lo que tenían.

JUNIO

LECTURAS: SOLIDARIDAD.

LOS HIJOS DEL LABRADOR

Los hijos de un labrador no hacían más que pelearse. Peleaban por cosas sin

importancia, como a quién le correspondía el turno de manejar el arado, cuál era el más

rápido para limpiar los surcos, quién era el mejor montando a caballo, etc. Cada vez que

peleaban dejaban de hablarse, y eran tan tercos y orgullosos que se negaban a cumplir

con sus deberes con tal de demostrarse el uno al otro lo necesario e imprescindible que

era. El resultado de estas frecuentes peleas era que la hacienda se quedaba sin quien

trabajara y cuidara de ella, con el gran riesgo que esto suponía. Para ponerle fin a esta

situación, el labrador, que era un hombre inteligente y sabía que sus hijos no atendían a

discursos, decidió darles una buena lección. Los hizo traer un grueso haz de leña y les

ordenó que lo partieran todas sus fuerzas, primero por turnos y luego los dos juntos, y no

pudieron partirlo por más que lo intentaron. Derrotados, le declararon a su padre que esto

era imposible. A continuación, el labrador los mandó desatar el haz y les pidió que

intentaran partir los leños uno por uno, cosa que hicieron con rapidez y facilidad. Al

terminar, la leña estaba completamente partida. Entonces les dijo:

"Lo mismo que les acaba de pasar a estos débiles leños nos puede pasar a cualquiera de

nosotros si nos separamos. La discordia no conviene cuando se trabaja por una misma

causa. Si nos unimos, en cambio, seremos muy fuertes y resistentes y nadie podrá

hacernos daño con facilidad".. Los muchachos se dedicaron a ello con feroz empeño,

poniendo los pies sobre el haz y jalando con

Esta fábula enseña que la unión nos hace tan fuertes como débiles la desunión .

Espoo

EL ESPANTAPAJAROS

En un lejano pueblo vivía un labrador muy avaro y era tanta su avaricia que cuando un pájaro comía un grano de tigo encontrado en el suelo, se ponía furioso y pasaba los días vigilando que nadie tocara su huerto. Un día tuvo una idea: -Ya sé, construiré un espantapájaros, de este modo, alejaré a los animales de mi huerto. Cogió tres cañas y con ellas hizo los brazos y las piernas, luego con paja dio forma al cuerpo, una calabaza le sirvió de cabeza, dos granos de maíz de ojos, por nariz puso una zanahoria y la boca fue una hilera de granos de trigo. Una vez el espantapájaros estuvo terminado, le colocó unas ropas rotas y feas y de un golpe seco lo hincó en la tierra. Pero se percató de que le faltaba un corazón y cogió el mejor fruto del peral, lo metió entre la paja y se fue a su casa. Allí quedó el espantapájaros moviéndose al ritmo del viento. Más tarde un gorrión voló despacio sobre el huerto buscando dónde poder encontrar trigo. El espantapájaros, al verle, quiso ahuyentarle dando gritos, pero el pájaro se posó en un árbol y dijo:

- Déjame coger trigo para mis hijos. - No puedo. Contestó el espantapájaros, pero tanto le dolía

ver al pobre gorrión pidiendo comida que le dijo: - Puedes coger mis dientes que son granos de trigo.

El gorrión los cogió y de alegría besó su frente de calabaza. El espantapájaros quedó sin boca pero muy satisfecho por su acción. Una mañana un conejo entró en el huerto. Cuando se dirigía hacía las zanahorias, el muñeco le vio y quiso darle miedo, pero el conejo le miró y le dijo:

- Quiero una zanahoria, tengo hambre. Tanto le dolía al espantapájaros ver un conejo hambriento que le ofreció su nariz de zanahoria. Una vez el conejo se hubo marchado, quiso cantar de alegría; pero no tenía boca, ni nariz para oler el perfume de las flores del campo, sin embargo, estaba contento. Un día apareció un gallo cantando junto a él:

Voy a decir a mi mujer, la gallina, que no ponga más huevos para el dueño de esta huerta, es un avaro que casi no nos da comida – dijo el gallo -.

- Esto no está bien, yo te daré comida, pero tú no digas nada a tu mujer.

Coge mis ojos que son granos de maíz. - Bien –contestó el gallo-, y se fue agradecido.

Poco más tarde alguien se acercó a él y dijo: - Espantapájaros, el labrador me ha echado de su casa y

tengo frío, ¿puedes ayudarme? - ¿Quién eres? –preguntó el espantapájaros que no podía

verle, pues ya no tenía ojos. - Soy un vagabundo. - Coge mi vestido, es lo único que puedo ofrecerte. - ¡OH, gracias, espantapájaros!

Más tarde notó que alguien lloraba junto a él. Era un niño que buscaba comida para su madre y el dueño de la huerta no quiso darle. _ Pobre –dijo el espantapájaros-, te doy mi cabeza que es una hermosa calabaza… Cuando el labrador fue al huerto y vio al espantapájaros en aquel estado, se enfadó mucho y le prendió fuego. Sus amigos al ver como cómo ardía, se acercaron y amenazaron al labrador, pero en aquel momento cayó al suelo algo que pertenecía a aquel monigote: su corazón de pera. Entonces el hombre riéndose, se lo comió diciendo:

- ¿Decís que todo os lo ha dado? Pues esto me lo como yo. Pero sólo al morderla notó un cambio en él, su corazón había cambiado, y les dijo:

- Desde ahora os acogeré siempre. En adelante, el huerto será un vergel y una canción donde todos podrán recrearse en la armoniosa nota del calor humano.

- Mientras, el espantapájaros se había convertido en cenizas y el humo llegaba hasta el sol transformándose en el más brillante de sus rayos.

JULIO

LECTURAS: HONESTIDAD

EL PASTORCITO MENTIROSO

Un pequeño pastor que cuidaba de su rebaño en una ladera alejada de su pueblo y al que le gustaba mucho llamar la atención, se puso un día a gritar angustiosamente:

-¡Ahí viene el lobo! ¡Ahí viene el lobo! ¡Ayúdenme por favor, que se va a comer mis ovejas!

Los aldeanos, al oírlo, se asustaron mucho y abandonaron sus ocupaciones para correr a ayudarle.

Al llegar, el pastorcito, muy satisfecho, les dijo:

-¡Demasiado tarde! Acabo de espantarlo yo mismo. Admirados de que el muchacho se las hubiera arreglado solo, volvieron a sus labores, totalmente exhaustos por la carrera.

Días después se volvió a escuchar el mismo grito:

-¡El lobo! ¡El lobo! ¡Socorro!

Y otra vez los habitantes del pueblo corrieron a ayudarle.

Y el pastorcito los volvió a recibir con gran tranquilidad, afirmando con aire triunfador que él solo se había encargado de ahuyentar a la temida fiera. Lo mismo ocurrió otras tres o cuatro veces, hasta que los aldeanos, molestos, empezaron a sospechar que se trataba de una broma y decidieron no volver a preocuparse más.

Un día, sin embargo, una manada de lobos atacó de verdad el rebaño del joven pastor. Este gritó y gritó desesperadamente pidiendo ayuda, pero los de la aldea se rieron, pensando que se trataba de la misma burla y nadie movió un dedo para ayudarle. Cuando los lobos se fueron, al pastorcito no le quedaba ya ni una sola oveja.

Los mentirosos sólo ganan una cosa: no tener crédito aun cuando digan la verdad.

EL PROBLEMA DEL SULTAN

El sultán estaba desesperado por no encontrar un nuevo recaudador. -¿No hay ningún hombre honesto en este país que pueda recaudar los impuestos sin robar dinero?- se lamentó el sultán.

Acto seguido llamó a su consejero más sabio y le explicó el problema.

-Anunciad que buscáis un nuevo recaudador, Alteza -dijo el consejero-, y dejadme a mí el resto.

Se hizo el anuncio y aquella misma tarde la antecámara del palacio estaba llena de gente. Había hombres gordos con trajes elegantes, hombres delgados con trajes elegantes y un hombre con un traje vulgar y usado.

Los hombres de los trajes elegantes se rieron de él.

-El sultán, por supuesto, no va a seleccionar a un pobre como su recaudador -dijeron todos. Por fin entró el sabio consejero.

-El sultán os verá a todos en seguida -dijo-, pero tendréis que pasar de uno en uno por el estrecho corredor que lleva a sus aposentos.

El corredor era oscuro y todos tuvieron que ir palpando con sus manos para encontrar el camino. Por fin, todos se reunieron ante el sultán.

-¿Qué hago ahora?- susurró el sultán.

-Pedid que bailen todos- dijo el hombre sabio.

Al sultán le pareció extraña aquella medida, pero accedió, y todos los hombres empezaron a bailar.

-Nunca en mi vida he visto unos bailarines tan torpes -dijo el sultán-. Parece que tienen pies de plomo.

Sólo el hombre pobre pudo saltar mientras bailaba.

-Este hombre es vuestro recaudador -dijo el hombre sabio-.

Llené el corredor de monedas y joyas y él fue el único que no llenó sus bolsillos con las joyas robadas.

El sultán había encontrado un hombre honrado.

AGOSTO

LECTURA RESPONSABILIDAD

EL PEQUEÑO HÉROE DE

HOLANDA

Holanda es un país muy especial, pues su territorio es bajo y plano y está en constante riesgo de ser invadido por las aguas del mar del Norte. Esto ha hecho de los holandeses excelentes, constructores de diques, por medio de los cuales impiden que el agua penetre e inunde su país.

La presente historia tiene como protagonista a un pequeño habitante de una ciudad costera holandesa que se hizo célebre por su responsabilidad y su heroísmo. Su nombre es Peter y vivió hace muchos años. Peter era hijo de un hombre que trabajaba abriendo y cerrando las compuertas de los diques, Tenía escasos ocho años y de naturaleza alegre y bondadosa: Una mañana, su madre lo envió con unos pasteles a donde un amigo de la familia que era ciego.

Al regresar, Peter vio que estaba lloviendo y que el nivel de las aguas empezaba a subir. "Afortunadamente nuestros diques son bastante fuertes", pensó. Tranquilizado, se fijó en un grupo de tulipanes que había en el suelo. "Se los llevaré a mi "madre", decidió, y cuando se agachó para recogerlos vio que en uno de los diques había un agujero por el que se estaba entrando el agua. Comprendiendo el inmenso peligro que esto representaba, bajó a la base del dique y tapó el agujero con el dedo .Recordaba las palabras de su padre, quien no se cansaba de repetir que un pequeñísimo agujero bastaba para que el agua abriera grietas en el muro y lo debilitara gravemente. Peter hundió el dedo con fuerza en el agujero y detuvo la entrada del agua. Luego empezó a gritar y a pedir ayuda, pero nadie oyó su vos de niño en medio de la lluvia, que empezaba a convertirse en aguacero torrencial. Estuvo tentado a alejarse de allí y correr a casa de sus padres, pero la sola idea de ver su país inundado lo hizo cambiar de opinión. "Holanda no se inundará mientras yo esté aquí", pensaba. A medida que el tiempo pasaba, sin embargo, el dedo le dolía más

y más. El dolor no tardó en pasar a la mano y después a todo el brazo. La gente seguía oírle y su garganta se secó.

Cuando la noche llegó, Peter supo que debía aguantar hasta el día, cuando la ciudad despertara y pudieran oírlo. Pasó las largas horas de la noche mirando fijamente las estrellas, durmiendo por ratos y pensando en que sus pequeños hermanos ,sus padres, sus amigos y todas las personas por las que sentía afecto o simpatía se salvarían de morir ahogadas gracias a que él había tapado con su dedo ese agujero. No había terminado de salir el sol cuando un trabajador de los diques lo encontró tiritando de frío y con el dedo aferrado al agujero.

Peter fue inmediatamente atendido y entregado a sus padres y el dique arreglado ese mismo día. Desde entonces todos lo re-cuerdan como "El pequeño héroe de Holanda".

LA LIEBRE Y LA TORTUGA

Una liebre se encontró un día con una tortuga que subía lentamente por la falda de una montaña. Al verla, se aproximó a toda velocidad hacia ella y paró en seco en frente suyo.

-¡Vaya manera de caminar! ¡Si ni siquiera parece que te movieras: • -se burló la liebre, con aire de suficiencia.

-Yo de ti no me reiría.- contestó la tortuga, con tranquilidad.

-Si quieres apostamos una carrera hasta ese estanque de patos. -añadió, desafiante.

-Estás completamente loca -exclamó la liebre, estallando en frenéticas carcajadas. -Nunca podrías ganarme.

-y para que todo sea legal, nombremos al zorro como juez de la carrera.- propuso la tortuga.

-Como quieras- contestó la liebre, sin parar de reír.

Mandaron entonces a buscar al zorro, que era un experto en esta clase de asuntos. El zorro dispuso todo para la carrera y dio la largada. La liebre arrancó con: una exhalación y en pocos segundos se perdió de vista. La tortuga, sin dejarse impresionar, avanzó con su paso natural.

Luego de avanzar un buen tramo y en cuanto divisó la meta en lo de la montaña, la liebre dio la carrera por ganada y le restó toda importancia. Tan segura estaba de ser la triunfadora que se dijo: "Un o de sueño no me caería mal" y se echó a dormir, no sin antes haraganear un rato por ahí.

La tortuga, entretanto, mantuvo firme y constante su paso. Cuando la liebre despertó y se dispuso a correr hasta la meta, ya la tortuga había llegado y el zorro la declaraba ganadora, en medio de los aplausos de la multitud de animales que se había reunido para ver el final de la carrera

-Te dormiste sobre los laureles -le dijo el zorro a la liebre, al verla consternada y todavía sin salir de su asombro.

ES IRRESPONSABLE DAR LAS COSAS POR HECHAS.

Esopo

SEPTIEMBRE LECTURAS: AMISTAD

AMISTAD DE DAVID Y JHONATÁN

David huyó de las celdas de Rama. Fue a ver a Jonatan y le dijo de frente: “¿De que se me acusa? ¿Qué crimen he cometido contra tu padre para que atente contra mi vida?”.

Jonatan dijo a David: “Te prometo por Yahvé, dios de Israel, que mañana a la misma hora, trataré de saber lo que piensa de mí padre. Si es algo bueno para ti y no te envió a alguien con la noticia, que Yahvé me trate no sólo así sino peor aun. Ahora, si mi padre decide hacerte mal, te avisaré para que te pongas a salvo y vayas en paz. Seguramente Yahvé estará contigo como lo estuvo con mi padre. Si estoy vivo todavía, entonces guardaré tu amistad en nombre de Yahvé; si estoy muerto, ten siempre compasión y trata con bondad a mi familia, aún cuando Yahvé arranque de la faz de la tierra a tus enemigos, haciendo justicia de ellos". De esta manera Jonatan pactó alianza con la familia de David. Luego le insistió de nuevo con juramento en nombre del amor que le tenía, ya que lo quería como a su propia alma.

David, pues, se escondió en el campo. Llegó la luna nueva y el rey se sentó a la mesa para comer. Como de costumbre se sentó en su asiento junto a la pared; Jonatan se sentó enfrente y Abner al Iado de Saúl, el asiento de David quedó vacío. Saúl no dijo nada ese día, pensando que tal vez le había sucedido algo a David y que no estaba en situación de pureza. Al segundo día de la fiesta, se vio también desocupado el asiento de David. Entonces, Saúl dijo a su hijo Jonatan:

"¿Por qué no vino a comer ayer ni hoy el hijo de Jesé?". Jonatan respondió “David me pidió con insistencia que lo dejara ir a Belén. Me dijo déjame ir, por favor, porque se celebra un sacrificio de familia en nuestra ciudad y mi hermano me ha invitado. Si quieres, pues hacerme un favor, permíteme dar una vuelta por allí para ver a mis hermanos'. Por eso no ha venido a la mesa del rey".

Saúl se enojó con Jonatan y le dijo: "Hijo de mujer perdida, ¿acaso no sé yo que prefieres al hijo de Jesé para confusión tuya y vergüenzas de tu perdida madre? Pues mientras viva éste no estarán seguros tú, ni tu reino; así que manda a buscarlo y tráemelo acá; porque tiene que morir". Jonatan respondió a su padre"¿Por qué tiene que morir? ¿Qué ha hecho?".Saúl al oír esto, tomó su lanza amenazándolo y Jonatan comprendió que su padre tenía resuelta la muerte de David. Jonatan se levantó de la mesa lleno de furor y no comió nada el segundo día, ya que estaba triste por las palabras que su padre había proferido en contra David.

A la mañana siguiente salió Jonatan al campo para encontrarse con David e iba acompañado por un muchacho. Dijo a éste

OCTUBRE

LECTURAS: BONDAD.

LA TETERA

Esta historia trata de una tetera de porcelana, muy hermosa y elegante, que presidía

el juego de té en todas las celebraciones importantes de la familia a la que pertenecía.

Tanta preeminencia la había vuelto vanidosa, y sola enorgullecerse de su alta

estatura y su largo y estilizado pico ante los pequeños y tímidos pocillos y la

modesta jarrita de la leche. Aunque solía aburrirlos a todos con sus ínfulas de

princesa cada uno sabía que no era mala en fondo y sospechaba que debía sentirse

triste y vacía, pues siempre la guardaban aparte, en una repisa de vidrio para

protegerla de los golpes.

Un día sucedió algo terrible: la señora contratada para servir el té en una elegante

recepción de la familia, tropezó y cayó al suelo aparatosamente justo cuando llevaba

la tetera en la mano. Esta salió dando vueltas por el aire y cayó a varios metros de

distancia. Cuando fueron a recogerla, se encontraron con que se le había partido el

pico y tenía una ancha rajadura de un lado a otro.

La vida de la tetera cambió desde entonces, pues sus dueños desistieron de

repararla y se la regalaron a la misma señora que la había dejado caer. La señora,

agradecida, se llevó la tetera para su casa y la convirtió en una maceta. Fueron

tiempos difíciles para la tetera, que no estaba a vivir a la intemperie y pasar

desapercibida: Sin embargo, al sentir crecer la planta que estaba naciendo en su

interior y ver cómo su nueva dueña la regaba amorosamente, la tetera empezó

sentirse, primero útil, y luego feliz. Un gran sentimiento de bondad llenó su corazón

de tetera y decidió entregarle todo su amor a la hermosa planta que asomaría sus

ramas por su pico roto.

Adaptación de un Cuento de Hans Chistriam Andersel

LA LIMOSNA DEL NIÑO

En las altas montañas del Tíbet, un grupo de niños se dedicaba a jugar en un puente

cercano al pueblo en que vivían. Todos habían llevado consigo sus meriendas, menos el

más pequeño, que había salido corriendo feliz detrás de los otros sin dejar que su madre

pudiera alcanzado para darle la suya.

Mientras los otros niños fabricaban carros de madera, barriletes y figuras de animales en

papel utilizando las técnicas del origami, el pequeño amasaba unos simpáticos pastelitos

de barro.

A media mañana sintieron hambre y cada uno se acordó de su merienda. Cuando se

disponían a comer, oyeron un ruido de algo que golpeaba contra las piedras del puente.

Asustados, voltearon a ver de qué se trataba y vieron que era un ciego muy pobre que se

acercaba con su bastón. Los niños, que también eran muy pobres, sintieron compasión por

el hombre y separaron una parte de su merienda para dársela. Sólo el pequeño no tenía

nada que darle. "¡Yo también le daré limosna!" gritó, llenó de alegría. "¡Pero si tú no tienes

nada!", le contestaron los otros niños, mientras le entregaban un bocado de sus respectivas

meriendas al ciego.

Sin hacer caso, el niño esperó su turno y, con una radiante sonrisa, puso en la mano del

mendigo uno de sus pastelitos de barro. Cuando el ciego abrió la mano, el pastelito se

había transformado en una reluciente moneda de oro.

NOVIEMBRE LECTURA: JUSTICIA.

Un día Júpiter decidió elegir un rey entre las aves, y ordenó que comparecieran todas ante él, para decidir cuál era la más bella.

El cuervo, que es un pájaro poco agraciado y ciegamente vanidoso, se propuso alzarse con el título a como diera lugar. De modo que entró furtivamente a los nidos de las demás aves, robó plumas de colores de todas ellas y se las puso entre las suyas, diciendo que le pertenecían. Así, logró una apariencia espectacular.

El día del concurso, Júpiter hizo desfilar a los pájaros, y al ver el llamativo atavío del cuervo lo declaró rey. Terriblemente enfadados al descubrir que el plumaje del ganador era robado, los demás pájaros se lanzaron sobre el cuervo y le quitaron una a una las plumas con las que había pretendido engañar a todos.

Júpiter, decepcionado, lo despojó de inmediato del título, no sin recalcarle que la justicia se había impuesto y él mismo se había buscado lo que le acababa de pasar.

De nada sirve aparentar lo que no somos. Tarde o temprano el engaño se descubre y al final los engañados somos nosotros mismos.

Una hormiga se encontró un grano de trigo en un campo recién segado. Diligente y heroica como todas las hormigas, se fa echó al hombro y cargó con él, a pesar de que la triplicaba en tamaño.

Al cabo de un rato, la hormiga empezó a tambalearse por el peso.

Y entonces el grano de trigo aprovechó para hablarle.

-¿Por qué no me dejas aquí? Soy mucho más grande que tú y no Puedes cargarme.

-Si te dejo aquí llegaré sin provisiones al hormiguero. Debes saber que somos muchas y necesitamos cantidades enormes de alimento. Todas debemos llevar lo que podamos.

-Pero yo no estoy hecho para ser comido. Soy una semilla y mi destino es crecer como planta. Puedo ser más útil para el hormiguero si me dejas aquí. Te propongo un trato.

-¿Qué trato?- preguntó la hormiga, dejando al grano de trigo en el suelo y deteniéndose para descansar un poco.

-Si me dejas aquí, en este surco, y permites que la lluvia me integre a la tierra, en la próxima cosecha tus compañeras podrán venir y encontrar cien granos de trigo como yo.

La hormiga meditó un buen rato antes de contestar.

-Está bien- dijo finalmente -sería injusta contigo si no te diera oportunidad de demostrarme de cuánto eres capaz. Sólo me gustaría saber cómo lo harás.

-Es un misterioso -le respondió con honestidad el grano de trigo.

-El misterio de la vida.

Cuando llegó el tiempo de la nueva cosecha, la hormiga y sus compañeras volvieron al sitio donde había sido plantada la semilla de trigo y comprobaron con júbilo que esta había cumplido su promesa.

El cargamento de oro

Cuenta el historiador Plutarco que en cierta ocasión un emisario

conducía al palacio de Alejandro un mulo con .Un cargamento de oro.

Era tanto el oro que llevaba el mulo, que no pudo con el peso y se,

desplomo. Entonces el emisario cargó el oro sobre sus

hombros. Y así, despacio, agotado y con

inmensas dificultades sustituyo al mulo y

logró llegar al palacio

Cuando Alejandro lo vio aparecer, y notó que estaba

exhausto, le preguntó:

-¿serías capaz de llevar ese oro un poco más lejos?

_ Por ti, Alejandro, soy capaz de todo.

_ “pues si lo llevas a tu casa es tuyo”, le dijo el emperador.

No dice la historia qué sucedió después, pero es lógico suponerlo, ya que todo el que

tiene un buen “por que “encuentra el “cómo”.

LECTURAS: PAZ

Un viejo indio daba este sabio consejo a los jóvenes impacientes de su tribu: “Cuando estés seriamente enfadado con alguien que te ha ofendido mortalmente, y decidas matarlo para lavar la honra, siéntate antes de salir, carga bien tu pipa de tabaco y fúmatela”. “Una vez que acabes la primera pipa, notarás que la muerte, al fin de cuentas, es un castigo demasiado serio para la culpa cometida… Te vendrán ganas entonces de ir a darle una solemne paliza… “Antes de ir a buscar un grueso garrote, siéntate carga una segunda pipa y fúmatela hasta agotarla… entonces. Pensarás que unos cuantos insultos fuertes y sonoros, podrás suplir muy bien a la paliza…” “Por fin cuando te dispongas a ir a insultar a quien te ha ofendido, siéntate de nuevo carga una tercera pipa y fúmatela… cuando acabes, quizás solo desees hacer las paces con quien te había ofendido y causado mal.” “Así nos ahorraremos muchas vidas humanas y evitaremos tener que estar consolando a tantas viudas y huérfanos. Pero, sobre todo, habremos aprendido a solucionar pacíficamente nuestros conflictos y diferencias.”

Era un muchacho que tenía muy mal carácter, o lo que llamamos muy mal genio.

Su papá le entregó una bolsa de puntillas y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, o sea que se pusiera de mal genio, debería clavar una puntilla detrás de la puerta de su habitación. El primer día, el joven alcanzó a clavar treinta puntillas detrás de la puerta. El segundo, 25, el tercero, 20 y así sucesivamente, a medida que lograba controlar su mal carácter, clavaba casa vez menos puntillas detrás de la puerta. Fue descubriendo que era más fácil controlar su mal carácter, que clavar puntillas detrás de la puerta. Llegó el día en que logró controlar de tal modo su mal genio que no tuvo que clavar más puntillas. Le contó a su papá la gran noticia. El papá lo felicitó y le sugirió que de ahora en adelante, por cada día que lograra controlar totalmente el mal genio, debía arrancar una puntilla de detrás de la puerta. Los días fueron pasando y aunque tenía arranque como de volver atrás, logró arrancar todas las puntillas, como quien dice, dominó su carácter, no sin luchar y vencer. Le contó de nuevo la noticia a su padre quien de nuevo lo felicitó y lo estimuló a no desfallecer y a proponerse cada día nuevas metas. Por eso, lo tomó de la mano y lo llevó hasta la habitación y le dijo: haz trabajado mucho por superarte, pero mira los huecos que han quedado como cicatrices en la puerta. Esos huecos la afean, ya no podremos volver a ver la puerta como estaba antes. Y lo malo es que no podemos remediarlo. Afortunadamente es solo un trozo de madera. Pero si te das cuenta, cuando nos dejamos llevar del mal genio es como si claváramos una puntilla en el corazón de los otros. Cuando perdemos la calma podemos insultar y tratar mal a los demás y causar ondas cicatrices. Podemos hasta pedir perdón y recibirlo, pero siempre habrá en el alma cicatrices. Desde aquel día el muchacho aprendió a esforzarse mucho más por no causar heridas a los demás y por el contrario, luchar por construir unas relaciones de respeto y aprecio por los otros.